Evangelio del Domingo V de Cuaresma

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Texto: Juan 12, 20-33. Cuaresma 5 –B- Comentarios y presentación: M.Asun Gutiérrez. Música: Delibes. Plegaria. Es la hora. Ha llegado la hora del encuentro, de la entrega, de la decisión, de la escucha, del servicio, de la alabanza, de la glorificación. Éste es el tiempo oportuno, el día de la salvación, tiempo de esperanza. Se trata de vivir toda la vida, cada momento, siguiendo a Jesús y recorriendo su camino. Florentino Ulibarri

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Evangelio del Domingo 25 de Marzo de 2012. Autora: María Asun Gutiérrez.

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Texto: Juan 12, 20-33. Cuaresma 5 –B-Comentarios y presentación: M.Asun Gutiérrez.Música: Delibes. Plegaria.

Es la hora. Ha llegado la hora del encuentro, de la entrega, de la decisión, de la escucha, del servicio, de la alabanza,

de la glorificación.Éste es el tiempo oportuno, el día de la salvación,

tiempo de esperanza.Se trata de vivir toda la vida, cada momento,siguiendo a Jesús y recorriendo su camino.

Florentino Ulibarri

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20 Entre los que habían subido para adorar durante la fiesta, había unos griegos,

El texto de los griegos que buscan a Jesús sólo aparece en el cuarto Evangelio. Representan a todos los seres humanos. Todos somos buscadores de: felicidad, amor, sentido, esperanza, respuestas, plenitud, verdad, belleza... Todas las personas buscan una referencia que sirva de orientación, que aclare su horizonte, que motive su esfuerzo, que marque la dirección de la meta y que sea capaz de despertar el entusiasmo, la confianza, la ilusión...Jesús es la respuesta. Nos muestra el Camino y el modo de caminar. Hacía Él se dirigen los deseos y las inquietudes de los buscadores.

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21 éstos se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le dijeron: “Señor, queremos ver a Jesús”.

En todos los momentos de nuestra vida, en el trabajo, celebraciones, en nuestras relaciones y compromisos, podemos encontrar personas

que nos hagan esa petición:¡queremos ver a Jesús! ¡Queremos que nos muestres a Jesús!

¿Sabremos satisfacer ese deseo? Las palabras, las actitudes, la vida de quienes se consideran

cristianos, ¿reflejan a Jesús y provocan el deseo de querer verlo?Los discípulos no construyeron un discurso sobre normas ni moral.

Presentaron a Jesús.¿Anhelo ver a Jesús?

Quizá ese sea el primer paso para poder mostrarlo a los demás.

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22 Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos se lo dijeron a Jesús. 23 Él les respondió:“Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. 24 Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto”.

Ha llegado la hora. Hora difícil, pero también hora decisiva de triunfo y de gloria.Jesús aplica a la vida de los discípulos lo que dice de sí mismo. Se ofrece como referencia. Hay “horas” también en nuestra vida, en las que se juega nuestra condición de discípulos. Se trata de vivir, en todos los momentos y circunstancias, con la coherencia que Jesús vivió. ¿A qué hemos de morir para producir fruto abundante?

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25 El que tiene apego a su vida la perderá; el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. 26 El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.

Típica «paradoja» del Evangelio: perder la vida por amor es la forma de ganarla para los valores fundamentales y definitivos; morir a sí mismo es la verdadera manera de vivir, dar la vida es la mejor forma de recibirla… Captar la «aparente contradicción»: perder-ganar, morir-vivir, entregar-retener, dar-recibir… es descubrir la Buena Noticia.Lo que caracteriza a los seguidores de Jesús es acompañarlo en su camino, con la seguridad de que siempre conduce a la Vida plena.

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27 Mi alma ahora está turbada. ¿Y qué diré: “Padre, líbrame de esta hora”? ¡Si para eso he llegado a esta hora! 28 ¡Padre, glorifica tu Nombre!

Jesús asume todo lo humano. Si Él llora, no es sólo para compartir las lágrimas, sino para quitarles su amargo. Si Él grita, no es sólo para solidarizarse con los desgarros humanos, sino para transformar el grito en plegaria confiada. Su muerte es nuestra vida y nos invita a vivir de un modo nuevo, sin egoísmo, desviviéndonos por los demás, tratando de poner fin a todas las muertes gratuitas, a todo lo que no deja vivir con libertad y dignidad y dificulta la vida de las personas.

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Entonces se oyó una voz del cielo:“Ya lo he glorificado y lo volveré a glorificar”.

29 La multitud que estaba presente y oyó estas palabras, pensaba que era un trueno. Otros decían:

“Le ha hablado un ángel”.

El Padre nos hace sentir su amor, su Espíritu. El Espíritu consuela, conforta, llena de vida: eres mi hijo, estoy contigo, tus sufrimientos tienen sentido. Te convertirás en la Pascua que no pasa, en la luz que no se apaga, en imán de todo anhelo, en meta de todo camino, en Resurrección.El Padre sigue manifestándose, aquí y ahora, para que sintamos su salvación y su gloria, para que escuchemos su voz, estemos atentos a los signos de los tiempos y acojamos y caminemos con todas las personas que anhelan y buscan.

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30 Jesús respondió:“Esta voz no se oyó por mí, sino por ustedes. 31 Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de este mundo será arrojado afuera;

El Padre nos dirige su voz anunciando que el juicio divino, revelado y

manifestado en Jesús, es acogida y gracia, nuestra total liberación.

Ha comenzado el tiempo nuevo. El tiempo del odio ya no tiene la exclusiva.

Ha comenzado el tiempo del amor.El egoísmo y todo lo que esclaviza es

arrojado fuera. Triunfa el amor, característica esencial

de Dios, personificada en Jesús.

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32 Y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”.

33 Jesús decía esto para indicar cómo iba a morir.

Para Jesús la cruz no es una fatalidad, es una opción. “Nadie me quita la vida, yo la doy...” La muerte en cruz es el resultado de la coherencia de su vida. Jesús habla como actúa y actúa como habla. Es lo que hizo que le considerasen peligroso los poderosos de este mundo.La muerte es para Jesús, y para nosotros, la llave de la verdadera vida. La llegada a Casa. Esa es su promesa y nuestra esperanza.

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Es sólo un deseo, pero cuando los deseos son hermosos, nos llevan a ti.

El Espíritu es el que hace nacer los deseos en el corazón.

A ti, Jesús, te gustan los deseos de quien quiere verte.

Cuando te encuentras con alguien que te busca, detienes tu camino y lo miras. Quiero verte, Jesús.

Quiero conocerte. Quiero tener experiencia de tu amistad.

Quiero participar de tu Vida. Dime tu Palabra, Jesús.

Muéstrame tu rostro. AMÉN.