EVANGELIZACIÓN FAMILIAR. (CAP.. 5). TOMO I. LIBRO COMO ALCANZAR A OTROS PARA CRISTO
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“LA
EVANGELIZACION
FAMILIAR” ………
Ing. Alcímides Velasco.
……….
TOMO I. (Cap. 5).
……….. LIBRO: COMO ALCANZAR A
OTROS PARA CRISTO ¿LA EVANGELIZACIÓN ES POSIBLE HOY?
…………….
Dr. Luis A. Silva Cisneros
Y Colaboradores. Valencia, Venezuela.
(1a Edición. 1996. 2a Edición. 2011).
LA EVANGELIZACIÓN FAMILIAR (Cap. 5. Tomo I.)
Ing. Alcímides Velasco
Cuando el Señor comisionó a los discípulos para ir al mundo con la simiente del
evangelio, no dejó a voluntad de ellos el escogimiento de la esfera de acción misionera, sino que
estableció un orden de prioridades en el campo evangelístico que tenían por delante. Él dijo:
“Me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). En esto encontramos el principio para el tema que vamos a desarrollar: había que
empezar por casa, es decir, por Jerusalén.
Hermanos, si no hemos podido ganar a nuestros propios hijos, parientes y vecinos. ¿con
qué crédito moral y aval espiritual podremos ir allende los mares, o más allá de nuestras
fronteras para ganar a los paganos o a otros para Cristo?.
Se dice del famoso predicador del siglo pasado, Carlos Spurgeon, que encontrándose muy
ocupado en llevar a otros al Señor, fue asaltado de repente por una inquietante preocupación que
lo dejó desconcertado sobremanera: ¿Quién está llevando a mis propios hijos a Cristo? Dejó sus
oyentes perplejos al salir corriendo a su casa a cumplir con esta vital responsabilidad.
Cuando llegó al hogar y abrió, se sorprendió de encontrar la sala sola y silenciosa. Se
detuvo para reflexionar, un poco desconcertado. Luego le pareció oír voces en uno de los
aposentos. Acercó su oído a la puerta, y oyó a la Sra. Anna Thompson, su esposa, que estaba
leyendo y explicando la Biblia a los chicos. Sin que él lo supiera, su idónea diariamente se reunía
con los hijos para impartirles instrucción divina. Lleno de alegría dio gloria al Señor, y pensó:
“Ahora, sí puedo salir para continuar mi labor.” Ella como la mujer sabia de (Proverbios
14:1) estaba edificando su casa sobre el cimiento de las Escrituras.
Dios tiene especial interés en nuestros hijos. Él dice: “Herencia de Jehová son los hijos;
cosa de estima el fruto del vientre” (Salmos 127:3). Él está interesado en todo el núcleo
familiar. Dijo a Noé: “Entra tú y toda tu casa en el arca”, (Génesis 7:1). A Cornelio y al
carcelero de Filipos se les prometió que serían salvos ellos y toda su casa. Lidia, Crispo,
Estéfanas, Onesíforo y otros más tuvieron el privilegio de ver a todos los suyos convertidos al
Señor.
Hermanos, nuestro campo misionero más inmediato es el ámbito hogareño. Recordemos,
hermanos, que si nuestros hijos no son salvos en los primeros años de su vida, después cuando
Yo y mi casa serviremos al Señor
Josué 24:15
gusten de las vanidades del mundo, y se enreden en ellas, les será mucho más difícil venir al
glorioso Redentor. Tu alma y la mía saben que esto es así. Que el Señor nos ayude en esta
solemne misión.
La experiencia de la mayoría de los hijos de padres cristianos convertidos comprueban
que deben mucho a los buenos hábitos espirituales de sus padres.
A continuación presentaremos algunas de estas prácticas piadosas que contribuyen en
alcanzar a los hijos para Cristo en su edad temprana.
1.- EL ALTAR FAMILIAR.
Con esto nos referimos a la buena práctica de celebrar diariamente un culto en el seno
familiar. Es muy saludable y sencillo hacerlo. Los padres se reúnen con los hijos; se canta, se
ora, se lee un capítulo o parte de él en forma conjunta. Se comenta breve y amenamente, los hijos
pueden preguntar, si están motivados. Al finalizar, si se quiere, se escoge de la porción leída un
texto clave o parte de él para memorizar. Se ora, se canta algún coro o estrofa de un himno.
Esta práctica goza de un amplio respaldo en la Palabra de Dios. Está escrito: “Estas
palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón, y las repetirás a tus hijos, y
hablarás de ellas estando en tu casa...” “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere
viejo no se apartará de él.”. (Deuteronomio 6:6-7; Proverbios 22:6).
Dios mismo en su ley propiciaba situaciones para favorecer al padre en la responsabilidad
de instruir al hijo. En la ceremonia pascual, el hijo observaba al padre celebrando el rito. El
muchacho preguntaba al padre: ¿Qué es este rito vuestro? También en la redención del asno por
un cordero, el chico preguntaba: ¿Qué es esto? En el monumento de doce piedras levantado en
las riberas del Jordán frente a Gilgal; aquel monumento inducía al hijo a preguntar: ¿Qué
significan estas piedras? En cada caso daba oportunidad al papá de dar al hijo una respuesta a la
luz del Libro.
Jocabed crió a Moisés inculcando profundamente en su alma los principios divinos. Loida
y Eunice hicieron otro tanto con Timoteo. De él está escrito:
“Instruye al niño en su camino, y aun
cuando fuere viejo no se apartará de él.”
Proverbios 22:6
“Desde la niñez has sabido las Sagradas
Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la
salvación por fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15).
Leyendo
la Biblia
en
Familia,
en la Casa
2.- ASISTIR AL CULTO CONGREGACIONAL.
Es una gran bendición implantar en el hijo/os desde muy tierna edad la necesidad y la
importancia del culto. Ir a la escuela bíblica, al culto de predicación, y aún al culto de la Cena del
Señor, ponen al hijo dentro de la esfera de influencia y operación del espíritu Santo.
Es un garrafal error decir: Mis hijos son hijos de la promesa, y Dios tiene que salvarlos.
No nos olvidemos que Dios tiene hijos, pero no nietos. Cornelio no dijo a sus hijos: Dios me
prometió a través del ángel salvarlos a ustedes, de modo que estén tranquilos que Dios va a
cumplir su palabra. NO. Él no les infundió a sus hijos este frío y errado pensamiento. Al
contrario, tuvo mucho ejercicio mientras esperaba la llegada de Pedro. Se reunió en la presencia
de Dios con su casa, sus parientes y amigos más íntimos, para oír todo lo que Dios había
mandado a decirles por medio de Pedro. Estando en esta actitud activa y expectante fue que él
vio cumplirse la promesa del Señor. Hermanos, sigamos este buen y noble ejemplo.
El célebre Moody agradecía mucho a su madre el haber sembrado en su alma el hábito de
ir al culto cada domingo. Fue en este ambiente que su maestro de clase bíblica, Eduard Kimball,
le llevó a los pies del Señor a edad temprana.
3.- LA SINCERIDAD DE LOS PADRES.
Los hijos son los más cercanos espectadores de nuestras sencillas actuaciones cotidianas.
Para ellos no pasan desapercibidas las veces que nos observan de rodillas ante la presencia de
Dios, o en reverente ocupación con la Biblia abierta, al orar al salir y entrar, o en la piadosa
costumbre de no faltar a los cultos.
Ellos valoran el trato amoroso y considerando a la esposa. Son vigilantes silenciosos de la
rectitud y limpieza en los asuntos domésticos. Ellos saben que sus padres no roban luz, ni agua,
ni deben como morosos en la bodega.
El muchacho se forma un concepto de la vida espiritual y personal de sus padres. Hay una
voz constante que le dice agudamente a su conciencia: Papá y mamá no son unos hipócritas
religiosos. Lo persigue como una sombra el pensamiento. Algún día yo también debo aceptar el
Dios de mis padres. Está profundamente persuadido en su corazón que sus padres van al cielo. El
anhela estar con sus viejos queridos en gloria excelsa junto a Cristo.
Hermanos, debemos orar para recibir gracia, de tal manera que la vida que vivamos sea
una bendición, y no un tropiezo que dañe el camino espiritual de los hijos que Dios nos ha dado.
Dios dijo de Abraham: “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que
guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre
Abraham lo que ha hablado acerca de él”. (Génesis 18:19).
Que el Señor nos ayude para decir un día en el cielo: “He aquí, yo y los hijos que
Dios me dio”. (Hebreos 2:13; Isaías 8:18).
La Familia leyendo la
Biblia en el Parque y en la
Habitación
El labrador, para participar de los frutos,
debe trabajar primero.
(2 Timoteo 2:6)