Evidencias de Artritis en la Pintura RenacentiRenacent · gen del poderoso gremio de los la-neros....

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Evidencias de Artritis en la pintura renacentista

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Evidencias de Artritis en la pintura renacentista

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Evidencias de Artritis

RenacentiRenacenten la Pintura

Retrato de la familia de Jacob Jordaens

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esulta difícil establecer en qué punto

de la historia de la Humanidad apare-

ció la artritis, que no está descrita ni en

la Biblia, ni en los textos de Homero, ni en las

obras de Shakespeare. Se ha extendido la opinión

de que se trata de un padecimiento relativamente

moderno, y la primera reseña reconocida es la del

reumatólogo Augustin Jacob Landré Beauvais en

1800. Sin embargo, el arte y la historia entregan

cierta evidencia de que, contrariamente a lo que se

suele pensar, el padecimiento apareció más atrás

en el tiempo. De hecho, los primeros testimonios

convincentes de artritis en el arte aparecen en la

pintura del Renacimiento, especialmente en las

obras de la escuela flamenca.

istaistaIntroducción

R

El Renacimiento se inició en Italia ygradualmente se expandió por todaEuropa a partir del siglo XIV. Una de

sus causas principales es la penetración de lasculturas clásicas, que se produjo como conse-cuencia de la formación de dominios latinosen el Mediterráneo Oriental luego de la CuartaCruzada. Numerosos expertos la consideranuna de las condiciones básicas para la apari-ción del movimiento, cuyos comienzos estánmarcados, precisamente, por un renovado in-terés hacia la literatura y los ideales clásicos.Ello al mismo tiempo, constituyó una genuinarevuelta contra la escasa inquietud intelectualdel Medioevo y a favor de la libertad de pen-samiento.

La clase media emergente comenzó a cuestio-nar los antiguos fundamentos de la cultura y,como resultado de la invención de la imprenta,

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se masificó la educación y por lo tanto, lavaloración de los logros individuales y de lacuriosidad científica. Lo anterior también sereflejó en el arte del período: por una parte,se comenzó a investigar las leyes de la pers-pectiva y las diversas formas de lograrla; por

“El Matrimonio de los Arnolfini”, de Jan van Eyck, constituye una de lasobras cumbre de la pintura flamenca.

Las ilustracionesmuestran un mapade la ciudad deGhent y una ima-gen del poderosogremio de los la-neros.

Ilustrativadetalle

IlustrativaAfición por el

Detalle

La

A

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eotra, se dio preponderancia a la representación,ya no de los ideales religiosos, sino de la vidahumana. Así es como surge el retrato acabadoy naturalista del cuerpo humano -tanto vestidocomo desnudo- y la descripción minuciosa delpaisaje.

A mediados del siglo XV, Flandes es el foco ar-tístico más importante en Europa, junto con Ita-lia. Ambos proponen una renovación en las so-luciones plásticas, aparejada por un florecientedesarrollo económico y social.

Las ciudades flamencas más destacadas sonGhent y Brujas, que conforman una poderosared comercial entre ellas, además de continen-tales e intercontinentales. La pintura flamencaes pródiga en obras de pequeño formato conminuciosos detalles y vivos colores que deno-tan un manejo magistral de la técnica del óleo.Los paisajes son idealizados y, a diferencia delarte italiano, sus creadores no muestran interésalguno por la Antigüedad Clásica. Sí manifies-tan, en cambio, gran atención al género retra-tístico, plasmando personajes de gran sereni-dad y economía de movimiento. Entre los retra-tistas flamencos más relevantes se distinguenRoger Van der Weyden, los hermanos VanEyck, Petrus Christus, Dieric Bouts y Hugo Vander Goes.

Tal minuciosidad permite observar con detallelas características particulares -no idealizadas-de cada individuo y, en este caso específico, elaspecto de sus extremidades -en especial, delas manos-. Es cierto que éstas suelen ser usa-das por los pintores desde un punto de vistaexpresionista, para retratar emociones y turbu-lencias interiores. Se sabe, por ejemplo, que -para marcar el sello particular de su estilo- el

maestro Van der Weyden pintaba dedos extre-madamente finos y alargados y que, aún más,introducía ex professo vagas deformaciones enel dedo meñique. Así también Doménico Theo-tokopulos -El Greco- dotaba a sus personajesde una fisonomía alterada, tal como posterior-mente lo hiciera el italiano Amedeo Modigliania comienzos del siglo XX.

Sin embargo, existen evidencias en la pinturaflamenca de los siglos XV y XVI de una natura-leza diferente, pues no inciden en el estilo pic-tórico de cada autor y corresponden a figurasaisladas dentro de su producción.

Es así como el reumatólogo belga Jan Dequeker ha observado que las manos en el

Doménico Theotokopulos -El Greco-dotaba a sus personajes de una fisonomía alterada, tal como posterior-mente lo hiciera el italiano Amedeo Mo-digliani a comienzos del siglo XX.

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ImperialesProcesiones

Existen testimonios de una cruel enfer-medad que habría atacado al empera-dor Constantino IX Monómaco en Bizancio. Sus síntomas se asemejanenormemente a los de la artritis reuma-toide, lo cual llevaría aún más atrás elcomienzo del mal. El Emperador Cons-tantino Monómaco, quien accedió altrono luego de su matrimonio con laEmperatriz Zoé, gobernó entre el año1042 y el 1055 de nuestra era. Pese aque era un buen cristiano y un sobera-no eficiente, de gran apostura y atra-yente personalidad, vivió atormentadocon profundos dolores. Los cronistasde la época aseguran que sus padeci-mientos se debían a una “descompen-sación de sus humores vitales, que seacumulaban sin armonía, y que al co-mienzo, atacaron principalmente suspies. Posteriormente asolaron sus ma-nos, luego sus hombros y, finalmente,todo su cuerpo. Sus músculos y liga-mentos estaban fuera de lugar, sus ex-tremidades no funcionaban y sus de-dos, que alguna vez se exhibieron con tanta hermosura, se vieron com-pletamente deformados”. Sus rodillasestaban tan inflamadas que se hacíaimposible caminar o aun mantenerseerguido. La mayor parte del tiempo lopasaba tendido en su cama, y cuando

daba audiencias, sus lacayos debíanalzarlo sobre un cúmulo de almohado-nes. Dentro del palacio, era transpor-tado de habitación en habitación so-bre una litera.

Sin embargo, nunca dejaba de asistir alas procesiones imperiales, pues consi-deraba que hacerlo era un deber inelu-dible. Incapaz de mantenerse enhiesto,sus sirvientes lo sostenían cabalgandoa su lado. Para que su caballo no res-balase ni se moviese en demasía, losadoquines de las calles eran cubiertoscon gruesas alfombras.

El malestar sólo se aliviaba con ba-ños de inmersión en aguas calientes.En 1055, sufrió un enfriamiento quele causó una pleuresía fatal, por loque el monarca es considerado poralgunos autores como uno de los pri-meros casos de artritis reumatoide enla historia.

retrato del duque Federico de Montefeltro rea-lizado por el pintor Joos Van Ghent, evidencianuna marcada monoartritis de las articulacionesinterfalángeas próximas, que podrían ser con-secuencia de una artritis tuberculosa, de la go-

ta o de una variante de la así llamada artritis pe-riférica seronegativa que se observa en algunoscasos del mal de Reiter -si bien dicha falange seve raramente afectada en tales padecimientos, aexcepción de la artritis tuberculosa-.

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El cultivado humanista Federico da Mon-tefeltro, Duque de Urbino, fue un perso-naje de importancia en el Renacimientoitaliano. A mediados del siglo XV comen-zó a construir un enorme palacio, deco-rado por decenas de escultores venecia-nos y prodigiosos carpinteros de Floren-cia. Sin embargo, no pudo encontrar unpintor ducho en las artes del óleo paraornamentar la pequeña habitación en loalto del edificio que el Duque dejó comoestudio y refugio personal para leer, me-ditar y escribir lejos de las intrigas de lacorte. Es así como convocó al pintor fla-menco Joos Van Wassenhove (conocidotambién como Justus o Joos Van Ghent),quien incorporó a su estilo -basado enpersonajes populares del Norte- la in-fluencia humanista y la tendencia hacialo monumental de la pintura italiana.

Prueba de ello es el retrato en el cual in-mortaliza al Duque, algunos años antesde su muerte. Esta conlleva un datoanecdótico: Federico da Montefeltro mu-rió de malaria durante una campaña mili-tar el 10 de septiembre de 1482. Curio-samente, su archienemigo Roberto Ma-latesta falleció de disentería exactamen-te en la misma fecha.

En la ilustración,el retrato del Duque de

Montefeltro realizado congran naturalismo por el

pintor italiano Piero dellaFrancesca.

Manosmisteriosas

Lejos de las intrigas cortesanasLejos de las intrigas cortesanas

Existen diversas

hipótesis acerca del

modelo para las

“Manos en Oración”

del artista alemán Al-

berto Durero.

También se han detectado casos de deforma-ciones reumatoides en las manos del San Juanen la portentosa “Piedad de Aviñón”. Atribuidaal artista francés Engerrand Quarton, nacidoen 1410, la obra reúne unaevidente influencia flamen-ca con la impresionantemonumentalidad de la es-cultura de fines del Me-dioevo característica delsur de Francia.

Las “Manos en Oración” delcélebre grabador alemánAlberto Durero, parecenpresentar también ciertasalteraciones. La obra ha si-do objeto de múltiples es-peculaciones y leyendas.La imagen formaba parte

de la pintura que decoraría el altar de la igle-sia de los Dominicos en Frankfurt, encarga-da por el mercader en telas Jacob Heller. Es-te fue posteriormente adquirido a comienzosdel siglo XVII por el príncipe Maximiliano deBavaria, quien la incorporó a su colección en

el Palacio de Munichque, medio siglo más tar-de, sería destruida porlas llamas de un incle-mente incendio.

De las manos, por lo tanto, sólo queda el boce-to original del artista. Algunos investigadoresaseveran que éstas pertenecen a la madre deDurero, aunque difícilmente una mujer de laépoca, dedicada a las labores del hogar, tendríatan finas y delicadas extremidades; el tamaño,la prominencia de los ligamentos y de los ten-dones y la distribución de las venas en el dorsosugieren que las manos provienen más bien deun hombre quien, además habría sufrido demúltiples dolencias-.

La primera de ellas -y la más notoria, por lacontractura de Dupuytren- sería la diabetesmellitus. Por otra parte, sin embargo, el pulgarmuestra una abducción propia del síndromedel túnel carpiano, frecuente en la artritis reu-matoídea. Esta se vería confirmada además porel edema de las muñecas y la prominencia en eltendón medio de la mano izquierda, que apun-tarían a una sinovitis característica de la enfer-medad.

Se trataría, por consiguiente, de una persona ex-tremadamente adolorida -incapaz aun de vestirsey acicalarse por sí solo-. No obstante lo anterior,habría contado con medios para procurarse unmayordomo -era quizás un académico de presti-gio, o incluso un miembro del clero- que se preo-cupase de arreglar los ricos bordados de la man-ga y de cuidar la fina manicure del modelo.

Otra de las obras cumbres de la pintura flamen-ca que ha sido vastamente discutida por losmédicos es “La Virgen con el Canónigo Van derPaele”, de Jan Van Eyck. Además de presentardolecias de origen oftalmológico y dermatológi-co, Jan Van Dequeker señala que la mano iz-quierda del clérigo mostraría signos del síndro-me hombro-mano característico de la polimial-gia reumática. Aun observadores ajenos a ladisciplina médica han notado la alteración. Así,por ejemplo, una descripción frencesa del siglo

XIX menciona que “De una mano, (el perso-naje) sostiene sus gafas, mientras que la otraporta, con esfuerzo, su breviario. Las manosson muy hermosas, aunque arrugadas y gour-des como les ocurre a los gotosos”.

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El San Juan de la célebre “Piedad de Avi-ñón” muestra signos de cierto tipo de artritis.

Existenabundantesdocumentos

acerca de lasdolencias delcanónigo Van

der Paele.

Es sabido que, en francés,la denominación “gota” nosólo describe dicho padeci-miento, sino las dolencias reu-máticas en general. Más aún,diversos documentos históricosconfirman el diagnóstico. Algu-nos de ellos atestiguan cómo Vander Paele -quien, además de la vi-da religiosa, siguió una prestigiosacarrera diplomática- debió retirarse alos cincuenta años de edad, con unapensión por enfermedad y vejez que -tal como corresponde a la polimialgiareumática- se presentaba sobre todo enlas primeras horas del día. Junto con loanterior, el personaje muestra evidencias

de artritis temporal -prominencia en las arteriasde las sienes, formación de cicatrices y pérdi-da de cabellos frente a la oreja izquierda y enlas cejas-, asociada en 1964 con la polimialgiareumática.

Si bien el ejemplo anterior está indirectamen-te relacionado con la artritis reumática, hayotros casos que muestran evidencias irrefuta-bles. Uno de ellos es la sirvienta de la familiadel pintor Jacob Jordaens, retratada en unaobra que hoy se encuentra en el Museo delPrado, en Madrid, con una notoria hinchazónen la segunda y tercera articulación próxima ydel metacarpo.

Por otra parte, uno de los personajes de “LosDonantes” de Jan Gossaert (también llamadoMabuse) presenta una evidente contractura delos dedos anular, índice y meñique de la manoizquierda, que podrían indicar también la pre-sencia de la enfermedad.

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El famoso retrato de la fami-lia de Jacob Jordaens se encuentraen el Museo del Prado, en Madrid.

Sin embargo, una de las obras másilustrativas de las evidencias de artritisen la pintura flamenca, es aquélla reali-zada por un un autor anónimo quemuestra las tentaciones de San Anto-nio, y que se encuentra actualmente enel Museo del Escorial en España.

Expertos aseguran que, a partir de laobservación de la vestimenta, la obra

La pintura de Mabuse pene-tra con gran rigor en lapsicología de sus mode-los. Aunque ello no tuvogran impacto en sus con-

temporáneos, sí influyó po-derosamente en las siguientes

generaciones de pinturas.

Aunque el artista nació en los PaísesBajos, sus visitas a Italia resultarondecisivas en su estilo.

La obra aquí analizada es el panel late-ral de un tríptico, cuya sección centralse encuetra en el Museo Norfolk de Vir-ginia, en Estados Unidos. Posiblemen-te el hombre -de lujosos ropajes queincluyen pieles y encajes- sea el donan-te de la pintura, quien la habría encar-gado para conmemorar la muerte de sujoven esposa.

La pieza se inscribe en un estilo muy enboga en la época, utilizado para trípti-cos devocionales de uso privado y queretrataban el busto de los donantes.Resulta destacable la extraordinaria lu-minosidad del rostro y la belleza delmodelado, que no sólo se debe a la in-fluencia clásica, sino también a la deJan van Eyck -de quien Mabuse imitótambién la preocupación extrema porlos detalles-.

Es posibleque el mode-

lo haya en-cargado la

pintura paraconmemorarla muerte desu joven es-

posa.

psicológicaPenetración

constituye una copia de una pintura an-terior del siglo XV. El paisaje, sin embar-go, confirma que la pintura data de co-mienzos del siglo XVI.

El protagonista se ve acosado por la rei-na de los demonios, quien le muestranumerosos desnudos femeninos, pro-metiéndole además dinero y bienes. Pa-ra resistirse, San Antonio se retira a rezar

Ilustrativastentaciones

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caderas, lo que se confirma por el hecho deque la cabeza y los hombros del pordioseroestán situados más abajo que la cabeza y loshombros de la mujer que lo sostiene.

Por otra parte, es posible atribuir las deformi-dades de la mano y de la muñeca derechas auna lesión o incluso a la lepra. Sin embargo,el hombre no presenta signos de la enferme-dad habituales en las ilustraciones de la épo-ca. En dicho caso, además, los dedos no

en un castillo, mientras un contingente de per-versas criaturas zoomorfas ingresan por laventana. La mayoría de las figuras masculinasson representadas con extremidades y cuer-nos de macho cabrío.

A la derecha se observa la imagen de un por-diosero inválido que porta un alegórico laúd yque simboliza al demonio, según la costumbrede la época de representar a éste en la figurade un vagabundo. No obstante, el personajepresenta algunos rasgos singulares que lo ale-jan de la alegoría. Entre las más notables, ex-hibe una luxación de la muñeca derecha, unadesviación de los tres dedos laterales y unaflexión de las articulaciones interfalángeas. Entanto, la mano izquierda -cubierta por un man-to- sostiene un bastón, utilizando sin embargolos dedos para asirlo en lugar de la palma -locual sugeriría la presencia de contracturastambién en dicha extremidad-.

La rodilla izquierda está flectada y ligeramentedoblada hacia fuera; por la forma de sus ropa-jes, pareciera que también la mano derechaestá plegada. Ello indicaría un contractura bi-lateral de las rodillas y quizás también de las

mostrarían tan acentuada flexión -además delo cual, el índice y el corazón no serían capa-ces de abducir selectivament-. Todo ello otor-ga credibilidad a la hipótesis referida a una ar-tritis reumatoide avanzada e invalidante.

Las evidencias de que la artritis esmás antigua de lo que común-mente se piensa son, por lo tanto,

de común ocurrencia en la pinturaflamenca. Quizás ello se explica porque talesartistas tenían una marcada afición por los de-talles realistas en la elaboración de sus retra-tos, y frecuentemente incluían la representa-ción de sus patrones. Los retratos del Renaci-miento italiano, en cambio, son más fantasio-sos e idealistas, y prestaban más atención alas características plásticas del trabajo que ala representación naturalista.

Sin embargo, ciertas obras clave de los maes-tros italianos ofrecen algunas referencias a lamateria. Así, por ejemplo, varias articulacio-nes en la única mano visible del protagonistadel “Retrato de un Joven”, del gran SandroBotticelli, muestran deformaciones que po-drían deberse a una artritis juvenil.

Cuando Botticcelli realizó la pintura, en 1483,estaba ya consolidado como un gran maestrodel arte italiano y, por lo tanto, poseía comple-to dominio sobre el dibujo de la figura huma-na; aún más, era reconocido precisamentepor su maestría con la línea. Difícilmente en-tonces las deformaciones en la mano del jo-ven podrían atribuirse a fallas técnicas.

Por otra parte, si bien es posible verificar quela distribución de los dedos -juntos el anular y

el del corazón, apartados el índice y el meñi-que- constituye un figura relativamente típica enel arte de la época, utilizada para evitar la mo-notonía en el retrato de las extremidades supe-riores, la inflamación de las articulaciones no seobserva con particular frecuencia, y sólo estápresente en otras dos pinturas del artista.

Una de ellas es el fresco que representa a “SanAgustín en su Estudio”, ubicado en la iglesiadonde Botticcelli está enterrado. Los dedos dedicho personaje muestran clara evidencia de laosteoartritis que éste podría haber sufrido.

Resulta difícil identificar el modelo real en los re-tratos de aquella epoca, pues en muchos casos,el artista tomaba rasgos de diferentes individuospara establecer una suerte de prototipo. Algu-nos críticos se refieren incluso a un vocabulariode rasgos, y se alaba también la expresión dedistanciamiento e impersonalidad en las figuras

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El modelo de esta obra podría haber pa-decido artritis juvenil.

ItaliaEn

del artista. El análisis, sin embargo, se dirigemás bien a los rostros, bellos e idealizados; esposible que al representar las manos, los pin-tores se atuvieran con mayor exactitud a lasparticularidades del modelo.

Otra de las obras cumbres de Boticcelli -”ElNacimiento de Venus”-, ha sido también suje-

to de análisis por parte de algunos investiga-dores, quienes especulan acerca de una posi-ble artritis en la figura principal. Lo anterior esproducto de una posible desviación de algu-nos dedos, de la inflamación en ciertas articu-laciones, y de una contractura en el meñiquede la mano derecha, y también de la deformi-dad en los pies y los tobillos de la mujer.

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La casi totalidad delos expertos coinci-den en que la mo-delo de “El Naci-

miento de Venus” fue la jovengenovesa Simonetta Vespucci,nacida en 1453 y muerta prema-turamente en 1476 de tubercu-losis. Fue hija de una familia dericos comerciantes, y a los 16años se casó con Marco Ves-pucci (primo de Américo Vespu-cio), hijo de una rica familia de larealeza de Florencia. Fue allídonde conoció a la familia Médi-cis, y donde entabla amistadcon el joven Giuliano -de dicha

casa-, quien se habría enamora-do de ella, nombrándola Reinade la Belleza de Florencia.

Su entierro fue una manifesta-ción de duelo en dicha ciudad.Efectivamente, había muerto al-go así como un monumento na-cional pues, además de Bottice-lli, también la pintó Ghirlandaio,maestro de Miguel Angel, y fuela modelo de muchas soberbiasvírgenes pintadas por otrosgrandes del Renacimiento.

Sus cualidades, sin embargo,siguen cautivando hasta hoy. Y

es que Simonetta Vespuccicombina un sinfín de cualida-des, tanto en el dominio de laestética como en el del erotis-mo y aun el de la ética. Exponesu bien formada silueta, aunquelo hace con modestia y pruden-cia. Es dinámica y estática a lavez, con sus cabellos al viento ysu contorno bien delineado. Po-dría ser contemporánea, aun-que revela al mismo tiempo unacualidad atemporal. En suma,representa el amor carnal y elamor casto, y es capaz de evo-car los más intensos sentimien-tos de pasión y de ternura.

modeloLade todos los tiempos

La obra de otro renombrado pintor italiano sepresta también a interpretaciones acerca deuna posible artritis en el modelo. En este caso,se trata de “El Amor Durmiente” del pintor mi-lanés Michelangelo Merisi da Caravaggio,quien nació aproximadamente un siglo des-pués que Botticelli.

En numerosas ocasiones, el modelo de dichaobra ha desconcertado a las autoridades delmundo del arte, pues se trata de un niño defor-me que, precisamente, personifica al ángel delamor. Al respecto se han elaborado varias teo-rías a través de los siglos: podría tratarse deuna alegoría de la fealdad del erotismo; de unsíntoma de la obscura y mórbida personalidaddel artista, o de una deformación estilística, alestilo de aquéllas presentes en la obra de ElGreco.

Si se examina al infante con criterio médico, sinembargo, es posible descubrir otras caracterís-ticas. Su piel es amarillenta y sus mejillas ede-matosas; sus labios y sus orejas son cianóticosy su mandíbula recede. La cabeza se dobla so-bre el pecho en un ángulo forzado de 45 gra-dos, mientras que su pecho está hundido y suabdomen distendido. Las articulaciones seaprecian inflamadas -sobre ellas es que el pin-tor ha utilizado pigmentos rojos-, los músculosparecen atrofiados y se observa una tumefac-ción en la muñeca izquierda.

Todo ello sugiere diversas enfermedades. Lahinchazón del rostro, por ejemplo, hace pensaren una artritis de las articulaciones tempoman-dibulares, mientras que el desarrollo insuficien-te de la mandíbula remite a una micrognacia. Elcodo izquierdo se ve hipertrofiado y la manosufre de cierta desviación, mientras que la tu-mefacción de la muñeca podría deberse a un

quiste sinovial. Con todo, lo más probable esque se trate de una poliartritis; el diagnósticodiferencial incluiría fiebre reumática, artritis reu-matoide, lupus eritematoso o leucemia. Perolos signos crónicos -las contracturas y las atro-fias musculares- sitúan a la artritis reumatoidejuvenil como la primera posibilidad en la lista.Lo anterior se refrenda por un rasgo que podríarelacionarse con una úlcera subcutánea en laoreja, y que podría remitir a una vasculitis sis-temática necrotizante -reconocida actualmen-te como una complicación fatal de la artritisreumatoide juvenil-.

Tal como el resto de las obras aquí mencio-nadas, “El Amor Durmiente” no constituyeuna prueba irrefutable de que su modelo ha-ya padecido de artritis. El conjunto de pintu-ras, sin embargo, contribuye a ampliar la hi-pótesis acerca de la existencia de la enferme-dad ya en aquella época, tal como lo sugie-ren estas obras cumbre de la historia del arteuniversal.

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Editora: Veronica Waissbluth Direccion de Arte: Carlos Vidal

Diseño: Rodrigo Barrera Documentación Gráfica: EUROPA PRESS

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Existe un sinnúmero de teorías acerca delmotivo por el cual Caravaggio habría repre-sentado al amor en la figura de un niño en-fermo.

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