Extraído de la obra “Batallas por la excelente 2005 ... · El 20 amaneció con sol y cerca del...

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1 Extraído de la excelente obra “Batallas por la libertad”, de Pablo Camogli (con la colaboración de Luciano de Privitellio), 1ra. Edición (año 2005), Editorial Aguilar. BATALLA DE SALTA: celeste y blanca, la patria belgraniana (20 de febrero de 1813) LUGAR: Campo de la Tablada, en las afueras de la ciudad de Salta. JEFE PATRIOTA: General Manuel Belgrano. JEFE REALISTA: General Pío Tristán. FUERZA PATRIOTA: 3.000 hombres más 10 piezas de artillería. FUERZA REALISTA: 3.400 hombres más 10 piezas de artillería. RESULTADO: victoria patriota. PÉRDIDAS PATRIOTAS: 103 muertos y 433 heridos. PÉRDIDAS REALISTAS: 481 muertos, 114 heridos, 2.776 prisioneros, toda la artillería, 2.118 fusiles, 200 espadas, pistolas, carabinas, todo su parque, su maestranza y demás pertrechos. Además de 3 banderas. DURACIÓN: 3 horas. Esta batalla es una de las seis nombradas en nuestro primer Himno Nacional. Luego de la victoria de Tucumán, en la que comandó un ejército al que le faltaban hasta los más mínimos recursos, Belgrano se dedicó a organizar una fuerza con la cual poder avanzar hacia el Alto Perú. A comienzos de 1813, y gracias al apoyo material del nuevo ejecutivo porteño, el ejército estuvo pronto para abrir una nueva campaña. Poco importaron las copiosas lluvias veraniegas de la época; en definitiva, era cuestión de aprovechar el momento de ventaja parcial y así lo entendió el jefe revolucionario. Con tres mil hombres y una docena de piezas de artillería, partió desde Tucumán hacia Salta dando inicio a la segunda campaña al Alto Perú. El 13 de febrero, al norte del río Pasaje, las tropas juraron obediencia a la insignia celeste y blanca creada por el general en jefe un año antes en la costa del Paraná. Por eso actualmente aquel

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Extraído de la excelente obra “Batallas por la libertad”, de Pablo Camogli (con la colaboración de Luciano de Privitellio), 1ra. Edición (año 2005), Editorial Aguilar. BATALLA DE SALTA: celeste y blanca, la patria belgraniana (20 de febrero de 1813)

LUGAR: Campo de la Tablada, en las afueras de la ciudad de Salta. JEFE PATRIOTA: General Manuel Belgrano. JEFE REALISTA: General Pío Tristán. FUERZA PATRIOTA: 3.000 hombres más 10 piezas de artillería. FUERZA REALISTA: 3.400 hombres más 10 piezas de artillería. RESULTADO: victoria patriota. PÉRDIDAS PATRIOTAS: 103 muertos y 433 heridos. PÉRDIDAS REALISTAS: 481 muertos, 114 heridos, 2.776 prisioneros, toda la artillería, 2.118 fusiles, 200 espadas, pistolas, carabinas, todo su parque, su maestranza y demás pertrechos. Además de 3 banderas. DURACIÓN: 3 horas. Esta batalla es una de las seis nombradas en nuestro primer Himno Nacional. Luego de la victoria de Tucumán, en la que comandó un ejército al que le faltaban hasta los más mínimos recursos, Belgrano se dedicó a organizar una fuerza con la cual poder avanzar hacia el Alto Perú. A comienzos de 1813, y gracias al apoyo material del nuevo ejecutivo porteño, el ejército estuvo pronto para abrir una nueva campaña. Poco importaron las copiosas lluvias veraniegas de la época; en definitiva, era cuestión de aprovechar el momento de ventaja parcial y así lo entendió el jefe revolucionario. Con tres mil hombres y una docena de piezas de artillería, partió desde Tucumán hacia Salta dando inicio a la segunda campaña al Alto Perú. El 13 de febrero, al norte del río Pasaje, las tropas juraron obediencia a la insignia celeste y blanca creada por el general en jefe un año antes en la costa del Paraná. Por eso actualmente aquel

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río Pasaje, que el ejército tardó varios días en vadear por su correntada, se llama Juramento. En el campamento realista nadie imaginaba que el enemigo pudiera avanzar debido a los ríos de cauce profundo y caudaloso, los caminos poco menos que intransitables y las constantes lluvias. Fue tal la desidia de los godos que el historiador español Mendizábal afirma que: “Así es que mientras descuidados los nuestros en Salta no pensaban más que en festivas diversiones, se hallaron el 15 de febrero con la noticia de que los enemigos estaban ya muy cerca”1. El día posterior a la jura de la bandera, es decir el 14, la vanguardia patriota había sorprendido a la guardia real situada en Cobos, así que Tristán se enteró del avance de su verdugo de Tucumán. Entre el 17 y el 18 el ejército patriota llegó a las cercanías de Salta, a la par que una columna se dirigió hacia la entrada del Portezuelo al mando del mayor general Eustaquio Díaz Vélez. Este era el único camino “posible” para la entrada de un ejército en la ciudad y Tristán ya había colocado allí sus fuerzas, preparándose para el inminente ataque. Mientras las guerrillas de Díaz Vélez se tiroteaban a la distancia con la vanguardia enemiga, el capitán José Apolinario Saravia, nacido en Salta y gran conocedor de la zona, le reveló a Belgrano la existencia de una quebrada más hacia el norte, que posibilitaría a los patriotas cortar la retaguardia realista. Luego de cerciorarse que la senda, denominada Quebrada de Chachapoya, se hallaba transitable, el general mandó que el ejército se internara por ella planteando, tal como había intentado su rival en Tucumán, una batalla con frente invertido2. “Bajo una espesa lluvia, salvando los hondos barrancos formados por los torrentes, que fue necesario rellenar para dar paso a la artillería y las cincuenta carretas del bagaje [...] al amanecer del día 19 [el ejército] se hallaba en la hacienda de Castañares”3 a una legua al norte de Salta. Esta estancia era propiedad de don Pedro Saravia, justamente el

1 Mendizábal, Francisco de, Guerra de la América del Sur 1809,-1824, Pág. 51 2 Si bien una batalla con frente invertido puede descalabrar el plan enemigo, si no se la ejecuta con

maestría, rapidez y sigilo también puede provocar una pérdida irreparable para el atacante; tal fue lo que le ocurrió a Tristán en Tucumán.

3 Mitre, Bartolomé, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, tomo II, pág. 138

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padre de Apolinario4. Cuenta la leyenda que cuando Tristán fue informado de la nueva posición de su adversario tan sólo exclamó: “¡Sólo que fueran pájaros!”.

Repuestos de la sorpresa, los realistas se corrieron hacia el campo de la Tablada, al norte de la ciudad y se ubicaron con la derecha fuertemente apoyada sobre el Cerro San Bernardo. En la misma tarde del día 19 el ejército patriota se movilizó en son de ataque, pero luego de un breve reconocimiento regresó al campamento ante las constantes lluvias. Los godos debieron pasar las noches del 17 al 20 bajo la intensa lluvia ya que este ejército carecía de tiendas de campaña con las que guarecer a las tropas5.

El 20 amaneció con sol y cerca del mediodía las fuerzas patriotas marcharon para dar inicio al combate. A medio tiro de cañón los revolucionarios desplegaron en batalla tal como lo indica el croquis y ambas compañías de artillería comenzaron a intercambiar disparos. En aquel momento, y ya a tiro de fusil, el jefe del ala derecha, Díaz Vélez, que “recorría la vanguardia proclamando los cuerpos” fue alcanzado por “un proyectil [que] le hirió en el muslo

4 Frías, Bernardo, Historia del General Martín Miguel de Güemes, tomo II, pág. 493. 5 Mendizábal, op. cit., pág. 51

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izquierdo”6, por lo que tuvo que retirarse del campo y el teniente coronel Manuel Dorrego asumió la jefatura del ala. Belgrano le ordenó a Dorrego que “avanzase contra la izquierda realista con dos compañías apoyadas por la caballería de [comandante Cornelio] Zelaya”7. En contrapartida, los historiadores españoles García Camba y Mendizábal afirman que fueron los jinetes del rey (liderados por el marqués de Yavi) los que iniciaron el combate. Cierto o no, lo concreto es que la caballería realista, ya sea atacando o contraatacando, “cargó con tal decisión a la enemiga que la obligó a volver caras”8, con lo que comprometió seriamente a la columna de Dorrego y Zelaya. De todas formas el avance de la caballería del marqués de Yavi (jefe que luego de la batalla se pasaría al bando patriota) no fue mucho más allá, ya que fue “detenido por los certeros fuegos del cuerpo de negros del Río de la Plata”9. Este aspecto del enfrentamiento, curiosamente, es resaltado por los españoles, mientras que nuestros escritores clásicos (Mitre y Best, por ejemplo) afirman que fue la caballería la que salió en apoyo de Dorrego y nada dicen del batallón de Pardos y Morenos10.

6 Yabén, Jacinto, Biografías argentinas y sudamericanas, tomo II, pág. 291. 7 Best, Félix, Historia de las guerras argentinas, pág. 193. 8 García Camba, Andrés, Memorias del general García Camba, tomo I, pág. 132. 9 Idem. 10 Bernardo Frías, más equitativo, sólo se limita a citar a García Camba, dando por cierto que fueron

los negros los que frenaron al enemigo.

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Repuestos los patriotas y luego de recuperar su posición, Belgrano le habría dicho a Dorrego: “Avance Ud. y llévese por delante al enemigo, pero no intercepte los fuegos de nuestra artillería. Dorrego, apoyado por la caballería y sostenido por la artillería, [...] recuperó el terreno perdido y llevó la carga con tal vigor, que toda el ala izquierda del enemigo cedió a su empuje y se desorganizó completamente, replegándose en desorden hacia la ciudad”11. En aquel momento, Mariano Benítez, comerciante salteño e integrante circunstancial de los Decididos de aquella ciudad, avanzó contra el batallón de Cuzco y arrebató al alférez la bandera real, llevándola luego hasta la enfervorizada línea patriota12.

En forma simultánea a la primera carga de Dorrego, Belgrano dispuso “que una sección del cuerpo de reserva que lo formaba el regimiento N° 1 fuese a atacar la guerrilla [unos doscientos tiradores] que estaba en la falda de [el Cerro] San Bernardo como lo verificó al mando del capitán Silvestre Álvarez”13. Pero este ataque,

11 Mitre, Historia de Belgrano…, op. cit., tomo II, pág. 143. 12 Frías, op. cit., tomo II, pág. 507. 13 Parte de Manuel Belgrano al Gobierno del 27 de febrero de 1813, en Biblioteca de Mayo, tomo

XV, pág. 13.175.

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que no pudo ser acompañado por la caballería de aquel sector por la dificultad del terreno, no prosperó ante el poderoso batallón godo Real de Lima, ubicado en aquella posición.

Mientras tanto Tristán ocupó con los dos batallones de su segunda línea el lugar dejado por la estrepitosa huida de la izquierda, que en esos momentos ingresaba en Salta perseguida por los Dragones y los Decididos. Lo cierto es que “duró poco la firmeza de estos batallones, pues viendo que los enemigos cargaban sus fuerzas por aquel lado y temerosos de la caballería que amenazaba por la retaguardia, apenas hicieron dos descargas”14, y también se dieron a la fuga emprendiendo el camino hacia la ciudad.

De esta forma el centro realista quedó aislado, ya que su derecha estaba separada del resto de la línea por un profundo zanjón y en consecuencia sólo podía contar con el apoyo de su artillería reconcentrada. Sobre este sector se dirigieron los esfuerzos patriotas.

14 Mendizábal, op. cit., pág. 51.

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Lo concreto es que el núcleo realista poco pudo sostener la carga conjunta del sargento mayor Carlos Forest y los pardos y morenos del coronel José Superí y de Dorrego, quienes los empujaron hasta la ciudad y los obligaron a dejar la artillería en el campo de batalla.

Con toda la línea enemiga rota, Belgrano marchó en persona al frente de la reserva y dos cañones sobre las fuerzas godas que por el lado del San Bernardo hacían peligrosos progresos. Allí se produjo un duro choque e intercambio de disparos entre dos batallones bizarros que harían historia a lo largo de la Guerra de la Independencia: el Real de Lima, de los realistas (uno de los cuerpos más antiguos, ya que había sido creado en 1772)15, y el N° 1 de Buenos Aires, de los revolucionarios. Luego de un tiempo, con la situación nada definida, y ante el lamentable espectáculo dado por el resto de sus fuerzas, que ya habían sido corridas hasta la ciudad, los realistas decidieron retirarse.

En Salta la gran mayoría de los godos se había refugiado en la iglesia o se escondía en las casas. “A tal punto que Tristán apenas era obedecido y pudo con dificultad reunir alguna tropa para defender las débiles trincheras que había logrado levantar en las bocas calles de la plaza mayor”16. Los patriotas, apoyados por las dos piezas del teniente Juan Pedro Luna, llegaron hasta cuadra y media de la plaza y ocuparon la Iglesia de la Merced. Allí, para anunciar la inminente victoria al resto del ejército que se encontraba todavía en el campo de batalla (incluso Belgrano), enarbolaron como bandera el poncho celeste y blanco de Superí. Ante esta señal, Belgrano envió dos cañones más para terminar con el enemigo, aunque Tristán, convencido de que sus hombres no le responderían en la defensa, envió al coronel Felipe La Hera para pactar la rendición. Esta se firmó bajo condiciones absolutamente novedosas y únicas en toda la Guerra de la Independencia. El día 21 las fuerzas realistas salieron de la plaza con sus banderas desplegadas y entregaron sus armas luego de jurar que nunca más volverían a empuñarlas contra las Provincias Unidas hasta el límite del río Desaguadero. La actitud de Belgrano ha sido muy criticada, sobre todo el hecho de haber dejado en libertad a los dos mil setecientos setenta y seis prisioneros que se entregaron en la

15 Luqui-Lagleyze, Julio, Historia y campañas del ejército realista, pág. 28. 16 García Camba, op. cit., tomo I, pág. 133.

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ciudad, muchos de los cuales se convirtieron rápidamente en perjuros a la palabra empeñada. Salta fue la única batalla de la guerra en lo que es hoy el actual territorio argentino en la que se enarboló la insignia celeste y blanca creada por Belgrano17.

17 Galasso, Norberto, Seamos libres, pág. 94.