Fabulas

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Lee las fábulas y piensa su moraleja. Escríbela con tus propias palabras. El pastorcito mentiroso Un joven que pastoreaba a sus ovejas, gritó desde la cima de la colina: “¡Por favor, que viene el lobo, labradores, auxilio!” Éstos abandonaron su trabajo, acudieron rápidamente y hallaron que sólo era una broma. Poco tiempo después, el joven volvió a gritar y, temiendo una desgracia, por segunda vez, los labradores se acercaron y vieron que se trataba de una burla. Pero, ¿qué sucedió la tercera vez, cuando en realidad llegó un lobo hambriento? Cuando el joven comenzó a pedir ayuda, por más que lloró y suplicó nadie apareció, y el lobo devoró las ovejas. Moraleja: no mentir a los demás. El perro y el reflejo en el río Un perro paseaba cerca de un río. Llevaba en su hocico un pedazo de carne. De repente, vio su reflejo en el agua y creyó que era otro perro con un trozo de carne mayor. Y por desear más el pedazo de carne ajeno, soltó el suyo para arrebatárselo a quien creía era otro perro. Pero el resultado fue que se quedó sin ninguno, porque el ajeno no existía, y el suyo se lo llevó la corriente. Moraleja: se fue el perro.

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Fàbulas

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Lee las fábulas y piensa su moraleja. Escríbela con tus propias palabras.

El pastorcito mentiroso

Un joven que pastoreaba a sus ovejas, gritó desde la cima de la colina: “¡Por favor, que viene el lobo, labradores, auxilio!” Éstos abandonaron su trabajo, acudieron rápidamente y hallaron que sólo era una broma. Poco tiempo después, el joven volvió a gritar y, temiendo una desgracia, por segunda vez, los labradores se acercaron y vieron que se trataba de una burla.

Pero, ¿qué sucedió la tercera vez, cuando en realidad llegó un lobo hambriento? Cuando el joven comenzó a pedir ayuda, por más que lloró y suplicó nadie apareció, y el lobo devoró las ovejas.

Moraleja: no mentir a los demás.

El perro y el reflejo en el río

Un perro paseaba cerca de un río. Llevaba en su hocico un pedazo de carne. De repente, vio su reflejo en el agua y creyó que era otro perro con un trozo de carne mayor. Y por desear más el pedazo de carne ajeno, soltó el suyo para arrebatárselo a quien creía era otro perro. Pero el resultado fue que se quedó sin ninguno, porque el ajeno no existía, y el suyo se lo llevó la corriente.

Moraleja: se fue el perro.