Fallos de Nulidad Absoluta de Contratos

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ELBA GUARDIA QUIROZ RECURRE EN CASACION EN EL PROCESO ORDINARIO DE MAYOR CUANTIA QUE LE SIGUE A EMICE, S. A. PONENTE: HARLEY JAMES MITCHELL - PANAMA, VEINTIDÓS (22) DE JUNIO DE DOS MIL NUEVE (2009). Tribunal: Corte Suprema de Justicia, Panamá Sala: Primera de lo Civil Ponente: Harley J. Mitchell D. Fecha: 22 de junio de 2009 Materia: Civil Casación Expediente: 3172005 VISTOS: A fin de emitir pronunciamiento de mérito, la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia entra a conocer el recurso de casación interpuesto por ELBA GUARDIA QUIROZ contra la Resolución de 15 de septiembre de 2005, dictada por el Tribunal Superior del Segundo Distrito Judicial (Coclé y Veraguas) dentro del proceso ordinario que ELBA GUARDIA QUIROZ le sigue a EMICE, S.A. ANTECEDENTES Con fecha del 4 de junio del 2004 fue presentada la demanda que da inicio al proceso ordinario instaurado por ELBA GUARDIA QUIROZ contra EMICE, S.A., en virtud de la cual se solicita la declaratoria de nulidad del contrato de compraventa de inmueble suscrito entre los anteriores copropietarios (entre los cuales estaba la demandante), como parte vendedora, y la sociedad EMICE, S.A., como parte compradora, así como la declaratoria de nulidad de la correspondiente escritura pública y de su posterior inscripción en el Registro Público. También se demanda que se declare la nulidad de un posterior acto de segregación de la referida finca, así como de la correspondiente escritura pública y su posterior inscripción en el Registro Público. Finalmente, se demanda que se declare la obligación, por parte de la demandada, de restituir a la demandante la cuota parte que le corresponde como copropietaria del inmueble que fuera objeto de la compraventa o, en su defecto, a pagarle la suma de B/.50,000.00 más los gastos, frutos e intereses, así como la condena, a la demandada, al pago de las costas, intereses y gastos del proceso. La actora fundamenta su pretensión en el hecho que la representante de EMICE, S.A., GLORIA CONTE, no aparece como firmante del protocolo de la escritura pública No.201 de 19 de marzo de 1991, en virtud de la cual se formaliza el contrato de compraventa cuya nulidad se demanda, no prestándose así el consentimiento por parte de la compradora, lo cual hace nulo el referido contrato y, en consecuencia,

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ELBA GUARDIA QUIROZ RECURRE EN CASACION EN EL PROCESO ORDINARIO DE MAYOR CUANTIA QUE LE SIGUE A EMICE, S. A. PONENTE: HARLEY JAMES MITCHELL - PANAMA, VEINTIDÓS (22) DE JUNIO DE DOS MIL NUEVE (2009).

Tribunal: Corte Suprema de Justicia, PanamáSala: Primera de lo CivilPonente: Harley J. Mitchell D.Fecha: 22 de junio de 2009Materia: CivilCasaciónExpediente: 3172005VISTOS:

A fin de emitir pronunciamiento de mérito, la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia entra a conocer el recurso de casación interpuesto por ELBA GUARDIA QUIROZ contra la Resolución de 15 de septiembre de 2005, dictada por el Tribunal Superior del Segundo Distrito Judicial (Coclé y Veraguas) dentro del proceso ordinario que ELBA GUARDIA QUIROZ le sigue a EMICE, S.A.ANTECEDENTES

Con fecha del 4 de junio del 2004 fue presentada la demanda que da inicio al proceso ordinario instaurado por ELBA GUARDIA QUIROZ contra EMICE, S.A., en virtud de la cual se solicita la declaratoria de nulidad del contrato de compraventa de inmueble suscrito entre los anteriores copropietarios (entre los cuales estaba la demandante), como parte vendedora, y la sociedad EMICE, S.A., como parte compradora, así como la declaratoria de nulidad de la correspondiente escritura pública y de su posterior inscripción en el Registro Público. También se demanda que se declare la nulidad de un posterior acto de segregación de la referida finca, así como de la correspondiente escritura pública y su posterior inscripción en el Registro Público. Finalmente, se demanda que se declare la obligación, por parte de la demandada, de restituir a la demandante la cuota parte que le corresponde como copropietaria del inmueble que fuera objeto de la compraventa o, en su defecto, a pagarle la suma de B/.50,000.00 más los gastos, frutos e intereses, así como la condena, a la demandada, al pago de las costas, intereses y gastos del proceso.

La actora fundamenta su pretensión en el hecho que la representante de EMICE, S.A., GLORIA CONTE, no aparece como firmante del protocolo de la escritura pública No.201 de 19 de marzo de 1991, en virtud de la cual se formaliza el contrato de compraventa cuya nulidad se demanda, no prestándose así el consentimiento por parte de la compradora, lo cual hace nulo el referido contrato y, en consecuencia, todos los actos posteriores que dependían de la validez del primero.

Repartido el negocio, dicho proceso quedó radicado en le Juzgado Primero del Circuito Judicial de Coclé, Ramo Civil, el cual, mediante Auto de 28 de junio de 2004, admitió la demanda y ordenó correrle traslado a la demandada.

Mediante el correspondiente libelo, la demandada se opuso a la pretensión de la demandante, alegando que en dicho contrato consintieron ambas partes contratantes.

La demandada fundamenta su oposición, de acuerdo con su alegato de conclusión consultable a fojas 103 a 105 del expediente de la siguiente manera:

"La escritura #201, no obstante, sí tiene la firma de EMMA SOLEDAD GUARDIA QUIROZ, persona natural que fue una de las vendedoras, siendo que a la vez era en ese momento -y todavía lo sigue siendo- PRESIDENTA Y REPRESENTANTE LEGAL DE LA SOCIEDAD COMPRADORA, o sea EMICE, S.A. Además, también tiene esa escritura la firma de la Licenciada Gloria Conte, estampada de su puño y letra en el acta de accionistas

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extendida por la sociedad compradora, autorizándole a ella para comprar."(V.folio 103).

Agrega más adelante (fs.104 y 105) que el pretendido vicio que la demandante endilga al contrato de compraventa, referido a la falta de consentimiento de la compradora, ha sido purificado por la confirmación tácita, en virtud de los actos de disposición realizados posteriormente por la sociedad compradora respecto de la finca en cuestión, tales como segregaciones e hipotecas sobre ella, y con fundamento en los artículos 1146, 1147 y 1148 del Código Civil.

Mediante Sentencia No.04 de 17 de enero de 2005, el juez primario accedió en su totalidad a las declaraciones solicitadas por la actora.

La anterior resolución fue apelada por la demandada en el acto de notificación y solicitó la apertura de pruebas en segunda instancia.

Practicadas las pruebas solicitadas, y presentados los alegatos de sustentación y de oposición a la alzada, el Tribunal Superior del Segundo Distrito Judicial (Coclé y Veraguas), con un salvamento de voto, dictó la Sentencia de 15 de septiembre de 2005 la cual, en su parte resolutiva, revoca en todas sus partes el fallo de primera instancia y, en consecuencia, niega las pretensiones de la demandante.

Es contra esta resolución que se interpone el presente recurso de casación, el cual la Sala conoce y se apresta a decidir.RECURSO DE CASACION Y CRITERIO DE LA SALA

La casación es en el fondo, siendo el primer concepto de la infracción, el de violación directa.

Los dos primeros motivos alegados por el recurrente constituyen una reseña de actuaciones procesales que, en sí mismas, no contienen cargo alguno de injuridicidad.

Los motivos tercero y cuarto contienen, cada uno, dos supuestos distintos que pretenden fundamentar el cargo de injuridicidad, a saber, la falta de consentimiento, y la falta de expresión, por escrito, del consentimiento, pese a lo cual el Tribunal Superior declaró la existencia legal del contrato no procediendo, en consecuencia, la declaratoria de nulidad absoluta del mismo.

El examen de los presentes motivos requieren, antes que nada, distinguir y deslindar cada uno de los referidos supuestos, dado que la Sala considera que no se configuran ambos.

El consentimiento, en materia contractual está constituido por la concurrencia y acuerdo de voluntades sobre la cosa y la causa que han de constituir el contrato, de acuerdo con el artículo 1113 del Código civil.

El consentimiento constituye un requisito de existencia del contrato de tal forma que, faltando dicho requisito el contrato, en principio, debe tenerse por inexistente, de acuerdo con el texto del artículo 1112 del Código Civil, aun cuando el artículo 1141 sanciona esta omisión con la nulidad absoluta, confundiendo así los conceptos de inexistencia y de invalidez.

El consentimiento, junto con el objeto y la causa, constituyen los requisitos esenciales mínimos para la existencia del contrato. Ello no quiere decir que basta la concurrencia de estos tres requisitos para que se perfeccione todo contrato, aunque en nuestro ordenamiento la regla general es la consensualidad del contrato, es decir, su perfeccionamiento por el mero consentimiento de las partes y, excepcionalmente, serán necesarios requisitos adicionales tales como la entrega de la cosa que sea objeto del contrato, en el caso de los contratos reales (préstamo, depósito y prenda) o el cumplimiento de las formalidades que la ley disponga con miras a su formación y existencia (solemnidades) en el caso de los contratos solemnes.

En el presente caso, el contrato cuya nulidad se demanda es, a todas luces, un contrato solemne, en virtud de lo establecido en el artículo 1130, inciso final, en relación con el artículo 1131, inciso primero del Código Civil, así como en el artículo 1220 del mismo texto legal, disposición esta que la Sala se permite citar

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sólo para poner de relieve el carácter solemne de dicho contrato, ya que el recurrente, al no estimarla infringida, no le es dable a la Sala el estudio de su infracción.

En cuanto a la determinación de la falta de consentimiento, la Sala puede constatar que en el texto de la escritura pública cuya nulidad se demanda, concurren dos de los requisitos de existencia del contrato, a saber, el objeto y la causa, constituidos por la cosa y el precio, así como por las prestaciones recíprocas de las partes.

Sin embargo, al no aparecer en el protocolo de la escritura la firma del puño y letra de la señora GLORIA CONTE, persona natural facultada para representar a la sociedad compradora en el contrato de compraventa, no aparece expresado el consentimiento de dicha parte contratante en los términos que la ley dispone, lo cual no es lo mismo que decir que hubo falta de consentimiento.

En efecto, como bien observa el tribunal de apelación en la parte motiva de su resolución, consultable a fojas 221 a 226 del expediente, del conjunto de las transacciones realizadas hasta la concreción del contrato de compraventa, se puede apreciar que "aparece constante y sonante no sólo el consentimiento de los vendedores sino también de la persona especialmente autorizada para realizar los actos: la licenciada Gloria Conte."(V.folio 223).

En consecuencia, considera la Sala, en base al caudal probatorio que consta en autos, que no se configura la falta de consentimiento alegada por el recurrente y, en consecuencia, no se infringe el artículo 1112 del Código Civil.

No obstante, yerra el tribunal de segunda instancia al afirmar, respecto de la compraventa cuya nulidad se demanda, "que se trata de una contratación que se perfecciona con la expresión de voluntad de las dos partes: comprador y vendedor."(Fs.223-224).

Dado que la generalidad de los contratos regulados en nuestro ordenamiento civil, así como los contratos atípicos, tienen como nota característica la consensualidad, es decir, que se perfeccionan por el mero consentimiento, o la sola manifestación de voluntad de las partes contratantes, lo expresado por el tribunal de alzada resulta aplicable a la mayoría de los contratos, no así a los contratos comprendidos en la categoría especial de los contratos solemnes que, como expusiera la Sala con anterioridad, requieren, además de los requisitos comunes establecidos en el artículo 1112 del Código Civil, el cumplimiento de las formalidades que la ley establezca con miras a su perfeccionamiento (solemnidades).

Tratándose de un contrato de compraventa de inmueble, éste se encuentra comprendido dentro de la categoría que encabeza la lista de los contratos solemnes numerados en el artículo 1131 del Código Civil, dado que en virtud de la compraventa se transmite el derecho real de propiedad sobre el bien inmueble que constituye su objeto.

En estos contratos es menester, para que el contrato tenga existencia legal, que el consentimiento conste por escrito, tal como lo preceptúa el párrafo final del artículo 1130 del Código Civil, el cual se estima infringido por el fallo de segunda instancia, de acuerdo con el casacionista.

En estos casos, la firma es un requisito indispensable sin el cual, el contrato no se entiende perfeccionado. Tal ha sido el criterio de la Sala de acuerdo con el siguiente extracto jurisprudencial, además de los transcritos por el tribunal a quo, consultables al folio 114:

"Mediante la fórmula del 'OTROSI', al final de la Escritura Pública, el vendedor añadió que la venta también incluía un tractor, y el Notario dio fe o constancia de esa manifestación unilateral del mismo.

Siendo así, la Corte, conforme con el fallo recurrido, estima que lo agregado no forma parte de la referida Escritura, dado que no cumple lo dispuesto en los artículos 1733 y 1734 del Código Civil para tal

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efecto, los cuales requerían que luego dicha nota fuese firmada por los otorgantes, los testigos y el Notario, lo que en este caso no ocurrió. Por tanto dicha adición carece de valor legal."

Sentencia de 11 de noviembre de 1981.Registro Judicial, noviembre, 1981, pp. 32-39.

(ARROYO CAMACHO, Dulio. 5 Años de Jurisprudencia de las Salas Primera (de lo Civil) y Tercera (de lo Contencioso-Administrativo) de la Corte Suprema de Justicia de Panamá: 1981-1985, p.180.)

Si bien el presente caso no contempla el supuesto de una adición, el principio que rige la materia es el mismo, es decir, que todo lo consignado en la escritura pública debe ser firmado al final por los otorgantes, entendiéndose por tales, en el presente caso, las partes contratantes. Faltando pues, las firmas del los contratantes, el referido documento carece de validez.

En consecuencia, habiéndose incurrido en las causales previstas en los numerales 1 y 2 del artículo 1141 del Código Civil, el contrato impugnado está viciado de nulidad absoluta.

Considera pues, la Sala, que se configura plenamente el cargo de injuridicidad que se endilga al fallo recurrido, expuesto en el tercer y el cuarto motivo.

El quinto motivo se refiere a la negativa del tribunal ad quem a declarar la nulidad absoluta del contrato de compraventa porque habían transcurrido catorce años desde la celebración del contrato hasta la interposición de la demanda.

Sobre el particular, la Sala puede constatar que, en la parte motiva de la resolución recurrida, el tribunal de apelación hace referencia al período señalado (14 años) en el motivo que se examina como elemento de juicio para denegar la declaratoria de nulidad, de acuerdo con los extractos pertinentes, consultables al folio 217, los cuales se transcriben a continuación:

"Aparte de que el contrato original el Tribunal lo encuentra válido, no puede pretenderse pretenderse que luego de catorce años de producirse el acto y cuando ya surtió todos sus efectos, que este Tribunal lo declare nulo..."

Más adelante agrega:"En caso (sic) que nos ocupa hay constancias

que nos señalan que la hoy demandante no sólo dejó transcurrir el tiempo sin entablar ningún tipo de reclamo sino que validó el contrato al recibir la suma que le correspondía por la venta de la finca, ..."

Los extractos transcritos ponen de manifiesto que el tribunal de segunda instancia se apoyó en el período transcurrido entre la celebración del contrato y la presentación de la demanda, para negarse a declarar la nulidad del contrato, lo cual no tiene ningún asidero legal, y contraviene directamente lo dispuesto en el artículo 1151 del Código Civil que, en su parte pertinente dispone:

"Artículo 1151. La nulidad absoluta no podrá ser pedida ni declarada después de quince años de ejecutado el acto o celebrado el contrato nulo."Al tenor de la referida disposición, queda claro que el recurrente tenía

derecho a que se accediera a la declaración por él solicitada, al haber presentado la demanda dentro del término legal para que procediera dicha declaración. Por tal razón, la Sala encuentra justificado el motivo alegado.

El sexto motivo alegado por el casacionista se refiere al criterio del tribunal de alzada de considerar saneada la nulidad de la cual adolecía el contrato de compraventa, en virtud de la supuesta confirmación tácita derivada de actos unilaterales realizados por el comprador.

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La Sala estima que este motivo es propio de la causal de fondo en el concepto de aplicación indebida de la norma de derecho, por lo cual se abstiene de pronunciarse sobre dicho motivo hasta que le corresponda entrar al examen de la referida causal, si lo considera pertinente.

El último motivo de la causal invocada se refiere genéricamente a la falta de aplicación, por parte del tribunal ad quem, de las disposiciones que rigen la validez y nulidad de los contratos sobre bienes inmuebles y del notariado.

Estima la Sala que este motivo se configura como consecuencia de los motivos que se justificaron anteriormente.

La Sala, al haber encontrado plenamente justificados los motivos tercero, cuarto y quinto, considera que se ha configurado plenamente la causal invocada por el recurrente, por lo cual procedería, en principio, casar el fallo que se censura sin entrar a estudiar la siguiente causal, tal como lo dispone el artículo 1195 del Código Judicial, en su inciso segundo.

No obstante, dado el hecho de que el opositor ha considerado que el vicio de nulidad de que adolece el contrato se ha saneado por la confirmación tácita en virtud de los actos posteriores realizados por la parte compradora, y que el casacionista se apoya en estos hechos a manera de motivos para fundamentar la segunda causal invocada, es menester que la Sala entre a estudiar esta segunda causal, tal como lo previene la parte final del ya citado artículo 1195 del Código Judicial, lo cual procede hacer a continuación.

El segundo concepto de la infracción consiste en la aplicación indebida de la norma de derecho.

El primer cargo de injuridicidad que se endilga al fallo recurrido consiste en la negativa del tribunal de segunda instancia a reconocer y declarar la nulidad absoluta del contrato debido a que, en su opinión, el contrato había sido confirmado válidamente.

Debido a que este motivo constituye antecedente del siguiente, y por no contener en sí mismo, cargo de injuridicidad alguno, ambos motivos serán examinados conjuntamente.

En el segundo motivo alegado, considera el recurrente que el tribunal superior consideró que se había dado la confirmación del contrato de conformidad con las disposiciones del Código Civil que se refieren a la nulidad relativa de los contratos, cuando lo que existe y se pide es la declaratoria de nulidad absoluta del mismo.

Para una mayor claridad del cargo de injuridicidad que el casacionista le endilga al fallo recurrido, la Sala expone en toda su extensión los párrafos pertinentes de la parte motiva de la resolución impugnada, que anteriormente habían sido transcritos parcialmente.

"Aparte de que el contrato original el Tribunal lo encuentra válido, no puede pretenderse que luego de catorce años de producirse el acto y cuando ya surtió todos sus efectos, que este Tribunal lo declare nulo. Sobre todo porque dicha situación la proscribe nuestro ordenamiento en el artículo 1145 del Código Civil que dice: 'La acción de rescisión queda extinguida desde el momento en que el contrato haya sido confirmado válidamente.'

En caso (sic) que nos ocupa hay constancias que nos señalan que la hoy demandante no sólo dejó transcurrir el tiempo sin entablar ningún tipo de reclamo sino que validó el contrato a recibir la suma que le correspondía por la venta de la finca, porque de no ser así por lógica hubiere (sic) reclamado el pago. Hecho que por cierto encuentra respuesta en el siguiente artículo del ya citado Código Civil, cuando expresa 'la confirmación puede hacerse expresa o tácitamente. Se entenderá que hay confirmación tácita, con conocimiento (sic) de la causa de nulidad y habiendo ésta cesado, el que tuviese derecho a invocarla

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ejecutare un acto que implique necesariamente la voluntad de renunciarla.'" (Fojas 217-218).

Las disposiciones que cita el tribunal de segunda instancia en los extractos transcritos hacen referencia a artículos que regulan la nulidad relativa, de acuerdo con una interpretación sistemática de los mismos, es decir, tomando en cuenta la ubicación de dichas disposiciones dentro del articulado general.

A más de lo anterior, la rescisión, en el Código Civil panameño tiene el significado de una forma de extinción del contrato por contener un vicio que da lugar a la declaratoria de nulidad relativa, de acuerdo con el artículo 1142 del Código Civil. Tal ha sido el criterio reiterado de esta Sala, de acuerdo con sucesivas sentencias como la del 23 de noviembre de 1966, 14 de mayo de 1982, 31 de enero de 1985 y 5 de mayo de 1997.

No obstante lo anterior, al examinar el libelo de demanda, la Sala puede apreciar que lo que se solicita es la declaratoria de la nulidad absoluta del contrato de compraventa, de la escritura pública que lo contiene y de su posterior inscripción en el Registro Público, así como de todos los actos posteriores que se celebraron respecto del inmueble objeto de la compraventa cuya nulidad se demanda, y que dependían, a efectos de su validez, de la validez de aquellos.

En consecuencia, al aplicar el tribunal de alzada, disposiciones que regulan la nulidad relativa, para decidir una pretensión que tiene por objeto la declaratoria de nulidad absoluta, la Sala considera que se halla plenamente justificado el motivo en examen.

El tercer motivo de la causal que se considera hace referencia al criterio del ad quem en cuanto a que estimó confirmado el contrato cuya nulidad se demanda, en base al hecho que la parte vendedora afirmó haber recibido el precio de venta.

Sobre este punto la Sala se permite reproducir nuevamente el párrafo pertinente de la parte motiva de la resolución recurrida.

"En caso (sic) que nos ocupa hay constancias que nos señalan que la hoy demandante no sólo dejó transcurrir el tiempo sin entablar ningún tipo de reclamo sino que validó el contrato al recibir la suma que le correspondía por la venta de la finca, porque de no ser así por lógica hubiere reclamado el pago. Hecho que por cierto encuentra respuesta en el siguiente artículo del ya citado Código Civil, cuando expresa 'la confirmación puede hacerse expresa o tácitamente. Se entenderá que hay confirmación tácita, con conocimiento (sic) de la causa de nulidad y habiendo ésta cesado, el que tuviese derecho a invocarla ejecutare un acto que implique necesariamente la voluntad de renunciarla.'"

En el extracto transcrito se puede apreciar el criterio del tribunal superior en el sentido de considerar que el recibo del pago por parte de la vendedora, constituyó un acto de convalidación del acto nulo, apoyándose en el artículo 1146 del Código Civil.

Ya la Sala advirtió con anterioridad, y a propósito del precitado artículo 1146, que este regula un aspecto específico de la nulidad relativa, a saber, las reglas relativas a la confirmación del acto nulo.

Aun en el supuesto que admitiésemos la aplicación del artículo 1146 al caso que se presenta, esta disposición exige tres requisitos para que se entienda que hay confirmación tácita:

1. Que el que tenga derecho a invocar la causa de nulidad, tenga conocimiento de ella

2.- Que haya cesado la causa de nulidad.3.- Que el que tenga derecho a invocar la causa de nulidad, ejecute un acto

que implique necesariamente la voluntad de renunciarla.Del caudal probatorio aportado al proceso, el único documento en el cual

consta que la vendedora recibió el pago del precio de venta es la copia autenticada de la escritura pública No.201 del 19 de marzo de 1991, la cual, en su cláusula tercera, consultable al folio 82 del expediente, se lee textualmente:

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"TERCERA: Declaran LA PARTE VENDEDORA y LA PARTE COMPRADORA que la compraventa de la finca-------------- que se individualiza en la Cláusula Primera anterior, se realiza por el convenido y ajustado precio de OCHENTA Y OCHO MIL SETECIENTOS DOS DOLARES (US$88,702.00), moneda de curso legal de los Estados Unidos de América, suma esta que LA PARTE VENDEDORA declaran haber recibido a su entera satisfacción."

Ateniéndonos al contenido de esta declaración, el orden lógico de los sucesos que constituyen el objeto de esta, ha de ser el siguiente: la parte vendedora recibió el precio de venta, lo declaró en la forma expuesta, se hizo constar en la escritura pública y, finalmente, fue firmada por la parte vendedora, no así por la compradora.

Siendo ello así, mal podría el vendedor tener conocimiento de la causa de nulidad al momento de la realización del acto supuestamente confirmatorio (el recibo del pago) cuando ni siquiera se había hecho la declaración notarial con miras a la formación del contrato y, mucho menos, había llegado aun el momento de firmarlo. La causa de nulidad se dio con posterioridad a la realización del acto supuestamente confirmatorio, además del hecho que dicha causa de nulidad aun no ha cesado.

En consecuencia, la Sala considera fundado el motivo que se examina.El último cargo de injuridicidad que se endilga a la resolución recurrida se

refiere al criterio del tribunal superior de considerar "que se dio la confirmación del contrato cuya nulidad absoluta se pide basado en los actos unilaterales de la compradora, posteriores a la inscripción del bien inmueble a su nombre en el Registro Público, como lo es el pago del impuesto de inmueble y segregaciones realizadas sobre el inmueble."

Sobre el particular, el artículo 1143 del Código Civil expresa:"Artículo 1143. La nulidad absoluta puede y debe ser

declarada por el juez, aun sin petición de parte, cuando aparezca de manifiesto en el acto o contrato; puede alegarse por todo el que tenga interés en ello; puede igualmente pedirse su declaración por el Ministerio Público en el interés de la moral o de la ley. Cuando no es generada por objeto o causa ilícitos, puede sanearse por la ratificación de las partes y en todo caso por la prescripción extraordinaria."(Lo resaltado es de la Sala).

De acuerdo con la disposición transcrita, la confirmación del contrato nulo, tratándose de la nulidad absoluta, debe ser llevada a cabo por las partes contratantes, no bastando la confirmación por parte de una de ellas, como sí es el caso de la nulidad relativa (v. art. 1146).

En consecuencia, los actos unilaterales llevados a cabo por la parte compradora no bastan para confirmar el contrato nulo, por lo cual no se configura este último cargo de injuridicidad.

No obstante lo anterior, al encontrar fundados el segundo y tercer motivo, considera la Sala que se configura la causal invocada.

En consecuencia, procede casar el fallo recurrido y dictar la correspondiente sentencia de reemplazo, previas las consideraciones siguientes.

Entre las declaraciones que se demandan, en particular, la cuarta y la séptima, las mismas resultan incongruentes con las constancias procesales y con las disposiciones legales que rigen la materia.

En efecto, al folio 82 del expediente, en el cual consta la cláusula tercera del contrato de compraventa, consta igualmente, en dicha cláusula, que el precio de venta fue de B/.88, 702. 00. De igual forma consta que la parte vendedora, constituida por siete personas, recibió dicho precio de venta, por lo que mal podría condenarse a la demandada a pagar nuevamente la cuota parte de dicho precio que le corresponde a la demandante, como alternativa a la restitución de la cuota

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parte que le corresponde del inmueble que fuera objeto de la compraventa que se declara nula. Más bien, sería todo lo contrario, ya que el artículo 1154 del Código Civil dispone:

"1154. Declarada la nulidad de una obligación, los contratantes deben restituirse recíprocamente las cosas que hubieren sido materia del contrato, con sus frutos, y el precio con los intereses, ..."

En consecuencia, no procede la demanda alternativa de reclamar la cuota parte del inmueble que le pertenece o la cuota parte del precio de venta que le corresponda, ya que el precio le fue efectivamente pagado según consta en la citada cláusula tercera, debiendo, por el contrario, restituir la parte del precio que le correspondió, como correlativa contraprestación respecto de la obligación que tiene el comprador de restituir la mencionada parte del inmueble..

Por otra parte, no hay constancias en el expediente que acrediten que a la demandante le correspondiese un porcentaje mayor de participación en la propiedad del inmueble respecto de los otros comuneros, por lo que prevalece la presunción de que la participación de cada copropietario lo era por partes iguales, tal como lo preceptúa el artículo 401 del Código Civil. En tal sentido, y de acuerdo con la citada disposición, al establecer que los beneficios y las cargas de los partícipes será proporcional a sus respectivas cuotas, no ve la Sala cuál es el fundamento de la demandante para reclamar, como alternativa a la restitución de la cuota parte del inmueble que le corresponde, la suma de B/.50,000.00 siendo el precio de venta de B/.88,702.00 lo cual, dividido entre siete copropietarios, le corresponde a cada uno la suma de B/.12,671.71

Además de lo anterior, el demandante reclama también otros B/.50,000.00 como alternativa a la restitución de la cuota parte que le corresponde de la finca segregada, acto este del cual también se demanda su declaratoria de nulidad lo cual, si se le reconociese, daría por resultado el pago de B/.100,000.00 por la cuota parte de un inmueble que, en su totalidad fue vendido en la suma de B/.80,000.00 lo cual resulta inadmisible, máxime cuando el ahora demandante, en su condición de copropietario vendedor, declaró haber recibido el precio de venta que, por simple aritmética, está muy por debajo de lo que reclama y que, de acuerdo con el artículo 1154, es a dicho demandante a quien le corresponde restituir la parte del precio recibido.

Por consiguiente, le corresponderá a la demandada restituir a la actora la séptima parte del inmueble que fuera objeto del contrato de compraventa considerado nulo por este tribunal, y dicha demandante deberá restituir la suma de B/.12,671.71

Finalmente, y a propósito de la Doctrina de los Actos Propios, según la cual, "nadie puede ir en juicio contra sus propios actos" de acuerdo a Sentencia de 2 de septiembre de 1996, dictada por este tribunal de casación, y citado en el fallo a casar, consultable al folio 219 del expediente, dicha doctrina "constituye un principio general del Derecho".

De acuerdo con el artículo 13 del Código Civil, las reglas o principios generales del derecho constituyen una fuente supletoria del mismo, después de la ley exactamente aplicable al punto controvertido, de la ley aplicable por razón de analogía, y de la doctrina o jurisprudencia constitucional.

En el presente caso, son abundantes las disposiciones aplicables al caso en estudio además del hecho que, por tratarse de disposiciones de orden público, el tribunal de la causa está facultado y aún obligado a pronunciarse hasta de oficio, si fuere el caso, razón por la cual la citada doctrina no puede prevalecer por sobre las referidas disposiciones legales.

Por todo lo expuesto, la CORTE SUPREMA, SALA CIVIL, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, CASA la Sentencia de 15 de septiembre de 2005 dictada por el Tribunal Superior del Segundo Distrito Judicial (Coclé y Veraguas) y, colocada en posición de tribunal de segunda instancia, MODIFICA la Sentencia No. 04 de 17 de enero de 2005 en el sentido de

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negar las declaraciones cuarta y séptima, en la parte referente a la obligación de EMICE, S.A. de pagar alternativamente a ELBA GUARDIA QUIROZ la suma de cincuenta mil balboas más gastos, frutos e intereses, CONFIRMANDOLA en todo lo demás, dentro del proceso ordinario que ELBA GUARDIA QUIROZ le sigue a EMICE, S.A.Notifíquese,  HARLEY J. MITCHELL D.OYDÉN ORTEGA DURÁN -- ALBERTO CIGARRUISTA CORTEZ SONIA F. DE CASTROVERDE (Secretaria) 

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ORIS ZULEIKA COZZARELLI DE SÁNCHEZ RECURRE EN CASACIÓN EN EL PROCESO ORDINARIO QUE SE LE SIGUE A CRISTINA TROYA DE COZZARELLI Y VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA.- PONENTE: OYDÉN ORTEGA DURÁN-PANAMÁ, DOCE (12) DE OCTUBRE DE DOS MIL ONCE (2011)..Tribunal: Corte Suprema de Justicia, PanamáSala: Primera de lo CivilPonente: Oydén Ortega DuránFecha: miércoles, 12 de octubre de 2011Materia: CivilCasaciónExpediente: 122-05

VISTOS:

El Licenciado Oldemar O. González L., en su condición de apoderado judicial de la señora ORIS ZULEIKA COZZARELLI DE SÁNCHEZ, interpuso Recurso de Casación contra la Sentencia Civil proferida por el Tribunal Superior del Tercer Distrito Judicial el 28 de enero de 2005, dentro del Proceso Ordinario instaurado por la recurrente contra CRISTINA TROYA DE COZZARELLI y VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA.

Como consecuencia de la admisión del Recurso, procede la Sala entonces a resolver los méritos del mismo, previas las siguientes consideraciones sobre sus antecedentes procesales.

ANTECEDENTES

La señora ORIS ZULEIKA COZZARELLI DE SÁNCHEZ interpuso Demanda ordinaria ante el Juez Primero del Circuito de Chiriquí contra los señores CRISTINA TROYA DE COZZARELLI y VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA, con el objeto de que se declarara lo siguiente:

"a) Que se declare nulo el contrato de compraventa celebrado entre CRISTINA TROYA DE COZZARELLI, y VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA, mediante Escritura Pública No. 2073 celebrado en la Notaría Segunda de Chiriquí, donde consta la venta de la Finca N° 1664, Tomo N° 138, Folio N° 228, Rollo N°

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32089, Documento N° 9, y se ordene al Registro Público cancelar la inscripción que aparece a nombre de VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA o de cualquier otra persona y sobre la Finca antes descrita y se restituya como verdadero dueño al señor VICENTE COZZARELLI RODRÍGUEZ.b) Que en caso de oposición los demandados sean condenados a pagar las costas, gastos e intereses de este proceso." (F. 14)

Una vez surtidos los trámites correspondientes a este tipo de Proceso, el Juez Primero de Chiriquí dictó la Sentencia No. 46 de 27 de octubre de 2004, en la cual se declaró lo siguiente:

"a) La Nulidad Absoluta del Contrato de Compraventa celebrado entre CRISTINA TROYA DE COZZARELLI, y VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA, mediante Escritura Pública No. 2073 celebrado (sic) en la Notaría Segunda de Chiriquí, donde consta la venta de la Finca No. 16664, Tomo N° 138, Folio N° 228, Rollo N° 32089, Documento N° 9.b) Se ordena al Registro Público cancelar la inscripción de la Finca 1664, Tomo N° 138, Folio N° 228, Rollo N° 32089, Documento N° 9 que aparece a nombre de ENITH SÁNCHEZ de SAN MARTÍN, con cédula N° 4-88-725 y quien la adquirió mediante venta que le hiciera VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA.c) Se ordena restituir la Finca N° 1664, Tomo N° 138, Folio N° 228, de la Sección de la Propiedad, Provincia de Chiriquí, como propiedad de VICENTE COZZARELLI RODRÍGUEZ, con cédula de 4AV.47-378." (fs. 56-57)

Los demandados interpusieron Recurso de Apelación contra esta decisión de primera instancia, siendo el Tribunal Superior del Tercer Distrito Judicial, a través de la Sentencia Civil que ahora se impugna en Casación, fechada 28 de enero de 2005, que revocó la decisión de primera instancia y en su lugar, no accedió a las declaraciones pedidas por la parte Actora.

CONTENIDO DEL RECURSO

El Recurso de Casación invoca como única Causal de fondo, la infracción de normas sustantivas de derecho por violación directa, y se sustenta en el siguiente motivo:

"Único Motivo: El Tribunal Superior del Tercer Distrito Judicial en la Sentencia fechada 28 de enero de 2005 omitió declarar la nulidad de la compraventa realizada entre los señores Cristina Troya de Cozzarelli y Vicente Edgar Cozzarelli Troya a pesar de considerar que la actora demostró en el proceso que la compraventa realizada entre éstos estaba viciada de nulidad toda vez que la vendedora no se encontraba facultada para realizar dicha transacción, por falta de consentimiento válido, el cual constituye uno de los elementos esenciales para la formación y existencia del citado contrato.

La omisión de la declaratoria de nulidad en que incurrió el Tribunal Superior, incide sustancialmente

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en lo dispositivo de la resolución recurrida." (Fs. 105-106)

Como consecuencia del cargo expuesto en el Motivo arriba trascrito, el Recurrente alega que la Sentencia impugnada violó directamente por omisión el artículo 1141 del Código Civil, que enumera las causas por las cuales hay nulidad absoluta en los actos y contratos. Al respecto, el Recurrente afirma que a pesar de que la decisión recurrida reconoció la existencia de un vicio de nulidad absoluta en el contrato de compraventa celebrado entre CRISTINA TROYA DE COZZARELLI y VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA, no accedió a declarar la nulidad de dicho acto jurídico, aduciendo que el inmueble objeto de la compraventa es propiedad de la señora ENITH SÁNCHEZ DE SAN MARTÍN y no del señor VICENTE COZZARELLI TROYA.

CRITERIO DE LA SALA

El punto medular del presente Recurso consiste en determinar si el Tribunal Superior incurrió en la Causal invocada, al no haber declarado la nulidad absoluta del contrato de compraventa de la Finca N° 1664 de la Provincia de Chiriquí, el cual fue celebrado entre la señora CRISTINA TROYA DE COZZARELLI, en representación del señor VICENTE COZZARELLI RODRÍGUEZ y el señor VICENTE COZZARELLI TROYA, y el cual consta mediante Escritura Pública No. 2073, fechada 14 de noviembre de 2001, de la Notaría Segunda del Circuito de Chiriquí, y cuya copia debidamente autenticada, consta a foja 5 del expediente.

De acuerdo con los hechos que sustentan la pretensión de la parte demandante - recurrente, la solicitud de nulidad absoluta del mencionado contrato de compraventa se fundamenta en lo siguiente:

1)       El señor VICENTE COZZARELLI RODRÍGUEZ (Q.E.P.D.), otorgó testamento abierto el 5 de septiembre de 1977 (fs. 2 y 3), en el que nombra como herederos a CRISTINA TROYA DE COZZARELLI (a quien además se designa albacea), LUIS CARLOS COZZARELLI TROYA, VICENTE COZZARELLI TROYA, VICENTE COZZARELLI TROYA, NIURKA COZZARELLI TROYA DE AROSEMENA, ORIS ZULEIKA COZZARELLI TROYA, ANAIKA CRISTINA COZZARELLI DE AGRAZAL, VIELKA COZZARELLI TROYA y LUIS CARLOS SÁNCHEZ.

2)       En esa misma fecha, el señor VICENTE COZZARELLI RODRÍGUEZ (Q.E.P.D.) otorgó poder general a la señora CRISTINA TROYA DE COZZARELLI (f. 4 y reverso).

3)       El 14 de noviembre de 1984 falleció el señor VICENTE COZZARELLI RODRÍGUEZ y, la demandante, al solicitar la apertura de la sucesión testada del mismo, se percató que la demandada CRISTINA TROYA DE COZZARELLI, a quien se le había nombrado heredera y albacea del causante, ya había vendido arbitraria y fraudulentamente a la otra parte demandada, señor VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA, la Finca N° 1664 de la Provincia de Chiriquí, utilizando para ello el poder general que le había otorgado el señor COZZARELLI RODRÍGUEZ en vida.

Estos hechos descritos en párrafos precedentes, fueron reconocidos como probados por el Tribunal Ad-Quem, lo que luego de analizar la pretensión del Actor y las pruebas aportadas al Proceso, el

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Tribunal Superior concluyó que el contrato de compraventa celebrado entre los demandados estaba viciado de nulidad, ya que la vendedora, CRISTINA TROYA DE COZZARELLI, no estaba facultada para vender la Finca N° 1664 de la Provincia de Chiriquí, siendo esto, una causa de nulidad absoluta del referido contrato de compraventa.

No obstante lo anterior, consideró el Tribunal Ad-Quem que no podía acceder a la pretensión de la demandante, en vista de que dicho bien inmueble era ahora propiedad de la señora ENITH SÁNCHEZ DE SAN MARTÍN, tal como lo indicó el Registro Público mediante el documento visible a foja 36.

El criterio del Tribunal Superior expuesto en la Sentencia recurrida, se basó en que aún cuando al momento en que se presentó la demanda (11 de enero de 2002, ver foja 12), la finca en litigio le pertenecía al demandado VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA, no fue sino hasta el 24 de mayo de 2002 que el Registro Público le informó al Juez Primero de Chiriquí, que dicho inmueble era propiedad de la señora SÁNCHEZ DE SAN MARTÍN; y a pesar de ello, el Juez Primero no debió acceder a la pretensión de la demandante ya que la señora SÁNCHEZ DE SAN MARTÍN no fue demandada o citada a comparecer en este Proceso, razón por la cual, el dictar una Sentencia que afecte sus intereses, sería una violación a su derecho de defensa.

Asimismo, el Tribunal Superior manifestó que el Juez Primero, una vez tuvo conocimiento de que la finca le pertenecía a una persona distinta a los demandados, debió hacer uso de la facultad de saneamiento consagrada en el artículo 696 del Código Judicial y llamar al Proceso a la señora ENITH SÁNCHEZ DE SAN MARTÍN, con el fin de que integrara el contradictorio, aportara sus pruebas y pudiera ejercer todos los Recursos que la ley prevé, ya que considera que entre los demandados y la señora SÁNCHEZ DE SAN MARTÍN, existe un litisconsorcio necesario y que en vista de que éste no se integró debidamente, "procede declarar que no hay lugar a las declaraciones solicitadas por la parte demandante, porque de acceder a lo pedido se estaría afectando un derecho de una persona que no fue citada al Proceso." (Fs. 77-78)

La Sala estima que no existen dudas en cuanto a la nulidad absoluta del contrato de compraventa de la Finca N° 1664 de la Provincia de Chiriquí, el cual fue celebrado entre los demandados CRISTINA TROYA DE COZZARELLI, en representación del señor VICENTE COZZARELLI RODRÍGUEZ como vendedor y VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA como comprador, y que consta mediante Escritura Pública N° 2073 de 14 de noviembre de 2001 de la Notaría Segunda del Circuito de Chiriquí, toda vez que a la fecha en que se celebró dicho contrato, el señor VICENTE COZZARELLI RODRÍGUEZ ya había fallecido (ver certificado de defunción a fojas 9), razón por la cual el mandato que le había otorgado a la demandante y que consta en el poder general visible a foja 4 y reverso, ya se había extinguido, tal como lo establece el numeral 3 del artículo 1423 del Código Civil que a la letra dice:

"Artículo 1423. El mandato se acaba:

1....

2....

3.por muerte, interdicción judicial, quiebra o insolvencia del mandante o del mandatario." (Subraya la Sala)

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En ese sentido, y siendo un hecho probado que el poder utilizado por la parte demandante, CRISTINA TROYA DE COZZARELLI, estaba extinto tras la muerte del poderdante y verdadero propietario de la finca No. 1664 de la provincia de Chiriquí (objeto de este litigio), es evidente entonces, que el contrato de compraventa sobre la referida finca No. 1664, suscrito por los demandantes, padece de nulidad absoluta, en virtud de adolecer de uno de los requisitos contenidos en el artículo 1112 del Código Civil, en concordancia con el artículo 1141 de la misma excerta legal, que a su letra señalan lo siguiente:

"Artículo 1112. No hay contrato sino cuando concurran los requisitos siguientes:

1 .consentimiento de los contratantes;

2. objeto cierto que sea materia del contrato;

3. causa de la obligación que se establezca.

1.                  Artículo 1141. Hay nulidad absoluta en los actos o contratos:cuando falta alguna de las condiciones esenciales para su formación o para su existencia;cuando falta algún requisito o formalidad que la ley exige para el valor de ciertos actos o contratos, en consideración a la naturaleza del acto o contrato y no a la calidad o estado de la persona que en ellos interviene;cuando se ejecuten o celebren por personas absolutamente incapaces, entendiéndose únicamente por tales, los dementes, los sordomudos que no puedan darse a entender por escrito y los menores impúberes."

Ahora bien, no puede ser ignorado por la Sala, el hecho de que la demandante, a través de este Proceso, sólo demandó a los señores CRISTINA TROYA COZZARELLI y VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA, quienes fueron los suscriptores del contrato de compraventa que padece de nulidad absoluta, sin que se haya incorporado al contradictorio a la señora Enith Sánchez de San Martín, quien es, según oficio remitido por el Registro Público (ver foja 36), la propietaria de la finca objeto de este litigio.

Con relación a este hecho, consta en el Proceso que tal situación por parte del demandante, se debió al hecho de que al momento de interpuesta la demanda, la finca No. 1664 de la Provincia de Chiriquí, aún le pertenecía al señor Vicente Cozzarelli Troya, lo que se deduce posteriormente es que, éste traspasó la referida finca a la señora Enith Sánchez de San Martín, posiblemente luego de tener conocimiento de la Demanda interpuesta en su contra.

En ese sentido, esta Sala concuerda con el razonamiento esbozado por el juzgador primario, el cual a pesar de la comunicación expuesta por el Registro Público, en aras de que prevalezca la justicia, accedió a las pretensiones de la parte Demandante, señalando sobre el tema en la Sentencia de No. 46 de 27 de octubre de 2004, lo siguiente:

"Es inaceptable la comunicación que hace el Registro Público en cuanto a los motivos para la calificación de defectos, sobre el oficio que ordena la anotación registral de la demanda

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que originó el presente proceso y que tal como reconoce el Director de aquella institución en su nota, esta fechado 6 de marzo de 2002. Lo inaceptable consiste en dictar una resolución, casi tres -3- meses después de haberse girado el oficio ordenando la inscripción de la demanda, sobre la base de que la finca aparece registrada a nombre de ENITH SÁNCHEZ de SAN MARTÍN quien la adquirió según informa el Registro "...por venta que le hizo VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA", precisamente la persona que figura como demandado en el libelo cuya anotación se le pedía al Registrador en el oficio.

No explica la resolución denegatoria cuando se produjó (sic) esa venta, y en el expediente (fs. 6-7) consta certificación que indica que para el 2 de enero de 2002, aparecía aún como titular de la Finca 1664, Tomo 138, Folio 228 actualizada al Rollo 32087, Documento 9, de la Sección de la Propiedad, Provincia de Chiriquí el señor VICENTE EDGAR COZZARRELLI TROYA, con cédula 4-125-1565.

Lo anterior significa que si la venta hecho por VICENTE COZZARELLI TROYA, ocurre después del traslado de la demanda o la comunicación que hizo el Tribunal mediante el oficio de 6 de marzo de 2002 para la inscripción de la demanda, la resolución denegatoria no debió se dictada, pues debió aparecer primero la inscripción de la demanda. La actitud denegatoria del Registrador no hace mas que ocasionar perjuicios ya que la anotación preventiva de la demanda lo que persigue es alertar a terceros adquirientes, de la existencia de un litigio en cuanto a la propiedad inscrita; y así lo indica textualmente el numeral 3 del artículo 1227 del Código Judicial."

John Rawls en su obra "Teoría de la Justicia", al referirse en su capitulo primero sobre la justicia como imparcialidad, nos señala que "la justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento", asimismo nos dice que "no importa que las leyes e instituciones estén ordenadas y sean eficientes; si son injustas han de ser reformadas o abolidas". De allí entonces que, sumado a los hechos precedentes, resulta una realidad que el Casar la Sentencia de 28 de enero de 2005 sea algo necesario, no sólo por haberse configurado la Causal de violación directa de la ley, sino que es justo el reconocer y enmendar dicha violación.

Como quiera que se ha encontrado justificada la Causal de violación directa, por ser manifiesta la infracción del artículo 1141 del Código Civil, lo que produce la nulidad del contrato de compraventa, objeto del presente litigio, debe darse en consecuencia cumplimiento a lo normado por el artículo 1154 del mismo Código, cuyo texto expone lo siguiente:

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"Artículo 1154: Declarada la nulidad de una obligación, los contratantes deben restituirse recíprocamente las cosas que hubieren sido materia del contrato, con sus frutos, y el precio con los intereses..."

Así las cosas, esta Sala reitera compartir el criterio esbozado por la Sentencia dictada en primera instancia, y comparte la decisión expuesta por el Juzgador primario, el cual, le reconoció la pretensión a la parte Demandante, en aras de procurar la justicia ante la basta e ineludible evidencia de actos de mala fe fraudulentos, cometidos por el demandado.

Siendo esta la realidad que emerge del Proceso, la Sala debe concluir que el Tribunal Superior incurrió en la violación directa del artículo 1141 del Código Civil, el cual en concordancia con el artículo 1143 de la misma excerta legal, le da la obligación al juez de declarar la nulidad absoluta de un acto o contrato, cuando la misma aparezca manifiesta, restituyendo el objeto de dicho contrato, al estado en que se encontraba, por lo que esta Sala procederá a casar la Resolución recurrida y confirmar la decisión del A quo.

Por las razones anteriormente expuestas, la CORTE SUPREMA, SALA DE LO CIVIL, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, CASA la Sentencia proferida por el Tribunal Superior del Tercer Distrito Judicial el 28 de enero de 2005, dentro del Proceso ordinario instaurado por la señora ORIS ZULEIKA COZZARELLI DE SÁNCHEZ contra los señores CRISTINA TROYA DE COZZARELLY y VICENTE EDGAR COZZARELLI TROYA, y convertida en Tribunal de instancia, CONFIRMA la Sentencia No. 46 de 27 de octubre de 2004, emitida por el Juzgado Primero del Circuito de Chiriquí.

Se mantienen las costas de primera instancia y se fijan las costas de segunda instancia en la suma de Mil Balboas (B/.1,000.00).

Cópiese, notifíquese y devuélvase.OYDÉN ORTEGA DURÁNALBERTO CIGARRUISTA CORTEZ -- HARLEY J. MITCHELL D.

SONIA F. DE CASTROVERDE (Secretaria)

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EVA MARTÍNEZ DE VALDES Y OTROS RECURREN EN CASACIÓN EN EL PROCESO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA QUE LE SIGUEN A COOPERATIVA DE AHORRO Y CRÉDITO EL EDUCADOR VERAGÜENSE, R. L.- PONENTE: HARLEY J. MITCHELL D - PANAMA, DIECISÉIS (16) DE SEPTIEMBRE DE DOS MIL DIEZ (2010).

Tribunal: Corte Suprema de Justicia, PanamáSala: Primera de lo CivilPonente: Harley J. Mitchell D.Fecha: jueves, 16 de septiembre de 2010Materia: CivilCasaciónExpediente: 91-08

 

VISTOS:

Conoce la Sala del recurso de casación en el fondo propuesto por la firma de abogados APARICIO, ALBA Y ASOCIADOS, en nombre y representación de EVA MARTÍNEZ DE VALDÉS, EDNA VÁSQUEZ DE MARTÍNEZ y ROGELIO MARTÍNEZ, contra la sentencia de 8 de noviembre de 2007, proferida por el Tribunal Superior de Justicia del Segundo Distrito Judicial, dentro del proceso ordinario propuesto por las recurrentes contra COOPERATIVA DE AHORRO Y CRÉDITO EL EDUCADOR VERAGÜENSE, R.L. (COOPEVE).

La decisión recurrida en casación, confirma la sentencia N° 31 de 24 de febrero de 2006, emitida en primera instancia por el Juzgado Segundo de Circuito de Veraguas, ya que la pretensión de declaratoria de nulidad absoluta del contrato de reparación de daños y garantía hipotecaria y anticresis suscrito entre la parte demandante y la demandada, no procede, ya que el vicio en el consentimiento que se produce constituye causal de nulidad relativa del contrato, la cual no

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cabe declarar de oficio, sino que debe mediar solicitud de parte, lo que no se dio en el presente caso. En lo medular, se permite la Sala dejar transcrito el fallo recurrido:

"Frente a lo expuesto, este Tribunal considera que la recurrente, a contrario de lo expuesto en el fallo atacado, ha demostrado fehacientemente, que el acuerdo de reparación suscrito mediante Escritura Pública N°3676 de 18 de mayo de 1998 está viciado de nulidad por dolo en el consentimiento de una de las partes, desde el momento en que suscribió y durante el cumplimiento del mismo; siendo que la COOPERATIVA DE AHORRO Y CRÉDITO EL EDUCADOR VERAGÜENSE, R.L., condujo a los señores ROGELIO MARTÍNEZ, EDNA VÁSQUEZ DE MARTÍNEZ y EVA MARTÍNEZ DE VALDÉS a otorgar consentimiento, en condiciones de total desigualdad, para un acto distinto del que ellos pensaban se estaba realizando.

No obstante, la consecuencia jurídica del dolo como vicio del consentimiento es la nulidad relativa del acto jurídico y no absoluta, como lo reclama la parte actora, por cuanto que no se trata de ausencia de consentimiento, ya que el consentimiento está acreditado, la voluntad de las partes se exteriorizó con la suscripción del contrato o convenio, por tanto, existe. La nulidad absoluta tiene su fundamento en la falta de uno de los elementos de validez del acto jurídico.

Los vicios del consentimiento, por error o dolo cuando están acreditados producen causal de rescisión o nulidad relativa al tenor del artículo 1142 del Código Civil y ésta solo puede declararse a petición de parte y no de oficio, tal como lo indica el artículo 1144 del Código Civil (Corte Suprema de Justicia. Sala Civil. Fallo de 3 de julio de 2006).

Considerando que la demanda, entre otras cosas, está dirigida a que se declare la nulidad absoluta como consecuencia de dolo en el consentimiento, tal declaración, por las razones anotadas es inválida y el Tribunal no está legitimado para declarar por su cuenta la nulidad relativa del contrato o convenio contentivo en la Escritura Pública N°3676 de 18 de mayo de 1998 suscrito entre ROGELIO MARTÍNEZ, EDNA VÁSQUEZ DE MARTÍNEZ y EVA MARTÍNEZ DE VALDÉS y la COOPERATIVA DE AHORRO Y CRÉDITO EL EDUCADOR VERAGÜENSE, R.L. Y consecuentemente con ello, queda deslegitimada la posibilidad de pronunciarse sobre las consecuencias jurídicas que de ella derivan." (fs. 1880-1882)

DECISIÓN DE LA SALA

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El recurso de casación se presenta en el fondo y se invoca una causal, a saber, "infracción de normas sustantivas de derecho por concepto de violación directa que ha influido sustancialmente en lo dispositivo de la decisión recurrida".

En los motivos que sirven de sustento a la causal expresa la apoderada judicial de la censura con carácter de cargo de injuridicidad, que la violación directa que atribuye al fallo recurrido deviene como consecuencia de haberse dejado de aplicar la norma de derecho sustantivo que dispone que la falta de uno de los requisitos esenciales para la validez y existencia del contrato acarrea la nulidad absoluta del mismo. El tribunal ad-quem, pese a concluir que el consentimiento prestado por su mandante en el contrato cuya nulidad absoluta se pide por vía del presente juicio, estaba viciado, omite declararlo nulo de nulidad absoluta, con lo cual incurre en violación directa de la respectiva norma sustantiva.

Conviene citar los motivos del recurso:

"1. El Tribunal de la segunda instancia, al confirmar el fallo de primera instancia dejó de aplicar las normas de derecho sustantivo que consagra la nulidad de los contratos cuando hace falta uno de los requisitos esenciales del contrato para su existencia y validez, a pesar de haber reconocido y aceptado que el consentimiento prestado por una de las partes fue otorgado por dolo grave, al momento en que se celebró el Contrato de reparación de Daños y Perjuicios suscrito entre Rogelio Martínez, Edna Vásquez de Martínez y Eva Martínez de Valdes con la Cooperativa de Ahorro y Crédito el Educador Veragüense, R.L. (Coopeve), contenido en la Escritura Pública N°3676 de 18 de mayo de 1998. Inaplicación que ha influido en lo dispositivo del fallo recurrido, ya que de haber aplicado la normas legales que permiten declarar la nulidad del consentimiento y del contrato cuando aquél es otorgado por dolo grave, habría declarado la nulidad del contrato antes indicado.

2. El tribunal de segundo grado, al reconocer y aceptar que el consentimiento otorgado por los señores Rogelio Martínez, Eva Vásquez de Martínez y Eva Martínez de Valdés en el Contrato de Reparación de Daños y Perjuicios, suscrito con la Cooperativa de Ahorro y Crédito el Educador Veragüense, R.L. fue concedido por dolo grave, dejó de aplicar las normas sustantivas de derecho que permiten declarar la nulidad del consentimiento cuando éste se haya prestado u otorgado por dolo grave por una de las partes; normas que debió aplicar debido a que el consentimiento estaba viciado, y consecuentemente declarar la nulidad del consentimiento y así mismo la nulidad del contrato indicado, razón por la cual, su inaplicación ha influido en lo dispositivo del fallo recurrido.

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3. El Tribunal Adquem, al reconocer que hubo dolo grave en el consentimiento prestado por una de las partes al momento en que se celebró el Contrato de Reparación de Daños y Perjuicios suscrito entre ellos (Rogelio Martínez, Edna Vásquez de Martínez y Eva Martínez de Valdés con la Cooperativa el Educador Veragüense, R. L.), debió aplicar las normas sustantivas que permiten declarar la nulidad absoluta del consentimiento y consecuentemente la nulidad del contrato, sin embargo, dejó de aplicar las normas mencionadas al pleito pertinente, que era obligatorio aplicar debido a la existencia del dolo grave como vicio que anula el consentimiento y genera la nulidad del contrato, todo lo cual ha influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo recurrido.

4. El Tribunal de segundo grado, al dejar de aplicar las normas sustantivas de derecho que permiten declarar la nulidad del consentimiento y de los contratos, dejó de aplicar igualmente las normas sustantivas de derecho que consagran la obligación de indemnizar los daños y perjuicios cuando se incurre en dolo, todo lo cual ha influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo, ya que de haberla aplicado, habría declarado la responsabilidad indemnizatoria que le es imputable a la parte que obra con dolo." (fs. 1937-1938)

La violación directa recae sobre los artículos 1112, 1116, 1121, 1141, 986 y 987 del Código Civil.

La discusión en el presente caso guarda relación con el tipo de nulidad a que da lugar los vicios en el consentimiento. El fallo recurrido sostiene que los vicios del consentimiento causan la nulidad relativa del contrato; en tanto que la parte recurrente es del criterio que dicha circunstancia acarrea la nulidad absoluta del contrato.

En ambos casos, como se ha advertido, la consecuencia es la nulidad del contrato. Existe, sin embargo, diferencias sustanciales entre la nulidad relativa y la absoluta, caso de la legitimación para reclamarlas en juicio, que en el supuesto que ocupa a la Sala es de una relevancia cardinal para su decisión.

La ley hace distingos en cuanto a la titularidad de la acción para demandar uno u otro tipo de nulidad. Así, tratándose de nulidad relativa, reserva la legitimación para pedir su declaratoria en la parte afectada por la misma, sus herederos, cesionarios o representante (artículo 1142 del Código Civil); en tanto que, si la nulidad es absoluta, le ley otorga legitimación para pedirla a cualquiera que tenga interés para ello, incluso, el juzgador puede declararla de oficio (artículo 1143 del Código Civil).

La ley también precisa las causas que dan lugar a cada tipo de nulidad contractual, es decir, los supuestos concretos de nulidad relativa y de nulidad absoluta, los cuales enumera de manera taxativa, destacando en primer orden, la relacionada con las condiciones esenciales del contrato. Por un lado, dispone el artículo 1141 del Código

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Civil, en su ordinal 1° que la falta de alguno de los requisitos esenciales para la formación del contrato, producen su nulidad absoluta, mientras que, por el otro, establece el artículo 1142, numeral 1° de la lex citae, que la formación irregular o imperfecta de las condiciones esenciales del contrato constituye causa de nulidad relativa del contrato.

Adviértase, que lo que determina la configuración de una u otra nulidad, es la inexistencia de alguno de los requisitos esenciales para la formación del contrato (en la nulidad absoluta) o su conformación irregular (en la nulidad relativa). Vale destacar, que en relación con esta distinción, se ha pronunciado la Sala ya en reiteradas oportunidades, caso del fallo de 5 de marzo de 1997, bajo la ponencia del extinto Magistrado Rogelio Fábrega Z., en el que, por demás, se realiza un importante análisis comparativo de ambas nulidades, por lo que convendría citarlo:

"Le resulta evidente a la Sala que el juzgador de segundo grado confunde dos instituciones relativas a la ineficacia contractual, la nulidad absoluta y la rescisión, entendiendo por esta última la que, en otras legislaciones, se denomina nulidad relativa, como la española, de la cual se inspiraron las normas en mención, por una parte, y la resolución del contrato por la otra. La nulidad absoluta , que es la más grave manifestación de la ineficacia contractual, se produce cuando faltan los elementos esenciales del contrato, consentimiento, objeto y causa. En estos casos no se ha integrado la voluntad negocial o se ha integrado sobre la base de una ausencia de objeto o de causa falsa o ilícita. Hay, por lo tanto, una inexistencia de la voluntad negocial. No obstante, cuando se trata de rescisión o nulidad relativa, los elementos del contrato, ya analizados, existen, pero en su formación se han introducido elementos que vician algunos de estos elementos, por cuanto en su formación ha intervenido error o dolo. No resulta prudente que el juzgador confunda la naturaleza y efectos de la nulidad absoluta y la nulidad relativa o rescisión las que, aún cuando ambas inciden sobre la eficacia del contrato, tal incidencia tiene una fuente distinta, en el primer caso ausencia o inexistencia de la voluntad negocial, objeto o causa, y en segundo elementos que inciden o afectan dicha voluntad, produciendo lo que el Tribunal Superior denomina "una fractura del consentimiento", fractura ésta que, de existir, presupone la existencia de dicho consentimiento, si bien viciado. Sin perjuicio de que, en ambos casos se produce la anulación del contrato, los efectos de uno y otro, ya señalados en la doctrina de esta Sala, son distintos.

El civilista patrio Dulio Arroyo, ex-Decano de la Facultad de Derecho, en su profunda monografía "De la Inexistencia y de la Nulidad de los

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Contratos en la Legislación Panameña, se ha expresado sobre las semejanzas y diferencias de ambos tipos de nulidad, así:

"A. Semejanzas.a) Ambas se presumen válidas y producen efectos hasta que sean declaradas nulas por sentencia judicial.b) La nulidad no opera en ellas de pleno derecho sino que debe ser declarada por sentencia judicial.c) En ambas la acción de nulidad y de rescisión se extinguen por prescripción extintiva.d) Ambas pueden sanearse por ratificación y confirmación, si bien en la nulidad absoluta ello no es posible cuando la misma sea generada por objeto de o causa ilícitos.e) Los efectos que produce la declaratoria de nulidad y de rescisión son iguales tratándose de las partes.

B. Diferencias.a) Tienen un fundamento jurídico distinto: la nulidad absoluta persigue la protección del orden público, del interés general, la moral y las buenas costumbres; en cambio la nulidad relativa ampara el interés particular o privado: tiene en mira el particular y exclusivo interés de las partes.b) Tienen causales o fuentes diferentes, como vimos en su oportunidad (V. Arts. 1141 y 1142 del C. C.).c) La nulidad absoluta puede y debe ser declarada de oficio por el juez que conoce del caso cuando conste de manifiesto en el acto o contrato, lo que no es posible en la nulidad relativa.d) En la nulidad absoluta la misma puede ser pedida por el ministerio público en interés de la moral o de la ley. Esto no procede en la nulidad relativa.e) Las personas legitimadas para ejercer y oponer la acción y la excepción de nulidad y de rescisión son distintas, como vimos.f) La acción de nulidad absoluta prescribe en un término de quince (15) años; la de rescisión en un plazo de cuatro (4) años (arts. 1144 y 1151).g) Todas las causales de nulidad relativa pueden sanearse mediante la confirmación de la persona o personas legitimadas por la ley, mientras que en el caso de la nulidad absoluta no pueden serlo las que se generen de objeto y causa ilícitos (Art. 1143).h) Los efectos de la nulidad absoluta comprenden también a los terceros poseedores de la cosa, salvo lo dispuesto en los Títulos que tratan de Prescripción y de Registro Público (Art. 1159). Tratándose de las acciones rescisorias la situación es distinta, dado que no pueden hacerse efectivas contra terceros poseedores de buena fe sino en los casos expresamente señalados por la ley. (Art. 1161)."

(Estudios Jurídicos. Dulio Arroyo Camacho, T. IV, Pág. 360 Y 361).

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Es evidente que existen diferencias entre la nulidad absoluta y la nulidad relativa, como ha tenido ocasión de señalar esta Sala, pero en ambos casos la pretensión es de anulación del vínculo contractual, sea por inexistencia de las condiciones para la formación del vínculo contractual, sea por irregularidades que inciden en la formación de la voluntad negocial, existente, tales como el dolo, el error, el miedo, etc. De allí que, si bien los efectos de una y otra causa de ineficacia contractual, no puede confundirse con la resolución del vínculo contractual, que dice relación con un contrato validamente celebrado, que, por lo tanto, es fuente de obligaciones recíprocas para las partes, pero que, en el desarrollo y ejecución del programa contractual, una de las partes, en perjuicio de la otra, ha incumplido sus obligaciones, frustrándose, de esa manera el interés del acreedor en la relación contractual. En un caso, se trata de la ineficacia del contrato, por incidir en él anomalías sobre aspectos sustanciales del mismo o irregularidades en la formación de sus elementos principales, es decir, una sanción que el ordenamiento jurídico impone a las relaciones contractuales defectuosamente formadas; en tanto que la resolución constituye la pretensión de liberación de las obligaciones de una de las partes hacia la otra, en virtud del incumplimiento de las obligaciones respectivas de esa otra parte, con lo que se frustra el interés en esa relación contractual. Pero si ello es así, es evidente que esta distinción no fue desatendida por el tribunal, referentes ambas disposiciones a preceptos encaminados a proteger la adecuada formación de la voluntad negocial y a sancionar, con su anulación, el mismo.

Es frecuente, como ha tenido ocasión de precisar la Sala, que se identifique la resolución con la rescisión, dado que lo que, en otras legislaciones se menciona como nulidad relativa del contrato, y que conduce a su anulación, en nuestro ordenamiento jurídico se denomina rescisión, reservándose el término "resolución" para resolver o ponerle fin al contrato, validamente celebrado, pero que, en su cumplimiento, una de las partes ha desatendido el cumplimiento del contrato, lesionando el interés de la otra parte en la relación contractual. Es evidente para la Sala, que la sentencia de segundo grado hacía referencia a la anulación del contrato por defectuosa formación de la voluntad negocial, debido a la conducta dolosa del vendedor, y por lo tanto, correspondía a la nulidad relativa y por ende, a la rescisión del vínculo contractual,

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mediante su anulación. En efecto, se identificó en este caso por el tribunal la rescisión con la resolución, si bien el fundamento de la decisión, como se acredita en la porción de la sentencia de segundo grado reproducida por la Sala, hacía referencia a la nulidad, y concretamente a la nulidad relativa." (fallo de 5 de marzo de 1997)

Las consideraciones expuestas permiten concluir con el tribunal ad-quem, que el vicio del consentimiento expresado por los recurrentes en relación con el contrato de reparación de daños y perjuicios suscrito con la demandada, no constituye causal de nulidad absoluta, como alega la censura, sino relativa. Por ende, la declaratoria de tal nulidad procede únicamente a petición de parte interesada, no pudiendo el juez decretarla de oficio. Como quiera, sin embargo, que en el caso subjúdice la nulidad respectiva no fue solicitada oportunamente por la parte actora, mal podía el tribunal de segunda instancia declararla de oficio.

La anterior conclusión lleva, entonces, a desestimar el recurso con la consecuente imposición de costas para la parte recurrente.

PARTE RESOLUTIVA

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, SALA CIVIL, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, NO CASA la sentencia de 8 de noviembre de 2007, proferida por el Tribunal Superior de Justicia del Segundo Distrito Judicial, dentro del proceso ordinario propuesto por EVA MARTÍNEZ DE VALDÉS, EDNA VÁSQUEZ DE MARTÍNEZ y ROGELIO MARTÍNEZ contra COOPERATIVA DE AHORRO Y CRÉDITO EL EDUCADOR VERAGÜENSE, R.L. (COOPEVE).

Las costas a cargo de la parte recurrente se fijan en la suma de DOSCIENTOS CINCUENTA DÓLARES ($250.00).

Notífiquese.HARLEY J. MITCHELL D.OYDÉN ORTEGA DURÁN -- ALBERTO CIGARRUISTA CORTEZ

SONIA F. DE CASTROVERDE (Secretaria)

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REINMAR ALBERTO TEJEIRA ROBINSON RECURRE EN CASACIÓN EN EL INCIDENTE DE LEVANTAMIENTO DE SECUESTRO PRESENTADO POR PRIMER BANCO DEL ISTMO, S. A. DENTRO DE LA MEDIDA CAUTELAR DE SECUESTRO PROPUESTA POR REINMAR ALBERTO TEJEIRA CONTRA DISTRIBUIDORA PALO ALTO, S.A. TESKO, S.A. MOLINO SANTA ISABEL, S.A. Y OTROS. - PONENTE: OYDÉN ORTEGA DURÁN -PANAMÁ, CINCO (5) DE MAYO DE DOS MIL ONCE (2011)..

Tribunal: Corte Suprema de Justicia, PanamáSala: Primera de lo CivilPonente: Oydén Ortega DuránFecha: jueves, 05 de mayo de 2011Materia: CivilCasaciónExpediente: 107-09

VISTOS:

V I S T O S:

El Licenciado Ramón Justavino Peralta, en su condición de apoderado judicial de REINMAR ALBERTO TEJEIRA ROBINSON, ha interpuesto Recurso de Casación contra la Resolución de 26 de enero de 2009, proferida por el Primer Tribunal Superior del Primer Distrito Judicial, dentro del Incidente de Levantamiento de Secuestro presentado por PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A. en la Medida Cautelar de Secuestro propuesta por REINMAR ALBERTO TEJEIRA ROBINSON contra DISTRIBUIDORA PALO ALTO, S.A., TESKO, S.A., MOLINO SANTA ISABEL, S.A., COCLÉ AGRÍCOLA, S.A., BORIS REINMAR TEJEIRA AROSEMENA, JAVIER FILEMÓN TEJEIRA PULIDO y JAVIER TEJEIRA MUÑOZ.

Esta Sala Civil de la Corte Suprema, mediante Resolución de 31 de julio de 2009 (f.248), ordenó la corrección del Recurso presentado, lo cual fue atendido por el Casacionista, por lo que, mediante Resolución de 15 de enero de 2010 (f.288), se admitió el Recurso de Casación que consta de fojas 254 a 268 del expediente.

Finalizada la fase de alegatos de fondo, la cual fue aprovechada por el Recurrente en Casación (fs.294-314) y por la entidad bancaria incidentista (fs.315-328), la Sala procede a decidir el Recurso, previas las consideraciones que se expresan a continuación.

ANTECEDENTES

La firma forense Morgan & Morgan, actuando en calidad de apoderada judicial de PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A., presentó, dentro de la Medida Cautelar de Secuestro propuesta por REINMAR ALBERTO TEJEIRA ROBINSON contra DISTRIBUIDORA PALO ALTO, S.A., TESKO, S.A., MOLINO SANTA ISABEL, S.A., COCLÉ AGRÍCOLA, S.A., BORIS REINMAR TEJEIRA AROSEMENA, JAVIER FILEMÓN TEJEIRA PULIDO y JAVIER TEJEIRA MUÑOZ, un Incidente de Levantamiento de Secuestro de 28,500 quintales de arroz que fueron depositados mediante Diligencia de Inventario, Avalúo y Depósito practicada el 21 de julio de 2008, por el Juzgado Municipal del Distrito de Antón, actuando en calidad de Juzgado Comisionado.

La incidencia propuesta encuentra su fundamento en que el arroz en cuestión fue dado en prenda por PILADORA LAS MERCEDES, S.A. a favor del PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A.

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Al contestar a lo alegado por el banco incidentista, el Licenciado Ramón Justavino Peralta, apoderado judicial del secuestrante, indicó que la Diligencia de Inventario, Avalúo y Depósito llevada a cabo el 21 de julio de 2008, por el Juzgado Municipal del Distrito de Antón, sólo afectó bienes de propiedad de los secuestrados, principalmente de COCLÉ AGRÍCOLA, S.A., sociedad propietaria de la Finca No.10769, lugar donde se encontraban depositados los 28,500 quintales de arroz, aunado a que, en los silos de propiedad de esta sociedad no se encontraba indicación alguna de que el arroz contenido en los mismos estuviese pignorado.

Adicionalmente, la representación judicial del secuestrante advirtió que, según la cláusula tercera del Contrato de Prenda Mercantil suscrito entre PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A. y PILADORA LAS MERCEDES, S.A., el referido arroz se encuentra en silos de propiedad de PILADORA LAS MERCEDES, S.A. y MOLINO SANTA ISABEL, S.A. "ubicados en Antón en la Provincia de Coclé", cuando la Finca No.10769 de propiedad de COCLÉ AGRÍCOLA, S.A., y en donde opera MOLINO SANTA ISABEL, S.A., se encuentra ubicada en el Corregimiento de Chirú, Distrito de Antón, Provincia de Coclé, Barrio de Juan Hombrón, lugar donde fue practicada la Diligencia de Inventario, Avalúo y Depósito.

El abogado del secuestrante-incidentado explicó también que desde el 2005 hasta el 20 de julio de 2008, las sociedades DISTRIBUIDORA PALO ALTO, S.A., TESKO, S.A., MOLINO SANTA ISABEL, S.A. y COCLÉ AGRÍCOLA, S.A. estaban bajo la administración judicial del señor Paul Arango Carrizo, por razón de medida cautelar interpuesta en su contra por JAVIER TEJEIRA MUÑOZ y JAVIER FILEMÓN TEJEIRA PULIDO, por lo cual, PILADORA LAS MERCEDES, S.A., o cualquier otra persona natural o jurídica, no podía disponer, dentro de ese periodo de tiempo, de los bienes de dichas sociedades (incluidos los silos y el arroz).

Luego de celebrada la audiencia correspondiente (f.66), el Juzgado Primero de Circuito de lo Civil del Primer Circuito Judicial de Panamá, mediante el Auto No.1065 de 15 de septiembre de 2008 (f.145), declaró probado parcialmente el Incidente de Levantamiento de Secuestro ensayado y, en consecuencia, ordenó el levantamiento del secuestro sobre una equivalencia de hasta 28,500 quintales de arroz nacional que se encuentran depositados en los silos de metal de MOLINO SANTA ISABEL, S.A.

El Juzgado A-quo consideró acreditado que MOLINO SANTA ISABEL, S.A. recibió arroz, tanto nacional como importado, de PILADORA LAS MERCEDES, S.A., el cual, para el 21 de julio de 2008, fecha en que se practicó la Diligencia de Inventario, Avalúo y Depósito, se encontraba en los silos de metal de MOLINO SANTA ISABEL, S.A.

Ahora bien, el Juzgador de la causa explicó que sólo el arroz nacional, según la cláusula primera del Contrato de Prenda Mercantil celebrado entre PILADORA LAS MERCEDES, S.A. y PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A., constituye el objeto del contrato, no así el importado, razón por la cual ordenó el levantamiento del secuestro en una equivalencia de hasta 28,500 quintales de arroz nacional, en atención a que el documento constitutivo de la prenda es de fecha anterior al Auto que decretó el secuestro solicitado por REINMAR ALBERTO TEJEIRA ROBINSON.

La parte secuestrante-incidentada apeló esta decisión y al surtirse la alzada, el Primer Tribunal Superior del Primer Distrito Judicial, mediante Resolución de 26 de enero de 2009, confirmó el Auto de primera instancia y fijó las costas a cargo del recurrente en B/.200.00 (f.179).

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Al motivar su decisión, el Tribunal Superior explicó lo siguiente:

"... observa esta Sede Colegiada que el Acuerdo de Constitución de Prenda aportado por la incidentista ciertamente no involucra a las partes que fueron objeto del secuestro cuyo levantamiento se pretende; sin embargo, tal circunstancia deviene intrascendente al momento de evaluar la procedencia de tal solicitud, así se desprende del artículo 537 del Código Judicial que le sirve de sustento.

...

Nótese que la norma hace referencia a un tercero, esto es, a un sujeto distinto a aquellos que intervinieron en el documento constitutivo de la prenda pero que no por ello puede desconocer el derecho que le asiste exclusivamente al acreedor prendario para secuestrar o embargar el bien mueble pignorado y para oponerse, previa satisfacción de los requerimientos legales, a toda acción de terceros que persiga idéntica finalidad. Ciertamente, los efectos propios del contrato, por lo general, sólo atañen a las partes que en él intervienen, y no afectan a terceros (res inter alios acta); sin embargo, este principio de relatividad contractual consignado en el Estatuto Civil no impide que los efectos del contrato sean oponibles a terceros, previa satisfacción en este caso de los supuestos contenidos en la disposición 814 del Código de Comercio.

...

Observa este Tribunal Superior que la sociedad incidentista, Primer Banco del Istmo, S.A., aportó como prueba dos Contratos de Línea de Crédito por doscientos cincuenta mil balboas (B/.250,000.00) cada uno (fjs.16-21, 23-28) suscritos (sic) con Piladora Las Mercedes, S.A., garantizados por Contrato de Prenda Mercantil de Inventario que reposa a fojas 30-34 del cuadernillo, en el que también se aprecia constancia de entrega y acuerdo de constitución de prenda, que da fe de la entrega al depositario de veintiocho mil quinientos (28,500) quintales de arroz nacional, a razón de un precio unitario de dieciocho dólares (US$18.00) por quintal (fjs.36-27). Estos documentos, a juicio de la Sala, permiten afirmar que la prenda mercantil, que sustenta la petición de levantamiento de secuestro y exclusión de bienes pignorados, se encuentra válidamente constituida y además exhibe fecha cierta siendo ésta, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 859 del Código Judicial, el día 9 de febrero de 2007 (fj.34), por lo que constituye un contrato que, al tenor del artículo supra citado, es oponible a terceros. Cabe agregar aquí que el hecho de que Coclé Agrícola, S.A. y Molino Santa Isabel, S.A, al momento de celebrarse el contrato de prenda, hayan sido objeto de un secuestro sobre su administración, en nada impide que el contrato en mención le sea oponible.

Aclarado lo anterior, revela el cuadernillo de medida cautelar que el secuestro cuyo levantamiento parcial se pretende a través de la presente incidencia fue decretado por el Juzgado Primero de Circuito Civil del Primer Circuito Judicial de Panamá ..., con posterioridad a la fecha cierta que presenta el Contrato de Prenda Mercantil de Inventario (9 de febrero de 2007), por lo que, de conformidad al artículo 537 del Código Judicial, procedía acceder al levantamiento de la medida.

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Ahora bien, arguye la recurrente que no se acreditó que los bienes objeto del secuestro sean aquellos pignorados (28,500 quintales de arroz nacional) ...

La revisión de las copias cotejadas por Notario Público de los tiquetes expedidos por Molino Santa Isabel, S.A. a Piladora Las Mercedes, S.A. en los meses de mayo, noviembre, diciembre del año 2007 y en los meses de enero y febrero de 2008 permite a este Tribunal Superior verificar el depósito por parte de Piladora Las Mercedes, S.A. de arroz en cáscara húmedo en los silos de Molino Santa Isabel, S.A. durante el mencionado período. Y es que, aún cuando pretenda el recurrente señalar que estos documentos sólo dan cuenta del servicio de pesaje que se le dispensó a Piladora Las Mercedes, S.A. dicho servicio encuentra justificación en el posterior depósito del arroz en los silos de la empresa que lo realiza y para lo cual resulta fundamental precisar su peso en quintales (qqs) esto, claro ésta (sic), exceptuando aquellos casos en los que se consigne el traslado de la mercancía (fjs.84,85,90,98,107,111,114,115,116). Ciertamente, los recibos en comentario no refieren que el arroz depositado en los silos de Molino Santa Isabel, S.A. es nacional, sin embargo, se observa que los recibos que reposan de folios 118 a 144 del cuadernillo, relacionados con la compra de arroz de importación, omiten detallar la persona a la que se le adquiere dicho grano, lo que permite concluir que aquellos recibos que presentan esta información refieren la compra de arroz nacional.

No ignora esta Magistratura el hecho de que el informe de visitas a clientes suscrito por el depositario establece que el inventario de arroz nacional que, al día 13 de mayo de 2008, mantenía la Piladora Las Mercedes en el Silo No.1 de metal de propiedad de Molino Santa Isabel era de 16.500.00 (sic) quintales (5.5. anillos aprox./3 mqqs c/u), es decir, una cantidad inferior a la pignorada, sin embargo, esta circunstancia, no es óbice para que se reconozca a la entidad bancaria el derecho que tiene sobre la totalidad del grano pignorado, puesto que se ha acreditado que el Contrato de Prenda suscrito entre Primer Banco del Istmo, S.A. y Piladora Las Mercedes, S.A. recae sobre el inventario de un bien mueble fungible (arroz nacional) que, como tal puede ser sustituido por otro de la misma calidad, especie, clase y valor y que no son entregados al acreedor antes bien son utilizados por el deudor, previo cumplimiento de ciertas formalidades (así se desprende de la cláusula quinta literal b, punto 3), para continuar con su actividad agrícola y así obtener los ingresos necesarios para hacerle frente a la obligación contraída con la entidad bancaria. Aunado a ello, consta en el cuadernillo de medida cautelar, la diligencia de avalúo y depósito de 21 de julio de 2008 (fjs.70-77) que detalla entre los bienes objeto de secuestro el siguiente: 'en los silos de metal 30,600 quintales...' (cfr.f.75), haciendo con ello evidente alusión a quintales de arroz, que comprenden la cantidad pignorada (una equivalencia de hasta 28,500 quintales de arroz nacional). Siendo el arroz nacional aquel que en virtud del contrato de prenda se pignora, se explica que el levantamiento del secuestro afecte específicamente a este tipo

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de arroz depositado en el silo de metal de Molino Santa Isabel, S.A., aun cuando el contrato en sí no haga alusión a su ubicación dentro de dicho molino.

Por último, plantea el recurrente que el Contrato de Prenda suscrito entre Primer Banco del Istmo, S.A. (Banistmo) y Piladora Las Mercedes, S.A. no cumple con el requisito de validez establecido en el artículo 1548, numeral 2, ...; sin embargo, tal argumento carece de efectividad a fin de evitar el levantamiento de la medida cautelar que pesa sobre los bienes pignorados, toda vez que la validez del mencionado acuerdo no es objeto de debate en este proceso."

Es contra esta Resolución de segunda instancia que el secuestrante-incidentado ha formalizado el Recurso de Casación que conoce en esta ocasión la Corte, y en consecuencia, procede a examinar las Causales invocadas y los Motivos que las sustentan.

CONTENIDO DEL RECURSO DE CASACIÓN

El Recurso de Casación presentado por REINMAR ALBERTO TEJEIRA ROBINSON es en el fondo y consta de dos Causales: 1. Infracción de normas sustantivas de derecho por concepto de violación directa, que influyó sustancialmente en lo dispositivo de la Resolución recurrida; y 2. Infracción de normas sustantivas de derecho, por concepto de error de derecho en cuanto a la apreciación de la prueba, que influyó sustancialmente en lo dispositivo de la Resolución recurrida.

Conforme lo dispuesto en el artículo 1192 del Código Judicial, esta Sala procederá al análisis de las Causales propuestas por separado y de acuerdo al orden en que aparecen en el libelo.

PRIMERA CAUSAL

La Causal de infracción de normas sustantivas de derecho por concepto de violación directa que, según la recurrente ha influido sustancialmente en lo dispositivo de la Resolución recurrida, es sustentada en los Motivos que se transcriben a continuación:

"PRIMER MOTIVO: Cuando la sentencia cuestionada confirmó el auto que ordena el levantamiento del secuestro, teniendo por intrascendente la circunstancia de que en el Acuerdo de Constitución de Prenda aportado por el incidentista no involucra a las partes que fueron objeto del secuestro (fs.185) y asumiendo que Piladora Las Mercedes, S.A. era la propietaria del arroz que se encontraba depositado en los silos de metal de propiedad de la sociedad Coclé Agrícola, S.A. y de Molino Santa Isabel, S.A, contravino el precepto de derecho sustancial con arreglo al cual nadie puede contratar a nombre de otro sin estar autorizado para ello. La desatención de la circunstancia o situación jurídica mencionada influyó en lo dispositivo de la sentencia recurrida, puesto que de haberla atendido, tendría que haber concluido que Piladora Las Mercedes, S.A. no podía contratar en nombre de las sociedades Coclé Agrícola, S.A. y Molino Santa Isabel, S.A., ni disponer de sus bienes.

SEGUNDO MOTIVO: Al confirmar el auto que ordenó el levantamiento del secuestro, la sentencia recurrida reconoció que los efectos propios del contrato solo atañen a las partes que en él intervienen y que no afectan a terceros, pero, a

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continuación, sostuvo que el principio de relatividad contractual que consagra el estatuto civil no impide que los efectos del contrato sean oponibles a terceros (fs.186), postulado que es contrario al precepto legal que limita los efectos jurídicos de los contratos a las partes contratantes y que nada dispone acerca de la oponibilidad de sus efectos a los terceros. Si el Tribunal Superior no hubiera desconocido la regla de derecho sustantivo que limita los efectos de los contratos a las partes, no hubiera concluido que estos son oponibles a los terceros no involucrados en la relación jurídica contractual. La infracción a dicha norma sustantiva influyó en lo dispositivo del fallo impugnado.

TERCER MOTIVO: La sentencia recurrida reconoció que Coclé Agrícola, S.A., y Molino Santa Isabel, S.A., al momento de celebrarse el contrato de prenda, eran objeto de un secuestro sobre su administración; sin embargo, también estableció que esa situación no impide que el contrato de prenda sea oponible a dichas empresas (fs.187), lo que contradice el mandato de derecho sustancial que únicamente permite, como objeto del contrato, las cosas que no estén fuera del comercio de los hombres. Si la administración y los bienes de aquellas empresas estaban secuestrados, quedan fuera del comercio de los hombres y no podían ser objeto del contrato de prenda que sirvió de fundamento para el levantamiento del secuestro. Por haber inobservado los efectos jurídicos materiales del secuestro, concluyó que el contrato de prenda era oponible a esas empresas, lo que influyó en la parte dispositiva del fallo.

CUARTO MOTIVO: Cuando la sentencia recurrida estableció que los bienes dados en prenda por la empresa Piladora Las Mercedes, S.A, en virtud del Contrato de Prenda Mercantil suscrito con Primer Banco del istmo, S.A., no tienen que ser entregados al acreedor, sino que pueden ser utilizados por el deudor (fs.188), contravino las reglas de derecho sustantivo que tienen previsto, como requisito esencial de perfeccionamiento de los contratos de prenda, incluidos los bancarios, que el acreedor tenga la tenencia y, además, que medie entrega efectiva de la cosa al acreedor o a un tercero designado por las partes contratantes. La contravención a dichas reglas elementales de derecho sustantivo, atinentes a la naturaleza jurídica del contrato de prenda, influyó en lo dispositivo de la sentencia recurrida.

QUINTO MOTIVO: Cuando la resolución impugnada concluyó que carecía de efectividad la exigencia legal de que la cosa pignorada o hipotecada pertenezca en propiedad a la persona que la empeña o hipoteca, como argumento atendible para evitar el levantamiento de la medida cautelar que pesa sobre los bienes pignorados (fs.189), infringió la regla de derecho sustantivo conforme a la cual es presupuesto esencial de todo contrato de prenda que la cosa pignorada pertenezca en propiedad a la persona que la empeña. El desconocimiento y desatención de este presupuesto elemental de derecho sustantivo influyó en lo dispositivo de la sentencia recurrida, pues de haberlo tenido en cuenta, hubiera fallado de manera distinta.

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SEXTO MOTIVO: La sentencia sometida a la censura de legalidad incurrió en violación de los preceptos de derecho sustantivo que sancionan con nulidad absoluta los actos o contratos que carecen de las condiciones esenciales para su formación y que, además, imponen a los jueces el deber de declarar la nulidad de oficio, cuando sostuvo que toda consideración en torno a los requisitos de validez del contrato de prenda mercantil presentado como fundamentación para el incidente de levantamiento del secuestro no era objeto del debate en este proceso (fs.189); por lo que, de paso, rehusó administrar justicia, olvidando que el objeto del proceso es el reconocimiento de los derechos substanciales. Por desatender estos mandatos legales, no se pronunció acerca de los requisitos esenciales de validez del acuerdo, lo que tuvo influencia manifiesta en la parte dispositiva del fallo." (f.255)

Las disposiciones legales presuntamente violentadas, según los cargos de injuridicidad contenidos en los Motivos transcritos, son los artículos 1110, 1108, 1122, 1112, 5, 1554, 1548, 1141 y 1143 del Código Civil, el artículo 814 del Código de Comercio, y el artículo 469 del Código Judicial.

CRITERIO DE LA SALA

Tal como viene expuesto, la primera Causal en el fondo invocada en el presente Recurso es

la infracción de normas sustantivas de derecho por concepto de violación directa que, según

el recurrente, ha influido sustancialmente en lo dispositivo de la Resolución recurrida.

A través del Primer Motivo, el Recurrente en Casación alega que la Resolución proferida por el Primer Tribunal Superior contraviene el precepto de derecho sustancial según el cual, nadie puede contratar a nombre de otro sin estar autorizado para ello.

En ese sentido, explica que PILADORA LAS MERCEDES, S.A. no podía contratar en nombre de COCLÉ AGRÍCOLA, S.A. y MOLINO SANTA ISABEL, S.A. ni disponer de los bienes de ésta.

Y en la explicación de la infracción al artículo 1110 del Código Civil, que consagra el precepto que dice vulnerado, el Recurrente advierte que "toda estipulación derivada del acuerdo de constitución de prenda celebrado sin autorización de las empresas afectadas, es sancionada de nulidad por la ley sustantiva, lo que es jurídicamente trascendente y no puede ser desestimada (sic) en la resolución impugnada."

Luego de analizar el cargo endilgado, a la luz de las constancias en autos, la Sala debe concluir que no le asiste la razón a la parte recurrente en cuanto al mismo, por las razones que se exponen a continuación.

El Recurrente considera que PILADORA LAS MERCEDES, S.A., al convenir la prenda con PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A., y pactar que el arroz dado en prenda se depositaría en los silos de propiedad de MOLINO SANTA ISABEL, S.A., ubicados en la finca de propiedad de COCLÉ AGRÍCOLA, S.A., lo que hizo fue disponer de los bienes de estas dos últimas sociedades sin su consentimiento, es decir, contratar a nombre de las mismas.

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Lo cierto es que ninguna de las cláusulas del Contrato de Prenda Mercantil de Inventario (f.30), celebrado el 20 de diciembre de 2006, comprometen u obligan en forma alguna a las precitadas sociedades.

Si observamos, sólo la cláusula tercera de dicho contrato se refiere a MOLINO SANTA ISABEL, S.A., al establecer que "los bienes dados en prenda serán depositados" en los silos de esta última sociedad, depósito que corre por cuenta del deudor, según la misma cláusula.

Se consagra así una obligación, pero no por cuenta de MOLINO SANTA ISABEL, S.A. sino a cargo de PILADORA LAS MERCEDES, S.A.

En cuanto a la consideración de que PILADORA LAS MERCEDES, S.A. dispuso de arroz de propiedad de MOLINO SANTA ISABEL, S.A. o de COCLÉ AGRÍCOLA, S.A., la Sala debe señalar que el Primer Tribunal Superior dio por probado que PILADORA LAS MERCEDES, S.A. depositó arroz nacional en los silos de MOLINO SANTA ISABEL, S.A. antes de la práctica del secuestro en contra de esta última, además, este extremo relativo a si la propiedad del arroz quedó o no demostrada, no puede ser examinado a través de la Causal de violación directa de la ley sustantiva.

Cabe advertir también que la contratación a nombre de otro, sin autorización, constituye una causal de nulidad relativa del contrato, a tenor de lo dispuesto en el artículo 1110 del Código Civil, la cual, sólo puede ser reclamada por la persona a quien afecta, según establece el artículo 1144 del mismo Código.

De allí que, de aceptarse que al convenir la prenda con PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A., PILADORA LAS MERCEDES, S.A. contrató en nombre y representación de COCLÉ AGRÍCOLA, S.A y MOLINO SANTA ISABEL, S.A., sin su autorización, la nulidad de tal convenio sólo puede ser reclamada por COCLÉ AGRÍCOLA, S.A. y MOLINO SANTA ISABEL, S.A., lo cual no ha ocurrido.

Por lo anterior, no es atendible la disconformidad de la parte recurrente en relación con este tema, al no estar legitimada para formular la reclamación de nulidad relativa del Contrato de Prenda que propició el levantamiento parcial del secuestro decretado a su favor.

En el Segundo Motivo que sustenta la Causal de fondo alegada, el Recurrente en Casación sostiene que el fallo impugnado infringió el principio de relatividad de los contratos, al concluir que el Contrato de Prenda Mercantil de Inventario celebrado entre PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A. y PILADORA LAS MERCEDES, S.A. es oponible a terceros.

En ese sentido, al explicar la infracción al artículo 1108 del Código Civil, que contiene el referido principio, el Casacionista indica que el Ad quem violenta la norma al permitir que en el Contrato de Prenda Mercantil de Inventario, las partes acordaran estipulaciones que afectan a terceras personas.

En cuanto a este cargo, la Sala estima que tampoco le asiste la razón al Recurrente, por las razones que se explican a continuación.

Por el principio de relatividad de los contratos, consagrado en el artículo 1108 del Código Civil, los contratos sólo producen efectos entre las partes que los otorgan. Los contratos sólo obligan a los contratantes, por lo que ningún tercero puede resultar obligado por un contrato en el que no ha participado personalmente o a través de representante debidamente constituido.

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Como se indicó con anterioridad, el Contrato de Prenda Mercantil de Inventario, celebrado entre PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A. y PILADORA LAS MERCEDES, S.A., no contiene una sola cláusula de la cual se derive obligación alguna para COCLÉ AGRÍCOLA, S.A. o MOLINO SANTA ISABEL, S.A.

Es a esos "efectos" a que se refiere el artículo 1108 del Código Civil, los relativos a derechos y obligaciones y a favor de quién y por cuenta de quién, respectivamente, surgen los mismos a consecuencia de la celebración del contrato.

La norma permite establecer derechos a favor de terceros, mas no admite obligaciones a cargo de quien no es parte contratante.

Lo cierto es que, en la presente causa, no se ha determinado la existencia de obligación alguna a cargo de COCLÉ AGRÍCOLA, S.A. o MOLINO SANTA ISABEL, S.A. por razón del Contrato de Prenda Mercantil de Inventario que propició el levantamiento parcial del secuestro decretado a favor del Recurrente en Casación.

Lo que ocurre es que la representación judicial de este último confunde el principio de relatividad de los contratos con el tema de la oponibilidad de los contratos.

En la Resolución de 26 de enero de 2009, objeto del presente Recurso de Casación, el Primer Tribunal Superior explicó lo siguiente:

"... observa esta Sede Colegiada que el Acuerdo de Constitución de Prenda aportado por la incidentista ciertamente no involucra a las partes que fueron objeto del secuestro cuyo levantamiento se pretende; si embargo, tal circunstancia deviene intrascendente al momento de evaluar la procedencia de tal solicitud, así se desprende del artículo 537 del Código Judicial que le sirve de sustento.

...

Nótese que la norma hace referencia a un tercero, esto es, a un sujeto distinto a aquellos que intervinieron en el documento constitutivo de la prenda pero que no por ello puede desconocer el derecho que le asiste exclusivamente al acreedor prendario para secuestrar o embargar el bien mueble pignorado y para oponerse, previa satisfacción de los requerimientos legales, a toda acción de terceros que persiga idéntica finalidad. Ciertamente, los efectos propios del contrato, por lo general, sólo atañen a las partes que en él intervienen, y no afectan a terceros (res inter alios acta); sin embargo, este principio de relatividad contractual consignado en el Estatuto Civil no impide que los efectos del contrato sean oponibles a terceros, previa satisfacción en este caso de los supuestos contenidos en la disposición 814 del Código de Comercio."

De lo transcrito se desprende con facilidad que lo decidido por el Ad quem en forma alguna vulnera el principio de relatividad de los contratos, al contrario, responde al mismo, pues lo dictaminado se da en reconocimiento de los derechos del acreedor prendario, quien, por razón del Contrato de Prenda, puede perseguir los bienes pignorados, siempre que cumpla los requisitos de ley para ello.

Así lo disponen las siguientes normas:

Artículo 537 del Código Judicial:

Page 34: Fallos de Nulidad Absoluta de Contratos

"...

Si un tercero pretendiese secuestrar o embargar un bien mueble pignorado, la medida no se practicará si el acreedor prendario presenta documento constitutivo de la prenda, que tenga fecha cierta, anterior al respectivo auto. Se procederá en igual forma si el secuestro o embargo se hubiere practicado."

Artículo 814 del Código de Comercio:

"La prenda mercantil deberá constituirse con las mismas formalidades que el contrato a que sirve de garantía.

Sin embargo, en los préstamos bancarios la prenda mercantil será válida cuando ha mediado entrega de la cosa al acreedor o a un depositario elegido por el acreedor y el deudor, y el contrato se ha hecho constar en cualquier forma escrita. Tal contrato producirá efecto contra tercero desde la fecha del respectivo documento sin necesidad de autenticación ni formalidad especial alguna.

..."

Artículo 818 del Código de Comercio:

"El contrato de prenda confiere al acreedor el derecho de hacerse pagar con el valor de la cosa empeñada con preferencia a los demás acreedores."

Artículo 4 de la Ley 22 de 1952, sobre Prenda Agraria:

"El contrato de prenda agraria podrá constituirse por escritura pública o privada; pero en ningún caso producirá efecto con relación a terceros, sino desde la fecha de su inscripción..."

Artículo 1556 del Código Civil:

"No surtirá efecto la prenda contra tercero si no consta la certeza de la fecha en instrumento público o de la manera que establece el artículo 882 del Código Judicial (actual artículo 859)."

Así las cosas, no puede reconocerse el cargo contenido en el Segundo Motivo que sustenta la Causal de fondo propuesta.

A través del Tercer Motivo, el Recurrente expone que, al reconocer que la prenda es oponible a COCLÉ AGRÍCOLA, S.A. y MOLINO SANTA ISABEL, S.A., el Tribunal Superior contradice el mandato según el cual sólo pueden ser objeto de contrato las cosas que no están fuera del comercio de los hombres.

En ese sentido, el Casacionista explica que, cuando se celebró el Contrato de Prenda, los bienes y la administración de COCLÉ AGRÍCOLA, S.A. y MOLINO SANTA ISABEL, S.A. estaban secuestrados, razón por la cual no podían ser objeto de dicho contrato de garantía.

La Sala considera nuevamente equivocado el planteamiento del Casacionista, primero, porque como explicó con anterioridad, la oponibilidad del Contrato de Prenda está determinada por ley, y segundo, porque el objeto del Contrato de Prenda lo es una equivalencia de 28,500 quintales de arroz nacional que fue entregada, según consideró demostrado el Ad quem, por PILADORA LAS MERCEDES, S.A. a MOLINO SANTA ISABEL, S.A. Es decir, no hay en la Resolución impugnada consideración alguna referente

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a que la prenda recayera sobre bienes de propiedad de COCLÉ AGRÍCOLA, S.A. o MOLINO SANTA ISABEL, S.A.

A través del Cuarto, Quinto y Sexto Motivo, el Recurrente en Casación censura que el Primer Tribunal Superior no haya tomado en consideración que el Contrato de Prenda Mercantil de Inventario, que justifica el levantamiento parcial del secuestro, adolece de una serie de defectos que producen su nulidad, y que no haya decretado de oficio dicha nulidad.

Al explicar los pretendidos vicios, sostiene que la prenda no fue entregada al acreedor prendario, como requieren el artículo 814 del Código de Comercio y el artículo 1554 del Código Civil, y que no pertenece en propiedad a la sociedad que la empeñó.

De la atenta lectura de la Resolución cuestionada por el Recurrente en Casación, se desprende claramente que no le asiste la razón en lo alegado. Veamos por qué.

Según la parte recurrente, la Resolución impugnada "estableció que los bienes dados en prenda por la empresa Piladora Las Mercedes, S.A., en virtud del Contrato de Prenda Mercantil suscrito con Primer Banco del Istmo, S.A., no tienen que ser entregados al acreedor".

Lo cierto es que el Tribunal Superior no formuló tal aseveración.

En la Resolución impugnada, el Ad quem expuso lo siguiente:

"Observa este Tribunal Superior que la sociedad incidentista, Primer Banco del Istmo, S.A., aportó como prueba dos Contratos de Línea de Crédito ... suscritos con Piladora Las Mercedes, S.A., garantizados por Contrato de Prenda Mercantil de Inventario .., en el que también se aprecia constancia de entrega y acuerdo de constitución de prenda, que da fe de la entrega al depositario de veintiocho mil quinientos (28,500) quintales de arroz nacional...

La revisión de las copias cotejadas por Notario Público de los tiquetes expedidos por Molino Santa Isabel, S.A. a Piladora Las Mercedes, S.A. en los meses de mayo, noviembre, diciembre del año 2007 y en los meses de enero y febrero de 2008 permite a este Tribunal Superior verificar el depósito por parte de Piladora Las Mercedes, S.A. de arroz en cáscara húmedo en los silos de Molino Santa Isabel, S.A. durante el mencionado período. Y es que, aún cuando pretenda el recurrente señalar que estos documentos sólo dan cuenta del servicio de pesaje que se le dispensó a Piladora Las Mercedes, S.A. dicho servicio encuentra justificación en el posterior depósito del arroz en los silos de la empresa que lo realiza ...

No ignora esta Magistratura el hecho de que el informe de visitas a clientes suscrito por el depositario establece que el inventario de arroz nacional que, al día 13 de mayo de 2008, mantenía Piladora Las Mercedes en el Silo No.1 de metal de propiedad de Molino Santa Isabel era de 16.500.00 (sic) quintales ..., es decir, una cantidad inferior a la pignorada, sin embargo, esta circunstancia, no es óbice para que se reconozca a la entidad bancaria el derecho que tiene sobre la totalidad del grano pignorado, puesto que se ha acreditado que el Contrato de Prenda suscrito ... recae sobre el inventario de un bien mueble fungible (arroz nacional) que, como tal, puede ser sustituido por otro de la misma calidad,

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especie, clase y valor y que no son entregados al acreedor antes bien son utilizados por el deudor, previo cumplimiento de ciertas formalidades (así se desprende de la cláusula quinta literal b, punto 3), para continuar con su actividad agrícola y así obtener los ingresos necesarios para hacerle frente a la obligación contraída con la entidad bancaria." (fs.186-189)

Como vemos, el Primer Tribunal Superior estableció, en primer lugar, que hubo entrega del bien dado en prenda al depositario designado por las partes en el Contrato de Prenda. Lo que contradice lo afirmado por el Recurrente.

Luego, al explicar por qué en determinada fecha se mantenía, en el Silo No.1 de metal de MOLINO SANTA ISABEL, S.A., una cantidad de arroz nacional inferior a la dada como garantía, el Ad quem indicó que ello obedecía a lo pactado en la cláusula quinta, literal b, punto 3, del referido Contrato, según la cual, el deudor podía vender, previo consentimiento del Banco, el arroz dado en prenda, con la obligación de abonar el 100% del precio estipulado a la deuda que mantiene con el mismo.

Como vemos, en ningún momento el Ad quem consideró que PILADORA LAS MERCEDES, S.A. podía mantener la tenencia del arroz dado en prenda, y tampoco consideró acreditado tal extremo, por lo que su decisión no puede en forma alguna infringir lo dispuesto en los artículos 814 del Código de Comercio y 1554 del Código Civil.

En cuanto al tema de la propiedad del arroz dado en prenda, el Ad quem manifestó lo siguiente:

"Por último, plantea el recurrente que el Contrato de Prenda suscrito entre Primer Banco del Istmo, S.A. (Banistmo) y Piladora Las Mercedes, S.A. no cumple con el requisito de validez establecido en el artículo 1548, numeral 2, del Código Civil y que consiste en que la cosa pignorada o hipotecada pertenezca en propiedad al que la empeña o hipoteca; sin embargo, tal argumento carece de efectividad a fin de evitar el levantamiento de la medida cautelar que pesa sobre los bienes pignorados, toda vez que la validez del mencionado acuerdo no es objeto de debate en este proceso."

Como vemos, el Ad quem no formuló planteamiento alguno en torno a la propiedad del arroz dado en prenda, ya que, como bien indicó, la validez del Contrato no es el objeto de debate en la incidencia.

Y la reclamación del Recurrente en Casación, en cuanto a que no decretó la nulidad de oficio, debe también ser desestimada, pues no puede la Sala, en atención a la Causal de violación directa de la ley, entrar a establecer si en el proceso obran pruebas manifiestas y suficientes que acrediten la reclamada nulidad absoluta del Contrato de Prenda.

En virtud de lo expuesto, la Sala considera que no se ha acreditado la Causal en el fondo propuesta, así como tampoco la infracción de las normas que sustentan esta Causal, por lo que procede al análisis de la Segunda Causal invocada en el presente Recurso de Casación.

SEGUNDA CAUSAL

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La Segunda Causal en el fondo alegada es la infracción de normas sustantivas de derecho por concepto de error de derecho en cuanto a la apreciación de la prueba que, según el recurrente, ha influido sustancialmente en lo dispositivo de la Resolución recurrida, y se sustenta en los Motivos que se transcriben a continuación:

"PRIMER MOTIVO: La resolución impugnada incurrió en error de derecho en la apreciación de las pruebas visibles desde las fojas 82 a 117 del cuadernillo del incidente, que corresponden a las copias de los tiquetes expedidos por Molino Santa Isabel, S.A. a Piladora Las Mercedes, S.A., y de las fojas 30-34 y 36-37, del mismo cuadernillo, que corresponden al Contrato de Prenda Mercantil de Inventario y la Constancia de Entrega y Acuerdo de Constitución de Prenda, respectivamente. El error en la valoración ocurrió porque, a partir de los primeros documentos mencionados, el Tribunal pudo verificar que el depósito del arroz tuvo lugar durante el periodo que comprende los meses de mayo, noviembre y diciembre de 2007 y en los meses de enero y febrero de 2008 (fs.187-188); y, en contraste, a partir de los segundos documentos en mención, concluyó que la prenda mercantil se encontraba válidamente constituida y que exhibía fecha cierta, el día 9 de febrero de 2007 (fs.186). El error evidente en la apreciación conjunta de documentos contradictorios y no concurrentes entre sí, influyó en lo dispositivo del fallo, porque dio por constituida la prenda en dos fechas distintas, las que le sirvieron de fundamento para ordenar el levantamiento del secuestro.

SEGUNDO MOTIVO: La sentencia censurada incurrió en error de derecho en la apreciación de la prueba al desfigurar, por cercenamiento y fragmentación, las copias de los tiquetes expedidos por Molino Santa Isabel, S.A. a Piladora Las Mercedes, S.A., visibles desde el folio 82 al 144 del cuadernillo del levantamiento de la medida cautelar, pues concluyó que si los recibos de las fojas 118 a 144 se relacionan con la compra de arroz de importación, luego entonces, el resto de los recibos debían referirse necesariamente a la compra de arroz nacional (fs.188); y, además, por suposición, al desprender de ellos información que no contienen, ya que tales documentos solo dan cuenta del servicio de pesaje de arroz y no de la constitución de la prenda mercantil. Si el juzgador no hubiera desfigurado la prueba documental, no habría podido concluir que con ella se daba por constituida la prenda sobre arroz nacional que sirvió para el levantamiento del secuestro." (f.263)

Las disposiciones legales presuntamente infringidas, según los cargos de injuridicidad contenidos en los Motivos transcritos, son los artículos 886, 781, 537 y 885 del Código Judicial, el artículo 1556 del Código Civil, y los artículos 814 y 815 del Código de Comercio.

CRITERIO DE LA SALA

Tal como viene expuesto, la segunda Causal en el fondo invocada en el presente Recurso es

la infracción de normas sustantivas de derecho por concepto de error de derecho en cuanto

a la apreciación de la prueba que, según el recurrente, ha influido sustancialmente en lo

dispositivo de la Resolución recurrida.

Page 38: Fallos de Nulidad Absoluta de Contratos

A través del Primer Motivo, el Recurrente en Casación expone que el Tribunal Superior valoró incorrectamente documentos que resultaban contradictorios, lo que le llevó a establecer dos fechas distintas de constitución de la prenda que el banco incidentista pretende hacer valer.

En ese sentido, y al explicar la infracción a los artículos 781 y 886 del Código Judicial, el Casacionista advierte que el Ad quem le reconoció "fuerza probatoria a documentos contradictorios entre sí, sin más apoyo en el material fáctico gravitante en el cuadernillo del incidente".

La Sala considera que no le asiste la razón al Recurrente en cuanto al cargo endilgado, por las razones que se exponen a continuación.

Según el Casacionista explica, del Contrato de Prenda Mercantil de Inventario, visible de fojas 30 a 34, y la Constancia de Entrega y Acuerdo de Constitución de Prenda, visible de fojas 36 a 37, el Tribunal Superior estableció una fecha de constitución de la prenda; y de las copias de los tiquetes expedidos por MOLINO SANTA ISABEL, S.A. a PILADORA LAS MERCEDES, S.A., visibles de fojas 82 a 117, estableció otra fecha de constitución de la prenda.

Lo cierto es que la Resolución impugnada estableció como fecha cierta de constitución de la prenda, entendiendo por tal, en atención al artículo 859 del Código Judicial, la fecha desde cuando puede el documento contentivo del contrato contarse respecto de terceros, el 9 de febrero de 2007, y no dos fechas distintas, como señala el Casacionista.

Veamos lo expuesto a partir de la foja 186 del presente cuadernillo por el Ad quem:

"Observa este Tribunal Superior que la sociedad incidentista, Primer Banco del Istmo, S.A., aportó como prueba dos Contratos de Línea de Crédito ... suscritos con Piladora Las Mercedes, S.A., garantizados por Contrato de Prenda Mercantil de Inventario que reposa a fojas 30-34 del cuadernillo, en el que también se aprecia constancia de entrega y acuerdo de constitución de prenda, ... Estos documentos, a juicio de la Sala, permiten afirmar que la prenda mercantil, que sustenta la petición de levantamiento de secuestro y exclusión de bienes pignorados, se encuentra válidamente constituida y además exhibe fecha cierta siendo ésta, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 859 del Código Judicial, el día 9 de febrero de 2007 (fj.34), por lo que constituye un contrato que, al tenor del artículo supra citado, es oponible a terceros."

Como puede verse, el Tribunal Superior, luego de examinados los documentos visibles de fojas 30 a 34 y 33 a 37, estableció como fecha cierta de constitución de la prenda el 9 de febrero de 2007 (fecha que aparece en el sello de autenticación de firmas estampado por el Notario Público Primero del Circuito de Veraguas.)

Con posterioridad, al entrar al análisis relativo a si los bienes objeto del secuestro practicado por el Recurrente en Casación son los mismos que fueron pignorados por PILADORA LAS MERCEDES, S.A. a favor de PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A., el Primer Tribunal Superior manifestó lo siguiente:

Page 39: Fallos de Nulidad Absoluta de Contratos

"Ahora bien, arguye la recurrente que no se acreditó que los bienes objeto del secuestro sean aquellos pignorados (28,500 quintales de arroz nacional) ...

La revisión de las copias cotejadas por Notario Público de los tiquetes expedidos por Molino Santa Isabel, S.A. a Piladora Las Mercedes, S.A. en los meses de mayo, noviembre, diciembre del año 2007 y en los meses de enero y febrero de 2008 permite a este Tribunal Superior verificar el depósito por parte de Piladora Las Mercedes, S.A. de arroz en cáscara húmedo en los silos de Molino Santa Isabel, S.A. durante el mencionado período" (f.187)

De lo anterior se colige que el análisis probatorio de los documentos visibles de fojas 82 a 117 estuvo orientado a establecer, no la fecha de constitución de la prenda a favor del banco incidentista, como sugiere el Casacionista, sino la recepción por parte de MOLINO SANTA ISABEL, S.A. del arroz dado en prenda por PILADORA LAS MERCEDES, S.A. A través de dicho análisis, el Tribunal de la Alzada logró determinar que en un periodo posterior al de constitución de la prenda (de mayo a diciembre de 2007 y de enero a febrero de 2008), y anterior a la práctica del secuestro solicitado por el hoy Recurrente en Casación (21 de julio de 2008), el molino recibió efectivamente de la piladora arroz nacional que, a su vez, había sido dado en prenda por esta última a favor de la entidad bancaria incidentista.

Lo anterior no contradice lo ya expresado por el Tribunal Superior en cuanto a la fecha de constitución de la prenda, ni tampoco afecta la validez del Contrato de Prenda Mercantil o de la Constancia de Entrega y Acuerdo de Constitución de Prenda, ambos de 9 de febrero de 2007, toda vez que, como el Ad quem explicó también, la cláusula quinta, literal b, numeral 3, del Contrato de Prenda Mercantil de Inventario celebrado entre PILADORA LAS MERCEDES, S.A. y PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A., permitía a la piladora, previo el cumplimiento de ciertas formalidades, disponer del arroz para obtener los ingresos necesarios para hacerle frente a la obligación contraída.

Por lo expuesto, la Sala considera que no se ha acreditado la ocurrencia del yerro probatorio expuesto en el Primer Motivo que sustenta la Segunda Causal de fondo alegada por el Recurrente en Casación.

Corresponde ahora el análisis del Segundo Motivo, a través del cual el Casacionista alega que el Tribunal de Segunda Instancia desfiguró el valor probatorio, por cercenamiento y fragmentación, de las copias de los tiquetes expedidos por MOLINO SANTA ISABEL, S.A. a PILADORA LAS MERCEDES, S.A., visibles de fojas 82 a 144, al concluir que si los mismos se relacionan con la compra de arroz de importación, luego entonces, el resto de los recibos se refieren necesariamente a la compra de arroz nacional; y por suposición, al desprender de ellos información que no contienen, todo lo cual le llevó a dar por probada la constitución de la prenda que sirvió para el levantamiento del secuestro.

La Sala observa que el Casacionista reincide en el error advertido con anterioridad, pues, como ya se explicó, el análisis probatorio efectuado por el Tribunal Superior de las copias de los tiquetes, visibles de fojas 82 a 144, no tuvo que ver con la probanza de la constitución de la prenda, ya que para ello, examinó el Contrato de Prenda y la Constancia de la Entrega y Acuerdo de Constitución. Las referidas copias fueron examinadas con el fin de establecer la recepción por parte de MOLINO SANTA ISABEL, S.A. del arroz dado en prenda.

Con relación a dichas copias, el Ad quem señaló en la Resolución impugnada lo siguiente:

"... arguye la recurrente que no se acreditó que los bienes objeto del secuestro sean aquellos pignorados (28,500 quintales de arroz nacional) ..., que los tiquetes aportados por

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el depositario Rigoberto Delfín Peña Ríos no distinguen si se trata de arroz importado o nacional o si este (sic) reposaba en silos de metal o de concreto, destacando que el contrato hace alusión expresa al arroz nacional.

La revisión de las copias cotejadas por Notario Público de los tiquetes expedidos por Molino Santa Isabel, S.A. a Piladora Las Mercedes, S.A. ... permite a este Tribunal Superior verificar el depósito por parte de Piladora Las Mercedes, S.A. de arroz en cáscara húmedo en los silos de Molino Santa Isabel, S.A... Y es que, aún cuando pretenda el recurrente señalar que estos documentos sólo dan cuenta del servicio de pesaje que se le dispensó a la Piladora Las Mercedes, S.A., dicho servicio encuentra justificación en el posterior depósito del arroz en los silos de la empresa que lo realiza y para lo cual resulta fundamental precisar su peso ... Ciertamente, los recibos en comentario no refieren que el arroz depositado en los silos de Molino Santa Isabel, S.A. es nacional, sin embargo, se observa que los recibos que reposan de folios 118 a 144 del cuadernillo, relacionados con la compra de arroz de importación, omiten detallar la persona a la que se le adquiere dicho grano, lo que permite concluir que aquellos recibos que presentan esta información refieren la compra de arroz nacional.

No ignora esta Magistratura el hecho de que el informe de visitas a clientes suscrito por el depositario establece que el inventario de arroz nacional que, al día 13 de mayo de 2008, mantenía la Piladora Las Mercedes en el Silo No.1 de metal de propiedad de Molino Santa Isabel era ..., una cantidad inferior a la pignorada, sin embargo, esta circunstancia, no es óbice para que se reconozca a la entidad bancaria el derecho que tiene sobre la totalidad de grano pignorado, puesto que se ha acreditado que el Contrato de Prenda suscrito ... recae sobre el inventario de un bien mueble fungible (arroz nacional) que, como tal, puede ser sustituido por otro de la misma calidad, especie, clase y valor ..." (f.187)

Las copias de los tiquetes, cuyo valor probatorio se examina, fueron aportadas al Incidente, durante la Audiencia celebrada el 12 de septiembre de 2008 (f.66), por Rigoberto Peña, depositario designado en el Contrato de Prenda Mercantil de Inventario celebrado entre la entidad bancaria incidentista y PILADORA LAS MERCEDES, S.A.

En su declaración testimonial, el señor Peña manifestó que el arroz pignorado ingresó a los silos de MOLINO SANTA ISABEL, S.A. y que en sus visitas periódicas al molino verificó la existencia del inventario ingresado, la cual se corrobora "con un tiquet de recibo de entrega que mantenemos en custodio (sic) desde el 2006, los cuales constan en numeraciones de la compra del arroz., para saber en realidad el desembolso de la compra de arroz, mediante la pignoración" y para probar lo dicho aportó las copias de los referidos tiquetes, aclarando que los originales eran entregados a PILADORA LAS MERCEDES, S.A. para efectos contables.

Luego de analizar la documentación presentada, el Primer Tribunal Superior concluyó que los tiquetes, no sólo daban cuenta del pesaje del arroz de PILADORA LAS MERCEDES, S.A., sino también de su entrega y depósito en MOLINO SANTA ISABEL, S.A., conclusión con la que coincide esta Sala, pues, si fuese de otra manera, no se justificaría que el depositario del arroz dado en prenda mantenga en custodia esta documentación.

Ahora bien, lo que el Recurrente censura es que el Ad quem haya entendido que los recibos que no se relacionan con la compra de arroz de importación, refieren, entonces, la compra de arroz nacional.

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Para establecer si, en efecto, como el Casacionista asegura, se desfiguró el medio probatorio bajo análisis, la Sala debe referirse a la declaración testimonial de Rigoberto Peña, depositario del arroz pignorado a favor de la entidad bancaria incidentista.

En ese sentido, tenemos que, a pregunta sobre si conocía qué tipo de arroz nacional o extranjero ingresó a los silos ubicados en la Finca No.10769, el señor Peña manifestó que a los silos habían ingresado tanto arroz nacional como importado (f.72, cuarta pregunta). Es decir, el testigo se refiere a la entrega tanto de arroz nacional como importado y presenta la documentación para demostrar la entrega en depósito.

En el cuadernillo no se observa prueba alguna que contradiga lo aseverado o que demerite el valor probatorio de las copias aportadas por el depositario.

Recordemos que nuestro ordenamiento jurídico establece el deber de cada parte de probar los hechos o datos que constituyen el supuesto de hecho de las normas que les son favorables, y lo cierto es que no se ha demostrado en forma alguna que el arroz dado en prenda no se encuentra en los silos de propiedad de MOLINO SANTA ISABEL, S.A.

Además, cabe advertir que ni MOLINO SANTA ISABEL, S.A., propietaria de los silos, ni COCLÉ AGRÍCOLA, S.A., propietaria de la finca donde se encuentran ubicados los mismos, han alegado ser las propietarias del arroz cuyo secuestro pretende levantarse.

De esta manera, la Sala considera que la valoración probatoria de los recibos o tiquetes visibles de fojas 82 a 144 del presente cuadernillo, realizada por el Tribunal de Segunda Instancia, encuadra dentro de los parámetros establecidos en el artículo 781 del Código Judicial que consagra el principio de la sana crítica, pues dicho Tribunal Colegiado ha expuesto razonadamente el examen del elemento probatorio.

En consecuencia, esta Sala debe resolver que no se han configurado los cargos de injuridicidad ni las violaciones a las normas de los Códigos Civil, de Comercio y Judicial endilgadas por el Casacionista a la Resolución recurrida, por lo que procede desestimar también por infundada la Causal de infracción de normas sustantivas de derecho, por concepto de error de derecho en cuanto a la apreciación de la prueba, objeto del presente Recurso de Casación.

En virtud de lo anterior, la Corte Suprema, SALA DE LO CIVIL, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, NO CASA la Resolución de 26 de enero de 2009, dictada por el Primer Tribunal Superior del Primer Distrito Judicial de Panamá, dentro del Incidente de Levantamiento de Secuestro incoado por PRIMER BANCO DEL ISTMO, S.A. dentro de la Medida Cautelar de Secuestro propuesta por REINMAR ALBERTO TEJEIRA ROBINSON contra DISTRIBUIDORA PALO ALTO, S.A., TESKO, S.A., MOLINO SANTA ISABEL, S.A., COCLÉ AGRÍCOLA, S.A., BORIS REINMAR TEJEIRA AROSEMENA, JAVIER FILEMÓN TEJEIRA PULIDO y JAVIER TEJEIRA MUÑOZ.

, se Las costas del Recurso de Casación, tal como dispone el artículo 1196 del Código Judicial fijan en la suma de setenta y cinco balboas (B/.75.00).

Notifíquese y Devuélvase,OYDÉN ORTEGA DURÁNALBERTO CIGARRUISTA CORTEZ -- HARLEY J. MITCHELL D.

SONIA F. DE CASTROVERDE (Secretaria)

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SOLINO MARCIAGA SAMANIEGO RECURRE EN CASACIÓN EN EL JUICIO ORDINARIO DE OPOSICIÓN QUE LE SIGUE A ISIDORA MARÍA MARCIAGA RODRÍGUEZ. MAGISTRADO PONENTE: RAÚL TRUJILLO MIRANDA. PANAMÁ, DIECISÉIS (16) DE OCTUBRE DE MIL NOVECIENTOS NOVENTA Y UNO (1991).

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. SALA CIVIL.

VISTOS:

Dentro del juicio ordinario de oposición promovido por SOLINO MARCIAGA SAMANIEGO en contra de ISIDORA MARÍA MARCIAGA RODRÍGUEZ, el apoderado judicial de la parte demandante presentó recurso de casación en contra de la sentencia dictada el 14 de marzo de 1991 por el Tribunal Superior de Justicia del Cuarto Distrito Judicial. Llegado el expediente a esta Corporación, se procedió a cumplir con los trámites de escuchar a las partes acerca de la admisibilidad, acceder a la misma y conceder los términos correspondientes para que se alegara sobre el fondo del recurso. Las partes no aprovecharon la oportunidad que le otorga el artículo 1170 del Código Judicial, por lo que procede entrar a resolver sobre el fondo.

El demandante ha presentado un recurso de casación en el fondo, alegando como única causal la infracción de normas sustantivas de derecho por error de derecho en la apreciación de la prueba, la cual está consagrada en el artículo 1154 del Código Judicial.

Se fundamenta esta causal en cinco motivos que se transcriben, por estar relacionados todos entre sí:

"PRIMERO: Mediante sentencia de 14 de marzo de 1991, del Tribunal Superior del Cuarto Distrito Judicial, se le da pleno valor probatorio a la prueba documental contentiva de un contrato de Compra y Venta (fs. 35), de un lote de terreno, casa y mejoras, ubicado en Monagrillo, Distrito de Chitré, Provincia de Herrera, que no aparece rubricado con la firma del señor SOLINO MARCIAGA SAMANIEGO, recurrente quien no sabe leer ni escribir y por esta razón el Notario de Circuito de Herrera debió designarle un testigo de abono para que firmara por el presunto vendedor. Al omitirse este formalidad, el contrato ha sido presentado al proceso viciado de nulidad absoluta.SEGUNDO: La Sentencia recurrida le da plena prueba a un contrato viciado de nulidad absoluta, por falta de consentimiento, porque dicho convenio no ha sido firmado ante el Notario, como equivocadamente se afirma en el fallo

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recurrido y tampoco ha sido reconocido por el demandante, a través de sus declaraciones vertidas dentro del proceso que nos ocupa.TERCERO: El fallo que se pide sea infirmado, le da validez de plena prueba, a una presunta huella digital del recurrente, que aparece adjunta a su nombre, cuando por el contrario, la ley advierte que cuando el otorgante no sepa firmar, el Notario le designará un testigo especial para que lo haga a su ruego y esta formalidad se pretermitió en el contrato que sirve de fundamento a la sentencia objetada. En ninguna parte la ley dice que la huella digital es supletoria de la firma.CUARTO: En la sentencia se soslaya que el recurrente no ha reconocido judicialmente el contrato, manifestó el demandante recurrente que "en ningún momento le he vendido nada, solamente cuando me llamaron para firmar allá en la Notaría y yo le pregunté que eso qué era y porqué yo tenía que firmar ese papel y no me dijeron; solamente me dijeron firme". (fs. 60). Sin embargo, una ligera inspección de dicho documento, nos revela que no ha sido firmado, situación que no se contempla en el fallo.QUINTO: El Tribunal Superior de Justicia debió declarar la nulidad absoluta del contrato de compra-venta, por falta de consentimiento de una analfabeta participante, quien en sus declaraciones, ha negado su consentimiento para el traspaso de sus legítimos derechos posesorios. Tampoco por otros medios se ha demostrado que la huella digital estampada, pertenece a mi representado".

Por otro lado, se invoca como normas infringidas el artículo 849 del Código Judicial y los artículos 1735, 1002, 1112 ordinal 1º, 1113 y 1143 del Código Civil.

Como puede apreciarse, el impugnador de la sentencia sostiene que el Tribunal Superior le hadado un valor que no tiene a un contrato de compraventa que celebraran las partes en este proceso. Se ha producido, de acuerdo a su opinión, la violación de la valoración probatorial al tener como auténtico un documento que se dice "... rubricado con la firma del señor SOLINO MARCIAGA SAMANIEGO, recurrente, ..." lo que, según el recurrente produce nulidad absoluta, ya que el mismo al no poder ser firmado por el vendedor, debió hacerse a través de un testigo especial. Agrega, además, que dicho documento no ha sido reconocido por el demandante a través de las declaraciones vertidas dentro del proceso. Concluye que, siendo nulo ese contrato, la fuerza probatoria que le otorga la sentencia no es la que le corresponde conforme a la ley. Como ha quedado expresado, pues, el ataque a la sentencia se circunscribe exclusivamente a la valoración que del documento privado ha realizado el juzgador de segunda instancia.

La sentencia que se impugna al apreciar el documento concluye que el mismo priva sobre las otras pruebas en atención a que, según se expone, "... el documento de venta debidamente notariado y reconocido es la prueba principal para determinar la veracidad de los hechos afirmados, ya que en ningún momento dentro de este proceso dicho documento fue tachado de falso, objetado, como tampoco se realizó ninguna acción para desvirtuar su contenido".

Analicemos este documento a la luz de las constancias procesales y las disposiciones legales.

La parte demandada, al dar contestación a la oposición al título solicitado que le formulara el señor SOLINO MARCIAGA SAMANIEGO, en memorial presentado ante el Tribunal el 6 de junio de 1990, adjuntó como prueba un documento privado, el cual contiene el supuesto contrato que celebrara SOLINO MARCIAGA SAMANIEGO, en su carácter de vendedor, e ISIDORA MARÍA MARCIAGA RODRÍGUEZ, en su carácter de compradora. Se está en presencia de una supuesta compraventa, en donde el primero de éstos declara ser dueño de los derechos posesorios sobre un lote de terreno de diez metros de frente por 60 metros de fondo, ubicado en Monagrillo, Distrito de Chitré, y sobre el cual tiene construida

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una edificación, bienes estos que da en venta a ISIDORA MARÍA MARCIAGA RODRÍGUEZ por la suma de MIL BALBOAS (B/.1,000.00). En ese contrato se declara que el vendedor recibió el precio de la compraventa y la compradora se encuentra en posesión de los bienes adquiridos.

Al final de este documento se indica que el mismo se firma en Chitré el 30 de agosto de 1985. No aparece la firma de SOLINO MARCIAGA SAMANIEGO, vendedor, y, en su lugar aparece una huella digital. Existe la firma de ISIDORA MARCIAGA RODRÍGUEZ.

Por último, consta una certificación notarial, comúnmente usada en las Notarías, con fecha 30 de agosto de 1985, firmada por el Notario y dos testigos. Esta certificación dice textualmente en letras de molde.

"Yo, JOSÉ CARIDE RUIZ, Notario Público de Herrera, con Cédula de Identidad Personal Nº 8-63-014, CERTIFICO: Que las firmas que aparecen en el documento que antecede han sido reconocidas por sus mismos dueños ante mí y ante los testigos que suscriben, y han manifestado los firmantes, que esas son las mismas firmas que siempre usan en todos sus actos públicos y privados".

Se nota, además, en la certificación, que escrito a mano se introdujo entre la segunda y tercera línea y después de la palabra "aparecen" lo siguiente:

"y la impresión digital".

El tribunal de la instancia, en resolución del 7 de junio de 1990, dispuso acoger la contestación de la demanda y abrir el negocio a pruebas y contrapruebas, concediéndoles un término de tres días para que se hicieran las objeciones correspondientes.

El demandante presentó pruebas el 15 de junio de 1990. La parte demandada lo hizo el 11 de junio de ese mismo año. En esas pruebas el demandante solicitó se llamara a declarar, cosa que hizo, a la parte actora. No se observa que la parte demandante hiciera alguna alusión sobre el documento en donde consta la supuesta compraventa acompañado con la contestación de la demanda.

Sostiene el recurrente que se viola el artículo 849 del Código Judicial por cuanto que se dejó de aplicar al caso. Indica que de conformidad a esta disposición cuando un documento no es firmado por una de las partes, sólo tendrá el valor que le corresponde si es reconocido expresamente por la parte a quien se le atribuye, cuestión que no ha sucedido en este caso. Sostiene, a su vez, que si bien es cierto que en el documento aparece una huella digital, la misma no puede ser sustitutiva de la firma.

La Sala no comparte la apreciación que de esta disposición legal hace el recurrente. En esta norma, si bien se contempla que cualquier documento no firmado tendrá valor si a quien se le atribuye lo reconoce expresamente, no es menos cierto que, por otro lado, existe en la misma disposición la oportunidad para demostrar que el documento no firmado proviene de la parte, utilizando los medios comunes de pruebas en concordancia con las otras pruebas del proceso y sujeto a la regla de la sana crítica.

Por ello, es conveniente determinar si se está frente o no al documento al cual se contrae el citado artículo 849 del Código Judicial que se dice infringido.

Sabido es que el artículo 1730 del Código Civil es tajante al expresar que "Harán fe las atestaciones que ante dos testigos hagan los Notarios al pie del documento privado". Esta excerta legal es clara y no deja duda en cuanto a su interpretación. En el Notario la ley deposita la fe pública respecto de los actos y contratos que ante él deben pasar, tal como lo señalan las disposiciones del Código Civil.

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La certificación del Notario Público de Herrera se refiere a que las firmas que existen en el documento han sido reconocidos por sus dueños e intercala en esa certificación la expresión "y la impresión digital". El documento aparece firmado por la compradora y, en donde debe firmar el vendedor, sólo consta una huella digital.

Ahora bien, tradicionalmente cuando una persona no sabe escribir se utiliza en reemplazo de su firma la huella de la impresión digital como aprobación del documento y se solicita a un tercero que firme a su ruego. No obstante, en algunas ocasiones se omite la firma del testigo a ruego. Vale la pena, frente a la forma en que se hizo la certificación del Notario Público de Herrera, acotar que el señor SOLINO MARCIAGA SAMANIEGO sí se presentó efectivamente ante la Notaría para autenticar el documento. Contrario a lo que expresa el recurrente en su motivo cuarto, el señor Marciaga Samaniego fue llamado para firmar a la Notaría, estuvo presente en la Notaría y aceptó dicho documento. Cuando habla en su declaración (fs. 60) que le dijeron que firmara y firmó, debe entenderse que para él su firma era la de poner su huella digital, tal como lo hizo. Esto lo ha hecho en este expediente al serle notificado en el Juzgado Municipal de Parita, el despacho que enviara el Juzgado Primero de Circuito de Herrera, según consta a foja 25 vuelta, y el poder que otorgara ante ese mismo juzgado, visible a fojas 26, en donde también puso su huella digital. No es atinente, en consecuencia, mantener el principio de que nos encontramos ante un documento no firmado, como pretende el recurrente; por el contrario, se trata de un documento privado, el cual se considera auténtico, por haber sido reconocido ante Notario (Art. 843 del Código Judicial). La sentencia no viola la norma procesal alegada en el recurso.

Respecto a la infracción del artículo 1735 del Código Civil, en donde se habla que debe firmar a ruego "... un testigo diferente de los instrumentales ...", es conveniente señalar que ello sólo es exigible para actos o contratos que quedan en el protocolo de la Notaría, cuestión diferente al caso que nos ocupa, en donde la función del Notario estaba condicionada a autenticar las firmas del vendedor y comprador, cuestión a la cual nos hemos referido anteriormente.

En cuanto a la violación del artículo 1002 del Código Civil, el cual, según se expone en el recurso, no se aplicó a la controversia, no ve la Corte en donde está la violación. Esta disposición se refiere a una condición sobre la ocurrencia de algún suceso en el futuro, cosa ajena totalmente al punto controvertido.

Respecto a los artículos 1112 y 1113 del Código Civil que se dicen infringidos porque hubo falta de consentimiento del vendedor, el documento privado, el cual adquirió calidad de auténtico por la certificación notarial, implica que es falsa tal afirmación. Es más, el recurrente ni siquiera ha atacado a través de todo el proceso, la falta de consentimiento que aparece en este documento al punto de que, en la oportunidad que le concede la legislación procesal para impugnarlo, omitió toda actividad que pudiere llevar a aceptar que tal consentimiento no se hubiere otorgado. De aquí que, tampoco pueda violarse el artículo 1143 del Código Civil, en forma directa, por no aparecer en dicho contrato ninguna de las condiciones para declararse la nulidad absoluta expresada en dicha disposición legal.

Queda claramente establecido que no se ha dado la causal de fondo alegada.

Por todo lo expuesto, la Corte suprema, Sala de lo civil, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, NO CASA la sentencia dictada por el Tribunal Superior del Cuarto Distrito Judicial, el 14 de marzo de 1991, en el juicio de oposición propuesto por SOLINO MARCIAGA SAMANIEGO en contra de ISIDORA MARÍA MARCIAGA RODRÍGUEZ.

Las obligantes costas de casación que debe pagar el recurrente se fijan en la suma de DOSCIENTOS BALBOAS (B/.200.00) solamente.

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Cópiese, Notifíquese y Devuélvase.

 (fdo.) RAÚL TRUJILLO MIRANDA

(fdo.) CARLOS LUCAS LÓPEZ

(fdo.) RODRIGO MOLINA A.

 (fdo.) SONIA F. DE CASTROVERDE

Secretaria

MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. Y AURELIO DOPESO CARREIRO RECURREN EN CASACIÓN EN EL PROCESO ORDINARIO DECLARATIVO QUE LE SIGUEN A BANCO EXTERIOR, S. A. MAGISTRADO PONENTE: JOSÉ A. TROYANO. PANAMÁ, OCHO (8) DE SEPTIEMBRE DE DOS MIL (2000).

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. SALA DE LO CIVIL.

VISTOS:

Procede la Sala a decidir los méritos del recurso de casación interpuesto por la firma forense Berríos y Berríos, apoderada especial de MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. y AURELIO DOPESO CARREIRO, contra la sentencia proferida por el Tribunal Superior del Cuarto Distrito Judicial el 30 de noviembre de 1998, dentro del proceso ordinario promovido por la parte recurrente contra BANCO EXTERIOR, S. A.

El citado proceso ordinario se inició con la presentación de la demanda por parte de la sociedad MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. y el señor AURELIO DOPESO CARREIRO, ante el Juzgado Primero del Circuito de Herrera, con el objeto de que se hicieran las siguientes declaraciones:

"1. Que es nula por vicios del consentimiento la transacción judicial suscrita entre BANCO EXTERIOR, S. A. y AURELIO DOPESO CARREIRO, en su condición de Presidente y Representante Legal de la sociedad MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. y en su propio nombre y representación, el día 21 de noviembre de 1983, por intimidación, dolo y error.2. Que es nula por falta de causa la transacción judicial suscrita entre BANCO EXTERIOR, S. A. y AURELIO DOPESO CARREIRO, en su condición de Presidente y Representante Legal de la sociedad MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. y en su propio nombre y representación, el día 21 de noviembre de 1983.3. Que es nula por falta de objeto la transacción judicial suscrita entre BANCO EXTERIOR, S. A. y AURELIO DOPESO CARREIRO, en su condición de Presidente y Representante Legal de la sociedad MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. y en su propio nombre y representación, el día 21 de noviembre de 1983.4. Que BANCO EXTERIOR, S. A. está obligado a pagarle a MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. y AURELIO DOPESO CARREIRO, la suma de B/.427,795.29 en concepto de capital, más los intereses legales causados y los que se causen en el futuro.5. Que BANCO EXTERIOR, S. A. está obligado a pagarle a MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. y AURELIO DOPESO CARREIRO, además de la suma señalada en la declaración cuarta anterior, las costas y gastos del proceso." (Fs. 210-211)

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El Banco demandado contestó la demanda y, además, interpuso excepción de prescripción de la transacción impugnada. Por otra parte, el Licenciado Cristóbal Garrido Romero presentó incidente de cobro de honorarios profesionales que prestó como perito de la parte actora.

Una vez agotados los trámites procesales correspondientes, el Juzgado Primero de Herrera dictó Sentencia N°03-98 fechada 15 de enero de 1998, que resolvió lo siguiente:

"1- DENEGAR LA DEMANDA Y LAS DECLARACIONES PEDIDAS POR LA PARTE ACTORA;2- CONDENAR EN COSTAS A LA PARTE ACTORA EN LA SUMA DE QUINIENTOS BALBOAS B/500.00;3- DECLARAR NO PROBADA LA EXCEPCION DE PRESCRIPCION ALEGADA POR LOS APODERADOS DEL BANCO EXTERIOR, S. A.:4- DECLARAR QUE SE HA PROBADO LA INCIDENCIA DE COBROS DE HONORARIOS PRESENTADA POR EL LIC. CRISTOBAL GARRIDO ROMERO, POR LO QUE LA PARTE DEMANDANTE DEBERA CANCELAR LA SUMA DE QUINIENTOS BALBOAS B/500.00, EN CONCEPTO DEL SERVICIO PRESTADO". (F. 300)

La parte demandante apeló la citada sentencia y el Tribunal Superior del Cuarto Distrito Judicial la confirmó, en la decisión fechada 30 de noviembre de 1998 que ahora se impugna mediante el presente recurso de casación en el fondo.

La primera causal que se invoca es la infracción de normas sustantivas de derecho por violación directa, que ha influido sustancialmente en lo dispositivo de la resolución recurrida.

Los motivos que le sirven de fundamento plantean lo siguiente:

"1. El Tribunal de Segunda Instancia, confirmó el fallo del Juez de la causa, al violar directamente, las normas sustantivas de derecho que establecen los requisitos esenciales para la validez de los contratos, esto es, que el consentimiento de los contratantes no esté afectado "por error..., que la causa sea lícita y el objeto sea cierto" y en el caso sub judice se ha presentado una transacción en la que se establece una suma superior a la demandada según los hechos de la demanda y sin tomar en cuenta la aplicación de ciertas garantías realizadas por el Banco ejecutante.2. La decisión de Segunda Instancia violó directamente las normas sustantivas de derecho que consagran la necesidad de que el consentimiento no se dé por error, ya que, en la sentencia atacada no se toma en cuenta que el saldo adeudado al momento de la firma de la transacción no era de B/.427,795.29 sino de B/.214,000.00, de capital, tal como lo afirmó el Banco Exterior, S. A., en los hechos segundo y cuarto de su demanda, con lo cual se produce un error de cuentas en que se dobla la cantidad demandada y no se considera la aplicación de algunas garantías realizadas por el Banco ejecutante.3. La decisión de Segunda Instancia viola las normas sustantivas de derecho que establecen la necesidad de que la causa sea lícita; ya que, en la sentencia atacada se acepta una transacción que rebasa el petitum y los hechos de la demanda y en que todas las cláusulas son leoninas y sólo favorecen al demandante, con lo cual salta de bulto por (sic) el Banco ejecutante no tiene derecho a reclamar sumas adeudadas más allá de los señalados en la demanda y que en la transacción son abusivamente abultados." (F. 397)

Como consecuencia de los cargos expuestos anteriormente, la parte recurrente alega la violación de los artículos 1116, 1117 y 1507 del Código Civil.

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El artículo 1116 prescribe que es nulo el consentimiento prestado por error, violencia, intimidación o dolo. Por su parte, el primer párrafo del artículo 1117 señala que para que el error invalide el consentimiento, debe recaer sobre la sustancia de la cosa que fuere objeto del contrato, o sobre aquellas condiciones de la misma que hubiesen dado motivo a celebrarlo.

Por último, el artículo 1507 contempla que es nula la transacción en que intervenga error, dolo, violencia o falsedad de documentos.

La Sala observa que en esta causal los recurrentes sostienen que el fallo de segundo grado violó directamente las disposiciones antes mencionadas, al no tomar en consideración que el señor AURELIO DOPESO CARREIRO y MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. prestaron su consentimiento por error, cuando suscribieron la transacción con BANCO EXTERIOR, S. A. el 21 de noviembre de 1983, la cual es consultable a foja 216 y reverso.

Como sustento de esta afirmación señalan que la suma que ellos aceptaron deberle a BANCO EXTERIOR, S. A. en dicho pacto, es decir, cuatrocientos veintisiete mil setecientos noventa y cinco balboas con veintinueve centavos (B/427,795.29), es superior a la que fue reconocida por dicha institución bancaria en los hechos segundo y cuarto de la demanda presentada por ella contra MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. y AURELIO DOPESO CARREIRO, la cual ascendía a la cantidad de doscientos catorce mil balboas (B/.214,000.00).

En primer lugar, es preciso aclarar que la demandaa la que se refieren los recurrentes tenía una cuantía de trescientos cuarenta y nueve mil cuatrocientos setenta y dos balboas con noventa y dos centavos (B/.342,472.92) y no la que alegan los recurrentes.

En segundo lugar el Tribunal Superior manifestó en la decisión atacada que, mediante los informes de los peritos que participaron en la inspección judicial realizada en los archivos del BANCO EXTERIOR, S. A., los cuales son consultables a fojas 274-276, se había comprobado que al momento de suscribir la mencionada transacción, MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. le adeudaba a dicha entidad bancaria la suma de cuatrocientos trece mil balboas (B/413,000.00), de lo cual se colige que dicha transacción tenía por objeto una obligación por un monto similar al que se reconoció en la transacción.

Cabe señalar también que el artículo 1500 del Código Civil, define la transacción como un contrato por medio del cual las partes, dando, prometiendo o reteniendo cada una alguna cosa, evitan la provocación de un pleito o ponen término al que habían comenzado.

En el caso que nos ocupa, en la transacción suscrita entre MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. y AURELIO DOPESO CARREIRO por una parte y, por la otra, BANCO EXTERIOR, S. A., este último acordó ponerle fin al proceso ordinario que habían presentado contra los primeros, a cambio de lo cual éstos prometieron cumplir con su obligación en los términos allí pactados, situación que no contradice el tenor de la citada disposición legal.

La Sala estima que el solo hecho de que la transacción se pactara por una suma superior a aquella por la cual habían sido demandados los recurrentes, no constituye razón suficiente para concluir que éstos prestaron su consentimiento por error y que, en consecuencia, se deba declarar la nulidad de dicho contrato, ya que tal proceder no afecta su validez.

Por último, es preciso aclarar que tampoco se ha probado la existencia de un error de cuentas como alegan los recurrentes, error que, en todo caso y en su momento, únicamente habría dado lugar a su corrección y no a la nulidad absoluta del contrato, al tenor de lo dispuesto en el último párrafo del artículo 1117 del Código Civil

En vista de lo anterior, debe concluirse que el fallo de segundo grado no incurrió en la violación directa de los artículos 1116, 1117 y 1507 del Código Civil.

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La segunda causal consiste en la infracción de las normas sustantivas de derecho por error de hecho en cuanto a la existencia de la prueba, que ha influido sustancialmente en lo dispositivo de la resolución recurrida.

Los motivos que le sirven de fundamento son del tenor siguiente:

"1. El Tribunal de Segunda Instancia confirmó la sentencia apelada sin tomar en cuenta, a pesar de constar en autos, la confección (sic) en que incurre el Banco Exterior, S. A., al estructurar el petitum y los hechos de la demanda presentada contra la sociedad Mayorista de Azuero, S. A., y en la que establece claramente que el préstamo por la suma de B/.390,000.00 se redujo, "después de aplicarse parte de las garantías, dicha obligación presenta un saldo de ciento noventa mil balboas con 00/100 (B/190,000.00)."2. El Tribunal de la Alzada, al confirmar el fallo apelado, tampoco tomó en cuenta, a pesar de constar en autos, que el propio Banco Exterior, S. A., en la demanda presentada contra Mayorista de Azuero, S. A., había confesado, con sus actos, que la sociedad demandada le adeudaba únicamente, el 13 de octubre de 1983, la suma de B/.214,000.00 de capital y la suma de B/.11,472.92 de interés calculados a la rata del 16.75%.3. El error de hecho antes anotado, al no tomarse en cuenta en la sentencia cuestionada la confesión hecha por el Banco Exterior, S. A., al estructurar el petitum y los hechos de su demanda del 13 de octubre de 1983, ha llevado al Tribunal de la alzada a desconocer la reina de las pruebas (la confesión), lo cual ha influido, sin la menor duda, en lo dispositivo del fallo atacado por el presente recurso extraordinario". (F. 399)

Como consecuencia de los errores probatorios mencionados en los motivos, la parte recurrente afirma que el fallo de segundo grado violó los artículos 769 y 882 del Código Judicial y 1507, 1116 y 1117 del Código Civil.

Los recurrentes sostienen que el Tribunal Superior no tomó en cuenta en la sentencia impugnada el documento visible a fojas 27-28 y reverso, que contiene la demanda ordinaria interpuesta por BANCO EXTERIOR, S. A. contra MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. y AURELIO DOPESO CARREIRO el 13 de octubre de 1983 ante el Juzgado Primero del Circuito de Herrera, en el cual dicha entidad bancaria confesó que a esa fecha, la sociedad MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. le adeudaba únicamente la suma de B/214,000.00, más los intereses y no la cantidad que se establece en la transacción.

No obstante, al revisar la mencionada demanda la Sala advierte que dicho proceso ordinario que finalizó, precisamente, por razón de la transacción impugnada, tenía una cuantía de trescientos cuarenta y nueve mil cuatrocientos setenta y dos balboas con noventa y dos centavos (B/349,472.92) y no la suma que señalan los recurrentes, la cual aparece en uno de los hechos de dicho libelo como parte del fundamento de la pretensión, mas no como cuantía total de dicho negocio.

Por otra parte y como ya se señaló al analizar la primera causal de este recurso de casación, en el expediente constan los informes rendidos por los peritos que participaron en la diligencia de inspección ocular practicada a los archivos de BANCO EXTERIOR, S. A., los cuales son consultables de fojas 274 a 276. De acuerdo con dichas pruebas, la suma que MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. le adeudaba a dicha entidad bancaria en la fecha en que se suscribió la transacción, era de cuatrocientos trece mil balboas (B/413,000.00).

En estas circunstancias, la Sala estima que el Tribunal Superior no incurrió en error de hecho en cuanto a la existencia de la prueba atacada y, no existiendo otros cargos que considerar, concluye que se debe descartar también esta segunda causal.

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En mérito de lo anteriormente expuesto, la CORTE SUPREMA, SALA DE LO CIVIL, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, NO CASA la sentencia proferida por el Tribunal Superior del Cuarto Distrito Judicial el 30 de noviembre de 1998, dentro del proceso ordinario instaurado por MAYORISTAS DE AZUERO, S. A. y AURELIO DOPESO CARREIRO contra BANCO EXTERIOR, S. A.

Las costas de casación se fijan en la suma de quinientos balboas (B/500.00).

Cópiese y Notifíquese.

 (fdo.) JOSE A. TROYANO

(fdo.) ROGELIO A. FABREGA Z.

(fdo.) ELIGIO A. SALAS

 (fdo.) SONIA F. DE CASTROVERDE

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MANUEL ANTONIO CABALLERO RECURRE EN CASACIÓN EN EL PROCESO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA QUE LE SIGUE A JOSÉ ALBERTO VILLARREAL Y MIRNA QUINTERO RICO. MAGISTRADO PONENTE: ROGELIO A. FÁBREGA Z. PANAMÁ, OCHO (8) DE ENERO DE DOS MIL UNO (2001).

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. SALA DE LO CIVIL.

VISTOS:

Mediante Auto de 21 de noviembre de 2000, esta Sala declaró admisible el recurso de casación en el fondo interpuesto por el licenciado JULIO ANTONIO CANDANEDO, en nombre y representación de MANUEL ANTONIO CABALLERO, dentro del proceso ordinario declarativo que se le siguen a JOSÉ ALBERTO VILLARREAL y MIRNA QUINTERO RICO.

El recurso se interpuso contra la Sentencia de fecha 30 de agosto de 2000, dictada por el Tribunal Superior del Tercer Distrito Judicial, por la cual confirma la Sentencia Nº50, de 1º de junio de 1998, proferida por el Juzgado Segundo de Circuito de David, Chiriquí, en la cual niega las declaraciones pedidas por la parte demandante.

Agotada la fase de admisibilidad del recurso, y precluído el término de alegatos de tres días para cada parte, siendo aprovechado sólo por la parte opositora al recurso, esta Superioridad procede a dictar la sentencia de mérito, no sin antes verter las siguientes consideraciones:

ANTECEDENTES

La historia del caso consiste en que el señor MANUEL ANTONIO CABALLERO interpuso por medio de su apoderado judicial demanda ordinaria declarativa contra los señores JOSÉ ALBERTO VILLARREAL y MIRNA QUINTERO RICO, a fin de que se formulen las siguientes declaraciones:

"A. Que es nulo, de nulidad absoluta el Contrato de Compraventa celebrado entre MANUEL ANTONIO CABALLERO, JOSÉ ALBERTO VILLARREAL VERGARA y MIRNA QUINTERO RICO contenido en la Escritura Pública Nº392 de 6 de abril de 1992, de la Notaría Tercera del Circuito de Chiriquí, en relación a la Finca Nº1831, inscrita al Tomo 151, Folio 322, Asiento 4, Provincia de Chiriquí, de la Sección de la Propiedad del Registro Público. Porque los compradores no han pagado el precio acordado y el Documento Notarial contentivo de la Compraventa no cumple con los requisitos de Ley.B. Que como consecuencia de la declaración anterior se ordene a la Dirección General del Registro Público cancelar la inscripción de la Finca 1831, Tomo 151, Folio 322, Asiento 4, Sección de la Propiedad de la Provincia de Chiriquí, a favor de JOSÉ ALBERTO VILLARREAL VERGARA, portador de la cédula Nº3-38-354 y MIRNA QUINTERO RICO, portadora de la cédula Nº4-71-571 y en su lugar, la reinscriba a nombre de MANUEL ANTONIO CABALLERO, portador de la cédula 4AV-146-45.C. Que en caso de oposición, se condene a los demandados en costas, gastos e intereses."

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Luego de admitida la demanda, se le corrió traslado a la parte demandada, JOSÉ ALBERTO VILLARREAL y MIRNA QUINTERO RICO, quienes contestaron la misma, presentando sólo éstos, escrito de alegato.

Posteriormente, el Juzgado Segundo de Circuito de Chiriquí, mediante Sentencia Nº50, de 1º de junio de 1998 (véase fojas 36-38), decidió negar las declaraciones pedidas por la parte demandante, fijándose costas a cargo de la parte actora e+n la suma de DOS MIL SEISCIENTOS BALBOAS (B/.2,600.00).

Esa decisión fue apelada por la parte demandante, por lo que el Tribunal Superior del Tercer Distrito Judicial mediante Resolución de 30 de agosto de 2000, impugnada en casación, confirma la sentencia de primera instancia, condenándose en costas a la parte apelante en la suma de MIL DOSCIENTOS BALBOAS (B/.1,200.00). (véase fojas 232-242)

CONTENIDO DEL RECURSO

Se trata de un recurso de casación en el fondo, del cual fue admitida la única causal: "infracción de normas sustantivas de derecho, por error de derecho, en cuanto a la apreciación de la prueba, lo que ha influido sustancialmente en lo dispositivo de la resolución impugnada". Seguidamente pasa la Sala al examen de la causal invocada y, consecuentemente, al estudio de la cuestión de legalidad planteada en ella.

Dicha causal se funda en un único motivo, que a continuación se reproduce:

"La Sentencia de 30 de agosto del año 2000 dictada por el Tribunal Superior del Tercer Distrito Judicial, a que se refiere este Recurso de Casación, no pondera en forma adecuada y lógica la certificación o constancia notarial que aparecen a foja 209 de los Autos, relativas a manifestación o atestación que hace fe pública, por cuanto que no le concede el valor que como documento público tiene tal certificación notarial. La apreciación y ponderación errada que el Tribunal le da a dicho elemento de convicción lo lleva a presumir que las señoras ESPERANZA GONZÁLEZ y JOBITA MONTENEGRO no eran subalternas o dependientas del Notario Tercero del Circuito de Chiriquí, para el mes de abril de 1992; circunstancia esta que claramente surge del documento público mencionado."

En adición, el recurrente cita como disposiciones legales infringidas y explica cómo lo han sido han sido, los artículos 770 y 823 del Código Judicial, y, los artículos 1736 y 5 del Código Civil.

CRITERIO DE LA SALA

De acuerdo al casacionista, el cargo de injuridicidad que le atribuye a la sentencia consiste en que el Tribunal Superior, en razón del apreciar y ponderar la prueba documental referente a una constancia notarial, no se inteligencia lógicamente el contenido de la misma, toda vez que el elemento de convicción en referencia determina fehacientemente que tanto JOBITA MONTENEGRO como ESPERANZA GONZÁLEZ, eran subalternas o dependientas tanto de la Notaría Primera como de la Notaría Tercera, ambas del Circuito de Chiriquí, para el mes de abril de 1992; toda vez que prestaban servicios como secretarias y testigos instrumentales; verdad jurídica ésta que no puede desestimarse sobre la base de que el actual Notario Primero del Circuito de Chiriquí, no laboraba en el mes de abril de 1992.

Argumenta el recurrente, que se violó directamente por omisión el artículo 823 del Código Judicial que establece, que los documentos hacen fe de su otorgamiento, de su fecha, y de las certificaciones que en ellos haga el servidor que los expidió, por lo que descarta al

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evaluar o ponderar la constancia notarial visible a foja 209 del expediente, la fuerza probatoria que deviene de tal documento público.

Continúa expresando el casacionista en señalar que la sentencia objetada infringió directamente por comisión el artículo 1736 del Código Civil, referente a que los subalternos, dependientes o domésticos del Notario no pueden ser testigos instrumentales; a pesar de haber sido transcrito y comentado en la sentencia recurrida, ponderándose en forma incorrecta la constancia notarial.

Finalmente, el recurrente objeta la sentencia de segunda instancia, ya que al estar debidamente acreditado en autos la condición de subalternos o dependientes de JOBITA MONTENEGRO y ESPERANZA GONZÁLEZ, de la Notaría Tercera del Circuito de Chiriquí, para el mes de abril de 1992, el Tribunal Superior no determina la nulidad del instrumento público que sirve de soporte al contrato de compra venta que recoge la Escritura Nº392, de 6 de abril de 1992, de la Notaría Tercera de Circuito de Chiriquí, en razón de la ponderación o evaluación indebida de la constancia notarial visible a foja 209.

La Sala considera necesario exponer, en síntesis, los argumentos utilizados por el Tribunal Superior en la sentencia impugnada que lo llevaron a concluir en la misma decisión del juzgador de primera instancia, es decir, que niega las declaraciones pedidas por la parte demandante, dentro del proceso ordinario incoado por MANUEL ANTONIO CABALLERO contra JOSÉ ALBERTO VILLARREAL y MIRNA QUINTERO RICO, con la excepción de que se reformó solamente el aspecto de imposición de costas, en la que se tasó la suma de MIL DOSCIENTOS BALBOAS (B/.1,200.00).

El Tribunal Superior hace un recuento de los escritos de apelación y oposición a la sentencia de primera instancia, en que el demandante-casacionista alega que la Escritura Pública Nº392, de 6 de abril de 1992, corrida ante la Notaría Tercera del Circuito de Chiriquí es nula, ya que en la misma participaron como testigos instrumentales las señoras ESPERANZA GONZÁLEZ MORALES y JOBITA MONTENEGRO MARTÍNEZ, quienes eran subalternas o dependientes del Notario Tercero del Circuito de Chiriquí, contraviniendo de esta manera lo establecido en los artículos 5 y 1736 del Código Civil.

Por otro lado, el demandante-apelante sustentó en su momento oportuno que, a foja 209 del expediente consta nota de 8 de junio de 2000, suscrita por el Notario Primero del Circuito de Chiriquí, licenciado RAMÓN BARTOLÍ, mediante la cual comunica que las Notarías Primera y Tercera comparten un mismo local y que las personas que prestan servicios en esas oficinas son remuneradas en base a un porcentaje de la utilidad de cada escritura que redactan, y que pudo investigar que todo el personal, incluyendo a las señoras ESPERANZA GONZÁLEZ y JOBITA MONTENEGRO prestaban servicios como secretarias y testigos instrumentales en el mes de abril de 1992, y que para la fecha antes indicada para efectos del régimen de seguridad social estaban bajo el amparo patronal del Notario Primero.

En cambio, las demandadas alegaron en su escrito de oposición a la apelación, el hecho de que la legislación panameña consagra el principio de que no existirá nulidad a menos que una norma expresamente establezca esta sanción, por lo que el hecho de que los testigos sean empleados de un notario, cosa que no acepta en el presente caso, puede ser un defecto de forma que no afecta el valor de la Escritura Pública.

También señalaron las demandadas-opositoras, que no se ha comprobado en autos que existía dependencia entre las testigos instrumentales que suscribieron la escritura pública y el Notario Tercero que expidió dicho instrumento, sino que el único jefe y la persona bajo la cual estaban amparadas en el régimen de seguridad social era el Notario Primero; y con relación a la nota expedida por este último, señala que dicho funcionario no era Notario para el año 1992, y las aseveraciones que realiza son de referencia, ya que a él no le constan de forma directa, por lo que no puede ser considerado.

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En otro aspecto, la sentencia impugnada señaló en su parte motiva, luego de transcribir el contenido del artículo 1736 del Código Civil, que hace referencia a que los subalternos o dependientes del Notario no pueden ser testigos instrumentales, así como analizar la definición que da el Código de Trabajo con relación a los términos subordinación y dependencia; que en el presente caso no se ha comprobado que las señora JOBITA MONTENEGRO y ESPERANZA GONZÁLEZ, para el mes de abril del año 1992 eran subalternas o dependían económicamente del Notario Tercero del Circuito de Chiriquí.

Lo anterior es así, por el hecho de que a fojas 207 y 208 del expediente, constan certificaciones expedidas por la Caja de Seguro Social donde se indica que las mencionadas señoras para el mes de abril de 1992 tenían como patrono a la Notaría Primera de Circuito, en relación con el régimen de seguridad social, por lo que las funcionarias aludidas no eran subalternas del Notario Tercero del Circuito de Chiriquí, sino del Notario Primero, de tal manera que al participar ellas como testigos instrumentales en la Escritura Nº392 de 6 de abril de 1992, de la Notaría Tercera del Circuito de Chiriquí, no se incurre en ninguna causal de nulidad.

Por otro lado, la sentencia impugnada expresa, en relación a la nota de 8 de junio de 2000, visible a foja 209, suscrita por el actual Notario Primero del Circuito de Chiriquí, licenciado Ramón S. Bartolí, que la misma no constituye una prueba eficaz para determinar si existía una relación laboral entre las funcionarias JOBITA MONTENEGRO y ESPERANZA GONZÁLEZ y el Notario Tercero del Circuito de Chiriquí, toda vez que es la Caja de Seguro Social quien tiene la información veraz sobre el particular; además de que el actual Notario Primero no ostentaba ese cargo para el año 1992, y la información suministrada en su nota es obtenida de otras personas, es decir, que no le consta directamente.

Expresó finalmente la sentencia del A-quo cuestionada, que en el evento de que se hubiera determinado que las mencionadas funcionarias eran subalternas de la Notaría Tercera del Circuito de Chiriquí para el año 1992, ello constituiría la nulidad del instrumento público, es decir, de la escritura, pero no la nulidad del contrato contenido en dicho documento, ya que como se ha establecido en reiteradas jurisprudencia, según el Tribunal Superior, la escritura pública es algo distinto del acto o contrato contenido en ella, por lo que no deben ser considerados como un sólo acto, ya que en realidad se está en presencia de dos actos jurídicos distintos.

De todo lo expuesto, la Sala advierte en primer lugar, que el Tribunal Superior apreció las pruebas según las reglas de la sana crítica, específicamente la prueba documental visible a foja 209 del expediente, contentiva de una constancia del Notario Primero del Circuito de Chiriquí, licenciado Ramón S. Bartolí A., de fecha 8 de junio de 2000, cuando expresó en la sentencia objetada que: "En relación a la nota visible a foja 209, suscrita por el actual Notario Primero del Circuito de Chiriquí, considera el tribunal que el mismo no constituye una prueba eficaz para determinar si existía una relación laboral entre las funcionarias tantas veces mencionadas y el Notario Tercero, toda vez que es la Caja de Seguro Social quien tiene la información veraz sobre el particular; además de que el actual Notario Primero no ostentaba ese cargo para el año 1992, y la información suministrada en su nota es obtenida de otras personas, es decir, que no le constan directamente". (Véase fojas 239-240)

En cuanto a la supuesta violación directa por omisión del artículo 823 del Código Judicial, esta Superioridad señala que el Juzgador de la causa debe al momento de ponderar la validez de las pruebas, analizarlas con todas las pruebas obrantes en el expediente, utilizando el principio de la sana crítica y experiencia del Juez, por lo que el Tribunal Superior al estudiar los documentos visibles a fojas 207 y 208, referentes a certificaciones de la Caja de Seguro Social, en las que expresan que las señoras JOBITA MONTENEGRO y ESPERANZA GONZÁLEZ, para el mes de abril de 1992, tenían como patrono a la Notaría Primera del Circuito de Chiriquí, en relación con el régimen de seguridad social; no viola la norma jurídica mencionada.

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En cuanto a la supuesta violación directa por comisión del artículo 1736 del Código Civil, que se refiere a que no pueden ser testigos instrumentales, entre varias personas, los subalternos, dependientes o domésticos del Notario, esta Sala, compartiendo el criterio del Juzgador de primera y de segunda instancia, es del criterio que no prospera la invocada violación del artículo 1736 de la excerta legal citada, pues, por lo ya expuesto está demostrado mediante las certificaciones NºCI.10425-2000 y NºC.I. 10426-2000, ambas de fecha 1º de junio de 2000, proferida por el Departamento de Cuentas Individuales de la Caja de Seguro Social, que las testigos ESPERANZA GONZÁLEZ MORALES y JOBITA MONTENEGRO MARTÍNEZ, figuran como sus patronos la Notaría Primera del Circuito de Chiriquí hasta el mes de abril de 1992. (Véase fojas 207 y 208).

El casacionista señala que la sentencia proferida por el Tribunal Superior violó directamente por omisión el artículo 5 del Código Civil, que reza así:

"Los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún valor, salvo en cuanto ella misma disponga otra cosa o designe expresamente otro efecto que el de la nulidad para el caso de contravención".

Sobre el particular, el proceso civil tiene, como uno de sus principios medulares el de la carga de la prueba, al punto que quien afirma algo, sin probarlo, no puede verse favorecido con una sentencia favorable a los intereses reclamados en juicio. Este principio viene recogido del artículo 773 del Código Judicial, que fue inspirado en el Código de Procedimiento Civil colombiano.

Con respecto a ello, el jurista colombiano, HERNANDO DAVIS ECHANDÍA, en su obra Compendio de Derecho Procesal, Pruebas Judiciales, Tomo II, página 163, expresa:

"... a cada parte le corresponde la carga de probar los hechos que sirven de presupuesto a la norma que consagra el efecto jurídico perseguido por ella, cualquiera que sea su posición procesal..."

La sentencia del a-quo, tal como lo confirma esta Superioridad, es del criterio de que el recurrente no ha probado durante el proceso que las señoras JOBITA MONTENEGRO y ESPERANZA GONZÁLEZ, quienes firmaron como testigos instrumentales la Escritura Pública Nº392, de 6 de abril de 1992 de la Notaría Tercera del Circuito de Chiriquí, fueran las subalternas o dependientas del Notario Tercero, sino del Notario Primero del Circuito de Chiriquí, resolviendo que no se había probado los hechos de la demanda, sin darse cumplimiento al onus probandi que manda el artículo 773 del Código Judicial.

Siendo así, el recurrente no ha acreditado fehacientemente las pruebas que determinan la nulidad del instrumento público, y menos aún, el contrato de compraventa que se buscaba declarar como de nulidad.

En vista de lo anteriormente señalado, la Corte concluye que el fallo impugnado no violó directamente por comisión u omisión los artículos 770 y 823 del Código Judicial, y, los artículos1736 y 5 del Código Civil.

Por todo lo expuesto, la CORTE SUPREMA, SALA DE LO CIVIL, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, NO CASA la sentencia de 30 de agosto del 2000, dictada por el Tribunal Superior del Tercer Distrito Judicial, en el Proceso Ordinario Declarativo propuesto por MANUEL ANTONIO CABALLERO contra JOSÉ ALBERTO VILLARREAL y MIRNA QUINTERO RICO.

Las obligantes costas a cargo de la parte recurrente se fijan en la suma de SETENTA Y CINCO BALBOAS (B/.75.00)

Notifiquese.

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(fdo.) ROGELIO A. FÁBREGA Z.

(fdo.) PUBLIO MUÑOZ RODRIGUEZ

(fdo.) JOSE A. TROYANO

 

(fdo.) SONIA F. DE CASTROVERDE

Secretaria