Familia Kawapana

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FAMILIA KAWAPANA – CAHUAPANA La familia lingüística Kawapana está formada por dos lenguas: chayahuita y jebero (Beuchat y Rivet, 1909). Esta lengua se habló entre las serranías de los nacientes del río Cahuapanas y la ciudad de Moyabamba. Hay otras familias lingüísticas muy cercanas como la lamista o motilón, el muniche y el maynas, que se habló en el bajo Pastaza y en los ríos Nucuray y Chambira

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FAMILIA KAWAPANA – CAHUAPANA

La familia lingüística Kawapana está formada por dos lenguas: chayahuita y jebero (Beuchat y Rivet, 1909). Esta lengua se habló entre las serranías de los nacientes del río Cahuapanas y la ciudad de Moyabamba. Hay otras familias lingüísticas muy cercanas como la lamista o motilón, el muniche y el maynas, que se habló en el bajo Pastaza y en los ríos Nucuray y Chambira

.Imagen : Mapa de distribución de los grupos étnicos pertenecientes a la familia Cahuapana: chayahuita (1) y jebero (2).

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CHAYAHUITA

Imagen : Representante chayahuita en federación de indígenas (CETA)

Localización y censo

Este grupo se encuentra en la Región de Loreto, en los ríos Cahuapana, Sillay, Supayacu y Shanusi. Ubicado entre los ocho grupos indígenas más importantes desde el punto de vista demográfico, los chayahuita con sus 21.424 personas empadronadas, constituyen el 6,4% de la población indígena censada.

Este grupo también es conocido como balsapuertino, paranapura, cahuapana, chawi, shawi o tsaawi. Se auto-denominan (kampo) piyapi (traducido al castellano "nuestra gente") o kanpunan (Barraza, 2005). Según la mitología, Kunpanama’, el Dios creador, pensó hacer al hombre con barro. Como no encontraba barro, decidió hacerlo con maní. Al haber nacido

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del maní crudo recibirían el nombre de Chawa-huita. Después, con el maní mojado hizo a los awajun.

Antecedentes históricos

En 1538, Alonso de Mercadillo y Diego Núñez fueron los primeros españoles en atravesar el territorio chayahuita. En las primeras etapas de expansión de la ciudad de Moyobamba hacia las tierras bajas, el territorio chayahuita constituyó un posible lugar de huída para los indígenas capturados de otras étnias. Con la entrada de los misioneros jesuitas en escena se estableció un contacto permanente entre esta étnia y los españoles.

En 1654, los chayahuita se asentaron en una misión junto con los jebero y los munichi, siendo su población severamente afectada por numerosas epidemias. Con la crisis de las misiones y la expulsión de los jesuitas, la mayoría de la población abandona las misiones.

Ante el avance portugués se creó la Comandancia Militar de Maynas, y las guarniciones militares se mantuvieron al servicio de los indígenas. En este período, los chayahuita trabajaron como cargadores y canoeros, encargándose del transporte de los bienes que circulaban entre la Selva Baja y la región de San Martín.

Durante el siglo XIX, el poder político continuó siendo utilizado como una forma de coacción extra-económica para arrancar a los nativos de su economía de subsistencia e incorporar sus productos y su trabajo en el sistema económico en expansión. El "boom" cauchero fue el culmen de este proceso. Desde fines de dicho período hasta 1940, los chayahuita vivieron en fundos de patrones para los que extrajeron los diferentes productos demandados por los mercados internacionales (barbasco, shiringa, leche caspi, etc.).

Con la crisis del sistema de haciendas y la promulgación de la Ley de Comunidades Nativas, en 1974, adquirieron una mayor independencia aunque se mantuvo en la región un orden gamonal. El Instituto Lingüístico de Verano inició su trabajo en los años 1940s, pero es sólo en los 1970s cuando se fundan escuelas bilingües. Poco después debido a disposiciones legales, los chayahuita se nuclearon en comunidades nativas.

Estructura social

Los chayahuita presentan una regla de descendencia bilateral. Esta característica, unida a una regla de residencia post-matrimonial urilocal (con los parientes de la esposa) lleva a una definición matrifocal del grupo residencial. La terminología de parentesco es de tipo Hawaiano. Existe una tendencia a que un grupo de hermanos tome por esposas a un grupo de hermanas.

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Los chayahuita también han desarrollado formas de parentesco espiritual en dos modalidades. Una de ellas es la relación establecida entre el recién nacido y el adulto invitado a realizar el corte del cordón umbilical en el momento del nacimiento. La otra modalidad consiste en la relación que se establece entre el niño y el adulto invitado a pintarle el rostro por primera vez. La tasa bruta de mortalidad es del 15,1‰.

Economía y Recursos naturales

En la actualidad, la economía de los chayahuita depende de la agricultura de roza y quema, la caza y la pesca. Los principales cultivos de sus huertos son yuca, plátano, maíz, fríjol, maní, arroz, piña, papaya, algodón y tabaco. Estos productos agrícolas son comercializados en los centros poblados de Yurimaguas y San Lorenzo y, en ocasiones, vendidos a regatones.

La crianza de aves y animales menores es importante en la subsistencia de las familias. La ganadería fue introducida hace treinta años. Se realiza la extracción de madera con fines comerciales de forma individual y colectiva, siendo ésta entregada a patrones o habilitadores.

Escolaridad Es un grupo indígena con un alto nivel de analfabetismo: el 52% de la población es analfabeta Entre la población femenina el porcentaje de analfabetos llega al 63%.

Se registra igualmente un bajo nivel de instrucción. El 48% de la población sólo ha efectuado estudios primarios, en tanto que un porcentaje similar no posee ningún nivel educativo y sólo el 3% posee estudios superiores (118 personas), de los cuales el 76% no los concluyeron.

Imagen : Mujer chayahuita con vestimenta tradicional (César Ching).

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El 68% del personal docente es mestizo, y en las escuelas secundarias el 75% del personal docente no es indígena. Existen apenas cinco colegios secundarios para un total de 85 comunidades existentes y casi la totalidad de comunidades (94%) cuentan con escuelas donde se imparte instrucción primaria.

Beuchat y Rivet (1909) reportan el uso de una lengua ancestral llamada kawapana. El número de hablantes estimado se encuentra entre 6.000 (Chirif y Mora, 1977) y más de 14.000 hablantes (INEI, 1993). Sin embargo, esta lengua no es hablada por la juventud. De esta forma, la lengua kawapana la utilizan los adultos en sus casas. Cuando los chayahuita hablan su lengua ancestral ante la presencia de un extraño están demostrando su rechazo.

Vulnerabilidad Por su importante volumen demográfico y la reducida presión circundante, puede considerarse a este grupo en una situación de baja vulnerabilidad

Cosmovisión

Los indígenas chayahuita o shawi creen que el mundo es ovalado como el panal de avispas y que está cubierto por una inmensa capa azulada, dentro de la cual se mueven y se trasladan la luna, el sol y las estrellas. La tierra está rodeada de agua y el lugar donde los hombres viven era inicialmente sólo agua sujeta por el cielo. El Kunpanamá, uno de los dos seres poderosos y sabios que vinieron del aire, tuvo que acarrear la tierra de un lugar desconocido hasta llenarla. Él ha formado la tierra y los ríos, transformó los peces del aserrín de los cedros, de las hojas sacó los animales terrestres y las aves, y enseñó a pescar y a hacer canoas. Mashi, el otro ser poderoso, enseñó a hacer chacra, cultivar, cazar y otras actividades que hacen los hombres.

Dentro de la tierra había una boa grande, I’sha nana’, y Kunpanama, como sabía que esa boa se comía a los niños, se transformó en niño. La boa se lo comió y cuando estuvo dentro le cortó la tripa. La boa salió a la playa a morir con la boca abierta. Como empezaron a seguirlo otras boas, se escondió en las quebradas más angostas y formó los cerros para preparar su escapada. Las boas al perseguirlo iban haciendo curvas, por eso los ríos tienen tantas curvas. Kunpanama se albergó en la cabecera del río Sillay. Allí nadie puede llegar porque él manda lluvias, truenos y vientos fuertes.

En la cosmovisión chayahuita existen varios mundos bien diferenciados:

En Ahkupurute, espacio de dentro de la tierra, viven los hombres sin ano (tumpi’shi’shiteru’sa). Son seres que no necesitan comer ni tomar para vivir. El ser más poderoso es Uhkua. Él sostiene la tierra y cuando se cansa produce temblores. Tiene un cerco donde guarda las huanganas, cuando se pudre su madera se escapan las huanganas y

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así empiezan los días de buena caza. Antes no había noche, sólo día. La gente supo que la noche estaba debajo de la tierra. Así, tomaron ayahuasca, y siguiendo a las huanganas llegaron a la casa de Uhkua y consiguieron la noche.

En Iiru’te, espacio del agua, viven los peces y todos los animales del agua. Samia’shin es la madre de todos los peces. Los iiwa’yan son espíritus del agua que tienen forma de personas. Son espíritus dañinos que pueden enfermar a la gente. Los sapana, bufeos malos, se convierten en personas para robar a la gente.

En Nu’parute, lugar de la tierra, viven las personas, los animales, las plantas y los seres del monte. Estos seres siembran todas las frutas y crían todos los animales que existen. A los espíritus del monte hay que pedirles permiso para utilizar un animal o una planta, sino pueden hacer daño a la gente. Mashi es uno de los seres más poderosos y vive convertido en las montañas más altas. La gente se baña por la mañana para recibir la fuerza de Mashi, porque las aguas vienen de las montañas como la sangre de Mashi.

En el Lugar del Aire o Respiración del Viento están las nuwawe’e o almas de las personas que se aproximan a la muerte. Allí es a dónde se desplazan los espíritus de los penutun o shamanes para hacer daño y curar a la gente.

En Chimirinu’te, espacio de los muertos y de Wyra, viven las almas de las personas muertas y Wyra, ser poderoso que provoca el trueno y el rayo (U’kuri’). Las personas cuando mueren se dividen en cuatro almas: el alma de la sombra (Kiru wa’yan), el alma del ojo (Ya’pira o envoltura del cuerpo), el alma de la sangre (Nuwawe’e) y el alma del hueso (Nanse wa’yan). El alma de la sombra cuida la tumba donde está el cuerpo; el alma del ojo va al lugar de los muertos; el alma de la sangre se queda en el espacio del aire y cuida la sangre que quedó en la tierra; y el alma del hueso queda en el aire y busca las siguientes personas que van a morir.

Yuhki es la Luna. Él era un hombre que no cumplió con las reglas del matrimonio. Así huyó al espacio y se transformó en Luna, un ser que cuando envejece no muere, sino que renace de nuevo. En el espacio de más arriba vive el Sol (Pi’i). De ese lugar vinieron Mashi y Kunpanma. Pi’i, con su luz, apoya a los seres humanos.

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Imagen: Hombre chayahuita tocando instrumentos tradicionales (César Ching).

La naturaleza reúne seres del agua, del aire, del mundo subterráneo, de la lluvia, de la luna, del sol, de las estrellas, del trueno y del relámpago, aparte de las almas de las personas muertas. El penutun o shamán, cuando toma su ayahuasca se comunica con el alma de todos los seres de la naturaleza. En una rama tiene el sha’shaname (hojas que suenan) para espantar de los enfermos a las almas malas; en la otra mano tiene un cigarro y va a cantar para llamar a los espíritus. Iwa’yan, madre del río, viene y le coloca la raya como sombrero, las carachapas como zapatos y como asiento una taricaya. Entonces sus adornos ya no son cintas, se han transformado en boas.

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FAMILIA JÍBARO

Se asientan prácticamente en el norte de la Amazonía peruana, en el territorio fronterizo con Ecuador. Comprende cinco pueblos principales que comparten una misma tradición lingüística y cultural: el pueblo achual, awajun, kandozi, huambisa y jíbaro-shiwiar.

Imagen 63: Indígena jíbaro (en Marcoy, 1875)

Poco se sabe al respecto de su origen. Esta tribu derrotó a los conquistadores españoles. Los untsuru chuara, tal como se denominan los jíbaro en su lengua autóctona, es la única nación indígena de América que conserva casi intacta sus costumbres y su libertad. Sus dominios siguen siendo inaccesibles para los blancos lo que acrecienta el mito de este pueblo. El mito de los feroces reducidores de cabezas, indomables, que no aceptan la autoridad de un cacique y que hacían cosas en común sólo por interés, comenzó a principios de siglo XX, cuando exploradores europeos volvieron de sus viajes por la selva con tsantas (cabezas humanas reducidas). No obstante, es importante destacar que estas reducciones de cabeza

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no eran simples torturas de ganadores, sino que tenían un sentido religioso y de respeto hacia los guerreros vencidos.

Fueron los españoles quienes les dieron el nombre de jíbaro o xivaro como sinónimo de salvajes, horrorizados porque después de matar a sus enemigos los achual practicaban el ritual del tsantsa. Esta práctica se realizaba, y probablemente aún se realice entre los jíbaro más aislados, decapitando el cadáver. A continuación se curtía la piel con hierbas, taninos y chamizos. De ese modo, se reducía de tamaño, se colocaba una piedra pequeña como nuevo esqueleto, y se conservaba el cabello de la víctima. Finalmente, se cosían los ojos y la boca.

La tradición se encuentra ligada estrechamente a su religión y se asentaba en la creencia de que había tres almas: neka, la arutam y la muisak. El alma neka es la innata, mientras que la arutam es la que se debe adquirir en un proceso muy largo. La última es la más relacionada con la ceremonia tsantsa, ya que se desarrolla en la cabeza. Para ellos, el alma muisak reside en la cabeza de los enemigos y permite que, una vez muertos, puedan volver para vengarse. Por ello hacen el proceso de reducción de cabezas. Estas cabezas son un trofeo (en las celebraciones se las colocaban como collares porque así expresaban que eran grandes guerreros) y además con su reducción, encerraban el espíritu del enemigo en ellas.

Imagen : Cabeza reducida por los jíbaro (Biblioteca Amazónica, Iquitos)

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El gran guerrero es aquel que mata a más enemigos. De cada victoria se conserva un testimonio: una cabeza cortada y luego reducida. Por lo tanto, esta costumbre no tiene por único objeto hacer alarde de trofeos de guerra durante las fiestas tradicionales. Pretende, además, que el espíritu del muerto, el muisak, no vuelva para vengarse del asesino. Por ello, el guerrero que mataba a un enemigo debía llevar a cabo un complejo ritual, destinado a encerrar el alma del muerto en su propia cabeza, cuidadosamente reducida.

Imagen: Mapa de distribución de los grupos étnicos pertenecientes a la familia Jíbaro: achual (1), awajun (2), kandozi (3), huambisa (4) y jíbaro-shiwiar (5).