FELICIDAD SEGÚN EL DALAI LAMA

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    FELICIDAD SEGN EL DALAI LAMA

    Por Tenzin GyatsoDesde su sabidura simple y prctica, el Dalai Lama nos ayuda a responderesta pregunta esencial. Nos habla de algo tan sencillo y tan profundo como lacompasin, el servicio a los dems, el dominio de las emociones negativas...y, ante todo, la recuperacin del verdadero sentido de la vida: el sentidoespiritual.Qu transitorias son nuestras vidas, qu rpido pasan, qu pronto habremos

    de llegar a nuestro ltimo da! En menos de cincuenta aos, yo mismo, TenzinGyatso, el monje budista, no ser ms que un mero recuerdo. Es dudoso,

    desde luego, que una sola de las personas que hoy lean estas pginas est

    viva dentro de un siglo. Pasa el tiempo sin que nada lo impida. Cuando

    cometemos errores, no podemos dar marcha atrs al reloj y probar a hacer

    aquello de otro modo. Tan slo podemos emplear bien el presente. Por lo

    tanto, si cuando llegue nuestro ltimo da somos capaces de volver la vista

    atrs y comprender que hemos llevado una vida plena, productiva, llena de

    sentido, al menos tendremos algn consuelo. Si tal cosa no fuera posible,

    seguramente nos sentiremos muy tristes. Y de nosotros depende que nos

    encontremos al final con una cosa o con la otra.

    Necesidad de CompasinLa mejor manera de asegurarnos de que al llegar a la muerte lo hagamos sinremordimiento alguno consiste en preocuparnos de que en el presente noscomportemos de forma responsable y compasiva con los dems. A decir verdad, esecomportamiento obedece a nuestros intereses, y no slo porque haya de beneficiarnos

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    en el futuro. Tal como hemos visto, la compasin es uno de los principales factores quedarn sentido a nuestra vida. Es la fuente de toda felicidad y alegra duraderas, y es elfundamento necesario para tener buen corazn, el corazn de las personas que actanmovidas por el deseo de ayudar a los dems. Por medio de la amabilidad, del afecto,de la honestidad, de la verdad y de la justicia hacia todos los dems aseguramosnuestro propio beneficio. No es ste un asunto para elaborar complicadas teoras: es

    un tema de elemental sentido comn. Es innegable que la consideracin de los demsrealmente vale la pena. Es innegable que nuestra felicidad est indisolublemente unidaa la felicidad de los dems. Es asimismo innegable que si la sociedad sufre, nosotroshemos de sufrir. Y tambin es de todo punto innegable que cuanto ms afligidos sehallen nuestro corazn y nuestro espritu por la mala voluntad, ms desdichadoshemos de ser. Por eso, podemos rechazar todo lo dems: la religin, la ideologa y lasabidura recibidas de nuestros antecesores, pero no podemos rehuir la necesidad deamor y de compasin.Esta es, as las cosas, mi religin verdadera, mi sencilla fe. En este sentido, no esnecesario un templo o una iglesia, una mezquita o una sinagoga; no hay necesidadninguna de una filosofa complicada, de una doctrina o de un dogma. El templo ha deser nuestro propio corazn, nuestro espritu y nuestra inteligencia. El amor por losdems y el respeto por sus derechos y su dignidad, al margen de quines sean y dequ puedan ser es, en definitiva, lo que todos necesitamos. En la medida en quepractiquemos estas verdades en nuestra vida cotidiana, poco importa que seamoscultos o incultos, que creamos en Dios o en el Buda, que seamos fieles de una religinu otra, o de ninguna en absoluto. En la medida en que tengamos compasin por losdems y nos conduzcamos con la debida contencin, a partir de nuestro sentido de laresponsabilidad, no cabe ninguna duda de que seremos felices.As pues, si es tan sencillo ser feliz, por qu nos resulta tandifcil?

    Por desgracia, aunque la mayora nos consideramos personas compasivas, tendemos aignorar estas verdades que son de sentido comn, o bien a olvidarlas. Nosdescuidamos a la hora de hacer frente a nuestros pensamientos y emocionesnegativas. Al contrario del agricultor, que se pliega al paso de las estaciones y no dudaen cultivar la tierra cuando llega el momento propicio, nosotros perdemos muchotiempo en actividades que no tienen el menor sentido. Sentimos un hondo pesar porasuntos tan triviales como es perder dinero, al tiempo que nos abstenemos de hacer loque realmente tiene importancia sin la ms mnima sensacin de remordimiento. Enlugar de regocijarnos frente a la oportunidad que se nos puede presentar paracontribuir al bienestar de los dems, nos limitamos a aprovecharnos de los placerescada vez que nos resulta posible. Evitamos preocuparnos de los dems sobre la basede que estamos demasiado ajetreados. Corremos de un lado a otro, hacemos clculosy llamadas telefnicas, pensamos que tal cosa sera mejor que tal otra. Hacemos una

    cosa, pero nos preocupa que, si se presenta otra, sera mejor hacer esa otra y no laprimera. Y en todo esto, nos comprometemos solamente con los niveles ms speros yelementales de que es capaz el espritu de hombres y mujeres. Por si fuera poco, al noprestar atencin a las necesidades de los dems, es inevitable que terminemos porperjudicarlos. Nos consideramos muy inteligentes, pero de qu manera utilizamosnuestra capacidad? Con excesiva frecuencia, la empleamos para engaar a nuestrosvecinos, aprovecharnos de ellos, mejorar nuestra situacin a sus expensas. Y cuandolas cosas no funcionan como estaba previsto, ensoberbecidos y llenos de pretensionesmorales, les echamos la culpa de las dificultades que podamos tener.

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    Y lo cierto es que la satisfaccin duradera no se puede extraer de la adquisicin deningn objeto. Poco importa cuntos amigos podamos tener, que no sern ellosquienes nos hagan felices. Y la complacencia en los placeres de la carne no es otracosa que una puerta abierta al sufrimiento. Es como miel embadurnada en el filo deuna espada bien afilada. Por supuesto, con esto no pretendo decir que debamosdespreciar nuestros cuerpos. AI contrario, no podemos ser de ninguna ayuda a los

    dems si no tenemos cuerpo, pero debemos evitar los extremos que puedendesembocar en el perjuicio ajeno.Al concentrarnos en lo mundano, lo que es de veras esencial se nos oculta. Porsupuesto que si as pudiramos ser felices de veras, sera absolutamente razonablevivir de ese modo, pero no es posible. En el mejor de los supuestos, podramos pasarpor la vida sin demasiados contratiempos, pero cuando nos asaltan los problemas, talcomo sin duda ha de suceder tarde o temprano, estamos desprevenidos. Es, entonces,cuando descubrimos que no podemos seguir como antes. Nos sentimos desesperados einfelices.Por lo tanto, con las manos entrelazadas, apelo a ti, lector, para que te asegures deque el resto de tu vida est tan cargado de sentido como sea posible. Tal como esperohaber dejado suficientemente claro que en este empeo no hay nada misterioso.Consiste, nada ms y nada menos, que en poner en prctica la preocupacin por losdems. Y si llevas a cabo esta prctica con sinceridad y perseverancia, poco a poco,paso a paso, sers capaz de reordenar tus hbitos y actitudes de modo que piensesmenos en tus mezquinas preocupaciones, y ms en las ajenas. Al hacerlo as,descubrirs que disfrutas de la paz y la felicidad.Renuncia a tus envidias, olvida el deseo de triunfar por encima de los dems. Conamabilidad, con valenta, con la confianza de que al hacerlo te aseguras el xito, acogea los dems con una sonrisa. S claro y directo. Y procura ser imparcial. Trata a todoel mundo como si fuesen tus amigos ntimos. Todo esto no te lo digo en calidad deDalai Lama, ni por ser una persona dotada de poderes especiales. No los tengo. Te

    hablo solamente como un ser humano; como alguien que, al igual que t, desea serfeliz y no sufrir.InofensividadSi por la razn que sea no logras ser de ayuda a los dems, al menos no losperjudiques. Piensa en el mundo tal como se ve desde el espacio, tan pequeo einsignificante y, sin embargo, tan bello. De verdad se puede obtener algo al causardao a los dems durante nuestra breve estancia en este mundo? No es preferible, yms razonable a la vez, relajarnos y disfrutar en calma, igual que cuando visitamos unlugar distinto del lugar en que vivimos? Por lo tanto, si en pleno disfrute del mundodispones de un momento, trata de ayudar -aunque slo sea un poco- a los ms

    desfavorecidos y a los que, por la razn que sea, no se bastan por s mismos. Procurano dar la espalda a los que tienen una apariencia exterior perturbadora, a losmendigos y a los que no estn bien. Trata de no considerarlos nunca inferiores a timismo. Si puedes, trata de no tenerte por mejor que el mendigo ms humilde. Cuandoests en la tumba, sers como l.Para terminar, quisiera compartir una breve plegaria que me sirve de gran inspiracinen mi esfuerzo por beneficiar a los dems:

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    Ojal sea en todo momento, ahora y para siempre, un protector para todos losque no tienen cobijo, un gua para los que se han extraviado, un barco paralos que han de atravesar ocanos, un puente para los que han de cruzar losros, un refugio para los que corren peligro, una lmpara para los que notienen luz, una salvaguardia para los que sufren acoso y un criado para todoslos que pasan necesidades.tomado de El Arte de Vivir en el Nuevo Milenio. Grigalbo