Fenomenología del espíritu. conciencia

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Universidad del Claustro de Sor Juana Colegio de Humanidades Filosofía El idealismo absoluto y el sistema total: Hegel Iván Vera 7mo semestre Diana Angélica Saldaña Cantarey 28 de agosto de 2015 Fenomenología del espíritu Segunda entrega 1. Si el temor a equivocarse infunde desconfianza hacia la ciencia, no se ve por qué no ha de sentirse, a la inversa, desconfianza hacia esta desconfianza y abrigar la preocupación de que este temor a errar sea ya el error mismo. 2. El escepticismo no es un saber o celo por la verdad y la ciencia, sino de examinarlo todo por sí mismo y ajustarse solamente a la propia convicción; o mejor aún, producirlo todo por sí mismo. Ajustarse a la propia convicción es, ciertamente, más que rendirse a la autoridad; el trocar una opinión basada en la autoridad en una opinión basada en el propio convencimiento no quiere decir necesariamente que cambie su contenido y que el error deje el puesto a la verdad. 3. El escepticismo que culmina en la abstracción de la nada o del vacío no puede, partiendo de aquí, ir más adelante, sino que tiene que esperar hasta ver si se presenta algo nuevo, para arrojarlo al mismo abismo vacío. 4. Pero la meta se haya tan necesariamente implícita en el saber como la serie que forma el proceso; se haya allí donde el saber no necesita ir más allá de sí, donde se encuentra a sí mismo y el concepto corresponde al objeto y el objeto al concepto. 5. El examen consiste en la aplicación de una pauta aceptada y la decisión acerca de si estamos ante algo aceptado o no consiste en que lo que se examina se ajuste o no a la pauta aplicada; y la pauta en general, lo mismo la ciencia, si ella es la pauta, se considera aquí como la esencia o el en sí. 6. Lo esencial consiste en no perder de vista en toda la investigación en que los dos momentos, el concepto y el objeto, el ser para otro y el ser en sí mismo, caen de por sí dentro del saber que investigamos. 1

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Universidad del Claustro de Sor JuanaColegio de HumanidadesFilosofíaEl idealismo absoluto y el sistema total: HegelIván Vera7mo semestreDiana Angélica Saldaña Cantarey28 de agosto de 2015

Fenomenología del espírituSegunda entrega

1. Si el temor a equivocarse infunde desconfianza hacia la ciencia, no se ve por qué no ha de sentirse, a la inversa, desconfianza hacia esta desconfianza y abrigar la preocupación de que este temor a errar sea ya el error mismo.

2. El escepticismo no es un saber o celo por la verdad y la ciencia, sino de examinarlo todo por sí mismo y ajustarse solamente a la propia convicción; o mejor aún, producirlo todo por sí mismo. Ajustarse a la propia convicción es, ciertamente, más que rendirse a la autoridad; el trocar una opinión basada en la autoridad en una opinión basada en el propio convencimiento no quiere decir necesariamente que cambie su contenido y que el error deje el puesto a la verdad.

3. El escepticismo que culmina en la abstracción de la nada o del vacío no puede, partiendo de aquí, ir más adelante, sino que tiene que esperar hasta ver si se presenta algo nuevo, para arrojarlo al mismo abismo vacío.

4. Pero la meta se haya tan necesariamente implícita en el saber como la serie que forma el proceso; se haya allí donde el saber no necesita ir más allá de sí, donde se encuentra a sí mismo y el concepto corresponde al objeto y el objeto al concepto.

5. El examen consiste en la aplicación de una pauta aceptada y la decisión acerca de si estamos ante algo aceptado o no consiste en que lo que se examina se ajuste o no a la pauta aplicada; y la pauta en general, lo mismo la ciencia, si ella es la pauta, se considera aquí como la esencia o el en sí.

6. Lo esencial consiste en no perder de vista en toda la investigación en que los dos momentos, el concepto y el objeto, el ser para otro y el ser en sí mismo, caen de por sí dentro del saber que investigamos.

7. La conciencia es, de una parte, conciencia del objeto y, de otra, conciencia de sí misma; conciencia de lo que es para ella lo verdadero y conciencia de su saber de ello.

8. Este momento dialéctico que la conciencia lleva a cabo en sí misma, tanto en su saber como en su objeto, en cuanto brota ante ella el nuevo objeto verdadero, es propiamente lo que se llamará experiencia.

9. Cuando lo que primeramente aparecía como el objeto desciende en la conciencia a un saber de él y cuando el en sí deviene un ser del en sí para la conciencia, tenemos el nuevo objeto por medio del que surge también una nueva figura de la conciencia, para la cual la esencia es ahora algo distinto de lo que era antes.

10.La conciencia llegará entonces a un punto en que se despojará de su apariencia de llevar en ello algo extraño que es solamente para ella y es

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como otro y alcanzará, por consiguiente, el punto en que la manifestación se hace igual a la esencia.

11.Lo universal es, lo verdadero de la certeza sensible.12.El objeto, que debiera ser lo esencial, pasa a ser ahora lo no esencial de

la certeza sensible. Su verdad está en el objeto como mi objeto o en la suposición; es porque yo sé de él.

13.Lo que no desaparece es el yo, en cuanto universal, cuyo ver no es un ver del árbol ni de esta casa, sino un simple ver mediado por la negación de esta casa.

14.Se muestra el ahora, este ahora. Ahora; cuando se muestra, ya ha dejado de existir; el ahora que es es ya otro ahora que el que se muestra y vemos que al ahora consiste precisamente, en cuanto es, en no ser ya. El ahora tal como se nos muestra, es algo que ha sido, y ésta es su verdad; no tiene la verdad del ser.

15.Cabe decir a quienes afirman aquella verdad y certeza de la realidad de los objetos sensibles que debieran volver a la escuela más elemental de la sabiduría, es decir, a los antiguos misterios Eleusinos de Ceres y Baco, para que empezaran por aprender el misterio del pan y el vino, pues el iniciado en estos misterios no sólo se eleva a la duda acerca del ser de las cosas sensibles, sino a la desesperación de él, ya que, por una parte, consumaba en ella su aniquilación, mientras que, por otra parte, las veía aniquilarse en ellas mismas. Tampoco los animales se hayan excluidos de esta sabiduría, sino que, por el contrario, se muestran muy profundamente iniciados en ella, pues no se detienen ante las cosas sensibles como si fueses cosas en sí, sino que, desesperando de esta realidad y en la plena certeza de su nulidad, se apoderan de ellas sin más y las devoran.

16.Lo que se llama lo inexplicable no es sino lo no verdadero, lo no racional, lo simplemente supuesto.

17.Solamente la percepción tiene en su esencia la negación, la diferencia o la multiplicidad.

18.La universalidad sensible o la unidad inmediata del ser y de lo negativo sólo es, así, propiedad en cuanto que el uno y la universalidad pura se desarrollan partiendo de ella y se distinguen entre sí y aquella universalidad sensible enlaza la una con la otra.

19.Siendo el objeto lo verdadero y lo universal lo igual a sí mismo, y la conciencia, en cambio, lo variable y lo no esencial, a ésta puede ocurrirle que aprehenda el objeto de un modo inexacto e incurra en ilusión. El que percibe tiene la conciencia de la posibilidad de la ilusión, pues en la universalidad, que es el principio, el ser otro mismo es inmediatamente para él, pero como lo nulo, como lo superado.

20.El comportamiento de la conciencia está constituido de tal modo, que no percibe simplemente, sino que es además, consciente de su reflexión dentro de sí y separa esta reflexión de la simple aprehensión misma. Así, pues, comienzo dándome cuenta de la cosa como uno y tengo que retenerla en esta determinación verdadera; si en el movimiento de la percepción se da algo contradictorio con aquella determinación, abrá que reconocerlo como mi reflexión. En la percepción se da también, ahora, diferentes propiedades, que parecen ser propiedades de la cosa;

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sin embargo, la cosa es uno, y tenemos la conciencia de que esta diferencia, con la que ha dejado de ser uno, recae en nosotros.

ComentarioCreo haberme encontrado en las críticas que Hegel lanza a los escépticos, lo cual hace que me de ganas de no decir nada y no dedicarme a esto en lo absoluto. Honestamente, empiezo a tener miedo por este semestre, pues no entiendo nada de lo que Hegel, Brentano y Husserl dicen. No sé si es falta de interés, de atención o de motivación. Entre más complejas se vuelven las perspectivas con las cuales algunos afrontan el mundo, más me aferro al realismo ingenuo. No siento ninguna necesidad de ver al mundo diferente al que me ofrecen mis sentidos y no comprendo a ciencia cierta por qué alguien lo haría, a no ser que sea para evitar un dolor o para plantear más posibilidades para la supervivencia de su especie, situaciones que en verdad no me incumben. Tal vez releer tantas veces El cuidador de rebaños de Caeiro me cegó para siempre y me veló el destino de los grandes iluminados, sin embargo, creo que no necesito nada. Siempre tratando de dejar de lado mi pragmatismo, encuentro que en verdad apoyo al ocio y al sinsentido, actuando siempre para él, teniéndolo siempre como meta, sin embargo he encontrado muchísimas actividades que llenan y elevan más espíritu que el sentarme siete horas a leer un texto incomprensible, antiguo y tan alejado de mi cotidianeidad.

Desde que inicié la carrera, nunca he comprendido la búsqueda de esencias o de universales. No sólo lo encuentro un campo estéril (¿y qué pasará cuando lleguen a esas esencias?) o aburrido, sino que en verdad no sé qué buscan, o si alguno de los filósofos lo ha logrado. Lo anterior no quiere decir que defiendo el nominalismo; a mi todo eso me da igual, o por lo menos no siento ni la más mínima exaltación cuando alguien apuesta lo uno o lo otro. Mientras leía el texto, la voz de Lourdes, la terrible profesora que me dio la clase de Kant, retumbaba en mis oídos: “¿y esto qué? ¿eso a mí qué?”.

Quiero entender qué pasa con Hegel. Creo que debería regresarme a la escuela más elemental de la sabiduría, es decir, a los antiguos misterios

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Eleusinos de Ceres y Baco, para que ya me adiestren como se debe, o en su defecto, conseguirme inmediatamente un Hegel for Dummies.

No me odies, Ives. ):

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