Fetjaine Jean Louis - La Ciudad Vampiro

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Fetjaine Jean Louis - La Ciudad Vampiro

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UNA PERIPECIA GTICA DE ANN RADCLIFFE

Traduccin:

JACOBO RODRGUEZ

Prlogo:

JESS PALACIOS

VALDEMAR

1998

DIRECCIN LITERARIA: Rafael Daz Santander Juan Luis Gonzlez Caballero

Ensayo: Agustn Izquierdo

DISEO DE LA COLECCIN: Cristina Belmonte Paccini & Valdemar

TITULO ORIGINAL: La villevampire

ILUSTRACIN DE CUBIERTA: lan Kolonics: Conde Drcula

DE ESTA EDICIN, VALDEMAR [ENOKIA S.L.] DE LA TRADUCCIN: JACOBO RODRGUEZ DEL PROLOGO: JESS PALACIOS

C/ GRAN VA 69

28013 MADRID

TELFONO Y FAX: 91 542 88 97 / 91 559 08 84

ISBN: 8477022380 DEPOSITO LEGAL: M24.7711998

PRINTED IN SPAIN

AlexDumas(27-09-2002)

PRLOGO

DECONSTRUCTING UDOLFO

La Ciudad Vampiro podra haber sido escrita ayer. De hecho, me cuesta creer que no haya sido as. Cuando el cine y la literatura de terror han llegado ya a un grado tal de extenuacin que la nica manera de mantenerlos con vida es la metafsica pop de films como la saga de Scream, creada por Wes Graven, esta pequea novela de Paul Fval parece haber sido escrita siguiendo la misma lnea de accin: la deconstruccin cmplice del gnero, bsicamente autopardica pero a la vez perfectamente eficaz en cuanto a su capacidad para evocar lo fantstico, lo terrorfico y lo asustante, estableciendo un juego netamente postmoderno entre el lector y la obra, en el que la eficacia de todo depende de que el primero est al tanto de todos los guios de la segunda, perfectamente familiarizado con los tpicos y los arquetipos del gnero terrorfico. Resumiendo: La Ciudad Vampiro es una lcida y delirante parodia de la novela gtica, irresistiblemente divertida, que har las delicias de los lectores familiarizados con el universo de la literatura clsica de terror.

Pero, sobre todo y ms que eso, La Ciudad Vampiro es un ejemplo de esa indomable modernidad que hace su aparicin galopante sin que nadie pueda explicarse el cmo o el por qu. Hay modas, hay moderneces, hay modernismos y hay, tambin, una peculiar sensibilidad netamente moderna, que exista antes incluso del discurso de la modernidad, y que permanece desafiante fuera del tiempo, como rindose de quienes, desde la invencin de las vanguardias, juegan a las moderneces sin llegar nunca a ser modernos. Modernos son, por ejemplo, los dibujos de Aubrey Beardsley, mientras los lienzos ms revolucionarios de un Tapies o un Gordillo, por ejemplo, envejecen a velocidad de vrtigo. Moderno es el poema medieval Sir Gawain y el Caballero Verde, mientras las novelas de elfos, dragones y mazmorras de los ltimos aos se convierten en viejos amasijos de papel sin inters alguno. Modernos son Lewis Carroll y sus libros de Alicia, mientras Manolito Gafotas huele ya a coyuntura del momento (y qu momento!) por los cuatro costados. Y terriblemente moderna es La Ciudad Vampiro de Paul Fval, a pesar de haber sido publicada hacia 1873.

Slo si percibimos la modernidad como un fenmeno sensible peculiar, capaz de aparecer como si de una nave espacial se tratara, atravesando agujeros de gusano en cualquier tiempo o lugar, sin importarle nada, podremos cerrar por un instante nuestra boca, abierta desde casi la primera pgina de la novela, y aceptar que La Ciudad Vampiro fue escrita en la segunda mitad del siglo XIX y no es, por tanto, ni la obra de un escritor de steampunk de los aos 90, como James P. Blaylock o Tim Powers, ni la de un gamberro experimentador de la poca de la Nueva Cosa, como Haran Ellison, Thomas M. Disch, Philip K. Dick o Michael Moorcock... Ni, por otro lado, una de esas locuras tan caractersticas de las primeras y autnticas vanguardias, uno de esos extravagantes y siempre frescos experimentos literarios de Alfred Jarry, Apollinaire o, por qu no?, Ramn Gmez de la Serna. No. La Ciudad Vampiro fue escrita por Paul Fval, el creador del caballero de Lagardere, espadachn y justiciero tan famoso en Francia como el propio D'Artagnan, un escritor de folletines populares, en la lnea de Eugenio Sue, Ponson du Terrail, Michel Zvaco o el propio Dumas. Aparentemente, pues, lo ms alejado posible de la experimentacin literaria, el riesgo formal o la bsqueda de nuevas posibilidades expresivas para la novela, gtica o no.

Paul Henri Corentin Fval naci en Rennes en 1817. Tras varios aos dedicado al ejercicio de la banca y de la abogaca, decidi, cuando apenas contaba veinticuatro aos, echarse a la bohemia y convertirse en escritor de folletines. Despus de unos cuantos tanteos que correran diversa suerte, en 1844 la publicacin de Los misterios de Londres, firmada con el pintoresco seudnimo de Sir Francis Trollop, como para subrayar la verosimilitud de la britnica intriga de la obra, alcanz un xito notorio, que le consagr ya decididamente al cultivo del gnero. En 1858 publicara El jorobado de Lagardere, que varios aos despus, convertida en obra teatral por el propio Fval en colaboracin con Victoriano Sardou, se convertira en algo as como su fuente fija de ingresos, alcanzando una popularidad slo superada por los mosqueteros surgidos de la pluma de Alejandro Dumas padre. Compitiendo duramente con sus contemporneos, Fval, como buen folletinista, no dej apenas gnero sin tratar, mezclando elementos propios de la novela de terror, la intriga criminal y poltica, la capa y espada y la novela histrica. Sustituy a Ponson du Terrail durante una temporada al frente de las aventuras de Rocambole; algunos aventuran que fue tambin negro en el taller de Dumas, antes de llegar a tener, al calor del xito, su propio taller y su propio ejrcito de negros. Desafi a Eugenio Sue no slo dando rplica anglfila a Los misterios de Pars de ste, sino tambin cuando en 1876, despus de haberse convertido al catolicismo, dio rplica al anticlericalismo de su colega con la publicacin de Jesuitas!, una historia novelada de la Compaa de Jess, en la que intent en vano, todo hay que decirlo limpiar literariamente el nombre de la orden religiosa que haca las veces de Spectra (la asociacin criminal para el chantaje, el terrorismo, la extorsin y el crimen de las pelculas de James Bond) en la obra ms famosa de Sue, adems de en otras novelas de Dumas y de buena parte de los autores de folletn de la poca. Muerto en Pars en 1887, para la mayor parte de los aficionados a la novela de aventuras Fval es, ante todo, el creador del caballero Enrique de Lagardere, maestro del disfraz, justiciero impenitente, experto espadachn poseedor de una estocada secreta y mortal. Para quienes nos deleitamos con la literatura de lo extrao, la novela de horror y el horror de la novela, es el autor de La Ciudad Vampiro, quiz la primera novela de terror postmoderna.

Ya es hora de que digamos por qu. No basta, ni mucho menos, que se trate de una parodia de la novela gtica. Ya desde la ms tierna infancia del gnero, cuando El monje, Vathek, Melmoth el Errabundo y, sobre todo, las obras de Ann Radcliffe, estaban entre los primeros puestos de las ms vendidas (pueden consultarse tanto las listas de las ferias del libro inglesas del siglo XVIII, como las listas alternativas de los libreros de la poca), surgieron rplicas irnicas y salaces como La mansin de las pesadillas, de Thomas Love Peacock y, sobre todo, La abada de Northanger, de miss antinovela gtica, Jane Austen. Pero, al menos en ambos casos, se trataba sobre todo de stiras amables, que advertan, a la manera cervantina pero sin la exuberancia quijotesca, de los peligros que entraaba para las jovencitas sin seso dejarse arrastrar por las fantasas romnticas y tenebrosas de los novelones gticos. Nada ms lejos del espritu delirante y surrealista avant la lettre de La Ciudad Vampiro. De principio, tenemos una absolutamente sangrienta y afilada stira del orgullo britnico, con su inclinacin al autobombo y al menosprecio imperial del resto de la humanidad. A lo largo de todas las pginas de su novela, Fval no deja de poner en evidencia el "chauvinismo" ingls exagerando (quiz no demasiado) su egocentrismo con frases del talante de Lo cierto es que cuanto ms se piensa, ms se alegra uno de ser ingls, puestas en boca de la narradora (inglesa) o de sus personajes (tambin ingleses). Pero, sobre todo, tenemos a la protagonista, Ella, como se la llama a menudo en el texto, ni ms ni menos que la mismsima... Ann Radcliffe. En efecto, es la autora de Los misterios de Udolfo y de tantos otros novelones gticos, el personaje central de una aventura en la que, con implacable ingenio y mala idea, se parodian todos los lugares comunes de su obra, todos los efectos y defectos de un estilo narrativo tan caracterstico como el suyo. Y lo verdaderamente sorprendente es que la tcnica empleada para ello es tan provocadora y moderna que resulta las ms de las veces antes cinematogrfica que literaria. En un momento antolgico, cuando Ella abandona su hogar, en mitad de la noche y en vsperas de su boda, para arrostrar los peligros de un viaje a lo desconocido en compaa de su criado, exclama, en directa imitacin de su estilo habitual: Adis, mi querido hogar! Dulce refugio de mi adolescencia, adis! Campos verdes, montaas orgullosas, bosques misteriosos llenos de sombras, volver a veros alguna vez? A lo que su acompaante replica escptico: En lugar de hablar sola, seorita, podrais decirme qu es lo que vamos a hacer en Stafford tan pronto. Personalmente, no puedo dejar de pensar en esos momentos geniales en los que Woody Alien o los protagonistas de las mejores comedias de John Hughes se vuelven y hablan directamente a cmara, destruyendo, como hace aqu el criado, la continuidad estructural de la obra de ficcin, para infiltrar al espectador de manera cmplice y oblicua. Una de las caractersticas que hacen de La Ciudad Vampiro una obra innegablemente moderna es que, parodiando un estilo incluso ya algo pasado de moda en su poca, los referentes que surgen en la cabeza del aficionado al fantstico son cinematogrficos y contemporneos, tanto o ms que histricos y literarios. Si es cierto que Fval se burla hasta la saciedad de los tpicos argumentales y estilsticos de la autora de El confesionario de los penitentes negros, que Angus Ross define as: Sus personajes son de cartn, y el dilogo, artificial, pero al mantener tensas la curiosidad y el temor del lector, consigue articular sus tenebrosos paisajes, hasta que al final su racionalismo le obliga a una "explicacin" desilusionante de los horrores, no menos cierto es que resulta imposible no recordar El jovencito Frankenstein de Mel Brooks ante un momento como aqul en el que, al pronunciar en voz alta el nombre del vampiro, el seor Gotzi, El caballo se encabrit y GreyJack se apresur a santiguarse. (...)Ya veis lo que ocurre slo con pronunciar su nombre...

El humor negro, el absurdo, hasta un grado tan exacerbado que hace pensar en los cuentos de Apollinaire pero tambin en los delirios de bande dessin propios del cine de Fierre Jeunet y Marc Caro, destruye con premeditacin y alevosa una trama gtica que va siendo deconstruida punto por punto, atomizada, puesta en evidencia en todas y cada una de sus partes componentes, desde la tcnica epistolar tan querida por el gnero, de la Radcliffe al Dracula de Stoker, a las explicaciones racionalistas y pseudocientficas aludidas en la crtica de Ross, que son llevadas aqu hasta el ms ridculo de los extremos. Pero lo ms sorprendente es que, aparte de la pura parodia, del humor cmplice y casi visionario en su uso de procedimientos que tienen, vistos hoy, ms de cine o de teatro que de novela, lo ms sorprendente, insisto, es que La Ciudad Vampiro funciona como alucinada narracin fantstica, como novela de horrores grotescos y estrambticos, como pesadilla surreal y gozosamente absurda. Ah est, por ejemplo, el propio seor Gotzi, un vampiro que pareciera ms bien un pequeoburgus materializado desde un lienzo de Ren Magritte, y cuyas vctimas no es que se transformen en vampiros a la manera clsica, sino que en un extrao tour de forc imaginativo, se convierten en partes asimilables del propio Gotzi, extensiones de su yo, que conservan algunas caractersticas de su ser original, ya muerto por el vampiro, pero que a la vez adquieren aspectos y cualidades imposibles, propios de una enloquecida troupe circense del ms all. As, en cierto momento, el seor Gotzi puede desdoblarse para, literalmente, hacerse compaa cuando se siente solo, y en otros hacer aparecer a varias de sus encarnaciones y/o vctimas, desgajndolas de su propio cuerpo, y adoptando los ms variopintos aspectos: El grupo lo formaba un hombre obeso que slo tena el reborde del rostro, es decir, cabello y barba. Un loro gigantesco se agarraba con las patas a su hombro; a su derecha haba un nio de expresin diablica, apoyado sobre un aro; y a su izquierda haba un monstruoso perro de color carne, con una cara casi humana, y que permaneca completamente rgido sobre sus cuatro patas separadas (...) Finalmente, al lado del mostrador, se vea una mujer gorda y calva, que dorma con agudos ronquidos... Y todos y cada uno de estos estrafalarios seres, incluyendo al perro y al loro, son vampiros, vctimas a su vez del vampiro Gotzi, quien les transforma en partes de su ser, en criaturas diferentes, animalizadas o incluso transexualizadas, dirigidas por su voluntad implacable y sobrenatural. Particularmente escalofriante es la carpa circense, teatro ambulante de autnticos vampiros, plagiado sin duda por Anne Rice y por Neil Jordan para su granguiolesco espectculo teatral de Entrevista con el vampiro, en el que puede verse como EL AUTNTICO VAMPIRO DE PETERWARDEIN DEVORAR A UNA JOVEN VIRGEN Y BEBER VARIAS COPAS DE SANGRE COMO SIEMPRE, AL SON DE LA MSICA DE LOS GUARDIAS ECUESTRES. Estamos, qu duda cabe, en el universo del fantastique, que se re con sorna y malicia surrealista del fantasy y el gothic anglosajn, con sus pretensiones de lgica y coherencia argumental, que Fval, como si estuviera posedo por una singular furia dadaista, machaca con el martillo piln de su ingenio y su fantasa ms desbocada. La Ciudad Vampiro pertenece al mismo mundo que las aventuras de Harry Dickson, en las que Jean Ray enfrentaba al arquetipo del detective britnico con horrores absurdos y crmenes imposibles de resolver por lgica o deduccin, ya que los culpables resultaban ser siempre criaturas sobrenaturales, monstruos paganos y cientficos locos, criaturas del bestiario de nuestro subconsciente, que hubieran indignado a Sherlock Holmes y hasta al propio Nick Carter. Tanto Fval como Jean Ray (y como en general la escuela francesa y francobelga del fantstico) se deleitan en deconstruir y, finalmente, pervertir, invertir con cierto placer sadiano, las rgidas leyes que, en la forma como en el fondo, dominan el campo de la literatura fantstica anglosajona. Como podra decir el Divino Marqus, en darles por el c...

Y finalmente, la propia Ciudad Vampiro. Culminacin onrica del viaje no slo de los protagonistas sino tambin del lector, el trazado y las calles de esta imposible ciudad estn tan fuera del espacio y del tiempo como la propia modernidad de la novela de Fval. Tanto podran pertenecer a un grabado o dibujo de Alfred Kubin como a un lienzo hiertico y suntuoso de Delvaux o Clovis Trouille. Naturalmente, tambin alienta en su descripcin el espritu de artistas a los que Fval poda y deba conocer muy bien, como El Bosco, Bresdin o Gustave Dor. Pero la barahnda de criaturas vampricas multiformes que acosan a los protagonistas, en una escena digna de cualquier zombie movie moderna, est de hecho tan emparentada con las grotescas deformidades de los monstruos de Goya, Fuseli o Blake, como con las hordas de vampiros de Abierto hasta el amanecer. Ciudad de Oz, mundo perdido de reminiscencias lovecraftianas... por adelantado, la Ciudad Vampiro es una eclosin de la imaginacin que, una vez ms y definitivamente, eleva la novela de Fval muy por encima de sus aparentes lmites espaciotemporales, para ofrecernos un paisaje ultraterreno que pertenece ya, por derecho propio, a lo mejor de la literatura y el arte fantstico de todos los tiempos.

Mientras los vampiros de ltima hornada prosiguen su aburrido decaer como tristes superhroes existenciales. Mientras el gnero es a duras penas rescatado de su declive por un retorno gozoso al humor y el espritu juvenil, propiciado, precisamente, por esa serie de Scream a la que aluda al principio de estas pginas, y que junto a joyas psicotrnicas y juguetonas para (espritus) quinceaeros calientes, como Jvenes y brujas o Un hombre lobo americano en Pars, est haciendo resurgir el cine de horror de sus propias cenizas, la lectura de La Ciudad Vampiro es ms que una obligacin para estudiosos, ms que un compromiso para obsesos y completistas del vampirismo esttico y literario (que tambin lo es)... Es, sobre todo, un ejercicio de humildad, que nos muestra que el espritu moderno e irreverente es tan indomable, imprevisible e irreductible como los propios vampiros, y que un autor menor, un escritor de folletines olvidado, puede, vaya uno a saber cmo o por qu, convertirse en el catalizador de una verdadera obra maestra, visionaria, extrema y vanguardista, cuyo poder de seduccin est por encima de cualquier consideracin histrica o literaria, y que, para colmo, si tenemos en cuenta que el folletn es a su vez un derivado en cierta medida de la novela gtica, se convierte tambin en autoparodia y autocrtica de la obra del propio Fval, no exenta por lo tanto de un alegre y despiadado masoquismo literario.

La Ciudad Vampiro sigue en pie, y yo, como el doctor Magnus y el joven pintor esclavonio que aparecen en sus pginas, personajes de poca importancia que se haban despistado y cuyo destino es fcil de imaginar, desaparezco entre sus avenidas y bulevares, de vuelta a mi tumba (de la que seguramente muchos piensan que jams debera haber salido), para reunirme con el seor Gotzi, mi verdadero dueo y seor, que me reclama ya para volver a entrar en su carne, hacindome uno con l y penetrndome de los misterios de la transubstanciacin vamprica. Mientras, el lector, mucho ms dichoso, debe empezar, si no lo ha hecho ya harto de estas consideraciones fatuas y pedantes, la lectura de esta verdadera joya de la literatura fantstica, recuperada precisamente ahora, cuando probablemente ms falta haca.

Jess Palacios

PRIMERA PARTE

Existen muchos ingleses, pero sobre todo inglesas, que se sienten avergonzados cuando se les cuenta la descarada piratera que sufren los escritores franceses en Inglaterra. Su Graciosa Majestad, la Reina Victoria, firm en el pasado un acuerdo con Francia con la loable intencin de acabar con estos robos tan frecuentes. Se trata de un tratado muy bien redactado, aunque tiene tambin un pequeo apartado que hace ilusorio su contenido. En esta clusula, Su Graciosa Majestad prohbe a sus leales sbditos apropiarse de nuestros dramas, libros, etc., aunque permitindoles hacer lo que ella misma denomin dorada imitacin Fval traduce la expresin inglesa fair imitation por imitation blonde (imitacin dorada). Fair significa rubio, dorado; pero tambin limpio, honesto. (N. del T.).

Es algo hermoso, pero incorrecto. El magnfico y amado Dickens me dijo en cierta ocasin, a modo de protesta:

Yo tampoco estoy protegido. Cuando visito Londres y, por casualidad, llevo conmigo alguna idea original, cierro con llave la cartera, me la pongo en el bolsillo y la sujeto con las dos manos. Y a pesar de todo, a veces me la roban.

Lo cierto es que esa llamada dorada imitacin podra darles una buena leccin a los ms hbiles pickpockets.

La propia Lady B..., la encantadora amiga de Dickens que vive en el castillo de Shr..., lleva veinte aos repitindome la misma pregunta, cada vez que tengo la suerte de verla:

Y por qu no roban ustedes tambin a los ingleses?

Seora, sin duda existen ideas magnficas que se podran coger de sus libros, pero ocurre que nuestra naturaleza no nos mueve a ese hermoso robo.

Esa respuesta habitual suele hacerle estallar en carcajadas. A veces me ha llegado incluso a citar apellidos de lo ms franceses, especialmente recomendables... Pero callemos!

Cierta maana de finales del ao pasado (1873), la dama en cuestin quiso honrarme por sorpresa con su visita.

Se viene usted conmigo me dijo. Ya lo he arreglado todo con su maravillosa mujer. Partiremos esta noche.

Hacia dnde?

Hacia mi casa.

En la calle Castiglione?

No, me refiero al castillo de Shr..., en el condado de Stafford.

Piedad!

Haca un tiempo terrible, con la nieve derritindose mientras el viento ruga incluso en Pars. Imaginen cmo sera entonces entre Dover y Calais!

La dama, discpula de Byron, adora estas tormentas:

Me da igual que le tenga usted miedo a los resfriados dijo, pero es que tengo la intencin de devolverle de una sola vez todo lo que Inglaterra le ha robado. Y no hay una oportunidad mejor que sta. El Sr. X... y la Srta. Z... ya estn siguiendo la pista de este asunto, y como esta ltima, la seorita 97, ya tiene una edad muy avanzada, lo mejor es que no esperemos demasiado tiempo.

El Sr. X... y la Srta. Z... son en realidad dos famosos novelistas ingleses. Se trataba, entonces, del argumento de una novela. Le ped explicaciones a la dama, pero no quiso decirme nada, limitndose nicamente a utilizar su extraordinaria elocuencia, que en ella es un don natural, para excitar mi curiosidad.

Le merece alguna confianza Walter Scott? me pregunt. Era un admirador incondicional de los Misterios de Udolfo. Fue l quien escribi la biografa de Ann Radcliffe. Se lo imagina? Walter Scott! En cierta ocasin, Dickens fue a visitar a la seorita 97. En aquella poca se llamaba seorita 94, ya que todos los aos, por Navidad, cambia su nombre. Yo he conocido muchas aventuras, pero sta es tan increble...

Finalmente tuve que ceder, y partimos. El viaje fue horrible, y el simple hecho de recordarlo me hace estornudar. Todos los diablos del mar y del aire jugueteaban con nuestro barco como si fuese una pelota de goma. Al da siguiente cogimos en Londres el tren de NorthWestern, y pasamos la noche en Stafford. Un da despus el coche de la dama nos llevaba, atravesando una llanura nevada, hasta la zona montaosa del condado que linda con el Shropshire, y por la noche ya estbamos cenando en el castillo.

He aqu lo que supe durante el viaje:

Nos encontrbamos en la misma comarca en que vivieran el seor y la seora Ward; los padres de quien sera tan clebre bajo el nombre de Ann Radcliffe. La seorita 97 era una prima segunda de los Ward, que en tres aos sera centenaria. Moraba en una casa de la montaa, a una legua y media del castillo de la dama. Durante mucho tiempo, aquella casa haba sido la vivienda de su clebre pariente.

No es de forma casual que utilice la palabra clebre, y estoy dispuesto a mantenerla, aunque se me tache por ello de exagerado. Hubo un tiempo en el que la gloria de Ann Radcliffe se extendi por todo el mundo, y sus tenebrosas historias alcanzaron una fama tan elevada que ni siquiera nuestros mayores xitos contemporneos podran alcanzar. Incluso podra decirse que su encanto conquist tanto a los consagrados como a los desconocidos. En Inglaterra fueron publicadas doscientas ediciones de los Misterios de Udolfo. En Francia se tradujo el libro varias veces, y solamente de una de aquellas versiones se realizaron cuarenta reimpresiones en Pars. No fue, adems, una moda fugaz. Hoy en da, a pesar de que la fiebre ha decado levemente, los Misterios de Udolfo y el Confesionario de los penitentes negros continan aterrando a miles de imaginaciones bajo el sol.

Pese a todo, la seorita 97 conoca un hecho ntimo de Ann Radcliffe que ella le haba contado casi sesenta aos antes. Se deca en aquella regin que este hecho era la causa que haba llevado al carcter apacible y ligeramente alegre de Ann Radcliffe hacia el gnero sombro y tenebroso que caracteriza su obra.

Walter Scott haba tenido un conocimiento muy superficial de aquella historia, como lo demuestra su carta del 3 de mayo de 1821 a su editor Constable, en la que pueden leerse las siguientes palabras: Respecto a la obra titulada La Vida de Ann Radcliffe, retrasar su entrega hasta que me haya entrevistado con miss Jebb, de la que espero tener detalles excelentes y absolutamente ntimos. Segn se comenta, esta dama posee no slo un secreto, sino una "maravillosa curiosidad" que le otorgar mucho mayor inters a nuestra historia...

Miss Jebb era precisamente la seorita 97, que en el tiempo en que la carta de sir Walter Scott fue escrita deba de contar ya con cuarenta y cinco primaveras. Al igual que el resto de los ingleses, tena cierta predileccin por la nobleza, y mylady utilizaba esto para que la seorita Z... y el seor X..., que eran novelistas vulgares quedasen completamente descartados.

El da siguiente a nuestra llegada fue un da gris y fro, y poco despus del desayuno mylady me hizo subir a un coche. Anduvimos alrededor de media hora, para apearnos despus frente a una verja de madera, de color verde, que serva de entrada a una vieja casita de aspecto respetable. La montaa la rodeaba por tres de sus lados, y por el cuarto, al sur, se abra hacia un hermoso paisaje.

Nos hicieron pasar a un recibidor bastante amplio teniendo en cuenta la estrechez de la casa. Haba varios retratos colgados de las paredes, y podan verse tambin algunos dibujos enmarcados en madera noble.

Una viejecita alta y delgada permaneca junto a la estufa de hierro. Su rostro pareca el de un pjaro, no s cul, aunque estoy convencido de haberlo visto en una de esas tiendas donde venden animales disecados. Su nariz era afilada como una navaja, y sus ojos redondos parecan aletargados.

Cmo se encuentra usted, querida Jebb? pregunt afectuosamente mylady.

Voy tirando, y Su Excelencia?

Mir a todas partes para ver quin haba pronunciado aquellas palabras, pero descubr que estbamos solos nosotros tres. Evidentemente, la seorita 97 deba de ser ventrlocua. Seguramente haba sido poco agraciada, en el pasado, aunque ahora se conservaba bastante bien.

Despus de que mylady me presentara, nos sentamos, y la voz de la seorita 97, hablando desde el otro extremo de la estancia, me dijo con sabidura:

El francs, mi querido amigo, es valiente y espiritual, el italiano es listo, el espaol cruel, el alemn pesado, el ruso bruto, y el ingls alegre y de notable generosidad. A Ella le gustaban especialmente los franceses.

La seorita 97 dirigi sus ojos hacia el techo al pronunciar la palabra Ella, que en su boca, y pronunciada con aquella mirada caritativa, haca siempre referencia a Ann Radcliffe.

Por desgracia, yo no saba que aquella frase haba sido extrada de la Novela siciliana, la segunda obra de Ella.

Qu estilo! exclam mylady. Qu profundidad!

Me honra el poder agradecerle este gesto a Su Excelenciacontest la seorita 97.

Mylady sac del interior de su impermeable, que haba depositado sobre una silla nada ms entrar, un paquete que contena cuatro libros in12. Se trataba de la traduccin francesa, publicada por Charles Gosselin en Pars, en 1820, de la Biografa de novelistas clebres, de Walter Scott.

Esto demuestra cmo Ella es querida y respetada en Francia dijo con voz grave mylady, mientras abra el volumen que contena la Vida de Ann Radcliffe.

Supongo que en algn lugar dentro de aquella vieja cabeza se debi de accionar inmediatamente un resorte, porque pudimos ver asomar la dentadura de miss Jebb, todava completa, aunque formada por dientes amarillos e irregulares. Inmediatamente escuchamos, procedente no s de dnde, una risa seca y estridente, y la voz de la propia miss Jebb, que en esta ocasin nos hablaba desde debajo de la mesa, para decirnos:

Vaya, vaya! Puesto que el caballero ha venido desde muy lejos, y como Su Excelencia lo protege, tendremos que hacer lo posible para que su largo viaje no haya sido en vano. Espero poder llamarme muy pronto miss Hundred (Srta. 100), aunque por primera vez en la vida he sentido una jaqueca en otoo. Lo cierto es que podra morirme en cualquier momento, y no quisiera llevarme conmigo esta sorprendente historia.

Nos acomodamos para escuchar su relato. Miss Jebb alej su taza y pareci concentrarse. Durante el silencio que sigui, la seorita 97 se estremeci levemente dos o tres veces, produciendo un sonido similar al que hacen las avellanas al frotarse unas contra otras dentro de una bolsa de papel.

Nunca se vio nada semejante musit finalmente, sujetando con ambas manos sus rodillas, para impedir que temblaran. Cada vez que pienso en ello, noto como si se me helase el corazn. No s si es correcto que rompa este silencio, aunque... me da igual! Quiero que las personas vuelvan a hablar de Ella nuevamente. Y lo harn, porque esta historia es terrible... terrible!

La niez de la seorita Ann tuvo lugar en el negocio de sus padres, los seores Ward. No eran personas ricas, aunque estaban muy bien emparentados. Cuando el seor Ward decidi vender su negocio, all por 1776, se fue a vivir con su mujer y su hija precisamente a la casa en la que nos encontramos ahora.

Ann pas una adolescencia alegre y tranquila, retirada en ese lugar donde imperaba la dorada mediocridad de que habla el poeta: ese modesto bienestar que, segn dicen, constituye la felicidad.

Esta casa se animaba entonces, principalmente en poca de vacaciones. Entonces aparecan Cornelia de Witt y su ama, la signora Letizia, y el alegre y joven Edward S. Barton, acompaado de su tutor Otto Gotzi.

Ann, Edward y Cornelia se hallaban unidos por una estrecha y tierna amistad. Hubo quien lleg a pensar que Ned Barton se casara con Ann en cuanto tuviesen edad para hacerlo, y recuerdo que la seora Ward comenz a bordar (con diez aos de anticipacin) un maravilloso par de cortinas de muselina de la India con las iniciales de Ann y de Edward entrelazadas. Pero el hombre propone y Dios dispone. Lo cierto es que Ned Barton y Ann se queran nicamente como hermanos. Estoy convencida de que al menos se era el sentimiento de Ned; aunque puede que hubiese algo ms en el corazn de Ann. Sin embargo, no por ello William Radcliffe dej de ser el ms feliz de los maridos. El propio Sir Walter Scott as lo indica.

Desde el principio de los tiempos, nunca se ha conocido una naturaleza tan dulce y delicada como la de Ann. Y qu alegra! Fuese donde fuese, inundaba el aire de sonrisas. Su nico defecto era una exagerada timidez... Imagnense si tuvisemos que juzgar a los autores por sus obras! Ms de cien y ms de mil veces me han preguntado de dnde pudo sacar aquella joven la misteriosa audacia de su genio. Espero que despus de haber odo mi historia, al menos ustedes no volvern a hacerme esta pregunta.

Las ltimas vacaciones de estos tres amigos tuvieron lugar en el mes de septiembre de 1787. William Radcliffe ya formaba entonces parte del grupo. De hecho, en julio del mismo ao haba pedido la mano de la seorita Ward. Ned y Cornelia eran a su vez novios desde el invierno anterior. Se amaban apasionadamente, y la vida se mostraba ante ellos bajo los auspicios ms alentadores.

En aquella ocasin el seor Gotzi no haba viajado junto a su ex alumno, quien por cierto vesta con suma elegancia el uniforme de la marina real. Letizia, por su parte, haba permanecido en Holanda, a cargo de la casa del conde Tiberio, el tutor de Cornelia. Para poder describir la belleza de sta, sera necesaria la pluma de Ann, que logr inmortalizar los encantos de su amiga en los Misterios de Udolfo: es en Corny en quien est inspirado el retrato de su protagonista Emilia.

Ah! Qu ntidos son estos recuerdos! Yo era todava una nia, pero sigo recordando nuestros largos paseos por la montaa. El seor Radcliffe no era una persona en absoluto novelesca; siempre limpio, bien vestido, y muy educado con las mujeres. Cuando Ned y Cornelia se perdan por aquellos inmensos bosques, William Radcliffe intentaba entablar agradables y afectuosas conversaciones con Ann, aunque entonces ella me llamaba y procuraba cambiar de tema, hablando de literatura clsica. Siempre que se lo peda, el seor Radcliffe le recitaba pasajes de poetas griegos y latinos. Aunque no entendiese su significado, Ella adoraba esa especie de msica culta. Y en ocasiones, mientras el licenciado de Oxford recitaba a Hornero o a Virgilio, las dulces miradas de Ann se perdan en la distancia, como buscando a la encantadora pareja que formaban el guardamarina Ned y la blanca Cornelia...

Ella suspiraba entonces, y le peda al seor Radcliffe que tradujese aquellos poemas, palabra por palabra, cosa que l haca con agrado, ya que era un verdadero caballero.

Aquel ao la despedida fue triste. Seguramente no volveran a verse hasta despus de celebrados ambos matrimonios: el del seor Radcliffe con Ann, en esta misma casa; y el de Ned y Cornelia en Rotterdam, donde viva el conde Tiberio.

Por una tierna y sentimental idea, se haba acordado que ambas bodas tuviesen lugar el mismo da y a la misma hora, una en Holanda y otra en Inglaterra. De ese modo, y a pesar de la distancia, existira una singular comunin entre las dos felicidades que comenzaban a nacer.

Desde el trmino de las vacaciones, y hasta la fecha en que tenan que celebrarse las ceremonias, ambas parejas intercambiaron una asidua correspondencia. Las cartas de Cornelia rezumaban la ms sincera alegra. Ned, por su parte, estaba apasionado como un ejrcito de locos. Yo no pude ver las respuestas de nuestra Ann, que entonces me pareca un poco decada.

En Navidad comenzaron a preparar el ajuar de la novia. Durante todo el mes de enero de 1787 prcticamente no se habl de nada ms. El gran da haba sido fijado para el 3 de marzo.

En el mes de febrero lleg una carta procedente de Holanda que trastorn a toda la casa. La condesa viuda de Montefalcone, cuyo nombre de soltera era Witt, acababa de morir en Dalmacia. Cornelia, su nica heredera, se encontraba de repente con una enorme fortuna en sus manos.

La carta fue escrita por Ned, que pareca algo alterado y ms bien triste por aquella noticia.

A pesar de que la esquela era muy breve, an se explicaba en ella el extrao hecho de que el conde Tiberio se converta a su vez en el heredero inmediato de su propia discpula, en la rica sucesin de la viuda de Montefalcone.

Despus de aquella carta, no llegaron ms noticias de Holanda hasta finales de febrero. No era de extraar. Haca muy mal tiempo en el canal, y el viento que soplaba permanentemente desde el oeste haca muy difcil el viaje. Ustedes poseen ahora los barcos de vapor, que se ren de cualquier viento; pero en aquella poca pasaban a veces semanas enteras sin tener noticias del continente.

Todas las maanas, el venerable seor Ward acostumbraba a decir, mirando la veleta del tejado:

En cuanto d la vuelta el gallo, vamos a recibir de un tirn toda una resma en papel de carta!

Sin embargo, los dos primeros das de marzo pasaron sin novedad. La boda deba tener lugar el da 3, por lo que la casa se encontraba repleta de actividad y bullicio.

Al atardecer, una hora antes de la cena, lleg el vestido de novia, y casi al mismo tiempo, despus de que se escuchara el tintineo de la campanilla de la puerta del jardn, se pudo escuchar la alegre voz del seor Ward, que gritaba desde la escalera:

Ya os lo avis anteayer: en cuanto diese la vuelta el gallo! Aqu nos trae el cartero esta montaa de correspondencia!

Lo cierto es que aquel alud llegaba en mal momento a la casa en plena agitacin. El paquete contena muchas esquelas, y de muy diferentes fechas. Comenzaron abriendo las ms recientes, y enseguida supieron que sus queridos amigos de Rotterdam se encontraban bien, por lo que continuaron con sus quehaceres.

Ann se hallaba entonces literalmente prisionera de las modistas, que le estaban probando el vestido. Yo misma le di su paquete, que contena tres cartas de Cornelia y dos de Ned Barton. Me pidi que abriese la ltima de todas, y comenc a leerla por el final de la cuarta pgina.

Todo va bien le dije, despus de recorrer con la mirada los ltimos prrafos.

Gracias a Dios! exclam Ann.

En ese caso, mi querida, mi ngel, mi pequea Jebb dijo la jefa de las modistas, te pido que nos dejes, porque nos ests estorbando bastante, tesoro.

Ella me dedic una sonrisa, como para suavizar aquella rigidez. Pareca una mrtir rodeada de arpas, con las bocas llenas de alfileres, que clavaban en su estuche de muselina blanca. Dej el paquete sobre una mesita, y me march.

Es necesario que en este momento les explique algo muy importante, y es que desde este punto del relato ya no puedo hablar como testigo directo de los acontecimientos. A partir de ahora van ustedes a escuchar a la propia Ann Radcliffe, ya que fue su boca la que me cont el resto de la historia. De hecho, lo cierto es que no volv a verla hasta despus de los hechos.

Deban de ser las siete de la tarde, cuando la modista y sus ayudantes terminaron por fin y se marcharon de la casa, llevndose otra vez consigo el traje de bodas para hacerle los ltimos retoques. Cuando se qued sola, Ann se sinti tan agotada por las emociones del da que no tuvo valor para regresar al recibidor, donde la esperaban su madre, su padre y su novio. Se dio a s misma la excusa de que tena que terminar de leer las cartas de Rotterdam; pero el sueo pudo con ella antes de que terminase la primera frase de una alegre epstola firmada por Edward S. Barton. Ann tuvo entonces una especie de pesadilla repleta de imgenes. Vio una pequea iglesia, levantada con un estilo arquitectnico indefinido, y situada en medio de una campia rebosante de plantas y rboles que no se encuentran en Inglaterra. Los campos estaban llenos de maz, y los bueyes mostraban el color de la trtola. Al lado de la iglesia haba un cementerio cuyas tumbas eran todas de mrmol blanco. Dos de ellas parecan idnticas. De cada una de ellas (un detalle insignificante, pero conmovedor, y que con frecuencia se encuentra en nuestros cementerios ingleses) sobresala un brazo tallado en un material todava ms blanco que el mrmol. Ambos brazos terminaban encontrndose, y estrechando sus manos. En medio del sueo, Ella no lograba entender por qu aquella visin la haca temblar y sollozar amargamente. Intentaba leer las inscripciones grabadas en las lpidas, pero no lo consegua. Las letras se confundan, o escapaban ante su mirada.

Como a las diez, se despert llorando al escuchar el barullo de las modistas que regresaban. Haba dormido escasamente tres horas. Notaba en su espritu el peso de una terrible desgracia.

Seorita, no pienso preguntaros por qu tenis Es necesario sealar que si en algunos casos se ha traducido el pronombre francs vous por usted, y en otros por vos, ha sido con la intencin de interpretar y detallar la diferencia de trato que existe entre las pocas en que se desarrollan ambos relatos: el contemporneo al autor pertenece a la segunda mitad del siglo XIX, mientras que el atribuido a la seorita 97 pertenece a la segunda mitad del siglo XVIII. (N. del T) los ojos rojos dijo la jefa de las modistas. Las jvenes que van a contraer matrimonio terminan llorando invariablemente, imagino que de dicha. Ahora probemos el traje.

Se lo probaron, y al ver que le quedaba perfectamente la dejaron sola. Ella se lav el rostro. Las palabras de la modista haban intensificado la impresin que le haba producido la pesadilla. Al echar un vistazo casual hacia la mesa, descubri las cartas de Rotterdam, que casi haba olvidado, y un grito se le escap de su pecho.

Fue como si en ese instante acabasen de decirle los nombres que figuraban en la inscripcin de aquellas lpidas gemelas: Cornelia y Edward!

Rasg un sobre al azar. Su mirada era tan ansiosa que al principio lo nico que logr ver fue unas manchas negras que bailaban ante sus ojos. Cuando finalmente logr leer, suspir de alivio. Se trataba de una carta del 13 de febrero, escrita y firmada por su amiga Cornelia, y en la que manifestaba maravillosos proyectos para las prximas vacaciones. Hasta ese momento tendran tiempo suficiente para ordenar la sucesin de la condesa, Cornelia iba a ir a la casa de los Ward, no para quedarse, como siempre, sino para llevarse a toda la familia a su precioso castillo de Montefalcone en los Alpes Dinricos, al otro lado del Ragusa. Tena ahora all una vasta propiedad con minas de mrmol y alabastro. No caba en s de gozo. Ned se haba enamorado de ella cuando era una muchacha pobre, y ahora, inesperadamente, ella poda convertirlo en un rico propietario...

Qu es lo que habra podido ofrecerle yo?, se pregunt Ann, cerrando la carta. Es mejor as. A fin de cuentas, William tiene un corazn noble y generoso.

Al haber dormido tres horas, ahora no tena sueo.

Se situ en un confortable sof, dispuesta a leer de cabo a rabo toda su correspondencia.

Le encantaba la alegra de su amiga Cornelia, y sepan ustedes que si en alguna ocasin un suspiro levantaba la muselina de su blusa, en ningn caso ello obedeca a la envidia. Ann envidiosa! Qu hereja! Desde luego que no, pero est claro que Corny se extenda, quiz excesivamente, hablando de sus nuevas posesiones, de sus joyas y especialmente de las locuras que ese confuso Ned haca por ella. Cada una de sus pginas cantaba a gloria como si fuese un salmo. Y adems de aquellos salmos, venan a continuacin los versos arrebatados de Edward Barton. Amor! Felicidad! Amor! Felicidad! Aquello comenzaba a resultar montono. Ustedes tienen en Francia un proverbio muy sabio: Si tan rico es usted, coma por segunda vez! Probablemente Ann pensara de esta forma: Ya que se quieren de esa forma, que se casen dos veces!

Ella no pudo dejar de sentirse orgullosa al comparar la modestia de su propio afecto con el delirio sentimental de Cornelia. Despus, como era una filsofa instruida tanto en las ideas de los sabios cristianos como en las ideas de los sabios paganos, acab por decidir que aquel exceso de felicidad tendra su reverso. As es la vida: subidas y bajadas. El que gana pierde tambin en algn momento. Detrs del horizonte siempre aparecen nubes que vienen a ocultar el cielo ms radiante.

As como los flecos de estos pensamientos fueron anuncindose en su cabeza, nuestra querida Ann fue asumindolos hasta convertirlos en plena seguridad. Esto llev a que se manifestara automticamente la excelente naturaleza de su carcter. Comenz anticipadamente a lamentar las penas que podran suceder a este torrente de felicidad, en un futuro relativamente prximo. Querido Ned! Pobre Corny! El dolor es un castigo tan cruel, despus de la maravillosa dicha! Me parece que Ann derram incluso algunas lgrimas antes de descubrir la serpiente que se esconda entre las rosas de su abultada correspondencia.

Porque tena mucha correspondencia! Ah, sin duda haba muchsimas cartas! Dije cinco, y no me engao; pero cada una se desdoblaba en varias, como esas cajas chinas que se encajan una dentro de otra, provocando interminables sorpresas en los nios. Las cartas de Cornelia incluan esquelas de Ned Hartn, y de las cartas de Barton caan mensajes de Cornelia, haciendo que Ann continuase leyendo sin parar. Estaba ms despierta y activa que una ardilla. Le dio la impresin de que podra haber continuado leyendo indefinidamente. Entonces le sobrevino una idea filosfica, que las personas normalmente enuncian del siguiente modo: La roca Tarpeya est ya cerca del Capitolio, y en ese momento las cartas comenzaron a girar, del mismo modo que la cabeza de nuestra querida joven. Una nube, todava distante, apareci en el cielo azul.

La vio crecer, avanzar, oscurecerse, escondiendo sus flancos... Pero no nos anticipemos. La tormenta siempre estalla demasiado pronto.

(No s si a ustedes les pasa lo mismo que a m, pero siempre que en sus innumerables relatos Ella utiliza esta expresin, con seguridad inventada por Ella: Pero no nos anticipemos, se me ponen los pelos de punta.)

Las cartas de los encantadores enamorados de Rotterdam iba progresivamente cambiando de tono.

Casualmente, Ann haba abierto al principio las cartas ms antiguas. La nube del horizonte apareci al abrir la ms atrasada entre las que haba dentro de los dos ltimos sobres.

La primera era una esquela de Ned, en la que sus cnticos bajaban de intensidad. Hasta ese momento, el conde Tiberio, ejemplo de tutor, nunca haba sido retratado por la pluma de Ned excepto como un modelo de indulgencia, generosidad y bondad. Ahora el augusto nombre apareca completamente desnudo, y desprovisto de cualquier epteto. Y un sntoma todava ms grave era el hecho de que Ned no hablaba ahora con mucha frecuencia de amor.

De forma extraordinariamente sutil, daba a entender que la herencia de la condesa llevara parejos posiblemente algunos trastornos. El conde Tiberio haba cambiado bastante. El seor Gotzi, que se encontraba de paso por Rotterdam, sugera cosas muy extraas...

La siguiente carta perteneca a una Corny que se encontraba evidentemente nerviosa. Haca referencia a Letizia Pallanti como esta persona. Letizia! Que haba sido el ngel de otros tiempos! El ser perfecto! Pero, por qu? An no comprenda. Sin embargo, entre las irritadas lneas de Cornelia, la agudeza de Ann logr adivinar algo muy sorprendente: Letizia, olvidando no slo la moral cristiana, sino las ms elementales normas de conveniencia, pareca mantener con el conde Tiberio unas relaciones que no era necesario detallar.

Pero, qu papel desempeaba en toda esta historia el seor Gotzi? Hablaba francamente mal del conde Tiberio, acusndole de una conducta escandalosa que perjudicaba sobremanera sus negocios, y sin embargo l se pasaba tardes enteras encerrado con llave en el escritorio de aqul! Seguramente tomaba parte en todas las orgas (esta palabra apareca escrita con todas sus letras), y cuando esa persona, Letizia, sala llena de diamantes, el seor Gotzi la acompaaba!

Como se pueden imaginar, se haba hecho ya muy tarde. Haca bastante tiempo que Ella haba odo las campanadas de la medianoche; pero el sueo no apareca. Nuestra querida Ann se senta poseda por el ansia de saber, que naca de su noble corazn. Lea, lea y lea! Extraa noche para ser la vspera de una boda!

Mientras avanzaba en sus lecturas, iba apareciendo veladamente una especie de amenaza... La alegra y la felicidad son montonas, pero basta que la tormenta se anuncie en el horizonte para que el inters reaparezca.

Repentinamente Ella salt del sof; acababa de escuchar el primer trueno. Una de las cartas de Ned hablaba de retrasar... y era la boda lo que se retrasaba! Intentaba explicarlo diciendo que la herencia era un asunto fantstico, aunque realmente complicado, y que la iba a obligar a viajar personalmente hasta all...

Pero, por qu no casar primero a los jvenes novios?

sa era precisamente la pregunta que se haca el pobre Ned.

Ella se limitaba a desdoblar una hoja despus de otra, encontrando papeles menores dentro de los mayores, y papeles ms pequeos an, dentro de ellos. No poda parar de leer. El ltimo sobre estaba abierto, puesto que era el que el seor Ward haba abierto para extraer la carta, completamente tranquilizadora, que haba provocado sus gritos de alegra.

Sin embargo, quieren saber qu es lo que haba ledo este buen seor? Yo tambin lo le, y me equivoqu igual que l. Ambos habamos ledo apenas algunos fragmentos de prrafos aislados en los que constantemente se repeta la palabra felicidad. Era, sin embargo, una referencia que se haca para... aorar la felicidad perdida!

En unos instantes en los que todo nos sonre, deca efectivamente el desdichado Ned, en los que el porvenir se nos presenta bajo los ms prometedores auspicios: felicidad, fortuna, amor...

Y ni el seor Ward ni yo habamos querido seguir leyendo. Sin embargo, la frase terminaba as:

... nos sobreviene esta tormenta; s, precisamente ahora. El rayo ha cado sobre nosotros y nos ha aniquilado. Estamos perdidos!

Perdidos! Pueden imaginar cmo se encontraba Ann en ese momento? Por desgracia, aquellas lgubres palabras no eran exageradas. Una misiva de la desdichada Cornelia deca:

Me han sacado de la cama en mitad de la noche. El seor Gotzi sujeta mi mano al pie de la escalera y me dice: Valor! Tenis un amigo... Puedo confiar en l? Me llevan... La noche es terrible, y la tormenta no permite que se oigan mis gritos...

Ella dej que el papel se deslizara de sus manos, y cay al suelo de rodillas.

Oh, Seor Todopoderoso! exclam entre llantos. Cmo podis permitir semejante desgracia? Dnde ests ahora, querida Cornelia? Dnde ests, querida amiga?

Muchas mujeres se habran desmayado en una situacin como aqulla, sin embargo Ella era en cierto sentido superior a todas las personas de su sexo.

Sin abandonar la postura de oracin en que se encontraba, cogi nuevamente las cartas y continu su lectura a travs de las lgrimas.

Ned pareca contestar a la ltima pregunta que haba hecho el corazn de Ann.

El seor Gotzi me haba avisado, reseaba en unas breves lneas, casi ilegibles, pero yo no quise creerle. Cul es el papel de este hombre? Esta maana encontr vaca la casa del conde Tiberio. En la calle haba algunos vecinos reunidos, gritando: Han escapado como ladrones!Estn en quiebra!

Qu sabis vosotros! exclam entonces el seor Gotzi, como surgido del centro de la tierra. No habr ninguna quiebra! El conde Tiberio os pagar a todos, puesto que piensa casarse con la nica heredera de la gigantesca fortuna de los Montefalcone!

Todava quedaba una carta: un pedazo de papel laboriosamente garabateado.

Esta misma noche, deca la misiva, que perteneca a Ned, el seor Gotzi apareci en casa. Pareca compartir mi desgracia. Me inform de que mi querida Cornelia, raptada por su infame tutor, viajaba camino a Dalmacia, en direccin al castillo de Montefalcone. Me aconsej que corriese tras ellos. l haba preparado ya un caballo ensillado en la puerta de mi casa. Aunque me encontraba sin fuerzas, part inmediatamente. Apenas abandon la ciudad, me rodearon y atacaron cuatro hombres con el rostro cubierto por mscaras. A pesar de ello, y a la luz de la luna, me pareci reconocer a travs de los orificios de uno de los antifaces la brillante mirada del seor Gotzi. Ser posible? Un hombre que fue mi tutor!... Me dieron por muerto, y me abandonaron en medio del camino. All permanec cado hasta la madrugada, con mi sangre manando de veinte heridas. Al amanecer, unos campesinos que llevaban sus productos a la ciudad, me encontraron sin sentido y me llevaron hasta una posada cercana, llamada La Cerveza, y la Amistad La palabra francesa "bire" significa "cerveza", y tambin "atad". (N. del T.) Que Dios les bendiga por ello! No es que desee vivir a toda costa, pero soy la nica esperanza con que cuenta Cornelia. Mi cama es buena, y la habitacin es grande. Se encuentra adornada con lminas que reflejan las batallas del almirante Ruyter. Las cortinas tambin estn decoradas con flores. El mesonero no parece una mala persona, aunque en cierto sentido me recuerda al seor Gotzi. No tiene cara, lo que produce una extraa impresin. Siempre lleva al lado un perro gigantesco que, por el contrario, tiene rostro de hombre. Justo delante de mi cama, en la pared, a unos ocho pies del suelo, hay un agujero redondo, como los que se hacen para permitir la salida del humo de las estufas de hierro. Pero no hay ninguna estufa en la estancia. En la oscuridad, tras el agujero, me parece ver algo verde: unas pupilas que me observan fijamente... Gracias al Cielo, todava conservo la serenidad y la sangre fra. Han trado de Rotterdam a un mdico que me est atendiendo. Entre l y su pipa deben de pesar como tres ingleses. Veo algo verde en su mirada. Sabes si el seor Gotzi tiene algn hermano?... Un cro de cinco o seis aos acaba de entrar en mi habitacin haciendo rodar su aro. Me pregunt con absoluta desfachatez: "Eres t el hombre muerto?" Y arroj un sobre encima de mi cama. Era una carta de Cornelia... Casi no tuve tiempo de esconderla. Entr despus una mujer calva seguida del perro que me miraba con los ojos del seor Gotzi. El perro no ladra nunca. El mesonero tiene adems un loro que lleva siempre sobre el hombro, y que repite constantemente: "Comiste, Ducado?" Las pupilas verdes me siguen examinando desde el agujero negro. El nio se re a carcajadas en el patio, mientras grita: "He visto al hombre muerto!" Todo lo que me rodea parece verde ahora. Ann, mi querida amiga, socorro!...

Ella se levant de un salto, porque no slo haba ledo aquella ltima palabra, sino que tambin la haba odo.

Tanto fuera como dentro de Ella, sinti unas voces que sonaban como las voces unidas de Cornelia de Witt y Edward Barton, gritando claramente: Socorro! Socorro!

Comenz a recorrer su cuarto a grandes zancadas, presa de una frentica desesperacin.

Una vez ms sus pensamientos se elevaron al Todopoderoso. Aquello la tranquiliz.

La estaban llamado; le pedan socorro. Qu deba hacer? Tena que ir. Deba acudir a ayudarlos. Pero cmo? No saba todava. La conciencia de su propia fragilidad la deprima, pero tambin exista en su interior la salvaje e indmita naturaleza de su propia determinacin.

Ella deseaba salvar a sus amigos.

Consigui dominarse con un gran esfuerzo y reflexion. A quin poda pedir ayuda? El seor Ward era un anciano conocido por su prudencia; William Radcliffe, su prometido, era joven, realmente, pero tambin abogado. Ustedes podrn decirme que hay abogados tan fieros y valientes como leones. Puede que sea verdad, pero lo cierto es que a nuestra querida Ann no le pareci conveniente recurrir al seor Radcliffe.

Lo mismo le pas respecto a sus otros amigos de la casa. Se trataba de personas apacibles, pacficas, aficionadas al chaquete. Ella tuvo el detalle de pensar en m por un momento, pero lo cierto es que yo era entonces demasiado joven.

Pero haba que hacer algo. Los primeros destellos del amanecer comenzaron a iluminar las cortinas de las ventanas. Ella coloc en el centro de la habitacin una pequea maleta, y amonton desordenadamente en su interior algunas pertenencias que podran serle tiles. No estoy convencida de que ya entonces estuviese decidida a partir sin avisar para un viaje tan largo, en el mismo da de su boda. Ella siempre fue muy correcta, educada y respetuosa con las normas; pero evidentemente existen momentos en la vida en que se hace todo sin pensar.

Deban de ser las cuatro y media o las cinco de la madrugada. Todos en la casa dorman, mientras nuestra joven se deslizaba por los corredores cargando su maleta.

GreyJack, que era el encargado de todo tipo de servicios dentro de la casa, dorma en una habitacin de la planta baja, junto a la cocina. Ella golpe suavemente la puerta de su cuarto y le dijo:

Jack, amigo mo, despertaos; tengo que avisaros de algo importante.

El fiel servidor salt inmediatamente de la cama y abri la puerta, mientras se frotaba los ojos.

Qu ocurre, seorita? pregunt. Hoy ser un gran da para todos! Pero, qu demonios hacis levantada a estas horas?

Ella contest:

Vestios inmediatamente, mi buen amigo Jack; os necesito.

l se sinti aterrado al escucharla, y todava ms despus de encender una lmpara y ver el estado en que se encontraba. Estaba ms plida que un cadver. Jack balbuce:

Ha pasado alguna desgracia en la casa?

S, una terrible catstrofe, pero no ha sido en esta casa. En nombre del Cielo, Jack, vestios!

El anciano comenz a temblar, pero se visti rpidamente. Mientras lo haca, Ella continu:

GreyJack, os acordis de vuestro amigo Ned Barton, que juguete en vuestro regazo, y de Corny, que lleg de Holanda cuando todava era una cra?

Que si recuerdo al seor Edward y a la seorita Cornelia! exclam el anciano. Por supuesto que s! No han de casarse hoy, al otro lado del mar?

Los querais mucho a los dos, verdad, mi querido amigo?

Naturalmente que s, seorita, y los sigo queriendo.

Pues bien, Jack, tenemos que enganchar a Johnny al coche y partir inmediatamente hacia la ciudad.

Cmo? Yo? exclam el pobre hombre, incrdulo. Que deje la casa el da de su boda! Y vais a casaros sin que yo est aqu, seorita?

No me casar sin que estis aqu, amigo mo, porque me ir ahora mismo con vos.

l intent decir algo, pero ella le ataj:

Se trata de un asunto de vida o muerte!

GreyJack, aturdido hasta la locura, corri a la caballeriza sin pedir ms explicaciones.

Iba muy a su pesar. Constantemente se volva hacia las ventanas para ver si apareca alguien. Pero todos se haban acostado tarde y estaban durmiendo a esas horas.

Ella subi al coche y GreyJack se situ en el pescante.

Johnny comenz a trotar, sin que nadie en la casa se despertase.

Ella senta un peso terrible en su corazn. Aunque todava no haba escrito ninguna de sus famosas obras, ya tena ese estilo noble y brillante que sir Walter Scott eleva hasta el cielo en su resea biogrfica, porque exclam involuntariamente:

Adis, mi querido hogar! Dulce refugio de mi adolescencia, adis! Campos verdes, montaas orgullosas, bosques misteriosos llenos de sombras, volver a veros alguna vez?

GreyJack, refunfuando, se gir y le dijo:

En lugar de hablar sola, seorita, podrais decirme qu es lo que vamos a hacer en Stafford tan pronto.

GreyJack respondi ella solemnemente, no estamos yendo a Stafford.

El sirviente la mir, estupefacto:

Seorita suplic, juntando sus pobladas cejas; llevis veintitrs aos siendo ms dcil que un corderito; pero si me utilizis para escapar de la casa de vuestros padres, me condenarn...

Ella le interrumpi, alzando la mano, y aadi:

Protestad cuanto queris, GreyJack. Pero vamos a Lightfield!

La ms hermosa doncella del mundo no supo contarme ms. Yo les relato la historia tal como me fue contada, porque Ella ni siquiera se detuvo para darme ms detalles. Adems, en su narracin no apareca la clsica divisin del tiempo en das y noches. Ella siempre se mantuvo por encima de esas vulgares mezquindades. Corra, llevada por los recuerdos que galopaban a lomos de ese caballo alado que es el smbolo de la imaginacin potica: Pegaso.

Ella coma; pueden ustedes suponerlo, como es lgico. Y tambin dorma, evidentemente, pero todas estas funciones que degradan nuestra elevada naturaleza sern pasadas por alto en su caso.

Tampoco le gust nunca a Ann hacer la menor referencia al dinero o a los gastos. Sobre ambos, tanto usted, mylady, como usted, caballero, podrn creer lo que quieran. Slo s que el viaje fue largo, y que en l se dieron los obstculos ms extraordinarios. Constantemente se vio forzada a gastar dinero. De dnde lo sacaba? No lo s, y me desentiendo por completo de esta respuesta. Lo cierto es que pagaba todo al contado, y que regres al redil sin haber dejado atrs la menor deuda de nada.

De camino a Lightfield, GreyJack, que haba comido en abundancia, se hizo ms charlatn.

Estoy pensando, seorita, que miss Corny y ese pillo de Ned os esperarn all con otro buen mozo. Lo conozco yo? Supongo que William Radcliffe nada sabe de esto. Bueno, tampoco es la muerte. En Inglaterra nunca faltan sacerdotes para casar a dos jvenes deprisa y sin ceremonias. Pero, quin habra esperado esto de vos, seorita Ann? Yo nunca lo hubiese imaginado.

En lugar de contestar, Ella le pregunt:

Qu opinin tenis, GreyJack, de Otto Gotzi?

El pobre sirviente estuvo a punto de caerse del pescante, tamaa fue su sorpresa.

Cmo! Pero, seorita, no puedo creer que estis despreciando a ese joven educado por ese demonio despeinado! Puede que el seor William sea un pjaro negro, pero...

Os pido, amigo Jack, que hablis de mi marido con mayor respeto!

Vuestro marido! Ahora s que no entiendo una palabra!

Os pregunto qu pensis del seor Gotzi.

Bien replic el buen hombre, enfadado; ya me gustara estar en Lightfield para entender mejor toda esta trama. Del seor Gotzi puedo deciros que no es el primer tunante al que veo bien alimentado y vestido en el seno de una familia de honra, con la excusa de educar a sus muchachos.

El caballo se encabrit y GreyJack se apresur a santiguarse.

Ya veis lo que ocurre slo con pronunciar su nombre mascull. Todo el mundo sabe que es un vampiro.

Vamos, amigo Jack dijo ella con desdn, yo no creo en los vampiros.

Lo cierto es que Ella se encontraba muy por encima de todas aquellas supersticiones que correteaban por las montaas, entre los condados de Stafford y Shorp.

Haced lo que os plazca contest el hombrecillo; pero harais bien en creer en ellos. Proceden del pas de los turcos, muy lejos, cerca de la ciudad de Belgrado. Aunque yo no s exactamente lo que son. Usted, que sabe muchas ms cosas que yo, me lo podra explicar mejor?

A Ella le gustaba ensear, como a la mayora de las personas cultas.

En el supuesto de que existiesen, los vampiros son esos monstruos de apariencia humana, que nacen, en efecto, en la baja Hungra, en la regin que se extiende entre el Danubio y el Save. Se alimentan con la sangre de las jovencitas...

Perfectamente, seorita! exclam inmediatamente GreyJack. Eso es exactamente lo que yo he visto con mis propios ojos!

Alimentarse con la sangre de una doncella? pregunt Ann horrorizada... al seor Gotzi?

Algo parecido! Me refiero a Jewel, la perrita de la seorita Corny. Qu encanto de animalito! Lo recordis?... Se bebi la sangre de aquella perrita como si fuese un zorro salvaje aadi. Y en la cocina, robaba las costillas crudas! Por las noches se levantaba tambin para hablar con las araas! Todo el mundo sabe de qu muri Polly Bird, en la Granja Alta... aquella joven a la que encontraron dormida a orillas del lago, y que nunca despert. Y siempre que l entraba en algn lugar, la luz de las lmparas se pona verde. Os atrevis a negarlo? Incluso los gatos le saltaban encima, porque despeda el mismo mal olor de las gatas en primavera. A la lavandera le gustaba repetir, para quien quisiera escucharla, que todas sus camisas tenan una plida mancha de sangre a la altura del corazn.

Vamos, amigo mo, todo eso no son ms que habladuras. Me gustara que me dijeseis algo ms concreto, como por ejemplo: sabis por qu despidieron al seor Gotzi de la casa del esquire Barton?

Por supuesto! Eso es algo que sabra hasta un chiquillo. Fue debido a la seorita Corny. El esquire Barton apreciaba realmente al seor Gotzi, que es un hombre muy culto, y al igual que usted, tampoco crea en vampiros. Pero de repente la seorita Cornelia comenz a quejarse de dolores en el pecho, y asegur que empezaba a verlo todo verde... Qu cosa ms extraordinaria, seorita Ann... fjese en la luna!

La luna, casi redonda, se levantaba en medio de un bosque de lamos sin hojas. Nuestra querida Ann tena el valor de un guerrero, pero no pudo evitar un estremecimiento en aquella ocasin.

Estaban viendo la luna de color verde.

Vamos, acabad vuestra historia exclam, sin embargo, os lo ordeno!

Siempre que se habla de l susurr GreyJack ocurre lo mismo. Cierto da encontraron a Cornelia desmayada en la cama. Tena sobre su pecho izquierdo una pequea picadura negra y Fancy, su doncella, vio una araa verde, de sorprendente tamao, que se deslizaba por debajo de la puerta. Decidi seguirla. Pero la araa corra a tanta velocidad por el pasillo que Fancy no consigui alcanzarla, a pesar de lo cual s pudo verla entrar en la habitacin del seor Gotzi... Entonces fueron a buscar a Ned Barton, ese adorable joven que, la verdad sea dicha, no tena precisamente los modales de su preceptor. Ned entr en la habitacin del doctor Gotzi y le dio tal paliza...

Desgraciado! exclam Ann juntando las manos. Es cierto eso? Ned lleg realmente a golpear a ese perverso y vengativo ser?

Ya lo creo, seorita. Hubo puetazos, patadas, bastonazos e incluso sillazos. El seor Gotzi, entonces, se quej al esquire, que le dio algo de dinero...

Finalmente llegaron a Londres, ya de noche. Nuestra querida Ann decidi asistir al circo olmpico de Southwarck, acompaada por GreyJack. En general no le agradaban mucho este tipo de frvolas representaciones. Pero los barcos que atravesaban el canal no partan con tanta frecuencia como ahora, y la idea de asistir a la representacin circense vino motivada adems por una circunstancia especial.

En el cartel que anunciaba la representacin de diferentes nmeros, una palabra haba conseguido llamar la atencin de la joven, y esta palabra era: VAMPIRO.

En medio del anuncio de la presencia del caballo fsico, que era capaz de caminar sobre la cola; y de las hazaas del payaso BodBig, capaz de comerse un topo y devolverlo entero, poda leerse, escrito en letras verdes:

CAPITAL EXCITEMENT!!

EL AUTNTICO VAMPIRO DE PETERWARDEIN

DEVORAR A UNA JOVEN VIRGEN

Y BEBER VARIAS COPAS DE SANGRE

COMO SIEMPRE, AL SON DE LA MSICA

DE LOS GUARDIAS ECUESTRES

WONDERFUL ATTRACTIONINDEED!!

Cuando Ella y Jack entraron en la carpa, el inmenso circo estaba repleto de espectadores, que contemplaban cmo una vieja pintada de amarillo galopaba completamente esttica, a lomos de un caballo que atravesaba constantemente aros de papel, entre la desaforada algaraba de la muchedumbre. Se trataba de la famosa Lily Cow. Inmediatamente despus se apagaron todas las antorchas, ya que en aquellos tiempos no haba gas. En medio de la oscuridad brot un resplandor fosforescente, que otorg a todos los espectadores cercanos al anfiteatro el aspecto de cadveres vivientes. Se escuch un relmpago lejano, mientras el viento gema con fuerza. La msica comenz a rechinar. Una gigantesca araa, con cuerpo de hombre y alas de murcilago, empez a descender a travs de un hilo que colgaba de la cpula y se iba estirando bajo su peso.

En ese preciso instante, una muchacha checa, casi una nia, vestida de blanco y a lomos de un caballo negro, penetr en el anfiteatro, balanceando sobre su cabeza una corona de rosas. La joven era preciosa y delicada, con un leve parecido a la seorita Cornelia de Witt y, lo ms sorprendente, ms parecida a cada momento que la miraban.

La araa permaneca enroscada en el extremo del hilo, y ya no se mova; acechaba. Mientras estaba quieta, poda verse a su alrededor, claramente, un resplandor verdoso muy brillante en el centro, que iba esfumndose como si fuese una aureola.

La joven checa jugueteaba con su guirnalda mientras danzaba.

Repentinamente la araa se dej caer al suelo, y sus largas y repugnantes patas se movieron frenticamente sobre la arena del circo. La muchacha la vio venir y mostr su terror con unos gestos capaces de arrancar el aplauso del pblico.

El enorme insecto persegua a la joven a toda velocidad, mientras sta intentaba escapar a lomos del caballo negro. El monstruo daba saltos irregulares, y al ver que no consegua dar alcance a la muchacha, utiliz los recursos propios de su especie.

No s cmo logr hacerlo, pero el caso es que fue tendiendo de uno a otro lado unos hilos que, aparentemente, le brotaban de sus fauces, fabricando en un abrir y cerrar de ojos una especie de red... una tela de araa!

La joven checa se coloc de rodillas sobre el caballo. Se quit la guirnalda y los velos que la cubran, quedando vestida nicamente con una malla de color carne, que resultaba todava ms impresionante.

Repentinamente la araa la atrap en su tela. Fue algo espantoso. El caballo, libre de la jinete, galopaba de un lado a otro. Pudo escucharse entonces el sonido de huesos rotos.

Ahora no era a una araa, sino a un hombre al que se vea beber a grandes tragos la sangre roja, en medio de un incendio de destellos verdes.

El circo pareci desplomarse bajo los atronadores aplausos, pero nuestra querida Ann se desmay, exclamando:

Es Gotzi! Es Gotzi! Lo he reconocido!

No existe ningn pas en el mundo donde se aplique tan generosamente como en Inglaterra la mxima de la libertad. A pesar de ello, dudo mucho que nuestras leyes permitan exhibir pblicamente, en la pista de arena de un circo, a un vampiro que destroza los huesos y bebe la sangre de una joven inocente. Sera excesivo.

Por ese motivo, me parece poder afirmar que la direccin del circo de Southwarck consegua aquella ilusin utilizando hbiles efectos especiales. La mejor prueba de ello es que la joven amazona, atacada por el vampiro, era destrozada y succionada todas las noches, durante semanas; a pesar de lo cual se encontraba perfectamente.

Respecto a la posibilidad de que aquel monstruo fuese realmente el seor Gotzi, no me parece probable, a pesar de que esas criaturas excepcionales llamadas Vampiros o Fantasmas poseen, segn se dice, el don de la ubicuidad, o al menos del desdoblamiento, si se me permite la expresin. El error de Ann puede justificarse con uno de esos parecidos tan comunes en la naturaleza. Adems, la mayora de los expertos en vampiros asegura que stos tienen entre s un cierto aire de familia, como si todos fuesen parientes ms o menos directos del propio HaraszNamiGul.

Como ustedes podrn ver enseguida, sera muy arriesgado pensar que el seor Gotzi se haba tomado la molestia de abandonar Holanda, donde lo retenan importantes quehaceres, para entregarse a toda clase de espectculos circenses.

Durante la travesa no hubo ningn incidente destacable. GreyJack comi y durmi a partes iguales. Ella, sin embargo, apoyada en la borda, en una de esas posturas nobles y correctas que adoptaba con suma naturalidad, miraba la espuma que se escurra por los flancos del navo. Sus ojos intentaban adentrarse en la inmensa e insondable profundidad de las aguas. Quiz por eso las olas sugieren con tanta frecuencia la idea de infinito.

Despus de sobrepasar la desembocadura del Tmesis, GreyJack se despert y pidi algo para beber. Ya poda verse tierra en el horizonte. Ella le pidi que se sentara a su lado y le cont, con una sencillez casi milagrosa, los relatos incoherentes que haban llegado a sus manos la vspera de la boda.

Tal es el resumen de estas tristes cartas. Se deduce de ellas que el conde Tiberio, preceptor de mi prima Cornelia, es un libertino, y que sus finanzas se encuentran en el peor de los estados. Respecto a Letizia Pallanti, cualquier joven de alta cuna intentara no mencionar a este tipo de personas. Entre los dos han raptado a Cornelia para arrastrarla hasta las montaas de la antigua Iliria. Creis que se puede hacer algo as con nobles intenciones? El canalla de Tiberio es el heredero de mi prima. Oh, Dios mo! No deseo pararme a pensar en lo que podra pasarle a mi querida prima en esa solitaria Dalmacia, donde la civilizacin slo llega a duras penas.

Lo cierto es que cuanto ms se piensa, ms se alegra uno de ser ingls. Pero, quin se va a ocupar de hacer las almcigas de marzo, en su casa, si me arrastris a m de un lado para otro? Serais tan amable de decrmelo?

Mientras me hacis tan absurdas preguntas, Edward Barton, apualado por cuatro desalmados a sueldo, es objeto de cuidados mercenarios. En su ltima correspondencia ni siquiera me hablaba de Merry Bones...

Ese pillo irlands! explot GreyJack con inesperada violencia.

Mi querido amigo observ Ann con dulzura, los irlandeses son tan cristianos como nosotros.

Pero intenten convencer de una cosa as a un ingls del Este! Jack crisp sus puos ante la simple mencin de ese tal Merry Bones, que era, sencilla y llanamente, el criado de Edward Barton.

Merry Bones, enemigo acrrimo del viejo Jack, se pareca levemente a un haz de lea. Su rostro estaba repleto de buenos y recios huesos, sobre los cuales apenas se vea la carne. Cuando se rea, su boca se ensanchaba hasta detrs de las orejas. Ah, viejo zorro! Tena un sorprendente ojo derecho, y un ojo izquierdo minsculo, que pareca hijo del anterior. Su pelo rizado era tan abundante que no poda utilizar sombrero, y tan retorcido y ensortijado como la cerda en bruto recin llegada de Chicago. A pesar de haber sido marinero, desempeaba mejor su vocacin de cabeza de clavo en un cabaret de Whitefriars, en Londres.

Cabeza de clavo es la expresin irlandesa utilizada para definir al que presta su crneo, por medio cheln, para que algunos caballeros prueben en l sus puos y bastones. El precio de un garrotazo, sin embargo, llega a ser de un cheln entero. Si se lo pedan, Merry Bones era capaz de aceptar hasta un sablazo por media corona.

El navo recal en Ostende, y prosigui su ruta hasta Rotterdam. A Ann le hubiese gustado pensar en los importantes acontecimientos histricos que unen el pasado de Holanda con el de Inglaterra, pero mientras costeaban esas regiones tan famosas, y mientras la embarcacin suba hacia el norte, sobrepasando las desembocaduras del Escalda, eran los acontecimientos presentes los que iban cobrando cada vez mayor importancia.

Era casi de noche cuando el barco accedi a la desembocadura del Mosa, y cuando llegaron finalmente a Rotterdam la oscuridad ya era total. Sin ser tan amables como hoy en da, los encargados de los hoteles ya eran entonces muy competentes. Sin embargo, Ann respondi de forma inesperada a sus ofertas:

No deseo alojarme en ningn hotel de la ciudad, pero, sabra decirme alguno de ustedes dnde se encuentra una posada, en las afueras, conocida como La Cerveza y La Amistad?

Se hizo un inesperado silencio entre las personas que se encontraban en el muelle ofreciendo sus servicios hoteleros.

Entonces salt alguien:

stas no son las mejores horas para ir a semejante lugar, seora!

Y como si acabasen de desatarse al unsono todas las lenguas, se desat un incesante murmullo, en el que todos se repetan la siguientes palabras:

Por qu motivo habr escogido precisamente la posada donde desollaron al ingls?

Aqul era un cuadro tpicamente flamenco, y de apariencia sosegada, a pesar de que hablasen en l de gente asesinada. Ann pudo ver una docena de rostros honestos, alumbrados al estilo Rembrandt por los faroles de las puertas de los hoteles. En medio de aquel paisaje, Ella se mantena erguida y esbelta, envuelta en su capa y apoyada en el brazo de su fiel GreyJack. A unos pasos de all, algunos botes se balanceaban y chapoteaban pesadamente sobre el Mosa.

Nuestra querida Ann repiti imperturbable:

Alguien sabra indicarme el camino de ese terrible lugar llamado La Cerveza y la Amistad?

En medio del silencio absoluto que sigui a su pregunta, pudo escucharse un ruido seco, semejante a una risa burlona.

Qu ha sido eso? pregunt Ann, sin perder en ningn momento su valiente serenidad.

En vez de contestar, los hombres que la rodeaban se santiguaron.

Puede orse rer al viento, desde que degollaron al ingls...

En el nombre del Cielo, joven forastera, no os adentris por el camino de Gueldre esta noche! Os ocurrir algo terrible!

La gran marejada de ayer ha derribado los diques.

El camino ha desaparecido en ms de diez sitios.

Ya no pasan por ah ni coches ni caballos.

Habis odo, seorita? pregunt Jack, aterrado. Ni coches ni caballos! No os lo dije?

Entonces ir en un bote dijo Ann.

El derrumbamiento ha acabado tambin con el Kil de Her. Las embarcaciones ni siquiera consiguen entrar por el canal.

Muy bien; en ese caso ir andando insisti ella. No hay obstculo lo suficientemente grande para apartarme de mi deber! Si alguno de ustedes acepta conducirme hasta la posada de La Cerveza y la Amistad, le pagar el precio que me pida, sea el que sea.

El crculo de hombres que la miraba sorprendido permaneci en silencio, y nuevamente pudo escucharse el eco de aquella especie de risa que momentos antes desgarrara la oscuridad de la noche.

En ese preciso instante alguien se abri paso entre la concurrencia, y un campesino de Isselmonde, vestido con los caractersticos calzones y un jubn de tela blanca, apareci en la zona iluminada. Llevaba sobre la cabeza un gran sombrero flamenco, que le caa hasta los ojos. La luz de los faroles no logr penetrar aquel adorno, y nadie logr verle el rostro. No se vea nada! Cmo explicarlo? Y aquel misterio inspiraba terror.

Quin es se? se preguntaron los dems entre murmullos.

Pero nadie lo saba.

El campesino entr decididamente en medio del crculo expectante y cogi la maleta de la joven de las manos de GreyJack, a quien le castaeteaban los dientes.

De acuerdo! dijo con una voz que ni siquiera Ann lograra describir nunca. Trato hecho! Seguidme!

Y con estas palabras se lanz a caminar rpidamente, rgido como una piedra.

Ella fue tras l, a pesar de las splicas de GreyJack.

La noche se adue de la costa, mientras poda verse en la distancia, como un plido resplandor, el grupo que formaban nuestra querida Ann, el campesino que la guiaba, y el viejo Jack, que segua a ambos, marchando a toda velocidad.

Daba la impresin de que era el propio campesino el que irradiaba esa especie de resplandor verdoso. Los representantes de los diferentes hoteles notaron cmo se les erizaban los cabellos, y se dispersaron inmediatamente como una bandada de patos.

El hombre avanzaba sin detenerse, atravesando canales y cercas. El camino no le pareci muy difcil a Ann, que pisaba donde l pisaba, mientras GreyJack los segua.

De esa forma, atravesaron la ciudad en un abrir y cerrar de ojos.

La dejaron atrs por el este, por el lado de Altostthor. Despus continuaron caminando sin la menor dificultad, a travs de una comarca donde la tierra y el agua se alternaban e incluso se mezclaban en sorprendente confusin. Desde luego, haba muchos obstculos: canales, arroyos o brazos de mar que se extendan frente a ellos como si fuesen tentculos del mar, pero siempre se encontraban con alguno de los puentes de aquel magnfico sistema de comunicacin, que les permita avanzar sin mojarse siquiera los pies.

Pasados unos minutos, el paisaje cambi. Tendr que pedirles un esfuerzo adicional para que intenten imaginarse a estas tres personas caminando en medio de un sudario casi completamente negro, aunque atravesado por plidos resplandores. Adems haba aparecido una densa niebla que esconda tanto la tierra como el cielo.

En medio de aquella bruma, el campesino que los guiaba pareca brillar dbilmente, como si lo hubiesen embadurnado con fsforo. Desde que partieran del muelle, no haba pronunciado una sola palabra. Slo caminaba.

Y caminaba. El sombrero flamenco ya no le cubra la cabeza, y el viento jugueteaba con su pelo, enredndolo y haciendo que brotasen chispas de l.

Repentinamente la noche se aclar. Todas las estrellas aparecieron brillantes en el cielo. El camino segua por all, recto y llano, hasta donde alcanzaba la vista, en medio de praderas sembradas de charcos de agua, brillantes como espejos.

De dnde procedera aquel sonido de campanas, en medio de aquellos parajes, sin campanarios ni iglesias? A pesar de ello, pudieron escuchar ntidamente las doce campanadas de la medianoche. Inmediatamente desapareci el fulgor del cabello del campesino, y el aire se vio poblado de risas burlonas.

Socorro! gimi un lloroso GreyJack.

La tierra acababa de abrirse en aquel punto para tragarlos, obedeciendo de esa forma los presentimientos de nuestra querida joven. Si les parece difcil creer que un abismo pueda formarse en un momento, les dir que a Ann le daba la impresin de que aquel derrumbe se haba producido antes, provocado probablemente por las terribles marejadas de la luna nueva de marzo. De hecho, el encanto de un relato como ste reside precisamente en su verosimilitud. Por otra parte, enseguida encontraremos, en medio de este paseo, numerosos accidentes hiperfsicos. Porque Ella adoraba utilizar esta palabra, que segn creo quiere decir sobrenatural.

El fondo de aquella sima estaba lleno de un fango marino de olor acre y repugnante, que era an ms oscuro que la tinta. En lo alto pudieron ver entonces una silueta oscura, que mostraba una perversa alegra mientras arrojaba la maleta al fondo del abismo, lo cual hizo saltar un torrente de barro.

GreyJack, que en el fondo era un hombre como otro cualquiera, aprovech aquel contratiempo para cubrir de amargas crticas a su joven ama.

En menudo lo nos ha metido, seorita! solloz. Y no ser porque yo no la haya avisado! Estaba convencido de que este maldito campesino era el propio seor Gotzi o alguno de sus secuaces! Y ahora vamos a morir en medio de esta cloaca!

Nuevamente pudieron escuchar el eco de aquella risa diablica, en medio del silencio de la noche, aunque tan lejana en esta ocasin que apenas poda distingursela.

Sobre todo porque en ese momento escucharon otros sonidos de naturaleza muy diferente. Una msica melodiosa, suave y pastoral, atraves el aire mezclada con el tronar de una agradable algaraba. Al principio Ann no se atrevi a dar crdito a sus odos, mientras GreyJack pensaba que sufra las alucinaciones fantasmagricas que anteceden a la muerte.

Pero enseguida vieron que no se equivocaban. Un ruido de pasos, de cascos de caballos y de ruedas de carruajes se les acercaba rpidamente, mientras la noche se iba iluminando con crecientes destellos.

Finalmente, en el borde opuesto del abismo que haba surgido bajo sus pies, Ann y el viejo Jack vieron aparecer la ms maravillosa de las visiones. En primer lugar divisaron a unas doncellas neerlandesas, con trajes de fiesta y guirnaldas de flores, cuya sonriente hermosura brillaba a la luz de muchas antorchas. Les segua en igual nmero un grupo de varones. Despus iba un hombre respetable ataviado con ropas eclesisticas; no con las vestiduras caractersticas de un sacerdote papista, sino con el hbito austero, digno y decente, de nuestros tpicos clergymen de la Iglesia anglicana.

Por fin apareci tras l un joven, con todo el aspecto de un noble ingls; y me refiero a esa nobleza de rango superior al de muchas aristocracias del mundo entero.

El desconocido, de cabellos rubios, piel blanca y sonrosada, y ojos azules como el cielo, pareca un verdadero dios.

La verdad es que Ella nunca haba odo ni siquiera hablar del muy honorable Arthur. A pesar de ello, fue reconociendo de un vistazo cada una de sus caractersticas: primero supo que era un ingls, porque los ingleses llaman la atencin all donde se tenga la suerte de encontrarlos, de la misma forma en que Venus revelaba a la diosa por su andar; despus supo que perteneca a la aristocracia ms elevada, porque lo cierto es que cada flor tiene su propio perfume; y finalmente reconoci que perteneca a alguna familia noble, porque slo un ciego es incapaz de distinguir una estrella atendiendo a su brillo.

Viajaba de incgnito, perfeccionando su magnfica educacin militar con el examen de los histricos campos de batalla de los Pases Bajos y Alemania.

Las doncellas coronadas de flores y los campesinos, tambin ataviados con sus mejores ropas, miraban confusos aquella sima, dicindose entre s:

Qu contrariedad! Vamos a llegar tarde a la boda!

El religioso, tranquilo y sereno, vena detrs de su discpulo:

Tened la bondad de examinar a conciencia el terreno le dijo. En la vida hay que saber aprovechar cada circunstancia. Maana me haris como tarea el dibujo completo del puente de campaa que sera necesario construir para que un ejrcito lograse atravesar sin problemas esta cinaga: treinta mil hombres de infantera, ocho mil a caballo y setenta y dos piezas de artillera de diverso calibre. Pertrechos y material mdico, ad libitum.

El joven desconocido, cuyo porte y figura recordaba a un dios, le ech un vistazo a la sima, tomando algunas notas a la luz de una antorcha.

Ann podra haberse quedado toda la vida contemplando aquel espectculo realmente hermoso. Pero GreyJack, mucho ms prosaico que ella, soportaba con poca paciencia el encontrarse hundido hasta la cadera en el fango.

Eh! explot. Por todos los demonios! Es que vais a dejarnos aqu?

Inmediatamente se produjo un rumor entre los campesinos. El sacerdote y nuestra querida Ann, unidos por el pensamiento, dijeron a la vez:

No haca falta blasfemar.

Entonces el religioso aadi:

Mylord, tened la amabilidad de reparar adecuadamente en los trminos de mi prxima pregunta: dada la posicin de estas personas, que en nmero desconocido se encuentran en aprietos ah abajo, imagino que debido a algn accidente, qu clase de medio mecnico utilizarais para izarlos a tierra firme, si nicamente tenis una cuerda, sin poleas de ningn tipo?

Utilizara mi bolsa contest el muchacho, uniendo el gesto a la palabra, y les dira a estos valientes que me acompaan: os dar diez pistolas de plata de Francia si me trais sanos y salvos a ese viejo y a esa joven dama.

No s cul habra sido el resultado de una respuesta semejante en los exmenes militares de la escuela de Eton, pero sus jvenes acompaantes a la boda no le dejaron repetirla. En un abrir y cerrar de ojos se precipitaron por la ladera desmoronada y ayudaron a nuestros dos amigos a alcanzar de nuevo el camino.

Entonces Ella pudo reparar en la berlina de viaje, tirada por magnficos caballos, que haba llevado hasta all al joven noble y a su venerable preceptor, provenientes de Nimega y con destino a Rotterdam. Quienes iban a participar de la ceremonia nupcial, interrumpidos en su camino por aquel derrumbe, se encargaron de mostrarles otro camino. Pero como deban desandar parte del camino para llegar a su destino, el joven desconocido, cuya apariencia era casi divina, ayud caballerosamente a Ann a subir a su coche, dejndola en la misma puerta de la posada conocida por el peculiar nombre de La Cerveza y la Amistad.

Se trataba de un enorme y oscuro edificio, situado en el cruce entre cuatro caminos y construido sobre pilares de madera. Cerca de l no haba rboles ni matorrales, como si se encontrase perdida en medio de un arenal. Sobre la puerta, el viento nocturno agitaba un letrero luminoso, cuyo farol se haba extinguido.

Ella levant la aldaba con el corazn encogido, mientras pensaba: Aqu, entre estas cuatro paredes, mi hermano y amigo Edward ha exhalado su ltimo suspiro!

No saba ya qu pensar acerca de GreyJack, que en aquel momento temblaba de pies a cabeza, cubierto de fango hasta las axilas, y de muy mal humor.

A pesar de que no se vea ninguna luz desde fuera, la puerta de la posada se abri inmediatamente. Nuestra querida Ann y el viejo GreyJack se encontraron entonces en medio de un saln que ola condenadamente a tabaco de pipa.

En el centro haba una larga mesa, rodeada de bancos y repleta de cntaros vacos cuyas bases descansaban en la cerveza derramada. Tambin haba un mostrador elevado sobre tres escalones, defendido como un castillo, y un reloj de pared con una caja de madera leonada que tena incrustaciones amarillas. Las agujas marcaban la una menos dos minutos de la madrugada. El cuadrante se hallaba decorado por un pjaro raqutico.

Aunque no se vean lmparas ni bujas encendidas, los objetos de la estancia se distinguan ntidamente, como si se hubiese conservado un rayo de luna en aquel lugar, cuyas puertas y ventanas permanecan cerradas a cal y canto. Se trataba de un resplandor sordo y claro al mismo tiempo, que pareca tamizado a travs de algn filtro verde.

Al lado del reloj haba algunas personas inmviles. El grupo lo formaba un hombre obeso que slo tena el reborde del rostro, es decir, cabello y barba. Un loro gigantesco se agarraba con las patas a su hombro; a su derecha haba un nio de expresin diablica, apoyado sobre un aro; y a su izquierda haba un monstruoso perro de color carne, con una cara casi humana, y que permaneca completamente rgido sobre sus cuatro patas separadas.

Finalmente, al lado del mostrador, se vea una mujer gorda y calva, que dorma con agudos ronquidos. Adems del tictac del reloj, que sonaba de forma extraamente profunda, y de los ronquidos de la mujer, no haba ningn otro ruido en la posada.

Ella sinti algo difcil de explicar, aunque no era miedo. Pero, quieren saber lo ms curioso? A pesar de la profunda emocin que la embargaba, a Ella todos aquellos seres que rodeaban el reloj se le antojaban accesorios del mismo, como parte de un extrao engranaje, semejante al del reloj de Estrasburgo.

Por caridad! pidi GreyJack. Un fuego para secarnos, y un poco de pan, carne y cerveza!

A pesar de que lo que peda era lgico, Ella le orden silencio con un gesto rgido y severo, y dijo a su vez:

Queremos ver inmediatamente a Edward Barton, ciudadano ingls y esquire, que ha morado o est morando en este establecimiento, si es que todava vive. Si por desgracia hubiese muerto, de forma natural o violenta, lo que ya se esclarecer en su correspondiente juicio, reclamamos al menos su cuerpo, para poder darle cristiana sepultura.

Las personas del saln no contestaron, como tampoco lo hicieran ante las peticiones de GreyJack. Se quedaron como mudos. Sin embargo, de en medio de aquel silencio y quietud, brot una voz proveniente de algn rincn de la posada, lejos, muy lejos, arriba o abajo, y que gritaba como suelen hacerlo los irlandeses en medio de una pelea:

Te voy a quitar el alma y a devorar el corazn! Musha! Arrah! Begorrah! Maldita araa! Es que piensas que la sangre de un hombre de Connaught puede chuparse como si fuese la de un ingls? Te vas a enterar!

Es Merry Bones, el criado de nuestro amigo Ned! exclam Ella en un susurro, con un asombro en el que asomaba la esperanza. Tenemos que ayudarle.

GreyJack se encogi de hombros, mascullando:

Que el diablo le confunda!

Escucharon entonces un grito procedente del stano o del granero, y Ann, que era el valor en persona, ya iba a lanzarse fuera del saln, cuando el reloj, desde lo ms profundo de su mecanismo, comenz a dar violentas campanadas.

Sonaron trece, y mientras el bronce resonaba, el aletargado personal de la posada pareci recobrar el movimiento. La mujer calva que haba junto al mostra