Ffuncion de La Mujer en La Iglesia
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EL PAPEL O FUNCION DE LA MUJER EN LA IGLESIA
XXXX
Trabajo presentado al profesor xxx en la asignatura de xxxx
UNIVERSIDAD XXX
FACULTAD DE XXX
BARRANQUILLA, NOVIEMBRE 11 DE 2.015
INTRODUCCION
Desde los inicios de la iglesia cristiana el papel de la mujer fue muy activo, los
evangelios lo confirman. La posición actual de la mujer en la iglesia no es menos
importante en nuestros tiempos. Yo diría que la mujer cristiana moderna se está
proyectando en diferentes facetas: hogar, iglesia, trabajo, como esposa, madre,
líder, trabajadora; con una identidad centrada en Cristo y segura de su papel
dentro del reino de Dios.
De acuerdo a Romanos “que en Cristo ya no hay ni judío, ni griego, ni hombre, ni
mujer… porque todos somos iguales en Cristo Jesús” dentro de la Iglesia todos
hombres, mujeres y niños hemos sido llamados al ministerio de la reconciliación.
De hecho las primeras “evangelistas” fueron mujeres ya que fueron las primeras
enviadas en anunciar la resurrección de nuestro Señor. Nuestra fe es el
fundamento como dice la Palabra “vana sería nuestra predicación si Cristo no
hubiera resucitado y las mujeres la iniciaron.
Hay ejemplos que valen la pena considerar, como el de la Iglesia del Evangelio
Cuadrangular en Panamá, la cual tiene cerca de una tercera parte de su cuerpo
pastoral constituido por reconocidas, calificadas y consagradas siervas de Dios.
Años atrás, vi que una de ellas supervisaba más de ochenta iglesias. A Costa Rica
llegó una mujer neozelandesa que evangelizó y estableció iglesias en una
extensa, dura y difícil zona, al punto que la misma gente la llegó a llamar «la
apóstol del Guanacaste». Como estos, se podrían mencionar muchos casos de
otros organismos eclesiásticos en los cuales las mujeres han tenido un papel muy
destacado.
EL PAPEL O FUNCION DE LA MUJER EN LA IGLESIA
Hoy día, en las iglesias de América Latina, las mujeres están en todo; esto no solo
por la buena voluntad que por lo general ellas poseen, sino porque Dios les ha
dado capacidades naturales. También a ellas el Espíritu las ha dotado con sus
dones sobrenaturales, al igual que lo hace con los varones. Esta capacitación es
parte de la razón por la cual la obra avanza con fuerza y poder. El pastor que
menosprecia o relega a un segundo lugar la participación femenina por lo general
tiene una iglesia con muchas limitaciones, mas el que sabe canalizarla
sabiamente, cuenta con grandes recursos y posibilidades.
En segundo lugar, hay algo que no podemos quitar ni impedir, y es que el Espíritu
Santo es dado por igual a los varones como a las mujeres que conocen a
Jesucristo como Salvador y Señor, y que en su voluntad derrama sus dones a
unos y a otras, pues así dice la Palabra: «Vuestros hijos y vuestras hijas
profetizarán.... de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas, en aquellos días
derramaré de mi Espíritu.» (Hch 2.1718) El Espíritu es Señor en la Iglesia ( 2 Co�
3.17) y la función de un pastor o líder no es impedir la gracia del Espíritu, sino
dejarla que fluya y emplearla bien. Así, entonces, la realidad de la iglesia es que
tanto los varones como las mujeres somos vasos para ser empleados por el
Señor, y si cada uno «se limpia de estas cosas, será instrumento para honra,
santificado, útil al Señor y dispuesto para toda buena obra» (2 Ti 2.21). De manera
que debemos dar gloria al Señor, porque Él santifica y capacita a sus hijas para
que le sirvan en todas las dimensiones, operaciones y tareas requeridas por su
obra.
Hemos visto además muchos casos en los cuales las esposas de algunos
pastores predican, enseñan, presiden y desarrollan un tipo de liderazgo aun mejor
que el de sus maridos. A la vez, cultivan una vida espiritual mucho más profunda
que la de ellos mismos. Una parte de la realidad también es que la gran mayoría
de las congregaciones son sostenidas en privado por las oraciones, súplicas y
ayunos de mujeres que buscan estar en el «secreto de Jehová». Todo esto se da,
no por ser mujeres simplemente, sino porque el Espíritu Santo las unge y necesita
para el bien de la Iglesia. Por tanto, conviene reflexionar a la luz de estas
realidades, no tanto en si pueden o no las mujeres tomar parte en la obra, sino
cómo desarrollar mejor su vida en el Señor y cómo desplegar su potencial.
Como hemos visto, la función de la mujer no esta destinada a liderar ni a pastorear
la iglesia, sino que a ser la ayuda idónea del hombre. No obstante, la mujer puede
asumir roles de enseñanza de niños, diaconado, dirección de re uniones
femeniles, etc., manteniendo el marco establecido por la Palabra de Dios.
Recordemos a algunas mujeres neo testamentarias, tales como aquellas que
sirvieron en el ministerio terrenal del Señor, a Priscila junto a su esposo Aquila
(Hechos 18:2) o a la diaconisa Febes (Romanos 16:1), todas con una función
específica e importante, pero ninguna de ellas era pastora, sin embargo tenían
muy en claro que su función era la de ayuda idónea.
El único argumento que se esgrime para defender la ordenación de pastoras en
algunas iglesias evangélicas, se sustenta en una postura absolutamente subjetiva
y lejos de todo relato bíblico. No obstante, algunos pretenden ver sustento en el
caso de Débora (Jueces 4), pero tal fundamento se desmorona al contemplar el
contexto y la situación misma del pueblo de Israel en el período de los Jueces. En
definitiva ante este y otros argumentos, aparece la antigua idea de hacer que la
Biblia diga lo que no está escrito, eso es torcer las Escrituras.
En tiempos de Jesús, la mujer no era tomada en cuenta en la vida religiosa, la
religión era sobre todo de varones. Entre algunas prescripciones tenemos que la
mujer era indigna de participar en la mayoría de las fiestas religiosas, no podía
estudiar la torá ni participar en modo alguno en el servicio del santuario. No se
aceptaba en juicio alguno el testimonio de una mujer, salvo en problemas
estrictamente familiares. Estaba obligada a un ritual permanente de purificación.
En campo social, era objeto de discriminación, así, dentro del matrimonio se le
veía como una posesión del marido, no podía conversar a solas con ningún
hombre so pena de ser considerada como indigna y hasta adúltera. Ante cualquier
sospecha de infidelidad, debía someterse a la prueba de los celos. Siempre se
atribuía a ella la esterilidad de la pareja. La discriminación en caso de adulterio era
radical. (cf. Núm. 5, 12-22).
De ahí que la relación que entabla Jesús con la mujer es sumamente llamativa, y
se constituye en toda una novedad, que hasta resultaba escandalosa. Habla con
ellas con naturalidad, espontaneidad, sin afectación; pero siempre con sumo
respeto, discreción, dignidad y sobriedad delicada. Les permite que le sigan de
cerca, que le sirvan con sus bienes (cf. Lc 8, 1-3). Les muestra su amor,
comprensión y misericordia, si no recordemos el perdón otorgado a la adúltera, y
muchas de ellas recibieron milagros de Jesús. Rompe con los esquemas
socioculturales de su tiempo.
Es partiendo de esto, que la mujer siempre ha jugado un papel fundamental en la
vida y misión de la Iglesia. Porque la mujer es ante todo una persona humana,
creada por Dios, y destinada a la vida eterna, en idénticas condiciones en cuanto a
su dignidad que el varón. Resulta muy enriquecedor el hecho de que la mujer
tenga conciencia de estar llamada a un papel muy activo en la vida de la Iglesia.
Así fue en los comienzos de la era cristiana y se ha dado a lo largo de la historia.
El Concilio Vaticano II, no obvió esta realidad cuando afirma “”Como en nuestros
tiempos participan las mujeres cada vez más activamente en toda la vida social,
es de gran importancia su mayor participación también en los campos del
apostolado de la Iglesia” (Decreto Apostolica actuositatem, 9).
Es suficiente con acercarse a cualquiera de nuestras comunidades, para constatar
el papel preponderante que tienen las mujeres en la vida y misión de la Iglesia,
ellas ejercitan su sacerdocio general en ámbitos, tales como la catequesis, su
participación en la liturgia, en la formación, hoy no son pocas las que siendo
especialistas en ciencias sagradas, enseñan en universidades, forman parte de los
tribunales eclesiásticos, están presentes en los consejos pastorales, en los que se
toman decisiones importantes para la marcha de la parroquia, y así muchos
ámbitos donde de no ser por la mujer, no se podría avanzar.
El hecho de que no se le conceda el ministerio sacerdotal, que es en gran medida
el señalamiento de discriminación que se le da a la Iglesia, responde a una
exigencia de fidelidad a la voluntad de Jesús, “Si Cristo -con una elección libre y
soberana- ha confiado solamente a los varones la tarea de ser ‘icono’ de su rostro
de ‘pastor’ y de ‘esposo’ de la Iglesia a través del ejercicio del sacerdocio
ministerial, esto no quita nada al papel de la mujer, así como al de los demás
miembros de la Iglesia que no han recibido el orden sagrado. Por lo demás, todos
somos igualmente dotados de la dignidad propia del ‘sacerdocio común’,
fundamentado en el Bautismo. En efecto, estas distinciones de papel no deben
interpretarse a la luz de los cánones de funcionamiento propios de las sociedades
humanas, sino con los criterios específicos de la economía sacramental, o sea, la
economía de ‘signos’ elegidos libremente por Dios para hacerse presente en
medio de los hombres” ” (JUAN PABLO II, Carta a las mujeres, 11).
El Papa Francisco también nos ilumina sobre el papel de la mujer en la Iglesia,
«Cuando digo que es importante que las mujeres sean más consideradas en la
Iglesia no es solo para darles una función, la secretaría de un dicasterio… no, sino
para que nos digan cómo sienten y ven la realidad, porque ven desde una riqueza
diferente, más grande.» “Es necesario ampliar los espacios para una presencia
femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del ‘machismo con faldas’,
porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que
oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista. Las
mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia
no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña. La mujer es
imprescindible para la Iglesia.”
El Papa Francisco reiteró en una reciente entrevista concedida al director de la
revista jesuita La Civiltá Cattolica, el Padre Antonio Spadaro, que "la mujer es
imprescindible para la Iglesia".
Así lo indica el Santo Padre en la citada entrevista que hoy ha sido publicada por
16 revistas jesuitas en todo el mundo y que, en español, ha sido presentada por la
revista Razón y Fe.
El Papa hizo esta afirmación ante la pregunta sobre el papel de la mujer en la
Iglesia y lo que se debe haber para darle mayor visibilidad. "Es necesario ampliar
los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia", dijo.
"Temo la solución del ‘machismo con faldas’, porque la mujer tiene una estructura
diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo
se inspiran en una ideología machista. Las mujeres están formulando cuestiones
profundas que debemos afrontar".
El Santo Padre resalta luego que "la Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y
el papel que esta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María,
una mujer, es más importante que los obispos. Digo esto porque no hay que
confundir la función con la dignidad".
"Es preciso, por tanto, profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia. Hay
que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer. Solo tras
haberlo hecho podremos reflexionar mejor sobre su función dentro de la Iglesia".
El Papa cierra este tema afirmando que "en los lugares donde se toman las
decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este
desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se
ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia".
La expresión "genio femenino" o "genio" de la mujer es utilizada por el BeatoPapa
Juan Pablo II en la carta apostólica Mulieris dignitatem en la que aborda el tema
de la dignidad y la vocación de la mujer.
En ese texto de 1988, el Papa polaco destaca que ante los avances de la técnica y
la ciencia, el hombre pierde gradualmente sensibilidad, "por todo aquello que es
esencialmente humano. En este sentido, sobre todo el momento presente espera
la manifestación de aquel ‘genio’ de la mujer, que asegure en toda circunstancia la
sensibilidad por el hombre, por el hecho de que es ser humano".
El Papa Wojtyla resalta además que la Iglesia agradece "todas las
manifestaciones del ‘genio’ femenino aparecidas a lo largo de la historia, en medio
de los pueblos y de las naciones; da gracias por todos los carismas que el Espíritu
Santo otorga a las mujeres en la historia del Pueblo de Dios, por todas las victorias
que debe a su fe, esperanza y caridad; manifiesta su gratitud por todos los frutos
de santidad femenina".
CONCLUSION
Como conclusión puedo esgrimir que tanto la mujer como el hombre
deben saber someterse a sus autoridades celestiales. Así que la mujer
tiene un papel tan importante como el hombre. Dios reparte dones a
todos por igual y hace llamados ministeriales. También en el caso de la
mujer el punto es que pueda o sepa ordenar, sobre todo la que está
casada, sus actividades del hogar con las de la iglesia. No puede
descuidar el hogar por atender la iglesia. Pero al final la mujer cumple
un papel muy importante en el desarrollo de la Iglesia.