Ficha de Catedra Educacion Anarquista

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1 INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACION DOCENTE N° 807 HISTORIA POLITICA DE LA EDUCACION ARGENTINA FICHA DE CATEDRA LA EDUCACION ANARQUISTA En las clases anteriores hemos visto que a finales del siglo XIX y principios del siglo XX la Argentina atravesaba un complejo contexto inmigratorio. Desde 1857 a 1895 el país recibió 2.117.570 extranjeros. De ellos, 1.484.164 se establecieron, en 1895 representaban el 20% de los aproximadamente 4.000.000 de habitantes que tenía el país en su conjunto y el 52% de la población de la ciudad de Buenos Aires. El grupo étnico más grande era compuesto por italianos y españoles, aunque también habían ingresado franceses, alemanes, británicos, austríacos, uruguayos, árabes y suizos, aunque en menor medida. Los inmigrantes se concentraban en la ciudad de Buenos Aires; y de la clase trabajadora el 60% eran extranjeros. Las condiciones de trabajo eran desastrosas, la vivienda escasa y de mala calidad, los salarios no eran bajos en relación a Latinoamérica, pero se deterioraban por las seguidas devaluaciones, eran estafados en los contratos, la jornada era de diez horas, seis días a la semana y condiciones de trabajo muy precarias. En este contexto se entiende las huelgas continuas de finales de la década de 1880 hasta su auge en la huelga general de 1902. El Estado pronto comprendió que con el “buen inmigrante” venía también el “mal inmigrante”. De Europa venía una cultura política que nació con las experiencias en las organizaciones y las formas de acción de la clase trabajadora, dando lugar al debate acerca del anarquismo, el socialismo y la organización en sindicatos. Entre 1880 y 1990 había surgido una creciente militancia de la clase trabajadora que se manifestó a través de panfletos, diarios, mitines masivos, obras de teatro, huelgas y manifestaciones. La política social libertaria del anarquismo se convirtió en un gran enemigo del Estado oligárquico, pero a partir de la segunda década del siglo XX, dicha política comenzó a decaer, a perder importancia. Sobre el punto que nos interesa, desde la postura de pedagogos en torno al Anarquismo que surgieron en las dos primeras décadas del siglo XX (como Julio

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INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACION DOCENTE N° 807

HISTORIA POLITICA DE LA EDUCACION ARGENTINA

FICHA DE CATEDRA

LA EDUCACION ANARQUISTA

En las clases anteriores hemos visto que a finales del siglo XIX y principios del

siglo XX la Argentina atravesaba un complejo contexto inmigratorio. Desde 1857 a

1895 el país recibió 2.117.570 extranjeros. De ellos, 1.484.164 se establecieron, en 1895

representaban el 20% de los aproximadamente 4.000.000 de habitantes que tenía el país

en su conjunto y el 52% de la población de la ciudad de Buenos Aires.

El grupo étnico más grande era compuesto por italianos y españoles, aunque

también habían ingresado franceses, alemanes, británicos, austríacos, uruguayos, árabes

y suizos, aunque en menor medida.

Los inmigrantes se concentraban en la ciudad de Buenos Aires; y de la clase

trabajadora el 60% eran extranjeros. Las condiciones de trabajo eran desastrosas, la

vivienda escasa y de mala calidad, los salarios no eran bajos en relación a

Latinoamérica, pero se deterioraban por las seguidas devaluaciones, eran estafados en

los contratos, la jornada era de diez horas, seis días a la semana y condiciones de trabajo

muy precarias. En este contexto se entiende las huelgas continuas de finales de la

década de 1880 hasta su auge en la huelga general de 1902.

El Estado pronto comprendió que con el “buen inmigrante” venía también el “mal

inmigrante”. De Europa venía una cultura política que nació con las experiencias en las

organizaciones y las formas de acción de la clase trabajadora, dando lugar al debate

acerca del anarquismo, el socialismo y la organización en sindicatos.

Entre 1880 y 1990 había surgido una creciente militancia de la clase trabajadora

que se manifestó a través de panfletos, diarios, mitines masivos, obras de teatro, huelgas

y manifestaciones. La política social libertaria del anarquismo se convirtió en un gran

enemigo del Estado oligárquico, pero a partir de la segunda década del siglo XX, dicha

política comenzó a decaer, a perder importancia.

Sobre el punto que nos interesa, desde la postura de pedagogos en torno al

Anarquismo que surgieron en las dos primeras décadas del siglo XX (como Julio

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Barcos, Vergara y Locascio –argentinos-), se repudiaba a la escuela estatal por ser

oligárquico, nacionalista patriótico y religioso en algunos casos.

El proyecto anarquista sostenía la idea de construir una escuela autogestiva propia,

opuesta a la hegemónica modernizante. Durante el período 1890-1913, anarquistas y

socialistas, interesados con la educación de la clase más numerosa y pobre, intentaron

vincular una escuela fuera del sistema oficial. La oposición a la orientación nacionalista

de la enseñanza escolar se sujetaba con la posición sobre el dominio del Estado en la

educación.

Barcos consideraba que el Estado era una entidad abstracta que anulando al

individuo se apropiaba de su educación, bajo el pretexto de uniformizarla en todo el país

para defender el patriotismo. La crítica anarquista al nacionalismo y al estatismo

apuntaba a la uniformidad estatal oligárquica, que se representaba en el nacionalismo

escolar, el cual encerraba conductas normalizadas, encubiertas con fiestas escolares,

cantos patrióticos, subordinación de próceres y prácticas de lectura-escritura correcta

del idioma nacional. Lo que más se rechazaba o repudiaba fuertemente, era el principio

de autoridad que era una función privilegiada para la educación hegemónica.

Juan Suriano, historiador y profesor de Historia Social General en la Facultad de

Filosofía y Letras de la UBA, en su obra “Anarquistas, cultura y política libertaria en

Buenos Aires, 1890-1910”, expone que la educación de los trabajadores era un aspecto

relevante del dispositivo ideológico anarquista. Concibe a los anarquistas como

militantes más dados a la acción pasional que a la serena reflexión, dispuestos siempre a

instaurar una cultura de conflictos en competencia constante con otras organizaciones.

Mientras los factores de rechazo alternativo perduraron, las propuestas de este

movimiento resultaron atractivas para los trabajadores y otros sectores sociales

permeables a la prédica antisistema del todo o nada.

Sobre el proyecto educativo anarquista, este autor lo considera como un intento

ideológico de construcción de la identidad de los trabajadores, apoyado en conceptos

que combatían el patriotismo, el militarismo, el clericalismo y rescataban el

racionalismo como doctrina educativa alternativa, y la convivencia del trabajo manual e

intelectual como metodología de enseñanza. Señala además que las ideas educativas del

anarquismo provenían principalmente de Rousseau, con énfasis en la educación como

liberación individual. De este concepto central, el anarquismo sostuvo que a través de la

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educación “el hombre podía y debía tomar conciencia de sus potencialidades

adormecidas por la explotación económica y el oscuramiento religioso”.

De manera que la educación se establecía como un agente liberador, por medio de

la cual se reivindica el derecho de todos y cada uno de los individuos a acceder a iguales

niveles de instrucción y cultura. La idea era la construcción de una sociedad sin

privilegios ni jerarquías, contraria a la sociedad capitalista que desestructuraba y dividía

a los hombres que naturalmente eran iguales.

Los anarquistas disputaban el monopolio de la enseñanza ejercido por el Estado

por dos razones:

- porque tendía a reproducir las desigualdades sociales, mantener los privilegios y

garantizarlos y avalar la reproducción de los grupos dominantes;

- por difundir una educación patriótica y nacional, que construían ficticias

opciones sociales y políticas.

Para el anarquismo la educación oficial era una de las principales herramientas de

dominación y alienación para someter a las masas trabajadoras. Les preocupaba el

control y el monopolio ejercido por el Estado en la educación.

Los integrantes del movimiento anarquista estaban unidos bajo el mismo lema:

antiestatalismo, anticlericalismo, y la fe en el racionalismo. No obstante, asumían

diferentes posturas de pensamiento y acción, lo que Suriano establece como un posible

factor del fracaso del proyecto pedagógico anarquista.

Para este autor existían dos corrientes: la que se basaba en el pensamiento de

Bakunin, el cual planteaba un proyecto pedagógico posterior a la revolución social. Y la

otra, basada en la línea de Ferrer i Guardia (pedagogo catalán), que proponía un sistema

educativo alternativo simultáneamente al oficial, para educar para la revolución social.

Sin embargo, ambos se destacaban por el ateísmo, la coeducación sexual y de clases, la

base científica de la enseñanza y una amplia libertad otorgada a los alumnos, incluyendo

la eliminación de premios y castigos.

Hemos mencionado a Ferrer, pues este pedagogo había retomado la idea de

bondad natural según Rousseau, donde el niño es bueno por naturaleza. Propuso que el

individuo podía cambiar en esta sociedad a través de una experiencia pedagógica

revolucionaria. Para ello debía ser educado libremente y sin coacciones, lo que supone

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un aislamiento de la educación oficial. Así, propuso la creación y difusión de escuelas

racionales que inculcarían a los individuos las ideas de ciencia, libertad y solidaridad,

evitando transitar por el autoritarismo y el confesionalismo que reinaba en las escuelas

de la época.

En la propuesta educativa, la escuela debía ser un espacio adecuando al desarrollo

y al desenvolvimiento de los jóvenes, donde las ideas se explicaran y no impusieran

como doctrinas elaboradas. De aquí que la enseñanza no podía y no debía hacer

propaganda, debía ser neutra y garantizada por un racionalismo científico.

Así surgió el desarrollo del concepto de “instrucción integral” que tenía como

objeto imponer en el sistema educativo la relación directa entre trabajo manual y

conocimiento intelectual. De esta forma intentaban igualar socialmente, otorgar al

trabajador sentido de responsabilidad, confianza individual y preparación técnica.

El niño, como sujeto pedagógico, no es visto como el niño de la infancia moderna,

ser dependiente, falaz. Así, Sandra Carli hace referencia al niño como sujeto pedagógico

dentro del anarquismo y de su institución educativa:

“Figuras vinculadas con el anarquismo tematizaron cuestiones como la tutela del

niño, la rebeldía infantil, la educación racionalista y la educación política de la infancia.

El rechazo del monopolio estatal de la escolaridad se combinó con un cuestionamiento

más radicalizado de la institución familiar, concebida como un espacio de opresión de la

mujer y del niño”.

En el anarquismo, se sostenía la idea del niño como sujeto político en una

comunidad autónoma respecto del sistema estatal que era capaz de promoverse en un

espacio educativo propio, alejándose de toda autoridad a la cual puedan estar sujetado,

ya sea Estado, padres o maestros, ubicados en el mismo compromiso político que un

adulto, con las mismas posibilidades de gestionar hacia la revolución social. De esta

manera sacrifican su condición de “niño” como cosmovisión moderna.

La experiencia de la autonomía solo era posible bajo el desarrollo de la razón. El

anarquismo concebía el niño como un sujeto político inscripto en una comunidad

autónoma respecto del Estado capaz de proveerse de un espacio educativo propio.

En el discurso anarquista niños y adultos son ubicados en un lugar de paridad

frente a los adultos y el Estado.

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Barcos identificaba tres enemigos de la infancia: el sectarismo nacionalista, el

sectarismo religioso y el sectarismo patriótico. Debemos tener en cuenta que las

propuestas pedagógicas y políticas de Barcos respecto de la infancia partieron del

reconocimiento de la situación de miseria social, del hambre de la población criolla y de

la construcción del pueblo como sujeto de la educación.

Estas ideas están vinculadas a las ideas planteadas por Bakunin cuando señala que

“los niños no son propiedad de nadie. Sólo pertenecen a su propia libertad futura”, es así

que la sociedad debe velar por ellos. De aquí que Carli expresa que de la libertad

infantil se derivan dos conceptos: la rebeldía infantil y el gobierno propio.

A manera de cierre. El discurso anarquista se destacó principalmente por su

carácter antinacionalista, antipatriótico, antimilitarista y anticlericalista. Lo que

repudiaban era cualquier tipo de autoridad en el sistema.

Los anarquistas rechazaban la burocracia educacional con carácter autoritario. La

metodología de enseñanza que pregonaban era la que buscaba igualar la relación

docente-alumno y que el proceso aprendizaje-enseñanza sea también igualitario.

Proponían la visión del niño como un sujeto político autónomo del Estado, rechazaban

la idea moderna de la infancia, y la concepción de niño como falaz y dependiente.

También el niño ingresa como participante explícito en la revolución social. La

educación es presentada como una herramienta fundamental para la emancipación del

individuo.

Bibliografía de referencia:

CARLI, Sandra. Niñez, pedagogía y política. Buenos Aires, Ed. Miño y Dávila, 2002.

SURIANO, Juan. Anarquistas, cultura y política libertaria en Buenos Aires. 1890-1910. Buenos

Aires, Ed. Manantial, 2004.

SARDU, Ayelén. “Una molesta piedra en el camino: educación anarquista”. En Revista

Theomai N° 17 . Universidad Nacional de Quilmes. Buenos Aires, 2008.