Fin...

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en medio del esplendor de la naturaleza. Después de todo, como ya dije, desde mi ventana podía contemplar e hermoso bosque de Tijuca, a donde nos fuimos en seguida. Llegando allá inyecté la sustancia letal en las venas de la mujer. De inmediato ella dijo que había sido invadida por una sensación muy agradable de alegría y de felicidad, habló de la imponencia de los árboles, de la frescura de la brisa que llegaba del mar; no sé si todo no era más que autosugestión. Ella corría por el bosque y de pronto se detuvo, como si buscara un poco de reposo, y murió. Calculé una hora entre la inoculación y la muerte, pero permítame una pregunta; en realidad dos. ¿Cómo supo usted que yo estaba involucrado en estos hechos algo que la policía intenta descubrir infructuosamente desde hace más de un año? Y además, ¿cómo descubrió usted mi dirección?. 30/09, miércoles Querida señora: Admiro su perspicacia. Resumiendo su última carta, usted estaba en la iglesia cuando Salete se volteó hacia atrás y me dio un saludito, y notó, por el intercambio de miradas, que había entre yo y ella una profunda complicidad, de compañeros secretamente comprometidos, que nunca antes había percibido en otras

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Fragmento de Fonseca...

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en medio del esplendor de la naturaleza. Despus de todo, como ya dije, desde mi ventana poda contemplar e hermoso bosque de Tijuca, a donde nos fuimos en seguida. Llegando all inyect la sustancia letal en las venas de la mujer. De inmediato ella dijo que haba sido invadida por una sensacin muy agradable de alegra y de felicidad, habl de la imponencia de los rboles, de la frescura de la brisa que llegaba del mar; no s si todo no era ms que autosugestin. Ella corra por el bosque y de pronto se detuvo, como si buscara un poco de reposo, y muri. Calcul una hora entre la inoculacin y la muerte, pero permtame una pregunta; en realidad dos. Cmo supo usted que yo estaba involucrado en estos hechos algo que la polica intenta descubrir infructuosamente desde hace ms de un ao? Y adems, cmo descubri usted mi direccin?.30/09, mircolesQuerida seora:Admiro su perspicacia. Resumiendo su ltima carta, usted estaba en la iglesia cuando Salete se volte hacia atrs y me dio un saludito, y not, por el intercambio de miradas, que haba entre yo y ella una profunda complicidad, de compaeros secretamente comprometidos, que nunca antes haba percibido en otras personas. Y despus aument su inters por m al leer en el peridico del da siguiente la notica de la misteriosa muerte y el texto de la carta de Salete hablando sobre el libre albedro. Usted, intrigada, deseo saber la verdad completa vislumbrada en aquel rpido gesto de adis y en las palabras escritas por Salete. Un da, caminando por la calle, en medio de una proftica coincidencia -estoy usando sus propias palabras-, me vio, me sigui hasta mi casa, le pregunt al portero del edificio mi nombre, y entonces procedi a escribirme. Incluso, en su ltima carta usted dice que hay muchos puntos que le gustara debatir conmigo, que est perturbada, pues crea que la mayor confirmacin del libre albedro no era escoger libremente la propia muerte, sino seguir vivo, y que ahora, despus de pensarlo mucho, se pregunta si seguir viviendo en realidad no es ms que dejar que siga funcionando un tosco conjunto de reflejos mecnicos, como he afirmado. Le gustara, tambin, que le hablara sobre el fuerte contenido sexual de mi relacin con las mujeres, que an no le he explicado. Finalmente, usted dice que espera tener el potencial adecuado y desea encontrarse conmigo para conversar con total candidez sobres estos asuntos, y me pregunta si el sbado es un buen da para nuestro primer encuentro. S, es un buen da. Quedo en su espera.