Flores Galindo, A & Burga, M. Apogeo y Crisis de la República Aristocrática (Reseña)
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Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales –FLACSO, sede EcuadorMaestría en Ciencias Sociales con mención en SociologíaAsignatura: Problemas en la formación del Estado Nacional en América LatinaSesión 3 - Reseña 1Jesus David Salas BetinEnero 16 de 2013
Flores Galindo, Alberto y Manuel Burga. Apogeo y Crisis de la República Aristocrática. Lima: Rikchay Peru. 1991. 219 p.
La República Aristocrática es un término acuñado por el historiador Jorge
Basadre (1903-1980) para denominar un periodo de 24 años de la historia del Estado
peruano, comprendido entre 1895 y 1919. La principal característica de esta época, de
acuerdo con la historiografía local, es el predominio de la élite terrateniente sobre las
esferas públicas del Estado, marcado principalmente por una lógica feudal de
apropiación de la tierra y un sistema laboral basado en la servidumbre alrededor de la
hacienda agrícola, y la sumisión de la clase indígena ante la élite dominante.
No obstante, para los autores este es, también, un periodo de grandes cambios y
transformaciones en la esfera política y social de Perú, que darán paso definitivo a una
nueva forma de percibir el Estado, basado en el rescate de los símbolos de identidad que
articulan los diversos intereses de clases; en definitiva, es durante este periodo que se
empieza a cocinar la antesala de la formación del Estado-nacional en Perú. Al respecto
los autores indican que:
[…] diversas fuerzas sociales y acontecimientos políticos irán minando y deteriorando el edificio,
tan sólido como rígido, de la Republica Aristocrática. Los campesinos retomando viejas
concepciones milenaristas y mesiánicas, se enfrentaron con la gran propiedad terrateniente en
1915-16 y, con mayor intensidad, entre 1920 y 1923: fue entonces que las sublevaciones llegó por
primera vez al interior de las propias haciendas con el levantamiento de los colonos (equivalentes
andino de los siervos). A la postre los campesinos fueron reprimidos y controlado, pero sus luchas
no dejaron de impactar en el movimiento intelectual que se desarrollaría en el transcurso de la
década del 20, lo que explica que el indigenismo (ese intento por reivindicar a la cultura
tradicional), fuera un componente tan importante como el marxismo en las discusiones
intelectuales de esos años. (p.8)
Pero el estudio de Alberto Flores Galindo (1949-1990) y Manuel Burga (1942- )
trasciende los límites cronológicos de la República Aristocrática. En la década del 20,
mediada por la presidencia de Augusto B. Leguía (1863-1932), se empieza a dar el
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paso decisivo a la transformación socio-cultural de Perú con la entrada en escena del
movimiento popular, marcado por el resurgimiento de los movimientos campesinos, el
nacimiento del movimiento obrero, y la aparición en escena de los intelectuales de clase
media, que ven en el pensamiento político de José Carlos Mariátegui (18941-1930) y
Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979), dos formas de pensar el Estado a partir del
pensamiento marxista. Finalmente, el periodo de estudio de los autores culmina en 1932
con la insurrección de Trujillo, suceso que supone de manera categórica el triunfo del
aprismo (tendencia liderada por V. R. Haya) sobre el comunismo (de J. C. Mariátegui)
en la hegemonía de izquierda sobre el movimiento popular, y la consolidación de un
régimen político de corte militar que marca un nuevo periodo en la historia política de
Perú.
Como lo indican los autores, este texto más allá de ser una narración cronológica de los
hechos, pretende ser una “historia total” que dé cuenta de los fenómenos estructurales,
atendiendo a los procesos de la economía y la sociedad sin hacer el rol que desempeñan
las ideologías y las mentalidades colectivas (p. 9). De ahí que se planteen tres problemas
centrales: 1) la persistencia en pleno siglo XX de la feudalidad andina como una
herencia colonial, 2) la presencia del capital mercantil como elemento organizador del
sur andino y 3) el surgimiento del capitalismo agrario en los valles azucareros de la
costa norte; sin embargo, es importante notar que el hilo articulador de esta discusión,
está mediada por la actuación del capital imperialista, primero británico y luego
norteamericano, decisivo en la comprensión del surgimiento de la conciencia nacional
como fenómeno decisivo de la época (p. 9).
En síntesis, el texto está dividido en tres partes, que se pueden organizar de forma
cronológica si se quiere, pues cada una de ellas corresponde en orden cronológico con
las trasformaciones de orden histórico que van surgiendo a lo largo de los 30 años que
comprende el periodo de estudio de los autores. Sin embargo, es más importante resaltar
el ordenamiento que dan los autores a los procesos asociados a las transformaciones de
la Republica Aristocrática, de esta forma, la primera parte nos da cuenta de los procesos
que determinan el apogeo de la élite terrateniente a través de la dicotomía entre campo y
ciudad, el proceso de la hacienda y la consolidación del capital mercantil.
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La segunda parte se centran en el proceso de transformación de la lógica aristocrática
(que dominó dos primeras décadas del siglo XX) a la lógica oligárquica (marcada como
se mencionó arriba, por los once años de presidencia de Augusto B. Leguía), en un
contexto desarrollista que supone la incidencia en mayor grado del capital
norteamericano en la esfera económica del Perú. En definitiva, un periodo de grandes
transformaciones en el seno de la sociedad peruana, marcado por las sublevaciones
indígenas del sur, que darán paso a la toma de conciencia campesina y el surgimiento de
una mentalidad andina, y de retorno a la tradición indígena (que tiene su máxima
expresión en el retorno al Tawantinsuyo) en el imaginario de las clases populares, que
será aprovechada por el proyecto político de Augusto B. Leguía (Patria Nueva) para
consolidarse en el poder.
La tercera parte da cuenta del surgimiento de una clase media obrera que se va a ir
abriendo paso en el panorama político de la mano de los movimientos intelectuales de la
mano del socialismo de J. C. Mariátegui y el aprismo de V. R. Haya de la Torre. Es un
momento de nuevas transformaciones, ahora el panorama político y cultural de las
clases populares de Perú parece moverse en una misma dirección, en relación con la
consolidación del fervor nacional. El proyecto de Augusto B. Leguía, alineado con los
intereses de las clases indígenas y campesinas en disputa con la élite terrateniente y
gamonal sufre un giro, fortaleciendo nuevas formas de capital burgués que suponen, a
su vez, nuevas formas de dominación y exclusión de las clases populares. El fin del
oncenio de Augusto B. Leguía, supone la subida al poder de la élite militar, que
encuentra en la clase oligárquica un aliado especial para consolidarse en el poder,
símbolo de esto es la represión con que son sometidos los incitadores de la insurrección
de Trujillo.
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