"Flos Sanctorum" del ms. 8 de la Biblioteca de Menéndez Pelayo

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Serie Estudios de Literatura y Pensamiento Hispánicos Director: Xavier Agenjo Bullón

1. Morón Arroyo, Ciríaco. Calderón : pensamiento y teatro. 2a ed. corregida y actualizada. 2000. 193 p. ISBN 84-86993-39-7 [Coedición con Caja Cantabria]

2. Menéndez Pelayo: hacia una nueva imagen .• ponencias del seminario, celebrado en la Universidad Internacional "Menéndez Pelayo", Santander 2-6 agosto 1982. Bajo la dirección de Manuel Revuelta Sañudo, Ciríaco Morón Arroyo... [et al.]. 1983. 321 p. ISBN 84-600-3232-9.

3. Míller, Stephen. El mundo de Galdós : teoría, tradición y evolución creativa del pensamiento socio-literario galdosiano. 1983. 194 p. ISBN 84-300-9679-5.

4. Campomar Fornieles, Marta M. La cuestión religiosa en la Restauración : historia de los heterodoxos españoles. 1984. 327 p. ISBN 84-398-3026-2.

5. El Erasmisnto en España : ponencias del coloquio celebrado en la Biblioteca ele Menéndez Pelayo del 10 al 14 de junio de 1985. Edición de Manuel Revuelta Sañudo, Ciríaco Morón Arroyo. 1986. XIII, 523 p. ISBN 84-398-6968-1.

6. Fray Luis de León: aproximaciones a su vida y su obra . ponencias del coloquio celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y en la Biblioteca de Menéndez Pelayo del 6 al 10 de julio de 1987. Edición de Ciríaco Morón Arroyo, Manuel Revuelta Sañudo. 1989. XXVI, 335 p. ISBN 84-404-5198-9.

7. Pedro Salinas : estudios sobre su praxis y teoría de la escritura • ponencias del seminario celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y en la Biblioteca de Menéndez Pelayo del 8 al 12 de julio de 1991. Ciríaco Morón Arroyo, Manuel Revuelta Sañudo, editores. 1992. 224 p. ISBN 84-604-3412-5.

8. "Peñas arriba", cien años después .- José María de Pereda, crítica e interpretación. Edición a cargo de Anthony H. Clarke. 1997. 272 p. ISBN 84-86993-14-8.

9. Estudios sobre historia del pensamiento español .- actas de las III Jornadas de Hispanismo Filosófico. Antonio Jiménez García, editor. 1998. IX, 407 p. ISBN 84-86993-20-2.

10. Vallejo del Campo, José Alberto. Menéndez Pelayo, historiador .• su for­mación y su concepción de la disciplina. 1998. 316 p. ISBN 84-86993-21-0 [Coedición con Fundación Marcelino Botín]

11. La cultura española en la Restauración. I Encuentro de Historia de La Restauración. Manuel Suárez Cortina, editor. 1999- VII, 624 p. ISBN 84-86993-34-2

12. Eguizabal, José Ignacio. la huida de Perséfone: María Zambrano y el conflicto de la temporalidad. 1999. 390 p. ISBN 84-7030-706-1 [Coedición con Editorial Biblioteca Nueva]

13. Hacia un nuevo inventario de la ciencia española. Actas de las IV Jornadas de Hispanismo Filosófico. 2000. Gonzalo Capellán de Miguel y Xavier Agenjo Bullón, editores. 538 p. ISBN 84-923601-4-3 [Coedición con Editorial Puertochico]

14. Díaz Arenas, Ángel. Evolución poética de Jaime Siles .- introducción al análisispoetológico. 2000. 473 p. ISBN 3-93-1887-75-8 [Coedición con Edition Reichenberger]

15. Suárez Cortina, Manuel. El gorro frigio. 2000. 384 p. ISBN 84-7030-849-1 [Coedición con Editorial Biblioteca Nueva]

16. Gómez, Rafael. Semblanza y Obra de José María de Cossío. 2000. 346 p. ISBN 84-86993-41-5. [Coedición con la Consejería de Cultura del Gobierno Cántabro y la Fundación Gerardo Diego]

17. La crisis del estado liberal en los países de la Europa del Sur. Actas del II Encuentro de Historia de la Restauración. 2000. Manuel Suárez Cortina, editor. 428 p. ISBN 84-86993-45-8. [Coedición con la Universidad de Cantabria y Caja Cantabria]

18. Fernando Baños Vallejo e Isabel Uría Maqua. La leyenda de los santos (Flos sanctorum del ms. 8 de la Biblioteca de Menéndez Pelayo). 2000. 320 p. ISBN 84-86993-47-4 [Coedición con Asociación Cultural Año Jubilar Lebaniego]

LA LEYENDA DE LOS SANTOS

(FLOS SANCTORUM DEL MS. 8 DE LA

BIBLIOTECA DE MENENDEZ PELAYO)

Fernando Baños Vallejo

Isabel Uría Maqua

LA LEYENDA DE LOS SANTOS

{FLOS SANCTORUM DEL MS, 8 DE LA

BIBLIOTECA DE MENENDEZ PELAYO)

SANTANDER Asociación Cultural Año Jubilar Lebaniego

Sociedad Menéndez Pelavo

2000

CEP La leyenda de los santos (Flos sanctorum del ms. 8 de la Biblioteca de Menéndez

Pelayo). /Fernando Baños Vallejo, Isabel Uría Maqua.— Santander : Asociación Cultural Año Jubilar Lebaniego : Sociedad Menéndez Pelayo, 2000.— (Estudios de Literatura y Pensamiento Hispánicos ; 18)

320 p.: il; 24 cm índices ISBN 84-86993-47-4 D.L: SA-49-2001

© De esta edición, Fernando Baños Vallejo e Isabel Uría Maqua. © Sociedad Menéndez Pelayo.

Edita: Ayuntamiento de Santander, Concejalía de Cultura, Asociación Cultural Año Jubilar Lebaniego y Sociedad Menéndez Pelayo

[email protected]

Imprime: Sociedad de Artes Gráficas J. Martínez, S. L. [email protected]

Ilustración de cubierta: Fol. 73rdel ms. 8 de la Biblioteca de Menéndez Pelayo.

ISBN 84-86993-47-4

D.L.: SA-49-2001

ISO 9706.1994

En sus inicios este trabajo fue subvencionado como proyecto de investigación por la Universidad de Oviedo (1992-1993).

PROLOGO

El libro que la Sociedad Menéndez Pelayo presenta ahora, siempre en su colaboración fraternal con la Biblioteca de Menéndez Pelayo y, en este caso, con la valiosísima aportación de la Asociación Cultural Año Jubilar Lebaniego, supone en realidad una nueva línea de trabajo. Y esto por dos razones: primero, porque supone la trascripción completa de uno de nuestros manuscritos medievales, en lo que apenas había precedentes1. El manuscrito trascrito y estudiado por los profesores Fernando Baños e Isabel liria, es probablemente la primera edición completa de la Leyenda áurea de Jacobo de la Vorágine y viene a constituir una prueba de los amplios intereses bibliográficos de Don Marcelino, que utilizó este manuscrito y que afirmaba en sus Estudios y discursos de crítica histórica y literaria, — v : siglo xix. -críticos y novelistas. - escritores regionales. - hispanistas y literaturas extranjeras, hispanistas y literaturas extranjeras [p. 389] Barlaam y Josafat en España, por Haan:

Al segundo grupo de compendios o traducciones abreviadas hay que referir todos los textos del Flos Sanctorum derivadas de la Leyenda Áurea, de Jacobo de Vorágine. Del siglo XV hay, por lo menos, dos castellanos y uno catalán. Pero tiene mucha más importancia la versión, al parecer independiente y original, que se contiene en un códice de 1470, que lleva en la Biblioteca de Palacio el rótulo de Leyes de Palència, y ha sido cuidadosamente descrito por Morel-Fatio en la Romania (X, p. 300),

noticia que repetiría con pocas variaciones en sus Estudios sobre el teatro de Lope de Vega — ii : comedias de vidas de santos (conclusión),

1 La edición de la Crónica troyana de Pedro de Chinchilla. - Madrid : Complutense, 2000 se inscribiría en esta misma línea, aunque la edición se ha llevado a cabo sin contar con nuestra colaboración directa. Cfr. la reseña de Marcelino González Pascual en el Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, 2001 (En prensa). Tanto La crónica troyana como esta Leyenda de los santos se encuentran ahora nuevamente descritas en Manuscritos anteriores a 1500 en la Biblioteca de Menéndez Pelayo: Tres estudios y catálogo I Marcelino González Pascual. - Santander : Concejalía de Cultura, 2000. - ISBN 84-86-9993-40-7

pastoriles, mitológicas, de historia clásica y de historia extranjera iv. comedias de vidas de santos (conclusión) [p. 115] xxx.—los primeros mártires del Japón

Una descripción codicológica de este manuscrito puede hallarse en la página 183 del ya citado Manuscritos anteriores a 1500 en la Biblioteca de Menéndez Pelayo: Tres estudios y catálogo recientemente publicado por Marcelino González Pascual.

Es importante señalar que esta publicación es el inicio, o forma parte, de un ambicioso proyecto de investigación dirigido por el profesor Fernando Baños y que tiene por objeto reunir en un solo corpus la literatura hagiográfica medieval española. De esta manera, estarán disponibles unos textos que la crítica quizá no siempre ha valorado debidamente y que, sin embargo, poseen aparte de su enorme valor textual, una muy considerable importancia para el estudio de las mentalidades, pues contribuyeron decisivamente a configurar el imaginario colectivo, la cosmovisión más bien, del hombre de los siglos oscuros, que cada día lo van pareciendo menos, a la luz de unas investigaciones rigurosas y precisas, contextualizadas e interrelacionadas, que nos ofrecen una visión directa de aquellos mil años sobre los que se forjó verdaderamente la modernidad.

Xavier Agenjo Bullón Director de la Biblioteca de Menéndez Pelayo

ÍNDICE

Mg,

Introducción 15

El códice 19

La lengua 25

La Legenda áurea de Vorágine como fuente. Cotejo 29

La misteriosa Istoria de sant Mamés 51

El ms. 8 frente a otras compilaciones castellanas 59

Criterios de esta edición 67

Bibliografía 69

LA LEYENDA DE LOS SANTOS {FWS SANCTORUM

DEL MS. 8 DE LA BIBLIOTECA DE MENENDEZ PELAYO) 75

I. Istoria de la cáthedra de sant Pedro 77

II. Istoria de sant Mathía 81

III. Istoria de sant Longinos 85

IV. Istoria de sant Patricio 87

V. Istoria de san Gregorio 91

VI. Istoria de sant Benito 99

VIL Istoria de santo Aparicio 105

VIII. Istoria de santa María de la Saludación 109

IX. La Pasión de Jhesu Christo 113

X. De la Resurreción 117

XI. Santa María de Egipto 121

12 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

XII. Istoria de san Marcos 125

XIII. Istoria de sant Phelípe 129

XIV. Istoria de sant Yago , 131

XV Fue fallada la cruz de nuestro Señor Jhesu Christo 141

XVI. San Juan ante Portam Latinam 147

XVII. Las ledanías 149

XVIII. Istoria de la Ancensión de Jhesu Christo 151

XIX. Istoria del Spíritu Santo 155

XX. Santa Petronilla 159

XXI. San Pedro, exorcista 161

XXII. Istoria de sant Primo e Feliciano 163

XXIII. Sant Barnabás 165

XXIV. Istoria de sant Quirze 169

XXV. Istoria de sant Gervás e sant Protás 171

XXVI. Istoria de sant Julián 175

XXVII. Istoria del nascimiento de sant Juan Babtista 179

XXVIII. Istoria de sant Juan e sant Paulo 183

XXIX. Istoria de sant Pedro 187

XXX. El martirio de sant Pablo 197

XXXI. Santa Margarita, bajo el nombre de Marina 203

XXXII. De santa María Madalena 207

XXXIII. Istoria de sant Yago de agosto 217

XXXIV Storia de sant Chrístóval 225

XXXV. Istoria de santa Marta 233

XXXVI. Istoria de sant Pedro el apóstol 237

XXXVII. Istoria de Estevan papa 243

XXXVIII. Istoria del cuerpo de sant Estevan 245

XXXIX. Istoria de sant Sixsto papa 249

ÍNDICE 13

XL. Istoria de sant Mamés 251

XLI. Istoria de sant Llorente 261

XLII. Istoria de sant Ipólito 269

XLIII. Istoria de santa María, quando subió a los cielos 273

XLIV. Exaltación de la Santa Cruz 281

LÁMINAS 287

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TOPONÍMICO 305

INTRODUCCIÓN

Entre los diversos géneros de la literatura medieval española, los relatos protagonizados por santos son poco conocidos, fuera de los poemas de Gonzalo de Berceo y del anónimo sobre María Egipciaca. Si éstos pasaron al canon literario, con todo merecimiento, en cambio la hagiografía en prosa fue sistemáticamente olvidada por los estudiosos y editores, hasta muy recientemente. Bien mirado, lo sorprendente es que ese desconocimiento no se ajusta a la amplísima difusión de que gozaron en la Edad Media las Vidas de santos; puede decirse que fueron la lectura principal, tanto que la palabra leyenda, con la acepción de 'lectura', llegó a identificarse por antonomasia con la lectura de las Vidas de santos, y con ese sentido aparece todavía en el diccionario.

A la vista de la cantidad de escritos hagiográficos que se produjeron durante el Medievo en latín y en las lenguas vernáculas de la Península, es palpable que la hagiografía fue el género más prolífico de la época, entre los conservados por las letras, pues también es cierto que mucho de lo que entonces se contaba y cantaba no ha dejado testimonios escritos.1 Si esto es así, no es fácil explicar por qué cayeron en el olvido. En gran medida fue responsable la propia Iglesia, que a partir del siglo XVI se esforzó en arrumbar la hagiografía de carácter legendario, que es la predominante en los siglos medios. Por otra parte la laicización de la cultura en la época contemporánea hizo que los gustos literarios corrieran por otros derroteros; y cuando se volvían los ojos hacia la Edad Media, se ponían con mayor deleite sobre la épica y la caballeresca, ignorando lo que ahora vamos viendo: que en no pocos aspectos los relatos sobre héroes, históricos o ficticios, iban de la mano de las Vidas de santos.2

Afortunadamente, en las últimas décadas los buscadores de leyendas hemos encontrado en esos relatos una fuente inagotable, e intentamos rescatarlos de la condena de quienes repulsaban lo apócrifo, y del olvido de quienes desdeñaban lo religioso sin pararse a comprobar que las hazañas de los santos no por piadosas son menos heroicas o maravillosas que las de los caballeros. Estamos convencidos de que editar y estudiar las versiones castellanas de los relatos hagiográficos no es sólo contribuir al conocimiento de la literatura, de la sociedad o de la mentalidad de una

Véase el «Ensayo de un índice de la hagiografía hispano-medieval» (Baños, 1989).

Pueden consultarse los estudios de West (1983), Walsh (1970-1971 y 1977), Baños (1993 y 1994).

16 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

época, sino también poner al alcance del público interesado deliciosas invenciones que hoy pueden leerse como la versión religiosa de la literatura fantástica, muy distintas de los tratados estrictamente ascéticos y espirituales que la hagiografía moderna y contemporánea ha dejado en nuestra mente. En pleno auge del culto a los santos, los hombres del Medievo, embelesados como los de cualquier otra edad por el atractivo de lo sobrenatural, pero carentes de posteriores planteamientos racionalistas, necesitaron dotar de un relato mítico a determinados personajes venerados, y para ello recurrieron a los modelos narrativos anteriores, tomados de las Vidas de otros santos o de la Biblia. A medida que se repetían las hazañas, cada vez se tornaban más fabulosas, de modo que no ha de extrañar que ese fervor llevara en ocasiones a inventar el propio protagonista. No es, sin embargo, la invención puntual de un falsario agazapado en la penumbra de su celda, sino que es la leyenda tradicional, que se va gestando y agrandando, evolucionando imperceptible pero incesantemente. Tras la lectura de textos como los que aquí editamos, es imposible ignorar que la hagiografía medieval, con todos los casos particulares que se quiera, borda sobre un pobre cañamazo de datos históricos una imponente, dorada leyenda, ahora en la otra acepción de 'relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos'. El estudio que incluimos sobre la Istoria de sant Mamés es buena muestra de cómo se constituye la ficción hagiográfica mediante la agregación de tópicos inagotablemente repetidos desde la Biblia.

En cuanto a los modos de presentación de los relatos sobre santos, en la Edad Media proliferaran tanto las Vidas individuales como las compilaciones de diversos tipos. Ya hemos dicho que los poemas sí que han recibido una estimable atención en forma de ediciones y estudios. De las que están en prosa castellana algunas obras individuales también pueden encontrarse con mayor o menor facilidad en ediciones modernas:3 la Vida de santo Domingo de Guzmán (Barbadillo, 1985); la Vida de san Alejo (Vega, 1991) y la de Santa Pelagia (Rodado Ruiz (1990); la Vida de san Ildefonso y la Vida de san Isidoro atribuidas al Arcipreste de Talavera (Madoz, 1962); o la Vida de san Vítores (1985; Gómez Moreno, 1989).

Sin embargo el panorama que presentan las compilaciones castellanas es muy distinto, pues la única atención que han merecido de los investigadores, y aun ésa muy recientemente, ha sido el estudio o edición parcial de alguno de sus relatos. Ello se ha hecho casi siempre con el estimable objetivo de comparar diferentes versiones de la Vida de algún santo, pero lo cierto es que tal proceder no permite valorar los santorales en su auténtica naturaleza, que es justamente la de colección. La labor compilatoria de narraciones hagiográficas está bien documentada en España desde el siglo X, en la modalidad de los Pasionarios y los Legendarios mozárabes, pero a partir del siglo XIII surge un nuevo tipo de colecciones, las denominadas abbreviationes o legendae novae, en que el compilador, además de reunir el material, en ocasiones lo

Individuales en su redacción, aunque luego se hayan transmitido en códices junto a otras similares.

INTRODUCCIÓN 17

reescribe. Cabe mencionar aquí las colecciones latinas de Rodrigo el Cerratense y Bernardo de Brihuega realizadas al amparo de Alfonso X. Pero ahora nos interesan en concreto santorales como el que nos ocupa, los conocidos como flos o flores sanctorum, que derivan de la famosísima Legenda áurea latina que Jacobo de Vorágine y sus colaboradores compusieron y reelaboraron en la segunda mitad del siglo XIII (véase Maggioni, 1995a y b). Entre las diversas compilaciones hagiográfícas, fue la Legenda áurea del dominico italiano la que dio un impulso sin precedentes a la difusión de esas versiones breves, pues más del millar de copias manuscritas y muchas traducciones conservadas en códices o libros impresos testimonian que se convirtió en lectura habitual en los últimos siglos de la Edad Media y durante las centurias siguientes. Las traducciones a lenguas vernáculas sirvieron para divulgar entre los legos la colección, y en particular las muchas ediciones del flos sanctorum castellano dan cuenta de una auténtica popularidad en el siglo XVI. Esa moda de los santorales no se explica sin más por el atractivo de las leyendas, sino que también fue decisivo que llegaran a convertirse en manuales de devoción y en signo externo de ella, en una época en que era vital ser o parecer un buen cristiano, sobre todo para los conversos (Thompson, 1990). Mas la hagiografía de raíz medieval llega a resentirse de su propio éxito, pues ya en ese mismo siglo XVI surgen las críticas a la desmesura de muchas de las leyendas, y en el siglo XVII irá imponiéndose la depuración de lo que parezca fabuloso, que culmina en el XVIII con la prohibición de las comedias de santos. Dos compiladores de finales del Quinientos nos muestran actitudes distintas ante los excesos de la tradición hagiográfica. Alonso de Villegas parece disculpar cualquier extremo que logre una piadosa admiración:

(...) aora digo, que si todos los libros en que se escriuen vidas de sanctos son prouechosos a las almas, este sera prouechosissimo (...), y lo otro porque son historias peregrinas, que a los muy leydos se les harán nueuas juntamente con ser los hechos que se refieren en ellas, assi de tormentos y martyrios que padecieron algunos martyres, tan extraordinarios, terribles y espantosos, como las asperezas y penitencias que sufrieron de su voluntad y gana, sanctos confessores; hermitaños, y solitarios: Osadías, y atreuimientos heroycos, hechos por tiernas y delicadas donzellas, todo esto con atención considerado, y ponderado por pechos christianos y deuotos, no es posible sino que harán en ellos effecto y prouecho singularissimo, dando desta suerte manjar y sustento a sus almas, (,..)4

Más cautelosa es la actitud de Pedro de Rivadeneyra, quien advierte: «muchas vezes se escoge mas lo que admira, que lo que edifica, y mas los milagros, que las virtudes» (f. 3v). Y espiga algunas reflexiones que no tienen desperdicio:

4 Alonso de Villegas, Flos sanctorum. Tercera parte. Historia general en que se escriuen las vidas de sanctos extrauagantes y de varones ¡Ilustres en virtud (f. 5v). No obstante, en otra obra reconoce que las Vidas de santos no bíblicos no están libres de «alguna duda (...) si fueron sus vidas de esta, ü de aquella suerte», en Flos sanctorum y historia general, en que se escribe la vida de la Virgen sacratísima Madre de Dios, y Señora Nuestra y las de los Santos antiguos, que fueron antes de la venida de Nuestro Salvador al mundo (f. 3r). Sobre el santoral castellano en el Siglo de Oro véase Aragüés (en prensa).

18 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Y no es marauilla, que en algunas cosas muy antiguas, y con las persecuciones espantosas de los Tyranos que tuuo la Yglesia, puestas en oluido, no hallasen después los escritores la luz de la verdad tan clara y pura. Especialmente que muchos hereges procuraron sembrar sus falsedades en las vidas de los santos: y también algunos Católicos, ò por sus interesses, ò por su zelo indiscreto, fingieron y mezclaron otras, indignas de la piedad Christiana; como se vee en la censura que hizo Gelasio Papa en el Concilio Romano (f. 3r).

Y porque no es mi intento principal en ésta historia, abarcar, ni referir todo lo que está escrito de los Santos, sino escoger y entresacar las cosas ciertas y aueriguadas, y las que mas nos puedan mouer à la imitación de los mismos Santos, cuyas vidas escriuimos, dexarè algunas cosas, que aunque estén muy recebidas entre la gente común, no me parece que estan tan bien fundadas, ni con tanta autoridad, que yo las pueda afirmar (f. 5r).

Condena sin paliativos contra la Legenda áurea es la que se lee en dos escritos latinos, uno atribuido a Juan Luis Vives, y de Melchor Cano el otro, que le niegan la brillantez del oro para calificar a su autor como «ferrei oris, plumbei cordis», 'de boca de hierro, de corazón de plomo', que podría incluso entenderse como 'caradura y necio' (Thompson, 1990, p. 106).

Pero la fábula que tanto empezó a disgustar después de la Edad Media, es precisamente lo que justifica que ahora nos atraigan esos relatos como literatura. Pues bien, ninguna de estas fabulosas compilaciones castellanas, que sepamos, había sido publicada en su integridad. Seguramente ha sido así porque durante mucho tiempo se han despreciado como meras traducciones que no justificaban el trabajo. Incluso si fueran traslados de la Legenda áurea, tendrían interés estos textos para el estudio de la lengua y del estilo de la época, pero es que ninguna de estas colecciones es una sencilla traducción, como casi nunca lo son las medievales, pues los compiladores quitan y añaden según sus intereses y los de su público; así que se trata de auténticas versiones locales, y no sólo por la lengua. Prueba de que ya se ha tomado conciencia de la necesidad de editar los santorales castellanos para el mejor conocimiento de nuestra literatura y nuestra historia, es que ya hay otros proyectos en marcha.5

Nosotros, por el momento, publicamos en este volumen uno de los flores sanctorum castellanos más antiguos, pues solamente éste y otro están datados en el siglo XIV.6

Creemos ofrecer con él materia de estudio y al mismo tiempo un deleitoso recorrido por esa representación del mundo tan ajena: no nos pertenece, y ello es evidente, pero, vista por nosotros, deja de ser la suya; no podemos identificarla con nuestro sentir actual, pero tampoco reconstruir, por mucho que lo intentemos, la percepción del hombre del Medievo.

5 Nos constan el de Vega con los incunables, Cruz-Sáenz con el Lázaro Galdiano, Dykstra con el manuscrito 780 de la Biblioteca Nacional.

6 El otro es el ms. 10.252 de la Biblioteca Nacional de Madrid. En otro capítulo de este prólogo aludimos a las copias castellanas de los siglos XIV y XV

EL CÓDICE'

La Biblioteca de Menéndez Pelayo de Santander guarda un códice facticio, el M-169 (olim R-I-5-9), encuadernado en pergamino. Contiene dos flores sanctorum, el que nos ocupa, conocido como ms. 8 por la numeración de Miguel Artigas (1930), y el manuscrito 9, datado como del siglo XV.

El manuscrito que aquí editamos, el 8, consta de 73 folios en papel, con una numeración de nuestra época, en el margen superior derecho. Está escrito a dos columnas, con huecos para iniciales, sin letras de guía. Los folios miden 267 por 200 mm, y la caja de escritura es de 225 por 183 mm.2 El plegado es del tipo infolio; la composición de los cuadernos es difícil de observar porque en el borde del cosido hay refuerzos con rebabas, pero en todo caso es muy desigual, pues va desde el cuaderno de un pliego o bifolio único hasta el cuaderno de nueve pliegos.3 Aunque Artigas dató todo este manuscrito como del siglo XIV, tanto el tipo de letra como las diversas filigranas que presentan los setenta primeros folios permiten también pensar en una época más tardía, como comienzos del XV (hasta 1425, aproximadamente).4 La escritura es gótica cursiva formada, de transición de la fracturada a la redonda, con

' Una primera descripción del códice y de la lengua fue presentada en el V Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval (Uría, 1995).

2 Son las medidas que publicó Artigas (1930). González Pascual (en prensa) precisa más las medidas. De nuestras comprobaciones resulta 266 x 205 = 6 + 225 + 35 x 10 + 80.20.80 + 15. Entre 31 y 43 líneas.

3 Coincidimos con González Pascual (en prensa) en su análisis de la composición de los cuadernos, a excepción de lo que apunta sobre los cuadernos f y g, pues según él el folio 61 pertenecería al g, y no al f. De acuerdo con nuestra observación, el folio único es el 70, que, como los otros dos casos de folio único (ff. 3 y 73), está al final del cuaderno. Así que el esquema de los cuadernos sería: a4-' (ff. 1-3), b8 (ff. 4-11), c2 (ff. 12-13), d"5 (ff. 14-29), e" (ff. 30-43), f18 (ff. 44-61), g1»-' (ff. 62-70) y h « (ff. 71-73).

4 Las marcas de agua son la de los montes en un círculo (ff. 2, 15, 18, 20, 21, 24, 26, 27, 33, 41, 42, 43, 44), similares en Briquet (1923, n° 11.853, 11.862 y 11.889, datadas desde 1378 a 1422) y más próxima en Basanta Campos (1996, t. II, p. 177, A.H.P.OR, 2, datada en 1420); rueda de ocho radios (ff. 7 y 12) y de diez radios (ff. 10 y 11), sin localizar; círculo colocado horizontalmente (ff. 34, 47, 51, 53, 55, 56, 57 y 60), similar en Briquet (n° 2.980, datada en 1429); yugo (ff. 63, 64, 66, 67), similar en Briquet (n° 7.874, datada en 1419).

20 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

influencia de la escritura bastarda. En general resulta bastante clara, pero hay algunas palabras cuya lectura es dudosa o incluso ilegible.5 Por otra parte, los tres últimos folios son de distinta mano (véanse láms.), con prueba de diversos módulos, pero del mismo tipo de escritura, puede que de una época algo anterior a la del resto del manuscrito, según ya había observado Artigas. Además el último folio presenta una filigrana que no hemos podido identificar, pero de aspecto primitivo,6 así que, por una y otra cosa, es probable que esta parte fuera copiada anteriormente, pero en ningún caso antes de mediados del XIV. El reverso del último folio está lleno de pruebas de pluma hechas por diversas manos con posterioridad, durante el siglo XV; algunas están en letra castellana («al muy alto Rey e señor»), finales de rúbricas, signos notariales, quizá eclesiásticos, parte del abecedario (de la «a» a la «g») y fragmentos de dos himnos latinos, el Alma Redemptoris Mater y el Ave Maris Stella, éstos en diversos módulos de escritura bastarda.7

En el estado actual de conservación, el ms. 8 consta de 44 relatos, pero algunos están incompletos. Así, al Martirio de sant Pablo (ff. 42c-44b) le falta el final, y a la Istoria de santa Marina (santa Margarita, en realidad) (ff. 45a-46b), que sigue a la de san Pablo, le falta el principio. Al relato de la Asunción de la Virgen (ff. 68a-70d) le falta el final (véanse láms.).

Ahora bien, entre el relato de san Pablo y el de santa Marina, aunque falta texto, no falta, según parece, ningún folio. Lo que sucede es que el copista dejó en blanco media columna del recto (44b) y todo el verso del folio (44c y d). Ese espacio en blanco estaría destinado a suplir, por otra fuente, el final del Martirio de sant Pablo y el comienzo de la Istoria de santa Marina, que probablemente ya faltaban en el modelo del ms. 8. Hay otro dato que indica la pérdida o deterioro de un folio en el modelo del ms. 8: el texto que falta sí que lo transmite otra copia de la misma compilación castellana (ms. 15.001 de la Biblioteca Lázaro Galdiano), y allí ocupa en total tres columnas y media, casi un folio.

Al relato de la Asunción, inconcluso, le siguen los tres folios de distinta mano (ff. 71a-73b), que transmiten una parte del capítulo sobre la Exaltación de la Santa Cruz, a la cual le falta el comienzo. De hecho, se ve muy claro, aún hoy, el resto de un folio,

' Tal ocurre con el texto del comienzo del f. 1, en las columnas b y c, debido a que está roto en su margen superior (véase lám.).

6 González Pascual (en prensa) describe la filigrana como una media luna. Gemma Avenoza Vera, a quien también tenemos que agradecer la ayuda prestada, nos remite asimismo a la media luna. No obstante, a nosotros más bien nos parece algo así como un círculo al extremo de una hoz. Las medidas de estos tres últimos folios son 266 x 210 = 15 + 226 + 25 x 20 + 80.10.80 + 20. Entre 26 y 31 líneas.

7 Debemos las precisiones sobre los tipos y datación de la letra a María Josefa Sanz Fuentes, catedrática de paleografía de la Universidad de Oviedo, que tuvo la gentileza de atender a nuestras consultas.

EL CÓDICE 21

entre los actuales 70 y 71. Sin ningún encabezamiento, pues, el f. 71a empieza de manera brusca: «La puerta conosció el señorío del cielo, e abrióse en su cabo; entraron todos en la villa de Jherusalem con grande alegría». Lo que allí puede leerse son milagros de crucifijos y un cuento anecdótico protagonizado por diablos: tres de ellos castigados por el demonio, y el cuarto, premiado, por haber logrado que un monje anacoreta pecase con una mujer, tras haberlo tentado durante cuarenta años.

Por otro lado, las antedichas características parecen indicar que esos tres últimos folios (71-73) no pertenecían al ms. 8, sino a otro quizá algo más antiguo, del que únicamente se habría conservado ese resto. Alguien, en un momento dado, recogió los tres folios que quedaban, y los unió al ms. 8 para evitar que se perdiesen.

De los 44 relatos, 35 son Vidas de diversos santos, pero la Istoria de sant Patricio está repetida. El resto son episodios del Nuevo Testamento: la Anunciación de María, la Pasión de Jesucristo, la Resurrección, la Ascensión, Pentecostés, la Asunción de la Virgen; además hay un episodio sobre el Hallazgo de la Cruz de Jesucristo, otro en el que se exponen las razones de las Letanías, y, en los tres últimos folios, parte de los relatos relacionados con la Exaltación de la Santa Cruz.

Con excepción de la Vida de san Mamés, todas las demás Istorias, incluidas las de los tres últimos folios, están en la Legenda áurea, al menos en la versión más amplia de esta compilación (véanse Macias, 1982; Maggioni, 1995a y b).

De lo que no cabe duda, es que el ms. 8 de la Biblioteca de Menéndez Pelayo no es traducción de un texto latino, sino una copia de otro texto romance. Varios aspectos internos del manuscrito nos llevan a esta conclusión.

En primer lugar, la lengua. En efecto, el texto del ms. 8 es básicamente castellano, pero tiene rasgos del leonés occidental, en la fonética y en la sintaxis. Esa contaminación del castellano con el leonés sólo se explica por una de dos: 1) el texto modelo del ms. 8 era castellano y fue copiado por un leonés de la zona occidental, que deslizó en la copia algunos de sus hábitos lingüísticos; 2) el modelo del ms. 8 estaba escrito en leonés occidental y fue copiado por un castellano, el cual castellanizó el texto, pero dejó algunos de los rasgos leoneses de su modelo. Obviamente, cualquiera de los dos casos elimina la posibilidad de que el modelo del ms. 8 fuese un texto en latín, pues en tal caso, la traducción al romance sería toda castellana o toda leonesa, pero no híbrida de leonés y castellano.

También es un indicio de que nuestro manuscrito no es traducción de un texto latino el hecho de que la Istoria de sant Patricio se copia dos veces igual, con solo dos variantes; son éstas: la primera copia pone «cuervos», donde la segunda trae «cueros», que concuerda mejor con la Legenda áurea: «coria»; así que si «cuervos» es, como parece, una mala lección de «cueros», entonces el texto modelo estaba en lengua romance, no en latín. La otra variante consiste en que la primera copia trata de un ayuno que Nicolás empieza «bien ante de siete días», mientras que la segunda

22 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

copia dice «ocho días». En todo lo demás son iguales.8 Si se tratase de una traducción del latín, sería raro que la segunda traducción fuese idéntica a la primera.

Además, el texto del ms. 8, aunque tiene una caligrafía clara, fácilmente legible, es muy descuidado, con mala ortografía, como si el copista no prestase atención a lo que copiaba o a lo que otro le dictaba, o porque tenía más pericia en la caligrafía que en la ortografía, o sea, que no dominaba la gramática. Fuera como fuera, lo cierto es que, desde el punto de vista de la lengua, el texto del ms. 8 es bastante tosco. Si se compara, por ejemplo, con la lengua de los poemas del «mester de clerecía», un siglo anteriores, el copista del ms. 8 sale, lingüísticamente, muy mal parado. Así, además de la mala ortografía, en la sintaxis abundan los anacolutos y hay muchas construcciones anómalas. Ahora bien, si el manuscrito fuese una traducción de un texto latino no tendría un aspecto tan descuidado, ya que leer y traducir latín implica una buena formación intelectual y, por ende, un conocimiento de la gramática que no casa con la mala ortografía y sintaxis de nuestro manuscrito.

Otros aspectos externos al manuscrito confirman que se trata de una copia de una colección romance: el ms. 9 parece otra copia de la misma traducción. Hemos cotejado algunos pasajes coincidentes del ms. 8 y del 9, y las variantes son tan escasas, que podemos afirmar provisionalmente, a la espera de un estudio exhaustivo, que se trata de dos copias hermanas; es decir, que muestran entre sí una afinidad mayor que la que hay con otras copias del mismo modelo.9 Y éste no es otro que una traducción castellana más amplia, pues muchas de las vidas que incluye el 8 no están en el 9, y viceversa. De hecho, tan sólo coinciden en 23 de los relatos. La traducción, en la que se omitieron muchos capítulos de Vorágine, y se añadió, sin embargo, la vida de san Mamés, debió realizarse durante el siglo XIV, y dio lugar a la compilación hagiográfica conocida como B.

Sobre la procedencia de los manuscritos 8 y 9, encuadernados juntos, tenemos noticias muy concretas, que nos facilita Pedro Cátedra.10 Pertenecieron a la biblioteca de don Alonso Osorio, Marqués de Astorga. En un inventario de dicha biblioteca, hecho en 1593, se lee: «[B28] Yten, otro libro escripto de mano de letra muy antigua con un título que dice: la cátedra de san Pedro, enquadernado en pergamino blanco». Nos apunta Cátedra que los orígenes de esta biblioteca no son fáciles de establecer, y en lo referente a este códice, que no podemos saber desde cuándo pertenecía a la Casa

° Es cierto que el título de la segunda copia dice ístoria de santo Aparicio en vez de htoria de sant Patricio, pero luego, en el relato, siempre figura Patricio, nunca Aparicio.

9 En efecto, el parentesco entre el ms. 8 y el 9, que pertenecen a lo que Thompson y Walsh (1986-1987) denominaron compilación B, parece más estrecho que el que ambos muestran con otras copias de la misma, lo cual hemos podido comprobar en el manuscrito más afín a los de Santander, el 15.001 (olim 419) de la Biblioteca Lázaro Galdiano. Véase Baños (en prensa).

10 Véase su libro sobre la biblioteca de don Alonso Osorio, Marqués de Astorga (en prensa).

EL CÓDICE 23

de Astorga, pero que es probable que procediera de algún convento. Fuera como fuera, parece que el manuscrito pasó de la biblioteca de los Osorio a otras manos hasta llegar a una librería de viejo, ya que lleva un sello en el reverso de la guarda (Gabriel Sánchez Librería, 21, Carretas, 21, Madrid), y de allí pudo salir para terminar en la Biblioteca de Menéndez Pelayo.

Sabemos entonces que en 1593 pertenecía a la casa de Osorio, ignoramos desde cuándo; pero intuimos que su origen, en el siglo XIV, está relacionado con algún monasterio. Algunos elementos del texto nos hacen pensar, con las debidas reservas, que la copia debió de hacerse para una comunidad de monjes, o que, al menos, durante algún tiempo perteneció a un convento. Esta opinión viene apoyada por una nota en el margen inferior del f. 65c que dice así:11 «Manda el padre que leyere», a la que sigue un signo que parece una cifra, 15 ó 16. La mención del «padre» apunta, sin lugar a dudas, a un monasterio.12

Además, en el manuscrito hay ciertos datos que indican que se pensaba en un lector que leía en voz alta, a un grupo de personas, las vidas de santos y relatos evangélicos (Istorias, como los llama el manuscrito a unas y otros), en los días de su aniversario. Por ejemplo, la fórmula: «en tal día como hoy». Esta fórmula se repite en varios episodios: en el de la Cátedra de San Pedro (ff. la, le); en el de la Saludación (o Anunciación: f. 10b); en el de la Ascensión (f. 26a, véase lám.), con la variante: «en tal día como este jueves»; en el de San Juan Bautista (f. 37b); en el de San Pedro (f. 42c), donde se lee: «ordenó sant Grigorio que en tal día commo oy [29 de junio] fuese la ñesta señalada de sant Pedro, e tal día commo eras que fiziesen la remenbrança de sant Pablo». Incluso, en el f. 26a y ss. hay una típica fórmula de oralidad o llamada al público: «sabet...». Todas esas fórmulas hacen pensar que los textos de las Istorias se leían en los aniversarios de su fiesta, por un monje, a una comunidad monástica.

Por otra parte, es significativo que de la Legenda áurea se seleccionase el relato del diablo que, tras tardar cuarenta años en conseguir que un monje anacoreta peque con una mujer, recibe del demonio el más alto galardón (ff. 72c-73b), pues por sus trazas de cuento tradicional monástico, con un medido humorismo, complacería particularmente a los monjes.

Hasta ahora se habían editado separadamente tres capítulos de este manuscrito: la Vida de san Patricio (Mulertt, 1926), la de Santa María de Egipto (Thompson y Walsh, 1977) y la De santa María Madalena (Walsh y Thompson, 1986).

1 ' La nota corresponde al texto de la Istoria de sant Lloreite, y la letra y tinta es igual a la del manuscrito, lo que indica que se puso al hacer la copia o poco tiempo después (véase lám.).

12 Así es, en efecto, pues para referirse a los sacerdotes, no reglares, se ponía, simplemente, el título de «don» delante del nombre: «don Pedro»; o, a veces, se añadía «preste», «diácono», etc.: «don Gonçalo, preste».

LA LENGUA

La lengua del ms. 8., como quedó dicho, es, básicamente, el castellano, pero hay algunos rasgos que la relacionan con el leonés occidental. Así, en cuanto a la fonética, se da, a veces, la palatalización de la 1- inicial de palabra o de sílaba, como en leonés occidental:1 lleno 'leño' (22d); Lloreite 'Lorenzo' (13c, 60a, 60b, etc., siempre con Ll-, excepto una vez en 66a); allegáronse 'alegráronse' (14c); apóstollos (17a, 28d, 31d, 68a, 68b, 69a, 69b, 69c); pillar 'pilar' (17b); apellara 'apelara' (18b); Petronilla (30a, 30b, siempre con /ll/); Millón 'Milán' (34a); allipiarte 'limpiarte' (65d); alquilló 'alquiló' (71c), etc.2

En los tres últimos folios, de distinta mano y escritura algo más antigua, se palataliza la 1- del artículo, como en el antiguo dialecto leonés:3 «lies escranos» 'les (por los) escarnios' (71c); «lia imagen era de madero» (71d); «cada uno de líos diablos quel sirvién» (72d); «líos Santos Padres» (72d); «líos ídolos» (72d).

En estos folios, también se palataliza la 1- del pronombre dativo, como en el leonés:4 «reprehesentar//e» 'representarle' (72a); o con loísmo: «demandáva/fos cuenta» 'demandábales cuenta' (72d). Incluso se palataliza en el acusativo:5 «lio fallamos escripto» 'lo hallamos escrito' (72d).

1 Menéndez Pidal (1962, 8. 2) señala que la 1- inicial de palabra o de sílaba se palataliza, y cita varias formas del ms. O del Alexandre: llinaje, liado, allevantar, allongada, etc., y varios ejemplos más del Fuero de Salamanca, de Juan del Encina, de Lucas Fernández y de Torres ViUarroel, entre éstos, lia, lio, líos.

2 En cuanto a la palatalización del verbo salir: sallir, salló, salliere, etc., no es rasgo del leonés, sino que desde antiguo existía la forma sallir, que fonéticamente se explica por las formas con yod del perfecto (salió, salieron) y tiempos afines (saliera, saliese, etc,) (Véase Corominas y Pascual, 1980-1983: salir).

3 Menéndez Pidal (1962, 17. 4) señala que la 1- del artículo aparece antiguamente (en el dialecto leonés) palatalizada tras consonante final de preposición: «con lia casa», «en líos montes». Además, señala que, en Salamanca, Torres ViUarroel palataliza también la intervocálica: «lias melenas»; «conocí a lias gigantas»; «en lias orejas, porque lias tienen buracadas» (también el pronombre las); «hasta líos ojos».

4 Menéndez Pidal (1962, 17. 2) señala que el dativo átono conserva la 11-. Así, pone ejemplos de los textos antiguos, en los que aparecen estas formas: «quanto lie prestardes», «dezían que lies lo tollieran», etc.

5 Menéndez Pidal (1962, 17. 2) señala la palatalización del acusativo en el Alexandre (ms. O): «él lio mereçié» (857); en las farsas de Lucas Fernández: «bien lio sabes», «vos llu guarde Dios»; y en las poesías de ViUarroel: «Dios lio asista», «ellos lio relatarán».

26 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Dejando los tres últimos folios y volviendo al cuerpo del ms. 8, el grupo pl- > I-: luvia (f. 9a); loros 'lloros' (47c); legar "llegar' (48d), etc.

También se da el rotacismo de la 1 agrupada con otra consonante, así, bl- > br-: brago 'blago' < báculo (3a); diabro 'diablo' (68b).

En los infinitivos + pronombre, ocasionalmente la -r se asimila a la 1- del pronombre: dalles (f. 38d).

Excepcionalmente se palataliza la -n-: vestía liño 'vestía lino' (18a); llena de olio 'llena de olio' (24b).6 Sin embargo, son casos dudosos, ya que las tildes pueden ser superfluas, pues dado el estilo descuidado de la escritura, es imposible saber si tal rasgo es intencional o se debe a un despiste del copista.

Hay algún ejemplo de -x- por - j - : escoxas (6a), pero, en el mismo folio, escojo (6a); coxó 'cogió' (66b), etc.

En la morfología verbal, el rasgo astur-leonés se revela en la persona Tú de los pretéritos de la primera conjugación, que tiene la desinencia -este, con un gran predominio sobre la desinencia -aste.7 Así, de 46 pretéritos, en la persona Tú, de los verbos en -ar, solamente 3 mantienen la forma en -aste: dudaste (6d); mandaste (54a); asaste (66a). Los 43 restantes hacen -este: enhieste (4c); rogueste (6a); falleste (lia); adevineste (21c); obreste (23d); saqueste (23d); etc.

Con respecto a la sintaxis también hay que señalar un rasgo propio del leonés occidental. Me refiero a la posición del pronombre objeto. Éste se antepone al verbo y se separa de él, las más veces por el adverbio non o por otros adverbios: «que lo non quería rescebir» (4c); «que la non podié sofrir» (4d); «por que te non comiesen los lobos» (12b); «ca nos non conviene» (20a); «que se non amansase» (20a); «si lo a nós non creedes» (6Id), etc.

También se separa por otros sintagmas adverbiales: «que me nunca ruegues» (6a); «Señor, si me de todo en todo me conviene morir» (42a);8 «que me agora mandas dar» (43c).

Otras veces se separa por el sujeto, nombre o pronombre: «O Dios, si lo yo oviese» (2a); «commo lo yo dixe» (14c); «Nunca lo Dios quiera» (35b); «conviene que vos yo juzgue» (40c); «fasta que lo él viese» (43c); «que vos yo envié a ellos»

6 Menéndez Pidal (1962, p. 68) da ejemplos de palatalizaciones de la -n- en el leonés occidental antiguo: denotar 'denotar', darnos 'darnos', irnos 'irnos'. No obstante los casos del ms. 8, como los ejemplos arriba copiados, tienen poca significación por las razones arriba expuestas.

7 Véase Zamora Vicente (1967, p. 184).

" Aquí tenemos las dos construcciones. El copista, tras utilizar la forma del leonés occidental, repitió el pronombre me delante del verbo, según la manera castellana.

LA LENGUA 27

(43d); «estas cosas que nos tú dizes» (43d); «fasta que te Dios quiera perdonar» (49d); «de lo que te yo digo» (54ab), etc.

Esta construcción se da en alternancia con la forma castellana, que, en realidad, es la predominante.9

Es muy frecuente la falta de la preposición a ante el infinitivo: començaran catar manera (18b); gentes a Jherusalem tener la fiesta (18c), etc.

Esos rasgos del leonés occidental o astur-leonés indican, como quedó dicho, una de dos: que el modelo del ms. 8 era castellano, y el copista, leonés, a veces llevó a la copia algunos de sus propios hábitos de lengua; o, con menor probabilidad, que el texto del modelo era leonés, y el copista, castellano, castellanizó la mayor parte del texto, pero dejó algunos rasgos leoneses que no le resultaban extraños. Lo que no es posible es que ambos, el texto modelo y el copista, fuesen castellanos, o ambos leoneses, pues, en tales casos, o no habría rasgos leoneses o, por el contrario, nuestro manuscrito registraría otros muchos rasgos característicos del leonés occidental, que sin embargo no tiene, y, además, la frecuencia de los que se registran sería mucho más alta. Más bien nos parece que esta copia se hizo en y para un monasterio del occidente peninsular por un monje de esa zona, a partir de un modelo castellano.

Esto es solo una conjetura que quizá pudiera corroborar un cotejo de los rasgos lingüísticos de las diversas copias de la compilación B. Fuera como fuera, no sabemos en qué circunstancias el flos sanctorum salió del supuesto monasterio y pasó a pertenecer al Marqués de Astorga. Finalmente, sería interesante averiguar cuándo pasó de la biblioteca de Osorio a la librería de Gabriel Sánchez, de la que proceden muchos de los manuscritos de la Biblioteca Menéndez y Pelayo.

' En los tres últimos folios (71-73) no se registra esta construcción, tal vez porque es muy breve el texto.

LA LEGENDA ÁUREA DE ¥0RÁG1NE COMO FUENTE. COTEJO

Toda la materia de nuestro manuscrito parece proceder de la Legenda áurea de Jacobo de Vorágine, con la única excepción de la Istoria de sant Mamés, de cuyo incierto origen también trataremos. Los 44 relatos que transmite el ms. 8 constituyen una exigua colección si se compara con los 182 episodios originales de Vorágine, y ello sin contar los 61 que se añadieron después a los del dominico (véase Macias, 1982, p. 15).

El ms. 8 no empieza como la Legenda a finales de noviembre, con el Adviento, sino en febrero. En efecto, 41 de los 43 relatos castellanos que proceden de Vorágine derivan de un segmento de la Legenda que va desde la Cátedra de san Pedro (22 de febrero, capítulo 44 de la Legenda) hasta la Asunción de la Virgen (15 de agosto, capítulo 119 de la Legenda). El ms. 8 incluye además un relato anterior a esa secuencia, el de san Julián (30 en Vorágine); y otro posterior, la Exaltación de la Santa Cruz (137 en Vorágine).

Por lo general los santorales castellanos omiten muchas vidas de la Legenda áurea, pero, aun así, es improbable que la copia del ms. 8, en su origen, fuera tan reducida como la parte que se ha conservado. Parece más bien que lo que tenemos es sólo un fragmento de la copia, pues comienza y termina abruptamente, sin título general, ni índice, ni incipit, ni explícit. También la adición de los tres últimos folios, aunque probablemente sean un resto de otra copia, refuerza la idea del carácter fragmentario del ms. 8. Por otro lado, el ms. 9, que es, como queda dicho, una copia hermana de la misma traducción castellana, abarca todo el año litúrgico. Así que cabe pensar que se ha perdido parte de la copia del ms. 8, pues sería raro que el amanuense arbitrariamente empezase en febrero y finalizase en agosto.

Pero el segmento de la Legenda que reproduce el ms. 8 también está muy incompleto, pues de 76 capítulos de Vorágine faltan 36.1 Puede parecer que el criterio

1 En el ms. 8 faltan, de esa secuencia de la Legenda áurea, las Vidas de santa Sofía y sus tres hijas, Timoteo, Segundo, Ambrosio, Jorge, Marcelino papa, Vidal, una santa doncella de Antioquia, Pedro mártir, Fabián, Apolonia, Bonifacio mártir, Gordiano y Epímaco, Nereo y Aquileo, Pancracio, Urbano, Vito y Modesto, Marina virgen, León papa, los siete santos hermanos hijos de santa Felicitas, Teodora, Alejo, Práxedes, Apolinar, Cristina, los siete durmientes, Nazario y Celso, Félix papa, Simplicio y Faustino, Abdón y Senén, Germán, Eusebio, los santos Macabeos, Domingo de Guzmán, Donato, Ciríaco y sus compañeros. En cambio la Vida de san Patricio está repetida.

30 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

de selección fue traducir las vidas de los santos más renombrados, o los episodios más señalados, y sin embargo se echan de menos santos muy importantes, como Domingo de Guzmán, y otros muy venerados, así que lo tínico que podemos concluir es que el traductor tomó lo que a él más le interesó, de acuerdo con su devoción e intereses y los de su entorno.2

Otra diferencia entre la secuencia latina y la castellana es que el ms. 8 invierte el orden de la Legenda al presentar antes la vida de san Longinos que la de san Gregorio, e inserta entre ambas la de san Patricio, que luego curiosamente repite en su lugar correspondiente. Y una curiosidad más: se incluye parte del relato de santa Margarita, pero con el nombre de Marina, que es una confusión muy extendida. Falta, en cambio, la vida de santa Marina virgen.

En lo que respecta a las peculiaridades de la versión castellana, tal como la transmite el ms. 8, ofrecemos aquí un cotejo, capítulo por capítulo, entre los de la Legenda áurea y sus traducciones, pero es posible extraer una serie de conclusiones sobre el modo de trabajar del autor castellano.3

Salta a la vista, en primer lugar, que los capítulos castellanos son sensiblemente más breves. La abbreviatio es en efecto el procedimiento habitual del traductor, quien no sólo resume, sino que llega a omitir partes enteras de los capítulos. Es excepcional que el autor castellano añada elementos distintos a los de Vorágine: ya hemos mencionado, y estudiaremos en el capítulo siguiente, la única vida de este santoral que tiene un origen distinto: la Istoria de sant Mamés. En lo que respecta al resto de los pasajes, que sí están en Vorágine, hay que notar que en algunos episodios bíblicos el autor castellano se aparta más del modelo latino, quizá por tratarse de pasajes muy conocidos del Nuevo Testamento, en los que el traductor, sintiéndose seguro, opta por otras frases de los mismos episodios bíblicos u otros comentarios de las glosas al uso. Es el caso de la Ascensión de Cristo o el de Pentecostés. En este último la versión castellana omite casi toda la exposición doctrinal y citas de teólogos (algo recoge sobre el simbolismo de las lenguas de fuego) y deriva hacia la narración, para lo que sigue los evangelios y los Hechos de los apóstoles, olvidándose de la Legenda. Esto es ya exponente de algo en lo que insistiremos, y que cabe considerar como segunda observación general: el traductor descarga el texto de materia doctrinal, de teología especulativa, y se centra en lo narrativo, más ameno y asequible.

En otros capítulos, aunque raramente, encontramos interpolaciones ajenas a Vorágine. Puede que la más llamativa de todas ellas sea la añadida al final de la vida

2 Las coincidencias del ms. 8 con el 9 y el 15.001 indican que las omisiones del segmento en cuestión se deben al traductor, y no al copista. Véase el capítulo sobre las compilaciones castellanas.

3 Reproducimos aquí parte de lo que dimos a conocer en el VIH Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval, celebrado en Santander, 1999 (Baños, en prensa).

LA LEGENDA ÁUREA COMO FUENTE. COTEJO 31

de san Cristóbal, cuando Dios se aparece al santo justo antes del martirio; llamativa, decimos, porque no deriva de la Legenda, pero además porque es un pasaje en latín, el único de cierta extensión en el libro.

Mas lo habitual es, como sabemos, que el traductor siga la Legenda, prescindiendo de parte de la materia, así que se impone analizar cómo realiza esta síntesis y con qué intención. Y podemos adelantar que la versión responde a una orientación divulgativa, y no sólo por estar escrita en la lengua del pueblo, sino también porque está depurada de elementos complejos o escabrosos, lo que la hace más abierta.

Algunas maneras de abreviar que utiliza el traductor parecen sencillamente eso, procedimientos de reducción que no obedecen, en principio, a otra intención que no sea la de resumir. Así, cuando los capítulos de Vorágine son muy prolijos, con muchos apartados y muy extensos, el castellano elimina partes enteras y abrevia las que mantiene. Otro simple procedimiento de reducción es que cuando Vorágine relata una serie de milagros como culmen de las vidas de los santos, el anónimo castellano prescinde de algunos, sobre todo de la parte final.

En otros aspectos de la abbreviatio puede percibirse ya, según creemos, una orientación divulgativa, como en la tendencia a reducir al mínimo la erudición. De este modo, las célebres etimologías que en la Legenda sirven de preliminar a cada vida, las que explican, con más ingenio que rigor, el significado del nombre o nombres del santo, son en la traducción sistemáticamente eliminadas. Sólo excepcionalmente el ms. 8 recoge parte de esas etimologías, en el comienzo de la vida de san Felipe, y en la de san Pedro apóstol. En cuanto a la mucha doctrina y muchas citas de los comentaristas religiosos que incluye Vorágine en el texto latino, el traductor reduce al mínimo todo ese material teórico. A veces el traductor revela su decisión de omitir «razones», con expresiones como «E otras muchas razones puede el omne dezir que serían luengas de contar» (f. Id); o: «E así podrié fablar e esponer omne todo el evangelio, mas serié luengo de contar e enojo a los omnes. E por ende contemos algunos miraglos de los que ella fizo en tal día como oy» (f. 1 la). En esa misma línea de aligerar el texto de todo lo que no sea peripecia, el traductor omite frecuentemente los datos concretos, como fechas o lugares.

Otras direcciones de la síntesis muestran con claridad la ideología y las intenciones del traductor, probablemente un clérigo. Propio de un clérigo sería, ciertamente, eliminar algunos de los pasajes que dejan en mal lugar a la Iglesia. Porque la versión latina de la Legenda raramente saldría del ámbito clerical, salvo lo que difundían los predicadores, y bien estaba que todos cuantos conflictos implicaban a algún clérigo circularan internamente, para aviso de los demás clérigos. Pero al romancear la obra y así ponerla al alcance de un público más amplio, al traductor debió de parecerle improcedente propagar todos esos episodios que daban una mala imagen del clero. La versión castellana no menciona, por ejemplo, que san Gregorio fue acusado de complicidad en la muerte de un obispo.

32 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

También elimina, casi sistemáticamente, las no pocas expresiones de escepticismo de Vorágine sobre la autenticidad de lo que cuenta. Cabe pensar que el traductor no juzgó conveniente advertir del carácter apócrifo de algunas historias, quizá porque un público que desconociera los entresijos de la transmisión de la materia histórica y su eventual contaminación con la leyenda, podría trasladar sus dudas al resto del relato, de lo que resultaría una alarmante pérdida de credibilidad. Muy al contrario de las rigurosas advertencias de Vorágine, el autor castellano parece en ocasiones exagerar lo llamativo de algunos sucesos, como concesión al gusto popular: en El martirio de sant Pablo Vorágine cuenta que la cabeza cortada del santo invoca una vez el nombre de Jesús, pero el traductor afirma que fueron tres invocaciones, y no sólo eso, sino que además la cabeza rebotó tres veces y surgieron tres fuentes en los lugares de los rebotes. En la vida de santa Margarita, llamada Marina, el autor castellano, además de callarse la opinión de Vorágine sobre lo inverosímil del episodio en que un dragón revienta tras tragarse a la santa, añade elementos que no proceden del texto latino: la descripción del dragón, el detalle de que el diablo se aparece de nuevo en figura de hombre, o la oración de la santa.

Ahora bien, si el traductor estima que alguna de las escenas que describe Vorágine resulta demasiado cruda para un público heterogéneo y no siempre atento a la interpretación moral, en ese caso la censura y suprime. Tal sucede cuando al hablar de Nerón, en la vida de san Pedro apóstol, el traductor elude el deseo de Nerón de quedarse preñado y parir, y el engaño de los médicos, atemorizados ante las amenazas, que le hacen tragar una rana, sin que él se percate, y le dan una dieta que favorece que la rana, en su vientre, se hinche más y más, hasta que entre intensos dolores expulsa, junto a excrementos, la rana sanguinolenta. El episodio se cierra con la explicación de los médicos, que hacen creer a Nerón que eso tan repugnante es un feto disforme por no haber esperado el tiempo de embarazo necesario. No es extraño que al llegar a este punto el traductor escriba: «Otrosí fizo Nero matar a su madre e abrirla por veer cómmo fuera engendrado en el su vientre, e otras cosas muchas malas que serien espanto de contar» (f. 42a). Más difícil de entender es que el traductor muestre ese escrúpulo al describir los tormentos del Purgatorio de san Patricio, pues no habla de las serpientes devoradoras, ni de los garfios al rojo vivo con que se arrancan las visceras de los penitentes, ni de la sartén gigante, ni de los estanques llenos de metales fundidos. Quizá todo esto al castellano le pareció excesivo, pero sería raro, pues tratándose de las penas que esperan a los pecadores, los predicadores medievales no solían mostrar reparos.

Una última curiosidad: parece que en alguna ocasión el copista del ms. 8 fue aún más allá que el traductor en su celo por evitar todo aquello que el pueblo pudiera malinterpretar. En la Asunción de la Virgen el texto reza: «E ésta es santa María, Madre de Dios e su servidora, e su madre» (f. 70c, véase lám.). La última palabra es una reiteración errónea evidente que introduce el copista, que había escrito primero la palabra correcta «manceba», luego le debió de parecer que tal palabra, dicha de la Virgen, no sonaba muy bien, y se quedó más a gusto corrigiendo «madre».

LA LEGENDA ÁUREA COMO FUENTE. COTEJO 33

En suma, todo apunta a que el traductor al «román paladino» se propuso redactar un texto más sencillo, aligerado de doctrina, menos problemático, centrado en los acontecimientos, con atención a lo más llamativo, en general más apto para el gran público. Además de una traducción es, pues, una vulgarización de la Legenda áurea.

I. Istoria de la cáthedra de sant Pedro

Falta la explicación preliminar sobre las tres clases de cátedras, de igual manera que faltarán en los relatos posteriores las etimologías de los nombres que abren bastantes capítulos de la Legenda.

Vorágine explica los motivos de la institución de esta festividad y otras dos en honor de san Pedro (san Pedro ad Vincula y la de su martirio) de manera más completa y más extensa que el ms. 8. Faltan en el ms. 8 dos comentarios sobre lo inverosímil de que san Pablo se hiciese pasar por artesano y lo inverosímil de que se produjera una resurrección después de catorce años. No está tampoco lo relativo a la cristianización de las fiestas paganas en que se llevaba comida a los difuntos.

//. Istoria de sant Mathía

Falta en el ms. 8 la etimología preliminar.

Hay diferencias en la mención del linaje de Judas Iscariote, puesto que el ms. 8 lo relaciona con la tribu de Judá, mientras la Legenda menciona dos hipótesis: que fuese del linaje de Dan o, según san Jerónimo, del de Isacar. En la redacción del ms. 8 no queda muy claro que la reina de la isla Iscariote castigaba al niño Judas porque maltrataba a su supuesto hermano; y no se aclara que es ella misma quien descubre la verdad: que había recogido al niño Judas, que realmente no era hijo suyo. Falta en el ms. 8 el comentario sobre la falsedad de esta historia.

La explicación del motivo de la traición a Cristo, de su venta en treinta dineros, es en el ms. 8 más concisa y consecuentemente más confusa.

Falta en el ms. 8 toda una explicación que se puede leer en la Legenda sobre la manera en que san Matías fue elegido como sustituto de Judas, con citas de san Jerónimo, Beda y Dionisio.

Falta también el relato breve de algunos milagros protagonizados pos san Matías durante su predicación en Macedònia.

34 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

III. Istoria de sant Longinos

El ms. 8 presenta, como es habitual, una redacción algo más abreviada, pero en este caso plenamente coincidente con la materia de la Legenda.

IV. Istoria de sant Patricio

Falta en el ms. 8 la indicación de que san Patricio nació hacia el año 280, lo cual, por otro lado, es un error, puesto que vivió en el siglo V.

No se mencionan en la Legenda los cuervos.

La Legenda especifica que el ayuno de Nicolás, como preparación para entrar en el Purgatorio de san Patricio, dura quince días, mientras que el ms. 8 dice «bien ante de siete días». La redacción del manuscrito castellano está abreviada, lo que se percibe más notablemente en la descripción del tercer tormento, pues no se alude a la inclemencia de los diablos verdugos, ni a las serpientes devoradoras, ni a los garfios al rojo vivo con que se arrancan las visceras, ni a la sartén gigante, ni a los estanques llenos de metales fundidos.

V. Istoria de san Gregorio

Falta en nuestra versión castellana la etimología inicial.

Tampoco está la cita del prólogo de los Diálogos de san Gregorio, ni otras citas de sus escritos que se hallan más abajo en la Legenda, ni los detalles sobre sus sacrificios, ni el milagro del ángel que se hace pasar por un náufrago pedigüeño.

En el episodio de los anglos, la traducción no refleja el cuarto juego de palabras de la versión latina: locusta ('langosta') suena como locista ('permanece en el sitio').

Como es habitual, en el relato de la peste que asóla a Roma la redacción castellana es más breve y se entiende peor. Los muertos durante la procesión son noventa en la Legenda y «bien ochenta» en el ms. 8. No hay aquí mención del anacoreta que da la pista del escondite de san Gregorio.

Falta en la versión castellana el pasaje sobre la excelsa humildad de san Gregorio, elaborado con citas de sus cartas y con la típica escena en que discute con alguien sobre quién debe arrodillarse ante quién.

No se menciona que Gregorio fue falsamente acusado de complicidad en la muerte de un obispo.

A diferencia del orden que da la Legenda, en nuestra versión el milagro de «Pax Domini» va entre las dos versiones del relato de la muerte del hijo de la viuda.

LA LEGENDA ÁUREA COMO FUENTE. COTEJO 35

Se leen en la Legenda diversas interpretaciones sobre el perdón a Trajano, ausentes del ms. 8, que sólo transmite lo esencial.

Falta el milagro de la reliquia de san Juan evangelista; el del caballo endemoniado; el del monje excomulgado. Tampoco hay referencia a la institución del canto gregoriano.

La Legenda dice, y está en lo cierto, que el pontificado de san Gregorio duró trece años, seis meses y diez días, mientras que el ms. 8 transmite dieciséis años, y coincide en el resto.

De los milagros post mortem faltan el del monje agonizante y la señal divina que otorga preeminencia al oficio gregoriano sobre el ambrosiano.

VI. Istoria de sant Benito

Falta la etimología del nombre.

No está tampoco el episodio del sacerdote que el Domingo de Resurrección lleva viandas a san Benito a la cueva donde vivía retirado. Falta también el milagro de la fuente que empieza a manar en lo más alto de la montaña, y el de la hoja de la hoz que vuelve sola a su mango. Asimismo falta el relato del hombre movido por el diablo a romper su ayuno.

En la Legenda nada se dice de que el enviado por el rey Totila caiga muerto, sino sólo que se postra, arrepentido de su intento de engañar al santo.

Falta en el ms. 8 el episodio en que san Benito adivina el pensamiento soberbio del monje que le está sirviendo; también el del hereje arriano cuya víctima queda milagrosamente desatada ante la vista del santo; y el de los sacos de harina hallados a las puertas del monasterio; y el de la curación milagrosa; y la paralela aparición de san Benito en sueños a dos de sus monjes. Tampoco está el caso del monje que no puede ser enterrado, porque la tierra lo rechaza, hasta que san Benito manda poner una hostia sobre su cadáver.

En la Legenda santa Escolástica es enterrada en el sepulcro que san Benito había preparado para él mismo, mientras que en la versión castellana ya estaba destinado a ella.

No se cuenta en el ms. 8 que a san Benito le es revelada la muerte de un obispo.

Falta la información de que san Benito vivía en el año 518 y que, por tanto, fue contemporáneo del emperador Justino el Viejo.

36 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

VII. Istoria de santo Aparicio

El nombre de Aparicio consta únicamente en la rúbrica, y en realidad se trata de una segunda copia de la Istoria de sant Patricio (IV), con algunas variantes: donde aquélla dice «cuervos» ésta transmite «cueros», lo que parece concordar mejor con el texto de la Legenda (coria). Y donde aquélla habla de un ayuno que Nicolás empieza «bien ante de siete días», ésta dice «ocho», y la Legenda «quince».

VLII. Istoria de santa María de la Saludación

La versión castellana está muy resumida y no cita los autores de las fuentes: san Bernardo es el principal; también Pedro de Ravena y otros cuyas ideas no quedan aquí recogidas.

La Legenda dice que María estuvo en el templo hasta los catorce años, y nuestro texto hasta los trece.

Falta en el ms. 8 la explicación, también tomada de san Bernardo, del «Bendita entre todas las mujeres».

Asimismo faltan las palabras con las que el arcángel anuncia a la Virgen que será madre del Mesías; la explicación de la duda que expresa María: «¿Cómo podrá ser esto si yo no conozco varón?»; la declaración sobre que será obra y gracia del Espíritu Santo; y la glosa de lo que sigue en el evangelio de san Lucas hasta la visita a Isabel y el estremecimiento de Juan en su vientre.

No hay rastro de los versos latinos que conmemoran la fiesta de la Anunciación.

La Legenda dice que el soldado que ingresa en el Císter no sabe leer, mientras que la versión castellana afirma que sí.

IX. La Pasión de Jhesu Christo

Falta en nuestra versión la cita de san Agustín a propósito de la dignificación de la cruz sobrevenida por la muerte de Cristo en ella; también falta la de san Ambrosio sobre el testamento de Jesús, y otras muchas, como los comentarios de san Bernardo.

En general, el texto castellano es mucho más escueto. Por mencionar sólo las ausencias más notables, no está la digresión sobre el lugar del cuerpo en el que se asienta el alma: si en el corazón, en la sangre o en la cabeza.

En la Legenda «Atus» es el nombre del abuelo materno de Pilatos, y no el del rey, su padre, que la Legenda llama «Tyrus».

LA LEGENDA ÁUREA COMO FUENTE. COTEJO 37

Faltan los episodios en que Tiberio recobra la salud al contemplar el lienzo de Verónica con la imagen de Jesús, y aquel otro en que la ira del emperador contra Pilatos se ve milagrosamente sosegada por el hecho de que Pilatos viste la túnica que había pertenecido a Cristo. Tampoco está la narración de las vicisitudes del cuerpo de Pilatos después de su muerte, que es arrojado al Tíber, luego al Ródano y finalmente a un pozo en una alta montaña.

X. De la Resurreción

La versión castellana está muy abreviada, como el propio narrador con frecuencia declara, hasta el punto de que hay veces que para comprender cabalmente el sentido deberemos recurrir a la Legenda.

Falta, por ejemplo, la enumeración inicial de las cuestiones que se tratarán. En la primera de ellas no cita los nombres de Agustín y de Beda.

Se prescinde de bastantes razones y de muchas citas del Nuevo Testamento y de la patrística, y de los versos de Sedulio.

Vorágine no especifica que el monasterio de San Lorenzo sea el de Roma.

Falta en nuestra versión el episodio del sacerdote Carpo, que ruega la condenación de un renegado y del infiel que lo había apartado de la fe. La súplica es atendida, pero el propio Carpo ve cómo Cristo salva de las llamas a los dos pecadores en el último momento.

En el relato de los hijos de Simeón el Viejo, el ms. 8 dice «fijo» en singular aunque menciona a ambos personajes, y atribuye a Isaac lo que en la Legenda está en boca de Isaías.

XI. Santa María de Egipto

En la versión castellana falta el dato de que la pecadora se hizo anacoreta hacia el año 270, en tiempos del emperador Claudio.

Vorágine dice que los tres panes le duraron los cuarenta y siete años de la penitencia, sin merma alguna, mientras que el ms. 8 dice que duraron los primeros dieciocho años.

XII. Istoria de san Marcos

Falta en la versión castellana la etimología inicial.

Tampoco están las citas de Filón, Papías y Pedro Damiano.

38 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

En la Legenda, durante el martirio del santo, la turbamulta grita «¡Ya tenemos al búfalo bien sujeto! ¡Llevémoslo al matadero!» («trahamus bubalum ad loca bucculi»), mientras que el ms. 8 dice «Levemos este villano a la cibdat de los villanos». Y falta la indicación de que el martirio ocurrió hacia el año 57, en tiempo de Nerón.

Carece de la segunda versión del milagro del zapatero, atribuida a san Ambrosio.

El ms. 8 constata el traslado de los restos del santo de Alejandría a Venècia (datándolo en el año 467, un año menos de lo que dice Vorágine), pero faltan los detalles del traslado, en el origen, como el maravilloso olor que emanan las reliquias; durante la travesía, como el castigo a los incrédulos y la aparición del santo; en el destino, cuando transcurrido el tiempo se descubre prodigiosamente el preciso lugar donde reposan los restos.

Menos el último milagro, el de fray Julián (datado en 1213, un año más tarde de lo que dice la Legenda), faltan todos los demás: el del joven curado, unido al de los marineros salvados del naufragio; el del sarraceno que termina por cumplir el voto de convertirse, gracias al cual se había salvado de un naufragio en que habían muerto los musulmanes y se habían librado los cristianos; el del obrero que sale indemne de una caída desde lo más alto de la iglesia de San Marcos en Venècia; el del esclavo que se escapa para peregrinar hasta el sepulcro del santo, y a su vuelta es milagrosamente salvado de todos los intentos de torturarlo; el de la curación de la mano de un soldado; la liberación del cautivo de Mantua; el final de la sequía en Apulia.

XIII. Istoria de sant Phelipe

En esta ocasión el texto castellano transmite parte de la etimología inicial, uno de los tres significados del nombre que proporciona la Legenda.

Vorágine escribe que san Felipe predicó en Escitia y en Hierápolis, mientras el texto castellano menciona Francia y Pentápolis.

Faltan las citas de san Isidoro y san Jerónimo.

XIV. Istoria de sant Yago

Prescinde el ms. 8 de la etimología preliminar.

Carece la versión castellana de algunas citas, como la de la epístola de Ignacio dirigida a san Juan evangelista. No está la otra explicación del nombre de «hermano de Jesucristo», entendido como expresión de santidad y afinidad espiritual y no de parentesco.

Falta la datación del martirio del apóstol en tiempo de Nerón.

LA LEGENDA ÁUREA COMO FUENTE. COTEJO 39

Contra lo habitual, hay un pasaje en la versión castellana que no está en la Legenda, el que alude al evangelio de san Juan (15-16), relativo a que Cristo profetizó los padecimientos que sufrirían quienes diesen testimonio de su fe en El.

Tal como cuenta el signo prodigioso Vorágine, la becerra dispuesta para el sacrificio pare un cordero, mientras que el ms. 8 no menciona el cordero y se limita a decir que la becerra pare. En nuestra versión se afirma que en total transcurren cincuenta años entre la Ascensión de Cristo y el sitio de Jerusalén, mientras la Legenda habla de cuarenta. El texto latino indica, y el castellano no, que los episodios protagonizados por Vespasiano y Tito están tomados de una historia apócrifa. Respecto a la manera en que mueren los judíos encerrados, el texto castellano recoge el criterio del sorteo, pero no dice que cada pareja designada debía batirse en duelo.

Se omite en el ms. 8 el milagro del hallazgo de José de Arimatea, emparedado por los judíos en castigo por haber sepultado a Jesús; y el de los fenómenos que impiden la reconstrucción de Jerusalén.

XV. Fue fallada la cruz de nuestro Señor Jhesu Christo

Falta en la versión castellana la breve introducción de la Legenda.

No se mencionan las fuentes, como el Evangelio de Nicodemo, Juan Beleth o, más adelante, san Gregorio de Tours, san Pablo o san Agustín.

Tampoco está la historia según la cual Seth, el hijo de Adán, fue quien plantó el árbol que talaría Salomón para hacer una viga, con la cual se terminaría fabricando la cruz.

La versión castellana es, como de costumbre, mucho más breve, pues va a lo esencial y omite muchos datos del texto latino.

En el relato sobre Judas, que luego llegaría a ser obispo de Jerusalén, con el nombre de Ciríaco, la Legenda afirma que el Esteban apedreado era tío de Judas, y no hermano. Vorágine incluye otras dos versiones sobre la identificación de la cruz de Cristo, entre las tres halladas.

XVI. San Juan ante Portam Latinam

La traducción castellana ahorra al lector la cita de autoridades, como Juan Beleth u Orosio.

La Legenda afirma que la madre de san Juan muere en Nerula (civitate Nerulana), mientras el ms. 8 dice Imola.

40 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

XVII. Las Ledanías

En la enumeración de las razones que muestran la conveniencia del triduo de ayuno durante la Letanía Menor, falta ésta: que la mortificación del cuerpo refrena los impulsos carnales que se avivan en la primavera; y otras, como las que añade Guillermo de Auxerre.

Carece el ms. 8 de la exposición de motivos por los que se invoca la intercesión de los santos.

XVIII. Istoria de la Ancensión de Jhesu Christo

Es lógico que la distancia entre la Legenda y el texto castellano sea mayor en capítulos como éste, en el que apenas hay peripecia, sino que está constituido en su mayor parte por citas de la Biblia y sus comentarios, procedentes de lo que Vorágine denomina la Glosa.4

La versión castellana es bastante más sucinta, de modo que se diferencia de la latina en lo que omite, pero también en algunas de las citas bíblicas que incluye, que no están en la Legenda. Por ello proporcionamos las referencias en notas al píe.

Los puntos comunes son el relato de la Ascensión y de las circunstancias previas; el prodigio transmitido por san Sulpicio: que fue imposible pavimentar el preciso lugar donde Jesús posó los pies por última vez. Coinciden también en la cita del Cantar de los cantares 2, 8, y en la de II Samuel 22, 11.

XIX. Istoria del Spíritu Santo

Como en el capítulo anterior, la versión castellana difiere bastante de la latina: omite casi toda la exposición especulativa (algo recoge al final sobre el simbolismo de las lenguas de fuego) y se centra en la narración, siguiendo los evangelios y los Hechos de los apóstoles. Tampoco están, en consecuencia, las alusiones a los escritos de san Ambrosio, san Agustín, san Bernardo, etc.

XX. Santa Petronilla

La Legenda afirma que el cadáver de Felícula, la amiga de santa Petronila, es arrojado a una cloaca, mientras que nuestra versión dice «en las piedras». El cuerpo lo recupera, para darle un digno entierro, san Nicomedes, como dice el ms. 8 (también

4 Podría tratarse de la Glosa de Strabo. Escribe Murphy (1974, p. 303): «Walafrid Strabo (h. 809-849) produjo una "glosa" o comentario muy aceptado de las Escrituras -Glossa ordinaria- que presentaba en cada página el texto bíblico y un comentario de los pasajes».

LA LEGENDA ÁUREA COMO FUENTE. COTEJO 41

el 9); es curioso que en la edición de la Legenda que manejamos, la de Graesse (1845, p. 343), figure erróneamente Nicodemus.

XXL San Pedro, exorcista

Contra lo habitual, falta en la Legenda el detalle que proporciona la versión castellana relativo a que el santo era de Corona.

Vorágine afirma que el lugar de martirio de los santos Pedro y Marcelino es Selva Negra, llamado después Selva Blanca, a raíz de su pasión, mientras que el ms. 8 habla de una isla llamada Blanca por el mismo motivo.

En el ms. 8 no se menciona que los hechos ocurrieran en tiempos de Diocleciano, según constata la Legenda.

XXII. Istoria de sant Primo e Feliciano

Prescinde nuestro texto de la etimología inicial y de la datación del martirio hacia el año 287. El resto coincide punto por punto.

XXIII. Sant Barnabás

Falta la etimología inicial y la atribución del relato de su vida a san Marcos y a Beda.

Coinciden en el contenido, pero la versión castellana es más breve; prescinde de la mayoría de las citas del libro de los Hechos.

El mago que en la Legenda se llama «Elymas», y en la traducción «Berién», había sido cegado por san Pablo, y no al revés, como dice el castellano.

No se recoge lo que añade san Doroteo.

XXIV. Istoria de sant Quirze

Falta la etimología preliminar.

La traducción castellana atribuye el nombre de Iconio, no a la ciudad, sino a un emperador, y habla de la «tierra de Osagria», que no está en la Legenda.

No recoge la datación que proporciona el texto latino: hacia el año 230, bajo el gobierno de Alejandro.

42 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

XXV. Istoria de sant Gervás e sant Protás

Carece la traducción del preámbulo etimológico, como es habitual.

Falta el dato de que san Nazario se salva milagrosamente tras ser arrojado al mar, y que se une al grupo en Milán.

Tampoco está la datación del martirio en tiempos de Nerón.

Falta, al final, la cita del prefacio que san Ambrosio compuso en honor de los santos.

XXVI. Istoria de sant Julián

Falta la etimología inicial.

Vorágine distingue cuatro personajes bajo el nombre de san Julián, pero la traducción castellana confunde los tres primeros (el leproso, el mártir, el hermano de san Julio), de modo que sólo advierte la existencia de «otro Julián» al contar la historia del que mató a sus padres. La Legenda añade además un quinto Julián o Juliano, el Apóstata, nada santo, que no aparece en el ms. 8.

Respecto al mártir, la traducción no indica que fue san Mamerto, obispo de Viena, quien halló la cabeza de san Julián con los restos de san Ferreol. No se incluye el milagro narrado por san Gregorio de Tours, el del castigo del campesino que intentó trabajar en domingo, que tuvo el hacha adherida a su mano durante dos años, hasta que en la iglesia de san Julián se vio libre de ella.

XXVII. Istoria del nascimiento de sant Juan Babtista

Falta la exposición sobre los diversos nombres dados al santo.

La traducción castellana es bastante más breve, y prescinde de ejemplos como el de Abrahan, y de citas de autoridades, como Beda o san Ambrosio, pero incluye otros elementos que no están en la Legenda: ejemplos de hijos que nacieron de madres viejas y «mañeras», Samuel y Sansón; o la cita de san Pablo.

No es idéntica la enumeración de las nueve gracias del santo.

Falta el tratado sobre el nombre de «ángel» y cómo san Juan Bautista cumplió con el oficio de los diversos órdenes de ángeles; y falta también mucho de lo que sigue hasta la narración de los milagros.

Tampoco está la referencia a los solsticios y su relación con las fiestas de la Natividad de san Juan Bautista y de la Natividad de Cristo.

LA LEGENDA ÁUREA COMO FUENTE. COTEJO 43

Falta la indicación de que el cadáver ricamente amortajado era el de Rocharith, rey de los longobardos.

XXVIII. Istoria de sant Juan e sant Paulo

En la Legenda los dos caballeros armados no son meros testigos, sino escoltas celestiales de Galicano.

Galo y Juliano fueron sobrinos de Constantino, como dice Vorágine, y no hijos, como afirma el ms. 8.

En la traducción del diálogo entre Juan, Pablo y Juliano hay cierta confusión. Y el personaje de Terenciano se desdobla, en uno con ese mismo nombre, y en otro con el de Neponciano.

Falta la cita de san Ambrosio.

XXIX. Istoria de sant Pedro

La traducción castellana se hace eco de los diversos nombres del santo, pero prescinde de la explicación de su significado.

Faltan las citas de san Agustín y san Juan Crisóstomo a propósito del empeño de san Pedro en averiguar qué apóstol sería el traidor.

El ms. 8 sitúa en Pentápolis la conversión de tres mil personas, frente a lo que dice Vorágine, en consonancia con la Biblia (Hechos 2, 41): que ocurrió por Pentecostés en Jerusalén.

Como sucede generalmente, la traducción castellana contiene menos detalles y citas. No están por ejemplo las de san Isidoro y Dionisio.

La traducción de la parte sobre Séneca es más escueta y no menciona la etimología del nombre ni la suerte que corrieron los hermanos de Séneca.

No hay relato del deseo de Nerón de quedarse embarazado y parir, y del engaño que sus médicos se vieron obligados a perpetrar. Tampoco se alude a su matrimonio con un hombre.

Faltan los tres milagros narrados por san Gregorio: la curación de la paralítica; la visión profètica que recibe Gala, la mujer a la que le creció la barba como efecto de la abstinencia sexual; y la visión del sacerdote moribundo.

44 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

XXX. El martirio de sant Pablo

La traducción carece de la etimología preliminar.

Hay algunas diferencias en la enumeración de la penas que al santo infligieron sus perseguidores: Vorágine, por ejemplo, afirma que san Pablo fue apedreado en Listra (Hechos 14, 8-19), mientras que el ms. 8, erróneamente, dice en Iconio. Por otro lado, el latino no especifica nada sobre los peligros del viaje por mar.

Según la Legenda san Pablo trabajaba hasta la hora quinta, mientras el ms. 8 dice hasta la «tercia».

La traducción se aleja de Vorágine cuando relata que la cabeza cortada de san Pablo invoca tres veces el nombre de Jesús (sólo una en la Legenda) y surgen tres fuentes en los tres lugares donde rebota la cabeza.

El ms. 8 se interrumpe en el punto en que Tito y Lucas huyen de los soldados romanos, y éstos a voces aclaran que lo que buscan es el bautismo. El resto de lo que transmite la Legenda es más del doble de lo que reproduce el texto castellano. Falta el episodio en que el cráneo del santo, hallado por un pastor, se une milagrosamente al cuerpo; y el del suicidio fallido. Tampoco está el elogio de Dionisio, ni el extensísimo de san Juan Crisóstomo.

XXXI. Santa Margarita, bajo el nombre de Marina

El texto del ms. 8 comienza abruptamente, así que además de faltar el tratado preliminar sobre el significado del nombre, como es habitual, y la mención de Teótimo como hagiógrafo, falta también el principio del relato, en que se narra cómo la santa fue expulsada de casa por recibir el bautismo, y cómo Olibrio quedó enamorado de ella.

No hay en la versión castellana referencias a lo inverosímil del episodio del dragón. Vorágine no describe el dragón, ni la figura de hombre en que se presenta de nuevo el diablo. No procede de allí la oración de la santa, que podría ser adición del castellano. Tampoco dice el latino que el dragón se llamase Rubo.

Se aprecian algunas diferencias en los últimos tormentos: la Legenda habla de teas y dice que la tinaja de agua se rompe. Vorágine no da el nombre del verdugo (Maleo), ni afirma que éste se convirtiera.

No recoge el ms. 8 las versiones sobre la fecha del martirio, 17 ó 13 de julio, ni el panegírico final.

LA LEGENDA ÁUREA COMO FUENTE. COTEJO 45

XXXII. De santa María Madalena

Falta la etimología inicial.

Vorágine indica que María Magdalena fue encomendada por san Pedro a san Maximino, y no éste a la santa.

El ms. 8 no incluye una segunda versión del encuentro de la Magdalena con el sacerdote.

Vorágine data el traslado de reliquias en el año 769; la traducción castellana veinte años antes. La Legenda da el nombre del duque de Borgoña: Gerardo.

La versión castellana no recoge el milagro de la carta con la relación de pecados que queda limpia por intercesión de la santa; ni el del secuestrado que es liberado por ella.

XXXIII. Istoria de sant Yago de Agosto

El ms. 8 carece del preliminar sobre los diversos nombres del santo y su significado.

Faltan las fechas del martirio, de la traslación de los restos y de la construcción del mausoleo. Tampoco es citado Juan Beleth, como autor del relato de la traslación, ni los nombres de los narradores de los milagros: el papa Calixto, Beda, Huberto de Besançon, Hugo de San Víctor, Hugo el abad de Cluny.

El milagro del alemán lo data Vorágine en el año 1020, y nuestro manuscrito en el año 1000. Falta la fecha del milagro del francés viudo, que la Legenda data hacia el año 1100. El texto castellano omite el detalle de que el peregrino que recibe el pan milagroso es de Vezelay. Y falta el último milagro, el del condenado a muerte que resulta ileso.

XXXIV. Storia de sant Christóval

Falta el preliminar sobre los nombres del santo.

El detalle de que san Cristóbal «era de aquellas gentes que comera los omnes» no está tomado de Vorágine.

En la versión castellana hay una interpolación: se trata del diálogo entre el juez y el rey, en que aquél describe el temible aspecto de san Cristóbal, lo cual no está en la Legenda.

El ms. 8 carece de la alabanza de san Ambrosio, pero incluye, en cambio, un pasaje que no deriva de Vorágine: la aparición de Dios previa al martirio, durante la

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cual otorga al santo que sus devotos se vean libres de penalidades. Esto es aludido de pasada al final de la cita de san Ambrosio que cierra el capítulo en la Legenda.

XXXV. Istoria de santa Marta

En nuestro manuscrito falta la mención de algunos nombres de autores, como Eusebio o san Jerónimo.

Entre las cosas olvidadas por san Frontón, el traductor castellano añade las sandalias.

Al referirse a la donación de terreno que hizo Clodoveo a la iglesia de santa Marta, Vorágine habla de un radio de tres millas, mientras el ms. 8 dice tres leguas.

XXXVI. Istoria de sant Pedro el apóstol

En el texto castellano apenas encontramos menciones de las fuentes: no se cita la Historia Escolástica, ni a Josefo, ni a Beda.

Vorágine data el comienzo del reinado de Teodosio en el año 426, mientras que el castellano se equivoca en un siglo al dar el año 325. Según el autor latino la hija del emperador compra las cadenas, mientras que la traducción da a entender que son un regalo.

En la Legenda el endemoniado es pariente del emperador Otón, mientras el ms. 8 alude a Octavio.

Vorágine sitúa el episodio del diablo transfigurado como Moisés en Creta, mientras nuestro manuscrito habla de Asiro o Epiro.

XXXVII. Istoria de Estevan papa

El capítulo es brevísimo, y la única diferencia es que Vorágine proporciona una fecha, el año 260, que el castellano omite.

XXXVIII. Istoria del cuerpo de sant Estevan

La fecha que da Vorágine del hallazgo del cuerpo de san Esteban es el año 417, pero el ms. 8 yerra en un siglo: 317. Falta la mención de Gennadio como autor del relato, y la de Beda. Según la Legenda el canastillo correspondiente a Abibas es de plata, mientras que la versión castellana lo asimila con los otros de oro. Nuestro manuscrito omite el detalle de que al introducir las reliquias en la iglesia de Sión, una

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lluvia torrencial acabó con la sequía. Prescinde asimismo de la explicación de los motivos por los que se celebra separadamente el martirio y el hallazgo del cuerpo de san Esteban.

El castellano no da la fecha en que fueron juntados los restos de san Esteban con los de san Lorenzo, lo cual data Vorágine en el año 425.

En la traducción se anuncia el relato de seis casos de resurrección, y luego tan sólo se ofrecen cinco; parece que se han fundido en uno solo los dos últimos de la Legenda.

Faltan las últimas citas de san Agustín sobre san Esteban.

XXXIX. Istoria de sant Sixsto papa

No hay en la versión castellana etimología preliminar.

Tampoco incluye la parte de la Legenda que trata sobre otra fiesta celebrada en la misma fecha, la de la Transfiguración de Jesús.

XL. Istoria de sant Mamés

Como queda dicho, este relato no procede de la Legenda. Al análisis de su origen y su naturaleza dedicamos el capítulo siguiente.

XLI. Istoria de sant Llorente

Falta la etimología inicial.

La traducción castellana no menciona a Juan Beleth como fuente, ni más adelante a otros como Sicardo.

Prescinde de la aclaración de Vorágine sobre que los martirios de san Lorenzo y de san Vicente ocurrieron bajo diferentes emperadores. Tampoco recoge las dudas respecto a que san Sixto fuera contemporáneo de los emperadores Filipo y Decio, ni el posterior desarrollo explicativo de esta cuestión, en que se apunta que los hechos acaecieron en tiempo del emperador Valeriano. La traducción castellana omite, por error de haplografía, un detalle importante: durante el martirio san Lorenzo pide a Cristo que reciba su alma, y una voz del cielo le contesta que aún le queda mucho que sufrir.

Falta el primer milagro tomado de san Gregorio Magno, el de la monja Sabina, cuyo cadáver queda partido en dos mitades: de cintura para abajo resulta intacta, pues

48 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

había sido casta en obras, pero no en palabras, así que de cintura para arriba es reducida a cenizas, por las muchas procacidades que había dicho.

En el milagro de la viga, prescinde el ms. 8 de la mención final a san Fortunato, como otra fuente del relato, y nada dice de que sucedió en un pueblo de Italia: Prioras (Briona?).

En el milagro del cáliz roto y recompuesto no se cita la fuente: la crónica de Vicente.

En el del juez corrupto no se alude a san Proyecto, que es quien primero intercede en favor del condenado.

La Legenda dice que el castigo de Cunegunda fue andar sobre púas incandescentes un espacio de quince pies, mientras la traducción castellana habla de quince días. Falta el detalle de que el cáliz de oro lo había regalado san Enrique a la iglesia de San Lorenzo de la ciudad de Eichstatt.

Prescinde el ms. 8 del extenso comentario de las razones por las que el martirio de san Lorenzo destaca por encima de los demás, con citas de san Máximo o san Ambrosio, de Guillermo de Auxerre y de san Agustín.

XLII. Istoria de sant Ipólito

No hay etimología preliminar.

La versión castellana es bastante más sucinta. No data el martirio, mientras Vorágine da la fecha aproximada del año 256.

La traducción habla, erróneamente, de una torre dorada a la que se subieron Decio y Valeriano, cuando la Legenda dice un carro. Vorágine cuenta que cuarenta y siete soldados fueron bautizados por Dionisio, sucesor de san Sixto, mientras nuestro manuscrito afirma que los bautizó Justino. Prescinde el autor castellano de las explicaciones sobre los antecesores del emperador Claudio, y del elogio al mártir de san Ambrosio.

En el milagro de Pedro el campesino, parece que la curación se produce durmiendo él en su casa, pero el texto castellano sostiene que se encontraba en la iglesia. Vorágine dice que el diablo ocupó el cuerpo de una mujer muerta, mientras el castellano habla de una mujer pecadora.

XLIH. Istoria de santa María, quando subió a los cielos

Vorágine no indica, como hace el castellano, que la casa en que permaneció la Virgen María fuese de san Juan.

LA LEGENDA ÁUREA COMO FUENTE. COTEJO 49

Hay diferencias en la exposición sobre los años que vivió María. La versión española no cita fuentes (como san Epifanio), y simplifica mucho la cuestión. Coinciden, no obstante, en lo sustancial: que según unas versiones la Virgen vivió en total 72 años, y según otras más creíbles 60 (Vorágine) o 55 (ms. 8).

Falta el relato de Dionisio, discípulo de san Pablo y testigo presencial de la muerte de María.

Prescinde la traducción de la opinión de san Jerónimo, que dictamina que el opúsculo atribuido a san Juan es apócrifo, pero que sin embargo contiene verdades, de las cuales la principal sería que la Virgen fue llevada al cielo en cuerpo y alma.

Del extenso comentario sobre las características de la Asunción, con citas de san Bernardo, san Jerónimo, san Agustín, etc., nuestra versión tan sólo reproduce dos argumentos de san Agustín.

Falta en el ms. 8 el milagro del clérigo que rezaba los gozos de María y recibe en su lecho de muerte la aparición de la Virgen; en su lugar incluye el del monje lujurioso ahogado en el río y resucitado, que Vorágine coloca como penúltimo. Por otro lado, la pérdida de un folio en el ms. 8 nos ha privado de casi todo el milagro del caballero que se aviene a un engañoso trato con el diablo, con el que éste persigue vengarse de la esposa, en vano, gracias a que la Virgen ocupa su lugar. Si ese folio perdido contenía lo mismo que la parte correspondiente del ms. 9, incluiría otros cuatro milagros: el del juicio de un acusado ante el tribunal divino, en que intervienen a favor del reo la Verdad, la Justicia y María; el del niño judío salvado del horno por la Virgen; el de los monjes librados por la invocación a María; el de la mujer que, también por invocación a María, aleja de sí al diablo, que se le aparecía en forma de hombre.

En cambio, el traductor habría prescindido (pues tampoco el ms. 9 lo transmite) de un extenso sermón sobre las circunstancias de la Asunción que cierra el capítulo en la Legenda, que ocupa casi tanto como todo lo anterior, y en gran medida lo repite. En él hay referencias a los escritos de san Cosme, san Germán, Dionisio, san Juan Damasceno, san Agustín.

XLIV. Exaltación de la Santa Cruz

Recordemos que lo que se conserva de este capítulo está escrito en letra que parece algo más antigua, así que estas hojas podrían proceder de otro manuscrito anterior. Se ha perdido el comienzo: probablemente la traducción castellana nunca recogió la introducción de la Legenda sobre el significado de la Cruz y cómo la Pasión de Cristo glorificó lo que antes era un vil instrumento de tortura. Lo que sí figuraría en el primer folio perdido de este episodio, a juzgar por lo que contiene el ms. 9, sería la narración de cómo en el año 615 Cosroes, rey de los persas, llegó a

50 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Jerusalén y se llevó el fragmento de la Santa Cruz que allí había. También se narraría la construcción de una torre dotada de unos artilugios que hacían aparecer a Cosroes como un dios que dominaba la lluvia y las tormentas. Y por supuesto cómo el emperador cristiano Heraclio, después de vencer en duelo al hijo de Cosroes y de ejecutar al propio Cosroes, se llevó el trozo de la Cruz de vuelta a Jerusalén.

Prescinde el texto castellano de una segunda versión según la cual el primogénito de Cosroes se rebela contra él, despechado porque había nombrado heredero a otro hijo.

No recoge el ms. 8 la alusión a una profecía de una sibila sobre la Santa Cruz.

Vorágine data el milagro del crucifijo de Beirut en el año 750, mientras que el autor castellano lo hace en el 250. Es evidente que por algún lado se perdió la D de '500'. Falta la referencia a las fechas de conmemoración del evento; y nada se dice sobre la consagración de una iglesia en honor del Salvador en Roma, donde se conservaba una ampolla con parte de la prodigiosa sangre.

Falta el desenlace del milagro del judío que pernocta en el templo de Apolo: avisa al obispo Andrés de las asechanzas de los demonios, que tratan de hacerlo caer en la lujuria.

Carece nuestro manuscrito del milagro de la monja endemoniada por hincar el diente a una lechuga sobre la que reposaba el diablo, sin haberla bendecido.

No está en la traducción el relato de la masiva conversión de los paganos de Alejandría, al ver la señal de la Cruz.

LA MISTERIOSA ISTOR1A DE SANT MAMÉS l

De entre los relatos que nos ofrece el manuscrito, el dedicado a san Mamés atrae especialmente la atención de un buscador de leyendas, tanto por lo misterioso de su procedencia como por el carácter de la narración en sí.

Sorprende, en primer lugar, la escasez de noticias sobre el santo, y más cuando todo el mundo ha oído de san Mamés, aunque sólo sea por los topónimos. Al aludir al misterio de la procedencia de este relato nos referimos a que no se encuentra en la Legenda áurea de Vorágine, que es, como hemos visto, la fuente del resto de las lecturas del ms. 8, y la de la mayoría de las contenidas en los flores sanctorum. Nada ayuda a aclarar su origen el hecho de que sólo raramente aparezca en los flores sanctorum castellanos san Mamés o Mamante, Mamas, Mamerio, Mamercio o Mámete (que de todas estas formas se conoce al mártir de Cesárea y a otros santos).2

Hay tan sólo tres textos medievales castellanos, y puesto que el ms. 9 y el Lázaro Galdiano son del siglo XV, concluimos que la más antigua versión castellana es la del ms. 8 (ff. 60d-64b), datado entre el XIV y el XV

En busca de documentos anteriores que pudieran dar pista de la fuente de nuestro relato, probablemente latina, es obligado acudir a las Acta Sanctorum, donde en efecto se informa «De Sancto Mamante vel Mammete Martyre, Caesareae in Cappadocia». Allí se advierte que las hazañas de este ilustre mártir son (para disgusto de quien aquello escribe y regocijo de los amantes de lo fantástico) totalmente inciertas y oscuras, lo cual se explica por una probable confusión de dos «Mamantes» en uno, habiéndose mezclado tradiciones griegas y latinas.3 La pista de esa fusión se

1 Una primera versión de este estudio fue sometida al juicio de nuestros colegas en el V Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval (Baños, 1995).

2 De todos los flores sanctorum medievales castellanos, san Mamés únicamente se halla en los mss. 8 y 9 de la Biblioteca Menéndez Pelayo, y en el 15.001 (olim 419) de la Biblioteca Lázaro Galdiano, puesto que el 5.548 de la Nacional de Madrid es una copia realizada en el siglo XVIII del Lázaro Galdiano o similar. Por otro lado, hemos podido comprobar que el ms. 9 de la Menéndez Pelayo contiene una Vida de san Mamés prácticamente idéntica a la que nos ocupa. Finalmente, el índice del ms. 10.252 de la Biblioteca Nacional, del siglo XIV, anuncia que su lectura XXVIII está dedicada a sant Mamede, pero la narración de vidas de santos se interrumpe justo una antes de llegar a él.

3 «(...) quorum unus fuerit puer, alter vir (...); unus in mare projectus, alter tridente transfixus; unus Gangrensis, alter Caesariensis; unus denique Aegis passus, alter Caesareae» (Acta Sanctorum, p. 426; sobre el carácter legendario del relato véase p. 423).

52 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

halla en el prólogo de la Passió beati Mamantis martyris, la única versión anterior a nuestro texto de que tenemos noticia. La escribió Godefrido, arzobispo de Langres, a mediados del siglo XII,4 quien declara que la Passió fue traducida del griego al latín primeramente en Antioquia, después en Jerusalén y más tarde en un monasterio de Calabria, y que allí él pudo leer muchos más datos, y algunos diferentes, de los que había oído en los ejemplarios latinos de las Galias. Y dice también confiar en que de la conjunción de los relatos de varios autores de diversas regiones surja la verdad.5

Nuestro relato castellano parece apoyar la idea de esa fusión, pues se muestra bastante próximo al segundo capítulo del texto latino, como se verá, y sin embargo falta todo lo que se narra en el primero. Nada dice nuestro autor de que el santo naciera en Paflagonia, ni que fuera hijo de nobles, Teodoto y Rufina. No se cuenta cómo, bajo la persecución de Aureliano, su padre es atormentado por manifestar el cristianismo, y finalmente muere, a consecuencia de lo cual Rufina da a luz antes de tiempo. Luego pide a Dios que la lleve con su marido, con lo cual el recién nacido Mamante queda solo en la cárcel. Una tal Amia tiene una visión en la que se le ordena que vaya por el niño y lo adopte. Educado en la fe cristiana, como digno hijo de quien era, se niega a adorar a los dioses, y ante las amenazas de tormentos se crece cada vez más. Lo azotan, lo queman y finalmente, como ve el perseguidor que es inútil toda tortura, manda arrojarlo al mar con un plomo atado al cuello, pero aparecen oportunamente ángeles que ponen en fuga a los soldados y llevan al santo a un monte junto a Cesárea, Ninguno de estos sucesos se narra en la versión castellana, que tan sólo coincide con ese primer capítulo del texto latino en las menciones de Aureliano y de Cesárea, aunque en nuestro relato esa ciudad es el lugar de origen de Mamés. Podría deducirse entonces que la narración castellana ignora esta tradición de san Mamante y entronca con otra distinta y anterior a la posible fusión.

El segundo capítulo del texto latino, en cambio, desarrolla la misma tradición de la que bebe nuestra historia. Sin que se pueda decir que este relato en latín constituya la fuente del nuestro, ya que hay diferencias significativas (sobre las que volveremos más adelante), lo cierto es que la afinidad es notable, y no sólo en el argumento, sino también en partes concretas del discurso. Ambos protagonistas viven retiradamente en el monte, en tan perfecta armonía con los animales salvajes que la fama de

4 «Verisimile est Acta S. Mamantis translata a Godefrido anno Christi MCXLVII» (Acta Sanctorum, p. 427, n° 19).

5 «(...) de Graeco in Latinum translata est Antiochiae primum a viro religioso civitatis eiusdem, Graecorum ac Syrorum archidiácono. Secundo Jerosolymis, a Subpriore sancti sepulcri, qui postea episcopus sancti Georgii factus est. Tertio citra mare, in quodam relígiosorum fratrum monasterio, quod olim vir spectabilis, magister Bruno in Calabria aedificavit. Quod ego Godefridus, indignus licet, episcopus Lingonensis, idcirco totiens feci, quia quaedam dissona, multoque plura, quam in Latinis Galliarum exemplaribus audieram, ibi legebam: voluique ut de diversis regíonibus, diversi & fama laudabilis interpretes fidem mihi certiorem facerent veritatis» (Acta Sanctorum, p. 435).

LA MISTERIOSA ISTORIA DE SANT MAMES 53

encantador llega a oídos de Alexandre, gobernador de Capadocia, quien lo manda prender. Antes de ir a Cesárea, por mediación del Cielo se le presenta un león, al que Mamés ordena que, cuando él se encuentre en la plaza de la ciudad, vaya y ataque a sus enemigos. El típico interrogatorio del cruel perseguidor muestra lo próximos que en ocasiones se hallan ambos textos, aunque nunca tanto ni de un modo tan continuado como para poder pensar en una traducción directa:

Quem intuitus Alexander, Tu ne es, inquit, Mamas, qui de arte mágica infamaris? Ad quem Mamas cum magna modestia, Ego, inquit, sum Mamas servus Christi, qui salvat quidem sperantes in se, & facientes eius voluntatem: magos autem & incantatores sacrilegos & idololatras igni inextinguibili condemnat (Acta Sanctorum, p. 438).

Y el correspondiente castellano:

E qwando él llegó a Alexandre, aqiíel adela[n]tado preguntól: —¿Tú eres aqwel que dizen Mamés? E él respondió, e dixo: —Yo só siervo de Dios. —E el adelantado demandól que dixese con qué malas

maestrías encantava [62a] las bestias del monte. E díxol estonce sant Mamés— Yo, el siervo de Jheíu Christo, el que regna en los cielos, e de aquello que tú dizes non sé yo nada.

(...) E sant Mamés díxol: —Aqwellos que fazen los encantamientos e los malos fechos Dios desámalos, e yo

temo a Dios bivo. Non podría ser malfechor ni encantador. Óy bien lo que te digo, que non me spanto nin he miedo de ti, nin temo las tus amenazas. A Dios, que es en los cielos, que fizo todas cosas, mandó que le adorásemos, e yo he aqwel por mi ayudador.

Ante la previsible negativa de Mamés a adorar a los dioses, le son aplicados varios tormentos, a los que enseguida aludiremos, de los que nuestro héroe siempre sale ileso y sin haber sentido la más mínima molestia gracias a la ayuda del Espíritu Santo. Entre unas y otras torturas tiene lugar la liberación de unos cautivos y la intervención de aquel león vengador que causa un gran estropicio entre los enemigos del cristianismo. Finalmente, tras tantas intentonas de ejecución como para hacer decaer el ánimo del más esforzado verdugo, e inflamar el espíritu de un público maravillado, el santo muere, de forma muy distinta en cada una de las versiones. En la latina es atravesado por un tridente, en la castellana falta este episodio y el protagonista es sencillamente llamado por Dios.

Nuestro relato, en conclusión, no deriva del latino, pero de todas formas nos interesa la Passió porque revela que ya a mediados del siglo XII la Pasión de san Mamés estaba mucho más cerca de la leyenda que de la historia, y puede que Godefrido, con su erudita pero probablemente errónea acumulación de episodios, contribuyera inconscientemente a la creación de una ficción, aunque el objetivo de su erudición fuese precisamente el contrario: destilar la verdad. En todo caso, para un lector de hoy, e incluso ya para los autores de las Acta Sanctorum, el relato latino es indiscutiblemente ficción.

54 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

La Istoria de sant Mamés castellana, más popular, supone también, como se verá, un avance hacia la leyenda, hacia la literatura, no ya por lo oscuro de los datos ni por las exageraciones que la alejan de una posible historia veraz, sino sobre todo porque en ella hay creación, hay, en el sentido retórico, invención.

En la Vida de san Mamés se pueden percibir plenamente las características de la ficción hagiográfica medieval, la cual frecuentemente resulta de recubrir una exigua estructura histórica con un enjundioso y compacto material que, mediante detalles imaginados y motivos añadidos, comunica más eficazmente. Pero, como es propio de la literatura medieval, esa invención no suele producirse puntual ni individualmente (aunque en un momento dado escriba un individuo); sino que con frecuencia hay detrás un largo proceso en el que se van adhiriendo a la leyenda tópicos que facilita la tradición. Así, cuando el fervor a los santos, que a la vez alimenta y se nutre de la producción hagiográfica, obliga a desarrollar unos relatos que, si se limitasen a los datos históricos, quedarían reducidos a unas líneas, sistemáticamente sobrevienen los ecos de la Biblia y los tópicos.

Ocurre, poniéndola por caso, que los motivos que componen nuestra narración pueden hallarse también en otras muchas. Algunos tópicos son específicamente martiriales, como los relacionados con la persecución, interrogatorio y ejecución; otros son hagiográficos en general; y aún parte puede encontrarse en toda la literatura religiosa.

Siguiendo el hilo argumenta!, para no perdernos, iremos recalando en fragmentos de la Istoria de sant Mamés que evocan otros muy similares repetidos en decenas de textos.

1. Empezamos por la persecución que, como en muchas Pasiones, abre el relato:

[E]n el tiempo del emperador Aureliano, fueron enviados por todo el mundo perseguidores de los c/zráft'anos, que qualquier que fallasen que desdeñase de adorar lo[s] dioses de los gentiles e a los sus ídolos, que los matasen atormentándolos en muchas maneras de tormentos (f. 60d).

2. Como en casi todas las Vidas de santos (recuérdese el Poema de santa Oria o la Vida de san Ildefonso del Beneficiado de Úbeda), la rectitud y piedad de los padres sirve de cimiento a la santidad del protagonista:

Estonce en una cibdat de Capadocia que dizían Cesaría, un niño de doze años que dizién Mamés, fijo de un omne bueno christiano e de christiana, que adoravan e temién a Dios verdadero, e enseñáronle de comienço la ley de Dios (f. 60d).

3. De la misma manera que en la Vida de san Millán y en la de Santo Domingo de Silos o San Vítores, el retiro del santo al yermo sirve no sólo para fortalecerse con la austeridad, sino también para dedicarse intensivamente a la oración y al estudio de la doctrina:

LA MISTERIOSA ISTORIA DE SANT MAMES 55

(...) e con su ganado tan solamente apartóse en un monte que era muy espeso e muy fuerte. E bivié allí, estando en oración, e tomando lición de ley de nuestro Señor Jhesu Christo, e manteniése tan solamente de la leche de sus ganados (f. 61a).

4. El pasaje que sigue no puede catalogarse como tópico, pero sí que es un evidente eco de la Biblia (Éxodo 31, 18; y 34), de la entrega a Moisés de las Tablas de la Ley (la versión latina incluso cita al profeta):

E él faziendo esta vida, oyó una voz del cielo qwel dixo: «Mamés, descende al canpo». E él levantóse luego e descendió al campo, e falló una piértega, e en ella escnpto el evangelio de nuestro Señor Dios (f. 61a).

5. El relato prosigue con el interrogatorio del santo, en términos como los mostrados más arriba, que constituye otro de los lugares comunes de las Pasiones.

6. Los inevitables tormentos no consiguen doblegar a san Mamés, porque, gracias a la ayuda del Cielo, no siente pena alguna, como sucede con frecuencia en los relatos martiriales:

Estonce el adelantado airóse muy fuertemente, e mandó colgar a sant Mamés e darle muy fuertes tormentos. E mientra estava en los tormentos nunca fabló, e estando en esto, sant Mamés cató al cielo, e dixo: «Buenas gracias ayas, mi Señor Dios, que así como Tú sey[e]s en la tu silla, e non sintaessic ningu[n]d mal, otrosí yo non siento tormento en la mi carne, nin he ningund dolor en la mi alma desto que me fazen». Estonce el adelantado dixo a los que lo atormentavan: «Acotadlo fasta qwel parezcan las entrañas» (f. 62b).

(...) E santigóse en el nonbre de Dios de la señal de la cruz, e entró en [e]l fuego, e luego

que y fue entrado luego fue muerta la llama (f. 62d).

7. La aparición del Espíritu Santo en forma de paloma es otro lugar común de la literatura cristiana:

E los presos otros que estavan en la cárcel echáronsele a los pies, e díxoles sant Mamés: —¿Que' demandades? E ellos respo[n]dieron: —Nos morimos de fanbre. E ellos deziendo esto, entró por la finiestra el Sp/níu Santo en figura de paloma, que

traía miel e leche (...) (f. 62c).

8. La liberación de cautivos trae a la mente, además de diversos episodios bíblicos como los de Pedro y Pablo, el recuerdo de Domingo de Silos:

E a la media noche abrióse la cárcel, e sallieron todos los que y estavan presos, e fuéronse su vía, e él fincó en la cárcel (f. 62c).

9. El interrogatorio y todo el episodio del fuego recuerda demasiado el enfrentamiento de Nabucodonosor con Ananías, Azarías y Misael, hasta el punto de que se podría hablar de un eco evidente de la Biblia (Daniel 3). El suceso, citado normalmente como «los tres niños liberados del horno», y no mediante los nombres

56 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

propios, forma parte de varias versiones de la «oración narrativa»: la del Poema de Fernán González (c. 109) o la del Libro de Buen Amor (c. 6). El punto en que nuestro héroe recuerda el episodio no puede considerarse exactamente una oración narrativa, ya que en ellas el personaje pide misericordia o protección a Dios valiéndose de antecedentes como el que nos ocupa, mientras que aquí la gracia de la protección ya ha sido concedida previamente, y se trata más bien de una expresión de gratitud, pero en todo caso la afinidad es innegable (véanse Gimeno Casalduero, 1957-1958; Baños, 1994b):

E él estava en él, alabando e glorificando el nonbre de Dios, e dizié: «Gradas a Ti, Padre, Señor verdaldero [63a], íhesu Christo, que así como acor[r]iste a Ananía, e [a] Azaría, e a Misael, enbiando el Spíritu Santo sobre ellos, e los libreste de muy grand fuego, así feziste a mí, pecador, que non me desanpareste».

10. Otros miembros asiduos de las escenas sobrenaturales son los ángeles, a veces en tal número que forman legión:

E aquellos sus servientes, desviando el fuego de la una parte e de la otra, vieron grand cavalleria de muchos ángeles, qne estavan y con sant Mamés, e eran y ángeles e arcángeles con muy grand gloria (f. 63b).

11. Si antes señalábamos la presencia de la paloma como uno de los animales con un simbolismo bien definido en la cultura cristiana, en todo este relato desempeñan un importantísimo papel las fieras salvajes, que ante Mamés se muestran mansas y sumisas como corderos. Estamos ante uno de los elementos en los que mejor se percibe hasta qué punto el relato ha rodado por la ladera de la ficción, buscando lo más llamativo y admirable. Nos referimos a que en otros textos hagiográficos es suficiente presentar una fiera, normalmente un león, que se humilla ante el santo, lo cual representa el sometimiento de todas las fuerzas de la Naturaleza al poder de Dios. Es el conocido motivo del «león reverente» que se remonta al episodio de Daniel, y aparece en las Vidas de san Pablo Anacoreta, Eustaquio, Martina, Marciana, Faustino y Jovita, Mirón, María Egipciaca (véanse Garci-Gómez, 1975; Baños, 1994a). Pero aquí no basta con un léon, que en efecto aparece y se pone al servicio del santo, sino que precisamente lo que de peculiar ofrece Mamés es su capacidad para encantar todo tipo de bestias (de eso lo acusan formalmente). Al comienzo de la Istoria se cuenta cómo domestica las fieras del monte:

E en leyendo él aqwel evangelio, ayu[n]táronse a él muchas bestias salvages sin cuenta de todas las maneras departidas, así como leones, e ossos, e lobos, e puercos, e monteses, e otras bestias bravas; e tendiénse en t/erra, adorávanle, e despne's, los inojos fincados, catavan suso al cielo al nuestro Señor Jhesu Christo. E a poco de t/enpo, de aquellas bestias que estavan antél, ívanse [61b] los machos, e fincavan las fenbras, abuelta con las suyas mansas, las tetas llenas de leche. E él entendiendo que serié bien de ordeñar aquellas bestias con el su ganado, ordeñávalas todas, e fazié de la leche dellas queso.

Al final, entre los diversos intentos para darle muerte, las fieras no sólo no devoran al santo, sino que:

LA MISTERIOSA ISTORIA DE SANT MAMES 57

E los servientes metieron a sant Mamés en el corral do estavan aquellas bestias bravas, que eran de muchas maneras, e soltaron una ossa, que se venié a él, e la ossa, corriendo, vino echar de inojos antél. Desqwe vieron que le non fazía mal aqwella ossa, echáronle un león pardo muy grande e muy bravo, e fuese para él, e echól los braços al cuello, e abracándolo, lamiél con su lengua e alinpiávale los sus sudores (f. 63c).

12. Y es que otro de los lugares comunes de la literatura martirial es la dificultad, a veces la imposibilidad, de matar al protagonista. Viene a la mente la Vida de san Vítores, un ejemplo de la hagiografía medieval castellana en el que también se exagera al máximo esta nota, hasta el punto de que Vítores anda y habla, después de haber sido decapitado, con su cabeza en las manos. Aquí con san Mamés no han podido ni el fuego, ni las fieras, ni tampoco:

E diziendo esto todos, fizieron un tormento de dos maderos traviesos, e aspáronle. E estando y un día, los braços e los pies atados a aquellos maderos, estando así, vino uno de aquellos servientes del adelantado e diol forcejones en la cabeça por fazerle sallir los ojos, tanto le apretava. E desí tiráronlo de allí e apedreáronle todos, e después que fue cubierto de piedra, cuidando que era muerto, pero él fincó bivo, e non le fizieron mal ninguno (f. 64a).

13. Finalmente, con frecuencia ocurre en la hagiografía que el santo recibe, como simbólico galardón, una corona (y hasta tres Domingo de Silos):

E a poco de ora, desqwe todos callaron, fuese de allí sant Mamés, bendiziendo el nonbre de Dios, e vino una boz del cielo que dixo:

—Mamés, vente para mí, que abiertos están los cielos, e Dios tu Padre se gozará en [e]l cielo porqwe venciste las contiendas e las persecuciones, e el Fijo de Dios [64b] está presto e te trahe la corona, e el Spir/m Santo te adurásic e te guiará.

La agregación de estos tópicos esparcidos en multitud de relatos de la literatura hagiográfica, dispuestos en este orden concreto y con matices en los que no vamos a entrar, da como resultado la leyenda de san Mamés. Estamos, pues, ante una buena muestra de cómo la ficción hagiográfica se desarrolla recurriendo a motivos que proporciona la tradición. Más arriba queda dicho que los propios autores de las Acta Sanctorum admiten el carácter legendario de la Passió, y no podía ser de otra manera, dada la naturaleza de sus episodios demasiado reconocibles y demasiado hiperbólicos, pero parece claro que la versión castellana aún supone, respecto a la latina, un avance hacia la leyenda.

En primer lugar, si lo legendario va muchas veces de la mano de lo popular, parece que la Istoria es menos culta que la Passió: se trata de un relato anónimo; carece de algo similar al prólogo de la Passió en el que Godefrido declara sus intenciones y demuestra haberse documentado (tal es su afán de recopilación que probablemente mezcla dos tradiciones referentes a distintos personajes, pero ésa es otra cuestión). A diferencia de la Passió, no hallamos en nuestro texto, más incompleto, ningún dato sobre los traductores o la procedencia.

58 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

En segundo lugar, la versión castellana incluye algunos detalles que no están en la latina, que contribuyen a dar un mayor colorido, o en este caso habría que decir un mayor sabor, como que los cautivos reciben del Espíritu Santo miel y leche.

Otra diferencia, ésta fundamental, es que sólo en el relato castellano el león protector del santo llega a hablar. Así increpa a los enemigos de Mamés:

(...) e fabló el león por la gracia de Dios, e dixo: «O natura mala de omnes, cubiertofs] de spíritu malino, veet muy fuerte cosa, que es contra natara: por vós me fazen fablar los ángeles» (f. 63c).

Y sobre todo, la diferencia del final, más notable por constituir el desenlace, refleja la tendencia a la hipérbole ya desmedida de nuestra versión: el santo no muere atravesado por un tridente, como cuenta el texto latino, sino que, según se ha visto, sencillamente es llamado por Dios, porque matarlo, lo que se dice matarlo, resulta de todo punto imposible.

En suma, la Istoria de sant Mamés nos abre el taller de la ficción hagiográfica, al dejar ver cómo un relato crece, no tanto en extensión como en intensidad, mediante una combinación nueva de los viejos tópicos que corren en la tradición.

EL MS. 8 F R E N T E A OTRAS COMPILACIONES CASTELLANAS

La mayoría de los santorales latinos y romances de finales de la Edad Media deriva de la Legenda áurea, pero ninguna de las compilaciones castellanas es una mera traducción de aquélla, pues, como se ha visto a propósito del ms. 8, ni recogen todo el material de Vorágine, ni todo lo que incluyen procede de Vorágine. Es decir, que ningún flos sanctorum castellano reproduce íntegramente la Legenda; ni hay ninguno que abarque todas las fiestas del año litúrgico. En cambio, intercalan otras Vidas de santos especialmente venerados en una zona, y pueden servir de ejemplo santo Domingo de Silos, san Ildefonso o san Isidoro; o de santos que pertenecieron a la misma orden religiosa que el compilador (véase Thompson y Walsh, 1986-1987). La disparidad de criterios, en efecto, originó que las colecciones difieran entre sí, pese a la base común: algunos compiladores optaron por reproducir lo más fielmente posible la Legenda, aunque se limitasen a una parte, otros seleccionaron con más flexibilidad los episodios que les interesaban, y algunos de ellos intercalaron materiales ajenos a Vorágine. No obstante, mediante el estudio de las coincidencias y divergencias Thompson y Walsh (1986-1987) establecieron una clasificación provisional de los santorales castellanos. Al menos cinco de ellos procederían de una traducción documentada ya en el siglo XIV por el manuscrito que aquí editamos (compilación B en la denominación de Thompson y Walsh). Otros cinco provendrían de otra compilación castellana más completa y quizá más tardía, pues ninguna de las copias conservadas es anterior al siglo XV; se trata de la misma colección {Gran flos sanctorum o compilación A) que con algunas variaciones dieron a la imprenta los frailes Jerónimos Gonzalo de Ocaña (Zaragoza, 1516) y Pedro de la Vega (Zaragoza, 1521; Alcalá, 1565, 1571, 1572; Sevilla, 1572, 1579; Medina del Campo, 1578; etc.). Otros cuatro santorales dejan ver una relación menos clara con alguno de estos dos arquetipos, o bien parecen colecciones independientes, aunque la fuente básica sea siempre la Legenda áurea.

La tradición textual del flos sanctorum en castellano es tan vasta y compleja que, hasta que no se editen más códices y se analicen sus variantes siguiendo el método de la crítica textual, no podremos establecer con rigor y precisión su filiación. En esta ocasión podemos tan sólo describir someramente los santorales castellanos de los siglos XIV y XV, con mayor atención a los dos que más próximos parecen a nuestro

60 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

ms. 8, e indicar los capítulos que de cada uno, separadamente, se han venido editando.'

1. Hemos indicado ya que el ms. 8 de la Biblioteca de Menéndez Pelayo es copia de la compilación castellana B, datada a finales del siglo XIV o comienzos del XV.

2. Asimismo hemos observado que el ms. 9 de la misma Biblioteca de Menéndez Pelayo, encuadernado en pergamino con el 8, es otra copia de la compilación B, pero realizada ya, como todas las demás de esta rama, en el siglo XV Son 63 folios de papel, a dos columnas desde el folio 18, con iniciales y títulos en rojo.

La encuademación conjunta del 8 y del 9, y el que ambos llegaran a pertenecer al Marqués de Astorga (Artigas, 1930; Cátedra, en prensa) evidencian que desde antiguo corrieron la misma suerte, pero ignoramos desde cuándo. No sabemos si ambas copias fueron realizadas en el mismo ámbito, probablemente un convento, pero sí que parecen seguir el mismo modelo: ambas incluyen la Vida de san Mamés, ajena a la Legenda áurea; ambas presentan la de san Julián en el mismo lugar; y, sobre todo, las variantes de los capítulos comunes son escasas.

Por su afinidad con el ms. 8, es pertinente enumerar las Vidas que contiene. Marcamos con un asterisco las comunes con el 8, para que pueda advertirse que coinciden solamente en parte de la selección. Comienza el ms. 9 con la Vida de san Andrés apóstol (la segunda mitad, aproximadamente, a partir de la explicación del significado de la Redención, o la «virtut de la Cruz»; en la Legenda áurea es el relato 2), Nicolás (3), Lucía (4), Esteban (8), Juan apóstol y evangelista (9), Tomás apóstol (5), Natividad de Jesús (6), Epifanía del Señor (14), Silvestre (12), Antonio (21), Sebastián (23), Inés (Agnés, 24), Basilio (26), la Conversión de san Pablo apóstol (28), la Purificación de la Virgen María (37), Águeda (39), Blas (38), Espíritu Santo* (73), Petronila* (78), Pedro exorcista* (aunque el texto lo llame «mártir», 79), Primo y Feliciano* (80), Bernabé apóstol* (81), Quirce y su madre santa Julita* (83), Gervasio y Protasio* (85), Julián* (30), Natividad de san Juan Bautista* (86), Juan y Pablo* (87), Pedro apóstol* (89), Pablo apóstol* (las primeras quince líneas, 90), Marta* (la segunda mitad,2 105), Pedro Ad Vincula* (110), Esteban papa* (111), Invención del cuerpo de Esteban protomártir* (112), Sixto* (114), Mamés* (que no está en la Legenda áurea), Lorenzo mártir* (117), Hipólito y sus compañeros* (118), Asunción de la Virgen María* (119), Timoteo (121), Bartolomé (123), la Decapitación de san Juan Bautista (125), Natividad de la Virgen María (131), Proto y Jacinto (136), la Exaltación de la Santa Cruz* (137), Cornelio y Cipriano (132), Mateo apóstol (140), Miguel arcángel (145), Francisco (149), Lucas evangelista

1 Más información proporcionan los catálogos de las bibliotecas que guardan los manuscritos (Zarco, 1924-1929; Artigas, 1930; el Inventario..., 1953; etc.); los estudios de Romero Tobar (1985), Thompson y Walsh (1986-1987), Baños Vallejo (1989), Thompson (1990); y las ediciones de capítulos que citamos.

2 El folio 24 está encuadernado al revés.

EL MS. 8 FRENTE A OTRAS COMPILACIONES CASTELLANAS 61

(156), Simón y Judas apóstoles (159), Todos los Santos (162), la Conmemoración de las almas (163), Martín (166), Bricio (167), Cecilia (169), Clemente (170), Catalina (172); y a continuación hay un gran salto atrás respecto a la secuencia de la Legenda: Longinos* (47), Ambrosio (57), Jorge (58), los siete durmientes (101), Jerónimo (146).

Cierran dos sermones, de menos de un folio cada uno: «Este sermón se deve dezir en el día de sant Julián o de otros mártires qualesquier o de confessores quien sea uno o más nonbrándolos» y «Aquí comiença el sermón de invenció sancti Stephani, que quier dezir del fallamiento del cuerpo de sant Esteban». Hay una última página que apenas puede leerse, en letra distinta, más moderna, que termina con una inscripción que recuerda mucho los comienzos de los poemas del mester de clerecía: «En el nombre de Dios y de santa María, si Dios me ayudase querría fazer un libro».

Según nuestras noticias el ms. 9 permanece enteramente inédito, lo que no es de extrañar, dado que está muy deteriorado, y hay muchos puntos en los que resulta prácticamente ilegible.

3. El ms. 15.001 (olim 419) de la Biblioteca Lázaro Galdiano proviene de la compilación castellana B. Consta de 221 folios de papel, con escritura semigótica de varias manos, a dos columnas; presenta rúbricas y numeración de folios en rojo, y capitales iluminadas en diversos colores (Vega, 1991). Destaca por la particularidad de incluir una copia de la Vida de san Ildefonso del Beneficiado de Úbeda (publicada por Romero Tobar, 1978-80). Aparte de ésta, también se dieron a la imprenta la Vida de sant Alexo (Vega, 1991), la de Santa María Egipciaca (Scarborough, 1994) y el Enxenplo de un obispo que bivía deleitosamente (Lacarra, 1996). Estaba anunciada la Vida de sant Patricio (Walsh y Thompson, 1986), pero no hemos sabido que se publicara.

Gracias a que han sido editadas todas las copias de la Vida de Santa María Egipciaca que derivan o están relacionadas con la compilación B (números 1, 3, 4, 5 y 12) se puede comprobar lo que ya habían advertido Thompson y Walsh (1977) y ha corroborado Scarborough (1994): que el texto del ms. 8 y el de la Biblioteca Lázaro Galdiano están muy próximos, pues presentan escasas variantes significativas, muchas menos que si se enfrentan con los demás. Muestras de afinidad con el ms. 8 y el 9 son, además, la inclusión de la Vida de san Mamés y el lugar que ocupa la de san Julián.

Habida cuenta de esa semejanza, no está de más enumerar las Vidas que contiene este códice para dar aquí una muestra de otra copia de la compilación B más completa y mejor ordenada que las conservadas en la Biblioteca de Menendez Pelayo de Santander, aunque emparentada con ellas. Señalaremos con un asterisco las comunes con el ms. 8, con una cruz las coincidentes con el ms. 9, y con ambos signos las comunes a los tres. El ms. de la Biblioteca Lázaro Galdiano contiene las siguientes

62 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Vidas: la de san Andrés apóstol* (relato 2 de la Legenda áurea), Nicolás* (3), Lucía* (4), Tomás apóstol+ (5), Esteban-*- (8), Juan apóstol y evangelista* (9), Epifanía del Señor+ (14), Silvestre* (12), Antonio* (21), Sebastián* (23), Inés* (24), Vicente (25), Basilio* (26), la Conversión de san Pablo apóstol* (28), la Purificación de la Virgen María* (37), Blas* (38), Águeda* (39), Cátedra de san Pedro* (44), Matías* (45), Longinos** (47), Gregorio* (46), Benito* (49), Patricio* (50), Anunciación del Señor* (51), Pasión del Señor* (53), Resurrección del Señor* (54), María Egipciaca* (56), Ambrosio* (57), Jorge* (58), Marcos* (59), Felipe* (65), Santiago apóstol* (67), Invención de la Santa Cruz* (68), san Juan ante Portam Latinam* (69), las Letanías* (70), Ascensión del Señor* (72), Espíritu Santo** (73), Petronila** (78), Pedro exorcista** (79), Primo y Feliciano** (80), Bernabé apóstol** (81), Quirce y su madre santa Julita** (83), Gervasio y Protasio** (85), Julián** (30), Natividad de san Juan Bautista** (86), Juan y Pablo** (87), Pedro apóstol** (89), Pablo apóstol** (90), Margarita* (bajo el nombre de Marina, 93), María Magdalena* (96), Santiago el Mayor* (99), Cristóbal* (100), los siete durmientes* (101), Marta** (105), Pedro Ad Vincula** (110), Esteban papa** (111), Invención del cuerpo de Esteban protomártir** (112), Sixto** (114), Mamés** (que no está en la Legenda áurea), Lorenzo mártir** (117), Hipólito y sus compañeros** (118), Asunción de la Virgen María** (119), Timoteo* (121), Bartolomé* (123), la Decapitación de san Juan Bautista* (125), Natividad de la Virgen María* (131), Proto y Jacinto* (136), la Exaltación de la Santa Cruz** (137), Cornelio y Cipriano* (132), Mateo apóstol* (140), Miguel arcángel* (145), Jerónimo* (146), Francisco* (149), Lucas evangelista* (156), Simón y Judas apóstoles* (159), Todos los Santos* (162), la Conmemoración de las almas* (163), Martín* (166), Bricio* (167), Cecilia* (169), Clemente* (170), Catalina* (172). Se vuelve luego al comienzo para añadir la Natividad de Jesús* (6). Sigue una serie que no concuerda en nada con los mss. 8 y 9 de la Menéndez Pelayo. El compilador da otra vuelta al año litúrgico y complementa la primera selección, probablemente por otra fuente, pues, si todo procediera de la misma colección castellana, se abarcaría el ciclo litúrgico en una ronda, no en dos; y la primera no coincidiría con la secuencia de los mss. 8 y 9, ni la segunda sería tan divergente: ejemplo de un obispo que vivía deleitosamente, Juan Limosnero (27), Ignacio (36), Amando (41), Valentín (42), Juliana (43), Marcelino (60), Vidal (61), doncella de Antioquia (62), Pedro mártir (63), poema sobre Ildefonso del Beneficiado de Úbeda, Vito y Modesto (82), Marina (84), León papa (88), siete hermanos (91), Teodora (92), Alejo (94), Apolinar (97), Nazario (102), Félix papa (103), Simplicio y Faustino (104), Abdón y Senén (106), Germán (107), Eusebio (108), santos Macabeos (109), Domingo de Guzmán (113), Donato (115), Ciríaco (116), Bernardo (120), Agustín (124), Félix y Adaucto (126), Sabiniano y Sabina (127), Lupo (128), Mamertino (129), Gil (130), Gorgonio y Doroteo (135), Adrián (134), Eufemia (139), Lamberto (133), Mauricio (141), Justina (142), Cosme y Damián (143), Remigio (147), Leodegario (148), Margarita (llamada Pelayo, 151), Dionisio (153), Leonardo (155), Crisanto (157), once mil vírgenes (158), Prudencio (en latín), Saturio (en latín),

EL MS. 8 FRENTE A OTRAS COMPILACIONES CASTELLANAS 63

Pelagio o Pelayo (en latín, 181), Teodoro (165), Crisógono (171), Saturnino (173), Bárbara (202), Santiago el Interciso (174).

4. El ms. h-I-14 de la Biblioteca de El Escorial también es copia de la compilación B. Son 322 hojas de papel a dos columnas, con capitales iluminadas, rúbricas en rojo y algunas filigranas. Es posible que provenga de la Capilla Real de Granada (Zarco, 1924-1929). Han visto la imprenta la Vida de san Patricio (Mulertt, 1926) y De la vida de sancta María de Egipto (Thompson y Walsh, 1977).

5. El ms. k-II-12 de El Escorial deriva asimismo de la compilación B. Consta de 201 hojas de papel y pergamino, en escritura gótica, a dos columnas, con algunas iniciales iluminadas y epígrafes en rojo. Fue propiedad del Conde-Duque de Olivares (Zarco, 1924-1929). Hay edición de la Vida de santo Domingo de Guzmán (Menéndez Pidal, 1966; Barbadillo, 1985), del Título de santa María de Egipto (Thompson y Walsh, 1977) y del Título de santo Toribio obispo (Walsh y Thompson, 1987).

6. El ms. 12.688 de la Biblioteca Nacional de Madrid conserva parte de una copia de la compilación A o Gran flos sanctorum, copia que continúa en el 12.689. Son 450 folios de pergamino, a doble columna, letras capitales y títulos en rojo. Faltan los primeros 36 folios (Romero Tobar, 1985). Dutton (1978) reproduce la Vida de santo Domingo de Silos, Carpenter (1979-1980) la de San Macario, Galo F. González (1981-1982) la de San Patricio, y Walsh, en publicación postuma (1992), la de San Ildefonso.

1. El ms. 12.689 de la Nacional de Madrid contiene otra parte de la misma copia de la compilación A, que sigue del 12.688. Consta de 233 folios de pergamino, a doble columna, capitales y títulos en rojo. En la primera página hay una inicial iluminada con el escudo del Conde de Haro, y en cada cuaderno curiosos dibujitos coloreados de cabezas y bustos de mujeres, clérigos, etc. (Romero Tobar, 1985). Moldenhauer (1929) publicó el relato de Barlaam y Josaphat, y González Palència (1942) el de Santa Lucía.

8. El ms. 780 de la Nacional de Madrid también es copia de la compilación A. Son 261 folios de papel, a dos columnas, con iniciales y títulos en rojo. Esta copia y la del ms. h-III-22 de El Escorial revelan que el primer compilador del Granflos sanctorum sustituyó la versión breve de la Vida de santa María Egipciaca de Vorágine por una extensa, que probablemente iba también al final del 12.688. Es traducción de la Vita Sanctae Mariae Aegiptiacae de Pablo el Diácono, y parece que fue redactada en el siglo XIV, aunque los manuscritos sean del XV. Según Thompson y Walsh, editores de la Vida (1977; véanse también Snow, 1990; Faccon, 1998), ésta representa la tradición oriental de la leyenda, más austera y menos popular. Creen que en la Península, en concreto, se difundió menos que la tradición occidental, representada por la versión extensa del poema, del relato en prosa del ms. h-I-13, o por la breve de

64 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Vorágine que transmite la compilación B (en las copias: 1, 3, 4, 5, 12). En todo caso, la intercalación de la oriental en el Gran flos sanctorum le aseguró a partir del siglo XV una amplísima divulgación.

Asimismo fue publicada la Vida de santo Toribio de Astorga, también por Walsh y Thompson (1987).

9. Acabamos de mencionar que el ms. h-III-22 de El Escorial es copia de la compilación A. Consta de 542 hojas de papel y algunas de pergamino, con escritura gótica de mediados del siglo XV, a dos columnas, iniciales rojas y moradas, epígrafes en rojo y algunas filigranas (Zarco, 1924-1929). La Vida de san Ildefonso ha sido editada por Romero Tobar (1984).

10. El ms. h-II-18 también deriva de A. Son 286 hojas de pergamino y papel, y 4 hojas más de pergamino al final. Sin duda fue preparado para los Reyes Católicos, pues lleva su escudo en el primer folio, haces de flechas en las páginas orladas, y está escrito en hermosa letra gótica, con capitales de oro y colores, con orla en algunas (Zarco, 1924-1929). No nos consta que se haya editado nada de él.

11. Nos ocupamos ahora de las compilaciones que no han sido clasificadas como copias de A ni de B, y empezamos por el otro flos sanctorum datado en el siglo XIV: el ms. 10.252 de la Biblioteca Nacional de Madrid (salvo éste y el ms. 8 el resto son del XV). Sus 191 folios, a dos columnas, contienen una selección de Vidas de santos (ff. 2-140) que procede de la Legenda áurea, pero no a través de los arquetipos castellanos B ni A, sino que se trataría de una colección independiente (Thompson y Walsh, 1986-1987). Incluye además un fragmento de la Vida de Cristo (ff. 141-148) y un tratado sobre vicios y virtudes (ff. 149-191). Fue propiedad del Marqués de Santillana (Schiff, 1905; Romero Tobar, 1985; Connolly, 1990). Han sido editadas la Vida de san Blas (Schiff, 1905), Los miraglos de Santiago (Connolly, 1990), y la Vida de san Lorenzo (Prince, 1992-1993).

12. El ms. m-II-6 de El Escorial tiene 102 hojas de papel ceptí, escritura gótica casi cortesana, a línea tirada, con inicíales azules y rojas en alternancia, y epígrafes en rojo. Zarco (1924-1929) observa que las "vidas de los santos parecen, a ratos, arreglo y abreviación de las que escribió el B. Fr. Jacobo de Vorágine". Parece relacionado con la compilación B (Vega, 1991), aunque no figura en la clasificación de Thompson y Walsh (1986-1987) ni entre las copias de A ni entre las de B. Contiene también el Sermón de la pasión de Jhesu Christo que predico frey vigente [Ferrer] en murcia..., y una Contenplaçio diujne Pasionjs en castellano. Perteneció al Conde-Duque de Olivares. De él únicamente se ha editado, que sepamos, la Vida muy áspera que fizo santa María Egipciaca en el yermo (Thompson y Walsh, 1977).

13. Se conservan además dos flores sanctorum impresos de época incunable. El único ejemplar conocido de la primera de esas ediciones permanece en la Biblioteca del Congreso, en Washington D.C.: Incun. X/F.59. Parece relacionado con la

EL MS. 8 FRENTE A OTRAS COMPILACIONES CASTELLANAS 65

compilación B (Vega, 1991). Son 228 folios en letra gótica, a dos columnas, impresos con una técnica muy rudimentaria entre 1472 y 1475, en Castilla, según Vindel (1945-1951, VIII), que no cree que salieran del taller de Juan de Bobadilla en Santiago de Compostela (Haebler, 1917, n° 277 (3); Palau, 1948-1977, n° 92.886). Como no da noticia de impresor, lugar o fecha, cabe pensar en otros tipógrafos y ciudades, como Sevilla, o en una fecha posterior, hasta 1480 (Vega, 1991). En 1908 era propiedad del librero Pedro Vindel, en 1909 del librero Rosenthal de Munich. Por lo que sabemos, nada de él se ha reproducido.

14. El otro flos sanctorum incunable fue impreso en Burgos por Juan de Burgos hacia 1497. El único ejemplar localizado es el de la Biblioteca Británica: IB.53312. Constaba de 308 hojas, pero faltan algunas, entre ellas las dos finales. Presenta letra gótica, a dos columnas, con grabados en madera (Haebler, 1903, n° 698; Vindel, 1945-1951, VII y VIII; Palau, 1948-1977, n° 92.887; Vega, 1987 y 1995). Vega (1987) ha editado la Vida de sant Amaro.1

Antes de dar por terminada la enumeración de compilaciones hagiográficas castellanas del tipo y la época de la que aquí editamos, debemos referirnos, pese a que no sea un flos sanctorum, al muy conocido y celebrado códice hagiográfico-caballeresco h-I-13 de la Biblioteca de El Escorial. Consta de 151 folios y medio4 de pergamino, en escritura cursiva, a dos columnas. El anverso del primer folio está profusamente decorado; la inicial de cada historia está miniada, y la de cada capítulo, iluminada (Walker, 1982). No es fácil determinar la fecha de esta precisa copia, pues se ha propuesto desde la mitad del siglo XIV hasta el comienzo del XV, pero parece que los relatos fueron traducidos del francés y reunidos para formar esta colección ya en el siglo XIV (Zarco, 1924; Maier y Spaccarelli, 1982; Walker, 1982; Walsh y Thompson, 1986). Sus rasgos lingüísticos permiten pensar que el traductor pudo ser un monje que escribió en castellano dejando ver a veces formas de su lengua nativa occidental, leonés o gallego (recuérdese que a similar conclusión llegábamos respecto a la lengua de nuestro ms. 8). El códice escurialense contiene nueve historias: De santa María Madalena (ff. lr-2v); De santa Marta (ff. 3r-7r); La estoria de santa María Egiçiaca (ff. 7r-14v); De santa Catalina (ff. 14v-23v); De vn cauallero Plácidas que fue después cristiano e ouo nonbre Eustaçio (ff. 23v-32r); La estoria del rey Guillelme (ff. 32r-48r); El cuento muy fermoso del enperador Otas de Roma & de la infanta Florencia su fija, & del buen cauallero Esmere (ff. 48r-99v); Vn fermoso cuento de vna santa enperatris que ouo en Roma & de su castidat (ff. 99v-124r); Vn noble cuento del enperador Carlos Maynes de Roma & de la buena enperatris Seuilla sumugier{íí. 124r-152r).

Fadrique de Basilea pudo imprimir otro flos sanctorum hacia 1493 (Sharrer, 1990).

El último está roto. También faltan cuatro folios entre los actuales 2 y 3.

66 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

La razón de su interés no está en la materia de cada relato tomado aisladamente, pues todos son traducciones de diversos textos franceses, sino en lo peculiar de una colección que combina materiales hagiográficos y caballerescos, y no únicamente porque nos ofrece una serie de Vidas de santos y otra de romans, sino además porque algunos de los textos hagiográficos contienen elementos caballerescos, y viceversa (Romero Tobar, 1985). El triunfo de santa Marta sobre el dragón, se ha propuesto, junto al de san Jorge, como precedente hagiografico del motivo caballeresco de la lucha con la bestia (Walsh, 1977). Pero es la Vida de san Eustaquio, o caballero Plácidas, el mejor ejemplo de una producción híbrida, y de hecho la influencia de esa leyenda se percibe en la hagiografía, claro, pero también en obras caballerescas como el Zifar, o en otro de los textos de este códice, La estoria del rey Guillelme; su huella podría verse incluso en el Poema de Fernán González, en elementos como el del carbonero raptor. Así que esta compilación muestra en su particularidad lo mismo que afirmábamos respecto al flos sanctorum: que los textos de un códice no deben estudiarse sólo aisladamente, sino también como partes de un todo, que sería el códice, que en determinados casos pudo elaborarse y percibirse como un libro (Rico, 1997-1998). De hecho se han detectado algunos rasgos comunes a los relatos del manuscrito, como la presencia de una mujer que sale triunfante de grandes tribulaciones, la separación y reunión de la familia, la sucesión de desgracia y redención (Maier y Spaccarelli, 1982).

Daremos aquí también noticia de las ediciones de los cinco primeros relatos, los propiamente hagiográficos: La Vida de santa María Magdalena y la de Santa Marta han sido publicadas por Walsh y Thompson (1986) y por Rees-Smith (1989). Ambas son traducción de un texto francés similar al conservado en el ms. 6.447 de la Biblioteca Nacional de París, pero su origen, introducciones aparte, está en la versión latina del Speculum historíale de Vicente de Beauvais. La Estoria de santa María Egipciaca y la de Santa Catalina fueron editadas por Knust en 1890. Alvar (1970-1972) y Walker (1972), que han vuelto a publicar la Estoria de la Egipciaca, coinciden en que esta versión pertenece, como el poema castellano, a la tradición occidental, y que las diferencias entre ambos son mínimas. Pero la Estoria no procede del poema castellano, sino que traduce un texto francés en prosa que proviene del mismo poema francés que siguió el poeta español. El cavallero Plácidas o Vida de san Eustaquio, que puede leerse en la edición de Knust (1878) y en la de Walker (1982), es la única versión castellana que hemos conservado de la difundidísima e influyente leyenda de san Eustaquio.

CRITERIOS DE ESTA EDICIÓN

Viene siendo habitual en las ediciones que no son estrictamente paleográficas regularizar la ortografía del manuscrito para aproximarla a la actual y facilitar así la lectura. Ello implica normalizar las grafías que carezcan de valor fonológico y conservar, claro está, las que sí pudieran tenerlo en el castellano medieval. No obstante, como excepciones a este criterio general, hemos optado por conservar, aunque sean irrelevantes, cuatro rasgos que no causan confusión y en cambio muestran algunos arcaísmos ortográficos del códice: mantenemos qua-: qual, quando; la h en casos como Jhesu Christo; la ph en voces como Josepho; y también la n ante b o p cuando así aparezca en el manuscrito.

Por lo demás, simplificamos las consonantes dobles que carecen de valor fonológico, tales como bb, ce, ff, pp, y también rr en posición inicial, así como brr, err, drr, frr, grr, Irr, nrr, srr y trr. En posición intervocálica transcribimos rr o r según corresponda a cada uno de los fonemas, para lo que se impone una regularización de las grafías, porque con cierta frecuencia hallamos que sobra una r (Horraron) o que falta {carera). Mantenemos, por su pertinencia, ss en posición intervocálica. Conservamos // incluso en los casos en que es dudosa la palatalidad. Transcribimos la ç como c cuando precede a e, i. Y normalizamos el uso de i, u para los valores vocálicos, frente a j , v para los consonanticos.

Acentuamos, puntuamos y separamos las palabras con arreglo a las normas actuales, si bien hay algunas peculiaridades del castellano medieval que implican ciertas diferencias. Así, en lo concerniente a la acentuación, distinguimos con acento diacrítico algunos monosílabos propios de aquella época: á, é, (del verbo haber), só (ser), dó (dar), ál pronombre, las formas tónicas nós, vós. Por lo que se refiere a las contracciones de palabras, al considerar que los lectores de este texto serán, mayoritariamente, iniciados en la literatura medieval, hemos optado por reproducirlas tal cual, sin marcas ajenas a nuestra escritura (medieval y contemporánea), como el punto volado, que suele emplearse para indicar la división entre el pronombre átono apocopado y la palabra sobre la que se apoya. Así que transcribimos díxol, predicándol, fízol, quel, y no díxo-l, etc. En consecuencia tampoco señalamos con apóstrofo la elisión de una vocal por fonética sintáctica, de modo que editamos della, del, antel, y no d'ella, etc. Ni indicamos los casos en que no haya quedado vestigio de la preposición a: «acuérdate qué feziste aqwel siervo de Dios». Sí advertimos

68 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

mediante el signo I el punto en que una palabra queda partida entre dos columnas: «Teóphillo [Ib]».

La resolución de abreviaturas se marca mediante letra cursiva, y las letras suplidas van entre corchetes. Respecto a los errores textuales del manuscrito, corregimos únicamente los obvios y que puedan dificultar la comprensión del relato, indicándolo mediante una nota al pie, pero conservamos aquellas formas dudosas que no sean un error palpable o que, aun siéndolo, no dificulten la lectura, limitándonos a señalarlas con un sic.

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LA LEYENDA DE LOS SANTOS FLOS SANCTORUM DEL MS. 8 DE LA IIBLIOTECA DE MENENDEZ PELAYO)

I [ISJTORIA D[E] LA CATHEDRA DE SAAT P[EDRO]

[la] [L]a cathedra de sant Pedro onra mucho la Iglesia por razón que en tal día como oy le fezieron cathedra onrada en Antiochía. E la razón por que fazemos esta fiesta es en tres maneras.

La pn'mera es porqne sant Pedro predicando en Antiochía, díxol Th[e]ófilo, el príncipe de aqaella cibdat: «Pedro, ¿por qué engañas el mi pueblo?». E predicándol sant Pedro la fe de Jhesu Christo, fízol poner en cadenas, e defendió quel non diesen a comer nin a bever. Mas falleziendo ya sant Pedro que non podía fablar nin veyer, tomando un día fuerça en sí, alço los ojos al cielo e dixo:

—Jhesu Christo, que ayudas a los mesq^/nos, ayúdame en esta tribulación, ¿non ves que fallesco?

E respondiól nMesfro Señor Dios:

—Pedro, ¿asmas que te he desamparado de mi bondat? Porque fascas si as miedo aquí esto Yo contigo qtíe te ayude.

E oyendo sant Paulo que sant Pedro estava en la cárcel, vínose para Teóphilo e díxol que era maestro en muchas artes, e que sabía muy bien entretallar madera e tablas, e pintar e obrar otras cosas muy maravillosas, e por esto dema[n]dól muy afincadamente que fincase con él en su corte. E a cabo de pocos días sant Pablo fuese para donde estava sant Pedro muy ascondidamente, e veyéndol fascas muerto, todo desfecho començo de llorar con grand amargura e abraçól e todo se desfazía en lágr/mas, e fabló así: «O Pedro, mi hermano e mi gloria e mi gozo e la meitad de la mi alma, ruégote que te esfuerces por mi amor». Estonce sant Pedro abrió los ojos e conosciól e començo a llorar, mas non le pudo fablar. E sant Paulo mala aves le pudo abrir la boca e diol a comer, e esforçóse. E qwando sant Pedro fue esforçado con el comer, dio paz a sant Pablo e lloraron mucho amos a dos. E tornóse sant Pablo ascondido e dixo a Leóphillo [Ib]:

—[Grande es la tu gloria, e el tu en]senam/enío es amigo de toda honestat.1

Pequeña cosa faz muchas desonestas; acuérdate q^e' feziste aqwel siervo de Dios qwe

La primera línea es ilegible (véase lám.). Lo que va entre corchetes está tomado del ms. 15.001 de

78 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

dizen Pedro, ca si fuese algun omne vil non pareztrié más desdonado2 nin más desfecho de quanto paresce, que non ha fincado en él sinon la palabra. E non conviene qwel tengas en la cárcel. E, si por aventura lo soltares, poderte ha ser provechoso en alguna cosa, ca segund dizen los omnes él sana los enfermos e resucita los muertos.

Díxol Teóphilo:

—Pablo, esto que dizes semeja chufa, ca si él resucitase los muertos, podrié librar a sí mismo de la cárcel.

—Bien así como dizen que el su Jhesu Christo resucitó de muerte a vida enpero non quiso descender de la cruz, así sant Pedro, segund que dizen, non se quiere librar por otra manera, nin teme morir por amor de Jhesu Christo.

E díxol Teóphilo:

—Pues faz que resucite mío fijo, que ha catorze años que es muerto, e que me lo sane,3 e librarlo he.

Tornóse Paulo a Pedro e díxol cómo avié prometido que resucitarle el fijo del príncipe, e díxol Pedro: «Pablo, muy grand cosa prometiste, empero puédelo Dios fazer de ligero». Mas quando sacaron a Pedro de la cárcel, abrieron el monumento e rogó por él, e luego se levantó bivo e sano. Estonce Teóphilo e todo el pueblo de Antiochía e muchos otros creyeron en Jhesu Christo, e fizieron una iglesia muy noble, e en medio della pusieron una cáthedra muy alta, e pusieron en ella a Pedro por tal que todos lo viesen e le oyesen. E sovo en ella siete años, e después vino a Roma e estudo en la cáthedra de Roma veite e cinco años.

La Iglesia fizo fiesta de la primera onra, ca estonce enpeçaron4 los prelados de la Iglesia a aver onra e poderío e lugar e nonbre. E devemos saber que toda la Iglesia faze tres vegadas en [e]l año fiesta a sant Pedro. Pn'mero que á poderío de librarnos

la Biblioteca Lázaro Galdiano, que deriva de la misma compilación castellana que los mss. 8 y 9 de la Menéndez Pelayo. La parte correspondiente de Vorágine dice: «o bone Theophile, magna est gloria tua et curialitas tua, honestatis amica».

2 Ms.: desdonano. El ms. 15.001 da la forma correcta de la palabra. Diverge en la traducción, que parece aún más imprecisa que la de nuestro manuscrito: «omne vil non parestría mal, mas está muy desdonado e muy desfecho; non fm[c]a en él synorc la palabra». En la Legenda se lee «Dehonestat multa bona exiguum malum, reminiscere, quid fecisti illi Deicolae, qui dicitur Petras, velut esset aliquid magnum. Pannosus, deformis, macie consumtus, per omnia vilescit, solo sermone clarescit»; lo cual Macias (1982) traduce así: «Pero oye lo que sigue: un pequeño error puede comprometer tus extraordinarias cualidades. Te advierto esto a propósito de tu comportamiento con ese sujeto al que llaman Pedro, a quien al parecer tienes encerrado en la cárcel por ser adorador de Dios. Estás dando demasiada importancia a ese asunto. El hombre a quien tienes encarcelado está cubierto de andrajos, extenuado, deformado y en una situación extremadamente penosa. Sólo conserva la lucidez de su juicio».

3 Ms.: sano 4 Ms.: enpecarorc

LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO 79

de tres maneras [le] de pecados, que son pensamientos, [fabla] e obra.5 Desende porque ningund pecador non despere de la misericordia de Dios, e maguer niegue tre[s] vezes así como sant Pedro, empero si se confesare por coraçón e por boca e por palabra, perdonarle á.

Otra razón ay por que la Iglesia faze fiesta, porque sant Pedro andando predicando, vino hasic Antiochía, e qwantos avía en la cibdat salieron lo rescibir descalços e vestidos de celicios e pusieron polvos sobre sus cabeças e fizieron penitencia, porqwe contra el su defe[n]dimiento oviero[n] co[n]paña con Simófn] Mago. E ofreciéronle estonce qwantos enfermos e demoniados y avié, e mandólos poner sant Pedro ante sí, e nonbrado el no[n]bre de Jhesu Christo aparesció muy grand lunbre e mano a mano fueron todos sanos. Estonce vinieron todos e besáronle los pies e en siete días tornáronse christianos más de diez mili omnes. E Teóphilo, qwe era príncipe de la cibdat, fizo su casa iglesia e puso y una cáthedra muy alta para sant Pedro por que le viesen e oyesen todos quando predicase. E esto non es contra aquello que dixemos, ca pudo ser qwe, por6 la obra de sant Paublo, Teóphilo e todo el pueblo resciebieronsic a sant Pedro con grand onra. Mas partiéndose ende sant Pedro, to[r]náronse7 a Simón Mago, e puso grand turbación entre ellos. E por ende, pesándoles de corazón, qwando se tornó, rescibiéronlo con grand onra.

Devemos saber que segund dizen algunos en tal día commo oy ovo comienço la corona de los clérigos. Demientra que sant Pedro predicava en Antiochía, a menosprecio del no[n]bre de los christianos raye'ronle en somo de la cabeça. E lo que fizieron estonce en desonra de sant Pedro, es agora onra8 de toda la clerizía, ca desa corona devemos saber que la rasura de somo da a ente[n]der que los clérigos deven aver linpia [Id] vida, e abito non muy preciado, mas mediano, qwe entre ellos e Dios non deve ser ninguna cosa media. E el cerceno da ha entender9 que los cle'rigos deven echar de sí todos los malos pensamientos e ser prestos para ir a saber la palabra de Dios; e non deven tener ninguna cosa de las temporales, salvo lo que han menester. E otrosí es redonda porqwe da ha entender qwe los clérigos deven servir a Dios, que non ha comienço nin fin, así commo la figura es redonda e muy fermosa, ca Dios todas las criaturas del cielo fizólas redondas por dar a entender que los clérigos deven aver fermosura dentro en el ánima e fuera en la vida. E otras muchas razones puede el omne dezir que serían luengas de contar.

La primera línea apenas puede leerse. Por el ms. 15.001 sabemos que debemos suplir «fabla».

Ms.: ser por que la obra. El ms. 15.001 da la variante correcta.

Ms.: Pedro pero tonáronse. De nuevo el ms. 15.001 da la variante correcta.

Ms.: agora onrra agora

Ms.: ententender

II

ISTORIA DE SANT MATHÍA

[S]ant Mathía el apóstol tomó el lugar de Judas el traidor, mas veamos la nacencia deste traidor.1 Fallamos que fue un omne en Gerusalem que dixeron Simón, e fue del linage de Judá. E este Simón ovo una muger que dixeron Ciborea. E durmiendo Ciborea una noche, soñó un sueño dende fue muy espantada, e con gran sospiro contólo a su marido, e díxol:

—Seméjame que paría un fijo muy malo que era comienço de destruir toda nuestra, ley.

E díxol Simón, su marido:

—Non dizes cosa de creer; más asmo que\ diablo fabla por ti.

E díxol ella:

—Si yo concibiere e pariere fijo, non el diablo, mas cosa cierta.

Después a cabo de tiempo parió ella fijo, e ovieron él e ella grand pesar con él. E pensavan que qué farían del, e aborrecían matar a su fijo, e non le querién criar, más que avía de destruir toda su gente. E por enlde [2a] pusiéronlo en una cesta e echáronlo en el mar. E las ondas del mar echáronlo en una isla que dizién Escariot, e por ende fue dicho Judas Escariot. E la reina de aqwel lugar, non aviendo fijo, fue a la ribera del mar por razón de asolazar, e vio que las hondas del mar traían aqwella cesta. E mandóla tomar e abrir, e falló dentro aqwel niño, e sospiro e dixo: «O Dios, si lo yo oviese a lugar de fijo por que oviese el mi regno heredero». E por ende fízol criar en poridat e fizo enfinta qae era preñada. E desende, diziendo que avía fijo, esta fama fue publicada por todo el regno. E el rey ovo muy gra[n]d alegría porqwe avía fijo, e todo el pueblo ovo muy gran alegría por ello, e por ende fízol criar como convenía a fijo de rey.

E afevos que a grand tienpo concebió la reina e parió fijo. E después qwe los niños fueron creciendo, jugando en uno amos a dos, e Judas muchas vegadas fazía llorar al otro, e por ende la reina fue muy triste, porque sabía que Judas non era su fijo, e firía

Ms.: traüdor

82 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

al otro muchas vegadas e fazía llorar al otro. Enpero que nin por esto Judas non dexava de fazer tuerto al otro niño. E en cabo fallaron por cierto que Judas non era fijo del rey, e Judas, quando sopo que non era su fijo, ovo muy grand vergüença. E un día en ascondido mató al fijo del rey que cuidava que era su hermano. E por ende, temie[n]do que lo matarían, fuyó a Jherusalemi con los que levavan las parias, e púsose en la corte de Pilato, que era adelantado de la t/erra. E porqwe las cosas que se semejan se aman más sienpre, fallando Pilato que Judas concordava mucho con sus constunbres, començól de amar [2b] mucho, además en manera que fue adelantado en la corte de Pilato, e quanto él mandava e ordenava todo era fecho.

Onde un día, estando Pilato en su palacio, vio un huerto en que avía muchas manganas, e deseólas mucho, en tanto quel semejava que fallecía ya. E aquel mançanar era del padre de Judas, mas non conoscía el uno al otro, porque cuidava el padre que era muerto en el mar, e non sabiendo Judas quién era su padre nin su tierra. E en este comedio llamó Pilato a Judas e díxol: «Tanto deseo de aquellas manganas que, si dellas non he agora, morré». E estonce Judas fue muy apnesa e saltó en el huerto e cogió dellas. E en este comedio vino Simón, e fallando ge las cogiendo, venieron amos a dos a fuertes palabras, e sobre las palabras vinieron a las feridas, en tanto que fírió Judas a su padre de una piedra entre el cuello e la cerviz, así qwel mató. E levó las manganas consigo e diolas a Pilato e contól todo lo quel contesciera. E después en anocheziendo fallaron muerto a Simón, e asmaron que muriera a desora. Entonce Pilato quanto él avía diolo todo a Judas, e casól con muger de Simón, e era su madre.

E un día, demientra que Ciborea sospirava gravemente, preguntól Judas, su marido, que qué avía. Respondiól ella, díxol: «¡Ay, mesq«ma sobre qwantas mugeres son! Perdí mi fijo en el mar e fallé mi marido muerto, e Pilato sobre todo esto añadióme dolor, ca me fizo casar aunqwe me pesó». E ella contándol todo lo quel contesciera, falló Judas que avía muerto a su padre e que casara con su madre. E pesándol por ende mucho de lo que avía fecho, e amonestándol su madre Ciborea, fuese para Jheíu Chisto e demandól perdón de sus pecados, e nuestro Señor Jhe^u Christo fízol su dicípulo e fízol su apósltol [2c].

E tanto fue privado suyo e su2 amado que le fizo su procurador. Encima de todo esto fue su traidor, que lo que enbiavan a Jhe.ru Christo todo lo furtava. En el tiempo de la Pasión de3 Jhesu Christo, ovo muy grand pesar porqwe non vendieron el ungüe[n]to que valía (resientes dineros, por que él furtase el diezmo. E estonces fue a los judíos e vendió a ihesxi Christo por treita dineros, e cada uno dellos vallía diez dineros pequeños, e así el falso el dinero del ungüento recibiól en los dineros.

Ms.: sua

Ms.: de de

SAN MATÍAS 83

E por ende, arrepentiéndose dello, del fecho que avía fecho, tornó los dineros a los judíos e colgóse de una soga, e qwebró por medio e saliéronle las entrañas. E non convino que saliesen por la boca que besara la boca de Jhe.su Christo gloriosa; e otrosí convino que, pues traición asmara, que quebrase por medio; e por la garganta que saliera la palabra de la traición convino quel afogase la soga; e que muriese en el aire, porq«e fiziera pesar a los ángeles del cielo e a los honbrefs] en la tierra, e qae fuese apartado de los ángeles e de la t/erra e de los omnes, e q«e fuese aconpañado de todos los diablos en el aire.

E estando los dicípwlos en uno entre la Acensión e la Cinquesma, veyendo sant Pedro que era menguado el cuento de los doze apostólos qne escogiera nuestro Señor por que predicasen la fe de la Trinidat por todo el mundo, levantóse en medio de los discípulos e dixo: «Hermanos, co[n]viene que pongamos a alguno en lugar de Judas, que sea connusco testigo de la Resurrecion de ¡hesu Christo, e porqwe non puede ser ninguno testigo salvo de lo que vee, por ende conviene que escojamos uno de aquellos que son connusco, que den testimonio de los miraglos de Jhesu Christo e de la su Resurrecion e predicación». Estonce los setenta e dos dicípulos pusieron dos en medio: el uno fue Josep, qwe era muy santo e justo, e fue hermano de sant Yago; e el otro fue Mathías, [2d] que non queremos alabar4 agora, e cu[n]ple qwe fue apóstol. E rogando todos a Dios dixeron: «Señor, Tú que conosces la voluntad de los omnes, ¿quál escoges destos dos que tome el lugar que perdió Judas Escariot, el traidor?». E estonces vino una claridat del cielo sobre Math[í]a e así fue escogido por apóstol.

E fue muy sabio en la ley, e muy limpio en el cuerpo, e muy entendido e muy agudo en soltar las demandas que le demandavan de la ley. Fue de muy buen consejo e muy bien razonado, e una vegada, demientra que predicava en Judea, los judíos pusiéronlo en medio del concejo, e levantáronse dos testigos falsos, comencá[ron]lo de apredrear. E después mandó él que pusiesen estas piedras en [e]l su sepulcro poi­que diesen testimonio de la su muerte en el día del juizio. E demientra que lo apedreavan feriéronlo de una segur, e aleando sant Mathía las manos al cielo, salióle el ánima. E el cuerpo fue trasladado de Judea a Roma, e es enterrado en Santa María la Mayor.

Ms.: acabar. El ms. 15.001 da la variante correcta.

III

ISTORIA DE SANT LONGINOS

[S]ant Longinos fue señor de cient cavalleros, e qwando crucificavan a Jhesu Christo estava y con los otros cavalleros, e, mandádogelo Pilatos, ala[n]çó el costado a Jhesu Christo. E oyendo los miraglos que se y fazían, de cómo escureció el sol, e la tierra tremió, e mayorme[n]te que era ciego, vio poniendo de la sangre que corrió de la lançada sobre sus ojos, e por onde qwítóse de la cavalleria e fue christia.no.

E los apostólos enviáronlo a Cesárea, donde fue hermitano XXVIII años, e convertió muchos a la fe de Ihesu Christo por predicación e por santa vida. E estonce prisiéronlo, e queriendo que sacrificase los ídolos, el adelantado mandó, qwe le sacasen [3a] los dientes e qwel sacasen la lengua; enpero Longinos por todo esto non perdió la palabra, mas tomó todos los ídolos e quemólos e menuzólos diziendo así: «Agora veremos si son dioses». E estonces los diablos, saliendo de los ídolos, entraron en el adelantado e en sus conpañas. E eloqMeciéndose e llorando echáronse a los pies de Longinos, e díxoles Longinos:

—¿Por qué morades en los ídolos?

E respondieron ellos:

—Do non es nonbrado Ihesu Christo e la su señal do non es puesta, allí es nuestra morada.

E perdiendo el adelantado los ojos, dixo Longinos:

—Sepas que non puedes ser sano si non me matares, e luego que me matares rogaré a Dios por ti, e sanarte ha e ganarte ha salud del cuerpo e del alma.

E mano a mano mandól degollar, e después desto fuese para el su cuerpo e echóse ante él con muchas lacrimas; e pesandol del mal1 que avía, fecho, luego fue sano; e después cunplió sus obras en buena vida e fuese para Paraíso.

Precede la palabra «alma» tachada.

IV

ISTORIA DE SA7VT PATRICIO

[S]ant Patricio demientra que predicava al rey de Escocia de la Pasión de Jhe.su Christo, estando ante él e abaxándose sobre el brago que tenía en la mano, e púsolo a aventura sobre1 el pie del rey e foradógelo, e el rey cuidando que él ge lo fiziera a sabiendas, e en otra manera non podía rescebir la fe de Jhesu Christo, si non padelciese [3b] tales cosas por El e las sufriese en paciencia.2 E él en cabo ente[n]diólo e fue espantado. E por ende rogó a Dios, e sanó el rey, e ganó de Dios que nunca bestia enponcoñada pudiese bevir en aquella tierra. E non tan solame[n]te ganó esto, mas los maderos e los cuervos de aqwélla que non fuesen contra él nin ningún venino.3

Uno furto una oveja a un su vezino e comióla. E mientra qwe Patricio amonestava al pueblo muchas vegadas aquél que lo fiziera que fiziese emienda dello a su dueño, que non pereciese, e quando todo el pueblo estava en la iglesia, mandó en virtud de Jhesu Christo que la oveja entrase en el cuerpo de aqwe'l que la furtarà, e quel balase en el cuerpo ante todos. Así fue en manera qwe'l fizo ende penitencia, e todos los otros se guardaron de furtar.

Avié constunbre Patricio de adorar qwantas cruzes veía muy devotamente, mas pasando una vegada ante una fermosa cruz que non vio, dix[é]ronle los suyos que por qué non la adorava. E roga[n]do a Dios que la viese, oyó una voz de so tierra: «Non la viste porque yo que só aquí enterrado só pagano». E por ende fizóla toller ende.

Anda[n]do sant Patncio predicando por Ibernia e non podiendo y aprovechar salvo poco, rogó a Dios quel mostrase algún sino por que, si ál non, espantados se convertiesen; e mandógelo Dios. E fizo un grand cerco con blago en un lugar, e abrióse la tierra dentro del cerco, e apareció y un pozo muy grande e muy fondo, e

1 Ms.: sobrel 2 Ms.: paçieençia 3 Parece una lectura corrupta. La Legenda dice, en el lugar correspondiente: «ligna et coria illius

regionis contraria, ut dicitur, sunt veneno»; o sea: «que la madera y corteza de todos los árboles de aquella tierra constituyesen remedios eficaces contra cualquier tipo de tósigos y ponzoñas». Así que nada pintan aquí los «cuervos». Mejor lección da la segunda copia de esta vida, que transmite «cueros» (fol. 9b).

88 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

mostról Dios que y era un lugar de purgatorio en que todo aqael que y descendiese nunca avrié de fazer otra penitencia nín nunca avrié otro purgatorio por sus pecados, enpero convenié que estudíese y de mañana de un día fasta la mañana de otro, e muchos entravan y que jamás nunca salién.

E depués a grand üempo que murió sant Patricio, [3c] un omne fijo de algo que\ dezían Nicolás, que fiziera muchos pecados, arrepentiéndose dellos e queriendo sofrir el pulgatorio de Patricio, bien ante de siete días, así como los otros fazían, come[n]çó de ay[u]nar, que así convenía a todos los que y qwerían entrar. E después descendió en4 aquel pozo e falló en la una parte del pozo una puerta, e entrando dentro vio unos omnes blancos que entraron y con él en [e]l oratorio; e faziendo su oficio, dixéronle que fuese muy estable e apercebído, ca le convenié de andar por muchas tenptaciones del diablo. E él dema«dán[do]les que qué ayuda podrié aver contra esto, e dixéronle: «Quando sintieres las penas llama luego a "Jhesu Christo, fijo de Dios bivo, ave merced de mí"».

E partiéndose dende estos omnes, a la sazón fueron y los diablos, e amonestáronle lo pr/mero por falago e con promesas, que los obedeziese, diziendo que le guardarien e que le traerían5 salvo a su t/erra. Mas él non los queriendo obedecer en ninguna manera, oyó luego bozes muy espa[n]tables de muchas bestias mudas, e roídos; e él oyéndolo fue muy espantado e llamó mano a mano a «Jhesu Christo, fijo de Dios bivo, ave merced de mí», e luego calló aqwel roido espantable de aquellas bestias.

E fue adelante a otro lugar, e afevos y grand conpaña de diablos, diziendo así: «Cuidas escapar de nuestras manos. Non por ninguna cosa, mas agora sofriràs más tormentos e te quebrantaremos más». E afevos y un grand fuego espantable que y aparesció, e dixéronle los diablos: «Si non nos consientes, echarte hemos en el fuego e serás todo qwemado». E deziendo él que non lo faría, tolmáronlo [3d] e echáronlo en el fuego, e demientra que se6 qwemava en [e]l fuego, llamó a «Jhesu Christo, fijo de Dios bivo, ave merced de mí», e a esta sazón fue muerto el fuego.

E dende yendo a otro lugar, vio unos omnes bivos arder en [e]l fuego, e los diablos qwemávanlos fasta las entrañas con enpletas de fierro ardientes; e non los queriendo consentir, echáronlo en ese mesmo lugar, e qwemávanle con estas mesmas enpleitas, mas él llamó a «}hesu Christo, fijo de Dios bivo», e a esta sazón fue librado de aquella pena.

E yendo adelante falló un pozo muy ancho, e sallié dende un fumo muy espantable7 e fedor non sofridero, e dixéronle los diablos: «Este lugar que tu vees es

4 Ms.: enl 3 Ms.: dieziendo que le guardarienre e que le traeyran

6 Ms.: que se que se 7 Ms.: esplarctalble

SAN PATRICIO 89

el infierno en que mora nuestro señor Berzebú, e por ende, si non consientes, echarte hemos en este pozo, e después que te echáremos nora podrás aver remedio para escapar dende». E él nora los qweriendo oír, tomáronlo e echáronlo en el pozo, mas él llamó a Jhe.vu Christo así commo solía, salió ende sin ninguna lisión e todos los diablos fueron vencidos.

E despwes desto, qaando se deviera tornar, vio una puente sobre la qual le convenía pasar, e que era angosta e aguda commo cuchillo, e so ella corrié un río. E veyendo que non podrié pasar sobre ella en ninguna manera, enpero acordóse del verbo que solía dezir e quel avía librado de tantos peligros, e allegóse muy osado a la puente, e puniendo el un pie sobre ella enpeçó a dezir así commo solía: «Jhesu Christo, fijo de Dios bivo, ave [4a] merced de mí», e dende puso el otro e diziendo esas palabras, e así pasó seguro. Vino a un prado muy deleitoso e avía olor muy maravilloso de muchas flores, e afevos qwel aparecieron dos mancebos que le levaron a una cibdat muy fermosa e resplandeziente muy maravillosamente, con oro e con piedras preciosas. E dixéronle que aqwella cibdat era el Paraíso, en la qual queriendo entrar Nicolás, dixeron los mancebos que se tornase primero a los suyos, e a cabo de XXX días finarié e entrarié8 en aquella cibdat, e que serié ende morador para sienpre jamás.

E estonce Nicolás tornándose ende fallóse puesto sobre este pozo, e contándolo a los omraes qwantas cosas le acaescierara, a cabo de XXX días murió bienandante, e fue la su ánima a Paraíso.

Ms.: entrayrie

V

ISTORIA DE SAN Gi?£GORIO

[S]ant Gregorio fue del linage de los senadores de Roma, e a su padre dixeron Gordiano e a su madre Silva.sic E apriso toda la ñlosophía mientra era niño. E veyendo grand cunplimiento de las cosas del mundo e de las riquezas, pensó cómo las desanparese e se fiziese religioso, mas mientra que llegava su estado, asmando que serviría más seguramente a Jhe.su Christo seyendo commo senador de Roma, semejálvalsic que servía al mundo. Començarofn] muchas de las contiendas del mundo a levantarse contra él, en manera qwel semejava que se tornava la su voluntad a la otra parte.

Enpero después que finó su padre, [4b] fizo seis monesterios en Cecilia,1 e el sétimo en Roma, en la su casa propia, ha onra de sant Andrés el apóstol, en que dexando el oro e las piedras preciosas e los paños del sirgo que solié vestir, andava vestido de un abito muy refez. E en poco de tiempo vino a tan grand perfectión que en el comienço de su vida ya lo tenían por muy santo. E esto podrá muy bien ver todo aquél que quisiere oír los sus fechos.

Un día sant Gregorio, andando por el mercado de Roma, vio que vendían y unos niños muy fermosos e apuestos de cara, e muy rujos en los cabellos, e preguntó al vendedor de qué tierra los truxera; e respondiól que de Bretaña, do son los omnes fermosos commo estos. E preguntól si eran cnmíianos, e dixo que non, mas que eran paganos; estonce sospiró Gregorio muy fuerteme[n]te, e dixo: «Ay Dios, ¿por qué el diablo tan grand poder ha sobre tan fermosos omnes commo estos?». E preguntó cómo los dezién aquellas gentes, e él dixo que los dizién [ingleses],2 porque ha[n] caras de ángeles. E preguntól cómmo avié no[n]bre aquella tferra, e dixo el mercader que les dizien provinciales de Ras,3 e dixo Gregorio: «Bien les dizién de Ras, ca deven ser sacados de la ira de Dios». E aún preguntól del nonbre del rey, e díxol el mercader qwel dizién Elle, e dixo Gregorio: «Bien le digan Elle, que convenía que cantasen en aquella tierra alle/u¿a». E fuese luego para el papa, al qual rogó mucho e muy afincadamente, e a malabés pudo ganar que fuese él allá a convertirlos.

1 Ms.: çeçilüia. Es Sicilia. 2 El ms. 8 presenta un hueco en el lugar de esta palabra, que podemos suplir por el ms. 15.001. 3 Ms. de rras. Igual que en la mención siguiente: parecen lecturas erróneas por Deira («Deiri»), que es

lo que transmite la Legenda.

92 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

[4c] E yéndose él por su carrera, los romanos fueron muy tristes porqwe se iva, e fuéronse para el papa e dixeron: «Señor, así feziste pesar a sant Pedro, que destruxiste a Roma, porqwe enhieste dende a Gregorio». E él espantado4 e[n]vió luego mensajeros por él, que se viniese. E Gregorio avía ya han[da]do tres jornadas, e apartándose en un lugar para leer algunas cosas mientra que los otros folgavan, vino la langosta e non le dexó leer, en que le dava a entender que non devié estar en aquel lugar. E entendiéndolo él por Spíritu Santo, mandó luego a sus conpañeros que se fuesen muy aína. E este comedio venieron los mensageros del papa, e fiziéronle tornar, lo que pesó a él mucho. E estonce el papa fizólo diácono e cardenal.

Un tienpo el río de Roma [cresció]5 tanto que sallé sobre los muros, e echó muchas cosas e muchas serpientes dentro e un dragón. Veniendo el río ayuso cayeron en la mar, mas las ondas de la mar afogáronlos e echáronlos fuera, en manera que veyén venir saetas del cielo, e ferien a muchos. E entre estos Pelagio papa fue el primero que murió luego. E después fue esta ira de Dios en todo el pueblo, en manera que muchas casas avié en Roma en que non morava ninguno.

Mas que por quanto la Iglesia non podía estar sin papa, escogieron a Gregorio, enpero que lo non quería rescebir. E començo a bendicir por que la pestilencia destruxiese, e mandó al pueblo que fiziesen oración. E él fizo predicación e procesión, e aún les mandó que fiziesen oración muy afincadamente. E rogando ellos a Dios mucho afincadamente, fue tan cruel la pestilencia que [4d] a una ora murieron bien ochenta omnes, mas por eso non quedó él de amonestar el pueblo que non quedasen de rogar a Dios fasta que qwedase la pestilencia. E la procesión fecha, qwi'sose ir, mas non pudo, ca por razón del guardavan y de día e de noche las puertas de la villa. E en cabo mudó el hábito e ganó de unos mercaderos quel sacasen de la villa sobre un carro, e fuese luego para los montes, e ascondióse en las cuevas, e estudo y tres días. Enpero demientra que lo buscavan muy afincadamientre, aparesció una claridat del cielo bien como pilar, e colgava sobre el lugar do él se ascondiera, e en un parejo vio los ángeles sobir e descender por el pilar. E estonce pr/'siéronlo e aduxéronlo para Roma, e asentáronlo en su cátedra.

Mas aún porque la dicha pestilencia estruyé a Roma, fizo fazer su procesión así commo solié en tienpo de Pascua. E fizo levar en la procesión una imagen de santa María que es aún en Roma, que pintó sant Lucas por su mano, e semeja mucho a ella. E ante esta imagen todo el aire fue apartado e esclarecido, e fue ante la imagen semejando qwe la non podié sofrir; e así, después de la imagen fincava grand claridat e grand linpieza en el aire. Estonce oyeron cerca la imagen vozes de ángeles que cantavan esta antíphana:sic «Regina celi letare» e lo que se sigue; e sant Gregorio

Ms.: espanstado

Suplimos esta palabra que falta en el ms. 8 tomándola del ms. 15.001.

SAN GREGORIO 93

acabóla e dixo: «Ora pro nobis, rogamos,6 alle/uia». E estonce vio sant Gregorio sobre un castillo el ángel que terguié el cuchillo sangriento e que le metié en la vaina, e conosció que allí cesara aquella pesltilencia [5a]. E de allí adelante fue llamado el Castillo del Ángel.

E porque cunplese su deseo envió sus predicadores a Inglaterra, e tornáronlos todos a la fe por su ruego de sant Gregorio e por sus merescimientos.

E fue muy largo, e fizo muchas limosnas, e non tan solamente a los que eran presentes, mas a los que estavan lexos del. E a los mo[n]jes que estavan en el mo[n]te Sinaí sienpre les dava lo que avien menester, ca todos los tenié escriptos por nonbre. E fizo un monesterio en Jhevusa\em, e dava a los monjes lo que avien menester, ca a tres mili omnes siervos de Dios a cada uno enviava ochenta libras de oro. E cada día comién a su mesa doze peregrinos, entre los quales vino un día uno, e queriéndol dar agua a las manos, entornándose para tomar el aguamanil, quando tornó non lo falló, e maravillándose mucho sobre esto, aparesciól Jhesu Christo en esa noche, e díxol: «En los otros días rescebiste a mí en los mis siervos, e ayer rescebiste a mí en mi persona».

E demientra que se asentaron, el papa, contándolos, falló treze, e llamó al camarero e díxol: «¿Por qwe' feziste contra lo que yo te dixe. Yo mandadosic coger doze peregrinos, e tú cogiste treze». E el camarero contólos, e falló doze. E parando mientes Gregorio vio el uno dellos que se mudava muy a menudo: agora parescía mancebo, e agora parescía viejo. E después de comer adúxol a su cámara e conjuról fue[r]teme[n]te quel dixese cómo le dezían, e respondiól:

—¿Por que demandas el mío nonbre, que es maravilloso? Enpero sepas tanto: que yo só aquél a quien tú diste el escudilla de plata en que tu madre te sollié enviar legunbre. E desto sey cierlto: [5b] ca del día que me la diste ordenó Dios qwe fueses papa en Roma e heredero de sant Pedro.

E díxol Gregorio:

—¿E dónde lossic sabes tú que de estonze acá quiso Dios que fuese yo papa?

E díxol él:

—Ca yo só su ángel, e Dios me enbió agora acá, que devo sienpre guardarte de mal, a que ganes del todo quanto le demandares por mí.

E desaparesciól luego.

En aquel tienpo fue un hermitaño, onbre de grand s[an]tidat, que dexó todo quanto avié por amor de Dios, salvo una gata que falagava muy a menudo, e criávala en su regaço commo su conpañera. E rogó a Dios quel quisiese mostrar con quién devié

Precede la palabra «alle/w/a» tachada.

94 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

aver galardón en la gloria de Paraíso, e una noche fuele mostrado que con sant Gregorio avrié su galardón. E él, doliéndose muy fuerte en su coraçófn], asmó que poco le apravechava la pobreza que él sofría, si con aqnél devié rescibir su galardón, que avié todo el bien del mundo. E él sospirando de día e de noche, apodando las riquezas de Gregorio a la su proveza, oyó otra noche a nuestro Señor quel dixo que por aver riquezas non faz a omne rico, mas la cobdícia: «¿E por qué osas apodar la tu pobreza a las riquezas de Gregorio?, que más amas tú tu gata, que falagas cadal día, qne non él todas las riquezas, que non amándolas, mas menospreciándolas, francamente las dio a los otros». E por ende aqwel hermitano gradeció al nuestro Señor Dios, e rogával quel diese su galarldón [5c] con el papa Gregorio en Paraíso.

Una vegada uno con abito blanco de religioso vestido, teniendo una espada en la mano sacada, paróse sin miedo ninguno antel enperador Maurizio, e esgrimiéndola contra él diziél que avié de morir. E Mauricio con espanto desto non fizo más mal a Gregorio, mas rogával e pid[i]él merced qne rogase a Dios quel dexase en esta vida fazer emienda de sus pecados, en tal que non fuese al infierno.

E una vegada semejával a Mauricio qne estava ante el juez, e que decía el juez: «Traerle acá a Mauricio e los peones». E prendiéronlo7 e pusiéronlo ante él. E el juez díxol:

—¿Dó qwz'eres sofrir pena, en este mu[n]do o en [e]l otro, que te dé pena por el mal que fiziste en este mu[n]do?

E respondiól:

—Señor, más quiero en [e]ste mundo que non en el otro, e este siglo qne en el otro.

E oyó una voz de Dios qne dixo:

—Dat a Mauricio e a su muger e a los fijofs] e fijas a Faza8 el cav[a]llero que les mate.

E luego fue fecho, e a poco de tienpo aquel cavallero Faza mató a él e a su conpaña, e fue enperador.

Después del un tiempo, Trayano el enperador iva a una hueste, e vino a él una biuda llorando e diziendo:

—Señor, pídote por merced que vengues la sangre de mi fijo q«e mataron a grand tuerto. —E prometióle Tray[a]no que si tornase sano qwel faria vengança ende. E [5d] dixo la biuda— ¿Quién me vengará si tú murieres en la hueste?

Ms.: prendienrolo

Es el soldado Focas, según la Legenda.

SAN GREGORIO 95

E dixo Trayano:

—Aquél que viniere después de mí te fará justicia.

E dixo la biuda:

—¿Qué te aprovecha a ti si otre me fiziere la justicia? En todo en todo aprovecharte á. —E dixo la biuda— ¿Non es mejor que lo fagas tú e ayas ende merced ante quel otro?

Entonces Trayano, aviendo piedat, descendió de cavallo9 e fizo y luego justicia de la muerte de su fijo.

E commo fue una vegada sant Gregorio el día de Pascua a celebrar misa a Sant[a] Marín la Mayor, e dixo «Pax Domini», el ángel respondió en alta voz «Et cum spiritu tuo», onde el papa el día de Pascua fizo esta oración a esta iglesia e procesión en testimonio deste miraglo, quando dize el papa «Pax Dommi», e non le responde ningnno.

Cuentan otrosí que demientra que su fijo de Trayano iva cavalgando por la villa e corriendo él en mucho orgulloso cavallo, mató a un fijo de una biuda. Demientra que la biuda contava estasic así a Trayano con muchas Iágn'mas, mandó Trayano que diesen su fijo a la biuda en lugar del otro, e enreqwezióla mucho.

E por ende ya Trayano sey[e]ndo muerto —grand tienpo avié pasado—, una vegada Gregorio pasó por el lugar do Trayano yazié. Acordándose de cómo Trayano era piadoso e justiciero, fuese [6a] para la iglesia de Sant Pedro e lloró y con muchas lágrimas porqwe muriera sin fe. E estando en esto respondiól nuestro Señor, e díxole: «Eva que te otorgo lo que demandas, e perdono por ti a Trayano la pena del infierno, mas guárdate de oy de más que me nunca ruegues por ningún dañado. Enpero porque me rogueste, dote dos cosas, que escoxas10 la una: o que yagas dos días en purgatorio, o demie[n]tra qne bivieres seas enfermo en dolores». E escojo ante ser enfermo mientra que visquiere, ante qne yazer en purgatorio. Onde de allí adelante siempre ovo fiebre e otros dolores, e señaladamente dolor del estómago.11

Una muger buena ofrecía cada domingo su pan a sant Gregorio, e comulgávala él. Un domingo después de missa, e dándole el cuerpo de Dios, rióse ella, e Gregorio tiró la mano a sí e puso el cuerpo de Dios sobre el altar, e preguntóle ante todos por qne riera, e ella dixo: «Porque el pan qne yo masé con mis manos dizes qne es cuerpo de Dios». Estonce sant Gregorio echóse en tierra porqne la muger non creyera, e

9 Una tilde cruza la «11», así que podría leerse «cavallero», construcción también posible. Optamos, no obstante, por «cavallo», porque en muchos casos la tilde que cruza la «11» es supèrflua, y concretamente ocurre de nuevo con «cavallo» en el folio 65c.

10 Ms.: escoxgas 1 ' Precede la palabra «costado» tachada.

96 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

levantóse e fizo a la sazón oración, e aq«el pan tornóse en carne, que lo vido la muger, e tornóse en la manera que estava primero, e diógelo a la buena dueña.

E estos miraglos e otros muchos que serien lue[n]gos de contar fizo en [6b] su vida. E fue papa XVI años e medio e diez días. E conplido de toda santidat, fue para Paraíso.

E después de su muerte ovo grand fanbre en la tierra, e por ende los omnes pobres que solía governar sant Gregorio vinieron al otro papa que fue después del, e dixéronle:

—Señor Padre Santo, non quieras que perescamos de fanbre los que solía governar Gregorio.

E él parávase sañudo contra ellos e respondióles así:

—Gregorio vos solía governar por plazenceríasic de los omnes. Nós non lo podemos fazer.

E así se ivan desconortados, e por ende sant Gregorio aparecióle tres vegadas e castigóle de su escaseza, e porqwe le dizié mal del, enpero él nunca se q«;so enmendar. E por ende aparescióle la quarta vegada e reprehendiólo mucho, e ferióle en la cabeça, e así aviendo grand dolor finóse a poco de tienpo.

Aún durando esta fanbre, algunos enbidiosos enpeçaron a dezir mal del, afirmando que desgastara todo el tesoro de la iglesia. Onde por se vengar del, qwerién fazer qwemar todos sus libros; e aviendo qwemado algunos e queriendo qwemar los otros, sant Pedro el cardenal, qwe fue mucho amigo suyo, contradíx[o]les muy fieramente, diziendo: «Esto non vale nada por que non se acordasen del en todo el mundo, do avié ya muchos de los sus libros». E díxoles que fazían muy grand tuerto e pecado de sacrilegio en quemando tantos de bu[e]lnos [6c] libros del santo padre, sobre cuya cabeça él viera muchas vegadas el Spíritu Santo en figura de paloma. E puso esta se[n]tencia entre ellos: que si aquello que él dixera jurando, que si muriese luego, qwe ellos non q¿¿emasen los libros, e si por aventura diziendo esto non muriese, que él que los ayudase a qi^emar. E por ende revestido bien como si oviese a dezir missa, luego que dio testimonio de la bondat de sant Gregorio, sin ningún dolor de muerte luego se le salió el ánima.

Cuenta sant Juan Diácono, que fizo la vida de sant Gregorio, que scn'viendo la su vida aparecióle uno en figura de sacerdote, estando durmiendo, como si scn'viese al cresuelo, e era vestido de una vestidura muy alva e delgada en manera que parescié deyuso una saya negra; e allegá[n]dose a él, los carrillos finchados, començo de reír. E preguntóle Juan por qué omne de tan grand oficio como él, por qué rié en locura, e díxole:

—Porque tu escr/ves de los muertos q^e non viste bivos.

SAN GREGORIO 97

E díxole:

—Enpero non le vi vivo, aqwél de que yo escn'vo conóscolo por sus dichos.

E díxol:

—Segurad que me semeja tú feziste lo que qwí'siste, e yo nora quedaré de fazer lo que pudiere.

E amatól a la sazóra la lurabre del cresuelo, e espantóle en tal manera que dio grarades bozes, asmando que lo avié degollado con cuchillo. E apareció [6d] luego sant Gregorio e con él sant Nicolás a la su diestra, e díxol: «¿Por qué dudaste?». Estando el diablo en pos de la cortina del lecho, tomó sant Gregorio, segurad que semejava, de mano de Pedro Diáchono una facha acendida muy grarad, e quemándole la cara e la boca tornóse más negro qwe la pez, e una centella della muy pequeña quemóle la vestidura blanca que traía. E ansí estando todo negro dixo Pedro a Gregorio:

—Asaz es negro.

Estonce dixo sant Gregorio:

—Non le fizimos nós negro, mas mostrárnosle.

E dexando después desto grand lumbre en aqwel lugar, fueron su car[r]era.

VI

ISTORIA DE SANT BENITO

[S]ant Benito nasció en la provincia de Nursia e fue en Roma criado. E aprendió las letras e si[e]te artes en su mancebía, mas seyendo moco desanpara la ciencia del mundo e fuese al desierto. E su ama, qwel amava mucho, fuese en pos del fasta un lugar que dizían Esidro,1 e dema[n]dó un farnero prestado para afechar trigo, e púsol sobre una mesa e cayó e quebró por medio. E veyendo Benito que llorava su ama por esto, echóse en oración e sanólo enteramente.

Después desto fuyó de su ama e ascondióse en un lugar, e estudo y tres años e tres meses que nunca le vio [7a] omne del mundo, salvo un monje que dixeron Román, que le servié muy bien cotidiano. E estando en una cueva, e el monje non aviendo carrera por donde fuese allá, atava el pan que avía de comer en una cuerda muy luenga, e así ge lo dava. E por que sopiese Benito qi/ándo le traía el pan, ató una canpanilla en somo de una cuerda por que quando la tañese que la oyese e saliese a tomar el pan. Mas el diablo antigo aviendo envidia de la caridat del uno e del otro, quebrantó la canpanilla con una piedra, pero por ende el monje non le dexó de servir.

E un[a] vegada una ave que llaman merella enpeçó a bolar ante su faz, e tan acerca que la pudiera tomar con la mano, mas santiguándose partióse del, en manera qwel diablo luego le pintó una muger cabe él, que viera él grand. E encendióle en tal manera en su amor que ya tenía en coraçón de dexar el yermo e tornarse al mundo, mas por la gracia de Dios tornóse a sí mismo e despojóse, e luego desnudo echóse en la[s] espinas e en los cardos que estavan y, e enbolvióse en ellos, en tal manera que las llagas del cuerpo sacaron las llagas del pecado de su voluntad, que de aquella ora en adelante nunca sentió en su cuerpo tal tentación.

E creciendo la su fama, e moriendo un abad del monesterio, todos los monjes de aquel lugar vinieron a él e rogáronle que [7b] quisiese ser su abat, e él ívalo alonga[n]do de día en día, deziéndoles que las sus costunbres non pudién convenir con las suyas, enpero venciéndose por su mego, otorgógelo. E faziéndoles guardar la orden más fuertemente que solién, reprehendió[n]se ellos mismos qwe lo sofriesen, ca ellos lo escogieran. E viendo ellos qwe non podién con él fazer lo qne solién, e non

La Legenda transmite «Aeside». Se trata de Enfide, la moderna Afilie.

100 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

queriendo desa[n]parar las sus costumbres malas, diéronle venino en el vino2

mezclado, mas él santiguando luego quebró el vaso como si le feriesen con piedra, e veyendo en esto quel qwerién dar la muerte e que non pudié aquel venino sofrir el signo de la cruz, levantóse luego muy alegre e díxoles: «Hermanos, perdónevos Dios. Ya vos lo avía dicho, que yo non podría morar convusco, ca non podrían vuestras costunbres e las mías convenir en uno». E así tornóse al lugar do fazié penitencia.

E faziendo muchos miraglos, ayuntáronsele muchos omnes, en manera que fizo y doze monesterios, e en uno dellos era un omne monge que nunca podié estar en oración, sinon en las cosas terrenales e pasaderas, e el abat de aqwel monesterio díxolo a sant Benito, e sant Benito fuese para aquel monesterio [7c] e vido un niño negro cómmo sacava a aqwel omne fuera, que non pudié estar en oración, e tray[é]lo por la falda de la saya. E sant Benito dixo al abat bueno del monesterio e a Maruosíc el monge:

—¿Non parades mientes quién es este que le saca fuera?

E dixeron ellos:

—Non.

E dixo sant Benito:

—Roguemos a Dios que lo veades.

E rogando a Dios violo Mauro el monge, mas el abat non lo vio nin lo pudo ver. E otro día, fecha la oración, sant Benito fuese al monje e diole una disciplina por su ceguedat. E de allí adelante fincó en oración bien como los otros, e el diablo non lo osó tentar más, bien commo si él fuese disciplinado.

Un monge niño qwe le dizían Plázido, yendo por agua, cayó en el río, e luego lo mató la onda, e levólo ayuso más que un trecho de vallesta. E estando sant Benito en su cela, a la sazón conosció por Spíritu Santo el tal fecho, e llamó a Maruo el monge e díxole lo que acaesciera al otro, e mandól que lo fuese sacar. E tomó la bendición e fuese aína, e andudo sobre el agua asmando que andava sobre t/erra, fasta que vino al moco, e tomólo por los cabellos e sácalo fuera del agua, e tornóse a3 sant Benito e contóle lo que le acaesciera; mas él juzgó que non por sus merescimieníos, mas por la obeldiencia [7d] del monje contesciera esto.

E un sacerdote que dizién Florencio, aviendo envidia, pensó esta maldat: que le enbiasent pan lleno de venino en presente a sant Benito. E sant Benito rescibiólo de grado, e ma[n]dó a un cuervo q¿/e solié comer de su mano qae lo tomase en el nonbre de Dios, e que echase en tal lugar que ningún omne non lo pudiese fallar nin comer.

2 Precede «veni» tachado. 3 Ms.: a a

SAN BENITO 101

Estonces el cuervo la boca abierta e las alas esparcidas andava aderedor del pan dando bozes así commo si dixese qwe él qwerié fazer lo que le mandavan, mas non lo podrié conplir. E sant Benito mandól tres vezes que lo tomase diziendo: «Tómalo, tómalo seguramente e échalo segund te dixe que lo echases». E tomólo e echólo, e a cabo de tres días tornó e tomó de su mano ración así como solía.

E viendo Florencio esto, que non le podía matar al maestro, asmó cómo matase las ánimas de los discípwlos, en manera que metió siete niñas desnudas e muy apuestas en el u[e]rto del monesterio, que trabajasen e cantasen en el, en tal que los monges oviessen talantosic de pecar en ellas. E veyéndolo sant Benito de su cela, teniendo que por aventara que entrarien los monjes, e guardá[n]dose de la envidia del clérigo, fuese dende, e pocos monjes con él, mas Florencio estando en su obra e veyendo que se iva sant Benito, gozava ende mucho, e a desora [8a] cayó el sobrado con él. Estonce Mauro fue en pos de sant Benito e dixo: «Tórnate, ca muerto es el que te persiguié». E oyéndolo pesóle mucho porqwe en tal manera muriera, e porqwe se gozava [el su]4 dicípwlo de la su muerte. E porqwe se gozó el dicíptílo de la muerte del su enemigo el cle'rigo, mandóle que fiziese penitencias porqwe le dixera tales cosas gozándose de su muerte.5

E yéndose él dende para Italia mudó el lugar, mas non el enemigo, ca viniendo al Monte Casino,6 fizo un templo que era de Apolonio7 a honra de sant Juan Bautista. E con vertió todo el pueblo de aderredor a la fe de Jhesu Christo. Mas el diablo non poco enseñándose contra él, aparesciól vesiblemente con los ojos muy bermejos e espantables, e echando llama por los ojos e por la boca decendió llamándole «Benito, Benito», mas él non respondió nada. Dixo el diablo: «Maldito, que non benito, ¿por qué me persigues?».

Una vegada los monjes qwerién alçar una piedra qwe estava en tierra para ponerla en una casa8 que fazién, mas non podían levarla en ninguna manera, estando y grand conpaña de omnes para a[l]çarla, e non la pudieron mover. E vino sant Benito e bendixola, e luego se levantó [8b] muy ligerament, porqwe asmaron qwel diablo estava asentado en [e]lla antes, e por eso non la podién mover. E qwando los monjes alearon un poco la piedra a la pared, aparescióle el diablo a sant Benito, e preguntól qwe adonde iva, e el diablo dixo qwe iva a los monjes que labravan, e enbióles luego sant Benito a dezir por su mensagero: «Monjes, guardatvos, qwel diablo va a vós». E a

4 Suplimos estas palabras siguiendo el ms. 15.001. 5 En el ms. esta oración no va aquí, donde corresponde, sino en el párrafo siguiente, entre «... a la fe

de Jhesu Christo» y «Mas el diablo non poco...». Corregimos su ubicación guiándonos por la Legenda, el ms. 15.001 y por el mero sentido del dicurso.

6 Ms.: cansado. El ms. 15.001 da la variante correcta. 7 La Legenda dice Apolo (Apollinis). 8 Ms.: cacasa

102 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

malavez el mensagero dixera las palabras qwando el diablo derribó luego la pared e mató un monje niño, mas sant Benito fizo luego traer el monje ante sí muerto, e truxérongelo despedaçado9 en un saco. E sant Benito fizo su oración a Dios e resucitólo, e mandóle que se tornase a labrar.

E Totila, el rey de los godos, queriéndolo provar si él era propheta, mandó dar las sus vestiduras a un escudero suyo, e enbió al monesterio, e con él mucha conpaña suya. E él quando los vido venir dixo: «Dexa lo que traes que non es tuyo». E luego cayó en tierra porqwe le quiso escarnecer a la sacón muerto.

E aduxeron un clérigo demoniado10 que le sanase, e luego echóle el diablo del cuerpo, e díxole: «Vete, de oy de más non comas carne.11 Non te ordenes, ca a la ora que esto fizieres luego serás demoniado». E guardando esto, veyendo algúnd tienpo que aqwellos que eran menores que él que se ordenan, e non se acordando de las palabras de sant Benito, fuese [8c] a ordenar de misa. E desque fue ordenado luego fue demoniado, e tanto lo tovo fasta q^e lo mató.

Un omne enviól una vegada dos barriles de vino con su moco, e escondió el uno en la carrera e levól el otro. E sant Benito gradeziéndogelo mucho, e en yéndose el moco, díxol sant Benito: «Fijo, guárdate que non bevas el vino del barril que ascondiste, mas vazíalo en t/erra e verás qué yaze dentro». El moco muy envergonçado fuese, e fue al varril por provar lo qwel dixera, e trastornándolo sallió ende una gran serpiente.

Non muy lenxos de su monesterio12 fueron dos monjas muy fijas de algo que non refrenavan sus lenguas, mas fazían muchas vegadas ensañar a su abadesa, e ella dezie[n]do a sant Benito, ma[n]dóles él e amonestólas que se castigasen e mesurasefn] sus lenguas, e si lo non fiziesen que las escomwlgaría. E esta sentencia non la dio afirmando, mas amenazándolas, e ellas non se castigaron por esso. E a cabo de poco tienpo fueron muertas, e enterráronlas en la iglesia. E quando dezían las missas, el diácono dizía segund q¿/e solía: «Los descomulgados salgan fuera», una su ama que ofrezía sienpre oblación por ellas, veíalas sallir de sus selpulturassic fuera de la iglesia. E ella dixo esto a sant Benito, e él estonce ofreció la oblación por ellas con su mano, rogando a Dios por ellas, e de allí adelante non fueron descom[u]lgadas.

* Ms.: despedaçadado

'" Ms.: de mojando. El ms. 15.001 da la variante correcta. 1 ' Ms.: temas cayno. Al dar esta lectura errónea probablemente el copista interpretó la segunda palabra

como nombre propio. El ms. 15.001 proporciona la traducción correcta de la Legenda: «vade et de caetero carnes non comedas nec ad sacros ordines accedas».

12 Es en el margen donde puede leerse «non muy lenxos de su monesteri» (véase lám.).

SAN BENITO 103

Un monge, non pudiendo estar en [e]l monesterio, rogó a sant Benito qnel13 [8d] dexase ir su carrera. Él, sañudo, díxol: «It». E luego sallió del monesterio, falló un dragón en la carrera e la boca abierta e queríalo tragar, e llamó a grandes bozes dizie[n]do: «Acorretme, que este drago me qn¿ere tragar». E acorriéronle los monges, mas non fallaron el dragón, e aduxeron el monge al monesterio muy tremeroso, e prometió luego que nunca jamás saldría del monesterio.

Un tienpo ovo muy grand fanbre en toda aqnella t/erra. E él avié dado a los pobres qwantas cosas pudiera aver, así qne non fincara en [e]l monesterio ninguna cosa, salvo un poco de olio en un orco de vidrio, e mandó al cellerizo qne lo diese a un pobre. El cellerizo oyólo, mas non lo fizo, porqnel non fincava cosa alguna para los monges. E él, qnando lo sopo, mandólo echar por la finiestra por qne non fincase cosa alguna desobediente en el monesterio. E echando fuera caía sobre grandes piedras, mas enpero non se quebrantó nin se esparzió el olio, e él mandólo tomar todo e darlo al pobre que ge lo demandara. E después, reprendiendo14 al monge que ge lo mandara por la su desobidiencia mala, fizo su oración, e luego la cuba más grande qne estava en el monesterio fue llena de olio, e15 creció tanto qne se iva por el suelo.

Otra vegada fue visitar a su ermana santa Escolástica, e estando a la [9a] mesa rogól ella que fincase y aqnella noche, e él non ge lo queriendo otorgar, puso ella la cabeça entre sus manos e rogó a Dios, e aleando la cabeça fue tan grandes relánpagos e tan gra[n]des truenos e con grand luvia qne solamente non podía sacar el pie de casa, enpero qne fuera enante el aire sereno, e ella con los ríos de las lágrimas truxo los ríos de la luvia. E, triste, sant Benito díxol:

—Hermana, perdónete Dios, qne esto feziste.

E díxol ella:

—Roguéte e non me qnesiste oír. Rogué a Dios e oyóme. Vete agora si pudieres.

E así amos estudieron en uno toda aqnella noche, e non durmieron, fablando siempre en lo[s] fechos de Dios, e fartándose con las palabras. E a cabo de tres días qne se tornó al monesterio vio el alma de su hermana en manera de paloma irse para los cielos. E contólo a los frailes, e fizo a la sazón adozir el su cuerpo al mones[te]rio, e enterróla en [e]l monumento que avía fecho para ella.

Estos miraglos e otros muchos fizo en su vida, e en aquel año qnél murió dixo ante los frailes el día de la su muerte. E seis días ante fizo abrir16 el sepulcro en qne le

13 Ms.: qwel quel 14 Ms.: reprendiendiendo

'5 Siguen unas palabras que repiten erróneamente «él mandólo tomar todo e darlo al pobre». 16 Ms.: abril

104 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

avían de enterrar, e tomól luego la fiebre, e creciendo todavía al sesto día, fizóse levar a la iglesia, e comulgó y ante que muriese. E estando muy flacamente en la[s] manos de sus dicípídos, alçando las manos al cielo e estando enfiesto faziendo su oración, finóse.

Ese [9b] día mismo fue mostrado a dos frailes. Estando el uno en [e]l monesterio e el otro muy lenxos, vieron esta visión: Ca vieron una carrera toda cubierta de paños preciosos e alunbrada de muchas lánparas, que començava en la cella de sant Benito e se iva para el cielo de parte de oriente; e que estava un omne con abito muy fermoso e muy claro, e demandóles que cuya era esta carrera que veyén. E ellos respo[n]diero« que non sabían, e él díxoles: «Esta carrera es porqwe se va mío amigo sant Benito para los cielos». E estonce enterráronlo en la iglesia de sant Juan Babtóta qnel fizi[e]ra en aqííel lugar do vos dixemos que destruyó el tenplo de Apolonio.

VII

[ISTORIA] DE SANTO APARICIO i

[S]ant Patrizio demie[n]tre que predicava al rey de Escòcia de la Passión de Jhesu Christo, esta[n]do ante él e apoderándose sobre el blago que tenia en la mano, púsol por aventura sobre el pie del rey e foradógelo, e el rey cuidando que ge lo fiziera a sabiendas, e en otra manera que non podría rescebir la ley de Jhe.su Christo, si non padesciese tales cosas por Él e las sufriese en paciencia. E él en cabo ente[n]diólo e fue espantado. E por ende rogó a Dios, e sanó el rey, e ganó de Dios que nunca bestia poncoñada pudiese bevir en aqi<ella t/erra. E non tan solamente ganó esto, mas los maderos e los cueros de aquella t/erra fuesen contra el venino.

Uno furto un [a] oveja ha un su vezino e comióla. E mientra [9c] que Patrizio amonestava muchas vegadas que aquel que lo fiziera que fiziese enmienda dello, e qwando todo el pueblo estava en la iglesia, mandó en virtud de Jhesu Christo que la oveja entrase en el vientre e qwel balase ante todos. E así en manera quél fizo penitencia, e todos los otros se guardaron de furtar.

Avié constu[n]bre sant Patrizio de adorar qwantas cruzes veía muy devotamente, mas pasa[n]do una vegada ante una fermosa cruz que non vio, dixéronle los suyos q^e por qué non la adorava. E rogando a Dios que la viese, oyó una voz de so tierra qwe dixo: «Non la viste porqwe yo que só aquí enterrado só pagano».2 E por ende fizo toller ende.

Anda[n]do sant Patn'zio predicando por Ibernia e non podiendo y aprovechar salvo poco, rogó a Dios qwel mostrase algún signo por que, si ál non, espantando se convertiesen; e mandógelo Dios. Fizo un grand cerco, e dentro del cerco aparesció y un pozo muy grande e muy fondo, e mostró Dios que y era un lugar de pulgatorio en que todo aqwél que y descendiese nunca avrié otro purgatorio nin de fazer otra penitencia por sus pecados, enpero convenié qwe estudíese y de la mañana de un día fasta la mañana del otro día, e muchos entravan3 y qae jamás nunca salién.

1 Es otra copia de la Istoria de san Patricio (véase IV) que parece seguir la misma traducción castellana, u otra muy próxima, porque, habiendo variantes, las significativas son contadas. El hecho de que en la rúbrica se lea «Aparicio» en lugar de «Patricio» parece deberse a una confusión causada por la similitud de los nombres.

2 Ms.: pagado. Véase la copia anterior (IV). 3 Ms.: estravan

106 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

E despees a grawd tiempo que murió sant Patr/zio, un omne fidalgo quel dizién Nicolás fiziera muchos pecados, e repintiéndose dellos e qweriendo sofrir el purgatorio, ocho días ante començo de [9d] ayunar, así como fazién los otros que y qwerién entrar. E despwés descendió en aqwel pozo e falló a la una parte una puerta, e entrando dentro vio y unos omnes blancos que entraron y en el oratorio; e fazie[n]do su oficio, dixeron que fuese muy estable e apercebido, ca le convenía de andar por muchas tentaciones del diablo. E él demandó que qué ayuda podrié aver contra esto. Dixeron: «Quando sintieres las penas llamarás a "Jhesu Christo, fijo de Dios, ave merced a mí"».

E partiéndose ende estos omnes, a la sazón fueron y los diablos, e amonestáronle primero por falago e con promesas, q^e los obedeziese, diziendo q«el guardarien e q«el aduldriénsic en salvo a su tz'erra. Mas non los queriendo obedecer en ninguna manera, oyó luego bozes muy espantables de muchas bestias mudas; e él oyéndolo fue muy espantado e llamó man a mano: «Jhesu Christo, fijo de Dios, ave merced de mí», e luego calló todo aqwel roido espantable de aqt/ellas bestias.

E fue adelante a otro lugar, e ahevos y grand conpaña de diablos, diziendo así: «Cuidas escapar de nuestras manos. Non por ninguna cosa, mas agora sofriràs más tormentos e te quebrantaremos más». E ahevos un fuego espantable que y aparesció, e dixéronle: «Si non nos consientes, echarte hemos en este fuego e quemarte as». E diziendo que lo non farié, tomáronlo e echáronllo [10a] en el fuego, e demientra qwe se qwemava en el fuego llamó: «Jhesu Christo, fijo de Dios, ave merced de mí», e a la sazón fue muerto el fuego.

E dende yendo a otro lugar, vio unos omnes bivos en el fuego, e los diablos q^emávanlos fasta las entrañas con enpleitas de fierro ardientes; e él non los queriendo consentir, echáronlo en ese mismo fuego, e quemávanle con esas mesmas enpleitas, mas él llamó: «Jhesu Christo, fijo de Dios, ave merced de mí», e a la sazón fue librado de aqwella pena.

E yendo adelante falló un pozo muy ancho, e sallié del fumo espantable e fedor non sufridero, e dixeron los diablos: «Este lugar que tu vees es el infierno en qtíe mora nuestro señor Berzebud, e por ende echarte hemos en este pozo si non nos qw/sieres consentir, e después que te echáremos non podrás aver remedio para escapar ende». E él non los qweriendo oír, tomáronlo e echáronlo en aquel pozo, mas llamando a Jhesu Christo segund solía luego salió ende sin lisión, e todofs] los diablos fuyeron vencidos.

E después desto, qwando devié tornar, vio una puente sobre qwel convinié pasar, que era muy estrecha e aguda como cuchillo, e so ella corría un grand río. E veyendo qwe non podrié pasar por ella en ninguna manera, enpero acordóse del verbo que solié dezir e quel libró de tantos peligros, allegó muy osado a la puente, e poniendo el un pie sobrella [10b] enpeçó a dezir commo solía: «Jhesu Christo, fijo de Dios, ave

SAN PATRICIO 107

merced de mí»; dende puso el otro pie con esas mismas palabras, e así pasó seguro. E pasando vio un prado muy deleitoso e avié y olor maravillosa de muchas flores, e ahevos do le parescieron dos mancebos quel levaron a una cibdat muy fermosa resplandecie[n]t maravillosamente, con oro e con piedras preciosas. E dixeron que aquella cibdat era paraíso en la qual qaeriendo entrar muchos, e dixeron aquellos mancebos que se tornase a los suyos, e a cabo de treita días fmarié e entrarié en aquella cibdat, morador para sienpre jamás.

E estonce tornándose Nicolás dende fallóse puesto sobrel pozo, e contándolo a los omnes qwantas cosas le acaescieran, a cabo de XXX días murió muy bienandante, e fuese para Paraíso.

VIII

ISTORIA DE SANTA MARÍA DE LA SALUDACIÓN

[A] sí como leemos en tal día como oy vino el ángel a santa María a dezir cómmo Jhe.su Christo venié tomar carne en ella. E convino que viniese la mensagería del ángel ante la Encarnación del Fijo de Dios por tres razones.

Es primevo porque la orden de la redenpción respondiese a la orden de la perdición. Onde así commo el diablo tenptó a la muger por tal qwel fiziese dubdar e después consentir e desende pecar, así el ángel vino a santa María por q«e la fiziese creer e despwe's consentir e desende qi¿e concebiese el Fijo de Dios.

De ende por razón del servicio [10c] del ángel, ca es ministro e siervo de Dios, e santa María fuera escogida q«e fuese madre de Dios, convino que\ ángel serviéndola que viniese con esta mensagería.

La otra razón es porqwe Jhesu Christo non tan solamente viniera para salvar los omnes, mas emendar el daño de los ángeles, e por ende non deviera echar los ángeles deqin, non deste bien. Onde bien commo las mugeres non fueron sacadas de la conoscencia de la Incarnación, bien así vino el ángel mensagero. Ante quiso que este bien de la Incarnación que lo sopiesen las mugeres por el ángel, así commo santa María sopo por el á[n]gel la Incarnación, e la Madalena la Resurreción.

Por ende la Virgen Gloriosa de tres años despuéfs] que nasció fasta los treze años estovo en el templo con las otras vírgines, e fizo voto de guardar castidat, salvo si lo ordenase Dios en otra manera. E por ende, mostrándolo Dios e queriéndolo, desposóse con ella Josep; e fue mostrada señal desto, ca floresció la su piértega, segu[n]d se dirá en la Istoria de la nascencia de santa María; e fuese para Beelén para ordenar e catar todo lo que avía menester1 para las bodas. E la Virgen fuese para Nazaret a casa de su padre e de su madre, e aparesciól el ángel e saludóla, diziendo: «Ave, Maria, grafia plena, Dominas tecum» e ceíera. E esto así devía ser, ca «Nazaret» palabra griega es, e atanto quiere dezir commo flor, ca la flor [lOd] que es Jhesu Christo deve nascer de flor de santa María en lugar de flor.

Mas devedes saber que quiso Dios que su madre fuese desposada. Lo primero por el diablo, que non pudiese saber este beneficio de la Incarnación. Lo segundo por

Ms.: raenestener

110 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

guardar la fama e la vz'rgidatsic e la vergüença de la Virgen. E por todos los estados de las mugeres, tara biera las casadas como las vírgines e las biudas, que non oviesen en sí ningún profacio nin fazerio, ca en todos estos estados fue la Virgen Gloriosa. E por otras muchas razones que seriara luengas de contar.

Pues díxol el ángel: «Ave, María, gratia plena», ca en el vientre fue la gracia de la divinidat, en el coraçón la gracia de la caridat, en la boca la gracia del buen dezir, en las manos gracia de misericordia e de piedat. E fue aún llena de gracia, ca del su conplimierato todos tomaron alguna cosa: los captivos redepción, los tristes consolación, los pecadores perdón, los justos gracia, los ángeles alegría, e toda la Trinidat gloria, tomando Jhesu Christo la nuestra natura.

Dixo el ángel: «Dominus tecum». E el padre de Dios te fizo, Dios fijo que concebiste, Dios e Spíníu Santo que concebiste.

E oyendo ella esta salutación, maravillóse mucho. E así la Virgen quanto al oír, ca oyó e calló; qwanto al talante, calló e ovo vergüença; qwanto al pensamiento, que fue sabia. E fue maravillada en la palabra del ángel, mas non en la visión, [lia] ca muy a menudo veyé los ángeles, mas nunca les oyera tales cosas fablar. Estonce conortóla el ángel diziendo: «Non ayas miedo, ca falleste gracia ante Dios e paz de los omnes, destrución de la muerte e refazimiento de la vida».2

E así podrié fablar e esponer omne todo el evangelio, mas serié luengo de contar e enojo a los omnes. E por ende contemos algunos miraglos de los que ella fizo e[n] tal día como oy.3

Un cavallero muy noble e rico dexó el siglo e entró en la orden de Cístel.sic E, porqwe sabié leer, los monges aviéra muy grarad vergüeraça que tan noble omne estudíese entre los legos, e por ende diéronle a un maestro qwe le enseñase si puediesesic aprender, por que por esta achaqwe pudiese entrar entre los monges. Mas estando muy grand tienpo con su maestro, non pudo aprender más de dos partes, que son estas: «Ave, María». Empero estas apriso tan bien que doquier que andava o fazié algo sienpre las rezava. E a cabo de tienpo murió, e enterrá[ro]nlo con los otros monges en [e]l ciminterio. E hevos que sobre la fuesa creció un lilío muy fermoso, e en cada foja estavan escn'ptas de letras de oro «Ave, María». E corrieron todos a tan grand maravilla como esta, e abrieron la fuesa e fallaron que la raíz del lilio salía de la boca deste finado, e por ende ente[n]dieron que con grand devolción [11b] dixera sienpre estas palabras, por que Dios lo quiso honrar con tan grand miraglo.

Otro cavallero avié un castillo en una carrera por do pasavan muchos, e a qwantos por y pasavan todos los robavan sin niguna piedat. Enpero cada día dizié el Avemaria a honra de la Virgen, e nunca la dexava ningún día por pn'esa nin por enbargo que

Se mezclan aquí las palabras de Gabriel (Lucas, 1, 30) con las de san Bernardo.

Ms.: oyó

ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR 111

toviese. E acaesció que un omne religioso e santo que pasava por y una vegada, e este cavallero mandólo robar, e él rogó a los qnel robavan que levasen ante su señor, que\ avié de dezir alguna cosa en poridat. Estonce fiziéronlo así, e rogó al cavallero que fiziese ayuntar toda su conpaña, que les quería predicar. E qnando fueron todos ayu[n]tados dixo el religioso:

—Non son aquí todos. —E deziendo ellos qne todos eran y, díxoles— Buscado bien, que falleredes qne alguno falleze.

Estonce dixo uno:

—El camarero non es aquí.

E díxoles:

—Pues enviat por él, e venga aqníen medio.

E él veyendo este religioso, revolvió lo[s] ojos muy espantablemente, e engremiava la capeça commo loco, e non osava allegar a él. E díxol este omne santo:

—Conjuróte por el nonbre de nuestro Señor Jhesu Christo que nos digas quién eres e por qué razón veniste aquí.

E respondiól él e dixo así:

—¡Ay!, co[n]jurado por tuerca he de dezir la verdat: yo non só omne, mas diablo que tomé forma de omne. E á qnatorze4 años [1 le] qne así ando con este cavallero, ca el nuestro príncipe me enbió acá por que parase bien mientes el día que non dixese el Avemaria, qne oviese poder sobre él para afogarlo, enpero qne fue muy acucioso en esta razón, ca nunca fue día qne non la dixese.

E el cavallero, qnando oyó esto, fue muy espantado, e echóse a los pies deste santo omne, e demandó perdón a Dios, e él qne rogase por él; e ganól perdón, e mejoró5 su vida. E el onbre santo dixo al diablo: «Mandóte en el nonbre de Jhesu Christo que te vayas de aqní luego, e doy más en tal lugar estés por qne non puedas enpecer a ninguno que llamare a la V¿rge[n] Gloriosa». E luego qne ge lo mandó, mano a mano desaparesció.

4 Ms.: qwartorze 5 Ms.: mejore

IX

[LA PASIÓN DE JHESU CHRISTO]

[L]a Pasión de Jhesu Christo fue muy amarga quanto al dolor, e muy despreciada quanto al escarnio, e muy provechosa quanto al fruto.

El dolor fue muy amargo porque fue fecha la Pasión en lugar muy vil, ca allí do[n]de le dieron la Pasión y solían justiciar los malos. Otrosí por el tormento que rescibió, ca le pusieron en la cruz en que solían poner los ladrones. Empero que antes fue desonra, agora es a muy grand honra. Desende por la conpaña muy vil, ca fue puesto entre los ladrones, de los quedes al uno dixeron Dimas, porque creyó en Jhesu Christo ovo el reino de los cielos; e al otro dixeron Gestas, e porque se non arripi[n]tió de sus pecados fuese para el infierno.

Otrosí esta Pasión fue sin justicia, ca nunca fizo mal. [ 1 Id] E por ende era Él muy grande, ca le acusaron de tres cosas torticieras: la primera, que non diesensic la renta al rey; la segunda, que se fazié rey; la tercera, que se llamava Fijo de Dios. E contra estas acusaciones ay tres razones contra: lo primero, que los libró del captiverio de Egipto; contra lo segundo, que los governó en el desierto; contra lo tercero, que los pobló en muy bue[n] lugar. E así non lo devieran acusar con falsedat, mas gradescer el bien que les fiziera.

Desende porque fue atormentado en todo el cuerpo1 e por todos los sesos, ca primero fue dolor en sus ojos, ca lloró algunas vegadas, e destas lágrimas la[s] unas fueron de amor, e las otras de co[n]pasión, e las otras fueron de muy grand dolor. Desende en el oír, ca le dixeron muy grandes profazios e muy grandes blasfemias, ca El fue e es muy noble en quanto Dios e quanto omne, ca venié de linage de reys, empero llamávanle fijo de ferrero. E ovo en sí verdat conplida, e ellos desmintiéronle. E en sí avié e ha grand poder, e dizién que a sí non podié librar nin salvar, e cómmo salvara a los otros. Ovo en sí muy grand bondat, e ellos dizién que era2 pecador, e que enganavasic los omnes. Otrosí en [e]l oler, ca crucificáronle en el lugar do echavan los muertos, cuerpos fidiondos que fedían mal. Otrosí en [e]l gustar, ca diéranle a bever vinagre mezclado [12a] con mirra e con fiel. Otrosí en [e]l cansamienío, ca de somo de la cabeça fasta las plantas de los pies todo fue llagado.

Precede la palabra «mundo» tachada.

Ms.: eran

114 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Otrosí fue despreciado qwanto a los escarnios que sufrió, primeramente en la casa de Annás, donde le escupieron e le dieron bozinadas e cubriéronle los ojos. Despt/es en casa de Herodes, que cuidó que era loco sandio porqwel nunca q«/so responder a demanda que\ fiziese, e por escarnio de una vestidura blanca. E callava3 Jhesu Christo ante Herodes e ante Pilato e ante los judíos, porqne non eran dignos de oír la su respuesta, e otrosí porqwe qnanto dizié todo ge lo acaloniavan. Desende en casa de Pilato, donde le dieron los cavalleros un manto amarillo e pusiéronle la corona de espinas en su cabeça, e fincavan ante El los inojos, diziendo: «Dios te salve, rey de los judíos». Esta corona de juncos de la mar, eran estos yuncos así agudos e duros en manera que entraron ta[n]to que fue cubierta su faz toda de sangre.

E por otras razones muchas fue esta Pasión muy provechosa, ca por ella avernos remissión de los pecados, e avernos gracia, e ganamos la gloria de Paraíso.

Esta es la manera de la nuestra redepción, por qué fue muy provechosa por muchas razones. Primero porqwe plugo mucho a Dios Padre, ca puso paz entre nós e El. Onde sant Agostin fabla en persona de Jliesu Christo en esta manera contra los omnes de mal conoscer, e dize así: «Tú eras enemigo e fiz paz enltre [12b] ti e Dios mi Padre. Tú estavas aredradadosíc e fizte yo allegar. Tú andavas errado en los montes e en las silvas, e busqwe'te yo entre las piedras, e fállete, e tómete en los míos honbros por qwe te non comiesen los lobos nin leones». E así va poniendo sant Agostin otras muchas razones.

Desende porqwe fue muy convenible para sanar la nuestra enfermedat. E cató tienpo de marco en día de viernes, e por onde Jhesu Christo quiso morir en marco porquél en el aqwel mes tomó carne de santa María. Otrosí qwanto al lugar que murió, ca murió en la tierra de promisión en Calvarie en la cruz. E esto porque Adam fue fecho e cn'ado en aqwella t/erra, e enterrado en el dicho lugar, e porqwe pecó comiendo del fructo del árbol.

Otrosí fue la manera desta Pasión muy salva para vencer al diablo nuestro enemigo. E de cómmo venció al diablo, dize sant Agustín: «Vino el nuestro Redenptor e venció al engañador. ¿E qwe' fizo el Redenptor? Paró la su cruz al engañador e puso en ella su sangre. El diablo qwiso esparzir lo que non devié, e por ende perdió los qwe tenié presos a tuerto, ca Eva tomó enprestado el pecado del diablo qwando pasó el mandamiento de Dios. Creído lo qwel dixo el diablo, fizo cara partida por abe con él, quando tomó la macana con su mano, e dio fiador, qwando fizo errar ha Adam, fizo crecer el logro a los que delia vinién, e todos cayeron después acá en pecado».

E en los [que] son del mal conoscer a este Salvador, dize sant Bernaldo mostrá[n]doles en persona de Jhe.yu [12c] Christo: «El mi pueblo, ¿qwe' es lo que te

Ms.: cavalla

PASIÓN DEL SEÑOR 115

fiz e4 lo que te pude5 fazer e non te fiz? ¿Qué razón as que más quieres servir al di[a]blo que a Mí, empero que él non vos crió nin vos governo? E esto nos6 semeja: no vos redemió él, mas Yo, non por precio de oro nin de plata, nin por sol nin por luna, nin por ningún ángel, mas por la mi sangre preciosa e propia vos redemí».

E porque Judas mató a Jhesu Christo por cobdícia, e los judíos por envidia, e por temor Pilato, digamos algo de la penitencia de cada uno déstos que les dio Dios por este pecado. Mas de la pena de Judas e de su nascencia ya dicho es en la Vida de santo Mathía; de la pena e del mal de los judíos diremos en la Vida de sant Yague el Menor; e por ende digamos agora de la penitencia e de la nascencia de Pilato.

Cuenta una istoria que fue una manceba que dizién Pila, fija de un molinero. E un rey quel dizién Ato engendró en ella un fijo, e conpusieron de amos a dos un nonbre, e pusiéronle Pilato. E este rey avía un fijo de la reina que fascas era de s[u] misma hedat qne Pilato, e después que ovieron hedat co[n]plida, muchas vegadas jugavan amos a dos en luchar e a puñadas. Mas [12d] bien así commo el fijo de la rei[na] era más noble que Pilato quanto al linage, así podía más que Pilato en todos sus fechos, e por ende Pilato, sañudo, matólo. E el rey quanáo lo oyó pesól7 mucho de voluntad, e ayuntó todos sus cavalleros e sus co[n]segeros e demandóles qne' faría deste traidor. E todos juzgaron que devía morir, mas el rey, parando mientes que serié esto grand mal, non lo quiso matar, mas enviólo a Roma en arrefenes por razón de las parias que cada año dava a los romanos.

En aqnel tienpo estava en Roma en arrefenes por esa misma razón un fijo del rey de Fra[n]cia, e aconpañáronlo a Pilato, e veyendo que era mejor que él en maneras e en costunbre, matól por e[n]vidia. Mas los romanos aviendo consejo qne' farién del, dixeron: «Este qne mató a su hermano e al fijo del rey de Francia, si visquiere, será bueno para levar adelante las cosas del común, e él qne es tan cruel, do mata los omnes que nos son rebeldes e crueles». E dixeron: «Pues qne él mereze muerte, enviémosle a la isla de Ponto e sea ende juez, e aqnellas gentes qne non quieren sofrir ningún juez, si por aventura con la su maldat pudiere domar la su rebeldía de aquellos, e si non, darle han la muerte qne meresció». E enviáronle a aqnella gente qne matava sus alcalaes.8 E sabiendo él a qnél enviavan, enpesçó de asmar [13a] entre sí, e apremió aquella gente mala con promesas e con amenazas e con donadíos e con tormentos. E porqne él venció esta gente tan cruel, ovo el nonbre de aqwella isla, e dixéronle Po[n]cio Pilato.

4 Ms.: e e (signos tironianos). 5 Ms.: puede

6 No está claro si ha de leerse «nos» o «vos». La versión castellana no reproduce bien lo que dice la Legenda: «Si parva haec videntur ingratis, non ille, sed ego redemi vos». El ms. 15.001 se acerca más: «E sy esto vos paresçe, non...».

7 Ms.: pesos 8 Creemos que la abreviatura «alls» («alldes» en el ms. 15.001) debe leerse como «alcaldes».

116 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

E oyendo Herodes la su fama, e gozándose porqwe era muy artero, e él otrosí artero, conbidól con donas e con mensageros que se veniese para él, e diol todo su poder sobre Judea e Jherusalem. E ayuntó muchofs] dineros e, non lo sabiendo Herodes, dio grande aver a Tibieriosic el emperador, por tal que toviese del la tz'erra qwe tenié Herodes. E por ende fueron enemigos él e Herodes, empero qwe después fueron amigos mucho en la muerte de Jheju Christo. Porque en tienpo de la Pasión, siendo enfermo Tiberio el emperador, dixéronle que era un físigo en Jherusalem que sanava todas las enfermedades por palabra, e todas las dolencias del mundo, otrosí por palabra. Empero non sabiendo esto, que los judíos e Pilatus lo abían muerto por envidia, envió un cavallero a Pilato que le dezién Vosseliano9 que le dixese de su parte quel enviase luego este físigo q«el guaresciese. E Pilato aviendo miedo desto, porqwe los judíos le acusaran que mata muchos a tuerto sin derecho, que pusiera ídolos en el templo, e que tomara grand tesoro del templo, e que fiziera caños para aduzir una fuente a su casa, mandól el enperador [13b] echar de la t/erra e que se f[uesse para León del]10 Ruédano, por tal que [muriesjse y por desonra de su gente, e así fue conplido. Empero dize[n] los santos que él mismo se mató.

9 La Legenda dice «Volusiano». 10 Suplimos con estas palabras, tomadas del ms. 15.001, las que por una rotura faltan al final de la

primera línea. Al comienzo de la segunda, la palabra «rruedado», tachada, precede a «rruedano». En el ms. 15.001 dice «... Ruédano, do nasçiera, por tal...».

X

DE LA RESURRECIÓN

[L]a Resurreción de nuestro Señor Jheíu Christo a tercer día de la su Pasión fue fecha. Cerca esta Resurreción devemos pensar algunas cosas.

Primeramente por qué yogo tres días en el sepulcro, tomando la postrimera parte del día pnmero, que era viernes, e el sábado todo, e la pn'mera parte del domingo. E cada día ovo su noche, ca ante de la Pasión el día era ante la noche, e agora la noche es ante el día, por dar ha entender que pnmero1 el omne cayó en la noche de la culpa, agora de la noche de la culpa tomó el día de la gracia.

Otrosí devemos saber que Jhesu Christo non devié luego resucitar que fue muerto, mas devié esperar fasta el tercero día. E esto pnmero para entender que la luz de la su muerte, porqwe yogo un día entero e dos noches en el sepulcro, destruyó dos muertes nuestras, que se entienden por las dos noches. E desde ende, por provar que muriera verdaderamente, ca todas pruevas están en dos o en tres testigos. E por ende yogo El tres días en [e]l sepulcro, así como dicho es, e otras muchas razones qwe non pongo aqwz'por non fazer enojo.

Otrosí devemos saber que se levantó muy poderoso e por sí mismo muy andante, ca de toda mesqMmfdad]2 e de todo corronpimienfo aq«e'[l] nunca se [13c] [deve corronper, c]a3 bien así como nasció de santa María fincando ella virgen, así sallió del selpulcrosic cerrado. Onde un monge de Sant Lloreite en Roma, maravillándose cómo saliera del sepulcro, cayera la su cinta en tierra non la soltando ninguno; vino una voz del aire qwel dixo que así saliera Jhesu Christo del sepulcro cerrado. E otras muchas razones podrié el omne dar a esto, mas cunplan estas agora.

Otrosí devemos saber que non quiso esperar la resurreción qwe á de ser el día del juizio, primero por mostrar la dinidat de su cuerpo, ca non convinié que el cuerpo en que era Dios ayuntado yoguiés tan grand tienpo so la t/erra. E desende por mostrar la firmedunbre de la fe, ca, si non se levantara, estonce non creyeran que era Dios

1 Ms.: primera 2 Un corte en el margen derecho, en la parte inferior del folio, trunca esta palabra.

3 De nuevo suplimos lo que falta, ahora en el reverso del folio, por la rotura antedicha del extremo superior. Lo tomamos del ms. 15.001.

118 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

verdadero, bien commo en la Pasión todos dubdaron, sinon santa María, mas qwando sopieron la Resurreción todos predicaron la fe. E por otras muchas razones que sería enojo de las contar.

Otrosí quiso luego resucitar por nuestros provechos, que fueron estos: que oviés[e]mos remissión de los pecados, e que emendásemos nuestras costunbres, e que oviésemos sperança de aver galardón en la resurreción.

Otrosí devemos saber que aquel día que resucitó, aparesció cinco vegadas, e en los otros días otras4 cinco. Primeramente a santa María Madalena, e esto porqwe la amó mucho, e por mostrar qwe muriera [13d] por los pecadores; e porqwe bien así commo la muger fue mensagera de la muerte, así ella fuese mensagera de la vida. E despees aparesció a las mugeres que se tornavan del monumento. Desende aparesció a sant Pedro, quando5 aparesció a los discípulos que salieron de Vnerusalem, que ivan por su camino. La quinta a los discípulos que estavan ayu[n]tados en uno. E estas cinco aparecencias da a entender el sacerdote quando torna al pueblo en la missa. Enpero q«e en la tercera vegada fabla callando, e cuedan algunos que non dize nada, da a entender la parecencia qwe fizo a sant Pedro, pero non fallamos dó nin qwando fue fecha. La sesta vegada apareció a los discípulos el otavo día, estando con ellos santo Tomás, que dizié que lo non creerié que resucitara fasta q«e lo viese. E la séptima a los disciplos que estavan pescando. La VIII a los discípulos q^e estavan en [e]l monte Tabor. La VIIII a los discípulos en la cámara encerrados. E la X a los discípulos que estavan en [e]l monte Alivete.sic

Otrosí creemos que aparesció a Josep, que enterró el su cuerpo, ca los judíos veyendo quel enterrara, pesóles por ello, e prz'siéronlo e encerráronlo en una casa. E Jhesu Christo en esa noche que resucitó, aparescióle e entró a él en la casa, que estava colgado entre el cielo e la t/erra, e alinpiól la cara, e besóle, e sacóle de la6 casa cerrada, e púsolo en su casa en Abarimathía.

E devedes otrosí tener que aparesció a su madre, pero que los evangelios non lo cuentan; e en semejança desto [14a] que sea verdat, la iglesia de Roma faze el día de Pascua estación a Santa María la Mayor. Ca si non crey[é]remos esto así, non crey[é]remos nin devemos creer que aparesció después de la Resurreción, ca non fallamos que ningún evangelista dixese dó nin q«<ando aparesciese, mas non creímos que a tal madre fiziese atan grande desonra su fijo. Mas por aventara non fablarién los evangelistas desto, que non7 era su oficio de aduzir testigos de la Resurreción, e por ende no convenié que aduxesen a su madre en testimonio. E por ende dize sant Anbrosio: «Vio santa María la Resurreción de su fijo, e primero lo vio e creyólo».

4 Ms.: otros 5 Muy probablemente es un error por «quarto». 6 Ms.: de la de la 1 De acuerdo con el sentido originario de la Legenda, sobraría esta negación.

RESURRECCIÓN DEL SEÑOR 119

Cuenta sant Agostin cómmo descendió e sacó los que yazían en el infierno. Dize que luego que sallió el alma del cuerpo, ayuntando con la divinidat, descendió fasta en fondón de los infiernos, e qnando le vieron los diablos, espantados del, començaron a demandar diziendo: «¿Onde es este tan fuerte e tan espantable e tan resplandeziente e tan claro? El mundo, que solié ser nuestro, nunca nos envió tal muerto commo este, pues ¿quién es este que entra tan sin miedo en nuestra, tierra, non tan solamientre a temor de las penuas,sic mas méllenos los nuestros captivos? Evades los que soliémos atormentar, ya porfazan de nós, porqne han salud, e no tan [14b] solamente non nos temen, mas amenászannos e porfazan de nós. Nunca estos muertos así fueron sobervios, nin estos captivos nunca así se pudieron alegrar. E nuestro príncipe, ¿por qué qní'siste aduzir acá tal omne commo este? Toda tu alegría perece, todos los tus gozos son tornados en lloros. E pues que tú lo feziste poner en la cruz, non sabes quanto mal sufres en infierno. Después estas bozes del infierno muy crueles, mandólo nuestro Señor, [e los berrojos]8 del infierno [fueron] quebrantados, que eran de fierro, e hahevos muchos pueblos si[n] cuenta echáronse a sus pies, llorando, diziendo: «Veniste, el Salvador del mundo. Veniste, el que deseávamos e sperávamos cadal día. Decendiste por nós a los infiernos, non nos quieras desanparar qwando te fueres a los cielos. Sube, Señor Jhesu Christo, despojando el infierno, e ligando en él a su príncipe muy fuertemente, ca él le ganó el día que vastesció la tu muerte. Da alegría al mundo. Acorre para matar las penuas muy crueles. Enpiadándote saca los captivos. Demientra que eres aquí, perdónanos. Pues aqní decendiste, defiéndenos».9

En el evangelio de Nicodemus leemos qwe Cirino e Eleuticio,10 fijo de Simeón el Viejo, resucitaron con Jhesu Christo, e co[n]jurándolos Annás e Caifas e Nicademossic e [14c] Josep e Gamaliel, qne' fiziera íhesu Christo en [e]l infierno co[n]tárongelo todo. E dixeron:

«Estando con nuestros padres en escuridat de tiniebra, a desora aparesció un color de sol, como de oro, e luz muy clara qne nos alunbró. E a la sazón don Adam, nuestro padre, llamó diziendo: "Esta luz es de Dios Padre, qne nos prometió de enviar su Fijo". E Isac11 dixo eso mismo: "Esta luz es del Fijo de Dios. Así commo lo yo dixe quando era bivo en la tierra, el pueblo qne era in timbras vio grand luz". Estonce vino nuestro padre Simeón, e dixo: "Dat gracias a nuestro Señor, qwe este es el infante Jhesu Christo, que yo tove en mis manos". E después desto vino uno como hermitaño,

8 Suplimos estas palabras por el ms. 15.001, para corregir los evidentes errores de omisión del ms. 8 en este punto. No obstante, utilizamos la voz «berrojos», que aparece más abajo, en vez de la variante del 15.001: «ferrojos».

9 Ms.: defiendonos 1() La Legenda dice, respectivamente, «Carino» y «Leucio», y que ambos son hijos de Simeón. 11 La Legenda dice «Isaías».

120 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

e preguntárnosle quién era, e dixo que sant Juan Babtista, que bateara a Jhe^u Christo, e quel mostrara con su dedo, diziendo: "Ecce agnus Dei"».12 Estas e otras cosas muchas cuentan en aqwel evangelio:

«E oyéndolo patn'archas e propheías allegáronse mucho. Estonce Satanás, el pnncipe del infierno e adalit de la13 muerte, dixo al infierno: "Apercíbete a rescebir a Jhesu Christo, que se dize Fijo de Dios, ca omne es, e teme la muerte". E díxol el infierno: "Si tú eres tan poderoso e que conosces, ¿que' omne es aquel Jhesu Christo que temiendo la muerte es tu contrario e qw¿ere prender a ti e a todos los tuyos?". E dixo Satanás: "Yo lo tenpté en el desierto, e fiz levantar [14d] el pueblo contra Él, e aparegé la cruz, e aguzé la lança, e matarlo han aína, e adozirlo he a ti". E díxol el infierno: "¿Non es aquél el que resucitó a Lázaro, que yo tenía, e sacól de aqní por su palabra, e a mí mucho pesando? A ti, Satanás, conjuro por las tus virtudes e por las mías que non le adugas acá, ca14 man a mano qwe oí el su mandado non le pude tener, mas bien commo águila bolo e fuese, e partióse de nós". E demientre qwe esto fablavan afevos una voz bien comrno trueno que dixo: "O príncipes del infierno, abrit las vuestras puertas e entrará el Rey de la Gloria". E los diablos, quando esto oyeron, cerraron las puertas del infierno con sus berrojos. Estonce dixo David: "Non vos aprovechará, ca conviene q«e se abran,15 ca yo lo prophetice' del, diziendo quél qt/ebrantarié las puertas del infierno". E diziendo otras muchas cosas abrieron las puertas del infierno e todo el lugar fue alunbrado, e Jheíu Christo estendió la mano e toma a Adam por la suya, e díxol: "Dios te dé paz, e a todos tus fijos justos". E saliendo del infierno todos los santos fueron en pos del. E teniendo a Adam por la mano, diol a sant Miguel qne le levase a Paraíso».

Esto e otras muchas cosas cuentan que serien luengas de contar.

12 Juan 1,29. 13 Ms.: de la de la 14 Sigue la palabra «oy», que es un error, pues se repite poco más adelante en la posición correcta:

«man a mano que oy».

' 5 Ms.: abraa«

XI

[SANTA MARÍA DE EGIPTO]

[S]anta María de Egipto, que era dicha Pecadriz, visco en el desierto vida muy amarga XLVI años.1 E un abat que dizién Zózimas, pasando por el río de Jordán [15a] e andando en2 un grand yermo si por aventara fallase algumsic padre santo, vio un negro que andava desnuyo e todo quemado de la calentura del sol. E començo de foir, e Zózimas en pos del muy apriesa. Estonce díxol ella al abad Zózimas: «¿Por qué me persigues? Perdóname que non puedo tornar la cara contra ti, porque só muger desnuya, mas dame el tu manto con que me cubra, por que te pueda ver sin vergüença». E él, oyendo que nonbrava, estando [el] abad ar[r]ecido,3 diol el manto, e echóse en tierra, e rogóle que le diese su bendición. E díxole ella: «Padre, tú me deves bendizir, porque eres sacerdote». E él, veyendo que sabié su nonbre e el oficio, más se maravillava, e por ende rogávale más afincadamente que le bendixese. E estonce dixo ella: «Bendicto seas de Dios, que redimió las nuestras almas». E aleando las manos al cielo, orando, viola alçar de tierra quanto un cobdo. Estonce començo él a dudar por aventura si era diablo que fazía enfinta en orando, e ella dixo: «Perdónete Dios porque cuedas que só el diablo, empero que só muger pecadriz». Estonce Zózimas conjuróla por Dios quel quisiese contar su fazienda. E ella díxole: «Perdóname, padre, ca si yo te contare el mío estado, foirás espantado como de serpiente, e las tus orejas se enlijarién con las mis pallabras, [15b] e el aire se enojarié con las mis suziedades». E rogándola él muy afincadamente, dixo:

«Hermano, yo nascí en Egipto, e aviendo doze años vin en Alexandria. Yo visqui XVIII años commo mala muger pública, e nunca fue omne en el mundo a quien me negase mi cuer[po].4

»E los omnes de5 aquella tierra yendo a Jherusalem para adorar la Cruz, rogué a los marineros que me quisiesen levar consigo, e demandáronme el loguer de la nave,

1 Más abajo dice cuarenta y siete, como la Legenda. 2 Esta palabra sólo consta en el reclamo del folio anterior.

3 Es la mejor interpretación que se nos ocurre de lo que leemos en el ms.: «estando aba areçido» ('entumecido', quizá 'estupefacto', 'pasmado'). La Legenda dice «Qui se nominan audiens stupefactus pallium tribuit et in terram prostratus, ut se benediceret, rogavit».

4 Estas dos últimas palabras se hallan en el margen derecho. 5 Esta palabra está volada sobre otra tachada, parece «santa».

122 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

e yo díxeles: "Hermanos, non he ál que vos dar, salvo el mi cuerpo", e así me rescibieron en la nave, que por el goviemo e por el alqweley de la nave ovieron todos el mi cuerpo.

»E quando fui a la puerta de la iglesia con los otros para adorar la Cruz, a desora non lo veyendo me enpujaron e non me dexaron entrar, e esto prové algunas vegadas en veniendo fasta el unbral de la puerta, e a desora me enpuxavan e non me dexavan entrar. E todos los otros entravan e non avien ningún enbargo. E por ende, tornándome a mí misma e pesándome desto que me acaescié por mis pecados, enpecé a ferirme en los pechos e a llorar con grand amargura, e ha sospirar muy fuertemente, e, en catando, vi estar una imagen de santa María. Estonce conpecela a rogar con muchas lágrimas que me ganase perdón de mis pecados, e que me dexase entrar adorar la Cruz, prometiéndole que desanpararía el [15c] siglo, e que bivría doy más en castidat. E yo, rogando esto e aviendo fiuza en la Virgen, fuime otra vegada a la puerta de la iglesia e entré dentro sin ningún enbargo del mundo. E adorando con grand devoción la santa Cruz, diome un omne bueno tres dineros,6 de que conpré tres panes; e oí una boz que me dixo: "Si pasares el Jordán serás salva". E por ende pasé el Jordán e vine en este desierto do moré.

»Ya quarenta VII años á que nunca vi omne del mundo, e aquellos tres panes que aduxe comigo endurecieron en manera de piedra, e cunplieron diez e ocho años comiendo dello poco a poco. E las mis vestiduras ya pieça á qwe son ronpidas. Diez e siete años ha q«e sufro muchas tenptaciones de la carne en este desierto, pero que todas las vencí con ayuda de Dios e con la su gracia.

»Evas que he contado todas mis obras, e pídote por merced que ruegues a Dios por mí».

Estonce el viejo, cayendo en tz'erra, bendixo a Dios en esta su sierva, e díxole ella: «Ruégote q«el jueves de la Cena qwe te tornes a Jordán e que adugas el cuerpo de Dios, ca yo y verné a ti e tomaré el cuerpo de Dios de la tu mano, ca después que aquí vin nunca com[u]lgué».

E él tornóse a su monesterio e a cabo de un año, viniendo el día de la Cena, [15d] tomó el cuerpo de Dios, e viniendo a la ribera de Jordán vio de la otra parte la muger estar, e faziendo la señal de la cruz sobre las aguas, andudo sobrellas e vino fasta el viejo, e él, veyéndolo, maravillóse mucho, e echóse a sus pies con grand humildat.7

E dixo ella: «Cata non lo fagas, porqwe eres sacerdote e tienes el sacramento. Mas padre, ruégote que al otro año que quieras tornar a mí». Estonce fizo la señal de la cruz e pasó sobre el agua, e fue para el yermo, e el viejo tornóse a su monesterio.

Precede la palabra «panes» tachada.

Ms.: humilldat

SANTA MARIA EGIPCIACA 123

E vino al otro año a aquel mesmo lugar, e fallóla ai muerta, e enpeçó a llorar, e non la osó tañer. E dixo entre sí: «Qwerría enterrar este cuerpo, mas he miedo que le pesara». E él pensando esto, vio a su cabeça letras escn'ptas en tierra que dizién así: «Zózimas, entierra el cuerpo e da el polvo a la tierra cuyo es, e ruega por mí a Dios, que me mandó sallir deste mundo dos días de abril». Estonce conosció el viejo por cierto que luego que tomó el cuerpo de Dios e que se tornó al desierto que aqwella ora sallió deste mundo. E del desierto que malabés le andudo Zózimas en treita días, e ella andúdolo en una ora, e fuese para Paraíso. E queriendo el viejo cavar la tierra e non podiendo, vio un león que vinié a él muy manso, e díxol: «Esta muger me dixo e mandó que enterrase su cuerpo, mas yo porque só viejo non puedo, nin tengo instrumento para ello. E por ende tú cava la t/erra por que lo pueda acabar». E fizo muy buena fuesa, e enterráronla ai, e el león, luego8 que lo ovo fecho, bien [16a] como cordero manso fue su carrera. El viejo, loando a Dios, tornóse a su monesterio.

Se repite a continuación la palabra «luego», pero está tachada.

XII

[ISTORIA] DE SAN MARCOS

[A]sí fue que sant Marchos fue sacerdote, e baptizólo sant Pedro, e fue su dicípi/lo, e fue con él a Roma. E predicando y sant Pedro el evangelio de Jhesu Christo, rogaron los christianos que eran en Roma a sant Marchos que los escn'viese por que los oviesen sienpre en memoria suya. Él esenviólo así commo lo oyera a la boca de sant Pedro. E sant Pedro provólo con gran cuidado, e fallólo que era todo conplido de verdat, e confirmólo e mandó a todos los cnr¡'sriamossic que lo rescibiesen.

E veyendo sant Pedro a sant Marchos muy firme en la fe, envióle aquella tierra que predicase y la palabra de Dios, e convertió y muchas gentes a la fe de Jhesu Christo. E otrosí escrivió este evangelio e esta fiesta de oy en la iglesia de Aqn/lea, e fázenle todos muy grand honra.

E despwe's desto aduxo sant Marchos a sant Pedro un cibdadano de Aqwflea, q¿<el dizién Ermegn'ora,1 que convertió a fe de Jhesu Christo. E fizóle sant Pedro obispo de aqwella tierra. E governando muy bien esta iglesia, en cabo prisiéronle los gentiles e fiziéronle morir.

E sant Pedro enbió a sant Marchos ha Alexandria, e predicó y primeramente la palabra de Jhesu Christo. E segund qne dizen fue tan humildoso, e por tal qwe non fuese sacerdote, fizóse tajar el pulgar. Enpero más valió la ordenalción [16b] de Dios e la autoridat de sant Pedro, quel fizo obispo de Alexandria. E luego que entró en Alexandria, a la sazón fue el su çapato roto e descosido; e entendiendo que era por Jhesu Christo, dixo: «En verdat Dios ha desbargado el mío camino, que non me pueda enbargar el diablo». E veyendo sant Marcos un çapatero coser, diol que cosiese el su çapato. El çapatero, faziéndolo, metióse el alesna por la mano sinistra, e él començo a llamar fuertemente «Uno es Dios»; e oyé[n]dolo sant Marcos, dixo: «Verdaderamente Dios enderecé el mi2 camino». Estonce fizo lodo con su saliva e untóle la mano; luego a la sazón fue sana. E veyendo aqwel omne tan grand miraglo, rescibiólo en su casa, e començóle a demandar dónde era, o dónde venié. E él dixo:

' Estos nombres son «Aquileya» y «Ermágora». En la Legenda: «Aquilegiensem civem, scilicet Ermagoram».

2 En el ms. se lee «mjo» con la o tachada.

126 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

—Vasallo só de Jhesu Christo.

E díxole el çapatero:

—Queríalo ver.

E díxole sant Marchos:

—Yo te lo mostraré.

E come[n]çól a predicar de Jhesu Christo, e bateó a él e a toda su conpaña.

E oyéndolo los omnes de aquella cibdat, que viniera un omne de Galilea que despreciava los sacrificios de los dios,sic pusiéronle celadas. E él, sabiéndolo, ordenó aquel omne que sanara, quel dizién Amano,3 obispo de aquella cibdat, e él fuese a Pentápolim, e estudo y dos años.

E después tornóse ha Alexandria, e falló y muchos christianos. E los obúpos de los ídolos de los templos, queriéndole prender el día de Pascua, cantando sant [16c] Marcos la missa, ayuntáronse todos allí, e echáronle una cuerda al cuello, e traíanlo por la cibdat diziendo: «Levemos este villano a4 la cibdat de los villanos». Las gotas de la sangre caían en t/erra e regavan las piedras e la t/erra. E despees desto pusiéronle en la cárcel, e estando y confortól el ángel. Más aún, visitól Jhe.vu Christo e conortól diziendo: «Marchos, Dios te dé paz. Non ayas miedo, el mi evangelista, ca Yo estaré contigo e anpararte é».

E otro día de mañana pusiéronle otra vegada cuerda al cuello, e arrastráronle allende e aquende, llamavan: «Levat al villano a lugar de los villanos». E demientra qnel rastravan, él dava gracias a Dios, diziendo: «Señor, en las tus manos encomiendo la mi alma». E esto diziendo, finóse. E qweriéndolo quemar los paganos, a desora se tornó el aire, e fizo tan grand granizo e tan grandes truenos e rayos, que cada uno se esforçava para escapar. E dexaron el cuerpo de sant Marcos, qwe non lo tañieron. E los christianos tomáronlo e enterráronle con muy grand onra en la iglesia.

La figura de- sant Marcos fue atal: la nariz luenga, e las cejas "perfiladas, e fermosos ojos, calvo un poco, barva luenga, estatura nin muy grande nin muy pequeño, de media hedat, todo de buen talente,sic e lleno de gracia de Dios.

El año de la encarnación de nuestro Señor de qt/atrocientos e sesenta e siete fue trasladado el cuerpo de sant Marcos de Alexanldría [16d] ha Venècia.5 E fizieron una iglesia a honra del muy fermosa.

3 La Legenda dice «Aniano». 4 Preceden las palabras «a los» tachadas. En este punto, y cuando se repite la frase algo más abajo, la

Legenda dice, con más sentido «trahamus bubalum ad loca bucculi», que Macias (1982) traduce como «¡ Ya tenemos al búfalo bien sujeto! ¡Llevémoslo al matadero!».

5 Esta palabra acaba en s, tachada.

SAN MARCOS 127

En el año de la incarnación de nuestro Señor de mill e dozientos e treze años, en Papia,6 en el convento de los frailes predicadores, fue un fraile qael dizién Julián, muy fermoso, e religioso, e de santa vida; e era de Avencia,7 mancebo en hedat, mas viejo en bondat. Que enfermando de una dolencia onde murió, demandando al prior de casa sobre su estado, e diziéndol que se quería, morir, luego fue alegre, e gozándose con el cuerpo, aleando las manos començo a llamar: «Frailes, datme lugar, ca sabet que con grande alegría vi la mi alma fuera del cuerpo, porqwe oí nuevas qwe me pluguieron». E aleando las manos al cielo començo a dezir: «Señor, saca la mi alma desta cárcel. Omne si[n] ventwra, ¿quién me librará el cuerpo desta muerte?».8 E diziendo esto, adormióse un poco, e vio venir a sant Marcos, e asentóse acerca del en el lecho, e afevos que le dixo:9

—¿Qué fazes y, Marcos?

E respondió:

—Vin a este q^e se muere, e Dios rescibió el su merescimiento.

E díxol la voz del cielo otra vegada:

—¿Por qué veniste tú más a él que otro santo ninguno!

E respondiól:

—Porqwe ovo en mí special devoción. E muchas vegadas con grand devoción fue allí do yazía el mi cuerpo. E por ende vengóle visitar en la ora de la muerte.

E ahelvos [17a] muchos con vestiduras blancas, e finchóse toda la casa a desora. E díxoles sant Marcos:

—¿A qwe' venistes acá?

E ellos dixéronle:

—Por apresentar el alma déste ante Dios.

E despertando este fraire envió mano a mano por el prior, e contando todo qwanto viera, fue grand gozo. El prior contólo todo aqwél q«e fizo esta leyenda. E vieron el alma del fraire sallir como paloma blanca, con muy grand processión de ángeles que levavan para Paraíso cantando «Te Deum laudamus».

" La Legenda habla de 1212, pero, como observa Macias (1982, p. 258), en esa época no existía el convento de Pavía (Papia) ni siquiera la Orden de Predicadores como tal.

7 Por «Faenza». En la Legenda: «natione Faventinus»,

° Parece la puntuación más apropiada, atendiendo a la Legenda: «Infelix ego homo, quis me liberabit de corpore mortis hoc?». Véase el Salmo 142 (141), 8.

9 Falta, de acuerdo con Vorágine, la indicación de que es una misteriosa voz la que pregunta.

XIII

ISTORIA DE SA7VT PHELIPE

[S]ant Phelipe el apóstol ovo así1 nonbre por gràcia de Dios, que Phelipe en palabra gr/ega tanto qMí'ere dezir como boca de claridat en nuestra lengua. Ca boca de claridat ovo sant Phelipe porque fue muy claro e muy gracioso en su predicación.

Fallamos que después que nuestro Señor Jhesu Christo subió a los cielos, que envió a sus apóstollos a predicar, cada uno a su provincia. Así que sant Phelipe predicó XX años en tierra de Francia.2 E aquellas gentes avían una ídola que dizién Mares,3 e non querién rescibir la predicación de sant Phelipe. E fueron tanto porfiados que lo pn'sieron, e faziénle por merca que adorase e sacrificase aquella ídola, así que por miraglo de Dios salió un dralgón [ 17b] de so un luzillo, paróse sobre un pillar do estava aquella ídola. E aquel dragón era muy grande, e mató luego al fijo del obwpo que traía el encienso para sacrificar el ídolo, e mató dos nobles cavalleros que eran los más adelantados de toda la provincia. E los oficial[e]s de los dos adelantados tenían a sant Phelipe en la cárcel preso. E dize que tanto era aquel dragón de mortal quel solio quel salía que echava por la boca que todos enfermavan. Así que les dixo sant Phelipe:

—Amigos, si queredes sanar, creet en Jhesu Christo e baptizatvos, e quebrantad esta ídola en que creides, e adorad la cruz, e luego sanaredes. E non tan solamente vós, mas el fijo del obispo que es muerto, e los dos cavalleros que eran [muertos]4

Dios los resucitará ante vós.

E dixeron:

—Sánanos e líbranos deste fedor del dragón e luego quebrantaremos esta ídola.

Así que mandó sant Phelipe al dragón, en el nonbre de Jhesu Christo, que se fuese a logar desierto do non moriesen omnes nin enpeciese a ninguno. E man a mano se

1 Esta palabra está escrita dos veces: la primera, tachada, con «i»; la segunda, con «y». 2 Vorágine dice «Escitia». 3 Es Marte, según sabemos por la Legenda. 4 Añadir esta palabra parece la corrección más plausible. El ms. 15.001 da otra lección: «querrá dios

que rresucitarán».

130 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

fue, e nunca más paresció. E esto fecho, resucitaron luego el fijo del obwpo e los dos cavalleros. Estonce todas las gentes que vieron este miraglo adoravan a sant Phelipe e cuidavan quel era Dios, e q«ebra[n]taron luego aqwella ídola de don Mares. Baptizaron muchos millares de omnes e creyeron en Jhesu Christo. E así creyendo todos, aún les predicó despwe's bien un año, así que crecía el pueblo christiano por la predicación de sant Phelipe.

E él, ordenando en aquella t/erra [17c] obispos e missacantanos e diáchonos e sudiáchonos, e acrecentando en la iglesia de Dios, despwe's por revelación de Dios tornóse a Asia, a una cibdat que dezían Pentápolin,5 e destruyó y la heregía de las ebronicas,6 que dizién que Jhesu Christo non tomó verdadera carne de santa María. E él ovo dos fijas v/rgines por las qwales convertió Dios muchas gentes a la su fe.

E sant Phelipe, siete días ante qwe muriese, llamó todos los obwpos e los capellanes de aquella t/erra e díxoles: «Dios me dio vida estos siete días por tal que los amoneste», ca él era viejo e anciano, así que avía LXXXVII años.

E despwe's desto tomaron los gentiles e pusiéronlo en la cruz, así commo a 3hesu Christo, de qwz'en él predicava, e crucificáronlo y, e apedreáronlo, e en este martirio dio el ánima a Dios. E así acabó su vida en buena andança e fuese para Paraíso. E enterraron amas sus fijas cerca él despwe's que murieron, la una a la una parte e la otra a la otra parte.

Mas agora vos dexaremos de dezir de sant Phelipe e diremos del apóstol sant Yague, cuya fiesta cayé en este mismo día.

Vorágine dice «Hierápolis».

Los ebionitas («Hebronitarum»), según la Legenda.

XIV

ISTORIA DE SA7VT YAGO

[E]l apóstol sa[n]t Yago es dicho Jacob Alfeo, e fue fijo del Alfaosic; otrosí fue dicho Jacob hermano de Jhesu Christo, e fue dicho Jacob el Menor, e fue dicho Jacob el Justo.

Fue dicho [17d] fijo del Alfeo, q«e qwz'ere dezir enseñado o señamiento de los otros, ca a él enseñó Jhesu Christo, e él enseñó a los otros.

Fue hermano de Jhesu Christo dicho porqwel semejava mucho, segund que dizen, en tanto que se engañavan algunos en su semejança, que tanto se semejavan en las caras que non podién departir quál era Jhesu Christo nin quál sant Yague. Onde qwando los judíos fueron prender a Jheíu Christo, Judas el traidor dioles señal en besándol, ca sabía entre ellos departimienfo, e conoscíalos porq¿/e bivía con ellos.

Otrosí fue dicho hermano de Jhe.su Christo porqwe Jhesu Christo e Jacob, bien como fueron fijos de dos hermanas, así asemejavan que eran fijos de Josep e de Cleophá. Ca non es dicho hermano de Jheíti Christo fascas que fue fijo de Josep el esposo de santa María que lo oviese de otra muger, así commo quieren algunos dezir, mas porqwe era fijo de otra hermana de santa María, que ovo nonbre María Cleophás, porque fuera fija de uno que ovo nonbre Cleophás, e que fue hermano aqwel Cleophás de Josep.

Otrosí fue dicho Jacob el Menor a departimienío del otro Jacobo, fijo del Zebedeo, que es dicho sant Yague el Mayor, qne nasció antes qwe éste. E despwe's lo llamó JheíU Christo a la su conpaña, e porque lo llamó más tarde por eso ovo nonbre Jacob el Menor. Onde esta costunbre es en algunos religiosos que aquél que entra en la orden primeramente es dicho «mayor», e el que entra despwe's es dicho «menor», maguer que sea [ 18a] mayor de días o de santidat.

Fue dicho Jacob el Justo por gran santidat que en sí ovo, ca, segund dize sant Gerónimo, de tan grand santidat fue en el pueblo que todos corrían por tañer la sonbra de su vestidura. E este en el vientre de su madre fue santo, ca nunca comió carne nin bevió vino, nin tajó nin cercenó de los sus cabellos, nin nunca entró en baño, nin usó de vicio ninguno. De suso vestía lino. Tantas vegadas fincava los inojos en tierra en oración fasta qwe los tenía así duros commo callos de fierro. E por esta razón fue dicho Justo.

132 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Otros libros dizién que él fue el pránero de los apostólos que cantaron míssa en íherusalem, e esta onra le fizieron los apostólos por razón de la su santidat. Aun antes que fuese obispo fue virgen, segund que dize sant Gerónimo. E este sant Yago el viern[e]s de indulgencias, quando murió Jheíu Christo, fizo prometimiento que non conbría fasta que viese a Jhesu Christo resucitado. En el día de la Resurreción, ante que Jacob comiese, aparesciól Jhesu Christo, e dixo a los que eran y con él: «Ponet la mesa e el pan». Desende tomó el pan e bendíxolo, e diolo a este Jacob el Justo, diziendo: «Levántate, el mi hermano, e come, ca el fijo de la Virgen ya resucitó de muerte a vida».

E en [e]l seteno año de su obispado, quando los apastólos vinieron a Íherusalem en el día de Pascua, preguntándoles [18b] sant Yague quel dixesen qMííntas maravillas fiziera Dios por ellos, e contáronlo y ante todos.

E predicando y Jacob siete días con los otros apostólos en [e]l tenplo, ante Caifas e ante los otros judíos, teníalos ya allegados acerca, q«e se querían baptizar. E entró uno a desora, dando bozes e diziendo: «¡Varones!, ¿qne' fazedes o por qué vos dexades así engañar destos encantadores?», e así los revolvió e movió todo el pueblo q«e ya querían apredrear todos los apostólos. E aquel omne subió suso do estava sant Yague pedricando e despeñólo dende ayuso, e de la caída qt/ebrantól la pierna a sant Yago, e dende adelante fue sienpre coxo. E esto fue siete años pasados después que Jhesu Christo subió a los cielos. E desí pasada aquella fiesta de aquella Pascua, fuéronse los apostólos a andar por el mundo, e fincó allí en Gerusalem Jacob, en su obwpado, predicando e faziendo muchas maravillas en el nonbre de Jhesu Christo.

E a cabo de treita años de su obwpado, veyendo los judíos que non podían matar a sant Pablo porqne apellara por él el emperador, enviaron a Roma por razón que era cavallero fijo de algo, e así escapó sant Pablo aquella vegada de la muerte. E desq¿¿e los judíos vieron que non osavan matar a sant Pablo, tornaron su saña en Jacob, el ob¿spo, e començaran catar manera cómo lo matasen.

E otra vegada vinieron muy grandes [18c] gentes a Jherusalem tener la fiesta de una pascua. E muchos de Jherusalem creían en Jhesu Christo, mas los escr/vanos e los fariseos ayuntáronse en uno e dixeron: «¿Que' faremos, que estas gentes andan enga[ña]das, e todos creyen que Jhesu Christo es bivo e non ge lo podemos sacar de los coraçones? Mas nós roguemos a Jacob el Justo, que llaman hermano de Jhesu Christo, que eras, quando vernán todas las gentes a oración, que predique de la nuestra ley, e que diga a todo el pueblo qwe aquello de Jhesu Christo que non es así. E él, que á graeza en su palabra, creerlo han las gentes, e tirarlos ha deste error». Desí otro día, estando ayuntados en el tenplo de Salomón a su fiesta, vinieron los mayorales de los judíos a Jacob, e dixéronle:

—Jacob Justo, nuestro amigo, rogárnoste que non fagas quel nuestro pueblo crea en este Jhesu. Cuedan que El es Christo, el que á de venir. E tú faziendo esto en este

SANTIAGO APÓSTOL 133

día, después todos faremos qnanto tú maridares. E ponerte hemos en grand honra, ca sabemos que tal eres que non catas a la persona de ningunos, sinon a la verdat, ca tenemos que eres justo entre todos.

E dixo Jacob:

—Yo de grado les diré la verdat.

E subiéronlo estonce suso en el tenplo encima de un pilar do solían sobir los sacerdotes a dezir sus oirás. [18d] E desqne lo subieron allí, començaran a dezir los sacerdotes e los escribas e phariseos a las gentes que les oyesen. E desí dixeron ellos mesmos a gra[n]des bozes:

—O, Jacob el Justo, el más de qncmtos en el mundo son. A ti devemos creyer e obedecer tus mandamientos. Dinos Jacob: estas gentes andan en grand error en pos de Jhesu, e dizen que es Christo, e que es bivo, e tú sabes que non es así, ca El fue crucificado e muerto. Dinos qne te semeja, e desengaña estas gentes.

Estonces Jacob respondió a muy grandes bozes, e dixo:

—Varones de Israel, que me preguntades del fijo de la V/rgen, evadió do sey en los cielos en su virtud a la diestra parte de Dios Padre. E dende ha de venir a juzgar los bivos e los muertos.

E quando los christianos esto oyeron, fueron muy alegres, e començaran a dezir:

—Esta es la verdat, e esto es lo que nós creemos.

E los phariseos e los escn'bas e los sacerdotes ovieron muy grand pesar por esto que oyeron, e conmençaron a dezir: «Mal avernos fecho en fiar de Jacob, ca bien deviéramos saber qne él non diría bien ninguno, ca es de los de Jhesu, e nunca lo podremos tirar de aqnel camino. Mas allá oviese él su creencia e non nos oviese dicho tal testimonio de Jhesu Christo. Mas subamos a él e despeñémosle ayuso por que los otros ayan miedo e non se atrevan de creerle». E llamaron [19a] ha gra[n]des bozes, diziendo: «¿Qué es esto, qne erró el Justo?», e subieron a él, derribáronlo de cima del pilar do estava predicando, e vino ferir en U'erra. E qnando cayó cubriéronlo de piedras, e dizién: «Apedreemos a Jacob el Justo, qne erró en Jhesu Christo e fizo a otros muchos errar». E así apedreado e despeñado non pudo morir, mas leva[n]tóse e fincó los inojos, rogando a Dios e diziendo: «Ruégote Señor que los perdones, qne non saben qne se fazen». Estonce un sacerdote, de los fijos de Recab,1 llamó a grandes bozes: «Ruégovos amigos qne estedes en paz. ¿E qne fazedes? E veyedes qne este qne vós apedreades está rogando a Dios por vós». Estonce vino uno de los otros sacerdotes qne lo apedreavan e tomó una grand palanca, e diol tal golpe e tan rezio en la cabeça qnel echó los meollos fuera, e tendiól luego muerto. E así rescibió

La Legenda dice «Rahab».

134 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

nuestro señor sant Yague el apóstol martirio, que era obwpo de Jherusalem, e fuese para Paraíso, e enterráronlo y, cerca el templo.

E todo esto cuenta Josephus,2 un judío que era uno de los creyentes e amigo de Jheíu Christo. E era del tienpo que Jhesu Christo andava por el mundo. Este andava con El, e por ende esenvió esta istoria en su libro.

E aquí se cunplió una de las cosas [que] dixo e profetizó Jhesu Christo a sus discípulos de lo que les avía de3 venir a todos los que el su nonbre [19b] llamasen e alabasen ante los pueblos, cómmo ¡os avien de matar e aborrecer por la verdat, segund que fallamos escrz'pto por sant Juan apóstol e evangelista, que cuenta en [e]l evang[e]lio que Jhesu Christo, ante que muriese, que llamó a sus discípulos, e les dixo que non tornasen nin4 oviesen miedo, nin menguase en ellos la fe q«ando veniesen las persecuciones e las5 grandes priesas. Ca serien traídos ante los reys e ante los príncipes, serían atormentados en los concejos, e en las sinagogas, e qwe los matarien por el su nonbre. E que estas cosas6 ¡es dezía El por que quando viniese la ora en que esto les acaesciese que se remenbrasen del, por que fuesen bien firmes. E cierto así conplido en este fecho, ca bien firme fue sant Yago en rescebir la muerte en la su carne por amor de Jheíu Christo.

E dize en el libro que conpuso Joseph«j que por el pecado desta muerte de sant Yago fue destroida Jherusalem e los judíos desterrados. Mas non fue tan solamente por esto, mas fue por la muerte de Jhesu Christo. Empero porq«e Jhesu Christo non quería que el pecador se pierda, e por que ellos non se pudiesen escusar del su pecado, sperólos quarenta años a penitencia, amonestándolos por los apostólos, e mayormente por la predicación de sant Yago, mas non podiendo con ellos por la predicación de los apostólos, quísolos espantar por signos e por visiones. Ca en estos quarenta años que les diera para fazer [19c] penitencia despees de la su muerte, acaescióles muchos signos e muchas marav[i]llas, ca una estrella muy clara e muy resplandeciente que aparesciera tan bien de día como de noche, e era fecha en semejança de espada en todas sus figuras, estovo sobre la cibdat de Jherusalem un año todo, de día a día. E semejava q«e ardía e que sallían della flamas de fuego muy grandes a todas partes. E aqwella estrella estava q«eda sobre aquella cibdat. E bien devenios agora entender que en esto se les mostró que avían todos los judíos a perescer a espada, e que avía toda la cibdat de ser metida a fuego e ser ardida, así comino después se cunplió.

- En este punto Vorágine menciona a Hegesipo. 3 Ms.: de de 4 Ms.: tornasen mn tornasen nin 5 Ms.: las las 6 Ms.: casas

SANTIAGO APÓSTOL 135

E después deste año pasado aparesció a cabo de días otro signo, que por la pascua de los judíos, qnando comen el pan cenceño sin levadura, estavan los sacerdotes de noche en el templo e otros muchos judíos que yazían y con ellos para servir a Dios, e por fazer de noche sus oraciones. E fazié una noche muy escura, e era ya la ora nona de la noche pasada, e estavan los sacerdotes en el tenplo orando e aqnellas otras gentes con ellos, e vino una claridat tan reluziente como sí fuese el sol, e paróse sobre el ara del templo do los sacerdotes fazían su sacrificio, así que todo el templo se fizo tan claro commo [19d] si entrase y el sol por todas partes. E los sacerdotes e todos los otros qne y eran ovieron muy grand miedo, e semejávales qne viniera y el sol a desora. E muchos de los que eran por la cibdat vieron aquella claridat, e pararon mientes dónde venía, e viéronla sobrel tenplo e ovieron grand miedo que ardía el templo, e avíéndolo creyente, metieron muy grandes bozes e grand roido por la cibdat. E movióse una grand partida de la gente, e vinieron al templo cuidando qne ardía, e, qnando y llegaron, fallaron qne non era nada, e falláronlos a todos que estavan a escuras, salvo qne dixeron aquellos que y yazían que una luz más clara que el sol viniera e que se asentara sobre el ara del templo. E devemos entender qne en esto se les mostró que la luz de aquel templo ysic el día claro qne y aparesció que era Jheíu, e que lo non conoscieran e que fincaron en su teniebra e en escuridat, más qne antes que El viniese. E en esta misma fiesta, una bezer[r]a qne aduxeran para sacrificar a la ora parió.

E desqne pasó este signo, a cabo de tienpo vieron otra vez contra la parte de ocidente cómmo venían muchos carros e muchas carretas qne venían por el aire, e venían en enllassic muchas gentes de todas las partes del mundo, e qne subían a las [20a] nubes, e desqne llegaron con las nubes cercaron toda la cibdat de Jhevusalem sin sospecha, rebatadamente, ante qne ellos se pudiesen rebolver. E en este signo se les mostró qne Vaspasiano havía de venir de parte de occidente sobre ellos, e los avía de cercar sin sospecha.

E después adelante a cabo de tienpo acaesció qne, estando los judíos en una fiesta muy grande qne ellos llaman Cinquesmas, entraron los sace[r]dotes de noche en el templo a fazer su oración e sus misterios segund su costunbre, e oyeron muy grandes roídos e muy grandes bozes qne dizían: «Pasémosnos e vayámosnos destos lugares, e pasémosnos e vayámosnos destas sillas, ca nos non conviene de fincar aquí, ca esta es la casa de la tribulación e d[e] la sangre». E luego qne esto oyeron fizóse un roido muy grande comnro de rebato e de movimiento de grand gente. E los sacerdotes e los ministros qne estavan en el tenplo fueron con muy grand miedo e con muy gran pavor. E esto fue mostrado qnando verná Vaspasiano, qne los justos se irían e dexarían la cibdat, por qne qnando la ira del Señor viniese sobre ella qne se non amansase por ruego de los justos qne en la cibdat fuesen.

E mientra estas visiones e estos signos se mostravan, pasaron seis [20b] años de más de los qnarenta qne se cunplieron desde el día de la Acensión, qnando subió

136 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Jhe.su Christo a los cielos, fasta la muer[te] de Jacob, obwpo de Jherz«alem. E después desto, a cabo de tienpo, quaüo años antes que Vaspasiano pasase la mar para cercar a Gerusalem, acaesció que los judíos fazían una muy gran fiesta, e diziénle la fiesta de los tabernáculos, que quiere dezir que es la fiesta de q^ando fueron hedíficadas las casas de oración, después que los judíos salieron de Egipto. E faziendo ellos esta fiesta, era en Jherusalem un omne que avía nonbre Jhe.su, e era fijo de un sacerdote que ovo nonbre Ananías. E estando todos en el templo e él con ellos muy seguro, començo a dar muy grandes bozes, e a dezir: «La voz de oriente, la voz de ocidente, la voz de todos los qwatro vientos sobre Jherusalem e sobre los sposos e sobre las esposas e sobre el templo». Tomáronlo estonce los sacerdotes e comencáronlo amenazar, e quanto más lo amenazavan todos, más lo dezía él e tanto más lo afirmava a grandes bozes. Estonce tomáronlo los sacerdot[e]s e prendiéronlo. E desqwe fue preso acotáronlo por que callase. E qwanto más lo ferien tanto mayores bozes metía, e non les podía ál responder nin dezir. E áeque esto vieron los príncipes de los sacerdotes, diéronlo a un omne poderoso commo adelantado, segund fuera Pilato, e mandáro[n]le quel atormentase de muchas maneras [20c] fasta que se partiese de dezir aquellas cosas. E tomólo el juez, e tantos fueron los acotes e las feridas e los tormentos quel fizo fasta quel parescían lo[s] huesos por todas las partes de su cueipo descubiertamente. E quanto más lo feria tanto más a grandes bozes dezía lo que primero dezía, e, maguer que lo abrían de feridas a todas partes, nunca les rogava quel non feriesen, nin dizía que lo soltasen, nin llorava, nin gemía, mas antes se esforçava todavía a dezir más lo que cometiera, e semejava que por cada uno de aquellos golpes salía una voz así commo aullido, que dezía: «¡Guay, guay, guay! a los de Jhert/salem, que fallecervos á la vuestra gloria para sienpre jamás». Mas por todas estas señales e maravillas qwe acaescieron en Gerusalem non se quisieron co[n]vertir los judíos, nin por predicaciones, nin por amonestamientos.

E después de los cinqwenta años envió Dios a Vaspasiano e a su fijo Tiius a Jherusalem, que destruyeron la cibdat toda por suelo, e esta fue la razón por qwe vinieron a Jherusalem: Veyendo Pilato quél justiciara a Jhesu Christo El non lo mereciendo, e temiendo7 qwe vernía por ende sobrél la ira de Tiberio, el enperador de Roma, enviól un mensagero qwel dezían Albayo, qwe lo escusase con buenas razones. E en aqwel tienpo Vaspasiano era señor de Galacía por Tiberio el emperador, e el mensagero de Pilato ovo gran tormenta en la mar, qwe [20d] lo echó en Galazia, e allí do aportó tomáronlo e aduxéronlo ante Vaspasiano. E avien y tal costunbre que todos qwantos y arribavan por tormenta de la mar que los cuerpos e los averes eran del señor de la t/erra. E demandól Vaspasiano qw¿én era o dónde venía, e para dó iva. E él dixo:

—Yo só de Jherusalem, dende vengo, e vo para Roma.

E díxol Vaspasiano:

Ms.: comjendo. Corregimos la palabra según el ms. 15.001.

SANTIAGO APÓSTOL 137

—Tú, que viniés de la t/erra de los sabios e sabes el arte de la física, pues que eres de Jhemsalem, si eres físigo devemos por ti sanar.

Ca Vaspasiano, quando era niño, de nascimienfo traía en las8 narizes un panal de avispas, onde por aqwello le dezíara Vaspasiano.9 E él respondiól:

—Señor, yo non sé la física, e por ende nora te pu[e]do sanar.

E díxol Vaspasiano:

—Si nora me sanares, mor[r]ás por ello.

E díxol el merasagero:

—Aquél que alu[n]bra los ciegos e sana los demuniados e resucita los muertos, sabe que yo non sé la física, e guardarme ha Él dessa muerte.

E díxole Vaspasiano:

—¿E quién es aquél de quien tú esas cosas dizes?

E díxol Albayo:

—Es Jhe.m Christo Nazareno, el que matarora los judíos en cruz por envidia. E aun tú mesmo, si crey[e]res en Él [serás]10 sano.

E díxol Vaspasiano:

—Creo biera verdaderamente que aquél que alumbra los ciegos e sana los demoniados e resuscita [21a] los muertos, que esse biera me puede sanar desta enfermedat. —E diziendo esto, cay[e]ron luego todas las avispas de sus narizes, e a la sazón fue sano. Estonce Vaspasiano cora gran gozo dixo— Cierto só que fue fijo de Dios el que a mí así pudo sanar deste dolor. E si el emperador me qtn'siere dar licencia, yo le prometo de ir con todo mi poder para Gerusalem, e todos los traidores de Jhesu Christo e los quel mataron destroirlos he por raíz. —E desí dixo [a] aquel Albano, mensagero de Pilato— Con mi licencia tórnate a tu t/erra11 con todas tus cosas. E mando que te non tomen ninguna cosa de lo tuyo.

E él fizóle mucho algo, e enviólo libre e qwito.

E Vaspasiano fuese para Roma, e ganó poderío e licencia del emperador Tiberio que destruyese las t/erras de Judea e de JheriMalem. E muchos años en ü'erapo deste

Ms.: las las

Sigue «sy non me sanares moras» tachado.

-1 Suplimos esta palabra siguiendo el ms. 15.001. 1 Ms.: atierra

138 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

emperador Tiberio12 allegó muy grandes huestes, ca se leva[n]taran los judíos contra el señorío del emperador de Roma. Onde segund dizen las crónicas non se fizo esto por amor de Jhesu Christo, mas porqne eran rebeldes los judíos al inperio de los romanos. E por ende Vaspasiano vino con grand hueste para Jherusalem, e cercóla en un día de pascua con grand poder, e encerró y muy grandes conpañas de omnes que vinieran y a la fiesta. Mas antes un tienpo [21b] que Vaspasiano viniese a Jherusalem, el SpíWíu Santo fizo saber a los christianos que y eran que se fuesen ende. E fuéronse a un castillo que dezían Pella, que estava allende del río Jordán, por tal que saliesen ende los santos omnes e Dios fiziese vengança de la cibdat e del pueblo pecador.

E co[n]batió pr/merame[n]te una cibdat de Judea que dezién Janapatán,13 en que morava Josephus, príncipe e mayoral delia, e defendióse muy fuerte con los suyos. Estonce viendo Josephus que perdería la cibdat, tomó consigo onze judíos de los más nobles e más poderosos de toda la cibdat, e díxoles que quería con ellos fablar en porídat. E levólos a una casa soterraña que él tenía en su morada e metiólos dentro, e puso omnes que guardasen la salida. E desqwe los ovo cerrados, preguntóles que que' tenían por bien de la guerra en qwe eran. E estovieron allí qwatro días qwe non comieron ni bevieron. E querían los judíos más morir allí por consejo de JosepIítM que non ser siervos de Vaspasiano, e por ende qjíeriénse matar unos a otros e sacrificar la su sangre a Dios, e porque Josepho era el mayoral dellos queríanle matar primeramente, por tal qwe Dios se amansase matando a él. E por ende Josepho, omne sabio e non queriendo morir, fizóse a sí mismo alcalde de la muerte o del sacrificio, e mandó echar suertes entre [21c] dos e dos, e aqnel sobre que cayese que muriese primero. E así, metiendo suertes agora el uno e agora el otro, murieron todos, fasta14

qwe vino al postrimero qwe avié Josepho de meter suertes con él. Estonce Josepho, omne esforçado e ligero, tollió el cuchillo e dema[n]dól que quál quería más, la muerte o la vida. E respo[n]diól: «Más quiero la vida, si tú me la quisieres dar». Estonce Josepho fabló en poridat a su pn'vado, e dixo qwel diese la vida, pues ge la demandava. E aduziéndol Josepho ante Vaspasiano, díxol Vaspasiano:

—Devieras morir si non por este que te libró.

E dixo Josepho:

—Mas si alguna cosa es fecha non tan bien, puédese mejorar.

E díxol Vaspasiano:

—El vencido, ¿qué puede fazer?

—Algo puede fazer, si me quisieres creyer —dixo Josepho.

Ms.: tiberio tiberio

Es Jonapatán, según se lee en la Legenda.

Ms.: fasta fasta

SANTIAGO APÓSTOL 139

Díxol Vaspasiano:

—Asaz té otorgado que fables, e oírte muy de grado todo lo que dixeres.

E díxol Josepho:

—Sepas quel emperador Tiberio es muerto, e los senadores fizieron a ti emperador.

E díxol Vaspasiano:

—E si tú eres propheía, ¿por qué non adevineste a los desta cibdat que devié ser mía?

E dixo Josepho:

—Yo lo dixe ante bien qwarenta días.

Entre todo esto vinieron los mensageros de los romanos e dixeron a Vaspasiano que él era emperador de Roma. E Vaspasiano dexó a su fijo Tito en la cerca de Jherasalem, e Tito, oye[n]do que su padre era emperador de Roma, [2Id] ovo tan grand alegría e gozo, que fue todo esfriado e paralítico del un costado. E oyendo Josepho que Tito era enfermo, empeçó a demandar la razón de la enfermedat, e del tienpo en que enfermara, mas non sabién la razón ni la enfermedat, e dixeron que esto le acaesciera quando oyó que su padre era enperador. E Josepho, como sabio e entendudo de pocas palabras, alegróse mucho del tienpo que falló la enfermedat, e sabía que por la grand alegría e gozo que ovo que fue enflaquecido. E pensó que la cosa contraria que guarezería con la cosa contraria, e sabiendo que lo que se gana por alegría que se pierde muchas de vegadas con dolor. E començo a demandar si era y alguno quel qtíí'siese mal, e avié y un rapaz tal mal quisto de Tito, que qwando le veía luego era muy sañudo, e non querié oír su nonbre. E por ende dixo Josepho a Tito:

—Si qw/eres ser sano, conviene que perdones a qwantos vinieren emsic mi conpaña.

E díxol Tito:

—Qwantos vinieren en tu conpaña, todos vengan salvos e segaros.

Estonce Josepho dixo a Tito qwe mandase fazer grand yantar, e puso la su mesa de la otra parte de Tito, e fizo ser aqwel rapaz de la su diestra parte. E veyé[n]dol Tito, conturbóse todo de gran pesar, e ensenóse malamente. E bien commo fuera pnmeramenlte [22a] esfriado con gozo, bien así fue todo encendido en calentt/ra e en saña. E estendiéronse los mienbros, e fue luego sano. E despwe's desto Tito rescibió en su gracia a aquel rapaz, e Josepho fue mucho su amigo.

E tovo cerrada Tito Jlierasalem dos años, e entre todos los otros males que avien los qiíe estavan dentro, era la muy grand fanbre, en manera que nin los padres perdonavan a los fijos, nin los maridos a las mugeres, nin las mugeres a los maridos,

140 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

ca non tan solamente arrebatavan los comeres de las manos, mas de la boca ge lo sacavan. E los mancebos que eran más fuertes quanto a la hedat, queriendo mostrar su fuerça andando por las plazas, se caían muertos de fambre. E los que enterravan los muertos muchas vegadas se caían sobre ellos, e non podién sofrir el fedor de los cuerpos. Davan precio del común e enterrávanlos, mas ya fallezié[n]doles esto, e venciéndolos la mucha fambre de los cuerpos, despéñanlos del muro ayuso. E Tito, cercando la cibdat en derredor, veyendo las cárcavas llenas de cuerpos e toda la t/erra corronpida del su fedor, alço las manos llorando al cielo, e dixo: «Dios, Tú sabes que yo non lo fago».

E tan grand era la fanbre q«e comían [22b] los çapatos e las correas. Una dueña rica e fija dalgo, entraron ladrones en su casa e robaron quanto en el mundo avié, e non le fincó otra cosa salvo un fijo pequeño que mucho amava. E teniéndolo en las manos, dixo: «Fijo de la desaventurada madre, guardóte para guerra e para fanbre, o que te despedacen e te coman, ven agora acá mío fijo e comert é yo, e maravillarse an los ladrones, e fablará ende todo el pueblo». E díziendo esto degolló el fijo, e co[c]iól15 e comió la meitad, e ascondió la otra parte. E ahevos luego los ladrones, sentiendo el olor de la came cocha, entraron en casa, e amenazávanla de muerte si non les diese la came. Estonce ella descubrió los míenbros del niño, e díxoles: «Evat aquí la mejor parte que vos guardé», e ellos, quando lo vieron, espantáronse, e non pudieron fablar. E díxoles ella: «Este es mío fijo. Mío es el pecado, cometle seguros, ca yo comí primero lo que engendré. E non qwerades ser más flacos que las mugeres, nin más religiosos que la madre, ca si por aventura vos doledes ende e lo aborrecedes, yo lo conbré todo, que comí la otra meitad». E ellos, tremiendo despantados, fuéronse.

Empero el segundo año que Vaspasiano fue emperador, priso Tito a Jhemsalem, [22c] e destruyóla toda, e el templo. E así comnzo los judíos vendieron a Jhe^u Christo por treita dineros, así él vendió tretasic judíos por un dinero. E segund que cuenta Josepho, noventa e siete mili judíos fueron vendidos, e onze vegadas cient mill fueron muertos en guerra e por fambre. E otras cosas muy maravillosas acaescieron que non cuento aquí agora.

Ms.: coyol. Es lo que creemos leer, con lo que habría que suplir la «c».

XV

[FUE FALLADA LA CRUZ DE NUESTRO SEÑOR JHESU CHRISTO]

[F]ue fallada la cruz de nuestro Señor Jhe.m Christo después dozientos años que Él resucitó. Ca el rey Salamón, quaaáo fizo el templo, tajó un árbol del monte Líbano, mas nunca los maestros podién fallar lugar dol pusiesen,1 e a las vegadas lo fallavan luengo, e a las vegadas muy corto. E por ende, ellos, sañudos, despreciáronlo e pusiéronlo sobre una agua sobre que pasasen los omnes. E Nicaula, la reina de Saba, quando vino a oír la sabiduría de Salamón e quiso pasar por aqwel lugar, vio que en aq«el madero avié de ser puesto el Salvador del mundo, e por ende non quiso pasar por él,2 mas adorólo luego. E qt/ando fue en su casa envió dezir a Salamón que en aquel madero avié de ser puesto e crucificado uno, e por la muerte del todos los [22d] judíos avían de ser estruidos. E por ende Salamón mandólo tomar ende e meterlo en fondón de la tierra.

E después fue y fecha una fuente en qae descendié el ángel cada día una vez. E el pn'mero que se y vañava, desqwe veía el movimiento del agua, gu[a]rescié de qualquier enfermedat que oviese por la vz'rtud del madero.

E qtíando vino el tienpo de la Pasión de Jhe.su Christo, los judíos tomáronlo e fizieron ende cruz. E desta cruz fueron quatro maderos: palma e ciprés e oliva e cedro.

Este lleno precioso de la cruz dozientos años o más yogo so tierra, mas Elena, la madre de Costantino, la falló, el emperador, en esta manera: En aqwel tienpo ayuntáronse grand conpaña de bárbaros cerca del río de Danubio, e queriénlo pasar para tomar toda la tierra fasta oriente, e que fuese suya. E quando lo sopo Costantino, el emperador, movió su real e ordenó sus huestes cerca Danubio. E creciendo la conpaña de los bárbaros e pasando ya el río, Costantino ovo muy gran miedo, viendo qwe otro día avié de aver la fazienda. E en essa misma noche, durmiendo, despertól el ángel e díxol qwe catase suso, e él catando al cielo vio la señal de la cruz, que alvié [23a] en sí escn'pto este título de letras de oro, muy claras además: «En aqueste signo venzerás». E él, muy conortado en la visión celestial que viera, fizo la semejança de

Ms.: pusieesen

Precede la palabra «ende» tachada.

142 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

la cruz, e mandóla levar ante su hueste. E acometió los enemigos, e fizólos foir, e mató muchos dellos.

Estonce Costantino llamó todos los obwpos de los ídolos e demandóles muy afincadamente de quál dios era esta señal, e respondieron que non sabían. Estonce demandó por sant Silvestre, e vino y con sus clérigos, e contáronle todo el fecho de la cruz e de la fe de la Trmidat, e creyó él estonce en Jhesu Christo muy acabadamente, e bateóse.

Estonce envió a Elena su madre a Jherusalem que buscase la cruz de ihesu Christo. E veniendo ella a Jherusalem, ma[n]dó ayuntar qt/antos judíos sabidores eran en toda essa tzerra. E los judíos, muy medrosos, dixeron entre sí:

—¿Qué asmades por qué nos faze la reina ayuntar aqaí?

E uno dellos que dizién Judas dixo:

—Sé que quier saber de nós dó es el leño3 de la cruz en que fue Jhesu Christo crucificado. Mas catad que non ge lo diga ninguno, e si ge lo dezides sabet que perescrá la nuestra ley, e todo nuestro estado será destroido, ca mío avuelo Zacheo dixo a mi padre Simón, e mi padre a mí quando murié díxome: «Fijo, [23b] para mientes qwando buscaren la cruz de Jhesu Christo, luego la descubre ante que sufras muchos tormentos, ca de allí adelante nunca los judíos avrán poder, mas todos adorarán a aqwél que pusieron en la cruz, ca El [es]4 Jhesu Christo, fijo de Dios». Estonce díxele yo: «Padre, si nuestros padres conoscieron que era fijo de Dios, ¿por quél pusieron en la cruz?», e respo[n]dió él, e díxome: «Sábelo Dios qne nunca fui en consejo; ante ge lo contradix muchas vegadas, ca El porqwe predicava contra los pecados de los phariseos fiziéronle crucificar, e El resucitó a tercer día, e veyéndolo sus discípulos, subió a los cielos. E Estevan, tu hermano, creyó en Él, e por ende apedreáronlo los judíos. E fijo, para mientes q«e non seas osado de dezir mal contra El nin contra sus discípulos».

E dixeron los judíos a Judas:

—Nós nunca oyemos tales cosas, empero si la reina demandare desto, cata que non ge lo dicas.

E ellos, estando ante la reina, e preguntándoles el lugar do fuera Jhesu Christo crucificado, e ellos non queriendo mostrar el lugar, mandólos todos quemar en [e]l fuego. E ellos, temiendo esto, enseñáronle a Judas, e dixeron:

—Señora, este es fijo de justo e de propheta, e sabe muy bien la ley e demostrarte todo lo que demandares.

3 Ms.: lino 4 Suplimos esta palabra siguiendo el ms. 15.001.

INVENCIÓN DE LA SANTA CRUZ 143

Estonce dexó ella todos los otros, salvo Judas, e díxol:

—La muerte o la vida, escoge qual más quisieres, e muéstrame el lugar do Jheíu Christo fue crucifilcado, [23c] por que pueda fallar la su cruz.

E Judas respondiól:

—¿E cómo lo puedo saber que ha más de dozientos años, e en aqwel tienpo non era yo nascido?

E díxol la reina:

—Yo te lo juro por el crucifixo qwe te mate de fambre si non me dizes la verdat.

E mandól echar en un algibe e quel non diesen a comer. E estovo ende seis días sin comer, e el seteno día demandó que\ sacasen, e prometió que sacaría la cruz. E quando lo sacaron ende vino al lugar do estava la cruz soterrada, e rogando a Dios, tremió la tierra a desora, e sintieron un fumo de olor de especias muy maravilloso, así que Judas, maravillándose, dixo: «En verdat Jhe^u Christo Tú eres el Salvador del mundo». E estava en este lugar el templo de Veni« qwe fiziera Adriano el enperador, por tal qae si algún christiano qwesiese adorar en aquel lugar, que semejase que adorava ha Venus, e por esto fascas ya era olvidado aqwel lugar. E la reina fizo destroir el templo e arar el lugar, e después Judas enpeçó ha cavar muy esforçadamente. E cavando veite pasos falló tres cruzes ascondidas, e adúxolas luego a la reina. E non sabiendo quál era la de Jhe.su Christo para apartarla de las de los ladrones, pusiéronlas en medio de la cibdat, esperando la gloria de Dios.

E [23d] cerca la nona hahevos do aduzién un mancebo muerto, e Judas detóvole en el lecho, e puso la pn'mera e la segunda cruz sobre el cuerpo del muerto, mas por eso non se levantó; e poniendo la tercera luego visco el muerto. E el diablo dava bozes en el aire, diziendo:

—Judas, ¿qué as fecho? Tú obreste cosas contrallas de otro mi Judas, ca aq«él, metiéndogelo yo en coraçón, fizo la traizión, e tú contra la mi volumtad saqweste la cruz de Jheíu Christo. E por aquél gané yo almas de muchos, e por ti, que eres adelantado de los judíos, perdí las ganadas. E por él reinava en todo el pueblo, e por ti só echado de mi reino. Empero tornart é yo la vez e aduré contra ti un rey que negará la fe de Jhesu Christo, que te fará a ti dándote tormentos negar essa misma fe.

E semeja qwe fue dicho de Juliano Apóstota, que este Judas, seyendo obwpo de Jherusalem, atormentándol mucho, fizo morir mártir de Jhesu Christo. E oyendo Judas estas bozes del diablo, dixo:

—Jhe^u Christo te meta en los abismos del fuego que sienpre á de durar.

Después desto baptizóse Judas, e dixéronle Ciríaco. E muerto el obispo de Jherusalem, fue él obwpo. Empero santa Elena, non aviendo los [24a] clavos de JheíU Christo, rogó al obispo Ciríaco que fuese al dicho lugar e que demandase e buscase

144 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

los dichos clavos. E venie[n]do él allí, e rogando a Dios, a la sazón parescieron los clavos en t/'erra, más claros quel oro. E tomándolos, diolos a la reina, e ella fincó los inojos en tierra e adorólos con grand reverencia. E partió la cruz por medio, e aduxo la meitad a su fijo, e la otra meitad fizóla cobrir de plata e dexóla en Jherusalem. E aduxo los clavos consigo, que fueron fincados en los pies e en las manos de Jhes-u Christo, de los quales fizo poner en el freno que levava qucmào entrava en la lit, e de los otros puso en el yelmo. E por ende ordenó santa Iglería que fiziesen esta fiesta cada un año muy onradamente tres días de mayo, porqwe en tal día fue fallada.

E después mató Julliano Apóstota a sant Ciríaco, obispo en Jherusalem, porque se trabajava en todos los lugares de predicar e de afirmar la señal de la cruz. Ca yendo lidiar contra los de Pèrsia, envió a Ciríaco que sacrificase los ídolos, e non lo qwerie[n]do fazer, mandól tajar la diestra mano, diziendo:

—Esta mano esenvió muchas cartas por que se tomaron muchos christianos, desanparando los sacrificios de los ídolos.

E dixo Ciríaco obispo:

—Ora sin [24b] seso feziste muy grand pro, ca ante que yo creyese en Jhe.yu Christo escriví muchas cartas a las sinagogas de los judíos que non crey[e]sen en Jhesu Christo. Evaste que agora tageste el escándolo del mío cuerpo.

Estonce Juliano fizo regalar el plomo e echárgelo en la boca, e despees fizo adozír un lecho de fierro e estenderle en él a Ciríaco, e esparzir de yuso carbones acendidos e sal e grosura, mas Ciríaco non lo preció nada. E díxol Juliano: «Si non quieres sacrificar a los ídolos, si ál que non, di que non eres christiano». E non lo queriendo fazer, mas estrañándolo mucho, mandó fazer una fuesa muy fonda, e poner y serpientes venenosas, e echar en ella a Ciríaco, mas luego murieron las serpientes. E mandó Juliano a Ciríaco poner en una caldera llena de olio firviente, e él començóse de santiguar, e qt/eriendo entrar de grado, rogó a Dios que quisiese que se baptizase en [ejllo otra vegada en baptismo de martirio. E Juliano, sañudo, ma[n]dól ferir por los pechos de un cuchillo, e así murió mártir de Jheíu Christo.

Qwanta es la virtud de la cruz paresce en [e]l encantador que engañó un omne, e adúxol a un lugar do fizo ayuntar todos los diablos, e prametiéndol qnel darié grande aver. E ahe do vio seyer un grande e negro commo moro sobre una [24c] silla muy alta, e aderedor del otros tan negros como él armados. E estonce preguntó él a este encantador:

—¿Quién es aqweste niño?

E díxol él:

—Señor, tu vasallo.

E díxol el diablo:

INVENCIÓN DE LA SANTA CRUZ 145

—Si me quisieres adorar e ser mi vasallo e negar a tu Jhe.yu Christo, fazerte he ser a la mi diestra.

E luego que esto oyó, santigóse e llamó a gra[n]des bozes que era siervo de Jhesu Christo, e man a mano que la señal de la cruz fizo, desapareció toda la conpaña de los diablos. E después desto, estando una vegada con su señor en la iglesia de Santa Sofía, e estando amos contra la imagen del Salvador, vio su señor que esta imagen catava muy afincadamente a aqwel su notario, e veyendolo su señor, fízol pasar de la diestra parte e vio que esta imagen le empegó a catar otra vegada muy afincadament. E fízol pasar aún de la sinistra, e ahevos que la imagen tornó otra vez los ojos, e enpeçól a catar bien como pn'mero. Estonce conjuról aquel su señor que le dixese qué meresciera ante Dios porque así le catava aqwella imagen, e díxol que non sabía que ningún bien oviese fecho, salvo qwel non quisiera denegar ante el diablo.

XVI

[SAN JUAN ANTE PORTAM LATINAM]

[S]ant Juan apóstol e evangelista, demientra que predicava en Épheso, prísol el adelantado de la cibdat e conbidól qwe sacrificase a los ídolos. E non lo queriendo fazer, metiólo en la cárcel, e envió el adelantado su carta al emperador Domiciano, en [24d] qwe no[n]brava a sant Johón, diziendo que era encantador e sacrilego, e menospreciador de los ídolos, e onrador del crucifixo. E por ende Domiciano mandól dozir a Roma, e aducho, fízol tajar por escarnio todos los cabellos de la cabeça. E ante la puerta de la cibdat que llaman latina, mandól meter en una tina de olio ferviente, empero non sintió ningún dolor, mas sallió ende sin daño ninguno. E por ende fizieron los christianos una iglesia en aqwel lugar, e aqwel día fazen fiesta commo de su martirio. Empero non quedando de predicando a Jhesu Christo, mandól Domiciano desterrar en la isla de Pathmos.

E los emperadores non tan solamente persiguiera los apávfolos qwe predicavan a Jhesu Christo, mas porqwe dezían que era Dios, si[n] actoridat e mandado de los senadores, lo que ellos non dexavan fazer a ningwno de los dioses. Onde fallamos qwe Pilato, enviando una vegada sus cartas a Tibirio de Jhesu Christo, e que Tiberio mandase a los romanos que rescibiesen la su fe, repoyáronlo e estañáronlo mucho lo[s] senadores, porque lo llamava Dios sin su ma[n]damiento.

E la madre de sant Juan, oyendo qwe su fijo estava preso en Roma, así commo madre, aviendo piedat e dolor, vínose para Roma qwe lo viese, mas viniendo e oyendo que era desterrado, e tornándose ende en conlpania, [25a] finóse en la cibdat q[ue] dizen Imola.1 E el su cuerpo fue ascondido muy grand D'enpo en una cueva, mas despwe's sant Juan mostrólo a sant Yago, e falláronle qwe olié muy bien, e faziendo muchos miraglos, trasladáronlo ende con muy grand honra.

1 Vorágine dice «in Campania civitate Nerulana», así que las palabras «conpania» e «Imola» surgen probablemente de lecturas erróneas, que también están en el ms. 15.001.

XVII

[LAS LEDANÍAS]

[F]ázense las ledanías dos vezes en [e]l año, las unas en [e]l día de sant Marcos, que son dichas Ledanías Mayores; e las otras, tres días ante de la Acensión. E ledanía tanto qw/ere dezir como humildat e rogamiento.

Las primeras ledanías han tres nonbres. Lo pnmero es dicha Ledanía Mayor, porqwe la mandó fazer sant Grz'guerio, papa de Roma; e aun porqwe fue fecha en Roma, que es señora e cabeça de todo el mundo, ca yaze y el cuerpo de sant Pedro; e por razón de una enfermedat muy grand que acaesciera, ca los romanos, ayuna[n]do la qt/aresma e comulgando el día de Pascua, e después comiendo e beviendo e jugando e faziendo luxúria e otros pecados, envióles Dios una gran enfermedat en aqwella cibdat. E era esta pestilencia tan cruel qwe los omnes en la carrera e en la mesa e en trevejando e en fablando se murién a desora, en manera qwe esturnandosic se murién, onde qwtmdo alguno esternudava, e [25b] le oía otro, luego dizía «Dios te ayude», e por ende lo dizen aún los omnes. Otrosí, si alguno bocezava, luego se saguava,sic e esta costunbre dura aún fasta agora.

Otrosí es dicha Procesión de Siete Ordenes, porque sant Gregorio las procesiones que estonce fazía ordenávalas en siete maneras: primero los cle'rigos, desende los religiosos, despwe's las monjas, despwe's los infantes, desende los legos, desp[ué]s las biudas, e en cabo los casados; mas lo que agora non podemos fazer en las personas fazémoslo en el cuento de las ledanías, ca las dezimos siete vegadas ante que dixiemos las señas.

Otrosí son dichas Cruzes Negras, ca en señal de lloro porque murién tantos omnes, e e[n] señal de penitencia vestiénse paños negros, e por aventara por esa misma razón cubrién las cruzes e los altares de cilicio, e los christianos deven tomar vestiduras de penitencia.

Otra ledanía es menor, que se faze tres días ante de la Acensión. E esta estableció sant Mamerto, obwpo de Viena. E es dicha ledanía menor a departimienío de la primera, ca fue establecida del obwpo menor e menor luegar, e por enfermedat menor, ca estonce en Viena tremié la tierra muy a menudo, en manera qwe echava las casas e muchas iglesias. E el día de Pascua cayó fuego del cielo e qwemó el palacio del rey. E bien así [25c] como los diablos entraron en los puercos porqwe lo consi[n]tió Dios, así entraron en los lobos e en las otras bestias, por los pecados de los omnes, e non

150 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

tan solamente en los caminos, mas en la cibdat e doquier que fallavan los moços e los viejos e los omnes e las mugeres. E así acaesciendo esta tribulación cadal día, el obispo [fizo]' ayunar estos tres días, e estableció esta ledanía, e de allí adelante nunca sintieron más esta pestilencia. E por ende ordenó la Iglesia que guardasen esta ledanía por todo el mundo.

Otrosí es dicha Rogaciones, ca en esto rogamos e demandamos ayuda de todos los santos, e devemos ayunar estos tres días por servir a Dios e que nos dé paz, ca en este tienpo se suelen fazer las guerras. Otrosí aún que por que faga crecer los frutus,sic e por muchas otras cosas que serié luengo de contar.

Dízenle otrosí Procesión, ca estonce la Iglesia fazié procesión general. En esta procesión trayemos la cruz e tañemos las canpanas por que espantemos los diablos, e que fuyan, ca así como el rey en la su hueste ha tronpas e pendones, así Jhesu Christo, que es rey que sienpre ha de durar, ha en este mundo las canpanas por tronpas, e las cruzes por pendones. E bien así como si oyelse [25d] el enemigo en su t/erra las tronpas de otro alguno poderoso e viese los sus pendones e oviese miedo, así los diablos que son en este aire escuro an muy grand miedo quando sienten las tronpas de las canpanas que tañen, e catan e veyen los pendones de las cruzes. E esta es la razón por que en la iglesia suelen tañer las canpanas quando veyen que quiere fazer alguna tespestad, por que los diablos que la fazen que oyan las tronpas del rey e que espantados fuyan, e que non nos enpescan las tespestades. E Jhesu Christo non ha otro pendón sinon la cruz, e esta temen mucho los diablos, segund que dize Gn'sóstomo, que doquier que la veyen luego fuyen. E por ende en algunas iglesias sacan las cruzes qnando veyen que quiere venir en tierra la tespestad, por que fuyan los diablos quando las vieren.2

E este pendón levamos ante nós en las procesiones para dar ha entender que bien así commo el pueblo mucho sigue la cruz, así muchos santos siguieron a Jhesu Christo quando subió a los cielos. E los cantos qwe cantamos da a entender los cantares de los ángeles q«e los salieron a rescebir.

En algunas igl[es]ias e mayormente en Francia es costunbre que en los primeros días lievan un dragón con grand cola inchada e llena de [26a] paja o de otra cosa alguna en la procesión, e va ante la cruz. E traíanla el tercer día vazía después de la cruz, por dar ha entender quel diablo reinava en este mundo ante qwe Jhesu Christo muriese en cruz, e después qwe perdió todo su poder.

Cuenta sant Juan Damasceno que en Costantinopla, por una tribulación que acaesció, que fazían ledanías, e un niño fue arrebatado de medio del pueblo para el cielo, e aprendió allá este cantar: «Sánete Deus, sánete fortis, sánete misericors et inmortalis, miserere nobis», e tornándose3 dende al pueblo cantól ante todos, e luego cesó aquella tribulación.

Suplimos esta palabra siguiendo el ms. 15.001.

Precede «veye» tachado.

Ms.: tornanando se

XVIII

ISTORIA D[E] LA ANCENSIÓN DE JHESU CHRISTO^

[C]onviene que vos mostremos algunas razones de la Ancesionisic de nuestto Señor Jhesu Christo. E sabet que Ascensión tanto quiere dezir como subimiento, porqwe Jhesu Christo subió a los cielos. Ca en la era de setenta e un año, qaando se cumplieron treita e tres años que el nuestro Señor Jhesu Christo nasciera de santa María, avino así a los quarenta días después del día de la Pascua de Resurrectión, que en tal día como este jueves, qwe seían los onze apostólos allegados en Jherasalemi, en [e]l palacio do cenara cora ellos el nuestro Señor [26b] Jhesu Christo el jueves de la cena, que era en un lugar apartado qae era llamado Melo, e era en [e]l morate Sión. Ca allí moravan en el aqael tierapo los apostólos e los discípulos e las mugeres qae creían en Jhesu Christo, ca en aqael lugar fiziera el rey David fazer en el tiempo un palacio muy grarad e estraño para comer, en qae Jhesu Christo maradó adobar la cena en [e]l jueves de la Pascua, qwe Él comió cora sus disciplos. E en aqael palacio moravara e enseñavara los apostólos a los que querían aprender la fe de Jhesu Christo. E allí durmiera cada noche los apóstalos e los otros discípalos, e las otras mugeres qwe erara de la su conpaña moravara allí aderedor dellos, por aqwel lugar que vos dezimos que era llamado Melo, cada una por sus posadas. E pues aquel jueves que se cunplierora los qware[n]ta días quél andudo por la t/erra después que resurgió, seyendo todos los onze apóstoles comierado en aquel palacio, aparescióles Jhesu Christo, e denostó la su mala crencia e la dureza de sus coraçones, e comió con ellos. E dize sarat Lucas en el libro del Fecho de los apóstoles, que les maradó e dixo: «No vos partades2

de mí, mas esperat y el prometimiento del Padre, lo qae oyestes por la mi boca, ca sarat Juara se bautizó en agua, mas vós seredes baptizados de Spíritu Santo ante de [26c] muchos3 días». E luego qae Jhesu Christo ovo esto dicho a los apostólos, mandó qae salliesera de la cibdat de Jherusalem; e ta[n]to qae ge lo ovo maradado, luego les desaparesció de la vista de sus ojos.

E los apostólos e los discípalos e las mugeres, luego qae acabarora de comer, salieron de un coraçón de Jhernsalem e de una voluntad, segurad qae les mandara

1 «de Jhesu Christo» en letra posterior. 2 Ms.: panadas 3 Ms.: mu muchos. Hay una anotación marginal ilegible, en latín, a lo que parece (véase lám.). La

referencia es Hechos 1, 4-5.

152 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Jhesu Christo. E friéronse para, monte Oliveti, e aparescióles luego el nuestro Señor Jhesu Christo, e fabló con ellos, e dioles respuesta de las cosas quel preguntavan, algunos de los quel demandaron si avié El de refazer en este tienpo el tenplo e el reigno de Israelm,sic segund que lo dize sant Lucas en el su evangelio.4 E desqwe Jhesu Christo les dio respuesta a lo quel demandavan, e les ovo dicho muchas cosas, alço la mano e bendíxolos. E fue así que mientra que los bendezía, veye'ndolo todos, fue de alí aleado e recibiólo una nube, e tolliólo de la vista de sus ojos, e subióse a los cielos a su Padre.

E esto así fuera profetizado muy grand tienpo ante por el propheta Daniel, qnando dix e escrivió en [e]l su libro: «Aspiciebarn in visu noctis, et ecce in nubili/s celi ñlius hominis venit», e un poco adelante dize otrosí: «Et usque ad anticunz pervenit», que quiere dezir que dixo Daniel: «Yo catava en la vista de la noche, e ahe que así como [26d] fijo de la Virgen subió en las nubes e vino fasta el antiguo».5 E esto se entiende de commo qwz'en dize qwe vino fasta Dios Padre, que fue a[n]tiguo, porqwe fue antes. E otrosí lo ovo propherizado David propheta muy grand tienpo ante que Jhesu Christo nasciese, quando dixo en el Salmo del Salterio: «Regna terre, cántate Deo qui ascendit super celos celorum ad oriente», que quiere dezir «Regnos de la tierra, cantat al Dios que subió sobre el cielo de los cielos a la parte de orient».6 E otrosí esto lo oviera prophetizado otro propheta que ovo nonbre Isaías, quando anunció esto, e dixo en su praphezía: «Exaltabitwr et humiliabitur,7 et sublimis erit valde», que quiere dezir: «Será exaltado e levado, e será subido muy alto». Otrosí Salamón, qne fue muy grand tienpo ante que Jhesu Christo nasciese, prophetizó esto mismo, quando escrivió en el su libro que ha nonbre Cántica canticorum: «Ecce hic veniet persalliens super montes, transilliens super colles», que quiere dezir: «Ahe que aqwe'ste verná subie[n]do sobre los montes, traspalará sobre los oteros», como quien dize: «sobre los cielos sallirá».8

E nós devemos saber que en aqwel lugar do Jhe.su Christo subió a los cielos fue después a tienpo fecha una iglesia, e aparescían en [e]l suelo do Él tovo los sus pies las señales dellos. E como quier que por toda la iglesia pudieron fazer suelo de piedra, nu[n]ca en aquel lugar fizieran otro suelo, sinon aquél en que estavan las señales [27a] de los pies de Jhesu Christo, ca luego que y vinién los maestros por lo fazer, perdían las memorias, e levantávanse los cantos e feríanlos en las fazes, segund que lo esenvió sant Suplicio en su libro, qwe fue ob/spo de Jherusalemi.

4 Hechos 1,6. 5 Daniel 7, 13. 6 Salmo 68 (67), 33-34. 7 Isaías 52, 13. Debería figurar la palabra «elevabitur», en lugar de «humiliabitur», que no pertenece

a este pasaje, como denuncia la traducción que sigue, sino que seguramente se ha colado por contaminación de Mateo 23, 12, u otros: «qui autem se exaltaverit humiliabitur, et qui se humiliaverit exaltabitur». El error aparece asimismo en el ms. 15.001.

8 Cantar 2, 8.

ASCENCIÓN DEL SEÑOR 153

E desque los apocólos e los discípulos ovieron perdido a Jhesu Christo de la vista, seyén allí e alçavan los ojos contra el cielo suso, pero que se devieran tornar para Jherusalem ante que sey[e]r allí, por aquello qwe les Él dixera: «Sédete in civitate quo usque induamini virtute ex alto», qwe quiere dezir: «Seyet en la cibdat fasta que seades vestidos de la virtud del alto cielo».9 E por que non tardasen y mucho, dize sant Lucas en el evangelio que mientra que ellos seían catando suso contra el cielo por ó subiera, ahe dos varones, que quiere dezir dos ángeles en forma de omnes, que estudieron allí cerca dellos en vestiduras blancas, que les dixeron: «Varones de Galilea, ¿qué estades catando contra el cielo?, que aqueste Jhesu Christo que fue aleado dentre vós así verná como lo viestes sobir».10 E sabet qwe aquesto les dixeron ellos porque en aquella misma carne en que lo vieron sobir al cielo en essa misma á de venir el día del Juizio; e bien como subiera en nubes, bien [27b] así descenderá en nubes.

E sabet otrosí que aparecieron allí estos dos ángeles a los apostólos por dos razones: La una, por que los confortasen de la tristeza que avien por su Señor, que se partiera dellos. La otra por que mostrasen que subiera Jhesu Christo al cielo, do son las órdenes de los ángeles, onde ellos descendieran. E esto así lo propherizara el propheía David muy grand tienpo ante, quando dixo en el Salmo: «Ascendit super cherubin et volavit, volavit super pennas ventorum», que quiere dezir: «Subió sobre aquella orden de los ángeles que es llamada cherubin, e voló e voló sobre las péñolas de los vientos».11

E sabet que por esto que salieron los apostólos con Jhesu Christo al monte Olívete e despue's se tornaron a Jherusalem, por esto fue levantada primeramente la processión que fazen los domingos e las grandes fiestas en las iglesias, ca bien como los apóstalos sallieron todos en uno con los otros discípulos e con las mugeres al monte Olívete yendo Jhesu Christo, que fuera crucificado, ante ellos, porque ellos non lo veyén, otrosí sallen los clérigos de la igl[es]ia todos en uno, e con el otro pueblo de los omnes e de las mugeres, yendo la cruz ante ellos, en que va la figura de Jhesu Christo; [27c] e bie[n] como los omnes e las mugeres to[r]naran con los apostólos fasta su posada, bien así torna todo el pueblo con los clérigos a la iglesia. Empero que Jhesu Christo era subido a los cielos e non se tornava con ellos corporalmente a Jherusalem, tornan los clérigos e el pueblo a la iglesia con la cruz, e esto fazen porque tornava Jhesu Christo con ellos spiriíualmente, por aquello que les dixera Él una vegada: «Yo convusco só fasta la fin del mundo».12

9 Lucas 24, 49. 10 Hechos 1, 10-11. 11 II Samuel 22, 11. 12 Mateo 28, 20.

154 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

E sabet otrosí que por aquel día de la Ascensión en que Jhesu Christo subió a los cielos era jueves, por ende fazían sienpre en el comienço de la iglesia de la christiandat la processión en cada jueves, e agora non la fazen ya, e guardavan el día del jueves bien commo el domingo. Mas despees que fueron martirizados los santos e fueron veniendo los muchos días santos, dexaron de guardar el ju[e]ves por razón de aqwella fiesta que guardavan, sinon una vez en el año, quando cayé el día de la Ascensión, e mudaron la procesión al domingo e a las otras fiestas, como vedes que agora fazen.

E dize sant Lucas en el su evangelio que desque fueron allí entrados los apostólos, que se subieron al lugar que era llamado Cenáculo, do yazién las noches sant Pedro, e sant Joan, e sant Yago, e sant Andrés, e sant Phelipe, e santo Tomás, e sant Bartolomé, e sant Matheo, [27d] e sant Yago el fijo del Alfeo, e Simón Zelotes, e Judas el hermano de sant Yago, que éstos eran los onze apostólos. E todos estavan y sienpre en oración de un coraçón e de una voluntad, con santa María, la madre de Jhesu Christo, e con las mugeres e con los otros sus discípulos.13 E allí estovieron los diez días que son desde el jueves de la Ascensión fasta el día de cinquesma, que Jhesu Christo envió sobre ellos el Spíritu Santo que les avía prometido, q;<ando les dixo que soviesen en la cibdat fasta que fuesen vestidos de la virtud del alto cielo. E otra vez ante desto, que les dixera qMe non los desanpararía huérfanos, mas que iva al Padre, e que tomaría a ellos.

Subió Jhesu Christo a los cielos, e en el más alto de suso está Él a la diestra del Padre, e allí es su morada, e de su madre e de los sus santos, e dende á de venir al día del Juizio, quando ha juzgar los bivos e los muertos.

E nós aquí vos dexaremos agora esta razón desta fiesta, e de aqí« adelante contarvos hemos de cómo envió el Spíritu Santo en los apocólos a los onze días después qwel subiera a los cielos.

3 Hechos 1, 12-14.

XIX

ISTORIA DEL SPÍRITU SANTO^

Firmó nuestro Señor Jhesu Christo la su fe e el su amor en los colraçones [28a] de sus discípulos e apostólos de tal guisa que nunca se partieron de estar ayu[n]tados en uno, e eran acordados en una voluntad. E estavan sienpre en oración rogando siempre a nuestro Señor que les enbiase el Sp[írit]u Santo que los consolase.

E ellos así estando ayu[n]tados en uno, a los diez días despees que subió a los cielos, en aquel palacio de David do los avía dexado Jhesu Christo el día de la Acensión con santa María su madre que era y con ellos, e conplidos los diez días después de la Ancesión,sic que se fazen cinquenta días después de la Pascua de la Resurreción, que fue aqwel domingo en que Jhesu Christo resucitó de muerte a vida, e este cuento de cinquenta días fue conplido en este domingo q^e dezimos cinquesma, e ellos estando en este domingo mismo en aqwel palacio ayuntados por la mañana, en un sobrado vino el Spíritu Santo sobre ellos, en un sueno así como en boz de trueno muy manso, que les semejava que en todo el mundo era fecho una voz así como mansa e luenga, en voz mediana, que non muy alta. E en sonando aquel roido, e ellos catando qué sería, finchóse aqt¿el palacio de muy grand claridat, e luego descendió sobre ellos el Spzn'íu Santo. E [28b] paróse, e estava suso en guisa de fuego, en figura de lenguas departidas la una de la otra. E semejava que se tendía aquel fuego de suso del techo del palacio fasta el fondón, e fazíase en tal figwra commo lengua que viniese dar en la cabeça e en todo el cuerpo de cada uno de los apóstelos. Finchólos todos la gracia del Spíritu Santo.

E así como oyeron por toda la villa aq¡íel sueno sobre aquel palacio, vinieron a ellos muy apn'esa grandes gentes de la villa que se ayuntaron y a veyer e saber qiíe' fuera. Qwando entraron falláronlos do estavan llenos de Spíritu Santo. E qwal ora descendió en ellos aquel fuego tal ora fablaron ellos lenguajes nuevos, e començaran luego de fablar en lenguas departidas de diversos lenguajes. E dizién los unos en un lenguaje: «Tal cosa prophefizó tal propheía», e dizién los otros en otro lenguaje: «En tal día fizo nuestro Señor tal miraglo e se cunplió esa prophecía». E así estavan contando los fechos del Señor, e cómo fuera todo escn'pto e prophetizado por lassic

prophetas grandes tienpos ante qwe Jhesu Christo viniese.

El título parece un añadido en letra posterior.

156 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

E eran estonce en Gerusalem muchos judíos e varones religiosos e otras gentes muchas de todas nasciones que son so el cielo, e eran y muchos de los creyentes en Jheíu Christo. E qual ora se fizo el [28c] sueno del Spíritu Santo, vinieron todos e allegáronse allí do estavan los disciplos fablando las maravillas de Dios. E eran estas gentes de diversas nasciones: los unos eran de Ponto, e los otros de Media, e los otros elamites,2 e los otros de Mesopotania, e los otros de Judea, e los otros de Capidocia, e los otros de Asia, e de Pèrsia, e de Pafilia,sic e los otros de Egipto, los otros de tierra libia, que es acerca de Cirenen, e los que vinieran y de Roma, e otros de Creta, e otros de Arabia. E destas gentes eran muchos dellos judíos e muchos caversos,sic e qwando vieron los apostólos que así fablavan en sus lenguajes de cada uno dellos, maravillávanse e dizién unos ha otros: «¿E cómo fablavan estos omnes los nuestros lenguajes? ¿E non son estos galileos, pues3 por que' saben ellos fablar las nuestras lenguas en qne nós somos nascidos? ¿O qne' quiere ser esto, ca nós mismos veemos qne lo non fablan por otro escrz'pto?». E semejávales a cada uno dellos qne todos los apostólos fablavan en el su lenguaje e non en otro, e porfiavan los de Arabia que fablavan en [e]l su lenguaje, e otrosí los de Roma que fablavan en lengua romana con ellos, e los de Asía dezién que falblavan [28d] el suyo, e así cada uno de qnantas t/erras y eran. E por ende estavan todos muy espantados, e qnanto más afincadamente fablavan los apávíollos de las maravillas de Dios, tanto se espantavan más los judíos deste miraglo, e lo tenían por estraña cosa. E entre todas las otras gentes, maravillávanse más los qne non eran de ]hemsalem, e preguntavan a los de la villa que sabién ellos que los conoscién, e diziénles:

—¿Q«e' es esto qne los galileos fablavan los nuestros lenguajes?

E a esto les respondieron algunos judíos de aq¿/ellos qne non creyén en Jhesu Christo nin avien gracia de Spíritu Santo; con envidia qne los ovieron, dixeron:

—¿Sabedes qué es e por qne' fablan assí? Porqne están llenos de mosto.

E esto commo si dixesen qne estavan beudos. E esto era a la ora de la tercia. E algunos de los otros qne eran creyentes e fieles de Jhe^u Christo vinieron a sant Pedro, e dixéronle:

—Pedro, evas qne los fariseos e los judíos non creyen esto todo de Jhesu, e dizen qne tú, Pedro, e estos otros qne estades leños de vino, ca non dizen q«e estades con gracia de Dios, nin llenos de Spíritu Santo. Mas porqne así fablades dizen qne non sabedes qué dezides.

E sant Pedro respondió e dixo:

2 Véase Hechos 2, 9-11. 3 Ms.: pues pues

EL ESPÍRITU SANTO 157

—Nos non somos beudos, ca ora es de tercia e nós aún non comiemos nin beviemos, mas esto es el Spín'íu Santo que enbió sobre nós el nuestro Señor Jhe.su Christo, así commo [29a] nos lo avía prometido que nos lo enviaría. E desto non se deven maravillar lo[s] judíos, ca ellos en su ley lo han escn'pto, que esto así devié ser conplido, ca el propheía Joel, que fue judío, lo prophetizó muy grand tiempo ante que Jhe.su Christo nasciese, qwando dixo: «Efundan? de spiritu meo super omnem carnem, et prophetabunt filii vestri et filie vestre», que quiere dezir que prometió Dios que esparzería el Spiritu Santo por todo el mundo, e qwe prophetizarién los qwe eran por nascer.4

E después desto fizóles sant Pedro un sermón tan bueno qwe fueron aqwel día baptizados qwatro mili omnes e mugeres, e otrosí otro día tres mili. E después desparziéronse lo[s] apóstalos por todas las partes del mundo a predicar la fe del nuestro Señor Jhesu Christo a todos los lenguajes, con aqwella gracia que les dio aqwel día de tablar en manera que todos los ente[n]diesen, por que pudiesen fazer a las gentes creer la na[cen]cia, e la muerte, e la resurrectión, e el subimiento a los cielos, e todas las otras maravillas que el nuestro Señor Jhesu Christo fizo e padezió por nós en tierra, qwando nos vino salvar del pecado en que éramos caídos por el er[r]or del nuestro pn'mero padre Adam. E esto así ge lo avié mandado el nuestro Señor ante qwe pn'siese la muerte en la cruz, qwando [29b] dixo a sus discípulos: «Euntes in mundum universum predícate evangeliura omni creatwra», que quier dezir: «Iredes por todas las partes del mundo a predicar el evangelio a todas las cn'atwras».5 Otrosí les ovo dado poder por las t/erras por do fuesen que puediesen sanar demoniados, qwando les dixo: «In nomine meo demonia eicient».6 Otrosí les ovo dado poder de sanar las enfermedades qwando les dixo: «Super egros manus inponent et bene abebunt», qwe qw¿er dezir qwe sobre los enfermos pusiesen las manos e les farién aver sanidat.7 Gracia les ovo dado de perdonar los pecados qwando les dixo: «Accipite Sp¿n'íwm Sanctum, quorum remiserit»* peccata remituntwr ei[s]», qwe qwz'ere dezir: «Tomat el Spj'níu Santo, e aqwellos qwe vós perdonáredes los pecados séanles perdonados».8

Pues les Jheíu avié mandado qwe fuesen por todo el mundo a predicar el evangelio a todas las gentes, menester les era qwe oviesen tres cosas señaladamente qwe ellos non avien en sí: la una qwe ente[n]diesen todas las lenguas de todo el mundo, ca si las non entendiesen non podrién predicar en todo el mundo; la otra qwe entendiesen las escnptwras para saber predicar; la tercera qwe fuesen esforçados e osados para

4 Véase Hechos 2, 14-21; Joel 3, 1. 5 Marcos 16, 15. 6 Marcos 16, 17. 7 Marcos 16, 18. 8 Juan 20, 22-23.

158 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

predicar ante reys e ante condes e ante los otros señores. Estas tres cosas les eran menester en la predicación de todo el mundo, [29c] ca si non oviesen sciefnjcia para entender las escrituras non predicarien la verdat; e si oviesen la ciencia e oviesen pavor, desfallezerién en la predicación; e maguer que oviesen cie[n]cia e fuesen osados, si non supiesen los lenguages de todo el mundo, non podrién predicar por todo el mundo, ca non los entendrien. E pues estas tres cosas les fueron dadas en aquellas figuras de lenguas de fuego en este día; lo primero dioles lenguas para fablar todos los lenguages que ellos nunca sopieran; lo segundo dioles que entendiesen todas las escr/ptwras; lo tercero dioles osamiento e fuerça, e fizóles perder el miedo, que pudiesen venir a martirio sin ninguna flaqueza quando fuese menester.

El Spíritu Santo vino sobre ellos en manera de fuego porqwe el fuego alimpia e quema e calie[n]ta e alunbra; así el Spíritu Santo quema los pecados, e alimpia los coraçones, e enciende a los qne son fríos en el su amor, e alu[n]bra las tiniebras del alma. Otrosí porqwe el fuego siempre se mueve, así el amor del Spíritu Santo faze a aquél quel á que sienpre ande pensando en buenas [29d] obras. Desende el fuego es más sotil que ninguno de los otros elementos, e así el amor de Spíritu Santo faze a aqz-íéllos qwe lo han aver poco sabor en las cosas del mundo presente, e faze más amar las cosas spirituales. E á otrosí el fuego natura de sobir, e de abaxar las cosas altas, e de ayuntar las cosas escorredizas; e así faze la virtud del Spíritu Santo e el su amor en aquél que lo ha, por tres cosas, ca los inclina por humildat, e álcalos al su deseo, e ayúntalos consigo.

Otrosí paresció mayormente en figura de lengua qne en otro mienbro, porqwe avien de predicar a todos los omnes del mundo, a osadas e en muchas maneras, e por dar buen exenplo de sí.

Otras razones muchas podrié aver, e omne dezir e co[n]tar del Spíritu Santo, si non porqne el t/enpo es pequeño, e el entendimiento non pu[e]de conplir nin abastar, mas pensemos en esto que avernos oído comino lo podamos conoscer e entender e amar, por que venga sobre nós, así como vino en todos los sus amigos, e que nos alunbre con penitencias e nos consege. E qwando esto fiziéremos, amaremos a Dios e El amará a nós, así como lo El [30a] dixo por su boca, segund qwe lo cue[n]ta sant Johán el apóstol e evangelista en el su evangelio, que dixo íhesu Christo a los sus discípulos: «Si alguno me amare e guardare las mis palabras, el mi Padre amará a él, e vernemos a él, e maniremos con él».9 E pues que vemos, amigos, qué buena promisión, que si amáremos a Dios, El amará a nós e manirá con nós. E por end pidamos10 múer/cordia a los apostólos, que fueron llenos de gracia de Spíritu Santo, que ellos nos ganen el amor e la gracia de Jheíu Christo; que El, que vino nascer en t/erra, nos alunbre, e meta su amor, e ab omni malo nos defendat, Christo adiuvante, qui cum Patre et Spiríta Sancto vivit et regnat per omnia secnla seculorum, amen.

9 Ms.: el el. Juan 14, 23. 10 Ms.: piulamos

XX

[SANTA PETRONILLA]

[S]anta Petronilla, cuya fiesta conpuso sant Marcelo, fue fija de sant Pedro el apóstol, e era muy fermosa. E ella aviendo muy grand fiebre, e estando su padre sant Peidro en la su casa, díxol Tito:

—Pues que tú sanas todos los enfermos, pues ¿por qué sufres que yaga así Petronilla?

E díxol sant Peidro:

—Ca esto á ella menester, mas porqwe entandadessic que lo puedo fazer,1 rogaré a Dios por ella.

E a cabo del servicio fecho, díxol sant Pedro: «Petrolnilla, [30b] tórnate a tu lugar»; e ella luego se tornó, e tornó la fiebre en ella así como antes. E despwe's que ella començo a ser muy acabada en el amor de Dios, luego la sanó muy conplidamente.

E otrosí un conde que avía nonbre Flaco, veniendo para ella, que la tomaría por muger, ca era muy fermosa. E respondiol ella: «Si me cobdicias por muger, manda venir acá algunas vírgines que me aconpañen fasta tu casa». E él aguisá[n]dolas, Petromlla començo ayunar e a rogar a Dios; e tomando el cuerpo de Dios, echóse en su lecho. A cabo de tres días finóse e fuese para Paraíso.

E veyendo Flaco que era engañado, tornóse a Fellícula, conpañera de Petronilla, e mandól que casase con él, o sacrificase los ídolos. E ella negándol amas las demandas, fizóla prender e poner en la cárcel siete días sin comer e sin bever, e después mandóla sacar ende e fizóla aspar. E ella, en esta pena estando, murió, e fuese para Paraíso. E echaron el su cuerpo en las piedras, e sacól ende sant Nicomedis, e enter[r]ól. E por ende el conde Flaco fízol aduzir ante sí, e non queriendo sacr/ficar, mandól azotar en tal manera que murió. E después que fue muerto, fízol echar en [e]l agwa [30c] de Tiberia,2 mas sacólo dende Justo, el su clérigo, e enterrólo muy onradamente.

Sigue «que yaga» tachado.

Obviamente se trata del río Tíber, como confirma la Legenda.

XXI

[SAN PEDRO, EXORCISTA]

[S]a[n]t Pedro el mártir, conpañero de Marcelino, cuya fiesta avernos dos días andados de junio, era de Corona. E mientre que lo tenié Artemio1 preso en la cárcel, su fija era demoniada, e por ende muchas vegadas llorava el padre. E díxol este Pedro que si creyese en Jhesu Christo, que luego la su fija sería sana. E dí[x]ol Artemio:

—Maravillóme cómmo el tu Dios puede sanar la mi fija e librarla, Él, que non puede a ti librar, que tanto sufres por El.

E díxol Pedro:

—El mío Dios pu[é]deme sacar de aquí si qw¿siere, mas Él quiere que por esta pena, que se pasa luego, que venga a la gloria de Paraíso, que sienpre á de durar.

E díxol Artemio:

—Si te pusiere yo en cadenas dobladas e te librare dellas el tu Dios, e sanare la mi fija, certas yo luego creeré en [É]l.

E en la noche do yazié, aparesciól sant Pedro, vestido de vestiduras blancas e teniendo la cruz en la mano, e él echóse a sus pies, e fue luego su fija sana. E por ende él e toda su conpaña tornáronse luego christianos, e dexó los otros prelsos [30d] que se fuesen en paz. E muchos otros, creyendo, baptizólos sant Marcelino.

E oyéndolo el adelantado, fizo adozir todos los encarcelados ante sí; los quedes llamó Artemio, e besándoles las manos díxoles que si alguno quetié venir a martirio de su buena voluntad, que veniese, e si non que se fuesen a buena ventura. E fallando por cierto el alcalde que los bateara Marcelino e Pedro, mandólos aduzir ante sí, e apartándolos a Marcelino e a Pedro, metiólos en la cárcel. E a Marcelino echáronlo desnuyo sobre un tarro2 qaebrantado, e non le dieron a comer nin a bever, nin lumbre. E a Pedro pusiéronlo en un cepo muy estrecho. E el ángel de Dios vino a vi[si]tar a Marcelino e soltól de la presión, e aduxo a él e a Pedro a casa de Artemio, por que

1 «Arquemio», según la Legenda. 2 La inicial parece más una «c» que una «t», pero «carro» hace peor sentido, y se desvía de la Legenda,

que habla de un «vitrum fractum».

162 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

conortasen el pueblo siete días, e despees que aparescíesen ante el alcalde. E el alcalde non los fallando en la cárcel, fizo venir ante sí a Artemio, e mandól que sacrificase, e él nora qweriendo, ma[n]dóle quebrantar en t/erra a él e a su muger. E oyendo esto Marcelino e Pedro, viniéronse luego para allí, e en aquella cueva cantó missa Marcelino, defendiéndole todos los christianos. E dixeron estos christianos [31a] santos a los que creyén: «Vedes que podemos librar a Artemio e nos asconder, mas non quisiemos fazer alguna cosa desto». Estonce los gentiles, sañudos, mataron a Artemio con espada, e a la muger e a la fija cubriéronlas de piedras. E levan a Marcelino e a Pedro a la isla, que es llamada agora Blanca por el su martirio, e degollaron y. E el que los degolló, que le dezién Doroteo, vio las sus almas, vestidas de vestiduras muy claras e de pi[e]dras preciosas, levar para el cielo. Onde aquel Doroteo por esta razón fue christia.no, e después murió en paz e fuese para Paraíso.

XXII

ISTORIA DE SAAT PRIMO E FELICIANO

[S]ant Primo e Feliciano, que amos eran christianos, acusáronlos obispos de los templos ante los enperadores Diocleciano e Maximiano, diziendo que si non los fiziesen sacrificar, que non podrién aver ningún beneficio de los dioses. E por mandado de los emperadores pn'siéronlos e metiéronlos en la cárcel, mas vino a ellos el ángel de Dios, e soltólos. E después otra vez presentáronlos ante los emperadores, e ellos estando muy firmes en la fe, ya cruelmente acotados, apartáronlos el uno del otro. E dixo el adelantado [31b] a Feliciano:1

—Tú eres viejo. Ave piedat de la tu vegedat e sacrifica los dios.sic

E respondiól Feliciano:

—Yo ya he ochenta años que nascí, e á treita años que conosco la verdat e que escogí bevir segund Dios, que me puede librar de las tus manos.

E estonce el adelantado mandó ligar et fincar clavos en los pies e en las manos, e díxol:

—Así estarás siempre fasta que fagas lo que te mandamos.

E el adelantado, muy alegre e muy pagado, mandól dar dorcejones,sic e que\ non diesen a comer ninguna cosa. E después fizo venir a sant Primo ante sí, e díxol:

—Evaste que ya tu hermano fizo qwanto le mandó el emperador, e por ende es e será muy honrado en el su palacio. E tú, ya pues que así es, faz eso mismo.

E a esto respondió sant Pn'mo, e díxol:

—Maguer que tú seas fijo del diablo, empero en parte verdat dexiste, ca mi hermano fizo lo que el enperador del cielo le mandó.

E estonce el adelantado, muy sañudo, mandó encender los sus costados con fachas, e echarle el plomo regalado en la su boca. E fazienle todo esto ante Felciano, por que se spantase. E sant Primo bevía así el plomo como si fuese agua, e por ende

Sigue «Yo ya he ochenta años» tachado, y corregido, sobre la línea: «Tú eres viejo. Ave pie».

164 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

el adelantado, sañudo, mandó que les echasen dos leones. [31c] E los leon[e]s, qMtmdo los vieron, echáronse luego a sus pies, e estovieron ante ellos así como corderos mansos. E después envió contra ellos dos ossos, que otrosí fizieron mansos con los leones. E estavan allí a ver este miraglo más de doze mili omnes, de los qwales los quinientos creyeron luego en Jhesu Chisto.

E el adelantado fizo degol[l]ar los santos Pn'mo e Feliciano, e echar los sus cuerpos a los canes e a las aves, mas por gracia de Dios non los tanieron. E los christianos tomaron los cuerpos e enterráronlos muy honradamente.

XXIII

[SANT BARNABÁS]

[S]ant Barnabás diáchono fue de Chipre, e fue el uno de los setenta e dos discípulos de ¡hesu Christo. E alábalo la escritura de muchas cosas, ca fue muy bien ordenado e enformado, quanto a sí, e quanto a Dios, e quanto a los cñmrianos.

Quanto a sí fue ordenado en razón de su alma, que la ovo muy alumbradosic para conoscer la verdat, qwe la ovo limpia quanto a la cobdicia del mundo, que la ovo muy esforçada en gra[n]deça de bien. E esto en acomitiendo muy esforçadamente cosas muy graves e granadas, e perseverar en las cosas fuertes que començava, e sufrir muy [3 Id] bien todas cosas quel venién, así como quando convertió la cibdat de Antiochía tan grande. Otrosí, después que sant Pablo fue convertido, fuese para Jheruralem, e queriéndose allegar a los otros apósíollos, e fuyendo todos ante él como los corderos ante el lobo, e sant Barnabé tomólo osadamiente, e levólo para los apostólos. Otrosí a su cuerpo dio mucho lazerio, qwe mucho trabajava, ayunando, orando, predicando, e sufrió muy bien todos quantos males le vinieron.

Otrosí fue muy bien ordenado quanto a Dios, dando onra a la su autoridat, que non quiso predicar sinon por mandamiento de Dios, ca algunos, queriéndol honrar así como a Dios, dieron bozes a él, e sant Paulo diziendo: «¿Qué fazedes varones, e nós omnes somos, como vós, e predicámosvos que dexedes estas vanidades e que tornedes a Dios».1 E dio honra a la bondat de Dios, ca algunos deziendo que se podrién los omnes salvar sin la circucisión, mostráronles él e sant Paulo que esto era segund la gracia de Dios, e non segund la ley.

Otrosí fue muy bien ordenado quanto a los omnes, ca predicó siempre la palabra de Dios. Desende porque la su vida fue espejo de santidat e de religión a todos los omnes, ca fue muy [32a] esforçado en todas las sus obras, e muy apuesto en sus costumbres, lleno de gracia de2 Spíritu Santo e muy claro en todas las virtudes. E otrosí en la fe fue muy bueno a los omnes, en faziendo limosna temporal, en aduziendo a todos los discípulos que eran en Jherusalem, quando fue muy gra[n]d fambre en el tienpo de Claudo, el emperador. E perdonando a todos aquellos que le

1 Hechos 14, 15. 2 Sigue «dios» tachado.

166 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

erravan, ca perdonó a JoMn, aq«el que dizién Marcos, quando desanparo a él e a sant Paulo, ca él, tornándose e pesándol de lo que ñziera, perdonól sant Barnabé.

E desfpués] desto, estando sant Barnabé en una cibdat que dizién Iconio,3 a este Johan su sobrino apareciól un omne muy claro, e díxol: «Johan, afuérçate, ca daquí adalante no te dirán JoMn, mas dezirte han Alto». Este Johíín, contándogelo a sant Barnabé, respondiól él, e dixo: «Guárdate lo más que pudieres, que esto que viste non lo digas a ninguno, ca a mí apareció Dios otrosí esta noche, diziéndome: "Sey esforçado, Barnabás, ca tú recibrás galardón en Paraíso, porqt/e dexeste la conpaña de la tu gente,4 e posiste la tu alma por el mi nonbre"».

E estando sant Paulo e sant Bernabé en Antiochía predicando, el ángel de Dios paresció a sant Paulo, e díxol: «Vete apn'esa [32b] para ihemsalem, ca algunos de tus hermanos los apostólos te están y esperando». E queriendo ir sant Barnabás a Chipre a ver sus parientes, e Paulo a Jhevusalem, partiéndose de uno, esto ordenándolo el Spíritu Santo, empero deziendo sant Paulo lo quel dixera el ángel, respondiól Barnabás, e díxol:

—Sea la voluntad de Dios. E yo agora iré a Chipre, e y fenestré mis días, e nunca ya te veré en esta vida.

E llorando echóse a sus pies con grand humildat. E Paulo, aviendo del duelo, díxol:

—Non llores, Barnabás, hermano, ca así es la voluntad de Dios, ca otrosí en5 esta noche me aparesció a mí Dios, e díxome: «Non enbargues a Barnabás que vaya a Chipre, ca a muchos alabará, e rescibrá y martirio por el mi nonbre».

E yéndose Barnabás para Cipro con Johón su sobrino, levó consigo el evangelio de sant Mateo, e, poniéndolo sobre los enfermos, sanó muchos por la v/rtud de Dios.

E salliendo de Cipro fallaron un encantador quel dizién Berién,6 que cegara a sant Paulo á tíenpo, e contrallólos, e non lo dexava entrar en la cibdat. E un día vido Barnabás los omnes e las mugeres correr desnuyos, e faziendo así sus fiestas. Ensañóse por ende, e maldixo el templo, e a desora cayó [32c] grand partida del, e mató muchos dellos, e vínose para Salamina. E el dicho encantador fizo turbar contra él toda la cibdat, e prendiendo los judíos a sant Barnabé, fiziéronle muchos escarnios, e traxéronlo a grand priesa ante el juez de la cibdat, que lo mátese.sic E sabiendo los judíos que era y Eusebio, un grand omne e poderoso, que era del linage del emperador Nero, aviendo del miedo que ge lo tomarié e lo sacarié de sus manos e de su poder,

Ms.: ycomo. Es lo que creemos leer.

Ms.: genge«te

Ms.: en en

«Elymas», según la Legenda.

SAN BERNABÉ 167

e quel dexaría7 ir a buena ventara, e con este miedo atáronle una soga al cuello, e sacáronlo fuera de la puerta, e allí lo quemaron luego. E aún non se fartando los judíos falsos, tomaron los sus hu[e]sos, pusiéronlos en una arca de plomo, e queriéndolos echar en la mar, vino sant Juan su discípwlo con otros dos, e llegó allí de noche, e robólos, e púsolos de noche ascondidamente en una cueva. E estovieron allí escondidos fasta el tiempo del emperador Zienio8 e del papa Gelagio, que fueron a9 quinientos años, e estonce los fallaron por la gracia de Dios, mostrándolos El.

7 Ms.: que delexaria 8 «Zenón», de acuerdo con Vorágine.

9 Esta «a» debe entenderse como preposición, y no como verbo, si la traducción es en este punto fiel a la Legenda.

XXIV

ISTORIA DE SANT QUIRZE

[S]a[n]t Quirze fue fijo de Julita, que era una dueña fija dalgo, e queriendo escapar de la persecución [32d] de Iconio, emperador en t/erra de Osagna,1 donde ella era natural, vínose para una cibdat de Cecilia quel dezían Tarsio2 con su fijo Quirze, que era niño de tres años; mas empero pnsiéronlos, e presentáronlos Alexandre, el adelantado de la ü'erra, e la dueña levava el niño en su braço. E veyendo esto dos sus mancebos fuxeron, e desamparáronla luego.

E el alcalde tomó el niño en sus braços, e mandó acotar a la madre con nervios crudos, porqwe non quería sacrificar. E el niño, veyendo que acotava» a la madre, començo a llorar con grand amargura, e dava bozes de lloro. E el alcalde, poniendo el niño entre sus inojos, falagávalo e besávalo, e qt/eriél meter en plazer. E el niño, catando a la madre, aborrecié sus besos e sus falagos, e tornando la cabeça con grand saña, rascávale la faz con las uñas, e de allí do seía cornortava a su madre, e dava gritos e boces, commo si dixese: «Christiano só». E en cabo, lidiando así con él, mordía al alcalde en las manos e do podié. Estonce el alcalde, muy sañudo, mandól despenar al niño de unas gradas muy altas ayuso, en manera que firió en una piedra, e salliéronle los meollos, así que se apegó a la siella do el adelantado seía el meollo de la cabeça del niño, que era muy tierno. E Mita, viendo su fijo qwe fulera [33a] antella al Paraíso, fízos[e] muy leda por ende, e gradeciólo mucho a Dios. E estonce mandóla desollar, e echar sobre ella pez firviente, e después descabécela.

E fallamos en la escn'ptwra que sant Quirze, maguer niño, menospreciando al adelantado ta[n]bién qwando lo falagava como quando lo amenazava, dize que era christiano, e fablava según el tienpo que avié, empero qwe el Spín'fu Santo, que estava en él, era el que fablava. E maravillándose el adelantado del, porqwe era muy chico, preguntával quién ge lo demostrara aqwello qwe dezía, e díxol el niño: «Maravillo mucho de la tu locura, que tú veyes que só niño, e non he aún tres años conplidos, e

1 También podría leerse «Osaga», «Osag/a» u «Osagtu'a». No aparece tal nombre en la Legenda, donde queda claro que Iconio es una ciudad y no un «emperador»: «Quiricus fuit filius Julitae illustrissimae matronae Yconii, quae persecutionem declinare volens in Tarsum Ciliciae...».

2 Tarso, en Cilicia, como se lee en la Legenda.

170 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

demá[n]dasme que quién me demostró la sabidura de Dios». E qwando le firién llamava: «Christiano só», e quantas vegadas esto dizié tantas vegadas rescibié más fuerça. E el adelantado fizo tajar por mienbros con el niño la madre. E por que los christianos non los enterrasen, mandólos desfazer, e tomar los huesos, e esparzirlos, mas empero cogiólos el3 ángel e ayuntólos, e otro día, quando los christianos fallaron ayuntados, enterráronlos.

E después a gran tienpo fueron fallados los cuerpos destos santos, en tienpo del enperador [33b] Costanio,4 aviendo ya los christianos paz. E descubriólos una manceba dellos que era aún biva. E ovo todo el pueblo muy grand devoción con ellos.

3 Ms.: el el 4 Es Constantino.

XXV

ISTORIA DE SANT GERVÁS E SA7VT PROTÁS

[S]ant Gervás e sant Protás fueron amos hermanos de un vientre, e fueron fijos de sant Vidal e de santa Valeria. E dando qwanto avien a pobres, fincaron [con]1 sant Nazereo, que fazié un oratorio en Ebrim,2 e Celso el niño dava las piedras. E aduziéndolos todos al emperador, el niño Celso siguilossic llorando, e feriéndol un cavallero a pescoçadas, e Nazario maltrayó al cavallero, porqwel ferió, e los cavalleros, muy sañudos, dieron muchas coces a Nazario, e encerráronlo en la cárcel con los otros, e despae's echáronlos en la mar.

En aqwel tienpo, viniendo el conde Astacio, que iva a lidiar con los marcamanos,3

vinieron a él los que sirvién los ídolos, diziendo que los dios non los querían responder si non sacrificasen primeramente sant Gervás e sant Protás. E por ende pnsiéronlos luego, e diziénies que sacrificasen. E diziendo Gervás que todos los ídolos eran sordos e mudos, e él mostrase que devían demandar vengança de Dios, que era poderoso. E por ende, sañudo, el conde mandól acotar tanto tienpo fasta quel sallió el a[l]ma. E desende [33c] fizo venir a Protás, e díxol:

—Mezqwmo, travágete por bevir, e non querrás morir mala muerte como tu hermano.

E Protás díxol:

—¿Quién es más mezqwmo, yo, que non he miedo, o tú, qwe me temes?

E díxol el conde:

—¿Yo cómo temo a ti?

E díxol Protás:

—En aqwesto me temes: ca temes que faré daño si non sacrificare a los tus dioses, ca si esto non ovieses miedo, nunca me fariés fuerça qwe sacrificase a los ídolos.

' Suplimos esta palabra siguiendo el ms. 15.001. En el ms. 9 también falta. 2 Embrun («Ebrudunum»), en Francia. 3 La Legenda dice: «Eo tempore superveniente comité Astasio, qui contra Malcómannos

proficiscebatur ad bellum».

172 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Estonce fizólo el conde aspar, e díxol Protás: «Conde, non me ensaño yo co[n]tra ti, ca veo que los ojos del tu coraçón son ciegos, mas he de ti grand pesar, porque non sabes qué te fazes. Empero acaba lo que comenceste por que oy me salga a rescebir a mi hermano con la gloria de Dios». Estonce el conde maldólsic degollar.

E Philipo, siervo de Jheíu Christo, con su fijo tomó los cuerpos e enterráronlos ascondidamente en su casa, en una arca de piedra, e puso a sus cabeças un libro en que era escnpto la su nascencia e la su vida e su fin.

Después pasó muy grand tiempo que non fueron fallados estos cuerpos destos mártires, mas en tienpo de sant Anbrosio fueron fallados en esta manera: Estando sant Ambrosio en oración en la iglesia de sant Nabor e de sant Felizes, nin bien vellando [33d] nin bien durmiendo, apareciéronle dos mancebos muy fermosos, con vestiduras blancas, orando con él, las manos aleadas. Empero sant Anbrosio rogó a Dios que si era escarnio alguno que non le enpeciese más, e si fuese verdat que le apareciese otra vegada. E después, en cantando el gallo, apareciéronle los mancebos otra vegada, orando con él. E en la tercera noche, el cuerpo muy cansado por el jejunio et non durmiendo, mas maravillándose sobresto, parescieron con el tercero, que semejava mucho a sant Paulo, que\ viera pintado. E callando ellos, dixo el apóstol: «Estos son los qwe non cobdiciaron ninguna cosa deste mundo, mas siguieron sienpre los mandamientos de Jhe^u Christo. E los sus cuerpos déstos fallarlos as en este lugar, e fallarás el arca en que yazen cubierta de piedra e de tierra en cabo de doze pies, e a las sus cabeças un libro que es escnpto en4 la su nascencia e la su vida e la su fin». E llamando todos los obwpos de enderedor, primeramente començo él a cavar, e fallólo todo bien como lo dixera sant Paulo. E, maguer avié más de trezientos años que eran enterrados, tan enteros estavan como si estonce fuesen enterrados, e salié enlde [34a] un olor muy maravilloso.

Un ciego, taniendo al5 su sepulcro, fue luego alunbrado, e otros muchos fueron y guaridos por los merecimientos destos santos.

E en la su fiesta destos santos mártires ovieron paz6 los romanos e los lonbardos. E por ende el papa Gregorio estableció que cantase en la su missa el oficio «Loquetur Dominus pacem in plebem suanz».

Cuenta sant Agustín que él estando y, e el enperador con grand conpaña, que un ciego fue alunbrado al su sepulcro destos mártires en Millán. Otrosí cuenta que un mancebo era en una villa que dizién Vitoríana, que es a quinze leguas de otra quel

4 Ms.: enl 5 Sigue «cuerpo» tachado.

6 Ms.: ovjeron por los rromanos e por los lonbardos. Corregimos la lección errónea, que también presenta el ms. 9. Para ello seguimos el ms. 15.001, que traduce correctamente la Legenda: «In horum sollemnitate pax Ínter Longobardos et Romanum imperium reformata fuit».

SAN GERVASIO Y SAN PROTASIO 173

dizen Iporgia,7 que yendo un día cavallero al río, tomólo el diablo e echólo en [e]l río, así como muerto. E a la tarde, cantando las vísperas en la iglesia destos mártires que era y acerca, levantóse e entró en la iglesia dando muy grandes bozes, como si le feriesen, e muy grandes bramidos, e travo del altar e non lo pudieron ende tirar, como si estovi[e]se [atado].8 E los cl[ér]igos, conjurando el diablo que saliese del, e así conjurado saliendo, sacóle el ojo, e teniél colgado en la mexilla de un filo muy delgado que salié de la carne con el ojo, [34b] mas pusieron el ojo en su lugar así como puedieron, e a poca de sazón fue sano por los merecimientos destos mártires santos benditos.

7 Ivrea («Ypporegio»), en Italia. 8 Suplimos esta palabra que falta en el ms. por la copia hermana del ms. 9. Vorágine escribe:

«tamquam si ibidem alligatus fuisset».

XXVI

ISTORIA DE SANT JULIÁN

[S]a[n]t Julián fue obispo, e fue dicho ante Simón, e éste fue el que Jhesu Christo sanó de la gafedat, qwando le conbidó a yantar. A éste fizieron los apósíolos obispo después que Jhesu subió a los cielos. E fizo en su vida muchas virtudes, ca resucitó tres muertos. E a este sant Julián ruegan los que handan camino que los dé buena posada, porqwe él rescibió a Jhesu Christo en su casa.

Otrosí este sant Julián fue omne muy fidalgo, e fue natural de Aberna.' E fue muy firme en la fe, ca por tal que sufriese martirio, de grado se parava ante los persiguidores. E en tando2 vino Crapino, que era adelantado de la tierra, e envió mandar que\ matasen. E él, qwando lo sopo, sallió de grado a rescebirle, e paróse ante él sin miedo ninguno, e luego fue descabeçado. E tomaron la cabeça e leváronla a Fereolo, su conpañero, e amenazáronlo de muerte si non sacrificase luego. E non lo queriendo fazer, matáronlo e pusieron la cabeça de Julián con el cuerpo de Fereolo. E después de muchos años fallaron la cabeça de sant Julián en las manos deste [34c] santo, así sana e entera como si estonce fuese soterrada.

E entre los miraglos deste santo suelen contar que una vegada un diáchono robó a las ovejas de la iglesia deste sant Julián, e los pastores, defendiéndolas de su parte, respondióles: «Sant Julián non come3 carneros». E, a poco de tienpo, tomóle la fiebre muy fuerte, e creciendo la fiebre, dezié quel encendía el mártir. E fizo echar agua sobre sí, por tal que esfriase, mas, a la sazón, salló de su cuerpo tan grand fumo de fedor, que quantos y estavan fuyeron. E él murió a poco tienpo.

E fue otro Julio, q«e fue hermano deste Julián, e fuéronse amos al emperador Teodosio, que era buen christiano, e demandáronle que doquier que fallasen templo de los ídolos que lo destruxesen. E el emperador otorgógelo de grado. E mandó a todos, so pena de las cabeças, que les ayudasen. E mientra que Julián e Julio fizieron

1 Es Auvernia («Alvernia»). 2 En el ms. hay, tras la conjunción «E», una línea que parece anular una palabra, y luego las letras

«entado» con abreviatura de nasal. Vorágine dice «Tándem», 'finalmente'. El ms. 9: «entanto». 3 Ms.: tome. Corregimos por el ms. 15.001, que coincide con la Legenda.

176 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

una iglesia en un lugar que dizién Gozo,4 ayudávanlos qwantos por y pasavan, por mandado del emperador.

E acaesció que pasavan por y unos car[r]eteros, e dixeron entre sí: «¿Cómo nos escusaremos en tal que no les ayudemos?»; e dixeron: «Venit acá, e echemos el uno de nós en [e]l carro, faz5 arriba, e cubrámosle, e digamos que levamos un omne muerto, e así palsaremos». [34d] E fiziéronlo así, e, echando un omne en el carro, dixéronle: «Tú calla e cierra los ojos, e fasta que pasemos, yaz como muerto». E cubriéronle así como muerto, e vinieron así fasta los siervos de Dios, e dixéronlos:

—Fijos, agora estad un poco, e ayudadnos a esta obra.

E ellos respondieron:

—Non podemos aquí estar, ca levamos un omne muerto.

E díxoles sant Julián:

—Fijos, ¿por qué mentides?

E ellos dixeron:

—Señor, non mentimos, ca así es como dezimos.

E díxoles Julián:

—Pues así vos acaescrá segund la verdat que dezides.

E guiaron los bueys e pasaron, e quando fueron arredrados llamaron a su conpañero por nonbre, deziéndol: «Levántate de oy más, e aguija a los bueys, ca pasado avemos». E él non se levantó, e ellos comencáronlo a tresnar, diziénle que semejava loco, «Levá[n]tate e aguija los bueyes». E quando lo descubrieron, falláronlo muerto, e por esto fueron ellos e q¿/antos lo oyeron medrosos, que ninguno non fue osado de mentirles.

Otro Julián fue que, non lo sabiendo, mató a su padre e a su madre. Ca este Julián, un día seyendo mancebo muy fidalgo, andando a caça, començo de ir en pos de un ciervo que fallara, e tornos el ciervo, e díxol: «Tú me sigues, que as de matar a tu padre e a tu madre». E él, oyendo esto, ovo muy grand miedo, e temiendo quel acaeslciese [35a] esto quel dixera el ciervo, fuyó a una tierra muy lenxos. E allí fizóse cavallero del príncipe de aquella tierra, e íval muy bie[n] en palacio e en las lides; e el príncipe, veyendo esto, fízol cavallero e casól con una biuda, e diol un castillo en arras.

4 Gaudíano, según Vorágine. 5 Ms.: faza

SAN JULIÁN 177

E en este comedio, su padre e su madre, avie[n]do muy gra[n]d dolor porqwe así lo perdieran, fuéronse desterrar, buscándolo. E acaesció que vinieron al castillo do morava el fijo, e a la sazón partiérase ende Julliáfn], e la su muger rescibiólos, e preguntóles que qué omnes eran. E ellos, contándogelo todo lo que les acaesciera de su fijo, efnjtendió ella que eran padre e madre de su marido, porqwe muchas vezes ge lo oyera dezir. E rescibiólos muy bien por amor de su marido, e dioles el su lecho, e ella fuese echar a otro, e de grand mañana fuese para6 la iglesia. E ahevos Julián do vino de mañana, e entró en su cámara a despertar a su muger, e fallando que durmién do[s] en uno, cuida[n]do que era su muger que durmié con otro alguno, matólos amos a dos. E salliendo de casa, vio a su muger do venía de la iglesia, e maravillándose mucho quién eran los que él matara, preguntóla:

—¿Quién son aqwellos que [35b] durmién en [e]l lecho?

E dixo ella:

—Son vuestro padre e vuestra madre, que vos a[n]dan buscando grand tienpo ha, e yo, por les fazer honra, échelos en el vuestro lecho.

E él, oyendo esto, cayó en tz'erra como muerto, e començo a llorar con grand amargura, diziendo:

—¡Ay, mezqwmo! ¿qué faré?, ca maté a mi padre e a mi madre, que me engendraron. E ahevos conplida la palabra del ciervo, e yo, queriéndolo escusar, cunplido lo he como omne sin ventura. E por ende, agora, con gracia, mi [amiga]7 e la mi dulce muger, ca yo non folgaré de aquí adelante fasta que sepa si me perdonará Dios este pecado.

E dixo ella:

—Nunca lo Dios quiera, el mío amigo, qwe te yo desanpare, nin que vayas sin me. Mas, pues que yo fui contigo en gozo e en plazer, será agora en la tribulación e en el dolor.

Estonce fuéronse amos, e fizieron un ospital cerca un río en que perecían muchos, por tal qwe fiziesen y penitencia, e alvergavan qwantos por y pasavan, e rescibiénse los pobres en su casa. E a cabo de tienpo, mientra que Julián folgava a la media noche en el su lecho, e elava8 muy fuertemente, oyó una voz de un mezqwz'no qj<e Uorava, e

° Precede la palabra «echar» tachada. 7 Ms.: E por ende agora mj con grraeí'a e la mj dulce muger. Corregimos el orden y suplimos la palabra

«amiga» de acuerdo con el ms. 9. La expresión «con gracia» es una despedida, traducción del «vale» latino: «Iam vale sóror dulcissima».

8 En el ms. más bien se lee «eleua» que «elaua».

178 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

llamava: «Jullián, pásame el río». E quando lo oyó, levantóse muy apn'esa, e fue, e fallólo commo muerto de la friura e del yelo. E aduzién[do]lo para casa, encendió grand fuego e eslcalentóle, [35c] mas non podié escalentar, e, temiendo que fallezería así, púsol en su lecho, e cubriólo muy bien. E a poco rato, el que parescía como enfermo e como gafo subió a los cielos muy claro, e dixo a su huéspet: «Julián, Dios me enbió a ti por que sepas que te rescibió la tu penitencia.». E así desaparesció aquel. E a poco tiendo sant Julián con su muger, conplidos de buenas obras, acabaron bien su vida, fueron para Dios do son en [e]l santo Paraíso con los sus escogidos.

XXVII

ISTORIA DEL NASCIMIENTO DE SA/VT JUA7V BAB77STA

[D]e la nascencia de sant Juan Babíírta fue mensagero el ángel Gabriel en esta manera: Sabet que\ rey David, qneriendo fazer grand honra e serv[i]cio a Dios, estableció veite e qwatro sacerdotes, que eran como obispos, entre los qwales el uno dellos era mayoral, ca era como príncipe dellos. E los sese fueron del linage de Eleazar, e los ocho de linage de Itamar. E dio a cada uno dellos, segund su suerte, la selmana en que sirviese en el templo. E Abías, el sacerdote, ovo la ochava selmana, e del su linage deste Abías fue Zacarías.1 El e su muger Helisabet erara viejos e mañeros, e non avían fijos. Entrando Zacarías un día que era postrimero día de aquella su selmana en el templo de Dios para servir e poner el encienso, e esperándol todo el pueblo fuera, apareciól el ángel a la diestra parte del altar. E diziénle alltar [35d] de encie[n]so porque éste era un lugar en [e]l templo do quemawan siempre el encienso por que andudiese el fumo por todo el templo, e allí en aquel lugar oviera siempre Zacarías por costunbre de fazer su oración apartadamientre a Dios, que le diese fijo que serviese la su selmana después de su muerte en el templo. E otrosí rogava a Dios que viniese a salvar el mundo, ca estas oraciones avía él sienpre por costunbre de fazer allí ante aquel altar. E allí le aparesció aquel día el álgel,sic e Zacarías, en quel vido, fue turbado, e ovo grand miedo, e díxol el ángel: «Non temas, Zacarías, ca Dios oyó la tu oración, e tu muger Elisabet parirá fijo, e ponerle as no[n]bre Joan, e será a ti gozo e alegría, e muchos se alegrarán en la su nascencia, ca él será grande ante el Señor, e non bevrá vino nin sidra, e será lleno de Spín'íu Santo desdel vientre de su madre, e convertirá muchos de los fijos de Israel a su Señor Dios. E verná ante que Jhesu Christo al mundo, en spín'íu e en la virtud de Elías». E todo esto fasta aquí dixo el ángel a Zacarías, e díxol que vernía ante que Dios en spín'íu e en la virtud de Elias porque sant Juan semejó en sus fechos a Elias, ca amos moraron en el desierto, e amos comieron de una guisa, ca comieron en las montañas de unas langostas que ay, que son de natura de comer, e estas langostas e miel de lo qwe fallavara por las moratañas, esto era el su govierno. E amos aradavan vestidos de lana de camellos. E así podría omne dezir [36a] otras razones muchas por que sant Joan fue dicho Elías. E sabet que Helias fue un propheía mucho amigo de Dios, que praphetizó muchas cosas de la divinidat de nuesíro Señor Jhesu Christo, nuevecieratos años ante qne nuesíro Señor Jheíu Christo e sant Juan nasciesen, e fue muy santo omne. E tanto amó Dios a este Elias que le levó bivo en cuerpo e en ánima al paraíso terrenal, do vive. E sant Juan en este mundo fue descabeçado, mas porque en su

Ms.: zacacarias

180 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

comer, e en vestir, e en morar en el desierto, e en prophetízar fue semejable aquel Helias, e por esto dizen algunos que él mismo era Helias.

E Zacarías, que oyó esto al ángel, pensando en cómo era ya viejo, e dubdando de2

su muger, que era mañera e muy vieja, e segund la costu[n]bre de los judíos, que son duros de creer, demandó sobre esto al ángel:

—¿E onde sabré yo esto, ca yo só ya viejo, e mi muger es ya de grandes días?

E respondiól el ángel:

—Yo só el ángel Gabriel, que esto ante Dios, e só enviado a ti por que te fablase e te contase este mandado. E sepas que tú serás mudo e non podrás fablar fasta en su nascencia de aqwel fijo, porqwe non creíste a las mis palabras, que serán conplidas en [36b] su tienpo.

En esto fincó Zacarías mudo. El perder de la fabla fue dado a Zacarías por señal que avría fijo, ca los judíos nunca querían creer si non veían antes alguna señal, bien como dize sant Pablo: «Iudei signa qwerunt, Greci3 sapiencian?», que quiere dezir q«e los judíos sienpre demandavan a Dios prueva por señales, mas los grrégos demandavan por sapiencia.4 E Zacarías asaz le ahondara e le deviera ser señal el aparescímienío del ángel, mas porqwe non le q«/so creer diol señal e pena, ca muy grand señal e pena fue perder la fabla. Señal fue por que creyese qwe avría fijo, pena fue porfque] desfiuzava, e como non creía, e desesperava del poder de Dios.

E dize en un libro de otro santo que ovo nonbre sant Joan Gráostono, que Zacarías era grand sacerdote, e fue tornado mudo por mostrar la ley vieja que avía de enmudecer por él e por su muger Helisabet. E el sacrificio de los sus sacerdotes de la vieja ley que avía ya de q«edar e de ser mudos por la nascencia de sant Juan Babtista, que avía de nazer dellos, en que se avía de començar la nueva ley, e que avía de ser pregonero del nuestro Señor, verdadero sacerdote, Jhe.ra Chisto, que venía en el mundo fazer por nós sacrificio del su cuerpo.

E dízenos sant Lucas evangelista que estava el pueblo fuera esperando [36c] a Zacarías, e maravillávanse porqwe tardava tanto en el templo. E él, qnando sallió, non los pudo fablar, e ellos luego entendieron que visión viera en el templo, e él otorgavalo e fazíagelo entender por señas qwe así era, e así fincó mudo. E porque ya era conplida la selmana de su oficio fuese a su casa.

E Helibet concibió, e estovo cinco meses ascondida en un su lugar q¿/e ellos tenían poblado en una montaña, que era a qwatro migeros de Jherusalem. E vós sabet que non fue Helibet señera la qwe concebió por mandado del ángel en su vegez, ca así conteció enante a Sara, qwando concibió Isac su fijo; e a Ana, la muger de Elcana, qwando concebió a Samuel; e a la muger de Manuel, qwando concibió a Sanpsón su

2 Ms.: de de 3 Ms.: creci 4 I Corintios 1, 22.

NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA 181

fijo; e fueron todas mañeras e a quien nuestro Señor enbió sus ángeles, e concibieron por la gracia de Dios.

E Helisabet, qwando se sintió preñada, avía vergüença, porqwe seyendo vieja concibiera, mas enpero gocávase porque ya non fazería qwe era mañera. E a cabo de los tres meses que santa María co[n]cibiera al su bendito fijo Jhe„vu Christo, avieñdo en sí gozo porqwe concibiera Helibet su cormana, vínose para ella a la montana que vos dixemos. E luego que santa María vio a Helibet, saludóla, e fue así que tanto que oyó la salutación de santa María, alegróse el niño que yazía en el vientre delia, e conosció que\ fijo de Dios venía a él, e aviendo gran gozo començo a saltar en el vientre de su madre, e en moviéndose saludól, [36d] que non podía de palabra. E fincó allí la Virgen gloriosa con su coermana tres meses, sirvié[n]dola. E el niño nascido, alçól de ü'erra en las manos e fízol oficio de ama. E esto fue siete días por andar del mes de junio, en la era de treita e ocho años, e avía ya tres meses que santa María era encinta.

E ovo sant Juan IX gracias apartadas: La primera, qwe el ángel qwe fue me[n]sagero a santa María qwando concibió a Jhe.su Christo, ese mismo fue mensagero de sant Juan. La II, q«e lo alço santa María de la ü'erra qwando nasció. La III, que fizo Dios fablar a su padre en el su nascimienío. La IIII, que él bateó a Jhesu Christo, e lo amostró con el dedo, deziendo: «Ecce agnws Dei»,5 e que alabó a Jhe.su Christo sobre todos los omnes del mundo. La V, qwe descendió a Linbo a dezir a los qwe yazían en [é]l que Jhesu Christo era venido. La VI, que la su alabança paresció en los sus miraglos que fizo ante que fuese concebido, qwe fueron estos: qwe el ángel que fue mensagero le puso nonbre Juan, e fizo su padre mudo. La VII, que fue concebido fascas contra natura, como nascer de viejos e de madre mañera, e fue santificado en el vientre, e propherizado por el ángel, qwando dixo qwe non bevría vino nin sidra, e qwe sería lleno de Spín'íu Santo. La VIII, qwe despwés6 qwe nasció sopo el su nonbre e fizo al padre fablar, e fue lleno de Spíritu Santo. La IX, fue muy santo, porqwefl] loó mucho la [37a] Trmidat, ca [a] él loó Dios Padre, llamándol ángel, e loó Jhesu Christo, el Fijo, dando testimonio del, qwando dixo: «ínter natos mulierum non sur[r]exit maior Iohane Babíista», que quiere dezir que nunca tan grande omne nasció en [e]l mundo de muger commo sant Juan Babfí'rta.7 E otrosí loó el Spíritu Santo, qwando dixo por la boca de Zacarías su padre: «Tu, puer, propheía alti[ssi]mi vocaberis», qwe qwí'ere dezir: «E tú, niño, serás llamado propheía del alto Dios».8 E así fue alabado de Dios Padre, e de Dios Fijo, e de Dios Spíritu Santo, Trinidat conplida qwe es uno verdadero Dios.

E fazemos la fiesta de la su nascencia e non de otro ninguno porqwe fue ante santo qwe nascido, e porqwe vino ante qwe Jhesu Christo, commo el luzero ante qwe el sol, porqwe todo el mundo ovo grand gozo en la su nascencia. Otrosí ovo conplida gracia,

5 Juan 1,29.

° que después que después 7 Mateo 11, 11. 8 Lucas 1,76.

182 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

e ayuntada la que ovieron los otros santos departida, ca él fue propheta, en diziendo de Jhesu Christo: «Aquél que verná despees de mí, ante mí es fecho»; e fue más que propheta, ca lo mostró con el dedo; e fue apóstol, ca lo enbió Dios a predicar; fue mártir, ca sufrió muerte e pasión por justicia; fue confesor, ca confesó la verdat e non la negó; fue v¿rgen, que por eso fue dicho ángel.

Otras cosas podriemos dezir en alabamiento de sant Juan, mas por non fazer enojo contaremos algt/nos de los miraglos que él fizo.

Fueron dos doctores en teología, e el uno dellos alabava mucho a sant Joan Babtista, e el otro alabava a sant Joan evangelista, e en cabo dixeron que quevién desputar ante todos. E cada uno avía cuidado de catar actoridades e razolnes, [37b] las más fuertes que pudiesen, por tal de onrar e loar cada uno a su santo. E veniendo el día de la disputación, cada uno destos santos aparesció a su amigo, e díxol: «Nós muy en paz estamos en el cielo, e por ende vós non disputedes de nós en la t/erra». E estonce ellos dixéronse la visión que vieran el uno al otro, e predicáronla ante todo el pueblo, e loaron mucho e bendixeron a Dios.

Fue en la iglesia de Roma un cardenal que dixeron Paulo,9 e una vegada, deviendo consagrar el cirio pascual, enronqwezió, e ante [a]vía la voz muy clara. E por que sant Joa'n le diese su voz, así como la diera a Zacarías su padre, fizo los himnos que cantan en la iglesia en esta fiesta a honra de sant Joan Babtóta.

En tal día commo oy qweman algunos los huesos de todas las bestias que pueden ayuntar en uno, e esto es por dos razones: La una, porque así lo solían fazer los antigos, ca eran unos dragones que volavan por el aire, e nadavan por el agua, e andavan por las tierras, e así enpocoñavan el aire et el agua e la t/erra, q«e muchos murieron por ende. E co[n]tra este venino fazían fuegos de los huesos de bestias por las tierras, por consejo de los sabios. E este fumo fazí[a]los foir, e porque esta pestilencia era mayormente en este tienpo que son los días grandes e las calenturas muy afincadas, por ende lo fazién en este t/enpo desta fiesta, e dende lo fazen en algunos lugares aún en día. La otra razón es por representar que los huesos de sant Juan quemaron los gentiles en la cibdat de Sabasten.

Una vegada fue uno enterrado muy honradamente cerca una iglesia de sant Juan Babtista, e uno, movido a cobldicia, [37c] de noche abrió la fuesa e tomó todo qwanto y falló. E apareciól sant Juan, e díxol: «Tú, ¿por qué fuiste osado de tañer la fuesa del qwe a mí acomendaron? Dígote qwe de aquí adelante non podrás entrar en la mi iglesia». E esto así le acaesció, ca cada ora qt<el querié entrar en la iglesia, luego venía uno muy esforçado e dával en la garganta, e así caí[a] luego atrás. E fizo emienda e penitencia, e entró luego sin miedo e sin enbargo.

" Es Pablo el Diácono. Vorágine escribe «Paulus hystoriographus Longobardorum, Romanae ecclesiae dyaconus et Casinensis monachus».

XXVIII

ISTORIA DE SANT JUAN E SAAT PAULO

[S]ant Juan e sant Paulo fueron amos muy privados de Costancia, la fija del emperador Costantino. E en aqnel t/enpo la gente de Siria1 entrando por merca la tierra de Dacia e Tracia, e deviendo enviar contra estesic gente a Galicano, que era cabdillo de la hueste de los romanos, e él demandava por su trabajo a Costancia, la fija del emperador, por muger. E los principes de Roma e los senadores demandavan muy afincadamente2 al emperador que se fiziese esto. E al enperador pesávale muy de coraçón, sabiendo que ante la podrían matar a la fija que conse[n]tir en [e]l casamiento, porqae ella prometiera vfrginidat despnés que santa Agnés3 la sanara. Empero la virgen consejó a su padre que ge la prometiesen para qnando se tornase de la batalla, despwes que fuesen los enemigos vencidos, mas que dexase a ella dos fijas que [37d] avía de la otra muger, por que pudiese saber dellas la voluntad e las costu[n]bres de su padre; e ella darle ie a él dos privados, Juan e Paulo, si ge lo otorgase, en lugar de servidunbre. E esto rogando a Dios: qwe convertiese a él e a sus fijas a la fe de Jliesu Christo.

E después que esto plogo a todos, tomó a Joan, a Paulo e grand hueste, e fuéronse. Mas enpero la gente de Sicia quebrantó la hueste, e encerraron a él en la cibdat de Tracia. E estonce allegáronse a él Johan e Paulo, e dixéronle: «Señor, faz voto a Dios del cielo, e vencerás tus enemigos mejor que non feziste». E él, faziendo su voto a Dios, aparesciól un mancebo que levava en el onbro la cruz, e díxol: «Toma tú estesic

espada e sigúeme». E tomándola él, entró por medio de la hueste e vino fasta el rey, e matólo, e venció la hueste, por temor de la cruz solamente. E fizólos seer so el poderío de los romanos e so el su señorío.

E dos cavalleros armados e todos los otros que y estavan afirmavan que lo vieron esto. E por ende Galicano fizo christiano. E tornóse a Roma, e rescibiéronlo con muy grand honra. E él, despees que esto fue, rogó al enperador qne le perdonase si non casase con su fija, porqne de aquí adelante tenía él en coraçón de bevir en castidat,

Escitia, según Vorágine: «cuín gens Scythica Daciam et Thraciam occuparet».

Ms.: aficandamente

Inés.

184 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

por amor de Jhesu Christo, por quien él fuera ayudado; e esto plogo mucho al enperador. E a las dos sus fijas de Galicano tornólas Costancia virgen a la fe de Jhesu Christo,

E Galigano desamparó el ducado, e dio qwantas cosas avía a los pobres, e sirvió a Jhesu Christo con los otros sus siervos en pobreza. E fazíla [38a] Dios muchos miraglos por él en su vida, en manera que, veyendo él a los demoniados, luego los guarescía. E tanta fue la fama de la su santidat por todo el mundo, que de oriente e de occidente e de todas las otras partes del mundo lo venían a ver, porque aqwel fuera senador de Roma e adalit de las huestes de los romanos, era tornado siervo de Jhesu Christo, de guisa que lavava los pies a los pobres, e poniéles la mesa, e davales agua a las manos, e que los servía muy acuciosamente, e que fazía todos los oficios que eran de servir pobres.

Muerto Costantino, Costancio el grand, seyendo erege, fue emperador. Empero Costantino ovo dos fijos, e al uno dixeron Galo, e al otro Julliano. E Costa[n]cio el enperador fizo a Gallo cesar, e enviólo contra Judea, que era tz'erra rebelde, que non querría obedecer a los romanos; empero que despwe's lo mató Costancio. E por ende teniendo Juliano qwe lo mataría Costancio, así como a su hermano, entróse en orden en un monesterio. E faziendo infinta de grand religión, ordenáronlo de corona. E él, como herege, demandó consejo al diablo por sus encantamientos en q^e' manera podría él ser emperador. E a cabo de tienpo, aviendo muchos e granados pleitos, ovo el pueblo a fazer por fuerça a este Juliano emperador, e enviólo contra Francia, e él fizo muy conplidamente lo qwel fue encomendado.

E muer[t]o Costa[n]cio, e este Juliano traidor e apóstota fecho enperador, mandó luelgo4 [38b] qne sacrificasen a los ídolos. E señaladamente lo mandó a Galicano, que los sacrificase o se fuese de la t/'erra, ca él non osava matar omne de grand linage como este. E fuese Galicano para Alexandria, mas allá los gentiles lo firieron de una arma por el coraçón, e fue mártir.

E este Juliano, muy avariento e cobdicioso, colorando su maldat en testimonio del evangelio, e tomando a engaño las riqwezas de los christianos, diziendo: «Nuestro Señor Jhesu Christo dixo en el evangelio que el que non desanparase todo qwanto ha, non puede ser su discípulo», e oyendo qwe Joha'n e Paulo de las riquezas que dexara Costancia la virgen que ma[n]tenién los pobres, mandólos venir ante sí, que así como fueran de la conpaña de Costancia qwe así fuesen de la suya.

E ellos dixéronle:

—Demientra que los emperadores gloriosos Costantino e su fijo Costanz avían gloria, en quanto eran siervos de Dios nós si[r]viémoslos. Mas tú, porqwe dexeste la

Ms.: lueluego

SAN JUAN Y SAN PABLO 185

religión llena de virtudes, por eso nos partiemos de ti en todo, e menospreciamos tus fechos, e non te qi/isiemos obedecer.

E mandóles dezir Juliano:

—Yo fui clérigo en la iglesia, e, si quisiera, pudiera ser papa, mas pensando que era vanidat seguir pereza e estar vagaroso, tórneme a la cavalleria e a sacrificar a los dioses, e por la su ayuda fui enperador. E por ende, vós, que fustes criados del emperador, non vos devedes partir de mí, por que vos yo aya tan bien commo los primeros por mis privados en el mi palacio. E [38c] si vós menospr[e]ciáredes mis dichos, faré yo que non me menospreciedes.

E ellos respondieron diziendo:

—Poniendo a Dios ante nós, non te avernos miedo a ti nin a tus amenazas por qae seamos enemigos de Dios.

E díxoles Julliano:

—Si fasta diez días non qnesiéredes venir a mí de grado, fazerlo edes después mal q«e vos pese lo q¿¿e non qweredes fazer de voluntad.

E Johan e Paulo en estos diez días dieron q^anto avien a los pobres; e pasados los diez días, enviáronle dezir así:

—Juliano, asma en tu coraçón que los diez días son pasados, e faz lo que amenazas qwe farás.

E díxoles Julliano:

—E vós asmades que los christianos que vos fagan mártires. Dígovos que si non me consintiéredes que vos atormentaré, e non commo a mártires, mas como a enemigos de la fe.

Estonce Johan e Paulo en todos aquellos diez días nunca ál fizieron sinon fazer alimosinas, e dar todo lo suyo a los pobres. E al dezeno día vino Neponciano5 a ellos de parte de Juliano, que les dixo:

—Nuestro señor Juliano vos enbía estesic imagen Júpiter, que es de oro, e qwe le fagades sacrificio. E si lo non qwisiéredes fazer, manda que parescades amos ante él.

E dixeron Johan e Paulo:

—Si Juliano es tu señor, piensa cómo ayas paz con él, que nós non avernos otro señor sinon Jhesu Christo.

Según la Legenda es Terenciano, que aparece más abajo.

186 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

E parescieron ante Juliano con esta razón, e quando non qw/si[e]ron sacrificar, mandólos degollar en ascondido, e enterra[r]los en una fuesa dentro en su casa, faziendo fama dellos e nuevas que eran desterrados.

E después [38d] desto tomó el diablo al fijo de Terenciano, e començo de dar bozes dentro en su casa, e dezía quel mamava6 el diablo. E veyéndolo Terenciano, confesóse sus pecados, e fizóse christiano, e escnvíó la pasión destos santos mártires, e su fijo fue luego sano.

E fueron estos mártires muertos despwes que íhesu Christo murió, a cabo de trezientos7 sesenta e quatro años.

Cuenta sant Gregorio que una buena dueña, yendo muy a menudo a la iglesia destos mártires, e tornándose un día a su casa, falló dos monjes en abito de peregrinos. E ella, cuidando que eran peregrinos, mandó dalles alimosina, mas antes que su mayordomo viniese para darles la alimosina, allegáronse acerca della, e dixéronle: «Tú nos vesitas agora, e nós vi[si]tart emos a ti en el día del juizio, e dart emos todo qwanto pidieres»; e diziendo esto desapareciéronle.

6 El ms. 9 dice «q^emaua». Vorágine: «quod a daemone vexaretur». 7 Sigue «años» tachado.

XXIX

ISTORIA DE SAAT PEDRQi

[E]l apóstol sant Pedro fue natwral de Betsaida, e fue fijo de un judío que ovo nonbre Johana.2 E sant Pedro, ante que se llegase a la conpaña de Jhe.su Christo, avía no[n]bre Simón, e era hermano mayor de sant Andrés.

E ovo sant Pedro mayor amor a Jhesu Christo que todos los otros, e fue llegado a su conpaña en el primero allegamiento de los discípulos. E luego que lo vio Jhesu Christo conosciól, e díxol: «Tú eres Simó/i, fijo de Johana. Tú serás llamado Cephás», que qnier tanto dezir en griego como piedra.

E sant Pedro fue pescador, e un día, estando con otros pescadores en agua qne es llamada la laguna de Getsemaní, que es en tierra de Jherasalem, en [e]l mar de Galilea, estavan3 lavanldo4 [39a] sus redes, vino Jhesu Christo e subió sobre la barca de sant Pedro. E de allí començo a predicar a las gentes, e despwe's que ovo predicado, dixo a sant Pedro: «Simón, sepas que de aquí adelante serás pescador de los omnes». E desí sant Pe<iro e otros dos pescadores, que eran sant Yago e sant Juan evangelista, los fijos del Zebedeo, sacaron sus barcas al terreno, e dexaron y todas sus cosas, e fuéronse con Jhesu Christo. E esto fue en el segundo allegamiento de los discípulos, ca ya vos contamos de cómo los conosciera en [e]l pnmero allegamiento.

Otrosí el niíestto señor Dios le escogió más que a los otros qwando fue trasfigurado, e qwando resucitó la niña. Otrosí diole nwesíro Señor las llaves de Paraíso. Sant Pedro en Pentápolin convertió tres mili omnes por su predicación a la fe de Jhesu Christo, e resucitó a Tabita, e sanó muchas enfermedades con la sonbra del su cuerpo. E prendiól Herodes, e mandólo meter en la cárcel, mas libról dende5

el ángel. Sarat Pedro comía su pan con olivas solamente, e pocas vegadas con verças, e non vestía ál sinon una saya e un manto, e en esto se tenía ahondado. E sienpre traía

Una inscripción posterior añade «san paií/o».

Jonás.

Ms.: esteuan

La última sílaba «do» sólo consta en el reclamo.

Ms.: dendende

188 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

un sudario en el seno para con que alinpiava las lágrz'mas que corrién de sus ojos muy a menudo, ca despue's que ]hesu Christo fue crucificado, quanào se acordava de la dulçor, e de la fabla, e del presencia del, non [39b] podía6 tener las lágrimas.

Cuenta sant Clemente que quando la muger de sant Pedro levavan a la pasión, que él, muy gozoso, iva en pos ella, llamándola e diziendo: «Muger, acuérdate de 3hesu Christo». E esto non tengades por maravilla porque dezimos de la muger de sant Peidro, ca sant Pedro casado era commo otro omne quando se convertió a servicio de Dios e andar en pos de Jhe.m Christo.

E fue así una vegada que sant Pedro, enviando dos de sus discípulos a predicar, e aviendo ya andado XX jornadas, murió el uno dellos. E el otro tornóse para sant Pedro, e co[n]tól lo que le acaesciera, e este fue sant Marcial. E estonce sant Pedro diol el su blago, e mandól que se tornase para su conpañero, e que le pusiese sobre él. E faziéndolo él, avía quarenta días que era muerto, e tornó bivo.

En aquel tienpo avía en Jherusalem un mago que avía nonbre Simón, e llamávase que él era la przmera verdat, e dizié que los q«e en el creyén siempre los fazié durar. E dizía que non era cosa en [e]l mundo que él non fiziese. E dizía así algunas vegadas: «Me ma[n]dava mi padre Rachel que fuese al rastrojo a segar. Aviendo la foz puesta a los trigos, mandava segar por sí misma, e segava dos tanto que los otros». E dizié esto, segund dize sant Gerónimo: «Yo só el verbo de Dios. Yo só fermoso. Yo só el Spíritü Santo. Yo só muy poderoso. Yo me só todas las cosas de Dios». Éste fazía andar las [39c] serpientes e las imagines de aranbre, e las piedras leer, e los canes ca[n]tar.

Este, queriendo disputar con sant Pedro e mostrar que era Dios, al día del plazo vino sant Pearo al logar de la disputación, e dixo a los omnes que y estavan:

—Dios vos dé paz a los que amades verdat.

E dixsic Simó[n]:

—Non avernos menester aquí tu paz, ca si oviéremos paz e concordia nunca podremos aprovechar para fallar la verdat, ca los ladrones ha[n] entre sí paz. E por ende, Pedro, non quieras tú llamar paz, mas guer[r]a, ca lidiando dos, uno con otro, estonce es paz quando el uno es vencido.

E díxol Pedro:

—¿Por qué temes tanto oír paz?, ca de los pecados nacen las guer[r]as, e do non ay pecado ay paz; ca en las disputaciones se falla la verdat, e en las obras la justicia.

E dixo Simón:

Ms.: ponía

SAN PEDRO APÓSTOL 189

—Non dizes nada, mas yo mostraré el poderío de la mi divinidat, por que me adores a desora, ca yo só la primera virtud, e puedo volar por el aire, e fazer arácwlossic nuevos, e mudar las piedras en pan, e durar en el fuego sin niguna lisión; e pu[e]do fazer todas las cosas que yo qi«si[e]re.

E por todo esto quél dezía, dixo sant Pedro co[n]tra él, e descubrió! todos sus maleficios. Estonce Simón, quando vido que non podié contradezir nin vencer a sant Pedro, tomó todos los sus libros q«e él avía del arte de la nigromancia, e enchólossic

en la mar. E esto fizo él teniendo que fallarían por aventara que era7 encantador, e fu[e]se de allí para Roma, ó lo tenien como a Dios. E quando lo sopo sant Pedro, fuese luego en pos del, e vínose para Roma.

E fue y muy bien rescebido [39d] de los cnráízanos. E fue y papa XXV años, e segu[n]d fallamos en escn'pto ordenó y dos obispos qwel ayudasen, a Lino e a Cleto, el uno dentro del muro de Roma, el otro fuera. E él, predicando siempre, convertió muchos a la fe, mas en su predicación, loando sienpre la castidat, qwe era muy santa cosa, convertió a Dios quatío var[r]aganas de Agripa el adelantado, qwe jamás nunca qwisieron tornar en8 pecado con él, onde el adelantado, muy sañudo contra sant Pedro, buscával muchas achaques, aqwel Simó[n] co[n] él. E aparesció el nuestro Señor a sant Pedro, e dixo: «Simón, Nero el emperador piensa contra ti muchas cosas, mas non temas, ca yo contigo seré, que te ampararé; e dart é conpaña e solaz del mío siervo Paulo, que eras será en tierra de Roma». E por ende, sabiendo sant Pedro, segund qwe dizía Lino, que aína avía de sallir deste mundo, estando en medio de sus discípulos, tomó por la mano a Clemente, e ordenól ante todos, e fízol seer en la cáthedra en su lugar. E después vino sant Paulo a Roma segund que dixera Dios, e començo a predicar la fe de Jhe.su Christo con sant Pearo.

E Nero el emperado[r] amava tanto a Simón Mago, que asmava e tenía en su coraçón que por él sólo avía él vida e salud, e la cibdat de Roma que por él era defendida. E un día, así como dize Leo papa en un su libro, estando ante Nero, mudóse a desora aqwe[l] Simón toda la su semejança, ca agora semejava viejo, e agora mancebo. E esto viéndolo Nero, asmó q^e de todo en todo era Dios verdadero, e dixo Simón a Nero emperador: «Señor muy noble, por tal qwe9 [40a] sepas que yo só fijo de Dios verdadero, e por que me non ayas en dubda, mándame agora degollar, e yo fasta tres días resucitaré». E estonce ma[n]dó Nero a un carnicero que lo degollase, e el carnicero, cu[i]dando que degollava a Simón, degolló un carnero, mas Simófn], con sus encantamientos, escapó sin lisión, e, corriendo, el carnero muerto escondiól. E él tiróse delante, e estovo ascondido tercero día, e fincó la sangre del carnero allí elada e presa. E al tercer día mostróse Simófn] a Nero el emperador,

Ms.: enra

Ms.: el. Corregimos de acuerdo con el ms. 9.

Esta palabra sólo consta en el reclamo.

190 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

deziendo: «Faz terger la mi sangre, que es esparzida por muchos, ca yo só el que fui degollado, e resucité al tercer día así como te prometí». E quando lo vio Nero fue muy maravillado, e asmó que era fijo de Dios verdadero.

E algunas vegadas, estando encer[r]ado aquel Simón en su cámara, prendía el diablo la su forma e fablava fuera en su semejanca con el pueblo, e por ende los romanos onrávanlo mucho, en tanto que le fizieron una imagen a su semejanca, e escrivieron sobre ella un título que dizié así: «Este es Simón, el Dios santo». E sant Pedro e sant Paulo, aviendo pessar por aqwel engaño que el diablo fazía con él, entraron a Nero e descubrieron todos los maleficios de Simón. E dixo sant Pedro al enperador, estando Simó[n] delante:

—Emperador, señor, sabe que bien como el nuestro Señor Jhesu Christo son dos nataras, una de omne e otra de Dios, así este Simón Mago son [40b] otras dos natwras, una de omne e otra de diablo.

E dixo Simófn] al emperador:

—¿Por qué tú sufres tanto a este mío enemigo? Mandaré yo a los míos ángeles que me vengaren del.

E dixo sant Pedro:

—Non temo yo los tus ángeles, mas ellos temen a mí.

E díxole el emperador:

—¿E non temes a Simón, que por obras e por fechos afirma la divinidat?

E díxol sant Pedro:

—Señor, si él es Dios, dígame agora lo que yo pienso o lo qwe fago, e dezirt é yo señor a ti mi pensamiento a la oreja, porqwe yo non sé mentir de lo que pienso.

—E pues allégate acá, Pedro, e dime lo que piensas.

E allegóse sant Pedro a él, e díxol en poridat:

—Emperador, má[n]dame traer un pan de ordio, e que me lo den en ascondido. —E luego ge lo aduxeron, e bendíxolo sant Pedro e ascondiólo en su manga. E dixo al emperador— Diga agora Simón, que se faze Dios, qué es lo que yo he pensado e dicho e fecho.

E respondió Simón:

—Mas diga Pedro qué pienso yo.

E dixo sant Pedro:

—Y mostraré lo que tú piensas q«ando dixeres lo que yo pensé fasta agora.

SAN PEDRO APÓSTOL 191

E estonce Simón llamó con grand saña, e dixo:

—Salgan canes grandes e cómanlo.

E a desora luego parescieron canes grandes además, e arremetiéronse a sant Pedro, e él echóles de aquel pan bendicho, e los canes començaran luego a foir. E estonce dixo sant Pedro a Nero el emperador:

—Señor, evaste que mostré lo que pensava Simón Mago contra mí, e non por palabra, mas por fecho, ca él, que ante prometía que enviaría los [40c] ángeles contra mí, envió canes. E en esto él mesmo se mostró que él non ha ángeles de Dios, mas canes del diablo.

E allí respondió Simó[n], e dixo:

—Oí, Pedro e Paulo, si aquí agora non vos pu[e]do nada fazer, vernemos a lugar do conviene que vos yo juzgue, e por ende perdónovos agora.

E en todo esto Simón con grand sobervia començo de se alabar, que podría él resucitar muertos. E aca[e]sció que murió aquella sazón un mancebo que era pariente del enperador. E llamó a Pedro e aqwel otro Simón. Todos afirmaron esta sentencia: que aquél que non pudiese resucitar el muerto, qwe muriese por ende. E demientra que Simón fazía sus encantamientos sobre aquel muerto, semejó a qwantos y estavan que el muerto engremeava la cabeça, e por aqwello todos, dando bozes, quenén apedrear a sant Pedro. Mas sant Pedro, a malavés los podiendo fazer callar, dixo: «Si el muerto es bivo, levántese e ande e fable, en otra manera sabet que es engaño qMando la cabeça del muerto [se movió];10 mas apartatlo hende e tiratlo del lecho, e verlo hemos»; e así lo fizieron, mas el mancebo non se movió más. E sant Pedro, estando arredrado e fecha su ovación, llamó diziendo: «Mancebo, levá[n]tate en nonbre de Jhesu Christo Nazareno crucificado»; e él, que yazía muerto, levantóse Iu[e]go bivo, e andudo e fabló. E qwando vido todo el pueblo, querían apedrear a Simón Mago, mas sant Pedro dixo:

—Asaz le es a él grand pena conozca que es vencido de todas sus artes, ca el nuestro maestro Jhesu Christo nos mostró que por el mal que otro f[i]ziese, que fiziésemos nós bien.

E estonce dixo11 Simón:

—Sabet, Pedro e Paulo, [40d] que non vos co[n]tescrá aqt/ílo que vós cobdizades, qwe vos fagan mártires.

E ellos respondieron:

Suplimos estas palabras que faltan en nuestro manuscrito siguiendo el ms. 9.

Ms.: didixo

192 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

—A nos acaescrá lo que cobdiciamos, e tú nunca ayas bien, ca en qwanto fablas en todo mientes.

Estonce fuese Simón para casa de Marcele,sic dicípulo de sant Pedro, e ligó un grand can a la puerta: «Agora veré si Pedro, que suele venir a ti, si podrá acá entrar». E a poco de tienpo vino sant Pedro e soltó el can; faziendo la señal de la cruz, el can era a todos blando e falaguera, sinon solamente a Simón, que persiguía muy malamente, así que lo tomó e lo echó en tierra so sí, e queríélo despedaçar, mas acorriólo sant Pedro, que dio bozes al can, diziéldolsic que non le fiziese mal, e el can non le enpeció en el cuerpo, mas despedácele todas las vestiduras, en tal manera que todo fincó desnuyo. E los del pueblo, mayormente los mocos, en uno con el can corrieron en pos del tanto fasta que le echaron fuera de la cibdat, así como12 a lobo. E veyé[n]dose él así confondido e envergonçado, estudo un año que non aparesció. E Marcelo, viendo estos miraglos, nunca más se quitó de sant Pedro.

E después tomóse Simón otra vegada, e rescibiólo Nero en su amistança, e llamó todo el pueblo, e dixo que avié rescibdosic muchos pesares destos omnes de Galilea, que quería deshanparar la cibdat de Roma, la qual él solía guardar e defender: «Pues que estos son más creídos que yo en Roma, e más valido que yo en Roma, [41a] yo qw/érome ir para mi padre». E afirmando esto puso día señalado en qwe devía sobir a los cielos, ca non quería más morar en la t/erra. E aquel día q«e señaló, vino ante todo el pueblo, e subió al capitolio, e echándose dende e levando una corona de laurel en la cabeça, come[n]çó de volar en el aire, e ívase q[ua]nto podía. E dixo sant Paulo a sant Pedro:

—Yo he de rogar, e tú as de mandar.13

E dixo Nero:

—Este es el omne verdadero, e vós sodes enga[ña]dores.

E dixo sant Pedro a sant Paulo:

—Paulo, alça la cabeça arriba e para mientes.

E alçando la cabeça sant Paulo, e veído cómmo volava Simón, dixo a sant Pedro:

—¡Ay, Pedro!, non quedes de fazer la oración que comenceste, ca nos llama ya Dios.

E estonce dixo sant Pedro:

—Conjúrovos, ángeles de Satanás, que levades a Satanás por el aire, por el nonbre de nuestro Señor Jhesn Christo, que lo non levedes más, q«e lo dexedes caer.

Ms.: asy como asy como

Ms.: manmandar

SAN PEDRO APÓSTOL 193

E luego aqwella sacón lo dexaron e cayó, e dando e dando por los muros, quebrantáronle las cervices, e murió. E viendo esto Nero, pesóle mucho, porqwe avía perdido tal orne como éste, e dixo a los apóstoles:

—Vós, con vuestra sabiduría, pusiestes sospecha a aquél que era mi orador, e por ende vos faré morir mala muerte.

E mandólos prender, e diolos en guarda a Paulino, un omne muy honrado. E Paulino diolos en guarda de Martino,14 e puso en guarda de los cavall[er]os15 Proceso e Martiniano. E a estos dos cavalleros [41b] convirtió después sant Pedro a la fe de Jhesu Christo, onde ellos abrieron la cárcel, e dexávanlos ir si ellos quisieran. E por ende Paulino, después de la pasión de los apóstoles, fizo veni[r] ante sí al Proceso e a Martiniano, e fallando que eran christianos, por mandado de Nero fizólos descabeçar dos días de ju[ni]o,16 e así son mártires de Dios.

Rogavan todos los dicípulos a sant Pedro qwe se qinsiese ir de Roma, e él, por su ruego, partióse ende. E veniendo a la puerta qwe agora dizen de Santa María de los Pasos, vio venir a Jhesu Christo, e díxol:

—Señor, ¿adó vas?

Respondió Jheíu Christo, e dixo:

—Vo a Roma, a ser crucificado otra vegada.

E entendiendo sant Pedro que lo dezía por la su pasión, tornóse. E contado él esto a los discípulos, los vasallos de Nero prisiéronlo e diéronlo a Agn'pa, el adelantado, e la su cara iva clara como el sol. E díxol Agn'pa: «Tú eres17 aqMél qwe tomas plazer en las mugercilas, que las fazes partir de sus maridos»; e el apóstol, despreciando esto, dezía que toda la su gloria era en la cruz de Jhesu Christo. Estonce mandó crucificar a sant Pedro, porqne era estraño, e mandó descabeçar a sant Paulo, porqwe era cibdadano de y, de Roma.

Estonce los judíos e los gentiles dávanles palmadas en las caras, e apartáronlos el uno del otro, e ligáronlos. Estonce dixo sant Paulo a sant Pedro:

—Tú eres pastor de las ovejas e de los corlderos [41c] de Jhesu Christo, e fundamiento de la Iglesia; ve en paz».

E dixo sant Pedro a sant Pablo:

Es una traducción errónea de la Legenda: «in custodia Mamertini»: 'en la cárcel Mamertina'.

Sigue la palabra «de» tachada.

Por el ms. 9 sabemos que es «junio».

Siguen las palabras «que con» tachadas.

194 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

—E tú ve en paz, que eres predicador de la verdat, e medianero de los pecadores, e cabdillo de la salud de los justos.

E alongándolos el uno del otro, matáronlos en lugares arredrados. E sant Pedro, veniendo a la cruz, dixo: «Porque el mío Señor descendió del cielo a la tierra, por ende fue puesto en la cruz derecho. E a mí, porque me deven llamar de la tierra al cielo, conviene que esté cabeça ayuso, e los mis pies aleados contra el cielo; e porqMe yo non só digno de estar así en la cruz commo el mío Señor Jhesu Christo, tornar la mi cruz cabeça ayuso».18 Estonce ellos tornaron la cruz, e crucificáronlo las manos ayuso e los pies asuso.

E estonce el pueblo, muy sañudo, qwerién matar a Nero e Agripa, el adelantado, e escapar el apóstol; mas rogólos él, porqwe se quería ir para Dios, que non qwesiesen enbargar la su pasión. E abrió Dios estonce los ojos de los q«e y estavan, e vieron los ángeles estando con coronas de flores e de rosas e de lilios, e a sant PeoVo estar con ellos, e tomando un libro de mano de Jhesu Christo, e leyé en él lo que les acá predicava. E él, do estava en la cruz, dizía: «Señor, sienpre te deseé semejar, mas non quise que me crucificase como a Ti, ca Tú, Señor, siempre eres derecho e alto, [4Id] mas nós, qwe somos fijos de Adam, por el su pecado nascemos sienpre la cabeça ayuso e inclinados a la tierra. Señor, Tú eres el mío bien, e ya non he otra cosa nin te ofrezco ál, salvo lo que Tú me diste; e gradézcolo con el tu Spirim Santo; porqt/e esto bivo e entendido, te ruego». E veyendo sant Pedro cómo los christianos veían la su pasión, dando gracias a Dios e acomendando el su pueblo, finóse; fuese para la Gloria la su ánima, para Dios. Estonce Marcelo e Apuleo, amos hermanos e sus discípulos de sant Pedro, tomaron el cuerpo e descendiéronlo de la cruz, e envolviéronlo en muchas especias, e enterráronlo.

E el emperador Nero non fincó sin pena, mas por este pecado e por otros muchos qwe fiziera, él mismo se mató. Digamos algí/nos de los sus pecados: Séneca, su maestro, esperando del a[l]guna merced por el su trabajo qwe con él levara enseñándol, mandóle Nero un día que escogiese un ramo de qudl árbol él quisiese, donde le golgase,sic diziendo que esto era lo que él devía aver por su trabajo. E demandóle Séneca que por qué merescía tal muerte como esta, e Nero tomó una espada en la mano muy cruelmente, e fizóla engramear muy apriesa sobre la su cabeça, e Séneca fuyé con la cabeça a una parte e a otra commo onbre que avía gran miedo a la muerte, e díxol Nero:

—Maestro, ¿e por qué [42a] aredras así la cabeça fuyendo a la espada?

E respondió Séneca:

Preceden las palabras «en la cruz cara» tachadas.

SAN PEDRO APÓSTOL 195

—Porque só onbre e he grand miedo a la muerte, mayormente muriendo así.

E estonce díxol Nero:

—E yo aún así te temo agora, commo quando era moco. E por ende, mientra tú visqueres nunca yo podría bevir en folgura.

E díxol Séneca:

—Señor, si me de todo en todo me con[v]iene morir, si ál que non, dame que escoja quál muerte yo qu¿esiere».sic

E díxol Nero:

—Pues escógela apriesa, non te tardes.

Estonce Séneca mandó fazer un baño de agua e metióse en el, e fizóse sangrar de amos los braços, e así corriendo la sangre del, murió.

Otrosí fizo Nero matar a su madre e abrirla por veer cómmo fuera engendrado en el su vientre, e otras cosas19 muchas malas que serien espanto de contar. E una [vez],20 maravillándose quanta fuera e quál la quema de Troya, segund que lo oía leer en los libros que lien antél, por el plazer que ende ovo fizo ence[n]der la cibdat de Roma, así que ardió siete días e siete noches. E él, que estava catando de una torre muy alta, e alegrándose porque ardía tan bien, començo de cantar, ca este era el omne que se travajava de cantar en tal manera que sobrava a todos quantos citoleros eran e violeros viniesen, e tenía por más amigos a los que le alabavan el su cantar, e fazíales mulcha [42b] merced. E este pescava con redes de oro. E los romanos, veyendo las sus locuras e non ge lo podiendo sofrir, levantáronse contra él. E aviéndolo todos de un consejo, corrieron un día en pos del, e echáronlo fuera de la cibdat. E él, que iva ya fuyendo e veyendo que non pudía ya escapar, alca[n]çó un fuste e aguzólo con los dientes, e metióselo por medio del vientre, e así murió.

En el t¿enpo de Cornelio papa los christianos de Grecia furtaron los cuerpos de los apostólos, e levávanselos. Mas los diablos que estavan aún en los ídolos por fuerça de la v/rtud de Jhesu Christo dieron bozes, e dizían: «Acorret, omnes de Roma, que lievan los marn'res de Dios». E los christianos, entendiendo que levavan los apóstalos de Dios, e los gentiles entendiendo por los sus dioses, tan bien los gentiles commo los christianos, fueron en pos ellos, onde los griegos, con el miedo, echaron los cuerpos de los apostólos en un pozo que ha en un lugar que dizen catacunbas. Mas despue's los sacaron ende los christianos, e quando los ovieron sacados, dubdaron quales eran los uesos de sant Pedro, o quales los de sant Paublo, e por esto, orando e ayunando,

Ms.: casas

Suplimos esta palabra por el ms. 9.

196 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

ovieron respuesta del cielo, que les dixo: «Los mayores son del predicador, e los menores del pescador». E así apartaron los unos de los otros, e pusiéronlos en sus [42c] iglesias. Dizen quel papa Silvestre, qwerie[n]do con[sa]grar las iglesias, puso los huesos grand onra, tan bien los mayores commo los menores, la una meitad en la una iglesia e la otra meitad en la otra.

E amos estos apostólos sufrieron en un día pasión, porque en uno se fuesen para Jhesu Christo; e en un lugar fue, ca fue en Roma; e so un persiguidor fue, por con egual crueldat los matasen amos a dos. Enpero que en un día murieron, ordenó sant Grígorio que en tal día comino oy21 fuese la fiesta señalada de sant Pedro, e tal día comnzo eras qwe fiziesen la remenbrança de sant Pablo. E por esto fue:22 porque aquel día fue consagrada la igl[es]ia de sant Pedro, e porqne fue mayor en la dignidat, e porqwe fue primero convertido, e por[q;¿e] fue papa en Roma, lo que non fue sant Pablo.

2 ' Precede la palabra «yo» tachada. 2 2 Sigue la conjunción «E» tachada.

XXX

EL MARTIRIO DE SANT PABLO

[D]espués que sant Pablo fue convertido, ovo muchas persecuci[o]nes. E cuenta Ilario brevemente diziendo: Sant Pablo fue azotado con puértegassic tres vezes en Filipos, e fue metido en la cárcel, e tovo los pies en el cepo; e fue apedreado en Iconio; e los judíos persiguiéronle en Tesalónica; e fue echado a las bestias e a los osos e a los lobos en Épheso; e en Damasco echáronlo en un capacho el muro ayuso, e apusieron muchas falsedades; e veniendo por el mar, ovo tormentos en tal manera, que un día e una noche fue en fondón del mar; e vino a Roma, e Nero el emperador dio sentencia que descabeçasen, e así lo mataron.

E fue ap[óst]ol, e de los gentiles sanó un [42d] co[n]trecho, e resucitó un mancebo que cayera de una finiestra e muriera. E una bívora q«el mordiera en la mano non le enpeció, mas sagudióla de la mano e echóla en el fuego, e murió. E otros muchos miraglos fueron los que él fizo, que señen muy luengos de contar. Otrosí dizen las escr/pturas que aqwéllos que fueron del linage de aquel omne que rescibió a sant Pablo, que nunca les enpezió ninguna bestia enpozoñada. E por ende, quando nasce[n] los niños, pónenle[s] las sirpientes en los beços, para provar si son fijos verdaderos.

Sant Pablo, desque cantavan los gallos fasta en la tercia sienpre labrava, e de allí adelante predicava, en manera que muchas vegadas alongava la predicación fasta la noche; e el otro tienpo, o comía o dormía o orava.

E viniendo a Roma, aún Nero non era bien confirmado en el emperio, e oyendo que sant Pablo e los judíos disputavan sobre fechos de las leys, non fazía por ende grand fuerça. E así sant Pablo andava por do querría sin recelo, e libremente predicava, e la su sabiduría e su religión todo el mundo la sabía, e los omnes la veyén. E él avía muchos amigos en casa del emperador, e conv/rtiólos a la fe de íhesu Christo. E qnando leyén los sus escriptos ante cesar, todos los omnes lo loavan, e los senadores lo tenían qne era muy grand.

E una vegada, predicando sant Pablo en un sobrado, cerca de las viésperas, un mancebo qwe dizién Patroclo, escanciano del emperador e muy su amado, por tal que oyese mejor a sant Pablo, qne la gente era mucha, subió en una finiestra, e adurmióse, e cayó dende e mulrió [43a]. E esto oyéndolo Nero el emperador, dolióse mucho de su muerte, e puso luego otro en su lugar déste en su oficio. E sabiendo esto sant Pablo

198 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

por Spj'n'íu Santo que ge lo ovo demostrado, dixo a los que y estava» que fuesen allá e que ge lo aduxesen delante así muerto como yazía, porqwe sabía que lo amava mucho cesar. E aduziéndogelo, resucitól sant Pablo, e enviól al enperador con sus conpañeros. E llorando el emperador por su muerte, dixéronle que Patroclo estava a la puerta, e él oyéndolo de quien ante oyera que era muerto, ovo por ende muy grand miedo, e escusávase quanto podía que non entrase antél. E pero esforcándole sus amigos, dexólo entrar, e quando lo vio díxol a Patroclo:

—¡Eres vivo!

E él dixo:

—César, señor, bivo só.

E díxol Nero:

—Pero muerto fuste, ¿cómo viviste?

E él respondió:

—El Señor Jheju Christo, que es Señor de todo el mundo, me resucitó por ruego de sant Paublo.

E Nero, muy sañudo, dixo:

—¿Pues El regnarà para siefnjpre jamás e destruirá todos los otros reys e los regnados?

E dixo Patroclo:

—En todo en todo, cesar, non lo dubdes.

E Nero, con grand saña, diol una grand palmada, dixo:

—¿Pues tú ya cavallero eres dése rey?

E él dixo:

—Suyo só, ca El me resucitó.

E estonce los servidores del emperador, que estavan siempre ante él, dixéronle:

—Emperador, ¿por qué fieres el omne que dize la verdat a ti? Ca nós cavalleros somos de aqwel rey, ca ya sabemos que aquél nunca le pudo ninguno vencer.

E Nero, qwando esto oyó, [43b] mandólos prender e meter en la cárcel, por que aquellos que él mucho amava que en aquellos pusiese mayor escarmiento. E demás fizo luego buscar todos los christianos, e fizólos atormentar en muchas maneras. E sant Pablo, ligado, aduxéronlo entre los otros ante el emperador, e díxol Nero:

—¡O ombre!, vasallo del rey e mío preso, dime: ¿por qué me quitas míos cavalleros con tus predicaciones, e ayúntaslos contigo?

SAN PABLO APÓSTOL 199

E díxol sant Pablo:

—Yo non rescibo cavalleros para Jhe.vu Christo solamente deste regno, mas de todo el mundo, a quien da nuestro Señor soldadas que nunca fallescen, e fázeles sey[e]r muy conplidos. E tú señor eres en tierra. Si quisieres ser su cavallero, serás salvo, ca El es de tan grand poderío que verná a juzgar todo el mundo en juizio de fuego, en tal manera que fallescrá la figura deste mundo.

E oyendo esto Nero fue muy sañudo, e mayormente porque dixera sant Pablo que este mundo que se avía de desatar por fuego. E por ende mandó que todos los que toviesen con Jhesu Christo que los matasen en el fuego. E mandó descabeçar a sant Pablo, porque dixera aquello ante él.

E estonce mataron muchos christianos, de guisa que todo el pueblo de Roma entraron por fuerça al palacio del enperador. E queriendo leva[n]tarse contra él, davan grandes bozes, e dizién: «César, cata otra manera e atienpla tu coraçón, e desfaz lo que mandeste, ca éstos que tú matas nuestros son, e éstos defienden el señorío de Roma». E el emperador ovo miedo del pueblo, e mandó quedar, que non ñziesen ningund mal a los christianos [43c] fasta que lo él viese más e lo juzgase más conplidamente; e por ende fincaron de aquella vegada. E después otra vez aduxeron a sant Pablo, e pusiéronlo ante Nero, e él, quando lo vio, començo a dezir a muy gra[n]des bozes:

—Tirarme delante este encantador, e degollatle luego, e non le dexedes1 más bevir.

E dixo sant Pablo:

—Nero, poco tiempo ay en quanto he de sofrir esta pena desta muerte que me agora mandas dar, e aína la pasaré, e despue's bivré para siefnjpre jamás con mío Señor Jhe^u Christo.

E dixo Nero:

—Tajatle la cabeça por que entienda que yo só más fuerte que aquel su rey. Así veremos si podrá sienpre bevir.

E dixo sant Pablo:

—Por que sepas que después de mi muerte bivré para sienpre, después que me tajaren la cabeça aparecerte he bivo, e estonce podrás conoscer que el mío Señor Jhesu Christo que es Señor de vida e de muerte.

E dicho esto, leváro[n]lo a lugar do lo avien a descabeçar, e por la carrera dixéronle tres cavalleros que lo levavan:

Ms.: dedexedes

200 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

—Paulo, dinos quién es este vuestro rey que vosotros tanto amades, que más qweredes tomar la muerte que bevir, o qué merced cuidades aver por ende.

Estonce sant Pablo començóles a predicar el reino de Dios, e de las penas del infierno, e convertiólos a la fe de Jh&m Christo. E rogándole ellos que se fíncase franco para do quisiese, e que lo soltalvan,sic mas él les dixo:

—Hermanos, non quiera Dios qwe fuya, ca yo non só fuidor, mas cavallero de Jhesu Christo [43d] legítimo, ca só cierto que pasaré desta vida fallezedera a la otra que siempre á de durar. E luego que yo fuere descabeçado, los christianos tomarán el mi cuerpo. E vós parat mientes en el lugar, e venit allí a la mañana e fallaredes cerca del mi sepulcro dos omnes onrados, e al uno dizen Tito e al otro Luca. E vós dezirles edes q«e vos yo envié a ellos, e batizarvos han, e fazervos han herederos en [e]l regno de Dios.

E fablando él esto, enbió Nero dos cavalleros qwe viesen si era descabeçado, e queriéndolos él convertir, dixeron ellos: «Qnando fueres muerto e resucitares, estonce c[r]eeremos estas cosas que nos tú dizes, e agora verná aína que tomes lo qwe meresces». E levándolo a lugar de la pasión, encontró a la puerta de Hostia una buena dueña q«e dizían Plantilla, que era su dicíp¿da, e llorando començól de rogar e acomendar en sus oraciones. E díxol Paulo: «Ve, Plantilla, fija de la salud que sienpre á de durar, e enprestame el tu velo con que cubres la tu cabeça, e ligaré con él los mis ojos, e después dártelo e». E ella dándogelo, fazían escarnio della los carniceros, diziendo: «¿E por qué das a este mago encantador tan precioso paño para qne lo pierdas?».

E veniendo Paulo a lugar de la pasión, tomándose a oriente e las manos aleadas al cielo, oró a Dios muy grand pieça con muchas lágrimas, e dándol muchas gracias, e después deziendo a todos «con gracia», e ligados los sus ojos con el velo de Plantilla, e fincados los inojos en tierra, paró el cuello derecho, e así lo descabeçaron. E a la sazón qwel tajaron la cabeça començo a llamar «Jhe.?«s» en judiego, qwe era su lenguage, e Uamól tres vezes, e dio tres salltos, [44a] e fiziéronse y tres fuentes, allí do dio el salto cada vez la suya. E fallamos que lo nonbró qwmientas vezes en sus epz'ítolias, e que lo avié por muy dulce nonbre, e así lo mostró al su finamiento.

E luego que fue descabeçado saltó ende una onda de leche en la vestidura del cavallero, e después salió sangre, e en el aire aparesció grand lunbre, e del su cuerpo sintieron un olor muy dulce e muy deletoso. E desqwe fue descabeçado, desató sant Paulo el velo, e cogió la su sangre en él, ligólo e enbolviólo, e vino e diolo a la buena dueña. E tornándose el cavallero que lo matafra], díxol Plantilla:

—¿E dó dexeste2 el mío maestro Paulo?

E él respondió:

Ms.: dexesteste

SAN PABLO APÓSTOL 201

—Allí yaze con sus conpaneros fuera de la cibdat, en [e]l val do yazen los otros, e la su faz tiene cubierta con el tu velo.

E respondiendo ella, dixo:

—Ahevos agora do entraron aquí Paulo e Pedro, vestidos de una vestidura muy clara, e avien coronas en sus cabeças, que eran más claras que otra luz ninguna, e diome el mi velo ensangrentado.

E demostró luego ella el velo al cavallero, e por esto crey[e]ron muchos en Jhesu Christo, e fueron christianos.

E oyendo Nero lo que acaesciera, ovo muy grand miedo, e començo a fablar3 con sus amigos, e demie[n]tre que ellos fablavan desto, vino sant Pablo, estando las puertas cerradas, paróse ante cesar e dixo: «Emperador, evaste aquí Paulo, el cavallero4 del rey perdurable, e agora delves [44b] creer que non só muerto, mas bivo. Mas tú, mezqMmo mala[n]dante, mor[r]ás mala muerte, porqwe matas los santos de Dios a tuerto e sin derecho». E diziendo esto, non paresció y más. E Nero, aviendo muy grand temor, así como loco non sabía q«e fiziese, e por dichos e por consejo de sus amigos soltó a Patroclo e a Barnabá, con todos los otros que ma[n]dara prender, e ma[n]dóles qwe se fuesen do qt/esiesen.

E aquellos dos cavalleros que convertiera sant Paulo qwando levavan a descabeçar, al uno dellos dizién Longino el Negro, e al otro Atesco,5 e vinieron de grand mañana a selpulcrosic de sant Pablo, así commo les él dixera, e fallaron los dos omnes, Tito e Luca, que estavan y orando, e vieron en medio dellos estar a sant Paulo. E Tito e Luca, veyendo a los cavalleros, ovieron muy grand miedo, e començaran a foir, e sant Paulo desaparecióles. E ellos davan bozes [en pos de aqnellos dos que se ivan, diziendo: «Non temades, ca nós non vos perseguimos, segund vós cuidades»]. (...)6

3 Ms.: fabllar 4 Ms.: el cauallero el cauallo 5 Así leemos el nombre en el manuscrito. Vorágine dice «Accestus».

6 Completamos la frase por el ms. 15.001. Se interrumpe la copia del ms. 8 hacia la mitad de la segunda columna del anverso del folio (véase lám.), así que no parece que se haya perdido ninguna hoja de este manuscrito, sino del modelo que copiaba este amanuense (lo que falta de este final, unas dos columnas, más lo que falta del comienzo que sigue, ocupa el espacio de un folio en el ms. 15.001). Respecto al desenlace de este episodio en la Legenda, son los soldados Longino y Atesco los que a voces piden a Tito y Lucas que no huyan, y les ruegan el bautismo, que les es concedido.

XXXI

[SANTA MARGARITA, BAJO EL NOMBRE DE MARINA]!

(...) [E santa Marina dixo que ella firmemente otorgava que era sierva del verdadero Dios, que fizo el cielo e la tierra, e que vino nascer de la Virgen santa María, e que de su grado se dexó poner en la cruz e rescebir muerte en la carne, por salvar a nós]2 [45a] e por nos redemir del poder del diablo, que ante estava muy apoderado sobre los ombres por el pecado de Adán, el nuestro pn'mero padre; e después que rescibiera muerte en la cruz, que resurgera e que era bivo en los cielos; e que nunca avía de morir. E qaando Olibrius oyó esta razón, fue mucho irado, e fizóla traer presa a la villa, e mandó que luego la posiesen en la cárcel.

Otrosí otro día fizóla adozir ante sí, e pregu[n]tóla si estava aún en la porfía de ante o si creía en Jheíu Christo, e ella dixo que sí. E dixo 01ibri¡«:

—O niña, cómo eres vana, e ave piedat de ti, que eres muy preciada en tu fermosura, e quítate de porfiar e adora los nuestros dioses, por tal que ayas bien.

E dixo santa Marina:

—A aqael Dios adoro yo, ante quien treme la t/erra e la mar, e le á miedo, e los vientos le obedecen, e todas las criaturas.

E díxol OlibritM:

—Si non consie[n]tieres a lo que yo te digo, faré despedaçar el tu cuerpo todo.

E dixo Marina:

—Jhe^u Christo tomó muerte por mí, ¿e pues non mor[r]é por Él?

1 La denominación de Marina para referirse en realidad a santa Margarita, era común en la Iglesia griega y se extendió también al Occidente medieval, como muestran el Libro de Buen Amor (3c) o el Poema de Fernán González (106c).

2 (Véase lám.) Completamos la frase por el ms. 15.001. Falta el comienzo del relato (una columna y media en el ms. 15.001), que cuenta que la santa fue hija de Teodosio, un patriarca de los gentiles de Antioquia, que la echó de casa cuando supo que ella se había bautizado. Con quince años cautiva los sentidos del prefecto Olibrio, quien pretende convencerla de que el cristianismo es un error; sin embargo, ella le explica la grandeza de Cristo, que se sometió voluntariamente al tormento de la cruz...

204 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Estonce el adelantado mandóla aspar, e que la rascañasen muy fuertemente con peines de fierro, e esto le fizieron tanto que salía la sangre de su cuerpo así commo agua de la fuente. E colgáronla de los cabellos de una viga, e acotáronla. E los que y estavan lloravan con duelo delia, e dezían a Marina:

—Grand duelo avernos de ti, porque así veemos despedaçar el tu cuerpo tal cruelmente. Onde por esta crueldat consejárnoste que te tornes, e así, ál que non, crey agora por que bivas.

E díxoles [45b] ella:

—Consegeros malos, partidvos de mi e it vuestra carrera, ca yo bien sé que esta tormenta de la carne es salud del alma. —E desí tornó la faz contra el adelantado, e díxol muy sin vergüença— E tú, león fa[n]briento, que nunca te as de fartar, tú as poderío sobre la carne, mas Jhe.yu Christo, que es poderoso en todo, guarda el ánima mía.

E el adelantado cubrió la cara con el manto, ca la non podié ver, ca ta[n]ta era la sangre que corrié de las feridas delia, e desí ma[n]dóla meter en la cárcel. E qwando la y tornaron, entró faziendo sus oraciones, e pedía a Dios merced que\ mostrase visiblemente al enemigo con quien lidiava. E qwando fue yendo por la noche, estando ella en la cárcel encerrada, aparesció un dragón muy grand en manera de sirpient, muy negro e corto de cuerpo, e alto de pies, e vinía resollando por ella, e púsole la boca abierta sobre la cabeça, e sacando la lengua fasta los pies, e sorvióla luego. Mas demie[n]tra que la tragava, acordóse ella allá do iva e santiguóse, e fizo la señal de la cruz, e así quebró luego el dragón, e salió la virgen sin lisión e sin daño ninguno. E ella, que fincó cansada e muy espantada de aqwella lid qwe padeciera, e loando mucho al su Señor Jhesu Christo que la así librara, ahevos otra vez que le aparesció el diablo, tomando semejança de omne, e paróse muy luengo e muy feo ante ella. E santa Marina, qnando lo vio, conosció luego que era el diablo, e fue muy espantada, e ovo miedo, e començo a fazer su orociónsic al nuestro Señor Jhe.su Christo, e dizía: «O Dios verdadero, que el cielo e la tierra feziste, e veniste nascer de la Virgen santa María, [45c] Señor, Tú me ampara la tu sierva en esta presión, q^e el diablo non me pueda vencer. E Señor, Tú qwe me en esta noche otra vez acorriste e qwebranteste al dragón e a mí saqweste en paz del su vientre, Señor, Tú me guarda deste diablo que se me aquí demuestra, que non me pueda engañar nin yo pierda la carrera de te servir». E en todo esto allegó el diablo a ella e tomóla por la mano, e díxol:

—Hermana, tú as muerto al mi hermano Rubo, que en forma de dragón vino a ti, e tú fezistel quebrantar por medio el cuerpo. Mas aquí só yo contigo, e si quisieres seer mi vasalla escaparás de muerte, e si esto non qw¿sieres yo te faré a ti quebrantar por el cuerpo, como tú feziste al mío hermano.

E ella con ayuda de Dios aforçóse, e levantóse en pies, e echó la mano a los cabellos del, e dio grand tirada, e derribólo en t/erra.

SANTA MARGARITA, LLAMADA MARINA 205

—Yo só vasalla de nuestro Señor Jhesu Christo, que es poderoso sobre ti. —E púsol el su pie diestro sobre la garganta, e dixo— Yaz, diablo sobrevioso, so el pie de la muger vasalla de Jhesu Christo, e agora qwí'eres estar en los infiernos, donde saliste.

E el diablo llamava:

—O, Marina, perdido he mi fuerça, e vencísteme. E si algund omne me oviera vencido non fuera tanto maravilla, mas vencísteme tú, qne eres niña peqneña, e por ende é mayor pena. E creo que me non vences por tu fuerça, mas porque te quiere Dios poderoso ayudar, ca tu padre e tu madre fueron míos amigos.

E santa Marina, acoceándol por lo afogar, preguntól por qué teptava en ta[le]s maneras los christianos, o dónde era, o cómo [45d] avía nonbre. E él díxol toda su fazienda, e díxol que avía no[n]bre Belzep, e que avía, grand malquerencia contra los omnes santos, e qwe les enbarga muchas de vezes sus oraciones, empero qne muchas vegadas lo alongavan de sí con sus pregarías que fazían a Dios. E díxol de cómmo engañavan los omnes de muchas maneras, e que tomava semejança de muger, e que se echava con los omnes.3 E otrosí en tal manera engañavan las mugeres de orden e las otras. E díxol qne avien los diablos poderío de andar en el viento, e que se trabajavan de fazer perder a los omnes la gloria de Paraíso qne ellos primeramente perdieran por su sobervia. E díxol más: qne Salamón encerrara en vaso de vidrio todos qnantos diablos pudiera fallar. E qne echara aqnel vaso en fondón de la mar, mas despne's de la muerte de Salamón, allá do yazién, echando fuego del vaso, los diablos faziénlo reluzir muy alenxos so el agua, e cuida[n]do los omnes qne avié allí muy gran tesoro, buscaron arte para sacarlo. E qnando lo tovieron fuera qnebrantáronlo, e los diablos salieron ende, e fincheron el aire. E después qne el diablo dixo esto e mucho ál, santa Marina alço el pie, e luego el diablo desaparesció. E por ende fue segura, pues qne ella vinciera al diablo, qne bien podría vencer al merino, qne era su vasallo.

E otro día mandó el merino qne le aduxesen a Marina delante, e las gentes de la villa ivan todos a veer. E Olibrins díxol:

—Marina, pártete de roido e adora los ídolos.

E ella dixo:

—Yo adoro a Jhesu Christo, fijo de Dios bivo, e desto nunca me puedes mudar por tus tormentos.

E mandóla estonce desnulyar [46a] e echar por la su cabeça ollio ferviente, e ella, rogando a Dios, dezía qne non la qnemava nin lo sentía. E Olibrins, qnando aqnello vio, mandóla ligar de pies e de manos, e qne la echasen en una tina de agua, por tal qwe, mudándole las penas, oviese mayor dolor, por qne la pudiese tornar a la su ley.

Sigue la palabra «onbres».

206 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

En aquella sazón tremió toda la t/erra, que todos ovieron muy grand miedo. E la virgen, que fuera echada en el agua, andava adesuso, e por la virtud de Dios nunca fue a fondón nin entró so el agua. E qwando esto vieron las gentes, fueron tantos los que se tornaron christianos e vinieron a marrirío por amor de íhesu Christo, que fueron contados en cinco mili, entre omnes e mugeres. E temiéndose el adelantado que todos los otros se converterién, mandó a un carnicero, que avié nonbre Maleo, que la degol[l]ase aína. E ella ganó espacio de fazer oración a Dios, e rogólo muy devotamente por sí e por los otros, e por todos aquéllos que oviesen remebrança delia, e pidió a Dios que toda muger que oviese peligro en el parto e que la llamase, que Dios le diese gracia de parir sin lisión. E todos oyeron una voz del cielo, que dixo: «Marina, sepas que ganado as el don que pediste a Dios en tu oración». E estonce santa Marina, con grand alegría, levantóse e dixo al carnicero: «Amigo, faz lo que as de fazer, e enbíame para el mío Señor»; e levantóse Maleo con su espada, e ella fincando los inojos en tierra, cortóle la cabeça. E así ovo santa Marina corona de martirio. E Maleo, por las malravillas [46b] de Dios que viera, martirióse por amor de Jhesu Christo.

XXXII

DE SANTA MARÍA MADALENA

[S]anta María Madalena fue natural de tierra de Judea, e de Jherusalem, e fue de un castillo que dezién Madalo, e era muy fija de algo, e venía del linage de los reys. E a su padre dixeron Siró, e a su madre Encaria. Ésta e su hermano Lázaro e su hermana Marta avié[n] por heredat el castillo de Magdalo, que es a una legua de Genesaret, acerca de Tiberia,1 e otrosí avien a Betania e grand parte en la cibdat de Jheritóalem. E partiéronlo entre sí en [e]sta manera: María ovo a Magdalo, onde fue después no[n]brada Magdalena, e Lázaro ovo la parte de Jherusalem, e Marta ovo a Betania.

E la Madalena, siguiendo todo deleite de su cuerpo, e Lázaro usando en fecho de cavalleria, mas Marta, que era más entendi[d]a, endereçava2 muy bien las heredades de la ermana e del hermano, e dava a los cavalleros del hermano, e a los vasallos, e a los pobres, todo quanto avien menester. Empero, después que Jhe.su Christo subió a los cielos, todo lo vendieron ellos, e tomaron el precio e pusiéronlo a los pies de los apóstelos. E la Madalena, aviendo mucho vicio e la voluntad, siguía el cunplimienío de las cosas, e qwanto era más rica e más fermosa, tanto más se dio al deleite del cuerpo, en manera que perdió el nonbre propio, quel dizién María Madalena, e llamavanla «la Pecatr/z».

Mas Jhesu Christo predicando en aqwella tierra e en otros lugares, e ella por gracia de Spí'n'íu Santo vino un día a casa de Simón, ca sopo q«e allí posava Él. E ella, porqwe era pecatriz, non osava [46c] parescer ante los justos, e entró en la casa e estovo de parte de las espaldas, acerca de los pies de Jhesu Christo, e echóse tras ellos envergo[n]cada, cabo los sus pies. E sentiéndose por mucho pecadora, lloró atan fuertemente, qwe tantas fueron las sus lágn'mas que mojó los pies de Jhesu Christo, e porqi/e los sentió mojados de las sus lágn'mas tomó con los sus cabellos, que eran luengos, e terguiógelos fasta que fueron enxutos, e desí untógelos con un ungüento muy precioso, ca los omnes de aqwella t/erra, por razón de la calentara qae es muy grand, usan mucho de baños e de ungüentos. E Simón, que era el huéspet de la casa,

Es Tiberíades.

Ms.: endereçeua

208 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

seía pensando en su voluntad que si Jhesu Christo fuese propheta, que non consie[n]trié que lo taniese aqnella muger, que era pecadora. E nuestro Señor reprendió a él de justicia, sobervioso que seyé pensando, e perdonó a ella todos sus pecados.

E aqwésta es María Madalena, a quien Jhesu Christo fizo tanta gracia e le mostró tanto amor, que la entendió bien repentida, ca sacó della siete diablos que la traían engañada e enbevida en aquel pecado. E óvol muy grand amor, e fuel muy familiar, e fizóla su huéspeda. E quiso que fuese su procuradora en el camino. E escusóla del phariseo que la Uamava suzia; e de su hermana Marta, que la llamava vagarosa; e de Judas Escariot, q«e la llamava gastadera. E veyéndola llorar, lloró con ella. E por su amor resucitó a su hermano Lázaro, que avía quatro días que era muerto. E por su amor guaresció a Marta su hermana, que avié corronpimiento de sangre siete [46d] años avía. E por sus merescimientos quiso que Marcella,3 ma[n]ceba de su hermana, dixese este latín: «Bienan[dan]te es4 el vientre que te engendró». Aqnesta María Madalena es la que primeramente començo a fazer penitencia muy nonbrada, desp[ué]s que Jhesu Christo vino. Esta fizo el ungüento para el cuerpo de Jhesu Christo, e los discípulos partiéronse del monumento, e ella nunca ende se partió. E qnando Jhesu Christo resucitó, aparesciól a ella pnmero. Esta fue predicadora con los apostólos después que Jhesu Christo subió a los cielos.

E a cabo de catorze años de la Passión de Jhesu Christo, despees que los judíos mataron a sant Estevan e los apostólos fueron a muchas partes del mundo a predicar la palabra de Dios, e en aqnel tienpo era5 con los apostólos sant Maximiano, que era él uno de los setenta e dos discípulos de Jhesu Christo. E sant Pedro el apóstol come[n]dáralo a santfa] María Madalena. E desparziéndose todos los apostólos, sant Maximiano e la Madalena e Lázaro e Marta e Marcela, su manceba, e Cebedonio,6

que nasciera ciego e alunbráralo Jhesu Christo, e otros muchos christianos que pusieran los judíos en una nave, e la echaran en la mar por tal que muriesen y, e qtnsolos Dios guardar, e vinieron a Marsella.

E non fallaron ninguno que los quisiese rescebir en su casa, e moravan en un portal de un templo de la gente de aqnella tierra. E veyendo santa María Madalena que la gente iva aquel templo a sacrificar los ídolos, levantóse muy alegre e la su faz risueña con buenas palabras e la lengua dulce, e fazíalos qnrtar del saenfício de los ídolos, e predicávales muy afincadamie[n]te la fe de Jhesu Christo, e maravilláva[n]se todos7 [47a] de la su fermosura e del su razonar e de la su palabra

3 Vorágine dice «Martilla». 4 Ms.: bien ante es es. El ms. 15.001 da la versión correcta, y previamente la frase en latín, que falta

en el 8. 5 Ms.: eran 6 En la Legenda se leen los nombres de «Maximinus» y «Cedonius». 7 Esta palabra sólo consta en el reclamo.

SANTA MARIA MAGDALENA 209

tan dulce. E esto non era maravilla, que la boca que besara los pies de Jhesu Christo convenía que muy dulcemente predicase la palabra de Dios, más que todos los otros.

E en todo esto vino el prmcipe de la provi[n]cia con su muger, que venía a fazer sacrificio a los ídolos por tal que oviesen fijo. E la Madalena predicóles de Jhesu Christo, e desmañóles,8 destorva[n]do los sacrificios. E en [e]ste comedio, a pocos de días, aparesció la Madalena en visión aquella buena dueña, e díxol: «¿Por qué dexas morir de fanbre e de frío los santos de Dios, aviendo vós tantas grandes riqt/ezas?»; e amenazóla si lo non dixese a su marido. E ella ovo miedo de mostrar esta visión a su marido, e non ge lo dixo. E la tercera vegada, a la media noche, aparesció al marido e a la muger muy sañuda e muy irada, así encendida que les semajava que ardía la casa, e dezía: «Tirano cruel, mienbro de tu padre Sathanas, duerme con tu muger serpe[n]tina, que no te pudo dezir lo qwe yo le mandé. Tú, enemigo de la cruz de Jheíu Christo, fuelga[s] bien farto de buenos manjares, e dexas perescer aqí/el[l]os omnes santos de fambre e de set; e yazes en [e]l palacio enbuelto en paños de seda, e veyes aqwellos siervos de Dios muy desconortados en el portal del templo, e veniste tu carrera. Sepas, falso, que non escaparás, así q«e non ayas pena por ende, porque te tardeste tanto de les fazer [47b] algund bien». E qucmáo les ovo esto dicho, desaparescióles, e desperta[n]do la buena dueña espantada, sospirando con temor, dixo esto a su marido que yazía otrosí muy espantado por essa m[i]sma visión:

—Señor, tal visión he visto esta noche.

E contógelo todo. E díxole él:

—Todo esso mismo he yo soñado, e por ende esto muy maravillado e muy espa[n]tado, pues ¿qué podemos y fazer?

E díxol su muger:

—Más valdrá que fagamos lo que nos demanda, que non que ayamos la saña del su Dios de que ella predica.

E por ende otro día fueron por ellos a aqwel lugar, e traxéronlos todos para su casa, e dávanles todo lo qwe avían menester.

Una vez estava la Madalena predicando al pueblo, e díxol este mismo prmcipe:

—Di, María, ¿cuedas defender lo que tú predicas?

E díxol ella:

—En todo en todo puédolo yo defender, así como cosa provada e afirmada por los miraglos de cada día e por la predicación del mío maestro, que está en Roma.

E el príncipe dixo:

Ms.: desmáñeles

210 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

—Evaste que te qt/eremos yo e mi mueer fa7Pr t^„ . - ,• ganares fijo dése tu Dios que tú predicas q ™ tU d lZ6S ' S1 * »

E díxol la Madalena:

—Todos lo pidamos al mío Señor Jhe¿u Christo.

E santa Mana, con muchas lágn'mas ropf. n n,™ ™ J , mostrase y su miraglo e que les diese Z ¡> n g r a " d d e V 0 C Í Ó" ^ E estonce'su marido q^er a r a sa«t Pe I p o ^ l T " " ^ ' í C ° " C l b l 0 l a duef ia-la Madalena de JiuJchristo, e «¡£>í£! míger " ^ ^ l 0 ^ P r e d l C a v a

—¿Qué, esto, marido, asmas de ir al aoóstol sin mí? M I ^-

E díxol su marido:

muc^^c^^c^Sc^xf 7rñadae »ia - -cuidado de todos nuestros bienes ? POT ^ f m C a r á s e n Casa< e a v ™

E qaando se oyeron de ¡r, fuéLse a 1 ^ ^ e e Z n s f ° ^ T " ^ amos en las espaldas, por que e, diablo J ^ Z ^ ^ ^ f *° ^ 7 la nave de todas las cosas q«e avien menester e dexandctodo „ c a ^ [ n ] d o de santa María Magdalena, començaren de Í su c a m m o ' ™ *" ^

E pasando un día e una noche la mar comencé la m a , - ^ - u era muy grande, en manera qMe todo, X ^ ^ ^ ^ ^ * ^

mueWta la madre, pues convenía 1 el n L murieT "" ^ d ^ ^ mamar, Sobre la mar non podien Iver n ricT £ S ^ T f . ^ f l * d é a

peregrino?, ca veía la muger muerta el niño llorarlo p J „ 6 q ^ 6 S t e

dezía: «¡Ay, desaventurado" ¿ Q ^ S í f S S ï ^ ^ f ™ m U C h 0 ' 6

E los marineros davan bozes, diziendo: J ' ^ ^ l a m a d r e e a él>>'

—Echen en la mar este cuerpo ante qMe nerezcamns tnrW connusco non cesará esta tespestat. P e r e z c a m ° s todos, ca mientre aq«í fuere

E tomado el cuerpo para [47d] lo echar en la mar, díxoles el peregrino-

- ¡ Ay, amigos, por Dios, mesura! E si a mí non quedes perdonar, si al que non,

SANTA MARÍA MAGDALENA 211

avet piedat deste chiquillo, que vedes cómmo llora, e sperat un poco, e sofrit, porqwe si por abentwra la muger por razón de los grandes dolores se tornó fuera de su entendimienío, e veamos si puede aún respirar.

E ahevos do paresció un collado, non alexos de la mar. E qwando lo vio, asmó qwe mejor serié poner allí el cuerpo de la madre e el chiqw/llo, que non echarlos en la mar, do los comiesen los pescados, e malavés lo pudo ganar de los marineros por ruego9 e por precio, que ge la levasen allá. E non pudiendo y fazer fuesa por razón que era toda peña, puso la muger en un lugar qwe era y como ascondido, cabo una peña, e cubrióla del su manto. E poniendo el niño sobre los pechos della, dixo: «O, María Madalena, ¿por qwe' veniste a Marsella por acrecentar la mi misqwmdat e la mi pe'rdida? ¿Por qué yo, desave[n]twrado, comencé de fazer este camino amonestándomelo tú? ¿E por qué tú rogueste a Dios que la mi muger concebiese e pariese?; ca evaste qwe parió, e pariendo murió, e conviene qwe lo qwe concibió e parió que muera, ca non ay quién lo críe. Evaste que aqwello que ovo por tu ruego a ti lo acomiendo agora, así como te acomendé todas mis cosas, e acomiéndolo al tu Dios. E si Él es poderoso, acordarse del alma de la madre, e por el tu ruego aya piedat, qwe non perezca la criatura». E estonce cubrió el cuerpo de la madre con el del niño con su manto en derredor. E despue's desto, entró en la nave para andar su camino [48a] por la mar.

E qwando llegó a sant Pedro el apóstol, e oyó sant Pedro dezir de grand omne que lo iva a ver, salliólo a rescebir onradamente, e veyendo la señal de la cruz qwe levava en su onbro, demandól qwe en qwal manera iva él. El prmcepesic contól todo por orden como acaesciera, e díxol sant Pedro: «Dios te dará paz, e bien seas venido, qwe creíste a consejo muy sano, e non tomes tan grand pesar, si tu muger duerme e el chiqw/llo fuelga con ella, ca Dios es poderoso de dar a qw¿en qwier dones, e tollerle las dadas, e El te puede poner remedio a essa cuita qwe tú as, e puede mudar el tu lloro en alegría». E sant Pedro levólo a Jherwíalem por le fazer firme en la fe, e mostról todos los lugares do predicó Ihesu Christo e do fizo miraglos en la vida e qwando murió, e el lugar do subió a los cielos. E sant Pedro mostrándol muy bien la fe de Jhesu Christo, estovo con él dos años.

E después el príncipe entró en la nave, e començo de torna[r]se para su tierra, e veniendo por el mar, ordenándolo Dios, así vinieron a aqwel collado do pusiera la muger con el niño, e rogó a los marineros, e dioles porqwe, e endereçaron la nave para allá, e él fuese a la peña. E el chiquillo, guardándolo y santa María sano e salvo, muchas vegadas vinía a la ribera de la mar, e allí jugava solo con las pedrezuelas del arena, como es costunbre de los niños. E él allegóse allá, e vio el chiquillo qwe andava en la ribera jugando commo solía con sus pedrezuelas, e maravillándose qwe podría esto ser, qwfso allegar allá. E el chilqwñlo, [48b] qwando lo vio, ovo miedo, porqwe aún nunca tal cosa viera, e fuyó corriendo, e ascondiése so el manto de la madre. E el

9 Ms.: por rruego por rruego

212 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

peregrino, por que lo viese más manifiestamente, llegando a su madre, descubriól e tomól, e dixo: «¡O, santa María Madalena, quán bienandante yo sería, e quánta bu[e]na anda[n]ça me vemía si mi muger pudiese aún respirar!, ca bien sé en todo en todo, e así lo creo, que tú, que me guardeste el niño e criéstelo en esta peña por dos años, que puedes traer por el tu ruego a la madre en el estado que fue». E enante quel acabase estas palabras, respiró la muger, e despertando comnzo de sueño, dixo: «!0, santa María Madalena, cómo eres de grand merecimiento e gloriosa!, ca en la mi priesa del mi parto tú estoviste conmigo, e tomeste oficio de partera. E en qwantas cosas yo ove menester tú me feziste servicio de manceba». E oyendo esto el peregrino, e maravillándose, dixo:

—¡Ay, mi muger, eres biva!

E dixo ella:

—Cierto, biva só, e aún agora vengo primero de la romería que tú viniés. E bien como sant Pedro te levó a Jherusalem, e te mostró todos los lugares en que Jhesu Christo predicó, e do fue muerto e soterrado, e todos los otros lugares, en essa misma manera fui yo convusco, guiá[n]dome la Madalena, e aconpañá[n]dome; e muy bien vi todos esos lugares, e acuerdóme muy bien.

E començo a contar todos los lugares de Jherusalem, e los miraglos que viera su marido así los contó conplidamente, que nin poco nin más non fallesció ende. E estonce el peregrino tomó su muger e entró en la nave con grand alegría, e a poco de tienpo aportaron a Marsella, e quando salieron a t/erra fallaron a santa María Madalena que predicava con sus discípulos, e echándose a sus pies con muchas lágrimas contáronle qwanto les [48c] acaesciera.

E baptizólos sant Maximiano, e estonce fizieron en Marsella iglesias a servicio e honra de Jhesu Christo, e destruyeron los templos de los ídolos, e fizieron a sant Lázaro obispo dése mismo lugar. E después, ordenándolo Dios, vinieron a la cibdat de Ati,10 e por muchos miraglos que Jhesu Christo y mostró convertieron todo el pueblo a la fe, e sant Maximiano fue onde obispo.

E despwés desto santfa] María Madalena, cobdiciando estar en contemplación, fuese para un yermo muy áspero, e vivió y en un lugar que fizieran los ángeles treita años, que nunca lo sopo ninguno. En este lugar non avié solaz de agua, nin de árboles, nin de yervas, por que fuese manifiesto que Jhesu Christo nuestro Salvador, que ordenó todas las cosas, ordenara de fartarla non de comeres terrenales, mas de manjares celestiales. E cada día, en las siete oras del día, la alçavan los ángeles en el aire, e estonce oía ella en las orejas del cuerpo cantares gloriosos de los ángeles del cielo. E por ende cada día era farta destos comeres muy dulces, e esos mesmos ángeles aduzié[n]dola a su lugar non avía menester destos comeres deste mundo.

' " Se trata de Aix. Vorágine dice «Aquensen civitatem».

SANTA MARIA MAGDALENA 213

Un sacerdote deseando fazer vida apartada, fizo una cela acerca de aquel lugar a doze estados, e un día abrió nuestro Señor los ojos de aqwel sacerdote, e vio manifiestamente con ellos cómmo los ángeles descendían a aqwel lugar do morava santa María Madalena, e la alçavan en el aire, e a cabo de una hora traía[n]la aquel lugar con cantares de Dios. E qweriendo este sacerdote saber la verdat desta visión tan maravillosa, acomendóse [48d] a Dios e, rogándole, fuese a ese lugar con grand atrevimiento. E qwanto una echadura de piedra comencáronle a tremer las piernas e todo el cuerpo con grand tremor, e, torná[n]dose a caga, andava bien así commo si levase la cara adelante, mas si quisiese ir derecho al dicho lugar, la flaqueza e enbaçamienío de todo el cuerpo le defendía, que non podía allá legar. E entendió el siervo de Dios que sin dubda aquel sacramento era celestial, e que ningund omne del mundo por sí non pudié allá llegar. E por ende, llamando a Jhe^u Christo, dio bozes diziendo:

—Conjuróte por Dios, qwe me respondas si eres omne, o otra criatura que uses de razón, que moras en esta cueva, e que me digas de ti la verdat.

E diziendo esto tres vegadas, respondió santa Maña Madalena, e dixo:

—Allega más acerca e podrás saber la verdat de todo qwanto tú deseas. —E él, con temor, fue allegándose fasta el término de medio espacio, e díxol ella— ¿Acuerdaste del evangelio que leen en las iglerias que fabla de aqwella María, famosa pecatriz que lavó los pies del Salvador con sus lágrimas e los terguió con sus cabellos, e meresció aver perdón de sus pecados?

E díxol el sacerdote:

—Acuerdóme, e más ha de treita años que esto acaesció.

E respondió santa María Madalena:

—Yo só aquélla, e treita años á ya que só en este lugar, que nunca lo sopo ninguno. E así commo lo viste ayer qMeriéndolo Dios, así merescí qwe cada día me aleasen los ángeles en [e]l aire, e siete vegadas en el día oyó dulces cantares en el aire del canto de los ángeles que cantan en el cielo, e yo los oyó con estas mis orejas. E porque Dios me [49a] quiso mostrar que he aína de sallir deste mundo, vete para sant Maximiano e dil esto: qwel pnmero domingo que viene que entre él solo en el oratorio, en el aquel t/enpo que se solía levantar a matines, e fallarme á a mí por servicio de los ángeles.

E el sacerdote oyó la voz como voz de ángel, e por ende fuese muy aína a sant Maximino, e díxogelo todo por orden. E sant Maximino, muy gozoso por ende, gradeciógelo mucho a Dios. E otro día, a aquella ora qwel fuera dicho, entró en el oratorio solo, e vio a santa María Madalena aún estar en [e]l coro de los ángeles que la aduxeran. E estava alçada11 de t/erra qwanto dos cobdos en medio de los ángeles, e

Ms.: aleada

214 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

las manos aleadas, e rogando a Dios. E sant Maximiano dubdando de llegar a ella, tornóse ella a él, e díxol: «Padre, allégate acá más acerca, e non fuyas de tu fija». E allegándose él, segund que lo él cuenta en el su libro, así resplandecía la cara de la Madalena, que más de ligero podría omne catar los rayos del sol que non a la su faz, porqwe muy grand tienpo e continuamente viera los ángeles. E llamando toda la clerezía e al dicho sacerdote, tomó ella el cuerpo de nuestro Señor e comulgó de mano del obispo con muchas lágrimas, e desende, echada ella ante el altar, salló aquel ánima santa del su cuerpo e fuese al cielo para nuestro Señor Dios. E despae's que ella finó, tanto olor fincó allí siete días co[n]tinuamente en el oratorio, que qwantos y entravan lo sintían. E este cuerpo santo enterró sant Maximiano onradamente, enbu[e]lto en muchas specias. E mandó que despwe's de su muerte que le12 enterrasen a él cerca della.

En el tienpo [49b] del rey Cairos,13 en el año de la encamación de Jheíu Christo de setecientos e q^arenta e nueve, el duc de Bergonia,14 non podiendo aver fijo de su muger, dava q«anto tenía largamente a los pobres, e fazía muchas iglesias e monesterios. E después que fizo un monesterio, envió el duc e el abat de aquel monesterio un monje con conpaña convenible a la cibdat de Ati, para que troxiesen ende si pudiesen las reliquias de santa María Madalena. Viniendo este monje a la cibdat de Ati, fallóla destruida toda de suelo, e falló y por ventura el sepulcro en que yazía el cuerpo de santa María Madalena, que lo mostrara el sepulcro, que era de mármol, e estava toda la su istoria entretallada en este sepulcro de obra maravillosa. E fízol abrir de noche, e tomando ende las reliqin'as, traxolas a su ostal. En essa noche aparesció santa María Madalena al monje, diziendo qne non oviese miedo, mas que acabase lo que conmençara,sic e después tornase. E viniendo a media legua del monesterio, non podía ende mover en ninguna manera las reliquias, fasta que vinieron el abat con los monjes e las rescibieron con muy grand honra.

Un cavallero, que cada un año solía venir en romería al cuerpo de santa María Madalena, matáronlo en una lid, e llorando por él sus parientes, dezién qwerellá[n]dose a santa María Madalena: «¿E por qué dexeste morir el tu devoto sin confesión?». Estonce, maravillándose todos, levantóse a desora este muerto, e llamó un sacerdote, e confesó con devoción, e comwlgó, e desí murió luego.

Una nave cargada de omnes e de mugeres pereció en la mar, e una muger seyendo preñada, [49c] e veyendo que perecía, llamava a la Madalena qwanto ella podía, faziendo voto que si por los sus merecimientos la escapase de aqwel lugar e de aquel peligro e pariese fijo, qnel diese al su monesterio. E luego aparesció una dueña muy onrada, quanto a la fermosura e quanto al abito qwe trayé, qwe la tomó por el toqwexo

12Ms.:el 13 Carlomagno. 14 Es Borgofia. En la Legenda se lee «Burgundiae».

SANTA MARIA MAGDALENA 215

buelto con la barva, e sacóla fuera a la ribera. E todos los otros perecieron, e ella después parió su fijo, e cunplió su voto fielmientre.

Dizen algunos que santa María Madalena fue esposa de sant Joan evangelista, con quien era estonce desposado qnando Jhesu Christo lo llamó de las bodas, en casa de architiclino, e que ella, sañuda porque le tollieran su esposo, fue e fizo la vida que es dicha de suso. Mas porque acaesciera que el llamar de sant Juan fuese razón de perdición della, nwesfro Señor tornóla a penitencia por su misericordia. E porque la quitó del plazer del mundo, por ende a ella más que a todos los otros la cunplió del su deleite, que es el amor de Dios. E diziendo que eso mismo fizo a sant Joan por essa misma razón. Empero que dizen algunos que esto non es verdat.

Un omne que perdiera la lunbre de los ojos viniendo al monesterio do yazía el cuerpo de santa María Madalena en romería, quando venía ya cerca, dixo el que lo adestrava: «Yo ya veo la iglesia». E el ciego començo de dar bozes, e dezir: «¡O, santa María Madalena, quiera Dios que aun yo vea la tu iglesia!»; e luego a la ora se le abrieron los ojos, e vido.

Un clérigo de Flandes quel dizían don Estevan [49d] tantos pecados avía fecho, e tan malos, que en él faziéndolos señalamentesic non quería fazer bien nin lo quería oír, e estava commo desesperado. Empero él, aviendo grande devoción en santa María Madalena, ayunava su vigilasic e fazía la su fiesta. E una vez, quando él visitava el su sepulcro, aparescióle santa María Madalena, nin bien durmiendo ni bien velando, bien commo muger fermosa, que traía sus ojos muy llorosos, e sobarcadas de los ángeles de la una parte e de la otra. E díxol: «Estevan, ¡por Dios! ¿e por que' me das mal galardón por lo que yo fago? ¿Por que' non as algund dolor en [e]l movimiento de los mis labros? Ca desque comenceste aver en mí devoción si[e]mpre yo rogué a Dios por ti muy afincadamente. E pues tú acuérdate e faz penitencia, ca yo non te desampararé fasta que te Dios quiera perdonar». E el clérigo sintió luego tanta gracia en sí mismo que luego desanparó los vicios del mundo e entró en religión, e fue y de muy santa vida. E en la muerte vieron la Madalena estar cerca el su lecho con muchos ángeles, e levaron la su ánima blanca commo la paloma al cielo, a do es para sienpre.

XXXIII

ISTORIA DE SANT YAGO DE AGOSTO

[S]ant Yago, el fijo del Zebedeo, después que Jhesu Christo subió a los cielos, predicava en Judea, e en Samaría, e después vino en España por senbrar y la palabra de Dios, mas veyendo que non podía aprovechar nin ganar y más de nueve discípulos solamientre, dexó y los dos dellos por que predicasen, e tomó los otros si[e]te conlsigo, [50a] e tornóse otra vegada a Judea.

E él predicando y la palabra de Dios, un mago quel dizién Hermógenes envió a sant Yago con los fariseos un disciplo que avía nonbre Phileto, por que venciese aquel Phileto a sant Yago por razón ante los judíos, e mostrase que la su predicación era falsa. Mas el apóstol venció a él ante todos, e faziendo muchos miraglos ante1 él, tornóse aquel Fileto a H[e]rmógenes alabando mucho la dotrma e predicación de sant Yago, e diziendo los sus miraglos, e testiguando que quena, ser su discípulo, e amostrando a él otrosí que fuese su discípulo. Estonce Hermógines, sañudo, enca[n]tólo de manera que non se pudiese mover, diziendo: «Agora veremos si vos soltará sant Yago». E esto enviólo dezir Fileto a sant Yago con un moco, e enviól luego sant Yago el sudario, diziendo: «Tome Phileto este sudario e diga: "Dios alça los quebrantados e suelta los presos"». E luego que él tañó el sudario fue suelto, e fazía escarnio de los encantamientos de Hermógines, e fuese apn'esesic para sant Yago.

E Hermógines fue sañudo por ende, e conjuró los diablos, e mandóles que aduxe[se]n a sant Yago ligado con Phileto por que se vengase dellos, e por que los sus discípulos non fuesen osados dende adelante de fazer escarnio en esta manera. E viniendo los diablos a sant Yago, començaran aullar en el aire, diziendo:

—Jacabe,sic Jacobe el apóltol,sic ave merced de nós, que ya ardemos ante que venga el nuestvo tienpo.

E díxolles [50b] Jacobo:

—¿E por que' venistes a mí?

E dixeron ellos:

Ms.: antel

218 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

—Porqwe nos envió Hermógenes, que te levemos a[n]tél a ti e a Fileto presos, mas nós, luego que viniemos acerca de ti, el ángel de Dios nos ligó en cadenas de fuego e nos atormenta mucho.

E díxoles Jacabo:

—Suéltevos el ángel de Dios, e tomatvos para él e adozítmelo preso, mas non le fagades otro mal.

E yéndose los diablos, tomáronlo e ligáronle las manos atrás, e así preso traxéronlo a Jacab, diziéndol: «Enviéstenos do fuemos encendidos e malamientre atormentados».2 E dixeron los diablos a Jacob:

—Danos poderío en él qwe podamos vengar los tus tuertos e los nuestros malos ence[n]dimientos que nos fizo aver.

E díxoles Jacobo:

—Ahevos Fileto do está ante vós, ¿por qué lo non prendedes e lo non tenedes?

E dixéronle ellos:

—Nós non podemos tañer ninguna cosa con la mano, nin aun solamie[n]tre la formiga que está en tu cámara.

E dixo Jacobo a Fileto: «Por que nós demos bien por mal3 así como nos mandó nuestro maestro Jheíu Christo, suelta tú a Ermógines, pero que él te ligó e te prendió». E quanáo fue suelto Hermógines, tóvose por cofondido, e díxole Jacobo:

—H[e]rmógines, vete agora franco e qnz'to para do tu quisieres, ca non es de la nuestra, ley qwe ninguno crea por fuerça.

E díxol H[e]rmógines:

—Yo conosco muy bien las sañas de los diablos, e si me non dieres alguna cosa de lo tuyo que tenga conmigo, matarme an.

E diol sant Yago el su blago, e él fuese, e aduxo a apóstol todos los sus libros del arte del nigromancia qwe los qt/emase. E fizólos Jacobo echar en la mar, temiendo por aventura que si los qt/emase qwel fumo del fuelgo [50c] que faría mal o algund enbargo a los que lo no sabién. E después que echó los libros tornóse Hermógines [al]4 apóstol, e estando a los sus pies, díxol: «Tú que libras las almas de pecado, rescibe a mí a penitencia, que me sofriste fasta agora, envidioso contra ti». E de allí adelante començo de ser muy acabado en el temor de Dios, en manera qtte fazía Dios muchos miraglos por él.

Ms.: atormematados

Ms.: mal por bien. Corrección obvia, que ratifican la Legenda y el ms. 15.001.

Suplimos esta palabra siguiendo el ms. 15.001.

SANTIAGO EL MAYOR 219

E los judíos, viendo a Hermógines convertido, aviendo por ende5 muy grand envidia, fuéronse para sant Yago e maltraxéronlo, porque predicava de Jhe.su Christo, el que fuera crucificado. E privándoles él por las escn'pt«ras firmemente la venida de la Incarnación e la Pasión de Jhesu Christo, tornáronse muchos dellos a la verdadera fe. E el Abiatar, el obispo dése tienpo, fizo grand roido en [e]l pueblo, e mandó atar una cuerda al cuello a sant Yago, e fizólo adozir a Herodes Agripa. E Herodes, mandándol levar a degollar, e un paralítico que yazía en la carrera començól a llamar que le diese sanidat. E díxol sant Yago: «Ombre, levántate sano en [e]l nonbre de Jhesu Christo, por quien a mí llievan a degollar, e da bendicion[e]s al Cn'aador»;sic e luego se levantó sano, e bendixo a Jhesu Christo. E quando vio el que le atara la cuerda al cuello, que lo levava, que\ dizién Josías, echó a los sus pies, e demandó perdón, e tornóse6 christia.no. E esto viéndolo Abiatar, mandól prender, e díxol que maldixese al nonbre de Jhesu Christo, e si non, que luego sería degollado con Jacobo. E díxol Josías: «Maldito seas tú e malditos los tus dioses, e el nonbre del nuestro Señor verdadero Jhesu Christo sea bendito e loado por sienpre jamás». E estonce Abilatar [50d] mandól dar muchas puñadas en la boca, e ganó de Herodes, por un mensagero que le envió, que lo degollasen con Jacobo. E quando los qwerién degollar amos a dos, demandó sant Yago a aqwél que los avía de degollar un orzo de agua, e baptizó y a Josías, e man a mano fueron y amos descabeçados e mártires.

E luego qwe fue degollado sant Yago, los sus discípulos tomaron el su cuerpo de noche, por m[i]edo de los judíos, e metiéronlo en una nave. E acomendándose a Dios entraron con él en la nave sin ningund governage, e guardándolos el ángel de Dios vinieron aportar a Galizia, que era estonce reino de la reina Loba, ca en España avía una reina qwel dezién así, e avía así nonbre, segund merescimienío e segund la vida. E sacando el cuerpo de la nave, pusiéronlo sobre una grand piedra, e esta piedra abrióse luego como sepulcro, e rescibiólo en sí. E entrando los discípulos a la reina, dixéronle: «Nííesíro Señor Jhesu Christo te envía el cuerpo de Yago, su apóstol, el que non qwesiste rescebir en vida, si ál que non, que lo rescibas muerto». E contándole el miraglo cómmo sin nigún governio del mundo arribaran allí, dema[n]dáronle lugar en que\ fiziesen convenible sepultara.

E oyendo esto la reina, con engaño enviólos al rey de [Ejspaña, qae era muy cruel, por que oviesen su otorgamiento sobresto, e el rey prísolos e mandólos meter en la cárcel. E ellos yaziendo en la cárcel, el ángel de Dios abrió la cárcel e sacólos presos sin enbargo alguno, qwe se fuesen salvos. E ellos yéndose, sopólo el rey, e envió sus cavalleros [51a] en pos ellos; e los cavalleros, qwe ivan por una puente, en pasándola, qwebró la puente, e ellos murieron todos en el río. E el rey, quando lo sopo, pesóle mucho, e aviendo miedo de sí e de los otros suyos, envió en pos de los discípulos

Sigue la palabra «por» tachada.

Ms.: tornoso

220 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

rogándoles que se tornasen a él, e que ganarién del qwanto quisiesen a su plazer, e ellos tórnan[do]se, convertieron el pueblo de la cibdat a la fe de Jhesu Christo.

E esto oyéndolo Loba, pesól muy de coraçón, e qnando llegaron los discípulos, e mostrándole la voluntad del rey, respondió ella: «Tomat los bueyes míos que yo he en tal monte, e atadlos al carro, e traet el cuerpo dése apóstol vuestro señor, e fazet qua\ lugar qwisiéredes». E diziélo la Loba con pensamiento del lobo, ca ella sabía que los bueys eran toros bravos e salvages, e por ende asmó que los non podrían yunzir nin ayuntar, o si los qí/esiese[n] yunzir que irían corriendo a la una parte e a la otra, e matarlos ien. Mas non ay ningund saber contra la voluntad de Dios, e ellos, non pensando este engaño, subieron al monte. E un dragón aspirado vino a acometerlos fuertemente, e ellos alearon las manos, faziendo la señal de la crus contra él, e fiziéronle quebrar por medio del vientre. E otrosí, faziendo la señal de la cruz sobre los toros, luego se amansaron como corderos, e yunziéronlos. E pusieron7 en el carro el cuerpo de sant Yago, con la piedra sobre qwe fuera puesto, e los bueyes, sin guiamienío ninguno, traxeron el cuerpo a medio del palacio de la Loba. E ella, qwando lo [51b] vio, fue maravillada, e creó,sic e fizióse christiana, e dioles q^anto demandaron, e el su palacio ofreciólo, e fizo del egleíia a sant Yago, e enreq^ecióla muchasic de sus heredamientos e de su aver, e así acabó su vida en buenas obras.

Miraglos.8

Un omne que dizién Bernaldo, del obwpodosic de Modaña,9 estando preso, e encadenado, e puesto en fondón de la cárcel, e llamando a sant Yago el apóstol, aparesciól y, e díxol: «Ve, e sigúeme en Galizia». E quebrantadas las cadenas, e desapareciéndol, subió él a somo de la torre, sus cadenas colgadas al cuello, e saltó dende ayuso, e fincó sin ninguna lisión, e la torre era alta de qnarenta cobdos.

Un omne fiziera un pecado muy malo, e el su confesor non lo osava asolver del, mas envió él este omne con una caria a sant Yago, en que era aqwel pecado escn'pto. E poniendo en su fiesta de sant Yago esta carta sobre el su altar, e rogándole por sus merescimieníos que destruxese aq;¿el pecado, e abrió la caria e non falló ende el pecado escn'pto. E gradeciólo mucho a Dios e a sant Yago, e publicó el fecho ante todos.

Otro.10 Treita omnes de Lotoringia,'' el año de la encarnación de mill e setenta, yendo a Sa[n]tiago, todos salvo ende uno prometiéronse la fe unos a otros que se

7 e pusieron e pusieron 8 Esta palabra se lee en el margen derecho. Precede la abreviatura «no» con tilde, que probablemente

signifique «número». Aunque no hay ninguna cifra, puede que la idea fuese numerar los milagros a partir de éste (véase lám.).

9 Es Módena. Vorágine dice: «de episcopatu Mutinensi».

' " En el margen derecho. Precede lo que parece una abreviatura doble, en dos líneas, que podría indicar «número» y «milagro» (véase lám.).

1 ' Lorena.

SANTIAGO EL MAYOR 221

sirviesen en el camino. E el uno dellos enfermó, e esperándole los conpañeros quinze días, en cabo todos le desampararon, e aquél que non prometiera guardólo12 al pie del monte de sant Miguel, e a la tarde murióse. E el bivo ovo muy gran miedo, ca era en lugar desamparado, e el muerto presente, e la tiniebra de la noche que venía, e costunbre de la noche que era muy cruel. Mas luego le aparesció sant Yago en semejança de cavallero, e díxol: «[Da]me13 este cuerpo muerto, e tú sigúeme en pos mí en este cavallo». E así andando de moche,sic vinieron al Monjolya14 [51c] ante que el sol saliese. E sant Yago púsolos y amos a dos, e mandó que llamase los canónigos de Santiago a enterrar este cuerpo, e dixiese a sus conpañeros que porqwe así quebrantaran la fe poco les valía su romería. E él fizo lo que le mandó sant Yago, e maravillándose los co[n]pañeros, descubrióles él lo que dixera sant Yago.

Otro.15 Un alemán con su fijo, en el año de la incamación de mili, yendo a Santiago, e entrando en Tolosa porque querían y posar essa noche, enbriagól su huéspet, e ascondió un vaso de plata en su baneta. E desí, yéndose ellos de mañana, fue en pos dellos e fizólos tornar, diziendo que eran ladrones, porque le furtaran su vaso de plata. E diziendo ellos que los fiziese matar si así era, adúxolos luego antel alca[l]de, e dio sentencia contra ellos, que diesen todas las sus cosas al huéspet, e juzgó que enforgasen el uno dellos. Mas queriendo murir el padre por el fijo, e el fijo por el padre, en cabo enforcaran al fijo. E el padre fuese para Santiago muy triste. E tornándose por y a cobosic de treita e seis días, e yendo al cuerpo del fijo a verlo, e dando muy grandes bozes e faziendo sobre él muy grand llanto, ahevosic el fijo colgado a consolar al padre, diziendo: «Mío padre muy dulce, non Uoredes, ca nunca tan bien me fue, ca fasta agora sant Yago me mantinié con dulçor celestial». E oyéndolo el padre, corrió muy apriesa para Tolosa, e vinieron allí todo el pueblo, e descolgaron al fijo, e pusieron en su lugar el hu[é]spet.

Otro.16 Cuentan luego qwe un romero, yendo a Santiago, aparesciól el diablo en su semeja[n]ça, e diziéndole muchas cosas de la mezlqumdat [5Id] desta vida, afirmando que serié bienandante si se matase por su amor, e tomando luego el cuchillo, matóse a sí mismo. E aviendo sospecha de su huéspet, e teniendo el huéspet que morría por ello, levantóse aquél que era muerto, mano a mano diziendo que el diablo le consejara que se matase por quel aduxese al infierno, «e luego vino sant Yago, e sacándome de su mano, adúxome ante el joez,sic e acusándome los diablos, ganóme la vida».

12 Ms.: guárdalo 13 Suplimos el verbo por el ms. 15.001. 14 Es el Monte do Gozo; «montem gaudii» dice Vorágine. 15 En el margen izquierdo. Preceden dos abreviaturas, quizá «número» y «milagro». 16 En el margen izquierdo. Precede la misma abreviatura que en el caso anterior, que interpretamos

como «milagro».

222 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Otro.17 Un ma[n]cebo que era de t/erra de León, de sobre el Ruédano, que solía ir a Santiago muy a menudo con grand devoción, e queriendo ir allá una vegada, en aquella noche pecó con una muger. E yéndose, aparesciól el diablo en [e]l camino, en semejança de sant Yago, e díxol:

—¿Conóscesme?

E díxol él:

—Non.

E díxol el diablo:

—Yo só el apóstol que tú sueles visitar cada año. E sepas que me gozava mucho de tu devoción, mas el otro día salliendo de tu casa, peqt/este con una muger. Non te confesando18 atrevístete a venir a mí, e por ende non me plaze de la tu romería, nin conviene qwe se faga así. Mas todo aquel que quiere a mí venir en romería conviene que se confiese primero sus pecados, e después que faga penitencia dellos en su romería.

E diziéndole esto, desparecióle^ el diablo. Estonce el mancebo ordenava muy grand cuidado para torna[r]se de allí a su casa e confesar sus pecados, e desende ir su camino, e ahevos el diablo donde le aparesció otra vegada en semenjançasic de sant Yago, e destorvól que lo non fiziese, diziéndol que le nunca perdonaría Dios aqwel pecado, si non se tajase [52a] la natura bien de raíz, mas que sería más bienandante si se matase, e sería mártir por el su nonbre. E el ma[n]cebo, como él andava de día cuidando en el pecado que le acaesciera, e vio que lo sabía sant Yago así como él lo fiziera, e cuidando que sant Yago era aq^el que ge lo dezía, en aqwella noche do yazía durmiendo con sus conpañeros, levantóse e tomó un cuchillo, e fizo luego lo pn'mero, e después matóse. E despertando los conpañeros, veyendo esto e aviendo grand miedo, fuyeron luego por que non fuesen sospechados de la su muerte. E faziendo la fuesa otro día para enterrarle, levantóse este muerto, fuyendo todos e maravillándose. Contóles todo lo que le19 acaesciera, diziendo: «Matándome yo mismo por consejo del diablo, los diablos tomávanme, e levá[va]nme contra Roma. E ahevos luego en pos nós sant Yago el verdadero, corriendo, e maltraxo mucho mal a los diablos porqwe así me engañaran. E razonando sobre esto una pieça unos con otros, veniemos a un prado do seía santa María con otros muchos santos, e querellándose mucho sant Yago a ella por mí, que me enga[ña]ran en la su semejança. E ella, qwando sopo la verdat, denostó mucho a los diablos, e mandóme que me tornase al cuerpo. E tomándome sant Yago, fizóme bevir así como vedes». E después de tres días, sano e

17 En el margen izquierdo. Precede la abreviatura antedicha que interpretamos como «milagro». 18 Ms.: confensando 19 Ms.: les

SANTIAGO EL MAYOR 223

salvo, salvo las señales de las llagas, fuese su camino, e fallando a sus conpañeros, contógelo todo por orden.

Otro.20 Un francés yendo con su muger e con sus fijos a Santiago, e queriendo [52b] foir la mortandat que era en Francia, viniendo a Panplona, murió y su muger, e el su huéspet tomó por fuerça los dineros e la bestia en qwe ivan. E él yendo muy desconsolado, los unos niños levava en los ombros, e los otros por las manos, e otro omne trayendo un asno e aviendo duelo del, enprestógelo por que levase los niños en él. E viniendo a Santiago e orando e velando y, aparesciól, e demandól si lo conoscié, e él díxol que non. Díxol: «Yo só el apóstol santi Yago, que te empresté el mío asno, e aún te lo empresto para tornarte, mas sepas que el tu huéspet caidrá del sobrado e mor[r]á, e tú abrás todo lo tuyo qiíe te él tollo». E acaescienfdo] todo esto así, tornóse21 alegre para su casa, e descavalgó los niños del asno, e desaparesció luego el asno.

Otro.22 E un mercador que fue robado23 de un prmcipe malo así como non devía, guardávalo. E él llamava en su ayuda a sant Y[a]go muy devotamente, e aparesciól sant Yago estando las guardas despiertas, e adúxol fasta en somo de la torre, e luego se abaxó en tanto que la alteza de la torre fue egual de la t/erra, de la qiíal descendió sin saltar, e fuese libre. E yendo las guardas en pos del, maguer ivan cerca del nunca lo pudieron ver.

Otro.24 Tres cavalleros del obispo de León de sobrel Ruédano ivan a Santiago. El uno dellos, rogándol una buena muger por amor de sant Yago, levávale un saqníllo sobre su rocín, e desende fallando un enfermo en la carrera, tomól e púsol sobre aqwel rocín, e tomándole el bordón del enfermo con el saco de la muger, iva en pos su rocín. Mas q«ebra[n]tado por la calentwra del sol e por el travajo del camino, veniendo a Galizia, enfermó muy mal, e rogánldol [52c] los conpañeros qne pensase de salud de su ánima, él estovo mudo tres días, mas en el qaarto día, esperándol los conpañeros qwe morié, sospirando gravemente, dixo: «Gradézcolo mucho a Dios e a sant Yago, porque só librado por sus merescimientos, ca queriendo fazer lo que me diziedes, vinién25 los diablos a mí, e apretávanme tan fuertemente qwe non pudía fablar ninguna cosa de salut de mi alma; e yo bien vos oía, mas non vos podía responder. E agora entró acá sant Yago, trayendo en su mano sinistra el saco de la muger e el bordón del pobre a que yo ayudara en la carrera. E traíalo en la mano tal manera que

En el margen izquierdo. Precede la abreviatura antedicha que interpretamos como «milagro».

Ms.: tornoso

En el margen derecho. Sigue la abreviatura antedicha que interpretamos como «mi/agro».

Ms.: romado

En el margen derecho. Sigue la abreviatura antedicha que interpretamos como «milagro».

Ms.: vinnjend

224 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

avía el bordón por lança e el saco por escudo, e acometiendo a los diablos bien como sañudo, alançó el bordón, espantándolos, e fizólos foir; e agora libróme la grada de sant Yago, e fizóme fablar. E por ende, llamatme un sacerdote, que non pu[e]do mucho servir en esta vida». E tornándose, dixo al uno dellos: «Amigo, non quieras de oy más ser cavallero de tu señor, que sepas por cierto que él, dañado muy aína, morra mala muerte». E luego finó el romero, e fuese a Paraíso. E enterrado el conpañero, e este otro conplido su camino e tornado a la tierra, díxogelo a su señor; e él, non parando mientes en ello, e menospreciando emendar su vida, entró en un lid, e lançaron y, e finó.

Yendo26 uno a Santiago, e falleciéndol los dineros, e aviendo vergüença de pedir las raciones, durmiendo so un árvol, soñava q«el dava a comer sant Yago; e despertando, falló a su cabeça un pan de fuego, de [que] comió qwz'nze días, fasta que tornó a su casa. Cada día comía del [52d] dos vegadas qucinto quería, e otro día fallávalo en [e]l saco.

Un cibdadano de Barcilona, viniendo a Santiago, dizen que solamente demandando esta razón: que nunca le pudiesen fazer mal sus enemigos, nin lo pudiesen prender. E tornándose para Cecilia,27 pn'siéronlo en la mar los moros, e vendiéronle muchas vegadas en sus ferias, enpero soltávanse las cadenas en qwe estava preso. E seyendo vendido treze vegadas, e ligado en dos cadenas, e él llamando a sant Yago, apareciól, e díxol: «Porqwe estando en la mi iglesia non te acordeste de la salut de tu alma, demandeste libramiento del cuerpo, por ende caíste en estos periglos, mas porqwe es Dios piadoso, enbió a ti que te saque desta pn'sión». E luego fueron las cadenas rotas, e trayendo consigo parte de la cadena en testimonio deste miraglo por t/erra e los castillos de los moros, veyéndolos todos e maravillándose, tornóse a su tierra. E qwando alguno lo quería prender, viendo la cadena, luego fuía; más aún, los leones e todas las otras bestias malas, queriendo ir contra él en el desierto, luego que veían la cadena, tomavan grande espanto e finan. E estos e otros muchos miraglos, que serían luengos de contar, fallamos qwe fizo sant Yago, e faze cada día.

2° En el margen izquierdo se ve la abreviatura antedicha que interpretamos como «milagro». 27 Es Sicilia.

XXXIV

STORIA DE SANT CHRISTÓVAL

[S]ant Cnmíóval era de t/erra de Canaán, e era de aqnellas gentes que comen los omnes, e era muy grande de cuerpo, e avía la cara muy espantable, e avía en luengo doze cobdos. E estando con el rey de Calnaán, [53a] vínole a coraçón que buscase el mayor príncipe qne en el mundo fuese, e que fuese morar con él.

E por ende vínose para un grand rey de que oyera grand fama que en el mundo non avía tan gran pnncipe. E qnando lo vio el príncipe, rescibiólo muy de grado, e fízol fincar en su corte. E una vegada un juglar cantava un cantar ante el rey en qne nonbrava al diablo muchas vezes, e el rey, porqne era christiano, luego se santiguava, e veyéndolo Christóval, maravillóse mucho porqne fazía esto el rey, e non sabía qne' qnería dezir esta señal, por qne' fazía señal de cruz con la mano ante la faz. E preguntando al rey desto, e non ge lo qweriendo dezir, díxol Christóval.

—Señor, si non me lo dizes, non fincaré más contigo.

E pero el rey como a fuerça, díxogelo, cómmo era el diablo mala cosa, e por esto dixo:

—A la ora qne oí no[n]brar el diablo fago esta señal, temiendo qne me non faga mal.

E díxol Christóvah

—Si as miedo del diablo, pues él es mayor e más poderoso qne tú, mayormente, pues que tanto lo temes; e pues qne así es, yo perdí mi esperança, cuidándome qne avía fallado el mayor e más poderoso señor del mundo. E por ende, despídome de ti agora, ca quiero ir buscar al diablo, e tomarlo por señor, e fazerme su vasallo,1 pues qne tanto puede.

E en esto partióse del rey, e iva buscar al diablo. E yendo él por un grand delsierto, [53b] vio grand conpaña de cavalleros, de los qnales vino uno a él muy cruel e muy espantable. E demandól dó iva, e respondiól:

—Vo a buscar al diablo, qne sea mi señor.

Sigue la palabra «puede» tachada.

226 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

E dixo aqwel cavallero:

—Yo só aquél que tú demandas.

E gozándose Chrístóval, fízol omenaje para sienpre jamás, e tomól por su señor. E a cabo de tienpo acaesció que yendo amos a dos en uno fallaron una cruz2 que estava derecha en una carrera, e q«ando la vio el diablo espantóse mucho, e fuyó, e dexando la carrera, ovo adozir a Chrístóval su vasallo por un desierto muy malo e muy áspero. E veyendo esto Chrístóval, maravillóse, e preguntól al diablo por qué ovo tan grand miedo que así dexó la carrera llana, e errado andudo tanto e por tan áspera carrera. E él non ge lo queriendo mostrar, díxol Chrístóval:

—Tú as permisión conmigo de mostrarme todo lo que tú sabes, e si esto non me dixeres, luego me parto de ti.

E por ende el diablo, commo a fuerça, díxogelo en esta3 guisa:

—Un omne ovo que dixeron Christo, e fue puesto en una cruz,4 tal commo aqwella5 qwe viste estar en el camino, e murió en |e]lla. E agora, allá do es, es nuestro enemigo, e quando veo aquella señal he muy grand miedo, e espantado fuyo.

E díxol Chrístóval:

—Pues ese Christo es mayor e más poderoso qwe tú, pues que tú tanto temes la señal de la su cruz;,6 e por ende seméjame que en vano trabajo yo fasta agora, que non fallé el mayor príncipe del mundo. Pues así es, con gracia, ca me quiero partir de ti e buscar a Jhesa Christo.

E de allí adelante andudo muy grand tienpo buscando quién le mostrase a Jhe^u Christo, e en cabo vino a un ermitaño que predicava mucho el [53c] fecho de Jhe^u Christo, e demandó!, e aqwel mostról muy bien la fe. E dixo el hermitaño:

—Este rey que tú demandas e que dizes que deseas servir, éste es el servicio que él quiere, que te converná ayunar muy a menudo.

E díxol Chrístóval:

—E en otra cosa sí lo podré yo servir, ca esto nunca lo podría yo fazer.

E otra vegada el hermitaño:

—Pues conviénete que fagas muchas oraciones.

Esta palabra no está escrita con letras, sino que el ms. presenta una cruz dibujada.

Ms.: esta esta

De nuevo la cruz está dibujada.

Precede la palabra «esta» tachada.

De nuevo la cruz está dibujada.

SAN CRISTÓBAL 227

E díxol Christóval:

—Aún non sé qué es eso, nin7 tal servicio commo éste non podría fazer.

E díxol el hermitano:

—Porqwe tú eres muy grande, sabes tal río en que han peligro muchos que pasan por él e mueren y.

E dixo Christóval:

—Séle.

E dixo el hermitano:

—Pues porque eres grande e bien rezio de fuerça, si sovieses cerca aq^el río e pasases a todos qwantos quisiesen, esto plazería mucho aquel rey Jhesu Christo a que tú deseas servir. E si lo bien sirvieres creo que allí te aparescrá.

E díxol Christóval:

—Este servicio pu[e]do yo muy bien fazer, e prométol q«e sirva muy bien en esto.

E después desto fuese aquel río e fizo y una casa en que morase, e trayendo una grand vara por blago en su mano, en qne se sofría por el agua, pasava a todos q«antos por y quetién pasar, los unos en sus ombros, e los otros en su cintera.

E pasando así muchos días, una vez folgando en su casiella, oy[ó] una voz de un niño qwel llamava, e dizié: «Christóval, sal fuera e pásame allá»; e Christóval sallió e fue allá, mas non falló y a ninguno. E él tornándose a su casilla oyó otra vegada esa misma voz, e él sallió fuera apn'esa, mas non falló a ninguno. E desí llamó la tercera vegada, e él sallió otrosí, e falló un niño cerca de la ribera, e rogó muy afincadamente a Christóval que le pasase, e Christóval, [53d] tomando el niño en sus ombros e el blago en su mano, entró en el río para pasar allende. E ahevo el agua del río que crecía poco a poco, e el niño pesava así como plomo, e quanto más iva adelante más crecía el agua, e el niño sie[n]pre pesava más, en manera que Christóval viose en grand peligro, e en muy grand angustia, en manera que avía miedo de perescer. Mas escapando malabés, e pasando el río, puso el niño, e díxol:

—Niño, posísteme en grand peligro, e tanto pesas, que si toviese todo el mundo sobre mí non podría sentir mayor carga.

E dixo el niño:

—Christóval, non te maravilles, ca non tan solamente tovíste todo el mundo sobre ti, mas aqwél que crió todo el mundo, aquél troxiste sobre tus onbros, ca yo só Jhesu Christo, el tu rey, a qtíí'en tú sirves en este fecho. E por tal que prueves que digo

Ms.: njnl

228 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

verdat, fincarás el tu blago acerca de la tu casiella en t/'erra, e verás mañana en él flores e fruto.

E esto dicho, desaparesció el niño. E Christóval fincando su blago en tierra, levantóse de mañana e fallóle en manera de palma, con fojas e dátiles.

E después desto vino a la cibdat que dizién Samo, de tierra Licia, e non entendiendo la lengua de aqwella gente, rogó a Dios quel diese el entendimiento de aquella gente e de su lenguaje. E demíentre que él eslava rogando esto a Dios, los juezes, cuidando8 era loco, dexáronlo. E Christóval, despnés que ovo de Jhe.su Christo lo que le demandó, cubriendo su cara, vino al lugar del lid, e confortava los christianos en Jhesu Christo que allí martiriavan. E estonce un joezsic firiól en la cara, e díxol Christóval: «Si non jorque só christiano, vengaría yo este tuerto que me feziste». E fincó su vara en t/erra,9 [54a] e rogó a Dios que la fiziese florescer por que convertiese el pueblo, e la vara por mandado de Dios cargóse de flores. E mano a mano que esto fue fecho, creyeron en Jhesu Christo ocho mill omnes. E qnando vio esto el que lo firiera, tiróse atrás muy denudado e espantado, e fue dezir al rey:

—Señor, es venido aquí un varón que quando vio pregonar lo que tú mandaste, q«e todos adorasen los ídolos, vino a los del pueblo, con vulto muy espantable e muy grand de cuerpo, que non ha omne del mundo que pueda dezir su semejança nin catar a la su visión; e qne temo qne por aventura el Dios de los christianos oirá sus oraciones, e que lo á enviado en ayuda dellos, ca él christiano es.

E dixo Dapño, el emperador:

—Tú semeja que demonio as. Dímelo así como lo viste, e non mientas.

—Lo q¿¿e yo vi dezírtelo quiero, señor. La cabeça del es muy espantable;10 e la faz así fecha como de can; los cabellos de la cabeça muy esparzidos, e así como color de oro; los sus ojos son como la estrella de la mañana; los sus dientes semejan comrao de puerco monte's; la su voz e la su palabra non ha ombre que la pueda dezir. E es tan atrevido que fabló palabras muy torpes contra ti e contra nuestros dioses. E yo, quando tales cosas le oí dezir de ti, dile una sorrostrada, e dixo él a mí qne si non fuese porq«e el su Señor Jhesu Christo que les mandó sofrir, qne me matara, e aun que mataría a ti, señor. E por ende yo dígolo a ti, rey, que pongas y recabdo.

Dixo Dapño:

—¿Este omne qué cosa es que tales palabras dize?

E dixo Nafe, aquel mensagero:

Ms.: cuyedando

Las palabras «en tierra» sólo constan en el reclamo.

-1 Ms.: espantantable

SAN CRISTÓBAL 229

—Señor, aún más espantable es e más fuertes cosas dize de lo que te yo dilgo [54b].

Estonce el rey envió dozientos cavalleros que ge lo aduxesen, e falláronlo orando, e non le osaron dezir nada. E tornáronse para el rey, e dixeron cómo le fallaran. E el rey envió otra vegada altantos cavalleros, e éstos echáronse con él en oración. E levantóse Christóval, díxoles:

—¿Qué demandades?

E veye[n]do ellos la su faz, dixéronle:

—El rey nos envió que te presiésemos e que te levásemos a él.

E díxoles Christóval:

—Si yo quisiere, nin ligado nin suelto non me levaredes allá, nin podredes.

E dixeron ellos:

—Diremos nós al rey que te non fallamos.

E díxoles él:

—Non así, mas yo iré convusco.

E convertiólos a la fe, e fizo que ligasen las manos a caga, e que lo levasen preso ante el rey. E veyéndolo el rey, espantóse del e cayó luego de su silla. Desende, aleándolo11 sus cavalleros, preguntól por su nonbre, e de quá\ tier[r]a era, e él respondiól:

—Ante que me bautizasen dixeron Reprobo, e agora dízenme Christóval.

E díxol el rey:

—Tomeste nonbre loco de Christo el crucificado, que non aprovechó a sí, nin podrá aprovechar a ti. E agora di, cananeo encantador,12 por qué tú non sacrificas a los dios.

E díxol Christóval:

—E a ti con derecho te llaman Daguno,13 ca tú eres muerte del nundo,sic e conpañero del diablo, e non veyes que los tus dioses los omnes los fizieron con sus manos.

E dixo el rey:

Ms.: asçandolo

Ms.: encantadador

Vorágine: «recte vocaris Dagnus».

230 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

—Tú fuste criado entre las bestias, e por ende non puedes fablar sinon cosas de bestias e lo que los omnes non saben. Empero si agora qw;'sieres sacrificar a los dioses, rescibrás de mí grandes honras, e si non, tú serás atormentado en muchas maneras.

E non queriendo sacrificar, mandól meter en la cárcel, e fizo degollar aquellos cavalleros por el nonbre de Jhesu Christo, a los [54c] qne enviara él a prender a Chrístóval. E fizo encerrar en la cárcel dos niñas muy fermosas, e a la una dizién Nicea, e a la otra Aqn/lina, prometiéndolefs] muchas cosas sil pudiesen adozir a que pecase con ellas. E ent[end]iéndolo Chrístóval, echóse luego en oración, mas las niñas faziéndole fuerça, feriéndol de las palmas, e abracá[n]dol, levantóse él, e díxoles:

—Fijas, ¿qué demandades, o por qué entrastes acá?

E ellas, veyendo la claridat que salié de la su cara, espantadas, dixeron:

—Sancto de Dios, ávenos merced por que podamos creer en aqwel Dios que tú predicas.

E esto oyéndolo el rey, fizólas adozir ante sí, e díxoles:

—¿E vós ya sodes enga[ña]das? Yo juro por los dioses que si non sacrificades los ídolos, que mor[r]edes luego mala muerte.

E respondieron ellas:

—Rey, si quieres que sacrifiquemos, manda alinpiar las plazas e todos ayu[n]tar en [e]l tenplo.

E fecho esto, entrando ellas en el templo, desciñieron sus cintas, e atándolas en los cuellos de los ídolos, e tirándolos a t/erra, quebrantáronlos todos. E dixeron a los qne y estavan: «It llamar los físicos que sanen a los dioses». E estonce por mandado del rey colgaron a Aqw/linia,síc e ligáronle una grand piedra a los pies, e así desconjuntaron todos sus mienbros. E muriendo así esta virgen, e yéndose para Dios, a su hermana Nicea echáronla en el fuego, mas por gracia de Dios sallió ende sin ligión14 ninguna, e luego la descabeçaron.

E después desto aprestaron a Chrístóval, e mandól el rey acotar con piértegas de fierro, e ma[n]dó poner en su cabelça [54d] un yelmo de fierro caliente. Después fízol fazer un escaño de fierro, e ligar a Chrístóval en él, e mandól encender, e echado en él pez, mas luego qwebró el escaño, así como si fuese madero flaco, e Chrístóval salió ende sin lisión. E después mandól ligar a una viga e quel asaetasen los ballesteros, mas todas las saetas estavan golgadassic en el aire, e ninguno non podía fincar saeta en él. E asmando el rey que era todo asaetado ya, e porfazando del, a desora vino una

Líneas más abajo aparece la variante con «s»: «lisión».

SAN CRISTÓBAL 231

saeta del aire e firió al rey en el ojo, e man a mano fue [lue]go ciego. E díxol Christóval: «Cras he de morir, mas tú, cruel e malo, estonce faz lodo de la mi sangre, e unta con ello ese tu ojo, e luego querrá Dios que sanes por que con[o]scas tu maldat que fazes, e te arrepientas». E otro día el rey mandól degollar. E él come[n]çó a rogar a Dios, e fecha la oración, degolláronle. E el rey, tomando un poco de la su sangre, e poniéndola sobre su ojo, dixo: «En el nonbre de aqwel Dios qwe predicava Christóval», e fue luego sano. E estonce el rey creyó, e mandó qwe si alguno blasfemase nin dixese mal de Jhe.vu Christo o de sant Christóval, que luego le matasen.15

Et accepta sentencia quam ipse rex dedit contra beatum Christoforum, exeunt de palacio, et beatus Christoforus cepit persallere ita dicens: «Salvasti enim nos de afligentibMí nos, et eos qui nos hoderunt confu[n]disti». Et conversas ad milites dixit: «Sustinete me modicum ut orem»; et ait: «Domine Deus meus, Tu retn'bue regi huic secu[n]dum qwod gessit in me». Et hec dicens, abiit ad locum preparatum. Et iterum dixit militibító*:

—Sustinete me modicum, ut iterum orem.

[55a] Qui dixerunt:

—Habes spacium si vis orare.

Expansis autem manibí« suis ad celum, dixit: «Dews, memor esto humilitat/s mee, et dignare mihi cursum ostendore,sic ut exultet in gloria tua, Domine». Et ecce terre motus factus est magmus,sic ita ut multitudo qwe aderat caderet. Et ecce aperti sanctí celi, et vidit sanctus Christoforus Dominum ad se venientem, et chorum magnum iustorwm, et qwatuor angelos in aere quorum similitudo splendoris SÍCMÍ firmamentum celi setempliciter splendentw. Et positum est tronum, et sedit Dominus, ita ut multi mirarentwr videre glonam quam apparuerat. Beatus igitur Christoforus, cum vidiset hanc gloriam, ad vestigia Domini provolutus, dixit:

—Qwo ore vel quo corde clarifícabo te, Domine, qw/a dignus es mihi humili servo tuo tuam gloriam magnifestare?

Dixit autem ei Dominus:

—Viriliter age et confortare. Beacior enim es pre multis, et dilectissimíw servus vocaberis. Et beate anime erunt que meruerunt de reliqw/s ossuum tuorum habere. Et quicumque per te acceserunt ad me, non memorabor peccato eorum amplius; per gloriam meam iuro tibi qt«'a in Paradiso erunt.

Cñmfoforus dixit:

15 En el margen izquierdo se ve una «n» con tilde, que podría significar «nota». El ms. 15.001 cierra aquí el capítulo, así que carece de lo que sigue en latín. Este material que se copia sin traducir, la aparición de Dios que precede al martirio, no deriva de la Legenda, sino de alguna otra fuente.

232 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

—Si inveni gratiam in conspectu tuo, Domine Deus meus, da mihi fiduciam loqM; ad te.

Et dixit Dominus:

—Loqi¿ere qaod volueris.

Et sanctus dicens:

—Domine, da ita gratiam corpori meo, ut omnes qui habuerunt parum reliquiarum mearum tantam gratiam mereantur, ut spiritus maligna non eos teneat ñeque passió infirmitat/í turbet, et omne concupiscenciam malam repelle ab eis. Domine Deus, sive civitas seu religió, ubi fuerit de reliq¿«'s meis, non superveniat ibi indignació grandinis, ñeque lesio frugum, aut sterelitas vinearum; sed si aliquando lese fuerint, sicut mei presencia ubicumque devenerint reliquie mee, dona gratiam, Domine Deus, ut omnes habitantes in regionibw,y16 illis cult«re sue affluenter excipientes relpleti [55b] tua gratia gloriñcent nomen tuum ex toto corde. Ita fac Domine Deus meus.

Et dixit Dominus:

—Secundum quod postulasti ita erit, et non contn'stabor te. Tu ítaque veni, ascende ad íratres tuos; omnes enim mirantur in te, et milicia angelorum cupit te videre.

Et hec cum audisset discessit, et venit ad locum preparatum et dixit ad spiculatorem: «Veni, filii, fac quod iussum est, set adiurote per Deum, qui intendit super omne orbem terre, no me iudices». Et hec dicens consignavit se, et fixis genibwí extendit cervicem; sic amputatun? est capud eius, consumavit martirmm suuw in pace.

Audivit autem episcopus civitatw AtanasitM Italie que iuncta est terminis Persidis, hoc venit in Anthiochio et dedit trezentos áureos ministris regis, et tulit corpí« sancti martiris et protulit in suam civitatem.

Ms.: regioniobws

XXXV

ISTORIA DE SANTA MAOTA

Santa Martha, huéspeda de Jhesu Christo, fue natural de Judea e de t/erra de Jherjwalem. E a su padre dixeron Siro, e a su madre Eucaria, e fue hermana de santa María Madalena e de sant Lázaro, e fueron de linage de reys. E su padre fue príncipe e señor de Siria e de Matrça1 e de otros lugares, e de muchas gentes. E ovo tres castillos, Madalo e Betania e muy grand parte de }hemsalem. E qwando partieron Martha con su hermana la Madalena, ovieron Magdalo e Betania de parte de su madre.

E esta Martha nunca fallamos que fuese casada, mas servía siempre a Jhe.yu Christo, e fue su huéspeda muy noble, e quería que su hermana sirviese con ella, ca le semejava que ella non podrié conplir a servir a tan honrado huéspet, que avría en El que servir todo el mundo.

E despu[é]s que Jhesu Christo subió a los cielos, persiguiendo los judíos a los discípulos de [55c] Jhesu Christo, ella, con su hermano Lázaro e con su hermana la Madalena e sant Maximino, que las baptizara, e a quien2 sin govemage e sin vianda los judíos encerráronlos en una nave, e guiándolos Dios, venieron a Marsella. E después fuéronse para Ati,3 e convertieron todo el pueblo de aquella tierra.

E santa Marta era bien razonada, e de buen donario. E en aquel tienpo era sobrel Ruédano un grand monte, entre Arles e Aviñón, en que andava un fuerte dragón de muy fea fechura, ca la meitad del era bestia, e la otra meitad pez, e era más grueso que buey, e más luengo que cavallo, e avía los dientes corvos de amas las partes. E abscondiéndose en [e]l río, matava los omnes que por y pasavan, e somurgujava las naves. E viniera por la mar Galizia,4 e de Asia. E engendráralo Leviatán, que es sirpiente que se cría en el agua muy cruel, e otra bestia fiera que dizién abonato,5 que

' Ha de faltar alguna vocal, quizás «o». No acertamos a descifrar la palabra, ni aquí ni en el ms. 15.001: «matroçia» o «marroçia». Parece que el traductor no entendió la Legenda, y los copistas transmitieron el error a su manera: «pater ejus Syriae et maritimarum multarum orarum dux exstitit».

2 Ms.: e a qí«en e a quien 3 Es Aix, como en el capítulo XXXII, sobre la Magdalena. 4 Es en realidad Galacia. Vorágine dice: «per mare de Galatia Asiae». 5 Se trata seguramente del onagro, según explica en nota Graesse (1845, p. 444). En la Legenda se lee:

«ab Onacho».

234 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

se cría por natura en t/erra de Galizia, que echa el su estiércol contra los encantadores, bien commo dardo, por muy gran spacio del monte, e quema qucmto nunca falla, bien como fuego. E santa Martha, que era y, rogándola el pueblo, por la santidat que en [e]lla veyén, que oviese y consejo, fuese a él, e fallándole en el monte, que comía un omne, echó sobrél del agua bendicha de la iglesia, que levava consigo, e amostróle una cruz, e prísolo la gracia de Dios, que estava ligado así como oveja. E qwando esto entendió santa Marta, allegóse a él e echóle al cuello una cinta, e teníal preso, e estonce los del pueblo matáronlo a lançadas e a pedradas. E los omnes de la t/erra llamávanle a este dragón [55d] Tharasco, e por ende aqneste lugar es dicho Tharasco, ca enante era dicho Lago Negro, por razón que avié y montes escuros e negros; e aqwel nonbre fincó y daquel Tharasco.

E santa Marta, de mandamiento de sant Maximino e de su hermana la Madalena, fincó en este lugar de allí adelante, predicando e convertiendo la gente. E con ayuda de Dios ayuntó y grand convento de monjas, e fizo y grand iglesia, a honra de santa María Virgen, que por amor de Dios vivién allí muy áspera vida, ca non comían al día más de una vegada, e nunca comían carne ninguna, nin otra grosura, nin huevos, nin qweso, nin bevían vino. Cient vegadas en [e]l día e otras tantas en la noche fincavan los inojos a fazer oración.

Una vegada, estando en Aviñón, santa Ma[r]tha predicava al pueblo entre la cibdat e el Ruédano. Un mancebo que estava allendel Ruédano, deseando oír las palabras, non avía nave nin barca en que pasase, e despojóse e començo a nadar, mas la fuerça del río arrabatól a desora, e luego lo afogó. E a cabo de dos días, malabés fallando el cuerpo, pusiéronlo sus parientes a los pies de santa Marta, como con saña, e diziénle que lo resucitase. E ella, echándose en t/erra en manera de cruz, rogó a Dios, diziendo assí: «Señor Jhe^u Christo, resuciteste el mío hermano, que Tú mucho amavas, ya tienpo á, e fueste mío huéspet, que yo mucho amé ver. Señor, ave piedat de mí, que só pecadora, e esto en esta cuita. Señor, afirma la fe destas gentes qne aquí están sperando a Ti, e resucita este mancebo por qne todos conoscan el tu polder». [56a] E tomándol por la mano, levantóse luego bivo e sano, e fízol luego allí baptizar antel pueblo.

Cuentan las istorias que la muger que sanó nuestro Señor Jhe.su Christo del dolor de las amorreidas,6 segund qwe lo cuenta un evangelio, que después que fue sana fizo en un v/rgelsic una imagen de Jhe^u Christo, con su vestidura e con sus faldas luengas, así como lo viera, e adorávalo mucho. E las yervas que nascién so aquella imagen, que non eran ante de níguna virtud, qwando creciente e taniente a aquellas faldas, avien luego tan grand virtud que todos los enfermos sanavan de qualquisr dolencia que oviesen. E dize sant Ambrosio que esta muger fue santa Marta. E segu[n]d qne lo él dize, Juliano el Apóstotasic tiró después esta imagen de su lugar, e puso y la suya, mas una vegada cayó rayo del cielo que la quemó, aquélla de Julliano.

Vorágine dice: «Refert Eusebius in libro Hystoriae ecclesiasticae quinto, quod mulier Emorroissa».

SANTA MARTA 235

E sabet que a santa Martha nuestro Señor le dixo el día de la su muerte ante por un año, e en todo este año fue ella enferma. E ocho días ante que muriese oyó los ángeles cantar, que levan el alma de su hermana, la Madalena, para el cielo. E ella, ayuntando el convento de la[s] monjas [e] frailes: «Míos conpañeros e míos errados muy amados, ruégovos7 que vos alegredes, que veo los ángeles levar el ánima de mi hermana a los cielos con gran honra. ¡O tú, mi hermana muy fermosa e muy amada de Jhesu Christo, bive siempre con el tu maestro e con el mi huéspet en aquella vida que sienpre á de durar». E luego santa Martha, sabiendo que la su muerte era cerca, amonestólles [56b] a todos que velasen cerca ella con candelas encendidas. E ante el día de su muerte, a la media noche, durmiendo los que la guardavan, vino un grand viento e amatóles las candelas. E ella, veyendo las conpañas de los diablos, començo a rogar a Dios: «Mío Padre, e mío Señor, e mío amigo, e8 mío huéspet, estos enga[ña]dores son aquí ayuntados por tomarme, e tienen escn'ptos qwantos pecados e males yo fiz. Señor, non te partas de mí, mas ayúdame». E vio venir a su hermana la Madalena, que traía en su mano una facha, e encendió los cieriossic e las lánparas; e aparesciól Jheíu Christo, e díxol: «Marta, mía amiga e mía huéspeda, vente para mí, e serás siempre do Yo só. Tú me rescebiste en tu posada, e yo recibire'te en [e]l cielo, e oiré por el tu amor a qwantos te rogaren que les seas ayudadera».

E allegándose ya el tienpo en que avié de finar, fizóse sacar fuera, por que puediesesic veer el cielo, e ordenó que la pussiesen sobre la ceniza, e qwe toviesen la señal de la cruz ante ella. E rogó a Dios, diziendo estas palabras: «El mío huéspet muy amado, guarda esta tu pobrezilla, e así como Tú qaesiste visitarme en la mi posada, así me rescibe en el cielo e me des posada en [e]l tu regno». E después mandó qwe ley[e]sen ante ella la Pasión de Jhesu Christo segu[n]d que la escr/vió sant Lucas, e demientra que el cle'rigo dezié la Pasión, dixo ella: «Padre, en las tus manos encomiendo el mi spín'íu», e luego sallió el alma del cuerpo.

E otro día domingo, mientra que fazían las osequias, cerca ora tercia, aparesció ]hesu Christo en Pitágoras9 a sant Frontonio, que dezía su misa, e adormeciérase en la cáthedra mientre que dezién e cantavan el respo[n]so e el aleluya e la prosa, e díxol: «Mío amigo Frontonio, si qtn'eres conplir lo que prometiste a la mi [56c] huéspeda, levántate e sigúeme». E él, cu[n]pliendo este mandado, vinieron amos a desora a Tarascón; e cantando amos su canto cerca del cuerpo de santa Marta, e los otros respondiendo, fizieron su oficio, e con sus manos propias pusieron el cuerpo en el sepulcro. Empero acabando los otros clérigos el su canto en Pitágoras, demientra q^e el diáchono que avía a dezir el evangelio demandava10 la bendición, despertaron al

7 Ms.: rruego rruego vos 8 Ms.: e e

9 Périgueux. Legenda: «apud Petrogoricas».

'0 Ms.: demafidauan

236 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

obwpo. E el obwpo malabés despertando, dixo: «O, hermanos, ¿e por qué me despertastes?, ca Jheju Christo nuestro Señor me levó al cuerpo de santa Martha, la su huéspeda, que es finada, e amos a dos la enterramos. E por ende e[n]viat luego allá a Tarasco mensageros, que trayan el nuestro anillo de oro, e las nuestras luvas, e las sandalias que dimos al sacristán demientra que me apercebía para enterrar el cuerpo, e agora dexélo y por olvido, porque me despertastes tan aína». E los mensageros fueron enviados, e fallándolo todo así como lo dixera el ob¿spo, traxeron solamente el anillo e la una luva, e lo ál todo retovo el sacristán en testimonio del fecho.

E dixo más sant Frontonio, que «después del enterramiento, salliendo de la iglesia, vino en pos nós un fraire de aqi<el lugar que era letrado, e demandó a mesu Christo que cómo le dezién; e El non respondiendo ninguna cosa, mostróle un libro que tenía abierto en la mano, e non avía en el otra cosa escripia sinon este vieso: "In memoria eterna iuxta hospita mea, e non abrá miedo de oír mal en [e]l día del juizio". E revolviendo todas las fojas del libro nunca falló y otra cosa escripta».

E fazienldo [56d] Dios después muchos miraglos al sepulcro de santfa] Martha, Eldovio,11 el rey de Francia, fizióse christiano, e batizól sant Remisio. E aviendo grand dolor en los lomos, veniendo al sepulcro de santfa] Marta, fue luego sano e guarido, e por ende dio y mucho algo, e enreqwezió y mucho aqnel lugar, e a tres leguas enderredor del Ruédano dioles tierras, e villas, e castillos, e frango aqnel lugar.

E Marcella, la qne fue manceba de santa Martha, fizo escrivir toda la su vida. E después fuese a Eschavonia,12 e predicando y la fe de Jhesu Christo, a cabo de diez años q«e santa Marta finó, finó ella.

1 ' Clodoveo, según Vorágine: «Clodoveus rex Francorum christianus effectus a sancto Remigio baptizatus».

12 Esclavonia. Legenda: «Sclavoniara».

XXXVI

ISTORIA DE SANT PEDRO EL APÓSTOL

[L]a fiesta de sant Pedro el apóstol, que es dicha «Vincwla sancíi Pedri», que qw¿ere dezir «Fiesta de los ligamientos de sant Pedro». E esto por quatro razones fue establecido que fiziesen esta fiesta:

La pn'tnera, por que nos acordemos de cómmo sant Pedro fue librado de la presión. Ca segund fallamos en escn'pto, Erodes Agn'pa vino a Roma e fue y muy privado de Gayo1 e de Tiberio el emperador. E un día estava Herodes en el carro con Gayo; aleando Herodes las manos al cielo, dixo: «¡Dios lo ordenase que vey[e]se yo la muerte deste viejo, e viese yo a ti señor de todo el mundo». E el carretero de Herodes oyó esto e díxolo luego a Tiberio, e por ende Tiberio el emperador, sañudo, mandól poner en la cárcel a Herodes. E estando Herodes un día arrimado a un árbol, e en somo del árbol2 estava un buho; e un agorero que estava y, que yazía preso, sabidor en esta arte, díxole: «Non ayas miedo, que aína serás librado de aquí e tornarás otra vegada a tu onra, e tus amigos avrán de ti grand envidia, e en esta buena anda[n]ça mor[r]ás. Empero sepas que cada ora qwe vieres tal [57a] ave como ésta sobre ti, luego a cobosic de cinco días morras». E a poco tienpo murió Tiberio, e fue Gayo emperador, e soltó a Herodes de la cárcel, e fízol rey de Judea. E estonce Herodes, deque fue rey, començo de fazer mal a los christianos, e mató en Jherusalem a sant Yago el Mayor. E veyendo qwe plazería a los judíos, pn'so a sant Pedro en ese mismo tienpo, e púsol en la cárcel, e qt/eriél dar al pueblo antes de Pascua. E estando con el ángel de Dios aqwella noche, soltólo de las cadenas a grand maravilla, e mandól ir a predicar como fazía ante. E el pecado del rey Herodes non lo q«/so Dios más sofrir, e otro día mandó a las guardas venir ante sí, e quédeles dar penas crueles porq«e les fuy[e]ra sant Pedro, mas fue enbargado, e non lo pudo fazer. Nin la soltura de sant Pedro non enpeció a ninguno, ca se fue Herodes para Cesárea luego, e allá, feriéndol el ángel de Dios, murió. Ca él, veniéndose a[l] lugar dicho, vestiéndose una vestidura muy clara, labrada de oro e de plata maravillosamente, e en la mañana vínose a una plaza, e los rayos del sol, feriendo en la su vestidura tan clara, la claridat del oro con el resplandor del sol doblava la luz a los que la catavan, en manera que

Es Cayo.

Ms.: arraol

238 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

los quel catavan tomavan espantasic en los ojos. E esto fazía él por tal que mostrase con mentira que más claridat era en él que non podía ser en ningund omne en carne. E por esto que le vieron todo el pueblo, comencáronlesic de lísonjar, diziéndol: «Herodes, fasta agora oviémoste miedo commo a omne, mas [57b] de aquí adela[n]te tenemos que eres más que omne». E demientra que estava enbevido en estas honras q«el davan convno a Dios, e él catando, vio estar sobre su cabeça, sobre una cuerda, un buho, que era mensagero de la su muerte que venié acerca. E él qt/andol vio, catando co[n]tra los del pueblo, dixo: «Ahevos aquí el vuestro Dios. Bien creet que ya comigo es la muerte». Ca él sabía, segund quel dixera el agorero, que a los cinco días avía de morir; e luego fue ferido del dolor, e por cinco días continuadamente los gusanos le royeron las entrañas, e murió.

E por ende la Iglesia, en remenbrança de sant Pedro, que es prmcipe de los apostólos, que fue así suelto de aquellos ligamientos de la pn'sión, e de la cruel muerte qwe ovo aqwel falso rey, fazen esta fiesta a sant Pedro, que es dicha de los ligamientos.

La segunda razón desta fiesta es que Alexandre papa, que fue en Roma el sesto papa despi/e's de sant Pedro, e otro adelantado de Roma a que dezién Hermes, que fue convertido a la fe de los christianos por este papa, estavan amos a dos presos en guarda de Quinno, uno que era señor de muchos cavalleros, e teniélos en lugares alongados el uno del otro. E dixo Quiríno a Hermes:

—Maravillóme mucho de ti, que eres omne sabio, porq«e dexeste la onra que teniés e fuste tomar vida que semeja sueño.

E díxol Hermes:

—Yo por todas estas cosas escarnicía ante deste tienpo, que cuidava ante desta vida e non de la vida del otro mundo, mas agora quiero más ganar la vida perdurable que non esta vida mezquina.

E respondió Quiríno:

—Praévame por qué tú salbes3 [57c] que aya otra vida, e luego yo siguiré la tu fe e seré tu dícípulo.

E dixo Hermes:

—Qtn'rino, sant Alexandre, aquel papa que tú tienes preso, te mostrará esto muy mejor, que sabe más que yo.

Estonce Quiríno, denostando a Hermes, díxol:

Ms.: sasabes

SAN PEDRO AD VINCULA 239

—Yo te dixe que tú me fizieses provar tu razón, e agora envíasme tú [a] Alexandre, que tengo yo preso por sus pecados. E por ende yo faré agora4 doblar las guardas sobre ti e sobrél, e si a [é]l contigo, o a ti con él, yo pudiere fallar en uno, en todo en todo creeré5 a las tus palabras e a las suyas.

E como esto dixo, fizólo así. E luego Hermes envió dezir esto a Alexandre papa. E orando Alexandre, vino el ángel de Dios e tráxolo a lugar do estava Hermes en la cárcel. E fallándolos Quir'mo en uno, maravillóse mucho. E contando Hermes a Qw/rino cómo el papa Alexandre resucitara el su fijo muerto, dixo Qwmno:

—Alexandre, yo he una fija que á papera, e deziénla Balbina, e si tanto puedes con el tu Dios que la sanes, yo te prometo que rescibré la tu fe.

E díxol Alexandre:

—Qi/z'rino, vete pn'vado e toma tu fija, e liévala a la mi cárcel.

E díxol Qwí'rino:

—E tú que estás aquí, ¿cómo te podremos fallar yo nin mi fija en la tu cárcel?

E díxol Alexandre:

—Ve privado, ca aquél que me aduxo aquí, me levará allá aína.

E fuese Qw/rino, e tomó su fija e levóla a la cárcel de Alexandre, e fallándolo y, echóse a sus pies, e luego su fija con grand devoción començo a besar las cadenas en que yazía preso Alexandre, por tal que la sanase. E díxol Alexandre: «Fija, non quieras besar estas mis cadenas, mas demanda por las caldenas [57d] de sant Pedro el apóstol, e besándolas con grand devoción, luego serás sana». E por ende Quirino fizo buscar en la cárcel do yoguerasic sant Pedro preso las sus cadenas, e fallándolas, diolas a su fija que las besase, e luego a la sazón que las besó, fue sana conplidamente. Estonce Qwzrino demandól perdón, sacó [a] Alexandre de la cárcel, e baptizóse él con toda su conpaña e con otros muchos.

E por ende esta fiesta mandó fazer la Iglesia en comienço de agosto, e fizo fazer este Alexandre en Roma una grand igl[es]ia a honra de sant Pedro, en que puso estas cadenas. E llaman esta fiesta como dicho es, e en esta fiesta va muy grand pueblo a esta igl[es]ia, e en ella adoran estas cadenas.

La tercera razón es ésta: Los emperadores Octoviano6 e Antonio eran cuñados, e partieron entre ellos en tal manera el enperio del mundo, que Octoviano fuese

4 Ms.: agara 5 Ms.: creerá

6 Es Octavio Augusto.

240 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

enperador en Occidente, e en Italia, e en Francia, e en España; e Antonio en Oriente, e en Asia, e en Ponto, e en África. E Antonio, orgulloso e luxurioso, e aviendo la hermana [de]7 Octoviano por muger, repoyóla e tomó a Cleopatra, la reina de Egipto. E Octoviano por esto fue muy sañudo, e armándose contra él con grand conpaña, fuese para Asia, para lidiar con Antonio, e lidió con él, e venciól en todas las cosas del mundo. E estonce Antonio e Cleopatra fueron muy cuitados porque eran vencidos, e por el gran quebranto que ovieron matáronse amos, cada uno a sí mismo. E por ende Octoviano destruyó el regno, e [58a] fízol que fuese d[e] la provi[n]cia de Roma. E dende fuese para Alexandria, e despojándola de todas sus riqwezas, tróxolas todas a Roma, onde en tanto acrecentó el común de Roma que davan por un dinero lo que sol[i]én ante dar por qwatro. E porqwe acrecentó en tanto el común fue dicho, ante que otro ninguno, «Augusto», que quiere tanto dezir como noble.8 E por ende todos qwantos emperadores fueron despu[é]s del fueron dichos e así llamados, así como los emperadores son todos dichos «cesares» de Jullio César, su tío. Onde éste llamó al mes de agosto del su nonbre, ca antes fue dicho el mes sestil, porque seis meses avía de marco fasta él, ca en aqwel tienpo el mes de marco avien por comienço del año. E en memoria e honra de aqwella vengança qne ovo en [e]l pn'mero día de agosto, Octoviano e todos los romanos fazién este día fiesta, fasta en el tienpo del emperador Theodosio, que començo a reinar el año de la encarnación de trezientos e veite e cinco años.

E Theodosia,9 fija deste Theo[do]sio e muger de Vale[n]tiniano, aviendo devoción, fuese para Jherusalem. E un judío ofreciól y por grand honra dos cadenas en que fuera ligado sant PeoVo en tienpo de Herodes. E ella, tornándose para Roma, e veyendo que en comienço de agosto los romano[s] fazién fiesta a honra del enperador gentil, que era dapnado, doliéndose que a tal omne commo éste fazién tal honra, pensó que non podrié de ligero qwftarlos de aqwella costunbre; e esto pensando, ordenó que non estoviese esta cosltunbre [58b] así, mas que se fiziese en onra de sant Pedro el apóstol, e que todos no[n]brasen aquel día sus ligamientos de sant Pedro. E aviendo su consejo con sant Pelayo, el papa que era estonces, falagaron el pueblo en que olvidasen la memoria del príncipe de los gentiles. E esto plaziendo a todos, sacó aquellas cadenas que aduxo de Jhen«alem, e mostrólas al pueblo, e el papa sacó otrosí aqí/ella cadena en que estoviera preso el apóstol en tienpo de Nero, e aconpañando ésta con aquellas otras, así se ayuntaron por miraglo como si fuese una. Onde el papa e la reina establecieron luego que la onra qwe los romanos fazién a aquel gentil danapdosic fuese mudada en mejor, que la fíziesen a apóstol sant Pedro. E pusieron estas cadenas en la dicha igl[es]ia de sant Pedro, e enreqweziéla la reina con

7 Suplimos esta palabra siguiendo el ms. 15.001. 8 Ms.: noblle 9 «Eudoxia», dice Vorágine.

SAN PEDRO AD VINCULA 241

muchas joyas, e el papa con muchos previllejos. E mandó que fiziesen por todo el mundo esta fiesta en este día.

E qwdnta virtud es en esta cadena fue mostrado así: Que el diablo tomó tan cruelmente a un conde, pariente del emperador Octoviano, ante qwantos y estavan, quél mismo se comía todo con los dientes. E estonce mandó el emperador a Juan el papa qael pusiese al cuello la cadena de sant Pedro. Mas poniéndol otra cadena al cuello deste demoniado, e non oviese salud, por ende non es maravilla, que non avía v/rtud; e sacaron la cadena verdadera de sant Pedro, e pusiérongela al cuello, e el diablo non pudo sofrir virtud tan pesada, mas luego ante todos, dando grandes bozes, salló del. Estonce Theodorico, obispo de Mas,10 tomó esta cadena, e dixo que la non daría en ninguna manera si non le tajasen las malnos, [58c] aviendo sobresto muy grand refierta, pero ovo el obispo del papa una sortija de la cadena.

Cuenta un sabio que avié nonbre Mileto que en aquel tienpo que aparesció un dragón en Asiro,11 e sant Donat, omne muy santo, escupiendo en su boca, matólo luego. E era tan grand sirpiente qwe siete yugos de bueyes a malabés lo pudién levar a logar do lo avien a quemar.

E este santo mismo e sabio cuenta que en este mismo lugar el diablo que asentó en semejança de Moisén. E ayuntados muchos judíos de muchas partes, adúxolos a una grand alteza de un monte, cerca de la mar, e prometiéndoles que los aduríasic a la tierra de promissión, e q«e él iría ante ellos, e con este engaño mató muchos dellos sin cuenta. Onde creemos que\ fizo el diablo sañudo, e q^e vengó dellos en esta manera, por razón del judío que dio las cadenas de sant Pedro a The[o]dosia, la fija del emperador, por que ovo de cesar la onra de Octoviano.

La quarta razón desta fiesta podemos dezir que es esta: Ca Dios soltó a sant Pedro por miraglo de las cadenas, e diol poder de ligar e de abso[l]ver los pecadores, e nós somos ligados con los ligamientos e con las prisiones de los nwesíros pecados, e por ende avernos menester soltura dellos. E por esto fazemos esta fiesta, qj¿e así como Jhesu Christo soltó a él de las cadenas e le dio poderío de soltar los pecados, que así nos suelte él de los nwesíros pecados e pueda asolver a los que pueden ser dapñados en el infierno.

Manifiesto es en los «M[i]raglos de santa María»: En Colonia, en el monesterio de sant Pedro, era un monge liviano, luxurioso, orgulloso. E [58d] éste muriendo a desora, los diablos acusávanle, e todas las maneras de los pecados davan contra él. El uno dicía:

—Yo cobdícia, que tú sienpre condiciestesic contra los mandamientos de Dios.

Metz. Legenda: «Theodoricus Metensis episcopus».

Epiro, según Vorágine.

242 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

El otro:

—Yo só vanagloria, con que te tú alabavas ante todos los omnes.

Et el otro dezía:

—Yo só mentiras, en que tú mucho peqweste.

E así cada uno de los otros. E de la otra parte unos pocos bienes que fiziera estavan y delante, diziendo:

—Yo só la obediencia que fiziste a los mayores.

—Yo só el salterio que tú resceste muchas vegadas.

E sant Pedro, cuyo monge él era, allegó a Dios a rogar por él. E qwtzndo rogava, respondió nuestro Señor, e dixo: «¿Non dixo David propheta por virtud del mío spíritu: "—Domine, ¿quis habitabit in tabernáculo tuo, aut quis reqwfescet in monte sancto tuo? —Qui ingreditar sine macula, et operatwr iusticia" (que quiere dezir estas palabras: "—Señor, ¿quién morará en la tu casa, o quién folgarà en el tu regno? — Aquél que entrara sin manzilla e que fiziere justicia").12 Éste non entró así nin fizo justicia». Empero rogando por él sant Pedro e santa María, Jhesu Christo dio esta sefnjtencia: que tornase el alma al cuerpo, e que fiziese penitencia. E estonce sant Pedro espantó al diablo con la llave que tenía en la mano, e fízol foir, e tomó aqwel alma e diola en mano de otro qtíe fuera monge en este monesterio, e mandó que la tornase al cuerpo. E aquel monje, porqwel aduxera, demandól por galardón que dixese13 cada día el salmo de «Miserere mei, Deus, secundum»,14 e que alinpiase a menudo con la escoba la su sepultara. E él, tornándose de muerte a vida, contó ante todos lo que le acaesciera.

12 Salmo 15(14), 1-2. 13 Sigue «cadia» tachado. 14 Salmo 51 (50).

XXXVII

ISTORIA DE ESTEVAS PAPA

[S]ant Estevant papa, convertiendo muchos [59a] gentiles por palabra e por exenplo, e enterró muchos cuerpos de mártires. Valeriano e Galieno, los emperadores, fiziéronle buscar con grand femencia, por tal que a él e a todos los clérigos que les fiziesen sacrificar a los sus dioses o que les diesen muchos tormentos. E ma[n]daron dar pregón que todo aquel que los descubriese qtíel darién toda su heredat. E por ende diez cle'rigos de los suyos fueron presos e, non los oyendo, luego fueron descabeçados. E otro día pn'sieron al papa sant Estevan, e aduxéronlo al templo de Mares por que adorase y el ídolo, o qwel descabeçasen. Mas entrando en [e]l templo e rogando a Dios que le destruxese, luego cayó grand parte del templo, e todos qwantos y estavan ovieron grand miedo e fuyerunt,sic e él fuese al cimiceriosic

de santa Lucía. E oyendo Valeriano, enviól más cavalleros qwe ante, e qwando ellos llegaron a él, fallaron qwe dezía missa, e degollaron y luego; e él non los aviendo miedo, nin dexava por ellos de acabar la missa qwe come[n]çara en quanto él pudo, e allí lo martiriziaron.

E éste fue aqwel sant Estevan que fue papa, e agora oyoredes del otro sant Estevan, el que fue pn'mero mártir.

XXXVIII

ISTORIA DEL CUERPO DE SANT ESTEVAS

[E]l cuerpo de sant Estevan, el primero mártir, fue fallado el año de la encarnación de nuestro Señor Jhe.su Christo en trezientos e diez e siete años, e el año seteno de Onorio el emperador. E en esta manera fue fallado: Un clérigo que dizién Luziano, de término de iherusalem, folgando en su lecho un viern[e]s, fascas [59b] velando, aparesciól un omne viejo, grande de cuerpo e fermoso de cara, e la barba luenga, e cubierto1 de un manto blanco, que era lleno de piedras preciosas en deredor e con oro, e teniendo en su mano una piértega de oro, e tañiól, diziendo:

—Ave grand cuidado de abrir naes/ros luzillos, ca somos enterrados así como non co[n]viene, e en lugar muy despreciado. E por ende ve, e di a Johón, obispo de Jherasalem, que nos ponga en lugar más honrado, ca bien viestes ya qué grand seqwedat e tribulación vino al mundo, empero por nuestras oraciones Dios ordenó de aver merced del.

E díxol aquel sacerdote Luciano:

—¿E quí eres tú, señor?

E díxol él:

—Yo Gamaliel, el que crié al apóstol sant Paulo, e mostróle la ley, seyendo a los mis pies. E el que yaze comigo enterrado es sant Estevan, el que apedrearon los judíos, e lo echaron fuera de la cibdat, por tal quel comiesen las bestias e las aves. Mas a éste defendió Jhesu Christo porfque] guardó conplidamente la su fe, e yo con mis manos tomé el su cuerpo con grand acucia, e enter[r]élo en el mío luzillo nuevo. E el otro que yaze conmigo es Nicodemos, mi sobrino, el qne fue de noche a Jhesu Christo, e despees batizáronlo sant Pedro e sant Juan, e por ende los príncipes de los sacerdotes quisiéronlo matar, si non por nuestra reverencia. Empero estruxéronlo todo qwanto en el mundo avía, e tiráronle el señorío, e dándol muchos acotes, dexáronlo commo por muerto, e aduziéndol yo a mi casa, visco algunos días. E después que murió fizle enterrar [59c] a los pies de sant Estevan. E el tercero que y yaze comigo es Abibas, mío fijo, que aviendo veite años se baptizó conmigo, e

Ms.: cuerbierto

246 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

seyendo virgen, apr/'so la ley con Paulo, el mío discípwlo. E mi muger Etna e mi fijo Zelenas,2 porqwe se non quesieron baptizar, non merescieron de se enterrar conusco, mas fallarlos as en otro lugar, e los sus luzillos vazíos e sin pro.

E esto dicho, desaparesciól luego sant Gamaliel. E despertando Luciano, rogó mucho a Dios que si esta visión era verdadera, quel aparesciese aún dos vegadas. E dende al otro viern[e]s adelante, aparesciól así commo primero, e demandól por qué menospreciara fazer lo qnel mandara. E díxol él:

—Señor, non, non lo desprecié, mas yo rogué a Dios que si esto venía por Él, que me aparescieses otra vegada.

E díxol Gamaliel:

—Porque penseste3 en tu coraçón qwe, si nos fallases, cómo podrías conoscer las nuestras reliqw¿as de cada uno de nós, mostrari é agora, en esta semenjançasic qne te dó, los ataúdes e las reliquias de cada uno. —E mostról qualro canestillos de oro. El uno era lleno de rosas bermejas, e los otros de rosas blancas, e el qwarto era lleno de acafránsic blanco, e díxol Gamaliel— Estos canestillos son los nuestros luzillos, e estas rosas las nuestras reliqtnas. E el canestillo de las rosas bermejas es el luzillo de sant Estevan, porqwe él sólo entre nós rescibió martirio; los otros de las rosas blancas son los luzillos de mí e de Nicodemos, que somos confesores; e el otro que es lleno de acafrán blanco es el de mi fijo [59d] Abibas, que fue virgen en el cuerpo e en [e]l alma.

E esto dicho, desaparesciól. E el otro viern[e]s de la otra selmana aparesciól muy airado, e maltrayéndolo gravemente porqwe tanto lo detardava, así lo despreciava. E luego de aqnella vez fuese Luciano para ]hemsalem, e contólo todo por orden a Juan, el obúpo. E por ende fueron con los otros obúpos al lugar do fue mostrado a este Luziano, e començaron a cavar. E tremió la t/erra, e sintieron grand olor tan dulce e tan bueno que sanaron setenta omnes de diversas enfermedades por los merecimientos desto[s] santos. E así trasladáronlos en la iglesia de Sión, do fue sant Estevan diáchono, las reliquias destos santos con grand gozo.

La su traslación, segund cuenta sant Agostin, fue fecha en esta manera: Que Alexandre, senador de Roma, fuese a Jherusalem, e fizo muy fermosa iglesia a sant Estevan, e fizóse enter[r]ar después de su muerte cerca del su cuerpo. Mas a cabo de siete años, su muger Juliana, queriéndose tornar a su t/erra por razón que rescibiera muchos tuertos de los de la tierra, quiso levar el cuerpo de su marido consigo. E ganándol del obispo con muchos ruegos, el ob«po mostróle dos luzillos de plata, diziéndol:

Aetea y Selemías. Legenda: «Uxor vero mea Aethea et Selemias filius meus».

Ms.: percsente

INVENCIÓN DEL CUERPO DE SAN ESTEBAN PROTOMARTIR 247

—Non sé quál déstos es el luzillo de tu marido.

E ella dixo:

—Yo lo conosco.

E arremetióse e abrió el luzillo del cuerpo de sant Estevan. E entrando ella en la nave con el cuerpo, oyeron cantares de ángeles, e sintieron olor muy suave, e los diablos dando bozes, e fazién tan grand tenpestat en la mar, diziendo: «Ay por nós, que sant Estevan pasa quemándonos en este fuego muy [60a] duro». E los marineros, aviendo miedo de perescer, llamaron a sant Estevan, e luego les aparesció, diziéndoles: «Yo só, non ayades miedo»; e a la sazón fue amansada la mar. E luego oyeron bozes de los diablos, que dizién: «El nuestro príncipe, sin piedat enciende la nave, ca el nuestro contrario sant Estevan es en ella». Estonce el pnncipe de los diablos envió cinco diablos que la ence[n]diesen, mas el ángel de Dios somiólos en fondón de la mar. E veniendo a la cibdat de Calcedonia, los diablos davan bozes, e dizién: «El siervo de Dios aquí viene, el que apedraaronsic los falsos judíos». E así vinieron sanos e salvos a Costantinopla, e pusieron y en una iglesia el su cuerpo de sant Estevan con muy grand honra.

E el su cuerpo fue ayuntado con el cuerpo de sant Lloreite4 en esta manera: Acaesció que el diablo atormentava muy gravemente a Theodosia, la fija del enperador Theodosio, e sabiéndolo el padre, que estava en Costanrinopla, mandóla levar allá por que taniese las reliqnias de sant Estevan. E el diablo llamava en ella: «Si sant Estevan non viene a Roma, non saldré della, ca así los quieren los apostólos». E oyéndolo el emperador, ganó de la clerizía e del pueblo de Costanrinopla que diesen el cuerpo de sant Estevan a los romanos, e ellos qwe tomasen el cuerpo de sant Lloreite. E estonce el emperador envió sus carias sobresto a Pelayo papa, e el papa, con consejo de los cardenales, otorgó al emperador lo que demandava, e enviaron [60b] los cardenales a Costa[n]tinopla qwe traxe[se]n dende a Roma el cuerpo de sant Estevan, e los griegos vinieron con ellos para levar el cuerpo de sant Lloreite. E el cuerpo de sant Estevan rescibiéronlo en Capua, e los capuanos, rogándolo muy afincadamente, ganaron el su brazo diestro, e fizieron la su iglesia cathedral en su onra del. E viniendo a Roma, e queriendo levar el cuerpo a la iglesia de sant Pedro que es dicha «A Vincwla», estudieron los que le leva[va]n, e non pudieron más ir. E el diablo, yaziendo en una niña, enpeçó a dar bozes, e dezía: «En vano travajades, ca non escogió aquí su morada, mas cerca su hermano sant Lloreite». E por ende levaron el cuerpo allá; e taniéndolo la niña, luego fue sana.

E sant Lloreite, fascas gozándose porque vinié su hermano e riéndose, diole lugar a la otra parte del su sepulcro, e los sus huesos fiziéronse aparte e dexóle5 fascas la

Lorenzo.

Ms.: dexelo

248 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

meitad vazía. E los griegos, queriendo tomar a sant Lloreite, así cayén en U'erra bien como muertos, mas rogando el papa e la clerezía e todo el pueblo por ellos, malabés tornaron en su memoria fasta las viésperas, e todos murieron fasta diez días. E los latinos que g[e] lo otorgaron fueron todos frenéticos,sic e aun malabés pudieron guarescer fasta que fueron los cuerpos de amos los santos en uno enterrados. E estonce oyeron una voz del cielo dezir: «O Roma bienaventurada, que encier[r]as en un sepulcro, gloriosos peños, los cuerpos de sant Lloreite de España e sant Estevan de Jherwíalem».

Cuenta sant Agostin que al nonbre de sant Estevan fueron seis muertos resucitados:

E el uno seyendo [60c] muerto, yaziendo assí, que ligavan los pulgares, llamando a sant Estevan, luego resucitó.

E otra vegada un niño que lo quebrantó un carro, levándol su madre a la iglesia de sant Estevan, luego fue sano e bivo.

Otrosí una monja, estando ya para morir, aduxéronla a la iglesia de sant Estevan, e muriendo y, e vey[én]dola todos e maravillándose mucho, levantóse sana.

Otrosí otra niña, en la cibdat de Iponia, levando su padre su saya a la iglesia de sant Estevan, e después tornándose ende, púsola sobre el cuerpo de su fija, e levantóse luego sana.

Otrosí otro mancebo, en esa mesma cibdat, faziénle la unción, e muriendo, leváronle a las reliq«¿as de sant Estevan, e llamando el su nonbr[e], fue luego sano.

XXXIX

ISTORIA DE SANT SIXSTO PAPA

[S]ant Sixsto papa fue natural de Atenas, que es una cibdat en Grecia. E primero fue philósopho, e después fue dis[cí]pulo de Jhesu Christo, e fue papa en Roma. E después fue presentado a los emperadores Decio e Valeriano con dos sus diáchonos; al uno dizién Filicismo e al otro Acapito. E non lo podiendo inclinar por ningunas promesas quel fiziesen sacrificar a los ídolos, e por ende fiziéronlo adozir al templo de Mars,1 o que sacrificase o le diesen preso en guarda a Mamertino;2 mas non queriendo sacrificar, pusiéronlo en su guarda. E Lloreite iva en pos del, llamando e diziendo:

—Padre e señor, ¿dó vas sin el tu fijo? ¿E que tú eres sacerdote santo, dó vas sin el ministro?

E díxol Sisto:

—Fijo, non te desanparo yo, nin te dexo, mas tú sofriràs mayores tormentos fasta tres días. Tú eres diácholno, [60d] e siguirás a mí, que só sacerdote. E mandóte de parte Dios que tomes los thesoros de la iglesia, e pártelos por amor de Dios a quien te asemejare.

E fincó sa[n]t Lloreite faziendo lo que le mandó, e él dando los thesoros por amor de Dios a los christianos pobres, sopólo Valeriano, el adelantado, e mandó que le levasen a Sisto al templo de Mares, que sacrificase y, e si non lo quisiese fazer, que luego y lo descabeçasen. E levándol allá3 sa[n]t Lloreite iva e[n] pos del, llamando e diziendo: «Padre, non quieras dexarme, ca yo ya despendí los thesoros». Estonce los cavall[er]os, oyendo de los thesoros, tornaron a sant Lloreite deman[dán]dogelos,4 e degollaron y a Sisto con Filicismo e Acapito.

1 Marte. 2 Como en el f. 41a, es una traducción errónea de la Legenda: «in custodia Mamertini»: 'en la cárcel

Mamertina'. 3 Sigue en el manuscrito una «a» preposición que a todas luces sobra, como corrobora el ms. 9. 4 Suplimos las letras que faltan guiándonos por el ms. 9.

XL

ISTORIA DE SANT MAMÉS

[E]n el tiempo del emperador Aureliano, fueron enviados por todo el mundo persiguidores de los christianos, que qualquier que fallasen que desdeñase de adorar lo[s] dioses de los gentiles e a los sus ídolos, que los matasen atormentándolos en muchas maneras de tormentos.

Estonce en una cibdat de Capadocia qne dizían Cesaría, un niño de doze años qne dizién Mamés, fijo de un omne bueno christiano e de christiana, que adoravan e temién a Dios verdadero, e enseñáronle de comienço la ley de Dios. E después de la vida del padre e de la madre, este niño, guardando mucho su vida, andando segund los mandamientos de Dios, e guardando1 la justicia de nuestro Señor Jhesu Christo, sin qwerella de ninguno, e era muy amado de todos, e aviénle todos muy grand vergüença.

Este moco, Mamés, desque [61a] vio e entendió cómo en aqwella cibdat, segund el mandamienío del emperador Aureliano, se fazié sacrificio en el su tenplo a los sus dioses, non lo pudo sofrir en [e]l su coraçón, e desanparó todo su algo, e con su ganado tan solamente apartóse en un monte que era muy espeso e muy fuerte. E bivié allí, estando en oración, e tomando lición de ley de nuestro Señor Jhesu Christo, e manteniése tan solamente de la leche de sus ganados.

E él faziendo esta vida, oyó una voz del cielo qnel dixo: «Mamés, descende al canpo». E él levantóse luego e descendió al campo, e falló una piértega, e en ella escn'pto el evangelio de nuestro Señor Dios. E, deq¡<e lo él leyó, dixo:

—Señor, ¿a qw¡en me mandas qne yo faga saber el evangelio de la justicia?

E la boz del cielo le dixo:

—Faz mi casa en el monte, e yo mostrart é a q«¿en lo fagas saber.

E el bienandante sant Mamés subió al monte, e cortó árboles para aver madera, e fizo casa de Dios, e puso y altar, e seyendo allí, leyé el evangelio en el libro que fallara en [e]l canpo. E en leyendo él aquel evangelio, ayu[n]táronse a él muchas

Ms.: gua/ndando

252 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

bestias salvages sin cuenta de todas las maneras departidas, así como leones, e ossos, e lobos, e puercos, e monteses, e otras bestias bravas; e tendiénse en tz'erra, adorávanle, e despt/e's, los inojos fincados, catavan suso al cielo al nuestro Señor Jhesu Christo. E a poco de tiendo, de aquellas bestias que estavan antél, ívanse [61b] los machos, e fincavan las fenbras, abuelta con las suyas mansas, las tetas llenas de leche. E él entendiendo que serié bien de ordeñar aquellas bestias con el su ganado, ordeñávalas todas, e fazié de la leche dellas qweso. E quanáo él vio que tenía dello mucho, fizo oración al nuestro Señor Dios, diziendo:

—Señor, ¿qué faré deste fruto que me diste?

E una vez díxol nuestro Señor en visión:

—Mamés, descende a las puertas de Cesárea, e fallaras y pobres e biudas e huérfanos, e tú pártegelo por el mi amor.

E algunos, veyendo esta maravilla qt¿e nuestro Señor fazía, fiziéronlo saber a Allexandre, un adelantado que enviara y Aureliano, aqnel muy cruel príncipe, diziendo qwe aqueste Mamés que era encantador, e que encantava las bestias salvajes de las montañas. E desqne lo oyó aquel adelantado, luego envió sus cavalleros por sant Mamés al monte do él morava. E él encontróse con ellos, e preguntáronle aquellos cavalleros dó morava Mamés, aquel moco, o dó andavan sus ganados, e él respondió, e díxoles: «Non sé nín conosco aquí ninguno a que digan Mamés, mas si vós qweredes veyer a Dios, yo vos lo mostraré». E desqwe ellos oyeron esto, entendieron quéi era, porqwe fablava commo christiano, e descubriéronle cómo vinién, e qwel avien mezclado e buscado mal con el adelantado, e que dizían que con malos encantamientos tenié consigo las bestias salvages de las montañas. E por [61c] aqwella razón que le andavan buscando por mandado del adelantado. E estonces sant Mamés, por Spíritu Santo, respondióles diziendo: «Vayamos pn'mero e comamos»; e levólos a su casa, e púsoles delante qMeso e agua que comiesen. E ellos comiendo, ayuntáronse grandes manadas de bestias salvages; e seyendo entre ellas, líeles el evangelio que le diera nuestro Señor con la piértega. E quando lo vieron aquellos cavalleros, llegáronse a sant Mamés; e veyendo sant Mamés que avien miedo, dixo:

—Non temades, yo só aquél que dizen Mamés, siervo de Dios.

Entonce ellos, con temor, dixeron:

—Si quieres ir connusco al adelantado, si non, faz como quisieres. E si tú q«esieres, nós irnos hemos.

Estonce díxoles sant Mamés:

—Itvos vosotros, ca yo me iré con la merced de Dios, e aconpañado con el Spíritu Santo.

SAN MAMES 253

Estonce tornáronse aquellos cavalleros con muy grand miedo. E acá el Spín'fu Santo dixo a sant Mamés:

—Llama el león que vaya contigo, que mate los fijos de los judíos e de los gentiles, que ayuntados cuidan fazer escarnio de ti.

Estonce sant Mamés dixo:

—Nuestro Señor, Dios de nuesíros padres, cata por mí, Mamés, tu siervo, e non me desanperessic nin me menosprecies, que por ti mucho he de sofrir.

E él faziendo esta oración, vino un león del yermo, bramando, e tornóse sant Mamés a él, e díxol: «Yo vo en [e]l nonbre del nuestro Señor Dios, e tú ve por mandado del Spíritu Santo. E quando fuere yo entrado en grand plaça de la cibdat, estonce delscendrás [6Id] tú, e saltarás en aquéllos que [me]2 persiguen».

Estonce fuese sant Mamés para aquella cibdat que dizían Cesárea, en Capadocia. E los cavalleros que fueron enviados por él, estávanle espera[n]do a la puerta de la cibdat, e qwando vieron cómo vinié, fueron muy espa[n]tados, e cayeron antél a los sus pies, e dixéronle: «Bien e en paz seas venido, tú, siervo de Dios». E en levantándose fueron corriendo al adelantado, diziéndol:

—Este Mamés non es encantador nin engañador, nin á en [é]l ninguna cosa de aquéllas en que es acusado, mas es el siervo de Dios.

E estonce el adelantado díxoles:

—Algo tomastes vós del, que tan afincadamente rogades por él.

E ellos dixeron al adelantado:

—Ninguno de nós non tomó ninguna cosa de aquellas que vós sospechad[e]s, salvo que oyemos llamar el nonbre de Jhe.su Christo, e a la su voz del luego se ayuntaron muchas animalias bravas salvages sin cuenta, e otras bestias mansas con ellas, e estavan commo en oración con él. E pues como es este encantador, e si lo a nós non creedes, presto está el tu siervo. Pruévalo e sábelo como tú quisieres.

E estonce algunos de los christianos que oyeron esto a aquellos cavalleros, fuéronse corriendo para sant Mamés por fablar con él. E quando él llegó a Alexandre, aquel adela[n]tado preguntól:

—¿Tú eres aquel que dizen Mamés?

E él respondió, e dixo:

—Yo só siervo de Dios. —E el adelantado demandól que dixese con que' malas maestrías encantava [62a] las bestias del monte. E díxol estonce sant Mamés— Yo,

Hay en el ms. 8 una rotura en cuyo espacio se leería originalmente «me», como confirma el ms. 9.

254 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

el siervo de Jhesu Christo, el que regna en los cielos, e de aqwello que tú dizes non sé yo nada.

E el adelantado díxol:

—Ante que lo ayas a dezir con penas e con tormentos, dime cómo tienes ligadas las bestias salvajes, e con q^ales malos fechos las trayes a lo que quieres.

Dixo sant Mamés:

—Llamo e pido por merced a mi Señor Jhesu Christo que me oya. Otro encantamiento non apris nin lo sé. Evaste aqwz'mi cuerpo, atorméntalo e faz del lo que quisieres, mas sé en el alma que non as ninguna poder, ca es en poder de Dios, que está en los cielos, el que fizo el cielo e la t/erra e el mar, e todas las cosas que en [ejllas son.

E Alexandre dixo:

—Por quanta grand fiuza en ti as de tus encantamientos, a mí non puedes encantar.

E sant Mamés díxol:

—Aquéllos que fazen los encantamientos e los malos fechos Dios desámalos, e yo temo a Dios bivo. Non podría ser3 malfechor ni encantador. Óy bien lo que te digo, que non me spanto nin he miedo de ti, nin temo las tus amenazas. A Dios, que es en los cielos, que ñzo todas cosas, mandó que le adorásemos, e yo he aquél por mi ayudador.

Estonce Alexandre dixo a sant Mamés:

—Non me trayas en muchas artes, mas confiesa e di mucho aína las maestrías que tú en el monte fazías.

E dixo sant Mamés:

—¿Qué quieres que confiese?

[62b] E Alexandre dixo:

—Jura por la ventora de cesar que tú non sabes ninguna cosa de maestrías nin de encantamientos, e yo dexart é.

Respondió sant Mamés:

—Yo non juro sinon por Dios, el que es poderoso en todas las cosas, e por el su fijo Jhesu Christo, ca por la vanidat de los omnes e por los nonbres de los diablos yo non puedo jurar.

Ms.: non podria ser non podria ser

SAN MAMES 255

Allí dixo Alexandre:

—Niega a tu Señor Dios, e sacrifica a los dioses de los gentiles segund el mandado del emperador Aureliano.

E sant Mamés dixo:

—Yo apn's a fazer sacrificio a nuestro Señor Dios, adorándol.

E díxol Alexandre:

—¡O niño!, mucho me pesa por la tu hedat, veyendo la tu fermosura e la tu niñez. E por esto he grana duelo de ti, mas niega esse Dios, e sacrifiçasic a los dioses del emperador, e si non, sabe que serás atormentado.

E sant Mamés dixo:

—Por la tu malanda[n]ça en que tú eres, llora e sey triste, mas por mí non as por qué, ca el mi Señor Dios está por mí.

Estonce el adelantado airóse muy fuertemente, e mandó colgar4 a sant Mamés e darle muy fuertes tormentos. E mientra estava en los tormentos nunca fabló, e estando en esto, sant Mamés cató al cielo, e dixo: «Buenas gracias ayas, mi Señor Dios, que así como Tú sey[e]s en la tu silla, e non sintaessic ningu[n]d mal, otrosí yo non siento tormento en la mi carne, nin he ningund dolor en la mi alma desto que me fazen». Estonce el adelantado dixo a los que lo atormentavan: «Acotadlo fasta quel parezcan las entrañas». E sant Mamés catava al cielo, atendiendo la merecedsic de Dios, e oyó [62c] una voz del cielo que dixo: «Mamés, conórtate, e faz como buen barón»; e muchos christianos, sus amigos que y estavan, desqwe oyoeronsic la voz, fizieron muy grand alegría. Estonce el adelantado mandó qwel descendiesen e que le metiessen en muy grand fuego, e mientra que los servientes guisavan el fuego, Jheíu Christo tollo el seso al adelantado.

Estonce metieron a sant Mamés en la cárcel, e en aquella cárcel yazién quarenia omnes presos. E entrando sant Mamés en la cárcel, fincó los inojos e fizo oración a nuestro Señor Dios, diziendo: «Dios, mío Padre, óy mi oración de mí, pecador, Mamés, e non desanpares». E los presos otros que estavan en la cárcel echáronsele a los pies, e díxoles sant Mamés:

—¿Qué demandades?

E ellos respofn]dieron:

—Nos morimos de fanbre.

La «c» inicial está escrita sobre la línea, como corrección de una primera «g» tachada: «golgar».

256 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

E ellos deziendo esto, entró por la finiestra el Spírítu Santo en figura de paloma, que traía miel e leche, e díxol: «Mamés, toma esta cosa tan preciada que te envía nuestro Señor Jhesu Christo»; e sant Mamés tomólo e comió con aquellos presos q¿<e estavan en la cárcel, e aconpañáronse con él en uno. E a la media noche abrióse la cárcel, e sallieron todos los qwe y estavan presos, e friéronse su vía, e él fincó en la cárcel. E desqwe lo sopo el adelantado, fizóle venir ante sí, e díxol:

—Mamés, sacr/fica los nuestros dioses, yo te lo consejo.

E dixo Mamés:

—Ya te lo dixe, qHe christiano só.

E dixo el adelantado:

—Mandart é q;/emar en el fuego.

E díxol sant Mamés:

—Faz [62d] lo que quisieres.

El adela[n]tado dixo:

—Veo que te esfuerças en los tus encantamientos, e por esso tienes el fuego en nada. —E otra vez le dixo— Sacr/fica los nwe,yíros dioses, e non morras.

E sant Mamés dixo:

—¿A qwa'les dioses me mandas sacr/ficar?

E el adelantado le dixo:

—A Hércules e Apollo.

Sant Mamés dixo:

—Mal dizes, ca los qwe sacr/fican a estos dioses que tú dizes pierden las ánimas. Ca saber deves que Apollo tanto quiere dezir como perdimiento de los omnes.

E el adelantado, desqwe oyó dezir esto, mandó a sant Mamés meter en un muy grand fuego, e dixo a un onbre que dezién Zazino,5 que era sacerdote de aquellos diablos: «Quemat a Mamés en el fuego por qi¿e muera e se destruya y». E los servientes tomáronlo e truxéronlo aqwel lugar donde estava el fuego, e sant Mamés, catando al cielo, dixo: «Dios de los nuestros padres, pídote por merced que quieras oír a mí, pecador, ca por Ti sufro esto. E Señor, dame entero poder que yo pueda estar ante la tu merced, e guárdame del fuego que han fecho para meter en él, porqwe los que lo fizieron te conozcan que Tú eres Dios verdadero». E santigóse en el nonbre de

Es lo que creemos leer.

SAN MAMES 257

Dios de la señal de la cruz, e entró en [e]l fuego, e luego que y fue entrado luego fue muerta la llama. E él estava en el, alabando e glorificando el nonbre de Dios, e dizié: «Gracias a Ti, Padre, Señor verdaldero, [63a] Jhe.su Christo, que así como acor[r]iste a Ananía, e [a] Azaría, e a Misael, enbiando el Spíriiu Santo sobre ellos, e los libreste de muy grand fuego, así feziste a mí, pecador, que non me desanpareste». E estando así sant Mamés en aquel fuego tres días, Alexandre el adelantado envió ence[n]der más el fuego; e nuestro Señor Dios, que non olvida los sus amigos en las priesas, envió del cielo el Spiriíu Santo, en semejança de paloma, e esparzió todo aquel fuego. E estava la llama fecha como camariella, e sant Mamés estava en medio, e el fuego non le fazía mal ninguno. E después de los cinco días mandó el adelantado desviar el fuego a la una parte e a la otra, por que cogiesen los huessos de sant Mame's, que cuidava que la carne que era ya toda quemada. E muchos cavalleros que se acercaron y para sacar los huesos oyeron a sant Mamés cantar en el fuego, e dava gracias a Jhesu Christo. E deque lo oyeron, espantáronse e fuéronse para el adela[n]tado, e dixéronle:

—Este omne non es encantador, mas el su Dios muy grand es, e muy poderoso, ca librado lo á.

E el adelantado maravillóse mucho que aquel fuego tan grand non le enpezió en alguna cosa del su cuerpo, e aun dixo:

—Las sus maestrías e los sus encantamientos le esfuerçan.

E mandólle [63b] aduzir ante sí, diziendo que le querría ver. E aquellos sus servientes, desviando el fuego de la una parte e de la otra, vieron grand cavalleria de muchos ángeles, que estavan y con sant Mamés, e eran y ángeles e arcángeles con muy grand gloria. Esto vieron muchos christianos que se acercaron y. E estava sant Mamés en medio del fuego dando gracias a Dios Padre, e al Fijo, e al Spiriíu Santo. E aquellos servientes del adelantado dixéronle: «Mamés, sal acá, que el adelantado te llama»; e sallió sant Mamés del fuego, e fuéronse luego los ángeles para el ciello. E llegando sant Mamés al adelantado, preguntól:

—Di, Mamés, que' es esto que tan grand tuerca han los tus encantamientos e las tus artes quel fuego non pudo enpecer, e matéstelo. E dime que' faziés en [e]l monte que niguno bestia brava non te enpecía de qualquí'er natura que fuese, e trafasías a tu mandado.

E sant Mamés dixo:

—Dios fizo muy grand virtud, que fartó las bestias bravas con el Spiriíu Santo del mío Señor, e a mí siguiénme e alaban comigo a Dios Padre, cada una segund su natura e segund su boz. Esto es lo que yo fazía en el monte, ca siempre dava gracias a mi Señor Jhesu Christo.

Estonce Alexandre dixo:

258 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

—Yo tengo muy grandes e muy fuertes bestias salvajes, e mandaré que te echen a ellas, que te despedacen e te maten.

Sant Mamés respondió:

—Faz lo que te semejare, ca yo aparejado esto para tomar martirio por nuestro Señor Dios.

Estonce el adelantado mandó a los sus omnes que tenién en guarda aquellas bestias bravas, que las [63c] ayuntasen e que las echasen a sant Mamés por que lo matasen. E los servientes metieron a sant Mamés en el corral do estavan aquellas bestias bravas, que eran de muchas maneras, e soltaron una ossa, qwe se venié a él, e la ossa, corriendo, vino echar de inojos antél. Desqne vieron que le non fazía mal aquella ossa, echáronle un león pardo muy grande e muy bravo, e fuese para él, e echól los braços al cuello, e abracándolo, lamiél con su lengua e alinpiávale los sus sudores.

E el adelantado, veyendo cómo non le fazían mal estas bestias, mandó a los leoneros q¿/e tomasen los más fuertes leones, e que los toviesen presos veite días, e después, fanbrientos, que los soltasen e los echasen a sant Mamés. E el león que de començosic dixemos que viniera a sant Mamés por mandado del Spíritu Santo, él, bramando, desce[n]dió de la montaña, entró en la cibdat, e non fizo mal ninguno, mas fuese muy aína al corral do tenían a sant Mamés, qwel querían echar a las bestias bravas, abriéronsele las puertas, e entró, e cató a sant Mamés, e fabló el león por la gracia de Dios, e dixo: «O natura mala de omnes, cubierto[s] de spíritu malino, veet muy fuerte cosa, que es contra natura: por vós me fazen fablar los ángeles». E en diziendo aquel león esto, vinieron los ángeles e cerraron las puertas del corral do estavan, que non pudiesen sallir ninguno, e aqwel león, andando bravo por aqwel lugar, despedacé e mató mulchos [63d] de aquellos gentiles e de judíos que estavan y. E el adelantado sólo con aquellos sus oficiales fincaron, que les non fizo mal ninguno por mandado de sant Mamés. E mandó sant Mamés al león que se tomase luego para su monte. E de la muerte e del destorpamienío que fizo el león en aquella gente, tan gra[n]de era la sangre6 que come que era maravilla. E por todo esto el adelantado, muy cruel, non tomó miedo nin tristeza, nin dexó de atormentar a sant Mamés. E a poco de rato mandó llamar a sant Mamés ante sí, e díxol:

—Sacr/fica los dioses segund el mandamiento del emperador, e non mor[r]ás penadamente.

E respondió sant Mamés:

—Ipócr/ta, qwebrantador de los santuarios, e muy gran conpañero de los diablos, non me andes enseñando, que yo siervo só de Dios, como quier que só pecador, e creo

Ms.: sarcsangre

SAN MAMES 259

en É\, que me non desanparará. E sey cierto que vemán grandes fuegos, e ornes con muy fuertes armas, que ferrá[n] e destruirán a todos aquellos que niegan a Dios. E nuestro Señor Dios, en el día del su Juizio, darvos [á]7 el gualardón que merecedes, porque a El non conoscedes, e porque adorades e onrades los ídolos, que son cosa sorda e piedras entre[ta]lladas.

E el adelantado ensañóse, e levantóse e vino allí do estava el león que avien los monteros preso en el monte, e mandó que ge lo echasen. E sant Mamés dixo al adelantado: «¡O, muy cruel príncipe e malo!, que Dios e [64a] los omnes deven ser contra ti, enemigo de la fe e de la verdat, faz lo que tu padre, el diablo Satanás, te manda fazer». E8 desque esto ovo dicho, andava por el corral dando gracias a nuestro Señor Jhesu Christo, e catando suso al cielo do era el su deseo. E qnando vino el león a sant Mamés, echóse de vientre muy quedo, e con su lengua lamiendo sus pies del mártir. El pueblo, quando lo vio, maravillándose, dixeron al adelantado: «Ese moco encantador e sabidor es de mucho mal. Tíral dentre nós». E diziendo esto todos, fizieron un tormento de dos maderos traviesos, e aspáronle. E estando y un día, los braços e los pies atados a aquellos maderos, estando así, vino uno de aquellos servientes del adelantado e diol torcejones en la cabeça por fazerle sallir los ojos, tanto le apretava. E desí tiráronlo de allí e apedreáronle todos, e después que fue cubierto de piedra, cuidando que era muerto, pero él fincó bivo, e non le fizieron mal ninguno. E a poco de ora, desque todos callaron, fuese de allí sant Mamés, bendiziendo el nonbre de Dios, e vino una boz del cielo que dixo:

—Mamés, vente para mí, que abiertos están los cielos, e Dios tu Padre se gozará en [e]l cielo porque venciste las contiendas e las persecuciones, e el Fijo de Dios [64b] está presto e te trahe la corona, e el Spíritu Santo te adurásk e te guiará.

Estonce sant Mamés dixo:

—Señor, non des gualardones a estos pecadores segund que lo ellos merescen en este pecado que contra mí fizieron, mas rescibe la mi ánima en paz.

E desque el bienaventurado sant Mamés ovo esto dicho, sospiró en el nuestro Señor Dios, e finóse, e dio el ánima a Dios, el qwal sea bendicto agora e por sienpre jamás in sécula seculorum, amén.

7 Suplimos esta palabra siguiendo el ms. 9. 8 Ms.: e e

XLI

ISTORIA DE SANT LLORENTE

Sant Lloreite mártir fue de Spaña, e sant Xisto adúxol consigo a Roma, ca segund dizen las escnptMras, sant Sisto, veniendo a España e fallando y dos mancebos, a Lloreite e a Veceite su cormano, muy honestos en costunbres e muy buenos en sus fechos, adúxolos consigo a Roma; de los qwales sant Lloreit fincó con él en Roma, e sant Vécente su cormano tornóse a España, e acabó su vida por martirio.

E sant Sisto fizo a sant Lloreite su diáchono. E en [ajqwel t/enpo Felipo el enperador e su fijo, qwel dizién así, convertiéronse a la fe de Jhesu Christo, e seyendo enrámanos, cuidavan honrar mucho la iglesia. E Felipo el emperador avía un vasallo qwel dezién Decio, e era muy ardite en armas e muy famoso en lidiar. E ese t/enpo, aleando Francia contra [64c] el [en]perador, e envió a Decio contra ellos por que troxese Fra[n]cia la rebelde al su señorío de los romanos. E fizo Decio todo q«anto avía de fazer muy bien e conplidamente, e venció los enemigos así commo él qn¿so, e tornóse a Roma. E oyendo el emperador que venía, sallió a recebirlo muy honradamente a Verona. Mas por las voluntades de los malos, quanto1 más se veyen ho[n]rados tanto son más sorbevios,sic e Decio, aviendo en sí grand sobervia, començo a cobdiciar el emperio e asmar cómo mataría a su señor. E el enperador, folgando un día en su cama en su tienda, entró Decio en la tienda ascondido e degolló a su señor, que dormié, e ayuntó a sí la conpaña que viniera con el emperador por ruego e por precio e por promessas. E fuese para Roma muy apresurado, ca esto fue en Verona.

E oyendo esto Filipo su fijo del enperador, que era christiano, ovo muy grand miedo, e encomendó todo el su thesoro e de su padre a sant Sisto papa e a sant Lloreite, e mandó2 que si por aventura lo matase Decio, ellos qwe lo3 diesen todo a las iglesias e a los pobres. Desí fuyó Felipo e ascondióse ante Decio. E los senadores salieron a rescibir, e fizieron emperador. E por qne non semejase qwe matara a su señor a traición, mas por amor de los ídolos, començo a perseguir los enrárfanos muy

Ms.: q«antos

Ms.: e mando e mando

Ms.: los

262 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

cruelmente, ma«da[n]do que los4 [64d] matasen, que non oviesen dellos ninguna misericordia. E esta persecución mató muchos millares de mártires, entre los q¿/ales Filipo el menor fue coronado por martirio.

E después desto, faziendo Decio5 pesquisa del thesoro de su señor, diéronle a sant Sísto, assí commo aqwel que crey en Jhesu Christo e que avi los thesoros del emperador. Estonce Decio mandól meter en la cárcel, dando muchos tormentos fasta que negase a Jhesu Christo e descubriese los thesoros. E yendo sant Lloreite en pos de sant Sisto, llamando:

—Padre, ¿dó vas sin tu fijo? ¿Ca tú eres sacerdote, dó vas sin tu ministro, ca tú sin mí nunca su[e]les fazer sacrificio? Si falleste en mí alguna cosa que te pesare, o me proveste que non era tal como devía, empero prueva si escogiste buen ministro a quien acomendeste la sangre de Jhesu Christo, que fuese su mayordomo.

E díxol Sisto:

—Fijo, non te desanparo nin te dexo, que tú deves sofrir mayores tormentos por amor de Jhesu Christo. E nós, porque somos más viejo avernos a sofrir menores penas; e tú, porque eres mancebo, vencerás6 a este falso con grand gloria. E después de tres días me siguirás, así commo el diáchono al sacerdote.

E dexól todos los thesoros, e mandól que lo diese a las iglesias e a los pobres. E sant Lloreite buscó afincadamente de noche e de día los christianos, e dalva [65a] a cada uno segund que avía menester.

E vino7 a casa de una biuda que asco[n]diera muchos christianos, e avía grand dolor en la cabeça, e sanóla sant Lloreite poniéndole la mano sobre la cabeça. E lavando los pies de los pobres, dava a cada uno su alimosna.

E viniendo en esa noche a casa de un christiano, falló y un ciego, e faziéndol la señal de la cruz, alunbrólo.

E non queriendo sant Sisto consentir a Decio nin sacrificar a los ídolos, mandól degollar. E sant Lloreite, yendo en pos del, llamava: «Padre Santo, non me quieras desamparar, ca ya despendí todos los thesoros q«e tú me diste». Estonce, oyendo los cavalleros dezir de los thesoros, prendieron a sant Lloreit, e diéronlo a Partemio, que era señor de cavalleros, e él presentólo a Decio cesar. E díxol Decio: «¿Adó son los thesoros de la Iglesia, ca bien sabemos que tú los toviste ascondidos?», e non le respondió. E mandól dar a Valeriano, el a[l]calde: «O que dé los thesoros, o qwél

Ms.: que los que los

dedeçio

Ms.: venceres

Ms.: ovino

SAN LORENZO 263

fa[ga] sacrificio a los ídolos, o quel faga morir con tormentos e con penas». Valeriano diol a otro alcalde quel dizién Ipólito, qnel guardase, e él metiól en la cárcel con otros muchos. E era y encarcelado un gentil que dizién Luzillo, que llorando perdiera8 la lumbre de los ojos. E diziéndol sant Lloreite quel farié aver sanidat si crey[e]se en Jheíu Christo e si se baptizase, él demandó lulego [65b] apriesa el baptismo. E tomado el agua sant Lloreite, díxol: «Todos los pecados se lavan en el baptismo»; e díxol los artícelos de la fe por nonbre, e él dixo que todo lo creía. E esparzió el agwa sobre su cabeça, e baptizól en nonbre de Jhesu Christo, e luego fue alunbrado. E por ende vinién a él muchos ciegos, e alunbrávalos a todos.

E veye[n]do esto Ipólito, dixo a sant Lloreite:

—Muéstrame los thesoros.

E díxol sant Lloreite:

—Ipólito, si crey[e]res en nuestro Señor Jhesu Christo, mostrart é los tesoros, e prométete que ganes vida perdu[ra]ble.

E dixo Ipólito:

—Si lo que tú dizes puedes provar por fecho, faré lo que mandares.

E sant Llorencio, rogando a Dios, mostról tantos miraglos e tan verdaderos fasta que creyó Ipólito, e baptizóse él e toda su conpaña. E luego que fue baptizado, dixo: «Vi las ánimas de los justos gozarse».

E después desto, mandó Valeriano a Ipólito quel troxese a sant Lloreite. E él vínose a sant Lloreite e dí[xo]ge!o, e dixo sant Llorei: «Vayamos amos, ca aparejada está la gloria a mí e a ti». E vinieron amos antel a[l]calde. E el alcalde demandol otra vegada el thesoro, e sant Lloreite demandó tres días de espacio, e otorguégelosic

Valeriano, seyendo Ipólito fiador. E estos tres días allegó sant Lloreite pobres ciegos e coxos e mancos, e prese[n]tólos todos ante Decio en el palacio de Salusltiano, [65c] deziendo:

—Evaste aquí los thesoros que sienpre han a durar, e que nunca han de menguar, mas crecen, que parten por cada uno e son fallados en todos, ca estos levaron los thesoros al cielo.

E dixo Valeriano, estando Decio delante:

—¿E qué andas variando por muchas cosas? Sacrifica los ídolos e dexa los tus encantamientos.

E dixo sant Lloreite:

Ms.: pierda. Corregimos según el ms. 9.

264 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

—¿A quién devemos adorar? ¿A aquél que es fecho de otros, o aquél [que]9 faze?

E estonce Decio mandól acotar con riendas de cavallo, e traer ante él todas las maneras de penas e de tormentos, e mandól que sacr/ficase los ídolos por tal que non sufriese aquellos tormentos. E respondió sant Llorencio:

—¡Desaventurado yo! Sienpre deseé estos manjares.

E díxol Decio:

—Pues si estos son los tus manjares, descubre e muestra los encantadores q«e a ti semejan, e que fazen la vida que tú, por que todos comades en uno.

E díxol sant Lloreinte:

—Ya los nonbres desos que tú demandas en el cielo son, e a ti non conviene de los ver.

Estonce ma[n]dól desnudar e fostigarlo mucho, e pusiéronle a los costados fojas de fierro ardientes. E dixo sant Lloreite: «Señor Jhesu Christo, que eres Fijo de Dios verdadero, ave merced de mí, tu siervo, ca pero que me mezclaron nunca te negué, e preguntámdome,sic sienpre te confesé».10 E dílxol [65d] Decio: «Yo bien lo sé, que farás escarnio de los tormentos con tus encantamientos, empero a mí non podrás engañar. E fago testigos de los dioses e de las diosas, que si non sacrificares, que sufrirás muchas penas e tormentos». E mandól acotar con cor[r]eas de plomo muy cruelmente. E sant Lloreite rogava a Dios, dizierado: «Señor Jhesu Christo, rescibe la mi ánima». Estonce, oyéndolo Decio, lleno de grande saña, dixo: «Omnes romanos: oyestes cómo los diablos consuelan a este falso, que non quiere honrar a los dioses, nin á miedo a los tormentos, nin teme los principes sañudos». E mandól acotarsic otra vegada, así como de prim[er]o. E sufriéndolo sant Lloreite, «Dios», dixo, «a Ti gracias», e rogó por los que y estavan. E essa [ora]11 creó un cavallero que dizién Romano, e dixo a sant Lloreinte: «Veo estar ante tí un mancebo muy fermoso, e alli[n]piarte las llagas con una sávana de lino. Por ende, ajúrote por Dios que non me desanpares, mas apriesa ven aquíe baptízame». E dixo Decio a Valeriano: «Asmo que ya somos vencidos del por sus encantamie[n]tos déste que mucho sabe»; e mandól soltar do estava ligado e ponerle en guarda de Ipólito. E trayendo Romano un orco de agua, echóse a los pies de sant Lloreite, e tomó de su mano baptismo. E esto sopólo luego Decio, e mandó fostigar a Romano, e diziendo él que era christiano, degolláronle por mandado de Decio. [66a] E llorando Ipóloto,sic e queriendo llamar

" Suplimos esta palabra guiándonos por el ras. 9. 10 Hay una nota en el margen inferior que dice: «Manda el padre que leyere» y dos signos que no

desciframos (véase lám.). 1 ' Suplimos esta palabra por el ms. 9.

SAN LORENZO 265

que era christiano, díxol sant Lloreite: «Ten asco[n]dido12 a Jheíu Christo en tu alma, e qwando te llamare, óyeme e veen».sic

E aduxeron ante Decio las maneras13 de los tormentos, e dixo Decio cesar a Lloreite:

—O tú sacrifica a los dioses, o toda esta noche despendremos en las tus penas.

E díxol sant Lloreite:

—La mi noche non es escura, mas todas mis cosas son claras en luz.

E dixo Decio:

—Traet un lecho de fierro en que fuelgue Lloreite, que nos menosprecia.

E los ministros despojáronle, e estendiéronle sobre las panillas de fierro, e apn'miénle con forças de fier[r]o, poniendo las brasas de yuso. E dixo sant Lloreite a Valeriano: «Mezquino, aprende que los tus carbones son a mí refrigerio, e a ti daran tormento que siempre dure; ca sabe nuestto Señor, empero que me acusaron, que yo nunca lo negué, e preguntándome, sie[n]pre lo confesé, e agora asado por su amor, gradézcogelo mucho». E desí dixo a Daciano: «Evaste, mezqwmo, asaste la una parte. Buélvela e cómela». E gradeciéndolo a Dios, dixo: «Señor, Padre del14 cielo, gradézcotelo porque merescí entrar en el tu regno»; e diziendo esto, salliól el alma.

E confondido Decio, andava por el palacio de Tiberio con Valeriano, e el cuerpo de sant Loreite dexado en el fuego. E Ipólito tomólo de mañana, e enterrólo enlbuelto [66b] en muchas especias en [e]l ca[n]po de Verenco,15 con Justino el sacerdote. E los christianos,, ayunando tres días, fiziéronle sus vigilias, llorando mucho.

Cuenta sant Gregorio, obwpo de Croas,16 que un capellán, adobando17 una igl[es]ia de sant Lloreite, avié una viga muy peqweña, e rogó a sant Lloreite qne él, que ma[n]toviera los pobres, que ayudase a esta mengua desta viga, por que cunpliese para aqaella obra. E así creció a desora, que era más luenga que non era menester. Una parte peqweña fue de más, e tajóla, e fizóla muy menuda, e sanó con ella después muchas enfermedades.

Otro capellán qwe dezién Satuosio,18 qweriendo adobar la igl[es]ia de sant Lloreit q¿¿e quemaron los longobardos, alquiló muchos maestros, e non tenié una vegada qué

Siguen las palabras «a sa;¡t» tachadas.

Sigue una «e», que sobra, según el ms. 9.

Ms.: padre del padre del

Vorágine dice: «in agro Verano».

Tours, según la Legenda: «Gregorius quoque Turonensis». El ms. 9 coincide con el 8.

Ms.: adobando adobando

Sántulo. Vorágine dice: «presbiter nomine Sanctulus».

266 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

les pusiere delante. Fecha su oración, cató en el arca, e vio y pan muy blanco, mas semejól que malabés podría abastar tres personas a una yantar. Sant Lloreit, non queriendo que fallesciese a sus maestros, en tal manera fizo acrecentar aquel pan, que abastó a todos los maestros por diez días, comiendo del quanto querían.

En Milán, en la iglesia de sant Lloreite, avía un cáliz de cristal muy fermoso. E trayéndolo el diáchono al altar en una fiesta, cayól de las manos en t/erra, e luego fue quebrantado. E qnando el diáchono coxó todos los pedaços, e poniéndolos sobrel altar, rogó a sant Lloreite con grand devoción, e falló el cáliz sano e entero.

Leemos en los «Miraglos de santa María» que era un alcalde en Roma, quel dizién Estevan, que tolmando [66c] de grado donas, dava falsos juizios. E éste tomó por fuerça tres casas de sant Lloreinte e un u[e]rto de santa Agnès, e tomándolo, ma[n]toviélo contra justicia. E acaesció qne murió, e aduxéronlo ante el juizio de Dios, e catándol sant Lloreite, allegóse a él muy sañudo, e apretól el braco muy duramente tres vegadas, ca fízogelo mucho doler. E santa Agnés con las otras vzrgines non lo querién catar, mas tornól la cara. Estonce el alcalde,19 dando sobre él su sentencia, dixo: «Porque forço20 lo ageno, e tomando donas vendió la verdat, póngale en el lugar de Judas el traidor». E rogando por él santa María e ellos, fueles otorgado qwe tornase el ánima al cuerpo, e que feziese y treita días de penitencia, e mandól santa María que dixese estos treita días cada día el salmo de «Beati inmaculati in vía».21 E tornando el alma al cuerpo, e seyendo bivo, el su braco era así cárdeno e quemado, como si oviera rescibido en el cuerpo, e mientra bivo tovo y la señal. E dando lo que tomara a sus dueños, e faziendo penitencia, a cabo de treita días fuese a Paraíso.

E fallamos escn'pto en la vida de sant Enrico, el emperador, que demientre quél e su muger dona Renagunda22 guardasen amos v/rgidat,sic procurándolo el diablo, ovo sospecha della con un cavallero. E púsola en grand pena, qnel mandó q«e andudiese quinze días, los pies descalços, sobre las rejas de [66d] fierro ardientes. E ella subió sobre ellas, e dixo:

—Señor Dios, así como Tú sabes que yo nunca ove que ver con omne, así me ayuda a salvar mi verdat.

E díxol una voz en el aire:

—La Virgen María te librará a ti, qne eres virgen.

19 Creemos que la abreviatura «alld», variante de la que aparece en 12d, debe leerse como «alcalde». En la Legenda: «Tune judex super eum sententiam ferens».

2 0 Ms.: forcé 21 Salmo 119(118). 2 2 Es santa Cunegunda.

SAN LORENZO 267

E por ende andudo sobre los fier[r]os calientes, e non le enpecieron.

E después, muriendo el emperador, pasava muy grand conpaña de los diablos por ante una celda de un hermitaño. E abrió la finiestra, e preguntóles el hermitaño quién eran, e díxol el postnmero: «Somos seis mil e seicientos e sesenta e seis diablos que irnos apriesa a la muerte del enperador, si por aventura fallásemos algo de lo nuestro en él». E el hermitaño conjuró al diablo que se tornase por allí. Desí, tornándose, dixo: «Non aprovechamos acá nada, ca qwando pusieron los bienes e los males en el peso, sant Lloreit el qwemado troxo una olla de oro qwe pesava mucho. E asemejando a nós qwel venci[é]ramos, echaron aqwella olla de la otra parte del peso, e pesó mucho. E sañudo, estonce quebranté aquella olla». E llamava el diablo «aquella olla» por el cáliz que fiziera fazer este emperador ha honra de sant Lloreite para en la su iglesia; e fiziéranle dos sortijas, porqt/e el cáliz era muy grande, para qwel pudiesen tomar. E fallaran en verdat qwel enperador muerierasic estonce, e la una asa del cáliz fuera qwebrada.

Cuenta el papa Gregorio que\ papa que fuera ante qMe'l cobdiciava mejorar algunas cosas cérica [67a] el cuerpo del sant Lloreinte, e non sopiese dó era el su cuerpo. E todos qwantos y fueron, ta[n]bién monjes como los otros, que vieron el su cuerpo, a cabo de diez días muerieron todos.

XLII

ISTORIA DE SANT IPÓLITO

[S]ant Ipólito, después que enter[r]ó el cuerpo de sant Lloreite, vínose a su casa, e dando paz a todos qwantos y avía, e comulgaron todos con el cuerpo de Jhesu Christo que traxera el capellán Justino.

E puesta la mesa, ante que comiesen, vinieron cavalleros e tomáronle, e aduxéronle ante el emperador Decio. E el emperador, sonriéndose, dixo:

—E tú, fecho eres encantador, que leveste el cuerpo de aqwel Lloreite.

E díxol Ipólito:

—Esto fiz yo non como encantador, mas como christia.no.

Estonce Decio, muy sañudo, mandól despojar de la vestidura qwe vistía commo christiano, e quebrantarle la boca con piedras; e díxol Ipólito:

—Non me despojeste, mas vestísteme.

E díxol Decio:

—¿Cómmo eres tan loco qne non as vergüença de cómmo estás descubierto? E por ende faz agora sacrificio a los dioses, e bivrás, e non perezerás con Llorencio.

E díxol Ipólito:

—Certas, yo cavallero só de Jhesu Christo.

Estonce Decio, muy sañudo, diolo a Valeriano el adelantado, e mandó qael tomase todo qucrnto en el mundo avía, e qael matase con muchos tormentos e con muchas penas. E fallando que toda su conpaña eran enrámanos, aduxéronllos [67b] todos ante el emperador, e fazié[n]doles fuerça qwe sacrificasen, respondieron todos:

—Más queremos morir con el nuestro Señor en castidat que non bevir aquí en suziedat.

E dixo Valeriano:

—Los que son siervos nunca se emiendant,sic sinon con tormentos.

270 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Estonce, estando presente Ipólito, e gozándose, ma[n]dólo ferir tan fuerte con cor[r]eas de plomo, fasta quel quería sallir el alma. E dixo Ipólito: «Señor Dios, gradésgotelo, porque e[n]vieste la mi alma ante los tus santos». Después Valeriano fizo adozir a Ipólito e a toda su conpaña fuera de la puerta que dizién Tiburciana, e Ipólito conortando a todos, dixo: «Hermanos, non ayades miedo, que yo e vós avernos un Señor». E mandó Valeriano a todos tajar las cabeças ante Ipólito, e fizo ligar los pies de Ipólito a las colas de los cavallos bravos, e arrastrarlo fasta que] sallé el alma.

E Justino, el capellán, tomó los cuerpos dellos, e enterrólos cerca el cuerpo de sant Lloreite. E non pudo fallar el cuerpo de santa Concordia, ca lo echaron en sus cámaras. Un cavallero que dezían Porfirio, creye[n]do que santa Conco[r]dia avía en sus vestiduras oro e plata, allegóse a uno que dizién Ireneo, que era christiano en ascondido, e mandava1 las cámaras, e dixo:

—Guarda esta poridat, e saca el cuerpo de Concordia de las cámaras, ca cuedo que tiene oro e plata, o aljófares, o piedras preciosas en sus vestiduras.

E él dixo:

—Muéstrame el lugar, e yo guardaréte tu por[i]dat, e dezírtelo he si lo fallare.

E sacándol e non fallando nada, luego fuyó aqwel cavallero. E Ireneo, llamando un christiano que llamavan Eimundo,2 [67c] aduxo este cuerpo a sant Justino, e él tomól de noche, e enterról cerca el cuerpo de Ipólito e de los otros. E esto oyéndolo Valeriano, tomó a Irenefo] e a Eimundo, e atólos amos bivos en las cámaras, e murieron. E Justino tomó estos cuerpos e enter[r]ólos con los otros.

E después subió Decio con Valeriano en una torre dorada, e catando al lugar do solíamsic matar los chrístianos, tomó el diablo a Decio, e llamava a grandes bozes: «O, Ipólito, adúzesme ligado con cadenas ásperas»; e Valeriano otrosí dava bozes, e dezía: «O, Lloreite, tráesme ligado con cadenas de fuego»; e luego a la ora murió Valeriano. E tornándose Decio a su casa, penándolo el diablo tres días, dava bozes, e dizía: «Conjuróte, sant Lloreite, que aqwedes un poco de me atormentar»; e diziendo esto, murióse.

E veyendo esto su muger Fonia,3 muy cruel, dexando quanto en [e]l mundo avía, fuese a sant Justino con su fija Cirilla, e fizóse batear a sí e a otros muchos. E Trz'fonia, estando otro día en oración, sallóle el alma. E Justino enterró el su cuerpo cerca el cuerpo de sant Ipólito. E esto oyeron qwarenta e siete cavalleros, que la reina e su fija que eran christianas, e viniéronse con sus mugeres a Justino, qwe los

1 Ms.: mondaua 2 Abundio, según la Legenda. 3 Trifonía, dice Vorágine.

SAN HIPÓLITO 271

baptizase, e baptizólos todos. E el emperador Claudio fizo degollar a Cirilla, porque non quiso sacrificar, e a todos los cavalleros con ella. E enterráronlos con los otros en el canpo que dizién Vereneon.4

Un villano que dizién Pedro, yunziendo sus bueys e su carro en la fiesta de santa María Madalena, et yendo5 en pos ellos, [67d] maldezié[n]dolos, vino rayo del cielo e quemó6 los bu[e]yes e el carro; e Pedro, que esta maldición dixo, fue muy atorme[n]tado, ca quemólo el fuego, en maneras que quemando las carnes e los nervios de las piernas, en manera qwel parescían los huesos, e la pierna toda fue desconjuntada. E estonce, él yendo a una igl[es]ia de santa María, ascondió la pierna en un forado de la iglesia, e con lágrimas e ruegassic rogava a santa María q«e le guaresciese. E estando y por algunos días, ahevos una noche aparesciól santa María con Ipólito, que sanase a Pedro, e tomando luego sant Ipólito la pierna del forado, enxiriógela en su lugar, más aína qwe enxerería en un árbol. E en este e[n]xierto sintió tan grandes dolores, que a las sus bozes despertaron qwantos avía en la iglesia, e levantáronse, e encendieron la lumbre, e fallaron que avía Pedro dos piernas, commo las avía enante. E asmando que eran engañados, catáronle otro día, e fallaron que avía dos piernas verdaderas. E pregu[n]táronle cómmo fuera esto, mas asmando qt¿e faziendo escarnio del, e parando mientes en sí, vio el fecho, e maravillóse. Mas non podía la pierna nueva, porqwe era más blanda que la vieja, egualarse para sofrir el cuerpo, onde coxqueó todo un año, en señal de aquel miraglo. E después aparesciól santa María otra vez, e dixo a sant Ipólito quel sanase del todo conplidamente. E él, despertando e fallándose sano del todo, fizóse enparedado. E el diablo aparesciól muchas vegadas, en semejança de muger deslnuya, [68a] e echávase con él, e quanto más fuerte él la repoyava, tanto más desfrontada se echava con él. E penándol ella así mucho, en cabo él toman[do] la estola del sacerdote, echógela al cuello, e luego partiéndose dende el diablo, fincó y un cuerpo muy fidiondo, que tan grand fedor salía del, que ninguno que lo veyé non dubdava que aquel cuerpo fuera sinon de alguna muger pecadora que la tomara el diablo.

4 Verano, como en el f. 66b. 5 Ms.: eyendo

6 Ms.: q«emos

XLIII

ISTORIA DE SANTA MARÍA, Qt/ANDO SUBIÓ A LOS CIELOS

[C]ómo subió santa María Madre de Jhesu Christo a los cielos fallárnoslo en el libro que fizo sant Juan evang[e]lista. Segund dize que los apostólos, por razón de la predicación, fueron esparzidos por todo el mundo, e santa María fincó en la casa de sant Joan, que era acerca de monte Sión, e visitiva muy a menudo con grand devoción los lugares do su fijo Jheíu Christo fuera baptizado, e do ayunara, e do tomara la Pasión, e do fuera enterrado, e do resucitara, e do subiera a los ciellos; e esta vida fazía ella mientra bivio.

Empero que dizen algunos que qwando murió que avía setenta años e dos más, mas non es así. E es verdat lo que fallamos escnpto en otro lugar, que qwando concibió santa María a Jhesu Christo que avía ella doze años, e visco con El treita e tres años. E después quél subió al cielo, visco ella nueve años. E tanto tiempo predicaron los apóstollos en Galilea, e en Judea.

E un día, mientra [68b] que estava el su coraçón encendido en el deseo de su Fijo, moviósele toda la voluntad, e començo a llorar muy fuertemente, porqwe avía tan grand tiempo que non oviera solaz del su Fijo. E estando ella allí así, aparescióle el ángel con1 grand lunbre, e saludó la Madre de Dios con grand reverencia, lo más qwe'l pudo, diziendo:

—Bendita, sálvete Dios, e rescibe la bendición del tu Fijo q^e te trayo. Evaste aq¿« Señora este ramo de palma qwe te adugo del Paraíso, e quando fueres finada, fazerlo as levar delante el tu lecho. E sabe que de aquí a tres días te saldrá el ánima del cuerpo, ca el tu Fijo te espera, así como a madre honrada.

E respondió santa María:

—Si yo he la tu gracia, ruégote que me digas cómo es tu nonbre. Empero esto te ruego más afincado: qae ante que muera se ayunten los apóstalos, míos fijos e míos hermanos, que los veya yo ante qwe muera, e qne ellos me entierren, e que sean ante

Ms.: con con

274 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

mí qnando salliere la mi ánima. E otrosí demando e ruego que qnando la mi ánima saliere del cuerpo, qne non vea ningund diabro, nin se pare ante mí.

E díxol el ángel:

—Señora, ¿por qué deseas saber el mi nonbre, que es grand e maravilloso? Evaste que todos los apostónos serán aquí ayuntados, e farán honradas vigilias ante el tu lecho, e estando ellos delante, te saldrá el ánima, ca aquél que aduxo el propheta a desora de Judea a Babilonia en su cabel[l]o, puede aduzir a ti sin dubda ninguna los apostólos en un punto. E tú, Señora, ¿por qne' as miedo [68c] de veer al diablo, ca tú qnebrastestesic la su cabeça, e le tolliste todo su poderío? Empero quiere Dios que se cunpla tu voluntad e que non veas al diablo.

E esto dicho, subióse el ángel al cielo con grand claridat. Aqnella palma avía en sí muy grand lunbre, e era bien commo piértega verde, mas las fojas eran claras como el luzero.

E estando sant Juan predicando en Epheso, fizo un grand trueno a desora, e tomólo una nuve blanca, e púsol ante la puerta de santa María. E feriendo a la puerta, entró. E él, qne era virgen, saludó a la Virgen con grand reverencia, e veyéndolo la bienaventurada santa María, fizóse maravillada; e aviendo grand gozo, qne non pudo estar qne non llorase, e dixo:

—Juan, fijo, acuérdate de las palabras de tu maestro, qnando me acomendó a ti, que fuese tu madre, e a ti a mí, qne fueses mi fijo. Evaste qne me llieva Dios deste mundo, e he de morir. E acomiéndote el mío cuerpo, que ayas cuidado del, ca oí dezir qne los judíos fizieron su concejo, deziendo: «He[s]peremos quando mor[r]á aquélla que troxo a Jhe.vu Christo en el su vientre, e arrobaremos el su cuerpo, e echarlo hemos en el fuego, qne se qweme». E por ende farás tú levar esta palma ante el lecho, qnando leváredes el mío cuerpo a enterrar.

E dixo sant Juan:

—Así lo qnesiese Dios qne fuesen aquí todos los apocólos, míos hermanos, en tal qne pudiésemos fazer las vigilias qnales a ti pertenescen, e loarte, Madre Señora, así como te conviene.

E él diziendo esto, tomaron las nuves los [68d] apóstalos en las tierras do predicavan, e aduxéronlos ante las puertas de santa María. E veyéndose todos ayuntados, maravillávanse, e dezién:

—¿Qne' razón es esta por qne así nos ayuntó Dios aquíl

E sallió a ellos sant Juan, e díxoles cómo avié santa Mana a morir, e díxoles:

—Mas hermanos, parat mie[n]tes qne non llore ninguno qnando moriere, ca si nos

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN 275

viesen los del pueblo llorar, tomarien end turbación, e derán:sic «Catat cómo éstos omnes temen la muerte, pero que ellos predicant la resurreción».

E veyendo santa María todos los apostólos ante sí ayuntados, bendixo a Dios, e estovo en medio dellos, las lánparas encendidas. E cerca la tercera ora de la noche, vino Jhesu Christo con las órdenes de los ángeles, e con las conpañas de los patnarchas, e con los pueblos de los mártires, e con la hueste de los confesores, e con el coro de las vírgines. E ordenándose todos ante el lecho de santa María Virgen, cantavan todos muy dulcemente. E primero començarà Jhe.su Christo, e dezía:

—Vente para Mí, la mi escogida, e ponert é en la silla, que mucho te amo.

E dixo santa María:

—Ahete aquí, Señor, el mi coraçón.2

E estonce qwantos vinieron con Jhesu Christo començaran de cantar dulcemente, diziendo: «Aqwé'sta es la que nunca pecó, e por ende avrá fructo con las almas santas».3 E santa María de sí misma dezía: «Todos los omnes del mundo me dirán Bienaventurada, ca aqwél que es muy poderoso, el su santo nonbre, fizo en mí grandes cosas». Estonce el cantor de los cantares, nuestro Señor Jhesu Christo, colmençó [69a] más alto q«e todos, deziendo:

—Ven, mi esponsa, ven e rescibe la corona de gloria que meresciste.

E ella aún dixo:

—Aheme do vengo, ca devo conplir la tu voluntad, e la mi alma se alegra mucho contigo.

E así salló el alma del cuerpo, e voló en los braços del su fijo, e bien commo nunca fue corronpida en la carne, assí nunca siento dolor ninguno qwando murió. E dixo nuestro Señor a los apóstalos: «Levat el cuerpo desta Virgen al val de Josaphat, e ponetle en un monumento nuevo que fallaredes y, e esperatme y tres días fasta que venga Yo a vós». E luego la cercaro[n] las flores e las rosas, que son la honra de los marfires, e los lilios de los valles, que son la conpaña de los ángeles e de los confesores e de las vírgines. En pos dellos ivan los apósíollos, diziendo: «¿Adó vas, Virgen muy sabia? O, Señora, acuérdate de nós». Estonce la conpaña de los ángeles que fincaron en [e]l cielo, maravillándose del cantar dellos, sallieron a rescebir muy

2 Véase el Salmo 57 (56), 8. La identificación de esta referencia y la siguiente la debemos a Pedro Cátedra, que edita, entre los sermones castellanos del ms. 40 de la Colegiata de San Isidoro, una versión del relato de la Asunción que transmite los correspondientes textos latinos.

3 Véase el Libro de la Sabiduría 3, 13.

276 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

apriesa, e veniendo el su rey, que traía el alma de su madre en los braços, maravillándose, començaran a dezir:

—¿Quién es ésta que viene del mundo, conplida de riqaezas e sobraçada del su fijo?

E dixeron los que i van con Jhesu Christo:

—Esta es más fermosa que nunca fue en [e]l mundo, e bien como la vistes que fue de grand amor e de grand carídat, así gozosa entra en [e]l cielo, e será en la gloria del Paraíso, a la diestra del su fijo.

E los apostólos vieron la su alma, que era tan [69b] alva que non ha lengua en [e]l mundo que lo pudiese contar. E tres v/rgines que se acaescieron al finamien/o de santa María, despojado el su cuerpo para que lo vanasen, tan grand fue la claridat que sallié de su cuerpo, que maguer la tañién para lavar, non podién veer. E tanto estovo y esta claridat fasta que las wrgines vanaron el su cuerpo. E los apostólos tomaron el su cuerpo con muy grand honra, e pusiéronlo sobrel lecho. E dixo sant Juan a sant Pedro:

—Tú llieva esta palma ante el lecho, ca Dios te fizo nuestro príncipe mayoral, e ordenóte pastor e príncipe general de las sus ovejas.

E dixo sant Pedro a sant Juan:

—A ti convien de la levar, ca Dios te escogió que fueses virgen, e por ende conviene, pues eres virgen, que llieves la palma de la Virgen, ca tú, hermano, lo meresciste mejor que todos nós, que dormiste en [e]l regazo de nuestro Señor Dios, e dende beviste fuentes de sapiencia, e d[i]ote gracia más que a los otros. E así semeja derecho, pues que tú rescebiste mayor don de Dios, que onres más a su madre. E por ende tú deves levar esta palma de la luz, e las obseqw/as de santidat, que beviste de la fuente de claridat qne sienpre á de durar; e yo levaré el cuerpo santo con el lecho; e los otros apáítollos, nuestros h[e]rmanos, estando derredor del lecho, loen a Dios.

E dixo sant Paulo:

—E yo, que só menor de qwantos aquí sodes, ayudart é a levar.

E aleando sant Pearo e sant Paulo el lecho, sant Pedro mandó cantar, e dezir: «Israel sale de Egipto»,4 e todos los [69c] otros apóstoïlos començaran ca[n]tar alaba[n]ças a Dios. E Jhe^u Christo cubrió de una nube el lecho e los apártelos, en tal guisa que los non pudía veer ninguno. E fueron y los ángeles, cantando con los apártollos, e fincheron toda la t/erra de un sueno de grand sabor. E oyendo los omnes

4 Salmo I14(113A).

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN 277

aquel tan dulce canto, salieron muy apnesa de la cibdat, e demandavan que que' era esto. Estonce ovo y alguno que dixo: «Creo que son los discípulos de Jhesu Christo, que llievan a santa María muerta». E en esto fueron todos a tomar armas, los afargando los otros, diziendo: «Venit todos, e matemos los discípt/Ios, e quememos aquel cuerpo que troxo aquel engañador». E oyendo esto el obispo de los judíos, maravillóse, e dixo muy sañudo: «Evatvos el tabernácwlo de aqnél que turbó a nós e a todo nwesfro linage qué gloria rescibe agora». E diziendo esto, echó las manos a desora del lecho, e apegáronsele al lecho, en manera que estava y golgado. E qtíando esto vieron, que avía esta pena, estavan él e todos los otros aullando e llorando, e deziendo que agora eran ciegos. E aqwel obispo començo a dar bozes, e a dezir a sant Pedro:

—O Pedro, non me desprecies en esta tribulación, mas pídote merced que niegues a Dios por mí, ca te deves acordar cómo te ayudé en algund tienpo yo, e cómo te escusé quando te acusava la manceba portera.

E díxol sant Pedro:

—Somos enbargados en las oseqw¿as de nuestra Señora, e por ende non podemos agora parar mientes por la tu salud. Empero si creyeres en [e]l nuestro Selñor [69d] Jhesu Christo e en ésta qwe lo aduxo, cierto sey que serás luego sano conplidamente.

E respondió el judío:

—Creo yo que Jhesu Christo es Fijo de Dios verdadero, e qne ésta es su madre muy santa.

E qwanto esto dixo, luego se le despegaron las manos del lecho, empero fincó en sus braços una sequedat muy grand, e dolor, que se non partié del. E díxol sant Pedro: «Besa el lecho, e di: "Creo en Jhesu Christo, que ésta troxo en el su vientre, e fincó virgen después que parió"»; e él faziendo así, luego fue sano como lo era pn'mero. E dixo sant Pedro: «Toma esta palma de mano de sant Joan, nuestro hermano, e ponerla as sobre el pueblo ciego, e qi/antos non quisieren creer, nunca más podrán veer».

E levando los apostólos a santa María, pusiéronla en [e]l monumento, e sovieron y, así comrao les mandó Jhesu Christo. E al tercero día, viniendo Jhesu Christo con grand conpaña de ángeles, saludólos, deziéndoles:

—Dios vos dé paz.

E respondieron ellos:

—Señor, sea a Ti gloria, que fazes todas las cosas maravillosas.

E dixo nuestro Señor a los apostólos:

278 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

—¿E qué vos semeja qué gracia e qué honra puedo agora dar a mi madre?

E dixeron ellos:

—Señor, seméjanos a nós, tus siervos, que bien así com/wo Tú eres en el cielo en cuerpo e en ánima, que así resucites el cuerpo de la tu madre, e que lo pongas a la tu diestra parte para síenpre jamás.

E otorgándolo El, luego vino sant Migw<?l ángel, e presentó el ánima de santa María ante Jhesu Christo. [70a] Estonce fabló el Salvador, dizie[n]do: «Levántate, la mi madre e la mi paloma, e5 el tabernáculo de la gloria, vaso de vida, templo celestial, ca bien así como nunca sentiste manzilla, así non tomarás polvo en [e]l sepulcro»; e luego el alma tornó al cuerpo de s[an]ta María, e sallió glorioso del monumento, e así subió al ciello con grand conpaña de ángeles consigo.

E non seyendo y santo Tomás, e tornándose e non lo queriendo creer, a desora rescibió la cinta del ciello con que era cinta el su cuerpo de s[an]ta María, por que así sopiese que santa María era en [e]l cielo, en cuerpo e en ánima.

Las vestiduras fincaron en [e]l sepulcro, e de una parte dellas cuenta q«e acaesció un tal miraglo: Que cercando el Duc de Normandía la cibdat de Chartes,sic el obispo dende puso en una lança la saya de s[an]ta María, por seña, e siguiéndola el pueblo, ivan muy seguros contra los enemigos, e luego fueron todos los enemigos ciegos e locos, e estavan tremiendo ellos, todos flacos de coraçón; e veyéndolos los de la cibdat, añadieron más de lo qwe les Dios fiziera, e mataron muchos dellos muy cruelmientre. E cosa provada e[s] que esto pessó mucho a santa María, porq¿/e luego desaparesció aqwella saya, e el pueblo vio luego.

En las visiones de santa Helisabet fallamos que demiento que Helebet era una vegada arravadasic de spíritu, vio en un lugar muy arreldrado [70b] un sepulcro todo cercado de muy grand lunbre, e aderredor del muy grand conpaña de ángeles. E a poca de pieça aleóse ende, e levantóse muy alto, con aqwella muchedunbre de ángeles. E ahevos do venía a rescebirla un omne del cielo muy maravilloso e glorioso, e trayé la señal de la cruz en la diestra mano, e con él grand conpaña de ángeles sin cuenta, e así resabiéndola con grand alegría e con dulce cantar, leváronla al cielo. E a poco de tienpo preguntó Helisabet al ángel con q¿«'en solía fablar desta visión, e respondió! el ángel, e díxol: «Mostrado te es en esta visión que nuestra Señora santa María es en el cielo en cuerpo e en ánima». E aún dize más: que fue mostrado que después de qwarenta días que santa María finó, subió al cielo en cuerpo e en ánima, ca santa María fablando con ella, díxol: «Después que Jhesu Christo subió a los cielos, visq«<? un año entero, e tanto tienpo de más qwanto á del día del Acensión fasta que yo subí

Ms.: e e

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN 279

a los cielos. E todos los apcwtolos fueron en la mi fin, e enterráronme muy onradamente». E preguntóla Helisabet si lo devía esto dezir o encobrir, e dixo: «Non lo deves dezir a los omnes carnales, que non crerán, nin lo deves encobrir a los devotos nin a los fieles».

E deves saber que santa María es en cuerpo e en ánima en el cielo. E esto cree la Iglesia, e proévanlo muchos santos, comrao sant Bernaldo, e sant Jerónimo, e sant Agostin. E esto proelvan [70c] los santos por muchas razones, de las qt/ales, por vos non enojar, non pongo sino dos. La pn'mera: la corrupción e los gusanos pena es de los omnes por el pecado, e esto non fue en Jhesu Christo. E por ende saqwemos ende la natura de santa María, que Jhesu Christo tomó della. La segunda es la v/rginidat que ella ovo entera en el cuerpo e en el alma, onde dize así: «Santa María, en ti alegría que non se pudo dezir nin contar en el cuerpo e en el alma, e en tu fijo con él, ca non deve aver en sí ningún corro[n]pimienío la que non ovo corronpimienío de v/rginidat, pariendo tan noble fijo, e por ende es sin corrupción, e es si[e]mpre llena de muy grand gracia. E biva enteramente deve ser en el cielo, en cuerpo e en ánima, la que engendró vida de todos entera e acabada. E esté con aquél que aduxo en el su vientre, e sea cerca de aqwel qne engendró, e amamantó, e crió. E ésta es santa María, Madre de Dios e su servidora, e su madre.6 E por ende non só osado de ella otra cosa dezir nin sentir». Empero qne otras muchas maneras e razones podrié omne aver para dezir e para provar esto, e semejóme de la dexar por la razón sobredicha.7

Era un monge muy luxurioso, mas era muy devoto a santa María. E yendo una vegada a su pecado, pasando ante el altar de santa María, saludóla, diziendo: «Ave, María». E así saliendo de la [70d] iglesia, demientra que quería pasar un agua, cayó en ella, e murió. E tomando los diablos la su alma, ahevos los ángeles do vinieron a qwe la librasen, e dixeron los diablos: «¿Para que' venistes acá, que non avedes en [e]lla nada?». E vino luego santa María, e maltróxolos por qué la tomaran, e dixeron ellos:

—Porque la fallamos qwe acabó su vida en malas obras.

E díxoles ella:

—Todo es falso qwanto dezides, ca yo [só]8 cierta ca doquier que él iva, ante me saludava, e tornándose fazía otrosí. E si dezides que vos fago fuerça, pongámoslo en juizio del muy alto rey.

° La palabra original era «manceba», como en el ms. 9, pero en este manuscrito se ve «ceba» tachado y «dre» añadido entre líneas (véase lám.).

7 En el margen izquierdo hay unas letras: lo que parece una «u» y una «a». Quizá signifiquen «nota», pues esta palabra aparece además escrita entera entre líneas.

8 Suplimos esta palabra según el ms. 9.

280 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Razonando sobresto ante Dios, plogo a Él que esta ánima tornase al cuerpo, e que fiziese penitencia de sus pecados. E en este comedio, veyendo los monges que tañién muy tarde a maitines, buscando el sacristán, e quando non lo fallavan, fueron commo por dubda fasta el río, e falláronlo afogado en el agua. E sacando el cuerpo, e maravillándose qué sería esto, levantóse el que fuera muerto. E contádol lo quel acaesciera e cómo le librara santa María, acabó su vida en buenas obras.

Mir[a]glo.9 Un cavallero muy poderoso e rico era muy franco, e despendió todos sus bienes en franqueza e en locura, e vino a tan grand pobredat,10 que él, que solía dar grandes cosas, ya avía menester las pequeñas. E avía una muger muy entendida e muy devota11 [a santa María}. (...)

9 En el margen derecho. 1 ° Precede la palabra «popredat» tachada. 1 ' La sílaba «ta» sólo consta en el reclamo (véase lám.). Completamos la frase por el ms. 9. Se

interrumpe aquí el relato del milagro, que narra cómo el diablo devuelve la riqueza al caballero arruinado a cambio de que éste, tiempo después, lleve a su mujer ante él; y cómo María, haciéndose pasar por la mujer del caballero, la salva de la celada. Si nuestro manuscrito contenía originalmente lo mismo que la copia hermana 9, faltaría de este capítulo al menos un folio (que corresponde a 32d-33d del ms. 9), que transmitiría éste y otros cuatro milagros.

XLIV

[EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ]

(...)1 [E luego]2 [71a] la puerta conosció el señorío del cielo, e abrióse en su cabo; entraron todos en la villa de Jherusalem con grande alegría. E tornóse estonce un olor muy suave e muy sabroso que se perdiera en la cazón que la cruz fuera tomada en la tor[r]e de Cosdroas, e a todos confortó aqwel olor tan suave. El enperador, muy devoto, entrava alabando a la cruz en esta manera: «¡O cruz, más clara que3 todas las estrellas, muy honrada en el mundo, e muy amada del mundo, [más] santa que todas las otras cosas,4 que señera fuste dina e meresciste sofrir sobre ti el Precioso del mundo, dulce madero, dulces clavos, dulce lança, dulce asta, e sofriste dulce carga sobre ti! Salva esta conpaña que es oy aquí ayuntada. Para alabarte tienen la tu señal»; e ansí puso la cruz preciosa en su lugar. E renováronse ai los mirados antigos, en sanar paralíticos, e enfermos, e otros muchos cuitados de diversas5 [71b] enfermedades. El enperador mandó que todos los christimos le fiziesen esta fiesta del Enxalçamienío de Santa Cruz, catorze días del mes de setienbre. El enperador tornóse a su t/erra.

En Costantinópola un judío entró en la iglesia de santa Sufía,sic e vio y una imagen de Jhesu Christo. E veyéndose y el judío solo, tomó un cuchillo e firió a esta imagen

1 A partir de aquí la escritura del ms. 8 es de distinta mano, y quizá algo más antigua, lo que parece indicar que los tres últimos folios son un fragmento de otro manuscrito (véanse láms.).

2 Completamos la frase con estas palabras del ms. 9. El comienzo del capítulo, que falta en el 8, nana cómo Cosroes, rey de Pèrsia, ocupa Jerusalén y se adueña de un trozo de la Santa Cruz de Jesús; cómo su hijo pierde el imperio en un duelo personal frente al emperador cristiano Heraclio, cómo éste recupera en Pèrsia el trozo de la cruz y se dispone a hacer su entrada triunfal en Jerusalén. Pero la puerta se cierra milagrosamente y un ángel le advierte que cuando el propio Cristo entró por allí lo hizo con toda modestia. El emperador, emocionado, descabalga, se despoja de sus ricas vestiduras, toma en sus manos el trozo de la cruz, y entonces la entrada queda expedita. Esto ocupa unas dos columnas en el ms. 9 (39d-40b), con un tipo de letra que comprime en el mismo espacio aproximadamente el doble de palabras que la escritura de esta parte del 8, así que aquí no faltaría más que ese folio del que aún se aprecian restos.

3 Sigue la palabra «el» raspada. 4 Ms.: todas cosas santa que tu das las otras cosas. Corregimos el error siguiendo el ms. 9. 5 La última sílaba «sas» sólo consta en el reclamo.

282 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

de Jhesu Christo en la garganta, e luego salió ende sangre, e saltó en la cabeça e en la cara del judío. E él, espantado, toma la imajen e echóla en un pozo, e fuxo. E encontról un christiano, e dixo:

—¿Dónde vienes, judío? Algún omne mateste.

E dixo el judío:

—No es verdat.

E díxol otra vegada:

—En verdad que omne mateste, e por ende estás cubierto en sangre.

E díxole el judío:

—En verdat bien veo que El grande es, el Dios de los christianos, e proévase en todas cosas que la su fe es firme, ca nunca ferí omne, mas la imagen de Jhesu Christo que estava sobre el a[I]tar en la iglesia dile una picadura con un cuchillo,6 [71c] e7

luego salió sangre de la su garganta.

E luego el judío aduxo a este omne a el pozo, e sacaron ende la imagen de Jhesu Christo. Según dizen oy día paresce la llaga en la garganta de aquella imagen. E el judío tornóse christiano.

En Siria, en la cibdat que dizen Verut, un christiano avía una casa alqw'lada, e pusiera y la imagen de Jhesu Christo contra la faz de su lecho, e fazía sienpre allí sus ovaciones. E acabó el año, e alquilló otra casa, e olvidóse allí la imagen. E un judío alqn/lló esta casa, e un día conbidó a comer a uno de sus parientes, e comiendo, aquél que fuera conbidado cató a deshora, e vio la imagen fincada en la paret. E ensañándose contra aquel otro que le conbidara, amenazábale, porqne tenía en su casa la imagen de Jhesu Christo Nazareno. E él, nunca aviendo vista la imagen, afirmava conjuras qwantas podía que non sabía, que non sabía nada de [7 Id] aquella imagen que allí estava. E después,8 él enfinj[én]dose9 qtíe iva apaziguando, despidióse del, e yéndose para el su mayoral, acusó al judío de lo que viera en su casa. E ayuntáronse los judíos, e vinieron aquella casa, e veyendo y la imajen, denostáronle muy mal, e firiéronle, e echáronle de la sinoga,sic e acocearon la imajefn], e aviltáronla muy mal, lo más deshonradamente que ellos pudieron. Todos lo[s] males e lies escarnios10 qwe los judíos de Jherasalem fizieron a nuestro Señor Jhesu Christo qnando a la su Pasión, todos los renovaron allí, faziéndolos en aqwella

Las sílabas «chillo» sólo constan en el reclamo.

Ms.: En. Corregimos según el ms. 9.

Ms.: E después E después

Ms.: enfinjdose. Tomamos la corrección del ms. 9. 3 Ms.: todos lo malos elles escranos

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ 283

imagen. E fazién escarnio della, e escupíanle en la cara, e firiénle a palmadas, e denostándola e despreciándola muy malamente. E después desto todo, firiéronla con lança por el costado, e abriéronle una llaga, e magwer que lia imagen era de madero, salió [72a] ende sangre luego, e agua. E los judíos que vieron aquello, por tal de provar si eran verdaderos los miraglos11 que los christianos predicavan que fiziera Jhesxx Christo, acorrieron con una anpolla, e pusiéronla allí, so la llaga de aquella imagen, e cogieron allí la sangre e agua que ende salié. E pusiéronlo en su sinoga, e quantos enfermos allí entravan, echáva[n]les de suso de aquella sangre e agua, e quanto qufer que líos echasen sanavan luego de qualqn¿er enfermedat que avían. E tantos miraglos se fazían allí, e tan grandes e tan maravillosos, que se ovieron los judíos de acoger a la verdat, e todos de un coraçón e de una voluntad acor[r]ieron a Diosdado, que era obispo de aquella cibdat, e contáronle toda la verdat de aqwel fecho, e diéronle la imagen e la sangre, e pidiéronle que los bautizase. E ansí fueron12

[72b] tornados a la fe de Jheju Christo. E desí, el13 obispo partía aquella sa[n]gre e agua por muchas anpollas, e envióla muy largamente alexos a muchas tierras e a muchassic lugares, predicando de coraçón las grandes cosas de nuestro Señor Jheíu Christo, e rogando e mandando muy de coraçón a todos los fieles de Dios que fiziesen e honrasen cada año, a nueve días andados del mes de novienbre, la fiesta de la pasión de aquella imagen de nuestro Señor Jhesu Christo. E mandó venir ante sí aquel christiano cuya fuera la imagen tan fermosa primeramente, que la olvidó en casa, e demandó quién fiziera esta imagen tan fermosa, e díxole: «Fizóla Nicodemus, e quando murió, dexóla a Gamaliel, e Gamaliel a Zatheo14 e a Jacob, e Jacob a Simeón,15 e ansí estudo en Jherusalem fasta que la llevaron16 [72c] los christianos al regno de Herodes Agripa. En dende fue aducha a mi tierra, e ansí vino a mí de mi padre, commo por heredamiento». E esto fue fecho en el año de la encarnación de dozientos e cinquenta. Estonce consagró las sinogas de los judíos, e fizólas eglerias. E dallí adelante es costunbre que consagren las ilegias,sic ca ante solamente consagravan los altares.

La bitoria de la cruz es probada muy gran tiempo á contra los descreídos, ca según cuenta sant Gregorio, el obispo de la cibdat de Fundana,17 que dezían Andrés, sufriendo que morase con él una monja, el diablo començo a reprehesentarlle en los ojos de la voluntad la figura della, en manera que pensava muchas cosas de mal, estando en su lecho.

Ms.: miragllos

Las letras «eron» sólo constan en el reclamo.

Sigue la palabra «mucho» tachada.

Es Zaqueo.

La Legenda dice Simón: «Symoni».

La última sílaba «ron» sólo consta en el reclamo.

Se trata de Fondi, en Italia.

284 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

E un día un judío, yendo a Roma, e seyendo ya muy tarde e non podiendo fallar dó avergar, entró e[n] un tenplo de [72d] Apello,18 por tal que avergase ai. E él, aviendo temor en aquel lugar descomulgado, enp<?ro que él non oviese nin sopiese la fe de la cruz, pensó comino se defendiese con la su señal, e con su mano cercóse en derredor de cruzes. E despertando a la media noche, vio una grand conpaña de diablos, que ivan commo servir un gran señor. E aqwell que era su mayoral seyé en medio dellos, e començo los fechos dellos e los pleitos de cada uno de líos diablos quel sirvién, e demandávallos cuenta qudnto mal fizieran cada uno dellos.

En esta manera de cómmo les demandava cuéntalo sant Gregorio brevemente, por que non sea a los omnes enojo, mas podémoslo saber, según que lio fallamos escr/pto en otro tal enxenplo, en las «Vidas de líos Santos Padres», ca entrando en un tenplo de líos ídolos, vio a Satanás seyer, e a toda su conpaña derredor del. E viniendo uno [73a] de los diablos, adoró, e díxol él:

—¿E tú de dónde vienes?

El respondió:

—Fui en tal provincia, e fiz y muchas guerras e muchas turbaciones, e agora véngotelo a dezir. E digo que se mataron y muchos omnes por aqwello que yo fiz.

E díxol Satanás:

—¿En qwanto t/enpo feziste esto?

E díxol el diablo:

—En treita días.

E díxol Satanás:

—¿Por qué feziste esto en tal luengo t/enpo?

E mandó luego a los serpentes19 que y estavan que lo acotasen muy cruelmente. E viniendo el segundo, adoról20 deziendo:

—Señor, yo fui en la mar, e fize muchas tenpestades, e somí muchas naves, e maté y muchas naves e muchos omnes.

E dixo Satanás:

—¿En qwíínto t/enpo lo feziste esto?

18 Es Apolo. 19 Dejamos el error, porque tal como está la oración tiene su sentido. Pero debería decir aquí

«servientes» o algo similar, pues el texto de Vorágine es: «Et ait assistentibus: ite et flagel·lis eum caedite et durius verbérate». En el ms. 9 creemos leer «sergentes».

2 0 Ms.: adorol dezi adorol

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ 285

E él respondió:

—En veinte días.

E mandó a éste otrosí acotar, deziendo:

—¿En tan gran tiendo esto viste trabajando en tan peqaeña cosa comnzo esta?

E vino el tercero:

—Yo fui en tal cibdat, e moví baraja en las bodas, e fiz matar el novio, e fiz espargersic much[a] sa[n]gre, [73b] e véngotelo a dezir.

E dixo él:

—¿En qMfl'nto tienpo lo feziste?

El respondió:

—En diez días.

E dixo él:

—¿Cómmo en tantos días non feziste más desto?

E mandól acotar. E veniendo el21 qüarto, díxol:

—Yo moré en el yermo, e travajéme cerca de qwarenta años con un monje, e malabés le fize pecar con una muger.

Entonce levantóse Satanás, a él besándol, tomó la corona de su cabeça e púsogela aqtíéll en la suya, e fízol seer consigo, deziéndol:

-Gran cosa e muy fuerte feziste. Más travajeste tú que todos estos otros todos. 22

21 Ms.: al. Corregimos por el ms. 9. 22 El texto del ms. 8 se interrumpe a media columna del f. 73b, así que no es que se haya perdido lo

que sigue, sino que no fue copiado (véase lám.). Falta el final de este milagro, que prosigue con la narración de san Gregorio y el caso del obispo Andrés: el judío es testigo de cómo un diablo rinde cuentas a su jefe de sus avances en las tentaciones carnales que a través de la monja hace sentir al prelado. Al salir del templo de Apolo el judío va a advertir al obispo, y éste, impresionado, hace salir de su casa a todas las mujeres. Después bautiza al judío. El ms. 9 sí transmite esta parte y el milagro de la monja endemoniada.

LÁMINAS

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TOPONÍMICO

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TOPONÍMICO 307

Abarimathía, véase José de Arimatea, X Abernia, véase Auvernia, XXVI Abía, XXVII Abiatar, rabino, XXXIII Abibas, hijo de Gamaliel, XXXVIII Abundio, mártir, XLII Acesto, soldado, XXX Adán, IX, X, XIX, XXIX, XXXI Adriano, XV Aeside, véase Affile, VI Aetea, mujer de Gamaliel, XXXVIII Affile, VI África, XXXVI Agapito, diácono de san Sixto,

XXXIX Agnés, santa, véase Inés, XXVIII,

XLI Agripa, prefecto, XXIX Agustín, san, IX, X, XXV, XXXVIII,

XLIII Aix, XXXII, XXXV Albano, emisario de Pilatos, XIV Alejandría, XI, XII, XXVIII, XXXVI Alejandro, papa, XXXVI Alejandro, prefecto de Cesárea de

Capadocia, XL Alejandro, prefecto de Tarso, XXIV Alejandro, senador de Roma,

XXXVIII Alfeo, véase Santiago el Menor, XIV Alivete, monte, véase Olivete, X Amano, véase Aniano, XII Ambrosio, san, X, XXV, XXXV Ana, madre de Samuel, XXVII Ananías, XIV Ananías, uno de los tres jóvenes

salvados en el horno, XL Anas, IX, X Andrés, obispo de Fondi, XLIV Andrés, san, V, XVIII, XXIX Aniano, obispo, XII Antioquia, I, XXIII, XXXIV

Antonio, el de Cleopatra, XXXVI Aparicio, san (?), VII Apello, véase Apolo, XLIV Apolo, XL, XLIV Apolonio, véase Apolo, VI Apuleyo, discípulo de san Pedro,

XXIX Aquilea, véase Aquileya, XII Aquileya, XII Aquilina, mártir, XXXIV Arabia, XIX Arles, XXXV Arquemio, carcelero, XXI Artemio, véase Arquemio, XXI Asía, XIII, XIX, XXXV, XXXVI Asiro, véase Epiro, XXXVI Astasio, conde, XXV Atanasio, obispo, XXXIV Atenas, XXXIX Atesco, soldado, véase Acesto, XXX Ati, véase Aix, XXXII, XXXV Ato, padre de Pilatos, IX Augusto, XXXVI Aureliano, emperador, XL Auvernia, XXVI Aviñón, XXXV Azarías, uno de los tres jóvenes

salvados en el horno, XL

Babilonia, XLIII Balbina, hija de Quirino, XXXVI Barcelona, XXXIII Barnabás, san, véase Bernabé, XXIII,

XXX Bartolomé, san, XVIII Beirut, XLIV Belcebú, XXXI Belzep, véase Belcebú, XXXI Benito, san, VI Bergonia, véase Borgoña, XXXII Berién, encantador, véase Elimas,

XXIII

308 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Bernabé, san, XXIII, XXX Bernardo, cautivo liberado, XXXIII Bernardo, san, IX, XLIII Betania, XXXII, XXXV Betsaida, XXIX Borgoña, XXXII Bretaña, V

Caifas, X, XIV Calcedonia, XXXVIII Cairos, véase Carlomagno, XXXII Calvario, IX Canaán, XXXIV Capadocia, XIX, XL Capua, XXXVIII Carino, X Carlomagno, XXXII Cayo, emperador, XXXVI Cebedonio, san, véase Cedonio,

XXXII Cecilia, véase Sicilia y Cilicia, V,

XXIV, XXXIII Cedonio, san, XXXII Celso, niño, XXV Cephás, véase Pedro, san, XXIX Cesárea, III, XXXVI Cesárea de Capadocia, XL Chartres, XLIII Chipre, XXIII Ciborea, madre de Judas Iscariote, II Cilicia, XXIV Cirene, XIX Ciríaco, obispo de Jerusalén, XV Cirila, hija de Trifonía, XLII Cirino, véase Carino, X Claudio, emperador, XXIII, XLII Clemente, san, XXIX Cleofás, XIV Cleopatra, XXXVI Cleto, XXIX Clodoveo, rey, XXXV Colonia, XXXVI

Concordia, santa, XLII Constancia, hija de Constantino,

XXVIII Constancio, emperador, XXVIII Constantino, emperador, XV, XXIV,

XXVIII Constantinopla, XVII, XXXVIII,

XLIV Cornelio, papa, XXIX Corona, XXI Cosdroas, véase Cosroes, XLIV Cosroes, rey de Pèrsia, XLIV Creta, XIX Crisóstomo, véase Juan Crisóstomo,

XVII, XXVII Crispino, cónsul, XXVI Cristóbal, san, XXXIV Croas, véase Tours, XLI Cunegunda, santa, mujer de Enrique,

XLI

Dacia, XXVIII Daguno, véase Daño, XXXIV Damasco, XXX Daniel, XVIII Danubio, río, XV Daño, rey de Samos, XXXIV David, X, XVIII, XIX, XXVII,

XXXVI Decio, emperador, XXXIX, XLI,

XLII Deira, V Dimas, ladrón bueno, IX Diocleciano, emperador, XXII Diosdado, obispo de Beirut, XLIV Domiciano, emperador, XVI Donato, XXXVI Doroteo, verdugo, XXI

Ebrim, véase Embrun, XXV Éfeso, XVI, XXX, XLIII Egipto, XI, XIX, XXXVI

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TOPONÍMICO 309

Eimundo, véase Abundio, XLII Elcana, padre de Samuel, XXVII Eldovio, véase Clodoveo, XXXV Eleazar, XXVII Elena, madre de Constantino, XV Eleuticio, véase Leudo, X Elias, XXVII Elimas, encantador, véase Berién,

XXIII Elisabet, madre de Juan Bautista,

véase Isabel, XXVII Elle, rey de Ras o de Deira, V Embrun, XXV Encaria, madre de María Magdalena,

véase Eucaria, XXXII Enfide, véase Affile, VI Enrico, véase Enrique, XLI Enrique, san, emperador, XLI Epiro, XXXVI Ermágora, obispo, XII Ermegriora, véase Ermágora, XII Escariot, véase Judas Iscariote, II Eschavonia, véase Esclavonia, XXXV Escitia, XIII, XXVIII Esclavonia, XXXV Escocia, IV, VII Escolástica, santa, hermana de san

Benito, VI Esidro, véase Affile, VI España, XXXIII, XXXVI, XXXVIII,

XLI Esteban, clérigo, XXXII Esteban, hermano de Judas, luego

Ciríaco, XV Esteban, juez, XLI Esteban, san, XXXII, XXXVII,

XXXVIII Esteban, san, papa, XXXVII Etna, véase Aetea, XXXVIII Eucaria, madre de María Magdalena y

Marta, XXXII, XXXV

Eudoxia, hija de Teodosio, XXXVI, XXXVIII

Eusebio, pariente de Nerón, XXIII Eva, IX

Faza, emperador, V Feliciano, san, XXII Felicísimo, diácono de san Sixto,

XXXIX Felícula, XX Felipe, XXV Felipe, san, XIII, XVIII Ferreol, san, XXVI Fileto, discípulo de Hermógenes,

XXXIII Filicismo, véase Felicísimo, XXXIX Filipo, emperador, XLI Filipo, hijo del emperador Filipo, XLI Filipos, XXX Flaco, prefecto, XX Flandes, XXXII Florencio, monje, VI Fondi, XLIV Fonia, véase Trifonía, XLII Francia, IX, XIII, XVII, XXVIII,

XXXIII, XXXV, XXXVI, XLI Frontón, san, XXXV Fundana, véase Fondi, XLIV

Gabriel, arcángel, XXVII Galacia, XIV, XXXV Galicano, general, XXVIII Galicia, XXXIII Galicia, véase Galacia, XXXV Galieno, emperador, XXXVII Galilea, XII, XVIII, XXIX, XLIII Galo, hermano de Juliano el Apóstata,

XXVIII Gamaliel, X, XXXVIII, XLIV Gaudiano, XXVI Gayo, véase Cayo, XXXVI

310 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Gelasio, papa, XXIII Genesareth, XXXII Gerónimo, véase Jerónimo, XIV,

XXIX Gervasio, san, XXV Gestas, ladrón malo, IX Getsemaní, XXIX Gordiano, padre de san Gregorio, V Gozo, véase Gaudiano, XXVI Grecia, XXIX, XXXIX Gregorio, san, V, XVII, XXV,

XXVIII, XXIX, XLI, XLIV Gregorio de Tours, san, XLI Grisóstomo, véase Juan Crisóstomo,

XVII, XXVII

Hegesipo, XIV Helias, véase Elias, XXVII Helisabet, madre de Juan Bautista,

véase Isabel, XXVII Helisabet, santa, véase Isabel, santa,

XLIII Hércules, XL Hermes, prefecto, XXXVI Hermógenes, mago, XXXIII Heredes, IX, XXIX, XXXIII,

XXXVI, XLIV Hierápolis, XIII Hilario, san, XXX Hipólito, san, XLI, XLII Hipona, XXXVIII Honorio, emperador, XXXVIII Hostia, véase Ostia, XXX

Ibernia, véase Irlanda, IV, VII Iconio, XXIII, XXIV, XXX Ilario, san, véase Hilario, XXX Imola, XVI Inés, santa, XXVIII, XLI Inglaterra, V Ipólito, véase Hipólito, XLI, XLII

Iporgia, véase Ivrea, XXV Ireneo, mártir, XLII Irlanda, IV, VII Isaac, X, XXVII Isabel, madre de Juan Bautista,

XXVII Isabel, santa, XLIII Isaías, X, XVIII Israel, XIV, XXVII Italia, VI, XXXIV, XXXVI Itamar, XXVII Ivrea, XXV

Jacob, XLIV Jacobo, véase Santiago el Mayor,

XXXIII Jacobo, véase Santiago el Menor,

XIV Janapatán, véase Jonapatán, XIV Jerónimo, san, XIV, XXIX, XLIII Jerusalén, II, V, IX, X, XI, XIV, XV,

XVIII, XIX, XXIII, XXVII, XXIX, XXXII, XXXV, XXXVI, XXXVIII, XLIV

Jesucristo, I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XII, XIII, XIV, XV, XVI, XVII, XVIII, XIX, XXI, XXII, XXIII, XXV, XXVI, XXVII, XXVIII, XXIX, XXX, XXXI, XXXII, XXXIII, XXXIV, XXXV, XXXVI, XXXVIII, XXXIX, XL, XLI, XLII, XLIII, XLIV

Jesús, hijo de Ananías, XIV Joel, XIX Johana, padre de san Pedro, véase

Jonás, XXIX Jonapatán, XIV Jonás, padre de san Pedro, XXIX Jordán, XI, XIV Josafat, XLIII

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TOPONÍMICO 311

José, X, XIV José, hermano de Santiago el Menor,

II José de Arimatea, X Josefo, XIV Josías, subordinado de Herodes,

XXXIII Juan, compañero de Pablo, privado de

Constancia, XXVIII Juan, obispo de Jerusalén, XXXVIII Juan, papa, XXXVI Juan, san, evangelista, XIV, XVI,

XVIII, XIX, XXVII, XXIX, XXXII, XXXVIII, XLIII

Juan Bautista, san, VI, X, XVIII, XXVII

Juan Crisóstomo, san, XVII, XXVII Juan Damasceno, san, XVII Juan el Diácono, V Juan Marcos, san, véase Marcos,

XXIII Judas, luego Ciríaco, obispo de

Jerusalén, XV Judas Iscariote, II, IX, XXXII Judas Tadeo, hermano de Santiago el

Menor, XVIII Judea, II, IX, XIV, XIX, XXVIII,

XXXII, XXXIII, XXXV, XXXVI, XLIII

Julián, fraile, XII Julián, san, XXVI Juliana, mujer de Alejandro senador,

XXXVIII Juliano el Apóstata, XV, XXVIII,

XXXV Julio, san, XXVI Julio César, XXXVI Julita, santa, XXIV Júpiter, XXVIII Justino, sacerdote, XLI, XLII Justo, clérigo, XX

Lago Negro, XXXV Lázaro, X, XXXII, XXXV León, papa, XXIX Leucio, X Leviatán, XXXV Líbano, monte, XV Licia, XXXIV Lino, XXIX Lloreite, véase Lorenzo, XXXVIII,

XLI, XLII Llorente, véase Lorenzo, XLI Loba, reina de Galicia, XXXIII Longino el Negro, soldado, XXX Longinos, III Lorena, XXXIII Lorenzo, san, XXXVIII, XXXIX,

XLI, XLII Lotoringia, véase Lorena, XXXIII Lucas, discípulo de san Pablo, XXX Lucas, san, V, XVIII, XXVII, XXXV Luciano, clérigo, XXXVIII Lucilo, ciego curado, XLI Lyon, IX, XXXIII

Magdalo, XXXII, XXXV Maleo, verdugo, XXXI Mamertina, cárcel de Roma, XXIX,

XXXIX Mamertino, véase Mamertina,

XXXIX Mamerto, san, obispo de Viena, XVII Mamés, san, XL Manué, padre de Sansón, XXVII Marcela, véase Martila, XXXII,

XXXV Marcelino, san, compañero de san

Pedro exorcista, XXI Marcelo, san, XX, XXIX Marcial, san, XXIX Marcos, san, XII, XVII, XXIII Mares, véase Marte, XIII, XXXVII Margarita, santa, XXXI

312 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

María, Virgen, V, VIII, IX, X, XI, XIII, XVIII, XIX, XXVII, XXXI, XXXV, XXXVI, XLI, XLII, XLIII

María Egipciaca, XI María Magdalena, X, XXXII, XXXV,

XLII Marina, santa, en realidad Margarita,

XXXI Mars, véase Marte, XXXIX Marsella, XXXII, XXXV Marta, santa, XXXII, XXXV Marte, XIII, XXXVII, XXXIX Martila, sirviente de Marta, XXXII,

XXXV Martíniano, subordinado de Nerón,

XXIX Martino, veáse Mamertina, XXIX Maruo, monje, véase Mauro, VI Mas, véase Metz, XXXVI Mateo, san, XVIII, XXIII Matías, san, apóstol, II, IX Matrça (?), XXXV Mauricio, emperador, V Mauro, monje, VI Maximiano, emperador, XXII Maximiano, san, véase Maximino,

XXXII Maximino, san, XXXII, XXXV Media, XIX Melo, o Mello, XVIII Mesopotamia, XIX Metz, XXXVI Miguel, san, X, XLIII Milán, XXV, XLI Mileto, XXXVI Misael, uno de los tres jóvenes

salvados en el horno, XL Modaña, véase Módena, XXXIII Módena, XXXIII Moisés, XXXVI

Monjoya, véase Monte do Gozo, XXXIII

Monte do Gozo, XXXIII Montecassino, VI

Nafe, subordinado del rey Daño, XXXIV

Nazario, san, XXV Neponciano, emisario de Juliano,

véase Terenciano, XXVIII Nerón, emperador, XXIII, XXIX,

XXX, XXXVI Nerula, XVI Nícaula, reina de Saba, XV Nicea, mártir, XXXIV Nicodemo, X, XXXVIII, XLIV Nicolás, el del Purgatorio de San

Patricio, IV, VII Nicolás, san, V Nicomedes, san, XX Normandía, XLIII Nursia, VI

Octavio, XXXVI Octoviano, véase Octavio, XXXVI Olibrio, prefecto, XXXI Olívete, monte, X, XVIII Onorio, véase Honorio, XXXVIII Osagia (?), XXIV Ostia, XXX

Pablo, compañero de Juan, privado de Constancia, XXVIII

Pablo, san, I, XIV, XXIII, XXV, XXVII, XXIX, XXX, XXXVIII, XLIII

Pablo el Diácono, XXVII Pamplona, XXXIII Panfilia, XIX Papia, véase Pavía, XII Partenio, tribuno, XLI

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TOPONÍMICO 313

Patmos, XVI Patricio, san, IV, VII Patroclo, sirviente de Nerón, XXX Paulino, subordinado de Nerón,

XXIX Pavía, XII Pedro, campesino, XLII Pedro, cardenal, V Pedro, diácono, V Pedro, san, I, II, V, X, XII, XVII,

XVIII, XIX, XX, XXIX, XXX, XXXII, XXXVI, XXXVIII, XLIII

Pedro, san, exorcista, XXI Pelagio, papa, V Pelagio, san, XXXVI, XXXVIII Pelayo, véase san Pelagio, XXXVI Pella, XIV Pentápolis, XII, XIII, XXIX Périgueux, XXXV Pèrsia, XV, XIX, XXXIV Pérsida, véase Pèrsia, XXXIV Petronila, santa, XX Pila, madre de Pilatos, IX Pilatos, II, III, IX, XIV, XVI Pitágoras, véase Périgueux, XXXV Plácido, monje, VI Plantila, discípula de san Pablo, XXX Ponto, IX, XIX, XXXVI Porfirio, soldado, XLII Primo, san, XXII Proceso, subordinado de Nerón,

XXIX Protasio, san, XXV

Quirce, san, XXIV Quirino, tribuno, XXXVI

Rahab, XIV Raquel, padre de Simón el Mago,

XXIX Ras, véase Deira, V

Recab, véase Rahab, XIV Remigio, san, XXXV Renagunda, véase Cunegunda, XLI Reprobo, véase Cristóbal, XXXIV Ródano, IX, XXXIII, XXXV Roma, II, V, VI, IX, X, XII, XIV,

XVI, XVII, XIX, XXVII, XXVIII, XXIX, XXX, XXXVI, XXXVIII, XXXIX, XLI, XLIV

Román, monje, VI Romano, soldado, XLI Rubo, diablo en forma de dragón,

XXXI

Salamina, XXIII Salomón, XV, XVIII, XXXI Salustiano, palacio, XLI Samaría, XXXIII Samos, XXXIV Samuel, XXVII San Esteban, iglesia de Hipona,

XXXVIII San Lorenzo, iglesia de Milán, XLI San Lorenzo, monasterio de Roma, X San Miguel, monte, XXXIII San Nabor y San Félix, iglesia, XXV San Pedro, iglesia de Roma, V, XXIX San Pedro, monasterio de Colonia,

XXXVI San Pedro Ad Vincula, iglesia de

Roma, XXXVI, XXXVIII Sansón, XXVII Santa Lucía, cementerio, XXXVII Santa María de los Pasos, puerta de

Roma, XXIX Santa María la Mayor, iglesia de

Roma, V X Santa Sofía, iglesia, XV Santa Sofía, iglesia de

Constantinopla, XLIV Santiago de Compostela, XXXIII

314 LA LEYENDA DE LOS SANTOS

Santiago el Mayor, XIV, XVI, XVIII, XXIX, XXXIII, XXXVI

Santiago el Menor, II, IX, XIII, XIV, XVIII

Sántulo, sacerdote, XLI Sara, XXVII Satanás, X, XXXII, XL Satuosio, véase Sántulo, XLI Sebaste, XXVII Selemías, hijo de Gamaliel, XXXVIII Séneca, XXIX Sicia, véase Escitia, XXVIII Sicilia, V, XXXIII Silvestre, san, XV, XXIX Silvia, madre de san Gregorio, V Simeón, véase Simón, XLIV Simeón el Viejo, X Simón, XLIV Simón, padre de Judas Iscariote, II Simón, padre de Judas, luego Ciríaco,

XV Simón, véase Julián, san, XXVI Simón, véase Pedro, san, XXIX Simón el Fariseo, XXXII Simón el Mago, I, XXIX Simón el Zelotes, XVIII Sinaí, monte, V Sión, monte, XVIII, XXXVIII, XLIII Siria, XXXV, XLIV Siró, padre de María Magdalena y de

Marta, XXXII, XXXV Sixto, san, XXXIX, XLI Sulpicio, san, obispo de Jerusalén,

XVIII

Tabita, XXIX Tabor, monte, X Tarascón, XXXV Teodorico, obispo de Metz, XXXVI Teodosia, véase Eudoxia, XXXVI,

XXXVIII Teodosio, emperador, XXVI, XXXVI

Teófilo, príncipe de Antioquia, I Terenciano, emisario de Juliano,

XXVIII Tesalónica, XXX Tíber, río, XX Tiberia, véase Tíber y Tiberíades,

XX, XXXII Tiberíades, XXXII Tiberio, IX, XIV, XVI, XXXVI Tiberio, de, palacio, XLI Tiburtina, puerta de Roma, XLII Tito, discípulo de san Pedro, XX,

XXX Tito, hijo de Vespasiano, XIV Tolosa, XXXIII Tomás, santo, X, XVIII, XLIII Totila, rey de los godos, VI Tours, XLI Tracia, XXVIII Trajano, emperador, V Trifonía, mujer de Decio, XLII Troya, XXIX

Valentiniano, marido de Eudoxia, XXXVI

Valeria, santa, XXV Valeriano, emperador, XXXVII,

XXXIX, XLI, XLII Venècia, XII Venus, XV Verano, campo, XLI, XLII Verenco, véase Verano, XLI Vereneon, véase Verano, XLII Verona, XLI Verut, véase Beirut, XLIV Vespasiano, XIV Vicente, san, XLI Victoriana, villa, XXV Vidal, san, XXV Viena, XVII Volusiano, privado de Tiberio, IX Vosseliano, véase Volusiano, IX

ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TOPONÍMICO

Zacarías, padre de Juan Bautista, XXVII

Zaqueo, XLIV Zaqueo, abuelo de Judas, luego

Ciríaco, XV Zatheo, véase Zaqueo, XLIV Zazino, sacerdote pagano, XL Zebedeo, padre de Santiago el Mayor,

XIV, XXIX, XXXIII Zelenas, véase Selemías, XXXVIII Zenón, emperador, XXIII Zósímo, XI Zózimas, véase Zósimo, XI

Este libro se terminó de imprimir el día 28 de diciembre

de 2000 y se utilizó en su composición letrería Garatnond, cuerpos 11 y 8. El papel es offset

soporset permanente de 80 g. La edición estuvo a cargo de la maestra tipògraf a María de los

Angeles Revuelta Lazcano.

EXPLÍCIT FELICITER