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CAPÍTULO III HACIA UNA FOTOGRAFÍA PATÉTICA 3.1 Fenomenología de la imagen fotográfica Prácticamente, desde el inicio de la década de los 70 y hasta el final de su vida, en 1981, la producción filosófica de Roland Barthes se caracterizó por ser consciente de la herencia que todo ser recibe cuando entra en el lenguaje –así como de la formación académica y filosófica que le fue propia, con la cual pudo configurar su pensamiento– y, al mismo tiempo, cuidadosa de no caer nunca en la pasividad y el conformismo, rehuyó siempre a las posturas que se solidifican para convertirse en dogma. Se había entregado plenamente a la aventura del significante, a las lecturas productivas que, por definición, nunca son indiferentes. Todo su conocimiento y erudición –la herencia de la lengua– le servirían para cuestionar los discursos que se empeñan en instaurar un significado único como origen de toda verdad (ideología burguesa o de izquierda). De este período surgen obras como S/Z, El imperio de los signos, La muerte del autor, Roland Barthes por Roland Barthes, El placer del texto, Fragmentos de un discurso amoroso y La cámara lúcida. Trabajos en los que se pone en evidencia la multiplicidad de códigos que conforman un solo discurso –de allí el despliegue de

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CAPTULO IIIHACIA UNA FOTOGRAFA PATTICA

3.1 Fenomenologa de la imagen fotogrficaPrcticamente, desde el inicio de la dcada de los 70 y hasta el final de su vida, en 1981, la produccin filosfica de Roland Barthes se caracteriz por ser consciente de la herencia que todo ser recibe cuando entra en el lenguaje as como de la formacin acadmica y filosfica que le fue propia, con la cual pudo configurar su pensamiento y, al mismo tiempo, cuidadosa de no caer nunca en la pasividad y el conformismo, rehuy siempre a las posturas que se solidifican para convertirse en dogma. Se haba entregado plenamente a la aventura del significante, a las lecturas productivas que, por definicin, nunca son indiferentes. Todo su conocimiento y erudicin la herencia de la lengua le serviran para cuestionar los discursos que se empean en instaurar un significado nico como origen de toda verdad (ideologa burguesa o de izquierda). De este perodo surgen obras como S/Z, El imperio de los signos, La muerte del autor, Roland Barthes por Roland Barthes, El placer del texto, Fragmentos de un discurso amoroso y La cmara lcida. Trabajos en los que se pone en evidencia la multiplicidad de cdigos que conforman un solo discurso de all el despliegue de diversos recursos tericos como el psicoanlisis, la semiologa, teora de la enunciacin y la historia, gracias a una prctica de lectura que encuentra en el Texto el campo donde las figuras de autor y lector se diseminan para dar lugar a una crtica que se convierte en escritura. Cada trabajo de este perodo extrae su singularidad del hecho de que Barthes no quiere instaurar una nueva metodologa que se convierta en enfoque objetivo y absoluto y de ser el lenguaje el lugar donde el sujeto se pierde; no hay sentido que provenga del autor. No obstante, La cmara lcida podra reclamar un sitio especial dentro de la obra de Barthes. Se trata de un libro inagotable, cada lectura revela un aspecto que bien puede tratarse como un tema aparte. Adems, al mismo tiempo que evoca una enorme cantidad de referencias contiene la marca de un pensamiento peculiar, una propuesta que sigue confrontando al lector, exigiendo de l algo ms que la receptividad pasiva y que obliga a cualquiera a pensar en su propia experiencia; tal como el mismo Barthes hizo al principio de su obra: para realizarla tendra que ofrecer su propia subjetividad a una ciencia que [footnoteRef:2]. [2: LCL p. 48]

Su singularidad tambin procede del hecho de ser un texto que lleva la marca de la muerte (la de su madre y, de alguna forma, tambin la de l) tanto por el tema que aborda: la fotografa; y las herramientas filosficas de las que se vale para desarrollarlo.Si anteriormente la fotografa haba sido analizada desde la semiologa o segn una nueva prctica de lectura, ahora, Barthes se sumerge en la bsqueda de una esencia de la imagen fotogrfica. Este deseo de saber qu distingue a la fotografa del resto de las imgenes se convierte en una investigacin ontolgica. Ya no se trata de atenderla en relacin a las connotaciones a las que se somete sino, de descubrir qu es aquello que se encuentra necesariamente en toda fotografa. Las herramientas que le parecen adecuadas para emprender este nuevo proyecto provienen de la fenomenologa, pues, sta es la ciencia de las esencias. Sin embargo, nuestro filsofo se resiste a aceptar sin modificaciones los postulados fenomenolgicos. En principio, Barthes no cree que la fotografa posea una cualidad especial que le otorgue su particularidad, pero va descubriendo que ciertas fotos provocan en l afectos y emociones singulares. Entonces surge este nuevo estudio como respuesta a la insatisfaccin que le producen los discursos sobre la imagen, ninguno de ellos ha podido explicar la experiencia que ha tenido frente a esas fotografas. Un enfoque tcnico, sociolgico o semiolgico puede hablar sobre la composicin de la imagen, los ritos a los que la foto se somete o los discursos en que sta se inserta, pero un acercamiento de este tipo reduce la vivencia de quien contempla una fotografa; no podran, por tanto, dar cuenta de lo que la imagen fotogrfica revela algo que la hace distinta de cualquier otra imagen o representacin y por lo cual, mirarla (y mirar determinadas fotografas) es una experiencia nica. De all que no sea posible asumir esta fenomenologa como la bsqueda de una objetividad plena, pues, acepta comprometerse con los afectos que dichas imgenes producen y no reducirlos. Roland Barthes construye as una fenomenologa ad hoc por dos razones. En primer lugar porque una fotografa puede ser prcticamente sobre cualquier cosa, est enteramente lastrada por la contingencia de la que es envoltura transparente y ligera[footnoteRef:3]. Y si algo nos interesa de esta imagen es sin duda su referente; con frecuencia no vemos a la fotografa en s, buscamos en su contenido. As que la esencia de la fotografa tendra que construirse segn el proyecto utpico de una mathesis singularis, es decir, desprender de la contingencia que cualquier fotografa posee, el universal absoluto del que participa toda imagen fotogrfica. En segundo, pretende llegar a un conocimiento eidtico de la fotografa slo a partir de los movimientos y necesidades de una intencionalidad afectiva. Es decir, la conciencia que se lanza a la bsqueda del eidos fotogrfico no puede asimilarse al cgito cartesiano que duda de todo dato sensible y se instala en la seguridad de la sustancia inteligible para derivar de esta certeza todo conocimiento ni se equipara del todo a la subjetividad trascendental del proyecto husserliano, puesto que no est dispuesto a llevar a cabo la reduccin (epoj) de dichos afectos. Esta conciencia que se dirige a la fotografa misma, la intencionalidad, aparece inmediatamente henchida de deseo, de repulsin, de nostalgia, de euforia.[footnoteRef:4] [3: La cmara lcida. P. 29 ] [4: La cmara lcida, p. 51 ]

Esta cuestin nos lleva de inmediato a preguntar por el tipo de subjetividad que opera en esta investigacin. Pues bien, la fenomenologa acepta que la esencia de las cosas tiene su fundamento absoluto en una subjetividad trascendental, que sera propiamente el estado en que la conciencia (o cogito) se vuelve hacia s misma para descubrir cmo es que ella se da un objeto, cmo lo constituye. Para Husserl, el mtodo fenomenolgico consiste en la reduccin o depuracin de la vivencia con el propsito de atender slo los actos que pertenecen a esta conciencia que est ya, de antemano, dirigida al objeto (toda conciencia es conciencia de algo) . As, la intencionalidad puede ser entendida como el modo de darse la conciencia dicho objeto o como un acto propio de esta subjetividad que pone en relacin al cogito con el mundo. En tanto que actividad que le otorgara a cada cosa su carcter propio de ser (su fundamento), la intencionalidad es la noesis que tiene como finalidad (correlato o telos) llegar al noema, el cual sera propiamente el objeto de la conciencia. Objeto que se encontrara en un nivel distinto al de la percepcin, pues, al ser la finalidad del acto de conciencia se conforma como puro sentido. Sin duda, Barthes se sumerge tambin en la bsqueda del noema fotogrfico, como veremos ms adelante; pero la inteleccin de la fotografa no es un acto de conciencia pura de esa esfera trascendental de la subjetividad, no puede estar separada de la experiencia del cuerpo ni del phatos que produce la imagen. De nuevo, vemos cmo Roland Barthes se sita en los mrgenes y la ambigedad del pensamiento moderno, pues, no se trata de negar la existencia del sujeto pero s de cuestionar las fronteras que se establecen entre esta conciencia y su objeto. En este punto, Barthes es mucho ms cercano a la fenomenologa de Merleau-Ponty quien tambin se ubica en la ambigedad suscitada por el hecho de que la subjetividad es origen del sentido y a la vez hecho del mundo; para quien el cuerpo constituye ya una intencionalidad que participa tanto de lo emprico como de lo trascendental. De modo que la percepcin est plenamente implicada en el descubrimiento del sentido o noema fotogrfico. Al asumir estos compromisos tericos, el estudio de la fotografa se abre a consideraciones estticas. Aclarando que no se trata de otorgar el status de arte a toda fotografa lo que sera someter la imagen a los cdigos del museo y la institucin[footnoteRef:5]. Aqu la esttica debe entenderse en sentido amplio como aiesthesis, el espacio de la sensibilidad y los afectos. Se trata de hacer evidente la experiencia que acaece en el momento que hay encuentro entre el cuerpo y la fotografa. [5: Estudio sobre foto y comercio, galeras. Barthes en contra ]

La investigacin que se desarrolla en La cmara lcida sigue una direccin completamente nueva y ello, sin duda, nos obliga a pensar en los estudios previos de Roland Barthes: debemos olvidar, negar o tachar, el anlisis semiolgico de la fotografa? No. El estudio semiolgico todava posibilita la comprensin de la fotografa segn lo que la sociedad hace de ella: una domesticacin de la imagen que justifica determinados discursos. Pero tal como hemos visto, la fotografa es subversiva y cuestiona al sentido mismo; por lo tanto, los usos ideolgicos no pueden definirla realmente. El deseo de encontrar los motivos que le arrastran a pensar en la imagen fotogrfica, llevar a Barthes a mostrar los lmites del enfoque semiolgico o sociolgico, y los pondr a disposicin de su propia experiencia. Su valor seguir vigente en cuanto permitan denunciar el artificio mediante el cual la fotografa se convierte en simple forma de un significado, pero all, donde se abre el campo de la reflexin esttica es necesario despertar el poder crtico de nuevos trminos.La relacin que establece el cuerpo con la fotografa da lugar a tres tipos de prcticas o intenciones: hacer, experimentar y mirar. La primera corresponde al operator o fotgrafo, la segunda al referente y la tercera al spectator. Cada punto de vista ir mostrando algn aspecto de la imagen fotogrfica hasta que podamos descubrir su sentido o noema. La experiencia de operator correspondera propiamente a los fotgrafos y, por tanto, es completamente ajena a Barthes quien no fue un entusiasta de esta prctica; as que, lo ms que puede hacer es imaginar o suponer el tipo de emocin que se da en el fotgrafo. Para Barthes el gesto del operator descansa en la sorpresa. Sorprender sera el sentido de la imagen fotogrfica y para captar ese momento es necesario que el operator enfoque, que se sirva de la ptica como tcnica. Sin la capacidad de hacer un recorte desde cierta perspectiva, la fotografa no podra realizarse. Si tratamos la cuestin a partir del referente, la relacin cambia. La existencia de mi imagen depende de alguien ms cuando mi cuerpo es captado por el objetivo. El operator tendr sin duda una imagen que emana exclusivamente de m pero, al mismo tiempo, esa fotografa ser el medio del que se vale para exhibir su arte o en el que plasmar lo que l cree que soy. Toda foto es susceptible de connotaciones, ya procedan stas de la perspectiva tcnica o moral del operator o de los cdigos que la sociedad pueda aplicarle. El sometimiento al artificio, con el fin de convertir la foto en significante, hace la imagen pesada o complicada y al sujeto plasmado en ella, un objeto o forma. Pero tambin ocurre que el sujeto sea consciente de estar frente al objetivo y en un acto casi inmediato, posa; por anticipado se convierte l mismo en imagen: pasamos de un cuerpo vivo al que corresponde propiamente devenir y movimiento a un cuerpo esttico. Por fugaz que sea esta pose, lo esencial de la fotografa est vinculado a tal estatismo. A diferencia de otras imgenes, la foto atrapa un momento irrepetible, lo captura y lo inmoviliza aunque puede reproducirlo mecnicamente cientos de veces. Y as como diramos que lo impregnado en la placa o el papel es ya tiempo muerto, la fotografa es para el sujeto que posa ese momento tan sutil en que, a decir verdad, no soy sujeto ni objeto, sino ms bien un sujeto que se siente devenir objeto: vivo entonces una microexperiencia de la muerte (del parntesis): me convierto verdaderamente en espectro.[footnoteRef:6] Desde el lado del referente el eidos fotogrfico (la intencin con que se vive esta imagen) es la muerte. [6: LCL. P. 42]

La experiencia del spectator, por otro lado, es mucho ms frecuente. La sobreabundancia de la imagen fotogrfica es un elemento caracterstico de las sociedades contemporneas. En un medio donde la imagen se encuentra en todas partes, presa de innumerables clasificaciones, dispuesta a diversos fines, se puede hacer de ella un objeto que simplemente se mira, como cualquier otro objeto, o se busca dirigir su lectura para convertirla en signo. Pero aceptar que las pautas de estudio de la fotografa provengan de estos criterios, como mencionamos, significara reducir la experiencia del sujeto y, por tanto, la emocin. Barthes va descubriendo que en este mundo de imgenes algunas veces ha podido expresar apenas un me gusta/no me gusta; entonces, determina que ser la atraccin que siente por algunas fotos el hilo conductor de su trabajo. El corpus terico que se construir a partir de ahora est al margen de las taxonomas sociales, pero comprometido plenamente con las afecciones de quien contempla una fotografa. Frente al caos de imgenes y los diversos modos en que la sociedad las agrupa o colecciona, el spectator encuentra una va de acceso con la que establece efectivamente una relacin entre l y la fotografa. Esta va es el principio de aventura, el cual afirma que slo existe para m aquella foto que me adviene, es decir, que me anima y yo la animo, que produce en m afectos, que me sacude hasta hacerme despertar de la indiferencia con que se vive la imagen cotidianamente. Para encontrar el noema fotogrfico ser necesario partir de este principio.

3.2 Studium/ Punctum: nuevos conceptos para el anlisis fotogrficoCuenta Barthes que en una ocasin, viendo una fotografa de la insurreccin en Nicaragua, en la que se muestra a algunos soldados en primer plano y ms atrs a dos monjas caminando, se percat de la presencia de dos elementos discontinuos; por supuesto, en aquella imagen se trataba de las monjas y los soldados, personajes heterogneos y, sin embargo, coincidentes. Su sola presencia y el ligero contraste que suscitaban le sugeran que haba encontrado el motivo por el cual esa foto exista para l. Sigui mirando ms fotografas y descubri que las que le atraan o perturbaban tambin contenan dos elementos distintos y cada uno le produca emociones particulares. Desde luego, stos varan de imagen a imagen puesto que toda foto es contingente, pero es posible agruparlos y describirlos valindose de una nueva distincin: Studium/Punctum. El trmino Studium, que quiere decir el gusto por alguien, una suerte de dedicacin general, ciertamente afanosa, pero sin agudeza especial[footnoteRef:7], se aplica a todas aquellas fotografas que provocan apenas un afecto mediano, que me atraen porque reconozco en ellas saberes que poseo y puedo descifrar. Miro esas imgenes porque despiertan en m un inters moral o poltico. El studium participa de la emocin del placer, pero un placer ligado al conocimiento y la cultura. Se trata de un campo basto en el que se dan cita mi formacin cultural y las intenciones del fotgrafo. Hay siempre una especie de confort, de gusto o deleite en el spectator cuando entra en contacto con las significaciones del otro, las discute y puede o no estar de acuerdo con ellas pero, en definitiva, tambin contemplamos la fotografa porque amamos el saber. [7: P. 58 ]

En algunas fotos existe tambin otro elemento, apenas un detalle, que escinde el studium y perturba mi lectura. Es como si ese pequeo rasgo saliera de la escena para venir a buscarme, a lastimarme; y para designarlo, Barthes utiliza el trmino Punctum, que quiere decir: pinchazo, agujerito, pequea mancha, pequeo corte y tambin casualidad.[footnoteRef:8] Es por azar que ese detalle o punto est all, no est puesto intencionalmente por el operator, viene a mi encuentro para herirme. Frente al punctum el lenguaje se suspende, ocurre un satori. No hay saber por descifrar, solamente est la intensidad del dolor o del goce; stas son las emociones a las que se asocia el punctum. A diferencia del placer, el goce y el dolor son experiencias lmites, no hay comodidad en ellas, slo el tremendo sacudimiento que el detalle provoca y que nos hace despertar de la indiferencia. [8: P. 59]

Los trminos Studium/Punctum no son una verdadera oposicin, no se excluyen como dos polos extremos; puede ocurrir que coincidan pero no hay explicacin de su concurrencia y en ese caso, el punctum vendr a irrumpir el studium, a suspender mi saber. Lo que despiertan es el poder intenso de la diferencia; misma que puede ser sutil a nivel de la imagen el punctum es un detalle, un suplemento del studium pero profunda a nivel de la experiencia. Una primera caracterizacin de la relacin Studium/Punctum fue presentada en El tercer sentido, cuando analizbamos el sentido obvio y el sentido obtuso. Por un lado, encontrbamos en la fotografa los rasgos de un estilo, la disposicin de la imagen y su retrica que nos permitan acceder al campo de la informacin y la cultura; compartamos con Einseinstein saberes histricos que entregaban al fotograma su significacin. A pesar de ello, persista un rasgo en determinadas imgenes, un detalle, que nos obligaba a preguntar por el significante y subverta la primaca de la significacin. El sentido obvio se equipara al studium, en la medida en que motiva un inters por la imagen, un afecto condicionado por los saberes que poseo y puedo comprender. El sentido obtuso, por otro lado, es accidental y escapa a las intenciones del autor; como el punctum, ambos son un detalle que rompe con la domesticacin de la imagen y de inmediato nos hacen cambiar de lectura, es como si viramos otra foto a la que se aade un nuevo valor: lo que me punza. Si el studium es el campo del deseo indolente, en el punctum todo conduce a la sensibilidad, al modo en que es provocada por la imagen. De all que la fotografa sea peligrosa: puede sacudir hasta el punto de suspender el lenguaje y slo a partir de un pequeo detalle. El peligro de la imagen no radica, entonces, en la violencia que represente su contenido sino, en el punto desgarrador que paraliza las connotaciones.La fotografa que pertenece al studium informa, representa, sorprende o hace significar, tiene tareas especficas dentro de la sociedad. Por ello, desde la posicin de spectator, Barthes realiza una crtica a las funciones que normalmente se le asignan y, al mismo tiempo, ejemplifica los saberes que ciertas fotos le otorgan. As, en El primero de Mayo de 1959 en Mosc, descubre que la fotografa, a diferencia del dibujo o la pintura, le ofrece de inmediato saberes etnolgicos, rasgos o jirones de una poca o lugares especficos. Este conocimiento proviene de los detalles, ya sea de la vestimenta o del cuerpo de las personas retratadas (peinados, disposicin de las uas o accesorios indumentarios); pero se trata apenas de un infrasaber, pues, difcilmente estos rasgos seran indispensables en un discurso histrico estricto. Tambin se percata, en otras imgenes, de un mito frecuente en fotografa: la idea de que sta es hija de la pintura. Para significarse como arte muchas fotos recurren al encuadre o a los temas clsicos de la pintura; sus connotaciones pretenden enlazarse a los cdigos que rigen la tcnica del pincel. Sin embargo, para Barthes, en cuestiones de arte la foto est ms cerca del teatro que del lienzo, puesto que el teatro primitivo preparaba un cuadro o escena donde la inmovilidad y el maquillaje son una figuracin de la muerte. Asimismo, gracias a la pose, la fotografa conserva todava algo del antiguo culto a los muertos.Por otro lado, innumerables fotografas podran agruparse en la categora de fotos-choque. Segn Barthes, el choque no consiste tanto en traumatizar como en revelar lo que tan bien escondido estaba.[footnoteRef:9] Es el resultado de la sorpresa, y proviene del operator; por ello, no est relacionado con el punctum. De hecho, es posible anticiparse a las sorpresas, clasificarlas. La foto-choque puede contener los siguientes temas: lo raro, gestos que el ojo humano no podra notar o inmovilizar, la proeza, las sorpresas que el fotgrafo espera de la tcnica (efectos de la cmara que no se hayan previsto) o el hallazgo. Roland Barthes va descubriendo entre imgenes triviales como la de las gotas de leche, las partes de un auto sobre la hierba o los bustos en una ventana las intenciones del fotgrafo: exaltar lo notable. [9: P. 66 ]

Tantas imgenes participan de este principio que pudiera creerse que todo lo que es captado por el objetivo es digno de mirarse; cualquier cosa, por el slo hecho de ser fotografiada se declara a s misma valiosa o sorprendente. sta era ya la crtica de Susan Sontag, a la que Barthes se adhiere cuando afirma: en un primer tiempo, la Fotografa, para sorprender, fotografa lo notable; pero muy pronto, por una reaccin conocida, decreta notable lo que ella misma fotografa. El se convierte entonces en el colmo sofisticado del valor.[footnoteRef:10] De all que cientos de fotos produzcan un inters flojo (cuando no el aburrimiento); y a pesar de que quisieran proclamarse como testigos de grandes acontecimientos, son en realidad clichs, imgenes repetidas, triviales e indiferentes. [10: P. 68]

La imagen que anhela plasmar lo notable no slo recurre a temas soportables o gratos. El choque tambin concierne a las fotografas que muestran agresiones, accidentes o las condiciones deplorables en que viven ciertos grupos sociales. La pobreza, la fealdad y la violencia son lugares comunes del periodismo y las imgenes que los acompaan, por lo regular, tienden a una generalidad en su presentacin: son enfticas; sin embargo, pese al hecho de que remarcan la existencia de tales estados, no traumatizan, mirarlas no es en verdad una experiencia lmite. En muchas ocasiones, las fotografas de reportaje tienen la funcin de tranquilizar porque se espera que sean recibidas; y aunque puedan escandalizar no llevan al spectator al punto del trauma, de la suspensin del lenguaje, no lo comprometen hasta ese grado de afeccin.Sin duda, estas observaciones nos conducen a la siguiente pregunta: cmo realizar una crtica social efectiva a travs de la imagen fotogrfica sin hacer de sta un clich, sin convertirla simplemente en una imagen notable? Sobre esta cuestin la respuesta de Barthes es inquietante. Pues bien, no son las fotos de reportaje las que le ofrecen elementos polticos. Curiosamente, son retratistas como Avedon, Sander o Nadar quienes a travs de la foto-mscara convierten a un rostro en producto de una sociedad y de su historia[footnoteRef:11], quizs sin proponrselo. En fotos como William Casby, nacido esclavo, 1963 de Avedon o Notario de Sander, cada personaje se muestra en su realidad social. En la primera, el rostro de William remite en todos sus rasgos a esa condicin histrica que lo form: la esclavitud; en la segunda, es la firmeza del notario, su vestimenta, su postura, lo que ponen en evidencia la clase a la que pertenece. Lo increble es que en ambos casos, los modelos no exageran tales condiciones, no enfatizan los gestos o las actitudes; se podra decir que se colocan ante el objetivo con naturalidad y quiz por ello, ellos no podran reconocer esos signos. Incluso, el operator no busca juzgarlos sino, mostrarlos. Le corresponde al spectator despertar las preguntas sobre los modos histricos de significar y significarse, sobre las relaciones econmicas y jurdicas que permiten que los seres humanos se den a s mismos determinado lugar en la sociedad; un lugar que moldea sus actitudes y sus cuerpos. La responsabilidad de la crtica recae plenamente en el spectator. Lo cual deja a la fotografa un poco a la deriva, pues, para Barthes, [footnoteRef:12] [11: P. 69 ] [12: P. 71 ]

La fotografa de la mscara es escasa, se le reconoce porque llega a inquietar pero es sutil en cuanto a la crtica o, por lo menos, no pertenece al militantismo. Cuando el spectator no sabe extraer de la inquietud que sta provoca las bases para desestabilizar la naturalidad de su propia realidad social, se corre el riesgo de consumirla estticamente en el sentido en que puede ser una fotografa bella, conmovedora o sugestiva, una imagen que en el mejor de los casos da a pensar pero no, polticamente. El amplio campo del studium est lleno de fotografas unarias,[footnoteRef:13] imgenes que se obtienen a partir de una base o modelo se podra decir, de un estereotipo; son fotos repetitivas. Pese a su variedad, los temas siguen siendo los mismos. Como en el caso de la fotografa pornogrfica: pueden existir mil fotos distintas, con modelos distintos, en circunstancias variadas pero todas remiten a una sola cosa: el sexo. O las llamadas foto-choque, cuyas sorpresas se pueden clasificar en temas concretos. [13: Dar definicin de unaria]

La fotografa unaria se somete al proceso de significacin. Inevitablemente, tiende a la unidad del significado, se sujeta a los cdigos de la lengua. La imagen se dispone de tal modo que habla de lo que ocurre sin pretender alterar los cdigos mediante los cuales se transmite ese mensaje esto sera en s mismo cuestionar la tica de una sociedad. Si lo importante es lo que dicen, el significado al que remiten, muchas fotografas se convierten en imgenes desechables, que se consumen tan pronto como se olvidan o se sustituyen por otras. Cualquier fotografa corre el riesgo de caer en la indiferencia, de convertirse en una imagen trivial. Frente a las fotografas unarias mi sensibilidad se mantiene a distancia; la afeccin que me producen no llega realmente a trastornarme porque a pesar de que la escena sea fuerte, lo que recibo son las significaciones que la sociedad me hace llegar a travs de esta imagen; la fotografa misma sera parasitaria, secundaria del saber que puedo descifrar y nombrar. Este tipo de imgenes busca mediante la composicin desarrollar la realidad como tema, pero sin llegar nunca a desestabilizarla. Aqu, la capacidad que tiene la fotografa de confrontarme, de traumatizarme, est sometida por el peso de las connotaciones. Visto de esta manera, cualquier foto podra convertirse en imagen de studium. Sin embargo, an dentro de ese campo tan habitual que es el de la imagen y sus cdigos, aparece sin previo aviso, por puro azar, un elemento que viene a cambiar mi lectura, que suspende mi sujecin al saber y la lengua: el punctum. Una caracterizacin que da Barthes sobre l, lo seala como un suplemento inevitable y a la vez gratuito; no testifica obligatoriamente sobre el arte del fotgrafo; dice tan slo o bien que el fotgrafo se encontraba all, o bien, ms pobremente an, que no poda dejar de fotografiar el objeto parcial al mismo tiempo que el objeto total.[footnoteRef:14] [14: P. 86]

Ese detalle viene a romper la unidad de la composicin o del tema; la imagen se convierte en dual: puede remitir a un significado o a un saber a la vez que muestra un elemento que no puedo descifrar. La dualidad de la fotografa carece de explicacin; no hay regla de unin entre studium y punctum. El Punctum es apenas un suplemento, un accidente, que viene a transformar mi afeccin, que altera mi inters. Por ejemplo, los detalles que punzan, que marcan una fotografa para distinguirla de las fotos cualquiera, se miran con obstinacin. El spectator no pretende nombrar lo que mira como significante de algo; simplemente se descubre a s mismo, y de manera inesperada, lleno de deseo, de ternura, de euforia frente a tal detalle. As le ocurre a Barthes cuando se interesa por la rugosidad de unas medias, o cuando descubre el cinturn y los zapatos de una chica afroamericana, o mientras ve con insistencia los dientes estropeados de un nio o las manos rugosas y gruesas de un hombre. A qu remiten? A nada, no son significantes ni significados. Lo que se establece es una relacin afectiva entre esa imagen y el spectator. El detalle ha venido hacia el sujeto como una flecha para herirlo y desde ese momento esta fotografa tendr algo que antes no tena: la emocin de quien la contempla. Por ello, existir efectivamente, pues, tal fotografa me anima y yo la animo. Con la llegada del punctum tambin la lectura de la foto cambia. Se pasa de una lectura tediosa y cmoda a una activa y corta. Lo que nos interesa ahora es el detalle descentrado, que no aadira nada a la fotografa (no afecta al arte del fotgrafo ni es indispensable para el studium) pero gracias al cual esa imagen existe para m; es realmente insospechado y la mirada lo recibe inmediatamente, lo recoge casi de manera feroz. En espaol podemos decir como en un juego de palabras que el punctum es imprevisto precisamente porque no advertamos su irrupcin y porque no podramos verlo con anterioridad, porque ante l la mirada habitual (dispuesta a descifrar los saberes que hereda de su cultura) se suspende o por lo menos se altera. El punctum nunca est codificado y no espera ser motivo de anlisis o descripcin. Hablar del punctum se asemeja, segn Barthes, a la prctica del haiku porque, al igual que en esta escritura oriental, no hay ninguna intencin de desarrollar un tema o de hacer significar un estado; slo se seala un punto, un momento o un lugar pero con insistencia. Se trata de aceptar la llegada de lo otro, con toda su diferencia, sin pretender adaptarla a ningn significado; sin pretender hacer de esto un tema. La realidad ya no puede ser vista como una y la misma que se traduce o se dobla mediante los cdigos de la lengua. La realidad es la de lo completamente otro que aparece sin que podamos explicarlo y, por ello, desestabiliza nuestra forma de comprenderla, suspende las reglas que le hemos impuesto para nombrarla. Otra cualidad del punctum es su fuerza expansiva, la capacidad que tiene ese pequeo detalle de anular a la fotografa como medio y de entregarnos las cosas mismas sobre todo cuando se trata de fotos que nos llevan de inmediato al recuerdo, sentimos que tenemos en presencia aquello que se plasma en la imagen o cuando ese rasgo aprehende mi mirada y lo abarca todo; o bien, en los casos en que se intuye en la foto un campo ciego, es decir, cuando lo que nos interesa nos arrastra fuera de su inmovilidad y nos sugiere que ha tenido una vida o un pasado; as, nuestro deseo se va ms all de lo que la imagen muestra. Precisamente, al pasar de una foto a otra, Barthes descubre el estado de su deseo. En algunas imgenes haba podido experimentar un punctum y en otras slo haba encontrado el studium, el placer de la cultura. Sin embargo, no ha podido dar cuenta del eidos fotogrfico, an falta explicar cul es la esencia de la imagen fotogrfica, aquello que la hace distinta de cualquier otra imagen o representacin.Para alcanzar este objetivo, la investigacin fenomenolgica debe dar un paso ms y explotar toda la capacidad subversiva que est ya contenida en el punctum. Es necesario dejar que el detalle desgarrador penetre y atraviese lo ms profundo de la conciencia afectiva. Pero esto slo se logra cuando el punctum pasa de ser un objeto a una cualidad, es decir, cuando se experimenta segn la temporalidad de la conciencia, cuando se vive como intensidad. As le fue revelado a Barthes el verdadero punctum en la fotografa de la chica afroamericana; cuando descubre, sin tener la foto a la vista, que es el collar de la mujer lo que le punza, el elemento que va a su encuentro, porque remite a una dimensin temporal contenida en l: sus recuerdos. Ese collar es parecido al de su ta y por eso le inquieta, gracias a este accesorio la chica de la imagen aparece ahora con una vida y un pasado, tiene una historia que se conecta con la del spectator[footnoteRef:15]. [15: Nota sobre la confusin del punctum ]

Todava no se ha descubierto la particularidad de la foto, pero la direccin de la bsqueda cambia. Ya no se trata del placer de la cultura o el deseo, ni si quiera de detenerse en el detalle que se mira con obstinacin. Ahora, es necesario considerar el problema de la fotografa en relacin con el tiempo.

3.3 La fotografa patticaAl inicio de la segunda parte de La cmara lcida, Roland Barthes es explcito sobre el estado en que se encuentra: sumergido en una profunda tristeza tras la muerte de su madre. Sabe que nunca ms volver a encontrarse con el ser amado y que, por ms que se esfuerce, no puede recordar completamente sus rasgos. Entonces, intenta reconocerla a travs de sus fotografas; sin embargo, descubre con dolor que muchas de esas imgenes al igual que el sueo evocan el recuerdo pero siguen siendo fragmentarias (reconoce slo ciertas partes, nunca al ser en su totalidad) y algunas otras por pertenecer a una historia de la que l est excluido no le dicen nada, slo que ella vivi un tiempo anterior a l. Sin duda las fotos pertenecen a su madre pero no han podido revelar ninguna cualidad que le fuera propia, que pudiera definirla. Slo al llegar a la foto del invernadero, tomada cuando ella era una nia, Barthes descubre su esencia: la bondad y dulzura del ser que l conoci. As, una imagen sustitua todos los adjetivos que podan calificar a su madre.Esta fotografa motiva de nuevo la bsqueda fenomenolgica pero el punto de partida ya no es el del saber ni si quiera el del detalle sino, el de la experiencia lmite: el dolor que produce la prdida de un ser irremplazable. Slo a partir de la foto del invernadero que ha sido encontrada al remontarse en el tiempo, Roland Barthes ser capaz de dar a toda la fotografa su grado cero. Tal como l mismo afirma: es el amor profundo lo nico que puede liberar a una imagen de sus connotaciones, por eso, esta foto existe fuera de cualquier cdigo impuesto por la cultura y de ella se dispone a desprender el eidos fotogrfico: haba comprendido que de ahora en adelante sera preciso interrogar lo evidente de la fotografa no ya desde el punto de vista del placer, sino en relacin con lo que llamaramos romnticamente el amor y la muerte.[footnoteRef:16] [16: P. 116]

La fotografa del invernadero es especial porque permite el reencuentro pero en circunstancias particulares, y esto es precisamente aquello por lo que ver una fotografa es una experiencia nica. Para entender la singularidad de este hecho es necesario poner en evidencia la compleja relacin que se establece entre sujeto (spectator u operator), fotografa y referente, reunindose en esta nueva investigacin las tres intenciones fotogrficas que al principio se haban separado. [17: P. 109 ]

Iniciemos por sealar algo que es bien conocido: toda fotografa es imagen de algo, tiene un referente. Al ser sta una imagen anloga la representacin de su referente no requiere de ningn cdigo y, por ello, se suele tomar como la copia exacta de lo real. No obstante, ya hemos visto que a esta imagen se le puede aadir connotaciones que dirijan su lectura; incluso, se puede cuestionar su exactitud en la medida en que la fotografa implica tambin perspectiva y reduccin. Aun dejando de lado estas discusiones, si asumimos que lo esencial de la fotografa consiste en la simple analoga, no podramos diferenciarla realmente de otros sistemas de representacin. El dibujo y la pintura pueden tambin ser copias anlogas (exactas) de un objeto o una persona.[footnoteRef:18] Alguien podra decir que la diferencia consiste en el modo de producirlas: las fotos son imgenes obtenidas por medio de un aparato mientras que la pintura y el dibujo son resultado de la intervencin humana. Pero, nuevamente, esta caracterstica no es propia de la fotografa, en el cine las imgenes tambin son obtenidas mecnicamente, sin embargo, el tipo de experiencia que se vive all es muy distinta del de la foto[footnoteRef:19]; sin duda, porque las fotografas son estticas y en el cine, las imgenes se encuentran en movimiento. A pesar de que el estatismo en la fotografa es innegable, la inmovilidad por s sola tampoco nos dice nada de la esencia que estamos buscando. [18: Nota sobre foto y dibujo realismo e hiperrealismo ] [19: Fenomenologa del cine, otros estudios de cine ]

Sabemos que la fotografa es una imagen inmvil, anloga y mecnica pero hasta el momento no hemos considerado en su totalidad la tcnica que le es propia. Pues, como su nombre lo indica, la fotografa es un proceso fsico y qumico mediante el cual se fija una imagen por la accin de la luz. Histricamente una imagen fotogrfica slo fue posible cuando las condiciones materiales y cientficas permitieron captar la luz que emana de un cuerpo iluminado de modos diversos en una placa especial. Sin la reflexin, la luz y la disposicin de los metales sensibles a sta, la foto jams habra existido. Los desarrollos y modificaciones que la fotografa ha tenido a lo largo de la historia son resultado de la comprensin (y experimentacin) de los fenmenos fsicos y qumicos que tienen lugar en este proceso. Desde el punto de vista de la tcnica, lo esencial de la fotografa es la accin de la luz y las condiciones pticas y qumicas mediante las cuales esa luz se fija. Slo al comprender la importancia de este hecho el referente fotogrfico surge en su singularidad. La razn por la que toda foto est unida a su referente es porque en sta se fija la luz que es propia de un cuerpo especfico. Los rayos luminosos (materia y onda) que manan de una persona o un objeto se captan, se plasman, en una placa. Adems, es gracias a la fijacin, a la obtencin de una imagen inmvil, que la fotografa tambin atrapa un momento en el tiempo. El referente fotogrfico es el cuerpo del que han salido estos rayos luminosos, puesto ante el objetivo de la cmara en un momento determinado. El fotgrafo no slo realiza un corte, desde cierta perspectiva, en su campo visual o perceptivo sino tambin, en la duracin. Lo que la imagen fotogrfica atrapa es la luz de un cuerpo en un instante o momento nico. La fotografa aade algo al mundo de las imgenes: certifica la existencia de un cuerpo en un momento dado. A diferencia de otros sistemas de representacin, en la fotografa se da la conjuncin de realidad y de pasado. No importa la enorme cantidad de cosas, de referentes, de seres, de temas que aparezcan en las fotografas, todas ofrecen la misma certeza: algo existi, fue real en el pasado. La pintura, el dibujo, o el lenguaje escrito pueden fingir, simular su referente pero en una fotografa la presencia de cierto cuerpo no puede ser metafrica, ni inventada. Por ello, dice Barthes:Nunca puedo negar en la fotografa que la cosa ha ya estado all. Hay una doble posicin conjunta: de realidad y de pasado. Y puesto que tal imperativo slo existe por s mismo, debemos considerarlo por reduccin como la esencia misma, el noema de la fotografa [] El nombre del noema de la fotografa ser pues: [footnoteRef:20] [20: P.121]

El eidos fotogrfico no est enlazado a la representacin o la analoga; todo ello le es secundario. De hecho, es la representacin lo que se puede alterar, se puede mentir sobre el sentido de la foto (mediante la impostura de connotaciones) sin por ello modificar la esencia de la imagen fotogrfica que consiste en ser un certificado de existencia pero dado en un tiempo particular. El noema de la imagen fotogrfica no se anuncia como un pasado simple mucho menos como un presente o un futuro, el tiempo que le pertenece, dice Barthes, es el aoristo. El tiempo gramatical griego que sirve para sealar un punto, que expresa una accin en el pasado pero no puede asegurar la continuidad o el cumplimiento de la misma; se trata, pues, de un pasado indeterminado. Las fotografas no dicen lo que es, lo que fue, lo que ya no es ni lo que ser, simplemente se contentan con mostrar lo que ha sido: algo en algn momento fue captado por el objetivo, eso es todo lo que pueden mostrar. Muchas fotos pienso sobretodo en imgenes de edificios o paisajes a pesar de ser capturas o tomas pasadas tienen un referente todava existente. La existencia actual o plenamente pasada (es decir, aniquilada) del referente fotogrfico no puede ser verificada recurriendo solamente a la fotografa. En cambio, s se puede asegurar por este medio que algo ha sido real en el pasado.Es la singularidad del tiempo fotogrfico lo que convierte a esta imagen, ms que en la evidencia de un objeto, en prueba irrefutable de la realidad del pasado. Antes de la llegada de la fotografa ninguna imagen poda brindarnos tal certeza; este hecho provoc, histricamente, un cambio radical en la experiencia. Pues, ni siquiera el recuerdo en estado puro, que es tambin la garanta de que algo fue, puede ser aprehensible por esfuerzos voluntarios; se puede actualizar parcialmente y de maneras muy diversas (una sensacin, el sueo o a travs de la memoria voluntaria) pero su naturaleza consiste precisamente en ser un tiempo jams repetible, que forma ya parte de la duracin. La fotografa, por su parte, hace visible un momento nico, lo plasma en imagen, y sin poder nunca sobrepasarlo, es capaz de reproducirlo cientos de veces. Hace accesible ese tiempo a cualquiera que observe la placa impregnada, no se limita a las posibilidades y actualizaciones de una memoria individual. Por ello, la foto no est esencialmente unida a los recuerdos. Miles de fotografas que provienen de nuestra cultura no incitan en nosotros ningn acontecimiento memorable, nos interesan por motivos muy diversos (informacin, saber, consumo, estereotipo, valor esttico, etc.); incluso en las fotografas en las que aparecemos, al contemplarlas, no siempre podemos restituir el pasado, evocar los recuerdos. La fotografa es evidencia de que el pasado es tan real como el presente. Pero slo llega a esta conclusin a travs de un cuerpo, de la irradiacin de unos rayos de luz que pudieron ser fijados en una placa preparada qumicamente. Es como si el pasado nos viniera encarnado. No descubrimos la temporalidad que nos ofrece una imagen fotogrfica, sin pasar por el referente. La accin de la luz juega aqu un papel imprescindible; as lo seala Barthes cuando afirma:La foto es literalmente una emanacin del referente. De un cuerpo real, que se encontraba all, han salido unas radiaciones que vienen a impresionarme a m, que me encuentro aqu: importa poco el tiempo que dura la transmisin: la foto del ser desaparecido viene a impresionarme al igual que los rayos diferidos de una estrella. Una especie de cordn umbilical une el cuerpo de la cosa fotografiada a mi mirada: la luz, aunque impalpable, es aqu un medio carnal, una piel que comparto con aquel o aquella que han sido fotografiados. [] saber que la cosa de otro tiempo toc realmente con sus radiaciones inmediatas (sus luminancias) la superficie que a su vez toca hoy mi mirada[footnoteRef:21] [21: P.127]

Y si trasladamos este problema a terreno fenomenolgico, una vez ms, el pensamiento de Barthes se acerca al de Merleau-Ponty coqueteo intelectual nunca confesado pero que sugiere estar presente entrelneas de La cmara lcida. Pues, mirar una fotografa es el encuentro entre mi visin, luz proyectada hacia el espacio, que se posa sobre una placa que retiene, a su vez, la luz que emiti un cuerpo en el pasado. Entrecruzamiento de la actualidad de mi percepcin el aqu y ahora del spectator con la realidad pasada del referente el del noema fotogrfico. Y as como hay un cruce de los sentidos: tocar lo que se ve y ver lo que se toca, hay una especie de quiasmo entre temporalidad y materia: complejidad absoluta de la experiencia vivida; que reafirma el hecho de que el sujeto est en el mundo a la vez que el mundo ya est implicado en l, entregndole as la certeza de una temporalidad complicada que rompe con la simple linealidad con la que habitualmente pensamos el tiempo. De all que contemplar una fotografa pueda derivar en una confusin: la idea de que el referente es actual (permanece o vive) por el hecho de haber sido real. La foto puede dar cuenta de la realidad del pasado, no de lo viviente. De hecho, el tiempo fotogrfico contiene una fatalidad mayor: al sealar un punto repleto de indeterminacin posible slo gracias al estatismo de la imagen, la pose[footnoteRef:22] la nica movilidad futura que sugiere es la muerte. Esto que inevitablemente va a morir. La fotografa del invernadero fue para Barthes el encuentro inesperado de esta verdad. Y si ha llegado a estremecerle de tal forma se debe a que el noema fotogrfico est colmado de pasado, garantizando as la realidad de su madre en un tiempo anterior especfico pero, sugiriendo siempre el futuro de algo que ya ocurri: su muerte. [22: Fenomenologa del cine]

Deca Roland Barthes al principio de su investigacin: la foto que existe es aquella que me anima y yo la animo; y podramos preguntar de qu forma se da tal animacin en esta imagen? Qu le da el spectator a una foto y qu le restituye sta a su vez? La fotografa tiene la capacidad de herir porque contiene la certeza de un pasado indeterminado; es la verdad del tiempo su complejidad e innegable existencia lo que es capaz de afectar, de estremecer, de conmover y de desgarrar. Por ello, afirma nuestro filsofo: ahora s que existe otro punctum (otro ) distinto del . Este nuevo punctum que no est ya en la forma, sino que es de intensidad, es el Tiempo, es el desgarrador nfasis del noema , su representacin pura.[footnoteRef:23] La fotografa ofrece un tiempo nico y sin poder distinguir su verdad de mi afeccin, del pathos que produce, une spectator e imagen por la terrible fatalidad del noema: esto que ha sido, va a morir, yo que miro esta imagen y participo de la afeccin del tiempo, inevitablemente, morir. Qu se puede decir frente a esta sentencia? Nada, pero sin duda, tal verdad estremece. Por ello, toda fotografa es pattica. [23: P.146]

Las fotografas tambin certifican que la muerte es parte de la vida y que, sin duda, sta es indispensable para la continuidad de la especie. Hacen patente la persistencia del linaje, los rostros revelan su pertenencia a un pasado gentico, diferenciado de varios modos por el transcurrir histrico de la humanidad. Pero a veces, y quiz por pura casualidad, el operator se convierte en mediador de una verdad cuando es capaz de dar vida al referente; y no por explotar los recursos tcnicos de su arte sino, porque puede capturar la esencia de un ser nico, las cualidades que lo definen. Con ello, hace salir al referente de ese proceso tan homogneo como es el de morir para la especie y nos revela la existencia de lo irrepetible. Para Barthes, la foto del invernadero se diferenciaba del resto de las fotos de su madre porque le entregaba la certeza de su existencia tanto como la verdad de su ser. Una verdad que est enlazada a la metafsica, pues est fuera de todo valor, incluso moral; y para la cual no tiene palabras ms que las de un lenguaje dectico: , . Las otras fotos le haban parecido mscaras, rostros cargados todava de alguna significacin; pero al llegar a la foto de invernadero encuentra la dulzura, la inocencia y bondad que posea el ser amado, cualidades ni heredadas ni aprendidas que form su ser nico. Cuando las fotografas estn dotadas de esta esencia poseen un aire, segn Barthes, y slo es posible encontrarlo a travs de la mirada (la mirada fotogrfica que sin dejar de ser perceptiva se vuelve desatenta). Es como si los ojos de quien ha sido fotografiado pudieran revelar algo interior. As, la fotografa que slo nos ofrece la imagen externa de un cuerpo, su superficie a la vez que es ella misma superficie llana y lisa, se transforma en la evidencia de una interioridad. Para Barthes la fotografa es capaz de darnos tanto la certeza del tiempo como la verdad de un ser; desde luego, no puede demostrar tal cosa. Las razones que le inducen a pensar que la mirada revela una cualidad, un alma, son de orden metafsico quizs el problema del tiempo mismo lo sea. Pero lejos de afectar el trabajo fenomenolgico, el anlisis de su propia experiencia, vienen a confirmar que la fotografa participa de una especie de demencia. Hay delirio o locura en la fotografa porque puede hacernos creer en el encuentro pleno en algunos casos con el referente. La foto induce a la alucinacin: olvidamos la ausencia del referente porque percibimos su huella, por un momento, parece que la fotografa se anula como medio y nos entrega la cosa misma. Al certificar la existencia pasada de un ser nos hace creer que entramos en contacto con lo Real[footnoteRef:24]. Pensamiento paradjico, pues, la fotografa, participe de lo imaginario, nos hara afrontar la . En esto consiste el xtasis fotogrfico. [24: El concepto es de Lacan, lo real absoluto, anterior a todo lenguaje ]

Roland Barthes termina llevando hasta lo inefable el problema de la fotografa, despojndola de toda significacin. Realiza una crtica a su propio pensamiento, no porque niegue los conceptos tericos de los que se nutri sino porque los lleva al lmite. Es la posibilidad de pensar de otra manera el riesgo que asume en La cmara lcida. Y a ello nos invita cuando propone aceptar la fotografa en toda su locura pese a que exista todava la posibilidad de someterla a la institucin de la lengua.