Fosfina

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22 | tiempo argentino | argentina | año 2 | n· 396 | domingo 19 de junio de 2011 Manuel Alfieri malfi[email protected] Fosfina: el veneno que acecha a los transportistas de granos en el país Es un tóxico que se introduce en los camiones para desinfectar el cereal. Pero los sectores vinculados al transporte denuncian que está matando a los choferes y que la regulación es obsoleta. La complicidad de las agroexportadoras. La otra cara oculta del “boom sojero” en la Argentina T odos los días los camioneros que transportan cereales po- nen en riesgo su vida. El mayor peligro, paradójicamente, no está en los accidentes de tránsito, sino dentro de sus propios camiones, producto de un veneno llamado fosfina. Se trata de un gas extre- madamente tóxico y letal para los seres humanos, que se genera cuando las pastillas de fosfuro de aluminio, utilizadas como plagui- cida bajo el nombre comercial de Phostoxin, entran en contacto con la humedad natural. Este químico se introduce en el acoplado de los camiones para eliminar todo tipo de ácaros, gorgojos y otros insectos que pueden aparecer en los granos durante el viaje. Pese a las indica- ciones de los especialistas que re- comiendan no entrar en contacto con la fosfina durante las prime- ras 48 horas de su aplicación, los transportistas están expuestos al veneno de forma inmediata y du- rante largas jornadas de trabajo. Un informe de la Superinten- dencia de Riesgos del Trabajo de la Nación (SRT) advierte que el gas “tiene la capacidad de atrave- sar distintos materiales, se debe utilizar en ambientes hermética- mente cerrados y los trabajadores no pueden ni deben exponerse a él”. Sin embargo, a los choferes se les vuelve imposible cumplir con esa norma: prefieren utilizar el poco dinero que tienen para co- mer y, en lugar de alquilar un ho- tel, terminan durmiendo dentro del camión, rodeados de cereal y veneno, hasta que la fosfina hace efecto sobre los granos que están listos para exportar. Miguel Bettili, secretario de la Federación de Transportadores Argentinos (FETRA), señaló: “Las cerealeras se ahorran unos pesos de los miles de millones que ganan, con tal de no proveer al camionero de condiciones de trabajo dignas. Cerealeras: ganancias millonarias y megaevasión De acuerdo a lo publicado por la revista Mercado en su edición de junio de 2010, las multinacionales exportadoras de cereal se encuen- tran dentro de las 1000 empresas que más venden en la Argentina. Según la última información comercial disponible, Cargill se hizo con $ 13.699 millones; Bun- ge se adjudicó $ 10.600 millones; Aceitera General Deheza, $ 9200 millones; Dreyfus, $ 8120 millones; Nidera, $ 3500 millones; Toepfer, $ 1123 millones; y Noble, $ 1030 millones. Entre las siete firmas, el total de ventas anuales alcanza los $ 47.272 millones. Es decir, unos 5 millones de pesos por hora. Según datos de la Escuela de Estadísticas de la Facultad de Cien- cias Económicas de la Universidad Nacional de Rosario, los salarios de los trabajadores que participan en la cadena de la exportación re- presentan una mínima proporción en relación a los ingresos de estas empresas. En el caso de Nidera, el costo laboral es apenas el 1,54%; para Cargill, el 0,58%; para Bunge, el 0,47%; y para Dreyfus, el 0,23%. Desde diferentes sectores del transporte denuncian que estas sociedades tienen un alto grado de evasión fiscal. “Ellos tienen las balanzas con que se pesa el cereal que exportan. O sea, el pesaje lo hacen ellos y declaran lo que quie- ren”, aseguró Omar Pérez, secre- tario de Política de Transporte del Sindicato de Choferes de Camiones de Buenos Aires. El 1 de marzo de este año, la Ad- ministración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) realizó 117 allana- mientos a 48 empresas cerealeras, buscando pruebas para demostrar la concreción de operaciones ilícitas de comercialización de granos por unos $ 150 millones. El organismo detectó que Cargill, ADM Argentina, Dreyfus, Bunge, Oleaginosa More- no y Toepfer realizaban una planifi- cación fiscal nociva con el objetivo de perjudicar a las arcas públicas. La AFIP descubrió triangulaciones y el uso de paraísos fiscales en ope- raciones financieras, por lo que las compañías fueron suspendidas del Registro de Operadores de Granos, que otorga a las exportadoras un tratamiento impositivo beneficio- so. Los allanamientos se repitieron el 28 de abril, en busca de nuevas maniobras ilícitas que rondarían los $ 310 millones. Cargill, además, fue inhabilitada por la justicia para realizar operaciones desde su pro- pio puerto. Fumigados - Los camioneros relatan casos de choferes que fallecieron después de la desinfección con este gas. El químico se aplica en el interior de los acoplados para eliminar ácaros, gorgojos y otros insectos. Investigación La Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos Contra el Medio Ambiente (UFIMA) está siguiendo la pista a este problema. BAJO LA LUPA En el país, más del 80% del transporte de granos se realiza a través de camiones. El resto de la producción viaja en trenes y medios fluviales. LAS RUTAS DEL CEREAL Para comunicarse con esta sección: [email protected] HERNÁN MOMBELLI

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22 | tiempo argentino | argentina | año 2 | n·396 | domingo 19 de junio de 2011

Manuel [email protected]

Fosfina: el veneno que acecha a los transportistas de granos en el país Es un tóxico que se introduce en los camiones para desinfectar el cereal. Pero los sectores vinculados al transporte denuncian que está matando a los choferes y que la regulación es obsoleta. La complicidad de las agroexportadoras.

La otra cara oculta del “boom sojero” en la Argentina

Todos los días los camioneros que transportan cereales po-nen en riesgo su vida. El mayor

peligro, paradójicamente, no está en los accidentes de tránsito, sino dentro de sus propios camiones, producto de un veneno llamado fosfina. Se trata de un gas extre-madamente tóxico y letal para los seres humanos, que se genera cuando las pastillas de fosfuro de aluminio, utilizadas como plagui-cida bajo el nombre comercial de Phostoxin, entran en contacto con la humedad natural. Este químico se introduce en el acoplado de los camiones para eliminar todo tipo

de ácaros, gorgojos y otros insectos que pueden aparecer en los granos durante el viaje. Pese a las indica-ciones de los especialistas que re-comiendan no entrar en contacto con la fosfina durante las prime-ras 48 horas de su aplicación, los transportistas están expuestos al veneno de forma inmediata y du-rante largas jornadas de trabajo.

Un informe de la Superinten-dencia de Riesgos del Trabajo de la Nación (SRT) advierte que el gas “tiene la capacidad de atrave-sar distintos materiales, se debe

utilizar en ambientes hermética-mente cerrados y los trabajadores no pueden ni deben exponerse a él”. Sin embargo, a los choferes se les vuelve imposible cumplir con

esa norma: prefieren utilizar el poco dinero que tienen para co-mer y, en lugar de alquilar un ho-tel, terminan durmiendo dentro del camión, rodeados de cereal y

veneno, hasta que la fosfina hace efecto sobre los granos que están listos para exportar.

Miguel Bettili, secretario de la Federación de Transportadores

Argentinos (FETRA), señaló: “Las cerealeras se ahorran unos pesos de los miles de millones que ganan, con tal de no proveer al camionero de condiciones de trabajo dignas.

Cerealeras: ganancias millonarias y megaevasiónDe acuerdo a lo publicado por

la revista Mercado en su edición de junio de 2010, las multinacionales exportadoras de cereal se encuen-tran dentro de las 1000 empresas que más venden en la Argentina.

Según la última información comercial disponible, Cargill se hizo con $ 13.699 millones; Bun-ge se adjudicó $ 10.600 millones; Aceitera General Deheza, $ 9200 millones; Dreyfus, $ 8120 millones; Nidera, $ 3500 millones; Toepfer, $ 1123 millones; y Noble, $ 1030 millones. Entre las siete firmas, el total de ventas anuales alcanza los $ 47.272 millones. Es decir, unos 5

millones de pesos por hora.Según datos de la Escuela de

Estadísticas de la Facultad de Cien-cias Económicas de la Universidad Nacional de Rosario, los salarios de los trabajadores que participan en la cadena de la exportación re-presentan una mínima proporción en relación a los ingresos de estas empresas. En el caso de Nidera, el costo laboral es apenas el 1,54%; para Cargill, el 0,58%; para Bunge, el 0,47%; y para Dreyfus, el 0,23%.

Desde diferentes sectores del transporte denuncian que estas sociedades tienen un alto grado de evasión fiscal. “Ellos tienen las

balanzas con que se pesa el cereal que exportan. O sea, el pesaje lo hacen ellos y declaran lo que quie-ren”, aseguró Omar Pérez, secre-tario de Política de Transporte del Sindicato de Choferes de Camiones de Buenos Aires.

El 1 de marzo de este año, la Ad-ministración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) realizó 117 allana-mientos a 48 empresas cerealeras, buscando pruebas para demostrar la concreción de operaciones ilícitas de comercialización de granos por unos $ 150 millones. El organismo detectó que Cargill, ADM Argentina, Dreyfus, Bunge, Oleaginosa More-

no y Toepfer realizaban una planifi-cación fiscal nociva con el objetivo de perjudicar a las arcas públicas. La AFIP descubrió triangulaciones y el uso de paraísos fiscales en ope-raciones financieras, por lo que las compañías fueron suspendidas del Registro de Operadores de Granos, que otorga a las exportadoras un tratamiento impositivo beneficio-so. Los allanamientos se repitieron el 28 de abril, en busca de nuevas maniobras ilícitas que rondarían los $ 310 millones. Cargill, además, fue inhabilitada por la justicia para realizar operaciones desde su pro-pio puerto.

Fumigados - Los camioneros relatan casos de choferes que fallecieron después de la desinfección con este gas.

El químico se aplica en el interior de los acoplados para eliminar ácaros, gorgojos y otros insectos.

Investigación La Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos Contra el Medio Ambiente (UFIMA) está siguiendo la pista a este problema.

BAJO LA LUPAEn el país, más del 80% del transporte de granos se realiza a través de camiones. El resto de la producción viaja en trenes y medios fluviales.

LAs rUtAs deL cereAL

Para comunicarse con esta sección:[email protected]

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Fumigan el camión y los choferes se tienen que quedar dos días as-pirando ese veneno. No te pagan estadía, no te ponen un hotel, nada. Pero después no se hacen cargo de la salud de la gente. Ahí, ellos ‘se la-van las manos’. Se trata de otra de las caras ocultas del ‘boom sojero’ que hoy vive la Argentina, donde los choferes que trasladan granos son una pieza clave.”

Para las multinacionales que exportan cereales y recaudan mi-llones de dólares por año (como Cargill, Nidera, Dreyfus, Bunge, entre otras), esta es la forma menos costosa, en términos económicos, de cuidar la calidad de los granos que exportan (ver “Multinaciona-les cereales: ganancias millonarias y evasión”). Por el contrario, para los sectores ligados al transporte, el costo sanitario es altísimo: “Es-tán jugando con la vida de los casi 130 mil camioneros que trabajan en el rubro”, aseguró Bettili.

Omar Pérez, secretario de Po-lítica de Transporte del Sindicato de Choferes de Camiones de Bue-nos Aires, agregó: “Las afecciones y patologías aparecen desde ha-ce años. En 2009 tuvimos cuatro muertes por este flagelo. En 2010, otras tres, de forma consecutiva. Creemos que los casos descono-cidos pueden ser aún muchos más.” A pesar de la gravedad de la denuncia, el uso de fosfina carece de legislación efectiva y rigurosos controles. Como si fuera poco, es extremadamente difícil probar que la muerte de una persona fue consecuencia de su inhalación, ya que el veneno no deja rastros en la sangre.

El problema de las fumigaciones

con fosfina estalló en abril y mayo del año pasado. En ese momento, tres transportistas murieron de forma consecutiva cuando espe-raban en el puerto para descargar los cereales que trasladaban. Las federaciones de transportadores y el Sindicato de Camioneros denun-ciaron que había un culpable: la fosfina. Y un responsable principal: las multinaciona-les cerealeras.

E l c a s o d e Iván Matías Po-devils, un joven de 2 8 a ños que falleció luego de una fumigación en el puerto rosarino de San Martín, fue u no de los pocos que tomó estado pú-blico, aunque sólo a nivel local. “Hay un gran cerco mediático. Hay muchos intereses de por medio para que este sistema no se pro-híba ni se conozcan sus efectos a nivel nacional. Nos están matando”, aseguró Pérez, desde el Sindicato de Choferes. Tiempo Argentino acce-dió a una autopsia judi-

cial que, por lo menos, despierta sospechas. En el informe, la mé-dica forense Silvia Mirta Cavallini expresó: “Puedo inferir que el se-ñor. Podevils presentó un severo cuadro por contacto, aspiración o ingesta de alguna sustancia capaz de desencadenar un cuadro tóxico y/o alérgico.”

Sin embargo, la justicia todavía no resolvió cuáles fueron las causas exactas de la muerte. Como se dijo, certificar un deceso por fosfina es extremadamente difícil. El toxicólogo N e l -s o n Albia-

no, que desde la SRT trabajó en este tema, explicó: “El veneno afecta a los pulmones y no deja rastros en la s a n - gre. Entonces,

todo dictamen de médico fo-rense habla de muerte natural o de paro car-

diorrespiratorio. Es por eso que pa-ra un médico puede resultar difícil determinar que una persona murió a causa de la fosfina, porque el gas desaparece del cuerpo” (ver “¿Qué es la fosfina?”).

Este sistema de fumigación se aplica desde hace años en los prin-cipales puntos de exportación del país. Los más conocidos son los puertos San Martín (en Rosario), Bahía Blanca y Quequén (ambos en la provincia de Buenos Aires). El proceso se concreta cuando los camiones llegan al puerto, donde antes de descargar la mercadería se realiza un “calado” para ins-peccionar la calidad del cereal. Si se detecta que los granos tienen insectos, debe introducirse fos-furo de aluminio para eliminar-los. De lo contrario, las cerealeras rechazan el cargamento. Vicente Bouvier, asesor legal de la Fede-ración Argentina del Transporte Automotor de Cargas (FATAC), se indigna ante esta situación

cotidiana, a la que consideró una “práctica perversa”. Bouvier sos-tuvo: “Los transportistas no tene-mos nada que ver con la calidad del cereal. Si el cereal tiene bichos, es una cuestión del cargador y del destinatario. ¿Por qué nosotros tenemos que sufrir los efectos de la fosfina?”

Por temor a perder su trabajo, los camioneros aceptan ser fu-migados. “El chofer siempre se ve perjudicado. Porque si aceptás la fumigación, te intoxicás. Y si te negás, pasan dos cosas: o viene otro atrás que se ofrece a hacer el trabajo por menos guita, o direc-tamente la cerealera no te llama más. Y es así: no laburás más en tu vida, eh”, relató Bettili, de FETRA. Y agregó: “Un compañero, el año pasado, se intoxicó con el veneno. Por suerte sobrevivió. Pero por haberse envenenado, la cerealera no lo llamó más. Sí, por haberse envenenado.”

En el puerto de San Martín, una larga hilera de camiones espera por entrar a las playas de estacio-

namiento. Algunos vehícu los l levan más de diez horas de espera. Los conduc-

tores toman mate, se pelean con la policía

y también entre ellos. Están cansados. No

soportan que los mal-traten y se quejan con-

tantemente por las de-plorables condiciones

de trabajo a las que están sometidos: el baño más cercano se encuentra a

1 kilómetro y medio del lugar, y las cerealeras no

les pagan comida ni esta-día, incluso cuando deben

permanecer largas jorna-das en el puerto. Aseguran

que la fila de vehículos llega a los 15 kilómetros. Y que, en

Pastillas - En la foto, dos operarios aplican el veneno a un cargamento. El efecto que provoca es altamente tóxico.

La fosfina es un gas incoloro, más denso que el aire, muy difícil de disipar y altamente tóxico para los humanos. Tiene un olor fuerte, pa-recido al del pescado podrido o al ajo. Este gas se produce cuando las pastillas de fosfuro de aluminio (utilizadas como plaguicida sobre granos almacenados en la carga del camión) entran en contacto con la humedad natural. Mata los ácaros, gorgojos o carcomas que pueda llegar a tener el cereal. Se-gún denuncian médicos, abogados y representantes de los trabajado-res del transporte, también puede ser letal para los propios camio-neros. Su nombre comercial es Phostoxin.

Las pastillas que producen fos-fina deben venderse bajo receta, según lo dispone la Ley Provincial

11.273 de Santa Fe, aunque en la práctica se adquieren fácilmente y a un bajo precio. Esta situación se extiende, también, a lo largo y a lo ancho del país.

Los médicos coinciden en que la ruta más simple de exposición a este veneno es la inhalación. “Los síntomas nerviosos más comunes son vér tigos, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, temblores de las extremidades y convulsiones. Incluso, puede llegar a inducir un coma. Los síntomas respiratorios son dolor en el tórax, dificultades para respirar y edema agudo de pulmón”, explicó, en diálogo con Tiempo Argentino, el toxicólogo Nelson Albiano, de la Superin-tendencia de Riesgos del Trabajo (SRT). “Según la concentración atmosférica, los síntomas

pueden aparecer inmediatamente o después de un tiempo de laten-cia. La exposición menos intensa puede provocar daño en el hígado, en el miocardio y en el sistema ner-vioso central”, agregó Albiano.

Un informe de la SRT sostie-ne que la inhalación de 300 ppm (partículas por millón) de fosfina puede causar la muerte inmediata. De hecho, se trata de uno de los venenos más utilizados en el mun-do con fines suicidas.

¿Qué es la fosfina?

Iván Matías Podevils, de 28 años, murió luego de una fumigación en el puerto rosarino de San Martín.

En marzo pasado, Santa Fe prohibió tratar el cereal con agroquímicos durante la carga y tránsito a destino.

(sigue en p. 24)

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las épocas de cosecha, entra al puer-to un camión cada ocho segundos.

Al costado de la ruta yacen ca-dáveres de palomas y otros anima-les. “Es algo habitual. Se comen los granos del suelo, que están conta-minados con fosfina, y mueren al instante”, explicó Rubén Gómez, un camionero con 14 años de anti-güedad en el rubro, que acompañó a este cronista en un recorrido por las inmediaciones del puerto. El transportista agrega: “Toda mi vida sufrí las fumigaciones con fosfina. Uno tiene que dormir ahí, rodeado de veneno. Lo lógico sería que la

empresa te pague una estadía en un hotel, pero no te pagan nada”, se quejó, con la seguridad de que deberá pasar dos o tres días en el puerto, dentro de su viejo camión.

El uso de fosfina está prohibido en nuestro país, pero la normativa vigente es “obsoleta”. Aunque la Resolución 456/09 del Ministerio de Salud impide su “producción, importación, comercialización y/o uso”, basándose en prohibi-ciones de países como Bélgica, Belice, China y Japón, las pastillas de fosfuro de aluminio continúan vendiéndose libremente, por unos pocos pesos y sin receta.

El Servicio Nacional de Sani-dad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) también prohibió en el año 1983, a través de la dispo-sición tercera “el tratamiento con plaguicidas fumigantes de los gra-nos, productos y subproductos de cereales y oleaginosas, durante la carga de los mismos en camiones y durante el tránsito de estos hasta su destino”.

La abogada Valeria Pardo, ase-sora legal de FETRA, explicó esta paradoja: “Hay un gran vacío le-gal. La resolución del SENASA no

especifica quién tiene el poder de policía, cuál es la pena para quien incumple esa norma y quién paga esa multa. También está la reso-lución del Ministerio de Salud, pero todo lo que venga desde ahí se entiende que es para productos alimenticios y medicamentos”, aseguró la abogada, para quien todas las normas vigentes, además de imprecisas, “son obsoletas”.

A la hora de las responsabilida-

des, Pardo señaló un gran abanico: “Van desde un productor agrope-cuario hasta las multinacionales como Cargill. Pero quien debería ser contralor es el Poder Ejecutivo provincial y el nacional. Por lo tan-to, hay responsabilidades públicas y privadas”, consideró la letrada.

Por esta razón, FETRA presentó un amparo en los tribunales rosa-rinos para impedir las fumigacio-nes en tránsito en Santa Fe. La jus-

ticia respondió favorablemente. Y el 16 de marzo de este año, una Comisión Interministerial del go-bierno santafesino emitió una re-solución que, entre otras medidas, prohíbe “el tratamiento con cual-quier tipo de agroquímicos de los granos, productos y subproductos de cereales y oleaginosas, durante la carga de los mismos en camio-nes y/o vagones y durante el trán-sito de éstos hasta destino”.

Sin embargo, el amparo rige só-lo para la provincia de Santa Fe y, hasta el cierre de este artículo, los inspectores del Ministerio de Tra-bajo provincial ni siquiera conta-ban con detectores de fosfina. Pero lo más grave es que en los puertos de Buenos Aires, este sistema de fumigación se sigue aplicando sin control alguno, ya que no existe ningún tipo de norma que proteja a los choferes bonaerenses.

Este diario se comunicó con Oscar Dávila, un conductor de 37 años, oriundo de Chivilcoy, que comenzó a trabajar a los 20. A co-mienzos de mayo, Dávila se dirigía a Capillar del Señor para descargar granos de maíz, cuando fue recha-zado por “tener insectos”. Se negó a ser fumigado en reiteradas ocasio-nes. Por esta razón tuvo el camión parado durante dos semanas hasta que aceptó que le aplicaran fosfina. Recién ahí pudo hacer la descarga. Sin embargo, no lo hizo por volun-tad propia: “Me vi obligado porque estaba perdiendo tiempo y dinero. Además, todos sabemos que no hacerlo implica perder el trabajo. Encima, el productor que me había dado los granos me quería denun-ciar en una comisaría. Decía que le había robado la carga”, explicó, con resignación, el camionero.

Desde FETRA aseguraron que en la próxima semana presenta-rán un amparo en Buenos Aires, como ya lo hicieron en Santa Fe. Además, junto con el Sindicato de Choferes bonaerense buscan ingresar un proyecto de ley en el Congreso Nacional que contem-ple la prohibición de este sistema en todo el territorio argentino. “Aparte de prohibir las fumiga-ciones, queremos que los respon-sables queden presos porque acá hay dolo: las multinacionales o los productores saben que cuando te meten fosfina en el camión te es-tán matando. Saben lo que hacen. Por eso queremos una ley”, senten-ció Omar Pérez, desde el Sindicato de Choferes de Buenos Aires.

Por el momento, y mientras esa ley no exista, miles de camioneros de todo el país seguirán tan des-protegidos como siempre. <

La Superintendencia de Ries-gos del Trabajo (SRT) cuenta con un Centro de Información y Asesoramiento gratuito lla-mado Preventox. El Centro fue creado para contestar consul-tas sobre las sustancias quími-cas peligrosas y los efectos que ejercen sobre el ser humano, poniendo énfasis en la preven-ción del desarrollo laboral en un medio sano. Teléfono: 4321-3500 (interno 1062). Mail: <[email protected]>

PREVENTOX

Testimonio - Dreyfus es una de las firmas presentes en el puerto de San Martín, en Rosario. Rubén Gómez, camionero con 14 años de experiencia, aseguró: “Toda mi vida sufrí fumigaciones con fosfina.”

Las pastillas de fosfuro de aluminio continúan vendiéndose libremente, sin receta y a pocos pesos.

Afiches - Los choferes exigen más y mejores medidas de control y seguridad.

Reclamo - La Federación de Transportadores Argentinos presentará un amparo en Buenos Aires como hizo en Santa Fe.

hernÁn mombelli

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(viene de p. 23)