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En su búsqueda de seguridad, estos aldeanos huyen del conflicto en la región de lturi, en la RDC.

La primera vez que fui al Congo comprendí que nada había cambiado

en los 100 años transcurridos desde la publicación de El corazón de las

tinieblas, de Joseph Conrad, excepto que ahora eran multinacionales

las que explotaban a la gente y saqueaban todos los recursos. Un informe

de 2004 reveló que la llamada "primera guerra mundial de África" había

costado la vida a más de cuatro millones de personas e, increíblemente, nadie

hablaba de tan espantoso saldo fatídico. Tamaña indiferencia me enfureció.

Pasé ocho meses fotografiando el conflicto y en ese lapso solo un par de re-

porteros internacionales hizo la cobertura desde Kinshasa. Por eso sigo pre-

sentando estas imágenes, porque quiero que el público se indigne tanto

como yo; que sepa que los minerales de nuestros teléfonos móviles, compu-

Fotografías de

Marcus Bleasdale

tadoras O cámaras están financiando esa violencia. ¿Cómo acabar con ese

horror? Todo empieza con una foto.

58 NATIONAL GEOGRAPHIC • OCTUBRE DE 2013

Por Jeffrey Gettteman

El primer niño solte de la maleza;ede asalto AK-47

de brotes frescos de maaños, luce una peluca dtizas; el muchacho tuercamplia y maliciosa, COI

algo, lo que es muy prorecen unos 10 chicos h:tidos con uniformescamisetas sucias, desecircundantes y bloquetierra por donde circulnuto ejército se abalanzcamioneta Toyota, inm

os dirigimos a Bavoro bajo control rebeléviolento y salvaje, de hdel Congo, el país subscontinente y, en teoría,una inmensa fortuna erillo, cobalto, cobre,estabillones de dólares en nbargo, debido a la gueluna de las naciones midel orbe, contrasentidonos de que las minas (en el Congo oriental seministrado materias pjoyería y electrónica mide suerte que tu lapto]juego o collar de oro-sufrimiento congolés.

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e, increíblemente, nadie

iferencia me enfureció.

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shasa. Por eso sigo pre-

o se indigne tanto

onos móviles, compu-

Cómo acabar con ese

PorJeffrey Gettleman

Elprimer niño soldado sale repentinamen-te de la maleza; en una mano lleva un riflede asalto AK-47 y en la otra, un puñado

de brotes frescos de mariguana. De unos 14 015años, luce una peluca de mujer con trenzas pos-tizas;el muchacho tuerce los labios en una sonrisaamplia y maliciosa, como si acabara de robarsealgo, lo que es muy probable. En segundos, apa-recen unos 10 chicos fuertemente armados, ves-tidos con uniformes de camuflaje raídos ycamisetas sucias, descolgándose de los árbolescircundantes y bloqueando el camino rojo detierra por donde circulamos. De pronto, el dimi-nuto ejército se abalanza sobre nuestra pequeñacamioneta Toyota, inmovilizándonos.

os dirigimos a Bavi, donde hay una mina deoro bajo control rebelde en el extremo oriental,violento y salvaje, de la República Democráticadel Congo, el país subsahariano más grande delcontinente y, en teoría, uno de los más ricos, conuna inmensa fortuna en diamantes, metal ama-rillo, cobalto, cobre, estaño, tantalio y mucho más:billones de dólares en recursos naturales. Sin em-bargo, debido a la guerra incesante, es tambiénuna de las naciones más pobres y traumatizadasdel orbe, contrasentido que se explica al enterar-nos de que las minas que controlan las miliciasen el Congo oriental son las mismas que han su-ministrado materias primas a las compañías dejoyería y electrónica más importantes del mundo,de suerte que tu laptop -o cámara, o consola dejuego o collar de oro- puede contener trazas desufrimiento congolés.

El ejemplo perfecto es la mina de la región deBavi, controlada por un caudillo barrigón llamadoCobra Matata. No obstante, "controlada" se antojauna exageración, pues no existen frentes defini-dos que delimiten el fin del dominio gubernamen-tal y el inicio del territorio de Cobra, ni fuerzasopositoras agazapadas en trincheras o madrigueras,con el ojo puesto en las respectivas miras. En vezde ello, hay grados difusos de influencia concontados elementos del gobierno congoleño ten-didos por ahí, a la sombra de un mango, y unoskilómetros más allá un puñado de niños solda-dos fumando mariguana; entre ambos, solo laextensa, vacía y rutilante selva verde.

"[Sigara, sigara!", carean los chicos, pidiendotabaco. El fotógrafo Marcus Bleasdale y yo sa-camos por la ventana puñados de cigarrillosSportsman, una marca local, que desaparecende inmediato en sus manos ávidas. Eso, juntocon unos miles de francos congoleses arrugados(menos de cinco dólares estadounidenses), bastapara que nos dejen seguir por la muy acciden-tada terracería, pasando villorrios de chozas ybananos hacia un horizonte de montañas gigan-tescas que parecen rozar el cielo.

Al llegar a Bavi nos sentamos con los ancianosde la aldea para hablar acerca del oro. Aun cuan-do el precio mundial del metal se ha cuadrupli-cado en los últimos 10 años, el lugar no muestraindicio alguno de desarrollo o prosperidad. Bavitiene el aspecto de cualquier otro poblado delCongo oriental: un conjunto de chozas circularesjunto al camino, un mercado con puestos hechosde palos, tenderos aletargados vendiendo ropa desegunda mano y hombres de mirada vidriosa queapestan a licor casero y caminan a trompiconespor senderos de tierra. o hay electricidad ni

Jeffrey Gettleman es jefe de la corresponsalía delNew York Times en África oriental. Vemás imáge-nes del Congo oriental en marcusbleasdale.com.

MINERALES EN CONFLICTO 59

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El oro se ha vuelto el mineral de con-flicto más lucrativo. Las ganancias ¡lí-citas con estaño, tungsteno y tantaliose redujeron cuando comenzó a ganarterreno una campaña que vinculó di-chos minerales con la violencia.

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agua corriente; hacen falta medicinas y libros parala escuela; los niños andan descalzos, con losvientres distendidos como globos a causa de ladesnutrición, los parásitos o ambos.

"Estamos en quiebra': revela Juma Mafu, unode los ancianos. "Tenemos mucho oro, pero no haymáquinas para sacado. Nuestros cavadores usanlas manos. Ninguna compañía grande vendráaquí hasta que tengamos paz': Yeso es algo que,a todas luces, no tienen.

Las aves trinan y el sol vespertino empieza aocultarse mientras caminamos cuesta abajo hacia

El ministro de minas mueve su gruesacabeza y dice: "Están arrestados".

el filón. Hacemos una primera escala para salu-dar al "ministro de minas", quien se encuentraen una taberna del mercado, sentado cual Budacon los ojos entornados detrás de una selva debotellas de cerveza Primus que acaba de vaciar.E un tip enorme, que intenta cubrir los plie-gues mantecosos de su espalda con un chaquetp atead vulgar.

"Hujambo, mzee", saludo respetuosament enswahili y é deja escapar un sonar eructo. Leinformo que somos reporteros y que nos gustaríaver la mina de oro.

E. hombre suelta una risita maligna y dice:'';.Cómo sé que son reporteros? Tal vez sean espías':Sus palabras corren como fueg por el mercady una multitud nos rodea de inmediato.

Tenemos que irnos, pienso. Tenemos que ir-nos, ahor mismo. Con toda la naturalida queme e, posible en ese momento, pues mi voz co-mienza a quebrarse, respondo: "Bueno, sí; nohay problema. Entonces nos vamos a casa".

Pero el ministro de minas mueve su cabezagruesa." o, nada de eso. Están arrestados': "¿Porqué?': inquiero, con la garganta reseca. "Por estare una zone rouge".

¿Acaso la mayor parte del oriente del Congon es una zona roja controlada por grupos ar-mados?, me pregunto. Pero no abr la boca por-que, en ese instante, nos escoltan a un aut para

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emprender un viaje de cinco horas hasta la ciudadde Bunia donde, a punta de pistola, nos interro-gan en una casucha oscura, con siniestras man-chas en el suelo.

ESTA ES LA HISTORIA DEL CONGO: débil y co-rrupto, el gobierno de Kinshasa -la capital- hapermitido que el enorme país se pudra hasta lamédula, mientras que la apartada región orientalha caído en la anarquía, devastada por un ama-sijo de grupos rebeldes que financian su bruta-lidad con minerales robados, aunque el ejércitogubernamental no es menos perverso y deshones-to. Son pocas las naciones modernas que han su-frido tanto tiempo y en una escala tan espantosacomo el Congo donde, año tras año, centenaresde hombres, mujeres y niños son masacrados, aveces en lugares tan recónditos de la selva quepasan semanas antes de que la verdad se sepa;donde cientos de miles de mujeres son violadasimpunemente.

Para entender cómo fue que el Congo deseen-dió : semejante caos hay que retroceder más de unsiglo, a l época en que el rey Leopoído Ií de Bél-gic . se apropié del enorme territori en el co-razón de África, decrarándolo una coloniapersonal y, decidido a btener cauch y marfil,propició la voraz explotación de recursos queh persistid hast nuestros días. Hacia 1960,cuando BéLgICa reconoció repentinamente laindependencia del Congo, estallaron insurrec-ciones que allanaron el camin para un ambi-cioso)' iove militar llamado Mobut Sese Seko,quien se hizo del poder y jamás lo dejó. Mobutugobernó 32 años, atiborrándose de pasteles pa-risinos recié horneados que hací transportaren avió hasta su palacios selváticos, mientraslo, niños congo eses morían de hambre.

A la larga, Mobun, habría de caer, arrastrandoconsigo al país. En 994 se desaté u . genocidioen 'a vecin Ruanda que cobré un millón devidas. Com muchos asesinos huyeron al orien-te del Congo, la región se convirtió en una basedesestabilizadora par Ruanda, de modo que estase alié co la colindante Ugand para invadir e:Congo, instalar a su favorit Laurent Kabil ydeponer a Mobutu e 1997. Sin embargo, pronto

ÁFRICA

Lejos del control de Kinshasa,poseen una inmensa fortuna econflicto armado que asuela la I

del siglo xx. Militares y caudillelas vecinas Ruanda y Uganda, I

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En la anarquía resugrupos rebeldes se apminas. Los rebeldescon diamantes, oro, esto duro, gris y resistetlizado en la electróproduce entre 20 y se

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REPÚBLICA IDEMOCRÁTICA

DEL ~CONGO

ÁFRICA

*Kinshasa

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Lejos del control de Kinshasa, las provincias orientales del Congoposeen una inmensa fortuna en minerales, la cual ha desatado unconflicto armado que asuela la región desde la década de los noventadel siglo xx. Militares y caudillos milicianos, muchos apoyados porlas vecinas Ruanda y Uganda, pugnan por el control de las minas.

se hartaron de él y volvieron a invadir el Congo,en un segundo conflicto que involucró a Chad,Narnibia, Angola, Burundi, Sudán y Zimbabue, deallí que a menudo sea descrito como la "prime-ra guerra mundial de África".

En la anarquía resultante, tropas extranjeras ygrupos rebeldes se apoderaron de centenares deminas. Los rebeldes financiaron su brutalidadcon diamantes, oro, estaño y tantalio, un elemen-to duro, gris y resistente a la corrosión, muy uti-lizado en la electrónica. El Congo orientalproduce entre 20 y 50 % del tantalio mundial.

A principios del nuevo siglo, bajo una intensapresión internacional, los ejércitos extranjerosabandonaron el arruinado Congo tras destruirpuentes, carreteras, viviendas, escuelas y familiasenteras, dejando un saldo de hasta cinco millonesde muertos. Pese a que la Organización de las Na-ciones Unidas envió miles de pacificadores mili-tares (aún quedan unos 17000 efectivos), lasmasacres continuaron; Estados donadores invir-tieron 500 millones de dólares en las eleccionesde 2006-las primeras realmente incluyentes delCongo-, pero ni así se modificó la situación.

El oriente del Congo persistió como una zonade guerra donde ugandeses, ruandeses y burun-deses seguían cruzando las fronteras para patro-cinar organizaciones rebeldes, las cuales utilizanminerales para comprar más armas y pagar a más

NGM MAPSFUENTE SERVICIO DE INFORMACiÓN INTEANATIQNAL PEACE

Cada puntorepresenta una

mina. Los cuatrocolores indican los

minerales deconflicto primarios

(y los metalesrefinados).

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KIVUDEL SUR

• Oro

• Casiterita (estaño)

Volframita (tungsteno)

• Coltán (tantalio)

rebeldes, como los chicos empelucados de CobraMatata. A pesar del clamor internacional, nadiesabía exactamente qué hacer.

HACIA 2008, una masa crítica de grupos pro de-rechos humanos y legisladores estadounidensescomenzó a plantear una interrogante funda-mental: ¿qué hacer con los minerales? ¿Podríasanearse el comercio mineral del Congo?

El 21 de julio de 2010, el presidente BarackObama firmó la ley Dodd-Frank de reformafinanciera, mamotreto de 848 páginas que in-cluía una sección especial sobre los mineralesde conflicto y exigía que las empresas esta-dounidenses de cotización bursátil divulgaransi alguno de sus productos contenía mineralesextraídos de minas controladas por grupos ar-mados dentro o en las inmediaciones del Congo.Aun cuando el estatuto no impedía específica-mente que las compañías utilizaran mineralesde conflicto congoleses, las grandes empresastemieron verse asociadas con lo que, sin duda,es el peor desastre humanitario del planeta.

Incluso antes de implementarse la legislación,algunas corporaciones importantes, como Intel,Motorola y HP, comenzaron a seguir la pista alos minerales utilizados en sus productos y, des-de que entró en vigor, muchas otras compañías-no todas- han mejorado la auditoría de sus

MINERALES EN CONFLICTO 71

J

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cadenas de abasto, asegura Enough Project, or-ganización estadounidense no lucrativa quecalifica los esfuerzos de grandes empresas parafomentar un comercio de minerales limpios.

Chuck Mulloy, de Intel, reconoce que acatarlas nuevas reglamentaciones merma el ingreso(no dice cuánto), mas "no queremos apoyar a unmontón de violadores, saqueadores y asesinos.Así de simple". Para fines de 2012, los micro-procesadores de Intel ya no contenían tantaliocongoleño; no obstante, la compañía no puedegarantizar que sus microchips no estén contami-nados con pequeñas cantidades de otros minera-les de conflicto, como oro, estaño o tungsteno.

Una de las críticas a la ley Dodd-Frank es quepodía orillar a las compañías electrónicas a boi-cotear los minerales del Congo y afectar, inadver-tidamente, el sustento de los mineros locales. Yeso fue lo que ocurrió, al menos al principio. Lasmultinacionales dejaron de comprar mineral deestaño (casiterita) y tantalio a los fundidores queno pudieran demostrar que sus minerales nofinanciaban el conflicto y luego, en septiembrede 2010, el gobierno congolés ordenó una veda deseis meses para todas las actividades de mineríay comercio en el oriente del país, arruinado a mi-les de mineros.

Entonces aparecieron los primeros retoños deuna minería reformada. Las autoridades congo-lesas empezaron a inspeccionar las minas; el ejér-cito expulsó a milicianos y rebeldes, e introdujo

Desde 1998, el conflicto congolés ha cobrado las vidas de más decinco millones de personas -el equivalente a la población de unaciudad como Atlanta- y desplazado dos millones de individuos.Oro, tantalio, estaño y tungsteno son componentes de la mayorparte de los dispositivos electrónicos que se multiplican en loshogares estadounidenses.

Teléfonos celularesAdultos estadounidensescon dispositivoselectrónicos personales

2012

2006 278 millones

5.4 millonesMuertes asociadas conel conflicto en el Congooriental, 1998-2007""69 millones

Poblacióndel Congo"

Computadoras laptop Reproductores MP3

458 millones

NGM ARTFUENTES: PQPULATIQN REFERENCE BUREAU: OFICINA OEL CENSO DE ESTADOS UNIDOS; PEW INTERNET & AMERICAN lIFE PAOJECT

'CÁLCUlO EN 2012"INFORMACiÓN DISPONIBLE MÁS RECIENTE

Abandonada a su .Goma. Un estudio

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Visitamos un;flicto en yabibvarios kilórnetnKivu. La ladera (jóvenes encorvarde cabeza que rr

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1I0neses asociadas conflicto en el Congoal,1998-2007**

ctores MP3

458 millones

Abandonada a su suerte, esta mujer enfrenta una recuperación prolongada en el refugio de Hope in Action, enGoma. Un estudio de 2007 calcula que más de un millón de congolesas han sido violadas al menos una vez.

una policía minera recién capacitada para vigilarlos sitios; las utilidades de los grupos armadosque comerciaban con estaño, tantalio y tungs-teno cayeron 65 %. Las minas del Congo comen-zaban a limpiarse.

Visitamos una mina "verde", o libre de con-flicto en Nyabibwe, centro minero que abarcavarios kilómetros de un valle cercano al lagoKivu. La ladera de la montaña estaba repleta dejóvenes encorvados, harapientos y con lámparasde cabeza que martillaban, cavaban, paleaban,

escarbaban, arañaban y acarreaban cualquierposible brizna de casiterita amarillenta o mineralde estaño. Era como un ejército de hormigas quegastaba millones de calorías y litros de sudorpara alimentar una enorme y lejana industriaglobal. Ninguno de los obreros había oído hablarde la ley Dodd-Frank y, al preguntarles por lareglamentación, la mayoría masculló que el pre-cio de la casiterita aún era muy bajo.

Hace mucho que se extrajo de Nyabibwe todala casiterita fácilmente asequible, de modo que,

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ahora, los mineros deben cavar a mayor profun-didad en la montaña, armados solo con marti-llos y palas. Las paredes limosas de un túnelllamado Maternity, el túnel madre, se angostancon cada paso; la orientación se pierde en la os-curidad honda; solo se escucha el incesante go-teo del agua y, a lo lejos, el canto de los hombresprocedente de las entrañas de la Tierra.

Cargados con fardos de casiterita, los minerossalen de los túneles y arrastran los sacos hasta unapequeña choza al pie de la montaña, donde unosdependientes los pesan, anotan cifras en un gran

Estábamos muy confundidos. ¿No sesuponía que las autoridades debíancombatir a los insurgentes?

libro y pegan un código de barras plástico paraindicar que es mineral libre de conflicto. Enton-ces, los bultos emprenden el viaje en motocicletao camioneta hasta Bukavu, la población principal,donde son cargados en camiones de transportepesado que los conducen a Ruanda y de allí a Dares Salaam, Tanzania, puerto importante en el océa-no Índico. El destino final de la casiterita es Malasia,donde se funde a más de 1200 grados centígradosy después se vende a los fabricantes de dispositi-vos electrónicos.

Nyabibwe estuvo en manos de soldados con-galeses y aunque el gobierno ordenó que aban-donaran el lugar en 2011, aún circulan informesde que el ejército sigue contrabandeando en esamina. Con todo, durante nuestra visita, en enerodel presente año, no vimos soldados, ni milicia-nos ni niños obreros; los libros de registro pa-recían estar en orden y Nyabibwe tenía todo elaspecto de constituir un logro importante.

EL PROBLEMA es que aún son muy pocas las ope-raciones limpias. Apenas 10% de las minas orien-tales -55 en total- se consideran libres de conflictoy si bien la mayor parte de las explotaciones deestaño, tantalio y tungsteno han sido desmilitari-zadas, las de oro permanecen bajo el control delejército o en manos rebeldes. Funcionarios guber-namentales que buscan ganar dinero se coluden

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en secreto con caudillos insurrectos como CobraMatata, como lo descubrimos al tratar de teneracceso a la mina de oro de Bavi.

Luego de arrestamos, los soldados nos inte-rrogaron durante varias horas en una casuchaoscura de Bunia: "¿Quién los llevó a Bavi? ¿Cuáles la finalidad de su viaje? ¿Adónde más han ido?';gritaban.

Estábamos muy confundidos. Sabíamos queBavi era controlada por rebeldes. Entonces, ¿porqué nos había arrestado un oficial de inteligencia

Para este niño, la I

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del gobierno? ¿Ntenían que comb

"Cayeron en unario de la Orgaicon años de expelparten las ganan(que tratan de qw

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urrectoscomo Cobraosal tratar de teneravi.s soldados nos inte-

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didos.Sabíamos queeldes.Entonces, ¿poroficialde inteligencia

Para este niño, la esperanza de una vida normal es tan frágil como su refugio. Mientras persista el comercioilícito con minerales de conflicto, el temor y la codicia imperarán en el Congo oriental.

de! gobierno? ¿No se suponía que las autoridadestenían que combatir a los insurgentes?

"Cayeron en un juego -nos explicó un funcio-nario de la Organización de las Naciones Unidascon años de experiencia en e! Congo-o Todos com-parten las ganancias ilegales. Es una rebatiña en laque tratan de quedarse con todo lo posible':

"El gobierno se derrumba y todos buscan unarreglo que excluya a Kinshasa -agregó e! fun-cionario-. Los hombres de Bavi no querían queustedes vieran lo que estaban tramando".

Al preguntarle qué hacía falta para arreglar lasituación de! Congo fijó la mirada en sus zapatos."No hay una solución fácil -dijo-o Ni siquieraestoy seguro de que haya alguna solución".

Al día siguiente abandonamos Bunia en unaavioneta de hélice. Abajo, los bananales se fun-dían en una maraña verde oscuro y las aldeas dechozas se transformaban en minúsculos puntospardos mientras cruzábamos las montañas her-mosamente perfiladas donde yace enterrado todoese tesoro. D

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