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    Working paper # 17

    Programa Medio Oriente

    La revolucin iran y el

    estilo tardo enFoucault

    CAEICentro Argentino

    de EstudiosInternacionales

    por Kamal Cumsille M.

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    La revolucin iran y el estilo tardo en Foucault1By Kamal Cumsille M.2

    El presente trabajo, no pretende ser un anlisis ni una evaluacin de una presunta toma deposicin de Foucault frente a la revolucin iran, ni tampoco sobre la forma en que ste pens dicho

    acontecimiento. Por el contrario, a travs de una relacin de los textos sobre Irn con otrosfragmentos correspondientes al perodo que va desde 1978-1984, intentaremos dar algunas sealesque puedan ser de utilidad para una discusin en torno a la pregunta: En qu sentido y medida esposible hablar de un estilo tardo en Foucault, y cmo influye (si es que lo hace) la revolucin iranen la formacin de ste?

    Es decir, no queremos hacer un juicio poltico ni tampoco un anlisis de la revolucin a travs deFoucault. Se trata, ms bien, de ver cmo se inscriben estos textos concebidos bajo el proyecto delos reportajes de ideas en el contexto del ltimo perodo de Foucault.

    Comenzar apuntando unas breves notas acerca de la nocin de estilo tardo. sta proviene de

    Adorno, particularmente, de sus trabajos sobre la obra tarda de Beethoven, y Edward Said la tomaprestada como ttulo para su ltimo libro (inconcluso y publicado pstumamente) para extenderlahacia un anlisis ms amplio de una serie de obras tardas de varios artistas y escritores. Lapregunta de Said es: qu ocurre con el ltimo, o tardo, perodo de la vida, en plena decadenciadel cuerpo, en el atardecer de la salud (que, en una persona joven, da la posibilidad de un finalintempestivo)? Estas cuestiones, que me interesan por razones personales obvias, me han llevado aobservar la manera en la que las obras de algunos artistas y escritores adquieren un nuevo lenguajehacia el final de sus vidas, y gracias a ello he reflexionado acerca del estilo tardo[1].

    Algunas caractersticas de este estilo tardo son segn Said: que supone una escisin en sutrayectoria; se trata de una especie de productividad deliberadamente improductiva, una manera deir contra la marea; supone para el autor una cierta forma de exilio de su entorno; se trata de obrasque dan la impresin de estar inacabadas, donde las convencionesse abandonan. Tardosignifica estar al final, completamente cuerdo, lleno de recuerdos, y muy consciente del presente(incluso prematuramente). De manera que se convierte tambin en un comentarista del presenteatemporal y escandaloso[2].

    He considerado pertinente adoptar la nocin de estilo tardo para pensar lo que sucede conFoucault desde 1976, puesto que gran parte de las caractersticas enunciadas por Said, seencuentran, a mi parecer, de forma ms que evidente en el ltimo perodo del autor. Pues, desde laaparicin del primer tomo de la Historia de la sexualidad La voluntad de saber, hasta la

    publicacin de los dos ltimos: El uso de los placeres y El cuidado de s, transcurren ocho aos.Perodo en que el autor se abstiene de, prcticamente, toda aparicin pblica (salvo sus cursos y losreportajes), y en el que lleva a cabo una reformulacin del plan inicial de su Historia de la sexualidad,adems de una reconsideracin de sus trabajos anteriores como unos elementos que podan ser

    1Artculo originalmente publicado en Revista Hoja de Ruta, N 30, Marzo 2010.2Kamal Cumsille M. es Magster en Filosofa Poltica, Universidad de Chile y Doctor (c) en Filosofa, Universidad deChile.

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    tiles a una historia de la verdad[3], y bajo la direccin de una nueva pregunta (aunque l diga quesiempre fue la suya[4]) que concierne a las relaciones entre sujeto y verdad.

    A estas modificaciones (ttulo que lleva el apartado de la introduccin de El uso de los placeres enque Foucault da cuenta de ellas) se vienen agregar: un desplazamiento en el perodo histrico de

    referencia, y un cambio radical en el estilo de escritura. Desplazamiento de sus horizontes familiares,de la Europa de entre los siglos XVI a XIX, hacia la antigedad grecolatina. Y su habitual escrituradura, fra e irnica cambia por un estilo ntido, pulido y sutil. A este respecto, l mismo dir que setrata de una manera de pensar ms radicalmente la experiencia filosfica[5]. Experiencia que, enpalabras del mismo Foucault, no concierne ms que al modo de relacin reflexiva con elpresente[6], se trata de un ethos filosfico consistente en una crtica de lo que decimos, pensamosy hacemos, a travs de una ontologa histrica de nosotros mismos[7]. De hecho, en una entrevistaen la que se le preguntaba el porqu interrogarse por problemas de la antigedad grecolatina,siendo ste un perodo que puede parecer muy lejano, respondi: Parto de un problema en lostrminos en que se plantea actualmente e intento hacer una genealoga. Genealoga significa que yo

    mismo lo analizo a partir de una cuestin presente[8].Planteado esto, quisiera en lo que sigue, desarrollar esquemticamente cuatro intersecciones quepodran establecerse entre los escritos sobre Irn y el proyecto filosfico esbozado arriba, cuyaproduccin editorial (slo editorial, destaco eso[9]) fueron los ltimos dos tomos de la Historia de lasexualidad.

    1. Los reportajes de ideas, pueden, o ms bien, deben inscribirse en el proyecto filosfico de unaontologa histrica de nosotros mismos que, como vimos, es el que da lugar a El uso de losplaceres y El cuidado de s. En definitiva, se trata de nuestra relacin problemtica con elpresente, y de las relaciones entre sujeto y verdad, donde la exploracin sobre la tica sexual de la

    antigedad es una parte, y los reportajes sobre Irn podran, perfectamente considerarse como otra.No hay que olvidar que el planteamiento de una ontologa de la actualidad, aparece en el marco deuna relectura del texto de Kant Qu es la Ilustracin?[10]. Ah, Foucault reconsidera lo que serala crtica como una actitud que consiste en cmo no ser gobernado frente al creciente proceso degubernamentalizacin, y recuerda que paralelamente al sapere aude de Kant, est la voz deFederico II que dice: que razonen tanto como quieran con tal de que obedezcan. Un pasaje de loque fue la presentacin del proyecto de los reportajes nos muestra cmo estos textos, aunquecoyunturales, se inscriben en esta actitud filosfica-crtica: Hay ms ideas sobre la tierra que las quelos intelectuales a menudo imaginan. Y estas ideas son ms activas, ms fuertes, ms resistentes yms apasionadas de lo que pueden pensar los polticos. Hay que asistir al nacimiento de las ideas ya la explosin de su fuerza: Y esto no en los libros que las enuncian, sino en los que manifiestan sufuerza, en las luchas que se llevan a cabo para las ideas, contra o por ellas. No son las ideas las quemueven el mundo, porque justamente el mundo tiene ideas (y porque las produce muycontinuamente), que no es conducido pasivamente segn los que lo dirigen o los que querranensearle a pensar de una vez para siempre[11].

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    2. De acuerdo a lo que Foucault vena trabajando en Seguridad, Territorio, Poblacin (Curso de1978), a propsito del problema de la conducta en el pastorado, vio en la revolucin de Irn (segnel editor del curso Michel Senellart[12]), una especie de contraconducta o rebelin de conducta,esa resistencia necesaria por la cual los individuos dicen no obedezco ms, y que dan lugar a esassublevaciones que irrumpen en el hilo de la historia abriendo paso a la subjetividad: Hay

    sublevacin, es un hecho; y mediante ella es como la subjetividad (no la de los grandes hombres,sino la de cualquiera) se introduce en la historia y le da su soplo[13]. Recordemos cmo describeFoucault las contraconductas en el curso aludido: Son movimientos cuyo objetivo es otraconducta, es decir: querer ser conducidos de otra manera, por otros conductores y otros pastores,hacia otras metas y otras formas de salvacin, a travs de otros procedimientos y otros mtodos. Yson adems movimientos que procuran -- escapar a la conducta de los otros y definir para cadauno la manera de conducirse[14]. Justamente, algo muy parecido a este tipo de movimientos es loque llam la atencin de Foucault en el levantamiento contra el rgimen del Shah en Irn, esto es,un movimiento sin un liderazgo militar, sin vanguardia, sin un partido[15]. Se trataba del

    levantamiento de toda una sociedad, de una huelga poltica generalizada, que est realmenterelacionada con la poltica[16]. Era un movimiento que a pesar de cualquier diferencia interna quepudiera tener, se una bajo una sola meta: la cada del rgimen.

    Pero lo observado en este levantamiento no slo tiene que ver con lo que, por entonces, Foucaulttrabajaba en sus cursos y los libros que posteriormente publicar, tambin ve ciertos aspectos de larevolucin con sus anteriores perspectivas. En el mismo artculo citado arriba, titulado Una revueltaa manos desnudas, escribe: Es una ley de la historia que mientras ms simple es la voluntad delpueblo, ms complica el trabajo de los polticos. Esto es indudablemente porque la poltica no es loque pretende ser, la expresin de una voluntad colectiva. La poltica respira bien slo cuando estavoluntad es mltiple, vacilante, confusa y oscura incluso para s misma[17]. Este pasaje se puede

    leer perfectamente a la luz de la microfsica del poder o la regla de la polivalencia tctica de losdiscursos, trazadas en Vigilar y Castigar y en La voluntad de saber, respectivamente.

    3. Me refer anteriormente a la reformulacin de su trabajo que Foucault nos presenta en laintroduccin de El uso de los placeres, en la que reorienta sus investigaciones hacia la preguntapor las relaciones entre el sujeto y la verdad. Sin embargo, el libro sealado aparece en 1984, ycomo veremos, este problema comienza a ocupar a nuestro autor desde sus reportajes sobre Irn.Pues ah Foucault -frente a la fiebre secular de la intelectualidad francesa, que repudia antecualquier cosa el movimiento islmico sobre el cual se sustenta la revolucin- es capaz desustraerse de los conceptos y categoras de la modernidad occidental, y de reconocer que los

    iranes tienen otro rgimen de verdad[18] y por lo tanto otro sujeto de libertad, lo que tienerelacin con la apuesta mesinica de la vertiente chita del Islam, que es la que predomina en Irn:Ellos (los iranes) tienen otras cosas en sus mentes que esas frmulas de todas o ninguna parte.Ellos tambin tienen otras cosas en sus corazones. Yo creo que ellos estn pensando sobre unarealidad que est muy cerca suyo, desde que ellos mismos son sus agentes activos[19].

    Al plantear esto, Foucault da cuenta de un conocimiento (no exento de errores[20]) sobre el Islamchita, pero que es suficiente para el tema que lo ocupa, a saber, las relaciones entre sujeto y

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    verdad. Lo que caracteriza al Islam chita es que, para ellos el ciclo proftico no est acabado. stecontina con la lnea de los descendientes de Al (yerno y primo del profeta), y segn la vertiente deque se trate, la lnea de imanes que le siguen es de doce o de siete[21]. En el caso de Irn, y a decirverdad, prcticamente en casi todo el mundo chita, predomina la corriente duodecimana, loimportante es que para ambas, el ltimo Imam, est oculto y con l viene la redencin, es el Mahdi.

    Esto para Foucault, significa que la verdad para los chitas no est completada ni sellada, y es poreso que ellos pueden ser los agentes activos de una realidad que est muy cerca suyo, porqueestn pensando en aquello que Henry Corbin llam hierohistoria o metahistoria[22], esa historiasagrada marcada por acontecimientos mesinicos que no corresponden a los hechos histricos de latierra (representados en la idea de progreso, ste es un tiempo cclico), y que se basa en la esperadel Mahdi, del cual los chitas tienen una concepcin totalmente diferente que el resto del Islam. Deah que, algo que para Foucault tuvo una importancia estratgica en un nivel global, era lareactivacin, en este movimiento, de una espiritualidad poltica, que en Occidente se habaolvidado desde el Renacimiento y la gran crisis del cristianismo, (). Ya puedo or las risas

    francesas, pero s que ellos estn equivocados[23]. Y estn equivocados segn Foucault, porquepara l, la prdida de la espiritualidad en Occidente marca un punto de inflexin decisivo en lahistoria de las relaciones entre el sujeto y la verdad.

    En su curso de 1982, titulado La hermenutica del sujeto, Foucault se dedica a trabajar sobre laantigua nocin de Epimelia heautou cuidado de s. Esta idea del cuidado de s, de volcar lamirada hacia uno mismo, de ocuparse de s, persistir durante toda la antigedad grecolatina (aexcepcin de Aristteles) en una relacin indisoluble con la filosofa, relacin que estar tambinpresente en la espiritualidad cristiana. Sobre esta relacin Foucault dice: Llamemos filosofa, siquieren, a esta forma de pensamiento que se interroga, no desde luego sobre lo que es verdadero ylo que es falso, sino sobre lo que hace que haya y pueda haber verdad y falsedad y se pueda o no

    se pueda distinguir una de otra. Llamemos filosofa a la forma de pensamiento que se interrogaacerca de lo que permite al sujeto tener acceso a la verdad, a la forma de pensamiento que intentadeterminar las condiciones y los lmites de acceso del sujeto a la verdad. Pues bien, si llamamosfilosofa a eso, creo que podramos llamar espiritualidad a la bsqueda, la prctica, la experienciapor las cuales el sujeto efecta en s mismo las transformaciones necesarias para tener acceso a laverdad. Se denomina espiritualidad, entonces, el conjunto de esas bsquedas, prcticas yexperiencias que pueden ser las purificaciones, las ascesis, las renuncias, las conversiones de lamirada, las modificaciones de la existencia, etctera, que constituyen, no para el conocimiento sinopara el sujeto, para el ser mismo del sujeto, el precio a pagar por tener acceso a la verdad[24].

    Esto significa algo muy simple, que a fin de cuentas, la conducta moral y el conocimiento de laverdad, en la antigedad no estn separados. Es decir, alguien no puede ser un sabio, y al mismotiempo, un hombre inmoral y con mala reputacin. El acceso a la verdad (que sera la filosofa) estindisolublemente conectado a una prctica de s (que es la espiritualidad) y que da al sujeto lascondiciones para acceder a la verdad. Esto presume que el sujeto, de por s, no es capaz de verdad,y que para acceder a ella, debe ejercer ciertas transformaciones de s. En palabras simples, no haysabio inmoral, ni buen hombre ignorante. Esto cambia, segn Foucault, con lo que l llama el

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    reaparicin del lxico poltico islmico en las sociedades de cultura musulmana y el hecho de queuna cultura no occidental pretenda disputar el viejo monopolio occidental de expresin de louniversal[30].

    En efecto, Foucault en el fenmeno cultural de la revolucin iran, logr captar ese momento decisivo

    que compromete, incluso, nuestro modo de ser sujetos modernos, he ah el legado ms preciado desu ontologa de la actualidad.

    NOTAS

    [1] Said, Edward. Reflexiones sobre el estilo tardo. Primer captulo de On Late Style, publicado enespaol como primicia en El Universal, Suplemento de cultura. Mxico, Febrero de 2006.

    [2] Ibid.

    [3] Foucault, Michel. Historia de la sexualidad 2- el uso de los placeres. Buenos Aires: Siglo XXI,

    2003.p.10. Deba escoger: o bien mantener un plan establecido, acompandolo de un rpidoexamen histrico de dicho tema del deseo, o bien, reorganizar todo el estudio alrededor de la lentaformacin, en la Antigedad, de una hermenutica de s. Opt por este ltimo partido, mientrasreflexionaba que, despus de todo, aquello a lo que me he sujetado -a lo que me he querido sujetardesde hace muchos aos- es una empresa que busca desbrozar algunos elementos que podan sertiles a una historia de la verdad.

    [4] Foucault, Michel. La tica del cuidado de s como prctica de la libertad, en Esttica, tica yhermenutica. Obras Esenciales vol. III. Barcelona: Paids, 1999. p. 394. En realidad, se ha sidosiempre mi problema, incluso cuando he formulado de manera un poco diferente el marco de esta

    reflexin.[5] Foucault, Michel. El retorno de la moral, En Esttica, Op.cit.p.382.

    [6] Foucault, Michel. Qu es la Ilustracin?, En Sobre la Ilustracin. Madrid: Tecnos, 2004. p. 88.

    [7] Ibid.p.90.

    [8] Foucault, Michel. El cuidado de la verdad, En Esttica, Op.cit.p.376.

    [9] Digo slo editorial porque corresponden a los libros publicados en vida por el autor. Sin embargo,existe un material mucho ms amplio cursos, entrevistas, conferencias, artculos, etc.- que ayudana comprender mejor el proyecto como una apuesta filosfica general, ms que como un trabajo

    histrico sobre la tica sexual antigua.[10] Hay ms de un texto en que Foucault trabaja sobre el mencionado texto de Kant. Anteriormente

    cit el que tiene el mismo ttulo que el de Kant. Al que me refiero a continuacin es Qu es laCrtica?, En Sobre la Ilustracin, Op.cit. pp.3-52

    [11] Foucault, Michel. Les reportages dides. En Dits et crits, vol. III, 1976-1979.Paris: Gallimard1994. p.707

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    [12] Senellart establece adems, una interesante relacin entre los grupos religiosos y msticoscristianos que Foucault cita en el curso, con la espiritualidad chita, tema sobre el que volveremos apropsito de la espiritualidad poltica que Foucault ve desarrollarse en la revolucin iran.

    [13] Foucault, M. Es intil sublevarse?. Esttica, tica y Hermenutica. Obras Esenciales, Vol. III.

    Barcelona: Paids, 1999.[14] Foucault, Michel. Seguridad, territorio, poblacin. Buenos Aires: fondo de Cultura Econmica,

    2004.p.225

    [15] Foucault, Michel. A Revolt With Bare Hands, En Afary, Janet and Kevin Anderson. Foucaultand the Iranian Revolution: Gender and the Seductions of Islamism. Chicago: University of ChicagoPress, 2005.p.211

    [16] Ibid.p.212

    [17] Ibidem.

    [18] Fopucault, Michel. Iran: The Spirit of a World without Spirit, Ibid.p.259[19] Foucault, Michel. What Are The Iranians Dreaming About?. Ibid. p.207

    [20] Como por ejemplo, decir que en el clero chita no hay jerarqua.

    [21] Sobre esto vase: Corbin, Henry. El Imam Oculto. Buenos Aires: Losada, 2005.

    [22] Corbin, Henry. La filosofa islmica desde sus orgenes hasta la muerte de Averroes. Mxico:XXI editores. 1998.p.p.261-265 (Segn los editores de Dits et Ecrits, Foucault habra ledo a Corbinpara preparar sus viajes a Irn. Vase Dits et Ecrits, Op.cit.p.662)

    [23] Foucault, M. Ibid.p.209

    [24] Foucault, Michel. La hermenutica del sujeto. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 2004.p.33

    [25] Jambet, Christian. Constitucin del sujeto y prctica espiritual. En VV.AA. Michel Foucault,Filsofo. Barcelona: Gedisa, 1999.p.237

    [26] Ibidem.

    [27] Foucault, M. Hermenutica del sujeto, op.cit.p.26

    [28] Foucault, Michel. Foucaults Response to Atoussa H. En Afary and Anderson, Op.cit. p.210

    [29] Foucault, Michel. A Powder Keg Called Islam. Ibid.p.241

    [30] Burgat, Francois. El islamismo en tiempos de Al-Qaida. Barcelona: Bellaterra, 2006.p.14