Fragmento.

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Universidad Nacional de Jujuy Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales Departamento de Ciencias de la Educación Cátedra de Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana Ciclo Lectivo 2013 Textos Curriculares para Lectura y Reflexión de los Alumnos Estado Nacional e Instrucción Primaria: Una mirada al proceso del `80 Capítulo I Fuente La Mano Avara y el Cristo Caído. Orígenes de la Instrucción Pública en Jujuy a Fines del Siglo XIX Alción Editora, Córdoba (RA), 2003 Autor Daniel Enrique Yépez Licenciado en Pedagogía Magíster en Ciencias Sociales Doctor en Ciencias Sociales – Orientación Historia Profesor Titular a cargo de la Cátedra A fines de Abril de 1881 el Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública del recién iniciado gobierno roquista, 1 presentó al Congreso de la Nación su Memoria. Este volumi- noso documento 2 no sólo resumía los aspectos más significativos de una breve y reciente gestión en el cargo, sino que sería revelador de la nueva etapa histórica que el país se aprestaba a vivir en materia educativa. Un conjunto de problemas inherentes al desarrollo y expansión de la educación sistemática en general, fueron abordados por el Ministro. Algunas de sus reflexiones -en particular las referidas a la situación de la escuela primaria- merecen destacarse por su significado histórico y porque sintetizaron la formulación de un programa político- educacional, sustento de la futura e inmediata organización de un sistema educativo, nacional, centralizado y estatal, expresión superestructural en materia pedagógica de la 1 El Gral. Roca inicia su presidencia el 12 de Octubre de 1880. 2 Memoria presentada al Congreso Nacional de 1881 por el Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública de la Nación, Dr. Manuel D. Pizarro. Imprenta de la Presidencia Nacional, Bs. As., 1881.

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Universidad Nacional de Jujuy

Universidad Nacional de Jujuy

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales

Departamento de Ciencias de la Educacin

Ctedra de Historia de la Educacin Argentina y LatinoamericanaCiclo Lectivo 2013

Textos Curriculares para Lectura y Reflexin de los Alumnos

Estado Nacional e Instruccin Primaria: Una mirada al proceso del `80

Captulo IFuente

La Mano Avara y el Cristo Cado. Orgenes de la Instruccin Pblica en Jujuy a Fines del Siglo XIX

Alcin Editora, Crdoba (RA), 2003

Autor

Daniel Enrique Ypez

Licenciado en Pedagoga

Magster en Ciencias Sociales

Doctor en Ciencias Sociales Orientacin HistoriaProfesor Titular a cargo de la CtedraA fines de Abril de 1881 el Ministro de Justicia, Culto e Instruccin Pblica del recin iniciado gobierno roquista, present al Congreso de la Nacin su Memoria. Este voluminoso documento no slo resuma los aspectos ms significativos de una breve y reciente gestin en el cargo, sino que sera revelador de la nueva etapa histrica que el pas se aprestaba a vivir en materia educativa.

Un conjunto de problemas inherentes al desarrollo y expansin de la educacin sistemtica en general, fueron abordados por el Ministro. Algunas de sus reflexiones -en particular las referidas a la situacin de la escuela primaria- merecen destacarse por su significado histrico y porque sintetizaron la formulacin de un programa poltico-educacional, sustento de la futura e inmediata organizacin de un sistema educativo, nacional, centralizado y estatal, expresin superestructural en materia pedaggica de la concepcin de EstadoNacin que disearon los hombres del `80.

Revisar algunos pasajes de su discurso. Luego de puntualizar que la Instruccin del pueblo era la cuestin social por excelencia, y que estaba destinada a propagar la nocin del bien y a despertar e ilustrar el sentimiento del deber en todas las clases sociales, Manuel Pizarro interpel a los parlamentarios sealando que errneamente:

"Hemos formado as el Colegio y la Academia para estudios superiores, profesionales o cientficos y hemos descuidado la Escuela Primaria y la educacin comn del pueblo, hemos construido el Observatorio Astronmico y hemos mirado con indiferencia o desdn la Escuela de Artes y Oficios. En este estrado, bien pudiera decirse que hemos apartado nuestra vista del polvo sudoroso de la tierra...", "sin observar que el celeste reflejo de los astros solo sirve poner de manifiesto la indijente desnudez del pueblo, sin alcanzar satisfacer su hambre ni iluminar su intelijencia".

"La Instruccin pblica que se desarrolla en la instruccin primaria y en la educacin comn del pueblo, como en su jermen y bases naturales, no est, pues debidamente organizada ni convenientemente distribuida..."

"... y hemos credo haberlo hecho todo en la construccin de nuestros colejios y academias y en la fundacin de nuestros Museos, Gabinetes y Bibliotecas, accesible slo a cierta clase y nmero de personas, pero enteramente intiles y completamente extraos las masas populares que han permanecido tan ignorantes y desvlidas como antes".

El abandono de la escuela elemental fue la primera crtica que el Ministro reclam a sus antecesores. Enseguida marc sin rodeos el contenido de clase de una educacin suntuaria al servicio de los sectores oligrquicos, que descuid y desde la educacin de las masas populares. Prosigue sealando que:

"Hemos comenzado as por donde debiramos concluir, y la instruccin pblica encerrada por estrechos lmites, y sin el carcter verdaderamente popular que le asignan nuestras instituciones democrticas, marcha de esta suerte al acaso, sin orden, sin mtodo, sin sistema, sin unidad y sin propsitos. A qu leyes obedece? A ninguna. Qu propsito inspira?. A qu fines sociales responde?. A ninguno; como no sea la tradicional preparacin de nuestros hombres pblicos en las carreras profesionales y cientficas de nuestras antiguas Universidades..."

"A costa de grandes sacrificios pecuniarios hemos hecho algo en lo material para fomentarla y difundirla en cierto grado..."; "pero aparte de esto nada hemos hecho en lo fundamental; nos faltan `planes de instruccin jeneral y universitaria, que reglen, metodicen y dirijan la instruccin pblica en el sentido de nuestras exigencias sociales y segn los propsitos de la Constitucin..."

"Yo creo as poder observar que la instruccin pblica carece hasta el presente de propsitos definidos y no reviste el carcter de jeneralidad e intencin econmica que la constitucin visiblemente le asigna, en armona con las exigencias de nuestro presente y futuro estado social. Esta falta de relacin en los estudios; esta falta de unidad en el conjunto, esta falta de leyes, de sistema, de propsitos en la instruccin pblica, hace que la Nacin disipe en gran parte estrilmente sus tesoros y que sean escasos y menguados los frutos que de ella se recoja....".Transmitiendo a los presentes la certeza de que no se hicieron todos los esfuerzos polticos y econmicos necesarios por la educacin elemental del pueblo, la alocucin de Pizarro puso de manifiesto su estado catico y marcha a la deriva. Mediante otro reclamo plante la necesidad de disear planes de instruccin para la escuela primaria y para la educacin superior, sealando, por oposicin, que el nico nivel ms o menos organizado era la mitrista educacin media, que poblaba de bachilleres el pas. Urgi a organizar la educacion nacional en una unidad de conjunto, es decir en un sistema, donde sus principios, objetivos, leyes y fines estuviesen claramente explicitados y coordinados. Continu su exposicin diciendo:

"Por una falsa interpretacin del Art. 5 de la Constitucin, que impone a las Provincias el deber de asegurar, con su administracin de Justicia y rjimen municipal, la instruccin primaria y la educacin comn del pueblo, como condiciones indispensables de la Garanta que el Gobierno Jeneral presta al goce y ejercicio de sus instituciones, se ha credo que `instruccin primaria es extraa la accin directa de los poderes nacionales, que ella es resorte esclusivo de los poderes locales y que la Nacin slo puede intervenir en su direccin y desarrollo por subvenciones o subsidios del tesoro pblico."

"La instruccin primaria ha quedado as en manos de las Municipalidades y Gobiernos de Provincia, como objeto menos importante de la instruccin pblica y constitucionalmente estrao a la accin directa de los poderes polticos de la Nacin..."

"Mal podra por lo tanto, aquella falsa teora, nacida de una falsa interpretacin del Art. 5 de la Constitucin avenirse y conformarse con el testo expreso del Art. 67 que declara corresponder al Congreso el deber de `proveer al progreso de la ilustracin dictando `planes de instruccin jeneral y universitaria..."

"Por el contrario, imponiendo al Congreso el deber de proveer al progreso de la ilustracin y las provincias el de asegurarla instruccin primaria, ha vinculado a un propsito comn la accin de ambas administraciones, nacional y provincial; ha aunado sus esfuerzos en la tarea de educar al pueblo, de preparar a los ciudadanos para la prctica de gobierno representativo republicano, ha hecho, en fin, de las provincias ajentes ausiliares y subsidiarios de la Nacin, ruedas complementarias destinadas secundar, ausiliar y completar el impulso nacional..."

"La instruccin primaria abandonada a las Municipalidades y Gobiernos de Provincia, sin otra intervencin de los poderes de la Nacin que la Ley del 25 de Setiembre de 1871 para el fomento de ella por subvenciones del tesoro nacional, yace en el ms deplorable estado de postracin y abatimiento, pesando desastrosamente en la instruccin media y superior de nuestros Colejios y Universidades".

Estos conceptos ntidamente transparentaron la concepcin vertical y centralizada del proyecto educativo del ochenta. Segn su visin, el Ministro consideraba que una falsa interpretacin del texto constitucional dej la educacin elemental en manos de los ineficientes poderes municipales y provinciales, limitndose el gobierno nacional slo a mandar subsidios. Es clara y certera la crtica a la pasividad poltica generada por las leyes de subvenciones, controvertida normativa que examinar en el captulo IV de esta seccin. Ms alla de esta crtica, el concepto central de Pizarro es claro. Slo el poder centralizado del Estado Nacional era capaz de rescatar del abandono a la educacin comn. Prosigui su mensaje al Parlamento:

"Podeis juzgar el estado de la instruccin primaria bajo el rgimen actual, por el estado slo de nuestros edificios para escuelas de primera enseanza"; "nosotros que tanto nos ufanamos del estado de la instruccin pblica por algunas construcciones para Colejios de instruccin secundaria y edificios para Academias y Facultades de nuestras Universidades, estamos recin por saber si deberemos no tener edificios adecuados para escuelas de primera enseanza, si estas habrn de vegetar eternamente en nuestras casas de vecindad, en el `rancho de nuestras campaas, siendo objeto de terror y de muerte para el nio que frecuenta aquellos lugares sombros y malsanos."

"Sin embargo, las subvenciones nacionales para el fomento de la instruccin primaria en las provincias estn destinadas en primer trmino ` la construccin de edificios para escuelas pblicas..."

"Pero resulta que, estando abandonada las Provincias y Municipalidades la administracin de los fondos y direccin tcnica de la instruccin primaria, ellas pueden emplear los que de la Nacin reciben, ya en el objeto indicado, ya en la adquisicin de mobiliario, libros y tiles de enseanza, pago de sueldos de los maestros, etc. y de esta suerte queda `eludido y burlado el objeto primero de esta ley, que solo sirve descargar las Provincias y Municipalidades de los deberes propios que la constitucin y leyes locales les imponen con relacin la instruccin primaria, disipndose muchas veces en objetos estraos a ella, los dineros que la Nacin destina al fomento de la misma..."

"Las Municipalidades y Gobiernos de Provincia descargan de este modo en la Nacin sus compromisos y deberes constitucionales en lo relativo a la instruccin primaria, no siendo raro encontrar que los propios fondos que la Nacin destina ella, tomen distinta direccin y reciben aplicacin estraa su objeto, bajo la administracin de aquellas..." "El mal es grave y exige remedio pronto y eficaz..."

"De todos modos, si el sistema observado hasta hoy ha de continuar en vijencia, ser necesario establecer como condicin indispensable de la subvencin, que los gastos que la Nacin provea han de ser precisamente los de las escuelas pblicas que se hallen instaladas en el local y edificios propios, conforme al sistema y planos que la Nacin tiene sealados y ha distribuido intilmente entre los Gobiernos y Municipalidades de Provincia...".

En este pasaje la acusacin a las administraciones provinciales fue muy dura. Segn su interpretacin, el problema edilicio era responsabilidad exclusiva de las jurisdicciones que, aparte de su ineficiencia administrativa, malversaban los fondos de las subvenciones. Cuidadosamente el Ministro omita la sinuosa historia de este perverso e irregular sistema de sujecin poltica, conformado por las leyes de subvencin a la educacin bsica del pas interior.

Por ltimo, luego de hacer una breve recapitulacin de las acciones y gestiones realizadas para favorecer el desarrollo de la escuela, concluy exhortando a los legisladores a que sufraguen este proceso dando su apoyo poltico a este proceso:

"ora, en fin, creando el Consejo Nacional de Educacin con facultades estensas en lo relativo la educacin comn en todo el territorio de la Repblica, encargndolo de redactar la Ley de Instruccin primaria que debe regir en adelante..."

y

"para poder atender, con mayor economa de gastos, las exigencias de la situacin nacida de la federalizacin de esta ciudad y su municipio, que puso cargo de la Nacin la administracin y direccin tcnica de sus establecimientos escolares...".

"Fue idea del Gobierno el crear esta institucin que habr de recibir modificaciones de forma, si mereciese vuestra aprobacin y hubiese de continuar con carcter permanente, centralizar, bajo la direccin del Ministerio del ramo, y conservando en lo posible las instituciones escolares de esta ciudad en el acto de su federalizacin, la administracin y direccin terica de las escuelas primarias y de la educacin comn, dando unidad la accin del gobierno Jeneral en este ramo y haciendo desaparecer el estado de dispersin de los elementos que destina l bajo la varia y mas o menos irregular administracin de las municipalidades y gobiernos locales...".

Qu sentido tiene seleccionar un conjunto de citas textuales del documento que Pizarro elev al congreso de la Nacin? Por qu present esta Memoria al cabo de tan breve gestin?

En realidad, ms all de constituirse en un balance crtico que puso en evidencia logros y fracasos de sus antecesores, estamos en presencia del discurso fundacional de la nueva era que se aprestaba a transitar la escuela primaria y la educacin en general del pas.

Palabras que mostraron en toda su magnitud el futuro rol que el Estado Nacional en ciernes, ocupara en la inmediata gestion educativa por venir y que, dialctica y simultneamente, trasuntaban un contenido con matices conservadores y progresistas. Fue, por cierto, reaccionario era el argumento que criticaba y condenaba los fracasos e incapacidades pedaggicas de las provincias, ignorando sus historias de derrotas, miserias y sometimiento econmico, poltico, militar y educativo al centralismo porteo. Ignorar que el atraso interior era hijo dilecto de la barbarie poltica que las provincias padecieron, fruto de su sometimiento a la oligarqua portea, implicaba suprimir de un plumazo los setenta aos de guerras civiles que desde 1810 asolaron la Argentina heroica. Ciclo histrico al que -como funcionario del poder central y miembro activo de la llamada Generacin Roquista- estaba ayudando a concluir con su mensaje.

Por otra parte, a pesar de algunas argumentaciones discutibles, la Memoria de Pizarro traduca indubitable progresividad histrica. Contena los cimientos de la futura educacin pblica argentina, gratuita, obligatoria, igualitaria, laica y estatal que los intelectuales del ochenta lcidamente disearon para el pas. Y tambin conllevaba el germen de un discurso pedaggico situado a horcajadas de una contradiccin que no se terminaba de resolver. Discurso que, a la vez que evocaba en sus postulados el liberalismo democrtico de instruccin pblica para ciudadanos libres e iguales, apelando a la tradicin gala, retroalimentaba en su interior un disimulado desprecio hacia las masas populares, (la chusma indisciplinada de Sarmiento). Una educacin para las masas, pero sin las masas. Desde este punto de vista, la coherencia del Ministro era incuestionable.

El Mensaje de Pizarro nos enfrent a un hecho significativo y aport una carga interesante de datos histrico-educativos, que abonaron la hiptesis expresada en el apartado introductorio de este trabajo, en la cual seal que: los ltimos 20 aos del siglo XIX se revelaron esenciales porque representaron el momento histrico la bisagra histrica que cerr la extensa transicin de ms de una siglo (17671880) de decadencia y disolucin del modelo pedaggico eclesisticocolonial (y sus resabios eclesisticosilustrados municipalistas y provincialistas que pervivieron, luego de la independencia, en el vasto territorio de las Provincias Unidas y la Confederacin), hasta su definitiva e inexorable sustitucin por el emergente paradigma pedaggico liberalpositivista de la Instruccin Pblica en el `80.

En este sentido, el documento representaba la divisoria de aguas entre las dos grandes eras educativas descritas. Rescatando la categora gramsciana de crsis histrica, era el mojn que sintetizaba del fn de un tiempo largo y el comienzo de otro. A medida que enumeraba las falencias y fracasos de la gestin educativa de sus antecesores, sealaba los pasos polticos alternativos que condujesen a la constitucin de un sistema educativo nacional, pblico centralizado y estatal, encuadrado en un marco legal que le otorgase legitimidad. Dicha construccin fue el correlato histrico del proceso de unidad del EstadoNacin que comenzaba a gestarse en la coyuntura.

De ah los sucesivos temas que fue desmenuzando. Sin necesidad de realizar un exhaustivo anlisis del texto ya que su contenido es cristalino, rescatar algunos conceptos que a modo de apretada sntesis se deducen de su alocucin. Primero, rompi lanzas con la impronta que sus antecesores (Mitre, Sarmiento e incluso Avellaneda), desde el `62 en adelante le imprimieron a la educacin primaria, descuidndola respecto a otros niveles de enseanza. Pizarro acertadamente seal que depositaron la mirada en el abstracto mundo de las estrellas, en vez de registrar la crtica realidad terrenal de las masas populares, excluidas de la educacin elitista, enciclopdica y verbalista que las clases dominantes disearon para s mismas, limitada a cumplir exclusivamente la funcin poltica de preservar cultural y econmicamente a las lites.

Con dureza, el representante del gabinete de Roca afirm que no slo se prefiri a la Academia o al Observatorio Meteorolgico en desmedro de las Escuelas de Artes y Oficios que alimentan al hombre con su trabajo honrado, hace prosperar la industria y el comercio, alimenta las fuerzas productoras del pas..., sino que la educacin primaria estuvo desorganizada y mal distribuida. Acus, por ende, que se haba comenzado por donde debiera concluirse, o sea que las cosas educativas se hicieron exactamente al revs y que la consecuencia nos condujo poner de manifiesto la indijente desnudez del pueblo, sin alcanzar satisfacer su hambre ni iluminar su inteligencia..., y que la impronta que sus antecesores le impusieron a la educacin argentina, fiel reflejo cultural de un modelo de pas pensado por y para la oligarqua latifundista pampeana, fue accesible slo a cierta clase y nmero de personas, pero enteramente intiles y completamente estraos las masas populares que han permanecido tan ignorantes y desvlidas como antes....

As el primer Ministro de Instruccin Pblica de Roca, Manuel Ddimo Pizarro, cordobs de nacimiento y profesante de la F Catlica, fue sumando cuentas y depositando sobre el poder legislativo del naciente estado-nacin los temas candentes e irresueltos de nuestra educacin primaria. Inmediatamente seal que la instruccin pblica encerrada por estrechos lmites, y sin el carcter verdaderamente popular que le asignan nuestras instituciones democrticas, marcha sin unidad ni propsitos....

Comenzaban a resonar en el recinto trminos que en poco tiempo adquirieron enorme significado: Mtodos, Sistema, Unidad, Propsitos. Dira que larvadamente se gestaba la instancia o conjunto que contuviese a estos factores. Un sistema educativo nacional, en el cual se definieran los propsitos y finalidades de la educacin pblica (en nuestro caso, la elemental), en el que se unificase curricularmente la oferta del nivel y en el que la coherencia del mismo se explicitara metodolgicamente en el marco de una estructura sistmica. Pero como era imposible organizar un sistema pedaggico sin postulados fundantes y una legislacin taxativa que lo encuadre, tambin el ministro insisti con la necesidad histrica de sancionar normativas claras al respecto. Por ello, Pizarro remarc que

"sin leyes que la reglamenten, sin estadstica que la demuestre, sin censo que nos descubra sus relaciones, todo ello marcha al acaso y se resiente de un estado de cosas semejante...".

"nos faltan planes de instruccin jeneral que reglen, metodicen y dirijan la instruccin pblica en el sentido de nuestras exigencias sociales y segn los propsitos de la Constitucin". "Esta falta de relacin en los estudios, esta falta de leyes, de sistema, de propsitos en la instruccin pblica, hace que la Nacin disipe en gran parte estrilmente sus tesoros y que sean escasos y menguados los frutos que de ella se recoja...".

Este discurso de fuerte tono centralista y revelador de una concepcin nacionalburguesa de la educacin formal, iba camino a transformarse en el programa educativo hegemnico, en tanto maduraba el proyecto histrico de la generacin del `80 y con ella a cristalizarse la concepcin de un Estado-Nacin, cuya gnesis fue la federalizacin del municipio porteo. Accin blica y poltica que permiti rescatar para la comunidad nacional la opulenta y segregacionista ciudad-estado. Una vez dado este paso decisivo para lograr la unidad poltica de una nacin dividida y conmocionada por la guerra civil, dicho discurso sintetizaba, pedaggicamente, el propsito de organizar un nuevo imaginario educativo, estratgico para la constitucin del nuevo Estado. Y slo ese Estado podra ser cobijo de la nueva concepcin educativa.

Como es obvio, reclam la inmediata centralizacin del proceso educativo que hasta ese momento "ha quedado en mano de poderes estraos..." e impugn el significado adjudicado al Art. 5 de la Constitucin, negndole capacidad a las provincias, la mayora de ellas estranguladas econmicamente y con sus arcas exhaustas, para garantizar el servicio. En consecuencia, y apelando a un argumento de discutible veracidad no slo acus a los gobiernos provinciales de tergiversar los montos solicitados al poder central de la Nacin, pues con el slo inters de tener opcin a una suma mayor, se votan fuertes cantidades con destino la instruccin pblica, y de esta suerte se hacen pesar esclusivamente sobre el tesoro de la Nacin, los gastos que juntamente con l debieran ser sufragados con las rentas y dineros de las Municipalidades y Gobiernos de Provincia...; sino de malversar dichas partidas provenientes de las subvenciones nacionales ya que no era raro encontrar que los fondos que la Nacin destina ella, toman distinta direccin y reciben aplicacin estraa a su objeto....

Una sumatoria de situaciones y desajustes en materia educativa sac a la luz este flamante representante del Ejecutivo. Pero esta situacin no preconizaba el fin. Al contrario, evocamos el momento en que comenzaba a materializarse una nuevo discurso pedaggico en el concierto nacional.

Captulo II. Unidad Nacional y Unidad Curricular

Pero, qu aconteca realmente en el pas del `80? Cmo inteligir este proceso? A efectos de introducir una rica hiptesis a discutir podra formular el siguiente interrogante: cmo fue posible que una clase tan conservadora y reaccionaria como la oligarqua mitrista, pampeana y latifundista diseara un proyecto educativo progresista y revolucionario, cuasi indito en Amrica Latina?

O, en realidad, los aires distintivos del `80, o el nuevo clima de ideas, como seala Halpern Donghi (1980), tradujeron un intento de romper histricamente con la tradicin pedaggica liberal-unitaria encarnada por Sarmiento y Mitre? Me inclino por revisar la segunda proposicin. Veamos porqu:

El primer ejercicio necesario y pertinente al tema implicara revisar los estudios y la visin tradicional cuestionada y en profundo estado de debate sobre los orgenes sociales de los grupos que condujeron la poltica argentina en este perodo (18801900). No hacerlo nos amarrara a la lineal y simplista tentacin de indiscriminar este rico proceso histrico, identificando acrticamente a los sectores polticos dominantes de ese momento con la tradicional aristocracia terrateniente. Tentacin en la que cayeron un gran abanico de vertientes historiogrficas, desde las tradicionales, pasando por algunas llamadas revisionistas, hasta aquellas que se denominaron de izquierda.

En este sentido lo primero a considerar seran las diferencias sociales y contradicciones polticas existentes entre los hombres de la Generacin del `80, los cuales no slo representaban a un vasto sector del patriciado provinciano de orgenes federales, sino a una pequea burguesa liberal -en formacin- con sentimientos nacionales. Tambin se integraron representantes de una intelectualidad heredera de las profundas reflexiones que Alberdi produjo sobre el problema capital de los argentinos: la construccin de un Estado que organice la Nacin. En este marco es significativo rescatar que:

"segn lo seala Carlos Melo, el enfrentamiento de 1880 sobre la federalizacin de Buenos Aires, se debi a algo ms que a la obstinacin de los autonomistas porteos a resistir el avance sobre su ciudad de un gobierno nacional en manos de grupos del interior. Las familias tradicionales de Buenos Aires estaban determinadas a rechazar la incorporacin de nuevas fuerzas sociales y econmicas que se haban encolumnado detrs de Roca. Para los representantes de estas familias tradicionales una importante fuente de resentimientos contra el rgimen poltico que se conformara a partir de 1880 sera el proceso de reemplazo de la elite tradicional por los nuevos grupos del interior...".

En realidad, el proceso del ochenta se debi a algo ms que a una mera cuestin localista. Visto as perdera significado la guerra civil y los cruentos combates de Barracas, Puente Alsina, Los Corrales y Plaza Constitucin, entre otros, donde estaba en juego y colisin dos proyectos histricos: la conformacin de un EstadoNacin unificado con Buenos Aires a la cabeza, o un futuro Gibraltar sudamericano, con una cabeza escindida de la Nacin, como pretendan los inspiradores de la Repblica del Plata, aglutinados en el grupo de partidos conciliados.

Desde los albores de Mayo la cuestin capital haba dividido a los fundadores de la nacionalidad. Durante setenta aos los antiguos pobladores de las Provincias Unidas y de la Confederacin Argentina se desangraron en violentas disensiones intestinas. De la misma manera la intelectualidad poltica del siglo XIX, a travs de sus exponentes ms lcidos se dividi y enfrent en acrrimas posiciones, alrededor de un tema que permanentemente se corporiz como fantasma recurrente: el problema de la Capital de los argentinos y quines deban ejercer el control sobre ella.

Este estratgico problema fue resuelto por una generacin en cuyo jefe poltico, el general Roca, se sintetiz el reagrupamiento de la mayor parte de las fuerzas nacionales (en las que militaban, porteos con ribetes federales y provincianos que expresaban un liberalismo con contenido nacional) de un pas fragmentado. Primero, a partir de la organizacin de un partido como el PAN, expresin de un movimiento poltico sustentado en un andamiaje provincial cuya base social fue la Liga de Gobernadores; segundo, contando con un Ejrcito Nacional, recientemente formado y nutrido por los grupos ms dismiles del pas: Los chinos enganchados de Roca, provenientes del martirizado servicio de fortines y de la campaa del desierto, conformando su segunda base social y su otro partido poltico. La presencia de esta fuerza sustituy, progresivamente, la Guardia Nacional, verdadero ejrcito privado y fuerza represora al servicio de la lite portuaria, que comandada por Los Coroneles de Mitre sembr luto y terror en las asoladas provincias interiores disidentes que intentaron resistir la imposicin de un modelo de pas que las condenaba a la extincin en las dcadas sesenta y setenta.

Tercero, porque la base social de la Generacin del `80 tambin la constituyeron grupos de artesanos de las provincias mediterrneas e importantes sectores de la burguesa intelectual provinciana, doctores, profesionales diversos y pequeos o medianos terratenientes de Tucumn, Crdoba, Mendoza, etc. Tambin la burocracia compuesta por los empleados de los poderes pblicos del interior; aquellos estancieros medianos o grandes que producan para el mercado interno, distantes del puerto y desconectados de Europa, a los que se agregaran los intelectuales sobrevivientes de la Confederacin Urquicista, hombres de Paran que no olvidaron la herida de Pavn.

Este inmenso abanico de sectores sociales coaligados del pas postergado encontr su punto de fusin el 29 de junio de 1880 cuando se public un manifiesto suscripto por Miguel Can, Dardo Rocha, Bernardo de Yrigoyen, Luis Saenz Pea, Aristbulo del Valle, Hiplito Yrigoyen y Eduardo Wilde, para citar algunas de las figuras notables. Documento en el que proclamaba la constitucin de un gran partido nacional, base de operaciones del prximo presidente de la Nacin.

Reciente conglomerado de fuerzas polticas y sociales, cuyo eje vertebrador se fund en un sentido aborrecimiento al mitrismo y en el deseo manifiesto de concluir definitivamente con la maldicin del puerto. En l tambin se expresaba amplia y confusamente una tendencia nacional-burguesa en la que confluyeron los exponentes ms lcidos de un liberalismo con contenido nacional del patriciado provinciano. Movimiento que tambin integr a la futura figura emblemtica del radicalismo histrico, cuya presencia -por s misma- abona las afirmaciones anteriores e ilustra el contenido del mismo: "Hiplito Yrigoyen y otros muchos hombres de las dos fracciones del autonomismo, han de servir de apoyo a Roca en su accin inmediata...".

La presencia del Peludo no fue declamativa. Al mes siguiente y teniendo como sordo teln de fondo las descargas de fusilera y las explosiones de la Guerra Civil, como Diputado Nacional bonaerense del PAN, particip activamente de los debates parlamentarios que gestaron la sancin de la Ley 1029 de federalizacin del municipio porteo.

Este jaque mate a la ciudadela del localismo porteo fue el primer movimiento -en el complejo ajedrez poltico de esos aos- que abri paso a la unidad del Estado, tan duramente conquistada. Y tambin fue el movimiento de apertura que puso en marcha el proyecto de pas pensado por los hombres del `80, en el que una nueva visin de los acontecimientos educativos se vislumbraba. El principal factor centrfugo y secesionista de la unidad nacional era disuadido y, como hecho incontrastable, la federalizacin de Buenos Aires represent un logro coordinado desde todo el pas, fortaleciendo las bases de sustentacin del naciente y tardo Estado moderno Argentino.

Si las provincias coaligadas y organizadas polticamente alrededor de la figura de Roca no hubiesen logrado resolver el viejo problema capital, no es aventurado conjeturar que la formidable presin del imperialismo, nueva expresin decimonnica de la Segunda Revolucin Industrial, habra creado condiciones objetivas -favorecido por el localismo portuario y por las enormes ganancias y ventajas corporativas y comparativas que le deparaba su situacin econmica apendicular con Gran Bretaa-, para sentar las bases de un proceso anlogo a la artificial creacin de un estado independiente como el Uruguay, en la otra orilla del Plata.

Lo cierto es que, una vez derrotada la causa secesionista al comenzar la dcada, un nuevo ciclo histrico comenzaba a desandar la realidad argentina. Se haba iniciado con la conquista de la Capital y prosigui, casi mimetizado, segn los trminos que impuso el viejo liberalismo revolucionario creador de nacionesestados del Siglo XVIII y las recientes experiencias bismarkianas y garibaldinas en Alemania e Italia. En esta coyuntura fue posible desplegar el programa constructor de un EstadoNacin en el cual un importante papel desempeara la Instruccin Pblica. Marco necesario para contextualizar la legislacin sancionada en 1884, en la cual y como reflejo del proceso de unidad poltica tan duramente conseguida, se imprimi el plan de unidad curricular modelador del futuro sistema escolar.

El diseo de esta educacin heredera de la tradicin moderna, liberal y laicizada, con marcada identidad positivista, correlato de la incorporacin de la Argentina a la divisin internacional del trabajo y de su subordinacin cultural al mundo eurocntrico, fue la expresin de una intelectualidad muy peculiar: la del `80. La misma que inmediatamente despus, cruzada por ideas y concepciones pedaggicas antagnicas acerca del rol de la Iglesia en el proceso educativo nacional, celebr uno de los debates ms relevantes y memorables que se recuerden, sobre los alcances y caractersticas de la educacin argentina por venir.

Naturalmente que ensayar una respuesta que aporte datos a una mayor compresin del proceso educativo del `80, de ninguna manera supone una apologa o defensa a ultranza del orden conservador y excluyente de las masas populares gestado en ese entonces. Tampoco implica conceder un crdito ilimitado al modelo de pas oligrquico-liberal que con posterioridad a la primera presidencia de Roca surgi con fuerza incontenible. Todo lo contrario. Sin embargo, es importante revisar crticamente lo que pas con este proyecto, que desde la perspectiva de sus intelectuales orgnicos pretendi imponer un programa histrico, en el cual uno de sus hitos fundamentales la separacin del Estado de la influencia eclesistica le depar no slo la repulsa del conservadurismo oligrquico, sino la aversin de los ultramontanos y del liberalismo catlico con quien ste mantuvo invalorables lazos familiares, culturales, polticos y sociales.

Quizs sea necesario, para una mayor comprensin de esta coyuntura, re-conocer que la constitucin de la Argentina Moderna se prefigur en un momento histrico en que la fuerza del imperialismo era indetenible. Por lo mismo, el capital extranjero estableci frreos lazos de penetracin y subordinacin, estrangulando al joven Estado y favoreciendo a la clase que mejor preservaba sus intereses y que mayores beneficios obtuvo de esta relacin: la aristocracia terrateniente pampeana. Ello explicara, en primer lugar, porqu el liberalismo nacional de la burguesa intelectual provinciana, vinculada al roquismo, se derrumb inexorablemente al consolidarse el poder de la oligarqua, sometindose y fusionndose a la clase hegemnica; y en segundo trmino, cmo ese derrumbe evidenci la enorme debilidad histrica del proyecto nacionalburgus en la Argentina agraria y preindustrializada de fines del siglo XIX. Histrica incapacidad que se agudiz en las sociedades perifricas, dada la imposibilidad de estos sectores para resistir el embate de las fuerzas oligrquicas, respaldadas por el poder imperial.

Sin embargo, a pesar del fracaso de los representantes de la burguesa intelectual que haban conquistado la ciudad-puerto para formar un gran estado, la fisonoma del pas cambi profundamente y en l convivieron dialctica y contradictoriamente el orden conservador -expresin poltica del poder oligrquico- y una sociedad que prontamente seculariz sus costumbres mediante cambios vertiginosos.

A la luz de estas mutaciones las palabras del Ministro adquirieron indita coherencia. En ellas se condensaron, contradictoriamente, los grmenes de un discurso educativo reaccionario y progresista, del mismo modo que en la sociedad conviva lo viejo y lo nuevo. Reaccionario porque se nutri de las viejas y an predominantes categoras filosofcas e ideolgicas del pensamiento liberal-oligrquico -cuya encarnacin fue Sarmiento- para delinear el contenido cualitativo y actitudinal del mismo. Y progresista porque rescat como forma organizativa y estructural; como discurso objetivo y sistemtico, los postulados revolucionarios de la gratuidad, obligatoriedad, gradualidad y laicidad. La consecuencia fue la conformacin de un sistema educativo, cuyos fundamentos tericos y metodolgicos abrevaron en los principios de la instruccin pblica y educacin del ciudadano. Dicho sistema fue uno de los legados ms significativos del programa pedaggico-cultural de la burguesa intelectual del ochenta y uno de sus aportes perennes a la construccin de la Argentina Moderna.

En la imposibilidad de transformar el contenido cualitativo y la orientacion general que la oligrqua le imprimi ideolgicamente al sistema educativo y a su oferta (verbalista, enciclopdica, abstracta y desvinculada del mundo del trabajo y de la produccin), quizs se haya patentizado su fracaso e inviabilidad histrica, caracterstica distintiva en los jvenes pases latinoamericanos que abordaron procesos similares.

Tomando estos presupuestos, desanudemos el proceso de integracin cultural de Jujuy al Estado Nacional.

El Gral. Roca inicia su presidencia el 12 de Octubre de 1880.

Memoria presentada al Congreso Nacional de 1881 por el Ministro de Justicia, Culto e Instruccin Pblica de la Nacin, Dr. Manuel D. Pizarro. Imprenta de la Presidencia Nacional, Bs. As., 1881.

En lo sucesivo la cursiva selecciona los pasajes del texto que el autor de la tesis considera importante enfatizar. El documento original carece de esta tipografa.

Memoria, pp. 9 a 21.

Ver Newland, Eduardo (1991) "La Educacin elemental en Hispanoamrica: desde la Independencia hasta la centralizacin de los sistemas educativos nacionales". En HARH (Hispanic American Historical Review) Volume 71, N 2, May, Duke University, Albuquerque, New Mxico, USA

Al respecto se puede consultar a Tedesco, J. C. (1986) Educacin y Sociedad en la Argentina (18801945), del Solar, Bs. As.

Manuel D. Pizarro provena de una antigura y tradicional familia cordobesa. Su abuelo fue Laureano Pizarro y en su casa se constituy el primer Comit Central Autonomista, donde se proclam por primera vez la candidatura de Roca, en dicha provincia. Aunque realizada en el domicilio particular de uno de los notables del clan Pizarro, la proclamacin tuvo carcter pblico y resonancia nacional, concluyendo con una manifestacin pblica que recorri la ciudad al finalizar la asamblea. En esa oportunidad se organiz una comisin encargada de dirigir la futura campaa electoral, integrada entre otros por el viejo Coronel Manuel Esteban Pizarro, cabeza de aquel influyente clan familiar. Uno de sus hijos era el Dr. Manuel D. Pizarro, Senador Nacional por Santa Fe y futuro Ministro de Instruccin Pblica. (Vid. Terzaga, A. (1976), Historia de Roca, Vol. II, Pea Lillo, Bs. As.).

Memoria, pp. 7 y 8

Una de las frases discutibles del Ministro fue la que sostena que se destinaron "fuertes cantidades con destino a la Instruccin Pblica". Esto nunca fue as. El Estado oligrquico siempre manej la cuestin educativa de las provincias interiores con rienda corta y mano avara. Afirmacin que demostrar en el Captulo IV de la segunda parte.

Al respecto se puede consultar el artculo del citado autor Un Nuevo Clima de Ideas, publicado por Ferrari, G. y Gallo, E. (C) (1980) en La Argentina del Ochenta al Centenario, Sudamericana, Bs. As.

Donghi, Tulio H. (1995) Proyecto y Construccin de una Nacin (18461880), Ariel Historia, Bs. As.

Vid. Zimmermann, E. A. (1993) Los Liberales Reformistas, Sudamericana, Universidad de San Andrs, Bs. As., p. 32.

Para ampliar los estudios realizados sobre este perodo, entre la vasta bibliografa existente, sugerimos ver: Botana, N. (1977) El Orden Conservador, Sudamericana, Bs. As.; del mismo autor El Federalismo LIberal en Argentina:18521930, en Carmagnani, M. (Coord.) (1993), Federalismos Latinoamericanos: Mxico/Brasil/Argentina, FCE, Mxico; Corts Conde, R. y Gallo, E. (1990) La Repblica Conservadora, Paids, Bs. As.; de los mismos autores (1967) La Formacin de la Argentina Moderna, Paids Bs. As.; Corts Conde, R. (1979) El Progreso Argentino (18801914), Sudamericana, Bs. As.; Cornblitt, O., Gallo, E. y O'Connel, A. (1965) La Generacin del Ochenta y su Proyecto; Antecedentes y Consecuencias. En Di Tella, G., y cols. Argentina, Sociedad de Masas, EUDEBA, Bs. As.; Prez Amuchstegui, J. A. (1965) Mentalidades Argentinas, EUDEBA, Bs. As.; Crcano, R. J. (1944) Mis Primeros Ochenta Aos, Sudamericana, Bs. As.; Carrasco, A. (1947) Lo que yo v desde el '80, Promo, Bs. As.; Hernndez Arregui, J. J. (1973) La Formacin de la Conciencia Nacional, Plus Ultra, Bs. As.; Romero, J. L. (1975) Las Ideas Polticas en la Argentina, FCE, Bs. As.; D`Amico, C. (1977) Buenos Aires, sus hombres y su poltica (18601890), CEAL., Bs. As.; Ramos J. A. (1982) Del Patriciado a la Oligarqua (18621904), Mar Dulce, Bs. As.; Ziimmermann, E. (1995) Los Liberales Reformistas, Sudamericana, Bs. As. y algunos Artculos como: El Ochenta: Un ao crucial, de M. A. Scenna. En Todo es Historia N 139, Bs. As., Diciembre de 1978; Los Constructores de la Argentina Moderna, de E. J. Hardoy; Dejar hacer, dejar pasar, de J. Irazusta; El pas de las vacas y de las mieses, de M. A. Scenna; Liberales y Catlicos en el '80, de Emilio J. Corbiere; La Ideologa del Ochenta, de J. C. Vedoya, El Desarrollo de las fuerzas productivas, de L. A. Romero; El Plan del Ochenta, de J. Notta; El eclipse de la Conciencia Nacional, de F. Chavz y, El Ochenta: lo que queda por hacer, de N. Botana y E. Gallo, publicados en Todo es Historia N 163, Bs. As., Diciembre de 1980.

En la Seccin II del trabajo de Isidoro Ruiz Moreno (1980) La Federalizacin de Buenos Aires, Hyspamrica, Bs. As., se detallan los partes de combate que decriben los cruentos enfrentamientos de Puente Alsina, Barracas, Los Corrales, Olivera, etc.

En este debate potenciaron las enormes diferencias que sobre cuestiones atinentes al pas separaron a prohombres como Alberdi y Sarmiento, por ejemplo. En el tema concreto de la Educacin sus puntos de vista fueron dismiles y sus concepciones opuestas. Vid. Shumway, N., Op. Cit.

Un ao antes, el Diario La Democracia, N 23, del 27 de Julio de 1879, publicaba en San Salvador de Jujuy el siguiente titular, en su primera pgina: El Gral Roca Candidato de la Democracia, para la futura Presidencia de la Republica. Comisin Directiva del Club El Pueblo. Presidente: Domingo T. Prez; Vice, Gregorio Gonzlez; Tesorero, Manuel S. Ovejero; Secretarios, Gregorio Posse y Teodosio Carrizo; Vocales, Gaspar Castaeda, Dr. Lucas V. Rocha, Dr. Marcelino Salas y Jacinto Guerrero. La nota comenta la realizacin de un importante mtin en el teatro Municipal de la Capital Jujea, en el cual los presentes redactaron un acta que pblicamente proclam la candidatura del Gral Roca a presidente de la Nacin.y suscriba el compromiso de sus miembros para trabajar en la prxima campaa electoral, apoyando su candidatura. De este agrupamiento civil naci el futuro autonomismo jujeo, cuyos jefes polticos durante muchos aos fueron el Senador Domingo T. Prez, presidente del Club El Pueblo y Cstulo Aparicio, uno de los gobernadores del distrito. Coleccin de Diarios del Siglo XIX, Biblioteca Popular de Jujuy.

Con respecto a este tema ver la obra de Terzaga, Alfredo (1976) Historia de Roca, Tomos I y II, Pea Lillo, Bs. As.

Vid. Mercado Luna, R. (1974) Los Coroneles de Mitre, Plus Ultra, Bs. As.

Vid. Mayer, J. .M. (1973) Alberdi y su Tiempo, Volumen I y II, Biblioteca de la Academia Nacional de Derecho y Cs. Sociales de Buenos Aires, Serie II, Obras, N 13, Bs. As.

Vid. Sommi, Luis V. ( 1947) Hiplito Yrigoyen, Monteagudo, Bs. As., p. 225.

El 24 de Julio de 1880 se sancion la Ley 1029 que determin que la Capital Federal de la Nacin se establecera en la ciudad de Buenos Aires. (R.N. 1878/81 p. 306), Anales de Legislacin Argentina, Complemento, Aos 18811889, Tomo I, La Ley, Bs. As., 1955, p. 1188. En la seccin I de la citada obra de Ruiz Moreno, J. J., encontramos una importante compilacin de artculos y documentos sobre los antecedentes fundamentales del problema Capital en la Argentina del siglo XIX.

Vid. Recalde, Hctor (1984) El Primer Congreso Pedaggico, Tomo I y II, CEAL, Bs. As; Weinberg, G. (C) (1987), Ley 1420. Debate Parlamentario (18831884), Tomos I y II, CEAL, Bs. As.; Cucuzza, R. (1987) De Congreso a Congreso, Besana, Bs. As., y los artculos La ofensiva Catlica de 1884, de R. Parera, en Todo es Historia, N 178, Bs. As. Marzo de 1982 y La Concepcin Laicista del '80, editorial publicado en La Nacin, el 5 de Julio de 1883, reproducido, en Todo es Historia N 163, Bs. As. Diciembre de 1980.

Es conocido el duro enfrentamiento que Roca mantuvo con la Iglesia Catlica en esta poca. Obviamente ese conflicto reconoce causas profundas: el matrimonio civil, la secularizacin de los cementerios, la educacin laica, etc. Durante su gestin, el clero se levanto airadamente oponindose a la renovacin de la legislacin civil que arrancaba de sus manos la educacin infantil, el acta matrimonial y el reposo eterno. Formas de control social que la Iglesia haba monopolizado desde la Conquista y que ahora se escapaban de sus manos. El momento ms agudo de esta crisis se produjo en 1884 cuando el Nuncio apostlico, Monseor Mattera fue expulsado del pas por incitar a la feligresa a no cumplir con estas disposiciones legales.