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  • Freidson, Eliot (2001)

    LA TEORA DE LAS PROFESIONES. ESTADO DEL ARTE en Perfiles Educativos, Vol. 23 No. 93 pp. 28-43.

    PPEERRFFIILLEESSEE DD UU CC AA TT II VV OO SS

    ISSN 0185-2698

    Centro de Estudiossobre la Universidad Banco de Datos sobre Educacin

    iresie

  • 28PERFILESEDUCATIVOS

    Este trabajo examina las tendencias en el estudio de las profesiones, desde los primeros intentos, en los aos sesenta, hasta su conformacin crtica en los ochenta,

    y evala la validez de ciertos estudios para teorizar en ese campo. Para ello, clarifica la naturaleza del concepto de "profesin", acotando su naturaleza dentro de una concepcin genrica de las ocupaciones.

    Asimismo, aborda el concepto como una construccin histrica de ciertas sociedades, y analiza de manera general el desarrollo, uso y consecuencias que tal concepto tiene en esas sociedades.

    Finalmente, trata el problema de la definicin, su relatividad y parcialidad, y apunta posibles lneas de investigacin para continuar con su estudio crtico.

    In this article, the author analyzes the trends in the studies about professions, from the first tentatives, during the sixties, until its critical period in the eighties, and he questions the validity of some of those studies

    to theorize in this field. Therefore he clarifies the nature of a concept as profession, situating it within a genericalconception of employment. He also takes the concept as a historical construction of some societies and analyzes in a general way the development, the use and the outcomes that such a concept can have in those societies.

    The article finally tackles with the problem of the conceptual definition, its relativity and partiality and shows potential research outlines that would help to continue this critical study.

    Palabras clave: Sociologa / Profesiones / Mercado laboral / Ocupacin / MetateoraSociology / Professions / Labor market / Employment / Metatheory

    La teora de las profesionesEstado del arte*

    ELIOT FREIDSON**

  • La teora de las profesiones. Estado del arte Eliot Freidson (2001), vol. XXIII, nm. 93, pp. 28-43

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    Aun cuando las profesiones nunca hanestado entre los temas principales de la teo-rizacin sociolgica, un gran nmero deprominentes socilogos de lengua inglesa,desde Herbert Spencer (1914, pp. 179-324) hasta Talcott Parsons (1968), le handedicado algo ms que una simple atencinpasajera. Hasta hace poco tiempo, la mayo-ra de los socilogos se haba inclinado porconsiderar las profesiones como sirvientes,muy estimados, de la necesidad pblica, ylas conceban como ocupaciones especial-mente distintas de otras por su orientacinal servicio de las necesidades del pblico,por medio de la aplicacin educada de suconocimiento, singularmente esotrico, yde sus complejas habilidades. En contraste,los representantes de las otras cienciassociales han enfatizado caractersticas bas-tante diferentes de las profesiones. Los eco-nomistas prefieren resaltar el cerrado carc-ter monoplico del mercado de trabajoprofesional (Cairnes, 1887, pp. 66-67;Friedman, 1962, pp. 137-160). Los polit-logos tratan a las profesiones como gobier-nos privados privilegiados (Gilb, 1966); ylos encargados de disear las polticas con-sideran que los expertos profesionales tie-nen una visin extremadamente estrecha einsular de lo que es bueno para el pblico(Laski, 1931).

    La dcada de los sesenta marc un par-teaguas en los escritos sociolgicos sobrelas profesiones. Por un lado, el sabor eva-luativo de la literatura cambi, mientrasla mayora de los socilogos (aunqueconsciente de sus deficiencias) pona elnfasis en los logros y las funciones posi-tivas de las profesiones, escritores ms re-cientes han sido consistentemente mscrticos. Por otro lado, la preocupacinprincipal de la literatura ha cambiado. Enla literatura anterior, los principales auto-res acadmicos abordaban, bsicamente, elanlisis de las relaciones entre los papeles[role] y las normas profesionales y la inte-raccin en los ambientes de trabajo.Aunque todos reconocan la importanciade los factores polticos y econmicos, nolos analizaron a profundidad. La msreciente literatura acadmica, por otraparte, se concentra en la influencia polti-ca de las profesiones (Freidson, 1970a),en la relacin de las profesiones con laslites, polticas y econmicas, y el Estado(Jonson, 1972) y con el mercado y el sis-tema de clases (Larson, 1977).

    A pesar de que los cambios importan-tes se dieron en los nfasis evaluativo ysustantivo de los escritos sociolgicossobre las profesiones, stos reflejan cam-bios en el contenido de la teorizacin,mas no en su naturaleza; ello sucedi auncuando algunas de las ms recientes crti-cas al enfoque tradicional han sido decarcter metaterico. Desafortunadamen-te, estas crticas metatericas han aborda-do temas sin importancia o bien temasque, en esencia, no tienen solucin, debi-do a la naturaleza misma del concepto deprofesin en s. Por esta razn, en la dca-da anterior no se lograron avances signifi-cativos en el desarrollo de una teora delas profesiones que no tuviera las mismasdeficiencias que las teoras anteriores.

    * El cuerpo bsico de este artculo lo escrib mientrasfui investigador senior Fulbright-Hays en el LaboratoiredEconomie et de Sociologie du Travail (CNRS), Aix-en-Provence. Deseo expresar mi ms profunda gratitud a M.Guy Roustang, entonces director del CNRS, y de M. MarcMaurice, director de investigacin, por su hospitalidad ymotivacin intelectual. [N. del E.: La versin original de este artculo se publicen The sociology of the professions: Lawyers, doctors andothers (1983), editado por Robert Dingwal et al., Londres,Macmillan, pp. 19-37. Agadecemos al autor su permisopara publicarlo.]

    ** Profesor emrito de Sociologa, Universidad de Nueva York. [email protected]

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  • ste es el tema del presente trabajo. Enl examino diversos asuntos metatericoscomunes, abordados en escritos recientessobre las profesiones, y evalo tanto suvalidez como su utilidad para desarrollaruna teora de las profesiones. Al hacerloser necesario que aborde el concepto deprofesin en s. Argumentar que la natu-raleza misma de este concepto desempe-a un papel sumamente importante en lageneracin de algunos de los problemasabordados por los escritos metatericos, ala vez que impide su solucin en trminosabstractos y tericos. Plantear que lanaturaleza del concepto de profesin nosproporciona un nmero limitado deopciones. La opcin que puede conducira un mtodo de anlisis coherente y siste-mtico requiere dejar de lado el intentode tratar la profesin como un conceptogenrico e intentar, ms bien, formularuna concepcin genrica de las ocupacio-nes dentro de la cual podamos localizaranalticamente las ocupaciones particula-res que han sido etiquetadas como profe-siones. Para avanzar en el desarrollo deuna teora de las profesiones, sin embar-go, se requiere de una opcin algo dife-rente, que trate el concepto como unaconstruccin histrica en un nmerolimitado de sociedades y estudie sus desa-rrollos, usos y consecuencias en esassociedades sin intentar ms que las msmodestas generalizaciones.

    EL PROBLEMA DE LA DEFINICIN

    Por lo menos desde Flexner (1915), granparte del debate se ha centrado en cmolas profesiones deberan definirse, culesocupaciones deberan ser llamadas profe-siones y segn cules criterios institucio-nales. Pero mientras la mayora de lasdefiniciones se traslapan entre s en cuan-

    to a los elementos, los rasgos caractersti-cos o los atributos que incluyen, unnmero de stas ha demostrado una per-sistente falta de consenso sobre cules ras-gos deben acentuarse en la teorizacin(Millerson, 1964, p. 5). Una parte consi-derable de la crtica a la literatura tradi-cional sobre las profesiones se ha dedica-do a sealar la falta de consenso. Comono parecemos estar ms cerca de dichoconsenso de lo que estbamos en 1915, ydebido a que el uso vara sustancial, lgi-ca y conceptualmente (Freidson, 1977),algunos analistas dan la impresin de quereprueban la prctica misma de buscaruna definicin. Pero dicha reprobacines, con toda seguridad, inapropiada. Parapensar clara y sistemticamente sobrecualquier cosa, uno debe delimitar lamateria por abordar mediante el anlisisemprico e intelectual. No podemos ela-borar una teora si no estamos segurossobre lo que tratamos.

    Un mtodo utilizado para tratar desolucionar el problema de la definicinha sido el de restar valor al hecho de defi-nir las caractersticas de las profesionescomo inherentemente distintas de lasotras ocupaciones (Klegon, 1978, p. 268)y exhortar, ms bien, a analizar el procesopor el cual las ocupaciones demandan ose ganan el estatus profesional. El resulta-do de esta posicin, sin embargo, es quese evita por completo cualquier defini-cin consciente mientras, de hecho, sepresenta subrepticiamente una definicinimplcitamente vaga y no satisfactoria dela profesin como una ocupacin que haobtenido estatus profesional. Qu es elestatus profesional? Cmo se determinacundo existe y cundo no? Cules sonsus caractersticas?

    Una sugerencia estrechamente rela-cionada consiste en cambiar el enfoque,

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  • pasar de una concepcin esttica de lasprofesiones como un tipo distinto deocupacin, a la de un proceso por el cuallas ocupaciones se profesionalizan (Voll-mer y Mills, 1966). Sin embargo, comocorrectamente observan Turner y Hodge(1970, p. 23) y Jonson (1972, p. 31),un nfasis en el proceso ms que en laestructura, en la profesionalizacin msque en los atributos de las profesiones,no resuelve realmente el problema de ladefinicin. Para hablar del proceso deprofesionalizacin se requiere definir ladireccin del proceso, as como el estadofinal de profesionalismo hacia el cualestara avanzando una ocupacin. Sinalguna definicin de profesin, el con-cepto de profesionalizacin pierde, vir-tualmente, todo sentido; e igual sucedecon la intencin de estudiar el procesoen lugar de la estructura. Estudiar elproceso sin una definicin que guenuestro objetivo sera tan infructuosocomo estudiar la estructura sin tener unadefinicin.

    En pocas palabras, si se quiere que elasunto de la definicin sea til para unateora de las profesiones no se puedenegar ni evitar la necesidad de dicha defi-nicin. Un trmino como profesin, contantas connotaciones y denotaciones, nopuede emplearse en un discurso precisosin definicin. Se podra evitar el asuntode la definicin slo si se adopta la posi-cin manifiestamente antianaltica de quetodas las ocupaciones ya sea que se habledel trabajo casual por un da, del trabajoen la lnea de ensamblaje, de la docencia,la ciruga o el anlisis de sistemas separecen tanto que no se consigue nada alhacer distinciones de cualquier tipo entreellas. Pero debe negarse con toda firmezala posicin de que no hay diferencia algu-na de importancia analtica.

    Dada la necesidad de la definicin, sepodra observar que el carcter de unadefinicin adecuada deber ser tal queespecifique un conjunto de referentesmediante los cuales el fenmeno puedaser discriminado en el mundo emprico;es decir, atributos especficos, rasgos ocaractersticas definitorias. Desafortu-nadamente, en la literatura crtica recien-te existe una tendencia a confundir elacto de especificar las caractersticas defi-nitorias con las caractersticas particula-res especificadas por escritores anteriores.Se puede criticar una definicin por losrasgos caractersticos ambiguos, tantoanaltica como empricamente, que esta-blece (Freidson, 1970a) o porque sus ras-gos no tienen interrelaciones sistemticasni formulacin terica (Jonson, 1972).Pero no es justo criticar el hecho de queuna definicin est compuesta por rasgoso atributos.

    Por todo ello, parecera que, dado elactual estado del arte de la teorizacinsobre las profesiones, los comentariosrecientes sobre el asunto de la definicinno dan en el blanco. El problema sobre ladefinicin, que ha plagado el campodurante ms de medio siglo, no ha sidocreado por buscapleitos pedantes cuyo finsea evitar por completo una definicin.Tampoco se trata de un problema queresulte de la adopcin de un enfoquefuncional o estructural esttico, ycuya respuesta se logre mediante un enfo-que del proceso o del conflicto.Finalmente, no se trata de un problemacreado al incluir rasgos caractersticos oatributos en una definicin. Mi plantea-miento es que este problema es muchoms profundo. Se produjo al intentarabordar las profesiones como si se tratarade un concepto genrico ms que de unconcepto que va cambiando con la histo-

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  • ria y que tiene races particulares en unanacin industrial fuertemente influencia-da por instituciones angloamericanas.

    LA ESTRECHEZ DEL CONCEPTO INSTITUCIONAL DE PROFESIN

    Con la finalidad de desarrollar mi argu-mento sobre la naturaleza del conceptode profesin, es necesario, antes quenada, hacer nfasis en la diferencia entredos usos muy diferentes que algunas vecesse confunden. En primer lugar, est elconcepto de profesin que se refiere a unamplio estrato de ocupaciones relativa-mente prestigiadas, pero de muy diversandole, cuyos miembros han tenido algntipo de educacin superior y se identifi-can ms por su estatus educativo que porsus habilidades ocupacionales especficas.En segundo lugar, est el concepto de pro-fesin como un nmero limitado de ocu-paciones que tienen ms o menos encomn rasgos caractersticos instituciona-les e ideolgicos particulares. Este segun-do concepto es el nico que nos permitepensar en el profesionalismo, en trmi-nos de Jonson, como una forma de orga-nizar una ocupacin (Jonson, 1972, p. 45).Ello representa mucho ms que un meroestatus, ya que produce identidades ocu-pacionales distintivas y nichos excluyen-tes en el mercado (vase Parkin, 1979),que separan cada ocupacin de las dems,y a veces las oponen entre s.

    Adems, estos dos conceptos difierensealadamente en su pertinencia para lassociedades industriales de hoy en da. Elconcepto de profesin como un estratoeducado muy amplio ha sido aplicado sinmucha dificultad en todas las nacionesindustrializadas (vase, por ejemplo, Ben-David, 1977, p. 30). Pero ste refiere a unfenmeno mucho ms general y vago que

    el concepto institucional de profesincomo una forma distintiva de ocupacinorganizada. Los principales escritos teri-cos sobre las profesiones se refieren a stasen el segundo sentido, como un nmerobastante limitado de ocupaciones quecomparten caractersticas considerable-mente ms especficas que la simple edu-cacin superior, y que pueden distin-guirse como ocupaciones separadas. Susmiembros se conciben, en primer lugar,por su ocupacin y slo en segundo lu-gar por su clase. Es precisamente esteconcepto institucional de profesin el quees difcil de aplicar tanto a la gama com-pleta de ocupaciones en el estrato profe-sional de cualquier nacin industrializa-da, como a las ocupaciones de clase mediaen Europa, mismas que, en las nacionesangloamericanas, seran consideradas pro-fesiones en el sentido ms estrecho.

    Las ocupaciones a las que en ingls sellama profesiones han tenido una historiabastante especial. Como sabemos, las uni-versidades medievales europeas generaronlas tres profesiones educadas originales:medicina, derecho y el sacerdocio (delcual la docencia universitaria era sloparte). Eliot (1972, pp. 14, 32) ha suge-rido el trmino profesiones de estatuspara ellas y seala, con bastante precisin,su marcada diferencia de las recientesprofesiones ocupacionales.

    A medida que se desarrollaba la estruc-tura ocupacional del industrialismo capi-talista, durante el siglo diecinueve enInglaterra y ms recientemente en EstadosUnidos, el consenso terminolgico devinoen gran confusin por los esfuerzos de lasocupaciones de clase media, recientemen-te reorganizadas o recientemente forma-das, para lograr el ttulo de profesin, yaque ste estaba relacionado con el estatusde caballero de las profesiones educadas

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  • tradicionales (Reader, 1967; Larson, 1977).Aunque existan diferencias muy impor-tantes entre las dos naciones, tenan encomn un aparato de Estado comparati-vamente pasivo con una slida, pero paranada menos ambigua, filosofa de laissez-faire y un pequeo servicio civil.

    Las ocupaciones que buscaban unlugar seguro y privilegiado en la econo-ma de estos pases no podan hacer msque solicitar el apoyo del Estado paraencontrar un nicho excluyente en el mer-cado abierto, donde tenan que competircon ocupaciones rivales. Tenan que orga-nizar sus propias instituciones de capaci-tacin y credencializacin, ya que elEstado desempeaba un papel pasivo enestos asuntos. A diferencia de otros pa-ses, el ttulo profesin se usaba paraestablecer el estatus de las ocupacionesexitosas y termin siendo parte del esque-ma de clasificacin ocupacional oficial enEstados Unidos e Inglaterra. Adems,gradualmente fue expandiendo su cober-tura al incluir ms ocupaciones en lamisma categora, y con el mismo ttulo,que las profesiones de estatus originalesde las universidades medievales (vaseReader, 1967, pp. 146-166, 207-211).Obtener el reconocimiento como profe-sin era importante para las ocupa-ciones, no slo porque este ttulo estabavinculado con el tradicional estatus denobleza, sino porque sus tradicionalesconnotaciones de aprendizaje y dedica-cin desinteresada legitimaban el esfuerzopara obtener proteccin estatal frente a lacompetencia en el mercado laboral. Dadala filosofa de laissez-faire, slo algunasexcusas muy especiales podan justificar lacreacin, sancionada por el Estado, de unnicho en el mercado. Las ideologas delconocimiento y la experiencia especiales,as como la probidad moral que brindaba

    el concepto tradicional de profesin deestatus, sostenida por instituciones ocu-pacionales que las respaldaban ostensible-mente, proporcionaban la base para legi-timar la proteccin estatal ante los vientosde la competencia ocupacional.

    En Inglaterra y en Estados Unidos, latendencia era que cada ocupacin organi-zara su propio movimiento para lograr elreconocimiento y la proteccin estatal.Las identidades y lealtades de sus miem-bros se anexaban a sus ocupaciones indi-viduales y a sus instituciones. La situacinera bastante diferente en Europa, dondeel Estado era mucho ms activo paraorganizar tanto la capacitacin como elempleo. Las profesiones de estatus tradi-cionales mantuvieron sus distincionesocupacionales mientras reorganizaban suscuerpos corporativos, pero las nuevasocupaciones de clase media no buscaronclasificarse como profesiones con lafinalidad de ganar estatus y justificar unnicho en el mercado; en su caso no seemplea un ttulo paraguas que les endo-se caractersticas institucionales especialespara distinguirlas (vase Hughes, 1971,pp. 387-388). Ms bien, stas obtenansu estatus y su seguridad al asistir a insti-tuciones elite de educacin superior con-troladas por el Estado, mismas que lesgarantizan posiciones en el servicio civil uotros puestos tcnicos administrativos. Enla Rusia y la Polonia del siglo diecinueve,lo importante era, sencillamente, ser egre-sado de un gimnasium, no la ocupacinque se tuviera (Gella, 1976). En Alema-nia, lo importante era ser egresado de unauniversidad, un Akademiker (Ruesche-meyer, 1973b, pp. 63-122; Ringer, 1979,p. 411). En Francia, las fortunas fluan apartir de la asistencia a una de las grandescoles (vase por ejemplo, Ben-David,1977, pp. 38-46). La identidad principal

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  • no se adquira por la ocupacin, sino porel estatus obtenido mediante la educacinde elite, sin importar la especialidad enparticular. Como observa Ben-David so-bre Francia:

    las personas tcnicamente competentes [...] queel sistema [de grandes coles] estaba [...] di-seado para producir [...] no se identificanprincipalmente por sus calificaciones profesio-nales, sino por sus empleos. Si trabajan en lainiciativa privada, tienden a considerarse partede la clase burguesa empresarial, y si son asala-riados, se consideran funcionarios de ciertorango y no qumicos o ingenieros (Ben-David,1977, p. 46).

    Esto es muy diferente de las profesio-nes angloamericanas, que obtienen su dis-tincin y posicin en el mercado no tantopor el prestigio de las instituciones en lasque se ofrecen, sino ms bien por sucapacitacin e identidad como ocupacio-nes particulares organizadas corporati-vamente, a las que se les endosan conoci-miento especializado, tica e importanciapara la sociedad, y para las cuales se recla-ma el privilegio.1

    Por lo tanto, no es para nada injusto queel profesionalismo sea llamado la enferme-dad britnica (Fores y Glover, 1978, p.15), aunque yo prefiero llamarla la enfer-medad angloamericana. Ni es por acci-dente que la literatura terica sobre lasprofesiones sea, casi en su totalidad, anglo-americana, a pesar del uso que hacen loseuropeos de las reseas y la literatura anglo-americana hechas por los europeos (Mau-rice, 1972, pp. 213-225). De todas mane-ras, yo planteara que, como conceptoinstitucional, el trmino profesin estintrnsecamente ligado a un periodo parti-cular de la historia y con un nmero limi-tado de naciones en dicho periodo.

    LA INEVITABILIDAD DE LAS DISCULPAS Y LAS POLMICAS

    Si concedemos el carcter concreto e his-trico del trmino, podemos entendermejor algunas de las otras controversiasque rodean la definicin de profesin enla literatura reciente. Las crticas metate-ricas frecuentemente hacen la observacinde que los escritos ms antiguos sobre lasprofesiones crearon definiciones que eranreflejo de lo que decan sobre s mismoslos voceros de las ocupaciones angloame-ricanas en bsqueda de reconocimientosocial como profesiones (Freidson, 1970a,pp. 77-84; Gyarmati, 1975, pp. 629-654). Roth (1974, p. 17) es enrgico alplantear su crtica: Los socilogos [...] sehan convertido en la vctima inocente delas profesiones establecidas (ayudndolesa justificar su posicin dominante y lasutilidades que sta les proporciona) y enlos rbitros de las ocupaciones que estnresueltas a sacar ventaja. La implicacinde esta crtica es que los tericos debe-ran, en cierto sentido, esforzarse paracrear una definicin que no refleje losintereses de los grupos que intentan des-cribir, sino que su definicin deberatener una perspectiva ms independiente.Sin embargo, debido a la misma natura-leza del concepto, uno no puede evitar suconexin intrnseca con los procesos so-ciales evaluativos que la crean.

    En las profesiones, los asuntos paracomentar y analizar estn determinados,hasta cierto punto, por la historia nacio-nal del trmino en s y por el uso de taltrmino, tanto por parte de los miembrosde las ocupaciones en particular como delos miembros de otros grupos de la socie-dad angloamericana. Dado el hecho his-trico de que el trmino es una etiquetavalorada socialmente, con la posibilidad

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  • de recompensas sociales, econmicas,polticas o, por lo menos, simblicas quese acumulan para quienes as son etique-tados, parece inevitable que habr desa-cuerdos sobre sus aplicaciones para ocu-paciones o personas particulares, ascomo sobre la propiedad de las recom-pensas especiales que se acumulan paraquienes se les aplica. Debido a la natura-leza del concepto, cualquier iniciativapara definirlo y analizarlo estar inevita-blemente sujeta a la posibilidad de serempleada con el fin de dirigir la asigna-cin y la justificacin de las recompensaspara algunos y de retenrselas a otros.

    Se entiende, por lo tanto, que aquellosque Roth describi como vctimas ino-centes sostienen la posicin tanto de lasprofesiones establecidas como la de aque-llas que intentan obtener el xito al imi-tarlas. Tambin se entiende, sin embargo,que quienes, como Roth y el autor, seembarcan en evaluaciones muy crticas delas definiciones y los anlisis de otros,tambin servimos como vctimas inocen-tes, aunque de agentes diferentes tantode los programas gerenciales para elimi-nar las habilidades y proletarizar el tra-bajo profesional, como de los movimien-tos de la clase trabajadora dirigidos areducir las diferencias de pago y lasbarreras para entrar a los empleos pro-fesionales. Ambos conjuntos de escrito-res, aunque difieren en sustancia, no sediferencian por el enfoque intelectual delconcepto. El parteaguas en la literaturaacadmica, que en mi opinin ocurri enlos aos sesenta, cambi la simpata socialy el inters sustantivo, pero no implicun rompimiento con la preocupacinanterior de adjudicar la aplicacin de laetiqueta y sus recompensas. Tal vez sta esla razn por la cual no se han dado avan-ces coherentes en la teorizacin, a pesar

    del marcado cambio en el tono de la lite-ratura, porque la base de la teorizacin noha cambiado.

    LA FENOMENOLOGA DE LA PROFESIN

    Si profesin pudiese describirse comoun concepto tradicional [folk], entoncesla estrategia de investigacin apropiada esde carcter fenomenolgico. No se inten-ta determinar lo que es profesin en unsentido absoluto, sino ms bien cmo lagente en una sociedad determina quin esun profesional y quien no; cmo los pro-fesionales realizan o logran las profe-siones por medio de sus actividades, ycules son las consecuencias para la mane-ra en que ellos se consideran a s mismos yrealizan su trabajo. Esto, sin embargo, noes una empresa sencilla, ya que no pode-mos asumir, realistamente, que hay unatradicin holstica que genera solamenteun concepto tradicional de profesin ensociedades tan complejas como la nues-tra. Seguramente hay varias tradiciones y,por ende, varios conceptos tradicionales.Es ms probable que los diferentes con-ceptos de profesin sean propuestos porlas ocupaciones que buscan las recompen-sas de una etiqueta profesional, ms quelas otras que slo intentan preservar lasrecompensas que ya han obtenido; o quelos conjuntos de empleadores o clientesque buscan controlar los trminos, lascondiciones y el contenido de los trabajosque desean les realicen; o que las agenciasgubernamentales que buscan crear unmedio sistemtico que les permita clasifi-car las ocupaciones de la fuerza de traba-jo y rendir cuentas de cada una, o que lasociedad en general. En verdad, el hechomismo de que exista tal variedad de pers-pectivas e intereses de grupo podra

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  • considerarse como responsable de la varie-dad de concepciones de profesin pro-puestas, cada una dirigida a su propiopblico, responsable del disenso caracte-rstico en torno al uso y a los referentesocupacionales concretos del trmino. Sinembargo, se puede decir que una deesas perspectivas tiene autoridad acad-mica como concepto? Hay otras de lasque se pueda decir que no son vlidas niimportantes?

    Muchos crticos recientes de la literatu-ra sobre profesiones parecen sentir que esalgo inapropiado para los socilogos hacersus propios pronunciamientos sobre laesencia del concepto de profesin y, por lotanto, servir como rbitros o vctimas ino-centes. Algunos plantean que deberan,ms bien, estudiar cmo otros miembrosde la sociedad emplean el concepto sinproyectar sus propias concepciones. En unplanteamiento bien razonado, Dingwall(1976, pp. 331-349) sugera que en lugarde definir las profesiones por decreto, lossocilogos haran mejor si se dedicaran alestudio y la explicacin de la forma en quelos miembros ordinarios de algunas ocupa-ciones en particular invocan y emplean eltrmino durante el curso de sus activida-des cotidianas, para estudiar cmo dichosmiembros logran una profesin, inde-pendientemente de las definiciones de lossocilogos. Sin embargo, a diferencia demuchos crticos que estn satisfechos conla sola exhortacin, Dingwall presentainformacin de un interesante estudio querealiz, para el cual tom dicho consejoseriamente. Pero mi lectura de su estudiorevela que en su mencionado logro de laprofesin por parte de los miembros deuna ocupacin, stos tienen que incluir lasconcepciones de los miembros de otrasocupaciones con quienes interactan, ascomo negociar con ellos algn acuerdo

    viable sobre el uso, y las actividades y rela-ciones que implica. No obstante, ni siquie-ra esto es suficiente, entre los grupos quedeben ser tomados en cuenta estn losmismos socilogos, quienes definen la pro-fesin por decreto, ya que ellos, tambin,son miembros del mundo fenomenolgi-co de las ocupaciones.

    Los socilogos son parte de la vidasocial y producen algunos de los recursossimblicos empleados por otros miem-bros de su sociedad, muy especialmentecuando desempean el deliberadamenteaccesible papel de comentar y analizarasuntos sociales contemporneos. A sumanera, al representar su papel especialde intelectuales, los socilogos logran laprofesin tanto como lo hacen las ocupa-ciones que ellos analizan. Aun sin tenerque hacer esfuerzos especiales como elde popularizar sus anlisis para difun-dirlos ampliamente, el trabajo especiali-zado y esotrico del socilogo es buscadopor otros y, si no es tomado como laautoridad en el campo, por lo menos se leconsidera digno de ser tomado en cuen-ta. Tal vez muy consecuentemente para elproceso real de profesionalizacin, algu-nas formaciones sociolgicas se empleanen parte como explicacin y justificacinpara la creacin de las categoras ocu-pacionales oficiales que las agencias gu-bernamentales y corporativas modernasutilizan para clasificar y ordenar las ocu-paciones, con el inters de justificar lasdiferencias en los salarios, las prestacionesy los requisitos (Scoville, 1965; Dsro-sires, s.f.; Davies, 1980b). Estas catego-ras, o ttulos, oficiales, y los criteriosmediante los cuales se constituyen, pre-sentan contingencias crticas para lasrecompensas disponibles de una ocupa-cin, incluyendo el estatus de profesin.Si quieren tener xito en su intento por

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  • obtener el ttulo oficial de profesin, noes suficiente que las ocupaciones logren laprofesin interpersonalmente, negocian-do sus tareas diarias con las otras profe-siones con las cuales interactan. Tantolos lmites como la sustancia de la nego-ciacin se dan, en parte, por adelantado.Slo despus de obtener empleos de cier-to carcter pueden los miembros de unaocupacin negociar la profesin con otrostrabajadores. Con el fin de obtener lostrabajos que proporcionan los recursospara la negociacin, tanto las caracters-ticas institucionales de una ocupacincomo las caractersticas de sus miembrostales como su educacin formal debencumplir con los criterios oficiales de la pro-fesin. Los cambios cosmticos en la carainstitucional que una ocupacin presentaal mundo tal vez no sean suficientes parael reconocimiento oficial. El mundo coti-diano de los miembros ordinarios de unaocupacin en pugna por su reconoci-miento tal vez tenga que cambiar, tam-bin, y tomar algunas de las aparienciasque los socilogos han especificado, aun-que por decreto, como intrnsecamenteprofesionales (Hughes, 1971, p. 339). Poresto, la forma en que los miembros coti-dianos logran la profesin, mediante susactividades, podra estar influenciada, enparte, por la forma en que los socilogoslogran la profesin como concepto y porla forma en que las agencias oficialesalcanzan la profesin como una categoraadministrativa.

    Lo que la profesin es fenomenolgi-camente, entonces, no est determinadonicamente por los miembros de las ocu-paciones al realizar su trabajo en unaforma que conduce a los dems a respon-derles como profesionales. Existe ciertonmero de perspectivas y desempeosdiferentes, ninguno de los cuales podra

    ser considerado como mejor fundamenta-do, fenomenolgicamente, que cualquierotro. Algunos, sin embargo, son ms con-secuentes que otros, aunque slo porqueestn asociados con posiciones en las quees posible ejercer un poder poltico y eco-nmico sustancial de amplio alcance eimportancia. Mientras stos tal vez notengan autoridad en ningn sentido epis-temolgico, podran ser tomados comoautoridad, en un sentido pragmtico,para establecer los lmites polticos y eco-nmicos dentro de los cuales puede desa-rrollarse el trabajo profesional cotidiano,y proporcionarse los recursos polticos yeconmicos sin los cuales no podranocurrir algunas circunstancias y oportuni-dades para el trabajo.2 Aunque tales defi-niciones pragmticas con autoridad aca-dmica son en s mismas negociadas ycambiadas por el esfuerzo de los gruposocupacionales organizados y de otrasagencias, y por lo tanto no son tan rgidasy estables como implican los trminosoficial y normal, no pueden descartar-se como menos legtimas que las de losparticipantes en el trabajo cotidiano.

    As, tambin, podra considerarse eltrabajo de los socilogos. En tanto queinvestigadores y consultores en ambientesde trabajo cotidianos, y en tanto investi-gadores y tericos cuyo trabajo es exami-nado y consultado por quienes formulanlos parmetros legales y econmicos delmercado, los socilogos tambin sonactores legtimos. Ellos no pueden evitarcrear definiciones, aunque sea implcita-mente, ms de lo que lo pueden hacerotros actores. El hecho de proponer defi-niciones no puede constituir, como tal,un tema de discusin, en comparacincon la opcin de intereses particulares deavanzar en el proceso social de definicin.Pero incluso all, la diversidad de nfasis

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  • e intereses en la literatura sociolgica im-plica una variedad de opciones. Tambinimplica que las perspectivas de unanimi-dad en el futuro son ms bien pobres.Cmo, entonces, puede avanzarse elestado del arte?

    MS ALL DEL CONCEPTO TRADICIONAL (FOLK)

    Una forma de intentar resolver el proble-ma de definir y teorizar en forma cohe-rente sobre las profesiones en trminosinstitucionales, radica en sostener el papeldel socilogo como un analista con unaautoridad especial, libre de hacer a unlado el uso ordinario a favor de sus pro-pias abstracciones ms precisas y cient-ficas. Incluso los socilogos que desem-pean este papel no pueden alegar queson independientes de su tiempo y lugar,aunque s pueden intentar crear concep-tos abstractos cuya aplicacin trasciendasu tiempo y lugar. Este intento fue reali-zado por algunos de los escritores sobreprofesiones con una mayor inclinacinterica. Al mantenerse preocupados porel anlisis de las profesiones histricas,abandonaron el esfuerzo para delineartodos los rasgos caractersticos que lasprofesiones tienen en comn e intentaronponer el nfasis en un parsimonioso con-junto de circunstancias que tienen impor-tancia analtica en s mismas y con las cua-les se pueden relacionar, sistemticamente,otras caractersticas institucionales (Goode,1969, pp. 266-313; Freidson, 1970a, pp.71-84; Jonson, 1972, pp.37-47).

    Aunque se trata de esfuerzos interesan-tes, stos estn demasiado comprometi-dos para tener xito. Ya no son, comoobserva Becker (1970, p. 91), fieles alconcepto tradicional, porque lo utilizanresumido o slo seleccionan partes de

    ste. Pero, al mismo tiempo, se han que-dado cortos y no han logrado crear con-ceptos totalmente abstractos que trascien-dan el concepto tradicional. Si estosesfuerzos fueran a ser realmente abstrac-tos y cientficos, entonces su conceptua-cin debera ponerse a prueba medianteel examen de todas las ocupaciones que sesabe han postulado rasgos esenciales deconfianza, autonoma, control colegiadoo cualquier otro; pero, en cambio, estosescritores slo hacen mencin de las ocu-paciones llamadas profesiones. Cuandotrascienden el concepto tradicional, ya noestn hablando de las profesiones comotales en tanto que ocupaciones en gene-ral. se es el quid del asunto.

    Yo no creo que sea posible trascenderel concepto tradicional de profesin sindesechar las propias preocupaciones sobrelas profesiones (Turner y Hodge, 1970, p.33). Para realmente trascender el concep-to tradicional, uno debe preguntarse, conbase en algunas posturas tericas justifi-cadas, cules son las caractersticas o losatributos que nos permiten distinguir,til y consecuentemente, entre las ocupa-ciones en general y los procesos a travsde los cuales se desarrollan, se mantienen,crecen y declinan. Basados en dichos atri-butos uno podra distinguir, tericamen-te, agrupaciones o tipos importantes deocupaciones y procesos ocupacionales pormedio de los cuales las ocupaciones defi-nidas histricamente, incluyendo las pro-fesiones, podran clasificarse y entender-se. Ya que la cuestin es la prominenciaterica, y no las profesiones histricasangloamericanas como tales, no se podrahacer ningn intento para crear una claseen la que cupieren todas las ocupacionesque son llamadas profesiones. Por la na-turaleza de la empresa, no se necesitahacer intento alguno. La esencia de la

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  • profesin deja de ser una cuestin. Nues-tra conceptuacin debera ser evaluadapor su capacidad para ordenar y guiar laexplicacin de las circunstancias de unavariedad de ocupaciones histricas, sinimportar cmo llegaron a ser etiquetadaspor un pblico u otro, en un pas en par-ticular y en un momento en particular.

    Liberado del concepto de profesinmediante tal enfoque, uno tambin selibera de la grotesca dicotoma, o conti-nuum, segn el cual un tipo o modeloideal de profesin se usa para ordenartodas las ocupaciones. Como virtualmen-te ninguna ocupacin se ajusta a esemodelo, toda la rica variedad se reduce aser meramente no-profesiones, definidasnegativa y huecamente en tanto que care-cen de caractersticas profesionales. Cuan-do uno trasciende el concepto tradicionale intenta conceptuar la variedad de ocu-paciones entre las que deberan contarselas profesiones histricas, nos colocamosen una posicin para formular un con-junto de conceptos considerablementems flexible sobre las ocupaciones, quelogre, en gran medida, remediar la actualpobreza conceptual que surge del uso detal dicotoma o continuum estrecho ysimplista.

    Insistir en el concepto tradicional

    El programa terico que nos lleva msall del concepto tradicional remplaza,deliberadamente, la tarea de elaborar unateora de las profesiones por la de elabo-rar una teora de las ocupaciones, msgeneral y abstracta, por medio de la cualse puedan analizar las profesiones histri-cas as como otras ocupaciones en losmismos trminos conceptuales. Esto, noobstante, sin asumir que esas profesio-nes necesariamente representan un tipo

    nico, genrico, de ocupacin. Pero ellono significa que no hay futuro para unateora de las profesiones. El futuro deuna teora de las profesiones parece radi-car en la adopcin de una estrategia dife-rente. Mientras una teora de las ocupa-ciones se dedicara a desarrollar unagenuina teora abstracta que intente serexhaustiva en su aplicabilidad, una teorade las profesiones, liberada de la tarea dela generalizacin, intentara, ms bien,desarrollar mejores medios para entendere interpretar lo que se concibe como unfenmeno concreto, en constante cam-bio, histrico y nacional. El futuro de laprofesin radica en adoptar el conceptoen tanto tradicional e intrnsecamenteambiguo y multifactico, del cual sabe-mos que no hay una definicin nica yque ningn intento de aislar su esenciaser contundente en trminos generales.Dada la naturaleza de este concepto, talteora se desarrolla al reconocer que nohay un rasgo o un atributo nico querealmente explique todo incluyendo uncandidato tan reciente como poder, yque pueda unir todas las ocupaciones lla-madas profesiones ms all del hecho realde llegar a ser denominadas profesiones.Por lo tanto, la profesin debe abordarsecomo una entidad emprica sobre la quehay poca base para generalizar, ya que nose trata de una clase homognea o unacategora conceptual lgicamente exclusi-va. La tarea de una teora de las profesio-nes consiste en documentar los descuidosy las inconsistencias del fenmeno emp-rico y explicar su carcter en los pasesdonde exista. Tal teora tendra, piensoyo, dos tareas principales.

    Primero, debera ser capaz de rastreary explicar el desarrollo y la importanciadel uso del ttulo en las sociedades anglo-americanas. Para esta tarea se cuenta con

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    la ayuda (slo la ayuda, ya que no resuel-ve la tarea en toda su extensin) de la cro-nologa del uso que proporciona el inva-luable diccionario Oxford Unabridged.Una cronologa, sin embargo, no nos dicepor qu se desarroll el uso como lo hizoen los pases de lengua inglesa; en oposi-cin a los que tienen la misma raz en susvocabularios, pero que en su forma sus-tantiva se refieren a ocupaciones en gene-ral y requieren de un adjetivo como libe-ral, libre o educada para significar untipo particular de ocupacin. Asimismo,una cronologa del uso tampoco nos dicecmo y por qu ciertas ocupaciones enparticular llegaron a ser etiquetadas comoprofesiones por sus miembros y reconoci-das como tales por otros; cmo y por quse desarrollaron las clasificaciones oficia-les que emplean el trmino; por qu cam-biaron con el tiempo las ocupaciones asclasificadas, o cules fueron las con-secuencias de la membresa en tales cla-sificaciones, tanto para la ocupacin or-ganizada como para sus miembros.Actualmente, se ha iniciado un pequeomovimiento hacia el desarrollo de unateora de la nomenclatura ocupacional(Scoville, 1965; Katz, 1972; Dsrosires,s.f.; Sharlin, 1979), as como un modestoesfuerzo para analizar el desarrollo delttulo oficial de profesin en los pases delengua inglesa (vanse Reader, 1967; Davies,1980b); pero falta mucho por hacer antesde que nos encontremos en posicinpara dignificar lo que sabemos llamn-dolo teora.

    En contraste con la investigacin de lanaturaleza del ttulo oficial en s mismo,mucho se ha hecho por investigar los pri-vilegios especiales de las ocupacionesorganizadas que han obtenido el recono-cimiento oficial como profesiones. Ade-ms, en numerosos estudios de campo se

    han investigado los problemas que losmiembros de dichas ocupaciones tienenen sus empleos al negociar con los admi-nistradores, con otras ocupaciones y conlos clientes por las prerrogativas del ttu-lo. En los estudios sobre los privilegiosespeciales se informa sobre las consecuen-cias del uso legal y oficial del ttulo; porsu parte, en los estudios de campo, cita-dos anteriormente, se informa sobrecmo el ttulo es negociado y logrado enuna vida de trabajo diario. Sin embargo,como lo han observado correctamentediversos crticos, un nmero desmedidode estos estudios se orienta a las ocupa-ciones relacionadas con la salud que recla-man el ttulo. Los avances en la teoriza-cin sobre el ttulo y su uso requieren, sinduda alguna, de un estudio sobre muchasocupaciones de otros sectores.

    Mientras la primera tarea se ocupaprincipalmente de analizar el ttulo pro-fesin como un artefacto sociopoltico;la segunda debe ocuparse, bsicamente,del anlisis, en cierto detalle, de las ocu-paciones a las cuales se ha aplicado elttulo. En el espritu de distinguir entreuna sociologa de las ocupaciones y unasociologa de las profesiones, se debedecir que el impulso de tal tarea deberser ocuparse del papel que desempea elttulo en las aspiraciones y fortunas deaquellas ocupaciones que lo demandan, yde alguna cualidad o rasgo caractersticoque podran compartir todas las ocupa-ciones que reclaman el ttulo. La estrate-gia de anlisis, por lo tanto, es particularms que general, al estudiar las ocupacio-nes como casos empricos individuales yno tanto como especmenes de algnconcepto fijo y ms general.

    Al pensar en casos individuales, la pre-gunta que surge, entonces, es cmo labsqueda de la clasificacin en las catego-

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  • ras oficiales y, en ocasiones, del estatuslegal como profesin, interacta con eldesarrollo de la organizacin corporativade la ocupacin e influye en su posicinen el mercado laboral y en el aparato esta-tal, en su divisin del trabajo y en lasposiciones de sus miembros en losambientes concretos donde trabajan. Peromientras, virtualmente, todas las ocupa-ciones llamadas profesiones (al igual queotras a las que raras veces se les denomi-na as) podran ser clasificadas como talesen categoras del censo o de la fuerza detrabajo, muy pocas tienen el estatus legalde profesiones. En la seleccin de ocupa-ciones individuales para estudio, por lotanto, el reconocimiento libre como pro-fesin por parte de la sociedad en general,e incluso el reclamo de la misma ocupa-cin (en tanto sea tomado seriamente porla sociedad consecuente) podra emplear-se para ubicar casos. Por lo tanto, no slolos doctores, abogados y profesores tradi-cionalmente aceptados, sino tambin losingenieros, farmacuticos, trabajadoressociales, profesores de escuela, biblioteca-rios y muchos otros a los cuales el ttuloles es adjudicado por unos sectores de lasociedad pero no por otros, pueden sercasos apropiados para el anlisis sinimportar en qu difieren o el hecho deque no se adapten a diversas definiciones.El resultado final de tal programa deberser, por lo menos, el de aadir a nuestroconocimiento sobre un nmero de ocu-paciones conocimiento que debera sermucho ms rico por su nfasis en lascaractersticas especiales de cada una, msque en lo comparativamente poco quecomparten y que corresponde a algnmodelo simplista o tipo ideal. Igual deimportante sera la consecuencia de des-echar las hiptesis, igualmente simplistaspero planteadas menos formal o presun-

    tuosamente, de recientes nfasis en laprofesionalizacin que los movimien-tos de las ocupaciones para obtener laprofesionalizacin son necesariamenteorientados hacia el cambio y la movili-dad, por ejemplo, en lugar de hacia laestabilidad y la seguridad. Al expandir eluniverso de las ocupaciones sobre las cua-les tenemos informacin detallada y sis-temtica, y al analizarlas en tanto casoshistricos e individuales, podramos esta-blecer las bases para comparaciones muyamplias, de las cuales carecemos hoy da.Tal fundamento constituira un granavance hacia la obtencin de una descrip-cin detallada de la variedad de contextose inconsistencias intrnsecos a la nocinde profesin, as como de la variedad depapeles que sta desempea en la suertede un nmero de ocupaciones y de susmiembros en las sociedades de hablainglesa. Dicha descripcin seguramenteser ms rica y ms variada que la esenciaabstracta hacia la cual apunta la literaturatradicional; pero al serlo, probablementeser ms fiel a la realidad.

    LA OBLIGACIN DE LA DEFINICIN

    En conclusin, es obligatorio para mabordar el problema de la definicin conel que se inici este trabajo. Debe quedarclaro, en este momento, que no piensoque el problema puede solucionarse conla lucha por formular una definicin nicaque se espera sea la nota del da. El carc-ter histrico y concreto del concepto y demuchas perspectivas desde las cuales puedeverse legtimamente y desde las cualespuede tener sentido excluye la esperanzade obtener una definicin ampliamenteaceptada y de valor analtico general.

    Es precisamente por la carencia decualquier solucin al problema que sien-

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    to que los escritores serios sobre el temadeberan comprometerse a presentar alos lectores lo que ellos tienen en mentecuando usan la palabra profesin; esdecir, a indicar la definicin a partir dela cual plantean su exposicin y, params claridad aun, a dar ejemplos de lasocupaciones que ellos incluiran y de lasque posiblemente excluiran. Si dispo-nen de tal gua, los lectores entoncesestarn en posicin para juzgar si xest hablando realmente de lo mismoque y. Si x slo hace referencia a laspocas ocupaciones reconocidas por casitodo el mundo como profesiones, conmuy alto prestigio y un genuino mono-polio sobre un conjunto de tareas conmucha demanda, mientras y tambinse refiere a las ocupaciones que tratan demejorar su bajo prestigio y su dbil posi-cin econmica al autodenominarse pro-fesiones, estaran hablando de categorasincomparables y tanto los escritorescomo sus lectores deberan estar al tantode este hecho.

    La misma obligacin debera ser reco-nocida por quienes escriben sobre laprofesionalizacin, aunque la claridades ms difcil debido al carcter de pro-ceso del concepto. Incluso si se definenlos rasgos que constituyen el punto finalhacia donde se supone que avanza elproceso, cuntos de estos rasgos, y hastaqu grado, debe presentar una ocupa-cin antes de que tenga sentido decirque est involucrada en un proceso deprofesionalizacin, en lugar de un proce-

    so para buscar simplemente la mejorade su estatus o posicin econmica? Sino tiene sentido hablar de la profesiona-lizacin del trabajo en general, a medidaque los trminos y las condiciones de sutrabajo mejoran con el paso del tiempo,qu caractersticas deben existir antes deque tenga sentido hacerlo? Debe utili-zarse el trmino slo retrospectivamentepara etiquetar el proceso mediante elcual las profesiones actuales han obteni-do su posicin? Existe una diferenciacategrica entre la profesionalizacin enparticular y los esfuerzos colectivos de lasocupaciones en general para mejorar laseguridad y estabilidad de su trabajo, suscondiciones de trabajo, sus ingresos yprestigio? No hay duda que sobre estosasuntos, as como sobre los relacionadoscon la definicin de profesin, los escrito-res tendrn diferencias, pero no es proba-ble que sean capaces de debatir las virtu-des relativas de esas diferencias si no estnconscientes de lo que son. Es, precisamen-te, debido a que las diferencias son inevi-tables, que su especificacin debera seruna obligacin para el escritor y un requi-sito que el lector le imponga al escritor.Tal obligacin tal vez no incremente elconsenso, pero ciertamente aumentar laclaridad y la precisin de un cuerpo deliteratura cuyo estatus ha sido vago y ca-tico durante demasiado tiempo.

    Traduccin de Laurette Godinas y Jorge Armendriz Prez (Facultad de Psicologa, UNAM)

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  • NOTAS

    1. La evidencia es abrumadora en el sentido de que, dentrode cualquier profesin dada, las diferentes posibilidades devida estn fuertemente influidas por el prestigio de la insti-tucin educativa que proporciona la credencial. Entonces,yo no pretendo implicar que en los pases angloamericanoslas instituciones de educacin superior de elite no desempe-an un papel en las carreras ocupacionales. Slo planteo queen los pases de habla inglesa, la identidad y el compromisoocupacional estn considerablemente ms desarrollados quela identidad que brinda pertenecer a una elite educada o aun estrato tcnico-gerencial transocupacional. Por ende, elconcepto institucional de profesin es ms pertinente paraellos que para las naciones europeas.

    2. En Estados Unidos hay ventajas considerables relaciona-das con ser parte de una ocupacin que ha sido oficialmentereconocida como profesin. No es necesario decir que,cuando se emplea como una categora legal y administrati-va, la profesin debe definirse en forma tal que permita ladiscriminacin prctica entre ocupaciones y roles ocupacio-nales por parte de quienes administran la ley. La definiciny el estatus legal de las profesiones en los organismos legalesencargados de los impuestos, la inmigracin, el trabajo yotros asuntos (incluyendo las reglas de evidencia) simple-mente ruegan por una investigacin y un anlisis a fondo.

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