Lille es Gerard López, hijo de emigrantes gallegos que nació en Luxemburgo, pero que desde muy niño lo trajeron a A Pastori-za, municipio de la montaña de Lugo, para que se criase fuerte y sano. Y acertaron. En la década de los ‘90, en edad júnior para los negocios, apostó por inversiones en Skype, que era una empresa de tecnología de comunicación que casi nadie conocía. Y se con-virtió en multimillonario.

Una de las primeras acciones que llevó a cabo como presidente del Lille fue un compromiso con su amigo Marcelo Bielsa para que entrenase al equipo.

Anteriormente, otras inver-siones de su grupo le habían convertido en patrón del equipo Lotus de la la Fórmula 1.

Cuando José Bouso dejó el Club Deportivo Lugo, Gerard Ló-pez hizo una oferta accionarial para hacerse con la propiedad de la entidad. Pero, sorprendente-mente, no se la aceptaron.

El día en que cambió el mundo

Bajó Irureta demandando información. Y el resto del equipo. El fútbol había pasado a un lugar irrelevante. Solo se hablaba del atentado

Imagen que estremeció y sigue estremeciendo al mundo | REUTERS

Para el miércoles 12 de septiem-bre del año 2001 estaba pro-gramado el primer partido de la primera fase de la Liga de Cam-peones entre el Lille y el Deporti-vo, que se debía jugar en el campo del vecino Lens porque el de los locales no reunía las condiciones exigidas por la UEFA. En el grupo estaban, además, el Manchester United y el Olympiacos.

Llegamos a Lille la víspera, el martes 11 de septiembre, sobre las diez de la mañana. Jugado-res, técnicos, directivos y prensa nos instalamos en un Sofi tel de las afueras de la ciudad que no nos gustó a ninguno.

Buscamos los primeros da-tos, hicimos las entrevistas y en-viamos las numerosas crónicas de cada día. A las 13:10 hicimos Catro Bandas, el programa de de-portes para toda Galicia a través de Radio 1 de Radio Nacional de España. Acabamos a las 13:30 y nos fuimos a comer a un restau-rante cercano al hotel. Volvimos sobre las 14:30 y nos acercamos al bar del lugar donde nos alojá-bamos. No le prestamos mucha atención a los canales en francés de la tele, pero al rato observa-mos que estaba todo el mundo mirando con cara de asombro lo que nosotros creímos que era una película de ciencia ficción sobre unos aviones que impac-taban en unos edifi cios. Se hizo un silencio absoluto porque los franceses del bar trataban de escuchar lo que sucedía. Y, tras los silencios, los murmullos y las caras de incredulidad. No tarda-mos en caer en la cuenta de que aquello no era una peli de fi cción, era real. Eran los atentados en los que dos aviones se estrella-ron contra las Torres Gemelas de Nueva York.

Al rato bajó Irureta deman-dando información. Y el doctor Cobián, y Melo, y Mauro Silva, y Diego Tristán, y todos los demás. Como nosotros, no entendían nada y se hicieron los corrillos para tratar de saber lo que había pasado y cuáles serían las con-secuencias. El fútbol y el partido para el que habíamos ido allí pa-saron a un lugar irrelevante. Sólo se hablaba del atentado.

Sorprendentemente ese mis-mo día se jugaron los partidos de Champions que estaban progra-mados, pero la UEFA decidió al día siguiente aplazar los de miér-coles. El Deportivo había viajado al completo, sin bajas, para ese encuentro y nos volvimos todos a Coruña sin disputarlo.

28 días más tarde, el 10 de

MONCHO VIÑAEDICIÓN: ADRIÁN MENÉNDEZ

VOL IXLos atentados de las To-rres Gemelas cogieron al Deportivo y al fútbol euro-peo en plena jornada de Champions, concretamen-te rumbo a Lille para jugar un partido que se aplazó.

octubre, regresamos a jugar, pero ya habían cambiado muchas cosas. En lo general, el mundo parecía es-tar en guerra y eso se notaba en la seguridad en aeropuertos, hoteles y lugares públicos. En cuánto al De-portivo, parecía otro equipo porque en ese lapso se habían lesionado Mauro Silva, Makaay y Djorovic, pero sobre todo Manuel Pablo en una escalofriante acción con Gio-vanella que había dado la vuelta al mundo. Aún así empatamos a uno ante un Lille en el que jugaba Bassir, que entró en la segunda parte. En el grupo no nos fue nada mal porque el Deportivo acabó en primer lugar, por delante del Manchester United.

Lille, en el departamento de Ca-lais y, por lo tanto, fronteriza, es una ciudad muy bonita y su joya es la céntrica plaza, que luce espléndida. No es nada bonito el vecino pueblo de Lens, que cuenta con equipo de fútbol de nivel contra el que también nos enfrentamos en Champions. Y allí debe gustar muchísimo el ba-lompié, porque en el pueblo están

censadas unas 38.000 personas y su estadio, el Bollaert-Delelis (antes, Félix Bollaert) tiene capacidad para más de 41.000.

Hubo un tiempo en el que toda esa zona era de dominio español. Y uno de los nostálgicos fue presiden-te del Lens, que diseñó para su club un uniforme rojo y gualda, como la bandera de España.

Desde este año 2017 el accio-nista mayoritario y presidente del

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