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Premio Ortega y Gasset

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  • DISCURSO DE ENTREGA DE LOS PREMIOS ORTEGA Y GASSET Por Carlos Fuentes (8 de mayo de 2003)

    Ortega y Gasset fue maestro de mi generacin latinoamericana y mexicana, de las dos anteriores a nosotros y de las dos que nos han seguido. Semejante continuidad de la enseanza orteguiana se debe a muchos factores. En primer trmino, la claridad de las ideas y la felicidad de la frase. Y algo ms: la capacidad coloquial de Ortega para mantenerse en contacto con el pblico, sin disminuir en un pice la profundidad de un pensamiento que anhelaba convertir la mera necesidad en cultura. Cmo? Para Ortega, se trataba de hacer partcipe de la cultura a todo un pblico y hacerle entender que la actualidad el periodismo- es expresin del presente, pero necesariamente contiene la memoria del pasado y la proyeccin del porvenir. Denunci Ortega la perversidad lo cito- de toda tica que ordene la reclusin permanente de nuestro albedro dentro de un sistema cerrado de valoraciones. De all su extraordinario esfuerzo por definir a Espaa con medidas ms all de las fronteras peninsulares. Y no se trataba de renunciar a las races. Todo lo contrario. Ortega quera llevar la periferia al centro y hacer centrales todas las periferias. No hicieron otra cosa, contemporneamente a Ortega, Alfonso Reyes en Mxico (Seamos generosamente universales a fin de ser provechosamente nacionales) o Gilberto Freyre en Brasil (Presentmosle su pasado a nuestro pueblo a fin de otorgarle su valor universal). Todos estos escritores tomaron la totalidad de la cultura y la hicieron suya, es decir, nuestra. Lo hicieron mediante la palabra. Y en este punto debo aadir, a la distincin de hablaros hoy desde este sitio, la honra de suceder en tan grata obligacin a un filsofo tan inmenso como Emilio Lled. La devocin apasionada de Lled a la palabra queda demostrada en su relacin verdaderamente amorosa con el verbo de Miguel de Cervantes y San Juan de la Cruz. Para Lled, el compromiso del lenguaje lo cito- no es ms que el deseo y la prctica de que el lenguaje que somos, la voz que emitimos, las ideas en las que nos apoyamos... pueden identificarse... con lo que hacemos. Si etimolgicamente la palabra historiador significa el testigo, el que ve lo que pas, no conviene soberanamente esta raz del nombre a quienes hoy, ms que nadie, ven, atestiguan y relatan: los periodistas? Ejercer el periodismo es una forma de ejercer la libertad social: el periodista es factor indispensable para que los hombres y las mujeres, bien informados, mediante la destruccin, si ello es necesario, del entorno mismo de la vida. ste es el terrible dilema que hoy confrontamos todos, como escritores, como periodistas, como ciudadanos, como personas: cmo defender esa parte esencial de la libertad que es no slo la libertad de informacin, sino el derecho a la informacin. De este doble derecho son privados, consuetudinariamente, los ciudadanos de 43 pases, catalogados por Reporteros Sin Fronteras, donde

  • ms de un centenar de periodistas siguen en prisin y, a lo largo del ao pasado cito a Fernando Castell-, 25 periodistas fueron asesinados; 692, detenidos; 1.420 sufrieron amenazas de muerte, y 389 medios de comunicacin fueron sometidos a censura. En nuestra propia Amrica Latina, la ms reciente redada de Fidel Castro 78 disidentes condenados a un total de 2.000 aos de prisin- incluye a escritores y periodistas libres como Ral Rivero y Ricardo Gonzlez amn de tres ejecuciones sumarias en un pas que vulnera el derecho de libre desplazamiento de sus ciudadanos-. Mal contribuye el rgimen cubano al concentrar la repulsa mundial al belicismo de Washington, desplazndolo del terreno real de la guerra en Irak al de una invasin hipottica de Irak al de una invasin hipottica de la isla de Cuba. Establezco un contexto. Los 50 aos de la guerra fra mantuvieron la paz debido a polticas de contencin y disuasin. Hoy, sanos permitido expresar cierta nostalgia por la guerra fra. El nuevo orden internacional anunciado por el primer presidente Bush al caer el muro de Berln ha degenerado en el ms peligroso desorden internacional bajo el mandato de incierto origen, de dudosa legalidad- del actual presidente Bush. Entre uno y otro medio la presidencia la aorada presidencia- de Bill Clinton. Externamente, los EE UU eran ya la superpotencia. Pero Clinton ejerci el poder norteamericano con mesura, mediante consulta, admitiendo errores, dndole su lugar y su honor a cada nacin. O como lo ha dicho Felipe Gonzlez, no slo respetando, sino solicitando la opinin de otros gobiernos. E internamente, Clinton llev la productividad norteamericana a su ms alto grado, convirti el dficit en excedente presupuestal, aprovech el bono de la paz para extender el comercio, las comunicaciones y la cultura. Hoy, bien puede recordarnos Clinton que el verdadero subtexto del terrorismo es saber cmo gobernar a un mundo interdependiente que reclama solidaridad poltica, econmica, educativa y de salud para superar la injusticia de que la mitad de los habitantes del planeta vivan o sobrevivan- con menos de dos dlares diarios. Tres mil millones de hombres, mujeres y nios con menos de dos dlares diarios. No son estas, en esta noche en que nos reunimos a celebrar y a defender la palabra, las ideas prioritarias del nuevo orden mundial. El supervit de Clinton ha sido dilapidado por Bush: menos impuestos y ms gastos militares. Disuasin y contencin han sido sustituidos por el peligrossimo principio del ataque preventivo. Tal fue el pretexto aplicado por el Imperio Japons en su ataque contra la democracia norteamericana en Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, un da que vivir en la infamia, dijo el ms grande presidente norteamericano del siglo XX, Franklin Delano Roosevelt. Pero pocos aos despus del fin de la Segunda Guerra Mundial, una histeria inquisitorial encabezada por el senador Joe Mac arthy se apoderaba de la nacin norteamericana y pona en crisis todos los principios democrticos por los que 300.000 soldados estadounidenses dieron la vida en las playas de Normanda y los islotes del Pacfico. Imperio o Democracia? Dr. Jekyll o Mr. Hyde? No salgamos al exterior a cazar monstruos, advirti el segundo presidente de los EE UU, John

  • Adams. Pero la metfora de Melville se repite una y otra vez: portador de la certeza religiosa y maniquea de encarnar el bien, el capitn Ajab se lanza a la caza de la abominable ballena blanca, Moby Dick. La aventura maniquea conmigo o contra m, combatamos el eje del mal- termina en el desastre del buque ballenero y la destruccin de su diablico capitn... Qu puede impedir semejante catstrofe? El escenario hoy es una guerra injusta contra un tirano, tal vez injusto. Pero a nadie sorprende que Sadam Hussein actuase despticamente. Sus palabras y sus acciones eran coincidentes. Lo terrible, lo que nos angustia e indigna, es que los EE UU de Amrica, una potencia democrtica, olviden sus propios principios y acten, sin ser una tirana, con la misma arbitrariedad violenta del enemigo dspota. Las vctimas de esta guerra lamentable son, algunas, jurdicas y polticas:

    - Las instituciones internacionales. - La Unin Europea. - La Alianza Atlntica. - El multilateralismo. Otras son humanas: hombres, mujeres y nios inocentes. Un nio hurfano y mutilado, Al, permanecer como smbolo de la

    guerra de Irak, como una nia incendiada por el NAPALM y corriendo desnuda por una carretera quedar como imagen de la guerra de Vietnam. Pero la vctima mayor de una guerra injusta es siempre la verdad. La lista de periodistas victimados, ms que fsicamente, en su dignidad profesional, crece cada da. Phil Smucker, del Christian Science Monitor, de Boston y del Daily Telegraph, de Londres, fue expulsado de Irak por las autoridades norteamericanas. Su pecado: poner en peligro la guerra mediante reportajes demasiado precisos. El legendario Peter Arnet fue destituido por la cadena televisiva NBC. Su pecado: expresar un punto de vista profesional opuesto al punto de vista oficial. Un tro honorable de periodistas espaoles Pach, Pedro y Jon Ander- declararon ante la imposibilidad de informar verazmente:

    - No somos corderos de un rebao. No nos callarn. No nos callarn. Qu gran triunfo. Pero qu doloroso triunfo, cuando el corresponsal de

    la cadena de la televisin ABC tiene que abandonar el frente antes el sesgo informativo impuesto por el comando central de la invasin. Qu doloroso triunfo cuando el corresponsal de The New York Times en Doha tiene que reprochar la falta de veracidad de las autoridades militares de ocupacin. Qu doloroso triunfo cuando el corresponsal mexicano de Televisa Joaqun Lpez Driga tiene que denunciar la contradiccin entre los partes militares optimistas y la cruda realidad de una campaa de costos imprevistos. Qu doloroso triunfo cuando dos de los mayores medios de informacin britnicos, la BBC y el diario The Independent, denuncian la exclusin de los corresponsales que no siguen la lnea oficial de Bush y de Blair.

  • Y qu razn asiste al filsofo espaol Eduardo Subirats cuando afirma que estamos ante un totalitarismo meditico caracterizado por la manipulacin a nivel planetario. En efecto, la consejera de Seguridad Nacional del Gobierno de Washington, Condoleezza Rice, no se mide cuando ataca a lo que llama la prensa incmoda. Pero, es otra la misin ms inmediata de la prensa: incomodar, quebrantar dogmas, afirmar verdades desagradables? A los periodistas censurados y obstaculizados se aaden trgicamente los muertos en el cumplimiento de su deber:

    - Jos Couso, de Tele 5, vctima de la fuerza invasora. - Julio Anguita Parrado, del diario El Mundo, vctima de la fuerza

    defensora. S Couso y Anguita, dos hroes espaoles del derecho a la informacin.

    Dos hroes smbolos de la heroicidad de la otra fuerza, la fuerza informativa: los periodistas muertos en el ataque salvaje, imprevisto y no provocado al hotel Palestina, a sabiendas de que era el albergue de la prensa internacional que cumple con su deber de ver y decir. Nadie tena noticia de que el hotel era objetivo militar. No poda serlo. Era centro de informacin, es decir, de difusin de la verdad. Por eso fue atacado mortferamente por un carro de combate norteamericano. Porque los periodistas no abandonaron su puesto a pesar de que se les haba solicitado oficialmente salir del pas atacado. Pero ninguna autoridad invasora haba designado el hotel como objetivo militar. Quede el recuerdo de la destruccin del hotel Palestina y el nombre de los periodistas desarmados que all cayeron asesinados por el fuego de una censura mortal quede el hotel Palestina como memoria de una nueva Guernica, la Guernica del periodismo veraz, oportuno y valiente. Sealo una diferencia con el pasado en este intento de totalitarismo meditico. La Guerra del Golfo fue un espectculo asctico. Asistimos, noche a noche, a un espectculo televisado a colores en tiempo real. Hermosos fuegos de artificio. Nunca vimos los cadveres. Esta vez, s. Desde Qatar, la emisora Al Yazira se ha encargado de diseminar las imgenes de la muerte y la destruccin, tan cuidadosamente maquilladas hace 10 aos. Esas imgenes llegan a 40 millones de rabes que han visto morir a sus hermanos en una contienda sin justificacin, como las vieron millones ms en todo el mundo, millones de ciudadanos que se preguntar, a veces con la mayor buena fe, a veces partidarios de coalicin britnico-americana: -Cul entre todas las causas invocadas es la causa justa?. -Cmo escoger entre este popurr de pretextos abiertos y razones ocultas?. La posesin de armas de destruccin masiva por Irak un da. La conspiracin de Sadam Hussein con los terroristas de Al Qaeda al da siguiente. Derrocar al tirano iraqu y cambiar el gobierno de Bagdad, un lunes.

  • Reordernar el Medio Oriente, el martes. Y garantizar el suministro de petrleo 50 veces ms fcil de extraer en Iraq que nimporte o, y con el 50% de los yacimientos mundiales. Escoja usted la razn que, como dicen en Mxico, ms le cuadre. Olvdese que el presidente Bush viene de la petrolera Arbuston Exploration, en sociedad con la familia Bin Laden la rama decente, supongo-. Olvdese que el vicepresidente Dick Cheney form parte durante dcadas de la administracin de la Halliburton Oil, la mayor compaa de refacciones petroleras del mundo. Olvdese de las ligas de Condoleezza Rice con la Chevron Corporation. Olvdese que fue el mismsimo Donald Rumsfeld, actual secretario de la Defensa norteamericana, quien en 1983 lleg a acuerdos amorosos con Sadam Hussein, suministrndole armas qumicas y bacteriolgicas para la guerra contra el enemigo de entonces, el Irn de los ayatols. Si todo es cierto, qu impide que en esta hora, ocupada una parte del territorio iraqu, no se descubran armas de destruccin masiva convenientemente plantadas all por los mismos que originalmente las obsequiaron al detestable dictador de Bagdad? Siniestro juego, sangrienta charada que pone contra la pared, pero a mi juicio aviva y responsabiliza, ms que nunca, a los medios de informacin. Es difcil. En la guerra de la informacin, los atacantes necesitan satisfacer auditorios, tranquilizar clientes, amenazar, expulsar a los periodistas veraces y sellar alianzas cmplices con los informadores sumisos. Los atacados, a su vez, se defienden con estudios mviles y antenas auxiliares que suplen la destruccin de los inmuebles televisivos. Digamos que ni la coalicin britnico-norteamericana ni el rgimen de Bagdad eran dueos de la verdad absoluta. Lo que importa es que haya ms de una versin del conflicto. Lo excelente es que la credibilidad se haya vuelto ms exigente y, en consecuencia, la manipulacin sea menor. Y lo que importa, por sobre todas las cosas, es que, cualquiera que sea la posicin de los gobiernos, la opinin pblica, en todo el mundo, se est manifestando de manera imponente, masiva, jams antes vista, movida por su propia inteligencia y por su propia discriminacin entre la verdad y la mentira de los medios que la informan. ste me parece un hecho espectacular, indito y de consecuencias incalculables para la reconstruccin no slo del devastado pas iraqu, sino de un orden mundial basado en derecho, sujeto a autoridad competente, respetuoso de las divergencias inevitables, pero abierto a la negociacin permanente, y, sobre todo, abocado a confrontar y apoyar, con la solidaridad internacional, los inmensos problemas de educacin, salud, inversin, trabajo, ecologa, proteccin de minoras y lucha contra el crimen organizado, que la actual, injusta e innecesaria guerra ha echado al olvido. Vivimos en un mundo que se dice conservador y lo convierte todo en basura. Practicamos una economa de productos kleenex desechables. Atestiguamos las inmensas distancias entre los espacios econmicos y los controles polticos. Cuando la economa es basura, la poltica es tortuga y la palabra paradoja, orwelliana, nos incumbe a todos, escritores, periodistas, productores,

  • trabajadores, ciudadana, devolverle su recto sentido al habla, recordar que nos corresponde la tarea indispensable de preservar la experiencia, mantener abierto el horizonte de las posibilidades humanas, incrementar los espacios de conducta social, enriquecer la sensibilidad personal. El hombre, dijo Pascal, es un enigma triste. El mundo se rige por la opinin y la fuerza. Pero nada es simple, aade el filsofo francs. Es cierto. Acaso todos nosotros periodistas, escritores, comunicadores- slo escribimos y decimos lo parcial para contestar a lo incompleto. Pero perseveramos en nuestras tareas porque le damos al periodista el valor magnfico de ser forma de convivencia. Porque, para volver a Lled, le damos cauce a la memoria. Porque, para regresar a Ortega, debemos entender que, si queremos la salud de la ciudad, debemos procurar la salud del mundo. Tales son nuestros principios, nuestras guas, tan vivas, tan claras, tan sensibles en esta noche de obligaciones y derechos de la palabra que ahora premiamos, porque los galardonados con los Premios Ortega y Gasset han sido, y seguirn siendo, fieles a la palabra, fieles guardianes de la sociedad en su conjunto. Que la opinin libre prive sobre la fuerza bruta. [Discurso pronunciado por Carlos Fuentes en Madrid el 8 de mayo de 2003, durante la vigsima edicin de los Premios Ortega y Gasset].