FUNDACIÓN CENTRO SRI AUROBINDO C/ Ivorra 20 - 08034 Barcelona - Tel. 934 902 127

E-Mail: fundacionbcn@aurobindo.es www. fundacionaurobindobcn.com

SUPLEMENTO DE LA REVISTA SAVITRI

NOVIEMBRE 2013

MENSAJE DEL DARSHAN DEL 17 DE NOVIEMBRE

Es un gran error pensar que la cercanía física es lo único indispensable para progresar. No haré nada por ti si no estableces el contacto interior, sin él podrías permanecer conmigo de la mañana a la noche sin llegar a encontrarme nunca realmente. Es solamente a través de la apertura y el contacto interiores que puedes realizar mi presencia.

Celebración del Mahasamadhi de la Madre en la Fundación Centro Sri Aurobindo de Barcelona - 17 de noviembre 2013

Aniversario del Mahasamadhi de la Madre el 17 de Noviembre

...Es la verdadera cercanía la que debes buscar, el descenso y la presencia de la Madre en tu consciencia física, su toque constante en el ser físico y sus actividades, su voluntad y conocimiento está más allá de su obra, su pensamiento y movimiento y el siempre presente Ananda de esta presencia que expulsa toda separación física, toda ansia y deseo. Si tienes eso, tienes toda la cercanía que puedas pedir y el resto debes dejarlo con alegría que lo decida el conocimiento y la voluntad de la Madre. Pues al hacerlo así no tendrás la sensación de estar aparte, ningún sentido de abismo y distancia, ninguna queja de que falta la unidad o de una aridez vacía y una negación de la cercanía.

Sri Aurobindo: Día de aspiración silenciosa. Día de invocación de su Presencia interior Ceremonia del servicio de la Madre el 20 de Noviembre

El cuerpo de la Madre fue introducido en el samadhi en el patio del Sri Aurobindo Ashram de Pondicherry. El Darshan del 24 de Noviembre

“..Al fondo de una habitación larga y estrecha, Sri Aurobindo de blanco y la Madre con un sari dorado, se sentaban uno junto al otro en una plataforma ligeramente elevada.

Como occidental, la simple idea de pasar por delante de ellos sin intercambiar una palabra, me parecía algo ridículo. Todavía no me había familiarizado con la idea hindú de que dicho encuentro silencioso pudiera provocar un ímpetu espiritual intenso. Estuve observando mientras me acercaba en la fila y vi que lo que había que hacer era permanecer tranquilamente ante ellos durante unos pocos momentos silenciosos, luego había que seguir cuando un gesto de Sri Aurobindo lo indicara. Lo que sucedió a continuación fue totalmente inesperado para mí. Al entrar en un radio de unos pocos pasos, tuve la sensación de entrar en una especie de campo de fuerza ... ellos no me prestaban especial atención... pero, este desapego era precisamente lo que sanaba. De pronto, sentí un amor por los dos, como padres espirituales. Luego, todo se detuvo, yo era perfectamente consciente de la situación; no era una hipnosis como un amigo de Stanford me sugirió más adelante. Simplemente, durante aquellos pocos minutos,

mi mente se aquietó profundamente. Tuve la impresión de que había estado allí durante mucho tiempo, incontable, pues no existía el tiempo allí. Sólo muchos años después pude explicar lo que me sucedió: experimenté lo Intemporal en el Tiempo. En ese darshan [el 24 de Noviembre de 1950], no tuve la más mínima duda en mi mente de que había conocido a dos personas que experimentaban lo que predicaban. Eran seres gnósticos. Habían realizado esta nueva consciencia que Sri Aurobindo denominó el Supramental. Luego, esta misma experiencia me hizo comprender lo que Heidegger quería decir con la “presencia permanente”.

Rhoda P. LeCocq, autora de Heidegger y Sri Aurobindo

La vida y enseñanzas de la Madre

M.P. Pandit

Me pidieron que hablara sobre Sri Aurobindo y su filosofía en una charla, pero me he tomado la libertad de cambiar el tema, pues ya ha habido muchas charlas y publicaciones sobre Sri Aurobindo con ocasión del Centenario en 1972. Así que he escogido hablar sobre la Madre porque, a pesar de que ella ha vivido en Pondicherry más de 50 años, 53 para ser exactos, no se sabe mucho de su vida ni de sus enseñanzas, y no se sabe porque ella nunca nos ha alentado a que escribamos sobre su vida o sus escritos. Ella era tan humilde que insistía en que ni siquiera mencionáramos su nombre en nuestros escritos y cuando su nombre era mencionado solía sustituirlo por el de Sri Aurobindo.

¿Cuál fue su mensaje y cuál su enseñanza?

Muy simple: ella no era una filósofa, no era una metafísica; rechazó organizar su experiencia o sus pensamientos en términos de filosofía. Decía que ya había habido bastante filosofía, demasiados dogmas, todos habían servido en su momento. Lo que ella quería era una comunicación directa entra la vida individual, la vida humana y la Divinidad allí arriba. Ella contemplaba, en primer lugar, un nuevo orden mundial basado en la armonía, la unidad y el amor. La clave para la fundación de esta armonía de orden mundial está dentro de cada individuo. En cada uno de nosotros hay una Presencia divina a la que se le ha dado muchos nombres en las diferentes tradiciones. Nosotros la llamamos alma, otros la llamarían Atman, pero sea lo que sea, es algo no físico, no es algo del cuerpo sino que es algo que es anterior al cuerpo, algo que habita el cuerpo, que sobrevive al cuerpo. Ella pidió a cada uno que siguiera alguna disciplina psicológica, tradicional o moderna o una síntesis de ambas, cualquiera que sirviera entrar en contacto con este centro de divinidad interior. Para ello recomendó la meditación, la concentración, la plegaria, la tapasya (no

la tapasya física), la purificación, todos aquellos medios que pueden considerarse normales bajo la nomenclatura del yoga. Ella dijo que cada uno tenía que dedicar una parte de su tiempo, no sólo una vez, sino más frecuentemente, a recordar, a concentrarse y a establecer un vínculo con el Dios interior. Esto sólo puede hacerse por un esfuerzo constante, con la ayuda de un maestro que ya haya realizado esta unión, mediante el estudio, y mediante una aspiración sincera. Cuando se ha logrado establecer este vínculo, a partir de entonces sólo es cuestión de tiempo el que uno llegue a establecer una identidad cercana con el divino interior. Pero para este propósito no es necesario retirarse del mundo, irse a un monasterio, ya que esto conduce a un cierto ascetismo que da la espalda a la creación a la que Dios ha dado forma. Estamos aquí para servir a Dios, para servir a la voluntad de Dios, no para dar nuestra espalda a la gloriosa creación de Dios.

Así que mientras uno vive la vida interior, mientras uno va desarrollando la comunión interior con el Divino, tiene que organizar también el ser interior en la vida exterior. Uno tiene que trabajar para expresar la iluminación interior, el despertar interior en cualquier tarea que tengamos a nuestro alcance. Ya esté uno en el Ashram, como nosotros, o en una oficina, o en el campo de batalla, no importa dónde uno esté o lo que uno haga. Uno tiene que considerar cualquier tipo de trabajo como una ocasión y un área para cultivar y expresar toda aquella luz que Dios nos ha otorgado y que se haya podido lograr. La experiencia que uno tenga, tiene uno que expresarla en términos y valores del alma, la armonía, el amor, la reciprocidad, la comprensión, la buena voluntad, la cooperación. En el lado contrario, significa la eliminación de los opuestos, de la competición, el egoísmo, la fealdad y su progenie que son el legado de la ignorancia y del egoísmo que han caracterizado la vida humana en su evolución anterior. Con este fin, ella contempló un nuevo sistema de educación. A los niños se les debía enseñar estos valores superiores desde su más tierna infancia, los maestros también tendrían que educarse ellos mismos en estos nuevos modos de educación. Ella menospreciaba el presente sistema educativo que ahora es el que se impone y reconoce por las autoridades de todas partes; señaló que atiborrar a los niños con todo tipo de información, obligarle a sabérsela de memoria y a reproducirla en los exámenes, no ayuda en nada a construir la personalidad del niño. Ella hizo hincapié en que la educación no

sólo tiene que darse en las aulas, dónde se han de enseñar ciertos temas para desarrollar el cerebro de los niños, sino en las casas, en los terrenos de juego, en todas partes; las 24 horas del día. Tanto los padres como los maestros tiene la responsabilidad de dar ejemplo, de comunicar la llama de la aspiración superior por la vida divina a los niños.

Y con este objetivo en mente, estableció un Centro de Educación donde se ha experimentado y se sigue experimentando en esta línea. Además, ella abogó por la liberación de la mujer mucho antes de que los movimientos de liberación de la mujer hubieran comenzado. Condenaba que la mitad de la población del mundo estuviera condenada a una existencia subordinada e inferior. Protestó contra ello y dijo que la misma alma divina moraba en todos los cuerpos, masculinos o femeninos. Sólo tienen una diferencia funcional. No veía ninguna diferencia entre el hombre y la mujer. En nuestro Ashram, en nuestra escuela, en Auroville, ella siempre dijo con energía que no hay una debilidad congénita entre las mujeres que las convierta en el sexo débil. Dijo que en los niveles superiores de la existencia no hay sexo. Esta diferenciación del sexo ha sido establecida para la perpetuación de las especies en la Naturaleza. También contempló un futuro en la evolución de la Naturaleza en que no habrá distinción de sexos. Quizás no ahora, ni dentro de cien o doscientos años, pero un día será así. Igual que desaparecieron los órganos que no tenían una función en la evolución posterior del cuerpo humano, también los órganos sexuales serán eliminados. Cómo procederá la reproducción, cómo nacerán los niños es un secreto de Natura que todavía no ha sido revelado, pero qué sucederá, no tengáis ninguna duda. Nuestro objetivo debe ser la educación de los niños, la liberación de la mujer y la contribución de los valores espirituales en las diferentes esferas de la vida que ahora están bajo el yugo de la ignorancia y la falsedad, como el comercio, la industria, la política. Ella quería seres humanos espirituales, hombres despiertos a los valores espirituales, para llevar el estandarte de Dios a todas esas esferas de la existencia y para demostrar que es posible desarrollar estas actividades de la vida conforme a la verdad, la armonía, la ayuda mutua y la cooperación. Ella contemplaba una elevación creciente de la vida colectiva, una traducción de los valores espirituales en la vida pública. No negó, sin embargo, la libertad de cada persona a progresar en la manera escogida. Dijo que las religiones, las

filosofías y las ciencias, todas tenían un papel que jugar. Cada una tenía su aplicación en cierto estadio de desarrollo del hombre. Si el hombre ha evolucionado más allá de la necesidad de observar reglas formales, institucionales o religiosas, es que se ha liberado de ellas, que la religión le ha llevado hasta cierto nivel en el que él se ha despertado a su alma y a Dios y que a partir de entonces tiene que seguir un método espiritual. Pero siempre evitó perturbar la fe de las personas en las religiones u otros sistemas de vida si eso les iba bien y si sentían cómodos en ellas. Dijo que cuando ellos se superen sentirán la necesidad de trascender estas barreras y es en este momento cuando pueden presentar la verdad superior, la percepción superior que les ha sido dada. Dijo que la propaganda, la publicidad en asuntos espirituales está fuera de lugar. Uno tiene que vivir de forma espiritual y con el ejemplo, con la irradiación de las vibraciones de paz y amor, que llegan naturalmente en una vida de yoga y de búsqueda espiritual es como las cosas se extienden y no escribiendo artículos, no creando tribunales, ni siquiera dando conferencias. Ella siempre se reía con una sonrisa cuando yo le decía que tenía que ir a dar alguna conferencia. He escrito bastantes libros, como probablemente sabéis, pero yo no sabía si ella se había dado cuenta de mis escritos hasta que un día me enteré por una tercera persona que ella había dicho “Los libros de Madhav siempre se venden”. Hasta entonces yo no lo sabía. Ella ponía el acento en vivir la vida de Dios y no en hablar de ella o en escribir sobre ella. Hablar, escribir, tienen su valor cuando surgen de la plenitud de la experiencia de aquellos que la buscan, de aquellos que están sedientos de ella. No se trata de convertir a la gente a la fe de uno en pleno siglo XX. Es ridículo sostener, en el presente estadio de la evolución humana, que mi yoga o mi espiritualidad, mi religión, es superior a todas las demás. La verdad no es monopolio de nadie. La Madre siempre contemplaba la extensión de la consciencia universal en el hombre. Dijo que era imposible para el hombre excederse a sí mismo, convertirse en un superhombre, por usar la expresión de los filósofos modernos, hasta que el hombre no se volviera un hombre universal. El hombre tiene que romper primero los muros de su ego, desarrollar valores universales, contactos universales, simpatías universales, vivir en una dimensión más grande antes de que pueda esperar rasgar el velo y abrirse a una consciencia todavía superior que la mental, abrirse y ascender la escala de la evolución. Tanto la espiritualidad como la ciencia están de acuerdo en señalar que la evolución

humana está a punto de dar un salto adelante hacia algo más allá del hombre. Pero la Madre avisa que a menos que primero cumplas con los requisitos de ser un hombre completo, y de ser un hombre universal, uno no puede exceder el universo. Puso el énfasis en que siempre: primero debe de realizarse al Divino dentro de uno mismo, irradiar la vida divina, la buena voluntad, la armonía a tu alrededor, ayudar a construir una sociedad que persiga valores superiores, en todos los campos de la vida. Aquellos que buscan a Dios deben buscar ver a Dios en el prójimo, deben universalizar sus propias experiencias espirituales. Y sólo luego, el hombre podrá dar un paso hacia el futuro. Se ha hablado mucho de la new age, de la nueva consciencia pero tenemos todavía mucho que hacer y la Madre siempre ha dicho que aunque ella escribió mucho sobre las cosas futuras, todavía había un largo camino intermedio por recorrer.

La Madre y su misión – M.P. Pandit – 1990

El Yoga y la salud – Volumen II

La Madre

IV. EL DOMINIO DE SÍ MISMO

En la vida, es necesario elegir

En la vida hay que elegir entre la vida desordenada e inútil de los deseos, y la ascensión a la luz de la aspiración y del dominio de la naturaleza inferior.

*

Aprende, en primer lugar, a conocerte perfectamente, y a continuación a controlarte perfectamente. Tú lo conseguirás mediante una aspiración en todos los instantes. Jamás es demasiado pronto para comenzar, jamás demasiado tarde para continuar.

*

No hay victoria más grande que controlarse a sí mismo.

*

Dominarse quiere decir ser consciente de sí y de sus movimientos, hacer lo que uno ha decidido hacer y no lo que los demás desean.

*

Se adquiere más alegría en conquistar un deseo que en satisfacerlo.

*

Cuando uno es incapaz de plegarse a una disciplina, también es incapaz de hacer nada duradero y válido en la vida.

*

Disciplinar uno su vida no es algo fácil, incluso para quienes son fuertes, severos consigo mismos, animosos y de aguante. Pero antes de intentar disciplinar toda su vida es preciso, al menos, ejercitarse en disciplinar alguna de sus actividades, y perseverar hasta que se consiga.

Mantenerse en su esclavitud

Hay seres humanos (...) que se entregan al vicio –un vicio u otro, como las bebidas alcohólicas, o las inyecciones de anestésicos– y que saben muy bien que eso les conduce a la destrucción y a la muerte. Pero ellos eligen hacerlo a sabiendas.

Ellos no tienen el control de sí mismos. Hay siempre un momento en el que todo el mundo tiene el control. Y si uno no hubiera dicho sí una vez, si no hubiera tomado la decisión, no lo haría. No hay cuerpo humano que no tenga la energía y la capacidad de resistir a una cosa que le es impuesta –si uno lo deja actuar. La gente que te dice: «Yo no puedo actuar de otro modo», es porque en el fondo de ellos mismos no desean actuar de otro modo; han aceptado ser los esclavos de su vicio. Hay un momento en el que uno acepta. Y yo voy más lejos, digo: hay un momento en el que uno acepta estar enfermo. Si uno no aceptara estar enfermo, no lo estaría. Sólo la gente es de tal modo inconsciente de sí misma y de sus movimientos interiores, que no se da

cuenta incluso de lo que hace.

4 de enero de 1956

Comenzar por obedecer a la razón

Es (...) una de las primeras utilidades de todo entrena-miento físico; es que uno no puede hacerlo verdaderamente bien más que si el cuerpo tiene el hábito de obedecer a la razón más que al impulso vital. Por ejemplo, todo el desarrollo de la perfección corporal, de la cultura física con los pesos y con esos ejercicios que no tienen nada de particularmente excitante y que exigen una disciplina, hábitos que deben ser regulares, razonables, que no dejan el campo a la pasión, al deseo, al impulso (hay que regular su vida según una disciplina muy severa y muy regular), pues bien, para poder hacerlos verdaderamente bien, uno debe tener el hábito de gobernar su vida con la razón. Esto no es muy corriente. Generalmente, a menos que uno haya tenido cuidado de que sea de otro modo, los impulsos –los impulsos de los deseos–, todos los entusiasmos y todas las pasiones con todas sus reacciones son los dueños de la vida humana. Hay que ser algo así como una persona honesta para poder llevar a cabo una disciplina rigurosa de su cuerpo y obtener de él el esfuerzo ordenado y regular que puede perfeccionarlo. No hay ya lugar para todas las fantasías de los deseos. ¿Verdad?, desde que uno se entrega a excesos, a cualquier intemperancia y a una vida desordenada, es completamente imposible dominar su cuerpo y des-arrollarlo normalmente; sin contar naturalmente con que uno echa a perder su salud, y que, por consiguiente, la parte más importante del ideal de un cuerpo desaparece, porque, con una mala salud, una salud quebrantada, uno no sirve para una gran empresa. Y es ciertamente la satisfacción de los deseos y de los impulsos del vital, o las exigencias irracionales de ciertas ambiciones, quienes hacen que el cuerpo sufra y caiga enfermo. Naturalmente, existe toda la ignorancia de aquellos que no conocen incluso las reglas más elementales de la vida; pero eso, todo el mundo sabe que hay que aprender a vivir y, por ejemplo, ¡que el fuego quema, y que uno puede ahogarse bajo el agua! Esto, uno no tiene necesidad de decírselo a la gente, es algo que se aprende rápidamente a medida que se crece, pero el hecho de que el control de la razón sobre la vida es absolutamente indispensable para portarse bien solamente, no siempre es admitido por una humanidad inferior que no tiene gusto por la vida más que si es para vivir sus pasiones. Me acuerdo de un hombre que había venido aquí, hace mucho tiempo, para presentarse a diputado; resulta que alguien me lo presentó porque quería tener mi opinión sobre él, y entonces me planteó preguntas sobre el Ashram y la vida que se llevaba aquí, y sobre lo que yo concebía como una disciplina indispensable para la vida. Era un hombre que fumaba todo el día y que bebía mucho más de lo que era necesario, y entonces él se lamentaba, ¿verdad?, de

que estaba fatigado y que a veces no podía dominarse. Yo le dije: «Sabes, en primer lugar, hay que dejar de fumar, y después hay que dejar de beber». Entonces este hombre me miró con un asombro increíble y me dijo: «Pero entonces, si uno no fuma y si uno no bebe, ¡no merece la pena vivir!» Yo le dije: «Si tú estás todavía aquí, tampoco merece la pena hablar de nada». Es bastante positivo comenzar de joven a aprender que para llevar una vida eficaz y para obtener del cuerpo el máximo de lo que pueda dar, es preciso que el dueño de la casa sea la razón. No se trata de una cuestión de yoga ni de realización superior, es algo que debería ser enseñado en todas las partes, en todas las escuelas, en todas las familias, en todas las casas: el hombre está hecho para ser un ser mental; y para ser solamente un hombre (nosotros no hablamos de otra cosa, hablamos sólo de ser un hombre), es preciso que la vida sea dominada por la razón y no por los impulsos vitales. Esto debería enseñarse a todos los niños desde pequeñitos.

8 de mayo de 1957

PLEGARIAS Y MEDITACIONES I La Madre

20 DE MARZO DE 1914

Tú eres la consciencia y la luz, la paz en el fondo de todo, el amor divino que transfigura, el conocimiento que triunfa sobre la sombra. Para presentirte y aspirar a Ti, es preciso haber emergido del mar inmenso del subconsciente, haber empezado a cristalizar, a definirse, para conocerse y, entregarse en seguida, como sólo puede entregarse aquello que se pertenece. Y cuántos esfuerzos y luchas todavía para entregarse, para abdicar, una vez se ha construido la individualidad. Pocos seres consienten voluntariamente en estos esfuerzos; entonces, la vida, con su imprevisto brutal, obliga a los hombres a realizarlos sin querer, porque no pueden hacer otra cosa. Y, poco a poco, Tu obra se lleva a cabo, a pesar de todos los obstáculos.

21 DE MARZO DE 1914

Como cada mañana, mi aspiración se eleva hacia Ti, y, en el silencio de mi corazón satisfecho, pido que Tu ley de amor se exprese, que Tu voluntad se manifieste. Y de antemano me adhiero con alegría y serenidad a las circunstancias que traducirán esta ley y esta voluntad. ¡Oh, por qué agitarse y querer que las cosas sean, para uno mismo, de un modo y no de otro! ¡Por qué decretar que tal conjunto de circunstancias será la expresión de las mejores posibilidades y seguidamente lanzarse a una áspera lucha para que esas posibilidades se realicen! ¡Por qué no emplear toda nuestra energía únicamente en querer, con la calma de la confianza interior, que sea Tu ley la que triunfe en todas partes y siempre sobre toda dificultad, sobre toda oscuridad, sobre todo egoísmo! ¡Cómo se ensancha el horizonte en el momento en que se sabe tomar esta actitud! ¡Cómo cesa toda preocupación, para dejar lugar a una iluminación invariable, a la omnipotencia del desinterés! Querer lo que Tú quieres, Señor, es vivir constantemente en comunión Contigo, es liberarse de toda contingencia, evadirse de toda estrechez, llenar los pulmones con un aire puro y sano, desembarazarse de toda fatiga inútil, aligerarse de todo peso entorpecedor, para correr con un paso alerta hacia el único objetivo digno de ser alcanzado: ¡el triunfo de Tu divina Ley! Oh, Señor, con qué dichosa confianza Te saludo esta mañana...

Conversaciones Volumen I

La Madre

9 de Septiembre de 1955 Madre, aquí dice: «Quien elige el Infinito, ha sido elegido por el Infinito». ¡Es una frase magnífica!

Y es absolutamente cierta. En Vislumbres y Pensamientos hay, también, una frase en la que yo creo que emplea la palabra «Dios», en vez de Infinito. Pero, la idea es la misma: que es Dios quien os ha elegido, es el Divino quien os ha elegido. ¡Y es por eso que vais en pos de Él! Y esto es lo que te da –eso es lo que él dice, ¿no es así?–, esto es lo que te da esta suerte de confianza, de certidumbre, precisamente, de que estás predestinado; y si uno está predestinado, aunque haya montañas de dificultades ¡qué importa eso si estás seguro de que alcanzarás la meta! y esto proporciona un valor indomable para afrontar todas las dificultades, y una paciencia a toda prueba: estás seguro de que llegarás. Y es un hecho. La cosa, en verdad, es así: en el mismo instante que os ponéis a pensar en ello, bueno, pues, pensáis en ello porque alguien está pensando en vosotros; vosotros elegís, porque habéis sido elegidos. Y, una vez que habéis sido elegidos, podéis estar seguros de que la cosa se llevará a término. Por consiguiente, las dudas, las vacilaciones, las depresiones, las incertidumbres, todo esto, no es, sencillamente, nada más que una pérdida de tiempo y de energías; no sirve absolutamente para nada. A partir del momento en que uno ha sentido, aunque sólo sea una sola vez, dentro de sí: «¡Ah! Esto es la Verdad para mí», la cosa está concluida, está establecida. Aunque tardéis años para abriros paso para seguir vuestro sendero por la selva virgen, eso no tiene la menor importancia, la cosa está concluida, y asentada. Por eso, un día yo os decía: «Después de todo, estáis aquí porque alguna vez lo habéis querido en alguna parte; y si lo habéis querido en alguna parte, es porque el Divino así lo ha querido en vosotros1». Ahora bien, hay algunas personas que siguen un camino muy recto y que llegan muy pronto; a otras les gustan los laberintos, y tardan más tiempo. Pero el objetivo está allí; la meta está allí. Yo sé por experiencia que no hay un solo ser que haya tenido, aunque sólo sea una sola vez en su vida, un gran impulso de ir en pos de... no importa cómo lo llame –digamos el Divino para facilitar el lenguaje–, que no pueda tener la seguridad de lograr su propósito; ni siquiera importa que le vuelva la espalda a Él en un momento dado: con toda seguridad llegará. Tendrá que luchar más o menos, tendrá más o menos dificultades, pero puede tener la plena seguridad que un día alcanzará su meta. Es un alma que ha sido elegida, un alma que se ha tornado consciente, porque su hora ha llegado. Y cuando llega la hora, bueno, el resultado surge más o menos rápidamente. Podéis lograrlo en unos meses; podéis lograrlo en unos cuantos años; podéis lograrlo en algunas vidas. Pero lo lograréis. Y lo notable es que la libertad de elección se deja en vuestras manos, y si decidís en vuestro interior que lo vais a lograr en esta vida, lo haréis. Y con ello no me refiero aquí a una decisión permanente y continua, pues en tal caso podrías conseguirlo en doce meses. No, lo que quiero decir es que, si en un momento dado, habéis sido embargados súbitamente por esto, «quiero esto», aunque sólo haya sido una sola vez, en un destello, el sello ya está puesto, allí,

de ese modo. Eso es. Eso no ha de ser una razón para que se pierda el tiempo en el camino. No ha de constituir una excusa para seguir todos los meandros del laberinto, y llegar con cantidades considerables de desperdicios cuando estéis en el final. No. Pero, en todo caso, es una razón para no desesperarse jamás. Sean las que fueren las dificultades. Yo opino, personalmente, que cuando hay algo que hacer es mejor hacerlo lo antes posible. Pero, en fin, hay personas que prefieren perder el tiempo. Tal vez necesiten dar vueltas y más vueltas, y volver al punto de origen una y otra vez, y dar muchos rodeos, para poder llegar al lugar a donde deben llegar. Pero es una cuestión de elección. Desgraciadamente, las personas que tienen esta costumbre de dar vueltas y más vueltas, de volver al punto de origen y de dar rodeos y seguir toda suerte de meandros inútiles, son las que más se quejan; se lamentan, y son ellos mismos los causantes de su propia desgracia. Si tomaran la decisión de seguir un camino completamente recto, cueste lo que cueste –sabiendo cómo soportar algunas dificultades afrontando las contrariedades sin debilidad–, pues bien, evitarían muchos inconvenientes. Pero en fin, hay gentes que no se mueven si no se les empuja con una fuerza terrible. Y, entonces, gritan, protestando, porque se las está forzando de un modo violento. Sin embargo, son ellos quienes así lo han querido. Voilà.

Desde el minuto en que dejamos de avanzar, retrocedemos. Desde el momento en el que nos sentimos satisfechos y no aspiramos a más, comenzamos a morir. La vida es el movimiento, es el esfuerzo, es la marcha hacia adelante, es la escalada de la montaña, es trepar hacia las revelaciones, hacia las realizaciones futuras. Nada es más peligroso que querer reposar. Es en la acción, en el esfuerzo, en la marcha hacia adelante donde hay que encontrar el reposo, el verdadero reposo de la confianza total en la Gracia divina, de la ausencia de deseos, de la victoria sobre el egoísmo. El verdadero reposo es el de la expansión, el de la universalización de la consciencia. Tornaros vastos como el mundo y os hallaréis siempre en el reposo. En plena acción, en plena batalla, en pleno esfuerzo, tendréis el reposo del infinito y de la eternidad.