Fundamento y Sentido de la Participación en la CRBV

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FUNDAMENTO Y SENTIDO DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN LA CONSTITUCIÓN VENEZOLANA INCIDE Autoría Colectica Solamente tenemos Esperanza cuando luchamos organizadamente por lo que anhelamos Dirección: Calle Bolívar, Parcelamiento Hospital, Quinta Ninoska, al lado del Jardín de Infancia "Angelitos Negros", Cumaná, Estado Sucre, Venezuela. email: [email protected] - [email protected] http://derechoshumanosincide.blogspot.com/

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FUNDAMENTO Y SENTIDO

DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA

EN LA CONSTITUCIÓN VENEZOLANA

INCIDEAutoría Colectica

Solamente tenemos Esperanzacuando luchamos organizadamente

por lo que anhelamos

Dirección: Calle Bolívar, Parcelamiento Hospital, Quinta Ninoska, al lado del Jardín de Infancia "Angelitos Negros", Cumaná, Estado Sucre, Venezuela.

email: [email protected] - [email protected]://derechoshumanosincide.blogspot.com/

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1.- PARTICIPAR: UN MODO DE SER PERSONAParticipar, cualquiera que sea su ámbito, es un modo de ser persona. Un modo de ser y

vivir, inherente a la persona misma, pues toda persona es, desde su misma raíz antropológica, relación con otro. Relación que exige y reclama un espacio para escuchar y decir, para opinar y decidir, para coactuar y coevaluar resultados.

La participación es, en consecuencia, un derecho y un deber inherentes al ser humano. No es una posibilidad que debemos aprovechar cuando nos la dan, pues no hay nadie con derecho para privar o despojar a otros de un derecho y de un deber constitutivo del modo humano de vivir.

Afirmamos que la participación es una exigencia humana y no una dádiva de Constitución o Gobierno alguno. La participación es un derecho de toda persona, aún cuando ninguna Constitución lo reconociera.

El anuncio de que no haya nadie con derecho de privar o despojar a los demás del derecho a la participación, no significa que, de hecho, algunos partidos (individuos, grupos o instituciones) no se hayan erigido con poder suficiente para dictar leyes, normas, límites a los demás y con capacidad para hacerlos cumplir. Es el caso de las dictaduras.

Si participar es un modo de ser persona, donde haya personas que viven juntas la participación se convierte en un modo social de vivir. Estamos hablando entonces de la participación social, o mejor, participación comunitaria, a la que todos tenemos derecho y con la cual todos tenemos responsabilidades, independientemente de que uno sea pobre o rico, civil, eclesiástico o religioso, o militar.

El gobernante que cree en la participación no propicia la participación para resolver problemas de gobierno, sino que promueve la participación independientemente de que resuelva o no resuelva problemas, si bien estamos convencidos de que es la única manera de resolverlos.

Desde el punto de vista jurídico, los habitantes de un país, nacidos o nacionalizados, son ciudadanos. En cuanto ciudadanos gozan de la ciudadanía, condición jurídica que habilita al ciudadano para el ejercicio de derechos y cumplimiento de obligaciones.

Hay constituciones de Estados en las cuales se hace una opción por una democracia representativa y, en consecuencia, la participación es reducida muchísimo, casi limitada a la acción del voto

Hay constituciones de Estados en las cuales se hace una opción por la democracia participativa y, en consecuencia, la participación ciudadana es colocada en una posición de relevancia.

Siempre, en uno y otro caso, la participación queda reducida, pues el derecho y las posibilidades de la participación, como modo de ser persona, es más grande que el derecho positivo normado y no se agota en los canales que en la constitución y en las leyes se pautan o norman.

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2.- MARCO CONSTITUCIONAL

En Venezuela, por suerte, tenemos desde 1999 una Constitución en la que desde el primer momento de su preámbulo deja claro su opción por la participación. De hecho el vocablo participación – o derivados del término – aparece muchísimas veces1. De hecho, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, además de definir la opción por la participación, hace repetidas veces un llamamiento a la participación. Es un llamado a todos, que implica la ruptura con un modelo de democracia representativa y exige un cambio de actitud interna que conlleva a la superación de posturas de pasividad y de conformidad.

Estas llamadas repetidas a la participación para la construcción de una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural, están claramente justificadas y explicadas en su intencionalidad y alcance en la misma Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV):

a.- El motivo fundamental que es el basamento constitucional para la participación lo expresa los artículos 5 y 347.

“la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta constitución y en la Ley e indirectamente mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público. Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos”.

“El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva constitución”.

b.- La finalidad de la participación es, fundamentalmente, la inclusión activa del pueblo en los asuntos públicos: El artículo 6 dice que el Gobierno de la República, en función de construir una sociedad participativa, será, entre otras características, participativo, lo que significa que el pueblo, en ejercicio del derecho a la participación, toma parte activa en los asuntos públicos. Así lo expresa el artículo 62 de la Constitución:

“Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio de sus representantes elegidos o elegidas. La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo. Es obligación del estado y deber de la sociedad facilitar las condiciones más favorables para su práctica”

1 Presentamos algunos artículos de la CRBV:. 55, 66, 71-74, 80, 81, 84, 91, 102, 119, 123, 125, 127, 128, 132, 171, 172, 178, 187, 204, 211, 253, 255, 264, 270, 279, 294, 299, 333

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c.- La participación, además de derecho, es deber. Así lo afirma el artículo 132 de la

Constitución:

Toda persona tiene el deber de cumplir sus responsabilidades sociales y participar solidariamente en la vida política, civil y comunitaria del país, promoviendo y defendiendo los derechos humanos como fundamento de la convivencia democrática y de la paz social

d.- El artículo 70 anuncia algunos medios de participación y protagonismo:

“Son medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político: la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocación de mandato, las iniciativas legislativas constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante, entre otros; y en lo social y económico: las instancias de atención ciudadana, la autogestión, la cogestión, las cooperativas en todas sus formas incluyendo las de carácter financiero, las cajas de ahorro, la empresa comunitaria y demás formas asociativas guiadas por los valores de mutua colaboración y la solidaridad. La ley establecerá las condiciones para el efectivo funcionamiento de los medios de participación previstos en este artículo”.

La Constitución, además de los artículos citados, habla de participación, como

hemos visto en la nota 1, en más de 50 artículos. Al leer estos artículos nos damos cuenta

de que en la Constitución no siempre se da al término participación el mismo significado.

Veamos algunos ejemplos:

el artículo 91 habla de participación de los obreros en la ganancia de la empresa (participación aquí significa distribución)

el artículo 81 habla de participación en la ayuda a los discapacitados (aquí participación significa colaboración solidaria)

el artículo 184 numeral 2 entiende la participación como capacidad propositiva (de hacer propuestas)

el artículo 128 parece entender la participación como consulta,

el artículo 84 entiende la participación como toma de decisiones,

el artículo 102 parece entender la participación como colaboración.

3.- PROFUNDIZACIÓN SOBRE PARTICIPACIÓN

3.1.- Participación como Colaboración

Hay quienes confunden participación con colaboración. Generalmente quienes tienen esta confusión han sido y siguen siendo algunos organismos y gobernantes nacionales o internacionales que se han dado cuenta de que ciertas iniciativas, por ellos diseñadas, jamás tendrían éxito sin la colaboración - mayor o menor - de los pobladores de una comunidad determinada en la que han decidido intervenir. En este sentido, la

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participación queda convertida en colaboración, la comunidad en un espacio geográfico y es el agregado de pobladores que lo habitan. La comunidad no actúa tomando parte (participación significa, precisamente, tomar parte de manera activa) sino que ejecuta la parte que otros le asignan.

Esta práctica de la mal llamada participación comunitaria no sólo es ejercida por organismos gubernamentales, sino que es una práctica muy difundida, extendida y producida por instituciones no gubernamentales: asociaciones de vecinos, promotores sociales en las diversas áreas en que intervienen, instituciones, fundaciones... Y corre el riesgo de ser asumida por los nuevos Consejos Comunales como ya fue asumida por los Consejos Locales de Planificación Pública Hoy, en efecto, no hay liderazgo alguno (gubernamental, social, vecinal) que no afirme de sí mismo que es un liderazgo democrático y participativo, no sólo porque fue elegido con votos sino también porque quiere y favorece la participación comunitaria. Y es muy frecuente también escuchar de ellos mismos que, a pesar de todos sus esfuerzos, «la comunidad no participa».

Sin darse cuenta, este liderazgo repite el modo de entender y practicar la participación comunitaria que ha sido impuesto desde fuera o desde arriba. Repiten lo que han visto hacer a los líderes sociales, bien intencionados o no, con los que han tenido contacto, apoyados en una bien estructurada y manipuladora propaganda, difundida por algunas democracias demagógicas y populistas, que ha llegado a convencerles de que la participación es la estrategia clave, sin la cual no es posible la solución de los problemas que una comunidad determinada padece. En resumidas cuentas, la comunidad que es víctima, de ñapa es culpable. Este liderazgo se lava las manos, con la excusita de que la gente no participa.

El recurso a esta mal llamada práctica de participación, entendida como estrategia de colaboración de los pobladores de un sector determinado para la ejecución de una propuesta diseñada por otros, no nace del reconocimiento del otro como igual y de su derecho a la participación, sino como necesidad de disminuir el fracaso, la deficiencia o insuficiencia de las instituciones que lo promueven. De este modo, pretenden prolongar su permanencia en el tiempo o repetir mandatos echando la culpa a todos.

En el fondo, esta manera de entender la participación como colaboración o como utilización de la gente, oculta dos cosas:

Que antes que la persona humana, está el éxito de la institución, del programa, del liderazgo, de la eficacia y eficiencia. No lo dicen, pero lo piensan, la gente es un estorbo. Muchas manos en el caldo, lo ponen morado.

Que los pobres son chusma, incapaces, que están imposibilitados para entenderse y organizarse y, mucho más, para tomar decisiones.

Con estos supuestos, que no se dicen, se justifica la necesidad de que algunos manden (administren y ejecuten y legislen y juzguen) y otros obedezcan. Y, puesto que no todos pueden mandar, hay que designar a algunos para que lo hagan. Por eso, cuando vamos a votar, el acto que se llama ejercicio democrático por excelencia, entregamos en manos de otros nuestro destino. Al ejercer el sagrado derecho y deber del voto, renunciamos parcialmente a la democracia (poder del pueblo), al menos que nos quede muy

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claro que no entregamos la soberanía… Y esto sirve no sólo para cuando se eligen presidente, gobernadores, alcaldes. Es también más importante y cotidiano, cuando en nuestras comunidades nombramos consejeros comunales…

Desde este primer modo de entender la participación comunitaria como colaboración, todos los programas que desde esta savia se alimentan son programas de utilización de la comunidad, aunque no de manera explícitamente dicha o voluntariamente querida. En efecto, la comunidad es concebida como receptora de una acción externa o, a lo sumo, como colaboradora indispensable para complementar actividades diseñadas por otros.

En ninguno de estos casos, se puede hablar de auténtica participación comunitaria, concebida como responsabilidad, compromiso y acción activa de la comunidad en la producción, ejecución y evaluación de programas desde su propia realidad.

3.2.- Participación como Compromiso

Concebir la participación como una acción responsable y comprometida de la comunidad en todo el proceso de producción, ejecución y evaluación de políticas públicas, a partir de su realidad y desde la percepción que la comunidad tiene de la misma, es un modo de entender y practicar la participación como compromiso.

Esta conceptualización de participación ya estuvo formulada en la Conferencia Internacional de Alma Alta, en 1978, si bien en este caso sólo aplicada a la salud: la gente tiene el derecho y el deber de participar individual y colectivamente en la planificación e implementación de la atención a su salud.

Sus principios fundamentales son tres.

Todos tenemos derecho a participar, a tomar parte activa en la toma de decisiones, ejecución y control de la vida comunitaria, municipal, estadal, nacional.

Todos tenemos capacidad para ello. No sólo la famosa Sociedad Civil (clase alta por dinero, capacidad de influencia, representación cupular, nivel de instrucción...) ni tampoco el Gobierno, ni juntos los dos. Esta Sociedad Civil excluye a las mayorías empobrecidas. El Gobierno, cualquiera que sea, tampoco puede definir por todos y para todos, el futuro de un país. Mucho menos, una y otro, encerrados en un pacto excluyente. Una y otra pueden dar un golpe de estado, sin un solo tiro, dando la espalda a los intereses de las mayorías.

Todos juntos nos complementamos. Los gobernantes no son mandatarios, sino mandados para cumplir una misión y una visión construida entre todos. Son elegidos para una misión, no para un período. De aquí la importancia del referéndum. Pero en la comunidad (local, municipal, estadal, nacional) hay, además de las funciones que se asignan a los presidentes de asociaciones de vecinos, coordinadores del Consejo Comunal y funcionarios públicos, otras muchas que son compromiso y responsabilidad de todos. La complementariedad de estas funciones permitirá construir el bienestar de

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todos. Los no funcionarios no deben cumplir las tareas que corresponden a los funcionarios y éstos no hacen. Hacer la tarea de los funcionarios es justificar la no competencia o la insuficiencia de los mismos. Pero hay un camino más fácil de resolverlo: cambiar al incompetente. La gobernabilidad de los incompetentes no se debe justificar con participación comunitaria. En consecuencia: La participación comunitaria está llamada a ser, entonces, el ámbito de creación de las líneas políticas que diseñan el futuro deseable y las mediaciones para lograrlo, no está llamada a sostener a los políticos que han fracasado en su intento.

La participación no puede limitarse a la mera presencia pasiva de las personas en un proceso, ni puede ser reducida a una consulta ni puede confundirse con la colaboración que las personas dan para que una iniciativa del gobierno resulte exitosa. Tampoco se puede reducir a una intervención. Ni tampoco es suficiente convertir la participación en control social de algo decidido por otros sin antes haber tomado parte activa en la decisión así como tampoco es suficiente participar en la decisión si no se logra el control social de todo el proceso de ejecución o implementación de la decisión. Es un proceso que implica continuidad del involucramiento en todas las fases del proceso.

En resumen, entendemos la participación como el involucramiento, comprometido y responsable, del pueblo en los procesos de toma de decisiones, de planificación, de seguimiento y supervisión de los asuntos públicos, a partir de su propia realidad, contando con sus propias capacidades y estableciendo alianzas con otros actores que cooperan de manera subsidiaria o complementaria.

3.3.- Participación Popular

Esta conciencia sobre participación no existía hace diez años en Venezuela. Hoy comienza a emerger con pujanza: las comunidades descubren que deben participar activamente en la planificación y construcción del país, empujar los cambios necesarios para que todos puedan tomar parte activa en las decisiones políticas y económicas, así como implementar las medidas sociales que posibiliten la justa distribución de las riquezas al servicio de toda la población, en salud, educación, empleo, alimentación. Pero pudiera estar amenazada por prácticas de algunos gobernantes a pesar de la claridad y mandato del discurso presidencial y, también por la mal llamada Sociedad Civil, dueña de medios y de poder elitesco para imponer su discurso. La mayoría seguimos quedando al margen.

La participación ciudadana, al ser aplicada en los contextos populares, ha sido llamada participación comunitaria. De este modo se convierte en una forma sutil para discriminar a los habitantes de un país en dos clases o categorías, divididos por la cortina de oro. Cuando se trata de élites, se habla de participación ciudadana. Cuando se trata de pobres, se habla de participación comunitaria.

Al hacer esta sutil separación (entre ciudadana y comunitaria) resulta que ciudadanos siguen siendo los aristócratas de la polis griega, los patricios de la civitas

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romana, los nobles de las ciudades feudales medievales, los burgueses de la revolución francesa que proclamaron los derechos del hombre y del ciudadano, los hombres y mujeres y grupos exitosos de nuestras ciudades y campos... La autonombrada sociedad civil compuesta por Fedecámaras, CTV, Gremios, MCS...

Según ellos, aunque no lo dicen y públicamente afirmen lo contrario, en los sectores populares siguen viviendo los no ciudadanos, los todavía no integrados, los todavía no desarrollados, la carga y el peso para el alzamiento del vuelo hacia el progreso (aunque mano de obra explotada y explotable).

La participación ciudadana es la de las élites, la participación comunitaria es la de los pobres. La primera se debería tener en cuenta en los gobiernos; a través de la segunda se dan limosnas para contentar a la gente pobre.

Esta división entre ciudadana y comunitaria es mortal cuando la participación se entiende como colaboración. Los pobres son utilizados para justificar la desigualdad en la distribución de la riqueza y la permanencia de los ineptos en el poder.

Por eso nosotros preferiremos hablar de una participación popular. Del pueblo entero, sobre todo de las mayorías empobrecidas y excluidas, como instancia fundante de una participación entendida como compromiso. Desde ella puede originarse una vida digna y dignificadora para todos. Si no entramos en la dinámica de una participación popular y se sigue prefiriendo dialogar con representantes cupulares de gremios, partidos, colegios y cámaras, la vida se escapa de las manos y sólo se hablará de intereses parciales y de pactos.

4.- EDUCACIÓN PARA LA PARTICIPACIÓN

La participación popular, entendida como ejercicio del poder protagónico y soberano del pueblo, no está dada ya ni se dará por mandato alguno. La participación se construye en un proceso educativo. Este es, entre otros el motivo del motor Moral y Luces que promueve el gobierno central.

Si las mayorías empobrecidas se mantienen en actitud pasiva, sin fortaleza organizativa para exigir la participación, sin capacidad y destrezas para participar de manera eficaz, los grupos de poder se apoderarán del espacio abierto por las leyes e incidirán, con piso legal, en la formulación de leyes, en la distribución presupuestaria, a favor de sus intereses y, una vez más, de manera inequitativa. Pero no sólo los grupos de poder. También, al interno de nuestras comunidades pueden erigirse pequeños grupos de poder, por ejemplo los Consejos Comunales, que pueden disminuir o eliminar el protagonismo comunitario.

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A participar se aprende participando. Y para participar, cada vez con mayor capacidad de incidir y vigilar, es necesario adquirir, de manera progresiva, conocimientos, destrezas y herramientas.

Dejar de lado actitudes de pasividad e involucrarse en procesos de participación es una necesidad. En Venezuela, tanto la Constitución como la nueva legislación que de la Constitución se deriva, postulan y norman la participación de las bases organizadas.

Pero la existencia de leyes que propician y permiten la participación no es suficiente. Son una oportunidad. Pero no son garantía de participación. Las reformas legales no reforman a los gobernantes ni a los funcionarios públicos. Si ellos no están convencidos de que la participación es condición de la democracia, reducirán la participación a consulta o colaboración o buscarán subterfugios para respetar la formalidad de la ley sin propiciar una auténtica participación.

Y tampoco las leyes reforman a los pobladores de nuestras comunidades. Si los pobladores no deciden dejar de ser solo pobladores para convertirse en una ciudadanía organizada, involucrándose en un proceso participativo, de nada sirven las oportunidades.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Son múltiples las perspectivas posibles de abordaje del tema de participación ciudadana.

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La filosofía antropológica, postula que participar es un modo de ser persona, pues la persona es relación (apertura), no individuo (cerrado).

En el desarrollo de la conciencia de la humanidad sobre los Derechos Humanos hoy se proclama que la participación es un derecho humano.

En la realidad social y política de las democracias formales de América Latina también se ha introducido el tema de participación ciudadana.

Pero ha emergido como una concesión de los gobiernos - bien aconsejados por los centros de poder - para salvar la gobernabilidad de las frustrantes democracias latinoamericanas.

No obstante, por esta rendija abierta, los pueblos se han apropiado de la participación, como poder protagónico de base, como herramienta fundamental e indispensable para:

o la exigibilidad de derechos,

o la disminución de los niveles de corrupción,

o y la búsqueda de una distribución democrática y equitativa, no sólo justa, de la riqueza.

Esta última perspectiva es la óptica de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: derecho del pueblo a constituirse como poder soberano que exige, demanda, incide en políticas públicas, controla la gestión del poder público.

El término participación aparece muchas veces en la Constitución Nacional. Sin embargo no es un término al que siempre se le asigna un mismo sentido o significado. Pero, no cabe duda de que cuando el término participación aparece referido al pueblo como protagonista y soberano, participación significa tomar parte activa, decisoria, determinante o vinculante, en todos los asuntos públicos, incluidos los de la formación, gestión y control de políticas públicas.

La gestión pública en nuestro país, todavía carece de una suficiente transparencia y de una satisfactoria eficiencia.

Con la nueva Constitución no se acabaron los vicios de la administración pública,

ni se produjeron de manera automática funcionarios públicos con los valores de servicialidad, responsabilidad, equidad, honestidad, eficiencia y transparencia que la sociedad reclama de todo funcionario público y de todo político.

Algunos gobernantes, después incluso de la Constitución del 1999, piensan que para calmar las inquietudes sociales producidas por la frustración democrática, es necesario y conveniente que la población asuma cuotas de participación.

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Estos gobernantes entienden la participación como remedio para salvar la democracia y legitimar su gobierno ineficaz. Desde esta perspectiva, quienes entienden la participación como una concesión para salvar la democracia y legitimar su gobierno, reducen la participación a consulta o, en el mejor de los casos, a colaboración.

Pero, la participación no es concesión de nadie ni remedio para salvar la democracia o legitimar gobierno alguno.

Es derecho y es condición indispensable de democracia y condición fundante de la ciudadanía.

Definimos, por tanto, la participación como el involucramiento, comprometido y responsable, de las bases organizadas en los procesos de toma de decisiones, de planificación, de seguimiento y supervisión, del Poder Público, con conciencia de poder de base protagónico y soberano y, además, intransferible.

En consecuencia:

participación no es asistencia pasiva de las personas en una reunión,

ni puede reducirse a una consulta,

ni puede confundirse con la colaboración que las personas dan para que una iniciativa del gobierno resulte exitosa.

Participación sí es implicación de la base organizada en:

la toma de decisiones que se refieren a la formulación de políticas (ordenamiento jurídico, distribución presupuestaria, aplicación de justicia, etc.),

en la ejecución y control de las mismas, de manera activa y protagónica, con la finalidad de que la riqueza se distribuya de manera equitativa en servicios y oportunidades para todos (preferencialmente para los más excluidos), eliminando los altos niveles de corrupción, aumentando los niveles de eficacia y eficiencia de los órganos del Poder Público.