MARTIROLOGIO AGRIPINO GONZÁLEZ,

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PINO

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“TRASLACIÓN A LA CAPILLA DE LOS MÁRTIRESDE LOS RESTOS MORTALES DE LOS BEATOS”

MARTIROLOGIO AMIGONIANOAGRIPINO GONZÁLEZ, TC.

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MARTIROLOGIOAMIGONIANO

MARTIROLOGIOAMIGONIANO

VALENCIA2001

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© Terciarios Capuchinos

P. Postulador: Agripino González, T.C.

I.S.B.N.:Depósito legal: V-2680-2001

Martín Impresores, S.L. • Pintor Jover, 146013 VALENCIA

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Presentación.

El 11 de marzo del 2001 constituye una de lasmayores efemérides para toda la Familia Amigo-niana, una estupenda efemérides que, según laclásica expresión latina, debiera ser escrita enpiedra blanca. Y, ¿por qué? Pues porque en dichafecha, y en el marco incomparable de la Plaza deSan Pedro de Roma, Su Santidad Juan Pablo IIdeclaró solemnemente beatos, elevándolos alhonor de los altares, a 19 terciarios capuchinos, 3terciarias capuchinas, y 1 cooperadora parroquialseglar.

Indudablemente Su Santidad Juan Pablo IIsiempre ha manifestado una especial devoción alos mártires y un acentuado empeño por elaborarel martirologio cristiano del nuevo milenio. Dehecho ha podido escribir en la Tertio MillenioAdveniente que “el martirologio de los primerossiglos constituyó la base del culto a los santos…que es preciso que las iglesias locales hagan todolo posible por no perder el recuerdo de quieneshan sufrido el martirio recogiendo para ello ladocumentación necesaria… y que el Consistorioha indicado elaborar el nuevo martirologio”.

En este sentido Su Santidad el 5 de marzo delpasado año 2000 realizó una magna beatificación

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de mártires, y luego una gran jornada de los tes-tigos de la fe, en el marco del Coliseo Romano, el7 de mayo del mismo año. Fue la manera de cele-brar el Santo Padre el jubileo de los testigos de lafe.

En este sentido, y siguiendo la trayectoria deSu Santidad Juan Pablo II, la Familia Ami-goniana, por franciscana siempre obediente yreverente al señor Papa, ha recogido la documen-tación necesaria que ha desembocado en la yadicha beatificación de 23 de sus hijas e hijos másilustres. ¡Ah!, y ahora la elaboración del Martiro-logio Amigoniano para el presente siglo, marti-rologio que, según el catecismo de la Iglesiacatólica, es “el archivo de la verdad escrita conletras de sangre, pues el mártir es el que hablacon sus obras. Su palabra es su vida; y su muerte,la opción suprema por la libertad”.

La verdad es -y ya lo decía asimismo Su San-tidad- que el mayor homenaje que todas las Igle-sias tributarán a Cristo en el umbral del tercermilenio será la demostración de la omnipotentepresencia del Redentor mediante frutos de fe,esperanza y caridad en hombres y mujeres detantas lenguas y razas, que han seguido a Cristoen las distintas formas de la vocación cristiana”.Y de nuestra humilde Familia Amigoniana 23miembros han venido a testificar con la gracia

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del martirio el seguimiento de Cristo. Y su testi-monio, ofrecido a precio de sangre, no lo podemossilenciar, no en honrado silenciar.

Sería, por lo demás, ingrato el no reconocerque los mártires pusieron los cimientos de unapaz duradera derramando su sangre con lavalentía de su fe y en frontal oposición a unasideologías que habían hecho del materialismo undogma; y del rechazo a toda religión, su progra-ma. E, indudablemente, quien paga con su vidala defensa de una verdad no puede engañar, y sehace siempre acreedor al mejor de los recuerdos yal mayor de los respetos.

Por otra parte, como hermanos en religión ypertenecientes a la misma familia religiosa, nopodemos olvidar que estamos edificados sobre elcimiento de los mártires, que somos de estirpe demártires, según el decir del Papa, y que hemosbebido el espíritu amigoniano en las mismasfuentes que frecuentaron la práctica totalidad denuestros hermanos mártires.

Su Santidad, de diversos modos y en diversasocasiones y últimamente en la Novo MillenioIneunte, nos ha escrito que la herencia de losmártires “es una herencia que no se debe perder yque se ha de transmitir como perenne deber degratitud y renovado propósito de imitación”. Y asínos lo ha vuelto también a recordar en el discur-

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so de beatificación: “En diversas ocasiones herecordado la necesidad de custodiar la memoriade los mártires. Su testimonio no debe de ser olvi-dado… Es preciso que las iglesias particulareshagan todo lo posible por no perder el recuerdo dequienes han sufrido el martirio”.

Así, pues, siguiendo, las enseñanzas de SuSantidad al respecto, y tratando de cumplir susdeseos, nos disponemos a redactar el MartirologioAmigoniano. En su elaboración, y luego de laintroducción, y tratando siempre de ilustrar lagrandeza del martirio, he dado unas breves pin-celadas sobre la teología, el sentido religioso, elsentido eclesial y la espiritualidad del martirio,para concluir con las enseñanzas que el sacrificiode nuestros hermanos en la fe y en la religióndeben significar para el lector hermano.

Finalmente concluyo con una breve biografíade todos y de cada uno de los hermanos, su marti-rio y su semblanza, para terminar con una brevememoria de aquellos otros hermanos y hermanasde la Familia Amigoniana que, si bien los consi-deramos verdaderos mártires de la fe, sin embar-go no ofrecían las suficientes garantías jurídicasde éxito para llevar adelante su proceso de beati-ficación.

Tan sólo me resta concluir con el pensamientocon el que finalizaba Su Santidad la audiencia

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del día siguiente a la beatificación: “Su testimo-nio no se puede ni se debe olvidar. Ellos manifies-tan la vitalidad de vuestras iglesias locales. Quesu ejemplo haga de cada uno testigos vivos y creí-bles de la Buena Nueva para los nuevos tiempos.Que su imitación conduzca a producir en la socie-dad actual abundantes frutos de amor y de espe-ranza”.

Que así sea.

Fr. Agripino G.

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SENTIDO TEOLÓGICO DEL MARTIRIO

Aunque el título de mártir sigue siendo todoun enigma hasta el día de hoy, sin embargo már-tir, como término gramatical, posee una etimolo-gía bien clara y precisa. Deriva del griegomartys y es uno de los vocablos de sentido másdenso, claro y exigente de todo el vocabularioespañol. El término, acuñado ya en la primitivaIglesia, y concretamente el año 155 con el marti-rio de san Policarpo, ha quedado reservado únicay exclusivamente para designar a aquel cristianoque sacrifica la propia vida para confesar su feen Dios, es decir, para aquel cristiano que hadado testimonio del misterio de la religión con laefusión de su propia sangre.

Por lo tanto los elementos que concurren en elmartirio cristiano son: el testimonio público yexplícito por Cristo, y la muerte, voluntariamen-te sufrida y aceptada, como confirmación delmismo. El martirio se constituye así en el selloque presta mayor veracidad a la fe cristiana.

El martirio, armonía de gracia y libertad

De aquí fácilmente se deduce que, para elcristiano, el martirio es fruto de la armonía entrela gracia de Dios y la libertad humana. Es voca-

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ción y es repuesta. Es dádiva y es libertad. Elmartirio refleja así un encuentro perfecto en quese conjugan admirablemente, por una parte, elamor de Dios y la respuesta generosa del hom-bre, por otra.

De ahí que se considere asimismo el martiriocomo la imitación cruenta del Cristo del Calvarioy la perfección misma. De hecho el iter que sigueel mártir, en sus etapas esenciales, es el mismocamino o víacrucis que siguió Jesús, el Mártir delCalvario, en su pasión y muerte, es decir: el arres-to, la cárcel, el proceso, la tortura y la ejecución.

El martirio como perfección

Decía Clemente de Alejandría: “Nosotros lla-mamos al martirio perfección, no porque el hom-bre haya llegado ya al final de la vida, como losotros, sino porque es la mejor prueba de una obrade amor perfecta”. Para los Santos Padres marti-rio significa perfección, el estado que mejor queninguno otro une al fiel con el Señor. Y esto por-que se le considera la máxima expresión de lacaridad.

Humanamente el mártir se anula a sí mismo,se reduce a la nada en aquello que tiene, y quees, para ser totalmente de Dios. Y todo esto: laanulación de sí mismo, los sufrimientos más

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atroces, la muerte… son el testimonio más per-fecto que el hombre puede ofrecer a Dios del granamor que le profesa. Su máxima preocupación esactuar en conformidad con la voluntad de Dios,realizarla sin dejarse condicionar por las circuns-tancias ambientales.

Por lo demás, para que el testimonio alcancela máxima perfección se hace necesario el derra-mamiento de la propia sangre, es decir, la muer-te, pues mientras el hombre permanece en sucuerpo mortal no puede considerarse perfecto,según aseguran varios Santos Padres, entre ellossan Cipriano.

El martirio como imitación

Entre los primeros cristianos estaba muy vivoel sentimiento de que la perfección tan sólo sealcanza mediante el fiel seguimiento de Cristo.Para el cristiano de la primera época Cristo,especialmente en su pasión y muerte, constituíael mejor modelo de martirio por amor. Cristoempezó a obrar y a enseñar lo que se debía dehacer. Él mismo, que nos exhorta a sufrir, fue elprimero que sufrió por nosotros. Si Él dio su vidapor nosotros, siguiendo su ejemplo nosotrosobviamente debemos entregar la vida por los her-manos.

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Y razonaba Orígenes: “Jesús dio su vida pornosotros, también nosotros debemos darla, pues,no diré por Él sino por nosotros mismos y, creo,también por aquellos que habrán de ser edifica-dos por nuestro martirio”. ¡Eh aquí el valor corre-dentor del martirio, no limitado únicamente alconfesor de la fe, sino también a los restantesmiembros de la Iglesia!

Efectivamente, la imitación, si bien debe deextenderse a la vida toda del cristiano, sinembargo halla su realización más completa, entiempos de persecución, en la imitación del Cris-to que sufre. De aquí que, durante los primerossiglos en los escritos apologéticos se presente almartirio como la imitación por excelencia deCristo, y al mártir como al seguidor e imitadormás perfecto del Señor.

El Cristo del prendimiento en el Huerto de losOlivos, el de la Calle de la Amargura, y el delCalvario se convierte en modelo y paradigma -archimártir se lo define- y el mártir, siguiendoexactamente las huellas de Jesús, se manifiestaante los hermanos como la imagen más bella yperfecta del Crucificado.

En este sentido el martirio mismo del diáconoy primer mártir de la fe, Esteban, y lo mismo sepudiera afirmar de los mártires posteriores, noson sino representaciones, imágenes, imitaciones

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más o menos logradas de la pasión del Mártir delCalvario. El mártir se convierte así en el imita-dor más perfecto y en la imagen más nítida y fielde Cristo, y Cristo Crucificado.

El martirio como comunión

El mártir, como imitador perfecto de Cristo,conduce directamente a la unión con el Señor.Tanto que el mártir explicita una comunión devida con el Señor. Así lo han entendido los San-tos Padres. San Cipriano escribe al respecto:“El Señor no es alguien que se limite a contem-plar a sus hijos en la pelea, sino que Él mismonos sostiene en la lucha; Él mismo toma parteen la batalla y, al término de nuestro combate,nos da la corona y al mismo tiempo Él es coro-nado”.

Y Orígenes. “Él conforta, guía, habla, combate,sufre con el discípulo y en el discípulo; es juzgadoy condenado en él, habla por él y obra en él. Cris-to se convierte, en sentido pleno, en vida del dis-cípulo. Todo aquello que se hace a los santos deCristo, tanto sea por los enemigos como por susmismo amigos, lo recibe sobre sí mismo”.

Obviamente, la participación al sufrimientode Cristo no es un fin en sí mismo, sino que hallasu complemento en la participación a la resurrec-

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ción y a la vida gloriosa en el Señor, al misteriopascual.

Tertuliano asegura que, juntamente con elmártir, entra en la cárcel el Espíritu Santo, puesescribe que la oscuridad de la cárcel es iluminadapor el Espíritu. Por ello, para los primeros cris-tianos el martirio es el carisma por excelencia delEspíritu Santo, es un don suyo, fruto de unasobreabundante efusión de gracia y de amor.Para el mártir la efusión de sangre, máximaprueba del amor, se traduce en perfección, enimitación y en unión (más aún, en comunión) conel Crucificado.

Frutos individuales del martirio

El seguimiento, la imitación y, sobre todo, launión y comunión con Cristo constituyen elnúcleo del que brotan frutos abundantes, no yasólo para el mártir, sino también para la comuni-dad cristiana, e incluso para los mismos paganoscircundantes.

En su dimensión personal, y por lo que almártir se refiere, su sacrificio es un verdaderosacrificio de expiación. Con Jesús sacerdote y víc-tima el mártir, unido a Él, ofrece y se ofrecesacerdote y víctima del propio sacrificio. El mar-tirio se convierte así en el más perfecto sacrificio

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de expiación por los propios pecados y por los delpueblo. Es éste un tema muy recurrente en losLibros de los Macabeos.

Por otra parte el sacrificio del mártir se debe-ría contemplar a la luz de la doctrina de la uniónmística con Cristo, es decir, como sacrificio decomunión. El sacrificio del mártir, en virtud de suprofunda unión con Cristo, se llega a convertir enel sacrificio de Cristo, ya que es el mismo Cristoquien sufre y muere en él. En este sentido, y bajoeste peculiar aspecto, la sangre del mártir llega aser la sangre misma de Cristo, prolongándose asíen el tiempo y en el espacio su sacrificio redentory colaborando de este modo a completar lo quefalta al sacrificio redentor del Maestro, según eldecir de san Pablo a los colosenses. Es el sacrificiode comunión del cuerpo místico, integrado por lacabeza, Cristo, y por sus miembros, los mártires.

Ahora bien, los frutos del martirio no se ago-tan, no se pueden agotar en la sola persona delmártir, sino que redundan asimismo en beneficioe toda la comunidad de la que el mártir es miem-bro, y miembro altamente cualificado.

Frutos eclesiales del martirio

Razonaba Orígenes: “El apóstol decía gastarsee inmolarse por aquellos a los que escribía. Y la

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víctima, cuando se inmola, por esto se inmola,para que sean borrados los pecados de aquellospara los cuales se sacrifica”. Y añadía, refiriéndo-se al martirio: “Probablemente, así como nosotroshemos sido rescatados con la preciosísima sangrede Jesús, que ha recibido un nombre sobre todonombre, así algunos serán rescatados con la pre-ciosísima sangre de los mártires”.

En este mismo plano de sacrificio de expiaciónpor los pecados de los hermanos vienen contem-pladas las cartas que los mártires otorgaban aquienes cumplían una penitencia pública. Loslibelli pacis, o cartas de petición de perdón a lafraternidad y al obispo, eran otorgadas a lospecadores por quienes iban camino del martirio,para que pudiesen ser absueltos y reintegradosde nuevo a la Iglesia.

Por otro lado el martirio como testimonio -y eséste otro de sus frutos- goza de una finalidadapologética. La coherencia de los mártires hastael sacrificio supremo fortifica a los hermanos enla fe fortaleciendo a los inseguros y confirmandoa los fuertes. Es ésta una apreciación común quese halla con relativa frecuencia en la literaturasobre el martirio. Sencillamente, encierra el valorapologético del martirio.

En este sentido, y refiriéndose a la primitivaIglesia, escribía Orígenes: “Los catecúmenos eran

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catequizados en medio de los mártires y de lamuerte de los fieles que confesaban la verdadhasta la muerte, sin intimidarse o turbarse gra-cias a su fe en el Dios viviente”.

Frutos del martirio en los paganos

Si grande es el valor apologético del martirioentre los primeros cristianos, mayor aún pareceque fue entre los mismos paganos, pues losmayores apologistas y apologetas del cristianis-mo -léase Orígenes, Tertuliano, San Justino- pro-venían precisamente del paganismo, convertidosante la firmeza y fortaleza de los mártires. Y éstees el mejor testimonio.

Tertuliano, a medidos del siglo III, ya se pre-guntaba: “¿Quién, pues, ante el espectáculo ofre-cido por los mártires no se siente conmovido einducido a buscar lo que se esconde detrás deeste misterio? Y en la búsqueda del misterio, yatraído por el testimonio de los mártires, el jovencartaginés se convierte al cristianismo y, poste-riormente, en uno de sus mayores apologistas.

El mismo camino llevó Justino, también en elsiglo III, quien, contemplando la fortaleza de losmártires ante la muerte, comprendió perfecta-mente que era imposible que engañaran, pues,quienes así mueren, es imposible que vivan en el

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vicio y en el amor a los placeres. La intrepidez delos mártires lo lleva, primero a la conversión, yluego lo transforma en uno de los mayores defen-sores de los cristianos.

E Hipólito cuenta que “viendo todos tales pro-digios, se llenaron de admiración y, atraídos porlos mártires de la fe, se convirtieron en grannúmero en mártires de Dios”. Ciertamente losmártires de los primeros siglos obtuvieron unefecto catequético y misionero tal para sus espec-tadores que el mismo Tertuliano pudo acuñar latan conocida frase: “La sangre de los mártires essemilla de cristianos”.

Por otro lado ante los paganos la apologéticadel martirio disponía de una doble dirección: laconfesión pública de la fe y la actitud coherentede quien la confesaba aun a riesgo de la propiavida. Obviamente, de lo dicho con facilidad secomprende que no existe teología más bella quela teología del martirio, pues ciertamente es lateología de la fe, de la esperanza y del amor cris-tiano. Yo diría que es la teología, la única teolo-gía, que da sentido al dolor, y especialmente aldolor de los inocentes e indefensos, como sufri-miento y reparación vicaria.

SENTIDO RELIGIOSO DEL MARTIRIO

En la sociedad actual, tan avanzada tecnoló-gicamente, tan desarrollada en el campo econó-mico y tan permisiva en las costumbres, da laimpresión de que no tiene puesto el ideal delmartirio. Y sin embargo yo creo y estoy conven-cido, como he dicho antes, de que no existe teo-logía más bella que la teología del martirio, porcuanto es la teología de la fe, de la esperanza ydel amor cristiano. Yo diría que es la teología,la única teología, que imprime un sentido pro-fundo al dolor, y especialmente al dolor de losinocentes, como sufrimiento y reparación vica-ria.

Por otra parte posiblemente sea el martiriola mejor explicación, o por lo menos la explica-ción más convincente, de la fraternidad univer-sal, y hasta de la necesaria cooperación humanaa hacer accesibles a los hombres -incluso a lacreación entera- los frutos de la redención. Elmartirio es sin duda el modo más completo yseguro de cooperar humanamente a cuantofalta a la pasión de Cristo. Es decir, el sufri-miento vicario y redentor es el mejor modo decooperar a llevar la cruz del cuerpo místico deCristo, que es su iglesia, y que es la humanidaddoliente y dolorida.

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En la Roma Imperial

En antiguas culturas resulta relativamentefrecuente encontrar casos en que el primogénitode la familia era sacrificado como primicia a ladivinidad y sepultado luego como piedra angularde la casa solariega y patriarcal. En la antigüe-dad romana, y sobre todo entre las gentes de unacierta alcurnia, los patricios, era costumbre ente-rrar a sus difuntos en los cimientos de sus villasresidenciales. Los difuntos seguían formandoparte de la familia y constituían un poco como labase y piedra angular sobre la que el lar familiarrecibía solidez y fortaleza, y sobre la que la fami-lia patriarcal ahincaba sus más profundas raíces.Testigo de esto las villas romanas edificadas a lolargo de las vías consulares. La más famosa detodas ellas fue la vía Apia. En ella se encuentranlos sepulcros de los Escipiones, el de CasalRotondo o el de Rómulo, la tumba de CeciliaMetela o las tan famosas catacumbas de sanCalixto y de san Sebastián.

Con el tiempo en la Ciudad de las Siete Coli-nas, y concretamente entre las del Palatino, delCapitolio y las últimas laderas del Quirinal y delViminal, fueron surgiendo los diversos foros. Y enellos vinieron a ocupar un lugar preeminente losarcos de triunfo. Era una forma peculiar, porparte de la Roma imperial, de rendir homenaje a

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aquellos de sus hijos que volvían como triunfado-res a la capital del imperio. Los otros, los perde-dores, ya se sabe que no volvían, bien porqueperdieron su vida en el fragor de la batalla, bienpara no correr riesgos innecesarios, o bien porelemental decoro y prudencia.

Con la venida del Cristianismo, y como conse-cuencia de las continuas persecuciones, sufrieronel martirio numerosos cristianos que, para losseguidores de Jesús, fueron unos estupendos tes-tigos de fe, fidelidad y fortaleza cristianas. ¡Lastres efes del triunfo! Se habían hecho acreedorespor su heroísmo a los mayores honores. Eran dig-nos de que también a ellos se les levantase unarco de triunfo, sino en los foros, al menos en lascatacumbas. Y en las catacumbas, a los mártirescristianos se les reconoce porque sobre su sepul-cro se levanta un arcosolio. Eran los héroes de lafe. Eran dignos del máximo respeto. Y, fuera enhonor a ellos tributado o fuera por lo más espa-cioso del lugar, lo cierto es que sobre las tumbasde los primeros mártires del cristianismo secomenzó a celebrar el Ágape o Eucaristía.

En la primitiva Iglesia

Los mártires pasaron así a ser los héroes másrepresentativos y estupendos del cristianismo,

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sobre sus tumbas se celebraban los sagrados mis-terios, se les tributaba un culto especial y fueronlos primeros elevados al honor de los altares, ynunca mejor dicho. Tanto es así que, el ahora lla-mado Santoral, desde los comienzos y hasta eldía de hoy se le designa con el nombre de Marti-rologio.

Los romanos en los foros y junto a los arcos detriunfo de sus héroes, en el lugar denominado adrostra, en los momentos de especial dificultadpara el Imperio o la República se juramentaban,es decir, juraban permanecer firmes en la fe, fide-lidad y fortaleza ante el enemigo. Y, en caso deun previsible desastre, era el lugar que nuncaabandonaban hasta derramar totalmente y todosla propia sangre. Eran los mártires del Imperio ode la República.

Por su parte los cristianos según iba avanzan-do el cristianismo, y sobre todo a partir de la pazconstantiniana del año 313, fueron sepultados encatacumbas. Frecuentemente en los mismoscementerios de algún ilustre patricio romanoconvertido a la fe. Es el caso de las catacumbasromanas de san Calixto o de san Sebastián… Ytorno a los restos mortales del mártir, tanto enlas celebraciones de aniversario como en las deÁgape o Eucaristía, robustecían su fe en torno alsepulcro del mártir.

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A partir de la paz constantiniana del año 313se comenzaron a levantar las llamadas basílicasromanas -cuyo nombre les viene de la sala en queimpartía justicia el rey- erigidas frecuentementesobre el sepulcro de alguno de los primeros y másilustres mártires del cristianismo. Las diversasbasílicas romanas surgidas siempre sobre losrestos de algún mártir, bien de un apóstol, de undiácono o papa, o bien de las primeras vírgenescristianas, son una buena prueba de ello. Sobre elara de los mártires se vivió la fe, se avivó la fide-lidad y se activó la fortaleza.

En la Edad Media

Durante los siglos posteriores, y con la exten-sión del cristianismo, se fueron edificando o con-quistando numerosas ciudades que nacierontorno al sepulcro de algún mártir. Y en las con-quistas cristianas durante los siglos medievalesel primer acto público, a continuación de la con-quista, era la celebración de la santa misa sobreel altar de las reliquias del mártir y la edificaciónde la iglesia catedral que, como su nombre indi-ca, era el lugar propio de la cátedra del obispo,como señal de solidez y fortaleza.

Tanto es así que el día de la consagración dela iglesia catedral ha tenido, y tiene todavía el

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día de hoy, un peculiar relieve litúrgico. La cate-dral, frecuentemente levantada sobre el lugarque bañó la sangre de un mártir, es lugar de fe,fidelidad y fortaleza, que ahonda sus raíces másprofundas sobre los restos mortales de algúnhéroe del cristianismo, viniéndose así a consti-tuir en la piedra angular y altar mayor de laciudad.

Si es cierto que muchas ciudades de la viejaEuropa han surgido en torno a un castillo o a unmonasterio, lo que es seguro es que un grannúmero de ellas se han desarrollado en torno alsepulcro de algún mártir, que le ha servido depiedra angular y altar mayor.

En el siglo XX

“Los hechos históricos ligados a la figura deConstantino el Grande -nos dice Su SantidadJuan Pablo II- nunca habrían podido garantizarun desarrollo de la Iglesia como el verificado enel primer milenio, si no hubiera sido por aquelpatrimonio de santidad que caracterizaron a lasprimeras generaciones cristianas. Al término delsegundo milenio, la Iglesia ha vuelto de nuevo aser Iglesia de mártires”. Y no cabe duda de queuna de las iglesias mayormente sacrificadas hasido la iglesia española.

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Durante la persecución de 1936-1939 fuerontambién numerosos los cristianos de toda edad,sexo y condición que sellaron con su sangre la feque profesaban. A pesar de ello aún hoy haycierta resistencia a hablar de tan sublime gran-deza. Y esto a pesar de que el mismo Pablo deTarso nos dice: “¿Quién podrá apartarnos delamor que Cristo nos tiene? Y responde: “Estoyconvencido de que… nada podrá apartarnos delamor de Dios manifestado en Cristo Jesús,Señor Nuestro”. Y la prueba de su amor fuesacrificarse por los hombres hasta el martirio.

Su Santidad Juan Pablo II nos dice: “Es pre-ciso que las iglesias locales hagan todo lo posiblepor no perder el recuerdo de quienes han sufridoel martirio, recogiendo para ello la documenta-ción necesaria. Esto ha de tener un sentido yuna elocuencia ecuménicos. El ecumenismo delos santos, de los mártires, es tal vez el más con-vincente”. Y el mismo Juan Pablo II nos harecordado a los cristianos que “somos de estirpede mártires”.

El Gran Jubileo del Año 2000

Por ello Su Santidad Juan Pablo II en la pre-paración del gran jubileo del año 2000, y siguien-do esta tradición eclesial desde el principio, nos

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ha dicho: “El pueblo cristiano no puede y no quie-re olvidar el don que le han hecho estos miem-bros suyos elegidos: constituyen un patrimoniocomún de todos los creyentes”.

Y continúa: “El testimonio de los mártires yde los santos es una invitación a la plena comu-nión entre todos los discípulos de Cristo”.

De tal manera se manifiesta Su Santidad quellega a escribir: “El martyrologium de los prime-ros siglos constituyó la base del culto de los san-tos. Proclamando y venerando la santidad de sushijos e hijas, la Iglesia rendía máximo honor aDios mismo; en los mártires veneraba a Cristo,que estaba en el origen de su martirio y de susantidad.”

Hemos de reconocer ciertamente que en lasdiversas latitudes, al final de nuestro siglo XX, hahabido abundante siembra de mártires. Y de losmártires de nuestra guerra civil dijo ya que ”elheroísmo de muchos de los detenidos alcanzó gra-dos elevadísimos, comparables tan sólo al de losmártires gloriosos de los primeros siglos del cristia-nismo. La iglesia vivió la época de las catacumbas”.

Actualidad de los mártires

Los mártires siempre han sido los modelosmás genuinos de la Iglesia de Dios, tanto en la

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primitiva comunidad eclesial, como durante laEdad Media o en el siglo XX. Han constitudo losmodelos de identidad cristiana más representa-tivos en orden al gran jubileo del año 2000. Sonde nuestra misma estirpe. Son poderosos inter-cesores y los más valiosos representantes.

¡Ah!, y su martirio posiblemente sea la expli-cación más creíble y veraz, o al menos la máslógica y natural, a los grandes misterios del dolorhumano, de la reparación vicaria y de la solidari-dad universal; y la expresión más clara y eviden-te de la santidad de la Iglesia.

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SENTIDO ECLESIAL DEL MARTIRIO

El martirio como gracia

La liturgia cristiana, en la memoria de lossantos mártires Cosme y Damián, se dirige alSeñor con estas solemnes palabras: “Señor, alcelebrar la preciosa muerte de tus santos, os ofre-cemos este sacrificio que es fuente y origen detodo martirio”. Y así es ciertamente pues Cristo,el Mártir del Calvario, no sólo es la fuente y ori-gen de todo martirio, sino también el arquetipo ymodelo, la piedra angular, el altar mayor de laIglesia y quien confiere al martirio su dimensióneclesial.

La primitiva Iglesia consideraba el arresto, acausa de la fe, de alguno de sus hijos como undon, una gracia y una prueba otorgada a toda lacomunidad. Por una parte se consideraba al ele-gido para el martirio como un privilegiado, unpreferido, por poder imitar y seguir de este modocon la mayor fidelidad posible las huellas delMártir del Calvario. Y por otra parte la Iglesiamisma, cuerpo místico de Cristo, era conscientede participar, a través del sufrimiento de sushijos más insignes, al sacrificio redentor de Cris-to. Por eso san Cipriano podía exclamar: “¡Oh,feliz nuestra Iglesia! que la divina bondad hace

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resplandecer de luz. La gloriosa sangre de losmártires la glorifica en este nuestro tiempo”.

De tal manera se compenetró la primitivaIglesia con la muerte de sus hijos mártires que lacomunidad de fieles se reunía anualmente en ellugar de la sepultura para recordar festivamentecon una comida de aniversario su dies natalis ypoder celebrar la Eucaristía sobre la tumba delmártir. Los mismos graffiti que se conservan enlas tumbas de los mártires en las diversas cata-cumbas romanas, como las de San Calixto y SanSebastián, son la mejor prueba de lo dicho. Inclu-so el acontecimiento se notificaba a otras iglesiaslocales, ya que el sacrificio de un miembro de lacomunidad local constituía un título de honorpara la Iglesia universal. Y lo mismo ocurría conlos hermanos condenados a las minas o a gale-ras, hecho desgraciadamente demasiado frecuen-te en aquella época en la primitiva Iglesia.

Memorial de la Pasión

Hasta tal punto se llegó a tener esa concienciaeclesial que en el hermano elegido para el marti-rio toda la Iglesia se consideraba visitada porDios. Y el primer deber que advierten los fieles esel de dar gracias al Señor por el don que les hasido reservado, orar por la fidelidad y perseve-

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rancia del elegido, y ofrecer ayunos y sacrificiospor él. Por su parte el elegido por Dios para elmartirio, y respecto de la Iglesia local, tenía unaclara conciencia de que había de ser un testigofiel que no podía en modo alguno defraudar. LaIglesia reza a Dios por el confesor y éste, me-diante su pasión y muerte, hace méritos para laIglesia en general y para los creyentes, especial-mente para los catecúmenos, en particular. Elmártir tenía una clara conciencia de su deber deser fiel al seguimiento e imitación del Mártir delCalvario y de que, como Áquel, también él habíasido elegido para eso: para ser mártir, testigo fiel.

San Cipriano, camino ya del suplicio y conuna clara conciencia eclesial, escribía: “Con conti-nuas oraciones suplico hacer mi confesión por míy por vosotros en medio de vosotros; y donde hesufrido, partir de allí para el Señor”. Y concluía:“Esto ansío y esto debo desear por todos vos-otros”.

Desde luego donde mejor se aprecia el sentidoeclesial del martirio es en que la Iglesia, ya desdetiempos inmemoriales, viene realizando el Me-morial de la Pasión de su Señor sobre el ara delaltar, que representa al Mártir del Calvario. Yasimismo lo ha venido celebrando sobre el llama-do sepulcro de las reliquias, que lo eran de sushijos más ilustres, los mártires. Se realizaba el

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Memorial con las palabras del llamado canonromano, hoy plegaria eucarística primera, todaella articulada sobre la idea de martirio o Memo-rial de la Pasión. De hecho comienza por hacermemoria de Cristo, el Mártir del Calvario, de subendita madre, la Reina de los Mártires, paraseguir luego con la enumeración de los apóstoles,de los primeros discípulos, de los primeros papas,de las vírgenes y mártires… todos ellos testigoscualificados de la fe mediante el derramamientode su propia sangre. Y no es casual que al librode honor de la Iglesia se le haya denominado,hasta el día de hoy, con el nombre de El Martiro-logio.

En el contexto de la primitiva Iglesia el marti-rio asume el significado de una acción eclesial, deun momento culminante, y especialmente solem-ne y bello, de la Iglesia santa de Dios.

Martirio y evangelización

Decía san Cipriano, en una de sus cartas,como hemos visto: “¡Oh, feliz nuestra Iglesia! quela divina bondad hace resplandecer de luz. Lagloriosa sangre de los mártires la glorifica eneste nuestro tiempo”. Pero añadía a continua-ción: “en los primeros tiempos la Iglesia refulgíade blanco en la caridad activa de los hermanos;

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ahora se ha cambiado en roja por la sangre de losmártires”. Y concluía: “cada cual trate de recibirblancas coronas por sus obras o coronas rojas porsu martirio”.

No cabe duda de que esta doble dimensión dela caridad, en forma de fraternidad y de sacrifi-cio, fue la mejor catequesis esgrimida para laevangelización. Ya Orígenes aseguraba que loscatecúmenos, es decir, quienes se preparaban arecibir el bautismo, eran catequizados en mediode los mártires y de la muerte de los fieles queconfesaban la verdad hasta derramar su sangre.

Su Santidad Juan Pablo II, en su discurso alos obispos con ocasión de los veinte años delConcilio, les dijo: “La evangelización se hace contestigos; y el testigo, por otra parte, no da un tes-timonio solamente de palabra, sino también devida. No podemos olvidar que testigo, en griego,se dice mártir. Y así debe ser, pues en toda evan-gelización lo primero que se requiere es la cohe-rencia de vida y la honradez del catequista.

Y en el corazón de la Tertio Millennio Adve-niente, reconoce Su Santidad: “que la Iglesia delprimer milenio nació de la sangre de los márti-res: Sanguis martyrum, semen christianorum(Tertuliano, Apol., 50, 13). Los hechos históricosligados a la figura de Constantino el Grandenunca hubieran podido garantizar un desarrollo

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de la Iglesia como el verificado en el primer mile-nio si no hubiera sido por aquella siembra demártires y por aquel patrimonio de santidad quecaracterizaron a las primeras generaciones cris-tianas. Al término del segundo milenio, la Iglesiaha vuelto de nuevo a ser Iglesia de mártires”.

El mensaje o kerigma de la primitiva Iglesiaera la muerte y resurrección del Señor Jesús, elMaestro, y en la Iglesia actual posiblemente elmensaje mejor, o al menos el más convincente,quizás sea la manifestación de unos testigosactuales que rubricaron su ministerio con la efu-sión de su sangre. Su mensaje así presentado, sino es el más elocuente, al menos es sin duda elmás convincente o por lo menos el mayormentecreíble.

Valor catequético del martirio

Alguien ha afirmado que nuestro mundoactual tiene necesidad no tanto de apologistas ode teólogos, cuanto de testigos. Y así es. La profe-sión de fe, más que con discursos persuasivos deática elocuencia, se hace más patente con un solotestigo fiel, por cuanto el mejor catequista tal vezno sea quien llame a las puertas por vía de larazón, sino quien, a más de presentar una doctri-na a la mente, la rubrica con la efusión de la pro-

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pia sangre, que es la fuerza más eficaz, por cuan-to llama a la mente, y realiza su ingreso por lasvías del sentimiento y del corazón.

Decía san Cipriano, como hemos dicho: “concontinuas oraciones suplico hacer mi confesiónpor mí y por vosotros, en medio de vosotros; ydonde he sufrido, partir de allí para el Señor.Esto ansío y esto debo desear por vosotros”. SanCipriano, como pastor de su grey, anhelaba sufrirel martirio ante su grey, entregando su vida porsus ovejas a ejemplo del Maestro. Ésta deseabaque fuera su catequesis mistagógica. Y, el testi-monio de firmeza y de fidelidad su mejor cate-quesis de evangelización para su grey.

Si la lectura de las Actas del Martirio constitu-ía un acicate para la fe de los catecúmenos de laprimitiva comunidad cristiana, ¿cuánto mayorfuerza catequética, persuasiva y de ejemplaridaden orden a la evangelización no tendría el sacrifi-cio del propio pastor, la efusión de su sangre, anteuna grey atemorizada? He ahí el valor ejemplar ycatequético del martirio para la evangelización.

Martirio y ecumenismo

El 16 de octubre de 1978 el cardenal CarolWojtyla fue elegido Papa. Cuando el entoncestambién cardenal Vilot le pregunta: “¿aceptas?”

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él respondió: “En obediencia de fe a Cristo, miSeñor, confiando en la Madre de Cristo y de laIglesia, no obstante las graves dificultades, acep-to”. Y cuando de nuevo le vuelve a interrogar: “¿Yque nombre deseas elegir para el pontificado? Élcontesta: Juan Pablo. En ese momento solemneya da a entender bien a las claras que desea uniren su ministerio pastoral el acendrado amor delapóstol Juan con el servicio a una Iglesia católi-ca, ecuménica y misionera del Apóstol de lasGentes Pablo. Y sus ya casi centenar de viajes, envisita a más de 180 naciones, es la prueba másevidente de todo lo dicho.

Por esto no puede extrañar su espíritu uni-versalista, ecuménico y misionero, que ahíncasu raíz en el mejor testimonio de los mártireshasta hacerle exclamar: “El testimonio vivientede tantos mártires de nuestro siglo, también deaquellos que pertenecen a otras Iglesias o Co-munidades eclesiales que no están en comuniónplena con la Iglesia católica, comunica nuevovigor a la llamada conciliar (a la unidad de loscristianos) y pone ante nuestros ojos la obliga-ción de hacer nuestra y de poner en práctica suexhortación. Estas hermanas y hermanos nues-tros, unidos en el ofrecimiento generoso de susvidas por el Reino de Dios, constituyen la prue-ba más significativa de que cualquier elemento

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de división puede ser superado en el don totalde sí a la causa del Evangelio”.

Y de tal manera llama a las puertas de suespíritu la vocación al ecumenismo, que ha veni-do trabajando, durante el Jubileo del año 2.000ya felizmente concluido, para poder acudir enperegrinación al Sinaí, a Ur de Caldea, y a Jeru-salén, como tres signos o hitos que invitan a lasolidaridad de todos los hombres, a la herman-dad de los cristianos y a la unidad de los católi-cos, profesando una misma ley, una misma fe yun solo y mismo Señor Jesús. Su deseo no hapodido ser totalmente satisfecho, pero posterior-mente ha realizado su peregrinación por tierrasde Atenas, Damasco y Malta, siguiendo las hue-llas del apóstol Pablo, y en una peregrinación decarácter ecuménico, católico, universal.

¿Dónde, pues, el sentido ecuménico de losmártires? El mismo Juan Pablo II nos lo indicacon estas precisas palabras: “El ecumenismo delos santos, de los mártires, es tal vez el más con-vincente. La communio sanctorum habla con unavoz más fuerte que los elementos de división. Espreciso que las iglesias locales hagan todo loposible por no perder el recuerdo de quienes hansufrido el martirio recogiendo para ello la docu-mentación necesaria. Esto ha de tener un sentidoy una elocuencia ecuménica”.

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El martirio y su fuerza de unión

Y en su mensaje, en memoria y recuerdo delos siete monjes trapenses asesinados en Argeliael 27 de mayo de 1996, escribe: “no lo dudéis; lasangre de los mártires es en la Iglesia fuerza derenovación y de unidad”. Y de tal manera es asíque el Santo Padre, en el calendario de actos des-arrollados durante el Gran Jubileo del año 2.000,el día cinco de marzo ha elevado al honor de losaltares a los protomártires del Brasil. Y el díasiete de mayo ha acudido en peregrinación alColiseo romano, junto con representantes dediversas iglesias y comunidades eclesiales, paraconmemorar a los Testigos de la fe del siglo XXen una ceremonia de carácter ecuménico y decomunión sin precedentes.

Los romanos, recordémoslo, levantaban la casasolariega sobre las tumbas de sus difuntos. Eraun intento por dotar a la familia patriarcal de lanecesaria solidez y fortaleza. Las Iglesias localeshan ido levantando sus templos, y particularmen-te sus mismas catedrales, sobre la tumba de algu-nos de sus hijos más ilustres: los mártires. En unintento por conferir a la iglesia local la solidez yunidad necesarias. Edificados sobre Cristo, la pie-dra angular, y sobre el cimiento de los apóstoles yde los mártires, son ellos quienes otorgan a laIglesia su mayor cohesión y fortaleza.

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El sacrificio de Cristo en el Calvario, fuente yorigen de todo martirio, recoge el amor de todoun Dios para con su pueblo. Y los mártires cons-tituyen el grupo más perfecto de seguidores eimitadores del Crucificado. Su sacrificio, comple-to y total, nos habla con el lenguaje convincentede los hechos, del sentido católico, ecuménico yeclesial del martirio.

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ESPIRITUALIDAD DEL MARTIRIO

Desde luego la espiritualidad del martirio fuerecogida admirablemente durante siglos en elllamado Canon Romano, hoy Plegaria Eucarísti-ca Primera, basado todo él sobre Cristo, el primermártir y la piedra angular de la Iglesia, los após-toles mártires todos ellos, los primeros papasmártires, las primeras vírgenes y mártires. Y esque en el Canon Romano, sobre la idea de ban-quete, prevalecía su valor propiciatorio comoMemorial de la Pasión del Señor.

El concepto de martirio lleva en sí mismounas connotaciones y exigencias tales de espiri-tualidad que ya desde los primeros siglos losSantos Padres se ven en la necesidad de ir alar-gando el concepto mismo de martirio. Y, al res-pecto, nos hablan y asimilan el martirio con elbautismo, con la ascesis cristiana, con la vidaconsagrada, con la virginidad e, incluso, con elmismo ministerio sacerdotal y episcopal.

Por otra parte los Santos Padres, en su bús-queda de la espiritualidad del martirio, asimilanmartirio y sacrificio eucarístico especialmente,claro está, en la Carta a los Romanos de SanIgnacio de Antioquía. E incluso nos presentan almártir como signo de la comunión de los santos.

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Veamos brevemente a continuación la espiritua-lidad del martirio en cada uno de estos epígrafes.

Bautismo de agua y de sangre

Los Santos Padres, especialmente de los siglossegundo y de tercero, son concordes y unánimesen definir el martirio como un segundo bautismo.Dice al respecto Tertuliano. “Ambos dos lavados,el del agua y el de la sangre, tienen su origen enel costado abierto de Cristo en la cruz, del quebrotó sangre y agua (Jn. 19.24), pues ambos bau-tismos, el del agua y el de la sangre, reciben sueficacia de la pasión y muerte del Señor, otorgan-do la salvación a quienes así lo creen”.

Por otro lado, a partir ya del siglo tercero, erafirme la creencia de que incluso era superior elbautismo de sangre sobre el de agua por cuanto,recibido el primero, el cristiano es introducidodirectamente a la contemplación de Dios, mien-tras que, luego de recibir el segundo, el hombreaún continúa con la posibilidad de pecar.

Por su parte san Cipriano sostiene que la efi-cacia del bautismo de sangre no se limita sólo alos bautizados, pues “la Iglesia -dice- desde susorígenes, ha considerado un verdadero bautismola muerte de los creyentes que por amor de Dios

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han sido martirizados antes de haber recibido elbautismo de agua”.

Martirio y ascética cristiana

El martirio es una de esas realidades que nose pueden improvisar. La efusión de la sangre noes sino el colofón, lógico y natural, a toda unavida de amor y de renuncia sacrificada. En estesentido, y sentido lato, se puede contemplar elmartirio en su dimensión ascética.

“La vida del hombre sobre la tierra, decía yaJob, es milicia”. La vida es ascesis. Y así es. Perola ascesis no puede ser una forma alternativa osimplemente sustitutiva del martirio cruento,sino más bien una extensión a toda la vida cris-tiana de los ideales que se hallan siempre a laraíz del testimonio cruento. Brota de una espiri-tualidad pascual o bautismal, centrada sobre elamor y el seguimiento de un Cristo doliente yglorioso.

En este sentido el paso del ideal del martirioreal al de la vida ascética, entendida toda ellacomo una vida dedicada a la preparación al mar-tirio y además como un martirio cotidiano -míamáxima poenitentia vita communis- es explica-ble. También los Santos Padres han queridodemostrar que la vida cristiana como tal es un

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martirio. En este sentido la vida cristiana es con-templada como un sacrificio incruento, hecha deoración, de amor, de lucha continua contra laspasiones, de inmolación interior y de servicio alos hermanos. Alma de esta santidad, o consagra-ción diaria, es siempre el amor, como lo es delmartirio cruento o de cualquier otra forma deascética realizada por Cristo.

Sobre todo será san Cipriano, siempre tanatento a mantener vivo en los fieles el ideal delmartirio, a desarrollar una espiritualidad de lavida ordinaria centrada en el seguimiento e imi-tación del Cristo que sufre, en la lucha contra elpecado y en la realización y práctica de las virtu-des cristianas.

Desde tiempos antiguos se han buscado susti-tuciones al martirio; éstas se articularon en tornoa estados o formas de vida capaces de manifestarel sacrificio de uno mismo y la caridad perfectarequeridas al discípulo de Cristo, vistas comopreparación al martirio o en relación con él.

Martirio y vida consagrada

Pero la asimilación no paró aquí, sino que seextendió a la vida consagrada de la época, esdecir, al ascetismo solitario y al monaquismo,por cuanto en el mismo abandono del mundo, en

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la vida penitente y solitaria, el cristiano intentaseguir del modo más perfecto las huellas deJesús. Tanto es así que a la canonización demártires, de vírgenes y mártires, luego siguió a-simismo la de confesores, particularmente per-tenecientes a órdenes religiosas.

Aún más, especialmente en el Occidente,junto al monje y a las vírgenes, el mártir es asi-milado al apóstol plenamente dedicado al bienespiritual del propio rebaño. Numerosos son losobispos, verdaderos pastores de su grey, que fue-ron canonizados.

En este sentido el asceta, la virgen, el monje yel pastor son considerados como los sucesores delos mártires, si no por la efusión de su propiasangre, sí por la oblación total de sus vidas en elfiel seguimiento de Cristo en alguna de sus múl-tiples facetas. Y la vida ascética y monástica,vivida en fidelidad, fue siempre consideradacomo un verdadero martirio. Por esto pudo decircierto pontífice: “Dadme un religioso que hayacumplido fielmente sus reglas y constituciones yyo lo canonizaré”.

Martirio y virginidad

La virginidad, y también la vida monástica,han sido considerados constantemente como los

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dos caminos de perfección más cercanos al delmartirio. Las vírgenes y los monjes, que ya exis-tían al tiempo de las persecuciones, a los ojos detodos eran como los continuadores privilegiadosde los mártires.

Dijimos anteriormente que el martirio es gra-cia. Y es verdad. A algunas personas el Señor lespide, les exige, el martirio verdadero con la efu-sión de sangre. Pero a otras -y seguramente seanlas más- el Señor les pide vivir el misterio de lacruz en el anonimato y en la oscuridad de la vidaordinaria o en el ejercicio de la caridad.

En los tres primeros siglos de vida cristianase manifiestan motivaciones e imágenes yausadas para el martirio cruento. Es el caso dela virginidad, para la que los Santos Padres delos primeros siglos reservan un puesto de privi-legio, inmediatamente luego del martirio. Basterecordar para su confirmación que, a continua-ción de Cristo, los apóstoles y primeros márti-res de la era cristiana, el Canon Romanoenumera a las siete primeras vírgenes y márti-res de la fe.

Por otra parte san Metodio de Olimpo alargatodavía más el concepto de martirio, asegurandoque las vírgenes fueron mártires en cuanto a quesostuvieron la molestia del cuerpo no por un soloy breve período, sino que lo soportaron durante

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toda la vida, sin rechazar combatir en la olímpicalucha de la castidad.

De aquí brotó la idea del triple martirio: elrojo, padecido con la efusión de la sangre; el blan-co, soportado por medio de la ascética y de la vir-ginidad; y el verde, sufrido con la penitencia ocon el exilio, con el fin de testimoniar el cristia-nismo en otra nación, es decir, en territorio demisión.

Martirio y sacerdocio

El mártir -ya se ha dicho al hablar de la teolo-gía del martirio- concede a la comunidad lareconciliación de los penitentes, intercede por losvivos y aleja las fuerzas del mal. Por esto asimi-lan el martirio al ministerio presbiteral, si bienel mártir no haya recibido ordenación sacerdotalalguna.

Por su parte Orígenes escribe: “También sabe-mos que, como el sumo sacerdote Jesucristo se haofrecido a sí mismo en sacrificio, así también lossacerdotes, de quienes él es el Sumo Sacerdote,se ofrecen a sí mismos en sacrificio; por eso se lesve junto al altar como en su lugar propio”. Y, refi-riéndose a los mártires, se pregunta: “¿Quién esel sacerdote inmaculado que ofrece una víctimainmaculada sino aquel que ha estado firme en la

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confesión de la fe y cumple todas las condicionesque la naturaleza del martirio exige?”

Si el sacerdote es quien obra en lugar de Cris-to, seguramente que el sacerdote más fiel esquien obra en su lugar como la mejor imagen delamor y sacrificio del crucificado, a saber, el sacer-dote mártir.

Martirio y ministerio pastoral

En Occidente, juntamente con el monje y lavirgen, es asimilado al mártir el apóstol total-mente entregado al bien espiritual de su pueblo.Es precisamente san Martín de Tours -obispo ymonje- el primer confesor canonizado y, precisa-mente, lo fue por su eximia caridad y espírituapostólico en la patria de los Galos.

“No habiendo tenido la posibilidad de conse-guir el martirio cruento -según Sulpicio Severo-ha conseguido la perfección del martirio pormedio de su compasión caritativa con los sufri-mientos de los demás, la paciencia y las tribula-ciones espirituales y temporales”.

Siguiendo la estela de San Martín de Tours,han sido luego muchos los obispos a quienes laIglesia ha otorgado los honores de la canoniza-ción, por su intensa vida pastoral a la cabeza delos diversas iglesias particulares.

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Martirio y Eucaristía La espiritualidad del martirio, en relación con

el sacerdocio y con el ministerio pastoral, llevacomo de la mano a hablar de la relación del már-tir con el sacrificio eucarístico. Y quien mejor hadescrito esta relación posiblemente haya sidoSan Ignacio de Antioquía, pues es el testimonioexcepcional de quien fue a la vez sacerdote ymártir. Él no se limitó solamente a comer y beberla eucaristía, sino que quiso también convertirseél mismo en eucaristía para permanecer unido aCristo en un acto supremo de amor.

De Siria a Roma, camino del martirio, suplica-ba a los fieles de la Ciudad Eterna: “Permitidmeser pasto de las fieras, por las que me es dadoalcanzar a Dios. Trigo de Dios soy, y por los dientesde las fieras he de ser molido, a fin de ser presen-tado como limpio pan de Cristo. Halagad más biena las fieras, para que se conviertan en sepulcromío y no dejen rastro de mi cuerpo. Con lo que,después de mi muerte, no seré molesto a nadie”.

Por su parte la plegaria de Policarpo, momen-tos antes de sufrir el martirio, constituye lamejor expresión de la actitud eucarística queanima su espíritu: “Padre del Hijo amado y ben-dito Jesucristo -dice- yo te bendigo porque mehas juzgado digno de formar parte del número delos mártires, en el cáliz de tu Cristo, para la resu-

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rrección de la vida eterna del cuerpo y de la san-gre en la incorruptibilidad del Espíritu Santo”.

El martirio material y formal

En el martirio propiamente dicho -ya lohemos dicho también- concurren dos elementosesenciales, a saber, la muerte violenta, volunta-riamente aceptada, y la efusión de la propia san-gre por la fe, elementos ambos en los que sesintetiza el martirio material y el martirio for-mal.

El martirio material hace referencia directa-mente a la muerte del mártir, es decir, al hechode una verdadera persecución religiosa, a que elSiervo de Dios no se entregó directamente, perotampoco huyó, al lugar, modo y circunstancias desu prisión y muerte, y a la localización de sus res-tos mortales.

Por lo que al martirio formal se refiere es pre-ciso demostrar si se dio un odio a la fe y a la reli-gión, si el presunto mártir rechazó las posiblestentaciones, si murió confiado y tranquilo, asícomo también si murió perdonando a los mismosasesinos. Es todo un cuadro que manifiesta elseguimiento e imitación del Maestro hasta laentrega por Él de lo más querido, como es la pro-pia voluntad y la propia vida material.

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Desde luego la espiritualidad del martirio -yno podía ser diversamente- brota del fiel segui-miento, imitación y comunión con Cristo, el Már-tir del Calvario, y halla su mejor vía de expresiónen la celebración eucarística por su infinito valorpropiciatorio como Memorial que es de la Pasióndel Señor.

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ENSEÑANZAS DE LOS MÁRTIRES

La grandeza de los mártires -y la palabramisma ya lo indica- está precisamente en sucarácter testimonial. Se calcula que en la perse-cución religiosa española de 1936 al menos un13% de los sacerdotes seculares y un 23 % de losreligiosos sufrieron martirio, es decir, testificaronsu fe con el derramamiento de su propia sangre.Y de ni uno sólo de ellos se sabe que apostatase.No fue menor el tributo de sangre pagado por lapequeña congregación de terciarios capuchinos. Apesar de estar ya extendida por Italia, Colombiay Argentina, todavía fueron sacrificados de formaviolenta el 18 % de sus hijos, y de sus hijos másilustres.

No seré yo quien exija que se le pida perdónpor lo acaecido a una congregación totalmentededicada a obras de misericordia, es decir, a ense-ñar al que no sabe, corregir al que yerra, darbuen consejo a quien lo ha menester…, pero sídigo lo que Su Santidad Juan Pablo II con tantoempeño ha encargado a los fieles: “que en lamedida de lo posible no deben perderse en laIglesia sus testimonios…, que es preciso que lasIglesias locales hagan todo lo posible por no olvi-dar el recuerdo de quienes han sufrido el marti-rio, recogiendo para ello la documentación

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necesaria…, que la Iglesia, en todas las partes dela tierra, debe permanecer firme en su testimo-nio y defender celosamente su memoria…, que elpueblo cristiano, fortalecido en su fe por el ejem-plo de estos auténticos paladines cruce con con-fianza el umbral del tercer milenio…, y que laadmiración de su martirio esté acompañada, enel corazón de los fieles, por el deseo de seguir suejemplo”.

El mismo Santo Padre, en la audiencia a losperegrinos que acudimos a la beatificación enRoma, nos recordó entusiasmado: “Estos márti-res, a los que hoy nos referimos con gratitud yveneración, son como un gran cuadro del Evange-lio de las Bienaventuranzas, un hermoso abanicode la variedad de la única y universal vocacióncristiana a la santidad. Proclamando ayer la san-tidad de este numeroso grupo de mártires, laIglesia da gloria a Dios”.

El testimonio de los mártires y de los santoses una invitación a la santidad y a la plenacomunión entre los discípulos de Cristo. ¿Cómo yde qué manera?

Teología del martirio

La teología del martirio es la teología de la fe,de la esperanza y del amor cristiano que con

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mayor evidencia manifiesta el sentido al dolor yhabla de la solidaridad como reparación vicaria.Estos hermanos nuestros, los Mártires de laFamilia Amigoniana, pertenecen al mismo cuer-po místico de Cristo que nosotros, los bautizados.Han ansiado la imitación, el seguimiento y laperfección cristiana en el seguimiento e imita-ción del martirio de Cristo y en la comunión delos elegidos.

Los Mártires de la Familia Amigoniana, comoen la primitiva fraternidad cristiana, nos hantransmitido el testimonio de su amor y la cate-quesis de su ejemplo. Y, así como nosotros hemossido rescatados con la preciosísima sangre deJesús, así -en el ministerio de la reforma de lajuventud extraviada- algunos jóvenes, sin duda,habrán sido rescatados con la preciosísima san-gre de Jesús y la amable intercesión de nuestrosmártires. La gran eclosión de vocaciones de laFamilia Amigoniana luego de la persecución, ¿nonos recuerda la veracidad de la frase de Tertulia-no: “La sangre de los mártires es semilla de cris-tianos”?

Por otro lado la coherencia vital de los márti-res hasta el sacrificio supremo de la propia vida,hasta la efusión de su propia sangre, deberá serun acicate en el servicio de la misión apostólica.Como la apologética del martirio disponía a los

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paganos en una doble dirección: confesión públi-ca de la fe y actitud coherente de los mártires;asimismo para los miembros de la Familia Ami-goniana el testimonio de sus hermanos beatifica-dos deberá impulsar a seguir su marchamo en ladedicación a la reforma de la juventud extravia-da y en una coherencia plena de vida, como lamás convincente y la mejor de las catequesis.

Sentido religioso del martirio

Si en las familias romanas de los tiemposimperiales el paterfamilias era sepultado en loscimientos mismos de su casa solariega, en la cre-encia de que comunicaba a la edificación solidezy fortaleza, no cabe duda de que los mártires dela Familia Amigoniana -desde las hermanasmártires de los tiempos fundacionales de 1885 enMassamagrell, pasando por los mártires de 1936,y en las misiones del Ecuador, hasta hoy- comu-nican solidez y fortaleza a la familia.

En la primitiva Iglesia los mártires fueron loshéroes más representativos. Se les erigía en lascatacumbas los arcos de triunfo, arcosolios, ysobre sus cenizas se tenía el sacrificio eucarísticoque transmitía unidad y solidez en la edificaciónde la fraternidad. Asimismo sobre las reliquiasde nuestros mártires se podrán levantar nuevas

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instituciones amigonianas que nos traigan a lamemoria el testimonio de nuestros hermanostanto en la vivencia del espíritu amigoniano,como en la entrega a la misión específica. Ellosvivieron las parábolas de la misericordia con eltalante gozoso de las bienaventuranzas en larecuperación de la juventud extraviada.

Los mártires siempre fueron los modelos másgenuinos de identidad en la Iglesia de Dios.Nuestros mártires del siglo XX, continuando latrayectoria martirial en la Iglesia, constituyenlos modelos más representativos de identidadcristiana para nosotros como cristianos y comoamigonianos. Posiblemente sean los mártires laexplicación más creíble y evidente de la santidadde la Iglesia, así como también del tronco francis-cano amigoniano, de la que provienen. La santi-dad de nuestros mártires pregonan a su vez ladel Venerable Luis Amigó, de cuyo tronco espiri-tual nacieron, cuya espiritualidad bebieron ycuyo ministerio específico vivieron.

Sentido eclesial del martirio

La santidad de nuestros mártires tan sóloencuentra explicación lógica y natural comomiembros vivos de una Iglesia en la que recibie-ron las aguas bautismales, de la que recibieron

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los gérmenes de la vida teologal, y cuya fe sella-ron con la efusión de su sangre como modelos deimitación y seguimiento de Cristo, el Mártir delCalvario.

Los mártires de la Familia Amigoniana,siguiendo el sentir de los Santos Padres, son undon, una gracia y un privilegio otorgados por elSeñor a la Iglesia universal, a nuestra Iglesiaparticular de Valencia y a la Familia Amigonia-na. Y como la Iglesia de las catacumbas celebra-ba gozosamente el dies natalis, es decir, elaniversario de su muerte, asimismo hemos decelebrar el aniversario de nuestros mártires quetanto significan para los admiradores y seguido-res del Venerable Luis amigó. No podemos, nodebemos olvidar que somos de estirpe de márti-res. Ellos constituyen nuestros mejores modelosde identidad, por su espíritu ecuménico y univer-sal, por su santidad de vida y porque pertenecie-ron y pertenecen a nuestra común familiareligiosa, en la que nos precedieron en el ministe-rio apostólico de vivir las parábolas de la miseri-cordia como servicio a una juventud desviada delcamino de la verdad y del bien.

Decía Su Santidad Juan Pablo II: “La evan-gelización se hace con testigos; y el testigo, porotra parte, no da un testimonio solamente depalabra, sino también de vida”. He aquí nues-

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tros mártires, he aquí nuestros testigos, heaquí nuestros catequistas y evangelizadoresmás coherentes y creíbles en orden a la cate-quesis con nuestros muchachos. Ellos instruye-ron con su palabra, enseñaron con su vida ytestificaron con su muerte. Lo mejor que tuvie-ron lo sacrificaron en servicio a la juventudextraviada. Hasta el último momento estuvie-ron al servicio de sus jóvenes. Y asimismo fue-ron los últimos en abandonar la institución y lafraternidad a que pertenecían al iniciarse lapersecución.

¿Que nuestros mártires puedan ser un obstá-culo a la convivencia nacional? ¿Que el martiriode nuestros hermanos tan sólo habla a los espa-ñoles? No es posible, ni puede tampoco serlo. Elmártir es reconocido como tal por la Iglesia ypara la Iglesia. Por otra parte no hay mirada tanpenetrante y tan limpia como la de un santo paracalibrar los hechos a la luz de la transcendencia.Es el hombre con mayor libertad de espíritu y ala vez con espíritu más universal, ya que seentrega por amor y quien ama puede hacer loque quiera, que todo ello será en servicio de laconvivencia y de la fraternidad.

Como asegura Su Santidad Juan Pablo II: “Nolo dudéis. La sangre de los mártires es en la Igle-sia fuerza de renovación y de unidad”. Y los már-

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tires de la Familia Amigoniana, por mártires ypor franciscanos, no pueden defraudar.

Espiritualidad del martirio

Nuestros mártires son portadores de un men-saje especial para la Familia Amigoniana. Ellosvivieron la espiritualidad del bautismo dentro deuna ascética franciscana del seguimiento y de laimitación de un Cristo Redentor y Buen Pastor.Vivieron el testamento del Venerable LuisAmigó: “Vosotros, zagales de su rebaño, sois losque habéis de ir en pos de la oveja descarriadahasta devolverla al aprisco del Buen Pastor”.

Verdaderos zagales, vivieron las parábolas dela misericordia en la recuperación de la juventudextraviada hasta entregar su vida por su grey. ElP. Vicente Cabanes es el último en abandonar elReformatorio del Salvador de Amurrio (Álava); elP. Bienvenido Mª de Dos Hermanas es el postreroen salir de la Escuela de Reforma de Santa Rita,en Madrid; el P. Valentín Mª de Torrent es asimis-mo el último en dejar la casa noviciado de Gode-lla, fraternidad de la que serían sacrificados ochode sus miembros, y centro de formación de lamayoría de ellos. Las Hermanas Rosario de Soanoy Serafina de Ochovi asimismo son las postrerasen abandonar el casa religiosa de Massamagrell…

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Los mártires fueron modelos de vida consa-grada, siguiendo el ideal amigoniano en la viven-cia de la espiritualidad y de la misión otorgadaspor el Venerable P. Luis Amigó. Renunciaron alamor de la propia familia natural para, en lafamilia religiosa, entregarse sin desvelos a favorde “aquellos jóvenes con carencias afectivas,familiares y sociales; con insuficiencias y dismi-nuciones materiales y morales; con alteracionesde conducta y perturbaciones de personalidad”.

De los mártires amigonianos sacerdoteshemos de confesar con enorme satisfacción quetodos ellos sellaron con su sangre la entregagenerosa al ministerio sacerdotal: ministerio depresidir la eucaristía, administrar los sacramen-tos, exhortar a los hermanos y ser directoresespirituales de la fraternidad.

Del P. Ambrosio Mª de Torrent consta quenunca aceptó ser superior, y dedicó su vida al ser-vicio de la palabra, en el confesionario, en la pre-sidencia de la eucaristía hasta el últimomomento de su vida en que asimismo exhorta asus hermanos a la fidelidad ante el inminentemartirio. Y les imparte su bendición.

Al P. Valentín Mª de Torrent le sorprende laguerra en su ministerio de ayudar a los herma-nos en el servicio de las confesiones y misasdominicales. Y se siente feliz por haber podido

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impedir la profanación de las especies sacramen-tales, lo mismo que el P. Timoteo Valero.

El P. León se enardecía en la predicaciónapostólica y se transformaba en la adoración a laEucaristía. Y el P. Domingo Mª de Alboraya con-movía con sus pláticas y derramaba abundanteslágrimas en la celebración eucarística.

Evidentemente todos ellos sufrieron persecu-ción religiosa, murieron tranquilos y confiandoen que quienes mueren piadosamente les estáreservada otra vida mejor, y murieron perdo-nando. Todos ellos ofrendaron sus vida comooblación, impregnados de una profunda espiri-tualidad franciscana y como servicio a la misiónmisericordiosa y corredentora que el Venerable P.Luis Amigó les confiara. Esta es su grandeza,éste su testimonio y éste también su magníficoejemplo.

Desde entonces nuestros hermanos se nosdescubren como modelos de identidad religiosa, ylas casas de Torrent, Godella, Fundación Caldei-ro, Príncipe de Asturias, Santa Rita, Amurrio yMassamagrell se nos ofrecen como mansiones demártires que no se pueden olvidar.

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1. P. VICENTE CABANES BADENAS(1908-1936).

Biografía

Torrent es un delicioso pueblo de la Huerta deValencia. En dicho pueblo, cuna de tantos religio-sos amigonianos, el 25 de febrero de 1908 naceVicente Cabanes Badenas. Y el 1 de marzo delmismo año es bautizado por D. Pascual Ricart enla Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de dichopueblo con el nombre de Vicente Matías. Luegode su hermana Carmen, es el mayor de los treshermanos varones.

Son sus padres, sencillos jornaleros, los encar-gados del huerto de Trénor. Viven enfrentemismo del conventito alcantarino de Monte Sión,desde 1889 morada de los religiosos terciarioscapuchinos. La inmediatez al convento hace queVicente, ya desde sus primeros años, vea en lafamilia amigoniana como una prolongación de supropia familia.

Poco después de recibir la primera comuniónen la iglesia de los frailes, el 24 de julio de 1915,Vicente se inscribe en la Real Pía Unión de SanAntonio de Padua, fundada en Monte Sión deTorrent por los religiosos amigonianos. Posterior-mente ingresa en la escuela seráfica que funcio-na en el mismo convento.

Concluidos con el mayor aprovechamiento losestudios de latín y humanidades, viste en la casanoviciado de San José, de Godella (Valencia), elsanto hábito el 15 de septiembre de 1923, festivi-dad de la Virgen de los Dolores.

Durante los días de su noviciado fallece subuen padre. Para poder continuar en la finca, losseñores de Trénor exigen que Vicente quede alfrente de la misma. Su madre, luego de larga ydolorosa entrevista con Vicente, se decide a viviren la mayor pobreza y necesidad antes que qui-tar la firme vocación a su hijo.

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Superada la prueba, fray Vicente emite losprimeros votos el 15 de septiembre de 1925 ypasa a cursar filosofia en la fraternidad de SanHermenegildo de Dos Hermanas, Sevilla. Yaentonces da pruebas de sus grandes dotes deeducador amigoniano.

Durante el verano de 1928 es destinado a lafraternidad del Reformatorio del Príncipe deAsturias, en Madrid, donde inicia los estudiosteológicos y alterna los actos de piedad con loslibros, los alumnos y el gabinete de psicopedago-gía. ¡Ah! y colabora asimismo, desde la funda-ción, en la revista amigoniana Adolescens Surge,de la que algún día llegará a ser director, y en laque escribirá algunos de sus artículos pedagógi-cos más significativos.

Su interés científico le lleva a visitar diversoscentros de carácter reeducativo de Bélgica,manifestando una especial predilección por loslaboratorios de psicopedagogía. Visita la Escuelade Observación de Moll, donde admiran sus cua-lidades de gran pedagogo, tanto Monsieur Rou-vroy, director del centro, como la directora deSaint Servais.

El 15 de septiembre de 1931 emite sus votosperpetuos en Madrid, y al año siguiente, el 12 demarzo de 1932, recibe la ordenación sacerdotalde manos del su buen P. Fundador, el ya Venera-

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ble Luis Amigó y Ferrer. A continuación iniciasus estudios en la Universidad de Valencia y enel Instituto de Estudios Penales.

El 1º de octubre de 1934 pasa a formar partede la comunidad de la casa de El Salvador deAmurrio, Alava, donde dirige el gabinete psicope-dagógico del centro. En dicha fraternidad le sor-prenderá la guerra.

En julio de 1936 el ambiente político religiosoque había en España era ya de clara persecuciónreligiosa. En el vecino pueblo de Saracho, situadoentre Amurrio y Orduña, incendiaron la iglesia.En otras poblaciones dieron muerte a los sacer-dotes, religiosos y personas católicas. “Yo estuvepreso durante quince días -asegura un testigo-por haber intentado defender que continuase elcrucifijo en las escuelas. Desapareció el crucifijode las mismas, así como también la enseñanzareligiosa”.

Martirio

Antes de mediar el mes de agosto de 1936,encargados y niños del Reformatorio del Salva-dor de Amurrio fueron evacuados. Hallaroncómodo alojo en la finca del Marqués de Urquijode Llodio, Álava. El P. Vicente Cabanes quedó alfrente de la Casa del Salvador, ya desalojada,

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excepción hecha de un reducido grupo de alum-nos y servidores, entre los que se contaba elvaquero de la casa. El P. Vicente de día atendía elcentro. La noche la pasaba, por precaución, encasa de don Felipe Ugarte, coadjutor del pueblo.

El frente nacional se encontraba a un kilóme-tro escaso de la Casa del Salvador. Uno de losdías el vaquero, que lo era Matías CharterinaEchevarría, a quien apodaban el Cartujo por suescasa facilidad de palabra, arreó las vacas haciael monte y se pasó a los nacionales:

- “Quedaos con las vacas, les dijo, pero yo quie-ro ir con vosotros”. Y de este modo consiguió lle-gar a su pueblo natal de Ciánuriz.

A raíz de este hecho parece ser que los mili-cianos quisieron dar un escarmiento al pueblo enla persona del P. Vicente Cabanes, asesinándolocerca del frente. Pues El Liberal, del 30 de agostode 1936 y bajo el epígrafe cuando intentabaescaparse, escribe: “Este sujeto se hallaba domi-ciliado en el Reformatorio de Amurrio y pareceque fue sorprendido y tiroteado cuando intentabapasar a la zona ocupada por los fascistas”. Noobstante los sucesos ocurrieron de manera biendiferente.

Al caer la tarde del 27 de agosto de 1936,como de costumbre, el padre se traslada a casa

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del señor vicario para pernoctar. La noche eracalurosa, como suelen serlo todas en el mes deagosto. Había anochecido ya. El padre Vicente ydon Felipe, apenas cenados, toman la fresca. Gol-pean a la puerta.

- ¿Quién es?, pregunta el señor vicario.

- ¿Está el padre Vicente? Deseamos rindaunas declaraciones.

El Padre Vicente no se hizo de rogar. Se despi-dió de los de casa. Y, con una amplia sonrisa,éstas fueron sus últimas palabras:

- “ ¡Sea lo que Dios quiera! ¡Bendito sea Dios!”Y descendió la escalera.

Al salir de la casa, dos o tres milicianos loestán esperando. Le ordenan subir al coche. Elpadre Vicente obedece sin resistencia alguna.El coche y sus ocupantes toman la dirección deOrduña, Vizcaya. Llegados al pueblo los mili-cianos le dan una vuelta por la plaza y nueva-mente emprenden la dirección de Amurrio enviaje de regreso. La razón del improviso cambiode intenciones y de ruta se ignora. Pero lo cier-to es que al llegar al prado de San Bartolomé,en la recta de la carretera, le hacen descender.Al borde de la misma, entre el prado y la chope-ra, le desjarretan cuatro tiros, dejándole pormuerto.

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Como puede, y taponándose las heridas con lamano, el padre Vicente retrocede a Orduña.Llama en las dos o tres primeras casas. Pero nolo socorren por miedo a comprometerse. Final-mente encuentra su samaritano en la persona deD. Epifanio Elejalde, quien en esos momentosestaba dirigiendo el rosario en familia. De lo altode la escala pregunta D. Epifanio:

- ¿Quién es? Y, el padre Vicente:

- “Soy un hombre herido. Pido un médico y unsacerdote para morir con él”.

Alfonso, hijo de don Epifanio, hace ademán debajar. Pero, Patrocinio y lo mismo Dolores, sushermanas, intentan disuadirle:

- No bajes, Alfonso, que en una añagaza. Vie-nen a por vosotros, le dicen.

No obstante, sin hacer caso de nada, bajainmediatamente, a saltos, y abre la puerta que,por precaución, al atardecer cerraban con llave.Al abrir el portoncillo, sobre el que estaba apo-yado el padre Vicente, se desplomó sobre él,quizá quemando sus últimas reservas físicas.Estaba totalmente ensangrentado. Su sangreempapando la camisa azul de su buen samarita-no, que durante años conservó sin lavar comoreliquia.

- ¿Quién es usted? -le pregunta Alfonso-.

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-”Soy el padre Vicente, del reformatorio deAmurrio. Soy valenciano”.

-¿Y por qué no ha dicho antes que era sacerdo-te?

-”Tenía miedo, porque he llamado a otraspuertas y no me han hecho caso”.

-¿Qué le ha pasado? -insiste Alfonso-.

- “Me han sacado de la casa de un sacerdotede Amurrio. Me han traído hasta aquí. Me handevuelto a las afueras y, al bajarme del coche, mehan querido hacer apostatar. Al negarme me handado una carretada de tiros, dejándome pormuerto”.

La familia Elejalde inmediatamente lo trasla-da al Santo Hospital de Orduña, donde llegatodavía con el crucifijo, con el que se opuso a losmilicianos, entre sus manos. Pide Penitencia yExtremaunción, que le administra D. Rafael dela Torre, capellán del centro hospitalario.

Del hospital de Orduña es trasladado al deBasurto, en Bilbao, donde llega pasadas ya las2’30 de la noche del 28 de agosto. El P. Vicenteaún llega consciente. Y al amanecer de aqueldía llega Fray Juan Bautista Segarra, paraatender al padre Vicente. Para entonces elpadre había recobrado ya totalmente el conoci-miento.

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- ¿Quiénes han sido? Le pregunta Fray JuanBautista. Y, el padre Vicente:

- “No me hable de esas cosas; hábleme tansólo de Dios. Dígame jaculatorias”.

Al caer el día acude también al hospital susuperior, padre Tomás Serer. El padre Vicente noteme la muerte. Pero la noche del mismo 29 deagosto será larga, muy larga. A veces, devoradassus entrañas por la fiebre que le produce elplomo, exclama:

- “¡Esto es horrible, padre Tomás!”

En un determinado momento se vuelve a susuperior y le dice: - “Padre, hágame la prepara-ción de la muerte”.

Arrodillado junto al lecho de dolor el P. Tomáscumple con el deseo del moribundo. Al final éstele pregunta:

-”Padre, ¿me perdona si en algo le he podidoofender?”

-A lo que responde, sí. Y, el padre Tomás:

-¿Me perdona usted a mí, así como a todos losque le hayan ofendido?

-”Sí”, responde éste a su vez.

Y, conociendo la enorme calidad moral ygran caridad del P. Vicente, se atreve todavía adecirle:

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- ¿Y perdona también a los que le han herido?

- “También les perdono de todo corazón”, con-testa con voz clara.

A las nueve de la mañana el padre Tomás seretira del lecho del moribundo para ir a celebrarla santa misa. Antes de partir, el padre Vicenteaún le dice:

- “Quiero, si es posible, me amortajen con elsanto hábito ya que no tengo la dicha de morircon él”.

Momentos antes de morir lo localizan los asesi-nos en el hospital. Convencidos de que el padreestá ya expirando los milicianos no le molestan ya,pero se retiran profiriendo estas brutales palabras:

- ¡Muere, canalla, como un perro!

Efectivamente poco después, de las 4’15 a las4’30 del domingo 30 de agosto de 1936, moría elpadre Vicente Cabanes en el hospital de Basurto,Bilbao. Fray Juan Bautista le llevó el santo hábito.Con él por mortaja fue enterrado en el cementeriode Derio, a eso de la hora de vísperas. Sólo algunosarriesgados amigos le pudieron acompañar. Unavez más fray Juan Bautista, exponiendo su vida,pudo volver aquella tarde al pueblo de Amurrio.

Por estas mismas fechas era apresado enMadrid su otro hermano José María quien, según

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el decir del tercer hermano, Fernando, fue intro-ducido con otros detenidos en un tren y de cuyoparadero nadie jamás supo nada. La muerte trá-gica de los dos hermanos supuso un gran dolor yuna pérdida irreparable para la madre viuda.

Semblanza

Carmen, hermana del Siervo de Dios, recono-ce que sus padres eran cristianos practicantes,pues recuerda muy bien que asistían a misa losdomingos y días de precepto. Y, que su madreasistía diariamente a la misa del convento.Como cosa natural Vicente a su debido tiempohizo la Primera Comunión en la iglesia deMonte Sión. La Confirmación, en cambio, la reci-bió en la iglesia parroquial, si bien a la recep-ción de ambos sacramentos lo prepararon losamigonianos, concretamente los padres Ignacioy Antonio.

A partir de la Primera Comunión Vicenteincrementó su asistencia a los actos de piedad.Todos los días asistía a la santa misa y con asi-duidad recibía el sacramento de la penitencia.Con los Antonianos participaba en los actos deculto: misa, rosario y procesiones, así como tam-bién en actividades recreativas, entre las que nopodían faltar las amenas funciones de teatro.

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Estaba más en el convento que en casa, según suhermana.

En esta etapa Vicente era ya espigado y alto,de carácter ponderado y afable, de profunda fe ymuy caritativo, lo que, también según su herma-na Carmen, le inclinó por la vida religiosa paradedicarse a predicar el evangelio y a educar a lajuventud.

Realizó los estudios propios de la carrerasacerdotal de forma brillante, completando suformación con estudios de pedagogía y medicina.Quienes mejor le conocieron, tratando de descri-bir su carácter, aseguran que era más bien delga-do, de aspecto normal, de carácter dulce yextremadamente amable. Era, dicen, muy piado-so y ejemplar.

“Durante las horas de estudio -asegura uncompañero suyo- se le veía constantemente con-centrado en el mismo o escribiendo activamenteen la realización de las tareas correspondientes.Si le sobraba tiempo, se sumergía en la lecturade libros formativos o de literatura o se ocupabaen componer poesías. Si bien en todas las mate-rias destacaba por su aplicación, creo que mos-traba especial predilección por la que entoncesllamábamos Retórica y Poética y manifestabaespecial habilidad para el arte métrica latina.Tenía algunos cuadernos con ensayos literarios

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compuestos por él; algunos en prosa, la mayorparte en verso, de toda suerte de rimas, inclusode arte mayor. La mayoría eran en honor de laSantísima Virgen, los demás, preferentementecantos a la naturaleza. Sé esto porque en más deuna ocasión, y a petición mía, me los prestó. Supoeta predilecto era Gabriel y Galán, del que sesabía de memoria varias poesías”.

Y quienes intentan más bien delinear su sem-blanza espiritual resaltan en él su humildad,amabilidad y servicio a los demás. Religioso,dicen, cumplidor de sus obligaciones personales yentrega completa a sus obligaciones con losdemás. Y todo ello realizado con cariño y entregaverdaderamente singular. Profesó tierna devo-ción a la Virgen de los Dolores, bajo cuyo patroci-nio agrupó a los auxiliares y maestros durante eltiempo que residió en Madrid. Vivió totalmenteentregado a su misión específica de la reforma dela juventud extraviada. Tan sacrificada fue suentrega que llegó, incluso, a enfermar.

Por su parte quienes lo recibieron en sus últi-mos momentos, ya mortalmente herido, es decir,la familia Elejalde, declaran al respecto que elSiervo de Dios era “majo”, de estatura mediana,la carita delgada y de carácter muy apacible, apesar de las circunstancias en que se encontraba.Les dio la impresión de que era un buen religio-

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so, dispuesto a perdonar a los que habían inten-tado darle muerte.

Y, concretamente, don Alfonso Elejalde haceconstar “que su comportamiento fue el de unsanto. No tuvo ni una sola palabra de condenapara los asesinos. Estaba sumamente tranquilo.Manifestó que quisieron hacerle apostatar, peroél se negó completamente. Quiero insistir, dice,que perdonó a sus asesinos”.

Éste fue el P. Vicente Cabanes Badenas. Éstasu vida, ésta su muerte, ésta también su sem-blanza.

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2. P. AMBROSIO MARÍA DE TORRENT(1866-1936)

Biografía

También Salvador Chuliá Ferrandis nació enTorrent (Valencia) el 16 de abril de 1866. Defamilia profundamente cristiana, ya desde niñosiente la llamada de Dios a la vida sacerdotal.Con el tiempo será un verdadero apóstol del con-fesionario.

En su pueblo natal de Torrent realiza losestudios secundarios. Finalizados éstos mani-fiesta deseos de cursar la carrera eclesiástica en

el seminario conciliar de Valencia. Las escasasposibilidades económicas de su familia no lepermiten vivir como alumno interno. Y cadamañana, acompañado de otros dos buenos ami-gos, uno de ellos Felipe Miquel, tendrá que reco-rrer los varios kilómetros que separan su casapaterna del seminario para desandarlos al atar-decer.

Ya diácono se planteó el tema de su ingresoen religión. Lo llevará a feliz término ingresandoen la naciente congregación de Religiosos Tercia-rios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolo-res. Antes le habían precedido ya Felipe Miquel,que recibió en nombre de Ignacio María deTorrente, y D. José Méndez, que lo hizo con el deJosé María de Sedaví. El 17 de mayo de 1891ingresa al noviciado en el que fuera conventoalcantarino de Nuestra Señora de Monte Sión desu pueblo natal. Cambiará su nombre de pila porel de fray Ambrosio María de Torrent, como en losucesivo se le conocerá en religión.

Al año siguiente, el 4 de abril de 1892, esordenado de presbítero por Mons. Francisco deAsís Aguilar. Canta su primera misa al díasiguiente con otros tres compañeros más. Eranlos cuatro primeros sacerdotes terciarios capu-chinos, y a cuya misa asistió su Fundador, el hoyVenerable Padre Luis Amigó y Ferrer.

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En junio del mismo año emite su primera pro-fesión religiosa en Torrent, en el convento deNuestra Señora de Monte Sión, tres años des-pués renueva sus votos trienales también enMonte Sión y, el 5 de junio de 1898, profesa per-petuamente en la Escuela de Reforma de SantaRita, en Carabanchel Bajo, Madrid.

Hombre de amplia cultura, especialmente enla lengua latina, pero de carácter débil y de esca-sa autoridad con los alumnos, no pudo estardirectamente en la misión específica de la refor-ma de la juventud extraviada. Por otra parte suformación, propia del clero secular, no fue la másadecuada para el desarrollo del ministerio espe-cífico amigoniano, por lo que la actividad delpadre Ambrosio se vio limitada y él siempre semostró más proclive al ejercicio de la obedienciaque no al de la autoridad.

No obstante estas limitaciones, todavía pudocumplir el ministerio pastoral del sacerdote ami-goniano como consejero y director espiritual de lafraternidad, confesiones a religiosos y alumnos yvisita a éstos en su etapa de reflexión los prime-ros días de su ingreso en la Escuela de Reforma.

Durante su dilatada vida, pues, desempeñarálos cargos de maestro de novicios, vicesuperior yconsiliario, siendo este último cargo el quemayormente de adaptaba a su modo de ser. Pues

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era tal su humildad que nunca se consideródigno de estar al frente de una fraternidad,rechazando con ruegos y súplicas las proposicio-nes que en diversas circunstancias le hicieron lossuperiores mayores en este sentido.

Su vida transcurrió en las fraternidades de laEscuela de Reforma de Santa Rita, en Madrid, de1896 a 1903; del Real Monasterio de Yuste, de1903 al 1906 y de 1908 a 1911; en la FundaciónCaldeiro, también en Madrid, de 1911 al 1914 y elbienio de 1924 a 1925. En la casa noviciado deSan José, en Godella (Valencia) transcurrió losaños 1914-1915 y 1922-1924 como consejero yconfesor de la amplia comunidad de la casa novi-ciado. Finalmente de 1932 hasta su muerte ejerci-tó su ministerio en la que fuera su primera casanoviciado, es decir, el convento de Nuestra Señorade Monte Sión, de Torrent, dejando en todas ellasun grato recuerdo por los ejemplos de su virtud.En dicha fraternidad le cogería la guerra civil.

El padre Ambrosio era, según aseguran susbiógrafos, una florecilla franciscana, apóstol delconfesionario y un competente director de almas.

Martirio

El sábado, 18 de julio de 1936, tuvo lugar elllamado Alzamiento Nacional. Y, a primeras

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horas del domingo, los pistoleros ocuparon lospatios interiores del convento de Nuestra Señorade Monte Sión, de Torrent (Valencia). Poco des-pués toda la fraternidad era conducida a lasdependencias del Ayuntamiento del pueblo.

Los del Comité les ordenan: “Los frailes quetienen familia cerca, que se vayan a sus casas; ylos de lejos que les tiren debajo del puente”.

A lo que replicó el padre Valentín: “Yo tengocasa para ellos”.

Y los religiosos de Torrent se refugiaron ensus casas paternas, y los demás en casas de ami-gos y conocidos, no sin antes declarar su lugar derefugio. Al día siguiente, 21 de julio, los milicia-nos incendiaron el convento de Monte Sión, quederruyeron hasta casi sus cimientos.

En días sucesivos el Comité, con el pretextode interrogarlos, fue deteniendo en sus refugios alos religiosos y los fue confinando en la prisiónllamada La Torre, es decir, en la única cárcel delpueblo. Disponía ésta de diversas celdas, una delas cuales fue ocupada exclusivamente por reli-giosos y sacerdotes. En apartamentos contiguoshabía otras personas particulares. El Siervo deDios fue confinado en La Torre el 21-08-1936.

En la cárcel los religiosos amigonianos lleva-ban prácticamente vida de comunidad. Un testi-

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go ocular de los hechos asegura: “Lo religiosos,durante el tiempo que estuvieron presos, se com-portaron como cuando estaban en el convento,realizando los actos de piedad. El día quince deseptiembre, festividad de los Dolores de la Santí-sima Virgen, cantaron Los Dolores; y el 17, lasLlagas de san Francisco”.

Y las hermanas del P. Valentín María deTorrent:

- “Después del mediodía nos avisan: “¿Queréisoír cantar Las Llagas al P. Valentín? Se le oyeperfectamente en toda la plaza.”

“Mi hermano tenía una voz fuerte, estentórea,por lo que no nos extrañó el aviso. Nos encamina-mos enseguida a la plaza y pudimos oírlo perfec-tamente. Hacía en la cárcel el ejercicio de LasLlagas con los compañeros convirtiendo la oscuracárcel en iglesia del convento.” Esa misma nocheles sacaron de la prisión para el martirio.

Por cierto que esa misma noche se desencade-nó una gran tormenta, por cuyo motivo se comen-taba en el pueblo que con tiempo tan infernal nosucedería nada. No obstante tiempo tan incle-mente, sacaron a ocho sacerdotes y religiosos, lescondujeron camino de Monserrat en cuyo térmi-no, en la partida de La Mantellina, tambiéndenominada Puchà d´Alt, serían martirizados.

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Durante el trayecto el P. Ambrosio continúaanimando a los religiosos al martirio. Iban ata-dos. Llegados al lugar del sacrificio el P. Ambro-sio pide que lo desaten.

- “Para qué?” – le pregunta uno de los verdu-gos.

- “Para bendeciros y perdonaros”.

Y con las manos atadas impartió la bendicióny perdonó a los asesinos en el nombre del Padre,y del Hijo y del Espíritu Santo, actitud tanto másde admirar por el carácter tímido que tenía el P.Ambrosio, según afirma un testigo.

Pasadas las doce de la noche los cuatrocoches, cargados con los asesinos y los presuntosmártires, llegaron al lugar indicado. Hicieronbajar a los presuntos mártires. Les colocan fren-te a la cuneta. Les alumbran con los faros de loscoches. Y diez o doce milicianos disparan sobrelas víctimas. A continuación, consumado ya elhecho, retornan a Torrent. Uno de los milicianosiba tirando por la ventanilla las estampas queseguramente había cogido a los cadáveres.

En dicho momento fueron martirizados cincoreligiosos amigonianos: el P. Ambrosio, el P.Valentín, Fray Recaredo, Fray Modesto y FrayFrancisco, así como también tres sacerdotes secu-lares: D. Tomás Martínez, D. Manuel Simó y D.

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Francisco Garrigues, todos ellos hijos de la ciu-dad de Torrent (Valencia).

Por lo demás es claro que el P. Ambrosio Mª deTorrent, así como la totalidad de estos Siervos deDios, hubo de ser martirizado exclusivamentepor su condición de religioso dada su avanzadaedad, que era de una familia pobrísima, y dedica-do únicamente al ministerio pastoral del confe-sionario.

Semblanza

Al intentar delinear la silueta espiritual del P.Ambrosio María de Torrent, los diversos biógra-fos coinciden en afirmar que fue una auténticaflorecilla franciscana: sencillo, humilde, concilia-dor, pobre, obediente, silencioso, parco en pala-bras, que no hablaba mal de nadie y que todo loechaba a buena parte. Es decir, uno de esos bue-nos religiosos de los tiempos fundacionales, de laprimera época, cimiento y sostén de la congrega-ción amigoniana.

Un discípulo suyo lo definía como un hombrede Dios, un tanto apocado de ánimo, muy obe-diente, religioso ejemplar en toda su conducta,que ejerció una gran labor espiritual desde elconfesionario. Su buen Padre Fundador, el Vene-rable Luis amigó, al escuchar su nombre, movía

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admirado la cabeza y exclamaba: “¡Ah, el PadreAmbrosio… Si tuviera muchos religiosos senci-llos y humildes como él!…”

Su espíritu de pobreza le llevaba a recoger delsuelo los objetos más insignificantes y que juzga-ba pudieran en alguna ocasión ser de utilidad alconvento. Era proverbial su actitud de quien,siguiendo las enseñanzas del Apóstol, no piensamal, sino que todo lo excusa, todo lo cree, todo loespera, todo lo tolera.

En cierta ocasión en que volvía del paseo ves-peral con algunos otros jóvenes religiosos, setoparon con un hombre beodo. Uno de los jóvenesle dijo: “Miré, padre Ambrosio, un hombre borra-cho”. A lo que el padre replicó: “No. Seguramentees que tiene flojera de piernas”.

Otro de sus discípulos describe su siluetaespiritual poniendo de relieve su profunda pie-dad: “El P. Ambrosio manifestó su fe con unavida de intensa oración; yo le vi largos ratos derodillas en el coro, fuera de los actos de piedadque los religiosos tenían prescritos. Sus con-versaciones eran siempre de Dios y de cosassobrenaturales. Yo, por ser del grupo de canto-res, subía con frecuencia al coro y allí meadmiraba su actitud recogida y reverente, derodillas, durante mucho tiempo. Tenía unagran caridad y celo espiritual. Yo recuerdo que

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confesaba a muchos jóvenes y a mí me hizo ungran bien”.

¡Ah!, pero no se crea que el P. Ambrosio care-ciera de nervio, no. Pues otro de sus alumnos ase-gura que era bajo de estatura y robusto. Iracundo,pero con un gran dominio de sí mismo. Era profe-sor de religión y en una ocasión que le vi -dice-dejarse llevar de su carácter violento, nos atemo-rizó, pero al salir al recreo ya intentó disculparse.Era muy piadoso y muy devoto de la Eucaristía,pasando largos ratos ante el Sagrario”.

El mismo testigo asegura que el P. Ambrosioera muy prudente en el confesionario y en susconversaciones, muy parco en sus palabras y lle-vaba una vida muy retirada, prescindía de reu-niones inútiles. Resplandeció por su fortaleza enel período en que estuvo encarcelado en dondeexhortaba, no sólo a los religiosos sino también alos seglares, al martirio.

Por lo demás, y quienes lo conocieron ya en elúltimo recodo de la vida, nos lo describen comoun santo, como un religioso de una espiritualidadintensa y muy delicada, es decir, “un santito deavanzada edad, que tenía mucha paciencia connosotros”.

“¡Cómo se puede matar al P. Ambrosio, queera un santo!…”, exclama otro de los testigos.

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3. P. VALENTÍN MARÍA DE TORRENT(1896-1936)

Biografía

El Siervo de Dios padre Valentín, en el sigloVicente Jaunzarás Gómez, también nació enTorrent, Valencia, España el día 6 de marzo de1896. Y fue bautizado por D. Vicente Serrador en8 de marzo del mismo año en la Iglesia Parro-quial de Nuestra Señora de la Asunción de supueblo natal. Fueron sus padres Vicente Jaunza-rás Tronch y Francisca Gómez Baixauli, ambostorrentinos.

De familia notablemente cristiana -profunda-mente cristiana, dice un testigo- recibió las aguasbautismales en la parroquia de Nuestra Señorade la Asunción de Torrent diócesis y provincia deValencia, de manos de D. Vicente Serrador Alejos,cura coadjutor de la misma.

De inteligencia despierta, muy pronto descollóentre sus compañeros de escuela; tanto es así queel señor maestro, don Victoriano Andrés, hubo dereconocer que el niño no tenía ya nada queaprender de él. Dado que manifestaba inclina-ción hacia el sacerdocio, su madre Clarica pensóen llevarlo al seminario diocesano, pero, dada lacorta edad del muchacho, decide dejarlo algúntiempo en Monte Sión para que estudie los pri-meros latines en la escuela seráfica o seminariomenor de los Religiosos Terciarios Capuchinos.

Fue el tiempo suficiente para que Vicente noquisiera ya salir del convento, si no era a costa desu salvación según respondió repetidamente alos requerimientos de su madre. Ante tal reac-ción doña Francisca cede, llorando, a los deseosde su hijo, en los que ve la voluntad de Dios. Eneste tiempo, concretamente a los nueve años,hizo la primera comunión en la iglesia del con-vento de Nuestra de Monte Sión, de Torrent.

El 15 de octubre de 1911 ingresa en el novi-ciado y dos años más tarde, el 15 de octubre de

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1913, hace su primera profesión religiosa toman-do en religión el nombre de fray Valentín Mª deTorrent con que se le conocerá en lo sucesivo. Susvotos perpetuos los emitirá otro 15 de octubre,pero de 1919, y en la casa Fundación Caldeiro,del Madrid moderno.

Realiza sus estudios filosóficos en San Nicolásde Bari, Teruel. Y los teológicos, en Madrid,donde es ordenado de presbítero en la primeramitad del año 1920. El trienio 1922-1925 desem-peña su ministerio pastoral en la Escuela deReforma de San Vicente Ferrer, en Burjassot(Valencia), de la que es su primer director.

Durante el curso 1925-1926 nuevamente vuel-ve a la Escuela de Reforma de Santa Rita,Madrid, donde ejerce el ministerio de profesor depsicología experimental y de psiquiatría de losestudiantes teólogos, a la vez que se ejercita en elministerio específico de la congregación con losjóvenes con problemas de conducta.

Desde 1926 hasta 1929 forma parte de la fra-ternidad de Caldeiro, Madrid, donde desempeñaasimismo el cargo de superior. Participa en el VIºCapítulo General de la Congregación. Trasladadoa la comunidad de Zaragoza, precisamente el díaen que es presentado a la fraternidad parte condestino al Asilo de San Antonio de Santafé deBogotá, Colombia, sin avisar siquiera a sus her-

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manas ni a su madre, quien moriría sin volver averlo más. Durante esta etapa, asimismo de tresaños, imprime un gran prestigio científico al cen-tro, lo que reconocen abiertamente y agradecen lasmás altas autoridades de la nación colombiana.

La voluntad de Dios, y la insistencia de sushermanas, que no se resignaban a tenerlo tanlejos de sí, llevó a los superiores a traerlo nueva-mente a la patria. Los años de 1932 a 1935 des-empeña su ministerio como superior delseminario seráfico de San Antonio de Padua dePamplona (Navarra) España. Y desde 1935, de lacasa noviciado de San José, de Godella (Valen-cia), en cuyo cargo de superior le cogió la guerraen 1936.

Martirio

El sábado, 18 de julio de 1936, dio comienzo laguerra. El Siervo de Dios padre Valentín, comocada fin de semana, se había trasladado a supueblo natal para ayudar a los hermanos en lasconfesiones y numerosas funciones litúrgicas delconvento. Y, precisamente en el convento deNuestra Señora de Monte Sión, le cogieron lasprimeras algaradas y tumultos callejeros.

A primeras horas del domingo, 19 de julio, losmilicianos irrumpen en Monte Sión. El padre

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Valentín se ve obligado a acompañarles por lasdiversas dependencias del convento. Se encuen-tran con su hermana Francisca. El Siervo deDios le dice:

- “Tráeme agua para sumir las hostias consa-gradas, que hay en el sagrario, cuando bajemos ala iglesia”.

Llegados a ésta el padre hace sentar a los pis-toleros en los bancos y se dispone, con enormesangre fría, a sumir los varios capones del Sagra-rio.

- “Esperemos a que termine el fraile de des-ayunar”, dicen los milicianos rojos.

Al término de la visita el padre Valentín, y conél toda la fraternidad, fue detenido y llevado alAyuntamiento, sede del Comité. Luego de decla-rar el lugar del cobijo, de todos y de dada uno delos religiosos, éstos quedan en libertad. El Siervode Dios recogió en su casa paterna a trece religio-sos y chicos que no tenían familia en Torrent. Alllegar a casa le dice a su hermana Francisca:

- “Toma la llave del sagrario de Monte Sión.Me siento orgulloso de haber podido salvar lassagradas formas y evitado así un sacrilegio”.

El día 22 en un coche, cuatro pistoleros y dosguardias civiles, se lo llevaron consigo a la casanoviciado San José de Godella. El P. Valentín,

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superior de la casa, haciendo alarde de buenhumor y de amable trato intentó congraciarsecon los milicianos. Creyendo haberlo conseguidosalió vestido de hábito y con el breviario en lamano para rezar el Oficio paseando por el corre-dor de la comunidad. Inmediatamente los mili-cianos le arrebatan el libro y medio le arrancanel hábito, llevándoselo a otra parte.

El 25 de julio de 1936, día de Santiago após-tol, los religiosos de la casa noviciado se disper-san. Los seminaristas habían sido ya enviadosa sus casas o cobijados en familias de la pobla-ción. El P. Valentín, con algunos religiosos más,se trasladan a Torrent en busca de seguro refu-gio. En su pueblo natal el Siervo de Dios, cualzagal del Buen Pastor a quien en día de tor-menta se le dispersa el rebaño, fue recogiendouna por una las ovejas tratando de cobijarlasen lugar seguro. Por fortuna, a quienes cambióde lugar sin avisar al Comité, se salvaron de latormenta.

El 28 ó 29 de agosto de 1936 el Siervo de Diospadre Valentín es detenido y, con los religiososque con él estaban en la casa paterna, recluidoen la cárcel conocida como La Torre, en Torrent.El 17 de septiembre, fiesta de la impresión de lasllagas del padre san Francisco, después delmediodía avisan a sus hermanas:

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- “¿Queréis oír cantar las llagas al padreValentín? Se le oye perfectamente en toda laplaza”

Las hermanas enseguida se encaminan a laplaza donde pueden oírle perfectamente. En lacárcel hacían el ejercicio de Las Llagas con lossacerdotes y religiosos compañeros. Habíanconvertido la oscura cárcel en iglesia del con-vento. El padre Valentín se había convertido encabeza de los encarcelados y, sobre todo, de loshermanos en religión que con él estaban pre-sos.

Aquella misma noche, en que se desató unagran tormenta como no se ha conocido otra, lesbajaron de la cárcel. Los tres sacerdotes secula-res y cinco religiosos terciarios capuchinos ibanmaniatados de dos en dos, como se ha dicho en elmartirio del padre Ambrosio Mª de Torrent. Fue-ron ejecutados en el lugar denominado Fuentede la Mantellina, en terreno de Monserrat, ysepultados en fosa común en el cementerio delpueblo.

A la vuelta a Torrent, según el testimonio deuno de los choferes, alguno de los milicianosvenía tirando por la ventanilla del coche lasestampas que había arrebatado a los mártiresmomentos después de su ejecución.

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Semblanza

El Siervo de Dios era más bien bajito, perorobusto, y de una recia personalidad. De tempe-ramento ardiente, vivía como en continua luchapor ser bueno y hacer el bien. Era alegre, dicha-rachero, optimista y estaba siempre contento.

Como sacerdote estimaba su vocación y laestimulaba en los demás. Entusiasta, fuerte, ani-moso, no le gustaban las cosas a medias. Era unbuen elemento para la Congregación.

A pesar de su aspecto un tanto adusto, sinembargo su predicación era sencilla y atrayente,y en sus reflexiones a la comunidad y alumnos semanifestaba simpático y ameno. Las fiestas mássolemnes eran precedidas siempre del canto devísperas. Y el día de la fiesta la misa era cantaday con sermón.

Siempre manifestó un gran interés por laCongregación, a la que amaba con ternura dehijo, por lo que quería que las fiestas de NuestraMadre de los Dolores y de Nuestro Padre SanFrancisco se celebraran con mucho interés porparte de todos. Eran, decía, nuestros Patronos yTitulares.

El 2 de septiembre de 1925 fue nombrado ofi-cialmente profesor de psicología experimental ypsiquiatría por los superiores mayores. Estimula-

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do por este docto cometido, emprende una esme-rada preparación personal, teórica y cultural, enpsicopedagogía, psicotécnia y oratoria sagrada,que le lleva, de inmediato, a dictar sabias leccio-nes, a pronunciar brillantes conferencias y a pre-dicar elocuentes pláticas y sermones. “Piedad,pláticas y fervorines asimismo brillan tanto ensu oratoria como otras actividades docentes yculturales”.

Identificado plenamente con la actitud reden-tora y misericordiosa del Buen Pastor, que va enbusca de la oveja perdida, devuelve al recto cami-no la extraviada, venda a la herida y ama conmayor intensidad a la que mayormente lo necesi-ta, solía repetir que, para un terciario capuchino,no debe existir el muchacho difícil.

Durante su vida se manifestó muy devoto dela celebración eucarística, a la que procuraba darla mayor solemnidad y esplendor posibles. Profe-só un profundo amor filial a la Virgen de losDolores y fue muy exacto, durante toda su vidaen la práctica del examen de conciencia; tanto esasí que consta que lo hizo incluso el mismo día desu muerte.

El padre Valentín era celosísimo por la gloriade Dios y por su amor a la Iglesia. Tenía unavocación acendrada y admirable. Estando presoen la cárcel de Torrent cantaba en compañía de

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los demás religiosos los Dolores de la Virgen yLas Llagas del Seráfico Padre San Francisco, aquien, como buen franciscano, también profesóuna gran devoción.

Nota destacada de la silueta espiritual delSiervo de Dios, según un connovicio suyo y el tes-timonio de sus hermanas, era su gran coraje parasuperar las dificultades. Era molt valent (eramuy valiente), según ellas.

Por lo demás siempre se mostró religiosohumilde y sencillo. Y, aun siendo superior, nuncale importó arrodillarse delante de un religiosopara pedirle perdón cuando consideraba que enalgo le había ofendido.

Como síntesis de su silueta espiritual pu-diéramos afirmar que el Siervo de Dios se ma-nifiesta como uno de los religiosos terciarioscapuchinos más cercanos al ideal del VenerableLuis Amigó, tanto por su espiritualidad centradaen la trilogía amigoniana de Cristo Buen Pastor,Seráfico Padre San Francisco y Virgen de losDolores, como por su entusiasmo en el ejerciciogozoso de la misión específica de “ir en pos de laoveja descarriada hasta devolverla al aprisco delBuen Pastor”

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4. FRAY RECAREDO MARÍA DE TORRENT(1874-1936)

Biografía

El Siervo de Dios fray Recaredo, en el sigloJosé María Llópez Mora, nace en Torrent, diócesisy provincia de Valencia -España-, el 22 de agostode 1874. Y al día siguiente recibe las aguas bautis-males en la iglesia parroquial de Nuestra Señorade la Asunción de su pueblo natal de manos dedon Vicente Giner, cura coadjutor de la misma.Son sus padres Luis Llópez Barberá y Constanti-na Mora Ricart, asimismo hijos del pueblo.

Realizó sus primeros estudios en la escueladel pueblo y, junto a don José Méndez Perpiñá,coadjutor de la parroquia, hizo sus primerasarmas en el apostolado, actuando en distintasobras fundadas por aquél.

Cuando, en el mes de mayo de 1889, donJosé Méndez decide ir a la cartuja del Puig(Valencia) y vestir el hábito del terciario capu-chino, el Siervo de Dios José María Llópez esuno de los cuarenta jóvenes que se presentanen la cartuja con el fin de convencer a su queri-do coadjutor para que regrese a Torrent. Vuel-tos al pueblo sin conseguir su propósito, JoséMaría descubre bien pronto que también a él lellama el Señor.

A los pocos días volvió a la cartuja de nuevo,pero esta vez para quedarse definitivamente conlos nuevos religiosos terciarios capuchinos que lahabitaban. El 21 de junio de 1889 hace su ingre-so al noviciado trocando su nombre de pila por elde fray Recaredo Mª de Torrent, con el que se leconocerá en lo sucesivo.

El día de la Inmaculada del siguiente año, el 8de diciembre de 1890, hace su primera profesiónen el convento de Nuestra Señora de Monte Siónde su pueblo natal. El 8 de diciembre de 1893renueva sus votos trienales y el 8 de diciembrede 1896 profesa perpetuamente en la Escuela de

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Reforma de Santa Rita, en Carabanchel Bajo,Madrid.

De 1896 a 1903 desarrolla su apostolado en laEscuela de Reforma de Santa Rita entre jóvenesdíscolos, hasta que es trasladado a la Colonia deSan Hermenegildo, en Dos Hermanas (Sevilla),el 23 de junio de 1903.

También en la Escuela de Reforma de DosHermanas desarrolla su actividad apostólicadurante un trienio, 1903-1906, siendo su estanciamás prolongada en la casa Reformatorio del Sal-vador, de Amurrio -Álava-, donde reside de 1920a 1932.

Durante los años en que ejerce su apostoladomisericordioso y redentor con los jóvenes extra-viados acogidos en las diversas escuelas de refor-ma demuestra poseer dotes naturales para laeducación de la juventud desadaptada. Con sucordialidad y entusiasmo se ganaba el afecto desus educandos, primer paso para ganar tambiénsus almas para el Señor.

Los cuatro últimos años de su vida los pasóen el Convento de Nuestra Señora de MonteSión, de su pueblo natal, dedicado incansable-mente a su ministerio de impartir el catecismoa los niños, fundar escuelitas nocturnas gratui-tas para ellos y a obras de caridad. Su figura

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pequeña, viejecito pero ágil, rodeado siempre deniños, visitando a los enfermos y encarcelados yllevando alimentos a escuelas pobres y humil-des, hacían su figura sumamente atractiva.

Expulsado, juntamente con toda la fraterni-dad del Convent el 20 de julio de 1936, consiguepiadoso refugio en casa de su sobrina María Lló-pez Alejos. En casa de su sobrina al atardecer serezaba el Santo Rosario, que él desgranaba des-pacio. Y, cuando sentía que habían matado aalguno, decía:

- “¡Ay, qué suerte! Mueren por Dios. Yo no ten-dré esa suerte”.

El día 4 de agosto del mismo año se presenta-ron dos milicianos en su casa y le dijeron, sin darmás importancia a la cosa:

- “Vamos, que te van a hacer unas preguntas”.

Y fue conducido a la cárcel del pueblo, conoci-da como La Torre, en la que la prisión, el martirioy la inhumación de sus restos mortales todo fueen común con los terciarios capuchinos en ellarecluidos y arriba mencionados.

Semblanza

Quienes mejor conocieron al Siervo de Diosnos lo describen como hombre sencillo, cordial,

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amable y muy franciscano, que estaba dotado deun gran espíritu de minoridad y que era obser-vante al máximo. Y aseguran que Fray Recaredoera sencillo, humilde y muy buen religioso, quebrilló por su humildad y caridad. Era un grantrabajador en su apostolado con los jóvenes.

Fray Recaredo vivió en sus fuentes el espíritufundacional recibido con intensidad del Venera-ble P. Fundador. En esto se caracterizaron todoslos primeros religiosos. Tenían un gran espíritude minoridad y eran observantes al máximo.Eran piadosos y muy rezadores, en el mejor sen-tido de la palabra.

“Cuando recordamos a este religioso -aseguraun torrentino-, nos parece aún verle por lascalles de la población con su figura pequeña,viejo, pero ágil, rodeado siempre de niños, aligual que el Divino Maestro, visitando a losenfermos, a los encarcelados y llevando a loshogares pobres y humildes no solamente losmedios para mantener su vida, sino también losconsejos espirituales de la religión, que la mayo-ría de las veces son más necesarios que el dineroo el pan para que haya paz entre las familias”.

Doña Concepción Silla, asimismo hija deTorrent, asegura que el Siervo de Dios fray Reca-redo vivía entregado a la formación, especial-mente religiosa, de la juventud y empleaba todos

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los medios a su alcance para atraerla, así comotambién para formarla en una vida auténtica-mente religiosa.

Otro hijo de Torrent afirma que fray Recaredofue notable por su apostolado en el Convento deNuestra Señora de Monte Sión, especialmente alfrente de la Real Pía Unión de San Antonio dePadua. Sobresalió como educador. Era maestrode escuela, incansable en el hacer el bien a losjóvenes. Recurría a toda clase de personas afavor de ellos. Era muy estimado, entre otros, porel Sr. Arzobispo de Valencia, Cardenal Guisasola,para quien siempre tuvo abiertas las puertas depalacio y las de su tesoro para sostenimiento dela obra del Siervo de Dios.

Recurría a toda clase de personas, pidiendoincluso limosna a sus mismos parientes, con talde atender a sus muchachos. Para ellos fundaescuelitas nocturnas, impulsa el perfecciona-miento del teatro de aficionados y dedica especialatención a la organización del llamado “pan delos pobres”. Sigfrido Blasco, hijo del novelistaVicente Blasco Ibáñez, le pagaba la pensión dediez niños, para que pudiesen asistir al centro.También el señor Castells, director del periódicoEl Mercantil, le pagaba otras pensiones para losniños pobres y le daba limosnas para el convento.Téngase en cuenta que estos señores no eran

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nada clericales. Y fray Recaredo les visitaba asi-duamente.

Entre quienes, sin duda, mejor conocieron afray Recaredo se cuentan sus hermanos de hábi-to. Pues bien, uno de ellos asegura que fray Reca-redo Mª de Torrent era bajo, muy atractivo ysimpático, atraía mucho a los jóvenes que acudíangustosos a escuchar sus lecciones de catecismo ylas funciones de teatro. Les daba rosquilletas ychocolate para atraerles, organizaba funciones deteatro, siendo muy numeroso el grupo de jóvenesque se beneficiaba de su trabajo al que estabadedicado. Eran célebres las representacionesnavideñas del Belén y otros autos sacramentalesque tenían mucho éxito.

Fray Recaredo tenía un carisma especial conla juventud y consiguió reunir a muchos jóvenesen la Pía Unión de San Antonio de Padua. Lagran fe que él tenía la transmitía a los jóvenes.Por su espiritualidad franciscana, fray RecaredoMª de Torrent sobresalió en su amor y preocupa-ción por los niños y por la juventud.

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5. FRAY MODESTO MARÍA DE TORRENT(1885-1936)

Biografía

También el Siervo de Dios fray Modesto, en elsiglo Vicente Gay Zarzo, nace en Torrent, diócesisy provincia de Valencia, España. Es el 19 de enerode 1885. Sus padres, al día siguiente, lo presentanal coadjutor de la parroquia de Nuestra Señora dela Asunción, don José Méndez Perpiñá, quien leregenera con las aguas bautismales.

Concha Gay Zarzo, hermana del Siervo deDios describe así su familia: “Mis padres eran

muy buenas personas, demasiado buenas, segúncreo yo. Católicos piadosos, cumplidores a la anti-gua. Pertenecían a la Venerable Orden Terceradel Padre San Francisco. Mi padre era miembrode la Adoración Nocturna. Se llamaban mispadres Vicente Gay Ruergen y Dolores ZarzoSanchis. Él nativo de Torrent, y ella, de Benagua-sil. Formaron una familia cristiana, donde serezaba el rosario todos los días, y no corto comoahora”.

“Desde pequeño –es siempre su hermana Con-cha quien habla- Vicente fue a la escuela del con-vento de Monte Sión y perteneció a la Pía Uniónde San Antonio. Cuando tuvo catorce años fue atrabajar al campo, como mi padre, durante el día.Y, a la vuelta del trabajo, acudía a las escuelasnocturnas del convento, que tenía la Pía Unión.En horas libres completó sus estudios recibiendoclases de solfeo en el Patronato Obrero del Círcu-lo Católico de Torrent”.

De este asiduo contacto con los terciarioscapuchinos nació en Vicente Gay su vocación reli-giosa, si bien su padre se oponía a la misma,razón por la que se lo impidió al principio. Vicen-te, siempre dócil, aceptó la voluntad de su padre.

Luego de larga insistencia y conseguir doble-gar la voluntad de su padre, finalmente pudocomenzar su postulantado en el Convento de

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Monte Sión, a mediados de 1902, y el 6 d enerode 1903 hace su ingreso al noviciado recibiendoel nombre de fray Modesto María de Torrent, conel que se le conocerá en lo sucesivo. Y, justamen-te dos años más tarde, el 6 de enero de 1905,emite sus primeros votos temporales en la Escue-la de Reforma de Santa Rita, en Madrid.

Seis años después, y posiblemente en idénticafecha, emitirá sus votos perpetuos, si bien no seconserva documento alguno acreditativo delhecho.

Los diez primeros años de su vida religiosa lospasa preferentemente en centros de la llamadamisión específica -escuelas de reforma y simila-res- donde compagina sus trabajos de albañileríacon la atención a los jóvenes postulantes.

Religioso de una gran fuerza de voluntadinsistentemente pide a sus superiores mayoresque le permitan acceder a los estudios eclesiásti-cos, y otras tantas veces le es denegado. La últi-ma de ellas el año 1916. A partir de entonces elSiervo de Dios no pensó más sino en ser un reli-gioso obediente y mortificado.

Los últimos veinte años de su vida, 1916-1936, los pasa en el convento de Nuestra Señorade Monte Sión, de Torrent, donde compagina a laperfección la enseñanza de las primeras letras a

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los alumnos del colegio con el servicio de la admi-nistración de la casa. En dicha fraternidad lecogerá la guerra. El día 20 de julio de 1936 esdisuelta la fraternidad y fray Modesto recibe pia-dosa acogida en casa de su hermana Concha, enla calle Cervantes 18, de su pueblo natal.

Durante los días que duró su refugio, en casaiba siempre con el santo hábito puesto y cumplíacon todos los rezos del convento. Esto era unacosa sagrada para él. El día que quemaron laiglesia parroquial el Siervo de Dios estuvo muchotiempo arrodillado rezando.

Finalmente, hacia el día ocho o diez de sep-tiembre, viernes, lo detuvieron en casa y lo reclu-yeron en la cárcel del pueblo llamada La Torre.Con los demás religiosos amigonianos seguiríahaciendo en la cárcel vida conventual hasta lanoche del martirio. Con ellos sufriría el martirioy también con ellos serían inhumados sus restosmortales en fosa común en el cementerio deMontserrat, Valencia.

Semblanza

El ambiente familiar del Siervo de Dios -suspadres miembros de la Venerable Orden Tercerade Penitencia, de la Adoración Nocturna y muyligados al convento alcantarino de Nuestra Seño-

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ra de Monte Sión- sin duda era el ambiente aptopara la formación del hermano franciscano máspopular y sencillo del mundo. Y así fue en el casode fray Modesto Mª de Torrent, quien no desmin-tió la formación de sus orígenes.

Quienes bien conocieron al Siervo de Dios nosdelinean su perfil religioso moral diciendo que secaracterizó fundamentalmente por su caráctermuy recto y por su profundo espíritu franciscano,amante de la sencillez y humildad, y muy delica-do en la guarda del voto de obediencia, junto auna exquisita pobreza. Y, ciertamente, la virtudcaracterística de fray Modesto fue la obedienciafranciscana, acompañada de la laboriosidad y delinterés por superarse personalmente y ser útil ala Congregación.

Su sobrino José Gay, tratando de esbozar lasilueta religioso moral de su tío, lo hace con estostres trazos o virtudes esenciales: “Era obediente,trabajador y sencillo, entre otras muchas virtu-des que poseyó”. Tal es así que salía a pedirlimosna por las calles de la población todos lossábados, a pesar de ejercer como maestro de laescuelita del convento.

Y su sobrina María del Carmen Veguer, tra-tando asimismo de perfilar aún más el esbozofísico y moral de su tío, lo hace con las siguientespalabras: “El Siervo de Dios fray Modesto era de

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una estatura normal, un poco llenito, con la cararedonda, moreno. Carácter bondadoso, pero almismo tiempo enérgico y exigente para el cum-plimiento de su deber y de aquellos que le esta-ban encomendados. Tenía una singular devocióna la Virgen de los Dolores, a la que invocabacomo a su primera madre en la tierra y en elcielo; y su madre carnal era la primera, sólo en latierra”.

Los padres del Siervo de Dios -cosa muynatural en todos los padres- siempre desearonque su hijo accediese al sacerdocio. Y frayModesto, por su cuenta, se fue preparando enlatín y humanidades para iniciar la carreraeclesiástica. Pero una y otra vez recibía res-puesta negativa por parte de los superioresmayores. Finalmente en 1916 regresa aTorrent, donde le recibe cariñosamente el supe-rior general quien le hace ver que todo es unatentación y que si desea verse libre de ella debeacudir a la Santísima Virgen. Lo promete derodillas fray Modesto, y desde entonces asumealegre e ilusionado su vocación laical dentro dela Congregación. En la decisión de sus superio-res supo leer fray Modesto la voluntad de Dios,arrojándose gozosamente en brazos de la santaobediencia y en ella abandonó todos sus cuida-dos.

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La conformidad con la voluntad de Dios seechó bien de ver en los momentos de zozobrarefugiado en casa de su hermana. Varias veces leinsistieron en que debía huir refugiándose en unsitio seguro, pero él respondía: “Si Dios ha muer-to por nosotros, yo no haré nada de más si mueropor Él”. Y, pudiendo huir, no huyó.

La vida de fray Modesto, especialmente losúltimos veinte años en la fraternidad de MonteSión, de Torrent, transcurrió como la de un ver-dadero hermano menor: fue el fraile obediente,trabajador y sencillo; gozoso, de gran bondad ypreparación pedagógica; preocupado por enseñarlas primeras letras y los rudimentos de religión alos chicos del barrio; siempre rodeado de niños,sumamente espiritual, piadoso y rezador. ¡Ah!, ysiempre también vistiendo la inconfundible esta-meña franciscana. Era la imagen viva del Her-mano Menor del convento alcantarino de MonteSión.

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6. FRAY FRANCISCO MARIA DE TORRENT(1886-1936)

Biografía

El Siervo de Dios fray Francisco Mª deTorrent, en el siglo Justo Lerma Martínez, nacióen Torrent, diócesis y provincia de Valencia, eldía 12 de noviembre de 1886. Y fueron suspadres Ramón Lerma Fabiá y Micaela MartínezRubio, ambos asimismo naturales de la ciudad deTorrent.

Como era costumbre en las familias de laépoca de raigambre católica -los padres pertene-

cían a la Venerable Orden Tercera de San Fran-cisco de Asís- al día siguiente recibe el santo bau-tismo. Se lo administra don José MéndezPerpiñá, cura coadjutor de la única parroquia delpueblo y, andando el tiempo, también religiosoterciario capuchino.

Su hermano Vicente nos ha transmitido lossiguientes rasgos de los años juveniles del Siervode Dios: “Éste, de pequeño, frecuentó las clasesdel convento local Nuestra Señora de Monte Sióny la catequesis y también perteneció a la PíaUnión de San Antonio de Padua. Era un mucha-cho entre tantos que acudían al convento. Piado-so, se aficionó a los religiosos, a los cuales quisopertenecer. Era encargado de la catequesis frayRafael María de Onteniente”.

Pronto, al contacto con los terciarios capuchi-nos del convento -a quienes asiduamente visita-ba en el de Monte Sión de Torrent- va limando sucarácter. Y tanto es así que al frisar ya en susdiecinueve años de edad, el 14 de abril de 1905,viste el hábito de terciario capuchino en su pue-blo natal, tomando el nombre de fray Ibo Mª deTorrent. Algún tiempo después volverá a cambiareste nombre por el de Francisco Mª de Torrent,con el que se le conocerá en lo sucesivo.

Dos años más tarde, el 14 de abril de 1907,hace su primera profesión religiosa en el conven-

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to de Monte Sión de Torrent y, antes de finalizarel año, pasa de comunidad al Real Monasterio deYuste, en Cáceres, donde se repone de una neu-monía.

El dato de la profesión perpetua, hasta el pre-sente, no ha sido posible encontrarlo por cuantoen 1936 fue destruido el archivo general de laCongregación de Terciarios Capuchinos, así comolos de las casas en que desarrolló su ministerioapostólico fray Francisco. El Siervo de Diosnunca manifestó deseos de acceder al sacerdocio.

En el Real Monasterio de Yuste transcurrenlos cinco primeros años de su vida religiosa -1907-1912- dedicado a su cargo de socio delmaestro de novicios y a los múltiples quehacerespropios de todo monasterio. Dedicóse asimismo asu propia formación adquiriendo por su cuentalos rudimentos de cultura general. Y, ya en laescuelita del monasterio, tiene ocasión de mos-trar sus dotes naturales de pedagogo.

El 9 de octubre de 1912 es destinado al colegioFundación Caldeiro, Madrid, donde transcurriráel resto de sus días hasta mediados de julio de1936 en que es desalojado el centro y convertidoen checa.

Fue tan acertada su labor -según todos susbiógrafos- que no pocas veces llegaron al colegio

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Fundación Caldeiro comisiones de catedráticoscon el exclusivo fin de felicitar al religioso quetan bien preparaba a sus alumnos.

Desalojado el centro y dispersos los religiosos,el Siervo de Dios primeramente halla piadosocobijo en casa de una familia amiga de la calledel Arenal, de Madrid, donde permaneció unosseis o siete días, y luego se traslada a su pueblonatal y a su casa paterna. Detenido por orden delcomité local y llevado a la cárcel del pueblo, lavida en la misma, el martirio, así como tambiénla sepultura de sus restos mortales, todo escomún con los cuatro religiosos precedentes.

SemblanzaFray Francisco Mª de Torrent fue otra de esas

florecillas franciscanas de los primeros tiemposde la Congregación. Nació de padres pertenecien-tes a la tercera orden franciscana, creció a lasombra del convento franciscano de NuestraSeñora de Monte Sión, aprendió las primerasletras y recibió las primeras catequesis en el con-vento franciscano, en él vestiría la estameñafranciscana, en él haría sus años de noviciado yen él emitiría sus primeros votos religiosos. Enuna palabra, que recibió una formación literariay religiosa según todos los cánones de la estrictaobservancia franciscana de los religiosos amigo-nianos de primera época.

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De los años juveniles del Siervo de Dios enTorrent disponemos del siguiente perfil religiosomoral, realizado por su hermano Vicente: “Era unmuchachito moreno, vivaracho y juguetón, muyamante de la bulla y poco del estudio y del traba-jo. Esta su manera de ser estaba respaldada porun temperamento enérgico que le impulsaba avivir en una constante inquietud e inestabilidad”.

Con el tiempo se hizo un joven reflexivo, tra-bajador y metódico. Y, sobre todo, un gran peda-gogo. Su hermano, tratando de perfilar aún másla silueta religioso moral del Siervo de Dios nosdice que era una buena persona y que era delica-do por demás. Un hombre metódico. Parco enpalabras, más bien serio. Constante. Trabajador.Hábil como maestro de escuela, la que era todosu campo de acción y como su hábitat natural. Detemperamento era flemático.

De su larga estancia de más de veinticincoaños el colegio Fundación Caldeiro, de Madrid,un religioso que con él compartió la vida de fra-ternidad en aquellos años, nos dice que le parecióun religioso que sabía el porqué de su ingreso enla Congregación. Era un religioso fervoroso,entregado a la formación de los alumnos que lehabía asignado la obediencia, amante de prepa-rarse con tiempo las clases de cultura y de forma-ción religiosa.

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Gran pedagogo, buscaba fórmulas para haceragradables y comprensibles las materias de cual-quier asignatura en cada una de las clases. Obte-nía muy buenos resultados. Era admirado por lobien que preparaba a los alumnos para los exá-menes.

El mismo religioso lo define como un religiosode profunda oración, trabajador incansable, aten-to siempre con todos, sencillo y humilde, que pasóhaciendo el bien con la mayor naturalidad, sinque supiera una mano lo que hacía la otra.Jamás se mostró descompuesto. Gozaba de unagran paz interior.

Durante veinticinco años seguidos, año trasaño, desempeñó la misión de enseñar al que nosabe, a los niños más necesitados. ¡Hermosa lec-ción para toda la juventud amigoniana de ir enpos de la oveja descarriada, necesitada, comobuen zagal para devolverla al redil del Buen Pas-tor!

Y, refiriéndose ya a la estancia en la casapaterna, los días precedentes a su detención yencarcelamiento, asegura su mismo hermano quecumplía con sus rezos y devociones como si estu-viese en el convento. Era un religioso piadoso yde conciencia delicada. Cumplidor de su deberbajo cualquier aspecto. Por lo demás, habíamosrecibido en nuestra niñez y juventud las ense-

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ñanzas y buenos ejemplos de nuestros padres.Éstos cumplían con todos sus deberes religiosos yfrecuentaban los santos sacramentos de la confe-sión y comunión. También pertenecían a la Vene-rable Orden Tercera de San Francisco de Asís.Éramos una familia católica, como eran tantasen Torrent”.

En un deseo, pues, de sintetizar hemos dedecir que Fray Francisco descolló por su bondad,sencillez, laboriosidad, inalterable paciencia conlos niños y fiel observancia religiosa. Ésta es suvida, éste su retrato, ésta su semblanza.

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7. P. LAUREANO MARÍA DE BURRIANA(1872-1936)

Biografía

Burriana es una ciudad de la Plana Baja deCastellón, de cuya capital dista apenas 10 kiló-metros. En dicha ciudad nace Salvador FerrerCardet, que éste era su verdadero nombre depila, el día 13 de octubre de 1884. Sus cristianospadres, que lo eran Manuel Ferrer y María Tere-sa Cardet, enseguida lo presentan en la iglesiaparroquial del pueblo para que reciba las aguasbautismales.

Aprende las primeras letras en su pueblonatal y a los once años, siguiendo la vocación desu hermano mayor Juan Manuel -en la congrega-ción Fray Benito María de Burriana-, que yahabía profesado como hermano coadjutor, ingresaen la escuela seráfica que los terciarios capuchi-nos tienen en el convento de Nuestra Señora deMonte Sión de Torrent, Valencia. Es uno de losprimeros religiosos que inician estudios huma-nísticos en la Congregación.

Cuatro años más tarde, el 8 de diciembre de1899, viste el hábito religioso y el día de la In-maculada del año siguiente, 1900, emite sus pri-meros votos religiosos en manos del PadreFundador, Venerable Luis Amigó y Ferrer tam-bién en el convento de Nuestra Señora deMonte Sión de Torrent, Valencia.

De 1902 a 1907 realiza sus estudios teológicosen la Escuela de Reforma de Santa Rita en Cara-banchel Bajo, Madrid. El 12 de abril de 1907, sibien perteneciendo a la fraternidad de SantaRita, profesa perpetuamente en el convento deMonte Sión, de Torrent. Y en las témporas deseptiembre del mismo año es ordenado de presbí-tero en la Ciudad del Turia, Valencia.

El 3 de noviembre de 1907 es nombrado consi-liario de la fraternidad del Real Monasterio deYuste, Cáceres, donde prolonga su estancia hasta

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primeros de abril de 1913 en que nuevamentevuelve a la Escuela de Reforma de Santa Rita enMadrid. En Yuste desempeña sucesivamente loscargos de consiliario, vicemaestro de novicios ysuperior de la fraternidad.

Los años que van de 1913 a 1919, en que pasaa desarrollar su ministerio a la casa noviciado deSan José, de Godella (Valencia), los transcurre endicha Escuela de Reforma desempeñando los car-gos de vicesuperior y administrador de la misma.

De 1920 a 1934 desempeña su ministerio,generalmente por trienios, en las fraternidadesde Santa Rita (Madrid), San Nicolás de Bari(Teruel), San José de Godella, Valencia, y SanHermenegildo de Dos hermanas (Sevilla), encuyas fraternidades generalmente desempeña elministerio de superior, cargo que simultanea conel de consejero y secretario general.

En enero de 1934 pasa a formar parte de lafraternidad de la casa noviciado de San José, deGodella (Valencia), en cuya casa le coge laguerra de 1936. Al iniciarse la contienda, el P.Laureano -que había sido designado para trasla-darse con los novicios a Francia, a una finca cer-cana a Cambó (Les Bans)- desempeñaba elministerio de vicesuperior. En la casa noviciado,en que le toca hacer frente a las hordas en fun-ciones de superior, por ausencia de éste, perma-

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necerá hasta el 25 de julio en que es disuelta lafraternidad.

El 25 de julio de 1936 el Siervo de Dios hallapiadoso refugio en casa de doña Trinidad Nava-rro, en Torrent (Valencia). Y el 14 de septiem-bre, juntamente con los siervos de Dios frayBenito Mª de Burriana y fray Pablo Mª de Andú-jar, será arrebatado de su refugio y llevado a lacárcel del pueblo, llamada La Torre, de dondedías después, en las primeras horas del 16 deseptiembre partirá para el martirio. Éste seconsumará a catorce kilómetros de Torrent, enel pinar de la masía de Calabarra, en términode Turís (Valencia).

Martirio

La casa noviciado San José, de Godella(Valencia), fue ocupada por los milicianos al ama-necer del viernes 25 de julio de 1936. La numero-sa fraternidad fue recluida en el pabellón delnoviciado, mientras los milicianos se hacíancargo de los seminaristas seráficos.

“Desde el principio –asegura un novicio- qui-sieron fusilar a los religiosos sin miramientoalguno. En consecuencia, pronto nos pusieronfrente a la pared. Esperábamos la orden de dis-parar contra nosotros. Teníamos la vista nublada

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ante la inminente muerte. El P. Francisco deAyelo, maestro de novicios, nos dijo:

- Hagan el acto de contrición.

Y nos dio la absolución.

Pero los milicianos del Comité de Godellavinieron corriendo a la casa noviciado San José yllegaron justo para impedir que nos fusilasen”.

Luego de unos días de constantes vejaciones,en que incluso llegaron a simular en repetidasocasiones el fusilamiento de algunos religiosos,éstos fueron expulsados de la casa noviciado. ElP. Laureano Mª de Burriana llegó a decirles:

- “Dennos un documento de apropiación de lacasa”.

El jefe arrancó una hoja de papel de un blocky redactó el recibo de la casa. Pero volviendo eljefe sobre sus pasos le arrebató la hoja diciendo:

- Sigan. Al que mire hacia atrás le dais un tiro.

El P. Laureano, junto con el P. Valentín y otrosreligiosos, se trasladaron a Torrent (Valencia)alojándose en casa de doña Trinidad Moreno, nosin antes pasar por el ayuntamiento y poner enconocimiento de las autoridades civiles el lugarde su refugio.

“En los cincuenta días, poco más o menos, quetuve en casa al padre Laureano –escribe doña

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Trinidad- no mostró disgusto de ningún estilo, nimenos ofender de palabra a nadie. Antes al con-trario, era tal la alegría que el padre Laureanorespiraba que, al verle así le decían:

- “Padre, de usted no se acuerdan los rojos”.

Y él contestaba:

- “Descuida, que no es llegada la hora, y estoypreparándome leyendo el Libro de Job”.

La víspera de ser apresado -13 de septiembrede 1936- se pasó toda la tarde sin hablar palabracomo con cierto presentimiento de lo que iba apasar horas después. Al día siguiente, a las mis-mas horas, ya estaba en poder de la fiera roja”.

Momentos antes de su detención “se entrevis-tó con su hermano, que estaba con él, y, previen-do la proximidad del martirio ambos hermanos-Laureano y Benito- se confesaron y se dieron elabrazo de despedida”.

Al día siguiente, 15 de septiembre, en la cárceltorrentina denominada La Torre, aún cantó conlos otros hermanos los dolores de la Virgen, segúnes tradicional en la Congregación. Desde la plazase les oía cantar perfectamente. Y en la noche del15 al 16 de septiembre, según testimonio de loschoferes que les condujeron al lugar del martirio,el P. Laureano Mª de Burriana, su hermano car-nal y de hábito fray Benito Mª de Burriana, y fray

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Bernardino Mª de Andújar, fueron bajados de lacárcel, no iban atados, y conducidos por la carre-tara que conduce a Monserrat, a la altura de laPuchá d’Alt, tomaron la de Godelleta, y luegohacia Turís, y fueron fusilados junto a la mismaen la pinada de la masía de Calabarra.

Los cadáveres fueron trasladados al cemente-rio de Monserrat donde fueron inhumados, enfosa común, hasta su traslado a la cripta de laiglesia arciprestal de Torrent, Valencia, los días 4y 5 de noviembre de 1939.

Semblanza

El P. Laureano, físicamente, era de medianaestatura, calvo desde temprana edad y llevabapoca barba y rala. Picado de viruela. Su bondadsuperaba todo. Recuerdo, dice un religioso súbdi-to suyo, el cariño que ponía el P. Laureano en lacelebración de la fiesta de Navidad con los bele-nes. ¡Cómo animaba y obsequiaba en lo posible alos chicos!

Su carácter apacible hacía todavía más nor-mal la cosa. El P. Laureano sufría achaques deestómago con dolores terribles. Pasaba de ven encuando temporadas muy malas. Era bueno ytenía buen carácter y, además, era muy caritati-vo. Personalmente el P. Laureano, por lo demás,

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era ameno en su conversación, se expresaba bien,y en sus relaciones era amable. Escribía bien ycon buena caligrafía, cosa entonces muy estima-da. Era quizás más un hombre de seguida, quede empeño.

Otro religioso asegura que era muy alegre ysu presencia amable animaba la vida de la comu-nidad.

Doña Trinidad Navarro, quien lo acogió ensu casa durante los dos meses que precedieronal martirio, escribió que “la caridad era la divi-sa del padre Laureano, y bien se lo ha pagadoNuestro Señor al darle la corona del martirio”.Y así fue, pues un seminarista discípulo suyohace de él esta semblanza: “El padre Laureanode Burriana era bajo de estatura. De caráctercomplaciente y afable. Jamás le vi airado o irri-tado. Muy caritativo. Se preocupaba mucho delos enfermos y demás necesidades de los miem-bros de la comunidad”.

Y, efectivamente, la caridad hacia los máspobres, enfermos y necesitados fue el móvil de suministerio pastoral. Baste a confirmarlo la anéc-dota que de él se cuenta. Al ser disuelta en Espa-ña la Compañía de Jesús, durante la segundarepública, el padre Laureano se dirigió a la casaprofesa de los Padre Jesuitas de Valencia y le dijoal rector:

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- “Padre, vengo a llevarme a uno de los religio-sos ancianos de la comunidad. Nosotros cuidare-mos de él”.

Y así lo hizo con el P. Falomir, S.I.

Asimismo el Siervo de Dios prestó cuidadosamorosos a su Venerable Padre Fundador duran-te la larga enfermedad de que se vio aquejado en1926, así como también al entonces superiorgeneral, padre Francisco Javier Mª de Valencia,quien fallecería en el desempeño de su cargo en1927. Y también consiguió que sus últimos díaslos pasase en la casa noviciado de San José, deGodella (Valencia), donde personalmente se des-vivió por atenderlo a toda hora y procuró quefuese asistido como padre queridísimo, adminis-trándole cuidados cuasi maternales.

Precisamente en la declaración que el P. Fer-nando Mª de Benaguacil, ya en su ancianidad,hace referente a los días en que el Siervo de Dioslo recibe como seminarista seráfico, declara: “Elpadre Laureano Mª de Burriana fue como mipadre y en él vi una solicitud casi maternal haciatodos los que tenía bajo su cuidado”.

El padre Laureano, según el sentir de susmejores biógrafos, fue un religioso ejemplar yprudente, que, desde los diversos puestos de res-ponsabilidad que ocupó a lo largo de su vida reli-

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giosa, contribuyó poderosamente al afianza-miento de la Congregación. Preocupado por laexpansión del Instituto, fomentó con acierto elmovimiento de vocaciones que tantos religiososatrajo a la Congregación. Fue notable la delica-deza y pulcritud del padre Laureano en el des-empeño de su cargo de administrador.

Como religioso se distinguió por la fiel obser-vancia de las reglas y constituciones, las queguardó, con las distribuciones horarias de la vidaen comunidad, incluso durante los días de la per-secución precursores de su gloriosa muerte. Espí-ritu muy franciscano, fue especialmente devotodel Seráfico Padre y de la Santísima Virgen, bajola advocación de sus Dolores. Sufrió con inaltera-ble paciencia y serenidad de ánimo, durante losúltimos años de su vida, las molestias que le oca-sionaba su dolencia crónica de estómago, a la quese sobreponía animosamente.

Por más que lo intentó no pudo dominar elmiedo a hablar en público y predicar. Suplía consus buenas palabras, y el testimonio de su cari-dad, su solicitud para con todos.

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8. FRAY BENITO MARÍA DE BURRIANA(1872-1936)

Biografía

El Siervo de Dios Fray Benito Mª de Burria-na, en el siglo José Manuel Ferrer Jordá, nace enBurriana (Castellón de la Plana) España, el 26de noviembre de 1872. Son sus padres Manuel yVicenta, quienes enseguida presentan a su hijo ala iglesia para que reciba el sacramento del bau-tismo.

Contaba pocos años de edad cuando la trage-dia visita su vida. Su madre, joven aún, marcha

inesperadamente al encuentro del Señor. Supadre contrae nuevas nupcias y, de este nuevomatrimonio, nacería su hermano Salvador, cono-cido en la congregación de terciarios capuchinoscomo el Siervo de Dios P. Laureano Mª de Burria-na, con quien recibirá la palma del martirio.

En su pueblo natal aprende las primerasletras, participa en asociaciones parroquiales ypocas cosas más. A principios de 1890, siendo lla-mado por el Señor a la vida religiosa, se encami-na al convento de Nuestra Señora de Monte Siónde Torrent, Valencia, del que había oído hablar aun paisano suyo que le precedió en el seguimien-to de la vocación amigoniana.

José Manuel Ferrer Jordá ingresa en el novi-ciado el 21 de junio de 1890 y cambia su nombrede pila por el de Fray Benito Mª de Burrianacon el que se le reconocerá en lo sucesivo enreligión.

Finalizados los dos años de noviciado, siguien-do la normativa de entonces, Fray Benito Mª deBurriana el 27 de mayo de 1892 hace su profe-sión religiosa por tres años, la que renovará en elmismo convento de Nuestra Señora de MonteSión de Torrent por otros tres años el 3 de mayode 1895. Durante este tiempo de su vida religiosase dedica preferentemente al ejercicio de lalimosna.

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Trasladado por la obediencia a la fraternidadde Santa Rita, en Carabanchel Bajo (Madrid),allí transcurrirá dos años largos iniciándose en elministerio propio del terciario capuchino, cual esla reforma de la juventud extraviada. En dichaEscuela de Reforma profesará perpetuamente eldía 5 de junio de 1898.

Luego de emitir sus votos perpetuos sigueasimismo en la Escuela de Reforma de SantaRita hasta que, el 14 de febrero de 1909, pasa aformar parte de la Colonia de San Hermenegil-do, en Dos Hermanas (Sevilla). En ambasescuelas de reforma, y por espacio de casi vein-te años, desarrollo su ministerio con los jóvenesdesviados del camino de la verdad y del bien,según el pensamiento de su Venerable PadreFundador. Todavía la obediencia le llevará, de1927 hasta 1932, a desarrollar su actividad conchicos jóvenes en el centro que la congregaciónregentó en la ciudad de Zaragoza.

De 1915 a 1926 forma parte sucesivamentede las fraternidades de la casa noviciado deSan José, de Godella (Valencia), y del colegioFundación Caldeiro, de Madrid, en cuya frater-nidad le cogerá la guerra el 18 de julio de1936.

Fray Benito Mª de Burriana, expulsado de lacasa Fundación Caldeiro de Madrid, que inme-

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diatamente fue convertida en checa, busca ampa-ro entre los familiares de su pueblo natal. Perocon amargura hubo de experimentar en propiacarne la cruda realidad que esconde la fraseevangélica: Vino a los suyos y los suyos no le reci-bieron. Pues éstos, temiendo represalias, le acon-sejan amablemente que busque refugio en otraparte. Se dirige a Torrent, Valencia, en busca desu hermano el padre Laureano Mª de Burriana aquien encuentra, el 14 de agosto del mismo año,refugiado en casa de doña Trinidad Navarro.

A partir de la fecha, juntamente con su doble-mente hermano, por lazos de sangre y de reli-gión, sufrirá las dificultades del refugio, ladetención, el encarcelamiento, la vida en la pri-sión y el martirio. Y también en la misma fosacomún reposarán los restos mortales de amboshermanos hasta su exhumación a primeros denoviembre de 1939.

Semblanza

Sus biógrafos nos presentan al Siervo de DiosFray Benito Mª de Burriana como un religiosobondadoso, sencillo, humilde, fiel cumplidor desus obligaciones y amante del trabajo pero, porencima de todo, un hombre sumamente silencio-so y de gran espíritu de oración.

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Un hermano suyo de religión y de fraternidadse pregunta: “¿Qué puedo escribir yo de este her-mano, que no sea hablar de su bondad, sencillez,disposición al servicio a favor de sus hermanos,alumnos y familiares?” Y dice que se consideradichoso de haberlo conocido y de que el Señor lopusiera en su camino, pues era uno de esos reli-giosos que transmiten bondad, que hacen frater-nidad, de amplia sonrisa y disposición a lostrabajos humildes.

Y dice que disponer todo lo necesario de la coci-na, comedor, ropería, portería y atender a quiennecesitara de su persona, y estar todo atendido ybien atendido, y hacerlo todo sin darle ningunaimportancia, era la obra del bueno de fray Benito.

Religioso fervoroso, hombre de fe y de oración,no necesitaba de nadie para acudir el primero ala cita de la oración y demás actos de comunidad.Fiel a su vocación, era exigente consigo mismo,austero, pero generoso con la comunidad y losalumnos. Hombre siempre ocupado, y en los ratoslibres su visita al Señor, a quien siempre servía através del prójimo.

Testigos oculares afirman que, durante losdías que permaneció oculto, precedentes a sumartirio, era punto menos que imposible trabarconversación con fray Benito, pues estaba com-pletamente dedicado a fervorosa oración, asegu-

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rando además que el día en que fue apresadohabía rezado diecinueve veces el Santo Rosario.

Doña Trinidad Navarro, en cuya casa el Sier-vo de Dios halló piadoso refugio, escribe: “De frayBenito Mª de Burriana le diré que vino a casa el14 de agosto de 1936, y salió para la cárcel elsiguiente 14 de septiembre. Este santo varón, entodo el tiempo, no hablaría ni una docena depalabras. Su conversación era con la Reina de losCielos. El día 12 de septiembre, festividad delDulce Nombre de María, rezó diecinueve partesdel rosario. Yo le decía:

- ¿Y no le duele la boca de tanto rezar?

Y él me contestaba:

- Hay que obligar a la Santísima VirgenMaría, pues en esta octava habrá grandes cosas.

Y no se equivocaba, pues en la octava de sunatividad, la Santísima Virgen se lo llevó al cieloa gozar de su compañía”.

Y continúa doña Trinidad: “Tengo un santoorgullo de haber constituido en esta casa el asilode aquellos santos religiosos que, sin duda, nonos olvidarán ante el Señor”.

Por lo demás en el apostolado de la misiónespecífica -y lo ejercitó por más de veinte años- semanifestó siempre como zagal del Buen Pastor,

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sencillo y bondadoso, que conseguía más cambiosde sus muchachos por el testimonio de su perso-na que por los conocimientos y enseñanzas queles proporcionaba. Fue un religioso sencillo, aus-tero, de palabra breve, y muy devoto de la Euca-ristía y de la Virgen de los Dolores.

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9. FRAY BERNARDINO MARÍADE ANDÚJAR (1879-1936)

Biografía

El Siervo de Dios Fray Bernardino, en el sigloPablo Julián Martínez Robles, vino al mundo aorillas del Guadalquivir, en la ciudad de Andújar-provincia de Jaén-, el 28 de enero de 1879. Suscristianos padres, que lo fueron Bernardino Mar-tínez Bermejo y María Dolores Robles Pontive-ros, ambos asimismo oriundos de Andújar, el día31 del mismo mes y año presentan a su hijoPablo en la parroquia de Santa María para reci-

bir las aguas bautismales. El presbítero donManuel Calvo le administra el santo bautismo.

Sus padres, gentes de escasos recursos econó-micos, no pudieron ofrecer a Pablo Julián la esme-rada educación que hubieran deseado para suhijo. Por lo que bien pronto tiene que abandonar laescuela local para ayudar a sus padres, dedicándo-se al oficio de talabartero que alterna con los tra-bajos agrícolas. Posteriormente pasa a prestar susservicios en un cortijo de la comarca hasta que,trasladado a la ciudad de Córdoba, conoce y enta-bla amistad con el hermano administrador de losErmitaños de Sierra Morena, quien le invita aprobar de cerca su género de vida.

Con los Ermitaños de Sierra Morena inicia elnoviciado, que no concluye, pues viendo queaquella no era su vocación, se traslada al RealMonasterio de Yuste, Cáceres, regentado a lasazón los religiosos terciarios capuchinos.

A finales de octubre de 1906 llega PabloJulián al Real Monasterio de Yuste para iniciarel período de postulantado y el 15 de abril delsiguiente año 1907 toma el hábito religioso a lavez que trueca su nombre civil por el de FrayBernardino Mª de Andújar con el que se le cono-cerá en religión. Finalizados los dos años de novi-ciado para hermano coadjutor, el 15 de abril de1909 emite sus votos religiosos en Yuste. Todavía

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permanecerá dos años más de fraternidad en elReal Monasterio.

De 1911 a 1914, año éste en que pasará a for-mar parte de la Escuela de Reforma de SantaRita, en Madrid, ejercita su ministerio en el cole-gio Fundación Caldeiro, también de la capital deEspaña.

El 15 de abril de 1915 profesa perpetuamenteen la Congregación de Religiosos TerciariosCapuchinos de Nuestra Señora de los Dolores.

Los casi veinte años siguientes (1914-1933)Fray Bernardino Mª de Andújar los pasa en lasfraternidades de la Escuela de Reforma de SantaRita, Madrid, Colonia de San Hermenegildo, DosHermanas –Sevilla- y Escuela de Reforma deZaragoza, colaborando fielmente en los quehace-res de la cocina, el campo y la enfermería.

En junio de 1933 pasa a formar parte de lafraternidad del Convento de Nuestra Señora deMonte Sión, de Torrent (Valencia), donde desem-peña su actividad como sacristán de la iglesia delconvento. Y, posiblemente en 1936, pasa a formarparte de la fraternidad de la casa noviciado deSan José, de Godella (Valencia), donde le sor-prende la guerra civil.

El martes 22 de julio de 1936 es tomada porlos milicianos la casa noviciado de San Jose, de

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Godella, y el 25 de julio, viernes, con los Siervosde Dios padres Valentín Mª de Torrent y Laurea-no Mª de Burriana, y luego de penosas peripe-cias, es conducido en coche por los milicianos aTorrent, donde encuentra piadosa acogida en lacasa paterna del padre Valentín.

El 13 de agosto de 1936 es detenido y llevadoa la cárcel del pueblo. Su vida en la cárcel de LaTorre, así como su martirio en la Masía de Cala-barra, de Turís, y la posterior sepultura de susrestos mortales en el cementerio de Montserrat(Valencia) son comunes con los dos siervos deDios inmediatamente precedentes.

Semblanza

Los historiadores de la congregación de ter-ciarios capuchinos describen a Fray BernardinoMª de Andújar como religioso sencillo, obediente,fiel y puntual en el cumplimiento de sus obliga-ciones, y muy exacto en la guarda de la santapobreza. Asimismo, dicen, destaca por su intensavida de oración, cultivada con esmero desde susaños juveniles, y manifiesta especial devoción ala Eucaristía, a la Virgen de los Dolores y alPatriarca San Francisco.

En sus primeros años, y mientras prestabasus servicios en un cortijo, por la vida alegre y

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bullanguera de las gañanías, no se avenía con sucarácter tranquilo y reposado y su inclinación alos ejercicios piadosos, lo que a las claras da aentender un espíritu proclive al silencio, al traba-jo reposado y a la oración.

Por esto mismo ingresa en los Ermitaños deCórdoba. Pero pronto se da cuenta, a pesar de subuena voluntad, de que aquella vida austera,aquella soledad, aquel silencio casi perpetuo, norimaban con su temperamento que, si bien eratranquilo y apacible, sin embargo era asimismopropenso a la sociabilidad con sus semejantes.

El Siervo de Dios fue un religioso obediente,sumiso, observante, puntual, amante de la santapobreza. Muy fervoroso, destacaba en él su devo-ción a la Eucaristía, así como la ternura filial conque invocaba a la Virgen Santísima y al PadreSan Francisco. De aquí que el ministerio másgrato para él fuera el de sacristán. Adornaba elaltar del Santísimo Sacramento, en el que coloca-ba flores naturales o, en su defecto, artificialesconforme su usaba entonces. E igual obsequio tri-butaba a la imagen de la Virgen Santísima deLos Dolores.

Fray Bernardino Mª de Andújar era bajito, lle-nito de carnes, de carácter apacible y acogedor, detemperamento sanguíneo, y con su gracejo anda-luz, no exento de la natural gracia de las gentes

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de sur, era la imagen del franciscano más orondoque donde quiera estaba era portador de paz ybien y hacía fácil la convivencia y fraternidadconventuales.

Dedicado por largos años a las labores de lacocina, de la enfermería y del campo, pertenece aese grupo de primeros hermanos terciarios capu-chinos que se distinguieron por su amor al traba-jo, por su sencillez y humildad y por su talantefranciscano bondadoso. Personalmente era decarácter tranquilo y muy habilidoso para atendero cumplir con los servicios domésticos.

El Siervo de Dios, según un su hermano enreligión, era observante, puntual, piadoso ydevoto.

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10. FRAY GABRIEL MARÍA DE BENIFAYÓ(1858-1936)

Biografía

El Siervo de Dios Fray Gabriel Mª de Benifa-yó, en el siglo José María Sanchis Mompó, nacióel 8 de octubre de 1866 en Banifayó (Valencia)España -según el Padrón Municipal de Yuste de1901-, si bien los historiadores suelen hacenconstar que la fecha no es del todo segura, porcuanto hasta el presente no se ha podido locali-zar el acta de bautismo, ni la de nacimiento, dadoque los archivos fueron destruidos durante la

guerra de 1936. Sus padres fueron Gabriel San-chis y Vicenta Mompó.

De los años de la juventud escasas noticiastenemos del Siervo de Dios, salvo que en su pue-blo natal estudió las primeras letras y aprendióel oficio de carpintero en el que se ejercitó hastalos casi treinta años en que se decide a ingresaren religión.

José María es uno de los primeros jóvenes queingresa en la Congregación de Religiosos Tercia-rios Capuchinos fundada por el Venerable LuisAmigó el 14 de abril de 1889, pues el 21 de juniodel mismo año 1889 toma el hábito religioso en lacartuja del Puig (Valencia), recibiendo en religiónel nombre de Fray Gabriel Mª de Benifayó.

Al año siguiente, el 24 de junio de 1890, hacesu primera profesión religiosa en manos delPadre Fundador en el convento de Nuestra Seño-ra de Monte Sión de Torrent (Valencia). Y antesde concluir el año, el 24 de octubre de 1890, pasaa formar parte de la primitiva fraternidad de laEscuela de Reforma de Santa Rita, en Caraban-chel Bajo -Madrid-. Es uno del grupo de herma-nos elegido para abrir la congregación a lamisión y apostolado específicos.

A los dos años vuelve de nuevo a formar partede la fraternidad del convento de Nuestra Señora

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de Monte Sión de Torrent, donde hace la profe-sión perpetua el 15 de agosto de 1896, junto a suscompañeros de primera profesión.

Su vida discurre sucesivamente en las frater-nidades de la Escuela de Reforma de Santa Rita-Madrid- Monasterio de Yuste, Colegio Funda-ción Caldeiro -también en Madrid- convento deMonte Sión -Torrent, Valencia-, Dos Hermanas -Sevilla-, Teruel, Godella -Valencia- y Zaragoza.En una palabra, llamado a servir al Señor desdela primera hora de la Congregación de TerciariosCapuchinos, en su dilatada vida recorrió lamayor parte de las casas de la misma simultane-ando generalmente su ministerio de administra-dor con el oficio de carpintero.

Fray Gabriel participó asimismo en el primercapítulo provincial de la Congregación y mástarde -en 1902 y en 1914- en el primer y tercercapítulos generales.

Los últimos trece años de su existencia lospasa en la casa noviciado de San José, de Godella(Valencia), donde puso de manifiesto su habili-dad como ayudante de administración y su des-treza en el trato de la madera. Siguiendo elmodelo del Seráfico Padre San Francisco, sentíauna especial devoción por sus hermanos religio-sos y, particularmente, por los sacerdotes, enquienes veía la persona misma de Jesucristo.

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Al iniciarse la Persecución religiosa FrayGabriel Mª de Benifayó, expulsado de la casanoviciado de San José, de Godella, el 25 de juliode 1936, marcha a su pueblo natal y es acogidobenévolamente en la casa de su sobrina Floren-cia Sanchis.

Martirio

Cuando estalló la revolución Fray Gabriel Mªde Benifayó estaba de fraternidad en Godella. Eldía 25 de julio los religiosos del noviciado de SanJosé fueron abandonando paulatinamente lacasa en busca de lugar más seguro. Cada cual sedirigió a su pueblo natal. A Fray Gabriel lo lleva-ron en un camión a Benifayó de Espioca y sealojó en la casa de su sobrina Florencia Sanchis,en la plaza de la Estación, 11.

Al hermano Gabriel, que solía venir al puebloa pasar entre sus sobrinas algunos días, se leveía ante el sagrario orando. Durante los días dela revolución ya no pudo ser por cuanto “el día 21de julio de 1936 incendiaron la iglesia parro-quial, quedando todas las imágenes destruidas.Las imágenes de piedra de la fachada fueronpicadas sus cabezas con un martillo. Y el día 2 deagosto fueron por el Santo Sepulcro y lo llevarondelante de la cruz de la fuente, que habían quita-

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do unos días antes, y lo quemaron. La Iglesia ladedicaron a casino con bar café. Cogieron losornamentos y los ponían como arreos de los ani-males”.

Durante las tres semanas que siguieron alAlzamiento Nacional del 18 de julio de 1936 per-mitieron a los sacerdotes y religiosos hijos delpueblo que viniesen a refugiarse en él. Y el 14 deagosto siguiente fueron apresando uno por uno alos seis sacerdotes hijos del pueblo y al hermanoFray Gabriel de los domicilios en que se hallabanrefugiados y les llevaron en un primer momento,sobre las once, a la Casa del Ayuntamiento. Y el15 por la mañana los trasladaron al Colegio delas Religiosas de Cristo Rey, que estaba converti-do en cárcel. En la sala de visita tenían a los seissacerdotes y al Hermano Gabriel detenidos y cus-todiados por guardias. Y allí les llevaron lascamas para descansar y la comida del mediodía yde la noche.

Si santas eran las conversaciones en suscasas, continuaron siéndolo en el colegio entreestos siervos de Dios que pasaron por el mundohaciendo el bien. “Permanecieron en dicha pri-sión dos días y haciendo allí una vida profunda-mente religiosa”.

“En la madrugada del 16 de agosto, sobre lasdos de la mañana, otros dicen sobre las tres, -ase-

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gura un testigo de los hechos- llegaron trescoches y, haciéndoles subir, se los llevaron a laPartida de La Coma, que se encuentra situadajunto a la Masía de Espioca, dentro del términode Picassent. Allí les hicieron bajar del coche y,atados, les pusieron en fila para asesinarlos”.

“El primero en subir al coche fue el párroco, elcual, desde arriba y con el rosario en la mano, losanimaba diciéndoles: ¡Ánimo, que nos queda unpeldaño para llegar a Dios! Y comenzó las Leta-nías de Todos los Santos. Recitaba también elacto de consagración al Sagrada Corazón”.

Momentos antes de la ejecución el señor CuraPárroco de Benifayó les dijo a los del Comité, queeran los que iban a matarlos: Matadme a mí,pero dejad a los otros seis. A lo que ellos contesta-ron: Vamos a matarlos a todos. Les bendijo y lesdio la absolución y, mientras gritaban. ¡Viva Cris-to Rey!, les dispararon. Quedó mal herido elseñor cura y un jovenzuelo, con una piedra, le dioen la cabeza dejándole muerto. Los demás, inclui-do el Siervo de Dios Fray Gabriel, murieron allímismo.

Doña Clotilde Martínez Rovira, hija del pue-blo y testigo del proceso, confirma plenamente elhecho en todos sus términos, pues dice: “Me cons-ta, por lo que refirieron aquellos del Comité queles habían dado muerte que, tanto el Siervo de

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Dios Fray Gabriel, como los otros seis sacerdotesse prepararon al martirio, recibieron la absolu-ción del señor párroco y murieron gritando fervo-rosos: ¡Viva Cristo Rey!”

-¡Si todos fueran como el fraile! ¡Qué valienteha sido!, decían los asesinos al volver al pueblo.

Apenas regresaron los coches al pueblo y seconoció lo sucedido, el sacristán Vicente RoviraDuarte, un sobrino del Siervo de Dios que estabaesperando la vuelta de los coches, y varios fami-liares de los ajusticiados fueron a darles sepultu-ra. Cuatro de los sacerdotes fueron depositadosen cajas, y a don Eliodoro, don Francisco y FrayGabriel los dejaron sin cajas, pues el comité orde-nó que fueran enterrados prontamente. Fueronsepultados en el cementerio de Picassent, dondepermanecieron los restos mortales hasta el día27 de marzo de 1940 en que son trasladadossolemnemente al cementerio de su pueblo natalBanifayó.

Semblanza

Fray Gabriel Mª de Benifayó, junto con su for-mación religiosa aprendió a amar filial y genero-samente a la Congregación y su apostolado afavor de los jóvenes corrigendos. Vivió la vida

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religiosa en agradable y fraterna comunidadfranciscana de alegría, de pobreza y de trabajo.

El Siervo de Dios fray Gabriel -estando aldecir de sus mejores conocedores- era muy afa-ble, bondadoso y servicial. Asimismo se manifes-taba muy piadoso. Era la imagen del hermanofranciscano más popular. Era el religioso humil-de, alegre, amable y trabajador, que creaba fra-ternidad; varón de silenciosa dulzura, que es donde Dios en la medida que trabajó y se abrió a lagracia que anidó en él.

Era poco agraciado físicamente. Barba abun-dante. Era el hombre más sencillo del mundo,trabajador incansable. Enamorado de la congre-gación, y zagal del Buen Pastor, se preocupó porla recuperación de los niños, de forma efectivacuando lo destinaron a esta misión, y siemprepor medio de la oración a que él era habitual.Siempre con los pies en el suelo y el corazón en elcielo, fue un amante de la Eucaristía, de la Vir-gen de los Dolores y del Patriarca San José.

“Fray Gabriel Mª de Benifayó -así nos loretrata un alumno suyo- era de complexión fuer-te; estatura mediana, grueso y sanguíneo; sumirar, defectuoso, si bien esto mismo le daba a suexpresión cierto aire de gracia. Su carácter eraenérgico, pero sabía cuando era conveniente opo-ner a la firmeza la suavidad, de suerte que, quien

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no le conocía a fondo, a primera vista le hubieracalificado de bonachón. La nota característica erael cariño, el amor que sentía hacia los niños”.

En la casa madre de Godella era el ayudantede administración. Cuando llegaban las Navida-des, y acompañado de uno de los seminaristasseráficos, acudía a Valencia. Se proveía de unasgarrafitas de anís y otras dos de coñac. Con unabotella de cada una de ellas era capaz de repartira los ciento treinta de la casa y dejarlos conten-tos. Dejaba caer unas gotitas de más de licor ydecía: ¡Che, ya se m’á escapat! Y con el turrón:¡Che quin trós! ¡Dabo gozo verlo repartir y cómoél disfrutaba!

Era un magnífico maestro carpintero. Dedica-ba varias horas al día a la construcción de reta-blos para los altares laterales de la iglesia nueva.Una vez construidos se colocaban en el altarcorrespondiente y, cuando llegaba algún almabuena y generosa, que sufragaba el dorado,entonces se doraba. No faltaron personas devotasque hicieron el regalo del altar entero. La iglesiatenía entonces el altar mayor y doce laterales.

Según un su biógrafo, Fray Gabriel “sentíaveneración por sus hermanos en religión, parti-cularmente por los sacerdotes, en quienes -conespíritu franciscano- consideraba la persona deJesucristo. En cierta ocasión en que partían algu-

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nos religiosos para América, arrodillado a suspies, les besó humildemente sus manos”.

De carácter alegre era, no obstante, muy exac-to en el cumplimiento de su deber, que exigíaseveramente a los demás. Dotado de buenasdotes de pedagogo natural, con las característicasque le eran propias, fue muy estimado de susalumnos que, por lo demás, estimaban su prover-bial rectitud.

Fray Gabriel Mª de Benifayó, mensajero delevangelio de la paz y testigo de la resurrección deCristo, en sus últimos momentos no opuso resis-tencia y aceptó gozoso la gracia del martirio.

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11. FRAY JOSÉ LLOSÁ BALAGUER(1901-1936)

Biografía

El Siervo de Dios Fray José Llosá Balaguer -aquien frecuentemente se le suele llamar padre, sibien sólo recibió el sagrado orden del diaconado-nació el 23 de agosto de 1901 en Benaguasil(Valencia) España. Fueron sus padres AntonioLlosá Castillo y Francisca Balaguer Aparisi.

Aprende las primeras letras en su pueblonatal de Benaguasil y, al cumplir los doce años,ingresa en la escuela apostólica que los terciarios

capuchinos tenían en el convento alcantarino deNuestra Señora de Monte Sión, de Torrent(Valencia). En ella cursa con éxito cuatro cursosde latín y humanidades, al final de los cuales esadmitido a su ingreso al noviciado.

El 15 de octubre de 1917 toma el hábito reli-gioso en la casa noviciado de San José, de Gode-lla (Valencia), y dos años más tarde emite susprimeros votos religiosos. Los años de 1919 a1923 realiza los estudios filosóficos, los dos pri-meros años en la casa noviciado de Godella(Valencia) y los dos últimos en el colegio SanNicolás de Bari, de Teruel. En fecha 15 de juliode 1923 pasa a formar parte de la fraternidad dela Escuela de Reforma de Santa Rita, de Madrid,donde inicia sus estudios teológicos. En dichacasa, el 15 de septiembre de 1925, emite susvotos perpetuos.

El curso 1926-1927 lo encontramos en la Colo-nia San Hermenegildo de Dos Hermanas, Sevilla,donde prosigue su ministerio apostólico en lareforma de la juventud extraviada. En este perío-do en la ciudad del Betis presta el servicio militar.

Durante el año académico de 1927-1928 cursasu cuarto año de teología en el Reformatorio delPríncipe de Asturias, en Madrid. A principios de1928 recibe el diaconado y, el 16 de septiembre delmismo año era el día fijado para recibir el sacer-

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docio de manos del Padre Fundador, VenerablePadre Luis Amigó. Pero el Siervo de Dios, FrayJosé Llosá Balaguer, “al no creerse digno para elsacerdocio, cuando ya estaba preparado todo,incluido él en la lista, se negó a ser ordenado”.

“Era su madre -afirma el cuñado- quien que-ría que su hijo fuera sacerdote. Ella era una per-sona piadosa y muy devota y deseaba, más bienquería, que uno de sus hijos fuera sacerdote. Peroel padre José no quería serlo, como lo demostróclaramente en varias ocasiones”.

Los años que van de 1927 a 1936 el Siervo deDios está de fraternidad en la Casa FundaciónCaldeiro primero, y en el Reformatorio del Prín-cipe de Asturias después, desde el verano de1935, ambos centros en Madrid. En este últimoreside Fray José Llosá cuando es detenido contoda la fraternidad, al comienzo de la guerraespañola, y conducido a la Dirección General deSeguridad. Pero, merced a los buenos servicios deD. Luis San Martín, consigue ser liberado, recibirel correspondiente pasaporte y trasladarse luegoa su pueblo natal de Benaguasil, Valencia.

Martirio

Provisto del correspondiente salvoconductoFray José Llosá, luego de diversas peripecias,

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consigue llegar Meliana (Valencia) con la idea dealojarse en casa de su alumno Vicente BayarriFerrando, en calle San Juan 25, pero, dado queen frente estaba el comité local de la villa, decidetrasladarse a su pueblo natal donde se refugia enuna aceña o molino familiar -El Molino Mojón”de Puebla de Vallbona- regentado por sus herma-nos. En él ejerce de contable. Hasta que, ante lainminente persecución de algunos del pueblo queno querían dejar en el mismo llavors (simiente)de curas, frailes y monjas hijos del pueblo, enbusca de cobijo más seguro se traslada a Valen-cia. Se refugia en una casita del barrio Velluters,situada muy cerca de las Torres de Quart.

Al anochecer abría la ventana de su alcoba,bien para que se ventilase bien para recibir algode aire fresco. La noche del 1 de octubre, cuandoesto hacía, casualmente acertó a pasar por allíuno del pueblo de Benaguasil, un tal Pitarch,quien fue luego a denunciarlo al comité local.

Enseguida fue detenido y llevado al GobiernoCivil. Hacia la una de la madrugada, luego deprestar declaración ante el Comisario y Miem-bros del Comité de Salud Pública, en compañíade José Contreras fue conducido al calabozo ocu-pado por Victoriano Pineda y Luis Payá.

A continuación seguimos literalmente loshechos en el relato que escribió este último, en

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religión P. Luis de Orihuela, sacerdote capuchino,quien salvó su vida. Lo hace con estas palabras:

A su ingreso en el calabozo José Contrerassufrió un ataque de nervios tal que parecía poneren peligro su vida. Con un botijo le suministra-mos un poco de agua y le refrescamos la frente.Luego le cedimos todo el banco para que se ten-diera en él, hasta que se le pasara el malestar.

Se maravillaba José Llosá de ver la tranquili-dad que teníamos Victoriano Pineda y Luis Payá,pues él tenía la persuasión de que lo iban a fusi-lar aquella misma madrugada. Fray José Llosápreguntó a Luis Payá si era sacerdote y, al res-ponderle afirmativamente, le dijo:

- “¿Quiere usted hacer el favor de confesar-me?”

Y, sentados ambos a los pies de Contreras, enel rincón, se confesó Llosá y quedó tranquilocomo estaban los otros compañeros. Cuando yafue amaneciendo, y la luz del día iluminaba elcalabozo, dijo Llosá:

- “Ya no nos fusilan esta mañana”.

De Gobierno Civil dichos cuatro presos, yotros varios más, fueron trasladados a la cárcelcelular de Valencia. Allí tenían una hora derecreo por la mañana y otra por la tarde, perma-neciendo las horas restantes en las celdas ence-

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rrados. Como es natural, los cuatro que habíanpermanecido juntos en el calabozo se reunían alsalir y pasaban la hora de recreo juntos.

Era el cuarto día de cárcel y, al salir a recreopor la tarde, echamos de menos a Llosá. Estába-mos los tres compañeros pensando en él yhablando de él, cuando salió al patio con unacara tristísima y blanco como la leche. No se diri-gió a nosotros, sino que se fue a un extremo delpatio, y permaneció allí él solo. Los otros compa-ñeros, que habían notado su predilección haciamí, me dijeron: “Vaya usted, señor Payá, a verqué le pasa a Llosá”; y sin pérdida de tiempo mefui a unir con él. Pero ¿qué es esto? ¿Qué tepasa?, le dije. ¡Ay, don Luis!… ¡Me va a fusilarmañana!, me contestó…”

- “No sucederá así, ya lo verá”.

- “Sé cierto, certísimo, que mañana me fusilarán”.

- “Pero, hombre, ¿es que has tenido una reve-lación? ¿qué ha pasado? ¿cómo se ha enterado deque lo van a fusilar mañana?”

- “Mire, don Luis, el comité de mi pueblo persi-gue a muerte a todos los sacerdotes y religiososdel mismo. No sé cómo se han enterado que yo mehallaba aquí preso. Han venido a cerciorarse de siera verdad y, al verme aquí, han quedado en ir acomunicarlo al comité y volver mañana por mí…”

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- “No perdamos tiempo, D. Luis, y confiésemeotra vez…”

En esto el cornetín de órdenes dio la señal defin de recreo y, mientras íbamos a ocupar nues-tros sitios, nos dimos buenos apretones de manosy nos despedimos.

Al día siguiente Llosá no salió al recreo, y nolo vimos más. Los amigos me preguntaron por ély yo les referí cuanto me dijo. Poco tiempo des-pués ingresó en la cárcel un vecino de Benagua-cil; le pregunté por Llosá; me contestó que losmilicianos lo asesinaron en un lugar próximo alcementerio de Benaguacil. R.I.P.”

El Siervo de Dios, Fray José Llosá, fue fusila-do entre Benisanó y la Pobla de Vallbona, en cuyocementerio iba a ser enterrado. Cuando lo esta-ban bajando ya a la fosa común con otros compa-ñeros mártires se presentó su cuñado VicenteBalaguer Ibáñez, quien consiguió que lo sacasen,lo colocó dentro de un ataúd que llevaba, y allífue enterrado.

Semblanza

El pueblo valenciano de Benaguasil siemprese ha manifestado como un pueblo levítico y granamante del arte musical. Por otra parte la madredel Siervo de Dios siempre deseó la gracia de

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contar con un hijo sacerdote en la familia. Estohizo que doña Francisca -madre del biografiado-diese una esmerada educación cultural, religiosoy moral a su hijo José con la clara intención deque siguiese la vocación religiosa de tantos otroshijos del pueblo ingresando en el convento ami-goniano de Nuestra Señora de Monte Sión, deTorrent (Valencia).

Así pues, apenas el joven cumplió los doceaños, la madre lo presenta al convento. En él seperfecciona José en latín, humanidades y demásdisciplinas religiosas, durante casi cuatro añoscomo preparación a su ingreso al noviciado, quehará en Godella (Valencia).

Ya en esta etapa de su vida Fray José mani-fiesta un temperamento fogoso, con una especialvocación para la música y el canto, que ejercitarádurante toda su vida. No obstante presentaba yaindicios de ser un espíritu un tanto tímido y pusi-lánime, lo que tal vez le llevó hasta las puertasdel sacerdocio.

Más adelante, en su correspondencia con suspadres, su hermana Rosita y su cuñada, se mues-tra como un espíritu sensible, muy amante de lafamilia, y sumamente cordial. Sus biógrafos nosaseguran que el Siervo de Dios se distinguió porsu constante entrega a los jóvenes que el Señor lehabía confiado a su cuidado pastoral y misión

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apostólica. Bien dotado por naturaleza, comohemos dicho, para el arte músical, supo ponersus talentos al servicio de los hermanos y de lajuventud extraviada.

Un discípulo suyo nos ha dejado el perfil reli-gioso moral del Siervo de Dios en estas palabras:“En el diácono José Llosá Balaguer destacaría eltemor de Dios, el cumplimiento de sus diversasactividades y su humildad”. Era un religiosotímido y pusilánime. Mientras quemaban edifi-cios cercanos al reformatorio del Príncipe deAsturias en Carabanchel Bajo (Madrid), al escu-char los gritos de las hordas, le confesó tembloro-so al P. Félix Esnaola, con quien se encontraba enla terraza del mismo: “¡Si me dieran un tiro biendado… Pero, todo esto… me asusta!”

Luego de la última confesión del Siervo deDios con el P. Luis Mª de Orihuela, dice éste:“Pasamos todo el tiempo restante hablando decosas espirituales. Yo le animaba mucho a quetuviera una confianza ilimitada en nuestraMadre, la Virgen María, a que la invocasemuchas veces por medio de jaculatorias y a que,si llegaba el momento fatal, fuesen sus últimaspalabras para Jesús y María. Él me prometió queasí lo haría”.

A pesar de no ser una persona fuerte y decidi-da, no obstante en sus últimos momentos consi-

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guió superar sus temores e inseguridades deján-donos una muestra suprema de su profunda fe yserenidad ante el martirio. “Confortado por la fe,su inquietud se transformó en tranquilidad yafrontó con valentía el paso definitivo de estavida al Padre. Ni los tormentos que sufrió antesde morir lograron quebrantar su entereza”.

El perfil religioso moral que Fray José LlosáBalaguer nos ha transmitido, especialmentedesde la perspectiva de sus últimos momentos, esel de un religioso culto y sensible, amante de sutierra y su familia, con gran espíritu de entrega alos jóvenes confiados a la misión específica de laCongregación, que manifestó una gran valentía yfortaleza en sus últimos momentos.

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12. P. FLORENTÍN PÉREZ ROMERO(1902-1936)

Biografía

Florentín Pérez Romero nace en Valdecuenca(Teruel) España, el 14 de marzo del año 1902.Son sus padres Francisco Pérez Pradas e IgnaciaRomero Blasco. Como era costumbre en las fami-lias de la época enseguida lo presentan al curadel pueblo para recibir las aguas bautismales enla iglesia parroquial de San Nicolás de Bari.

Todavía niño, es internado en el Asilo de SanNicolás de Bari, en Teruel, regentado por los reli-

giosos terciarios capuchinos y fundado por doñaDolores Romero (cuyo padre era originario delpueblo del Siervo de Dios) como establecimientobenéfico o asilo de caridad para niños pobres dela zona, principalmente huérfanos. En tan tiernaedad destacó por su dedicación al estudio y porsu inclinación a la oración.

Con los religiosos terciarios capuchinos, pues,aprende las primeras letras, recibe su primeracomunión y realizará todos sus estudios. Yadesde niño manifestó inclinación por la música,para la que estaba muy bien dotado, siendo a lospocos años un buen organista.

Sintiendo inclinación por el estado religioso,pasado cierto período de prueba impuesto por lossuperiores, viste el hábito religioso en la casanoviciado de San José, de Godella (Valencia), el15 de septiembre de 1919 y dos años después, eldía de la Virgen de los Dolores de 1921, en lacasa noviciado emite sus primeros votos religio-sos.

Sigue con gran aprovechamiento los cursosde filosofía y teología, de 1921 a 1928, en lacasa Fundación Caldeiro de Madrid, donde pro-fesa perpetuamente en la fiesta de la Virgen delos Dolores, 15 de septiembre de 1927. Al añosiguiente, el 17 de junio de 1928, es ordenadode presbítero en Segorbe, Castellón de la Plana,

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por el Padre Fundador, Venerable Padre LuisAmigó, teniendo su primera misa cantada el 24de junio en la capilla del Asilo San Nicolás, deTeruel, centro en el que se había formado. Entan solemne acto fue apadrinado por sus her-manos Nicolás Escriche y Manuela PérezRomero.

El Siervo de Dios da comienzo a su ministeriosacerdotal en la casa reformatorio de NuestraSeñora del Camino, en Pamplona (Navarra),donde llegó procedente de Caldeiro el 6 de marzode 1929. Aquí entró en contacto directo con lamisión específica de la congregación. Transcurri-do poco más de un año, en julio del siguiente,recibe obediencia para la fraternidad del Semi-nario Seráfico de San Antonio, en Pamplona,Navarra.

Pocos días le duró la obediencia, pues el 10 dejulio de 1930 pasa a la fraternidad del conventode Nuestra Señora de Monte Sión, de Torrent(Valencia), donde lleva a cabo un hermosísimoapostolado -según el decir de alguno de susalumnos- durante los cinco cursos que allí resi-dió. Trabajó en el colegio y con los jóvenes de laPía Unión de San Antonio de Padua. Y bajo sudirección se forma la Schola Cantorum que pro-porcionó magnífica prestancia y dio gran solem-nidad a las funciones religiosas.

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Del convento de Nuestra Señora de MonteSión de Torrent, en septiembre de 1935, pasa aformar parte de la fraternidad de la casa novicia-do de San José, de Godella (Valencia), en cuyafraternidad le coge la guerra española en julio de1936.

El día 22 del mismo mes y año un numerosogrupo de milicianos asalta la casa noviciado,siendo los religiosos, entre ellos el Siervo de Dios,Padre Florentín Pérez Romero y Fray Urbano GilSáez, objeto de toda clase de insultos y de amena-zas. Tanto que, incluso, fueron sometidos repeti-damente a un simulacro de fusilamiento. Y lo queentonces fue un simple ensayo de fusilamientoluego se convirtió cruda en realidad, como severá seguidamente.

Martirio

Para delinear el martirio de los Siervos deDios Padre Flortentín Pérez Romero y FrayUrbano Gil Sáez, seguimos fundamentalmente eltestimonio de don Isidoro Subiela Burgos, natu-ral de Benaguasil y compañero de los Siervos deDios en la casa noviciado de San José, de Godella(Valencia), y de doña Concepción Sanz Poveda, encuya casa de Benaguasil estuvieron refugiadosantes de salir para el martirio.

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La casa noviciado de San José, de Godella,provincia de Valencia -asegura don Isidoro-, fueinvadida el 22 de julio de 1936… Dio la orden deasalto, el que mandaba, a primeras horas de lamañana del día 22. A la salida de la Misa deComunidad nos reunieron a todos los religiosos.

El objetivo de estos grupos de brigadas o mili-cianos era descubrir las armas que podía haberocultas en la finca y edificio y liquidar a los frai-les como enemigos. Por esto, desde el principio,quisieron fusilar a los religiosos sin miramientoalguno. En consecuencia, pronto nos pusieron decara a la pared. Esperábamos la orden de dispa-rar contra nosotros. Teníamos la vista nubladaante la inminente muerte. El que mandaba decíaque no dejaran enfriar los cadáveres y los ente-rrasen todavía calientes.

El padre Francisco de Ayelo, que era el Maes-tro de Novicios, nos dijo:

- Hagan el acto de contrición.

Y nos dio la absolución.

Un día, el tercero -afirma dicho Isidoro Bur-gos-, nos encerraron en el coro de la iglesia y bajoél iban almacenando colchones. Corrió la voz deque iban a quemar la iglesia. El P. Florentín, quelo supo, no pudo dominarse y, excitado tremenda-mente, gritaba:

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- ¡Nos van a quemar vivos!

Hubo que calmarlo como se pudo. Después sesupo que los colchones almacenados eran paradormir los milicianos.

Los padres Francisco María de Ayelo deMalferit, Antonio María de Massamagrell yFlorentín Pérez, con algún novicio, fueron lle-vados y bajados al patio central para simularsu fusilamiento. Formado el pelotón de milicia-nos, y con las armas dispuestas a disparar, apa-recieron los padres quienes mutuamente sedieron la absolución y prepararon para el mar-tirio.

También en alguna ocasión dispararon variascargas cerradas con el fin de intimidar a los quehabían quedado recluidos en celdas, después dehaber bajado al patio a varios religiosos.

El cuarto día -siempre según Isidoro Burgos-,el padre Tomás Sanz Poveda, el padre FlorentínPérez Romero, fray Urbano Gil Sáez y servidor,fuimos llevados a Benaguasil. El padre TomásSanz acogió en su casa, por no tener donde ir, alpadre Florentín y a fray Urbano.

Estuvieron en casa como un mes. Un día porla mañana vinieron a casa -dice doña ConchaSanz- y, con el pretexto de hacerles preguntas enel Comité, se llevaron al padre Florentín y al

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Hermano Urbano, pero ya no volvieron. Su inten-ción, como lo mostraron después, era darlesmuerte. Les retuvieron presos unos tres días.Durante todos estos días yo, por las mañanas lesllevaba café con leche con alguna pasta. A medio-día, la comida, y, por la noche, la cena. Quiero tes-timoniar que el padre Florentín apenas comía; seencontraba muy decaído.

Los sacaron de noche -dice Isidoro Burgos-. Lamujer del carcelero, como hacía frío, les entregóuna bufanda a cada uno para que se abrigasen.Ellos, de inmediato, se dieron cuenta de que lossacaban para llevarlos a matar. Los fusilaron a lasalida de la carretera de la Pobla de Vallbona a lageneral de Liria-Valencia; aquí pusieron unacruz de mármol blanco, para recuerdo, terminadala guerra.

El Siervo de Dios, padre Florentín PérezRomero, fue quien, en el asalto de los llamadosmilicianos a la casa noviciado, viendo inminentesu muerte, hizo esta oblación de su vida:

- ¡Señor, si mi vida ha de servir para la salva-ción de España, desde ahora os la ofrezco!.

Ambos Siervos de Dios fueron martirizados el23 de agosto de 1936, juntamente con tres caba-lleros católicos de derechas: Joaquín Bonet Cape-lla, Vicente Montón Gómez y Juan Garrido

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Fortea. Sus restos mortales fueron sepultados enel cementerio de Benaguasil.

Semblanza

El Siervo de Dios quedó huérfano enseguida,razón por la que muy pronto fue internado en lacasa Asilo de San Nicolás, en Teruel. Por otraparte, la pobreza de la familia y la distancia delpueblo natal no hacían posible las visitas fre-cuentes de su buena madre a su hijo. Esto, sinduda, hizo que su carácter sensible se acentuaraya desde los primeros años y adoleciera de for-mación completa en sus primeros años en el senode la familia, lo que repercutirá en su posteriorformación.

De todos modos tanto sus biógrafos, como losdiversos testigos del proceso, nos retratan alSiervo de Dios como de carácter alegre y bonda-doso, sin hiel ni malicia, que se ganaba con facili-dad la simpatía y afecto de todos. Espíritu muysensible, de artista. De niño sobresalió por suespíritu candoroso y por su devoción a la Virgende los Dolores, a quien solía entonces llevar lamerienda para ofrecérsela inocentemente. Luego,ya religioso, se acrecentó en él su espíritu maria-no, el que incansablemente trataba de inculcaren sus alumnos.

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Quien le conoció en sus años jóvenes, su her-mano en religión, nos ha dejado del Siervo deDios el siguiente retrato: “Físicamente era unhaz de sarmientos, pero lleno de espíritu para lamúsica y para las matemáticas. Yo ya le conocíestudiando filosofía. Era sencillo e inocente. Eramuy sensible. Muy bueno y piadoso, cumplidor desus obligaciones. Se abstraía al vivir dentro de sumundo del arte y de la matemática. Era muyamable y acogedor. Era una criatura de Dios sen-cilla”.

El P. Florentín Pérez Romero se distinguió,asimismo, por su observancia regular, amor alretiro y preparación de sus clases, generalmentede matemáticas y de música. Seguramente lasdotes pedagógicas, sobre todo por lo que se refie-re al dominio de los alumnos, no las poseyó, sinembargo su seriedad y responsabilidad en laenseñanza fueron notables. A pesar de su consti-tución física débil -padeció del estómago- sinembargo estaba sano y fuerte, según el médico dela casa.

En el proceso informativo un testigo dice delSiervo de Dios era todo bondad. Era músico ytenía que luchar entre la seriedad para que cum-plieran como estudiantes y la bondad nativa queposeía. Otro testigo asegura que era un ángel, yrepite, era un angelito, y este recuerdo lo guardo

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hasta hoy. Un tercero lo describe como espíritusencillo, piadoso, infantil. Otro más hace su perfilreligioso espiritual indicando que era muy dulce,amable y paciente. Y otro más asegura que eraamable, trabajador y músico. Y quien tan sólo loconoció en los días precedentes al martirio, en surefugio de Benaguasil, afirma que en aquellosdías el carácter del Siervo de Dios era muy apo-cado y generoso. Parecía que llevaba encima laimpresión y certeza de su propio martirio.

No resulta fácil delinear la silueta espiritualdel Padre Florentín, pero sí podemos sintetizarlacomo un espíritu sensible y cultivado, muyamante de la música, de constitución física apa-rentemente débil, pero no enfermiza, de carácteramable, aunque un tanto apocado, amante de laVirgen de los Dolores y muy entregado al serviciode la juventud.

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13. FRAY URBANO GIL SÁEZ(1901-1936)

Biografía

El Siervo de Dios Fray Urbano Gil Sáez naceen la masada de Colinas (“la cual se encuentra alcoger el desvío a Bonchales, a mano izquierda ytodavía está en pie”) diócesis de Albarracín y pro-vincia de Teruel, España, el día 9 de marzo de1901. Y al día siguiente recibe las aguas bautis-males en la iglesia parroquial de Nuestra Señorade la Asunción, de su pueblo natal, de manos deD. Emilio Mascarell, recibiendo el nombre de

Urbano Manuel. Son sus padres Blas Gil Monzóne Ignacia Sáez Pérez, ambos también de Broncha-les. Y sus hermanos, Eustaquio, Miguel, Josefa,Cecilio y Pedro; éste último también terciariocapuchino.

Al quedarse muy pronto huérfano de padre esinternado, junto con su hermano menor Pedro, enel Asilo de San Nicolás de Bari de Teruel, regen-tado entonces por los religiosos terciarios capu-chinos. En dicho centro harás sus estudiosprimarios y recibirá la primera comunión.

Andando el tiempo manifestará inclinación ala vida religiosa, por lo que en el mismo AsiloSan Nicolás de Bari cumplirá el tiempo de postu-lantado prescrito antes de vestir el hábito yhacer su ingreso al noviciado.

En la casa noviciado de San José, de Godella(Valencia), viste el santo hábito el 12 de abril de1917. Concluido su segundo año de noviciado enel convento de Nuestra Señora de Monte Sión, deTorrent (Valencia), emite sus primeros votos el12 de abril de 1919 en Godella.

Apenas profesado, inicia su apostolado en elconvento de Monte Sión de Torrent (Valencia)hasta que, en fecha 16 de junio de 1920, pasa aformar parte de la fraternidad de la Escuela deReforma del Salvador, de Amurrio (Álava), donde

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desarrolla un laudable trabajo con los menores.“Su vida -según uno de sus biógrafos- se puedeleer e interpretar perfectamente bajo la clave dela compasión evangélica”. Fue uno de esos reli-giosos amigonianos dispuesto siempre a hacersetodo para todos, según el lema paulino que elVenerable Luis Amigó proponía a sus hijos

El 23 de julio de 1926 cursa petición para ini-ciar los estudios eclesiásticos, lo que le es dene-gado por los superiores mayores. En 1928 profesaperpetuamente en la congregación de religiososterciarios capuchinos.

En 1922 pasa a prestar su servicio militar enel acuartelamiento de Zaragoza, por lo que esdestinado a la fraternidad amigoniana del BuenPastor de dicha ciudad, concluido el cual nueva-mente, en septiembre de 1925, lo encontramosdesarrollando su ministerio con los niños de laCasa de Reforma del Salvador de Amurrio, Álava.

Sucesivamente Fray Urbano forma parte delas fraternidades de Santa Rita, Madrid; NuestraSeñora de Monte Sión de Torrent, Valencia; yReformatorio del Príncipe de Asturias, tambiénen Madrid. En septiembre de 1935 es trasladadoa la casa noviciado de San José de Godella,Valencia, donde, atendida su segunda petición decursar estudios eclesiásticos, inicia la correspon-diente carrera.

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Apenas iniciada la guerra, el 18 de julio de1936, Fray Urbano comparte en todo la suerte ylos sufrimientos de los hermanos de la fraterni-dad de San José, de Godella (Valencia), dondereside. Finalmente, luego de un calvario de inte-rrogatorios y simulaciones de fusilamiento, el 25de julio de 1936 puede salir para Benaguasildonde, con el Siervo de Dios P. Florentín PérezRomero, recibe piadosa acogida en la casa pater-na del también terciario capuchino padre TomásSanz Poveda.

Desde los comienzos de la guerra hasta sumuerte comparte avatares, refugio y martirio conel antedicho Siervo de Dios Padre FlorentínPérez Romero.

Semblanza

Los biógrafos son extremadamente parcos aldelinear la fisonomía espiritual del Siervo deDios Fray Urbano Gil Sáez. De todos modos nosdicen que era un religioso ejemplar, señalándosepor su afán de prestar ayuda a los hermanossobrecargados de trabajo. Por su jovialidad era laalegría de la fraternidad donde residía y de losalumnos que reeducaba. Contagiaba su alegríapor lo espontánea y sincera. Y su buen decir ledaba un encanto especial.

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El P. Juan Antonio Vives, en su intento pordelinear la fisonomía espiritual del Siervo deDios dice que “Fray Urbano, con corazón genero-so y ensanchado, hizo realidad en sí mismo elideal amigoniano de la compasión. Ayudado porsu carácter jovial estaba siempre cercano a susmuchachos, compartiendo con ellos, no sólo sutener, sino también su ser. Con una alegría natu-ral, que contagiaba a todos por lo espontánea ysincera, mitigaba sus sufrimientos, y con unasensibilidad a flor de piel sabía pararse al ladode quien más lo necesitaba para ofrecerle sucompañía y amistad”.

Gran pedagogo, autodidacta y formado en losavatares de la vida, así lo estimaron sus alum-nos. Uno de ellos asegura que “Fray Urbano eraun gran pedagogo. Yo diría que era el máximopedagogo que ha pasado por Monte Sión. Y esti-mo que este amor a los demás lo demostraba enla dedicación a sus alumnos. Entre nosotroshabía un dicho, que era: El que no ha ido a lasclases de Fray Urbano no sabe nada”.

Por su parte sus hermanos en religión gene-ralmente delinean su perfil espiritual haciendohincapié en su faceta de educador y pedagogo.Aseguran que era muy dado al estudio y a laenseñanza. Otro lo ve preocupado por sacar delniño la formación integral. Un tercero indica que

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sobresalió en la justicia y la caridad, practicadasespecialmente en su ministerio de profesor. Ytodos lo destacan como un hermano coadjutorinstruido, culto y servicial.

En cambio quienes lo trataron los días de lapersecución, especialmente en su refugio deBenaguasil o en la cárcel del pueblo, lo definecomo muy callado y observante de todas las nor-mas de la Congregación. O también oponiéndoloal P. Florentín Pérez Romero, que era muy apoca-do y generoso, el Siervo de Dios Urbano Gil Sáezera más comunicativo y jovial. Era más decidido.Y ambos, durante el mes, poco más o menos, queestuvieron en casa se comportaron mejor quebien.

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14. P. DOMINGO MARÍA DE ALBORAYA(1872-1936)

Biografía

El Siervo de Dios P. Domingo Mª de Alboraya,en el siglo Agustín Hurtado Soler, nació en lavilla de Alboraya, diócesis y provincia de Va-lencia, el 28 de agosto de 1872. De familia pro-fundamente cristiana, al día siguiente de sunacimiento recibió las aguas bautismales en laparroquia de Nuestra Señora de la Asunción desu pueblo natal, de manos del coadjutor de lamisma D. Vicente Ferrer.

De familia regularmente acomodada y quegozaba de general estimación en la villa, fueronsus padres D. Vicente Hurtado Panach y Dª Anto-nia Soler Sanmartín, ambos asimismo origina-rios de Alboraya.

Trasladados sus padres a la ciudad de Valen-cia, Agustín cursa en dicha ciudad los estudios deprimera y segunda enseñanza y, posteriormente,los de latín y filosofía en el Seminario Conciliar.

Apenas fundada la Congregación de Religio-sos Terciarios Capuchinos, Agustín abandona losestudios eclesiásticos y se presenta en la antiguacartuja del Puig (Valencia) solicitando su ingresoen el Real Monasterio de Nuestra Señora de AraChristi, que provisionalmente habitaban los reli-giosos amigonianos. En la tercera vestición, el 21de junio de 1889, toma el santo hábito trocandosu nombre de pila por el de fray Domingo Mª deAlboraya, con el que se conocerá al Siervo deDios en lo sucesivo.

El 24 de junio de 1890 es uno de los primerosdiecinueve primeros religiosos que emite sus votostrienales en el convento de Nuestra Señora deMonte Sión, de Torrent (Valencia), en manos delpadre Fundador Venerable Luis Amigó y Ferrer.

El 15 de agosto de 1896 emite sus votos per-petuos asimismo en Torrent (Valencia) y cuatro

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meses más tarde, el 19 de diciembre de 1896, esordenado sacerdote en Valencia. Durante lacarrera alterna sus estudios eclesiásticos y lite-rarios con los de armonía y composición, dadoque es muy aficionado a la música. Es su maes-tro el eminente músico D. José María Úbeda.

De 1899 a 1901 desempeña el cargo de supe-rior en el Real Monasterio de Yuste, en Cáceres; yde 1901 a 1908 en la Escuela de Reforma deSanta Rita, en Madrid, el de vicesuperior y supe-rior sucesivamente. Imprime una nueva orienta-ción al centro de reforma, proyectándolo más alexterior, con lo que la Escuela alcanza las mayo-res cotas de popularidad por su seriedad pedagó-gica. Participa en el primero y segundo capítulosgenerales de la Congregación.

Durante el sexenio 1908-1914 es segundo con-sejero general a la vez que desempeña, de 1910 a1914, el cargo de superior de la casa FundaciónCaldeiro de Madrid. Ejerce su ministerio en elAsilo San Nicolás de Bari, de Teruel, de 1914hasta el 21 de noviembre de 1916 en que solicitay obtiene indulto de secularización temporalpara poder atender a su madre enferma.

El 18 de diciembre de 1922 de nuevo se incar-dina en la Congregación, que le destina a la Colo-nia de San Hermenegildo, de Dos Hermanas(Sevilla), donde desarrolla su ministerio pastoral

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con jóvenes descarriados hasta el verano de1932, en que pasa a formar parte de la fraterni-dad del convento de Nuestra Señora de MonteSión, de Torrent (Valencia).

A finales de 1935 nuevamente pasa a formarparte de la Escuela de Reforma de Santa Rita, enMadrid, donde le coge la guerra civil. El 21 dejulio de 1936 la fraternidad es dispersada y elSiervo de Dios es el primero que abandona laEscuela en busca de seguro refugio en casa de suamigo el abogado D. Francisco Pastor, en Madrid.

Martirio

El 18 de julio de 1936 se inició el llamadoAlzamiento Nacional. Fracasado el alzamientomilitar en la capital de España, los milicianos delas organizaciones políticas y sindicales de ten-dencia marxista o anarquista se adueñaron deMadrid, dedicándose al pillaje, al incendio deiglesias y conventos y a la ocupación ilegal deedificios, especialmente de los pertenecientes aentidades culturales y religiosas. De modo parti-cular se ensañaron con los centros educativos dela Iglesia y de las Órdenes y Congregaciones reli-giosas dedicadas a la enseñanza.

El Siervo de Dios P. Domingo Mª de Alborayase hallaba de fraternidad en la Escuela de Refor-

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ma de Santa Rita, Madrid. Así relata un su com-pañero el asalto a la Escuela: “El día 20 de julio,a las 8’15 a.m. fuimos sorprendidos por un feroztiroteo contra el colegio… Los milicianos, fusil alrostro, nos fueron buscando por toda la casa y,siempre apuntándonos, nos obligaron a todos areunirnos en la dirección… Vale la pena notaraquí que aún llevábamos todos los hábitos pues-tos y ostentábamos nuestras venerables bar-bas… Y, cuando estuvimos todos (la comunidadse entiende) nos encerraron y dejaron un nutridopiquete de vigilancia a la puerta por la parte defuera…

- ¿Sabéis lo que vamos a hacer con éstos?,sugirió sesudamente uno de ellos. Como aquíabajo hay un recibidor le prendemos fuego y,como este piso es de madera en menos de ná losachicharramos a tos. Cuidau que no se tiren porlas ventanas. ¡Ale!.

- ¡Eso, eso!… y salieron.

Teníamos razones de sobra para estar segurosde que lo harían. Entonces se nos ocurrió algo quehasta entonces, quizás por la agitación, el barullo,la presteza con que ocurrió todo, no habíamos pen-sado. Cierto que tampoco habíamos llegado a untrance como éste. HICIMOS UN ACTO DE CON-TRICCIÓN COLECTIVO Y NOS DIMOSMUTUAMENTE LA ABSOLUCIÓN. Siguió un

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silencio profundo. Y quiero subrayar lo siguiente:Estábamos todos serenos y tranquilos. Ni un sologemido o suspiro. Ni un solo gesto de intentar huir.Pasaba el tiempo. No estaba en los designios delSeñor que le hiciéramos este cruento holocausto.

Apenas el Siervo de Dios P. Francisco TomásSerer, que se encontraba en la misma finca, peroen una casita aparte, se apercibió de lo que ocu-rría, avisó al Sr. Alcalde de Carabanchel de lainvasión de la Escuela de Reforma por parte delos milicianos.

Merced a la intervención de dicho Sr. Alcaldede Carabanchel, se pudo formar un Comité. Y el21 de julio, constituido de nuevo el Comité, decidióque, menos el Siervo de Dios Padre Bienvenido Mªde Dos Hermanas, los demás estábamos libres demarcharnos cuando y donde quisiéramos”.

El Siervo de Dios P. Domingo Mª de Alborayafue el primero en abandonar la Escuela. Huyen-do de las hordas marxistas, salió de la Escuela deReforma de Santa Rita de Carabanchel Bajo yhalló piadoso refugio en casa de su amigo el abo-gado D. Francisco Pastor. Con anterioridad elComité de Carabanchel lo había llamado porteléfono y le había preguntado si quería recibiren su casa al P. Domingo -que había dado sunombre- a lo que el señor Pastor accedió conmucho gusto.

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Unos doce días estuvo refugiado el Siervo deDios, hasta que un día los milicianos rodearon lacasa del abogado, subieron a las habitaciones yse llevaron presos a Bellas Artes tanto al señorPastor como al Siervo de Dios. Al ser detenidoséste decía:

- “Paciencia. Hágase lo que Dios quiera”.

Allí el señor Pastor se salvó por cuanto lereconoció un miliciano a quien había defendidoen un pleito lo mejor que supo. Al ser puesto enlibertad preguntó qué harían del P. Domingo. Ledijeron que lo llevarían al hospital. Este hospitaldebió de ser –según dijo el señor Pastor- la muer-te, pues nada más se supo de él.

El cadáver del Siervo de Dios apareció junto alas tapias del Retiro. El acta de defunción de laCausa General dice que “se refugió en casa de unamigo, de donde fue sacado por los rojos el día 15de agosto de 1936 y llevado a las inmediacionesdel Retiro, donde fue asesinado, acribillado abalazos”.

Semblanza

Quienes mejor conocieron al Siervo de Diosnos han dejado de él el siguiente retrato: El P.Domingo era alto y bien parecido. Como toda lafamilia tenía el pelo rubio. De carácter risueño y

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jovial, pero cuando se trataba de su vida de pie-dad, del cumplimiento de sus deberes religiosos yde sus obras de apostolado, era muy severo yexacto cumplidor. Era un gran aficionado a lamúsica, llegando a componer algunas piezas quetodavía se conservan.

Para sus hermanos de religión el P. DomingoMª de Alboraya era muy alto, robusto y de aspec-to patriarcal. De carácter sumamente bondadoso.Su rasgo fundamental, en el orden espiritual, locentraba en hacer obras de caridad, preocupán-dose especialmente de los más necesitados y delos jóvenes extraviados.

Tratando de delinear la silueta espiritualdel Siervo de Dios, uno de los testigos del proce-so, asegura que del P. Domingo Mª de Alborayacuanto diga de él todo es poco, no obstante,puesto a resaltar algunos rasgos de su personanos lo describe como sumamente amante de laCongregación, espíritu muy caritativo y labo-rioso, perfil que también delinea su gran amigoPepe Serrán cuando asegura que era de grancorazón, bondadoso, acogedor, con gran don degentes y amante de hacer el bien a todos sindistinción.

El P. Domingo, hombre de acusada personali-dad, su modo de ser y de actuar, salpicado con lacreatividad, espontaneidad y libertad del artista,

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chocó en no pocas ocasiones con el modo de pen-sar de otros hermanos. Y ésta fue posiblementela raíz de sus sufrimientos.

En 1916 recibe indulto de secularización porun año para atender a su madre enferma. Lossuperiores se opusieron repetidamente a recibir-lo nuevamente en la Congregación a pesar de lasreiteradas peticiones de éste. Finalmente en1923 es recibido de nuevo en la Congregación ydestinado por diez años a la fraternidad de DosHermanas, Sevilla. Durante este período el P.Domingo Mª de Alboraya desempeñó bien su ser-vicio ministerial de director espiritual de losmuchachos o jóvenes y de los religiosos, fueranclérigos estudiantes de teología o hermanos coad-jutores. Eran sumamente gratas sus homilías yexhortaciones, generalmente hablando, a losjóvenes extraviados.

Quien durante un curso le sirvió diariamentecomo acólito de su misa matutina dice que “cele-braba con tal devoción que todo el canon lo pasa-ba llorando. Para mí, dice, era de una emociónprofunda su demostración de dolor y, a la vez, degozo en el Santo Sacrificio”. Y perfila su siluetaespiritual con estas palabras: “Gran compositor,orador magnífico en forma de charlas, animadorde los recreos comunitarios y ejemplo de resigna-ción para todos, mártir de Cristo”.

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Hombre de oración, fervoroso en la celebra-ción de la Eucaristía, fiel al rezo diario de laliturgia de las horas, muy devoto de la Virgen delos Dolores y atento siempre a transmitir la fe alos educandos, no sólo con el ejemplo, sino tam-bién con la catequesis sencilla, amena y adapta-da a la mentalidad de los mismos.

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15. P. BIENVENIDO MARÍADE DOS HERMANAS (1887-1936)

Biografía

El Siervo de Dios P. Bienvenido María de DosHermanas, en el siglo José de Miguel Arahal,nace el 17 de junio de 1887, en el pueblo de DosHermanas, diócesis y provincia de Sevilla. Y esbautizado por don Manuel López el 24 del mismomes y año.

Hijo legítimo de José de Miguel Montano y deMaría Arahal Gómez, es bautizado el 24 de juniode 1887 por el presbítero don Manuel López Cala

en la iglesia parroquial de Santa MaríaMagdalena de Dos Hermanas, Sevilla.

“Aún no tenía Pepín cinco años –asegura suhermano Paco- y ya se le veía inclinación gran-de por las cosas de Dios. Su entretenimiento enaquellos años era hacer altarcitos. Nueve her-manos éramos en casa y él solo era el quesentía predilección por tan piadoso entreteni-miento”.

Las primeras letras las aprende en lasescuelas del pueblo con D. Francisco Carrasco,que le profesaba gran cariño. Y muy pronto sin-tió vocación de terciario capuchino, tanto es asíque, queriendo acelerar el tiempo de ingreso enla Congregación, le decía a la mamá si no podí-an ponerle en la partida de bautismo un añomás. A los doce años, concretamente el 22 demarzo de 1900, ingresa como aspirante religio-so en su pueblo natal.

El 18 de noviembre de 1902 marcha al con-vento de Nuestra Señora de Monte Sión deTorrente (Valencia) para iniciar allí la etapa depostulantado. Y el 6 de enero de 1903 ingresa alnoviciado en el mismo convento. Al ser presen-tado al Venerable P. Fundador éste le dijo:Bienvenido seas, hijo mío, y Bienvenido sería enlo sucesivo su nombre de religión.

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El 15 de abril de 1905 hace su primera profe-sión religiosa en Monte Sión, de Torrente(Valencia). Los seis años de votos temporales lospasa en Torrent (Valencia), Dos Hermanas(Sevilla) y Madrid. Y el 15 de abril de 1911emite sus votos perpetuos. De 1912 a 1920, enque es ordenado sacerdote, reside sucesiva-mente en las fraternidades de San Nicolás deBari (Teruel) y en el colegio Fundación Caldeiro(Madrid), cursando la carrera eclesiástica.Ordenado de presbítero celebra su primeramisa el 6 de junio de dicho año 1920. Formaparte de la fraternidad de la casa FundaciónCaldeiro, en Madrid.

El período de 1920 a 1927 desempeña suministerio en la casa noviciado de San José, deGodella (Valencia), donde los tres primeros añoses el maestro de novicios y los cuatro siguientessuperior de la numerosa fraternidad.

El 29 de diciembre de 1927, y en calidad devicario general, preside el sexto capítulo de laCongregación. En él es elegido superior generaldel Instituto. Durante cerca de cinco años pro-mueve la capacitación científica de la Congrega-ción, la promoción vocacional y la apertura de laobra a la América hispana.

Como superior general se mostró un religiosode espíritu recto y fuerte, exigente consigo mismo

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y con los demás, muy amante de la Congregacióny de su obra de reeducación de menores, a la quese entregó sin reservas. En el instituto promoviólas semanas pedagógicas y reuniones de educa-dores, impulsó la formación científica de los nue-vos religiosos y, acompañado de algunos de ellos,visitó Alemania, Bélgica y Holanda con la nobleintención de dotar de mayor base científica elmétodo amigoniano de reeducación de menores.Un discípulo suyo, y buen conocedor de su maes-tro, afirmaba que el P. Bienvenido era un supe-rior cortado, no para quinientos religiosos, sinopara cinco mil.

El 10 de julio de 1932 preside, como superiorgeneral el séptimo capítulo. En el curso delmismo el P. Bienvenido es elegido segundo conse-jero y secretario general, cargos que simultaneacon el de superior de la Casa del Salvador, deAmurrio (Álava). En 1934, juntamente con el P.León María de Alacuás, es delegado por el supe-rior general para que en su nombre gire la visitacanónica a las fraternidades de América.

El 30 de septiembre de 1935 es nombradosuperior de la Escuela de Reforma de Santa Rita,en Carabanchel Bajo (Madrid), fraternidad en laque le sorprende la guerra civil en espera deentregar al nuevo director, P. León María de Ala-cuás, la dirección de la misma.

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Martirio

El 18 de julio de 1936 a primeras horas de lamañana algunos padres de la Escuela de Refor-ma de Santa Rita, en Madrid, fueron a celebrarla santa misa a las diversas capellanías. Todossalieron normalmente, pero ya en la calle se res-piraba una atmósfera alarmantemente densa.

El día 19 de julio –relata un testigo de loshechos– los padres capellanes, antes de salir asus respectivas capellanías, propusieron al P.Bienvenido si no sería más prudente suspendereste servicio, en vista del cariz que iban tomandolos acontecimientos. El P. Bienvenido, que era delos optimistas, respondió:

- “¡El que tenga miedo que no vaya! Yo iré ensu lugar”.

Salieron.

Y regresaron. Pero todos regresaron muy alar-mados, pues ya las calles estaban totalmentetomadas por grupos de milicianos armados. Fra-casado el Alzamiento Nacional en la capital deEspaña, los milicianos de las organizaciones polí-ticas y sindicales de tendencia marxista o anar-quista se adueñaron de Madrid, dedicándose alpillaje, al incendio de iglesias y conventos y a laocupación ilegal de edificios, especialmente de lospertenecientes a entidades culturales o religiosas.

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De modo particular se ensañaron con los centroseducativos de la Iglesia y de las órdenes y congre-gaciones religiosas dedicadas a la enseñanza.

El día 20 de julio, a las ocho y cuarto de lamañana, fuimos sorprendidos por un feroz tiro-teo contra la Escuela de Reforma de Santa Rita.Las balas entraban por las ventanas abiertas operforaban cristales y tableros de las que esta-ban cerradas. Una horda de milicianos invadióla casa vociferando y amenazando acabar contodos. Fusil al rostro nos fueron buscando portoda la casa y, siempre con la punta del cañónclavada en la espalda, nos obligaron a todos losreligiosos a reunirnos en la dirección. Nos ence-rraron y dejaron un nutrido piquete de vigilan-cia a la puerta.

Vale la pena anotar que aún llevábamos todoslos hábitos puestos y ostentábamos nuestravenerables barbas. Dos días antes le propusimosal P. Bienvenido si no sería prudente afeitarnospara que en el momento oportuno vestirnos depaisano. No fue partidario de la idea. Con tododijo:

- “El que quiera que se afeite”.

Apenas acomodados, en esto sonó el teléfono.Los del piquete de guardia, de un empellón,abrieron la puerta y se precipitaron alarmados y

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coléricos. Un hombretón del mismo con una hoz yde un tajo cortó los hilos del teléfono, diciendo:

- “Como suene otra vez us ametrallamos atos”.

- “¿Sabís lo que vamos a hacer con éstos?(sugirió sesudamente otro de ellos). Como abajohay un recibidor le prendemos fuego y, como elpiso es de madera, en menos de ná los achicha-rramos a tos. Cuidiau que no se tiren por las ven-tanas. ¡Ale!”

- “¡Eso, eso!”… y, salieron.

Entonces se nos ocurrió algo que hasta enton-ces no habíamos pensado. Cierto que tampocohabíamos llegado a un trance como éste. Hicimosun acto de contrición colectivo y nos dimosmutuamente la absolución. Siguió un silencioprofundo. Y quiero subrayar lo siguiente: queestábamos todos serenos y tranquilos. Ni un sologemido o suspiro. Ni un solo gesto de intentarhuir. Pasaba el tiempo…

El 21 de julio, constituido el Comité, éste deci-dió que, menos el P. Bienvenido y Fray Emilio, losdemás estábamos en libertad de marcharnoscuándo y adónde quisiéramos. El 24 el testigosalió de la Escuela y el 29 se refugió en la calleAlcalá 66. Y el 31 de julio, a media mañana, lle-garon al mismo refugio los hermanos Tomás

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Serer, quienes llevaban también la maleta del P.Bienvenido, a quien esperaban para ese mismodía, o en todo caso al día siguiente.

A Alcalá 66 nunca más llegó el P. Bienvenido.Pues abandonó el último la Escuela de Reformade Santa Rita, pero la abandonó obligado a lafuerza por dos milicianos quienes lo condujeronal Banco de Vizcaya, y luego al Banco de España,para que sacara el dinero depositado en la cuen-ta corriente de la Escuela. Se lo entregó D.Eduardo Cazorla. Acto seguido se apoderaron delmismo y en un coche llevaron al P. Bienvenido alPuente de Toledo entregándolo con violencia alComité de Juventudes Libertarias, milicianospertenecientes a organizaciones marxistas deaquella barriada. Él se negó a bajar del coche. Noobstante le bajaron violentamente y éstos le con-dujeron a la Pradera de San Isidro donde lo ase-sinaron bárbaramente.

Según el sargento, lo abrieron en canal y loexpusieron así algún tiempo. A su muerte el P.Bienvenido contaba 49 años de edad y 31 de vidareligiosa.

Semblanza

El Siervo de Dios ya desde su infancia mani-festó estar dotado de una religiosidad, fuerza de

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voluntad y constancia poco comunes. Estas cuali-dades le permitieron sin duda que, siguiendo ini-cialmente la vocación de hermano coadjutor,posteriormente siguiese la de clérigo.

En 1920 es ordenado sacerdote y en el cursodel año es nombrado ya maestro de novicios.Religioso humilde, su primer acto fue besar lospies de los subordinados. Siendo superior de lacasa de Godella, fregaba los platos cuando llega-ba el turno establecido. Y, durante el tiempo de lasiesta, se quedaba al cargo del salón de estudiode los niños seminaristas, no permitiendo elmenor ruido para que descansaran los religiosos.

Elegido superior general de la Congregación,siguió residiendo en la casa noviciado de Godella,donde radicaba la curia generalicia. Durante esteperíodo siguió en todo el horario de la casa comoun religioso más, cumpliendo las normas y debe-res con el detalle del más fervoroso novicio.

Religioso de una acusada personalidad cimen-tó su vida en una sólida virtud, apoyada en unbuen caudal científico adquirido a costa de costo-sos sacrificios y puesta al servicio de los jóvenesdesviados del camino de la verdad y del bien, finespecífico de la Congregación.

Un hermano en religión, en el intento demodelar su retrato dice: “El P. Bienvenido de

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Dos Hermanas tenía una estatura normal.Carácter afectuoso. Para mí fue como un padre.Se distinguió por su amor a la Congregación.Fue el primero en mandar religiosos a estudiaral extranjero, siendo crecido el número de losmismos que, gracias a este permiso, se capaci-taron para cumplir con eficacia la misión pro-pia”.

En la Escuela de Reforma de Santa Ritamanifestó una cordial predilección por los niñospobres del barrio. Y, siguiendo los deseos delVenerable P. Fundador, Fray Luis Amigó, creóuna escuela, escuela gratuita, para practicar lasobras de misericordia con los niños.

En mayo de 1931, cuando acaeció la llamadaquema de conventos, desde el Reformatorio delPríncipe de Asturias acudió a la Escuela deReforma de Santa Rita, en Madrid, para animara los religiosos. Acudió vestido de hábito, quejamás abandonó. Y les aconsejó que no abando-naran la institución. Asimismo cuando en juliode 1936 los milicianos entraron en la Escuela deReforma de Santa Rita, el P. Bienvenido no quisoabandonar el establecimiento y dirigiéndose a losmilicianos les dijo:

- “Déjenme, pues soy religioso y estoy en micasa”.

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Quienes lo trataron lo consideran varón ador-nado de grandes virtudes: fe viva, esperanzafirme y desbordante caridad manifestada conobras. Servía a todo hermano a quien veía necesi-tado. Había aprendido bien: el que quiera ser elmayor, sea el siervo de sus hermanos, y así lopracticaba. Austero consigo mismo y dispuesto eindulgente ante cualquier necesidad. Hombre deoración, que manifestaba en la participación enlos sagrados misterios, fiestas y procesiones, quepreparaba con la mayor solemnidad, dentro de lasencillez franciscana. Hombre de carácter fuerte,pero al mismo tiempo bondadoso, muy humano,conocedor del corazón sabía que somos barro ynecesitados de la gracia y del perdón.

Trató siempre de inculcar las devociones queél practicó: a Jesús Sacramentado, a NuestraMadre de los Dolores, al Seráfico Padre SanFrancisco y al Sagrado Corazón de Jesús.

Los biógrafos nos trazan una semblanza del P.Bienvenido María de Dos Hermanas como reli-gioso de espíritu recto y fuerte, exigente consigomismo y con los demás, adornado de grandesdotes de gobierno, muy tenaz en sus propósitosapostólicos, muy amante de la Congregación y desu obra de reeducación de menores, gran promo-tor de vocaciones religiosas y sacerdotales, y pro-fundamente espiritual.

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Éste fue el P. Bienvenido María de Dos Her-manas. Ésta, su vida; ésta, su muerte; ésta, tam-bién su semblanza.

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16. P. LEÓN MARÍA DE ALACUÁS(1875-1936)

Biografía

El Siervo de Dios Padre León Mª de Alacuás,en el siglo Manuel Legua Martí, nació el 23 deabril de 1875 en el pueblo de Alacuás, diócesis yprovincia de Valencia, España.

Hijo legítimo de Manuel Legua Serrano y deMaría Martí Ros, el mismo día de su nacimientofue presentado al sacerdote coadjutor de la igle-sia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora

de su pueblo natal, quien administró a Manuellas aguas bautismales.

En Alacuás realizó los estudios primeros. Hijode uno de los primeros bienhechores de la Con-gregación, se familiarizó desde niño con los her-manos de Torrent, a quienes su buen padre -quepor la rapidez y presteza en atender las necesi-dades de los frailes era conocido como la bicicletadel convento- prestó cuantiosos servicios. Esteasiduo contacto del joven Manuel con los frailesdel convent le llevó a que, apenas cumplidos susquince años, enseguida solicitase su ingreso enreligión.

El 21 de julio de 1890 viste el hábito amigo-niano, trocando su nombre por el de fray León Mªde Alacuás, y casi dos años más tarde, el 17 dejunio de 1892, emite sus primeros votos religio-sos en manos del Venerable Padre Fundador.

Finalizado el período de sus votos temporales,abandona la Congregación debido a una graveenfermedad. Restablecido de la misma, en 1897nuevamente pide su reingreso en la Congrega-ción de Terciarios Capuchinos.

El 2 de febrero de 1898 profesa sus votostemporales en la Escuela de Reforma de SantaRita, en Madrid. Tres años más tarde, el día dela Candelaria de 1901, renueva sus votos trie-

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nales en el convento de Nuestra Señora deMonte Sión, de Torrent (Valencia). Y el día 12de abril de 1904 profesa perpetuamente en elmismo convento.

Durante 1905 el Siervo de Dios es ordenadode diácono y de subdiácono por Mons. FranciscoMª de Orihuela, obispo de Santa Marta, Colom-bia. Finalmente el 15 de julio de 1906 se ordenade presbítero en la ciudad de Valencia.

El padre León Mª de Alacuás es todo unejemplo de fidelidad en su ministerio apostólicocomo servicio a una juventud extraviada delcamino de la verdad y del bien, pues siempre lodesarrolló en centros llamados de la MisiónEspecífica.

De 1906 a 1911 desempeña su ministerioapostólico en la Colonia de San Hermenegildo,de Dos Hermanas (Sevilla). Luego de un año enel Real Monasterio de Yuste, de 1912 a 1919desarrolla su apostolado en la casa FundaciónCaldeiro, de Madrid. De 1920 a 1924 ejercita suministerio como presidente de la Casa del Sal-vador de Amurrio (Álava). De 1924 a 1930ostenta el cargo de presidente primero, y desuperior después, en el Reformatorio del Prínci-pe de Asturias, Madrid. Y de 1930 a 1932 esdirector de la Casa Tutelar San Francisco dePaula, de Alcalá de Guadaira, Sevilla.

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De 1932 a 1935 es director de la Escuela deReforma de Santa Rita, Madrid. Pasa de fraterni-dad al Reformatorio del Príncipe de Asturias y,cuando es destinado nuevamente a dirigir laEscuela de Reforma de Santa Rita, en dicha casale sorprende la guerra. El 21 de julio de 1936 esdisuelta la fraternidad y el Siervo de Dios, junta-mente con el padre Domingo Mª de Alboraya, sonlos primeros en abandonar la institución parabuscar refugio en Madrid.

Religioso dotado de grandes dotes de organi-zador, encauzaba rápidamente la marcha peda-gógica en los centros poniendo enseguida enfuncionamiento los talleres y escuelas. Asimis-mo prestó grandes servicios a la Congregacióncomo consejero general de la misma, y, jun-tamente con el padre Bienvenido Mª de DosHermanas, realizó visita canónica a las frater-nidades de América.

Martirio

“Hicimos un acto de contrición colectivo y nosdimos mutuamente la absolución. Siguió unsilencio profundo. Y quiero subrayar lo siguiente:que estábamos todos serenos y tranquilos. Ni unsolo gemido o suspiro. Ni un solo gesto de inten-tar huir”, según asegura uno de los religiosos

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encerrados juntamente con el Siervo de Dios P.León Mª de Alacuás.

Por voluntad de Dios, y merced a los buenosservicios del señor alcalde de Carabanchel, losreligiosos enseguida quedaron libres de marchardónde y cuándo quisieran. Los primeros en aban-donar la Escuela de Reforma de Santa Rita deMadrid fueron los Siervos de Dios PP. DomingoMª de Alboraya y León Mª de Alacuás. Fuedurante el día 21 de julio de 1936.

El P. León encontró benévola acogida en casade D. Ricardo Fernández Hontoria, calle Alcalá66, de Madrid. No considerándose seguro endicha residencia el 29 de julio se trasladó a casade D. Edelmiro Feliu, sita en calle Fernández dela Hoz, 5 – 2ª C.

El día 17 de septiembre de 1936, a las nuevede la mañana nueve milicianos hacen un registroen dicha casa en busca de un sacerdote.

Lo cierto es que los milicianos iban en buscadel sacerdote D. Gerardo Peña Arnáiz, quienhacía de ayo de los hijos de D. Ignacio Cohello dePortugal y Bermúdez de Castro, quien con ante-rioridad se había puesto ya a salvo. De ahí ellargo interrogatorio a que fue sometido el Siervode Dios. “Pues bien -dice la dueña de la casa-,cuando acosaban al padre León a preguntas que

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él no acertaba a contestar (yo me parecía queestaba diciéndose la recomendación del alma) mimarido contestaba diciendo que era un tío suyo;que estaba enfermo; que no comprendía bien por-que no tenía bien la cabeza; que era faltoso; queestaba casado, que era de México,… ¡qué sé yo!”

“En este trance -dice el hijo de D. EdelmiroFeliu- los demás estábamos como azogados; y,muy en particular el propio padre León, a quienle tiritaban las manos visiblemente”.

A este punto el Siervo de Dios optó por decirla verdad y a ella se atuvo siempre. El Siervo deDios confesó y no negó. Rectificaba para no men-tir. “¡No!, ¡no! Yo no me llamo Pedro, sino ManuelLeón Legua Martí”, decía.

Hacia las tres y media de la tarde, se llevandetenidos al dueño de la misma y al Siervo deDios. Uno tras otro, primero al padre León, ycada uno en un choche. Al salir de casa el padreLeón le dice la dueña de la misma, queriendodarle un pañuelo:

- “Tome este pañuelo”.

A lo que un bestia de aquellos le contestó:

- “No te preocupes, que no le va a hacer falta”.

Se ignora la fecha exacta en que fue fusilado.Lo cierto es que el 29 de septiembre apareció el

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cadáver del dueño de la casa en el kilómetro 25de la carretera de Madrid a Francia.

Finalizada la guerra, y retornada la familiaFeliu Gutiérrez a Madrid, prosiguió sus indaga-ciones con el fin de hallar el cadáver de su mari-do que encontró enterrado en el cementerio deSan Sebastián de los Reyes, Madrid. Y con elcadáver de su marido había otro que no supo dequién podía ser. Pensó sería el del padre León.

“Por esto, al trasladar los restos de su maridoal panteón propio, compró también aquellatumba en que se había consumido el cuerpo de sumarido, pues no tenía caja, ni tampoco el otrocadáver, y cubrió la tumba con una lápida que loperpetuara. Bajo esa lápida y sin caja se quedó elotro cadáver al que, sea de quien sea y pensandoen el padre León, pongo flores cuando voy omando ponerlas en el Día de Difuntos”, dice ladueña.

Según la Dirección General el Siervo de Diosfue fusilado el 26 de septiembre de 1936 y la fotode su cadáver aparece en la Causa General, sibien los restos mortales no se han podido locali-zar, aunque paree lo más probable reposen en elcementerio de San Sebastián de los Reyes, segúnel decir de la viuda de quien fue fusilado junta-mente con el Siervo de Dios y que ha realizado labúsqueda pertinente y oportuna.

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Semblanza“El padre León Mª de Alacuás -según el retra-

to que de él hace un discípulo suyo- tenía unaestatura media. De carácter firme, muy exigenteen sus convicciones. Celoso en el cumplimientode las obligaciones y deberes de los religiosos,tanto para él como para los demás; gran devotode Nuestra Señora de los Dolores, patrona princi-pal de la Congregación. En el orden apostólico sedistinguió porque todos los días celebraba lamisa y predicaba a los alumnos, y en sus homi-lías nunca faltaba la alusión a la SantísimaVirgen. Ejerció la misión específica de la Congre-gación de una manera muy entregada, y tenía uncarisma especial para ello”. Por esto, con todaverdad, ha podido ser considerado como el primerdirector espiritual de la Congregación.

Era el Siervo de Dios de estilo vivaz, empren-dedor en su proceder, y sensato en la aplicaciónde los reglamentos. Como director siempre semanifestó exigente, según el conocido aforismolatino fortiter in re, suaviter in modo, lo que porsu bondad e interés por los muchachos, recibió deéstos no sólo correspondencia y respeto, sinotambién afecto por su trato ordenadamentepaternal.

Con mayor sobriedad, pero con parecido perfilreligioso moral, nos lo ha retratado uno de sus

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mejores conocedores. “Era el P. León Mª de Ala-cuás -dice éste- muy espiritual, de un ardientecelo apostólico y gran promotor de la observanciareligiosa”.

Predicaba con frecuencia, siendo su predicaciónsencilla, persuasiva y llena de unción. Todos losdías, después de la celebración de la santa misa,hablaba unos breves minutos sobre diversostemas religiosos adecuándose a la condición de losmuchachos. Asimismo fuera de la iglesia regular-mente tenía una plática, exhortación o conferen-cia, a cada uno de los grupos de muchachos.

Este ministerio específico de director espiri-tual lo siguió ejerciendo aún los días de persecu-ción en su refugio madrileño. Durante los díasque permaneció en casa de los señores Feliusiguió recitando el breviario, ejercicio que alter-naba con la lectura de la Divina Comedia. Cele-braba la Eucaristía, a la que asistían los señoresde la casa y algunos hermanos en religión. Servíade capellán a las Siervas de María, a quienespresidió en la renovación de votos y escuchaba enconfesión. Dirigía el rezo del rosario, presidía labendición de la mesa, y recitaba las oracionesluego de las comidas. Incluso llegó a administrarel bautismo a un neófito, hijo de los señores Coel-ho, quien recibe el nombre de Santiago Mª delPilar y de Todos los Santos.

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Cuando D. Edelmiro se apresta a trazar elperfil espiritutal del Siervo de Dios dice: “Si yotuviera que trazar un retrato espiritual de suvida religiosa pondría como perfiles de la mismala fe, la caridad y la humildad, porque eran virtu-des que se le veían”.

En síntesis, fue el Siervo de Dios un religiososumamente espiritual, entregado en cuerpo yalma a la salvación de los menores extraviadosconfiados a su cuidado, por lo que se le puedeconsiderar un mártir del apostolado específico dela Congregación a imitación de Cristo Buen Pas-tor, que da su vida por sus ovejas.

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17. P. FRANCISCO TOMÁS SERER(1911-1936)

Biografía

El Siervo de Dios nació el 11 de octubre de1911 en Alcalalí, diócesis de Valencia y provinciade Alicante, España. Hijo legítimo de AntonioTomás Ferrer y de Dolores Serer Miralles, origi-narios y vecinos asimismo de Alcalalí. De familiamuy cristiana, al día siguiente de nacer presen-taron a Francisco a recibir las aguas bautisma-les, que le fueron administradas por el párroco

don Joaquín Mora, en la iglesia parroquial de laNatividad de dicho pueblo.

El 25 de noviembre de 1915 es confirmado porel Sr. Arzobispo de Valencia, D. Valeriano Menén-dez-Conde. En la escuela nacional del pueblocursó las primeras letras, ocupando siempreentre sus compañeros los puestos más aventaja-dos. El 26 de mayo de 1921 recibe su primeracomunión y, a partir de entonces, manifiesta coninsistencia sus deseos de ser sacerdote.

A los doce años sus padres le llevaron a Gode-lla, a la escuela seráfica de los RR. TerciariosCapuchinos de Nuestra Señora de los Dolores,donde dio comienzo a sus estudios de latín yhumanidades.

Recibió el hábito religioso de dicha Congrega-ción el 15 de septiembre de 1926, en la casa novi-ciado de San José, de Godella (Valencia). Y dosaños más tarde, el 15 de septiembre de 1928,emite sus primeros votos religiosos en la mismacasa noviciado. Allí cursó posteriormente la filo-sofía. La teología la cursaría en Teruel y en Amu-rrio (Álava).

El 20 de diciembre de 1933 emite sus votosperpetuos en la Casa del Salvador, de Amurrio(Álava); el 28 de abril de 1934 recibe el diaconadoy el día 24 de mayo del mismo año recibe la orde-

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nación sacerdotal en Vitoria de manos de Mons.Mateo Mújica Urrestarazu.

Canta su primera misa en su pueblo natal enla festividad de san Juan de la Mosquera, el 24del mes siguiente, acompañado del P. BienvenidoMaría de Dos Hermanas, numerosos terciarioscapuchinos, amén de su familia y pueblo enpleno.

Durante el curso 1934-1935 el Siervo de Diosestuvo en la Casa Reformatorio del Salvador deAmurrio, Álava, iniciándose en las actividadesapostólicas. Pero en octubre de 1935 fue trasla-dado a Carabanchel Bajo (Madrid) a la casitallamada La Patilla, dependiente de la fraterni-dad de la Escuela de Reforma de Santa Rita ysituada en la misma finca, para que comenzasea estudiar la carrera de medicina en la Univer-sidad Central de la Capital de España. Y, efec-tivamente, comenzó con aprovechamientosobresaliente.

Asimismo durante el verano de 1935 recibeobediencia para realizar un viaje de estudios,juntamente con otros hermanos en religión, porFrancia y Bélgica para dotar de solidez científicalos métodos pedagógicos de la Congregación yhacer más eficaz su ministerio apostólico de ser-vicio al menor marginado.

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A su muerte contaba veinticuatro años deedad y nueve de vida religiosa. Es el benjamín delos religiosos amigonianos muertos violentamen-te durante la pasada contienda española.

Martirio

En la finca La Patilla tenía desplazada laEscuela de Reforma de Santa Rita una de las sec-ciones de la misma. Pero, en las fechas estivales,en la misma no quedaba ya muchacho alguno.

El día 20 de julio, a las 8’15 de la mañana laEscuela de Reforma se vio sorprendida por elferoz tiroteo de los milicianos. Inmediatamentelos milicianos encerraron a los religiosos en ladirección del centro. El Siervo de Dios, apenas seapercibió de lo que estaba ocurriendo, corrió a laAlcaldía de Carabanchel y puso al corriente al Sr.Alcalde de la invasión del centro por parte de losmilicianos. Fue el instrumento de que se valió lamisericordiosa Providencia de Dios para que losacontecimientos cambiasen totalmente derumbo.

Diligentemente el Sr. Alcalde toma cartas enel asunto, se presenta en el centro y sube a ladirección del mismo, consiguiendo de los milicia-nos, luego de sensatas reflexiones, que permitie-sen a los religiosos abandonar el mismo.

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El 21 de julio quedan los religiosos en libertadpara marcharse cuando y donde quisieran. ElSiervo de Dios, siguiendo el plan trazado, el 31 dejulio, a media mañana y en compañía de su her-mano Pedro, con una maleta cada uno, llega acalle Alcalá 66 y en espera de que asimismoacuda su superior el Siervo de Dios P. BienvenidoMª de Dos Hermanas, de quien era una de lasmaletas.

Aquella tarde no llegó el P. Bienvenido, ni aldía siguiente tampoco. El día dos, al atardecer, elSiervo de Dios llama por teléfono al Alcalde deCarabanchel, quien le informa que el P. Bienve-nido hacía ya dos días que no estaba en SantaRita, con lo que el Siervo de Dios se sobresaltó ycasi violentamente le exigió que le dijera quéhabía sido de él.

- Usted me aseguró que al P. Bienvenido no lepasaría nada. ¿Dónde está? Dígamelo.

- No lo sé. Le aseguro que no lo sé. Ha debidosalir ya del colegio y puede que se encuentre enalguna casa de Madrid.

- ¡No es cierto! ¡No es cierto! Voy a ir ahí inme-diatamente y le voy a exigir que me diga qué eslo que ha pasado.

- No venga, por Dios, no venga, le dice el señoralcalde. Sería una locura. Yo no sé nada.

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Y el Siervo de Dios colgó el teléfono, mientrascomentaba: Mañana temprano me voy a Caraban-chel. Ese tipo me está mintiendo. Él sabe, él sabe,y no me lo quiere decir. Pero yo le voy a ajustar lascuentas. Estaba pálido. Todos trataron de disua-dirle, pues si el Alcalde le había ordenado contanto énfasis que no fuera, sus razones tendría.

Al día siguiente el Siervo de Dios no fue aCarabanchel. Había cambiado parecer. “Vamos -dijo- a recorrer todas las comisarías. Es posibleque esté detenido en alguna. Vamos allá y, ¡quesea lo que Dios quiera!”

Pero sólo visitamos una. El Comisario quedóestupefacto ante nuestra pretensión. Y nos dijo:

- “¿Ustedes son sacerdotes? ¿Saben el peligroen que se están metiendo? ¿Se dan cuenta de quepueden llegar a un sitio donde lo más seguro seráque no salgan? Poco es lo que les puedo ayudarpero, háganme caso: Váyanse inmediatamente acasa o escóndanse donde nadie les pueda encon-trar. Es un consejo leal, créanme”. Y se volvieronal refugio de calle Alcalá, 66.

Pero el Siervo de Dios desafió a la Divina Pro-videncia. Al otro día, sin ni siquiera querer aten-der a razones y hasta ruegos, fue temprano a laAlcaldía de Carabanchel. Y no volvió. Pasaron lashoras, la mañana y la tarde y la noche. Y no vol-

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vió. Su hermano Pedro parecía enloquecer. Tam-poco atendió a razones. Se fue en su busca. Ytampoco volvió.

Al salir del edificio municipal una patrulla demilicianos le acechaba ya en la puerta, le apresó yse lo llevó despiadadamente. Al amanecersiguiente, 3 de agosto, junto a las tapias delReformatorio del Príncipe de Asturias, apareció elcadáver del Siervo de Dios acribillado a balazos.

Como carne de cerdo -así decía a sus víctimasla barbarie- fue transportado en un carro basure-ro al depósito del cementerio de CarabanchelAlto, donde recibió tierra en una fosa comúnabierta para todos los asesinados del día. ¡Tannumerosos solían ser! Y en el cementerio deCarabanchel Alto, en lugar indeterminado, espe-ran sus restos mortales hasta el presente latriunfante resurrección.

La muerte de los dos hijos, Pedro y Francisco,sumió a sus buenos padres en un profundo doloral que no se pudieron sobreponer, lo que les lleva-ría, según las gentes de Alcalalí, a morir de tris-teza a los pocos años.

Semblanza

Alcalalí, el pueblo natal del Siervo de Dios,siempre fue un pueblo religioso y levítico, y espe-

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cialmente en los tiempos de formación del padreFrancisco Tomás. El pueblo entero rezumabareligiosidad. Por otro lado, según el decir de suspaisanos, sus padres eran buenos católicos, cum-plidores extraordinarios de sus deberes religio-sos. Yo, dice una señora del pueblo, recuerdomucho a su madre, que era muy piadosa. Nodejaba de ir a ninguno de los actos religiosos quese celebraban en la parroquia. Por lo que el Sier-vo de Dios recibió en su casa, ya desde sus prime-ros años, una exquisita formación cristiana yreligiosa.

Otro de los testigos, tratando de transmitir-nos su perfil, nos describe al Siervo de Dios comomuy elegante, más bien delgado, y de aspectonormal. De carácter dulce y extraordinariamenteamable. Era muy piadoso y causaba en el pueblouna impresión ejemplar.

Su mejor conocedor, canónigo e hijo asimismodel pueblo, hace de él la siguiente semblanza: “ElSiervo de Dios brilló de manera especialísima porsu amor a Dios, practicó una profunda piedadeucarística y mariana. En muchas ocasiones yo levi permanecer de rodillas ante el sagrario duran-te largas horas y en tiempo de vacaciones. Era unencanto verle celebrar por su unción y recogi-miento. También le vi ayudar a misa al párrocode Alcalalí, que era de edad avanzada. Yo a su

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madre le veía todos los días hacer el víacrucisacompañada por el Siervo de Dios, cuando erajoven él. No me cabe la menor duda de que vivíaconstantemente la presencia de Dios”.

Y a continuación describe al Padre FranciscoTomás Serer como un religioso exquisitamentebueno e inteligente. De su bondad daban créditola laboriosidad, la obediencia, la caridad, la asi-duidad en procurar el bien de los otros más queel suyo propio, hasta el extremo final de exponeren serio su vida por prestar un servicio al PadreBienvenido, que lo podía necesitar.

De su inteligencia privilegiada hablan lascalificaciones con que superó todos los exámenesde la carrera eclesiástica y los trabajos que reali-zó en Madrid en materia de reeducación demenores. Y ciertamente así fue, pues supo her-manar ciencia y piedad como pocos lo han hecho.

Por su parte doña Josefa Mestre resalta en elSiervo de Dios, padre Francisco Tomás Serer, sugran piedad, su humildad y su extraordinariavalentía y fortaleza. Y a renglón seguido añade:“Si yo tuviera que trazar el perfil espiritual sobreel Siervo de Dios, lo haría con los trazos siguien-tes: una gran fortaleza en su vida, y sobre todoen el momento del martirio; la obediencia a suspadres y superiores, la humildad y sobre todo lacaridad que informó todos los actos de su vida”.

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Por lo demás, en sus estancias veraniegas enel pueblo de Alcalalí, el Siervo de Dios se mostra-ba muy prudente, hablaba muy poco y siemprecon acierto. El tono de voz era suave y dulce.

Este es su perfil religioso moral, éste su retra-to, ésta su semblanza.

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18. P. CRESCENCIO GARCÍA POBO(1903-1936)

Biografía

El Siervo de Dios Padre Crescencio GarcíaPobo nace el 15 de abril de 1903, a las cinco de latarde, en el pueblo de Celadas, Teruel (España).Y es bautizado al día siguiente, en la iglesiaparroquial de Santo Domingo de Silos, por elcura párroco don Francisco García. Son suspadres Lorenzo y María asimismo de Celadas.

Fallecido su padre el 6 de abril de 1907, él, decorta edad y el menor de los tres hermanos

supervivientes, es internado en el Asilo San Nico-lás de Bari, Teruel, regentado por los religiososterciarios capuchinos. Andando el tiempo, Cres-cencio se siente llamado por el Señor a la vidareligiosa, por lo que en dicho internado realizarálos estudios de latín y humanidades.

En la festividad de la Virgen de los Dolores,15 de septiembre de 1919, viste el santo hábitoen la casa noviciado de San José, de Godella(Valencia). Según la ordenación de entonces cum-ple sus dos años de noviciado y, el 15 de sep-tiembre de 1921, emite sus primeros votostemporales, pasando a continuación a formarparte de la fraternidad del colegio FundaciónCaldeiro, en el Madrid moderno.

Aquí, y durante los siguientes seis años, rea-liza sus estudios filosóficos y cursa los tres pri-meros años de sagrada teología. En la CasaFundación Caldeiro asimismo emite sus votosperpetuos el 15 de septiembre de 1927.

En fecha 16 de Septiembre de 1928, en Gode-lla (Valencia), es ordenado de presbítero por elVenerable Padre Fundador, Mons. Luis Amigó yFerrer. Y al día siguiente, festividad de lasImpresión de las Llagas del Seráfico Padre SanFrancisco, celebra su primera misa rezada en lacasa noviciado.

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De 1928 a 1935 ejercitará su ministerio sacer-dotal, primero, en la Escuela de Reforma deSanta Rita y posteriormente en el Reformatoriodel Príncipe de Asturias, ambos centros en Cara-banchel Bajo, Madrid, excepción hecha de un añoen Torrente para sustituir al Siervo de Dios, P.Florentín Pérez, enfermo. Pero, al hacerse cargola congregación en septiembre de 1935 de laCasa Tutelar Nuestra Señora de Covadonga, enSograndio (Asturias), el Padre Crescencio pasa aformar parte de la fraternidad fundadora.Durante un año, más bien escaso, contribuye efi-cazmente a que el centro alcance su pleno funcio-namiento.

El P. Crescencio, apenas entrado julio de 1936,regresa al Reformatorio del Príncipe de Asturias,en Madrid, donde a los pocos días le sorprende laguerra civil española. Ocupado el centro es dete-nido el Siervo de Dios por primera vez pero, mer-ced a la intervención de D. Luis San Martín, juezdel Tribunal Tutelar de Menores, juntamente conlos demás religiosos de la fraternidad reciben suscorrespondientes salvoconductos.

Martirio

El día 20 de julio de 1936, pues, fue asaltadoel Reformatorio del Príncipe de Asturias, de

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Madrid, y al día siguiente dispersada la fraterni-dad, de la que formaba parte el Siervo de DiosPadre Crescencio García Pobo. Y, a pesar dehabérsele otorgado un salvoconducto, el PadreCrescencio no huyó, sino que prefirió buscar refu-gio en Madrid.

Halló piadosa acogida en la pensión de doñaPilar Torres, en la plaza del Ángel, número 3derecha, donde se hace pasar por estudiante demedicina y a quien limpiaba la ropa doña MaríaRivera, hija del hortelano de la Escuela de Refor-ma de Santa Rita, Madrid. Apresado, por segun-da vez, el 23 de julio cuando marchaba por lacalle de la Montera de Madrid acompañado defray Pedro Gil Sáez, al hallarle sin documenta-ción alguna, el Siervo de Dios fue llevado a laDirección General de Seguridad, de donde pasó ala cárcel de Ventas -siempre según doña MaríaRivera- quien lo defendió en el momento mismode la detención.

“Don Crescencio García Pobo -dice MaríaRivera- fue detenido en la calle de Carretas el 2de agosto de 1936 e ingresado ese mismo día enla cárcel de Ventas, donde, después de variosinterrogatorios y malos tratos por los rojos, pre-tendiendo que abjurara de su fe y caráctersacerdotal, fue sacado, en unión de otros presos,el día tres de octubre de ese mismo año y asesi-

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nado en las proximidades del Cementerio delEste”.

Cabe decir que en la cárcel de Ventas el P.Crescencio fue destinado al departamento llama-do de intelectuales, donde tiene ocasión de inti-mar, entre otros, con el escritor Ramiro deMaeztu, así como también con Federico Santan-der, periodista del Diario ABC, con quien llegó aintimar.

Efectivamente, en la Causa General de Espa-ña se halla la fotografía de la saca ordenada porel Comité de Investigación Pública, de Madrid,con fecha tres de octubre de 1936, en cuya listaaparece el nombre del Siervo de Dios y una apos-tilla que textualmente dice: “Orden de la checade Fomento para que fuesen entregados a susagentes varios presos que resultaron inmediata-mente asesinados”.

Indudablemente el Siervo de Dios fue una delas muchas víctimas ejecutadas en el lugar cono-cido como Paracuellos de Jarama, cercano alcementerio del Este, y sepultado después en fosacomún.

Semblanza

Tampoco se muestran especialmente largoslos biógrafos cuando nos tratan de ofrecer el per-

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fil religioso moral del Siervo de Dios. Uno de susalumnos nos dice que el P. Crescencio sobresaliópor el orden en todos sus actos, porque era muyordenado y metódico. No obstante sí nos han que-dado tres retratos del Siervo de Dios realizadospor sus mejores biógrafos.

El P. Tomás Roca asegura que “notas destaca-das de su carácter fueron la simpatía, la alegría,el agrado, la entrega total a los jóvenes y el inte-rés por conocer todos los avances de la psicologíay pedagogía para el tratamiento de alumnos des-adaptados”, e indica que “el talante educador lobasó el P. Crescencio en la libertad, en la confian-za y en la amistad.”

El P. Joaquín Guillén hace de él el siguienteperfil: “Crescencio García Pobo era de medianaestatura, cara redonda, moreno, joven. Se mani-festaba como extrovertido. Sin embargo su inte-rior era sencillo, humilde, mortificado y buenreligioso. Parecía superficial, pero era sencillo,sacrificado y fiel cumplidor de sus deberes reli-giosos”, cosa natural, por lo demás, por la forma-ción religiosa que recibió en sus años deestudiante amigoniano.

Por otra parte, el P. Juan Antonio Vives tc, noslo presenta como religioso de carácter apacible yrisueño. “El Padre Crescencio García Pobo -escri-be- fue un religioso sencillo, humilde y sin gran-

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des pretensiones, que se distinguió especialmentepor su generosa y sacrificada dedicación a nues-tra Misión Específica”.

Toda su vida transcurrió silenciosamente -sinespectaculares alardes- al servicio directo de losjóvenes desadaptados. Con el espíritu propio dela Congregación, se entregó en cuerpo y alma, sinreservar nada, a la educación de nuestrosmuchachos. Y con su carácter alegre contribuyóeficazmente a su recuperación personal y rea-daptación social.

El 25 de marzo de 1932 fallece su madre,María Pobo y Pobo. Testigos conocedores de loshechos nos han asegurado que el P. Crescenciogozaba en pasar por Teruel y visitar a su herma-na Modesta, la Topeta, y a sus sobrinos José,Pilar, Rafael, Aurora y Desiderio, quienes vivían,saliendo de la ciudad a la derecha en la últimacasa, antes de tomar la carretera para Celadas.

El P. Crescencio no fue persona de muchosestudios pedagógicos, pero asimiló la ciencia delcorazón humano en la convivencia cotidiana consus alumnos”.

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19. P. TIMOTEO VALERO PÉREZ(1901-1936)

Biografía

El Siervo de Dios Timoteo Valero Pérez nacióel día 24 de enero de 1901 en Villarejo deTerriente, diócesis de Albarracín y provincia deTeruel. Y el mismo día fue bautizado por donJuan J. García en la parroquia de Santa Ana desu pueblo natal.

Era hijo legítimo de los consortes Jorge ValeroGómez y de María Pérez Pérez ambos, así como

también los abuelos, originarios y residentes enVillarejo de Terriente.

De familia humilde, ingresa de niño en elAsilo de San Nicolás de Bari, fundado por DªDolores Romero y Arano -del mismo pueblo delSiervo de Dios- como asilo de caridad para niñospobres y huérfanos, regentado por los religiososterciarios capuchinos. Allí, pasados algunos años,cursa los estudios de latín y humanidades yprende en él la vocación religiosa amigoniana.

Interesante es la carta que escribe a suspadres antes de su ingreso al noviciado. Entreotras cosas les dice: “Dígoles también que no lesapene, aunque algo lo sientan, el que yo les deje,pues entendiendo, según en mi interior siento,que Dios Nuestro Señor me llama al estado reli-gioso, me portaría mal con Él al no seguirlo. Poreso Él mismo dice: “El que ama a su padre o a sumadre más que a Mí, no es digno de Mí”; ademásseguro estoy, y muy seguro, de que por habermeconsagrado a su servicio no les faltará nada abso-lutamente, supliendo Él, sin que Vds. lo noten, loque yo les había de suministrar”. Y a continua-ción encarga encarecidamente a sus padresmanifiesten su gratitud a Dª Dolores Romero, lafundadora del Asilo San Nicolás de Teruel.

El 15 de septiembre de 1917 viste el hábito deterciarios capuchino e ingresa al noviciado en la

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Casa Noviciado de San José, de Godella (Valen-cia). Concluido el bienio, en la festividad de laVirgen de los Dolores -15 de septiembre de 1919-hace su primera profesión religiosa en la mismacasa noviciado.

Formando parte de la misma fraternidad, losdos años siguientes realiza sus estudios filosófi-cos, que finalizará en la casa Fundación Caldeiro,de Madrid, el curso de 1921-1922.

Durante los años de 1922 a 1926 realiza losestudios de sagrada teología en las fraternidadesdel Reformatorio del Príncipe de Asturias y en laEscuela de Reforma de Santa Rita, ambos cen-tros en Carabanchel Bajo, Madrid. En esta últi-ma fraternidad emite su profesión perpetua el 15de septiembre de 1925.

El 16 de septiembre de 1928 es ordenado depresbítero por el Venerable Padre FundadorMons. Luis Amigó en la Casa Noviciado de SanJosé, de Godella (Valencia). Y al día siguiente,festividad de la Impresión de las Llagas del Será-fico Padre San Francisco, celebra su primeramisa cantada.

La mayor parte de su ministerio pastoral lodesarrolló en la Escuela de Reforma de SantaRita de Carabanchel Bajo, Madrid, donde dejóuna huella imborrable en su servicio de cateque-

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sis y sacramentalización a los jóvenes extravia-dos. Desarrolló asimismo su ministerio pastoralen la Casa Fundación Caldeiro, Madrid.

De su estancia en esta última fraternidad nosha dejado un alumno suyo -D. Julián Carlos Cas-tillejo de Medina- la siguiente anécdota: “Ya en1931, al proclamarse la República, era tal el peli-gro que corríamos que ocultaron las imágenes, yrecuerdo perfectamente que el Siervo de Dios, P.Timoteo Valero, me condujo hasta el sagrario, loabrió y me dijo: Tenemos que consumir las Sagra-das Formas, para que no las profanen… y, des-pués de abrir el sagrario y destapar varioscopones que había, las consumimos entre las dostodas, hasta incluso la que había para la Exposi-ción”.

De nuevo en la Escuela de Reforma de SantaRita -Carabanchel Bajo, Madrid-, en esta frater-nidad le coge la guerra española hasta que,disuelta la fraternidad y perseguidos sus miem-bros, el Siervo de Dios consiguió encontrar piado-so refugio en la ciudad.

Martirio

El 17 de julio de 1936 el P. Timoteo Valeroacompaña una excursión, con los jóvenes quemayormente habían aprovechado durante el

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curso en los estudios, a la Granja de San Ildefon-so de Segovia, pasando a continuación a visitar laciudad del Acueducto Romano. Pero los excursio-nistas hubieron de volver ya más presto que decostumbre, por cuanto los acontecimientos nopresagiaban nada bueno.

Ocupada la Escuela de Reforma de Santa Ritael 20 de julio de 1936 por los milicianos, y conver-tida en checa, al día siguiente los religiosos sedisperdigaron por Madrid en busca de cobijo. ElSiervo de Dios P. Timoteo Valero -según su discí-pulo señor Castillejo- se refugió en casa de unacosturera del colegio, llamada doña Laura; peroallí estuvo muy poco tiempo, seguramente tansólo unas horas, para dirigirse luego a casa de suhermano Roberto. En casa de su hermano fuedetenido, según dijo la misma doña Laura, queconocía de las interioridades del colegio.

Posiblemente lo delató Agustina, hermana dela mujer de Roberto y con quien no estaba enbuenas relaciones. Hicieron los milicianos unminucioso registro que resultó frustrado. Salíanya de la casa los agentes convencidos de que nohabía en ella sospechoso alguno. Pero, como elSiervo de Dios era tan chirigotero, cuando sucuñada cerró la puerta, él, yendo de puntillassobre el pasillo, por el agujero de la cerradurahizo una de tantas llamando la atención. Dándo-

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se cuenta los milicianos volvieron sobre suspasos, obligando a su cuñada a sacarlo, siendoprisionero desde ese momento.

Así pues, fue detenido en el domicilio de suhermano Roberto, calle Silvela 92 entonces, yluego 104, el día 14 de septiembre de 1936, sien-do conducido a la calle Lista, número 65, dedonde pasó a la checa de Fomento. El Siervo deDios fue sacado para el martirio y ejecutado,según consta por testigos y documentos, en elpueblo de Vicálvaro, Madrid, el 17 de septiembrede 1936, sabiendo los malhechores que era sacer-dote y religioso.

Su mismo hermano Roberto, que compareciópara el reconocimiento del cadáver, reconoció elde su hermano en la fotografía nº 92. Había sidoenterrado en el cementerio de Vicálvaro en fosacomún.

Semblanza

Los superiores mayores apreciaron en el Sier-vo de Dios dotes especiales para el desarrollo dela misión específica de la Congregación, es decir,para la reforma de la juventud extraviada, razónpor la que con muy buen criterio siempre lo des-tinaron a escuelas de reforma o de protecciónpaternal. Y hay que decir -según aseguran sus

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biógrafos- que acertaron plenamente, pues todosellos sostienen que el P. Timoteo Valero era unjoven sacerdote, alegre, músico, jovial, bromista,que conectaba mucho con los jóvenes, que se dis-tinguía por su laboriosidad y por sus aciertos enla educación de la juventud descarriada.

El P. Tomás Roca, historiador del institutoamigoniano, destaca en el Siervo de Dios su ale-gría con los jóvenes. Pretendía -dice- que estuvie-sen todos contentos. Y otro hermano en religióncertifica que el P. Timoteo Valero se cuidabamucho del estudio psicológico de cada uno de losalumnos para, de esta forma, llevarlos con mayoreficacia a una buena educación.

De todas formas quienes mejor conocieron alSiervo de Dios, como ocurre casi siempre, fueronsin duda sus compañeros de estudios y de hábito.Suelen ser ellos quienes mejor delinean su retra-to físico y espiritual, es decir, quienes mejor sue-len trazar su semblanza. Uno de ellos lo hace conestas palabras: “El P. Timoteo Valero era guapo yde aspecto agradable. Carácter alegre, jovial ybromista. Realizó una gran labor con la juven-tud, sobre la que tenía un especial ascendiente.Era organista. Fiel cumplidor de sus deberes reli-giosos. En su época era general la fiel observan-cia del reglamento. Teníamos ocupadas todas lashoras en las cuales no faltaban las abundantes

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prácticas piadosas. No se concebía que nadie fal-tara a estas prácticas”.

Finalmente el P. Juan A. Vives Aguilella tcnos ha dejado el siguiente perfil religioso moraldel Siervo de Dios: “El P. Timoteo Valero -de inte-ligencia despierta y de ánimo emprendedor einquieto- sobresalió por su entrega generosa,sacrificada y callada a los jóvenes confiados alcuidado pastoral de la Congregación…

En la Escuela de Reforma de Santa Rita–donde estuvo un total de doce años– llevó a cabouna eficaz labor pedagógica con los menores. Sucarácter abierto y expansivo le ayudó mucho aganarse el afecto de sus alumnos”.

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20. CARMEN GARCÍA MOYON(1888-1937)

Biografía

Carmen García Moyon, penúltima de cincohermanos, nace el 13 de septiembre de 1888 en laciudad francesa de Nantes. A los diez días, el 23del mismo mes y año, recibió las aguas bautisma-les en la iglesia de Notre-Dame de Bon Port, tam-bién de la ciudad de Nantes.

Es hija de padre español, exiliado en aquellastierras por haber luchado en las filas carlistas, yde madre francesa. De aquí que, cuando pasó a

esta parte de los Pirineos, se la conociera con elapelativo cariñoso de la francesita.

A su debido tiempo recibió la confirmación, ypoco más tarde la primera comunión. Luego deuna prolongada catequesis, por supuesto. Pues seestaba en la creencia entonces de que para reci-bir el Pan de los Ángeles, o el Pan de los Fuertes,que también con este nombre se conocía la Euca-ristía, era preciso que los niños tuvieran muchojuicio y conocimiento.

Educada religiosamente en el seno de unafamilia muy católica –dicen que su padre era uncarlista a machamartillo y su madre una mujerde fina sensibilidad-, Carmen da muy prontomuestras de sus verdaderos sentimientos cristia-nos, que posteriormente defenderá con todas susfuerzas.

Mujer de temperamento heroico y de unaamabilidad sin límites, se revolvía valientemen-te, sintiendo en sí hervir la ira de Dios, cual otrosan Juan Eudes ante un hereje, para defendersus derechos y los de la Iglesia.

Posiblemente a principios del presente sigloXX la familia volvió a España, instalándose en laciudad de Segorbe, patria del padre y donde toda-vía quedaban algunos de sus familiares más cer-canos. Pues, dicen, “vivía de joven en Segorbe con

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sus padres y era conocida por ser llamada “lafrancesita”. Seguramente que el contacto con lashijas del Venerable Padre Luis Amigó que, desde1898, regían el Asilo de Nuestra Señora de laResurrección cautivó su vocación.

El 11 de enero de 1918, junto con su amigaAsunción Fernández, ingresa en el noviciado delas Hermanas Terciarias Capuchinas, en Altura(Castellón), trocando su nombre de pila por el deEsperanza de Nantes. Y dos años más tarde, enla misma fecha, emite sus primeros votos tempo-rales. Posteriormente, comprendiendo que suespíritu es más proclive a una mayor actividadapostólica, ambas amigas no renuevan sus votos,por lo que abandonan la congregación que funda-ra el Venerable Luis Amigó.

En el año 1924 las encontramos en Manises(Valencia), donde han fijado su residencia y, a lavez que trabajan, dan muestras de su acendradareligiosidad. Dos años más tarde se trasladan aTorrent (Valencia), y se instalan en la calle SantaAna 35, calle paralela a la del Convent. Carmeninstala un taller de modista donde se ejercita entodas las virtudes, lo que la hace acreedora alcariño y respeto de cuantos la conocen.

Desde los primeros momentos se puso al ser-vicio de Dios, sirviendo a la fraternidad de Ter-ciarios Capuchinos del convento alcantarino de

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Nuestra Señora de Monte Sión. Cooperadoraparroquial colabora tanto en la reparación deornamentos sagrados, cuanto en el cuidado ydecencia de la iglesia del convento. Testigos de suabnegación y desprendimiento es la fraternidadde Monte Sión, que tenía en Carmen su más fielcolaboradora.

Defensora ardiente de sus creencias religio-sas en los años de la República, no dudó en pro-clamar por calles y plazas el santo nombre deDios. En 1931, y con motivo de haber derribadola cruz que campeaba en el calvario del conven-to, organizó una gran manifestación que, llevan-do al frente una cruz de caña, se presentó anteel ayuntamiento para protestar de tamañoultraje.

El año 1934, cuando el presidente de la RealPía Unión de San Antonio de Padua funda la sec-ción femenina, fue una de las primeras mujeresen acudir a su llamamiento, siendo siempre unade las más fieles colaboradoras en la organiza-ción de la sección femenina. En la primera juntadirectiva es nombrada tesorera.

Llevada de su celo apostólico, y fruto de suiniciativa, organiza la catequesis para niñas, aquienes enseña los rudimentos de la religión, pri-mero en su propio domicilio y luego en los localesde la Real Pía Unión de San Antonio.

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Iniciada la guerra de 1936, juntamente conotras antonianas, se dedica a visitar y socorrer alos católicos que estaban escondidos, llevándolesno sólo alimentos para sus cuerpos, sino tambiénla Eucaristía para fortalecer sus espíritus hastaque, finalmente, el día 30 de enero de 1937, enuna tarde fría y desapacible, es arrancada de sudomicilio y llevada camino de Montserrat. Allí,de forma violenta, concluiría su cristiana exis-tencia.

Martirio

El 14 de abril de 1931 triunfaron las izquier-das. Y se proclamó la II República. Y tiempo faltópara iniciar la quema de conventos. En Torrentuna de las primeras acciones fue la de subir alconvento y derribar la cruz que campeaba en elcalvario. Carmen y compañeras organizan unagran manifestación ante el Ayuntamiento paraprotestar de tamaño ultraje. Posiblemente desdeentonces fue fichada por los integrantes del lla-mado Frente Popular.

Pero es que, días después, también en Torrent,un grupo de exaltados subió nuevamente al con-vento y, por su cuenta y riesgo, comenzó a demo-ler los casalicios del calvario. Pero Carmen, ycompañeras del Real Pía Unión de San Antonio,

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no estaban dispuestas a permitirlo. E inmediata-mente subieron al convento. Al rumor de lo quesucedía el superior que se asoma al pequeño bal-cón de la fachada:

- “¿Ha dado usted, padre, permiso paraderruir el calvario?”, preguntó Carmen.

- “No sólo no he dado permiso, sino que meopongo a ello”, replicó éste.

Fue lo suficiente para que Carmen y compa-ñeras indicasen al piquete informativo el caminodel regreso al ayuntamiento, a cuyo cabecillazarandearon bien a su gusto y placer. Segura-mente que este incidente vino a aumentar aúnmás la inquina contra Carmen.

Pero lo que vino a precipitar los hechos fue ladenuncia que formuló una joven que iba a casar-se. Apenas entrado el 1937, una chica del pueblo,de nombre María Vilata, y de apodo la Boua, acu-dió a Carmen para que le confeccionase el vesti-do de novia. Se iba a casar con uno, sino delcomité sí, por lo menos, muy adicto al mismo. Laboda, naturalmente, no se podía hacer sino por locivil. Y a Carmen no se le ocurre otra cosa sinoaconsejar a la chica en cuestión:

- “Espera un poco a que termine esta situa-ción de persecución y te podrás casar por la Igle-sia”.

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Faltó tiempo a la chica para contárselo a sunovio, el novio al comité, y venir los del Comitécon dos coches a casa de Carmen para darle elpaseillo.

Al anochecer del 30 de enero de 1937 doscoches se pararon en calle Santa Ana frente alnúmero 35. Llaman a la puerta. Carmen, quelleva de la mano a un pequeño de apenas cuatroaños, hijo de su amiga, indica al niño que abra.Apenas abrió el niño, la conminan a subir a unode los coches. Carmen inmediatamente se supusoque era para el consabido paseillo sin retorno. Yahabía dicho ella muchas veces a sus amigas:

-“A nosotras será a las primeras que nos arre-glarán, porque somos católicas de cuerpo entero”.

Efectivamente, así fue. Carmen, mujer fuertede cuerpo y de espíritu, se resistió lo indecible, altiempo que el niño se aferraba a su falda. En suayuda acudió Consuelo Vilarroya, que vivía en lacasa de al lado. Pero un miliciano le colocó unpistolón ante el pecho. Ante media docena dehombres fornidos hubo de acomodarse por lafuerza en uno de los coches. Y ambos vehículopartieron por la carretera hacia Monserrat.

Apenas traspusieron el cerrillo del alto lacarretera desciende levemente hacia un valleapenas insinuado. Es la llamada partida del

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Tollo, camino de Morredondo y término munici-pal todavía de Torrent. Allí los asesinos, a la altu-ra del Barranc de les Canyes y frente a la casa decamineros, hacen bajar del coche a Carmen eintentan abusar de ella, quien se resiste valiente-mente diciendo:

- “Me mataréis, pero no abusaréis de mí”.

Finalmente, vista la inutilidad de sus deseos,le rocian con gasolina y le prenden fuego. Elespectáculo es dantesco, tanto que les llega inclu-so a horrorizar, puesto que es una tea ardientevagando por el campo, hasta que se desploma porel suelo y allí se va consumiendo lentamente.

Antes de morir, según los mismos asesinoscontaron luego en el bar de Lluiset, en la Plaza,grita: ¡Viva Cristo Rey!, lo cual repite variasveces.

Semblanza

Los diversos testigos del proceso informativoson concordes en afirmar que la Sierva de Dios,en el aspecto humano, era muy cariñosa y com-prensiva; en el aspecto físico, era de pequeñaestatura, llenita, la cara bien parecida, de carác-ter acogedor y de mirada serena y penetrante; yen el aspecto moral nos la describen como unapersona muy religiosa y muy piadosa, que apro-

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vechaba cualquier motivo y cualquier momentopara la enseñanza de la religión, ya que vivíaintensamente su cristianismo.

Indudablemente, y ateniéndonos a las infor-maciones de que disponemos, sin duda Carmenheredó de su buen padre el carácter franco y hon-rado de todo buen carlista, pues “recibió una for-mación religiosa según las enseñanzas del padre,buen católico y defensor de los ideales, inicial-mente, de Dios y patria”. Por parte de su madrerecibió esa fina sensibilidad femenina y senti-mientos misericordiosos. Y de ambos, un espíritufranco, serio, altruista y desinteresado.

Por esto, quien bien le conoció en su primeraépoca dice que Carmen era de carácter vivaz, fes-tivo, de mirada abierta. Que sintió revivir en símisma la fe y el valor paternos para defender elideal católico que había recibido de su padreantes de ingresar en religión. Y que, comunicati-va como era, manifestó luego su ideal católico.

Con el tiempo, y ya en la casa noviciado de lasTerciarias Capuchinas, sin duda recibió ese espí-ritu franciscano y amigoniano, tan sacrificado ydesprendido, hecho de minoridad y fraternidad,profundamente misericordioso y redentor, y tandado a la amistad y hospitalidad, obediente,pobre, sencillo y acogedor.

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El perfil espiritual de Carmen está recogido, ami ver, en lo que la misma regla les decía: “loshermanos y hermanas sean mansos, pacíficos ymodestos, apacibles y humildes, hablando contodos dignamente, como conviene. Y dondequieraque estén y a cualquier parte que vayan por elmundo, no litiguen ni se traben en discusiones, nijuzguen a los demás, sino que han de mostrarsegozosos en el Señor, alegres y convenientementeagradables. Y saluden diciendo: El Señor te dé lapaz”.

En el tramo final de su vida su amiga Consue-lo Villarroya delinea su silueta espiritual conestas palabras: “Carmen era una persona exce-lente, muy buena amiga, muy católica y muyvaliente, era muy piadosa y frecuentaba diaria-mente el Convent, siempre dispuesta al serviciode los padres bajo los diferentes aspectos, parti-cularmente como costurera o modista en aquellostiempos. Verdaderamente practicaba las obras demisericordia con los pobres y enfermos y tambiénera muy dada a hacer de catequista”.

Un asistente a sus catequesis decía ya en sumadurez: “A la Sierva de Dios Carmen GarcíaMoyon yo la admiré desde niño como una autén-tica líder del pensamiento cristiano femenino.Hoy la hubiese calificado de feminista en elauténtico y buen sentido de la palabra. Era de

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una vida de piedad intensa, que no solamente selimitaba a realizar actos de piedad normales demeditación, vida eucarística, devoción a María,sino que después lo llevaba a la práctica en unapostolado muy sentido y atrayente. Solía repe-tir, y así lo hacía, que había que introducir la reli-gión en todas partes”.

Por lo demás la Sierva de Dios tenía un carác-ter enérgico, fuerte en sus convicciones, capaz detodo sacrificio para transmitir sus ideales, perohay que advertir que el que fuera una mujerardorosa y viva, en la vivencia y defensa de su fe,no era obstáculo para que fuera una mujer tre-mendamente humana, sencilla, respetuosa contodos, y siempre de una educación exquisita.

Desde luego el testimonio de Carmen GarcíaMoyon, como cooperadora parroquial, como cate-quista, y como miembro de la Real Pía Unión deSan Antonio, rubricado con la gracia del martirioes, para la mujer cristiana, todo un modelo debelleza extraordinaria.

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1. HNA. ROSARIO DE SOANO(1866-1936)

Biografía

Soano es un delicioso pueblecillo de Canta-bria, frente al mar. En él vio la luz Petra MaríaVictoria el 13 de mayo de 1866. A las tres de lamañana. Momentos antes del primer canto de losgallos. Es hija de Antonio Quintana de la Cuesta,natural de Soano, y de Luisa de Argos Cabanzón,oriunda de Yola.

A los apenas dos días del nacimiento recibelas aguas bautismales en la parroquia de Soano,

aneja a la de Noja. Le administra el bautismodon Antonio María de la Torre, párroco del lugar.Su familia, de corte tradicional, muy religiosa yejemplar, vivía los preceptos y enseñanzas de laIglesia.

Los domingos y días festivos, dice un testigo,se asistía a la santa misa y, cada día, se rezaba elrosario en familia, se tenían las oraciones de lamañana y se bendecía la mesa. Los padres capu-chinos de Montehano, convento cercano del lugar,cultivaban espiritualmente Soano desde los añosen que se restauró el convento. Y el VenerableLuis Amigó dio allí comienzo a sus ministeriossacerdotales. Petra María Victoria, en religiónMadre Rosario de Soano, le oyó predicar en másde una ocasión.

El pueblecillo únicamente disponía de unaescuelita para niños. A las niñas, pues, no se lesofrecía la posibilidad de aprender a leer, escribiry números, por lo que generalmente permanecí-an analfabetas. No obstante, Petra María Victo-ria se cultivaba espiritualmente.

A la edad de trece años -otros dicen catorce-quedó huérfana de madre, por lo que se vio en lanecesidad de suplirla en la atención a sus treshermanos menores: Feliciana, Juan y Eleuterio.¡Ah! y sin olvidar por ello de ayudar a su padreen las labores del campo. Por eso durante su

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juventud Rosario “supo de vacas, cuadras y pien-sos, de campos de heno y de pastoreo, de ordeño,leche y queso, de cultivo de hortalizas y de reco-lección y desgrane de maíz”.

Muy pronto siente la vocación a la vida consa-grada. Ella, con otras jóvenes de Soano, depositasu confianza en los capuchinos de Montehano. Enaquel entonces conoció el P. Luis de Masama-grell, bien por las visitas que el P. Luis hacía aSoano, bien por las que Rosario regularmentehacía a Montehano para su confesión y direcciónespiritual.

Pronto su padre contrae segundas nupcias,por lo que Petra María Victoria tiene que salirdel hogar a servir. Se puso a trabajar en casa delos señores Galán por un duro al mes. Experi-mentó la pobreza y dureza de la vida. Y a los 23años, aún no cumplidos, emprende viaje paraingresar en la congregación de Terciarias Capu-chinas de la Sagrada Familia. Era el 8 de mayode 1889.

El 14 de mayo de 1890 viste el santo hábito reli-gioso, cambiando su nombre civil por el de Rosariode Soano. Y, terminado el noviciado, el 14 de mayode 1891 emite sus primeros votos religiosos.

Comprendiendo la necesidad y el valor de lacultura, trabajó con tesón y constancia en la

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adquisición de unos conocimientos adecuados y,ciertamente, lo consiguió, como lo manifestaráluego en el desempeño de sus cargos. Transcurri-do el quinquenio de votos temporales, el 14 demayo de 1896 emite sus votos perpetuos.

Con el transcurrir de los años es elegida supe-riora local de las casas de Segorbe, Altura, Mas-samagrell, Meliana y Ollería. Maestra denovicias de 1905 a 1908. Consejera general de1896 a 1914. Consejera general y vicaria de 1926a 1936. Y, superiora general de 1914 a 1926, dossexenios, en cuyo período giró la visita canónica alas hermanas de Colombia.

Luego de 33 años de vida religiosa, sin ver asu familia, con autorización expresa de su P.Fundador y costeándole el viaje Mons. AtanasioSoler, Vicario Apostólico de la Goagira, fue a visi-tar a su anciano padre. El pueblo de Soano lepreparó un gran recibimiento. Causó enormeemoción el gesto del padre, ya octogenario, arro-dillándose a la entrada del pueblo, sin que ellapudiera evitarlo, para pedir perdón a su hija porel disgusto que le dio cuando se casó por segundavez. Padre e hija se abrazaron, arrodillados,dando rienda suelta a las lágrimas.

Al partir en visita canónica la superiora gene-ral a Venezuela y Colombia, la madre Rosario deSoano quedó como responsable del gobierno de la

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Congregación en España. Así es cómo le tocóafrontar la terrible situación creada por la revo-lución que siguió al 18 de julio de 1936.

Martirio

El 18 de julio de 1936, pues, se produjo elAlzamiento Nacional. Y dos días más tarde elseñor alcalde de Massamagrell dio ya a las Her-manas Terciarias Capuchinas la orden de desalo-jar el convento. Estaba compuesta la fraternidadde 43 hermanas, entre profesas, novicias y postu-lantes. Las últimas en abandonar la casa fueronla madre superiora, Serafina de Ochovi, y lamadre vicaria, Rosario de Soano.

La primera noche la pasaron en casa del tíoJuan, un huertano generoso del pueblo de Mas-samagrell, en una especie de desván o graneroen la parte superior de la casa, situada ya en lahuerta. Los días siguientes se fueron disper-sando en busca de refugio en casa de los pro-pios familiares y amigos. Y el día 26 acabaronde dispersarse las religiosas alojándose encasas de personas piadosas de distintas pobla-ciones.

Las madres Rosario de Soano y Serafina deOchovi hallaron provisional cobijo en la casita deCarmen dels Mudets, situada en la plaza de la

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Iglesia. No creyendo conveniente continuar jun-tas ambas religiosas en la misma casa, para nocomprometer a la familia, la madre Rosario deSoano encontró amparo en casa de una pobrecitaviuda, sita en la calle Sati 18, hoy calle SanJuan. En esta situación de catacumbas pasaronambas hermanas casi un mes.

Enterado el Comité de Puzol, Valencia, dóndese encontraban refugiadas ambas madres, fueronen su busca acompañados de unos rojos de Mas-samagrell, el Cacahuero, el Músic y el Furo, conalgunos otros del Grao de Valencia.

“El día 21 de agosto de 1936 -dice sor Benja-mina de Gama-, a las seis de la tarde, me detu-vieron con la madre Serafina; me encontraron enel sitio donde estaba escondida, me dijeron que aquien tenía miedo y les dije que a ellos; me hicie-ron bajar de muy malas maneras a donde estabala madre”.

A las ocho de la tarde llegó a la puerta elcoche de la calavera, llamado Fantasma, que noera sino el coche del señor Arzobispo de Valencia,requisado y pintado de negro y con una calaveraencima. Con la madre Rosario de Soano, quedetuvieron en otro refugio diferente, nos hacensubir entre gritos e insultos. Nos tuvieron deteni-das en la calle Mayor, frente al Sindicato. Lagente decía:

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- “¿Ya os las lleváis?

En Rafelbuñol les pararon en el Sindicatopara recoger al P. Leandro de Losa del Obispo,capuchino. Y, alrededor de las once, llegaron aPuzol. Entraron en el Comité, que era el conven-to de las Hermanitas de los Pobres.

“Al bajar del coche -dice Benjamina de Gama-de miedo que tenía, pues nos pensábamos quenos dejaban por el camino, yo iba en medio de lasmadres. Nos pasaron a una habitación. Ellas sesentaron en dos sillas y yo en un colchón en elsuelo. Las tres rezábamos y nos preparábamospara morir”.

Les llevaron algo de cena pero, como eratarde, les dijeron que al día siguiente les juzgarí-an. A la hermana Benjamina le pasaron a otrahabitación contigua. Ella, sin decir nada y sinsaber cómo, se fue. Había en esta habitación dosmilicianas en una cama, y en un colchón en elsuelo estaba Asunción Izquierdo, de Massama-grell, a quien conocía Benjamina. Le dijeron quese acostase con ella. Ésta, viendo que llevaba aúnel anillo, le dijo que se lo quitara, ya que la com-prometía. Y así lo hizo, colocándoselo en uno delos dedos del pie.

Al día siguiente, lo mismo a Asunción que alas madres les hicieron trabajar mucho. A eso de

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las nueve le llamaron para desayunar. Acudió auna habitación donde estaban las madres senta-das a una mesa y un miliciano a cada lado. Habíamucho desorden de cosas, que habían requisado,tiradas por el suelo. Benjamina, ya desde lanoche anterior, no pudo hablar con las madres niuna palabra. El café con leche que les llevaron nolo querían tomar. Seguramente debía tener coñaco alguna cosa para embriagarlas, pues lo quequerían era dinero y quería declarasen dónde lotenían para robarles. Por eso todo su afán erabuscar las cabezas.

Las madres llevaban un pañuelo negro a lacabeza y un miliciano les dijo que para qué loquerían, que se lo quitasen… Las trataron muymal y les hicieron trabajar mucho. Tenían lasmanos quemadas de limpiar somieres y de fre-gar.

Las mataron esa misma noche del día 22. Aldía siguiente, Carmen la miliciana, también lla-mada la Homenca por su aspecto varonil, dijo asor Benjamina:

- Ya he matado a tus compañeras.

- Y sor Benjamina le preguntó: ¿Cómo tienesvalor para eso?

- Y ésta respondió: ¡Tengo unas ganas dematar…!

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Dicha miliciana era, según consta en lossumarios, la que daba el tiro de gracia a los ajus-ticiados. Tenía entonces veinte años.

Benjamina, que salvó su vida por ser joven yporque le creyeron una infeliz, le dedicaron aenseñar a los niños. Cuando pasaron dos añosfue a visitarla un miliciano a la escuela en queejercitaba dicho ministerio. Se quitó su anillo y ledijo:

- ¿Conoces este anillo?

Benjamina dijo que sí, que era de una de lasmadres.

Y el miliciano le dijo que, cuando la iban amatar, se lo quitó y le dijo:

- Toma, te lo entrego en señal de mi perdón.

Sus restos mortales aparecieron en MasMaciá, en el Camino de Tránsitos de Puçol, encuyo cementerio, y por el momento en lugar des-conocido, reposan.

El capuchino P. Ludovico de Castellón, direc-tor espiritual que era de la madre Rosario deSoano, asegura que dicha madre le había pedi-do permiso para ofrecerse a Dios como víctimade expiación por los pecadores, por la Iglesia ypor la Congregación y morir mártir, si llegase elcaso.

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El P. Ludovico le concedió el permiso y elSeñor, sin duda, le otorgó la gracia.

Semblanza

La dureza e inclemencias de la vida y el tra-bajo responsable en el seno de una familia honra-da y piadosa, suelen ser instrumentos paraformar caracteres amables y sacrificados, senci-llos y cumplidores. ¡Ah!, y de una inmensa bon-dad, misericordiosos y compasivos. En estesentido no hay universidad que iguale la influen-cia formativa, en la niñez de sus vástagos, de unafamilia honrada y religiosa.

Este fue el caso de Rosario de Soano. Ya desdesus años jóvenes se vio obligada a atender a sushermanos menores, a la vez que ayudaba a suspadres en las faenas del campo. Por otro lado loscapuchinos del cercano convento de Montehano,donde tenía su director espiritual y en cuyaorden tercera ingresó Rosario, fueron modelandosu alma en ese espíritu franciscano ascético ypiadoso, pobre y sacrificado, humilde, providen-cialista y gozoso.

Cuando quienes mejor le conocieron intentanesbozar su retrato aseguran que la madre Rosa-rio era alta y llenita, en una palabra, una muje-rona. Tenía un carácter muy atrayente. Poseía

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verdadero don de gentes. Y era buenísima espiri-tualmente. Una hermana en religión la describecomo una religiosa alta y gruesa, muy amable,con quien todas las hermanas estaban muy con-tentas. No era de las que suelen corregir mucho,sino que más bien se mostraba acogedora,

Cuando se trata de delinear su perfil espiri-tual, lo hacen con las siguientes pinceladas: Eraun alma de profunda oración y de una austeridadmanifiesta. Se distinguió por su humildad, pobre-za y sencillez de vida. Y era de una extraordina-ria bondad para con todos y de una profundapiedad para con Dios.

Sus cargos de consejera general, vicaria osuperiora general durante la mayor parte de suvida religiosa, contribuyeron a modelar en ellaun carácter muy humano, misericordioso, mater-nal y compasivo. Un su biógrafo, en un intentopor transmitirnos su perfil espiritual, lo hace conestas palabras: “La bondad de su carácter secomplementaba con la entereza de su espíritumortificado y con su acendrada vida de oración.Mujer de honda vida espiritual, contemplativa yemprendedora al estilo de Teresa de Jesús, sentíafranciscana devoción por el misterio de la Pasiónel Señor y, siguiendo el ejemplo del P. Amigó,cada día la meditaba en el Vía Crucis. Sentíatambién gran devoción a la Virgen del Rosario y

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cada día pedía con insistencia la venida del Espí-ritu Santo”.

Este es en breve pincelada el perfil religiosode quien, cuando las hermanas, elogiando susbuenas cualidades, le decían: “¡Qué gitana!” Ellarespondía: “¡Soy la gitana de Jesús!” Ésta, susilueta espiritual.

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2. HNA. SERAFINA MARÍA DE OCHOVI(1872-1936)

Biografía

Ochovi, pueblecillo navarro de la cuenca dePamplona, de cuya ciudad dista 15 kilómetros,está recostado a la falda de una verde colina. Elcenso de 1986 le otorga 26 habitantes de hecho y31 de derecho.

En esta aldea del valle de Iza nace ManuelaJusta, que este el nombre civil de la madre Sera-fina María de Ochovi, el 6 de agosto de 1872. Esla penúltima de ocho hijos del matrimonio for-

mado por Hilarión Casimiro Fernández, pam-plonés, y Juana Francisca Ibero, natural deOchovi. Al día siguiente de nacer recibió el bau-tismo en la iglesia parroquial de San JuanBautista, de dicha población, de manos de donEsteban Esparza.

La niñez de Manuela Justa transcurrió feliz ytranquila, rodeada del cariño de todos los suyos.Hija de una familia buena, patriarcal, de Nava-rra, frecuentaba la escuelita del pueblo, menesterque alternaba con los trabajos domésticos y losjuegos propios de su edad. También asistía a lasceremonias parroquiales, pues vivía en la plazue-la de la iglesia en una casa que está frente a ladel párroco, quien recuerda que las chicas salíanpor la parte de atrás de la casa por una escalerade madera, apoyada en una amplia ventana,para ir a la iglesia, de la que distaba muy pocosmetros, diez o doce, o poco más.

Sus padres eran buenos cristianos, a la anti-gua, piadosos y trabajadores, que vivían pobre-mente. De hecho dos de sus hijos, fray Bernardoy fray Otón, fueron hermanos legos capuchinos, yotras dos de sus hijas, las hermanas Serafina yBernarda, terciarias capuchinas.

Tampoco es de extrañar esta eclosión de voca-ciones en la familia Fernández-Ibero, pues lacampana de la iglesia marcaba el horario de vida

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de Ochovi y el párroco acomodaba el horario dela misa y rosario a las necesidades de los feligre-ses, todos ellos labradores, lo que hizo de Ochoviun pueblo levítico.

A los quince años de edad Manuela Justaingresa en religión, animada sin duda por sushermanos capuchinos. Era el 8 de mayo de 1887,en el Santuario de Montiel, en Benaguasil–Valencia–, en la recién fundada congregación deTerciarias Capuchinas de la Sagrada Familia.

El 14 de mayo de 1890 toma el santo hábitode manos del ya Venerable P. Fundador, FrayLuis de Massamagrell, cambiando su nombre depila por el de Serafina María de Ochovi, en reli-gión. Y, luego del año de noviciado, emite sus pri-meros votos.

Después de un quinquenio de votos tempora-les emite los perpetuos el 14 de mayo de 1896. Eneste tiempo se manifestó como religiosa piadosa,observante y muy amante de la pobreza. Era, porsu carácter, muy formal, seria y responsable.

En el tercer capítulo general de la congrega-ción, que se celebró en 1902, fue elegida ya conse-jera general, cargo para el que fue reelegida enlos cinco capítulos generales siguientes. Su vidareligiosa se deslizó pacífica y normal, cumpliendoejemplarmente los oficios que la obediencia le

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sañalaba, ya en la enseñanza de niñas huérfa-nas, ya en la postulación para el sostenimientode las mismas o en cualquier faena doméstica.

Hizo compatible su cargo de consejera gene-ral con el de superiora, sucesivamente, de lasfraternidades de Segorbe, Massamagrell, Altura,L’Ollería, Carcaixent, Valencia (Seminario) ynuevamente Massamagrell, en cuya fraternidadle cogió la guerra, y de cuyo pueblo la madreSerafina salió para el martirio.

Martirio

Iniciada la guerra inmediatamente comenzóen Massamagrell, Valencia, la persecución reli-giosa. Don Enrique Sancho Piquer así relata losucedido en el convento capuchino de La Magda-lena, en dicho pueblo de la Huerta Levantina, el18 de julio de 1936, fecha en que se inicia el Alza-miento Nacional o da comienzo la guerra:

“Yo me encontraba en el seminario seráfico deMassamagrell -manifiesta - y los superiores nosdijeron que teníamos que salir inmediatamente,porque habían avisado de Valencia que estabanquemando la parroquia de Los Santos Juanes y acontinuación vendrían a quemar el edificio de LaMagdalena. Para mí fue una tragedia que, a misonce años, a las diez de la noche nos hicieran

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salir, de cualquier manera vestidos, para no sersorprendidos en el momento de la quema”.

La imagen de unos seminaristas de once años,que huyen despavoridos en medio de la nocheentre naranjales porque les han dicho que vienena incendiar el seminario el mismo día que dacomienzo a la guerra, es la imagen más patéticay viva de que en Massamagrell se trataba de unaverdadera persecución religiosa, no ya sólo con-tra personas o cosas, sino contra la misma reli-gión.

Otro testigo de los hechos, en aquel entoncesnovicia terciaria capuchina, ha asegurado: “A míme tocó sacar la imagen de la Inmaculada Con-cepción. Es indescriptible lo que sentía al ver quesacaba la imagen para que ellos la quemaran. Acontinuación nos obligaron a desalojar nuestracasa y catorce nos refugiamos en un salón de unacasa de enfrente, de una persona religiosa”.

El día 26 acabaron de dispersarse las herma-nas alojándose en casas de personas piadosas endistintas poblaciones. Precisamente la última enabandonar el convento fue la madre Serafina,que era la superiora del convento. La Sierva deDios halló piadoso cobijo en casa de Carmen delsMudets, situada en la plaza de la iglesia y desdela que seguramente pudo contemplar en lamisma la quema de las imágenes y objetos de

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culto tanto de la parroquia, como también delpropio convento.

Cerca de un mes pasó escondida la madreSerafina de Ochovi, juntamente con la hermanaBenjamina de Gama, en dicho refugio. Hastaque, por fin, enterado el Comité de Puzol dóndeestaban refugiadas, fueron a buscarlas acompa-ñados de milicianos de Massamagrell, alias elCacahuero, el Músic y el Furo, a más de otros delGrao de Valencia.

El día 21 de agosto, viernes, a las seis de latarde fueron detenidas ambas religiosas. A lahermana Benjamina le hicieron bajar de muymalas maneras, según asegura, donde se encon-traba la madre Serafina. Un miliciano estaba conla pistola en el pecho haciéndole declarar. A Ben-jamina otro miliciano la arrastró hasta un rincónde la casa para lo mismo. Ésta a todo les decíaque no sabía nada. Hasta la creyeron una infeliz.

Al salir la madre Serafina les pidió que ladejasen coger unos pañuelos. Ellos le dijeron:

- No le hacen falta.

Y se fue sin ellos.

Les tuvieron parados más de una hora en laCalle Mayor, frente al Sindicato. Finalmente par-tieron para Rafelbuñol. En uno de los coches ibanlas madres Rosario, Serafina y Benjamina y

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algunos milicianos. En otro iba Asunción RamosIzquierdo, acompañada también de varios mili-cianos. Y les seguían algunos camiones con hom-bres armados. En Rafelbuñol también se pararonen el Sindicato para recoger al P. Leandro, capu-chino, y bien entrada la noche llegaron al Sindi-cato de Puzol, situado en el convento de lasHermanitas de los Pobres.

Tarde y mal les llevaron algo de cenar, de loque había sobrado a los milicianos y mujeres enuna tasca cercana. Y el día siguiente, 22 de agos-to, que en circunstancias parecidas hubiera sidoel día del juicio sumarísimo, les tuvieron lim-piando y fregando el Sindicato. La madre Serafi-na llevaba un pañuelo negro a la cabeza, como seusa en Navarra. Un miliciano le dijo:

- “¿Para qué se pone eso? Quíteselo”.

En un momento en que estaba barriendo lasescaleras, otro miliciano que pasó por allí le dioun empujón con la culata del fusil y le dijo:

- “¡Aún no sabe coger la granera (escoba)!”

El 22 de agosto, bien entrada la noche, con lamadre Rosario de Soano le sacaron para darles elllamado paseillo. La madre Rosario de Soano oSerafina de Ochovi -pues la testigo no precisa-,animosa hasta el martirio, dirigiéndose al verdu-go le dijo, sacándose el anillo del dedo y deposi-

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tándolo en la mano asesina: “Toma, te lo doy enseñal de que te perdono”.

Les hicieron dar unos pasos y les dispararon aquemarropa. Ambas religiosas cayeron al gritode ¡Viva Cristo Rey!

El miliciano que recibió el anillo volvió aPuçol impresionado y sólo decía:

- “¡Hemos matado a una santa! ¡Hemos mata-do a una santa!”

Lo decía con pena. Era del Grao de Valencia.Dicho miliciano así lo contó, años después, a lahermana Benjamina de Gama, única supervi-viente de las tres religiosas terciarias capuchi-nas.

Sus restos mortales, junto con los de la Hna.Rosario de Soano, aparecieron en Mas Maciá, enel Camino de Tránsitos de Puçol, en cuyo cemen-terio, y por el momento en lugar desconocido,reposan.

Semblanza

Por las declaraciones recibidas, uno se imagi-na el pueblecillo de Ochovi, en la época de quetratamos, como una aldea con estructura monás-tica. Y se acrecienta esta impresión si sabe quepárroco hubo, como don Máximo Rodicio, que a

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golpe de campana gobernó dicha aldea durante57 largos años. Por eso Felisa, sobrina de lamadre Serafina, ha podido decir:

-“La campana de la iglesia marcaba el horariode vida del pequeño pueblo. Por la mañana, eltoque de oración invitaba a todos a levantarse.Seguía el nuevo toque para la celebración de lasanta misa, a la que asistíamos tantas personas.A mediodía sentíamos de nuevo el toque de lacampana para la oración del ángelus. Y lo mismoa la tarde para el rezo del rosario, para quieneslo decían en la iglesia y no en casa. Los jóvenes,muchachos y muchachas, nos reuníamos en laiglesia para rezar y cantar. Esto se hacía de ordi-nario”.

Por otra parte la vida pobre de una familianumerosa se organizaba en la honradez y elsanto temor de Dios. Esto, sin duda, completadocon la responsabilidad de consejera general quedesempeñó, prácticamente de por vida, hizo de lamadre Serafina de Ochovi un carácter franco,como el del Natanael del evangelio, a quien Jesúsalabó: “He aquí un verdadero israelita, un cora-zón leal y sin engaño”.

La madre Serafina era una persona de buenavoluntad, con un corazón noble. Era tambiénmuy caritativa y humilde. Eso sí, tenía un carác-

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ter un poco fuerte, pero se lo sabía dominar y tra-taba con caridad a las demás.

Tratando de perfilar su retrato una su herma-na en religión, María Eugenia Galarza, lo hacecon estas palabras: “La madre Serafina de Ocho-vi era también alta y gruesa, quizás mejor pare-cida que la madre Rosario. De carácter firme,pero era pronta a reconocer este carácter lamen-tándose de tenerlo. Su carácter era de rectitudpara ella y para las demás”.

Otra de sus hermanas en religión perfila asísu silueta espiritual: “La Sierva de Dios era unareligiosa de las que no hay, ni buscándola con uncandil. No hay, ni habrá: caritativa, generosa,amante de la pobreza. Una verdadera francisca-na por su amor a esta virtud y por su dedicaciónal trabajo. La primera en el lavadero, en el plan-chadero, en el costurero a componer ropa, en todotrabajo y oficio en general. La madre Serafina,como la madre Rosario, hacían todos los días elejercicio del víacrucis. Si no se encontraba enotra parte, estaba en la capilla orando ante elSantísimo Sacramento”.

Otra de las hermanas delinea así su perfilespiritual: “La madre Serafina de Ochovi, duran-te el tiempo que fue superiora, fue realmentemuy exigente, pero en buen sentido, y quería quetodas cumpliésemos con nuestro deber, desde la

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limpieza y orden exterior, hasta nuestra entregatotal a Dios. Tenía un carácter fuerte, pero sabíadominárselo. Yo considero que era una buenasuperiora. Era muy fervorosa y cumplidora de laRegla, hasta en sus más pequeños detalles”.

Por ello, tratando de precisar la silueta espiri-tual de la Sierva de Dios, podemos decir que erade carácter serio, firme, pero a la vez franco, sinrodeos ni doblez. Sabía compaginar su carácter,en apariencia seco, con la humildad en el tratocon las hermanas. Era exigente para consigomisma, caritativa y humilde, fervorosa, amantedel trabajo, en especial de más modesto, y eraejemplar en el cumplimiento de sus obligacioneshasta los más mínimos detalles.

La madre Serafina tenía, en verdad el geniopronto, pero era muy noble. Era una personaentera, maja. Hablando con ella en particular eraafectuosa y cariñosa. Era todo corazón.

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3. HNA. FRANCISCA JAVIERDE RAFELBUÑOL (1901-1936).

Rafelbunyol es un pueblecito de la HuertaNorte de Valencia, de la que dista 17 kilómetros. Seyergue entre verdes naranjales, que no mucho hafueron arrozales, frente al azul Mediterráneo. Endicho pueblo, edificado sobre la antigua calzadaromana de Sagunto a Valencia, nació María, queeste era su nombre de pila, el 24 de mayo de 1901.Era la mayor de doce vástagos de los esposos JoséFenollosa Alcaina y María Rosa Alcaina Borrás.

Al día siguiente de su nacimiento recibesolemnemente las aguas bautismales de manosde su tío, don Juan Bautista Fenollosa, adscrito ala iglesia de la Compañía, en la parroquia de SanAntonio Abad de dicho pueblo.

Los esposos José y María Rosa eran sencillosagricultores y pertenecían ambos a la TerceraOrden de San Francisco, que con gran aciertodirigían los capuchinos del convento de La Mag-dalena, de Massamagrell. Era una familia nume-rosa, patriarcal, y muy bien avenida. La paz y laconcordia la caracterizaban.

Los padres de María -así lo refiere una com-pañera suya- eran unos buenos cristianos, cum-plidores de sus deberes religiosos y de unaintensa piedad. Asistían a misa los días de pre-cepto, rezaban diariamente el rosario, y bendecí-an la mesa. La madre de la Sierva de Dios secuidaba de la limpieza y arreglo del sagrario. Lamadre iba a misa diariamente. Era un modelo demadre y se preocupaba de educar cristianamentea sus hijas e hijos.

María recibió la primera instrucción cristianae intelectual en la escuela del pueblo, sobresa-liendo entre sus compañeras. Y, apenas pudo tra-bajar, pasó a prestar sus servicios a casa de donAndrés Gargallo, como haya o niñera de losniños. Luego, ya un poco mayor, pasó a trabajar

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con las muchachas que diariamente se desplaza-ban en cuadrillas a bregar en los almacenes denaranjas y cebollas en Rafelbunyol, Foios oMuseros. Incluso a veces se iban lejos y se pasa-ban de lunes a sábado fuera de casa.

Otra compañera del pueblo, y como ella Hijade María, cuenta que tenían la costumbre de acu-dir al convento capuchino a confesarse cada ochodías. Que hacían el mes de María y el del Sagra-do Corazón. Y que María se distinguió por sudevoción a la Madre de Dios del Milagro, patronade Rafelbunyol.

Ya en este tiempo, al finalizar el trabajo, seretiraba para tener el cuarto de hora de oraciónde Santa Teresa. En todo caso diariamente leíalos evangelios, que todavía su hermana Rosarioconserva como valiosa reliquia.

Cuando María quiso ingresar en religión, lamadre se opuso porque veía que ella era su brazoderecho en las muchas labores de la casa. Sola-mente cedió cuando el director espiritual, donEnrique Ferris, le indicó la obligación que teníade no oponerse a la vocación de su hija. CuandoMaría estaba para cumplir sus veintiún años deedad, tercer domingo de octubre de 1921, tomó eltrenet de las siete de la mañana camino del con-vento de las Terciarias Capuchinas, en Massama-grell (Valencia). Ese domingo ya no asistió en

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familia a la misa mayor del pueblo. Dio asícomienzo al postulantado, primera etapa de suvocación religiosa.

El 15 de noviembre de 1921, día de san Alber-to, pasó al noviciado de Altura (Castellón) en elque vistió el hábito religioso el 11 de mayo de1922, trocando su nombre de pila por el de Fran-cisca Javier de Rafelbunyol.

Luego de dos años de noviciado canónico, el 11de mayo de 1924, hizo la primera profesión tem-poral. Finalmente el 30 de agosto de 1928 profe-só perpetuamente. El corto decurso de su vidareligiosa lo recorrió a perfección en las fraterni-dades de Altura (Castellón), Meliana, Benaguasily Massamagrell (Valencia).

La hermana Francisca tenía una gran habili-dad. Pero para lo que manifestaba verdaderavocación era para la atención y educación a lasniñas internas. Servía a la mesa o a lo que fuesenecesario acudir. Servía para todo. Era buena deveras. Siempre contenta y afable.

Las chicas, viéndola tan joven le decían:

- ¿Cuántos años tiene? ¡Debió entrar religiosamuy joven!

Y ella, bromeando, repetía:

- ¡Eso no se pregunta! ¡Es pecado!

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Los avatares de la guerra la cogen en la últi-ma fraternidad, es decir, en Massamagrell ejer-ciendo el ministerio de ayudante de la maestrade novicias del numeroso noviciado.

Martirio

En esta situación se encontraba cuando el 20de julio de 1936 el señor alcalde del pueblo da laorden de desalojar el convento. La noche siguien-te la madre maestra, la hermana FranciscaJavier y las novicias la pasaron en casa del TíoChuán. “Estábamos a oscuras -dice una de ellas-,acostándonos en los colchones que habían traídodel convento, cuando aparece sor FranciscaJavier, con una candela en la mano, exclamando”

-“Nosotras, ¿no vamos a tener la dicha demorir mártires?”

Y añade la misma novicia:

- “Estaba, a pesar del peligro que podíamoscorrer, alegre y de buen humor”.

¡Ah!, pero sabemos no obstante, por confesiónde otra novicia, que “ella tenía mucho miedo apadecer el martirio, es decir, a la suerte de peli-gros y tormentos que podía suponerla”.

Pronto vino su madre María Rosa de Rafel-bunyol a recogerla y llevársela al pueblo. Al lle-

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gar a Rafelbunyol encontró piadoso refugio encasa de una amiga de la familia, donde estuvoalgunos días, pero enseguida pasó, como es lógi-co, a casa de sus padres. Y en ella permanecióescasamente dos meses.

A finales de agosto el Comité Local, temiendoque pudieran venir gentes de otros pueblos aimponer su ley de atropellos y terror, decidió reu-nir y esconder a los sacerdotes y religiosas, hijosdel pueblo, en la bóveda de la iglesia parroquial.Los días que permaneció en el refugio su padre, ysobre todo su hermano Antonio, con gran dificul-tad, le llevaban la comida a pesar de lo escabrosodel acceso.

Pocos días pasó la Sierva de Dios en estaespecie de prisión refugio, pues llegaron rumoresal pueblo de que los anarquistas iban a venirpara ejecutar lo que se tenía que hacer con lossacerdotes y religiosas. Salió, pues, del esconditey halló refugio en una casa humilde de la calleSan Francisco, pero fue muy breve por cierto.Pues el Comité de la FAI dio un bando por el queordenaba que se presentaran en su sede lossacerdotes, religiosos y religiosas que hubiere enel pueblo.

Localizados y, en la práctica, en las manos y amerced del Comité, la hermana Francisca Javierquedó recluida en la casa paterna. Por la noche

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volvía a casa, pero durante el día tenía que tra-bajar a las órdenes del Comité de Rafelbunyol,que estaba en la casa abadía. Limpiaba, fregaba,lavaba, cocinaba y hacía todos los servicios a losmilicianos, que habitaban allí con sus mujeres.

El 27 de septiembre, fiesta de la Virgen delMilagro, patrona del pueblo, a las cuatro de latarde los milicianos la arrancaron de la casapaterna –poco antes lo habían hecho ya con sutío Juan Bautista y con su hermano José sacer-dotes- y la llevaron al Sindicato. “Cuando losmilicianos fueron a llevársela -dice una testigo-yo estaba allí. Al pronunciar el miliciano su nom-bre y apellidos ella, con rapidez y naturalidad,respondió: Voy. A su madre ni siquiera la besó,sino que le dijo: Adeu, mare (adiós, madre).

Ella estaba convencida adónde la llevaban.

Permanecieron unas horas en el Sindicato.Bien entrada la noche dos cochecitos o tres, y doscamiones abarrotados de milicianos, partían rau-dos por las calles de Rafelbunyol. Uno de loscochecitos, no se sabe aún bien si por despiste oporqué, enfila el Camino Hondo, y se dirige alcementerio del cercano pueblo de Gilet. En dichocementerio es ejecutada la hermana FranciscaJavier, junto con la monja de Gascó, agustina, elhijo de la Tita y el chico de Ximo. Les ejecutaronlos componentes del grupo “Doñate”.

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La hermana Francisca quiso recibir la descar-ga de fusil fuera del cementerio, pero los milicia-nos no se lo permitieron. Todos fueron ejecutadosdentro, contra las tapias del camposanto que dana la carretera.

La miliciana Julieta, Emilia Icardo Bellver,que dio el tiro de gracia a algunas de las vícti-mas, refirió luego en el pueblo que FranciscaJavier pronunció, antes de morir, estas palabras:

- “Que Dios os perdone, como yo os perdono”.

Del resto de las víctimas aseguró haber oídoun:

- “¡Viva Cristo Rey!”, al sonar la orden de¡fuego!

La noche de la Virgen del Remedio, segundanoche de ejecuciones, en los cementerios de Gilety de Sagunto concluyeron de martirizar las trein-ta y nueve personas de Rafelbunyol, entre lasque se cuentan los nueve hermanos, hijos de lafamilia Mestre-Iborra.

Semblanza

Desde luego el martirio no se improvisa. Es laconclusión lógica y natural de toda una vidasanta, cuyo colofón o acto final violento lo recla-ma el Señor de ciertas almas escogidas. La Sier-

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va de Dios Francisca Javier de Rafelbunyol fuepreparada a su ingreso en religión por los capu-chinos de La Magdalena y, especialmente, por sutío y hermano sacerdotes. Y por su tío y hermanosacerdotes fue preparada asimismo al martirioen los diálogos largos, entrecortados de ampliossilencios, que mantuvieron en la casa paterna losdías que precedieron a su muerte. Los tres reci-bieron la gracia del martirio.

El convento capuchino de la Magdalena irra-diaba espiritualidad en la huerta norte de Valen-cia. A él acudían infinidad de jóvenes y mayoreslos cuartos domingos de mes, y en él halló Maríasus confesores y director espiritual.

De carácter alegre y simpático, era alta, ele-gante; fina y educada en el trato con los demás.Ni ella ni su hermano José, el sacerdote, eranhabladores, pero su trato resultaba agradable,dadas las buenas cualidades de que estabanadornados.

Una hermana suya en religión, FranciscaSoler, traza así el retrato de sor Francisca Javierde Rafelbunyol: “Era una religiosa joven, muyalegre, jovial y buena. Una morena muy simpáti-ca, con unos ojos negros que hablaban. Era muysociable con la gente y con las chicas a las quetrataba en plan de suscitar vocaciones religiosas.Alternaba mucho con todos. Estudiaba música y

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tocaba piano. Ensayaba a las niñas los cánticospara la iglesia y para las veladas literarias. Can-taba muy bien y con voz bonita”.

Su hermana Rosario, tratando de delinear elperfil espiritual de la Sierva de Dios, dice de ella:“Si yo tuviese que trazar la silueta espiritual demi hermana María diría, en primer lugar, queera muy piadosa; después, que era amiga delsilencio; y, en tercer lugar, muy amable, puessiempre tenía la sonrisa en los labios”.

Desde luego quienes mejor le conocieron nosdelinean la silueta espiritual de la Sierva de Dioscomo una religiosa muy bien parecida, afable, decarácter alegre y muy piadosa. Amante del silen-cio y cumplidora de su misión. De carácter calladoy muy devota de la Eucaristía y de Nuestra Seño-ra, la Virgen del Milagro, patrona de su pueblonatal. Cuando estaba en el pueblo de vacacionesreunía a las jóvenes para hablarles de la impor-tancia de la oración y de la práctica de la misma.

Varias de sus hermanas religiosas dicen que ala hermana Francisca de Rafelbunyol daba gustoverla en la capilla, por lo fervorosa y recogida queestaba. Era muy cumplidora de sus deberes. Ellasla consideran una buena tarciaria capuchina…

Si la muerte generalmente no avisa, el marti-rio aún es más imprevisible. A la hermana Fran-

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cisca Javier de Rafelbunyol le sobrevino a sustreinta y cinco años apenas cumplidos. ¡Sea porel amor de Dios!

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TERCIARIOS CAPUCHINOSNO BEATIFICADOS

Toda beatificación es realizada por la Iglesia ytiene un significado dentro de un contexto de feeclesial, es decir, toda beatificación es un ejerciciode la autoridad eclesial y recibe su significaciónen un contexto eclesial. Por otra parte, y así loquiere la Iglesia hoy, una beatificación se ejecutadentro de un marco jurídico y adquiere su signi-ficado en un contexto de fe, dentro de una comu-nidad de fe.

Durante la persecución española en la con-tienda de 1936-1939 la Familia Amigonianapagó el tributo de al menos 33 de sus miembrosmás ilustres, a todos los cuales pudiéramosextender el calificativo de mártires teológica-mente hablando, y de los cuales tan sólo de 23de ellos hemos podido probar jurídicamente sumartirio.

Por otra parte la Iglesia eleva al honor de losaltares a miembros cuya santidad de vida o mar-tirio se ha podido probar en proceso jurídico, loque no significa que no se puedan hallar otrosmiembros, incluso no pertenecientes a la IglesiaCatólica, como modelos más creíbles por su santi-dad, por su testimonio o por su martirio.

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Por esta razón nos permitimos añadir al Mar-tirologio Amigoniano los siguientes hermanos yhermanas que, teológicamente considerados,podemos asimismo considerar testigos de la fe,mártires de la fe, pero cuyo martirio creemos queno podrá ser fácilmente probado por vía jurídica,proceso que la Iglesia exige hoy para su beatifica-ción. Indudablemente pueden ser objeto de nues-tra veneración, incluso mayor aún que los mismosbeatificados, pero la Iglesia no nos permite queles rindamos culto público. Son los siguientes:

1. P. EZEQUIEL GIL GIL (1908-1938)

Nació el P. Ezequiel en Villarquemado(Teruel), el 1 de julio de 1908. Y son sus padresCristóbal y María. A los ocho años de edad ingre-sa en el Asilo San Nicolás de Bari de Teruel.

El 15 de Septiembre de 1923 ingresa al novi-ciado y en la misma fecha, dos años más tarde,emite sus votos temporales. El 15-09-1931 profe-sa perpetuamente y el 12 de marzo del siguienteaño 1932 es ordenado sacerdote.

Desarrollo su apostolado en el colegio de SanHermenegildo, en Dos Hermanas (Sevilla). Tras-

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ladado al Reformatorio Príncipe de Asturias, deMadrid, no llegó a ir, sorprendiéndole la guerraen su pueblo natal. El 18 de septiembre de 1938,juntamente con un doctor, intentan pasarse azona nacional. Sorprendidos en el intento esdetenido en el paraje denominado Masía LosParaísos, término de Manzanera, y muere al díasiguiente a causa de los malos tratos que le infli-gieron los milicianos en su intento de obligarle adeclarar. Sus restos mortales descansan en lacasa Seminario San José, de Godella (Valencia).

El P. Ezequiel Gil, religioso alegre y simpáti-co, jovial y campechano, y dotado de un granamor y dedicación a los jóvenes extraviados, des-arrolló todo su ministerio en contacto directo conestos chicos.

2. P. TOMÁS SANZ POVEDA (1910-1937)

El P. Tomás, hijo de Luis y Dolores, nace enBenaguasil (Valencia), el 14 de junio de 1910. El20-12-1925 ingresa al noviciado y en la mismafecha de 1927 hace su profesión religiosa. El 20-12-1933 emite sus votos perpetuos en Amurrio(Álava) y es ordenado presbítero en Vitoria el 17de marzo del año siguiente.

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Desarrolla su ministerio en la casa Semina-rio San José de Godella (Valencia), donde le sor-prende la guerra civil. Al ser expulsados loshermanos de la casa religiosa halla refugio enel hogar paterno. Pero, no sintiéndose seguro acausa de la persecución religiosa, se traslada acasa de su prima Palmira, en Barcelona. Final-mente decide irse voluntario, juntamente conun médico, al frente republicano de Lérida.Parece ser que en el intento de pasarse ambosal frente nacional encuentra la muerte, sinsaberse lugar, modo y circunstancias de lamisma. Se ignora asimismo el lugar de susepultura.

El P. Tomás Sanz sobresalió por su gran amoral Venerable P. Fundador y por su dedicación yentrega al servicio de los jóvenes seráficos. Asi-mismo había recibió esmerada formación en elcampo de la pedagogía correccional.

3. FRAY DIEGO Mª DE ALACUÁS(1872-1936)

Miguel Sanz Usedo nace en Alacuás, Valencia(España), el 13 de noviembre de 1872, siendo suspadres Pascual y Teresa.

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El 17 de mayo de 1891 ingresa al noviciado,en Torrent, y al año siguiente emite sus primerosvotos, en manos del Venerable P. Fundador, tro-cando su nombre de pila por el de Fray Diego Mªde Alacuás. Y en mayo de 1901 emite sus votosperpetuos en el Monasterio de Yuste. Desarrollasu ministerio en las fraternidades de la Escuelade Reforma de Santa Rita, en Madrid, y de SanHermenegildo, en Dos Hermanas (Sevilla), asícomo en Yuste, Godella y Torrent, pasando losdoce últimos años de su vida en la Escuela deReforma de Madrid.

Precisamente en esta última fraternidad lesorprende la persecución religiosa. Expulsadode Santa Rita halla piadosa acogida en Madrid,en casa de D. Inocencio Pérez. Mas pronto se ledespertaron las ganas de ir a su pueblo de Ala-quás (Valencia). Preparada la documentaciónnecesaria, le llevó su amigo a la estación delferrocarril. Allí unos milicianos le requisaron,hallándole en la maleta algunos rosarios. Fuesuficiente para detenerle y, probablemente, con-ducirle a alguna de las varias checas de los alre-dedores. Al día de hoy se ignora cuándo, dónde ycómo murió, así como también el lugar de susepultura.

Fray Pascual se comportó siempre como unreligioso ejemplar. De carácter sencillo y alegre,

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fue extremado en la puntualidad. En su vida supocompaginar el trabajo manual y el educativo.

4. FRAY PASCUAL Mª DE CUACOS(1883-1936)

Hipólito Sánchez Moreno, que este es el nom-bre civil de Fray Pascual, nace en Cuacos, Cáce-res (España), el 13 de agosto de 1883. Son suspadres Bernardo y Rosa. En sus años jóvenes sededica al pastoreo por los alrededores del Monas-terio de Yuste.

El 27 de mayo de 1901 ingresa al noviciado yel 11 de octubre de 1903 hace su profesión reli-giosa. Y el 15 de octubre de 1909 emite sus votosperpetuos en Dos Hermanas (Sevilla). Desarrollósu ministerio en las fraternidades de Dos Her-manas, Godella, Zaragoza y Madrid. Precisamen-te en la Escuela de Reforma de Santa Rita, enMadrid, le sorprende la persecución religiosa ensu trabajo de cultivar la granja y jardines de lafinca llamada La Patilla.

Desalojados los religiosos de Santa Rita, FrayPascual halla refugio en casa de unos paisanos,quienes le pagan el traslado a su Cuacos natal.

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Con su paisano Primitivo llega hasta Talavera dela Reina, pero áquel se vuelve a Madrid. FrayPascual quiso continuar viaje. Se dice que murióde resultas de algún bombardeo de los Naciona-les o en acción de guerra de los Regulares y elTercio que avanzaban hacia Talavera. Actual-mente se ignora lugar, fecha, y modo de muerte,así como también el lugar de su sepultura.

Fray Pascual Mª de Cuacos brilló por su senci-llez, austeridad y espíritu de pobreza típicamen-te franciscanos. Fue un buen maestro albañil yreligioso ejemplar y edificante.

5. FRAY LORENZO Mª DE ALQUERÍADE LA CONDESA (1876-1936)

Enrique González Femenía, que éste es sunombre de pila, nace en Alquería de la Condesa,Valencia (España), el 27 de febrero de 1876. Eshijo de Enrique y de Rosa.

El 21 de junio de 1890 viste el hábito religio-so, cambiando su nombre por el el Fray LorenzoMª de Alquería de la Condesa, y el 17 de mayo de1892 emite sus primeros votos religiosos enmanos del Venerable P. Fundador. El 22 de mayo

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de 1898 hace su profesión perpetua en la Escuelade Reforma de santa Rita, Madrid.

Su vida religiosa transcurre en las Escuelasde Reforma de Madrid (1892-1918) y de DosHermanas, Sevilla (1918-1936). La guerra le sor-prende en el Reformatorio del Príncipe de Astu-rias, Madrid. Consigue trasladarse a su pueblonatal y halla piadosa acogida en casa de su sobri-no Juan González primero y en casa de su her-mano Salvador después, C/ de La Pelota 13, dedonde el 30 de septiembre de 1936 es arrancadopara el martirio.

Varón fuerte física y moralmente se aferra alos barrotes de la ventana, tanto que el milicianoBer. Escribá Lorente le tiene que romper los bra-zos con la culata del fusil. Entonces exclama:Cobardes, matadme aquí mismo ¡Tantas fierasque he dominado y a éstas no las puedo dominar!Pasadas las once de la noche del 30 de septiem-bre, con otros cuatro religiosos más, fue fusiladoen la carretera de Oliva a Denia en el sitio llama-do Sequia del Vedat. Enterrado en fosa común enel cementerio de Oliva, con muchos otros ejecuta-dos el mismo día, sus restos mortales no hanpodido ser identificados.

Fray Lorenzo es el modelo del religioso amigo-niano voluntarioso, autodidacta y plenamenteentregado a la obra de la misión específica de la

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juventud extraviada. Fue condecorado con laGran Cruz de la Beneficencia.

6. FRAY ENRIQUE GÓMEZ TARÍN(1906-1936)

Enrique Gómez nace en El Pobo, Teruel(España), el 12 de julio de 1906. Son sus padresPedro y Asunción. En su adolescencia es interna-do en la Casa Asilo San Nicolás de Bari, enTeruel.

El 15 de septiembre de 1922 viste el hábitoreligioso amigoniano y en dicha fecha, dosaños después, emite sus primeros votos. El 15de septiembre de 1930 profesa perpetuamenteen Santafé de Bogotá, Colombia. Tras perma-necer cuatro años en tierras colombianas enjulio de 1932 es destinado a la Escuela deReforma de Dos Hermanas, Sevilla. Y poste-riormente al convento de Nuestra Señora deMonte Sión, de Torrent (Valencia), donde lesorprende la guerra.

Durante casi dos meses fray Enrique hallapiadoso acomodo en dicho pueblo, y en casa deunos familiares del P. Ambrosio, hasta que el 11

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de septiembre es requerido a los locales del comi-té.

- “¿Estás dispuesto -le pregunta el presidentedel comité- a salvar tu vida defendiendo conarmas la causa del pueblo, que es la causa de laRepública?

- En caso de luchar -responde- lo haría departe de los que defienden la causa de Dios.

- Síguenos, ordena entonces uno de los presen-tes”.

Poco después Fr. Enrique sufría muerte vio-lenta en el llamado paseíllo. Sus restos mortalesreposan en el cementerio del Seminario SanJosé, de Godella (Valencia).

Fray Enrique Gómez Tarín, de carácter apaci-ble y muy amante del silencio, se distinguió porsu sencillez y disponibilidad.

7. FRAY PEDRO GIL SÁEZ (1907-1936)

Nace en una masía de Bronchales, Teruel(España), el 13 de mayo de 1907. Son sus padresBlas e Ignacia. Con su hermano mayor Urbano,ambos huérfanos de padre, es internado en laCasa Asilo San Nicolás de Bari, de Teruel. El

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amable trato de los religiosos suscita en los dosla vocación religiosa amigoniana.

El 15 de septiembre de 1922 ingresa en elnoviciado y dos años más tarde, en dicha festivi-dad de Nuestra Madre de los Dolores, emite susprimeros votos religiosos. La profesión perpetuala hará en la Casa de Observación de Sevilla el15-09-1930.

En junio de 1933 es destinado al Reformatoriodel Príncipe de Asturias, en Madrid, en cuya fra-ternidad se encuentra al comenzar la guerraespañola. Expulsados los religiosos fray Pedro esapresado cuando caminaba por la calle Monteray llevado a la Dirección General de Sanidad, dedonde consigue salir en libertad por la interce-sión de Dª María Rivera.

Luego de diversas dificultades consigue llegara Benaguasil, Valencia, donde puede saludar a suhermano Urbano, pero debe abandonar rápida-mente la población para trasladarse a Torrent(Valencia), donde halla piadosa acogida en casade D. Mariano Gozalvo, donde permanece casidos meses.

El 25 de septiembre de 1936 decide dirigirse aValencia ciudad, donde es detenido y encarceladoen las Torres de Quart. A finales de septiembre oprimeros de octubre fue sacado de la cárcel una

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noche, posiblemente para fusilarle. Se ignoralugar, cómo y cuándo fue ejecutado, así comotambién dónde reposan sus restos mortales.

Fray Pedro Gil fue un religioso sencillo, traba-jador, hombre de oración y muy obediente. Varónecuánime, se entregó desde principio sacrificaday generosamente a la misión específica de lajuventud extraviada.

8. FRAY FRANCISCO FERRER MOLINA(1903-1938)

Era natural de Alcalalí, Alicante (España),donde nació el 5 de marzo de 1903. Fueron suspadres José y Catalina. Los numerosos terciarioscapuchinos hijos de Alcalalí despiertan en él lavocación religiosa amigoniana.

El 12 abril de 1919 ingresa en el noviciado ydos años después, en dicha fecha, hace su pri-mera profesión religiosa. Desempeña su minis-terio sucesivamente en Torrent (Valencia),Zaragoza, Santa Rita (Madrid), Godella (Valen-cia) y Colegio-Hogar Príncipe de Asturias(Madrid) donde emite sus votos perpetuos el 12de abril de 1927.

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Posteriormente desarrolla su apostolado enlas escuelas de reforma de Amurrio (Álava),Alcalá de Guadaíra (Sevilla), Colegio-HogarPríncipe de Asturias (Madrid) y Santa Rita,también Madrid, donde le coge la guerra civilpreparando sus papeles para trasladarse a laArgentina.

Incautada la Escuela de Reforma de SantaRita, fray Francisco halla piadosa acogida encasa de un amigo de la institución, y consiguellegar a su pueblo natal. En un riu-rau de losque abundan en la comarca pasa dos años ayu-dando a la familia en las tareas agrícolas.Finalmente se alista en el ejército republicanoy parte para el frente de Extremadura. Pareceser que fue sorprendido en su intento de pasar-se a los nacionales por lo que posiblementefuese fusilado. Se ignora la fecha, lugar y cir-cunstancias de su muerte, así como tambiénlugar de reposo de sus restos mortales.

Fue fray Francisco Ferrer Molina de caráctertranquilo, apacible y alegre. Ejerció su ministeriopastoral en casas destinadas a la misión específi-ca donde se manifestó siempre como un buenzagal en el difícil arte de ir en pos de la oveja des-carriada hasta devolverla al aprisco del BuenPastor.

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9. FRAY ANGEL PRADO ANDRÉS(1906?-1933)

Nacido hacia 1906 -dice un historiador- ÁngelPrado Andrés viene a la Congregación cuandocuenta ya unos treinta años de edad. Se descono-ce fecha y lugar de nacimiento, así como tambiénquiénes fueron sus padres.

Hace el postulantado en el convento de MonteSión de Torrent, Valencia (España), donde toma elhábito religioso el 14 de junio de 1936. A conti-nuación pasa a la casa noviciado de san José deGodella, Valencia, donde le sorprende la guerracivil. El 21 de julio los milicianos ocupan la casanoviciado. Fray Ángel, entre los días 23 y 25, jun-tamente con Fray Enrique Faus parten paraLugar Nuevo de San Jerónimo, Valencia, en buscade seguro refugio en la casa paterna de éste.

Pasados los primeros momentos de zozobraconsigue trabajo en el cercano hospital de Gan-día. Parece ser que, a causa de su defensa de losvalores religiosos, es detenido y ajusticiado. Seignora asimismo la fecha, lugar y circunstanciasque rodearon su muerte, así como también ellugar de su sepultura.

Fray Ángel Prado poseyó una buena cultura,especialmente en idiomas, cuando ingresó en la

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Congregación. En el escaso tiempo que pasó connosotros en Torrent y Godella (Valencia) se mani-festó una persona humilde, obediente y cumpli-dora.

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TERCIARIAS CAPUCHINASNO BEATIFICADAS

1. AURELIA DE VALENCIA (1884-1936)

María de los Ángeles, Francisca de Asís,Manuela Casanova Soler -que éste es el nombrede pila de la Hna. Aurelia de Valencia- nació enla Ciudad del Turia el 7 de agosto de 1884. Fue-ron sus padres Roberto, abogado, y Salvadora.

Sintiendo la llamada del Señor el 3 de marzode 1910 ingresa en el noviciado de las HH. Ter-ciarias Capuchinas de la Sagrada Familia enAltura, Castellón (España). Invistió el hábitoreligioso el 8 de octubre de 1910 y dos años mástarde, en la misma fecha, emite sus primerosvotos religiosos. Profesa perpetuamente el 8 deoctubre de 1917.

Desarrolló su ministerio en las fraternidadesde Paterna, Albalat de la Ribera, Meliana y Mas-samagrell, pueblos todos de la provincia deValencia (España). En la última población le sor-prende la guerra civil. Expulsadas del conventolas religiosas el 20 de julio de 1936, buscan segu-ro refugio en casas de familiares o amigos. La

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Hna. Aurelia de Valencia se traslada a la ciudadhallando piadoso refugio en una pensión de per-sonas piadosas y bienhechoras de la Comunidad..

Uno de los días sale de casa, bien a interesar-se por la suerte de su hermana, religiosa agusti-na recoleta, bien para recuperar sus pertenenciasque tenía en una maleta. A partir de aquí se pier-de el rastro de la hermana Aurelia. Se desconocepor lo tanto cuándo, cómo y dónde murió, asícomo también el lugar de reposo de sus restosmortales.

La Hna. Aurelia de Valencia sobresalió por suprofunda humildad, sencillez y espíritu de pobre-za evangélica.

EPÍLOGO

“El martirio es el supremo testimonio de laverdad de la fe; designa un testimonio que llegahasta la muerte. El mártir da testimonio de Cris-to, muerto y resucitado, al cual está unido por lacaridad. Da testimonio de la verdad de la fe y dela doctrina cristiana. Soporta la muerte me-diante un acto de fortaleza”, según se expresa elCatecismo de la Iglesia Católica. Y asegura acontinuación: “Con el más exquisito cuidado, laIglesia ha recogido los recuerdos de quienes lle-garon hasta el extremo para dar testimonio de sufe. Son las Actas de los Mártires, que constituyenlos archivos de la Verdad escritos con letras desangre”.

Efectivamente, esto es un martirologio: “unarchivo de la Verdad escrito con letras de sangre”,éste es el Martirologio Amigoniano. La estampade 23 Mártires Terciarios Capuchinos, con lasactas martiriales y el reconocimiento explícito desu santidad por parte de la Iglesia, constituyenuno de los mayores timbres de gloria para toda laFamilia Amigoniana y rubrican -y nunca mejordicho- con letras de sangre la espiritualidad delVenerable Luis Amigó y la bondad de su ministe-rio y del de sus hijos de ir en pos de la oveja des-carriada hasta devolverla al aprisco del Buen

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Pastor. Son el testimonio más precioso y por lotanto el más creíble ante los hermanos en reli-gión, ante la iglesia de Valencia y ante la IglesiaCatólica.

Veintitrés miembros de la Familia Amigonia-na han rubricado su fe con letras de sangre y laIglesia Santa de Dios así lo ha reconocido. Estaes, para los nuevos beatos, su grandeza; y éste es,para su hermanos en religión, un motivo deorgullo.

Fr. Agripino G.

ÍNDICE GENERAL

Presentación......................................................7Sentido teológico del martirio ......................13Sentido religioso del martirio.......................23Sentido eclesial del martirio.........................33Espiritualidad del martirio ..........................45Enseñanzas de los Mártires .........................57

RR. Terciarios Capuchinos:P. Vicente Cabanes Badenas.........................69P. Ambrosio Mª de Torrent............................83P. Valentín Mª de Torrent..............................93Fray Recaredo Mª de Torrent .....................103Fray Modesto Mª de Torrent.......................111Fray Francisco Mª de Torrent.....................119P. Laureano Mª de Burriana.......................127Fray Benito Mª de Burriana.......................137Fray Bernardino Mª de Andújar ................145Fray Gabriel Mª de Benifayó......................151Fray José Llosá Balaguer ...........................161P. Florentín Pérez Romero..........................171Fray Urbano Gil Sáez .................................181P. Domingo Mª de Alboraya ........................187P. Bienvenido Mª de Dos Hermanas...........197P. León Mª de Alacuás.................................209P. Francisco Tomás Serer............................219P. Crescencio García Pobo...........................229

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P. Timoteo Valero Pérez ..............................237Carmen García Moyon, laica ......................245

HH. Terciarias Capuchinas:Hna. Rosario de Soano................................259Hna. Serafina de Ochovi.............................271Hna. Francisca J. de Rafelbunyol...............283

RR. Terciarios Capuchinosno beatificados .........................................295

HH. Terciarias Capuchinasno beatificadas .........................................311

Epílogo ............................................................313

MARTIROLOGIO AGRIPINO GONZÁLEZ,

AGRI

PINO

GONZ

ÁLEZ

,TC.

MART

IROL

OGIO

AMIG

ONIA

NO

“TRASLACIÓN A LA CAPILLA DE LOS MÁRTIRESDE LOS RESTOS MORTALES DE LOS BEATOS”

MARTIROLOGIO AMIGONIANOAGRIPINO GONZÁLEZ, TC.