GABRIELA MISTRAL EN PANAMA Encuentro de dos maestras ...

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GABRIELA MISTRAL EN PANAMA Encuentro de dos maestras Humberto Calamari G. Del archivo de familia, que con tanto cariño y tanto celo conserva la señorita Gloriela Calvo, hija de la ilustre panameña Doctora Esther Neira de Calvo, proceden los valiosos documentos que sirven de apoyo a la publicación que aquí aparece y que ofrecemos a nuestros lectores, como homenaje a los maestros panameños en su día. Corre el año 1931 cuando pisa tierra panameña en visita de acercamiento cultural la poetisa Gabriela Mistral, chilena de nacimiento, hispanoamericana de corazón y dignísima ciudadana del pensamiento y la creación artística universal. Su presencia no puede pasar inadvertida . Gabriela Mistral ha sido siempre una poetisa leída con fruición en Panamá . La ternura que rebosan sus versos, la historia de su vida que va desde su infancia en una pequeña población de la campiña chilena ; sus esfuerzos para formarse intelectualmente ; su apostolado como maestra rural con todos los escollos y privaciones ; también las satistacciones marginales ; y junto a todo eso su producción literaria que la llevó a merecer el Nóbel de Literatura 1945 hicieron de ella una figura ejemplar, digna del respeto y el aprecio de sus conciudadanos de América. En Panamá tiene una amiga de antigua data, con quien ha

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GABRIELA MISTRAL EN PANAMA

Encuentro de dos maestras

Humberto Calamari G.

Del archivo de familia, que con tantocariño y tanto celo conserva laseñorita Gloriela Calvo, hija de lailustre panameña Doctora Esther Neirade Calvo, proceden los valiososdocumentos que sirven de apoyo a lapublicación que aquí aparece y queofrecemos a nuestros lectores, comohomenaje a los maestros panameños en sudía.

Corre el año 1931 cuando pisa tierra panameña en visita de

acercamiento cultural la poetisa Gabriela Mistral, chilena de

nacimiento, hispanoamericana de corazón y dignísima ciudadana del

pensamiento y la creación artística universal.

Su presencia no puede pasar inadvertida . Gabriela Mistral ha

sido siempre una poetisa leída con fruición en Panamá . La ternura

que rebosan sus versos, la historia de su vida que va desde su

infancia en una pequeña población de la campiña chilena ; sus

esfuerzos para formarse intelectualmente ; su apostolado como

maestra rural con todos los escollos y privaciones ; también las

satistacciones marginales ; y junto a todo eso su producción

literaria que la llevó a merecer el Nóbel de Literatura 1945

hicieron de ella una figura ejemplar, digna del respeto y el

aprecio de sus conciudadanos de América.

En Panamá tiene una amiga de antigua data, con quien ha

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compartido afanes y anhelos en conferencias y simposios en

distintos escenarios de América y de Europa . Es Esther Neira de

Calvo, pionera de la educación pública en su país allá por las

primeras décadas de: la, vida republicana ; maestra por antonomasia a

fuerza de esa vocación que robustece el espíritu y da sabiduría

para edificar obra duradera.

En posesión de una educación europea, que luego afirmó en la

Universidad de Columbia, Nueva York, Estados Unidos de América,

Doña Esther no desmintió nunca su amor por la cultura y en especial

por las artes : la música, el bel canto, la pintura . Delicadeza de

espíritu que motiva su admiración y su aprecio a la obra de la

Mistral y el afecto personal hacia ella, que hizo siempre patente.

Esto. explica, a no dudarlo, la corriente de afinidad que acercó a

esta ilustre panameña y a la insigne poetisa chilena.

Y es así que Doña Esther, Directora de la Escuela Normal de

Institutoras, se sabe obligada a llevar a la gran maestra chilena y

gran amiga a la intimidad del plantel que dirige . Quiere que, y

así se lo pide, que ahí, acogida con fervor, con reverencia y con

cariño por las educandas, abra su corazón y diga cómo fue su vida

antes de alcanzar la cúspide de la fama ; cómo llegó a ser' lo que

era ; cómo le es posible hablar de su origen y de sus luchas para

superarse, sin resentimiento, sin dolor por todo aquello que laceró

su alma y que el tiempo ha ido haciendo cada vez más lejano . Y

Gabriela acepta el reto y viene a la Normal, toma posesión de la

tribuna y, luego de agradecer la condecoración de la Flor del

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Espíritu Santo, Orquídea de Oro que le ha sido impuesta por la

Directora del plantel, hace historia de su vida, de su pasado, de

sus realizaciones, de las experiencias recogidas por los caminos

de su constante peregrinar.

Cumplida esta introducción entregamos la tribuna a Doña

Esther Neira de Calvo a quien correspondió, como Directora del

plantel, dar inicio al acto ; compromiso que cumplió con un

discurso poemático de delicada y muy noble inspiración . He aquí

sus palabras:

"En estos momentos en que los educadores vivimos la

vida angustiosa del siglo haciéndole frente en el trajín

diario de nuestras escuelas a tantos y tan graves problemas,

a esa fiebre de egoísmo que mantiene enfermo al mundo, a esa

ansia de independencia y de liberación, mientras fuerzas

interiores violentas mantienen en inquietud desconcertante

el espíritu de la masa que puebla nuestras aulas, anda sola,

muy sola por los caminos, como lo hizo Jesús, una mujer que

ama ante todo la verdad y mucho el dolor y que busca con

ansiedad de madre a los niños de la vera para hablarles de

cosas bellas y muy nuevas en esta hora caótica y asfixiante

en la que el odio envenena y mata las fuerzas más preciosas

de la humanidad.

Un corro de niños de su pueblo oyó por primera vez su

Evangelio :

EL CORRO LUMINOSO

Corro de las niñas,

corro de mil niñas

a mi alrededor;

oh Dios! yo soy dueña

de este resplandor'!

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En la tierra yerma,

sobre aquel desierto

mordido de sol,

mi corro de niñas

como inmensa flor!

En el llano verde,

al pie de los montes

que hería la voz,

el Corro era un solo

divino temblor!

En la estepa inmensa,

en la estepa yerta

de desolación

mi corro de niñas

ardiente de amor!

En vano queréis

ahogar mi canción;

un millón de niños

la canta en un corro

debajo del sol!

En vano queréis

quebrarme la estrofa

de tribulación:

el corro la canta

debajo de Dios!

Luego calzo sus sandalias de peregrina y salió de su

aula para irse muy lejos y enseñarle su doctrina al mundo.

Un inmenso dolor que va por los campos y senderos de la

vida, cantando una canción de amor también inmenso .

" Qué

amantes son las rosas y qué amadas las espinas . . . "

Y he aquí que a nuestras playas ha llegado la maestra

nazarena, sola y cansado el cuerpo pero hecha su alma un haz

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de fuerzas y de fe, caldeado su espíritu por la ardiente

llama de la inspiración . ..

En nuestros jardines se oyeron sus pasos, lentos y

seguros, en nuestras aulas vibró su espíritu, nuestro templo

le abrió sus puertas .

Ha entrado ; tras ella han quedado

estelas de luz y, miradla : como e7. Divino Maestro en la

montaña, se ha sentado para decir su palabra . . . descansa su

cuerpo fatigado entre niños y flores del campo, mientras su

mirada se clava en cada mirada nuestra y se graba en ellas su

imagen que es la imagen de la maestra de un continente.

Dinos, mujer transida de ternura con alma toda Fe, qué

traes para dejar en esta casa que debes amar porque en ella

se forman espíritus de Maestras? Maestra inspirada por

Dios, maestra buena, maestra fuerte, mira la juventud que te

rodea ; son las madres, las maestras del futuro ; dales tu

Evangelio para esculpirlo en piedra con letras de oro en las

paredes de sus aulas .

Enséñales, maestra, diles cuánto

deben hacer.

Señores : Quiero confesarles que Gabriela Mistral es la

inspiradora de casi toda mi labor de maestra y que también

ha sido mi fuerza . En una de sus charlas de estos días nos

ha dicho, refiriéndose a su obra, que cree no haber hecho

más que trazar los programas que otras han cumplido . Y qué

más? Eres el motivo de la obra . Sin tí no habría tenido

principio ; encarnas la idea, eres la inspiración y das la

fuerza . Cuántas veces, en mi trabajo diario de maestra, en

mis ratos de honda amargura y desconsuelo, he abierto tus

libros y leído con avidez en ellos para saciar mi sed de

itnspiracióír,, de paz interior, de perdón y de reposo!

Cuántas veces he hecho mía tu oración ; esa que dijiste

al Señor, herida por el dolor que da en el trabajo la

incomprensión y la injusticia de los que no quieren que

hagamos bien :

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LA ORACION DE LA MAESTRA

"Señor : Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe, que

lleve el nombre de maestra, que tú llevaste por la Tierra.

Dame el amor único de mi escuela ; que ni la quemadura de

la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los

instantes.

Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el

desencanto . Arranca de mí este impuro deseo de justicia que

aun me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de

mí cuando me hieren . No me duela la incomprensión ni me

entristezca el olvido de las que enseñé . ..

Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de

mujer pobre ; hazme despreciadora de todo poder que no sea

puro, de toda presión que no sea la de tu " voluntad ardiente

sobre mi vida.

Amigo, acompáñame! sosténme! Muchas veces no tendré sino

a Tí a mi lado . Cuando mi doctrina sea más casta y más

quemante mi verdad, me quedaré sin los mundanos ; pero Tú me

oprimirás entran-s_ contra tu corazón, el que supo harto de

soledad y desamparo .

Yo no buscaré sino en tu mirada la

dulzura de las aprobaciones.

Y, por fin, recuérdame desde la palidez del lienzo de

Velásquez, que enseñar y amar intensamente sobre la tierra es

llegar al último día con el lanzazo de Longinos en el costado

ardiente de Amor".

Dios, los hogares y mi Patria han puesto en mis manos una

obra de enorme trascendencia . Debo forjar el alma de las

maestras de mi tierra, de las que van a formar generaciones y

generaciones . Sigue inspirándome ; enséñame tus métodos.

Danos trabajo a las mujeres y a la juventud, deja que se

pueble el mundo de tu obra como se pueblan de flores los

campos y de luz los senderos . . .

Entréganos tu tesoro

interior, predícanos tu Evangelio .

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La América hispana necesita de sus hombres, pero más de

sus mujeres ; aun puede salvarse por ellas que guardan en el

hogar las tradiciones, los sagrados tesoros de nuestra raza.

Enséñanos a defendernos y muéstranos para ello campos de

acción . Vierte luz en nuestras mentes, cántanos tus himnos de

amor y llena de paz nuestras almas.

Señores :

La Escuela Normal de Institutoras tenía el

deber de traer a sus aulas para que viviera en ella minutos de

gloria, a Gabriela Mistral . Este homenaje que le tributa

encarna el amor de cada una de sus hijas . Recibidlo, Divina

Maestra y permite que coloque sobre tu pecho, vaciada en oro,

la Flor del Espíritu Santo, orquídea la más preciada y la más

rara de nuestros bosques, la más alta insignia que la Escuela

Normal de Institutoras confiere cuando rinde tributo al mérito

unido a la virtud ."

Ocupa enseguida la cátedra, la Divina Grabriela . Divina ; así

acaba de llamarla, con toda propiedad, su antecesora en el uso de la

palabra . Y, ciertamente, Gabriela ha dictado cátedra ; porque el

relato de su vida, de sus sufrimientos, de sus desilusiones, de sus

luchas, de sus triunfos, es una lección . Lección de coraje para

hacer frente a las inconsecuencias del destino ; para derribar vallas

y borrar las distancias ; coraje para hacer fértil el yermo y

productiva la aridez que invade a veces el corazón del hombre;

coraje para hacer de la fraternidad el antídoto contra el egoísmo y

la impiedad . Es esa la esencia de su verbo iluminado . Recordemos

su palabra inmensa, valiente, liberadora, aquel día de septiembre de

1931 en la Normal de Institutoras :

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"Damas y caballeros:

Ante todo les pido que me excusen al comenzar a

hablarles, pues las muchas y gratas emociones que he

experimentado esta noche han exaltado mi espíritu . Comienzo

por lamentar haber resultado una calamidad para los jardines

de Panamá, pues la intención de ustedes parece haber sido la

de ofrendarme todas sus flores . Las pobrecitas no han hecho

nada para que se les tratara de esa manera . Agradezco de

todo corazón esta insignia, por el prestigio que ella lleva

que es el de ser otorgada exclusivamente por este

establecimiento, pero agradezco principalmente el símbolo

floral, encarnado en lo que ustedes llaman la Flor del

Espíritu Santo, que sé apreciar en todo su valor debido a los

rudimentarios conocimientos de botánica que poseo . Y quiero

agregar asimismo esta idea tan tierna de un prendedor que

recuerda uno de mis poemas en prosa, de esos poemas míos que

n¿ valen casi nada . Ahora, como ustedes han ideado una serie

de leyendas sobre mí, porque son leyendas todas, yo he

sentido pocas veces como en este momento la necesidad de

decir la verdad, después de la leyenda y de las leyendas.

Hay pocas criaturas que nos hagan conocer este sacudimiento,

esta necesidad, esta decisión, esta voluntad de decir la

verdad . La mayor parte de las gentes tienen un gesto de

insinceridad para con ellas y para con sus semejantes, cuando

se trata de decir la verdad, pero desde el primer día que yo

llegué a esta tierra de ustedes y estuvo a verme la señora de

Calvo, desde la primera hora de nuestra conversación nos

atrajo un ambiente de simpatía y por una de esas

comunicaciones misteriosas que corren de ser a ser, fué para

mi una hermana y tomó enseguida el carácter de hermana en mi

corazón .

Desde nuestra primera conversación, en el primer

momento de encontrarnos, me miró de pronto á los ojos muy

adentro y me dijo :

Yo quiero saber su vida . Yo he dejado

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siempre que circulen sobre mí, narraciones, historias,

cuentos, pero nunca se me había ocurrido contar la historia

de mi vida, que resulta un cuento vivido por mí, y ese día

correspondiendo a la mirada curiosa de los ojos de la señora

de Calvo, pensé : "Es ci.erto, ella tiene no se qué derecho

natural de oírme a mí la verdad y a que yo la cuente para

ella ."

No tiene mi vida nada de eso que llaman las gentes

maravilloso, extraordinario, y no piensen las alumnas de la

Escuela Normal que me oyen que yo voy a contarles un cuento

de maravilla . Yo he dicho que hay algo de cuento en mi vida,

no es precisamente lo corriente lo común en toda vida de

mujer, es lo maravilloso, lo inesperado.

Yo nací entre una familia de maestras . Acuérdense

ustedes de una frase de Blanco Fombona sobre Sarmiento . El

dijo en cierta ocasión que el pobre Sarmiento sufría de

maestrocolitis aguda y es cierto que aquel hombre no supo ser

otra cosa en toda su vida que maestro de escuela . Pero esa

manía le valió la inmortalidad, pues su nombre ha salvado las

distancias y hoy se le considera como uno de los apóstoles de

más relieve en la educación popular de la República

Argentina.

Mi familia fué de maestros . Mi padre fué primeramente

profesor de colegios privados y después fué maestro rural.

Mi hermana, mi única hermana fué maestra hasta hace pocos

años . Mis únicas parientes del lado paterno son dos tías que

se han vuelto monjas, pero han ejercitado el magisterio en

sus respectivos conventos . Mi padre fué un hombre de una

cultura superior, pero caído por una desgracia familiar en el

campo, él no supo resistir los peligros y el terrible influjo

de la tierra, y se malogró.

Yo me crié en el fondo de uno de los valles pueblerinos

más bellos de Chile . Dicho valle posee preciosos paisajes

que aparte de su belleza, ofrecen al viajero los más curiosos

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contrastes . En efecto, de medio cerro arriba se puede obser-

var en el terreno una calvicie total y de medio cerro abajo

reina una fecundidad preciosa . En mi persona se ha reflejado

muchas veces esa naturaleza de contrastes sin ninguna

transición, esa naturaleza de grandes arrebatos, de ternuras

infinitas, de desesperación y de aplacamiento.

A mí me enseñó las primeras letras, a mí me dió una gran

enseñanza primaria mi hermana maestra . De mi madre tengo el

recuerdo de una criatura muy hermosa y débil de carácter.

Nunca me puso las manos encima, nunca me castigó, nunca me

tocó como dicen allá . Es muy dulce que lbs niños tengan un

recuerdo de su madre, idéntico al que yo tuve de la mía, la

buena señora nunca tuvo su imagen nublada por una cólera, ni

un momento su autoridad de madre se hizo sentir sobre mí.

Pero la educación mía que estaba abandonada en el sentido de

que mi madre era demasiado dulce para criarme, corría a cargo

de mi hermana, o mejor dicho de mi media hermana, pues sólo

era hermana de madre, una mujer llena de ternura y de un

sentimiento de sacrificio por los demás, como he visto pocas

en mi vida . Una mujer en la cual la vida individual no ha

sido nada y la preocupación colectiva ha sido todo . Quizás

yo le deba a ella esa concepción práctica del mundo que

siempre he tenido.

Viví yo de niña hasta los doce años en una intriga tal,

en un desconocimiento casi absoluto del pasado, al extremo de

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no recordar la casa, en que habitábamos, ni una sola pared de

ella, ni una mesa, ni . un mueble . Yo pasaba el día en la sala

de clases de la escuela y recuerdo eso sí que tenía un bello

jardín, muy amplio, muy lleno de sol y protegido con la

sombra agradable de una morera, pero estos recuerdos de mi

infancia no están relacionados con otros que no conserva mi

memoria.

Mi memoria de la infancia no es sino la memoria de los

seres de la aldea, de los animales que eran mis compañías,

porque jugaba con los lagartos en la mano lo mismo que con

las palomas . Mi hermana me enseñó todo lo que sabía . No fui

una alumna extraordinaria : tenía dificultades para las

matemáticas, que aún en la fecha y a pesar de todo el tiempo

transcurrido todavía me molestan, tenía dificultad también

para otros ramos, una gran torpeza para el trabajo manual,

facilidad para la historia, cierto conocimiento de la

geografía, mucho gusto de la lectura, y hacer versos me

parecía también natural, los hice desde los siete años, tod_

lo malo que cabe hacerlos a un ser humano en este mundo.

Me acuerdo perfectamente de la silueta familiar de mi

abuela paterna . Cuando tenía nueve años, ella, mi abuela,

era una vieja muy alta, más alta que yo, con un físico más

alemán que chileno y unos ojos muy claros, muy dulces y muy

severos . A veces en los contornos la llamaban la teóloga,

porque sabía mucho de oraciones y de ritos y de cultura

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religiosa .

Yo le debo a ella el haber sido este curioso

ejemplar de una católica bíblica, o sea de una católica que

se lee toda la biblia.

A esa edad de nueve años mi abuela me sentaba en un

banco y me enseñaba de memoria los salmos de la vida . Yo

naturalmente no entendía nada, es claro no podía entenderla.

La vida de mi abuela fué muy dolorosa y llena de azares . Los

sinsabores y los desengaños se habían llevado la mitad de sus

razones.

Cuando yo llegaba a verla, mi mamá me mandaba un poco

enperifollada, con el cabello un poco rizado y con algo de

polvos en la cara . Mi abuela, que era una puritana católica,

me cogía desde la puerta y me decía : "Tu no vas a llevar

crespos en la cabeza, ni te vas a poner nunca polvos ." Me

cogía, me llev `>~ y me quitaba los rizos y me lavaba la cara

rigurosamente hasta que me quedaba limpia y me sentaba

después a hacerme la lectura de los salmos.

Cuando ella tenía cincuenta años y acababa de formar a

sus hijas, se le ftabían ido las dos al convento, lo que le

hizo perder la razón que no recuperó nunca.

Mis otros recuerdos familiares son los de las gentes de

la aldea donde me crié, y es curioso, mis primeras nociones

acerca del feminismo las obtuve de las observaciones

personales que hacía en el vecindario . El feminismo campea

en nuestra tierra desde hace años como una cosa racional . En

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las cercanías de mi casa había una gran finca, una hermosa

granja, cubierta de viñedos al cuidado constante de siete

solteronas cuya familia se completaba con un hermano único.

También el hermano era el único ocioso de la familia . Las

siete mujeres trabajaban para él y para las hijas que él les

llevaba de tarde en tarde . Yo recuerdo de esas hermanas

mujeresque cuando el turno de agua se daba a la media noche,

pues el agua era muy escasa en el valle, estaban de doce a

tres de la mañana, regando a la luz de una candela la viña

con las faldas arremangadas . Yo las veía después hacer la

vendimia, cortar los árboles, atender en una palabra a todas

las labores relacionadas con la agricultura . Con esta visión

constante, el trabajo de la mujer, y sobre todo el trabajo

agrícola de la mujer me entró por los ojos y me convencí de

que la mujer de mi tierra ha trabajado siempre.

Durante ese período de mi vida no tuve la más elemental

noción de lo que era la propiedad . Recuerdo eso sí,

perfectamente, que cuando venía la estación de los duraznos

mi mamá me decía : "Vaya donde mi comadre -casi todas eran

comadres- lleve el canasto y dígale : Aquí vengo por un poco

de fruta " . A veces variaba la redacción y era así : "Dice mi

mamá que aquí vengo a buscar granos y que ella tiene allá

uvas" .

Uno de mis descubrimientos fué al saber a los doce años

que la fruta se compraba y tanto me extrañó tal cosa, que aún

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hoy mismo, me resisto en pagar cara la fruta . Convenía desde

mi infancia en que la legumbre debía pagarse pero la fruta

no .

Otras de las emociones fuertes de mi infancia la

experimenté yo al quemársenos nuestra casa . También recuerdo

el constante peregrinar de las gentes del valle con dirección

a nuestro domicilio con numerosos cortes de tela para el uso

de la familia . Esos cortes siempre se guardaban en el fondo

de la caja . Me acuerdo perfectamente de un corte como para

falda de mi hermana ; otro como para blusa de mi mamá y otro

como para un vestido mío.

Me acuerdo perfectamente de una aldea sin casas en donde

lbs patronos y las patronas vivían en comunidad y en compañía

de sus criados se dedicaban a pelar duraznos que iban

amontonando en enormes cestos y todos estos cuadros de un

color estrictamente folklórico, no se han borrado de mi mente

a pesar de las variadas y múltiples impresiones de cuadros y

paisajes que se han proporcionado a mi vista en las grandes

ciudades, hasta la edad de cuarentitrés años.

A mi hermana se le ocurrió que me había enseñado todo lo

que sabía y que había que mandarme a una escuela superior, en

la capital . Allá me llevó la Directora de la Escuela que era

una de las personalidades de la ciudad y era además mi

madrina . Prefiero hacer sobre este recuerdo de mi infancia

un poco de silencio por tratarse de una mujer que tuvo

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vinculación con mi familia y a quien me duele comentar en

mal . Yo fuí un fracaso tal en la Escuela Primera Superior a

cargo de profesores muy buenos, que la Directora llamó a mi

mamá Y le dijo : "Comadre, usted se lleva a la niña, la

criatura es completamente tonta, usted la puede poner a que

haga los quehaceres de la casa . Nosotros no hemos conseguido

que hable nunca y era tiempo . No hemos conseguido que

escriba en el pizarrón y es enteramente taimada y muda, lo

que nunca había sido verdad, y cuando me dí cuenta que por

este motivo iba a ser un perjuicio para el mundo, hice el

voto de soltar mi pobre lengua y de dar a conocer a la gente

,que

yo si podía hablar .

Mi mamá creyó todo lo que la

Directora le había dicho ; recuerdo perfectamente de mi

salida de la escuela de la mano de ella, y con uno de esos

gestos sacramentales que adoptamos cuando vamos a decidir de

la suerte de una persona me dijo : " Ya vez hija, no ha sido

mía la culpa ; tu padre dirá más tarde que no te hemos

educado, él un hombre tan inteligentej"

Había dentro de mí una convicción muy honda de que no

tenía nada de tonta, aunque tampoco era una maravilla . Yo me

quedé callada por la milésima vez y me llevó mi mamá al

pueblo donde mi hermana era maestra . Me acuerdo todavía del

día que entré a la cocina y me dejaron aprender todo lo

necesario que no debe ignorar una buena cocinera, para que la

comida que confeccione sea excelente . Había una sirvienta en

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la casa y la instruyeron para que me enseñara todo lo

relacionado con la cocina . Yo me hice el propósito de no

aprender nada de esto, pues me dije para mí que si aprendía a

cocinar y les daba gusto en la comida, no serviría en

adelante para nada útil . Por lo mismo no me preocupé ni por

lavar bien un plato y cuando lo hacia les dejaba una franja

fea y sucia . Si me daban a lavar una toalla, yo la dejaba

como la había cogido . En vista de mi testadurez para

aprender a cocinar y para hacer los menesteres de cocina, mis

familiares me dejaron al fin en completa libertad para

proceder de acuerdo con mis inclinaciones . Cuando tenía doce

años mi mamá y mi hermana vivían desesperadas de la muchacha

ociosa . Era en ese entonces muy adicta a la lectura de

novelones, entre los cuales leí con predilección "Los hijos

del Pueblo " de Eugenio Sue . Me aprendí los nombres de todos

los personajes que desfilaban en los distintos novelones y

esta lectura me inspiró la idea por primera vez de escribir

una novela, cosa que no podría hacer yo en ese entonces ni

podré hacer nunca.

Mi padre se había ido de la casa cuando yo apenas tenía

tres años, volvió a verme a los doce por un mes y después no

volví= a verlo más . Tampoco me gusta tocar su memoria

después de muchos años, su conducta la he olvidado

perfectamente y he puesto en claro su caso como el de un

hombre al cual amargó en toda ocasión el fracaso de su vida

en una aldea.

Cuando tenía catorce años, mi familia tuvo unos años de

holgura, proporcionados por un matrimonio de mi hermana, pero

de repente se perdieron todos nuestros haberes de un golpe y

nos quedamos en la calle . Entonces mi mamá tuvo una idea muy

peregrina, perfectamente extraña, se -le oc5irri6 que esta

criatura de catorce años fuese maestra . Y en cierta ocasión

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me llamó y me dijo : "Nosotras no tenemos con qué_ vivir, tu

padre, tu hermana, han enseñado, tu tienes que hacer lo mismo

para ayudarnos, para salvarnos de la miseria . " -Pero no sé

nada, mamá, le contesté .- -Vas a enseñar a leer, cómo no vas

a poder hacer eso? -Y siempre me hacía ver que sí, que eso

era posible.

A la edad de catorce años tuve mi primer nombramiento de

Ayudante de Escuela Rural . Empezé pues a trabajar en una

forma microscópica, insignificante, casi sin importancia . Al

llegar a la primera escuela rural que tuve me convencí que

tenía que trabajar en una sala sin piso, es decir, con piso

de tierra, y mis alumnos eran muchachos de dieciseis a

diecisiete años a los cuales se les ocurría a veces hasta

hacerme la corte . Yo iba demasiado tímida para que sirviera

de maestra . Tenía una prodigiosa timidez de niña ; tenía

miedo de hablar, no sabía contestar, pero tenía la cara muy

grave, esa cara solemne que dice mi amigo Méndez Pereira que

poseo y la vestimenta negra que desde entonces llevaba y un

aire recogido que desde entonces adopté, me aumentaba lce

años y me daba autoridad delante de los muchachos . Entonce

ocurrió un incidente cómico ; como la directora de la escuel¿.,

me tomó muy mala voluntad, por negocios femeninos, los

solucionó acertadamente con el palo de la escoba . Esta_

intrigas, estas malquerencias, estas enemistades entre lo

maestros, estas rivalidades entre ellos que en las ciudades

grandes toman un aspecto muy digno y muy elegante, en las

pequeñas aldeas se revisten de un carácter primitivo y

odioso . A veces pienso que la directora tenía razón . Yo

siempre me escudaba en la comodidad y sintetismo de los

monosílabos .

En cierta ocasión, al invitarme ella a

conversar de asuntos escolares, acepté y me senté frente a

ella en un banco .

A todas sus preguntas, a todas sus

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observaciones, a todas sus sugestiones, contestaba yo

invariablemente : está bien, o tal vez . Ella continuaba:

Pero diga usted cómo lo va a hacer ; que hace usted con los

niños .

Yo sólo sé que los muchachos la quieren a usted

porque usted les ha dicho que no me quieran .

Estas

dificultades se aumentaron al informarse la Directora de que

yo colaboraba en los periódicos de la Serena . Esta nueva

circunstancia me dió a conocer de un hombre, lleno de

talento, de una buena alma y un hermoso cuerpo de patriarca,

quien al enterarse de mis producciones me hizo la proposición

de proporcionarme una oportunidad para ir a estudiar al liceo

de la Serena, por tener él las facilidades para ello por sus

vinculaciones personales y políticas con el personal docente

de dicho plantel de educación . El expresado señor era

presidente en ese entonces de la Junta de Vigilancia del

Liceo y me brindaba esa oportunidad de ampliar mis

conocimientos .

Yo no creí en esa promesa pues no soy

crédula, pero unos dIeQ de5pué5 la directora del Liceo me

avisaba que ibr tomarme como Secretaria del Colegio y a la

vez como alumna ; que yo podría asistir a los cursos que

quisiera y qLe había un trabajo de Secretaria que me sería

otorgado y explicado . Me presenté allí y me hice la

impresión de un conejo que caía en las garras de un águila,

de un conejo con todas la timideces que había en mí, esas

timideces que nos hacen estar callada, con la cara muy seria

y con cierta sensación de alejamiento y de orgullo.

Aunque yo sufría mucho con el trato de esta antipática

alemana, las enseñanzas que de su compañía obtuve, las

considero como las más valiosas de mi carrera en el

magisterio . Ella era una mujer de horrible carácter pero una

mujer de vida y de concepto.

Con algunos aspectos de extranjera que trata de arreglar

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- 19 -

todos los defectos del pueblo donde vivía, en todos sus

actos, trataba de mortificarme con una franqueza positiva que

yo le agradecía . La directora se llamaba la señora Krusher y

me tenía en los comienzos cierta simpatía, que creo se

originaba por la similitud de nuestra constitución física.

Las dos eramos muy altas, con ojos claros y aunque

estuviéramos en los dos cabos del escalafón, pues ella era la

Directora y yo una humilde maestra, al principio se creyó que

debía concederme cierta consideración como a una criatura que

debía ser protegida, pero cuando se dió cuenta de que yo no

decía nada, que tenía idea socialistas, que escribía en los

periódicos, y hablaba con los obreros, me trató desde

entonces como un elemento plebeyo.

Una muestra de ésta apreciación de la directora respecto

a mi persona, la constituye el ejemplo siguiente : En cierta

ocasión, me llamó y me dijo : " Ha llegado el tiempo de hacer

las matrículas, usted va a encargarse de esa labor . Aquí no

entra ninguna china (las chinas son entre nosotros la gente

del pueblo) .

Usted sabe que aquí no debe entrar ninguna

china a este colegio . Por lo mismo todas las aspirantes

deberán tener tarjetas de recomendación otorgadas por los

Miembros de la Junta de Vigilancia.

A pesar de ser tímida, siempre he considerado

primordialmente el concepto de la igualdad humana, que no me

lo destruye ni un terremoto y por lo mismo a todas las

aspirantes chinas que querían ingresar al Colegio se las

mandaba a un pariente que era miembro del Consejo de

Vigilancia, para que él hiciera hincapié en su valimento de

tal al recomendármelas a mí, al extremo de que cuando la

Directora volvió al Colegio éste estaba lleno de chinas del

pueblo . Esto la molestó sobremanera y acabó por demostrarme

más abiertamente su enemistad para conmigo . De esta

enemistad saqué yo grandes enseñanzas pues ella cuando me

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- 2 0 -

insultaba al mismo tiempo me decía grandes cosas . Recuerdo

que en cierta ocasión, al entrar a su dormitorio, ví en una

pared una imagen de una virgen de Murillo muy grande . Como

sabía que ella era protestante, al entrar, me quedé embebida

contemplando el cuadro y tratando de comprender a mi manera

por qué éste se encontraba en tal lugar, pues estaba segura

que ella no tenía ninguna devoción por la Virgen . Al ver mi

asombro esta mujer singular me dijo : La diferencia que hay

entre nosotras es que usted cree y tiene todas las

apariencias de no creer lo cual es cierto y yo no creo y

tengo las apariencias de creer puesto que creo en el arte.

Me acuerdo de otra frase de esta mujer : una vez entré

en su salón que estaba bellamente ataviado, pues esta mujer

tenía un gran gusto artístico y se desvivía por enseñar una

colección de obras de arte, entre las cuales sobresalían dos

retratos, uno de Schiller y otro de Goethe . Enseñándome los

dos retratos me dijo : " E1 mundo se divide en dos grandes

grupos, uno de ellos, el de los inútiles se parece

exactamente a Schiller, el otro, el de los preparados, el de

las personas de valimento se parece a Goethe .

Usted está

clasificada en el primer grupo y yo en el segundo.

Como siempre trataba de encontrar lunares en mi trabajo,

en cierta ocasión alegó que unas notas que me mandó hacer

estaban plagadas de faltas de ortografía . Parece pues que no

le gustaron las notas mías y entonces me buscó algo en que

yo pudiera servir en el Colegio . Hizo que me pusiera de

acuerdo con un profesor de música para que juntos nos

encargáramos de hacer los cantos de la escuela . Al terminar

nuestro trabajo ella demostró su contento diciéndome que iba

a darse el gusto de que nuestros cantos se cantaran solamente

en nuestro colegio, ya que no deben cantarse en otra parte y

mucho menos en las escueluchas de poca monta.

Pero al contar éstas anécdotas de mi directora me he

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- 2 1 -

adelantado en la narración . Volvamos atrás : Cuando volvió

de sus vacaciones y se dió cuenta de la gran cantidad de

chinas que había, me llamó y me dijo : Usted no ha obedecido

mis órdenes, yo la voy a separar del Colegio, pero como sabía

que colaboraba en los periódicos y ésta conducta de ella no

le convenía, me insinuó entonces que presentara mi renuncia

por motivos de salud y yo pensaba :

hacerme renunciar por

motivos de salud con esta cara tan saludable!

Me hizo pues escribir una renuncia y no me permitió que

la firmara todavía . Se arrepintió de ello? No por cierto.

Ese día se reunió un Consejo de Profesores y este episodio lo

cuento para que ustedes sepan de todas las intrigas y

malquerencias gratuitas que uno adquiere en el apostolado de

la enseñanza y que por desgracia se practican en todo el mundo.

Se reunió pues el Consejo de Profesores y ella dijo:

Aquí hay un elemento que además de no servir para nada ha

cometido la barbaridad de aceptar alumnas del pueblo . No

puedo echarla sin exponerme a que el Presidente del Consejo

de Vigilancia nos la traiga aquí de nuevo . De acuerdo con la

conducta posterior que nosotros observemos respecto de ella,

y que yo recomendaré, estoy segura de que se verá obligada a

abandonarnos para siempre . En efecto, debemos aislarla en lo

sucesivo .

Que ella no tenga con quien hablar en ninguna

parte ni en la mesa . Todo el conjunto de la reunión

integrada por dieciocho o veinte personas entre las cuales se

encontraban dos o tres curas, aceptó el cumplimiento de las

condiciones de la directora respecto a mi persona . Solo una

mujer se hizo íntimamente el propósito de hablarme . Por lo

mismo cuando yo llegué a tomar mi almuerzo nadie me saludó;

exageraron tanto la nota que ni siquiera me dieron los buenos

días con palabras sino con musarañas de la cara . Nadie me

contestó cuando salía a hacer la vigilancia y me sacaron el

cuerpo todos . Y yo viví la leprosa unos quince días ; no más

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hasta cuando una de ellas me contó y me dijo : usted tiene que

irse ; firme la renuncia que le hicieron escribir y así fue,

cuando debido a la presión injustificada de la directora, me

ví de repente en la calle, después de soportar con estoicismo

los sinsabores sin cuento que me proporcionaba un humilde un

humilde empleo por añadidura mal remunerado.

Me acuerdo todavía de la cara trágica con que llegué a mi

casa el último día y dije a mi mamá :

"Mamá, ya no tengo

empleo" . Pero no le di los detalles de mi tragedia en el

Liceo . Ella nunca llegó a saber mis vicisitudes fuera de casa

y eso que murió a los 74 años . Pero de todas maneras debía

saber que no tenía más empleo . Cuando se lo dije ella me

manifestó lo siguiente : Hija mía, te quedan dos caminos : o

que entres a la Escuela Normal para que hagas estudios

regulares porque no tienes títulos o bien :, que busques otro

empleo en una escuela rural para que trabajes . Pero yo no

contaba con la huéspeda . El Cura párroco del Liceo de donde

acababa de salir era el Capellán de la Escuela Normal de la

Serena . Fui y presenté mi solicitud, me presenté a examen ; se

me pidió fianza, la presenté ; certificado médico :

me lo

procuré . Llegué

con mis dos maletitas de ropa pero la

Subdirectora me regresó a mi casa diciéndole a mi mamá : " La

niña no está admitida" .

Al demostrar mi madre asombro la

Subdirectora dijo : Usted se equivoca, señora, su hija fué

rechazada a última hora . El Capellán había hecho la declaración

de que yo era un elemento peligroso, que yo no tenía ideas

religiosas, que era socialista y hubo un segundo Consejo de

Profesores tan digno como el primero : Aceptó la proposición del

Capellán de eliminar a una alumna que había sido examinada y

que tácitamente el Colegio tenía la obligación de aceptar.

Como lo he dicho antes, estas miserias no se viven sólo en

Chile, de ellas tenemos ejemplos palpables en todas partes del

mundo, principalmente en los pueblos nuestros, en donde las vemos

todos los días.

Salí pues de la escuela Normal, en esta curiosa forma :

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echada sin haber entrado ; eliminada sin haber sido

incorporada . Yo ignoraba en absoluto la razón de mi rechazo.

Vine a saberlo a los veinticinco o veintisiete años, una vez

que la Subdirectora me hizo el triste relato . Tuve el gusto

de mandarle un recado al Cura, en el que le demostraba que

era mucho más cristiana que él.

Era preciso pues, tener que volver a la escuela rural.

Tan duro que me parecía hacer esto! En efecto después de

haber sido Secretaria en un Liceo volver a una escuela rural!

El primer día de mi cesantía, adoptando una de esas

decisiones súbitas tan corrientes en los que nos dedicamos a

hacer versos, tomé unos tres pesos, que por cierto ya

escaseaban en mi casa y me fuí a Coquimbo para mirar el mar.

Nosotros nos entendíamos muy bien . . . Cuando iba en el tren

me encontré con el Gobernador de Coquimbo quien había hecho

versos en su adolescencia . Nos conocíamos intelectualmente y

al manifestarle mi situación apremiante él me dijo que no

tenía escuela decente que ofrecerme en Coquimbo,

manifestándome que,la única disponible nadie quería aceptarla

por las pocas facilidades que allí se brindaban para la vida

por no haber carne todos los días y presentarse otros

inconvenientes casi insuperables.

En vista de mi situación manifiestamente precaria, yo

acepté hacerme cargo de dicha escuela . Por dificultades

familiares, mi mamá no pudo acompañarme a mi nuevo trabajo y

yo tuve que irme sola a encargarme de él y al llegar allí, lo

primero que hice fue tratar de ganarme toda la población . En

efecto : permanecí en el lugar durante dos años largos y

compartía con los habitantes del lugar todas las labores del

campo .

Como noté que muchas personas por virtud de sus

ocupaciones no asistían a las clases diarias de la escuela,

abrí una escuela nocturna gratuita y en la noche había un

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lleno completo pues tenía alumnos hasta de setenta años . Por

la noche, después de clases, los viejos llevaban sus

guitarras y comenzaban a cantar; los muchachos me llevaban

frutas de todas clases y los domingos me daba el gusto de

pasear a caballo ; uno me llevaba la montura ; otro el caballo

y un tercero me acompañaba en el paseo . Esa es la escuela

rural que ustedes han hallado en los versos míos, y ese es el

bautismo mío de la escuela rural . Nunca tuve el menor

disgusto con ellos, nunca me hicieron el menor daño, vivía en

su campañia como en la de mis familiares . Pero por eso no

había cejado en mi propósito de obtener el título de

normalista . Yo tenía un amigo, mi único amigo de la Serena,

un médico del lugar, quien al informarse de mis aspiraciones

me aconsejó que fuera a buscar ese título a Santiago.

Seguí su consejo y me dirigí a Santiago en compañía de

una amiga de colegio . Iba con el alma muy triste, por

distintas causas y por las decepciones que ya había sufrido y

les cuento a ustedes el rasgo cómico siguiente : Preparé mis

exámenes a cono :-encia pero siempre tenía ciertas dificultades

con la inst, ::-~ción cívica . Al llegar al examen y

convencerme cae que era asignatura obligatoria opté por

salirme del salón, pero la amiga que me había acompañado, al

observar mi conducta, a viva fuerza me hizo regresar y pasar

el examen tan temido . En esta forma fantástica obtuve pues

el titulo de maestra normalista que engloba los estudios

desde el primero hasta el quinto año de ese curso.

Posteriormente, actué como profesora de Historia y Geografía,

y de Castellano en un Liceo del Norte de Chile, cerca de

Santiago y después practiqué el apostolado del Magisterio en

Antofagasta.

Les he contado anteriormente el comienzo de mi carrera

como profesora en los planteles de educación de Chile que

empecé a ejercer a los dieciocho años y como me parece que he

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hablado bastante y estoy abusando del público que me escucha,

les prometo contarles el resto de mi vida, o sea a partir de

ese lapso, cuando dentro de tres años regrese por esta

tierra, haciéndoles saber asimismo que mi vida no ha tenido

nada de admirable.

La señora de Calvo quiere que antes de terminar yo le

diga algo a las maestras y yo podría decirles solamente esto:

que no crean que nadie destruye a nadie pero que no crean

tampoco que nadie hace a nadie . En algunas circunstancias de

mi vida, ésta se me ha mostrado hostil y se me ha cerrado

como un puño, pero a pesar de esto la vida no me ha destruído

a mí y las gentes no me han hecho nada . No hay ilusión peor

que

creer que alguien está expresamente interesado en

hacernos bien o mal . Sólo Dios y nosotros mismos con

nuestras actuaciones personales y con nuestra conducta para

con nosotros mismos o para con los demás nos hacemos el bien

o el mal.

Si hay algo que asombre en la vida mía, es que en el

curso de ella no me he servido de ningún apoyo, no he

pertenecido nunca a ninguna secta ni a ningún partido . Sola,

como un fantasma, me he defendido siempre y no he sucumbido

en la lucha . A veces opino que uno debe creer en lo

sobrenatural y en lo providencial . Más en lo sobrenatural y

en lo providencial un poco menos .

Yo no soy lo

suficientemente vanidosa para creer a Dios ocupado en mí

solamente .

En todos mis actos he siempre usado una gran

dosis de resistencia . Si algo tengo que enseñarles a ustedes

es eso, una gran resistencia :

resistencia, dolores más

tarde, desengaños e ingratitudes después.

Yo le entregué al principio mi corazón a las fieras y

ellas lo hicieron sangrar copiosamente . Pero llegó un

momento en que conocí el bien ; que me dí cuenta que para

evitar los escollos de la vida, debe uno tener sencillamente

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la medida exacta de las cosas y de las criaturas y emplearlas

acetadamente en consonancia con su condición y con su tamaño.

La satisfacción de ser poseedoras de un título de

normalista, no debe in tan lejos al extremo de considerar que

ese título les de todo, pero tampoco deben hacerlo objeto de

menoscabo, porque ese título representa un poco de esa sangre

de juventud que nunca llega a recuperarse.

Y en cuanto a los goces de la profesión, yo les digo que

el único tangible, consiste en hacer el bien a toda costa, en

enseñar con el corazón, con sinceridad y con entusiasmo ; en el

cumplimiento en fin, de ese deber que nos hemos impuesto al

comenzar a practicar el apostolado de la enseñanza.

Y por último, además de ser tolerantes, de ser humanas,

debeis revestiros de un poco de estoicismo y mucho de

cristianismo . Y para no ser crueles, os aconsejo asimismo que

debeis acordaros de algunos episodios de esta misma vida mía,

qúe acabo de contaros a medias, y de todo lo dicho, podeis

convenceros, así como también con la lectura de mi producción

literaria, de que la única ventaja que por acaso pueda tener

yo sobre las que se llaman grandes maestras, es la ventaja de

la palabra, de esa palabra que hice la promesa de adquirir en

circunstancias difíciles de mi azarosa existencia.

Muchas gracias a todos los que han tenido la paciencia de

escuchar esta larga peroración mía, y a los cuales, tal vez un

deber de cortesía, que no la importancia de lo dicho, ha

permitido oir mi voz por tanto tiempo . "

Concluyó la ceremonia y quedó para la Historia la presencia de

Gabriela Mistral en Panamá y, asímismo, su palabra dicha con

autoridad y con amor a las futuras maestras panameñas, en aquellos

días en formación . Y como regalo del Cielo el encuentro de las dos

maestras en comunión de ideas había robustecido la fe en la

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nobilísima y abnegada misión de enseñar.

Este trabajo apareció publicado en el diario "E1 Panamá América " ,

ciudad de Panamá, República de Panamá, el primero de diciembre de

1993, Día del Maestro, en homenaje a los educadores panameños .