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68 Resumen A l estudiar el componente ambiental dentro de nuestras ciudades no solamente se deben analizar sus elementos más obvios o tangibles (relieve, agua, vegetación), debido a que éstos han sido alterados en su esencia por el hombre, y teniendo en cuenta que lo que nos interesa actualmente no es qué es el paisaje, sino cómo es, para poderlo entender y de este modo poderlo proyectar, surgen entonces los interrogantes de cuáles son los componentes de ese territorio y de cómo se pueden estudiar. Desde sus inicios, Bogotá ignoró la importancia de sus recursos hídricos, hasta el punto de la extinción de importantes ríos, quebradas, humedales y pantanos, o bien dejando los que aún existen en un notable deterioro. Es fundamental entender que, ambiental y funcionalmente, la ciudad está ligada directamente con su entorno y es incuestionable la necesidad de volverla a integrar con su medio ambiente por medio de sus quebradas, que son los elementos conectores naturales entre los cerros orientales y el río Bogotá; sin embargo, para que esta integración sea realmente efectiva es necesario involucrar a la comunidad, relacionarla con su territorio haciendo visibles los procesos ecológicos que allí se dan, por lo cual se requiere la implementación de una estructura que articule los aspectos naturales, urbanos y sociales. Palabras clave: paisaje, sostenibilidad, ecología urbana, estructura verde, ecotono. Generar ciudad: recuperación del sistema hídrico dentro de la estructura urbana de Bogotá * Arquitecto, Pontificia Universidad Javeriana; máster en Arquitectura del Paisaje, Universidad Politécnica de Cataluña (Barcelona España); miembro activo actual y ex tesorero de la So- ciedad Colombiana de Arquitectos Paisajistas (Asociación Miembro de IFLA); miembro Grupo MEDS de investigación; actualmente docente e investigador de la Universidad de La Salle, Bogotá. Correo electrónico: csabogal@ unisalle.edu.co Carlos Sabogal * Recibido: 3 de marzo del 2011 Aceptado: 5 de septiembre del 2011

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Resumen

Al estudiar el componente ambiental dentro de nuestras ciudades no solamente se deben analizar sus elementos más obvios o tangibles (relieve,

agua, vegetación), debido a que éstos han sido alterados en su esencia por el hombre, y teniendo en cuenta que lo que nos interesa actualmente no es qué es el paisaje, sino cómo es, para poderlo entender y de este modo poderlo proyectar, surgen entonces los interrogantes de cuáles son los componentes de ese territorio y de cómo se pueden estudiar. Desde sus inicios, Bogotá ignoró la importancia de sus recursos hídricos, hasta el punto de la extinción de importantes ríos, quebradas, humedales y pantanos, o bien dejando los que aún existen en un notable deterioro. Es fundamental entender que, ambiental y funcionalmente, la ciudad está ligada directamente con su entorno y es incuestionable la necesidad de volverla a integrar con su medio ambiente por medio de sus quebradas, que son los elementos conectores naturales entre los cerros orientales y el río Bogotá; sin embargo, para que esta integración sea realmente efectiva es necesario involucrar a la comunidad, relacionarla con su territorio haciendo visibles los procesos ecológicos que allí se dan, por lo cual se requiere la implementación de una estructura que articule los aspectos naturales, urbanos y sociales.

Palabras clave: paisaje, sostenibilidad, ecología urbana, estructura verde, ecotono.

Generar ciudad: recuperación del sistema hídrico dentro de la estructura urbana de Bogotá

* Arquitecto, Pontificia Universidad Javeriana; máster en Arquitectura del Paisaje, Universidad Politécnica de Cataluña (Barcelona España); miembro activo actual y ex tesorero de la So-ciedad Colombiana de Arquitectos Paisajistas (Asociación Miembro de IFLA); miembro Grupo MEDS de investigación; actualmente docente e investigador de la Universidad de La Salle, Bogotá. Correo electrónico: [email protected]

Carlos Sabogal*

Recibido: 3 de marzo del 2011Aceptado: 5 de septiembre del 2011

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To Generate a City: Water System Recovery within the Urban Structure of Bogota

Abstract

When studying the environmental component in our cities we must not only consider its most obvious or tangible elements (terrain, water, vegetation), as they have been essentially altered by men, and keeping in mind that what we are currently interested in is not what the landscape is, but how it is in order to understand it and thus be able to project it. This generates a series of questions about what the components of this territory are and how they can be studied. Since its inception, Bogota ignored the importance of its water resources to the point of extinction of major rivers, streams, wetlands and marshes, or leaving those that still exist in a marked state of deterioration. It is important to understand that the city is both environmentally and functionally linked to its surroundings, and it is undoubtedly necessary to re-integrate it with its environment through its streams, which are the natural elements that connect the eastern hills and the Bogota River; however, in order for this integration to be truly effective, it is necessary to engage the community, get them to relate to their territory by making the ecological processes that take place there visible, something that requires the implementation of a structure that articulates the natural, urban and social aspects.

Keywords: Landscape, sustainability, urban ecology, green structure, ecotones.

Palma de Cera, Ceroxylon quindiuenseFuente: el autor

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Introducción

este artículo es el resultado de la tesina del Máster en Arquitectura del Paisaje “Generar ciudad: recuperación de los ríos, canales y humedades en el casco urbano de Santafé de Bogotá”, realizada en el año 2000, en la Universidad Politécnica de Cataluña en Barcelona, España, y de las reflexiones hechas en los últimos años en torno a ésta.

Desde su fundación, las ciudades latinoamericanas encontraron en los elementos naturales solamente materiales útiles para su supervivencia, razón por la cual muchos de éstos fueron ignorados durante el proceso de desarrollo urbano, dentro del cual el componente hídrico se ha visto afectado en su esencia; el resultado es que el agua ha sido alterada en sus fuentes, ignorada, contaminada, desviada, ocultada y/o canalizada (figura 1); sin embargo, desde hace algunos años, se ha evidenciado la necesidad de hacer un giro en el modelo tradicional de desarrollo urbano con el que, durante siglos, se han consolidado nuestras ciudades, rescatando el patrimonio ambiental y vinculándolo en los procesos de desarrollo urbano, buscando que la ciudad viva en comunión y armonía con la naturaleza.

Figura 1. Años de contaminación del agua en Bogotá Fuente: elaboración propia

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Generar ciudad: recuperación del sistema hídrico dentro de la estructura urbana de Bogotá

Metodología

El proceso de investigación para la realización de la tesina se basó en el estudio de casos relacionados con la revinculación del componente hídrico en cascos urbanos o con la estructuración de ciudades a partir de los “elementos naturales”; el estudio del proceso histórico que tuvo el sistema hídrico en la ciudad de Bogotá; la influencia que tuvo el agua dentro de la morfología de la ciudad; el reconocimiento actual del sistema hídrico, y finalmente, una propuesta de estructuración de la ciudad a partir del agua.

… En algunas ciudades

La necesidad de ser sedentario hizo al hombre asentarse en un lugar determinado, y para lograr este objetivo fue decisivo tener cerca el agua para su subsistencia. Por esto muchos de los asentamientos se instalaron cerca de algún río. Con el tiempo los asentamientos se fueron extendiendo y abarcándolos. Como las ciudades eran pequeñas y estaban rodeadas de naturaleza no intentaron mantener la que existía adentro, por lo cual en muchos casos en vez de convivir con ella, la destruyeron, y los ríos, como elementos naturales “urbanizados”, fueron degradándose en un alto porcentaje; sin embargo, el agua, como elemento paisajístico, ha tenido un significado esencial para la civilización, por lo cual goza de significados espirituales y simbólicos fuertemente arraigados a las diferentes culturas: la ingeniería de los acueductos romanos la magnificó; las gárgolas medievales enaltecieron y dignificaron la caída del agua de los tejados de las grandes construcciones; los jardines italianos e islámicos la manipularon en fuentes, estanques y riachuelos para el deleite del hombre; la conformación naturalizada de los lagos del jardín inglés evocaba el carácter romántico de los paisajes rurales de las islas británicas; los parques contemporáneos la utilizan como elemento lúdico dentro de sus instalaciones…

Pero la importancia de un río que atraviesa un núcleo urbano no es únicamente el agua que pueda llevar en él, lo es también el espacio abierto que genera dentro del trazado urbano, su linealidad y continuidad, su forma y la visión de éste, como la introducción de lo natural en un contexto artificial. Cuando se observa un plano de una ciudad, se evidencia que consta de un sistema de llenos y vacíos, y los ríos siempre son perceptibles por la huella que dejan en la trama; esa misma importancia debe resaltarse dentro de su vida cotidiana, no se debe negar su existencia ni se debe ocultar dentro de las masas construidas; por el contrario, deben hacerse protagonistas de las ciudades, jerarquizándolos y engrandeciéndolos, devolviéndoles el carácter lúdico que han perdido, pues negar su importancia es negar su existencia.

Después de muchos siglos de malgastar e ignorar el enorme potencial del recurso hídrico, en los últimos años, en muchas ciudades se vienen realizando proyectos relacionados con el agua, como respuesta a la necesidad de integrarla dentro de los procesos urbanos, de revincularla a las dinámicas de las ciudades, proyectos que sirven como punto de partida en la concientización global y en el encauzamiento del urbanismo hacia nuevos horizontes; algunos de éstos se han convertido en referentes en los temas de integración del agua a las dinámicas urbanas.

En la recuperación del río Don (figura 2), en Toronto, Canadá, vale la pena resaltar cómo la ciudad empieza a entender que el río es un elemento que integra aspectos ambientales, urbanos

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y sociales, que atraviesa la ciudad, que tiene unas características muy particulares, las cuales bien utilizadas pueden mejorar la vida cotidiana de sus habitantes; también es importante la comprensión del río como un elemento integral que se subdivide, de acuerdo con sus condiciones y las de su contexto, y por último, vale la pena recalcar la importancia que se le da a los ciudadanos, creando en ellos un sentido de apropiación del lugar. Por otra parte, la recuperación del canal Cheonggyecheon (figura 3), en Seúl, Corea del Sur, que estaba escondido bajo la ciudad, debido a la construcción de autopistas, logró modificar el sistema de movilidad de la ciudad, eliminando completamente una autopista de varios niveles, con el fin de recuperar el canal y generar nuevos espacios de esparcimiento para sus habitantes.

En Latinoamérica, ejemplos como Puerto Madero (figura 4), en Buenos Aires, Argentina, recuperaron la relación de la ciudad con el puerto, reintegrando de esta forma el estrecho vínculo que aquélla había tenido con el río, por medio de un proyecto cuyo programa incluía residencia, oficinas públicas y privadas, comercio, equipamientos, pero especialmente la vinculación de estos usos por medio de grandes parques, calles y paseos públicos, los cuales ocupaban el 54% de los tres millones de metros cuadrados destinados para el proyecto.

Figura 2. Desembocadura del río Don. Toronto, CanadáFuente: http://www.thestar.com

Figura 3. Canal Cheonggyecheon. Seúl, Corea del surFuente: http://www.plataformaurbana.cl

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Malecom 2000 (figura 5), en la ciudad de Guayaquil, Ecuador, es un proyecto que se desarrolla a lo largo del río Guayas, en un área aproximada de veinte hectáreas, en las que el peatón es el protagonista de un espacio en el que predominan las actividades lúdicas y recreativas, y el uso comercial no supera el 20% del área total del malecón. Es importante rescatar que gran parte de la inversión para la ejecución de las obras fue recaudada por medio del redireccionamiento voluntario de impuestos de la población guayaquileña dirigidos a este proyecto.

El parque La Aguada (figura 6), en Santiago de Chile, Chile, busca recuperar el zajón de la Aguada, que ha generado muchos problemas debido a las inundaciones, e integrarlo a la ciudad por medio de áreas útiles, de acuerdo con el caudal que tenga el río en un momento determinado; es así como por medio de un riguroso estudio de inundaciones, se genera una serie de espacios articulados a la trama urbana y con la capacidad de ser inundados a diferentes niveles, con el fin de servir como zonas verdes en las épocas de bajo caudal y como amortiguadores de inundación en tiempos de crecidas; la magnitud y relevancia de este proyecto hicieron que se convirtiera en un emblema de la ciudad de cara al bicentenario.

De igual forma, el parque lineal Río Atemajac (figura 7), en Guadalajara, Jalisco, México, busca reintegrar el río a través de la recuperación de su cauce, su regulación hidrológica, la renovación urbana de algunas de las zonas que atraviesa, la revaloración predial y la potenciación de actividades recreativas y lúdicas, mejorando las condiciones de habitabilidad y cohesión social en la ciudad.

Figura 4. Puerto Madero. Buenos Aires, ArgentinaFuente: elaboración propia

Figura 5. Malecom 2000. Guayaquil, EcuadorFuente: elaboración propia

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Ahora bien, entendiendo que la ciudad es el resultado de la interacción de diferentes sistemas (de movilidad, de espacio público, de equipamientos, ambiental, etc.), se debe asumir cada uno de éstos como un conjunto de elementos que están relacionados entre sí; si esta relación de elementos es clara y funcional, el sistema se desempeñará eficazmente, por el contrario, si la relación es confusa, el sistema no funcionará correctamente.

En este contexto, es indispensable entender que dentro de los sistemas que conforman las ciudades, el sistema ambiental tiene un papel primordial a nivel funcional, social y ecológico. A nivel funcional, estructura la ciudad y la relaciona con su entorno; a nivel social, brinda a los habitantes opciones lúdicas, recreativas y educativas; y a nivel ecológico, de acuerdo con sus posibilidades, puede servir como hábitat, corredor, ecotono, etc. Enmarcados en el sistema ambiental en las ciudades, Frederick Olmsted y su colaborador Calvert Vaux proyectan, en 1868, los primeros sistemas integrados de parques de los Estados Unidos, en las ciudades de Buffalo en 1868 y Boston (figura 8) en 1878, en los que buscaban poner en práctica sus ideales de un parque público que integrara toda la ciudad. Para cumplir este objetivo, se diseñaron los sistemas integrados de parques, en los que se conectaban diferentes parques a través un sistema de parkways, siendo ellos mismos casi un parque debido a sus proporciones y que se caracterizan formalmente con relación al ambiente arquitectónico y natural que atraviesan.

Los sistemas integrados de parques dentro de las ciudades, es tal vez la contribución más interesante de Olmsted a la planificación moderna urbana. El concepto logrado en Boston superó ampliamente a aquellos producidos en Inglaterra. Olmsted manejaba siempre un proyecto de parque como parte integrada al casco de la ciudad, cada proyecto de parque debía ser parte de un proyecto conjunto sobre la ciudad. Pensaba para cada gran ciudad una serie de parques conectados entre sí, entre los que siempre debía existir un gran “parque-campo”. El legado de Olmsted es fundamental al pensar en introducir naturaleza dentro de un casco urbano, pues enseña que la integración de las zonas verdes genera un sistema más complejo, el cual deja de servir sólo a un sector, para beneficiar también a toda la ciudad. Los parques de un mismo sistema pueden presentar condiciones y aportar actividades diferentes pero complementarias entre sí, de tal modo que la existencia de cada espacio se hace necesaria para la subsistencia de los demás.

Figura 6. Parque La Aguada. Santiago de Chile, ChileFuente: http://www.plataformaurbana.cl

Figura 7. Parque lineal Río Atemajac. Guadalajara, Jalisco, MéxicoFuente: Diseño y Planeación, S.C./ Arq. Jenaro de Silva Peña

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Historia del agua en Bogotá

Bogotá tiene una geografía particular: está ubicada en una sabana de la cordillera Oriental, entre la falda occidental de una subcadena denominada “cerros orientales” y al margen oriental del río Bogotá; esta geografía hace que la ciudad esté en la zona natural de drenaje de los cerros orientales hacia el río Bogotá, y por ende su carácter, durante milenios, fue la de un paisaje lacustre.

Las condiciones de este lugar fueron las propicias para que los muiscas, una cultura precolombina, se asentaran allí; para sus pobladores, los elementos naturales eran sagrados, y entre ellos, los cuerpos de agua eran sus más importantes santuarios, lo cual se entiende, ya que de ella dependía el éxito de sus cosechas, y por lo tanto, su propio bienestar. El agua, y también animales relacionados en ella, fueron elementos de adoración, culto y mitología, y el respeto hacia ellos fue uno de los pilares de esta cultura.

Paradójicamente, las favorables condiciones que incitaron a los muiscas a poblar el lugar, fueron las mismas que los llevaron a su destrucción, pues en ellas, los conquistadores españoles encontraron el sitio perfecto para asentarse y fundar la ciudad de Bogotá. El sitio de la fundación “real” se encontraba delimitado entre dos ríos: el Vicachá, hoy San Francisco y el Manzanares,

Figura 8. Boston Park SystemFuente: Boston Parks Department & Olmsted Architects, National Park Service Olmsted Archives. 1o de enero de 1894

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hoy San Agustín (figura 9); y desde entonces, y durante muchos años, el agua comienza a formar parte de la vida urbana, entendiéndose como elemento para suplir necesidades básicas, y no como generador de espacio público.

Con los años, el desarrollo de la ciudad fue ocupando nuevos territorios y los límites físicos, al igual que los cuerpos de agua, se fueron desvaneciendo gracias a la ocupación urbana. Fue así como comenzó la larga historia de degradación de los cuerpos de agua en Bogotá, empezando con las calles mismas, que se convirtieron en el primer sistema de drenaje. Los ríos se fueron contaminando paulatinamente con todos los desperdicios de la ciudad, y fueron entendidos desde entonces, por los ciudadanos, como elementos negativos dentro de la incipiente estructura urbana de la ciudad. Vinieron las primeras obras civiles relacionadas con el agua, como puentes, acueductos y pilas que, lejos de articular la ciudad con sus elementos naturales, sirvieron solamente como elementos para garantizar la consolidación urbana.

Figura 9. Bogotá 1538-1560Fuente: elaboración propia

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Los puentes siempre buscaron sobrepasar el obstáculo que representaba el agua, inicialmente construidos en madera y posteriormente en piedra o en ladrillo. Los primeros acueductos (Aguavieja 1738, Aguanueva 1757 y San Victorino 1803) eran bastante rudimentarios, pues por infiltración o por evaporación se alcanzaba a perder más de la mitad del agua aprovechable; adicionalmente, la calidad del agua que suministraban no era la mejor, debido a que la mala construcción en que estaban construidos permitía que el agua absorbiera residuos de materia orgánica o excrementicia. Los acueductos abastecieron a algunas residencias privilegiadas y a pilas y fuentes, que fueron los sitios a los que el resto de la población le tocó acudir para proveerse de este recurso, convirtiéndose, de manera no planificada, en puntos de desarrollo urbano.

Para finales del siglo xix, los acueductos ya tecnificados tenían un suministro de agua que alcanzaba los doscientos litros por individuo, mientras que ciudades como Londres o París no superaban los noventa litros. El ingeniero Manuel H. Peña estimó para 1891 que Bogotá tenía un mínimo de veinte millones de litros diarios de agua disponible; sin embargo, el crecimiento de la población hizo que para 1912 se haya decidido tomar parte de las aguas del río Fucha para enriquecer el acueducto público de la ciudad y se contempló que aún le quedaban disponibles las abundantes aguas de los ríos Tunjuelo y Bogotá.

Influenciada por las grandes ciudades europeas, a principios del siglo xx Bogotá redescubre en los elementos naturales un nuevo sinónimo de urbanidad, referenciada principalmente a la vegetación, introduciéndola en la ciudad en plazas, parques y paseos; sin embargo, los cuerpos de agua no fueron tenidos en cuenta para este propósito, tanto así que en 1920 surge la idea de canalización del río San Francisco, con el fin de mejorar el sector.

Desafortunadamente la vida que ha tenido el río San Francisco es una radiografía de cómo la ciudad ha visto y ha tratado a los demás ríos y quebradas. Este río, llamado Vicachá por los antiguos habitantes de la Sabana, fue el que le dio origen a la ciudad moderna en 1536, que en el siglo xviii ya le daba la espalda (figura 10). Para 1890 esa línea que fragmentaba la trama urbana se convirtió en una circulación; sin embargo, el agua, ya contaminada varios metros por debajo del nivel de la calle, solamente era un obstáculo y por lo mismo se decidió canalizarla (figura 11) y ocultarla bajo una calle que garantizaría la conexión con el occidente de la ciudad (figura 12). Deja entonces de llamarse río San Francisco para tomar el nombre

Figura 10. Río San Francisco, siglo xviiFuente: Historia de Bogotá, Salvat Villegas Editores

Figura 11. Canalización del río San Francisco, años veinteFuente: www.fotolog.com/bogotacity/33286715

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de avenida Jiménez, en honor al fundador de la capital; con los años esta avenida toma mucha relevancia y se transforma en el eje económico y social sobre el que se instalaron muchos de los edificios más importantes de la época (figura 13).

La avenida Jiménez toma la forma del antiguo río, que pasa desapercibido por debajo de la ciudad durante casi un siglo (figura 14), luego del cual, en busca de recuperar su memoria, se realiza un proyecto que supuestamente evoca la grandeza e importancia del río que vio nacer la ciudad, por medio de una serie de piscinas artificiales, desarticuladas de los cerros y de la ciudad, que generan un desgaste energético importante, representado en el mantenimiento que se les debe hacer, y que además contienen un agua generalmente contaminada y estancada (figuras 15 y 16).

De manera paralela, el desarrollo agrícola en la sabana, a las afueras de la ciudad, aceleró el proceso de desecación de aquélla y permitió a su vez que la ciudad pudiera crecer, prácticamente sin impedimentos, hacia el occidente, en donde la próxima gran barrera fue, y aún es, el río Bogotá. El crecimiento desmesurado que tuvo la ciudad a partir de mediados del siglo xx, detonado el desplazamiento masivo de campesinos a la ciudad, a causa del conflicto armado y la pobreza en las áreas rurales del país, hace que el crecimiento urbano sufra un colapso, pues la ciudad no estaba preparada para recibir a tal cantidad de habitantes (solamente en el año de 1958 la población pasó de 550.000 a 900.000 habitantes), que se empezaron a asentar, de manera informal, en zonas cuya morfología e infraestructura no eran adecuadas para tal fin, lo cual creó una nueva problemática social y territorial.

En los últimos cincuenta años la ciudad creció hasta el río Bogotá, la población se acerca a los ocho millones de habitantes, y su desarrollo consumió, alteró y contaminó todos los recursos y las áreas que atraviesa (figura 17). Nuevamente, el recurso hídrico es el más afectado: se calcula que de las cincuenta mil hectáreas de humedales, lagos y pantanos que tenía la sabana a principios del siglo xx, hoy quedan menos de ochocientas.

A pesar del maltrato que la ciudad le ha dado a su entorno, éste continúa teniendo un potencial enorme para rescatar. Le Corbusier, en 1950 reconoce en esta magnífica geografía la base para reorganizar la ciudad, integrándola, ésta vez sí, a la naturaleza; sin embargo, este plan no se lleva a cabo (figura 18). Prácticamente hasta cincuenta años después se consolida una nueva voluntad política para la conservación de los pocos recursos naturales que hoy nos quedan, siendo el agua protagonista de esta nueva visión.

Figura 12. Río San Francisco canalizado y tratado como vía, años treintaFuente: http://www.fotolog.com/bogotacity/33286715

Figura 13. Avenida Jiménez, años sesentaFuente: www.bogota.gov.co/portel/libreria/jpg/10z.JPG

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El POT (Plan de Ordenamiento Territorial) define la estructura ecológica principal como base para la protección del sistema hídrico en la ciudad, y con base en él se han generado proyectos que buscan revitalizar los cuerpos de agua y darles un nuevo significado: el parque lineal El Virrey o el mal llamado “Eje Ambiental” son ejemplos de la recuperación urbana y estética “de un punto” dentro de la ciudad, teniendo como pretexto el agua (figura 19). Sin embargo, la respuesta ecológica y la articulación ambiental y urbana, en ambos casos, distan con respecto al esfuerzo que se dio a los aspectos estéticos, pues su falta de conexión con los demás elementos ambientales y urbanos hace que este tipo de respuestas, inconexas del entorno, no sean las más adecuadas ante una de las principales problemáticas ambientales en nuestra ciudad: la falta de educación medioambiental, reflejada en el desconocimiento del lugar en el que se habita, de los procesos ecológicos, del fuerte vínculo que existe entre cerros orientales, ríos, humedales, río Bogotá y ciudad.

Morfología de la ciudad con respecto al agua

Durante los primeros tres siglos, la forma cuadrada de las manzanas del trazado en damero solamente se modificaba cuando había algún tipo de accidente geográfico, especialmente ríos y quebradas; el concepto de implantación era superar cualquier obstáculo, imponerse al lugar, y no adaptarse a él, como lo hacían los indígenas. Las construcciones colindantes a los ríos respetaron las rondas de éstos, con la intención de protegerse de sus aguas, ignorando totalmente la posibilidad de generar espacios urbanos para la ciudad; al romper el río las manzanas, se generaron espacios residuales ocupados por construcciones cuyo fin es continuar con la estructura preexistente, adaptándose tanto al damero como a la forma que le impone el río.

Posteriormente, entre 1852 y 1933, la ciudad establece un nuevo polo de desarrollo en el sector norte; el trazado en damero impuesto por los españoles empieza a perder importancia y surgen nuevas tramas para barrios como La Providencia y Bosque Izquierdo. La arborización adquiere protagonismo en la ciudad, y los ríos, salvo algunas excepciones, empiezan a ser canalizados, desviados o desaparecidos; sin embargo, aparecen los parques en diferentes modalidades y escalas para dar a la ciudad espacios para la recreación, siendo el Parque Nacional Olaya Herrera el más importante de ellos, pues introduce un nuevo concepto en la utilización de un río en un contexto

Figura 14. Avenida Jiménez, 1998Fuente: elaboración propia

Figura 15. Avenida Jiménez, 2001Fuente: elaboración propia

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Figura 16. Avenida Jiménez, 2009Fuente: elaboración propia

Figura 17. Barrio Bilbao, sabana y río Bogotá como nuevo límite occidental de la ciudadFuente: Arq. Nelcy Echeverría, 2008

urbano, enriqueciendo tanto la existencia del río como la vida de la ciudad, ya que hasta entonces los ríos habían sido totalmente ignorados.

Para 1958, el crecimiento urbano se dirigió también al occidente, hacia donde se construyeron grandes vías, a las que se les fueron sumando pequeños núcleos urbanos. La consolidación de la ciudad genera nuevas formas de apropiación del territorio y aparecen las primeras zonas verdes sobre la ronda de un río, no como espacio residual, sino como espacio verde proyectado, y una nueva estructura morfológica en la que hay una adaptación de la ciudad al cauce del río.

En los últimos cincuenta años la ciudad llegó directamente hasta el río Bogotá. Es el lapso de tiempo en que más parques se construyen, y a pesar de esto, es en el que se deteriora la mayor parte del patrimonio hídrico de la ciudad, pues se canalizan prácticamente todos los cuerpos de agua y se extinguen casi todos los humedales, por lo que los clubes privados, dentro de la morfología urbana, se convierten en las principales reservas ambientales dentro de la ciudad.

Resultados y conclusiones

En Bogotá, debido a las condiciones geográficas, el sistema hídrico se convierte en un elemento esencial, ya que en el plano en el que se desarrolla la ciudad, es el sistema natural de drenaje de los cerros orientales. Este sistema tiene unas características ambientales, físicas y espaciales que han sido ignoradas y deterioradas a través del tiempo. Es imprescindible reconocer, valorar y potenciar estas características, para poder recuperar y proteger el sistema, y por medio de él generar espacios de carácter público que estructuren la ciudad y ayuden a mejorar las condiciones de habitabilidad de los ciudadanos.

Con “Generar ciudad: recuperación del sistema hídrico dentro de la estructura urbana de Bogotá”, establezco al sistema hídrico como el elemento base que puede darle una nueva vida a la ciudad, una nueva identidad, que puede reestructurarla desde nuevos horizontes, que puede “generar” esa ciudad que los bogotanos soñamos, una ciudad integradora, una ciudad más verde, una ciudad incluyente… una mejor ciudad (figura 20).

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Figura 18. “Proyecto Urbanismo Bogotá”, Le Corbusier, 1950. Dibujo de Juana SalcedoFuente: http://arquitectura.uniandes.edu.co/scripts/0_docs/noticias/2010/02-03/

Figura 19. Proyectos de recuperación inconexos, Eje Ambiental y parque lineal El VirreyFuente: análisis del autor, base de imágenes Google Earth

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Para abordar este tema considero de vital importancia entender que la ciudad tiene dos dinámicas: una tangible, conformada por elementos físicos (vías, parques, equipamientos, edificios), y otra intangible, conformada por aquellos aspectos relacionados directamente con el hombre (costumbres, cultura, forma de vivir la ciudad); estas dos dinámicas son esenciales para la ciudad, actúan de manera simbiótica, se necesitan una a la otra, y para proyectar la ciudad, es imprescindible trabajar con ambas. Por eso, para generar ciudad a partir del agua, es necesario partir de estos dos aspectos:

Estructura física

Es fundamental entender que, ambiental y funcionalmente, la ciudad está ligada directamente a su entorno, y teniendo en cuenta el estado actual de Bogotá, es incuestionable la necesidad de volver a integrarla con aquél. La manera más eficiente de hacerlo, y como lo establece el POT, es por medio de sus ríos y quebradas, que son los elementos conectores naturales entre los cerros orientales y el río Bogotá, potenciando unas franjas cuya esencia es natural, en medio de la trama urbana; sin embargo, para que esta integración funcione es necesario conocer el estado actual del sistema hídrico de la ciudad.

Para conectar la ciudad con su entorno a través de su sistema hídrico, con la intención de crear una conexión entre los cerros orientales y el río Bogotá, es necesario partir de los ríos que desembocan directamente en él, y luego determinar cómo se realiza la conexión de éstos con los cerros orientales. Los afluentes directos del río Bogotá que atraviesan la ciudad son los ríos Juan Amarillo, Fucha y Tunjuelo; éstos se conectan con los cerros directamente o por medio de otros ríos (figura 21).

Río Juan Amarillo

Es el primer afluente del río Bogotá cuyas aguas han atravesado previamente la ciudad; recoge las aguas de los ríos Arzobispo (desviado de su cauce natural), Salitre y Molinos, entre otros. En su parte inferior, presenta una planicie que genera áreas pantanosas y lagunas poco profundas, entre ellas el humedal de Juan Amarillo, que se convierte en una importante reserva ambiental. Su ronda tiene importantes cesiones de espacio público y mantiene aún algunos de sus meandros. Sus afluentes son: quebrada Los Molinos, canal de Córdoba, quebrada el Chorrerón, quebrada la Cabrera, río Arzobispo y río Negro. La posibilidad más sencilla de conexión con los cerros orientales se puede hacer a través de la quebrada los Molinos.

Figura 20. El sistema hídrico como estructurador de la trama urbana: río MolinosFuente: Arq. Nelcy Echeverría, 2008

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Generar ciudad: recuperación del sistema hídrico dentro de la estructura urbana de Bogotá

Río Fucha

Es el segundo río que después de atravesar la ciudad desemboca en el río Bogotá. Drena el centro de la ciudad y su principal zona industrial, llevando consigo la mayor carga de desechos industriales contaminantes al río Bogotá. La actuación en este río es fundamentalmente curativa, pues debe ser descontaminado. Se debe tener mayor control, principalmente en el sector industrial, para que una posible intervención sea realmente práctica. Los principales afluentes del río Fucha son el río San Francisco, el río San Agustín y el canal de Boyacá.

Río Tunjuelo

Drena el extremo sur de la ciudad. A él llegan las quebradas de los cerros surorientales y presenta crecidas importantes, por lo cual se han construido embalses amortiguadores. Mantiene gran cantidad de sus meandros y es afluente directo del río Bogotá.

Teniendo siempre presente la idea de “estructurar” la ciudad, se debe pensar, no solamente en conectar los cerros orientales con el río Bogotá, por medio de sus ríos, sino que éstos deben integrarse entre sí, haciendo una ciudad más legible.

Figura 21. Reconocimiento y diagnóstico Fuente: elaboración propia

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La propuesta de estructuración de la ciudad o Plan Maestro (figura 22), presenta dos componentes: los sistemas, que estructuran la ciudad transversalmente, y los conectores, que articulan los sistemas y estructuran la ciudad longitudinalmente.

a. Sistemas: el mecanismo primario de estructuración de la ciudad se hace por medio del sistema hídrico. El desarrollo de la ciudad, su morfología, el estado de los cuerpos de agua, su continuidad, los espacios que tienen en su ronda y la integración con otros elementos de la estructura ecológica principal hacen que, para realizar tal conexión, algunos ríos deban articularse a otros ríos, o a otros elementos, para generar sistemas que logren abarcar la mayor parte de la ciudad y la mayor parte de los parques metropolitanos.

Teniendo en cuenta que siete de los trece parques ecológicos distritales de humedal están desarticulados de los ríos, se debe

Figura 22. Plan Maestro Fuente: elaboración propia

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generar una red complementaria de subsistemas que los conecten con la estructura propuesta. Los sistemas y subsistemas propuestos son:

1. Sistema río Molinos-río Juan Amarillo

2. Sistema río Arzobispo-canal Boyacá

3. Sistema río Fucha

4. Sistema río Tunjuelo

5. Subsistema humedal Santa María del Lago-río Juan Amarillo

6. Subsistema humedal Jaboque-río Bogotá

7. Subsistema humedal Capellanía-río Fucha

8. Subsistema río Fucha-humedales Techo, El Burro, La Vaca-río Tunjuelo

9. Subsistema humedal Tibanica-río Tunjuelo

Estos ejes lineales deben manejarse de forma diferente, respondiendo a su contexto, resaltando las características positivas que tiene cada sector, pero pensando siempre que pertenecen a un mismo sistema urbano, conformado por la ciudad.

La fragmentación de estos sistemas, generada por elementos urbanos, especialmente por el sistema vial, es evidente. Debido a esto cada sistema debe ser sectorizado, de acuerdo con sus características morfológicas, físicas, condiciones de uso, estado de conservación, actitud de los habitantes hacia el río, etc.

b. Conectores: generada la primera base de la estructura, es necesario entretejerla por medio de otros elementos. Esta articulación se hace por medio de “conectores” transversales a los sistemas. Por su posición y jerarquía, los principales conectores son los cerros orientales y el río Bogotá; paralelos a ellos es necesario buscar elementos artificiales que garanticen la conexión y “naturalizarlos” para entretejer la estructura.

Los conectores naturales son:

A. Cerros orientales: son el más amplio e importante patrimonio paisajístico y recreativo de la ciudad y poseen unas características muy importantes que la benefician: sirven como regulador del clima; sobre ellos se asientan lugares importantes como Monserrate, Guadalupe, La Peña, el Chorro de Padilla y varias universidades; sus bosques albergan un patrimonio hídrico, florístico y faunístico poco conocido; son el único punto visual de referencia para toda la ciudad; la biomasa presente produce oxígeno que compensa en alguna medida la contaminación producida por la ciudad.

B. Río Bogotá: constituye el principal elemento del sistema hídrico del Distrito Capital; al igual que los cerros, sirve como límite de la ciudad, pero en la parte occidental, y como elemento articulador entre la parte urbana y la parte rural de la Sabana; pese a su importancia, su grado de contaminación es muy alto. Se divide en dos tramos: el tramo norte, con condiciones aeróbicas (con algún grado de oxígeno disuelto), y el tramo sur ya convierte sus características en anóxicas (sin oxígeno disuelto). El límite entre estos dos tramos es precisamente la

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desembocadura del río Juan Amarillo, que cambia el carácter ambiental del río, condición que se refuerza con la entrada de los ríos Fucha y Tunjuelo.

El análisis específico de cada sistema prácticamente define los elementos conectores artificiales, los cuales son los ejes viales más importantes. Éstos, en cada sistema son líneas divisorias entre los sectores, pero existen algunas que coinciden en dos o más sistemas, lo cual nos da pie para convertirlos en elementos interconectores entre ellos. Dichos elementos se pueden convertir en vías arborizadas a modo de parkways, dándole mayor importancia a peatones y ciclistas y restándole protagonismo al automóvil. Los conectores artificiales son:

C. Autopista Norte-avenida Caracas: conecta el sur con el norte de la ciudad y sirve como elemento de conexión entre los tres primeros sistemas, con una capacidad de expansión hacia el norte de la Sabana.

D. Avenida NQS-autopista Sur: derivadas de la autopista Norte, conecta los tres últimos sistemas, pero se integra al primero por medio de la mencionada autopista.

E. Avenida Boyacá: es una de las vías más importantes de la ciudad; sirve de elemento conector directo de los cuatro sistemas y se convierte en un elemento fundamental para estructurarlos.

F. Avenida Ciudad de Cali: además de integrar los cuatro sistemas, tiene la capacidad de involucrar el subsistema “Río Fucha-humedales Techo, El Burro, La Vaca-río Tunjuelo”.

Al igual que el conjunto de sistemas, esta red de conectores debe proyectarse de manera independiente, pero respondiendo siempre al Plan Maestro.

Vale la pena aclarar que esta estructura no es rígida en el tiempo, pues debe fortalecerse y se le deben anexar nuevos “sistemas y conectores” con el desarrollo de la ciudad.

Estructura social

En un proceso paralelo al desarrollo de la estructura física, es necesario vincular a la sociedad en la etapa de consolidación del Plan Maestro. El primer paso que se realice con los ciudadanos debe ser en el campo de la educación medioambiental, buscando que las personas identifiquen el lugar que habitan por medio de la estructura física, en la que se articulan los elementos naturales con la ciudad. También, la misma estructura, es la encargada de evidenciar algunos de los procesos ecológicos urbanos, generando la familiaridad de los ciudadanos con estos procesos, y por ende, potenciando su comprensión. El segundo paso, y no menos importante, para relacionar a la sociedad es por medio de su participación, tanto en el proceso de diseño como en el de implementación:

Para socializar el proceso de diseño, es necesario realizar reuniones con diferentes sectores de la población, desde la etapa de formulación, para que pueda aportar ideas desde su perspectiva, y para que éstas puedan ser interpretadas e incluidas dentro del proyecto.

En la etapa de implementación, se puede vincular a la comunidad con programas como la “siembra comunitaria” o “adopta a un árbol”, que han demostrado generar un sentido de apropiación por parte de la población que no se hubiera podido lograr de otra forma. Un ejemplo palpable del cómo una comunidad es fundamental en estos procesos, es la

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recuperación del humedal La Conejera, que fue posible gracias a que la comunidad reconoció la importancia del humedal y luchó para recuperarlo, al punto que hoy este humedal es el que presenta las mejores condiciones en la ciudad (figura 23).

Hacia estos horizontes es que debe estar encaminada la educación ambiental, a hacer los procesos ecológicos visibles y comprensibles para la comunidad, la cual en este caso, por medio de la relación directa con aquél, comprendió cómo funciona este ecosistema, el contacto y la transición entre el medio terrestre y el acuático, la relación entre vegetación y fauna, su importancia ecológica y su vulnerabilidad a nuestras intervenciones. Desafortunadamente, este no es el tipo de visión que se aplica en otros proyectos de similares características, como es el caso del humedal Juan Amarillo, en el que la transición entre el medio terrestre y el acuático se pierde, en donde el concepto de “humedal” dejó de existir (figura 24). Mientras se continúen ejecutando intervenciones “estéticas” que nos alejan más de los procesos ecológicos, seguiremos desgastando los pocos recursos que aún nos quedan (figura 25).

Figura 23. Humedal La Conejera, recuperado gracias a la comunidadFuente: elaboración propia

Figura 24. Humedal Juan AmarilloFuente: Arq. Juan Sebastián Romero

Figura 25. La educación ambiental debe estar dirigida a evidenciar los procesos ecológicosFuente: elaboración propia

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Es el momento de comprender que los elementos naturales viven en un tiempo y espacio determinado, que se necesita del flujo y conectividad para que funcionen correctamente, pues si los seguimos aislando muy pronto desaparecerán. En un país como el nuestro no estamos en condiciones de minimizar y restarle importancia a los aspectos ambientales; es necesario recuperar de la mejor manera nuestro patrimonio ambiental y paisajístico. Aldo Rossi planteaba la relevancia de los monumentos urbanos en la dinámica urbana y la importancia de la comprensión de su valor a través del rito y su naturaleza colectiva; ahora, es necesario devolverle a la naturaleza el carácter “sagrado” que tuvo antes (figura 26): se trata de convertir la naturaleza en rito, y de este modo, resignificarla y revalorarla dentro del imaginario colectivo, devolviéndole la importancia y el significado que nunca debió haber perdido, porque los paisajes… no son permanentes.

Referencias

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Arquitectos Del Paisaje COACV (2005). Paisaje de los paisajes - Recopilación de las Ponencias del Curso. Valencia: Gráficas Antolín Martínez S.L.

Barba, R. (2000). Rehacer paisajes. Arquitectura del paisaje en Europa. Barcelona: Fundación Caja de Arquitectos.

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Fundación Misión Colombia (1989). La historia de Bogotá (tomos I-XII). Bogotá: Salvat-Villegas Editores.

Hough, M. (1995, 1998). Naturaleza y ciudad. Barcelona: Gustavo Gili.

Jellicoe, S., y Jellicoe, G. (1995). El paisaje del hombre. Barcelona: Gustavo Gili.

Laurie, M. (1983). Introducción a la arquitectura del paisaje. Barcelona: Gustavo Gili.

Lynch, K. (1984, 1998). La imagen de la ciudad. Barcelona: Gustavo Gili.

Figura 26. Geyningueka, resguardo arhuaco, 2007Fuente: Arq. Juan Carlos Murillo

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Pettena, G. (1996). Olmsted l’ origine del parco urbano e del parco naturale contemporaneo Firenze: Centro Di.

Planeación Distrital, Alcaldía Mayor de Bogotá y Sociedad Colombiana de Arquitectos (1993). Cartilladelespaciopúblico. Bogotá: SCA.

Rossi, A. (1982). La arquitectura de la ciudad. Barcelona: Gustavo Gili.