Gestión cultural
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María V. Chávez
Andreína D. González
La cultura tendría que concebirse entonces, al menos en primera
instancia, como el conjunto de hechos simbólicos presentes en una
sociedad. O, más precisamente, como la organización social del
sentido, como pautas de significados históricamente transmitidos y
encarnados en formas simbólicas, en virtud de las cuales los
individuos se comunican entre sí y comparten sus experiencias,
concepciones y creencias
“
”
John B. Thompson
La gestión cultural se podría definir como el conjunto
de todas las políticas culturales que son creadas y
puestas en prácticas para la buena administración de
algún patrimonio. En esto recalcamos la definición que
hemos tomado de Thompson para decir que el gestor
cultural es el que tiene la responsabilidad de transmitir
ese significado o sentido que conlleva dicho
patrimonio, sea cual sea del que se esté encargando.
Así mismo las gestión cultural permite abrirle las
puertas a los ciudadanos de que puedan experimentar
los tesoros nacionales de la mejor manera posible, e
incluso que aprendan un poco más de los mismos.
El patrimonio cinematográfico nacional requiere de un
esfuerzo enorme para preservarlo. De todos los países de
América Latina es uno de los que más ha perdido
cinematográficamente. El cine nacional ha pasado por
épocas doradas donde se valoraba más este arte hecho
aquí que el recibido internacionalmente. Si se realiza un
estudio con respecto a las décadas del siglo pasado y las
copias que se tienen guardadas como parte del patrimonio
intangible, podremos observar que existe un grave despojo
de muchos de ellos. Haciendo especial énfasis en los filmes
de la época del cine mudo (década de los 30 y 40) veremos
que no queda copia alguna; limitándose a las reseñas de
los periódicos. A partir de los años 50 hasta los 70, el cine
gozó de una amplia aceptación por parte del público
venezolano; fueron estos los años dorados de los cuales se
había comentado anteriormente. Después surgió una nube
de desconexión total con el público hasta el día de hoy,
donde no todos los filmes logran atrapar de nuevo a la
audiencia venezolana.
Sin embargo, los avances han sido progresivos y cada vez
más son las piezas que son valoradas no solo aquí sino en
el exterior. Ahora tenemos presencia en festivales
internacionales y hemos alcanzado premios de renombre;
por lo tanto, no podemos darnos el lujo de seguir perdiendo
material nacional cinematográfico y perder más patrimonio
del séptimo arte venezolano debido a que ahora más que
nunca es momento de comenzar a renovarlo y cuidarlo,
como es necesario.
A partir de los 70, justo cuando el declive en audiencias
comenzaba, la economía del país apenas si transitaba las
puertas de un degeneramiento financiero y social hasta la
actualidad. Todos los problemas económicos que se han
suscitado a lo largo de los años han afectado notoriamente
la calidad y producción de piezas cinematográficas. No solo
en el hecho de que cada vez conseguir personal,
materiales, equipos y demás se hacía difícil, sino también
que para el público se la hacía cuesta arriba tener acceso a
las salas de cine; tal como ocurre hoy día
Para cerrar determinamos que se pueden implementar
distintas políticas que ayuden a fomentar el gusto por el
cine venezolano en la población. Primero una de nuestras
propuestas es que las instituciones, que se encargan de
impartir el séptimo arte, den la iniciativa a jóvenes
audiovisualistas de poder comenzar sus proyectos y
también de darles apoyo a las pequeñas productoras.
Segundo sería poder poner en marcha varios festivales de
cine venezolano; serían dedicados a un género en
específico y así le daría más oportunidades a los cineastas
entusiastas de desarrollarse en cualquier género y tener
cabida ante la vista de todos los venezolanos a nivel
nacional. Con estas dos propuestas esperamos que se
pueda mejorar la imagen y valoración del cine nacional ante
la mirada de todos y que a su vez vaya ganando fuerza