Gilbert Durand, imagen y símbolo
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Gilbert Durand, imagen y smbolo
o hacia un nuevo espritu antropolgico
BLANCASOLARESALTAMIRANO*
Resumen
En este artculo, la autora analiza algunos de los ele-
mentos bsicos que Gilbert Durand denomina el nuevo
espritu antropolgico, particularmente la nocin de
smbolo(homo symbolicus), punto de inflexin clavepara la apertura al punto de vista hermenutico de
este autor.
Palabras clave: smbolo, imagen, hermenutica sim-
blica de la cultura, imaginario, Gilbert Durand.
Abstract
In this article, the author analyzes some of the basic
elements that Gilbert Durand names the new anthro-
pological spirit, above all the notion ofsymbol (homosymbolicus), point of inflection, key for the openingof the hermeneutical viewpoint of the author.
Key Words: symbol, image, symbolical hermeneutical
of culture, imaginary, Gilbert Durand.
J
* Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, av. Universidad s/n, Circuito 2, col.Chamilpa, Cuernavaca, Morelos, 62210.
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Heredero de la antropologa de Ernst Cassirer
y de la potica de Gaston Bachelard, Gilbert
Durand sistematiza los trazos fundamentales
de lo que se conoce hoy en da como una ciencia delimaginario. Elimaginario, esencialmente identificadoen su concepcin con el mito, el arte y el pensamiento
religioso de las sociedades tradicionales, constituye,
de acuerdo a su pensamiento, elsustrato bsico dela vida mentalque, lejos de agotarse en la produc-cin de conceptos o en la merapraxisinstrumental,alude a una dimensin del anthroposa partir de lacual el hombre elabora su interpretacin del mundo
y organiza el conjunto de su cultura.
A partir de una revalorizacin de la imagen simb-
licacomo fuente de conocimiento, Durand enfrentaa las hermenuticas reductivas de la cultura. Por
un lado, a la psicologa freudiana y, por otro, a la
sociologa y a la lingstica. En lugar del trpode
epistemolgico de nuestra modernidad (positivismo,
etnocentrismo y logocentrismo) que asfixia al homosapiens, el antroplogo francs inscribe la produccinimaginaria en lo que sera quiz el aporte ms sig-
nificativo de su teorizacin, la nocin de trayecto
antropolgico: el imaginariode una cultura no seproduce de manera anrquica sino que sus imgenes,suscitadas en un plano neuro-biolgico y afectivo,nacen de un incesante intercambio entre las pulsio-
nes subjetivas y asimiladoras y las intimaciones
objetivas que emanan del medio social y csmico.
Durand, que tambin forma parte de la genera-
cin ms joven participante en el famoso Crculo de
Eranosdirigido por Carl Gustav Jung (1933-1988),retoma y resemantiza de modo radical el proyecto
originario que la antropologa ilustrada se planteaba
como centro de gravedad para orientar al conjuntode saberes sobre el complejo fenmeno del hom-
bre, no determinado por ningn a priorifilosfico/epistmico sino sobre la base de las investigaciones
multidisciplinarias de su despliegue. El pensador
galo desarrolla un estructuralismo figurativo que
se articula precisamente como curso del trayecto
antropolgico, cuya exposicin ms sistemtica se
encuentra en su obra Las estructuras antropolgicasde lo imaginario(1966), vasta exploracin terica ypolmica en torno a la constancia de las imgenes
arquetpicas que orientan a las formaciones civili-zatorias y que pueden ser investigadas a travs de la
composicin histrica de los regmenes simblicos
que gobiernan su imaginacin.
A partir de sus aportes, Durand fund en la Uni-
versidad de Grenoble, Francia, el primer Centre deRecherches sur lImaginairey, posteriormente, unared de centros de estudios del imaginario que en la
actualidad reagrupa a alrededor de 43 de ellos en el
mundo.
En este marco, la intencin de este artculo es tan
slo esbozar una somera aproximacin a algunos delos elementos bsicos de lo que el tambin iconlogo
llama el nuevo espritu antropolgico, particular-
mente la nocin desmbolo (homo symbolicus), puntode inflexin clave para la apertura al punto de vista
hermenutico del autor.
Introduccin. Hacia una ciencia del imaginario
Sobre la nocin desmbolo
La introduccin al libroLa imaginacin simblica,1est
dedicada a diferenciar alsmbolode un conjunto designoso figuras lingsticas con las que comnmen-te se le suele confundir: metfora, emblema, parbola,
sntoma, dolo, icono, alegora, fbula, etctera.2Se
usan indistintamente estos trminos, signo y smbolo,
en el lenguaje para representar o significar la expe-
riencia del mundo. Unas veces los trminos refierena la cosa aludida tal y como sta se presenta en la
realidad. Se realiza una operacin mental a travs de
la cual se asocia una cosa con un trmino de manera
convencional sin que nada impida elegirlo de mane-
1Gilber t Durand, La imaginacin simblica, Buenos Aires, Amorror tu, 1987. 2G. Durand, Introduccin al vocabulario del simbolismo, enibid.,pp. 9-23.
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ra arbitrara. Libro, book o buch, arbitraria y con-vencionalmente, son todos trminos que refieren a la
misma cosa. De esta manera, como dira en su momen-
to Ferdinand de Saussure, el lenguaje es un sistema
de signos, elementos lingsticos convencionales y
arbitrarios que sirven para economizar significados,cosas o hechos que, sin necesidad de estar presentes
pueden, en ltimo trmino, presentarse en la realidad
emprica y ser comprobados a travs de los sentidos.
Se trata, en la modernidad, del lenguaje que privile-
gia el discurso cientfico de corte positivista; de las
verdades susceptibles siempre de comprobacin bajo
condiciones especficas; de las leyes, reglamentos y
normas que deben ser obedecidas por mandato bajo
riesgo de infraccin y condena; se trata, tambin,
del discurso poltico y su estrategia de reduccin de
los desacuerdos a consenso mayoritario, del discursode los llamados medios de comunicacin (de masas)
que homogenizan todo significado y lo reconducen
unilateralmente, acorde a los intereses del que con-
trola y manipula las emisiones detrs de la pantalla
y por el cual el espectador no suele preguntar. Pero,
no siempre aquello de lo que se habla encuentra un
referente preciso en la realidad.
As, cuando se habla de justicia, de gloria, de
celos, de envidia, se encuentra uno frente a signi-
ficados difciles de presentar objetivados en una
realidad concreta. En estos casos, Durand habla designificados alegricos, refirindose con ello a que,aunque difciles de presentar, pueden significarse
en la realidad parcialmente.
La alegora es la traduccinconcreta de una ideadifcil de captar o expresar en forma simple, pero
cuyo signo alegrico representar siempre al menos
parte de la realidad que significa. As, la primavera
de la vida es una metfora de la juventud; la
alteracin orgnica, un sntoma. Una narracin
de la que se desprende una enseanza moral, esuna parbola. El escudo nacional o la bandera son
emblemas, etctera. En ninguno de estos casos
se puede hablar de realidad simblica en sentido
estricto.
Hasta aqu, al menos en teora, es posible dis-
tinguir entresignos arbitrariosysignos alegricos.Pero, adems de ellos, es tambin evidente, y ste
es el problema que ocupa las siguientes pginas,
que la comprensin del mundo no siempre encuen-
tra un referente al que se pueda presentar de formaemprica y acotada, porque esa misma experiencia o
comprensin no est completada sino en construc-
cin. Se elabora conforme transcurre la existencia,
se corrige conforme se piensa la experiencia, se afina
o se pervierte conforme pasa el tiempo.
Qu sentido tiene haber nacido? Cul es el sig-
nificado de una amistad? Qu le espera al hombre
despus de la muerte? Este tipo de preguntas cuyo
significado es incierto para los que no cuentan con
un referente especfico que las signifique de una
vez por todas configuran la materia delsmbolo. Sucontenido alude al inconsciente, lo trascendente,
lo sobrenatural o a todas aquellas cosas ausentes
y difciles de percibir que, por definicin, son la
materia del arte, la religin y el mito: causa prime-
ra, fin ltimo, finalidad sin fin, alma, dioses,
espritu.
El smbolo alude a una metafsicao bien, comotambin lo anotan algunos filsofos, toda metafsica
essimblica. El smbolo alude a una realidad abiertadifcil de presentar y que por lo tanto slo puede ser
referida de forma simblica.Ya en suAntropologa filosfica,3Cassirer subra-
yaba que era propio del hombre interpretarla cosaapenas sta entraba en relacin con l. Cuando ello
suceda, el individuo se haca una representacin de
la misma a la que poda expresar de diversas maneras,
sea a travs delsigno(cuando la cosa que se refierepuede ser en ltima instancia presentada); de la ale-gora(cuando el significado aunque difcil de presen-tar puede estar parcialmente representado); o bien,
delsmbolo(cuando ms que del significado hay quepreguntarse por elsentidoinalcanzable, lmitede lohumano y resultado de un inagotable proceso de
elaboracin sobre lo que se consideran las cuestiones
vitales de la existencia).
3Ernst Cassirer,Antropologa filosfica. Introduccin a una filosofa de la cultura, Mxico, FCE, 1977.
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Ahora bien, esto no significa que el hombre tenga
formas de representar al mundo perfectamente
diferenciadas y excluyentes entre s una de las
cuales tendra que ver con significados empricos ycomprobables a travs de la razn y otra con signifi-
cados que, apenas sugeridos, aluden a la recreacin
imaginaria, sino ms bien que las representacionesde la conciencia pueden oscilar gradualmente, y
a veces imperceptiblemente, de una punta a otra
de la representacin. Como se trata de un mismo
proceso, en uno de sus extremos se encuentra el
signo o smbolo enfriado; en el opuesto, elsmboloevocando una dimensin trascendente, invisible o
experimentada como enigma. Existe pues una per-
manente oscilacin y conversin en la gradacinentre lo sgnico y lo simblico como polaridades
del proceso de la representacin humana del pen-
samiento.
El haber planteado la urgente necesidad de ex-
plorar este espectro constituye, sin duda alguna, uno
de los mayores aportes de Durand. Entre otras cosas,
porque es esta elasticidad de la imaginacinentre louno (lo sgnico) y lo otro (lo simblico), lo que permitecomprender la perpetua conversin de la creatividad
ilimitadainherente a los smbolos en alegorizacionessgnicamente atadas a una circunstancia y, viceversa,
la proyeccin de una figura histrico-concreta como
significante de un anhelo arquetpico.
Este continuo recorrido en la gradacin significa-
tiva no es otra cosa que el flujo mismo del imaginario
vivo de las sociedades. Esta polaridad imaginante
permite entender tambin por qu opera tan fcil-
mente la conversin regresiva delsmbolo abiertoendogma o en alguna otra modalidad de fundamenta-
lismo (esa supersticin deshilvanada tan prolfica y
masivamente eficaz de nuestros das).
Signo y smbolo en el proceso de la representacin imaginaria
Signo y smbolo en el proceso de la representacin simblica
Discpulo de Bachelard pero de manera distinta a
l, Durand no establece, como su maestro, un anta-
gonismo radical entre racionalidad e imaginario,4ni
distingue a la conciencia racional de otros fenmenos
psquicos, sino que advierte y subraya la gradacin de
la conciencia en la representacin de la imagen que
el sujeto hace de la realidad y cuyos polos opuestos
seran, por un lado, el signo y, por el otro, elsmbolo.Sin que el primero est alejado del inconsciente y sin
que la imagen simblica, o el imaginario creativo, sesepare de la razn. La cuestin es el ejercicio del logosen tanto pensar-decir como lo explica Tras en su
Edad del espritu,5o Duch, con su nocin de logom-tica, en Mito, interpretacin y cultura.6
Esta posibilidad del lenguaje de poder oscilar deun extremo a otro de la representacin, explica en
parte el uso indiferenciado de ambos trminos en el
lenguaje ordinario y es un aspecto que resulta clave
para distinguir cmo una simbolizacin abierta puede
histricamente convertirse en ideologa poltica y
totalitarismo, tergiversando su significacin funda-
mentalmente creativa.7
A diferencia pues de Bachelard, para quien
efectivamente una cosa es el lenguaje de la ciencia
y otro distinto el de la poesa, el profesor emrito
de la Universidad de Grenoble, ms que hablar de un
antagonismo radical entre razn y sentido, seala el
hecho de que la conciencia dispone de una escalaogradacin en sus formas de representar el mundo. Un
nivel de gradacindirecto, a travs del cual la cosa se
presenta directamente al espritu, y otro indirecto,cuando la cosa es inadecuada para su representa-
4Vid., la introduccin de Gaston Bachelard a su tex to El aire y los sueos, Mxico, FCE, 1989. 5Eugenio Tras, La edad del espritu, Barcelona, Planeta, 1999. 6Llus Duch,Mito, interpretacin y cultura. Aproximacin a la logomtica, Barcelona, Herder, 1998. 7Desarrollo con ms detalle esta problemtica de la perversin de la imagen, que me parece fundamental en nuestros das, en Apuntespara una hermenutica de la imagen, en Pablo Fernando Lazo Briones (comp.), tica, hermenutica y multiculturalismo, Mxico, Univ. Ibe-roamericana, 2008.
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cin material y no puede ser presentada de manera
perceptual u objetiva; de ah que su alusin slo
pueda sersimblicay su misma comprensin llame auna hermenutica, es decir, a una interpretacin delo representado no slo de manera intelectual sino
afectiva, emotiva y abierta.
La palabra griega smbolon(oo), pro-viene de las races symballo, relacionar, y ballo,lanzar. Alude a un objeto que al ser lanzado abre la
posibilidad de relacionarnos con el misterioque loanima. Del alemn Sinn-bild, imagenysentido, aludea la representacin delsentidocomprendido en unaimagenque, sin embargo, no puede agotarlo, porlo que tendr que ser recreado incesantemente. El
smboloes el medio a travs del cual elsentidopuedemanifestarse y realizarse. Pero como elsentidono
puede nunca confirmarse en la representacin, elcarcter abiertodel smbolo se tornar imprescindi-ble en su extrema concrecin y especificacin.8La
consagracin de un nio a los dioses en el momento
de su nacimiento, no puede ser substituida por otro
nio, bautizo o nacimiento. El anillo que Isolda ha
dado a Tristn, antes de separarse de ella para siem-
pre, no puede reemplazarse por ninguna otra joya.
El lugar del joven que en una sociedad cazadora se
somete a una ceremonia de iniciacin, no puede ser
ocupado por ningn otro mancebo. La relacin aqu
entre significado y significante no es arbitraria oconvencional, como en el caso del signo lingstico
estudiado por De Saussure, sino epifnica, en cuantoque slo el smbolo suscita la aparicinde lo inex-presable, que no puede aparecer sino en l.
Por un lado, el smbolo separa, pero, por el otro,
ana, restablece una comunidad que, aun habiendo
sido escindida, puede volver a comulgar. Es desde
esta perspectiva que Tras dice, en su Diccionario delespritu, que ms que hablar de smbolo es necesariohablar de acontecimiento simblico, esto es, de
una ruptura con el tiempo histrico que abre una
irrupcin vital, una temporalidad propia, la apari-
cin de lo inefable, la posible transfiguracin de la
experiencia.9
El presente que se hace a un amigo vale no por
su valor material sino por el lazo que, a travs de l,
se establece con relacin al sentido inexpresable de
la amistad, vale por aquello ausente10que no est
expresado de una vez por todas sino que tendr que
volverse a poner en juego en innumerables ocasiones
bajo el riesgo de esclerotizarse, pues continuamente
el significado alcanzado lanza a otro aspecto que ha
quedado an pendiente dejando abierta la posibili-
dad de otra simbolizacin.11
Con el fin de guardarse de malos entendidos, cabe
insistir con Paul Ricoeur en que todo smbolo autn-
tico posee tres dimensiones: es csmico(en cuantoque extrae la parte que lo representa del mundobien visible que lo rodea); es onrico(en cuanto quesuscita la ensoacin no en el sentido de laphanta-siao asociaciones arbitrarias sino de la anamnesis(profundizacin en la experiencia); y espotico(encuanto que extrae su expresin del lenguaje ms
ntimo del hombre).12Su lgica, en consecuencia,
no es la del signo convencional cuyo significado es
limitado y su significante infinito, sino que, por
extensin, puede llegar a aludir a cualidades incluso
antinmicas: amor filial, amor eterno, amor sublime,amor mortal o, incluso, des-amor y odio.
El significado apenas concebible pero no represen-
table se extiende as por todo el universo concreto
y puede ser significado por cualquier cosa, siempre y
cuando ese ente, idea o estado de nimo se enlace con
el proceso interior de resonancia o analogas simb-
licas. Losagradopuede as estar representado en unrbol, un lago, el sol o un atardecer pero puede integrar
tambin las cualidades ms contradictorias: peasco,
desfiladero, temblor, tinieblas, bestia, Satn.
8En el smbolo, pues, la unidad concreta sensible y psquicamente intensiva del significante deja de ser una convencin arbitraria paratornarse en un signo necesario que alude a la singularidad irreductible del acontecimiento. 9E. Trllas, Diccionario del espritu, Barcelona, Planeta, 1996. 10L. Duch, op. cit. 11Sobre el intercambio de regalos y las redes de afec tos que los mismos tejen en las comunidades vivas, remitimos al lector al trabajo deMarcel Mauss, Ensayo sobre el don. Forma y funcin del intercambio en las sociedades arcaicas,Buenos Aires, Katz Editores, 2009. 12Estos rasgos del smbolo esbozados por Ricouer, son citados por Durand, op. cit. p. 15.
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Buscndose a s mismo, Gustave Flaubert expre-
saba: Madame Bovary soy yo. De la misma manera
que el lector del novelista normando al interrogarse
sobre s mismo, lanzado al ejercicio de una herme-neusisque lo involucra racional y emotivamente en
la lectura, hace posible, en efecto, volver a afirmarMadame Bovary soy yo. O, como tambin lo anota
Duch a propsito de Marcel Proust, en su minuciosa
bsqueda la recherche du temps perdu, slo seisvolmenes el autor crea a su propio yo continua-
mente superado en otro.13
En la lgica del smbolo el significado es pues tan
inadecuado que debe recurrirse a la redundancia, ala repeticin acumulada, al ensayo continuo: a fin
de circunscribir el enfoque.
La imagen de la madre y el nio en las artes plsti-
cas sera, por ejemplo, uno de los motivos privilegia-
dos del artista del Paleoltico, de Leonardo da Vinci
en el Renacimiento o de Henry Moore y Joan Mir en
la Modernidad. Cada vez que un espectador observa
un cuadro como Mujer y Pjaro en la Noche de esteltimo, se convierte en testigode la presencia deuna ausencia,14repite, a veces sin saberlo, el acto
redundante a travs del cual el artista alude al eternofemeninoo al misterio de la feminidad y la nocheencerrado en cada mujer. Pues, como apuntaba Paul
Valry: Lo nico positivo de lo nuevo es que responde
a un deseo antiguo.
13Sobre el particular, vid. la notable ponencia presentada por Llus Duch, El smbolo y lo ausente, en el VI Coloquio Paul Kirchhoff. An-tropologa Simblica, llevado a cabo en el Instituto de Invest igaciones Antropolgicas de la UNAMdel 13 al 17 de noviembre de 2006. 14L. Duch, Mito, interpretacin, op. cit. 15Vid. Kroly Kernyi, En el laberinto, edicin de Corrado Bologna, trad., Brigitte Kiemann y Mara Cndor, Madrid, Editorial Siruela, 2006. N.E. 16M. Beuchot, Hermenutica, analoga y op. cit.
La imagen simblica
El smbolo es, pues, redundanteen cuanto que porsu inadecuacin fundamental slo puede acotar el
sentidomediante aproximaciones acumuladas, peroes tambinparablico(del prefijo griegopara(),al margen). Cada smbolo agrega una potencia
simblica suplementaria. No es que un smbolo sea
ms significativo que todos los dems sino que el
conjunto de todos los smbolos relativos a un tema
esclarece su significado y lo amplifica mediante su
repeticin instauradora. As, dice Kernyi, Lo
procedente sera que toda investigacin relativa allaberinto empezase por la danza.15
A su vez, Henri Corbin afirma que lo ms compa-
rable al objeto simblico es una partitura musical
que nunca est descifrada de una vez por todas, sino
que exige una interpretacin siempre nueva. En el
mismo sentido se puede decir, con Durand, que la
imagen simblica es la transfiguracin de un conte-
nido concreto en un sentido totalmente imaginario.
El significado del smbolo (o del mito) es mutante
(emocional), se despliega en una regin situada ms
all del lenguaje; es msica, tono, manerasde decir; elcontenido literal se desplaza, es secundario, se deja
de lado, se des-dogmatiza de toda interpretacin, su
intensidad psquica lleva a un nuevo conocimiento
que ampla la vida consciente.
Esta propiedad especfica de la redundanciaperfeccionantepermite esbozar una clasificacinsomera pero cmoda del universo simblico. Plan-
teado de otra manera, se puede observar, junto con
el tambin crtico de arte, que las expresiones sim-
blicas pueden clasificarse, segn su redundancia
significante, de la siguiente manera: a) engestos,que dan lugar al ritual, a la msica y a la danza; b) enpalabras, que dan lugar a la redundancia lingstica,propia del mito, a la poesa y a la literatura y c) en
iconos, propios del pintar, el esculpir o las mltiplesformas de materializacin plstica.
Elsmboloremite al mbito de lo inconmensu-rable, lleva de lo accidental a lo esencial, conecta
lo sensorial con lo espiritual, rompe los lmites del
lenguaje para acceder al mundo o, a la manera de un
mistagogo, hace pasar de lo aparente y ordinario alo oculto y extraordinario.16
En su Tractatus logico-philosoficus, Wittgensteinconclua que Todo lo que puede ser dicho, puede de-
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cirse con claridad y que, de lo que no se puede hablar,
es mejor callarse.17Pues bien, es frente a este lmite
del lenguaje que el smbolo, por el contrario,18invita
a la trasgresin. De lo que se trata es de romper los
lmites formales en los que se pretende encerrar la
experiencia, abstraerla, clasificarla. El ser es sobretodo reverberanciaen el sentido de Heidegger o, dela misma manera, el smbolo no puede ser slo inte-
lectualizado, sino necesariamente vivido.
El smbolo no slo rene a las partes, sino a
las partes aisladas del mismo individuo enajenado
respecto de su propio ser. El smbolo est en el l-
mite de lo concreto y lo difuso, lo consciente y lo
inconsciente, lo presente y lo que se presiente. En
otros trminos: se simboliza en situaciones lmite,
de carencia, de inacabable bsqueda, de exploracin,
de conjeturaque comenta Cacciari es la autnticarevelacin de lo que de ningn modo puede ser desve-
lado. Es la forma en la que conocemos la inefabilidad
de lo indefinible.19
Al tratar de exponer las propiedades del smbolo,
se puede notar el malestar, cuando no la alarma, que
suscita en el intelecto su carcter ambiguo, escu-
rridizo, siempre inexplicable y en definitiva abierto.Cmo es posible, es la pregunta insistente, que el
smbolo restablezca una comunidad ah donde no
queda claro lo que se comparte? Si su significado
es tan abierto, no lleva ms bien el smbolo a laconfusin, el relativismo y el extravo?
Acostumbrados a que una sola palabra valga por
un solo significado y un significado por una palabra
en cualquier contexto, cuesta efectivamente trabajo
aceptar la unidad de los opuestos o la funcin del
smbolo en tanto complexio oppositorum (conjun-cin de los contrarios). Sin embargo, en el smbolo,
dice Ricoeur, significado y significante permanecen
infinitamente abiertos o como condensacin de un
discurso infinito, en la medida en que es precisamen-te lo que trasciende a los individuos fragmentados
y que no puede ser acotado definitivamente, lo que
los une en una comunidad desentidoo aconteci-miento simblico que, al engranar los opuestos,
detiene el enfrentamiento y suscita la armona, el
equilibrio entre el ser y el estar, el sueo y la vigilia,
lo universal y lo particular, la historia y la poesa.La esfera de lo utilitario se transfigura en entrega y
celebracin del vivir.20
Siguiendo la ondulacin del sendero
se asciende y se desciende,
son imprecisas muchas veces las dimensiones;
ms cercano el caballo salta el redil.
Y en la pradera vuelan cencerros de vacas invisibles.
Arrojamos cscaras de pistache a las gallinas
en la Maison des Automatesen Isere,acrobacias de relojera van despidiendo a la infancia
retablos en miniatura repentinamente animados de olvido,
loupsy renardstodava encierran la magie.21
El smbolo nace de la capacidad del hombre de inter-
pretar la realidad siempre de una manera distinta,
enriquecindola y dotndola desentido. Pero, al con-trario, se puede tambin cerrar su significado, acabar
con el smbolo y, pese a ello, seguir llamndolo as,
camuflar al mito con respecto a su concepcin como
historia sagrada y usarlo sin embargo como mediode legitimacin de la intolerancia, el genocidio y la
muerte. Se simboliza en tensin entre la evocacin de
la ausencia y su racionalizacin abstracta o reduccin
a pseudo-magia y charlatanera que es tambin otra
forma de cerrar el significado del smbolo, desinfln-
dole como consigna y herramienta de estigmatizacin
para justificar la represin. Se encuentran varios
ejemplos de estos en la historia.
De hecho, la imagen del hombre, dice Durand, es
tambin unsmboloen la medida en que su signifi-cado no queda acotado definitivamente y conserva
17Ludwig Wittgenstein,Tractatus logico-philosoficus, traduccin, introduccin y notas, Luis M. Valds Villanueva, Madrid, Tecnos, 2008. N.E. 18Vid. M. Beuchot, Hermenutica, analoga y op. cit., especialmente los captulos IX y X. 19Mximo Cacciari citado por L. Duch, en El smbolo y lo ausente...,op. cit. 20Vid. Paul Ricoeur, Finitud y culpabilidad, Madrid, Editorial Trotta, 2004. N.E. 21Manuel Lavaniegos Espejo, Mircea en Grenoble, en Cosecha Furtiva, Mxico, Itaca, 2008, pp. 23-24.
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siempre un sustrato de oscuridad. El smbolo alude
a una ontologa[Yo, Mundo, Dios] en tanto que noshabla de una dimensin del Ser que el pensamien-
to ilustrado y racional pretendi superar: homosapiens, homo parlante, homo faber, zoon politikon
pero, de la misma manera y con el mismo estatuto,homo symbolicuso religiosus, de la raz latina reli-gare, ligare, ligar, atar nuevamente. Como el
smbolo, la religin alude al vnculo del hombre con
lo trascendente. El desplazamiento de una de estas
dimensiones o bien el privilegiar una sola de ellas
para caracterizar al hombre, muy propio del mate-
rialismo y de la historia de la Ilustracin, deviene
conocimiento parcial y reduccionista.
La separacin pues entre necesidad y sentido
pero tambin entre arte y religin, libertad y deter-
minacin, razn e inconsciente, alude ciertamente
a la tendencia dominante de la historia occidental
pero no a las diversas historias de la humanidad que
aqulla, en su marcha, devasta.
La historia como progreso es la base ideolgica
sobre la que la Modernidad construye su concepcin
del mundo y determina su forma de vida fundada enel esfuerzo permanente e interminable por alcanzar
lo inalcanzable, esto es, el total control y dominio
de la naturaleza supuestamente escasa y adversa,
mero objeto de explotacin. De ah el desarrollo
cientfico-tecnolgico abstracto que, postulado
como el fin de la historia moderna, conlleva y
arrastra a todos los desastres naturales y psquicos
que la humanidad se ha acostumbrado a soportar, sin
poder cambiar el rumbo de la mundializada historia o
remover su inercia a menudo inconsciente y operando
como premisa a-crtica.
Hermenutica simblica y anlisis cultural
Los trabajos de Gilbert Durand reformulan los mto-
dos acadmicos de investigacin, entre ellos, y en
primer lugar, la tradicional divisin del trabajo en
reas de especializacin y disciplinas. Este modelo
logocntrico de anlisis disciplinario de la realidad,
prevaleciente en las universidades al modo de mu-
rallas dogmticas de especializacin, no responde
a la complejidad del fenmeno que se analiza: elanthropos. Sera necesaria una transmutacin delos valores epistmicos.22La ciencia humana tendra
que regularse segn el conocimiento tradicional del
hombre sobre s mismo: siempre semejante y confi-
gurndose de manera diversa.
Al orientarse por los sealamientos de la herme-
nutica simblica, especficamente en lo relativo
al estudio de los mitos y smbolos del pensamiento
antiguo, se puede sealar lo siguiente: a) las mismas
preocupaciones que aquejaban al hombre antiguo
siguen atormentando al contemporneo. En el
Mxico antiguo, por ejemplo, el hombre se situaba
en el centro del mundo y supona, porque lo cons-
tataba a cada momento, que el universo guardaba
unsentidorecndito, existencial. La cultura (cultus,cultivo) siempre ha sido en su dimensin simblicaelresguardo y elaboracin de esas imgenes primordia-leso desentidoy, a veces tambin, de su control ytergiversacin. En realidad, slo una cultura como la
nuestra desvaloriza la imagenal mismo tiempo que,sin advertirlo, ha pasado a depender de su poder.23
Frente al pensamiento antiguo, fundado sobre todo
en imgenes, la cultura moderna acta por saturacin
poltica y comercial de la imagen que, finalmente, ha
dejado de hablar por s misma. Sera en un proceso
de rehabilitacin del imaginario creativo as como de
restauracin y salvaguarda del pensamiento reli-
gioso antiguo que a su manera haca el papel de
conservatorio de los regmenes simblicos y de las
corrientes mticas que su reconstitucin tendra
que cobrar, en la actualidad, un lugar central para la
investigacin antropolgica.
22G. Durand, Las estructuras antropolgicas de lo imaginario op. cit. 23Jean Jacques Wunenburger, L homme lge de la tlv ision, Pars, PUF, 2000.
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b) No basta para comprender el significado de una
imagen/vestigio simblica, hacer el registro empricode sus fuentes, mediciones exactas, establecimiento
de su frecuencia iconogrfca, clasificar sus atributos,
registrar sus constantes y variables etnogrficas, et-
ctera; es necesario intentar descubrir la concepcindel mundo delhomo religiosus; cmo y de qu manerala imagen simblicaorientaba, y an puede hacerlo,el sentido de la vida. A la manera del gelogo, como
lo sostuviera Claude Lvi-Strauss, el estudioso del
hombre se ve constreido a descubrir las capas geo-
lgicas de la cultura, sus desfiladeros, sus montes,
sus paisajes o su potomologa, sus ros, meandros
y cuencas semnticas que no son causales, pues la
obra de la naturaleza y los movimientos de la propia
tierra guardan un sentido recndito. El hermeneuta
trabaja como un arquelogo, traspasa la oscuridad,desciende a las profundidades; su bsqueda del es-
pritu original se refiere al ser puesto en juego, no
slo configurado coyunturalmente, se trata de una
bsqueda ontolgica y gnoseolgica a la vez.24
c) Tampoco es suficiente un acercamiento ex-
clusivamente sociolgico, el anlisis de la cultura
tiene que ser complementado con la antropologa,
la filosofa, el arte, la literatura, el psicoanlisis, la
hermenutica y la historia comparada del mito y de
las religiones, entre otras disciplinas. Muchos de los
procesos que se constatan con relacin a su dinmicasimblica, lejos de ser exclusivos de una zona, han
sido ya vividos en otro tiempo y en otras latitudes.
Adems, complicados procesos que no pueden recons-
truirse a partir de la precariedad o fragmentacin
de los vestigios arqueolgicos pueden, sin embargo,
encontrar una explicacin comprensiva si se compa-
ran con procesos de desarrollo cultural anlogos en
la historia de la humanidad. A la manera de Marcel
Mauss:Il n y a de societs qu tre vivants.25
d) El anlisis comparado de la religin va de la ma-
no del psicoanlisis, la rehabilitacin de la nocin de
smbolose debe a Sygmund Freud, pero est tambinla de arquetipo, inconsciente colectivo, alma o
psicohistoria,26nociones que difcilmente orientan
la interpretacin social, cultural y antropolgica,sucede una vez ms que se les ha arrumbado como
discursos ya superados; como si las dimensiones
psquicas o interiores fueran ndice de subjetivismo
arbitrario. La hermenutica, adems, no es suma
de disciplinas, sino fundamentalmente una actitudabiertafrente al conocimiento.
e) Las expresiones lingsticas y religiosas del
hombre no son un simple medio de comunicacin
econmica de mensajes. Los mitos y sus expresiones,
los vestigios a partir de los cuales es posible recons-
truir el sentido de su cultura, tienen una expresinsimblicaque no se agota en sistema de signos parala mera legitimacin de poderes fcticos; por lo de-
ms, sucede que esta visin estrecha deriva del mal
uso de una nocin de ideologa que es un trmino
especfico de la modernidad ilustrada. El pensamien-
to religioso del hombre antiguo no es pre-racional o
pre-cientfico, ni su lgica est desarticulada, por el
contrario, responde a una lgica restr ictiva derivada
de modelos de reglas semnticas y sintcticas de los
hechos del lenguaje, reforzada por componentes neu-
robiolgicos y afectivos que el anlisis hermenuticoo mitoanlisis debe descubrir.27
f) Finalmente, la historia no sigue una marcha
lineal y progresiva. Los periodos en los que suele
dividirse su estudio no pueden ser vistos bajo la
lgica lineal de los paradigmas an predominantes
del progreso y la evolucin ascendentes; lucha
de clases entre dominantes y dominados, desarrollo
de las fuerzas de produccin. Es necesario observar,
sobre todo, que el progreso material no necesaria-
24Con relac in a la potomologa hermenutica de Durand, vid. su texto Lo imaginario, Barcelona, Ediciones de Bronce, 2000. Los seala-mientos sobre Lvi-Strauss son apuntes a partir de la exposicin de la antroploga Rossana Cassigoli en el Diplomado de Hermenutica eHistoria del Mito, llevado a cabo en el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAMel 19 de noviembre de 2006. 25El hecho de que parte de la investigacin de la antropologa se halle, efectivamente, conformada por un legado histrico que se pre-senta como patr imonio de una nacin, no conlleva de suyo que la investigacin estreche sus miras para confeccionar una ideologa racial,poltica, econmica, religiosa, etc.,ad hoccon las legit imaciones nacionalistas de un Estado.
26Erich Neumann,Ursprungsgeschichte des Bewusstseins(Historia originaria de la conciencia), Dsseldorf, Zrich, Patmos Verlag, 2004. 27G. Durand, De la mitocrtica al mitoanlisis, trad. Verjat Alain, Barcelona, Anthropos, 1993. N.E.
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mente est vinculado con el desarrollo consciente
o del espritu. Se pueden registrar en la historia
momentos de una alta espiritualidad y elaboracin
mitopoiticade la vida, como en pocas ms desa-rrolladas (tecnolgica o polticamente), o, por igual,
una completaregresin
psquica.
28
A un periodo de
desarrollo econmico y dominio de las tcnicas de
produccin no necesariamente corresponde el equi-
valente de un desarrollo de la conciencia. Pinsese,
a manera de ejemplo, en las masacres compulsivas
llevadas a cabo en Mesoamrica por los mexicas en
la ltima etapa de su predominio.
Coda
Se puede as concluir que uno de los aspectos ms
importantes de la antropologa de Gilbert Durand es,
pues, el estudio del hombre en tanto productor de
smbolos (imgenes simblicas), es decir, que ste
no puede pensar ni crear sin pasar por la imagen, porla interpretacinde su realidad y por la consecuentedotacin desentidode la misma. Penetrar en el sig-nificado de las imgenes de sentidoo arquetiposqueconfiguran la concepcin de la existencia del hombre
es conocer las imgenes que estructuran a los dis-
tintos complejos culturales y orientan el significado
de sus vidas. Quiz sea sta una de las tareas ms
urgentes de las ciencias del hombre o del nuevo
espritu antropolgico, como le llama Durand.29
frenar y desarticular el avasallamiento meditico que
banaliza y tergiversa, por saturacin, el contenido
de la imagen simblica, considerada sagrada por lasculturas antiguas.
Recibido el 25 de noviembre de 2010
Aceptado el 13 de diciembre de 2010
28Idem. 29Vid. G. Durand, Ciencia del hombre y tradicin: el nuevo espritu antropolgico, tr. Mara Tabuyo y Agustn Lpez, Barcelona, EdicionesPaids Ibr ica, 1999. N.E.
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