Globalizaci n Discursos Imaginarios y Real Ida Des

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Globalizacin:discursos, imaginarios y realidades

Hugo Fazio Vengoa

Fazio Vengoa, Hugo, Globalizacin: discursos, imaginarios y realidades / Hugo Fazio Vengoa. Santaf de Bogot: Ediciones Uniandes,2001. " . 196 p.; 24 cm. ISBN: 958695-045-X 1. Globalizacin 2. Relaciones internacionales I. Tt. CDD 303.482 SBUA

Globalizacin: discursos, imaginarios y realidades.

Hugo Fazio Vengoa Ediciones Uniandes

Coordinacin Editorial: Carlos Andrs Barragn.

Ediciones Uniandes Carrera 1 No. 19-27 Apartado Areo 4976 Santaf de Bogot, D.C. Colombia PBX: 339-4949 - 339-4999- Fax: 2158 E-mail: [email protected] Diseo de cubierta: Carlos Andrs Barragn.' Fotografa: Muro de Berln. Fotgrafo: Francesco Alacevich. Tomado de: The ~Lost Graffiti of Berln, Francesco e Alessandro Alacevich. Roma, Gremese International, 1991. ISBN: 958695-045-X Primera edicin 2001 Preprensa e impresin Coreas Editores Ltda Impreso en Colombia/Printed in Colombia. Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitido por, un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna forma ni por ningn medio, sea mecnico, fotoqumico, electrnico, magntico, electroptico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

AgradecimientosSi bien este trabajo es responsabilidad nicamente de su autor, no puedo dejar de agradecer a todos aquellos que me han permitido aprehender con mayor facilidad las complicadas pginas del mundo actual. El Instituto de Estudios Polticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional de Colombia ha sido un fecundo espacio de intercambio de ideas y experiencias sobre el mundo de hoy y, el Departamento de Historia de la Universidad de los Andes ha sido un lugar privilegiado donde he podido madurar una de las tesis de fondo que articula este trabajo, a saber: la historia del tiempo presente. A los colaboradores de estas dos instituciones, as como a sus estudiantes, les agradezco su enorme contribucin, aun cuando no est de ms sealar que los posibles errores y lagunas que subsistan son responsabilidad nicamente ma. Mi familia constituy un soporte muy valioso en la elaboracin de este trabajo ya que hizo que escribir este libro fuera una experiencia mucho ms grata de lo que me hubiera imaginado. Dedico este trabajo a mi esposa Julieta, porque me ha inducido en la comprensin de otras facetas de la multidimensionalidad del mundo de hoy; a mi hija mayor, Antonella, que me ha ayudado a discernir las dismiles perspectivas generacionales que existen sobre nuestra realidad y mis pequeas hijas Luciana y Daniela que me han enseado la manera como los nios interactan y se comunican, no obstante las diferencias de lenguaje y cultura que puedan existir. A ellas, as como a mis padres y hermanos, mis ms profundos agradecimientos.

Contenido

Introduccin /7 La globalizacin: una reflexin desde la historia /13La historia le apuesta al estudio del presente /19 Porqu recurrir a una visin histrica de la globalizacin? /31 Historia del tiempo presente y glob aligacin /35

El globalismo o el discurso dominante de la globalizacin /47Algunos componentes del discurso /49 "Los soportes del discurso /56

La globalizacin en una perspectiva histrica comparada /65 La globalizacin en una perspectiva de duraciones /83LMglobalizacin en la larga duracin /83 La globalizacin econmica en la coyuntura /97 La globalizacin social y cultural en una perspectiva de mediana duracin /106 El ocaso de la bipolaridad en la vida internacional /123

La cada del muro y la multiplicacin de las tendencias globalizadoras/129El Estado, la globalizacin y el nuevo orden interestatal /133 La crisis asitica: crisis de globalizacin y ordenamiento internacional /'147 Globalizacin, regionalismo y relaciones de poder /'158

La globalizacin: entre el mercado, la homogeneizacin y la diferencia /163l^a globalizacin j la mercantili^acin de la poltica /165

Conclusin/175 Bibliografa /181

IntroduccinLa globalizacin es un trmino que ha entrado de modo corriente en el vocabulario cotidiano de buen nmero de habitantes del planeta. Su fuerza de atraccin ha radicado, entre otros, en ser un concepto lo suficientemente multiforme como para crear representaciones e imaginarios que se adecan perfectamente a las distintas necesidades individuales, polticas y sociales y sirve, adems, para dar cuenta de los ms dismiles problemas. En el seno de la comunidad acadmica, su vitalidad radica no slo en el hecho de ser un vocablo abierto para que a l recurran las distintas disciplinas sociales, sino que adems abre perspectivas para que en torno a l se organicen discursos transdisciplinarios. Si hacemos un breve estado del arte de la literatura especializada sobre la globalizacin, podemos distinguir las siguientes tendencias interpretativas. Primero, la econmica, que crea una representacin de la globalizacin a travs de la activacin de los mecanismos econmicos que estn diluyendo las fronteras, liberando la economa del zcalo social y poltico en que se encontraba antes inscrito y est dando origen al surgimiento de una economa con caractersticas propiamente mundiales. Asociado a esta valoracin en trminos fundamentalmente econmicos, se ha reproducido un discurso neoliberal que alimenta la identificacin de la globalizacin con las transformaciones que tienen lugar en el plano econmico. Segundo, como respuesta a las insuficiencias que registra el anlisis economicista que no logra dar cuenta de la multiplicidad de problemas del mundo actual, han surgido interpretaciones sociolgicas, las cuales consideran lo econmico simplemente como el aspecto ms visible de tendencias ms profundas como son, por ejemplo, el inicio de una nueva forma de modernidad o la creacin de

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nuevos contextos de experiencia social que reubican en la cotidianidad lo local, lo personal y lo global. Desde esta perspectiva, puede sostenerse que la globalizacin representa, ante todo, el surgimiento de un nuevo tipo de relaciones sociales que caracteriza a nuestra contemporaneidad. Tercero, alta significacin tambin han alcanzado las corrientes que, un poco esquemticamente, podramos denominar como culturalistas, las cuales han centrado su atencin en la aparicin a partir de la consolidacin y masificacin de la industria cultural, de elementos de una cultura popular mundial que, entre. otros efectos, tiene el de crear marcos de referencia nuevos para los consumidores y ciudadanos de los distintos pases. Por ltimo, existe una heterognea corriente crtica de la globalizacin, la cual percibe la globalizacin como una nueva forma de dominacin de Occidente y como un discurso de moda1 que pretende ignorar las relaciones de poder que se reproducen en este estadio de predominio neoliberal. En esta perspectiva, la globalizacin es entendida como una nueva forma de ideologa, una falsa consciencia, y no como un proceso real de transformacin de las relaciones sociales en el mundo. Con la consolidacin de estas lecturas de la globalizacin, en los inicios del nuevo siglo, las anteriores certezas sobre la naturaleza del fenmeno se han disipado. y, hoy por hoy, comprendemos que es cada vez ms difcil ser conclusivo sobre su esencia. A la dificultad de determinar su naturaleza se suma el hecho de que en el transcurso de la dcada de los noventa se construyeron imaginarios que crearon distintas predisposiciones hacia la globalizacin. En un comienzo se produjo una identificacin entre globalizacin y las transformaciones econmicas que estaban teniendo lugar en los distintos confines del globo. De aqu se deriv una representacin de la misma que consista en la creencia de que luego de la finalizacin de la bipolaridad, se estaban sobreponiendo las variables econmicas a las polticas, "se asista a una acelerada activacin de los mecanismos econmicos que estaban diluyendo las fronteras, liberando la economa del zcalo social y poltico en que se encontraba antes inscrito y dando origen al surgimiento de una economa con caractersticas propiamente mundiales.1 "As, por ejemplo, Robert Spich considera que el discurso que traduce la realidad de la globalizacin peca de un exceso de generalizacin. Esto ocurre porque algunos pensadores buscan asegurarse una audiencia que los de a conocer dentro de sus respectivos campos disciplinarios. Esta bsqueda de notoriedad, de audiencia y de autoridad, ocasiona una cierta manipulacin ideolgica". Louicius Michel y Zhan Su, "Analyse critique de la mondialisation: tendances et doctrines" en Etudes internationaks, vol. XXIX, diciembre de 1998, p. 913.

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En ese entonces, en los imaginarios polticos, la globalizacin fue percibida como una gran esperanza, una gran oportunidad, que, como resultado de la acelerada interdependencia, deba permitir al mundo entero dejar definitivamente atrs los conflictos y tensiones internacionales que haban costado millares de vidas humanas e impedido el desarrollo en vastas regiones del planeta. En el caso concreto de los pases en desarrollo, las innovaciones tecnolgicas y las nuevas facilidades financieras fortalecieron en ese entonces la idea de que la adaptacin al nuevo entorno globazado, a travs de una intensificacin de la insercin internacional, abra perspectivas para solidificar su posicin internacional y dejar atrs las malformaciones inherentes al subdesarrollo. No fue casual que en ese entonces, en muchos pases de Amrica Latina se recurriera, por ejemplo a la estrategia de la integracin regional, ya que esta era entendida como un mecanismo de internacionalizacin econmica y poltica en vas de adaptacin a las circunstancias globalizadoras. En ese contexto, la celeridad con la que se celebraron acuerdos de libre comercio y la aplicacin de los programas de ajuste eran congruentes con los discursos en ese entonces en boga y con las lecturas optimistas que se desprendan del concepto de globalizacin. Con la crisis mexicana de 1994 y posteriormente la crisis financiera asitica, en un contexto mundializado en el cual no dejaban de tener lugar grandes y agudos conflictos nacionales y crisis internacionales2, se puso trmino a esta fase ilusoria de la globalizacin. Empez una etapa de mayor desencanto y, al optimismo de los aos anteriores se le sobrepuso el desnimo particularmente en Amrica Latina, regin que agudamente haba resentido estas dos convulsiones financieras, a lo que se sumaba el hecho que sus ingentes esfuerzos anteriores encaminados a fortalecer su posicin internacional no se traslucan en resultados concretos en la prctica. Adems, los problemas vinculados al subdesarrollo no disminuan, sino que aumentaban, fenmeno particularmente perceptible en el plano social, con una brecha en constante expansin. El resultado de ello fue que comenz a perfilarse un nuevo imaginario poltico que, adems de cuestionar la euforia precedente, propona acciones que deban revertir las prcticas inmediatamente anteriores. En tal sentido,2 Entre 1990 y 1995 se presentaron en el mundo ms de 90 guerras en las que murieron cinco millones y medio de seres humanos. Vase, Peter Waldmann y Fernando Reinares, Sociedades en guerra civil. Conflictos violentos de Europa y Amrica Latina, Barcelona, Paids, 1999.

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comenzaba nuevamente a sostenerse que los Estados deban volver a asumir muchas de sus antiguas funciones como freno a los efectos nefastos provenientes del exterior y para el desarrollo de estrategias que permitieran mantener la composicin de los cada vez ms desgarrados tejidos sociales nacionales. Congruente con esta actitud y en medio de este adverso contexto, en la prctica, cuando no en el discurso, se empez a concebir la integracin desde un ngulo diferente: si antes haba sido un instrumento para la adaptacin de las respectivas sociedades latinoamericanas a los circuitos globalizados, ahora se le empezaba a concebir como una manifestacin de la necesidad de proteger a las sociedades de los efectos externos y como una reaccin contra la expansin del mercado mundial. De ests variadas corrientes de interpretacin de la globalizacin y de estas dos posturas que predominaron en la dcada de los aos noventa, podemos extraer importantes lecciones. En primer lugar, la pluralidad de interpretaciones ha demostrado que la globalizacin no puede entenderse simplemente dentro de los cnones de una lectura economicista, sino que debe abarcar la multiplicidad de dimensiones en las que interviene el fenmeno, con ritmos, intensidades y alcances desiguales. En segundo lugar, se puede constatar que ninguna de las dos actitudes sobre la manera de cmo asumir la globalizacin ha dado los resultados esperados. Ni la euforia condujo a los pases latinoamericanos por la senda del desarrollo, ni la postura crtica ha podido erigirse en un paradigma para definir la actuacin de nuestros pases en el escenario mundial. El fracaso de ambas, en buena medida se explica por el elevado componente ideolgico que compartan ambas actitudes frente a la globalizacin; la primera inscrita en una versin neoliberal y la segunda como reaccin un tanto instintiva a los desequilibrios generados por la aplicacin de la primera. De ah la necesidad de repensar la globalizacin desde un ngulo nuevo, que busque la forma de integrar estas dismiles visiones en una perspectiva general y que alimente una nueva actitud hacia el fenmeno, menos ilusoria y ms decantada que las anteriores, porque, como trataremos de demostrarlo, la globalizacin ha sido el resultado de una serie de procesos que, quermoslo o no, estn creando un nuevo contexto nacional e internacional en el que se desenvuelven las sociedades modernas, independientemente de sus niveles de desarrollo. Esta inquietud es, precisamente, lo que nos ha llevado a volver sobre este tema.10

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El trabajo, que a continuacin presentamos, es el producto de una serie de reflexiones que hemos venido adelantando luego de varias investigaciones que hemos realizado en los ltimos aos y que nos han llevado a abordar desde diferentes ngulos un conjunto de problemas internacionales, tocios los cuales desde diferentes ngulos han estado atravesados por la problemtica de la globalizacin. La particularidad de este trabajo consiste en que nos proponemos integrar las diferentes perspectivas econmicas, sociales, culturales y polticas en una visin histrica de la globalizacin. Como se sostiene en el primer captulo esta mirada histrica nos permite ver la globalizacin como proceso y como una totalidad que articula las diferentes manifestaciones de lo social. Una perspectiva como la que aqu se propone no solamente pretende ser una mirada distinta de la globalizacin. Ante todo es un ejercicio que nos debe permitir comprender qu es realmente lo nuevo que ha madurado en nuestro presente y qu podramos asociar con los procesos de globalizacin, as como deslindar los aspectos discursivos que se han creado en los ltimos aos en torno a la temtica de la globalizacin de los procesos reales que nos permiten aventurar que, en efecto, estamos ingresando en un nuevo perodo en la historia de la humanidad. El trabajo lo hemos divido de la siguiente manera. En el primer captulo proponemos un marco de anlisis de la globalizacin a partir de lo que hemos denominado, siguiendo una corriente francesa en la historiografa contempornea, la historia del tiempo presente. En el segundo captulo sometemos a anlisis los discursos de la globalizacin e igualmente cuestionamos la validez argumentativa de los soportes sobre los cuales se han construido estas concepciones ideologizadas de la globalizacin. En el tercer captulo nos hemos propuesto realizar un anlisis comparado de los niveles de internacionalizacin a finales del siglo XIX y en la actualidad. Este procedimiento nos ha permitido corroborar las insuficiencias de los indicadores que generalmente se utilizan en la mayor parte de los trabajos sobre la globalizacin y, al mismo tiempo, nos ha abierto perspectivas nuevas para comprender cules son los procesos realmente novedosos que estn definiendo nuestro presente. En el cuafto captulo, a partir de una concepcin braudeliana de la historia, pretendemos inscribir nuestro presente y en particular los procesos de globalizacin11

en una perspectiva de larga y mediana duracin, lo que obligatoriamente nos conduce a rastrear los orgenes de estos procesos en la poca del surgimiento del capitalismo, del Estado-nacin y de nuestra modernidad y a destacar la importancia de la coyuntura histrica de las dcadas de los aos sesenta y setenta del siglo XX en la maduracin de las tendencias globalizadoras. El quinto captulo est consagrado a las grandes transformaciones que trajo consigo la cada del muro de Berln en la definicin del ordenamiento mundial y la multiplicacin de las fuerzas globalizadoras. El ltimo captulo, est dedicado al tema del mercado, la globalizacin y la diferencia y la manera como se manifiesta en el campo de la poltica.

La globalizacin: una reflexin desde la historia

Porqu el abuso de metforas? Ellas revelan una realidad emergente pero an fugitiva del horizonte de las ciencias sociales (...) JLas metforas abundan ante la falta de conceptos. Nos encontramos an apegados a un instrumental terico construido al final del siglo XIX. Clase, individuos, Estado y desarrollo son nociones forjadas en el interior de una entidad nodal, la Nacin, pero, cuya crisis se agudiza de cara a los cambios actuales (Renato Ortz,

Mundiali^acin de la cultura, Buenos Aires, Alianza, 1996).

Renato Ortz, en su interesante libro citado en el anterior epgrafe, seala que el uso recurrente de metforas para denotar las grandes transformaciones de finales de siglo, tales como: "primera revolucin mundial" (Alexander King), "tercera ola" (Alvin Tofler), "sociedad informtica" (Adam Schaff), "shopping center global" (Theodore Levitt), "sociedad ambica" (Kenichi Ohmae), "aldea global" (Marshall Me Luhan), "fbrica global", "trnsito de la sociedad de high volunte a otra de high valu" (Robert Reich), "universo habitado por objetos mviles" (Jacques Attali), "fin de la historia" (Francis Fukuyama), "ciudad global" (Saskia Sassen), etc., son una evidente demostracin de que estamos entrando en una nueva era, cuya realidad escapa al horizonte de las ciencias sociales. En efecto, la mayor parte de estas disciplinas (incluidos los estudios internacionales) se han desarrollado conceptual y analticamente en torno a la dimensin nacional: el mercado, el desarrollo, la identidad y la idea de soberana se conciben en el mbito de la nacin o asociadas al Estado, pero los grandes problemas a los cuales hoy nos vemos abocados flujos financieros planetarios, comercio mundial, erosin del Estado nacin, narcotrfico, migraciones, etc.,13

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desbordan con creces esta dimensin y no pueden ser reducibles a las fronteras del mismo1. Evidentemente, una de las dificultades que enfrentamos a la hora de tratar de entender nuestro voraginoso presente, radica en que los problemas inmediatos tienden a desbordar la tradicin intelectual existente. Como acertadamente seala Octavio Ianni, estas metforas, que no son simples artificios poticos, "sino una forma de sorprender lo imponderable, fugaz, recndito o esencial, oculto en la opacidad de lo real", son trazos fundamentales de las configuraciones y de los movimientos de la sociedad global2. Si bien cada una de estas formulaciones p'recisa determinados aspectos de la emergente realidad mundial o pretende llamar sobre todo la atencin sobre algunos de estos elementos, todas ellas tienen en comn el haber sido estimuladas por el clima intelectual creado por los procesos de globazacin que, a la postre, los incluye y, en ocasiones, tambin los define. En este sentido, seguramente no es del todo improcedente afirmar que si la dcada de los aos ochenta transcurri bajo la impronta del debate en torno a la postmodernidad y el postmodernismo, como intentos de definir nuevos marcos de interpretacin y de inteligibilidad de la realidad y de los nuevos grandes problemas, la dcada de los aos noventa encontr su comn denominador en la nocin de globalizacin. En efecto, en los medios de comunicacin, en los discursos polticos y obviamente tambin en los crculos acadmicos el uso de este trmino se ha popularizado y se recurre a l para denotar las grandes transformaciones que caracterizan al mundo contemporneo o para explicar por qu tal o cual poltica se ha vuelto una prctica corriente. Pero, qu se entiende por globalizacin? Cul es la esencia de los procesos, .discursos y situaciones que se asocian con la globalizacin? No es unvoco el sentido que en la literatura especializada se le da al trmino. Algunos lo utilizanUna idea similar sostiene Jess Martn-Barbero, cuando escribe: "Un fantasma recorre las ciencias sociales y la investigacin cultural latinoamericana en los ltimos aos: ese fantasma se llama globalizacin. Confundida por muchos con el "viejo" y persistente imperialismo, asimilado a la transnacionalizacin, o, mejor, a la expansin acelerada de las empresas y las lgicas transnacionales, e identificados por otros con la "revolucin" tecnolgica y hasta con el impulso secreto de la postmodernidad, la globalizacin no parece dejarse atrapar ni en los esquemas acadmicos ni en los paradigmas cientficos tradicionales". "La globalizacin desde una perspectiva cultural" en Letra Intemaonal N. 58, Madrid, 1998, p. 13. Octavio Ianni, Teoras de a globalizacin, Mxico, Siglo XXI, 1996, p. 11.

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para dar cuenta de los grandes cambios que, en los ltimos tiempos, han introducido transformaciones sustanciales en el mbito de la economa, la poltica, la sociedad y la cultura en el plano nacional y a escala planetaria. Para otros, la globalizacin, como proceso impersonal que no se asocia a ningn pas o sistema en particular, que soslaya las relaciones de poder internacional, es un buen sustituto de la difunta expresin "nuevo orden mundial", acuada por el entonces presidente norteamericano, George Bush, en vsperas de la Guerra del Golfo, para definir el mundo de postguerra fra. En otros, la globalizacin se convierte en una excelente coartada que permite explicar el por qu de las polticas de ajuste o simplemente es una justificacin de que nada se puede hacer por cuanto nos encontramos a merced de fuerzas y procesos que trascienden la voluntad y la capacidad de la accin poltica. Los ltimos consideran la globalizacin como una nueva forma de imposicin de Occidente, con su cultura, tradiciones, formas de vida y consumo. Por su amplia difusin as como por la profunda significacin que se le da al trmino, la globalizacin se ha convertido en un importante referente de las relaciones internacionales contemporneas, aun cuando valdra la pena aclarar que no se le puede asociar con fenmenos estrictamente internacionales, ya que es un proceso ms amplio que abarca y vincula por igual al sistema internacional y a las diversas sociedades nacionales. En realidad, la globalizacin es un proceso que desdibuja las fronteras entre lo interno y lo externo e induce a un nuevo tipo de vinculacin que articula multifacticamente estos dos mbitos. En la acepcin ms corriente que se le da al trmino, se utiliza para describir la creciente interaccin e integracin que se produce entre los pueblos a raz de las facilidades que existen para que las ideas, las imgenes, los productos y el dinero fluyan a travs de las fronteras como resultado de los recientes avances tecnolgicos. Esta mayor asiduidad en las interconexiones conduce, por su parte, a una creciente interdependencia y a una presunta mayor homogeneidad y dispone a los distintos actores nacionales e internacionales hacia una progresiva cooperacin. Si el trmino se ha popularizado a partir de la dcada de los aos noventa, algunos antecedentes intelectuales prepararon el terreno para su rpida difusin. Un anlisis etimolgico del concepto nos remonta a finales de la dcada de los aos sesenta. En esa poca, el profesor de la Universidad de Toronto, Marshall15

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Me Luhan, acu la expresin "aldea global" para denotar el acercamiento que se estaba produciendo entre los pueblos a raz de las grandes transformaciones tecnolgicas y comunicacionales que estaban poniendo en interaccin directa a los individuos y las sociedades de diferentes latitudes y que estaban dando vida a la conformacin de una genuina comunidad mundial. Subsiguientemente el politlogo norteamericano de origen polaco, Zigmund Brzezinski, Consejero Nacional de Seguridad del presidente norteamericano James Crter, sostuvo que los cambios tecnolgicos que se estaban produciendo en el planeta aunados al podero norteamericano estaban conduciendo al surgimiento de la primera sociedad global y a la primera potencia propiamente global3. Esta idea se basaba en el hecho de que Estados Unidos realizaba ms del 65% de las comunicaciones mundiales y haba logrado unlversalizar su modo de vida, sus tcnicas, sus productos culturales, sus modas y tipos de organizacin4. En esta primera etapa, el trmino pretenda dar cuenta de los cambios tecnolgicos y comunicacionales que estaban alterando de manera radical las sociedades modernas y acercando a los distintos pueblos en torno a patrones culturales y comunicacionales compartidos. Sin embargo, en ese entonces su radio de accin y de difusin fue limitado. Una nueva etapa, en la que el concepto ingres al vocabulario corriente de los acadmicos y estrategas gerenciales, se inaugur en la dcada de los aos ochenta con la literatura sobre las formas de gestin de las firmas multinacionales. Robert Boyer5 distingue, al respecto, cuatro acepciones del trmino tal como se empez a utilizar a partir de esta dcada. Theodore Levitt, en 1983, recurri a l para evidenciar la creciente interpenetracin de los mercados en la esfera mundial y la carencia que experimentaban las compaas multinacionales para impulsar una estrategia adecuada a los nuevos imperativos de la realidad mundial. Kenichi Ohmae posteriormente le dio un nuevo sentido a la globaliz-acin cuando la asoci a una forma de gestin de la empresa multinacional que se integraba a escala mundial y la identific con el surgimiento de un mundo sin fronteras6. La tercera3 4 5 6 Zbigniew Brzezinski, El gran tablero mundial, lu supremaca estadounidense j sus imperativos geoestratgicos, Barcelona, Paids, 1998, pp. 19-38. Armand Mattelart, "La nouvelle ideologie globalitaire" en, Varios autores, Mondialisation au-del des mythes, Pars, La Dcouverte.^997, p. 65. Robert Boyer, "Les mots et les'ralits" en Mondialisation au-dela des mythes, op. cit, p. 15-16. Kenichi Ohmae, L trade: mergence d'une stratgie mondiale de l'entreprise, Pars, Flamarion, 1990.

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acepcin se refera al hecho de que dada la extrema movilidad de la empresa transnacional, los espacios nacionales deban ajustarse a las exigencias del medio externo. En este sentido, la globalizacin implicaba la superposicin de las empresas multinacionales sobre los Estados en la definicin de las reglas del juego prevalecientes en el sistema internacional. Por ltimo, la globalizacin pas a mostrar una nueva configuracin de la economa internacional que se caracterizaba por la emergencia de una economa globalizada en la que las economas nacionales se descomponan para despus rearticulafse en un sistema que operaba directamente a escala internacional. En sntesis, durante los aos ochenta se produjo un brusco cambio en el significado que se le asignaba al trmino: de fenmeno cultural y comunicacional se convirti en un asunto econmico y de nuevo mecanismo de interaccin entre los diferentes pueblos y comunidades, pas a ser a una nueva forma de gestin de las empresas que reorganizaban espacialmente la produccin, el mercado internacional e integraban los circuitos financieros. Es decir, con esta modificacin en el uso que se le dio al concepto, la globalizacin pas a implicar el surgimiento de unas relaciones sociales y econmicas capitalistas enteramente nuevas que determinaban en sus aspectos fundamentales el funcionamiento del sistema internacional contemporneo7. La globalizacin en esta acepcin fue la manera como los especialistas en administracin y marketing perciban el mundo en el que se planteaba una gestin empresarial adaptada a la complejidad del medio competitivo con el objetivo de maximizar los beneficios y consolidar la participacin en el mercado mundial. No obstante sus mltiples acepciones, en la dcada de los aos ochenta e inicios de los noventa, la globalizacin tuvo en comn el hecho de referirse a una nueva lgica empresarial y a la organizacin de las empresas en un mercado de dimensiones planetarias. No fue extarao que el trmino se popularizara a partir de la voz inglesa, es decir, como globalizacin y no como mundializacin. Como lo recuerda Armand Mattelart, en ingls el trmino global es sinnimo de holstico. A diferencia de la palabra mundializacin, tal como existe en diversas lenguas latinas, que hacen referencia a una dimensin geogrfica del proceso y a una determinada forma de territorializacin, en ingls remite explcitamente a una filosofa globalizadora, es decir a la idea de una unidad totalizante o unidad7 Sandro Sideri, "Globalisation and Regional Integraton" en The European Journal of Development Research vol. 9 N. 1, junio del 997, p. 38,39.

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sistmica. La empresa global es una estructura orgnica en la que cada parte est destinada a servir al todo8. Pero, a partir de estos antecedentes, de este carcter polisemntico del trmino, cmo debemos, de cara al siglo XXI, interpretar la globalizacin?, cmo un proceso que est gestando una nueva era en la historia de la humanidad?, cmo un perodo transicional hacia la configuracin del mundo en la posguerra fra?, cmo un simple nuevo estadio en el desarrollo del sistema mundial que ya lleva aproximadamente cinco siglos de existencia?, cmo un nuevo discurso que pretende incidir en el curso de la realidad planetaria del mundo de posguerra fra?, o, sencillamente cmo un nuevo fenmeno gerencial, cultural o comunicacional? De la respuesta que le demos a cada uno de estos interrogantes se desprenden dismiles perspectivas analticas de la globalizacin. Algunos autores sostienen que este proceso se explica por el ingreso en un nuevo estadio de desarrollo del capitalismo9, otros lo asocian a un mundo postmoderno10, hay quienes lo identifican con la expansin de un conjunto de relaciones entre pases con independencia de la actividad de los gobiernos11 y los ltimos, lo perciben como un intento de rehegemonizacin en las condiciones en que se desvaneci la configuracin planetaria de la poca de la guerra fra12. A su manera, cada una de estas explicaciones se fundamenta en algunos presupuestos vlidos. Pero, el problema es que, de una parte, la mayora de las veces estas interpretaciones realizan una mirada tan inmediata y parcial que no permiten percibir la naturaleza real de los procesos actualmente en curso y, de la otra, en este cambio de siglo es cada vez ms obvio que la globalizacin no puede reducirse a una dimensin del fenmeno, sea ste de naturaleza econmica, social, comunicacional, cultural o poltica. Cada vez es mayor la inclinacin de los analistas a considerar la globalizacin como'una construccin social o civilizatoria que trasciende cada una de estas manifestaciones del problema.8 Armand Mattelart, 1_M. mondialisation de la communkation, Pars, PUF, 1997, p. 82. 9 Jacques Adda, La. mondialisation de l'conomie, 2 volmenes, Pars, La Dcouverte, 1997. 10 Luciano Tomassini, "El proceso de globalizacin y sus impactos socio-polticos" en Estudios Internacionales ao XXIX, N. 115, Santiago, julio - septiembre de 1996. 11 Klaus Schaeffler "Las empresas multinacionales en Amrica Latina Promotoras del desarrollo o villanos de la globalizacin? en Contribucones 3/1998, Buenos Aires 12 Stephen Gill, Globalizacin, Democratizacin and the politics of Indifference en James H. Mittelman, Editor, Globalization: Critical REflexions, Boulder, Lynne Rienner, 1996.

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Por esta razn, en este trabajo nos hemos trazado el propsito de establecer un marco de anlisis que permita dar cuenta de los diferentes tpicos a los que los interrogantes anteriores se refieren. En tal sentido, somos de la opinin de que si bien el concepto es relativamente nuevo y muchas de las situaciones a las que el trmino remite son bastante recientes, la globalizacin no puede entenderse al margen de una determinada historicidad. Al respecto, Octavio Ianni precisa que en el presente "el globo ha dejado de ser una figura astronmica para adquirir plenamente una significacin histrica"13. Esto, por su parte, no significa que . slo a travs de las grandes categoras histricas se pueda entender nuestro voraginoso presente. Simplemente con ello queremos sealar que si nos proponemos visualizar nuestro presente en una perspectiva ms amplia podremos comprender de modo ms cabal el alcance y las orientaciones de los mltiples procesos de globalizacin que se encuentran en curso. .En tal sentido, la globalizacin la estudiaremos dentro de una perspectiva que hemos denominado, siguiendo las reflexiones de un conjunto de historiadores franceses, como historia del tiempo presente. La cual, a su vez es, en parte, el producto de los grandes cambios que ha ocasionado la misma globalizacin.

historia le apuesta al estudio del presente Parafraseando a Pierre Vilar, quien, en la conocida compilacin Hacer la historiau, escribi un artculo que intitulaba "Historia marxista: una historia en construccin", se puede argumentar que la historia del tiempo presente, al igual que toda operacin histrica, es un tipo de saber en proceso de formacin. La publicacin reciente de algunas obras dedicadas a la manera cmo la historia analiza el presente es una clara demostracin de que esta perspectiva de anlisis est dando recin sus primeros pasos. Se puede sostener que esquemticamente la valoracin de la historia del tiempo presente ha oscilado entre dos extremos: algunos historiadores, como Serge Bernstein y Pierre Milza, no obstante el hecho de reconocerle ciertas peculiaridades, consideran que en cuanto a sus objetivos, mtodos y fuentes, la historia del tiempo presente casi no difiere de la historia del siglo XIX15. Otros, como Pierre Sauvage,13 Octavio Ianni, op. t., p. 3. 14 Pierre Nora y Jacques-Le Goff, Faire de l'histoire, Pars, Gallimard, 3 volmenes, 1974 (Hacer la historia, Barcelona, LAIA, 1976). 15 Serge Bernstein y Pierre Milza, "Conclusin" en A. Chauveau y Ph. Ttart, Questions a l'histoire des temps presents, Bruselas, ditions Complexe, 1992, p. 133.

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en su artculo "Una historia del tiempo presente", sostiene que "no es solamente un campo nuevo de investigacin que se aade a los otros perodos ya existentes debido al irremediable avance del tiempo, sino que es un nuevo enfoque del pasado que sirve al conjunto de historiadores"16. Ambas evaluaciones tienen en comn el hecho de pensar la historia del tiempo presente dentro de los marcos en que se ha desenvuelto la disciplina y, por esa ra2n, se introducen en un laberinto de explicaciones que, no obstante aclarar ciertos rasgos especficos de este nuevo campo de la historia, no logran precisar las particularidades gnoseolgicas de este tipo de saber. Incluso, en la segunda corriente explicativa, se concluye que la historia del tiempo presente representa una preocupacin histrica nueva, que, por sus problemas y temticas, induce a repensar la escritura histrica, inclusive la que est dedicada a perodos anteriores, pero no se explica el proceder que la particulariza, a no ser el hecho de enunciar la posibilidad de trabajar sobre temas nuevos, como por ejemplo, la memoria. A nuestro modo de ver, la manera cmo se organizaron estos debates, y las importantes reflexiones que de ellos se desprendieron, fueron un buen prembulo para el surgimiento de esta historia y constituyeron una etapa necesaria en su proceso de aparicin. Pero el objetivo ahora tiene que ser otro: si se le quiere consolidar como campo especfico del saber es menester trascender los mrgenes en que se ha movido la discusin y avanzar por nuevos derroteros. En tal sentido, una discusin sobre la historia del tiempo presente no puede circunscribirse a precisar qu tan nueva o diferente es esta historia con respecto a los estudios dedicados a perodos anteriores, no puede limitarse a valorar la comparacin con formas ms tradicionales en el oficio de los historiadores y tampoco puede conformarse con sealar cules son sus aportes para los dems historiadores, pues de ser as, seguramente esta empresa se quedar a medio camino. Una historia del tiempo presente debe construir una dmarche que la singularice como una forma especfica y particular de abordar nuestro complejo presente. A continuacin, centraremos la atencin en dos aspectos que, a nuestro modo de ver, pueden ser importantes para avanzar en este tema: de una parte, las16 Pierre Sauvage, "Una historia del tiempo presente" en Historia Crtica N. 17, julio-diciembre de 1998, p. 60. 20

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condiciones que hicieron posible el surgimiento de esta historia y, de la otra, plantear un marco de anlisis para la interpretacin de la historia del tiempo presente. En el surgimiento de la historia del tiempo presente han intervenido dos tipos de factores: de una parte, una exigencia historiogrfica y, de la otra, una necesidad social. La historiografa del siglo XX, en su afn por tomar distancia de las maneras ms tradicionales de hacer y escribir la historia, las cuales centraban la atencin en la descripcin cronolgica de acontecimientos de naturaleza poltica, diplomtica o militar, se propuso afirmar nuevas direcciones en el estudio de la disciplina (economa, sociedad, cultura, gnero, mentalidades, etc.), lo que la condujo a una operacin histrica que le restaba importancia al acontecimiento (el hecho histrico), mientras le asignaba un alto valor a los procesos, las estructuras y a las relaciones entre las diferentes instancias de la sociedad en una perspectiva global. Con ello, la historia poltica qued asociada al acontecimiento y a las formas tradicionales de escritura de la historia, razn por la cual, qued relegada a un segundo plano en los intereses e intenciones de los historiadores. ltimamente esta situacin ha comenzado a cambiar. Varios factores han contribuido a ello. En primer lugar, la aparicin de una remozada historia poltica desvincul la poltica del acontecimiento y de las formas tradicionales de escritura. El inters de muchos historiadores se desplaz hacia temas, tales como, las elecciones, los partidos, la opinin pblica, los medios y la poltica, lo que los llev a establecer un fecundo dilogo con la ciencia poltica, la antropologa y la sociologa, todo lo cual redund en que la historia poltica interioriz los "avances" que la historiografa contempornea haba cosechado en otros campos: las perspectivas transdisciplinarias en el anlisis histrico. Rene Rmond, al respecto, escribi: "la historia poltica tambin puede incluir el estudio de estructuras. Puede ser una historia de larga duracin y siempre he participado de la idea de que quizs es uno de los fenmenos ms perennes, debido al peso del pasado en la memoria, consciente o inconscientemente: los fenmenos de la cultura poltica slo se comprenden en una perspectiva de larga duracin"17. En segundo lugar, el amplio desarrollo que han registrado los medios de comunicacin, la importante masa documental que existe sobre situaciones17 Rene Rmond, "Le retour du politique", en Questions, op. t., p. 58.

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referidas a nuestro presente, han ereado las condiciones para que los historiadores pudieran superar el "trauma" de los archivos y comenzaran a trabajar sobre temas contemporneos. En esta nueva actitud tuvo una gran importancia la toma de consciencia de que la historia es un tipo de conocimiento relativo y subjetivo, es decir, se supera el viejo ideal de la historiografa tradicional y positivista de que los documentos deban hablar por s solos para "dar cuenta de lo que realmente pas"18. Es evidente que, desde varios ngulos, algunos historiadores se han sentido inclinados a trabajar problemas ms inmediatos. Pero no se puede circunscribir la historia de nuestra ms reciente contemporaneidad a un mero resultado del afn de ciertos historiadores por ampliar el diapasn temporal de los estudios histricos, convirtiendo a nuestro presente en un campo ms del mismo. Adems de estos cambios que se produjeron en el mbito de la historiografa, otros factores tambin han llevado a los historiadores a interesarse en los temas contemporneos: entre estos se destaca la necesidad de tener que responder a un conjunto de expectativas sociales, pero no dentro de la perspectiva predominante anteriormente en la que se buscaba legitimar los orgenes de la nacin, de una clase, un Estado, etc., sino para contribuir a la inteligibilidad de nuestra realidad actual. En este sentido se puede argumentar que la historia del tiempo presente es tambin la resultante de profundas transformaciones que han alterado los patrones sobre los cuales se cimienta la sociedad actual. En este plano se pueden distinguir dos tipos de transformaciones. De una parte, las sociedades modernas son colectividades industrializadas, urbanas, ilustradas y letradas que exigen de los cientficos sociales y tambin de los historiadores respuestas rpidas a sus mltiples preocupaciones que no se asocian con el pasado, sino con el presente ms inmediato. Pero ms importante an es otro elemento, que nos explica por qu esta preocupacin por el presente se hizo ms fuerte en la dcada de los aos noventa. Con la cada del muro de Berln y la consolidacin de los procesos de globalizacin hemos comenzado a ingresar en un nuevo perodo que Zaki Lai'di ha denominado el tiempo mundial, el cual, como lo veremos ms adelante, tiende, entre otras cosas, a desgarrar el presente del trptico pasado, presente y futuro. Valga sealar que18 ^Jase Joyce Appleby, Lynn Hunt y Margaret Jacob, LM verdad sobre la historia, Santiago de Chile, Editorial Andrs Bello, 1998.

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esta relacin ha sido muy problemtica porque es evidente que el pasado no determina ntegramente el presente, as como este ltimo no explica del todo el futuro, ni el porvenir sugiere lo que debe ser el presente. Pero lo que caracteriza a nuestra contemporaneidad es una sobrecarga del presente que tiende a anular los otros componentes del trptico. Este tiempo mundial, de acuerdo con Fernand Braudel, no alude a la totalidad de la historia de los hombres. "Este tiempo excepcional domina, de acuerdo con los lugares y las pocas, algunos espacios y algunas realidades. Pero otras realidades y espacios le escapan y le son ajenos"19. En tal sentido, la historia del tiempo presente no puede ser considerada como una nueva moda de la que se haran partcipes algunos historiadores, sino que es el producto de una necesidad social y de la necesaria evolucin de la disciplina para adaptarse a las circunstancias de nuestro tiempo. En este sentido, la historia del tiempo presente, junto con ser una perspectiva de anlisis de lo inmediato, tambin debe considerrsele como un perodo. La historia del tiempo presente se explica y justifica por las aceleradas transformaciones que nos vuelcan sobre la instantaneidad, nos desvinculan los fenmenos actuales de su pasado y, por lo tanto, nos impiden ver la profundidad de los mismos. Es decir, la historia del tiempo presente no slo es una inquietud de los historiadores, sino una necesidad social que nos debe permitir entender las fuerzas profundas que estn definiendo nuestro abigarrado presente. Igualmente, conviene sealar que si el saber histrico dedicado a perodos distantes en el tiempo ha permitido que la historia construya la memoria que se tiene de esas pocas y de sus sucesos, en relacin al presente es la memoria, construida en otras instancias, como por ejemplo, en los medios de comunicacin o en la tradicin, la que define nuestra idea del presente. En ese sentido, la historia del tiempo presente asume como una de sus principales preocupaciones la creacin de una memoria del presente basada en hechos demostrables y ya no en la tradicin o en la actividad de los medios de comunicacin. En estas breves reflexiones sobre las necesidades de que la historia se interese por el presente encontramos una primera clave que nos permite establecer una diferencia entre la historia del tiempo presente y la historia contempornea. Algunos autores sostienen que la dimensin del presente, sus fronteras19 Fernand Braudel, Civilisation matrielle, conomie et capitalisme XV-Xl-'lII sick, Pars, Armand Colin, 1979, tomo 3, p. 8.

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cronolgicas abarcan ms o menos los ltimos cincuenta aos20, o el lapso de una vida humana21 o que la matriz del tiempo presente est constituida por la Segunda Guerra Mundial22. Si esto fuese as, entonces podramos preguntamos Qu diferencia a la historia del tiempo presente de la historia contempornea? Mientras la segunda puede abarcar los ltimos cincuenta aos y numerosos historiadores han considerado imposible abordarla por la carencia de archivos y por la escasa distancia que "priva de objetividad y serenidad en el juicio", el surgimiento de la historia del tiempo presente es el resultado de la confluencia de dos tipos de factores: de una parte, la universalizacin de los procesos de globalizadn y la erosin de los referentes de la poca de la guerra fra y,- de la otra, un sentimiento de vivir en un mundo caracterizado por la urgencia. En este sentido, la historia del tiempo presente es el estudio histrico de nuestra inmediatez. Esta realidad que contextualiza el surgimiento de la historia del tiempo presente nos sugiere igualmente un indicio importante para crear un marco de anlisis de esta historia, a saber: el tiempo mundial, entendido como la convergencia de las tendencias globalizadoras con la prdida de los referentes del mundo de la guerra fra fue el resultado de un "acontecimiento monstruo"23: la cada del muro de Berln24. Al respecto, cabe sealar que uno de los aspectos ms caractersticos de nuestro presente es la comprensin del tiempo, lo que no slo induce a una aceleracin del cambio histrico sino que tambin aumenta la significacin de los grandes acontecimientos. En la importancia que adquiere este acontecimiento interviene un conjunto de situaciones: de una parte, como acertadamente sealaba Pierre Nora en un interesante artculo "para que haya un acontecimiento se necesita que ste sea conocido" 25 . La sociedad moderna se distingue de la tradicional precisamente por el hecho de que con la urbanizacin, la masificacin de la educacin y el amplio desarrollo de los medios de comunicacin permite que el acontecimiento sea conocido por un nmero muy amplio de personas. "Esta vasta democratizacin de la20 Pierre Chaunu, El rechazo de la vida. Anlisis histrico del presente, Madrid, Espasa-Calpe, 1978, p. 34. 21 Grard Noiriel, J2#'est-ce que l'histoire contemporaine', Pars, Hachette, 1998. 22 Jean-Pierre Azma, "La seconde guerre mondiale matrice du temps prsent" en Institut d'histoire du temps prsent, Herir l'histoire du temps prsent, Pars, CNRS, 1992. 23 Pierre Nora, "L'vnement rnonstre" en Communications^. 18, Pars, 1972. 24 Vase, Hugo fazio Vengoa, "La cada del muro: el acontecimiento de final de siglo" en Hugo Fazio Vengoa y William Ramrez Tobn, 10 aos despus del muro. Visiones desde Europa y Amrica Latina, Santaf de Bogot, IEPRI, Fescol y Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, 2000. 25 Pierre Nora, "Le retour de l'vnement" en Jacques Le Goff y Pierre Nora, op. cit, p. 288.

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Historia, que le otorga su especificidad al presente, posee su lgica y sus leyes: una de ellas la nica que yo quisiera destacar es que, en la actualidad, esta circulacin generalizada de la percepcin histrica, culmina en un fenmeno nuevo: el acontecimiento". Pero, quizs ms importante an es el hecho de que los procesos o largas estructuras en su desenvolvimiento histrico transcurren paralelamente con sus ritmos e intensidades propios y slo se concatenan cuando se presentan unas circunstancias determinadas y, de modo ms preciso, cuando tiene lugar un gran acontecimiento, que les asigna un sentido especfico, para que entren en resonancia. Las situaciones globalizadoras en el plano econmico, social, poltico, cultural, en los imaginarios, etc., con toda probabilidad nunca hubiesen llegado a expresarse como un gran movimiento envolvente sino hubiese sido porque la cada del muro de Berln las sincroniz, las puso a tono dentro de una misma lgica de compresin del espacio y del tiempo, les cre las condiciones para que se abrieran los intersticios necesarios de retroalimentacin mutua y entraran en una dinmica de reciprocidad. De otra parte, la cada del muro de Berln, como acontecimiento que separa el antes del despus, encierra una simbologa de los profundos cambios que se han operado en el mundo que hace estallar una nueva realidad mundial que no slo pone fin a una etapa de la modernidad y cierra una pgina de la historia universal sino que refracta en nuestro presente un conjunto de tendencias o procesos de larga data, que, en sus aspectos ms generales, definen la dinmica del mundo actual. 1989 es una fecha clave porque la acumulacin de hechos y situaciones precipitan el tiempo y definen el tiempo presente26. La cada del muro de Berln concatena variadas situaciones, de diversa ndole, y las sita en un slo gran movimiento planetario. Este evento acumula la simbologa y los elementos de los que son portadores algunos acontecimientos previos. Entre estos cabra destacar: las distintas revueltas sucedidas en el mundo durante el ao 1968, que, no obstante sus rasgos especficos, todas ellas tuvieron en comn el hecho de modificar la naturaleza de las relaciones familiares e interpersonales, alteraron el papel de la educacin y facilitaron la penetracin de los medios de comunicacin en la formacin de los individuos (transformaciones sociales, educativas, comunicaciones y culturales); la crisis econmica de 1973 y 1974 que seal, entre otros, el ocaso de los distintos modelos de desarrollo26 Paul Ricoeur, "Remarques d'un philosophe" en Institut d'histoire du temps prsent, op. t., p. 41. 25

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nacionales predominantes en el Este, en el Sur y en el Norte y que, junto con el fin de la convertibilidad del dlar en oro (1971) y la posterior crisis de la deuda externa en la dcada de los aos ochenta, crearon las condiciones para la universalizacin de un esquema nico de acumulacin y aceleraron la movilidad de los capitales (transformaciones econmicas, financieras y sociales); la Conferencia de Helsinki (1975) que, junto con la expansin de los modernos medios de comunicacin, facilitaron la interpenetracin e interdependencias de los distintos pueblos (transformaciones sociales, culturales y polticas); la nueva poltica econmica britnica que, desde el arribo de Margaret Thatcher al poder en 1979, a lo que posteriormente se sum la "revolucin conservadora" de Ronald Reagan en Estados Unidos (1981), sac al liberalismo de su posicin defensiva y lo convirti en un discurso hegemnico a escala mundial, sobre todo ante la falta de slidos contra discursos (transformaciones ideolgicas, discursivas y de imaginarios); la revolucin iran (1979), y el arribo al poder de Gorbachov en la Unin Sovitica (1985), actuaron como acontecimientos que debilitaron los referentes de la guerra fra en el ordenamiento internacional (transformaciones en el sistema mundial). Es en este sentido que, la cada del muro de Berln, al tiempo que separa dos perodos histricos claramente definidos (guerra fra y postguerra fra), proyecta de modo unificado, al mismo tiempo, un conjunto heterogneo de situaciones que convergen en torno a la idea de la globalizacin. De ello podemos inferir una primera conclusin: la historia del tiempo presente es, ante todo, el estudio de un acontecimiento ocurrido en nuestra inmediatez. Conviene hacer la salvedad de que este retorno con fuerza del acontecimiento no debe entenderse simplemente como un nuevo impulso de la historia poltica, por cuanto el acontecimiento, as como es poltico, tambin puede ser social, econmico o cultural o una mezcla de todos ellos. Un acontecimiento tambin lo observamos en la devaluacin del bath tailands en julio de 1997 que desencaden la crisis del sudeste asitico o en la muerte de lady Di, que se convirti en un acontecimiento de proyeccin mundial. Un. acontecimiento no slo es el producto de determinados condicionantes histricos, que lo modelan y definen, sino que tambin es productor de sentido y de estructuras. El inters histrico por el acontecimiento tambin implica un radical cambio de perspectiva entre los historiadores en la medida en que se desvaloriza la estructura y se redimensionan los actores, con lo que la historia se compromete en un proceso de "humanizacin"27.27 Franfois Doss, L'histoire ou le temps rflchi, Pars, Hatier, 1999.

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Reivindicar la importancia del acontecimiento no significa reducir la historia del tiempo presente a la historia inmediata28. Mientras esta ltima se cie al acontecimiento y reconstruye, con un arte posiblemente elogioso, el intrngulis de los magnos hechos, la primera percibe el acontecimiento como un momento culminante que, separa el antes del despus, pero lo hace inteligible slo a travs de una percepcin del acontecimiento en la espesura y en las profundidades de la historia. En este sentido, el acontecimiento debe inscribirse en una determinada duracin. La historia del tiempo presente es una historia de la duracin. Como acertadamente seala Krzystof Pomian "es imposible levantar hoy una muralla infranqueable entre un periodista que estudia los archivos pblicos y privados, examina los peridicos y se sumerge en las memorias de la poca, los anuarios estadsticos y otras publicaciones oficiales, grava entrevistas con los actores de los acontecimientos, por un lado, y un historiador del presente por otro"29. Pero, lo que caracteriza este tipo de saber como historia es la investigacin, la interpretacin, el apego a la veracidad de los hechos y la duracin, todo ello referido al momento ms actual. Para entender este ltimo punto, una gran utilidad tiene las interesantes reflexiones de Robert Cox30, quien nos recuerda que, en 1889, el filsofo francs Henri Bergson public sus "Ensayos sobre los elementos inmediatos de la consciencia", trabajo en el cual rompe con la visin cartesiana del tiempo en la medida en que el tiempo es interpretado de dos maneras: el tiempo del reloj, uniforme, homogneo, el medio para medir desde afuera cualquier cosa. Este era el tiempo reducido al espacio. La secuencia de los eventos se desarrolla en un medio homogneo. El otro sentido de tiempo se define como duracin (dure), que, cuando lo utilizamos para significar el perodo transcurrido entre el comienzo y el fin de una serie de acontecimientos, alude a una visin espacial del tiempo. Duracin significa el tiempo vivido, el tiempo experimentado, el sentimiento subjetivo de actuar y elegir y los lmites que presionan la accin y la eleccin. "Esta distincin es importante cuando se piensa en el cambio poltico y social. El historiador que intenta explicar un acontecimiento, una revolucin o la inercia de una sociedad escribe Cox realiza una reconstruccin imaginativa de la evidencia de las acciones individuales, del sentido de la accin colectiva de los participantes28 Jean Lacouture, "L'histoire inmdiate" en Jacques Le Goff, bajo la direccin, L/z nouvelk histoire, Bruselas, Ediions Complexes, 1988. 29 Krzystof Pomian, "La irreductible pluralidad de la historia" en Revista de 0cadente N. 220, septiembre de 1999, p. 6. 30 Vase la contribucin de Robert Cox, en James H. Mittelman, Globali^ation: Critica!. Reflexions, op. cit.

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en los movimientos "sociales y de las presiones materiales y. psquicas de la accin. Todo esto es la duracin. Este es el tiempo a travs del cual podemos entender el cambio estructural histrico. Este es el tiempo experimentado por el historiador y el analista social de un proceso de cambio". Es precisamente esta concepcin del tiempo entendido como duracin, la que ha desarrollado Fernand Braudel en sus reflexiones sobre la historia. El historiador francs planteaba la existencia de tres duraciones en la historia. "El tiempo no es unilineal ni mensurable cronolgicamente. Existen tres grandes duraciones, cada una de las cuales corresponde a una esfera particular: el tiempo largo o la "historia . casi inmvil"31, la historia lenta peculiar a la economa y la sociedad y finalmente el tiempo corto, inherente a las transformaciones que se producen en la vida pblica". La equivocacin de Braudel fue haber imaginado que cada una de estas duraciones corresponda a un determinado mbito de la historia, lo que lo llev a sobrevalorar el peso de las relaciones con el medio natural y de la consciencia y a menospreciar lo poltico (el acontecimiento)., que se inscriba, para l, en la corta duracin. En una ocasin, al respecto escribi: "conservo el recuerdo de una noche, cerca de Baha, en que me encontr envuelto por un fuego de artificios de lucirnagas fosforescentes; sus plidas luces resplandecan, se apagaban, refulgan de nuevo, sin por ello horadar la noche con verdaderas claridades. Igual ocurre con los acontecimientos: ms all de su resplandor, la oscuridad permanece victoriosa"32. Pero el gran legado que nos deja este historiador francs fue el haber sugerido que cada una de estas temporalidades larga, mediana y corta duracincorresponde a niveles diferenciados de anlisis: larga duracin = estructuras o procesos; mediana duracin = coyunturas (situacin que resulta de un encuentro de circunstancias que se considera como el punto de inicio de una evolucin o accin) y corta duracin = acontecimientos; tambin que se movan en niveles de anlisis interaccionados, los cuales, en su conjunto, se convertan en factores explicativos del transcurrir de la historia. De acuerdo con Braudel, el cambio estructural histrico abarca la interaccin de los tres niveles de tiempo, es decir, es la interrelacin dialctica entre la corta, la mediana y lalarga duracin. Si la historia del tiempo presente es ante31 Femand Braudel, IM Mditerrane et le monde mditrrane a l'pochede Philippe II, Pars, Armand Clin, 1966, tomo 1, p.16. 32 Fernand Braudel, crits sur l'histoire, Pars, Flammarion, 1992, p. 22.

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todo un estudio del acontecimiento e la duracin, y esta historia debe respetar la interpenetracin de estas tres duraciones y de sus correspondientes niveles de anlisis, entonces, el punto de arranque no es, como se desprendera de un clsico anlisis braudeliano y de las valoraciones que hacen la mayor parte de los historiadores contemporneos, la larga duracin, sino el acontecimiento. El acontecimiento nos refracta una coyuntura y un proceso y, al mismo tiempo, puede dar origen a una nueva coyuntura y acelerar, desviar o desacelerar un proceso. Valga la pena en este punto recordar que el tiempo es una construccin social y no existe un modo unvoco de establecer los hilos que vinculan los distintos componentes del trptico. Una perspectiva que ubica el acontecimiento dentro de este trinomio temporal nos permite superar la inmediatez del mismo y rebasar las dificultades que implica abordar lo instantneo, lo fugaz, lo furtivo. El tiempo corto debe percibirse como un momento de condensacin de una coyuntura, en la cual indefectiblemente se encuentra inscrito, y entender a sta como un momento de aceleracin de una larga duracin, es decir, un proceso. La historia del tiempo presente puede ser, por lo tanto, una historia que se interpreta en modo inverso a la cronologa. Se inicia en la inmediatez para poder as entender el cmulo de significados que porta el acontecimiento. Esta inmediatez se inscribe en una determinada coyuntura (perodo de tiempo, cuyas fronteras cronolgicas varan) y est a su vez dentro de una larga duracin, es decir un proceso, lo que permite ubicar el acontecimiento en esquemas explicativos generales. Slo as se entiende la importancia del cambio histrico, se comprende la significacin del acontecimiento y se restablece el vnculo entre pasado y presente. nicamente a travs de un procedimiento tal el historiador o el analista interesado en una interpretacin histrica puede tomar una distancia lo suficientemente grande con respecto al fenmeno estudiado y entender la lgica que le subyace. Un procedimiento como el que acabamos de describir, al tiempo que reivindica la importancia del acontecimiento, con toda su carga de azar y necesidad, es tambin un buen antdoto contra el exceso de racionalizacin que generalmente porta el anlisis ms convencional que le asigna a la historia la funcin de destacar la gnesis de los acontecimientos, lo que conduce a una historia que desecha todo aquello que ro participa directa o indirectamente en favor de la construccin de ese acontecimiento.29

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Una historia como la que aqu se propone, entendida como la lectura del acontecimiento inmediato en su duracin, tiene que ser, por ltimo, un estudio necesariamente interdisciplinario ya que la historia del tiempo presente no es otra cosa que una perspectiva de anlisis del presente en su duracin, con sus contingencias y azares, que requiere, para poder establecer los necesarios nexos en la duracin, del aporte de las otras ciencias sociales. El importante laboratorio social de la Europa Centro Oriental ha sido un buen experimento que nos permite sopesar la validez de los supuestos de la historia del tiempo presente. Al poco tiempo de iniciado el desmonte del sistema socialista, los politlogos se interesaron por la emergencia de la nueva institucionalidad y los mecanismos que hacan posible el nacimiento o no de los sistemas democrticos, los economistas vieron con gran inters el establecimiento de la economa de mercado y los factores sobre los cuales se produjo el trnsito del socialismo hacia el capitalismo, los socilogos polticos centraron su atencin en la emergencia de nuevos actores sociales y polticos y los antroplogos se preocuparon por la comunicacin intercultural y las nuevas formas de sociabilidad33. La mayor parte de estos trabajos, inspirados en sus propias disciplinas, sugeran interpretar los sucesos en esta parte de Europa como una ruptura como el antiguo orden. En tal sentido, la nueva institucionalidad, la pluralidad de actores y el surgimiento de la economa de mercado eran una clara demostracin de que el pasado, incluso el ms inmediato, haba quedado definitivamente atrs. La mayor parte de estos trabajos que mostraban cmo se estaban "normalizando" los pases de la Europa Centro Oriental tempranamente quedaron superados por la complejidad del proceso de cambio en esas sociedades. Por qu fueron tan heterogneas las experiencias de transicin? Por qu algunos Estados alcanzaron una temprana estabilidad mientras otros todava se debaten en medio de la crisis? Por qu en algunos casos, el elemento central de la transicin lo constituy el mercado, en otros el Estado y en los ltimos la sociedad? Como lo sugera hace algunos aos un analista francs34, el problema es que la lectura de estas realidades se ha hecho a partir de las rupturas y no de las continuidades33 Vase Hugo Fazio Vengoa, Editor, La Gran Europa?, Santaf de Bogot, IEPRI y Ecoe Ediciones, 1997, Hugo Fazio Vengoa y Joanna Nowicki eds., La crisis de los referentes y la reconstruccin de las identidades en Europa, Santaf de Bogot, IEPRI y Siglo del Hombre Editores, 1999. 34 Patrie Michel, L'Europe mediarte. Au seuil de l'Europe, Pars, l'Harmattan, 1997.

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y se ha desconocido el papel de la larga duracin. En ese mismo sentido, hace algn tiempo35, escribamos que el proceso de cambio en esta parte del Viejo Continente no se poda analizar en trminos de ruptura, de transformacin ni de revolucin sino que deba interpretarse como una transicin porque esta nocin haca referencia al hecho de que la construccin de la nueva sociedad no se produce en el vaco, sino que viene moldeada por la experiencia histrica de estos pases, por el legado institucional, econmico, social, poltico y cultural. Es ah precisamente donde aparece una interpretacin del presente que involucra a la historia como un especial marco de interpretacin y anlisis.

Por qu recurrir a una visin histrica de laglobaligacin?. Tres presupuestos generales especficos y uno referido a la historia, en tanto que disciplina, nos han estimulado a desarrollar esta perspectiva en el caso especfico del estudio de la globalizacin. De una parte, un anlisis estrictamente conceptual, ahistrico y atemporal de la globalizacin puede llevarnos a reproducir buena parte de los defectos u omisiones, caractersticos de gran parte de los estudios consagrados a este tema, como por ejemplo: la ausencia de anlisis polticos que especifiquen la naturaleza de las relaciones de poder en el contexto Norte-Sur, la superficialidad del cuestionamiento al orden neoliberal impuesto por las naciones desarrolladas en los pases del sur y el cierto desdn por las visiones que sobre estas temticas se producen en latitudes diferentes al "estrecho" mundo anglosajn36. En segundo lugar, una ubicacin de la globalizacin en su dimensin histrica nos sugiere indicios para discernir los elementos que para el caso se desprenden de la ideologa y los que provienen de la realidad. "Un procedimiento tal puede contribuir a esclarecer el papel que desempea desde el punto de vista de las relaciones de fuerza entre los actores de la vida social y poltica, situarlos problemas y comprender los lmites y las contradicciones en el marco de las realidades del momento. Se trata de establecer la relacin que existe entre el nuevo discurso sobre la globalizacin y la economa poltica de la mundializacin"37, entendiendo35 Hugo Fazio Vengoa, "Hacia dnde va la Europa Centro Oriental? Anlisis comparativo de la transicin en la Repblica Checa, Polonia y Hungra" en Anlisis Poltico N. 25, mayo-agosto de 1995. 36 David Slater, "Challenging Western Vision of Global: the Geopolitics of Theory and North-South Relations" en The European Journalof Development Research vol. 7 N. 2, diciembre de 1995, p. 368. 37 Jean Philippe Peemans, "L'utopie globalitaire" en Nouveaux Cahiers de l'IUED, Ginebra, N. 5, 1996, p. 55.

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el discurso como una ideologa de la globalizadn, la que como cualquier ideologa, reproduce parcialmente k realidad y que, con la justificacin factual de algunos de sus elementos, alcanza cierta legitimidad sobre todo en un momento como el actual cuando no existen slidos discursos alternativos. Es decir, una mirada histrica del problema nos debe suministrar elementos para distinguir la globalizacin del globalismo, entendindose por este ltimo, "la concepcin segn la cual el mercado mundial desaloja o sustituye al quehacer poltico; es decir, la ideologa del dominio del mercado mundial o la ideologa del liberalismo. Esta procede de manera monocausal y economicista y reduce la pluridimensionaiidad de la globalizacin a una sola dimensin: la econmica"38. En tercer lugar, como acertadamente lo demuestra el estudio del pasado, el tiempo histrico no es neutro, sino que est determinado por el proyecto poltico propio a cada poca. En la Grecia Clsica la historia era inmutable en un constante presente que deba repetirse en el futuro (tiempo circular). Desde el poder se aseveraba que los hombres no eran constructores de futuro, sino vctimas de la historia. El orden existente era inalterable. Con el advenimiento del cristianismo se superpuso una nueva visin: el presente no era ms que la antesala del futuro, cuando vendra el salvador de la humanidad. La iglesia se erigi en la guardiana del tiempo histrico de los hombres. Con la modernidad se ingres en una nueva etapa en la que la historia asumi caractersticas ms reales y terrenales ya que el tiempo histrico pas a ser entendido como progreso, trptico (vinculacin entre pasado, presente y futuro) y cambio. Esta nueva perspectiva compartida legitim el poder del Estado dada la apropiacin que ste hizo de la idea de progreso. Con ello se le dio un sentido a las acciones de los hombres y la historia fue asimilada como un conjunto de "acontecimientos espaciales y temporales con un fin determinado: el progreso. Cuando aparece esta idea como conciencia de futuro monopolizado por el Estado, se da una aceleracin en la "39 vida prctica' En nuestro presente, el tiempo del progreso ha cedido terreno a una nueva visin. Por eso una perspectiva de anlisis que involucre a la historia en la doble perspectiva de proceso y conocimiento nos permite reubicar nuestro presente en el trinomio pasado, presente y futuro, dado que las tendencias actuales en los38 Ulrich Beck, Qu es la globalizadn ? Falaas del globalismo, respuestas a la ghbali^an, Barcelona, Paids, 1998, p. 27. 39 Laura Leticia Heras Gmez, "La poltica y el tiempo histrico" en Convergencias. Rvista de Ciencias Sociales, Mxico, Ao 6, N. 18, enero-abril de 1999, p. 60.

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noventa sugieren que estaramos asistiendo a lo que, Zaki Ladi, denomina el tiempo mundial40, el cual "mina la idea de proyecto nacional histrico. Las naciones cada vez se encuentran en peores condiciones para justificar su existencia en relacin con un pasado o un futuro (...) El tiempo mundial es ante todo una fenomenologa del presente. Su fuerza y su sentido residen en su capacidad para "emitir seales", es decir, vincular fenmenos entre s y hacerlos entrar en resonancia (...) Ofrece a las sociedades con historias singulares un presente comn. En tanto que momento histrico, el tiempo mundial busca naturalmente desvincularse del pasado, realizar una ruptura con l (...) a travs del discurso de adaptacin a la globalizacin. Pero la singularidad del tiempo presente es que esta ruptura con el pasado no trae consigo ninguna idea de futuro. La fortaleza de la urgencia en nuestra sociedad refleja esta sobrecarga del presente ante el cual expresamos nuestras expectativas y que nos conduce, a exigir del presente lo que antes se esperaba del futuro. En todo el mundo, las sociedades polticas parecen estar confrontadas a los mismos problemas, a los mismos desafos, incluso en la manera de enunciarlos. Se habla hoy de la crisis del Estado, de la privatizacin del sector pblico, de la transparencia de la administracin, de la valorizacin del capital humano, sin hacer mencin a temas ms polticos como el trnsito al mercado o a la democracia. De aqu se desprende el sentimiento de vivir una temporalidad nica"41. Este presente que parece omnipresente, para retomar un trmino de Norbert Lechner42, se caracteriza porque carece tanto de una proyeccin de futuro como de profundidad histrica. Este sentimiento de vivir la urgencia o la inmersin en el tiempo presente se explica porque hasta hace no mucho nos enfrentbamos a un mundo que se estructuraba en torno al tiempo de la poltica lo que implicaba constantes referencias al pasado para el manejo del presente y mantena el objetivo de proyeccin hacia el futuro. Con los cambios econmicos, tecnolgicos y comunicaciOnales de las ltimas dcadas se ha comenzado a producir una gran transformacin cultural que ha desplazado el tiempo de la poltica como vector estructurador por el tiempo de la economa y, sobre todo, del mercado, el cual a partir de la velocidad del consumo, de la produccin, de los intercambios y los beneficios desvincula el presente del pasado, transforma todo en presente e involucra los anhelos futuros en la inmediatez. Una idea similar sostiene Zygmunt40 Zaki Ladi, Lx temps mondial, Bruselas, ditions Complexes, 1997. 41 Zaki Ladi, Malaise dans la mondialisation, Pars, Textuel, 1998, pp. 18-20. 42 Norbert Lechner, "El malestar con la poltica y la reconstruccin de los mapas polticos" en Rocalia Winecur, Compilador, Culturas polticas afn de siglo, Mxico, Juan Pablo Editores y Flacso, 1997.

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Bauman cuando escribe: "Existe una resonancia natural entre la carrera espectacular del "ahora", impulsada por la tecnologa de compresin del tiempo, y la lgica de la economa orientada hacia el consumo. De acuerdo con esta ltima, la satisfaccin del consumidor debe ser instantnea, dicho en un doble sentido. Es evidente que el bien consumido debe causar satisfaccin inmediata, sin requerir la adquisicin previa de destrezas ni de un trabajo preparatorio prolongado; pero la satisfaccin debe terminar "en seguida", es decir, apenas pasa el tiempo necesario para el consumo. Y ese tiempo debe reducirse al mnimo indispensable"43. Esta inmediatez, si bien, en principio, es un fenmeno universal que nos afecta a todos, reproduce diferenciadas condiciones de adaptacin de acuerdo con la posicin social que se detenta, lo que apoya la idea del carcter poltico que asume el manejo del tiempo. Esta ansiedad de vivir en la urgencia castiga ms duramente a quienes viven de su salario y que, por lo tanto, estn expuestos al desempleo. Para estas categoras sociales el porvenir puede ser ms destructor que protector. Diferente es la situacin de quienes detentan el capital que obtienen todo tipo de beneficios de este presentismo, que ellos mismos controlan 44. Esto mismo lo sugiere Bauman, quien escribe: "La reduccin del espacio entraa la abolicin del paso del tiempo. Los habitantes del primer mundo viven en un presente perpetuo, atraviesan una sucesin de episodios higinicamente aislados, tanto del pasado como del futuro. Estn constantemente ocupados y "siempre escasos de tiempo"... Por su parte, los residentes del segundo mundo, viven en el espacio; pesado, resistente, intocable, que ata el tiempo y lo mantiene fuera de su control"45. En este plano nos topamos con una de las caractersticas ms reveladoras de la globalizacin: los desarrollos recientes han producido una transmutacin en la concepcin del tiempo que, al crear la idea de pertenencia de un "presente omnipresente", nos dota de un imaginario que gira en torno a la representacin de que nos encontramos en un mundo comn, en el que compartimos las mismas condiciones, disyuntivas, soluciones y problemas, pero que, en efecto, acta como un mecanismo diferenciador de la poblacin con respecto al manejo de esa temporalidad. Este tiempo, por su parte, en la medida en que se convierte en un vector de accin y representacin social, altera la nocin de espacio: para unos el43 Zygmunt Bauman, La globalizacin. Consecuencias humanas Buenos Aires Fondo de Cultura Econmica Argentina, 1999, p. 108. 44 Vase Zaki Ladi, "Porquoi vivons-nous dans l'urgence?" en Etudes, junio de 1998, p'p. 777-778. 45 Zygmunt Bauman, op. cit., p. 116-117.

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espacio es un no-espacio ya-que es globalizado e instantneo, mientras que aquellos sectores que no logran representarse en un tiempo mundial, permanecen en un espacio territorializado. De esta bifurcacin nace la dicotoma entre globazacin y localidad que se expresa en que el primero ha podido despojarse de su identificacin con un espacio mientras el segundo sigue inscrito en una localidad territorializada y con un manejo tradicional del tiempo.

Historia del tiempo presente y globalizacinPor ltimo, esta perspectiva se explica por los desarrollos de la historia como disciplina. Somos de la opinin de que la utilizacin de un marco de anlisis braudeliano46 consistente en percibir la historia en una perspectiva de larga duracin, como historia total, como proceso civilizatorio y economa mundo "y como espacio historizado, puede ser de gran utilidad para crear un marco de aproximacin distintivo de la globazacin ya que este tipo de saber nos muestra el ritmo, la orientacin y la intensidad del movimiento envolvente de la integracin de los diferentes confines del mundo, as como tambin nos da un claro entendimiento de las diferentes fases que han definido nuestra modernidad. Como lo sealbamos anteriormente, uno de los aspectos ms destacados de la obra de Fernand Braudel consiste en el reconocimiento de una pluralidad de duraciones. En la perspectiva de estas temporalidades podemos discernir diferentes niveles de aclimatacin de la globalizacin. Si concebimos el fenmeno nicamente en una perspectiva de larga duracin, lo que comnmente denominamos hoy como globalizacin no sera otra cosa que una coyuntura en la que se aceleran, amplan e intensifican determinados procesos estructurales. Si privilegiamos la mediana duracin, centramos nuestra atencin en la coyuntura y en el potencial transformador del proceso para alterar y redisear las estructuras del capitalismo. En este sentido, con la globalizacin no slo se habra acabado la guerra fra, sino que tambin todo el andamiaje econmico, poltico e institucional de la poca moderna o de la modernidad territorializada en el espacio nacional. Por ltimo, un anlisis en trminos de corta duracin, redimensiona las situaciones inmediatas que caracterizan nuestra historia presente (revolucin tecnolgica, cada del muro46 Vase un interesante intento de pensar la globalizacin a partir de la obra de Fernand Braudel en Eric Helleiner, "Reflexiones braudelianas sobre globalizacin econmica: el historiador como pionero" en Anlisis Poltico N. 39, enero-abril de 2000.

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de Berln, desaparicin de la Unin Sovitica, etc.) y los agentes interesados en acelerar y conducir este cambio. De cada una de estas tres perspectivas se desprenden diferentes marcos de interpretacin de la globalizacin. Mientras la primera minimiza el carcter rupturista del fenmeno, pues a final de cuenta lo concibe simplemente como un estadio ms en la larga evolucin del capitalismo y del sistema mundial moderno, la segunda pretende mostrar los elementos nuevos que han surgido en las ltimas dcadas y que estn estimulando el cambio global de las estructuras, lo que presupone el inicio de un escenario completamente nuevo, y la tercera, por ltimo, destaca la importancia de aquellas situaciones y las actividades de determinados actores que han impulsado la concrecin de lo nuevo. Un anlisis en trminos estrictamente braudelianos anula la posibilidad de que las dos ltimas perspectivas puedan erigirse en marcos explicativos del fenmeno por cuanto la coyuntura slo puede interpretarse como una intensificacin de procesos de larga duracin y su capacidad transformadora se supedita al grado de madurez de los procesos estructurales mientras que la corta duracin son simples "destellos de luz que no logran horadar en las profundidades de la oscuridad", es decir, no son capaces de incidir ni menos an de mostrarnos la evolucin de las estructuras; simplemente irradian luz sobre los cambios. De ah que, siguiendo esta metodologa, nuestro presente deba ser analizado a la luz de la concatenacin de estos tres niveles de anlisis. Sin embargo, cabra destacar que las radicales transformaciones que se han producido desde la dcada de los aos sesenta -las nuevas tecnologas, los modernos medios de comunicacin, las transformaciones en los procesos de organizacin de la produccin, etc. han comprimido el tiempo, lo que ha permitido una aceleracin del cambio histrico y un redimensionamiento de la corta duracin. Tal como lo sealbamos anteriormente, la cada del muro de Berln, el magno acontecimiento, al sincronizar una serie de procesos y ubicarlos en una lgica envolvente, estimul el desarrollo de las actuales tendencias globalizadoras. En tal sentido, somos de la opinin de que debemos complejizar el anlisis braudeliano en la medida en que, en nuestro presente, se producen interacciones ms complejas entre estas tres duraciones y en algunos mbitos, como la poltica y la cultura, la corta duracin alcanza una mayor significacin que los determinantes ms estructurales.36

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De esta manera, un anlisis propiamente braudeliano debe hacer inteligible la global2acin a partir de la interrelacin y convergencia temporal de las tres duraciones anteriormente sealadas. Es precisamente la interaccin compleja entre estas duraciones lo que permite ver el alcance y la especificidad de los actuales procesos de globalizacin. Pero existen tambin otras dimensiones del legado braudeliano que pueden ser muy pertinentes a la hora de abordar el tema de la globalizacin. Fernand Braudel conceba la formacin del espacio de la economa mundo capitalista en su dinmica total o global47 como la interrelacin de distintos mbitos: la economa, la poltica, lo social y la cultura. A juicio del historiador, slo una perspectiva que integrara estas distintas dimensiones poda aportar una cabal comprensin del fenmeno en cuestin. Si extrapolamos este enunciado al problema de la globalizacin, este no debe ser reducido a una de las dimensiones del problema la economa, la cultura, la poltica, etc., sino que debe analizarse como un fenmeno multifactico y total que vincula las dismiles manifestaciones de lo social. A partir de estas nociones, Braudel distingua diferentes niveles de funcionamiento de la economa: la civilizacin material, la del intercambio y el capitalismo propiamente dicho48. Mientras que la primera alude a la reciprocidad que tienen lugar por fuera de los circuitos del mercado, es la infraeconoma, donde se desarrollan las actividades econmicas repetitivas y rutinarias de autosuficiencia y trueque de productos y servicios en un permetro muy corto, la segunda comprende como tal la economa de mercado y se caracteriza por la transparencia y la regularidad en los intercambios, en la que cada cual sabe de antemano como opera el proceso de cambio. Por ltimo, el capitalismo constituye la esfera de predominio de las grandes corporaciones y de las lites privilegiadas que actan en mercados oligoplicos y especulativos con el nico objetivo de alcanzar inmensos beneficios en el menor plazo posible. El intercambio asociado al comercio entre regiones distantes y portador de complicados mecanismos de crdito, constituye un sofisticado arte dispuesto slo a unos pocos. Este ltimo47 "La globalidad escribe Braudel no es la pretensin de escribir una historia total del mundo. No es esta pretensin pueril, simptica y loca. Es simplemente el deseo cuando se ha enfrentado un problema- de sobrepasar sistemticamente los lmites. Segn yo, no existe un problema de historia que est circundado por muros, que sea independiente". Citado en Ruggiero Romano, Braudel y nosotros. Keflexiones sobre la cultura histrica de nuestro tiempo, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1997, p. 49. 48 Fernand Braudel, ~LM dynamique du capitalisme, Pars, Plammarion, 1989.

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nivel es el que Braudel define como un conjunto de actividades de naturaleza transnacional y lo asocia a la emergencia de un tiempo mundial49. Esquemticamente puede sostenerse que la vida material es el mbito en el que se desenvuelven las actividades de las comunidades; la economa de mercado implica una espacialidad en la que diferentes comunidades entran en un proceso natural de intercambio entre s, proceso que alcanz su mayor expresin con el surgimiento del espacio econmico nacional y las actividades propiamente capitalistas, o sea el tercer nivel, que desarroll desde sus orgenes una vocacin eminentemente global. "Los Fugger o los Welser acaso no eran firmas transnacionales?", se preguntaba Braudel en su clebre libro antes citado. Un aspecto interesante, para efectos del anlisis sobre la globalizacin, que se deriva de esta distincin de los diversos niveles de funcionamiento de la economa radica en el hecho que permite comprender la manera como opera este proceso. En los orgenes del mundo moderno, las actividades del tercer nivel estaban en manos de los grandes comerciantes, mientras la segunda se desarrollaba en torno a las ferias y la primera se representaba en el intercambio natural. En s, puede sostenerse que lo que implcitamente asociamos a los procesos de globalizacin no es otra cosa que la penetracin del tercer nivel (el capitalista) en los dos anteriores, lo que conduce al desarrollo de numerosos lazos de interdependencia tal como se presenta en el mundo actual entre lo local (vida material), la economa de mercado (espacio nacional) y lo global (actividad de las grandes empresas). La imbricacin de los tres niveles, bajo el predominio de la racionalidad del tercero (mximizacin de los beneficios), ha tenido dos consecuencias fundamentales: de una parte, superpone el desarrollo de los vnculos econmicos a escala global sobre los dems y, de la otra, crea una situacin en la cual un fenmeno que, desde una perspectiva mundial podra ser considerado como relativamente poco importante (la devaluacin del bath tailands en 1997), se convierte en el detonante de una fenmeno de alcance global (la crisis financiera asitica y posteriormente mundial). Es esta visualizacin del problema en una perspectiva total o civilizatoria lo que permite superar los marcos del discurso predominante sobre la globalizacin que tiende a reducirla a uno de sus componentes: el econmico. Esta misma perspectiva la comparte Renato Ortz, cuando escribe: "En lugar de sistema, sera49 Fernand Braudel, Civilisation matridk, conomie et capitasme, op. cit., tomo 1, pp. 9-12.

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ms conveniente comprender la mundializacin como proceso y totalidad. Proceso que se reproduce y deshace incesantemente (como toda sociedad), en el contexto de las disputas y de las aspiraciones divididas de los actores sociales, pero que se reviste, en el caso que nos interesa, de una dimensin abarcadora, englobando otras formas de organizacin social: comunidades tnicas y naciones. La totalidad penetra a las partes en su mdula, redefinindolas en sus especificidades. En este sentido, sera impropio hablar de una cultura mundo, cuyo nivel jerrquico se situara fuera y encima de las culturas nacionales o locales"5. En su libro "Civilizacin Material, Economa y Capitalismo", Braudel sugiere la existencia de tres niveles de existencia de la sociedad: la produccin material, la vida econmica y social y la dimensin poltica y de las percepciones. En cada una de ellas podemos visualizar diferentes componentes de la globalizacin. Mientras en la vida material la globalizacin se expresa a travs de la estructura productiva, en la que los bienes y servicios ya no se encuentran vinculados a un territorio nacional, en el segundo nivel tiene lugar la globalizacin financiera y, en el ltimo, la globalizacin abarca la poltica, las creencias, las ideas, los gustos, la cultura; en sntesis, los imaginarios de la mundializacin. Al respecto, Boaventura de Sousa, hace unos aos, escriba: "Prefiero una definicin de la globalizacin que sea ms sensible a las dimensiones sociales. Comienzo por el supuesto de que lo que usualmente llamamos globalizacin se compone de conjuntos de relaciones sociales en la medida en que tales conjuntos de relaciones sociales cambian, tambin lo hace la globalizacin. En estricto, no hay una entidad nica llamada globalizacin; hay ms bien globalizaciones, y deberamos usar el trmino solamente en plural. De otro lado, si las globalizaciones son haces de relaciones sociales, ellas son proclives a producir conflictos y, por tanto, ganadores y perdedores"51. El otro elemento de significacin de esta idea de totalidad en historia es, como lo seala el mismo Braudel, siguiendo los precedentes de los fundadores de la Escuela de los A^nnaks, Marc Bloch y Lucien Febvre, que es una "historia inflada por todas las ciencias del hombre. No se trata simplemente de escoger una entre ellas y casarse con ella, sino de vivir en concubinato con todas las ciencias del hombre"52.50 Renato Ortz, Mundializacin de la cultura, op. cit., p. 47. 51 Boaventura de Sousa Santos, "Hacia una concepcin multicultural de los derechos humanos" en Anlisis Poltico N. 31, mayo - agosto de 1997. 52 Fernand Braudel, Una leccin de historia de Femand Braudel, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1994, p. 200.

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En efecto, si observamos las grandes tendencias que han comenzado a transformar el planeta desde hace algunas dcadas, podemos observar que, con ritmos e intensidades especficas, se asiste a numerosas situaciones que aluden