Glosas imprudentes a un texto...

8
Orozco Abad, Iván (2005) Sobre los límites de la concien.cia humanitaria. Dilemas de la paz y la justicia en Aménca Latina. Bogotá, Universidad de Los Andes - Temis, 375 pp. Glosas imprudentes a un texto paradigmático ¡Cuídate de la víctima apesar suyo, del verdugo apesar suyo y del indiferente apesar suyo. César Vallejo, España aparta de este cáliz, Poema XIV Para quienes nos hemos acerca- do al problema de la guerra en tér- minos teóricos en Colombia -una de nuestras extrañas carencias-, la pu- blicación de Combatientes, rebeldes y terroristas en 1992 (Orozco Abad, 1992) constituyó la apertura de un horizonte oculto en la academia co- lombiana, pleno de sugerencias filo- sóficas, políticas y jurídicas. El mérito de ese libro sigue perdurando y no hay duda de que ha tenido algunas resonancias en el ámbiro académi- co, aunque muy pocas en el político que es donde, al fin y al cabo, uno espera consecuencias dada la circuns- tancia de un país en guerra. Ahora, Orozco ha publicado Los límites de la conciencia humanitaria (Orozco Abad, 2005, -LCH, en ade- • Maestro en Filosofía, Profesor Universidad Eafít. Jorge Giraldo Ramírez' jgirall [email protected] lante-) y de nuevo el resultado es fecundo, sólo que la solidez es más impecable y ahora muestra una con- ciencia moral y un compromiso existencial que reflejan las angustias que los colombianos pareciera que adquirimos apenas desde 1998. Esta reseña procura ayudar a que la obra de Iván Orozco Abad tenga reper- cusiones comparables a aquellas des- mesuradas de cierta literatura liviana, meramente descriptiva, aséptica y a veces oportunista que ha pululado en Colombia sobre nues- tra guerra. Expondré, entonces, de manera imprudente mi lectura de lo que son las premisas con que trabaja Orozco y algunas de las tesis que me resul- tan más novedosas o que hacen de su libro una obra paradigmática. Mi tono puede resultar contraproducen- te: Orozco es un representante de las virtudes que él mismo ve en el pen- sador canadiense Michael Ignatieff, Co-herencia No. 2 Vol. 3 Julio - Diciembre 2005 1 2 47

Transcript of Glosas imprudentes a un texto...

Orozco Abad, Iván (2005) Sobre los límites de la concien.ciahumanitaria. Dilemas de la paz y la justicia en Aménca Latina.Bogotá, Universidad de Los Andes - Temis, 375 pp.

Glosas imprudentes a un textoparadigmático

¡Cuídate de la víctima apesar suyo,del verdugo apesar suyo

y del indiferente apesar suyo.César Vallejo, España aparta de mí

este cáliz, Poema XIV

Para quienes nos hemos acerca-do al problema de la guerra en tér-minos teóricos en Colombia -una denuestras extrañas carencias-, la pu-blicación de Combatientes, rebeldes yterroristas en 1992 (Orozco Abad,1992) constituyó la apertura de unhorizonte oculto en la academia co-lombiana, pleno de sugerencias filo-sóficas, políticas y jurídicas. El méritode ese libro sigue perdurando y nohay duda de que ha tenido algunasresonancias en el ámbiro académi-co, aunque muy pocas en el políticoque es donde, al fin y al cabo, unoespera consecuencias dada la circuns-tancia de un país en guerra.

Ahora, Orozco ha publicado Loslímites de la conciencia humanitaria(Orozco Abad, 2005, -LCH, en ade-

• Maestro en Filosofía, Profesor Universidad Eafít.

Jorge Giraldo Ramírez'jgirall [email protected]

lante-) y de nuevo el resultado esfecundo, sólo que la solidez es másimpecable y ahora muestra una con-ciencia moral y un compromisoexistencial que reflejan las angustiasque los colombianos pareciera queadquirimos apenas desde 1998. Estareseña procura ayudar a que la obrade Iván Orozco Abad tenga reper-cusiones comparables a aquellas des-mesuradas de cierta literaturaliviana, meramente descriptiva,aséptica y a veces oportunista queha pululado en Colombia sobre nues-tra guerra.

Expondré, entonces, de maneraimprudente mi lectura de lo que sonlas premisas con que trabaja Orozcoy algunas de las tesis que me resul-tan más novedosas o que hacen desu libro una obra paradigmática. Mitono puede resultar contraproducen-te: Orozco es un representante de lasvirtudes que él mismo ve en el pen-sador canadiense Michael Ignatieff,

Co-herencia No. 2 Vol. 3 Julio - Diciembre 2005 1247

a saber, "enfoque minimalista, pru-dente y extremadamente humilde"(LCH, p. 10). El reseñador, por elcontrario, se educó en el estilo devivir a la enemiga que predicó Fer-nando González, y ha consideradoque, en este caso, hay que usar pala-bras duras, so pena, incluso, de con-trariar al autor.

Primera premisa.enunciación comomoral, identidadcompromiso político

El locus desentimientocomunal y

Una de las cosas de Los límites dela conciencia humanitaria que mara-villa a un aprendiz de filósofo colom-biano, es el esfuerzo evidente delautor por hacer una reflexión situa-da. Orozco no se ha parado comocientífico extraño a su objeto, indi-ferente a los resultados del procesoque examina o predicador de tesisabstractas y agradables a su entornointelectual y político. En la introduc-ción explicita el lugar desde el quehabla, pero no a modo de aclaraciónsino de advertencia de lo que el lec-tor se va a encontrar en los sietecapítulos del libro y, más palpable-mente, en los dedicados a Colombia("Tres ensayos especulativos sobre lajusticia transicional: el caso colorn-bi ")lana .

Hayal menos tres consecuenciasde esta conciencia de lugar. Una detenor moral: el experto se desgarraentre sus conclusiones y previsionespolíticas y jurídicas y los sentimien-tos de dolor, ira y venganza que pue-den surgir de las víctimas de la

248\ LIBROS

guerra, en un país en el que proba-blemente nadie escapa a esta condi-ción. El juicio racional, cargado deargumentos y de rigores técnicos tie-ne que ser permeable al afecto y lapasión de sus conciudadanos. Otrapolítica: la que implica que la tareade los intelectuales tiene consecuen-cias y que su papel es pensar con ellasen mente dada su función inequívo-camente política. Esto nos aparta dela noción (y la práctica) de un An-tonio Caballero, por ejemplo, queasegura que el intelectual no puedepreocuparse de las consecuencias desu verdad (Caballero, 2005). La úl-tima consecuencia es académica: lalucha por librar contra el neopositi-vismo colombiano en las cienciassociales, y de manera urgente en laeconomía y la sociología, que em-pobrece nuestras perspectivasinvestigativas cuando se apartan delcompromiso con una realidad espe-cífica que demanda ser modificada.

Segunda premisa. La disyunciónentre la cultura occidental y larealidad colombiana

Fue [ürgen Habermas, en su fa-moso artículo conmemorativo delbicentenario del aún más famosoopúsculo de Kant (Habermas, 1997),quien advirtió sobre los profundosproblemas políticos que se derivabande la constatación de que es imposi-ble contar con un mundo homogé-neo. Esta constatación es dramáticaen el caso de la guerra que ya pre-ocupaba al filósofo alemán, ¿quéha-cer en un mundo en el que la guerra

lo normal en vastas porciones delbo y una anomalía en otras tan-? Tenemos que abordar las cosasotra manera cuando hablamos del

bcontinente indio, Oriente medio,I Cáucaso, África subsahariana o

Colombia (i!).Orozco se toma en serio esta

disyunción del mundo. Parte de suconfesióninicial incorpora la perple-jídad de enfrentarse con académicosnorteamericanos o europeos, paraquienes las guerras civiles son unanacronismo, fenómenos apenas deinterés histórico, y que propugnanpor un tratamiento de los conflictosbélicos en el mundo bajo losparámetros de las sociedades bienordenadas del Norte industrializado.De allí su convicción de que estápensando contra la corriente, con-tra la hegemonía del Norte en el pen-samiento político colombiano. Esahegemonía tiene raíces en el gironacional que ya había identificadoen Combatientes y nos condujo aldominio del "derecho penal políticosobre la racionalidad de los conflic-tos armados" (Orozco Abad, 1992,p. xxii).

Tercera premisa. La preeminenciade la política democrática sobre elderecho

Parte de ese pensamiento hege-mónico, y de las contradicciones quese derivan de un mundo disyunto, esla pretensión de subordinar la políti-ca al derecho, tan aceptable en tiem-pos de normalidad y tan peligrosacomo fantástica en tiempos excep-

cionales. Orozco teme que la solu-ción de la guerra colombiana se con-fíe a los tribunales internacionales, alas normas jurídicas que someten losconflictos políticos a la tutela poli-cial, a la venganza como recurso, asísea como recurso civilizado de loslitigantes, los defensores oficiosos, losempresarios de la infamia.

Eso explica por qué se decantahacia la búsqueda de soluciones quepuedan surgir a partir de la delibera-ción democrática de la colectividadque protagoniza y sufre la guerra o,en términos más prosaicos y escan-dalosos, que la paz se defina en lasinstituciones de la política -como enel Congreso- y no en las de la justi-cia -como los tribunales, de acá ode acullá. Orozco parece avalar elconcepto de lo que podríamos de-nominar justicia política, es decir, que"la justicia implica que el resultadode las disputas o conflictos es acep-tado satisfactoriamente por la socie-dad e incluso por los litigantes"(Ahorsu, 1999, p. 9). Su tesis derivadel axioma de la filosofía política quepostula que el derecho opera bási-camente como estabilizador y asegu-rador de un orden políticodeterminado, más que como marcode solución de conflictos en un en-torno de desorden. Un principio uni-versal que parecemos ignorar ycontra el cual el nuevo funda-mentalismo vindicativo -que une aBush Il y a sus contradictores- ope-ra sistemáticamente: Bush porque leda primacía a la policía sobre la po-lítica, sus contradictores porque an-teponen el tribunal a la tribuna, lo

Co-berencia No. 2 Vol. 3 Julio - Diciembre 2005 1249

que converge en la misma vertientede pensamiento pues, al final, el po-licía y el juez sólo son dos caras de lamisma moneda.

La profundidad de estos supues-tos bastaría para situar Los límites dela conciencia humanitaria en un lugarespecial en los debates internaciona-les sobre la guerra, la paz y la justi-cia, pero no puede terminar acá latarea del reseñador. Hay que ilustrar-para encender la discusión e inci-tar a la lectura del libro- algunas delas tesis centrales de la obra.

Tesis Uno. Existe una incerti-dumbre moral y cognitiva

Uno de los portones que abre ellibro es la afirmación de que el telónde fondo de las actuales discusionessobre la justicia, específicamente lajusticia transicional, es de "incerti-dumbre moral y cognitiva" (LCH, p.10), basado más en "creencias queafirmaciones científicamente respal-dadas" (LCH, p. 9). Se trata de unaverdad callada y de una auténticaepidemia en los medios políticos eintelectuales, añadiría. O un reflejode la fragmentación de la sociedadcolombiana donde el Estado es denadie. Porque asombra en Colombiala persistencia de las afirmaciones yde las fórmulas ideológicas, de esoque Posada Carbó denominaría elviejo clima intelectual, a pesar de quela constatación sociohistórica va porotros parajes.

Quizás, la mejor muestra recien-te de este trasegar errático ha sido elinusitado, radical e irrazonable giro

2501 LIBROS

entre los generadores de opinión, dela tríada "amnistía, paz y reconcilia-ción" que imperó desde 1984, a lade "verdad, justicia y reparación"que la remplazó desde el 2002, qui-zás con fecha exacta, febrero 20,cuando acabó oficialmente la Zonade Distensión de El Caguán. Ese giroimprocedente fue otro de los lugaresde encuentro entre el modelo de laamenaza terrorista y el modelo queOrozco llama la barbarie vertical, esdecir, la postura de aquellos que opi-nan y se comportan como si en Co-lombia el agente único de la guerray de la violencia extrabélica fuera elEstado. Eduardo Pizarra ha demos-trado -y aún esperamos la refuta-ción- que la tríada "verdad, justiciay reparación" no ha operado efecti-vamente en ninguna parte, al menosno como algunos esperarían que fun-cionara acá (Pizarra Leongómez,2005).

Los debates que se suscitaron apropósito del vigésimo aniversariodel asalto al Palacio de Justicia (no-viembre de 1985), fueron una pe-queña muestra de los efectos de ungiro tan dramático como el que seintenta -desde el Estado y su oposi-ción. Hay que recordar que durantedicha conmemoración tuvo ampliocurso la idea de que la sociedad co-lombiana debía retractarse del acuer-do político que indultó a losatacantes del M 19 y que el caso de-bía ir a los tribunales, ojalá a juzgar-los a todos: Presidente, militares,guerrilleros. ¡El nihilismo político enbusca de un potlach batailleano!

Tesis Dos. Revisando las con-diciones jurídicas de las guerrasciviles

Uno de los aportes del libro de1992fue introducir el lenguaje de laguerraen los estudios sobre Colom-bia (Orozco Abad, 1992, pp. 234 yss.), centrándose en los fenómenosguerrillero y de autodefensas en ple-na primavera del discurso de la"violentología", que concentró suatención en la otra violencia que semanifestaba clamorosamente a finesde los años 1980. Parece que en Loslímites de la conciencia humanitariaOrozco hubiera preferido eludir ladiscusión sobre el concepto guerra y,sin ignorar1o, dedicarse a discutir lasimplicaciones políticas y jurídicas detal caracterización.

Su modelo teórico supone unainterpretación refinada de la dicta-dura y el autoritarismo sanguinariocomo "barbarie vertical" y de lasguerras civiles o conflictos armadosinternos como "barbarie horizontal",para señalar que en el último casoexiste a) una confusión en las condi-ciones del derecho de guerra, b) unaalta movilización de la población enel conflicto, e) una confusión entrelos papeles de víctima y victimario,debida a la irrupción de las figurasdel "colaborador forzado" y el "ven-gador". Se trata de un modelo basa-do en el estudio juicioso de tres casoslatinoamericanos (Argentina, Chiley El Salvador), para entretejer y ter-minar con el caso colombiano que,obviamente, resulta más cercano-aunque también más complejo, qui-zás- al salvadoreño.

La otra diferencia con Comba-tientes en este aspecto, es que mien-tras en ese entonces Orozco estabafirmemente convencido de la viabi-lidad del derecho humanitario, resol-viendo incluso cuestiones espinosascomo la participación civil en lashostilidades (Orozco Abad, 1992,pp. 216 Y ss.), ahora manifiesta unestupor comprensible ante las difi-cultades que aparecen cuando lasdistinciones entre combatientes y nocombatientes, victimarios e inocen-tes, entran en la penumbra que creala dinámica de victimización y ven-ganza y, entonces, el tuo quoque (tútambién lo hiciste) adquiere validez.El nudo está en que a las virtudes dela conciencia humanitaria se oponesu miopía para captar "los nivelesreales de participación de la socie-dad en la guerra" y "hace aparecer alos grupos armados como máquinasde guerra aisladas" (León, 2005).

Por supuesto, Orozco sigue ubi-cándose en la doctrina colombianaque se aparta de la caracterizaciónde la guerra civil, pero se diferenciaradicalmente cuando propugna porla necesidad de recuperar la distin-ción entre guerra y paz. Aquí está lacontinuidad entre las obras de 1992y 2005. En Combatientes, Orozco afir-maba que "la palabra guerra debepues utilizarse, dentro del marco delderecho internacional de los conflic-tos armados, como un terminus. , ),tecnzcus y no como una voz vacra(Orozco Abad, 1992, p. 240), ocomo una descalificación moral,agregaría yo. En Los límites de la con-ciencia humanitaria la idea fuerte esafrontar la guerra como hecho polí-

Co-herencia No. 2 Vol. 3 Julio - Diciembre 2005 1251

tico y como fenómeno jurídico, algoque el pensamiento dominante pre-tende subvertir.

Tesis Tres. Los problemas de lanueva conciencia humanitaria

Lo que a mi entender hace queLos límites de la conciencia humanita-ria se constituya en un texto para-digmático es la identificación de lascaracterísticas del modelo dominan-te y su disenso respecto a él; un di-senso muchas veces pesimista, tal vezpor el poder real y la potencia decomunicación de sus defensores.

El paradigma hegemónico se ca-racteriza por:a) la preponderancia de una visión

que presupone que el Estado y lademocracia están consolidadoscomo si se tratara del unívoco re-sultado de la trayectoria europea;

b) por tanto, donde toda anomalíaen el orden interno y en el fun-cionamiento del Estado es juzga-da como incapacidad ocomplicidad (de allí los nuevosconceptos de Estado canalla oEstado fallido);

c ) existe un "olvido de la guerra",tanto en los sentidos político yjurídico que admiten que el Es-tado se construye y se proyectacomo entidad antagónica a lasdisensiones armadas, como en elnuevo sentido por el cual la gue-rra se oculta como terrorismo ocrimen;

d) ese paradigma se ancla en elmodelo de barbarie vertical, quesupone que el Estado ocupa ellugar del victimario y la virginal

252\ LIBROS

sociedad el de víctima, y los asun-tos de derechos humanos y dere-cho humanitario se desarrollancomo si el Estado fuese respon-sable, incluso de los delitos de suscompetidores armados (LCH, p.19);

e) y, finalmente, se establece el cas-tigo como eje rector del trata-miento de las alteracionesarmadas del orden interno y delas violaciones de los derechoshumanos.Esta reconstrucción mía quiere

mostrar el juego de espejos que seproduce en la nueva conciencia hu-manitaria. Como ha sido expuestoel paradigma, corresponde al discur-so de los Estados poderosos del Nor-te y los organismos internacionales.El espejo lo hacen los actores que seautorrepresentan como subalternoso alternativos y que simplementeviven y crecen a la sombra de esediscurso hegemónico. Algunos aspec-tos se reproducen tal cual:a) El Estado es eficaz y detenta real-

mente el monopolio de la fuerzay, por tanto, es plenamente res-ponsable;

b) el Estado debe responder jurídi-camente por los delitos de gue-rrillas y autodefensas, pero nodebe fortalecerse militarmentepara controlarlas ni desarrollaracciones bélicas ofensivas, que loúnico que harían sería incremen-tar el drama humanitario;

c ) el Estado es tratado según la ana-logía de la dictadura, pues todogobierno se presume dictatorial,mientras toda acción o personacivil se presume inocente;

d) la justicia punitiva debe antepo-nerse a cualquier acuerdo queimplique impunidad o regreso delos antiguos combatientes a lapolítica legal, y los acuerdos ne-gociados siempre conllevaránimpunidad y legalización de losotrora "bandidos".En el espejo existe "olvido de la

guerra" porque los guerreros son bá-sicamente combatientes por la liber-tad (aurodefensas) o por la justiciasocial (guerrillas) y, por tanto, exis-te también un "olvido de la demo-cracia" porque se considera legítimoque los conflictos discurran por ca-nales extrainstitucionales o abierta-mente ilegales.

Las solidaridades globales -públi-cas y privadas- discurren de acuer-do con esta nueva concienciahumanitaria y así los adalides de unafementida subalternidad pueden serasistentes folklóricos en el proyectotrágico de tratar un mundo disyuntosegún la visión construida en el Norteoccidental. Orozco vuelve a ser pe-simista respecto de las posibilida-des de un acuerdo entre colombianospara resolver políticamente nuestroconflicto, sin quedar sometidos a lostérminos de una hegemonía en la que-en mis inapropiados términos- laderecha dura de los Estados del Nor-te se abraza con la izquierda dura delTercer Mundo.

Tesis Cuatro. El conflicto entrehacedores de paz y defensores dederechos humanos

Orozco termina su libro ilustran-do lo que llama discretamente una

disputa en familia. Digo discretamenteporque, si se trata de una familia esaes la familia colombiana, no existe,a mi manera de ver, una familiari-dad filosófica entre hacedores de pazy defensores de derechos, al menosdesde las disputas de Locke contraHobbes. La denominación, sin em-bargo, llama a un arreglo. A uno enel que Orozco se reconoce personal-mente como un ejemplar de ambosperfiles, pero para el que aparece hoyclaramente en la postura de un ha-cedor de paz. Anclado firmementeen la tradición filosófico-política deOccidente, sabe que la paz es el me-jor escenario para defender y garan-tizar los derechos humanos, peroquiere hacer una corrección: los ha-cedores de paz debieran modular elrealismo político que suele darles sufirmeza conceptual y hacer concesio-nes a los "dictados de la conciencia"y a las nuevas condiciones que im-pone el "tiempo de los derechos".Hay que respetar la voz y la indigna-ción de las víctimas de hoy.

Por su parte, los defensores dederechos humanos debieran ser mássensibles al perdón, al olvido y la re-conciliación; debieran apreciar la paztanto como la justicia. O al menosdebieran abrirse a las posibilidadesde la justicia política, que son siem-pre las de las soluciones negociadasde los conflictos bélicos, y disminuirel fanatismo que se acrecienta cuan-do la justicia se concibe sólo comoaplicación taxativa de la ley. Losdefensores de derechos humanos de-ben escuchar la voz de las víctimasfuturas. Se deduce, también, quemientras más auténtica y directa sea

Co-herencia No. 2 Vol. 3 Julio > Diciembre 2005 1253

la expresión de las víctimas tantomejor, por cuanto el protagonismoexcesivo y el monopolio comunica-tivo de sus representantes de oficiodistorsionan el sentimiento moralque subyace a toda postura humani-taria.

El respeto del autor por los de-fensores de derechos humanos esadmirable, aunque sea ortodoxo,pero el contraste que encuentra en-tre los movimientos de derechos hu-manos de El Salvador y Chile nopuede dejar de ser una advertenciapara los colombianos. Los juicios so-bre sus colegas y amigos están llenosde benevolencia y prejuicios bonda-dosos que, a mis ojos, lucen exage-rados. Pero esa es la personalidad delautor, al parecer maltratada por al-

Bibliografía

gunos justicieros que quisieran revi-vir a Fray Girolamo Savonarola enel nuevo milenio.

La admirable postura moral de1ván Orozco Abad se retrata en suenfática convicción de que mientrascada colombiano no se identifiquecon los victimarios, de que mientrasla sociedad colombiana no asuma laculpa colectiva, el propósito de lareconciliación se hará más esquivo.Es una de las lecciones que extraede la experiencia europea de la pos-guerra.

Los límites de la conciencia huma-nitaria es un libro magnífico y hastahoy la gran obra académica que semerecía nuestra guerra, larga comoninguna, tan cruel como todas, másestúpida que la mayoría [C

Aharsu, Ken et al. (1999) "Conflict Resolution, Sustainable Peace, Reconciliation andJustice: The Role ofInternational Criminal Tribunals and Truth Commissions". UppsalaUniversity, May, p. 9.

Caballero, Antonio (2005) "El intelectual y el político". En: Semana Nº 1234, 5 deenero.

Habermas, [ürgen (1997) La idea kantiana de paz perpetua. Desde /a distancia histórica dedoscientos años. Isegaría, Mayo16.

León, [uanita (2005) "En Colombia pululan los vengadores" [entrevista a Iván OrozcoAbad]. En: Semana Nº 1220, 18 de septiembre.

Orozco Abad, Iván (1992) Combatientes, rebeldes y terroristas. Guerra y derecho en Colombia.Bogotá, T emis.

_______ (2005) Sobre los límites de /a conciencia humanitaria. Dilemas de la pazy /ajusticia en América Latina. Bogotá, Universidad de Los Andes - Temis, 375 pp.

Pizarro Leongómez, Eduardo (2005) "Maximalismo moral y minimalismo pragmático.Juego perverso", EL Tiempo, Marzo 14.

254\ LIBROS