Granada Nazari y Renacentista. 1600

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RÍOS DE HISTORIA Granada nazarí y renacentista. 1600 ( AGUA, TERRITORIO Y CIUDAD

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Granadanazarí y renacentista. 1600

(AGUA, TERRITORIO Y CIUDAD

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Granada tiene dos ríos, ochenta campanarios, cuatro mil

acequias, cincuenta fuentes, mil y un surtidores…

Federico García Lorca,

Cómo canta una ciudad de noviembre a noviembre, 1933.

“”

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(AGUA, TERRITORIO Y CIUDAD

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“La ciudad es una dama cuyo marido es el monte. Está ceñida por el cinturón del río, y las flores sonríen como alhajas en su garganta… Mira las arboledas rodeadas por los arroyos: son como invitados a quienes escancian las acequias…”

Ibn Zamrak, [Ante la Alhambra], siglo XIV.

E sta quinta entrega de la serie “Agua, Territorio y Ciudad” corresponde a Granada, ciudad identificada universalmente con el agua. Un hecho en apariencia paradójico, pues al contrario que otras capitales

andaluzas es una población de interior sin mar en el que proyectarse. Aunque cobijada por el escenario grandioso de Sierra Nevada —un mar de nieve— no se mira, como Córdoba o Sevilla, al espejo de un ancho y dilatado río. Y sin embargo es, fuera de toda duda, la ciudad andaluza donde el agua cobra auténtica carta de naturaleza para formar parte consustancial de su imagen y esencia. En pocos lugares como en Granada se percibe con mayor intensidad el sentimiento del agua en el alma de la ciudad.

Porque el vínculo del agua con Granada no se sustenta en aspectos tangibles de cantidad y abundancia sino, más bien al contrario, es el modo de expresarse, con una elegante simplicidad formal, en la armoniosa integración con el resto de elementos compositivos, en la cuidada dosificación de su uso… Es una cuestión sensitiva, de percepción, de emoción contenida, en la que se potencian al máximo sus capacidades estéticas hasta impregnar el ambiente de la ciudad de una sutil omnipresencia que todo lo cala. Gaston Bachelard sostenía la entidad total del agua: tiene cuerpo, alma y voz y, más que ningún otro elemento, resulta una realidad poética completa. Así ocurre en Granada.

Para el desarrollo de los contenidos ilustrados de la lámina se ha escogido el horizonte cronológico de 1600, a fines del XVI y comienzos del XVII, un periodo crucial en la construcción de la imagen de Granada consolidada en los siglos posteriores. En esta época tuvo lugar la amalgama de la herencia hispano musulmana, con toda su cultura del agua, con las nuevas corrientes renacentistas traídas por los castellanos. Un fértil mestizaje entre dos mundos en el que la esencia del pasado se incorpora al nuevo para enriquecerlo. Así, a la ciudad de las acequias y jardines cerrados, pletórica de aljibes, estanques y surtidores, se le añaden monumentales fuentes blasonadas, pobladas de tritones y ninfas. El agua se proyecta al espacio público trocando la imagen islámica del paraíso por el locus amoenus clásico, propicio para el gozo contemplativo.

Desde su fundación, Granada supo organizarse al amparo del agua, generando una cultura que ha desempeñado un importantísimo papel como elemento articulador de la sociedad. Y ello a pesar —o precisamente por eso— de los frecuentes conflictos y pugnas por su control y posesión. La sabiduría de sus habitantes hizo de la necesidad virtud, viendo en el desacuerdo un principio propiciatorio para el entendimiento. Este hecho debiera seguir manteniendo su vigencia en nuestros días. Granada nos recuerda la importancia que tiene para los pueblos el conocimiento de su historia, a fin de evitar errores del pasado y buscar vías de futuro. En ello nos va el agua, que es la vida.

Luis Planas Puchades

Consejero de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente

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PROYECTO AGUA, TERRITORIO Y CIUDAD. RÍOS DE HISTORIA

Idea, concepción y dirección: José Mª Fernández-Palacios Carmona

LIBRO Y EDICIÓN DIGITAL AGUA, TERRITORIO Y CIUDAD. Granada nazarí y renacentista. 1600

Equipo editorial, documentación: Fernando Sancho Royo, Margarita Martínez Acevedo, Manuel I. Cerrillo, Arturo Redondo, Antonio Jiménez Torrecillas, Antonio Castillo Martín, Nicolás Torices Abarca, José Ramón Guzmán Álvarez, Fernando Olmedo.

Láminas e ilustraciones: Rocío Espín PiñarIntroducción y comentarios: Fernando Sancho Royo, Manuel I. Cerrillo, José Mª Fernández-Palacios

Carmona, Antonio Castillo, José R. Guzmán Álvarez, Fernando Olmedo.Colaboración editorial: Línea de Sombra ProyectosArtículos: Federico Mayor Zaragoza, Francisco de Asís Rodríguez Martínez, Juan Calatrava

Escobar, Antonio Castillo Martín, Francisco Valle Tendero, Juan Carlos Rubio Campos, José Ramón Guzmán Álvarez, Antonio Jiménez Torrecillas.

Diseño Gráfico: Artefacto, Guillermo d’OnofrioImpresión y Encuadernación: Imprenta KadmosFotografías: J. Morón, E. López, A. Castillo, C. Cassillas, Archivo Línea de Sombra Proyectos,

Archivo Municipal de Granada, Biblioteca Nacional de España, Museo de la Alhambra, Museo Arqueológico de Granada, Museo de Bellas Artes de Granada, Museo Casa de los Tiros (Granada), Colección Caja Granada, Parque de las Ciencias de Granada, Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz, Museo del Ejército (Toledo).

Frontispicio y colofón: Foto J. Morón. Patio de los Arrayanes, óleo de J. M. López Mezquita, 1904, Museo de Bellas Artes de Granada.

AGRADECIMIENTOS

José Daniel Cabrera, R. Caballero Castro, M. González Bueno, J. M. Martín Martín, J. Rodríguez Fernández, M. L. Rodríguez-Tamayo, S. Usero Piernas.

© de la presente edición: 2012, Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Junta de Andalucía.© de los textos e imágenes: Sus autores

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización expresa de los titulares del Copyright de la obra y bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ella mediante venta o alquiler.

ISBN: 978-84-92807-79-6

Depósito Legal: SE 3293-2012

Impreso en España. 2012.

Papel ecológico 100%

EDICIÓN DIGITAL DISPONIBLE EN:www.juntadeandalucia.es/medioambiente/granadanazariyrenacentista1600

AGUA, TERRITORIO Y CIUDAD. Granada nazarí y renacentista. 1600

Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Junta de Andalucía

Consejero de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente: Luis Planas Puchades

Viceconsejero: Juan Antonio Cortecero Montijano

Secretario General de Medio Ambiente y Agua: Sergio Moreno Monrové

Dirección Facultativa: José Mª Fernández-Palacios Carmona

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Granada, ciudad del agua. Federico Mayor Zaragoza. 8

Un paisaje hecho en la historia El solar de Granada. Francisco de Asís Rodríguez Martínez. 14 Granada y su entorno, un territorio en evolución. 18

Granada nazarí y renacentista. 1600 Introducción. 34

Lámina: Granada nazarí y renacentista. 1600 35 Granada a finales del siglo XVI: de la gloria a la crisis. Juan Calatrava Escobar. 39

Lámina: Localizaciones. 44

Carta del dibujante. Rocío Espín Piñar. 47

1. Agua y Territorio. 49

De la nieve al trigo, la regulación del agua en Granada. Antonio Castillo Martín. 60 2. Agua y Naturaleza. 63

Un gradiente acorde con el agua y la altitud. Francisco Valle Tendero. 72

3. Agua y Ciudad. 75

El abastecimiento de agua de Granada. Juan Carlos Rubio Campos. 84

4. Agua y Economía. 87

El paisaje aljamiado: Granada y su Vega entre el siglo XVI y el XVII. José Ramón Guzmán Álvarez. 98

5. Lugares y Edificios. 101

Al hilo del Darro. Antonio Jiménez Torrecillas. 112

Sumario

(

(

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Federico Mayor ZaragozaFundación Cultura de Paz

“Por los ríos de Granada sólo reman los suspiros”,

escribió el genial Federico García Lorca, el del “si-

lencio de cal y mirto”, el que reflejó como nadie en

la palabra la singular belleza de la ciudad de las tres

colinas: Roja, Blanca, Cartuja, que escalonan el des-

censo desde la Sierra Nevada a la Vega.

Acequias, aljibes, albercas, surtidores, manantiales,

riachuelos y torrentes cuyo número y extensión no

corresponde a la inmensa masa blanca de los montes

más prominentes de la Península Ibérica.

Agua silenciosa, escurridiza, oculta, que se deposita

en la tierra ubérrima granadina, constituyendo su

inmensa riqueza freática, que las norias descubren y

los arcaduces afloran.

Es proverbial el conocimiento que tenían los árabes

para el embalse —desde los azudes— y la circulación

y uso del agua. El reino nazarí supo, en ésta como

en otras dimensiones de su considerable desarrollo

urbanístico, arquitectónico y artístico, conservar el

esplendor de la belleza de su asentamiento territo-

rial, de su estilo de vida, de sus avances… gracias

al “acuerdo secreto” que desconocía la madre de

Boabdil cuando el rey suspiró en el último recodo

del camino desde donde todavía se contemplaba el

esplendor de su legado.

Con su huida concertada, allí quedaban para la his-

toria sus gentes y sus obras, su cultura y sus monu-

mentos que hoy son motivo de admiración, estudio,

historia.

He tenido ocasión de ver y observar parajes y obras

extraordinarias fruto de la creatividad distintiva de la

condición humana. Ciudades antiguas, más recien-

tes, encaramadas en roquedales, o en el valle, o junto

a los ríos o el mar… y puedo asegurar que Granada

Granada, donde el agua, fuente de vida,

se convirtió hace siglos también en música, en lenguaje, en arte.

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Granada, ciudad del agua)

“”

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está en la primera línea no sólo por su soberbio empla-

zamiento sino por el engarce de estilos y tiempos que

la caracterizan y distinguen a escala mundial.

Raíces ibéricas, nazaríes, renacentistas, modernas…

dan lugar a uno de los más preciosos conjuntos urba-

nos de “talla humana” del planeta.

Granada, “ríos de historia” que tenemos que atrevernos

a descubrir tal como fueron. El castigo de no saber lo

que aconteció es que se repita lo que no debiera repe-

tirse… y se pierda lo que debería haberse conservado.

Enhorabuena a la Consejería de Agricultura, Pesca y

Medio Ambiente de la Junta de Andalucía por ofrecer

estas bellísimas publicaciones sobre el conjunto de la

“tierra de la amistad”, sobre las ocho provincias tan

dispares pero unidas por el hilo conductor, recio, poli-

facético y precariamente conocido del andalucismo.

Mi felicitación no se concreta en los excelentes textos,

sino que se refiere al conjunto de la edición, con espe-

cial referencia a las gráficas e ilustraciones, muchas de

las cuales valen y abarcan más que descripciones que

nunca alcanzan la emoción que transmite una fotogra-

fía, una imagen.

Granada, sol y nieve. Granada, única ciudad donde el agua

transmite no sólo sones del pasado sino, y esto es lo que

cada granadino debe reconocer e implicarse, de futuro.

El por-venir está por-hacer. Estas obras nos permiten

descubrir cuáles deben ser los objetivos, ya perento-

rios, del otro mundo posible que anhelamos.

De Sierra Nevada, de las Alpujarras… el agua de Gra-

nada “baja de la nieve al trigo”.

Granada, ciudad del agua.

Federico Mayor Zaragoza

13 de abril de 2012.

Panorámica de la Alhambra desde el Albayzín, con la ciudad a sus pies y Sierra Nevada al fondo. Foto: J. Morón.

)

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 9 ]

Granada,ciudad del agua

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( Un paisajehechoen la historia

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Un paisaje hecho en la historia

En un paisaje dominado por los abruptos relieves de

Sierra Nevada todo se presta a la idea de quietud, de

permanencia, de inmutabilidad. Pareciera que al ser

humano solo le queda la adaptación sumisa a este

marco físico que, por su potencia, casi todo lo deter-

mina. Nada más lejos de la realidad. Si ampliamos la

ventana temporal de estudio se comprueba la existen-

cia de cambios radicales en la configuración de este te-

rritorio originados tanto por procesos naturales, como

inducidos directa o indirectamente por sus pobladores.

El principio desencadenante es el relieve generado por

fuerzas que levantan y hunden bloques de la corteza

terrestre provocando desniveles de miles de metros de

altitud entre zonas muy próximas. Estas diferencias

de altura se traducen en condiciones climáticas muy

contrastadas: ambientes fríos, asimilables a los actuales

en latitudes polares y otros cálidos más propios del tró-

pico comprimidos en poco más de 40 km de distancia.

Y sobre todo ello la tensión permanente de la fuerza

de gravedad que impulsa hacia abajo todo lo que está

por encima.

Y el agua…

Porque el agua es el principal vehículo del que se sirve

la naturaleza no solo para ese transporte, sino para la

rotura, disgregación y disolución de la materia rocosa

de las cimas y su acumulación y relleno de las zonas

deprimidas. Durante miles de años el agua mordió

los flancos de las sierras abriendo valles, encajando

ríos y arroyos en sus heridas, arrancando tierras para

depositarlas en el gran lago que ocupaba la depresión

interior, que de esta manera fue perdiendo su carácter

acuático para convertirse paulatinamente en una zona

pantanosa y posteriormente emerger como Vega, con

fértiles tierras aptas para el cultivo.

Se puede afirmar sin temor al equívoco o a la exage-

ración que en la Vega granadina yacen sepultados los

negativos de los valles del Genil, Monachil, Darro,

Beiro, Cacín, y los de sus cientos de afluentes.

La presencia estable y permanente del humano en este

paisaje, esto es, cuando nace la Historia, alcanza a ver

la etapa final de este proceso de relleno. La Vega aún

conservaba señales inequívocas de su pasado acuático,

había extensos humedales y los ríos procedentes de las

sierras, al llegar a ella, se perdían y enredaban en un

dédalo de cauces antes de encontrar la definitiva salida

natural en el portillo de la actual Loja.

Y es en estas condiciones en las que la actuación hu-

mana cobra relevancia actuando como acelerador del

proceso natural. Con la ocupación de las faldas y fondos

de los valles, la tala de bosques de sus laderas, la explo-

tación minera, etc. se acentúan los procesos erosivos y

con ellos el aporte de materia a la cubeta. En la fecha de

la lámina, principios del XVII, la Vega de Granada era

aún un lugar fértil pero insalubre por la presencia no

controlada de agua. La falta de pendiente dificultaba el

drenaje y evacuación de los caudales invernales de los

ríos, mientras que la descarga de los acuíferos adya-

centes mantenía el nivel de las aguas subterráneas tan

cerca de la superficie que en algunos lugares afloraban

como aguas libres. No será hasta bien entrado el siglo

XX cuando se logre canalizar y fijar los cursos de los

ríos para impedir los anegamientos de la llanura. Con la

definitiva regulación de las aguas corrientes superficiales

y la explotación de las subterráneas, el ciclo hidrológico

natural quedó en gran medida intervenido y domeñado.

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desde Cádiz hasta Alicante, constituida por un rosario

de hoyas o depresiones terciarias, que dibujan casi un

eje de simetría separando las alineaciones montaño-

sas béticas internas, que en general se sitúan al sur del

mencionado surco, entre éste y el litoral, y, de otro

lado, las alineaciones externas que quedan al norte del

mismo, entre las que se abren numerosos pasillos ha-

cia el valle del Guadalquivir. Este corredor intrabético

es el lugar lógico y tradicional de los intercambios

entre las comarcas costeras y las tierras más interio-

res, lo que ha contribuido, junto a otros hechos, al

desarrollo desde la Antigüedad de un sistema urbano

donde las mayores ciudades controlan los principales

pasos, también naturales, en dirección norte-sur. En

este sentido, Granada es paradigmática, pues domina

el históricamente más importante de estos ejes trans-

versales, que llega a conectar con el alto Guadalquivir

y desde él con el más importante acceso tradicional

de Andalucía desde la Meseta central española y Ma-

drid. Pero el Surco Intrabético, como corredor natu-

ral, lo que une y articula antes que nada es la propia

Andalucía alta y baja, a través del valle del Genil y,

asimismo, la alta Andalucía con Murcia y el Levante.

Cuando afrontamos la realidad urbana

actual de Granada, el importante rango

que todavía mantiene, aunque mer-

mado, entre las ciudades andaluzas y

españolas, lo que resalta ante todo son las cualidades

geográficas de su escenario natural, que juega un

papel decisivo aunque no determinante.

La “renta de situación”, una condición variable

Estas condiciones geográficas, tan básicas que han

venido considerándose “estructurales”, distan mu-

cho de tener un valor constante. Por el contrario se

potencian o se reducen en función de otros factores

—históricos, económicos y políticos— con ellas rela-

cionados. Así en la etapa preindustrial y en las prime-

ras fases de la industrialización, con infraestructuras

y sistemas de transporte aún poco evolucionados,

disponer de una buena situación representaba una

ventaja indudable, una verdadera “renta”, en ocasio-

nes decisiva. Y lo mismo ocurre actualmente, aunque

en circunstancias muy distintas. En cualquier caso, la

renta de situación de Granada constituye todavía hoy

un potencial, más o menos amortiguado o dormido,

sobre todo por las condiciones históricas y políticas

tan desfavorables en que se viene incorporando al

progreso contemporáneo.

La vía natural del Surco Intrabético

Granada tiene, ante todo, una situación de prefe-

rencia en el denominado Surco Intrabético, una vía

natural de primer orden en Andalucía que se prolonga

Francisco de Asís Rodríguez Martínez Catedrático de Análisis Geográfico Regional. Universidad de Granada

Vista de Granada desde la Vega fechada en 1563, por J. Hoefnagel, grabado publicado en el atlas urbano Civitates orbis terrarum.

) El solar de Granada

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Por tanto Granada tiene una posición de privilegio por

controlar el valle del Genil desde su salida de Sierra

Nevada y dominar la mayor y la más dotada de recursos

naturales de las depresiones intrábéticas. Se compren-

de así tanto más fácilmente el histórico liderazgo de la

ciudad de Granada en la alta Andalucía, especialmente

potenciado cuando las circunstancias históricas, técnicas

y políticas han estado conformes con la situación geográ-

fica y, por el contrario, tan desafortunadamente desapro-

vechado cuando dichas circunstancias han sido adversas.

En cualquier caso, la ciudad de Granada ha conserva-

do y potenciado su ventajosa situación en el contexto

provincial. Su posición central en este ámbito admi-

nistrativo y la excelente dotación de aguas y suelos de

su Vega han podido contribuir a ello, tanto como la

relativa pobreza y aridez del Noreste, el aislamiento

histórico de la Alpujarra y el sobrevenido en los últi-

mos decenios de la franja costera, escandalosamente

mal conectada todavía con la capital provincial y con

las áreas litorales contiguas de Málaga y Almería. De

este modo, por ejemplo, el retraso que ha sufrido y

sufre la provincia de Granada en el desarrollo del mo-

derno sistema de autovías y ferrocarriles repercute no

sólo en su articulación externa sino también interna;

ha debilitado, de un lado, la intensa relación histórica

con Almería, Málaga, Jaén y Córdoba o las provincias

levantinas y, por otra parte, ha contribuido a reforzar

la macrocefalia de la capital provincial. Además de de-

bilitar el tejido urbano básico intermedio constituido

por una densa red de ciudades esparcidas a través de

los diversos sectores intrabéticos.

Figura 2.

LA DEPRESIÓN DE GRANADA HACE 6 MILLONES DE AÑOS.

El mar se había retirado. Su desecación provocó una impor-tante precipitación de sales. A continuación, la Depresión de Granada quedó convertida en su mayor parte en un extenso lago interior. Todavía se mantiene abierto el canal marino de las Chafarinas (al sur, fuera del dibujo), que se cierra a los 5,9 Ma, permitiendo la comunicación terrestre entre los conti-nentes europeo y africano.

Granada

Isla dela Tórtola

SierraNevada

SierraArana

Padul

Bahía de Granada

Loja

SierraNevada

Padul

GranadaLoja

SierraArana

GranadaSierra Nevada

100 km 100 km

Granada

SierraNevada

Figura 1.

LA DEPRESIÓN DE GRANADA HACE 8 MILLONES DE AÑOS

La Depresión de Granada era un gran golfo con numerosas islas y canales marinos que conectaban el Océano Atlántico y el Mar de Alborán (Mediterráneo). Todo el borde litoral quedó mar-cado por sedimentos de playa, formaciones de corales y fauna marina. No había conexión terrestre con el continente africano.

)El solarde Granada

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La mesopotamia granadina: ríos, colinas y vegas en

el sector oriental de la depresión

La circulación y el mercado que se genera a partir de

ella no son, sin embargo, la única razón de ser del solar

en que se asienta la ciudad de Granada. Entre los otros

muchos factores que hicieron posible el desarrollo ur-

bano de esta ciudad de fama universal, paradigmática

del mundo mediterráneo, no se puede olvidar su em-

plazamiento junto a uno de los mayores regadíos histó-

ricos de España, la singular Vega a la que acabó dando

su nombre y en la que sustentó durante siglos buena

parte de su actividad agraria, comercial e industrial.

La Vega de Granada ocupa el sector más oriental de

la depresión intrábética avenada por el Genil y sus

afluentes que confluyen con su cauce en el menciona-

do sector, justo al abandonar la Sierra Nevada, inigua-

lable telón de fondo del paisaje granadino, en cuyas

cumbres, las más elevadas de la Península Ibérica, se

originan la mayoría de estos ríos que se nutren, por

tanto, del agua y de la nieve de este gran núcleo hidro-

gráfico. El agua aportada por estos cursos confluyen-

tes en Granada y sus cercanías —Genil, Darro, Beiro,

Monachil, Dílar, Cubillas, Cacín—, en lo que podría

considerarse como la mesopotamia granadina, ha sido

decisiva en el devenir de la urbe y de los regadíos que

la envuelven. Ciudad y regadíos de la Vega alta que no

han dependido ni dependen, sin embargo, exclusiva-

mente, de las aguas fluyentes que ha costado mucho

tiempo dominar y regular, sino también de las fuentes,

Figura 4.

LA DEPRESIÓN DE GRANADA HACE 1,8 MILLONES DE AÑOS

Al comienzo de la Era Cuaternaria, la Depresión de Granada presenta una red fluvial parecida a la actual, si bien mucho me-nos jerarquizada. Quedan aún varias lagunas que son drenadas por el río Genil, que en esa época acaba de ser capturado por el Guadalquivir. Es muy posible que por entonces exista ya la zona endorreica lagunar del Padul, en la vertiente mediterránea.

SierraNevada

Padul

RíoDílar

Río Cacín

RíoMonachil

Granada

Loja

SierraElvira

SierraArana

Sierra Almijara

SierraNevada

SierraArana

SierraElvira

SierraGorda

SierraTejeda

Sierra Almijara

Padul

Granada

Loja

Genil

Río Cacín

Río Monachil

Río Genil

Río Darro

100 km

SierraNevada

Granada Granada

SierraNevada

100 km

Figura 3.

LA DEPRESIÓN DE GRANADA HACE 4 MILLONES DE AÑOS

La Depresión de Granada conserva todavía algunos reductos lacustres, destacando un lago en el centro y otro en la zona norte. La depresión queda individualizada en dos sectores, uno oriental endorreico y otro occidental drenado por el río Cacín hacia el Océano Atlántico. La comunicación terrestre con Áfri-ca desaparece al estar ya abierto el estrecho de Gibraltar.

Francisco de Asís Rodríguez Martínez Catedrático de Análisis Geográfico Regional. Universidad de Granada

[ 16 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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tempranamente canalizadas hacia Granada, existentes

en el entorno carbonatado subbético y alpujárride —

Deifontes, Aynadamar en Alfacar…— y del potente

acuífero aluvial de la Vega que garantiza actualmente

el abastecimiento en años muy secos.

Tras desplazar a otros emplazamientos competidores,

la ciudad de Granada se origina y se sustenta, defini-

tivamente, en los conglomerados aportados por los

cursos nevadeneses, es decir las colinas neógenas y

cuaternarias —asiento de la primitiva Iliberri— que sir-

ven de interfluvios a los tres ríos de Granada —Genil,

Darro y Beiro— y que estos mismos han contribuido

a modelar antes de confluir en la Vega extendida a su

pie, en contigüidad de ellas, sobre la que se expandió

posteriormente la primitiva ciudad encaramada en las

alturas de San Cristóbal, Albayzín, Alhambra y Mau-

ror (750-980 m). Sin duda era el emplazamiento más

favorable, tanto por razones defensivas como por la

relativa facilidad del aprovisionamiento de aguas y el

control que, desde esta posición de encrucijada, podía

ejercerse sobre las comunicaciones principales.

En definitiva, junto a las colinas que la rodean por

el norte, aparece la Vega constituida por materiales

aluviales recientes, esencialmente detríticos, que

arrancan del Pleistoceno superior, cuando la red de la

Vega alta todavía no estaba jeraquizada y el desagüe

estaba obstaculizado por el tapón diapírico originado

en las inmediaciones de Láchar, lo que posiblemente

determinó el retraso del poblamiento interno de una

Vega semilacustre hasta la ordenación de acequias y

regadíos de los siglos X-XI (acequias del Cadí, Real o

Gorda, Arabuleila, Tarramonta, el Quinto…).

Estos sedimentos, origen de los excelentes suelos fran-

co-arenosos existentes, presentan una suave pendiente

hacia el curso del Genil, lo que por otra parte facilita

el aprovechamiento agrícola. Sobre ellos se sobrepo-

nen los más recientes sedimentos aportados por este

río, que configuran una planicie con un suave desni-

vel entre las cotas de 620 m, a la altura de Granada, y

530 m, en Láchar. Parecida y correlativa estructura,

con marcados interfluvios pero con menor potencia y

niveles de terraza menos acentuados, ofrecen los otros

afluentes en este sector que configuran subsectores o

vegas locales. Todo el trazado del río Genil al cruzar

la Vega de Granada ha sido encauzado artificialmente

desde antiguo con fines agrícolas y, en menor medida,

industriales y de abastecimiento. Por ello, las acequias

alimentaban, entre otros usos, aljibes, jardines y baños

públicos. También se trataba de evitar las inundacio-

nes periódicas que sólo han sido casi definitivamente

controladas tras la regulación en el último medio siglo

tanto en la Vega alta (embalses de Canales, Quéntar,

Cubillas, Colomera) como en la baja (Bermejales).

SierraNevada

SierraArana

SierraElvira

SierraGorda

SierraTejeda

Sierra Almijara

Padul

Granada

Loja

Genil

Río Cacín

Río Monachil

Río Genil

Río Darro

Granada

SierraNevada

100 km

Figura 5.

LA DEPRESIÓN DE GRANADA EN LA ACTUALIDAD

La red hidrográfica se halla mucho más jerarquizada a partir del gran eje longitudinal del río Genil. Han desaparecido las antiguas zonas lagunares, salvo el pequeño humedal del Pa-dul, drenado por el río Dúrcal hacia el Mediterráneo.

NOTA: Las figuras 1 y 2 según José Manuel Martín, de la Universidad de Granada. Las figuras 3 y 4 según José Rodríguez Fernández, del CSIC.

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)El solarde Granada

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Granada y su entorno, un territorio en evolución

En las imágenes de estas páginas se representa una evolución sintética del solar urbano y territorial de Gra-

nada desde la Antigüedad. Con el telón de fondo de Sierra Nevada y al borde de la Vega, por donde corren

los ríos Genil, Darro, Monachil y Beiro, se consolida primero el núcleo ibérico de Iliberri, que en época romana

cobra importancia con el nombre de Ilíberis. Agrupada sobre la colina del Albayzín, debe su prosperidad a la

minería de la sierra, a su ventajosa posición en las rutas de comunicaciones y, en especial, a la riqueza agrícola de

la Vega, cuya profunda transformación en espacio cultivado se inicia por entonces.

Tras un paréntesis durante el que la vecina ciudad de Elvira eclipsa la presencia del solar granadino, Garnata es

refundada a principios del XI por la dinastía zirí, que la convierten en capital de uno de los principales reinos de

taifas de Al-Ándalus. Desde esas fechas, y más tarde bajo el dominio almorávide, almohade y nazarí, Granada

crece y rivaliza con las mayores ciudades de la Península. Rodeada de murallas, despliega un vasto casco urbano

en medio de un entorno intensamente colonizado por cultivos, caminos, acequias e infinidad de caseríos.

Pasados los brillos que siguieron a la conquista de Granada en 1492 y a la visita de Carlos V en 1526, hacia 1600

la ciudad aparece renovada en su arquitectura y ampliada hacia la Vega, pero al filo de un estancamiento que se

prolonga hasta una relativa recuperación en el siglo XVIII. Los cambios se acentúan y se hacen más evidentes

a fines del XIX. La renovación de los regadíos de la Vega, cultivada ya en toda su extensión, corre pareja de la

remodelación de la trama urbana con nuevas vías, ensanches e instalaciones ferroviarias e industriales. La bre-

ve trayectoria visual de Granada que muestran estas imágenes culmina, finalmente, con una visión de la actual

aglomeración metropolitana, cuya superficie avanza hasta cubrir una sustancial porción de la Vega.

Siglo III d. C. Siglo XI Siglo XV Siglo XVII Siglo XX Siglo XXI

[ 18 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D U N P A I S A J E H E C H O E N L A H I S T O R I A [ 19 ]

Page 23: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Ilíberis romana, entre la Sierra y la Vega

Boceto del foro romano de Ilíberis según M. Gómez Moreno.

Copa de cerámica asociada a los alfares de la Cartuja de Granada, siglos I-II. Museo Arqueológico de Granada.

Capitel corintio del siglo III procedente de Granada. Museo Arqueológico de Granada.

Triente, moneda visigoda del siglo VII acuñada en Eliberri.

Inscripción romana del siglo II hallada en el recinto de Ilíberis. Museo Arqueológico de Granada.

El germen del asentamiento granadino se remonta al poblado ibérico fortificado de Iliberri,

cuya existencia se rastrea a partir de los siglos VII-V a. de C. en los altos de la actual colina

del Albayzín. Integrada en la órbita romana, la población destaca desde comienzos del

Imperio, cuando se le otorga el rango de municipio con el título de Municipium Florentinum

Iliberritanum y se encuadra en el convento jurídico de Écija de la provincia Bética, un

distrito estructurado precisamente en torno al Genil, el río que corre a los pies de Ilíberis.

Numerosos testimonios avalan la importancia de la ciudad romana, aunque los datos

arqueológicos no apunten más que una idea fragmentaria de su fisonomía material.

Consta que fue ceca emisora de moneda, cuna de familias patricias y sede episcopal.

Con una superficie de unas seis hectáreas, estaba dotada de perímetro amurallado, foro o recinto público con templos,

construcciones domésticas de cierta envergadura, obras hidráulicas como cisternas y conducciones, y varias necrópolis

y villas rurales dispersas por el entorno. La agricultura en los fértiles terrenos de la Vega, la elaboración de frutos, la

alfarería, la cantería de mármol, la minería del oro y otros metales en las sierras, junto con los intercambios favorecidos

por su estratégica ubicación entre las comarcas del interior y las factorías de la costa, eran los pilares de su sustento. Con

los visigodos, la urbe, denominada Eliberri, parece mantener cierto relieve, para sumirse luego en un oscuro proceso

de decadencia que se prolongaría hasta mucho después de la llegada de los musulmanes. Durante siglos, las noticias y

vestigios de la población se restringen al mínimo, en contraste con el renombre que adquiere la vecina ciudad de Elvira,

a los pies de la sierra de Elvira.

[ 20 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D U N P A I S A J E H E C H O E N L A H I S T O R I A [ 21 ]

Los hallazgos (monedas, cerámicas…) de diversa procedencia en el solar de Ilíberis y sus contornos atestiguan su significativa actividad comercial.

Ilíberis se clasifica como ciudad túrdula, en la tierra de los bastetanos, junto al límite oriental de la provincia romana de la Bética con la Tarraconense.

El hito geográfico de Sierra Nevada aparece en las obras de Estrabón, Plinio y otros autores clásicos, que la designan Solorius Mons, la “Montaña del Sol”.

Mientras en la sierra hay minas de hierro y otros metales, aguas arriba del Genil y el Darro se busca el oro, explotado a gran escala mediante la ruina montium, la remoción de enormes cantidades de terreno con arroyadas artificiales.

Durante el período iberorromano predominan una condiciones climáticas en general más húmedas que en la actualidad, con mayores precipitaciones.

Pese al progreso del espacio agrario, las áreas forestales ocupan una extensa superficie, sobre todo en las laderas serranas.

Gracias a unas condiciones más húmedas, los ríos llevan más caudal. El principal es el Singilis, el Genil. Su curso es el eje del distrito de Écija, ciudad que se encuentra al oeste aguas abajo.

Se inicia la transformación del territorio mediante aterrazamientos y rellenos de terrenos para el cultivo, la deforestación y la proliferación de construcciones.

En el entorno de Ilíberis surgen numerosas villas rurales, como las localizadas hacia la Cartuja, por el valle del Darro arriba, en las faldas del Albayzín y, más lejos, por el término de Huétor Vega.

Los cultivos (cereales, olivo, vid…) se extienden por los valles fluviales y por los rebordes de la Vega, alrededor de la ciudad y de villas y aldeas. Se colonizan con mayor intensidad los contornos oeste y norte de la depresión.

Numerosos humedales salpican la Vega, por pequeñas depresiones y márgenes fluviales, alimentados por las precipitaciones, surgencias e inundaciones de los ríos, que discurren en su régimen natural.

El río Beiro discurre por las cercanías de Ilíberis. Dada la somera ocupación del territorio, los cauces se mantienen en condiciones prácticamente originales, con variadas formaciones y especies de ribera.

El municipio iliberritano se conecta mediante una red viaria estable. Se sitúa junto a la calzada que comunica con las importantes ciudades mineras del alto Guadalquivir.

Cerca del río Beiro, por la zona de la Cartuja, ascienden los humos de los hornos de alfarería, al igual que en el Albayzín y cerca del Darro.

En la etapa romana se desarrollan las primeras infraestructuras hidráulicas de importancia para riego y abastecimiento. Buen ejemplo son dos obras de las inmediaciones, las presas de Barcinas y de Deifontes.

El suministro de agua se basa en pozos, el acarreo desde fuentes públicas, manantiales y ríos y la captación de lluvia en cisternas. Los restos de una conducción o acueducto plantean, sin embargo, la probable existencia de un sistema de abastecimiento de envergadura.

Page 24: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Arriba, pila califal procedente de Córdoba reutilizada en Granada. Abajo, capitel zirí hallado en Granada y cerámica califal encontrada en Medina Elvira.Museo Arqueológico de Granada.

Garnata en el siglo XI, capital del reino zirí

El año 1013, al poco de la caída del califato de Córdoba, la dinastía beréber de los ziríes establece

en Garnata la capital de su reino de taifa, cuya existencia se prolonga hasta fines del siglo. Si desde el

siglo VIII hasta la misma noción de la ciudad casi se había perdido frente a la hegemonía de la cercana

Medina Elvira, la refundación de Granada por los ziríes cambió las tornas y la situó entre las primeras

ciudades de Al-Ándalus. Uno de los emires ziríes, Abd Allah, relata el proceso: “se resolvieron a escoger…

una altura que dominase el territorio y una posición estratégica de cierta elevación… posición de la que

harían su capital... y contemplaron una hermosa llanura, llena de arroyos y de árboles, que, como todo

el terreno circundante, está regada por el río Genil, que baja de Sierra Nevada. Contemplaron asimismo

el monte en el que hoy se asienta Granada, y comprendieron que era el centro de toda la comarca, ya

que tenía delante la Vega… El lugar les encantó, porque vieron que reunía todas las ventajas…”

En las décadas del gobierno zirí la población experimenta un crecimiento paulatino y se produce una notable expansión

urbana. El primitivo recinto de Ilíberis se amplía y transforma en la Alcazaba Antigua; a sus pies crecen los barrios de la

Medina, hasta enlazar con los arrabales y el viejo solar judío de Garnata al-Yahud, en las faldas de Torres Bermejas, al otro

lado del Darro, río que se convierte en el eje urbano de Granada. La ciudad se cerca de murallas con puertas y torres;

se levantan un alcázar, palacios, mezquitas, baños, mercados, y un denso caserío cuya superficie abarca 76 hectáreas.

Se realizan asimismo decisivas obras hidráulicas, como los tendidos de las acequias de Aynadamar, del Darro y del

Genil, que de modo simultáneo, surten el abastecimiento, atienden las necesidades de oficios industriales y, sobre todo,

organizan y aseguran los regadíos de la Vega, que cobra fama como una de las más ricas comarcas agrícolas. El papel

protagonista de Granada continúa después de su conquista en 1090 por los almorávides, a los que sirve de cabecera de

sus dominios en Al-Ándalus, y, más tarde, bajo los almohades, que refuerzan su entidad urbana.

[ 22 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D U N P A I S A J E H E C H O E N L A H I S T O R I A [ 23 ]

Por estas fechas se produce un máximo generalizado de temperaturas que repercute en el ascenso de la cota de nieve en la sierra, y la disminución del volumen de agua almacenada.

Prosigue la actividad minera. Las fuentes citan la obtención de oro mediante el cernido de las arenas de los río Darro y Genil, y explotaciones en la sierra de plata, hierro, plomo o cobre.

En la sierra, donde se asientan contingentes beréberes originarios de las cordilleras del norte de África, se difunden los sistemas del regadío de montaña: acequias de careo en los parajes elevados, redes de acequias de riego, terrazas de cultivo en las laderas.

La compleja red de acequias que se traza en época zirí incluye varias conducciones derivadas de los cauces del Darro y el Genil y de manantiales cercanos.

Hacia los siglos XI-XII se tiende el primer puente de fábrica sobre el Genil. Una obra de piedra sobre cinco arcos que facilita el tránsito hacia el sur y la costa.

En la margen izquierda del Darro surgen los arrabales por donde trabajan alfareros y ladrilleros, oficios que dejan sus nombres en sendas puertas de la muralla.

Aunque bien conocido y practicado por los romanos, no fue hasta el período andalusí cuando el regadío alcanzó tal desarrollo como para generar toda una cultura del agua con nuevos paisajes agrícolas.

En los niveles deprimidos de la Vega persisten los parajes pantanosos de carácter insalubre. Se alimentan tanto de las lluvias y avenidas como por afloramiento de aguas subterráneas.

Junto a los cereales tradicionales, el olivo o la vid, en la Vega se cultivan plantas introducidas desde Oriente en época andalusí, como el lino, mijo, panizo, berenjena, sandía y diversas hortalizas y frutales.

Los cementerios, a veces delimitados por tapias, se distribuyen en las proximidades de la ciudad, por el campo del Triunfo, cuesta de Alhacaba y San Miguel Alto, al exterior de las áreas de la Alhambra, los Mártires y el Mauror.

Las pequeñas parcelas intensamente cultivadas avanzan por los valles de los ríos, a lo largo de las acequias, y formando una corona sobre la Vega alrededor de la ciudad.

Desde mediados del siglo XI los ziríes impulsan la construcción de la gran acequia de Aynadamar, que trae el agua desde la Fuente Grande de Alfacar, abasteciendo a la población y regando pagos agrícolas.

La paulatina deforestación desde la etapa romana, por las roturaciones, el pastoreo, la minería, el consumo de combustible, se acentúa en época zirí, intensificándose los procesos erosivos y el avenamiento de los ríos.

La explotación ganadera, sobre todo de ovejas y cabras, se extiende desde las laderas próximas a la ciudad hasta los pastos de alta montaña.

Mientras el poder reside en la Alcazaba Antigua, el centro de gravedad de la actividad cotidiana se encuentra en la ciudad baja, en los barrios de la Medina.

Interior del baño del Nogal o Bañuelo, obra zirí del siglo XI, en una litografía romántica.

Page 25: Granada Nazari y Renacentista. 1600

El episodio final de la ciudad hispanomusulmana transcurre desde que Granada asume en 1238 la

capitalidad del reino nazarí instaurado por Ibn al-Ahmar y se convierte en una metrópoli a la cabeza

del vasto territorio que va de las fronteras de Cádiz y Jaén hasta Almería. Con un casco urbano de 180

hectáreas —unas 220 si se cuentan áreas periféricas—, una la población que en el siglo XV asciende

a más de 50.000 habitantes y una notable producción agrícola, sedera y de otras manufacturas, es

una de las urbes más extensas, populosas y activas de Occidente en la Baja Edad Media.

El núcleo original de la Alcazaba Antigua crece con la gran ampliación del Albayzín, formando un

área densamente poblada, industriosa e influyente. Desde el Albayzín y la calle de Elvira se expande

por el llano la Medina, centrada por la mezquita mayor, en la que se encuentran las principales calles

y recintos mercantiles y artesanos (Zacatín, Alcaicería, puerta de Curtidores, alhóndigas…); los arrabales, palacios y huertos se

prolongan por la orilla izquierda del Darro hasta asomarse al Genil. El tercer recinto claramente diferenciado que se define

en Granada en esta época es la Alhambra: la imponente ciudadela cortesana que se erige desde mediados del siglo XIII

con murallas, alcazaba militar, palacios reales, jardines y una medina en miniatura, con mezquita, mercado, baños y barrios.

El crecimiento urbano del período nazarí se acompasa con el de la red hidráulica. Con un minucioso sistema circulatorio

de fuentes, azudas, minas, acequias, ramales, albercas, aljibes, pozos y otros dispositivos, Granada se convierte en una

auténtica ciudad del agua, clave del suministro y saneamiento para tan elevada población, recurso indispensable para los

riegos de la Vega —base de la economía granadina—, las manufacturas o la molinería, elemento necesario para el ritual

religioso, así como valioso componente cultural, recreativo y estético.

Granada nazarí

Astrolabio construido por el granadino Husayn b. Baso, 1304-1305.

A la izquierda, jarrón de las Gacelas, pieza nazarí de cerámica vidriada, siglo XIV. Museo de la Alhambra, Granada.

A la derecha, tejido nazarí de seda con lacerías y epigrafía, siglos XIV-XV.

Espada de Boabdil, último rey de Granada. Museo del Ejército, Toledo.

Granada como una ciudad entre montañas, detalle de la obra del almirante turco Piri Reis, del primer tercio del siglo XVI.

Arquitectura y agua en los palacios reales de la Alhambra. Foto: E. López.

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En el valle del Darro, a la acequia de la Ciudad y sus ramales de Axares y Romayla se suman ahora la Acequia Real y sus derivaciones, que surten al Generalife y la Alhambra.

La ciudadela de la Alhambra resalta como nuevo hito de la ciudad, frente al Albayzín y dominando la Medina. Su estructura básica se concluye en el siglo XIV.

Desde el XIV hasta mediados del XIX se produjo un enfriamiento del clima que dio lugar a la conocida como Pequeña Edad de Hielo. En relación con este fenómeno se desarrolló en el corral del Veleta una reducida masa glaciar.

El crecimiento demográfico de la capital nazarí intensificó la ocupación del territorio. También en las sierras, donde se incrementan los procesos erosivos y la consecuente colmatación sedimentaria de la Vega.

Se produce una ampliación de los cultivos, en especial en la periferia de la ciudad y las alquerías, que se multiplican al borde de la llanura.

El entramado de acequias del Genil incluye la del Cadí o Candil, que abastece al Mauror y la Antequeruela, y la Gorda, arteria del suministro de los arrabales bajos, huertas, molinos y regadíos de la Vega.

La expansión urbana de Granada prosigue en sucesivos anillos de arrabales (Albayzín, Rambla, Alfareros, Loma), que en los siglos XIV y XV se dotan de murallas.

Curtidores, tintoreros, alfareros, ladrilleros y otros oficios que requieren un cuantioso suministro de agua y generan abundantes vertidos se asientan a lo largo del Darro.

La disponibilidad de riego es el fundamento de la prosperidad de la Vega. Su funcionamiento es objeto de una detallada regulación y constituye un capítulo esencial de la sociedad nazarí.

La fragmentación del parcelario refleja el predominio de pequeñas propiedades explotadas de manera intensiva y dependientes del regadío.

El sistema de gestión del agua en Granada y su vega alcanza plena madurez, afectando tanto a las reservas de nieve de la sierra, como a las aguas de lluvia y a las subterráneas.

En los barrios de la Alcazaba Antigua y el Albayzín consta la existencia de 25 aljibes públicos, a menudo cerca de las mezquitas. Esta red surtía así mismo el consumo privado de numerosas casas.

En las acequias se multiplican los molinos hidráulicos, sobre todo para molturar grano, pero también aceituna, fibras, productos diversos e incluso pólvora.

En la Vega, el policultivo alimentario se combina con una importante dedicación a los cultivos comerciales que sostienen diversas manufacturas. La seda es uno de los principales ramos de la economía de la ciudad.

Page 26: Granada Nazari y Renacentista. 1600

El 2 de enero de 1492 Granada se entrega a los Reyes Católicos. Se inicia entonces una fase en

que la ciudad experimenta profundas transformaciones, aun manteniendo una honda huella de la

etapa anterior. Residencia frecuente y panteón de Isabel y Fernando, escenario, con Santa Fe, de

los tratos que conducen al viaje descubridor de Colón, solar del alto tribunal de la Chancillería y

sede de la corte del emperador Carlos V en 1526, Granada cobra una notable importancia político-

administrativa, al tiempo que su urbanismo y arquitectura se renuevan según los designios del

Renacimiento. Se levantan edificios, se abren plazas, y, en lo que concierne al agua, se mantienen las

estructuras existentes para abastecimiento, riego y otras actividades, junto con iniciativas como la

erección de pilares y fuentes monumentales que refuerzan la dimensión pública de este elemento.

Pero el primer siglo bajo dominio castellano está marcado asimismo por las tensiones con la población conquistada.

Presionada por la llegada de repobladores y las reiteradas medidas contra sus intereses y costumbres, los conflictos se

suceden hasta la rebelión de los moriscos de 1568, que se salda con su expulsión masiva. Si a comienzos del XVI la urbe

acumulaba 60.000 habitantes, por encima de Sevilla y otras grandes ciudades, al terminar la centuria se había reducido a

unas 33.000 almas. Quebrantos que se manifiestan con igual virulencia en la economía: la laboriosa agricultura irrigada

de la Vega decae con la marcha de sus mejores conocedores; las redes hidráulicas se deterioran; la producción granadina

más preciada, la seda, declina; numerosos inmuebles quedan abandonados y maltrechos. El Seiscientos arranca en un

ambiente de crisis generalizada, y hay que esperar hasta el siglo XVIII para atisbar indicios de recuperación.

Granada en la Edad Moderna

Morisca granadina, según un dibujo de hacia 1530.A la derecha, vista de Granada en torno al año 1500, detalle de un óleo la Virgen con el Niño.

Retrato de Carlos V en 1525.En 1526 residió en Granada.

Plaza Nueva con la Alhambra,grabado de L. Meunier, hacia 1668.

Vistas de Darro, copia de un óleo de Juan de Sabis de 1636. Museo Casa de los Tiros, Granada.

En la periferia surgen monasterios, hospitales y otros grandes edificios que ocupan amplios solares a costa de huertas.

El Albayzín en especial y otros barrios donde se concentraban los moriscos sufren una acusada despoblación a raíz de su expulsión en 1571.

Parte del Darro, el río urbano de Granada, se cubre con una bóveda en la que se tiende la Plaza Nueva; en sus orillas se dispone también un paseo con fuentes y árboles.

Los cármenes jalonan las orillas del Darro. En el paraje de Valparaíso se establecen la fundación religiosa del Sacromonte y la hacienda jesuita de Jesús del Valle.

Los bosques —de olmos, almeces, álamos— se espesan en las laderas de la Alhambra, reflejando la orientación residencial del conjunto y su pérdida de funcionalidad militar.

En 1608 Granada es, según Bermúdez de Pedraza, “un sitio excelente, por la comodidad de agua que tiene para el gasto y servicio de sus ciudadanos, con dos ríos… que el uno corriendo por medio della, la limpia y hermosea, y el otro besa sus murallas, fertiliza sus campos y hace de mayor recreación su vega”.

La red hidráulica nazarí se mantiene sin apenas cambios. Una malla de cañerías con atanores de barro distribuye el agua por fuentes y aljibes públicos, conventos, palacios y casas.

Los repobladores adoptan en gran medida el elaborado sistema de riegos nazarí y sus correspondientes ordenanzas. La campana de la torre de la Vela anuncia con su tañido el turno de los regantes.

El crecimiento urbano se polariza en la Vega. Fuera de puerta Elvira crece el arrabal de San Lázaro, junto al Darro avanzan los arrabales cercanos a la plaza Bib-Rambla, y los espacios extramuros hacia el Genil se colonizan.

Las aguas residuales van a parar a ríos y acequias generando problemas de salubridad. Los vertidos de tenerías, carnicería y otras actividades contaminantes agravan la degradación del Darro.

A principios del XVII se menciona la existencia por las calles y plazas de Granada de 44 fuentes y pilares, sin contar los de la Alhambra.

La versatilidad productiva de la Vega vuelve a demostrarse, cuando se adoptan diversas plantas venidas del Nuevo Mundo, como el maíz o la patata.

Pese a la continuidad del marco agrario, tras la conquista aumenta la concentración de propiedades y explotaciones y se acentúa la especialización en cultivos comerciales.

El perímetro amurallado de Granada cede en algunos sectores ante la disminución de las necesidades defensivas y el empuje de la expansión urbana. Se abren portillos, se derriban muros y torres.

En el siglo XVI se propaga el cultivo de la morera al servicio del pujante comercio de la seda. Tras su declive, en el XVIII el lino marca un nuevo ciclo en la agricultura de la Vega.

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En su tránsito hacia la Edad Contemporánea, Granada figura como centro burocrático, comercial y

agrario, conociendo tímidos progresos en el siglo XVIII, cuando recobra la cifra de 50.000 habitantes

y prospera el cultivo del lino y el cáñamo. En los arranques del XIX, sin embargo, la incipiente

proyección exterior de la ciudad, convertida en destino ideal de los románticos, contrasta con

su falta de pulso. La economía se ve sumida en la crisis, la precariedad de las dotaciones urbanas

atenazan su modernización y la nueva división provincial menoscaba incluso su papel regional.

Mayor dinamismo deparan los años del XIX al XX. Aumenta la población (75.000 personas en

1900, 150.000 en 1940). Se asiste a la llegada del ferrocarril y desde la década de 1880, al auge de

la remolacha y la industria azucarera. Se llevan a cabo paulatinas reformas, como la apertura de

plazas a costa de edificios desamortizados, el derribo de murallas, el embovedado de un largo tramo del Darro, hasta que en

1895 se emprende la mayor intervención, la Gran Vía, el eje rectilíneo que transforma la trama de la ciudad baja. En adelante

se prolonga el trazado de vías y se multiplican los ensanches y barriadas periféricas, en una rápida expansión sobre la Vega.

En este período, el abastecimiento de aguas y saneamiento se significan como uno de los sectores más rezagados en su

renovación. El caudal insuficiente, el deterioro de las viejas conducciones, el indiscriminado sistema de evacuaciones, la mezcla

de aguas potables y sucias, las apropiaciones por particulares, hicieron de Granada una de las capitales más insalubres. Pese

a los numerosos proyectos, los intereses encontrados y otros factores impidieron todo cambio hasta que, al fin, se procede a

la reorganización del suministro público y, en 1928, a una nueva captación de aguas, cauce arriba del Genil, dando paso a un

proceso que culmina al rehacerse toda la red de distribución y alcantarillado a la mitad del siglo.

Granada del siglo XIX al XX

Hasta comienzos del XX persiste de modo residual el pequeño glaciar del Corral del Veleta, vestigio tardío de la Pequeña Edad de Hielo.

La minería se reactiva. Especial atención recibe la del oro: además de batearse las arenas del Darro, junto al Genil se instala una explotación industrial cuyos dispositivos hidráulicos, como el canal de los Franceses, se aprovechan luego para el abastecimiento de la capital.

A partir de 1928 se construyen tomas del Genil, depósitos, conducciones, nuevas redes de distribución y una estación de tratamiento de aguas.

Por las riberas del Genil se extienden los paseos con fuentes. Al antiguo puente se suma el Puente Verde, construido por las autoridades napoleónicas.

Hasta mediados del XX se suceden las riadas. En 1951 la presión de las aguas rompió el embovedado del Darro hacia Puerta Real, causando grandes destrozos.

Entre 1854 y 1880 se cubre el tramo del Darro entre Plaza Nueva y Puerta Real. Sobre el cauce se tiende uno de los ejes mayores de la ciudad.

La epidemia de cólera de 1885, que acabó con un 7% de la población granadina, puso de la manifiesto el pésimo estado sanitario de la red de suministro y alcantarillado, y de los ríos y acequias.

Junto a las hortalizas, granos, frutales, y las choperas, en los años centrales del XX cobran protagonismo en la Vega el maíz, la patata, y cultivos comerciales como el tabaco

Agotado el ciclo del lino y el cáñamo, a fines del XIX se inicia el de la remolacha, que promueve la construcción de grandes fábricas azucareras y dura hasta 1930.

El ferrocarril llega en 1874, introduciendo la mecanización con la energía de vapor característica de la primera industrialización.

El vetusto sistema hidráulico urbano es definitivamente sustituido al terminarse las nuevas redes a fines de los cuarenta.

Hasta el siglo XX el aguador sigue siendo uno de los tipos más populares de Granada, dedicado a la venta callejera y el abastecimiento domiciliario ante las deficiencias del suministro público.

En el Albayzín, la Antequeruela, en las inmediaciones de la Alhambra, se distinguen los reductos de agua y vegetación que son los cármenes.

A fines del XIX se constituye una agrupación de intelectuales, liderada por Ángel Ganivet, que aboga por la preservación de los valores tradicionales de Granada y toma el nombre de una de sus fuentes: la Cofradía de la Fuente del Avellano.

“Mucha Alhambra y mucho té”, era la recomendación a los turistas ingleses que visitaban Granada para evitar enfermedades, dada la mala fama del estado de sus aguas.

Las condiciones del entorno granadino abren la puerta a un nuevo aprovechamiento del agua: la producción de energía eléctrica. Desde comienzos del XX se ponen en marcha varias centrales hidroeléctricas en el valle alto del Genil.

Montaña y nieve se convierten en recursos de ocio al alza. En 1912 se crea la Sociedad Sierra Nevada para los deportes alpinos, en 1914 se plantea la construcción de una carretera a través de la sierra y en 1925 se inaugura el tranvía que sube desde Granada por el Genil.

Fábrica de azúcar de remolacha en la Vega de Granada en el primer tercio del siglo XX.

Folleto turístico de Sierra Nevada, hacia 1914.

La Alhambra desde el Generalife, óleo de José Larrocha, 1900. Colección particular.

Aguador de Granada, foto de E. Guinea de 1929. Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz.A la derecha, tarjeta postal con una imagen de la Gran Vía a comienzos del siglo XX.

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La ciudad ha roto su secular dependencia de los fértiles regadíos de la Vega, su primitiva

razón de ser. El cambio a una economía de servicios, que en gran medida ha sustituido a

la de base agrícola, impulsa la aceleración del crecimiento urbano, con un movimiento

de población que se desplaza del campo a la ciudad. Granada pasa así de tener 155.000

habitantes en 1950 a unos 240.000 en la primera década del siglo XXI.

Este fuerte incremento demográfico genera una demanda incesante de nuevos espacios

para la construcción de viviendas e instalaciones industriales y de servicios que se obtienen,

en una primera fase, de las tierras de cultivo de la Vega y posteriormente de la ocupación

creciente de las faldas de la Sierra. Surge lentamente una aglomeración urbana que une,

sin solución de continuidad, la antigua ciudad de Granada con los municipios aledaños hasta constituir una realidad

metropolitana, con necesidades diferentes, que superan ya el ámbito de la urbe histórica. Los habitantes de esta nueva

entidad metropolitana se multiplican por dos hasta alcanzar el medio millón, lo que requiere de nuevos planteamientos

en los sistemas generales de abastecimiento y depuración de aguas, circulación y movilidad, espacios libres, etc.

La fama de la Alhambra trasciende todas las fronteras y se convierte en polo de atracción de un movimiento turístico de

primera magnitud: con sus tres millones de visitantes anuales, destaca a menudo como el monumento más visitado de España.

Sierra Nevada, con su equipamiento para la práctica de los deportes de nieve, es otro de los grandes activos de la ciudad, que

contribuye a mantener un importante flujo de actividad turística durante todo el año. Sin duda, Granada, apoyándose en una

historia íntimamente ligada al agua, ha sabido proyectarse al futuro y darse a conocer en Europa y el mundo.

Granada, siglo XXI

En Sierra Nevada se encuentra la estación de deportes de invierno más meridional de Europa. Sus más de 100 km de pistas son un potente atractivo para el turismo.

Uno de los diez Observatorios de Cambio Global del mundo seleccionados por la UNESCO para registrar los efectos del cambio climático está en Sierra Nevada.

A partir de la segunda mitad del XX se acomete una intensa repoblación hidrológico-forestal para proteger los suelos de la erosión y paliar los efectos de las riadas. Miles de hectáreas se plantan en la sierra, a menudo con especies coníferas exóticas que han formado unos bosques artificiales que hay que ir naturalizando.

Como contrapartida al foco de atención en que se ha convertido la sierra, en las últimas décadas aumentan las presiones urbanísticas y sobre recursos tan frágiles como el agua, que requieren una defensa decidida.

El crecimiento de la ciudad, que se desborda hacia la Vega y las faldas de Sierra Nevada, se impone a las peculiaridades del territorio que justificaron las formas de la ciudad histórica.

La explotación de las aguas subterráneas del acuífero de la Vega se ha incorporado al sistema de abastecimiento urbano mediante sondeos profundos que se activan cuando es necesario.

Los sotos y formaciones de ribera de la Vega, en origen constituidas por álamos, sauces, fresnos y olmos, han desaparecido por la alteración del hábitat fluvial. En su lugar proliferan zarzamoras, emborrachacabras, juncos, cañaverales…, indicadores de condiciones degradadas.

La situación de la ciudad sigue siendo privilegiada por controlar el paso de la costa al interior (eje Bailén-Motril) y del Surco Intrabético (eje Antequera-Baza). La expansión del tejido urbano ha obligado a la construcción de nuevas rondas y variantes para separar el tránsito urbano del territorial.

El futuro está en la cooperación: la aglomeración de Granada abarca hasta 32 municipios (25 de ellos a menos de 10 km de la capital, diez de ellos con más de 10.000 habitantes). Esta circunstancia obliga a plantearse los problemas con una nueva escala.

El cauce del río Beiro se ha embovedado e incorporado al continuo urbano. Su existencia sólo pervive en el callejero de la ciudad: Ribera del Beiro.

La presión urbanizadora sobre la Vega ha obligado al retroceso de los cultivos. En su lugar proliferan centros comerciales, polígonos industriales y toda clase de edificios e infraestructuras.

La inclusión por la UNESCO de la Alhambra y el Albayzín entre los monumentos Patrimonio de la Humanidad, coloca a la ciudad de Granada como destino singular y preferente a escala mundial.

El valle del Darro, “en la trasera” de Granada, es el gran olvidado. La integración de este valioso espacio con el tejido de la ciudad es una cuestión pendiente que ha de abordarse, para transformarlo en un nuevo cauce de oportunidad para Granada.

En las cabeceras de los ríos se construyen presas para abastecimiento, control de avenidas, regadío y aprovechamiento hidroeléctrico, como la de Canales en el Genil y de Quéntar, en el Aguas Blancas.

La espectacular morfología glaciar, la benévola climatología y la elevada biodiversidad, reconocida con la figura de Parque Nacional, hacen de Sierra Nevada un lugar con creciente interés para el turismo de naturaleza.

Huerta de San Vicente, asociada al recuerdo del poeta F. García Lorca, por M. Maldonado Rodríguez. Museo de Bellas Artes de Granada.

Nocturno de Granada con el complejo del Parque de las Ciencias en primer término. Foto: Parque de las Ciencias de Granada.

Paisaje de la Alhambra al atardecer hacia el sector de los Palacios Reales.Foto: J. Morón.

Cauce del río Darro por Granada. A la derecha, panorámica de la Vega con Granada y Sierra Nevada al fondo. Foto: A. Castillo.

[ 30 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D U N P A I S A J E H E C H O E N L A H I S T O R I A [ 31 ]

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Granadanazarí y renacentista. 1600(AGUA, TERRITORIO Y CIUDAD

Page 31: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Entre la nieve y el trigo, así se nos presenta la ciudad de las tres colinas, de los dos ríos (se olvidaron de

uno los poetas), de las decenas de fuentes y campanarios, de las miles de acequias y surtidores y la del

embrujo infinito que subyuga a todo el que la contempla. Como lo hizo con el Emperador Carlos, en

su tiempo el hombre más poderoso del mundo, que quiso hacer de ella su joya más preciada y mandó

construir un palacio, su palacio, junto al de los reyes anteriores, señal de reconocimiento hacia una ciudad

y una cultura que había alcanzado unas metas lejos de lo que era común en las ciudades cristianas.

Lo que pudo ser, no fue. La incorporación amistosa de la cultura de los nuevos señores a una ciudad

ya hecha, sustentada en gran parte sobre un sabio y profundo conocimiento de la gestión del agua, se

interrumpió bruscamente. Lo que fue un sueño imperial se trocó en pesadilla, con la expulsión de hasta

un tercio de sus habitantes, precisamente los descendientes de aquellos que habían hecho posible la

ciudad. Esta queda aletargada y con su economía maltrecha y debe inventarse de nuevo poblando sus

calles y comercios medio vacíos y recuperando la Vega que, de repente, se había quedado sin labriegos.

Pero el saber se impone y los nuevos pobladores han de admitir el ajustado funcionamiento de las

acequias, lo acertado de las normas de explotación que pasan de este modo sin reformas dignas de

mención, superando prejuicios y recelos a sus usos y costumbres.

Granada, asentada en el territorio, dominadora de la sierra que le ofrece permanente contrapunto, se

sabe imperial. No porque lo diga Carlos V, sino por su depurado aprovechamiento de los recursos y

posibilidades que le ha dado la naturaleza que seguirán siendo admirados y reconocidos con el paso de

los años. Con el orgullo que le proporciona haberse sentido grande, desde la distancia, como el vuelo de

las águilas, la ciudad del agua contempla el discurrir de las vidas de sus habitantes.

[ 34 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

Page 32: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Lámina desplegable:

Granada nazarí y renacentista. 1600

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Ilustración: Rocío Espín Piñar

Lámina:Granada nazarí y renacentista. 1600

Para ampliar la lámina use la lupa. Haga click aquí para ver la evolución territorial

Page 34: Granada Nazari y Renacentista. 1600
Page 35: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Juan Calatrava EscobarETSA de Granada

Vista de Granada por J. Hoefnagel, fechada en 1565, del atlas urbano Civitates Orbis Terrarum. Colección particular.

En la década de 1560, la imagen de Grana-

da quedó plasmada en dos grupos de vis-

tas casi contemporáneas. Por un lado, los

dibujos realizados por Joris Hoefnagel,

que sirvieron de base a los tres grabados de la ciudad

incluidos en el célebre atlas de vistas urbanas Civitates

Orbis Terrarum. Por otro, las vistas de la ciudad que

dibujó el flamenco Anton van den Wyngaerde en

1567, por encargo directo de un gobierno de Felipe II

consciente de que conocimiento es poder e interesa-

do en disponer de imágenes fidedignas de sus urbes.

Las imágenes de Hoefnagel, más pintorescas, y las de

Wyngaerde, espléndidas en su sobriedad y exactitud

topográfica, construyen conjuntamente un retrato de

la ciudad cuidadosamente elaborado, que nos acerca

con insólita frescura e inmediatez a una ciudad que se

encontraba por entonces en trance de sufrir un giro

radical en su historia.

En efecto, las décadas de 1560-1570 pueden conside-

rarse decisivas para Granada: años clave en los que

sobre esta ciudad, aún enormemente prestigiosa, se

acumulan diversos problemas y síntomas que, cul-

minando en el gran punto de no retorno de la suble-

vación morisca, terminarán por alumbrar una gran

crisis ya larvada desde mucho antes.

En el último tercio de ese “largo siglo XVI” Granada

conserva, ciertamente, tanto la aureola religiosa que

le había dado la (re)conquista de 1492 como el capital

político acumulado en los primeros años del reina-

do de Carlos V, cuando se llegó a pensar que podía

convertirse en el posible centro simbólico del Impe-

rio: una idea que se plasmó en esa pareja de edificios

excepcionales que son la Catedral y el palacio de Car-

los V, incomprensibles si no se analizan en conjunto

como parte de un proyecto tan político como arqui-

tectónico y presentes ambos, con fuerza plástica, en

las vistas de Hoefnagel y de Wyngaerde.

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 39 ]

)Granada a finales del siglo XVI: de la gloria a la crisis

Page 36: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Pero, si hacia 1570 las élites de la ciudad aún seguían

albergando delirios de grandeza mucho después de

que el propio Carlos hubiera volcado hacia el centro

de la Península el eje del poder, el quiebro que en toda

España supone el reinado de Felipe II se dejará sentir

en Granada con más fuerza aún, ya que significa, ade-

más del inicio de la decadencia económica y política, el

definitivo despertar del breve sueño imperial.

La importancia de la rebelión morisca y de su aplasta-

miento es tal que las fechas de 1568-1571 podrían consi-

derarse como el verdadero punto de ruptura posterior

al de 1492. Se ha calculado que a partir de junio de 1569

fueron expulsadas de Granada unas 17.000 personas,

más o menos un tercio de su población, y además la

más activa económicamente: un hecho que no haría

sino agudizar enormemente la coyuntura económica

desfavorable y el repliegue político de una ciudad que

soportaba ya la quiebra de la antigua base demográfica y

productiva que le había asegurado su rango preeminen-

te entre las ciudades no sólo castellanas sino europeas.

Todo ello comenzaba a acarrear, de forma cada vez

más acelerada, consecuencias urbanísticas de primer

orden, en las que se combinarán la expansión “natu-

ral” de la ciudad, las consecuencias de las expulsiones

moriscas y las intenciones simbólico-representativas del

nuevo clima contrarreformista. El tradicional equilibrio

demográfico-urbanístico de la vieja ciudad heredada

de los nazaríes queda a partir de 1571 definitivamente

roto, produciéndose un brutal despoblamiento —del

que se hará eco Góngora en su romance sobre Granada

ya a final de siglo— del hasta entonces populoso barrio

del Albayzín. En la zona baja de la ciudad se marcan,

en cambio, nuevas líneas de expansión —barrios de la

Magdalena o las Angustias— que, aunque tardarán aún

décadas en consolidarse, permiten vislumbrar la ten-

dencia de la ciudad a derramarse hacia la rica vega del

río Genil. Una expansión que lo será tanto civil como

simbólica, con la definitiva configuración del nuevo eje

urbano de la calle de San Jerónimo o la instalación en

ese área de la Compañía de Jesús.

Si, en el paso de la Ciudad Imperial a la “Cristianópo-

lis” contrarreformista, Granada había perdido esa sin-

gularidad ideológico-política, que ya no era más que

una ilusión a la que seguían aferrándose sus dirigentes,

se tratará ahora de hallarle, por todos los medios, una

nueva ubicación privilegiada en el conjunto de las

ciudades hispánicas, que vendrá de la mano de una

Juan Calatrava EscobarETSA de Granada

[ 40 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

Page 37: Granada Nazari y Renacentista. 1600

postulada excepcionalidad religiosa tendente a hacer

de Granada la sacra urbs hispana por excelencia. Es

en esta clave como hay que entender hechos como el

fuerte impulso conventual, con el expresivo dato de la

existencia de nada menos que 1.207 religiosos regula-

res en el censo de 1591, o la celebración en la ciudad

de treinta y ocho autos de fe entre 1550 y 1595.

Todo ello conlleva el proceder —en un muy breve lapso

de tiempo, digamos que entre 1570 y 1610— a una

nueva repartición en la ciudad entre lo civil y lo sagra-

do, con episodios que sólo integrados en tal contexto

adquieren toda su relevancia, como pueden ser el

tortuoso itinerario de la construcción de la Catedral, los

avatares de la obra del palacio de Carlos V, la instalación

de los jesuitas en la ciudad o la aparición, a partir de

finales de siglo, de la gran cuestión que marca verdade-

ramente a la Granada contrarreformista: los hallazgos

de las presuntas reliquias del Sacromonte de Valparaíso.

La Catedral estaba destinada, según el nuevo proyecto

“a lo romano” de Diego de Siloe, a ser no sólo mero

templo metropolitano sino también mausoleo dinás-

tico, imperial, lo que explicaba su compleja planta

que reúne una basílica de cinco naves y un presbiterio

cilíndrico cupulado. Pero ya desde la década de 1530

estaba claro que la sede del poder pivotaba hacia el

centro de la Península, y cuando, en enero de 1560, el

cabildo declara su oposición a la prevista decoración

de la cúpula de la capilla mayor con un cielo estrella-

do, ello evidencia la disolución del original simbolismo

cósmico. En 1561 se consagró el templo, por el mo-

mento reducido a la sola cabecera, que haría durante

décadas la función de templo completo. La muerte de

Siloe en 1563 adquiere todo el valor de un símbolo: la

subsiguiente etapa como maestro mayor de Ambrosio

de Vico, desde 1582 a 1623, vendrá marcada no sólo

por la ralentización de las obras sino por una ruptura

clara con respecto al programa de Siloe.

Del costado de esa Catedral, llamada a destinos más

gloriosos pero ahora rebajada de categoría, arranca el

eje de la calle de San Jerónimo. Esta vía llevaba, una

vez sobrepasadas las viejas murallas nazaríes, al extra-

muros monasterio de San Jerónimo, fundación nobilia-

ria de la viuda del Gran Capitán y pieza fundamental

del primer Renacimiento granadino. En las décadas

centrales del reinado de Felipe II su importancia que-

dará definitivamente asentada por dos hechos. El pri-

mero es la instalación de los jesuitas: la Compañía se

asienta oficialmente en Granada en 1554 y en 1556 co-

mienza la construcción del Colegio de San Pablo justo

en el lugar en el que la mencionada vía era cortada por

la muralla nazarí, que es ahora derribada a tal efecto.

El segundo es la instalación, en las proximidades del

monasterio de San Jerónimo, de la Orden Hospitala-

ria de San Juan de Dios en 1571. Los nuevos edificios

hospitalarios y religiosos marcarán un hito esencial de

la Granada barroca y significan, al mismo tiempo, una

expresiva vuelta a la idea del hospital de caridad frente

a la imagen pública que en los primeros momentos de

la Granada cristiana había dado la fundación del Hos-

pital Real por parte de los Reyes Católicos.

X

Panorama de Granada desde la Vega, por Anton van den Wyngaerde, 1567.Biblioteca Nacional de Austria.

)

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 41 ]

)Granada a finales del siglo XVI: de la gloria a la crisis

Page 38: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Mientras tanto, la fortaleza de la Alhambra seguía

funcionando, tanto en la práctica como a nivel jurídico

e institucional, como una estructura militar, adminis-

trativa y urbana separada de la ciudad. Y en el antiguo

recinto nazarí comenzaban ahora a languidecer las

obras del segundo gran símbolo imperial: el palacio

de Carlos V. La suma de la expulsión de los moriscos,

cuyos impuestos financiaban la construcción, y de

la pérdida de las aspiraciones imperiales de la ciudad

será demasiado fuerte incluso para la pietas Philippi y

determinará un penoso arrastrarse de las obras de un

palacio que ya a nadie sirve y que no será verdadera-

mente culminado hasta mediados del siglo XX.

En un punto no muy lejano a la Fortaleza Roja se

registraba, entre tanto, la fundación de un estable-

cimiento eclesiástico llamado a ocupar un papel de

primer orden en la nueva Granada: el convento de

Carmelitas descalzos de los Mártires San Cosme y San

Damián, o “convento de los Mártires”, fundado en

1573 con las reticencias del arzobispo Guerrero y el

firme apoyo del conde de Tendilla, gobernador de la

Alhambra. Este convento, del que será prior, de 1582

a 1588, San Juan de la Cruz, tendrá un papel decisivo

en la elaboración del mito martirial del que muy poco

después surgiría el Sacromonte.

Pero, junto a la decadencia de las obras imperiales y al

auge de las fundaciones religiosas, la Chancillería, la sede

de la justicia regia, expresaba a finales de la centuria, con

su espectacular nueva fachada, terminada en 1587 por

Francisco del Castillo, el empuje de la nueva burocracia

filipina y representaba la única gran institución civil que,

lejos de verse arrastrada por la crisis finisecular, iba por

el contrario a más, consolidando a Granada como una

de las dos cabezas jurídicas de España.

El punto de no retorno de estas tres o cuatro décadas

de grandes transformaciones vendrá dado, sin duda,

finalmente, por la cuestión de los supuestos “hallaz-

gos” de reliquias primero en la “torre Turpiana” —en

realidad, el alminar de la antigua mezquita mayor,

derribado en 1588— y después en el paraje que sería

bautizado como el Sacromonte de Valparaíso. Los

inverosímiles hallazgos —entre ellos los famosos libros

plúmbeos— venían a fundamentar la tesis del cristianis-

Juan Calatrava EscobarETSA de Granada

Sección de la capilla mayor de la catedral de Granada, grabado de F. Heylan, hacia 1624.Archivo Municipal de Granada.

Palacio de Carlos V, con el campanario de Santa María de la Alhambra y Sierra Nevada al fondo.Fotografía de la firma L. Lévy, hacia 1888.

[ 42 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

Page 39: Granada Nazari y Renacentista. 1600

mo primigenio y antiquísimo de Granada y daban un

nuevo fundamento, esta vez sagrado, a las pretensio-

nes de nobleza de la ciudad. Que estas reliquias fuesen

una superchería tan evidente como para suscitar

las críticas de la propia Roma no fue óbice para que

fuesen exaltadas por la historiografía encomiástica

local y hábilmente instrumentalizadas por el arzobispo

Pedro de Castro para acelerar —entre otras cosas, con

la construcción de la abadía del Sacromonte— la ya

imparable resacralización de la ciudad.

Entre 1588 y 1595, la “invención” de las reliquias

marcará definitivamente la cristalización de una nueva

“Granada-Cristianópolis”, en acertada expresión de

José Luis Orozco, que encuentra su imagen en la Plata-

forma de la ciudad dibujada por el arquitecto Ambrosio

de Vico, fiel colaborador del arzobispo Castro y parti-

cipante cualificado en el programa de construcciones

religiosas que, a caballo entre el siglo XVI y el XVII,

terminarán por aportar a la ciudad gran parte de su

definitiva fisonomía. La Plataforma —un grabado de

620 x 420 mm resultado de la unión de dos planchas de

cobre en talla dulce— fue dibujada por Vico en algún

momento de la década de 1590, o, según algunos, en la

primera década del XVII, y grabada finalmente en 1613

para ser incluida entre las ilustraciones de la nunca

publicada Historia eclesiástica de Granada de Justino An-

tolínez de Burgos, primer abad del Sacromonte. Con

este “plano” —en realidad, una perspectiva caballera—

se nos presenta ya una nueva topografía ritual y ecle-

siástica: es la imagen de una ciudad en la que la trama

islámica queda regularizada y en la que predominan

los edificios o símbolos religiosos. Prácticamente hasta

finales del siglo XVIII sería el retrato oficial de la nueva

Granada, definitivamente exorcizada de sus demonios

y ligada a la divinidad por un vínculo privilegiado.

Plataforma de Granada dibujada por A. de Vico y grabada a principios del XVII por Francisco Heylan. Biblioteca Nacional de España.

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 43 ]

)Granada a finales del siglo XVI: de la gloria a la crisis

Page 40: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Lámina: Granada nazarí y renacentista. 1600. Localizaciones.

Agua y TerritorioSierra Nevada A1-A10Alcazaba A4Mulhacén A5Crestones de Río Seco A5Veleta A6Cerro del Caballo A9Pico Trevenque A8Conos de La Zubia B10Camino de los Neveros B5-B6, A4-A5Río Genil A2, B2-B7, C7-C10Río Monachil B7-B10Río Darro B1-B2, C2-C9Cerro del Sol B4-C4Vega de Granada B9-B10, C8-C10, D1-

D10PoblacionesPinos Genil B3

Cenes de la Vega B4Lancha del Genil B5Monachil B8Huétor Vega B9Cájar B10

Agua y NaturalezaBorreguiles A2-A8Torrentes alpinos A2-A8Bosques de ribera B1-B2, C2-C3, B3-B7, B9-

B10, C7-C10Áreas pantanosas B10, C10Águila imperial B1Águila real A2Quebrantahuesos A7

Agua y CiudadAcequia de Aynanadamar C1-C2Acequia de la Ciudad B2-C4Acequia Real B1-C6Acequia del Tercio C3-C5Acequia Gorda B6-C10Acequia de Arabuleila C8-C10Fuente del Avellano C3Albercón de las Damas C4Torre del Agua C4Torre de la Vela C6Coracha, puerta de los Tableros C6Aljibes públicos C3-C6Calle del Agua, el Salvador C4Baños C7, D6Fuente Nueva D5Emisarios C8-D9, D5-D6Carrera del Genil C9Cármenes de Aynadamar C1-D2Cármenes del Darro B1-C4

Agua y EconomíaPuerta de los Molinos C7Puerta del Pescado C8Puente del Genil C9Molinos hidráulicos B7-C10, C1-C3Rastro del ganado C9Matadero C8-C9Tintoreros, curtidores C7-C8Alfareros C1-C3, C8Secanos, dehesa, pastos B2-B5Regadíos de la Vega B9-B10, C8-C10, D1-

D10

Lugares y EdificiosAlhambra C4-C6Alcazaba C6Palacio de Carlos V, plaza de los Aljibes C5Palacios nazaríes C5Generalife C4Castillo de Santa Elena C3Sacromonte C2Puerta de Fajalauza C2Albayzín C3-C6 Paseos y carrera del Darro C4-C5Arco de las Pesas C4Santa Isabel la Real, Dar al-Horra C5Cuesta y murallas de Alhacaba C4-D5Puerta Elvira, puerta Monaita D5Calle de Elvira C6-D5Plaza Nueva, Chancillería C6Zacatín C7Catedral, Capilla Real C7-C8

Plaza Bib-Rambla, Alcaicería C8Puerta del Rastro, Purta Real C8San Matías, el Realejo C7-C8

Campo del Príncipe C7

Torres Bermejas, el Mauror, Antequeruela

C7

Los Mártires C6

Santa Cruz la Real C8

El Campillo, castillo de Bibataubín C8

San Lázaro D3-D4

Hospital Real D4-D5

Monasterio de San Jerónimo D8

Las Angustias C9

Alameda C9-C10

Ermita de San Sebastián C10

Alcázar Genil C10

EN LA LÁMINA ADJUNTA SE IDENTIFICAN LOS LUGARES MÁS SIGNIFICATIVOS DE GRANADA EN 1600, PRESENTÁNDOSE ASÍ MISMO UNA RELACIÓN DE LOS ELEMENTOS RELACIONADOS CON LOS CINCO APARTADOS TEMÁTICOS DE ESTE LIBRO. JUNTO A CADA ELEMENTO SE INDICA UNA REFERENCIA, DE LETRA Y NÚMERO, PARA SITUARLO MEDIANTE LA CUADRÍCULA SUPERPUESTA A LA IMAGEN.

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

A

B

C

D

A

B

C

D

Sierra Nevada

Puntal de BacaresAlcazaba

Cenes

Llanos de la Perdiz

Acequia del Tercio

Torredel Agua

Cerro del Sol

Castillo de Santa Elena

Río Genil Pinos Genil

Mulhacén

Alhambra

Lancha

Torre de Comares

Veleta Los Cahorros

Trevenque

Bibataubín

El Caballo

Huétor

Cájar

La Zubia

Río Monachil

Acequia de Arabuleila

Carrera del Genil

Río Darro

Pago Arabial

Acequia del Jaque

Puerta Real

San Antón

Río Genil

Alcázar Genil

Los Mártires

Puerta de los Molinos

Santa Ana

Plaza Nueva

AntequeruelaTorres Bermejas

Mauror Monachil

Acequia Gorda

Camino de los Neveros

Alcazaba Torre de la Vela

Palacio de Carlos VAcequia Real

Torre del Aceituno

Camino de SevillaEl Salvador

Albayzín

Plaza Larga Hospital Real Cuesta Alhacaba

San Cristóbal

Fuente Nueva

Puerta Elvira

San Matías

CatedralPlaza Bib-Rambla

El Campillo

La Magdalena

AcequiasMonasterio de San Jerónimo

RealejoCalle Elvira

Hospital de Juan de Dios

Boquerón del DarroPuerta Monaita

Cruz Blanca

Murallas del Albayzín

Barrio de San LázaroPuerta de Fajalauza

Camino de Jaén

Río Darro

Jesús del Valle

Valparaíso

Sacromonte

Acequia Aynadamar

Generalife

Cármenes

Cármenes

Page 41: Granada Nazari y Renacentista. 1600
Page 42: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Carta de la DibujanteSierra Nevada con su cuerda de los 3000 metros, sus picos, sus valles y ríos, la Sabika presidiendo la urbe renacentista, sus barrios, templos y lugares más simbólicos, los marjales que estructuraban la vega, las arboledas y humedales en las riberas del Genil, los molinos hidráulicos, puentes, hornos de alfareros, buscadores de oro… sus gentes y todo, TODO en una única ilustración con una doble mirada: una de comprensión del conjunto a escala territorial y otra tan pequeña que nos permite perdernos en el barrio del Albayzín, callejear por la Antequeruela, visitar el mercado junto al puente del Genil, asistir a una celebración en la plaza de Bib-Rambla o rastrear el perímetro de las antiguas murallas.

Durante dos años hemos estado desarrollando este dibujo en diversos aspectos tales como la configuración urbana de la época, su entorno agrícola y natural y su idiosincrasia (barrios y oficios vinculados a estos, el carácter de sus puertas…).

Ha sido un gran esfuerzo en el que he aprendido muchísimo de mi ciudad, una Granada inmemorial, llena de conoci-miento y maravillosas historias. En este camino no he estado sola y quiero ante todo agradecer el apoyo de las perso-nas que estuvieron cerca de mí y que vieron como crecía día a día este dibujo: a mi familia, a Nicolás Torices Abarca que tantísimo me ha enseñado de Granada y a Fermín, Enriqueta y José Daniel que se asomaban todos los días a mi mesa y me llenaban de estímulo para llevar a cabo con energía y paciencia este reto.

Espero que este libro haga honor a la ciudad y guste a los granadinos que tanto patrimonio artístico nos han dejado y siguen dejando. Me siento orgullosa de ser granadina.

“ay que le llaman, la Alcazaba,salero viva mi barrioque llaman la Alcazabaviva la torre del tiroy los cuartos de Granáy la cueva donde he nacío”

Alcazaba (Media granaína) Estrella Morente

Rocío Espín Piñar

Page 43: Granada Nazari y Renacentista. 1600
Page 44: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Agua& Territorio 1Granada descansa en las faldas de la imponente sierra que le brinda protección ante

amenazas hostiles y que garantiza su abastecimiento de agua incluso durante el

caluroso verano, gracias a sus generosos neveros. Desde su emplazamiento elevado

domina la vega del Genil, a salvo de las inundaciones invernales, y especialmente

de primavera, cuando aumentan los caudales con el deshielo hasta el punto de

desbordarse los cauces y generar áreas encharcadas de ambientes insalubres.

Otra ventaja de su asentamiento procede de su posición en el límite entre la Sierra

y la Vega. Granada se beneficia así tanto de los pastos y otros frutos de la montaña

como de las feraces tierras de cultivo del llano en las que no falta el riego.

Pero el agua no sólo ha conformado la fértil vega que la alimenta y enriquece.

También, gracias a ella y a su poder erosivo, ha tallado los pasos naturales que

posibilitan franquear la mole de Sierra Nevada y otras sierras limítrofes. Un agua

que abre caminos y conecta tierras: Por el sur ha despejado la salida hacia el mar y el

mundo mediterráneo; por el este, el río Darro acompaña al viajero en su andadura

hacia el interior, en dirección a Guadix; hacia el norte es el río Velillos el que abrió

un profundo desfiladero, paso obligado hacia las tierras de Alcalá la Real; hacia

poniente el Genil ha labrado en la angostura de Loja el paso hacia las campiñas del

Guadalquivir. Y quien tuviera la llave de estas rutas cruciales, tendría en sus manos el

control del territorio, algo que detenta Granada.

(

Page 45: Granada Nazari y Renacentista. 1600

1. Granada, fortaleza natural.

Sobre varios cerros al pie de Sierra Nevada, dominando la vega del río Genil, se localiza Granada.

Desde esta atalaya natural al abrigo de amenazas hostiles se asoma a una amplia depresión interior

de suelos fértiles y productivos, un espacio amable en medio de un territorio montañoso y sobrio.

Un lugar escogido en la encrucijada de caminos que conectan el interior con el Mediterráneo, un

mar lleno de posibilidades. Bien surtida por ríos y aguas subterráneas, la ciudad se proyecta sobre

la llanura desde un emplazamiento que ha sido ocupado desde fechas tempranas.

Agua& Territorio

[ 50 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

(

Page 46: Granada Nazari y Renacentista. 1600

3. Sierra Nevada, aljibe natural.

Es de notar que a partir de la Edad Moderna Sulayr

fuese trocando su nombre por el de Sierra Nevada,

designación que refleja uno de sus rasgos más

sobresalientes desde la perspectiva del agua. Durante

el invierno, el agua en forma de nieve se acumula

en las alturas por encima de los dos mil metros,

llegando a almacenar, por término medio, unos 750

hm3 que la convierten en el mayor embalse natural

de agua dulce existente en Andalucía. Agua que se

destila gradualmente a partir del deshielo primaveral

para alimentar infinidad de manantiales y ríos

atlánticos y mediterráneos.

2. Sulayr, la montaña del sol, y del agua.

Como trasfondo de Granada se alza el macizo que los romanos llamaron Mons Solorius y los

árabes Yabal Sulayr, la “montaña del sol”, o del aire, que lo es también del agua. Porque al levantar

una formidable barrera que supera los 3.000 m de altitud, provoca el ascenso de las masas de aire

que se topan con sus laderas que, al enfriarse, condensan su humedad y la descargan. La sierra

constituye así una “isla de precipitación” donde se rebasan los 1.000 mm al año en medio de un

entorno mucho más seco. Podría decirse que las montañas, con su altura, llaman al agua, para

confirmar el viejo adagio de “Dadme montañas y os daré aguas”.

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 51 ]

Page 47: Granada Nazari y Renacentista. 1600

5. La huella de los glaciares.

Durante los episodios fríos del Cuaternario los hielos permanentes tallaron en Sierra Nevada

paisajes de morfología glaciar, de los que quedan vestigios particularmente visibles entre

los picos Veleta (3.393 m), Mulhacén (3.482) y Alcazaba (3.371): la erosión del hielo modeló

aserradas cuchillas en los Crestones de Río Seco, se formaron numerosas cubetas lagunares, las

cabeceras de los ríos se convirtieron en circos y valles glaciares con forma de U y se acumularon

depósitos de materiales arrastrados por los hielos, conocidos como morrenas. Elementos que

atestiguan los cambios climáticos del pasado, hoy intensificados por la actividad humana con

una inquietante tendencia al aumento de las temperaturas.

4. Divisoria y cuna de aguas.

La línea de cumbres de Sierra Nevada señala la divisoria de numerosas cuencas fluviales cuyas aguas

acaban tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo, sirviendo de ejemplo, respectivamente, los ríos

Genil y Guadalfeo. Es también el único territorio andaluz con ríos de régimen pluvionival, caracterizados

por presentar máximos caudales asociados al deshielo ya bien entrada la primavera, precisamente cuando

aumentan las necesidades hídricas ante la llegada de los rigores estivales.

[ 52 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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6. Agua que disgrega montañas.

En Sierra Nevada las temperaturas oscilan a menudo por encima y

por debajo del punto de congelación del agua. En estas circunstancias

tiene lugar un reiterativo proceso de cambio de estado en el que el

agua líquida se introduce por fisuras y grietas donde luego se solidifica

y aumenta de volumen, llegando a ejercer una presión tan elevada que

no hay roca que la resista sin fracturarse. Es la gelifracción, responsable

de los canchales de la sierra y del modelado periglaciar. Un fenómeno

lento pero pertinaz, que disgrega montañas.

Agua& Territorio)

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Page 49: Granada Nazari y Renacentista. 1600

8. La orla carbonatada y el pico Trevenque.

Si en el núcleo de cumbres de la sierra predominan rocas antiguas de micaesquistos y

cuarcitas paleozoicas, en gran medida impermeables, a su alrededor se halla una orla con

rocas carbonatadas, de edad Secundaria, que configura un conjunto de serranías de media

montaña. Sus materiales solubles y permeables originan relieves más abruptos y permiten

almacenar aguas subterráneas en sus acuíferos kársticos, facilitando la infiltración de aguas

de precipitación que afloran en numerosas fuentes y manantiales, a veces muy distantes.

De estas formaciones es todo un símbolo el pico Trevenque, con su agudo perfil de 2.079 m.

7. Las fuentes del río Genil.

Las lagunas de la Mosca (antigua laguna del Mulhacén) y Larga —situadas en las caídas norte del Mulhacén

y del Puntal de la Caldera— se desarrollan sobre cubetas sobreexcavadas en sendos circos glaciares colgados

al borde de una fachada acantilada. De ellas parten sus correspondientes emisarios, que se precipitan en

llamativos saltos de agua conocidos como “chorreras” para nutrir, aguas abajo, al río Genil, el afluente más

dilatado y caudaloso del Guadalquivir, con un curso de 359 km de longitud. En un tiempo, estas lagunas

fueron consideradas por algunos geógrafos árabes como el nacimiento del “Gran Río”, el Guadalquivir, pues

seguían el criterio de asignar el origen de los ríos a sus fuentes más elevadas.

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Page 50: Granada Nazari y Renacentista. 1600

9. Formaciones de pie de monte.

Alrededor de la orla carbonatada se encuentra otra banda

de sedimentos más recientes. Son materiales groseros

de bloques, cantos, gravas, arenas y limos que, en los

últimos quince millones de años, han sido arrancados

por la erosión hídrica y depositados en el fondo de la

cuenca marina que rodeaba Sierra Nevada. El proceso de

elevación orogénica produjo luego la emersión definitiva,

reactivándose la erosión de estos materiales deleznables

para generar unos singulares paisajes erosivos, como los

conos de La Zubia, con una red fluvial muy encajada. En

estos materiales se desarrollan modestos acuíferos que

históricamente han tenido un aprovechamiento local.

10. Granada, entre los ríos Genil y Darro.

Granada se ha fundado bajo el signo de dos corrientes fluviales. Por un lado el Genil, el río que

riega la Vega, agente de su ámbito rural inmediato y pilar básico de las actividades económicas

que dieron sentido y sustentaron a su población. Por otro, el Darro, también complemento

económico, fuente de suministro de agua y arteria urbana, que en buena medida configura

su imagen y articula su traza. Una circunstancia que viene a demostrar una vez más que en el

ámbito mediterráneo no cabe fenómeno urbano de entidad sin una estrecha alianza con los ríos.

Agua& Territorio)

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Page 51: Granada Nazari y Renacentista. 1600

12. Manantiales y áreas pantanosas.

11. La llanura aluvial de la Vega.

La planicie que se extiende ante Granada se remite a un primitivo mar interior convertido después

en una depresión entre montañas que han ido rellenando poco a poco los arrastres desde los relieves

periféricos. Un proceso sedimentario aún activo que ha generado una llanura con suelos de notable

fertilidad a base de los aportes aluviales del Genil y otros cauces. En los materiales detríticos de

esta vega se desarrolla, además, un potente sistema acuífero que se alimenta en buena medida del

deshielo de Sierra Nevada, estableciéndose una relación complementaria entre el embalse natural de

regulación anual de la montaña y la recarga del depósito de agua subterránea de la Vega.

En contraste con la situación actual, hacia los siglos

XVI y XVII el volumen de aguas subterráneas

alumbradas por el hombre es todavía mínimo y

el acuífero de la Vega aún mantiene una dinámica

natural. Abundan por entonces los afloramientos

de aguas del subsuelo en parajes deprimidos donde

el nivel freático alcanza la superficie, dando lugar a

manantiales y áreas pantanosas. Una insólita imagen

de la Vega granadina, todavía pródiga en humedales,

en comparación con el descenso generalizado de

niveles que padece hoy a causa de la explotación de

las aguas subterráneas por sondeos.

[ 56 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

Page 52: Granada Nazari y Renacentista. 1600

14. El poblamiento, entre los ríos y la Vega.

13. Vegas, valles y ríos que son caminos.

Granada es el centro distribuidor de las rutas más

importantes de su extenso reino. A partir del nudo que

es la ciudad, la mayoría de estas vías se desarrollan al

hilo de ríos y valles fluviales, sobre todo del Genil y

sus tributarios: el camino de Sevilla se empareja muy

pronto con este río, mientras el que se interna en la

sierra sube por su curso alto; el camino viejo de Guadix

remonta el valle del Darro, en tanto que el de Córdoba

sigue el curso del río Velillos y el de Jaén aprovecha el

río Cubillas; y, en fin, la ruta del litoral busca los pasillos

fluviales de la cara sur de la sierra.

Frente a la desolación de la montaña, los

asentamientos proliferan en los valles fluviales

aguas abajo, “donde termina la falda de Sierra

Nevada y principia la vega”. A esta distribución

responden tanto Granada como la corona de

antiguas alquerías, aldeas y caseríos dispersos

de sus inmediaciones. Su densidad aumenta en

los parajes más aptos para el cultivo, nivelados,

dotados de agua para el regadío y también a

salvo del encharcamiento de las tierras bajas,

como Huétor, Monachil y Cájar, al borde de

la vega junto al río Monachil, o Cenes y la

Lancha, por el valle del Genil.

Agua& Territorio)

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 57 ]

Page 53: Granada Nazari y Renacentista. 1600

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El Camino de los Neveros

En el horizonte hacia Poniente se perfila el círculo de montañas que delimita la depresión de la Vega: las sierras de Tejeda, Loja, Parapanda y Sierra Elvira. El río Genil desagua la Vega camino del Guadalquivir a través de la angostura de Loja, que se abre paso entre Sierra Gorda y el Monte Hacho.

La fertilidad y abundancia de agua de la Vega han propiciado su intenso desarrollo agrícola y nutrido poblamiento. Primero se colonizaron los rebordes, a salvo de inundaciones, y después las áreas de la Vega baja, al compás de su paulatino relleno, articulándose una densa ocupación a base de pueblos, alquerías, caserías y cortijos.

El pie de monte de Sierra Nevada, recogido en primer término de la imagen, está formado por una orla de materiales sedimentarios groseros (conglomerados con grandes bloques, cantos rodados, arenas, limos) que en los veinte últimos millones de años fueron arrancados y arrastrados por el agua desde la montaña a la depresión. Algunos niveles de corales indican que en las primeras etapas sedimentarias las olas del mar batían cerca de estos parajes, hoy tan serranos.

En el Panderón del Veleta había algunas covachas donde pasaban el verano los “guardas de la nieve” para impedir que se la llevaran quienes no estaban autorizados, dado el derecho exlusivo de explotación para la ciudad de Granada de que era objeto. Más abajo, en el Purche, había pozos donde la nieve se almacenaba y conservaba para su posterior acarreo.

En la orla sedimentaria, de materiales poco consistentes, la erosión del agua ha excavado cárcavas y barrancos, entre los que se disponen interfluvios amesetados, con suelos rojos menos fértiles, donde predominan el monte y pastos ganaderos. Ciertos lugares más aptos se aprovechan, por su parte, para cultivos de secano herbáceos y leñosos.

[ 58 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

En las montañas el agua hace caminos, y a menudo la ocupación del territorio y las comunicaciones han seguido los valles abiertos por los ríos. Pero también puede haber otras rutas del agua, como el histórico y singular Camino de los Neveros que transita entre Granada y Sierra Nevada directamente hacia las cumbres, ofreciendo una excepcional perspectiva del entorno de la capital granadina, “como un mapa abierto a nuestros pies”.

Este camino era la senda que frecuentaron hasta las primeras décadas del siglo XX las cuadrillas de neveros que en primavera y verano subían hasta las inmediaciones del picacho del Veleta para cargar y acarrear con sus recuas la nieve helada que luego se distribuía en la ciudad, usándose con fines terapéuticos, para conservar alimentos o preparar bebidas frías. Eran otros tiempos del agua.

(

)

La Vega es hoy una depresión interior entre montañas que evolucionó sucesivamente, desde hace millones de años, a partir de un mar abierto, un mar relicto, un lago cerrado y, por último, un valle fluvial torrencial que fue rellenándose con los abundantes aportes arrastrados por los ríos que bajaban de las sierras colindantes.

Desde Granada y los pueblos de Huétor Vega y Monachil, asciende por las lomas este camino de herradura que lleva a las alturas de Sierra Nevada, hasta el Panderón, los ventisqueros de Cauchiles y el corral del Veleta, con un trayecto de casi una treintena de kilómetros y unos 2.000 m de desnivel.

Los neveros, los arrieros de la nieve, emprendían el camino de ida al mediodía, llegando a los lugares de carga a la caída de la tarde, al cabo de unas ocho horas. Apisonada y alisada —con una tabla, el “barbero”— para compactarla, la nieve helada se cargaba en serones de esparto, envuelta en paja y tapada con una manta para disminuir las pérdidas al derretirse. Cada una de la veintena de bestias que solían formar las recuas transportaba unas 18 arrobas (algo más de 200 k), de las que venía a perderse un tercio en el acarreo. El trayecto de vuelta se hacía aprovechando el frescor de la noche, para entrar en Granada al amanecer.

Antes de entrar en la Vega, el río Genil fluye encajado en conglomerados. El fondo de valle presenta un perfil de artesa, con su llanura de inundación ocupada por regadíos. En algunos tramos de las orillas discurre un bosque de ribera integrado por mimbreras rojas, álamos blancos, fresnos y olmos, formaciones originales de sotos que en gran medida han desaparecido en nuestros días.

El abastecimiento de nieve en Granada, cuyas primeras referencias se remontan al parecer a época nazarí, se regularizó en el siglo XVI, cuando Concejo de la ciudad organizó y subastó su explotación y comercio, convirtiéndose en un lucrativo negocio. Traída por los neveros, se depositaba en la Casa de la Nieve, desde donde el arrendatario del ramo la distribuía, vendiéndose a un precio tasado. La instalación de la primera fábrica de hielo en 1922 supuso el fin de esta actividad secular, aunque todavía hiciesen algunos acarreos los últimos neveros hasta 1950.

Page 54: Granada Nazari y Renacentista. 1600

De la nieve al trigo, la regulación del agua en Granada

Antonio Castillo Martín CSIC y Universidad de Granada

Los dos ríos de Granadabajan de la nieve al trigo…Los dos ríos de Granadauno llanto y otro sangre

Federico García Lorca

SIERRA NEVADA, el Mons Solorius de los romanos,

la Yabal Sulayr de los árabes o la Montaña del Sol

y del Aire, y Sierra de la Helada de los cristianos,

ejerció siempre una profunda fascinación en el hom-

bre. En la lejanía, por encima de las nubes, aparecía

suspendido del cielo un increíble telón de montañas

blancas. Tan al Sur, tan cerca del cálido Mediterrá-

neo y de la ardiente África, aquellas nieves perpetuas

eran un espectro, un faro, un potente imán, un irre-

sistible destino en definitiva.

Pero una vez a los pies del gigante, la fascinación ya

no se dirigía hacia las albas cumbres, sino hacia una

inmensa y desconocida vega que había permanecido

oculta a todas las miradas hasta entonces. Una vasta

llanura aluvial que se perdía de vista entre brumas

hacia poniente, atravesada por impetuosos ríos. Y en-

tre la montaña y el llano, unos suaves pies de monte

bien asolanados por los cortes de los ríos.

Queda esbozado así el idílico tapiz que debieron con-

templar nuestros antepasados. Y así fue como suce-

sivas civilizaciones eligieron aquel lugar para fundar

sus ciudades. Y al ritmo de las necesidades, el hombre

fue domesticando las aguas como mejor supo. Mu-

cho trabajo ya estaba hecho por la naturaleza. Buena

parte de las aguas de Granada afloraban en buenos

manantiales en sus alrededores, como los de Alfacar

o los del río Darro, sin olvidar otras fuentes más

humildes desperdigadas por arrabales y extramuros

de la ciudad. Todas estas aguas ocultas, incluidas las

de minas, pozos y norias, garantizaban suficientes

caudales en estiajes y secas. Sólo había que conducir-

las y aprovecharlas. Y así fue como se construyeron

diferentes acequias, como las del río Darro, y entre

ellas la del Rey (Real), para suministro de gran parte

de la ciudad y de la fortaleza cimera de la Alhambra.

Allí dejaron los árabes un proverbial legado histórico

de sensibilidad, manejo y juego del agua.

En la solana, al otro lado del río, quedaba la ciudad

vieja, con las cuevas del Sacromonte y los huertos del

Albayzín, hasta donde fueron sabiamente conducidas

las aguas de la Fuente de Alfacar (Grande) a través de

la acequia de Aynadamar.

Área de cumbres de Sierra Nevada, con el Mulhacén y el Veleta al fondo.

[ 60 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

)

Page 55: Granada Nazari y Renacentista. 1600

De la nieve al trigo la regulación del agua en Granada

gos. En épocas más recientes, a media y baja montaña se

hicieron presas y derivaciones de mayor envergadura, en

algún caso auténticos canales colgantes para fábricas de

luz y otros ingenios. Se llegó a construir incluso un canal

desde el río Aguas Blancas para el lavado y aprovecha-

miento del mítico oro de la colina roja de la Alhambra.

Pero fue en el llano donde el hombre entró a domesticar

más eficazmente todas las aguas, las de la nieve y las de

las fuentes. La Ciudad y la Vega se convirtieron así en un

laberinto de presas, azudes, canales, partidores, acequias

y ramales, un espacio amable, azul y verde, permanente-

mente húmedo y frondoso. Un territorio fértil, respon-

sable del esplendor, y prosperidad económica y agrícola

que siempre tuvo esta ciudad y su espléndida vega.

Mientras tanto, buena parte de esas tumultuosas aguas

del deshielo prestadas al terreno por ríos, acequias,

careos y riegos eran devueltas más abajo de nuevo al

río Genil, generosamente apaciguadas y templadas, a

través de las surgencias de Santa Fe y Fuente Vaque-

ros. Nacimientos que daban lugar entonces a extensos

humedales, hoy desecados, y a un buen río de verano

para el riego de las vegas más bajas de Huétor Tájar y

de la Baja Andalucía.

Pero la verdadera regulación natural del agua de

Granada era la que procedía del deshielo tardío de ese

gran embalse sin paredes de Sierra Nevada, que tanto

embrujó al hombre en todos los tiempos. El deshielo

generaba impetuosos caudales primaverales del río

Genil y de sus tributarios Monachil y Dílar, cuyos des-

bordamientos en poblado y abierto provocaban impor-

tantes pérdidas en haciendas y cultivos. Para domeñar

estas aguas y aprovecharlas mejor, especialmente en la

agricultura, los árabes idearon un sistema similar al de

las acequias de la Alpujarra, la afable y soleada vertien-

te sur de Sierra Nevada, al igual que otras civilizaciones

hicieron en los Himalayas o los Andes. El artificio con-

sistía básicamente en derivar las aguas de los ríos para

entretenerlas en laderas, simas y cultivos. Con ello se

dulcificaban los ríos, se aminoraban los efectos torren-

ciales, se generaba energía y se hidrataban laderas para

pastos, vegas para cultivos y fuentes para la bebida en

el verano, cuando más necesarias eran las aguas.

Pero en la montaña que mira a Granada, demasiado

abrupta y umbría, el hombre no pudo ni quiso hacer

grandes esfuerzos. A pesar de ello, desde las lagunas y

borreguiles cimeros, hasta los arroyos más bajos, quedó

la huella de derivaciones, acequias, balsas, careos y rie-

Vista panorámica de la Vega ante Granada, con Sierra Nevada en último término. Foto C. Cassillas.

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 61 ]

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La sierra que se levanta a espaldas de Granada es la clave del ciclo del agua

que organiza la vida desde las cumbres a las tierras de la Vega. La humedad

traída por los frentes borrascosos se condensa en las alturas aumentando

las precipitaciones. En las cimas, el delicado equilibrio entre los tres estados

en que se nos presenta tan preciado recurso se inclina sin disimulo hacia el

líquido y muy especialmente al sólido. Agua abundante pero congelada, en

unas condiciones de glacial hostilidad, que exige especiales adaptaciones

para que la vida se desenvuelva.

Poco a poco, conforme aumentan las temperaturas, el inmenso depósito

de hielo y nieve acumulado durante los meses fríos se transforma en agua

líquida que reactiva el ciclo. Agua que se infiltra en el subsuelo, que alimenta

lagunas, fuentes y borreguiles hasta terminar en torrentes y acequias que

irrigan las tierras bajas para, en último término, acabar en el mar.

Agua& Naturaleza

(

2

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1. De la tundra alpina a la costa subtropical.

Una amplia variedad de condiciones de humedad, temperatura

y radiación solar se sucede en los poco más de 30 km que van

de la costa mediterránea —con cultivos subtropicales como

la caña de azúcar— al techo de la Península, en donde impera

un desierto helado con temperaturas mínimas bajo cero la

mayor parte del año. Un espacio en el que el sempiterno

papel que encarna el agua como factor determinante para la

vida adquiere matices diferentes según la localización: agua

escasa y limitante en el litoral semiárido; agua congelada en

la sierra, abundante pero no aprovechable, que desaparece

rápidamente tras el deshielo. Y es que nunca hay agua al gusto

y condiciones de todos.

2. Vida bajo la nieve.

A partir de los 2.000 o 2.500 m de altitud, según zonas, se agudiza el frío y un manto de nieve invernal

persiste durante meses. Una vegetación leñosa de escaso porte, rastrera y almohadillada, protagonizada por

enebros y piornos, está perfectamente adaptada a sobrevivir bajo la nieve a la espera del deshielo primaveral.

Ha ajustado su ciclo vegetativo al periodo en el que las condiciones de temperatura, disponibilidad de agua

líquida y luz son idóneas para su crecimiento. También con un pulso acompasado a estas circunstancias se

encuentra la fauna, entre la que destacan numerosas mariposas y el topillo nival.

Agua& Naturaleza

[ 64 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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3. Endemismos glaciares.

Las zonas más altas, a partir de los 2.900 m, son un desierto de esquistos fragmentados por el hielo,

en el que se desarrolla un ralo pastizal constituido por unas pocas especies capaces de medrar en

la corta estación estival. Esta comunidad presenta elementos singulares procedentes de antiguos

episodios glaciares del Cuaternario que hallaron refugio en las alturas, donde quedaron aislados

cuando las temperaturas se suavizaron. Son rehenes del frío y del hielo.

4. Sol o sombra.

Sierra Nevada presenta un marcado contraste entre su cara norte, abrupta y poco soleada, donde la

nieve permanece más tiempo, y la orientada al sur, de mayor insolación, con laderas más tendidas que

acumulan importantes cantidades de nieve, fuente de agua abundante en el deshielo. Las condiciones

microclimáticas —humedad, insolación y temperatura— varían según la orientación de los valles y

barrancos, determinando la vegetación. En las umbrías, esta presenta mayor desarrollo, y especies con

más requerimientos hídricos, como los robles melojos. En las solanas encontramos las formaciones más

adaptadas a lugares secos, como los encinares y matorrales más o menos degradados.

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5. Borreguiles.

6. Un exclusivo y selecto jardín.

El gradiente de más de 2.500 m de desnivel facilita una gran diversidad de organismos,

de acuerdo con sus requerimientos y adaptaciones a las condiciones ambientales de cada

lugar. Sierra Nevada tiene la flora más rica de Europa, desde especies propias de regiones

árticas hasta las típicas de subdesiertos. Un catálogo de más de 2.100 especies vegetales, de

las que unas 80 son exclusivas. Además, se estima que cuenta con unos 5.000 especies de

invertebrados, con más de 100 endemismos, destacando las 37 especies de coleópteros, 15

de mariposas y unas 90 exclusivas de insectos acuáticos y otras tantas de hormigas.

Por encima de los 2.000 m, asociados a

enclaves siempre húmedos, aparecen unos

pastizales muy característicos de Sierra

Nevada: los borreguiles. Se desarrollan en

las márgenes de torrentes y acequias, en

hontanares y zonas de rezumes donde se

propician condiciones de suelos higroturbosos

en los que medran un elevado número de

plantas endémicas. Estos pastizales son unas

formaciones muy productivas, pastoreados

por herbívoros silvestres y domésticos que los

explotan como agostaderos estivales.

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Page 61: Granada Nazari y Renacentista. 1600

7. Torrentes alpinos.

Las cabeceras de los ríos manifiestan fuertes desniveles y un acusado

carácter torrencial de patrón estacional bien diferente a la generalidad

de los ríos mediterráneos andaluces, pues, a diferencia de ellos,

presentan caudales mínimos en invierno, cuando la precipitación se

acumula en nieve, y picos máximos durante los deshielos, bien entrada

la primavera. En los niveles inferiores, con caudales persistentes, acogen

poblaciones autóctonas de truchas y en algunos puntos desarrollan

interesantes comunidades de ribera.

8. Ríos de la Vega.

Aguas abajo, los torrentes se transforman en ríos que ensanchan

su sección, suavizan su pendiente y el ímpetu de la corriente. Si en

principio predominaba la erosión y acarreo de los materiales, ahora

cobra protagonismo el depósito y relleno sedimentario. La Vega

funciona como una extensa llanura de inundación, un paisaje cambiante

al ritmo de las avenidas, que ya no están necesariamente asociadas

al deshielo, pues el régimen fluvial depende tanto de la lluvia como

de la nieve. En la actualidad, los embalses, repoblaciones forestales y

encauzamientos, han domesticado su antaño furioso régimen torrencial.

9. Bosques de ribera.

En algunos tramos de curso bajo, los sotos fluviales alcanzan cierta profusión y desarrollo. Los ríos discurren

a sus anchas, generando amplios cauces a menudo divagantes, que convierten este espacio de transición entre

el medio acuático y el terrestre en un hábitat ideal para la colonización de sauces, fresnos, olmos, álamos. Son

especies de hoja caduca que proporcionan un acusado contraste estacional frente a las tierras cultivadas y los

retazos de monte matorral mediterráneo circundantes. Son refugio de una rica flora y fauna de origen atlántico,

más septentrional, y por ello, más exigentes en necesidades hídricas.

Agua& Naturaleza)

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Page 62: Granada Nazari y Renacentista. 1600

11. La circulación oculta del agua.

Los sedimentos de la llanura aluvial de la Vega son permeables y poseen la capacidad de almacenar

agua, dando lugar a un potente sistema acuífero. El nivel freático de las aguas subterráneas se encuentra

en conexión directa con el lecho de los ríos, ocasionando, según las circunstancias, una dinámica

hidrogeológica bidireccional: los cauces abastecen al acuífero en sus tramos altos, mientras que son las

aguas subterráneas las que alimentan a los ríos en sus tramos bajos, que mantienen así unos caudales

mínimos imprescindibles. Agua oculta que va y vuelve, sin perderse, para seguir dando vida.

10. Suelos rojos.

En los terrenos de la orla sedimentaria aluvial aparecen unos suelos rojos conocidos como

Luvisoles. En ellos el agua lavó las arcillas del horizonte superior para acumularlas en otro nivel

más profundo. Su enrojecimiento se debe a la acción hídrica que disuelve y acumula los óxidos de

hierro, dándoles color. Debido a la escasa consolidación de los materiales, resultan muy sensibles

a la erosión, desarrollando barranqueras. Estos suelos se formaron bajo condiciones climáticas

diferentes a las actuales, más húmedas y con estación seca. Al igual que las huellas de los glaciares,

nos indican una rica historia climática en la que no solo hubo episodios fríos, sino también cálidos.

[ 68 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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12. Zonas pantanosas y aguazales.

En lugares deprimidos, especialmente en la Vega baja, las aguas subterráneas afloran a la superficie,

originando enclaves húmedos. En estos pantanales crecen carrizos y eneas, y proliferan organismos

patógenos para los seres humanos, como el mosquito transmisor del paludismo, por lo que muchos de

estos parajes fueron históricamente considerados malsanos e insalubres.

13. Águilas del Renacimiento.

En esta época sobrevuelan el entorno de Sierra Nevada águilas

imperiales y reales, así como quebrantahuesos. El águila es una

ave heráldica, símbolo de poder, majestad, supremacía y victoria,

incorporada al escudo de los Reyes Católicos —el águila real—

y de Carlos V —el águila imperial bicéfala—, cuyos blasones

jalonan tantos monumentos granadinos. Sueño tallado en piedra

de la ciudad imperial, águilas del Renacimiento que campean

desafiantes en Granada sobre el humilde rumor del agua.

Agua& Naturaleza)

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Page 64: Granada Nazari y Renacentista. 1600

El nombre de Padul tiene su origen en el vocablo latino palus, -udis, que significa ‘laguna’ o ‘charca’. Debido a la proliferación en estos lugares del mosquito Anopheles, transmisor del paludismo, los humedales han sido tradicionalmente consideradas zonas malsanas y poco recomendables para asentarse. Así lo confirman los textos antiguos, que atribuían a las aguas encharcadas la emisión de efluvios malignos. Una vez resueltos los problemas de salubridad, la percepción social de los humedales ha cambiado y hoy se consideran unos ecosistemas muy valiosos que hay que conservar. Así ocurre con la turbera de Padul, el humedal natural de mayor extensión de la provincia de Granada, incluido como Zona de Reserva dentro del actual Parque Natural de Sierra Nevada.

[ 70 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 7 1 ]

A finales del siglo XVIII se acometen las primeras iniciativas de drenaje con una finalidad agrícola y para mejorar la salubridad. El geógrafo Tomás López comentaba por esas fechas que “la villa del Padul, que, a causa de estar tan inmediata a la Laguna, ha sido reputada por enferma, y con efecto, lo era, pero ha dejado de serlo desde que pocos años hace, con el objeto de cultivar sus terrenos, ha desecado la mayor parte de la Laguna, a cuya desecación han contribuido muy mucho lo poco lluviosos de estos últimos años.”

Junto a la fuente del Mal Nombre discurren los restos de la antigua calzada que unía las poblaciones del interior con el puerto costero de Sexi (Almuñécar), eje de la ruta comercial que desde la Antigüedad articulaba los intercambios con esta primitiva factoría fenicia.

Entre la fauna destacan el pez cacho, anfibios, el cangrejo de río autóctono, el galápago lerposo y la rata de agua. Las charcas eran un hervidero de mosquitos que transmitían paludismo. Según el Diccionario de P. Madoz, de mediados del XIX, “su clima es sano, si bien en los estíos se padecen calenturas intermitentes, debidas al estancamiento de las aguas que se filtran por las sierras que lo rodean… y es muy verosímil que habiendo años lluviosos y desidia en limpiar las madres que evacuan la laguna, vuelva el desecado tornar a encharcarse y el Padul a sufrir las enfermedades que en otro tiempo”.

El continuado y rápido enterramiento de la vegetación palustre, en un ambiente permanentemente saturado por agua y con poca disponibilidad de oxígeno, produce una transformación anaeróbica de los restos vegetales hasta generar turba. La alta velocidad de hundimiento de la fosa, compensada por la sedimentación, dio lugar a importantes espesores turbosos, que en el borde norte llegan a 70 m. El lento pero continuo hundimiento de la depresión, la falta de limpieza y profundización de las madres de drenaje y, sobre todo, el abandono de las explotaciones de turba están incrementando notablemente la extensión del humedal.

Desde 1943 se extrae turba en Padul, principalmente para la mejora de suelos agrícolas y para la jardinería doméstica. Esta actividad ha modificado sustancialmente el aspecto original de la turbera: las actuales lagunas, como la Agia (en el borde sur) o del Aguadero (en el borde norte), son de origen antrópico y corresponden a los huecos de extracción de turba. Los niveles de agua, aunque fluctuantes según las lluvias y los aportes subterráneos, se regulan mediante el drenaje de las explotaciones.

Turbera de Padul

La turbera de Padul se desarrolla en el fondo de una depresión endorreica sin salida al mar. De algún modo ilustra un pasado, no muy lejano, cuando en la vecina Vega de Granada proliferaban otros humedales que configuraban un escenario paisajístico difícil de imaginar hoy. Padul viene a ser el último vestigio acuático de un territorio que en sus orígenes fue mar, luego extenso lago interior, para acabar convertido en tierra firme. Un proceso evolutivo que, a nuestra escala temporal, se nos antoja irreversible. No así en la escala geológica: lo que antaño fue agua, puede volver a serlo.

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)

Los aportes de agua proceden tanto de la lluvia y escorrentía superficial como de las descargas de los acuíferos de la sierra de Padul, al norte, y la sierra de Albuñuelas, al sur. Una orla de fuentes surgentes —las del Mal Nombre, Ojo Oscuro, los Mísqueres, Povedano, de Los Molinos— se alinean circundando el perímetro de la turbera.

Según el Repartimiento de 1571, las tierras de la laguna y sus orillas sólo eran aprovechadas por los vecinos para la recolección de enea y carrizo y, suponemos, para la ganadería. En esta época, la turbera, aún sin explotar, debía presentar una apariencia de espeso marjal cerrado por la vegetación palustre, con escasa extensión de aguas libres. La extensión original superaba las 400 hectáreas, dentro de una cuenca endorreica total de unos 60 km2.

La vegetación palustre original debió estar caracterizada por un extenso carrizal con enclaves de eneas y lirios amarillos. En las orillas se desarrollaban sotos de sauces y fresnos. Todo ello se encuentra muy alterado en nuestros días tras la desecación y explotación del humedal.

Este ambiente palustre propicia la conservación de los granos de polen de las plantas, permitiendo la reconstrucción de la historia medioambiental de los últimos milenios. Los estudios confirman que a finales de la última glaciación las formaciones boscosas del entorno estaban dominadas por pinos y que al elevarse las temperaturas a principios del Holoceno proliferaron las quercíneas (encinas, quejigos, robles).

Se han encontrado enormes colmillos y otros restos de elefantes lanudos (mamuts), el icono emblemático de esta zona lacustre de Padul, que frecuentaban estos parajes hace unos 40.000 años bajo las condiciones climáticas más frías de las fases glaciares.

Page 65: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Un gradiente acorde con el agua y la altitud

Francisco Valle Tendero Universidad de Granada

Queremos analizar la enorme hetero-

geneidad ecológica y paisajística que

existe en los diferentes ríos (cursos

de agua) que discurren por los alre-

dedores de Granada. Las zonas más elevadas de Sierra

Nevada, por encima de los 2.500 m de altitud, se en-

cuentran surcadas por numerosos arroyos provenien-

tes del deshielo que posibilitan la presencia de unas

comunidades escasas y raras en nuestra región, mu-

chas de ellas exclusivas de estos territorios. Tapizando

cauces y bordes de arroyos de aguas oligótrofas y

nacientes proliferan los briófitos y pequeños cormófi-

tos como saxífragas (Saxifraga stellaris subsp. alpigena)

o violetas (Viola palustris). Sobre suelos higroturbosos

cubiertos de una débil capa de agua superficial estan-

cada abundan cárices (Carex echinata, C. nevadensis, C.

nigra) y tirañas (Pinguicula grandiflora y P. nevadensis),

plantas insectívoras estas últimas de gran belleza y en

cuyas hojas quedan pegados numerosos insectos que

la planta utiliza como aporte nutricional. En suelos

húmedos pero no encharcados, donde la topogra-

fía permite cierta retención de humedad durante el

verano, se extienden los “borreguiles”, pastizales de

enorme importancia ganadera donde son frecuentes

gramíneas (Agrostis nevadensis) y tréboles (Trifolium

repens subsp. nevadense), junto a numerosas especies

vegetales de pequeño tamaño y bellos colores entre

las que destacamos ranúnculos (Ranunculus acetose-

llifolius, R. alismoides), gencianas (Gentiana sierrae, G.

alpina) o estrella de las nieves (Plantago nivalis).

Por debajo de estos originales territorios, la vegeta-

ción se distribuye según los sustratos geológicos y la

composición química. Sobre rocas silíceas descarbona-

tadas de los tramos altos y alcanzando un mejor desa-

rrollo cuando los cursos de agua discurren por valles

angostos, por aumentar las condiciones de umbría, se

localizan saucedas arbustivas de Salix atrocinerea y en

Sierra Nevada, paisaje de Granada, de Antonio Muñoz Degrain, 1920. Museo de Bellas Artes de Granada.

Distribución de las comunidades ligadas al agua desde las altas cumbres a la Vega:

[ 72 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

)

Page 66: Granada Nazari y Renacentista. 1600

ocasiones Salix caprea, junto a herbazales de Ranuncu-

lus granatensis, Aquilegia nevadensis, Heracleum sphon-

dyllum Peucedanum hispanicum y acónitos (Aconitum

burnatii y Aconitum vulparia) o cárices (Carex camposii y

C. paniculata), mientras que en tramos medios, suelen

presentarse, además de saucedas (en estos lugares de

Salix fragilis), comunidades arbóreas de alisos (Alnus

glutinosa), fresnos (Fraxinus angustifolia) o áceres (Acer

granatense). Sobre calizas o calizo-dolomías de ríos

y arroyos con caudal constante a lo largo del año y

de aguas corrientes y frescas se desarrollan choperas

negras con Populus nigra y Salix neotricha entremez-

cladas con mimbreras de hoja estrecha (Salix eleagnos

subsp. angustifolia, S. triandra, S. purpurea), que en las

zonas de dolomías aparecen acompañadas de brezos

(Erica erigena, E. terminalis). Estas comunidades arbó-

reas alternan o son sustituidas por zarzales, juncales o

herbazales de diferente composición y estructura.

Los tramos bajos de los ríos que llegan a Granada

están aún cubiertos por choperas blancas, si bien este

tipo de vegetación está en general bastante alterada

y fragmentada por su proximidad a núcleos de pobla-

ción y cultivos. Es muy difícil reconocer la primitiva

estructura de estos lugares con la vegetación distri-

buida en bandas; las saucedas de mimbre roja (Salix

purpurea subsp. lambertiana), que constituía la primera

línea y actuaba de freno a la erosión de las orillas, ha

desaparecido o se entremezcla con especies arbóreas

o arbustivas en muchas ocasiones de origen artificial.

Las líneas siguientes de vegetación se fusionan y se en-

cuentran invadidas por comunidades seriales y distin-

tos cultivos que alcanzan la misma orilla del río. Es de

resaltar la casi inexistencia de olmedas (Ulmus minor) y

fresnedas (Fraxinus angustifolia), que debieron ocupar

la zonas más externas, debido al excesivo manejo y

aprovechamiento de las vegas fluviales y al mortal

efecto de la grafiosis. Lógicamente, son más frecuen-

tes y diversos los tipos de vegetación que se desarro-

llan tras la destrucción de estos bosques de ribera,

destacando por su frecuencia los zarzales de zarzamo-

ra (Rubus ulmifolius) con enborrachacabras (Coriaria

myrtifolia) y los juncales de junco churrero (Scirpus

holoschoenus) con mentas, mastranzos y tréboles.

Por último, comentar que al pasar Granada y llegar a la

Vega, la domesticación de nuestros ríos ha acabado en su

mayor parte con la vegetación fluvial. Tan solo podemos

reconocer fragmentos de comunidades seriales, muchas

de ellas condicionadas por la alta nitrificación y pobreza

de estas aguas. Los cañaverales invaden numerosas zo-

nas de ramblas y pedregales, alternando con gramales y

fenalares en suelos poco evolucionados que si son húme-

dos, pueden estar cubiertos por herbazales o cicutales.

Al aumentar la nitrificación y la sequedad de los suelos

abundan los grandes cardos y en los cursos de aguas

tranquilas o estancadas, con alta actividad orgánica, son

frecuentes las berredas y comunidades algales.

Un gradiente acordecon el agua y la altitud

Alrededores de Granada, óleo de Isidoro Marín Garés, 1887. Museo de Bellas Artes de Granada.

)

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 73 ]

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Page 68: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Agua & Ciudad 3En apenas un siglo de dominio cristiano, Granada acusa los cambios. Los nuevos

señores han reconocido las bondades de la sabia manera de gestionar el agua, que

en lo básico perpetua la tradición nazarí, difícil de perfeccionar. Sin embargo, la

densa trama urbana de antaño, tejida alrededor del agua, padece modificaciones

sustanciales. Recién tomada la ciudad se decide la creación de una nueva plaza

mediante el soterramiento de un extenso tramo del Darro y el diseño de paseos a

lo largo de sus márgenes con vistas a la Alhambra. En la Plaza Nueva levantan el

edificio de la Real Chancillería, símbolo del poder, y un pilar con agua corriente

que le dará fama. Porque con los cristianos ha llegado una nueva forma de

interpretar la realidad; el espíritu del Renacimiento impulsa a las mentes más

preparadas y el hombre vuelve a ser el centro de referencia. El espacio público

urbano, más exiguo con el Islam, aparece como un potente y novedoso elemento

escenográfico en la configuración física y mental de la ciudad: en las plazas

se levantan edificios de gobierno, sedes eclesiásticas, se organizan festejos, se

anuncian proclamas, y también se levantan ostentosas fuentes y pilares para

satisfacer las necesidades de agua saludable para la población. El agua abandona

así el aljibe discreto, el pozo oculto, el jardín cerrado, para, en un acto de

afirmación del nuevo poder, conquistar la calle.

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Page 69: Granada Nazari y Renacentista. 1600

1. El río Darro, la ribera urbana.

La estructura de Granada gira en torno al Darro, el cauce que recorre el centro urbano, que

traza el eje de su expansión sobre la Vega. Configura una abigarrada travesía fluvial en la que

abundan los puentecillos, se agolpan los edificios y se multiplican las reformas bajo los designios

del gusto renacentista. Prueba de ello son el tendido de la Plaza Nueva sobre la bóveda con que

se cubre un tramo del río o la apertura en sus márgenes de paseos con arboledas y fuentes que

airean la población y brindan un placentero escenario para las relaciones sociales.

2. Puerta de los Tableros, la coracha sobre el Darro.

Desde la Alhambra baja hasta el Darro una coracha,

lienzo de muralla que permitía el aprovisionamiento de

agua tomándola directamente del río para asegurar el

suministro en caso de asedio. Esta coracha conectaba

además la Alhambra con la colina frontera de la

Alcazaba Vieja. Sobre la orilla queda una de las torres

de aguada y el arranque de la puerta de los Tableros, de

la que pendían unas compuertas que represaban el río

para facilitar la recogida de aguas. También desempeñó

una función higiénica, pues los periódicos desembalses

de las aguas almacenadas arrastraban los residuos

limpiando las sucias orillas del cauce.

Agua & Ciudad

[ 76 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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Page 70: Granada Nazari y Renacentista. 1600

3. El abastecimiento de Granada.

La necesidad del abasto de agua de calidad, para

beber personas y bestias, para aseo y limpieza,

para riego, industrias y otras actividades, se

resuelve en Granada sobre todo mediante

un sistema de acequias que se nutren de

manantiales, minas y ríos, junto con algunas

fuentes y pozos que afloran en la ciudad y sus

inmediaciones. La red de aguas traídas de fuera,

hecha en su mayor parte por los musulmanes,

sigue sustentando el suministro durante siglos

después de la conquista cristiana, apoyándose

en tres grandes ejes: las acequias que corren a

lo largo del valle del Darro, las del Genil y la

acequia de Aynadamar.

4. La acequia de Aynadamar.

Para el consumo humano se prefieren las aguas vivas de manantial a las de río, de calidad desigual y más

susceptibles de contaminarse. No es casual que cuando Granada se consolide en el siglo XI bajo la dinastía

zirí, una de sus iniciativas sea la de garantizar su suministro por medio de la construcción de una acequia

para traer las cristalinas aguas de Ayn ad-Damaa, la “Fuente de las Lágrimas”, la Fuente Grande de Alfacar.

Un dispositivo de más de 13 km de longitud que alimenta aljibes públicos y viviendas del núcleo antiguo de

la ciudad, además de regar a su paso innumerables pagos agrícolas e impulsar molinos hidráulicos.

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Page 71: Granada Nazari y Renacentista. 1600

5. Los aljibes, la tradición nazarí del agua cotidiana.

Según los esquemas de época nazarí que hereda la ciudad cristiana, las grandes acequias se ramifican

en canales para distribuir el agua por el interior de Granada. Así se observa en el Albayzín: la acequia

de Aynadamar penetra por la puerta de Fajalauza y la calle del Agua y se abre en ramales que abastecen

a las varias decenas de aljibes públicos que surten a buena parte de la población, a palacios, conventos,

y no pocas casas. Estos aljibes son sobrios depósitos donde el agua se remansa, limpiándose y ganando

calidad, situados en lugares de paso y cerca de las antiguas mezquitas, convertidas ahora en iglesias.

6. La colegiata del Salvador y el uso ritual del agua.

Dado el precepto de purificarse con agua antes de

la plegaria, la función simbólica del agua entre los

musulmanes cobraba un protagonismo especial

en las mezquitas, que se dotaban de aljibes y

fuentes. Esta circunstancia persiste en la colegiata

del Salvador, edificada en el siglo XVI sobre la

mezquita mayor del Albayzín, donde, pese al

cambio de culto, se mantiene el antiguo patio de

abluciones anejo al oratorio islámico, con una

gran cisterna subterránea y su pila de agua para la

higiene ritual de los creyentes.

[ 78 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

Page 72: Granada Nazari y Renacentista. 1600

7. Los baños.

Más de un siglo después de su conquista, aún

perduran en Granada varios de estos edificios

que reflejan la significación cultural que el agua

tenía para los musulmanes, ámbitos donde

hombres y mujeres se reunían, separados,

para asearse, cuidar el cuerpo y conversar.

Estos hábitos higiénicos no eran compartidos

ni comprendidos por los cristianos, y pronto

cayeron en desuso ante la prohibición. En

la lámina se reconocen, por las bóvedas que

cubren sus salas, los llamados baños de las

Tumbas, junto a la iglesia de San Andrés, o el

de la calle del Cañuelo.

8. Matices del agua en la ciudad cristiana.

Mientras en la ciudad nazarí el agua se imbrica sutilmente con el tejido urbano, en la nueva concepción

del espacio público bajo el dominio castellano cobra un papel más ostentoso. Los ejes cívicos (Plaza

Nueva, Bib-Rambla, calle Elvira…) se jalonan de fuentes que focalizan la atención y proclaman, con sus

inscripciones y relieves, el poder de las autoridades. Obras simbólicas y prácticas a la vez que también

contribuyen al suministro. Como la Fuente Nueva labrada en 1556 en el campo ante la puerta de

Elvira, un área de crecimiento y acceso principal de Granada.

Agua& Ciudad)

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Page 73: Granada Nazari y Renacentista. 1600

9. El saneamiento urbano.

Las aguas residuales se evacuan en parte mediante una red de conducciones, cubiertas o al aire libre, conocidas

como “darros”, por su destino final. El sistema deja que desear y son frecuentes los vertidos en acequias urbanas

como la de San Juan, que a mitad de su trayecto por el Albayzín pasa a denominarse Darrillo Sucio o Turbio,

al incorporársele las aguas residuales del barrio. También se depositan en pozos negros o se arrojan sobre el

terreno, situación que evoca la letrilla jocosa que corría a principios del XVII: “Tres cosas hay en Granada, que

duran el año entero, nieve en su Sierra Nevada, arrebol para la cara, y en la calle Elvira, cieno”.

10. El Darro, vía de evacuación.

El gran colector de evacuación de aguas residuales de Granada es, en definitiva, el Darro y sus ramales. A las

agua sucias de los barrios de las colinas se suman luego las de la ciudad baja, así como los vertidos y desechos

de tenerías, mataderos y otras actividades. Al dejar los arrabales, el cauce del río y sus derivaciones conducen

unas aguas degradadas que se filtran en canales y acequias y se reparten por los ejidos y campos de la Vega.

Todavía habrán de pasar varios siglos para que se remedie esta amenaza para la salubridad de la población.

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Page 74: Granada Nazari y Renacentista. 1600

11. Espacios de vegetación, intramuros y arrabales.

En Granada hay numerosas huertas y espacios urbanos con una profusa vegetación, clara manifestación de

la abundancia de agua que disfruta la ciudad. Así se observa en áreas intramuros, como las márgenes del

Albayzín alto y desde la Antequeruela y el Realejo hasta la Carrera del Genil, donde construcciones, jardines

y parcelas cultivadas se entrelazan de manera continua. Una tendencia que aún se acusa más en los arrabales

extramuros, por donde edificios y huertas se entrelazan hasta dejar paso a los campos de la Vega.

12. Los cármenes de Aynadamar y del Darro.

Si bien en su origen hacía referencia a

cierto tipo de heredad con viñedo, el

carmen designa una finca característica

de Granada integrada por una casa con

jardines y huertas, con un abundante

suministro de agua. En el período

nazarí y primeras décadas del dominio

cristiano se distribuyen ante todo por

la periferia, siendo los más célebres

los cármenes bajo la acequia de

Aynadamar, hacia la Cartuja, y los del

valle del Darro, al pie del Sacromonte

hasta Valparaíso. Más tarde se

multiplicarán por barrios interiores

como el Albayzín y la Antequeruela.

Agua& Ciudad)

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Page 75: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Agua& Ciudad)

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El agua en la Alhambra y el Generalife ()

1 / El complejo de la Alhambra y el Generalife se abastece de aguas del río Darro captadas a unos seis kilómetros mediante un azud de derivación y traídas por la Acequia Real. Décadas después de su construcción se desgajó de la canalización principal un ramal tendido a una cota más elevada —la Acequia Alta o del Tercio— para posibilitar el riego de terrenos por encima del Generalife.

2 / El Generalife, la almunia y finca de recreo de los sultanes aledaña a la Alhambra, es un espléndido ejemplo de la armoniosa integración de arquitectura, jardinería y agricultura característica de la civilización hispano-musulmana gracias al inteligente uso del agua, con un mosaico de espacios irrigados donde se combinan cultivos productivos con otros meramente ornamentales.

3 / El albercón nazarí de las Damas hace las veces de reserva general y depósito para el riego de las vertientes junto al Generalife. En principio se abastecía con una noria de tracción animal que elevaba el agua de un pozo conectado mediante una mina con la Acequia Real; al construirse la acequia del Tercio, pasó a surtirse del caudal de esta conducción. En el siglo XX se hicieron otras dos albercas a su lado, conociéndose el paraje como los Albercones.

4 / En las laderas del cerro del Sol se escalonan las huertas y terrazas de cultivo con hortalizas, legumbres, frutales, plantas aromáticas y otras especies, así como áreas de pastos en las zonas elevadas. Las parcelas de regadío se nutren de las acequias Real y del Tercio y sus derivaciones, del albercón de las Damas y de algunos aljibes en los que se acumula agua de lluvia.

5 / Desde el Generalife la Acequia Real penetra en el recinto de la Alhambra a través de un acueducto que salva el desnivel de la cuesta de los Chinos. Esta estratégica conexión hidráulica está custodiada por la torre del Agua, una edificación de grandes proporciones que se alza justo al lado del canal.

6 / El principal eje viario del área urbana de la Alhambra, la Calle Real, se ajusta al trazado de su arteria hídrica, la Acequia Real, de la que se derivan multitud de ramificaciones, descubiertas o soterradas, para distribuir el agua por los palacios, jardines, huertas, barrios, talleres, cuarteles, baños, mezquitas y otras dependencias del conjunto.

7 / El agua de acequias, surtidores y albercas es un elemento indisociable de la arquitectura de los palacios nazaríes de la Alhambra. A esta sutil presencia se añaden después las monumentales fuentes de corte clásico, más ostentosas, erigidas por los cristianos, como el pilar de Carlos V, junto a la puerta de la Justicia.

8 /

9 / Tras la conquista castellana se construye un gran aljibe de dos naves en la hondonada que separaba la Alcazaba del sector de los palacios reales, sobre el que se tiende luego la llamada plaza de los Aljibes. Estas cisternas se usan para regularizar el abastecimiento de la Alhambra e incluso para el suministro de la ciudad.

10 / De las acequias Real y del Tercio parte una red de ramales para llevar agua a las áreas de los Mártires, el bosque de Gomérez y las casas y huertas de la Antequeruela y el Mauror, junto a Torres Bermejas, que, por su elevada cota, no podían proveerse de las acequias del Genil que abastecían a otros barrios de esta zona de Granada.

11 / El carácter representativo y residencial que prevalece en la Alhambra bajo el dominio castellano, a costa de su anterior función militar y estratégica, promueve el crecimiento en sus faldas de arboledas de porte que se nutren de excedentes y líneas de agua. Son los bosques de San Pedro, hacia el Darro, y de Gomérez, en la vertiente opuesta, con olmos, álamos negros, chopos, fresnos y otras especies de ambientes húmedos. 12 / Además de integrar un vasto sistema hidráulico, la Alhambra es el foco rector de los regadíos de los contornos: los turnos de riego de la Vega se marcan a toque de campana desde la torre de la Vela, que resalta en la proa de la Alcazaba. 13 / Una coracha desciende desde la Alcazaba hasta el puente del Cadí o puerta de los Tableros, sobre el cauce del Darro, para facilitar el aprovisionamiento de agua del río, que luego se almacenaba en un aljibe. Este dispositivo se edificó para el suministro del castillo que precedió a la obra nazarí de la Alcazaba, sirviendo después como sistema de abastecimiento complementario, una vez construida la Acequia Real.

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El agua es la vida misteriosa de la Alhambra; genera la vegetación exuberante de los jardines, el esplendor de los arbustos florecientes; descansa en las albercas que reflejan las elegantes salas porticadas, se precipita en las fuentes y discurre murmurando, por estrechos canalillos, en medio de las estancias reales.

T. Burkhardt, La civilización hispano-árabe.

El fundador de la dinastía nazarí Ibn al-Ahmar inicia a mediados del siglo XIII la construcción de la Alhambra en el estratégico cerro enfrente del Albayzín que domina el valle del Darro, la ciudad y la Vega. Erigida a partir de una fortificación ya existente, se levanta en lo sucesivo una formidable ciudadela cortesana.

Para llevar a cabo esta iniciativa fue premisa indispensable dotarla de un suministro de agua abundante y seguro que garantizase su mantenimiento: en efecto, a la vez que se labran las primeras edificaciones se traza la Acequia Real, la arteria que alimenta el extenso y sofisticado complejo hidráulico en que se convierte la Alhambra, donde el agua adquiere un protagonismo esencial, sirviendo tanto para las funciones primarias de abastecimiento e higiene como para su utilidad productiva en la agricultura o para cometidos simbólicos, rituales, estéticos y placenteros.

Page 76: Granada Nazari y Renacentista. 1600

Juan Carlos Rubio CamposIGME

Las fuentes de abastecimiento antes de 1600

“Después salí para Granada, la capital de la

Andalucía y la recién casada entre sus ciudades. Sus al-

rededores no tienen parangón en todo el Universo… los

jardines, los vergeles, las praderas o los huertos… rodean

Granada por todas partes.”

Ibn Batuta, Las Rutas de al-Andalus, siglo XIV.

Espíritu daba agua a Recogidas, Puentezuelas, Gran

Capitán y San Antón.

No obstante, la mayor parte del agua procedía del

río Genil, por las acequias, construidas en el siglo

XI, del Candil ó del Cadí y la Acequia Gorda o Real.

Desde éstas se abastecía a Cenes y la zona sur y este

de la ciudad.

El abastecimiento se completaba con la acequia de

Aynadamar, procedente de la Fuente Grande de Alfa-

car (Ayn al-Dam, o “Fuente de las Lágrimas”). La pre-

sencia de la acequia permitirá suministrar agua a la

ciudad, así como a los habitantes de Víznar, Alfacar,

Sacromonte y El Fargue. El agua se dividía en varios

brazos junto a la Puerta de Fajalauza. Uno iba a la

Alcazaba Cadima y las construcciones hoy ocupadas

por el palacio de Dar al-Horra, casa del marqués del

Cenete, cuesta de la Alhacaba, Puerta de Elvira y ba-

rrios de San Cristóbal y el Cenete. Otro iba al barrio

de Rabadalbaida y al riego de huertas en la Cuesta

del Chapiz.

Aguador de Granada, en una estampa de 1851. Archivo Municipal de Granada.

Granada en el siglo XI, capital de los ziríes, se implan-

ta sobre la antigua Ilíberis romana. Los árabes here-

dan de los romanos unos sistemas avanzados de dis-

tribución, almacenamiento y conducción, a los que

ellos añaden sus conocimientos traídos de Oriente.

Los hispano-musulmanes hacen del agua un elemen-

to de purificación y uno de los pilares fundamentales

en su vida. Se establecen turnos de riego y abluciones

en las mezquitas; por todas partes hay jardines, ba-

ños públicos, fuentes, pilares, aljibes, molinos, tor-

nos y fábricas que dan prueba de ello.

El Darro abastecía a los barrios de la Antequeruela,

Mauror y la Alhambra. La traída de agua se hacía

por la Acequia Real, con dos ramales: acequias de la

Alhambra (Los dos Tercios) y Generalife (El Tercio).

Otra acequia, denominada de la Ciudad, se subdi-

vidía en la acequia de San Juan, que pasaba por San

Juan de los Reyes, y Santa Ana, que discurría al pie de

la Alhambra y abastecía a los barrios del Almanzora

y Santa Escolástica. Además, la acequia del Santo

[ 84 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

) El abastecimiento de agua de Granada

Page 77: Granada Nazari y Renacentista. 1600

El abastecimiento de agua de Granada

Organización del abastecimiento en la Granada renacentista hasta la actualidad

“…El agua de Granada sirve para apagar la sed. Es agua viva

que se une al que la bebe o al que la oye, o al que desea morir en ella. Sufre

una pasión de surtidores para quedar yacente y definitiva en el estanque.”

Federico García Lorca, Cómo canta una ciudad de noviembre a

noviembre, 1933.

Este abastecimiento tradicional, desde los ríos Darro,

Genil y Fuente Grande, junto al aprovechamiento de

otros manantiales de menor entidad (mina de Monzón

en San Cristóbal, Fuente Nueva en la antigua plaza de

toros y el pilar del barrio de San Lázaro), se mantiene

hasta finales del siglo XIX.

Tras la conquista, los Reyes Católicos encomiendan

a los llamados “zanaguidles” o acequieros el cuidado

de la red del agua y de las acequias, encomiendas que

recayeron sobre moriscos. Además había cañeros que

deambulaban por las calles arreglando y dando agua,

aljiberos que cuidaban de los aljibes, y pregoneros.

Hubo siempre una gran competencia entre los usos

agrícolas, industriales (sólo la Acequia Gorda tenía 50

molinos) y los urbanos, como lo atestiguan las nume-

rosas disputas entre agricultores, dueños de molinos y

usos urbanos.

Los tramos de agua de cada casa daban lugar a repeti-

ciones de conducciones innecesarias y a un verdadero

laberinto. Las tuberías eran de barro y el alcantari-

llado deficiente, lo que provocaba la contaminación

del agua potable y una humedad por toda la ciudad

hasta que, a finales del siglo XIX, tras la epidemia de

cólera de 1885, se acomete el embovedado del Darro,

la pavimentación, canalización de agua en tuberías de

hierro y reconstrucción de los darros. Hasta 1950 no se

El aljibe, óleo de G. O. W. Apperley, 1931. Colección Caja Granada.

Esquema manuscrito de traída de aguas a la ciudad de Granada, hacia 1620. Facultad de Teología de Granada.

concluyen las obras de la traída de agua desde los ríos

Genil y Aguas Blancas.

Un definitivo impulso al abastecimiento se da con la

construcción de los embalses de Quéntar (1976), que

regula el río Aguas Blancas, procedente de la sierra de

Tocón, y Canales (1988), que regula el río Genil. La

demanda se garantiza, aún en situaciones de sequía

extrema, con el aprovechamiento de las aguas subte-

rráneas de la Vega de Granada, mediante los sondeos

realizados en 1995 junto a la Ronda Sur, por lo que la

explotación sostenible del acuífero, pasa a formar par-

te fundamental del abastecimiento.

)

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 85 ]

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Más de un siglo después de la conquista de Granada y tras la llegada a la ciudad

de numerosos repobladores venidos de los reinos de Castilla, el protagonismo

del agua sigue presente no solo en su configuración física sino en la mente y el

sentir de sus habitantes. La importancia que tiene el agua en el día a día de sus

vecinos no es ajena a esta realidad porque la presencia de agua es la manifestación

material de que Dios-Alá-Yavé nos quiere y protege. Por ello, ese bien

insustituible debe ser gestionado de forma que llegue a todos para que todos, sea

cual sea su credo, puedan gozar de tan beneficioso don divino.

Bajo estos presupuestos, el modelo de gestión del agua incluye una compleja red

institucional de jurisprudencia que dicta leyes y normas, con un cuerpo ejecutivo

de alguaciles y acequieros que vigila su cumplimiento, un aparato fiscal que

recauda rentas en función de la calidad e intensidad de los usos del agua y una

sociedad cohesionada que asume las limitaciones impuestas por la naturaleza

del bien. Los reyes cristianos perpetuaron sin cambios sustanciales el complejo y

depurado modelo de gestión hídrica heredado de épocas precedentes, que tanto

contribuía al desarrollo y bienestar de la sociedad.

Agua& Economía

(

4

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1. El Darro, río del oro.

Sierra Nevada esconde oro en sus

filones, de donde es arrancado

por la erosión y depositado en los

cerros sedimentarios que rodean la

ciudad. La acción erosiva de los ríos

Darro y Genil lo acumuló después

en sus arenas. Con la salvedad de

los romanos, que disponían de

abundante mano de obra esclava,

la baja ley de las arenas auríferas

no fomentaba su explotación a

escala industrial. Sin embargo,

durante siglos se practicó el bateo a

mano, un duro trabajo que apenas

alcanzaba para un jornal tras horas

de esfuerzo. Uno de los ríos de

Granada, el Dauro o Darro, llegó

incluso a reflejar en su propio

nombre esta codiciada condición

aurífera del solar de Granada.

Agua& Economía

[ 88 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

(

Page 81: Granada Nazari y Renacentista. 1600

3. Molinos hidráulicos, el pan de cada día.

Entre todos los ingenios para aprovechar la fuerza de las aguas (molinos de papel, batanes, de aceite, etc.)

destacan los destinados a la producción de harinas. No menos de 57 molinos harineros había repartidos a lo

largo de la acequia de Aynadamar (16), de Axares (17), que recoge aguas del Darro, y la Acequia Gorda del

Genil, donde la elevada concentración de estos artefactos llega a dar nombre a la puerta más cercana de las

murallas: Bib Raha, la puerta de los Molinos. En la actualidad aún permanecen sus ecos en la calle Molinos.

2. Las acequias, el sistema circulatorio de Granada.

El incipiente sistema hidráulico romano se potenció al máximo en época andalusí con sustanciales actuaciones

realizadas con materiales humildes, pero no por ello menos eficaces y duraderos. El sistema circulatorio del

agua así desarrollado, a veces al aire libre, otras bajo tierra, mueve molinos, llena aljibes, mantiene las fuentes

de las mezquitas, abastece a los baños públicos, sostiene variados oficios artesanales (alfareros, curtidores,

tintoreros, armeros, etc.), para terminar regando las fértiles huertas de la Vega y alimentando su embalse

subterráneo. Un agua que anima a toda la sociedad granadina, generando prosperidad y riqueza.

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5. Alfareros.

También íntimamente ligada al agua, se desarrolla una potente manufactura de cerámica en los

arrabales y extramuros de la ciudad. La alfarería nazarí se mantiene en manos de los moriscos tras

la conquista por los cristianos y luego será asimilada hasta el punto de adquirir nombre propio y

representar a la cerámica granadina. Entre otros parajes, en lo más alto del Albayzín granadino,

cerca de la puerta de Fajaluza, o del “Collado de los Almendros”, había talleres dedicados a la

cerámica en barro vidriado decorado en tonos azules y verdes, con motivos en los que sobresale la

granada entre pájaros y heráldicas águilas bicéfalas.

4. Curtidores y tintoreros.

En los barrios al pie del Darro, a la salida de la ciudad, se concentran las actividades industriales que

requieren agua en abundancia. Son los talleres de tintoreros y curtidores, así como de otros artesanos

dependientes, como los zapateros. Si bien en muchas casas había telares y se confeccionaban tejidos, el

manejo de los tintes exigía mayor especialización por su dificultad y los inconvenientes que provocaba

(malos olores, contaminación de las aguas, etc.). También la manipulación de pieles y cueros era una

industria pujante que requería un espacio propio por las molestias que ocasionaba. Cinco siglos después, el

nomenclátor del callejero aún recuerda estas actividades en rótulos como el de la calle del Tinte.

[ 90 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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7. Un mosaico de cultivos herbáceos irrigados.

La fertilidad de la tierra, la disponibilidad de agua y la estructura de la propiedad determinan una ocupación

minifundista de la Vega, dando lugar a un denso hábitat disperso. Pese a que la conquista cristiana acarrea

cierta concentración de propiedades y explotaciones, la unidad base es muy reducida, cuya unidad de

medición, el marjal (unos 520 m2), da idea del intensivo aprovechamiento del terreno. Se plantan cereales

(trigo, cebada, escanda…), hortalizas (pepinos, rábanos, zanahorias…), leguminosas (alubias, altramuces,

garbanzos, habas, lentejas), a veces después de los cereales para fertilizar los suelos. En superficies menores

se cultivan también los condimentos propios de la cocina andalusí, como ajonjolí, albahaca, alcaparra, anís,

azafrán o hierbabuena.

6. Torre de la Vela, la regulación del riego.

El agua es un bien preciado y sus usuarios

numerosos. Para evitar problemas, en la torre

vigía de la Alcazaba de la Alhambra, desde la

que se domina toda la Vega y que a su vez es

vista por todos los regantes, se marcan las horas

de riego. Las antiguas ordenanzas dispuestas

por los nazaríes se respetan y potencian bajo los

reyes cristianos, que codifican los antiguos usos y

costumbres, como en el apeo de Loaysa de 1574, y

mandan colocar en la torre de la Vela una campana

de plata en recuerdo de la conquista, con la que se

señalan los turnos para regar.

Agua& Economía)

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 91 ]

Page 84: Granada Nazari y Renacentista. 1600

9. La seda.

El comercio de la seda ha sido y es uno de los motores económicos de la ciudad. La facilidad de la cría a escala

doméstica del gusano y del hilado y tejido de la seda hace que sean muchas las familias que se dediquen en sus

hogares a la confección de tan valioso artículo. En 1589 se dice al respecto: “es tanto el trato de la seda que ay en

esta ciudad, que casi toda la gente común se dedica a aquel trato”. La historia viene de lejos, pues el reino nazarí

había mantenido un considerable comercio exportador con los reinos cristianos, hasta el punto de que Fernando

el Católico hubo de promover un mercado de seda en Valencia para debilitar al granadino. Esta pujante actividad

descansa en un humilde insecto (Bombix mori) y en su alimento, las hojas frescas del moral (Morus nigra), que fue

sustituido avanzado el tiempo por la morera (Morus alba), cultivados en la Vega y otras comarcas vecinas.

8. Cultivos leñosos.

En terrenos también de regadío crece arbolado frutal (manzanos, membrillos, ciruelos, cerezos, granados,

acerolos, nísperos, azofaifos, perales, toronjos…). En parcelas con menor garantía de suministro de riego

por su topografía o lejanía de las acequias son más frecuentes los olivos, higueras, almendros, vides; y las

márgenes de las parcelas o bordes de los caminos, a menudo en la vera de las acequias, son los lugares más

propicios para moreras, almeces, serbales, chopos y olmos, que proporcionan seda, madera, frutos y forraje.

Entre esta gran diversidad de leñosas, en los huertos y jardines de las casas resaltan algunas especies exóticas,

como las palmeras, que además de adornar con su belleza, dan exquisitos dátiles.

[ 92 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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11. Los secanos.

En la periferia y por encima de los terrenos irrigados se encuentran áreas de cultivo explotadas en régimen

de secano. Predominan los cereales junto con especies leñosas como la vid o el olivo. En los secanos de

sembradura, que conocen un notable impulso con la llegada de los castellanos, se practica la rotación del

cultivo —“de año y vez” o “al tercio” (una hoja se siembra de cereales, otras se dejan en barbecho o se

plantan de leguminosas)— para paliar el agotamiento de los suelos. Debido a la gran demanda por parte de la

población, Granada debe importar cereales para su consumo, abasteciéndose de comarcas vecinas, como los

Montes, o de lugares mucho más distantes por vía marítima.

10. El lino.

En época andalusí vino de Oriente el lino, una planta que produce largas y resistentes fibras que, una vez

tejidas, dan una tela ligera y transpirable, mucho más cómoda que las pesadas estameñas cristianas de lana.

La refinada sociedad granadina demanda este tejido, lo que motiva la siembra del lino en la Vega. Esta planta

herbácea de rápido crecimiento llega a alcanzar el metro de altura; se siega en fresco, pero para trabajarla

hay que eliminar la lignina que contienen sus tallos para liberar las fibras de celulosa, lo cual se consigue

sumergiéndola durante días en grandes albercas o pudrideros.

Agua& Economía)

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13. Monte, pastos, ganadería.

12. Almazaras y aceite.

El aceite (az-zayt) es, junto a las aceitunas, uno de los pilares de la alimentación. Los olivos crecen

en pequeñas parcelas de la Vega y en laderas aledañas. Las aceitunas se muelen en la almazara (al-

ma’sara), donde se exprimen entre grandes piedras, por lo general movidas por caballerías (molinos

de sangre), y se prensan con artefactos de palanca o “vigas”, según técnicas ancestrales. Muchos de

los caseríos diseminados a menudo incluyen un molino aceitero entre sus dependencias.

En las áreas de monte, dehesas y

pastizales de las vertientes serranas,

además de recolectarse leña, miel, cera

y plantas aromáticas y medicinales,

es usual la presencia de ganado, sobre

todo de ovejas y cabras. Además de

aprovecharse la lana y las pieles de las

reses, los productos lácteos y la carne

—en especial la de cordero y choto—

forman parte de la dieta de las familias

granadinas. El vacuno, a su vez, se

emplea para la labranza y tiro.

[ 94 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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14. Puerta del Pescado.

Es el nombre que le dieron los castellanos a esta puerta por ser la entrada a la ciudad del pescado traído de

la costa. Edificada a fines del siglo XIII y conocida en época nazarí con otras denominaciones (Puerta del

Refugio, del Ocaso…), formaba parte de las murallas de los arrabales orientados al Genil y a los caminos que

comunicaban con el sur y el litoral a través del cercano puente de piedra sobre el cauce del río. Fue demolida

a mediados del siglo XIX.

15. Estación de plantas viajeras.

Al igual que antaño prosperaron en la Vega numerosas plantas de cultivo traídas de Oriente, desde los

siglos XVI y XVII empiezan a introducirse nuevas especies de interés agrícola venidas, en este caso por mar,

de América (maíz, patatas, tomate, pimiento, tabaco, entre otras). Con el tiempo, alcanzan una elevada

difusión e importancia, poniendo de manifiesto la notable capacidad y flexibilidad productiva de la Vega

como estación de plantas viajeras.

Agua& Economía)

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Page 88: Granada Nazari y Renacentista. 1600

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La Vega, paisaje del agua

Las acequias surten a los campos, pero su agua también es usada para otros menesteres como el lavado de la ropa. Incluso se pueden echar las nasas y llevarse para la cena un golpe de cangrejos de río, que aún medran en las orillas.

Las lindes de las parcelas son ocupadas a menudo por árboles como los almeces o los olmos que suministran madera y forraje. También son un buen lugar para los frutales, que con generosidad ofrecen peras, manzanas, ciruelas, membrillos, granadas, cerezas, acerolas, nísporas o melocotones.

El cultivo ha de dejar espacio para el descanso de la tierra y la alimentación del ganado de labor. A mediados del siglo XX comienza a extenderse el uso de fertilizantes químicos y de tractores para la labor, pero aún se mantienen los viejos ciclos de labor que permiten restituir la fertilidad de modo natural al suelo.

El agua parece brotar del interior de un molino. Sin gastarse, sólo liberando la energía acumulada, ha puesto en marcha los rodeznos que a su vez permiten el roce de la piedra corredera sobre la solera y, con ello, la molienda del trigo que, después de cernido, se convertirá en blanca harina.

Una acequia principal deriva agua a las hijuelas o acequias secundarias. Portillos y compuertas permiten la regulación del cauce, dando paso a las regueras de las hazas o conduciendo el caudal hacia otros pagos que esperan su turno de reparto.

La vera de las acequias, pero también las orillas de los caminos y los ribazos, están frecuentemente delimitados por setos de saúco, zarzas y cañaverales, que aportan sombra y material de uso diverso para la labranza.

Acaba el invierno. Se prepara la tierra para acoger a los cultivos que estarán en sazón entrado el verano: papas, maíces, ajos, tabaco… En otras hojas, el trigo verdea; algunas hazas están aparentemente vacías: tal vez en barbecho o aguardan-do a las cebollas, las lechugas o los tomates. Los trabajos y los días en la Vega de Granada, que aparece representada en esta imagen hacia la década de 1930, en su madurez como paisaje del agua. Un singular espacio productivo minuciosa-mente modelado a partir del manejo de los recursos hídricos, fruto de una evolución secular, iniciada en época romana, consolidada en la etapa andalusí y continuada hasta fechas recientes.

(

)

La nieve cubre la Sierra. Desde el Pico del Veleta hasta el Cerro del Caballo, el agua permanece a la espera, blanqueando el horizonte que cierra la Vega por el sur, esperando la llegada de los primeros calores de abril para derramarse fértil por los ríos de Granada.

Las choperas ponen una nota de colorido vertical que contrasta con el paisaje horizontal de los cultivos herbáceos. Verdes en primavera y verano, amarillas en otoño, blancas en invierno, ocupan los terrenos más bajos y encharcadizos, próximos al río.

Un labrador guía la mula entre los surcos. Está tableando, preparando la tierra para la nascencia de las semillas. Si son dos mulas las que están aparejadas para realizar el araíjo y otras labores, se denomina una yunta; cuando sólo trabaja una bestia, se llama ganga.

La silueta alargada de la chimenea delata a la vieja fábrica azucarera. La remolacha significó una auténtica revolución económica y social para la Vega entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX. La vega de la remolacha, que había sustituido a la del lino y el cáñamo, finalizó en la campaña 1983-1984 con el cierre de la última fábrica, la de San Isidro.

Para que el agua de riego fecunde a una mayor superficie y los vegetales se beneficien de ella sin asfixiarse, la tierra de labor se dispone en surcos y caballones delicadamente trazados por los labradores.

El cultivo del tabaco se extendió en la Vega de Granada en la década de 1920. Su auge posterior permitió superar, en parte, el declive de la remolacha, y dio origen a uno de los elementos más singulares del paisaje de la Vega: los secaderos de tabaco.

Page 89: Granada Nazari y Renacentista. 1600

José Ramón Guzmán Álvarez Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente

Contemplar un paisaje pretérito es una

empresa arriesgada. Pero en el caso de

Granada entre los siglos XIV y XVII, las

fuentes, relativamente abundantes, pa-

recen haberse puesto de acuerdo y nos animan a que

nos atrevamos a imaginarla con una representación

que, en otro contexto, en otro lugar, calificaríamos

como una visión excesivamente idealizada de belleza

en un espacio rural.

Porque es bastante posible que las crónicas no exage-

ren en sus descripciones y la ciudad y su vega respon-

dieran a un cierto arquetipo de locus amoenus. Como

esa Damasco de Occidente que Ibn al-Jatib reflejara a

mitad del siglo XIV, haciendo suyos los elogios de los

autores árabes que le precedían:

“Dicen que está situada deliciosamente

en medio de un inmenso jardín, que tal nombre

merece su amenísima vega de cuarenta libras de

extensión, donde las viñas y las plantas aromáticas

alternan y se enlazan con las fructíferas arboledas”.

Un territorio feraz, labrado con primor hasta la ma-

ravilla, como anotó el viajero alemán Münzer que

visitó Granada en 1494, apenas recién conquistada:

“Hacia el mediodía, norte y poniente

tiene una extensa y hermosísima llanura [que]

puede regarse por todas partes y tiene un suelo

tan fecundo y rico, que produce dos cosechas al

año. (...) tiene casi en una milla muchos huertos

y frondosidades que se pueden regar por canales

de agua; huertos, repito, llenos de casas y torres,

habitados durante el verano, que, viéndolos en

conjunto y desde lejos los creerías una populosa y

fantástica ciudad. Principalmente hacia el noroes-

te, en una legua larga o más, contemplamos estos

huertos, y no hay nada más admirable”.

Mármol Carvajal, el soldado escritor, en los años del

levantamiento de los moriscos de 1568, también la

percibió engalanada y amena:

“Se extiende largamente por un espa-

cioso llano a la parte de poniente, donde está

una hermosísima vega llana y cuadrada, llena de

muchas arboledas y frescuras, entre las cuales hay

muchas alcarias pobladas de labradores y gente

del campo”.

Y muchos años después, en la Granada plenamente

barroca del siglo XVII, el cronista Henríquez de Jor-

quera coincidió en el retrato de un territorio ubérri-

mo, desprendido:

“Comenzando desde la parte oriental

del Dauro se juzga desde sus cumbres un hermo-

sísimo país de cármenes, casas de recreación y

molinos entre diversas arboledas, hasta Jesús del

Valle o Val de Paraíso (...) Y revolviendo al norte

por la salida de Fajalauza es menos poblada de

cármenes y jardines la famosa Ynadamar; Cartuja

vieja y laderón del Fargue hacen otra población

vistosa, algo dilatada, y bajando a lo llano por los

Cármenes del Beiro, caminando al poniente se

juzga desde la ciudad una grande población de

copiosas heredades con bizarras y hermosas casas

con torres que se miran unas a otras… con tantas

y extendidas huertas que sus numerosas casas se

esconden entre sus emboscados árboles, abrazán-

dose con la ciudad hasta los raudales del Genil”.

El paisaje aljamiado: Granada y su Vega entre el siglo XVI y el XVII

[ 98 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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El paisaje aljamiado: Granada y su Vega entre el siglo XVI y el XVII

Todo hace pensar que el paisaje de Granada y su vega era, en definitiva, un precioso tapiz trenzado por la pericia de los hombres y la generosidad de la naturale-za, cuya urdimbre estaba sustentada por una red vivi-ficante de arroyos encauzados: las acequias por donde discurría el agua domesticada.

El agua que se sangraba del Genil y surtía la acequia Gorda, la de Arabuleila y la de Tarramonta. La que contenía su ímpetu en las represas de los ríos Dílar y Monachil. La que no se dejaba marchar en la Fuente Grande de Alfacar y enverdecía los cármenes y huertos de Aynadamar. El agua del Darro y sus fuentes, la que recorría el valle del Paraíso y atravesaba los adarves para solearse en los huertos intramuros. El agua que cocía el lino en las albercas y sazonaba las aceitunas y las hojas de los morales. El agua que rezumaba en las orillas de los caces y remanecía en riberas orladas de saúcos, almeces y cañaveras.

Bien es cierto que no todo era regadío, y que el secano se enseñoreaba en los espacios de transición entre el llano y la montaña, aportando cien matices en piede-montes y en colinas que compartían barbecho y cereal, olivares y viñedo, monte y pastizales. Pero el agua era tan importante que se ganó el respeto que fue negado a los hombres. De manera que tras la conquista de la ciudad se tradujeron a la lengua de los conquistadores los usos y costumbres inveterados que garantizaban su reparto sensato, especialmente en los años de escasez. Y hasta sus conflictos se dirimieron en un tribunal par-ticular que atendía especialmente al interés del agua.

Razones había para ello. Si las acequias seguían siendo las mismas, ¿por qué no habían de serlo las dulas y las tandas? Si el agua continuaba desparramándose pere-zosa por la cabezada de los mismos bancales, ¿por qué habrían de mudarse las regueras o los partidores?

Fueron muchas las cosechas que crecieron sobre surcos henchidos por un agua que corría al dictado de la cam-pana de la Vela, aunque habían sido escardadas por amo-cafres moriscos. Unas hazas cuyas besanas las marcaban gañanes que todavía entonaban canciones en algarabía, a pesar de que sus escrituras ya estaban romanceadas

Aquel fue el tiempo de la vega aljamiada.

Una vega que todavía atesoramos y que no debería-mos dejar perder.

El paisaje aljamiado: Granada y su Vega entre el siglo XVI y el XVII

Granada y la Vega, detalle del mapa del reino de Granada. Atlas del Rey Planeta de P. Texeira, 1634.

Vista de Granada, grabado publicado por F. Vallegio a fines del siglo XVI.Archivo Municipal de Granada.

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G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 99 ]

Page 91: Granada Nazari y Renacentista. 1600
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Abierta “como una granada” por el río Darro y abrazada por el cauce del

Genil, la ciudad se despliega desde las colinas del Albayzín y la Alhambra

hasta el llano que deja paso a la Vega. La urbe, una de las más populosas de

España, mantiene en lo esencial la abigarrada configuración que adquirió en

el período nazarí. Pero los cambios acontecidos al cabo de más de un siglo de

dominio castellano son ya también muy perceptibles.

El centro de gravedad de la población se traslada de los empinados

cerros, último refugio morisco, a la parte baja, la medina, donde prefieren

asentarse los repobladores cristianos. En el denso caserío se abren plazas y

paseos de una regularidad y amplitud nunca vistas en Granada. Junto a la

recatada arquitectura de las mezquitas, baños y viviendas nazaríes surgen

monumentales iglesias y conventos, majestuosas sedes de gobierno, soberbias

casas señoriales. Buena parte del cinturón amurallado pierde sentido, se

descuida y se deja atrás en el rápido crecimiento de los arrabales extramuros,

que se tienden hacia la Vega formando una corona entre grandes monasterios

y fundaciones, villas de recreo y una constelación de casas rurales.

Lugares y edificios

(

5

Page 93: Granada Nazari y Renacentista. 1600

2. La Casa Real nazarí, “el agua como perlas fundidas”.

El corazón de la Alhambra está formado por las dependencias cortesanas y residenciales de los

reyes granadinos, una serie de núcleos yuxtapuestos donde el agua es un elemento esencial y de

gran importancia simbólica como metáfora del paraíso. En un breve espacio se concatenan el

área administrativa del Mexuar, el palacio de Comares, con el torreón del Salón del Trono sobre

el Darro y el patio de los Arrayanes con una alberca, la casa privada en torno al patio de los

Leones con su fuente central, los baños reales y otras edificaciones hasta los jardines del Partal.

1. La Alhambra.

El emblema monumental de Granada es la Alhambra —al-Hamra, “la Roja”—, la ciudad palatina fortificada

que domina la población desde el cerro de la Sabika. Asentada sobre algunas construcciones anteriores, es

obra en su mayor parte de la dinastía nazarí, levantada entre los siglos XIII y XV. En el conjunto se distinguen

el recinto militar de la Alcazaba, en posición delantera, el núcleo de los Palacios Reales y, a continuación, el

sector ocupado por otras residencias, jardines y los barrios de viviendas y piezas diversas al servicio de la corte.

Lugaresy edificios

[ 102 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

(

Page 94: Granada Nazari y Renacentista. 1600

3. Palacio de Carlos V.

Frente a la ligereza y abundancia de connotaciones

acuáticas de los palacios nazaríes, este majestuoso

edificio obedece a los más puros cánones del

Renacimiento, del que se considera una obra maestra.

En un gesto de afirmación del poder imperial en la

ciudad que simbolizaba la victoria cristiana, fue mandado

construir por el Emperador a raíz de su estancia en

Granada en 1526. El proyecto, sin embargo, quedaría

paralizado por falta de fondos a causa de la rebelión de

los moriscos, sobre quienes recaía su financiación, y no

llegó a terminarse hasta el siglo XX.

4. El Generalife, el esplendor del agua.

Las múltiples vertientes del agua en la arquitectura nazarí amplifican sus dimensiones recreativa

y práctica en el palacio de verano de los sultanes, el Generalife, Djennat al-Arif, la “Huerta del

Arquitecto”. Modelo del jardín hispano-musulmán, comprende una red de canales, estanques

y fuentes, parcelas de siembra y frutales, paseos de vegetación, jardines recoletos e ingeniosos

dispositivos como la Escalera del Agua. Incluso la misma disposición de sus edificios, sobre el eje del

patio de la Acequia, responde a su carácter primordial de jardín y paraíso del agua.

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 103 ]

Page 95: Granada Nazari y Renacentista. 1600

6. Palacio de Dar al-Horra y Santa Isabel la Real.

En mitad del Albayzín, por donde estuvieron el alcázar zirí y diversas residencias de la

dinastía nazarí, se hallan dos edificios representativos del mestizaje cultural que se fraguó

en Granada. Son el palacio de Dar al-Horra, la “Casa de la Reina”, obra del XV donde vivió

la madre de Boabdil, y el convento adyacente de Santa Isabel la Real, fundación de la Reina

Católica. En su fisonomía se observa el distinto matiz con el que el agua se integra en la

arquitectura islámica y cristiana: mientras Dar al-Horra consta de un patio rectangular con

una alberquilla, Santa Isabel se articula sobre un claustro cuadrado con una fuente central.

5. Por el Albayzín.

El primitivo solar de Granada corresponde a la parte alta del actual barrio del Albayzín, donde

se superpusieron el núcleo iberorromano, el recinto de la Alcazaba Cadima o Vieja de los

ziríes y su continuación urbana de épocas nazarí y cristiana. Este sector comprende la meseta

superior de la colina en torno a la iglesia de San Nicolás, delimitado por la muralla zirí del

siglo XI sobre la cuesta de Alhacaba y descendiendo por las laderas, hacia la calle de Elvira y el

Darro. Es el último reducto de los moriscos, muy despoblado después de la rebelión de 1568.

[ 104 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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7. Puerta y calle de Elvira.

Levantada en el siglo XI y transformada por nazaríes y cristianos, la puerta de Elvira, al pie del Albayzín, es la

principal entrada del recinto amurallado, donde confluyen los caminos de Sevilla, Jaén y de la vieja ciudad de

Elvira. De aquí arranca la calle de idéntico nombre que constituye una de las arterias vitales de Granada en la

Edad Media y durante la Edad Moderna. Sinuosa e irregular, penetra hasta el centro, hallándose en sus aledaños

edificios de nota como tres parroquias, las casas de la Inquisición, baños, hospitales y mansiones solariegas.

8. Plaza Nueva.

Para dotar a Granada de un foro oficial renovado, a partir de 1506 se traza en el tejido de la

ciudad nazarí esta plaza sobre la bóveda que cubre parte del Darro. Utilizada para festejos y

actos públicos, la importancia de su función representativa se refleja tanto en su ubicación

como en su diseño: se sitúa en la convergencia de ejes viarios como la calle Elvira, la carrera del

Darro y la subida a la Alhambra, y está flanqueada por dos parroquias, una fuente monumental

mandada construir en 1593 y el edificio de la Chancillería, el alto tribunal de la corona.

Lugaresy edificios)

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9. Catedral y Capilla Real.

A principios del siglo XVI se inicia la construcción de

los edificios religiosos más significativos de la ciudad

cristiana junto a la mezquita mayor de Granada: la

Capilla Real, concluida en 1521 y destinada a panteón

de los Reyes Católicos, y a su lado, la Catedral,

cuya obra, comenzada en 1523, se dilata hasta bien

entrado el siglo XVII. Entretanto, las dependencias

adyacentes de la mezquita se adaptan para su uso

como iglesia del Sagrario. En las cercanías de estas

edificaciones de culto se reparten además el Palacio

Arzobispal y varios colegios eclesiásticos.

10. Plaza Bib-Rambla.

El principal espacio público en la ciudad baja es esta plaza de evocaciones fluviales, pues

su nombre deriva de una puerta de la muralla que cierra uno de sus lados, Bib-Rambla, la

“Puerta del Arenal” que formaba allí el río Darro. Se configura en el siglo XVI, cuando se

ensancha una explanada ya existente en el lugar. Enclavada junto a las áreas más comerciales

e industriales, contorneada por edificios con miradores y presidida por una monumental

fuente, se convierte desde entonces en un concurrido foco de celebraciones e intercambios.

[ 106 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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11. De Torres Bermejas al Realejo.

Entre el Darro y el Genil se encuentra otro

importante sector urbano surgido a partir de

arrabales nazaríes como el de los Alfareros.

En lo alto resalta la fortaleza de Torres

Bermejas, uno de los núcleos más antiguos

de la población, con el Mauror, antaño solar

de la judería, a sus pies. Más adelante están

la Antequeruela, por encima del Campo del

Príncipe, explanada que pasa a convertirse en

“otra grande y anchurosa plaza”, y el Realejo,

cuyo caserío se entrelaza ya con las numerosas

huertas que ganan terreno en dirección al Genil.

12. Santa Cruz la Real y Cuarto Real de Santo Domingo.

En las huertas de la Almanjarra, próximas al borde de la ciudad hacia el Genil, se erige el convento

dominico de Santa Cruz la Real, uno de los más destacados de Granada. Además de la iglesia y

claustros como el de los Naranjos y el de la Fuente o la Cisterna, que evocan su pasado como

fértiles terrenos irrigados, comprende deliciosos huertos y jardines, así como un antiguo palacio

nazarí del siglo XIV, el Cuarto Real de Santo Domingo, con un pabellón apoyado en la muralla que

se incorpora al conjunto conventual.

Lugaresy edificios)

G R A N A D A N A Z A R Í Y R E N A C E N T I S T A . 1 6 0 0 [ 107 ]

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13. El Hospital Real y San Lázaro.

El campo frente a la puerta de Elvira, solar de cementerios musulmanes por donde transitan los

caminos de Sevilla y Jaén, se convierte en uno de los vectores de la expansión extramuros, con el

vasto edificio del Hospital Real como hito de referencia. Esta fundación de los Reyes Católicos

atestigua los cuidados que prestaron a la ciudad que simbolizaba la más valiosa de sus conquistas.

A su lado crece el barrio de San Lázaro, de calles rectas y manzanas ordenadas, destinado en origen

a gentes de la guarnición, el más humilde que surge en Granada en época renacentista.

14. Monasterio de San Jerónimo.

Uno de los testimonios más elocuentes del nuevo panorama arquitectónico que siguió a la

conquista cristiana es esta grandiosa fundación de los Reyes Católicos. Erigido a partir de

1504 en la periferia de la ciudad, el monasterio forma un conjunto con varios claustros y una

monumental iglesia que figura entre las mejores obras del Renacimiento español. Al igual

que en las villas suburbanas nazaríes, las construcciones monásticas se rodean de una amplia

superficie de jardines ornamentales y huertos de labranza cercados por tapias y muros.

[ 108 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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15. La Carrera y puente del Genil.

El espacio extramuros desde la puerta de Bibataubín o de “los Ladrilleros” hasta

el Genil y el Darro se define como la Carrera del Genil. Es un área de expansión

y lugar de celebraciones, colonizada por obras como la ermita de la Virgen de las

Angustias, el humilladero de San Sebastián y los edificios y corrales del Rastro, donde

se concentraba el ganado antes de llevarse al matadero, ubicado en este paraje por su

amplitud y abundancia de agua. Por aquí se halla el puente de piedra de cinco ojos

sobre el Genil cuya construcción se remonta a los siglos XI o XII.

16. Alcázar Genil.

Entre los edificios más señeros al otro lado

del Genil destaca el palacete conocido

hoy como Alcázar Genil. Levantado por

los almohades hacia 1219, consta de un

exquisito pabellón ante una gran alberca

entre jardines. Un excelente ejemplo de las

refinadas almunias o casas de recreo que

embellecían los alrededores de la ciudad en

época islámica, en las que el agua jugaba

un papel fundamental. Muy cerca se halla

la ermita de San Sebastián, instalada en un

antiguo morabito musulmán.

Lugaresy edificios)

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Cármenes de Granada

Granada, la “ciudad del agua”, es también la “ciudad de los cármenes”, por las caracte-rísticas construcciones —casas con huerto-jardín— que se escalonan en las colinas del Albayzín, la Antequeruela y otras laderas de la ciudad histórica. Cármenes que, en definitiva, son igualmente una manifesta-ción del rico carácter hidráulico de Grana-da. Pues es el agua la que explica y nutre los huertecillos, jardines, arboledas y viviendas que lo componen, con un sistema circu-latorio de acequias, conducciones, aljibes, pozos, albercas, surtidores y canalillos que la toman, almacenan y distribuyen por estos remansos domésticos de verdor, satisfa-ciendo sus necesidades de riego, consumo y recreo. Así aparece en esta imagen de un carmen granadino en el tránsito de los siglos XIX al XX.

(

)

El carmen conjuga una dualidad en su visión: oculto por tapias, se sustrae a la mirada del viandante, cerrándose a su recinto íntimo; en su interior, por el contrario, busca las vistas, los panoramas cuanto más amplios y monumentales, a ser preferible de la Alhambra.

A partir de la casa, los espacios al aire libre del carmen se escalonan y jerarquizan de arriba abajo, según la topografía y la lógica del reparto de aguas. Cerca de la residencia hay patios y terrazas de empedrado, con fuentes, estanques y macetas, a la sombra de cipreses y otros árboles, entre setos y jardines. En los niveles inferiores se disponen en paratas “algo de jardín y algo de huerto”, con emparrados y pérgolas, pequeños bancales labrados en surcos, espesuras de frutales y arboleda diversa, macizos de flores y plantas ornamentales, arbustos perfumados que trepan sobre las tapias.

“Para emplazamiento de una casa entre jardines se debe elegir un altozano que facilite su guarda y vigilancia. Se orienta el edificio al mediodía, a la entrada de la finca, y se instala en lo más alto el pozo y la alberca, o mejor que pozo se abre una acequia que corra entre la umbría. La vivienda debe tener dos puertas, para que quede más protegida y sea mayor el descanso del que la habita.Junto a la alberca se plantan macizos que se mantengan siempre verdes y alegren la vista. Algo más lejos debe haber cuadros de flores y árboles de hoja perenne. Se rodea la heredad con viñas, y en los paseos que la atraviesen se plantan parrales.El jardín debe quedar ceñido por uno de estos paseos con objeto de separarlo del resto de la heredad. Entre los frutales, además del viñedo, debe haber almeces y otros árboles semejantes, porque sus maderas son útiles”.

Ibn Luyun, Tratado de agricultura, siglo XIV

La palabra ‘carmen’ deriva del árabe karm, que en su acepción más amplia significa ‘viña’. Es probable que en principio los cármenes fuesen fincas rústicas entre cuyos cultivos se hallase la vid, junto con hortalizas, legumbres, olivos, frutales, plantas ornamentales, árboles y una casería que hacían de estas posesiones de Granada fincas de recreo al mismo tiempo que utilitarias y productivas.

Residencia de poetas y artistas en el Barroco, “paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos”, el carmen se consolida finalmente entre el XIX y principios del XX al sumarse el matiz romántico y pintoresco a la tradición morisca y clásica.

La mención de los cármenes se remonta a época nazarí, cuando se distribuyen por la periferia urbana hacia la Vega, Aynadamar y el Darro. Al despoblarse de moriscos barrios enteros, los cármenes se asientan en el interior de la ciudad, ocupando vacíos e introduciendo un brote de aire rural, de vegetación y agua, en medio del denso caserío de Granada; el fenómeno afecta en especial al Albayzín, donde, a fines del XVI, apenas se volvió a ocupar la mitad de las casi 5.000 casas abandonadas por los moriscos.

El carmen oscila desde la humilde finca con una huerta diminuta, a suntuosas villas con soberbios jardines y viviendas en las que a menudo rezuma la huella del pasado, en sus miradores, patios, pórticos, fuentes y estanques entre setos, bancales de cultivo y arboledas. Mientras el Generalife es considerado la máxima expresión del carmen, los hay populares, como tantos del Albayzín, de larga historia como el del Chapiz, recoletos como el del compositor Manuel de Falla, o monumentales como el de los Mártires.

El agua que vivifica los cármenes se nutre de la añeja red urbana de acequias, atanores y cauchiles. Numerosas casas, y sobre todo las principales, entre ellas numerosos cármenes, detentan derechos para el suministro particular. Una vez dentro del carmen, el rumor de las fuentes y el sosiego de albercas y aljibes, cuya capacidad se completa con las lluvias, reflejan el papel esencial del agua en estos recintos. Para el consumo de boca, se toma del pilar, se almacena y decanta en tinajas, se sube del pozo de un depósito soterrado, derivándose también para otras necesidades domésticas, como la limpieza o lavandería. Para el riego de los jardines y huertas que constituyen el rasgo característico del carmen granadino, el agua se reparte mediante canalillos desde estanques y cisternas.

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Antonio Jiménez TorrecillasArquitecto, ETSA de Granada

El valle del Darro es el ecosistema más frá-

gil y de mayor valor paisajístico que salva

el declive entre las formaciones alpinas

del oligoceno y la llanura aluvial más re-

ciente de la vega del Genil. Nos encontramos con dos

grandes unidades territoriales —Sierra y Vega— que

actúan como fondos paisajísticos, entre los cuales se

emplaza la ciudad de Granada.

Si Granada es fundamentalmente un paisaje, no cabe

duda de que el paisaje de mayor valor lo protagoniza

el entorno del río Darro. Según los datos extraídos

del callejero de Granada en el centro urbano existen

119 caminos, cuestas y callejones, 111 placetas y pla-

zas, 26 paseos, aceras y carreras, 3 avenidas y 33 mi-

radores. Granada es fundamentalmente un paisaje.

Negar una perspectiva en Granada es tan grave como

demoler cualquiera de sus principales monumentos.

Junto a la colina de la Alhambra y del Generalife, las

colinas del Albayzín y del Sacromonte enmarcan los

últimos tramos del valle del Darro y de su vega, mi-

lagrosamente intacta. Los cerros de San Miguel y del

Sacromonte son claves en la comprensión del paisaje

de esta ciudad. Son fondos naturales desde el interior

de los palacios nazaríes de la Alhambra. También son

jardines lejanos del Generalife. Y, cómo no, final de

perspectiva de la ciudad río arriba.

La expansión de la ciudad hacia los terrenos llanos

ha permitido la preservación, a lo largo del valle del

Darro, de todos sus componentes territoriales en

una secuencia dotada de una singularidad excepcio-

nal. Diversos modos de ocupación y explotación se

suceden, desde los asentamientos rurales en cortija-

das y cortijos de las zonas más altas del valle, hasta

los regadíos de la vega del Darro. El corredor natural

que constituye este valle facilitó su uso como eje

de comunicaciones con el Levante y la aparición de

modos de vida ligados a las explotaciones ganade-

ras, a la vez que permitió la implantación del hábitat

troglodita en casas-cueva, según modelos importados

de las comarcas levantinas y de la Hoya de Guadix.

Tejido residencial que, aguas abajo del río, se estrati-

fica sin solución de continuidad desde el siglo XIV al

XXI en tan solo unos kilómetros.

A lo largo de este itinerario jalonado en un extremo

por las casas cueva (modelo cuyo hábitat troglodita

representa un sistema de vida aparentemente pri-

mitivo y arcaico) y, en el otro, por el edificio de Caja

Granada (deudor de las principales corrientes de las

vanguardias arquitectónicas a caballo de los siglos

XX y XXI) se despliega una secuencia viva, ordenada

cronológicamente, en una sección en la que los estra-

tos se suceden linealmente, de forma horizontal y no

en vertical, tal como nos han enseñado los principios

de datación arqueológica.

La decisión de habitar la colina de la Alhambra hizo

que desde el siglo XIII el Darro pasara de ser borde

de la ciudad a convertirse en su eje central. Y ha sido

precisamente la pequeña escala de este río, su aparente

poca importancia dimensional y el insignificante ta-

Al hilo del Darro

Granada a vista de pájaro con el Darro en el centro. A. Guesdon, hacia 1860.

[ 1 12 ] A G U A , T E R R I T O R I O Y C I U D A D

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maño de su vega lo que ha significado de forma natural

su protección, pues fue esto lo que estructuró el creci-

miento de la ciudad de Granada hacia las zonas llanas

del Genil. Es en el encuentro hacia este punto donde se

producen sus casi únicas transformaciones: tras la Ca-

rrera del Darro se cubrió el río en Plaza Nueva en 1510,

en Puerta Real hacia 1791, en Reyes Católicos en 1833

y en la Acera del Darro en 1936. El punto de reflexión

actual quizás sea comprender el alcance territorial de

sus riberas para preservar hoy su cualidad de cordón

umbilical de la ciudad con sus territorios inalterados.

Hay que remarcar que la ocupación intensa y conti-

nuada del valle del Darro a lo largo de los siglos se ha

producido sin alterar sus elementos y recursos fun-

damentales. Este equilibrio se pone de manifiesto al

comparar el territorio del Darro con la transformación

sufrida con otras fórmulas de ocupación, por ejemplo

en la vega del Genil. Esta planificación no inteligente,

de la que el valle del Darro permanece por el momen-

to al margen, es el principal factor de riesgo que podría

conducir a su transformación. Por ello, nos enfrenta-

mos a un ecosistema caracterizado por su fragilidad

pero también por la posibilidad de su preservación.

En el valle del Darro el referente obligado es el agua. A

la herencia nazarí le debemos el modo de aprovecha-

miento y la puesta en valor de este recurso gracias a una

red de acequias con sus tomaderos de agua, compuer-

tas y presas, partidores, albercas, caños y rebosaderos,

aljibes, pilares y fuentes. El elemento más destacado en

la configuración de este espacio irrigado es el tándem

que forma el río Darro y la acequia de Aynadamar, que

partiendo desde la Fuente Grande de Alfacar suministró

agua al alto Albayzín y al Sacromonte, en aquellas cotas

no alcanzables por el sistema de riego que producían las

canalizaciones del Darro. Toda actuación a realizar so-

bre el valle del Darro tiene necesariamente que conducir

a fomentar modos de uso y ocupación compatibles con

sus características territoriales y a facilitar la explotación

racional de sus recursos naturales evitando su degrada-

ción y tendiendo a mantener sus valores.

Asegurar el agua desde las cimas hacia las laderas del

valle es uno de los medios que tienden a hacer com-

patibles los usos con las características territoriales y a

garantizar la preservación y mantenimiento de valores

naturales y culturales. El agua es aquí la razón de ser,

el punto de partida. Su recorrido, almacenamiento y

distribución deben ser los responsables de la estructura

espacial de estas laderas: itinerarios, secuencias vegeta-

les y lugares de encuentro y de contemplación estable-

cerán los distintos grados de comunicación visual para

el entendimiento de este lugar.

Es fundamental, por tanto, evitar urbanizar. Evitar

infraestructuras viarias que cercenen este paisaje y

amplifiquen la tensión urbana sobre su contexto. Una

posible vía de protección de este entorno consiste en

humanizar este lugar, entendiéndolo como tal, como

un paisaje vegetal habitado. No urbanizar, ni siquie-

ra ruralizar. Más bien humanizar este paisaje como

punto estratégico para la comprensión de la ciudad en

la estructura montañosa que la determina. El valle del

Darro es, sin duda, el gran desconocido de la ciudad

de Granada. Un espacio que debemos preservar inalte-

rado con el convencimiento de que el mero hecho de

su conservación, tan sólo a medio plazo, hará posible

que su extraordinario valor provoque la toma de con-

ciencia colectiva en las generaciones próximas.

Al hilodel Darro

Valle del Darro hacia el Sacromonte. Fotografía de J. Laurent, hacia 1880.

)

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“Granada me ha cogido el corazón, estoy como herido,

como vacilante. Ahí no me daba tanta cuenta… La

luz y el agua forman en mi fondo los laberintos más

prodigiosos… Y el sol me tiñe de una pena prodigiosa, y

el agua me suena como si fuera mi propia sangre”.

Juan Ramón Jiménez a Isabel García Lorca

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Este libro se acabó de imprimir en junio de

2012, víspera del año conmemorativo del

Milenio del Reino de Granada (1013-2013).

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EDICIÓN DIGITAL DISPONIBLE EN:

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