GRUPO 01 ROL DEL GENERALISTA EN UN MUNDO DE ESPECIALISTAS

En una época, como la actual, en que se pone de manifiesto una cierta plurivalencia estratégica en todos los ámbitos de estudio imaginables, resulta muy relevante debatir acerca de qué cosmovisión es dable poseer. ¿Qué es más útil, ser generalista o especialista? Personalmente, siempre me he decantado por el hombre renacentista, el que sabe un poco de todo, sin saber todo de algo.

A pesar de la desatención usual hacia el generalista que pierde posiciones frente al especialista por su criticado diletantismo frente a las virtudes y el alabado rigor del enfocado especialista, aquel se percibe cada vez más necesario en un mundo globalizado e hiperespecializado que nos ahoga con un aluvión de “miscelánea” información desordenada y sobreabundante frente al cual resultan imprescindibles nuevas estrategias que hagan posible aportar conocimiento útil a las organizaciones.

El valor del post que se apuntaba es la identificación de cinco áreas, al que le agregué una más, donde el generalista brilla:

Dominar el arte del merodeo y no tener atrofiada la capacidad de maravillarse ante lo que se encuentra, en suma: cultivar la curiosidad. Una curiosidad crítica que, frente al escenario que encontremos en nuestro “paseo” (a veces azaroso), nos pueda llevar a percibir áreas poco claras que pudieran serlo por nuestra falta de conocimiento especializado pero también por ser una frontera entre sectores, disciplinas, negocios o mundos; una tierra de nadie a la que no se había prestado especial atención hasta ahora, es decir (digo yo), una fuente de creación y oportunidades.

Sintetizar y resumir el aluvión de información, extractando lo útil y evitando cualquier jerga auto-centrada. Dominar el arte de conectar los puntos de forma atinada a partir de información compleja.

Reunir, mezclar y sintetizar las ideas generando e hibridando otras nuevas y tal vez insospechadas. Dominar el arte de la creatividad. Es la capacidad de “ver” nuevas ideas naciendo de otras heterogéneas y aparentemente poco útiles debido a su anterior aislamiento pero que gracias a la comunicación que el generalista ofrece surge una efervescencia que permite abrir nuevos caminos.

Importante capacidad de conectar gente. El del generalista no se trata de un trabajo intelectual y solitario: más bien debemos aproximarnos a la visión del teamindividualism, un neologismo acuñado por NODE en su intento de definir a la innovación como un trabajo común de equipo, intrínsecamente enREDado. El generalista ha de ser un facilitador y dominar el arte de la comunicación perfilándose como un catalizador de las diferentes habilidades y puntos de vista de los especialistas. Es un hub, es decir un nodo concentrador a través del cual fluye el conocimiento de disciplinas en apariencia divergentes. Debe dominar el arte de la visión integral, sacándolos de sus marcos conceptuales y abriéndolos para que la comunicación profunda fluya abiertamente.

El generalista debe de dominar el arte de empatizar con los puntos de vista de aquellas personas con las que se encuentra. Debe de ser capaz de

vaciarse de todos aquellos prejuicios, ideas preconcebidas y creencias irreflexivamente asumidas que lastran una limpia y completa visión de la perspectiva ajena.

El generalista es capaz de entender la complejidad de los sistemas más allá del reduccionismo objetivista. Se enfoca más en los vínculos entre los objetos que en los objetos mismos. Entiende que de la interacción entre múltiples agentes emergen comportamientos coherentes y ha internalizado la afirmación de que no se puede importar evolución sin exportar mando.

Finalmente, quiero poner en el tapete una cuestión que subyace a este debate. El problema radica en que la asignación de funciones queda definida por la división del trabajo en la que cada individuo tiene un papel específico. Tal vez allí nace la diferenciación entre ambos. Es probable que una forma de reemplazar las habilidades del generalista sea vincular entre sí en forma entramada a especialistas de diversas áreas con la esperanza de que se genere un sistema de comunicación entre ellos que logre superar la inconmensurabilidad de los lenguajes disciplinares en el sentido de Thomas Kuhn.

Más allá de este último pensamiento, estoy convencido de que deberíamos valorar más a la gente que tiene una variedad de destrezas e intereses. En lo personal no han sido pocas las ocasiones en las que he sufrido los embates de haberme bien-logrado generalista. Quizá no tengamos una destreza específica hiperespecializada reconocible, pero podemos ser muy buenos haciendo un montón de cosas y vinculando un montón de áreas temáticas, en apariencia divergentes.