Guía de comrpensión

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  • 7/24/2019 Gua de comrpensin

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    Anlisis de textos, unidad Realismo y Naturalismo.

    El registro.Baldomero Lillo.

    La maana es fra, nebulosa, una fina llovizna empapa los acaparrados matorrales devie!os boldos y litres ra"uticos. La abuela, con la falda arreman#ada y los pies descalzos,

    camina a toda prisa por el an#osto sendero, evitando en lo posible el roce de las ramas, de

    las cuales se escurren #ruesos #oterones "ue oradan el suelo blando y espon!oso del ata!o.A"uella senda es un camino poco frecuentado y solitario "ue, desvindose de la ne#ra

    carretera, conduce a una pe"uea poblaci$n distante le#ua y media del poderoso

    establecimiento carbonfero, cuyas construcciones aparecen de cuando en cuando por entrelos claros del bosca!e all en la le!ana borrosa del orizonte.

    A pesar del fro y de la lluvia, el rostro de la vie!ecilla est empapado en sudor y surespiraci$n es entrecortada y !adeante. %n la diestra, apoyado contra el peco, lleva un

    pa"uete cuyo volumen trata de disimular entre los plie#ues del rado paol$n de lana.

    La abuela es de corta estatura, del#ada, seca. &u rostro, lleno de arru#as con o!os oscuros ytristes, tiene una expresi$n umilde, resi#nada. 'arece muy in"uieta y recelosa, y a medida

    "ue los rboles disminuyen cese ms visible su temor y sobresalto.

    (uando desemboc$ en la linde del bos"ue, se detuvo un instante para mirar con atenci$n elespacio descubierto "ue se extenda delante de ella como una inmensa sbana #ris, ba!o el

    cielo pizarroso, casi ne#ro en la direcci$n del noreste.

    La llanura arenosa y est)ril estaba desierta. A la dereca, interrumpiendo su mon$tonauniformidad, alzbanse los blancos muros de los #alpones coronados por las lisastecumbres de zinc relucientes por la lluvia. * ms all, tocando casi las pesadas nubes,

    sur#a de la enorme cimenea de la mina el ne#ro penaco de umo, retorcido,

    desmenuzado por las racas furibundas del septentri$n. La anciana, siempre medrosa ein"uieta, despu)s de un instante de observaci$n pas$ su del#ado cuerpo por entre los

    alambres de la cerca "ue limitaba por ese lado los terrenos del establecimiento, y se

    encamin$ en lnea recta acia las abitaciones. +e vez en cuando se inclinaba y reco#a lameda camiza, astillas, ramas, races secas desparramadas en la arena, con las "ue form$

    un pe"ueo acecillo "ue, atado con un cordel, se coloc$ en la cabeza.

    (on este trofeo izo su entrada en los corredores, pero las miradas ir$nicas, las sonrisas ylas palabras de doble sentido "ue le diri#an al pasar, le icieron ver "ue el ardid erademasiado conocido y en#aaba a los o!os perspicaces de las vecinas.

    'ero, se#ura de la reserva de a"uellas buenas #entes, no dio importancia a sus bromas y no

    se detuvo sino cuando se encontr$ delante de la puerta de su vivienda. -eti$ la llave en la

    cerradura, izo #irar los #oznes y una vez adentro corri$ el cerro!o.+espu)s de tirar en un rinc$n el az de lea y de colocar encima de la cama

    cuidadosamente el pa"uete, se despo!$ del rebozo y lo suspendi$ de un cordel "ue

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    atravesaba la estancia a la altura de su cabeza.

    %n se#uida encendi$ el montoncillo de virutas y de carb$n "ue estaba listo en la cimenea ysentndose al frente en un pe"ueo banco, esper$.

    na llama brillante se levant$ del fo#$n e ilumin$ el cuarto en cuyos blancos muros

    desnudos y fros se dibu!$ la sombra an#ulosa y fantstica de la abuela.

    (uando el calor fue suficiente, puso sobre los ierros la tetera con a#ua para el mate yyendo aca la cama desenvolvi$ el pa"uete y coloc$ su contenido, una libra de yerba y otra

    de azcar, en un extremo del banco donde ya estaba el pocillo de loza desportillado y la

    bombilla de lata.-ientras el fue#o cisporrotea la anciana acaricia con sus secos dedos la yerba fina y

    lustrosa de un ermoso color verde, deleitndose de antemano con la ex"uisita bebida "ue

    su #aznate de #olosa est impaciente por saborear.

    &, aca ya muco tiempo "ue el deseo de paladear un mate de a"uella yerba olorosa yfra#ante era para ella una obsesi$n, una idea fi!a de su cerebro de sexa#enaria. 'ero cun

    difcil le aba sido asta entonces procurarse la satisfacci$n de a"uel apetito, su vicio,

    como ella deca/ pues su nietecillo 0os), portero de la mina, #anaba tan poco, treintacentavos apenas, lo indispensable para no morirse de ambre. 1* era el cico su nico

    traba!ador2

    -ientras la yerba del despaco era tan mediocre y tena tan mal #usto, all en el pueblo

    aba una finsima, de o!a pura y tan aromtica "ue con s$lo recordarla se le aca a#ua laboca. 'ero costaba tan cara 1cuarenta centavos la libra2 %s verdad "ue por la del despaco

    pa#aba el doble, pero el pa#o lo aca con ficas o vales a cuenta del salario del pe"ueo,

    en tanto "ue para ad"uirir la otra era necesario dinero constante y sonante.-as, no era esa sola la nica dificultad. %xista tambi)n la proibici$n estricta para todos

    los traba!adores de la mina de comprar nada, ni provisiones, ni un alfiler, ni un pedazo de

    tela fuera del despaco de la (ompaa. (ual"uier artculo "ue tuviera otra procedencia era

    declarado contrabando y confiscado en el acto, siendo penadas las reincidencias con laexpulsi$n inmediata del contrabandista.

    +urante lar#os meses fue atesorando centavo por centavo en un rinc$n de la cama, ba!o el

    colc$n, la cantidad "ue le aca falta. (uidando "ue su nieto tuviese lo necesario,privbase ella de lo indispensable y, poco a poco, el montoncillo de monedas de cobre fue

    aumentando asta "ue por fin la suma reunida era no s$lo suficiente para comprar una libra

    de yerba, sino tambi)n un poco de azcar, de a"uella blanca y cristalina "ue en el despaco

    no se vea nunca.

    -as, aora vena lo difcil. 3r asta el pueblo, efectuar la compra y lue#o volverse sin

    despertar las sospecas de los celadores "ue, como Ar#os, con cien o!os vi#ilaban las idas y

    venidas de la #ente. &e atemorizaba. 'erda todo su valor. 45u) sera de ella y del nio en

    a"uel invierno "ue se presentaba tan crudo si acaso la arro!aban del cuarto, de!ndola sinpan ni teco donde cobi!arse6

    'ero el dinero estaba a, tentndola, como dici)ndole7

    89amos, t$mame, no ten#as miedo.%sco#i$ un da de lluvia en "ue la vi#ilancia era menor y, muy temprano, en cuanto el

    pe"ueo ubo partido a la mina, co#i$ las monedas, ec$ llaves a la puerta, y se intern$ en

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    el llano, llevando el rollo de cuerdas "ue le serva para atar los aces de lea "ue iba a

    reco#er de vez en cuando en el bos"ue.

    -as, una vez "ue se ubo ale!ado lo bastante, salv$ la cerca de alambres y tom$ el estrecosendero "ue, evitando el lar#o rodeo de la carretera, llevaba en lnea recta acia el pueblo.

    La distancia era lar#a, muy lar#a para sus pobres y d)biles piernas/ pero la recorri$ sin#randes fati#as #racias a la suave temperatura y a la excitaci$n nerviosa "ue la posea.No fue as a la vuelta. %l camino le pareci$ spero, interminable, teniendo "ue detenerse a

    ratos para tomar aliento. Lue#o, experimentaba una #ran zozobra por la realizaci$n de

    a"uel delito al cual su conciencia culpable daba proporciones in"uietantes.

    La burla de la temida proibici$n de acer compras fuera del despaco la sobreco#a comola consumaci$n de un robo monstruoso. * a cada instante le pareca ver tras un rbol la

    silueta amenazadora de al#n celador "ue se ecaba repentinamente sobre ella y le

    arrancaba a tirones el cuerpo del delito.9arias veces estuvo tentada de tirar el pa"uete comprometedor a un lado del camino para

    librarse de a"uella an#ustia, pero la aromtica fra#ancia de la yerba "ue a trav)s de la

    envoltura acariciaba su olfato la aca desistir de poner en prctica una medida tandolorosa.

    'or eso, cuando se encontr$ a solas dentro de la estancia, libre de toda mirada indiscreta, la

    acometi$ un acceso de infantil ale#ra.

    * mientras el a#ua pronta a ervir de!aba escapar el runrn "ue precede a la ebullici$n, laabuela con las manos cruzadas en el re#azo se#ua con la vista las tenues volutas de vapor

    "ue empezaban a escaparse por el curvo pico de la tetera.

    A pesar del cansancio atroz de la lar#usima caminata, experimentaba una dulce sensaci$nde felicidad. 3ba por fin a saborear los ex"uisitos mates de antao, los mismos "ue eran su

    delicia cuando an existan a"uellos "ue le fueron arrebatados por esa insaciable

    devoradora de !uventud7 la mina "ue, deba!o de sus plantas, en el ondo de la tierra

    extenda la ne#ra red de sus pasadizos, infierno y osario de tantas #eneraciones.

    +e improviso un recio #olpe aplicado en la puerta la arranc$ de sus meditaciones. n

    terrible miedo se apoder$ de ella y ma"uinalmente, sin darse cuenta de lo "ue aca, tom$

    el pa"uete y lo ocult$ deba!o del banco. n se#undo #olpe, ms recio "ue el primero,se#uido de una voz spera e imperiosa "ue #ritaba7 1Abra, abuela, pronto, pronto2 la sac$ de

    su inmovilidad. &e levant$ y descorri$ el cerro!o.

    %l !efe del despaco y su !oven dependiente fueron los primeros en trasponer el umbral

    se#uidos de cerca por dos celadores "ue llevaban a la espalda #randes sacos "uedepositaron en el suelo enladrillado. La anciana se aba de!ado caer sobre el banco.

    3nm$vil, paralizada, miraba delante de s con cara de idiota/ y la boca entreabierta y la

    mandbula cada revelaban el colmo de la sorpresa y del espanto. 'arecale "ue mientras su

    cuerpo se dilua, se acicaba asta convertirse en al#o pe"uesimo e impalpable, laimponente fi#ura de a"uel seor de barba rubia y retorcidos mostacos, envuelto en su

    lu!oso abri#o, tomaba proporciones colosales, llenaba el cuarto, impidiendo toda tentativa

    para escurrirse y ocultarse.

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    %ntretanto, el dependiente, un !ovenzuelo avispado y #il, ayudado por los celadores aba

    empezado el re#istro. +espu)s de tirar a un lado los cobertores de la cama, dar vueltas alcolc$n y palpar la pa!a por sobre la tela, abrieron el pe"ueo bal y, uno por uno, fueron

    arro!ando al centro del cuarto los arapos "ue contena, aciendo e"uvocos comentarios

    sobre a"uellas prendas, tan rotas y desilacadas, "ue no aba por donde co#erlas. Lue#o

    ur#aron por los rincones, removieron de su sitio los escasos y miserables utensilios y dcpronto se detuvieron mirndose a la cara desorientados.

    %l !efe, de pie delante de la puerta, en actitud severa y di#na observaba los movimientos de

    sus subordinados sin despe#ar los labios.

    %l dependiente, diri#i)ndose a uno de los ombres le pre#unt$784%sts se#uro de aberla visto atravesar los alambrados6

    %l interpelado repuso7

    8:an se#uro, seor, como aora lo estoy viendo a usted. &ala del ata!o y apostara diezcontra uno a "ue vena del pueblo.

    ;ubo un pe"ueo silencio "ue la voz breve del !efe interrumpi$7

    8Bueno, re#strenla aora a ella.

    -ientras los dos ombres co#an de los brazos a la anciana y la sostenan en pie, el!ovencillo efectu$ en un instante la odiosa operaci$n.

    8No tiene nada 8di!o, en!u#ndose las manos "ue se le aban umedecido al recorrer los

    plie#ues de la ropa mo!ada.

    * todo abra terminado felizmente para la abuela si el mozo en su afn de no de!ar sitio sinre#istrar no se ubiera acercado a la banca y mirado deba!o.

    Apenas se ubo inclinado cuando se ir#ui$ diri#iendo acia el patr$n su mirada radiante de

    !bilo.819ea donde lo tena, seor, esta vie!a de los diablos2

    %l patr$n orden$ secamente7

    8Ll)vense eso y retrense.(uando el dependiente y los celadores ubieron salido, el !efe contempl$ un instante la ruin

    y miserable fi#ura de la anciana enco#ida y eca un ovillo en el asiento y lue#o, tomando

    un aspecto imponente, adelant$ al#unos pasos y con voz severa la increp$78&i no fuera usted una pobre vie!a aora mismo la aca desocupar el cuarto, arro!ndola a

    la calle. * esto, en conciencia, sera lo !usto, pues usted lo sabe muy bien, abuela, "ue

    comprar al#o fuera del despaco es un robo "ue se ace a la (ompaa. 'or aora y por ser

    la primera vez la perdono, pero para otra ocasi$n cumplir) estrictamente con mi deber.5u)dese con +ios y pdale "ue le perdone este pecado tan desonroso para sus canas.

    La abuela "ued$ sola. &u peco desbordaba encido de #ratitud por la bondad del patr$n y

    ubiera cado de rodillas a sus plantas si la sorpresa y el temor no la ubiesen paralizado.

    &in levantarse del asiento se volvi$ acia la cimenea e inclin$ la cabeza pesadamente.Afuera el mal tiempo aumenta por #rados/ al#unas rfa#as entreabren la puerta y avivan el

    fue#o moribundo, arremolinando sobre la nuca de la vie!ecilla las #rises y escasas #uede!as

    "ue ponen al descubierto su cuello lar#o y del#ado con la piel ru#osa aderida a lasv)rtebras.

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    Actividad de aplicacin.