Guía de edad media
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Colegio Gran Bretaña.
Integración.
Profesora: María Cristina Galleguillos V.
Edad Media Línea de Tiempo Edad Media Siglos
IV
# Decadencia del comercio y las ciudades romanas
V
#Invasiones de los pueblos germánicos. Alarico saquea Roma. Caída del Imperio
Romano de Occidente.
Clodoveo funda el reino franco. Atila rey de los Hunos invade Europa Central.
VI
VII
# Heracilio da origen al Imperio Bizantino.
VII
# Expansión del Imperio Carolingio.
# Expansión y difusión del Islam. Invasión musulmana en España.
# Segunda Oleada de Invasiones germánicas.
IX
# Sacro Imperio Romano Germánico: Carlomagno coronado Emperador en Roma.
X
#Los vikingos toman Normandía.
# Tratado de Verdún, partición del Imperio Carolingio.
XI
# Resurgimiento del comercio y de las ciudades.
XII
# Surgimiento de los Estados Nacionales: Francia, Inglaterra y España. Primera
Cruzada para rescatar el santo sepulcro de Jerusalén.
# Conflictos entre el Papado y el Imperio.
XIII
# Carta Magna en Inglaterra. Juan Sin Tierra.
XIV
# Peste negra en 1348 gran mortandad en toda Europa.
# Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra.
XV
# Cisma de occidente.
# 1453 los turcos toman Constantinopla, cae el Imperio Bizantino. Isabel de Castilla y
Fernando de Aragón toman Granada. Expulsión de Moros y judíos. Descubrimiento de
América. Renacimiento. Invención de la Imprenta por Gutenberg.
Se divide en tres etapas:
Temprana Edad Media (V al VIII d.c.)
Alta Edad Media (IX al XI d.c.)
Baja Edad Media (XI al XIV d.c.)
Se extiende por un período de diez siglos.
Antecedente o desencadenante:
decadencia del Imperio Romano.
los pueblos bárbaros (extranjeros) que se aproximaron a sus fronteras y se
establecieron en ellas, presionando en forma permanente para entrar.
pueblos bárbaros: germanos entre los cuales se encontraban los trancos, anglos,
alamanes, suevos, borgoñones, daneses, sajones, lombardos, hérulos, vándalos y
visigodos, estos últimos divididos en ostrogodos, o godos del Este; y visigodos, o
godos del oeste, eslavos, tártaros o mongoles.
La caída del Imperio romano
Los pueblos germánicos venían acosando las fronteras del Imperio romano desde el
siglo I. Eran pueblos
nómadas o seminómadas con una sociedad estratificada: nobles, libres, libertos y
esclavos. Muchos germanos se establecieron como colonos en el territorio del Imperio.
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Las grandes invasiones comenzaron en el 401 con la irrupción de los vándalos. En el
476 el Imperio romano había sucumbido en Occidente aunque se mantendría en
Oriente: con capital en Constantinopla.
LAS GRANDES INVASIONES BARBARAS
Durante decadencia del Imperio Romano, fueron muchos los pueblos bárbaros
(extranjeros) que se aproximaron a sus fronteras y se establecieron en ellas,
presionando en forma permanente para entrar. Si bien las legiones romanas
contuvieron todos los intentos realizados, los bárbaros lograron penetrar lentamente
entre los siglos I y IV, y establecerse en el interior, hasta que, finalmente, empujados
por otros pueblos, lo hicieron en forma violenta.
Los primeros que penetraron fueron los mogoles, que ya eran dueños del Asia y se
convirtieron en el azote de los europeos. De costumbres primitivas, eran hábiles
jinetes y temibles combatientes, sin escrúpulos de ninguna naturaleza. Vivían
prácticamente a caballo y se alimentaban casi exclusivamente de carne.
Las Invasiones Bárbaras: Los germanos
Los germanos constituían un pueblo de raza blanca, de ojos azules y cabellos rubios,
que sobresalían por su alta estatura y su físico robusto. No vivían agrupados en
ciudades, sino en chozas que se encontraban dispersas por el campo aunque
distribuidas según las tribus a que pertenecían. Sus actividades principales eran el
pastoreo y la agricultura. Elegían sus jefes entre los guerreros más valientes y los
obedecían ciegamente. Muchos germanos militaron en las legiones romanas.
En el aspecto social, cultivaban el amor a la familia y guardaban cierta consideración a
las mujeres; no tenían leyes escritas y se basaban en la tradición y las costumbres. El
padre ejercía un poder absoluto sobre la familia.
Los germanos teman arraigados los sentimientos de libertad, justicia y dignidad
personal. Cuando los hunos atravesaron los montes Urales y empujaron con su
presencia a los pueblos radicados en la zona adyacente, provocaron un desbande
general de todos los pueblos situados entre los ríos Rin y Danubio.
A partir del siglo I comenzaron a cruzar las fronteras del Imperio Romano, en busca
de tierras y botín. No perseguían con ello la destrucción del imperio, ya que
consideraban al Estado romano como una admirable organización política, en la que
pretendían obtener un lugar. Antes de su caída, el imperio fue incorporando
numerosos grupos de germanos como soldados o como colonos. Ellos se comprometían a
defender las fronteras, a cultivar las tierras y a reconocer la autoridad del
emperador.
Pero en el siglo V este avance pacífico se convirtió en incontrolable para los romanos.
Esta irrupción violenta se debió, entre otras cosas, al ataque de un pueblo de Europa
oriental, los hunos, que empujó a los germanos hacia el Oeste. Las invasiones germanos
al Imperio Romano fueron entonces emigraciones en masa para huir de un terrible
enemigo, pero esta vez saquearon las zonas recorridas y respetaron solamente la
autoridad de sus jefes; contribuyeron, quizá sin quererlo, al derrumbe de la
organización imperial.
Los invasores más importantes se asentaron en el antiguo territorio romano y
formaron diversos reinos. Los principales pueblos germanos que se asentaron en el
imperio fueron: los ostrogodos, los visigodos y los francos.
Las Invasiones Bárbaras: Los Ostrogodos
En el año 493, Teodorico, jefe de los ostrogodos, venció luego de encarnizados
combates a las fuerzas de Odoacro, rey de los hérulos, que había destituido al último
emperador romano.
Instaló entonces en Italia un reino ostrogodo independiente, con capital en Ravena,
que duró 60 años. En este período Teodorico mantuvo una política amistosa con la
corte imperial de Constantinopla.
Teodorico basó su gobierno en la idea de una convivencia pacífica entre godos y
romanos, por lo que respetó la tradición y la cultura del pueblo dominado.
Esta política favoreció un florecimiento cultural en la Italia ostrogoda.
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Las Invasiones Bárbaras: Los visigodos
Los ostrogodos, sorprendidos por el ataque, no atinaron a defenderse y se sometieron,
acompañando a los hunos en su sangrienta marcha hasta el centro de Europa. En
cambio, los visigodos huyeron hacia la cuenca del Danubio, se instalaron en la Tracia y,
como vimos, vencieron al emperador Valente en la batalla de Andrinópolis (378).
Luego fueron contenidos por el emperador Teodosio. Más tarde los romanos se
sublevaron, por lo cual Alarico regresó y sometió a la ciudad a un implacable saqueo
(410), durante tres días. Alarico se dirigió luego hacia el centro de Italia, donde
falleció. Su Sucesor, Ataúlfo, pactó con el emperador y se caso con su hermana (412).
De esta manera, Honorio logró desplazar a los visigodos hacia la Galia y España, donde
fundaron un reino cuya capital fue Tolosa.
Al llegar a la Galia, los visigodos se encontraron con los alanos, suevos, vándalos y
burgundios, que habían devastado las ciudades de la región. Estos pueblos se
dirigieron a la península ibérica y tras ellos fueron los visigodos, que obligaron a los
suevos a dirigirse hacia el Norte y a los vándalos hacia el Sur.
En el centro quedaron los alanos. Los vándalos se establecieron en el valle del
Guadalquivir, que recibió el nombre de Vandalucía o Andalucía, y luego se dirigieron al
Norte de África, donde se apoderaron de la ciudad de Hipona y de la región de
Numidia, actual Argelia (429). Con ambas regiones fundaron un reino. Por la misma
época, los francos comenzaron su establecimiento en el Norte de la Galia.
Las Invasiones Bárbaras: Los hunos
Entretanto, los hunos habían proseguido su marcha y llegado a las orillas del Danubio y
del Rin, donde a las órdenes de Atila amenazaron a los pueblos germanos. En principio
Atila, aceptó tierras y tributos de Roma, a cambio de si inercia, pero luego exigió que
se le entregara la mitad del Imperio y se k concediera por esposa a la hermana del
emperador. Como tales pretensiones fueron rechazadas, Atila invadió la Galia (451) y
arrasó varias ciudades hasta llegar a París, cuyos habitantes, aterrorizados estaban
resueltos a huir, cuando una joven llamada Genoveva (más tarde venerada por la
Iglesia católica como Santa Genoveva) los convenció de que organizaran la resistencia
e hicieran penitencia y oración.
En esas circunstancias, Atila, respondiendo al llamado del rey de los alanos, se dirigió
a sitiar la ciudad de Orleáns, donde pensaba establecer su base de operaciones en la
Galia. Aunque los habitantes de Orleáns, alentados por su obispo San Aiñan,
resistieron denodadamente, finalmente fueron abatidos y se vieron obligados a
entregar la plaza. Poco después llegó un ejército integrado por visigodos, burgundios y
francos, comandado por el general Aecio, prefecto de la Galia, —llamado el ultimo de
los romanos—, ante lo cual Atila abandonó la ciudad y retrocedió con sus tropas hasta
los Campos Cataláunicos, en la Champaña, donde se libró una memorable batalla en la
que se enfrentaron las fuerzas que conducía, integradas por una infinidad de pueblos
de distinto origen, con el ejercito romano de Aecio, en el que militaban entre otros,
los francos, sajones, galos, visigodos, borgoñones y alanos. El encuentro fue
encarnizado y muy cruento, finalizando con el triunfo de Aecio, quien permitió que
Atila se retirara.
Este se dirigió entonces a Italia, donde sitio y arrasó la ciudad de Aquíleya. Desde allí
emprendió la marcha hacia Roma, pero la intercesión del papa San León, que tuvo la
valentía de ir a su campamento para concertar la paz, obtuvo su alejamiento a cambio
de un tributo. Atila retrocedió hasta el Danubio y al año siguiente murió
repentinamente (453), con lo cual sus seguidores se dividieron.
IMPERIO BIZANTINO
Mientras en Occidente la invasión de los bárbaros terminó con la unidad política, en
Oriente, el Imperio Romano se mantuvo intacto y sobrevivió durante mil años más.
Constantinopla, su capital, emplazada en la antigua colonia griega de Bizancio. La
historia del Imperio Romano de Oriente comenzó en el año 395, cuando Teodosio el
Grande dividió el imperio entre sus dos hijos. En el siglo VI surgió un emperador que
soñó con unificar el antiguo Imperio Romano y dedicó sus esfuerzos a lograrlo.
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Justiniano: “la renovación imperial” Justiniano (527-565), que pertenecía a una
dinastía de origen macedónico, considerada a Bizancio como la única sucesora legítima
de la grandeza de Roma.
Intentó recuperar la unidad romana y para ello atendió dos aspectos fundamentales: la
reconquisto de los territorios occidentales y el fortalecimiento del poder real.
En el año 533, el emperador comenzó su anhelada reconquistó de Occidente.
Emprendió la reconquistó de Italia, que duró 18 años de terribles guerras, pues los
godos defendieron con energía el territorio. Finalmente, los ostrogodos fueron
derrotados y Justiniano intentó restaurar el gobierno romano como si nada hubiera
ocurrido desde el año 476. Ordenó acciones militares en la península Ibérica. El rey
visigodo reconoció la supremacía del imperio.
En cuanto a la organización interna, Justiniano dispuso una gran codificación del
derecho romano. En el año 528 ordenó elaborar un Código que recogía todos los
decretos imperiales que se habían redactado a partir del Edicto Perpetuo de Adriano.
En Bizancio el poder del emperador era absoluto, no tenía ningún límite de carácter
constitucional. La Iglesia también estaba halo su autoridad, existía el cesaropapismo.
En Occidente, en cambio, la Iglesia mantuvo su independencia respecto del Estado.
A fines del siglo VI, los lombardos invadieron Italia y los visigodos restablecieron su
poderío en las costas de España. En el siglo VII, un nuevo poder, el de los árabes y el
Islam, le arrebató extensos territorios (Egipto, Siria, Palestina y Africa). A partir del
siglo IX se instalaron en los Balcanes pueblos de origen eslavo (croatas y serbios).
El Imperio Bizantino quedó limitado al dominio del Asia Menor; su límite Norte era
Tracia.
Igualmente, con períodos de esplendor y decadencia, Constantinopla fue la única gran
ciudad” de la Edad Media; heredera del esplendor y la vida animada de Roma, logró
mantenerse independiente hasta el siglo XV, cuando fue conquistada por el poder
turco.
Cesaropapismo: intromisión del poder político en las cuestiones eclesiásticas, “el
César es el jefe del Estado y el jefe de la Iglesia”. Justiniano intervenía
activamente en la religión: designaba a los prelados, resolvía cuestiones de fe,
componía cantos litúrgicos
Constantinopla: “un gran centro comercial’
La actividad básica de la economía bizantina fue agricultura, complementada con una
importante actividad artesanal. En las ciudades del imperio se desarrollaron las
industrias textiles, la cerámica, la orfebrería, el mosaico Constantinopla, por su
privilegiada situación geográfica comerciaba con el Norte, Oriente y Occidente.
Actuaban en realidad, como intermediaria comercial, compra de productos de Oriente.
Constantinopla se convirtió de este modo en un centro comercial muy importante.
La cultura bizantina: punto de unión entre Oriente y Occidente Podríamos definirla
como una cultura síntesis en la que confluyeron diferentes aportes: los
grecorromanos, los cristianos y los orientales.
Constantinopla fue el centro de una civilización que perduró hasta el siglo XV y que
actuó como depositaria y salvadora de la tradición de la antigüedad clásica. En
Bizancio se preservó gran parte de las obras literarias de griegos y romanos.
Justiniano realizó también una importante codificación de las leyes romanas. Además
del Código ya mencionado que recogía los decretos imperiales, su labor continuó con:
El Digesto o Pandectas: reunía los textos de los juristas romanos importantes.
Las Institutos: destinadas a los estudiantes, contenían los principios básicos del
derecho. Y Las Novelas: consunto de leyes nuevas.
El Imperio Bizantino desempeñó además un papel importante en la difusión del
cristianismo y la cultura grecorromana en la zona de los Balcanes y las estepas rusas.
En suma, fue “el punto de unión” entre Oriente y Occidente.
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Las artes
En ellas podemos advertir las influencias griegas (en el equilibrio y la armonía de las
formas orientales y en el predominio del gusto por la decoración) y cristianas (en la
elección de temas como la glorificación de Cristo, la Virgen y los apóstoles).
La arquitectura bizantina fue su más bella expresión. Los ejemplos más importantes
son la catedral de Santa Sofía, de Constantinopla y la iglesia de San Vital, en Ravena.
Su particularidad es el uso de la cúpula en la construcción de las iglesias.
La pintura y la escultura fueron concebidas en Bizancio como artes accesorias o
complementarias de la arquitectura. Trabajaron sobre todo los mosaicos para la
decoración (paredes y bóvedas). En cambio, se destacaron en las llamadas artes
industriales’: la fabricación de joyas y toda clase de objetos suntuarios, realizados con
oro, plata y piedras preciosas; los tejidos de seda; los bordados y las
encuadernaciones, muy apreciadas en las regiones con las que comerciaban.
Para asegurar el control del Imperio Romano y hacer más eficiente su administración,
Diocleciano, a finales del siglo III, instituyó el régimen de gobierno conocido como
tetrarquía, dividiendo el imperio en dos partes, gobernadas por dos emperadores
augustos, cada uno de los cuales llevaba asociado un "vice-emperador" y futuro
heredero césar). Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio como nueva capital en
330. La llamó "Nueva Roma" pero se la conoció popularmente como Constantinopla (La Ciudad de Constantino). Constantino fue también el primer emperador en adoptar el
cristianismo, religión que fue incrementando su influencia a lo largo del siglo IV y
terminó por ser proclamada por el emperador Teodosio I, a finales de dicha centuria,
religión oficial del Imperio.
A la muerte del emperador Teodosio, en 395, el Imperio se dividió definitivamente:
Honorio, su hijo mayor, heredó la mitad occidental, con capital en Roma, mientras que
a su otro hijo Arcadio le correspondió la oriental, con capital en Constantinopla. Para
la mayoría de los autores, es a partir de este momento cuando comienza propiamente
la historia del Imperio Bizantino. Mientras que la historia del Imperio Romano de
Occidente concluyó en 476, cuando fue depuesto el joven Rómulo Augústulo por el
germano (del grupo hérulo) Odoacro, la historia del Imperio Bizantino se prolongará
durante aún casi un milenio.
En tanto que el Imperio de Occidente se hundía de forma definitiva, los sucesores de
Teodosio fueron capaces de conjurar las sucesivas invasiones de pueblos bárbaros que
amenazaron el Imperio de Oriente. Los pueblos germánicos, ya asentados en el
desaparecido Imperio de Occidente, están demasiado ocupados consolidando sus
respectivas monarquías como para interesarse por Bizancio.
En la frontera oriental, los turcos selyúcidas, que hasta el momento habían centrado
su interés en derrotar al Egipto fatimí, empezaron a hacer incursiones en Asia Menor,
de donde procedía la mayor parte de los soldados del Imperio. Además, durante el
siglo XIV el Imperio, convertido en uno más de numerosos Estados balcánicos, debió
afrontar la terrible revuelta de los almogávares catalanes y dos devastadoras guerras
civiles.
(Los otomanos —núcleo originario del futuro Imperio Otomano— procedían de uno de
los sultanatos escindidos del Estado selyúcida bajo el mando de un líder llamado
Osman I Gazi, que daría el nombre a la dinastía otomana u osmanlí).
El Imperio apeló a Occidente en busca de ayuda, pero los diferentes Estados ponían
como condición la reunificación de la iglesia católica y la ortodoxa. Algunos
combatientes occidentales llegaron en auxilio de Bizancio, pero muchos prefirieron
dejar al Imperio sucumbir, y no hicieron nada cuando los otomanos conquistaron los
territorios restantes.
El jefe supremo del Imperio Bizantino era el emperador (basileus), que dirigía el
ejército y la administración. En algún momento de la historia de Bizancio
(concretamente, durante el reinado de Romano Lecapeno) llegó a ver hasta cinco
césares simultáneos.
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El sucesor no era necesariamente hijo del emperador. La figura del emperador estaba
especialmente relacionada con la Iglesia, que se convirtió en un factor estabilizador, y
especialmente con el Patriarca de Constantinopla. Uno de los rasgos más
característicos de la civilización bizantina es la importancia de la religión y del
estamento eclesiástico en su ideología oficial. Iglesia y Estado, emperador y patriarca,
se identificaron progresivamente, hasta el punto de que el apego a la verdadera fe (la
"ortodoxia") fue un importante factor de cohesión política y social en el Imperio
Bizantino, lo que no impidió que surgieran numerosas corrientes heréticas.
ISLAM
La historia del Islam comienza en la Arabia en el siglo VII con la predicación del
profeta Mahoma. El territorio arábico estaba habitado por pequeñas tribus nómadas
de raza semítica, que reciben el nombre de árabes beduinos.
Un siglo después de su muerte, el estado islámico se extendía desde el océano
Atlántico hasta el oeste del Asia Central. En la historia del Islam existen diversas
dinastías que se disputaron los califatos o el liderazgo del Islam y muchos estados
islámicos que ofrecían una mínima o ninguna obediencia al califa.
No obstante, el imperio de los Califato Abasida califas abbasíes y el turco de Seijuk
eran unos de los más poderosos de su época. Después de la desastrosa derrota de los
Bizantinos en la batalla de Manzikert en 1071, la Europa cristiana llevó a cabo diversas
Cruzadas. Tras la Primera Cruzada, los occidentales, por algún tiempo, lograron
capturar y gobernar Jerusalén. Saladino, sin embargo, restableció la unidad islámica y
derrotó a los chiíes Fatimíes.
En el sigo XVIII, hubo tres grandes imperios musulmanes: El otomano en Turquía, el
Medio Oriente y el Mediterráneo; el safaví en Irán y el mogol en Asia Central y parte
de India. En el siglo XIX, estos imperios habían caído bajo la dominación del poder
político y económico de Europa. Después de la Primera Guerra mundial, el remanente
del imperio otomano fue dividido en protectorados o esferas de influencia europeas.
El Islam y el poder político del Islam han revivido en el siglo XX. Sin embargo, las
relaciones entre Occidente y cierto número de Estados de mayoría musulmana
permanecen precarias.
CARLOS MAGNO
Los francos, pueblo germano de la zona del Rin que se estableció en la Galia en el siglo
V, estuvieron gobernados por reyezuelos durante años hasta la unificación que hizo
Clodoveo, nieto de Meroveo y fundador de la dinastía Merovingia. Bajo su mando
extendió el reino por toda Francia y expulsó del reino de Tolosa a los visigodos.
Los sucesores de Clodoveo fueron llamados reyes holgazanes, puesto que se
despreocuparon de los temas de gobierno y los dejaron en manos de mayordomos de
palacio, que asumieron los poderes administrativo y militar, constituyéndose en una
dinastía paralela a la que reinaba. En 732, el mayordomo Carlos Martel ("El martillo")
frenó la invasión musulmana a Occidente en la batalla de Poitiers. Su hijo Pipino el
Breve se proclamó rey de los francos, iniciando la dinastía carolingia.
Además, se enfrentó a los lombardos, que invadieron Italia en torno al año 750, y
conquistó unas tierras que entregó al papa y que desde entonces constituyen los
Estados Pontificios, teniendo así la bendición de la Iglesia para su Imperio.
Carlos ya era conocido por sus condiciones personales como El Grande (Magno), por lo
cual fue llamado Carlomagno. Una vez en ejercicio del poder, Carlomagno se dirigió a
combatir a los lombardos en Italia, para proteger al papa Adriano IV. En el año 774
venció al rey de los lombardos, y dos años después deshizo por completo su reino.
Desde entonces Italia quedó repartida, entre tres soberanos: el papa, Carlomagno y el
emperador bizantino.
Carlomagno se proclamó rey de los longobardos y ciñó la corona de hierro, así llamada
porque su aro interior había sido hecho con un clavo utilizado en la crucifixión de
Jesucristo.
Poco tiempo más tarde, fue llamado a España (778) por un jefe árabe sublevado contra
el emir de Córdoba. En consecuencia, atravesó los Pirineos y venció a los moros,
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obligándolos a retroceder en el territorio conquistado hasta la línea del río Ebro. A su
regreso la retaguardia de su ejército fue sorprendida por los vascos o gascones y
derrotada en el paso de Roncesvalles, donde murió su sobrino Rolando o Roldán,
episodio que dio lugar a una famosa composición en verso.
Con posterioridad, los francos organizaron seis expediciones, con resultado de las
cuales Carlomagno fundó dos marcas o provincias fronterizas, la de Barcelona y la de
Gascuna.
Carlomagno culminó luego una larga guerra (772-785) contra los sajones, eficazmente
conducidos por Widukindo, los que, a pesar de una enconada resistencia, fueron
finalmente vencidos y sometidos, convirtiéndose al cristianismo.
Estos triunfos le permitieron extender sus dominios hasta el río Oder. Los bávaros
fueron también vencidos y la misma suerte corrieron los ávaros, descendiente de los
hunos (788-796), establecidos sobre las costas del Danubio. Finalizada esta campaña,
Carlomagno creó la marca del Este (Ostereich), que más tarde constituyó el reino de
Austria.
EL IMPERIO
Una vez finalizadas estas campañas, las posesiones de Carlomagno comprendían la
Galia, Italia, Germania y una parte de España, con lo cual quedó restablecido el antiguo
Imperio romano de Occidente.
Fue en estas circunstancias que el 25 de diciembre del año 800, mientras Carlomagno
oraba en la basílica de los apóstoles San Pedro y San Pablo, en Roma, el papa León III
ciñó su cabeza con la corona imperial, a semejanza de lo que ocurría con los
emperadores de Bizancio. De esta manera se consolidó la unión de la Iglesia y el
estado.
Para mejorar la administración de su vasto imperio, Carlomagno acrecentó el número
de duques y condes, cuyos subalternos fueron los vicarios y los centenarios.
Carlomagno prestó principal atención a la organización militar. El ejército se componía
de hombres libres, que debían aportar sus elementos de combate, cuya cantidad y
calidad variaba de acuerdo con el patrimonio de cada combatiente. También tuvo
especial preocupación por la organización eclesiástica, de la cual se sentía responsable.
Con tal objeto creó nuevos obispados y obligó al pago del diezmo, que consistía en el
aporte de la décima parte de las cosechas, para el mantenimiento de la Iglesia.
Durante el reinado de Carlomagno se llevaron a cabo numerosas obras públicas, entre
las que sobresalieron los puentes de madera levantados sobre el Rin y el Danubio; el
comienzo de la construcción de un canal entre ambos ríos y la edificación de palacios.
El Renacimiento Carolingio
Fundó escuelas y se rodeó de sabios. Carlomagno asistió a la escuela que funcionó en
su propio palacio, que mas bien tenía el carácter de una academia, donde se trataban y
discutían temas de carácter científico y literario, basados en el estudio de las
denominadas artes liberales, que comprendían el trivium (gramática, retórica y
dialéctica) y el quadriuium (geometría, aritmética, astrología y música), según el
método de lectura y comentario de textos. Este resurgimiento cultural ha sido
llamado el renacimiento carolingio.
El Imperio Carolingio marcó el inicio de muchas cosas en Europa, y entre ellas, el de
una nueva concepción de las relaciones entre Iglesia y Estado. Carlomagno se veía a sí
mismo como un defensor del cristianismo en general, y de la Iglesia Católica en
particular. El aliado de Carlomagno en estos menesteres fue un monje llamado Alcuino
de York, quien no por casualidad, era anglosajón.
Alcuino y Carlomagno se encontraron en 781, y al año siguiente, Carlomagno lo llamó
para que le ayudara en su reforma. Las escuelas episcopales fueron los grandes
centros educativos de la época (grandes en Europa, porque eran harto rudimentarias
en comparación a las universidades contemporáneas musulmanas en El Cairo y
Córdoba). En Aquisgrán, la capital del Imperio Carolingio, fue creada la Escuela
Palatina, cuyas funciones podían asimilarse a lo que actualmente es una universidad.
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También esta injerencia de la Iglesia en la labor educativa, promovida y alentada por
Carlomagno, produjo como resultado que la principal manifestación cultural del
Renacimiento Carolingio fuera la Teología. Carlomagno tenía sumo interés en definir de
común acuerdo con la Iglesia lo que era dogma de fe, a fin de convertir a la religión en
un instrumento político de unidad imperial. Todo lo anterior significa que el
Renacimiento Carolingio, a diferencia del Renacimiento italiano propiamente tal, no es
humanista ni antropocéntrico, sino que está centrado en aspectos teológicos y
católicos.
Sin embargo, es un renacimiento porque por primera vez desde la caída del Imperio
Romano se difundió en el continente europeo, a escala masiva, la fenecida cultura
latina.
Sin embargo, el Renacimiento carolingio dejó una profunda huella en la cultura de la
Europa cristiana medieval.
De este modo, el verdadero inicio de la tradición escolástica medieval, por no hablar
del primer acercamiento cultural de Occidente a la cultura latina, se debe al
Renacimiento Carolingio.
División del imperio
Rodeado del cariño de su pueblo y de la admiración de los extranjeros, Carlomagno
falleció en su palacio, el 28 de enero de 814. A su muerte, los pueblos sometidos
trataron de recobrar su independencia y la estructura del imperio se resquebrajó
hasta partirse.
Su hijo Luis el Benigno o Ludovico Pío, que le sucedió en el trono, dividió el imperio en
el año 817 entre sus tres hijos: Lotario, Pipino y Luis. Disconforme con este reparto,
su sobrino Bernardo, que era el rey de Italia, se sublevó, pero fue vencido.
Posteriormente, Ludovico se casó en segundas nupcias con una hija del rey de Baviera
(819) con la que tuvo otro hijo, Carlos, a quien quiso hacer partícipe del reparto y
entregarle un reino, pero sus otros hijos se sublevaron y Ludovico fue depuesto,
aunque más tarde fue restablecido en el trono por la asamblea de Nimega (830).
Esta resolución dio lugar a que sus hijos se sublevaran nuevamente en el año 833.
Abandonado por su ejército, fue degradado públicamente, pero poco después fue
restaurado por segunda vez en el trono (834).
Tiempo más tarde, su hijo menor, Luis el Germánico, quitó sus dominios a los hijos de
Pipino, rey de Aquitania, que murió en el año 838 y además, convenció a su hermano
Lotario que le cediera sus posesiones; con lo cual unificó las fuerzas para luchar
contra su padre, que falleció en 840, cuando se dirigía a enfrentar al vástago rebelde.
Con la muerte de Ludovico Pío, sus dos hijos menores, Luis y Carlos, se unieron contra
Lotario, que reclamé la sucesión de su padre y el título de emperador. El entredicho
derivé en un enfrentamiento militar, que tuvo lugar en Fontenoy, el 25 de junio de 841.
La batalla se prolongó durante todo un día, hasta que el ejército de Lotario se retiro
del campo, sin estar definitivamente derrotado.
En esas circunstancias, Luis y Carlos ratificaron su unión con el famoso juramento de
Estrasburgo prestado en presencia de los dos ejércitos (842).
Carlomagno dividió el territorio en marcas y condados:
Marcas: territorios defensivos localizados en las fronteras del Imperio. Estaban
gobernadas por duques o marqueses, que tenían el mando de un ejército. Las marcas
eran la Marca Hispánica, la Marca Sajona, la Marca Bretona, la Marca Lombarda y la
Marca Ávara.
Condados: zonas gobernadas por condes, que nombraba el rey y les otorgaba poder
militar, administrativo y judicial. Todo lo que no eran marcas eran condados,
correspondiendo a toda la zona no fronteriza del imperio.
El máximo poder del Imperio residía en el emperador, que tenía poder para convocar
las armas, administrar justicia y designar a los nobles que gobernaban los territorios.
Los inspectores de palacio o missi dominici eran los encargados de que los marqueses y
los condes gobernaran según las directrices del Emperador. Para ello acudían en
parejas a los territorios a comprobar el cumplimiento de las leyes. El palacio o corte
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era el núcleo de la Administración y estaba dirigido por un chambelán, sucesor del
cargo de mayordomo de palacio. A su cargo estaban el copero, responsable de la
bodega; el mariscal, responsable de la caballería y el establo; y el senescal, responsable de los asuntos de la corte. Las otras instituciones de la Administración
eran la cancillería, que dirigía los asuntos civiles y eclesiásticos, así como el tribunal
palatino, que aplicaba las leyes a los habitantes del Imperio
Tratado de Verdún
Tratado celebrado entre Lotario I del Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos el
Calvo y Luis el Germánico, hijos de Ludovico Pío y nietos de Carlomagno. Por este
tratado, los tres hermanos pusieron fin a años de hostilidades en que se enzarzaron
debido a su ambición de controlar la totalidad del Imperio Carolingio, lo que fue
permitido por la debilidad de su padre.
Por el Tratado de Verdún (843), los tres nietos de Carlomagno desintegraron el
Imperio. Carlos se llevó las regiones occidentales del Imperio. Luis tomó para sí las
regiones orientales. Lotario, por su parte, guiado por su ambición, consiguió hacerse
de las dos capitales imperiales: Roma y Aquisgrán, enclavadas en una estrecha franja
de terreno entre los dominios de sus dos hermanos, que iba desde Italia hasta el Mar
del Norte.
El Tratado tuvo consecuencias políticas incalculables. Aparte de sepultar para siempre
el sueño de una resurrección del Imperio Romano en Europa Occidental (que sería
infructuosamente buscado por el Sacro Imperio Romano Germánico), creó la semilla de
lo que después serían las naciones de Francia al oeste (el territorio de
Carlos, que por primera vez recibe esa denominación en vez del tradicional nombre de
Galia) y Alemania al este (los dominios de Luis). En cuanto al territorio de Lotario,
éste se desintegró bastante rápido.
Las invasiones de los siglos IX y X (las segundas invasiones bárbaras)
En los siglos IX y X Europa occidental se vio asolada por una nueva ola de invasiones
de distintos pueblos no cristianos: un viejo ene migo (los musulmanes) y dos nuevos
pueblos (los vikingos y los magiares). Aunque golpeada por estas embestidas, la Europa
cristiana se mantuvo y terminó por asimilar a los otros dos pueblos dentro de la
civilización europea cristiana, excepto a los musulmanes.
Por mucho, los ataques más devastadores y de mayor alcance de época fueron los
perpetrados por los hombres del norte, también conocidos por otros como vikingos.
Eran un pueblo germano con base en Escandinavia y constituyen, en cierto sentido, la
ola final de la emigración humana. La razón de su desplazamiento no es muy clara para
los historiadores. Una explicación común es la sobrepoblación, pero las investigaciones
recientes señalan que esto sería válido sólo para el occidente de Noruega. Otras
razones incluirían el gran amor de los vikingos por la aventura y la búsqueda de botín y
nuevas rutas comerciales. Las incursiones y los asentamientos vikingos también
tuvieron significativas repercusiones políticas. La incapacidad de las autoridades
reales para proteger a sus pueblos en contra de estas expediciones provocó que las
poblaciones locales acudieran entonces a losa aristócratas locales para que les
brindaran seguridad. En este proceso la aristocracia terrateniente no solo incrementó
su fuerza y su prestigio, sino que asumió mas funciones de gobierno local que
previamente había pertenecido al rey, con el tiempo estos procesos provocaron un
nuevo orden político y económico, conocido por feudalismo.
FEUDALISMO
Fue un sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la
nobleza de Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se caracterizó
por la concesión de feudos (casi siempre en forma de tierras y trabajo) a cambio de
una prestación política y militar, contrato sellado por un juramento de homenaje y
fidelidad. Pero tanto el señor como el vasallo eran hombres libres, por lo que no debe
ser confundido con el régimen señorial, sistema contemporáneo de aquél, que regulaba
las relaciones entre los señores y sus campesinos. El feudalismo unía la prestación
política y militar a la posesión de tierras con el propósito de preservar a la Europa
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medieval de su desintegración en innumerables señoríos independientes tras el
hundimiento del Imperio Carolingio.
ORÍGENES
Cuando los pueblos germanos conquistaron en el siglo V el Imperio romano de
Occidente pusieron también fin al ejército profesional romano y lo sustituyeron por
los suyos propios. Vivían de la tierra y combatían a pie, no necesitaban emplear la
caballería. Pero cuando los musulmanes, vikingos y magiares invadieron Europa en los
siglos VIII, IX y X, los germanos se vieron incapaces de enfrentarse con unos
ejércitos que se desplazaban con suma rapidez. Primero, Carlos Martel en la
Galia, después el rey Alfredo el Grande en Inglaterra y por último Enrique el Pajarero
de Germania, cedieron caballos a algunos de sus soldados para repeler las incursiones
sobre sus tierras. Con total seguridad esto ocurrió en el siglo XI.
Origen del sistema: Los caballos de guerra eran costosos y su adiestramiento para
emplearlos militarmente exigía años de práctica. Carlos Martel, con el fin de ayudar a
su tropa de caballería, le otorgó fincas (explotadas por braceros) que tomó de las
posesiones de la Iglesia. Estas tierras, denominadas 'beneficios', eran cedidas
mientras durara la prestación de los soldados. Éstos, a su vez, fueron llamados
'vasallos' (término derivado de una palabra gaélica que significaba sirviente).
Sin embargo, los vasallos, soldados selectos de los que los gobernantes Carolingios se
rodeaban, se convirtieron en modelos para aquellos nobles que seguían a la corte. Con
la desintegración del Imperio Carolingio en el siglo IX muchos personajes poderosos
se esforzaron por constituir sus propios grupos de vasallos dotados de montura.
Algunos de los hacendados más pobres se vieron obligados a aceptar el vasallaje y
ceder sus tierras al señorío de los más poderosos, recibiendo a cambio los beneficios
feudales. Se esperaba que los grandes señores protegieran a los vasallos de la misma
forma que se esperaba que los vasallos sirvieran a sus señores.
Feudalismo clásico Esta relación de carácter militar que se estableció en los siglos
VIII y IX a veces es denominada feudalismo Carolingio. El vasallo no sólo prestaba el
obligado juramento de fidelidad a su señor, sino también un juramento especial de
homenaje al señor feudal, el cual, a su vez, le investía con un feudo. De este modo, el
feudalismo se convirtió en una institución tanto política como militar, basada en una
relación contractual entre dos personas individuales, las cuales mantenían sus
respectivos derechos sobre el feudo.
Causas de la aparición del sistema feudal: La guerra fue endémica durante toda la
época feudal, pero el feudalismo no provocó esta situación; al contrario, la guerra
originó el feudalismo. Tampoco el feudalismo fue responsable del colapso del Imperio
Carolingio, más bien el fracaso de éste hizo necesaria la existencia del régimen feudal.
La desaparición del Imperio amenazó con sumir a Europa en una situación de anarquía:
cientos de señores individuales gobernaban a sus pueblos con completa independencia
respecto de cualquier autoridad soberana. Los vínculos feudales devolvieron cierta
unidad, dentro de la cual los señores renunciaban a parte de su libertad, lo que era
necesario para lograr una cooperación eficaz. Bajo la dirección de sus señores
feudales, los vasallos pudieron defenderse de sus enemigos, y más tarde crear
principados feudales de cierta importancia y complejidad. Los llamados feudalismos
del antiguo Egipto y de Persia, o de China y Japón, no guardan relación alguna con el
feudalismo europeo, y sólo son superficialmente similares.
Quizá fueran los samurais japoneses los que más se asemejaron a los caballeros
medievales, en particular los sogunes de la familia Ashikaga; pero las relaciones entre
señores y vasallos en Japón eran diferentes a las del feudalismo de Europa occidental.
Características En su forma más clásica, el feudalismo occidental asumía que casi toda
la tierra pertenecía al príncipe soberano -bien el rey, el duque, el marqués o el conde-
que la recibía "de nadie sino de Dios". Los nobles podían ceder parte de sus feudos a
caballeros que le rindieran, a su vez, homenaje y fidelidad y les sirvieran de acuerdo a
la extensión de las tierras concedidas. De este modo si un monarca otorgaba un feudo
de doce señoríos a un noble y a cambio exigía el servicio de diez caballeros, el noble
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podía ceder a su vez diez de los señoríos recibidos a otros tantos caballeros, con lo
que podía cumplir la prestación requerida por el rey. Los problemas surgían cuando un
caballero aceptaba feudos de más de un señor, para lo cual se creó la institución del
homenaje feudatario, que permitía al caballero proclamar a uno de sus señores como
su señor feudal, al que serviría personalmente, en tanto que enviaría a sus vasallos a
servir a sus otros señores. Esto quedaba reflejado en la máxima francesa de que "el
señor de mi señor no es mi señor" de ahí que no se considerara rebelde al subvasallo
que combatía contra el señor de su señor.
Obligaciones del vasallo La prestación militar era fundamental en el feudalismo. El
señor también esperaba de sus vasallos que le atendieran en su corte. Si el señor
necesitaba dinero, podía esperar que sus vasallos le ofrecieran ayuda financiera.
Herencia y tutela Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la
sucesión de los feudos. Cuando éstos se hicieron hereditarios, el señor estableció un
impuesto de herencia llamado 'socorro'. La Carta Magna estableció el socorro en 100
libras por barón y 5 libras por caballero; en todo caso, la tasa varió según el feudo. Si
un vasallo moría y dejaba a un heredero mayor de edad y buen caballero, el señor no
tenía por qué objetar su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor de edad o si el
heredero era mujer, el señor podía asumir el control del feudo hasta que el heredero
alcanzara la mayoría de edad o la heredera se casara con un hombre que tuviera su
aprobación. Si los herederos no eran aceptados por el señor, la propiedad del feudo
revertía en éste, que así recuperaba el pleno control sobre el feudo; entonces podía
quedárselo para su dominio directo o cederlo a cualquier caballero en un nuevo
vasallaje.
Autoridad real Los monarcas, durante toda la época feudal, tenían otras fuentes de
autoridad además de su señorío feudal. El renacimiento del saber clásico supuso el
resurgimiento del Derecho romano, con su tradición de poderosos gobernantes y de la
administración territorial. Con los impuestos que obtuvieron de las ciudades, los
príncipes pudieron contratar sirvientes civiles y soldados profesionales. De este modo
pudieron imponer su voluntad sobre el feudo y hacerse más independientes del
servicio de sus vasallos.
Decadencia: El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo
XIII; a partir de entonces inició su decadencia. Los vasallos prefirieron realizar pagos
en metálico (scutagium, 'tasas por escudo') a cambio de la ayuda militar debida a sus
señores; a su vez éstos tendieron a preferir el dinero, que les permitía contratar
tropas profesionales que en muchas ocasiones estaban mejor entrenadas y eran más
disciplinadas que los vasallos.
La sociedad feudal
La nobleza
La nobleza forma la cima de la sociedad feudal. La cúspide la ocupa el rey, el único
legitimado para hacer leyes.
El clero
El clero es una institución plenamente feudalizada. Las órdenes religiosas son
terratenientes y aumentan sus posesiones gracias a donaciones. Son auténticos
señores feudales con idéntico papel económico y político que la nobleza. La Iglesia,
como institución, pagaba tributos al rey.
El estado llano
El estado llano lo formaban los que trabajaban y pagaban los impuestos, y estaban
sometidos al derecho común, que no será el derecho romano hasta la recepción,
después del año 1000. Algunos de los campesinos libres tenía derecho a elegir señor:
será la behetría. La vinculación a la tierra generalizó los malos usos feudales, que el
señor imponía a los campesinos en virtud de sus derechos de posesión. La burguesía
alcanza gran poder en las ciudades y aspira a su gobierno.
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SACRO IMPERIO ROMANO GERMÁNICO
El Sacro Imperio Romano Germánico fue la unión política de un conglomerado de
estados de Europa Central, que se mantuvo desde la Edad Media hasta inicios de la
Edad Contemporánea.
Formado en 962 de la parte oriental de las tres en que se repartió el reino franco de
Carlomagno en 843 mediante el Tratado de Verdún, el sacro imperio fue la entidad
predominante de Europa central durante casi un milenio, hasta su disolución en 1806
por Napoleón I. En el siglo XVIII, comprendía la mayor parte de las actuales
Alemania, República Checa, Austria, Liechtenstein, Eslovenia, Bélgica y
Luxemburgo, así como grandes áreas de la actual Polonia y una porción de los Países
Bajos. Con anterioridad, habían formado parte del mismo los Países Bajos y Suiza, así
como zonas de Francia e Italia.
El Sacro Imperio es una institución única en la historia mundial y es por ello que la
forma más sencilla de entenderlo sea quizás definirlo por sus diferencias respecto a
otras entidades más comunes:
Nunca tuvo vocación de convertirse en estado nación, a pesar del carácter germánico
de la mayor parte de sus gobernantes y habitantes. Desde sus inicios, el Sacro
Imperio estuvo constituido por diversos pueblos, y una parte sustancial de su nobleza
y cargos electos procedía de fuera de la comunidad germano-hablante. En su apogeo,
el imperio englobaba la mayor parte de las actuales Alemania, Austria, Suiza,
Liechtenstein, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, República Checa y Eslovenia, así
como el este de Francia, norte de Italia y oeste de Polonia. Y con ellos sus idiomas,
que comprendían multitud de dialectos y variantes de lo que formarían el alemán, el
italiano y el francés, además de las lenguas eslavas. Por otro lado, su división en
numerosos territorios gobernados por príncipes seculares y eclesiásticos, obispos,
condes, caballeros imperiales y ciudades libres hacían de él, al menos en la época
moderna, un territorio mucho menos cohesionado que los emergentes estados
modernos que tenía a su alrededor.
A diferencia de las confederaciones, el concepto de imperio no sólo implicaba el
gobierno de un territorio específico, sino que tenía fuertes connotaciones religiosas
(de ahí el prefijo sacro), y durante mucho tiempo mantuvo un fuerte ascendente sobre
otros gobernantes del orbe cristiano.
Hasta 1508, los reyes alemanes no eran considerados como emperadores hasta que el
Papa, vicario de Cristo en la tierra, los hubiese coronado formalmente como tales.
El imperio, por tanto, podría describirse como una conjunción entre un estado y una
confederación de carácter religioso. Desde la Alta Edad Media, el Sacro Imperio se
caracterizó por una peculiar coexistencia entre emperador y poderes locales. A
diferencia de los gobernantes de la Francia Occidentalis, que más tarde se convertiría
en Francia, el emperador nunca obtuvo el control directo sobre los estados que
oficialmente regentaba. De hecho, desde sus inicios se vio obligado a ceder más y más
poderes a los duques y sus territorios. Dicho proceso empezaría en el siglo XII,
concluyendo en gran medida con la paz de Westfalia (1648).
Oficialmente, el imperio o Reich se componía del rey, que había de ser coronado
emperador por el Papa (hasta 1508), y los Reichsstände (Estados imperiales).
Rey de Alemania
Corona del Sacro Imperio (2ª mitad del siglo X), conservada actualmente en la
Schatzkammer de Viena.
La coronación papal de Carlomagno como emperador de los romanos en 800 constituyó
el ejemplo que siguieron los posteriores reyes; y fue la actuación de Carlomagno
defendiendo al papa frente a la rebelión de los habitantes de Roma, lo que inició la
noción del emperador como protector de la iglesia.
Convertirse en emperador requería acceder previamente al título de rey de los
alemanes. Desde tiempos inmemoriales, los reyes alemanes habían sido designados por
elección. En el siglo IX era elegido entre los líderes de las cinco tribus más
importantes (francos, sajones, bávaros, suabos y turingios), posteriormente entre los
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duques laicos y religiosos del reino, reduciéndose finalmente a los llamados Kurfürsten (príncipes electores). Finalmente, el colegio de electores quedó establecido mediante
la Bula de Oro (1356). Inicialmente había siete electores, pero su número fue variando
ligeramente a través de los siglos (véase príncipes electores para más detalles).
Hasta 1508, los recién elegidos reyes debían trasladarse a Roma para ser coronados
emperadores por el Papa. No obstante, habitualmente el proceso se demoraba hasta la
resolución de algunos conflictos "crónicos": imponerse en el inestable norte de Italia,
resolver disputas pendientes con el patriarca romano, etc.
Estados Imperiales
Una entidad era considerada como un Reichsstand (estado imperial) si, conforme a las
leyes feudales, no tenía más autoridad por encima que la del emperador del Sacro
Imperio. Entre dichos estados se contaban:
Territorios gobernados por un príncipe o duque, y en algunos casos reyes. A los
gobernadores del Sacro Imperio, no se les permitía ser reyes de territorios dentro
del imperio, pero algunos gobernaron reinos fuera del mismo, como ocurrió durante
algún tiempo, con el reino de la Gran Bretaña.
Territorios eclesiásticos dirigidos por un obispo o príncipe-obispo. En el primer caso,
el territorio era con frecuencia idéntico al de la diócesis, recayendo en el obispo tanto
los poderes mundanos como los eclesiásticos. Por su parte, un príncipe-obispo de
notable importancia en el Sacro Imperio fue el obispo de Maguncia, cuya sede
episcopal se encontraba en la catedral de esa ciudad.
La implosión del imperio
Tras la muerte de Carlos VI (1711-1740) el imperio se vio sacudido por una serie de
crisis que pusieron en evidencia su decadencia final. El surgimiento de Prusia bajo el
reinado de Federico II el Grande y las sucesivas guerras: Sucesión Austriaca y de los
Siete Años, serían las más importantes.
Finalmente, el 6 de agosto de 1806 el Imperio desaparecería formalmente cuando su
último emperador Francisco II (desde 1804, emperador Francisco I de Austria)
renunciaba, tras la derrota militar a manos del ejército francés de Napoleón. Los
sucesores de Francisco II continuaron titulándose emperadores de Austria hasta
1918.
LAS CRUZADAS
El siglo XI fue el apogeo de la fe cristiana, donde la ilusión de una Europa unificada
bajo la autoridad papal, parecía ser una realidad palpable.
Esta época gloriosa se empañó cuando los turcos seléucidas abrazaron el islam y se
opusieron a toda fe distinta de la suya. Con el objetivo de eliminar a sus adversarios
religiosos, atacaron el imperio de Oriente y se apoderaron del Asia menor.
Con el objetivo de erradicar a los infieles musulmanes de Tierra Santa, enarbolando
una bandera que mostraba como símbolo una cruz roja, se inició la Guerra Santa, por
orden del Papa Urbano II.
Los cruzados obtenían privilegios terrenales por participar en estas campañas y sobre
todo los motivaba hallar la salvación espiritual al luchar por los ideales cristianos.
Hubo en total ocho cruzadas, entre los siglos XI y XIV.
La Primera Cruzada, desarrollada entre 1096 y 1099, estaba integrada por una parte
por la llamada Cruzada de los pobres, que reunió desorganizadamente a mucha gente
humilde, dirigidas por Pedro el Ermitaño. Este grupo fue literalmente masacrado.
Mejor suerte corrió la llamada Cruzada de los Príncipes, más organizados, con fuerzas
provenientes de Francia, Países Bajos y Sicilia, que pudieron tomar Jerusalén en 1909
y obtener cuantiosas ganancias con las que crearon cinco estados feudales ( entre
ellos, el reino de Jerusalén, el principado de Antioquia, el condado de Odessa y el de
Trípoli) y numerosos castillos. Sin embargo, no midieron el costo de la represalia que
no tardó en llegar. Los turcos se apoderaron de uno de los cinco estados, el de
Odessa.
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La Segunda Cruzada fue organizada por San Bernardo, y en ella tomaron ingerencia
activa los reyes cristianos, sobre todo el de Francia, Luis VII y el emperador germano
Conrado III, pero no obtuvo los mlogros esperados.
Los turcos reconquistaron Jerusalén en el año 1171, gracias a la acción unificadora de
los reinos musulmanes, realizada por Saladino, sultán de Siria y Egipto, hombre de
gran carácter y humanidad que ocupó además toda la Siria musulmana y una parte de
los países situados más allá del Eufrates medio.
El fracaso de la Tercera Cruzada puede atribuirse a la enemistad entre Francia e
Inglaterra y entre el imperio de Oriente y los cristianos de Occidente. Fue convocada
por el papa Gregorio VIII, con la participación de numerosos monarcas, entre los que
se destacó Ricardo Corazón de León, que logró apoderarse de Acre el 13 de julio de
1191, y se puso al frente de la Cruzada, firmando una tregua con Saladino, iniciándose
un período de paz, a pesar de la muerte del sultán ocurrida pocos meses después.
La Cuarta Cruzada fue contra Egipto, por ruta marítima y no incluyó monarcas,
estando organizada por el Papa Inocencio III en el año 1199. Sin embargo una
confabulación entre quienes dirigían la Cruzada dirigió el objetivo hacia
Constantinopla.
Llegados a Bizancio instalaron en el mando a Alejo IV, quien fue depuesto recayendo el
mando en Alejo V; pero los Cruzados lograron imponerse y exterminaron a los
cristianos ortodoxos, determinando la extinción del imperio Bizantino, que quedó
sumamente debilitado, oportunidad que luego aprovecharían los turcos en 1453, para
asestar el golpe definitivo. Fue una cruzada de cristianos contra cristianos.
Las siguientes cruzadas recibieron el nombre de bálticas, por estar dirigidas contra
los paganos de la cuenca del báltico y fueron realizadas entre los siglos XII y XVI,
por Dinamarca Alemania y Suecia.
La Quinta Cruzada fue obra de Inocencio III y se llevó a cabo en el año 1218, con la
intención de conquistar Egipto, pero fracasó.
La Sexta Cruzada se realizó sin permiso papal, en el año 1228 y fue realizada por
Felipe II. Logró reconquistar Belén, Nazareth y Jerusalén, convirtiéndose en su rey
por decisión personal, aunque Jerusalén fue nuevamente ocupada en el año 1224.
La toma de Jerusalén motivó la Séptima Cruzada, organizada por el rey Luis IX de
Francia, pero fue un fracaso rotundo, culminando con su líder prisionero.
Sin embargo, no desalentado aún, Luis IX, una vez en libertad, organizó la Octava
Cruzada en el año 1269, con peor suerte aún que la anterior, ya que falleció en Túnez
víctima de la peste junto a una gran parte de su ejército en el año 1270.
HEREJÍAS
Los historiadores de las religiones analizan, en su mayoría, a las herejías como el
intento de constitución de nuevas iglesias -aunque sus dogmas pudieran ser tomados
del pasado, o como un peligroso cuestionamiento a la fe y a la Iglesia Católica. Esta es,
también, la posición de la historia tradicional. Pero a pesar de sus mayores o menores
diferencias todos coinciden en un punto: la disensión es un problema marginal dentro
del sistema de ideas imperante en la Baja Edad Media.
La herejía, entonces, queda aislada de su sostén esencial que es el individuo que
rechazó lo que estaba obligado a aceptar como verdadero y únicamente válido.
Desde el tiempo de los apóstoles abundaron las herejías: unas negaban la divinidad de
Jesucristo, otras su humanidad y otras amalgamaban la doctrina cristiana con otras
religiones, etc.
Durante toda la época de las persecuciones oficiales surgieron herejías, la mayoría
provenían de los mismos cristianos descontentos y algunas de los paganos. Tampoco
faltaron los defensores de la fe verdadera y exponían, al mismo tiempo, la doctrina
bíblica enseñada por la Iglesia.
Apenas terminadas las persecuciones a principios del siglo IV, la Iglesia, como
institución, gozó oficialmente de plena libertad y fue, entonces, cuando aparecieron
las llamadas grandes herejías; las llamaron grandes por la extensión que cubrieron a lo
largo y ancho del imperio romano, que paulatinamente iba cristianizándose, y también
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por el número de sus seguidores que se enrolaban en sus filas, sin excluir sacerdotes y
obispos.
Surgimiento de las Universidades
Las universidades, tal como las conocemos con profesorado, estudiantes y grados
académicos fue un producto de la Alta Edad Media. La palabra universidad se deriva
de la palabra latina universitas, que significa corporación o gremio, y hacía referencia
a un gremio de maestros o estudiantes. Las universidades medievales eran gremios
educativos o corporaciones que formaban a individuos instruidos y capacitados.
Productos de la Alta Edad Media, las universidades proporcionaron a los estudiantes
educación artística liberal básica y la oportunidad de continuar estudiando leyes,
medicina o teología. Los cursos se enseñaban en latín, principalmente por maestros que
leían de libros. No había exámenes en los cursos individuales, pero los estudiantes
tenían que pasar un examen oral completo para obtener un grado.
La educación en la Alta Edad Media descansaba, sobre todo, en el clero, es decir, en
los monjes. Aunque las escuelas monásticas fueron centros de aprendizaje desde el
siglo IX, fueron rebasadas en el curso del siglo XI por las escuelas catedralicias,
organizadas por el clero secular (monástico).
Las escuelas catedralicias se extendieron con rapidez en el siglo XI. Había veinte en
el año 900, pero para el año 1000, su número había crecido cuando menos hasta
doscientas, ya que cada ciudad catedralicia se sentía obligada a establecer una.
Aunque el propósito principal de la escuela catedralicia era educar a los sacerdotes
para ser hombres de Dios más letrados, también atrajeron a otros individuos que
deseaban contar con alguna educación, pero no querían ordenarse sacerdotes.
La primera universidad europea apareció en Bolonia, Italia (a menos que uno esté de
acuerdo de conceder esta distinción a la primera escuela de medicina, establecida con
anterioridad en Salerno Italia). La fundación de la Universidad de Bolonia coincidió
con la renovación del interés por el derecho romano sobre todo por el
redescubrimiento del Código de Derecho Civil de Justiniano (véase la opción
Renacimiento del derecho romano) Para protegerse, los estudiantes de Bolonia
formaron un gremio, o universitas, que el emperador Federico Barbarroja reconoció y
al cual le dio una cédula en 1158. Aunque el cuerpo docente también se organizó como
grupo, la universitas de estudiantes de Bolonia tuvo mayor influencia. Obtuvo, por
parte de las autoridades locales, una promesa de libertad para los estudiantes, regulé
el precio de los libros y del hospedaje y, además, determiné los estudios las cuotas y
el profesionalismo de los maestros. Se multaba a los profesores si faltaban a una clase
o comenzaban tarde sus lecciones. La Universidad de Bolonia siguió siendo la mejor
escuela de leyes de Europa durante la Edad Media.
En el norte de Europa, la Universidad de París se convirtió en la primera universidad
prestigiosa.
Varios maestros comenzaron a aceptar estudiantes extra por una paga. A finales del
siglo XII estos maestros de París formaron una universitas, o gremio de maestros. En
1200, el rey de Francia Felipe Augusto reconoció de manera oficial la existencia de la
Universidad de París. La Universidad de Oxford, en Inglaterra, se organizó según el
modelo de la de Paris, y apareció por primera vez en 1208. Una migración de
académicos de Oxford, ocurrida en 1209, condujo a la fundación de la Universidad de
Cambridge. En la Alta Edad Media los reyes> papas y príncipes rivalizaron en la
fundación de nuevas universidades. A finales de la Edad Media había ochenta
universidades en Europa, la mayoría de ellas localizadas en Inglaterra, Francia, Italia y
Alemania.
LITERATURA
El latín fue el lenguaje universal de la civilización medieval. El resurgimiento
intelectual de la Alta Edad Media incluyó una explosión de literatura latina. Aunque el
latín seguía utilizándose para propósitos literarios, en el siglo XII gran parte de la
literatura creativa se estaba escribiendo en los idiomas vernáculos (los idiomas
locales, como el español, francés, inglés o alemán). En el transcurso de la Edad Media
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existió una literatura popular vernácula, la cual se manifestó, sobre todo, en las sagas
germanas, celtas, islandesas antiguas y eslavas. Pero, en el siglo XII surgió un nuevo
mercado para la literatura vernácula cuando los laicos educados, en las cortes y en la
nueva sociedad urbana, buscaron avenidas novedosas de entretenimiento.
Tal vez la literatura vernácula más popular del siglo XII fue la poesía trovadoresca,
principalmente producto de nobles y caballeros. Esta poesía se centró en el amor
cortesano, el amor que un caballero profesaba a una dama, generalmente una dama
noble casada, la cual lo inspiraba a convertirse en un osado caballero y en un poeta aún
mejor. Aunque surgió en el sur de Francia, la poesía trovadoresca también difundió en
el norte de Francia, Italia y Alemania. Otro tipo de literatura vernácula fue la chanson
de geste o épica heroica. El primero y más fino ejemplo es la obra titulada la Chanson
de Roland (El Cantar de Roldán) , que apareció alrededor del año 1100 escrito en un
dialecto del francés, lengua romance derivada del. Las chansons de geste (cantares de
gesta) se escribieron para una sociedad dominada por el varón. Los principales
acontecimientos descritos en estos poemas, como en El cantar de Roldán, son batallas
y torneos políticos. Su mundo gira alrededor de los combates en que los caballeros
pelean bravamente por sus reyes y señores. Aunque las chansons de geste seguirían
produciéndose en el siglo XII, se volvió popular un tipo distinto de poema largo, el
romance cortesano. Éste se compuso en dísticos rimados y trataba de un asunto
romántico: caballeros valientes, damas virtuosas, malvados magos, palacios
encantados, hadas, animales parlantes y extraños bosques. La historia del rey Arturo,
el rey legendario de los bretones del siglo y se convirtió en un tema popular del
romance corte sano.
La literatura durante toda la Edad Media cumple una función didáctica muy
importante. Sin escuelas, la labor educativa sólo podía ser realizada por los clérigos
(gente de cultura), que escribirán una literatura pensada para educar. Si en el mundo
antiguo el popular se inclinaba hacia los héroes y los mitos, en la Alta Edad Media
fueron los protagonistas los santos y los héroes (predominio de la épica), sin rastros
visibles del tratamiento sentimental de la emoción amorosa, que no aparecerá hasta
generarse la literatura caballeresca, ya en los umbrales de la literatura burguesa.
Podemos encontrar influencias de las siguientes culturas:
Grecolatina: los saberes del mundo clásico estaban recogidos en multitud de libros
que quedan en los monasterios medievales.
Árabe: Las primeras manifestaciones literarias en nuestra lengua son de origen árabe
(las jarchas, canciones populares recogidas por autores árabes cultos). También las
colecciones de cuentos árabes dejarán huella (Las mil y una noches). También influyen
a través de la escuela de traductores de Toledo, en la que participaban gentes de las
tres religiones: árabe, cristiana y judía;
Hebrea: La influencia judía se dejó ver sobre todo por la labor de la Escuela de
traductores de Toledo;
Germana: El influjo germánico hay que centrarlo sobre todo en los poemas épicos y
cantares de gesta, géneros nacidos para cantar las hazañas bélicas entre los
guerreros germanos;
Francesa: A través del Camino de Santiago se abre una ruta que servirá de
intercambio de culturas durante toda la Edad Media (los estilos arquitectónicos
Románico y Gótico son de importación francesa). Influirán en los distintos géneros: los
cantares de gesta, el mester de Clerecía (la cuaderna vía es una estrofa de origen
francés) y la lírica (de origen provenzal). La influencia se dejará notar también en el
idioma (apócope) En el mundo románico medieval el juglar, que sucede a los cantores
de la corte de los siglos VIII y IX, es el transmisor oral de las piezas literarias en
recitado o cantado y acompañado de instrumentos musicales. Este término data de
mediados del siglo IX. El juglar de gestas tenía a su cargo la recitación de obras muy
extensas, debía tener una buena memoria y facilidad de improvisación. No tenía que
ser por fuerza un experto músico, pues la melodía de las tiradas narrativas era
monótona y bien sencilla.
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Profesora: María Cristina Galleguillos V.
Así aparecen las primeras jarchas, surge la poesía épica, el Mester de juglaría: Poema
de Mío Cid (¿1144? ¿1203?), los primeros restos de teatro: Auto de los Reyes Magos
(¿1150?) y los inicios de la prosa didáctica: Alfonso X.
La lírica tradicional es la poesía lírica compuesta de forma anónima y transmitida
oralmente con origen en el siglo XI. Las más antiguas son las jarchas. Más tardíos
(siglo XV) son los villancicos, escritos en castellano. Se usan abundantemente los
recursos de repetición (paralelismos, anáforas).
Se acude con frecuencia a simbolismos sacados de la naturaleza: lavarse la cara los
amantes; la fuente (renovación, fecundidad), nacimiento de las flores (el amor)... Estos
símbolos son más claros en los villancicos; apenas existen en las jarchas. Estas son
unas estrofas breves escritas en romance que se insertaban al final de una moaxaja
árabe o hebrea.
El arte
Dos estilos artísticos se sucedieron durante la Edad Media: el románico y el gótico,
éste último arte religioso por excelencia. El románico era un estilo sobrio y austero,
con paredes anchas y reducidas aberturas. El estilo se va consolidando con lo que
restaba de las grandes tradiciones romanas y las nuevas técnicas de los llamados
“bárbaros'. El período que comprende este estilo es el de los siglos XI y XIII. Es un
estilo uniforme pero tiene variaciones locales e incorporaciones de otras tradiciones
como ser la visigoda o la mozárabe de España de los siglos VII y XI. Este estilo tiene
un problema técnico central que es a la vez lo más importante de su significación, que
es la bóveda curva. El románico es un estilo que tiene una nutrida serie de elementos
decorativos: el fundamental arco, el rosetón (un circulo calado y vidriado que
funcionaba como ventana para la entrada de luz), el pilar esculpido que divide en dos la
puerta principal y el tímpano.
A partir del siglo XIII comienza a imponerse el gótico, llamado así por ser el arte
derivado de los godos. El gótico fue fundamentalmente un arte urbano caracterizado
por la construcción de grandes catedrales que se distinguen por su marcada
verticalidad y la gran luminosidad interior debido a los grandes ventanales adornados
con hermosas cristalerías llamadas comúnmente vitraux. Este estilo surge en Francia,
como son las Catedrales de Chartres, Paris, Reims, Amiens. En Inglaterra el primer
edificio del gótico inglés es la catedral de Cantebury (1174), la Abadía de
Westminster En España e Italia el gótico se latiniza. Son sus exponentes máximos las
catedrales de Toledo, Burgos, Sevilla. Este estilo se prolongó en España durante el
siglo XVI cuando se edificaron las magnificas catedrales de Salamanca, Segovia.
La filosofía
Los textos de San Agustín en el Siglo V fueron la base de todo el pensamiento
medieval. Aristóteles fue redescubierto en Occidente y Santo Tomás de Aquino trató
de conciliar su pensamiento con la doctrina cristiana aceptando la razón como forma
de interpretación y un instrumento para llegar a Dios. En su obra "La Suma Teológica"
describe racionalmente los dogmas cristianos. Las graves crisis de los siglos XIV y XV
(la peste, el hambre y las guerras) provocaron un cambio en el pensamiento medieval
tornándolo más terrenal. El inglés Roger Bacon expuso una filosofía más experimental
que empezaba a diferenciarse claramente del pensamiento religioso y la teología.
Filosofía: Nombre dado por la Iglesia católica a los autores que establecieron la
doctrina cristiana antes del siglo VIII. Hay que tomar en cuenta que al principio la
Iglesia no quería saber nada de la filosofía, ya que estaban bajo la impresión de la
nueva vivencia de su fe. Gracias a San Agustín, se puso un sí positivo a la filosofía.
Considerado como filósofo, señala el apogeo de la filosofía patrística, resucitando el
platonismo, y, cimentando en él la idea cristiana, da a la nueva doctrina una sólida base
psicológica, presenta en la patrística la síntesis de las grandiosas concepciones
debidas a los Padres orientales y el espíritu práctico de los occidentales. En este caso,
como siempre, el Oriente antepone la ontología y el Occidente la psicología.
Durante los primeros siglos de la Edad Media, la filosofía se nutre de savia teológica.
La pagana había venido a parar a la negación. La exageración de los principios
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platónicos había conducido a negar el conocimiento, sustituido por el éxtasis; el
éxtasis arrastraba a la anulación de la individualidad, y la gran Unidad, Dios mismo,
venia a ser implícitamente negado: porque la unidad simplicísima excluye hasta la
existencia, que es ya una complicación. Los sistemas del lado opuesto habían
engendrado el escepticismo y el materialismo. La negación circundaba el pensamiento
por todas partes. San Panteno erigió en Alejandría una escuela catequista que
consideraba a la filosofía complemento obligado de la religión, y su sucesor San
Clemente es el fundador de lo que entre los Padres orientales se llama gnosticismo. os
grandes filósofos paganos prepararon a la humanidad para el cristianismo, y sobre la
ciencia, así como sobre la fe, existe, a juicio de San Clemente, un conocimiento
supremo, la gnosis, en que se contiene toda la verdad.
GUERRA DE LOS CIEN AÑOS
Se produjo a fines de la Edad Media, entre los años 1337 y 1453, exactamente, 116
años, entre Francia e Inglaterra.
Los normandos que se habían establecido en Inglaterra, habían coronado a su
descendencia como monarcas ingleses, quiénes poseían en Francia grandes extensiones
de tierra.
Al extinguirse en Francia la dinastía de los Capetos, nombraron sucesor, al rey Felipe
de Valois. El rey Eduardo III de Inglaterra, pretendía el trono de Francia, alegando
ser descendiente de los Capeto por línea materna, ya que su madre, Isabel, sería
hermana de Luis, Felipe y Carlos, hijos de Felipe el Hermoso, y se sintió traicionado
con la asunción de Felipe de Valois, quien asumió como Felipe VI. Los franceses habían
alegado la imposibilidad de coronar a Eduardo III, fundados en la ley Sálica, que
impedía la sucesión real por vía femenina.
Además Francia, pretendió adquirir bajo su dominio a la provincia de Flandes, por
razones de vasallaje.
Eduardo, como venganza, acogió en su Corte a un pariente de Felipe, Roberto de
Artois, que se había rebelado contra su autoridad. Ante esta situación Felipe invadió y
se apoderó de Gascuña, propiedad francesa.
El ejército francés estaba integrado por nobles, el inglés por todas las categorías
sociales.
En la batalla naval de Sluys y en Crécy y Poitiers, los franceses sufrieron la derrota.
Solamente París resistió a los años de miseria y opresión.
El rey Juan de Francia fue hecho prisionero junto a su Corte, y esto obligó a negociar
el Tratado de Brétigny-Calais, firmado en el año 1360, por el cual Eduardo III
recuperaba todas sus posesiones originales, con excepción de Normandía. Los ingleses
obtuvieron a perpetuidad Guines, Marck y Calais.
Unos años de paz sobrevinieron al Tratado de Calais, y al reanudarse el conflicto,
Francia recuperó algunos territorios, gracias a la acción de Bertrand du Guesclin.
La batalla de Azincourt significó una nueva derrota para Francia, y expuso a ese
estado a la posibilidad de contar con un rey inglés: Enrique V.
Destacada fue la actuación de Juana de Arco, otorgando a las fuerzas francesas gran
valor espiritual.
Era una joven analfabeta, convencida de que una fuerza divina la impulsaría a liberar a
su país de los ingleses. Consiguió liberar a Orleáns en 1429, obteniendo luego victorias
en Troyes, Chálons y Reims, donde logró la coronación de Enrique VII.
Luego de varias derrotas fue capturada por el duque Felipe de Borgoña, en 1430,
donde fue acusada por hechicería ante los tribunales de la Inquisición y condenada a
muerte en la hoguera, en 1431.
En Francia, coexistían dos reyes: Enrique VII, que había sido coronado en Reims y
Enrique VI, impuesto por Inglaterra, y, particularmente, por Felipe de Borgoña. Por la
Paz de Arrás, firmada en 1435, un año más tarde Borgoña se reconcilió con Francia.
El triunfo definitivo de Francia se produjo en el año 1453, donde recuperaron todos
sus territorios, con excepción de la ciudad de Calais.
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Luego de esta guerra, Inglaterra se vio sacudida por una guerra civil, la Guerra de las
Dos Rosas, por las disputas que se originaron en torno a la sucesión al trono, que
dividieron al estado en dos facciones. Finalmente, la dinastía Tudor, representada por
Enrique VII, asumió el trono.
LA ALTA EDAD MEDIA
Hacia mediados del siglo XI Europa se encontraba en un periodo de evolución
desconocido hasta ese momento.
La época de las grandes invasiones había llegado a su fin y el continente europeo
experimentaba el crecimiento dinámico de una población ya asentada. Renacieron la
vida urbana y el comercio regular a gran escala y se desarrolló una sociedad y cultura
que fueron complejas, dinámicas e innovadoras. Este periodo se ha convertido en
centro de atención de la moderna investigación y se le ha dado en llamar el
renacimiento del siglo XII.
El poder papal
El Papado no sólo ejerció un control directo sobre el dominio de las tierras del centro
y norte de Italia sino que además lo tuvo sobre toda Europa gracias a la diplomacia y a
la administración de justicia (en este caso mediante el extenso sistema de tribunales
eclesiásticos). . La espiritualidad altomedieval adoptó un carácter individual, centrada
ritualmente en el sacramento de la eucaristía y en la identificación subjetiva y
emocional del creyente con el sufrimiento humano de Cristo
Aspectos intelectuales
Resurgimiento intelectual al prosperar nuevas instituciones educativas como las
escuelas catedralicias y monásticas.
Se fundaron las primeras universidades.
El escolasticismo se popularizó, se estudiaron los escritos de la Iglesia, se analizaron
las doctrinas teológicas y las prácticas religiosas y se discutieron las cuestiones
problemáticas de la tradición cristiana. El siglo XII, por tanto, dio paso a una época
dorada de la filosofía en Occidente.
Innovaciones artísticas
La lírica amorosa, el romance cortesano y la nueva modalidad de textos históricos
expresaban la nueva complejidad de la vida y el compromiso con el mundo secular.
En la arquitectura, el románico alcanzó su perfección con la edificación de incontables
catedrales a lo largo de rutas de peregrinación en el sur de Francia y en España.
Estilo gótico que en los siguientes siglos se convertiría en el estilo artístico
predominante.
Unidad europea
La Iglesia se convirtió en la gran institución europea, las relaciones comerciales
integraron a Europa gracias especialmente a las actividades de los banqueros y
comerciantes italianos.
Fue el siglo de las Cruzadas; estas guerras, iniciadas a finales del siglo XI, fueron
predicadas por el Papado para liberar los Santos Lugares cristianos en el Oriente
Próximo que estaban en manos de los musulmanes.
La alta edad media culminó con los grandes logros de la arquitectura gótica, los
escritos filosóficos de santo Tomás de Aquino y la visión imaginativa de la totalidad de
la vida humana, recogida en la Divina Comedia de Dante Alighieri.
LA BAJA EDAD MEDIA
La alta edad media estuvo caracterizada por la consecución de la unidad institucional y
una síntesis intelectual, la baja edad media estuvo marcada por los conflictos y la
disolución de dicha unidad.
Empezó a surgir el Estado moderno (incipiente sentimiento nacional). Y la lucha por la
hegemonía entre la Iglesia
y el Estado se convirtió en un rasgo permanente de la historia de Europa durante
algunos siglos posteriores.
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El absolutismo monárquico y los Estados nacionales
Al comienzo de la Edad Moderna se asientan en el poder los reyes absolutos, creando
los Estados nacionales. El absolutismo monárquico se impone como ideología de Estado
gracias a los juristas que salen de las universidades; principalmente las de Bolonia,
Salamanca, París y Valladolid; pero también triunfa por que se extiende la doctrina del
origen divino del poder de los reyes. Esto se traduce en que el rey es el único que
puede crear leyes, a través de la pragmática.
Los reyes apoyan su poder en diversas instituciones, que afectan a todo el territorio,
creando así los Estados nacionales. La única institución cuya legislación es de
aplicación en todos los reinos de una corona es la Inquisición, de la que se valen todos
los reyes para unificar las leyes de su corona.
CRISIS DEL SIGLO XIV
La monarquía como sistema político necesario:
Tres problemas se plantean a propósito de la Monarquía temporal comunmente llamada
Imperio. El primero es éste: Si la Monarquía temporal es necesaria para el bien del
mundo. Esta proposión no objetada por fuerza de razón ni de autoridad, puede ser
demostrada con sólidos y clarísimos argumentos; ante todo por la autoridad del
Filósofo en su "Política". Afirma éste, con su autoridad venerable, que cuando varias
cosas están ordenadas hacia un fin, conviene que uno regule o gobierne y que las
demás sean reguladas o regidas. Lo cual es creíble no sólo por el nombre glorioso del
autor, sino también por la razón inductiva. Si consideramos a un hombre, vemos que
ocurre esto con él: que como todas sus fuerzas están ordenadas hacia la felicidad, la
fuerza intelectual obra como reguladora y rectora de todas las otras, pues, no siendo
así, no podría alcanzar dicha felicidad. Ahora bien; es cierto que todo el género
humano está ordenado a un fín, como ya fue demostrado; por consiguiente, conviene
que haya uno que mande o reine; y éste debe ser llamado Monarca o Emperador. Y así
resulta evidente que, para el bien del mundo es necesaria la Monarquía, o sea el
Imperio.
RENACIMIENTO Y HUMANISMO
Entre 1350 y 1550 la sociedad europea occidental conoció y vivió una auténtica
revolución espiritual, una crisis de perfiles muy nítidos en todos los órdenes de la vida;
una profunda transformación del conjunto de los valores económicos, políticos,
sociales, filosóficos, religiosos y estéticos que habían constituido la vieja civilización
medieval, aquella que había sido definida, con un cierto desprecio, como la edad de las
tinieblas. La imagen que historiográficamente poseemos de aquel período que
denominamos Renacimiento es, por consiguiente, la de una época cuyo común
denominador fue la transformación, la renovación y la creación de nuevos códigos de
conducta. Son precisamente éstos los términos más utilizados por Burckhardt para
caracterizarla: el Renacimiento es una época de ruptura con el oscurantismo medieval,
un período de renovación del arte y de las letras, de recuperación y de acercamiento a
los clásicos, de restauración de la Antigüedad, de un uso novedoso de la razón en
todos los campos del saber. Asimismo, el período se caracteriza por la aparición de un
fuerte proceso de secularización de la vida política y por la presencia de una escuela
de pensamiento nueva, el Humanismo. El Renacimiento no consistió sólo en un mero
resurgir erudito de la literatura o de la filosofía grecorromana o en una vulgar
imitación de las formas artísticas de la Antigüedad. Asociado historiográficamente a
ese concepto aparece aquel otro, el Humanismo, que completa la idea inicial de que nos
hallamos en una época nueva y, en consecuencia, distinta de aquélla, la antigua, que se
tomaba como modelo. Justamente, fue la renovación de la cultura el aspecto más
notoriamente destacado por sus propios protagonistas, aquellos que hablaron por
primera vez de Renacimiento. aunque el término Humanismo ha sido, empleado para
denominar toda doctrina que defienda como principio fundamental el respeto a la
persona humana, la palabra tiene una significación histórica indudable. Humanismo fue
uno de los conceptos creados por los historiadores del siglo XIX para referirse a la
revalorización, la investigación y la interpretación que de los clásicos de la Antigüedad
Colegio Gran Bretaña.
Integración.
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hicieron algunos escritores desde finales del siglo XIV hasta el primer tercio del siglo
XVI.
Después de grandes debates y temores, a partir del siglo XV, el movimiento humanista
se vio favorecido por una serie de factores:
-La emigración de sabios griegos: Debido a que el imperio bizantino estaba siendo
asediado por los turcos, muchos de ellos buscaron refugio en Europa Occidental,
especialmente en Italia, llevando con ellos textos desconocidos y propagando el idioma
griego.
-La invención de la imprenta: Este invento de Gutemberg fue un factor fundamental
para el Humanismo, pues abarató y multiplico el libro, permitiendo la masiva difusión
de las ideas humanistas y sacando el saber del ámbito eclesiástico donde había estado
recluido durante la Edad Media.
-La acción de los mecenas: Los mecenas eran personas que con su protección política o
con su contribución de materiales, facilitaron el desarrollo del Humanismo. Entre los
mecenas más destacados se encontraron los Médicis de Florencia, Julio II y León X
de Roma, Cristina de Suecia.
- Las universidades y las escuelas: las universidades (como la de Alcala de Henares,
Lovaina, etc.) y las escuelas del siglo XV contribuyeron en gran parte a la expansión
del Humanismo por toda Europa.