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1 GUÍA PARA LA REALIZACIÓN DE UN COMENTARIO DE TEXTO LINGÜÍSTICO Y LITERARIO Autor: Francisco Martínez Pulido 1. Introducción Antes de adentrarnos en los diferentes pasos que debemos seguir para realizar un comentario lingüístico y literario de un texto sería conveniente señalar que el comentario de texto es un acto individual y personal y los aspectos que una persona observe no tiene por qué verlos todo el mundo y de ahí la importancia que tiene la justificación de aquéllos que sean más subjetivos. Ya sabemos que en muchas ocasiones un mismo texto puede soportar varias interpretaciones y esta característica se hace más evidente en el caso de los textos poéticos. Las siguientes indicaciones que vamos a dar son los puntos que deberían encontrarse en general en cualquier comentario, sin embargo, debido a las características propias de cada texto podríamos no encontrar alguno de ellos porque no fuera relevante. Además el orden que se seguirá puede variar adaptándolo a un texto en particular y según la maestría de la persona que comenta. Además en cualquier comentario de texto que se realiza se debe seguir una estructura en la que se incluya una introducción al inicio del mismo y una conclusión al final. Es importante que la introducción y la conclusión sean originales y llamen la atención para que deje una buena sensación en el lector u oyente, teniendo en cuenta que va a ser lo primero y lo último que lea u oiga, además de convertir tu texto en algo único. Lo primero que se debe hacer cuando se está ante un texto cualquiera es leerlo simplemente para comprenderlo y no para analizarlo todavía. Si fuera necesario, se debería utilizar el diccionario para aquellos términos sobre los que se desconozca su significado. La primera lectura se realizar únicamente para entenderlo y luego las

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GUÍA PARA LA REALIZACIÓN DE UN COMENTARIO DE TEXTO LINGÜÍSTICO Y LITERARIO

Autor: Francisco Martínez Pulido

1. Introducción

Antes de adentrarnos en los diferentes pasos que debemos seguir para realizar un comentario lingüístico y literario de un texto sería conveniente señalar que el comentario de texto es un acto individual y personal y los aspectos que una persona observe no tiene por qué verlos todo el mundo y de ahí la importancia que tiene la justificación de aquéllos que sean más subjetivos. Ya sabemos que en muchas ocasiones un mismo texto puede soportar varias interpretaciones y esta característica se hace más evidente en el caso de los textos poéticos.

Las siguientes indicaciones que vamos a dar son los puntos que deberían encontrarse en general en cualquier comentario, sin embargo, debido a las características propias de cada texto podríamos no encontrar alguno de ellos porque no fuera relevante. Además el orden que se seguirá puede variar adaptándolo a un texto en particular y según la maestría de la persona que comenta.

Además en cualquier comentario de texto que se realiza se debe seguir una estructura en la que se incluya una introducción al inicio del mismo y una conclusión al final. Es importante que la introducción y la conclusión sean originales y llamen la atención para que deje una buena sensación en el lector u oyente, teniendo en cuenta que va a ser lo primero y lo último que lea u oiga, además de convertir tu texto en algo único.

Lo primero que se debe hacer cuando se está ante un texto cualquiera es leerlo simplemente para comprenderlo y no para analizarlo todavía. Si fuera necesario, se debería utilizar el diccionario para aquellos términos sobre los que se desconozca su significado. La primera lectura se realizar únicamente para entenderlo y luego las

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siguientes se hacen con más detalle y profundidad buscando los aspectos que luego comentarás en tu análisis del texto. Un aspecto muy práctico es ir haciendo anotaciones sobre el propio texto para luego ir trabajando sobre ellas. También sería conveniente que se numeren los versos o líneas para luego hacer referencia a éstos para una ubicación más rápida.

Es importante que te fijes en las grafías o aspectos que te puedan llamar la atención, tales como palabras, formas de hablar o temas e intereses propios de una época determinada, para datarlo o acercarlo a un momento literario.

2. Plano del contenido

En esta parte se incluirá los aspectos relacionados con el significado del texto, con lo que el autor quiere comunicarnos. Por tanto, se reflejarán los siguientes puntos:

- Tema: con el menor número posible de palabras, en una o dos frases, de debe exponer de forma global el texto.

- Argumento: breve narración de lo que cuenta el texto, se debe hablar de posibles dobles interpretaciones, que después tendrás que comentar detalladamente.

- Estructura: se hace mención a las partes en que puede ser dividido el texto tanto desde el punto de vista de su forma como de su contenido. Para justificar su división se analiza de forma más detallada el significado de cada una de las divisiones.

- Punto de vista del autor: si el tema se trata con objetividad o, por el contrario, el autor nos da su propia visión, subjetividad indicando los aspectos que apuntan en esa dirección.

3. Plano de la forma

Aquí se tiene que tener en consideración que el texto sea literario o, por el contrario sea no literario; así como el tipo de género y subgénero en el que podemos englobarlo.

También incluiremos el tipo de texto general: narrativo, expositivo, descriptivo, argumentativo o dialógico. No se puede olvidar que es normal que en un mismo texto se mezclen diferentes tipos aunque habrá uno que sea el principal. Dependiendo que el

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texto pertenezca a un tipo o a otro se incluirá en él diferentes elementos propios que luego buscaremos y señalaremos en el texto.

Es muy relevante señalar los posibles registros que puedan aparecer en el texto: formal, informal, coloquial, familiar, culto, vulgar, etc. y las características que le son propias a cada uno de ellos, así como el uso de jergas o argots. Además de señalar las diferentes variedades geográficas que puedan aparecer y que pueden ayudar para encuadrarlo en una época y lugar determinados.

Otro aspecto importante a destacar es que esté escrito en prosa o en verso, ya que en el último caso se debe realizar además un análisis métrico y de la rima que posee el texto.

3.1. Métrica y rima

La métrica es la medida de cada verso y para medirlo hay que atender al número de sílabas que contenga, y éstas se cuentan por el número de vocales. Los diptongos y triptongos equivalen a una sílaba porque se pronuncian en una sola emisión de voz.

Sin embargo, en la versificación el número de sílabas no siempre se corresponden con las gramaticales. Así pues nos encontramos con algunas particularidades en la forma de contar y combinar las sílabas en el verso y que pueden alterar su medida. Hay que tener en cuenta la acentuación de la última palabra del mismo, ya que si ésta es aguda se contabiliza una sílaba más, si es llana se cuentan las sílabas reales y si fuera esdrújula, una sílaba de menos.

Además, respecto a la forma de contar y combinar las sílabas en el verso, los autores pueden realizar lo que se denomina licencias métricas:

- Sinalefa: consiste en pronunciar y contar como una sola sílaba la vocal final de una palabra del verso y la vocal (o h- muda) con que empieza la palabra siguiente.

Ej: la_es-tre-lla, la_hi-gue-ra.

- Diéresis: consiste en disolver un diptongo pronunciando separadamente cada vocal.

Ej: ru-ï-do.

- Sinéresis: es el caso contrario, consiste en pronunciar como diptongo dos vocales que no lo forman.

Ej: poe-ta, hé-roe.

Según el número de sílabas los versos se dividen en una doble clasificación:

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‐ Versos de arte menor o mayor: los de arte menor son los que tienen hasta ocho sílabas, mientras que los de arte mayor son los que tienen nueve o más sílabas. Los versos de arte menor se representan con letras minúsculas, mientras que los de arte mayor lo hacen con mayúsculas.

‐ Versos simples o compuestos: los versos simples son aquellos que tienen hasta once sílabas, mientras que los compuestos tienen doce o más sílabas. Los versos compuestos se dividen en dos partes iguales que se llaman hemistiquios y están separados por una pausa central que se llama cesura.

Por otra parte, de acuerdo a las sílabas que tenga un verso, éste recibirá diferente denominación:

- Bisílabos: dos sílabas.

- Trisílabos: tres.

- Tetrasílabos: cuatro.

- Pentasílabos: cinco. Arte menor

- Hexasílabos: seis. Letras minúsculas

- Heptasílabos: siete.

- Octosílabos: ocho.

- Eneasílabos: nueve.

- Decasílabos: diez.

- Endecasílabos: once. Arte mayor

- Dodecasílabos: doce. Letras mayúsculas

- Tridecasílabos: trece.

- Alejandrinos: catorce.

La rima es la repetición total o parcial de las sílabas finales del verso a partir de la última vocal tónica. Puede ser:

‐ Consonante o perfecta: cuando en el verso se da la repetición total de los fonemas a partir de la última vocal acentuada.

‐ Asonante o imperfecta: cuando a partir de la última vocal tónica sólo coinciden los sonidos vocálicos, excepcionalmente podemos encontrarnos la repetición de sólo algunos fonemas.

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Las pausas consisten en el descanso respiratorio que se produce al relajarse la voz y que de modo rítmico, contribuye a su armonía. Puede ser:

‐ Versal, cuando se sitúa al final de cada verso. ‐ Estrófica, es la que se haya al final de cada estrofa. ‐ Interna, nos la encontramos en el interior del verso y, en general, su uso puede

señalar un desajuste del ritmo del poema y tener una relación con el contenido de éste. La pausa interna puede ser: ‐ Medial: de breve duración. ‐ Cesura: duración semilarga que divide al verso en dos grupos fónicos con

igual o parecido número de sílabas que se llaman hemistiquios y que suele darse en los versos compuestos. Esta pausa rompe la sinalefa.

El encabalgamiento es el desajuste que se produce en la estrofa cuando una pausa versal no coincide con una pausa morfosintáctica, es, por tanto, un desacuerdo entre el metro y la sintaxis que puede tener un gran valor expresivo. El encabalgamiento puede ser de dos clases:

‐ Suave: si la pausa se da en la mitad del verso o después de ésta.

‐ Abrupto: la pausa se halla antes de la mitad del verso. Su utilización está relacionada normalmente con el contenido del texto.

La estrofa es una unidad menor que el poema pero mayor que el verso, hay que tener cuidado de hablar de estrofas si el texto está en verso y nunca de párrafos que se dan en los textos en prosa. Dependiendo del metro y la rima de los versos, la estrofa recibirá una denominación u otra (ejemplo: cuarteto, octava real, pareado, terceto, seguidilla, etc.), en el caso de no saber exactamente cuál es el nombre de la misma, se debe procurar describirla señalando que la estrofa está compuesta de “X” versos de tal extensión, con rima “Y” y esquema métrico “Z”.

El poema es una unidad rítmica superior a la estrofa y que puede estar constituido por una o varias estrofas.

3.2. Nivel fónico

En este nivel se destaca lo más importante del aspecto sonoro del texto, que en

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el caso de que el texto estuviera en verso, ya se habrá visto en parte en su análisis métrico. En este apartado se pone el punto de atención en la sonoridad del texto y además se señala cómo se consigue el ritmo en el texto que puede ser debido no sólo a la aparición de determinados sonidos sino también de periodos oracionales con una extensión parecida, repeticiones de palabras o a otros elementos.

En este plano se incluirán, si aparecen, algunos de los siguientes recursos de estilo:

Onomatopeya: cuando hay identidad acústica entre el significante y el significado (Ej: miau, zas, ring).

Aliteración: reiteración de sonidos fonéticamente próximos que evocan en nosotros lo que se ha nombrado (Ej: el silbo de los aires amorosos).

Similicadencia: combinación de dos o más palabras que poseen semejanzas gramaticales: tipo, persona, tiempo, género, número… (Ej: mirarte, oírte, preguntarte).

Paronomasia: semejanza de sonidos entre palabras o grupos de ellas. Entre ellas hay semejanza fónica pero distinción semántica. (Ej: vendado, vendido).

Asonancia: cuando a partir de la última vocal acentuada de una palabra, riman algunos fonemas vocálicos. (Ej: el timo del olivo de mi

primo). Consonancia: cuando a partir de la última vocal acentuada de una palabra, riman

todos los fonemas. (Ej: que alguien pida la comida de Chillida). Apócope: suprimir sonidos al final de una palabra (Ej: primer por primero). Aféresis: suprimir sonidos al inicio de palabra (Ej: noramala por enhoramala). Síncopa: suprimir sonidos en el centro de palabra (ej: Navidad por Natividad). Entonación: deberás comentar el esquema tonal propio del texto fijándote en la

entonación propia de las oraciones enunciativas, interrogativas, exclamativas, imperativas, etc.

3.3. Nivel morfosintáctico

Estos recursos afectan a la forma y a la función de las palabras. En primer lugar, habría que hacer un recuento de los verbos y sustantivos que encontramos en el texto y a partir de ahí, se sabrá si predomina el estilo nominal, que imprime mayor lentitud al texto o el verbal, que en el caso de ser los verbos de movimiento le dan mayor dinamismo.

Así pues, se analizarán los diferentes elementos morfosintácticos que, a grandes

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rasgos, se pueden agrupar según se incluyan en el sintagma nominal o en el verbal.

Sintagma nominal: consta de un sustantivo como núcleo y, normalmente, otros constituyentes que se relacionan con él para integrarse en la proposición.

En cuanto al sustantivo hay que comentar aquéllos que no sean propios de nuestra lengua, préstamos de otras lenguas y su origen. Si son de nuestra lengua han de atenerse a las normas de concordancia de género y número. Habría que comentar el caso de las palabras derivadas, compuestas y acrónimos si las hubiere en el caso de que su aparición fuera destacada.

Por otro lado, la abundancia de sustantivos abstractos es típica de una actitud intelectual y nos lleva al mundo de las ideas, por el contrario, el empleo de sustantivos concretos (cuando no se trata de un estilo coloquial) es una forma de intensificación expresiva y nos dirige al mundo terrenal.

El diminutivo, en general, es propio del estilo familiar y cuando no tiene un valor puramente descriptivo, como por ejemplo cuando indica tamaño, encierra otros matices tales como la ternura, la delicadeza o el desprecio.

El aumentativo pertenece aún más al lenguaje familiar y añade siempre una intención humorística con matiz de caricatura o bien con matiz despectivo.

El uso de sustantivos colectivos puede obedecer al deseo de dar una visión de conjunto o sugerir heterogeneidad.

El determinante: los sustantivos suelen ir acompañados y determinados por el artículo, lo que les proporciona un carácter más concreto y particular. En caso de que

encontremos sustantivos que no estén determinados por el artículo debemos comentar su carácter generalizador lo que le aporta un significado abstracto. El uso de un solo artículo para una serie de elementos da a éstos un sentido unitario, por el contrario, el artículo puesto delante de cada elemento de la serie, obedece a una intención clara de deslindar, dando personalidad propia a cada uno de ellos.

El uso del artículo indeterminado no concretiza al sustantivo y es como si no estuviera determinado, por lo que lo acerca únicamente a la idea

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general que de ese sustantivo se tiene.

Los determinantes numerales precisan la cantidad exacta de los objetos a cuyos sustantivos acompañan o bien señalan el orden en que está colocado dentro de una serie.

Los indefinidos, frente a los anteriores, señalan imprecisamente la cantidad de objetos a cuyo sustantivo acompañan.

Los demostrativos sitúan en el espacio lo designado por el sustantivo situándolos en el tiempo o el espacio particularizándolos.

Los posesivos indican la posesión o pertenencia del objeto designado por el sustantivo. El cual puede ser de un poseedor o de varios poseedores.

Los interrogativos preceden al sustantivo preguntados por su natural y los exclamativos ponderan la cantidad o intensidad con que se manifiesta lo designado por el sustantivo.

El adjetivo: los calificativos modifican directamente al sustantivo e indican una cualidad de éste. Pueden ir pospuestos al sustantivo, posición más normal en nuestra lengua o antepuestos, poniendo así mayor énfasis en la cualidad que le transmiten, suelen tener un valor evocador y afectivo y son más relevantes en esta posición por ser más inusual.

La abundancia de adjetivos descriptivos, tales como los que se refieren al color y a la forma de los objetos, corresponden a una actitud sensorial.

El empleo de adjetivos en -ísimo, en lugar de las formas construidas con el adverbio “muy”, aportan al texto mayor énfasis y subjetividad.

Cuando se da la abundancia de adjetivos calificativos, el texto tiene un ritmo lento, es decir, la descripción se hace más reposada.

Los sustantivos, además de ir modificados directamente a través de adjetivos calificativos, pueden estar modificados indirectamente a través de sintagmas preposicionales que complementan de forma más indirecta al sustantivo al que van referidos.

Por otra parte, podemos encontrar en el texto, palabras que aunque no pertenezcan a la categoría gramatical de los sustantivos funcionan como sustitutos de éstos, realizando las mismas funciones que ellos. Se dice que estas palabras están sustantivadas y nos llevan a un significado nocional dando mayor relevancia a ésta dentro de la realidad.

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El pronombre personal señala directamente la persona que interviene en el coloquio, la que no interviene y de lo que se habla. Su uso frena la acción del verbo y es español su uso suele ser redundante, por lo que un uso innecesario del mismo indica una intención por parte del autor. Por otra parte el uso del resto de pronombres que tienen una concordancia con los determinantes realzan el significado que transmiten sobre el sustantivo que éste en sí, ya sea su situación, cantidad, posesión, etc.

Sintagma verbal: el verbo es el núcleo del sintagma verbal y además es el elemento fundamental de la oración, todas las palabras que la constituyen están en relación directa o indirecta con él.

La abundancia de verbos de acción o de movimiento (correr, andar, salir…), sobre todo en las oraciones principales, dan dinamismo a la expresión, mientras que los verbos de entendimiento, lengua y sentido (hablar, saber, escuchar…) aportan al texto un carácter más estático.

Es conveniente tener en cuenta el uso de los tiempos verbales, pues la preferencia por uno u otro uso puede constituir otro rasgo de estilo. La utilización sucesiva del pretérito imperfecto determina un ritmo lento ya que normalmente se utiliza en las descripciones acompañando a numerosos adjetivos.

Dependiendo del tiempo verbal empleado en el que incluimos también su aspecto, éste tendrá unos valores u otros, en el indicativo, éstos son:

‐ Presente: expresa tiempo presente y aspecto imperfecto, se trata de una acción actual y no acabada. Sus valores varían desde el habitual (Me levanto a las ocho todos los días), histórico (Colón descubre América en 1492), futuro (Mañana salgo temprano) o de mandato (Escribes una

carta ahora). ‐ Pretérito perfecto simple: expresa tiempo pasado y aspecto perfecto. Es

una acción que ha terminado dentro de un tiempo que el hablante considera ya terminado (Ayer fui a Madrid).

‐ Pretérito imperfecto: tiempo pasado y aspecto imperfecto. Es una acción

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que dura en el pasado y que no se concreta su final (Cuando salí todavía cantaba).

‐ Futuro simple: tiempo futuro y aspecto imperfecto. Sus valores más destacados son la obligación, exigencia y probabilidad (Mañana vendrá tu padre).

‐ Condicional: aspecto imperfecto y tiempo futuro medido a partir de un punto del pasado. Es un futuro del pasado. Usos: cortesía, consejo, probabilidad (Cantaría si tuviese buena voz).

‐ Pretérito perfecto: Tiempo pasado y aspecto perfecto. Se trata de una acción que ha terminado pero dentro de un tiempo que aún no ha terminado para el hablante. Pasado reciente (Ha vivido en Guadalajara dos años).

‐ Pretérito anterior: indica tiempo pasado con aspecto perfectivo. Se trata de una acción anterior a otra acción también pasada. Es una forma relativa (Cuando hubo acabado la función nos fuimos).

‐ Pretérito pluscuamperfecto: expresa tiempo pasado y aspecto perfectivo. Su acción es anterior a otra acción también pasada. Se trata de una forma relativa (Ya lo había previsto cuando sucedió).

‐ Futuro perfecto: tiempo futuro y aspecto perfectivo. Es también una forma relativa que indica acción futura acabada anterior a otra acción futura también (Habré hecho la comida cuando regreséis).

‐ Condicional perfecto: expresa aspecto perfectivo y tiempo futuro medido a partir de un punto del pasado. Su acción es a la vez anterior a otro momento que se señala en la oración (Habría comido si hubieses hecho lentejas).

El modo es un accidente gramatical que expresa la actitud del hablante ante la acción. Esta actitud puede ser objetiva, en todos los tiempos del modo indicativo y puede ser subjetiva, con expresión del punto de vista del autor, en todos los tiempos del modo subjuntivo.

Sería también recomendable también fijarse en el número y persona en el que aparece el verbo para relacionarlo con las diferentes personas gramaticales y ver qué presencia es mayor si la del emisor, receptor o lo que es ajeno a ambos. De esta manera también se señala si el texto está dirigido a alguien en particular, si nace de los sentimientos del propio autor, etc.

Convendría señalar también las formas no personales del verbo y su función en la oración: el infinitivo suele actuar como sustantivo, el gerundio como adverbio y el participio como adjetivo.

En el caso de que existieran perífrasis verbales convendría señalarlas, así como su tipo, éstas pueden ser:

‐ Modales, que indican la actitud del hablante y pueden ser de obligación

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(haber de, tener que), duda (deber de), probabilidad (deber de), exageración (hincharse a), etc.

‐ Aspectuales, que indican tiempo y pueden ser ingresivas (ir a, estar a punto de), incoativas (echarse a, romper a) durativas (seguir + gerundio, estar + gerundio) o resultativas (tener + participio, estar + participio).

Los adverbios son palabras invariables que acompañan al verbo y que funcionan como complementos circunstanciales. Consiguen una localización espacio-temporal y frenan la acción del verbo. Pueden ser simples (hoy, así), compuestos (claramente, comúnmente) o locuciones adverbiales (a gatas, de pie). Sus valores varían desde el lugar, al tiempo, el modo, la cantidad, la duda o la negación.

Otro aspecto a destacar en este plano es como se relacionan las oraciones entre sí, si es por coordinación, yuxtaposición o subordinación, indicando sus diferentes tipos. El uso de la coordinación y yuxtaposición indica la búsqueda de claridad por parte del autor mientras que la subordinación es reflejo de una mayor complejidad. Asimismo, también sería destacable señalar la longitud de los periodos ya que los periodos demasiados largos son propios de un estilo más descuidado. Por otro lado debemos ver el orden de los elementos en la oración, si éste es el lógico o si, por el contrario, hay hipérbaton y entonces nos encontramos con una dificultad mayor para comprender el texto.

Algunos recursos literarios de este plano son:

‐ Asíndeton: eliminación de conjunciones que da un ritmo más acelerado al relato.

‐ Polisíndeton: repetición innecesaria de conjunciones que produce un ritmo retardado, aislando una idea y otra para que la atención se detenga en cada una de ellas.

‐ Paralelismo: disposición similar de los elementos gramaticales.

‐ Anacoluto: se renuncia al orden lógico de la oración por fomentar la espontaneidad. Es producto del fluir de ideas,

produciéndose incorrecciones gramaticales.

3.4. Nivel léxico-semántico

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En este plano se debe hablar del significado del texto y de las pretensiones que pretende el autor del mismo, así como de sus posibles y variadas interpretaciones, si se prestara a ello.

Incluiremos una relación de los campos semánticos que podemos ver, tanto de tipo denotativo como connotativo y lo que esto le aporta a la intención comunicativa pretendida.

Los recursos literarios más frecuentes son:

‐ Pleonasmo: añade palabras innecesarias para la comprensión de una idea, son ricas en expresividad (Lo vi con mis propios ojos).

‐ Sinonimia: cuando se yuxtaponen o enumeran significados análogos con el efecto de insistencia o aclaración y en el caso de la descripciones busca aumentar la precisión en el detalle (Cuando se toca con las manos el vacío, el hueco).

‐ Epíteto: empleo de términos no estrictamente necesarios ya que destacan caracteres que son inherentes al propio nombre (El blanco lirio).

‐ Perífrasis: desarrollo de un motivo para embellecer. Se dan rodeos en la exposición de una idea. Da sensación de lentitud (La ciudad eterna por Roma).

‐ Elipsis: consiste en la omisión de elementos de la oración. De forma contraria a la perífrasis, aporta sensación de rapidez (En abril, aguas mil).

‐ Anáfora: repetición de una o varias palabras en el comienzo de un verso. ‐ Epífora: repetición de una o varias palabras al final de un verso.  ‐ Reduplicación: cuando la reiteración de un término es inmediata (llueve, llueve),

si no es inmediata usamos el término de repetición. En general, busca llamar la atención sobre un aspecto determinado al que le da una importancia mayor, además aporta lentitud al texto.

‐ Concatenación: la palabra final de un enunciado es comienzo del que le sigue, y el final de éste, inicio del siguiente. También da lentitud al texto y produce un efecto intensificador que además da mayor cohesión al texto (En el mar hay una torre, en la torre una ventana y en la ventana una niña).

‐ Metonimia: es un cambio semántico motivado por las relaciones de causalidad, la causa por el efecto, el instrumento por la causa activa, efecto por la causa, continente por contenido, el lugar por la cosa que de él procede, etc. (Tomó el sol, es decir, tomó el calor del sol).

‐ Sinécdoque: la relación entre el término que sustituye y lo sustituido es de coexistencia, contigüidad entre el todo y sus partes (Cogió el acero por cogió la espada, tiene mil cabezas por reses).

‐ Metáfora: consiste en expresar el nombre de una cosa con el de otra con la que guarda semejanza o nos la hace recordar. En toda metáfora hay cierto carácter comparativo, pero sin manifestar claramente esta comparación. Las metáforas pueden ser: impuras, si

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aparecen los dos elementos, tanto el evocado como el real (Sus labios son rubíes) o puras si sólo aparece el evocado (Le gustaban sus rubíes). Las metáforas puras indican una mayor elaboración y complejidad. Además nos introducen en el mundo de las ideas y en la forma de pensar de su autor.

‐ Alegoría: es una sucesión de metáforas que tienen algún punto en común (Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar).

‐ Símil: se comparan dos elementos diferentes y nos encontramos un elemento comparativo: como, igual que, menos que, parecido a, etc. (Como perro olvidado que no tiene huella ni olfato).

‐ Sinestesia: entrecruzamiento de sensaciones visuales, acústicas, etc. entre sí y entre sensaciones y sentimientos (Dulces palabras o amarillo chillón). 

‐ Símbolo: representa a algo diferente de sí mismo con lo que se ha establecido una relación convencional y arbitraria (Negro para la muerte).

‐ Eufemismo: perífrasis o rodeo con el que se pretende evitar una palabra tabú que se evita por diferentes motivos (Hacer de vientre).

‐ Ironía: cuando se da a entender lo contrario de lo que se dice. Es propio de un tono burlesco que demuestra una mayor elaboración por parte del autor y que también puede buscar diferentes objetivos.

‐ Equívoco: uso de palabras o expresiones que tienen doble sentido. ‐ Antítesis: oposición de dos ideas, pensamientos o expresiones contrarias (Bueno

y malo).  ‐ Paradoja: es un tipo de antítesis. Coloca juntas dos ideas que son aparentemente

irreconciliables (Vivo sin vivir en mí). ‐ Interrogación retórica: interrogación hecha de la que no se espera respuesta,

bien porque sea obvia o bien porque se tenga conciencia cierta de que no existe respuesta (¿No es suficiente todo lo que ya he pasado?). 

‐ Exclamación retórica: exclamación que no pide respuesta (¡Qué gran torero en la plaza!).

‐ Apóstrofe: llamada de atención a un ser, animado o no, real o imaginario (Juan, dame mi sombrero).

‐ Hipérbole: expresión o palabra que conlleva exageración, desproporción o aumento (Me duele hasta el aliento).

‐ Personificación: se otorgan cualidades propias de los seres humanos a seres que no lo son (Su perro le hablaba todos los días).

‐ Animalización: dar características de animales a seres que no lo son (Los obreros vuelan hacia sus nidos).

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‐ Cosificación: dar características propias de seres inanimados a seres que no lo son (Ya va ese tarugo a su casa).

‐ Prosopografía: descripción externa de una persona o animal. ‐ Etopeya: descripción psicológica de una persona o animal. ‐ Retrato: descripción física y psicológica de una persona o animal. ‐ Topografía: descripción de un lugar geográfico.

3.5. Nivel pragmático-textual

En este apartado se incluirán los elementos propios de la comunicación literaria como pueden ser el emisor o el destinatario del texto así como de la función del lenguaje predominante en el mismo.

En el caso de textos narrativos se debe hacer mención al narrador, mientras que en textos poéticos se hablará del yo poético, y se señalará la persona en que se encuentra, así como su tipo:

‐ Primera persona: nos podemos encontrar con un narrador protagonista, si es el personaje más importante del texto; narrador testigo que cuenta sólo lo que ve y oye, y narrador transcriptor si se limita a contar lo que otros le han contado.

‐ Tercera persona: ya sea un narrador omnisciente que lo sabe todo acerca de los personajes y los hechos o un narrador observador/testigo si sólo cuenta lo que ve y oye.

En el caso de los textos teatrales nos deberemos fijar en las acotaciones y en la información que aportan sobre la movilidad, decorado, gestos, iluminación, etc. por la importancia que tienen en la obra.

Se deben mencionar a los personajes que se puedan encontrar en el texto. Asimismo, los personajes se clasifican en:

‐ Principales o secundarios, de acuerdo al protagonismo que tengan en el texto, serán principales si son protagonista y secundarios si no.

‐ Redondos o planos, serán redondos si actúan como personas, es decir, son más humanos y

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puedes encontrar diferentes comportamientos en el mismo personaje, serán planos si no muestran evolución y señalan siempre una característica propia, por ejemplo, el bueno siempre es bueno y el malo, malo.

Además se debe señalar si aparece diálogo y el estilo utilizado:

‐ Estilo directo: se reflejan las palabras de los personajes tal y como han sido dichas, ésta es una manera de describir psicológicamente a los personajes directamente por lo que hablan sin intervención del narrador, el lector/oyente se crea una imagen propia de los personajes. Se procura dar mayor objetividad y verosimilitud a lo expuesto.

‐ Estilo indirecto: se producen algunos cambios en las palabras dichas por algún personaje y producen una sensación de lejanía con los personajes puesto que han pasado por el tamiz del narrador.

Por último, se debe hacer mención a todos los elementos que ayudan a dar coherencia y cohesión al texto. En el caso de encontrarnos con alguna falta de coherencia sería importante buscar el motivo de ésta si es debida a una equivocación del autor o si, por el contrario, es totalmente intencionada por parte de éste. La cohesión se consigue mediante diferentes procedimientos como pueden ser: el tema o los temas tratados, el uso de elipsis, pronombres personales, repeticiones, campos léxicos, proformas, sustituciones, marcas de organización (conectores y marcadores discursivas), etc.

4. Enmarque cronológico del texto

Consiste en establecer el periodo, época, movimiento y fecha a la que pertenece el texto y las características derivadas de ellas. Así como establecer las relaciones del texto y, en general, de la obra a la que pertenezca éste con otras manifestaciones artísticas y culturales del momento. Además de señalar el lugar que ocupa el texto en la obra, en el caso de que se tratara de un extracto de ésta.

En el caso de que conozcamos al autor, título y la fecha de la obra y de que se trate de una obra completa, tenemos que precisar con ayuda de materia bibliográfico el lugar que ocupa dicha obra en el conjunto de las obras del autor. Las características generales de la época, del movimiento literario y fecha a la que pertenece, todo ello en relación a los movimientos artísticos y culturales del momento, es decir, estudiar la obra en su entorno histórico e ideológico.

Sería conveniente observar si el autor presenta una actitud progresista o conservadora respecto a la ideología dominante en su época y como se manifiesta

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ésta en el texto o en la obra.

Si no conocemos ni el autor, ni el título, ni la fecha, habrá que intentar situar el texto entre dos límites amplios de tiempo para después ir reduciendo los topes temporales hasta llegar a fechas más exactas o situar entre márgenes muy cortos de tiempo, cuestión difícil para la que utilizaremos las informaciones suministradas por etapas anteriores del comentario.

No debemos limitarnos ni preocuparnos por la búsqueda o localización del autor de la obra o fecha ya que con una limitación temporal sería suficiente.

5. Conclusión

Para terminar un comentario de texto se debe hacer una conclusión en la que se puede hacer un estudio más o menos detallado del significado del texto, de la opinión, del punto de vista adoptado por el autor o cualquier otra cosa que te haya llamado la atención. Ante esto, debemos adoptar una postura crítica y personal e indicar nuestro acuerdo o desacuerdo con dicha opinión. Por tanto, podemos hacer aquí una síntesis de lo expuesto, una impresión personal, etc.

Un aspecto a destacar en la conclusión es que podemos darle un aspecto más original puesto que es nuestra seña de identidad ya que el resto del comentario se puede parecer en mayor o menor medida al realizado por otras personas puesto que es normal que se fijen en los mismos aspectos que nosotros.

6. Bibliografía Latorre Zacarés, Víctor y Martín, Soledad (2000). Lengua Castellana. Análisis

de Texto. Tilde. Vera Luján, Agustín (2010). Guía y práctica del comentario de texto. Centro de

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Nostrum.