GUIJARRO S.- La primera evangelización - Sígueme 2013.pdf

227
LA PRIMERA EVANGELIZACIÓN Santiago Guijarro

Transcript of GUIJARRO S.- La primera evangelización - Sígueme 2013.pdf

  • LA PRIMERA EVANGELIZACIN

    Santiago Guijarro

  • BIBLIOTECA DE ESTUDIOS BBLICOS138

    Coleccin dirigida por Santiago Guijarro Oporto

  • SANTIAGO GUIJARRO

    LA PRIMERA EVANGELIZACIN

    EDICIONES SGUEM E SALAMANCA

    2013

  • Ediciones Sgueme S.A.U., 2013Cl Garca Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / Espaa Tlf.: (34) 923 218 203 - Fax: (34) 923 270 563 [email protected] www.sigueme.es

    ISBN: 978-84-301-1825-0 Depsito legal: S. 9-2013 Impreso en Espaa / Unin Europea Imprime: Grficas Varona S.A.

    Cubierta diseada por Christian Hugo M artn

  • CONTENIDO

    Prlogo. Reconstruir la historia para renovar la m em oria . 9

    1. U n a HISTORIA DE LA PRIMERA EVANGELIZACIN .................. 231. La historia de quila y Prisca .......................................... 232. Reflexiones acerca de la historia de quila y Prisca .... 37

    2. Las noticias sobre la primera evangelizacin .......... 451. Catlogo de las fu e n te s ...................................................... 462. Valor histrico de las fu en te s ............................................ 54Apndice: Fuentes no cristianas sobre la prim era evange

    lizacin ................................................................................... 59

    3. E l im p u l s o d e l p r i m e r e n v o ............................................. 651. Los envos misioneros en los evangelios................... 672. El impulso postpascual de la prim era evangelizacin . 733. El modelo prepascual de la prim era evangelizacin .... 794. Conclusin ............................................................................ 85

    4. L a p r im e r a e v a n g e l iz a c i n e n l a t ie r r a d e I s r a e l ... 871. La patria de origen y la dispora ..................................... 882. La misin en Jerusaln ...................................................... 923. La misin en Galilea .......................................................... 994. La misin en el entorno de Judea y Galilea .................. 1065. Conclusin ............................................................................ 112

    5. L a p r im e r a e v a n g e l iz a c i n e n l a d i s p o r a ................. 1151. La novedad de la prim era evangelizacin ..................... 1162. El crisol de A n tio q u a .............................................. 1193. La misin a las n a c io n es .............................................. 128

  • 4. La misin a los ju d o s ...................................................... 1405. La comunidad de Roma .................................................. 1456. Conclusin ........................................................................ 148

    6. E l p r o c e s o d e c o n v e r s i n .............................................................. 151

    1. Adhesin y conversin .................................................... 1522. Dos visiones del proceso de conversin ........................ 1543. La conversin a un nuevo movimiento religioso ......... 1564. La conversin como proceso .......................................... 1595. Conclusin ......................................................................... 168

    7. E l p r im e r a n u n c io ............................................................. 1711. Tres evocaciones del primer anuncio............................. 1722. Cmo fue el primer anuncio? ........................................ 1843. Conclusin ........................................................................ 194

    E p l o g o . Una memoria enriquecida........................................ 197

    Bibliografa ................................................................................. 207ndices ........................................................................................... 225

  • P r l o g o

    RECONSTRUIR LA HISTORIA PARA RENOVAR LA MEMORIA

    La primera evangelizacin es un acontecimiento del pasado que sigue teniendo vigencia en el presente. En cuanto acontecimiento del pasado, es un hecho histrico que puede ser reconstruido a partir de las fuentes. En cuanto acontecimiento histrico que sigue teniendo vigencia en el presente, ha dado lugar a un relato que forma parte de la memoria compartida del cristianismo.

    En este libro se estudia la primera evangelizacin considerando ambas dimensiones. Su propsito es realizar una reconstruccin histrica del acontecimiento del pasado con el objeto de renovar la memoria compartida sobre l en el presente. Antes de abordar esta tarea, sin embargo, es necesario precisar qu entendemos por primera evangelizacin y aclarar cmo se relacionan estas dos formas de acercarnos a ella.

    1. L a p r i m e r a e v a n g e l i z a c i n

    En primer lugar, hemos de precisar a qu nos referimos cuando hablamos de la primera evangelizacin. Podemos hacerlo inicialmente afirmando que se trata de la misin que llevaron a cabo los primeros discpulos de Jess. La primera evangelizacin queda as situada en un marco histrico y social bien definido: el de la primera generacin de discpulos o generacin apostlica, que comienza despus de la muerte de Jess y concluye con la desaparicin de los que

  • 10 Prlogo

    haban sido sus discpulos. La muerte de Jess, sucedida en torno al ao 30 d.C., y la incorporacin de nuevos miembros a los grupos de discpulos que continuaron su proyecto marcan el comienzo de esta nueva etapa.

    Una generacin no es slo un hecho cronolgico, sino ante todo un hecho social que se define por la vinculacin entre las personas que comparten las mismas vivencias y proyectos, y muy especialmente por la vinculacin de estas personas a un grupo de otros significativos que encarnan los rasgos del grupo generacional En el caso de la primera generacin de discpulos, este grupo de otros significativos estaba formado por quienes haban conocido y acompaado personalmente a Jess, aquellos que, en palabras de Lucas, fueron desde el principio testigos oculares y luego se convirtieron en servidores de la palabra (Lc 1, 2). Lo que caracteriza a esta primera generacin es, por tanto, la presencia de los apstoles.

    Consecuentemente, el final de una generacin viene marcado por la desaparicin de ese grupo significativo de personas. En el caso de la generacin apostlica, la desaparicin de varios de los discpulos que haban tenido un papel importante en la primera generacin (Santiago, Pedro, Pablo, etc.) coincide con otro acontecimiento que caus un enorme impacto en el judasmo, y que afect decisivamente al naciente movimiento cristiano: la guerra juda, que termin con la destruccin de Jerusaln y de su templo en el ao 70 d.C. Este acontecimiento provoc una profunda crisis en el judasmo y puso fin a la corta vida de la iglesia de Jerusaln, que haba sido hasta entonces punto de referencia para las dems comunidades de discpulos de Jess. Todos estos

    1. Cf. B. J. M alina, Timothy: Pauls Closest Associate, 26-29. La divisin del tiempo en periodos es una construccin cultural que depende de la tradicin en que han sido socializados aquellos que la hacen; cf. E. Zerubavel, Time Maps, 97. (Las referencias completas de los libros y artculos citados se encuentran al final del libro, en la Bibliografa citada).

  • Reconstruir la historia para renovar la memoria 11

    acontecimientos sealan el final de la generacin apostlica y el comienzo de una nueva etapa en la historia del cristianismo naciente.

    Uno de los rasgos ms caractersticos de esta generacin apostlica fue precisamente la intensa actividad misionera que desplegaron aquellos primeros discpulos de Jess. Comparada con la siguiente generacin y las posteriores, ms preocupadas por la consolidacin de las comunidades creadas durante este periodo, la generacin apostlica estuvo volcada hacia fuera y puso en marcha un programa misionero original, cuyas caractersticas no encontramos en las generaciones que vinieron despus2.

    2. E l r e l a t o n o r m a t iv o d e l a p r i m e r a e v a n g e l iz a c i n

    El carcter originario de la primera evangelizacin hizo de ella una referencia fundamental para las comunidades cristianas. Por este motivo, desde muy temprano, el recuerdo de aquellos acontecimientos qued preservado en un relato que formaba parte de la memoria del grupo. Este relato no solo mantena vivo el recuerdo de los orgenes, sino que contribua a definir la identidad de las primeras comunidades cristianas.

    Ahora bien, el relato que los primeros cristianos fueron construyendo a partir de los acontecimientos recordados incorporaba una interpretacin de los mismos, de modo que algunos aspectos quedaron resaltados, mientras que otros quedaron en la penumbra. Con el tiempo, este relato se convirti en un relato normativo, es decir, en el marco en que se recordaba y actualizaba la primera evangelizacin3.

    2. R. Trevijano, en Factores, oportunidades e incentivos para la misin en la Iglesia prenicena, afirma rotundamente: No consta que despus de san Pablo la Iglesia primitiva haya desarrollado un esfuerzo misionero consciente, formal o institucionalizado (p. 393).

    3. La expresin relato normativo traduce un trmino acuado en la literatura sociolgica e histrica de lengua inglesa (master narrative). Desde

  • 12 Prlogo

    Resulta instructivo observar cmo se fue configurando este relato en la Iglesia antigua. Sus principales rasgos se encuentran ya en la obra lucana. En la perspectiva de Lucas, el proyecto de la evangelizacin estaba diseado desde el comienzo de la actuacin de Jess. De hecho, aparece plasmado en su primera intervencin en la sinagoga de Na- zaret (Lc 4, 16-30), que prefigura la misin de los discpulos (Hch 13, 14-52). Este proyecto se va desplegando primero en la actuacin del mismo Jess, que envi a sus discpulos -primero a los Doce (Lc 9, 1-6) y luego a los Setenta y dos (Lc 10, 1-12)- para que anunciaran la buena noticia, y que despus de su resurreccin renov este encargo a aquellos mismos discpulos, los cuales dieron testimonio de l hasta los confines del mundo (Lc 24, 46-48; Hch 1, 8). En sus primeros captulos, el libro de los Hechos narra de forma ejemplar cmo el mensaje evanglico, gracias a la predicacin de los apstoles y a la accin del Espritu Santo, lleg a una enorme multitud (Hch 1-5). La obra lucana es una historia de la primera evangelizacin construida a partir de este relato normativo.

    En la Primera carta de Clemente, escrita en Roma a finales del siglo I d.C., es decir, en una fecha cercana a la publicacin de la obra de Lucas, encontramos la primera formulacin sinttica de este relato normativo. En l aparecen ya algunos de sus rasgos ms caractersticos, como son la continuidad entre la misin de Jess y la de sus discpulos, la referencia a una nica misin y el papel fundamental de la predicacin:

    Los apstoles nos predicaron el evangelio de parte del Seor Jesucristo; Jesucristo fue enviado de Dios. En resumen, Cristo de parte de Dios, y los apstoles de parte de Cristo: una y otra cosa,

    una perspectiva histrica, puede definirse como un esquema general que sirve para interpretar y escribir la historia (J. Appleby y otros, Telling the Truth about History, 232). Los relatos normativos ejercen una importante funcin social, pues contribuyen a dar sentido a la experiencia de los grupos.

  • Reconstruir la historia para renovar la memoria 13

    por ende, sucedieron ordenadamente por voluntad de Dios. As pues, habiendo recibido los apstoles los mandatos y plenamente asegurados por la resurreccin del Seor Jesucristo y confirmados en la fe por la palabra de Dios, salieron, llenos de la certidumbre que les infundi el Espritu Santo, a dar la alegre noticia de que el reino de Dios estaba para llegar. Y as, segn pregonaban por lugares y ciudades la buena nueva y bautizaban a los que obedecan el designio de Dios, iban estableciendo a los que eran las primicias de ellos -despus de probarlos en el Espritu- por inspectores y ministros de los que haban de creer (1 Clem. 42, 1-4)4.

    Este relato normativo es el que sirvi como marco de referencia a los cristianos del siglo II d.C. para recordar la primera evangelizacin. Se hallan vestigios de l en las obras de Justino, cuando habla de la doctrina de Cristo predicada por los apstoles en todas las naciones (Apol. I, 42, 4). Y tambin en los escritos de Ireneo de Lyon, segn el cual los apstoles enseaban a los paganos a abandonar los dolos de piedra y de madera a los que adoraban como dioses, y a adorar como Dios verdadero a aquel que cre e hizo toda la raza humana (Adv. Haer. 3, 5, 2-3).

    A finales de aquel siglo, encontramos en Tertuliano una formulacin ms elaborada de este mismo relato norm ativo, que integra detalles tomados de los evangelios, como el mandato mateano de ensear y bautizar a todos los pueblos (Mt 28, 18-20), o la noticia lucana de la eleccin de Matas (Hch 1, 15-26):

    Cristo Jess, nuestro Seor..., mientras viva en la tierra, l mismo declaraba lo que era, lo que haba sido, qu voluntad del Padre administraba, qu deberes prescriba al hombre, ya pblicamente, al pueblo, ya aparte a sus discpulos; de entre los cuales haba escogido, para tenerlos a su lado, doce principales, destinados como maestros para las naciones. Y as, cado uno de ellos, a los otros once, cuando l marchaba al Padre despus de la resu

    4. D. Ruiz Bueno (trad.), Padres apostlicos, M adrid 1979, 216.

  • 14 Prlogo

    rreccin, les mand ir y ensear a las naciones, para bautizarlas en el Padre y el Hijo y el Espritu Santo. Al punto, pues, los apstoles -nom bre ste que significa enviados-, aadiendo, echando a suertes, a Matas como duodcimo en lugar de Judas por la autoridad de la profeca que est en el salmo de David, una vez que obtuvieron la fuerza del Espritu Santo que se les haba prometido para realizar milagros y pronunciar palabras, atestiguada primero la fe en Jesucristo a travs de Judea y establecidas sus iglesias, marcharon desde all a todo el mundo y proclamaron a las naciones la misma doctrina de la misma fe. Y del mismo modo fundaron iglesias, una en cada ciudad, desde las cuales otras iglesias pasaron luego de una en otra el sarmiento de la fe y las simientes de la doctrina, y cada da se los siguen pasando para ser realmente iglesias. Y por este motivo tambin ellas mismas sern consideradas apostlicas, como nuevos brotes de las iglesias apostlicas (Praesc. Haer. 20, 2-6)5.

    Por fin, el relato normativo adquiere su forma ms triunfalista en la primera gran historia del cristianismo, la Historia eclesistica que Eusebio de Cesrea compuso y public a comienzos del siglo IV d.C., poco despus de que el cristianismo hubiera sido ya reconocido como religin lcita en el Imperio:

    As, indudablemente, por una fuerza y una asistencia de arriba, la doctrina salvadora, como rayo de sol, ilumin de golpe a toda la tierra habitada. Al punto, conforme a las divinas Escrituras, la voz de sus evangelistas inspirados y de sus apstoles reson en toda la tierra, y sus palabras en el confn de mundo. Efectivamente, por todas las ciudades y aldeas, como en era rebosante, se constituan en masa iglesias formadas por muchedumbres innumerables. Los que por sucesin ancestral y por un antiguo error tenan sus almas presas del antiguo morbo de la supersticin idoltrica, por el poder de Cristo y gracias a la enseanza de sus discpulos y a los milagros que la acompaaban, rotas sus penossimas prisiones, se apartaron de los dolos como de amos espantosos y

    5. E. Alcover, De Praescriptione Haereticorum de Tertuliano, 266-268.

  • Reconstruir la historia para renovar la memoria 15

    escupieron todo politesmo demonaco y confesaron que no hay ms que un solo Dios: el creador de todas las cosas. Y a este Dios honraron con los ritos de la verdadera religin por medio de un culto divino y racional, el mismo que nuestro Salvador sembr en la vida de los hombres (Hist. Ecl. 2, 3, l-2a)6.

    Estos testimonios de autores que vivieron en un periodo de tiempo relativamente dilatado presuponen el mismo relato normativo. Aunque cada uno de ellos subraya algn matiz que responde a sus intereses particulares (la institucin de ministerios en el texto de Clemente; la fundacin de iglesias apostlicas, en el de Tertuliano; o el rechazo de los dolos, en el de Eusebio), todos tienen como marco un mismo esquema en el que pueden identificarse cuatro rasgos caractersticos.

    En primer lugar, se subraya la continuidad entre la misin de Jess y la de sus discpulos. En el pasaje de Clemente y en el de Tertuliano este aspecto aparece explcitamente. No as en el de Eusebio, pero ello se debe a que, como l mismo afirma, lo relativo a la actividad previa a la pasin y la eleccin de los apstoles lo ha explicado en el libro precedente (Hist. Ecl. II, prol. 2).

    En segundo lugar, se presupone una nica misin, que habra sido llevada a cabo por los apstoles. En el pasaje de Clemente, esta palabra tiene todava un sentido genrico, pero en el de Tertuliano se precisa que la primera evangelizacin fue obra de los Doce apstoles, una vez reconstruido el grupo con la eleccin de Matas. Eusebio, sin embargo, se la atribuye de forma ms genrica a los evangelistas inspirados y a los apstoles. En ningn caso se cuenta con la posibilidad de una misin plural.

    En tercer lugar, la accin evangelizadora consiste fundamentalmente en anunciar un mensaje: proclamar la buena noticia de la llegada del Reino (Clemente), dar testimonio

    6. A. Velasco Delgado (trad.), Historia eclesistica I, Madrid 1973, 69-70.

  • 16 Prlogo

    de la fe en Jesucristo y proclamar la fe en l (Tertuliano) o ensear (Eusebio). Es este mensaje el que provoca la conversin. Quienes lo acogen reciben el bautismo (Clemente y Tertuliano) y renuncian a los dolos adoptando los ritos de la religin cristiana (Eusebio).

    Por ltimo, el resultado de esta accin evangelizadora es la fundacin de nuevas iglesias. En el texto de Clemente este aspecto se refleja indirectamente en el hecho de establecer inspectores y ministros. En los de Tertuliano y Eusebio aparece de forma explcita como el principal objetivo de la accin misionera de los apstoles.

    3. R e c o n s t r u ir la h ist o r ia

    Este relato normativo de la primera evangelizacin, que se fue fraguando en los primeros siglos del cristianismo, se convirti en un elemento constitutivo de la memoria de los orgenes cristianos y determin durante mucho tiempo la forma de interpretar y escribir la historia de dichos orgenes. Sin embargo, desde una perspectiva histrica no puede tomarse como punto de partida de una reconstruccin que pretenda acercarse a los acontecimientos con rigor y objetividad. Por eso, los historiadores prescinden de l a la hora de realizar su tarea.

    El objetivo que persigue una reconstruccin histrica de la primera evangelizacin es recuperar los datos que las fuentes antiguas nos han transmitido acerca de aquel acontecimiento y examinarlos crticamente, con el fin de elaborar, en la medida de lo posible, un relato contrastado de lo sucedido.

    Es importante precisar que se trata de una reconstruccin y que, por tanto, existe una distancia entre los acontecimientos sucedidos y el relato que puede hacerse de ellos a partir de los datos que han llegado hasta nosotros. El relato no es el acontecimiento, sino una representacin del mismo.

  • Reconstruir la historia para renovar la memoria 17

    Por eso, la reconstruccin histrica constituye siempre un ejercicio de interpretacin. No se puede recuperar el pasado sin interpretarlo.

    Esta forma de entender la reconstruccin histrica plantea inevitablemente la pregunta acerca del marco hermenu- tico en el que se realiza. Los historiadores han reflexionado ampliamente sobre este tema en los ltimos aos y reconocen que tambin ellos utilizan meta-relatos que determinan su interpretacin. La historia de la primera evangelizacin tambin ha sido escrita en el marco de diversos meta-relatos. Tradicionalmente se inscribe en un relato particular elaborado en un contexto confesional: la llamada historia de la Iglesia. Pero, al mismo tiempo, ha sido reconstruida en un marco cultural ms amplio, que sita dicho acontecimiento en la llamada Historia de la Antigedad7. En ambos casos, a pesar de todos los esfuerzos para alcanzar la mayor objetividad posible, la reconstruccin histrica es siempre un ejercicio de interpretacin.

    Un problema particular que se plantea a la hora de escribir una historia de la primera evangelizacin es el de la posibilidad de la actuacin de Dios en la historia. En el relato normativo de los orgenes, la accin de Dios es un elemento fundamental. Sin embargo, la historiografa contempornea pone entre parntesis o rechaza abiertamente esta interpretacin como mtica o acientfica, argumentando que el objeto de la reconstruccin histrica son los hechos que pueden ser comprobados empricamente. Ahora bien, desde una perspectiva cristiana, que ve en la historia el lugar privilegiado de la accin de Dios, el relato tradicional contiene un elemento del que no se puede prescindir. Por eso, aunque al analizar los datos y reconstruir los acontecimientos del pasado sea hoy irrenunciable utilizar de forma crtica los recursos de la historiografa prescindiendo de

    7. Sobre las implicaciones de estas dos perspectiva, cf. las reflexiones de C. Markschies, Por qu sobrevivi el cristianismo en el mundo antiguo?, 74-83.

  • 18 Prlogo

    todo de tipo de explicacin sobrenatural, quien realiza esta reconstruccin desde una perspectiva creyente sita los resultados de su investigacin en el marco ms amplio de esta hermenutica creyente de la historia8.

    Uno de los presupuestos de esta hermenutica creyente es la continuidad de la accin de Dios en la historia. Esta continuidad establece un vnculo particular entre algunos acontecimientos del pasado y la situacin presente de la comunidad creyente que los rememora, con la conviccin de que ambos momentos forman parte de una misma historia de salvacin. Gracias a este vnculo, aquellos hechos dejan de ser nicamente cosa del pasado y se convierten en verdaderos acontecimientos que afectan a la forma de entender y de vivir el presente.

    Este vnculo entre los hechos del pasado y la situacin presente es el que ha motivado nuestro estudio, pues el inters por conocer mejor la primera evangelizacin no ha surgido, en este caso, de una curiosidad erudita por explorar el pasado, sino de una preocupacin muy particular del momento actual: la invitacin a llevar a cabo una nueva evangelizacin9.

    Tal invitacin, hecha por Juan Pablo II y renovada por Benedicto XVI, que ha sido objeto de reflexin en el snodo de obispos celebrado recientemente, est en el punto de partida de este estudio sobre la primera evangelizacin, cuyo objetivo es recuperar histricamente un acontecimiento fundante de la vida de la Iglesia que, desde una perspectiva creyente, tiene relevancia para el presente.

    8. A la historia, como a otras ciencias, se aplica el principio etsi Deus non daretur (como si Dios no existiera), que pone a D ios entre parntesis a la hora de analizar los datos y acontecimientos. Pero esto no implica la renuncia a una posterior hermenutica creyente de los mismos. Sobre este principio y su aplicacin en teologa, cf. A. Gesch, La paradoja del cristianismo, 18-27.

    9. Sobre la historia de esta invitacin, la situacin inicial que la provoc y el sentido universal que ha alcanzado en el m agisterio de Benedicto XVI, cf. F. Sebastin, Evangelizar, 17-40.

  • Reconstruir la historia para renovar la memoria 19

    4. P a r a r e n o v a r l a m e m o r ia

    La relacin entre el acontecimiento del pasado y la situacin presente que motiva la indagacin histrica puede ser contemplada tambin desde otro punto de vista que ayuda a precisar el marco de este estudio. La invitacin a realizar una nueva evangelizacin revela una situacin particular de las iglesias cristianas, las cuales experimentan en su entorno una crisis de fe y de adhesin eclesial. En situaciones de este tipo, los grupos vuelven instintivamente su mirada hacia los orgenes, esperando encontrar en ellos las claves que les permitan discernir el presente y proyectar el futuro, as como las pautas que les ayuden a redefinir los rasgos ms genuinos de su identidad como grupo.

    Esta vuelta al pasado motivada por el deseo de redefinir la identidad del grupo subraya un aspecto particular de aquel acontecimiento histrico: el hecho de que se trata de los orgenes. Los orgenes de un grupo o de una sociedad tienen una importancia singular en la construccin de su identidad colectiva. Para saber quines son, los miembros de un grupo necesitan conocer sus orgenes. Por eso, todos los grupos elaboran un relato de sus orgenes y poseen ceremonias conmemorativas que ayudan a preservarlos10. En el cristianismo existe, como hemos visto, un relato normativo de la primera evangelizacin. Pero tambin existen ceremonias que mantienen vivo el recuerdo de aquel acontecimiento fundante11. Esto significa que la primera evangelizacin forma parte de la memoria colectiva del cristianismo y es un elemento clave a la hora de definir su identidad como grupo,

    10. R Connerton, How Societies Remember, 41-71, destaca la im portancia de las ceremonias conmemorativas para preservar la memoria grupal.

    11. Esta evocacin se hace explcita en las oraciones y en las lecturas de la fiesta de Pentecosts. As reza, por ejemplo, la oracin colecta de la misa del da: Oh Dios, que por el misterio de Pentecosts santificas a tu Iglesia extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espritu sobre todos los confines de la tierra, y no dejes de realizar hoy en el corazn de tus fieles aquellas maravillas que obraste en los comienzos de la predicacin evanglica.

  • 20 Prlogo

    tal como lo expres ya de manera intuitiva Pablo VI en la encclica Evangelii nuntiandi cuando afirm que evangelizar constituye la dicha y vocacin propias de la Iglesia, su identidad ms profunda (n. 14).

    Debido al importante papel que juega en la definicin de la identidad del grupo, la memoria colectiva posee una enorme solidez y tiende a mantenerse estable. Pero en m omentos de crisis, cuando un grupo necesita revisar o rede- finir su identidad compartida, la reconstruccin histrica de los acontecimientos originarios puede prestar un servicio inestimable12. Entonces la reconstruccin crtica del pasado puede contribuir a revisar y renovar determinados aspectos de esta memoria que han sido olvidados o no se han considerado relevantes en otras circunstancias y que, no obstante, podran tener un enorme inters en nuevas situaciones. Los grupos construyen sus memorias de forma dinmica en relacin con las situaciones que les toca vivir. As, en un contexto de cristiandad, la memoria colectiva integra fcilmente la imagen de una primera evangelizacin en la que lo ms importante es el anuncio universal de un mensaje, tal como hemos visto que hizo Eusebio. Sin embargo, en un contexto poscristiano, en el que la Iglesia no goza de una hegemona social, esta memoria compartida puede incorporar una imagen de la primera evangelizacin que subraye la propuesta de vida que hicieron las primeras comunidades.

    La crisis que ha motivado la invitacin a la nueva evangelizacin hace necesaria una vuelta a los orgenes que permita renovar de forma creativa la memoria de la primera evangelizacin sobre la que se construye la identidad de la Iglesia. Ahora bien, la recuperacin crtica de los orgenes no es siempre una tarea confortable. Exige, ante todo, honestidad en la bsqueda. Tambin requiere una actitud de

    12. Sobre las relaciones entre memoria social y reconstruccin histrica, cf. P. Connerton, How Societies Remember, 13-21.

  • Reconstruir la historia para renovar la memoria 21

    apertura y una disposicin positiva para recuperar aspectos que han sido relegados con el paso del tiempo. Reclama, en fin, cierta dosis de valenta para redefinir el imaginario que configura nuestra memoria de grupo.

    La invitacin a promover una nueva evangelizacin est suscitando en la Iglesia catlica numerosas reflexiones en las que, constantemente, se hace referencia a la primera evangelizacin. Todas ellas, al explicar el sentido del adjetivo nueva que la califica, aluden de una forma u otra a la primera evangelizacin, reconocindole un carcter fundante y un valor paradigmtico.

    Ahora bien, estas reflexiones en torno a la nueva evangelizacin recurren constantemente al relato normativo preservado en la memoria colectiva cristiana13. La revisin de este relato normativo a partir de un ejercicio responsable de reconstruccin histrica es, en mi opinin, una tarea saludable, si se quiere definir esta novedad en coherencia y continuidad con dicho pasado fundante. El propsito de este libro es contribuir a esa tarea.

    13. Un buen ejemplo de ello son las constantes referencias a la primera evangelizacin en G. Augustin (ed.), El desafio de la nueva evangelizacin.

  • UNA HISTORIA DE LA PRIMERA EVANGELIZACIN

    1

    Para introducirnos en la vivencia concreta de la primera evangelizacin sugiero que nos detengamos en una historia concreta: la de un matrimonio romano que se encontr con Pablo y entr a formar parte de la red de apoyo y colaboracin que el apstol fue creando en torno a s.

    Las noticias que han llegado hasta nosotros acerca de ellos conservan la huella que dejaron seis aos de su trayectoria vital. Es un breve espacio de tiempo, pero fueron aos de intensa actividad en los que ambos estuvieron entregados a la difusin del evangelio que haban conocido en Roma, la ciudad de la que se vieron obligados a salir a causa de su nueva fe y tambin la ciudad a la que regresarn para promover su difusin.

    1 . L a h i s t o r i a d e q u i l a y P r i s c a

    Las fuentes cristianas y no cristianas que han llegado hasta nosotros nos permiten abrir una pequea ventana desde la que podemos contemplar a esta pareja de recin convertidos que van dejando una estela a su paso por diversas ciudades del Imperio.

    El libro de los Hechos de los apstoles nos ofrece la pr imera noticia sobre ellos. Cuando Pablo llega a Corinto procedente de Atenas se encuentra a un judo de nombre quila, procedente del Ponto, que haba llegado haca poco de Italia con Priscila, su mujer, pues Claudio haba decre

  • 24 La primera evangelizacin

    tado que todos los judos salieran de Roma (Hch 18, 2-3). El edicto al que se refiere aqu Lucas fue dictado por el emperador Claudio el ao 49 d.C., y Pablo lleg a Corinto en la primavera del ao 50 d.C.1 Prisca y quila estaban ya en Corinto cuando Pablo lleg y, debido a que eran del mismo oficio, se qued a vivir y a trabajar con ellos; eran fabricantes de tiendas (Hch 18, 3).

    Esta informacin de Lucas, que es muy fiable desde el punto de vista histrico2, nos introduce de lleno en la peripecia vital de esta pareja de misioneros cristianos. En primer lugar, nos informa sobre su origen. quila era judo y proceda del Ponto. Como muchos otros artesanos y trabajadores manuales, habra emigrado a Roma siendo an joven en busca de mejores oportunidades. Era un hombre emprendedor. Prisca (prefiero llamarla as, que es como la llama Pablo, y no con el diminutivo que usa Lucas) era muy probablemente oriunda de Roma, pues su nombre, que la emparenta con una de las familias ms antiguas de la ciudad, aparece con mucha frecuencia en las inscripciones. No sabemos cmo se conocieron, pero podemos imaginar que su encuentro tuvo lugar a travs de los contactos que el jo ven quila estableci en la ciudad, quizs entre los de su mismo oficio.

    De su vida en Roma antes de trasladarse a Corinto, Lucas ofrece indirectamente algunos datos interesantes. Nos

    1. Respecto a la fecha del edicto de Claudio, la mayora de los autores prefiere la fecha tarda del 49 d.C. a la ms temprana del 41 d.C.; cf. R Lampe, From Paul to Valentinus, 14-16. La fecha de la llegada de Pablo a Corinto se puede establecer con precisin combinado dos datos de Hechos, donde se afirma que estuvo all un ao y seis meses (Hch 18,11), y que antes de salir de la ciudad debi comparecer ante Marco Galin, que fue procnsul en Acaya entre el 51 y el 52 d.C. segn una inscripcin encontrada en Delfos. Si Pablo lleg en la primavera del ao 50 d.C. y estuvo en Corinto hasta el otoo del 51 d.C., pudo comparecer ante Galin al poco tiempo de llegar este a la ciudad. Para la cronologa de la vida de Pablo, cf. S. Vidal, Las carias originales de Pablo, 22-33.

    2. Cf. G. Ldemann, Early Christianity according lo the Traditions in Acts, 201-204.

  • Una historia de la primera evangelizacin 25

    dice, por ejemplo, que estaban casados, o eso debemos suponer cuando afirma que quila... haba llegado haca poco de Italia con Priscila, su mujer. En el Imperio romano existan diversas formas de contraer matrimonio, dependiendo de la condicin social de los futuros cnyuges (si eran libres o esclavos, ciudadanos romanos o no, etc.) y del tipo de relacin que hubieran decidido establecer. Todo indica que ambos eran libres y, por tanto, que pudieron establecer una relacin de pareja estable sancionada por la ley y la costumbre3. Esto explica la autonoma y movilidad con que aparecen en las fuentes. Su relacin matrimonial explicara tambin la vinculacin de Prisca con el judasmo, pues la mentalidad del momento propiciaba que la esposa compartiera las convicciones religiosas y el culto de su esposo4. De hecho, como vamos a ver enseguida, Prisca participaba activamente en la vida religiosa de la sinagoga.

    Lucas menciona tambin explcitamente el oficio familiar. En el mundo antiguo no se cambiaba fcilmente de oficio y, de hecho, este era uno de los bienes ms preciados que un hombre posea. En Roma haba un grupo importante de fabricantes de tiendas. Existan incluso gremios o asociaciones de este oficio (collegia tabernaculorum), la ms importante de las cuales era la formada por miembros de la casa del emperador, quienes se encargaban, entre otras cosas, de fabricar tiendas de cuero para el ejrcito. Sin embargo, es muy probable que no fuera esta la ocupacin de la mayora de los fabricantes de tiendas y tampoco la de quila. En la ciudad, los de su oficio se dedicaban sobre todo a tejer fuertes lonas de lino que se utilizaban como toldos en los edificios pblicos (Csar cubri todo el foro con estos tol-

    *3. Sobre los diversos tipos de matrimonio en Roma, cf. J. Guilln, Urbs Roma I. La vida privada, 126-165.

    4. As suena, por ejemplo, la recomendacin que da Plutarco a una joven pareja que iba a casarse: Una mujer casada no debe reconocer ni dar culto a otros dioses, sino a aquellos que su marido aprecia, y solo a ellos (Coni. Praec. 19).

  • 26 La primera evangelizacin

    dos) para proteger del calor, y tambin toldos ms pequeos para los patios de las casas privadas. Este pudo haber sido el trabajo de quila en Roma, y tambin el de Pablo en Tarso, donde por cierto se cultivaba el lino5.

    Adems de estas dos noticias sobre el estado y la ocupacin del matrimonio romano, Lucas ofrece una informacin puntual que explica su traslado a Corinto. Afirma que quila y su mujer Prisca haban tenido que salir de Roma a causa de un edicto de Claudio que obligaba a todos los judos a abandonar la ciudad. Esta afirmacin es, sin duda, exagerada, pues una expulsin masiva de los cuarenta o cincuenta mil judos que vivan en Roma habra dejado en las fuentes contemporneas unas huellas que de hecho no existen. Es probable que Lucas haya preferido mencionar este episodio en trminos generales para evitar que estos dos lderes del naciente movimiento cristiano aparezcan ante sus lectores como revoltosos que merecieron ser expulsados de

    5. Cf. P. Lampe, From Paul to Valentinus, 187-189.

  • Una historia de la primera evangelizacin 27

    la ciudad. Lucas no menciona el motivo de la expulsin, pero afortunadamente contamos con las noticias de dos historiadores romanos, Suetonio (Claud. 25, 4) y Dion Casio (LX 6, 6), que ofrecen ms datos sobre aquel suceso6.

    La informacin ms precisa y tambin la ms cercana a los acontecimientos es la que proporciona Suetonio. Segn l, Claudio expuls de Roma a algunos judos por una razn muy concreta: porque estaban litigando continuamente instigados por (a causa de) Chrestos (25, 4). Chrestos es una deformacin popular de Cristo, y el hecho de que se subraye este nombre como causa de la discusin (impulsore Chresto) podra indicar que sta giraba en torno al reconocimiento de Jess como Mesas, que era el ttulo con el que los misioneros cristianos le anunciaban en las sinagogas (Hch 9, 22; 18, 5.28). Es posible que la expulsin estuviera motivada por discusiones entre judos que se haban adherido a Cristo y lo consideraban descendiente de David (Mesas/Cristo) e Hijo de Dios (Rom 1, 3b-4), y otros judos que rechazaban la nueva fe; pero tambin pudo deberse, como en otros casos, a diferencias sobre la comunin de mesa entre judos y paganos7. En cualquier caso, hay que suponer que Claudio no expuls a todos los judos, sino solo a aquellos que estaban creando problemas debido a estas discusiones. Lo ms probable es que el edicto fuera preciso en cuanto a quines deban salir de la ciudad, y el hecho de que quila y Prisca pertenecieran a este grupo indica que haban participado activamente en dicha discusin8.

    As pues, debemos imaginar a quila y a su mujer Prisca como miembros activos de uno de los primeros grupos

    6. Cf. D. Alvarez Cineira, Die Religionspolitik des Kaisers Claudius und die paulinische Mission, 196-216.

    7. Sobre esta segunda posibilidad, cf. P. Lampe, From Paul to Valenti- nus, 69-79.

    8. Cf. M. N. Keller, Priscilla and Aquila. Pauls Coworkers in Christ Jess, 7-13.

  • 28 La primera evangelizacin

    mesinicos en Roma. De hecho, estaban tan implicados en su nueva fe que tuvieron que sufrir el destierro a causa de ella, lo cual hace suponer que desde su llegada a Corinto habran entablado contactos con los judos de la ciudad y habran compartido con algunos de ellos el mensaje evanglico. Ellos habran sido, entonces, los primeros misioneros de Corinto, aunque esta misin se vio muy reforzada con la llegada de Pablo. Por lo que dice Lucas, y corrobora el mismo Pablo (Rom 16, 3-4), la relacin con l fue muy estrecha desde el comienzo, hasta el punto de que, durante su estancia en Corinto, compartieron casa y trabajo. Esto no habra sido posible si no hubieran tenido la misma comprensin del evangelio, especialmente en lo que se refera a la acogida de los paganos. U na prueba de ello es que Prisca, no siendo juda, estuvo muy implicada desde el comienzo en la misin, y lleg a tener en ella un papel incluso ms importante que su marido, como indica el hecho de que tanto Pablo como Lucas algunas veces la mencionen a ella antes que a l (Rom 16, 3; Hch 18, 26)9.

    Sobre su estancia en Corinto (49-51 d.C.), aparte del dato ya mencionado de que Pablo viva y trabajaba con ellos, no tenemos otras noticias. Sin embargo, lo que el libro de los Hechos dice acerca de la actividad de Pablo en la ciudad permite hacer algunas conjeturas. Resulta llamativo, por ejemplo, que Lucas no mencione ninguna reunin en la casa de quila y Prisca. Ms an, cuando habla de su actividad misionera la sita primero en la sinagoga y luego en la casa de un pagano cercano al judasmo llamado Ticio Justo. Dice que Pablo eligi esta casa porque estaba cerca de la sinagoga, pero es muy probable que lo hiciera tambin porque se trataba de una casa amplia, y de hecho lo presu-

    9. El texto occidental de Hechos, que es diferente del alejandrino, relega siempre a Priscila a un segundo plano, como hace en otras historias protagonizadas por mujeres; cf. D. E. Malick, The Contribution o f Codex Bezae Cantabrigiensis, 178-183.

  • Una historia de la primera evangelizacin 29

    Corinto. Calzada de ingreso y ruinas de la ciudad.

    pone cuando ms adelante dice que fueron muchos los que creyeron y se bautizaron (Hch 18, 7-8).

    El dato de que la casa de quila y Prisca no aparezca en el mapa lucano de la actividad misionera de Pablo en Corinto debe tomarse con precaucin, pero en todo caso nos invita a preguntarnos sobre las condiciones de esta vivienda y, en ltima instancia, sobre la condicin social del matrimonio romano. En la literatura exegtica encontramos con frecuencia la idea de que quila y Prisca eran un matrimonio bien estante, que tena contactos comerciales en otras ciudades, lo cual les habra permitido trasladarse con facilidad de Roma a Corinto, desde all a feso, y desde feso, de nuevo, a Roma. Sin embargo, los datos que tenemos acerca de ellos, sobre todo los referentes a su oficio, indican ms bien que eran artesanos que con su trabajo habran podido costearse los viajes que realizaron en aquellos aos y alquilar una casa modesta en las ciudades en que residieron10.

    De los diversos tipos de casas que existan en la poca, todos ellos bien documentados por la arqueologa, el que

    10. Cf. P. Lampe, From Paul to Valentinus, 189-195; R. W. Gehring, Hou- se Church and Mission, 134-138.

  • 30 La primera evangelizacin

    mejor se ajusta a la situacin de quila y Prisca es el que representa la llamada taberna. Constaba normalmente de dos habitaciones, una de ellas daba a la va pblica y serva de tienda, y la otra, situada normalmente detrs de esta, se usaba como trastienda y almacn. La taberna era, al mismo tiempo, lugar de trabajo y tienda, y en algunos casos contaba con un sobrado que se usaba como vivienda, dejando la parte baja para las otras funciones. El espacio de estas casas poda oscilar entre doce y treinta metros cuadrados. Podemos suponer que la asociacin con Pablo les permiti a quila y Prisca alquilar una taberna relativamente amplia. Es muy probable que aquel espacio de encuentro con clientes y curiosos fuera aprovechado por ellos para difundir su nueva fe, y no se puede descartar que llegaran a formar un grupo que se reuna en ella asiduamente, como de hecho veremos que ocurrir en feso y ms tarde en Roma. Lucas, sin embargo, centrado en la misin de Pablo, quiere subrayar sus contactos con la sinagoga y con ciertos personajes relevantes de la ciudad. Este dato indica que el apstol se fue dedicando cada vez ms a la tarea misionera, probablemente porque contaba con el apoyo de quila y Prisca.

    Corinto. Prtico y entradas de tres tabernae.

  • Una historia de la primera evangelizacin 31

    Ostia. Ejemplo de taberna.

    Un ao y medio despus de su llegada a Corinto, Pablo abandon la ciudad para dirigirse a Siria. quila y Prisca le acompaaron hasta feso y se quedaron all, respondiendo probablemente a un plan concertado (Hch 18, 18-22), puesto que para entonces ya estaban vinculados estrechamente a la misin paulina y se haban convertido en colaboradores del apstol (Rom 16, 4). Lucas relaciona este viaje con el episodio de la comparecencia de Pablo ante el procnsul Galin, que debi de tener lugar entre la llegada de este (verano del 51 d.C.) y la partida de Pablo (otoo de aquel mismo ao). Dicha comparecencia fue motivada por la oposicin de un numeroso grupo de judos a la predicacin de Pablo, una situacin muy parecida a la que haba vivido en otros lugares y a la que haba motivado el exilio de quila y Prisca.

    La estancia de quila y Prisca en feso debi de durar, como la de Pablo, unos tres aos (51-54 d.C.), puesto que en el 55 d.C., cuando este escribe la Carta a los romanos, ya se encontraban de regreso en su ciudad de origen y haban tenido tiempo de reunir una pequea comunidad en su casa

  • 32 La primera evangelizacin

    (Rom 16, 4). De esta estancia en feso, el libro de los Hechos solo menciona el episodio de su encuentro con Apolo. Segn Lucas, despus de orle predicar en la sinagoga, Aqui- la y Prisca le habran instruido con ms precisin acerca del camino de Dios y habran escrito a los hermanos de Acaya para que le recibieran (Hch 18, 24-28). Esta noticia, sin embargo, es poco atendible desde el punto de vista histrico, pues la impresin que se percibe en la Primera carta a los corintios cuando Pablo menciona sus diferencias con Apolo es muy distinta (1 Cor 1, 10-4, 21)11. En cualquier caso, el episodio pone en primer plano un dato muy importante de la primera misin cristiana que form parte de la experiencia de quila y Prisca en estos aos: la existencia de diversos grupos misioneros que no siempre estaban de acuerdo entre s. Esta fue para ellos, sin duda, una experiencia desconcertante y, al mismo tiempo, enriquecedora.

    En las cartas de Pablo encontramos dos noticias que se refieren a la estancia en feso. La primera de ellas se encuentra en la despedida de la Primera carta a los corintios, que Pablo escribi desde feso, probablemente a finales del 52 o comienzos del 53 d.C. Entre una serie de saludos de tipo general: os saludan las iglesias de Asia... os saludan todos los hermanos (1 Cor 16, 19a.20a), aparece solamente uno de carcter personal: Os mandan muchos saludos quila y Prisca, as como la iglesia que se rene en su casa (1 Cor 16, 19b). El hecho de que Pablo se haga portavoz de este saludo dirigido a la comunidad de Corinto confirma que la estrecha relacin que haba establecido con quila y Prisca en Corinto continu durante la estancia en feso. Pero adems aade un dato interesante y novedoso, pues menciona a una iglesia que se rene en su casa.

    11. G. Ldemann, Early Christianity, 207-209, muestra cmo Lucas ha remodelado una tradicin que presentaba a Apolo como un predicador riguroso (Hch 18, 25).

  • Una historia de la primera evangelizacin 33

    feso. Restos del teatro.

    Esta referencia a la casa de quila y Prisca en feso es uno de los argumentos que se suelen utilizar para asignarles un nivel social elevado. Sin embargo, una taberna relativamente amplia como las que de hecho se han encontrado en el foro de feso (de unos veintisiete metros cuadrados) poda muy bien servir para una reunin de entre quince y veinte personas.

    La idea de que las comunidades cristianas se reunan nicamente en casas amplias que podan dar cabida a una comunidad mayor ha sido revisada, y hoy sabemos que muchas de ellas se reunan de hecho en casas ms modestas: las tabernae, ya mencionadas, y tambin las habitaciones alquiladas en las insulae o casas de vecindario12. De acuerdo con esto, bien podemos imaginar a quila y Prisca reuniendo una pequea comunidad en su casa. Los asistentes se sentaran sobre las pilas de esteras y de lonas dispuestas para la venta, en un ambiente abigarrado pero ntimo, en el

    12. Cf. D. G. Horrell, Domestic Space and Christian Meetings at Corinth. I as observaciones que hace Horrell a propsito de Corinto valen para otras ciudades similares.

  • 34 La primera evangelizacin

    que se sentan acogidos, se compartan los recuerdos sobre Jess, se celebraba la cena del Seor y se poda encontrar apoyo en las dificultades.

    El segundo pasaje en el que probablemente Pablo evoca la estancia de quila y Prisca en la ciudad de feso se encuentra en la despedida de otra carta, en este caso la que dirigi a los romanos desde Corinto13. Esta despedida, del todo singular debido a su extensin, comienza con una recomendacin a favor de Febe, probablemente la portadora de la carta, y pasa luego a los saludos. El primero de ellos est dedicado precisamente a Prisca y quila. En l se menciona con gratitud el apoyo decidido que le prestaron a Pablo: se jugaron el cuello por m, y se alude de forma ms genrica al papel desempeado por ambos en la misin a los gentiles: no solo yo estoy les agradecido, sino tambin todas las iglesias de los gentiles (Rom 16, 4).

    La primera alusin resulta enigmtica, pues no se sabe bien si Pablo se est refiriendo aqu a una actitud repetida o a la que demostraron en un momento particular. Con todo, lo que dice encaja muy bien con las tribulaciones que, segn el libro de los Hechos, tuvo que soportar en feso y con el testimonio del mismo Pablo. Este, de hecho, estuvo varios meses preso en la crcel de feso, quizs como consecuencia de la revuelta de los orfebres narrada con detalle en Hechos (19, 23-40), y fue tal su tribulacin que incluso lleg a temer por su vida (2 Cor 1, 8-9).

    La segunda alusin es ms genrica, pues resume la labor realizada por quila y Prisca a favor de las iglesias de

    13. La Carta a los romanos concluye con una larga lista de saludos que resulta sorprendente y llamativa, sobre todo si se tiene en cuenta que Pablo no haba estado nunca en la capital del Imperio. Muchos estudiosos se preguntan cmo es posible que conociera a tantas personas all, y sospechan que esta larga despedida no pertenece a la C arta a los romanos, sino que se trata de una carta independiente dirigida a la comunidad de feso. Sin embargo, hay poderosos argumentos para pensar que se trata de un texto dirigido a las comunidades de Roma; cf., en este sentido, la convincente explicacin de P. Lampe, From Paul to Valentinas, 153-164.

  • Una historia de la primera evangelizacin 35

    la gentilidad, no solo de las de Corinto y feso, sino tambin de todas aquellas a las que Pablo y sus colaboradores llevaron el evangelio desde estos dos centros misioneros por medio de visitas y de las frecuentes comunicaciones epistolares. Ahora bien, esta afirmacin de Pablo confirma que el matrimonio romano formaba parte del equipo que haba reunido en torno a s para difundir el evangelio. Al igual que Timoteo, Tito, Silvano, etc.14

    Desde feso, quila y Prisca debieron de regresar a Roma, de donde haban salido el ao 49 d.C. La muerte del emperador Claudio, ocurrida en octubre del 54 d.C., haca posible este regreso, y de hecho all los encontramos ya el ao 55 d.C., cuando Pablo escribe la Carta a los romanos. Al llegar a la ciudad pudieron percibir que la fisonoma de los grupos de discpulos de Jess haba cambiado. La intervencin del emperador Claudio haba puesto de manifiesto las diferencias que existan entre ellos y la sinagoga, y se haba producido un distanciamiento con respecto a la comunidad juda y un acercamiento a los paganos. Por eso, con el regreso de los judeocristianos expulsados se haca necesario reconstruir las relaciones entre esos dos grupos. Este es el deseo que se adivina detrs de las exhortaciones de la Carta a los romanos (Rom 12-15), escrita precisamente en estas fechas. A su regreso a Roma, quila y Prisca formaron una comunidad domstica (Rom 16, 5), siguiendo probablemente el modelo de las que haban formado en Corinto y feso. Para entonces ya estaban asociados a la misin paulina que, a travs de ellos, se haca presente en Roma15.

    Pero qu fue lo que les movi a volver a la ciudad de la que haban sido expulsados? Tal vez la situacin se haba

    14. Este grupo de colaboradores formaba lo que J. Becker ha denominado la infraestructura de la misin paulina; cf. Id., Pablo, el apstol de los paganos, 220-228.

    15. D. Alvarez Cineira, Aquila y Prisca, eslabones en la infraestructura misional paulina, 79-82.

  • 36 La primera evangelizacin

    vuelto complicada en feso. Quizs anhelaban volver a su hogar para estar con sus familiares y conocidos. O acaso lo hicieron para respaldar a Pablo en la siguiente gran etapa de su misin, en la que sin duda iba a necesitar el apoyo de las comunidades de Roma16.

    Merece la pena considerar un poco ms despacio esta ltima posibilidad. Recordemos para ello las palabras que Pablo dedica a Prisca y quila en la despedida de la carta:

    Saludad a Prisca y quila, mis colaboradores en Cristo Jess, los cuales se jugaron el cuello por m, y a los que no solo yo estoy agradecido, sino tambin todas las iglesias de los gentiles; (saludad) tambin a la iglesia que se rene en su casa (Rom 16, 3-5).

    Hay varios detalles en l dignos de ser reseados. El primero es el hecho de que se mencione antes a Prisca que a su esposo. Ciertamente no es casual. Podra indicar que Prisca ha asumido un claro protagonismo en la tarea del evangelio, que es lo que ms cuenta para Pablo, o quizs que su posicin en la sociedad romana era ms respetada que la de su esposo y, por tanto, ms til a la hora de ganar el apoyo de otras comunidades. El segundo detalle significativo es que Pablo los llama colaboradores (synergoi), un trmino con el que designa a los miembros de su grupo apostlico (Rom 16, 9; Flp 2, 25; Flm 24). No les da este calificativo refirindose solo al pasado, sino tambin al presente: son todava sus colaboradores y es de suponer que le seguirn ayudando en el gran proyecto de llevar el evangelio hasta Espaa (Rom 15, 24-28). En tercer lugar, en el saludo se subraya el compromiso del matrimonio romano en la misin a los gentiles, ciertamente refirindose a su actuacin en los ltimos

    16. Tras haber completado la primera gran etapa de su proyecto misionero, que tena un trazado geogrfico, llevando el evangelio desde Jerusaln hasta el Urico (Rom 15, 19), Pablo quiere emprender una segunda, que le conducira hasta Espaa (Rom 15,24), y espera que las comunidades de Roma le ayuden material y moralmente; cf. R. Penna, Letlera ai romani 1 ,46-47.

  • Una historia de la primera evangelizacin 37

    aos, pero sin excluir que este compromiso siga vigente. Por ltimo, Pablo enva saludos a la iglesia que se rene en su casa. Esto significa que haban logrado formar una comunidad de corte paulino que podra apoyar de diversos modos la misin hasta los confines occidentales del Imperio.

    Las noticias sobre Prisca y quila terminan con este saludo epistolar. Su trayectoria como cristianos y como misioneros, que las fuentes hacen visible a lo largo de los seis aos que van desde el edicto de Claudio (49 d.C.) hasta la Carta a los romanos (55 d.C.), fue ciertamente particular en muchos sentidos, pero tambin puede considerarse de algn modo representativa de las de otros misioneros cristianos de la primera hora.

    2. R e f l e x io n e s so b r e l a h is t o r ia d e q u il a y P r isc a

    Una de las cosas que ms llama la atencin en la historia de quila y Prisca es la facilidad con que pudieron trasladarse de una ciudad a otra y encontrar en cada una de ellas una casa donde vivir y trabajar. Estos detalles hablan de un mundo que ofreca enormes oportunidades para la misin. Las comunicaciones por tierra y por mar entre las ciudades del Imperio, sobre todo entre las que se encontraban en las orillas del Mediterrneo, estaban entonces al alcance de muchos. Por otro lado, las grandes ciudades del Imperio brindaban facilidades y oportunidades a quienes llegaban a ellas con nimo emprendedor, proporcionndoles casas de alquiler. Y a todo esto hay que aadir las enormes posibilidades de comunicacin que ofreca el uso de un idioma comn, el griego, que era la lengua franca de la mitad oriental del Imperio en la que se movieron quila y Prisca'7.

    17. En sus interesantes observaciones sobre la figura de Prisca, C. Osiek y M. Y. M acDonald subrayan este aspecto de la movilidad que se conjuga con cierta estabilidad; cf. C. Osiek y otros, El lugar de la mujer en la Iglesia primitiva, 54-63.

  • 38 La primera evangelizacin

    Adems de estas y otras facilidades de tipo material, la sociedad grecorromana estaba estructurada en torno a una serie de relaciones e instituciones que facilitaban el intercambio entre las personas. La ms importante era la familia, y por eso los grupos que se mencionan en la historia de quila y Prisca aparecen siempre en espacios domsticos. Pero tambin era importante el patronazgo, del que se beneficiaron aquellos primeros misioneros en su labor, o las asociaciones, que contribuan a crear lazos entre personas del mismo oficio o de la misma procedencia.

    Es en este contexto vital donde hay que situar la primera evangelizacin, cuyo estudio requiere abordar algunas cuestiones particulares que han ido apareciendo en la historia de quila y Prisca18.

    a) Las fuentes

    La primera de ellas se refiere a la identificacin y el uso de las fuentes. Las noticias directas sobre quila y Prisca proceden sobre todo de fuentes cristianas: las cartas de Pablo y el libro de los Hechos de los apstoles. Sin embargo, al examinarlas hemos encontrado en ellas una referencia a la expulsin de algunos judos de Roma en tiempos del emperador Claudio que hemos podido precisar gracias a la breve noticia que ofrece Suetonio sobre dicho acontecimiento. De igual modo, la mencin de la comparecencia de Pablo ante el procnsul Galin, cuya estancia en Corinto est documentada por una inscripcin encontrada en Delfos, nos ha permitido confirmar la cronologa de estos aos.

    18. El contexto vital de la primera evangelizacin ha sido ampliamente estudiado, as que no ser necesario abordarlo en este libro. No obstante, conviene tenerlo muy presente, pues es el marco en el que hay que situar los factores y procesos que configuraron la primera evangelizacin. Para ello remitimos a J. Stambauch - D. L. Balch, El Nuevo Testamento en su entorno social', E. Miquel, El Nuevo Testamento desde las ciencias sociales', J. Gonzlez Echegaray, Los Hechos de los Apstoles y el mundo romano', y la obra ya clsica de E. Ferguson, Backgrounds o f Early Christianity.

  • Una historia de la primera evangelizacin 39

    En el estudio de la primera evangelizacin nuestras principales fuentes sern las cartas de Pablo y el libro de los Hechos. Ahora bien, la naturaleza de estas fuentes plantea dos cuestiones que debemos aclarar para hacer un buen uso de ellas. La primera es su procedencia cristiana. En cuanto tales, ambas reflejan una visin desde dentro y son sospechosas de parcialidad. La segunda cuestin es su relacin con los acontecimientos, pues mientras que las cartas de Pablo son contemporneas de los sucesos que mencionan, Hechos se escribi bastante tiempo despus de los acontecimientos que narra. En la reconstruccin propuesta se han tenido en cuenta estos dos extremos. Respecto al primero, hemos podido comprobar la exactitud de algunas informaciones de Hechos gracias a la existencia en este caso de fuentes no cristianas. En cuanto al segundo, hemos valorado en cada ocasin la historicidad de las informaciones de Hechos, cuestionando aquellas que son coherentes con las que proporcionan las cartas de Pablo, como ocurre en el caso de la supuesta instruccin de Apolo por quila y Prisca.

    Antes de adentrarnos en un estudio ms detallado de la primera evangelizacin debemos, por tanto, establecer de qu fuentes disponemos y aclarar su naturaleza, perspectiva, orientacin y fiabilidad histrica, as como los criterios con que debemos utilizarlas.

    b) Las races

    En la historia de quila y Prisca nos hemos encontrado con un grupo insertado ya en una misin que haba comenzado tiempo atrs y haba dado sus frutos en lugares muy distintos: en Siria, de donde vena Pablo; en Roma, de donde ellos procedan; tal vez incluso en Alejandra, la patria de Apolo. Esta actividad misionera tan difundida nos invita a preguntarnos cmo comenz la primera evangeli- /acin y, sobre todo, quin la puso en marcha.

  • 40 La primera evangelizacin

    El relato normativo de la primera evangelizacin sita el origen de la misin cristiana en el ministerio de Jess, el primer evangelizado^ que envi a sus discpulos a predicar la buena noticia. Ahora bien, los evangelios mencionan dos envos misioneros suyos muy diferentes: uno dirigido a Israel, que tuvo lugar antes de su muerte, y otro ms universal, despus de su resurreccin. Sin embargo, ninguno de los misioneros con los que nos hemos encontrado en la historia de quila y Prisca, excepto Pablo, parece haber recibido el encargo misionero directamente de Jess.

    Estas observaciones sugieren que conviene aclarar cmo se relaciona la primera evangelizacin con el ministerio de Jess y qu papel jugaron en ella sus dos envos misioneros.

    c) Una misin plural

    A travs de la pequea ventana que las fuentes nos han permitido abrir en la trayectoria de quila y Prisca, nos hemos asomado a la vida de una pequea fraternidad apostlica: la que Pablo form con ellos y con otros colaboradores suyos. Las informaciones que hemos podido recabar nos han revelado aspectos concretos de su forma de vida y su tarea apostlica, nos han mostrado las dificultades que fueron encontrando y tambin los xitos que fueron cosechando. Aunque todas estas noticias se refieren a un grupo misionero concreto, en la historia de quila y Prisca hemos encontrado asimismo alusiones a otros grupos. Las disputas de las que habla el edicto de Claudio tuvieron lugar en el seno de la sinagoga, pero existen indicios de que en la ciudad haba grupos cristianos de diversa orientacin. quila y Prisca habran formado parte de uno de ellos que tena posiciones afines a las de Pablo. Por otro lado, a pesar de los esfuerzos de Hechos por vincular a Apolo a la misin paulina, es evidente, como reconoce el mismo Pablo en su correspondencia con los corintios, que era un misionero independiente.

  • Una historia de la primera evangelizacin 4

    La pluralidad de misiones que se intuye en la historia de quila y Prisca aparece con mayor claridad cuando la mirada se ampla a todas las fuentes. El libro de los Hechos sita en Jerusaln, adems del grupo reunido en torno a los I )oce, a los helenistas y a otro grupo liderado por Santiago, el hermano del Seor. En las cartas de Pablo, esta pluralidad ilc grupos y de misiones se hace visible en un escenario ms amplio a travs de las frecuentes referencias a otros misioneros que inquietan y cuestionan a las comunidades evangelizadas por l. Contamos tambin con las informaciones de otros escritos, principalmente algunas de las cartas que reflejan la vida de comunidades cristianas nacidas de una misin no paulina. Y a todas estas informaciones tenemos an que aadir las alusiones a la misin en la tierra de Israel que encontramos en las tradiciones y composiciones recogidas ms tarde en los evangelios.

    La historia de quila y Prisca, en su brevedad y concisin, revela tambin algunos de los instrumentos que hicieron posible la primera evangelizacin. El primero y ms importante fueron las personas: ellos mismos, Pablo, Apolo y todos los dems. La entrega personal, facilitada en su caso por la movilidad que les proporcionaba su oficio de artesanos, fue determinante para la misin. Pero la suya fue una entrega configurada por la conviccin de haber recibido un encargo de Dios, y por ello se entendieron a s mismos como enviados (apstoles) que compartan la misma tarea. En segundo lugar, la misin llevada a cabo por aquellos primeros misioneros cont con la infraestructura de la casa, que les proporcion, al mismo tiempo, un espacio fsico y un mbito social en el que enraizarse.

    La primera evangelizacin no puede entenderse sin tener en cuenta esta infraestructura. Los primeros misioneros cristianos recurrieron a instrumentos y medios que existan en su contexto, pero tambin manifestaron una creatividad enorme para ponerlos al servicio de su proyecto. Inspira

  • 42 La primera evangelizacin

    dos en el ejemplo de Jess, desarrollaron una nueva forma de entender la mediacin religiosa (ministerio apostlico) y congregaron comunidades de acogida y apoyo que resultaron enormemente eficaces. Estos apstoles y sus comunidades configuraron una tupida red de relaciones a travs de la cual se difunda la nueva fe. No todos los grupos lo hicieron de la misma forma, pero todos recurrieron a estas mediaciones que constituyen la infraestructura de la misin.

    Una reconstruccin histrica de la primera evangelizacin debe analizar todos estos datos y elaborar, a partir de ellos, un relato coherente de aquella misin plural, precisando, en la medida de lo posible, los rasgos caractersticos de cada uno de estos grupos, su orientacin y su estrategia, as como la relacin que existi entre ellos.

    d) La conversin

    El pasaje de Hechos que narra la actividad de Pablo en Corinto menciona explcitamente la conversin de Crispo, el jefe de la sinagoga, junto con su familia, y la de otros muchos. Todos ellos creyeron al escuchar a Pablo y se bautizaron. El relato de Hechos sigue aqu un esquema ya esbozado en las escenas iniciales del libro (Hch 2). Las referencias de las cartas de Pablo que hemos examinado son menos explcitas, pero de ellas se puede deducir que quienes llegaron a formar parte de las iglesias que se reunan en casa de quila y Prisca haban hecho un proceso similar. Todos ellos realizaron un proceso de conversin.

    La conversin fue una experiencia central en la primera evangelizacin. El libro de los Hechos tiene clara conciencia de ello y por eso relata en sus pginas numerosos episodios de conversin, comenzando por la del mismo Pablo, que es narrada tres veces, y siguiendo por las de diversos cabezas de familia que se convirtieron con toda su casa. En las cartas de Pablo, la conversin se describe como un cam

  • Una historia de la primera evangelizacin 43

    bio de orientacin religiosa, que es el resultado de una respuesta de fe al anuncio del evangelio. Sin embargo, ms all tic estas afirmaciones solemnes, lo que encontramos en los relatos de Hechos y en las misivas de Pablo es una constante interaccin entre quienes formaban parte de las iglesias domsticas, y entre ellos y las fraternidades apostlicas que seguan acompaando y animando a esas iglesias. Estas relaciones, testimoniadas ejemplarmente en la correspondencia paulina, muestran que la conversin fue un proceso en el que, adems de la propuesta de un mensaje, fue necesario el acompaamiento y el testimonio de vida.

    La complejidad del proceso de conversin requiere un tratamiento especfico de este tema, en el que sern de gran ayuda los estudios realizados desde el campo de la psicologa social sobre el proceso de conversin.

    e) La buena noticia

    Los pasajes que hemos examinado para reconstruir la historia de quila y Prisca apenas mencionan el contenido del mensaje que anunciaban. De la predicacin de Pablo en Corinto tan solo se dice que daba testimonio ante los judos de que Jess era el Cristo (Hch 18, 5). En realidad, tanto el narrador de Hechos como Pablo presuponen un mensaje que han formulado explcitamente en otras partes de su relato o de sus cartas. Este anuncio se presenta como una buena noticia, se refiere a Jess y tiene como centro el acontecimiento salvador de su muerte y resurreccin.

    Esta buena noticia, que ocupa un lugar central en las fuentes que hablan de la primera evangelizacin, es expresin de la fe de los primeros cristianos que encontramos en los antiguos credos. Estos credos formulan escuetamente las mismas convicciones de fe que aparecen en los resmenes del kerygma, el mensaje que los primeros cristianos anunciaban como una buena noticia.

  • 44 La primera misin cristiana

    En el anuncio del evangelio, integrado por diversas fases o momentos, llama especialmente la atencin el primer anuncio, es decir, aquellos momentos en los que los creyentes en Cristo proponan por primera vez, generalmente en el contexto de la vida cotidiana, la buena noticia de salvacin en que ellos mismos haban credo. Por eso, dedicaremos el ltimo captulo del libro a averiguar cmo fue aquel primer anuncio.

  • LAS NOTICIAS SOBRE LA PRIMERA EVANGELIZACIN

    En la reconstruccin de la historia de quila y Prisca hemos podido comprobar cun importante es identificar, examinar y valorar adecuadamente las fuentes para precisar el alcance de las noticias que contienen. Por eso, antes de continuar el estudio de la primera evangelizacin, conviene determinar cul es la naturaleza y el valor de las fuentes que hablan de ella.

    Estas fuentes, de hecho, plantean problemas que son comunes a otras investigaciones histricas sobre la Antigedad1. El ms importante de ellos consiste en que la informacin que ha llegado hasta nosotros es relativamente escasa y fragmentaria. Por lo que se refiere a las fuentes externas, contamos solo con algunos datos puntuales y relativamente tardos. Las fuentes cristianas son las que proporcionan la mayor parte de la informacin, pero se trata de una informacin incompleta y desigual, mediatizada a veces por intereses de tipo polmico o apologtico.

    Estas caractersticas de las fuentes imponen dos tareas previas. En primer lugar, es necesario elaborar un catlogo de las mismas, determinando, en cuanto sea posible, dnde y cundo fueron compuestas, a quin iban dirigidas y con qu finalidad. En segundo lugar, hay que evaluar su naturaleza con el objeto de establecer en qu medida pueden ser utilizadas como fuentes histricas.

    1. Acerca de estos problemas, cf. por ejemplo M. I. Finley, Ancient His- tory. Evidence and Models, 1A6.

  • 46 La primera evangelizacin

    El catlogo de las fuentes para el estudio de la primera evangelizacin debera incluir en primer lugar las cartas autnticas de Pablo, que contienen un testimonio directo de algunos acontecimientos; en segundo lugar, el libro de los Elechos, que ofrece un relato de la primera misin; en tercer lugar, otras cartas cristianas que suelen datarse a finales de este periodo; en cuarto lugar, algunas composiciones y tradiciones anteriores a los evangelios, que conservan noticias sobre la misin en Galilea y Judea; en quinto lugar, los evangelios, que contienen los recuerdos sobre el envo misionero de Jess; en sexto lugar, algunos textos cristianos posteriores que relatan la actividad misionera de los apstoles; y en sptimo lugar, las referencias de autores no cristianos a personas o acontecimientos relacionados con la primera misin2.

    a) Las cartas de Pablo

    De las cartas atribuidas tradicionalmente al apstol Pablo tan solo siete fueron originalmente escritas por l: 1 Te- salonicenses, Glatas, 1 Corintios, 2 Corintios, Filipenses, Filemn y Romanos. En estas siete cartas se recoge parte de la correspondencia mantenida por l y algunos de sus colaboradores ms cercanos con las comunidades que haban ido fundando en ciudades del Mediterrneo oriental. Las cartas paulinas adquirieron su forma actual a finales del siglo I, cuando se llev a cabo la recopilacin del epistolario paulino; de hecho, algunas son el resultado de la fusin de varias misivas que en su origen fueron independientes3.

    Por fortuna, conocemos con bastante precisin las circunstancias de su composicin; no solo los destinatarios a

    2. Cf. J. D. G. Dunn, Comenzando desde Jerusaln, 81-168.3. Cf. R. I. Pervo, Pablo despus de Pablo, 49-106.

    1. C a t l o g o d e l a s f u e n t e s

  • Las noticias sobre la primera evangelizacin 47

    los que se iban dirigidas, sino tambin el lugar e incluso la lecha en que fueron escritas4:

    -La Primera carta a los tesalonicenses fue escrita en Corinto el ao 50 d.C.

    -La Carta a los glatas, en feso el ao 52 d.C.-L a correspondencia corintia (1-2 Cor), en feso du

    rante los aos 52-53 d.C.-La Carta a los filipenses, en feso durante los aos 53-

    54 d.C.-La Carta a Filemn, tambin en feso el ao 54 d.C.La Carta a los romanos, en Corinto el ao 55 d.C.

    El hecho de que hayan sido compuestas en el contexto de la misin que Pablo y sus colaboradores llevaron a cabo en Grecia y Asia Menor hace de estas cartas una fuente especialmente relevante para el estudio de la misin paulina, y tambin una fuente muy importante sobre la primera evangelizacin en general.

    b) Los Hechos de los apstoles

    El libro de los Hechos de los apstoles es la segunda parte de una magna obra, cuya primera parte es el Evangelio de Lucas (Hch 1, 1). Se trata de un relato bien articulado, escrito con gran sensibilidad literaria, segn las pautas de la preceptiva literaria antigua. El argumento de la narracin es la difusin del testimonio sobre Jess durante la generacin apostlica desde Jerusaln hasta los confines del mundo (Hch 1,8).

    Este libro ha llegado hasta nosotros en dos recensiones diferentes: la alejandrina, que es la que suele aparecer en las traducciones de la Biblia, y la occidental, algo ms extensa. I ;.s posible que el texto occidental represente una redaccin

    4. Sigo aqu la cronologa propuesta por S. Vidal, Las cartas originales de Pablo, 26-31.

  • 48 La primera evangelizacin

    posterior, aunque muy temprana, del texto alejandrino, pues en l se observan correcciones sistemticas de estilo y de contenido, pero conserva a veces lecturas ms originales. Por eso, conviene tenerlo siempre presente5.

    En el libro no hay indicaciones precisas sobre su lugar y fecha de composicin, pero s algunos indicios que permiten determinarlos de forma aproximada. La fecha suele situarse a finales del siglo I d.C. Sobre el lugar de composicin, la opinin ms comn sostiene que podra haber sido escrito en feso, aunque tambin es posible que se escribiera en Roma, donde concluye la narracin6.

    Junto con las cartas de Pablo, este relato constituye nuestra principal fuente de informacin sobre la primera misin cristiana. Sin embargo, tanto la naturaleza de ambos como su relacin con los acontecimientos son muy distintas: las cartas reflejan el punto de vista de alguien que est participando en los acontecimientos, mientras que el relato de Hechos revela la visin de quien reflexiona sobre ellos desde una situacin vital y unas preocupaciones diferentes.

    c) Otras cartas cristianas

    Dos de estas cartas deben ser tenidas especialmente en cuenta al estudiar la primera misin cristiana: la Primera carta de Pedro y la llamada Carta a los hebreos.

    La Primera carta de Pedro se dirige a comunidades asentadas en diversas provincias de Asia Menor (1 Pe 1, 1) y contiene exhortaciones que reflejan su situacin. Lo ms probable es que fuera enviada desde Roma a comienzos de la segunda generacin (70-90 d.C.). El hecho de que se dirija a un territorio tan vasto hace suponer que all haba

    5. En la historia de quila y Prisca nos hemos encontrado ya con una de estas modificaciones. Por fortuna, disponemos de un magnfico comentario a Hechos que reproduce y comenta ambos textos: J. Rius Camps - J. Read- Heimerdinger, El mensaje de los Hechos de los Apstoles en el Cdice Beza.

    6. Cf. S. Guijarro, Los cuatro evangelios, 392-396.

  • Las noticias sobre la primera evangelizacin 49

    tenido lugar una amplia misin evangelizadora; y el dato de que fuera enviada desde Roma sugiere que dicha misin fue independiente de la misin paulina7.

    Tambin la llamada Carta a los hebreos, que en realidad es una elaborada homila, contiene en sus exhortaciones una serie de informaciones interesantes sobre la situacin de sus destinatarios. Su composicin puede situarse tambin en el paso de la primera generacin a la segunda, pero su lugar de composicin resulta ms difcil de establecer. La mencin de los de Italia en el saludo final (Heb 13, 24), asi como el hecho de que aparezca citada ya en el ao 96 d.C. por Clemente de Roma, hacen plausible, aunque no segura, la localizacin en esta ciudad8.

    La importancia de las noticias que transmiten estos dos escritos reside en el hecho de que reflejan una misin independiente de la paulina, que es de la que hablan sobre todo las dos fuentes principales antes mencionadas.

    d) Las composiciones preevanglicas

    Los estudios sobre el proceso de formacin de los evangelios han logrado identificar con un cierto grado de certeza el proceso que siguieron las tradiciones sobre Jess y, sobre todo, cmo este proceso cristaliz en algunas composiciones que ms tarde fueron utilizadas por los evangelistas.

    Tres de ellas, que poseen una cierta entidad y han sido reconstruidas con un notable grado de plausibilidad, merecen ser tenidas en cuenta. En primer lugar, el Relato de pasin, compuesto probablemente en Jerusaln. En segundo lugar, el Documento Q, una coleccin de dichos y ancdotas de Jess elaborada probablemente en Galilea, que testimonia una misin inspirada en las instrucciones que Jess haba dado a sus discpulos. Por ltimo, la Fuente de los signos,

    7. J. H. Elliott, 1 Peter, 84-103 y 131-138.8. L. Th. Johnson, Hebrews, 32-40.

  • 50 La primera evangelizacin

    una composicin que contena algunos milagros de Jess en el marco de un relato que parece orientado a una misin in- trajuda. Las tres fueron compuestas durante la generacin apostlica9.

    Aunque nicamente pueden ser reconstruidas de manera hipottica, estas composiciones poseen un enorme valor, pues no solo nos permiten iluminar algunos de los grandes vacos que dejan las otras fuentes, sino tambin enriquecer y matizar datos que estas nos proporcionan sobre otros acontecimientos y situaciones.

    e) Los evangelios cannicos

    Los cuatro evangelios cannicos fueron compuestos durante la segunda generacin (70-110 d.C.). Sin embargo, todos ellos conceden una gran importancia a la misin de Jess y a las instrucciones que dio a sus discpulos para su propia misin. Este hecho revela que la misin fue un elemento constituyente de la memoria de Jess.

    No siempre es posible establecer con precisin el lugar y fecha de composicin de los evangelios ni identificar a sus destinatarios. No obstante, cada vez son ms los argumentos que sitan la composicin de tres de ellos (Marcos, Mateo y Juan) en los alrededores de Palestina, mientras que el Evangelio de Lucas podra haber sido compuesto en Roma, al igual que el libro de los Hechos. La perspectiva desde la que contemplan la misin confirma esta distribucin geogrfica10.

    Los evangelios han conservado el recuerdo de la actividad evangelizadora de Jess, as como las instrucciones que dio a sus discpulos para que continuaran su misin antes de su muerte y despus de su resurreccin. Tanto su acti-

    9. Sobre las caractersticas de estas composiciones, cf. S. Guijarro, Los cuatro evangelios, 171-199; para su reconstruccin, cf. p. 545-558.

    10. Sobre el contexto vital de los evangelios, cf. ibid., 264-282 (Mc), 331- 347 (Mt), 391-404 (Lc) y 511-528 (Jn).

  • Las noticias sobre la primera evangelizacin 51

    v ul.id como sus instrucciones influyeron directamente en la loi ni.i de llevar a cabo la primera evangelizacin. Por eso, deben incluirse tambin en este catlogo.

    I) Otros textos cristianos posteriores

    Hay algunos textos cristianos posteriores que aportan detalles acerca de la primera evangelizacin. En la mayora d( los casos se trata de noticias legendarias, pero algunos de ellos conservan recuerdos dignos de ser examinados.

    Las cartas atribuidas a Pablo, pero escritas por sus discpulos (Ef, Col, 2 Tes, 1 Tim, 2 Tim, Tit), contienen noticias puntuales sobre la vida del apstol y su actividad misione- i a, pero no son especialmente relevantes para reconstruir la historia de la primera evangelizacin.

    Entre los llamados Padres apostlicos, la Carta de Clemente a los corintios, escrita el ao 96 d.C., ofrece ya, como liemos visto, una reconstruccin sinttica y unitaria de la primera evangelizacin (7 Clem. 42)'. En los dems escritos se encuentran tambin algunas alusiones de tipo general a la actividad misionera de los apstoles (Ignacio, Ef.12, 1-2; Carta de Policarpo 3).

    A finales del siglo II y durante todo el siglo III, la primera generacin de evangelizadores vuelve a hacer su aparicin en una serie de relatos legendarios, principalmente los I lechos apcrifos y las Pseudoclementinas, pero sus informaciones poco o nada pueden aportar a una reconstruccin histrica12.

    Por ltimo, hay que tener en cuenta algunas informaciones puntuales que se encuentran en los escritos de autores eclesisticos posteriores, tales como la noticia de la huida

    11. Cf. el texto citado en el prlogo al hablar del relato normativo de la primera evangelizacin.

    12. En el estrato ms antiguo de las Pseudoclementinas se puede identificar una composicin de finales del siglo II d.C. que presenta una peculiar visin de la primera generacin; cf. F. S. Jones, An Ancient Christian Source.

  • 52 La primera evangelizacin

    de la comunidad de Jerusaln a Pella que recogen Eusebio (Hist. Ecl. 3, 5, 3) y Epifanio (Panarion 29, 7, 9) o la noticia de la Carta a Arstides de Julio Africano sobre la actividad misionera de los hermanos del Seor (citado por Eusebio, Hist. Ecl. 1,7, 14).

    g) Referencias de autores no cristianos

    Aunque son pocas y relativamente tardas, las informaciones que hallamos en los autores no cristianos resultan especialmente interesantes. En algunos casos, porque proporcionan datos que otras fuentes no mencionan; en otros, porque reflejan un punto de vista diferente al que encontramos en las fuentes cristianas. Por su inters, ofrecemos estos pasajes en un apndice al final de este captulo.

    Las primeras noticias se encuentran en una obra que fue escrita en Roma a finales del siglo I d.C. bajo el mecenazgo de la familia imperial: las Antigedades Judas de Flavio Josefo. En ella encontramos una breve semblanza de Jess (Ant. 18, 63-64) y la noticia de la muerte de Santiago, el hermano del Seor, que fue el principal dirigente de la comunidad de Jerusaln (Ant. 20, 199-203). Aunque la primera de estas informaciones parece haber sido retocada por autores cristianos, hay en ella un breve comentario que alude a la difusin del movimiento de Jess: Desde entonces, los cristianos, que reciben de l este nombre, no se han extinguido. Por su parte, la noticia sobre la muerte de Santiago constituye una informacin de enorme inters para reconstruir la historia de la comunidad de Jerusaln.

    A comienzos del siglo II encontramos ya las primeras referencias al cristianismo en algunos autores romanos. El ao 112 d.C., Plinio el Joven, que era gobernador de la provincia de Bitinia, escribi una amplia carta al emperador Trajano para hacerle una consulta acerca de cmo deba proceder con los cristianos, firmemente asentados por en-

  • Las noticias sobre la primera evangelizacin 53

    lonces en la regin (Ep. 10, 96). Aunque esta carta se refiere a una situacin muy posterior, podemos retener de ella un interesante comentario sobre la difusin del cristianismo en la zona: El contagio de esta supersticin ha invadido no slo las ciudades, sino tambin las aldeas y hasta los campos; as como la noticia de que algunos de los que comparecieron ante Plinio confesaron que haban dejado de ser cristianos veinte aos atrs.

    Tcito, que era contemporneo de Plinio, cuenta en los Anuales la condena de los cristianos, a los que Nern acus de haber provocado el incendio de un barrio de Roma (Ann.15, 44, 2-3). Se trata de una informacin preciosa sobre un acontecimiento que afect a la vida de los grupos de discpulos de la capital del Imperio. Tambin Tcito hace alusin a la primera misin cristiana cuando afirma que esta daina supersticin... comenz a irrumpir de nuevo no slo en Judea, origen de este mal, sino tambin en la Urbe (Roma), donde confluyen y se celebran las prcticas horrendas y vergonzosas venidas de todas partes.

    Por ltimo, hacia el ao 120 d.C., en su Vida de Claudio, Suetonio alude a la ya mencionada expulsin de los judos que andaban litigando en Roma instigados por Chresto (Claud. 25, 4).

    Este elenco de fuentes cristianas y no cristianas no contiene una informacin exhaustiva sobre la primera evangelizacin. Por eso, una vez catalogadas las fuentes, hay que recordar que en ellas existen notables lagunas que afectan a la reconstruccin histrica de aquel acontecimiento. Una de ellas es la escasez de informaciones detalladas acerca de los grupos misioneros, que solo aparecen de pasada y a travs de los ojos de otro, como ocurre con los adversarios de Pablo. Otra es la ausencia casi total de noticias directas sobre la misin en algunas regiones como Galilea o el oriente de Palestina. Prcticamente todos los textos mencionados fueron escritos en griego y proceden de los grupos de dis-

  • 54 La primera evangelizacin

    dpulos asentados en la mitad oriental del Mediterrneo, pero es muy poco lo que sabemos de los grupos de discpulos que hablaban ararneo'3. La catalogacin de las fuentes revela sin duda el carcter fragmentario de nuestra informacin, pero al mismo tiempo nos ayuda a precisar dnde se encuentran las lagunas y a tener una visin de conjunto ms equilibrada.

    2. V a lo r h is t r ic o d e las fu e n t e s

    Los textos catalogados en el apartado anterior proceden de un contexto social y cultural muy diferente al nuestro, en el cual la historia y lo histrico tenan connotaciones muy distintas a las que tienen para nosotros hoy. Esto no significa, sin embargo, que los autores antiguos carecieran de un genuino inters por recordar fielmente los acontecimientos del pasado. Segn los tratados sobre cmo escribir historia, una cualidad importante del historiador era la independencia. En un mundo en que los escritores dependan del mecenazgo de polticos y aristcratas, la adulacin y la parcialidad eran una constante tentacin. Por eso se valoraba tanto la valenta, la incorruptibilidad, la libertad, el amor a la verdad y la franqueza en el escritor independiente. De hecho, las protestas de imparcialidad y las declaraciones de amor a la verdad abundan entre los historiadores y en los tratados sobre cmo escribir historia. La bsqueda de la verdad constitua, sin duda, el ideal del historiador14.

    Ahora bien, en la mentalidad del escritor antiguo esta bsqueda de la verdad estaba al servicio de su intencin retrica, es decir, del propsito de persuadir a sus destinatarios. El libro de los Hechos de los apstoles, una de nuestras

    13. Sobre el cristianismo siraco, cf. S. C. Mimouni. Lc judo-christiu- nisme syriaque.

    14. Cf. W. C. van Unnik, Lukes Second Book and the Rules o f Hellenistic Historiography.

  • Las noticias sobre la primera evangelizacin 55

    principales fuentes, puede servir para ilustrar esta afirma- < i< >11. Aunque posee un innegable valor histrico, es evidente que la intencin retrica de su autor determin su forma le contar la historia de la primera evangelizacin. El realo de Hechos se dirige a las comunidades paulinas de la secunda generacin y su recuperacin del pasado tiene muy presente la situacin que estas comunidades estaban viviendo. Lucas cuenta lo sucedido durante la primera generacin para dar legitimidad, orientar y animar a estas comunidades de la segunda o tercera generacin. Su relato es, al mismo tiempo, una historia de los orgenes y un modelo para este grupo particular de comunidades, y por ello se produce en l una fusin entre el acontecimiento narrado y la problemtica de la comunidad a la que se dirige el escrito15.

    La preocupacin por dar legitimidad al grupo de destinatarios contando la historia de los comienzos del cristianismo se percibe claramente en la forma de articular el relato. Su autor trata de reconstruir la historia del grupo: mira al pasado desde el presente, y a la patria de origen desde la dispora. Esto explica, por ejemplo, su escaso inters por la evolucin de los grupos de discpulos en Galilea, regin a la que solo alude de pasada en Hch 9, 31. Lo mismo ocurre con diversas trayectorias misioneras que, a medida que avanza el relato, se van difuminando al tiempo que se subraya la trayectoria principal que comienza con los Doce en Jerusaln, contina con los helenistas hasta Antioqua y llega hasta Roma con Pablo. El inters histrico no es ajeno a esta forma de contar la historia, pero resulta evidente que la principal preocupacin del relato consiste en legitimar una trayectoria particular de la primera misin cristiana16.

    15. Sobre el reflejo de la situacin comunitaria en la forma de narrar los acontecimientos del pasado, cf. M. Moreland, The Jerusalem Community in Acts: Mythmaking and Sociorhetorical Functions o f a Lukan Setting.

    16. La disposicin literaria del libro de los Hechos refleja bien esta trayectoria selectiva; cf. S. Guijarro. La articulacin literaria del libro de los Hechos.

  • 56 La primera evangelizacin

    Estas observaciones sobre el relato de Hechos, referidas a la obra en su forma final, sugieren que es importante conocer la orientacin que ha querido darle su autor. Pero al recurrir a este libro como fuente histrica, hay que tener presente tambin que su autor ha utilizado tradiciones anteriores, puesto que el valor histrico de sus informaciones depende, en parte, del valor de dichas tradiciones. La informacin sobre los comienzos de la comunidad de Jerusaln (Hch 1-5), por ejemplo, tiene un carcter legendario y es poco fiable en los detalles desde el punto de vista histrico. Sin embargo, las tradiciones sobre los helenistas (Hch 6, 1-8, 40; 11, 19-21), que muestran importantes discrepancias con la lnea argumental del libro, podran contener una informacin fiable. Para la ltima parte del libro, que narra la misin de Pablo, contamos con las informaciones de las cartas del apstol, que permiten comparar los datos y establecer relaciones, tal como hemos hecho al reconstruir la historia de quila y Prisca17.

    De hecho, las informaciones de las cartas de Pablo son las ms fiables desde el punto de vista histrico. Aunque en algunos casos su punto de vista puede estar mediatizado por situaciones conflictivas o por la necesidad de justificar su actuacin, son muchos los datos y detalles que se hallan libres de estos condicionamientos. Sus cartas, escritas en un periodo de tiempo breve, nos permiten acceder directamente a una vivencia concreta: la misin evangelizadora que llevaron a cabo l y sus colaboradores en algunas ciudades de la cuenca oriental del Mediterrneo entre los aos 50- 55 d.C. Pero en ellas no solo se habla de lo que ocur