Habermas. Apart. 4. La Problemática de La Comprensión en Las Ciencias Sociales

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    4 . L A P R O B L E M Á T I C A D E L A « C O M P R E N S I Ó N »EN L A S C I E N C I A S S O C I A L E S

    La misma problemática de la racionalidad, con que nos mos topado al estudiar los conceptos sociológicos de acciónos muestra también desde otro ángulo cuando investigamocuestión de qué significa comprender las acciones sociales.conceptos básicos de la acción social y la metodología de la prensión de las acciones sociales son asuntos interdependieLos distintos modelos de acción presuponen cada uno de

    distintas relaciones del actor con el mundo; y estas relacicon el mundo no solamente son determinantes de los aspede la racionalidad de la acción, sino también de la racionalde la interpretación de esas acciones por un intérprete (por eplo, un sociólogo). Pues al hacer uso implícito de un conceformal de mundo, el actor da por sentadas determinadas prposiciones de comunidad o intersubjetividad que desde su pectiva van más allá del círculo de los inmediatamente afec

    y pretenden también ser válidas para el intérprete que se acedesde fuera.Esta conexión es fácil de ver en el caso de la acción tele

    gica. La presuposición en que este modelo de acción se fude un mundo objetivo en que el actor puede intervenir ideocamente tiene que ser válida lo mismo para el actor que cualquier intérprete de sus acciones. Por eso puede Max Wconstruir para la acción teleológica el tipo ideal de la acracional con arreglo a fines y establecer para la interpretade las acciones racionales con arreglo a fines el criterio de rrección objetiva» como criterio de racionalidad 165.

    Weber llama subjetivamente racional con arreglo a fines acción teleológica «que se orienta exclusivamente por meconsiderados (subjetivamente) como adecuados para conseunos fines definidos de forma (subjetivamente) unívoca» I66. Laorientación de acción puede describirse conforme al esqueminferencia práctica (propuesto por G. H. von Wright)167. Un in-

    165 Sobre la conexión de los presupuestos ontológicos de Weber conteoría de la acción y la metodología de la comprensión, cfr. S. BENHABIB,«Rationality and Social Action», Philos. Forum, XII, julio 1981.

    166 M. WEBER, Methodologische Schriften, Francfort, 1968, 170.167 Para la discusión de esta propuesta , cfr. K. O. APEL, J. MANNINEN,

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    térprete puede ir más allá de esta orientación de acción subjetivamente racional con arreglo a fines; puede construir para lamisma acción el correspondiente caso ideal de un decurso objetivamente racional con arreglo a fines y comparar el caso realcon el caso ideal. Este caso típico-ideal puede ser construido porel intérprete sin arbitrariedad porque el agente se relaciona deforma subjetivamente 'racional con arreglo a fines' con un mundo que por razones categoriales es idéntico para el actor y paralos espectadores, esto es, que resulta accesible a ambos en losmismos términos cognitivo-instrumentales. El intérprete sólo necesita establecer, «cómo se hubiera desarrollado la acción si sehubieran conocido todas las circunstancias y las intenciones detodos los implicados y hubiera tenido lugar una elección estrictamente 'racional con arreglo a fines' de los medios, orientadaconforme a la experiencia que a nosotros nos parece válida» 168 .

    Cuanto más unívocamente responde una acción a un decursoobjetivamente racional con arreglo a fines, tanto menor será lanecesidad de recurrir a ulteriores condiciones psicológicas para

    explicarla. En el caso de la acción objetivamente racional conarreglo a fines, la descripción de la acción (hecha por medio deuna inferencia práctica) tiene a la vez una fuerza explicativa enel sentido de una explicación intencionalm. Con todo, la constatación de la 'racionalidad con arreglo a fines' objetiva de unaacción no significa en modo alguno que el agente haya tenidotambién que comportarse subjetivamente de forma racional conarreglo a fines; por otra parte, una acción subjetivamente racio

    nal con arreglo a fines puede, naturalmente, estar por debajo delo óptimo cuando se la enjuicia objetivamente: «Confrontamosla acción fáctica con la que, desde un punto de vista teleológicoy según reglas causales generales de tipo experimental, sería laracional, bien sea pata establecer el motivo racional que pudohaber guiado al agente y cuya averiguación nos importa, mostrando que sus acciones fácticas constituyen medios adecuados paun fin que el agente pudiera haber perseguido o bien parahacer comprensible por qué un motivo del agente que ya nos

    R. TUOMELA (eds.), Neue Versuche über Erklären und Verstehen, Francfort, 1978.

    168 M. WEBER, Wirtschaft und Gesellschaft, Colonia, 1964, 5.169 G. H. VON WRIGHT, Erwiderungen en K. O. APEL ET AL. (1978), 266.

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    resulta conocido tuvo un resultado distinto del que el agente esperaba, a causa de los medios que éste eligió» .

    Una acción puede ser interpretada como más o menos 'rac

    nal con arreglo a fines' si existen estándares de enjuiciamieque tanto el agente como su intérprete aceptan como válidos,decir, como criterios de enjuiciamiento objetivo e imparcial. proponer, como Weber dice, una interpretación racional, el térprete está tomando postura frente a la pretensión con que acciones racionales con arreglo a fines se presen tan ; abandola actitud de tercera persona para sustituirla por la actitud deimplicado que somete a examen una pretensión de validez pblemática y que, si es menester, la critica. Las interpretacionracionales se hacen en actitud realizativa, ya que el intérprpresupone una base de enjuiciamiento compartida por todas partes implicadas.

    Una base parecida ofrecen también las otras dos relacioncon el mundo. También las acciones reguladas por normas y acciones dramatúrgicas son accesibles a una interpretación ranal. Sin embargo, en estos casos, la posibilidad de reconstrción racional de orientaciones de acción no es tan manifiestaen efecto, tiene más complicaciones que las que ofrece el casola acción racional con arreglo a fines, que acabamos de conderar.

    En las acciones reguladas por normas, el actor, al entabluna relación interpersonal, se relaciona con algo objetivo. comporta de forma subjetivamente «correcta» (en el sentido rectitud normativa) el actor que cree sinceramente observar unorma de acción vigente, y de forma objetivamente correcta cudo la correspondiente norma se considera, en efecto, justificen el círculo de sus destinatarios. Mas en este plano no se plantodavía la cuestión de una interpretación racional, ya que observador puede constatar descriptivamente si una acción ccuerda o no con una norma dada y si ésta a su vez rige socimente o no. Ahora bien, según los presupuestos de este mod

    de acción un actor sólo puede seguir aquellas normas (o vioaquellas normas) que él, subjetivamente, considera válidas o tificadas; y con este reconocimiento de pretensiones de valinormativas queda expuesto a un enjuiciamiento objetivo. Desal intérprete a examinar, no sólo la efectiva conformidad de una

    ™ WEBER (1968), 166 ss.

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    acción con una norma o la vigencia fáctica de una norma, sinotambién la rectitud de esa norma. Este puede aceptar el desafío,o, adoptando un punto de vista escéptico en lo tocante a valora

    ciones, rechazarlo como algo sin sentido.Si el intérprete sustenta tal punto de vista escéptico, trataráde explicar, valiéndose para ello de algún tipo de ética no cogni-tivista, que el actor se engaña acerca de la susceptibilidad defundamentación de las normas y que, en vez de razones, lo másque éste puede alegar en favor del reconocimiento de las normasson motivos empíricos. Quien así argumente tiene que considerar inadecuado en teoría sociológica el concepto de acción regu

    lada por normas; se esforzará en sustituir la descripción propuesta inicialmente en términos de acción regulada por normaspor una descripción distinta, por ejemplo por una descripciónbasada en una teoría causalista del comportamiento ' . Pero siel intérprete está convencido de la fecundidad teórica del modelo normativo de acción, tendrá que dar por sentadas las presuposiciones de comunidad implicadas por, y aceptadas con, elconcepto formal de mundo social y admitir la posibilidad de examinar si la norma que el actor considera correcta es, en efecto,digna de ser reconocida. Una interpretación racional de la acciónregulada por normas habrá de basarse en un cotejo entre la vigencia social y la validez, construida contrafácticamente, de uncontexto normativo dado. No voy a entrar aquí en las dificultades metodológicas que entraña un discurso práctico realizadovicariamente por un intérprete, y no por los afectados, es decir,realizado, a fuer de crítica y protesta, por un intérprete ^.

    El enjuiciamiento práctico-moral de normas de acción poneciertamente al intérprete ante mayores dificultades que las quesupone el control, por vía de resultados, de las reglas de la acciónracional con arreglo a fines. Pero en principio las acciones reguladas por normas pueden interpretarse racionalmente, lo mismoque las acciones teleológicas.

    i'i Sobre la controversia entre teorías causalistas y teorías intenciona-

    listas de la acción, cfr. A. BECKERMANN (1977).2 Cfr. mis observaciones en J. HABERMAS, Legitimationsprobleme imSpätkapitalismus, Francfort, 1973, 150 ss. Sobre la reconstrucción críticade la génesis fáctica de un sistema de normas, cfr. P. LORENZEN, «Szien-tismus vs. Dialektik», en R. BUBNER, K. CRAMER, R. WIEHL (eds.), Her-meneutik und Dialektik, Tubinga, 1970, I, 57 ss.; ID., Normative Logicand Ethics, Mannheim, 1969, 73 ss.; P. LORENZEN, O . SCHWEMMER, Konstruktive Logik, Ethik und Wissenschaftstheorie, Mannheim, 1973, 209 ss.

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    Una conclusión parecida se obtiene en el caso del modelo dela acción dramatúrgica. Aquí el actor, al descubrir algo de sí anteun público se relaciona con algo en su mundo subjetivo. Y de

    nuevo, el concepto formal de mundo ofrece una base de enjuiciamiento que comparten agente e intérprete. El intérprete puedeinterpretar racionalmente la acción poniendo de manifiesto enella elementos de engaño y de autoengaño. Puede mostrar el carácter latentemente estratégico de una autopresentación, comparando el contenido manifiesto de la expresión, es decir, aquelloque el actor hace o dice, con aquello que el actor piensa. El intérprete puede además descubrir el carácter sistemáticamente distorsionado de determinados procesos de entendimiento, mostrando cómo los implicados se manifiestan subjetivamente con veracidad y, sin embargo, lo que objetivamente dicen o hacen tiene unsentido algo distinto del que ellos (también de una forma queles resulta inconsciente) le atribuyen. El procedimiento psicoanalítico de interpretación de motivos inconscientes entraña, una vezmás, dificultades que son distintas de las que comporta el enjuiciamiento crítico de intereses objetivamente adscritos * y el examen del contenido empírico de reglas de acción técnicas o estratégicas. Con todo, el caso de la crítica psicoterapéutica nos permite entender la posibilidad de interpretar racionalmente las acciones dramatúrgicas ' .

    En las ciencias sociales los procedimientos de interpretaciónracional gozan de un dudoso prestigio. La crítica de que es objeto el empleo de modelos ideales en ciencia económica demuestraque algunos ponen en cuestión el contenido empírico y la fecundidad explicativa de los modelos de decisión racional. Las objeciones contra los planteamientos cognitivistas de la ética filosófica y las reservas contra la crítica ideológica desarrollada en latradición Hegel/Marx muestran que otros cuestionan la posibilidad de una fundamentación práctico-moral de las normas de ac-

    * Acerca de esta cuestión véanse los conceptos de «génesis fáctica» y

    «génesis normativa» de un sistema de normas en P. LORENZEN, «Szien-tismus versus Dialektik», en KAMBARTEL (1975); véase también HABERMAS(1973 a), 153 ss. [N. del T.].

    ' J. HABERMAS, «Der Universalitätsanspruch der Hermeneutik», enJ. HABERMAS (ed.), Hermeneutik und Ideologiekritik, Francfort, 1971,120 SS.; W. A. SCHELLING (1978); A. LORENZER, Sprachzerstörung undRekonstruktion, Francfort, 1970; Th. MICHEL, Psychologische Erklärungen,Francfort, 1981, 180 ss.

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    ción y la posibilidad de compensar intereses particulares medte intereses susceptibles de universalización; y la difundida tica contra la cientificidad del psicoanálisis demuestra que

    chos consideran problemática incluso la propia idea de inconsciente, el concepto de un doble significado latente/manifiestolas expresiones de vivencias. Por mi parte estimo que tales ociones y reservas descansan a su vez en supuestos empiristasson cuestionables *. Pero aquí no necesito entrar en esta controversia, ya que mi intención no es demostrar la posibilidad yfecundidad teórica de las interpretaciones racionales, sino quobjetivo es probar la afirmación, mucho más fuerte, de que el acceso en términos de «comprensión» al ámbito objetual dacción social se plantea ineludiblemente la problemática de laracionalidad. Las acciones comunicativas requieren siempre interpretación al menos incoativamente racional. En principiorelaciones del agente estratégico, del agente que cumple nory del agente dramatúrgico con el mundo objetivo, con el musocial, o con el mundo subjetivo, son accesibles a un enjuimiento objetivo —lo mismo para el actor que para el obsedor—. En la acción comunicativa, incluso el inicio de la inteción se hace depender de que los participantes puedan ponde acuerdo en un enjuiciamiento intersubjetivamente válida desus relaciones con el mundo. Según este modelo de accióninteracción sólo puede tener lugar si los implicados llegan esí a un acuerdo que depende de tomas de postura de afirmao negación, frente a pretensiones de validez que potencialmse apoyan en razones. Más tarde analizaré esta estructura internade la acción orientada al entendimiento. Lo que en este lugar meimporta es la cuestión de si la estructura interna del entenmiento a que los actores llegan entre sí se refleja también ecomprensión de un intérprete no implicado y cómo tiene lugar.

    ¿No se agota la tarea de describir los plexos de acción conicativa simplemente en una explicación lo más exacta pos

    del sentido de las manifestaciones simbólicas de que se comla secuencia observada? Y esta explicación del significado,es por entero independiente de la racionalidad (en principio probable) de las tomas de postura que sirven de soporte acoordinación interpersonal de la acción? Tal cosa sólo sería

    '^'' A, MCINTYRE, The Unconscious, Londres, 1958.

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    da en caso de que la comprensión de la acción comunicatipermitiera una estricta separación entre cuestiones de significy cuestiones de validez; pero éste es precisamente el problem

    Ciertamente que es menester distinguir entre las operaciones terpretativas de un observador que trata de entender el sentde una emisión o manifestación simbólica y las de los participtes en la interacción que coordinan sus acciones a través dmecanismo del entendimiento. El intérprete no se esfuerza, colos directamente afectados, por llegar a una interpretación sceptible de consenso, mediante la que poder concertar sus plade acción con los de los demás actores. Pero quizá los rendim

    tos interpretativos del observador y de los participantes sólodistingan en su función, no en su estructura. Pues ya en la mdescripción, en la explicación semántica de un acto de habtiene que entrar incoativamente esa toma de postura de afirmción o negación por parte del intérprete, que caracteriza, coqueda dicho, las interpretaciones racionales de los decursos acción simplificados en términos típico-ideales. Las acciones municativas no pueden interpretarse de otro modo que «racio

    mente», en un sentido que aún hay que explicar. Voy a desarllar esta inquietante tesis utilizando como hilo conductor la pblemática de la «comprensión» en las ciencias sociales. Tratprimero esa problemática desde la perspectiva de la teoría deciencia [1] y después, y sucesivamente, desde el punto de vde la escuela fenomenológica, etnometodológica y hermenéude sociología comprensiva [2].

    [1] En la tradición que se remonta a Dilthey y HusserHeidegger en El Ser y el tiempo (1927) y Gadamer en Verdady método (1960) dan rango ontológíco, el uno al entender (Verstehen) y el otro al entendimiento/comprensión (Verständigung),como rasgos fundamentales del Dasein humano y de la existenciahistórica, respectivamente. No voy a apoyarme en modo algen tal planteamiento, pero sí quiero señalar que la discusión metodológica que en los últimos decenios ha tenido lugar acercde los fundamentos de las ciencias sociales, ha conducido a retados parecidos:

    La generación de descripciones de actos por los actores cotinos no es algo accesorio a la vida social en tanto que práctica

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    curso, sino que es parte absolutamente esencial de la produccde esa vida e inseparable de ella, puesto que la caracterizaciónlo que los otros hacen, o más exactamente, de sus intencionede las razones que tienen para hacerlo es lo que hace posibleintersubjetividad, por medio de la cual tiene lugar la transmisdel propósito de comunicarse. Y es en estos términos como hay entender el Verstehen: no como un método especial de acceso almundo social, que fuera peculiar a las ciencias sociales, sino ccondición ontológica de la sociedad humana en tanto que produy reproducida por sus miembros ^.

    La sociología tiene que buscar un acceso en términos de co

    prensión a su ámbito objetual porque se encuentra en él con pcesos de entendimiento a través de los cuales y en los cualesámbito objetual de la sociología se ha constituido ya en ciemodo a sí mismo previamente, es decir, antes de toda intervción teórica. El científico social se encuentra con objetos estructurados ya simbólicamente; éstos encarnan estructuras de un saber preteórico, con cuya ayuda los sujetos capaces de lenguy de acción han constituido esos objetos. El sentido propio esa realidad estructurada ya simbólicamente con que el cientísocial se topa cuando trata de constituir su ámbito objetual, dica en las reglas generativas conforme a las cuales los sujecapaces de lenguaje y de acción que aparecen en ese ámbito otual producen directa o indirectamente el plexo de su vida socEl ámbito objetual de las ciencias sociales comprende todo lo puede caer bajo la descripción «elemento de un mundo de vida». El significado de esta expresión puede aclararse intuitimente por referencia a aquellos objetos simbólicos que genemos cuando hablamos y actuamos, desde las manifestacionesmediatas (como son los actos de habla, las actividades teleolócas, etc.) pasando por los sedimentos de tales manifestacion(como son los textos, las tradiciones, los documentos, las obde arte, las teorías, los objetos de la cultura material, los bienlas técnicas, etc.) hasta los productos generados indirectamesusceptibles de organización y capaces de estabilizarse a sí mmos (como son las instituciones, los sistemas sociales y las estturas de la personalidad).

    5 A. GIDDENS, New Rules of Sociological Method, Londres, 1976, 151;ID., «Habermas' Critique of Hermeneutics», en A. GIDDENS, Studies in theSocial and Political Theory, Londres, 1977, 135 ss.

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    El habla y la acción son las estructuras no aclaradas a recurrimos cuando tratamos de esclarecer, siquiera sea provnalmente, la pertenencia a, el ser ingrediente de, un mundo s

    cultural de la vida. Pues bien, el problema de la «comprensen las ciencias sociales ha cobrado importancia metodolómerced sobre todo a que el científico social no puede accedesa realidad simbólicamente ya estructurada, sólo a través dobservación y a que desde un punto de vista metodológico comprensión no es susceptible del mismo tipo de control que que el experimento representa para la observación. El cientsocial no cuenta en principio con un acceso al mundo de la distinto del que tiene el lego en ciencias sociales. En cierto mtiene que pertenecer ya al mundo de la vida cuyos ingrediequiere describir. Y para poder describirlos tiene que poder enderlos. Y para poder entenderlos tiene en principio que partien su producción. Como veremos, esta circunstancia impidintérprete practicar esa separación entre cuestiones de signifiy cuestiones de validez que pudiera otorgar a la comprensióimpecable carácter descriptivo. En relación con lo cual quhacer las cuatro observaciones siguientes.

    a) La problemática de la comprensión lleva en sí el germde una concepción dualista de la ciencia. El historicismo (they, Misch) y el neokantismo (Windelband, Rickert) constrron para las ciencias de la naturaleza y del espíritu un dualen el plano de la oposición explicación vs. comprensión.

    «primera ronda» de la controversia acerca de la pareja contual explicación/comprensión ya no es hoy actual '. Pero corecepción de los planteamientos fenomenológicos, lingüístichermenéuticos en sociología, se inició una discusión, siguia Husserl-Schütz, Wittgenstein-Winch, y a Heidegger-Gadaen la que la especial posición de las ciencias sociales frente ciencias naturales prototípicas, como la Física, se justificaba diendo al papel metodológico que compete a la experienciamunicativa. Frente a ello la teoría empirista de la ciencia sosla concepción de una ciencia unitaria, desarrollada ya en el ptivismo de Viena. Esta discusión, pese a tener algunos seguid

    ^ K. O. APEL ET AL. (1978), 3 ss.; del mismo autor. Erklären undVerstehen, Francfort, 1979.

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    tardíos ' , puede darse ya por concluida. Los críticos, que seapoyaban sobre todo en Abel ™ , habían entendido la comprensión como empatia, como un misterioso acto de meterse dentro

    de los estados mentales de un sujeto ajeno. Bajo presupuestosempiristas, se vieron obligados a interpretar la experiencia comunicativa en el sentido de una teoría empática de la compren-

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    sion .La siguiente fase de la discusión viene introducida por el giro

    postempirista de la teoría analítica de la ciencia '^. Mary Hessehace hincapié en que a la habitual oposición entre ciencias natu

    rales y ciencias sociales le subyace un concepto de ciencias dela naturaleza, y en general de ciencia empírico-analítica, quemientras tanto habría quedado superado. El debate suscitado porKuhn, Popper, Lakatos y Feyerabend acerca de la historia de laFísica moderna habría demostrado que: 1) los datos con quehay que contrastar la teoría no pueden ser descritos con independencia del lenguaje teórico de cada caso, y 2) que las teorías nose eligen normalmente según los principios de falsacionismo, sino

    en la perspectiva de paradigmas que, como se ve cuando se intentan precisar las relaciones interteóricas, se comportan entre síde forma parecida a como lo hacen las formas particulares devida: «Doy por suficientemente demostrado que los datos no sonseparables de la teoría y que su formulación está impregnadade categorías teóricas; que el lenguaje de la ciencia teórica esirreductiblemente metafórico e informalizable, y que la lógica delas ciencias es interpretación circular, reinterpretación y autoco-rrección de datos en términos de teoría y de teoría en términosde datos» ' . Mary Hesse concluye de ahí que la formación deteorías en las ciencias de la naturaleza depende no menos queen las ciencias sociales de interpretaciones que pueden analizarsesegtin el modelo hermenéutico de la comprensión. No parece,pues, que precisamente bajo el aspecto de la problemática de la

    ' ' ' H. ALBERT, «Hermeneutik und Realwissenschaft», en Plädoyer fürkritischen Rationalismus, Munich, 1971, 106 ss.8 Th. ABEL, «The Operation called Verstehen», AJS 53, 1948, 211 ss.

    9 HABERMAS (1970), 142 ss.; APEL (1973 e), 59 ss. Para una excelentevisión de conjunto de esta discusión, véase F. R. DALLMAYR, Th. A. MCCARTHY (eds.). Understanding and Social Inquiry, Notre Dame, 1977.

    IS» KUHN (1972); LAKATOS, MUSGRAVE (1970); DIEDERICH (1974).18' M . HESSE, «In Defense of Objectivity», en Proc. Aristot. Soc 1972,

    Londres, 1973, 9.

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    comprensión pueda legitimarse un puesto especial de las ciencsociales '^^.

    Frente a lo cual, Giddens insiste con razón en que las cie

    cias sociales plantean una tarea específica, a saber: una dobletarea hermenéutica: «La mediación de paradigmas o de esqumas teóricos muy discrepantes en la ciencia es una tarea hermnéutica parecida a la que implican los contactos entre otros tipde marcos de pensamiento. Pero la sociología, a diferencia deciencia de la naturaleza, versa sobre un mundo preinterpretaen que la producción y reproducción de los marcos de senties condición esencial de aquella que ella trata de analizar,

    saber: la conducta social humana. Esta es la razón de que las ciencias sociales se dé una doble herm enéutica ...» ^ Gidens habla de una doble hermenéutica porque en las ciencisociales los problemas de comprensión no sólo entran en juea través de la dependencia de la descripción de los datos respto de la teoría y a través de la dependencia de los lenguajes tricos respecto de los paradigmas; en las ciencias sociales se ya una problemática de la comprensión por debajo del umbdel desarrollo teórico, a saber: en la obtención y no sólo en ladescripción teórica de los datos. Pues la experiencia cotidianaque a la luz de conceptos teóricos y con ayuda de instrumende medida puede transformarse en datos científicos, está ya estructurada simbólicamente y no resulta accesible a la simpobservación '*''.

    Si la dependencia de la descripción teórica de los datos repecto de un paradigma, exige una etapa 1 de interpretación qcoloca a todas las ciencias ante tareas estructuralmente similares, entonces en el caso de las ciencias sociales puede demostrse la inelubilidad de un nivel O de interpre tación en que plantea un problema ulterior que afecta a la relación entre lenguaje observacional y lenguaje teórico. No es sólo que el leng

    182 No entro aquí en la problemática del concepto de paradigma i

    ducido por Kuhn para las ciencias de la naturaleza, concepto que puede aplicarse con ciertas reservas a las ciencias sociales; cfr. DEcKBERG, L. HILL, «The Paradigm Concept and Sociology: A CriticaReview», ASR, 44, 1979, 925 ss.; cfr. también más abajo, vol. 2, pp. 7

    iM GIDDENS (1976), 158.'8't A. V. CicouREL, Method and Measurement in Sociology, Glencoe

    (111.), 1964); K. KREPPNER, Zur Problematik der Messung in den Sozialwissenschaften, Stuttgart, 1975.

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    je observacional dependa del lenguaje teórico. Con anterioridada cualquier tipo de dependencia respecto de una teoría, el «servador» sociológico ha de servirse, como participante en

    procesos de entendimiento, de los lenguajes con que se enctra en su ámbito objetual, pues sólo a través de esos procepuede tener acceso a los datos. La problemática específica de lacomprensión consiste en que el científico social no puede sese de ese lenguaje con que ya se topa en el ámbito objetual cde un instrumento neutral. No puede «montarse» en ese lenje sin recurrir al saber preteórico que posee como miembroun mundo de la vida, de su propio mundo de la vida, saber

    él domina intuitivamente como lego y que introduce sin anaen todo proceso de entendimiento.Esto no es ninguna idea nueva, sino justo la tesis que

    críticos sustentaron siempre contra la concepción de una cieunificada. Mas esta idea, aunque no nueva, sí que aparece a nueva luz, ya que la filosofía analítica de la ciencia, con suciente giro postempirista, ha descubierto y se ha cerciorado porsu propia cuenta, merced a su propia evolución interna, de laobjeción que siempre le hicieron los teóricos de la comprenssi bien es verdad que esa idea crítica se había impuesto ya sí sola en la línea de la lógica pragmatista de la ciencia, dePeirce a Dewey '^^

    b) ¿En qué consisten entonces las especiales dificultadmetodológicas que ofrece la comprensión en las ciencias quenen que acceder a su ámbito objetual por vía de interpretacEsta cuestión fue tratada ya por H. Skjervheim en 1959 ***. Skjer-vheim pertenece a aquellos que reabrieron la disputa acercaobjetivismo en las ciencias sociales, una discusión que puedesiderarse provisionalmente cerrada con el recapitulador estde R. F. Bernstein The Restructuring of social and political theory(1976). Bajo el espectacular impacto del libro The idea of aSocial Science, de P. Winch, no se ha tenido suficientemente encuenta que fue H. Skjervheim el primero en destacar las cocuencias metodológicamente escandalosas de la problemáticla comprensión, es decir, lo problemático de la comprensión

    '85 R. F. BERNSTEIN, Praxis and Action, Filadelfia, 1971, 165 ss.; K. O.APEL, Der Denkw eg von Charles S. Peirce, Francfort, 1975.

    •*^ H. SKIERVHEIM, «Objectivism and the Study of Man», Oslo, 1959,reimpreso en Inquiry (1974), 213 ss. y 265 ss.

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    Skjervheim comienza con la tesis de que la comprensiónun modo de experiencia. Si se introduce el sentido como conto teórico básico, los significados simbólicos tienen que con

    rarse como datos: «Lo que aquí nos interesa ... es que los significados —el significado de las acciones y de la conducta de otpersonas, el significado de las palabras habladas y escritatienen que considerarse como pertenecientes a lo dado. En otraspalabras, lo que proponemos es una teoría perceptiva del sificado y de nuestro conocimiento de otras mentes» ' . El anáde la «percepción» de emisiones o manifestaciones simbólpermite ver en qué se distingue la comprensión de un sentid

    la percepción de objetos físicos. La primera exige entablar relación intersubjetiva con el sujeto que ha producido la emisióo manifestación. La llamada teoría perceptiva del significadoplica el concepto de experiencia comunicativa, y, al hacerlotopa con el «tema olvidado» en la teoría analítica de la ciencon la intersubjetividad que en la acción comunicativa se blece entre ego y un alter ego. Skjervheim acentúa la difereentre dos actitudes básicas. Quien en el papel de primera pena observa algo en el mundo o hace un enunciado acerca de en el mundo adopta una actitud objetivante. Quien, por el trario, participa en una comunicación y en el papel de primerapersona (ego) entabla una relación intersubjetiva con una segunda persona (alter), que, a su vez, en tanto que alter ego, se relciona con ego como con una segunda persona, adopta no actitud objetivante, sino, como diríamos hoy, una actitud rzativa.

    Las observaciones las hace cada uno por sí solo y los enciados observacionales de otro observador también puede cprobarlos cada uno por sí solo (recurriendo si es menester a raciones de medidas). Si este proceso, que pueden repetir ditos observadores, en principio cuantos se quiera, conduce asultados concordantes, puede darse por asegurada la objetivde una observación. Por el contrario, la comprensión de un sficado es una experiencia imposible de hacer solipsísticampor tratarse de una experiencia comunicativa. La comprensiónde una manifestación simbólica exige esencialmente la partición en un proceso de entendimiento. Los significados, ya se encarnen en acciones, en instituciones, en productos del trab

    »8' SKJERVHEIM (1974), 272.

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    en contexto de cooperación o en documentos, sólo pueden salumbrados desde dentro. La realidad simbólicamente preestruc-turada constituye un universo que tiene que resultar incompr

    sible si sólo se lo mira con los ojos de un observador incapaz comunicación. El mundo de la vida sólo se abre a un sujeto qhaga uso de su competencia lingüística y de su competencia acción. El sujeto sólo puede tener acceso a él participando, menos virtualmente, en las comunicaciones de sus miembrospor tanto convirtiéndose a sí mismo en un miembro por lo mnos potencial.

    El científico social tiene que hacer uso para ello de una co

    petencia y de un saber del que ya dispone intuitivamente comlego. Pero mientras no identifique y analice en profundidad esaber preteórico no podrá controlar hasta qué punto y con qconsecuencias modifica, al intervenir en él como participante, elproceso de comunicación en que entró con la sola finalidad deentenderlo. El proceso de comprensión está retroalimentativmente conectado, de una forma que dista mucho de ser transrente, con un proceso de producción. La problemática de la coprensión puede, pues, reducirse a esta breve pregunta: ¿cómhacer compatible la objetividad de la comprensión con la actitudrealizativa de quien participa en un proceso de entendimien

    Skjervheim pasa a analizar el significado metodológico de alternancia entre la actitud objetivante y la actitud realizatiEsta alternancia, piensa, da lugar a una ambigüedad de las cicias sociales, «la cual es resultado de la fundam ental ambigüe

    de la situación humana, consistente en que el otro está ahí una doble condición, en la condición de un objeto para mí y la condición de otro sujeto conmigo. Este dualismo aflora uno de los principales medios de comercio y trato con el o—en la palabra hablada—. Podemos tratar las palabras queotro profiere simplemente como sonidos; o si entendemos ssignificados, podemos todavía tratarlas como hechos, registracomo un hecho que el otro dice lo que dice; podemos tratar

    que el otro dice como pretensión de conocimiento, en cuyo casono sólo nos ocupamos de lo que el otro dice como un hecho su biografía, sino como algo que puede ser verdadero o falEn los dos primeros casos el otro es un objeto para mí, aunqpor vías distintas, mientras que en el último el otro es un prmo que me concierne como alguien que está en pie de iguald

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    conmigo, en tanto que ambos estamos implicados en nuestmun do común» ^

    Skjervheim llama aquí la atención sobre la interesante c

    cunstancia de que la actitud realizativa de una primera persofrente a una segunda persona significa simultáneamente la oritación por pretensiones de validez. En esta actitud ego no putratar una pretensión de verdad que plantee alter, como alque acaece en el mundo objetivo. Ego ha de habérselas con pretensión frontalmente, tiene que tomarla en serio, tiene qreaccionar ante ella con un sí o con un no (o dejar en el airecuestión de si alter tiene razón en su demanda, como algo to

    vía no decidido). Ego tiene que entender la manifestación alter como un saber encarnado simbólicamente. Lo cual tienerazón de ser en el carácter de los procesos de entendimienQuien quiere entenderse tiene que suponer estándares comuque pennitan a los implicados decidir si hay o no hay consenPero si la participación en los procesos de comunicación signca que uno tiene que tomar postura frente a las pretensiones validez del otro, el científico social no tiene la opción de ent

    der la emisión o manifestación del otro como un simple factuni siquiera en el momento en que recoge experiencias comunicativas. Y aquí se plantea la cuestión de si pueden tratarse forma independiente los casos 2 y 3 que Skjervheim distingla comprensión del contenido semántico de una emisión o mnifestación y la reacción frente a la pretensión de ser válida que esa emisión o manifestación se presenta. Skjervheim no oce todavía un análisis satisfactorio, pero sus observaciones reten ya a las consecuencias que en nuestro contexto nos impor

    c) Si se entiende la com prensión del sentido como un modde experiencia, y si la experiencia comunicativa sólo es posien la actitud realizativa de un participante en la interacción,científico social, en su calidad de observador que recoge da

    188 SKJERVHEIM (1974), 265. Skjervheim parte explícitamente de la teoría trascendental de la intersubjetividad de Husserl; pero de hecho su lisis guarda una relación más estrecha con las ideas básicas de la filosdialógica proveniente de M. Bubner y F. Rosenzweig; M. Theunissentiende la filosofía del diálogo, en la que también sitúa a Resenstock-Huy a Griesbach, como una contrapropuesta a la filosofía trascendentatipo cartesiano, es decir, monológico. Cfr. M. THEUNISSEN, Der Andere,Berlín, 1965. En relación con Husserl, cfr. P. HUTCHESON, «Husserl'sProblem of Intersubjectivity», /. Brit. Soc. Phenomenal., II, 1980, 144 ss.

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    dependientes del lenguaje, ha de tener un status similar al dellego en ciencias sociales. ¿Hasta dónde llega la semejanza estural entre los rendimientos interpretativos del uno y del o

    Para responder a esta cuestión conviene tener presente que blar no es lo mismo que actuar. Los directamente implicapersiguen en la práctica comunicativa cotidiana sus propias intenciones de acción; la participación en el proceso cooperativode comunicación está al servicio de la consecución de un conso sobre cuya base puedan coordinar sus planes de acciónrealizar cada uno sus propias intenciones. El intérprete socióno persigue intenciones de acción de este tipo. Participa en el

    proceso de entendimiento por mor de la comprensión misy no por mor de un fin con vistas al cual la acción teleolódel intérprete tuviera que ser coordinada con la acción teleoca de los directamente implicados. El sistema de acción en el científico social se mueve como actor se encuentra a otro nivel; se trata por lo general de un segmento del sistema de ciencia, y en todo caso no coincide con el sistema de accobservado. En este último el científico social participa, pordecirlo, despojándose de sus atributos de actor y concentrándose,como hablante y oyente, exclusivamente en el proceso de endimiento.

    Esto puede verse recurriendo al modelo del especialista ciencias del espíritu que descifra documentos recibidos, tratextos, interpreta tradiciones, etc. En este caso los implicadoel proceso original de entendimiento ni siquiera pueden notaparticipación virtual del intérprete, quien se suma a ese procuando ellos ya no existen. Este ejemplo arroja luz sobre el delo opuesto, el del observador participante, cuya presencia va introduce inevitablemente mutaciones en la escena origIncluso en este caso las acciones con que el intérprete trataintegrarse, más o menos discretamente, en un contexto dado cumplen funciones auxiliares en relación con lo que aquí es verdaderamente el fin: participar en el proceso de entendimieque es la llave para la comprensión de las acciones de los oactores. Voy a dejar de lado la expresión «funciones auxiliarla cual necesitaría de una detallada explicación, y me voy a tar a hablar de participación «virtual», ya que el intérprete ctífico, cuando se lo considera en su calidad de actor, persigfines que no se relacionan con el contexto que está investigasino con un sistema de acción distinto. En este sentido, el intér-

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    prête, dentro de un contexto de observación, no persigue inciones de acción propias.

    Ahora bien, ¿qué significado tiene el papel de participantevirtual para la cuestión de la objetividad de la comprensión un intérprete sociólogo? Consideremos las alternativas que sla Skjervheim. Si el intérprete se limita a la observación en tido estricto, sólo percibe los sustratos físicos de las emisioo manifestaciones, sin entenderlas. Para hacer experienciasmunicativas tiene que adoptar una actitud realizativa y toparte en los procesos de entendimiento, siquiera sea de fovirtual. ¿Puede limitarse en ese proceso, como Skjervheim s

    ne, a una aprehensión descriptiva del contenido semántico demanifestaciones, como si éste no fuera más que un hecho, otiendo toda reacción ante las pretensiones de validez que implicados vinculan a sus manifestaciones? ¿Puede el intérte prescindir por entero de un enjuiciamiento de la validez demanifestaciones que tiene que aprehender descriptivamente?

    Para entender una emisión o manifestación, en el caso molico un acto de habla orientado al entendimiento, el intérptiene que conocer las condiciones de su validez; tiene que sbajo qué condiciones es aceptable la pretensión de validez vilada a ella, es decir, bajo qué condiciones tendría que ser nmalmente reconocida por un oyente. Sólo entendemos un de habla si sabemos qué lo hace aceptable. Pero ¿de dónde dría sacer el intérprete este saber si no es del contexto de conicación que está observando o de contextos comparables? puede entender el significado de los actos comunicativos poéstos están insertos en un contexto de acción orientada al entendimiento —ésta es la idea central de Wittgenstein y el puntpartida de su teoría del significado como uso '^'—. El intérpobserva bajo qué condiciones son aceptadas como válidasmanifestaciones simbólicas y cuándo son aceptadas o rechazlas pretensiones de validez que esas manifestaciones llevan jas, viendo cuándo los planes de acción quedan coordinados diante la formación de un consenso y cuándo quedan rotas falta de consenso las conexiones entre las acciones de los dsos actores. El intérprete no puede llegar a entender, puescontenido semántico de una emisión o manifestación con i

    '*' P. ALSTON, Philosophy of Language, Englewoods Cliffs, 1964; SA-viGNY (1974), 72 ss.

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    las obligaciones de un implicado directo: en el punto decisipara la objetividad de la comprensión se exige de ambos, dobservador científico y del lego en ciencias sociales, el mis

    tipo de rendimientos interpretativos.Las consideraciones hechas hasta aquí tenían por objeto hcer ver que el método de la comprensión pone en cuestión el thabitual de objetividad del conocimiento, ya que el intérpreaunque sin intenciones de acción propias, tiene que participarla acción comunicativa y se ve confrontado en el propio ámbobjetual con las pretensiones de validez que allí aparecen. Tique hacer frente a la estructura racional interna de la acciorientada según pretensiones de validez, con una interpretacincoativamente racional. El intérprete sólo podría neutralizar éa costa de adoptar el status de un observador objetivante, perodesde ahí no hay acceso posible a los nexos internos de sentiSe da, pues, una conexión fundamental entre la comprensión delas acciones comunicativas y las interpretaciones incoativamenteracionales. Esta conexión resulta fundamental porque las acciones comunicativas no permiten ser interpretadas en dos etapas;primero, entendiéndolas en su decurso fáctico, y sólo despucomparándolas con su decurso típico ideal. Antes bien, un inprete que participe virtualmente, sin intenciones propias de ción, sólo puede aprehender descriptivamente el decurso fácde un proceso de entendimiento a condición de enjuiciar el acdo y el disentimiento, las pretensiones de validez y las razopotenciales, a que se ve confrontado, sobre una base comcompartida en principio por él y por los implicados directosEste presupuesto resulta en todo caso ineludible para el cientco social que ponga a la base de sus descripciones el modcomunicativo de acción. Esto es algo que se sigue, como vodemostrar para concluir, de los presupuestos ontológicos en stido lato de ese modelo.

    d) Cuando describimos un com portamiento como acción leológica suponemos que el agente hace determinadas presup

    ciones ontológicas, que cuenta con un mundo objetivo, en puede conocer algo y en que puede intervenir para realizar propósitos. Simultáneamente, nosotros, que observamos al achacemos presupuestos ontológicos relativos al mundo subjedel actor. Distinguimos entre «el» mundo y el mundo tal coaparece desde el punto de vista del agente. Podemos constadescriptivamente qué es lo que el agente da por verdadero en

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    contraste con lo que, según nuestra opinión, es lo verdaderoelección entre una interpretación descriptiva y una interpretaracional estriba en que optamos o bien por ignorar o bien

    tomar en serio como pretensiones de validez accesibles a unjuiciamiento objetivo la pretensión de verdad que el actor vila a sus opiniones y la pretensión de éxito, relacionada con lverdad, que vincula a sus acciones teleológicas. Si las ignoracomo pretensiones de validez, estamos tratando las intencioy opiniones como algo subjetivo, es decir, como algo que sactor lo presentara como su intención o su opinión, lo deveante un público o le diera expresión sería considerado como

    perteneciente a su mundo subjetivo. En este caso neutralizalas pretensiones de verdad y eficacia, tratando las opiniones tenciones como manifestaciones expresivas, y a fuer de taéstas ya sólo podrían ser objetivamente enjuiciadas desde el to de vista de la veracidad y de la autenticidad. Pero este pude vista no es aplicable a la acción teleológica de un actorprincipio solitario, de un actor, por así decirlo, carente de púco. Si, por el contrario, tomamos en serio las pretensiones actor exactamente en el sentido que éste rationaliter les da, sometemos sus presuntas perspectivas de éxito a una crítica quebasa en nuestro saber y en nuestra comparación del decurso fáctico de la acción racional con arreglo a fines con un decuconstruido en términos típico-ideales. Pero el agente sólo poresponder a esta crítica si le dotásemos de competencias distde las que permite el modelo teleológico de acción. Una crírecíproca sólo sería posible si el agente pudiera entablar por parte relaciones interpersonales, actuar comunicativamente, ecluso fuera capaz de participar en ese tipo especial de comcación tan preñado de presupuestos que hemos llamado discu

    Parecido experimento mental podemos hacerlo también pel caso de que describamos un comportamiento como accióngulada por normas. En este caso suponemos que el actor cucon un segundo mundo, con el mundo social, en donde pudistinguir entre el comportamiento que se ajusta a las nory el comportamiento desviante. Y de nuevo, en tanto que obsedores, volvemos a hacer simultáneamente presuposiciones onlógicas en relación con el mundo subjetivo del actor, de mque podemos distinguir entre el mundo social tal como apaal actor, el mundo social tal como aparece a los otros actoy el mundo social tal como nos aparece a nosotros. La elección

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    entre una interpretación racional y una descriptiva consiste tabién aquí, mutatis mutandis, en si nos resolvemos o bien a tomaren serio la pretensión de validez normativa que el actor vinca sus acciones o a reinterpretarla como algo meramente subjevo. También aquí la interpretación descriptiva descansa en unreinterpretación del sentido que rationaliter tiene para el actorla observancia de una norma de comportamiento que él considlegítima. Y también aquí se produce, en caso de una interpreción racional, una asimetría entre nosotros y el actor, el cudentro de los límites del modelo normativo de acción, no edotado de la capacidad de discutir en el seno de un discurso, enactitud hipotética, acerca de la validez de las normas.

    Esta asimetría persiste cuando describimos una acción comacción dramatúrgica y equipamos al actor con los correspodientes conceptos de mundo. En caso de reconstrucción racionnosotros, los observadores, hacemos uso de una competencia juicio contra la que el actor no puede interponer ningún recude apelación. Pues llegado el caso, tenemos que atribuirnos capacidad de criticar, merced a indicios, considerándola co

    autoengaño, la manifestación expresiva que el actor ejecuta cpretensión de veracidad, sin que el actor, encerrado en los térnos del modelo dramatTÍrgico de acción, esté en condiciones defenderse contra nuestra interpretación racional.

    Las categorías de acción teleológica, acción regulada por nmas y acción dramatúrgica aseguran un desnivel metodológicamente relevante entre el plano de la interpretación de la accióny el plano de la acción interpretada, Pero en cuanto describim

    un comportamiento en términos de acción comunicativa, nuespropios presupuestos ontológicos no son más complejos que que tenemos que atribuir al actor. La diferencia entre el placonceptual de la coordinación lingüística de la acción y el pno conceptual de la interpretación que como observadores hamos de esa acción, deja de funcionar como filtro protector. Psegún los presupuestos del modelo comunicativo de acción,agente dispone de una competencia de interpretación igual

    compleja que la del observador. El actor no solamente está pvisto ahora de tres conceptos de mundo, sino que también puemplearlos reflexivamente. El buen suceso de la acción comuntiva depende, como hemos visto, de un proceso de interpretacen el que los participantes llegan, en el sistema de referende los tres mundos, a una definición común de la situación. T

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    consenso descansa en un reconocimiento intersubjetivo de ptensiones de validez susceptibles de crítica, y para ello hay qsuponer que los sujetos que actúan comunicativamente so

    capaces de criticarse recíprocamente.Pero en cuanto dotamos a los actores de esa facultad, perdemos como observadores nuestra posición privilegiada frente alámbito objetual. Ya no tenemos la opción de dar de la secuende interacción observada o bien una interpretación descriptio bien una interpretación racional. En cuanto atribuimos a lactores la misma competencia de juicio de la que nosotroshacemos uso como intérpretes, renunciamos a la inmunidad q

    hasta ese momento nos venía metodológicamente asegurada. Nvemos forzados a participar en actitud realizativa (aun cuansin propósitos de acción propios) en el proceso de entendimito que tratamos de describir. Con ello exponemos en principionuestra interpretación al mismo tipo de crítica a la que mutumente exponen los agentes comunicativos sus propias interpreciones. Pero esto significa que la distinción entre interpretacidescriptiva e interpretación racional se vuelve un sinsentido

    esta etapa, o mejor: que la interpretación incoativamente racional es aquí la tínica forma de alumbrar el decurso fáctico de laacción comunicativa. Esa interpretación no puede tener el statusde un tipo ideal construido ad hoc, es decir, de un modelo racional al que se recurre a posteriori, ya que no puede haber unadescripción del decurso fáctico de la acción que fuera independiente de esa interpretación y con el que esa interpretaciónpudiera cotejarse.

    Lo cual arroja retrospectivamente luz sobre las interpretacines racionales de los tipos de acción de primer nivel. La comración del decurso fáctico de la acción con un modelo que cada caso estiliza la acción bajo un único aspecto de racionadad (bajo el aspecto de verdad proposicional, de eficacia o éxito instrumental, de rectitud normativa, de veracidad o autenticidad) requiere una descripción de la acción, independientede la interpretación racionaL Esta operación hermenéutica preno es tematizada en los modelos de acción de primer nivel, sque se la presupone ingenuamente. La descripción del decurfáctico de una acción requiere una interpretación compleja qimplícitamente se sirve ya del utillaje conceptual de la accicomunicativa y que, como las interpretaciones cotidianas mismposee los rasgos de una interpretación incoativamente racion

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    La posibilidad de elegir entre una interpretación descriptiva yuna interpretación racional sólo se da cuando uno de los modelos no comunicativos de acción obliga al observador a practicar

    una abstracción, es decir, a subrayar según los casos un aspectodel complejo de una interacción que discurre a través de pretensiones de va lidez.

    [2] Si enriquecemos conceptualmente los modelos de acción de primer nivel de modo que la interpretación y la comprensión del significado destaquen como rasgos fundamentales de laacción social misma, entonces la cuestión de cómo las operacio

    nes de comprensión del observador científico conectan con la hermenéutica natural de la práctica comunicativa cotidiana, de cómolas experiencias comunicativas se transforman en datos ya no puede ser reducida al formato de un subproblema relativo a técnicasde investigación. Con la etnometodología ''° y la hermenéutica filosófica ' , esta idea se torna actual, sembrando el desconciertoen una autocomprensión de la Sociología, definida por el postulado de la neutralidad valorativa ''^ En medio de discusiones inabarcables ' empieza a perfilarse últimamente la propuesta sobre la que voy a concentrarme, pues la propia circunstancia dela que brota el problema de la comprensión puede considerarsetambién clave de su solución ^

    Si el científico social tiene que tomar parte, a lo menos vir-tualmente, en las interacciones cuyo significado trata de entender, y si además esta participación significa que implícitamente

    i' H. GARFINKEL, Studies in Ethnomethodology, Englewood Cliffs,1967.

    «1 J. HABERMAS (1970), 251 ss.i'2 A. W. GouLDNER, The Corning Crisis of Western Sociology, Nueva

    York, 1970; H. ALBERT, E. TOPITSCH (eds.), Werturteilstreit, Darmstadt,1971; M. BECK, Objektivität und Normativität, Heidelberg, 1974. En estecontexto no voy a entrar en el significado metodológico de la tesis de Quinesobre la radical indeterminación de la traducción; cfr. sobre este tema,D. WRIGHTON, «The Problem of Understanding», Phil. Soc. Sei. 11, 1981,

    49 ss.; R. FELEPPA, «Hermeneutic Interpretation and Scientific Truth»,Phil. Soc. Sei. 11, 1981, 53 ss.1'̂ En Alemania se inician con la llamada disputa sobre el positivismo:

    Th. W. ADORNO ET AL.. Der Positivismusstreit in der deutschen Soziologie.* D. BÖHLER, «Philosophische Hermeneutik und hermeneutische Me

    thode», en H. HÄRTUNG, W . HEISTERMANN, P. M. STEPHAN, Fruchtblätter:Veröffentlichungen der pädagogischen Hochschule, Berlin (1977), 15 ss.;W. KUHLMANN, Reflexion und komm unikative Erfahrung, Francfort, 1975.

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    ha de tomar postura frente a las pretensiones de validez quedirectamente implicados en la acción comunicativa vinculasus manifestaciones, entonces el científico social, para con

    sus conceptos con los conceptos que encuentra en el contextoquiere investigar, no puede proceder de forma distinta a clo hacen los propios legos en su práctica comunicativa. Se ve dentro de las mismas estructuras de entendimiento posibllas que los directamente implicados ejecutan sus acciones cnicativas. Ahora bien, esas estructuras más generales de lamunicación, que los sujetos capaces de lenguaje y de acciónaprendido a dominar, HO solamente permiten acceder a determi

    nados contextos; no sólo posibilitan la conexión con, y la prosecución generativa de, contextos que, como parecería a primvista, encierran a los participantes en el círculo mágico de loramente particular. Estas mismas estructuras suministran sitáneamente los medios críticos para penetrar en un contedado, para hacerlo saltar desde dentro y trascenderlo, para abnos paso en caso necesario a través de un consenso fáctico aque podemos estar habituados, y revisar errores, corregir mtendidos, etc. Las mismas estructuras que posibilitan el entendimiento sum inistran también la posibilidad de un autocontrol reflexivo del proceso de entendimiento. Es este potencial de crítica que la propia acción comunicativa entraña el que puedelizar sistemáticamente el científico social cuando se introcomo participante virtual en los contextos de acción cotidy el que puede hacer valer desde dentro de esos mismos cotos contra la particularidad de los mismos. Voy a bosquejarvemente cómo esta idea ha acabado imponiéndose en la disión metodológica que viene acompañando a la Sociología prensiva desde sus orígenes.

    a) En el contexto de la Sociología alemana de los años vte fue A. Schütz ^ quien más a fondo y concienzudamente rrolló las implicaciones del acceso en términos de comprena la realidad simbólicamente preestructurada. Schütz se pede que, cuando se opta por el empleo de categorías de teoríla acción, se están tomando al menos tres predecisiones melógicas. En primer lugar, la decisión de describir la realidad social de modo que se la entienda como una construcción del

    ^'5 A. SCHÜTZ, Der sinnhafte Aufbau der sozialen Welt, Viena, 1932.

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    do de la vida cotidiana, que brota de los rendimientos intertativos de los directamente implicados: «... el mundo social ne una peculiar estructura de sentido y relevancia para los h

    bres que viven, piensan y actúan en él. En las diversas constciones de la realidad cotidiana éstos han articulado e interptado de antemano ese mundo, y son objetos mentales de este los que determinan su comportamiento, definen sus metas deción y prescriben los medios para la realización de tales mtas» ''*. La comprensión es el modo privilegiado de experiede los integrantes de un mundo de la vida. Sin embargo, tbién el científico social tiene que servirse de este modo de

    periencia. A través de él obtiene el científico sus datos.Esta es la segunda decisión, a la que Schütz (con M. Webery W. L Thomas) da la forma de un postulado: «Para poder plicar la acción humana el científico tiene que preguntarse modelo cabe construir de un ser individual y qué contenitípicos hay que atribuirle para que los hechos observados pdan explicarse como resultado de la actividad de tal indivien un contexto comprensible. El cumplimiento de este polado garantiza la posibilidad de derivar cualquier tipo de ción humana, o los resultados de ésta, del sentido subjetivo esa acción o sus resultados tuvieron para el actor» ' .

    Pero la importancia de este postulado no se agota paSchütz en cuestiones de técnicas de investigación. Antes bde él se sigue, en tercer lugar, una restricción específica en lotocante al trabajo teórico. Los conceptos teóricos con quecientífico social forma sus hipótesis tienen que conectar en to modo con los conceptos preteóricos con que los miembde un mundo social interpretan su situación en el contextoacción en que intervienen. Schütz no explica en detalle qué de la tarea doblemente hermenéutica de las ciencias soles se sigue forzosamente tal conexión retroalimentativa intde la teoría con la comprensión cotidiana de los implicadosyas manifestaciones han de explicarse con la ayuda de la ría. Se limita a postular que «en un modelo científico deacción humana todo concepto tiene que estar construido de mque una acción ejecutada dentro de un mundo de la vidaun individuo, que concuerde con la construcción típica, sea

    •'6 A. SCHÜTZ, Collected Papers, I, La Haya, 1967, 5-6.»' A. SCHÜTZ (1967), 43.

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    teligible tanto para el agente mismo como para sus prójimos,y ello en el marco del pensamiento cotidiano. El cumplimientode este postulado garantiza la consistencia de las construccio

    nes del científico social con las construcciones que se hacen dela realidad social en el pensamiento cotidiano» ''^Ahora bien, los juegos de lenguaje con que el científico so

    cial se topa en su ámbito objetual y en los que, al menos vir-tualmente, tiene que participar son siempre de naturaleza particular. ¿Cómo puede conectar una teoría científica con los conceptos vigentes en el mundo de la vida y liberarse a la vez de laparticularidad de éstos? Schütz piensa que el observador cien

    tífico adopta una actitud teorética que le permite desligarse asíde la perspectiva de su propia praxis individual como de la práctica cotidiana que él investiga, que son perspectivas ligadas siempre a un determinado mundo de la vida. Mientras que comomiembros de un mundo de la vida nos movemos en el seno deuna «relación-nosotros», ocupamos una posición individual ygrupal específica en el sistema de coordenadas espacio-temporales de un mundo de la vida, nos relacionamos como egos conalter o nos referimos a alius, aceptamos vigencias culturales, etcétera, el observador científico rompe con su actitud natural (orealizativa) y se coloca de un brinco en un lugar situado allendesu mundo de la vida, y en general allende todo mundo de lavida, es decir, en un lugar extram undano: «Como el científicosocial no tienen ningún aqu íen el mundo social, tampocoordena ese mundo en capas en torno a sí. No puede entrar nunca en una relación-nosotros con otros agentes del mundo socialsin abandonar, a lo menos transitoriamente, su actitud científica. El observador participante, por ejemplo el observador decampo, construye una relación con el grupo investigado comohombre entre hombres; sólo el sistema de relevancia que le sirve como esquema de selección y de interpretación viene determinado por su actitud científica, no prestándosele más atenciónhasta nuevo aviso» ' .

    La actitud teorética es caracterizada como la actitud de unobservador «desinteresado»; su función es la de distanciar alcientífico de los intereses cotidianos, de los intereses de raízbiográfica. Pero como, a diferencia de Husserl, Schütz no puede

    WS A. SCHÜTZ (1967), 44.' A. SCHÜTZ (1967), 40.

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    apelar a un método de suspensión del juicio (epoché), tiene qexplicar en otros términos esa neutralización de la perspectinherente al mundo de la vida. La explica mediante un cam

    específico de sistemas de relevancia. Es la resolución del científico de sustituir el sistema de valores de su práctica cotidiapor el sistema de valores de la ciencia («fijándose un plan vida centrado en el trabajo científico»), lo que bastaría a pducir el paso de la actitud natural a la actitud teorética. Pero estaexplicación no puede resultar satisfactoria. Si la actitud teorétviniera solamente determinada por los valores del subsisteciencia, Schütz tendría que explicar el papel metodológico

    esas especiales orientaciones valorativas. Tendría que mostpor qué precisamente ellas ayudan a resolver el problema csistente en conectar la formación de la teoría con el saber pteórico comunicativamente alumbrado con que el científico cial se topa en su ámbito objetual, sin que la validez de lenunciados del científico quede restringida al contexto (con el investigador se encuentra o que el investigador ya arrasconsigo) del mundo de la vida.

    Sólo de paso hace Schütz una observación en que cabe rconocer el punto de arranque de una solución: «Comprendno es en modo alguno un asunto privado del observador, qno pudiera someterse a prueba mediante las experiencias otros observadores. Es susceptible de comprobación por lo mnos en el mismo grado en que las percepciones sensoriales vadas de un individuo pueden ser controladas por otros indiduos bajo determinadas condiciones» ^' . Si los posibles corrtivos contra las experiencias comunicativas engañosas están, así decirlo, inscritos en la propia acción comunicativa, el ciefico social no puede asegurar la objetividad de su conocimierecurriendo furtivamente al ficticio papel de un «observaddesinteresado» y huyendo así a un lugar utópico fuera del ctexto vital que nos resulta comunicativamente accesible. Anbien, tendrá que buscar en las estructuras generales de los procesos de entendimiento, en los que no tiene más remedio queintroducirse, las condiciones de objetividad de la comprensiónpara averiguar si el conocimiento de esas condiciones le pmite cerciorarse reflexivamente de las implicaciones de su pticipación.

    ^ A. SCHÜTZ (1967), 56.

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    b) En la corta historia de la etnometodología ésta es cuestión central que viene dividiendo las posiciones ^°K Los et-nometodologos acentúan, por un lado, el carácter contextuameramente particular de la práctica cotidiana interpretatimente generada por los implicados en ella, y sacan, por otroconsecuencias metodológicas que se siguen de la circunstade que el científico social tenga en principio el status de unparticipante. Subrayan ambos aspectos con más precisión A. Schütz, en quien por lo demás se basan. Ello da lugar adilema que no podrá resolverse mientras los procesos coopevos de interpretación no se conciban como un entendimieque se rige por pretensiones de validez. Con cada secuenciainteracción los sujetos que actúan comunicativamente renuela apariencia de una sociedad normativamente estructurapero la verdad es que proceden por tanteos desde un probletico consenso momentáneo al siguiente. Como todos los cceptos y orientaciones de acción capaces de sobreponerse asituación en conjunto tienen que ser renegociados en cada zón, domina el ocasionalismo de lo particular sobre lo unisal, de modo que la apariencia de continuidad a lo largo distintas secuencias de acción sólo puede quedar asegurada diante recurso al contexto en que esa secuencia se desarroll ^ ̂Esta manera de ver las cosas explica por qué Garfinkel y

    2°' P. ATTEWELL, «Ethnomethodology since Garfinkel», Theory andSociety, I, 1974, 179 ss.; D. H. ZIMMERMANN, «Ethnomethodology», Am.Sociologist, 13, 1978, 6 ss.

    202 «Los rasgos de un marco al que se atienen los que participan enincluyen entre otras cosas su continuidad histórica, su estructura de rey la relación que dentro de él guardan las actividades con esas reglaslos status adquiridos de sus participantes. Cuando se los considera comuna adquisición temporalmente situada de los que participan en él, llaremos a esos rasgos el corpus ocasionado de rasgos del marco. Con elempleo del término ocasionado queremos subrayar que los rasgos las actividades socialmente organizadas representan resultados particul

    contingentes, del trabajo de producción y reconocimiento que realizanimplicados en la actividad. Subrayamos el carácter ocasional del corpusen contraste con un corpus de conocimientos, de habilidades y creenciasde ¡os miembros anterior e independiente de toda ocasión actual en quconocimiento, habilidades o creencias puedan mostrarse o reconoceA este último concepto solemos referirnos con el término cultu raD. H. ZIMMERMANN, iVI. POWER, «The Everyday World as a Phenomenon»,en J. D. DOUGLAS (ed.). Understanding Everyday Life, Londres, 1971, 94.

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    discípulos se mteresan por la dependencia de la acción cotidna respecto del contexto, y dentro de este marco, por el papde las expresiones indéxicas. El significado de las oraciones que aparecen términos singulares como «yo» y «tú», «aquí»«ahora», «éste» y «aquél», varía con la situación de habla. Ssi se conoce la situación de habla puede entenderse a qué refieren estas expresiones. El intérprete, o bien tiene que cocer ya como participante en la interacción el contexto en qse apoya el hablante, o bien tiene que pedir al hablante qformule explícitamente sus supuestos implícitos. Para satiscer esta exigencia el hablante tendría que sustituir las exprsiones indéxicas, relativas a la situación, por expresiones inpendientes de la situación; por ejemplo, por coordenadas espacio y tiempo o por otras descripciones definidas. En lcoínunicaciones cotidianas son del todo habituales tales esfuzos por hacer parcialmente explícito el saber contextual paremover así malentendidos relativos a las presuposiciones en nos estamos basando. Pero estas tentativas conducen a un

    greso: toda nueva explicación depende a su vez de otras presposiciones. El contexto del habla puede así progresivamente ararse en el marco de las comunicaciones cotidianas, pero principio no puede rebasarse. Garfinkel subraya con toda razónque las manifestaciones en que aparecen expresiones indéxitampoco han menester que se las «ponga en orden», por cuto que la dependencia respecto del contexto no es ningún pcado, sino condición necesaria del uso normal de nuestro l

    guaje. Pero Garfinkel reviste esta observación trivial de un culiar dramatismo, y la utiliza para subrayar violentamente los procesos de interpretación, junto con el momento explotorio, el momento creador de proyección y generación cooperativas de vigencias comunitarias ocasionales. Esto ilumina la vculación hermenéutica del intérprete a su situación de parti

    En las comunicaciones cotidianas una manifestación nuntiene significado completo por sí misma, sino que recibe pade su contenido semántico del contexto cuya comprensión el blante supone en el oyente. También el intérprete tiene que netrar en ese plexo de referencias como participante en la inacción. El momento exploratorio, orientado al conocimiento,puede separarse del momento creativo, constructivo, orientahacia la producción de un consenso. Pues el intérprete no pu

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    hacerse con la comprensión del contexto de la que dependcomprensión de una manifestación ubicada en él si no toparte en el proceso de formación y reproducción de ese ctexto. Tampoco el observador científico goza de un acceso pvilegiado al ámbito objetual, sino que ha de servirse de procedimientos de interpretación que domina intuitivamentque adquirió de forma no reflexiva como miembro de su gpo social.

    Mientras el sociólogo no se percate de esta circunstanccompartirá su status de forma ingenua con el lego en cienciassociales y, al igual que éste, «hipostatizará» la realidad sotransformándola en algo subsistente por sí mismo. Así, el ciólogo convencional no se da cuenta de que sólo puede otivar el contexto de acción y convertirlo en tema de investción sirviéndose previamente de él como fuente de informacNo advierte que ya había tomado parte, como participantela interacción, en la producción del contexto de acción que liza como objeto. La crítica que ejerce la etnometodología

    generando siempre variaciones nuevas sobre el tema de la cfusión entre «resource and topic». Trata de mostrar que construcciones habituales en ciencias sociales poseen en pripio el mismo status que las construcciones cotidianas que hacenlos legos.

    También las interpretaciones del sociólogo permanecen sioneras del contexto social que pretenden explicar, al ser vmas del objetivismo de la conciencia cotidiana: «Si en estevel elemental la única posibilidad que tiene el observadoridentificar las acciones con que se topa consiste en tomarcamino de la interpretación documental, entonces las descciones de interacciones no son intersubjetivamente verificaen ningún sentido riguroso, y ello porque las interpretacionelos distintos individuos sólo pueden coincidir si éstos son cces y están en situación de negociar entre sí una realidad socomún, y porque tales interpretaciones no son independientesu contexto. Si el observador describe las interacciones de ma interpretativa, no puede evitar el construir un patrón syacente que sirve como contexto indispensable para ver quépropiamente las situaciones y acciones, mientras que esas

    mas situaciones y acciones constituyen a su vez un recursodispensable para determinar qué es propiamente el cont

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    to ^° \ Pero esta crítica metodológica se convierte también en problema para los propios etnometodólogos en cuantos éstos seaventuran a- desarrollar teorías sociológicas. En el propio campo

    de los etnometodólogos nos encontramos con tres reaccionesante esta dificultad.La autoaplicación radical de la crítica metodológica lleva a

    la conclusión de que las ciencias interpretativas tienen que renunciar a la pretensión de generar saber teórico. El percatarsede que la interpretación de un contexto de acción presupone laparticipación y el ejercicio de una influencia constructiva en esecontexto no hace más que traer el dilema a la conciencia, pero

    no lo resuelve. El percatarse del carácter inevitablemente auto-rreferencial de la práctica de la investigación no deja expeditoningún camino para un saber independiente del contexto. Poreso la investigación social debería ser considerada como unaforma paríicuJar de vida junto a otras formas de vida. Ei trabajo teórico es, como la religión o el arte, una actividad que sedistingue por su reflexividad; pero no por convertir explícitamente en tema los procesos de interpretación de los que bebe,puede el investigador romper su vinculación a la situación. Launiversalidad de la pretensión de verdad es apariencia; lo queen cada caso se acepta como verdadero es asunto de convención: «Tenemos que aceptar que no existen razones adecuadaspara establecer criterios de verdad fuera de las razones que seemplean para otorgarlos o concederlos. La verdad sólo es concebible como un resultado socialmente organizado de líneascontingentes de conducta lingüística, conceptual y social. Laverdad de un enunciado no es independiente de las condicionesde su emisión y, así, estudiar la verdad es estudiar las formasen que la verdad puede ser metódicamente otorgada. La verdad es una adscripción... Y de hecho este principio puede aplicarse a cualquier fenómeno del orden social »^ .

    Para escapar a la consecuencia de un relativismo autodes-tructivo, otros tratan de quitar filo al dilema, trivializándolo.Los representantes de la sociología tradicional no vacilan enhacer suya una exigencia que por lo demás está en línea con

    ^ ̂ Th. P. WILSON, «Theorien der Interaktion und Modelle soziologischer Erklärung», en ARBEITSGRUPPE BIELEFELDER SOZIOLOGEN (eds.),Interaktion und gesellschaftliche Wirklichkeit, Heidelberg, 1973, 54 ss.;espec. 56 s.

    2°* P. McHuGH, «On the Failure of Positivism», en DOUGLAS (1971), 329.

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    sus ideales de objetividad; deben mejorarse los métodos de vestigación para que las teorías cotidianas no sigan introducidose de forma irreflexiva en las mediciones. El argumento

    sostenido en dos versiones: o se admite como principio qtodas las interpretaciones sociológicas dependen de la precomprensión de los participantes —y entonces hay que mostrar qlas consecuencias que se siguen de ello son inofensivas— o esencial vinculación de las interpretaciones sociológicas a contexto queda reducida de antemano a una cuestión que sóafecta a la pragmática de la investigación, a una cuestión grado y no de princip io ^ ^ Esta reacción la hacen también su

    algunos etnometodólogos, con la finalidad de tener metódimente en cuenta la actitud realizativa del intérprete, es decir, participación en el texto que trata de entender, y reformar la vestigación social para que se ajuste mejor que hasta ahorasus propios ideales de objetividad. Con este espíritu, Cicourpor ejemplo, se esfuerza por desarrollar nuevos e ingeniosos seños que eviten el objetivismo de los métodos habituales encuesta y de topografía social ^^ Pero si esto es así, la etnmetodología tendría que abandonar su pretensión de constitun nuevo paradigma frente a las teorías convencionales de acción. Los discípulos ortodoxos de Garfinkel insisten, por contrario, en un cambio de paradigma.

    Lo que persigue Garfinkel es cumplir el programa proyetado por la sociología fenomenológica, de una aprehensión las estructuras generales del mundo de la vida, buscando en actividades interpretativas que caracterizan a las actividades tinarias cotidianas los procedimientos con que los individuos nuevan en cada sazón la apariencia objetiva de un orden sociConvierte en objeto de análisis el «common sense knowledge social structure» para mostrar cómo las «routine grounds everyday activities» se producen como resultado de rendimitos concertados en la acción cotidiana. Una teoría de la construcción y reproducción de las situaciones de acción ha de tenerpor objeto los rasgos constantes de los procedimientos de inter-

    ™5 y. H. GoLDTHORPE, «A Revolution in Sociology?», en Sociology,7, 1973, 249.

    ^'^ A. V. CICOUREL, The Social Organisation of Juvenile justice, NuevaYork, 1968; ID., «Cross-modal Communication», en CICOUREL, CognitiveSociology, Londres, 1973, 41 ss.; ID., Theory and Method in a Study ofArgentine Fertility, Nueva York, 1974.

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    pretación de que los miembros se sirven en la acción comunicativa. El interés se centra principalmente en las característicasuniversales del sistema de referencia que subyace a las relacio

    nes hablante/oyente, es decir, en la organización narrativa delas secuencias temporales, en la organización interpersonal delas distancias espaciales, en la objetividad de un m undo común,en las expectativas básicas de normalidad, en la sensibilidadpara la dependencia contextual y para la necesidad de interpretación de las manifestaciones com unicativas, etc. ̂ °^

    En cuanto la etnometodología deja de presentarse exclusivamente como una crítica metodológica y aparece como una teo

    ría con derecho propio , com ienza a hacerse visible en sus rasgos más generales el programa de una pragm ática formal. Yaquí se plantea de nuevo la cuestión de cómo podrá llevarse aefecto ese tipo de investigación de universales sociales si las in-tepretaciones sociológicas no son menos depend ientes del contexto que las interpretaciones cotidianas: «Si las prácticas interpretativas han de convertirse en tema de investigación, entonces los métodos interpre tativos difícilmente pueden proporcinar los medios para hacer lo... Por el contrario..., toda expli-ción de rasgos constantes de la interacción tendrá que hacerseen un lenguaje distinto del del actor cotidiano y en términosque decididamente resultarán reveladores para él» ™ .

    Z immerm ann ataja esta objeción al estilo de Alfred Schütz:«El etnometodólogo trata el hecho de que vive y actúa en elmismo mundo social que está investigando, de forma muy distinta a como lo hacen las distintas clases de sociólogos tradicionales» ™ . El sociólogo crítico tiene, pues, que abandonar la actitud natural que impide por igual a legos y a sociólogos convencionales tratar la realidad normativa de la sociedad comofenómeno, esto es, como conciencia producida; para ello ha decentrarse con preferencia en las ingenuidades de sus colegasmenos ilustrados, ya que éstos reiteran las ingenuidades cotidianas de los legos de forma más metódica y, por tanto, deforma más fácilmente aprehensible.

    207 F. SCHÜTZE, W . MEINFELD, W . SPRINGER, A. WEYMANN, «Grundlagentheoretische Voraussetzungen methodischen kontrolherten Fremdstehen», en ARBEITSGRUPPE BIELEFELDER SOZIOLOGEN, Alltagswissen In-teraktion und gesellschaftliche Wirklichkeit, 2 433 ss.

    2Ö8 GOLDTHORPE (1973), 430 .™ D. H. ZIMMERMANN, M . POWER (1971), 289.

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    Con todo, no queda claro cómo podría garantizarse metócamente esta reflexión sobre las presuposiciones generalesla comunicación. Zimmermann tendría que postular, o bien

    acceso privilegiado al ámbito objetual; por ejemplo, sumitrando un equivalente de la reducción trascendental de Hserl ^ '; o bien tendría que mostrar cómo un análisis sociológpuede partir de las interpretaciones cotidianas y a la vez ptrarlas reflexivamente sobrepasando el contexto de cada casun grado que permita la reconstrucción de presuposiciones generales de la comunicación. Si no leo mal, la mayoría de letnometodólogos permanecen indecisos ante esta alternativapueden escoger el primer camino sin ponerse en contradiccicon los supuestos que inspiran su crítica metodológica; ysegundo camino no quieren elegirlo, porque entonces tendque adentrarse en la estructura racional-interna de una accorientada por pretensiones de validez.

    Las pretensiones de validez en cuyo reconocimiento intsubjetivo se basa todo acuerdo alcanzado comunicativamepor ocasional, pasajera, o fragmentaria que pueda ser la forción de un consenso, las trata Garfinkel como meros fenómenos. No distingue entre un consenso válido en favor del culos participantes, si fuera preciso, podrían aducir razones, yasentimiento exento de validez, es decir, producido de faque puede estar basado en el miedo a las sanciones, en la gestión retórica, en el cálculo, en la desesperación, o en lasignación. Garfinkel trata también los estándares de raciondad, al igual que todas las demás convenciones, como resulde una práctica comunicativa contingente, que ciertamente puede ser descrita, pero que no podría ser evaluada sistemátmente por medio de una explicitación de los criterios que propios participantes aplican intuitivamente. Las pretensionevalidez que apuntan más allá de los límites temporales, localculturales, las considera el sociólogo ilustrado por la etnomdología simplemente como algo que los participantes tienenuniversal: «Por consiguiente, la cautela más importante es lnegarse a tomar seriamente en consideración la propuesta prleciente de que la eficiencia, la eficacia, la efectividad, la ingibilidad, la consistencia, la planificación, la tipicidad, la

    2' E. HUSSERL, «Formale und transzendentale Logik», en Jb. f. Philos,u. phänom. Forschung, X, Halle, 1929.

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    formidad, la reproductibilidad de actividades —esto es, la ppuesta de que las propiedades racionales de las actividades prácticas— sean evaluadas, reconocidas, categorizadas, descritas,

    lizando una regla o estándar obtenido fuera de los contextefectivos dentro de los cuales estas propiedades son reconocidutilizadas, aducidas y convertidas en tema por los miembros contexto. Todos los procedimientos por los que se evalúan sus características generales las propiedades lógicas o metodológicas de las prácticas y los resultados de las investigacionesólo son, por lo general, de interés para el estudio etnometodogico como fenómenos, pero en ningún otro sentido ... Todas las

    propiedades lógicas y metodológicas de la acción, cualqurasgo del sentido, de la facticidad, de la objetividad, de la countability , de la comunalidad de una acción tiene que ser tado como un logro contingente de prácticas comunes socialmen-te organizadas. Se recomienda la cautela de considerar todo marco social como autoorganizándose en lo que respecta al carácinteligible de sus propias presentaciones, ya sean éstas represtaciones de o evidencias-de-un-orden-social. Todo marco soc

    organiza sus actividades para convertir sus propiedades, en taque entorno organizado de actividades prácticas, en détectablnumerables, referibles, narrables, analizables, en una palabra,

    accountable » ^^^

    Pero si Garfinkel hace esta recomendación en serio, tiene qreservar al etnometodólogo el puesto de un observador desinresado que se limita a mirar a los directamente implicados vi

    do cómo éstos formulan sus manifestaciones de modo que demás puedan entenderlas y cómo por su parte interpretan cocomprensibles las manifestaciones de los demás. El etnometologo que confíe en poder hacer tal cosa está presuponiendo psus enunciados criterios de validez que a fortiori caen fuera delámbito de los criterios de validez aplicados por los propios pticipantes. Pero si no puede atribuirse a sí mismo tal posiciextramundana, tampoco puede reclamar para sus enunciados status teórico. A lo sumo, podrá incluir en la cuenta otra clamás de criterios de validez que rigen, esta vez, los juegos lenguaje a que se dedican los teóricos. Los estándares de racnalidad de la ciencia serían tan particulares como las otras c

    211 GARFINKEL (1967), 33.

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    ses de criterios de validez que funcionan a su modo en otámbitos de la vida ^'^.

    Garfinkel sólo podría escapar a la alternativa que represen

    el absolutismo husserliano y el confesado relativismo de Blude McHugh si tomara en serio la pretensión de universaliimplícitamente contenida en las ideas de verdad y rectitud, cuna indicación de lo que llamo base de validez del habla. Comoel intérprete cient