Habilidad de escuchar

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Mi intención en este papel es ayudar a pastores y pastores laicos y coaches a desarrollar la habilidad de escuchar activamente. Presentaremos un análisis sobre lo que la Biblia habla sobre escuchar, los diferentes niveles de escuchar que existen en coaching, como desarrollar el arte de escuchar en los Niveles II y III. Y al final analizaremos la importancia de escuchar.

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Desarrollando la habilidad de escuchar

Efraín Duany Jr.

Iglesia Adventista Hispana de Hialeah

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Desarrollando la habilidad de escuchar

Introducción

Una de las necesidades mas grande que tiene la humanidad, es la necesidad de ser

escuchados. El no escuchar ha causado tantos problemas sociales en todos los niveles que sus

efectos negativos ya no se pueden computar y han llegado a convertirse en una epidemia social

con la cual nos hemos acostumbrados a vivir, y ya es parte de nuestro ser. Desde el núcleo mas

pequeño de la sociedad, la familia, hasta las estructuras sociales mas complejas hay un

denominador común en los problemas que existen: problemas en comunicación y

específicamente la falta de la habilidad de escuchar. Esposos/as que no escuchan a su conyugue y

están ciento por ciento seguros de que si lo están haciendo. Padres que no escuchan el clamor de

sus hijos porque están pendiente de otras cosas que tal vez no son tan importante en la familia.

Lideres que no escuchan a sus subalternos y creen que todo esta bien porque ellos se están

comunicándose.

Existe una realidad y es que intencionalmente no escuchamos. Nuestro escuchar muchas

veces se convierte en algo vengativo. Es como si se dijera: “no los escuchamos a ellos porque

ellos no nos escuchan a nosotros”. Castigamos a otros cuando no los escuchamos a ellos

activamente. Sin embarco, escuchar a otras personas es un regalo valioso que extendemos a ellos

y refleja el respeto, la estima y un sentimiento fuerte de su dignidad. El fallar en escuchar envía

un mensaje negativo y coloca un valor bajo en otras personas. Es por eso que estoy convencido

que escuchar no es solamente una habilidad en la comunicación sino es una habilidad para

construir relaciones saludables.

En 1999 el Departamento de Trabajo reveló la estadística de que el 46% de las personas

que abandonaron su trabajo lo hicieron porque ellos sintieron que no eran escuchados y por ende

no apreciados en el empleo. Los estudios presentan que gastamos un 80% de nuestro caminar

diario comunicándonos, y por lo menos un 45% de ese tiempo es gastado escuchando. Otros

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estudios han demostrado algunos hechos alarmantes: inmediatamente después de 10 minutos de

escuchar una presentación oral, el average de las personas que escucharon, entienden y

apropiadamente retienen solo un 50% de lo que se dijo. En un periodo de 48 horas la mayoría de

las personas retendrán solo un 25% de la información escuchada. Menos de un 2% de todos los

profesionales han recibido educación académica en como mejorar sus técnicas y habilidades de

escuchar. De todas las habilidades de comunicación la menos enseñada es la habilidad de

escuchar (Luecke & Patterson, 2008, p. 25)

Mi intención en este papel es ayudar a pastores y pastores laicos y coaches a desarrollar

la habilidad de escuchar activamente. Presentaremos un análisis sobre lo que la Biblia habla

sobre escuchar, los diferentes niveles de escuchar que existen en coaching, como desarrollar el

arte de escuchar en los Niveles II y III. Y al final analizaremos la importancia de escuchar.

La Biblia y la habilidad de escuchar

Toda relación humana tiene como base la comunicación. Y esta tiene dos elementos

principales. Estos elementos son los siguientes: el que habla y el que escucha. Estos dos

elementos tiene tanta importancia el uno como el otro. Pero tristemente nos gusta hablar pero no

escuchar y no nos percatamos que fuimos creados por Dios con una sola boca pero con dos oídos

para escuchar. Tal parece que Dios estaba consciente de la necesidad que tendría el ser humano

para hablar y ser escuchado.

De cierto, nuestro Dios es un Dios relacional. Un Dios que vive en comunión. Valora la

comunión a un grado tan elevado que cuando estaba estudiando el crear a la raza humana dijo:

“hagamos al hombre a nuestra imagen conforme a nuestra semejanza”. Es decir, hagamos al

hombre con la misma capacidad que nosotros tenemos. La capacidad de vivir en comunión, de

comunicarse y expresar amor. Esta acción amorosa de Dios fue la que nos permitió contar con el

desarrollo psicomotor y cognitivo que nos permite poner en palabras el mensaje que queremos

trasmitir, y escuchar activamente ese mensaje enviado, para así construir relaciones mas intimas

y duraderas. Ese acto de escuchar me permite expresar sensibilidad y empatía hacia esa persona

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que buscan desarrollar lazos interrelacionales que les permitirán recibir aceptación, valía y

amor. Elementos indispensables para la salud física, emocional y espiritual.

Tenemos un Dios que escucha. Le agrada escuchar nuestras plegarias y peticiones. Le

agrada que hablemos con él continuamente. Escuchar es una expresión básica del amor. Existen

muchas formas a través de las cuales expresamos amor, pero una de las formas mas básicas es

tomar a esa personas que nos esta hablando tan seriamente como para escuchar activamente lo

que nos quiere decir. Cuando escuchamos, estamos afirmando y expresando lo que Dios dice

sobre esa persona, “eres aceptada y amada”. Escuchar activamente es parte de “hablar la verdad

en amor” (Efesios 4:15). Para Dios es tan importante este detalle de aprender a escuchar que

advierte a través del apóstol Santiago en Santiago 1:19, que seamos prestos para escuchar y

lentos para hablar. Tal parece como que Dios presentía que tendríamos la tendencia de hablar y

no escuchar.

Muchas veces nos encontramos en situaciones donde no tenemos la respuesta a los

problemas de la vida, pero aun se puede ministrar y ayudar al necesitado si tan solo escuchamos.

Es por eso que Job en su dolor le dijo: “Oíd atentamente a mis palabras y sea esto el consuelo

que me deis” (Job 21:1). Job lo que necesitaba en ese momento era alguien que lo escuchará y

sintiera empatía hacia su dolor, y es por eso que hace un pedido desde lo mas profundo de su

corazón ha que se le escuche. Y eso solo seria para él la medicina que necesitaba para calmar su

dolor físico y emocional. El sabio salomón presenta un consejo muy oportuno para todo líder

que desea influenciar en las vidas de otras personas. “Al que responda antes de oír, le es

insensatez y deshora” (Prov. 18:13). El consejo es muy oportuno. Antes de responder a una

petición, problema, o situación que demanda nuestra atención, el escuchar debidamente

determinara el resultado de nuestra intervención. Mucho antes que Carl Roger, promotor de la

terapia centrada en la persona, hablara sobre la importancia de escuchar empáticamente, ya la

Biblia había presentado la importancia de escuchar.

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¿Que es escuchar?

Valdría la pena preguntar, ¿qué es escuchar? ¿Cual es la diferencia entre escuchar y oír?

Oír es detectar con nuestros oídos las palabras que han sido habladas. Escuchar envuelve todos

nuestros otros sentidos para ayudarnos a entender las palabras habladas. Cuando oímos lo

hacemos con nuestro sistema auditivo. Cuando escuchamos involucramos nuestros sistemas

auditivos más las funciones cognitivas. Tales como, prestar atención, recordar, pensar y razonar.

Uno oye palabras en un mensaje. Por otro lado uno escucha las palabras de un mensaje y

cualquier otro mensaje que complemente el mensaje. Uno oye voces y sonidos y escucha

mensajes por otro lado.

Es por eso que oír es más que escuchar las palabras que han sido habladas. Escuchar

significa pensar sobre el mensaje y entenderlo clara y completamente. Escuchar es oír las

palabras, notar el tono de voz, disposición de ánimo. Es por eso que como pastor, coach, o

consejero profesional para poder escuchar necesitas prestar atención conscientemente. Es como

olvidarte de ti y concentrate en escuchar todo los detalles del mensaje hablado, corporal y

emocional. Escuchar es analizar, interpretar todo lo recibió para dejarle saber a esa persona que

escucha que tu estas en sus zapatos y entiendes lo que sientes a través de su mensaje.

Imagínate por un momento que estas en Times Square en New York, y quieres realmente

vivir la ocasión. Comienzas a notar el ruido de los carros que transitan por las calles y tocan la

corneta despegadamente para avanzar. Ves personas apresuradas hacia sus centros de trabajos,

otros turistas abismados por las escenas del momento. Notas el tiempo cálido y las nubes que

pasan a toda velocidad. Percibes el aroma del perfume de los que están a tu lado, el olor de las

comidas exquisitas de los restaurantes cerca de ti. Tus ojos quedan electrocutados al ver las

pantallas gigantes de alta definición que anuncian los productos mas exóticos del momento.

Todo este mensaje que has captado te lleva a abrir tus labios y decir: “nunca antes en mi vida he

percibido algo similar”. Simplemente lo que ocurrió fue que realmente prestaste atención y

procesaste cognitivamente todo el mensaje captado. Eso es exactamente lo que debe ocurrir

cuando decides escuchar a alguien que quiere comunicarte un mensaje importante.

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Pero si solo percibes o captas el mensaje pero no actúas y respondes a ese mensaje

recibido solo has cumplido con una parte de tu responsabilidad como un buen escuchador. Tu

respuesta puede llegar de varias formas y con diferentes fines. Algunas de las formas como

respondemos a los mensajes que hemos escuchado con gran atención son con palabras

afirmativas, validación, preguntas abiertas que ayudan a una mayor exploración del asunto que

se esta tratando y reflexión.

Niveles de escuchar

Existen varios niveles de escuchar. Todos nos hemos encontrados en situaciones donde le

hemos preguntado a la persona con la que hemos estado hablado, ¿oye estas escuchando? El

mensaje corporal de esa persona, su mirada nos dice que a pesar de que está al frente de nosotros

y aparenta estar escuchando, no es realmente lo que está pasando. Lo percibimos y nos sentimos

defraudados. Es cierto que nuestro escuchar cambia con el interés, la concentración y la

disposición que dirigimos hacia el mensaje que estamos recibiendo. Mientras mas interés

pongamos en el mensaje que estamos recibiendo, mas agudo y profundo será nuestro escuchar hacia esa

persona que nos esta hablando. Entonces todo se resume en nuestra disposición y el valor que le damos a

la persona y al mensaje que se nos quieren dar.

Nivel I - Escucha Interna

Este es el nivel mas superficial de escuchar. Como dice el titulo del mimos escuchamos

internamente. Escuchamos el sonido de nuestra propia voz interna. Oímos lo que la otra persona

esta hablando, pero nuestra atención esta, no en la otra persona, pero en nosotros. En este nivel

mi atención esta en mi mismo, mis pensamientos, mis juicios, mis sentimientos, mi conclusión

sobre mí, y otras personas. Puede que esté oyendo las palabras de la otra persona, pero esa

persona es principalmente consciente de sus propias opiniones, historias, juicios, de sus propios

sentimientos, necesidades y manías. Puede que esté asintiendo y diciéndose “¡hmmm!”, pero por

dentro está diciendo cosas como éstas: “Tuve exactamente la misma experiencia. “Esto empieza

a aburrirme.“ “Tengo ganas de llegar a casa y ver la tele.“ “Tengo hambre; ¿cuánto tiempo

hace que no he comido?“ “Me aterra la idea de decir algo equivocado y quedar como un

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idiota“. La pregunta que nos hacemos mientras empleamos esta forma de escuchar es la

siguiente: ¿Que me puede reportar lo que estoy escuchando?

Pero esta forma de escuchar tiene su uso. Ciertamente no es para ser empleada en

coaching o consejería pastoral. Por ejemplo, cuando estas en una terminal, o esperando por

alguien y estas escuchando las conversaciones que se están desarrollando alrededor tuyo. Estas

juzgando a las personas que hablan a tu alrededor, analizando que significa esto para ti, o de que

forma puedes beneficiarte de la conversación. Para este tipo de situación esta forma de escuchar

es muy efectiva. Es el tipo de escuchar que manifestamos cuando escuchamos un sermón o

discurso. La prioridad no es escuchar para interactuar con la persona que nos esta hablando, sino

escuchar con un interés personal.

El nivel I de escuchar internamente tiene un mayor uso cuando lo analizamos desde la

perspectiva de que nos informa sobre nosotros y lo que esta pasando alrededor de nosotros. La

persona a la cual usted esta ministrando necesita estar en este nivel I para que nuestra ayuda o

coaching sea efectiva. Su responsabilidad mientras le ministramos es mirarse así mismo y su

vida, procesar, pensar sobre, sentir, entender. Por el otro lado, necesitamos reconocer que en

nuestra conversación tendremos momentos donde perderemos la concentración en la persona que

estamos ayudando y caeremos en el Nivel I, aun sin darnos cuenta. Pero a través de la practica

podemos entrenarnos para regresar a los niveles II y III lo mas pronto posible . Es en estos

niveles donde se debe producir la experiencia de coaching o consejería pastoral (Whitworth,

Kimsey-House, Kinsey-House & Sandahl, 2007, p. 35)

Nivel II - Escucha enfocada

En este nivel, existe una concentración grande en la persona que nos esta hablando. Algo

que se nota en la postura que tienes: te acercas, mirando intencionalmente a la otra persona. Hay

una gran atención en la persona que te habla y te olvidas de tu entorno y de ti mismo. Imagina

una madre con un niño enfermo; toda su atención se centra en el niño. Aunque haya mucho caos

a su alrededor, la madre sigue concentrada en el niño y en sus necesidades. Imagina una pareja

joven y enamorada sentada en un banco de un parque; pueden olvidarse del mundo que les rodea;

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ambos se encuentran en el Nivel II, escuchando con atención cada palabra y cada matiz de su

conversación. Para ser pastores o coaches eficaces, debemos ser capaces de hacer coaching en el

Nivel II.

Escuchar en este nivel significa que estarás empleando mas esfuerzo para escuchar y

procesar información que hablar. Tendrás la intención de mantenerte enfocado en lo que la otra

persona esta diciendo, para poder entender completamente lo que te están diciendo. Estarás

continuamente confirmando que estas escuchando haciendo sonidos apropiados, gestos y

expresiones que demuestran el nivel de interés que tienes en la otra persona. Estarás activamente

buscando entender lo que la otra persona te esta diciendo, usando preguntas abiertas para

clarificar y ayudar a la persona procesar, repitiendo información de regreso a ellos y ofreciendo

observaciones o conclusiones.

Cuando como pastor o coaches escuchas en el Nivel II, escuchas las palabras,

expresiones, emociones, todo lo que trae el mensaje. Tu notas lo que ellos dicen, como lo dicen,

aun lo que no dicen. Tu ves su sonrisa o escuchas sus lagrimas en su voz. Escuchas por lo que

valen, su visión, por la forma única a la cual miran al mundo. este nivel es el de la empatía,

clarificación, colaboración. Es como si existiera una conexión eléctrica entre el pastor o coaches

con la persona que se atiende. Estas tan concentrado en escuchar que desaparece de tu mente

pensamientos y voces que reflejan un interés personal. Ya no tratas de pensar en como vas a

contestar a la persona que ministras, o que será lo próximo que harás. De echo, si te encuentras

pensando por ti mismo en lo próximo que harás cuando la persona que te habla deje de hablar,

será una prueba de que no estas en el Nivel II sino que has regresado al Nivel I (Whitworth, et

al., 2007, p. 36).

En este Nivel II tu escoges lo que vas a responder y como lo vas a hacer. Entonces,

prestarás atención al impacto que estará produciendo tu respuesta a la persona que ministras y

recibirás esto como información también. Es como escuchando dos veces. Escuchas la

conversación inicial de la persona que ministras y luego vuelves a escuchar nuevamente la

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reacción a al comentario o respuesta que tu le brindaste. Esto es básicamente escuchar en el

Nivel II (Whitworth, et al., 2007, p. 37).

Nivel III - Escucha global

Whitworth y sus colegas (2007) hablan de este escuchar como si el pastor o el coaches

estuviera con su cliente en el centro del universo recibiendo información de todas partes a una

vez (p. 38). En este nivel debes de emplear todos tus sentidos: ver, escuchar, oler, sentir, tacto y

tus sensaciones emocionales. “Este Nivel III incluye la acción, la inacción y la interacción”

(Whitworth, et al., 2007, p. 38).

Cuando el pastor o el coaches entra en este nivel su mente esta callada y calmada. La

atención esta completamente concentrada en la otra persona. Notas la temperatura, el nivel de

energía, la iluminación o oscuridad, literal y figurativa. En este nivel aprendes a confiar en tus

sentidos y comienzas a depender de tu intuición para hacer observaciones y ayudar a la persona

ministrada procesar su experiencia.

En este nivel se escucha de una forma empática para decirle a la persona que estamos

ministrando la esencia sentida de su mensaje y verificar con ella para estar seguro de que

escuchamos correctamente y lo hemos escuchado de vuelta. Esto permite que la persona

ministrada pueda clarificar y articular sus procesos internos, explorar asuntos, dejar atrás lugares

obstructivos y alcanzar sus ideales y metas. Puesto de una manera simple: la persona ministrada

es escuchada al decir algo. El pastor o coaches toma toda la expresión de la persona para sí

mismo, escucha su resonancia y después dice de vuelta palabras que apuntan hacia la sensación

sentida que ha escuchado. Luego el oyente verifica con el pastor o coaches ¿Tomé bien la idea?

Si la respuesta es sí, la persona ministrada sigue en lo que sea que tenga que decir. Si la respuesta

es no, el hablante corrige al oyente, quien trata una vez más de decirlo correctamente. Este

proceso complete es llamado por los expertos retroalimentar y verificar (Friedman, 2005,

p. 218).

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Para ilustrar considera la siguiente sesión de escuchar que realizó Friedman (2005) con

un experimentado cliente masculino de 45 años. En paréntesis voy a indicar la sensación sentida

y el cambio sentido cuando ocurran.

C: (De hecho) Déjame plantear el problema como yo lo veo. Tengo una imperiosa

necesidad de autonomía, que viene del hecho de que mi madre era muy cercana a

mí. Y tengo dificultades para tratar de saber lo que se necesita con las mujeres...

por miedo a desagradarles.

T: Déjame ver si capté eso.

C: OK.

T: ( Más lentamente de lo que C ha estado hablando.) Sientes en ti una necesidad

de autonomía, una necesidad que es como un fuego, rabiosamente fuera de

control...

C: (Interrumpiendo) Sí, pero no fuera de control...

T: (Corrigiéndose a sí mismo.) La necesidad de autonomía no está fuera de control.

C: Correcto.

T: (Continuando, lentamente) Y sientes que esa necesidad –que estimas viene de

haber tenido a tu madre tan cerca de ti- es bloqueada por una necesidad igual o

más fuerte –que viene de la misma fuente- por agradar, o al menos, no desagradar

a las mujeres...

C: (Rápidamente) Sí, exactamente... (Pausa) Cuando oigo eso de vuelta, me siento

triste y deprimido dentro de mí. (Esto es la sensación sentida.)

T: Triste y deprimido de oírlo de vuelta.

C: (Ahora más lentamente) Sí... se siente pesado... una pesada carga que llevar.

T: Todo el asunto se siente pesado para ti...

C. Correcto.

T: ¿Cómo si cargaras con un peso muy grande en tu interior?

C: (Después de alguna consideración) Sobre mí... sobre mi pecho.

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T: Siente como si se posara en ti, sobre tu pecho.

C: No, posándose dentro de mí, no sobre mí... Presionando hacia abajo desde adentro.

T: Se siente como un gran peso dentro de tu pecho que te deprime.

C: (Rápidamente) Sí. La imagen es la de un cuadrado negro.

T: Un cuadrado negro que se posa en tu pecho presionando abajo y profundo.

C: Siento enojo ahí.

T: ¿El cuadrado tiene enojo...?

C: No, DEBAJO DE él.

T: Oh... DEBAJO DE lo triste y deprimente, EL ENOJO vive.

C: (La voz mejora en velocidad y en expresión de aquí en adelante.) Sí,

exactamente.

Cuando dijiste eso... ¡Se movió! Ahora lo siento en mí mandíbula... Estoy

molesto.

¡Molesto! (Este es el cambio sentido.)

T: La ira bajo la depresión ha salido a flote.

C: Se está esparciendo a través de mi cuerpo. Wow. Por mis brazos, piernas. Mi

cabeza quiere sacudirse de lado a lado. Escucho las palabras, “Déjame ser.”

“Déjame solo.”

“Déjame ser” (cambio sentido.)

T: (Con una expresión cambiante para ajustarse a la de C.) Tu completo ser está

enojado...

C: No-FURIOSO.

T: ¡FURIOSO!

C: Sí.

T: Y sólo quiere ser dejado solo, dejarlo ser...

C: Ahora las palabras vienen en torrente...

T: Algo ha sido escuchado y liberado dentro de ti.

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C: (Las lágrimas afloran) Sí. (Otro cambio sentido.)

T: Como los ríos cuando se deshielan...

C: Si (Llorando), gracias.

Como muestra este ejemplo, escuchar en el Nivel III es una forma de acompañar

con lo que sea que este “dentro “de la persona (“Debajo de lo triste y deprimente, vive el enojo”).

Escuchar en el Nivel III es una forma de ayudar a una persona a identificar una

sensación sentida, una forma de mantener la sensación sentida en compañía de alguien, y decirlo

de vuelta de una forma tal que las palabras de uno tengan un efecto emocional; ellas perimirán

que un cambio ocurra en el interior de la persona necesitada (Friedman, 2005, p. 220).

Cuando una persona viene a buscar ayuda en un pastor o coaches, ellos lo hacen porque

están angustiados. Por lo tanto hace sentido ayudarlos a explorar sus sentimientos de angustia. Es

en este Nivel III donde se logra ser el espejo de los sentimientos experimentados de esa persona

que queremos ayudar. Carl Roger, el originador de la terapia centrada en la persona dice que las

emociones son un elemento importante en nuestra experiencia. Ellas nos dicen como estamos

reaccionando al mundo. Muchas veces se ignoran, niegan, distorsionan, o se reprimen esas

emociones porque tal vez se le ha dicho a esa persona que no son aceptables (Hill, 2009,

pp. 141–142). Esta es la razón por la cual el pastor o coaches juega un papel extremadamente

importante al escuchar y tratar de reflejar las emociones que el que habla esta experimentando,

porque solo así ayudara a la persona procesar sus experiencias internas y poderse aceptar así

misma y esto le dará la valía para hacer los cambios necesarios en su vida.

Escuchando en los Niveles II y III

Lo que viene a continuación es mi intento de descubrir el proceso que se debe usar para

escuchar en los Niveles II y III en los cuales debe trabajar el pastor o el coaches. Existen otros

métodos pero este es el que mas uso en mis terapias.

1. Aquietar mi mente

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El primer paso es aquietar mi mente y dirigir toda mi atención a la persona a quien estoy

escuchando. Primero noto que mi mente necesita aquietarse. Antes que llegue la persona que

necesita mi atención, cierro mis ojos. Me siento cómodamente, respiro, y me pregunto a mí

mismo, ¿Cómo estoy interiormente ahora? Dejo que la atención baje a mi cuerpo y, de una forma

amigable, busco y rastreo alrededor para ver qué hay ahí. Pregunto si hay una palabra, frase o

imagen que concuerde con mis sentimientos internos. Muchas veces estamos distraídos, no

logramos concentrarnos ya que estamos pendientes del siguiente punto mientras el otro está

hablando, variando de dirección, preocupados, ansiosos, enojados, a la ofensiva, refutando,

interpretando, juzgando, etc. De esa forma no estamos verdaderamente presentes. Tenemos una

conversación interna. No estamos concentrados en un punto. El oyente está parcialmente

atascado. Tenemos ansiedad, miedo, culpa, preocupación, enojo, auto-protección, interfiriendo

con un buen enlace emocional. Como hemos aprendido esto es escuchar en el Nivel I. Pero el

objetivo del pastor o el coache es escuchar en los Niveles II y III.

Cuando cualquiera de estos síntomas te esté pasando a ti, óyete a ti mismo. Hazte

escuchar sobre tus propias barreras y obstáculos para el buen contacto con la gente en general y

con cada persona particular en tu vida. Toma conciencia de lo que se siente dentro de ti cuando

hay claridad. Toma conciencia de lo que se siente cuando estás confundido. Toma conciencia de

las diferencias y de cómo pasar del Nivel I al Nivel II y III. En pocas palabras, una mente

calmada ayuda a escuchar.

2. Inclinarse con cariño sobre la persona que queremos ayudar

El paso dos es inclinarme con cariño sobre el hablante. He vaciado mi mente. Me he

vuelto receptivo “un canal abierto”. Ahora “me vuelvo” hacia el hablante. Dejo todo mi cuerpo

expresar éste estado de “volverme hacia el hablante”. Hago contacto visual. Cambio mi postura

en la dirección de la persona hacia la cual estoy escuchando. Mi cuerpo expresa, “Estoy aquí

para escucharte”.

3. Reflejo de vuelta a la persona que habla toda la esencia sentida de lo que dijo

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Para cada “unidad de significado” fabrico palabras que reflejen, hacia la persona, mi me-

jor entendimiento de lo que él o ella está experimentando. La gente necesita escucharte hablar.

Necesitan escuchar que entendiste cada paso. Haz una o dos oraciones para cada punto principal

de lo que ellos hacen, para cada cosa por la cual están tratando de pasar. No los dejes “sólo ha-

blar”, sino que relaciona cada cosa que ellos sienten y trata de obtener el núcleo de ello exacta-

mente de la manera que ellos quieren decirlo y sentirlo.

No es suficiente (en este caso) simplemente decir de vuelta lo que se ha escuchado.

También es esencial decir de vuelta cualquier sentimiento no dicho verbalmente, su postura de

cuerpo, expresiones faciales, y gestos y tus propias suposiciones acerca de lo que la persona po-

dría estar sintiendo en ese momento. Los reflejos de los sentimientos no verbales son ofrecidos

tanto como adivinados. La persona puede verificar tus suposiciones comparándolas con sus sen-

timientos y ofreciéndote una palabra más adecuada. Las suposiciones no tiene porque estar bien.

La cosa más importante es que ellas guían a la persona a mirar hacia sus sentimientos, a pregun-

tarse a sí misma, “¿Bueno, si no es eso, qué estoy sintiendo acerca de esto? ” (Friedman, 2005,

p. 221).

Varío la forma en que digo las cosas de vuelta. El buen escuchar varía. Es creativo. Man-

tiene la atención del hablante. Frases del tipo “Suena justo como lo estás diciendo” se vuelve re-

petitiva, disminuyente, como dicho por un loro y artificial y podría inducir a enojo y resistencia.

Por esa razón algunas veces reafirmo mi reflejo declarativamente, algunas veces lo ofrezco como

una pregunta alternativa. Algunas veces me “convierto en el otro”. Como en un cambio psico-

dramático si yo fuera él / ella. A veces uso un “suena como lo que estás diciendo”. A veces em-

bellezco un reflejo al decir las palabras sentimentales que no han sido dichas; algunas veces, me

detengo y resumo una cita. Algunas veces, arreglo las palabras en un reflejo con el fin de desta-

car un sentimiento sentido. A veces pongo énfasis para apuntar el tono sentido de una declara-

ción.

En el siguiente diálogo, identifico en paréntesis las muchas y diferentes formas en que

digo las cosas de vuelta:

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C: ¡He tenido suficiente tiempo de lidiar con las opiniones jactanciosas de otras personas!

T: ¡Estoy enfermo y cansado de la basura de otra gente!. (Volviéndose al otro; con

más énfasis.)

C: Demonios... me he perdido a mí mismo muchas veces. ¡Me enloquece!

T: Estás enojado de perderte tan a menudo (parafraseando y apuntando el lenguaje

en las

palabras sentidas.)

C: Más que eso –lo que me he perdido de la vida al ser tan malditamente bueno.

T: Más terrible que el enojo, es lo perdido (palabras arregladas)

C: Sí, puse mis necesidades sobre el estante.

T: Tú no eres tu prioridad. (Parafraseando, arreglado.)

C: ¡Se siente terrible! Estoy desperdiciando mi vida. Sólo puedo vivir como un

ermitaño.

No puedo formalizar una relación. Sólo me puedo preocupar de mí si no hay na-

die más

alrededor. No puedo ser “dos-personas”.

T: Suena como si dijeras que el problema no sucede cuando estás solo. (uh-huh.).

Pero te mantiene alejado de mantener una relación (yup) y desde que realmente

quieres ser “dos personas”.... Realmente necesitas arreglar eso. (“Suena como una

formulación”)

C: ¡Justo, ahí lo tienes! Vivir la vida con la gente y preocuparme de mí mismo.

T: Estás determinado a hacer las dos cosas (parafraseando)

C: Sí.

4. Después que ofrezco un reflejo, miro y escucho la reacción del hablante y me dejo guiar

por ella.

En este paso estoy preguntando a la persona que ministro para verificar y contrastar mi

reflejo con su sentimiento sentido. Esto nos da tres posibilidades. (1) El hablante no verifica la

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respuesta contra el sentimiento sentido. Si este es el caso, explícitamente le pido que lo haga. (2)

El hablante lo verifica el sentimiento y es correcto. (3) El hablante lo verifica y es incorrecto. En

este caso vuelvo a reflejar en sentimiento sentido hasta que doy con el correcto.

¿Por que escuchar?

No quiero terminar sin contestar esta pregunta. Escucho como pastor con la intención de

desarrollar y demostrar empatía. Escuchar es una manera de demostrar la sensibilidad y empatía

de uno. Carl Roger define empatía como entrando al mundo privado del otro y volverse

completamente como si fuera él o ella. Abarca el ser sensible, momento a momento, de los

significado sentidos que fluyen en la otra persona, hacia el miedo o ira o ternura o confusión o lo

que sea que la otra persona esta experimentando. Significa, temporalmente vivir en su vida,

moviéndose deliberadamente en ella sin hacer juicios (Hill, 2009, p. 135).

Escucho con la intención de hacer desaparecer el estado de alineación y crear entonces un

sentido de comunidad. Todos nosotros pasamos mucho tiempo encerrados en nuestros armarios.

Vemos el mundo sólo a través de nuestras pequeñas ventanas. Nos sentimos, separados, alinea-

dos, divididos, solitarios. Cuando no somos reales con la gente, comenzamos a perder el sentido

de nuestra propia realidad. Nuestras paredes nos mantienen alejados del mundo. Escuchar di-

suelve la alineación y promueve la comunión: “por un momento, al menos, el hablante se consi-

dera una parte conectada a la raza humana” (Roger, 1980, p. 6).

Escucho para estimular la auto exploración. De cierto, el escuchar provee el espacio que

el que habla necesita para escucharse. El escuchar está basado en una filosofía que dice que,

cuando una persona no está del todo clara en lo que debe hacer a continuación, o necesita ayuda,

lo mejor que puedes hacer es ayudarla a encontrar las palabras para los sentimientos que está te-

niendo –esa capacidad de simbolizar toda esta experiencia interna de confusión o de problema te

lleva a cambiar ese problema y la posibilidad de nuevas acciones y decisiones. Una vez que la

persona ha sido capaz de simbolizar en palabras lo que está sucediendo adentro; las soluciones y

los siguientes pasos vendrán directamente desde el interior de la persona. Sí es que el escuchar es

usado para ayudar a la persona a encontrar palabras (Friedman, 2005, p. 224).

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Conclusión

Escuchar es una habilidad, una herramienta que todos necesitamos desarrollar. Estoy

convencido que si nos preocupáramos de escuchar como nos preocupamos de hablar tendríamos

un mundo diferente. Nuestra iglesia necesitan de hombres de Dios que escuchen a los miembros

que están en angustia emocional producto de traumas y problemas en la vida. Nuestras iglesias

necesitan de lideres que sepan escuchar especialmente cuando alguien esta en desacuerdo con

sus opiniones. Dios está buscando hombres y mujeres que escuchen el dolor de corazones

quebrantados por el pecado y la maldad. En este papel no se ha podido cubrir todo lo que implica

el escuchar porque necesitaremos un libro para poder plasmar todo en detalle. Pero quiera Dios

que el análisis aquí presentado pueda cubrir la necesidad que tenemos en nuestra iglesia y

comunidad de escuchar.

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