Hacia un latinoamericanismo dobree

14
Hacia un latinoamericanismo sin esencias. Políticas de la representación en el contexto del bicentenario Patricio Dobrée Más allá de las representaciones binarias El debate latinoamericano a partir de la década de los 90 ha esta- do atiborrado por una abundante literatura que ha tenido como pun- to de intersección el tema de la identidad y sus representaciones. So- bre este eje han convergido análisis elaborados con enfoques muy diversos y desde numerosos lugares de enunciación. El interés por di- cha temática, hay que aclarar, no constituye una novedad, ya que des- de los tiempos de la Independencia la preocupación por definir un ser latinoamericano ha estado presente en casi todas las agendas in- telectuales del continente. Sin embargo, a la luz del bicentenario de nuestros países, cabría preguntarse qué representaciones de nuestra América podrían construirse desde las matrices de la cultura contem- poránea. Siguiendo este interrogante, me propongo entonces revisar algunas de las ideas que se han ido formulando sobre la identidad la- tinoamericana y expresar ciertos puntos de vista desde una mirada crítica. 1 A partir de ello, también quisiera formular algunas especula- ciones sobre cuáles serían las condiciones de posibilidad para una re- presentación de la identidad latinoamericana que, sin acudir a fór- mulas esenciales y reconociendo su condición contingente, pueda reinscribirse en el contexto político internacional y recuperar una di- mensión fuerte de significado. HACIA UN LATINOAMERICANISMO SIN ESENCIAS. POLÍTICAS DE LA REPRESENTACIÓN 175 1. Adopto como marco teórico algunos de los conceptos elaborados por el pensa- miento postestructuralista, en particular las ideas de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe en torno a la relación entre lo particular y lo universal y a los procesos de constitución de identidades.

description

 

Transcript of Hacia un latinoamericanismo dobree

Page 1: Hacia un latinoamericanismo dobree

Hacia un latinoamericanismo sin esencias.Políticas de la representación

en el contexto del bicentenario

Patricio Dobrée

Más allá de las representaciones binarias

El debate latinoamericano a partir de la década de los 90 ha esta-do atiborrado por una abundante literatura que ha tenido como pun-to de intersección el tema de la identidad y sus representaciones. So-bre este eje han convergido análisis elaborados con enfoques muydiversos y desde numerosos lugares de enunciación. El interés por di-cha temática, hay que aclarar, no constituye una novedad, ya que des-de los tiempos de la Independencia la preocupación por definir unser latinoamericano ha estado presente en casi todas las agendas in-telectuales del continente. Sin embargo, a la luz del bicentenario denuestros países, cabría preguntarse qué representaciones de nuestraAmérica podrían construirse desde las matrices de la cultura contem-poránea. Siguiendo este interrogante, me propongo entonces revisaralgunas de las ideas que se han ido formulando sobre la identidad la-tinoamericana y expresar ciertos puntos de vista desde una miradacrítica.1 A partir de ello, también quisiera formular algunas especula-ciones sobre cuáles serían las condiciones de posibilidad para una re-presentación de la identidad latinoamericana que, sin acudir a fór-mulas esenciales y reconociendo su condición contingente, puedareinscribirse en el contexto político internacional y recuperar una di-mensión fuerte de significado.

HACIA UN LATINOAMERICANISMO SIN ESENCIAS. POLÍTICAS DE LA REPRESENTACIÓN 175

1. Adopto como marco teórico algunos de los conceptos elaborados por el pensa-miento postestructuralista, en particular las ideas de Ernesto Laclau y ChantalMouffe en torno a la relación entre lo particular y lo universal y a los procesosde constitución de identidades.

Page 2: Hacia un latinoamericanismo dobree

A modo de antecedente, conviene recordar que los primeros dis-cursos sobre la identidad en Latinoamérica se enunciaron sobre la basede una matriz dicotómica que distinguía entre lo propio y lo ajeno comodimensiones contrapuestas.2 En tal sentido, a lo largo del siglo XIX y du-rante la primera mitad del siglo XX, se registró una tendencia a definirlo propio, lo latinoamericano, a partir de su relación de oposición conlo ajeno, lo europeo. Sin embargo, sobre la base de este modelo binario,los significados y valores que se atribuyeron a cada uno de los polos dela relación fueron variables. En algunos casos predominó una tendenciaa desconfiar de lo propio para mirar hacia afuera. Fueron aquellas las re-tóricas desarrollistas o modernizadoras que, bajo la influencia de una fi-losofía de la historia confiada en el despliegue de la razón y en las uto-pías del progreso, tuvieron como rasgo fundamental la pretensión degenerar condiciones para integrar el continente en las coordenadas civi-lizatorias dictadas desde Europa. En otros casos, la mirada se fijó en loautóctono y los productos del mestizaje, los cuales fueron interpretadoscomo elementos fuertes de identificación y utilizados muchas veces conun sentido político como estrategia de posicionamiento dentro de unsistema de relaciones antagónicas entre centro y periferia.3 Lo cierto esque en uno y otro caso, este sistema binario de diferencias muchas vecesopacó la diversidad de grupos humanos existentes y las complejas rela-ciones de poder que también se daban en el interior del continente, so-bre cuyas transformaciones me propongo reflexionar aquí.

La diversidad en escena

A partir de las últimas tres décadas, el paradigma dual que carac-terizó las representaciones de la identidad latinoamericana comenzó adebilitarse para ceder lugar a interpretaciones que admitieron la diver-

176 AMÉRICA LATINA HACIA SU SEGUNDA INDEPENDENCIA

2. Queda claro que esta caracterización constituye apenas un instrumento de aná-lisis que no describe la amplia y compleja variedad de situaciones, procesos ytemporalidades que se presentaron en cada uno de los países. En tal sentido, seutiliza sólo para englobar ciertas tendencias que podrían aportar algunos crite-rios para comprender cómo se construyeron las identidades latinoamericanasdurante ese período.

3. Los relatos sobre la asimilación o el enfrentamiento no fueron desplegados co-mo líneas invariablemente opuestas, sino que más bien se tejieron de modocombinado a través de múltiples préstamos y momentos de cruce, lo cual trajocomo resultado una variedad de formas de textualidad.

Page 3: Hacia un latinoamericanismo dobree

sidad de sujetos, procesos y temporalidades coexistentes en un mismoespacio. Estas nuevas lecturas fueron propiciadas por una pluralidadde fenómenos complejos e interrelacionados, de los cuales me intere-sa destacar tres.

En primer lugar, se han producido variaciones en los escenariosdel poder. Con el fin de la Guerra Fría en la década de los 80, una olea-da democratizadora se expandió en el continente provocando altera-ciones en los esquemas de representación. Si durante el período queabarca desde la formación de regímenes nacionalistas y populistas (pri-mera mitad del siglo XX) hasta las dictaduras militares (década de los 70)los grupos de poder buscaron crear un consenso respecto del ser na-cional como estrategia de disciplinamiento,4 con la llegada de la de-mocracia afloró una variedad de particularidades que desestabilizó laidea de sociedades homogéneas. Diversos grupos, algunos viejos quehabían sido silenciados y otros recién emergentes, comenzaron a darcuenta de la extrema variedad en los modos de otorgar un sentido a surealidad. Lo latinoamericano así ya no podía ser imaginado como unatotalidad uniforme, sino como un conjunto de particularidades nosiempre armónicas. Esta situación, a su vez, fue reforzada por los mo-delos que asumirían las nuevas democracias en el continente. En talsentido, los Estados, como entes articuladores de los diversos gruposcoexistentes en un mismo territorio, cedieron parte de su poder a ac-tores supranacionales comprometidos con el desarrollo de nuevosmercados. Como resultado de este viraje, cada vez se hizo más eviden-te un progresivo debilitamiento en su capacidad de cohesión social ypolítica. No es casual entonces que en el plano de la cultura tal infle-xión haya provocado alteraciones en la pretendida homogeneidadidentitaria postulada como mecanismo de integración desde los pro-yectos nacionalistas. Es más, la reorganización global de la economíaimpuso una tendencia a la producción de diferencias, articuladas co-mo meros nichos de mercado, más que de una ciudadanía con igualesderechos.

El segundo eje de transformaciones ocurridas en ese período serelaciona con la expansión masiva de los medios de comunicación.Este hecho tuvo características paradójicas, ya que por un lado la ex-

HACIA UN LATINOAMERICANISMO SIN ESENCIAS. POLÍTICAS DE LA REPRESENTACIÓN 177

4. Uno de los ejemplos paradigmáticos de estos procesos de construcción del sernacional es el mito de la raza guaraní promovido por la dictadura de Stroessneren el Paraguay, el cual postulaba el mestizaje como una totalidad esencial y ho-mogénea.

Page 4: Hacia un latinoamericanismo dobree

pansión de tecnologías como la radio y la televisión colaboró en la ge-neración de una idea de nación como una totalidad unificada, al mis-mo tiempo que destacó las diferencias culturales predominantes ensu interior. En efecto, como ha señalado José Joaquín Brunner,5 eldesarrollo de los medios masivos de comunicación tuvo una gran in-cidencia en los procesos de modernización de los países latinoameri-canos desde el momento en que propiciaron la formación de imagi-narios sociales comunes para una población que hasta el momento seencontraba fragmentada y muchas veces incomunicada. Pero, a la vez,el flujo y los intercambios simbólicos permitieron hacer visibles tam-bién las representaciones de sectores que se encontraban al margende los espacios oficiales o de grupos directamente excluidos. Con elprogresivo abaratamiento de los costos de estas tecnologías, la ten-dencia fue adquiriendo cada vez mayor consistencia. La inserción denuevas particularidades en la escena mediática tuvo una inmediata re-percusión en las representaciones que los latinoamericanos tenían desí mismos. Los discursos enunciados exclusivamente desde la “ciudadletrada” poco a poco comenzaron a ceder paso a nuevas narrativaselaboradas a partir de nuevos lugares de enunciación que reflejabanlos intereses específicos de ciertos sectores como los grupos de muje-res, indígenas, campesinos sin tierra, piqueteros, movimientos ciuda-danos y tantos otros que pugnaban por inscribir sus demandas con-cretas en la agenda pública.

Por último, otro de los fenómenos que influyó en el resquebraja-miento de una representación uniforme del continente tuvo relacióncon teorías asociadas al pensamiento de la diferencia y el multicultura-lismo que comenzaron a circular en diversos niveles. La proliferacióny el reconocimiento de nuevos sujetos, desajustados de la lógica y tem-poralidad de la razón occidental, fueron el resultado tanto de las accio-nes afirmativas de grupos concretos como de las categorías conceptua-les desarrolladas por instituciones académicas y por organizaciones nogubernamentales o agencias internacionales que articularon sus prác-ticas con éstos y comenzaron a incluir su participación en los progra-mas de desarrollo. La idea de varias subjetividades coexistiendo en unmismo territorio dio lugar a nuevas interpretaciones sobre la identi-dad latinoamericana, que reconocían la complejidad de su objeto deestudio y demostraban mayor cautela a la hora de formular definicio-nes últimas. Así, las pretensiones de universalidad, racionalidad y trans-

178 AMÉRICA LATINA HACIA SU SEGUNDA INDEPENDENCIA

5. José Brunner, América Latina: cultura y modernidad, México, Grijalbo, 1992.

Page 5: Hacia un latinoamericanismo dobree

parencia, tal como se habían planteado en la modernidad, quedarondesmontadas desde el momento en que se reconoció la multiplicidadde niveles de la conciencia y registros simbólicos que introducían lanecesidad de pensar más allá de Occidente. Pero, a la vez, esta reflexiónse insertó dentro de una tradición crítica que desde hacía un tiempovenía madurando en América Latina, con intelectuales como Darcy Ri-beiro, Leopoldo Zea, Enrique Dussel o Roberto Fernández Retamar,dentro de un enfoque que proponía un abordaje deconstructivo de lalógica occidental e incorporaba la figura de sujetos subalternos comoel indio, el negro o el pobre, los cuales reaparecían como identidadesdiferenciales y contrahegemónicas frente al modelo autocentrado dela cultura europea.

Ese conjunto de fenómenos interrelacionados trajo como conse-cuencia un quiebre en las representaciones de lo nacional y lo lati-noamericano como totalidades monolíticas. La aparición de nuevasmatrices simbólicas provocó descentramientos que reconocían la posi-bilidad de identidades múltiples y superpuestas determinadas a partirde las posiciones que ocuparan los sujetos. ¿Desde qué posición enton-ces podría instituirse el significado de América Latina? ¿Desde el lugardel indio despojado de su tierra, del campesino empobrecido o de lossectores académicos? ¿Los sujetos enunciantes que tendrían a cargo es-ta tarea serían los grupos feministas, los movimientos sociales urbanoso el empresariado nacional? Descartada la pretendida universalidad deun sujeto pleno, se puso en evidencia un vacío que tenía que ser relle-nado con algún contenido específico. Diversos actores pugnaron porllevar adelante este proyecto, sólo que ahora se reconocía su caráctercontingente y provisorio, por lo que quedaba excluida la posibilidadde postular un modelo único que representara los rasgos esenciales deun ser nacional o latinoamericano. Muchas identidades étnicas larga-mente silenciadas y otras nuevas que serían negociadas sin ceñirse amodelos rígidos pasaron a ocupar espacios relevantes en la escena so-cial. La figura con que se pretendía definir los contornos primordialesde los países o del continente se desdibujaría bajo una variedad de tra-mas superpuestas, donde proyectos orientados por diversos interesesmuchas veces comenzarían a colisionar entre sí.

La decontrucción de los modelos binarios y el consiguiente desva-necimiento de las fronteras que separaban un espacio de otro, posibi-litaron el tejido de relaciones más complejas entre agentes no arraiga-dos a territorialidades específicas. En este contexto, las dimensionesasignadas tradicionalmente a un centro y una periferia, más que desig-nar espacios físicos concretos, pasaron a representar el papel de una

HACIA UN LATINOAMERICANISMO SIN ESENCIAS. POLÍTICAS DE LA REPRESENTACIÓN 179

Page 6: Hacia un latinoamericanismo dobree

“función”. La función-centro, como explica Nelly Richard,6 hace referen-cia a una estructura diseminada del poder que se extiende como unared formada por diferentes puntos que concentran los medios y recur-sos necesarios para investirse con un aura de legitimidad. De este mo-do, fue necesario reconocer flujos simbólicos que, bajo determinadascircunstancias, convergían en zonas que producen núcleos de identi-dad, pero sin decantar en formas definitivas.

Las variaciones en los procesos de constitución de subjetividadesy la inscripción de nuevas identidades han provocado, entonces, unaalteración en las formas de representar América Latina. El vacío antela ausencia de un modelo único capaz de encarnar la esencia del ser la-tinoamericano ha dejado terreno a un juego de disputas por el poderde simbolizar. En esta búsqueda de legitimación, las narrativas se hanmultiplicado y ya no es posible referirse a América Latina como unaunidad estable y homogénea, como tampoco existe un solo grupo auto-rizado a ejercer la voz oficial del continente. Es así como, sobre un es-cenario promiscuo, se cruzan en la actualidad los informes de los fun-cionarios de las ONG con la memoria de grupos indígenas y sus ritosde resistencia; las obras de los artistas expuestas en los museos del cen-tro con los reclamos de los piqueteros o los campesinos sin tierra. Eneste ir y venir de escrituras y voces, no se puede dejar de reconocer quealgunas expresiones han adquirido mayor legitimidad que otras y que suincidencia en la estructura social depende de este reconocimiento,pero también es importante observar las grietas que se han abiertodentro de la trama de representaciones. En los nuevos mapas cultura-les, lo latinoamericano suele aparecer como un conjunto de fragmen-tos tomados de repertorios propios y ajenos que, de modo dinámico,se contraponen o se entrelazan de acuerdo con la coyuntura específi-ca de cada momento y cada lugar. El resultado de estas imágenes fluc-tuantes ha sido una economía de la representación basada en el para-digma de la multiplicidad identitaria que muchas veces coloca énfasisen el fragmento, prescindiendo de proyectos demasiado amplios yabarcadores.

180 AMÉRICA LATINA HACIA SU SEGUNDA INDEPENDENCIA

6. Nelly Richard, “Intersectando Latinoamérica con el Latinoamericanismo: Dis-curso académico y crítica cultural”, en Santiago Castro-Gómez y Eduardo Men-dieta (comps.), Teorías sin disciplinas (latinoamericanismo, poscolonialidad y globali-zación en debate), México, Miguel Ángel Porrúa, 1998. (Versión electrónicadisponible en http://www.ensayistas.org/critica/ teoria/castro/richard.htm).

Page 7: Hacia un latinoamericanismo dobree

¿Es suficiente la diferencia?

Las nuevas estrategias de representación desplegadas durante las úl-timas décadas sin duda han provocado algunos efectos positivos en lassociedades latinoamericanas. Como hemos visto, el reconocimiento dela imposibilidad de un sujeto único o de una esencia fundante abriónuevas oportunidades para que distintos grupos pudieran inscribir suspropias narraciones. A su vez creó condiciones para el desmontaje de al-gunas categorías que mantenían a los latinoamericanos aferrados a cá-nones rígidos de identificación, generando desplazamientos o abriendointersticios donde fueron reafirmadas o negociadas con mayor plastici-dad nuevas representaciones colectivas. En tal sentido, se debe recono-cer la apertura de grietas dentro de las matrices simbólicas del sistemadominante que han dejado deslizar contenidos producidos por los gru-pos que hasta el momento habían sido mantenidos en los márgenes. Porotra parte, algunos actores latinoamericanos también han pasado a cum-plir una función-centro en determinadas coyunturas mundiales. Un ejem-plo de ello lo constituyen las sesiones del Foro Social Mundial, donde va-rios intelectuales latinoamericanos han encontrado un espacio dedebate más o menos ecuánime con sus pares europeos.

Sin embargo, el hecho de que se hayan generado condiciones pa-ra un mayor pluralismo simbólico no deja de presentar también sesgosde contrariedad e incertidumbre. El énfasis puesto en el fragmento hatraído como consecuencia un conjunto de situaciones que exigen sertratadas desde una perspectiva crítica. La exaltación de la diferencia,más allá de su potencial emancipador, también ha sido utilizada por elcapitalismo tardío para fortalecer un sistema de acumulación basadoen la diferenciación del consumo. En efecto, el modelo económicoque actualmente se expande a escala global halla uno de sus funda-mentos principales en la creación de nichos de mercado altamente di-ferenciados, donde circulan productos cuyo valor reside en su dimen-sión simbólica más que material. Así, el acceso y la apropiación de unavariada diversidad de bienes/signos se han convertido en un factor dina-mizador que estimula el surgimiento de nuevas identidades a través deprocesos de formación de comunidades que comparten los mismos gus-tos, estéticas o intereses. Algunos autores, como Néstor García Canclini,7

han visto en esta tendencia la posibilidad de definir nuevas formas de

HACIA UN LATINOAMERICANISMO SIN ESENCIAS. POLÍTICAS DE LA REPRESENTACIÓN 181

7. Néstor García Canclini, Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculurales de laglobalización, México, Grijalbo, 1995.

Page 8: Hacia un latinoamericanismo dobree

ciudadanía, donde el consumo cultural, al que asocian con el derechoa la diferencia, adquiere mayor protagonismo y relativiza la primacíadel principio abstracto de igualdad jurídica y política sostenido por elpensamiento moderno. En otras palabras, dentro de estas narrativas, lacondición de ciudadanía pasa a estar determinada por la capacidad departicipación en un mercado que ofrece oportunidades para realizaruna construcción identitaria mediante el consumo selectivo de bienescuyo flujo no respeta fronteras y facilita un intercambio promiscuo decódigos y sensibilidades. Sin embargo, dicha apropiación de signos nose produce de modo lineal, sino que está sujeta a múltiples formas denegociación de sentido que dan como resultado formas híbridas e im-puras de identidad. Pero cuando la diferencia es llevada hasta su máxi-mo punto de exacerbación, ésta deviene en su opuesto, que es la indi-ferenciación. Por eso conviene recordar a Eduardo Grüner cuandodice que “la celebración del ‘multiculturalismo’ demasiado a menudocae, en el mejor de los casos, en la trampa de lo que podríamos llamarel ‘fetichismo de la diversidad abstracta’, que pasa por alto muy con-cretas (y actuales) relaciones de poder y violencia ‘intercultural’, en lasque la ‘diferencia’ o la ‘hibridez’ es la coartada perfecta de la más bru-tal desigualdad y dominación”.8

Por otro lado, un énfasis instrumental en la diversidad puedeademás constituir una estrategia para canalizar las energías socialesde modo más disciplinado y políticamente inocuo. Desde este enfo-que, la proclamada crisis de los grandes relatos ha tenido también sucorrelato en América Latina, favoreciendo el surgimiento de mi-croproyectos identitarios que, haciendo intersección con reivindica-ciones políticas, hacen valer su derecho de reconocimiento y ponenen circulación demandas específicas sobre la escena pública. Estas ac-ciones, en muchos casos, han sido emprendidas por sectores progre-sistas seducidos por la idea de utilizar estrategias más pragmáticas yrealistas a la hora de alcanzar objetivos precisos y concretos. Sin em-bargo, habría que preguntarse si acaso la multiplicación de luchasparticulares no colabora también con la conservación del orden do-minante. Para los grupos de poder resulta más eficaz atender las ne-cesidades de pequeños grupos, realizando esporádicamente concesio-nes puntuales que reduzcan los niveles de conflicto, que enfrentar laspresiones para modificar las condiciones estructurales que les permi-

182 AMÉRICA LATINA HACIA SU SEGUNDA INDEPENDENCIA

8. Eduardo Grüner, El fin de las pequeñas historias. De los estudios culturales al retorno(imposible) de lo trágico, Buenos Aires, Paidós, 2002, p. 22.

Page 9: Hacia un latinoamericanismo dobree

ten mantener sus prerrogativas y privilegios. De este modo, los mi-croproyectos podrían terminar convirtiéndose en eventuales válvulasde escape para la tensión social sin poseer un poder transformadorreal. Aquí se puede remitir, a modo de ejemplo, al trabajo que reali-zan numerosas ONG en América Latina, las cuales frecuentemente seven obligadas a dedicar grandes esfuerzos para competir entre sí porexiguos fondos destinados a pequeños programas de asistencia dirigi-dos a las comunidades “vulnerables”. A la larga, varias de estas organi-zaciones terminan convirtiéndose en profesionales del mercadeo so-cial, adaptándose a las reglas de la oferta y la demanda, sin quepuedan modificar las condiciones estructurales que determinan lascondiciones de atraso de los grupos con los cuales trabajan.

Para finalizar esta breve revisión, cabe mencionar que las políticasde la diferencia también podrían dar lugar a casos en los que gruposemergentes, cuya identidad es el resultado de demandas específicas,terminan asumiendo actitudes esencialistas y se muestran incapacesde articularse con otros sectores sociales con la finalidad de resolverproblemas comunes. El puro particularismo, como sostiene Laclau,9

puede conducir a un auto-apartheid y a la conservación del statu quoque sostiene las relaciones en las cuales se basa esa diferencia, pero,además, también puede constituir un problema fundamental cuandose accede a los espacios de poder real.

Aunque cualquier análisis resulte prematuro, la situación del ac-tual gobierno boliviano permite identificar algunas tensiones genera-das alrededor de este tema. Sin duda, el hecho de que el movimientoindígena liderado por Evo Morales haya accedido a la presidencia dela República significa un acontecimiento histórico para ese país y parael continente, que puede ser valorado de modo muy positivo. Por pri-mera vez uno de los sectores más discriminados y marginados de nues-tras sociedades accede a una máxima instancia de poder. Sin embargo,aunque sea mayoritario, ese movimiento ahora se enfrenta con el de-safío de tener que lidiar con las demandas y necesidades de toda la po-blación, incluyendo a colectivos sociales que manifiestan también otrosintereses. Ello significa, por un lado, un quiebre con su identidad co-mo grupo, la cual históricamente fue construida a partir de su condi-ción de exclusión del sistema. Pero además supone la necesidad de re-definir su posición frente a otros actores. Su presencia en el Estado,como se dijo, implica mediar con los intereses del conjunto de toda la

HACIA UN LATINOAMERICANISMO SIN ESENCIAS. POLÍTICAS DE LA REPRESENTACIÓN 183

9. Ernesto Laclau, Emancipación y diferencia, Buenos Aires, Ariel, 1996.

Page 10: Hacia un latinoamericanismo dobree

sociedad, lo cual también conlleva reconocer las formas de la alteridady el carácter histórico de las relaciones que se dan con ésta. Para ilus-trar mejor el punto, cabe citar un pequeño ejemplo. Si se refuerza laidea de que el país posee una identidad indígena que se remite a unaesencia originaria, habrá que ver cómo se lee esta situación frente a lasprotestas que algunos grupos de mujeres realizan con respecto al ca-rácter patriarcal y machista de la cultura andina. Como se puede veren este caso, las políticas de la identidad no se pueden resolver conuna mera apelación a la diferencia. También resulta necesario volver aintroducir una noción de universalidad que, aunque contingente y sinrenunciar al conflicto, permita articular una pluralidad de proyectosdentro de una trama común de sentidos.

Resumiendo, las tareas de representación emprendidas durantelas últimas décadas en América Latina han sido caracterizadas por unaextrema complejidad y han involucrado la participación de actoresque se ubican en lugares de enunciación bien heterogéneos. Algunasde ellas han facilitado la emergencia de subjetividades que el imagina-rio dual de la modernidad había mantenido ocultas o discriminadas,brindando un aporte al pluralismo desde el momento en que más in-dividuos han podido enunciar sus discursos con voz propia. Podría de-cirse entonces que el imaginario de los latinoamericanos se ha vueltomás “democrático”. Pero, paradójicamente, también los escenarios la-tinoamericanos han sido saturados por versiones light de la diferenciaque no han hecho más que ajustarse a las matrices culturales de la nue-va organización del capitalismo transnacional. En otros casos, las polí-ticas de la diferencia podrían estar propiciando la invisibilización deuna noción de universalidad que indefectiblemente resulta necesariapara mediar entre los intereses de la sociedad en su conjunto. Con ellose ha debilitado la capacidad de articulación de grupos particulares entorno a un núcleo de intereses y propuestas comunes. Una aproxima-ción crítica a estas cuestiones, por consiguiente, debería preguntarsecómo propiciar la libre construcción de subjetividades sin perder devista un horizonte de sentidos compartidos que ayude a recomponer elmaltrecho tejido de nuestras sociedades.

Hacia un latinoamericanismo sin esencias

¿Cuáles son, entonces, las posibilidades de representación de unaidentidad latinoamericana? ¿Qué valor tiene esta tarea después de dossiglos de independencia política? ¿Podría constituir un aporte para la

184 AMÉRICA LATINA HACIA SU SEGUNDA INDEPENDENCIA

Page 11: Hacia un latinoamericanismo dobree

emancipación intelectual? Para sugerir algunas respuestas a estos cues-tionamientos, creo conveniente situarnos en dos niveles de análisis apartir de los cuales desarrollar algunos argumentos que sirvan para es-bozar un latinoamericanismo que, alejado de cualquier esencialismo,presente una opción estratégica para construir nuestras propias políti-cas de representación. Para ello, por un lado, necesitamos focalizar elpensamiento en un nivel interno, es decir, pensar en las relaciones queestablecen entre sí las diversas particularidades que forman parte deAmérica Latina. Por otro lado, debemos observar cómo ese tipo de re-presentación se articula dentro del plano más amplio ocupando un lu-gar específico dentro del sistema global.

Como he sugerido, los intentos para definir una identidad lati-noamericana han tenido lugar sobre un escenario siempre cambiante,donde ninguno de los nombres y las categorías utilizados ha sido sufi-ciente para establecer significados estables y últimos. Sus rasgos másbien han sido permanentemente redefinidos por los discursos y lasprácticas de diversos actores. Es por eso que la posibilidad de hacer in-teligible un sentido definitivo para América Latina ha sido siempreaplazada para un momento irrealizable. Las operaciones de represen-tación, tanto de las elites ilustradas como de los movimientos identita-rios que han actuado con mayor intensidad en las últimas décadas,constituyeron, y lo continúan haciendo, intentos parciales y siempresujetos a redefiniciones para dotar de contenidos a un ser latinoameri-cano esquivo. Sin un sujeto universal capaz de representar de modotransparente la totalidad social, quedó un espacio vacío que requeríaser completado con las imágenes y los conceptos de subjetividades par-ciales y en tránsito permanente. Lo que se ha designado como el ‘serlatinoamericano’ podría ser entendido entonces como el significantevacío, sin contenidos sustanciales que sean determinados a priori.

Sin embargo, la constatación de lo imposible no debe ser asumidacomo fracaso. La identificación de esta falta más bien necesita ser in-terpretada como la posibilidad de una democratización de las repre-sentaciones y de una toma de distancia de proyectos totalitarios. “Lademocracia ––como señala Chantal Mouffe––10 sólo puede existircuando ningún agente social está en condiciones de aparecer comodueño del fundamento de la sociedad y representante de la totalidad”.Cuando los significados para una forma social dejan de estar clausura-

HACIA UN LATINOAMERICANISMO SIN ESENCIAS. POLÍTICAS DE LA REPRESENTACIÓN 185

10. C. Mouffe, El retorno de lo político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democraciaradical, Barcelona, Paidós, 1999, p. 19.

Page 12: Hacia un latinoamericanismo dobree

dos y se reconoce su carácter contingente, gana fuerza la idea de quecualquier grupo podría definir sus contenidos. Dicho de otro modo, yano hay una única forma esencial con la cual identificarse, sino que laidentidad pasa a ser una construcción siempre inacabada en la que en-tran en juego diversos colectivos que negocian sus sentidos. En estemarco, la figura del antagonismo, contrapuesta a la idea del consenso,se transforma en un elemento dinamizador de las representaciones co-lectivas. Si la plenitud social fuera alcanzable, si un grupo particularpudiese dar cuenta del fundamento, entonces la idea misma de demo-cracia sería prescindible, ya que desaparecerían las opciones disponi-bles para realizar elecciones reales. El sentido de lo social así quedaríareducido a una lógica única que determinaría todas las relaciones po-sibles entre los sujetos. Una democratización de las representaciones,por consiguiente, guarda coincidencia con el desmantelamiento decontenidos cuajados de antemano y con la posibilidad de que los diver-sos grupos identitarios que integran nuestro continente elaboren sig-nificados compartidos.

Para que una democratización de las representaciones sea posibleimporta también admitir las limitaciones de un puro particularismo, yapelar a una dimensión de universalidad que, aun reconociendo su vo-cación contingente, permita la creación de escenarios verdaderamen-te plurales. Desde mi punto de vista, ello guarda relación con las con-diciones materiales e institucionales que condicionan a los individuosque luchan por inscribir sus discursos. La construcción de sociedadesdemocráticas, donde las diversas particularidades que las componenpuedan disputar espacios de representación, no sólo pasa por la ins-cripción de sus discursos sino también por una distribución más equi-tativa de los recursos y por una institucionalidad lo suficientementefuerte como para facilitar la participación de todos los grupos sociales.En tal sentido, en Latinoamérica las profundas brechas sociales y eco-nómicas que dividen a la población establecen límites reales y concre-tos para la participación en la construcción de las representacionescolectivas. Un mero particularismo, por consiguiente, podría tender aconservar las diferencias materiales existentes, representando sus re-gistros simbólicos como productos exóticos o como una forma resi-dual de lo social incapaz de ser asimilada al orden dominante. Porconsiguiente, el ethos contemporáneo quizá debería pasar por la recu-peración de una noción de universalidad asociada a los derechos civi-les y políticos tanto como a los derechos sociales, económicos y cultu-rales. Ello, a su vez, compromete el plano de las instituciones públicas,ya que éstas, como articuladoras de los diversos sectores de la socie-

186 AMÉRICA LATINA HACIA SU SEGUNDA INDEPENDENCIA

Page 13: Hacia un latinoamericanismo dobree

dad, estarían comprometidas con la generación de mecanismos inclu-sivos que faciliten la igualdad de oportunidades para las diversas re-presentaciones en juego. Aclaro que ello no significa remitirnos a unespacio único de constitución de las identidades. Más bien deseo seña-lar que, en sociedades con elevados índices de exclusión, institucionescomo el Estado o las organizaciones civiles, interpretando un papel deuniversalidad, deberían ser capaces de oficiar como mediadores paraque las subjetividades minoritarias o marginadas no terminen subsu-miéndose a los modelos simbólicos dominantes o, directamente, desa-pareciendo.

Pasemos ahora al segundo nivel de análisis, que nos lleva a pensarla(s) figura(s) que adopta América Latina dentro del escenario global.En este caso, si bien en su interior se reconoce una pluralidad de regis-tros simbólicos, también se puede diferenciar lo latinoamericano co-mo una unidad más o menos estable dentro del contexto mundial.Ahora bien, qué tipo de representación podría prevalecer para identi-ficar esta totalidad. Para responder esta pregunta, quisiera explorar laproductividad del concepto de hegemonía elaborado por Laclau yMouffe.11 De acuerdo con estos autores, una operación hegemónica esaquella mediante la cual una identidad particular pasa a representar latotalidad ausente. En el caso latinoamericano, la identidad provendríade los sentidos que tome a modo de préstamo de alguno de los gruposparticulares que forman parte de esa totalidad. Para que esto suceda esnecesario que las representaciones de un sector se presenten como en-carnación de esa identidad que se encuentra ausente. Pero, como ya seha dicho, esta operación de representación resulta siempre distorsio-nada, ya toda particularidad resulta inconmensurable con la totalidadsocial. Por otra parte, saber qué forma identitaria o contenido particu-lar cumplirá esta función no es algo que se pueda determinar a priori,porque ello supondría la presencia de un sujeto universal que resultaimposible. La constitución de la hegemonía, por consiguiente, siem-pre es precaria e inestable y justamente creo que en ese carácter va-cilante reside su mayor fortaleza.

Tales ideas, por tanto, nos ofrecen algunas claves para interpre-tar la coyuntura actual por la que atraviesa nuestro continente. Comoya han señalado numerosos críticos, América Latina, a partir de losaños 70, ha sido escenario de un avance empecinado de los discursos

HACIA UN LATINOAMERICANISMO SIN ESENCIAS. POLÍTICAS DE LA REPRESENTACIÓN 187

11. E. Laclau y C. Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización dela democracia, Buenos Aires, FCE, 2004.

Page 14: Hacia un latinoamericanismo dobree

del mercado, los cuales han oficiado como variables determinantes enlos procesos de construcción de sentido. Las retóricas de la estabilidadmacroeconómica, la competitividad y la apertura de mercados actua-ron como referentes de un orden que pretendió establecerse comoúnica posibilidad para el continente. Como correlato de esta tenden-cia, la identidad latinoamericana fue poco a poco desprovista de ele-mentos fuertes para dar paso a formas más híbridas y dóciles que seadaptan mejor a las condiciones de una economía fundamentada en lacreación de grupos de consumidores diferenciados. Sin embargo, enlos últimos años algunos hechos parecerían estar ofreciendo señalesde cambio. La hegemonía del mercado se ha visto asediada por lairrupción de representaciones que crispan las figuras de consenso di-fundidas por las corrientes del pensamiento único. En tal sentido, elsurgimiento de nuevos liderazgos políticos que se oponen al modeloneoliberal, la emergencia de movimientos populares capaces de de-rrocar a presidentes, la formación de redes sociales anticapitalistas,ofrecen indicios para pensar en la posibilidad de una nueva forma-ción hegemónica. Ello podría significar la identificación de una nuevaposición para América Latina en el contexto del sistema mundial. Losdiscursos proferidos desde dichos lugares de enunciación deberían sercapaces de poner de relieve un sentido de resistencia frente al modelode consenso global. Ello, a su vez, significaría la posibilidad de abriruna superficie de inscripción productiva para la diferencia, entendidano como simples variaciones de la misma coreografía mercantil, sinocomo generación de posiciones antagónicas que apunten a la cons-trucción de alternativas reales desde nuestro continente.

Para que pueda consolidarse una hegemonía de tal naturaleza noes suficiente la irrupción de núcleos de conflicto sobre una línea hori-zontal. Es necesaria también una fuerza que sea capaz de articular demodo vertical los diversos elementos diferenciales, estableciendo unacadena de equivalencias entre éstos. Ello implica poner en relación lasdiversas luchas particulares dentro de un espacio político común res-petuoso, a su vez, del pluralismo. Desde mi punto de vista, un proyec-to de este tipo pasaría por la construcción de un nuevo latinoameri-canismo que, asumiendo la imposibilidad de su realización plena yrenunciando a identificar esencias preconstituidas, recupere estraté-gicamente una dimensión utópico-crítica como forma de resistenciaque provoque temblores sobre los simulacros de plenitud y sosiego quenos propone el mundo global contemporáneo.

188 AMÉRICA LATINA HACIA SU SEGUNDA INDEPENDENCIA