Hacia una-espiritualidad-alternativa

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Interesante ensayo sobre una espiritualidad alternativa, de Juan Masiá.

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Hacia una espiritualidad alternativa. -Notas desde Japón-

Juan Masiá Clavel

Universidad Sto. Tomás, Osaka

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1. La espiritualidad no es cuestión del espíritu solamente; la espiritualidad es, en las tradiones orientales, inseparable de la corporalidad.

2. Aunque haga falta hablar de espiritualidad, también es muy necesario aprender a callar sobre espiritualidad, como aprender a callar sobre Dios. Y cuando llegue el momento de hablar, habrá que acentuar más lo descriptivo y vivencial que lo explicativo y prescriptivo.

3. Queda mucho por hacer en el tema de liberarse de antropomorfismos al hablar de Dios, de religión y de espiritualidad.

4. Aunque cada vez seamos más conscientes dee la necesidad de superar exclusivismos intolerantes y sectarios, reaparecen disimuladamente de muchas maneras. Es el obstáculo mayor para la inculturación de la fe cristiana en Oriente.

5. En la búsqueda de otra espiritualidad posible pesa demasiado, a veces, la obsesión por la identidad. Necesitamos cobrar mayor conciencia de que las identidades no están nunca acabadas, sino en movimiento y son multidimensionales.

6. No basta pasar de la mentalidad de culturas llamadas agrarias a las industriales o incluso a las postmodernas. También hay que redescubrir valores ancestrales perdidos u olvidados, ya a partir de las primeras urbanizaciones en la antigüedad. Por ejemplo, aunque haya que superar lo mágico, es discutible si se puede desechar lo ritual. También hay que resdescubrir vínculos comunitarios, a la vez que se evita el tribalismo.

7. Frente a la exaltación tecnocientífica y a su rechazo ingenuo, hay que descubrir nuevos modos de integración de naturaleza y tecnología que repercuten en el estilo de vida y en las formas de espiritualidad.

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8. Solamente estando insertados corporalmente en el mundo empobrecido, injustamente oprimido e ignorado, se podrá elaborar una espiritualidad que integre el compromiso por la justicia con la compasión universal.

9. Frente a la destrucción de la naturaleza y los intentos románticos de retorno forzado a ella, necesitamos una nueva integración de comunión con la naturaleza, comunión con las personas y transformación mutua de ambas.

10. El excesivo miedo y sospecha frente al llamado panteísmo nos impide vivir a fondo la interconexión, interrelación y vinculación muta de todo con todo en el misterio de la vida. Una forma de espiritualidad importante es la que busca en todo el retorno a esa unidad primordial.

1. La espiritualidad no es cuestión del espíritu solamente; la espiritualidad es, en las tradiciones orientales, inseparable de la corporalidad.

Pneuma, en griego; prâna, en sánscrito; ruah, en hebreo; qi, en chino;...tienen que ver con la respiración. La comunidad que se sumerge en el rito respira unida, tanto el polvo del camino en el Rocío, como la humedad de lluvia fina y niebla entre el aroma de los bosques milenarios del santuario de Ise, en Japón.

1. Aunque haga falta hablar de espiritualidad, también es muy necesario aprender a callar sobre espiritualidad, como aprender a callar sobre Dios. Y cuando llegue el momento de hablar, habrá que

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acentuar más lo descriptivo y vivencial que lo explicativo y prescriptivo.

La confluencia de la profundización en el camino de la interiorización de la religiosidad en el budismo (p.e., el Zen) y la manera sintoísta de vivir la fascinación reverente ante las manifestaciones de lo sagrado en la naturaleza favorece una espiritualidad del silencio: callar sobre lo trascendente y dejarse envolver por ello, sin empeñarse en explicarlo o controlarlo con racionalizaciones. Una espiritualidad más allá de las expresiones religiosas.

Jesús, Buda, Confucio y Sócrates fueron tenidos por ateos. Su libertad frente a todas las formulaciones fijas parece increencia a los ojos de quienes no se han desatado de la esclavitud del lenguaje.

Hay que ir más allá de la doble tentación de temer la muerte y de ignorarla. Tanto el miedo a la muerte y la consiguiente elaboración de visiones del más allá, como el olvido de la muerte y la falta de apertura al más allá, empequeñecen a la persona y secan la espiritualidad. Han de callar los lenguajes que encierran en el círculo vicioso de las explicaciones o de las contra-explicaciones o anti-explicaciones, de teísmos y ateísmos, de teologías y anti-teologías. Y dejar hablar a los lenguajes que abren el espíritu con la creatividad del símbolo y la metáfora. Calló Jesús cuando le reguntó Pilatos qué es la verdad. Calló el Buda cuando le preguntó Malunkyaputta cuando empezó el tiempo.

1. Queda mucho por hacer en el tema de liberarse de antropomorfismos al hablar de Dios, de religión y de espiritualidad.

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Los antropomorfismos facilitan (o hacen caer en el engaño de que facilitan) el aceso a lo sagrado, pero al precio de empequeñecerlo, al tratar de controlarlo, visualizarlo y explicitarlo.

Todo culto tiene la ambigûedad de ayudar a cultivar mente y corazón, pero también fomentar el crecimiento de los ídolos en el campo de la interioridad. Cuanto más se cree tgener lo sagrado en las propias manos, menos se deja el espíritu envolver por ello sin dominarlo, ni usarlo para dominar.

Hay que dejar la balsa tras cruzar el río. Tras modelar la cera para configurarla, hay que derretirla de nuevo, para evitar que la figura se solidifique en ídolo.

1. Aunque cada vez seamos más conscientes dee la necesidad de superar exclusivismos intolerantes y sectarios, reaparecen disimuladamente de muchas maneras. Es el obstáculo mayor para la inculturación de la fe cristiana en Oriente.

También en la historia del budismo japonés encontramos situaciones de conflicto (tanto dentro de un grupo religioso, como entre diversos grupos o entre estos y la sociedad). El denominador común en la mayoría de los casos es una cuestión de poder. Pero cuando las religiones se contaminan con el deseo de poder decae y degenera la espiritualidad.

No es cuestión de elegir entre unas y otras corrientes religiosas, ni entre Oriente y Occidente. Todas las tradiciones espirituales, todas sin excepción, han de pasar por la depuración de renunciar a cualquier pretensión de ser lo único absoluto y verdadero.

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“Jiyuu-jiza” significa liberación de toda atadura: autoridad, mitos, ideologías, o manipulaciones adoctrinadoras.

1. En la búsqueda de otra espiritualidad posible pesa demasiado, a veces, la obsesión por la identidad. Necesitamos cobrar mayor conciencia de que las identidades no están nunca acabadas, sino en movimiento y son multidimensionales.

La gran aportación de Jesús al tema de la identidad es ayudar a liberar de la obsesión por ese tema: Hacernos salir del encerramiento en el yo, dejar que el yo se abra; no matarlo, sino expandirlo sin fronteras, desengañado de todo ensimismamiento.

1. No basta pasar de la mentalidad de culturas llamadas agrarias a las industriales o incluso a las postmodernas. También hay que redescubrir valores ancestrales perdidos u olvidados, ya a partir de las primeras urbanizaciones en la antigüedad. Por ejemplo, aunque haya que superar lo mágico, es discutible si se puede desechar lo ritual. También hay que resdescubrir vínculos comunitarios, a la vez que se evita el tribalismo.

Cuando hablamos (¡con motivo para ello!) de transición a una sociedad post-tradicional, no hay que olvidar la ambigûedad inherente, tanto a las sociedades tradicionales como a las post-tradicionales. Junto a las estrecheces del tribalismo tradicional, había valores (p.e., vínculos comunitarios op de comunión con la naturaleza) que tendrán que ser recuperados por las

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sociedades post-tradicionales que los olvidaron. Pero hay que llevar cuidado para evitar que esta reivindicación se identifique con añoranzas fundamentalistas de retorno al tiempo pasado como criterio intocable.

Hay algo muy positivo en el echar de menos la asensibilidad comunitaria del sintoísmo primitivo, que comulgaba con la naturaleza sin destruirla. Pero la otra cara que esa añoranza ha mostrado en la historia es el rostro ideologizado del nacional-sintoísmo de pre-guerra al servicio d epolíticas militaristas de ultraderecha. Es el peligro de las añoranzas puestas al servicio del poder.

En contacto con tradiciones sintoístas, p.e., redescubrimos la importancia del papel que juega lo ritual y la necesidad de distinguir ganga y mena en las manifestaciones de la religiosidad popular, desde las procesiones japonesas llevando en hombros los altares “mikoshi” hasta las semanas santas mediterráneas. El empeño en racionalizar estas expresiones no garantiza su profundización espiritual ni asegura el descubrimiento del papel que juegan para hacer sintonizar comunitariamente con el Misterio.

1. Frente a la exaltación tecnocientífica y a su rechazo ingenuo, hay que descubrir nuevos modos de integración de naturaleza y tecnología que repercuten en el estilo de vida y en las formas de espiritualidad.

A fines del siglo XIX la política de modernización del gobierno japonés, al abrir el país al extranjero tras casi dos siglos de aislamiento internacional, favoreció lo que se llamó entonces “europeización” y las corrientes de imitación y competencia con Occidente. En política, economía y tecnología se alentó la llamada modernización, mediante la alianza de

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gobierno y capitalismo liberal. Se habla de derechos, pero predominan los liberales civiles sobre los sociales. En ese contexto, protestantismo y catolicismo hallan un terreno abonado para captar a una parte de la elite intelectual y económica de la sociedad. Pero en la misma época el gobierno aplastaba los movimientos de reivindicación de derechos por parte de las clases más desfavorecidas. El pueblo, en situación oprimida, halla apoyo en una minoría del protestantismo yh catolicismo sociales que, lamentablemente sigue siendo minoría en la actualidad. También fue minoría a la hora de optar entre “oponerse o sobrevivir” bajo elnpoder de ideologías políticas militaristas de unidad nacional en tiempo de pre-guerra. Solamente en la segunda mitad del siglo XX ha aparecido una iglesia que pide perdón por el pasado y opta por proclamar una espiritualidad de liberación. (Aunque hay que reconocer que una buena parte de los fieles protestantes y católicas está dividida entre “espirituales” y “sociales”).

1. Solamente estando insertados corporalmente en el mundo empobrecido, injustamente oprimido e ignorado, se podrá elaborar una espiritualidad que integre el compromiso por la justicia con la compasión universal.

2. Frente a la destrucción de la naturaleza y los intentos románticos de retorno forzado a ella, necesitamos una nueva integración de comunión con la naturaleza, comunión con las personas y transformación mutua de ambas.

Cf. Lo que he escrito en diversas ocasiones sobre el filósofo Watsuji y su visón del manejo d ela natrualeza en la estética japonesa como “artificialidad natural”.

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1. El excesivo miedo y sospecha frente al llamado panteísmo nos impide vivir a fondo la interconexión, interrelación y vinculación muta de todo con todo en el misterio de la vida. Una forma de espiritualidad importante es la que busca en todo el retorno a esa unidad primordial.

El miedo a perderse en la totalidad y las sospechas ante cualquier apariencia de lo que se llama peyorativamente panteísmo nos impiden dejarnos estar sin más en la realidad y no nos dejan percibir que solamente hay una única realidad fontal.

Nos podemos encontrar en casa en el mundo al percibir que todo conecta con todo. El sintoísmo primitivo nos ayuda a recuperar la sensibilidad para admirar, reverenciar y quedarse sobrecogido ante lo sagrado en medio de la naturaleza, sin controlar la realidad, ni abarcar con el conocimiento el Misterio.

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