Héctor de Mauleón Un Recuerdo de La Luz

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  • 7/21/2019 Hctor de Maulen Un Recuerdo de La Luz

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    Un recuerdo de la luz

    Hctor de Maulen

    El Universal, 5 de agosto de 2013

    Hay algo en ese aviso que hace que una y otra vez me detenga a observarlo: Esta fuela primera calle de la ciudad que tuvo alumbrado pblico. 1783. El aviso se halla en

    Repblica de Uruguay, muy cerca del nmero 94.

    Uruguay es la calle de la vieja leyenda colonial que habla de un asesino nocturno que,antes de hundirles la daga, preguntaba a sus vctimas: Disculpe su usa, sabe quhoras son?. La leyenda de don Juan Manuel, con sus sombras, sus ros de sangre y sus

    apariciones diablicas resulta menos atractiva, sin embargo, que el relato que sugiereaquella placa. Cmo seran las noches antes de que el alumbrado llegara en aquel ao83?

    Qu tiempos exclamaba Luis Gonzlez Obregn. La ciudad de Mxico presentabaun aspecto silencioso y lgubre los vecinos que no queran exponerse a los peligros delas tinieblas, se retiraban a sus casas al toque de queda.

    No haba ms luz que la tembloreante y dbil de las lamparillas de aceite que

    encenda la piedad ante los nichos de los santos En las primeras horas nocturnas

    lanzaban las tiendas hacia la calle su cuadriltero iluminado; al toque de nimas,ocho de la noche, todos los comercios quedaban cerrados, con lo cual la sombra eraya la nica duea de la ra, silenciosa y desierta, relata por su parte Artemio de

    Valle-Arizpe.

    En 1585 se public el bando que impuso el llamado toque de queda: todos a sus casasa las diez de la noche. Si usted se vea obligado a salir de su domicilio despus deaquella hora, era necesario que usted o sus criados llevaran un farol en la mano.El cronista Gonzlez Obregn se sorprende de que tal estado de cosas se hayamantenido inalterable durante ms de dos siglos. Ni al gobierno ni a los vecinos de laciudad se les ocurri nunca que era posible apartar las sombras.

    En 1762, un corregidor llamado Toms de Rivera Santa Cruz orden a los vecinos deMxico colocar faroles de vidrio en cada balcn y en cada puerta, con luz que debadurar hasta las once de la noche. Nadie le hizo caso, porque el bando dispensaba a los

    pobres que para cumplir con el mandato tuvieran que quitar del mantenimiento desus familias: Manuel Orozco y Berra afirma que todos los vecinos se sintierondispensados, por lo que la ciudad qued como antes.

    En la calle de don Juan Manuel nuestra actual Uruguayse alzaban algunos de loscaserones de los ricachos de aquel tiempo. Ah vivi esplndidamente, hasta suquiebra, el conde de la Cortina. Ah situ Manuel Payno el severo palacio del ricoconde del Saz, personaje de la novela Los bandidos de Ro Fro. Eran aquellosvecinos tan acomodados que, a sus propias expensas y sin que nadie se los ordenara,

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    colocaron faroles de trecho en trecho y dejaron la calle, como se deca entonces,bien aluzada.

    No existe una placa que les haga justicia, pero lo mismo hicieron los vecinos de lascalles del Coliseo (16 de Septiembre) y San Agustn (Venustiano Carranza).

    En el ao de 1785 se volvi a ordenar que se colocaran hachones frente a las boticas,

    pulperas, cahuateras, panaderas, vinateras, tocineras, casas de juego de trucos,mesones y casas de vecindad, pero slo se logr que el Palacio y unas pocas calles seiluminaran. Las autoridades estaban tan desesperadas ante la negligencia de losgobernados, que amenazaron con despojar de sus casas y expulsar de los barrios a losintiles y nocivos.

    Y sin embargo, las cosas no cambiaron en los siguientes cinco aos.

    En 1790 lleg al virreinato el conde de Revillagigedo. En menos de seis meses impusouna contribucin sobre las cargas de harina que llegaban a la ciudad y con el dinero

    recaudado mand a hacer unos faroles, y contrat al romntico ejrcito encargado dealimentarlos: los serenos.

    Valle-Arizpe explica que al ao siguiente el alumbrado estaba ya en todas las calles,y lo haba hasta por los ms solitarios arrabales. Un recuerdo de la luz: hay todo unmundo en esa pequea placa.