Hegemonia, Historia y Pueblos Indigenas en La Formación Del Estdo-nacion Chileno

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    Hegemona, historia y pueblos indgenas en la formacindel Estado-nacin chileno1

    lvaro Bello M.2

    RESUMEN

    En este artculo examinamos algunos de los procesos e ideas que llevaron a la construccindel Estado-nacin en Chile durante los siglos XIX y XX. La construccin nacional formaparte de un proyecto hegemnico que un grupo social sustent a travs de argumentosetnocentristas en que las imgenes de los indgenas operaron como contraste negativo de lacivilizacin. En este proyecto confluyeron lo civilizatorio, lo nacional y la bsqueda de unprimer aliento modernizador liberal que incorpor por la fuerza los territorios indgenas y

    excluy a los indgenas de carne y hueso, negndolos o barbarizando su sociedad y cultura.Para estudiar este proceso, analizamos el papel cumplido por las intelligentsiasde las elitesas como los contenidos de algunos discursos historiogrficos del siglo XIX, por mediode los cuales se ha construido y transmitido un imaginario sobre la nacin y la identidadnacional deseada por las elites y grupos de poder.

    ABSTRACT

    This article discusses some of the processes and ideas that led to the construction of theChilean State-Nation during the XIXth and XXth Centuries. This national construction ispart of an hegemonic project supported by a social group through ethnocentric arguments,

    where the images of the indigenous populations where regarded as a negative contrast infront of civilization. This project brings together civilization efforts, national ideas and thesearch for an initial liberal modernization momentum that incorporated indigenous lands byforce excluding the actual indigenous peoples, disowning them or barbarizing their societyand culture. In order to study this process, we analyzed the role played by the intelligentsiaof the elite, as well as the contents of some historiographic discourses of the XIXthCentury, based on which this elite has shaped and transmitted an image of a nation and anational identity

    1Un versin de este artculo fue publicado con el ttulo: Los mapuches de Chile entre la historia y el mito, enRevista de Educacin Aula Abierta, N131, ao 10 (Parte 1) y N132, ao 10 (Parte 2), Buenos Aires,Argentina. El artculo fue elaborado en el marco del proyecto FONDECYT N1000097, El viaje mapuche alpuelmapu: movilidad espacial, cultura y sociedad.2Observatorio de Derechos de los Pueblos Indgenas.

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    Introduccin

    El ensayo est organizado de la siguiente manera: En primer trmino, hacemos una brevediscusin sobre algunos conceptos y categoras ampliamente utilizadas en la actualidad,aunque escasamente analizados con relacin a su historicidad y a sus significados sociales,polticos y culturales en contextos histricos determinados, como son estado y nacin. En

    segundo lugar, hago una exposicin general de la gnesis de la nacionalidad chilena desdemediados del siglo XIX, poniendo especial nfasis en la atmsfera poltica, econmica ysocial en que se produce. En tercer lugar, profundizo en aquel proceso a partir del papel delas intelligentsiasen el desarrollo y construccin de la nacionalidad chilena.

    La construccin del Estado-nacional y la chilenizacin de la sociedad chilena, es unproceso histrico reciente que surge como solucin a los proyectos polticos especficos yhegemnicos de las elites quienes lo difundieron por diferentes vas y mecanismos al restode la sociedad. En este proceso de invencin de la tradicin y de construccin de lanacin y su concomitante identidad nacional, los mapuche y los pueblos indgenas deChile en general, fueron directamente afectados no slo en cuanto a la prdida de su

    libertad y territorios sino tambin en la representacin y manipulacin etnocentrista que sehizo de su imagen como pueblo, que desde ese momento se comenz a presentar devaluada,barbarizaday racialmente inferiorizada, cuestin que vena ocurriendo desde el perodocolonial3.

    La hiptesis para este trabajo es que tanto la subordinacin de los pueblos indgenas comola desvalorizacin de su imagen, en algunos casos presentes hasta nuestros das, son partesustantiva de la construccin hegemnica del Estado-nacin en Chile durante el siglo XIX,por cuanto este proceso se bas en la bsqueda del orden y la homogeneidad de lapoblacin, la cultura y la economa dentro de los lmites nacionales lo que implicaba, almenos, la exclusin y subordinacin de los pueblos indgenas o su exterminio fsico en los

    casos ms extremos, cuestiones que tambin ha planteado Pinto (2000) en un trabajoreciente4. Asimismo, la hegemonizacin y racionalizacin de la idea de nacin plante a laselites el problema de legitimidad que fue resuelto al amparo de un programa ideolgico ydiscursivo acerca de lo civilizado y lo brbaro como nicas y polares representaciones de larealidad.

    La premisa de que el origen Estado-nacional chileno es parte de un proyecto hegemnicode las elites, transmitido por diferentes vas y mecanismos al resto de la sociedad requierepara su entendimiento la clarificacin de algunos conceptos e ideas analticas claves. Enprimer lugar, utilizamos las categoras de proyecto y discurso hegemnico porque sontiles para entender el proceso de difusin de una idea de Estado-nacin dentro de unmarco social y no como una cuestin de individuos o sujetos aislados. El concepto de

    hegemona significa, en este caso, la creacin de un complejo proceso social de persuasiny generacin de consenso activo, y an de coercin e imposicin, mediante el cual los

    3A lo largo del perodo colonial se construyeron imgenes que fueron determinantes en las relaciones entrehispano-criollos e indgenas. Sobre este punto vase Casanova (1996).4 Este interesante texto lo conocimos despus de haber escrito este artculo, esperamos poder incluir unadiscusin ms amplia sobre l en un prximo escrito.

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    distintos grupos sociales se suman a un proyecto social, cultural y/o poltico aunque estesea contrario a sus intereses5.

    Asimismo, en el presente ensayo analizamos y discutimos el momento histrico en que seprodujo tal proceso (aproximadamente 1850-1920), evaluando el papel cumplido por lasintelligentsias, principalmente por los historiadores de las elites del pas, transmisores de

    una idea de nacin asociada a la construccin de imgenes y representaciones etnocntricassobre los pueblos indgenas6. Nos interesa el papel de los historiadores por la influencia desus ideas y discursos, analizado desde el punto de vista de su sustento ideolgicoevolucionista y positivista, doctrinas ampliamente difundidas en Amrica Latina y de lascuales derivaron concepciones racistas sobre los pueblos indgenas y las gentesincivilizadas en general.

    Los crticos del anlisis sobre el papel de las intelligentsiasen la construccin de la nacinsealan que quienes abordan la temtica desde esta perspectiva cometen el errormetodolgico de privilegiar en anlisis de la superestructura por sobre la estructura,esto es la cultura y las ideologas por sobre la economa. A nuestro parecer tal discusin o

    falsa dicotoma est largamente superada, en cambio desde hace un buen tiempo se hahecho necesario abordar ambas cuestiones con igual inters, sobre todo si se tienen encuenta sus interdependencias. Asimismo, pensamos que la discusin abierta ydesprejuiciada de estos temas puede contribuir a una mejor comprensin de las relacionesentre los pueblos indgenas y la sociedad chilena, relacin que necesita deldesmantelamiento de mitos y mentiras verdaderas. Develar estas cuestiones implicaponer en tela de juicio el llamado ciclo del Estado-nacional y hacer frente a la discusinde otras opciones como la nacin multinacional o pluricultural7. Tambin deseo contribuir adar respuesta a otras cuestiones actuales: la pregunta sobre el papel del estado con relacina los pueblos indgenas; y, la compleja relacin entre el conocimiento como una forma depoder, la sociedad indgena y los intelectuales no indgenas8, stos ltimos concebidos

    como mediadores, filtradores, difusores, creadores e inventores de tradiciones yverdades histricas.

    5Sobre el concepto de hegemona ver Daz-Salazar (1991). Tambin Mumby y Clair (2000), quienes sealanque el poder no suele ejercerse en forma coactiva, sino de una manera sutil y rutinaria. El usos ms eficaz delpoder es cuando quienes lo tienen logran hacer que quienes no lo tienen interpreten el mundo desde su puntode vista, es decir, de quienes tienen el poder (Mumby y Clair, 2000: 267).6Mumby y Clair sealan que existe una relacin de tres vas entre el discurso, la ideologa y el poder. Dichoen forma simple, el discurso reproduce, crea y desafa las relaciones de poder existentes; la ideologa es elfactor que media en esta relacin, proporcionando un marco de interpretacin mediante el cual las prcticasdiscursivas reciben significado (Mumby & Clair, 2000: 267).7

    Una interesante discusin sobre la construccin histrica y la crisis actual del Estado-nacin en el trabajo deStanley Tambiah (1996). El autor seala que el estado-nacin es un producto de los nacionalismos europeosdel siglo XIX, cuyo modelo fue exportado al resto del mundo, con especial rapidez despus de la segundaguerra mundial, en el caso los pases post-coloniales de Asia y frica. Sin duda este modelo no sirve para elcaso de los Estados-nacin de Amrica Latina, surgidos previa y simultneamente a los de Europa.8En un ensayo denominado Intelectuales indgenas y universidad en Chile: conocimiento diferencia y poderentre los mapuche, de pronta publicacin como parte del libroIntelectuales y educacin superior en Chile:De la Independencia a la democracia transicional en Chile, he abordado el papel de los intelectualesmapuche tanto dentro de la sociedad indgena como con relacin al estado y las instituciones educativas.

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    El Estado-nacin a debate: Hegemona, construccin y legitimidad

    Al buscar en las definiciones actuales estado y nacin parecen ser dos conceptos idnticos,complementarios e interdependientes, convertidos en conceptos gemelos sin querealmente lo hayan sido de nacimiento. La idea de Estado-nacin al integrar, o intercambiarcomo seala Connor (1998), los ha hecho interdependientes como si no pudieran existir el

    uno sin el otro, lo que parece cuestionable si se remite a ambos conceptos por separado y seindaga en sus usos a travs de la historia. Algunos autores como Hobsbawm (1997), yStavenhagen (2000 & 2001), sealan con distintos nfasis- que la idea de Estado-nacin esparte de un proceso reciente y propio de la modernidad, generado por la necesidad que hatenido el capitalismo de homogenizar y controlar poblaciones dentro de determinadoslmites territoriales9. Distintas definiciones indican, en cambio, que la nocin de Estado estms ligada a la idea de una estructura o aparato burocrtico y administrativo destinado anormar las relaciones entre individuos y grupos sociales distintos; que tiene el monopoliode la fuerza y que, posteriormente, se ir ligando a funciones distributivas as como a lamoderna nocin de soberana popular y nacional (Vase Krader, 1972).

    En todo caso, ms all de esta definicin formalista, hoy en da existe un amplio abanico deformas de definir el estado que permiten deconstruirlo como sujeto histrico inmanente.Una de estas definiciones seala que el estado es el resultado de una revolucin cultural,un repertorio de actividades e instituciones identificadas con la idea estado como formasculturales centrales para el surgimiento de la civilizacin burguesa, el estado por tanto esun producto de la modernidad y el capitalismo (Corrigan y Sayer, 1985: 3). En esta mismalnea Timothy Mitchell seala que el estado es una construccin ideolgica y cultural, unarepresentacin que se reproduce en formas visibles y discernibles (Mitchell, 1999: 81).

    La nacin, por el contrario, desprovista de su sentido estrictamente territorial yestatizante, es una entidad sociolgica (Stavenhagen, 2001), histrica y cultural que

    antiguamente debi asemejarse ms al concepto de etnia (Vase Connor, 1998; Kymlicka,1996). Es el mismo caso de palabras como patria y pueblo, las que hasta los siglos XVIII yXIX estaban ms asociadas al espacio local o a caractersticas socioculturales y territorialesregionales. Desde otro punto el concepto moderno de nacin es un producto de laIlustracin y la Revolucin Francesa que conecta, contradictoriamente, la particularidadcon los requerimientos de universalidad de los estados modernos. La discusin sobre laformacin de los estados modernos y la nacin est profundamente vinculada a la tensinentre particularismo y universalismo. Para algunos autores el estado encarna los anhelos deuniversalidad de la Ilustracin mientras que la nacin o las naciones, reflejan los elementosparticulares (Laclau, 1996). Bajo preceptos similares Samir Amin seala que la nacinpodra ser reconocida como una ideologa de la ciudadana (Amin, 1997: 9).

    9 Al respecto Stavenhagen (2001) seala que el Estado-nacin es hoy la encarnacin del principio denacionalidad, que no es sino la idea romntica de que cada nacionalidad debe tener su propio Estado, y de quecada Estado debe incorporar slo una nacionalidad (2001: 21). En otro prrafo agrega que ...la mayora delos estados modernos estn construidos segn el concepto del Estado-nacin: es decir, segn un concepto quepostula una equivalencia entre el Estado y la nacin, cuando el primero es ante todo un concepto poltico y elsegundo esencialmente sociolgico. Se trata del modelo del estado-nacin desarrollado en Europa durante lossiglos XVIII y XIX, que luego se extendi al resto del mundo (Stavenhagen, 2001: 43).

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    Un buen ejemplo de las mutaciones del concepto de nacin a travs del tiempo y susimplicancias para la formacin de los estados, se puede encontrar en el hecho de queantiguamente, hasta el siglo XIX, la idea de nacin se usaba sin condicionarla a laexistencia de un estado a tal punto que cronistas y viajeros al hablar de los diversos gruposindgenas que observaban o estudiaban en las colonias les asignaban el nombre de

    naciones o nacionalidades. Esto indica que el concepto de nacin utilizado entonces noinclua necesariamente cuestiones de estado ni menos de organizacin socio-polticasobre todo porque los observadores con frecuencia negaron la existencia de estasestructuras y formas de organizacin entre los indgenas. De este modo usado en el sentidode los antiguos cronistas y viajeros, los conceptos de nacin y nacionalidad estaban msrelacionados con la lengua y la cultura, por ello es que se conservaron como elementosprimordiales y primordialistas de las concepciones y definiciones actuales de nacin.Sobre esta cuestin, Eric Hobsbawm (1997), realiza un cuidadoso anlisis de la evolucinde stos trminos en diccionarios de la lengua y enciclopedias desde mediados del sigloXVIII a principios del XX. Los cambios en las definiciones muestran una identificacinprogresiva entre el estado y la nacin articulados como conceptos interdependientes o comouna sola entidad, por ello es que el autor califica al fenmeno de la nacin y elnacionalismo como una novedad o como algo propiamente moderno.

    Por qu la necesidad de fusionar estado y nacin? La idea de Estado-nacin comienza aconfigurarse desde el momento en que la unificacin territorial, el fortalecimiento delEstado y la centralizacin (econmica, poltica y cultural) de los modernos sistemaspolticos del siglo XIX buscan identificar el estado con la nacin como una sola entidad,formula que condensa la idea de un slo estado, una patria, una cultura, una nacin y unsolo grupo tnico. Su xito podra alcanzarse a travs del diseo de una estrategiacentralizadora y homogeneizadora, cuya lgica deba buscar terminar con los poderespolticos locales y los mercados regionales as como con las diferencias culturalesconcebidas como obstculos que haba que sortear o eliminar para alcanzar la meta (Mentz,

    2000).

    Desde otra ptica, aunque no muy alejada de este anlisis, la idea de Estado-nacin seratambin parte de un proceso de dominacin. El proceso de integracin del Estado-nacionalse producira por la dominacin de una etnia mayoritaria hacia otra u otras minoritarias(Smith, 1981, 1997). En este caso la centralizacin respondera ms bien a criterios racialesy culturales que otorgan supuestos derechos de superioridad de un sector de la sociedadsobre otro concebido como inferior.

    Lo claro es que en el caso de Amrica Latina, desde las primeras dcadas del siglo XIX, lamayora de las antiguas colonias hispanas se dieron a la tarea de construir un Estado-nacinque consider slo a una parte de los pueblos y naciones existentes en su seno. Bajo elinflujo liberal en varios pases se intent el reconocimiento de los indgenas comociudadanos, pero ello ms que una ventaja para los indgenas implicaba su anulacin o

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    negacin como tales10. De esta manera, los proyectos liberales de construccin de nacinprescindieron de los pueblos indgenas y en la mayora se cre la idea de que la nuevanacin era racialmente homognea, por lo general blanca o mestiza11. Este proceso fuems dramtico en aquellos pases donde la mayor parte de la poblacin perteneca a uno oms pueblos indgenas (v.g. Bolivia, Per, Guatemala y Mxico) pero donde las elites

    (blancas) impusieron o actualizaron esquemas polticos excluyentes de las grandesmayoras y donde a los indgenas o afrodescendientes slo se les dej permiti acceder auna integracin simblica a la nacin (Bello & Rangel, 2000).

    En la mayora de los casos la construccin nacional fue un proceso que, si bien emergidesde grupos minoritarios, luego fue difundido de manera coercitiva con ayuda demecanismos como la educacin, la literatura y los smbolos patrios. En ocasiones talesestrategias tuvieron la adhesin de grupos sociales tnica o racialmente distintos que,abandonando posibles proyectos propios, asumieron una identificacin con los de una eliteo grupo minoritario. Para entender este proceso es muy til la idea sociolgica decomunidad imaginada en la que pese a las diferencias de clase, etnia, religin y culturaexistentes dentro de un colectivo es posible la cristalizacin de una identidad comn entre

    personas que nuca se conocern entre s (Anderson, 1993)12. En estos casos, son claras lasinfluencias de los medios de comunicacin como la prensa escrita, o bien de literaturanacional, la msica y especialmente la educacin, sobre todo cuando pueden ser difundidasa travs de un Estado centralizado y burocratizado (Ver Gellner, 1983).

    Los sentimientos nacionales son diseminados tambin a travs de las grandes y pequeasguerras nacionales que han incentivado y promovido, an despus de ms de un siglo,hondos sentimientos nacionalitarios y xenfobos. En el caso de Chile, Gngora (1994),confiere a las guerras una gran importancia como formadoras de la nacionalidaddestacando, en un segundo lugar, el papel de los smbolos patrios. Del mismo modo, elmexicano Florescano (2001), subraya la vigorosa expresin que adquiri en el proceso

    nacionalista estatal del siglo XIX la creacin de smbolos y ritos: La idea de nacin enMxico- se identific con las fechas fundadoras de la repblica, con los hroes quedefendieron la patria, con la bandera, el escudo y el himno nacionales y con los ritualesprogramados en el calendario cvico. Este programa de persuasin se extendi a todo elpas por medio del sistema educativo y los rituales cvicos (Florescano, 2001: 439). En

    10 En el caso de Chile, Bernardo O`Higgins, el padre de la patria, intent promover la igualdad de losindgenas mediante la promulgacin en 1819 de un Bando Supremo en que declaraba que en lo sucesivo losindgenas deben ser llamados ciudadanos chilenosy libres como todos los dems habitantes del Estado, conquienes tendrn igual voz y representacin, concurriendo por s mismos en la celebracin de todo contrato, ala defensa de sus causas.... (La cursiva es ma, citado por Aylwin & Castillo, 1990). Intentos similaresocurrieron en Mxico, Argentina y Venezuela.

    11En varios pases, especialmente en Mxico, el discurso sobre el mestizaje fue utilizado como una forma deresolver el problema que plateaba a los grupos de poder no indgenas- la existencia de una poblacinmayoritariamente indgena, en Mxico Jos Vasconcelos elabor la idea de la raza csmica, en Chile surgila idea de la raza chilena confluencia de distintas sangres.12Un cuestionamiento al planteamiento de Anderson se encuentra en el artculo de Chatterjee (1993) en el quese pregunta si el nacionalismo en el resto del mundo (fuera de Latinoamrica y Europa) ha sido escogido deciertas modulares formas, como aquellas creadas en el viejo y el nuevo continente qu es loimaginado? (Chatterjee, 1993: 5).

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    tanto Knig (1984), seala que la bsqueda de legitimidad poltica al problema de lanacionalidad y la identidad en Amrica Latina, se va a resolver mediante el desarrollo demedios y organizaciones para la socializacin y la cultura poltica como escuelas, ritos ysmbolos, as como los esfuerzos de garantizar la observacin de las leyes y de losreglamentos y el cumplimiento con responsabilidad gubernamental (Knig, 1984: 389-

    390). De esta manera, habra que decir que las formas en que se socializan, difunden ylegitiman los discursos e ideas hegemnicas sobre la nacin, son decisivas para su xitofuturo, sobre todo para entender l por qu de las adhesiones y lealtades en sectores ajenoso contrarios a los poderes que las imponen.

    La idea de Estado-nacional, la identificacin entre estado y nacin dentro de un procesohistrico es, por tanto, una construccin social y una necesidad poltica del Estadomoderno, del mercado y de determinados grupos sociales dentro de un esquema deautoridad y bajo un proyecto cultural hegemnico13. El problema es que hoy, un grannmero de Estados-nacionales, sino la totalidad, poseen en su seno una diversidad denaciones, pueblos, grupos tnicos o minoras nacionales que contradicen su supuestahomogeneidad. En la prctica se trata de estados pluritnicos, multitnicos o

    multinacionales y no de Estados-nacionales, como lo han sealado profusamente algunosautores contemporneos (Smith, 1981; Kymlicka, 1996; Connor, 1998; Stavenhagen, 2000& 2001, entre otros).

    De esta manera, una de las principales dificultades que presenta el fenmeno del Estado-nacional es la exclusin de grupos tnicos o de minoras nacionales por parte de lasmayoras nacionales quienes como grupo cultural y socialmente hegemnico y bajo unacompleja idea de lealtad a la nacin (al estado?) han obligado a que stas abandonen susparticularidades culturales, sus territorios, usos y costumbres, ya sea por mtodos violentoso bien por la va de mecanismos de aculturacin y asimilacin cultural. Para los pueblosque han sufrido este tipo de construccin nacional los efectos derivados de l han sido

    profundamente perjudiciales. Pese a ello, los grupos hegemnicos y dominantes hanbuscado la legitimacin de la exclusin y la dominacin permanente como una de lascondiciones del proceso de unidad nacional.

    Por otra parte, la difusin del sentimiento nacional y la realizacin efectivade un Estado-nacional slo pudo ver la luz cuando los pases de Amrica Latina consolidaron un aparatoburocrtico y un sistema de instruccin pblica, entre otros medios de difusin einculcacin efectiva de la idea de nacin. Esto slo ocurri hasta bien entrado el siglo XX yen algunos pases hasta hace unas pocas dcadas atrs. Por lo dems, cada pas y cadagrupo social constructor o productor de naciones ha echado mano, segn las distintaspocas, de diferentes argumentos para legitimar la construccin del Estado-nacional y lo harepresentado, tarde o temprano, como un proceso supuestamente colectivo, compartido,democrtico y exitoso, cuando en realidad no siempre ha sido as.

    La suerte experimentada por los pueblos indgenas de Amrica del Sur, particularmente losmapuche en Chile y Argentina, prueba esto. A travs de la dialctica civilizacin/barbarie

    13 Tambin se ha dado el caso contrario en que el estado ha sido el punto culminante de muchascristalizaciones nacionalistas, donde la nacin o idea de nacin prefigur al Estado (Gellner, 1988), este es elcaso de varios de pases europeos durante el siglo XIX.

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    se sustenta una pluralidad de discursos (cientficos, polticos, militares, econmicos) que entrminos de acciones abre paso a pioneras limpiezas tnicas, campaas de exterminiodenominadas con eufemismos como pacificacin o conquista. Es una dialctica que dalegitimidad a las decisiones de los sectores polticos y militares y a las argumentaciones delos cientficos, quienes entienden el conflicto entre barbarie y civilizacin como parte

    sustantiva del proceso de construccin del Estado-nacional. En el mbito econmico, laoposicin civilizacin y barbarie apoya y da sentido a la expansin econmica y labsqueda de nuevas fronteras agrcolas, a costa de los territorios indgenas como productode intereses estatales oligrquicos. En fin, no se puede hablar de un solo factor, sino de unconjunto integrado y complejo de factores, de ah que sea necesario mostrar algunos de losque sirvieron como teln de fondo al proceso chileno14.

    Condiciones generales para la gnesis del Estado-nacional chileno en la segundamitad del siglo XIX

    Desde la segunda mitad del siglo XIX se evidenci la reafirmacin o consolidacin de unaidea de sociedad y nacin15, como entidad aparte del Estado aunque promovida e

    incentivada por ste, lo que ocurre en los momentos en que el pas accede a un nuevoestatuto econmico y territorialpostGuerra del Pacfico. Es un perodo de fortalecimientodel Estado y las elites vinculadas al poder poltico y de ascenso de la clase obrera y lossectores medios en proceso de instalacin en el espacio pblico cuyo origen se encuentraen la fractura del orden colonial a principios del siglo XIX.

    El rompimiento del orden colonial haba dado paso a la bsqueda de un nuevo orden quefuese capaz de contener la diversidad cultural y geogrfica, la heterogeneidad social y lacompleja trama de formas y circuitos econmicos existentes en el seno de la sociedadcolonial, esta bsqueda cuaj en un proyecto de modernizacin ligado estrechamente a laconstruccin de un Estado-nacional.

    En Chile como en otros pases de Amrica Latina a principios del siglo XIX, el proceso deIndependencia no asegur la inmediata constitucin o formacin del Estado-nacional, por elcontrario las nuevas repblicas debieron esperar varias dcadas para que este sueo secristalizara pues, entretanto, debieron cumplirse una serie de precondiciones, tales comoel diseo y funcionamiento de un estado fuerte que organizara esta cristalizacin; y, la

    14En todo caso el proceso de racionalizacin de una idea de barbarie como justificacin del proceso deexpansin territorial tiene una gnesis y una maduracin a travs del tiempo, as lo ha demostrado NavarroFloria (1997) en el caso de Argentina y Chile.15Mario Gngora plantea que la idea de Estado est presente mucho antes que la de Nacin, y tendra suorigen en la condicin de Chile como Pas de Guerra: La nacionalidad chilena ha sido formada por un

    Estado que ha antecedido a ella, y agrega: A partir de las guerras de la Independencia, y luego de lassucesivas guerras victoriosas del siglo XIX, se ha ido construyendo un sentimiento y una concienciapropiamente nacionales, la chilenidad. Evidentemente, que junto a los acontecimientos blicos, lanacionalidad se ha ido formando por otros medios puestos por el Estado: los smbolos patriticos (banderas,Cancin Nacional, fiestas nacionales, etc.), la unidad administrativa, la educacin de la juventud, todas lasinstituciones. Pero son las guerras defensivas u ofensivas las que a mi juicio han constituido el motorprincipal. Chile ha sido pues, primero un Estado que sucede, por unos acontecimiento azarosos, a la unidadadministrativa espaola, y ha provocado, a lo largo del siglo XIX, el salto cualitativo del regionalismo a laconciencia nacional. (Gngora, 1994: 37, 38-39).

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    formacin/ articulacin de consensos activos dentro de las elites polticas, econmicas yculturales que proyectaran un anhelo especfico e interesado de nacin que lograse superarla heterogeneidad de sociedades compuestas por grupos indgenas, criollos, mestizos yafrodescendientes. De este modo, se requiri de la consolidacin de una base econmica ycultural mnima, con grados relativamente altos de centralizacin y unificacin.

    Al igual que en la lucha independentista, la construccin del estado y la difusin de unaconciencia nacional, como varios de los proyectos hegemnicos de ese perodo, sedesarroll en el seno de las elites del pas y se difundi a travs de diversos mecanismos alo largo de los siglos XIX y XX. La gnesis de este proceso, que en su borde ms lejanoalgunos sitan a fines del siglo XVIII (Krebs, 1984), comenz con claridad en las dcadasposteriores a la lucha de emancipacin, particularmente a partir de la segunda mitad delsiglo XIX, y se extendi, al amparo del liberalismo, hasta las primeras dcadas del sigloXX16.

    Una explicacin posible a esta bsqueda permanente por el orden, la unificacin y lahomogenizacin principios bsicos del proyecto nacional- es, como sealan Salazar et al.

    (1999), la prdida de la matriz poltica del pas al romper ste con el proyecto colonial einiciar el proceso de Independencia. Hasta entonces, Chile era un pas integrado por lasleyes coloniales, no as por sus identidades, de manera que al romperse el proyecto colonialse inicia un proceso de desregulacin que desata crecientes y poderosas fuerzasdiferenciadoras (Salazar, et al., 1999: 131). En una lnea similar Jocelyn-Holt (1997),seala que durante este perodo se formaliza una idea sobre la nacin y junto a ella unaexpresin cultural propia, el nacionalismo, que alcanza una notable expresividad en el finde siglo, donde adquiere una gran capacidad para enmascarar los crecientes niveles dediferenciacin (Jocelyn-Holt, 1997: 45). De esta manera, la homogeneidad, la posibilidadde borrar las diferencias ser una de las virtudes de la naciente idea de Estado-nacin enChile.

    Una opinin similar sostiene Sol Serrano (2000), quien plantea que el orden liberal, tantoen Amrica como en Chile, se identifica plenamente con la construccin del Estado-nacional, pues ambos arrancan de la ruptura del orden colonial (Serrano, 2000: 121). Laautora seala asimismo que el perodo de los gobiernos liberales (1861-1891) abre laspuertas a la sociedad civil como espacio de disputa del poder poltico y de definicinentre lo pblico y lo privado. Este cambio sustancial en la sociedad y poltica chilena habraestado acompaado de una progresiva aunque negociada y lenta- secularizacin de lasociedad lo que se expresara en la promulgacin de leyes laicas, en el aumento de laslibertades pblicas, en la expansin electoral y en la libertad de enseanza. En todo caso, lamisma autora reconoce que tales avances eran limitados y respondan ms bien a interesesparticulares de las elites polticas.

    16 No se puede desconocer que las reformas borbnicas de fines del siglo XVIII, primero, y la lucha deemancipacin, despus, incentivaron fuertes sentimientos nacionales y el amor a la patria entre las elitescriollas, sin embargo este fue un proceso incompleto que slo pudo ser, reafirmado y legitimado hacia elconjunto de la ciudadana desde mediados del siglos XIX en adelante, en el marco de una economa y unestado fuerte.

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    En el proceso de construccin de la nacin, la elite gobernante se sirvi de un conjunto dedispositivos y componentes que alimentaron su proyecto poltico de nacin, el que emergicomo necesidad moderna de controlar y ordenar las fuerzas disruptivas que amenazabancon desgarrar y dividir a la nueva repblica. En trminos econmicos se trataba deamalgamar los mercados locales y regionales a un mercado nacional para luego orientarlo

    al mbito externo.En el plano cultural, el proyecto supona la construccin hegemnica de una culturanacional compartida y homognea. An aos despus, celebraciones como el cambio desiglo y el centenario de la Independencia Nacional, por ejemplo, servirn para escenificar yconectar la idea de nacin con un sentido colectivo de patriotismo o de amor a la patria ala vez que con una idea de modernidad y progreso, elementos supuestamente compartidospor todos17.

    En trminos poltico-sociales, el diseo de este proyecto deba cumplir con la funcin decontener las disensiones y fuerzas centrfugas que comenzaban a emerger entre los grupossubalternos que no compartan o bien desconocan el proyecto que la elite deseaba difundir

    o imponer desde arriba (Vase Pinto, 2000). Por tanto, el diseo del proyecto debacontemplar o ser en s mismo un gran mecanismo de control de las elites sobre las zonasautnomas y perifricas o sobre quienes no se sentan identificados con el proyecto denacin.

    En el mbito de las ideas, es un perodo donde por primera vez se (re) presentan los rasgosde la ilustracin y de la modernidad (Ver Ossandn, 1998 y Subercaseaux, 1992), el arribode Chile a los pramos del liberalismo econmico y poltico y al plano de las ideas y lacultura liberal. De la misma manera, la emergencia del positivismo en la dcada de 1870instal en el pas un conjunto de ideas polticas y culturales de profunda repercusinpoltica y social (Vicua, 1997).

    Para algunos autores, el perodo tiene rasgos de escenario histrico con lmites propios, unametfora -segn Bernardo Subercaseaux (1992)- sobre la que opera un modo de ser, unamentalidad y un pensamiento. Una matriz de discurso y accin que define las relacionesentre los sectores dominantes y subalternos, entre los popular y la cultura propia, entre locivilizado y lo brbaro. Es el espacio temporal donde se definen y disputan los lmites -territoriales y representacionales- del pas como entidad moderna.

    Tambin es un perodo en que por primera vez se percibe la presencia -tenue- de un mbitode sociedad civil (Jocelyn-Holt, 1997: 55-56) y de la constitucin primigenia de unaopinin pblica liberal o burguesa en el sentido de Habermas (1994), lo que se producepese a los frenos de la elite gobernante. Estos dos aspectos son particularmente importantes

    para entender el marco en el cual se mueve la praxis y el discurso de las elites como delresto de los grupos sociales, tanto con relacin al programa nacional como al debatesobre la Araucana y los pueblos indgenas que ocupan gran parte de este perodo. Este es,

    17Este proceso de inculcacin de la nacin y de una idea de modernidad a travs de la celebracin de loscentenarios de la independencia se repiti a lo largo y ancho de Amrica Latina donde junto con laconstruccin de grandes obras y monumentos se resalt la figura de los hroes y la imagen mestiza o blancadel colectivo nacional.

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    por tanto, un contexto propicio para la discusin ideolgica y doctrinaria donde los mediosescritos, por ejemplo (sobre todo la prensa y los libros), adquieren al menos dentro de ciertombito, relevancia poltico-social para comunicar el mensaje de la nacin. As se puedeentender la recepcin de las narraciones de la nacin contenidas en obras como laHistoria Jeneral de Chilede Barros Arana o las polmicas de prensa sobre el futuro de la

    Araucana y los mapuche incentivadas por historiadores-polticos o historiadores-naturalistas a travs de peridicos, diarios y revistas del perodo 1850-1880.

    Por otra parte, el crecimiento econmico del perodo, sobre todo el registrado entre 1870 y1890, estuvo estrechamente ligado a la expansin territorial del pas. Por el norte, laincorporacin de las salitreras provincias de Tarapac y Antofagasta obtenidas en latriunfante Guerra del Pacfico. Por el sur, la incorporacin de la Araucana, arrebatada a losmapuche en una de las pequeas guerras formadoras de la nacionalidad (Gngora, 1994).

    Una serie de otros conflictos blicos anteriores, como la Guerra contra la ConfederacinPer-boliviana en 1837 y el bombardeo a Valparaso por embarcaciones espaolas en 1866,ayudaron a darle un nuevo cariz a los sentimientos nacionalistas populares que las elites

    manipularon en favor de una conciencia unitaria y compartida. En todo caso, la Guerra delPacfico fue claramente un punto de inicio fundamental en la creacin de una idea masivade patria y nacin en los sectores populares, lo que se dej ver en sentimientos xenfoboscontra peruanos y bolivianos durante y despus de la guerra18.

    A la incorporacin de las provincias del norte y la Araucana (1881-1883) se sum tambinla anexin oficial de la Isla de Pascua en 1888 y el establecimiento de una poltica deexploracin y poblacin de las zonas ms australes. As, el expansionismo chileno delsiglo XIX represent un drstico cambio tanto en el mapa geogrfico y administrativo delpas, que hubo que rehacer casi por completo despus de 1890, como en el mapa mental delas elites y de los grupos sociales emergentes19.

    La expansin y anexin de territorios, fuente de nuevas riquezas y simiente de la futurasoberana nacional, se hicieron sobre la base de las tierras ancestrales -que an restaban-de los pueblos indgenas. Mapuche, Aymars, Rapa-Nui, Kawashkar, Selknam y Ymanas,fueron sometidos por el ejrcito o exterminados en procesos genocidas y etnocidas deincalculables dimensiones20. La mayor o menor relevancia del elemento indgena, enestos procesos puede ser evaluada a la luz del trato o visibilizacin que les dio la sociedadcivilizada en expansin. Los aymaras, por ejemplo, no aparecieron en la historianacional sino hasta mediados del siglo XX, antes fueron o peruanos o bolivianos para luego

    18En todo caso existen indicios de que antes de la Guerra del Pacfico exista entre los trabajadores del salitrenacidos en Chile una conciencia de nacionalidad chilena dentro de un contexto de mulitinacionalidad como

    las salitreras preguerra (vase Osorio, 2000).19El mapa cambi tambin con la prdida de la Patagonia Austral, que qued incorporada a Argentina porel tratado de 1881 (los lmites fueron ratificados mediante la aplicacin del Laudo Arbitral de 1902). Por otrolado, la situacin de lmites con Per y Bolivia no fue resuelta sino hasta los primeros aos del siglo XX,especialmente en lo referente a las ciudades de Arica y Tacna (mediante el tratado de 1929).20 El caso ms dramtico es el de los Selknam u Onas de tierra de fuego, que fueron prcticamenteexterminado en el transcurso de 25 aos. Entre 1880 y 1905, la poblacin aborigen de Tierra del Fuego seredujo de 4.000 o 3.500 individuos a unos 500, la mayor parte muertos a causa de enfermedades, hambre yguerras nter tribales originadas por la ocupacin colonial (Chapman, 1986).

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    ser chilenizados, es decir integrados al Estado-nacin previa tachadura de su identidadtnica, con esto las sospechas sobre su peruanidad o bolivianidad quedaronsuspendidas hasta nuevo aviso nacionalista.

    La incorporacin de los territorios salitreros obtenidos en la Guerra del Pacfico (1881),ayudaron a mejorar la economa del pas elevando el volumen de impuestos con que pudo

    contar el estado para incrementar su poder frente a determinados grupos sociales, lo quetuvo como uno de sus resultados la aceleracin del proceso de separacin de funciones delos poderes polticos, econmicos y sociales del pas. A su vez, los cambios en la estructuraproductiva del pas incentivaron la migracin campo/ciudad cuyo nuevo contingente pas aformar parte de la fuerza de trabajo en los incipientes procesos industriales de Valparaso ySantiago. Asimismo, numerosos contingentes campesinos descolgados o expulsados dehaciendas y fundos de la zona central y de reas de pequea propiedad, salieron a loscaminos en bsqueda de una mejor vida, atrados por las tierras desocupadas de laAraucana, hacia las faenas salitreras del norte o bien a conformar la poblacin pobre de lasciudades en ciclo expansivo como Santiago y Valparaso (Salazar, 1987). A finales delperodo se aprecia la formacin progresiva de un gran mercado interno, que dar curso a la

    constitucin de una incipiente industria nacional que luego de la crisis del ao 1930 tomarcuerpo a travs de una poltica de fomento industrial del Estado.

    El desarrollo econmico de Chile durante el perodo influye directamente en lascondiciones de vida de los trabajadores e impulsa un activo proceso de autoeducacinpermitiendo el florecimiento de Mutuales, Mancomunales y Sindicatos. Desde el punto devista social y poltico es un perodo de emergencia de nuevos grupos y de acumulacin defuerzas polticas, un escenario inaugurado bajo una incipiente lucha de clases, la disputapublica por el poder entre grupos sociales antagnicos, rotulada entonces bajo eleufemismo de la cuestin social. En todo caso, las respuestas frente a las interferenciasobreras al proyecto nacional de las elites, llevado con relativa placidez hasta antes de

    1891, sern de sangrienta y brutal represin por parte de la autoridad contraria a lasasonadas, huelgas y motines de trabajadores, peones y sectores populares en general (VaseGrez, 1999 & 2000).

    De estas manera, la gnesis del Estado-nacional no se da en el vaco sino en un marcoeconmico, poltico y cultural especfico, donde los indgenas y sus territorios estuvieronpermanentemente presentes y donde comenzaban a emerger distintos grados de concienciascolectivas que alimentaban primigenios formatos de sociedad civil y de una proto-ciudadana autnoma y algo rebelde a los deseos de las elites. En los siguientes prrafosmostramos cmo es que dentro de este contexto los intelectuales decimonnicos de laselites vehiculizanuna idea de nacin y los argumentos que utilizan para ello.

    Ideologa, intelligentsiay construccin del Estado-nacional en Chile

    Vario autores han subrayado la importancia de los intelectuales o de las llamadasintelligentsias en la construccin de los Estados-nacionales as como en el desarrollo ydifusin de los sentimientos nacionales (Gellner, 1988; Smith, 1981; Connor, 1998;Anderson, 1993). En esta misma lnea, otros autores han destacado la importancia, dentrode la intelligentsia de escritores, novelistas, periodistas, cronistas locales e historiadoreslatinoamericanos del siglo XIX cuyo papel ha sido central en los procesos de construccin

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    de la identidad nacional, sealndolo como grupo que ha movilizado los sentimientosnacionales de las elites gobernantes (Cappelletti, 1992; Florescano, 2001 entre variosotros).

    Con la categora intelligentsia, se hace referencia a personas o grupos de personas quemanejan y articulan conocimientos, condensan ideas, sentimientos y anhelos colectivos

    puestos a disposicin de las luchas polticas nacionalistas de determinados grupos omovimientos o de los proyectos nacionales articulados y/o impuestos desde el estado. Elcaso de los historiadores es particularmente importante21, porque con ellos el sentimientonacionalista adquiere un marcado carcter historicista(Smith, 1981) lo que no es del todoobvio como pudiera parecer dado que el historicismo es una corriente dentro de las cienciassociales. Por historicismo entendemos, siguiendo a Smith, la predileccin por interpretarlos fenmenos sociales e individuales como el producto de una secuencia de eventos que, asu vez, develan la identidad y leyes de estos fenmenos. En el siglo XIX, la explicacinhistrica de los fundamentos de la nacin, de la unidad nacional y del patriotismo, tieneuna fuente fundamental en las historiografas locales y nacionales que cumplen la funcinde articular y condensar los relatos o narracin nacionales la historia nacional- y la

    invencin de la tradicin, es decir la bsqueda de la necesaria profundidad histrica parala idea de nacin. Los relatos y narraciones histricos articulan y llenan de contenido labsqueda de dicha densidad temporal y dan la legitimidad poltica necesaria a la idea denacin e identidad nacional. El pasado es por tanto, ya sea por continuidad o por ruptura,una base fundamental en la explicacin del fenmeno de la nacin frente a su incomodajuventud como sealara Eric Hobsbawm (1993).

    La historia y la historiografa, como seala Guy Rozat (2001) son, junto con institucionescomo la escuela y medios como la prensa, formas expeditas para comunicar los anhelossobre la nacin como una comunidad de ideas compartidas o como estrategia deinculcacin de un pasado comn. Es un modo de otorgar estatuto de ciudadanos a quienes

    hasta entonces eran tan slo individuos o colectivos sin comunidad. De ah laimportancia de los historiadores en el siglo XIX, quienes como hombres pblicos, y atravs de sus vnculos con el Estado y los grupos de poder, articularon intereses eimaginarios de importancia nacional convirtindose en actores relevantes de los procesosde cristalizacin nacional.

    Entre las preocupaciones centrales de los historiadores de la nacin, se encuentran el papeldel pasado hispnico-colonial como contraste o continuidad de las nuevas repblicas (segnla realidad de los distintos pases), el papel de los padres de la patria, el lugar de losindgenas, el origen (racial, tnico) de los habitantes del pas, las caractersticas geogrficasdel territorio, los nuevos descubrimientos geogrficos, el clima, entre otros temas.

    21 Califico como historiadores a aquellos miembros de la intelligentsia que asumieron como dedicacinimportante, aunque no exclusiva, la labor de historiar los diversos eventos del pasado y de su presente o quepor medio de la argumentacin histrica participaron de la vida poltica, social y cultural de Chile en el sigloXIX. Entre los ms destacados se encuentran: Claudio Gay, Andrs Bello, Ignacio Domeyko, DomingoAlemparte, Jos Victorino Lastarria, Benjamn Vicua Mackenna, Domingo Faustino Sarmiento, DiegoBarros Arana, Jos Toribio Medina, entre otros.

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    La labor cumplida por los historiadores y el historicismo con relacin a los pueblosindgenas es de fundamental importancia pues la historiografa o narrativa de laconstruccin nacional cre una doble imagen de los indios como forma de resolver elproblema de su exclusin/incorporacin al proyecto hegemnico. Se trata, por una parte, deuna imagen que resalta la idea de un indgena histrico o historizado y de otra que lo

    representa como a un indio real, de carne y hueso. El indgena histrico es valeroso,indomable y participa con su sangre de la construccin mestiza de la nacin, en cambio elindio reales un error, un brbaro y un peligro para el mundo civilizado. A partir de esteimaginario las narraciones histrico-nacionales cumplirn con la funcin de expulsar alos indios reales (de la historia, de la nacin, de la cultura, etc.) para hacer ingresar a otromitificado y distante en el tiempo (Rozat, 2001), un indgena nebuloso e irreal que no poneen peligro la idea de nacin homognea y unitaria.

    Un ejemplo de las mutaciones indgenas fraguadas por los historiadores se encuentra en unaalocucin poltica, fundamentada de manera histrica, que el historiador y polticochileno Benjamn Vicua Mackenna hace ante la Cmara de Diputados en 1868, alocucinhecha a propsito de la necesidad de invadir militarmente el territorio mapuche. En ella

    utiliza una argumentacin basada en los conocimientos histricos vigentes y en elimaginario colectivo acerca de los indgenas que la sociedad chilena de entonces tena porcorrecto:

    Que el indio (no el de Ercilla22, sino el que ha venido a degollar a nuestroslabradores del Malleco y a mutilar con horrible infamia a nuestros nobles soldados)no es sino un bruto indomable, enemigo de la civilizacin porque slo adora todoslos vicios en que vive sumergido, la ociosidad, la embriaguez, la mentira, la traiciny todo ese conjunto de abominaciones que constituye la vida del salvaje. Se invocala civilizacin en favor del indio y qu le debe nuestro progreso, la civilizacinmisma? Nada, a no ser el contagio de barbarie con que se han inficionado nuestras

    poblaciones fronterizas, por lo que la conquista del indio es esencialmente, como loha sido en Estados Unidos, la conquista de la civilizacin Y por qu podraamparase al indio que vive tendido de barriga aletargado con el vapor de sus chichasy que solo se agita al nombre del pillaje? (Vicua Mackenna, 1868: 7-8. Heactualizado la grafa para una mejor comprensin)23.

    Muchos de los historiadores chilenos y latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XIXapoyados por la ciencia y un conjunto de condiciones polticas, econmicas y socialescrean ver en los indgenas a seres de segunda categora, a peligrosos salvajes o en el mejor

    22Alonso de Ercilla y Ziga, poeta espaol de la conquista, escribi el poema picoLa Araucana dondeensalza la valenta, el valor y el orgullo de los mapuche o Araucanos que combaten la invasin europea.23La Conquista de Arauco, Discurso pronunciado en la Cmara de Diputados en su sesin de 10 de agosto de1868 por Benjamn Vicua Mackenna, Diputado por Valdivia.

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    de los casos a indmitos brbaros24 Qu ideologas guiaron las interpretaciones de loshistoriadores chilenos del siglo XIX? Cuando se aborda este siglo, generalmente se habladel enorme influjo del liberalismo en lo poltico y econmico y de la preponderancia delpositivismo y el evolucionismo como doctrinas profusamente difundidas entre escritores,cientficos e historiadores. Desde la historia, la literatura, la crtica cultural y la sociologa

    se ha resaltado la importante recepcin de estas corrientes de pensamiento entre losintelectuales liberales y la intelligentsiaen Amrica Latina. En Chile, se dej sentir de igualforma ya fuese de manera directa, a travs de la lectura de las fuentes y escritos de autoreseuropeos fundadores o representantes de estas corrientes, o bien a travs de grandesintelectuales locales que influenciaron a las generaciones precedentes (Ossandn, 1998).

    El pensamiento positivista desarrollado por Comte a principios del siglo XIX tuvo unaenorme influencia entre los intelectuales y polticos latinoamericanos aunque no de maneradirecta sino a travs sus seguidores y de las variantes desarrolladas y encarnadas en elevolucionismo de personajes como John Lubbock, Herbert Spencer y Charles Darwin. Ladoctrina comtianadel positivismo desarroll y difundi las ideas de progreso y orden,ambas basadas en una racionalidad laica, cuyo avance significaba la secularizacin de la

    sociedad y un permanente movimiento hacia adelante, dependiente slo de las fuerzashumanas. Comte crea en lo que l llamaba la elevacin gradual de las facultadeshumanas y la idea de que la verdadera libertad slo puede ser construida bajo elpredominio nico de las leyes de la naturaleza. Asimismo, crea que la base social o launidad social necesaria para el logro de esa verdadera libertad se encontraba en la familia yen la pareja elemental quienes representaban el verdadero germen de la sociedad. El autortambin crea que el progreso humano era posible cuando se pona en primera lnea laevolucin intelectual por sobre la orgnica. En esta marcha progresiva el pensador veados polos, las sociedades primitivas eminentemente guerreras o militarizadas y aquellas quehaban accedido al espritu industrial (Vase Comte, 1978). Curiosamente, Comte otorgabauna importancia fundamental a las mujeres pues pensaba que ellas eran la fuente

    domstica de un poder moderador frente al hombre desenvuelto en lo que luego se daraen llamar espacio pblico.

    En una lnea evolucionista, muy conectada con el positivismo, la influencia mayor sobre lospensadores de Latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XIX la tuvo Herbert Spencercuya obra influy en Amrica Latina ms que la de Darwin con su evolucionismo social,de difusin ms tarda en el continente (Wade, 2000)25. Spencer introdujo la nocin de

    24Alicia Barabas seala que El concepto de brbaro puede ser formalmente entendido como un conjunto derepresentaciones que el sujeto observador se forma sobre Otro diferente con mayor independencia de lascaractersticas de lo observado. Como proceso las imgenes sobre el brbaro se construyen entrelazadas conla historia y los contextos. Sus transformaciones de fondo y de forma se relacionan directamente con lasideologas imperantes en diferentes pocas, pero todas tienen en comn un punto de vista etnocntrico; elbrbaro es un Otro percibido como diferente a partir del que observa y relata, sea la percepcin positiva onegativa. El etnocentrismo que el brbaro pone al descubierto resulta ser un componente fundamental para laconstruccin contrastativa de la identidad propia, ya que la circunscribe y define por oposicin (Barabas,2000: 9-10).25Aunque Navarro (1997) seala que en el caso de Argentina su influencia fue decisiva. Lo mismo sealaQuijada (1998) respecto de John Lubbock y su influencia sobre los escritos de Francisco P. Moreno enArgentina.

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    evolucin como elemento central de su argumentacin. A diferencia de Comte, quienrechazaba la concepcin biolgica de la evolucin, Spencer le otorg gran validez dentro desu sistema. En todo caso, al igual que en la dinmica comtiana, aunque resaltando elsentido evolucionista, la trasformacin de la sociedad en Spencer se producira del rgimenmilitar al industrial.

    Mas cerca del lugar de los hechos el argentino Domingo Faustino Sarmiento, dominado porun profundo influjo positivista y evolucionista, desarroll una visin Sudamericana sobrela oposicin civilizacin y barbarie, principalmente en su obra Facundoescrita durante suexilio en Chile (1840-1845). La obra de Sarmiento repercuti profundamente en la primerageneracin de intelectuales de la civilizacin. En Chile y Argentina, la recepcin delFacundo tuvo enorme importancia en la delimitacin del problema indgena y en lademarcacin del rol que le caba al estado como agente de la civilizacin.

    En el Facundo, Sarmiento desarrolla un determinismo geogrfico o ambiental al que leasigna una influencia fundamental en el carcter de las personas y en los procesos deorganizacin poltica y social, al respecto sealaba: Hay que notar [...] un hecho que es

    muy explicativo de los fenmenos sociales de los pueblos. Los accidentes de la naturalezaproducen costumbres y usos peculiares a estos accidentes... (Sarmiento, 1999: 76). Larepresentacin de estos productos sociales de la naturaleza se condensa en las figurassarmientinas del gaucho malo y los indios brbaros de las pampas. Las ideas deSarmiento promueven la frmula de que a territorios brbaros gentes brbaras y viceversa.Un ejemplo de su influencia se encuentra en la idea de que la pampa barbarizaba a losindividuos26, de modo que la civilizacin deba diseminarse tanto entre las personas comosobre la spera geografa. Como lo ha sealado Navarro (1997), el pensamiento deSarmiento fue fundamental en la elaboracin de un imaginario tanto sobre el territorioindgena (las pampas definidas como Desierto) como sobre sus habitantes ancestrales. Laracionalizacin de este imaginario fue medular en la construccin y legitimidad de la

    nacin, al mismo tiempo que ampar y justific el exterminio de los pueblos indgenas quehabitaban dicho territorio hasta el siglo XIX.

    De este modo, los discursos y las ideologas han ayudado a fundamentar y legitimar laconstruccin de la nacin por eso es preciso abordarlos como relatos sobre la negacin delOtro, y la bsqueda de homogeneidad racial-cultural. Si en el canon evolucionista, lobrbaro y lo salvaje definen, por oposicin, aquello que es civilizado, entonces los grandesrelatos nacionales basados en este tipo de argumentaciones son, por medio del proceso decontrastacin entre lo brbaro y lo civilizado, el gran relato de la construccin dealteridades devaluadas, estigmatizadas y deshumanizadas.

    26 Ninguna corriente de pensamiento escapaba a este modelo, Santiago Arcos, intelectual y polticoinfluenciado por el socialismo utpico algunos aos antes pensaba que el desierto (la pampa), barbarizabaa los individuos de ah conclua que la principal causa del fracaso de los soldados ocupados de resguardar yavanzar las fronteras con los indgenas era su barbarizacin pampeana: Si Buenos Aires quiere tenersoldados, los cuerpos de servicios de la frontera tienen que relevarse. El desierto despus de un tiempo dado,barbariza a los que viven en l. Las costumbres de los hombres civilizados, que por desgracia son muysuperficiales entre nosotros, se pierden y la disciplina se afloja, a pesar de los mejores deseos del jefe si pornico espectador tiene la tropa la poca poblacin semi salvaje que le rodea (Arcos, 1860: 18).

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    En Chile, como en otros pases, las doctrinas positivista y evolucionista aparecieron juntocon el desarrollo del liberalismo poltico, as como con el desarrollo de una verdaderaciencia histrica, sobre todo despus de 1870. En forma coetnea, el pas reingresaba a unnuevo ciclo de conflictos con los mapuche en la frontera sur, que en ese momentointervenan activamente en la poltica nacional tomando partido en las revoluciones de 1851

    y 1859

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    , este ciclo dara inicio a la Pacificacin de la Araucana (1862-1883).Dentro del grupo de los intelectuales e historiadores del perodo, los principios doctrinariosdescritos, eran compartidos con escasas diferencias, las que por lo dems se originaban encuestiones generacionales o rencillas polticas, aunque dentro de un marco de altahomogeneidad y consenso (Serrano, 2000). Despus de 1861 los liberales pasaran adominar ampliamente el espacio poltico del pas, aunque con avances y retrocesos, lainfluencia catlica y conservadora fue decreciendo a travs del perodo permitiendo la lentasecularizacin del pas. As, la discusin sobre la cuestin de la Araucana se da, al menosen un primer momento, en un contexto de creciente hegemona liberal y de divisin de lasfuerzas conservadoras. Este hecho es importante pues significa que el debate sobre laAraucana se dio en un contexto de escasos contrapesos polticos e intelectuales para las

    elites y de excesiva racionalizacin doctrinaria, donde quedaba muy poco margen para lasopciones divergentes a la corriente principal lo que permita, a nuestro entender, que lassoluciones al problema indgena y la determinacin del lugar que deban tener estos enla historia nacional fueran sancionadas de manera brutal y con escasas contemplaciones, talcomo lo refleja el discurso de Vicua Mackenna en la Cmara de Diputados28. Lasoluciones cristianas al problema de Arauco estaban agotadas frente a la prdida defuerza de los sectores catlicos y la demostracin de los nulos efectos civilizatorios de lasmisiones religiosas en la Araucana29.

    Quien resume bien estos sentimientos es Wilhelm Frick, ingeniero y explorador al serviciodel gobierno, abocado a la bsqueda de un camino desde Valdivia hacia las pampas

    argentinas a mediados del siglo XIX. Frick vea a los mapuche como un obstculo que era27 La intervencin mapuche en la poltica nacional, especialmente en la revolucin contra el PresidenteMontt de 1851 y en el alzamiento de Bernardino Pradel en 1859, haba exacerbado los nimos de los sectoresms refractarios a tolerar la presencia indgena en la frontera sur. La toma de partido de caciques y lonkos(jefes) mapuche, a favor de liberales y conservadores, motiv un fuerte debate sobre los mapuche por primeravez en muchos aos. La intervencin mapuche en la revolucin de 1859, particularmente, dio excusas alestado chileno para avanzar las tropas militares y adelantar la lnea del Malleco consolidada con larefundacin de la ciudad de Angol en 1862. En 1860 se haba nombrado al Coronel Cornelio SaavedraIntendente de Arauco, su plan de ocupacin sera aplicado con modificaciones en la ocupacin de laAraucana entre 1881 y 1883. Jos Bengoa analiza con detenimiento la participacin mapuche en estoseventos (Bengoa, 1987).28

    Un ejemplo de los consenso de las elites y de su escaso margen de disensin se encuentra en el discursomilitar de entonces, este actuaba como una caja de resonancia armnica y acorde a los interesescivilizatorios del sector poltico. Vase del Coronel Cornelio Saavedra, el restaurador de la Araucana,sus Documentos relativos a la ocupacin de Arauco (1871) productos de su campaa en la lnea del roToltn.29Algunos autores han querido ver durante este perodo una corriente proindigenista (Pinto, 1996, 2000)que se habra opuesto a la invasin violenta de la Araucana. El anlisis de los discursos hegemnicos delperodo muestra la necesidad de discutir tales argumentos.

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    necesario remover con urgencia para poder lograr dicho propsito y evaluaba en lossiguientes trminos las estrategias en discusin sobre la Conquista de Arauco:

    La conquista de Arauco es una proposicin fallada afirmativamente por la opiningeneral del pas.

    Ella es una idea que ha brillado en la cabeza de la mayora, y tal vez no hay unciudadano que no desee su realizacin.

    La conquista de Arauco es la verdadera cruzada chilena. Ella ha sido predicadavarias veces, la opinin se ha informado en lo substancial. Slo los medios hanofrecido alguna divergencia.

    [...]

    Unos esperaban todo la influencia civilizadora del cristianismo que abrindose pasopor la conviccin y el sentimiento, llegara tarde o temprano a reducir el carcterindependiente y obstinado de los indios araucanos. Pero esta opinin ha sido,

    desgraciadamente, la primera en desprestigiarse; pues los sucesos ms elocuentes yrepetidos la han dejado en un triste descubierto (Frick, 1859: 2).

    Lo cierto es que a partir de la segunda mitad del siglo XIX se ir configurando un discursosobre lo indgena con una doble filiacin. Por una parte, se trata de un discurso que seocupa de fundamentar la poltica, la discusin y las acciones sobre el qu hacer con losmapuche y la Araucana; y a su vez es un discurso que argumenta, en tono de grannarracin, el carcter de la naciente nacin y de la identidad nacional chilena. Al parecer,en ninguno de los dos casos los indgenas son incluidos o incorporados.

    De este modo, las doctrinas cientficas y las necesidades polticas y econmicas del paspromovern la construccin de un imaginario sobre el indgena brbaro y salvaje. Talproceso se realiza de manera cientfica, segn los cnones de la poca, mediante unprocedimiento de contrastacin, racializacin e inferiorizacin de los indgenas que sesirve del acelerado desarrollo cientfico y tecnolgico del siglo XIX. A esta manera deentender y analizar la realidad, algunos autores le han denominado racismo cientfico enreferencia a la idea de que el racismo, hasta el siglo XVIII, se bas en un ejercicio denaturalizacin de las diferencias pero luego, teniendo como fuentes el positivismo y lasdiferentes corrientes evolucionistas del siglo XIX, pasar a una etapa de biologizacindelas diferencias (Wade, 2000). La biologizacin de las diferencias raciales otorgarargumentos que darn respaldo cientfico al proceso de racializacin. Adems de laclasificacin basada en la idea de las razas inferiores y superiores, echar mano a unconjunto de doctrinas y nuevos conocimientos cientficos, tales como la geografa, el clima,la alimentacin, la anatoma humana y la organizacin social, conocimientos alimentadospor el ensanchamiento de las fronteras mundiales, el colonialismo y el avance delcapitalismo mercantil e industrial del siglo XIX (Vase Bello & Rangel, 2000).

    Barros Arana, historia, nacin y racismo cientfico

    De los historiadores chilenos building nation o constructores de nacin, Diego BarrosArana es el que concentran la mayor parte de los rasgos descritos, las argumentaciones

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    doctrinarias, las visiones y formas de construccin discursiva sobre los indgenas y lautilizacin de fundamentos cientficos para respaldar sus afirmaciones. En este sentido sepodra decir que Barros Arana es plenamente un historiador del siglo XIX, un narrador dela nacionalidad y de lo indgena en clave del racismo cientfico. Internmonos un tanto enla vida y obra de este intelectual y en la forma que abord a los indgenas.

    El ao 1884, Diego Barros Arana30comenzaba la publicacin de su monumental HistoriaJeneral de Chile, cuyos contenidos y visiones sobre nuestro pasado habran de influenciar anumerosas generaciones de intelectuales, estudiosos y docentes como ningn otrohistoriador chileno lo haba hecho hasta ese momento. Su huella fue tan profunda, quelogr impregnar los grandes sistemas simblicossobre los cuales se ha construido una ideade historia nacional y parte importante del modelo educacional de Chile. Barros Aranarepresenta una poca y los anhelos de un grupo social especfico que supo comunicar unproyecto hegemnico que an perdura en el inconsciente colectivo de Chile, lo que noshabla de la enorme eficacia simblica de sus representaciones y discursos.

    LaHistoria Jeneralest compuesta de 16 volmenes que fueron publicados sucesivamente

    entre los aos 1884 a 1904. El programa de la obra abarca desde la poca precolombinahasta el ao 183331. Es una obra que tiene un claro carcter de narracin nacional pues suautor se preocupa permanentemente de recalcar que su obra es una historia nacional, unahistoria patria o una historia de un pueblo. Esta idea de construccin de un colectivocon lmites propios en trminos territoriales, histricos y culturales es refrendada por laconviccin de Barros Arana de que una historia de este tipo (una historia general ynacional), no puede o no debe- ser escrita por una sola persona. Asimismo, la eleccin porel formato de la escritura y el mtodo es justificada por Barros Arana como una forma dellegar a un mayor nmero de lectores.

    El inters de Barros Arana por los pueblos indgenas comienza en sus primeros trabajos

    sobre la historia de Amrica

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    . En 1875, el historiador publica un trabajo denominadoJeografa Etnolgica, en el Barros Arana seala algunos de los elementos con los cualesms adelante, en el primer tomo de la Historia Jeneral, delinear sus conceptos bsicossobre los indgenas de Chile. En este trabajo ya es posible apreciar sus ideas sobre la

    30En el momento que Barros Arana comienza la publicacin de su gran obra, haba llegado a ocupar los msaltos sitiales a que una persona de su poca poda aspirar, con excepcin de la presidencia de la repblica,cumpli variadas misiones diplomticas en nombre del gobierno chileno, fue perito limtrofe, profesor yRector del Instituto Nacional, miembro y Decano de la Facultad de Filosofa y Humanidades de laUniversidad de Chile y Rector de la misma. Viajero incansable, recorri la mayor parte de los pases denuestro continente adems de las principales capitales de la Europa occidental. Particip de la poltica y losdebates pblicos ms importantes de su poca.31

    Un punto importante a aclarar es que Barros Arana se refiere al estado de los indgenas al momento de lallegada de los conquistadores europeos, sin embargo el tono de su escritura trasluce una idea de atemporalidadde los sujetos descritos, como si quisiera mostrar que los indgenas de su tiempo no difieren de los antiguos,por ms que hayan pasado cuatro siglos.32 Desde temprano, la vocacin de Barros Arana estuvo centrada en la historiografa, habiendo publicadonumerosas monografas y artculos hasta 1853. Desde 1863 comenz a elaborar y publicar una serie detrabajos que tenan como principal destino la enseanza de la historia entre los jvenes estudiantes de supoca, algunas de las principales obras de este perodo son el Compendio de Historia de Amrica,Manual deComposicin Literaria yElementos de Geografa Fsica.

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    homogeneidad racial de los indgenas chilenos a los que divide en dos grupos o razas: losfueguinos y los indios araucanos o Chilenos. A estos dos grupos agrega, como ramamenor, los Changos33a quienes consideraba emparentados con los Incas del Per. Segneste esquema el mapa racial de Chile era el siguiente:

    ... la poblacin que consta ahora de ms de 2.000.000 de habitantes, es compuesta

    de descendientes europeos de sangre pura, esto es, blancos como los individuos dela raza caucsica, o de la descendencia que ha resultado de la mezcla de loseuropeos y de los indgenas, descendencia compuesta por hombres ms o menosblancos pero que poseen todos los caracteres fsicos y morales de la raza blanca.As, pues, haciendo abstraccin de los cuatro mil fueguinos que habitan las islas delsur y de los cuarenta o cincuenta mil araucanos34, que viven encerrados en unaporcin reducida de territorio, y que cada da se hace ms estrecha, todo Chile espoblado por una sola raza en que predomina el elemento europeo ms o menos

    puro y en que no se habla ms que un puro idioma, el espaol (Barros Arana,1875: 12, la cursiva es ma, he modernizado la grafa para una mejor comprensin).

    La aparicin de los indgenas en el prlogo y los primeros captulos del primer Tomo de laHistoriade Barros Arana parece responder a una idea preconcebida cuyo propsito es darcuenta del programa historiogrfico en formato evolucionista. As, estableca una relacinentre el formato y organizacin de la obra con la idea de marcha progresiva de la historianacional35. De esta manera, los indgenas, y los Fueguinos sobre todo, aparecen primeroporque ese era el lugar que les corresponda en un smil con la ms baja escala de laevolucin y de la civilizacin en la que se encontraban. Este mismo esquema evolutivo eraexpuesto al analizar la situacin de civilizacin con base a su distribucin geogrfica.Segn esta concepcin, las condiciones externas, el clima y la geografa eran determinantesen los grados de civilizacin y barbarie de los indgenas del territorio nacional, as sealabaque en la regin insular, sometidos a un clima ms fro e inclemente, los naturales vivan

    en ese estado de barbarie primitiva en que el hombre por sus instintos groseros por suestupidez y su pereza, apenas se distingue de los brutos (Barros Arana, 1884: 34, lacursiva es ma).

    Siguiendo el mismo esquema analtico y comparando a los indgenas de Chile con lasculturas de ms al norte, en especial con los Incas, el historiador llegaba a la siguienteconclusin: Los indgenas de Chile eran ms abyectos, ms groseros y degradados enrazn del mayor rigor del clima y de la mayor esterilidad del suelo que habitaban. As pues,desde la regin insular, la barbarie va en progresin con la ms alta latitud hasta llegarhasta su ltimo grado en las islas vecinas al Cabo de Hornos (Ibid: 37-38). De esta manera

    33

    Los Changos son un grupo indgena de pescadores nmadas, hoy desaparecidos, que habitaban las costasdel norte y centro-norte de Chile.34Sin duda Barros Arana se equivocaba pues los fueguinos en esa poca sobrepasaban esa cifra con crecesmientras que los mapuche a principios del siglo XX eran ms de 200 mil. La abstraccin de Barros Aranarespecto de los fueguinos se cumplira casi como una profeca con la desaparicin unos 25 aos despus depublicadas estas lneas de casi la totalidad de los pueblos que habitaban los canales australes, la Tierras delFuego y las islas de Magallanes.35Barros Arana valoraba el aporte hispnico en la formacin de la nacionalidad chilena por lo que el lugarque ocupaban los espaoles en su programa era adecuado al proceso de evolucin del pas.

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    conclua que los Fueguinos, por su distribucin geogrfica y caractersticas culturalestienen el triste honor de ocupar el lugar ms bajo en la escala de la civilizacin (Ibid: 40).

    Barros Arana pensaba que los mapuche eran una raza inferior, determinada por unconjunto de caractersticas fsicas, psicolgicas y sociales. Una primera evidencia de lainferioridad mapuche era su fisonoma: Su cuerpo, falto de elegancia, como el de casi

    todos los salvajes, deja ver el vigor, y parece presentar un tronco ms largo en proporcincon los otros miembros, y agrega que el indio chileno careca de esa elegancia de formasque es el don de las razas superiores (Ibid, 1884: 49).

    En todo caso, lo que inspira en Barros Arana el mayor nmero de pginas y reflexiones, esla guerra y la capacidad de combate de los mapuche, su fuerza y valenta. Casi todos lospasajes referidos a este tpico estn basados en la crnica militar de Alonso Gonzlez deNjera, Desengao y reparo de las guerras del Reino de Chile, crnica escrita en el sigloXVII36. Aunque en el prlogo de la obra, el historiado advierte que no tiene un intersexclusivo en los aspectos militares ni en los grandes personajes, pues segn seala lahistoria que l escribe los es del pueblo mismo, Barros Arana parece rendirse ante la

    imagen guerrera de los mapuche trasmitida por los documentos. El inters por la dimensinguerrera de los indgenas era comn entre los historiadores del siglo XIX quienes desde elevolucionismo pensaban que las sociedades guerreras se encontraban en el polo opuesto delas civilizadas.

    Otro tema de inters del historiador es el de la familia como estructura fundadora de lasociedad y los afectos. La familia, como componente civilizado del ser humano, es centralen el planteamiento de Barros Arana: Intil sera buscar entre los indios que poblaban aChile a la poca de la conquista espaola del siglo XVI, el menor vestigio de organizacin,y casi pudiera decirse de mancomunidad nacional (Ibid, 1884:75), con esta frase se iniciael captulo IV. Luego agrega que en efecto la vida de los mapuche estaba limitada a lafamilia. Su reconocimiento de la existencia de familia entre los Araucanos es central

    porque luego pondr la distancia que separa a esa familia con la familia civilizada: Lafamilia indgena no estaba constituida por los vnculos de los afectos suaves y tiernos queforman los lazos de la familia civilizada (Ibid, 1884: 75). A partir de esta constatacin elautor plantear un conjunto de atributos y caractersticas propias de la familia Araucana,reafirmando con ello su carcter incivilizado.

    En la obra de Barros Arana es posible sealar a lo menos dos tipos de argumentaciones conabundantes ejemplos ilustrativos, que diferenciaran a la familia Araucana de la familiacivilizada, por una parte la cuestin de la poligamia y por otra, como extensin o derivacinde aquella, la posicin de la mujer mapuche37. Citando al autor colonial Diego Rosales,Barros Arana indicaba que: El indio chileno tena tantas mujeres como poda comprar y

    36Este texto fue terminado de escribir en 1614 pero permaneci indito hasta 1866 fecha en que fue publicadoen la Coleccin de documentos inditos para la historia de Espaa, y dado a conocer algn tiempo despusen Chile por Barros Arana como una verdadera primicia.37 La poligamia mapuche es un tema que apasion a numerosos autores coloniales y republicanos en unamezcla ambigua de repulsin y fascinacin. Para muchos era algo as como la causa de todos los males dela sociedad indgena, la mxima expresin de la degradacin moral que mostraban los salvajes y que impedael xito de la labor misional.

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    sustentar, cuatro o seis la generalidad de los hombres, diez o veinte los ms ricos (Ibid,1884: 75).

    Barros Arana crea que las familias mapuche no conocan los afectos como consecuenciadel aislamiento en que vivan. Para el historiador los afectos eran un factor de granrelevancia en la conformacin y estructuracin de una moralidad familiar civilizada: los

    padres se desprendan de sus hijas por simple lucro, la misma indiferencia reinaba en lasrelaciones conyugales, las relaciones de familia no eran muy numerosas ni muyduraderas. La falta de afectos era un elemento que estaba al parecer en la base de lasociedad indgena y que se reproduca a travs de las generaciones debido al gnero devida que llevaban las personas. La vida familiar mapuche es una vida carente deemociones y sentimientos, solo la guerra logra conmover al indgena por que los indios noconocan ni los remordimientos de la conciencia ni la satisfaccin de haber obrado el bien(Ibid, 1884: 110).

    La carencia de afectos de la familia mapuche era completada por el aislamiento en el queviva cada grupo lejos del contacto diario con los otros hombres. Barros Arana pensaba

    que el aislamiento era una causa de la falta de industrias y la ausencia de divisin naturaldel trabajo y de las profesiones, en su opinin, esto hacia decir a los socilojistas quetal estado de cosas no merece el nombre de sociedad (Ibid, 1884: 94). El vivir agrupados,sealaba el autor, proporciona a los hombres, toda suerte de adelantos en materia de arte,intercambio comercial de productos y servicios.

    Como ya lo ha dicho Castillo (1996), Barros Arana parece haber escrito los primeroscaptulos de la Historia Jeneral,y sus escritos preliminares, como si tuviera en mente laocupacin militar de la Araucana en 1883 culminada con la refundacin de Villarrica, unao antes de la publicacin del primer tomo de laHistoria Jeneral. Los prrafos anterioresmuestran un afn por aplicar los instrumentos de la ciencia positiva pero sobre todo develan

    el lugar que los mapuche, dadas sus caractersticas evolutivas, sociales, fsicas, mentales ymorales, tendrn en la nueva nacin, que su narracin histrica pretende ayudar a construir.Pese a todo, Barros Arana confa en las aguas purificadoras de la civilizacin y mientraspiensa en la barbarie y el salvajismo de los guerreros mapuche, tambin piensa en losdispositivos que le devolvern el alma de seres humanos a quienes no han sido atrados almundo de los civilizados, de ah su inters en la familia y en el papel de las mujeres comoncleos moralizantes y moderadores de la barbarie38. Es notorio que a travs de stosdiscursos los textos de Barros Arana estn impregnados de una pedagoga social o delciudadano con la que, indgenas de por medio, pretende mostrar a la sociedad chilena unmodo de vida, de comportamiento, de moral y de organizacin social. As los indgenas y

    38

    La idea de familia en el discurso de Barros Arana trasluce, por contraste, visiones sobre el orden social y lasestructuras de gnero en la sociedad chilena de entonces. La idea positivista de la familia como ncleo de lasociedad servir ms adelante como modelo para el disciplinamiento, el orden social y la jerarquizacingenrica de las sociedades tradicionales (campesinos, indgenas) del siglo XX. En el caso mapuche, tantolas misiones religiosas como la escuela trasmitirn compulsivamente este modelo durante la Radicacin de losmapuche (1883-1930), bajo la creencia de que las mujeres y la estructura familiar eran dispositivos queperpetuaban la cultura brbara (la poligamia, el chamanismo, la lengua, etc.). La idea era convertir estosdispositivos en vehculos de civilizacin, mediante la enseanza monolinge y el aprendizaje de laboresindustriosas a la mujeres (Bello, 1995).

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    en particular los mapuche actan como polo de contraste, como el contraespejoen el cualla sociedad chilena debe mirarse y alejarse.

    En trminos de anlisis de discurso, el mtodo discursivo de Barros Arana se vale de unproceso de autorrepresentacin positiva contra una heterorepresentacin negativa, unnosotros en proceso de construir una nacin, frente a un ellos que slo puede y debe

    ser representado como brbaro. Como sealan Van Dijk et al, esta estrategia cumple conuna funcin sociocognitiva del discurso acerca de otros, es decir, la formacin derepresentaciones negativas acerca de grupos externos (Van Dijk et al, 2000: 244) un modode dar legitimidad al proyecto nacional utilizando la figura de un Otro a quien se consideraexterno y extrao. En todo caso no hay que olvidar que el extraamiento de los mapuchedel proyecto nacional fue respaldado por el propio afn de mantener su autonoma eindependencia con lo cual han quedado clasificados como alzados y rebeldes. De cualquiermodo, la historiografa sirvi as a la construccin de la nacin y a la legitimacin de lasituacin de dominacin de los indgenas.

    Reflexiones finales: De la barbarizacina la ciudadana multicultural?

    La construccin del Estado-nacional y de su concomitante identidad nacional en Chiledel siglo XIX es parte de un proceso ligado a la conformacin de grupos de poder y aldesarrollo creciente de esferas y mbitos sociales diferenciados, en el marco de un proyectomodernizador, cuyo objetivo estaba asentado en la necesidad de establecer un mayorcontrol sobre las esferas sociales, culturales econmicas y polticas que sirvieran alproyecto consensual de una elite. En trminos generales, se trata de un proyecto de laselites que desarrollan un idea de Estado-nacin adecuada a sus intereses de grupo pero concrecientes grados de aceptacin aunque tambin con altos grados de imposicin en el restode la sociedad. El Estado-nacional es una frmula adecuada a este objetivo que se repetiren la mayora de los pases latinoamericanos, inspirados en las influencias europeas

    liberales y cientficas.La idea de nacin tendr un acendrado carcter civilizador porque ese ser el medio parainstalar la homogeneidad y la unidad cultural que requiere el proceso de identificacin entreestado y nacin. La diversidad, las diferencias o las corrientes opuestas al influjocentralizador y homogeneizador del proyecto de la elite sern vistos por el racismocientfico como obstculos que debern ser eliminados fsicamente o mediante labsqueda de un imaginario que devaluar, progresivamente, la imagen del Otro. Seinstalar as un discurso de la negacin, del prejuicio y la estigmatizacin del Otro, unmecanismo de expulsin simblica de los diferentes, de los indgenas, de los campesinos,de las mujeres y otros grupos como forma de legitimar el proyecto hegemnico.

    El caso de los indgenas ser particularmente relevante en la etnognesis chilena, talcomo lo fue en Argentina y Mxico, por ejemplo. Para la elite y sus escribientes, losindgenas se convertirn en el factor ideal de contraste entre la civilizacin y la barbarie,entre lo atrasado y lo evolucionado, entre lo que el proyecto modernizador deja atrs y loque espera alcanzar. El proyecto de construccin nacional representa el abandono delasomo ciudadanizador que la Independencia con timidez intent aplicar a los pueblosindgenas hacindolos parte simblica- de las nuevas repblicas para optar por labarbarizacin de los indgenas, su deshumanizacin. La racionalizacin de la

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    barbarizacin de los indgenas y de sus territorios, madurarn como fundamento para laapropiacin de dichos territorios y del exterminio fsico o cultural de los pueblosindgenas.

    En un primer momento ayudaron tambin las guerras, la configuracin de nuevos lmites ydominios territoriales, los smbolos y rituales nacionales, que crearon un nuevo mapa

    geogrfico y mental. Pero por sobre todo, ayud la educacin e instruccin pblica y lacreciente ampliacin del aparato burocrtico del estado y su influencia entre las distintascapas sociales. En lo poltico-social, tambin sirvi como precondicin la existencia de unasociedad civil larvaria y an dbil que permiti que el proyecto hegemnico se desplazar yse infiltrara hacia el conjunto de la sociedad chilena en una estrategia que compulsivamenteech mano tanto a la coercin, la imposicin el consenso y la conviccin activa de losgrupos subalternos. En todo caso los estallidos sociales de entonces y la misma resistenciamapuche en Argentina y en Chile (1878-1884), muestra que los proyectos de la elite nofueron aceptados de manera pasiva o sumisa.

    De esta manera, hemos querido exponer cmo la construccin de Estado-nacional chileno

    durante la segunda mitad del siglo XIX se bas en un conjunto de ideas dentro de uncontexto poltico y social especfico, y cmo este proyecto hegemnico de las elites expulsay devala la imagen de los indgenas como medio para resaltar la necesidad de un proyectocon contenidos de homogeneidad. Se trata de un proyecto que ha influido a nuestrasociedad an hasta nuestros das y sobre el cual se siguen fundamentando un conjunto deexplicaciones sobre nuestro origen como nacin y especialmente sobre el lugar que ocupany que, en opinin de algunos sectores, debieran ocupar los pueblos indgenas.

    Bajo estas premisas, la pregunta que subyace al argumento del Estado-nacional es si estean est vigente o se puede seguir sosteniendo como verdad incuestionable e inamovible.La globalizacin econmica actual muestra con claridad que los mercados y los grupos

    econmicos necesitan cada vez menos del Estado-nacional, es posible incluso, como sealaStavenhagen, que este se haya convertido en un obstculo para la aparentementeirrefrenable mundializacin econmica Por qu entonces la figura del Estado-nacionalconserva su inmanencia cuando se trata de resolver las actuales demandas de los pueblosindgenas o cuando se discute su carcter pluricultural y/o multitnico?

    Por ltimo, las causas del empobrecimiento, la exclusin, el racismo y la minoridad de losderechos indgenas en la actualidad, no tienen ni pueden tener justificacin o defensaposible, aunque se insista en explicarlos a travs de discursos y razonamientos como losque he analizado en este ensayo. El debate, la crtica, la desmitificacin y desmontaje deprejuicios antiguos sobre la historia nacional parecen ser vas eficaces en la bsqueda denuevos caminos de entendimiento entre la sociedad chilena y los pueblos indgenas, este

    texto ha querido ser un aporte a dicho proceso.

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