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  • 184 ANLISIS DEL "SER AH"

    dado. Slo en el genuino hablar es posible un verdadero callar. Para poder callar necesita el "ser ah" tener algo que decir, esto es, disponer de un verdadero y rico "estado de abierto" de s mismo. Entonces hace la silenciosidad patente y echa abajo las "habladuras". La silenciosidad es un modo 'del "habla que articula tan originalmente la comprensibilidad del "ser ah", que de l procede el genuino "poder or" y "ser uno con otro" que permite "ver a travs" de l.

    Del ser del "ah", es decir, el encontrarse y el comprender, es constitutiva el habla; por su parte, "ser ah" quiere decir "ser en el mundo"; luego, en suma: en cuanto "ser en" hablando, ya se ha expresado el "ser ah". ste tiene lenguaje. Ser un acaso que los griegos cuyo cotidiano "existir" se haba plantado pre-ponderan temen te en el "hablar uno con otro" y que al par "te-nan ojos" para ver, definiesen la esencia del hombre, tanto en la interpretacin prefilosfica del "ser ah" cuanto en la filosfica, como t)ov yov e^ov? La posterior interpretacin de esta defi-nicin del hombre en el sentido de animal rationale, "ser viviente racional", sin duda no es "falsa", pero encubre el campo de fe--nmenos a que est tomada esta definicin del "ser ah". El hom-bre se manifiesta como un ente que habla. Esto no significa que le sea peculiar la posibilidad de la fonacin, sino que este ente es en el modo del descubrir el mundo y del "ser ah" mismo. - Los griegos no tienen ninguna palabra para decir "lenguaje"; com-prendieron este fenmeno "inmediatamente" como habla. Sin em-bargo, la reflexin filosfica fij preferentemente la vista en el Xyog como proposicin y por eso se hizo siguiendo el hilo con-ductor de este logos el estudio de las estructuras fundamentales de las formas y partes integrantes del habla. La gramtica busc su fundamento en la "lgica" de este logos. Mas sta se funda en la ontologa de lo "ante los ojos". El repertorio bsico de las "categoras de la significacin" trasmitido a la subsiguiente cien-cia del lenguaje y an hoy radicalmente decisivo se orienta por el habla como proposicin. Si, por lo contrario, se toma este fe-nmeno en la fundamental originalidad y amplitud de un exis-tenciario, se sigue la necesidad de cimentar de nuevo la ciencia del lenguaje sobre fundamentos ms originales ontolgicamente. La empresa de emancipar la gramtica de la lgica ha menester de una previa comprensin positiva de la fundamental estructura apriorstica del habla en general como existenciario, sin que pue-da lograrse corrigiendo y completando simplemente la tradicin. A este respecto hay que preguntar por las formas fundamentales

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    de una plausible articulacin significativa de lo comprensible en general, y no slo de los entes intramundanos conocidos en una contemplacin teortica y expresados en frases. La teora de la significacin no se produce por s, comparando las ms y las ms diversas lenguas posibles. Tampoco basta el volver, v. gr., al ho-rizonte filosfico dentro del cual plante el problema del lenguaje G. de Humboldt. La teora de la significacin tiene sus races en la ontologa del "ser ah". Su prosperidad y decadencia sigue los destinos de sta.1

    A la postre, alguna vez habr de resolverse la investigacin filosfica a preguntar qu forma de ser corresponde al lenguaje en general. Es un til "a la mano" dentro del mundo, o tiene la forma de ser del "ser ah", o ninguna de las dos cosas? De qu ndole es el ser del lenguaje, que puede haber lenguas "muertas"? Qu quiere decir ontolgicamente que una lengua se desarrolla y desaparece? Poseemos una ciencia del lenguaje y el ser del ente que ella tiene por tema es oscuro; est embozado iasta el horizon-te de la investigacin. Ser un acaso que las significaciones sean inmediata y regularmente "mundanas", diseadas por la signifi-catividad del mundo, incluso a menudo preponderantemente "es-paciales", o ser este "hecho" ontolgico-existenciariamente ne-cesario, y por qu? La investigacin filosfica tiene que renunciar a la "filosofa del lenguaje" para interesarse por las "cosas mis-mas", y tiene que ponerse al nivel de unos problemas concep-tualmente claros.

    La anterior exgesis del lenguaje ha pretendido simplemente sealar el "lugar" ontolgico de este fenmeno dentro de la cons-titucin del ser del "ser ah" y ante todo preparar los anlisis inmediatos, que siguiendo el hilo conductor de una forma de ser fundamental del habla en conexin con otros fenmenos, tratan de traer a la vista la cotidianidad del "ser ah" de una manera ms original ontolgicamente.

    B. El ser cotidiano del "ah" y la "cada" del "ser ah"

    Al retroceder a las estructuras existenciarias del "estado de abierto" del "ser en el mundo", la exgesis ha perdido de vista en cierto modo la cotidianidad del "ser ah". El anlisis tiene que

    l Cf. sobre la teora de la significacin E. Husserl, Log. Untzrs., t. II, i* y 4*-6* investigaciones. Tambin, la concepcin mas radical de los problemas en ideen, I, loe. cit. 123 ss.f pp. 255 ss.

  • i86 ANLISIS DEL "SER AH"

    recobrar este horizonte de fenmenos del que haba hecho su tema. He aqu la cuestin que se suscita ahora: cules son los caracteres existenciarios del "estado de abierto" del "ser en el mundo" al mantenerse ste, en cuanto cotidiano, en la forma de ser del "uno"? Es peculiar a ste, un especfico encontrarse, un particular comprender, hablar e interpretar? La respuesta a estas preguntas resulta tanto ms urgente, si recordamos que inmediata y regularmente el "ser ah" se hunde en el uno, que se aduea de l. En cuanto yecto "ser en el mundo", no es el-"ser ah" yecto justo inmediatamente en la "publicidad" del uno? Ni qu otra cosa significa esta publicidad que el especfico "estado de "abierto" del uno?

    Si el comprender debe concebirse primariamente como l "po-der ser" del "ser ah", a un anlisis del comprender e interpretar inherente al uno habr que tomar las posibilidades de su ser que se haya abierto y apropiado el "ser ah" en cuanto es el uno. Estas posibilidades hacen patente a su vez una esencial tendencia del ser de la cotidianidad. Y finalmente esta tendencia, hecha lo bastante explcita bajo el punto de vista ontolgico, ha de desem-bozar una forma de ser original del "ser ah", de tal suerte que partiendo de ella cabr desplegar ante la vista el indicado fen-meno del "estado de yecto" en su concrecin existenciaria.

    Ante todo se requiere hacer visible en determinados fenme-nos el "estado de abierto" del uno. es decir, la cotidiana forma de ser de habla, "ver" e interpretacin. Con respecto a los aludi-dos fenmenos puede no ser superflua la observacin de que la exgesis tiene una mira puramente ontolgica y est muy lejos de ser una crtica del "ser ah" cotidiano bajo un punto de vista moralizador y de tener aspiraciones propias de una "filosofa de la cultura".

    35. LAS "HAIILADURAS"

    No va a usarse aqu la expresin "habladuras" en un sentido "despectivo". En nuestra terminologa significa un fenmeno po-sitivo que constituye la forma de ser del comprender e interpretar del "ser ah" cotidiano. El habla se expresa regularmente y se ha expresado ya siempre. Es lenguaje. Mas en lo expresado est, por ende, implcita en cada caso ya una comprensin e interpreta-cin. El lenguaje, en cuanto es un "estado de expreso", alberga en s un "estado de interpretada" de la comprensin del "ser ah". Este "estado de interpretada" dista tanto como el lenguaje mismo de ser no ms que "ante los ojos", antes bien su ser es

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    l mismo de la forma del ser del "ser ah". A la responsabilidad de tal estado es entregado el "ser ah" inmediatamente y dentro de ciertos lmites constantemente; tal estado regula y distribuye las posibilidades del comprender del trmino medio y del corres-pondiente encontrarse. El "estado de expreso" guarda en el todo de sus articulados plexos de significacin un comprender el mundo abierto y con igual originalidad un comprender el "ser ah con" de otros y el "ser en" peculiar en cada caso. La comprensin que ya hay as en el fondo del "estado de expreso" concierne tanto al "estado de abierto" de los entes alcanzado y trasmitido en el caso, cuanto a la comprensin del ser y a las disponibles posibili-dades y horizonte para una nueva interpretacin y articulacin conceptual, tambin del caso. Pues bien, remontndonos por en-cima de un mero hacer constar el factum de este "estado de in-terpretado" del "ser ah", se trata de indagar la forma de ser existenciaria del habla expresada y que se expresa. Si no cabe concebirla como algo "ante los ojos", cul es su ser y qu dice ste de fundamental acerca de la cotidiana forma de ser del "ser ah"?

    El habla que se expresa es la comunicacin. La tendencia de su ser apunta a hacer comn al que oye el abierto "ser relativa-mente a lo hablado 'en' el habla".

    Con arreglo a la comprensibilidad del trmino medio que ya hay en el lenguaje expresado en el expresarse, puede compren-derse en ancha medida el habla comunicada, sin que el que oye se ponga en un "ser relativamente al 'sobre qu' del habla" ori-ginalmente comprensor. No tanto se comprende el ente de que se habla, cuanto se atiende simplemente a lo hablado "por" el habla. Esto resulta comprendido; el "sobre qu", slo aproxima-damente, superficialmente; se mienta lo mismo, porque se com-prende lo dicho en comn, en el mismo trmino medio.

    El or y comprender se ha aferrado desde luego a lo hablado "por" el habla. La comunicacin no "comunica" la primaria re-lacin del "ser relativamente al ente de que se habla", sino que el "ser uno con otro" se mueve dentro del "hablar uno con otro" y el curarse de lo hablado "por" el habla. Lo que le importa es que se hable. El ser dicho, el "dicho", la frase corriente son ahora la garanta de lo real y verdadero del habla y de su comprensin. El hablar ha perdido o no lleg a lograr nunca la primaria rela-cin del "ser relativamente al ente de que se habla", y por ello no se comunica en el modo de la original apropiacin de este ente, sino por el camino de trasmitir y repetir lo que se habla.

  • 188 ANLISIS DEL "SER A H I -

    LO hablado "por" el habla traza crculos cada vez ms anchos y toma un carcter de autoridad. La cosa es as porque as se dice. En semejante trasmitir y repetir lo que se habla, con que la ya incipiente falta de base asciende a una completa falta de la misma, se constituyen las habladuras. Y por cierto que stas no se limi-tan a las orales, sino que se extienden a las escritas, a las "escribi-duras". El repetir lo que se habla no se funda tanto aqu en un "de odas". Se alimenta de lo "ledo en alguna parte". La com-prensin media del lector jams podr decidir qu es lo original-mente sacado y conquistado y qu es aquello que simplemente se repite. Ms an: la comprensin media no querr en absoluto hacer semejante distincin, no habr menester de ella, porque lo comprende todo.

    La falta de base no cierra a las habladuras la entrada en la publicidad, sino que la favorece. Las habladuras son la posibili-dad de comprenderlo todo sin previa apropiacin de la cosa. Las habladuras preservan incluso del peligro de fracasar en semejante apropiacin. Las habladuras, con las que puede arramblar cual-quiera, no slo desligan de la obligacin de llegar a un genuino comprender, sino que desarrollan una indiferente comprensibili-dad a la que nada le es ya cerrado.

    El habla, que es inherente a la estructura esencial del ser del "ser ah", cuyo "estado de abierto" contribuye a constituir, tiene la posibilidad de convertirse en habladuras y, en cuanto tales, no tanto de mantener patente el "ser en el mundo" en una com-prensin articulada, cuanto de cerrarlo y de encubrir los entes intramundanos. A este fin no es menester la intencin, de engaar. Las habladuras no tienen la forma de ser del consciente hacer pasar algo por algo. Lo dicho y trasmitido sin base llega a hacer que el abrir se convierta en lo contrario, en un cerrar. Pues lo dicho siempre resulta comprendido inmediatamente como "di-ciente", esto es, descubridor. Las habladuras son, segn esto, de suyo y con arreglo a su peculiar abandono del retroceder a la base ce lo hablado "en" el habla, un cerrar.

    Este cerrar se hace cada vez mayor por el hecho de que en las habladuras se cree haber alcanzado la comprensin de lo hablado "en" el habla, y en virtud de esta creencia estorban toda nueva pregunta y discusin, descartndolas y retardndolas de un modo peculiar.

    En el "ser ah" se ha implantado en cada caso ya este "estado d interpretado" de las habladuras. Mucho lo sabemos inmedia-tamente slo de este modo; no poco, jams se alza por encima de

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    semejante comprensin del trmino medio. El "ser ah" no logra sustraerse jams a este cotidiano "estado de interpretado" dentro del cual se desarrolla inmediatamente. En l, por l y contra l se alcanza todo genuino comprender, interpretar y comunicar, volver a descubrir y apropiarse de nuevo. Lo que pasa no es que en cada caso un "ser ah" no influido ni extraviado por este "es-tado de interpretado" se halle puesto ante la tierra llana de un "mundo" en s, para limitarse a contemplar lo que le haga frente. El dominio del pblico "estado de interpretado" ha decidido incluso ya de las posibilidades en punto a estados de nimo, es decir, de la forma fundamental en que se deja el "ser ah" afectar por el mundo. El uno traza por adelantado el encontrarse, deter-mina lo que se "ve" y cmo se "ve".

    Las habladuras, que cierran del modo acabado de describir, son la forma de ser de la desarraigada comprensin del "ser ah". No son, empero, un estado "ante los ojos" de algo "ante los ojos", sino que, existenciariamente desarraigadas, son el modo del constante desarraigo. Lo que quiere decir ontolgicamente: el "ser ah" que se mantiene dentro de las habladuras es un "ser en el mundo" cortado de las primarias, originales y germinas re-laciones del "ser relativamente al mundo, al 'ser ah con', al 'ser en' mismo". Flota en el aire y en este modo es, sin embargo y siempre, cabe el "mundo", con los otros y relativamente a s mis-mo. Slo un ente cuyo "estado de abierto" est constituido por el habla que comprende encontrndose, es decir, es en esta estruc-tura ontolgica su "ah", el "en el mundo", tiene la posibilidad de ser de semejante desarraigo, que est tan lejos de constituir un no-ser del "ser ah", que antes bien constituye su ms cotidia-na y ms obstinada "realidad".

    En lo comprensible de suyo y seguro de s del "estado de interpretado" del trmino medio est, empero, entraado que gracias a su amparo le permanezca oculta al "ser ah" mismo del caso la "inhospitalidad" de ese flotar en el aire en que puede vo-lar hacia una creciente falta de base.

    36. LA AVIDEZ DE NOVEDADES

    Al hacer el anlisis del comprender y del "estado de abierto" del "ah" en general se aludi al lumen naturale y se llam al "estado de abierto" del "ser en" la "iluminacin" del "ser ah", en la cual, y slo en la cual, resulta posible lo que se dice "ver". Atendiendo a la forma fundamental de todo abrir en la forma

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    del "ser ah", al comprender, se concibi el "ver" en el sentido de la genuina apropiacin de los entes relativamente a los cuales pue-de conducirse el "ser ah" conforme a sus esenciales posibilida-des de ser.

    La estructura fundamental del "ver" se muestra en una pecu-liar tendencia del ser de la cotidianidad a ver. La designamos con el trmino "avidez de novedades", de la que es caracterstico no limitarse al ver, antes expresar la tendencia a un peculiar permitir que haga frente perceptivamente el mundo. Hacemos la exgesis de este fenmeno en un fundamental sentido ontolgico-existen-ciario; no, siguiendo la orientacin que lo reduce al conocimiento, concebido ya temprano en la filosofa griega, y no casualmente, partiendo del "placer de ver". El tratado que ocupa el primer lugar en la coleccin de los tratados de Aristteles relativos a la ontologa empieza con la frase: jtvreg av&Q

  • 192 ANLISIS DEL '*SER ARl"

    para saltar de ello nuevamente a algo nuevo. No es el aprehender y, sabiendo, ser en la verdad lo que interesa a la cura de este ver, sino que son cieitas posibilidades de abandonarse al mundo. De aqu que la avidez de novedades se caracterice por un especfico "no demorarse" en lo inmediato. De aqu que tampoco busque el ocio del demorarse en la contemplacin, sino la inquietud y la excitacin por parte de algo siempre nuevo y del cambio de lo que hace frente. En su no demorarse se cura la avidez de nove-dades de la constante posibilidad de la "disipacin". La avidez de novedades no tiene nada que ver con la admirativa contemplacin de los entes, con el flauuunv; a la avidez de novedades no le im-porta ser llevada por la admiracin a la incomprensin, sino que se cura de saber, pero simplemente para tener sabido. Estos dos ingredientes constitutivos de la avidez de novedades, el no de-morarse en el mundo circundante de que se cura y la disipacin en nuevas posibilidades, fundan el tercer carcter esencial de este fenmeno, que llamamos la "falta de paradero". La avidez de no-vedades es en todas partes y en ninguna. Este modo del "ser en el mundo" desemboza una nueva forma de ser del "ser ah" coti-diano con la que ste se desarraiga constantemente.

    Las habladuras rigen tambin las vas de la avidez de nove-dades, diciendo lo que se debe tener ledo y visto. El "ser en todas partes y en ninguna" de la avidez de novedades est entre-gado a la. responsabilidad de las habladuras. Estos dos modos de ser cotidianos del habla y del ver no se limitan a ser, en su ten-dencia a desarraigar, "ante los ojos" uno junto a otro, sino que el un modo de ser arrastra el otro consigo. La avidez de nove-dades, a la que nada le resulta cerrado, las habladuras, a las que nada les queda peu comprender, se dan, es decir, dan al "ser ah" que es as, la seguridad de una presuntamente autntica "vida viva". Pero con esta presuncin apunta un tercer fenmeno que caracteriza el "estado de abierto" del "ser ah" cotidiano.

    37. LA AMBIGEDAD

    Cuando en el cotidiano "ser uno con otro" hace frente aque-llo que es accesible a todos y sobre lo que todos pueden decirlo todo, pronto ya no cabe decidir qu es lo abierto en un genuino comprender y lo que no. Esta "ambigedad" no se extiende so-lamente al mundo, sino en la misma medida al "ser uno con otro" en cuanto tal e incluso al "ser del 'ser ah' relativamente a s mismo".

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    Todo tiene aspecto de genuinamente comprendido, captado y dicho y en el fondo no lo est, o no tiene aspecto de tal y lo est en el fondo. La ambigedad no concierne slo al disponer de y al manipular con lo accesible en el uso y el goce, sino que ya se asent en el comprender en cuanto "poder ser", en la for-ma de proyectarse y de darse previamente las posibilidades del "ser ah". No slo conocen y dicen todo lo que est ah y lo que est pasando, sino que todos saben tambin ya hablar sobre lo que an debe suceder, lo que todava no est ah, pero "en rea-lidad" tendra que hacerse. Todos han sospechado y rastreado ya siempre lo que otros sospechan y rastrean. Este "estar sobre el rastro", y encima de odas quien "est sobre el rastro" de una cosa en el modo genuino no dice nada de eilo, es el modo su-perlativamente capcioso en que la ambigedad da posibilidades del "ser ah" para sofocar en el acto toda su fuerza.

    Supngase, en efecto, que lo que uno sospechaba y rastreaba se traduzca un buen da realmente en hechos: justamente la am-bigedad habr curado ya de que al punto muera el inters por la cosa realizada. Este inters slo lo hay, en efecto, en el modo de la avidez de novedades y de las habladuras, mientras se da como la posibilidad del simple "uno tambin sospechaba", que no obliga a nada. El "ser cabe algo con", cuando y mientras se est sobre el rastro, rehusa la asistencia al sobrevenir la realizacin de lo sospechado. Pues con sta resulta foizado el "ser ah" a volverse en cada caso hacia s mismo. Las habladuras y la avidez de novedades pierden su podero. Y se vengan en el acto. A la vista de la realizacin de lo que "uno tambin sospechaba", f-cilmente estn al alcance de la mano las habladuras con la afir-macin: eso hubiera podido hacerlo tambin uno, puesto que ya lo haba sospechado. Las habladuras acaban por no poder aguantar que suceda reclnente lo sospechado y constantemente exigido por ellas. Con ello se les quita, en efecto, la ocasin de seguir sospechando.

    Ahora bien, dado que el tiempo del "ser ah" emprendedor en la silenciosidad de la realizacin y del genuino fracasar es distinto del de las habladuras; que, visto desde la publicidad, es un tiempo esencialmente ms len o que el de las habladuras, que "viven ms de prisa hace siempre mucho que stas ya pasaron a otra cosa, la ms nueva en cada caso. Lo anteriormente sospechade, y un buen da realizado llega demasiado tarde en comparacin con lo ms nuevo. Las habladuras y la avidez de novedades curan con su ambigedad de que lo genuinamente creado y nuevo resulte

  • 194 ANLISIS DEL "SER AH '

    viejo al aparecer para la publicidad. Esto nicamente logra, pues, manifestarse en sus posibilidades positivas, si se han vuelto in-operantes las habladuras encubridoras y ha muerto el inters "comn".

    La ambigedad del pblico "estado de interpretado" hace pa-sar el hablar por anticipado y el sospechar vido de novedades por el efectivo suceder y estigmatiza de secundario e inimpor-tante el realizar y obrar. Por ende, en el "uno", el comprender del "ser ah" "ve mal" constantemente sus proyecciones respecto a las genuinas posibilidades de ser. Ambiguamente es el "ser ah" siempre "ah", es decir, en ese pblico "estado de abierto" del "ser uno con otro", donde las ms vocingleras habladuras y la ms inventiva avidez de novedades mantienen en marcha la "faena", all donde cotidianamente sucede todo .y en el fondo nada.

    Esta ambigedad presenta siempre a la avidez de novedades el espejismo de lo que busca y les da a las habladuras la ilusin de que todo est resuelto en ellas.

    Pero esta forma de ser del "estado de abierto" del "ser en el mundo" domina tambin al "ser uno con otro" en cuanto tal. El otro es inmediatamente "ah" en funcin de lo que se ha odo de l, de lo que se habla y sabe sobre l. En el "ser uno con otro" original se intercalan inmediatamente las habladuras. Cada cual est inicial e inmediatamente al acecho del otro, de qu har y qu dir. El "ser uno con otro" en el uno no es, en absoluto, una apretada, pero indiferente compaa, sino un tenso, pero ambiguo acecharse uno a otro, un secreto aguzar los odos mutuamente. Tras la mscara del "uno para otro" acta un "uno contra otro".

    Es, adems, de observar que la ambigedad dista mucho de surgir de un propsito expreso de disimulo y desfiguracin de las cosas, que no es algo provocado por el "ser ah" singular. Est implcita ya en el "ser uno con otro" en cuanto yectq "ser uno con otro" en un mundo. Pero pblicamente es justo por ello algo oculto, y uno se resistir siempre a creer que sea exacta esta ex-gesis de la forma de ser del "estado de interpretado" del uno. Sera una mala inteligencia querer que la prueba de la exactitud de la explanacin de estos fenmenos fuese el asentimiento del uno.

    Los fenmenos de las habladuras, de la avidez de novedades y de la ambigedad han quedado expuestos de tal modo que ya se insina una relacin entre ellos por su ser. Ahora se trata de aduearse ontolgico-existenciari ament de la forma de ser de esta relacin. Ha llegado el momento de comprender la forma funda-

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    mental del ser de la cotidianidad dentro del horizonte de las es-tructuras del ser del "ser ah" ganadas hasta aqu.

    38. LA "CADA" Y EL "ESTADO DE YECTO"

    Las habladuras, la avidez de novedades y la ambigedad carac-terizan el modo en que el "ser ah" es cotidianamente su "ah", el "estado de abierto" del "ser en el mundo". Como determinaciones existenciarias que son, estos caracteres no son "ante los ojos" en el "ser ah": contribuyen a constituir su ser. En ellos y en la re-lacin que tienen entre s por su ser se desemboza una forma fun-damental del ser de la cotidianidad que llamamos la "cada" del "ser ah".

    El trmino, que no expresa ninguna valoracin negativa, pre-tende significar esto: el "ser ah" es inmediata y regularmente cabe el "mundo" de que se cura. Este "absorberse en . . . " tiene por lo regular el carcter del "ser perdido" en la publicidad del uno. El "ser ah" es inmediatamente siempre ya "cado" "de" s mismo en cuanto "poder ser s mismo" propiamente y "cado" "en" el "mundo". El "estado de cado" "en" el "mundo" mienta el absor-berse en el "ser uno con otro", en tanto ste resulta gobernado por las habladuras, la avidez de novedades y la ambigedad. Lo que llamamos la "impropiedad" del "ser ah" 1 resulta ahora de-terminado con ms rigor mediante la exgesis de la cada. "Im-propio" y "no propio" no significan en manera alguna "propia-mente no", como si con este modo de ser perdiese el "ser ah" en general su ser. La impropiedad est tan lejos de mentar nada se-mejante a un "ya no ser en el mundo", que constituye justamente un sealado "ser en el mundo", un "ser en el mundo" plenamen-te posedo por el "mundo" y el "ser ah con" de otros en el uno. El "no ser l mismo" funciona como posibilidad positiva del ente que, "curndose de" esencialmente, se absorbe en un mundo. Este "no ser" tiene que concebirse como la forma de ser inmediata del "ser ah", la forma en la que ste se mantiene regularmente.

    El "estado de cado" del "ser ah" tampoco debe tomarse, por ende, como una cada desde un "estado primitivo" ms alto y puro. De esto no slo no tenemos nticamente experiencia alguna, sino tampoco ontolgicamente posibilidades ni hilos .conductores de exgesis.

    "De" s mismo, en cuanto fctico "ser en el mundo", es el "ser ah" ya cado en cuanto cado; y cado no lo es "en" ningn

    1 C/. g 9, pp. 58 ss.

  • 278 EL "SER AH" Y LA TEMPORALIDAD

    Mas la tentacin, el aquietamiento y el extraamiento carac-terizan la forma de ser de la cada. El cotidiano "ser relativamente a la muerte" es en cuanto cadente una constante fuga ante l. El ser relativamente al fin tiene el modo del esquivarse ante l em-bozndolo, comprendindolo impropiamente e interpretndolo torcidamente. El factum de que el "ser ah" peculiar en cada caso muere siempre ya, es decir, es en un "ser relativamente a su fin", se oculta trasmutando la muerte en el caso de defuncin de otros que tiene lugar cotidianamente y que en rigor nos asegura con mayor evidencia an de que "uno mismo" por lo pronto todava "vive". Pero con la cadente fuga ante la muerte atestigua la cotidianidad del "ser ah" que tambin el uno mismo es deter-minado en cada caso ya como "ser relativamente a la muerte", incluso cuando no se mueve expresamente dentro de un "pensar en la muerte". Al "ser ah" le va constantemente, tambin en la cotidianidad del trmino medio, este "poder sef ms peculiar, irreferente e irrebasable, aun cuando slo en el modo del curarse de una cmoda indiferencia frente a la extrema posibilidad de su existencia.

    Pero el poner de manifiesto el cotidiano "ser relativamente a la muerte" indica al par cmo intentar hacerse dueo del pleno concepto existenciario del "ser relativamente al fin" mediante una exgesis ms a fondo del cadente "ser relativamente a la muer-te" como esquivarse ante ste. Sobre la base del fenmeno del "ante qu" de la fuga, hecho suficientemente visible, no puede menos de ser posible proyectar fenomenolgicamente cmo el mismo "ser ah" que se esquiva comprende su muerte.1

    52. E L COTIDIANO "SER RELATIVAMENTE AL FIN" Y EL PLENO CONCEPTO EXISTENCIARIO DE LA MUERTE

    El "ser relativamente al fin" qued definido en el diseo exis-tenciario como el "ser relativamente al 'poder ser' ms peculiar, irreferente e irrebasable". El existente "ser relativamente a esta posibilidad" se pone ante la absoluta imposibilidad de la existen-cia. Pasando por encima de esta caracterizacin aparentemente vacua del "ser relativamente a la muerte", se desemboz la con-crecin de este ser en el modo de la cotidianidad. Con arreglo a la tendencia a la cada, esencial a este modo, se manifest el "ser relativamente a la muerte" como un encubridor esquivarse

    1 Cf. sobre esta posibilidad metdica lo dicho acerca del anlisis de la angustia, 40, pp. 204 ss.

    "SER TOTAL" Y "SER RELATIVAMENTE A LA MUERTE" 279

    ante l. Mientras que antes pas la investigacin del diseo for-mal de la estructura ontolgica de la muerte al anlisis concreto del cotidiano "ser relativamente al fin", ahora, en sentido inver-so, debe obtenerse mediante una exgesis complementaria del co-tidiano "ser relativamente al fin" el pleno concepto existenciario de la muerte.

    La explanacin del cotidiano "ser relativamente a la muerte" se atuvo a las habladuras del uno: al cabo tambin uno morir, pero por ahora an no. Hasta aqu se hizo simplemente la ex-gesis del "uno morir" en cuanto tal. En el "al cabo tambin, pero por ahora an no" concede la cotidianidad lo que se puede lla-mar una "certidumbre" de la muerte. Nadie duda de que uno morir. Pero este "no dudar" no necesita albergar ya en s aquel "ser cierto" que corresponde a la forma en que entra en el "ser ah" la muerte en el sentido de la sealada posibilidad caracteri-zada. La cotidianidad se queda en este ambiguo conceder la "cer-tidumbre" de la muerte para, encubriendo todava ms el mo-rir, debilitar la incertidumbre y aligerarse el "estado de yecto" en la muerte.

    El encubridor esquivarse ante la muerte no puede, por su mismo sentido, ser "cierto" propiamente de la muerte, y sin embargo lo es. Qu pasa, pues, con la "certidumbre de la muerte"?

    "Ser cierto" de un ente quiere decir: tenerlo, en cuanto ver-dadero, por tal. Pero la verdad significa el "estado de descubier-to" del ente, y todo "estado de descubierto" se funda ontolgica-mente en la verdad ms original, el "estado de abierto" del "ser ah".1 ste es, en cuanto ente que abre y abierto y que descubre, esencialmente "en la verdad". Mas la certidumbre se funda en la verdad o es inherente a ella con igual originalidad que ella misma. El trmino "certidumbre" tiene como el trmino "ver-dad" una doble significacin. Originalmente quiere decir verdad lo mismo que "ser abridor" como un modo de conducirse el "ser ah". La significacin que deriva de aqu es la del "estado de descubiertos" de los entes. Por manera anloga significa cer-tidumbre originalmente lo mismo que "ser cierto" como una forma del ser del "ser ah". Pero en una significacin derivada se dice "cierto" tambin el ente de que puede ser cierto el "ser ah".

    Un modo de ia certidumbre es la "conviccin". En sta se deja determinar el "ser ah" nicamente por el testimonio de la

    1 Cf. 44, pp. 233 ss., esp. pp. 240 ss.

  • 8 80 EL "SER AH" Y LA TEMPORALIDAD

    cosa misma descubierta (verdadera) su comprensor "ser relativa-mente a sta". El "tener por verdadero" es suficiente como,, un "mantenerse en la verdad" cuando se funda en el ente descubierto mismo, y como "ser relativamente al ente as descubierto" puede "ver a travs" de s mismo en lo que respecta a su adecuacin al ente. Cbsa semejante falta en la invencin arbitraria o en la mera "manera de ver" acerca de un ente.

    La suficiencia del "tener por verdadero" se mide por la pre-tensin de verdad a que corresponde. sta deriva su legitimidad de la forma de ser del ente que se trata de abrir y de la direc-cin del abrir mismo. Con la diversidad de los entes y segn la tendencia directiva y el alcance del abrir mismo, vara la forma de la verdad y con ella la certidumbre. Las presentes considera-ciones se limitan a un anlisis del "ser cierto" frente a la muerte, el cual representa a la postre una sealada certidumbre del "ser ah".

    El "ser ah" cotidiano encubre regularmente la posibilidad ms peculiar, irreferente e irrebasable de su ser. Esta fctica tendencia al encubrimiento prueba la tesis de que el "ser ah" es en cuanto fctico en la "falsedad".1 Segn esto tiene que ser la certidumbre perteneciente a semejante encubrir el "ser relativa-mente a la muerte" un inadecuado "tener por verdadero", no precisamente una falta de certidumbre en el sentido de dudar. La certidumbre inadecuada mantiene aquello de que es cierta en el "estado de encubierto". Cuando "uno" comprende la muerte como un accidente que hace frente en el mundo circundante, la certidumbre referente a este accidente no concierne al "ser rela-tivamente al fin".

    Uno dice: es cierto que llega "la" muerte. Uno lo dice y el uno pasa por alto que para poder ser cierto de la muerte, nece-sita en cada caso el peculiar "ser ah" mismo ser cierto de su ms peculiar e irreferente "poder ser". Uno dice que la muerte es cierta, y dicindolo implanta en el "ser ah' el parecer que es l mismo cierto de su muerte. Y dnde est el fundamento del co-tidiano "ser cierto"? Patente es que no en un mero persuadirse recprocamente. Uno experimenta da a da, en efecto, el "mo-rir" de otros. La muerte es un innegable "hecho de experiencia".

    De qu modo comprende el cotidiano "ser relativamente a la muerte" la certidumbre as fundada, se delata cuando intenta "pensar" sobre la muerte hasta con circunspeccin crtica y esto quiere decir adecuadamente. Todos los seres humanos, hasta don-

    1 Cf. 4 4 b , p. 243.

    "SER TOTAL" Y "SER RELATIVAMENTE A LA MUERTE" 281

    de uno sabe, "mueren". La muerte es para cada ser humano probable en el ms alto grado, pero con todo no "absolutamen-te" cierta. En rigor, "slo" es lcito atribuir a la muerte una certidumbre emprica. Esta certidumbre queda necesariamente por debajo de la ms alta certidumbre, la apodctica, que alcan-zamos dentro de ciertos sectores del conocimiento teortico.

    En esta puntualizacin "crtica" de la certidumbre de la muer-te y de su inminencia se hace patente ante todo una vez ms aquel desconocimiento de la forma de ser del "ser ah" y del "ser re-lativamente a la muerte" inherente a l que es caracterstico de la cotidianidad. El que el dejar de vivir, en cuanto accidente que tiene lugar, "slo" sea empricamente cierto, no decide de la cer-tidumbre de la muerte. Los casos de defuncin pueden ser oca-sin fctica de que el "ser ah" deje en absoluto por primera vez la atencin en la muerte. Pero permaneciendo dentro de la ca-racterizada certidumbre emprica, no puede en absoluto el "ser ah" llegar a ser cierto de la muerte tal como sta "es". Aunque dentro de la publicidad del uno el "ser ah" slo "hable" aparen-temente de esta certidumbre "emprica" de la muerte, en el fon-do no se atiene exclusiva ni primariamente a los casos de defun-cin que tienen lugar. Esquivndose a su muerte, es tambin el cotidiano "ser relativamente al fin" cierto de la muerte en otra forma que aquella que l quisiera que fuese verdad en la pura reflexin teortica. La cotidianidad se emboza regularmente esta "otra forma". No osa llegar a "ver a travs" de s en este punto. Con el caracterizado encontrarse cotidiano, la "superioridad" apa-rentemente exenta de toda angustia, pero de que se cura "angus-tiosamente", frente al "hecho" cierto de la muerte, concede la cotidianidad una certidumbre "ms alta" que la simplemente em-prica. Uno sabe de la muerte cierta y sin embargo no "es" cierto propiamente de ella. La cadente cotidianidad del "ser ah" co-noce la certidumbre de la muerte y sin embargo esquiva el "ser cierto". Pero este esquivarse atestigua, con el fenmeno de aque-llo ante que se esquiva, que la muerte tiene que concebirse como posibilidad ms peculiar, irreferente, irrebasable y cierta.

    Uno dice: la muerte llega ciertamente, pero por ahora an no. Con este "pero. . ." le quita el uno a la muerte la certidum-bre. El "por ahora an no" no es una mera proposicin nega-tiva, sino una autointerpretacin del uno con la que se remite a s mismo a lo que inmediatamente an queda de accesible para l y de susceptible de que l se cure de ello. La cotidianidad urge a la acuciosidad del "curarse de" y se escapa de las cadenas

  • a82 EL "SER AH" Y LA TEMPORALIDAD

    del fatigado, del "inactivo pensar en la muerte". sta se aplaza has-ta "un da al cabo", y ello apelando a la llamada "opinin general". As encubre el uno lo peculiar de la certidumbre de la muerte, el ser posible arcada instante. A la certidumbre de la muerte va unida la indeterminacin de su cundo. A ella se esquiva el co-"" tidiano "ser relativamente a la muerte" prestndole determina-cin. Pero est determinarla no puede significar un calcular cundo se dejar de vivir. El "ser ah" huye ms bien de deter-minarla en esta forma. El cotidiano "curarse de" se determina la indeterminacin de la muerte cierta poniendo por delante de ella todas aquellas urgencias y posibilidades de la inmediata vida cotidiana que puede abarcar con la vista.

    Pero el encubrimiento de la indeterminacin alcanza a la cer-tidumbre misma. Y as se emboza el carcter de posibilidad ms peculiar que tiene la muerte: ser cierta y al par indeterminada, es decir, posible a cada instante.

    La exgesis acabada del habla cotidiana del uno acerca de la muerte y su modo de entrar en el "ser ah", condujo a los carac-teres de la certidumbre y la indeterminacin. El pleno concepto ontolgico-existenciario de la muerte puede definirse ahora en los siguientes trminos: la muerte en cuanto fin del "ser ah" es la posibilidad ms peculiar, irreferente, cierta y en cuanto tal inde-terminada, e irrebasable, del "ser ah". La muerte es en cuanto fin del "ser ah" en el ser de este ente relativamente a su fin.

    E acotar la estructura existenciaria del "ser relativamente al fin" tiende a poner de manifiesto una forma del ser del "ser ah" en que puede ser entero como "ser ah". El que en cada caso ya el "ser ah" cotidiano sea relativamente a su fin, es decir, pugne con su muerte constante, aunque "fugitivamente", muestra que este fin que determina y encierra el "ser total" no es nada a que llegue nicamente por ltimo el "ser ah" al dejar de vivir. En el "ser ah" en cuanto es relativamente a su muerte es siempre ya incluso el extremo "an no" de l mismo, a que son antepuestos los dems. Por lo mismo no es lcito el concluir formalmente del "an no" del "ser ah", del que se hace encima la exgesis ontclgicamente inade-cuada que lo explana como "lo que falta", la "no totalidad" del "ser ah". El fenmeno del "an no", tomado al "pre-ser-se", dista tanto de ser, como la estructura de la cura en general, una instancia contra un posible "ser total" existente, que este "pre-ser-se" es lo nico que hace posible semejante "ser relativamente al fin". El problema del posible "ser total" del ente que en cada caso somos nosotros mismos no es un falso problema, si la cura como constitu-

    "SER TOTAL" Y "SER RELATIVAMENTE A LA MUERTE" 283

    cin fundamental del "ser ah" tiene "conexin" con la muerte como la posibilidad extrema de este ente.

    Discutible resulta, sin embargo, si se ha desarrollado suficien-temente ya este problema. El "ser relativamente a la muerte" se funda en la cura. En cuanto yecto "ser en el mundo", es el "ser ah" en cada caso ya entregado a la responsabilidad de su muerte. Siendo relativamente a su muerte, muere fctica y adems cons-tantemente mientras no ha llegado a dejar de vivir. "El 'ser ah' muere tcticamente" dice al par que en su "ser relativamente a la muerte" se ha decidido siempre ya de una manera u otra. El esquivarse ante ese ser, en la cotidiana cada, es un "ser relativa-mente a la muerte" impropio. La impropiedad tiene por base una posible propiedad.1 La impropiedad representa una forma de ser en que el "ser ah" puede emplazarse y regularmente se ha em-plazado siempre, pero en la que no necesita emplazarse forzosa y constantemente. Porque el "ser ah" existe, se determina, en cuanto ente, segn es, partiendo en cada caso de una posibilidad que l mismo es y comprende,

    Puede el "ser ah" comprender propiamente su posibilidad ms peculiar, irreferente e irrebasable, cierta y en cuanto tal in-determinada, es decir, mantenerse en un "ser relativamente a su fin" propio? Mientras no se ponga de manifiesto ni se defina on-tolgicamente este "ser relativamente a la muerte" propio, pade-cer de una deficiencia esencial la exgesis existenciaria del "ser relativamente al fin".

    El "ser relativamente a la muerte" propio significa una posi-bilidad existencial del "ser ah". Este "poder ser" ntico tiene a su vez que ser posible ontolgicamente. Cules son las condi-ciones exstenciarias de esta posibilidad? Cmo se har accesible ella misma?

    53. PROYECCIN EXISTENCIARIA DE UN "SER RELATIVAMENTE A LA MUERTE" PROPIO

    Fcticamente se mantiene el "ser ah" inmediata y regular-mente en un "ser relativamente a la muerte" impropio. ;Cmo caracterizar "objetivamente" la posibilidad ontolgica de un "ser relativamente a la muerte" propio, si el "ser ah" no se conduce a la postre nunca en modo propio relativamente a su fin, o bien este ser propio no puede menos de permanecer por su mismo

    1 Sobre la impropiedad de "ser ah" se trat en el g, pp. 53 ss., el 27,

    p. 147, y esp. el 38, pp. 195 ss.

  • a4 EL "SER AH" V LA TEMPORALIDAD

    sentido oculto para los otros? No es la proyeccin de la posi-bilidad existenciaria de un tan discutible "poder ser" existencial un empeo fantstico? Qu es menester para que tal proyec-cin pase de ser una simple construccin ficticia y arbitraria? Hace el "ser ah" mismo indicaciones acerca de esta proyec-cin? Cabe sacar del "ser ah" mismo razones en favor de su legitmidad como fenmeno? Puede la tarea ontolgica que nos proponemos ahora esperar del anlisis del "ser ah" hecho hasta aqu datos que hagan entrar por un camino seguro a su "tener previo"?

    Se fij el concepto existenciaro de la muerte y con l aquello relativamente a lo cual habra de poder conducirse un "ser rela-tivamente al fin" propio. Se caracteriz adems el "ser relativa-mente a la muerte" impropia y con ello se dise negativamente o como no puede ser el "ser relativamente a la muerte" propio. Con estas indicaciones positivas y negativas ha de poderse pro-yectar la estructura existenciaria de un "ser relativamente a la muerte" propio.

    El "ser ah" est constituido por el "estado de abierto", esto es, por un comprender encontrndose. Un "ser relativamente a la muerte" propio no puede esquivarse ante la posibilidad ms peculiar, irreferente, encubrindola en esta fuga e interpretndola torcidamente o al alcance de la "comprensividad" del uno. La proyeccin existenciaria de un "ser relativamente a la muerte" propio ha de poner de manifiesto, por ende, los elementos de se-mejante ser, que lo constituyen como un comprender la muerte en el sentido de un "ser relativamente a la posibilidad caracteri-zada" no fugitivo ni encubridor.

    Ante todo se trata de caracterizar el "ser relativamente a la muerte" como un "ser relativamente a una posibilidad", a una sealada posibilidad del "ser ah" mismo. "Ser relativamente a una posibilidad", es decir, a algo posible, puede significar: ser saliendo de s hacia algo posible bajo la forma de un curarse de realizarlo. En el campo de lo "a la mano" y lo "ante los ojos" hacen frente constantemente tales posibilidades: lo asequible, do-minable, viable, etc. El ser saliendo de s hacia algo posible de que se cura tiene la tendencia a anular la posibilidad de lo posible convinindolo en disponible. Pero la realizacin del til "a la mano" de que se cura (producindolo, ponindolo a punto, cam-bindolo de forma o de lugar, etc.) nunca es sino relativa, dado que incluso lo realizado sigue teniendo justamente el "carcter de ser" de la conformidad. Aunque realizado, sigue siendo en

    "SER TOTAL" Y "SER RELATIVAMENTE A LA MUERTE" 2P5

    cuanto real algo posible pa ra . . . , algo caracterizado por un "para". El presente anlisis debe limitarse a poner en claro cmo se con-duce relativamente a lo posible el ser fuera de s "curndose de": no considerando en forma teortico-temtica lo posible en cuanto posible, ni menos bajo la especie de su posibilidad en cuan-to tal, sino de tal manera que "viendo en torno", desva la vista desde lo posible hacia aquello para lo que es lo posible.

    El "ser relativamente a la muerte" de que es cuestin no puede patentemente tener el carcter del ser saliendo de s hacia su rea-lizacin por curarse de sta. En primer lugar, no es la muerte como algo posible nada posiblemente "a la mano" o "ante los ojos", sino una posibilidad del ser del "ser ah", Pero, en segundo trmino, el curarse de la realizacin de este posible significara necesariamente un efectivo dejar de vivir. Mas con esto se pri-vara el "ser ah" justo de la base para un exisLente "ser relativa-mente a la muerte".

    S, pues, con el "ser relativamente a la muerte" no se mienta una "realizacin" de sta, tampoco puede querer decir esto: de-tenerse cabe el fin tomado en su posibilidad. Una conducta se-mejante sera la del "pensar en la muerte". Semejante conducta piensa en cundo y cmo se realizar la posibilidad. Este cavilar sobre la muerte no le quita plenamente, sin duda, su carcter de posibilidad: la muerte sigue siendo considerada como algo que viene; pero s que la debilita queriendo disponer de ella al calcu-larla. En cuanto posible debe la muerte mostrar lo menos posible de su posibilidad. En el "ser relativamente a la muerte", por lo contrario y si es que ha de abrir, comprendiendo, la caracterizada posibilidad en cuanto tal, ha de comprenderse la posibilidad sin debilitacin alguna en cuanto posibilidad, ha de desarrollrsela en cuanto posibilidad, y en el conducirse relativamente a ella ha de aguantrsela en cuanto posibilidad.

    Relativamente a algo posible tomado en su posibilidad se con-duce el "ser ah", empero, en el esperar. Para un "ser pendiente" de ello puede algo posible hacer frente sin traba ni menoscabo en su "si, o. si no, o por fin". Pero es que en el fenmeno del esperar no tropieza el anlisis con la misma forma de ser relativa-mente a lo posible caracterizada ya como el ser saliendo de s haca algo de que se cura? Todo esperar comprende y "tiene" su algo posible bajo la forma de si llegar, y cundo, y cmo, a ser realmente "ante los ojos". El esperar no es slo ocasional-mente un desviar la vista desde lo posible hacia su posible reali-zacin, sino esencialmente un estar a la espera de sta. Tambin

  • s8G EL "SER AH" Y LA TEMPORALIDAD

    en el esperar hay un saltar de lo posible a hacer pie en lo real, que es como es esperado lo esperado. Partiendo de lo real y apuntando a ello, se introduce bajo la forma de la espera lo po-sible en lo real.

    Pero el "ser relativamente a la posibilidad" en el caso del "ser" relativamente a la muerte" debe conducirse relativamente a sta de tal manera que sta se desemboce en este ser y para l en cuanto posibilidad. Este "ser relativamente a la posibilidad" lo designamos con la expresin "precursar la posibilidad". Pero no implica esta manera de conducirse un acercamiento a lo posible y no emerge con la cercana de lo posible su realizacin? Este acer-camiento no tiende, empero, a hacer disponible, curndose de ello, algo real, sino que en el acercarse comprensor se limita a hacerse "mayor" la posibilidad de lo posible. La cercana ms cercana del "ser relativamente a la muerte" en cuanto posibilidad est lo ms lejos posible de nada real. Cuanto ms desembozadamente se com-prende esta posibilidad, tanto ms puramente "precursa" el com-prender la posibilidad como la de la imposibilidad de la exis-tencia en general. La muerte como posibilidad no da al "ser ah" nada "que realizar", ni nada que como real pudiera ser l mismo. La muerte es la posibilidad de la imposibilidad de todo conducirse relativamente a . . . , de todo existir. En t i "precursar" de esta posibilidad, sta se hace "cada vez mayor", es decir, se desemboza como una posibilidad que no conoce en general medida, ms ni menos, sino que significa la posibilidad de la imposibilidad sin medida de la existencia. Por su esencia misma no ofrece esta po-sibilidad punto alguno en que apoyarse para ser pendiente de algo, "figurarse" la posible realidad y gracias a esto olvidar la po-sibilidad. El "sci relativamente a la muerte" como "precursar" la posibilidad es lo que hace posible esta posibilidad y la deja en franqua como tal.

    El "ser relativamente a la muerte" es un "precursar" un "poder ser" de aquel ente cuya forma de ser la tiene el "precursar" mismo. En el desembozarse, "precursando", este "poder ser", se abre el "ser ah" para s mismo bajo el punto de vista de su posibilidad extre-ma. Pero proyectarse sobre el ms peculiar "poder ser" quiere de-cir: poder comprenderse a s mismo en el ser del ente as desem-bozado: existir. El "precursar" se revela como posibilidad de comprender el ms peculiar y extremo "poder ser", o sea, como posibilidad de una existencia propia. La constitucin ontolgica de sta ha de hacerse visible al poner de manifiesto la estructura concreta del "precursar" la muerte. Cmo llevar a cabo la des-

    "SER TOTAL" Y "SER RELATIVAMENTE A LA MUERTE" 287

    cripcin del fenmeno de esta estructura? Patentemente, determi-nando los caracteres del abrir "precursando" que han de serle in-herentes para que pueda llegar a ser el puro comprender la posi-bilidad ms peculiar, irreferente, irrebasable, cierta y en cuanto tal indeterminada. Pero advirtase que comprender no quiere decir primariamente contemplar pasmado un sentido, sino com-prenderse en el "poder ser" que se desemboza en la proyeccin.1

    La muerte es la ms peculiar posibilidad del "ser ah". El "ser relativamente a ella" abre al "ser ah" su ms peculiar "po-der ser", aquel en el que va absolutamente el ser del "ser ah". En l puede hacrsele patente al "ser ah" que en la sealada posibilidad de s mismo queda arrancado al uno, es decir, "pre-cursando" puede arrancarse en cada caso ya a l. Pero el com-prender este "poder" es lo que desemboza el fctico "estado de perdido" en la cotidianidad del "uno mismo".

    La ms peculiar posibilidad es irreferente. El "precursar" hace comprender al "ser ah" que nicamente desde s mismo ha de tomar sobre s el "poder ser" en que le va absolutamente su ms peculiar ser. La muerte no se limita a "pertenecer" indiferente-mente al "ser ah" peculiar, sino que reivindica a ste en lo que tiene de singular. Lo irreferente de la muerte comprendido en el "precursar" singulariza al "ser ah" en s mismo. Esta sngula-rizacin es un modo del abrirse el "ah" para la existencia. Hace patente que todo ser cabe aquello de que se cura y todo "ser con" otros fracasa cuando va el ms peculiar "poder ser". El "ser ah" slo puede ser propiamente l mismo cuando se pone en posibi-lidad de ello desde s mismo. Pero el fracaso del "curarse de" y del "procurar por" no significa en manera alguna que estos modos del "ser ah" queden desvinculados del "ser s mismo" propio. En cuanto estructuras esenciales de la constitucin del "ser ah", son tambin inherentes a la condicin de posibilidad de la exis-tencia en general. El "ser ah" slo es propiamente l mismo en tanto se proyecta, como "ser cabe. . ." "curndose de" y "ser con" "procurando por", primariamente sobre su ms peculiar "poder ser", y no sobre la posibilidad del "uno mismo". El "precursar" la posibilidad irreferente fuerza al ente que "precursa" la posi-bilidad a tomar sobre s, desde s y por s su ms peculiar ser.

    La posibilidad ms peculiar e irreferente es irrebasable. El "ser relativamente a ella" hace comprender al "ser ah" que le es inminente como posibilidad extrema de la existencia renunciar a s mismo. Pero el "precursar" no se esquiva ante lo irrebasable,

    1 Cf. 3 1 , pp. I6OS.

  • 288 EL "SER AH" Y LA TEMPORALIDAD

    como el "ser relativamente a la muerte" impropio, sino que se pone en libertad para ello. El ponerse, "precursando", en libertad para la muerte peculiar libera del "estado de perdido" en las po-sibilidades que se ofrecen accidentalmente, de tal suerte que hace comprender y elegir radical y propiamente las posibilidades fcticas que estn antepuestas a la irrebasable. El "precursar" abre a la existencia como posibilidad extrema la renuncia a s misma y de esta manera rompe todo aferrarse a la existencia alcanzada en cada caso. El "ser ah" se guarda, "precursando", de quedar a la zaga de s mismo, el "poder ser" comprendido, "hacindose demasiado viejo para conseguir el triunfo" (Nietzsche). Estando en liber-tad para las posibilidades ms peculiares, determinadas por el fin, es decir, comprendidas como finitas, evita el "ser ah" el pe-ligro de desconocer, desde su comprensin finita de la existen-cia, las posibilidades de la existencia de los otros que la rebasan, o de imponerlas retroactivamente, e interpretndolas mal, a las pe-culiares para desligarse as de la existencia fctica ms peculiar. Pero, en cuanto posibilidad irreferente, slo singulariza la muerte para hacer, en cuanto irrebasable, al "ser ah", en cuanto "ser con", comprender el "poder ser" de los otros. El "precursar" la posibilidad irrebasable abre con sta todas las posibilidades que estn antepuestas a ella: por eso reside en l la posibilidad de un tomar por anticipado existencialmente el "ser total".

    La posibilidad ms peculiar, irreferente e irrebasable es cierta. El modo de ser cierto de ella se determina por la correspondiente verdad ("estado de abierto"). Pero la posibilidad cierta de la muerte slo la abre el "ser ah" como posibilidad porque, "precur-sndola" a ella, hace posible para s esta posibilidad como ms pe-culiar "poder ser". El "estado de abierto" de la posibilidad se funda en el hacer posible "precursando". El mantenerse en esta verdad, es decir, el "ser cierto" de lo abierto, es lo que reivindica ante todo el "precursar". La certidumbre de la muerte no puede calcularse sobre la base de datos acerca de los casos de defuncin que hacen frente. En general no se mantiene en una verdad de lo "ante los ojos", que, en lo que respecta a su "estado de descubierto", hace frente con la mayor pureza para un permitir que hagan frente los entes en s mismos dirigiendo simplemente la vista a ellos. El "ser ah" tiene que haberse perdido lo primero de todo en los hechos lo que puede ser una peculiar misin y posibilidad de la cura para lograr la pura "objetividad", es decir, la indiferencia de la evi-dencia apodctica. Si el "ser cierto" no tiene por lo que se refiere a la muerte este carcter, esto no quiere decir que sea de un

    "SER TOTAL" Y "SER RELATIVAMENTE A LA MUERTE" 289

    grado inferior a esta evidencia, sino que en general no pertenece al orden gradual de las evidencias acerca de lo "ante los ojos".

    El "tener por verdadera" la muerte la muerte es en cada caso slo la peculiar. es de otra ndole y ms original que toda certidumbre referente a un ente que haga frente dentro del mun-do o a los objetos formales, pues es cierta del "ser en el mundo". En cuanto tal, no reivindica slo una determinada manera de conducirse del "ser ah", sino a este mismo en la plena propiedad de su existencia.1 En el "precursar", y nicamente en l, puede cerciorarse el "ser ah" de su ms peculiar ser en su irrebasable totalidad. De donde el que la evidencia de un directo darse las vivencias, el yo y la conciencia quede necesariamente por debajo de la certidumbre encerrada en el "precursar". Y no as porque la correspondiente forma de aprehensin no sea rigurosa, sino por-que fundamentalmente no puede tener por verdadero (abierto) aquello que en el fondo quisiera que "estuviese ah" como verda-dero: el "ser ah" que soy yo mismo y como "poder ser" slo puede ser propiamente "precursando".

    La posibilidad ms peculiar, irreferente, irrebasable y cierta es, por lo que respecta a la certidumbre, indeterminada. Cmo abre el "precursar" este carcter de la sealada posibilidad del "ser ah"? Cmo se proyecta el comprender "precursando" sobre un "poder ser" cierto que es constantemente posible, de suerte que resulta constantemente indeterminado el "cundo" en que se hace posible la absoluta imposibilidad de la existencia? En el "precur-sar" la muerte indeterminadamente cierta se expone la existencia a una amenaza constantemente surgente de su "ah" mismo. El "ser relativamente al fin" ha de mantenerse en ella y dista tanto de ser capaz de cegarse para ella, que antes bien no puede me-nos de fomentar la indeterminacin de la certidumbre. Cmo es existenciariamente posible el genuino abrir esta constante amenaza? Todo comprender es un encontrarse. El estado de nimo pone al "ser ah" ante el "estado de yecto" de su "hecho de que es ah".2 Mas el encontrarse capaz de mantener patente la amenaza cons-tante y absoluta que para el ser ms peculiar y singularizado del "ser ah" asciende de este mismo, es la angustia* En sta se encuen-tra el "ser ah" ante la nada de la* posible imposibilidad de su existencia. La angustia se angustia por el "poder ser" del ente as determinado y abre as la posibilidad extrema. El "precursar" sin-

    1 Cf. 62, pp. 331 ss. 2 Cf- 29- PP- 151 "

    3 Cf. 40, pp. 204 ss.

  • 290 EL "SER AH" Y LA TEMPORALIDAD

    gulariza absolutamente al "ser ah", y al singularizarlo en s mismo, le permite tornarse cierto de la totalidad de su "poder ser": por eso es inherente a este comprenderse el "ser ah" desde su mismo fondo el fundamental encontrarse de la angustia. El "ser relativamente a la muerte" es en esencia angustia. El testimonio infalible, si bien" "slo" indirecto, de esto lo aporta el caracterizado "ser relativa-mente a la muerte" cuando convierte la angustia en cobarde temor y superando ste delata la cobarda ante la angustia.

    La caracterizacin del "ser relativamente a la muerte" propio proyectado existenciariamente puede resumirse en la siguiente for-ma: el "precursor" desemboza al "ser ah" el "estado de perdido" en el "uno mismo", ponindolo ante la posibilidad primaria-mente falta de apoyo en el "procurar por" "curndose de" de ser l mismo, pero l mismo en la apasionada LIBERTAD RELATIVAMENTE A LA MUERTE, desligada de las ilusiones del uno, fctica, cierta de s misma y que se angustia.

    Todas las referencias al pleno contenido de la caracterizada posibilidad extrema del "ser ah" inherente al "ser relativamente a la muerte" se resumen en desembozar, desplegar y fijar el "pre-cursar" constituido por ellas como un hacer,posible esta posibilidad. La descripcin existenciariamente proyectiva del "precursar" ha he-cho visible la posibilidad ontolgica de un "ser relativamente a la muerte" existencial y propio. Con l emerge la posibilidad de un "poder ser total" propio del "ser ah" pero slo como posibilidad ontolgica. La proyeccin existenciaria del "precursar" se atuvo a las estructuras del "ser ah" conquistadas anteriormente, haciendo al "ser ah" proyectarse por s mismo, cabe decir, sobre esta posibi-lidad, sin presentarle un ideal de existencia de determinado "con-tenido", ni imponrselo "desde fuera". Y a pesar de ello sigue siendo este "ser relativamente a la muerte" existenciariamente "po-sible" una exigencia fantstica existencialmente. La posibilidad ontolgica de un "poder ser total" propio del "ser ah" no significa nada mientras no se exhiba el correspondiente "poder ser" ntico partiendo del "ser ah" mismo. Se "yecta" fcticamente el "ser ah" en cada caso en semejante "ser relativamente a la muerte"? Requiere, siquiera, en razn de su ms peculiar ser, un "poder ser" propio y determinado por el "precursar"?

    Antes de responder a estas preguntas hay que averiguar hasta qu punto en general y de qu modo da testimonio el "ser ah", desde su ms peculiar "poder ser", de una posible propiedad de su existencia, de tal suerte que no slo la denuncie existencial-mente posible, sino que la requiera de suyo.

    "PODER SER" PROPIO Y "ESTADO DE RESUELTO" 391

    La cuestin ahora en el aire, relativa a un "ser total" propio del "ser ah" y a la constitucin existenciaria del mismo, nica-mente pisar un terreno fenomnico que resista a toda prueba cuando pueda apoyarse en una posible propiedad del ser del "ser ah" atestiguada por ste mismo. S se logra descubrir fenomeno-lgicamente semejante atestiguacin y lo atestiguado en ella, se plantear de nuevo el problema de si el ''precursar" la muerte proyectado hasta aqu tan slo en su posibilidad ONTOLGICA est en tina conexin existencial con el "poder ser propio" ATESTI-GUADO.

    Capitulo II LA ATESTIGUACIN, POR EL "SER AH" MISMO,

    DE UN "PODER SER" PROPIO Y EL "ESTADO DE RESUELTO"

    54. E L PROBLEMA DE LA ATESTIGUACIN DE UNA POSIBILIDAD EXISTENCIAL PROPIA

    Estamos buscando un "poder ser" propio del "ser ah" cuya posibilidad existencial resulte atestiguada por el "ser ah" mismo. Ante todo es necesario que quepa encontrar esta atestiguacin misma. Si ha de "dar a comprender" al "ser ah" este mismo en su posible existencia propia, tal atestiguacin ha de tener sus races en el ser del "ser ah". El mostrar fenomenolgicamente semejante atestiguacin implica por ende el mostrar que su ori-gen est en la constitucin del ser del "ser ah".

    La atestiguacin ha de dar a comprender un "poder ser s mismo" propio. Con la expresin "s mismo" respondimos a la pregunta acerca del "quin" del "ser ah".1 El "ser s mismo" del "ser ah" se defini formalmente como un modo de existir, es decir, no como un ente "ante los ojos". El quin del "ser ah" no soy regularmente "yo mismo", sino que es el "uno mismo". El "ser s mismo" propio se define como una modificacin existen-cial del uno que hay que acotar existenciariamente.2 Qu en-traa esta modificacin y cules son las condiciones de su posi-bilidad?

    Con el "estado de perdido" en el uno se ha decidido en cada

    1 Cf. 25, pp. 130 ss. 2 Cf. 27, pp. 142 ss.t esp. p . 147.