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    Tr abajo: Tr ansformaciones del trabajo en la era de la "modernidad lquida" y el tr abajo "inmaterial"A utor: A dmin

    A utor(es): Javier HermoyA gustn Wydler*

    El presente trabajo est relacionado con el proy ecto de investigacin "Transformaciones del trabajo y la subjetiv idad de los actores en la era

    de la modernidad lquida y e l trabajo inmaterial" que se est desarrollando en la Universidad de Buenos A ires. El mismo se propone abordardimensiones relativ as a la constitucin de subjetiv idad -y, por tanto de sujetos- en relacin con el trabajo, asumiendo como punto de partida lacentralidad del "nuevo" trabajo "inmaterial" [1] en la era de la "modernidad lquida"[2], post-industrial o como se prefiera denominar. En este a rtculo se

    intentar profundizar en los aspectos terico-conceptuales que suponen esta situacin y cules son las caractersticas del trabajo inmaterial y la tendenciapredominante.

    El trabajo

    Lejos de una aproximacin ontolgica o ahistrica al concepto, concebimos al trabajo en un contexto determinado que es el de l modo de produccincapitalista. A n as, creemos necesario desplegar algunas reflexiones iniciales sobre su desarrollo como actividad humana, para poder plantear questamos considerando como trabajo inmaterial y sus caractersticas.

    Mucho antes del inicio del ciclo capitalista en la historia, y a lo largo de ella, podemos encontrar como caracterstica comn, que el trabajo ha sido casisiempre una activ idad colectiva, tanto en su planificacin como en su ejecucin, desde la originaria div isin del trabajo (aceptando lo de originario comomomento "m tico" fundador). Tambin que se ha tratado de una actividad pasible de ser expropiada y apropiada por otros, a trav s de distintosdispositivos de poder y tecnologas concurrentes para ello. A s se instal alrededor de este problema un conflicto social bsico, que en el capitalismo hamostrado su variante ms "ev olucionada", ya que como dijera Weber, se trata del nico sistema en la historia que logr la "organizacin racional deltrabajo libre" [3]. Podemos agregar a ello que lo nov edoso de este "trabajo libre", en todo caso, es la necesidad de una menor coaccin abiertasistemtica y su desarrollo hacia un carcter cada vez ms abstracto como mercanca en s misma, al mismo tiempo que se ha mostrado cada v ez msnecesario, en su carcter concreto, para la reproduccin social y subjetiv a.

    C reemos que se requiere desarrollar un enfoque integral acerca de los procesos de trabajo como procesos histricos y sociales, que son a la v ezdeterminados por la estructura social y estructurantes de lo social [4], en tanto que son desarrollados por actores, que se constituyen como sujetossociales en relaciones de poder cambiantes. Lo dicho significa que no puede considerarse a los mismos ni como meros portadores de estructuras ni comoautodeterminados o construidos aleatoriamente.

    C ompartimos que la relevancia del trabajo radica en su capacidad de transformacin, no slo del objeto material al que se aplica -cuando es el casoclsico del proceso de trabajo-, sino de las relaciones sociales y de los sujetos mismos, en una relacin del tipo estructura-estructurante [5] que serealimenta y reconfigura en el proceso.

    C onsideramos como apropiada la categora de trabajo inmaterial planteada por Hardt, N egri y V irno -entre los ms destacados que lo han desarrollado-,para describir una nueva realidad en la que la nos encontramos con que el trabajo se presenta cada v ez ms como una "una fuerza laboral intelectual,inmaterial y comunicativa [6]". C ompartimos, tambin, que existen "tres aspectos primarios del trabajo inmaterial: la labor comunicativ a de laproduccin industrial [v inculada por redes informticas], la labor interactiva de los anlisis simblicos y la resolucin de problemas y la labor de laproduccin y manipulacin de los afectos [7]".

    C reemos que las razones para centrar la atencin en el trabajo inmaterial no son su relativ a nov edad o su importancia numrica, en el sentido decantidad de personas (absoluta o relativa), que realizan este tipo de trabajo. S u crucial importancia debe buscarse en la tendencia que este trabajoinmaterial tiene a subsumir todas las otras formas de trabaj o anteriores, en el sentido en que es planteado por estos autores con respecto al proceso deposmodernizacin o informatizacin:"del mismo modo que durante el proceso de modernizacin toda la produccin tendi a industrializarse, as tambindurante el proceso de post-modernizacin toda la produccin tiende hacia la produccin de serv icios, a v olve rse informatizada", y tambin; "del mismomodo que los procesos de industrializacin transformaron la agricultura y la v olvieron ms productiv a, as tambin la rev olucin de la informatizacintransformar la industria redefiniendo y rejuv eneciendo los procesos de fabricacin" [8].

    Todo esto, en el contexto de un gigantesco cambio cualitativ o a nivel global, tanto en la produccin como en lo social mismo, que no nos de tendremosaqu a analizar. A los fines de nuestro artculo, slo nos interesar sealar, como caracterstica a tomar en cuenta, que suponen una decisivatransformacin de la industria y el modelo fabril clsico, con un crecimiento cada vez may or del sector de serv icios, tanto en trminos relativ os comoabsolutos, y que redefinen el carcter de los mismos a partir de este trabajo inmaterial y del ritmo de la informatizacin de procesos; para luego redefinirtambin la misma produccin industrial clsica.

    Sostenemos que todo ello, supone un cambio central en la naturaleza y calidad del trabajo, al incluirse la informacin, la comunicacin y los afectos comofunciones esenciales dentro del proceso de trabajo, en el sentido desarrollado por V irno al hablar de los "lugares comunes". C uando se refiere a ello,

    remite al concepto de A ristteles (topoi koinoi), quien sealaba que se trata de "las formas lgicas y lingstica de v alor general [] o sea, las genricasformas lgico -lingsticas que hilv anan todos los discursos" [9]. De acuerdo a la interpretacin propuesta, que compartimos, estos lugares comunesconstituyen e l sustrato bsico de toda actividad humana, pe ro se han v uelto condicin del proceso mismo de trabajo, que es cada v ez ms cooperativ o y

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    reside en la cooperacin misma en tanto se trata de la base comn que la hace posible. Tenemos as que lo comn construye y determina por completoal trabajo.

    Por supuesto, subsiste el problema y a sealado por Marx de la apropiacin priv ada de lo producido en comn, siendo cada v ez ms ev idente el carcterparasitario del capital en la produccin: cada vez es menos necesario para la organizacin y direccin, cada v ez ms la fuerza productiva reside enquienes producen y no en quienes son propietarios de los medios de produccin.

    El capital

    Es claro que el conjunto de las transformaciones en curso implican una rearticulacin completa de la relacin entre capital y trabajo, implicando un pasodel capitalismo "pesado" al "liviano", de la modernidad "slida" a la "lquida", donde el capital se libera de sus ataduras y puede largar "lastre" sinmay ores problemas. Lo global y lo local en esta dimensin, representan grficamente la situacin de un capital que se ha v uelto cada vez ms globalizadoy ms fluido, mientras el trabajo queda fijado -en su mayora- a lo local, an cuando, tiene cierta posibilidad de ser globalizado tambin -en su desmedro -.

    Todo ello guiado por el afn de "v alorizar el v alor" a escala global, conformando un mercado que permite transacciones instantneas, escalas y procesosde produccin, distribucin y consumo mundiales, as como un creciente predominio del capital financiero, por slo mencionar algunas de lascaractersticas ms sobresalientes que han descripto y a muchos autores.

    Decir lo que precede no significa lamentarse por ello, sino interpretar esta nuev a situacin en el contexto de lo que y a M arx definiera como la necesidaddel modo de produccin capitalista de rev olucionar de modo constante sus condiciones de existencia, ampliando siempre la inclusin y subsuncin denuevas reas en el capital. Esto supone un constante av ance de las fronteras del capital y de la mercantilizacin de la vida en su conjunto. A l mismotiempo, la ampliacin del espacio dominado por el capital, implica nuev as expropiaciones de lo comn, reeditando ciclos de nuevas "acumulaciones

    originarias", entendidas como acumulaciones extraordinarias de lo comn, que al integrarse como propiedad priv ada, ingresan a la esfe ra del capital y leinyectan v igor [10].

    Por otra parte, en el contexto de la globalizacin la inmensa may ora de los E stados Nacionales v en disminuir su poder a pasos acelerados, en beneficiodel gobierno global del capital y, como sostienen Hardt y Negri, minando su propia soberana nacional al mismo tiempo que contribuyen a crear la nuevasoberana imperial.

    Es as que los estados, cada v ez menos poderosos, entran en una desenfrenada competencia por "anclar" capital en el territorio, para lo cual se debencumplir con las condiciones de "gobernabilidad" m nimas. Se trata, entonces, de asegurar al capital los niv eles de flexibilidad necesaria, no slo de lafuerza de trabaj o, sino de su propio compromiso jurdico: "...la nica esperanza que tienen los gobiernos de que los capitales se queden, radica en lograrconvencerlos, ms all de toda duda, de que tienen la libertad de irse cuando quieran y sin previo aviso" [11].

    En este contexto, las nociones de "centro" y "periferia" y a no son conceptos ligados de manera unvoca a distribuciones espaciales. La complejidad de losmodos de interdependencia, el nuev o mapa de distribucin de las formas de dominio y control y la imbricada malla de poderes decisorios v igentes,exceden holgadamente los trminos tradicionales sobre los lmites nacionales.

    Este complejo escenario plantea un desafo a las tradicionales ideas fuerza que guiaban las conceptualizaciones tericas, exige redefiniciones a la luz delas transformaciones y los problemas mencionados y demanda de manera perentoria otros modos de abordaje y de interpretacin de los clsicos roles delestado nacional, como as tambin del papel del mercado, la empresa privada, los actores y los espacios supranacionales.

    Konocimiento = Kapital

    Es indisoluble de esta nuev a realidad, el surgimiento de lo que muchos pensadores han descripto como la " sociedad del conocimiento" que se construye ydespliega ante nuestros ojos, requiriendo cada v ez ms saberes y capacidades para poder desempearse en ella; convirtiendo al conocimiento en unelemento central para el capital y , tendencialmente, v olvindolo parte misma del capital.

    De este modo, los procesos de produccin y reproduccin del conocimiento tienden a coincidir con la produccin y reproduccin del capital o, al menos, aser guiados por las mismas lgicas y a coincidir en la acumulacin en pocas manos, es decir en su creciente desigualdad.

    Pa rece paradjico, pero creemos que no lo es. Ya Robert Reich [12] haba sealado la tendencia a diferenciar la fuerza de trabajo de acuerdo a su rol eneste nuev o esquema: mientras que todos deben tener competencias mnimas necesarias para el conocimiento (y lo social y afectiv o), slo los "analistassimblicos" tendrn capacidad de producir, reproducir y apropiarse del conocimiento -no todos, por otra parte -, y los encargados de la reproduccin deltrabajo, las personas que se encargan de brindar "serv icios personales" y los "trabajadores rutinarios", quedan relegados a manipulacin de smbolos yreproduccin del conocimiento sin incidir demasiado ni en su produccin ni, mucho menos, en su apropiacin -para la acumulacin-.

    De modo general, podemos observ ar que uno de los principales componentes de esta "sociedad del conocimiento", est dado por la crecienteimportancia de las T ecnologas de Informacin y C omunicacin (TIC s) en la produccin y reproduccin social y , por lo dicho, en el proceso de expansiny acumulacin del capital. E n el centro de las TIC s encontramos como motor la v elocidad del av ance cientfico-tecnolgico y de creacin, procesamientoy difusin de la informacin y el conocimiento. Como resultado de ello, podemos adv ertir la reformulacin de prcticas y procesos en las ms div ersasreas, no slo en los procesos de trabajo.

    La conclusin lgica que podemos extraer, entonces, es que en e l corazn mismo de esta nuev a etapa del capitalismo "lquido", est el conocimiento, conun rol cada v ez ms central en la economa, que se ha v uelto post-industrial / post -moderna, que cada v ez est ms informatizada, lo que implica que sesostiene y desarrolla en redes y que tiene como componente central a las TI C s.

    Por otra parte, como sostiene M inc: "surgirn nuevas exigencias. En primer lugar, la igualdad de acceso y de dominio de las nuevas tcnicas de lainformacin. Toda revolucin tecnolgica aumenta las desigualdades entre aquellos que se benefician con ella y los dems: esta v erdad de sentido comnse impone an ms cuando la transformacin se aplica brutalmente al universo del saber" [13].

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    Cooper acin, gestin, calidad

    Uno de los rasgos ya destacados por Marx como caracterstica del proceso productivo capitalista es el rol de la cooperacin como parte constitutiva de sumov imiento de constante "v alorizacin del v alor". En esta lnea conceptual, pueden reconocerse las distintas tecnologas de "management" y deorganizacin del trabajo como dispositiv os para incrementar la productividad y , por tanto, las tasas de ganancia. En dicho proceso, se ha registrado unacreciente importancia de la cooperacin, en e l que destacamos una ev olucin constante por pa rte del capital para pe rfeccionar la extraccin de lo socialen lo productivo y de lo productivo en lo social. Este proceso necesita, entonces, de un constante incremento de la "implicacin" de los trabajadores, delcual han sido parte los dispositivos disciplinarios y las tecnologas de gestin propios del modelo fabril, pero que ahora requiere av anzar ms a ll.

    La produccin en red, la cada v ez may or necesidad de interv encin del conocimiento en la produccin misma, as como la misma naturaleza del trabajoinmaterial demanda ya no slo de dispositiv os de control (an cuando persistan y perfeccionados), sino de la cooperacin "voluntaria" en grado creciente.Si la base de lo productivo resulta ser -de modo prevaleciente- lo social mismo, la disputa que cobrar may or sentido, sern los conflictos entablados porla capacidad de controlar y apropiarse, de la materialidad de lo social enraizado en los procesos de trabajo def inidos de este modo genrico y amplio.

    En este marco podemos conceptualizar las div ersas tecnologas de gestin implementadas por el capital: la externalizacin o tercerizacin productiv a(outsourcing), de la mano de la subcontratacin, aparece como el rasgo distintivo de la acumulacin flexible [14].

    Efectiv amente, la proliferacin de lo que se llamar reengineering [15]empresarial encuentra su punto nodal en la minimizacin de la estructuraburocrtica y laboral ("hacer ms con menos"), logrando desligar a la empresa de los pesados costes de una estructura caduca en el contexto demercados fluctuantes. De ah el boomde la escuela japonesa, descripto en forma cristalizada en el Pensar al rev sde C oriat: recordemos que lasubcontratacin era constitutiv a del sistema productivo toyotista [16]. La descentralizacin productiv a, externalizando aquellas fases del proceso que noresultan rentables, es parte constitutiv a del proceso de desmontaje de la empresa al estilo fordista: los sistemas de produccin flexible implican unadispersin geogrfica inusitada (la "cadena de montaje inv isible").

    Se instala en el centro de la escena el fenmeno de "concentracin sin centralizacin" [17]: contrariando la estructura piramidal propia de la integracinv ertical u horizontal del capitalismo industrial, los complejos acuerdos de subcontratacin actuales configuran una intrincada red de islotes productivos("desagregacin vertical"). stos sin embargo lejos estn de da r paso a la desconcentracin del poder: son absolutamente dependientes de poderosasorganizaciones financieras y comercializadoras (Benetton, por ejemplo, no produce directamente, sino que transmite rdenes a todo un univ erso deproductores independientes; otro tanto sucede con las computadoras de marca, y a sean H ew lett-Packard, IBM o Dell).

    Por otro lado, la reestructuracin productiva y funcional remite a una segmentacin creciente del mercado laboral: un ncleo estable y calificado frente aun universo de temporarios, subcontratados, precarizados e informales: y a para 1993, las 500 f irmas norteamericanas ms importantes no empleabanms que un 10% de asalariados permanentes [18] y la tendencia se sigue profundizando.

    C omplementariamente, bajo la nuev a fase lquida, el rasgo predominante lo constituye la inclusin de los diferentes sistemas de trabajo (domiciliario, adestajo, esclav ista, tay lorista, fordista, etc.) en la "cadena de v alorizacin" del capital y no y a como apndices, sino como piezas centrales del nuevoesquema: la "subcontratacin organizada", la proliferacin del trabajo a destajo en las "ciudades globales" y el crecimiento de la "economa informal"desde fines de los 70, no ha hecho ms que expandirse, sea de la mano de las estrategias de superviv encia de los excluidos por la "desocupacinestructural" o de los inmigrantes que intentan ingresar al sistema. S i este esquema se traslada a la reconfiguracin de la cadena de v alorizacin del

    capital a nivel global, v emos cmo procesos productivos de lo ms v ariados son subsumidos bajo el imperio del capital: ev identemente, se alcanzanniv eles de precarizacin inusitados.

    Un claro ejemplo son los trabajos precarios en v illas de emergencia e inquilinatos en el rea M etropolitana de Buenos A ires, que ingresan,subcontratacin mediante, en el esquema de rentabilidad de grandes empresas textiles.

    En este marco, se torna ftil la discusin sobre el carcter capitalista de estas formas de trabajo, y a que en la era de la posmodernizacin de laproduccin, ingresan plenamente a la esfera del capital, formando pa rte de su ciclo productivo y reproductivo. E s por esto que V irno [19] denomina aesta etapa como el comunismo del capital:el aumento de la rentabilidad es mximo en tanto el capital adquiere total discrecionalidad para relocalizar laproduccin: he aqu el punto nodal de la acumulacin flexible.

    En el mismo sentido, A ntunes plantea que la nueva etapa est caracterizada por "[...] la existencia de una combinacin de procesos productiv os,articulando el fordismo con procesos flexibles, artesanales, tradicionales. [...] En condiciones de acumulacin flexible, parece que los sistemas de trabajosalternativos pueden coexistir unos con otros, en el m ismo espacio, de manera que le permitan a los empresarios capitalistas escoger con comodidadentre ellos" [20].

    En el caso de las TIC s, el fenmeno se intensifica y los ejemplos sobran: tanto en la produccin de software como en el diseo audiovisual en general yen la realizacin de suplementos de diarios se crea toda una red de trabajadores cuyo v nculo con la empresa est "externalizado", de ah la contradiccinrespecto de la creciente "implicacin" que requiere el capital de parte del trabajo.

    La tendencia, en un primer momento v inculada al aparato productivo, se expande hacia la gestin administrativ a, subcontratando los serv icios deasesora jurdica, financiera-contable, formacin de recursos humanos, seguridad y procesamiento de datos, entre otros. E l outsourcinges el pivote delcambio en la estructura tradicional de la empresa y el paso hacia las tecnologas de gestin propias de la "acumulacin flexible". Se eliminan aquellosdepartamentos funcionales propios de la empresa multiunitaria que no sean rentables "adelgazando" su estructura (la "fbrica mnima" de O hno en sumxima expresin).

    El punto extremo de este nuevo esquema empresarial, donde se diluyen los v nculos tradicionales y cada vez se torna ms compleja y opaca la jerarquade poder (la tradicional pirmide deja paso al esquema en red), lo constituyen las empresas cuy a funcin est vinculada a un serv icio sumamenteparticular: gerenciar otras empresas. El caso paradigmtico en la A rgentina es el de C rnica T V , donde luego de cada conflicto sindical, la empresagerenciadora renuncia: encontrar algo parecido a una patronal bordea el imposible si adems tenemos en cuenta que los propietarios de las empresasson, cada v ez ms, grupos de accionistas. En este contexto, efectivamente, la imbricada estructura de redes se potencia y el centro se diluy e.

    No existen y a los horizontes lejanos de la estabilidad fordista, sino el "v ivir al da" del cortoplacismo propio de la inestabilidad (laboral y, en ltimotrmino, identitaria) actual. C on un capital internacionalizado, cuya "mov ilidad" se torna un factor de poder frente al "anclaje local" del trabajo, y un

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    patrn de organizacin industrial profundamente modificado, el cuadro se completa, pintando de cuerpo entero la problemtica: las empresas de may orinnov acin tecnolgica (capital diferenciado tecnolgicamente) organizan redes de proveedores cuy a produccin se terceriza, librando al capital de lapesada carga de la contratacin de la mano de obra. S i durante el fordismo los trabajadores de las empresas tercerizadas formaban parte de la empresaconcentrada, la realidad posfordista diluye el "conflicto salarial" hacia una negociacin entre la empresa principal y las tercerizadas, encargadas de"ajustar" reduciendo salarios o reduciendo personal.

    Los actores y las tendencias en la r elacin capital-trabajo

    Los actores laborales, siempre cambiantes en el capitalismo en sus diferentes fases histricas, se constituyen en oposicin alrededor del conflicto bsicoentre capital y trabajo. stos ev olucionan de manera diferenciada segn los distintos contextos nacionales y continentales, pero a lo largo de la historiade los siglos XIX y XX han tendido puentes entre s, conformando distintos alineamientos polticos y organizacionales.

    El anlisis del perodo histrico descripto por algunos autores como el del "crculo virtuoso fordista", caracterizado por la expansin econmica mundial yde los estados de bienestar en los pases desarrollados, y que luego de la segunda guerra mundial colocaron al sindicalismo como la forma excluy ente dela expresin del conflicto entre capital y trabajo, requiere una profundizacin en algunos conceptos que se llegaron a considerar como clsicos para lasociologa del trabajo y que son relevantes para e sta ponencia.

    F ue en ese marco de relativ a estabilidad que el trabajo apareci como un articulador de la propia v ida, en mltiples sentidos, aunque y a hacia fines de losaos setenta comienzan a percibirse fisuras que luego se mostraran irreversibles. A quel "modo de regulacin" se consolid para la segunda posguerra enEuropa, cuando el desarrollo econmico integraba "el progreso social como finalidad comn de los grupos en competencia" [21].

    Es indudable que en un nivel obje tivo los trabajadores eran vulnerables, ya que jams lograron controlar los parmetros de dicho progreso. No obstante,en el niv el subjetiv o (que es el que aqu queremos profundizar en relacin con el trabajo) posibilitaba el desarrollo de una confianza en el "control del

    presente", que cimentaba la ideologa del progreso. C omo plantea S ennett, la rutina da sentido, porque "puede denigrar, pero tambin puede proteger;puede descomponer el trabajo, pero tambin componer una v ida" [22]. De este modo, el trabajo y el salario dignos sern las banderas de los sindicatos,pero tambin v erdades del sentido comn de amplia aceptacin, no slo en los pases centrales, sino en los perifricos. Y completando ese cuadro, serobrero, sindicalizado e identificado con un partido con fuerte v inculacin con los sindicatos, se constituir como una pieza comn de la construccinsubjetiva individual y colectiva [23].

    La crisis mundial del capitalismo en los aos 70, inaugura un perodo de grandes transformaciones en las que el trabajo -flexibilizacin y tercerizacinmediante, entre otros procesos-, no es y a un "huso seguro en el cual enrollar y fijar definiciones del y o, identidades y proyectos de v ida" [24], perdiendocada vez ms su centralidad y su capacidad de integracin social.

    La cada del muro y sus consecuencias a nivel internacional as como las prcticas del neoliberalismo global conllevan un debilitamiento de lasposibilidades organizativas del sindicalismo en v arios aspectos. C omo y a se sabe -de Marx en adelante-, las crisis cclicas y reestructuracionesconsecuentes del capitalismo, son constitutivos del mismo, e intentan dar respuesta a la "tendencia decreciente de la tasa de ganancia". Es as que debeinterpretarse el proceso de reestructuracin que se inicia en la dcada del 70, con la progresiva y sostenida estrategia de ruptura de los Estados deBienestar, en los que los sindicatos haban logrado un importante poder de regulacin y control.

    A partir de la crisis de la "sociedad salarial" comenzaron a desarrollarse teoras acerca del " fin del trabajo", a l menos, tal como lo conocamos en la eradel "crculo v irtuoso fordista".

    En los noventa se agudiza lo que comenz en los setenta con un debilitamiento multidireccional de logros histricos de la clase trabajadora: procesos dedescolectiv izacin, flexibilizacin de la fuerza de trabajo, desocupacin estructural. Estos componentes dividen y atomizan el campo laboral entre empleoformal, empleo ev entual precario y desocupados estructurales, rompiendo definitiv amente el mito del "trabajador de cuello azul"; lo que para A rgentina yA mrica Latina significa distanciar an ms las histricas brechas en los ingresos sa lariales, empobreciendo a v astos sectores de trabajadores, inclusobajo el nivel de indigencia e incrementando el grado de desagregacin social.

    Por otra parte, al producirse a escala mundial una creciente tendencia a la reduccin de la demanda de lo que en trminos clsicos se denominaba"trabajo productiv o", se requiere actualizar las miradas "tradicionales" en el campo, para tratar de dar cuenta de las nuevas realidades.

    C omienza el desafo de concebir el trabajo fuera del sistema salarial y el desalojo del empleo "tpico" en relacin de dependencia. Si bien la cuestinsobre el fin del trabajo no est saldada, muchos autores comienzan a pensar que e l desarrollo del sistema capitalista global conduce a colocar aproporciones crecientes de la poblacin trabajadora -la que slo puede subsistir v endiendo su trabajo-, fuera del mundo laboral "empleable".

    Retomando las cuatro categoras de Robert Reich [25] ya planteadas, podemos decir que la gran may ora de la clase trabajadora tiende a ubicarse en elltimo escalafn: el de " trabajadores rutinarios". La situacin de stos bajo el rgimen de acumulacin "flexible" no puede ser ms trgica: su capacidadde lucha por el v alor de su fuerza de trabajo tiende a cero. S uelen ser piezas intercambiables en el engranaje productiv o y los niveles de calificacinrequeridos tienden a la baja: es absolutamente coherente que esta masa de trabajadores, para ev itar frustraciones, eludan cualquier tipo de compromisocon su empleo y ev iten delinear sus objetivos de v ida en el marco de su situacin laboral.

    A rticulaciones labor ales y r epresentacin colectiva

    Partimos del hecho bastante aceptado de la dificultad creciente de los sindicatos de representar efectivamente a los trabajadores y de que, pese a lasesperanzas abrigadas prematuramente por muchos, no se v isualizan an, nuevas formas de organizacin colectiv a que puedan reemplazar la eficacia yefectividad del mov imiento obrero.

    No debe distraernos de esta realidad, que ha ido av anzando en los ltimos treinta aos de modo ms o menos constante, el que hay a habido av ances yretrocesos en la tendencia, porque mientras an existen los sindicatos, cumplen funciones all donde pueden y existe la oportunidad. P ero lo cierto es que

    existen dificultades e structurales crecientes, que no son slo producto del "ataque del neoliberalismo", sino de las profundas transformaciones socialesque se han producido.

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    De todas maneras, creemos que de un modo ms profundo an, el problema de las articulaciones laborales no es otro que el problema de laimposibilidad de la sociedad, en los trminos en que lo plantea Laclau [26].

    En la medida en que similares caractersticas nos "ubican" en la e structura social en la proximidad de otros "semejantes", con los que compartimos"habitus" e intereses por similares "campos" [27], la posibilidad de representar a "los trabajadores" estar directamente ligada a la contigidad de loselementos simples que componen el conjunto. A may or proximidad, may or posibilidad de representacin de los intereses del colectivo, dicho esto deacuerdo a los posibilidades de representar "objetiv amente" (si tal cosa fuera posible). E sto es lo que tendencialmente ocurri desde mediados del sigloXIX hasta entrados los aos 80 del XX, es decir, durante la fase "slida" del capitalismo.

    C on la entrada plena a esta modernidad "lquida" o postmodernidad, se produce un may or grado de fragmentacin y segmentacin de la sociedad, lo quepodemos pensarlo como si manos inv isibles "estiraran" el espacio social, prov ocando "dilataciones" y "distorsiones" del mismo e introduciendo"curvaturas" sobre un plano. E n este caso, lo que se presentaba como contiguo puede dejar de estarlo y , por ende, la posibilidad de representacin"objetiv a" (con las prev enciones que hemos formulado) se diluy e o, al menos, se torna ms compleja.

    Lo anterior nos introduce de lleno en la pregunta de si es posible, en tal caso, pensar en "articulaciones ciudadanas" que excedan el marco de laproblemtica laboral especfica y de los sujetos directamente involucrados en ella.

    Si en aquellos conjuntos que por su proximidad en e l espacio social se encontraban en mejores condiciones para constituirse como sujetos colectiv os,encontramos dificultades de articulacin, es de esperar, que sea may or la dificultad para articular lo que estaba an ms disperso. Sin embargo, lastensiones que producen las distorsiones y curvaturas, bien pueden, tambin, v olv er prximo en alguna dimensin lo que se presentaba ms alejadooriginalmente. E sto nos reintroduce en la cuestin de la posibilidad de las articulaciones ciudadanas, que podran -al menos potencialmente- ser laexpresin de esta nuev a situacin y convertirse en opcin v lida.

    Pero la cuestin de las articulaciones ciudadanas nos llev a ineludiblemente al problema de cmo agregar sin diluir, de cmo afirmar el nosotros sin negarlas partes. E n otros trminos, nos plantea el problema del pluralismo como condicin necesaria para la construccin de sujetos colectiv os que puedanconvertirse en actores reales de una transformacin social. Y desde luego pa ra pensar en cualquier posibilidad de construir un "bloque histrico", si esque tal concepto, cuando el mismo de clase es puesto en cuestin, tuv iera sentido en la actualidad.

    La pregunta abierta en tal caso, es cul ser la efectividad de este "nosotros" as construido para inscribirse en el cuerpo. A sumiendo que "las formas deidentificacin del sujeto funcionan como superficies de inscripcin"[28], cabe interrogarse respecto de la posibilidad de que tal inscripcin se produzca yacerca de la naturaleza del m ito que pueda construir tal sujeto colectiv o (aceptando que "todo sujeto es un sujeto m tico").

    Y, por supuesto, abren una luz de esperanza acerca de la posibilidad planteada por V irno y Hardt y Negri, sobre la absoluta necesidad y may or posibilidadterica de comenzar a pensar en una democracia radical de la multitud, donde la unidad de la soberana haya sido completamente desarticulada(finalmente!), para da r pie a la unidad con base en los topoi koinoi, siendo condicin al mismo tiempo que proyecto poltico de construccin de unaunidad que no anule la singularidad.

    Tendencias

    C omo hemos adelantado, creemos que existe una segmentacin creciente del mercado laboral, que implica la consolidacin de un ncleo de trabajadoresestables -an cuando tambin flexibilizados y con tendencia a la inestabilidad-, rodeado de un sector precarizado - cada v ez ms informal- en constanteaumento.

    En nuestro anlisis, esto responde fundamentalmente a la reconfiguracin de las cadenas de v alorizacin, a partir de la creciente extensin a todos losmbitos de las prcticas de subcontratacin y tercerizacin. P ara el caso argentino, como para la may ora de Amrica Latina, la oleada priv atizadora deempresas pblicas en los 90, supuso tambin una expansin de estos fenmenos, junto con el desguace de los grandes "elefantes blancos" estatales. S esigui, as, una lnea inaugurada por el thatcherismo y la reaganomics en los 80, que al impulsar la privatizacin de empresas de serv icios pblicos yalentar el "capitalismo social", produjo la primera ola del proceso.

    Lo novedoso de estos ltimos aos, es que este mar ha comenzado a expandirse desde los sectores tradicionales de la produccin de bienes hacia losservicios, llegando a instalarse fuertemente en los sectores vinculados a la produccin de conocimiento, tal como adelantramos ms arriba. En estesentido, es sabido que M icrosoft y la mayor parte de las grandes corporaciones ligadas a las TI C s, crean cadenas de v alorizacin y subcontratacin a lolargo de todo el orbe, lo que incluye a la A rgentina. P ero lo que es menos notorio o difundido, es que tambin grandes firmas de consultora, publicidad,marketing y otros servicios a la produccin que, por sus caractersticas, son prototpicos del trabajo inmaterial, tambin tienden a tercerizarse y funcionar

    de la m isma manera, lo que no contradice el proceso de concentracin de servicios a la produccin en las ciudades globales, que y a sealara S assen[29]. P or el contrario, se ampla el nmero de ciudades globales y se establecen jerarquas entre sus funciones, pero conectadas en tiempo real yformando parte de la misma cadena de v alorizacin a escala global.

    Tenemos, por lo tanto, que el mismo proceso que acentu la lgica de a tomizacin y precarizacin imperante hoy en el mundo del trabajo, esconcurrente con las lgicas de reingeniera empresarial, que conllev an a la tercerizacin y subcontratacin.

    Y, de modo tambin concurrente, encontramos una tendencia global a la reduccin de la demanda de lo que en trminos clsicos se denominaba "trabajoproductivo", al mismo tiempo que el trabajo pasa a abarcar -cada vez ms-, el conjunto de activ idades productivas necesarias para el proceso deproduccin de la sociedad misma.

    De este modo, el trabajo-empleo se ha venido reduciendo, tal como sostienen los distintos autores que han alertado sobre el "fin del trabajo" , si bien escierto que buena parte de los empleos estables y en la empresa productora original, son reemplazados por empleos precarios en empresassubcontratadas como parte de los procesos de tercerizacin. A n as, y haciendo abstraccin de procesos particulares de crisis econmicas agudas quedestruyen puestos de trabajo ms aceleradamente en casi todos los sectores, como la que v ivi A rgentina en 2001-2002, la reduccin que se opera pormotiv os tecnolgicos -y a sean tecnologas "duras" o "blandas", de gestin-, no parece ser compensada por estos nuev os empleos precarios surgidos de laexternalizacin de actividades.

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    A l mismo tiempo, y a sea por los fenmenos de "gentrificaci n", descriptos por S assen (1999), con la consecuente expansin de " nuev as" ocupaciones enservicios personales (y afectivos, como lo retrabajan Hardt y Negri), y a sea por la creciente importancia de la cooperacin que se nutre tanto del tiempode labor como del de "ocio", haciendo cada v ez ms difcil la distincin entre ellos y v olvindolo todo trabajo, ste, lejos de disminuir, aumenta. D e estemodo, debemos darle razn a quienes han criticado el supuesto "fin del trabajo", pero no por las razones aludidas por estos autores que, generalmente,no pueden sustraerse de las explicaciones marxistas clsicas y de la v inculacin directa entre explotacin del trabajo productivo y generacin del v alor.

    Efectiv amente, todo tiende a ser trabajo porque al interior de la v ida misma encontramos hoy el proceso de v alorizacin del valor. Ms an, en estabsqueda del capital por perfeccionar la succin de lo social, que sealramos antes, lo notable es que ha conseguido generar plusvalor a partir de

    actividades que ni siquiera remunera a trav s del alquiler de fuerza de trabajo, beneficindose an ms de la cooperacin de la multitud, incluso de laque no paga a su v alor de venta como fuerza de trabajo.

    Eso s que es un autntico Rey Midas!

    Para concluir, creemos que por su importancia y por esta tendencia a que no hay a distincin entre el tiempo productivo y el improductiv o, el trabajocomo activ idad humana sigue teniendo un destacado rol en la constitucin de subjetiv idades e identidades.

    Nos queda interrogarnos y profundizar la investigacin acerca de cmo y en qu medida, acerca de los grados de compromiso que asumen lostrabajadores con su labor, del lugar que ocupa el trabajo frente a otro tipo de actividades, y -sobre todo- de qu formas organizativas podrn representaresta nuev a situacin.

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    [1] Hardt, y Negri, 2002. V irno, 2003.

    [2] Bauman, 2003.

    [3] Weber, 1993.

    [4] Apelando al concepto de Giddens de "estructura-estructurante". G iddens, 1995.

    [5] dem.

    [6] Hardt, y Negri, 2002. dem.

    [7] Ibdem.

    [8] Hardt, y Negri, op. cit., 2002.

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    [9] V irno, op. cit., 2003.

    [10] En el sentido desarrollado en Multitudpor Hardt, Michael y N egri, Toni, 2004.

    [11] Bauman, 2003.

    [12] Reich, 1993.

    [13] Minc, 2001.

    [14] Harvey, 1990.

    [15] Hammer, y Champy, 1993.

    [16] El sistema denominado kairetsusupone, en Japn, una fbrica de montaje (ensambladora) que slo es la punta de una pirmide asentada sobre45.000 empresas subcontratistas.

    [17] Sennett, 2000.

    [18] Gorz, 2003.

    [19] V irno, op. cit., 2003.

    [20] A ntunes, 1999.

    [21] Castel, 1997.

    [22] Sennett, 2000.

    [23] Por ej emplo, ser metalrgico y peronista en la A rgentina de los 50 a los 70, era toda una definicin de identidad.

    [24] Bauman, 2003.

    [25] Reich, 1993.

    [26] Laclau, 1993.

    [27] Bourdieu, 1997.

    [28] Laclau, 1993.

    [29] Sassen, 1999.