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Historia del Archivo Franciscano de Chile Preparado por Ingrid Espinoza Cuitiño 24 de julio de 2014 El Archivo Franciscano de Chile nace, como un órgano anexo a la Curia provincial de la Provincia de la Santísima Trinidad, con el fin de resguardar la documentación relevante de los frailes menores y ponerla a disposición de quien la requiera. Los religiosos franciscanos “han prestado una atención especial desde los primeros tiempos de su existencia a la conservación de sus archivos y bibliotecas”[1]. Hecho que, en el caso de la Provincia chilena, se evidencia en sus Normas, estatutos y disposiciones de los Capítulos Generales y, en general, en las Constituciones por las que se ha regido la Orden a lo largo de su historia. Como por ejemplo: “la Constitución de Roma del año 1651 y de Toledo del año 1673 que hablan de los Archivos de la Provincia y Conventos”[2] Otro dato histórico respecto del Archivo Franciscano consta en la tercera sesión del Capítulo Provincial del 7 de marzo de 1707, en donde se ordena guardar el cumplimiento a las normativas anteriormente referidas para que: “fuera del Archivo principal en que se guardan todas las cosas pertenecientes a la Provincia como son: libros de decretos, las tablas que se hacen en los capítulos, el número determinado de religiosos que debe tener cada convento, privilegios y escrituras que pertenecen a toda la Provincia, procesos y sentencias contra los delincuentes, se haga otro tan capaz que contenga tantos cajones cuantos conventos y hospicios tiene la Provincia poniendo en dichos cajones el título de los conventos según sus antigüedades, y luego mande a sacar de los dichos conventos traslados auténticos de todas las escrituras que pertenecen a cada uno de ellos en particular, como son: las memorias de sufragios y misas que por todos los años se deben celebrar por los religiosos del convento con los títulos de las situaciones, lleven todos los privilegios y sentencias favorables y contrarias que hubiese tenido en los pleitos,

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Historia del Archivo Franciscano de ChilePreparado por Ingrid Espinoza Cuitiño

24 de julio de 2014

El Archivo Franciscano de Chile nace, como un órgano anexo a la Curia provincial de la Provincia de la Santísima Trinidad, con el fin de resguardar la documentación relevante de los frailes menores y ponerla a disposición de quien la requiera.

Los religiosos franciscanos “han prestado una atención especial desde los primeros tiempos de su existencia a la conservación de sus archivos y bibliotecas”[1]. Hecho que, en el caso de la Provincia chilena, se evidencia en sus Normas, estatutos y disposiciones de los Capítulos Generales y, en general, en las Constituciones por las que se ha regido la Orden a lo largo de su historia. Como por ejemplo: “la Constitución de Roma del año 1651 y de Toledo del año 1673 que hablan de los Archivos de la Provincia y Conventos”[2]

Otro dato histórico respecto del Archivo Franciscano consta en la tercera sesión del Capítulo Provincial del 7 de marzo de 1707, en donde se ordena guardar el cumplimiento a las normativas anteriormente referidas para que: “fuera del Archivo principal en que se guardan todas las cosas pertenecientes a la Provincia como son: libros de decretos, las tablas que se hacen en los capítulos, el número determinado de religiosos que debe tener cada convento, privilegios y escrituras que pertenecen a toda la Provincia, procesos y sentencias contra los delincuentes, se haga otro tan capaz que contenga tantos cajones cuantos conventos y hospicios tiene la Provincia poniendo en dichos cajones el título de los conventos según sus antigüedades, y luego mande a sacar de los dichos conventos traslados auténticos de todas las escrituras que pertenecen a cada uno de ellos en particular, como son: las memorias de sufragios y misas que por todos los años se deben celebrar por los religiosos del convento con los títulos de las situaciones, lleven todos los privilegios y sentencias favorables y contrarias que hubiese tenido en los pleitos, y el título de su fundación; para que si acaso por accidente se de quema o de otra cualquier causa faltasen en los conventos, como de hecho se tiene por experiencia se hallen en el Archivo de la Provincia”[3]. A su vez, se manda que las llaves del Archivo Provincial estén siempre en manos del Ministro y del Guardián del Convento de Nuestra Señora del Socorro hecho que se llevó literalmente a cabo hasta hace muy poco tiempo atrás.

Al parecer, cada cierto tiempo se recordaba a los hermanos la importancia de mantener los archivos, una prueba de ello consta en las Actas del Definitorio del 18 de septiembre de 1789 donde se indica: “sobre los archivos, mandaron sus RR.PP. se tenga especial cuidado de sacar las escrituras correspondientes y arreglar dichos archivos en cada convento.”[4]

Otro dato histórico del Archivo Franciscano es que el Provincial Fray José Javier Guzmán Lecaros envía a un religioso a Lima, para conocer el detalle de los documentos relacionados con el Convento Mayor de Nuestra Señora del Socorro almacenados en dicho convento, según consta en un pergamino existente en el Archivo con la siguiente inscripción: “Testimonio de los documentos que se hallan

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en el archivo de este convento grande de nuestro padre San Francisco de Jesús de Lima pertenecientes a la fundación de a Provincia de Nuestra Señora del Socorro del Reino de Chile, los que se han sacado del tomo 16 de dicho archivo. Año de 1809”.[5]

Fray Roberto Lagos, en su crónica respecto al Archivo indica que: “en 1878 se abrieron dos libros de mal papel y de tamaño inconveniente. El uno llevaba esta portada: ‘Decretos y Oficios’; el otro, ‘Patentes y Licencias’; pero en ninguno se copiaban las circulares y decretos de los Visitadores ni las circulares de los Provinciales”[6]

El Padre Roberto Lagos Baeza (1860-1928)[7] era el archivero y cronólogo del Colegio de Chillán y, luego, lo fue de la Provincia de los VII Gozos que fusionó los dos Colegios misionales existentes en el país: los de Chillán y Castro. Al fusionarse su provincia con la Provincia de la Santísima Trinidad, el año 1905, Fray Roberto Lagos fue nombrado archivero provincial, haciéndose cargo del traslado de la documentación del Colegio de Chillán y del arreglo de los Fondos documentales del Archivo Provincial. El Padre Rigoberto Iturriaga agrega que “antes de eso el Archivo no se tocaba”.

El historiador Marciano Barrios (2003) indica, además, que el Padre Lagos: “tras una ardua labor de años, ordenó y empastó muchos documentos del archivo, libros y revistas de la biblioteca del Convento”[8].Las indicaciones y detalles de este trabajo, fueron dejadas por escrito por el mismo Padre Lagos: solicitó archivos a las casas, ordenó cronológicamente la documentación recopilada, a partir del año 1907. El Archivo ocupaba para almacenar sus depósitos, una sala contigua a la Curia Provincial de 5.40 de largo por 5.85 metros de ancho[9], ubicada en la calle Londres 4. El Padre Rigoberto comenta que cuando él se hizo cargo del Archivo, este contaba ya con dos salas de depósito de documentación.

Hay constancia de que en abril de 1910 el Ministro Provincial Fray Antonio Pavés encargó a Fray Roberto Lagos el arreglo del Archivo de la Provincia, este encargo fue confirmado por el Decreto del 30 de junio del mismo año. El 12 de enero de 1911, El Ministro Provincial Fray Bernardino Díaz le nombra, además, “Historiógrafo Provincial”.[10]. El trajo que comenzó a realizar desde entonces Fray Lagos se relata a continuación:

“Los documentos de la sección ‘Asuntos varios’ se hallaban disgregados y sin orden de ningún género, muchos fuera de la propia oficina, algunos en poder de individuos particulares y muchos otros en diversos conventos de la Provincia; En el archivo había una multitud de cartas y apuntes, no solo ajenos al archivo, sino inconvenientes, lo cual se evidencia después de concienzuda y fatídica lectura; Hay un buen número de papeles, los cuales, aunque parezca inconveniente conservarles, no me he creído autorizado para disponer de ellos. Reunidos aparte, quedan a disposición de los prelados; He distribuido los papeles en varias secciones, según las diversas materias de que tratan, y adaptado el orden cronológico, estricto hasta donde ha sido posible, como que es el mejor método de arreglar archivos. De estas secciones quedarán pronto encuadernadas las cuatro principales y de más frecuente consulta, o sea las de – Asuntos Varios, Actas del

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Definitorio, Protocolos, Informaciones al Noviciado –. A ellas seguirán más tarde, como lo tenemos proyectado, las de – Profesiones, Patentes y Circulares, Libros de Misas, Cuentas, Capellanías, Copias de Documentos. En esta sección de ‘Asuntos Varios’ donde he reunido los papeles a contar de 1553, en que aportaron por primera vez nuestros religiosos a Chile, menester ha sido ordenar papel por papel, emparejarlos a tijera, asearlos, parcharlos y lijarlos unos con otros antes de proceder a la encuadernación… He dicho que se abra una sección de copias; y ella vendrá con el tiempo a enriquecer nuestro archivo, allegándole lo que he hallado en los archivos de fuera y lo que esperamos encontrar en adelante.”[11]

El Padre Lagos formó también secciones de material complementario al archivo, lo que sería en la actualidad un archivo vertical y una biblioteca patrimonial, lo relata con las siguientes palabras: “Mi trabajo no se ha reducido únicamente a los manuscritos. No menos de 150 volúmenes de documentos y otras obras impresas tengo ya reunida como útiles para escribir la Historia de los franciscanos de Chile. Gratis nos han obsequiado con ellas, especialmente los señores Medina y Laval, como se verá en cada una de ellas, donde lo haremos constar para recuerdo y gratitud de la Provincia… Por último, digo que en adelante debería guardarse el archivo bajo llave y no permitir jamás sacar fuera de él documento alguno. Las consultas, especialmente de individuos extraños a la Provincia, deben hacerse en presencia del archivero, o por lo menos con su anuencia. Santiago, Convento Máximo de N.S. del Socorro a 16 de agosto de 1913”[12].

Se sabe, por el inventario, que en este tiempo el Archivo se encontraba ubicado en una sala continua a la sala provincial del Convento Máximo. En 1914 se le hizo un arreglo y aseo. Medía “5,40 mts. de largo por 5,85 mtrs.de ancho. El piso está entablado con listones de Raulí y durmientes apoyados en poyos de ladrillo. Tiene ventiladores debajo de la puerta principal y de la otra que da al patio interior. Está barnizado del mismo color caoba que los estantes. El cielo, está entablado y pintado de blanco, y las cornisas de blanco y violeta. Tiene 4 puertas, dos de ellas remachadas, sin uso: las otras dos se encuentran cerradas con chapas… Los muros están en mal estado, aunque por el enlucido no lo parezcan. Para los libros hay cuatro estantes de buena madera muy seca. Dos de Roble, tienen vidrios y en la parte inferior tablero de Ciprés antiguo, se mandaron hacer en 1913 sobre dibujo dado al carpintero, miden 2,2 por 1,33 mts. y tienen por corona una perilla torneada en lo más alto en cada extremo. Los otros dos, son también gemelos y de Raulí, hechos en 1914 por el modelo de los anteriores, pero un poco más angostos: miden 2,20 y 1,20 mts. El quinto estante, que mide 2,2 por 1,8 mts., no se hizo definitivamente para el Archivo sino provisoriamente”[13].

En un informe realizado por Fray Roberto Lagos el año 1918, se relata: “no hay memoria en nuestro archivo de que los Provinciales llevaran libros en que hicieran anotar el despacho oficial de su gobierno y las comunicaciones que recibían de las autoridades Pontificia, generalicia, Episcopal y Civil… Se anotarán si, las licencias y comisiones de gran importancia, las que nombra Visitador a algún alumno de esta Provincia, la que faculta para que vaya alguno a estudiar en Colegios o Universidades de Europa, la que determina el envío de algún sacerdote a registrar archivos o hacer estudios históricos. Los asuntos que constan de documentos van originales en la sección ‘Asuntos Varios’… Se copiarán en este libro las circulares y

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decretos de los visitadores; pero no se copiarán las Tablas de los Capítulos, porque estas quedan en el libro de ‘ACTAS del DEFINITORIO’ ”[14].

Finalmente, el Fray Roberto Lagos abandonó sus destacadas tareas archivísticas a finales del año 1918, cuando fue trasladado como Guardián al Convento del cerro Barón en Valparaíso. Antes de partir realizó un inventario y un Reglamento para el Archivo, el cual se resume a continuación: “Ante todas las cosas, téngase presente lo que ordenan los estatutos peculiares aprobados por el Capítulo Provincial el 28 de febrero de 1918 en el artículo 15, que dice: ‘jamás ningún superior, por cualificado que sea, permita sacar libros, documentos u otro cualquier escrito del Archivo. Cuando alguien quisiera registrar los libros, documentos o cualquier otra cosa del Archivo, hágase esto en la misma sala y en presencia del padre archivero, o de otro religiosos, a beneplácito del Superior’. Los objetos pertenecientes al Archivo constan de inventario aprobado por el MRP. Visitador General y Presidente del Capítulo Fr. Juan Decock el 26 de febrero de 1918, inventario que obra en el propio Archivo. La numeración superior de los vol. que contienen los manuscritos de la Provincia es la general de todo el Archivo; la inferior es de cada materia. Tenga cuidado el Padre archivero de continuar el mismo orden, y en él podrán ponerse asuntos de toda materia, guardando, en cuanto sea posible, el orden cronológico. Consérvese siempre forrados los libros que están en actual ejercicio."[15]

Poco se sabe de otros avances realizados por los religiosos en el archivo, solo se conocen los nombres de los siguientes hermanos designados para otorgar este servicio:

Fray Alejandro Dávila Toledo (1877-19--)[16] Es nombrado como nuevo Archivero Provincial el 27 de enero de 1919[17]

Como se ha mencionado anteriormente, durante siglos la documentación almacenada por la Provincia fue solamente de uso interno de la Curia provincial y de los frailes, con acceso restringido. Por lo que es extraordinario el esfuerzo que se ha realizado en las últimas décadas por poner a disposición de la comunidad investigadora los Fondos documentales propios de la Orden. Al respecto, se observa una especial preocupación de la Provincia Franciscana de la Santísima Trinidad por temas culturales, en la década de los '70, dándose una serie de hechos que no dejan de llamar la atención: en 1969 se inaugura el Museo Colonial de San Francisco, en 1972 son declarados Monumentos Nacionales el Templo y Convento de Alameda, y lo mismo ocurre al año siguiente con la Recoleta Franciscana.

En esta época es designado archivero provincial Fray René Maldonado Gómez (1909-1980). Este hermano vivía en el Convento del cerro Barón, en Valparaíso, por lo que debía trasladarse a Santiago una vez al mes para dar acceso público al Archivo Franciscano. Cuando Fray Rigoberto Iturriaga (1933-)[18] es nombrado Ministro Provincial

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el actual Curador y encargado del Archivo. Ha desarrollado una destacada labor debido a su permanente interés por el patrimonio de la Orden. Él ha velado por el Archivo durante los últimos 30 años, contándose entre sus aportes los que siguen:Trasladado del Archivo desde el Convento Máximo de Alameda hasta sus actuales dependencias, en un edificio que se construyó junto al templo Mayor y que durante mucho tiempo fue arrendado a terceros como habitación.Ha dado el orden actual a los Fondos documentales.Empaste de los Fondos documentales de los Colegios Misionales de Chillán y Castro.Apertura semanal del Archivo a investigadores. Anteriormente tres día a la semana y actualmente un día.Ha dirigido proyectos para la organización y digitalización de algunas secciones del archivo.

El año 2002, las historiadoras Karin Pereira Contardo y María José Castillo Navasal lideraron la postulación a un Proyecto de Ayuda para Archivos y Bibliotecas de la Fundación David Rockefeller y Universidad de Harvard, para la conservación preventiva de uno de los fondos más consultados del Archivo Franciscano, y por lo mismo más susceptible de dañarse en el tiempo: El Fondo Chillán.

Laura Hillock (2010) constata algo que es posible observar al visitar periódicamente el Archivo, si bien no es oficial, esta institución cuenta con una red de simpatizantes y benefactores que están dispuestos a dar su tiempo y conocimientos para el desarrollo del Archivo, comenta: “para avanzar con el trabajo, hemos contado con la valiosa ayuda de voluntarios, tanto estudiantes como profesionales, que han donado su tiempo y su interés en avanzar en este proyecto relacionado con el resguardo de la historia de la Orden Franciscana”[19].

[1] Cfr. Sánchez, C. (2008). El Archivo Franciscano Ibero-Oriental: origen, vicisitudes e importancia de sus fondos. P.1.[2] Actas del Definitorio Vol.2. 1693-1713. Foja 121.[3] Ibidem.[4] Actas del Definitorio 18 de septiembre de 1789.[5] Cfr. Lagos, R. Advertencia sobre el arreglo del Archivo de la Provincia. Archivo Franciscano. Asuntos Varios I, 1553-1600. P.1-2.[6] Lagos, R. (1918). Reglamento del Archivo. Foja 3.[7] Además, el Padre Lagos fue co-fundador de la Sociedad de Historia y Geografía en el año 1912. Iturriaga C., R. (2007). 4.268 Nombres y Otros datos… Elenco de religiosos de la Orden Franciscana que han pasado por Chile.P.247. Cfr. Revista Verdad y Bien. Jun: 1928.[8] Barrios V., M. (2003). Presencia franciscana en Chile. Sinopsis histórica 1553-2003. P.314s.[9] Cfr. Lagos, R. (1918). Reglamento del Archivo. Foja 5.[10] Cfr. Lagos, R. Advertencia sobre el arreglo del Archivo de la Provincia. Archivo Franciscano. Asuntos Varios I, 1553-1600. P.1.[11] Ibidem. P.1-2.[12] Ibidem. P.3.[13] Lagos, R. (1918). Reglamento del Archivo. Foja 5.[14] Ibidem. Foja 3-4.

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[15] Ibidem. Foja 1.[16] Cfr. Iturriaga C., R. (2007). 4.268 Nombres y Otros datos… Elenco de religiosos de la Orden Franciscana que han pasado por Chile.[17] Archivo Franciscano. Carpeta personal Fray Roberto Lagos.[18] Cfr. Iturriaga C., R. (2007). 4.268 Nombres y Otros datos… Elenco de religiosos de la Orden Franciscana que han pasado por Chile. P.237.[19] Hillock, L. & Iturriaga, R. (2011). Guía de Fondos del Archivo Franciscano P.2.