Historia de la investigación científica

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Inmigrantes forjadores de la Investigación

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Humberto Ruiz Calderón*Doctorado en Educación

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INMIGRANTESFORJADORES

DE LAINVESTIGACIÓN

a historia de la investigacióncientífica en Venezuela tiene unorigen cercano en el tiem-

po y además –exceptuando a Rafael Ran-gel a comienzos del siglo XX- no tienegrandes figuras como un Mutís o un Cal-das colombianos en el siglo XIX o unHossay argentino, en el siglo XX.Los intentos recientes para mostrar elpanorama histórico de la ciencia hechaen Venezuela han evidenciado ciertosrasgos. Por ejemplo, la falta de visión delos gobernantes para entender la natu-raleza de la ciencia y la exigencia depedir resultados prácticos, útiles e inme-diatos.Los esfuerzos gubernamentales que serealizaron durante los siglos XIX y XXpor traer inmigrantes hacia Venezuelasiempre estuvieron asociados a la incor-poración de agricultores a la sociedadnacional. Nunca se pensó ni se ha pen-sado en traer científicos o profesionalespara incentivar la capacidad de investi-gación, aunque sí para atender laboresgubernamentales como la lucha contralas enfermedades endémicas. No ob-stante, hechos como la Guerra Civil Es-pañola y la II Guerra Mundial hicieronque entre los inmigrantes que llegarona Venezuela se colaran profesionales ycientíficos, algunos de los cuales debi-eron “demostrar” sus habilidades comoagricultores para ser aceptados en elpaís. Pese a ello, los antecedentes de laactividad científica venezolana, que secomenzó a desarrollar hacia fines de ladécada de los 50 y creció en las dos déca-das siguientes, se ha fundamentado enextranjeros que los conflictos europeos ysus consecuencias hicieron que llegaranal país.

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DR. G. ROMANOVICH.

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DE MÉDICO A AGRICULTOR Y VICEVERSA

Uno de los médicos extranjeros que vino a Vene-zuela realmente como inmigrante fue el Dr. G. Ro-manovick. Nacido en Ucrania en 1925, sufrió juntocon su familia las persecuciones que se produjerondurante la guerra civil que siguió a la toma del poderpor los comunistas en la Europa del este. Vivió yestudio como refugiado en Checoslovaquia y algraduarse de médico y radiólogo trabajó en Alema-nia en un sanatorio de enfermedades pulmonares.Al concluir la Segunda Guerra Mundial, la zonadonde residía le correspondió, en el reparto de Ale-mania por los vencedores de la II Guerra, a las fuer-zas norteamericanas y pudo obtener la visa de in-migrante para Venezuela, al lograr el Certificado de“Farm Worker Firts Class”. Su “larga y completa”experiencia como hijo de agricultor perseguido lesirvió para “demostrar” su experticia en las acti-vidades agrícolas.Al llegar a Venezuela estuvo durante dos meses enun campamento para refugiados en el “Trompillo” 1 ,a la espera de un equipo mecanizado para laboresagrícolas, que afortunadamente nunca llegó. Hizocontacto con el Ministerio de Sanidad y AsistenciaSocial y fue contratado como radiólogo para traba-jar en el Sanatorio Antituberculoso de “El Al-godonal”. Esa fue una dura experiencia. “Por dosaños casi no dormí. Cada hora morían pacientes.”2

Logró la transferencia para el Sanatorio Antituber-culoso “Venezuela” en Mérida. Allí las cosas cam-biaron y ya la vida se volvió más llevadera.Estando en Mérida hizo la reválida de sus estudiosy comenzó a dar clases en la Facultad de Medicinade la Universidad de Los Andes. El Dr. K. Salfelderlo entrenó para dar las prácticas de la asignaturadenominada Patología en el Sanatorio Venezuela.Con posterioridad llegó a Mérida el Dr. Sosa, espe-cialista en histopatología, quien lo entrenó para dic-tar dicha cátedra3 . A la caída del gobierno delGeneral Pérez Jiménez y del retiro del Dr. GabrielPicón, quien era el titular de la cátedra, estuvo acargo de la docencia en Radiología.Junto con el Dr. Hartung hizo los primeros “catete-rismos cardíacos”, sin contar con el instrumentalque hoy se utiliza. “A puro pulso, se tomaba eltiempo en que se suponía llegaban las sustanciasradioactivas a los órganos que se querían explorar

y se tomaban entonces las placas radiológicas”.Algunas de esas placas fueron presentadas en even-tos internacionales y nadie lograba entender cómose había tenido esa precisión con una sola ra-diografía nada más”. Con posterioridad la ULAadquirió los instrumentos adecuados y ya no fuenecesario continuar con este trabajo.La experiencia en el Servicio de Radiología y en ladocencia universitaria le sirvieron al Dr. Romanov-ick para organizar el primer curso de técnicos enradio-diagnóstico realizado en la ULA. El personalque laboraba en calidad de técnicos no tenía unapreparación sistemática, muchos desconocían lospeligros que su actividad laboral implicaba yademás no existía en la clasificación de cargos de lainstitución la figura de técnico de radio diagnósti-co. Con la colaboración de los técnicos Luis Alarcóny José Luis Peña Lobo y del resto de inscritos se dioel curso que duró dos años. Tuvo la particularidadde que cada participante enseñó el manejo de losequipos a sus compañeros y en el certificado deaprobación se hace constar el tipo de equipo con elcual tiene experiencia el egresado y la cantidad dehoras de entrenamiento. El curso se realizó en tresoportunidades y preparó un importante número detécnicos en radiodiagnóstico con excelente calidad. La experiencia que más le satisface al Dr. Romano-vick es el recuerdo de sus pacientes que aún se losencuentra en la calle y le dicen de su mejoría. Porello considera que en la enseñanza de la medicinadebe rescatarse el criterio de “explicarle al pacientequé es lo que tiene. Es una manera de que pierda elmiedo y siga el tratamiento”.El Dr. Romanovick para encontrar un lugar endonde no fuera objeto de persecución tuvo que cam-biar su profesión de médico por la de agricultor. EnMérida, luego de retirarse de su labor clínica y dedocencia ha vuelto a la agricultura, ahora es agri-cultor con una pequeña siembra de fresas, utilizan-do un sistema elevado que impide que las plantasse desarrollen a ras del suelo. Parece que su vida leha llevado de la medicina a la agricultura y vice-versa en dos oportunidades.Si bien el Dr. Romanovick no fue un científico, suformación de carácter técnico con base científica lepermitió hacer aportes para la preparación de per-sonal técnico que mejoró la actividad médica clíni-ca en la Universidad de Los Andes.

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ANESTESIÓLOGO Y FISIÓLOGODE LA CONDUCTA:cincuenta años estableciendo un lugarpara la ciencia experimental

Más de cinco décadas estuvo el Dr. Eduardo Briseen la Universidad de los Andes construyendo unespacio para la investigación. Contratado en 1950por su maestro, Alexander Moruzi, vino a trabajarcomo anestesiólogo en el Hospital “Los Andes”. Me-ses después ingresó como profesor a la Universidada dictar esa asignatura; por siete años fue el únicoanestesiólogo en Mérida.

UN NOBLE RUMANO EN MÉRIDA

En julio de 1948 el Presbítero Dr. Luis E. Henríquez,de la Oficina Arquidiocesana de Inmigración enCaracas, le informó al Vicerrector de la ULA, Dr. LuisEduardo Arocha, que el Dr. Alejandro Moruzziaceptaba el contrato ofrecido por la ULA.4 Moruzitrabajó por dos años y medio en Mérida, de 1948 a1950, hizo docencia clínica, investigación y dejódos discípulos que han tenido figuración en el cam-po de la cirugía y la traumatología.5

El Dr. Moruzi era médico, cirujano general y orto-pedista. El recuerdo que existe en algunos de suscolegas es que pertenecía a la nobleza rumana.Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo en elsitio de Stalingrado y huyó de su país al término dela Guerra, en un largo periplo que le llevó de Ru-mania a Suiza, vía Atenas, Crimea y Turquía. Noaceptó trabajar en los servicios médicos francesescoloniales y decidió venir a trabajar al Hospital “LosAndes” en Mérida, en el servicio de cirugía. 6

En Mérida, además del trabajo clínico del hospitaldio las materias de clínica quirúrgica en 5to. y 6to.años de medicina. Junto con el Dr. Carrasco fundóun Instituto de Investigaciones Médicas, en dondese hicieron cirugía experimental y fisiología experi-mental.7

A los dos años y medio de estar en Mérida se marchóa los Estados Unidos, al no encontrar un ambienteacadémico propicio para su trabajo y por conflictoscon algunos de sus colegas. No obstante, incentivóa uno de sus discípulos para hacer estudios de trau-matología en Italia quien luego continuó la acti-vidad docente y clínica en ésta área de la medici-na. La salida de Mérida del Dr. Moruzi muestralos conflictos que la presencia de científicos y pro-fesionales generó. En particular cuando los mismoscentraron su actividad en los aspectos clínicos, an-tes que en la investigación.

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DR. EDUARDO BRISE.

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cuenta, el resultado es favorable para esta discipli-na: primero es una unidad que produce trabajos pu-blicados y citados. Segundo hay una serie de profe-sores formados y que trabajan sistemáticamente ensus líneas de investigación”.Algunos de los extranjeros que vinieron a Mérida,tal como los casos que hemos señalado con anterior-idad, fueron creando las bases para tener una Uni-versidad en donde la actividad científica terminarapor dar frutos y en donde el “ethos” de la cienciaencontrara un espacio. Sus aportes son fundamen-tales para entender lo que hoy ocurre, no sólo porqueellos mismos hicieran investigación, sino por incor-porar un pensamiento analítico con bases técnicas ycientíficas en sus actividades profesionales e incidirdesde esta perspectiva en la formación de los egre-sados universitarios. Indudablemente que a ellos sedeben los inicios de la investigación científica en laUniversidad de los Andes, entre las décadas de losaños 40 y 50 del siglo pasado.

1 Población cercana a Puerto Cabello en donde se instala-ban los inmigrantes que venían de Alemania con el progra-ma del Comité Internacional de Migraciones Europeas(CIME).2 Entrevista con el Dr. G. Romanovick en Mérida el 21/03/1992.3 El Dr. Julio María Sosa Scumastre, de origen español trabajóen la ULA en la Facultad de Medicina y fundó la cátedra deHistopatología.4 Ver: en Archivo Histórico de la ULA. Sección: ConsejoUniversitario. Correspondencia recibida.5 Los discípulos fueron los Médicos Daniel Ortos y JustoMiguel Bonnamí. Los datos que se incluyen aquí fueronofrecidos por el segundo de ellos.6 Entrevistas con Eduardo Brise, en Mérida el 28/03/1992 yel 4-04-1992.7 Los trabajos del Dr. Juan Miguel Carrasco fueronpublicados en 1950-51 en el American Journal Physiology.Carrasco era de origen catalán, había ingresado a la ULA en1948, luego de un largo periplo a raíz de su exilio por laGuerra Civil Española, Había vivido en el sur de Francia,Estados Unidos y México (trabajado en la Universidad dePuebla). Pensamos que es está la primera publicacióninternacional de un trabajo de investigación realizado en laULA.8 Entrevistas con E. Brise en Mérida el 28-03-1992 y el 4-04-1992.

*hrcmé[email protected], [email protected]

Además de la anestesiología se dedicó a la ense-ñanza, con énfasis en la parte práctica de la cáte-dra de fisiología que comenzó a dictar al mar-charse de la ULA el Dr. Carrasco y gracias a losaparatos que éste había gestionado. En 1955 pu-blicó un libro en donde se relata dicha experiencia.La actividad de investigación era difícil en la ULA.“La gente no quería ser molestada por los inmi-grantes, por la invasión de extranjeros con ideasnuevas. Existía una especie de oposición a la cien-cia. Se cuestionaba, no se aceptaba, el por qué,para qué y el cómo se debía hacer la ciencia. Si laciencia es universal, tiene que ser válida aquí y enel exterior. Comulgar con estos principios era con-siderado una falta de nacionalismo o hablar malde Venezuela.”8 Pese a esta situación Brise perse-veró y fundó el Laboratorio de Fisiología de la Con-ducta y desde allí hizo investigación y lo más im-portante; logró establecer un grupo de discípulosque luego han crecido y se han desarrollado es-tableciendo un dinámico grupo de investigacióncon reconocimiento nacional e internacional.No obstante, Brise no fue optimista del futuro dela investigación en la ULA ni en Venezuela: “Elproblema radica en no tener certeza si el esfuerzoy la labor que se ha realizado será continuada oabandonada. Uno tiene un pronóstico poco prom-etedor con respecto a la ciencia. Un buen ejemploes el Laboratorio de Prácticas Físicas, fundado porel Dr. R. Ghoetz en la Facultad de Ingeniería. Undía fui a consultar algo y a las personas a las cualesme remití no recordaban su existencia.”Los laboratorios de docencia son el primer eslabónen la preparación de los estudiantes para la activ-idad científica. Si esos laboratorios desaparecen,no hay bases para la actividad posterior. “Ahorase hacen demostraciones, pero no se realizan prác-ticas de las materias básicas”.Pese a ese balance crítico, diríamos que hasta pe-simista, al preguntársele al Dr. Brise si había teni-do éxito en su trabajo en la Universidad, su res-puesta revela el pensamiento de un hombre analíti-co: “La única manera de decir si he tenido éxito ono, es por medio de criterios: el comparativo es elmío. Es decir, qué han hecho los demás y qué hehecho yo. En la cátedra de fisiología de la cual hesido responsable por cuarenta años, desde el cin-