Historia de Mex II Siglo XIX
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INTRODUCCIÓN
Los cursos de historia de México en el cuarto, quinto y sexto semestres de la especialidad de historia
de la licenciatura en educación secundaria tienen la finalidad de proporcionar a los estudiantes
normalistas una secuencia ordenada de los principales acontecimientos y procesos históricos del
desarrollo histórico de nuestro país, desde el origen de los primeros pobladores del continente
americano hasta nuestros días.
Se espera que mediante estos cursos -y otros afines que forman parte de la formación especifica de la
especialidad- los alumnos adquieran un marco general de referencia para ubicar en el tiempo y en el
espacio acontecimientos fundamentales, así como reflexionar acerca de los antecedentes, causas y
consecuencias de hechos históricos, identificar procesos de cambio y continuidad, comprender la
influencia mutua de procesos y valorar el impacto del entorno natural en el devenir histórico, entre
otros aspectos fundamentales que deberán comprender y dominar para desempeñarse como
profesores de historia en la escuela secundaria
Para lograrlo se ha optado por hacer una selección de contenidos que permitan a los estudiantes
poner énfasis en el conocimiento de los principales rasgos de las grandes épocas históricas y de las
principales transformaciones de la vida económica, social, política y cultural, particularmente de
aquellas que han influido decisivamente en la historia de México. Este planteamiento implica reducir
la cantidad de contenidos que tradicionalmente forman parte de este tipo de cursos y que
generalmente propician el aprendizaje memorístico de datos y fechas en detrimento del desarrollo de
habilidades intelectuales y de la capacidad de analizar, interpretar y comprender los hechos del
pasado y la realidad actual a partir del conocimiento del origen y evolución de los factores que inciden
en el devenir histórico.
El estudio de los temas del curso Historia de México II, siglo XIX, se centra en hechos y procesos
históricos fundamentales articulados por líneas temáticas, de tal manera que al estudiar los contenidos
del programa, realizar las actividades propuestas y leer la bibliografía básica, los futuros maestros
adquieran conocimientos-básicos para desempeñar con eficacia su labor docente, pero sobre todo
conozcan nuevos enfoques y tendencias de la historia que contribuyan a superar el estudio casi
exclusivo de hechos políticos y militares.
Los temas que estimulen la curiosidad y el interés de los alumnos normalistas pueden estudiarse con
mayor profundidad en el seminario México y el mundo contemporáneo del sexto semestre, o también
pueden aprovecharse -si así lo deciden los maestros de la Escuela Normal- los espacios destinados a la
asignatura opcional, de tal manera que puedan impartirse cursos que fortalezcan la formación
disciplinaria de los estudiantes.
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CARACTERÍSTICAS DEL PROGRAMA
Para lograr los propósitos de la asignatura es necesario realizar una selección temática que permita
concentrar el estudio en aquellos hechos y procesos que muestran la transformación de aspectos clave
de la historia de la nacional durante el periodo de estudio, particularmente los que pueden tener
mayor impacto formativo en los futuros profesores. Por esta razón, y considerando el tiempo
disponible para su desarrollo, el programa no incluye todos los temas que generalmente forman parte
de los programas de historia general de México, en los cuales se realiza una revisión cronológica
detallada de una gran variedad de aspectos que van desde la historia política, militar y diplomática,
hasta las biografías de personajes destacados y el recuento de acciones puntuales. Aunque tal
variedad pudiera ser una virtud, en realidad para los fines de formación de los futuros maestros
resulta poco efectiva, ya que es común que los estudiantes aprendan sólo datos aislados que
difícilmente generan la idea de proceso histórico y, por el contrario, producen confusión por la
cantidad de nombres, fechas y sucesos que incluyen. Por otra parte, la extensión de tales programas
provoca que se dedique mayor tiempo al estudio de los periodos más antiguos, y menos a los más
recientes que son los que tienen más importancia para comprender las características del mundo
actual.
Conviene que a medida que se avance en el estudio de los temas del programa se haga una
recapitulación de los acontecimientos que forman parte de un mismo proceso histórico. De esta
manera, los estudiantes normalistas podrán apreciar que los acontecimientos no se dan de manera
espontánea ni aislada, sino forman parte de procesos más complejos, estrechamente articulados, cuyo
origen se remonta a otras épocas o periodos históricos. Esta forma de proceder contribuirá a que los
estudiantes se percaten de que hay aspectos de la vida económica, política, cultural o social que
tienen diferentes ritmos de cambio. Mientras que los cambios políticos son más rápidos y perceptibles
para los protagonistas o la gente contemporánea a ellos, el cambio en la vida cotidiana de las
personas, por ejemplo, es apenas perceptible.
Se sugiere que antes de iniciar el curso el profesor titular de la asignatura lo estudie a fondo y
determine en qué aspectos se deberá centrar la atención para alcanzar los propósitos generales del
mismo. Una forma de hacerlo es plantearse preguntas como las siguientes: ¿para qué vamos a
estudiar el federalismo?, ¿qué relación tiene con el tema de la unidad?, ¿qué aspectos relevantes se
deben destacar para dar sentido al estudio del tema?, ¿como articular con los temas estudiados en las
unidades anteriores?, etcétera.
ORIENTACIONES DIDÁCTICAS GENERALES
Para lograr los propósitos generales del curso se requiere conocer a fondo los temas, la bibliografía del
programa y las sugerencias de actividades, ya que de esto depende que el curso cumpla con las metas
que demanda el plan de estudios. El conocimiento del programa por parte de los maestros y alumnos,
además, es la base para seleccionar estrategias de enseñanza y de estudio, utilizar eficazmente los
recursos disponibles en la escuela, así como para establecer acuerdos y compromisos que permitan
generar en el aula un ambiente propicio para el aprendizaje, donde la formulación de dudas, la
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exigencia mutua y respetuosa -entre profesores y alumnos- constituya un rasgo de las relaciones
académicas cotidianas.
Este curso puede aportar experiencias importantes a los estudiantes normalistas en relación con
estrategias y actividades para la enseñanza y el estudio de la historia que, sin duda, influirán en su
desempeño profesional futuro. En este sentido, es importante que los futuros maestros conozcan y
desarrollen nuevas concepciones acerca del conocimiento histórico y de sus formas de enseñanza,
pero ¿cual es la mejor forma de lograrlo? En primer lugar, promoviendo y practicando, en las aulas de
la Escuela Normal, un nuevo enfoque de enseñanza, -basado en el estudio riguroso, el análisis y la
reflexión sistemática- en el que se destaquen los procesos de continuidad, cambio o ruptura entre
hechos o tendencias de distintos periodos, es decir, en los rasgos que definen los procesos históricos.
Generalmente, la forma mas utilizada en la enseñanza de la historia consiste en organizar equipos
integrados por los propios estudiantes para exponer los temas del programa, muchas veces sin que el
maestro titular participe a lo largo del curso para enriquecer, o corregir, las intervenciones de los
alumnos. Como lo demuestra la experiencia, con esta forma de proceder se obtienen escasos
resultados formativos y, por el contrario, se propicia el desinterés y la simulación por parte de los
estudiantes. Para lograr mejores resultados es necesario diversificar las formas de enseñanza en el
aula, de este modo se estimula el interés y la participación de los estudiantes; por lo tanto, conviene
que las actividades sugeridas se realicen a lo largo del curso y no sólo ocasionalmente.
A continuación se proponen algunas orientaciones para favorecer el logro de los propósitos del curso.
Además, en cada bloque temático se incluyen sugerencias de actividades para que los estudiantes
aprendan los contenidos del programa y, al mismo tiempo, desarrollen habilidades y actitudes
favorables para comprender los principales acontecimientos y procesos históricos del periodo
estudiado. Estas propuestas no constituyen una secuencia didáctica completa ni rígida, los maestros y
los estudiantes pueden seleccionar o agregar las actividades que consideren convenientes.
1. Partir del reconocimiento de las habilidades y los saberes previos de los alumnos. Durante su
trayectoria por la educación básica y media, los alumnos normalistas han estudiado la historia general
de México y del mundo y, por lo tanto, se han formado algunas ideas acerca de los periodos que son
objeto de este curso y, también, acerca del conocimiento histórico. Muchos de ellos serán capaces de
ubicar algunos hechos históricos en determinada época; otros, además, identificarán sus motivos o
circunstancias; y algunos, identificarán causas o factores influyentes, e incluso, explicaran algunos
procesos en forma global. Es igualmente probable que algunos alumnos, además de notorias
deficiencias en conocimientos específicos, se hayan formado -en el transcurso de su formación previa-
ideas y actitudes negativas con respecto al conocimiento histórico; en este caso, tal vez consideren
que el estudio del pasado consiste en memorizar fechas, nombres de personajes y lugares para
aprobar el examen correspondiente. El reconocimiento de lo que se sabe y lo que se desconoce es -
tanto para el profesor como para los alumnos- el punto de partida para seleccionar o diseñar las
actividades de enseñanza y de estudio: a) el profesor podrá adecuar las estrategias, requerimientos
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de lectura y actividades a la diversidad de situaciones o "niveles" de los alumnos; b) los alumnos, por
su parte, después de haber identificado sus deficiencias pueden establecer actividades adicionales
para un mejor desempeño. Por ejemplo, si los alumnos presentan problemas en el dominio de
contenidos básicos (ubicación temporal y características de hechos fundamentales de un periodo) es
evidente que estos aspectos deberán tratarse con mayor detenimiento en las clases, y además deberá
pedirse a los alumnos que estudien por cuenta propia aspectos históricos que son la base del curso;
ello constituye un reto, puesto que siempre habrá alumnos mas avanzados; por el contrario, si los
alumnos tienen bases suficientes existe la posibilidad de profundizar en los temas propuestos en el
programa o abarcar otros aspectos no previstos. El tratamiento de casi todos los temas del programa
puede iniciarse indagando los conocimientos previos de los estudiantes obtenidos durante su
trayectoria escolar; ello permitirá, además, aprovechar lo que han aprendido en otros cursos como
Introducción a la enseñanza de la historia, La enseñanza de la historia, El conocimiento histórico e
Historia de México l.
2. Lectura y análisis de textos. La lectura es la principal actividad para abordar los contenidos
propuestos en el programa, para aprovecharla se sugiere realizarla con propósitos definidos; para ello
conviene que el maestro prepare guías de lectura que orienten a los alumnos para distinguir conceptos
fundamentales, conocer las tesis de algún autor, identificar ideas principales de un texto, expresar sus
opiniones respecto al texto de que se trate, etcétera. En algunos casos será necesario que el maestro
explique, brevemente, el contexto (social, político e intelectual) en que se produjo el texto
correspondiente y señale las circunstancias o tesis -entonces en debate- que son necesarias para su
interpretación.
3. Lectura de un libro. Independientemente de que los alumnos conozcan y lean capítulos de
distintos libros, se sugiere que lean un libro completo para comprender la visión de conjunto de algún
autor o grupo de autores sobre un tema o periodo específicos. De acuerdo con los propósitos y temas
del curso se recomienda la lectura de uno de los siguientes libros: Siglo de caudillos de E. Krauze,
Juárez y su México de R. Roeder, La caída del gobierno español en la ciudad de México de T. Anna.
También puede recomendarse la lectura novelas históricas, por ejemplo, Noticias del imperio de
Fernando del Paso o Los pasos de López de J. lbargüengoitia Además de estas sugerencias, en el
acervo bibliográfico de las escuelas normales existen otros materiales de lectura que pueden
seleccionarse de acuerdo con el interés o necesidades de los alumnos. Conviene que los estudiantes
dosifiquen la lectura a lo largo del curso y presenten sus avances y conclusiones según lo acuerden
con el maestro (por ejemplo, puede organizarse un panel o mesa redonda donde se expongan las
conclusiones obtenidas con la les lecturas realizadas).
4. Planteamiento y solución de problemas. Para promover la reflexión de los alumnos y analizar los
hechos estudiados será útil preguntarse: ¿que sucedió?,
¿Por qué?, ¿cuándo?, ¿qué cambió?, ¿qué permaneció igual?,, ¿quiénes participaron?, ¿en qué
consistió determinado periodo o acontecimiento?, ,¿cuánto duró?, etcétera. De esta manera, los
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estudiantes desarrollarán su capacidad para analizar y explicar con rigor los acontecimientos y
procesos históricos; una forma de promover este aprendizaje es planteando problemas a los alumnos,
por ejemplo, ¿qué repercusiones tuvo el desarrollo de la hacienda en el siglo XIX?, ¿qué condiciones
favorecieron el desarrollo del mercado nacional?, ¿qué factores determinaron la desamortización de
los bienes del clero y de las comunidades indígenas?, ¿cuáles fueron las consecuencias económicas y
sociales de la desamortización? La respuesta a estas cuestiones implica que los estudiantes elaboren
una explicación, y para ello es necesario que busquen e interpreten información y distingan nuevas
situaciones generadas por los procesos de cambio. Desde el punto de vista formativo el
planteamiento de problemas en historia es un recurso que promueve la reflexión, el análisis y la
valoración crítica.
5. Redacción de ensayos. La redacción de ensayos es un reto para los alumnos porque implica
formular preguntas, indagar, ordenar, clasificar, relacionar y sintetizar información para elaborar
explicaciones coherentes sobre los hechos y procesos estudiados. De este modo el curso contribuirá,
además, al perfeccionamiento de habilidades básicas (lectura y comunicación escrita), lo cual es un
propósito del plan de estudios.
6. Uso de mapas históricos. Son un recurso importante para la enseñanza y
aprendizaje de la historia, ya que permiten destacar las relaciones entre los hechos que se
representan: proximidad entre un punto y otro, relación entre el hecho o proceso histórico y el medio
geográfico (relieve, clima, recursos naturales), transformaciones del dominio territorial de pueblos
hegemónicos, distribución demográfica, vías de comunicación y transporte, etcétera. Conviene que
los alumnos normalistas se habitúen a consultar, utilizar e interpretar mapas históricos al estudiar los
temas del programa, de esta manera adquirirán las habilidades necesarias para hacerlo y estarán
capacitados para fomentar su uso en la escuela secundaria (este tema lo estudiarán los alumnos en la
asignatura Enseñanza de la historia III, estrategias y recursos, que se imparte de manera simultánea
a este curso, en el quinto semestre.
Evidentemente las actividades no se agotan con estas sugerencias, es indispensable que los maestros
diversifiquen las formas de enseñanza para ampliar las posibilidades de aprendizaje de sus alumnos y
comunicarles, mediante la práctica, nuevas formas de enseñar historia.
SUGERENCIAS PARA LA EVALUACIÓN
La evaluación es parte importante del proceso educativo porque permite conocer la evolución de los
conocimientos, las habilidades y las actitudes de los alumnos, tomando como referencia su situación
inicial y los propósitos de enseñanza establecidos. Así mismo, da cuenta de la eficacia de las
estrategias, las actividades y los recursos empleados. La principal función de la información obtenida
mediante la evaluación es identificar aquellos aspectos que facilitan el aprendizaje y también los que
lo obstaculizan, por tanto, es la base para corregir deficiencias y planear actividades que permitan
superar los obstáculos.
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Sin embargo, con mucha frecuencia, la práctica de la evaluación en las Escuelas Normales enfrenta
diversos problemas: a) sólo se usa con fines de acreditación o asignación de calificaciones; b) se
reduce a medir la cantidad de información que los alumnos recuerdan, a través de pruebas escritas u
"objetivas" en las que los alumnos seleccionan o registran respuestas correctas; c) la información que
se obtiene de los exámenes raras veces se utiliza para evaluar la participación del profesor, las
estrategias, actividades y recursos utilizados en la enseñanza.
Así, la evaluación deja de ser un medio y se convierte en el fin principal de la enseñanza, de tal
manera que los estudiantes, poco a poco, pierden interés por el conocimiento y sólo centran su
atención en aquellos elementos útiles para el examen. Para contribuir a superar estos problemas se
presentan enseguida algunas recomendaciones:
En la evaluación es necesario tomar en cuenta, como parámetros, los propósitos generales de la
formación inicial establecidos en el perfil de egreso, así como los propósitos generales del curso y los
de cada bloque. De esta forma, en lugar de evaluar cada tema y privilegiar la medición de la
información retenida, se dará prioridad a la comprensión de las características de los periodos
históricos y los procesos que tuvieron lugar en cada uno.
Otro punto de referencia son los conocimientos previos de los alumnos a fin de saber cómo
evolucionaron sus conocimientos y sus habilidades, es decir, la influencia de las actividades de
enseñanza y aprendizaje.
La evaluación puede realizarse en diferentes momentos: al inicio del curso y de cada bloque, para
conocer los antecedentes que tienen los alumnos respecto a los temas de estudio; en el transcurso de
cada clase, para verificar lo que se aprende y la forma como se desenvuelven los integrantes del
grupo; y al final del curso, para comprobar en que medida se lograron los propósitos educativos. En
cada uno de estos momentos el maestro deberá definir los aspectos que le interesa evaluar para
valorar la efectividad del proceso educativo y, al mismo tiempo, contar con elementos para asignar la
calificación final de bloque o curso. Es conveniente que, desde el principio del curso, se comunique a
los alumnos los criterios de evaluación, de esta manera podrán orientar su desempeño.
Los medios e instrumentos de evaluación pueden diversificarse con el propósito de contar con varias
fuentes de información: los textos o ensayos escritos por los alumnos, la realización de
investigaciones, la observación atenta de los procesos que se desarrollan en el aula (interés,
argumentos expresados en clase, preguntas formuladas) y distintos tipos de pruebas.
Las pruebas son otro medio para obtener información; al diseñarlas conviene reflexionar acerca de los
aspectos que pueden ser medidos con este tipo de instrumento. Como se sabe, las pruebas llamadas
objetivas, debido a su estructura (respuesta breve, correspondencia, opción múltiple) generalmente
miden la cantidad de información memorizada por los estudiantes. No obstante, existen pruebas
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útiles para evaluar la comprensión e, incluso, algunas habilidades, pero para ello es fundamental
poner atención en el tipo de preguntas o reactivos que se incluyen.
Muchas veces la participación de los alumnos revela el grado de comprensión de acontecimientos y
procesos estudiados, su capacidad para relacionarlos y reflexionar sobre ellos, sus habilidades para
interpretar información y vincularla con situaciones actuales, etcétera. La observación de las actitudes
de los integrantes del grupo es importante no sólo para evaluar a los alumnos, sino también al
maestro y a las estrategias empleadas.
La práctica de la evaluación continua permite contar con información para mejorar las formas de
enseñanza o las actividades didácticas durante el desarrollo del curso, y evita que se le considere
como una actividad separada del curso o que su función se reduzca a la toma de decisiones sobre la
acreditación. Así, tanto estudiantes como profesores estarán en posibilidad de valorar la calidad del
proceso y de los resultados.
PROPÓSITOS GENERALES
Al estudiar los temas y realizar las actividades propuestas se espera que los estudiantes:
1. Identifiquen las principales características de la historia de México durante el siglo XIX,
particularmente en lo que se refiere a la formación y consolidación del Estado nacional.
2. Establezcan relaciones entre la historia de México y la de otros pueblos del mundo; en particular,
que identifiquen procesos de conflicto, dominación e influencia mutua.
3. Desarrollen la capacidad de identificar procesos de cambio, continuidad y ruptura; causas y
consecuencias; así como la influencia de los individuos y el medio geográfico en el desarrollo de
acontecimientos y procesos históricos.
4. Adquieran conocimientos fundamentales que permitan consolidar el dominio del campo disciplinario
de la especialidad para enseñar con seguridad y eficacia los temas incluidos en los programas de
estudio de la educación secundaria.
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BLOQUE I EL MOVIMIENTO DE INDEPENDENCIA.
PROPÓSITOS
Al estudiar los temas y realizar las actividades propuestas se espera que los estudiantes:
1. Identifiquen los factores internos y externos que influyeron en la crisis de la sociedad colonial y los
primeros intentos para independizar a la Nueva España
2. Analicen las diferentes etapas del movimiento de independencia de México y la participación de los
diversos sectores de la población novo hispana.
3. Comprendan los factores que incidieron en la consumación de la independencia de México y los
planteamientos políticos que prevalecieron.
TEMAS
1. Antecedentes. Las reformas borbónicas y la crisis de la sociedad colonial. Los primeros intentos
de autonomía.
2. Desarrollo de la lucha armada. Radicalización y revolución popular. Declive de los insurgentes
y fortalecimiento de los criollos.
3. La consumación de la independencia. El desenlace del movimiento de independencia. Fin del
régimen virreinal. Significado y trascendencia del Plan de Iguala.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
Anna, Thimothy, (1981), "La principal amenaza: la autonomía", "El desenlace" en La caída del
gobierno español en la ciudad de México, México, FCE, pp. 55-83 y 229-245.
Florescano, Enrique e Isabel Gil, (1994), "Inestabilidad social y desajuste político", en varios autores.
Historia General de México, México, El Colegio de México, tomo 1, pp. 578-589.
Lemoine, Ernesto, (1985) "1821: ¿Consumación o contradicción de 1810?, en Secuencia, num. 1,
México, I. I. Mora, pp. 29-35
Torre Villar, Ernesto de la (1994), "Conspiración de Querétaro y la rebelión de Hidalgo", en La
independencia de México, México, FCE, pp. 85-131.
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BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
Anna, Thimothy, (1990), El imperio de Iturbide, México, CNCA.
Florescano, Enrique, (1994) "El movimiento insurgente y la aparición de una historia nacional", en
Memoria mexicana, México, FCE, pp. 462-522.
Hammett, Brian, (1995) Raíces de la insurgencia en México. Historia regional 1750-1824, México, FCE
Herrejon Peredo, Carlos, (1996), Morelos, México, Clio, (La Antorcha Encendida)
INEGI. Atlas Histórico, La Independencia de México, México, INEGI.
Vázquez, Josefina Zoraida et. al. , (1995), "Prosperidad, reforma y descontento", en Una Historia de
México, México, SEP, pp. 209-232.
Villoro, Luis, (1994), "De la reforma a la revolución", en Varios autores. Historia General de México,
México, El Colegio de México, t. 1, pp. 604-614.
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BLOQUE II LA FORMACIÓN DE LA NACIÓN.
PROPÓSITOS
Al estudiar los temas y realizar las actividades propuestas se espera que los estudiantes:
1. Reconozcan los primeros anos de vida independiente de México como un periodo en el que se
intenta organizar la vida económica, social y política de México a través de diferentes proyectos que
generaron inestabilidad en el país.
2. Identifiquen los elementos que influyeron en el surgimiento de movimientos sociales ocurridos
durante este periodo.
TEMAS
1. Configuración del sistema político. Opciones de gobierno: monarquía o república. El Imperio
de Iturbide.
2. El debate por el federalismo. Aspiraciones regionales de comerciantes, terratenientes y
mineros. La primera república federal y la confrontación de fuerzas políticas. El intento reformador
de 1833. Los federalistas: su visión de la economía.
3. La república central. Organización política. Medidas económicas. Conflictos internacionales:
Separación de Texas, Guerra de los pasteles, La guerra con Estados Unidos.
4. La Revolución de Ayutla y el retorno al régimen federal. La dictadura de Santa Anna y su
caída.
5. La economía y el proyecto de industrialización. El banco del Avío y las políticas
proteccionistas. El financiamiento del gasto y la deuda pública. Cambios en el mercado exterior
mexicano.
6. Estructura agraria. La propiedad corporativa: clero y comunidades indígenas. La propiedad
privada: haciendas y ranchos.
7. Rebeliones campesinas y conflictos sociales. Las guerras de castas, rebeliones agrarias y
bandidaje.
8. Los viajeros extranjeros y su visión de México.
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BIBLIOGRAFIA BASICA
Argüello Gilberto, (1983), "La difícil génesis del capitalismo mexicano", "Bases históricas de las
formación del Estado nacional", en Semo, Enrique, coord. , México un pueblo en la historia 2, México,
Universidad Autónoma de Puebla/Editorial Nueva Imagen, pp. . 109-119, 129-138.
Bellingeri, Marco e Isabel Gil, (1989) "La estructura agraria" en Cardoso, Ciro. México en el siglo XIX.
Historia económica y de la estructura social, México, Nueva Imagen, p. 98-108.
Chevalier, Francois, (1985),"Conservadores y liberales en México", en Secuencia, México, I. I. Mora,
num. 1, pp. 136-143.
Navarro, César, (1997) "Entre el paradigma político y la realidad. Estudio introductorio", en
Enciclopedia Parlamentaria, México, Miguel Ángel Porrúa, pp. 5-29.
Sartorius, Carl Christian, (1990) "La vida en la Ciudad de México" en México hacia 1850, México,
CNCA/SEP, pp. 190-213
Tenenbaum, Bárbara, "Conclusión: México en la época", en México en la época de los agiotistas,
México, F. C. E, pp. 199-209.
Tutino, John, (1990) "La política y los conflictos agrarios, 1840-1880", en De la insurrección a la
revolución en México. México, Ediciones Era, pp. 208-220.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
Anna, Thimothy, (1991), El imperio de Iturbide, México, CNCA.
Costeloe, Michael P. , (1989), La Primera República. México. FCE, capítulos 1 y 2
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San Juan, Carlos y Salvador Velásquez, (1989), "Un estado que no nace" en Cardoso, Ciro, coord. ,
México en el siglo XIX, Editorial Nueva Imagen, pp. 66-76.
Sordo Cedeno, Reynaldo, (1994), "El Congreso y la formación del estado nación en México 1821-
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135-178 o 166-178.
Varios autores, (1994), Historia General de México, México, El Colegio de México, Vol. 2.
Vázquez, Josefina Zoraida, et. al. , (1995), "El gran problema de fundar un estado" en Una Historia
de México, México, SEP, pp. 249-281.
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BLOQUE III LA CONSOLIDACIÓN DE LA NACIÓN
PROPÓSITOS
Al estudiar los temas y realizar las actividades propuestas se espera que los estudiantes:
1. Valoren los esfuerzos por consolidar el estado mexicano y la defensa de la soberanía nacional.
2. Reconozcan al porfiriato como un período de consolidación del poder ejecutivo que impacta en la
modernización de la vida política y económica del país.
TEMAS
1. El proyecto liberal. Propuestas de secularización y desamortización. La constitución de 1857 y
las leyes de reforma.
2. Reacción conservadora. Guerra de Reforma. Intervención francesa e Imperio de Maximiliano.
Triunfo liberal y lucha defacciones.
3. Fortalecimiento del poder ejecutivo. La república restaurada. El arribo de P. Díaz a la
presidencia. La dictadura. El régimen político en la época de "paz y progreso". Caciques y jefes
políticos. Crisis de legitimidad del régimen porfirista. La formación de la disidencia política. La
renuncia del general Porfirio Díaz.
4. Condiciones económicas. Inversión extranjera: banca, ferrocarriles, minería, petróleo,
agricultura y ganadería de exportación. Mercado interno. Desigualdades regionales. Consolidación
de la concentración de tierras y de capitales.
5. Condiciones de vida y trabajo. Las élites, los trabajadores rurales y de las ciudades. Conflictos
frente al autoritarismo. Los viajeros extranjeros y su visión del México.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
Argüello, Gilberto, "La Guerra popular de liberación, el imperio de Maximiliano y la coyuntura
mundial", "Estado nacional y presidencialismo", en Semo, Enrique, coord. , México un pueblo en la
historia 2, México, Universidad Autónoma de Puebla/Editorial Nueva Imagen, pp. 163-166,167-171
Cerutti, Mario (1995), "Ferrocarriles y actividad productiva", en Marichal, Carlos, coord. México, FCE-
Colmex, pp. 178-192.
Chevalier, Francois, (1984), "Conservadores y liberates en México", en revista Secuencia, México,
Instituto Mora, num. 1, pp. 143-149.
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Guerra, Francisco Xavier; (1988), "Conclusiones", en México: del antiguo régimen a la revolución,
México, FCE, pp. 329-342.
Knight, Alan (1996), "México porfirista", en La revolución mexicana. Del Porfiriato al nuevo regimen
constitucional. México, Grijalbo, pp. 21-54.
Navarro, César, "Entre el paradigma político y la realidad: estudio
introductorio", en Enciclopedia Parlamentaria, México, Miguel Ángel Porrúa, 1997, pp. 29-43.
Starr, Frederick, (1995), "El lago de Pátzcuaro (1897)" en El México indio, México, CNCA/SEP, pp. 89-
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Tutino, John, (1990) "La política y los conflictos agrarios, 1840-1880", en De la insurrección a la
revolución en México. México, Era, pp. 221-235.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
Carbó, Margarita, "Capitalistas y obreros", en Semo, Enrique, coord. , México un pueblo en la historia
2, México, Universidad Autónoma de Puebla/Editorial Nueva Imagen, pp. 217-240.
Cardoso, Ciro, "La economía y la sociedad mexicana bajo el porfiriato", en Cardoso, Ciro, coord. ,
México en el siglo XIX, Editorial Nueva Imagen, pp. 267276.
Cosio Villegas, Daniel. El porfiriato: La vida política exterior. México, Clío.
Garcia Cantu, Gaston. La intervención francesa en México, México, Clío.
Krauze, Enrique, (1995) Porfirio Díaz, místico de la autorídad, México, FCE, 1995, (Biografía del Poder;
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Krauze, Enrique, (1993) Porfirio, México, Clío, Vol. 6
Labastida, Horacio. Reforma y republica restaurada. 1823-1877, México, Miguel Ángel Porrúa.
Riguzzi, Paolo, (1995) "Inversion extranjera e interés nacional en los ferrocarriles mexicanos, 1880-
1914", en Marichal, Carlos, coord. , Las inversiones extranjeras en América Latina,-1850-1930,
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Roeder, Ralph, (1993), Juárez y su México, México, FCE.
Vázquez, Josefina, (1995) "El porfiriato: la modernización por la dictadura", en Una Historia de
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Vázquez, Josefina Zoraida, (1995), De la rebelión de Texas a la Guerra del 47, México, Nueva Imagen.
Zavala, Silvio, (1995), "El desarrollo económico y la administración en la época de Porfirio Díaz" y "El
regimen político", en Apuntes de historia nacional. 1808-1974, México, FCE, pp. 124-137 y 111-124.
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BLOQUE I EL MOVIMIENTO DE INDEPENDENCIA
FICHAS DE ACTIVIDADES
TEMA: ANTECEDENTES.
1 Ubique en una línea del tiempo los acontecimientos relevantes del periodo 1810-1910. .
2. Por medio de la dinámica de "lluvia de ideas" definir los siguientes términos: "inestabilidad" y
"desajuste". Escribir conclusiones al respecto.
3. A partir de la lectura de E. Florescano y de I. Gil, "Inestabilidad social y desajuste político".
Redactar las ideas principales del texto. Considere aspectos como: la situación de la Nueva España
antes del movimiento de independencia, causas de dicha situación, etcétera.
4. De la lectura de T. Anna, "La-principal amenaza: la autonomía", se sugiere que:
a) Identifique las causas del movimiento autonomista.
b) Elabore un cuadro como el siguiente:
c) Discutir en equipo a partir de la siguiente pregunta:¿por que el movimiento por la autonomía de la
Nueva España es un importante antecedente del movimiento de independencia? Escribir conclusiones
al respecto…
TEMA: DESARROLLO DE LA LUCHA ARMADA
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5. Con base en la lectura de Ernesto de la Torre Villar, "Conspiración de Querétaro y la rebelión de
Hidalgo" (p. '85-101)
a) Describir brevemente el proceso de conspiración y el inicio de la lucha armada.
b) Reflexionar acerca de la siguiente pregunta y obtener conclusiones:¿por que Hidalgo logro reunir un
ejercito rebelde de más de 80 mil hombres?
c) Describir cómo fue y en que consistió la participación de Hidalgo, López Rayón y Morelos.
d) Realizar una escenificación acerca de las diversas posturas que se manifestaron a partir de la
abdicación del rey en España.
8. Con base en la lectura de Villar complementar el siguiente cuadro:
a) Explicar el contexto ideológico internacional que influyó en los decretos emitidos por los
insurgentes.
b) A partir de la lectura del acta de Independencia de 1821, debatir acerca de las consecuencias
económicas, políticas y sociales de estos movimientos.
c) Para concluir elaborar en equipos un periódico mural sobre el proceso de independencia, o en
equipo realizar una síntesis del tema para grabar una narración ambientada.
TEMA: LA CONSUMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA.
9. Leer el texto de E. Lemoine y realizar la siguientes actividades:
a) Identificar las similitudes y diferencias entre los "Sentimientos de la Nación" y "El Plan de Iguala".
Realizar cuadros comparativos de ambos y exponerlos al resto del grupo.
b) En el siguiente cuadro, registrar los cambios propuestos por el Plan de Iguala, en los aspectos
económico, político y social.
18
CAMBIOS PROPUESTOS
c) A partir de los textos de E. Lemoine, explicar brevemente por escrito sus
conclusiones acerca de la siguiente cuestión: el fin del movimiento de
independencia, ¿fue consumación o contradicción?
10. Con base en la lectura de T. Anna, "EI desenlace", realizar una síntesis desde 1808 hasta 1821.
11. Con base en la lectura de El Tratado de Córdoba y El Plan de Iguala, realizar las siguientes
actividades:
a) Elaborar un cuadro comparativo del contenido y los propósitos de dichos planes Elaborar un cuadro
señalando diferencias y semejanzas de ambos documentos.
12. Relacione los siguientes acontecimientos acaecidos en España y analice su influencia en la
consumación de la independencia:
Retiro de las fuerzas napoleónicas de España.
Restauración del absolutismo con Fernando VII.
Sublevación de Riego.
Restablecimiento de las Cortes.
13. Elaborar un mapa histórico en el que se ilustre:
a) El reino de la Nueva España a principios del siglo XIX (antes de 1810).
b) El Imperio mexicano de 1822-1823.
c) En ambos mapas:
-compare semejanzas y diferencias.
-conteste ¿cuáles eran sus límites?, ¿qué estados actuales comprendía?,
14. Elaborar un breve ensayo en donde plantees tus conclusiones sobre el periodo estudiado, qué
permaneció, que cambio; importancia de la consumación de la Independencia.
19
BLOQUE II LA FORMACIÓN DE LA NACIÓN
FICHAS DE ACTIVIDADES
TEMA: LOS VIAJEROS EXTRANJEROS Y SU VISIÓN DE MÉXICO.
1. Como actividad introductoria y con la intención de interesar contextualizar al estudiante normalista
en el ambiente de la época se sugiere leer el texto de Santorius, "La vida en la ciudad de México", y
realizar las siguientes actividades (el texto puede sustituirse por otro de historia de la región en la que
se ubique la escuela normal).
Comentar cómo era la vida cotidiana en la época de la independencia, particularmente
identificar los elementos de continuidad y cambio de la descripción hecha por el autor (¿qué
ha cambiado?, ¿qué aspectos forman parte de la vida actual?).
A partir de la siguiente pregunta discutir en equipo acerca de las posibles condiciones en la
vida de las personas que influyeron para hincar la guerra de independencia.
Con base en la descripción :que el autor realiza de la vida religiosa: a) enumerar las razones
por las cuales el clero se constituye en un estado dentro de otro, b) identificar diferencias
entre el clero secular y el clero regular.
Escribe un breve texto en el que expliques cómo veían los extranjeros al México de la época.
TEMA CONFIGURACIÓN DEL SISTEMA POLÍTICO. OPCIONES DE GOBIERNO:
MONARQUÍA Y REPÚBLICA:
1. A partir de la lectura de Enrique Semo, "Bases históricas de la formación del estado nacional",
realizar las siguientes actividades:
a) Con el fin de identificar la influencia que tuvo la reforma fiscal en la conformación del estado
mexicano, elaborar un mapa de las doce intendencias en quo se dividió el territorio mexicano durante
la segunda mitad del siglo XVIII,
b) Escribir una síntesis sobre cada uno de los siguientes aspectos.
Qué beneficios resultaron de la reforma hacendaría de principios del México Independiente.
Cuáles fueron las consecuencias de un estado parroquial y qué grupos se vieron involucrados.
Cuáles considera el autor como bases fundamentales para la integración del estado nacional.
20
TEMA: LA REPÚBLICA FEDERAL Y LA CONFRONTACIÓN DE FUERZAS POLITICAS:
LIBERALES Y CONSERVADORES
1. Las alumnas y los alumnos normalistas contestarán las siguientes preguntas respecto a los
términos liberal y conservador. ¿Quiénes fueron? , ¿Cual era el proyecto político y económico de cada
partido?
2. Elaborar un mapa histórico en el que se ubiquen las regiones dominadas por liberales y
conservadores (consultar el Atlas Histórico de la Independencia de México del INEGI. Asimismo
reflexionar acerca de las posibles causas de dicha distribución.
3. Con base en el análisis del texto de Chevalier identificar las principales características específicas
de conservadores y liberales.
4. Escribir un ensayo acerca del proyecto de nación de liberales y conservadores.
Tema: El debate por el federalismo: el intento reformador de 1833.
1. Con base a la lectura de Argüello, "La difícil génesis del capitalismo en México", realice las
siguientes actividades:
Elaborar una síntesis de las principales tesis del autor.
Analizar cuáles fueron las causas que impidieron la realización del proyecto liberal.
En equipo analicen la vinculación existente entre la formación del Estado nacional y su relación
con el proyecto liberal.
Por medio de un panel que cada equipo exponga las conclusiones al resto del grupo.
TEMA: EL DEBATE POR EL FEDERALISMO
1. Que el alumno normalista defina en sus propias palabras el término paradigma.
2. Elaborar una línea del tiempo en la que se destaque la alternancia del poder entre liberales y
conservadores a partir de 1824 hasta 1854…
2. Con base al análisis de la lectura de Cesar Navarro, "Entre el paradigma político y la realidad", el
alumno realizará, primero de manera individual y posteriormente en equipos, las siguientes
actividades:
a) Contestar las siguientes preguntas: ¿cuál es la finalidad, según el autor, de la reforma impulsada
por V. Gómez Farías?
b) Elaborar un análisis comparativo de la reforma de Gómez Farías en relación con la Constitución de
1824.
c) ¿Como se expresa la oposición, al proyecto reformador de 1833, a través de las Siete Leyes?
d) ¿Que condiciones favorecieron la respuesta de los federalistas a través de las Bases Orgánicas?
21
e) ¿Como favoreció la pugna entre federalistas y centralistas la anexión de Texas y la posterior
intervención francesa?
f) Realizar un análisis crítico del papel desempeñado por Antonio López de Santa Ana en la contienda,
caída y ascenso de las posturas liberales y conservadoras durante este período. Para lograr lo anterior
los estudiantes se podrán apoyar en la lectura "El Seductor de la Patria" y en la película "Su Alteza
Serenísima
CAPITULO 1 TEMA: REBELIONES CAMPESINAS Y CONFLICTOS SOCIALES.
1. Con base en la lectura de John Tutino, "La política y los conflictos agrarios 1840-1880", realizar las
siguientes actividades:
a) identificar las causas que originaron los movimientos agrarios de esta época.
b) Caracterizar a los grupos sociales que participaron en esta confrontación y las regiones donde se
manifestaron.
c) Describir brevemente la relación entre las elites regionales y el poder central.
2. En un mapa de la República mexicana localizar las regiones donde surgieron los conflictos agrarios
mencionados en la lectura y describir:
•Características geográficas de las regiones
•Grupos étnicos que participaron.
•Rasgos demográficos: densidad, costumbres, etcétera.
3. Leer la novela "Los bandidos de Río Frío" de Manuel Payno. y comentar en torno a las siguientes
cuestiones:
•¿Que realidad nos presenta la novela?
•¿Dónde y cómo actuaban los bandidos?
•¿De qué manera afectaban a la economía nacional?
En un panel, expongan por equipo sus opiniones y conclusiones al respecto.
TEMA LA REPÚBLICA CENTRAL: LA ECONOMÍA Y EL PROYECTO DE
CENTRALIZACIÓN
1. Con base a la lectura y el análisis del texto de Gilberto Arguello: "La difícil génesis del capitalismo
mexicano", se sugiere que los estudiantes normalistas.
a) Analizar el impacto que causó al país la invasión extranjera convenida por Lucas Alamán y los
ingleses en el año de 1824. Confrontar las conclusiones obtenidas.
b) Identificar mediante un cuadro sinóptico las características del capital privado en el México de
mediados del siglo XIX.
c) Establecer semejanzas y diferencias entre el desarrollo económico vivido durante la republica
centralista y el que se vive en la actualidad en nuestro país. Para esto se propone que se realice a
través de un cuadro comparativo.
22
2. Tomando como referencia las páginas 115 y 116 de la misma lectura, realizar en equipo las
siguientes actividades:
a) Elaboración de un periódico mural que ilustre los obstáculos estructurales que limitaron el
surgimiento del capitalismo en México durante el periodo de 1824-1850, asimismo, ilustrarán cuales
de esos obstáculos tendrían vigencia actual e impiden el desarrollo económico
b) Exponer cada periódico y realizar comentarios acerca de los mismos, realizando una exposición
escolar con los mejores trabajos.
TEMA: ESTRUCTURA AGRARIA.
1. Formar 3 equipos de trabajo, cada uno se denominara "Hacienda", "Rancho" y "Comunidad". A
continuación cada equipo describirá brevemente las características del tipo de propiedad o unidad de
producción, según el nombre del equipo.
2. De manera individual leer el texto de G. Argüello e I. Gil, "La estructura agraria", y realizar las
siguientes actividades:
a) Elaborar en equipo un cuadro descriptivo identificando lo siguiente: "tipo de producción",
"extensión", "tipo de trabajadores", "condiciones de trabajo", "forma de tenencia de la tierra" y
"sistema de créditos".
b) Se reúnan en plenaria y complete en el pizarrón el siguiente cuadro:
c) Elaborar un mapa de México en donde identifiquen los estados con mayor número de haciendas y
ranchos en el periodo de 1810 a 1862, distinguiendo cada uno de ellos y lo conserve para retomarlo
en momentos históricos donde el rancho, la hacienda y la comunidad se transforman o desaparecen
para dar paso a nuevas estructuras territoriales.
d) Por último se sugiere que los alumnos visiten vestigios de alguna hacienda de su comunidad para
que investiguen ¿qué se producía?, ¿cómo se comercializaba? y ¿cuando desapareció?
23
BLOQUE III LA CONSOLIDACIÓN DE LA NACIÓN
TEMA: EL PROYECTO LIBERAL
1. A partir de las lecturas de Francois Chevalier "Conservadores y liberales en México", Cesar
Navarro: "Entre el paradigma político y la realidad", Estudio Introductorio y Tutino John: "La política y
los conflictos agrarios 1840-18880 de la insurrección a la Revolución en México
Organizar al grupo en dos equipos disponer el espacio de modo que queden frente a frente para
trabajar la siguiente dinámica:
•El maestro anota los asuntos más actuales de una lluvia de ideas.
•A continuación se votará a favor o en contra de las problemáticas con argumentos sólidos.
•Los estudiantes ocuparán un lugar u otro de acuerdo a la tendencia que muestren.
El ejercicio pretende que se generes reflexiones en torno a interrogantes
como:
¿La pluralidad tiene ventajas?
¿Es posible uniformar criterios?
¿Hubo más de dos tendencias bien definidas?
¿En que sentido se aplican hoy día los conceptos liberal y conservador?
TEMA: REACCIÓN CONSERVADORA. . .
En equipo elaboren una gezeta de la época de la Intervención, el Imperio, el Triunfo liberal y la Lucha
de facciones, para lo cual deberán de convertirse en reporteros para entrevistar a Maximiliano y a
Juárez, tomando como fuentes la lectura de Argüello, La guerra popular de liberación, el imperio de
Maximiliano y la coyuntura mundial pp. 163-171 en base a los siguientes cuestionamientos:
• Su Alteza serenisima:¿Por que los grupos reaccionarios, como el alto clero, grandes terratenientes y
militares que fueron a buscarle a Europa, actualmente se han distanciado?
•¿Podría hablarnos de las causas externas que han influido APRA el retiro del apoyo del ejército
francés?
• Señor Licenciado Juárez ¿Cuales considera que son las consecuencias políticas y sociales que trajo
consigo la creación del Estado Nacional y del presidencialismo?
TEMA FORTALECIMIENTO DEL PODER EJECUTIVO
24
1. A partir de la lectura "La Guerra Popular de Liberación, El Imperio de Maximiliano y la Coyuntura
Mundial" de Gilberto Argüello, el estudiante normalista hará la siguiente actividad:
a) Analizará por equipos críticamente la obra de Don Benito Juárez para conocer su repercusión en la
actualidad.
TEMA: CONDICIONES ECONÓMICAS
1. A partir de sus conocimientos previos. el alumno identificara los diversos grupos sociales que
existen en la actualidad.
2. En base a la lectura de Alba Knight realiza las siguientes actividades:
a) Elabora un cuadro sinóptico donde se consignan las condiciones en que vivir la población rural,
durante la primera década del siglo XX en relación a los siguientes aspectos:
•Económicos
•Políticos
•Sociales
•Culturales
•Regionales o geográficos
3. Lectura de FFCC y Actividad productiva en el norte de México.
Formar tres equipos
a) De acuerdo con la lectura, por equipo definirán su concepto a lo que entiende por: "Economía de
Enclave" y la dará a conocer a los demás equipos.
b) En equipos elaborará una maqueta del territorio nacional con división política.
c) Los equipos echaran a la suerte la distribución de los siguientes subtemas:
1) Los FFCC en México
2) Los rieles debajo del Bravo
3) El FFCC Internacional
De acuerdo a esta condición, cada equipo deberá explicar lo referente a su tema e ir colocando sobre
el mapa el o los ramales ferroviarios aludidos.
Sugerencias:
Se puede ver el video: "Memorias de un mexicano" para ver la importancia que tuvo el FFCC antes,
25
durante y después del Porfiriato.
Nota: El material elaborado servirá para temas posteriores del grupo.
4. Mediante la lluvia de ideas trate de definir los conceptos siguientes: "Enclave" y"Circunscribir", de
manera breve y precisa y las registre.
5. De forma individual haga la lectura: Cerutti, Mario (1995) "Ferrocarriles y
actividad productiva".
•Mediante la dinamica: "________________" se integre en 4 equipos y comente y/o analice "Las
situaciones de las intervenciones extranjeras y división del trabajo al sur del Río Bravo, llegue a ideas
ciaras en las que caracterice mediante los siguientes cuestionamientos.
•¿Cuál es la repercusión de las inversiones extranjeras en nuestro país?
•¿Qué opinas de los que indican Juan Felipe Ledi y Antonio Glave sobre el ferrocarril internacional
1884-1910?
6. En equipos investigue en la lectura como estuvo integrado el sistema ferroviario en México en el
periodo 1884-1906 y elabore un mapa e indique con acotaciones los lugares donde dichos ramales se
establecieron para exportar la materia prima hacia el país vecino.
Redacte un escrito en la que indique la importancia del ferrocarril en el aceleramiento económico hacia
diversas regiones del país.
7. El profesor reparte entre los miembros del grupo los estados de la República Mexicana.
A continuación les solicita los identifiquen y los coloquen en el pizarrón en la columna que
correspondan: mayor rezago económico y cultural, menor rezago económico y cultural.
ESTADOS
8. Con base a la lectura de Alan Knight "Del porifirato al nuevo régimen constitucinalista".
a) Identifique las causas que originaron este atraso.
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•Causas económicas
•Causas étnicas
•Causas políticas
•Causas geográficas
b) En la lectura anterior las estudiantes identifiquen los logros económicos de Limantour durante el
porfiriato y los registre de manera individual.
c) Valore en que medida, estos logros impactaron las condiciones de vida de la mayor parte del pueblo
mexicano y los discuta en una plenaria.
d) Se registren los comentarios de la plenaria.
9. Constituido el grupo en equipo y basándose en la lectura expuesta por Tutino, John:
"La política y los conflictos agrarios", cada uno de ellos exponga las consecuencias que se originaron
sobre el reparto de tierras comunales indígenas, derivadas del despojo y la nacionalización de las
propiedades del clero sobre bienes no productivos, determinado por el grupo liberal en el poder, cada
equipo será elegido por medio de sorteo, exponiendo los siguientes temas:
a) Problema social
b) Problema económico
c) Problema político
d) Entidades federativas con mayores problemas de esta índole.
10. En un cuadro enliste las acciones del gobierno liberal de 1856-1910 y las actividades de la iglesia
y los comunieros:
Analice el cuadro anterior y comente las consecuencias.
•Cierre la actividad con el corrido del agrarista y el barzón.
27
TEMA: CONDICIONES DE VIDA Y TRABAJO
1. Con base a las lecturas del tema, por equipos realice lo siguiente:
Identificar y caracterizar los principales grupos sociales de este periodo, de acuerdo a
los siguientes criterios:
¿Quiénes eran?
¿Cómo y dónde vivían?
Actividades productivas, sociales y culturales.
Postura ante el proyecto modernizador liberal.
2. En plenaria, expongan sus conclusiones.
28
MATERIAL
DE
APOYO
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
29
BLOQUE I
LA INDEPENDENCIA
El cabildo obtenía sus ingresos, a menudo
insuficientes para cubrir sus gastos variados,
de dos principales fuentes y de otras muchas
menores. La fuente más grande eran los
"derechos municipales" sobre algunos
artículos específicos que se cobraban en las
aduanas nacionales. Entre los artículos de
los que recolectaba impuestos el gobierno
virreinal en beneficio de la ciudad se
encontraban el licor europeo y el local, el
vinagre, el trigo, el maíz, la cebada, el
pulque, las ovejas, y el ganado vacuno y
caprino. En el primer año completo de
informes financieros publicados (junio de
1820 a junio de 1821), este impuesto
produjo 108 mil pesos que correspondían a
más del 46% de los ingresos de ese año.
Otra fuente principal de ingresos eran las
propiedades. El municipio poseía los
principales mercados, el más grande de los
cuales era El Parián, y les rentaba los locales
a los comerciantes. Otros inmuebles incluían
varias casas, corrales y ejidos municipales
que se rentaban para que pastaran los
animales destinados a los mercados de la
ciudad. En total, las propiedades de la
ciudad estaban valuadas en
aproximadamente 750 mil pesos. Las
fuentes de ingresos subsidiarias y menores
durante la guerra de independencia incluían
un impuesto a los carruajes de alquiler, a la
venta para las granjas de los suburbios del
agua que corría por los acueductos muni-
cipales, y al depósito de las fianzas de los
ciudadanos. En 1820, el ingreso total de la
ciudad fue de 230 mil, o alrededor de 1.5
pesos por habitante. El total anual variaba
considerablemente y en los peores años de
la guerra el ingreso fue insuficiente para
cubrir las necesidades municipales.
Esta, pues, era la Nobilísima Ciudad de
México en 1810, el municipio más grande en
el Nuevo Mundo. Con tales desigualdades
entre las varias clases y tales agravios y
tensiones políticos, nos inclinamos a suponer
que la independencia era inevitable. Sin
embargo cuando se enfrentó en los años
siguientes a una serie de amenazas que
destruirían a muchos sistemas políticos, el
régimen real sobrevivió y surgió
aparentemente más fuerte que nunca. El
problema de cómo sobrevivió es tan
importante como el de cómo fracasó
posteriormente,
56 Colección de los Generales que cada trimestre
se dan al público del ingreso y egreso de caudales
de esta N, C. ", A. Ex-A. , Hacienda, Aduana, Vol.
2000, núm. 9.
57 Las listas de ingresos mensuales se encuentran
en A. Ex-A. , Hacienda, Aduana,
Vol. 2000, núm. 10.
58 “Sobre que el l Tesorero mayordomo de la N.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMÍA
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
30
C. forme un estado do las fincas", 1802,
A. Ex-A. , Fincas de ciudad en general, Vol. 1085,
núm. 7; "Sobre que se valúen las fincas urbanas
y rústicas y sitios eriazos de la municipalidad",
1830, Ibíd. , núm. 11
la principal amenaza a la soberanía real
durante la guerra de independencia fue el
deseo de autonomía de los burgueses y la
élite. La autonomía fue formulada de
manera clara por primera vez en 1808, pero
rápida y hábilmente la suprimieron los
partidarios del absolutismo real. En 1810 la
remplazó el estallido de la insurrección
violenta. El Grito de Dolores de Miguel
Hidalgo en 1810 fue el resultado natural de
haberse reprimido el impulso autonomista
dos años antes, pero representaba a un
grupo muy diferente y tenía objetivos muy
distintos. La élite autonomista no podía
apoyarlo, ni podían hacerlo muchos criollos
burgueses autonomistas. Por ello, la idea de
una autonomía limitada dentro del sistema
imperial la apagaron el sonido y la furia que
siguieron al Grito. Sin embargo, la
autonomía continuó siendo el principal
objetivo de la élite y de la burguesía locales,
y resurgió durante los dos períodos
Constitucionales. Finalmente, España se
desacreditó tanto a sí misma que los
autonomistas aceptaron el Plan de Iguala,
que pedía casi las mismas reformas que
antes, pero dentro del contexto de una
separación total de España. El programa
autonomista fue una constante en todo el
periodo de la guerra de independencia. Tuvo
éxito cuando fracasaron las olas de la revolu-
ción, porque consiguió el apoyo de la élite
que hacia la política: era la única opción que
podía triunfar.
Sin embargo, cuando se presentó por
primera vez en 1808, la fórmula autonomista
no obtuvo la victoria, pues sus partidarios se
sentían confusos
Y divididos por los sucesos catastróficos en la
madre patria. La suprimió un grupo de
peninsulares que derrocó al virrey José de
Iturrigaray la noche del 15 al l6 de
septiembre de 1808, con un golpe de estado
destinado a impedir otros progresos de la
autonomía neutralizando a sus partidarios.
Los sucesos de septiembre de 1808
generalmente se simplifican demasiado
considerándolos el clásico enfrentamiento de
los criollos contra los gachupines. Había
criollos y gachupines en ambos bandos, y en
realidad el enfrentamiento fue de objetivos
políticos locales contra objetivos políticos
imperiales, y surgió de la decadencia del
gobierno imperial en la época de Manuel
Godoy y de los agravios que habían
acumulado los habitantes de Nueva España
de todas clases y colores. Éste fue el
principio, aunque inadecuado y confuso, de
la lucha por la autodeterminación nacional.
La necesidad de autonomía fue motivada, en
la élite y en otros propietarios, por su
oposición al Decreto de Consolidación Real
de 1804, que intentaba amortizar todos los
préstamos importantes que les debían a los
fondos piadosos y cobrarlos para transferirlos
a la Península. En realidad, se cobraron 10.
5 millones de pesos en Nueva España por
motivo de la consolidación, de los cuales solo
2. 5 millones provenían de la archidiócesis de
México. Éste fue el más importante signo de
la decadencia de la administración española
del rey Carlos IV y de Manuel Godoy. El
virrey Iturrigaray y otros se quedaron
ilegalmente con más de medio millón de
pesos que se cobraron en Nueva España, y
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
31
cinco millones de pesos de los fondos de la
consolidación se los entregó a Napoleón el
agente de Godoy en París. Las quejas de la,
élite contra la consolidación, como ya hemos
dicho, en combinación con las quejas
protonacionalistas de la burguesía criolla
unieron a ambas clases brevemente en un
reconocimiento común de que el gobierno
imperial era potencialmente dañoso para los
intereses coloniales. Este descontento, que
alcanzó su máximo entre 1804 y 1808 lo
sentían por igual los gachupines y los criollos.
Durante un breve período, la mayoría de la
gente culta en el virreinato de Nueva España
logró definir que su enemigo común era el
"mal gobierno” y que su causa común era el
desarrollo de México. . . Esto lo expresaron
los nobles, los empresarios, los clérigos y
abogados reformistas, y los grandes, y
pequeños propietarios amenazados. . . Esto
no dividió a los españoles y a los criollos.
En resumen, empezó a formarse una alianza
de intereses entre la élite y la burguesía,
que no tomaba en cuenta la tradicional
división de criollos y gachupines. Sin
embargo, esta alianza incipiente quedó
destruida por las reacciones de varios
sectores de la población políticamente activa
ante la crisis que sufrió la metrópoli española
a principios de 1808. Durante años la
política exterior española había sido un juego
del gato y del ratón„ en el que el primer
ministro de Carlos IV, Manuel Godoy,
intentaba conservar la amistad de Napoleón.
El juego terminó en la primavera de l808
cuando las tropas de Napoleón entraron en
España, con permiso de Godoy, de paso para
invadir Portugal. Este suceso produjo un
golpe de Estado: el hijo del rey, el príncipe
de Asturias, obligó a abdicar a su padre y
ascendió al trono con el nombre de Fernando
VII.
1 Ladd, 'The Mexican Nobility", p. 182.
2 ibid. , p. 185.
3 "Abdicación del rey Carlos IV", A. Ex-A. , Reales
cédulas y órdenes, Vol. 2979, núm. 306. El
estudio más completo en inglés sobre la
prolongada lucha napoleónica es el de Gabriel H.
Lovett, Napoleón and the Birth of Modern Spain, 2
vols. (New York: New York University Press, 1965
); los mejores estudios en español son los de
Miguel Artola Gallego. La España de Fernando VII
(1958), Vol. 16 en Ramón Menéndez Pidal, ed.
Historia de España (Madrid: Espasa-Calpe, 1947),
y MigueL Artola Gallego, La.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
32
Le anunciaron este cambio al pueblo de la
ciudad de México el 9 de junio de 1808, en el
periódico oficial, la Gazeta de México. En la
misma el pueblo pudo leer que la familia real
portuguesa, huyendo de los ejércitos
franceses, había llegado al desierto en Brasil.
También se anunció el viaje del nuevo rey a
la ciudad de Bayona para reunirse con Napo-
león. El cabildo preparó una carta invitando
al rey a emular a los portugueses y a venirse
a residir a la ciudad de México, "en donde
con los brazos abiertos estos sus leales
vasallos le recibiremos". No hubo tiempo
para enviar la oferta, porque el 16 de julio la
Gazeta traía las asombrosas noticias de
Bayona de que Fernando VII le había
devuelto el trono a su padre, quien después
abdicó en favor de Napoleón. José
Bonaparte, hermano del emperador francés,
usurpó el trono de España y de las Indias. El
29 de Julio la ciudad de México conoció las
noticias de la insurrección en Madrid contra
los conquistadores franceses (el dos de
Mayo) y la creación de una junta de leales en
Valencia para resistir al usurpador. El 1° de
agosto se anunció la creación de otra junta
en Sevilla.
Estas calamidades provocaron una gran crisis
política en todas partes de América, en
especial en la ciudad de México, donde el
régimen estaba totalmente impreparado. Al
Virrey Iturrigaray y a muchos otros
funcionarios reales los había nombrado
Godoy, y eran sus amigos, pero ahora Godoy
era odiado como traidor. Se intensificó su
descrédito. A la madre patria la había
conquistado Francia, su antigua aliada; e
Inglaterra, la antigua enemiga de España, se
había convertido en su amiga. En menos de
dos semanas, como los mexicanos dijeron,
perdieron a dos monarcas, y la definición de
la soberanía misma había caído en una
confusión total. Las juntas rivales en España
declaraban poseer la autoridad legitima en
nombre del monarca ausente. El ex virrey
mexicano, Miguel de Azanza aplaudió la
invasión francesa España. José Bonaparte lo
nombró ministro de Indias. Durante algún
tiempo, la confusión y la conmoción fueron
generales. Qué podía hacer un país
gobernado por un monarca absoluto, si a su
antiguo rey, a su heredero y a toda la
dinastía los había capturado el enemigo
extranjero y un usurpador se había
apoderado del trono?
Empezaron a surgir tres puntos de vista
básicos. El primer plan que
Burguesía revolucionaria (1808-1869), Historia de
España Alfaguara, vol. 3 (Madrid: Alianza Editorial,
1973).
4 "La N. Ciudad ofrece a S. M. que en caso de
trasladarse a otra parte lo haga a esta cudad'. ', A.
Ex-A. , Historia, en general, vol. 2254, núm. 32.
5 Cazeta de México, 16 de julio, 29 de Julio y 1o.
de agosto de 1808. Algunos de los documentos
citados del original en este capítulo pueden
encontrarse en el vol. 2 de Genaro Garcia, ed. ,
Documentos históricos mexicanos.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
33
Se proclamo (el 15 de Julio) un día antes de
que llegaran noticias de que José Bonaparte
había usurpado el trono, lo formularon dos
miembros del cabildo de la ciudad: el síndico
José Primo Verdad y el regidor honorario
Juan Francisco Azcárate. Este plan era un
llamado a la autonomía mediante la creación
de un gobierno provisional mexicano que
gobernara en nombre de Fernando VII. No
era un llamado a la independencia (aunque
fácilmente podía convertirse en esto, como
sucedió establecerse gobiernos provisionales
en Caracas, Santiago, Buenos Aires y
Bogotá), pero a los políticos conservadores
les pareció así. El segundo plan, que
aprobaban la mayor parte de los miembros
conservadores de la audiencia y de la élite,
sencillamente consistía en esperar y en
observar los sucesos de España, y mientras
tanto mantener sin alteraciones la forma de
gobierno absolutista en Nueva España. El
tercer plan (favorecido por otros miembros e
la audiencia y de la élite) consistía en
reconocer a la Junta de Sevilla como
representante legítima del rey ausente.
Apoyaban a Sevilla, y no a las juntas rivales,
en gran parte por la larga historia que tenía
Sevilla en tratar los asuntos americanos, y
porque estaba en un lugar del país que aun
no invadían los franceses y se encontraba
más cerca del mar para mantener
comunicaciones con América.
En los siguientes tres meses se luchó por
imponer estos tres planes opuestos.
Mientras tanto, fracasó la alianza de la élite
local y la burguesía y se hizo un énfasis de
nuevo en el lugar de nacimiento. Los
mexicanos lucharon por aprovechar la
parálisis de España y buscar la autonomía.
En cambio los peninsulares, conscientes de
que los recursos mexicanos podrían impedir
que España fuera vencida, luchaban por
reafirmar el control de la madre patria sobre
su más rica colonia. La alianza de la élite y
burguesía solo se formó de nuevo hasta
1821.
En el centro de la lucha se encontraba el
virrey Iturrigaray, que había permanecido en
su puesto desde 1803. Ya que muchos
habitantes sospechaban de él, igual los
peninsulares que los criollos, porque estaba
muy comprometido en el peculado y por su
íntima vinculación con el partido de Godoy,
su posición era en especial vulnerable. En
vísperas de esta crisis imprevista, Tomás
Antonio Campomanes, primo del gran
estadista liberal de España, el conde de
Campomanes, le comunicó en una carta al
príncipe de Asturias que la elite peninsular
no confiaba en Iturrigaray. Le pidió al
príncipe que usara su influencia contra el
partido de Godoy, que en América estaba
representado por Iturrigaray. En una carta
secreta a su amigo el duque de Medinaceli,
Campomanes le advirtió; está próxima "una
revolución fortísima", a menos que
Iturrigaray
6 EL estudio más completo sobre Iturrigaray es el
de Enrique La fuente Ferrari, El Virrey Iturrigaray
y los orígenes de la Independencia de México.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
34
sea destituido de su puesto, porque el virrey
es el mal de los males de Todos los
habitantes de esta América".
Esta gran desconfianza contemporánea que
le tenían al virrey aún hace que algunos
autores modernos concluyan que era el jefe
de la conspiración por la Independencia o de
una conspiración para convertirse en el Rey
de México. De hecho, no hay prueba
suficiente de que aspirara a la independencia
o deseara ocupar el trono. Él no inició estos
sucesos, sino más bien se vio atrapado en
ellos y lo destruyeron. Solo puede decirse (y
dada su poderosa posición, es tan grave
como acusarlo de traición) que se
comprometió tanto con la crisis que se volvió
vulnerable, contemporánea e históricamente,
a cualquier acusación. Su vulnerabilidad
paralizó su capacidad de mando durante la
crisis. Es en símbolo perfecto de la
decadencia de la administración virreinal,
decadencia que hábilmente contrarrestaron
Venegas, Calleja y Apodaca.
Iturrigaray no permaneció inactivo en la
crisis de julio, lo que sin duda los
conservadores habrían preferido. Continúo
usando todos sus poderes de virrey, a pesar
de que se dudaba quien era el rey del virrey.
El 22 de julio suspendió el cobro de la
consolidación, probablemente para buscar la
lealtad de los propietarios. Les ordenó a los
comandantes militares que compraran armas
de los Estados Unidos en caso de un ataque
francés. Lo más importante de todo fue que
escuchó con atención a los autonomistas, lo
que para los absolutistas equivalía a una
traición. Cada acto del virrey, muchos de los
cuales no eran comprometedores en sí,
provocaba mayores sospechas hostiles.
Por su parte, los oidores conservadores
dudaron de la lealtad de Iturrigaray desde
que se enteraron de la abdicación de Carlos
IV, o así lo declararon después en el
testimonio que rindieron en el juicio de resi-
dencia que se le hizo al virrey al terminar su
mandato. Declararon que al principio el
virrey no había ordenado que se proclamara
públicamente el ascenso al trono de
Fernando VII, y que sólo lo hizo después de
que el regente Pedro Catani se lo pidió
personalmente. La audiencia informó que
Iturrigaray era un derrotista, que creía que
los Borbones no regresarían nunca al trono.
Su derrotismo alarmó a los ministros,
aunque se habría requerido la fe ciega de un
fanático, en julio de 1808, para prever que
Fernando VII volvería a ocupar el trono.
Además, los oidores recordaron que el
regidor criollo Azcárate (un partidario
destacado de la autonomía) visitaba con
frecuencia a Iturrigaray, y se le
7 Tomás Antonio Campomanes a Fernando,
príncipe de Austrias, y al duque de Medinaceli,
Xiquipilco, 2 de enero de 1808, Archivo Histórico
Nacional, Madrid. (En adelante se citará como
AHN), Estado 57.
8 véase Francisco Santiago Cruz, El Virrey
Iturrigaray, Historia de la conspiración, p. 94.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
35
consideraba su protegido. Según ellos, ésta
era una mala política, y afirmaron: “ Acaso
de esta mala política del virrey empezaron a
tener origen las especies de independencia
en esta capital. " Un residente de Jalapa
escribió, sólo tres días después de recibir las
noticias de la usurpación, que desde ese día
"no se respira en este reino más que la
independencia. “
Aún causó más sospechas que el virrey
tardara un mes en anunciarle al cabildo de la
ciudad la ascensión al trono de Fernando VII.
Hizo el anuncio el 14 de julio. Solo dos días
después llegaron noticias de la usurpación de
José Bonaparte, lo que de nuevo volvió
completamente confuso el panorama. En un
esfuerzo por presionar al virrey a declarara
su lealtad incondicional al nuevo rey, el 15
de julio la audiencia le pidió que anunciara
que Nueva España sólo reconocería a
Fernando II. Al editor de la Gazeta, Juan
López Cancelada, le ordenaron que publicara
esta declaración. Sin embargo, le mostró el
borrador de tal declaración al virrey, quién
se negó a aprobarlo y le ordeno que no lo
imprimiera. ¿Cómo se interpreto este acto
del virrey? Los oidores lo atribuyeron a que
no deseaba jurarle lealtad a Fernando VII.
Desde luego, como protegido de Godoy, y
como servidor de Carlos IV, Iturrigaray podía
tener sentimientos ambivalentes ante
Fernando VII, Sin embargo, la razón más
probable de su demora fue la gran confusión
que reinaba en ese momento. No estaba
claro, ni aun para el virrey, si el padre real o
el hijo era el rey, y el hecho de que el hijo
se hubiera dejado capturar voluntariamente
por los franceses, mientras que su padre
abdicaba por lo menos dos veces (en ambas
ocasiones contra sus deseos), volvía más
confusa la situación. La audiencia sólo sabía
con seguridad que desde el 15 de julio el
virrey permanecía en intima consulta con los
miembros más sospechosos del cabildo de la
ciudad.
Este era el quid del asunto. En una reunión
del cabildo, el 15 de julio, Azcárate presentó
para su discusión un proyecto en el que, en
vista de la crisis, le pedía al virrey que
asumiera el mando directo del gobierno de
Nueva España. En otras palabras propuso la
autonomía. El cabildo discutió el asunto el
15 y 16 de julio. Lo aprobó y acordó
presentárselo al virrey en la siguiente
reunión pública. Durante el debate el
regidor Azcárate mantuvo una frecuente e
intima comunicación con el virrey.
9 Relación y razonada de muchos hechos
antecedentes, y circunstancias que
estuvieron presentes la noche del 15 y
madrugada del 16 de septiembre para acceder el
Real Acuerdo a la separación del Exmo. Sr. D.
José de Iturrigaray", 8 de noviembre de 1808,
AHN Consejos 21081. Ésta es la declaración de la
audiencia en el juicio de residencia de Iturrigaray.
10 Faustino Capetillo a su hermano, Jalapa, 19 de
Julio do 1808, AHN, Estado 57, E.
11 A. Ex -A . actas de Cabildo, vol- 127, 14 de
julio de 1808.
61
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
36
El 19 de julio le presentaron la propuesta a
Iturrigaray en una reunión. Esta fue notable,
entre otras cosas, porque a los regidores,
que usaban sus uniformes de gala y llevaban
las mazas de su cargo, los honraron con un
saludo militar formal cuando entraron y
salieron del palacio virreinal. Esta recepción
desacostumbrada asombró y alarmo a la
audiencia. Después de que los principales
caballeros de la ciudad se reunieron en
presencia del virrey, Azcarate leyó
públicamente la propuesta del cabildo de la
ciudad. Dijo: "Esta nobilísima ciudad. . . por
sí y a nombre del público ocurre a V. E. . .
que se mantenga bajo su sabio justificado
mando estos vastos dominios, en la
dominación y representación del rey y de la
dinastía. ” El argumento principal era
notable: era una reafirmación precisa y clara
de la soberanía conforme a la tradición
española corporativa: "por su ausencia o (en
caso de) impedimento (del rey) reside la
soberanía representada en todo el reino y las
clases que lo forman; y con más
particularidad en los tribunales superiores
que lo gobiernan, (y que) administran
justicia, y en los cuerpos que llevan voz
pública". El cabildo, que entre paréntesis era
la más destacada de esas corporaciones "que
la voz pública", más tarde le pidió a Iturri-
garay que convocara una junta con los
ciudadanos más distinguidos para que
escuchara sus ordenes y dieran sus
opiniones. En última instancia, se reuniría
una asamblea representativa, compuesta por
delegados de todas las ciudades. Después
de la lectura pública, todos los regidores,
poniendo sus manos sobre sus espadas, le
juraron lealtad a Iturrigaray.
Los principales partidarios de este plan, que
proponía crear una junta provisional para
gobernar México, eran criollos. Azcárate,
Primo Verdad, y el marqués de Uluapa
pertenecían al cabildo de la ciudad; otros
partidarios del plan eran los nobles criollos:
el marqués de Rayas, el conde de Medina, el
conde de Regla y el oidor criollo Jacobo de
Villaurrutía (nacido en Santo Domingo) era
su más decidido partidario en las discusiones
publicas. El ideólogo más radical de la
autonomía era un desterrado peruano, el
fraile Melchor de Talamantes, confidente del
marques de Uluapa. Talamantes, aunque
nunca mencionó el republicanismo en sus
escritos, era el principal partidario de
convocar a un congreso mexicano que
promovería reformas radicales, incluso se
encargaría de abolir la Inquisición y los
tribunales del fuero eclesiástico, y promover
el comercio libre, la minería, la agricultura y
las reformas industriales. Este congreso
asumiría una multitud de poderes, incluso el
derecho de nombrar un virrey, y designar a
las personas para cubrir todos los puestos
civiles y eclesiásticos, manejar el
12 "Oficio que la N. C. dirigió al Exmo. Sr.
Virrey sobre que durante la ausencia del Señor D.
Fernando VII gobierne estos dominios Su
Excelencia", 19 de Julio do 1808, A. Ex A. ,
Historia, en general, Vol. 2254, núm. 34; idéntica
expresión en "Testimonio de las representaciones
que esta N. Ciudad presentó al Exmo. Sr. D.
José de Iturrigaray, promoviendo. . . la
conservación y defensa del Reino", AHN, Consejos
21081.
Ladd, "The Mexican Nobility", p. 193.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
37
tesoro, y enviar embajadores a Europa y a
los Estados Unidos. El 28 de julio propuso
este programa en un escrito titulado
Congreso nacional del reino de Nueva España
y lo dirigió al cabildo. Aunque Talamantes
evidentemente representaba al criollismo
radical, aparentemente era partidario de la
independencia total, no es evidente hasta
que punto tenía influencia en el cabildo.
El problema reside precisamente en como
interpretar la propuesta de que hubiera una
junta mexicana, y el papel que desempeñaría
Iturrigaray en ésta. A los conservadores
extremados les parecía un traicionero
llamado a la independencia. La sola idea de
la soberanía popular, aunque en forma
limitada, le parecía una herejía. Cuando se
realizó el juicio de residencia de Iturrigaray,
todo mundo (con una sola excepción)
atestiguo que esta proposición significaba la
independencia. Cuando por primera vez se
presentó el plan, la audiencia le informo a
Iturrigaray sería ilegal a menos que la
audiencia lo aceptara, lo cual no tenía
intención de hacer porque “ sería tributar a
V. E. honores de soberano”. El abogado
Juan Martín de juanmartineña expuso
claramente las sospechas de los
conservadores: "La intima unión del Sr.
Iturrigaray con la ciudad y la conformidad de
sus medidas, nos hicieron creer que trataba
de usurpar la soberanía de estos dominios y
(declarar) su independencia de la metrópoli.
No dudábamos de sus traidoras intenciones.
" Después del derrocamiento del virrey,
mucha gente desde la junta de Sevilla y de
su representante en la ciudad de México
hasta la hermana del rey, Carlota Joaquina,
esposa del príncipe regente del Brasil dio un
suspiro de alivio y felicitó a los enemigos de
Iturrigaray por su habilidad para rescatar a
Nueva España. El hecho de que las juntas
provisionales idénticas creadas en otras
capitales coloniales posteriormente llegaran
a proclamar la independencia, le da fuerza a
la sospecha de que la proposición del cabildo
mexicano tenia el mismo objetivo.
Es verdad que el plan Podría haberse
radicalizado posteriormente, pero
Tal como se presentó proponía regresar el
poder a sus orígenes: a los cabildos de la
ciudad de México y de Veracruz. Estos
cuerpos fueron las primeras agencias
gubernamentales legales que crearon los
conquistadores en Nueva España, y desde el
punto de vista de los criollos, eran el centro
original de la legitimidad mexicana en
oposición a la mera legitimidad española.
14 Ibid. p. 196; hugh H. Hamill, Jr. , The
Hidalgo Revolt: Prelude to Mexican Independence
, pp 94-97
15 Juan Martín de Juanmartineña a Tomás
Calderón, México, 31 de octubre 1808,AHN,
Consejos 21081.
16 después de discutir las ideas radicales de
Talamantes, Alamán solo hizo una suposición “ El
Congreso se habría declarado soberano,
exactamente como sucedió más tarde en
circunstancias idénticas en Buenos Aires, Santa Fe
y Caracas” Historia de México, 1:176-77. Sin
duda este punto continúa siendo dudoso.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
38
Así la soberanía se devolvería a los agentes
que desempeñaban la autoridad real, y, aun
entonces, sólo se haría sobre una base
temporal mientras regresaba al trono algún
miembro de la dinastía borbónica. No
podemos saber los objetivos secretos de los
que apoyaban esta proposición, pero sí
sabemos que ninguno de ellos, excepto quizá
Talamantes, habló de independencia. Sin
duda, algunos de los mismos regidores que
aprobaron esta resolución, incluso Arcárate,
se opusieron vigorosamente al levantamiento
de Hidalgo. Por su parte, el hecho de que
Primo Verdad no dudaba de la autoridad del
rey, lo indicaba su afirmación: “La autoridad
le viene al rey, de Dios, pero no de modo
inmediato sino a través del pueblo. ”
Azcárate también fue muy claro cuando
afirmó que había un pacto irrevocable entre
la nación y el rey: cuando el rey no puede
gobernar, la nación asume la autoridad, pero
al regresar el rey al poder, automáticamente
cesa el ejercicio directo de la autoridad por
parte del pueblo. Legal y técnicamente, en
vista de la ausencia del monarca y la
pretensión de varis juntas españolas de
poseer la autoridad en su nombre, la
propuesta mexicana no era una traición. Era
una promoción de autonomía, y no de
independencia. Estaba de acuerdo con la
más antigua filosofía política española, la que
consideraba que Nueva España no era una
posesión de la nación española, sino sólo del
rey. Considerar la propuesta un franco
llamado a la independencia mexicana, es
sencillamente aceptar el punto de vista de la
audiencia, porque los absolutistas definían
la autonomía como si ésta fuera lo mismo
que la independencia. Brading señaló que la
propuesta del Cabildo no era una afirmación
revolucionaria tomada de Rousseau, ni aun
de Suárez, sino sencillamente la aplicación
de la teoría conservadora de la ley natural
propugnada por Puffendorf como lo tradujo y
la popularizó a principios del siglo XIX en
España el profesor madrileño Joaquín Marín
Mendoza. Villoro resume las fuerzas sutiles
que funcionaban y la oposición rígida de las
autoridades establecidas a cualquier cambio:
“ ( Los criollos n 1808) no aspiran, por lo
pronto más que a una reforma de escasa
importancia. . . y una vez introducida la
voluntad de cambio, ¿ será posible, acaso,
detenerse?.
La posición del virrey Iturrigaray era
precaria. No podía dejar de oír la
proposición de cabildo, porque había
conseguido el favor de los activistas criollos
destacados, como Azcárate, cuya amistad le
era beneficiosa al virrey egoísta.
17 Villoro. El proceso ideológico,, p. 47.
18 El problema de interpretar a Talamantes es que
en su Congreso Nacional hablaba de que Nueva
España se habría independizado de Francia
(Hamill, The Hidalgo Revolt, p. 91). 19 Ambos en
Villoro, El proceso ideológico, pp. 37. 38. 20
Brading, Los orígenes, p. 102. Este punto de
vista fine muy similar al que le dio vida a las
juntas regionales peninsulares. Debe recordarse
que la Península también estaba entrando en un
periodo de movimientos regionales que tendían a
la autonomía. Veas también Margaret E. Crahan,
"Spanish and American Counterpoint", pp.
36-70.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
39
Sin embargo, hasta discutir la idea de
convocar a los jefes prominentes, y no se
diga a las ciudades, lo volvía muy
sospechoso. El odio que los peninsulares y
los conservadores sentían contra Iturrigaray
era intenso que, en el juicio formal que le
hicieron al terminar su cargo, sólo una
persona atestiguó a su favor. Ya en octubre
de 1808 el secretario del virreinato, Manuel
Velásquez de León, atestiguó que, habiendo
observado de cerca al virrey, no advirtió
indicios de que Iturrigaray deseara
coronarse, y que era un patriota cabal. El
mismo Iturrigaray negó que hubiera aspirado
nunca a la independencia.
El gran defecto de Iturrigaray, debe
repetirse, era que se había expuesto a tantas
sospechas, tan amplias e incontroladas, que
parecía totalmente comprometido a los ojos
de todos los que comúnmente habrían sido
sus partidarios más decididos. La única
forma en que hubiera desvanecido estas
sospechas habría sido luchar resueltamente
por mantener el absolutismo total, como su
firme colega, el virrey José Abascal, del Perú,
lo estaba haciendo en circunstancias
similares. Iturrigaray no pudo hacer esto, y
lo condenaron desde entonces.
Se ha supuesto que Iturrigaray y el cabildo
de la ciudad fueron culpables de traición,
basándose en sospechas, en testimonios
parciales y, lo más importante, en los
sucesos futuros. Es evidente que deben
distinguirse los motivos de Iturrigaray de los
del cabildo. Parece que Iiturrigaray, aunque
sin duda no deja de tener culpa, era inocente
del intento de traición. Sólo era un cínico
egoísta, y se sentía tan asustado por el
peligro de que se conocieran sus peculados y
malos manejos y tan confuso por la caída de
su protector Godoy que no podía
concentrarse en otro objetivo que no fuera
conservar su puesto. Los motivos del cabildo
eran mixtos. Los extremistas quizá
deseaban una declaración eventual de
independencia, pero ya que los sucesos no
llegaron tan lejos, sólo puede suponerse que
la independencia era su objetivo. La
mayoría de los partidarios del plan del
cabildo de convocar a un congreso nacional (
incluso Azcárate y Villaurrutia) hablaron
Primero y ante todo de autonomía no de
independencia. .
Ya que en Nueva España no había informes
de las insurrecciones españolas ni de la
creación de las junatas en Valencia y en
Sevilla ( las noticias de estos sucesos se
conocieron el 29 de julio y el 1º de agosto),
el virrey procedió el 23 de julio a convocar a
los principales caballeros de la ciudad para
discutir la crisis.
21 Villoso, El proceso ideológico, p. 39. .
22 Manuel Velásquez de León a Tomás Calderón,
México, 26 de octubre de 1808
AHN Consejos 21081. Debe observarse que
Velásquez de León no tenía ningún motivo
personal claro para apoyar a Iturrigaray. No tenía
temor de ser aprehendido, y su puesto se lo debía
a su nombramiento real. No con un
nombramiento personal del virrey. Continuo en el
cargo, y en 1811 Venegas lo ascendió a intendente
de provincia Alemán. Historia de Méjico, 1:175,
2:307)
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
40
Sin duda creía que necesitaba consejo. Ese
mismo día, el regidor Primo Verdad y el
marqués de Uluapa le presentaron a
Iturrigaray una segunda propuesta del
cabildo, que afirmaba que las abdicaciones
de Carlos IV no tenían validez en Nueva
España, que podía considerarse uno de los
reinos que pertenecían a la monarquía
español. Por ello, aunque Fernando VII y su
padre habían abdicado al trono de Castilla,
no habían abdicado al trono de Nueva
España, Iturrigaray podía establecer
legalmente un gobierno provisional en
nombre del rey. Aunque era un argumento
dudoso, estaba enteramente de acuerdo con
la idea autonomista criolla de que Nueva
España no era, legal o constitucionalmente,
una colonia. Según el testimonio del alcalde
conservador José Juan Fagoaga, Uluapa
regresó de esta reunión a las oficinas
municipales y repitió dos veces durante el día
que “ esta nobilísima ciudad en más de 200
años no había conseguido tanto como en
aquel día. ”
El hecho de convocar a los ciudadanos
destacados a discutir la crisis bastó para
convencer a muchos conservadores
influyentes de que la nación estaba a punto
de rebelarse. Gabriel de Yyermo, el oidor
Ciriaco González Carvajal y el inquisidor
Bernardo del Prado ( todos peninsulares)
estaban convencidos de que la sola idea de
una reunión equivalía a la traición. El regidor
criollo Agustín de Rivero dijo: “ Convocar a
las ciudades es iniciar una guerra civil. ” El 8
de agosto la audiencia repitió que
consideraba “ que no se le presenta en el
día. . . urgencia ni necesidad alguna de la
junta “, y aseguró que las Leyes de Indias no
la permitían y que constituía un precedente
peligroso.
A pesar de todas las objeciones, se hicieron
cuatro juntas, como resultado de las
invitaciones del virrey, el 9 y el 31 de
agosto, y el 1º y el 9 de septiembre.
Ochenta y seis personas asistieron a las
reuniones. Había representantes de las
corporaciones seculares ( la audiencia, el
ayuntamiento, el consulado, el gremio de las
minas, los militares y el tribunal del fuero
del tesoro real), de las corporaciones de la
Iglesia ( la inquisición, la Universidad, el
capítulo de la Catedral, y los importantes
monasterios de Guadalupe, Santo Domingo
y El Carmen), y estaban presentes la nobleza
y tres gobernadores indígenas de los barrios
metropolitanos. Ladd identificó a 39 de ellos
como criollos y a 29 como peninsulares; a 18
no pudo identificarlos por el lugar de su
nacimiento. La primera reunión bastó para
convencer a los conservadores de las
sospechas que sentían de Iturrigaray.
23 “ Protesta de la cuidad con motivo de la
abdicación del Sr. D. Carlos IV al emperador
Napoleón", 23 de julio de 1808, A. Ex-A. ,
Historia, en general, vol. 2254, núm. 36.
24 Testimonio de José Juan Fagoaga a Guillermo
de Aguirre, México, 20 de octubre de 1808, AHN,
Consejos 21081.
25 Ladd, "The Mexican Nobility", p. 190-91; Royal
Accord, 8 de agosto de 1808,
AHN, Estado 57 E.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
41
Cuando más tarde le pidieron a la audiencia
que le permitiera al virrey ampliar la junta,
para incluir a los representantes de todas las
ciudades que era el plan original del
cabildo, la audiencia se negó, diciendo que
esas reuniones se parecían mucho a los
Estados generales de Francia de 1789.
La primera reunión fue tormentosa y no se
llegó a ninguna conclusión. Primo Verdad
leyó la opinión del cabildo de la ciudad de
que la soberanía entonces se encontraba en
manos del pueblo. El oidor peninsular
Guillermo de Aguirre quiso saber “¿quién es
el pueblo?”,el que supuestamente entonces
tenía la soberanía. Primo Verdad le contestó
que las autoridades constituidas
representaban al pueblo. A lo que Aguirre
replicó que éstas no eran el pueblo, y advirtió
que esta doctrina liberal subversiva y
sediciosa de la soberanía popular les
devolvería el poder a los indígenas, que eran
el pueblo mexicano original. La cuestión real
de la reunión era si se reconociese a la junta
de Sevilla. La opinión clara de iturrigaray era
que el gobierno de Sevilla no debía ser
reconocido, porque no representaba al
monarca. No llegó a votarse esté tema
crítico en la primera reunión, y la junta
terminó, y sólo decidió que Fernando VII
sería reconocido como rey. Las
celebraciones formales en honor del ascenso
al trono de Fernando VII se hicieron el 13 de
agosto, el día del Real Pendón. Mientras
tanto, los conservadores se apresuraron a
formar un cuerpo de milicia llamado
Voluntarios de Fernando VII.
Poco después de la primera reunión, dos
comisionados de la junta de Sevilla, Juan
Jabat y Manuel Jáuregui, llegaron a la ciudad
de México. Jáuregui era cuñado de
Iturrigaray. Tenían órdenes de destituir a
Iturrigaray si no reconocía al gobierno de
Sevilla. Esto explica adecuadamente la
hostilidad que sentía el virrey hacia ellos.
Fabián de Miranda, en Sevilla ,más tarde le
informó a la junta Suprema que la mayoría
de los realistas pensaban que no había
habido bases reales para sospechar de la
lealtad de Iturrigaray hasta que el virrey
supo del establecimiento de un nuevo
régimen legal español. En adelante, su
negativa a reconocerlo constituyó una
traición Miranda escribió: “Iturrigaray afectó
( establecer ) una independencia ”. Y “ la
unión del virrey con la Ciudad de México
confirmó este temor” Esta prueba a menudo
se ha considerado suficiente para condenar a
Iturrigaray, pero evidentemente es parcial.
26, Ladd "The Mexican Nobility" p. 191.
27 Real Acuerdo, del 6 de septiembre de
1808,AHN, esrado 58, E.
28 Testimonio de la relación de los pasajes más
notables ocurridos en las juntas generales que el
Exmo. Sr. D. José de Iturrigaray convocó en los
días 9 y 31 de agosto,
1 y 9 septiembre de este año'", 9 de noviembre de
1808, AHN, Consejos 21081;
“ Junta general celebrada en México el 9 de agosto
de 1808", A. Ex-A. , Historia, en general, Vol.
2254,núm. 34; Alamán, Historia de Méjico, 1:134.
29 Gaceta de Méjico, 10 de agosto de 1808;
Alamin, Historia 1:141.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
42
Miranda tan solo estaba repitiendo los
informes de Jabat. Sevilla con
desesperación quería recibir los fondos de la
consolidación mexicana que aún estaban
esperando en Veracruz para ser enviados a
cualquier autoridad que Nueva España
decidiera que era legítimo. Jabat le aseguró
a Iturrigaray que el resto de España ya
había reconocido a Sevilla, lo que
sencillamente no era verdad. La negativa
del virrey a reconocer a Sevilla estaba bien
fundada, y no lo volvía culpable de traición.
Las tensiones causaron violencia en las
semanas siguientes. Un particular le escribió
a su hermano que, después de la primera
junta, “ los europeos compraron
inmediatamente todas las armas y
municiones que encontraron en aquella
capital. ” La compra de pólvora era tan
elevada que el director del monopolio se lo
comunico al virrey. A dos personas las
asesinaron en una discusión política.
El virrey la virreina se hicieron aún más
sospechosos cuando le distribuyeron dinero a
la multitud el 15 de agosto. La audiencia
interpretó esto como “ un deseo de ganar la
voluntad del pueblo bajo, insolentado aquel
día a tal grado con esta protección, que
insulto a varias gentes principales, tirando
piedras y lodo a sus coches”. Estos sucesos
tormentosos culminaron cuando el virrey
destituyo al oidor Aguirre de su puesto de
censor de la Gazeta, y amenazó con despedir
al editor, Juan Cancelada, por haber
publicado a principios de ese mes noticias del
regreso del rey a España. Iturrigaray se
encargó personalmente de la censura de la
Gazeta.
La llegada de los comisionados de Sevilla
hizo necesario que se convocara una reunión
el 31 de agosto para considerar de nuevo sí
Nueva España debía reconocer a la junta de
Sevilla. En esta reunión, los partidarios de
Sevilla triunfaron ese día; hubo 49 votos a
favor y 29 en contra. Los principales
partidarios de que se reconociera a Sevilla,
eran peninsulares: el oidor Aguirre; Fausto
de Elhuyar, director del tribunal de Minas; el
general retirado Pedro de Garibay; los
comerciantes Antonio de Bassoco, el
marqués de Castañiza, y el Conde de la
Cortina; y el marqués de San Ramón, un
concejal de las Indias. Algunos aristócratas
criollos, incluso el conde de Santiago, el
Conde de Aguayo, y el mariscal de Castilla,
también apoyaron el reconocimiento.
Testimonio de Jáuregui se refiere a sus órdenes (
informe de Jáuregui, Cádiz, 20 de agosto de 1809,
en Genaro García Documentos históricos
mexicanos
2:292-96.
30 Fabián de Miranda a la Suprema Junta de
Sevilla, Sevilla, 22 de noviembre de_
1808, AHN, Estado 58,' E.
31 Aclaman, Historia de Méjico, 1:142.
32 Ibid„ 1:139. 40; Faustino de Capetillo a su
hermano, Jalapa, 18 de agosto de 1808.
AHN, Estado 57, E; John Rydjord, Foreign Interest
in the Independence of new Spain p. 278.
33 "Relación sucinta. . . del 15 y 16 de
septiembre', AHN, Consejos 21081; Alaman,
Historia de México, 1:139, 140. Alamán dijo que
no había prueba clara deque la gente hubiera
arrojado piedras.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
43
Los oponentes del reconocimiento estaban
divididos: catorce eran partidarios de la
autonomía, y doce estaba a favor de esperar
y observar.
Tuvo que celebrarse otra reunión al día
siguiente. La situación cambio el 31 de
agosto cuando llegaron a México los
delegados de otra junta peninsular, la de
Oviedo, que traía promesas de una alianza
británica.
En la reunión del 1º de septiembre, el virrey
Iturrigaray declaró vigorosamente ''La
España esta en anarquía, todas son juntas
Supremas, y así a ninguna se debe obedecer.
" Su punto de vista dominó en la reunión, y
54 caballeros votaron a favor de que no se
reconociera a nadie, mientras 17 aún eran
partidarios de Sevilla, Unas cuantas
personas, todavía votaron por la autonomía
mexicana (Villaurrutia, Rayas, Regla, Uluapa,
Medina, Azcarate, Primo Verdad, todos
criollos); unos cuantos individuos apoyaron a
Sevilla. (el español San Román y el criollo
conde de Santiago); pero la mayor parte de
los delegados preferían esperar y observar
(incluyendo entre los nobles a los españoles
Bassoco, Cortina, y Pérez Gálvez, y los
criollos Aguayo, Castañiza y el mariscal de
Castilla)
La clase gobernante estaba radicalmente
dividida en tres facciones opuestas, por el
péndulo de los sucesos peninsulares. El
ejemplo mas dramático de como esta
cuestión dividió a la elite, es el caso de los
Fagoaga ( quizás la principal familia minera
de Nueva España), todos los cuales
participaban en la política. José Juan, el
primer alcalde en 1808, José Mariano y el
viejo marques del Apartado apoyaban a
Sevilla; los jóvenes de la familia, Francisco,
heredero del titulo, y un primo José María,
eran Partidarios de la autonomía.
En la primera semana, de septiembre era
evidente que se había producido un empate.
Ya que en la junta de 1 de septiembre se
había decidido no reconocer por el momento
a ningún gobierno en España, Iturrigaray
procedió a pedirle a la audiencia su
aprobación para convocar una reunión Una
reunió general de las ciudades. El 6 de
septiembre la audiencia le pidió firmemente
que desistiera. Esta primera semana de
septiembre fue el punto crítico: al continuar
considerando hacer una convocatoria general
a las ciudades, Iturrigaray estaba desafiando
a la audiencia e ignorando la voluntad de la
junta que, aunque había votado en contra de
reconocer a Sevilla, sin duda no había votado
a favor de convocar a las ciudades. Los
conservadores se sentían furiosos. ¿Los
actos de Iturrigaray eran una traición? La
respuesta, en vista de la reunión del 1º
septiembre, parece Negativa. Iturrigaray
sólo consideraba los posibles sucesos
futuros, y quizás
buscaba un amplío consenso en Nueva
España. Sin embargo, su negativa a
abandonar la idea de una convocatoria
general determinó su suerte.
34 Ladd. ” The Mexican Nobility”. P. 192.
35 ibid, p. 194 muchas opiniones individuales de
los participantes aparecen en Genaro garcía,
Documentos Históricos mexicanos, 2:77-135.
36 Ladd,” Mexican Nobility" p. 194.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
44
Otro suceso ocurrió en este extraño proceso
que originó la primera destitución violenta de
un virrey mexicano. El 5 de septiembre,
Iturrigaray ofreció renunciar a favor del más
antiguo estadista de México: el octogenario
mariscal de campo retirado Pedro Garibay.
El virrey originalmente había dada a conocer
esta posibilidad en la primera junta del 9 de
agosto; ahora formalmente le pidió su
opinión a la audiencia sobre sí había algún
impedimento legal para que renunciara.
Alamán admite que no le fue posible
determinar el motivo del virrey. Que
probablemente intentaba ganar la simpatía
del pueblo lo indica el hecho de que el secre-
tario del virreinato Manuel Velásquez de León
le escribió una carta secreta al cabildo de la
ciudad ordenándole que se opusiera publica y
ruidosamente a esta renuncia en la próxima
junta del 9 de septiembre. Una petición de la
junta al virrey de que no renunciara podrían
interpretarlo sus amigos como un voto de
confianza a su jefatura y a sus planes de
convocar una asamblea general de las
ciudades. Sin embargo, le resultó
contraproducente, porque los oidores mismos
mas tarde admitieron que la oferta del virrey
era "una luz que todo lo aclaraba". Su
renuncia sería una solución única para el
problema de los conservadores.
De cualquier manera, el virrey mostró con
sus actos que no intentaba renunciar. Dos
días más tarde, el 7 de septiembre, les envió
órdenes de que se concentraran en la capital
a dos unidades militares cuyos comandantes
eran sus amigos íntimos, y que no dudaba le
serían fieles: el Regimiento de Dragones de
Nueva Galicia y el Regimiento de infantería
de Celaya. ¿ Estaba preparando apoyo militar
para un golpe de Estado ? No hay pruebas en
un sentido ni en otro, pero sin duda alguien
que esta a punto de retirarse pacíficamente y
que, ha designado un sucesor no tiene
necesidad de pedir refuerzos de tropas. La
audiencia se sintió asustada por este mero
pensamiento; sus enemigos decidieron
derrocarlo.
En la cuarta y última junta del 9 de
septiembre, Iturrigaray forzosamente
Advirtió que carecía de apoyo. Una parte de
la reunió tormentosa pudo presenciarla el
público, y los conservadores y los liberales
dirigían su retórica a la gente que
permanecía en las puertas observando cómo
se discutía la suerte del reino. El arzobispo y
él marqués de San Román pidieron que se
leyeran completas sus opiniones en las que
apoyaban el reconocimiento de Sevilla. El
virrey entonces le pidió al secretario que
leyera completas las opiniones del marqués
de Rayas y del doctor Felipe Castro
Palomino, que se oponían al reconocimiento.
Luego, el regidor Agustín del Rivero causó un
escándalo cuando preguntó que quien repre-
sentaría a las castas en las reuniones de las
ciudades. Esto hizo que muchos delegados
se pusieran de pie y afirmaran que la
audiencia había vetado la reunión de las
ciudades. En la confusión se escuchó que
alguien dijo: ''Si no convoca a las ciudades
ellas se juntaran", a lo cual el oidor replico
en términos vigorosos que eso sería una
traición.
37 Real Acuerdo, 6 de septiembre de 1808, AHN,
Estado 58, E.
38 Alamán, Historia de Méjico, 1:147.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
45
Finalmente, las puertas se cerraron al público
y los miembros del cabildo realizaron su
comedia de rogarle al virrey que no
renunciara. El regidor Antonio Méndez Prieto
se levantó de su asiento y le preguntó al
virrey si era verdadero el rumor de su
proyectada renuncia. En una alocución
cuidadosamente formulada, Méndez Prieto le
rogó que considerara las consecuencias de
este acto. El virrey contestó, y admitió
gravemente que sin duda había pensado
renunciar, porque tenía 66 años de edad, y
se sentía cansado y agobiado por muchos
males. La asamblea, que se suponía que
debía sentirse conmocionada por la amenaza,
no dijo ni una palabra. Después de un
embarazoso silencio que duro algunos
momentos, tres miembros del cabildo (Primo
Verdad, Uluapa y Rivero) hablaron a favor
del virrey. Era evidente que estaban
invitando a la junta a concederle un voto de
confianza a Iturrigaray, pero nadie lo hizo,
excepto los miembros del cabildo de la
ciudad, Más tarde, la audiencia atestiguó:
"Quedó todo en un profundo silencio por seis
u ocho segundos", ''dicho silencio se
interpretó por un deseo de los demás vocales
de que S. E. llevara a efecto la indicada
renuncia".
Ya que la clase gobernante estaba paralizada
por el desacuerdo sobre el futuro curso de
acción, les correspondía a los particulares
encontrar una solución a la crisis. Entre el 5
el 7 de septiembre, la conspiración para
derrocar a Iturrigaray se tramo bajo la
jefatura personal del comerciante y
hacendado peninsular Gabriel de Yermo. La
conspiración contaba con la plena
complicidad de la audiencia, del arzobíspo y
de otros prominentes peninsulares, pero fue
enteramente planeada y organizada por
Yermo y por sus amigos comerciantes y
hacendados del consulado. El principal
motivo de Yermo fue su temor de que se
produjera inquietud popular entre los
mulatos y las castas, también tenía muchas
razones para que le desagradaran el virrey y
el cabildo de la ciudad. Durante varios años
había sido abastecedor de los mercados de la
capital, y en este puesto tuvo que sufrir
pérdidas, y asperezas e insultos del cabildo y
del virrey. Como hacendado, dueño de
muchos esclavos y grandes haciendas,
molestaban los nuevos impuestos al licor, a
la carne y al pulque. También había sufrido
por causa de la consolidación. Odiaba los
peculados de Iturrigaray y el dañoso ejemplo
que daba. Más tarde le escribió al gobierno
de Sevilla criticando a los jueces de la
audiencia Aguirre y Miguel Bataller, que
declararon que había planeado el golpe de
Estado. Afirmó que ellos habían dudado
cuando él les había comunicado la idea,
porque temían un levantamiento criollo en
apoyo del virrey.
39 "Testimonio de las juntas generales", AHN,
Consejos 21081
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
46
Yermo calmó sus temores insistiendo en que
solo seria una acción civil y que las tropas
acuarteladas en la ciudad permanecerían en
sus barracas. Yermo desconfiaba
profundamente de cualquier regimiento
criollo, y en los meses siguientes aun se
opuso a la creación de regimientos de
aristócratas criollos en la capital. Después de
que el golpe de Estado logró un éxito
completo, le pidió a Sevilla que no le diera
crédito a la audiencia, e insistió en que todo
había sido idea suya y de unos cuantos
particulares. Su afirmación recibió apoyo
directo del comisionado de Sevilla, Juan
Jabat, quien dijo que Yermo " ha hecho
cabeza de la revolución", y por un servicio
"un merito en servicio del rey", pidió que a
Yermo lo hicieran noble. Dos años más
tarde le ofrecieron un título a Yermo, pero lo
rechazo. Los peninsulares en todo el país
sabían que golpe era obra exclusiva de ellos.
Faustino Capetillo le dijo a su hermano que
15 mil o 16 mil peninsulares esparcidos en
un millón y medio de kilómetros de territorio
habían reaccionado ante la amenaza
autonomista en forma totalmente unánime.
Aseguró: La firmeza de nuestro carácter
intimidó a los criollos. ”
El golpe de Estado ocurrió después de la
media noche en la mañana del 16 de
septiembre. Los partidarios de Yermo eran
unos 300 empleados milicianos relacionados
con el consulado. Vale la pena hacer énfasis
en el hecho de que los confabulados fueran
casi todos comerciantes íntimamente
relacionados con el comercio trasatlántico, y
por consiguiente con los comerciantes del
monopolio de Cádiz y también con el
consulado de Veracruz. Brian R. Hamnett ha
mostrado qué extensa era esta red de socios
y clientes comerciales en Nueva España. Los
oficiales del cuerpo de artillería del palacio,
del Regimiento Comercial y del Regimiento
Urbano
de Caballería también participaban en la
confabulación. Después de permitirles entrar
al palacio el oficial de guardia, los
confabulados sometieron al Cuerpo de
Alabarderos, arrestaron a Iturrigaray en su
cama, reunieron a su familia, arrestaron a su
secretario particular, Rafael José de Ortega,
y confiscaron sus pertenencias. Alguien oyó
que el hermano de la virreina, el coronel
Jáuregui, le dijo a su hermana: "Bien sabes
hermana, que hace días te lo he
pronosticado. . . que tu marido seguía los
mismos pasos que Godoy. " Años más tarde,
el hijo del virrey, Vicente, que apenas tenia
seis años de edad cuando derrocaron a su
padre, les contó al emperador y a la
emperatriz de México acerca del lenguaje in-
sultante que habían usado sus captores con
su madre y su hermana.
A las dos de la mañana el arzobispo y la
audiencia se reunieron en el palacio para
aprobar formalmente la destitución de
Iturrigaray.
40 Ladd, "The Mexican Nobility", p. 197; Gabriel
de Yermo a la Suprema Junta de Sevilla, México,
12 de noviembre de 1808, AHN, Estado 57, E.
41 ''Observaciones que presenta a S. M la junta
Central el Capt. de Navio D. Juan Jabat”, Sevilla,
27 de diciembre de 1808, AHN, Estado 58, E.
42 Faustino Capetiilo a su hermano, Jalapa, 18 de
agosto de 1808, AHN, Estado
57, E.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
47
Las Leyes de Indias le otorgaban a la
audiencia el derecho de interferir en el
gobierno cuando el virrey se excedía en sus
poderes, y sobre esa base lo derrocaron y
nombraron virrey a Garibay. Los
conservadores esperaban que Garibay sería
su títere. Carlos Maria Bustamante, el
publicista e historiador rebelde, dijo que
Garibay era "tan estúpido" que los oidores lo
manipularon fácilmente. La distinguida
carrera militar de Garibay y su pensamiento
independiente están en contradicción con
esta acusación, aunque es verdad que en su
breve administración no pudo hacerle frente
a los peligros que amenazaban a Nueva
España.
Antes del amanecer, mientras el virrey y su
familia eran alojados en varios conventos y
en la residencia del inquisidor Bernardo del
Prado, los conspiradores arrestaron a los más
destacados partidarios de la idea del
gobierno provisional: Talamates, Azcarate y
Primo Verdad.
43 Gabriel de Yermo a la suprema junta de Sevilla,
,México, 9 de noviembre de 1808, AHN, Estado 57,
E. Brian R. Hamncet, Politics and Trade, in
Southern México,
1750-1821, pp. 121-47.
44 Este relato sobre los sucesos del 15-16 de
septiembre de 1808 proviene de "Relación de lo
ocurrido en México el 15 de septiembre de 1808
con motivo de la prisión del Sr. Iturrigaray", en
Juan E. Hernández y Dávalos, Colección de
documentos para la historia de la Guerra de
Independencia de México, 1660; y de Francisco de
Paula de Arrangoiz y Berzábal, Méjico desde 1808
hasta 1867, 1:57; y de las cartas de Yermo y de la
audiencia a la Suprema junta Sevilla, AHN, Estado
57, E. y Consejos 21081. El papel de Jáuregui en
todo esto fue ambivalente. Aunque era un
sustituto de último momento del comisionado de
Sevilla, aparentemente no consultaba a Jabat, ni
sabía nada de la conspiración, y esa noche se
sintió emocionado y triste. Fue alojado junto con
la virreina bajo custodia y abandonó México con
ella. Véase el informe de Jáuregui, Cádiz, 20 de
agosto de 1809, en Genaro García, Documentos
históricos mexicanos, 2:292-95
45 “ Noticia histórica “ por Vicente Iturrigaray, en
Genaro García, Documentos Mexicanos, 2:361-90
46 Recopilación de Indias, Libro 2, titulo 20, Ley
36.
47 Carlos María Bustamante, Cuadro histórico de
la revolución mexicana 1:7
En la mañana arrestaron al abate del
convento de Guadalupe, Francisco Beye Cis-
neros, al canónigo de la catedral, José
Mariano Beristáin de Sousa, y al auditor de
guerra, José Antonio Cristo y Conde. Los
tres últimos sólo estuvieron detenidos breve
tiempo, ya que las sospechas contra ellos se
basaban principalmente en rumores.
Beristáin sin duda se volvió el principal
propagandista criollo de la causa real en los
años siguientes. A Primo Verdad,
Talamantes y Azcárate no les fue tan bien.
Primo Verdad murió después de estar unos
días en cautiverio. Talamantes murió de
fiebre amarilla en una prisión de Veracruz en
abril de 1809. El criollismo tuvo sus
primeros mártires. Hoy día Primo Verdad es
honrado como la victima de la ciudad en el
altar de la independencia, y es recordado por
medio de una hermosa estatua que está
cerca del Museo Municipal. Azcárate
permaneció en prisión tres años, pero
sobrevivió y aun reclamó su puesto
honorario en el cabildo de la ciudad en 1814.
Cuando la audiencia se reunió de nuevo la
mañana del 16 de septiembre, oyó a muchos
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
48
testigos afirmar que Garibay sería aceptable
para la rama civil y la militar del gobierno.
Juan Jabat aseguró que la selección de
Garibay y el derrocamiento de Iturrigaray
serían perfectamente aceptables para
Sevilla: En todo momento los conservadores
sólo recibieron la aprobación pública de sus
actos. Aunque el gobierno de Garibay no
reconoció formalmente a ningún gobierno
español hasta marzo de 1809, cuando lo
hizo, la recién electa Junta Central de Sevilla
a su vez reconoció a Garibay y les dio las
gracias a los que habían derrocado a
Iturrigaray. Doña Carlota Joaquina, hermana
de Fernando VII, también envió su
aprobación.
Yermo obtuvo su recompensa. Con una
prisa casi indigna, el 16 de septiembre le
presentó a la audiencia y al nuevo virrey una
serie de ocho revisiones de impuestos que
beneficiaban a los comerciantes, a los
miembros del consulado y a los hacendados.
Todas fueron aprobadas, Incluso
48 El caso de Azcárate fue muy prolongado. En
septiembre de 1811 lo liberaron de la prisión
después de varias peticiones del Cabildo de la
ciudad y del Colegio de Abogados ("Informe de
esta ciudad al Exmo, Sr. Virrey a solicitud del Lic,
Juan Francisco Azcárate") , A. Ex-A. ,
Ayuntamientos, vol. 395, núm. 126). Entró de
nuevo el cabildo de la ciudad a fines de 1814 para
el período de 1815, pero su derecho de practicar la
abogacía no le fue devuelto hasta que el virrey en
1816 le otorgó permiso (A. Ex A. , Actas de
Cabildo, Vol. 135, 17 de mayo de 1816.
49 Gazeta de México, 29 de marzo de 1809;
"Bando en que se inserta el real orden en que se
dan las gracias a los sujetos que concurrieron a
mantener el buen orden después de la prisión del
Sr. Virrey Iturrigaray", AGN, Impresos oficiales,
Vol. 29, núm. 3; ''Carta de la Infanta Doña María
Carlota de Borbón al Sr. D. Pedro Garibay”, en
Hernández y Dávalos, Colección de documentos,
1:690.
la abolición del impuesto a la carne, la
reducción del impuesto al licor, y la
suspensión de un nuevo impuesto al
pulque; ''esta saludable bebida regional “,
como Yemo la llamó. Es muy interesante
observar qua Yermo también pidiera y
recibiera permiso de la audiencia para
cultivar algunos productos en Nueva España,
en especial uvas y aceitunas, que antes
exclusivos del monopolio peninsular. En una
carta a Sevilla, explicó que cesto evitaría
una de las principales quejas populares de
los mexicanos; y que muchos ya habían
plantado viñas y olivos, y que, ya que
ninguna de estas plantas crecía bien en
Nueva España, esto no dañaría al mercado
español. El complaciente Yermo aun ofreció
el dinero necesario para pagar el viaje de
Iturrigaray y de su familia a Veracruz.
Dispersaron a las tropas convocadas por
Iturrigaray a la capital y a las del gran
cantón que él había construido en Jalapa, y
llamaron a los Dragones de México que eran
más confiables, y los fondos de la
consolidación quedaron libres para enviarse
a España.
Los motivos de Iturrigaray, siempre se han
discutido, en especial por que él mismo se
sentía muy confundido después de las
abdicaciones. Sin embargo, tenía un motivo
muy. importante. Quería conservar su
puesto, aunque sólo fuera, para continuar
gozando de los frutos del peculado más
grande de la historia virreinal. Cuando lo
derrocaron, se descubrió que poseía más de
dos millones de pesos en joyas y en objetos
de plata, además de depósitos por más de
400 mil pesos en el Tribunal de Minas. Fue
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
49
un escándalo genuino, porque él ganaba 60
mil pesos al año y no se suponía que podía
obtener ganancias personales en su puesto.
Esto no era un secreto. Cualquier persona
importante en la ciudad de México (los
oficiales, los hacendados, los comerciantes,
los mineros, los propietarios, toda la élite, ya
fueran criollos o peninsulares) conocían este
peculado. Yermo hizo la acusación de que la
gente podía comprarle al virrey, a su esposa,
a sus hijos o a sus sirvientes, cualquier
puesto o carrera. La esposa de Iturrigaray,
Inés de Jáuregui (hija del ex virrey del Perú)
estaba directamente involucrada en las
actividades ilegales. El vicio del virrey de
jugar juegos de azar, que era especialmente
obvio en la feria anual de San Agustín de las
Cuevas, también era muy conocido.
Iturrigaray, por su corrupción, tuvo la culpa
de su posición insostenible cuando estalló la
crisis de 1808.
Después al regresar a España, sometieron a
Iturrigaray a juicio acusan-
"Apuntes de las gracias que D. Gabriel de Yermo
propuso verbalmente en el Real Acuerdo de la
Mañana de 16 de 1808. . . ya que accedió el Real
Acuerdo”. AHN, Estado 57, E; Yermo a la Suprema
Junta, México, 9 de noviembre de 1908. AHN,
Estado 57, E: Order of Garibay to Treasury,
México, 10 de abril de 1809, en Genaro García
Documentos Históricos mexicanos, 2:256. 57.
51 Ladd. “The Mexican Nobility”. P. 197
dolo peculado y traición, (Fue el último virrey
mexicano al que sometieron a una
investigación semejante. ) Iturrigaray apeló
contra el veredicto final, que se dictó en
1810. Después de su muerte en 1814,
impugnaron la sentencia su esposa y sus
hijos; finalmente el Consejo de Indias la con-
firmó en 1819. Lo declararon culpable de
peculado, y a sus herederos los multaron con
la inmensa suma de 435 mil pesos. Fue
absuelto del cargo de traición por la amnistía
política general, que se decretó el 15 de
octubre de 1810, para celebrar la instalación
de las Cortes. Por consiguiente, nunca llegó
a tomarse una decisión sobre sus actos
políticos, y la cuestión de que si era traidor
ha permanecido en discusión. Los que lo
derrocaron estaban convencidos de que era
un traidor o, por lo menos, creían que si
hubiera permanecido en su puesto habría
estallado una revolución. Sin embargo,
luego que se eliminan las pruebas
circunstanciales, la parcialidad y el
sensacionalismo que rodearon sus actos,
resulta muy evidente que no era un traidor,
sino sólo victima de las sospechas y del odio
que motivó su peculado.
El golpe de Estado preventivo tuvo un éxito
completo. Cortó todos los vínculos, de un
sólo golpe mortal, Elimino a Iturrigaray y lo
remplazó por un viejo al que controlaban los
conservadores. Esto impidió el dominio
criollo, dispersó a los autonomistas, y castigó
al cabildo. Lo que es más importante, le
fue imposible a Nueva España buscar un
gobierno provisional criollo y después la
independencia, como la mayoría de los
reinos sudamericanos continentales lo
hicieron en el periodo de 1808 a 1810. En
cierto sentido, la causa real no podía haber
sido mejor servida.
Sin embargo, aunque se eliminó la tendencia
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
50
de los criollos a dominar en el gobierno, esta
primera destitución violenta de un virrey en
la historia de Nueva España tuvo profundas
repercusiones en la lucha del país por la
autonomía. Fue una obra tan exclusiva de
los europeos que, como Ladd afirmó, "La
legitimidad, la soberanía popular y los
prejuicios contra los peninsulares asumieron
una importancia explosiva. '' El delicado equi-
librio de los privilegios y los intereses bajo la
mirada vigilante del absolutismo español,
que hasta entonces había caracterizado al
régimen, quedó profundamente alterado por
el éxito que consiguió un grupo de propie-
tarios locales interesados en derrocar al
virrey. La posesión de la Corona estaba en
duda, y la legitimidad de sus agentes en
Nueva España quedo desprestigiada. Los
criollos poderosos en el campo realista, como
Jacobo de Villaurrutia y el marqués de Rayas,
se convirtieron en campeones de la
autonomía, convencidos de que algo
deseable y muy razonable se había suprimido
arbitrariamente.
52 Alamán. Historia de Méjico, 1:170. 73;
Extracto de la sentencia pronunciada por el
Consejo de Indias contra el virrey Iturrigaray''
Appendix, Doc. 14, 1:365. (Las actas completas
del juicio de residencia, en dos volúmenes, se
encuentran en el AHN, Consejos 21081 y 21082.
53 Ladd,“The Mexican Nobility'', p. 199.
Continuaron siendo realistas, pero las
autoridades suspicaces los consideraron
revolucionarios, y sus agravios aumentaron,
igual qua los de todos los criollos.
Lo que es más importante, que se apoderara
del gobierno un puñado de peninsulares fue
la primera de varias contradicciones
profundas que empezaron a minar la
legitimidad de la autoridad real, si bien esto
reafirmó el poder real. La autoridad y el
poder no son lo mismo. Desde el punto de
vista del mantenimiento de la autoridad,
aunque nadie en esa época lo advirtió, la
selección de un nuevo virrey por iniciativa de
los conservadores locales no fue muy
diferente (excepto por ser conservador) de la
proposición del cabildo de establecer la
autonomía bajo el virrey en funciones.
Ambas cosas contribuyeron a minar la
legitidad imperial, aunque en esas
circunstancias parecía algo inevitable. Ésta
fue la primera de varias contradicciones que
posteriormente destruyeron al régimen. Lo
que esto le costó al sistema lo aclaro varios
años más tarde Servando Teresa de Mier en
su libro Historia de la revolución de Nueva
España; donde justificó la independencia
americana con el derrocamiento de
Iturrigaray y la negativa de los
conservadores a permitir una asamblea
representativa mexicana. Mier declaró que
esto anuló el pacto o el contrato social que
se había hecho en la época de la conquista
entre los reyes españoles y súbditos
americanos. Años después los criollos
citarían la destitución de Iturrigaray como el
suceso singular que demostraba su derecho
a gobernarse por sí mismos.
El Cabildo de la ciudad, el centro de las
aspiraciones autonomistas, fue castigado
severamente. Desde entonces un gobierno
superior siempre vigilante observó
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
51
estrechamente y contrarrestó cuando era
necesaria toda actividad política. Por el
momento, el cabildo quedó tan totalmente
sometido que desde 1808 hasta 1812
desempeño el papel de incondicional del
gobierno superior. Pero los peninsulares
tenían razón al suponer que era incorregible,
porque en 1812 la proclamación de la
Constitución liberal le ofreció una segunda
oportunidad de actuar para alcanzar las
metas autonomistas.
Una vivida controversia se desató en los años
siguientes sobre el grado
en que el cabildo de la ciudad realmente
había estado buscando la independencia.
Juan López Cancelada, ex editor de la Gazeta
y enemigo declarado de Iturrigaray, afirmó
en dos diatribas que publicó que el cabildo y
el virrey se habían confabulado para
conseguir la independencia. Los amigos de
Iturrigaray y los de cabildo los defendieron
simultáneamente respondiendo a las
afirmaciones de Cancelada, José Beye
Cisneros, delegado de la ciudad de México a
Cortes en 1810, igual que el cabildo de la
ciudad, publicó una respuesta a Cancelada.
54 Friedrich, Tradition and Authority,pp. 97-98
55 Brading, Los orígenes, pp. 207-9.
Por su parte, la audiencia, Yermo y Juan
Jabat reconocieron abiertamente que el
cabildo era su enemigo, En un informe a
Sevilla, Jabat hizo varias recomendaciones
que eran una replica exacta de las que
habían hecho Yermo y la audiencia en sus
cartas a Sevilla. Sugirió que sé nombrara a
un virrey enérgico en vez del viejo Garibay.
Además, sugirió que nombraran gobernador
de alguna provincia cercana a un jefe militar,
y que a este gobernador debían designarlo
sucesor del nuevo virrey en caso de un
accidente; recomendó que le otorgaran un
título de nobleza a Yermo, y a Aguirre la
regencia de la audiencia; y propuso que
enviaran a España a los jóvenes criollos para
educarlos y adoctrinarlos para fortalecer a
los realistas mexicanos. Pero su principal
recomendación fue qua el cabildo existente
(que él llamaba "la cabeza o jefe" del
movimiento de independencia) debía ser
abolido y remplazado por un nuevo cabildo
de doce miembros, la mitad europeos y la
mitad criollos, nombrados por el virrey. La
audiencia en 1811 hizo esta misma
recomendación cuando se produjo una
disputa sobre el manejo de las finanzas
municipales.
La audiencia, en su informe resumido,
escrito en abril de 1809, declaró que el
cabildo había intentado obtener un poder
decisivo en los asuntos nacionales y que
Iturrigaray sólo le había servido de peón.
Después de repasar todos los aspectos de la
culpa personal del virrey, concluyó que no
había sido un traidor consciente, porque
creía que eran irreparables la conquista
francesa de España y el cautiverio del rey.
Más bien el cabildo había pretendido
aprovechar ese momento de gran confusión,
y era culpable de traición total, Ésta también
fue la conclusión final de Alamán. Entonces
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52
la audiencia evaluó más exactamente el
principal error de Iturrigaray: "Ya era amigo
de don Manuel Godoy, ya de Fernando VII;
ya quería por último tener el mando por
Carlos IV, ya por su augusto hijo, ya por sólo
la ciudad de México y ya en fin por todas las
ciudades. . . Sólo fue constante en no
sujetarse a dictamen Iturrigaray quería
conservar su puesto para proteger los
millones de pesos que había obtenido con el
fraude. Era un motivo bastante poderoso.
El golpe de Estado de 1808,por consiguiente,
no puede comprenderse correctamente si
sólo se interpreta como un ataque contra
Iturrigaray. Sus otros blancos eran el cabildo
y los autonomistas. de nadie. " En resumen,
56 "La verdad sabida y buena fe guardada por Don
Juan López Cancelada", "Discurso que pública Don
Facundo de Lisarza vindicando al Exmo, Sr. Don
José de Iturrigaray", y "El ayuntamiento de México
pide se asegure a López Cancelada" en Hernández
y Davalos, Colección de documentos, 1:725 y
3:765; y Juan López Cancelada, Conducta del
Exmo. Sr. Don José Iturrigaray durante su
gobierno de Nueva España
57 “Observaciones que presenta a S. M. Juan
Jabat", Sevilla, 27 de diciembre deo 1808, AHN,
Estado 58, E; "Voto consultivo del Real Acuerdo
sobre extinción de los oficios de regidores del
ayuntamiento de México", AGN, Ayuntamientos,
Vol., 161.
58 Alamán, Historia de Méjico, 1:177.
59 La audiencia al Supremo Gobierno de la junta
Central de Sevilla, México 29 de abril de 1809,
AGI, México, 1662. Este largo informe incluye
ocho documentos anexos.
Los conservadores temporalmente
neutralizaron o anularon la capacidad del
cabildo de influir en las decisiones políticas.
Pero las autonomistas continuaron buscando
en el cabildo una jefatura, ya que, sin
importar cuan grandes fueran sus errores,
era lo único que tenían. No es extraño que
los contemporáneos y los historiadores
hayan tenido dificultad para definir lo que
era un realista después de 1808; como dijo
Villoro, a la misma definición de lealtad se
había llegado por medio de un acto ilegal.
Los miembros criollos y peninsulares de la
élite que aspiraban a la autonomía dentro del
contexto realista, entonces los calificaron de
rebeldes, mientras que la élite y la
burguesía pronto se enfrentarían a los
verdaderos rebeldes que realmente los
preocuparían.
Los conservadores tenían el mando en Nueva
España. Anular violentamente las opciones
de un futuro desarrollo destruyó la débil
alianza de la élite y la burguesía que estaba
formándose y dividió de a los criollos y a los
gachupines. El golpe de Estado sirvió para
reforzar a un régimen que Podría haber
seguido el camino de los gobiernos realistas
de Buenos Aires y Caracas. Sin duda aun
era necesario regularizar las relaciones de
Nueva España con el gobierno español. Se
necesitaba una vigorosa jefatura virreinal
para restaurar la imagen muy deteriorada de
este puesto, deterioro que difícilmente podía
contrarrestar el ineficaz Garibay. En los dos
años siguientes Nueva España careció de un
virrey fuerte (sólo lo tuvo cuando nombraron
a Venegas en 1810), pero por el momento se
realizó una acción represiva eficaz. Dadas
las circunstancias, era lo mejor que podían
esperar los conservadores hasta en España
funcionara un gobierno nacional. Se había
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evitado el dominio de los criollos, aunque el
precio había sido ultrajar más a algunos
criollos. Él gobierno mexicano continuó
estando muy desequilibrado (era leal, pero
no era verdaderamente realista, porque la
Corona no había intervenido en el cambio de
los virreyes), pero por lo menos los
peninsulares creyeron que habían
conseguido el control. Durante los dos años
siguientes no menos de tres gobiernos
existieron. En Nueva España. Fue un período
de constante crecimiento del fermento.
Insurreccional, ya que las quejas legitimas
de la mayoría de los mexicanos fueron
ignoradas totalmente por dos virreyes
asombrosamente miopes y por la audiencia.
Sin embargo, cuando se observan los
gobiernos de Pedro Garibay (16 de
septiembre de 1808-09 de julio de 1809), del
arzobispo Francisco Javier Lizana y Beaumont
(19 de julio de 1809-8 de mayo de 1810), y
de la audiencia (8 de mayo-12 de septiembre
de 1810), se concluye que, aunque no eran
necesariamente más malos que algunos
gobiernos anteriores, no pudieron ofrecer la
vigorosa jefatura necesaria en una época tan
crítica.
Y, aunque parcial, es la mejor fuente del golpe de
Estado de 1808 (con excepción de las actas del
juicio de residencia de Iturrigaray en el AHN).
60 Villoro, El proceso ideológico, pp. 55-59.
Garibay siguió una política tan independiente
que pronto se ganó la enemistad de los
españoles conservadores. La facción de
Yermo con frecuencia pidió a España que lo
remplazara por un jefe más enérgico. " Por
ser un guardián que no tenia control de su
propia administración, Garibay produjo
quejas en los conservadores y en los
liberales. Los conservadores creyeron que
no era suficientemente enérgico para
terminar con los rumores insurrecciónales, y
los liberales creyeron que era instrumento de
los comerciantes. Garibay fue remplazado
en julio de 1809 por el arzobíspo, que se
esperaba que actuaría como pacificador de
un pueblo peligrosamente dividido.
La jefatura del arzobíspo Lizana no fue más
enérgica que la de su predecesor. Se
distinguió principalmente por sus actividades
en defender a Nueva España de la evidente
amenaza de la propaganda francesa y por
sus actitudes suspicaces ante las facciones
de Yermo y la audiencia Mientras tanto,
continuó minándose la lealtad de los
mexicanos. En innumerables proclamas, el
arzobispo le habló al pueblo de hermandad,
de la unidad de una sangre y de una Iglesia,
y lo exhortó a cumplir con sus deberes y
obligaciones, y le recordó, conforme a la
tradición de su educación eclesiástica, que
era el deber del hijo obedecer a su padre
amoroso pero severo. 62 Parece que, aunque
se daba cuenta de que había algo muy falso
en la relación tradicional paternalista de los
criollos y los gachupines, no tenía la menor
idea de cuál podía ser el problema ni como
resolverlo. Cuando la propaganda impresa
revolucionaria fue distribuida en las iglesias
de la ciudad y colocada en las paredes del
palacio virreinal, Lizana creó en septiembre
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de 1809 una junta de Seguridad y de Orden
Público, Originalmente propuesta por
Garibay, su función era investigar las
manifestaciones de apoyo a los franceses y el
fermento insurreccional en la capital.
Esta vigilancia le sirvió poco al arzobispo-
virrey, porque rara vez reconocía a sus
enemigos, y mucho menos a los de la causa
realista. No le agradaba México, y por
consiguiente no trató de comprenderlo,
Mostró tan públicamente su desprecio por
los criollos y los mestizos que en 1810
intentó que enjuiciaran a un clérigo criollo
que le había al gobierno de Sevilla que
Lizana era "un enérgico declarado de los
americanos. Esta acusación de que tenía
prejuicios la creían ampliamente los criollos.
Su error más grave fue que casi logró hacer
fracasar la delicada coalición de los
comerciantes peninsulares y los jueces
reales, de la que dependía la misma
existencia de su gobierno. Cuando ocupó el
puesto de virrey, le entregó la administración
de la archidiócesis a su primo, el inquisidor
general Isidoro Sainz de Alfaro, que tenía
una gran influencia en las actividades
políticas del virrey.
61 Alamán, Historia de Méjico, 1:193.
62 "Proclama del arzobispo virrey", 23 de enero de
1810. en Hernández y Dávalos, Colección de
documentos, 2:11.
Sainz sospechó que los peninsulares estaban
tramando una confabulación, en especial la
facción de Yermo, para derrocar al
arzobispo. Obsesionado por la suerte de Itu-
rrigaray (en cuyo derrocamiento Alamán dijo
que el arzobispo había seguido una política
que sólo podía clasificarse de "pusilánime"),
Lizana se dedicó a perseguir al grupo
español de Yermo y al oidor Aguirre. Pidió el
retiro del oidor Ciriaco González Carvajal, y
envió a Aguirre a puebla para apartarlo de
los asuntos de la capital. La protesta del
grupo la protesta del grupo español fue tan
enérgica que Aguirre regresó poco tiempo
después a la capita. En el mismo período
Francisco Javier Lizana y Becamont despidió
a Juan López Cancelada del puesto de editor
de Gazeta por las críticas públicas que le
había hecho Cancelada. A Cancelada lo
enviaron a España para una audiencia.
Así Lizana despidió de sus puestos a los
enemigos más francos y ruidosos de
Iturrigaray. El virrey concluyó esta defensa
políticamente inepta de su cargo
acordonando el distrito central de la capital
alrededor de su palacio. Fortificándolo con
artillería y colocándolo bajo la ley marcial, e
imponiendo el toque de queda a las diez de
la noche. Los miembros de la facción de
Yermo, de los gremios y del consulado le
pidieron a España que destituyera a Lizana.
En España estaban ocurriendo cambios
políticos rápidos. Las diferentes juntas
regionales fueron consolidadas, por la
persuasión o por la fuerza, en una Junta
Central de España y de las Indias, la que fue
reconocida por la ciudad de México en enero
de 1810. La junta más tarde le dejó su lugar
a la Regencia, que fue reconocida el 7 de
mayo en la ciudad de México con gran
pompa. Miguel de Lardizábal y Uribe,
miembro del Consejo de Indias y nativo de
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
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Tlaxcala-(aunque había vivido toda su vida
en España) representaba a Nueva España
ante la Junta Central; había sido nombrado
para este puesto por los cabildos de las
principales ciudades del país. Posteriormente
se convirtió en miembro de La Regencia.
La Regencia, que se situó en Cádiz después
de que el ejército francés entró en Andalucía,
a su vez convocó una reunión de las Cortes,
que incluía a los representantes americanos.
El cabildo de cada capital provincial en Nueva
España, incluso el de la ciudad de México,
eligió a sus representantes provinciales a
Cortes.
63 Isidoro Sainz de Alfaro al arzobispo-virrey,
México, 3 de febrero de 1810, AGI, México, 1474;
el arzobispo-virrey a Benito Hermida, México, 12
de febrero de 1810,
GI, México. 1474
64 Alamán, História de México, 1:195, 199-201,
202; el arzobispo-virrey a Benito Hermida, México,
30 de agosto de 1809. AGI, México, 1472 ;
"Orden de la plaza de 3 de noviembre de 1809, en
Hernández y Dávalos, Colección de documentos,
1:715; Hamill, The Hidalgo Revolt, p. 27.
El cabildo mexicano escogió a José Beye
Cisnéros, profesor de Leyes de la
Universidad, hombre moderado, y hermano
del canónigo de Guadalupe al que habían
arrestado después del derrocamiento de
Iturrigaray Cuando las Cortes se instalaron el
24 de septiembre de 1810, en Cádiz (aunque
faltaba la mayoría de sus delegados
americanos),el virrey Lizana fue removido de
su puesto por órdenes de la Regencia.
Fechada el 22 de febrero de 1810, y recibida
en México a principios de mayo, la orden de
la Regencia evidentemente estaba influida
por las protestas de los comerciantes de
Cádiz, que reaccionaban ante las quejas de
sus amigos contra Lizana, los comerciantes
de la ciudad de México.
La audiencia gobernó durante los siguientes
cuatro meses, dividida por desacuerdos
internos e incapaz de tomar las rápidas
decisiones políticas que eran necesarias en
un país en crisis constante. Sólo dos días
después de que Lizana dejó su puesto,
Manuel Abad y Queipo, obispo electo de
Valladolid de Michoacán y principal
comentarista y observador de la guerra de
independencia, le advirtió a la Regencia que
estaba a la vista una insurrección general. El
debía saberlo, porque presidía la diócesis en
que las quejas de los criollos y de las castas
contra el régimen ya habían comenzado a
producir conspiraciones insurrecciónales.
El 15 de agosto de 1810, el nuevo virrey
nombrado por la Regencia, el teniente
general Francisco Javier Venegas, arribó a
suelo mexicano en Veracruz. Era un oficial
decidido y experimentado, y era el hombre
que los realistas deseaban tener. También
se sentía bien dispuesto con los
comerciantes, porque venía directamente de
su puesto de gobernador de Cádiz. Un mes
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
56
más tarde hizo su entrada formal a la ciudad
de México, donde le ofrecieron una recepción
a expensas del cabildo de la ciudad. como
de costumbre, aunque la audiencia le ordenó
al cabildo que limitara sus gastos a tres mil
pesos debido a la escasez crónica de fondos,
gastó 9 500 pesos. Venegas fue el último
virrey al que le hicieron una recepción
semejante: la siguiente recepción importante
se hizo para celebrar la entrada triunfal de
Iturbide, de O'Donojú, y del Ejército
Trigarante en septiembre de 1821.
Venegas pronto mostró su temple. Un
poema que caricaturizaba su manera
65 Alamán ,Historia de México, 1:209; A. Ex-A. ,
Actas de Cabildo, Vol. 128, 17 de abril de 1809.
66 "La Junta Superior de Cádiz a la real audiencia
de México", 28 de febrero de 1810, A. Ex-A. ,
Reales cédulas y órdenes, Vol. 2979, núm. 261;
véase Benson, cd. , México and the Spanish
Cortes, p. 12.
67 Lillian Estelle Fisher, Champion of Reform,
Manuel Abad y Queipo, p. 117
de vestir informal y sus modales apareció
unos días después en las paredes del palacio;
en respuesta, ordenó que se colocara un
aviso cerca de éste, advirtiendo de una vez
por todas que ninguna declaración
traicionera sería tolerada en la capital. Al
final de las ceremonias que celebraron su
llegada, pidió una nueva serie de donativos
especiales para ayudar en la guerra en
España, la mayoría de los cuales se esperaba
que los hicieran voluntariamente los
monopolistas, la nobleza y las corporaciones.
Para dorarles la píldora, traía una lista de
promociones y títulos del Consejo de la
Regencia, y todos reflejaban el grado en que
Cádiz reconocía su deuda de gratitud con los
principales propietarios de tierras, Con los
comerciantes y con los peninsulares de la
ciudad de México. Se ofrecieron títulos de
nobleza a Gabriel de Yermo, a José Mariano
Fagoaga, a Diego de Agreda y a Sebastián
de las Heras Soto. Los primero dos
rehusaron los títulos, quizá por el costo que
implicaban.
Pronto el nuevo virrey se enfrentó a su más
grande desafío. En las primeras horas del 16
de septiembre de 1810, el segundo día de la
estancia de Venegas en la capital, el cura
párroco del pequeño pueblo de Dolores en la
intendencia de Guanajuato, Miguel Hidalgo y
Costilla, pidió que terminaran para siempre
los virreyes y lanzó su famoso Grito de
Dolores, grito que inició la guerra de
independencia. El régimen virreinal,
desequilibrado y debilitado por el desorden
de los últimos dos años, fue sacado de su
confusión y apatía, ya que la nación se
enfrentaba a una amenaza tan grave que
unió a todas las facciones y superó todas las
divisiones. Los propietarios de tierras, el
clero, los monopolistas, los autonomistas y
los burgueses se unieron para defenderse.
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57
El importante movimiento de autonomía
ocupó un lugar secundario en la lucha por
sobrevivir que siguió después.
Trágicamente, la rebelión de Hidalgo y otras
revueltas sirvieron para impedir el logro
temprano de la autonomía en el período en
que ésta era aún posible, esto es, antes de la
reinstauración de Fernando VII en el trono.
68 A. Ee-A, Actas de Cabildo, vol, 129, 27 de
agosto de 1810; “Expediente instruido en virtud
del oficio remitido al Sr. Alcalde ordinario”, AGN,
Ayuntamientos, vol. 136; “ Cuenta del
recibimiento del Exmo. Sr. Virrey D. Fr. Xavier
Venegas", AGN, Ayuntamiento, vol, 129 .
69 Véase Jesús Romero Flores, México, historia de
una gran ciudad, p. 481
70 Alamán dijo que Yermo debía haber creado un
mayorazgo de 100 mil pesos para su
primogenitura, lo que no se decidió a hacer (
Historia de Méjico,1:220. Además , el regente
Pedro Catani fue retirado, y Guillermo de Aguirre
sirvió en el puesto de regente hasta su muerte, la
que ocurrió poco después de su nombramiento.
éstas fueron precisamente las medidas que Juan
Jabat propuso en 1808.
EL DESENLACE
El régimen virreinal se derrumbó sólo siete
meses después de publicado el Plan de
Iguala. Se derrumbó, pero no lo derrotaron.
El elemento principal en esta caída fue la
sorpresa. El 7 de marzo de 1821, el virrey
Apodaca le informó al gobierno español
sobre la insurrección de Iturbide y el Plan de
Iguala, y admitió: "Un suceso tan inesperado
llenó de asombro y consternación tanto a
esta capital como a mi. "Sencillamente no
previó la amenaza, ni comprendió hasta qué
punto se había debilitado la autoridad de la
Corona. Meses después escribió desde su
refugio en Cuba:"Tuve el sentimiento de
presagiar esta desgracia a mediados del año
pasado, de 1820, aunque no en los términos
que se ha verificado, ni por los medios que
se ha efectuado, porque son tan
extraordinarios, que a nadie era posible
imaginarlos. ”
Las tropas expedicionarias españolas
también mostraron conmoción y sorpresa. En
marzo, varias unidades militares en la capital
le enviaron juramentos de lealtad y apoyo a
Apodaca, y expresaron sus reacciones ante
el acto asombroso de Iturbide. El Cuerpo
Nacional de Ingenieros juró que no
sucumbiría ante las infames maquinaciones
de Iturbide; los Dragones del Rey
proclamaron su deseo de morir defendiendo
la capital; el Escuadrón Naval se reunió en la
capital y prometió lo mismo; el Batallón de
Barcelona condenó la vergonzosa traición de
Iturbide a las armas realistas y prometió
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
58
compensarla con su lealtad. Francisco
Novella, subinspector general de los Cuerpos
de Artillería y miembro del Consejo de
Guerra público una proclama que implicaba
una censura a la política complaciente que
había seguido Apodaca, que Novella, junto
con otros muchos oficiales del ejercito,
consideró era la causa fundamental de la
insurrección de Iturbide.
La jefatura virreinal realmente se vio
paralizada por la combinación de la sorpresa
de Apodaca y su creciente descrédito entre
las tropas. En los siguientes meses, el virrey
no emprendió ninguna acción militar firme
contra los rebeldes. En vez de esto, siguió la
política de concentrar a los Cuerpos de
veteranos del ejército en la capital, en
prevención del asalto contra ésta. Como
resultado, otras regiones del país quedaron
casi indefensas y rápidamente cayeron en
manos de los rebeldes. En la misma capital
las órdenes de Apodaca no eran obedecidas
con gusto por las autoridades civiles. El
gobierno realista había naufragado.
1 Apodaca al ministro de Ultramar, México, 7 de
marzo de 1821, AGI, México, 1680; Apodaca al
ministro de Ultramar, Guanabacoa, Cuba, 17 de
noviembre de 1821, AGI, México, 1680.
2 Las proclamas públicas están en el AGN,
Impresos oficiales, vol. 44; "A la proclama del
Exmo, Sr. Virrey de Nueva España, el Cuerpo de
artillería nacional", 8 de marzo do 1821, Archivo
Histórico, Instituto Nacional de Antropología e
Historia, México, Antigua Colección, Tomo 2-31,
Vol. 14-51.
El 5 de julio de 1821, un motín de tropas
peninsulares depuso a Apodaca y lo
reemplazo con Francisco Novella en un
último esfuerzo por oponerse a la
independencia.
El primer mensaje de Iturbide para el
confundido Apodaca fue una afirmación de
superioridad y de certidumbre en la victoria.
Junto con un ejemplar del Plan de Iguala,
Iturbide envió una carta personal en la que
le informaba a Apodaca que la independencia
era inevitable, y le pedía que aceptara la
presidencia de la Junta Soberana. Le dijo:
"La opinión (pública) está decidida. No
puedo dejar de repetirlo a V. E. Ni V. E. ni
yo, ni otra persona alguna puede variarla. Ni
tampoco tiene V. E. fuerza que oponerle “
Iturbide le recordó al virrey el apoyo que
habían dado al Plan de Iguala los milicianos y
hasta algunos soldados europeos, y la rápida
difusión de la conspiración a favor de la
independencia. Le escribió. “¿Cuántos otros
planes,, Sr. Exmo. , se están formando hoy
sin duda en Oaxaca, en Puebla, en
Valladolid, en Guadalajara, en Querétaro, en
Guanajuato, en San Luis, en la misma
capital, en rededor de V. E. , tal vez dentro
de su propia habitación? . ” “¿ Y habrá quien
pueda deshacer la opinión de un reino
entero? . ”
Después de consultar con su Consejo de
Guerra, el virrey le contestó a Iturbide
suplicándole que desistiera y regresara al
servicio realista. En una proclama pública le
dijo al pueblo que Iturbide era una traidor
cuyo único motivo era la ambición personal
por el poder. Más bien débilmente, señaló
que él y el Consejo de Guerra estaban de
acuerdo en que la insurrección arruinaría al
gobierno constitucional y el proceso de la paz
y la recuperación. En sus cartas a España,
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59
Apodaca varias veces se lamentaó del
evidente descaro de Iturbide. Apodaca
estaba seguro de que el jefe rebelde
sencillamente se encontraba equivocado, que
lo engañaban su ambición personal y sus
falsas ideas de lo que significaba la indepen-
dencia, y que "ha perdido el tino mental".
Disgustado, molesto, y hasta un poco
avergonzado, el virrey no comprendía
claramente lo que Iturbide intentaba hacer ni
de dónde provenía su enorme popularidad.
El 2 de marzo Iturbide contestó la negativa
de Apodaca de aceptar el Plan de Iguala con
una breve declaración muy fría y aunada“ No
ha tenido V. E de contestarme a la carta que
dirigió a V. E. con fecha de 24 del pasado.
Voy a aproximarme a esa capital, a esperar
la respuesta. " El 3 de marzo añadió una nota
en la que pedía al virrey que le enviara a dos
personas de confianza para iniciar las
negociaciones de la capitulación del gobierno
realista.
3 Iturbide a Apodaca, Iguala, 24 de febrero de
1821, AGT, México, 1680.
4 "Proclama del Conde del Venadito al vecindario
de América para que no sigan los planes del
Coronel D. Agustín de Iturbide", 3 de marzo de
1821, AGN, Impresos oficiales, Vol., 44; Apodaca
al ministro de Utramar, México, 29 de mayo de
1821,
ACT, México, 1680.
Así, la capital como en 1810, se convirtió en
el objetivo evidente de los rebeldes.
De inmediato aparecieron diferencias entre
los propósitos del virrey los del cabildo de la
ciudad. El 5 de marzo el virrey le informó al
municipio que pronto se produciría un
ataque. Le ordenó al cabildo que
consiguiera 20 carretas y 40 mulas, un
ciento de mulas de carga, con sus
respectivos arrieros, y 25 caballos con
montura para ayudar al ejército a preparar la
defensa. Además le pidió que en especial
vigilara la paz y la tranquilidad públicas. El
cabildo le contesto que aumentaría el
número de vigilantes nocturnos, pero no
respondió nada de las carretas y las mulas.
Poco tiempo después el virrey pidió que la
cárcel de la ciudad destinara a alojar a dos
batallones del ejército, y le comunicó al
cabildo su deseo de alistar para la guerra a
la milicia nacional local, según lo exigía la
Constitución. Sin embargo, al cabildo no le
preocupaba defender la ciudad, sino el
peligro de que la revuelta de Iturbide pudiera
obligar al régimen virreinal a anular algunas
garantías individuales de la Constitución. El
3 de marzo, en una proclama a los
habitantes de la capital, les pidió que no se
unieran a Iturbide para no poner en peligro
la Constitución. Esta fue la principal
preocupación de las autoridades civiles en
los meses siguientes.
De hecho, Iturbide aún no estaba listo para
cumplir su promesa de atacar la capital.
Primero deseaba dominar el mayor número
posible de centros regionales para aislar al
poder realista en la ciudad de México.
Apodaca continuó acumulando todas las
fuerzas militares que podía en la capital y, el
6 de marzo, ordenó que todos los miembros
de las tropas urbanas que habían sido
liberados del servicio militar se presentaran
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
60
de inmediato a tomar las armas. Esto incluía
a la brigada de artillería y a los batallones de
infantería y de caballería de la ciudad. cabildo
se apresuró a aclarar sí a los regidores los
obligarían a prestar servicio militar en los
Regimientos Patrióticos. La cuestión llegó a
su clímax cuando el regidor Gabriel Patricio
de Yermo recibió la orden de prestar servicio
militar y pagar una contribución mensual a
su regimiento. Yermo se negó a obedecer y
pronto lo arrestaron.
5 informe de la Junta de Guerra, reunión realizada
el: 5 de marzo de 1821, AGI , México, 1680.
6 "Se ordena al ayuntamiento haga apresto de
víveres para remitirlos al Ejército con motivo de
una excitativa de Iturbide a que sean secundadas
sus miras por la independencia", A. Ex-A. ,
Historia, en general, vol. 2255, núm. 94; A. Ex-A.
. Actas de Cabildo vol. 672, '2 y 5 de marzo de
1821; "Proclama del Ayuntamiento de México a su
vecindario para que no sigan el partido de
Iturbide", 3 de marzo de 1821, AGN. Impresos
oficiales, vol, 44.
7 “Orden superior en que se previene a todos los
individuos de tropa urbana que
Una comisión del cabildo le pidió al virrey
que lo liberara, y este dando signos claros de
tensión, respondió que todo era un error,
que otra persona del mismo nombre debía
haber sido arrestada, que a Yermo no debían
haberlo aprendido y que quedaría en libertad
de inmediato. El virrey afirmó que a los
funcionarios electos no les pedirían qua se
incorporaran a sus regimientos, ya que su
deber más importante era la Constitución.
Debido a que se insistió en que se
obedeciera escrupulosamente la
Constitución, el 10 de marzo las elecciones
programadas regularmente para diputados a
Cortes para el periodo 1822-1823 se
realizaron pacifica y tranquilamente. El 11
de marzo, como el virrey Apodaca con
orgullo le anunció al público, una vanguardia
del ejército realista, al mando del mariscal
de campo Pascual Liñan, se acercó a Iguala y
obligó a Iturbide a huir a la Villa de
Tlacotepec. El virrey declaró que Iturbide
estaba fuera de la ley, y decretó que
comunicarse con él constituía un delito. El
arzobispo Fonte, un partidario decidido de
los españoles, en una circular apoyó el
alarde del virrey de que el movimiento
iturbidista pronto seria destruido.
Sin embargo, al movimiento iturbidista no lo
derrotaron, y en abril, mayo y junio de 1821
se fortaleció. Apodaca no pudo enviar una
gran fuerza expedicionaria, porque los
rebeldes no estaba a concentrados en una o
dos plazas, y no contaba con la lealtad de las
tropas realistas. A fines de mayo, a Iturbide
ya no podían contenerlo. Los rebeldes am-
nistiados acudieron a incorporarse a sus
fuerzas, las tropas realistas comenzaron a
desertar; los criollos respondieron a sut
llamado y se le unieron, y una guarnición
tras otra capituló sin disparar un solo tiro. En
junio sus fuerzas avanzaron a lo largo del
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
61
Bajío, la rica región del reino ( el corazón de
la rebelión de Hidalgo), y los sobrevivientes
de ese primer movimiento revolucionario se
unieron a lo que se había convertido en una
cruzada. Aún las tropas en la capital se
sumaron en número considerable a sus filas,
estimuladas por la amplia difusión del Plan de
Iguala, que se realizó amparada en la
libertad de prensa constitucional. La noche
del 5 de junio tres garitas de la ciudad
fueron abandonadas, por los guardias, que
eran más de 200 soldados y diez oficiales.
se hayan separado del servicio, se presenten
inmediatamente a los jefes de los cuerpos en que
sirvieron ”, AGN, Impresos oficiales, vol. 60, nún,
66.
8 A. Ex -A. , Actas de Cabildo, vol. 672, 8 de
marzo de 1821.
9 “ Aviso al público que las elecciones de los
diputados a Cortes se han de celebrar en las casas
consistoriales", 10 de marzo de 1821, AGN, .
Impresos oficiales, vol. 44; A. Ex A. , Historia, en
general, vol. 2255, núm. 94; "Pedro José de
Fonte, Arzobispo de México, al venerable clero
secular y regular", 19 de marzo de 1821, AGN,
Impresos oficiales, vol. 60, núm. 67. El
arzobispo se oponía tanto a la independencia que
después huyó del país. Véase también Francisco
Sosa, El Episcopado, Mexicano, Biografía de los
Limos. Señores Arzobispos de México, Wilfred
Hardy Callcott, Church and State in México, 1822.
1857 (Durham: Duke University Press, 1926);
Mariano Cuevas, Historia de la iglesia de México, 5
vol. (El Paso: Editorial Revista Católica, 1928); y
Luis Medina Ascensio, La Santa Sede y la
emancipación mexicana (Guadalajara, 1946).
El virrey Apodaca se sintió desolado. El 29
de mayo escribió a España diciendo: "La
mayor parte de las tropas de este reino con
muchos de sus oficiales. . . han sido
seducidos, y pasándose a los rebeldes me
han puesto en el mayor conflicto y al reino a
dos pasos de su pérdida. " Lo que era más
grave, una división interna dentro de la
administración puso en peligro su jefatura.
Sus principales consejeros militares, en
especial los miembros del Consejo de
Guerra, estaban convencidos de que no
había emprendido acciones suficientemente
enérgicas para detener la rebelión, y se
volvieron contra él. Ya que las proclamas de
los rebeldes aún se publicaban libremente en
la capital bajo el amparo de la Constitución,
los oficiales del ejército exigieron que se
suprimiera la libertad de prensa. Por ello, el
31 de mayo, admitiendo que sus oficiales lo
presionaban mucho, Apodaca le escribió al
cabildo que estaba a punto de suspender el
artículo sobre la libertad de prensa y todas
las otras disposiciones constitucionales
relativas a las actividades políticas públicas.
Prometió que estas suspensiones sólo
estarían en vigor un mes, y le pidió al cabildo
que aprobara las medidas que proponía.
Por esta cuestión, las corporaciones civiles
constitucionales empezaron a retirarle
públicamente su apoyo. El cabildo de la
ciudad eligió una comisión para que
respondiera a la petición del virrey, y el 1.
de junio presentó para su discusión una
declaración que decía: "La comisión opina. . .
que ni Su Excelencia tiene facultad para
suspender artículo alguno de la Constitución,
ni el ayuntamiento para consultárselo. " La
carta que finalmente redactaron y le
enviaron a Apodaca decía esto de manera
más discreta, y le preguntaba retóricamente:
"¿ en las actuales circunstancias de riesgo
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
62
tiene S. E. Facultad para suspender
temporalmente algún artículo de la
Constitución. ”
Sin embargo, el avance militar de Iturbide no
le dejó a Apodaca otra opción más que
actuar, y así llegó a un rompimiento total con
el cabildo de la ciudad. El 1º junio el virrey
ordenó, sin consultar a la audiencia entre los
artículos 8 y 9 de la Constitución entraron en
vigor, y convocaron a todos los ciudadanos a
tomar las armas y a contribuir a la defensa
del Estado. A todos los hombres entre los
16 y los 40 años les pidieron que tomaran las
armas. En respuesta, el 2 de junio cuatro
miembros del cabildo (Sánchez de Tagle,
Arce, Guerra y Azcárate) presentaron el
borrados de una declaración que revelaba el
pensamiento de sus miembros. Este
proyecto de declaración que no fue aprobado
de inmediato, debido a sus drásticas
afirmaciones, decía que el cabildo, como la
corporación responsable de defender los
derechos humanos y proteger la Constitu-
ción, no podía ignorarlos actos arbitrarios del
virrey.
10 Arrangoiz, México desde 1808, 2:52.
11 Apodaca al ministro de Ultramar, México, 29 de
mayo de 1821, AG1, México.
1680; A. Ex-A. , Actas de Cabildo, vol. 672, 31 de
mayo de 1821.
12 lbid. , 1 de junio de 1821.
Acusaba al gobierno de tratar de crear pánico
y de ignorar los indicios que había en todas
partes del deseo público de independencia, e
insistió en que la conscripción general
infringía los derechos del cabildo de la
ciudad, porque constitucionalmente tenia
facultades para ser consultado en estos
asuntos. Proclamó que había un estado de
anarquía general en el gobierno, y los
regidores le dijeron al virrey que ya no
contaría con su colaboración para sus actos
ilegales, y formularon cuatro preguntas para
que las considerara el cabildo en pleno: ¿El
ayuntamiento podía ignorar esta infracción
abierta y pública que el virrey se proponía
realizar al anular algunas partes de la
Constitución? ¿Debía someterse a este
decreto? ¿Podía permanecer apático ante un
peligro de tal magnitud, o debía protestar
ante las Cortes? ¿El cabildo de la ciudad
podía tomar decisiones unilateralmente, o
debía aguardar otros indicios de la voluntad
general de la nación sobre la cuestión de la
independencia?
El virrey a su vez respondió el 5 de junio
suprimiendo la libertad de prensa, y el 7 de
junio ordenó una movilización de todos los
hombres entre los 16 y los 50 años, sin
hacer ninguna excepción; nombró una junta
especial para organizar la movilización
militar. Para impedir el éxodo general de los
peninsulares, simultáneamente anuló todas
las licencias para viajar a España.
Este era exactamente el programa que
adoptó el virrey Calleja en 1813. Apodaca
de hecho solo copió los decretos que Calleja
había promulgado el 26 de octubre de 1813.
Aparentemente contra su voluntad, Apodaca
precisamente hizo lo que los mexicanos más
temían: que el virrey anulara algunas partes
de la Constitución -o sea, el despotismo
virreinal. La reacción de la élite mexicana,
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
63
partidaria de la Constitución, era
enteramente predecible... Al fin estaba frente
a dos elecciones claras que la histografía
tradicional supone que siempre había tenido
despotismo virreinal versus un tipo
aceptable de autodeterminación. Iturbide no
habría podido lograr un giro más ventajoso
de los sucesos, aunque lo hubiera planeado.
Algunos miembros del cabildo de la ciudad ya
no pudieron contenerse. Las protestas del
regidor Gabriel Patricio de Yermo fueron tan
ruidosas que el 9 de junio de nuevo lo
arrestaron y lo pusieron fuera de la ley. El
14 de junio el cabildo le presentó a Apodaca
una reclamación enérgica que era una
declaración definitiva de que le retiraba su
apoyo. Decía: "No hay duda que la salud del
pueblo es la suprema ley; pero la verdadera
salud pública es la exacta observancia de las
leyes fundamentales de un Estado. " En su
opinión, el virrey había ultrajado la ley
fundamental, y ya no merecía el apoyo de los
ciudadanos.
13 "Apodaca ordena que todos los que pueden
sostenerse y uniformarse a sus expensas a tomas
las armas desde la edad de 16 años hasta 40", 1º
día junio de 1821, . AGN, impresos oficiales, Vol.
60; A. Ex-A. , Actas de Cabildo, vol. 672, 2 de
junio de 1821.
14 "Apodaca ha resuelto se renueve el bando
promulgado por Calleja de 26 de octubre do 1813",
7 de junio de 1821, AGN, impresos oficiales, vol.
60.
La respuesta de Apodaca a esto fue nombrar
al mariscal de campo Francisco Novella, el
vocero del grupo militar, gobernador militar
interino de la ciudad de México. El campo de
batalla quedó trazado y el cabildo de la
ciudad tomo partido. Cuando el virrey exigió
el 16 de junio que se recogieran todas las
armas y los caballos de los particulares en la
ciudad, el cabildo de nuevo lo censuró.
Mientras acontecían estos sucesos en la
ciudad de México, el resto del país se unía al
bando de Iturbide. A fines de junio las
fuerzas rebeldes se apoderaron de las
guarniciones de la mayoría de las principales
ciudades de Nueva España. La mayor parte
de las otras capitularon en los dos meses
siguientes, y finalmente los realistas sólo
conservaban en sus manos Veracruz y la
ciudad de México. En junio y en julio
Iturbide terminó de aislar a la ciudad de
México, que se convirtió en el último bastión
de España.
El virrey Apodaca se mostró notablemente
lento en reaccionar ante la insurrección de
Iturbide. El Plan de Iguala circuló libremente
en la capital tres meses antes de que la
libertad de prensa quedara abolida, ningún
ejército salió a combatir a los rebeldes, y en
junio el virrey perdió la confianza que le
tenían las corporaciones civiles. Ningún
gobierno realista podría recobrar esta
confianza, pero las tropas expedicionarias
peninsulares, convencidas de que la política
conciliatoria de Apodaca contribuía al triunfo
de Iturbide, decidieron derrocarlo.
Al escribir desde Guanabacoa en Cuba,
donde se recuperaba de su viaje desde
Nueva España después de su derrocamiento,
Apodaca escribió
lo concedido. El 25 de junio el último
recuento de las tropas realistas que en la
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
64
capital mostró que había 5 300 soldados
expedicionarios experimentados y seis mil
hombres adicionales que pertenecían a varias
milicias. Todas las tropas y sus oficiales aún
recibían su paga, y en el tesoro real había
135 790 pesos. Según Apodaca, la ciudad de
México estaba muy bien abastecida y armada
para resistir al ejército de Iturbide. Además,
las principales avenidas de acceso a la ciudad
estaban fortificadas, y los pueblos aledaños
de Tlalnepantla, Chalco, San Ángel, San
Agustin de las Cuevas y Cuernavaca aún
estaban en poder de los realistas. Apodaca
informó que la noche del 5 de julio de 1821
él se había reunido con su Consejo de Guerra
para discutir "la formación próxima de un
cuerpo de ejército que pudiera salir a
campaña con una casi física esperanza de
destruir los planes enemigos". Este plan, o
esperanza, se vio frustrado cuando la misma
noche de la reunión una parte importante de
las fuerzas expedicionarias se amotinó.
15 A. Ex-A. , Actas de Cabildo, vol. 672, 7, 14,
15, 16 y 22 de junio de 1821; Apodaca ordena la
colección de armas particulares'', 16 de junio de
1821, AGN, Impresos oficiales, vol. 60, núm. 83.
16 Véase Timothy, E. Anna, "Francisco Novella
and the Last Stand of the Royal Army in New
Spain", HAHR 54, num. I (febrero, 1971): 92.
111.
El motín lo dirigió Francisco Buceli, un oficial
del Regimiento del Infante don Carlos, quien
salió a las calles entre las 9 y las 10 de la
noche con aproximadamente ochocientos a
mil soldados de los regimientos de don
Carlos, Castilla y otros Habían arrestado a
sus comandantes en sus cuartes. Junto con
las tropas de los cuerpos de Infantería
Urbanos, los Dragones del Rey y las fuerzas
Navales, entraron en el palacio y lo ocu-
ltaron. En ese mismo momento el Consejo
de Guerra permanente (integrado por el
virrey; el subinspector general de infantería,
mariscal de campo Pascual Liñan; el
subinspector general de artillería, mariscal
de campo Francisco Novella; el subinspector
de ingenieros, Juan Sociat; y cuatro
brigadieres) estaba reunido en la planta baja
del palacio. Los miembros del Consejo
salieron a escuchar las demandas de las
tropas, que expresaron su falta de confianza
en el virrey, y le pidieron que renunciara a
favor de uno de los subinspectores. El
general Liñán le informo a las tropas que se
estaban haciendo planes de guerra efectivos.
Apodaca les dijo que, aunque le gustaría
mucho librarse del peso de su puesto, sin
embargo temía que su renuncia pudiera
causar un caos completo. Inconmovibles las
tropas respondieron que no podían darle
garantías a Apodaca a menos que
renunciara. Bustamante dijo que el primer
elegido para ocupar el puesto del virrey fue
el general Liñan, pero en el relato del golpe
de Estado que hizo Apodaca no mencionó
este hecho, Aparentemente, el virrey creía
que el motín desde el principio iba destinado
a colocar a Novella en su puesto. Ya que
estaba convencido de su fra-
caso y desde hacía mucho se encontraba
dispuesto a retirarse de su puesto, Apodaca
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
65
capituló ante sus demandas.
Los amotinados le pidieron al virrey que
firmara un documento, que habían preparado
de antemano, en el que daba como razón de
su renuncia su mala salud, pero él se negó a
aceptarlo y lo rompió. Pidió pluma y papel,
se sentó junto al escritorio y escribió con su
propia mano un documento en que le cedía el
poder al general Novella a petición de las
fuerzas expedicionarias. Los principales
oficiales firmaron el documento en el que
garantizaban la seguridad personal del virrey
y un permiso para que se marchara tan
pronto como fuera posible a Veracruz. A la
familia de Apodaca la trasladaron a la Villa de
Guadalupe, pero las condiciones caóticas que
había en las provincias no permitieron que la
enviaran a Veracruz. La familia regresó a la
capital, y al ex virrey lo alojaron en una
escuela franciscana, donde permaneció hasta
el 25 de septiembre incomunicado y si recibir
visitas. Se encontraba en la ciudad durante
la capitulación definitiva, pero no participó en
ese suceso.
17 Apodaca al ministro de Ultramar, Guanabacoa,
Cuba, 17 de noviembre de 1821, AGI, México,
1680.
18 Bustamante, Cuadro histórico de la revolución
mexicana, 3:268. 273
El mariscal de campo Novella entonces
reclamó el puesto de virrey, de capitán
general y jefe político superior, pero ninguna
autoridad civil estaba dispuesto a
reconocerlo. El cabildo de la ciudad le dijo a
Novella que lo reconocería coma "jefe
general y capitán político del reino", una
extraña combinación de títulos que
implicaban la falta de reconocimiento. La
Diputación Provincial fue más explicita. El 6
de julio le informó Apodaca que no reconocía
su renuncia: "Primero porque. . .
evidentemente fue producto de la violencia,
y segundo porque Su Excelencia no tiene
facultades para entregarle el mandato a
ninguna persona, excepto a los que están
autorizados por la ley. " El cabildo de la
ciudad aplaudió la actitud de la Diputación y
solo se refirió a Novella como "el mariscal de
campo". Según O'Donoju, ni siquiera la
audiencia aceptó a Novella.
Sin desanimarse, Novella actuó
enérgicamente para apuntalar las defensa
realistas. Hizo el juramento coma virrey de
Nueva España el 8 de Julio. Creó un comité
militar para ayudar a mantener la disciplina
del ejército, que se desvanecía rápidamente.
Cada batallón estaba representado en el
comité por un oficial elegido por la tropa. Se
publicó una proclama pidiéndole a las tropas
que no escucharan la propaganda insidiosa
del enemigo y que no desertaran. Se
prohibieron todas las reuniones públicas, las
discusiones políticas y llevar armas en la
calle. Se ordenó la tercera y definitiva
movilización general de todos los hombres
en la capital esta vez de la edad de 16 hasta
60 años. Todo esto tuvo muy poco efecto,
aunque la capital permaneció tranquila.
Mucha gente se unió a los rebeldes, como el
mismo Novella lo dijo en un decreto público,
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
66
y otros se ocultaron en sus hogares para
escapar a las exigencias del gobierno.
El 3 de agosto, la ciudad de Puebla se rindió
a los rebeldes, y así desapareció la última
defensa importante además de la capital.
Novella le advirtió al cabildo que era
inminente que sitiarían la ciudad y ordenó
que se recogiera todo el ganado y los granos
en las regiones aledañas. Se inició en la
catedral una novena solemne a la Virgen de
los Remedios, para implorar la ayuda divina a
las armas realistas.
Durante la primera semana de agosto, las
fuerzas de Iturbide se apoderaron de Oaxaca
y, bajo el mando de Antonio López de Santa
Anna, tomaron la provincia (pero no la
ciudad) de Veracruz, y así se suspendieron
las comunicaciones entre la capital y la costa.
19 "Renuncia que hace el Exmo. Sr. Virrey
Conde del Venadito en Novella y en cargo de este
del mando militar", A. Ex-A. , Historia, en general,
vol.
2255, núm. 106; Apodaca al ministro de Ultramar,
Guanabacoa, 17 de noviembre de 1821, AGI,
México, 1680,
20 A. Ex-A. , Actas de Cabildo, vol. 672, 7 de
julio de 1821; Juan O'Donoju, al ministro de
Ultramar, Villa de Cordoba, 31 de agosto de 1821,
AGI, México, 1680.
El esperado sitio rebelde a la ciudad de
México habría sido el siguiente paso, pero en
ese momento critico el general Juan
O'Donoju, recientemente nombrado capitán
general de Nueva España, llego a Veracruz.
El ejército realista del que sería comandante
había desertado en todas partes, excepto en
la ciudad de México y en Veracruz, y, ya que
el territorio entre las dos ciudades estaba
bajo el dominio de los rebeldes, se encontró
con un hecho consumado. Afirmó que era
un hombre de opiniones liberales y pidió
entablar negociaciones con Iturbide.
Iturbide aceptó y eligió la villa de Córdoba,
próxima a Veracruz, como el lugar de
reunión. Cuando Iturbide pasó cerca de la
ciudad de México en su camino al punto de
reunión se detuvo para establecer un cuartel
y dar ordenes de rodear la capital. Las
deserciones realistas se intensificaron y las
fuerzas de Novella queda casi reducidas casi
a la mitad. El 21 de agosto, en Córdoba,
Iturbide y O'Donoju firmaron el llamado
Tratado de Córdoba, mediante el cual Nueva
España se volvía independiente.
El tratado, que Nueva España más tarde se
negó a reconocer, se basaba
en el
21 “ Bando para el establecimiento de una junta
presidida por Novella con toda autoridad para el
restablecimiento de la disciplina militar" 7 de julio
de 1821; "Novella al ejercito real", 8 de Julio de
1821; "Novella prohibe toda reunión sospechosa
en casas particulares", 13 de Julio de 1821, y
"Novella ordenando que todo ciudadano desde
edad de 16 a 60 años los presenten dentro de 48
horas para servicio en defensa de la patria", 16
de Julio de 1821, todos en el AGN, Impresos
oficiales, vol. 60. "Proclama de Novella a los
egoístas", julio, 1821, AGN, Impresos oficiales vol.
44, Núm 75 .
22 A. Ex-A. , Actas de cabildo, vol. 672, 28 de
julio y 3 de agosto de 1821; "Aviso al público que
se haga un solemne Novenario a Maria de los
Remedios" 30 de juliode 1821, AGN Impresos
oficiales, vol. 60, núm. 89.
23 Robertson, Iturbide of México, p. 112.
Plan de iguala e introducía muy pocos
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
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cambios en el programa original de
Iturbide. Declaraba la creación y la
independencia del Soberano Imperio
Mexicano. El artículo 17, que consideraba el
problema de la ciudad de México, declaraba
que la ocupación de la capital por las tropas
españolas era un obstáculo para cumplir el
tratado. Sin embargo, Iturbide no deseaba
desalojarlas por la fuerza, ya que no tenían
medios para defenderse ni el apoyo de los
habitantes de la capital. Por ello, Iturbide
prometió que O'Donojú, usando su autoridad
de capitán general intentaría inducirlos a que
aceptaran una “ capitulación honorable. ”
El 31 de agosto O'Donojú le escribió al
gobierno español explicándole las razones
que tuvo para firmar el tratado sin su
autorización. Dijo que resistirse a la
independencia era inútil, porqué Iturbide
tenía un ejército de treinta mil hombres bien
armados y disciplinados, y que casi todas las
ciudades y las guarniciones importantes se
habían rendido. Sólo Veracruz, Acapulco y
Perote continuaban en poder los realistas,
además de la ciudad de México, y ninguna
de las tres estaba dispuesta a resistir más
tiempo. Escribió: "Restaba aun (la ciudad
de) México, pero en qué estado, El virrey,
depuesto por sus mismas tropas …su número
que no pasaba de 2 500 veteranos y hasta
otros dos mil Patriotas; una autoridad intrusa
a quien no reconocían las primeras
corporaciones, como la Diputación Provincial
y la audiencia;(y) el resto de la población
deseando unirse a los independientes. "Poder
resistir más tiempo en la capital era
"esperanza vana''.
En las primeras dos semanas de agosto, no
disminuyó el ritmo frenético de los
preparativos para defender la capital, pero,
mientras las proclamas inundaban la ciudad,
mientras los oficiales galopaban, y los
sacerdotes rezaban sus oraciones, la
población civil se unía a los rebeldes o
aguardaba que se desarrollaran los sucesos.
Cuando Novella publicó un decreto en el que
ordenaba que se confiscaran los caballos de
los particulares, el pueblo no lo obedeció. El
4 de agosto repitió el decreto, declarando
que desde el 25 de julio "no ha habido un
solo individuo que Voluntariamente presente
ninguno de los muchos caballos que hay en
esta ciudad". Les restringió a sus tropas el
uso de los pocos caballos existentes.
El ultimo esfuerzo de Novella por impedir
que el régimen realista se derrumbara fue su
proyecto de reunir la suma de cien mil pesos
al mes en
24 “Tratado celebrado en la villa de Córdoba”, 24
de agosto de 1821, AGN Impresos oficiales , vol.
60. núm. 100.
25 O'Donojú, al ministro de Ultramar, Córdoba, 31
do agosto do 1821, :AGI, México,1680.
26 "Bando sobre números de caballos permitidos
a los oficiales del ejército", 4 de agosto de 1821,
AGN, Impresos oficiales, vol. 60.
en el que, muy reducida que estaba bajo su
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
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dominio. Creó una comisión especial para
proponer medios para recaudar el dinero. El
cabildo de la ciudad, que el 9 de agosto había
suspendido todos los pagos por falta de
fondos, respondió a la petición de Novella de
que nombrara a dos miembros para su
comisión especial, "Que este ayuntamiento,
como encargado de la seguridad del
vecindario, de sus personas a bienes por la
Constitución, considera que no puede
realizarse como se desea la contribución de
cien mil pesos mensuales. " Novella le
contestó al cabildo el 15 de agosto,
diciéndole que solo le había pedido que
nombrara a dos miembros para la junta, y no
que le diera consejos. Después de un largo
debate, los miembros del cabildo votaron
porque la ciudad no cooperara en ese asunto,
y le notificaron debidamente a Novella que
no elegirían a dos hombres para que
formaran parte de la comisión. El 31 de
agosto Novella le informó al cabildo que
debía encargarse de recaudar la mitad del
donativo total propuesto, a la cual el 4 de
septiembre este contesto con una negativa
total. Dijo que su determinación de no
cooperar en la colecta no había cambiado,
sino que se había vigorizado por el continúo
deterioro de la situación de la ciudad. Así, el
cabildo ratifico su negativa de cooperar con
el régimen realista.
El 30 de agosto Novella, que había recibido
una copia del Tratado de Córdoba que le
entregó el ayudante del general O'Donojtu,
convocó a una reunión de varias
corporaciones de la ciudad. No se sabe qué
sucedió en esa reunión, pero Novella
aparentemente les pidió su opinión a las
autoridades civiles, y parece que no le gustó
lo que le dijeron, porque el cabildo anotó en
las actas que esa reunión: "terminó
tempestuosamente". El 3 de septiembre el
ayuntamiento le envió a Novella su opinión
definitiva sobre la crisis, y le pidió que se
rindiera. Se quejó de que el gobierno no
había escuchado sus opiniones en la reunión
del 30 de agosto, pero creía "que la salud
pública exige ya imperiosamente que
hablemos el lenguaje de la verdad; que
menospreciando cualquier peligro personal. .
. digamos lo que interesa tanto a la nación y
lo que es indispensable para salvar a esta
populosa capital". El cabildo dijo que partido
de la independencia entonces tenía tres
factores de su lado que era decisivos: la
voluntad general de la nación, el poder
económico, y el permiso de la autoridad
legitima de la Corona: el general O'Donojú.
La mayor parte los habitantes de la capital
creían que la independencia era inevitable.
Por ello, oponer resistencia era ilegal:
promueve la voluntad de la nación no puede
estar más decidida, y no se le puede hacen
oposición lícitamente".
27 A. Ex –A, Actas de Cabido, vol. 672, 9, 10, 15
y 16 de agosto de 1821''; "Oficio del Sr. Novella
sobre que el ayuntamiento nombre dos individuos
para la Junta que ha determinado establecer, con
el objeto de una contribución de cien mil pesos
mensuales'', A. Ex-A. , Hacienda, contribuciones,
vol. 2019,núm. 6
28 "El Sr. Novella convoca a todas las
corporaciones para tratar sobre la llegada del Sr.
O'Donojú", 30 de agosto de 1821, A. Ex-A. ,
Historia, en general, Vol. 2255, núm. 87
Ya que no había ninguna esperanza de
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
69
triunfo, el ayuntamiento le pidió a Novella
que aceptara el Tratado de Córdoba, que era
mutuamente benéfico para México y España
y que preservaría el honor de la dinastía y el
buen nombre del ejército. Ante este apoyo
inequívoco a la independencia, terminó la
resistencia realista.
En la mañana del 7 de septiembre, los
representantes de Novella conferenciarón con
los oficiales que representaban a Iturbide y a
O'Donojú y anunciaron una tregua de seis
días. Durante esos seis días, Novella estudió
la posición defensiva de la ciudad y la
encontró deficiente. Estaba claro que la
opinión pública apoyaba la independencia,
como muchos propagandistas rebeldes
proclamaban. José Joaquín Fernández de
Lizardi, un partidario tardío de las fuerzas
iturbidistas, escribió una larga polémica
sobre la naturaleza pacifica de las intenciones
de Iturbide, su deseo de establecer una rama
de la dinastía borbónica en la ciudad de
México, y los resultados suicidas que tendría
cualquier resistencia. El programa que le
pidieron que aceptara al cabildo de México
era el de una monarquía constitucional
limitatada bajo el mando de un miembro de
la dinastía: era la autonomía. Este programa
lo aceptaron José Joaquín Fernández de
Lizardi y O'Donojú.
Al final de la tregua de seis días, el 13 de
septiembre, Novella se rindió. En compañía
de los miembros del cabildo de la ciudad y de
los representantes de otras corporaciones, se
encontró con '0'Donojú, e Iturbide cerca de
la Basílica de Guadalupe. Examinó las
credenciales de O'Donojú, lo reconoció como
el capitán general legítimo, y puso a la
guarnición real bajo sus órdenes. No hubo
una rendición o capitulación formal, ni una
degradación ceremonial del real pendón. De
acuerdo con el tratado, los oficiales realistas
no fueron humillados.
Iturbide decidió esperar el día en que
cumplía 38 años para hacer su entrada
formal en la capital. Mientras tanto, el
general O'Donojú les ordeno a las tropas
realistas que se prepararan para evacuar la
plaza, y al intendente Ramón Gutiérrez del
Mazo lo nombraron jefe político interino de la
capital. Del Mazo suprimió los pasaportes y
las licencias para montar a caballo en la
ciudad.
20 "Representación del Exmo. Ayuntamiento de
Méjico al comandante accidental de armas de la
misma ciudad Mariscal de campo D. Francisco
Novella", 2 de septiembre de 1821, Impresos
oficiales, vol. 60, núm. 103. El título se lo dio la
prensa de Iturbide, cuando esta carta se publicó
dos semanas más tarde en Puebla, El borrador de
esta exposición, que solo es ligeramente distinto
del texto definitivo, se encuentra en A. Es-A,
Actas de Cabildo, Vol. 672, 3 de septiembre de
1821.
30 "Avisa haberse hecho un armisticio con el
Ejército trigarante por seis días", 7 de septiembre
de 1821, AGN, Impresos oficiales, Vol. 44, núm.
77;"Un puñado de verdades, a nuestros enemigos,
por el Pensador Mejicano", Imprenta del Ejército
Imperial, 12 de septiembre de 1821, AGN,
Impresos oficiales, vol. 60, núm. 104.
31 Robertson, Iturbide of México, pp. 125-26;
"Resumen histórico de los acontecimientos de
Nueva España, dada al Exmo. Sr. Capitán
General de la Isla de Cuba y su ejército por el Ten.
coronel de Navarra Vicente Bausa", La Habana, 8
de diciembre de 1821, AGI, México, 1680.
El 17 de septiembre O'Donojú anuncio que
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
70
el gobierno estipulado por el Tratado de
Córdoba se había instalado y era la autoridad
legítima, El 24 de septiembre guió a una divi-
sión de Iturbide a la ciudad para que tomara
posesión formal. Todo lo que se necesitó fue
una división para realizar esta segunda
conquista de la ciudad de México,
exactamente el mismo mes 300 años
después de la conquista española original.
El 24 de septiembre Iturbide anunció quiénes
eran los miembros de la junta
Soberana, y la mayoría eran residentes de la
ciudad de México. Entre ellos se encontraban
los miembros en funciones del cabildo de la
ciudad: Azcárate, Sánchez de Tagle y
Velázquez de la Cadena; el secretario del
cabildo, Guridi y Alcocer; los ex regidores
Cervantes y Padilla, García Illueca y el conde
de Regla; el conde de San Miguel de Aguayo;
varios miembros de la audiencia: el obispo
Pérez, de Puebla: y varios ecleseásticos de
alto rango de la capital.
Mientras el cabildo preparaba la entrada
triunfal del Ejército Trigarante compuesto de
16 mil hombres, la guarnición realista evacuó
la capital entre el 23 y el 24 de septiembre.
Después de una breve estancia en Toluca, los
evacuados se dirigieron a Veracruz para
embarcarse hacia España o unirse al
gobernador de Veracruz, quien se había
negado a aceptar la independencia y había
establecido un foco de resistencia en el
Fuerte de San Juan de Ulúa en el puerto.
Tantos soldados realistas aceptaron la oferta
de Iturbide de conservar su rango en él
ejercito imperial mexicano que sólo dos mil
evacuaron la capital. El mariscal de campo
Novella partió el 24 de septiembre y en
Veracruz se embarcó en el Diamante rumbo
a La Habana. El ex virrey Apodaca y su
familia salieron de la capital el 25 de
septiembre con tres ayudantes y una escolta
de 20 marinos y 30 dragones. Partió de
Veracruz un mes más tarde en el Asia.
Iturbide hizo su entrada triunfal el 27 de
septiembre como un acto levantado por el
cabildo, recibió las llaves de la ciudad de
manos de José Ormaechea, primer alcalde.
El cabildo de la ciudad ofreció un banquete
para 200 invitados en el palacio, donde el
regidor Sánchez de Tagle leyó una oda
laudatoria al libertador. Esa noche Iturbide
asistió al teatro a un programa especial que
hubo en su honor, y la ciudad fue
brillantemente iluminada.
32 “ El Sr. Jefe político Mazo acompaña con oficio
unos sobre extinción de pasaportes, licencias de
andar a caballo, de haber recaído en él, el mando
político", A. Ex-A. , Historia en general, Vol.
2255, núm. 89; "Proclama del Exmo. Sr,
O'Donojú excitando el reconocimiento de la Junta
de Gobierno del Imperio", Tacubaya, 17 de
septiembre de 1821, A. Ex -A. , Historia, en
general, vol. 2255. ,
33 "Oficio del generalísimo 1). Agustín de Iturbide
avisando que el 17 de septiembre hará su entrada
el Ejército Trigarante a esta capital. ” , 24 de
septiembre de 1821, A. EX. A„ Historia, en
general, vol. 2255, núm. 104.
34 "Resumen histórico. . . de Vicente Bbausá",
AGI, México, 1680 "Carta escrita por un
comerciante francés residente en la Habana acerca
de los sucesos de Nueva España"; La Habana, 16
de noviembre de 1821, AGI, México 1680,
Apodaca al ministro de Ultramas, Guanabacao, 17
de noviembre de 1821, AGI, México, 1680.
El cabildo pagó todos los gastos, que
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
71
sumaron 27 432 pesos.
Después de que Iturbide entro en la capital,
las multitudes que vagaban por las calles
arrancaron el escudo de armas real (el león y
el castillo) de las fachadas de los edificios.
Semana y media más tarde el general
O'Donojú, que sacrificó su carrera por un
pueblo al que no conocía, para conservar la
legalidad y la estabilidad, murió de pleuresía,
y poco tiempo después Iturbide se pavoneó
en el escenario con el ridículo ropaje de
Agustín I emperador de México.
Se habían necesitado doce largos años; pero
finalmente el programa autonomista,
propuesto en 1808 por un puñado de
liberales criollos en la ciudad de México, sé
volvió realidad con el Plan de Iguala y con la
independencia. Ya que Iturbide propuso una
formula coherente que tenía las metas
reformistas limitadas de los criollos, recibió el
mando de la nación que España había
perdido: El hecho de que su mando fuera
breve no alteró el entusiasmo general con
que la nación lo vitoreó en septiembre de
1821, aunque fue el inicio del problema de la
legitimidad que tuvo la nación independiente
durante ese siglo.
España dudó muchos años en aceptar el
hecho de que había perdido su poder
soberano en América. Los ex virreyes
Venegas y Apodaca eran miembros del
Consejo de Estado español que en 1828 aún
discutía métodos para "pacificar" las
"provincias americanas rebeldes". El no
reconocer que los americanos habían
rechazado el derecho de la soberanía
española caracterizó gran parte del
pensamiento peninsular durante los años
siguientes, y nos ayuda a explicar las dudas
de España en reconocer, la independencia
americana mientras vivió Fernando VII,
Hasta mediados de la década de 1830 hubo
un estado de animación suspendida en la
política peninsular con las nuevas repúblicas,
como si los españoles esperaran ser
llamados de nuevo.
El anhelo autonomista, que sobrevivió tantos
años y tuvo tantas vicisitudes, no logro una
conclusión feliz. La autonomía no funcionó,
y en verdad nunca fue algo real, porque
tenía una gran debilidad: dependía de la
aprobación de España. La España de
Fernando VII siempre fue fue intransigente.
El rey y las Cortes se negaron a reconocer el
Tratado de Córdoba, ese artificio
notablemente hábil, destinado a salvar las
apariencias que firmó sin autorización Juan
O'Donojú. en representación de España.
Además, el entusiasmo y el optimismo con
que México vitoreó la independencia
rápidamente se desvanecieron.
35; Ubaldo Vargas Martínez, La ciudad de México,
1325. 1960, pp. 91 -92.
36 Minutas del Consejo de Estado, Madrid, 29 de
mayo de 1828, AGI, La diferente. '564.
Ocampo ha mostrado que en los primeros
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
72
dos meses de independencia la alegría de la
nación fue remplazada por un profundo
pesimismo y, en todas las cuestiones excepto
sobre la independencia misma, hubo una
profunda y peligrosa división de opiniones.
La proposición del Plan de Iguala y del
Tratado de Córdoba de que se estableciera
una monarquía constitucional moderada tuvo
amplio apoyo, pero no hubo consenso sobre
cómo enfrentar los inmensos problemas que
tenía la nueva nación:¿qué forma debía
adoptar el nuevo gobierno, debía haber
libertad de prensa, qué situación debían
tener los indígenas y las castas, a quién
debían permitirle votar, las Cortes debían ser
bicamarales o de una sola cámara, en qué
condiciones debía funcionar la Iglesia
temporal, y qué reformas económicas y
sociales debían realizarse?
Los ideales únicos de reforma que
caracterizaron a todos los pensadores
políticos en el momento de la independencia
chocaron con la dura realidad del México
verdadero, y la junta Soberana, que gobernó
a la nación desde el 28 de septiembre de
1821 hasta el 25 de febrero de 1822, no
pudo enfrentar ni manejar los críticos
problemas del día. Los políticos activos de
inmediato se dividieron en conservadores y
liberales, y el entusiasmo se transformó en
pesimismo, la unido en facciones, la
concordia en temor. Como no pudo
encontrar a un miembro de la dinastía
española para llevarlo al trono autónomo, el
mismo Iturbide lo ocupó en 1822,
confirmando así plenamente la acusación del
virrey Apodaca de que tenía hambre de
poder. Durante unos cuantos meses una
monarquía independiente, que aún utilizaba
la Constitución de Cádiz, funcionó en México,
pero en 1823 fue derrocada y propició una
ruptura definitiva con las normas políticas del
pasado y se estableció una república. Si
algo ocasionó el fracaso fue el Imperio de
Iturbide, no el Plan de Iguala.
La autoridad se le escapó de las manos a
España debido a las incontables
contradicciones entre el ethos imperial y la
realidad de la administración.
37 Ocampo, Las ideas de un día, pp. 284. 319;
una prueba de la continuidad del liberalismo
español en este temprano período de la
independencia se encuentra en Rodríguez,
Emergence of Spanish América, pp. 47-64, 229-
34.
38 Sin embargo, Ocampo afirma que hubo muchos
elementos de espontaneidad, basados en un culto
al héroe en el llamado que é público le hizo a
Iturbide para que ocupara el trono (Las ideas de
un día, pp. 72-82).
española. En un momento dado abogaba
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
73
por las reformas institucionales, al siguiente
abogaba por el absolutismo, después volvía a
imponer las reformas constitucionales;
defraudó las aspiraciones políticas mexicanas
con la falsa promesa de implantar reformas,
que no llegaron a ser una realidad; se vio
forzada por la guerra europea a extraer
hasta el último centavo de Nueva España,
pero se negó a recompensar su generosidad,
y España jugó con la lealtad mexicana hasta
que los hábitos de siglos se rompieron, y las
aspiraciones que en 1808 apenas se
mencionaban en voz alta se, convirtieron en
el consenso público de 1821. La rebelión por
la independencia no derrotó a España. Hasta
1820, España había vencido la rebelión. Pero
en este proceso, convirtió la legitimidad en
fuerza y contradijo su propio ethos. Después
de años de brillante defensa, el régimen
virreinal eliminó las opciones radicales, y
preparo el camino para que los mexicanos
estuvieran de acuerdo con la opción más
limitada que les presentó Iturbide. Después,
durante el gobierno de Apodaca, España no
pudo mantener el nivel de fuerza militar de
los años anteriores, y la formula iturbidista
llenó el amplio vacío que entonces había
entre los objetivos imperialistas y las
aspiraciones locales.
La manera como México logró su
independencia desempeño un papel esencial
en el caos político que hubo en las tres
cuartas partes restantes del siglo. No fue la
independencia una contrarrevolución ni un
fracaso, sino que, cuando se produjo, se
logró muy fácilmente y en forma disfrazada.
Iturbide no tuvo que vencer a nadie, porque su
enemigo se derrumbó. El gobierno realista,
aunque derrotó a toda una serie de
insurrecciones de la clase baja, contribuyó a
que Iturbide tuviera una victoria, factible y
rápida, No hubo tiempo para pensar en las
consecuencias de la victoria, ni se forjó un
conjunto de ideas políticas mientras duró la
lucha contra el enemigo común. El
imperialismo español fue rechazado, pero no
hubo consenso sobre qué debía ocupar su
lugar. El ethos político español murió, pero
no hubo un conjunto nuevo de teorías, de
ideales, de mitos, de ilusiones que ocupara
su lugar. Sólo había un rechazo negativo de
lo viejo, y no una aceptación positiva de lo
nuevo. Eso mismo que hizo que triunfara el
Plan de Iguala -el ofrecer algo a todo
mundo- fue su punto débil. Tuvo que haber
muchas luchas antes de que se revelara el
significado de la independencia.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
74
FLORESCANO ENRIQUE E ISABEL GIL.
Dicho de otro modo, al darse juntos un
proceso de mayor sujeción económica
externa y otro de expansión y desarrollo del
sector interno de la economía, los privilegios
concedidos a aquél y el marginamiento de
éste se hicieron más patentes entre los no
beneficiados, que eran la mayoría.
Debe destacarse que si el auge económico
fue casi general, el reparto de sus beneficios,
al contrario, no fue nada equitativo, dada la
tremenda desigualdad social existente. Por
sectores, la exclusiva minoría que controlaba
las actividades mas ligadas con el exterior
(mineros y comerciantes), recibió los más
altos ingresos, mientras que la inmensa
mayoría de agricultores, obrajeros,
artesanos, pequeños empresarios y
trabajadores tuvieron que subdividirse las
ganancias de un auge que veían tan
espectacular como escaso en retribuciones
para ellos. El malestar y las expectativas
provocadas por este reparto
desproporcionado se intensificaron, o
adquirieron sesgos no previstos, por causa
de la política que adopto la Corona con
determinados grupos. Así, la fuerza y
situación privilegiada que se otorgo al grupo
de mineros (que eran criollos en su mayoría)
no podía sino ser mal vista por los
comerciantes peninsulares (cuyas
prerrogativas fueron disminuidas) y por los
agricultores y empresarios criollos, que
además de quedar fuera de las grandes
ganancias, no tenían acceso a las
retribuciones sociales y políticas que se
daban a los españoles. Asimismo, el
tremendo golpe de estado al poder
económico y político de los comerciantes,
además de ganar para la metrópoli el
descontento del grupo español más fuerte de
la colonia, desarticuló todo el sistema que
centralizaba en la ciudad de México la
riqueza y el poder, creando un vació que se
apresuraron a llenar comerciantes y
empresarios regionales, o sea los enemigos
naturales del grupo de comerciantes de la
capital. En suma, tanto en la región como
en el sector y el grupo, el crecimiento
económico produjo desequilibrios graves en
el sistema, que promovieron una separación
mayor de los diversos grupos y agudizó el
conocimiento de sus intereses y oposiciones.
Si el crecimiento económico acelerado puede
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
75
actuar como un agente perturbador de
agrupaciones y clases económicas
establecidas, era la época que examinamos
fue también él mas activo disolvente de
agrupamientos sociales tradicionales. La
presión tan intensa y generalizada que en
esta época se ejerció sobre el grupo indígena
sólo tiene parangón con los peores
momentos de la conquista y primeros años
de la colonización. Tierras y propiedades
comunales, familia, filiación étnica y
lingüística y muchas de las principales
instituciones sociales y culturales que aun
conservaban, fueron dislocadas o
quebrantadas por el acelerado proceso de
cambio económico que se vivió entre 1750 y
1800. Las tierras comunales sufrieron esta
vez el asalto combinado de la hacienda y él
rancho en expansión, la enorme presión de
los nuevos grupos sin tierras (castas y
mestizos) y la propia demanda de la
población indígena en crecimiento. Así, la
pérdida o la falta de tierras desarraigó a una
parte muy considerable de la población
indígena, que fue de inmediato atrapada por
las unidades y centros de tipo capitalista que
guiaban la intensa transformación que vivía
Nueva España. Grandes haciendas, ingenios
azucareros, ranchos y estancias ganaderas
convirtieron a los campesinos tradicionales
en peones y jornaleros, al mismo tiempo que
la demanda de mano de obra de las minas y
centros urbanos los incorporaba al
proletariado cuasiservil que con gran
celeridad se formó durante esta época. El
proceso de desintegración de la comunidad
indígena se observa también en el número
extraordinariamente alto de "indios vagos y
errantes" que registran muchos pueblos a
fines de siglo, y en la constante salida de
hombres de las áreas indígenas hacia las
zonas de mayor crecimiento económico.
Pueblos antes prósperos, y comunidades
antes estables, sobre todo en la región de
Puebla-Tlaxcala, quedaron casi literalmente
abandonados. De esta época data también
la formación en gran escala de un
proletariado rural móvil que recorría durante
el año las plantaciones de algodón, cana de
azúcar y tabaco, o desempeñaba trabajos
estaciónales en haciendas agrícolas y
estancias ganaderas.
Otra manifestación del desajuste social
provocado por el crecimiento económico
rápido fue la aparición de nuevos grupos que
no tenían cabida en el orden establecido. Un
caso ejemplar de este fenómeno es el de las
castas, que hacia fines del siglo XVIII llega a
formar el 22 por ciento de la población total
un millón trescientos mil y pico de individuos
de todos colores. 0 sea que, junto con los
criollos, eran el grupo étnico de más rápido
crecimiento y el que encontró, de parte de
españoles, criollos a indios, la mayor
hostilidad para integrarse. Siendo en si un
grupo conflictivo por la carencia de bases
económicas, sociales o culturales que le
dieran asentamiento, todo intento por
hacerse un sitio en alguno de los pocos
mundos su alcance creaba rechazo y éste, a
su vez, mayor inestabilidad y resentimiento,
con lo cual se convirtió en el gran problema
de la época final del virreinato. Mucho
menos numeroso pero de mayor peligrosidad
política fue el grupo de los "nuevos ricos"
cos" que nació con el auge. Ya se tratara de
comerciantes de provincia, de agricultores,
empresarios o mineros, estos individuos
repentinamente enriquecidos se adaptaban
en forma imperfecta al sistema, eran
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
76
frecuentemente rechazados por éste, o en
todo caso amenazaban su estabilidad al
exigir un status político y social que
correspondiera a su nueva posición
económica. Sin embargo, es poco probable
que estos grandes desajustes en la situación
económica de regiones, clases y grupos
abrieran el camino a la inestabilidad política
franca si el sistema colonial hubiera
dispuesto de canales adecuados de movilidad
social y de instituciones políticas flexibles que
disminuyeran o absorbieran las tensiones
provocadas por el crecimiento acelerado y
desigual. Pero ya se ha visto que
precisamente una de las características más
destacadas del sistema era su rígida
estratificación social, que sólo aceptaba el
paso de individuos de grupos inferiores a los
superiores mediante una escrupulosa
filtración hecha casi a nivel individual, que
presuponía la total aceptación de los valores
sostenidos por los segundos. Así, las trabas
sociales creadas por la pertenencia al grupo
dominante y el color de la piel, en lugar de
aligerarse, se hicieron más inflexibles como
respuesta a las pretensiones de ascenso de
los nuevos grupos que amenazaban el
monopolio de la oligarquía. Y al cerrarse tan
herméticamente las posibilidades de ascenso
para una parte considerable de criollos,
mestizos y castas, aumento en proporción
mayor la frustración social de estos grupos, a
quienes el auge económico había infundido
nuevas expectativas.
La frustración social que de ellas se apodero
fue seguida de un proceso paralelo de
frustración política. En esto intervino tanto la
política adoptada por los Borbones como la
propia inelasticidad del sistema político
creado. Las reformas borbónicas
incrementaron la frustración social y política
de varias maneras. Por una parte, cerrando
el paso de criollos y mestizos a puestos y
posiciones política que su misma
representatividad les había ganado;
deponiéndolos de cargos que antes
disfrutaban en la Real Audiencia, la hacienda
publica y la administración de organismos
gubernamentales de diferente rango;
impidiéndoles el acceso a los altos puestos
militares y eclesiásticos; marginándolos, en
fin, de manera sistemática y creciente, de
cualquier posición de poder. Por una,
colocando en todos los puestos cumbres y en
los nuevamente creados por el proceso de
reformas a españoles y europeos. La
aplicación inflexible de ambas políticas justo
en el momento cuando las expectativas de
participación de criollos y mestizos eran ma-
yores hundió a estos en la peor frustración,
haciéndoles ver que solo un cambio nacido
en la colonia y desde ella dirigido podía
transformar el estado de cosas existente.
Con todo, la clausura de oportunidades para
criollos y mestizos solo fue total en los nive-
les altos; los puestos intermedios y bajos de
la administración, la Iglesia y el ejército,
multiplicados por el crecimiento económico y
por las reformas borbónicas, fueron el lugar
donde su frustración se volvió más
consciente y donde comenzaron a definir
formas concretas de actividad política. Así,
desterrados de la vida política propiamente
dicha, pero teniendo abierto el acceso a los
cabildos municipales, los curatos y los
niveles inferiores y medios del ejército,
comenzaron a transformar estas
instituciones en cuerpos políticos dedicados a
la defensa de sus intereses. El caso más so-
bresaliente fue el del cabildo municipal, que
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
77
de institución carente de personalidad e
independencia reales durante más de dos
siglos y medio de existencia, fue reivindicado
por los criollos como cuerpo democrático y
proyectado más tarde como instrumento
dotado de soberanía y representatividad.
Esta transformación del cabildo se expresa
con toda claridad en la "Representación que
hizo la ciudad de México al rey Carlos III en
1771 sobre que los criollos deberán ser
preferidos a los europeos en la distribución
de empleos y beneficios de estos reinos". Y
adquiere importancia política plena en los
acontecimientos de 1808, cuando ante la
abdicación del monarca español el cabildo de
la ciudad de México, asumiendo la
representación del reino todo, propone al
virrey seguir provisionalmente en el gobierno
en tanto que una reunión de todos los
cabildos del virreinato no decida otra so-
lución. De esta proyección del cabildo surgió
la crisis que acabó en la deposición del virrey
Iturrigaray. Asimismo es conocida la
participación de curas y oficiales del ejército
criollos en todas las conspiraciones anteriores
a 1810. Sin embargo, el paso que media
entre la frustración social y la participación
política activa de este grupo no puede
explicarse sin la intervención de un tercer
factor que precipitó la formación de una
conciencia crítica.
Este tercer factor fue la modernidad, la
penetración en Nueva España de las ideas y
la cultura del Siglo de las Luces.
Al lado de todos los procesos señalados en
este ensayo, entre 1750 y 1800 se introduce
en el virreinato la filosofía de la Ilustración,
que proponía una nueva concepción de la
sociedad, del Estado y el individuo. El Santo
Oficio de la Inquisición fue el primero en
delatar este peligroso agente
desestabilizador al denunciar la creciente
filtración de obras de Rousseau, Voltaire,
Diderot y otros autores que difundían las
nuevas ideas políticas o atacaban la filosofía
tradicional escolástico-aristotélica. Y aunque
la Inquisición adoptó algunas medidas contra
la invasión de "ideas heréticas y sediciosas",
su intento fue traicionado por el espíritu de
la época que había penetrado en todos los
sectores, y sobre todo en los miembros de la
misma Iglesia. Los principales introductores
de las nuevas ideas y costumbres fueron en
primer lugar los gobernantes y funcionarios
encargados de llevar a cabo las reformas
borbónicas. A partir del marqués de Croix,
que asumió el mando en 1766, casi todos los
virreyes fueron entusiastas adeptos de la
Ilustración: Bucareli, Mayorga, los dos
Gálvez, Nuñez de Haro y Peralta, Flores
Revilla Gigedo, Azanza. Estos hombres,
seleccionados por los ministros de Carlos III
para hacer efectiva en Nueva España la
política reformadora del Despotismo
Ilustrado, trajeron consigo las ideas políticas,
sociales, religiosas y económicas del Siglo de
las Luces y las difundieron en sus cortes, en
las tertulias literarias que a menudo
organizaban, en los saraos que tantos escán-
dalos provocaron, y a través del séquito de
sirvientes afrancesados que los acompañaba:
peluqueros, sastres, cocineros, valets y
damas de compañía. En los estudios sobre
la época y el gobierno de estos virreyes se
han destacado las oposiciones que
encontraron para realizar la política que
venían a cumplir, pero faltan estudios seme-
jantes que analicen el tremendo "efecto
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
78
demostración" que tuvieron sus ideas y actos
en los medios sociales inferiores que los
veían actuar, efecto que puede apreciarse en
las escandalizadas denuncias sobre la
perversión de las costumbres por causa de la
difusión de hábitos y modas afrancesados.
La adopción de la moda francesa en el vestir,
la propagación de tertulias, cafés y billares, y
la expansión de saraos y fandangos, tuvo un
efecto desgastador de las normas y preceptor
tradicionales mucho más corrosivo que la
difusión de las obras revolucionarias. Y es
innecesario decir que quienes adoptaron
estos hábitos con mayor pasión y rapidez
Fueron los nuevos ricos y la emergente clase
media urbana, es decir, los nuevos grupos
que había creado el crecimiento de los
últimos años.
Una importancia semejante, aunque menos
conocida, tuvieron las acciones de muchos
altos funcionarios, como Ramón Posada
(fiscal de la Real Hacienda), José Mangino
(superintendente de la Casa de Moneda),
Fausto de Elhuyar (director de la Escuela de
Minería) y la de los intendentes y
gobernadores provinciales. Algunos, además
de activos divulgadores de las nuevas ideas,
trataron con coherencia de llevarlas a la
práctica con lo cual provocaron graves
conflictos públicos y grandes crisis
personales. Incorporar en la vida corriente
los principios de Despotismo Ilustrado,
aplicar el filantropismo social, racionalizar la
administración y la hacienda pública, o
simplemente combatir monopolios, significó
para estos hombres entrar en grandes
pugnas con los intereses y grupos
establecidos y más directamente ligados a la
península. Y por otra parte, cuando su
misma actividad o los criollos que
compartían sus ideas les pedían ir más allá
de la simple declaratoria formal de principios
e ideas, a menudo entraban en graves
conflictos personales, porque llevar hasta su
consecuencia lógica los principios adoptados
suponía propiciar en la colonia una política
que atentaba contra los intereses de la
Corona. Quizá los intendentes y funcionarios
provinciales padecieron con mayor in-
tensidad estos conflictos y desgarramientos
internos, porque el ambiente más estrecho
de sus provincias y el vació y la hostilidad
inmediata que les crearon los grupos
tradicionales los llevo de la mano a ligarse
con los impugnadores naturales del sistema:
los criollos. Juan Antonio de Riaño, el
intendente de Guanajuato, reunió en su
mesa y en tertulias literarias a muchos de los
conspiradores de Querétaro y fue amigo
personal de Miguel Hidalgo, cuyas huestes
desarrapadas habían de matar años más
tarde al intendente ilustrado.
Los miembros de la institución más poderosa
y tradicional de la colonia resultaron también
gravemente inficionados por los aires de la
modernidad. La batalla inicial, la más difícil
por solitaria e incomprendida, la desataron
los jesuitas, prosiguiéndola más allá de su
expulsión en 1767. José Rafael Campoy
(1723-1777), Francisco Javier Alegre (1729-
1788), Diego José Abad (1727-1779) y
Francisco Javier Clavijero (1731-1787)
fueron las cabezas instigadoras del primer
gran ataque a la filosofía escolástica tradicio-
nal, hasta entonces la oficial y única que se
divulgaba.
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
79
Sus enseñanzas y escritos introdujeron los
cambios siguientes: aparición de las primeras
criticas sistemáticas a los métodos y dogmas
escolásticos, apertura a las nuevas corrientes
y filósofos europeos, introducción de la física
experimental o moderna en los cursos de
filosofía, desarrollo del eclecticismo científico,
y adopción de nuevas orientaciones
metodológicas tanto en la reflexión filosófica
como en la enseñanza. Expulsados los
jesuitas, el proceso de renovación filosófica y
mental en las filas de la Iglesia fue
continuado por el padre Juan Benito
Gamarra, quien muy pronto convirtió el
Colegio de San Francisco de Sales de San
Miguel el Grande en un foco de la
modernidad, incorporando a su plan de
estudios las nuevas materias que en Europa
transformaban el conocimiento. Tanto por su
acción reformadora como por ser el mismo
autor de obras renovadoras y de gran
prestigio en la época (Elementa Recentioris
Philosophiae, 1774; Academias filosóficas,
1774; y Errores del entendimiento humano,
1781), Gamarra polarizó en su persona,
como antes los jesuitas, las embestidas de
las mentalidades más tradicionales.
Denunciado ante el Santo Oficio por
heterodoxia, salió ileso del trance por el
apoyo decidido que recibió de altos jerarcas
de la Iglesia, entre ellos el obispo de
Michoacán, Luis Fernández de Hoyos, y de la
misma Inquisición, que impuso silencio a su
denunciante. Su triunfo marca el momento
en que las ideas renovadoras se imponen a
las tradicionales de la institución
conservadora. En adelante, aunque seguirá
habiendo denuncias, ataques y persecuciones
de parte de los miembros más recalcitrantes
del clero, la propagación de la filosofía y la
ciencia modernas ya no se detiene. En los
colegios y seminarios de Michoacán y
Guadalajara brotan centros tan renovadores
como el de los felipenses de San Miguel el
Grande. Hasta en la Universidad de México y
en los colegios de la capital las instituciones
más tradicionales- se hacen tímidas
innovaciones en los métodos educativos y se
abre la puerta a las obras y autores
modernos. Otro signo evidente del cambio
ocurrido es el relajamiento e incapacidad del
Santo Oficio para reprimir y contener la
circulación de obras prohibidas. En la
segunda mitad del siglo aumenta su
circulación y el número de sus lectores, que
ahora no solo son eclesiásticos -desde los
mas altos hasta los frailes humildes, inclui-
dos los miembros de la Inquisición-, sino
también militares, miembros de la
aristocracia, funcionarios y profesionistas de
la clase media. Otro hecho significativo es
que mientras en la primera
mitad del siglo son más abundantes las
obras de preocupación religiosa que se
califican de injuriosas o heréticas, en la
segunda son mayoritarias las de intención
filosófico-política, y a fines de siglo se
imponen las de naturaleza
predominantemente política.
En esta transformación de la mentalidad
colonial desempeño un papel muy destacado
la llegada de prelados españoles que
simpatizaban abiertamente con las ideas
ilustradas. Arzobispos como Antonio de
Lorenzana (1722-1804) y Alonso de Haro y
Peralta (1729-1800), y obispos como
Francisco Fabián y Fuero (1719-1801) y Luis
Fernández de Hoyos y Mier ( 1775), de
Puebla y Michoacán, respectivamente,
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
80
además de apoyar las tendencias re-
novadoras dentro de la Iglesia, trataron de
darle a ésta una proyección externa más
social y filantrópica. Hubo un lugar donde se
dieron todas las condiciones para que la
Iglesia representara un papel de vanguardia
en los asuntos religiosos y humanos: el obis-
pado de Michoacán, la misma región donde
poco más de dos siglos y medio antes Vasco
de Quiroga intento fundar una comunidad
humana basada en los principios de la Utopía
de Tomas Moro. Entre 1770 y 1810 la silla
episcopal de esta diócesis fue ocupada por
una serie notable de prelados que conjugaron
las ideas ilustradas y filantrópicas de la
modernidad con el deseo de llevarlas a la
práctica. Los obispos Luis Fernández de
Hoyos y Mier, Antonio de San Miguel (1726-
1804) y Manuel Abad y Queipo (1751-1825),
junto con el deán José Pérez Calama (1740-
1792), promovieron una vasta
transformación de la mentalidad de su
diócesis que abarco la introducción de la
filosofía moderna y el consiguiente rechazo
de la escolástica, la creación de colegios y
seminarios dotados de nuevos programas de
estudios, el desarrollo de una "filosofía
político-caritativa" aplicada a los asuntos
terrenales, la importación y difusión del
liberalismo español en materias sociales y
económicas y la formación de un numeroso
grupo de sacerdotes y bachilleres imbuidos
de estas ideas. Sin la conjunción de estos
flujos renovadores seria difícil explicar los
avanzados escritos económico-sociales de los
obispos San Miguel y Abad y Queipo, en los
cuales se hace una descarnada presentación
de las causas que mantenían a castas e
indios en situación degradante. En sus
escritos aparece el primer análisis lucido del
latifundio y de los efectos distorsionadores
que había creado en el cuerpo social, y se
hace una revisión clara y penetrante de casi
todos los problemas económicos y sociales
que frenaban el desarrollo de la colonia. En
los escritos de Abad y Quiepo se argumenta
la necesidad de suprimir la infamante
situación de las castas y de darles un
estatuto libre, así como la conveniencia de
acabar con la legislación paternalista que
protegía a los indios, dividir las tierras
comunales y permitir la mezcla y el contacto
directo de estos con las otras etnias como
medios para asegurar su incorporación al
"progreso". Asimismo, en los escritos de
Pérez Calama, y en su infatigable labor
cotidiana, se observa el esfuerzo obsesivo de
esta generación por quebrantar la
mentalidad tradicional, introducir de un
golpe las ideas ilustradas y crearas
condiciones para que se apliquen a la
realidad circundante. Así Pérez Calama se
distingue primero como reformador de
planes de estudio en Puebla (donde fue
rector del Colegio Palafoxiano bajo el amparo
del obispo Fabián y Fuero) y Michoacán;
luego como ivulgador de la filosofía moderna
y de la Ilustración a través de sermones,
cartas instructivas y obritas sobre política
cristiana dirigidas a superar la "ignorancia y
rudeza" de los párrocos de Michoacán; y
finalmente como activo practicante de sus
ideas al promover la fundación de una
Sociedad de los Amigos del País en Valladolid
(la primera que sé proponía en Nueva Es-
paña), y tratar de crear industrias y
actividades útiles que dieran ocupación a las
clases menesterosas y elevaran la situación
económica de la región. Él fue, además, el
instigador del plan de "siembras
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
81
extraordinarias" y de otras medidas
filantrópicas que aliviaron la terrible situación
que padeció la zona de Michoacán cuando fue
azotada por la gran hambre de 1785-86.
Pero como ocurre con frecuencia con las
generaciones que se enfrentan a la doble
tarea de socavar los cimientos de una tradi-
ción y de iluminar senderos y perspectivas
futuras, la de gobernantes. funcionarios y
religiosos españoles que dirigió la Nueva
España entre 1770 y 1810 padeció las
amargas quemaduras de la contradicción, la
frustración y el desgarramiento interior. La
mayor parte tuvo que contradecirse y dar
marcha atrás cuando la independencia de las
colonias inglesas del norte y el triunfo y
radicalización de la Revolución francesa
mostraron a los habitantes de Nueva España
que la Asunción plena de los principios de la
Ilustración desembocaba en la fragua de
nuevas realidades políticas y sociales. De los
varios grupos y sectores que promovieron el
cambio mental e hicieron circular las nuevas
ideas que estaban cambiando a su época, el
formado por sacerdotes y prelados padeció
con mayor intensidad que nadie el doloroso
tránsito que habría de recorrer el país. La
figura de Abad y Queipo resume en forma
sublimada las contradicciones y
desgarramientos de su generación. Alumno
y heredero directo de las predicas ilustradas
y renovadoras del obispo San Miguel y del
deán Pérez Calama, observador agudísimo el
mismo de las deformaciones sociales y
económicas que habla creado el sistema
colonial y su impugnador y crítico más lúcido,
será más tarde el excomulgador de Hidalgo,
el matador del producto más acabado y
coherente que había procreado su
generación.
Con todo, esta generación de gobernantes
ilustrados cumplió cabalmente su tarea de
puente entre un mundo que sé resquebra-
jaba por todos lados y otro cuyo contorno
contribuyeron a iluminar. Entre 1790 y 1810
la difusión de las ideas y la efervescencia
social son más intensas que nunca en la
Nueva España; la crítica de la escolástica y
de las viejas tradiciones cede el lugar a la
critica de las condiciones sociales, políticas y
económicas de la colonia; los centros de
agitación y descontento son los colegios y
seminarios, los curatos y los nuevos medios
de difusión; los agentes de la subversión: los
curas, abogados y militares criollos; las
regiones donde se acumula el descontento y
se multiplican las conspiraciones: las más
prósperas y desarticuladas por el súbito
crecimiento económico (El Bajío, Michoacán,
Guadalajara).
La gran explosión que precipita al país la
época moderna tiene como antecedente esos
tres procesos que hemos tratado de esbozar
en las paginas precedentes: un rapidísimo
crecimiento económico que descoyunta las
estructuras sociales forjadas a través de un
siglo de lento reacomodo y hace más
evidentes las desigualdades existentes; una
inflexibilidad casi total de la fábrica política y
social para dar cabida a los nuevos grupos y
absorber las contradicciones y expectativas
creadas por el proceso anterior; y una
difusión también acelerada de las ideas de la
modernidad que le darán fundamento a los
grupos marginados para proyectar y
racionalizar sus reivindicaciones. No es un
azar que el área de El Bajío y Michoacán, que
experimento el mayor crecimiento
económico, concentro el número mas alto de
criollos y albergo a los focos más avanzados
LA PRINCIPAL AMENAZA: LA AUTONOMIA_____________________________________
82
de renovación intelectual, haya sido la matriz
de la insurrección que encabezo Hidalgo.
1821: ¿CONSUMACION O CONTRADICCION DE 1810?__________________________
83
Entre 1816 y 1820. Iturbide languidecía en
condiciones de "cadáver político", llevando
una vida ociosa y mundana. Cuando de
resultas del exitoso pronunciamiento" liberal
de Riego en España. Fernando VII (hábil
camaleón que cambiaba de piel en los
momentos de peligro) se vio conminado a
adoptar el régimen constitucional- La rápida
y oportunista mudanza, que imprimía una
vuelta copernicana al sistema político
peninsular, se conoció y difundió en Nueva
España entre mayo y junio de 1820.
Aceptada y decretada a fortiori por el virrey
Apodaca ("No diré -advirtió- sí este orden de
cosas es o no conveniente en España" porque
falto de ella desde febrero de 1812: pero
desde ahora afirmo que el hacerlo extensivo
a las posesiones de Ultramar es, cuando
menos, muy peligroso. ". " la medida altero
el pulso de una sociedad próxima a dejar de
llamarse "novohispana'", causó un trastorno
generalizado por cuanto quebraba la imagen
y la esencia del régimen político tradicional, y
abrir el camino para repetir aquí el venturoso
ensayo de Riego, forzando a otro cambio,
pero ahora desde la perspectiva y los
intereses propios de nuestro ámbito
sociogeográfico, al margen de la evolución
que el fenómeno constitucionalista siguiera
en España.
Fue esa la excepcional coyuntura que
muchos, sin excluir al conde del Venadito ni,
al principal jefe insurgente en activo (Vicente
Guerrero), pensaron aprovechar para variar
la situación política imperante. Pero la suma
de voluntades no se prestaba a proyectos
unívocos. Pues contemplaba, por lo menos
dos opciones: la primera, reinstaurar el
régimen absolutista por medio del rescate de
Fernando VII, casi cautivo de las Cortes
madrileñas (es decir, se pensó en que desde
México, como antes lo hicieran los Braganza
en Brasil, se podría preservar el sistema
monárquico absolutista): y. segunda, la
posibilidad de fraguar la independencia, no a
la manera en que la diseñaran Hidalgo y
Morelos. Sino en la orientación del propio
movimiento liberal hispánico una monarquía
"templada por una constitución", no la
gaditana sino, inspirándose en esta, otra
"análoga" a la realidad mexicana.
Y de tal coyuntura, con las expectantes
posibilidades del cambio que propiciaba.
resurgió la figura de Iturbide, dispuesto a
capitalizarla al máximo y conducirla hasta
sus últimas consecuencias.
La mecánica para echar a andar la idea
consistía en poder romper el sistema desde
dentro. O sea que las fuerzas vivas del
Estado virreinal y el ejército.
hasta entonces fieles al realismo, se alzaran
contra éste, bajo la jefatura
Apuntes biográficos del escelentisimo señor D.
Juan Ruiz de Apodaca y Eliza, Conde del Venadito
Capitán General de la Real Armada- etc.
redactados por el Capitán graduado don Fernando
de Gabriel y Ruiz de Apodaca Teniente de
Artillería, segunda edición. Burgos Imprenta
Litográfica y librería Azpraza. 1849 p. 54
1821: ¿CONSUMACIÓN O CONTRADICCIÓN DE 1810?
ERNESTO LEMOINE
1821: ¿CONSUMACION O CONTRADICCION DE 1810?__________________________
84
de uno de los comandantes del mismo
ejercito que poseyera los rasgos de audacia,
voluntad y convicción. Indispensables para
dirigir. Con posibilidades de éxito, el golpe.
La receta, antes que nadie, la dio Vicente
Guerrero. Pulsando con sorprendente
exactitud, la vuelta de tuerca que Podría
derivarse de un pronunciamiento análogo al
de Riego en España, y convencido de la
impotencia insurgente para consumar por
ella misma la obra que iniciare el padre
Hidalgo, propuso en agosto de 1820, a un
jefe realista del sur, Carlos Moya. que
asumiera el papel finalmente desempeñado
por Iturbide.
Este. Hacia las mismas fechas, sin por
supuesto hallarse enterado del anzuelo
lanzado por Guerrero desde sus cuarteles de
la sierra de Jaliaca al oeste de Chilpancingo.
Había llegado a la conclusión de que él
Podría, sin romperlo, "desatar el nudo" le la
atadura colonial, manipulando sobre todo la
potencia castrense del virreinato mismo. Lo
único que requería era un mando de tropa.
La suerte y hábiles gestiones reservadas que
desplegara, vinieron en su ayuda.
El 31 de mayo Venadito y el Real Acuerdo, "a
presencia de mas de 300 personas de la
primera distinción de esta capital " informaba
la Gaceta del DIA siguiente-, prestaban el
juramento a la Constitución de Cádiz. Junio
y julio fueron los meses de ansiedad y
perplejidad; de cuestionamientos disparados
en todas direcciones de intensa politización
del vecindado de la capital y de otros
importantes centros urbanos del país de la
apertura de la libertad de prensa de los
extraños y sibilinos conciliábulos de La
Profesa. También marcan el inicio de la
"hora histórica" de Iturbide. En efecto, un
testimonio, que creamos inédito. Precisa
casi el momento en que aquél contemplo la
perspectiva de su pronunciamiento
independentista. "Se trata de un oficio di-
rigido con fecha 27 de Julio al "Conde del
Venadito" por el subinspector general del
ejercito, mariscal Pascual de Liñan. Con el
que adjuntaba una instancia suscrita por
Iturbide, "coronel del Regimiento de
Infantería Provincial de Celaya" -tal era su
rango oficial-. Solicitando se sirva V. E
declarar el concepto que le merecen sus
servicios, se esclarezca "su conducta militar
y política, que con presencia de todo, haga al
trono la recomendación del mando o empleo
que encuentre justo ". El escrito de Iturbide,
astuto, meloso y calculado para enternecer
al virrey, se centraba en impugnar los cargos
formulados contra é por sus tropelías en
Guanajuato, de cuyas resultas había sido
relevado del mando de dicha provincia.
Después de aludir a sus largos cuatro anos
de angustiosa cesantía y -según él- haber
demostrado su inocencia, pedía la
rehabilitación en la siguiente forma: visto el
sobreseimiento del case, estoy ya en tiempo
de ofrecer a su ilustrada y justa
consideración mis servicios militares y
patrióticos” Apodaca. Sin mostrar prisa
alguna, respondió tarde a Liñan, el 12 de
agosto, manifestándose con respecto a
Iturbide en un tono estudiadamente frió y
burocrático. Dijo que el interesado acudiese
por las certificaciones que pedía a la oficina
correspondiente y -añadía, suspicaz e
inconvencido-, por lo que respecta al informe
y juicio que yo tenga formado de su porte y
conducta, lo are cuando dicho señor Iturbide
entable alguna solicitud que deba darle curso
a S. M.
1821: ¿CONSUMACION O CONTRADICCION DE 1810?__________________________
85
En buen cristiano: a mediados de agosto el
virrey estaba lejos de considerar a Iturbide
digno de reincorporarse al cuerpo castrense
¿ por qué menos de tres meses después,
cambio de opinión? Este es uno de los
misterios isolubles del final del virreinato.
Aunque no tanto que no se pueda conjeturar,
a partir de confiables pistas documentales, la
razón de la suicida determinación de Apodaca
del 9 de noviembre, por la que colocaba a
Iturbide al frente de una comandancia
militar, la del sur, ya dispuesta a
pronunciarse contra él. ¿ O a favor de él, si
cuajaba la tentativa de un golpe
anticonstitucional orquestado por el propio
virrey, a manera de cordón sanitario político,
preparatorio del ingreso al País de Fernando
VII?
12 Remitimos por lo que toca a esta cuestión
capital ignorada en absoluto durante centuria y
media a nuestro artículo confiablemente
documentado “ Vicente Guerrero a la consumación
de la independencia “ Revista de la Universidad de
México, México, Vol. XXVI, núm. 4, diciembre de
1971, p. 1-10
13 Original en el Archivo General de la Nación,
ramo operaciones de guerra p. 502 p. 126-134.
La consecuencia del paso dado por Venadito,
lo sabemos bien, se llama Iguala. Y la fecha
de su colofón, 27 de septiembre de 1821. Si
se examinan con alguna detención las bases
de Iguala -escribe el biógrafo de Apodaca, no
sin antes señalar indignado que Iturbide obró
"con la más negra perfidia ",échese al punto
de ver que eran sabias en extremo, pues
halagando todas las opiniones contrarias a la
causa de la Metrópoli, no chocaban de frente
con los defensores de ésta; lisonjeaban a los
independientes porque al fin lograban serlo
de España, y a los realistas porque Fernando
VII continuaba siendo su rey; los tibios veían
conservados sus empleos y respetadas sus
propiedades, y los liberales establecida una
monarquía constitucional que toleraban los
republicanos como preludio de su sueño
dorado".
La sabiduría política del Plan de Iguala, a que
alude el autor arriba citado. consistió tanto
en la oportunidad con que fue emitido como
en la estratégica concepción de aglutinar,
bajo los presuntos beneficios que ofrecía, a
todos los contrarios del virreinato agónico el
"connubio de dos debilidades" llamó Ralph
Roeder al pacto entre Iturbide y Guerrero).
Transacción parecida -noventa años
después- a la de Ciudad Juárez, que resultó
ser, en ambos casos, fórmula efectiva para
su momento, pero condenada al fracaso más
absoluto, y a corto plazo. Por las mismas
fuerzas pugnaces empeñadas en imponer
sus respectivas posiciones. "Revolución que
transa en una revolución perdida. ”-
dictaminó el agudo Luis Cabrera en 1911. Lo
mismo puede aseverarse del movimiento de
Iguala: dio en el blanco de su objetivo
inmediato, con una carga tal de elementos
disolventes (irónicamente aglutinados bajo la
1821: ¿CONSUMACION O CONTRADICCION DE 1810?__________________________
86
más ilusoria de las tres garantías, la
"Unión"), que en breve incidirían en su
colapso y en la caída y muerte de su
promotor.
Ahora bien, las armonías y diferencias que
polarizaron, no la unión sino la desunión, se
centraban, primordialmente, en los opuestos
sentidos y contenidos de 'las independencias"
de 1810 y 1821. Nada mejor, por lo tanto,
que compulsar los postulados de ambos
proyectos. Sobre la base de sus dos
documentos fundacionales programáticos,
emitidos por los dirigentes que encarnaron
las posturas irreductibles: Morelos e Iturbide.
SENTIMIENTO DE LA NACION (1813)
1 Que la América es libre e independiente de
España y de toda otra Nación, Gobierno o
Monarquía, y que así se sancione dando al
mundo las razones.
2 Que la religión católica sea la única sin
tolerancia de otra.
5 Que la Soberanía dimana inmediatamente
del pueblo, el que sólo quiere depositarla en
el Supremo Congreso Nacional Americano,
compuesto de representantes de las
provincias en igualdad de números.
6 Que los Poderes legislativo, Ejecutivo y
Judicial estén divididos en los cuerpos
compatibles para ejercerlos.
7 Que funcionarán cuatro años los vocales
(diputados), turnándose, saliendo los más
antiguos para que ocupen el lugar los nuevos
electos.
11 Que los Estados mudan costumbres y, por
consiguiente, la Patria no será del todo libre
y nuestra mientras no se reforme el
Gobierno, abatiendo el tiránico,
sustituyéndolo por el liberal e igualmente
echando fuera de nuestro suelo al Enemigo
español que tanto se ha declarado contra
nuestra Patria.
14 APUNTES (VÉASE NOTA 11): P 60,62
Se indica el orden numérico con que se enlistaron
los puntos de ambos programas, por que es
importante detectar las prioridades contempladas
por sus respectivos autores. suprimimos los
incisos no sustanciales.
1821: ¿CONSUMACION O CONTRADICCION DE 1810?__________________________
87
12 Que como la buena ley es superior a todo
hombre, las que dicte nuestro Congreso
deben ser tales que obl0iguen a constancia y
patriotismo, moderen la opulencia y la in-
digencia, y de tal suerte se aumente el jornal
del pobre, que mejore sus costumbres,
alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.
13 Que las leyes generales comprendan a
todos, sin excepción de cuerpos privilegiados,
y que éstos sólo lo sean en cuanto al uso de
su ministerio.
15 Que la esclavitud se proscriba para
siempre y lo mismo la distinción de castas,
quedando todos iguales, y sólo distinguirán a
un americano de otro el vicio y la virtud.
17 Que a cada uno se le guarden sus
propiedades y respete en su casa como un
asilo sagrado, señalando penas a los
infractores.
19 Que se establezca por ley constitucional la
celebración del día 12 de diciembre en todos
los pueblos, dedicado a la Patrona de nuestra
Libertad María Santísima de Guadalupe,
encargando a todos los pueblos la devoción
mensal.
23 Que igualmente se solemnice el día 16 de
septiembre todos los años. como el día
aniversario en que se levantó la voz de la
Independencia y nuestra Santa Libertad
comenzó, pues en ese día fue en el que se
desplegaron los labios de la Nación para
reclamar sus derechos con espada en mano
para ser oída; recordando siempre el mérito
del grande héroe,
el señor Don Miguel Hidalgo y su
compañero, don Ignacio Allende.
PLAN DE IGUALA (1821)
2 La absoluta independencia de este reino.
1 La religión católica apostólica romana sin
tolerancia de alguna otra.
3 Gobierno monárquico, templado por una
Constitución análoga al país.
4 Fernado VII, y en sus casos los de su
dinastía o de otra reinante, serán los
emperadores, para hallarnos con un monarca
de forma y de hecho, y precaver los
atentados de la ambición.
5 Habrá una Junta interior e interinamente,
mientras se reúnen Cortes que hagan
efectivo este Plan.
6 Está se nombrara Gubernativa y se
compondrá de los vocales ya propuestos al
señor virrey.
7 Gobernará en virtud del juramento que
tiene prestado al Rey, ínterin éste se
presenta en México y lo presta; y entonces
se suspenderán todas ulteriores órdenes.
8 Si Fernando VII no se resolviese a venir a
México, la Junta o la Regencia mandará a
nombre de la Nación, mientras se resuelve la
testa que debe coronarse.
14 El cielo secular y regular será conservado
en todos sus fueros y propiedades.
1821: ¿CONSUMACION O CONTRADICCION DE 1810?__________________________
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12 Todos los habitantes, sin otra distinción
que su merito y virtudes, son ciudadanos
para optar cualquier empleo.
1 3 Sus personas y propiedades serán
respetadas y protegidas.
(De la introducción al Plan de Iguala. . .
supuesto que la rama es igual al tronco, la
opinión pública y la general de todos los
pueblos es la lndependencia absoluta de la
España y de toda otra nación. Así piensa el
europeo, así los americanos de todo origen,
así toda la Nación. Esta misma voz que
resonó en el pueblo de los Dolores el año de
1810, y que tantas desgracias originó al ello
país de la delicias ( sic ) por el desorden
abandono y otra multitud de vicios, fijo
también la opinión pública de que la unión
general entre americanos y europeos, indios
e indígenas ( sic ) es la única base sólida en
que puede descansar nuestra común felicidad
. . .
Es llegado a tiempo en que manifestéis la
uniformidad de sentimientos y que nuestra
unión sea la mano poderosa que emancipe a
la América sin necesidad de auxilios
extraños. Al frente de un ejército valiente y
resuelto, he proclamado la Independencia de
la América Septentrional.
( Colofón del Plan)
En el transporte de vuestro júbilo decid:
¡Viva la Religión santa que profesamos! ¡Viva
la América Septentrional e Independiente de
todas las naciones del Golfo! ¡Viva la Unión
que hizo nuestra felicidad!
¿Que "independencia" configuraba el Plan de
Iturbide cuando, después de consignar la
forma de gobierno monárquica se proponía a
Fernando VII o a algún miembro de su
familia como titulares al rango de
"'emperador" de México? ¿Que significaba el
hecho de que el virrey decidiera, en última
instancia, el nombramiento de los
integrantes de la Junta Gubernativa que
fungiría mientras llegaba al país el "deseado"
Fernando o el pariente que éste deter-
minara?. La iglesia en manos de Lutero. La
independencia política de la nación en las
manos de quienes hasta entonces la habían
combatido más despiadadamente: el rey, el
virrey, el propio coronel realista Iturbide, él
"ejercito valiente y resuelto" que ahora se
pronunciaba. Estos factores representaron y
encarnaron, para un amplio sector de la
comunidad mexicana en ese momento -el
momento de Iguala y Córdoba-, la cúpula del
antiguo régimen ("para cambiar, que nada
cambie". ) Incompatible, en más de un
sentido, con la idea de una independencia
total, no mediatizada ni atada al sistema que
se pretendía derribar.
Que por lo pronto se generalizara el
consenso en torno al paradójico proyecto
Iturbidista, se debió, de un lado un lado, a
la convicción mayoritaria de que se estaba
en presencia de un mal incurable e
irreversible el "reblandecimiento del armazón
óseo que constituya la estructura interna de
la gran monarquía española"; de otro -
consecuencia lógica de lo anterior-, a la
"voluntad" de pronunciamiento de los
cuerpos del ejército realista. Los antiguos
insurgentes, con Guerrero a la cabeza,
previamente invitados, decidieron -mal que
les pesara- sumarse al proyecto que, de
1821: ¿CONSUMACION O CONTRADICCION DE 1810?__________________________
89
cualquier manera, los sacaba del estado de
"punto muerto" a que habían llegado. Y así
en aras de liquidar una situación insostenible.
todas las fuerzas que entraron en juego
"transaron", pero a sabiendas de que la
dicotomía axial (1810 versus 1821) quedaba
en pie, y que el conflicto habría de
reanudarse desde el día siguiente al de la
"liberación" de la capital.
La opción perdida (transitoriamente
derrotada) empezó a contemplarse por
voces tan tronantes y detonantes del jaez de
Carlos María de Bustamante. Servando
Teresa de Mier, José María Luis Mora y
muchos otros antiiturbidistas, pero más aún,
anti-borbonistas como la "legítima"
independencia, escamoteada y escarnecida
en Iguala. Nada más elocuente, que en fe-
cha tan temprana como noviembre de 1821,
cuando Iturbide se hallaba -o creía hallarse-
en la cima de su poderío el doctor Mora,
insospechable de populista, evaluara, en
juicio atinado y tajante, lo "perdido". en
contraposición a lo "ganado". En efecto al
analizar el Decreto Constitucional de Apat-
zingán, publicó estos conceptos, valederos en
su tiempo para cuantos cuestionaron la razón
de ser de Iguala (el contenido más que el
continente), y también en el nuestro, vistos
desde una perspectiva socio-histórica:
"Tómese en las manos este precioso código
sancionado entre el ruido y el estruendo de
las armas en el pueblo de Apatzingán.
Examínese imparcialmente y sé hallarán
consignados en él todos los principios
característicos del sistema liberal, la
soberanía del pueblo, la división de poderes,
las atribuciones propias de cada uno de ellos,
la libertad de la prensa, las obligaciones
mutuas entre el pueblo y el Gobierno, los
derechos del hombre libre y los medios de
defensa que se deben proporcionar al
delincuente. En una palabra , se hallarán
demarcados con bastante precisión y
puntualidad los limites de cada una de las
autoridades establecidas y perfectamente
combinadas la libertad del ciudadano y el
supremo poder de la sociedad: de suerte que
no dudamos afirmar resueltamente que este
código, con algunas ligeras correcciones,
hubiera efectuado nuestra independencia y
libertad desde el año de 1815. "
Mora responde al interrogatorio que
encabeza, a manera de epígrafe. este
artículo, no consumación sino contradicción.
Y para remediar ésta y realizar aquella, la
historia tendría que retomar, de inmediato,
el cauce original y auténtico. Lo primero:
eliminar Iguala y anular a su autor: ello se
consiguió pronto. en 1823. Lo último:
cancelar definitivamente el monarquismo,
logro espectacular en Querétaro. 1867, y
culminación rotunda del proceso.
15 Manuel Ballesteros Garbrois. prólogo a Mario
Hernández Sánchez- Barba, La última expansión
española en América. Madrid, Instituto de
Estudios Políticos, 1957, p ,XXVII
16 sobre la popularidad, espontanea destinada de
Iturbiae a fines de 1821 véase el erudito estudio
de Javier Campos. Las ideas de un día. El pueblo
Mexicano ante la Consumación de su
independencia, México. El colegio de México 1969.
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
90
José María Luis Mora. Discurso sobre la Independencia del Imperio mexicano publicado en el seminario político
y Literario noviembre 1821 y reproducido en Obras sueltas. México Editorial Porrúa 1963 p 469.
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
91
Con pretexto de tratar sobre temas
culturales y artísticos, en la Academia
Literaria del presbítero José Maria Sánchez,
en Querétaro, se reunían el maduro
corredor de esa ciudad, licenciado Miguel
Domínguez y su entusiasta y patriota
esposa Josefa Ortiz, así como los hombres
de leyes Parra, Laso y Altamirano, varios
militares como Arias, Lanzagorta, Allende y
Aldama, y también comerciantes como
eran los hermanos Epigmenio y Emeterio
González, además de distintos eclesiásticos
y otras personas. En esas reuniones se
planeaba realizar una revolución con la
participación de los militares y sus tropas,
de civiles y de gente del pueblo; constituir
una junta nacional que gobernase en
nombre de Fernando VII y quitar a los
españoles los puestos que ocupaban.
Los González, en un plan elaborado por
ellos y con pleno conocimiento de la
realidad, proponían la distribución de las
tierras de las haciendas entre los
campesinos. Varios de ellos, en sus casas,
habían comenzado a fabricar armas y a
hacer prosélitos entre sus allegados.
Importante en ese grupo era el párroco de
Dolores, Miguel Hidalgo, ilustrado
renovador estimado por las autoridades
eclesiásticas, como Abad y Queipo, por sus
obras de trascendencia social, su cultura y
espíritu moderno, así como también por el
intendente de Guanajuato, Riaño, con
quien cultivaba buena amistad.
El cura Hidalgo, de gran ascendiente
social, madurez y apego a las ideas
transformadoras, aceptó, el mes de
septiembre, participar en la revolución que
se preparaba. Ese mismo mes, sospechas,
denuncias, imprudencias e indiscreciones
delataron la conjura y las autoridades
procedieron a detener y a catear las casas de
algunos comprometidos, corno los hermanos
González, y el día 15 fueron aprehendidos el
propio corregidor, su mujer y otras personas.
Doña Josefa logró enviar un mensaje a Juan
Aldama a San Miguel, informándole que
había orden de detener a todos los
conjurados. Aldama partió 16 a Dolores, en
donde, reunidos con Hidalgo y Allende,
decidieron lanzarse a la rebelión. Sabían que
contaban con 36 hombres de milicias del
capitán Mariano Abasolo y con más de
quinientos milicianos mandados por Allende,
así como con algunos dependientes canto del
párroco como de sus compañeros. Por otra
parte, don Miguel, que tenía gran influjo
entre sus feligreses, podía arrastrarlos a la
Sublevación. Era preciso actuar y Allende e
Hidalgo así lo determinaron. Hidalgo esperó
la madrugada, convocó al pueblo a misa, le
arengó e hizo suyo a un grupo entusiasta de
labradores que le siguió fielmente. Sus
compañeros, con ayuda del pueblo,
aprehendieron a los vecinos españoles y los
aseguraron en la cárcel. Se liberó a los
presos que en ella había y se constituyó un
núcleo rebelde encabezado por el cura,
compuesto por cerca de seiscientos
campesinos provistos de picos, machetes y
azadas, y también por los militares que
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELIÓN DE HIDALGO
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
92
dirigían Abasolo y Allende, único grupo con
disciplina militar pero muy medianas
armas.
Este heterogéneo contingente marchó de
Dolores rumbo a San Miguel. En la casa de
ejercicios de Atotonilco, Hidalgo tomó un
estandarte con la Virgen de Guadalupe que
se convirtió en la insignia de su ejército y
al grito de “¡Viva la Virgen de Guadalupe y
mueran los gachupines!” marchó a San
Miguel, adonde llegó ese mismo día. De
ahí, Hidalgo y sus compañeros se dirigieron
hacia Celaya seguidos ya por un
contingente mayor que creció desordenada
y rápidamente, pues se le unían
labradores, mineros, gente sin empleo ni
fortuna, la clase más desheredada, que
superó a los contingentes de militares
disciplinados, qua se vieron estorbados en
su acción por esa “horda” que dio sentido
de conmoción social a nuestra guerra
insurgente.
Celaya fue ocupada el día 20 por un
ejército de más de 50. 000 personas que
enarbolaba un retrato de Fernando VII y
que saqueó y robó cuanto encontró. En
Celaya, Hidalgo fue proclamado por el
pueblo como generalísimo; así quedó con
rango superior a Allende, que era quien
entendía de táctica y disciplina militar y a
quien se designo teniente General. El
ejército marchó a Salamanca, Irapuato,
Silao y se acercó a Guanajuato, capital de
la intendencia, rica ciudad minera, corazón
que daba movimiento al Bajío, en donde
Hidalgo creyó encontraría elementos
materiales y humanos para continuar la
guerra.
El ejército insurgente, engrosado por
mineros de los diversos reales que rodean
la ciudad, se presentó frente a Guanajuato el
29 de septiembre. El intendente Riaño,
conocedor de los sucesos, decidió resistir al
ejército y creyó que el edificio de la
Alhóndiga que había hecho construir, alto y
sólido podía ser un bastión inexpugnable;
olvidó que lo rodeaban alturas mayores, que
el pueblo, provisto de hondas y piedras,
ocupó, y que el número de atacantes era
muy grande. La muerte inmediata de Riaño
desanimó a los defensores de la Alhóndiga y
ésta
fue tomada por los rebeldes tras la terrible
matanza de los 200 soldados y 105
españoles que en ella se habían encerrado.
El saqueo y el más completo desorden
imperó en esta ciudad, peso a los esfuerzos
de Allende por contenerlos, y al siguiente día
el orden se restableció, pues se impuso pena
de muerte a los ladrones. Hidalgo designo a
varias autoridades, organizó un cuerpo de
artillería y dos de infantería, estableció una
casa de moneda y, con el apoyo de varios
exalumnos del Colegio de Minas que
laboraban en esa ciudad, como Casimiro
Chowell, Jiménez y otros, que se sumaron a
su partido, hizo fabricar cañones para
proseguir su marcha, que hasta entonces
parecía triunfal y que había atemorizado a
las autoridades.
De Guanajuato, Hidalgo partió hacía
Valladolid, capital de la provincia, sede del
obispado y una de las ciudades más
opulentas de Nueva España. Valladolid se
estremeció ante las noticias recibidas de
Guanajuato. Su obispo dejó la ciudad en
compañía de otras autoridades y el
gobernador sustituto de la mitra, canónigo y
conde de Sierra Gorda, para evitar que la
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
93
excomunión que había lanzado Abad y
Queipo fuera desestimada, la levantó y
envió una comisión a encontrar al ejército
insurgente en Indaparapeo, para informarle
que la ciudad se entregaba en paz y por
tanto debía evitarse el saqueo. Recibido
Hidalgo con honores, en Valladolid obtuvo
recursos económicos de la Iglesia y parti-
culares, se le adhirió el Regimiento de
Dragones de Michoacán y el de infantería
provincial. Le recomendaron los militares
que adiestrase a sus fuerzas en la sierra,
limitándolas a catorce mil hombres, lo que
no aceptó por creer que sería el número el
que destruiría a las fuerzas enemigas. Esta
negativa y el permiso que Hidalgo dio a las
turbas para saquear y asesinar españoles,
motivo un enfriamiento en sus relaciones
con Allende y la separación de varios
oficiales criollos que veían convertirse esa
revuelta en una insurrección popular que
ellos no deseaban.
El 19 de octubre de 1810 el intendente de
Valladolid, José María de Anzorena, “en
cumplimiento de las sabias y piadosas
disposiciones de. . . don Miguel Hidalgo”
ordenó a todos los dueños de esclavos. . .
“los pongan en libertad” y prohibió que en
lo sucesivo se les pudiera vender o
comprar. Este bando de Anzorena tiene el
grandísimo mérito de haber sido la primera
disposición que, en cumplimiento del
anhelo de honda transformación social,
emitieron los hombres de la Indepen-
dencia. Cuatro días más tarde, en
Tlalpujahua, el licenciado Ignacio
López Rayón, que se había sumado a la
lucha insurgente, dispuso en virtud de la
comisión que Hidalgo le dio, y “en vista de
que todos los americanos debían ser iguales
y no debía existir distinción de castas ”, que
"quedaba abolida la mísera condición de
esclavo y libre el que lo haya sido, como
cualquier individuo de la nación ”. Al mes
siguiente, el 17 de noviembre, desde el
Aguacatillo, el cura Morelos, discípulo de
Hidalgo, a quien se unió en Charo, fue
comisionado para insurreccional el sur,
dispuso la supresión de los esclavos y de las
castas e impuso severas penas a quienes los
tuvieran. Dentro de esta línea se incluye el
famoso decreto que el 6 de diciembre de ese
año emitió Hidalgo en Guadalajara y que
ratificó, como secretario de gobierno, Ignacio
López Rayón.
México, la capital virreinal, asiento de todos
los poderes y de las mayores fortunas, fue lo
que alentó al ejército insurgente, que cada
día crecía más y contaba ya con algunos
recursos bélicos importantes. Se pensaba en
una entrada triunfal, que la ciudad les abriría
sus puertas y se instalaría un gobierno
nacional en el palacio del virrey; por ello,
Hidalgo decidió la marcha de sus tropas y
éstas llegaron disminuidas, pese a lo cual
sumaban cerca de ochenta mil, a la sierra de
Las Cruces, desde donde se divisaba la
ciudad en medio del inmenso valle y rodeada
de lagunas.
Las autoridades, que habían ordenado la
movilización de varios cuerpos de milicia,
entre otros los de Calleja, enviaron para
contener a los rebeldes un cuerpo poco
numeroso de infantes: mil, más 279 jinetes
mulatos de Yermo, comandados por el
teniente coronel Torcuato Trujillo, quien fue
derrotado. Algunos parlamentarios mandó
Hidalgo al virrey sin obtener respuesta, y
atemorizado ante las consecuencias de su
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
94
acción, temiendo ser alcanzado por las
tropas de Calleja y por haberse dado
cuenta de que sus tropas eran
insubordinadas y desertaban, y por otros
motivos psicológicos, del monte de Las
Cruces regresó al interior el 2 de
noviembre. Cinco días después,
disminuidas sus tropas a la mitad, se
encontró con Calleja y sus fuerzas en San
Jerónimo Aculco, en donde éste propinó
dura derrota a los insurgentes, capturando
seiscientos hombres de la oficialidad,
cuantioso botín y abundantes recursos de
guerra, como 12 cañones, pólvora,
cartuchos, etcétera.
La batalla de Aculco mostró la impericia de
los insurgentes para las acciones de
guerra, la imposibilidad de manejar a un
conjunto heterogéneo que se desbandaba a
los primeros golpes, y la necesidad de
adiestrar debidamente a sus fuerzas.
También reveló las diferencias que se
habían ahondado entre los jefes militares y
el cura Hidalgo, pues llegados a Celaya,
Allende se dirigió hacia Guanajuato para
defender esa ciudad amiga de un ataque
realista, e Hidalgo volvió con pocos
hombres a Valladolid, adonde llegó el 13 de
noviembre. En esa ciudad obtuvo recursos
de la Iglesia, alisto siete mil jinetes y 240
infantes y después de autorizar la
ejecución de muchos españoles, lo cual
despertó el miedo y el desprecio de la
población peninsular y aun de la criolla,
partió rumbo a Guadalajara.
Allende, sin haber recibido refuerzos, tuvo
que abandonar Guanajuato ante el ataque
de las fuerzas de Félix María Calleja y
dirigirse a San Luis Potosí, en donde se le
unieron sus compañeros Aldama y Abasolo.
A Guadalajara llegó el ejército de Hidalgo,
luego que José Antonio Torres, a quien había
comisionado para luchar en esa región,
ablandó la corta resistencia de las
autoridades, que huyeron, como también la
ablandaron las fuerzas del cura José María
Mercado, que marchó a ocupar San Blas, por
donde escapaban los más importantes
funcionarios civiles y eclesiásticos. De
Zacatecas se había posesionado Rafael
Iriarte; San Luis Potosí, del que había salido
Calleja, fue levantado en armas por el lego
Herrera.
El 26 de noviembre, recibido por las
corporaciones eclesiásticas y civiles en forma
triunfal, entraron Hidalgo y su comitiva en
Guadalajara. Además de la muchedumbre
desordenada, integrada por indios y
mestizos, que era ya menor y de grandes
contingentes de rancheros criollos y mestizos
de la zona de Jalisco y Michoacán que se le
habían unido, acompañábanle algunos
militares y varios abogados discípulos de él,
simpatizantes del movimiento, buenos
patriotas y consejeros, como Ignacio López
Rayón y José María Chico. Con ellos, para
hacer realidad su programa de organización
jurídico-política del país, organizó un
gobierno embrionario para el cual nombró a
Chico ministro de Gracia y Justicia, y a López
Rayón, de Estado y Despacho.
Tanto de las declaraciones de Hidalgo como
de sus compañeros, se desprende que
pensaba reunir un congreso con
representantes de las diversas provincias.
También trató de obtener el apoyo y
reconocimiento del exterior, para lo cual
comisionó a Pascasio Ortiz de Letona para ir
a Estados Unidos, en donde encontraría
auxilio. Esta idea la apoyarían
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
95
sucesivamente López Rayón y Morelos,
quienes enviaron comisionados a diversos
países para tratar de celebrar tratados de
comercio y alianzas defensivas. Conocedor
de que el movimiento insurgente
necesitaba difundir sus ideales, programas
y realizaciones, aprovechó la buena
disposición del eclesiástico Francisco
Severo Maldonado, hombre inquieto, lleno
de ideas renovadoras, buen publicista, pero
medroso, quien se hizo cargo de la edición
de El Despertador Americano, el primer
periódico insurgente, cuyos únicos siete
números aparecieron del 20 de diciembre
de 1810 al 17 de enero de 1811.
En esos números de El Despertador
encontramos noticias de la guerra,
disposiciones, algunos resúmenes
estadísticos y elogios a los próceres
norteamericanos, como Washington. Más
importantes aún son los decretos de gran
trascendencia social que dio en
Guadalajara el 5 y 6 de diciembre. En ellos
decretó, bajo pena de muerte, la libertad
de los esclavos, el goce exclusivo de las
tierras comunales por los indios, la
extinción del tributo, del estanco de
pólvora y papel sellado; también prohibió
que se tomaran bagajes, pastura y otros
objetos de las fincas de los
estadounidenses.
El haber iniciado la constitución de un
gobierno y la nobleza de las medidas de
carácter social que dictó en Guadalajara
revelan sus ideas de renovación y su
amplia y generosa visión.
Desgraciadamente, el triunfo repentino que
tuvo en Guadalajara, los elogios y
aclamaciones no solo del pueblo sino de
otros grupos que luego le traicionaron, le
hizo olvidar que debía prepararse para la
guerra, en vez de doblegarse ante las
peticiones populares que anhelaba venganza
y aspiraban a la anarquía; no obstante,
permitió el asesinato de más de 350
españoles detenidos, hecho que, como el de
Valladolid, provocó más temores que
adhesiones.
Los jefes militares Allende y Aldama se
unieron a Hidalgo a principios de enero,
desaprobaron varias medidas tomadas por él
y le alertaron de la inminencia de que el
ejército virreinal al mando de Calleja
apareciese, recomendándole dividir las
tropas, licenciar a la masa y organizar
cuerpos de guerrillas que prosiguieran la
lucha. Hidalgo propuso esperar a Calleja con
sus fuerzas cerca de Guadalajara, en unas
colinas vecinas al Puente de Calderón.
En ese sitio, el 17 de enero de 1811
enfrentáronse los insurgentes con el
disciplinado ejército de Calleja. Si la batalla
favoreció a los primeros al iniciarse el
combate, algunos reveses, el incendio de
varios coches y las maniobras torpes de
algunos jefes, originaron en las filas de
Allende e Hidalgo el pánico, la desbandada y
la derrota total.
La muchedumbre se dispersó y los jefes y
oficiales marcharon hacia Zacatecas, en
donde pensaban contar con el apoyo de
Rafael Iriarte. Reducidos los insurgentes a
corto número y ante la amenaza de en-
contrar tropas realistas que ya se
movilizaban, los militares, con Ignacio
Allende a la cabeza, tomaron el mando y
destituyeron a Hidalgo en la hacienda
Pabellón. En Zacatecas permanecieron coto
tiempo y ahí surgieron desavenencias con
Iriarte y Abasolo, por lo que se abandono
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
96
esa ciudad, que tomo Manuel Ochoa. Las
mermadas fuerzas pasaron por Charcas y
Matehuala rumbo a Saltillo, sin darse
cuenta de que habían estallado
movimientos antirrevolucionarios en el
norte y que Monclova era uno de los
puntos enemigos.
En Saltillo los jefes insurgentes, ante sus
derrotas, pérdida de hombres, deserciones
y amenaza de los grupos realistas,
pensaron internarse hacia el noroeste, en
donde Mariano Jiménez les ofrecía segu-
ridad, y si era necesario podían internarse
en Estados Unidos en busca de apoyo y de
una oportunidad para reiniciar la guerra.
Como en el interior y en el Sur del país
varios grupos mantenían con éxito la lucha,
entre otros Morelos, decidieron qué Ignacio
López Rayón y José María Liceaga volvieran
a reanimar a sus partidarios y a organizar
nuevas fuerzas. El resto de los
revolucionarios prosiguió su marcha el 16
de marzo sin percatarse de que los
realistas de Monclova y de Múzquiz,
principalmente Manuel Royuela, ex
tesorero de Saltillo, e Ignacio Elizondo, les
traicionaban y les tendían una emboscada.
En las norias de Baján, Elizondo apostó sus
fuerzas detrás de una loma y el día 21,
cuando los insurgentes, fatigados,
sedientos, desprevenidos y dispersos,
llegaron a ese sitio, les sorprendieron,
aprehendieron a ochocientos noventa y
tres, dieron muerte a cuarenta e hicieron
huir al grueso de la columna que mandaba
Iriarte rumbo a Saltillo. Allende trató de
defenderse, al igual que sus compañeros,
más el ataque sorpresivo impidió una
defensa certera. Los realistas hicieron mu-
chos prisioneros, que fueron conducidos a
Monclova, donde se dispuso que los jefes
fueran conducidos a Chihuahua, residencia
del comandante de las Provincias Internas,
Nemesio Salcedo. Treinta se enviaron
atados y bien vigilados a esa ciudad; los
eclesiásticos, que eran numerosos, se
remitieron a Durango -exceptuando a
Hidalgo-, en donde fueron ejecutados, salvo
fray Gregorio de la Concepción, y el resto
quedó en Monclova, en donde se pasó por
las armas a los antiguos militares y se
condenó a presidio a los soldados. Los
civiles prisioneros fueron distribuidos en
varios puntos. De Los remitidos a Chihuahua
se fusiló a veintidós. Ignacio Allende,
Mariano Jiménez y Juan Aldama lo fueron el
26 de junio; Hidalgo, el 30 de junio, y, en
diversas fechas, los mariscales Santa María,
Lanzagorta, Zapata y Camargo, así como Los
brigadieres Portugal, Carrasco Y Mariano
Hidalgo y el ministro de Justicia, José Maria
Chico. Mariano Abasolo, procesado, fue
remitido a España, en donde murió en mayo
de 1816.
Antes de ser ejecutado, el padre Hidalgo fue
enjuiciado civil y eclesiásticamente ente; se
le degrado, acepto ser responsable del
movimiento y deslindo con profundo acierto
la conducta política que como mexicano tuvo
de su misión apostólica. Fusilados los
dirigentes, acto que tendía a provocar temor
y escarmiento, se dispuso que los cuerpos de
Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez fueran
decapitados y sus cabezas se expusieran en
altas jaulas en las esquinas de la Alhóndiga
de Guanajuato, en donde estuvieron varios
años.
La muerte de esos hombres privó al
movimiento de sus jefes más sobresalientes
e impidió que cristalizara un programa de
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
97
organización política, jurídica y de
transformaciones socioeconómicas. Sin
embargo, su ideario se había expandido y
otros seres impulsados por los mismos
ideales prosiguieron su acción y lucharon
en medio de sacrificios, perseguidos con
saña, padeciendo sed, hambre, traiciones y
abandono para dar a México la libertad
ansiada y el derecho a ser nación indepen-
diente.
Si bien el grupo rebelde encabezado por
Hidalgo y Allende fue el más activo e
importante, cuando el movimiento estallo
en la provincia de Guanajuato provoco
sucesivamente otros estallidos reveladores
de la cohesión política que se había
formado y de las mismas circunstancias
que lo originaron.
Así, en la región central norte surge Rafael
Iriarte, quien sé moviliza en León,
Aguascalientes, Zacatecas y acompaña a
los iniciadores hasta Bajan, en donde los
abandono y huyó, por lo cual López Rayón
ordenó se le fusilara en Saltillo. En San
Luis Potosí los legos juaninos Luis de
Herrera y Juan de Villerías depusieron a las
autoridades y Las sustituyeron con
partidarios insurgentes. Hacia el centro, en
la zona montanosan, ontariosa de Toluca y
Zitácuaro, surgieron Tomas Ortiz y
Benedicto López; en Morelos, Ávila y
Ruvalcaba; de Querétaro a Huíchapan, Mi-
guél Sánchez y Julián y Chito Villagrán.
En el Occidente, Gómez Portugal, Godínez,
Alatorre, Huidobro, José Antonio Torres -el
amo, noble y destacada figura-; hacia
Nayarit, el cura José María Mercado actuó
valerosamente aun cuando por corto
tiempo. Mis al Norte, en Sinaloa, González
Hermosillo logro tomar Mazatlán y San
Sebastián. En el Noreste, además de
Mariano Jiménez, figuraron Juan B. Casas y
Manuel Santa Maria. En el Sur, en la tierra
caliente, Morelos, el sencillo cura de la
Huacana, Churumuco, Carácuaro y
Nocupétaro, comisionado por el padre
Hidalgo para insurreccionar esa zona,
apoyándose en patriarcales hacendados de
las tierras surianas, de gran prestigio social
entre el pueblo muy mestizado de esas
regiones, como Hermenegildo, Pablo, Juan y
José Galeana, los Bravo de Chichihualco;
Leonardo, su hijo Nicolis y los hermanos
Victor, Miguel y Maximo y también Vicente
Guerrero, integro un pequeño pero
disciplinado ejercito con el cual se enfrento a
varios cuerpos militares realistas e intento
tomar el puerto de Acapulco en febrero de
1811.
LA OBRA DE IGNACIO LÓPEZ RAYÓN
Comisionado por los jefes insurgentes,
Ignacio López Rayón, amigo y consejero de
Hidalgo y hombre de toda su confianza, tomo
la dirección del movimiento insurgente. De
Saltillo, en donde conoció el desastroso fin
de sus compañeros, salió rumbo a
Zacatecas, adonde llego después de un
encuentro en el puerto de la Pina contra las
fuerzas de Ochoa. Corto tiempo estuvo en
aquella ciudad, y, luchando denodadamente
contra comandos enemigos, se interno en el
centro y de ahí paso a Michoacán, provincia
que conocía bien y en donde además de
influjo, encontraba numerosos partidarios de
la insurgencia.
Tanto al lado de los principales dirigentes
como en su valiente retirada, Rayón maduro
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
98
su pensamiento y concreto el ideario
insurgente: proseguir la guerra, instituir un
gobierno que dirigiera el movimiento y
pusiera las bases de la organización
jurídica y política del país, gobierno que
podría ser una junta nacional, como las
instituidas en España y en otras capitales
americanas, o un congreso; se conservaría
la legislación cristiana, se dejaría de remitir
a España dinero, se defendería el reino de
los franceses y se trataría de mantener
incólumes los derechos del monarca. Este
último punto, la fidelidad a Fernando VII,
utilizado como pretexto para encubrir el
deseo de autonomía plena, pronto sería
desechado por otros jefes, como Morelos,
quien entendió que si se empleó al inicio
del movimiento para despertar sospechas
de deslealtad al monarca, era hora de
mostrar con claridad la verdadera intención
de la insurgencia.
De vuelta a su lugar de origen, la Sierra de
la Plata, en donde se asientan, Tlalpujahua,
Zitácuaro, Temascaltepec, Sultepec y otros
poblados agrícolas y mineros que son el
paso hacia los valles michoacanos y las
tierras cálidas de Guerrero y Michoacán, el
licenciado Ignacio López Rayón hizo una
llamada a sus correligionarios, amigos,
condiscípulos, criollos importantes, civiles y
eclesiásticos para unificar el movimiento,
darle una cabeza. Unido a José María
Liceaga, integró un contingente valeroso y
decidido, al cual combatió sangrientamente
Calleja. habiéndosele unido José Sixto
Verduzco, cura de Tuzantla, enviado por
Morelos como su suplente, instalo en
Zitácuaro, el 19 de agosto de 1811, la
Suprema Junta Nacional de América. A ese
intento gubernativo sumáronse pronto
numerosos civiles y eclesiásticos que veían
en el un renacimiento de la independencia.
Así, pronto colaborarían en torno de ella José
María Cos, fray Vicente de Santa María,
Carlos María de Bustamante, Andrés
Quintana Roo y su esposa Leona Vicario.
Rayón trato de dar al movimiento y al país,
además de una dirección, la posibilidad de
auxilio y reconocimiento del exterior. Por
ello continuó con su programa de destacar
emisarios a Estados Unidos y América del
Sur para informar del movimiento, celebrar
alianzas y obtener ayuda. También fue obra
de Rayón el ligar al movimiento a im-
portantes personajes que vivían en las
grandes capitales: México, Puebla,
Valladolid, Guanajuato y Veracruz, de
quienes obtuvo recursos materiales y
humanos, consejo, información, lo que se dio
a través de la organización secreta Los
Guadalupes, quienes desde 1881 hasta el de
la muerte de Morelos en 1815 representaron
la quinta columna del movimiento
insurgente.
La labor de la Suprema Junta Nacional
Americana debe considerarse como positiva.
Hizo comprender a los insurgentes la
necesidad de unificar sus esfuerzos y si no
pudo coordinar a todos, si contó a su lado
con el núcleo de Morelos, que era el más
fuerte y respetado. Difundió a través de la
prensa que prohijó, El Ilustrado Nacional, el
Ilustrado Americano y otros, el ideario
insurgente, lo precisó e hizo posible la
elaboración de una serie importante
de proyectos de organización constitucional
que desembocarían en el Decreto
Constitucional para América, o sea, la
Constitución de Apátzingan, aprobado en
1814.
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
99
MORELOS Y SU OBRA POLÍTICA Y
MILITAR
Si bien en la junta surgieron diferencias
entre sus miembros, esas diferencias
fueron superadas por la alta visión de uno
de ellos, José María Morelos, quien además
logró formar un ejército disciplinado y
valiente que tuvo en jaque a las tropas
realistas. Más aún, Morelos, partidario
como Rayón de crear un gobierno y de dar
al país las bases de su organización, reunió
el 14 de septiembre en Chilpancingo un
Congreso de representantes de todas las
provincias, ante el cual leyó lo que él
consideraba era el ideario insurgente,
cristalizado en sus Sentimientos de la
Nación.
Ese Congreso formuló el 6 de noviembre de
ese año la Declaración de Independencia.
Una comisión del mismo se consagró a
redactar la Constitución que el país
requería, que fue la que se dio a conocer
en Apatzingán.
Las disposiciones de tipo político-
gubernamental, social y económicos que
Morelos emitió desde 1811 hasta el año de
su muerte revelan al varón iluminado por
la idea de una patria nueva, sin desigual-
dades e injusticias; al estadista de amplia
visión política, económica y social; al
militar pundonoroso y esforzado; al
patriota honesto y reflexivo interesado en
el bienestar y en la cultura del pueblo. Tan
altas cualidades hacen de Morelos el líder
más sobresaliente de nuestro movimiento
emancipador.
En el terreno militar, Morelos realizó varias
campañas. La primera, de octubre de 1810
a agosto de 1811; la segunda, de
noviembre de 1811 a mayo de 1812; la
tercera, de junio de este último año a agosto
de 1813, en la que culmina su etapa
gloriosa, y la cuarta, de septiembre de 1813
hasta noviembre de 1815, en que fue hecho
prisionero en Tesmalaca, cuando, ante los
reveses de la guerra, escoltaba al Congreso
que representaba la soberanía de la nación.
Durante la primera campana constituye y
organiza su ejército, combate en la Sabana,
intenta tomar Acapulco y penetra en Tuxtla.
En este período conviene subrayar la
extraordinaria visión que tuvo para no
permitir que la
guerra insurgente se convirtiera en guerra de
castas, en una lucha racial, como trataron de
hacer algunos insidiosos como David y
Tabares, a los que hizo ejecutar. Dictó
medidas prudentes que beneficiaban la
economía del grupo insurgente y erigió la
provincia de tecpan. La segunda es de
auténtica expansión gracias a la fuerza que
adquirió su disciplinada milicia. Se expandió
por el Norte de Guerrero, el Sur de Puebla y
llegó al actual Morelos. Tomó Tlapa,
Chiautla y, con un plan bien meditado de
operaciones, dividió su ejército en tres
cuerpos, comandado uno por Miguel Bravo,
que trató sin éxito de atacar Oaxaca; otro
por Hermenegildo Galeana, que atacó y tomó
Taxco y el que él mismo dirigió contra
Izúcar, donde entró sin combatir. De ahí
marcho contra Cuautla, Tenango y
Tenancingo.
En ese trayecto se le unieron tres
eclesiásticos que se distinguirán en la milicia
y la política, los curas Tapia, José Manuel
Herrera y Mariano Matamoros, así como el
rico hacendado Antonio Sesma y sus hijos
Ramón y Miguel. Enterado el virrey de la
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
100
presencia de Morelos y su ejército en el
Valle de las Amilpas, envió a Calleja con su
Ejército del Centro y a Llano con su división
a Puebla pensando que lo podrían destruir
fácilmente y evitar que siguiera a Puebla o
a México.
Morelos, que había vuelto a Cuautla, tenía
en esa ciudad 4. 850 hombres y 700 fuera
que le auxiliaban, dirigidos por Tapia y
Miguel Bravo. En un primer ataque,
Morelos venció a las fuerzas de Calleja,
quien recibió nuevos refuerzos y puso sitio
a la población el 5 de marzo, el cual duró
58 días. Los defensores realizaron actos
heroicos alabados por sus mismos
enemigos, mas no recibieron ayuda de las
guerrillas vecinas ni de otros cuerpos que
no combinaron sus acciones, lo cual
hubiera permitido vencer a los realistas y
consumar la independencia. Sin víveres ni
agua y acosados por grave epidemia, los
defensores de Cuautla rompieron el sitio la
madrugada del 2 de mayo de 1812.
Fuera de Cuautla, Morelos, apoyado por
Galeana y Miguel Bravo, reagruparon en
Chiautla a su ejército, le otorgó un corto
descanso e inició su tercera campaña, de
notable expansión y éxito, pues logró sitiar
y tomar Oaxaca el 25 de noviembre de
1812, y Acapulco el 20 de agosto de 1813.
Otras acciones importantes fueron la
captura de Orizaba, Córdova, Yanhuitlan y
Tehuacán. Espectacular fue la toma de
Oaxaca, pues creyendolo en Acultzingo,
partió de las Cumbres y, apoyado por
Matamoros y Miguel Bravo, atravesó la
Mixteca en 14 días (de Tehuacan a Etla).
y en pocas horas sitió y venció a las
fuerzas de Antonio González Saravia.
Varios jefes realistas, Régules, Bonavia,
Aristi y González Saravia, fueron ejecutados
en cobro de los muchos insurgentes fu-
silados. De Oaxaca salió Morelos el 9 de
enero y, cruzando la Sierra Madre, a través
de marchas inconcebibles, presentóse en
Acapulco el 6 de abril con escasa tropa.
Atacó la ciudad y tomó finalmente el fuerte
el 20 de agosto de 1813. Matamoros
defendió Tonalá, Chiapas, la provincia de
Oaxaca, que atacó Dambrini con tropas de
Guatemala, y Nicolás Bravo resistió en
Coscomatepec los ataques realistas.
La última etapa la realizó Morelos integrando
el Congreso en Chilpancingo y convirtiéndose
en su guardador, en su protector, lo que le
imposibilitó toda acción y aun causó su
desgracia. En su inicio dispuso la expedición
contra Valladolid, ciudad de la que trataba de
apoderarse para doblegar el orgullo de los
realistas. Hizo venir a Matamoros y a Nicolás
Bravo, y después de tratar de despistar a los
realistas, se encaminó a Valladolid con 5.
700 hombres, treinta cañones, buena
dotación de parque y otros auxilios de
Ramón Rayón y Navarrete. Calleja, por su
parte, destinó a Llano y a Iturbide para
defender esa ciudad con 2. 200 hombres
más la guarnición. El 23 de diciembre se ini-
ció el ataque y por mala táctica se perdió el
día 24 de 1814.
Adelante de Valladolid, en Puruarán,
enfrentáronse nuevamente los ejércitos,
habiendo los realistas de Llano dado muerte
a más de 600 insurgentes y aprehendido a
700, de los cuales 17 eran oficiales, entre
otros Mariano Matamoros, que fue ejecutado
en Valladolid el 3 de Febrero. En Tlacotepec
los realistas al mando de Armijo destrozaron
a los desmoralizados insurgentes y los
persiguieron tenazmente venciendo a
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
101
diversos jefes; Hermenegildo Galeana
perecía en refriegas el 22 de junio de 1815.
Su muerte, como la de Matamoros, dejó a
Morelos sin sus mejores hombres.
La derrota de Morelos incrementó la
ofensiva virreinal en contra de los
principales grupos revolucionarios, que
fueron desalojados o destruidos. Morelos,
que trataba de poner a salvo al Congreso,
para la cual lo conducía desde Uruapan
hasta Tehuacan y la provincia de Veracruz,
fue sorprendido el 5 de noviembre en
Tesmalaca y llevado a México, en donde se
le abrió doble proceso, eclesiástico y civil.
Degradado como eclesiástico por el
arzobispo Fonte y declarado hereje, per-
seguidor y turbador de la jerarquía, traidor a
Dios y al rey, fue fusilado en San Cristóbal
Ecatepec el 22 de diciembre de 1815.
Sacrificado Morelos, el movimiento de
insurrección se debilitó al faltarle la cohesión
y dirección necesarias. Algunos jefes,
ardientes patriotas, como Pedro Moreno y el
padre Torres en el centro, y Vicente
Guerrero, Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria
en el Sur, mantuvieron el fuego de la
insurrección heroicamente. En tanto, que los
ejércitos realistas sumaban 40. 000 soldados
de línea y 40. 000 de milicias y poseían
gran numero de cañones y armamento
suficiente, los insurgentes, en 1816, no
eran sino ocho mil hombres sin armas ni
parque, divididos y dispersos en el centro y
Sur del Pals. Varios jefes principales,
desalentados o con la esperanza de que el
futuro les permitiría reiniciar la lucha,
acogiéronse en esos años al indulto que las
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
102
autoridades concedieron.
Es indudable que el periodo que va de 1811 a
1815 es el más dinámico de la lucha
insurgente, tanto desde el punto de vista de
la acción militar como de la política. En la
lucha enfrentábanse dos ejércitos bien
organizados y fuertes, con suficiente
disciplina y el animó anheloso del triunfo. El
ejército insurgente peleaba por dar a la
patria libertad que requería; organizar la
nación como un estado independiente,
desligado de las trabas que lo ataban a la
Metrópoli; crear, dentro de las normas del
derecho, un país en el que reinara la justicia,
la igualdad de todos los hombres,
independientemente de su origen y color; la
libertad en el trabajo sin gabelas ni tributos
graves o injustos; la libertad para ejercitar la
industria y el comercio, y todo tipo de trabajo
que beneficiara al país y no a los monopolios
existentes, todos ellos en poder de los
extranjeros y los poderosos peleaban por
tener derecho a la cultura, a la instrucción en
todos los ámbitos, a gobernarse a través de
los órganos que la nación establece.
Los realistas trataban a toda costa de
mantener la antigua situación de
dependencia, sujeción y limitación de las
libertades. Luchaban por mantener a un
pueblo que deseaba su autonomía ligado a
los vínculos que la península había
establecido. Unos tenían el anhelo de ser
libres, y enarbolaban el proyecto de integrar
un país independiente con todos los
elementos que lo constituían: criollos,
peninsulares, mestizos, indios y negros.
Otros ansiaban tener sujetos como fuerza de
trabajo sin beneficio alguno a estos últimos.
Ambos ejércitos combatieron con bravura y
entusiasmo. Los realistas estaban dirigidos
por militares de carrera, peninsulares y
criollos. Las tropas insurgentes eran
comandadas por contados oficiales de
extracto militar. En su mayoría eran
hombres formados en la guerra, co-
nocedores del terreno que pisaban, y con
enorme influencia en la población
campesina. Muchos de ellos eran antiguos
curas nacionalistas e influyentes en el
medio rural. Otros eran rancheros de
enorme prestigio social y político, hombres
de campo valerosos, con gran poder
organizativo, quienes arrastraban enorme
clientela de parientes, amigos y servidores.
Las batallas en que chocaron ambos
ejércitos fueron dignas de alabanza por el
valor desplegado, los actos heroicos
realizados y el empeño de triunfar.
Algunas pudieron ser decisivas para uno y
otro bando y determinar la suerte de la
guerra. Fallos de uno y otro lado
prolongaron la lucha. La muerte de varios
de los caudillos insurgentes y el
acrecentamiento del ejército realista, que
contó con grandes y frescos contingentes,
inclinaron la balanza en favor del ejército
que comandaba Calleja. La aprehensión
de Morelos y su muerte constituyeron un
rudo golpe del cual no se repuso el ejército
nacional.
En el campo político esos años fueron de
enorme y honda actividad. López Rayón,
quien llevó en un principio la dirección
política, logró, unificando el mando, dar
una acción centralizada al movimiento
insurgente. Cohesionó diversos grupos de
intelectuales que orientaron por medio de
la prensa insurgente a todos los grupos
nacionalistas. Impulsó la organización
política del país y bajo su dirección se
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
103
elaboraron los primeros proyectos
constitucionales. Coordinó una amplia red de
partidarios de la insurgencia a través de la
sociedad secreta de Los Guadalupes.
Aparte de sus diferencias con miembros de la
junta y con Morelos, fue Rayón el gran
promotor de una organización de la lucha y
principalmente del país. Morelos, quien quiso
superar las diferencias surgidas, con enorme
talento aglutinó a todos los grupos, les
inspiró un fuerte sentido de unidad y vibrante
mística en torno a la libertad e independencia
por la que lúchaban.
Si bien fue cura de humildes y olvidados
curatos, su preparación fue recia, sólida. Sus
escritos y acción están impregnados de
severa formación jurídica y escrituraría. Su
sentimiento del derecho, la justicia, la
libertad, se arraiga en el conocimiento del
derecho natural y del derecho de gentes. Su
innata inteligencia y el amplio conocimiento
que tuvo de la rea situación de amplios
sectores del pueblo mexicano le llevó a tomar
medidas oportunas, reales, efectivas.
Apreció el merito y saber de los hombres
que le rodeaban, les incitó a la acción,
respetó su opinión y divergencias y si impuso
un gran sentido creador a las instituciones
que formó, lo hizo honesta y lealmente.
Aglutinó sabiamente a diversos grupos y,
rodeado de los mejores, se empeñó en dotar
al país de elevados principios, como son los
que se encuentran en varios de sus
discursos, sobre todo en los Sentimientos de
la Nación, y de una organización jurídico-
política que le permitiera vivir y desarrollarse
en un alto plano. El fruto mejor de su acción
fue la Constitución de Apátzingan de 1814,
uno de los documentos más importantes del
movimiento emancipador hispanoamericano,
superior, en muchos sentidos, a los
instrumentos semejantes dados en el
ámbito bolivariano y equiparable por su
equilibrio, principios doctrinarios y espíritu
ajustado a la realidad mexicana, a las
grandes constituciones modernas que en
esos años se daban en numerosos países:
los Estados Unidos, Francia, España. Que
esa Constitución estuviera inspirada en las
de aquellos, no le resta grandeza. Todos
los grandes cuerpos legales encuentran
inspiración en documentos semejantes y
sus fuentes, como ocurre también, eran las
más oportunas, modernas y
sobresalientes, aquellas que representaban
las grandes corrientes del pensamiento
jurídico universal.
Estimamos que el Decreto Constitucional
que Morelos hizo elaborar a sus
seguidores, un puñado de hombres doctos,
patriotas y excelentes publicistas, merece
en este capítulo ser glosado para apreciar
su extraordinario valor. Empezaremos por
analizar sus fuentes:
LAS FUENTES
La Constitución suscrita en Apatzigán,
como las de -Colombia -la ley fundamental
de 1819, la Constitución de Cúcuta de
1821 y el Proyecto de Cartagena de 1826 y
como Nueva Granada, la Constitución de
Cundinamarca de 1812 y la de Cartagena
de ese mismo año-; Venezuela; Chile -el
Proyecto de Juan Egaña de 1811, el
Reglamento Constitucional de 1812, y el
Proyecto de Constitución de 1818-; Quito
(1812); Argentina, tanto el Reglamento del
22 de octubre de 1811 como el Estatuto
Provisional del 5 de mayo de 1815, el
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
104
Reglamento Provisional del 3 de diciembre de
1817, la Constitución de 22 de abril de 1819
y aun la del 24 de diciembre de 1826, y
varias provinciales, como la de Caracas
(1812), Trujillo (1811), Mérida (1811),
Barcelona 1812. Recibieron la influencia de
las corrientes políticas europeas y
norteamericanas vigentes a principios del
siglo XIX. Las ideas de Locke, Hume, Paine,
Burke, las de Montesquieu, Rousseau,
Bentham, Jefferson, as de Feijoo, Mariana,
Suárez, Martines Marina -quien intepretaba
las antiguas instituciones españolas desde un
punto de vista liberal-, entre los principales,
les fueron muy conocidas. En torno a las
universidades --aquellas que se habían
salvado de la rutina- y audiencias reales, se
elaboro una tradición jurídica bastante sólida
que, asentada, en el derecho romano y en el
español clásico, no desconsidero las nuevas
tendencias, doctrinas e instituciones surgidas
fuera de España.
Tanto canonistas como abogados estuvieron
al DIA en las nuevas teorías, v dentro del
fenómeno de la independencia, como hemos
señalado, tomaron parte muy activa, tanto
para hacerla surgir -de lo que se ocupó un
pequeño grupo, una elite siempre a tono con
el pueblo, peso impulsado por el, el cual
irrumpió en forma violenta dentro de su
proceso-, como para dar a las naciones que
se preveían su nueva organización.
La depuración de las ideas europeas en las
Constituciones americanas es una tarea aún
por hacer. Mucho se ha logrado hasta el
momento en varios de nuestros países, pero
todavía hay maleza que desbrozar en ese
campo. Más fácil ha resultado el trabajo
eurístico realizado en los textos legales. Se
han efectuado diversas obras comparativas,
pero muchas más faltan, y por ello
creemos que es oportuno insistir en este
sentido.
Se ha sostenido por diversos autores que
en nuestros primeros códigos políticos
pueden advertirse dos tendencias muy
marcadas, una procedente de
Norteamérica, de las declaratorias de las
colonias inglesas, al proclamar su
independencia, y la otra originada en la
Revolución francesa. Ambos asertos se
complementan. Tanto el espíritu de la re-
volución americana, el rápido progreso de
las colonias y su equilibrio político,
incluyeron en los países
hispanoamericanos -más en unos que, en
otros, y en diverso momento en cada uno
de ellos- como las ideas que condenso la
Revolución Francesa, principalmente sus
grandilocuentes declaraciones de derechos
y sus intentos de organización política, y
no la lucha revolucionaria misma, que
consternó por sus excesos a numerosos
espíritus en estas tierras.
Fuera de discusión se admite que los
principios sostenidos por los estadistas
norteamericanos provienen de la Common
Law, de la Carla Magna, de la Petición de
Derechos y del Acta de Establecimiento de
1701 surgidos en Inglaterra, los cuales,
ampliados por los tratadistas políticos,
fueron conocidos por los colonos
norteamericanos, quienes los hicieron
suyos, les dieron un cuerpo general y los
utilizaron para elaborar con ellos los
artículos de confederación y unión
perpetua del 9 de Julio de 1778, la
Constitución del 17 de septiembre de 1787
y las enmiendas o adiciones que se
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
105
hicieron a la Constitución desde 1787 hasta
1891.
La obra de los legisladores norteamericanos,
bien conocida por los revolucionarios
franceses, fue ampliamente aprovechada por
estos últimos, principalmente las diez
primeras enmiendas de las cuales surgió el
Bill of Rights, que puede considerarse como
el antecedente inmediato de la Declaración
de los derechos del hombre. Sin embargo,
hay que aceptar que tanto el Bill of Rights
como la Declaración de los derechos derivan
del gran movimiento de los espíritus en el
siglo XVIII, causa originaria e indivisible de
todos los fenómenos políticos y sociales que
entonces se produjeron», en el cual
participan tanto pensadores ingleses y fran-
ceses como alemanes, españoles e italianos.
Si la paternidad es posible referirla a los
tratadistas ingleses, la universalización de los
mismos es obra de la Revolución Francesa, la
cual a partir de 1789, por intermedio de
Lafayette, hizo sentir la necesidad de tal
declaración, que aparece ya claramente en la
Constitución de 1791 precediéndola, y en las
posteriores de 1793 y 1795 pero no en la
consular del año XVIII 1799.
A partir de aquellos años, esos derechos que
son reconocidos como naturales e
imprescriptibles: la libertad, la igualdad, la
seguridad, la propiedad, la garantía social y
la resistencia a la opresión, van a
incorporarse en todos los códigos políticos de
tendencia liberal que se elaboren, así como
muchos de sus principios orgánicos, aquellos
que señalan la forma de organización del
Estado, el ejercicio de la soberanía, la forma
y modo de la representación, aun cuando
estos principios, algunos de los cuales
obedecen a tradiciones institucionales y otros
son revolucionarios, no puedan ser
adoptados en su integridad por los nuevos
estados que, sometidos a diferentes
tradiciones, y con condiciones políticas,
sociales y económicas diversas, surgen por
todas partes.
Un análisis detenido, que no cabe en la
índole de este trabajo, permitiría conocer
cuales de los principios constitucionales de
los códigos franceses y norteamericanos,
más de aquellos que de estos, por lo
menos en el Decreto Constitucional de
Apatzingán, fueron incorporados en las
Constituciones americanas. Los
legisladores americanos de principios del
siglo conocieron a fondo y manejaron
algunos de ellos. La familiaridad que
tuvieron con la Declaración de los derechos
del hombre, que circuló en toda
Hispanoamérica tanto en su lengua original
como en versiones españolas, es
reveladora de la expansiva difusión de las
ideas, pese a todas las barreras. Aun en
España las prohibiciones no dieron
resultado y se sabe que numerosísimas
copias de las Constituciones franceses
pasaron a ese país y a sus colonias a
despecho de todas las requisiciones.
España, que sufrió las consecuencias de la
Francia revolucionaria y del imperialismo
napoleónico, recibió directamente las ideas
constitucionales
de aquel país. La abdicación de la familia
real y el ascenso de los Bonaparte al trono
de España lleva a Napoleón, a sugerencia
de Murat, a pensar en la conveniencia de
dotar a España de una constitución. Esta
idea surgida entre el 27 de marzo y el 16
de mayo de 1808 pudo realizarse gracias a
la contribución de O'Farril y Azanza,
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
106
quienes creyeron conveniente se convocara a
ciento cincuenta representantes escogidos
entre el clero, la nobleza y las otras clases de
la nación española, «para ocuparse de las
leyes de felicidad de toda España, reconocer
sus desgracias que el antiguo régimen ha
ocasionado, proponer las reformas- las y los
remedios para impedir la vuelta, sea para la
nación en general, sea para cada provincia
en particular”. A esa reunión asistieron,
como representantes de las provincias
ultramarinas, el marqués de San Felipe y
Santiago por La Habana: don José del Moral
por Nueva España; don Tadeo Bravo y Rivero
por el Perú; don León Altoaguirre por Buenos
Aires; don Francisco Cea por Guatemala y
don Ignacio Sánchez de Tejada por Santa Fe.
Como base de esa empresa, Napoleón
proporciono un proyecto al cual se hicieron
algunas modificaciones poco ajustadas a la
realidad española. La presencia de los
Hispanoamericanos se marco por algunas
intervenciones, entre otras la de Del Moral,
que pidió se hicieran concesiones a los
mexicanos para atraerlos más consolidar los
vínculos de unión.
En esta Constitución se incorporaron algunos
de los puntos doctrinarios de las
Constituciones francesas, principalmente los
relativos a los derechos humanos,
desechándose en cambio ricos precedentes
del pensamiento político español. La
asamblea careció de prestigio y autoridad, no
sólo para hacer efectivos sus acuerdos, sino
aun para comunicarlos. Queda tan sólo
como una de las primeras tentativas para de-
tener el poder absolutista. El carácter
retardatario de muchos de sus formadores y,
más aún, la dinámica histórica operante que
llevo a los mejores espíritus a repugnar la
imposición napoleónica, a inclinarse a la
rebeldía y a sumarse a las juntas
españolas, dejaron sin validez este primer
proyecto constitucional de España.
Van a ser las Cortes reunidas en Cádiz las
que van a elaborar un código más amplio,
impregnado de pura esencia liberal. En
sus reuniones iniciadas a partir del 24 de
septiembre de 1810, convocadas por el
Supremo Consejo de Regencia, diéronse
cita un buen número de americanos -
sesenta y tres- y de liberales españoles,
quienes estaban influidos por las ideas
dominantes y quienes tomaron de los
modelos más cercanos las Constituciones
francesas de 1791, principalmente las de
1793 y 1795, no sólo los principios
doctrinales, sino las fórmulas
institucionales, en algunas ocasiones,
como se ha demostrado, bastante al pie de
la letra.
Las Cortes de Cádiz de 1810, que inician,
no sólo en España, sino también en
América, un nuevo capítulo de su historia
política, van a dar cima a su magna obra,
elaborar la Constitución Política de la Mo-
narquía, el 19 de marzo de 1812. Una
comisión integrada por los diputados
Argüelles, Valiente, Rico, Gutiérrez de la
Huerta, Pérez de Castro, Cañedo, Espiga,
Oliveros, Muñoz Torrero, Rodríguez de la
Bárcena, Morales, Fernández de Leyra y
Antonio Joaquín Pérez -españoles y
americanos-, se avocó la misión de
formular un proyecto en cuyo discurso
preliminar se declaraba que
Nada ofrece la Comisión en su proyecto
que no se halle consignado del modo más
autentico y solemne en los diferentes
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
107
cuerpos de la legislación española. . .
Cuando la Comisión dice que en su proyecto
no hay nada nuevo, dice una verdad
incontrastable, porque realmente no hay en
la sustancia.
Sin embargo, pese a esta afirmación, desde
el principio de las deliberaciones, varios de
los diputados, entre otros el de Sevilla,
Gómez Fernández, extrañaron la presencia
de varios principios que no cohonestaban con
“los diferentes cuerpos de la legislación
española”, extrañeza que aumento poco a
poco y se convirtió en dura critica que vio
en la Constitución que se elaboraba “un
trasunto de la francesa”. Posteriormente y
ante la evidencia, algunos de los personajes
más notables de las Cortes, como Rico y
Amat y el marqués de Miraflores, tuvieron
que confesar que el código español de 1812
se había modelado de acuerdo con la
Constitución francesa de 1791. El hecho de
que en la Constitución de Cádiz se
encuentren amalgamados principios y
doctrinas tradicionales y formulas e ideas de
la Revolución Francesa y del pensamiento
que la precedió ha llevado a modernos
tratadistas a afirmar:
Que lo uno y lo otro se halla entremezclado y
compendiado en extraña mixtura en el texto
constitucional, y no siempre es fácil deslindar
la fuente de que procede cada idea. La forma
y la fórmula es siempre moderna, pero el
principio puede muchas veces referirse le-
gitimamente a una tradición nacional
renovada. La tradición y la revolución están
siempre amalgamadas en esta singular
revolución de Cádiz.
Pese a ello, y aun por ello mismo, por
haber cohonestado los ideales de
renovación universal y española, con
algunos de los más sabios y genuinos
principios de la legislación ibérica, el
código español de 1812 represento uno de
los frutos más logrados del liberalismo, un
ejemplo que siguieron no sólo los países
americanos, sino aun algunos europeos.
Por otra parte, el ataque al absolutismo
que hicieron durante su elaboración
notables diputados, entre ellos Quintana, y
las reclamaciones de los representantes
americanos, aumentaron, en vez de
disminuir, el anhelo emancipador de la
América española. Por esas razones la
Constitución de Cádiz se encuentra tan
ligada a nuestra evolución política.
La Constitución de Cádiz de 1812 va a
servir, junto con las francesas
anteriormente citadas y las Declaraciones
norteamericanas, de antecedente
inmediato de muchas de las Constituciones
hispanoamericanas de los primeros años.
La elaborada en Apatzingán no podía
escapar a esa realidad. Varios de sus
capítulos, principalmente los relativos al
proceso electoral, muestran enorme
semejanza. Un rápido cotejo entre las
Constituciones nos permitirá darnos cuenta
de su parecido singular. Aquí cabe advertir
que ese parecido, como el que se
encuentra entre la francesa de 1791 y la
española de 1812, no implica en forma
alguna subestimación de la subsecuente,
pues, en todo caso, las diferencias, que
son numerosas, revelarían lo propio, lo
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
108
auténtico. Los préstamos culturales ocurren
en todo tiempo y son ineludibles. No
siempre puede hablarse de invenciones, sino
de difusión de ideas. La originalidad, por
otra parte, hay que rastrearla hondo y
conduce en todo tiempo a las eternas
preguntas e inquietudes del hombre por su
vida, su libertad, su felicidad, su razón, su
mundo circundante, sus semejantes.
En la parte dogmática encontramos algunos
proyectos que encierran la misma idea. Así
el artículo 1. 0 de la nuestra es un trasunto
más abreviado de la de Cádiz; el 2. °
obedece al 3. °; el 4. ° revela al 2. °; el 6,o
al 27; el 7. °, Al 28 y 29; el 13 y el 14, al 5.
°; el 42 y 43, al 10 y 11, etcétera. De toda
suerte, este apartado de nuestra Constitución
es mucho más amplio que el que se
encuentra en la española. Es en él en el que
hay que advertir la acción directa no sólo de
las constituciones francesas, sino de las
declaraciones norteamericanas y no en la
parte orgánica. En ésta, dicha influencia no
se habrá de marcar sino hasta el año de
1824, en la Constitución que se da México
plenamente liberado y sometido al influjo de
las normas institucionales de los Estados
Unidos.
La influencia de las ideas políticas corrientes
en España en esos años es patente. El
mismo Morelos en su proceso lo declaró sin
embozo al responder al cargo XV, acerca del
cual dijo:
Que en la formación de la Constitución no
tuvo más parte que remitirle a sus autores
la Constitución Española y algunos números
de El Espectador Sevillano.
Dado que España mantenía un sistema
monárquico y los mexicanos huían de él,
todos los capítulos relativos a aquel
aspecto y a los correlativos no se
encuentran en la de Apatzingán. Una
comparación estricta entre ambas es
motivo de otro trabajo, por lo cual nos
eximimos de hacerlo en esta ocasión.
JUICIOS Y VALIDEZ
¿Cuál ha sido el juicio que nuestra
Constitución primera ha merecido?
¿Cómo ha sido vista así como sus autores
desde el momento de su aparición? Esto es
lo que vamos a explicar breve y
finalmente. De parte de los insurgentes
puede decirse que fue aceptada, que tuvo
validez en tanto el Congreso existió y que
aun una vez disuelto éste en Tehuacán por
el general Mier y Terán, en 1815, la
Constitución quedó en el corazón y la
mente de todos los patriotas, como un
ideal a seguir, como una esperanza de
nueva vida que algún día cristalizaría; por
ello siguió imprimiéndose y circulando
entre los verdaderos insurgentes.
Poco tiempo antes de que se terminara el
Congreso, presidido por losé Manuel de
Herrera, lanzó desde Tiripitío, el 15 de
junio de 1814, un manifestó en el que
confirmó la unidad reinante en las filas
insurgentes y las labores peculiares que
cada grupo cumplía, tendentes todas a
salvaguardar “la posesión de los derechos
imprescriptibles del hombre usurpados por
el despotismo “. En este documento
esclarecedor se afirma que:
Procediendo todos de acuerdo trabajamos
con incesante afán en organizar nuestros
ejércitos, perfeccionar nuestras
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
109
instituciones políticas y consolidar la
situación en que la patria, temible ya a sus
enemigos, es árbitra de las condiciones con
que debe ajustar la paz; para la consecución
de tan importantes fines, la comisión
encargada de presentar el proyecto de
nuestra Constitución interina, se da prisa
para poner sus trabajos en estado de ser
examinados, y en breves días veréis; oh
pueblos de América!, la carta sagrada de
libertad que el Congreso pondrá en vuestras
manos, como un precioso monumento que
convencerá al orbe de la dignidad del objeto
a que se dirigen vuestros pasos. La división
de los tres poderes se sancionará en aquel
augusto Congreso; el influjo exclusivo de uno
solo en todos o alguno de los ramos de la
administración pública se proscribirá como
principio de la tiranía; las corporaciones en
que han de residir las diferentes potestades
o atribuciones de la soberanía se erigirán
sobre sólidos cimientos de la independencia,
y sobre vigilancias recíprocas; la perpetuidad
de los empleos, y los privilegios sobre esta
materia interesante, se mirarán como
destructores de la forma democrática de
gobierno. Todos los elementos de la libertad
han entrado en la composición del
reglamento provisional y este carácter os
deja ilesa la imprescriptible libertad de dictar
en tiempos más felices la constitución
permanente con que queráis ser regidos.
En el manifiesto que los diputados de las
provincias mexicanas dirigieron a todos sus
conciudadanos, el 23 de octubre de 1814,
esto es, un día después de haber suscrito la
Constitución, pieza que tiene enorme merito
puesto que descubre las miras y planes de
los constituyentes, sus ideas políticas, el
alcance de sus deseos y la orientación
institucional a dar al País, se hace una
confesión de las ventajas que la
Constitución acarrearía.
Para los realistas, en cambio, la
Constitución no solo fue objeto de mofa y
desprecio, sino que aun ordenaron fuese
quemada, ya que no podían serlo sus
autores. Entre los enemigos más
vigorosos de los insurgentes cuentan dos
personajes, don Félix Maria Calleja del Rey
y el obispo Manuel Abad y Queipo, entre
ellos también irreconciliables enemigos.
Si Abad y Queipo utilizó las armas
espirituales para destruir a los insurgentes,
Calleja emplearía otras más eficaces, la
espada y la bala. El primero impulsó la
Independencia, mas echo marcha atrás
después, alarmado por el desarrollo de la
lucha, y a partir del primer momento tomo
contra los rebeldes una actitud
persecutoria. El segundo fue desde sus
inicios el más seguro rival, el más
poderoso, el más terrible. Cuando al
obispo le fallaron sus censuras
eclesiásticas, ocurrióle lo que al obispo de
Oaxaca, Bergoza: acudió a las armas de
fuego para combatir a sus enemigos, no
tomándolas el mismo, sino incitando a los
militares y civiles a dirigirlas contra los
insurgentes. Pues bien, de Calleja tenemos
copiosa documentación que muestra su
desesperación por la incapacidad de no
poder destruir a sus enemigos. Notables
entre ellas son sus comunicaciones al
Ministerio de Guerra y Justicia, entre otras
las del 31 de mayo y del 20 de junio de
1813, así como las que remitiera al
ministro universal de Indias, en las que
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
110
manifiesta el estado general que prevalecía,
el cual prevalecía los mexicanos. En la
primera de ellas refiérese a la labor de
difusión de Rayón y del Congreso, acerca de
los cuales dice.
Quince meses hacia que el rebelde Rayón,
presidente de la pretendida Junta Nacional,
se había fortificado en Tlalpujahua su patria.
. . ,en la que se habían reunido sus sabios,
sus talleres, sus fundiciones, su imprenta y
los principales individuos de la junta, que con
sus papeles y la correspondencia diaria con
México incendiaban el reino, pero muy
particularmente producían el fomento de esta
gran capital focus de la insurrección y
adelante, después de mostrar cómo ésta ha
aumentado, propone medidas enérgicas para
contenerla.
Por su parte, el obispo electo de Michoacán,
en su representación del 19 de febrero de
1815, señala el espíritu general en favor de
la autonomía, cuya fuerza v origen no puede
comprender al escribir:
Al principio creí yo que la insurrección de
Nueva España consistía solamente en la
conmoción de indios y mulatos, mal dirigida
por unos hombres corrompidos y devorados
de la ambición y de la envidia pero de dos
años a esta parte me he llegado a convencer,
si Hidalgo y Allende han sido en efecto los
primeros y principales agentes de la
insurrección, no lo son ciertamente los
cabecillas sucesores: Morelos, Cos, los
Rayones, ni esa congregación de idiotas que
se titula junta Nacional. Éstos, cuando más,
serán agentes secunda ríos; y son, de hecho,
los instrumentos de la mano oculta que pro-
mueve la independencia de la Nueva
España, o cual romperá y destinará al
fuego estos instrumentos cuando ya no los
necesite. Es indubitable que existe una
coalición muy numerosa y extendida de
hombres y mujeres de todas las clases de
Estado, que se extiende por signos, como
los francmasones; que opera, como ellos,
con misterio y con sigilo, y se compone de
hombres de pocas luces en política (pues
no comprenden el funesto resultado que
debe tener su proyecto); pero
infinitamente profundos y ejercitados en el
arte de fingir, disimular, insinuarse y
prevenir los corazones de los hombres
honrados, a la seducción y el error. Ella
camina siempre por subterráneos, se cubre
con velos espaciosos, prepara sus tiros con
anticipación, y los descarga a gran
distancia, con tal alevosía y artificio que es
casi imposible el prevenirlos y conocer de
donde parten. La existencia de esta
coalición la experimentamos cada día los
buenos patriotas, que nos rozamos con los
insurgentes en las ocurrencias de la vida, y
descubrirnos el fondo de sus corazones a
través de su artificioso disimulo. Ella está
comprobada por una correspondencia
inmensa entre los insurgentes ocultos y
manifiestos, que se ha interceptado en
gran parte y dirigida al Supremo Gobierno;
y por todos los escritos de algún mérito,
publicados en el Ilustrador y en el
Seminario Americano, y en la Gaceta de
Oaxaca mientras tiranizaron aquella
ciudad; cuyo contexto y estilo manifiestan
claramente que no han sido sus autores ni
el doctor Cos, ni el licenciado Quintana, ni
el licenciado Bustamante, ni el licenciado
Rayón, ni ningún otro de los insurgentes
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
111
manifiestos; y que son obra de otros
hombres de más instrucción, que residen en
México, Puebla y otras ciudades de provincia.
Se comprueba, por las prisiones que se han
verificado (y aun más por las que se han
omitido), y por las ramificaciones inmensas
de sus confesiones y citas. Y se prueba,
finalmente, por la variedad y magnitud de
sus efectos.
La carta de Calleja dice: “Las armas del rey que
bien dirigidas derrotaran por mucho tiempo las
grandes masas de insurgentes, reunidos y
declarados, mientras alguna nación extranjera no
las proteja y auxilie abiertamente, se embotan y
hacen inútiles contra de los enemigos simulados y
ocultos desde el seno de la comodidad, de la
seguridad y de la abundancia, jamás dejan de
seducir, de inflamar, de auxiliar y de dirigir a los
campos revolucionarios que derrotados en un
punto se reúnen en otro, o en pequeñas partidas
,arruinan los campo, interceptan los camino
,asesinan al europeo que pueda haber a las manos
y saquean los pueblos que no están defendidos
bien convencidos que su constancia del dará al
cabo el vencimiento . El carácter de la insurrección
de estos países es siempre el mismo; se divisa en
la absoluta independencia con el exterminio de
todo europeo, y a este objeto camina sin
embarasarse en los medios, en la opinión, ni en los
reveses que experimentan en los frecuentes
choques con las tropas del rey. En medio de la
benignidad que ha adoptado hasta ahora el
gobierno es ineficaz para contenerlos, y la
variación de conducta no se produciría mejores
efectos. Yo he tentado lo uno y lo otro
alternativamente y según me ha parecido que lo
exigen las circunstancias y sin embargo, no puedo
decir que soy más dichoso de un modo que de
otro. Me lisonjeaba sacar un gran partido a favor
de la tranquilidad general con medidas
conciliadoras y con el establecimiento de la
Constitución de la monarquía que esta ya puesta
en práctica en la mayor parte; pero veo con
dolor que se sirven de la libertad de sus
principios para hacernos una guerra más cruel
ya para minar la existencia del legitimo
gobierno. Ni uno solo de tantos cabecillas y
cuerpos insurgentes como inundan devastan
este reino, se ha presentado hasta ahora a
gozar de los beneficios de aquel código benigno
y liberal. Otra prueba de mi concepto es lo
sucedido últimamente con dos elecciones
ejecutas en esta capital para electores
parroquiales e individuos del nuevo
ayuntamiento, de cuyo número ha sido excluido
todo europeo sin distinción, habiendo tantos
dignos de reconocimiento público por su
beneficencia y probidad, no obstante haberme
valido de todos los medios y conductos que me
parecieron oportunos, interesando en ello al
muy reverendo arzobispo y a las personas de
más crédito del país, a fin de asegurar el
nombramiento de personas que inspirasen
confianza a ambos partidos, sin desligarles las
que hubiesen de ser; pero contra mis
esperanzas y las seguridades que muchos de los
electores dieran a aquel prelado de que la
elección dejaría satisfechos nuestros deseos se
ha llevado efecto con escándalo el principio
detestable de la exclusión del europeo que han
proclamado los rebeldes en sus papeles,
recayendo la elección en personas notoriamente
de fidelidad y las más desconocidas y arruinadas
por los vicios, los cuales ciertamente llenarán
muy mal los sagrados deberes que les imponen
la patria como me lo acreditan los primeros
pasos que han dado en el ejercicio de ellos,
oponiéndose eficacisimamente a las medidas de
seguridad y de buen orden, que no e podido
dejar de tomar en las circunstancias en que se
halla esta capital, para reprimir los designios de
los revoltosos. semejante estado de cosas, de
que instruiré a vuestra excelencia
detalladamente cuando tenga lugar, sería capaz
de hacer desesperar del remedio y de obligarnos
a tomar el último partido que queda o de sujetar
en poco tiempo al país obrando tan
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
112
enérgicamente como lo exige la situación, o de
abandonarle por conveniencia, o por necesidad
para evitar que la dilación haga perder esta parte
de la monarquía española de un modo que influya
a que acaso no pueda conservarse la metrópoli que
privada de los auxilios de la América, se ve en la
precisión de dárselos, si no debiese esperarse que
con los mismos auxilios de tropas que recibe podrá
quizá lograrse su pacificación; pero en este caso es
indispensable tener presente que las
conjuraciones, las insurrecciones, los grandes
alborotos de los pueblos seducidos, jamás se han
extinguido sin medidas enérgicas, y sin la
exportación de los seductores en cuya clasificación
podría haber algún abuso en tiempos en que se
excitan las pasiones y se vengan los resenti-
mientos ;pero ellos serian siempre de nueva
consecuencia que los que puedan resultar contra la
Madre Patria al abrigo de leyes sabias y justas que
animan el entusiasmo de estas gentes, y alargan
sin término esta guerra desoladora (Archivo
General de Indias, Audiencia de México, legajo
1480, exp. 5). Y en la otra se resiente contra la
libertad de imprenta, que permitió la difusión de
las ideas. Ésta dice: Así es que en el tiempo en que
duró la libertad de imprenta, en lugar de escribirse
discursos moderados sobre reformas, proyectos
útiles de política y economía, etcétera, se
reprodujeron quejas de un ponderado despotismo,
se pusieron a la vista restricciones que ya no
existían y se desfiguraron providencias necesarias;
y queriendo que se considerasen estos pueblos
como en un perfecto estado de sosiego y
conformidad de ánimos, se declamó contra toda
clase de precauciones, pintándolas como la más
extraordinaria arbitrariedad y como la información
de las leyes y de la constitución. Tal es el contexto
y espíritu de un diluvio de papeles que se
publicaron en aquel tiempo a la faz del gobierno,
siendo notables, entre ellos el pensador mexicano
el Vindicador del Clero mexicano y los luguetillos,
cuyo autor, el licenciado don Carlos María
Bustamante estaba en correspondencia con los
rebeldes, y que al fin, se fugó con ellos temeroso
de experimentar el poder de las leyes. De este
modo se soliviantaron los espíritus; el pueblo
que aquí piensa menos que en ningún otro país
del mundo, oyó sin cesar los comentarios de
aquellos escritos en la boca de sus compatriotas,
y se empapó de las ideas que se le quisieron
inspirar todas contrarias a la rectitud de
nuestras intenciones, y a la sumisión al
gobierno; más supersticioso que el de cualquier
nación, fue atacado por este lado haciéndole
creer que alguna resolución atentaba contra la
pureza de la religión y los derechos de la iglesia,
según se estampó en impresos de aquellos días
entre los que se comprenden los ya citados, y
especialmente en una representación que se
llamo del clero mexicano, que multiplicada y
difundida en copias, se imprimió después en
Tlalpujahua por los rebeldes que entonces
poseían este pueblo; y difundían estas especies
en la multitud, canonizados para ello con la
autoridad de un autor o un apologista
eclesiástico y con la validación de la imprenta,
causaron un crecimiento indecible en la
indisposición de los espíritus, y aun se
practicaron animosidades de parte de todos los
partidos, que al fin hubieron conducido en
satisfacer las dañadas intenciones de muchos,
con una convulsión desastrosa. No se ocurrió a
estos daños con la refutación escrita de los
errores que sembraban aquellos papeles, porque
sobre el principio de que la misma parte de
estos habitantes está decidida por la causa de la
metrópoli; y el de casi todos los europeos que
existen en estos países son negociantes,
ascenderos y empleados, y por consiguiente,
poquísimos de ellos pueden ni tienen ocasión de
dedicarse a controversias políticas por falta de
instrucción o tiempo, abundando en los
americanos letrados farraguistas, curas ociosos
y colegiales corrompidos que cuando no
produscan nada original, saben copiar, truncar
especies escritas por otros, alucinar y
pervertir; cuando se imprimía en contra de la
opinión de los facciosos, se ahogaba entre el
conocimiento de muy pocas gentes que sin duda
eran los que no
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
113
necesitan de desengaños. . . .
A. G. I Estado, legajo 41, exp 22 ( 46) De Morelos
escribiría en especial en una
carta anterior: “Morelos es, sin disputa, el alma y
el tronco de toda la insurrección; y en la junta que
ha convocado para este mes en Chilpancingo, se
va a elevar a jefe supremo, independientemente a
toda autoridad, con ruina de la junta de Zitácuaro,
y de todos los demás cabecillas. Posee el sur de la
Nueva España, desde Zacatula a Techuantepe, y se
considera invencible, en las posiciones formidables
de la naturaleza, y por el arte, el Veladero, la
Palizada y el Arenal en las inmediaciones de
Acapulco. Espera tomarnos el importante castillo
de San Diego que tiene bloqueado y que ha
atacado tantas veces con la mayor obstinación; y
aun los insurgentes han derramado la noticia de
que lo había tornado; pero no es creíble, así por la
fortaleza del castillo, como porque yo supongo,
que así vuestra excelencia dome el señor Cruz
habrán dado ordenes para que la fragata y uno de
los bergantines de San Blas, en donde no son
necesarios, pasasen a Acapulco para auxiliar
aquella fortaleza en donde habrán hecho buenos
servicios metiéndole viveres y demás auxilios
necesarios, y estando en proporción de bar los
avisos convenientes por Colima o por Chiapa.
Fuera de que Morelos data la convocatoria par la
citada junta, en mediados del pasado en el cuartel
general de Acapulco; y si hubiera tornado esta
plaza, hubiera, seguramente añadido, y Castillo de
San Diego de Acapulco, porque conoce vire lo
mucho que influiría esta circunstancia para
reanimar la insurrección. " Cuando Morelos sea
forzado en las posesiones de Acapulco,
necesariamente se debe refugiar con las reliquias
de su ejército o a Michoacán o a Oaxaca. Esto se
debe tener desde luego muy presente para tomar
medidas suficientes a desvanecer sus proyectos, y
destruirlo enteramente en cualquiera de los dos
extremos; porque si nos descuidamos en esta
parte, podrá adquirir tales ventajas que recuperen
su opinión y pedidas anteriores. " Supuestos
estos hecho y conjeturas, como más probables y
de contingencia casi se asegura, parece
necesario el que se aumente esta división como
luego diré: y que se formen dos divisiones lo
más fuerte que sea posible, mandadas por
oficiales los más acreditados y capaces de todos,
sin consideración a grado; la una que ataque
directamente a Morelos donde quiera que se
halle, y la otra, que salga al mismo tiempo sobre
Oaxaca. Esto se debe ejecutar lo más pronto
que sea posible, luego que se levanten las aguas
a fines de éste o a principio del que entra. Pues
este tiempo es precisamente cuando está
Morelos ocupado en organizar su junta; preparar
y asegurar la soberanía, que ya toca con la
mano. objeto demasiado grande para absorber
toda su atención y facultades, y más cuando
debe experimentar la contradicción de sus
rivales. Por lo menos, no se le debe dejar
tiempo para que disponiendo como soberano de
toda la fuerza de la insurrección, a su grado y
sin resistencia, pueda hacer reuniones
demasiado fuertes y organizar ejércitos
respetables; Pues aunque él es una idiota, la
envidia y la ambición han desplegado bastante
sus talentos para entender y atender su propio
negocio, y aprovecharse de las luces y la expe-
riencia de los franceses que le dirigen. . . ”
Tales fueron, entre otras, las opiniones de
los contemporáneos de aquellos días
plenos de esperanza en la libertad y
felicidad de la patria. Posteriormente, los
historiadores que han analizado el
fenómeno de la independencia han dejado
su opinión acerca de nuestra primera carta
política, en ocasiones llena de entusiasmo,
otras veces en forma dura. Nuestros
constitucionalistas en ocasiones la han
olvidado del todo, otros si se han referido a
ella, mas su juicio llega a afirmar que ni si-
quiera cuenta en nuestra historia
legislativa.
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
114
La Constitución de Apatzingán, obra
elaborada como las grandes auténticas
epopeyas, entre el fragor de las batallas,
cerca del vivac de los soldados, entre ásperas
montañas y caudalosos ríos de las cálidas
tierras michoacanas, es el fruto mejor de un
pequeño grupo de licenciados y canonistas
henchidos de fe y de entusiasmo por el
futuro de México, quiches, sacrificando su
vida y su bienestar, quisieron dejarnos la
base primera de nuestra felicidad y
grandeza. Con esa obra, que representa
cuanto de mejor existía por ese momento en
el desarrollo político, y la cual, como toda
acción humana, es imperfecta y perfectible,
se revela el noble anhelo de un pueblo que
buscaba dar a sus ansias de libertad un
cauce civilizador, una forma y un contenido
superiores. Los constituyentes mexicanos,
dignos sucesores del padre Hidalgo,
continuaron, a través de su labor, la empresa
iniciada por aquel una fresca y clara
madrugada del mes de septiembre de 1810
en Dolores. La rebelión de Hidalgo, cuatro
años antes, marca el principio de autonomía,
de organización, de vida mejor que los
diputados mexicanos formularon siguiendo el
pensamiento de su iniciador y de sus conti-
nuadores, don Ignacio López Rayón y don
José María Morelos. El Decreto Constitucional
de 1814 revela que el movimiento insurgente
no fue un simple alboroto, sino el más loable
intento para constituir al País sobre bases
distintas al absolutismo, el proyecto que -
como quería ya Simón Rodríguez, el gran
maestro de Bolívar pudiera constituir al país
proyecto quo honrase los procedimientos y
que otorgara el mérito autentico a la Guerra
de Independencia.
FRANCISCO JAVIER MINA Y SU
EXPEDICIÓN
El año 1817 significa el ingreso en la
guerra de nuevos elementos. Tres años
antes, en marzo de 1814, Fernando VII
volvió a España y restauro el absolutismo
apoyado por varios congresistas
reaccionarios, a quienes se denominó «los
persas,,, y políticos como el general Elio.
Puso en prisión a varios liberales y
estrecho las relaciones con las potencias
más reaccionarias, como Rusia, afilió a
España a la Santa Alianza (1815) y celebró
con Estados Unidos, en febrero de 1819,
un tratado de límites que fijó las fronteras
septentrionales y cedió la Florida a aquella
república.
Todas estas razones provocaron en España
y también en las colonias serias
repercusiones. En la Metrópoli menudearon
las conspiraciones y alzamientos, entre
otros los de Porlier, Lacy y Milans y Mina.
Se temió en 1815 que la expedición que
Morillo llevaba para luchar en Nueva
Granada no saliera debido a la propaganda
en contra realizada por los grupos
masónicos. Sobrino de Mina fue Francisco
Javier, nacido en Navarra el 1. 0 de julio de
1789, quien se afilió con entusiasmo en las
filas liberales. Estuvo prisionero en
Vincennes y de may salió bien relacionado
con grupos masones, liberales,
comerciantes ingleses y emisarios
norteamericanos que prohijaron sus planes
de combatir el absolutismo no sólo en la
península, sino en América.
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
115
En Londres, Mina se vinculó con emigrados
liberales españoles, hispanoamericanos y de
otras nacionalidades entre otros con fray
Servando Teresa de Mier; en esa ciudad
obtuvo un navío, de oficialidad española,
inglesa e italiana y partió en mayo de 1816
hacia Estados Unidos. En Baltimore, uno de
los puertos, como Norfolk y Filadelfia, más
socorridos por los emigrados, por
conspiradores, corsarios y toda suerte de
aventureros, consiguió mayores recursos; ahí
zarpo hacia México, y con 300 hombres
desembarco en Soto La Marina el 15 de abril
de 1817. Lanzo varias proclamas a los
mexicanos anunciándoles que «un amigo de
la libertad venia a auxiliar a los ilustres
defensores de los más sagrados derechos del
hombre en sociedad y a luchar por la
emancipación de los americanos que sería
útil y conveniente a la mayoría del pueblo
español, tanto en lo mercantil e industrial,
como para el establecimiento de gobiernos
liberales. » Levantó un fuerte provisional en
aquel punto e internos en el país en donde
pensaba encontrar apoyo en los grupos de
Pedro Moreno y del padre Torres.
Llego acompañado de un puñado de valientes
al fuerte del Sombrero, en donde encontró a
Moreno. Venció en Valle del Maíz a
Villaseñor, en Peotillo a Armiñan, y en San
Felipe a Ordóñez. No pudo romper el sitio
que Liñan puso al fuerte defendido con
heroicidad y en donde perecieron algunos de
sus acompañantes como Young, ni tampoco
socorrer al fuerte de los Remedios ni tomar
Guanajuato. El 27 de octubre,
sorpresivamente, se le capturó en el rancho
de El Venadito y se le fusiló frente al fuerte
de los Remedios, a la vista de sus
compañeros, el 11 de enero de 1818.
El panorama de la lucha insurgente era
desesperanzado en el año 1818, el de la
muerte de Mina. Altos jefes como
Verduzco, Rayón y
Nicolás Bravo estaban prisioneros. Habían
perdido la vida en diversas formas José
María Liceaga, el padre Torres, Nicholson y
Yurtis, quienes como Young eran
anglosajones liberales que luchaban por la
independencia de México. Otros
insurgentes acogiéronse al indulto y una
tentativa de ayuda exterior, la de Mariano
Renovales, se frustró. A fines de 1819 sólo
mantenían la lucha Vicente Guerrero y
Pedro Ascensio.
La expedición de Francisco Javier Mina fue,
en el panorama del movimiento
emancipador mexicano, como un
relámpago que de repente iluminan la
oscuridad existente, un rayo que rompiera
el silencio y alumbrara de nuevo el cielo de
la libertad. La mala fortuna hizo que su
acción fuera breve. Sin embargo, ella
importa porque trae aparejados nuevos
elementos que hay que distinguir en el
desarrollo político mexicano.
Esos elementos, que ingresan un canto
mezclados, son el liberalismo militante,
pues el meramente doctrinario ya se había
conocido y difundido, y la masonería como
fuerza política. Ambas doctrinas pos-
tulaban un universalismo tan fuerte como
su seguridad triunfalista y contaban con el
apoyo político y económico de grupos
poderosos, principalmente de origen
británico, y también norteamericano, que
buscaban mercados para introducir sus
efectos y obtener las materias primas que
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
116
requerían.
En la expedición de Mina venían hombres
como Joaquín Infante y otros más, ligados a
grupos masónicos como la Logia Lautaro, que
tanta influencia tuvo en la emancipación de
las provincias del Rió de la Plata. Contaban
con una imprenta mediante la cual podían
difundir tanto las proclamas que su caudillo
lanzó, como otros escritos y canciones
patrióticas en favor de la libertad.
Uno de los miembros de ese grupo, que
figuraba como director intelectual, fue el
regiomontano fraile Servando Teresa Mier y
Guerra, dominico remitido a España a
principios del siglo por sus ideas nacionalistas
y su combatividad antiespañola. Mier fue el
primer mexicano que escribió una
apasionante historia de los inicios de la
independencia de México. Culto y prolífico,
dejó numerosos escritos de carácter
histórico-político que se inician con su
Historia de la Revolución de Nueva España. .
. (1813), Cartas de un americano al español
(Blanco White), 1811-1813, Memoria
político-instructiva enviada desde Filadelfia
en 1821, sus Memorias y muchas otras más
que lo acreditan como notable publicista,
hombre combativo, valiente y un canto
pintoresco. Actuó en la política nacional, y
sus escritos e ideas se afincaban
inteligentemente en un certero análisis de la
realidad mexicana. Fue ferviente republicano
y enemigo de todo gobierno absolutista, por
ello se manifestó en contra de la ascensión
de Iturbide al trono de México. En los
apéndices publicamos un fragmento de sus
memorias que dan cuenta de la expedición
de Mina.
Es en los apéndices en donde hemos situado
los testimonios más salientes del movimiento
emancipador mexicano. Consideramos que
el lector, leyéndolos en su integridad,
podrá tener una idea mejor y más amplia
de la guerra insurgente, de las ideas que la
promovieron, de las circunstancias y
acontecimientos más importantes del
mismo. El colocar fragmentos de los
mismos dentro del texto dificulta canto la
lectura como la comprensión. El lector
debe tener íntegros los elementos de juicio
que se va formando, los cuales confirmará
con un acercamiento total a esos
testimonios.
ABSOLUTISMO Y LIBERALISMO
A fines de 1818 la situación política
española era muy tensa. Si el monarca
había logrado restaurar el absolutismo con
las leyes e instituciones que lo
identificaban, como la Inquisición, la
censura de prensa y las alianzas con los
estados ultramontanos, los grupos
liberales, poderosos en el ejército, al
amparo de la masonería mostrabánse
descontentos y conspiraban francamente.
Estos grupos, apoyados por agentes
exteriores hispanoamericanos,
norteamericanos e ingleses, de quienes
recibían ayuda, manifestabanse contrarios
a los intentos de reconquista de las
colonias sublevadas que el monarca y sus
consejeros tenían, e incluso simpatizaban
con su independencia. Por ello, cuando en
1818 se inicio la formación de un ejército
expedicionario, esos grupos, apoyados por
Alcalá Galiano, Evaristo de San Miguel y
otros, impulsaron primero al conde de la
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117
Bisbal a defeccionar y, más tarde, al coronel
Antonio Quiroga y al comandante Rafael
Riego.
Riego se sublevó en Cabeza de San Juan el
1° de enero de 1820, y Quiroga
posteriormente. La revuelta prosperó por el
pronunciamiento de diversas ciudades, La
Coruña, Zaragoza, Barcelona y otras en favor
del restablecimiento de la Constitución liberal
que las Cortes de Cádiz habían dado a la
nación en 1812. El 7 de marzo el monarca
ofreció jurar la Constitución y lanzó un
manifiesto que se iniciaba con la
desfachatada y casi humorística frase:
«Marchemos francamente, y yo el primero,
por la senda constitucional-.
Las Cortes iniciaron sus labores en julio de
1820 y su acción consistió en instaurar las
instituciones y principios liberales, entre
otros la disolución de las órdenes religiosas,
el fomento de la secularización y
desamortización, la utilización de los tesoros
y plata de iglesias y catedrales, la vuelta a la
libertad de imprenta y otras medidas que
escandalizaron y atemorizaron a varios
grupos del clero y a las clases oligárquicas,
que veían amenazados sus intereses. Ese
temor había de llegar a las colonias
hispanoamericanas, principalmente a las que
no habían podido liberarse del yugo
metropolitano. Los grupos dirigentes estima-
ron que las medidas liberales de las Cortes
les dañaban, afectaban a su hegemonía y
abrían una nueva puerta a las aspiraciones
de los partidarios de la insurgencia para
volver a la lucha e instaurar un régimen
semejante.
LAS POSTRIMERÍAS DEL
GOBIERNO VIRREINAL
habiendo gobernado hasta el 8 de mayo de
1810 el arzobispo y virrey Francisco Javier
de Lizana y Beaumont y después, hasta el
13 de septiembre de ese año, la Audiencia
Gobernadora, a ésta le sucedió un nuevo
virrey, designado en España, Francisco
Javier Venegas, militar de carrera, buen
político y activo funcionario. A él
correspondió conocer de la insurrección de
Hidalgo y nombrar para contenerla al
brigadier Félix María Calleja, comandante
de San Luis Potosí', en donde estaba bien
relacionado por haber contraído
matrimonio con una rica criolla.
Disciplinado, preciso, riguroso y hasta
cruel, Calleja formó la base del ejército que
combatiría con eficacia a los insurgentes.
De sus filas salieron los militares que se
distinguirían en esa guerra y
posteriormente, como Orrantía, Aguirre,
Béistegui y los criollos Armijo, Barragán,
Bustamante y Gómez Pedraza.
La actividad militar de Calleja y otros
comandantes que dirigieron diversos
cuerpos del ejército, aumentados días tras
día por reclutamientos y llegada de
refuerzos de la Metrópoli, causo graves
daños a los insurgentes. Por otra parte, las
medidas policíacas y administrativas
atemorizaban a la población civil, sometían
a los descontentos encarcelándolos,
condenándolos a trabajos forzados en las
obras públicas, entre otras la famosa zanja
cuadrada, y persiguiendo de continuo a los
partidarios de la insurgencia, entre ellos a
los Guadalupes.
El 4 de marzo de 1813, Venegas dejó el
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
118
mando a Calleja, quien gobernó desde ese
año hasta el 20 de septiembre de 1816.
Sumaba así Calleja el gran poder militar que
había adquirido con el político. Continuó la
guerra con más intensidad y logró desbaratar
poco a poco los reductos insurgentes. Por
extremar tanto sus medidas y cometer exac-
ciones contra los comerciantes, tuvo que ser
cambiado por Juan Ruiz de Apodoca, quien
rigió Nueva España del 20 de septiembre de
1816 al 5 de julio de 1821, fecha en que fue
destituido por las tropas españolas.
Apodaca disminuyó el rigor empleado por
Venegas y Calleja, actuó con diplomacia
aquietando los espíritus, aun cuando
mantuvo activas y bien organizadas las
fuerzas militares. Atento a las conmociones
políticas de la Metrópoli, percibió el
crecimiento de los grupos liberales y su
reacción en contra de los partidos del
absolutismo. Tal vez ello moderó su actitud,
pero de toda suerte no se concitó la
enemistad real, pues Fernando VII le
escribiría en momentos de apuros a finales
de 1820 que las presiones que
experimentaba en España lo tenían de-
sazonado y por ello pensaba partir a México,
en donde encontraría vasallos más fieles y
obedientes. La conducta ambigua de Apodaca
no gustó a nadie, por lo cual los diputados
americanos a Cortes, entre otros Ramos
Arizpe, lograron que el ministro de Ultramar
lo removiera. Esta remoción ocurrió con
posterioridad a la destitución forzada que de
él hicieron las tropas españolas el 5 de julio
de 1821, en virtud de que Apodaca vela con
buenos ojos el movimiento “trigarante” ini-
ciado por Iturbide y los lineamientos del Plan
de Iguala.
El golpe de estado dado contra Apodaca
coloco en el poder al mariscal de campo
Francisco Novella, quien no contó con el
apoyo de la junta Provisional, de la
Audiencia ni de varios militares. Así, su
gestión dúo del 5 de julio al 3 de agosto de
1821.
El nuevo virrey fue Juan O'Donojú, quien
desembarcó el 30 de julio y tomó el mando
el día 3 de agosto. Luego de celebrar con
Iturbide un tratado en la villa de Córdoba
por el que reconocía la Independencia, se
sumó al carro del triunfador y entregó en
manos de los mexicanos el gobierno del
país el 28 de septiembre de ese año. Poco
tiempo vivió entre nosotros, pues falleció
el 8 de octubre de 1821.
Si ésa fue, a grandes rasgos, la trayectoria
del gobierno virreinal en su última etapa,
de 1810 a 1821, acto en que se consumó
la Independencia, veamos brevemente la
del gobierno nacional que trató de dar a
México el grupo insurgente.
La Constitución de Apatzingán, que rigió
durante breve tiempo en el territorio
ocupado por los insurgentes, lo cual se
demuestra por juras que de ella hubo, su
reimpresión y el establecimiento de las au-
toridades que ella señalaba, indicaba que
además del Congreso, que tenía la mayor
autoridad, existiría un Poder Ejecutivo y
uno Judicial representado por el Tribunal
Supremo. Para el Ejecutivo, ostentado por
tres personas, se nombro a Morelos, a
Liceaga y al doctor Cos. El Tribunal se
integró con los licenciados Ponce, Castro y
Martínez. El Congreso designó a varias
personas, como lo había hecho Rayón,
para obtener ayuda exterior. José Manuel
Herrera, Francisco A. Peredo, Juan Pablo
Anaya, el padre Pedroza, Bernardo
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
119
Gutiérrez de Lara y Tadeo Ortiz tuvieron
misiones que fracasaron, salvo la de Herrera,
quien condujo a Estados Unidos al hijo de
Morelos y reguló caudal para comprar armas.
El Ejecutivo compartido no funcionó, pues de
él se separo Cos, a quien sustituyó Antonio
Cumplido.
La derrota de Valladolid y Puruarán decidió el
traslado del Congreso a Tehuacán. Una Junta
Subsidiaria, cuya jurisdicción llegaba a
Texas, se formó en Michoacán, el foco más
importante de la guerra. La integraron el
mariscal Muñiz, el licenciado Ayala, Dionisio
Reyes, José Pagola y Felipe Carvajal. Esta
junta, transformada y a veces dividida, tra-
taría de mantener la unidad del movimiento
revolucionario en los años venideros. El
Congreso, cuyo traslado costó a Morelos la
vida, llegó con el apoyo de Manuel Mier y
Terán y Vicente Guerrero a Tehuacán en
momentos muy difíciles para esos jefes. Sus
pretensiones, el estorbar la pronto acción
política y militar de las fuerzas, originó que
Terán, con el consejo de Alas, Cumplido y
Carlos María de Bustamante, disolviera el
Congreso y los tres poderes y creara una
Comisión Ejecutiva, integrada por Alas,
Cumplido y Terán, que coordinaría los
divididos cuerpos insurgentes e intentaría
reorganizar el país. La contraofensiva militar
que se cebó en los insurgentes acabó con
esta comisión.
La junta de Michoacán, debido a los azares
de la guerra y a los malentendí- dos y
parcialidades de sus miembros, fue disuelta
por el mariscal Juan Pablo
Anaya en febrero en 1816. La restableció el
mariscal José María Vargas y luego la
desconoció Rayón. Cambió de vocales, pues
ingresó en ella el canónigo San Martín,
hombre pintoresco al igual que su
homólogo Velasco. La presidió José
Pagola, mas él y su secretario fueron
muertos en Huetamo el 9 de junio de
1818. Posteriormente reapareció en
Balsas apoyada por Vicente Guerrero,
aunque pronto se disolvió al ser éste
derrotado en Agua Zarca en noviembre de
1819.
Los insurgentes del centro que constituían
la junta desaparecieron, pues el padre
Torres y Liceaga fueron asesinados. El
mariscal Juan Pablo Anaya, uno de los
sobrevivientes, se indultó al igual que
Mariano Tercero, Huerta, Navarrete y
Carvajal. En Veracruz, acosado por las
desgracias y la mala suerte, Guadalupe
Victoria, que mantenía la lucha, tuvo que
refugiarse en Paso de Ovejas para salvar
su vida. Así, estos intentos de
organización nacional fueron truncados por
la cruel guerra, que no apagó del todo el
anhelo de independencia de los mexicanos.
LA CONSUMACIÓN DE LA
INDEPENDENCIA Y EL IMPERIO DE
ITURBIDE
Frustrado el intento de Francisco Javier
Mina por atraer a los mexicanos a una
lucha de mayor sentido universalista (la de
combatir contra toda forma de
absolutismo, lo que traería como
consecuencia la independencia), y dispersa
y deshecha la junta de Jaujilla, que repre-
sentó el último organismo gubernamental
de la insurgencia, el más importante
núcleo rebelde a partir de 1818 era el que
comandaba en el Sur Vicente Guerrero
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
120
(1783-1831) apoyado por otro valeroso
insurgente, Pedro Ascensio (1778-1821).
Contra ellos, estimados como focos de
malestar y peligro autonomista, se dirigió la
estrategia política y militar del virreinato.
Desde el año 1814 Calleja designó para
encargarse de la “División del Sur y rumbo
de Acapulco” al coronel José Gabriel de
Armijo, buen militar, pero cruel y
deshonesto, como otros jefes de armas de
entonces. La división de Armijo, que había
obtenido algunas victorias contra los in-
surgentes y actuó para destruir núcleos
importantes, al decaer la guerra insurgente,
se encontró con que tenía que luchar en un
medio hostil contra fuerzas que se le
escapaban, en un territorio en el que los gue-
rrilleros sabían moverse con habilidad, pues
lo conocían a la perfección y, además
contaban con el apoyo silencioso de la
población. Tierras agrestes, clima riguroso,
dificultad para obtener recursos con que
alimentar a la tropa y hacer llegar los
pertrechos de guerra, cansancio,
aburrimiento, todo ello conspiraba para
desalentar a Armijo y sus tropas. Esas
circunstancias también llegaron a fatigar a
los caudillos, que cada día veían disminuir
sus contingentes, acogerse al indulto a mu-
chos de los antiguos y prestigiados jefes, y
observar que tanto la política virreinal como
la metropolitana variaban.
Es indudable que Guerrero, Ascensio y otros
dirigentes, pero principalmente éstos, no
vivían aislados del todo de lo que acontecía
en el país y que aun en su alejamiento
recibían apoyo y noticias de grupos secretos,
de simpatizantes de México, Puebla,
Valladolid, y que a través de los puertos de
Acapulco y Huatulco les llegaban informes del
movimiento emancipador sudamericano,
de la situación de Centroamérica y de la
circunstancia en que vivía la Península.
Una organización no tan perfecta como la
de los Guadalupes, sino de patriotas
aislados, servía para mantener enterado a
Guerrero y a sus tropas de cuanto ocurría.
El magnifico sistema de comunicación que
crearon López Rayón y Morelos continuaba
sirviendo en menores proporciones para
mantener en los rebeldes del Sur el
conocimiento de lo que ocurría en México y
en España.
Los períodos en que se gozó de las
libertades que concedía la Constitución
liberal de Cádiz, libertades muy
restringidas desde la época de Calleja, y
las noticias que aportaba la prensa liberal
podían, en esos momentos, ser mejor
conocidas por los insurgentes. Las
aperturas constitucionales, las
manifestaciones antiabsolutistas, tanto
metropolitanas como las que se daban en
Nueva España, favorecían en buena
medida a los insurgentes por muy aislados
que estuvieran. Ello explica por qué
Vicente Guerrero pudo conocer los grandes
cambios políticos que se operaban y actuar
inteligentemente en provecho de su causa;
por qué pudo acomodarse a una coyuntura
que resultaba favorable para salir del
estancamiento en que se encontraba la
guerra de Independencia. Guerrero
comprendió que dado el desgaste militar y
moral, la independencia no podía lograrse
con la pura fuerza de las armas, sino
mediante el empleo de una diplomacia y
una política hábil, oportuna y eficaz.
Por su parte el virrey, por entonces Juan
Ruiz de Apodaca, adoptó frente al
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
121
movimiento insurgente una política hábil, de
tolerancia, de comprensión y de
acercamiento a diversos grupos tanto de la
sociedad colonial: clero, comerciantes,
funcionarios, como también hacia los núcleos
rebeldes, ofreciéndoles el indulto, garantías y
algunos beneficios. Apodaca veía con cierto
estupor los vaivenes de la política europea,
concretamente de la metropolitana, y se
daba cuenta de que los sistemas
monárquicos absolutos eran arrasados por el
oleaje liberal; de que las nuevas ideas que la
Ilustración y el liberalismo habían aportado
representaban una fuerza incontenible, y que
se habían plasmado en un programa de
acción que postulaba cambios esenciales en
la futura organización política y jurídica de
muchos pueblos. Veía el virrey Apodaca que
el porvenir tenía que ser diferente, que era
indispensable efectuar cambios radicales,
pero que él, como representante del monar-
ca, estaba obligado a salvaguardar los
intereses que le habían confiado, a mantener
el orden y la tranquilidad en la rica colonia
novohispana.
Muchos personajes de su entorno pensaban
lo mismo, aunque algunos, principalmente
los criollos, aspiraban a obtener mayor
libertad, un más franco desarrollo y la
posibilidad de acceder a los rangos civiles y
eclesiásticos que se les habían negado. Los
grupos ligados con la magistratura estaban
conscientes de las ventajas que aportaban
las constituciones que frenaban la
arbitrariedad y el capricho de las auto-
ridades, que otorgaban a los ciudadanos un
mínimo de garantías y que abrían a los
americanos la posibilidad de hacer oír su voz
en las asambleas políticas.
Mineros y comerciantes veían en la apertura
liberal que se daba en la economía la
posibilidad de beneficiarse, de establecer
relaciones más ágiles y provechosas con
los centros comerciales que les habían
estado vedados por la existencia del
sistema económico que se apoyaba en el
monopolio y el control de las
transacciones. Los grupos peninsulares,
burócratas y rentistas, sentían pavor del
cambio que les desplazaría. Aferrábanse a
las viejas ideas e instituciones, se
atrincheraban en la condena que
funcionarios y eclesiásticos hacían
vehementemente de todo cuanto oliera a
innovación, a las ideas de filósofos y
juristas modernos.
Los aristócratas y la clase media poco
informada temían las revueltas sociales, el
desorden, la anarquía que se dio en los
primeros momentos de la insurgencia.
Prelados de alto nivel, la mayor parte pe-
ninsulares, aprestábanse a defender el
trono y el altar de los embates de quienes
no aceptaban la teoría del poder divino de
los reyes, y de los que ansiaban una
Iglesia más entregada a sus funciones
espirituales que consagrada a mantener
por la coacción religiosa la adhesión a una
forma estatal que no beneficiaba al pueblo.
Este último, nuevamente en forma callada,
ansiaba su libertad, el fin del sistema
esclavista y de castas, humillante e
inhumano. Deseaba la supresión del pago
de tributos, gabelas y alcabalas; ansiaba
una distribución equitativa de la riqueza,
de la propiedad territorial; la restitución de
las tierras y aguas de las cuales desde
hacía varios siglos había sido despojado.
Deseaba también la dotación de sitios para
cultivo, indispensables para sustentar sus
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
122
numerosas familias, la impartición de pronta
y eficaz justicia y la desaparición de un
sistema discriminatorio que evitaba la
movilidad social y el goce de los derechos
naturales y civiles que todo hombre tiene.
En verdad, el pueblo, entusiasmado por los
ideales libertarios, se había sumado
inasivamente al movimiento insurgente,
como forma de cambiar su situación. El
desarrollo militar y político de la emancipa-
ción no permitió que ese cambio total se
realizara. Varios años de guerra sangrienta,
que diezmo a la población, si bien revelaron
el hondo patriotismo del pueblo, no sirvieron
para efectuar en su favor todos esos cambios
que anhelaba, y por los que se volvería a
sacrificar. El pueblo deseaba el cambio, y
por hacerlo posible volvería a apoyar a los
caudillos en turno.
Tal era el panorama que presentaba la
sociedad mexicana a finales de 1819. En la
Metrópoli, la situación era igualmente
diversa. Las clases altar, aferradas a sus
posiciones tradicionales, temían la desapari-
ción de sus privilegios, pero en el pueblo latía
el descontento por la desigualdad, la miseria
y la ignorancia. La clase media instruida,
consciente de su valor y ornas politizada,
aspiraba al cambio. Letrados, eclesiásticos v
militares, influidos por el liberalismo, la
masonería y la Ilustración, que también
renovaba la teología, estaban predispuestos
a los cambios. Veían al monarca como un
ente político necesario, pero no como figura
sobrenatural con carácter divino. Habían
desacralizado la figura real y aceptaban que
la voluntad popular fijara por la voz de sus
representantes, en una ley superior, los
anhelos, principios y formas con los que
querían vivir.
Por esa razón, el pueblo español vio con
agrado y apoyo el pronunciamiento que u
grupo de militares liberales, encabezados
por el comandante Rafael de Riego, hizo el
primero de enero de 1820 en Cabezas de
San Juan, provincia de Sevilla, con la
bandera del constitucionalismo,
movimiento que fue apoyado
clamorosamente y obligó a Fernando VII a
jurar la Constitución de 1812 y a encauzar
su gobierno a través de las normas
políticas y jurídicas que la sustentaban. El
rey entregó el poder a un gobierno liberal
que, con las presiones que todo
movimiento de reacción conlleva, extremó
los postulados del liberalismo.
Tres años duró la euforia liberal
constitucionalista, que de España pasó a
todas las provincial de su vasto imperio. En
Nueva España el entusiasmo por esa
medida se desbordó, como había hecho en
1813 al elegir sus Diputaciones
Provinciales y los Diputados a Cortes,
entusiasmo que Calleja se ocupó de
reprimir, pero volvió en 1820 a lanzarse a
calles y plazas para vitorear a la
Constitución, mostrando así su firme apoyo
a un régimen de derecho. La presión
popular fue tan violenta que el virrey hizo
jurar la Constitución en la capital el 31 de
mayo, juramento que se repitió en toda la
extensión del virreinato. Reimprimieronse
gran número de ejemplares de la
Constitución gaditana que circularon por
todo el territorio, llevando al pueblo el
conocimiento de sus derechos
fundamentales. De las imprentas de
México, Puebla y Guadalajara salieron
multitud de publicaciones en las que, al
lado del simple oportunismo político y el
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
123
elogio desmedido, se pueden encontrar
valiosas, operantes e inteligentes ideas
político-jurídicas que conformaban la
ideología mexicana de ese momento y
preludiaban el futuro.
Mucha literatura superflua circula a partir de
mayo de 1820, pero también se percibe la
preocupación de algunos publicistas y juristas
destacados por ocuparse de la Constitución,
de sus postulados y finalidades como base de
toda convivencia de la sociedad, y de ésta
con el Estado. El doctor Blas Osés, abogado
de la Real Audiencia, rector del Colegio de
Santos y miembro de la Academia Pública de
Jurisprudencia Teórica y Práctica, inauguró el
28 de noviembre de 1820, en la Universidad
de México, la cátedra de Constitución, con lo
cual daba acceso en la institución académica
más respetable al estudio del Derecho
Constitucional moderno.
Apodaca había enviado repetidas veces a los
jefes rebeldes invitaciones para que se
acogieran al indulto general decretado, pero
ofreciéndoles además otras ventajas. A toda
costa trataba de pacificar el país, y si no lo
lograba con las armas, había que intentarlo
diplomáticamente. Guerrero, al enterarse del
pronunciamiento liberal español, se dio
cuenta de que significaba una buena
coyuntura política, de que muchos grupos
veían colmados sus anhelos antiabsolutistas,
pero que otros, atemorizados o desconfiados
de los intentos liberales de la Metrópoli,
preferían apartarse del camino de España,
emanciparse y emprender una nueva vida
que atendiera sus propios intereses.
En la capital contendían ambos grupos.
Muchos criollos y mestizos del pueblo común
apoyaban fervorosamente la Constitución,
cuya vigencia, pensaban, les acarrearía la
independencia. Criollos y peninsulares de
los altos círculos favorecían la separación,
pues así protegerían sus intereses. En la
antigua casa e iglesia de la Profesa, que
desde la expulsión de los jesuitas ocupaba
la Congregación del Oratorio, criollos y
peninsulares de alto rango, encabezados
por el canónigo Matías de Monteagudo, de
acendrada posición conservadora, además
de asistir a ejercicios espirituales, discutían
la situación política reinante. Abogados,
militares, clérigos, comerciantes y
terratenientes conversaban, tratando cada
uno de imponer sus ideas peculiares en
torno de los acontecimientos de la
Metrópoli. A los eclesiásticos les asustaba
la penetración de las nuevas ideas,
principalmente aquellas que apoyaban la
tolerancia religiosa y la desamortización de
sus bienes, aun cuando algunos
eclesiásticos habían apoyado esta última
para subvenir los gastos que requería la
guerra contra el invasor. Los
comerciantes, ligados con el monopolio
español, temían que éste se rompiera y
afectara sus intereses, y los que deseaban
su desaparición veían que ese hecho les
beneficiaría, pues podrían comerciar
libremente. Los militares advertían que
oficiales de igual categoría, con el uso de
las armas, podían imponerse al soberano,
obligarle a acatar la voluntad popular y
subordinarle al interés de la nación. Sólo
un vínculo común existía entre los ejerci-
tantes de la Profesa, el religioso, pues
respecto a nacionalidad e intereses
económicos tenían posiciones diferentes.
De las reuniones de la Profesa estaba
enterado el virrey Apodaca. Miembros de la
Secretaría Virreinal asistían a ellas y
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
124
actuaban como espías. De esta suerte, el
astuto gobernante estaba al tanto de la opi-
nión de los grupos influyentes y podía
comparar lo ocurrido en España con lo que
acontecía en México, y así podía intervenir
oportunamente, en lo personal, Apodaca era
bastante conservador y no simpatizaba con el
extremismo liberal ni con las libertades que
otorgaba la constitución de Cádiz.
Vicente Guerrero, fogueado en la guerra, al
conocer el levantamiento de Riego, advirtió el
poder del ejército en la toma de decisiones y
cómo éste se convertía en factor decisivo en
la conducción política. Convencido de que en
ese momento la marea liberal resultaba
incontenible y que ella barrería al tímido
virrey, concibió la idea de pactar con un
militar fuerte y prestigiado. José Gabriel de
Armijo, su contrincante quien le había
instado repetidas veces a indultarse, para
terminar con la inútil guerra de desgaste a la
que desde hacía tiempo se enfrentaban,
resultaba así el hombre deseado; mas
Guerrero no previó que Armijo conservaba
todavía muy arraigado el sentimiento de
lealtad a las instituciones, por lo cual, al
recibir una invitación de Guerrero
proponiéndole unir sus fuerzas para
independizarse, no se atrevió a actuar, e
informó al virrey de tan extraña
comunicación.
Guerrero no se desanimó, sino que insistió
en su proyecto, invitando al coronel Carlos
Moya, oficial de Armijo establecido en Chil-
pancingo, a sumarse a sus proyectos. Para
ello le escribió una carta el 17 de agosto de
1820, uno de cuyos párrafos sobresalientes
es el siguiente, en el cual puede apreciarse la
buena información que poseía sobre la
situación española y la sagacidad
psicológica con que actuaba ofreciéndole a
su contrincante el mérito de la gloria que
alcanzarían:
Como considero a vuestra señoría bien
instruido en la revolución de los liberales
de la Península, aquellos discípulos del
gran Porlier, Quiroga, Arco-Agüero, Riego y
sus compañeros, no me explayaré sobre
esto y si paso a manifestarle que éste es el
tiempo más precioso para que los hijos de
este suelo mexicano, así legítimos como
adoptivos, tomen aquel modelo para ser
independientes no sólo del yugo de
Fernando, sino aun de los españoles
constitucionales. Sí, señor don Carlos, la
mayor gloria de Guerrero fuera ver a V. S.
decidido por el partido de la causa
mexicana y que tuviera yo el honor de
verlo, no de coronel de las tropas
españolas (en donde se tienen muchos
rivales), sino con la banda de un capitán
general de las americanas, para decir por
todo el orbe que yo tenía un jefe, un padre
de mi afligida patria, un libertador de mis
conciudadanos y un director que con sus
realzadas luces y pericia supiera guiarnos
por la senda de la felicidad. . . Cuando se
trata de la libertad de un suelo oprimido,
es acción liberal en el que se decide a
variar de sistema. . . Mis confidentes, así
en México como en Ultramar, me aseguran
que en octubre próximo debe arribar a la
corte mexicana el excelentísimo señor
capitán general de Navarra don Francisco
Espoz y Mina a suceder al Venadito. El
primero sé que conserva cierto
resentimiento con los realistas (ignoro cuál
sea la causa) y puede ser que nos resulten
algunas ventajas. . .
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
125
En este texto, como con entera razón afirma
el historiador Ernesto Lemoine, se prefiguran
los acontecimientos políticos futuros, prin-
cipalmente el surgimiento del Plan de Iguala,
pues en él se trata de la unión de españoles
y mexicanos para obtener la independencia,
la cual se haría mediante la cooperación de
las fuerzas realistas e insurgentes, actuando
como jefe el coronel Moya, y Guerrero en
calidad de subalterno.
Moya, fiel oficial de Armijo, comunicó a éste
la misiva de Guerrero y también al propio
virrey, quien entrevió una esperanza de
arreglo. Poco después, Apodaca cambió a
Armijo y nombró a Agustín de Iturbide, el 9
de noviembre, encargado de la Comandancia
del Sur. Iturbide, que había sido comandante
del Ejército del Norte, del que fue separado y
enjuiciado, acusado de extorsiones y malos
manejos, trataba de congraciarse con los
grupos dirigentes y mantenía gran amistad
con canónigo Monteagudo y otros personajes
ligados a Apodaca. Éste, al designar a
Iturbide, lo hizo porque conocía su aptitud
militar y porque pensó que podía pactar con
Guerrero y negociar la pacificación del país
sin alterar el gobierno. Los conjurados de la
Profesa creyeron, por su parte, que Iturbide
podría ser el jefe del movimiento que,
unificando a mexicanos y españoles y
garantizando el mantenimiento de la religión
católica, podría obtener la independencia de
la Metrópoli, que oscilaba entre absolutismo
y liberalismo convulsos.
Iturbide, ambicioso e inteligente, maduraba
dentro de sí un proyecto que le pudiera
beneficiar. El 1º de diciembre se hizo cargo
en Teloloapan de la Comandancia del Sur y,
mediante copiosa correspondencia, empezó a
establecer contactos con antiguos amigos y
conocidos. Para no despertar sospechas,
emprendió una campaña contra las tropas
de Pedro Ascensio, las cuales lo
derrotaron. Guerrero por su parte, vencía a
fuerzas de Carlos Moya. Estos descalabros
le mostraron que los insurgentes tenían
arraigo en el Sur, que luchaban con patrio-
tismo y valor y que resultaba difícil
exterminarlos. Convenía mejor pactar con
ellos. Así, el 10 de enero de 1821, dirigió
una primera carta a Guerrero llamándole
“Muy señor mío”. Éste no le respondió
hasta el día 20 desconfiando de sus
intenciones, y batió en Cueva del Diablo a
contingentes de Iturbide. El 4 de febrero,
desde Tepecuacuilco, escribe nueva carta
llamando al suriano “Estimado amigo” y
proponiéndole una entrevista en la cual
pudiera abrazarlo, pues lo consideraba
“hombre de bien”. En esa carta
exteriorizaba sus planes de independencia,
le indicaba que se constituiría un gobierno
monárquico con arreglo a una constitución
peculiar y adaptable al reino; que si se
llamaba a Fernando VII, lo hacía como
maniobra política. Que él, Iturbide, batiría
a las fuerzas virreinales que se opusieran a
ese plan, pincipalmente a las del centro, en
tanto Guerrero, con su ejército, defendería
la línea del Sur, guardándole las espaldas.
Para el 24 de febrero, Iturbide concluyó en
Iguala su famoso plan mediante el cual se
consumó la independencia, y que contó
con la aquiescencia de Guerrero. Ambos
ejércitos juraron sostener ese plan y el día
14, en Acatempan, cerca de Teloloapan, se
encontraron ambos jefes decididos a luchar
unidos por ver a su patria libre. El Ejército
Trigarante, como se denominó al que
defendería religión, independencia y unión
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
126
íntima de americanos y europeos, se aprestó
a combatir por su causa. Copias del Plan de
Iguala fueron enviadas al virrey, al arzobispo
y a las principales autoridades civiles,
eclesiásticas y militares, y las adhesiones de
los prelados y jefes de armas se sucedieron
una tras otra. Las ciudades más importantes
de Nueva España recibieron a los trigarantes
encabezados por Iturbide con inmensas
muestras de júbilo. Valladolid, Guanajuato,
Querétaro y Puebla lo aclamaron como
libertador. La guarnición de México optó por
apoyar su movimiento, destituyó al virrey
Apodaca y nombró para remplazarlo al
mariscal Francisco Novella.
Iturbide, durante su recorrido triunfal,
permaneció atento tanto a las adhesiones,
cuanto a la oposición que su movimiento
había despertado, teniendo en consideración
que algunos elementos peninsulares no
habían manifestado su conformidad, como el
general Dávila, comandante de la fortaleza
de San Juan de Ulúa, en la que siguió
ondeando el pabellón español. También
estuvo atento a la llegada de noticias de
España, y así se enteró, durante su estancia
en Puebla, de que había llegado a Veracruz
Juan O'Donojú, quien venía a sustituir a
Apodaca, y el cual traía el titulo que la
Constitución gaditana le daba de Jefe Político
Superior, pero que en realidad hizo de él el
último virrey.
El arribo de Juan O'Donojú, hombre de
ascendencia liberal, afiliado a la masonería, y
que había influido en el ejército liberal
español, hizo que Iturbide cambiara
hábilmente sus planes de entrar pronto en la
ciudad de México, de tal manera que destacó
emisarios al camino por el que vendría el
virrey, y esperó. O'Donojú, por su parte,
al llegar a Veracruz se enteró del estado de
cosas reinante, del paso al Ejército
Trigarante de toda o la mayor parte de la
milicia española y de la adhesión de
autoridades civiles y eclesiásticas. Como
liberal, ese estado de cosas le gustaba;
como militar, comprendió que Nueva
España se había perdido para la Metrópoli
y que sólo una guerra cruenta con un
enorme ejército podría, a través del
tiempo, hacer que volviera a la sujeción y
eso si se tenía mucha suerte. Los contados
soldados que le acompañaban resultaban
insuficientes para intentar cualquier acción,
por lo que era indispensable actuar como
hábil diplomático, como sagaz político. Por
ello, al entrar en el territorio, destacó
personal para ponerse en comunicación
con Iturbide.
Ambos convinieron en entrevistarse en la
villa de Córdoba, lo cual efectuaron el 24
de agosto de 1821. Iturbide expuso a
O'Donojú la situación reinante, el apoyo
general de los mexicanos y españoles a su
empresa; le explicó los principios
esenciales del Plan de Iguala, que lla-
maban para hacerse cargo del trono de
México a Fernando VII, y las ventajas de
hacer realidad esos principios, tanto para
España como para México.
Comprendió O'Donojú la situación, aceptó
la realidad y después de conferenciar
largamente con Iturbide, accedió a firmar
con él el convenio conocido con el nombre
de Tratados de Córdoba, integrado por 17
artículos, en los que se reconoce a México
como nación soberana e independiente, se
crea un gobierno monárquico
constitucional moderado, y se llama a
LA CONSPIRACION DE QUERETARO Y LA REBELION DE HIDALGO________________
127
reinar en el Imperio Mexicano, en primer lu-
gar, al señor don Fernando VII, y por su
renuncia o no admisión, al serenísimo infante
don Carlos Luis, y por renuncia o no
admisión, al que las Cortes del Imperio
designaran.
Aun cuando los Tratados de Córdoba
traducen fielmente los principios consignados
en el Plan de Iguala, Iturbide, con hábil
inteligencia, modificó los términos del artículo
4. ° del plan, el cual, al señalar a las
personas que ocuparían el trono se leía:
“Fernando VII y en sus casos los de su
dinastía o de otra reinante serán los
emperadores, para hallarnos con un monarca
ya hecho y precaver los atentados de
ambición. En cambio, en él artículo tercero
de los tratados, en su última parte, al no
aceptar ninguno de los miembros de la
familia real el trono de México, “serían las
Cortes del Imperio las que designaren al em-
perador”. De esta suerte, al dejar abierto
ese resquicio, pensó que podría ser un
mexicano, ¿y por qué no él el designado?.
Con habilidad cortaba con la dependencia de
la monarquía española, y O'Donojú, hubiera
o no entrevisto esa perspectiva, estuvo de
acuerdo, firmó el pacto y autorizó el paso de
dos comisionados para que fueran a España
a llevar copia de los tratados y obtener la
aprobación del monarca.
Más aún, el día 31 de agosto, desde Córdoba,
una vez pasada la euforia del encuentro y del
arreglo, y antes de marchar con Iturbide a la
capital mexicana, escribió al secretario de
Estado y del despacho de Ultramar,
encargado de los asuntos del Imperio, una
larga carta en la que le expone su conducta
en México, los contactos que había estable-
cido con Iturbide, la situación general
reinante y, principalmente, el acuerdo o
tratados, de los que enviaba copia. La
parte más sobresaliente de esa carta dice:
El resultado de nuestra conferencia es
haber quedado pactado lo que resulta de la
copia de nuestro convenio (los tratados.
Yo no sé si he acertado. Sólo sé que la
expansión que recibió mi alma al verlo fir-
mado por Iturbide en representación del
pueblo y ejército mexicanos, sólo podrá
igualarla la que reciba al saber que ha
merecido a aprobación de S. M. y del
Congreso. Espero obtenerla cuando
reflexiono que todo está ganado, menos lo
que era indispensable que se perdiese,
algunos meses antes o algunos después.
La Independencia ya era indefectible, sin
que hubiera fuerza en el mundo capaz de
contrarrestarla. Nosotros mismos hemos
experimentado lo que sabe hacer un
pueblo que quiere ser libre. Era preciso,
pues, acceder a que la América sea
reconocida por nación soberana e
independiente y se llame en lo sucesivo
Imperio Mexicano.
Hay que adelantar que, habiendo llegado al
gobierno español los Tratados de Córdoba,
pese al espíritu liberal que le animaba,
desconoció lo pactado por Juan O'Donojú,
cuya conducta desautorizó y negó el
reconocimiento al Estado Mexicano que
surgía. Habría que esperar hasta 1836
para que España reconociera la
independencia de su antigua colonia.
LA DIFICIL GENESIS DEL CAPITALISMO MEXICANO__________________________
128
BLOQUE II
LA FORMACIÓN
DE
LA NACION
Sólo a finales del siglo XVIII aparecieron
las bases internas de la génesis del
capitalismo mexicano: a). despojo y
liberación de las masas; b) migración y
expansión urbana; c) ampliación del mer-
cado regional interno; d) acaparamiento
de cuantiosas riquezas monetarias en
manos privadas (la riqueza eclesiástica
era un obstáculo al nacimiento del
capitalismo); e) una nueva estructura
social en la que las castas eran el
fermento del proletariado, y los mineros y
rancheros criollos, las larvas de la nueva
burguesía nacional. Sólo cuando estas
nuevas fracciones de clase tuvieron
suficiente fuerza, la riqueza social pudo
comenzar a invertirse (y reinvertirse)
productivamente como capital interno,
propio, autógeno; f) la coyuntura del auge
minero, de la expansión agrícola, de la
consolidación de los obrajes.
La proliferación del artesanado urbano y el
esplendor de las construcciones, del
comercio y de la arriería, así como la
LA DIFICIL GENESIS DE CAPITALISMO MEXICANO
LA DIFICIL GENESIS DEL CAPITALISMO MEXICANO__________________________
129
implantación de las reformas borbónicas,
dan cuenta de la crisis general de la vieja
sociedad colonial a finales del siglo XVIII,
condición histórica del inicio del período de
transición hacia el capitalismo.
Desde 1822 la competencia entre los
países capitalistas para colocar sus
productos y capitales se abatió sobre
México. Esta sed expansionista coincidió
con la ingente necesidad interna de
créditos para sanear la hacienda pública y
reactivar la minería. Pronto Inglaterra y
los Estados Unidos se interesaron y
enviaron sendos agentes diplomáticos
oficiosos que prepararon el terreno para el
reconocimiento oficial de la independencia
del país.
En octubre de 1822 había llegado ya a
México, con carácter extraoficial, el
enviado norteamericano Joel R. Poinsett,
expulsado luego por Iturbide. En enero de
1824 el canciller inglés, Lord Canning,
manifestó su intención de establecer
relaciones con los jóvenes países
latinoamericanos y firmar con ellos
tratados de amistad, comercio y
navegación, reconociendo de facto y de
jure su independencia de España.
Después de la firma de un tratado
ventajoso para Inglaterra, se desató en
Londres el mito de la plata, difundido por
el Ensayo Político sobre el Reino de la
Nueva España, de Alejandro ovni
Humboldt y las gestiones de Lucas
Alamán, que a la sazón buscaba
febrilmente socios capitalistas en Francia e
Inglaterra para fundar compañías mineras
en México.
Poco tiempo después, en 1825, volvía a
México el enviado oficial de los Estados
Unidos, el ya conocido Joel R. Poinsett,
quien se dedicó a intrigar en pro de la idea
de extender los Estados Unidos sobre
territorio mexicano. Aprovechando la
buena fe de los liberales mexicanos y su
admiración por el país del norte como
modelo de país anticolonial, republicano y
federal, organizó la logia yorkina y se
inmiscuyó activamente en la política inter-
na con miras a obtener ventajas
territoriales. A pesar de la subordinación
ideológica de los radicales a Poinsett y su
sensibilidad a las presiones del mismo,
fueron intransigentes en cuanto a la
integridad territorial, hasta que una
guerra de agresión consumó el designio
expansionista yanqui.
En medio de un clima de xenofobia
antiespañola, derivado del temor a la
reconquista, de los odios impulsados por
los ingleses y norteamericanos ansiosos
de controlar el comercio y de las
conspiraciones políticas promonárquicas
de los residentes hispanos, los radicales
insurgentes pretendían ganar la voluntad
de las masas, impulsar con toda celeridad
el proyecto federalista y liberal. En 1828
algunos miles de españoles fueron
expulsados de México, dejando vacíos los
circuitos del comercio regional, que pronto
fueron llenados por multitud de
aventureros y comerciantes ingleses,
franceses, norteamericanos y alemanes
atraídos por el mito de la plata mexicana.
Con ellos llegó un nuevo tipo de comercio,
técnicamente mucho más avanzado, más
ligado a una mentalidad colonizadora
moderna. Pronto las casas y las modas
extranjeras dominaron el panorama
económico y cultural de la élite urbana.
LA DIFICIL GENESIS DEL CAPITALISMO MEXICANO__________________________
130
Al mismo tiempo aparecen nuevas zonas
periféricas de explotación de metales
preciosos y de incipiente producción
agroexportadora. Los minerales de
Zacatecas o de Parral, de Batopilas o
Santa Rosalía, ya no pasan por México y
Veracruz, sino que se exportan
directamente vía Tampico y Mazatlán. El
camino es mucho más corto y menos
accidentado; los precios, por tanto, más
bajos, y la realización de la mercancía,
más fácil.
Las guerras y los motines movilizan masas
y expulsan gente de las regiones
densamente pobladas del Altiplano Central
hacia el norte o hacia las costas. Esta
amplia periferia es tierra inhóspita y
brava, pero promisoria. Un hombre con
agallas e iniciativa puede formar su
porvenir si se dedica al campo y/o al
contrabando. Las asoladas e inmensas
costas, llanuras y montañas son refugio
natural de aventureros, maleantes,
desertores y alzados. Una administración
federalista o centralista, cuyo radio de
control real no llega más allá del Valle de
México, no puede saber lo que ocurre en
su periferia. Ésta se fue ocupando lenta-
mente de pobladores menos arraigados en
la sociedad tradicional. Grandes haciendas
ganaderas, restos de las antiguas
novohispanas, se debatían entre la
inseguridad y el aislamiento. A la par,
surgían nuevos terratenientes que
arrebataban, en medio del caos, tierras de
comunidades, de dueños ausentistas o de
nadie. Los caudillos liberales se dedicaban
en sus horas de reposo o en sus días de
ostracismo político a cultivar sus tierras y
a explotar a sus peones como patriarcas
regionales. Los puertos del norte y la
periferia son hijos naturales de estas
nuevas tendencias, cuyo florecimiento se
dará de 1850 en adelante. Mucho tendrá
que ver esta expansión periférica con la
creación de una sólida base social de
apoyo al proyecto liberal burgués y a la
consolidación de una base de defensa
contra las invasiones extranjeras y en
favor de la consolidación del Estado
nacional.
LOS GRANDES PROYECTOS
ECONÓMICOS: IMPULSOS, ÉXITOS
Y FRACASOS
Al calor del ejemplo del mundo europeo se
forja en las élites de México la imagen del
progreso sustentado en el desarrollo in-
dustrial, como tónica del siglo y base del
pujante porvenir del país. México será
fuerte, libre y feliz, diría el más tesonero e
ilustre impulsor de la industria, Esteban de
Antuñano
si implanta el moderno sistema fabril,
textil y siderúrgico, Alamán se asocia a
ingleses para revitalizar la minería y luego
fundar el Banco de Avío. El terreno,
empero, era poco propicio. Las máquinas
modernas no podían implantarse en un
país atrasado, desarticulado, inculto
técnicamente, inseguro para la expansión
de la propiedad capitalista. El esfuerzo es
admirable. Los monstruos de la era
industrial fueron instalándose en minas,
empresas textiles y molinos, pero pocos
funcionaron exitosamente. Los más
fracasaron debido a los elevados costos de
mantenimiento, la escasez de refacciones
y la insipiencia del mercado interno.
LA DIFICIL GENESIS DEL CAPITALISMO MEXICANO__________________________
131
Los intentos más serios para dotar al
conjunto de la actividad económica de una
nueva dinámica lo constituyeron las inver-
siones mineras y el Banco de Avío. Como
ya se vio, hacia 1824 Lucas Alamán se
asoció con empresarios ingleses, quienes,
aprovechando una situación de excesiva
oferta de capitales en Londres, realizaron
fuertes inversiones para restaurar con
técnicas modernas el antiguo esplendor
minero mexicano. En total, se integraron
seis sociedades anónimas entre las que
descuellan la Compañía Unida de las Minas
de México y la Compañía Anglomexicana.
En menos de cinco años derramaron en
México alrededor de treinta millones de
pesos, coincidiendo su inversión con dos
acontecimientos muy contradictorios, pero
mutuamente explicables: en México, la
primera y única administración pública
que terminó su período de cuatro años
(Guadalupe Victoria); en Inglaterra, la
primera crisis capitalista moderna. Lo
primero
fue posible, en parte en virtud de las
grandes inversiones mineras, que dieron
ocupación a miles de trabajadores y
permitieron estimular la incipiente
industria textil y aumentar los ingresos
fiscales. Lo segundo, gracias a la gran
expectativa desatada por la minería
mexicana entre los inversionistas ingleses,
que se libraron a una escandalosa
especulación bursátil en Londres. Las
acciones de la Compañía Unida y de la
Anglomexicana llegaron a ganar hasta
400% sobre su valor nominal. Cuantiosos
capitales se canalizaron hacia acciones
que dejaban tan altas y fáciles ganancias.
Pero esto supuso la paralización del
crédito a empresas productivas y la brusca
disminución de la inversión industrial.
A partir de mediados de 1826, se produjo
una serie de quiebras. Paralizada también
la exportación de textiles hacia Oriente y
la importación de cereales de Polonia y
Rusia, con un mercado interno contraído
por el paro obrero, bastó -en diciembre
del mismo año- una falsa alarma,
consistente en afirmar que un banco
vecino a la Bolsa ardía, para producir un
gran pánico. Miles de accionistas exigían
que las compañías les pagaran sus
dividendos y el principal de sus acciones
nominativas en moneda metálica.
Multitud de empresas acudían a los bancos
a extraer sus depósitos. Decenas de
bancos no podrían saldar cuentas. Al fin,
en 1827, muchas empresas y bancos se
declararon en quiebra.
En 1826, debido a que los informes de los
agentes ingleses en México señalaban que
los cuantiosos capitales invertidos dos
años antes no eran suficientes y que
todavía faltaba la mitad de los trabajos
para reacondicionar las minas, cundió la
desconfianza entre los accionistas
ingleses. ¿Que había ocurrido con las
expectativas, ilusorias, en la riqueza
minera mexicana?
Los ingleses y Lucas Alamán confiaban en
la fuerza del capital y de la tecnología
moderna para reconstruir la grandeza
minera. Pero las modernas maquinarias,
como las bombas de desagüe de minas,
funcionarían únicamente si se instalaban
en un medio productivo integrado a una
racionalidad tecnoeconómica adecuada. En
México, hubo que reconstruir previamente
LA DIFICIL GENESIS DEL CAPITALISMO MEXICANO__________________________
132
toda la infraestructura minera derruida por
la guerra civil. Por eso la recuperación de
la inversión fue lenta. Pero éste no era el
único obstáculo que debía vencerse, había
otros. Hasta 1880, las minas mexicanas
de origen colonial seguían siendo
explotadas con una técnica primitiva
basada en la depredación de la naturaleza
y de los hombres y no en la previsión
racional. Nunca se siguió un esquema
estricto en el sistema de galerías
interiores; no hubo métodos de utilización
óptima del medio natural para el desagüe.
No existía una contabilidad estricta de
costos, precios, ley metálica de minerales,
transportes y disponibilidad de recursos
adicionales. La abundancia de brazos y la
tradición prevalecieron. Por eso, cuando
los ingleses instalaron sus pesadas bom-
bas, no sirvieron para gran cosa. Las
minas mexicanas no eran un sistema de
vasos comunicantes, sino anárquicas
cuevas sin intercomunicación, sin
soportes, sin ventilación. En los alrededo-
res no había carbón mineral ni vegetal.
Tres siglos de irracional depredación
habían acabado con los bosques. Además
los caminos estaban en mal estado e
impedían el suministro de repuestos y de
materias primas auxiliares.
La idea de fundar un banco refaccionario o
de avío surgió ya en 1825, cuando
Lorenzo de Zavala, admirador del sistema
industrial, sugirió a Ildefonso Maniau, alto
funcionario hacendario, un plan para
desarrollar las manufacturas nacionales,
consistentes en que el “. . . Estado
proveyera de capital a los artesanos
mexicanos y también de maquinaria
moderna y de la enseñanza técnica
necesaria. "Empero no fue el grupo liberal
quien puso en práctica el proyecto, sino el
conservador, con Lucas Alamán como
promotor. El 16 de octubre de 1830, bajo
la administración centralista del general
Anastasio Bustamante, se emitió la ley
fundadora del Banco de Avío.
El Banco de Avío contaba con un capital de
un millón de pesos, extraído de impuestos
sobre la importación de los géneros de
algodón. Los préstamos se destinarían a
comprar y distribuir maquinaria moderna
(sobre todo textil), a precios de costo con
créditos al 5 % de interés anual. Además,
se intentaba impulsar las modernas
empresas siderúrgicas para construir
máquinas en México. Con altibajos, el
banco funcionó durante doce años,
canalizando, en total, un capital efectivo
de 650 mil pesos, invertidos en muchos
proyectos, de los cuales varios fueron
sonados fiascos. Sin embargo, catorce de
ellos florecieron como prósperas empresas
modernas en diversos lugares del país. El
general Santa Anna lo clausuró el 23 de
septiembre de 1842; pero, para proseguir
la idea, fundó el 2 de diciembre de ese
mismo año Dirección General de
Industrias, con el propósito de formar
juntas de vecinos en todo el país (como en
España, setenta años antes, las
sociedades de amigos del país) que
discutieran y se asociaran para crear, por
iniciativa individual, las tan deseadas
industrias. La penuria fiscal y el uso para
otras necesidades del escaso presupuesto
destinado al fomento dificultaron la
empresa.
A la vez que se ponían en marcha los
proyectos anteriores, desde 1828 José
LA DIFICIL GENESIS DEL CAPITALISMO MEXICANO__________________________
133
María Godoy, asociado a capitalistas
ingleses, venía solicitando al Congreso de
la Unión se le concediera el derecho
exclusivo para introducir máquinas textiles
de lana y algodón. Prometía, a cambio,
establecer mil telares modernos. Con esto
-decía- prosperaría el país y aumentarían
los ingresos del Estado. En el Congreso,
la diputación artesanal del estado de
Puebla donde la manufactura sobrevivía a
su antiguo esplendor, rechazó el proyecto
por considerarlo como una maquinación
extranjera para apoderarse de la industria
nacional y proletarizar a los artesanos. El
proyecto se archivó.
OBSTÁCULOS ESTRUCTURALES AL
SURGIMIENTO DEL CAPITALISMO
Durante el período de 1824 a 1850 las
distintas iniciativas de industrialización
tropezaron con serías dificultades y
lograron poco éxito. Entre los obstáculos
más significativos se pueden enumerar los
siguientes:
1. A pesar de que el país ya era
independiente, el aparato estatal y la
política fiscal seguían funcionando
conforme al antiguo mercantilismo colonial
español. Las gabelas dificultaban la
circulación y el desarrollo del mercado
interno.
2. Los altos precios internos y la baja
calidad de los productos locales inclinaban
a los consumidores hacia los productos
importados, de precios bajos y
presentación novedosa. A la par, los altos
impuestos de importación, la escasa
vigilancia de las inmensas costas y
fronteras despobladas, la presencia de
aventureros y la corrupción
administrativa, hacían florecer el
contrabando y frenaban las iniciativas de
los empresarios nativos.
3. La descapitalización interna, provocada
por la emigración y luego expulsión de los
españoles, la transferencia de ganancias
promovida por aventureros extranjeros y
el atesoramiento (entierros de metálico,
adquisición de valores-refugio como
bienes inmuebles, tierras y alhajas) de
cuantiosas sumas eran estimuladas por los
procesos inflacionarios y la inestabilidad
política.
4. Hasta mediados del siglo XIX el capital
privado era básicamente usurario,
especulativo, surgido del peculado, del
contrabando, de la desamortización de
bienes eclesiásticos. El capital eclesiástico
era predominante, dada la sobrevivencia
de los antiguos sistemas de crédito
hipotecario en la agricultura, la vigencia
del diezmo eclesiástico, las donaciones de
fieles ricos y un próspero negocio de
inmuebles urbanos en poder del clero.
5. La antigua estructura económica en
quiebra seguía imperando. Sus
características eran: la insularidad de los
mercados regionales, la escasa densidad y
desigual concentración demográfica, la
limitada división social del trabajo, lo
rudimentario de los medios de transporte,
la bajísima productividad, la destrucción
LA DIFICIL GENESIS DEL CAPITALISMO MEXICANO__________________________
134
cíclica de fuerzas productivas agrícolas y
mineras, la dependencia de las crisis
agrícolas y mineras, la dependencia de las
crisis agrícolas tradicionales con sus se-
cuelas de hambrunas periódicas y una
elevada renta absoluta de la tierra, que
impedía la conversión capitalista de la
agricultura.
6. Finalmente la inestabilidad política y
social permanente.
Pese a estos obstáculos el proceso de
acumulación capitalista se abría paso,
lenta y accidentadamente. En los
mercados urbanos surgía una burguesía
con vocación moderna. Poco a poco se
modernizaban los métodos de producción
y el comercio se integraba en circuitos
permanentes. Avanzaba la acumulación
originaria, a la vez que se integraba un
mercado interurbano. Hacia 1850
funcionaban cerca de cincuenta empresas
modernas en cinco regiones del país,
predominando el Valle de México.
LA GÉNESIS DEL CAPITALISMO
MEXICANO AL MEDIAR EL SIGLO XIX
Las características más significativas de
tal proceso de génesis capitalista se
observan en el desarrollo de la industria
textil. Hacia 1846 el capital privado
invertido en textiles era de unos doce
millones de pesos, en tanto que el Banco
de Avío canalizó unos 650 mil pesos. La
mayoría de los inversionistas eran de
origen extranjero (ingleses y franceses),
pero arraigados en el país. Una fábrica no
se podía montar sin una inversión
promedio de 100 mil pesos, aunque había
fabricas como "La Constancia", de
Antuñano, que requirió 300 mil, o "La
Hércules", de Cayetano Rubio, de 800 mil,
o "La Magdalena", de Garay, en el D. F. ,
de un millón de pesos, capitales estos
cuantiosos para su tiempo.
Existían grandes capitalistas agiotistas
mexicanos que financiaban el gobierno al
50 % de interés y a los particulares al 23
% (tales como Antonio de Garay,
Cayetano Rubio, Manuel Escandón), que al
principio no participaron en la instalación
de industrias. Se hicieron fabricantes sólo
cuando, años después, se aseguraron que
la industria textil dejaba ganancias muy
elevadas.
En 1837 se fundaron cuatro fábricas
modernas de hilados en Puebla con ocho
mil husos, y en 1844 ya había 47 en todo
el país, con 113 813 husos. Durante largo
tiempo se hilaba en fábricas, pero se tejía
en la antigua industria artesanal. En 1843
había un total de 1 889 telares mecánicos,
de los cuales 540 se encontraban en
Puebla, y unos siete mil telares manuales,
de los cuales 1 275 se hallaban en Puebla,
o sea que Puebla contaba con el 25 % de
los telares mecanizados y el 17 % de los
manuales.
En 1842, 2 932 husos estaban parados
por falta de algodón y cinco fábricas de
Puebla habían cerrado. El algodón
mexicano, sobre todo el producido en
Veracruz y Tepic, costaba entre 15 y 22
pesos el quintal en el lugar de producción,
LA DIFICIL GENESIS DEL CAPITALISMO MEXICANO__________________________
135
mientras en Puebla se pagaba a 38 y 48
pesos. En cambio, el algodón importado
de Estados Unidos, antes de pagar
derechos aduanales en Veracruz, costaba
doce pesos.
En 1845 se producían en total 641 182
piezas de manta y eran vendidas por los
fabricantes a cinco pesos reales, o sea, un
ingreso de 4 606 625 pesos. En 1843 los
costos en salarios, por unidad, eran de 2.
20 pesos, y 1. 35 adicionales por otros
gastos e impuestos. Esto representaba 1
520 600 pesos por salarios y 865 595 por
otros gastos. Si a esto se suma el
algodón, a 35 el quintal, agregamos 31
237 pesos. El costo total era, por lo tanto,
de 2 417 432 pesos y una ganancia bruta
de poco más del 50%.
Hacia 1850 los telares mecánicos podían
producir 1 231 500 piezas y los manuales
1 350 000, o sea, un total de 2 581 500
piezas de treinta varas, lo que significa un
total de 77 445 000 varas. Si se calcula
que cada persona de los 7 millones de
habitantes consumía diez varas de manta
al año, se observa que la capacidad era
suficiente para satisfacer la demanda
potencial. Pero la competencia inglesa era
aguda; y la representada por el sector
artesanal también. Mientras en 1867 una
pieza de manta inglesa se vendía en el D.
F. en ocho pesos, la manta fabril mexi-
cana de mejor calidad costaba 8. 50,
mientras la artesanal cinco pesos con tres
reales. Esto y la producción casera
explican por qué había una considerable
capacidad instalada ociosa.
La maquinaria textil era importada de los
Estados Unidos, Inglaterra y Francia. El
transporte y la instalación eran caros y
azarosos; el salario de los técnicos,
prohibitivo; las refacciones, difíciles de
adquirir. La tecnología de hilados no era
adecuada para el algodón mexicano. Los
trabajadores eran inexpertos y
constantemente diezmados por la leva
militar. Por eso, se enfatizaba en el
proceso moderno en hilados y se tejía con
la técnica artesanal. Así, en buena
medida la fábrica moderna reproducía la
estructura artesanal. La mayoría de las
empresas eran movidas con energía
hidráulica, relativamente barata; pero
estaban sujetas al ciclo estacional de
lluvias irregulares (sequías y lluvias
torrenciales), que perjudicaban el ritmo y
volumen de la producción.
La agricultura que suministraba el algodón
era tradicional; por ello no podía aportar
la cantidad exigida por el ritmo de ex-
pansión industrial, y en 1850 cubría un
quinto de la demanda de materia prima.
Asimismo, era rudimentario el sistema de
despepite y nulo el control de calidad. El
mercado de algodón estaba controlado por
grandes comerciantes usureros, que
encarecían el precio para obtener
ganancias fabulosas del algodón, nativo e
importado.
Los trabajadores, que al principio
escaseaban, no estaban capacitados, pero
sí acostumbrados a muchas festividades
religiosas. Poco a poco fueron adquiriendo
la nueva disciplina y hábitos del trabajo
industrial. Trabajaban seis días a la
semana, con jornadas que se extendían
desde las cinco de la mañana hasta las
nueve de la noche. Los jornales en
moneda eran sumamente bajos: de dos a
tres reales diarios la mayoría, y hasta de
LA DIFICIL GENESIS DEL CAPITALISMO MEXICANO__________________________
136
tres pesos (veinticuatro reales) los
escasos obreros calificados. Los sueldos
pagados en Puebla eran normalmente la
mitad de los de otras regiones. Una
cuarta parte de los trabajadores eran
niños, otra cuarta parte mujeres, y el
resto hombres adultos. Las condiciones
de trabajo eran insalubres, la explotación
tremenda. Los técnicos, administradores y
directores eran por lo general extranjeros
bien pagados. Gran cantidad de
trabajadores eran artesanos y campesinos
que combinaban actividades
agroartesanales con el trabajo fabril
estacional.
El Estado imponía altos impuestos a la
industria textil: 1. 5% sobre edificios y
maquinaria, más un real y medio por cada
huso funcionando, así como un impuesto
por importación de materia prima. Pero
cada estado -como si fuera un país
soberano-cobraba altos impuestos a los
empresarios locales y aún más altos a los
productos importados de otros estados.
BASES HISTORICAS DE LA FORMACION DEL ESTADO NACIONAL_______________
137
A finales del siglo XVIII, ante el acoso de
otras potencias, la Corona española
implanta en la Nueva España diversas
reformas a fin de elevar sus ingresos y
asegurar su dominio amenazado por el
ejemplo anticolonial de los Estados
Unidos.
Entre las reformas administrativas
destacan, por su trascendencia, la
instauración de nuevos sistemas -
administrativo y hacendarlos-, así como
un ejército permanente. El caos e irra-
cionalidad de la antigua Real Hacienda
disminuyeron. El viejo sistema de "oficios
vendibles y renunciables", consistente en
vender las plazas al mejor postor y
arrendar la administración de rentas a
usureros, fue sustituido por el de
funcionarios eficientes y técnicos
contables, a sueldo del Estado, removibles
en todo momento. Estos se hicieron cargo
del poder público y de la recaudación,
control y funcionamiento del sistema
fiscal. Así mismo, se procedió al
establecimiento de normas precisas y cla-
ras, a un riguroso control, fiscalización y
registro con base en los procedimientos
racionales y en el uso de la contabilidad
por partida doble o técnica de balance. Se
levantaron inventarios y censos de
contribuyentes; se estableció un nuevo
organigrama de funcionamiento de
integración de ramos; se fijaron nuevos
impuestos y se suprimieron otros; se creó
una demarcación administrativa precisa,
llamada de intendencias. Éstas, doce en
total, permitieron ". . . una mejor
distribución del territorio en jurisdicciones
políticas y económicas y por lo tanto una
vigilancia más estrecha e inmediata sobre
los contribuyentes y de la actividad
económica en general, lo que hizo más
efectivas las recaudaciones. . . "
El nuevo sistema hacendarlo se basaba en
una clara concepción colonial, puesto que
la recaudación fiscal consistía en el im-
puesto sobre la importación de mercancías
no españolas, el impuesto sobre la
exportación de las mercancías coloniales
y, sobre todo, el impuesto sobre el
consumo interno de las amplias masas,
conocido como alcabala. En cambio, los
implementos y materias auxiliares para la
minería fueron eximidos de todo
gravamen. Su implantación provocó
varios tumultos que fue necesario
reprimir, pero también el rápido
incremento del ingreso fiscal.
Con el creciente aumento del ingreso
fiscal, el gobierno novohispano pudo
ampliar la burocracia colonial y darle
mucha mayor eficacia, centralización y
organización. Su dominio se extendió
sobre todo el vasto territorio novohispano.
De este sistema surgió la división
territorial del México independiente.
Fue necesario además formar un ejército
colonial permanente integrado por
soldados de la metrópoli combinados con
cuerpos de voluntarios (milicias
provinciales. para hacer frente al cre-
BASES HISTÓRICAS DE LA FORMACIÓN DEL ESTADO NACIONAL
BASES HISTORICAS DE LA FORMACION DEL ESTADO NACIONAL_______________
138
ciente número de motines populares y al
peligro de invasión por otras potencias.
Con esos cambios la administración
colonial se modernizó. Sin proponérselo,
la Corona española establecía las bases
que engendrarían su propia negación.
Bajo las nuevas condiciones, no se podía
impedir que los criollos y mestizos fueran
reclutados como funcionarios y oficiales y
de este modo la fracción criolla (nativa) de
la clase dominante aprendió a administrar,
dirigir y organizar.
REESTRUCTURACIÓN DEL ESTADO
COLONIAL
A partir de 1824, ya roto el cordón
umbilical entre México y España, y
derruida la vieja administración colonial,
subsistieron algunos de sus aparatos de
Estado, pero modificados. 21 Edmundo O’Gorman, Historia de las divisiones
territoriales de México, México, Editorial Porrúa,
1948.
Sin embargo, entre el período de la lucha
por la independencia y el de consolidación
del Estado nacional burgués, media un
lapso de cuarenta años. Entre los dos se
experimenta un largo proceso de
transformación de la clase dominante, de
las alianzas, de clases, de la hegemonía
político cultural, de la sociedad parroquial,
de los aparatos de Estado, del ejercicio
real de la soberanía, de la nación y de la
estructura socioeconómica.
La independencia no instaura
automáticamente un nuevo tipo de poder,
aun cuando a partir del Congreso de 1824
se establezca una nueva forma
constitucional de éste. Mientras los
peninsulares son excluidos, el poder sigue
estando en lo fundamental en manos de
los antiguos criollos: latifundistas, clero,
ricos, mineros y usureros. Pero la lucha
revolucionaria de 1810 dejó su huella.
Encumbró a ciertos caudillos insurgentes
representantes indirectos de los oprimidos
de la nueva clase (la burguesía) en
ascenso. Los antiguos criollos
representantes de la vieja clase
dominante tuvieron que aceptar una
nueva relación de fuerzas determinada por
la ausencia de la anterior fracción he-
gemónica peninsular (derrotada y
expulsada por la Revolución) y por la
presencia de los caudillos populares,
debilitados por la derrota militar en la
última fase de la Insurgencia.
La Constitución de 1824, por la cual se
instauraba una república democrática
federal y una forma de Estado demoliberal
con una arquitectura constitucional basada
en la división en tres poderes, implantó un
poder presidencialista despótico, copiado
de la Constitución de Cádiz de 1812, que
consagraba un régimen monárquico
constitucional.
La Constitución de 1824 era
presidencialista: el presidente era electo
por las legislaturas locales y no por el
Congreso federal, ante quien no era
responsable políticamente. El presidente
y sus secretarios no podían ser miembros
del Congreso. El presidente nombraba y
removía libremente a los secretarios del
despacho, quienes eran responsables,
políticamente, sólo ante él. La voluntad
del presidente estaba por encima del
Congreso.
El presidente era depositario del poder
BASES HISTORICAS DE LA FORMACION DEL ESTADO NACIONAL_______________
139
global del Estado, jefe nato del Ejército (al
que no podía comandar en persona sin
previo acuerdo del Congreso), depositario
exclusivo de la política internacional (bajo
la aprobación adicional del Senado),
cuidaba y disponía las inversiones
oficiales, nombraba -a propuesta de la
Suprema Corte- a los jueces y disfrutaba
de amplias facultades, entre ellas la del
veto a los otros dos poderes y la de
publicar y ejecutar las leyes.
Los constituyentes de 1824 (casi todos
criollos ilustrados y ricos propietarios,
conservadores en su mayoría) tenían muy
presente el régimen colonial y la efímera
monarquía absolutista de Iturbide, pero
también tres amenazas que se cernían en
el ambiente: a) el recuerdo de la terrible
irrupción de las masas contra los
propietarios, b) el riesgo de poliarquía y
desmembración de la incipiente nación por
el autonomismo de los estados y c) el pe-
ligro inminente de una posible reconquista
española o de una invasión armada de
cualesquiera grandes potencias.
Frente al recuerdo del Estado colonialista
y la monarquía, dichos constituyentes
oponían la necesidad de un régimen de
derecho que regulase los poderes. Sin
embargo, también les fascinaba la eficacia
y la concentración de las decisiones.
Frente a los tres peligros oponían un
régimen constitucional presidencial fuerte
y despótico, defensor de la propiedad. En
contraste con el Estado colonial y la
monarquía, establecieron un régimen
federalista copiado de los Estados Unidos,
pero impuesto por la realidad interna de la
separación y autonomía decretadas por
Jalisco, Yucatán, Chiapas y San Luis Potosí
en 1823-1824. El nuevo sistema era
suficientemente flexible como para dar
expresión a las realidades locales, pero a
la par centralizador de la hacienda, el
ejército y las relaciones internacionales,
con lo que suprimía de antemano el riesgo
de disgregación.
GENESIS DEL ESTADO NACIONAL
EN EL PERÍODO DE TRANSICIÓN
De 1824 a 1854, bajo las formas
demoliberal federalista o conservador
centralista, prevalecieron las mismas
bases clasistas del poder, la misma
concentración de su ejercicio e inclusive
los aparatos de Estado del orden colonial.
Sin embargo, era otra la situación de la
estructura económica, el destino, monto y
significación del plusproducto interno y las
condiciones de sustentación de la
superestructura.
En el ámbito de la cultura, y la política se
debatían tendencias contradictorias,
expresión del proceso general de
transición en el que se hallaba sumido el
país en su conjunto. Durante esos treinta
años la institución eclesiástica cobró más
peso y relevancia que nunca,
constituyéndose en un verdadero sistema
de vasos comunicantes que traspasaba e
integraba todas las clases, capas, regiones
y estructuras sociales. Ante el deterioro,
regionalismo, inestabilidad y canibalismo
del poder civil, fue la sociedad eclesiástica
la única fuerza cohesiva, general y
orgánica del país. Por eso la
superestructura adquirió un perfil
parroquial.
La vida cotidiana de las masas se veía
BASES HISTORICAS DE LA FORMACION DEL ESTADO NACIONAL_______________
140
integrada por las festividades del
calendario religioso, y las ferias y el gasto
interno se adaptaban a esas
celebraciones. Pero cuando mayor era el
número de las funciones de la Iglesia, más
evidente era su extensión en el terreno,
por lo que se vio transformada en el
blanco de todas las críticas.
La anarquía generalizada refluía sobre el
poder de la clase dominante, confiriéndole
un carácter laxo, dúctil e inasible. La clase
dominante era dueña de los medios de
producción, de la técnica tradicional y de
los aparatos de Estado, pero la inestabili-
dad le impedía utilizarlos plenamente.
Por ello se exacerbaba su sentido
especulativo, adecuado a la inseguridad
prevaleciente. Sabía manejar los antiguos
aparatos de Estado, pero no podía
hacerlos óptimos porque al decaer la
producción, el monto del excedente de
valor social generado por los trabajadores
había disminuido. No sólo decaía el monto
del ingreso fiscal, sino también la eficacia
de la hacienda pública y, por lo tanto, la
estabilidad en la redistribución del egreso
a la burocracia, a las obras públicas y al
ejército.
La clase dominante, por medio de sus
políticos profesionales, ensayaba alianzas,
formas de gobierno y de control social, sin
demasiado éxito. El potro de la política se
había desbocado. Por ello se hipertrofió la
función de uno de los aparatos de Estado,
hasta confundirse con el Estado mismo: el
Ejército. Dotada de una mínima
integración orgánica, jerárquica,
institucional e ideológica (más los medios
legales y materiales de la suprema
violencia), en medio, de un caos
generalizado, la instancia, junto con el
clero, podía dotar de columna vertebral al
ejercicio del poder. De ahí la absoluta
necesidad de mantenerlo y cuidarlo. De
1824 a 1870 el ejército fue el barril sin
fondo donde se consumían cuatro quintos
del presupuesto estatal. La hacienda vivía
para el Ejército, aparato hipertrofiado,
juez y parte, factótum de la incipiente
patria, columna vertebral antigua del
Estado moderno en formación.
La hacienda pública era el aparato de
Estado más afectado por las
contradicciones de una expansión de la
economía mercantil enclavada en una
estructura económica destrozada, por una
situación internacional de expansión
comercial moderna y por una
superestructura inestable en proceso de
transición. Por tales razones lo que alguna
vez fue eslabón de progreso, era ya un
lastre y un caos, puesto que con el
regionalismo y la política alcabalatoria a
ultranza, cada estado aplicaba un tipo de
política hacendaría calcada de la general,
con lo cual incrementaba así la
irracionalidad y la pobreza generalizada en
favor de unos cuantos especuladores.
"El sistema fiscal de México-hacia 1850-
seguía siendo el de la época colonial, al
cual se había agregado simplemente, sin
ningún orden, toda clase de medidas, a
menudo contradictorias y dictadas por la
necesidad y los diversos intereses que
inspiraban a los sucesivos gobiernos. No
solamente era difícil conocer esta
complicada legislación, sino que, a causa
de ello, era aplicada de modo arbitrario en
los diversos estados de la República, en
BASES HISTORICAS DE LA FORMACION DEL ESTADO NACIONAL_______________
141
los cuales los gobernadores y jueces
locales, creyéndose autorizados por la
Federación promulgaban también sus
propios decretos fiscales. "
En este caos no existía ningún control
real. En su ausencia florecían la
arbitrariedad, el peculado, el contrabando,
la imposibilidad de una política de fomento
capaz de influir en la estructura económica
predominante. El Estado se veía constan-
temente sacudido por la aguda lucha entre
los sectores de la clase dominante, que
trataban de manejar a su arbitrio las
finanzas públicas. Por su parte los
militares querían controlar la llave del
tesoro y la utilización de las aduanas,
cuyos ingresos legales e ilegales eran
puestos a disposición de una u otra
facción en los múltiples golpes y
contragolpes.
Ante esta situación los diversos regímenes
liberales y conservadores tuvieron que
recurrir a los préstamos usurarios
internos, con tasas del 20% al 50% de
interés anual, al endeudamiento externo
en gran escala y al incremento de las
alcabalas. Aun así el círculo vicioso
proseguía hasta hundir al poder público en
el pantano de la ineficacia y volverlo
juguete de usureros privados,
eclesiásticos locales e intereses políticos
extranjeros. El Estado nacional surgió
como un Estado dependiente de las
finanzas privadas, extranjeras y
nacionales.
En estas condiciones avanzaba una crisis
irreversible en las relaciones sociales. Las
formas demoburguesas de organización
política sólo tenían vigencia en las escasas
grandes ciudades. En las villas, pueblos,
congregaciones, comunidades, haciendas
y ranchos, lugares donde habitaba la
inmensa mayoría de los pobladores, el
ritmo de vida seguía aparentemente
dominado por la sociedad parroquial
(precapitalista), por las crisis agrícolas y
por la tradición. Pero la crisis general de
la economía, de la sociedad y de la política
afectaba esa vida un tanto apacible, so-
metiéndola a oleadas de violencia,
exacciones, levas, migraciones, y formas
feroces de despojo y reapropiación de
tierras y fuerza de trabajo.
Existía una pugna sorda, pero diaria, entre
la sociedad parroquial (antigua,
precapitalista) y la sociedad civil
(burguesa, moderna). La primera era
heterogénea (combinación de diversos
resabios de modos de producción);
retraída en sí misma por su economía
autoconsuntiva, por su sólida estructura
familiar basada en la producción
agroartesanal y por la unión entre la
mentalidad prehispánica y la ideología
católica. La sociedad burguesa era insular,
por su presencia exclusivamente urbana;
endeble, por su mercado dislocado, a
distancia, centrifugado por la
rearticulación al mercado mundial; pero
corrosiva por basarse en la novedad, en la
generalización de la moneda, en la
movilización forzada contra invasores, en
la secularización de las costumbres, en el
"pecado", en la lenta difusión de la cultura
burguesa (laica, liberal), en la formación
de una ideología nacional.
Esta creciente dislocación de la sociedad
parroquial, y a la vez conformación de la
sociedad civil, era donde las luchas de
clases desintegraban valores antiguos y
BASES HISTORICAS DE LA FORMACION DEL ESTADO NACIONAL_______________
142
los rearticulaban a nuevos horizontes
ideológico culturales, lingüísticos y
políticos. Era el medio donde se entretejía
una nueva red de intercambios sociales,
monetarios, sexuales y étnicos,
constitutivos de una nación basada en el
mestizaje, en la violencia, en el
entrecruzamiento de restos muy fuertes
de sociedades de carácter asiático y de
carácter castellano y feudal con los
elementos novísimos de carácter moderno
capita-lista.
22 Diego C. López Rosado, Curso de historia
económica de México, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1963.
La fuerza de la vieja clase dominante se
derivaba del vértigo producido por el
peligro de una caída histórica inminente.
La adopción de un ropaje constitucional,
ya sea federal o centralista, era necesaria
para mantener mejor un régimen
fuertemente despótico, capaz de
contrarrestar la crisis general. El militaris-
mo y el clericalismo militantes eran las
respuestas del viejo mundo a los
espasmos de parto de la nueva sociedad
burguesa.
Pero esta nueva sociedad no podía
avanzar ni orgánica ni democráticamente,
porque la clase dominante era un amasijo
de sectores feudocoloniales con fracciones
de una nueva aristocracia comercial
usuraria y agrominera. Cuanta más
fuerza adquiría esta aristocracia, más
espíritu nobiliario asumía, pero también
más aceleraba los riesgos de disolución de
los sectores feudocoloniales. Éstos se
arraigaban en nexos tradicionales y ne-
gocios puramente internos, por eso eran
básicamente conservadores y centralistas.
La aristocracia comercial y usurera se
enriquecía con especulaciones,
contrabando y nexos internacionales; por
todo esto era liberal y moderada. La
usura con las finanzas públicas, en
cambio, la volvía aliada natural de un
Estado centralista, porque ganaba en río
revuelto. El carácter estático de la
feudalidad se completaba con la dinámica
de la burguesía comercial. Mientras la
primera resistía al progreso, la segunda
medraba en la inestabilidad y el caos, que
eran la base de la acumulación
especulativa. Pero este complejo de
relaciones opuestas y complementarias
BASES HISTORICAS DE LA FORMACION DEL ESTADO NACIONAL_______________
143
redundaba a la vez en una clase
dominante parasitaria, improductiva,
acostumbrada a extraer excedentes
mediante la exacción de diezmo, de renta
feudal sobre la tierra, de transferencias
monetarias en la circulación, de
concesiones al poder público (su
prisionero), de la ilegalidad y peculado.
Cuanto más intensa era la quiebra de la
hacienda pública y del crédito
internacional, mayor era también la fuerza
de la clase dominante. Pero la
contrapartida dialéctica no se hacía espe-
rar. Era en tiempos de mayor centralismo
cuando se hacían más seguras la
propiedad y la explotación. Sólo entonces
se podían destinar presupuestos públicos
incipientes al fomento económico:
controlar las importaciones y proteger las
actividades productivas internas; reprimir
sin disimulo a las masas, y crear un clima
de confianza para los inversionistas
extranjeros. Muy a pesar de la vieja clase
dominante, era bajo su manto y su égida
como más se fortalecían los sectores de la
burguesía ascendente.
BASES HISTORICAS DE LA FORMACION DEL ESTADO NACIONAL_______________
144
BASES HISTORICAS DE LA FORMACION DEL ESTADO NACIONAL _______________
145
1. Limitado nivel de las fuerzas
productivas, que se evidencia por el peso
importante de las variables "naturales" -
los ciclos meteorológicos-que
determinaban el volumen de las cosechas.
2. Preponderancia de los productores
directos (comuneros, campesinos
individuales, rancheros pobres, medieros,
aparceros, etc. ), dueños de los medios
necesarios para su reproducción y que
producen básicamente para el
autoconsumo.
3. Limitada producción para el mercado,
cubierta en gran parte por las unidades
productivas mayores (haciendas), que
absorben un amplio sector dedicado a
proporcionar insumos productivos para
dicha producción, reduciendo así los
costos monetarios y garantizando,
además, la reproducción de la fuerza de
trabajo fija.
A los rasgos fundamentales de la
producción agrícola mexicana
anteriormente enunciados, correspondía
un mercado de productos agrícolas
reducido en relación a la producción total.
Un historiador francés ha estimado que en
la Francia del "Antiguo Régimen", en la
que existían características similares, sólo
un escaso 9% de la producción agrícola
total alcanzaba un radio de
comercialización superior a los 40
kilómetros, mientras que alrededor del
90% se orientaba hacia el autoconsumo y
los intercambios locales. Carecemos de
datos suficientes para intentar
estimaciones semejantes; pero a título
indicativo podemos calcular, según los
datos proporcionados por Humboldt, que a
finales de la Colonia el principal mercado
urbano -la capital- consumía anualmente
alrededor del 2% de la producción total de
maíz de la Nueva España.
A la restringida circulación de excedentes
agrícolas hay que agregar una red
rudimentaria de transportes y los
pesadísimos impuestos internos que
gravaban los productos agrícolas que se
transferían de las zonas de producción a
las de consumo. Esto aumentaba
notablemente la distancia efectiva entre
dos puntos y determinaba que las zonas
productoras se ubicaran –en este período-
en las regiones más próximas a los
principales centros de consumo, sin que se
modificara esencialmente la organización
del espacio colonial.
Por lo que se refiere a la situación del
mercado de productos agrícolas durante
las primeras décadas del siglo XIX, las
observaciones de Henry G. Ward y los
muy acertados comentarios de David A.
Brading confirman el cuadro que hemos
esbozado:
La demanda efectiva de productos
agropecuarios estaba regida
principalmente por los costos de
transporte y por la importatuación:"(. . . )
la falta de caminos y la consecuente
dificultad para el comercio, entre los
estados productores de granos excluye de
la competencia, en cada mercado, a todos
aquello que se encuentran más allá del
estrecho círculo de una vecindad
inmediata, y así se mantiene una especie
de precio ficticio”, Se encontró que los
precios del maíz en la capital eran de más
del doble del que prevalecía a 300
BASES HISTORICAS DE LA FORMACION DEL ESTADO NACIONAL _______________
146
kilómetros de distancia y la causa de estas
diferencias era el costo del transporte (. .
) Los artículos voluminosos y baratos;
tales como los cereales, tenían que
cultivarse localmente o de otro modo
había que privarse de ellos. No obstante,
los mercados disponibles eran sumamente
limitados en tamaño, en relación con la
capacidad productiva de las grandes
haciendas. La totalidad de la demanda de
maíz en la ciudad de México, podía ser
casi totalmente satisfecha por las
haciendas del distrito de Chalco. (David d
A. Brading. , Mineros y comerciantes en
el México borbónico, 1763-1810, México,
Fondo de Cultura Económica,-1975, pp.
35-36).
De hecho, los transportes deficientes y
caros y las alcabalas habían sido la
"infraestructura" normal de la producción
agrícola para el mercado; además de
crear un complejo sistema de protección
para los diversos mercados locales,
representaban una fuente importante de
captación fiscal para la administración
real. En el México independiente, las
alcabalas también significaron un ingreso
insustituible para los gobiernos de los
estados y los rudimentarios transportes
respondían a mercados restringidos que
en años normales no requerían ser
abastecidos por zonas alejadas, ya que la
mayor parte de la producción agrícola
total era de autoconsumo. Únicamente la
introducción de los ferrocarriles determinó
la extinción de las características
estructurales del mercado agrícola
colonial.
El ciclo de crisis agrícola de subproducción
relativa que provocaba alza de precios de
granos y concentración de la oferta en
manos de los grandes hacendados-
coyuntura parecida a la que sufría la
Colonia en sus últimas décadas–seguía
afectando sustancialmente la economía
agrícola de mercado, que descansaba en
las haciendas. La regularidad y
periodicidad del ciclo de las cosechas y de
las crisis agrícolas continuaba siendo un
fenómeno estructural que influía en la
oferta, la demanda los precios, el
mercado, la producción y el
funcionamiento de las unidades
productivas agrícolas.
Las pautas del nuevo proceso de división
internacional del trabajo, vigentes en la
primera mitad del siglo XIX, estaban
orientadas a especializar áreas de la
economía mundial, en producciones
especificas, justificadas por sus supuestas
características naturales y, al mismo
tiempo a imponer el consumo de
manufacturas de las nuevas metrópolis,
especialmente las inglesas. En América
latina se impulsó la producción de
algunos productos agrícolas; y, en el caso
de México, a los tradicionales productos
de exportación colonial se sumaron
nuevos productos tropicales y
semitropicales: A comienzos del siguiente
siglo, ya aparecen como relativamente
importantes las pieles que, hasta el auge
henequenero de Yucatán, representaron al
principal producto de exportación ligado al
desarrollo de la ganadería extensiva, en el
norte del país. La escasa importancia, en
general, del comercio exterior para el
desarrollo del sector agrícola, se evidencia
por el hecho de qua la mayoría de los
productos agrícolas de exportación-ya de
BASES HISTORICAS DE LA FORMACION DEL ESTADO NACIONAL _______________
147
por sí limitados-fueran las tinturas
vegetales y animales, esto es: productos
no ligados a las actividades económicas de
las haciendas, sino a la explotación de los
bosques del sureste y a la producción de
las comunidades indígenas de Oaxaca.
EL CAPITAL
Uno de los enormes cambios que
determinó el sistema capitalista fue la
existencia de un verdadero mercado de
capitales cuyo precio se regula alrededor
de una tasa de interés medio disponible
para la producción, mercado que en
México se desarrolló en la segunda mitad
del siglo XIX con la introducción del
sistema bancario moderno. Esto no
significa que el préstamo fuera
desconocido; pero como éste era muy
escaso, caro y relativamente de difícil
acceso, limitaba en mucho las inversiones
productivas en dinero, ya que, en general,
el interés superaba las ganancias
obtenidas habitualmente en la mayoría de
las diversas actividades económicas.
Las unidades productivas agrícolas
funcionaban normalmente en una
situación de escasez crónica de capitales.
Las unidades menores, comunidades
indígenas, pequeños ranchos, etc. ,
dedicadas a la producción de
autoconsumo, conocían casi
exclusivamente la más tradicional
manifestación del crédito -la usura-que,
de alguna manera, les resolvía las
necesidades más urgentes de dinero, pero
que por sus elevados intereses en ningún
caso les permitía inversiones productivas.
La hacienda, en cambio, al aplicar el
mecanismo que hemos llamado de
autosuficiencia a nivel de los insumos
productivos, intentaba limitar la necesidad
de recurrir al reducido mercado de
capitales; su autosuficiencia podría ser
vista así como una particular combinación
de los factores productivos más
accesibles – tierra y trabajo- para evitar al
máximo recurrir al factor capital.
Aunque ésta fuera la tendencia, en
realidad la autosuficiencia de la hacienda,
respecto a los factores productivos tierra,
capital y trabajo, nunca pudo llegar a ser
completa. El volumen de la renta por ella
producida era modificado por las
violentas fluctuaciones de los precios.
Escoceses y Yorkinos, Unitarios y
Federalistas, Moderados y Puros, Mochos
y Chinacos. Verdes y Rojos, más tarde
CONSERVAADORES Y LIBERALES EN MEXICO______________________________
148
Monárquicos y Republicanos... Con estos
nombres y otros muchos, diferentes
partidos de tendencias conservadoras o
liberales (con bastantes variantes al
principio) lucharon entre ellos durante las
cuatro o cinco décadas que siguieron a la
independencia; a veces más como
facciones en armas que como verdaderos
partidos políticos.
Si los principios y las ideas que invocaban,
en gran parte infundidas por Europa y los
Estados Unidos, son conocidos (en mayor
grado los de los liberales), sus metas
particulares, confesadas o no, y sobre
todo los orígenes sociales de unos y otros.
su distribución geográfica en el país y los
clanes locales, se conocen mucho menos.
Se tendrán que estudiar sistemáticamente
para comprender mejor la historia confusa
y turbia del México de esa época,
depurando la abundante prensa política de
la época, puesto que aquí sólo se trata de
dar un esbozo y una simple orientación
para tal estudio.
LOS CONSERVADORES
Aunque el nombre no aparece en México
sino hasta 1846 (según J. Bravo Ugarte),
la tendencia política es visible desde las
guerras de independencia. Para esos
conservadores anticipados, en particular
para los criollos y gente de Iglesia el ideal
era el régimen español previo a la
independencia, pero sin España, dirigiendo
ellos mismos el gobierno y ocupando los
cargos antaño en manos de los
peninsulares. Algunos de ellos deplorarían
también las reformas de finales del siglo
XVIII, a juzgar por las revisiones,
especialmente las relativas al trabajo de
las haciendas (¿pero son solo hechura de
los conservadores?). Una sociedad
fuertemente jerarquizada, que ellos
dirigirían en adelante, les parecía el único
orden posible y deseable. Por tanto,
llevando la lógica hasta el final, muchos
no se resignaban a un estado republicano.
Sin hablar de los tiempos que siguieron a
la independencia; desde 1840 una
personalidad como Gutiérrez Estrada
preconizaba el establecimiento de la
monarquía en México. La persistencia de
los disturbios y la invasión de las
provincias del norte crean un medio
favorable para esta tendencia, y una
mente distinguida como Alamán opina
"Estamos perdidos sin remedio si Europa
no viene pronto en nuestra ayuda"
(1847). De ahí a que los tradicionalistas
desearan denodadamente el imperio de
Maximiliano (que pensaban sería una
monarquía acorde a sus gustos) no había
más que un Paso, que se dio.
En el fondo el partido conservador era el
que mejor encarnaba el viejo espíritu
criollo, del que el historiador mexicano A.
Arnaiz y Freg ha llegado a decir que
representaba "la cima de la escala
española de los valores medievales".
Marcel Bataillon ha encontrado, desde el
siglo XVI. sobre todo entre los
sacerdotes, los orígenes de la mentalidad
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MÉXICO
Frangois Chevalier
CONSERVAADORES Y LIBERALES EN MEXICO______________________________
149
de los "españoles americanos" “que se
incluyan en la sociedad colonial y
adoptaban su mismo sentimiento ambiguo
de solidaridad telúrica y de superioridad
respecto a los indios” mostró vínculos
entre estos curas y seglares de los siglos
XVI y XVII que combinaban el sentimiento
de que el establecimiento en América se
debía a la providencia, , con la
reclamación interesada de los privilegios
políticos y sociales y, por otra parte, los
criollos de la independencia que formaban
una sociedad compenetrada por el espíritu
del clero y que reivindicaban también una
situación privilegiada en América a la vez
como descendientes de los conquistadores
españoles que como americanos solidarios
con los indios sin que a pesar de ello
dejasen éstos de ser una clase protegida.
Aun Fray Servando Teresa de Mier.
Agresivamente republicano. estaba
directamente influido por esas ideas
cuando pensaba que los privilegios con-
cedidos a los conquistadores a título
hereditario y las leyes protectoras de los
indios obtenidas por Las Casas y sus
discípulos debían ser los fundamentos de
una constitución o "carta magna de los
americanos" (1813). En su tiempo, el
"mestizaje honorable" no se rechazaba,
como se hacía en el siglo XVII en razón de
la pureza de sangre, pero existían de
todas maneras prejuicios en contra de los
mulatos.
Las guerras de independencia y la
república modificaron la situación,
ampliando la penetración de las "luces""
en la mentalidad criolla y en el conjunto
del país, tanto más cuanto que a ojos de
los mexicanos, no habían sido com-
prometidas, como en España, por los
"afrancesados" que pactaban con la
invasión napoleónica de 1808. Más aún:
las necesidades de la guerra y después las
del gobierno habían impuesto a los criollos
alianzas con mexicanos de modesta
extracción, mulatos y mestizos,
principalmente militares y guerrilleros
cuyas reacciones estaban lejos de ser
ortodoxas. Lorenzo de Zavala nos
informa como, con Iturbide, generales y
coroneles eran los miembros más
influyentes de una secta masónica "clerito
escocés antiguo" en la que se apoyó la
tendencia conservadora que llegó casi a
identificarse con este “partido escocés",
pronto violentamente opuesto a un
"partido de York" "yorkino" de tendencia
liberal, que se derivó en 1825 de otro rito
masónico. Estos defensores del antiguo
régimen eran naturalmente "unitarios” o
"centralistas" como el antiguo gobierno
español, y enemigos de los "federalistas
liberales" que se inspiraban en los Estados
Unidos del Norte.
*Publicado en francés en la intervención
francesa y el imperio de Maximiliano. Cien
años después México Asociación Mexicana FAL
1965 traducido por Ma. De la Soledad Alonso.
137
Continuando con la tradición mercantilista
CONSERVAADORES Y LIBERALES EN MEXICO______________________________
150
del estado protector, el gobierno debía
seguir controlando los intercambios y
regulando toda la vida del país. En esa
sociedad jerarquizada, ocupaban su lugar
todos los cuerpos tradicionales, con todos
sus estatutos especiales y sus fueros,
desde la Iglesia omnipresente hasta las
comunidades indígenas (protegidas como
hijos menores), pasando por un cuerpo
relativamente nuevo: el ejército cuya
organización permanente databa de
finales del siglo XVIII y sobre todo de las
guerras de independencia, pero que, con
sus excepciones y privilegios, se insertaba
con toda naturalidad en el orden
tradicional.
Al parecer, el partido conservador debe su
popular nombre de "mochó" al más
conocido de los generales, Santa Anna,
que detentó el poder mucho tiempo. En
1838, una bala de cañón amputó (mochó)
una pierna a dicho personaje, hecho que
dio vuelo a la imaginación de sus
compatriotas (entero solemnemente su
pierna). A los "mochos" se les llamaba
también “los verdes", debido al color de su
emblema (rojo el de los liberales), por el
que uno de sus periódicos, se llamaba El
pájaro verde.
CONSERVADORES Y LIBERALES EN
MÉXICO
Por otro lado, no había rigidez en partidos
y opiniones. Los caciques y jefes locales
podían cambiar de campo. Un observador
mexicano, refiriéndose a lo que vio aún en
el siglo XX, registra en una ciudad de
provincia que "El verde y el rojo no tienen
en Guanajuato una connotación
ideológica. Se puede ser verde unas
veces, rojo en ocasiones, según lo exija la
conveniencia del momento político... Se es
verde o se es rojo, en realidad por mero
antagonismo a quienes detentan el
poder... De may, excepto en círculos
ilustrados, la importancia del jefe de fila,
de la persona, de la facción y casi del clan
en estas luchas de partidos de las décadas
que siguieron a la independencia, en las
que las ideas políticas, a menudo
confusas, no eran siempre factores
determinantes para la mayoría de los
actores del drama.
Sin duda alguna, el pilar principal de la
tendencia conservadora era la Iglesia
mexicana de la cual, como se sabe,
derivaba la mentalidad tradicional criolla.
No obstante, el movimiento reformista se
había fortalecido entre el clero desde
antes de la independencia. Lectores de los
grandes autores, muchos curas seguían
las tendencias liberales y hasta
participaban como tales en las luchas
políticas, tanto más que desde 1831 no
estaban controlados por el episcopado,
cuyas sedes quedaron vacantes.
Marcel Bataillon "Orígenes intellectuelles et
religieuses du sentiment américain en América
Latine” Annuaire de College de France s. l. vol.
LIII. 1953. p. 277-284 y servando teresa de
Mier. Historia de la revolución de España,
antiguamente Anahuac verdadero origen y
causas de ella con la relación de sus progresos
hasta el presente año de 1813, México Cámara
de di. 1922, 2 vols.
Lorenzo de Zavala nos describe como un
CONSERVAADORES Y LIBERALES EN MEXICO______________________________
151
cura del estado de Tabasco, José María
Alpuche, tuvo la iniciativa de fundar en
1825 logias masónicas del rito de York,
opuestas al rito escocés cuyas tendencias
eran unitarias y conservadoras. Curas
rurales, que tenían contacto directo con
los problemas de los indios, aparecían
implicados en los levantamientos
campesinos del siglo XIX (tan poco
conocidos) y llegaron a formular las
reivindicaciones agrarias. Bien es verdad
que esta preocupación por defender a los
indígenas sobrepasaba singularmente las
doctrinas liberales de la época y se
vinculaba con las ideas tradicionales res-
pecto al papel tutelar de las autoridades
en la materia.
Pero la Iglesia mexicana representaba
más que nada un cuerpo social con fueros
o privilegios -exención de los tribunales
ordinarios, percepción del diezmo,
teneduría de los registros civiles. etc. -
así como un poder económico alrededor
del cual gravitaba una amplia clientela.
Como era costumbre, más que haciendas
e inmuebles urbanos, poseía gran
cantidad de "censos" hipotecarios que
gravaban a las propiedades rurales y a las
empresas en gran parte de su valor (que
habría que calcular) Paternalmente fungía
también de banco, prestando sobre sus
bienes a todos los que necesitaban liqui-
dez de fondos, por medio de censos
rescatables al 5%. Tanto desde el punto
de vista del derecho canónico como de sus
intereses materiales, se oponía
evidentemente a los reformistas liberales
que querían despojarla de las bases de su
organización tradicional y de su influencia
en el país. No quiso transigir, y el
arzobispo de México, Labastida, tuvo
discusiones extremadamente
tempestuosas con Maximiliano y Carlota,
que no aceptaban retroceder en la
secularización de esos bienes que la
reforma había decretado, perdiendo así el
apoyo del sector conservador más
poderoso.
Por otro lado, la Iglesia mexicana contaba
con valiosos apologistas y filósofos que no
se conformaban con posturas de
inmovilidad. Sobre todo Murguía, obispo
de Michoacán. que se opuso al liberal
Ocampo en una animada controversia: el
joven historiador Rafael Moreno nos
muestra a estos dos eminentes hombres
frente a frente. uno de los cuales, el
prelado, renovaba las ideas tradicionales
en su lucha contra el racionalismo liberal y
el catolicismo moderno. Este "Balmes
mexicano ", según W. Jiménez Moreno es
en muchos aspectos un hombre de su
tiempo que busca lo "útil" a través de
diversas obras originales que aún se leen.
2 Díaz Ruanova “ Los Rojos y los Verdes
“ en El Universal el 2 de julio de 1959.
3 Examinando una tradición
medievale también el autor de una
gran obra de síntesis filosófica en
la que trata de rencontrar los
principios esenciales de la ciencia
humana, de la “sociología" a "la
critica".
Además de la Iglesia, parte de los
terratenientes -pero sólo una parte
apoyaba la tendencia conservadora.
Habría que conocer especialmente a las
familias e individuos influyentes que se
CONSERVAADORES Y LIBERALES EN MEXICO______________________________
152
inclinaban hacia uno u otro parecer, su
actitud ante el imperio, sus variaciones.
En general, se dice que eran ""mochos"
los que mejor conservaban el espíritu
criollo, en particular la nobleza mexicana
que mantenía celosamente las tradiciones
de la vieja España (a quien no había ya
nada que reprochar desde que existía la
seguridad de no ver a los peninsulares
ocupar los mejores puestos y los
beneficios eclesiásticos más importantes).
Como el rico marqués de Jaral, según
Aviraneta, y otros más que con nombres
prestados nos pone a veces en escena un
novelista contemporáneo. Payno. El caso
de los militares es distinto. Como es
sabido, el ejército permanente databa
sobre todo de las guerras de
independencia. Lo habían organizado los
españoles con muchos criollos como
Iturbide, Bustamante, Arista, Santa Anna,
etc, y también con oficiales y suboficiales
mestizos. Poco después de la
independencia, las rivalidades enfrentaron
al antiguo ejército de línea con los
"guerrilleros", los blancos con los mestizos
o mulatos. Así, un comerciante español,
Aviraneta, pensaba todavía que su país
podría apoyarse en los generales mestizos
para ir contra los criollos en el poder, a los
que casi todos odiaban, como Victoria,
Álvarez, Lobato, Guerrero, Bravo.
Lagarza. . .
Aunque todos estos soldados despreciaban
la verborrea de los abogados liberales, no
por ello eran más devotos ni más amigos
del clero. Desempeñaron un papel
preponderante en las diversas logias
masónicas y Justo Sierra registra que
oficiales como Negrete, Alatorre o
Benavides rozan el anticlericalismo.
¿Cómo pues, este ejército de oficio pudo
llegar a ser uno de los dos pilares del
partido conservador? Es que debido al
temor que causaban los militares lograron
conservar y consolidar después de la
independencia sus exenciones y privilegios
de tiempos de guerra. Se creó un espíritu
de cuerpo, un sentido particular del honor.
El colegio militar proporcionó un molde. El
ejército se convirtió en una especie de
casta, unida al orden jerárquico de la
sociedad y pronto vinculada con la Iglesia
mexicana, quisiéralo o no, por la
comunidad de intereses: la defensa de los
fueros. Los partidarios de la Iglesia del
antiguo régimen, a los que se enfrentaría
Maximiliano, supieron convertirlos en los
""soldados de Dios" (Justo Sierra) durante
las luchas que presentaban como guerras
religiosas.
No se puede reducir de manera simplista
el partido conservador a un partido de la
vuelta hacia el pasado caduco al "partido
del Retroceso" en oposición al ""partido
del Progreso", como decían entonces sus
adversarios. 0 por lo menos hay que
hacer constar que las ideas tradicionales
dieron lugar a ciertas iniciativas acertadas.
México debe a Lucas Alamán, fundador del
Partido Conservador en 1849, un cierto
desarrollo de sus industrias textiles, al
crear éste en 1830 el Banco de Avío.
institución estatal que ayudó a los
industriales a acrecentar y modernizar sus
empresas y que parece una curiosa
prefiguración de la actual "Nacional
Financiera" mexicana, dedicada a
"industrializar ' el país.
El Banco estatal fue atacado y
CONSERVAADORES Y LIBERALES EN MEXICO______________________________
153
seguidamente destruido por los liberales
que suprimieron también la protección
aduanal concedida a las nuevas fábricas
de tejidos nacionales. Pero Potash y
Chávez Orozco han demostrado
recientemente los efectos benéficos de
dicho banco que existió hasta 1843,
Según Bazant, la lista de fabricantes
ofrecía entonces un 85% de nombres
españoles, es decir mexicanos debido a la
expulsión de los peninsulares en 1829.
Con ello, los conservadores ganaron el
apoyo de los industriales de Puebla y de
otros lugares. Uno de ellos, Antuñano,
amigo de Alamán, se convirtió en el
apasionado campeón de desarrollo de la
industria textil y de la introducción de
maquinaria moderna, muchas veces en
contra de los artesanos locales que temían
verse reducidos al desempleo. Así pues,
debe ponerse en el activo de algunos
conservadores la mejor comprensión de
las realidades económicas, claro que
dentro de la tradición de los virreyes del
siglo XVIII.
El partido conservador recibió también el
apoyo de algunos jefes y caciques
indígenas, más bien debido a errores de
sus adversarios que a una acción positiva
en su favor, salvo de manera efímera
durante el imperio de Maximiliano. Las
leyes liberales de reforma (1855-57), al
mismo tiempo que el derecho de la Iglesia
a tener posesiones, suprimían el de las
comunidades indias que, con su estatuto
propio, parecían un vestigio del antiguo
orden jerárquico. Esta medida, que se
había ya tratado de implantar en algunas
provincias, como el estado de Jalisco. Fue
el origen de graves expropiaciones contra
las cuales, por ejemplo, ponía en guardia
un grupo de curas desde 1849. Acentúo el
malestar campesino y multiplicó los
levantamientos indígenas en contra del
gobierno liberal, dando así un cierto apoyo
al partido “mocho" de oposición. Más
durable fue el respaldo que los
conservadores encontraron en Lozada, el
famoso cacique de Nayarit (al oeste de
México), de origen huichol, cuyas curiosas
reivindicaciones agrarias merecen ser me-
jor conocidas: el de Mejía. De gran
ascendiente entre los indios de la Sierra
Gorda de Querétaro y entre algunos
grupos indígenas, en general estrecha-
mente ligados a sus curas.
3 Citado en mesa redonda del Instituto Francés
de México 29 de junio de 1961
4 Eugenio de Aviraneta e lbargoyen. Mis
memoria intimas en Luis García Pimenetel
Documentos Históricos de México, México
Moderna Librería Religiosa de José L. Vallejo
Vol. 1906, p. 87
CONSERVAADORES Y LIBERALES EN MEXICO______________________________
154
Si Maximiliano se negó, coma es sabido, a
devolver a la iglesia sus propiedades por
consejo de conservadores moderados y
liberales aliados y por ser él mismo de
tendencias indigenistas promulgó en
contra una efímera legislación agraria que
siguiendo audazmente la línea de los
virreyes reformadores del siglo XVIII,
devolvía a las comunidades civiles su
personalidad jurídica y su derecho de
posesión (5 de julio y 15 de septiembre de
1865), liberaba a los peones de las
haciendas (1° de noviembre de 1865) y
dotaba de tierras a las comunidades que
no las tenían (26 de junio y 15 de
septiembre de 1866).
Estas medidas fueron muy criticadas por
los propietarios y por la oposición y hasta
por un ministro de Maximiliano, Morán y
Crivelli, que veía en ellas el renacimiento
de la legislación protectora de las "Leyes
de Indias”
5 Cfr. Robert A. Potash. El Banco de Avío
elfomento de la industria 1821-1846. México.
Fondo de Cultura Económica. 1959. 281 p. ,
Luis Chávez Orozco, en diversos artículos
publicados en Excélsior y en diferentes trabajos
inéditos como su conferencia “Comerciantes e
industriales Sus empresas'' en mesa redonda
del Instituto Francés de México 16 de mayo de
1961 (Ciclo. ”México de la Independencia a la
Reforma”)
6 Cfr, . Sumisa representación de los curas
párrocos de las parcialidades de San Juan y
Santiago quo elevan a la augusta cámara del
Senado para que sirva tomar en consideración
los males que se seguirían al reparto de estos
bienes “ México 1849,. 29,p
7 Moisés González Navarro, Instituciones
Indígenas en México Independiente en
Memorias en el Instituto Nacional Indígenista
México, Ediciones del Instituto Nacional
Indígenista, 1954 vol. P. 148.
(españolas) y protestaba en nombre de la
CONSERVAADORES Y LIBERALES EN MEXICO______________________________
155
“libertad absoluta" en la propiedad y el
trabajo. "
El partido conservador era especialmente
influyente en las principales ciudades de la
mesa central, donde residía una antigua
sociedad criolla y donde un clero regular
y secular relativamente numeroso y
poderoso se rodeaba de feligreses que
vivían a su sombra, de sus haciendas, de
sus capitales, de sus colegios, de su
protección o de su caridad. Si en la
capital, México, y en la zona cercana a
Toluca el partido adverso era importante,
los “mochos" por el contrario, dominaban
completamente en Puebla, la ciudad
tradicionalista y devota, repleta de
Iglesias y de conventos, donde además los
propietarios de las principales industrias
textiles del país apoyaban, como se sabe,
el proteccionismo aduanal de los
conservadores. De ahí el error del
representante de Napoleón III de Saligny,
que aseguraba que el pequeño cuerpo
expedicionario sería recibido con los
brazos abiertos: contaba con las pocas
tropas enviadas por Juárez a los fuertes
que dominaban la ciudad. A pesar de la
tibieza o de la hostilidad de los habitantes
respecto a sus defensores, estos
opusieron a los franceses el 5 de mayo de
1862, una resistencia inesperada y muy
eficaz que alcanzó en México un alto valor
simbólico.
También de tendencias conservadoras
eran Guadalajara y Querétaro. ciudades
de antigua tradición criolla, plazas
militares, con un clero poderoso y, sobre
todo en la segunda, una industria de
tejidos relativamente desarrollada. En las
demás ciudades del centro, a decir verdad
menos importantes, la opinión parecía
más dividida, aunque los "mochos"
influyeran todavía.
Las pequeñas ciudades del norte
escapaban a los conservadores, así como,
en general, muchas villas y pueblos
predominantemente mestizos (pero no
indígenas): según parece fueron sobre
todo éstos los que combatieron a los
"mochos" y los que formaron las guerrillas
republicanas de Juárez contra el imperio.
LOS LIBERALES
Las ideas que invocaban los liberales
mexicanos empezaban ya a ser conocidas.
Las circunstancias históricos y el entorno
social habían creado sin embargo cierta
confusión de opiniones y programas de los
partidos que se enfrentaban sobre todo
en la época de la independencia, así como
más tarde, durante el imperio de
Maximiliano.
Si bien es evidente que en algunos
criollos "este inquieto deseo de un
gobierno local" se fortalecía con las "luces"
-fuente del liberalismo- como lo hacía
notar Humboldt, no es menos cierto que
en México, algunos de los hombres más
ilustrados habían sido españoles
peninsulares hostiles a la independencia.
Como el obispo Abad y Queipo, de ideas
sociales particularmente precisas y
avanzadas. En fin, muchos criollos,
sacerdotes o seglares, que soñaban con la
separación de España, se inspiraban aún
en la filosofía española tradicional y bajo
este signo antiliberal y conservador se
liberaron, con Iturbide, en 1821.
CONSERVAADORES Y LIBERALES EN MEXICO______________________________
156
Más de cuarenta años después,
Maximiliano, que fue instalado en el poder
por los conservadores y fusilado por los
liberales, mantenía no obstante vínculos
con amplios sectores liberales debido a
sus ideas. Finalmente, caciques y jefes
locales de todos los partidos arrastraban a
veces tras ellos a individuos de opiniones
muy diversas.
Después de la independencia, se
vislumbró al fin en México un programa
liberal. En el concepto de Libertad
persistían ideas del os teólogos juristas de
Salamanca y de Alcalá sobre el "Derecho
Natural", según José Miranda. Obtener la
libertad en todos los campos fue un "ideal
sagrado", una "santa causa", como se
proclamó al principio con optimismo y
entusiasmo: libertad individual, libertad de
expresión, libertad de comercio y de
intercambio. También propiedad,
federalismo (a pesar de la oposición de
Mier), que fue uno de los artículos de fe
de las logias del rito de York, en las que el
enviado de los Estados Unidos del Norte,
Poinsett. Asumió un papel de primer
plano según sus contemporáneos. En fin,
igualdad de derechos para todos los indi-
viduos, que seguramente fue lo que más
costó que los criollos ilustrados aceptaran,
pero que les imponían los mestizos que
habían apoyado a la independencia.
En 1824 -tardíamente en relación a
Europa- se osó exaltar oficialmente el
genio de Rousseau. Una difusión más
amplia de sus ideas así como de las de
Adam Smith y de sus continuadores,
cuyas opiniones eran más radicales, y una
actitud intelectual cada vez más
avanzada, hizo que lo que quedaba de la
filosofía tradicional entre los liberales
mexicanos quedara rezagada. Desde
1833 muchos se proponían como objetivo
esencial la supresión del poder temporal
de la Iglesia, de sus propiedades y de sus
privilegios: la secularización de la
enseñanza y de la sociedad, aun cuando
no declarasen siempre esas metas por
razones de conveniencia: ese año, Gómez
Farías trato de actuar y de realizar una
primera "reforma" de la que J. M. L. Mora
era el teórico; fracasó.
El optimismo del principio se desvanecía
ante tantos desengaños y obstáculos. Las
actitudes se endurecieron. A la ocupación
de los yankis sucedió la guerra civil que se
generalizó hacia 1854. A ojos de sus
adversarios, los liberales pasaban por
enemigos de Dios, “ hacheros" -uno de
sus apodos-que, según decían, rompían a
hachazos las puertas de los conventos y
de las Iglesias. La mayoría reprobaban la
violencia, que era provocada por guerrille-
ros incontrolados-como Rojas en Jalisco)-.
y muchos se proclamaban católicos y
creyentes, tratando a veces de convencer
a las autoridades eclesiásticas de que no
eran enemigos de la Iglesia.
8 Cfr. Diario del Imperio s d. 18 diciembre
de 1865, Tomás Morán y Crivelli
Observaciones al proyecto de reglamento
presentado por la junta Protectora de las
clases menesterosas sobre el trabajo de los
peones y sirvientes de fincas rústicas, México
Literaria 1865, 24 p.
Aunque después de la independencia
CONSERVAADORES Y LIBERALES EN MEXICO______________________________
157
muchos militares eran liberales y
francomasones del rito de York, la
consolidación de los fueros del ejército re-
gular parecía igualmente peligrosa e
incompatible con el principio de la
igualdad de todos los ciudadanos ante la
ley. A los ataques contra el poder
temporal de la Iglesia, los liberales
añadieron pronto sus acerbas críticas
contra el carácter y la naturaleza del
ejército. De ahí deriva el intento de
Gómez Farias en contra de sus privilegios
y de los del clero, frustrado por el general
Santa Anna. De ahí también las severas
páginas de Lorenzo de Zavala, y sobre
todo las de José María Luis Mora en 1837,
ataques cuyo fondo y forma recuerdan ya
el tono y los argumentos habituales en la
"izquierda" latinoamericana cuando critica
hoy a las dictaduras militares del
continente.
El apodo de ' chinacos" que se da a los
liberales refleja y subraya el reclutamiento
irregular y el origen popular de las tropas
liberales durante las guerras civiles de la
época. desde los guerrilleros de los
generales mestizos Lobato y Guerrero en
1828. pasta los de Juárez antes de 1867.
En efecto, ese nombre viene de una
palabra de origen náhuatl que de
""desnudo" designa por extensión a gente
poco o mal vestida, como lo estaban sin
duda las guerrillas de la chinaca, en
oposición al ejército regular vestido de
uniforme (diccionario de Santamaría).
Según M. González Navarro el mote se
aplicó seguramente a los hombres del jefe
liberal Álvarez cuando entraron en México
después de la revolución de Ayutla (1854-
55), mestizos de las tierras calientes y
montañosas del Pacifico cuya pobreza y
somera vestimenta llamaron la atención
de los habitantes de la capital. Después él
nombre abarcó a todo el partido liberal
junto al de "puros" (los "moderados",
cercanos prácticamente a los
conservadores) y a otros más locales o
momentáneos, como el de "colorados"
debido a las camisas rojas de sus
partidarios, y en contraposición al verde
de los "mochos".
9 Cfr. . Presencia de Rousseau, a los 250 años
de su nacimiento y a los dos siglos de la apari-
ción de , Emilio y el Contrato social México.
Universidad Nacional Autónoma de México,
1962. José Miranda “El liberalismo mexicano y
el liberalismo europeo” en historia mexicana,
México. El Colegio de México 1959 vol VIII,
num 32 p. 514-523. Jesús Reyes Heroles El
liberalismo mexicano, México Universidad
Nacional Autónoma de México, México 1957. 3
vols.
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
158
ENTRE EL PARADIGMA POLÍTICO
Y LA REALIDAD
Gloria Villegas
Miguel Ángel Porrua Venero
(coordinadores)
Cesar Navarro Gallegos
(estudios introductivo )
Apartir de la adopción del régimen
republicano, federal, representativo y
popular emanado de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos
de 1824, existía la firme convicción entre
las fuerzas sociales y políticas que habían
logrado incorporar y validar tales
preceptos en el texto constitucional, que
con ello terminaban las luchas y
convulsiones que habían dividido y
confrontado a los mexicanos durante los
años precedentes.
Predominaba la certidumbre que una vez
restablecida la paz social, reorganizada el
orden jurídico y puesto en marcha el
nuevo régimen político, la nación
mexicana avanzaría sin tropiezos y en
condiciones de relativa estabilidad. Las
nuevas leyes habrían de contribuir a
superar los resabios del antiguo régimen y
serían la vía más expedita para garantizar
el advenimiento de una nación próspera
que en poco tiempo se ubicaría entre las
más avanzadas del planeta. Pronto, la
nación mexicana alcanzaría el rango de las
potencias libres y soberanas y, clausuraría
de manera definitiva el aciago capítulo de
las guerras intestinas.
Esta visión optimista sobre el porvenir de
la naciente república, compartida por los
gobernantes y buena parte de los
pensadores políticos de ese entonces,
tenía como sustento el patrimonio
material y cultural que el país disponía. La
existencia de un vasto territorio con un
enorme caudal de recursos naturales,
aunado al trabajo productivo de los
mexicanos, constituía la fuente potencial
para el desarrollo de una moderna
economía que elevaría las condiciones de
vide de sus habitantes. Por otra parte la
reivindicación de la espléndida herencia
cultural y espiritual mexicana y su
conjunción con el pensamiento ilustrado y
progresista decimonónico, auguraban un
porvenir excepcional para el logro de los
anhelos y propósitos de la joven república.
Sin embargo, el optimismo y las
expectativas sobre el futuro de México
chocarían en corto tiempo con una
realidad distinta y muchas veces adversa
al rumbo proyectado. Bajo la superficie del
régimen republicano y federalista, pervivía
un cúmulo de seculares contradicciones no
resueltas que emergieron al intentar
ESTUDIO INTRODUCTORIO
Cesar Navarro Gallegos
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
159
ponerse en práctica los principios inscritos
en la carta constitucional. Las fuerzas
sociales y corporaciones que en principio
aceptaron regirse; cuando menos
aparentemente, bajo las normas
constitucionales y el sistema federalista, al
advertir que algunas de las
transformaciones puestas en marcha
representaban un riesgo para sus añejos
privilegios sociales y económicos o su
hegemonía política y espiritual, pronto
iniciarían su cuestionamiento y, más
tarde, recurrirían al uso de la fuerza para
desechar el régimen político y el pacto
constitucional sobre el que había surgido
la nación mexicana.
La convivencia política y el orden
constitucional apenas pudo mantenerse
durante la gestión presidencial del
insurgente durangueño Guadalupe Victo-
ria. Luego sobrevendría un largo y
dramático período de inestabilidad política
que se reflejó en todos los demás órdenes
de la vida social. A lo largo de las cinco o
seis décadas siguientes, la nación
mexicana registró una lista interminable
de conflictos internos protagonizados por
las fuerzas, grupos o clases sociales que
se disputaban el control del Estado, el
poder económico y el predominio social y,
además, como si ello no fuera, suficiente,
debió encarar la agresión e intervención
de varias potencias extranjeras, lo cual
llegó a poner en riesgo la sobrevivencia
misma de la nación mexicana.
Los conflictos políticos de estas décadas se
expresaron a través de diversas formas y
mecanismos: mediante la integración de
logias masónicas y "partidos" cuyo
referente político lo constituyó su adhesión
al régimen federalista o al centralismo. Así
mismo, a través de la conformación de
innumerables agrupamientos sin una clara
tendencia ideológica y carentes de princi-
pios políticos definidos, formados
coyunturalmente para que sus miembros
accedieran a diversos cargos públicos, se
adhirieran a un plan, a un nuevo
pronunciamiento o para impulsar las
aspiraciones de poder de determinado
grupo o facción política. En otros casos,
para sumarse a la lucha política que
emprendía un nuevo caudillo o para
combatir la estancia en el gobierno o en el
congreso de un grupo adverso. Más
tarde, mediante la conformación de
corrientes y partidos que se reivindicaron
como liberales o conservadores a partir de
la celeridad y radicalidad de los reformas y
cambios que proponían para modificar la
realidad del País, frente aquellos que
pretendían mantener la antigua estructura
social. junto a todo ello, a través de una
interminable lista de asonadas; revueltas,
sublevaciones y golpes de estado
encabezados por los mandos militares.
Así, en el transcurso de unos cuantos años
el inicial optimismo se trastocó en
desaliento e incertidumbre y se tuvo que
reconocer que México no era un país con
cercano y prometedor futuro. Asimismo,
debió aceptarse que la antigua estructura
socioeconómica heredada del régimen
colonial y el escaso desarrollo logrado a
partir del México independiente, en
realidad daban cuenta de un país atrasado
y débil. Que las continuas disputas
políticas internas y sublevaciones
militares lo habían debilitado a tal extremo
que, incluso, no pudo preservar su
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
160
integridad territorial y no siempre había
dispuesto de la fuerza necesaria para
enfrentar las agresiones del exterior.
Sin embargo, más allá de la imagen
anárquica a partir de la cual se describe y
explica a menudo la historia mexicana de
las primeras décadas de vida
independiente y del recuento de los
conflictos y luchas políticas que muchas
veces aparecen como innecesarias y
estériles, de las sublevaciones y
ambiciones de poder de determinado
caudillo, de la persistente confrontación
entre uno y otro partido o de la
argumentación sobre la supuesta inca-
pacidad de los mexicanos para
autogobernarse; lo que en el fondo
entrañan y representan son las
contradicciones inherentes a una sociedad
en proceso de transición y cambio. Aun
cuando históricamente anacrónicas y en
fase de descomposición, las viejas formas
de propiedad, de relación social y política
que provenían del régimen colonial
todavía constituían durante la primera
mitad del siglo XIX un fuerte obstáculo
para la emergencia de formas de
producción económica más avanzadas, es
decir propiamente capitalistas, así como
para las clases sociales y proyectos
económicos que se derivaban de este
inédito proceso dentro de la formación
social mexicana.
De tal suerte que los conflictos políticos
que se encarnan a través de las luchas de
las logias, la disputa entre federalistas,
centralistas y monarquistas, las
insurrecciones militaristas y la oposición
clerical, el debate ideológico y la
confrontación política entre liberales y
conservadores, así como los conflictos
entre diversos grupos y clases sociales,
finalmente no eran sino expresión del
choque entre los diversos proyectos
mediante los que se pretendía delinear el
perfil social, económico y político de una
nación en su etapa constitutiva.
En cierto modo, la intensa y prolongada
conflictiva política de este dilatado periodo
es explicable porque ninguna de las
corrientes en pugna poseía la fuerza
suficiente para hacer prevalecer sus
intereses y proyectos, equilibrio
En la logia del rito de York se agruparon
fundamentalmente aquellos que se
reclamaban partidarios y garantes del
federalismo y la cual había surgido en
contraposición a la antigua logia escocesa.
En tanto que en esta última se
atrincheraron quienes se habían
manifestado en favor del régimen
centralista y a la que también se le
identificaba como el "partido” de los itur-
bidistas, de los monarquistas, de los
españoles, del clero y del viejo orden.
Puesto que los yorkinos consideraban que
la defensa de la independencia nacional y
la consolidación del federalismo
constituían los propósitos centrales de su
actividad política, arribaron a la conclusión
de que había que desplazar de los cargos
públicos o cerrar el paso a todos aquellos
que consideraban opositores a tales
propósitos. A su vez los escoceses se
propusieron frenar las intenciones políticas
de sus adversarios, obteniendo la mayoría
en el congreso nacional, en las legislaturas
locales y ubicando a sus partidarios, al
frente de los gobiernos de los estados.
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
161
En poco tiempo la lucha entre yorkinos y
escoceses trascendió del centro del país
hacia las distintas entidades de la
república y la contienda entre ambas
facciones se hizo cada vez más intensa.
Buena parte de los conflictos políticos y
disputas electorales que surgieron durante
esos años en relación con la integración
de diversos congresos y gobiernos locales,
así como en el propio congreso nacional,
evidentemente estuvieron vinculadas al
predominio político que unos y otros
disputaban.
Así, el debate que se suscitó en 1827 en
torno a la permanencia de los hispanos
peninsulares en el país, tuvo como
trasfondo el conflicto político entre
federalistas y escoceses. Aprovechando
que el sentimiento antiespañol se había
exacerbado a consecuencia de que
muchos de ellos seguían ocupando cargos
importantes en el gobierno y en el ejército
y, que otros más conservaban su antigua
posición social y sus privilegios
económicos, así como por el hecho de que
algunos hubiesen participado en varios
intentos conspirativos en contra de los
yorkinos en distintos sitios del país; la
mayoría federalista en el congreso
nacional logró imponer la prohibición para
que los hispanos ocuparan cargos públicos
y, más tarde, en diciembre de 1827, Con-
siguió expedir el decreto para su
expulsión. Evidentemente esta acción de
los yorkinos tenía un doble propósito: por
un lado decapitaba a la antigua oligarquía
hispana y de paso eliminaba a uno de los
aliados del partido opositor.
La lucha política entre ambas fuerzas se
hizo más aguda hacia 1828 al acercarse el
fin del periodo presidencial de Guadalupe
Victoria. Tanto yorkinos: Como escoceses
se aprestaron a desplegar toda su fuerza
política para vencer en las elecciones que
se avecinaban y conquistar la mayoría en
el congreso nacional y en las legislaturas
de los estados. Puesto que la designación
del próximo presidente se haría con base
en los votos emitidos en los congresos
locales y la elección sería calificada por el
congreso nacional, la corriente que
resultara triunfante estaría en condiciones
de decidir la sucesión presidencial. En el
marco de la contienda electora surgieron
dos candidatos presidenciales: Vicente
Guerrero y Manuel Gómez Pedraza, el
primero apoyado por los federalistas
yorkinos y el otro por el bando de los
escoce-ses. De esta manera la tendencia
radical se agrupó en torno al insurgente
suriano, en tanto que el partido "del
orden" optó por la nominación del antiguo
realista e iturbidista y al que se reconocía
como un político de tendencia moderada.
Pese a que se pronosticaba como seguro
el triunfo de los yorkinos en las
legislaturas estatales, el voto de las
mismas favoreció por escasa diferencia al
candidato de sus adversarios: once
congresos votaron en favor de Gómez
Pedraza y nueve lo hicieron por Guerrero.
1 Michael Costeloc, La primera república federal
de México (1824-1835) un estudio de los
partidos políticos en el México independiente,
México, fondo de Cultura económica, 1975, p.
56.
Este inesperado resultado en cierto modo
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
162
fue producto del temor que se había
levantado entre la antigua oligarquía y
aun entre ciertos sectores moderados por
el posible arribo de Guerrero a la
presidencia, al cual identificaban con el
bajo pueblo y la anarquía, así como por la
táctica de los escoceses al nominar a un
candidato con el perfil de Pedraza que,
incluso, concitó la adhesión de los
federalistas moderados de varias
entidades.
Asimilado el golpe, los yorkinos
desplegaron una intensa campaña
periodística para denunciar la ilegalidad de
los resultados electorales, aduciendo que
los integrantes de las legislaturas habían
traicionado la voluntad de sus
representados. Asimismo, incitaron
diversos pronunciamientos a lo largo del
país para impedir que se reconociera el
triunfo de Gómez Pedraza. Por su parte,
el general Antonio López de Santa Anna y
el ejército aparecieron oportunamente en
escena a través del Plan de Perote,
demandando también frenar las
maquinaciones, intrigas y conspiraciones
de los enemigos de la independencia
nacional, es decir, el partido de los
escoceses. A lo anterior se sumarían los
motines públicos azuzados por los
yorkinos en la capital del país.
Aprovechando tales circunstancias, la
mayoría yorkina en el recién instalado
tercer congreso constitucional, mediante
decreto del 12 de enero de 1829, decidió
anular los votos de Gómez Pedraza y
reconocer como presidente constitucional
al general Vicente Guerrero. Esta
controvertida forma en la que el congreso
resolvió la sucesión presidencial tendría
profundas
repercusiones para el futuro político del
país. En primer termino significó que
desde el propio congreso nacional se
propiciara la fractura del orden
constitucional y el federalismo al vulnerar
la soberanía de los estados mediante el
desconocimiento de las opiniones de sus
legislaturas, más allá que éstas fueran o
no coincidentes con la postura del
congreso. En segundo lugar, el que el
poder legislativo aceptara actuar bajo
presión de los militares insurrectos,
representó abrir las puertas al ejército
para que en adelante y durante varias
décadas se alzara como el árbitro de las
decisiones políticos del país. De esta
manera, los acontecimientos políticos
sobre la sucesión presidencial de 1828-
1829, constituirían la primera gran crisis a
la que se enfrentaba el sistema federal.
El alto grado de cuestionamiento político
con el que Guerrero llegó a la presidencia
de la república presagiaba que el suyo
sería un gobierno frágil y de limitado
consenso. Además, tendría que enfrentar
la crítica situación en la que había caído la
administración del gobierno. El déficit del
gasto público iba en aumento y los
créditos en el exterior se encontraban
prácticamente clausurados desde 1827,a
partir de que el gobierno federal se había
declarado insolvente para amortizar los
intereses sobre los prestamos contraídos
anteriormente. Además, como
consecuencia del intento de reconquista
española que se tuvo que enfrentar, la
recaudación de los derechos de las
aduanas que en ese entonces aportaban
un poco más de la cuarta parte de los
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
163
ingresos públicos, disminuyeron en forma
alarmante. Ello condujo a una nueva
expulsión de españoles y a la imposición
de préstamos a los estados de la
federación, lo cual avivó la oposición
existente a su gobierno.
Pronto se desarrolló una creciente
hostilidad hacia el caudillo insurgente que
logró conjuntar a los escoceses, a la
oligarquía propietaria y a un segmento del
propio ejército. El vicepresidente
Anastasio Bustamante, bajo el argumento
de la defensa de la legalidad constitucional
proclamo el Plan de Jalapa hacia fines de
1829, mediante el que destituyó a
Guerrero y de paso se apropió de la
presidencia.
Con el general Bustamante arribaron al
gobierno nacional los "hombres de bien",
que según el propio Lucas Alamán,
hombre fuerte en la nueva administración,
eran todos aquellos individuos que poseían
"honor, educación y propiedad".
Finalmente el partido escocés había
logrado expulsar del gobierno a los
"sansculotes" y "extremistas". Desde la
óptica de la oligar-quía tradicional, el clero
y los centralistas, el movimiento
acaudillado por el ejercito y el ascenso del
nuevo gobierno eran vistos como el triunfo
de la civilización, el orden y la propiedad
sobre la anarquía, la demagogia y la
usurpación. En efecto, la nueva
administración desplegó una política de
persecución en contra de los "federalistas
exaltados" y desde el centro se alentaron
movimientos políticos y asonadas en
contra de las legislaturas y gobiernos de
filiación federalista que se habían
manifestado contrarios a la destitución de
Guerrero. La postura autoritaria del
gobierno de Bustamante, en cambio le
acarreó la simpatía y la alianza con la
jerarquía eclesiástica y las élites
propietarias. Aun cuando en principio
Bustamante y sus aliados no se
propusieron abiertamente modificar la
constitución de 1824 y en apariencia se
mantuviera el régimen federalista, en
realidad se gobernó desde una perspectiva
centralizante.
La administración Alamán, nominación que
también se dio al gobierno de Bustamante
por la influencia que ejercía el Ministro de
Relaciones Exteriores e Interiores,
emprendió una conjunta de medidas para
limitar lo que se consideraban como
excesos del federalismo. En tal sentido se
impusieron una serie de exigencias de
propiedad y posesión de bienes a los
electores con el fin de reducir la
"perniciosa" presencia del bajo pueblo en
las elecciones y evitar los "excesos" de los
años anteriores, a la vez que se decretó la
disminución de los integrantes de las
milicias de los estados, pretendiendo con
ello restar fuerza y autonomía a los
gobiernos locales.
2 Brian R. Hamnett,"Faccionalismo, constitución
y poder personal en la política mexicana, 1821-
i1854: Un ensayo interpretativo en Josefina
Zoraida Vázquez (coord. ), La fundación del
Estado mexicano. México, Nueva imagen,
1994, p. 88
En contrapartida se aumentó el
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
164
presupuesto para el ejército y se elevaron
los haberes de la oficialidad militar. Debe
señalarse que en el plano de la
administración económica se remontaron
algunos problemas y se obtuvieron ciertos
logros: aumentaron los ingresos públicos,
mejoró la situación fiscal, la deuda
exterior se amortizó y los intereses se
capitalizaron favorablemente. Asimismo
se acrecentó el intercambio comercial con
el exterior y se emprendió una política de
impulso y protección de la industria
nacional, especialmente la textil, mediante
la creación del Banco de Avío en 1830, el
cual surgió por iniciativa directa de
Alamán y un grupo de empresarios.
Sin embargo, la estabilidad política del
régimen de Bustamante se erosionó
aceleradamente. El trato preferente hacia
la oligarquía y la iglesia, el continuo
intervencionismo del centro y el choque
con los gobiernos locales,
la represión y persecución hacía los
liberales federalistas, más la ejecución de
Vicente Guerrero, hicieron converger a los
opositores del centralismo de facto. En
distintos lugares del país surgieron
protestas políticas y sublevaciones
militares como la de Veracrúz de principios
de 1832, apoyada por Santa Anna, que
inicialmente exigieron la destitución de
los ministros" picaluganos”y más tarde
demandarían el desconocimiento del
general Bustamante.
El movimiento opositor a Bustamante se
alzó como una amplia y heterogénea
coalición de grupos, individuos y
corporaciones que por distintas razones
coincidían en esa coyuntura política. Los
federalistas veían la necesidad de unirse a
Santa Anna y a los militares para
desplazar a los centralistas del aparato del
gobierno, recuperar las posiciones
perdidas y reiniciar de nueva cuenta la
aplicación de los proyectos que habían
quedado truncados luego del ascenso de
Bustamante. En tanto que para Santa
Anna representaba la posibilidad de
consolidar su autoridad dentro de la
corporación militar y coronar sus
ambiciones de poder mediante el ascenso
a la silla presidencial. Empero, unos y
otros se necesitaban para llevar adelante
sus planes.
Bajo estas circunstancias, los federalistas
de distintos tonos y tendencias, una buena
parte de los gobiernos y congresos de los
estados, así como Santa Anna y el ejército
sublevado se pronunciaron por el retorno
de Manuel Gómez Pedraza para concluir el
mandato presidencial para el que había
sido nominado en 1828. Ante la magnitud
y beligerancia del movimiento en su
contra, Anastasio Bustamante se vio
obligado a efectuar un armisticio y firmar
los Convertíos de Zavaleta de septiembre
de 1832. De acuerdo con éstos, Pedraza
fue reconocido titular del ejecutivo y
gobernaría los tres meses que faltaban
para finalizar "su mandato";el congreso
nacional sería disuelto y se convocaría a
elecciones para su renovación.
Igualmente, se elegirían nuevos
integrantes a las legislaturas locales que,
a su vez designarían al presidente y
vicepresidente de la república.
3 Véase en la sección documental el acuerdo
mediante el que se fundó el Banco de Avío.
Como era previsible y de acuerdo con el
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
165
giro político se había producido en el
panorama político del país, tanto en el
congreso general como en la mayoría de
las legislaturas predominaron los liberales
federalistas y la alianza establecida entre
éstos y Santa Anna se ratificó al nominarlo
presidente de la república, al tiempo que
el cargo de vicepresidente se entregó a
uno de los miembros más connotados del
bando de los federalistas, el político
jalisciense Valentín Gómez Farías.
El quinto Congreso Constitutional y el
nuevo gobierno iniciaron sus tareas a
principios de 1833. Puesto que Santa
Anna optó por retirarse a su hacienda
argumentando motivos de salud, Gómez
Farías se hizo cargo del ejecutivo durante
sus repetidas ausencias. Bajo estas
condiciones, el político liberal junto con
otros miembros del gabinete y la mayoría
federalista en el congreso iniciaron un
vasto programa de reformas mediante las
que se proponían meterle mano a los
remanentes del pasado colonial. En la
elaboración del programa de reformas
participaron una serie de políticos e
ideólogos liberales que tras remontar la
antigua organización yorkina se habían
agrupado en la tendencia de "los
Imparciales" o en el "Partido del
Progreso"5 Entre otros destacaban: Miguel
Ramos Arizpe, José María Luis Mora y el
propio Gómez Farías. Este programa
además se había enriquecido con las
experiencias desarrolladas por los liberales
federalistas en varias entidades, particu-
larmente en estados como Zacatecas,
Jalisco, Michoacán y Durango.
Acorde con el pensamiento liberal, las
reformas tenían como eje central la
recuperación y ampliación de la soberanía
económica y política del Estado frente al
poder de las corporaciones.
Inevitablemente, las reformas se
orientaron, en primer término, a minar el
formidable poderío económico, político y
espiritual que la Iglesia Católica había
acumulado desde la época colonial, así
como a reducir los privilegios de la
corporación castrense.
Así, durante la segunda mitad de 1833 y
los primeros meses de 1834 fueron
apareciendo una a una las medidas
reformistas aprobadas por el congreso y la
administración liberal. En relación con la
Iglesia destacan aquellas que enfilaron a
desactivar los amarres que le unían o
mediante los que sometía al Estado:
Supresión de la obligación civil del pago
del diezmo y dero-gación de leyes que
imponían la coacción civil para el
cumplimiento de los votos monásticos.
Secularización de los bienes de misión de
las Californias. Cesión a los estados de las
propiedades que habían pertenecido a los
jesuitas. Ejercicio del Patronato
Eclesiástico por el gobierno de la república
con las mismas atribuciones con la que lo
había ejercido la Corona Española.
Desamortización de los llamados bienes de
manos muertas y prohibición de la venta
de propiedades eclesiásticas sin
conocimiento y aprobación de
4 De esta manera se llamó a Lucas Alamán,
José Antonio Facio, Rafael Mangino y José
Ignacio Espinosa, integrantes del gabinete de
Bustamante y a los que se consideraba autores
intelectuales y cómplices en el asesinato de
Vicente Guerrero.
la autoridad civil, así como prioridad de los
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
166
arrendatarios para la compra de dichos
bienes y liberación de la actividad
crediticia. Sin duda, las últimas medidas
resultaban particularmente lesivas al
patrimonio eclesiástico ya que afectaban
la monopolización que mantenía sobre las
propiedades rústicas y urbanas, así como
sobre el agio y la usura.
En cuanto al embate para reducir la
injerencia eclesiástica en la formación
educativa y espiritual y arraigar una
conciencia laica entre la población,
destacó la supresión de la Pontificia
Universidad de México y de otras
instituciones educativas de carácter
religioso. A contrapelo se decretó la
creación de la Dirección de Instrucción
Pública, la formación de varios institutos
de enseñanza superior y de la escuela
normal, así como el establecimiento de la
Biblioteca y el Teatro Nacional y escuelas
nocturnas para artesanos y trabajadores.
La reforma también intentó menguar la
preeminencia del ejército. Aun cuando no
se llegó a proponer la eliminación del
fuero militar se ordenó la disolución de
varios cuerpos del ejército que se habían
comprometido en sublevaciones en contra
de las instituciones de la república. En
cambió se legisló para alentar la
ampliación de las milicias cívicas de los
estados.
Pero al mismo tiempo que fueron
dictándose las reformas aparecieron voces
de inconformidad en varias regiones del
país. Al grito de "religión y fueros" durante
el año de 1833 se produjeron una serie de
insurrecciones militares y protestas
organizadas por el clero y grupos
opositores a la política de los liberales.
Sus exigencias eran afines: derogar las
leyes y decretos reformistas, separar a
Gómez Farías del gobierno y que Santa
Anna se hiciese efectivamente cargo de la
presidencia. Para contrarrestar la
oposición antirreformista y respaldar al
congreso y a Gómez Farías, varias
entidades se unieron en la Coalición de
Estados de Occidente, la cual se integró
con los gobiernos de Queretaro,
Michoacán, Jalisco, Durango, Zacatecas y
San Luis Potosí. Señalaron que su unión
se establecía para acallar el grito de
"muerte al federalismo" lanzado por las
clases aristocráticas y disolver de manera
definitiva las pretensiones de los enemigos
de la independencia nacional. Por su parte
el congreso general expidió la denominada
Ley del Caso mediante la que ordenó el
destierro a cerca de medio centenar de
individuos contrarios a las reformas.
Sin embargo, la creciente oposición del
ejército, la jerarquía eclesiástica, las
clases propietarias y los centralistas fue
desgastando paulatinamente el impulso
reformista del congreso y del gobierno
liberal de Gómez Farías. A través de
decenas de actas de pueblos,
ayuntamientos y cabildos eclesiásticos,
exposiciones y pronunciamientos,
inundaron de llamados al general Santa
Anna para rescatar al país de la
5 El cuerpo documental de este apartado
contiene el Programa del partido del Progreso
de 1833 que redactara el Dr. Mora. 6 Charles A. Hale, El liberalismo mexicano en la
época de Mora . 1821-1853, México, Siglo XXI
Editores, 1985, pp. 145-146.
anarquía y restaurar el orden y la paz
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
167
social. En efecto, advirtiendo el cambio de
aires políticos desatado por la cruzada
antirreformista, Santa Anna decidió que
había llegado el momento de desligarse de
los liberales para mantener indemne su
figura y su posición política.
Repentinamente sus achaques de salud se
esfumaron y reapareció en la Capital para
hacerse cargo del gobierno. Por su parte
Gomez Farías se separó de la
vicepresidencia y luego solicitaría
pasaporte para dejar el país.
Bajo estas circunstancias políticas la
ofensiva antirreformista centró sus
ataques sobre el congreso. A través de
nuevos pronunciamientos y planes se
demandó su disolución y se planteó la
necesidad de convocar un nuevo
constituyente. Se adujo que la
representación nacional había caído en la
ilegalidad al aprobar una serie de leyes
que transgredían los preceptos consti-
tucionales y porque se había sometido a
los designios de un partido que no
representaba el sentir de la mayoría
nacional. Amparado en el respaldo que
estos pronunciamientos le otorgaban,
Santa Anna impidió que el congreso
continuara reuniendose y decretó
clausurados sus trabajos.
7 Lilian Briscrio, Laura Solares y Laura Suárez,
Valentín Gómez Farías y su lucha por el
Federalismo , 1822-18585 México, Instituto de
investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1991,
pp. 92-95.
Ya sin la presencia del poder legislativo
ordenó la suspensión y, por ende, dejó sin
efecto la mayoría de las reformas
aprobadas en los meses anteriores.
Todavía algunos gobiernos y legislaturas
estatales intentaron oponerse a los
dictados de Santa Anna, en particular
aquellos que habían integrado a la
coalición federalista de occidente.
Exigieron la reapertura del congreso y
anunciaron que conformarían una alianza
para sostener las reformas y garantizar la
vigencia de la constitución federal.
Incluso, varios de ellos llegaron a
proponer el posible desconocimiento del
general veracruzano. Empero, nada de
ello llegó a concretarse ya que la
resistencia de los federalistas careció de
unidad y consistencia. Paulatinamente uno
a uno fueron cediendo ante Santa Anna;
pensaban que evitando la confrontación se
podría pactar cuando menos la
permanencia del régimen federalista. Se
frustraba así el primer gran intento
reformador de los liberales mexicanos.
EL CENTRALISMO: DE UN
RÉGIMEN PARA LOS “ HOMBRES
DE BIEN “
Hacía 1834 los márgenes de sobrevivencia
de la primera república federal y la
constitución de 1824 se estrechaban
indefectiblemente. Los detractores del
federalismo afirmaban que este sistema
de gobierno, además de inoperante, había
demostrado ser inviable para el logro del
progreso y la estabilidad nacional. Que el
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168
atentado en contra de los derechos
legítimos de religión y propiedad había
resquebrajado la convivencia pacífica y
exacerbado las pugnas sociales entre los
mexicanos. Por consiguiente había llegado
el momento de decidir sobre la pertinencia
de modificar las leyes y encontrar una
nueva forma de organizar la sociedad y el
gobierno. Las expectativas para llevar
adelante estas ideas se cifraron en el
congreso que se había convocado.
En efecto, a principios do 1835 el nuevo
legislativo había quedado instalado;
denotando en su composición social y
política a un perfil diametralmente
opuesto con el que le había antecedido.
En el plano político hegemonizaba una
amplia mayoría de integrantes del partido
de orden, es decir, centralistas, junto a
éstos se encontraba el grupo de adictos a
Santa Anna, así como un puñado de
clérigos, representantes oficiosos de la
institución eclesiástica y, por último, un
reducido núcleo de federalistas
moderados. En cuanto a su composición
social predominaban los abogados y
letrados, militares, propietarios
terratenientes, comerciantes, antiguos
funcionarios públicos y sacerdotes.
La primer condición formal para avanzar
en sentido inverso al federalismo estaba
cubierta. Además, en la convocatoria
expedida por Santa Anna se había
“recomendado" a las entidades otorgar a
sus representantes las facultades que
estimaran convenientes para enfrentar las
especiales circunstancias que privaban en
ese momento y encontrar la fórmula para
evitar “futuras revoluciones”. Es decir,
facultades para discutir prácticamente
todo, incluyendo la propia constitución.
Antes de abordar el debate sobre la
disolución del federalismo o la,
implantación del centralismo, el sexto
congreso constitucional se propuso saldar
deudas pendientes con los liberales y
activar la contrarreforma: hizo formal
desconocimiento de Gómez Farías de la
vicepresidencia, amnistió a los exiliados
por la "ley del caso" así como a los
involucrados en el asesinato de Guerrero
y, derogó la mayoría de los decretos de
reforma, exceptuando los del pago del
diezmo y los votos monásticos. Para
avanzar en el debilitamiento del
federalismo modificó la legislación de las
milicias cívicas de los estados para
reducirlas a su mínima expresión. Ello
acarreó la protesta y el enfrentamiento
con varias entidades, sin embargo, el
congreso persistió en la determinación de
comprimirlas. Ante la oposición que
mostrara el gobierno de Zacatecas,
considerado el "bastión del federalismo" y
poseedor de la milicia más numerosa, con
la anuencia del congreso Santa Anna se
puso al frente del ejército y desató la
lucha armada en contra de la milicia
zacatecana. Tras derrotar a los
zacatecanos, mutiló su territorio para
formar Aguascalientes. La advertencia a
los federalistas era evidente.
Despejado el camino, la mayoría
centralista en el congreso general propuso
que éste se transformara en congreso
constituyente para asumir a plenitud la
capacidad de legislar sobre una nueva
constitución. Para cubrir con las
formalidades y de acuerdo con lo
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
169
estipulado en la convocatoria se llevó un
recuento de los representantes a los que
sus estados les habían otorgado facultades
que excedían lo estipulado en el artículo
171 de la constitución,
Es decir, para modificar los poderes
supremos de la federación. Pese a que los
representantes de Chihuahua, Coahuila y
Texas, Zacatecas, Sonora, Sinaloa,
Durango, Yucatan, Chiapas y Veracruz no
disponían de tales facultades, la mayoría
de los miembros del congreso procedían
de estados que sí las habían conferido. Por
medio de este procedimiento el congreso
reivindicó su carácter constituyente, lo
cual dejó la puerta abierta para avanzar
hacia la redacción de una constitución
centralista.
Al iniciarse la transición hacia el
centralismo estalló un grave problema que
venía incubándose desde los momentos
mismos en que se independizó la nación
mexicana y que sería la causa de
infortunios todavía más amaros: la
separación de Texas. Como es de sobra
conocido, la segregación decidida por la
mayoría de los colonos de origen anglo
con motivo de la supresión del régimen
federal, no fue sino la coyuntura esperada
para la realización de un plan ya
preconcebido. El fracaso para impedir la
segregación de dicho territorio no sólo
sacó de escena y arrinconó por un buen
rato al hasta entonces "invicto héroe de la
patria": Santa Anna; también tendría un
alto costo político para los centralistas ya
que sus opositores les echarían en cara su
ineptitud para hacer la guerra a los
texanos.
Mientras tanto y luego de largas
deliberaciones entre los meses de octubre
de 1835 a diciembre de 1836, el congreso
expidió la Constitución
Centralista o de las Siete Leyes, cuyos
rasgos distintivos fueron los siguientes: a
los antiguos poderes de la nación se
adicionaba uno nuevo: el Supremo Poder
Conservador, encargado de equilibrar y
vigilar la actuación de los otros tres y
evitar de esta manera la trasgresión de
sus funciones, así como de velar por el
cumplimiento de la constitución y las leyes
derivadas de ésta. En cuanto al poder
legislativo central se restringieron sus
facultades y número de miembros, a la
vez que se elevaron los requisitos de renta
y propiedad para sus integrantes. El
senado se integraría con base en una lista
elaborada desde el centro y votada en las
juntas departamentales. En relación con el
poder ejecutivo se alargó el periodo
presidencial de cuatro a ocho años y
ampliaron sus atribuciones en forma
considerable, entre ellas la de designar a
los gobernadores de los Departamentos;
se eliminó la figura del vicepresidente. Los
estados de la federación se transformaron
en departamentos y las legislaturas
locales fueron sustituidas por las llamadas
Juntas Departamentales con capacidad
legislativa sumamente restringida.
En suma, la fisonomía que adquirió el
nuevo sistema político fue la de un
gobierno de carácter unitario que
pretendió concentrar la mayor parte de las
atribuciones políticas, hacendarias,
fiscales y de seguridad que hasta entonces
habían ejercido los gobiernos y
legislaturas de los extintos estados de la
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
170
federación y con una fuerte tendencia a
restringir y en algunos casos a excluir la
participación política de capas populares
de la población.
Al surgir el centralismo,"los hombres de
bien" alimentaban la certeza de que en el
“horizonte de la patria se vislumbraba ya
la apetecida paz y felicidad que anhelaban
los buenos mexicanos" y que al
conformarse un gobierno nacional
monolítico y fuerte con capacidad de
contener las tendencias revolucionarias y
anárquicas que se habían prohijado a la
sombra del régimen federalista, el
progreso nacional estaba asegurado y al
alcance de la mano. Puesto que la derrota
de Texas había trastocado la victoriosa
carrera militar y política de Santa Anna en
infamia y verguenza, se concluyó, que el
hombre poseedor de los atributos
necesarios para llevar adelante la empresa
del centralismo era el general Anastasio
Bustamante, el cual resultó electo
presidente de la república a principios de
1837.
Sin embargo, la puesta en práctica del
centralismo no fue tan afortunada como
auguraron sus adherentes. Desde sus
inicios tuvieron que constatar, al igual
como había sucedido doce años antes con
el surgimiento del federalismo, las
enormes dificultades que imponía la
compleja y contradictoria realidad del país
y lo insuficiente y limitado que resultaban
los esquemas teóricos y los paradigmas
políticos para remontarla.
La reorganización administrativa que
implicó el cambio del federalismo al
centralismo acarreó profundos trastornos
que no habían sido calculados,
particularmente en lo relacionado con la
administración de justicia y las rentas
públicas de los departamentos. La
centralización administrativa pronto
generó numerosas controversias y se
convirtió en fuente continua de
enfrentamientos entre el gobierno central
y los departamentos. Las finanzas públicas
tampoco llegaron a sanearse, no obstante
la sangría económica a la que se sometió
a las regiones y la aplicación de una
política fiscal que elevó los impuestos y
creó nuevos gravámenes, en especial al
comercio. Por otra parte, la relación
privilegiada hacía un grupo de agiotistas y
hombres acaudalados cercanos al
gobierno, así como el desvió de las rentas
públicas pare atenuar las ambición de los
militares a la larga provocaron una serie
de conflictos internos que terminarían por
agravar las dificultades económicas e
impedir que los hombres del partido del
orden alcanzaran la estabilidad financiera
y política, elementos indispensables para
formar un Estado fuerte.
Asimismo, la oposición de los federalistas
al proyecto del centralismo se hizo
presente desde el principio a través de
diferentes vías. El sector modera-
8 Reynaldo Sordo Cedeño. El congreso en la
primera república centralista, México. El
Colegio de México , 1993, p. 420.
do, bajo la dirección de Gómez Pedraza,
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
171
accionaba desde el congreso e incluso, en
ocasiones desde los propios ministerios
del gobierno por la restauración del
federalismo. Pretendían pactar con el
propio Bustamante una transición pacífica
hacia el federalismo sustentada en la
"revolución filosófica" propuesta por
Pedraza. A su vez los federalistas radicales
o "exaltados", acaudillados entre otros por
Gómez Farías, Juan Álvarez y José Urrea,
optaron por la vía de la insurrección y del
levantamiento armado. Las insurrecciones
y asonadas militares de los federalistas,
entre 1838 y 1840, fueron numerosas y
aparecieron en muy diversas regiones del
territorio nacional, incluyendo la capital
del país.
A todo ello había que adicionar la secuela
de desprestigio político que había
significado para el gobierno centralista la
humillante aceptación de los convenios
impuestos por Francia a la nación
mexicana derivados de la llamada Guerra
de los Pasteles. Durante más de un año,
entre 1838 y 1939, la armada francesa
mantuvo bloqueados los puertos
mexicanos hasta lograr obtener una serie
de concesiones favorables para su
comercio y sus empresarios mercantiles,
bajo el inicial pretexto de reclamar el pago
de indemnizaciones para ciudadanos
franceses que habían sufrido perdidas en
su patrimonio con motivo de disturbios en
nuestro país. En el fondo, la insolenté
agresión francesa era parte de la disputa
entre las potencias europeas y los Estados
Unidos por el control del mercado de las
naciones latinoamericanas. Sin embargo,
el costo político se facturó en la cuenta de
los centralistas, en tanto que este episodio
resultó benéfico para Santa Anna a quien
la buena suerte le hizo perder una pierna
y con ello reconquistó la admiración y los
favores de su dilecto público.
El creciente resquebrajamiento de la
estabilidad política del centralismo alentó
la oposición a la constitución de 1836. Ello
hizo pensar a algunos que ante el fracaso
del sistema republicano federalista y luego
del centralisrno, la alternativa debería
buscarse en la reimplantación del régimen
monárquico, como lo propuso en 1840 el
senador José Manuel Gutiérrez de Estrada.
Sin embargo, el golpe en contra del
gobierno centralista saldría desde las
propias filas del ejército. El militarismo
advirtió oportuno el momento para
retomar la iniciativa de controlar el poder
político del país.
Así, en el año de 1841 estallaron una serie
de levantamientos armados que
demandarón reformar las Siete Leyes,
otros más exigían la desaparición del
9 Laura Solares, Manuel Gómez Pedraza, una
biografía política. 1989-1851. tesis de
maestría en Historia de México, FFYL-UNAM,
1994, pp. 138-140. 10 EI protocolo de las reclamaciones del
gobierno francés se encuentra antologado en la
sección documental.
régimen centralista y como denominador
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
172
común la destitución de Bustamante. En
agosto de ese año el general "Mariano
Paredes y Arrillaga sublevó la guarnición
de Jalisco; la revuelta contó con él apoyo
do los grandes comerciantes ya que el jefe
insurrecto prometió derogar el gravamen
del 15 por ciento impuesto por el gobierno
de Bustamante para la importación de
mercancías del exterior.
Simultáneamente en la ciudad de México
el general Gabriel Valencia se levantó en
armas y, días después, el mutilado héroe
de Veracruz acaudillaba un levantamiento
en Perote. La confluencia, por supuesto,
no era un hecho fortuito.
Incapacitado para contener los
levantamientos armadas el gobierno
centralista se vio obligado a pactar con lo
jefes insurrectos. A través de las llamadas
Bases de Tacubaya se convino en la
destitución de Bustamante, la disolución
del congreso, y el acuerdo para convocar
a un nuevo congreso general. Con ello
quedó abrogada la Constitución de 1836 y
llegaba a su fin la experiencia de lo que
constituyó la primera república centralista.
A decir de algunos estudiosos, el proyecto
de los centralistas adoleció del mismo
defecto que éstos endilgaron a la
constitución de 1824: su distanciamiento
teórico con la realidad del país. Sin
embargo, el centralismo había derivado en
un sistema de gobierno todavía más
complicado, autoritario y desfasado de la
realidad mexicana. ”
Posesionados de la capital del país los
rebeldes formaron una junta de
representantes departamentales (dos por
cada departamento y nombrados todos
ellos por el propio Santa Anna) que, a su
vez, designó al caudillo veracruzano
presidente provisional de la republica. A
los pocos meses se celebraron las
consabidas elecciones para el nuevo
congreso constituyente, el cual celebró su
acto de instalación en junio de 1842.
Dado que Santa Anna no pudo establecer
pleno control sobre las fuerzas y
tendencias participantes en las elecciones
en el congreso apareció una mayoría
integrada por liberales federalistas de
corte moderado. Como era previsible, en
el seno del congreso fue ganando
consenso la idea de formular una nueva
constitución que reimplantara el régimen
federativo, lo cual distaba de concordar
con los planes de Santa Anna y los
militares.
11 Vid, Michael Costeloe, The central republic
1835-1846 in México. Hombres Reynaldo
Sordo Cedeño, "El congreso y la formación del
Estado-Nación en México, 1841-1855-, en
Josefina Zoraida Vázquez, (coord ), op. cit. ,
pp. 135-178.
12 Los enviados de Yucatán no fueron
admitidos en la junta de representantes
departamentales a causa de mantener
relaciones económicas y comerciales con Texas
y porque ese Departamento no había hecho
formal reconocimiento de las Bases de
Tacubaya. Además, el intento independentista
de Yucatán en 1841 continuaba generando
serios recelos en el centro. Véase en la sección
documental la Declaración de Independencia de
Yucatán ( 1841 ).
Entre los federalistas con sus distintos
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
173
matices destacaba la presencia de José
Fernando Ramírez, Mariano Otero, Manuel
Gómes Pedraza. Octaviano Muñoz Ledo,
Melchor Ocampo, José María Lafragua y
Juan José Espinoza de los Monteros. Aun
cuando todos los liberales coincidían en la
formulación de una constitución de corte
federalista, la radicalida o moderación
que unos y otros pretendían imprimirle al
texto constituciona hizo que tuvieran que
ser discutidos varios proyectos
constitucionales. En un primer momento
la Comisión de Constitución, encargado de
redactar la nueva ley fundamental,
presentó un proyecto avalado por la
mayoría de sus integrantes; sin embargo,
la minoría restante presentó uno diferente
en el que se hacía una alusión directa del
régimen federal. La controversia
generada por ambas propuestas obligó al
pleno del congreso a regresarlas a la
comisión mencionada con el propósito de
alcanzar acuerdos para la elaboración de
un texto único. Superadas las
divergencias se presentó un nuevo
proyecto que en lo general fue aprobado
por el congreso. Debe resaltarse que en
el proyecto último, además de recoger los
preceptos básicos del federalismo,
aparecían innovaciones de gran
trascendencia: libertad de cultos,
tolerancia religiosa e irrestricta libertad de
prensa. Sin embargo, antes de que
pudiera expedirse la espada militar cayó
sobre el constituyente.
Con el propósito de eliminar la estorbosa
presencia del congreso, Santa Anna a
través de sus ministros y los comandantes
militares de los departamentos habían
alentado una serie de pronunciamientos a
lo largo del país para pedir la disolución
del constituyente, bajo la consigna de que
se había apartado de las tareas que el
pueblo y la nación mexicana le habían
encomendado. En uno de los manifiestos
más conocidos se expresaba:
. . no se derrocó la administración creada
por las mezquinas leyes de 1836 para
elevar al poder a los partidos y menos al
que bajo el brillo sorprendente de una
exagerada libertad ha causado sobre la
patria los males todos que aún nos ago-
bian, sino para fundar su bienestar y
felicidad sobre bases sólidas,
aprovechando los grandes elementos que
puso en acción el celo, patriotismo,
energía, prudencia del ilustre general
Santa Anna. Que si la constitución de
1824, no siendo tan exagerada como el
proyecto que se discute, ni la obra de una
facción, produjo, sin embargo, las guerras
civiles, la exaltación de las pasiones, las
persecusiones... mayores y sin límites
deben ser los males que ocasionaría el
“presente”proyecto. . .
13 ello explica la presencia de los dos proyectos
constitucionales de 1842 que aparecen insertos
en la sección documental. 14 "Acta de Huejotzingo, Puebla ( 11 de
diciembre de 1842), en Juan A. Mateos,
Historia Parlamentaria de los congresos
mexicanos, México, Imprenta "El Partido liberal
” 1893, vol. 14 p. 174.
Demandaban, asimismo, que el
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
174
constituyente fuera sustituido por una
junta de "ciudadanos notables por su
saber, experiencia y patriotismo" a la que
se encargara redactar la nueva
constitución. Obrando en el sentido que
clamaba la "voz popular", el "ángel tutelar
de la patria" disolvió el constituyente por
mediación de Nicolás Bravo, al cual había
encargado temporalmente de la jefatura
nacional. De esta manera se desvanecía
el corto verano federalista del congreso
del 42.
Desmantelado el constituyente, Santa
Anna reunió a una junta Nacional
Legislativa siguiendo el mismo
procedimiento que en 1822 utilizara
Iturbide para formar la Junta Nacional
Instituyente: seleccionó a dos personas
notables por cada Departamento para su
integración. La Junta, expidió en junio de
1843, un nuevo código constitutional: Las
Bases de Organización Política de la
República Mexicana (mejor conocidas
como las Bases Orgánicas). A través de
éstas se revalidó y acentuó el régimen
centralista, se confirió un poder más
amplio al ejecutivo y se agudizaron los
rasgos autoritarios y dictatoriales del
sistema creado por los "hombres de bien".
Las Bases Orgánicas abrogaron el
Supremo Poder Conservador, ampliaron la
capacidad de veto del presidente respecto
del congreso y le cedieron el derecho a
designar, sin mediar elección, hasta una
tercera parte de éste. Preservaron,
igualmente, la división política
departamental y las juntas fueron
cambiadas por Asambleas
Departamentales, ratificándose la facultad
del ejecutivo de la nación para designar a
sus gobernadores.
El régimen de Santa Anna amparado en
las Bases Orgánicas tuvo un carácter
ficticiamente constitutional ya que en la
práctica gobernó por encima de las leyes
vigentes. El militarismo autoritario y al
represión política hacia los grupos
opositores fue su rasgo distintivo. Por ello
concitó una creciente oposición por parte
de los liberales o federalista moderados y
puros, los cuales siempre rechazaron y
combatieron las Bases Orgánicas, al igual
que lo habían hecho con la Constitución de
36. Además se significó por una
desorganizada gestión de la
administración pública que se tradujo en
la aplicación de onerosas y sucesivas
contribuciones a los Departamentos, la
imposición de elevados empréstitos y la
expedición de varios decretos que
afectaron, incluso, los bienes materiales
del clero y que a la postre lo distanciarían
de la jerarquía eclesiástica. Esta arbitraria
e ilegal conducta provocaría en 1844
distintos rebeliones en su contra.
Intentando detener la ola de
pronunciamientos y acallar el disgusto
general, que para esas fechas incluía al
mismo congreso, recurrió a la consabida
respuesta y último recurso de un gobierno
autoritario y en descomposición: el uso de
la fuerza. Por ende, decretó la suspensión
del congreso y se autoconcedió facultades
extraordinarias para gobernar.
Sin embargo, la aventura santanista bajo
el régimen de las Bases Orgánicas
resultaba a esas alturas intolerante para
todos las facciones, partidos y
corporaciones, incluida buena parte del
ejército. Las medidas de fuerza resultaron
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
175
contraproducentes, las protestas se
avivaron y los levantamientos se
multiplicaron por todo el país; el congreso
y varios gobiernos departamentales se
pronunciaron por su desconocimiento en
diciembre de 1844. A final de cuentas
Santa Anna se vio obligado a dimitir y
abandonar el país, designándose en su
lugar al general José Joaquin Herrera.
En medio de los agudos conflictos políticos
que sacudían al país y los, vaivenes que
ocurrían en el gobierno a consecuencia de
la incesante, con tienda por el poder,
despuntaba el más grave y difícil de los
conflictos que habría de enfrentar la
nación mexicana en la primera mitad del
siglo XIX: la guerra con los Estados
Unidos. La aprobación en 1845 del
congreso norteamericano sobre la anexión
de Texas acercó las posibilidades de un
conflicto entre ambas naciones. En
México, surgieron dos posiciones al
respecto la que encabezaba el general
José Joaquin Herrera que pugnaba por un
acuerdo pacífico, reconociendo la
independencia texana a condición de que
no se integrara a la Unión Americana; la
otra, se pronunciaba por hacer los
preparativos para enfrentar la guerra con
los Estados Unidos.
Dentro de la incertidumbre de este
contexto y bajo la supuesta intención de
eliminar los titubeos del gobierno para
enfrentar esa crítica situación, el general
Mariano Paredes y Arrillaga encabezó uno
más de sus cuartelazos, sólo que éste
resultaría de gran infortunio e irreparables
consecuencias para la nación mexicana,
precisamente por las circunstancias en
que surgió. Habiendo sido designado jefe
del ejército para resguardar la frontera
norte, aprovechó la fuerza militar bajo su
mando para organizar el cuartelazo que lo
llevaría a la presidencia.
La insurrección de Paredes contó con
varios aliados y protectores. En primer
término con la simpatía de los "hombres
de bien" que lo vieron como el elemento
más viable para detener el repunte de las
fuerzas liberales que a finales de 1845
abiertarmente se organizaban para
reimplantar el federalismo; así como por
la facción de los militares centralistas; un
núcleo de empresarios y prestamistas y,
junto a éstos, un selecto grupo de
conservadores, entre ellos Lucas Alamán,
que conspiraba en favor de la instauración
de un régimen monárquico y era
apadrinado por el ministro español en
México. 15 De esta manera, en diciembre
de ese año, Paredes retornó desde
15 Miguel Soto. La conspiración monárquica
en México, 1845-1846, México, Editorial Offset,
1988,p. 66.
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
176
San Luis Potosí al frente del ejército que
comandaba y desplazó del poder ejecutivo
al moderado Herrera.
Desdeñando en gran medida el peligro
que acechaba al país desde la vecina
potencia del norte, el militar Paredes
puso su mayor empeño en la reunión de
un nuevo congreso de carácter estamental
y representativo de las clases pudientes y
propietarias que se encargaría de
reorganizar al país, de ser posible bajo el
régimen de la monarquía. De acuerdo con
el proyecto político de Paredes al congreso
sólo fueron convocadas las siguientes
clases: primera: la de los propietarios de
fincas rústicas y urbanas y de la industria
agrícola; segunda: los comerciantes;
tercera: los empresarios mineros; cuarta:
empresarios de la industria de las
manufacturas; quinta: los de las
profesiones literarias; sexta: los
magistrados; septima: los funcionarios
públicos; octava: el clero y, novena: los
militares. Sin embargo, el proyecto esta
mental y monárquico que intentaron
establecer Paredes y sus aliados fracasó
ante la cerrada oposición que se levantó
en su contra, así como por su negligente
actitud, por decir lo menos, ante el
conflicto con los norteamericanos. Su
efímero gobierno fue destituido mediante
un nuevo golpe militar en agosto de 1846
y el ejecutivo pasó a manos de otro
general: José Mariano Salas
LOS CONFLICTOS INTERNOS
Y LA INVASIÓN
NORTEAMERICANA.
LA DICTADURA DE SANTA ANNA
COMO EPÍLOGO.
La secuela de golpes militares que
derivaron del fracaso del centralismo más
el despliegue de la intervención
norteamericana, propiciaron las
condiciones para que en 1846 se
restablecieran la carta constitucional de
1824 y el régimen federalista. Ello se
logró a través de una heterogénea alianza
de fuerzas e individuos similar a la
establecida en 1832-1833, es decir,
mediante la confluencia de los federalistas
radicales y moderados con el hombre
"siempre dispuesto, a sacrificarse por el
bien de la patria": el general López de
Santa Anna y el grupo de militares que le
eran adictos. Las razones y motivos para
esta alianza eran simples y evidentes: en
el marco del conflicto bélico los
federalistas requerían de Santa Anna para
que se hiciera cargo de la jefatura del
ejército, en tanto estos concentraban sus
esfuerzos en la reorganización política del
país; en cambio para Santa Anna
significaba regresar a México en
condiciones altamente favorables para
intentar rehabilitar su maltrecho prestigio
militar y recomponer su menguado poder
político, independientemente de su
genuina o ficticia coincidencia con los
propósitos de sus aliados federalistas.
Así, durante los pocos meses que el
general Salas estuvo al frente de la
presidencia se produjo el restablecimiento
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
177
del federalismo y se convocó de nueva
cuenta a un congreso de carácter
constituyente, el cual entró en funciones
el último mes de 1846. Integrado por una
mayoría liberal, equilibrada entre
moderados y radicales, se designó a López
de Santa Anna y a Gómez Farías para los
cargos de presidente y vicepresidente.
Este último quedó al frente del gobierno,
puesto que Santa Anna debió asumir el
mando del ejército y sortear la guerra que
para entonces ya había sido declarada por
los Estados Unidos.
Como es de suponer, la situación
económica del gobierno era en extremo
crítica debido a los recursos y gastos que
demandaba la guerra. Ello indujo a
Gómez Farías a promover ante el
Congreso la expedición de dos decretos
para obtener hasta 20 millones de pesos,
mediante la hipoteca o subasta de bienes
en manos muertas, esto es, en manos de
la iglesia. Las medidas concitaron de
inmediato una cerrada oposición del clero
y las fuerzas conservadoras, a los que se
sumó la mayoría de los liberales
moderados. Varios gobiernos y
legislaturas de los estados se negaron
aplicar los decretos y, finalmente, en la
capital del país estallaría la llamada
Revuelta de los Polkas, llevada a cabo por
los regimientos civiles de la gente
acomodada que había sido reclutada para
defender la capital en combinación con
varios regimientos militares. Santa Anna,
tuvo así la excusa para volver
prontamente a la ciudad de México y
convencer al congreso de eliminar el cargo
de vicepresidente, y derogar los decretos.
La alianza con el sector radical de los
federalistas terminó rápidamente; la
lglesia quedó ampliamente agradecida y a
cambio le correspondió con algunos
prestamos.
Por su parte el congreso constituyente, en
medio de la guerra y de éste y otros
conflictos internos, logró aprobar en mayo
de 1847 un conjunto de reformas al
antiguo texto constitucional de 1824 que
fueron promulgadas bajo el nombre de
Acta Constitutiva y de Reformas. Una
treintena de artículos contenían las
reformas, algunas de las cuales
significaban verdaderas innovaciones en la
práctica constitucional; entre ellas, el
recurso de amparo y, que a juicio del
congreso reforzaban y perfeccionaban el
funcionamiento del sistema representativo
y federal. 18 Cabe señalar que una buena
parte de las reformas estuvieron
inspiradas en las propuestas del
federalista moderado y diputado
jalisciense Mariano Otero.
Mientras tanto el curso que había tomado
la guerra con los Estados Unidos se tornó
cada vez más desfavorable para la nación
mexicana y, tras de ser
5 El cuerpo documental de este apartado
contiene el Programa del partido del Progreso
de 1833 que redactara el Dr. Mora. 6 Charles A. Hale, El liberalismo mexicano en la
época de Mora . 1821-1853, México, Siglo XXI
Editores, 1985, pp. 145-146.
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
178
quebrantada la resistencia que ésta
opuso, concluiría con la mutilación de más
de la mitad de su territorio. Desenlace
final de un conflicto que se había venido
fraguando en contra de México, no sólo y
a partir de la cuestión de Texas, sino
como resultante del acelerado proceso de
expansión económica alcanzado por los
Estados Unidos y su proyecto de
hegemonía continental;
el cual se amparaba en las ideas del
"destino manifiesto" y que habían
arraigado en la sociedad norteamericana
la creencia de que su nación había sido
elegida por la Providencia para extender y
preservar la libertad; designio que se
traducía en el derecho a disponer de los
territorios de otros pueblos y naciones que
a su juicio eran incapaces de tomarlos
productivos, así como de entender los
beneficios de la vida civilizada, tal y como
la entendían y concebían los
norteamericanos. Bajo estas premisas
expansionistas, el territorio mexicano
había constituido el objetivo más cercano
y asequible.
Como es sabido, una vez ocupada la
capital del país, las tropas invasoras
emplazaron al gobierno mexicano para
signar un tratado que recogía las con-
diciones que los norteamericanos habían
decidido imponer para llegar a un
armisticio; pese a que múltiples voces se
alzaron para oponerse al tratado y en
favor de continuar la guerra, finalmente
tuvo que reconocerse que el país se
encontraba materialmente imposibilitado
para persistir en la continuación del
enfrentamiento bélico. El 2 de febrero de
1848 debieron firmarse los Tratados de la
Villa de Guadalupe, mediante los que
además del anexado territorio de Texas,
los Estados Unidos se apoderaron de
California y Nuevo México, así como de
porciones considerables de los estados de
Sonora, Chihuahua, Coahuila y
Tamaulipas. De esta manera se cerraba
uno de los capítulos más adversos y
amargos en la historia de la nación
mexicana.
Durante los años posteriores al conflicto
con los Estados Unidos la nación mexicana
se vio sumergida en una profunda crisis
política, social y económica derivada del
colapso provocado por la derrota ante los
norteamericanos. No obstante la amarga
lección de la guerra, continuó
debatiéndose en una serie de luchas
intestinas que parecían no tener fin:
evantamientos militares, conflictos
políticos en gran parte de los estados y el
surgimiento de varias rebeliones indígenas
como las de la Sierra Gorda y la Guerra de
Castas en Yucatán, entre otras. Además,
debieron padecerse las frecuentes incur-
siones de aventureros y filibusteros, así
como de los indios apaches y comanches
en el norte del país.
Pese a los esfuerzos realizados por el
general José Joaquín Herrera - quien se
había hecho cargo de la presidencia en
junio de 1848- para reencauzar la vida del
país y superar los conflictos que habían
estallado en distintas regiones de la
república, la estabilidad política se
mantuvo dentro de límites muy precarios.
Esta frágil y endeble situación política obró
como un catalizador para que liberales y
conservadores se propusieran concretar
de manera definitiva el proyecto de nación
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
179
que unos y otros venían enarbolando.
Ambos arribaron a la conclusión que la
única salida a la prolongada crisis en la
que se había debatido la república desde
su surgimiento, sólo podía alcanzarse
mediante el triunfo definitivo de su
respectiva corriente política y la instau-
ración de un gobierno con la suficiente
fuerza y capacidad para hacer efectivos
sus propósitos. En cierto modo, durante
estos años se delinearon con mayor
claridad el programa y el perfil de las
fuerzas liberales y conservadoras, así
como la estrategia política que utilizarían
en los años por venir.
Por ello, cuando en 1852 asumió la
presidencia de la república el general
Mariano Arista, quien intentó al igual que
su antecesor, aplicar una política de
orientación moderada y de conciliación, le
resultó imposible mantener un gobierno
de equilibrio entre las fuerzas en pugna.
En poco tiempo se hicieron presentes los
levantamientos y pronunciamientos que lo
desconocían de la primera magistratura,
acaudillados por el ejército y sectores del
bando conservador. En uno de ellos, el
Plan del Hospicio -suscrito por ricos
terratenientes, comerciantes y connotados
miembros del partido conservador, así
como por varios clérigos-, se explicitó la
propuesta del retorno de Santa Anna,
exiliado en Colombia, por considerarlo
como el más apropiado para encabezar el
gobierno conservador que proponían. La
avalancha de pronunciamientos similares
por todo el país finalmente obligaron al
general Arista a abandonar la presidencia.
Ello abrió el camino para que en abril de
1853, una vez más, Santa Anna fuera
proclamado presidente de México.
Sólo que en esta ocasión Santa Anna
exigió gobernar sin contrapesos ni
cortapisas para su autoridad. Para tal
efecto hizo expedir un código provisional
de gobierno que habría de regir en tanto
se promulgaba una nueva constitución:
Las Bases para la Administración Pública.
De acuerdo con éstas las legislaturas
locales y el congreso general entraron en
receso y a Santa Anna se le concedieron
facultades extraordinarias para gobernar.
Lo que en la práctica se instauró fue un
gobierno centralista y dictatorial apoyado
por el clero, el ejército y el partido
conservador.
19 Carmen Vázquez Mantecón, Santa Anna y la
encrucijada del Estado. La dictadura, Fondo de
Cultura Económica, México, 1986, p. 198.
ESTUDIO INTRODUCTORIO_____________________________________________
180
La administración santanista se propuso
eliminar la presencia de la corriente
liberal, ordenado el destierro de varios de
sus principales dirigentes por considerar
que representaban una amenaza para el
régimen. Asimismo, puso límites a la
libertad de prensa y restringió el libre
tránsito por el territorio mexicano. Las
finanzas públicas se centralizaron y los
efectivos del ejército crecieron
desmesuradamente. La irracionalidad
dictatorial llegó a niveles extremos:
impuso contribuciones absurdas (pago de
impuestos por cocheras, luces exteriores,
balcones y la posesión de animales
domésticos, entre otros), se hizo llamar
"su Alteza Serenísima" y se arrogó el
derecho de nombrar a su sucesor.
Finalmente, terminó vendiendo el
territorio de La Mesilla a los Estados
Unidos en 10 millones de pesos.
Los excesos y dispendios de la dictadura
más la represión a los liberales;
levantaron al poco tiempo las revueltas en
contra de Santa Anna y los conservadores.
En esta coyuntura surgió la revolución del
sur acaudillada por los liberales bajo el
Plan de Ayutla del 11 de marzo de 1854;
reformado a los pocos días por Juan
Álvarez en Acapulco. Aun cuando Santa
Anna subestimó los alcances de la
revuelta y creyó derrotarla fácilmente, a la
postre ésta habría de truncar de manera
definitiva la azarosa y contradictoria
presencia del militar veracruzano en la
vida política del país: su "alteza
serenísima" y "benefactor de la patria"
tuvo que resignarse a la condena del exilio
en agosto de 1855. Con la declinación
definitiva de Santa Anna también se
alejaba y llegaba a su fin la presencia de
la generación política que había surgido en
la última etapa del periodo colonial,
transitado por la experiencia del mo-
vimiento de independencia y encarnado
las luchas políticas en el México
independiente de la primera mitad del
siglo XIX. Igualmente se diluían las
condiciones de sobrevivencia para las
antiguas relaciones sociales e instituciones
que operaban como reductos del pasado
colonial y que por su obsolescencia
resultaban incompatibles con los cambios
que imponía la dinámica y el desarrollo de
la estructura social mexicana.
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
181
MEXICO HACIA 1850
Dirrecición Sartorius Carl Christian
Así como la clase de vegetación determina
la fisonomía de la campiña, así también
las ciudades llevan impresa la
característica de la vida y costumbres del
pueblo. Las ciudades mexicanas
muestran, a primera vista, un origen
común con las naciones románicas del sur
de Europa: calles rectas, plazas abiertas,
casas de mampostería con azoteas,
muchos templos de brillantes cúpulas,
extensos monasterios en forma de
ciudadelas, montes de Calvario,
magníficos acueductos como los de la
Roma antigua. . . Esplendor y lujo en un
lado, mugre y desnudez en el otro. Las
dos Castillas han suministrado los
modelos; allá, lo mismo que aquí,
encontramos en las ciudades la misma
falta de árboles, la misma ausencia de
bellos parques y jardines, de limpios y
placenteros alrededores. Pero existe una
diferencia importante entre las ciudades
de Europa y las de América: las primeras
tienen una historia que se retrotrae a los
tiempos más remotos; las últimas son
modernas y sus monumentos son apenas
de ayer. En las ciudades europeas las
puertas y murallas, los templos y las
fuentes, las casas consistoriales y el
castillo con sus torres y sus pretiles con
crestería, cada calleja y cada casa son un
capítulo de la crónica, una reliquia de la
vida íntima del pueblo. En América esto
no ha llegado aún, pero tiene que llegar.
El pasado, aquí, pertenece a otro pueblo
cuyos monumentos han sido extirpados de
la tierra, cuya historia nadie conoce y por
cuyos adoratorios nadie demuestra
afinidad alguna. En México nadie sabe
dónde cayó el infausto Moctezuma,
atravesado por las flechas de su propia
gente, o dónde era adorada la estatua de
Tláloc; difícilmente alguien puede decir en
qué lugar saltó Pedro de Alvarado sobre el
ancho canal, o dónde estuvo situada la
casa de Hernán Cortés. Pero si en la
capital de un gran dominio quedan tan
pocos documentos del pasado, ¿que puede
esperarse de otras ciudades donde no
ocurrieron grandes acontecimientos? Por
lo tanto, debemos conformarnos con dejar
insatisfecha nuestra curiosidad y mejor
contemplar las ciudades tal como son.
Cuando uno se acerca a una ciudad de la
Europa moderna, lo primero que ve es la
parte más hermosa: los suburbios son
nuevos, espléndidos, de buen gusto,
adornados con paraderos, avenidas y
jardines floridos. En México, los suburbios
son pobres y polvorientos, habitados por
las clases más humildes. Desperdicios e
inmundicias, carroñas de animales y
escombros de construcciones se apilan a
la entrada de las calles, al lado de
LA VIDA EN LA CIUDAD
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
182
paupérrimas chozas, moradas de astrosos
vagabundos o de indios semidesnudos.
Famélicos perros, bandadas de buitres y
zopilotes sitian estas repugnantes
barriadas desatendidas, y al pasar por
ellas es preciso apresurar la marcha para
que nuestros ojos y nuestras narices no
recojan una desagradable impresión. Este
es generalmente el caso en las mesetas;
pero por contraste, en las ciudades
orientales de Jalapa, Orizaba y Córdoba,
por ejemplo, los suburbios son un
laberinto de huertos frutales, entre los
cuales aparecen las techumbres de tejas
rojas de las cabañas, destacándose con
evidente alegría.
Y al entrar en la ciudad misma, encuentra
uno las calles pavimentadas y, a los lados,
las aceras revestidas de losas de basalto
bien dispuestas proporcionan una
agradable caminata a los peatones. La
mayor parte de las ciudades tienen calles
derechas que se cruzan en ángulos
rectilíneos. Las casas de los ricos son de
dos, tres o más pisos; las de la gente
pobre, en la mayor parte de los casos, son
de un solo piso. La arquitectura es de tipo
español, pero los innumerables templos
son de los estilos francés e italiano del
siglo XVII. Muchos de ellos son
imponentes por su grandeza; muchos
otros muestran, en su interior, gran
sencillez y belleza de proporciones, y
como todos son de mampostería con
techumbres abovedadas y alias cúpulas,
dan una impresión de solemnidad que
corresponde a su designio.
Primeramente daremos un paseo por la
plaza principal, porque las plazas son
siempre el punto focal del esplendor en
todas las ciudades mexicanas. El gran
templo siempre ocupa uno de los lados del
majestuoso cuadrángulo; en los otros tres
hay grandes casas cuyos pisos inferiores
consisten en anchos portales que van de
uno al otro extremo de la calle. En estas
arcadas se encuentran las tiendas más
finas, almacenes, vinaterías y cafés. El
gran edificio situado en el lado opuesto al
templo es invariablemente la casa del
ayuntamiento o la de gobierno, si se trata
de alguna ciudad capital. En el centro de
la plaza existe una hermosa fuente o
alguna columna, y muchas están también
ornamentadas con hileras de árboles que
ofrecen un encantador paseo. En las
ciudades menores, el mercado semanal se
instala generalmente en la plaza principal,
que presenta un escenario muy vivo por
los contrastes entre los grupos de
personas y por la multiplicidad de
mercancías que ofrecen en venta.
Difícilmente se encuentra una vista más
atrayente que la del mercado de Córdoba,
en el estado de Veracruz, los viernes por
la mañana. Puede uno instalarse en algún
punto de observación en el costado
oriental del templo. Desde aquí se observa
la bella plaza rodeada por sus
majestuosos portales. Los vendedores
ocupan el área entera, colocándose en lar-
gas filas con pasillos regulares, de tal
modo que los artículos de determinada
especie pueden encontrarse juntos.
Blancos, indios, mestizas, mulatos y
negros, todos con sus vestidos relucientes
de limpios, se mezclan en la plaza,
formando un conjunto abigarrado. En
ningún otro lugar puede encontrarse tal
mezcolanza de rostros de diferentes
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
183
colores como aquí, precisamente en los
limites entre las regiones templada y
tórrida. Además de esta animadísima
escena, nos encontramos rodeados por un
espléndido paisaje tropical. Las alias
palmeras y los bananos con sus enormes
hojas se mecen en el viento suave, en
canto que las severas moles de las
montanas de Orizaba que elevan sus
conos cubiertos de nieve, constituyen el
hermoso fondo.
La plaza pública viene a ser para el
mexicano lo que para los romanos era el
foro. Aquí, es donde primero se escuchan
las noticias de cualquier acontecimiento y
aquí, también, se efectúan las festividades
cívicas y las de la iglesia y donde se
realizan las elecciones y donde se
pronuncian los discursos públicos; en esta
plaza se alinean los gendarmes y se
encienden fuegos de artificio y brillantes
iluminaciones y, finalmente, bajo un
suntuoso palio se desplaza el grupo inicial
en la procesión de corpus Christi. Antes o
después de los servicios religiosos, los
lugareños acostumbran pasear bajo los
portales y por las tardes en donde vagan o
descansan, para saludarse los conocidos,
o para oír las noticias del día o hablar de
negocios; y en estos anchurosos pasillos,
los señores consideran que es parte
legítima de todo ciudadano ponerse a
fumar un puro. El "cuartel general" del
otro mundo se encuentra naturalmente
aquí. Como ya lo hemos hecho notar, la
casa del ayuntamiento esta situada
invariablemente en uno de los lados de la
plaza, lo mismo que el tribunal de justicia,
las oficinas de los abogados y de los
notarios públicos. Las tiendas, los cafés y
la taberna son, desde luego, los imanes
que en todas partes ejercen el poder de
atracción. La noble "profesión" de los
azotacalles y de los ociosos esta muy bien
representada; los holgazanes de las ciuda-
des llegan a esta plaza por instinto,
porque aquí se les presenta la oportunidad
de procurarse algo sin gran esfuerzo, ya
sea vaciándole a alguien el bolsillo, o bien
recurriendo al más honorable método de
ofrecerse como mandaderos o recaderos.
Los mozos de cordel, y los Llamados
"evangelistas", se recargan en las
columnas y comunican sus oráculos; los
arrieros andan en busca de carga que
transportar, los vendedores de toda clase
de chucherias llevan sus mejores
muestras en las manos y las ofrecen,
elogiando sus cualidades, a las hermosas
mestizas que contemplan con ojos
hechiceros los aretes y los collares. Una
clase de hombres que nunca falta, es un
grupo de sujetos de sangre criolla, tipos
que no trabajan, hijos mimados por sus
padres españoles, que son demasiado
haraganes y demasiado orgullosos para
ganarse el pan con el sudor de su frente,
pero que, en cambio, parecen muy dados
a lucirse un poco manejando la pluma y
superan al mismo Roscius en volubilidad;
además, acostumbran repantigarse en
tabernas y cafés, a menudo con el
propósito de dar con alguna gente del
campo que busque un defensor, y hacerla
caer en su red; en fin, son tipos que,
juntamente con otros de la misma ralea,
me propongo describir mas ampliamente.
En las ciudades grandes, especialmente en
la capital, hay que tener cuidado con el
reloj o con el bolso de mano al caminar
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184
bajo los portales, y también cuidar el
pañuelo de bolsillo, pues de no ser así, la
prenda fácilmente pasaría a otras manos.
Las calles principales de la ciudad siempre
parten de la plaza pública. En ellas se
encuentran las mejores casas, habitadas
por familias acaudaladas. Aquí se realiza
por las mañanas el comercio más intenso;
los funcionarios públicos acuden
presurosos a sus oficinas, los
comerciantes a sus tiendas; los corredores
de bolsa hacen sus rondas por el mundo
de las finanzas, en tanto que los carruajes
de los médicos se detienen delante de las
casas más importantes. Recuas de mulas
entran o salen, portando toda clase de
mercaderías. Caravanas de asnos pasan
cargando cueros de pulque, en canto que
muchos aborígenes pasan trotando, en fila
india, al dirigirse con sus cargas al
mercado de verduras o de frutas.
Continuamente nos cruzamos con los
monjes de distintas cofradías; algunos
marchan hacia el mercado, otros van a
pedir limosnas; los seculares se
encaminan lentamente a sus templos,
deteniendose a ratos para saludarse unos
a otros, en canto que los estudiantes con
sus batas y sus gorros acuden a sus
clases. Las damas, con vestidos de seda
negra y mantillas bordadas que les cubren
la cabeza, se dirigen a oír misa; marchan
con paso medido y solemne, pero los
bellos ojos saben muy bien, sin embargo
cómo corresponder, desde el enrejado de
sus largas pestañas, los silenciosos
saludos que les dirigen desde los
balcones.
Vendedores de toda clase de objetos
pregonan sus mercancías
estentóreamente, alargando la silaba final
con un tono más vigoroso. Aquí un
muchacho panadero anuncia a gritos su
"pan caliente, tres por medio"; mas allí un
sujeto de elevada estatura, que sobre la
cabeza lleva una pequeña hornilla,
pregona sus "patos fritos, patos grandes",
y los ofrece, humeantes aún, al
hambriento comprador. Mujeres
aborígenes, provistas de frutas o
legumbres, anuncian con voz chillona toda
una letanía de los productos que han
llevado esta mañana. En esta plaza se
ofrece en venta todo lo imaginable: zapa-
tos, telas, periódicos, panfletos, etcétera.
Con frecuencia se ve alguna vaca en
medio de la calle. Su dueño considera
conveniente ordeñarla delante de la
puerta de uno de sus clientes. En la
temporada de calores se oye con
frecuencia el grito de "nieve, nieve", en
casi todas las calles. Los neveros llevan
sus pesados botes sobre la cabeza y, a
cambio de una modesta suma, están
prestos a refrescar al sediento. Otros
gritan "agua fresca" y hábilmente
sostienen en la mano una bandeja con
vasos llenos. Es seguro que el dulcero
anda por ahí cerca, pues él sabe bien que
nada satisface más que una tarta con un
trago dulce.
Las tiendas de los artesanos están
abiertas, de modo que desde la calle
puede uno mirar sus talleres y observar
las distintas actividades. Los sastres
siempre trabajan con las puertas de sus
negocios abiertas de par en par. Ellos se
sientan en pequeños bancos y, a menudo,
se instalan en la acera cuando no hay
suficiente luz en el interior.
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
185
Zapateros y talabarteros hacen lo mismo,
y como nunca faltan los temas para el
chismorreo, ellos no se privan de
practicarlo, ya que son buenos
conversadores. Hojalateros, caldereros y
plateros también trabajan a puertas
abiertas, pero el ruido que producen el
martillo y las limas no les resultan
propicios para dedicarse al parloteo. Hay
plateros en todas las poblaciones y, por
supuesto, los encuentra uno en mayor
número en las grandes ciudades, debido a
que los mil y un pequeños ornamentos
que busca la gente no se encuentran en
las grandes fabricas y, también, porque
los compradores prefieren los objetos de
oro macizo o de plata sólida. Una
característica del mexicano consiste en
que no muestra preferencia sino por lo
mejor de todo. Esto se observa
claramente en el comercio. Los buenos
relojes de oro siempre están en demanda,
en tanto que los plateados, aunque sean
baratos, no son solicitados. En el mercado
solo sé ofrecen finas telas de lana y nadie
muestra preferencia por las baratas y las
de lana burda. Si no puede la gente
comprar finísimas medias de seda, mejor
no compra ninguna, y los ceñidores de
seda bordada son vistos con más
complacencia que los de algodón, por más
que éstos sean más nuevos.
Desde muy temprano hasta mediodía las
campanas no cesan de repicar. Los
innumerables templos y conventos
consideran como si fuera cuestión de
honor el mantener el aire en perpetua
vibración por medio de sus voces
metálicas, no siempre para goce y deleite
de nuestros tímpanos. Más aún, aquí los
repiques se diferencian de los de Europa;
no tienen el regular tañido solemne, en
virtud de que las campanas más pequeñas
tienen que girar completamente sobre sus
ejes, en tanto que las mayores no se
mueven para nada, pues la cuerda va
sujeta al barajó para mover éste y hacer
que golpee el metal en tiempos
irregulares. Durante los grandes
festivales, este violento repiqueteo no es
ciertamente placentero. Sin embargo, no
es algo exclusivo de México solamente,
porque en Europa también lo he
experimentado y con igual perfección.
En las grandes ciudades de México hay
muchos conventos, lo mismo para
hombres que para mujeres; en las
poblaciones menores son muy pocos los
claustros y en las aldeas no existe uno
solo. Cada hermandad ha sabido
seleccionar muy bien su ubicación, y de
ello son testimonios irrecusables muchas
hermosas abadías, como las de
Johannisberg. Los monjes mexicanos no
son tontos ascetas que prefieran vivir en
el desierto o arriesgarse a ser devorados
por los apaches. En las ciudades grandes
se vive cómodamente, hay buena
sociedad, la solicitud de limosnas se
realiza sin dificultad y existe un campo
más amplio de actividades para que la
influencia gentil de la Iglesia produzca sus
efectos en los corazones de los fieles. En
Puebla casi la mitad de las tierras
pertenecen a los claustros. Más aún, de
acuerdo con la organización de muchas de
las órdenes, por ejemplo, la franciscana,
se vigilan unas a otras. "; Oh, no tiene
usted idea -me dijo en cierta ocasión mi
amigo fray Eufrasio, fraile franciscano-,
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186
cuántas intrigas se fraguan tras los muros
de nuestro claustro. Yo he ocupado las
más altas dignidades de mi orden. He
sido guardián y provincial; conozco bien
todo y le aseguro a usted que las intrigas
de la corte y las de la diplomacia son
juegos de niños en comparación con las
intrigas dentro de nuestros conventos; y
quienquiera que haya dado pruebas de
ejercer dominio aquí, no debe temer que
su astucia le falle en ninguna otra parte.
En la elección de superiores se ponen en
movimiento todas las palancas y, por lo
tanto, es más conveniente que nuestros
claustros estén en las ciudades y no en el
desierto, para que podamos penetrar en
los secretos de los demás. "
Existe una orden misionera (San José de
Gracia, del régimen de San Francisco),
cuya obligación consiste en predicar el
evangelio entre las tribus incultas de la
frontera norte del país, pero como esta
misión implica peligros y mil privaciones,
la mayoría de los sacerdotes prefieren,
para realizar su labor de propagación de la
fe, encargarse de una misión interna en el
seno de ciudades populosas.
Como la casualidad nos ha conducido a los
claustros, aprovechemos la oportunidad
de echarles una mirada. Las
construcciones son habitualmente
demasiado extensas; dentro del gran
espacio que ocupan hay templos, capillas,
arquerías, patios y jardines. Aun cuando
las reglas de la orden no permiten que las
celdas de los monjes sean espaciosas o
espléndidas, de cualquier modo se
encuentran riqueza y magnificencia en
todo aquello que pertenezca a la
fraternidad. En muchos claustros, los
corredores son hermosos; los
departamentos comunes, entre ellos la
biblioteca y el refectorio, están adornados
con exquisito gusto y ornamentados con
magníficas pinturas. Pero es en los
templos y capillas, sobre todo, donde
poseen enormes tesoros en vestimentas,
vasos sagrados, estatuas, candeleros,
etcétera.
Es verdad que muchos de los ornamentos
antiguos de oro macizo y de plata fueron
trasladados a escondites seguros, en
virtud de que Antonio López de Santa
Anna amenazaba con estirar su codiciosa
mano hacia los inalienables bienes de la
iglesia. En aquella época, pesados
cargamentos de objetos de plata de los
altares, barandas, candelabros y estatuas,
en muchos casos de raras hechuras, eran
trasladados cada mes a Veracruz para ser
exportados en los paquebotes ingleses.
Se dio como pretexto para esta
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
187
exportación, que se trataba de objetos
anticuados muy maltrechos, que iban a
ser cambiados en Europa por artículos
modernos. Y ciertamente llegaron muchos
nuevos a México, pero eran de bronce
plateado y de plata alemana, en tanto que
grandes cantidades de precioso metal
fueron enviadas como préstamo al Banco
de Inglaterra o a otros destinos, por los
generales de la orden. Estas
exportaciones ya habían durado algún
tiempo cuando Santa Anna se enteró del
asunto y entonces prohibió que
continuaran, so pena de confiscación. Sin
embargo, la importancia de estos tesoros
de los conventos puede juzgarse por el
hecho de que durante la guerra con los
Estados Unidos en 1847, tan sólo el
convento de Guadalupe, cercano a la
ciudad de México adelantó millón y medio
de dólares para sufragar los gastos del
equipamiento.
Con la mayoría de las demás órdenes
religiosas las restricciones fueron menos
rígidas y la disciplina era tolerablemente
laxa; esto explica que algunos refinados
vividores bajo el cilicio poseyeran muy
buenas viviendas particulares fuera del
claustro.
En los informes policíacos de la capital se
mencionaban cada semana los casos en
que algunos monjes eran sorprendidos en
las casas de juego o en otros infames
escondrijos por los gendarmes que hacían
sus rondas nocturnas, y llevados a la
cárcel. A la mañana siguiente eran
devueltos a sus respectivos conventos, a
no ser que hubieran cometido alguna falta
grave; y no se hablaba más del asunto.
Pero ay de aquel que se atreviera a
oponerse a sus superiores dentro del
convento, o que fuera descubierto como
soplón. Porque en tal caso la vida se le
haría imposible, según me contó un
hombre que estaba bien informado.
¿Acaso puede un hombre soportar peor
ignominia que el ser obligado a yacer, por
ejemplo, en la entrada del refectorio,
mientras el resto de sus compañeros
comían, y ser pisoteado por cada uno de
los que entraban o salían; o peor aún, ser
llevado al establo y amarrado allí al
pesebre, sin darle de comer cosa alguna
que no fuera cebada?
Existen en todo el país unos 140
conventos, con una población total de 2
000 monjes y 2 900 monjas. La orden
más numerosa es la de los franciscanos, y
las más reducidas son las de los
carmelitas y mercedarios, aun cuando esta
última tiene posesiones muy
considerables. Una parte de los monjes
se ocupa en obras piadosas, por ejemplo,
la atención de los asilos para dementes en
los conventos de San Hipólito, y en los
hospitales de los claustros de San Juan de
Dios y San Lázaro. Por su parte, las
hermanas de la caridad trabajan corno
enfermeras. En muchas parroquias, los
ritos son administrados por monjes, como
es el caso de los franciscanos en Toluca;
pero en lo general sus vidas están
confinadas al ejercicio de sus devociones.
El clero secular no se muestra benigno
hacia aquellos y toma muy a mal el hecho
de que los misioneros deseen visitar sus
parroquias. Sus opiniones son
compartidas por gran parte de la gente,
que aboga por la abolición de muchas de
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
188
estas instituciones como una medida que
la época exige. Sin embargo, nada se ha
intentado a este respecto, en virtud de
que nadie se pone de acuerdo en lo tocan-
te a la disposición de las propiedades. El
poder secular reclama tales bienes para el
tesoro público (siguiendo el precedente de
Napoleón, imitado tan de buena gana por
la Confederación del Rhin); pero el clero,
naturalmente, aboga por la idea de que
los bienes pertenezcan a la Iglesia; y
como la manzana de la discordia podría
originar graves fricciones en la familia, se
ha preferido dejar las cosas por la paz.
El viajero que llegue de visita a la ciudad
de México, no debe abstenerse de
conceder cierta atención a los claustros
principales; el efecto imponente de las
construcciones bastará para que el
recorrido valga la pena. El convento de los
franciscanos azules ocupa una manzana
entera y posee buenos templos en su
interior. Muchas familias acaudaladas
tienen bóvedas sepulcrales en ellos; esta
práctica se traduce en buenos ingresos
para la congregación, por el pago de las
misas en memoria de los difuntos y,
también, por muchos espléndidos legados.
Por lo tanto, es posible que los monjes
tengan por albergue un palacio tan grande
como si fuera para una ciudadela real.
En la primera oportunidad, amable lector,
déjese usted conducir por un locuaz
hermano lego a través de las salas
espaciosas y de los placenteros jardines
rodeados por los edificios, rentados
durante varios años a un asiduo alemán
de nombre Kubli, quien realiza un buen
negocio con la venta de flores.
Por ahora seguiremos a la multitud de
personas que se dirigen apresuradamente
a la plaza principal. Este es un día
especial. El trueno del cañón del palacio
nacional y el repique de campanas de la
catedral, anuncian una importante
ceremonia que no debemos perdernos.
Nos encontramos en la amplia y hermosa
calle de San Francisco, que conduce del
Paseo Nuevo a la gran plaza. Cuando uno
entra en la ciudad desde el occidente a
través de la puerta de San Cosme, pasa
por una calle muy larga dividida en toda
su longitud por la arquería de un gran
acueducto, hasta llegar a la Alameda, un
florido parque dentro de la ciudad,
rodeado por una barandilla de hierro y
muy atractivo por sus fuentes, sus
parcelas de flores, sus sombreadas
callecillas con tupidas enramadas. Desde
este verdeante oasis se desplazan dos
hermosas calles, la de Tacuba, y la de San
Francisco que conducen al centro de la
ciudad. La segunda de estas vías, al llegar
a las inmediaciones de la plaza, cambia su
nombre por el de Plateros y presenta un
animado aspecto por el gran número de
magníficas tiendas y por la multitud de
compradores y paseantes. Es considerada
como la primera calle de la capital.
Al ingresar en la plaza de grandes
dimensiones tenemos delante de nosotros,
en el lado oriente, el palacio nacional, que
abarca todo un lado del vasto
cuadrángulo. Hacia la izquierda está la
catedral, erigida en el sitio donde siglos
atrás estuvo el gran templo del dios de la
guerra, y desde el cual debe de haberse
visto correr la sangre de incontables
víctimas humanas. La entrada principal de
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189
la iglesia da directamente hacia la plaza, y
ésta se halla separada por pilares y
cadenas, de otro cuadrángulo sembrado
de acacias y que recibe el nombre de
"cuadrante de la catedral". En los otros
dos lados del cuadrilátero hay palacios con
arcadas. Uno de ellos es la casa de la
diputación, que mira frente al templo
mayor; a ambos lados están el palacio
arzobispal y la llamada "casa del Estado",
que fue vivienda del conquistador Hernán
Cortés. Dentro del recinto de esta an-
churosa plaza estuvo concentrado, alguna
vez, el máximo esplendor del imperio
azteca. Aquí estuvo la pirámide de
Huitzilopochtli que dominaba los más altos
pináculos de la ciudad y sobre cuya
espaciosa plataforma se erigían las
grandes torres de los ídolos; aquí
también, en los contornos del templo,
había grandes palacios que servían de
alojamiento a más de mil sacerdotes, y en
el sitio adyacente estuvieron las escuelas
para internos de ambos sexos.
Finalmente, aquí se levantaba la
espléndida ciudadela de los gobernantes,
donde tenían alojamiento los auxiliares,
los oficiales y los guerreros. Queda sólo
un vestigio de la magnífica estructura, un
enorme bloque circular de pórfido,
empotrado en la esquina occidental del
templo mayor que representa, en figuras
labradas en la piedra, el calendario azteca.
En el lugar donde antiguamente, desde la
plataforma de la pirámide, lanzaba al aire
su lúgubre sonido el tambor del dios de la
guerra, ahora se escucha el grave tañer
de las campanas de las dos torres
majestuosas.
Un batallón de granaderos se forma en
línea desplegada delante del palacio, en
tanto que una gran multitud va y viene de
un lado a otro de la plaza, mientras se
escuchan las notas de un órgano a través
de las altas naves de la catedral y la ite
missa est es seguida por el amén del coro.
Las puertas se abren de par en par y a la
cabeza de una solemne procesión sale del
sagrado edificio el presidente de la
República, en su uniforme de general,
acompañado por sus ministros y por un
brillante estado mayor, además de los
miembros del cuerpo diplomático de las
naciones amigas, que han sido invitados a
estas ceremonias. Dos ministriles con
largas túnicas y cetros de plata abren la
procesión de los miembros del Congreso,
encabezados por su presidente y seguido
por los alcaldes, los jueces, los prelados,
los generales y los funcionarios civiles
superiores. Acompañada por música
marcial, la procesión se encamina hacia el
gran salón de fiestas del palacio, que se
encuentra espléndidamente adornado. En
el extremo norte, sobre una plataforma
ligeramente elevada del piso y cubierta
con una fina alfombra, se encuentra la
silla presidencial, detrás de la cual hay un
cortinaje de terciopelo rojo con las armas
de la Republica bordadas en oro. A cada
lado, y un poco abajo de la plataforma,
están los secretarios de Estado en sus
respectivos asientos. Las cúrales de los
legisladores forman un vasto semicírculo
frente a la silla presidencial y detrás de
ésta se ven los palcos de los diplomáticos
y de los invitados. Una galería, soportada
por columnas, se destina al público en
general. El salón está adornado con
retratos de los héroes de América;
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190
también se exhibe allí el del barón von
Humboldt, porque fue él quien, con la
pluma, hizo más por la libertad del país
que otros con la espada. Humboldt es
ciudadano honorario de la capital.
Tan pronto como han ocupado sus sitios
todos los miembros de la honorable
asamblea, el presidente se pone en pie y
lee su mensaje, que es un resumen de los
resultados de su gobierno, una revista de
la posición del país, tanto en lo que
respecta a los asuntos domésticos como a
los externos, y una exposición de los
problemas que reclaman la inmediata
atención del Congreso. Oportunamente,
los señores ministros someterán a las
Cámaras de Diputados y Senadores una
relación del estado de las finanzas. Como
de costumbre, el discurso del presidente
concluye con un cumplido a los honorables
diputados, haciendo hincapié en que la
nación jamás había tenido mejores moti-
vos para anticipar que se promulgarán
benéficas leyes, durante el siguiente
periodo de sesiones, con hombres de tan
notable capacidad, etcétera, etcétera. El
cumplido es naturalmente contestado por
los congresistas; enseguida se da por
inaugurado el periodo de sesiones. Unos
cuantos palurdos que se encuentran en las
galerías se sienten poseídos de la inocente
noción de que los bellos discursos deben
ser tornados al pie de la letra, y gritan con
voz estentórea: "Viva la República, viva el
soberano Congreso. " En Europa sabemos
bien cómo han de interpretarse tales
despliegues de oratoria, y nos ahorramos
el trabajo de gritar.
Por este día las ceremonias han concluido
y podemos marcharnos; pero antes que
nada dediquemos una mirada a los
diversos grupos, con el objeto de llevarnos
una cabal impresión del conjunto. Si no
fuera porque en las galerías percibimos a
un tipo musculoso de la clase baja, de
complexión morena y vestido con la
pintoresca indumentaria del país,
habríamos creído encontrarnos en alguna
capital del sur de Europa. Aquí y allá, las
formas visibles son casi las mismas: el
soldado y el sacerdote en sus atuendos
habituales, el resto de la porción civilizada
de la comunidad, en frac negro y con el
sombrero plegable bajo el brazo; los
cónsules en uniforme naval; en suma,
todos de acuerdo con la moda europea.
Los diputados se han reunido en grupos
de acuerdo con sus ideas políticas. Los
confortables y ancianos caballeros que
están por allá, han batallado induda-
blemente durante muchas sesiones y se
encuentran muy tranquilos. Saludan al
presidente, dirigen unas cuantas palabras
a los ministros, cambian apretones de
manos con algún viejo conocido y de un
modo casual dirigen una mirada a los
nuevos miembros del Congreso. Por cierto
que éstos son hombres del antiguo
régimen, hombres de una generación
anterior, conservadores, bien informados
y bien intencionados, que siempre han
estado opuestos a una reforma radical;
hombres contrarios al ferrocarril, porque
éste causaría perdidas a los
transportistas; hombres que se oponen a
la introducción del gas, porque ellos
mismos son productores de aceite o bien
poseen grandes rebaños de ovejas.
El grupo de jóvenes que gesticulan y
manotean vigorosamente en medio del
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191
salón, está formado por abogados,
médicos, funcionarios del gobierno y
terratenientes de las provincias. A las
claras se nota que son hombres
progresistas dispuestos a oponerse a los
viejos rechonchos descritos
anteriormente. Algunos de los jóvenes
han adquirido experiencia en países
extranjeros y saben que es preciso acabar
con muchos abusos inveterados para que
pueda prosperar el país; y por ello luchan
enérgicamente en favor de las reformas
que México tanto necesita.
Un grupo minoritario que incluye a varios
militares, situado a la derecha, cerca de
una columna, está formado por partidarios
de Santa Anna, advenedizos que
provienen de la época de la dictadura mili-
tar y que moralmente se encuentran en la
parte inferior de la menguante marea.
Estos hombres gustosamente traerían de
nuevo a su desterrado jefe para que
pudieran volver los días de su "edad de
oro".
Esos otros caballeros vestidos de negro
(sacerdotes seculares, porque los monjes
no son elegibles), pertenecen a un partido
poderoso y se apegan a él de un modo
más consistente que todos los otros. Los
sacerdotes pueden ser observados
también en otros grupos, porque muchos
de ellos sostienen las ideas más liberales;
pero aquellos que nos han llamado la
atención representan al estricto partido
clerical y son enemigos de cualquier
innovación, temiendo sin duda que sus
intereses volvieran a ser amenazados y
que la propiedad cambiara de manos. Se
trata del llamado “ partido español”,
secretamente sigue adherido a la
aristocracia que hace tiempo ha sido
abolida y olvidada por el pueblo; dicho de
otro modo, es el partido monárquista
apoyado por la intriga hispana y
francoborbónica, y cuenta en sus filas con
varios abates jesuitas. Su ideal consiste
en que un príncipe español o francés
ocupe el trono de México. Odian a los
santannistas, pero a menudo están muy
unidos con ellos cuando se trata de
oponerse a alguna moción de los
republicanos. Su interés los induce a
procurar una alianza con los viejos
constitucionalistas, a quienes ya hemos
señalado como conservadores o, más
bien, retenedores de su riqueza y de sus
posiciones. El partido monárquista es
pequeño, y habría dejado de existir desde
hace tiempo si no contara con el apoyo de
cierta clase que, si bien posee gran
influencia, se vale de bastantes artimañas
para ocultar sus verdaderos planes.
Estos son los principales partidos que
hemos podido reconocer en la asamblea
de los diputados, y en cada renovación de
las Cámaras son reconocidos y reclutados.
Actualmente, los santannistas apenas son
dignos de consideración; en rigor, sólo
existen dos grandes partidos políticos: el
republicano y el jerárquico-monárquico.
En el Nuevo Mundo, como en el Viejo, los
mismos grandes problemas son
constantes motivos de agitación.
La mayoría de la población mexicana se
interesa muy poco en los asuntos
públicos. Dos terceras partes de esa
población la integran indios puros o
trabajadores mestizos que se muestran
del todo indiferentes acerca de la política.
Sin embargo participan en las elecciones,
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192
porque les gusta ejercer sus derechos. Las
elecciones son indirectas y más aún,
dobles. Cada ciudadano tiene el derecho
de votar, o más bien, cada hombre mayor
de veinte años e independiente (no en
servicio como laborante, sirviente
doméstico o dependiente); que no haya
sido convicto de crimen alguno y que no
sea un notorio adicto a los juegos de azar,
etcétera. Se forman secciones electorales
en cada lugar donde la población sea,
cuando menos, de quinientos habitantes.
Cada sección escoge a un elector. En las
ciudades principales del cantón se reúnen
los electores, quienes, en la ciudad
principal de cada estado, eligen a los
diputados al Congreso general, en la
proporción de un diputado por cada 50
000 personas. Con este sistema de triple
elección se neutralizan, en gran medida,
las intrigas que pudieran presentarse en
muchos lugares, y las elecciones se
realizan generalmente de acuerdo con los
deseos del pueblo.
La Constitución política de México es muy
parecida a la de los Estados Unidos. La
nación es una república federal formada
por veinte estados, tres territorios y el
distrito federal. El poder legislativo de la
unión es ejercido por las cámaras de
diputados y senadores.
* En la cría de ovejas, el principal objetivo es
obtener sebo, pues grandes cantidades de este
material se utilizan en el país, y las velas
fabricadas con é arden invariablemente en las
minas.
La mitad de los componentes del Senado
es escogida por la Cámara de Diputados, y
la otra mitad por la asamblea de los
estados individuales; su misión consiste
en revisar y confirmar las leyes aprobadas
por la Cámara de Diputados. Si los
senadores rechazan una ley, la iniciativa
no es sometida nuevamente al Congreso
durante el mismo periodo, sino al
comenzar el siguiente año legislativo.
A la cabeza del gobierno se encuentra el
presidente, con su ministerio responsable.
El presidente es el jefe de las fuerzas
armadas, concierta convenios con otras
naciones, etcétera. La administración de
justicia está separada del poder ejecutivo;
dos instancias se encuentran en los
estados, y la Suprema Corte de Justicia,
con jurisdicción en toda la República,
radica en la capital.
Cada uno de los estados tiene su propio
Congreso y su administración. Las
constituciones de los estados tienen que,
ser confirmadas por el Congreso general,
que tiene el derecho de decisión sobre
todos los asuntos que corresponden al
interés general y permite, a los estados
individualmente, encargarse
exclusivamente del desenvolvimiento de
los intereses locales.
No me propongo analizar aquí la
Constitución, sino simplemente presentar
algunos de sus aspectos principales, con el
objeto de ahorrar aclaraciones que, de
otro modo; serían indispensables para
comprender muchas de las expresiones.
Por el momento volvamos al salón de
ceremonias del palacio nacional; pero
como la sesión ha concluido y los
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
193
miembros del Congreso se están
retirando, es imposible continuar nuestros
estudios fisonómicos. En las puertas
saludamos a algunos diputados, conocidos
nuestros, y como aún es temprano,
aceptamos sus invitaciones para tomar un
vaso de cerveza en "La Gran Sociedad".
"Bien, ¿les gusta a nuestros amigos de
Europa nuestra ciudad y nuestra sala del
Congreso? Me imagino que no es tan mala
y podría inclusive compararse con algo
semejante en Europa", comentó el señor A, un
inteligente licenciado. Toda nación es
orgullosa y, por lo tanto, podemos
perdonarles a los criollos el sentirse
adulados cuando los europeos elogian sus
instituciones. Muchos inclusive creen que
no hay nada superior a su capital y a todo
lo que ésta contiene. En verdad, es una
ciudad hermosa, pero todavía queda
mucho por mejorar. De esto hablaremos
más adelante. Por ahora iremos a
curiosear al café, donde las mesas con
cubiertas de mármol están ocupadas por
mucha gente. Algunos de los presentes
conversan, otros leen periódicos, se
entretienen jugando al ajedrez o al
dominó. Naturalmente, el tema principal
de las conversaciones es la inauguración
del Congreso, además de los resultados de
las elecciones, la probable mayoría, las
tácticas de los partidos, las iniciativas más
importantes que habrán de presentarse,
etcétera.
"De esto no saldrá nada que valga la pena
-comentó un parroquiano en la mesa
próxima, cuyas marcadas facciones nos
habían llamado la atención cuando el
entró-. Nada sensible saldrá -repitió,
retorciendo su mostacho negrísimo que,
bajo su nariz aquilina, tenía casi la
longitud de una ana-. Porque los curas y
los amasadores de leyes se pondrán a
parlotear como cotorras y saben de esto
tanto como mi perro, No hay ni si quiera
tres militares de talento en las cámaras, y
mientras los militares no ocupen otra
posición, todo será en vano. "Enseguida,
el hombre se mesa la barba y apura unos
buenos tragos de su espumante bebida.
"Bien dicho, capitán -le responde
irónicamente nuestro vecino, el licenciado-
; evidentemente ha sido un craso error no
haber elegido a un hombre de sus
méritos. Su profesión está
imperdonablemente olvidada y por
desgracia le hacen falta buenas suelas,
pues se le han gastado en la carrera para
huir de los yanquis. La gente todavía se
acuerda de los buenos tiempos en que el
presupuesto militar se llevaba cuatro
quintas partes de los ingresos totales para
sostener a un ejército que resultó inútil
contra un enemigo extranjero, e incapaz
de mantener la tranquilidad del país,
puesto que los militares mismos eran la
causa de todas las disensiones. Ni
siquiera la seguridad de los caminos podía
encomendarse a las tropas, porque sus
héroes hacían causa común con los
salteadores y nunca estaban presentes
cuando los viajeros eran asaltados; pero
eso sí, tan pronto como el botín estaba
asegurado, ellos sabían muy bien donde ir
a buscar su parte. "
¡0h, santo cielo! -respondió el hombre del
mostacho-; ¿y qué me dice de usted?
Cuando los bravos soldados logran
capturar a los salteadores, éstos recurren
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
194
a ustedes, los abogados, con una bolsa
bien repleta, y ustedes 'logran' ponerlos
en libertad, muy de acuerdo con la ley; o
cuando el funcionario de la aduana ha
escamoteado los ingresos de enormes
sumas y merece por ello la horca, ustedes
prueban, a cambio de una tajada, que el
pobre inocente se ha sacrificado por el
bien del Estado y no es culpable de ningún
modo, todo de acuerdo con la ley; o
cuando algún rebelde que ha traicionado a
la patria y que por ello merece la
honorable distinción del collar de hierro*
secretamente favorece a ustedes con
ciertas sugerencias; ustedes los
licenciados saben cómo hacer para que
aparezca que el truhán ha obrado por
puro patriotismo y que es del todo
inocente de acuerdo con la ley; o cuando.
. . ”
"Por Dios canto, capitán -grita el
licenciado-, escatime sus oídos y sus
pulmones; su deliciosa voz podría
lastimarse gravemente y producirle una
contracción de la laringe, y a la hora de la
embestida podría usted quedarse en las
astas del toro. Tenga en cuenta que
pronto será usted ascendido a coronel,
sabré todo si se dan cuenta de su
extraordinario talento parlamentario.
Entonces ya sólo le faltará un paso para
ser ministro de la guerra y entonces
tendrá usted todo a su manera. Pero
bromas aparte, imagínese que ya hubiera
usted logrado la distinción, ¿cómo podría
usted, con nuestras estropeadas finanzas,
restablecer el ejército y cómo podría usted
formar un eficiente cuerpo de oficiales?"
"Con dinero -respondió el capitán- pronto
lo tendría. Los abogados se encargarían
de procurármelo, y si todavía hubiera un
faltante, lo tomaría de la Iglesia. Puede
usted jurar que con sesenta millones de
pesos, que es lo que valen los monjes,
organizaría yo un cuerpo tan soberbio
como la guardia de Napoleón; y si les
pagara yo buenos haberes a los oficiales,
que así contarían precisamente con lo
necesario para no pasar hambres, ellos
tendrían suficiente fortaleza para
conservar sus honorables sentimientos sin
perder la cabeza. Podríamos intentarlo, y
no faltaría excelente material. Las caras
de los circunstantes daban idea de lo
divertido de la conversación, aunque
algunos de ellos hacían, de cuando en
cuando, algún comentario que viniera al
caso, deseando que se acabara la
discusión, pero otros de los que estaban
allí presentes pensaban que las cosas, en
ese momento, estaban en tan
desesperada condición. El capitán;
dándose cuenta de lo que se requería, se
dirigió hacia nosotros y nos pregunto, en
una forma muy cortés, qué nos había
parecido el país, si nos gustaba la ciudad y
si él, quizá, pudiera sernos útil para
llevarnos a visitar los lugares de interés.
Como yo conocía ya perfectamente bien la
plaza, decliné su ofrecimiento y le di las
gracias; pero como el hombre me causó
buena impresión, le dije que para mí sería
una infinita satisfacción el ser admitido
con frecuencia en su muy grata sociedad.
"Estoy para servirlo -respondió-; me
encontrará usted aquí o en el paseo todos
los días, y tal vez pueda yo ponerlo al
tanto de muchas cosas que no encontrará
fácilmente en las guías para turistas. "
Nos despedimos como excelentes amigos,
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
195
después de haber recibido de todos los
circunstantes una invitación a cenar en
compañía de ellos; un desplante de
atención que casi nunca se omite.
He introducido a mis lectores en esta
sociedad con el objeto de que puedan
formarse una idea de cómo marchan los
asuntos públicos. Tales expresiones, sin
embargo, sólo se escuchan entre personas
conocidas, porque los mexicanos son muy
discretos y no son partidarios de andar
hablando fuera de su medio. . . costumbre
laudable, por cierto, y que no siempre es
observada en Europa, especialmente entre
los alemanes, que con frecuencia
disparatan hablando de su país cuando
están en tierra extraña.
Bien miradas las cosas, tal como
ocurrieron en el café, me atrevo
a agregar que ni el abogado ni el capitán
estuvieron del todo equivocados. Los
jueces han sido muchas veces acusados
de soborno y los diarios han publicado
frecuentes noticias de estos casos; en
ocasiones yo mismo he tenido la
oportunidad de hacer hincapié en ello. El
reproche es aplicable en menor grado a
los jueces que a sus subordinados. En
rigor, los jueces son más bien culpables
de no tener bajo estricto control a sus
empleados. Es frecuente que los
delincuentes se escapen y esto se
atribuye, casi siempre, a algún empleado
que fue sobornado. Más adelante aludiré a
los asuntos militares.
Se refiere al garrote: un collar de hierro, sujeto
a un poste: se para alrededor del cuello y es
súbitamente apretado por un poderoso tornillo.
Es imposible conocer bien una ciudad a
menos que se dedique uno a vagar a toda
hora del día por eras calles de Dios y a
observar el comportamiento de la gente.
La hora habitual de la comida es entre las
dos y las cuatro de la tarde, y esto incluye
a todas las clases sociales. Ese lapso es el
más tranquilo en las calles; todo el mundo
está en su casa; tiendas y talleres han
cerrado sus puertas; inclusive los
trabajadores a destajo disponen al menos
de una hora que aprovechan para fumar
un cigarrillo o tomar la siesta.
Solamente los domingos se ven las calles
animadas a esas horas, y esto se debe, en
parte, a los muchos provincianos que
llegan de visita a la ciudad y, en parte, a
los paseantes. Las comidas en los hoteles
no ofrecen nada especial, pues los platillos
son preparados a la europea; pero en
muchas de las casas inferiores uno puede
observar sobre el piso hornillas humeantes
donde se preparan viandas curiosas.
Como las puertas que dan a la calle están
abiertas de par en par, podemos observar
las cazuelas sobre las hornillas, algunas
con mole y otras con frijoles negros.
Multitud de personas entran o salen de un
pequeño departamento cercano a la
cocina; son arrieros con sus collares de
cuero, rancheros, soldados, obreros,
etcétera. Estos establecimientos donde
preparan comidas son llamados ''fondas” y
sirven a las clases de bajos recursos, ya
que por un real (alrededor de seis
peniques) puede uno obtener una comida
completa, incluyendo un vaso de pulque.
No lejos de allí hay otros lugares menos
limpios, en los que se ve a las indias, con
parte del cuerpo desnudo o mal cubierto,
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
196
arrodilladas en el suelo y moliendo maíz
en el metate, en tanto que otras
manipulan la masa para hacer las tortillas
y las cuecen sobre sartenes planas hechas
de arcilla (cómales). Precisamente los que
rondan por las inmediaciones de las
fondas, rechazan el pan de trigo; para
ellos la tortilla es absolutamente
indispensable, y a propósito, es más sa-
brosa que el pan cuando uno la come con
picosos guisados y con frijoles.
En esos lugares no se utilizan cuchillos ni
tenedores, los manteles no son
precisamente blancos y las servilletas han
adquirido el color de los guisados; huelen
no exactamente a eau de mille fleurs, pero
provocan el estornudo por estar
impregnados de chile. Los comensales de
este barrio tienen una costumbre singular:
después de la comida (que siempre
termina con algo dulzón o con un terrón
de azúcar) toman un gran vaso de agua,
se persignan al tiempo que pronuncian las
palabras "bendito sea Dios”, y luego, con
la boca abierta y haciendo mucho ruido,
dejan que el gas acumulado en su
estómago se convierta en un regüeldo,
que es modulado con cierta dosis de
virtuosismo, si se me permite la
expresión. La gente común considera que
esta práctica es salutífera e, incluso,
personas de más alta posición no la
desdeñan, sobre todo en familia,
observándose más a menudo en el
aldeano y el comerciante. Don Quijote
sugiere no hablar de esto, pero no prohíbe
la práctica.
Mucha gente come en la calle y luego
disfruta de una siesta. Por ejemplo, los
colocadores de ladrillos, albañiles,
adoquinadores y cargadores, suelen llevar
consigo sus alimentos. Se sientan, junta-
mente con la esposa y los niños, en algún
reborde del pavimento o en la escalinata
del templo, y allí disfrutan de su alimento
con tanto gusto como si estuvieran
reclinados en un triclinio romano. Algunos
grupos llevan sus platillos al mismo lugar
y la variedad aumenta. ¡Y hay que oír los
cumplidos y los elogios que se hacen unos
y otros sobre la manera excelente de
preparar las viandas!"En verdad, doña
Mariquita -dice un colocador de ladrillos-,
usted sí sabe preparar los más deliciosos
bocados mejor que nadie en la ciudad;
¡qué delicioso es este platillo!" "¡Oh, favor
que usted me hace! – responde la mujer-.
Mi marido se queja de que nunca cocino
cosas tan buenas como las que prepara la
esposa de usted, doña Camila", etcétera.
Estas personas se tratan entre ellas con
gran cortesía, como si hubieran tomado
clases de urbanidad. Los que venimos del
norte nos sorprendemos de lo poco que
come esta gente trabajadora. Un
rechoncho campesino británico devoraría
en una sentada todo lo que a una familia
mexicana le alcanzaría para el día entero.
Los últimos grupos que hemos visto por
aquí pertenecen a la clase de los mestizos,
que constituyen la menor parte de la
población en las ciudades. Los indios
puros forman comunidades separadas en
los suburbios y difieren poco de sus
congéneres de las aldeas. En las comarcas
donde ellos dependen de la agricultura,
son independientes hasta cierto punto; en
la capital misma, los indios de los arra-
bales se dedican a las mismas
ocupaciones que sus antepasados del
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
197
tiempo de la conquista emprendida por las
tribus más poderosas de los acolhuas y los
tepauecos; buscan su subsistencia en los
pantanos y lagos y en las orillas
infecundas. Como las garzas, se les ve
cruzando las acequias que entrecruzan los
pantanos y, provistos de pequeñas redes,
capturan peces blancos, ranas y ajolotes,
esa extraña especie que forma el lazo de
unión entre el pez y la lagartija. En
pequeñas canoas se desplazan a lo largo
de los anchos canales y lagunetas donde
abundan las juncias, y van atrapando
pececillos y huevas de rana, mosco, berro
acuático y lirio, o bien se apoderan de
avecillas acuáticas y gallinetas que
abundan en los lagos. Otra ocupación de
los aborígenes consiste en tejer esteras de
espadaña, en extraer sal de los
lagos salados, o bien en colectar
tequesquite en los campos, donde aparece
después de la época de lluvias. Los
pequeños huertos en las tierras ganadas
al tremedal producen legumbres y flores;
se nos cuenta que estas chinampas
flotaban en otro tiempo, pero ahora están
adheridas al fondo del lago. A propósito,
los lagos se han ido reduciendo de
tamaño. Todos los productos que los
indígenas obtienen, y muchos más (maíz
preparado en variadas formas, aves,
gallinetas, colibríes en pequeñas jaulas,
cazuelas, canastas, juguetes de madera,
etcétera) son llevados al mercado de
Tlatelolco, que hace tres siglos, cuando
Cortés avanzaba sobre la capital de los
aztecas, era tan extenso que allí se
reunían diariamente unas 30 000 personas
entre comerciantes y compradores. Los
indígenas de la capital son gente pobre y
ciertamente no limpia. Cuando han
terminado las ventas y unos cuantos
vasos de pulque los han reanimado, son
vistos con frecuencia sentados en la
sombra de un alto muro o de templo, para
consumir tranquilamente el resto de su
"itacate". Su sencillo alimento se
compone de totopos, tamales de fríjol o de
"charales" con chile; y como el sol está
todavía muy alto, toman una siesta, en el
duro suelo.
Como hice notar anteriormente, las horas
de más quietud en la ciudad transcurren
entre las dos y las cuatro de la tarde; las
calles se ven desiertas, la gente está
reposando la comida y fumando tran-
quilamente un cigarrillo. Hasta los
tediosos azotacalles buscan la sombra en
espera de que la fresca tarde obligue a
mayor actividad; y a eso de las seis
recobran el bullicioso aspecto que tenía
antes de las dos.
El trazo de todas las ciudades mexicanas
se apega a determinadas reglas, a menos
que la naturaleza del terreno lo
imposibilite. Como las calles se cruzan
unas a otras en ángulos rectos, se forman
manzanas cuadrilongas donde las casas
están juntas, dando así la apariencia de
constituir una masa compacta. Cada lado
de la manzana mide 200 varas o 600 pies.
Anualmente los habitantes de cada
manzana eligen un juez de paz y un
inspector de policía, que se encargan de
resolver las querellas menudas y de evitar
los desórdenes. Cierto número de
manzanas, consideradas
eclesiásticamente, constituyen una
parroquia, y políticamente un distrito, el
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
198
cual tiene un representante en el concejo
de la ciudad.
El concejo o ayuntamiento de la ciudad es
elegido por el pueblo; está formado por
alcaldes y regidores que se encargan del
manejo de los fondos municipales, de la
educación, la policía, los problemas de
construcción y el alumbrado, etcétera. Las
elecciones se efectúan cada año y sólo
pueden ser recusadas por motivos legales;
el negarse a aceptar la elección sin motivo
justificado, es causa de suspensión de los
derechos ciudadanos. Puede declinarse
una reelección inmediata. Los jefes de
manzana y los de distrito están sometidos
a la autoridad del ayuntamiento. Todos los
cargos municipales son desempeñados
gratuitamente; sólo los empleados y los
funcionarios menores reciben sueldo.
Hay grandes discusiones sobre los
arreglos policíacos, y en esto se asemejan
más a los de Europa que a los de los
nativos. El concejo municipal procura que
no haya escasez de agua en la ciudad;
que el mercado esté bien abastecido de
provisiones (en la mayor parte de las
ciudades hay mercados de fruta y
mercados de carnes); que los precios sean
regulados, y que se observen
correctamente los pesos y medidas.
Procura también que las calles se
mantengan limpias, que el alumbrado
público este funcionando correctamente, y
que, después de la puesta del sol, los
"serenos", provistos de lanza y linterna, se
instalen en cada cruce de calles. Los
cementerios deben estar en sitios
distantes y fuera de los muros de la
ciudad; los hospitales se destinan a la
atención de los desamparados y, en fin,
hay que atender mil cosas más. Sin
embargo, falta un estricto control. La
policía no ha logrado acabar con los
desmoralizantes juegos de azar, ni obliga
a los vagos a trabajar, ni descubre
oportunamente a los ladrones y timadores
para ponerlos en manos de la justicia, ni
evita las lamentables escenas que
presentan los indios borrachos y,
tampoco, ha logrado impedir que las
clases bajas porten armas cortas, que son
la causa de tanto derramamiento de
sangre. La canalla acostumbra portar un
cuchillo en el cinturón o en las botas de
montar y, cuando ocurre una disputa,
siempre tiene listo el cuchillo para entrar
en acción. Las leyes fijan severas penas
para los delincuentes, pero poco o nada se
hace para aplicarlas. Así ocurre en
muchas ocasiones: todo el mundo se
entera del agravio cometido, pero la
impunidad llega a tal extremo que nadie
se atreve a interferir por el temor de
atraerse el odio de la gentuza. El cambio
anual de autoridades municipales
contribuye a este estado de cosas: cada
funcionario trata de terminar su periodo lo
más tranquilamente posible y dejarle a su
sucesor la tarea de modificar todo lo
objetable; pero el nuevo funcionario actúa
en la misma forma que el anterior.
Cuando el sol se aproxima al ocaso, las
calles de la ciudad se animan con mucha
gente deseosa de respirar el aire fresco.
En carruajes, a caballo o a pie acuden a
los jardines públicos y a las alamedas.
Aquí todos ven y son vistos. Los jóvenes
lechuguinos saludan a las bellas
muchachas en sus carruajes, o les ofrecen
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
199
la mano para conducirlas al parque. Se
hacen citas para la noche: hombres y
mujeres se ponen de acuerdo para
encontrarse en el teatro, en la tertulia o
en el casino. Hay tanto bullicio como en la
plaza del mercado; los niños corren de un
lado a otro profiriendo gritos: todo es
canturreo y alboroto a la hora del
entreluz, cuando el tañer de la campana
se escucha desde la torre de la ciudad,
secundado por las campanas de otros
templos. Como por arte de magia, cesa
toda a agitación, los peatones detienen su
paso, todos los hombres se descubren y
muchos labios musitan un avemaría;
resuena un segundo repique y cuando la
última campana ha cesado de vibrar, la
multitud parece revivir. Antes de que los
caballeros se cubran de nuevo con sus
sombreros, les dan las buenas noches a
sus conocidos; inclusive en los hogares se
observa esta costumbre después de las
campanadas vespertinas; ni siquiera los
sirvientes se retiran a sus habitaciones,
llevando una vela encendida, sin antes
desearles las buenas noches a los señores
de la casa. Aquí debo hacer notar que en
la América española, al igual que en
España, la gente acostumbra desear los
buenos días desde temprano por la
mañana hasta el mediodía, las buenas
tardes desde el mediodía hasta la hora del
entreluz, y después las buenas noches.
Cuando la campana da el toque vespertino
de "oración", la ciudad se reanima, las
calles se ven llenas de gente que pasea
lentamente; nosotros nos sumamos a la
multitud y compartimos con ella el agra-
dable aire del atardecer. De pronto se
escucha el toque de la campana menor y
por todas partes se oye musitar "nuestro
amo"; muchas personas se dirigen
apresuradamente hacia las callejuelas.
Pasa un sacerdote sentado en un carruaje
tirado por dos caballos blancos, y el
cochero es uno de los hombres notables
de la ciudad, miembro de la hermandad
llamada "Los caballeros de nuestro señor".
Precediendo al carruaje van los chiquillos
del coro, provistos de linternas y, en el
momento en que resuena la campana
menor, todas las personas que se
encuentran en la calle o en los balcones se
arrodillan; si ya se ha hecho de noche,
aparecen luces en las ventanas: En las
poblaciones de la campiña todavía se
observa esta costumbre, pero en la capital
y en los puertos, Lucifer ha efectuado
grandes cambios; la hermandad de los
cocheros necesita nuevos reclutas, y
muchos de los pasajeros ponen oídos
sordos cuando suena la campana menor.
Si el que gobierna el universo no fuera
infinitamente más paciente que sus
ministros aquí abajo, muchas de las
ciudades, al igual que Sodoma, hace
mucho tiempo habrían desaparecido de la
tierra.
No es frecuente que ocurra un temblor;
pero cuando las fuerzas volcánicas
sacuden las bases de su propio centro y
amenazan con destruir las débiles
hechuras del hombre, todo el mundo se
precipita hacia las calles y las plazas, cae
de rodillas en el polvo y pide misericordía.
El himno "Líbranos señor", resuena en
toda la ciudad, mientras todos aparecen
trémulos y sobrecogidos de temor, no
vaya a ser que el poderoso espíritu, cuya
voz han reconocido, no precisamente en el
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
200
soplo de la brisa primaveral, deba
reclamarlos como sus víctimas.
Al escucharse la campana vespertina, las
familias se recogen en sus casas y los
solteros acuden a los cafés a disfrutar su
chocolate. Inclusive el trabajador está
habituado a darse este lujo, y las mujeres
no se muestran siempre deseosas de
perdérselo. Los negocios del día han
terminado; los comerciantes aún hacen
sus cortes de caja y preparan su
correspondencia para llevarla al correo,
que cierra sus puertas a las 8 o las 9 de la
noche. (Hay comunicación postal con
todas las poblaciones del país, inclusive
con las aldeas más lejanas) Los artesanos
aprovechan el tiempo para poner en orden
todas las cosas de sus talleres; muchos
locales ya están cerrados; los trabajadores
que han estado laborando todo el día se
dirigen al mercado, a los portales,
únicamente a oír y ser oídos. Mucha
gente acostumbra hacer sus visitas a las
amistades a esas horas. Quienes no van
al teatro se encuentran en las tertulias,
donde se reúnen varias familias: charlan,
fuman, escuchan música y bailan sin
molestarse por el té, las golosinas, el vino
o el ponche. A lo sumo se ofrece un vaso
de sangría o de limonada. El criollo es
morigerado y para estar contento y alegre
no necesita buscar la euforia que produce
los licores espirituosos. Los señores con
frecuencia dejan solas a las damas y se
van a jugar la "malilla" o "tresillo". Los
jóvenes, naturalmente, permanecen al
lado de las mujeres; las agudezas y las
frases ingeniosas se siguen en rápida
sucesión; los caracteres inflamables arden
y se consumen fieramente, pero nunca se
pierde de vista el decoro exterior. Aquí,
en los círculos familiares, todavía se
acostumbran las danzas españolas, los
boleros, etcétera, invariablemente
acompañados de cantos, resultando muy
significativos por los ademanes de los
ejecutantes. Los enamorados entienden el
arte de expresar sus sentimientos con la
vista y la palabra, con voz suave o fuerte,
aproximándose o alejándose, y todo ello
sin hacer con tacto unos con otros. Esta
manera de danzar ha desaparecido
prácticamente de los bailes; sólo se ha
conservado la contradanza española, que
a veces sustituye a la cuadrilla francesa;
también siguen en use los galopes, las
polcas y algunos otros estilos carentes de
carácter y de gracia. Los jóvenes
petimetres que pasaron unos años en los
Estados Unidos, en Francia o en Inglaterra
y que, como leones muy paseados, han
regresado al país, al lado de sus
sorprendidos primos, no les aportan a
éstos ninguna útil información que podría
servir para hacerle un buen servicio al
país, en suma, no les han traído nada
nuevo, con excepción de algunos nuevos
pasos de baile, un corte distinguido en su
traje o en su frac. Todo el mundo
elegante, por imitación, ahora baila y se
viste igual que los petimetres. Nuestros
leones europeos hacen las mismas cosas.
Ya es tiempo de dar por terminado
nuestro primer recorrido. A eso de las
diez de la noche, toda la gente se ha
retirado a sus casas, excepto las calaveras
y los jugadores, y también aquellos que,
ocultándose detrás de algún pilar, esperan
que se abra la puerta de cierto balcón y se
asome el rostro de la mujer amada. Las
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
201
familias cenan tarde y luego se retiran a
dormir. Hagamos lo propio y recobremos
nuestras energías para la próxima
excursión.
LA POLÍTICA Y LOS CONFLICTOS
AGRARIOS, 1840-1880
El surgimiento de las periferias, el
deterioro de la economía comercial y del
poder de las élites en el altiplano central,
y el desplazamiento hacia una producción
campesina y ranchera contribuyeron en su
conjunto a desestabilizar la vida agraria
en México durante la larga etapa de
descompresión que siguió a la
independencia. El estallido de violentas
insurrecciones en ese contexto, sin
embargo, se produjo una y otra vez por la
injerencia de otro nuevo elemento de la
vida mexicana después de la
independencia: la política. En la época
colonial no había existido oficialmente la
política: sólo la administración y la
justicia. Después de la independencia, en
cambio, la política se volvió parte central
de la sociedad mexicana. Las élites -y los
que aspiraban a entrar en ellas- em-
pezaron a maniobrar buscando el control
sobre el Estado y el poder de definir su
política. Dos aspectos de la naciente vida
política del México recién independiente se
convirtieron en fundamental provocación
de los conflictos agrarios: el nuevo papel
del Estado como instrumento del poder de
clase de la élite y el objetivo de los
liberales políticos de negar a las
comunidades campesinas el derecho a la
tenencia de la tierra. Conforme
aumentaron en poder político los liberales,
proliferaron las insurrecciones agrarias.
EL ESTADO NACIONAL, EL
LIBERALISMO Y LA POLÍTICA
AGRARIA
Antes de 1821, el Estado mexicano no era
sino parte de un régimen colonial con sede
en España, cuyo principal interés en
México era controlar una Colonia que
generaba una inmensa riqueza en plaza.
Desde los primeros años de la Colonia, las
autoridades españoles habían temido al
poder independiente de las élites
mexicanas. Así, a la vez que les otorgaba
extensas tierras y gran riqueza, el
régimen colonial maniobró por poner coto
a su poder. Mantener los recursos de
tierras y la independencia política de las
comunidades, campesinas era un modo de
limitar el poder de la élite en el centro de
México. La persistencia de esas
comunidades negaba a la élite mexicana
el poder directo sobre la población agraria
de las regiones con más denso
asentamiento de la Colonia.
Un resultado fue la supervivencia de una
considerable autonomía entre los aldeanos
de las regiones del centro y del sur,
autonomía base de las relaciones de
explotación en simbiosis que enlazaron a
muchas haciendas con los aldeanos y
sustentaron allí la estabilidad rural.
Cuando los conflictos incitaban a los
aldeanos a pelear contra la élite y sus
haciendas, los tribunales coloniales
fungían como mediadores aceptados,
favoreciendo a veces a los aldeanos e
imponiendo a menudo a la élite una
avenencia.
LA VIDA EN LA CIUDAD________________________________________________
202
Con la independencia desapareció el papel
mediador del Estado colonial. Con la
derrota de la revuelta de Hidalgo y las
posteriores insurrecciones, la
independencia de México fue asunto de la
élite, detentadores del poder que
pretendían controlar el Estado y aspiraban
a convertirlo en instrumento de sus
intereses. Si esa élite hubiera sido
económicamente fuerte y si su Estado
hubiera alcanzado la unidad y la
estabilidad, los años que siguieron a 1821
habrían aportado a los pobres del campo
el más absoluto desastre. Pero las
persistentes dificultades económicas de la
élite y sus conflictos políticos mantuvieron
su nuevo Estado dividido en facciones e
inestable. El resultado fue un extenso
periodo en el que las élites, empeñadas en
lucha económica y dividida políticamente,
trataban de servirse de los inestables
poderes del Estado para perseguir sus
intereses de clase contra una enraizada
población del agro que en realidad estaba
aumentando su dominio sobre la
producción rural. Conforme los
acontecimientos económicos y la
descompresión social empezaron a
favorecer a campesinos y rancheros y a
debilitar a la élite, ésta recabó los poderes
del Estado e intentó usarlos como medio
de rescatar sus menguantes posiciones.
Antes de 1880 fue resultado más
frecuente el de provocar insurrecciones
que el de alcanzar claras ventajas.
En los conflictos, que no parecían tener
fin, por el dominio sobre el nuevo Estado
mexicano, los que impugnaban el poder
de los herederos, de la oligarquía colonial
y a menudo tenían la visión de una nueva
estructura para la sociedad mexicana se
identificaron con el liberalismo.
La filosofía política de la igualdad del
individuo servía de plataforma para atacar
los privilegios de los aristócratas
terratenientes, la Iglesia y el ejército, pero
también los derechos corporativos de las
comunidades campesinas. Los cimientos
del liberalismo hispánico se desarrollaron
en la ilustración española del siglo XVIII.
En la época de la oposición liberal
española a Napoleón empezó a infiltrarse
el liberalismo en la legislación que
afectaba al México agrario. Las élites
establecidas del centro de México
dirigieron su movimiento de
independencia, en parte, para huir de la
aplicación de principios liberales a la
sociedad que gobernaban. No tardaron en
tener que hacer frente a un liberalismo
igualmente amenazador y a ataques a sus
poderes y privilegios en el seno de la
nueva nación que crearon.
El primer éxito del liberalismo en México
reflejó y a la vez fortaleció el menguante
poder de la vieja élite colonial. Las
liberales Cortes españolas habían abolido
en 1820 los mayorazgos, legislación que
fue confirmada en México para 1823. Los
mayorazgos habían proporcionado una
garantía del Estado contra la división o
pérdida de los patrimonios en tierras que
sostenían a las mayores familias
coloniales. El liberalismo impugnaba los
mayorazgos por ser un baluarte, del
privilegio y un freno a la innovación y a la
movilidad social. A principios de la década
de 1820, muchos de los aristocráticos
clanes favorecidos de tiempo atrás por los
mayorazgos estaban dispuestos a convenir
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203
en su abolición. Las dislocaciones
económicas del decenio anterior habían
dejado a muchos en condiciones
precarias; tenían fuertes deudas y
carecían de fondos para financiar las
operaciones de las haciendas. El fin de los
mayorazgos les permitiría vender terrenos
o haciendas enteras y emplear el producto
de esas ventas en el pago de deudas y en
la restauración de sus restantes
propiedades. El fin de los mayorazgos
permitió a las familias arraigadas de la
élite rescatar al menos una porción de su
poder.
La primera victoria del liberalismo en
México fue fácil porque casi todos los
miembros de la élite esperaban
beneficiarse: las viejas familias
aristocráticas podrían liberarse de las
deudas, mientras los aspirantes a la
categoría de terratenientes preveían
mayor facilidad de acceso a las
propiedades de las haciendas. En cambio,
la enemistad de los liberales hacia el
poder corporativo de la Iglesia y del
ejército engendró largos conflictos en los
que no necesitamos detenernos en este
punto. Los ataques de los liberales a los
derechos de las comunidades campesinas
provocaron también persistentes debates
y conflictos que fueron en aumento.
Combinada con el nuevo papel del Estado
como instrumento de poder de la clase
elitista, la oposición liberal a los
"privilegios" de las comunidades
campesinas ayudó a provocar gran parte
de la violencia agraria del siglo XIX.
Desde el siglo XVIII los liberales
hispánicos habían tenido la visión de
grandes ventajas económicas si se diera
movilización a las tierras ocupadas por
comunidades campesinas, es decir, si se
las convirtiera en propiedad privada que
pudiera ser vendida y comprada, así como
hipotecada. Afirmaban que los
campesinos, al volverse dueños de sus
tierras, tendrían nuevos alicientes para
aumentar la producción. Pero en México
los campesinos pobres, atenidos sobre
todo a terrenos comunales, ya los estaban
explotando con gran intensidad para
producir su sustento. El verdadero
beneficio de un desplazamiento de la
propiedad comunal a la privada sería para
quienes pudiesen aprovecharse de una
movilización de las tenencias de los
campesinos. Las tierras de los pueblos,
no enajenables anteriormente, podrían ser
vendidas o perdidas por deudas una vez
que se volvieran propiedad privada. Los
aldeanos perderían así la subyacente
garantía de autonomía del sustento que
por tanto tiempo había proporcionado la
propiedad comunal. Pocos aldeanos
mexicanos compartían la visión de los
liberales de que la privatización de los
terrenos comunales les aportaría
beneficios.
Las Cortes liberales españolas de 1812 y
1813 aprobaron disposiciones
constitucionales y leyes tendientes a
acabar con la tenencia comunal de la
tierra. Esas promulgaciones se conocieron
en México, pero no se pusieron en vigor
extensamente, lo que fue una prudente
restricción en una época de incesantes
insurrecciones rurales. En la década de los
años 1820 la abolición de la tenencia
comunal de la tierra fue propuesta y
sometida a acalorados debates en los
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204
congresos constituyentes y ordinarios
tanto del gobierno nacional como de los
estatales. El régimen nacional no llegó a
una clara decisión, dejando que los
estados enfocaran el tema desde su
perspectiva regional, lo que fue un sabio
reconocimiento de las variaciones
regionales de la vida rural en México.
En los años de 1820 el problema fue
resuelto de maneras opuestas en dos
estados clave. El estado de México
permitió que subsistiera la tenencia
comunal de la tierra, mientras Jalisco la
declaró abolida. Hubo quien propuso
poner fin a los "privilegios" de las
comunidades campesinas en el estado de
México, que entonces abarcaba casi todo
el altiplano central y zonas aledañas. (Los
estados de Morelos, Hidalgo y la mayor
parte de Guerrero fueron creados después
con porciones del antiguo y más extenso
estado de México. )Pero no se promulgó
ninguna medida, tal vez por temor a
trastornos. En los valles centrales la
estructura colonial del agro se fundaba en
comunidades campesinas, sus tenencias
de tierra y su suministro de jornaleros de
temporada a las haciendas aledañas. En
los años de 1820, se esperaba que
renaciera el sistema colonial de explo-
tación en simbiosis. La privatización
inmediata de los terrenos comunales de
aquel rumbo dislocaría una economía
agraria y una estructura social que se
habían conservado estables en 1810. En
los inciertos primeros años de vida como
nación, las élites del centro de México
decidieron no socavar esa estructura, tal
vez para no provocar una vehemente
animadversión campesina.
En cambio, el estado de Jalisco aprobó en
1825 y en 1828 leyes que ordenaban la
privatización de las tierras comunales. El
liberalismo era más fuerte en esa región,
más próxima a la periferia. Y las
condiciones del campo eran distintas de
las del altiplano central. En Jalisco la
economía de las haciendas se había
desarrollado apenas tardíamente en la
época colonial, y estaba más en conflicto
con las comunidades campesinas que en
enlace simbiótico con ellas. Muchos
aldeanos jaliscienses se habían unido a las
insurrecciones de 1810. Así les resultó
más fácil a los legisladores jaliscienses
abolir la tenencia comunal de la tierra.
Seguidamente fue privatizada gran
cantidad de tierras de los pueblos, y
muchas comunidades se quejaron de que
no obtenían el pago completo de sus
propiedades. Sin duda esos sucesos
aumentaron la oposición de muchos
aldeanos a la privatización, y el proceso
fue disputado y demorado en Jalisco
durante decenios.
El objetivo de los liberales de poner fin a
la tenencia comunal de la tierra se puso
de manifiesto poco después de la
independencia. La cordura de poner en
práctica ese objetivo, sin embargo, iba a
discutirse por mucho tiempo. Además, la
posibilidad de implantar semejante
alteración radical de la estructura social
rural iba a esperar el regreso de una
generalizada prosperidad económica y
estabilidad política a fines del siglo. Entre
tanto los debates y los esfuerzos por
poner en práctica esos cambios habrían de
prender la mecha de ascendentes
conflictos agrarios.
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205
Las insurrecciones de 1810 hasta 1816
revelaron dos patrones de resentimientos
como base de las revueltas rurales en
México. La revuelta de Hidalgo surgió
principalmente entre residentes de
haciendas del Bajío obligados a soportar
condiciones cada vez peores de
subordinación y de inseguridad. En forma
secundaria, otros levantamientos en
Jalisco, en la Sierra Gorda y en otras
partes fueron resultado de los agravios
sentidos por aldeanos campesinos
atacados en su autonomía. En el periodo
que siguió a la independencia hubo poca
actividad rebelde sostenida entre los
subordinados de las haciendas. La época
de descompresión, en que la producción
de las haciendas fue transferida a muchos
arrendatarios-quienes ganaron una
autonomía que por lo visto compensaba
las persistentes inseguridades-,alivió, o
por lo menos amortiguó, los
resentimientos de muchos subordinados
de haciendas.
Fueron los ataques a la autonomía
campesina, pauta secundaria de la
insurrección de 1810, los que generaron
cada vez más los agravios conducentes a
los levantamientos rurales después de
1821. El avance de las economías de
regiones periféricas produjo oleadas de
invasiones a los recursos de los pueblos,
con los resultados que podían esperarse.
El liberalismo, que se oponía a todos los
derechos de tenencia comunal de la tierra,
justificó a menudo las invasiones en las
periferias e iba a acabar por legitimar
también el ataque directo a las
propiedades de los pueblos campesinos en
el altiplano central.
Sin embargo, México no se vio sumergido
en conflictos agrarios inmediatamente
después de la independencia. Las
derrotas sufridas por los insurgentes de
1810 estaban aún frescas en la memoria.
Es indudable, además, que las dificultades
financieras de la élite, unidas al derrumbe
de la economía comercial, aliviaron algo la
presión sobre los pobres del campo en los
decenios de 1820 y 1830. Además, las
propuestas de los liberales tendientes a
abolir la tenencia comunal de la tierra
quedaron en proyecto, y si llegaron a ser
objeto de legislación, a menudo no se
pusieron en vigor, lo que en los primeros
años posteriores a 1821 redujo las
presiones políticas sobre los aldeanos.
En el decenio de 1820 llegó a producirse
un conflicto, presagio de muchas
insurrecciones posteriores, en Sonora, en
la lejana periferia del noroeste. La
ocupación española en aquella región
había sido mínima en la época colonial,
limitándose a misioneros y a unas pocas
guarniciones en puestos avanzados. Los
yaquis y otros pueblos indígenas habían
conservado sus tierras y bastante
independencia política. Se consideraban
naciones. Las postrimerías del siglo XVIII
aportaron una creciente colonización de
españoles y aumento de actividad
económica, y la independencia entregó a
las nacientes élites locales el poder de
dirigir la política regional y el desarrollo
económico. Ni tardos ni perezosos echa-
ron mano de ese poder para invadir las
tierras de los yaquis, a la vez que negaban
a esa nación todo reconocimiento político
por separado. Esos ataques a la
autonomía política y económica de los
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206
yaquis, ocurridos después de la
independencia, provocaron violentos
levantamientos en 1826 y 1827, que se
repitieron en 1831 y 1832, dirigidos en
ambos casos por Juan de la Cruz
Banderas.
Las revueltas dirigidas por Banderas
fueron aplastadas militarmente. Pero la
pacificación en los años siguientes
dependió también del surgimiento de una
facción política local dirigida por Manuel
Gándara que se hizo llamar conservadora
y se oponía a los liberales locales.
Gándara aceptaba las pretensiones de los
yaquis a las tierras y a la autonomía local,
y aprovechó el apoyo de los yaquis para
gobernar Sonora desde fines de los años
1830 hasta 1856. Por lo demás, la
alianza de Gándara con los conservadores
y los yaquis subsistió como movimiento
opositor hasta entrados los años 1860, y
mantuvo a los yaquis activos en el ruedo
político con el fin de conservar su
autonomía. 10 Las revueltas de los años
1820 y principios de los 1830, aunque
aplastadas, hicieron evidente el poder
yaqui a los ojos de los actores políticos
regionales. Podían aceptar ese poder,
como lo hizo Gándara, y conservar una
frágil paz en el agro. O podían tratar de
socavarlo, como lo hicieron más adelante
los liberales, y provocar la escalada de los
conflictos agrarios.
LA CRISIS DE LA DECADA DE 1840
La primera de varias andanadas de
insurrecciones agrarias que siguieron a la
independencia de México empezó en los
años 1840. Para entonces eran evidentes
la debilidad económica de las élites y la
fragilidad de su nuevo Estado. La guerra
de 1846 y 1847 con los Estados Unidos
costó a la nación grandes porciones de
territorio poco poblado a lo largo de sus
lejanas fronteras del norte. Además,
durante la guerra, varias insurrecciones
rurales de masas desconocieron el poder
de la élite y de su Estado dentro de
México. En Yucatán, decenas de miles de
mayas tomaron las armas y estuvieron a
punto de arrojar al mar a la población
hispánica. La Sierra Gorda explotó en otra
insurrección. En los años de la guerra
también se rebelaron los residentes de las
ciudades y pueblos del sureño Istmo de
Tehuantepec. Por añadidura, poco
después de concluidas las hostilidades
internacionales, los aldeanos del núcleo
del altiplano central empezaron a desafiar
el poder de quienes los habían gobernado
tanto tiempo. Derrotada en la guerra y
expuesta a variadas insurrecciones
internas, la élite mexicana se halló a fines
del decenio de 1840 ante su mayor crisis
desde la independencia.
La famosa insurrección conocida como la
guerra de castas de Yucatán se originó en
los agravios sufridos por los campesinos
mayas por parte de una élite regional que
trató de utilizar los poderes del Estado
para resarcirse de las dificultades
económicas de la época que siguió a la
independencia. Yucatán se había
mantenido en la periferia de la economía
colonial. La mayoría de la población se
componía de mayas que conservaban
considerable autonomía como campesinos.
Sus principales contactos con los
españoles fueron obra de franciscanos y
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207
otros religiosos. Una pequeña élite
regional, de modesta riqueza, vivía en su
mayoría en Mérida; mantenía pretensiones
de aristócratas con el cobro de tributos y
la exigencia de servicios de trabajo por
parte de una población conquistada y
todavía arraigada en la tierra.
Las postrimerías del siglo XVIII aportaron
un nuevo comercio con Cuba: se
exportaba ganado y otros productos a La
Habana. Unida al crecimiento de la
población de Yucatán, esa expansión
comercial condujo después de 1780 a la
creación de una modesta economía de
haciendas en las regiones cercanas a
Mérida y Campeche, integrando como
arrendatarios y jornaleros a los mayas en
número cada vez mayor. Pero la
independencia cortó el comercio con Cuba,
porque aquella isla azucarera siguió siendo
colonia española. La supresión de las
exportaciones de ganado desmanteló la
base económica de la élite yucateca, ya
débil de por sí, y ésta tuvo que buscar
nuevos modos de obtener ganancias.
Pero con sus limitados recursos
financieros, tierras pobres en una región
árida y sin nuevos mercados, las
perspectivas de un renacimiento comercial
eran desoladoras. Algunas haciendas
intentaron, con escaso éxito, producir
azúcar. Otras pusieron sus esperanzas en
la exportación de cordelería hecha de
henequén, pero sólo hallaron pequeños
mercados, situación que prevaleció hasta
bien avanzado el siglo. Entre 1821 y 1813
el único nuevo "recurso" con que pudo
contar la élite yucateca fue el gobierno de
su Estado. Fracasadas las antiguas
exportaciones y siendo las nuevas poco
prometedoras, la élite empezó a echar
mano de los poderes del gobierno para
adueñarse de recursos que desde antiguo
eran patrimonio de la mayoría maya.
El fuerte aumento de la población regional
prosiguió en el decenio de 1830 y ayudó a
impulsar el ensanchamiento de las
actividades comerciales hispánicas hacia el
interior de la península. Los que podían
conseguir la aprobación del Estado
reivindicaron tierras utilizadas de tiempo
atrás por campesinos mayas y que en
muchos casos carecían de dueño con título
de propiedad. Entre tanto, los franciscanos
que habían protegido, al menos
parcialmente, a los campesinos contra
esas expropiaciones fueron sustituidos por
clérigos seculares, interesados
principalmente en cobrar tributo por sus
servicios. Al principio de los años 1840 los
liberales yucatecos que a la sazón estaban
en el poder culminaron el asalto a los
recursos de los mayas ordenando la
congregación de muchos campesinos
diseminados y parcialmente nómadas en
pueblos, y limitando después las tierras
disponibles para esas comunidades. El
Estado que existió en Yucatán después de
la independencia se había vuelto sin duda
agente de la elite regional que quería
expropiar recursos de la mayoría maya.
Pero ese Estado estaba recién organizado,
mal financiado y a menudo desgarrado por
las facciones. Sólo podía servir de
inestable agente del poder de la élite. Las
facciones regionales en competencia
pugnaban por dominar el gobierno del
Estado en Mérida, y sus disputas subían
de tono por la participación en una política
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208
nacional igualmente inestable. Las
guerras civiles entre las facciones de la
élite persistían a la vez que esa élite
pretendía recursos indispensables para la
autonomía de los mayas. Conforme los
resentimientos de los mayas iban en
aumento y los conflictos políticos creaban
oportunidades en potencia para la
insurrección, la élite empezó a armar
grupos de mayas y a arrastrarlos a
guerras políticas. En 1847, cuando la
guerra de México con los Estados Unidos
coincidió con otro conflicto político en
Yucatán, cerca de cien mil mayas
aprovecharon la oportunidad para
devolver el golpe a los que se jactaban de
gobernarlos.
Por supuesto, no todos los mayas se
volvieron insurrectos. La mayoría de los
que vivían cerca de las ciudades de Mérida
y Campeche estaban acostumbrados a un
estrecho trato con los españoles y su
economía comercial. Desde fines del siglo
XVIII habían vivido en número creciente
como arrendatarios o trabajado como
jornaleros temporales en las haciendas en
desarrollo. Como podían combinar la
producción para el sustento con el trabajo
en la hacienda, vivían en una variante
regional de la explotación en simbiosis que
había mantenido la estabilidad del
altiplano central en 1810. Así, los mayas
más vinculados a la economía comercial
de Yucatán se mantuvieron en general
pasivos en 1847, y muchos de ellos
lucharon en los ejércitos que defendían los
intereses de la élite.
En las regiones del interior de la
península, los campesinos mayas, que
formaban una amplia mayoría de la
población, estaban acostumbrados a vivir
punto menos que independientes del
dominio español. No fue sino después de
la independencia cuando esos mayas del
interior sufrieron las invasiones de una
élite yucateca que pretendía utilizar su
nuevo agente, el Estado, para usurpar
recursos e imponer nuevas reglas a la vida
campesina. Los mayas del interior de
Yucatán se vieron expuestos ahora a
nuevas y repentinas amenazas contra su
arraigada economía, y se rebelaron en
masa.
Los conflictos políticos de la élite en plena
guerra con los Estados Unidos
suministraron amplia ocasión para la
insurrección. Los insurgentes casi
conquistaron -o mejor dicho,
reconquistaron- toda la península
yucateca, y se requirió un decenio de
lucha y considerable ayuda del centro de
México para que los rebeldes se vieran
finalmente obligados a retirarse al interior.
Después, las relaciones comerciales y el
suministro de municiones de los británicos
en Belice permitieron a un gran rema-
nente de los insurrectos mayas resistir
hasta los albores del siglo XX.
La otra gran insurrección regional de los
últimos años de 1840 en la Sierra Gorda
está pendiente de un análisis social.
Habiendo sido por mucho tiempo un
enclave periférico en el corazón del centro
de México, la Sierra sufrió en el siglo XVIII
la tardía penetración de la sociedad
hispánica y su economía comercial. En los
años siguientes a la revuelta de Hidalgo,
esporádicas protestas habían culminado
en una insurrección sostenida. Poco se
sabe sobre los sucesos en esa región
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209
después de la independencia, pero parece
probable el movimiento de forasteros
hacia la región y la expansión de sus
intereses comerciales. El levantamiento
de finales de los cuarentas tuvo su inicio
durante los conflictos políticos desatados
por la inminente derrota de México en la
guerra contra los Estados Unidos. Lo que
se inició como un conflicto entre élites
locales fue alimentado por miles de
rebeldes del campo reclutados entre los
arrendatarios de las haciendas de la
región, así como entre los pueblos
indígenas que seguían pidiendo el libre
acceso a los recursos de los ásperos altos
de la Sierra. El levantamiento de Sierra
Gorda reunió -o trató de reunir- a
campesinos amenazados en su autonomía
con subordinados de haciendas que pedían
condiciones más favorables no sólo en
Sierra Gorda sino en zonas adyacentes
tales como la región potosina de Río
Verde. Una proclama lanzada en 1849 por
un jefe rebelde, Eleuterio Quiroz, pedía no
sólo el derecho de las comunidades
campesinas a gobernarse a sí mismas y a
la tenencia de la tierra, sino también la
fijación de límites a las rentas y el
mejoramiento de las relaciones laborales
para los subordinados de las haciendas;
así como el derecho de las comunidades
de residentes en haciendas en número
superior a mil quinientas personas a
convertirse en comunidades
independientes dotadas de tierras. La
insurrección agraria de Sierra Gorda,
limítrofe con el corazón del centro de
México, resistió tres años antes de verse
derrotada.
El conflicto del Istmo de Tehuantepec, de
menores proporciones pero de intensidad
regional durante la guerra con los Estados
Unidos, surgió de fenómenos paralelos a
los que provocaron la guerra de castas en
Yucatán. Después de la independencia,
las élites regionales que se enfrentaban a
la decadencia de la economía colonial de
exportación, que en esa zona se basaba
en el añil, echaron mano de su dominio
sobre el estado de Oaxaca para reclamar
derechos de propiedad sobre salinas
costeras que los habitantes del sur del
Istmo habían aprovechado libremente por
largos años. La sal era fundamental para
la dieta del mexicano, y los residentes del
Istmo no sólo se aprovisionaban sino que
negociaban la sal en regiones alejadas. La
súbita pérdida del acceso a las salinas hizo
mella en la autonomía local y frenó
además el comercio regional. Esa pérdida
a manos de una élite favorecida por el
Estado ocurrió durante una intensificación
de conflictos por los derechos sobre las
tierras. Esas disputas azuzaron a los
aldeanos del Istmo como a los señores
terratenientes que en general tenían su
sede en la ciudad de Oaxaca y gozaban
una y otra vez de las preferencias del
gobierno de aquel estado. Parecidos
pleitos, que las invasiones de la élite a los
recursos de los campesinos provocaron en
las regiones periféricas cercanas a las
costas del Pacífico, en el suroeste de
México, prendieron la mecha de
levantamientos esporádicos a partir de los
primeros años 1840.
El conflicto de Tehuantepec subió de punto
al principio de los años 1840 conforme los
aldeanos "robaban" repetidas veces la sal,
y tanto las haciendas como los aldeanos
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210
confiscaban el ganado que pastaba en los
terrenos en disputa. En 1846,cuando la
guerra contra los Estados Unidos reclamó
la atención de los dirigentes del estado y
las fuerzas armadas, los aldeanos del
Istmo se encontraron en libertad de
aprovechar los recursos en disputa. A
fines de 1847, al concluir la guerra, el
gobernador de Oaxaca, que era el liberal
Benito Juárez, se enfrentó a una población
de istmeños dirigida por la gente de
Juchitán, pueblo que desconocía los
reglamentos del Estado en materia de
propiedad. Según la definición de Juárez,
eso era insurrección. Envió un ejército a
restaurar el gobierno de su Estado, y
provocó un violento conflicto que duró
varios años una vez más las débiles
élites regionales intentaron utilizar los
poderes del Estado, nuevos y mal
establecidos, para arrebatar a campesinos
de inveterado arraigo el dominio de sus
recursos. El resultado fue otro violento
conflicto, precipitado por la oportunidad
que ofrecía la guerra contra los Estados
Unidos.
Esas insurrecciones regionales sostenidas
pusieron a prueba los poderes del Estado
mexicano en los últimos años de 1840.
Una vez concluida la guerra internacional,
y al aceptar México su derrota y grandes
pérdidas de territorio, esos levantamientos
en las periferias acabaron por ser
dominados. Pero antes de ser finalmente
reprimidos, los levantamientos empezaron
también a poner en peligro la paz del agro
en el altiplano central. A partir de 1848,
las regiones que formaban los actuales
estados de México, Hidalgo y Morelos
generaron numerosas protestas rurales,
incluyendo muchas confrontaciones
violentas. Por primera vez desde la
conquista española se desarrolló un
extenso conflicto agrario en todo el núcleo
del altiplano central. Los aldeanos de las
regiones productoras de granos, cuya
pasividad fuera fundamental para la
estabilidad agraria de 1810, al final del
decenio de 1840 se mostraron cada vez
más dispuestos a asestar golpes contra las
élites terratenientes y su Estado.
Esta época del naciente conflicto agrario
en el centro de México merece un amplio
análisis. En la actualidad sólo se conocen
los sucesos que motivaron el surgimiento
de la violencia rural en la región de
Chalco,al sureste mismo de la ciudad de
México. En el periodo que siguió a la
independencia, la élite de Chalco había
tenido repetidos problemas para financiar
las operaciones de las haciendas y reclutar
jornaleros. Había una rápida rotación de
propiedad en las haciendas. Ahora bien,
después de la guerra con los Estados
Unidos las élites de Chalco se mostraron
notablemente decididas a buscar nuevos
medios para resucitar la economía de sus
haciendas. Construyeron nuevas presas y
canales para ensanchar el riego. Buscaron
nuevas fuentes de agua perforando pozos
artesianos. Hicieron experimentos con
semillas para aumentar la producción de
trigo y maíz. Y probaron nuevos
productos, especialmente la industria
láctea con pastos de alfalfa cultivada.
Muchas de esas innovaciones, sin
embargo, produjeron choques con los
aldeanos de Chalco. Desde la
independencia, las dificultades financieras
de las haciendas habían creado tirantez en
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211
las relaciones de trabajo. Los vínculos de
explotación en simbiosis, que por mucho
tiempo habían unido a las haciendas con
los aldeanos, empezaron a romperse en
cuanto los aldeanos se mostraron
renuentes a trabajar para haciendas que
no les pagaban en efectivo. Cuando, a
fines del decenio de 1840, la construcción
de presas y canales produjo invasiones de
tierras de los pueblos, el conflicto se hizo
más patente. Cuando las élites
reivindicaron campos de los pueblos
porque eran más fáciles de regar con las
nuevas obras hidráulicas, los aldeanos
adoptaron una actitud dura. Primero
acudieron a los tribunales para pedir
reparación; lo que por tradición hacían
desde los tiempos de la Colonia. Pero
ahora los tribunales respaldaban repeti-
damente las reivindicaciones de las élites,
sin importar sus méritos. Los aldeanos de
Chalco llegaron a la conclusión de que los
tribunales ya no servían siquiera como
mediadores de una imparcialidad mínima.
Se habían vuelto agentes de los intereses
elitarios. Al ir desapareciendo la antigua
simbiosis de relaciones laborales y al
haberse perdido el papel mediador de los
tribunales de la Colonia, los aldeanos
empezaron a llevar sus protestas a los
campos. Estorbaron las operaciones de
las haciendas. Bloquearon los proyectos
de construcción. Embargaron herra-
mientas y materiales de construcción de
las haciendas. En los casos de mayor
frustración, atacaron a los administradores
de las haciendas: los dueños solían
mantenerse alejados en la seguridad de la
ciudad de México. En respuesta a las
obstrucciones de los aldeanos y a la
creciente violencia en Chalco, el estado de
México aprobó el uso de toda fuerza que
los terratenientes pudieran tener a su
disposición. Por lo general eso significaba
armar a los pequeños grupos de
empleados permanentes de haciendas de
varias propiedades para reprimir las
revueltas de los aldeanos.
Los levantamientos de Chalco a fines del
decenio de 1840 no fueron insurrecciones
sostenidas de masas como las de las
zonas periféricas. Fueron prolongadas
protestas, subrayadas por una esporádica
violencia, que duraron varios años. Los
conflictos simultáneos en la cuenca more-
lense al sur del mismo Chalco y en el
Mezquital por el norte fueron de parecidas
dimensiones. Pueden parecer menores si
se los compara con la guerra de castas de
Yucatán, pero fueron mayores y más
sostenidos que cualquier protesta agraria
ocurrida anteriormente en el altiplano
central. Los conflictos de fines de la
Colonia se habían limitado casi siempre a
un solo pueblo y solían durar apenas un
día, y raras veces más de una semana. De
repente, a fines del decenio de 1840 y
llegando hasta inicios del de 1850, sucedió
que campesinos de muchos pueblos
coordinaban protestas que por lo menos
presentaban una violencia esporádica y
que duraban meses, y a veces años. Y
esas protestas ocurrían simultáneamente
en varias regiones del crucial altiplano
central. Para 1850 estaba despareciendo
la estabilidad que se había sostenido a
través de siglos en el centro de México.
Los choques iniciados a fines del decenio
de 1840 iban a subir de punto en los años
venideros.
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212
Con la tirantez de las relaciones de
explotación en simbiosis y con el creciente
predominio de los conflictos en las
relaciones haciendas-pueblos, los que
gobernaban el estado de México
empezaron a encontrar más atractivo el
programa de los liberales para poner fin a
la tenencia comunitaria de la tierra. El
gobernador ordenó en 1848 un estudio de
los bienes de los pueblos. La mayoría de
los pueblos se negaron a responder.
Después, en el otoño de 1849, en plena
marejada de conflictos agrarios, el estado
de México declaró abolidos los derechos
de propiedad comunal. Varios estados
más, entre ellos Jalisco y Michoacán,
aprobaron o volvieron a promulgar casi
simultáneamente una legislación similar.
17 Las élites mexicanas, tanto del centro
como de la periferia, se iban acercando a
un acuerdo sobre la meta de abolir los
derechos de propiedad comunal, base
fundamental de la autonomía campesina.
Pero los gobiernos de los estados, débiles
y con frecuencia divididos, ¿cómo iban a
poner en práctica un cambio tan radical y
profundamente impopular en la tenencia
de la tierra? Para los combativos
dirigentes de fines de los 1840, la única
solución fue la creación de una policía
rural. A las promulgaciones que abolieron
la tenencia comunal de la tierra a fines del
decenio de 1840, siguió en casi todas
partes una legislación que disponía la
formación de grupos de alguaciles rurales
cuyo financiamiento y dirección estaría a
cargo de élites terratenientes o de sus
subordinados. Pero en el estado de
México los problemas económicos de las
élites y su gobierno estatal impedían
fundar una policía eficiente en las zonas
rurales. Las nuevas unidades aparecieron
lentamente y adolecieron de una crónica
insuficiencia de fondos, de hombres y de
suministros. Así, aunque numerosos
gobiernos estatales decretaron la abolición
de los derechos de propiedad comunal y la
creación de la policía rural, siguieron
siendo incapaces de imponer cambios tan
fundamentales a las arraigadas
comunidades campesinas. Las élites
pusieron de manifestó su objetivo de
emplear los poderes estatales para minar
la fuerza comunal y la autonomía
campesina; y también demostraron su
incapacidad para hacerlo. Esos esfuerzos
por emplear los poderes estatales a fin de
compensar una debilidad económica
fundamental sólo podían llevar a la
escalada de los conflictos agrarios.
LA GUERRA POPULAR DE LIBERACION, EL IMPERIO DE MAXIMILIANO Y LA COYONTURA MUNDIAL________________________________________________
213
BLOQUE III
LA CONSOLIDACIÓN
DE
LA NACIÓN EN LA
SEGUNDA
MITAD DEL SIGLO
XIX
El ejército francés no cumplió ningún
acuerdo y avanzó al interior del país,
seguro de su éxito inmediato. Constaba
de 6 mil hombres del entonces
considerado mejor ejército del mundo,
pertrechados con armas y cañones muy
superiores- a los de los mexicanos. El
general Laurencez atacó Puebla el 5 de
mayo de 1862. El ejército invasor
desplegó tres columnas sin tomar de-
masiadas precauciones, imbuido con la
arrogancia de su superioridad bélica. Pero
la serenidad y el valor de los defensores
derrotaron todos los intentos de tomar los
fuertes de Loreto y Guadalupe. Una vez
debilitados y rechazados por la infantería
(entre la que sobresalieron los indios
macheteros de Zacapoaxtla), cuando los
invasores se retiraban, el general
Zaragoza ordenó una poderosa carga de
contragolpe, desplegando a la vez la
caballería por los flancos. Eso provocó la
desbandada y derrota del ejército invasor.
” Las armas nacionales se han cubierto de
gloria. Las tropas francesas se portaron
con valor en el combate y su jefe con
torpeza", fue el mensaje lacónico que
envió Zaragoza al presidente Juárez por la
tarde, concluida la hazaña.
La victoria de Puebla retrasó el avance
francés por diez meses. Durante ese
lapso los invasores fueron presa de
fiebres, intrigas internas y
desmoralización; por ello tuvieron que ser
reforzados hasta sumar 31 mil hombres
equipados con rifles último modelo y
medio centenar de modernos cañones.
Mientras los franceses quedaban
inmovilizados, maduraban las fuerzas
antintervencionistas. Hacia mediados de
marzo, por segunda ocasión, los invasores
volvieron a sitiar Puebla. Durante 62 días
los soldados mexicanos y la ciudadanía
poblana resistieron casa por casa el
asedio. Agotados el parque y los víveres,
destruyeron sus armas, disolvieron el
ejército y los oficiales se entregaron
prisioneros sin condición alguna.
LA GUERRA POPULAR DE LIBERACIÓN, EL IMPERIO DE MAXIMILIANO Y
LA COYUNTURA MUNDIAL.
LA GUERRA POPULAR DE LIBERACION, EL IMPERIO DE MAXIMILIANO Y LA COYONTURA MUNDIAL________________________________________________
214
DIÁSPORA DE JUÁREZ E IMPERIO
DE OPERETA
El 31 de mayo Juárez marcho rumbo a
San Luis Potosí, investido por el Congreso
con facultades extraordinarias para dirigir
la lucha por la soberanía nacional. Por su
parte, los franceses ocuparon la capital el
7 de junio, desconociendo el gobierno de
Juárez, pero aceptando las Leyes de
Reforma. Eso representaba un rudo golpe
para los conservadores, quienes se vieron
obligados a aceptar por decreto del
general invasor Forey, el 10 de julio, un
régimen monárquico moderado,
hereditario y católico.
Además ofrecieron la corona imperial a
Maximiliano de Austria, dedicándose
febrilmente a montar su régimen de
opereta apoyado en las bayonetas
invasoras. Mientras tanto, las tropas
francesas se extendían por el territorio
nacional, ocupando en el último trimestre
de 1863 casi todas las capitales estatales.
Esta expansión tenía sus desventajas
militares: ampliaba el teatro bélico e
inmovilizaba tácticamente a las tropas
francesas, dispersándolas. Los ejércitos
liberales, organizados en cinco divisiones
ubicadas en otras tantas regiones
geopolíticas, permitieron ese movimiento
del enemigo para contraatacarlo ya
dispersado. Mientras tanto, lentamente,
la población civil se unía a la guerra
nacional liberadora.
El 10 de abril de 1864 Maximiliano aceptó
el "trono" de México comprometiéndose
con su hermano, el rey de Austria, a re-
nunciar a todos sus derechos reales, y con
Napoleón III, emperador de Francia, a
aceptar su protección y la presencia de 25
mil soldados invasores durante seis años.
A cambio debía pagar 400 millones de
francos y reconocer todos los créditos
franceses dados a México. El colonialismo
francés se proponía someter a México con
la complicidad de los conservadores y
saquear sus riquezas. Finalmente, el 12
de junio de 1864, Maximiliano arribó a
México fastuosamente, rodeado del alto
clero, de los grandes terratenientes, de los
militares reaccionarios y del ejército
invasor, compuesto para entonces de 36
mil soldados apoyados por 28 mil
conservadores mexicanos.
Maximiliano integró su gobierno con
liberales moderados, respetó las leyes
liberales, se dedicó a organizar una
suntuosa corte y desatendió la guerra y la
economía de un país destrozado. Esto lo
distanció de los conservadores y lo
enemistó con los invasores, porque -faltos
de recursos económicos- no podían
aplastar la resistencia popular. Para lograr
este objetivo desataron una guerra de
exterminio, que provocó mayor repudio
popular.
NAPOLEÓN BAJO LA SOMBRA DE
LOS ESTADOS UNIDOS
La guerra de invasión se prolongaba sin
que ningún bando consolidase sus
posiciones. Mientras, en Europa,
Napoleón III se debilitaba en el interior de
Francia por el surgimiento de la poderosa
Prusia. Al terminar la Guerra de Secesión,
los Estados Unidos presionaron a
Napoleón para que retirara su ejército de
LA GUERRA POPULAR DE LIBERACION, EL IMPERIO DE MAXIMILIANO Y LA COYONTURA MUNDIAL________________________________________________
215
México. Ante la contraofensiva mexicana
que amenazaba el prestigio francés y las
presiones europeas y norteamericanas, en
julio de 1866 las tropas francesas
comenzaron a replegarse rumbo a
Veracruz. Entre el 18 de diciembre de
1866 y el 11 de marzo de 1867 partirían
de regreso para su país.
En el otoño de 1865, mientras los
invasores avanzaban, Juárez se refugió en
Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez,
Chihuahua). Allí el 8 de noviembre de
dicho año decretó la prórroga de su
mandato presidencial constitucional con
base en la imposibilidad de efectuar
elecciones. González Ortega, su ministro
de Justicia, declaró tal acto como un
verdadero golpe de Estado, pero éste fue
justificado por los liberales.
De diciembre de 1865 a julio de 1866 las
fuerzas armadas populares que se batían
en guerrillas lograron algunos éxitos par-
ciales. En este lapso completaron su
organización y obtuvieron un amplio
consenso nacional, que les permitió pasar
a la ofensiva en el último trimestre de
1866. Esto coincidió con el repliegue del
ejército francés, que fue batido en varios
puntos. Los liberales ocuparon casi sin
combatir las zonas estratégicas y las
principales ciudades. El ejército imperial
conservador quedó abandonado a su
suerte. Maximiliano se puso al frente del
mismo, hasta encerrarse en Querétaro.
Desde enero de 1867 las tropas liberales
obtenían triunfos y respiraban un
ambiente de victoria. En marzo de ese
año comenzó el sitio de Querétaro, que
duró dos meses. Durante ese lapso los
conservadores obtuvieron algunas
brillantes victorias tácticas, pero sin
perspectivas. Treinta mil soldados
republicanos rodearon la ciudad de
Querétaro y el 15 de mayo la ocuparon.
LA VICTORIA SOBRE LA
INTERVENCIÓN Y LOS
REACCIONARIOS
El consejo de guerra que juzgo a los
imperialistas los condenó a la muerte. La
sentencia se cumplió en el Cerro de las
Campanas el 19 de junio de 1867. Con
esto concluyó una etapa crucial de la vida
de México. El poder clerical reaccionario y
los intentos colonialistas extranjeros
habían sido terminantemente aplastados.
Con la victoria de Querétaro, la burguesía
liberal conquistó en definitiva el poder,
implantó históricamente su soberanía de
clase sobre un territorio exclusivo e
instauró el Estado nacional moderno que
sobrevive hasta la fecha.
ESTADO NACIONAL Y
PRESIDENCIALISMO.
Tan pronto se instaló en la capital, Juárez
procedió a consolidar el nuevo Estado.
Para ello ordenó equilibrar la hacienda
pública mediante una política fiscal
adecuada, un gasto público selectivo y la
reducción del ejército federal a 30 mil
hombres bien disciplinados y con mandos
de confianza. Asimismo se propuso re-
gularizar la situación del gobierno, puesto
que-como se recuerda- sólo por decreto
de emergencia nacional continuaba al
frente del Ejecutivo.
Así Juárez convoco a elecciones para
LA GUERRA POPULAR DE LIBERACION, EL IMPERIO DE MAXIMILIANO Y LA COYONTURA MUNDIAL________________________________________________
216
presidente y diputados; a la vez llamó a
un plebiscito (recurso no constitucional)
para reformar las leyes; otorgó mayor
poder al Ejecutivo, estableciendo el
derecho de voto frente a cualquier
decisión de los otros dos poderes;
restringió las facultades de la Comisión
Permanente del Congreso para convocar a
elecciones, dejando tal facultad en manos
del Ejecutivo. Esta medida fue condenada
como anticonstitucional y dictatorial por
los liberales, incluyendo al propio
presidente de la Suprema Corte de
Justicia, Ignacio Ramírez.
Con todo esto se produjeron varias
rebeliones militares. Ante la necesidad
histórica de consolidar el nuevo Estado,
Juárez sentó un funesto precedente
infringiendo la legitimidad constitucional.
Se daba así un paso importante en la
consolidación del presidencialismo
despótico que ha prevalecido desde
Porfirio Díaz hasta la fecha.
Efectuado el proceso electoral, resultó
triunfador para el período 1867-1871, el
mismo Juárez. Los liberales más connota-
dos -amigos de éste- denunciaron
diversas irregularidades en el proceso
electoral, tales como presiones,
amenazas, acarreos, violación de urnas,
órdenes oficiales para que la burocracia y
el ejército votaran por Juárez, uso del
dinero oficial para la propaganda, etc. Los
más exaltados desconocieron los
resultados por fraudulentos. El partido
liberal se dividió en tres grupos: juaristas,
lerdistas y porfiristas. Se desató otra
oleada de anarquía: en 1869 se
sublevaron en San Luis Potosí los
generales Aguirre y Martínez; en
Zacatecas, el general García de la Cadena;
en Aguascalientes, en enero de 1870,el
general Toledo, Todos fueron aplastados.
Juárez decretó estado de emergencia na-
cional.
LA OBRA JURÍDICA, CULTURAL Y
ECONÓMICA DE JUÁREZ.
Mientras Juárez derrotaba a sus
opositores, realizaba una intensa obra
económica y legislativa. Fomentó el
desarrollo de los ferrocarriles (el tramo
Veracruz-Puebla fue inaugurado el 16 de
septiembre de 1869), saneó la hacienda
pública reduciendo el déficit crónico,
generalizó la escuela laica primaria y la
nacional preparatoria y promulgó
importantes leyes (Amparo, Código Civil,
Instrucción Pública, Distrito y Territorios
Federales).
Hacia 1868 la Reforma había expropiado a
la Iglesia cuantiosas riquezas, para
después transferirlas a la burguesía. Pero
simultáneamente despojó a cientos de
comunidades campesinas e indígenas que
vivían como arrendatarios en las tierras
del clero.
Los terratenientes liberales (muchos de
ellos comerciantes, usureros y altos
empleados) expulsaban violentamente a
los arrendatarios o les imponían pesadas
exacciones y una explotación estrujante.
Ampliaban sus posesiones arrebatando los
terrenos de las comunidades, con la
esperanza de especular con la tierra
encarecida por el tendido de vías férreas y
por la demanda internacional de cultivos
de exportación.
LA GUERRA POPULAR DE LIBERACION, EL IMPERIO DE MAXIMILIANO Y LA COYONTURA MUNDIAL________________________________________________
217
REBELIONES INDICENAS Y
MOVIMIENTO OBRERO
Las rebeliones indígenas fueron una
respuesta espontánea y desesperada de
los campesinos frente al atropello y la
violencia de la oleada de acumulación
primitiva. Indefectiblemente fueron
derrotadas y aniquiladas con saña por los
caudillos liberales, que legitimaron su
acción sosteniendo que los indígenas y
comuneros eran manejados por el clero y
que por ello sus levantamientos eran
reaccionarios y se oponían al progreso, a
la libertad y a la preciada consolidación
del orden social y del Estado. La agitación
campesina coincidió con el descontento de
muchos caciques liberales contra la
imposición de Juárez en las elecciones de
1867 y con la parálisis del comercio
exterior merced a la crisis mundial de
1869-1872. El movimiento campesino
más significativo por su proyección
histórica lo encabezó, en Chalco, Julio
López Chávez, discípulo del socialista
utópico Rhodakanaty. Esta rebelión fue la
primera con un proyecto sociopolítico
deliberado y con un propósito de clase
conscientemente asumido.
El 20 de abril de 1869, desde Chalco, en
su manifiesto a todos los oprimidos y
pobres de México y del universo, López
sostenía. ". . . los que se han aprovechado
de nuestra debilidad física, moral e
intelectual se llaman latifundistas o
terratenientes o hacendados. Los que
pacientemente nos hemos dejado
arrebatar lo que nos corresponde, nos
llamamos trabajadores, proletarios o
peones. . . Habíamos creído que el triunfo
de la República sería el verdadero triunfo
del pueblo, ya que todos los hacendados
se habían refugiado en los faldones del
imperio; pero con suma tristeza hemos
visto que estos mismos hacendados han
tenido refugio en los faldones
republicanos, lastimándose así los intere-
ses. . . de los pobres. Esto indica que es
menester emprender una lucha más justa
y más racional;. . . la revolución socialista
que dice desde lo más alto de la
República: “ ¡Viva el socialismo! ¡Viva la
libertad¡. ”
Desde el momento del triunfo del
capitalismo quedaba ya esbozada la
contradicción histórica irreconciliable entre
los nuevos explotados y explotadores.
El 8 de julio de 1869 Julio López Chávez
fue fusilado. Juárez consideró el caso
como uno más de rutina. La alianza
esencial entre el nuevo Estado nacional
burgués, la clase capitalista en formación
y la pequeña burguesía urbana sufrió su
primera prueba de fuego y la resistió
exitosamente. Desde entonces ninguna
rebelión campesina o asonada militar
tendría éxito si no contaba con el apoyo
de los sectores burgueses o de los
trabajadores. La fusión entre el Estado y
la clase dominante estaba garantizada.
Tocaría a Porfirio Díaz consolidar lo
impuesto por Juárez. Los campesinos,
víctimas auténticas de la Reforma,
sufrieron la más desenfrenada explotación
en el proceso de ser convertidos en
proletarios del campo.
Al llegar 1871 se efectuó otra lucha
electoral, en la que Juárez participó para
reelegirse. Como ninguno de los
candidatos obtuviera mayoría absoluta, el
LA GUERRA POPULAR DE LIBERACION, EL IMPERIO DE MAXIMILIANO Y LA COYONTURA MUNDIAL________________________________________________
218
Congreso -leal a Juárez- lo declaró
reelecto para el periodo 1871-1875. El
descontento se generalizó y estallaron
nueve rebeliones militares que Juárez, por
medio del general Sostenes Rocha,
aplastó implacablemente, ordenando
fusilar sin discriminación a jefes y
oficiales. La rebelión más connotada fue la
iniciada por el general Porfirio Díaz (Plan
de la Noria, Oaxaca) el 8 de noviembre de
1871, siendo desarticulada hacia mayo de
1872.
El 18 de julio del mismo año se produjo la
muerte de Juárez en medio de la
expectación nacional. Lerdo de Tejada,
presidente de la Suprema Corte de
Justicia, lo sucedió como presidente
interino hasta convocar a elecciones.
Habiendo triunfado en ellas, se instaló
como presidente de la República para el
cuatrienio 1872-1876.
LA PERSONALIDAD HISTÓRICA DE
JUÁREZ
El ascenso de Juárez a la presidencia de la
República pone en evidencia la
profundidad de las transformaciones
sociales y psicológicas, producto de la
Revolución de Independencia. Fueron este
acontecimiento y la turbulencia política del
siglo XIX los hechos que permitieron que
Juárez dejara de ser un hombre anónimo.
Sin embargo, sin su tenacidad, fuerza de
voluntad, convicción férrea en el triunfo y
fe ciega en sus ideales, el país mismo
habría sido otro, pues difícilmente se
puede concebir el triunfo liberal reformista
y nacional antintervencionista sin la
personalidad de Juárez.
Juárez fue liberal por fe patriótica, más no
por convicciones filosóficas. Fue siempre
tímido ante el público; no era un tribuno,
pero la fuerza interior de sus convicciones
y la firmeza de su voluntad política
hicieron que se rodeara de hombres
ilustres y -junto con ellos- dirigiera al
pueblo mexicano en horas iniciales en que
se jugaba la suerte de la nación.
Ejerció el poder en horas de emergencia
nacional, encarnando la legalidad y la
moralidad. Su principal tarea fue
consolidar el poder estatal nacional
burgués, para lo cual desplegó energía y
habilidades sin par. Por eso mismo fue
implacable y despótico, inaugurando
formas de acción gubernamental
presidencialistas. Sin embargo, su
honradez republicana, su patriotismo y su
obra como fundador del Estado moderno,
lo sitúan como uno de los más dignos
hijos del pueblo mexicano.
LERDO Y EL ASCENSO DEL
PORFIRISMO
Lerdo creyó superar la división entre los
liberales, imponiendo autoridades locales
incondicionales y gobernando con métodos
despóticos. Propició una decidida
intervención del Estado en la economía
para acelerar el desarrollo en sentido
nacionalista, impulsó la expansión de las
vías férreas interiores y negó concesiones
a los Estados Unidos. Volvió a la política
de desamortización de los bienes
eclesiásticos con un tinte anticlerical,
provocando varias rebeliones cristeras.
LA GUERRA POPULAR DE LIBERACION, EL IMPERIO DE MAXIMILIANO Y LA COYONTURA MUNDIAL________________________________________________
219
Apoyó a los intelectuales, pero se ganó la
antipatía popular por su estilo soberbio.
En 1875 se alistaban los grupos políticos
para la próxima campaña electoral. Lerdo
de Tejada preparaba su reelección, mien-
tras Porfirio Díaz se levantaba en armas
con el Plan de Tuxtepec. Derrotado Porfirio
Díaz en Icamole, Nuevo León, el 20 de
mayo de 1876, Lerdo impuso su
reelección. Pero José María Iglesias,
presidente de la Corte, desconoció el
resultado de las elecciones planteando un
enfrentamiento entre el poder ejecutivo y
el judicial, a la par que se proclamaba
presidente. En esa crisis política y
situación de vacío de legitimidad, Porfirio
Díaz marchó desde el sureste hasta
vencer en Tecoac a las tropas leales al
gobierno. El 20 de noviembre de 1876
Lerdo se vio forzado a abandonar el
poder, Díaz se proclamó presidente provi-
sional y el 28 entró triunfalmente a
México, para no abandonar el poder (salvo
el cuatrienio 1880-1884) hasta el 26 de
mayo de 1911, en que la revolución lo
mandó al destierro.
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
220
CAPITALES EXTRANJEROS Y
ECONOMÍAS DE ENCLAVE
La repercusión de las inversiones
extranjeras en las economías
latinoamericanas ha sido, desde hace
mucho tiempo, un candente tema de
debate. Uno de los momentos más
polémicos se planteó en los años sesenta
cuando arreciaron las discusiones sobre
las virtudes y los defectos del crecimiento
capitalista y, simultáneamente, la Revolu-
ción cubana pareció mostrar el cambió
hacia un tipo de desarrollo alternativo.
Las controversias de los sesenta se veían
estimuladas, además, por otro
componente: la evidente frustración del
proyecto de capitalismo autónomo que
desde los treinta habían lanzado gobiernos
reformistas como los de Lázaro Cárdenas
en México, Getulio Vargas en Brasil y Juan
Domingo Perón en Argentina.
En estos casos, la apuesta sustentada en
una industrialización protegida que
debería conducir a la revolución industrial
se había montado también sobre una
explícita impugnación al capital externo.
El capital Extranjero era señalado como
aliado estructural de los grupos
exportadores de materias primas que
habían configurado el Estado oligárquico
entre 1880 y 1930, y, por ende, como
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO,
1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO
BRAVO
MARIO CERUTTI
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
221
unos de los grandes culpables del atraso
latinoamericano (concepción que, de paso,
coadyuvó a marcar la ideología
nacionalista que impregnaba los
movimientos sociopolíticos que pasaron a
ocupar el Estado).
El retorno masivo del capital extranjero
durante los mismos años sesenta y su
inserción en el aparato fabril que se había
montado en las décadas previas apagaron
la euforia nacionalista y, por otro lado,
brindaron argumentos para una nueva
impugnación histórica, ahora desde las
corrientes llamadas dependentistas. Fue
entonces cuando se difundió un poco
certera sinonimia: capital extranjero
equivalía a enclave. Es decir, su función
habría resultado desarticuladora dentro de
las economías latinoamericanas y su
llegada sólo habría servido para provocar
desajustes, desigualdades y dependencia.
Un cuarto de siglo más tarde, el trabajo
empírico -que no solía abundar, por cierto,
en medio de los cálidos debates
protagonizados entre 1965 y 1975- y el
desenvolvimiento de una producción
historio-
Fernando Enrique Cardoso y Enzo Faletto
hicieron una alusión explícita al concepto de
enclave en 1969, al difundirse la primera
edición de Dependencia y desarrollo en América
Latina. Las inversiones externas resultaban un
dato decisivo para la construcción del concepto,
porque dificultaban o impedían el control
nacional del aparto productivo. Tal premisa
llevó a estos autores a considerar de enclave la
economía mexicana de fines del siglo XIX, ya
que sumaba dos aspectos cruciales: a) era
esencialmente minera en su sector más
moderno; b) la propiedad de este segmento del
aparato productivo -así como los transportes-
no pertenecía a capitalistas nacionales.
Preocupados por los efectos políticos de la
inversión extranjera -y su consiguiente
repercusión en una situación de dependencia
que trataba de analizar-, los autores dejaban en
un lejano segundo plano los multiplicadores que
podrían generar, en economías como la mexi-
cana, una amplia y novedosa telaraña de
explotaciones mineras, la aparición de grandes
plantas de metalurgia básica o una red
ferroviaria que llegó en 1910 a 20 000
kilómetros de extensión (casi el doble que la
española y alrededor de 20% más que la
italiana). A ello se agregaba -como era
frecuente entre estos grandes ensayistas de la
época- una poca prolija información sobre otros
sectores productivos básicos de México, y en
especial sobre la formación regional de
capitalistas, de empresas y de grupos
burgueses, Cardoso y Faletto fueron criticados
por Vania Bambirra a mediados de los setenta
por incluir a Chile y a México entre las
economías de enclave de principios del siglo XX.
Aunque con fundamentos precarios, Bambirra
acertaba al señalar que economías de ese tipo
no podrían haber articulado mercados internos
suficientemente desarrollados como para
generar brotes significativos de industria fabril,
fenómeno que había sucedido en ambos países
(en particular en México). También acertaba
Bambirra al destacar que Carduso y Faletto
habían realizado un análisis fundamentalmente
sociológico (o sociopolítico), con escaso apoyo
en la historia de las actividades económicas.
Diez años antes que Bambirra, Raúl Prebisch
había revisado sus criterios sobre la repercusión
de las inversiones extranjeras en América
Latina. En 1963 procuró diferenciar entre el
capital extranjero que producía enclaves y el
que podía, efectivamente, contribuir al
desarrollo de las economías latinoamericanas.
Empero, Prebisch se limitaba a decir que el
capital de enclaves era el que había prevalecido
durante los años previos a la industrialización
latinoamericana:'En rigor de verdad-acotaba en
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
222
Hacia una dinámica del desarrollo
latinoamericano-, se precisa establecer una
clara distinción entre estos dos tipos de capital
extranjero: el pretérito, con los enclaves que
aún subsisten, y el nuevo tipo de capital que se
incorpora resueltamente al proceso intensivo de
industrialización". La revisión de la repercusión
regional de una línea férrea que en México fue
construida por capitales estadounidenses llevo
a los investigadores mexicanos a insinuar un
uso distinto del término enclave. Juan Felipe
Leal y Antonio Gálvez constataban en 1975 que
el Ferrocarril Internacional, en el norte central
de México, había incorporado una alta
proporción de ramales en su red. Una situación
similar observaban en el Pacífico sur que
descendía por occidente. "Podemos apreciar
cómo a medida que esas líneas se internan en
México-concluían estos autores- sus
características de enclave disminuyen al tiempo
que aumentan sus funciones de vinculación
regional y nacional en México. " Cardoso y
Faletto, Dependencia y desarrollo en América
Latina, 14a. ed. , México, Siglo XXI Editores,
1978; Bambirra, El capitalismo dependiente
latinoamericano, 5a. ed. , México, Siglo XXI
Editores, 1978; Prebisch, Hacia una dinámica
del desarrollo latinoamericano, la. reimp. ,
México. FCE, 1971; Leal y Gálvez, "Grupos
empresariales en los ferrocarriles mexicanos: el
consorcio Southern Pacific-Union Pacific (1850-
1914)", Revista Mexicana de Ciencias Políticas y
Sociales, Vol. 82. 1975. Las referencias a la
longitud de los ferrocarriles españoles e
italianos a principios de siglo XX fueron
tomadas de Antonio Gómez Mendoza,
Ferrocarriles y cambio económico en España,
1855-1913, Madrid, Alianza Editorial, 1982.
Gráfica regional enfocada en las
actividades económicas permiten re-
plantear algunos elementos de esa
discusión.
El término enclave- que fue usado de
manera indiscriminada- ha sido
recuperado, para someterlo a revisión, por
investigadores dedicados a la historia
económica. Su empleo no tiene que
ligarse, necesariamente, a las operaciones
del capital extranjero. Su aplicación
parece más pertinente, en cambio, para
definir actividades incapaces de producir
efectos multiplicadores, hacia atrás o
hacia adelante, y de generar lazos firmes
y prolongados con otros espacios
económicos regionales dentro de un
sistema productivo que tiende a
convertirse en nacional. En ese sentido,
pueden ser tan generadoras de enclaves
las inversiones nacionales como las
provenientes del exterior.
La historia económica de espacios
regionales en sociedades como la
mexicana, a la que dedicaremos los
próximos párrafos, presenta numerosas
evidencias de lo inadecuado que resultó
definir las inversiones extranjeras -por el
solo hecho de serlo- como simples
generadoras de enclaves.
LOS FERROCARRILES EN MÉXICO
Los ferrocarriles fueron, en el México
porfiriano (1876-1911), un área
particularmente ocupada por inversiones
extranjeras. Aunque hubo excepciones -y
notables, como el tendido de las redes
férreas en la península de Yucatán-,
podría afirmarse que fueron los capitales
provenientes del exterior (con fuerte
predominio estadounidense) los que
definieron sus trazados troncales, sus
grandes líneas.
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
223
Una mirada global sobre el sistema
porfiriano permite extraer de inmediato
cuatro conclusiones: a) sus tramos
vertebrales apuntaron hacia la frontera
norte, donde se fusionaron con las redes
que bajaban de los Estados Unidos; b)
este hecho supuso que la enorme porción
centro-oriental del norte (desde las
laderas de la Sierra Madre Occidental
hasta el Golfo, y desde San Luis Potosí
hasta el río Bravo) absorbiera el mayor
kilometraje del sistema; c) el acceso
desde el gran norte centro-oriental a los
Estados Unidos podía efectuarse por
cuatro puntos: Paso del Norte
(Chihuahua), Piedras Negras (Coahuila) y
Nuevo Laredo/Matamoros (Tamaulipas):d)
puesto que las dos líneas más extensas
del sistema -el Central y el Nacional-
llegaban hasta la ciudad de México tendido
hacia (o desde) los Estados Unidos incluyó
la ágil articulación de este ancho espacio
norteño con las zonas centrales -las más
pobladas- del país.
Conclusiones conexas o que derivan de las
indicadas podrían ser las que siguen:
1) México fue el único país
latinoamericano que configuró un sistema
ferroviario que apuntaba
La minería del estaño, en la Bolivia de la
primera mitad del siglo XX, podría adoptarse
como un ejemplo impresionante de propiedad
nacional generadora de una economía de
enclave.
de manera sustancial hacia una frontera
terrestre. Aunque inicialmente la
proyección era hacia su tradicional puerto
atlántico (Veracruz, con lo que parecía
seguirse el modelo normal en el resto de
América Latina), el peso de la economía
estadounidense -y el dinamismo de los
capitales participantes en su gigantesca
red de rieles- llevó a buscar el río Bravo,
en lugar de concentrarse en el mar.
2) Por ello, la economía mexicana era la
única en América Latina que contaba con
la oportunidad de ligarse por medio del
ferrocarril a una sociedad que
protagonizaba la segunda revolución
industrial (mapa VIII. 1). Y junto con la
canadiense eran las únicas en el mundo
en conectarse, por ese medio, con el más
grande mercado nacional creado por el
sistema capitalista en toda su historia.
3) La porción centro-oriental del norte fue
donde repercutieron estas relaciones. Su
posición geográfica facilitaba los vínculos
con el área de mayor desarrollo en la
América del Norte: la franja centro-este
de los Estados Unidos. Además, sus cuatro
puntos de entrada al sistema
norteamericano (El Paso, Eagle Pass,
Laredo y Brownsville) se encontraban en
Texas, uno de los estados con mayor
crecimiento económico y poblacional de
los Estados Unidos.
LOS RIELES DEBAJO DEL BRAVO
Si se observa con atención (mapa VIII. 2)
el trazado de las líneas férreas que se
establecieron en los siete estados
componentes del gran norte centro-
oriental 3 se podría concluir lo siguiente:
1) El trazado norte-sur dominaba este
espacio. Las líneas fundamentales
descendieron -como prolongación de los
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
224
sistemas estadounidense y texano-
formando visibles callejones en la
geografía mexicana:
Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y
Tamaulipas, en el extremo norte. Todos
colindantes con Texas. Durango, Zacatecas y
San Luis Potosí, en el interior.
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
225
2) Aunque muy importante, no fue Éste,
sin embargo, el único efecto o fruto del
trazado que se impulsó desde la década
de 1880. El mapa indica el surgimiento de
al menos dos cruciales nudos en el
entramado: Torreón y la comarca
lagunera (entre Coahuila y Durango) y
Monterrey (Nuevo León). Un tercer
eslabón de importancia aglutinaba Aguas
calientes y San Luis Potosí, más al sur.
3) La característica común de cada nudo
de comunicaciones provino de que una o
más de las grandes líneas lo cruzaban
hacia el sur (o hacia el norte). Pero,
paralelamente, Torreón, Monterrey y San
Luis Potosí atrajeron ramales horizontales
de innegable importancia. Mientras San
Luis Potosí y Aguascalientes se
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
226
conectaban al puerto de Tampico, Mon-
terrey y Torreón demarcaron entre sí el
más apretado tejido de conexiones del
norte: hubo un periodo en que tres líneas
competían por el tráfico que fluía entre las
fértiles tierras algodoneras de La Laguna y
la ciudad que instaló la primera planta
siderúrgica integrada de América Latina.
Además, gracias al Ferrocarril
Internacional(que descendía de Piedras
Negras/Eagle Pass), Torreón se vinculó a
la capital de Durango, en tanto que una de
sus salidas hacia Monterrey lo unía con
otra capital, Saltillo. Monterrey, por su
lado, al reforzar la integración de Tampico
a toda la red, abría otro conducto hacia el
Golfo.
4) Estos rieles horizontales -de este a
oeste- desempeñaron un papel muy
importante en la unificación de áreas
productivas situadas en el norte de
México. Junto con los ramales
menores(especialmente instalados para
penetrar o recorrer comarcas especificas
como las mineras, las forestales, las del
carbón o del algodón),cubrieron en
principio una función dinamizadora de la
actividad económica, aunque en no pocos
casos el riel sólo siguió al propio sistema
productivo.
5) Al circunscribir nuestro objeto de
estudio al gran norte centro-oriental,
mexicano, es imprescindible agregar el
sistema de rieles texano, por tres razones:
a) porque se trataba de una muy densa
red: para 1910 Texas sumaba más
kilómetros que todo México; 4 b) porque
sus ferrocarriles eran fundamentales para
enlazarse con rapidez al poderoso Este
industrial, al expansivo Medio Oeste
agropecuario ubicado bajo los Grandes
Lagos y a puertos tan estratégicos como
Galveston y Nueva Orleans; y c)porque las
actividades texanas -que de la ganadería y
el gran comercio pasaron a la agricultura y
después al petróleo- y sus sensibles
transformaciones demográficas
repercutían de múltiples maneras, debajo
del Bravo.
Hacia mediados de la década de 1870, Texas
sumaba alrededor de 3 000 kilómetros de vías.
Quince años después, en 1890, la red había
superado los 12 000. Mientras que en 1911
contaba con más de 22 000 kilómetros. Al
retirarse Porfirio Díaz, la red ferroviaria
mexicana se aproximaba a los 20 000
kilómetros. S. G. Reed, A History of the Texas
Railroads, Nueva York, Arno Press, 198 1, p.
517.
Aunque dependiente de las líneas
troncales, la red se bifurcó para enlazar
las zonas de mayor potencial productivo y
los centros urbanos y poblaciones
preponderantes: Chihuahua con Paso del
Norte (Ciudad Juárez),
Hacia mediados de la década de 1870, Texas
sumaba alrededor de 3 000 kilómetros de vías.
Quince años después, en 1890, la red había
superado los 12 000. Mientras que en 1911
contaba con más de 22 000 kilómetros. Al
retirarse Porfirio Díaz, la red ferroviaria
mexicana se aproximaba a los 20 000
kilómetros. S. G. Reed, A History of the Texas
Railroads, Nueva York, Arno Press, 198 1, p.
517.
Jiménez, Parral y Torreón; Torreón con
Piedras Negras, Monclova, Durango,
Fresnillo, Zacatecas, Aguascalientes,
Parras, Saltillo y Monterrey; Monterrey
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
227
con Nuevo Laredo, Lampazos, Matamoros,
Linares, Ciudad Victoria, San Luis Potosí y
Tampico; Tampico con San Luis Potosí y
Aguascalientes.
En fin: las comarcas productoras de
minerales (plomo, hierro, cobre, plata,
oro), de carbón, de algodón (fibra y
semilla), de maderas, de guayule, ixtle o
trigo, así como las ganaderas y citrícolas,
se vieron atravesadas, entrecruzadas o
tocadas por el camino de hierro. Su arribo
provocó alteraciones fundamentales en no
pocos lugares, o terminó de desatarlas en
otros. Si en La Laguna el ferrocarril llegó
después que el algodón; en la comarca
citrícola del sureste de Nuevo León se
perfiló como una de las causas especificas
para que los naranjos reemplazaran
cultivos y producciones más tradicionales
(maíz, caña de azúcar, piloncillo).
5 Mario Cerutti, Burguesía, capitales e industria
en el norte de México. Monterrey y ámbito
regional(1850-1910), México, Alianza Editorial/
Universidad Autónoma de Nuevo León, 1992,
cap. 4,
6 La producción especializada del algodón se
desenvolvió en la comarca lagunera desde co-
mienzos de la década de 1870, estimulada por
capitales mercantiles de Monterrey, Saltillo,
Durango, Chihuahua y la ciudad de México. El
ferrocarril, que arribó en la primera mitad de la
década de1880, amplió las posibilidades de
penetrar en los mercados textiles del centro de
México e indujo a multiplicar los cultivos.
Facilitó asimismo la instalación o expansión de
fábricas en Gómez Palacio y Torreón (entre las
que sobresalió la Compañía Industrial Jabonera
de la Laguna, que transformaba la semilla del
algodón). Véase Barragán y Mario Cerutti, Juan
Brittingham y la industria en México,
Monterrey, Urbis internacional, 1993; Cerutti,
"El prestamo prebancario en el noreste de Mé-
xico. Las actividades de los grandes
comerciantes de Monterrey (1855-1890)",en
Leonor Ludlow y Carlos Marichal (comps. ),
Banca y poder en México (1800-1925), México,
Enlace/Grijalbo, 198x; Cerutti, "Actividad
económica y grupos empresariales en el norte
de México a comienzos del siglo XX. El eje
Chihuahua-La Laguna-Monterrey", ponencia
presentada en el III Encuentro de Historia Eco-
nómica del Norte de México, Durango, mayo de
1993 (mimeografiado); Manuel Plana, 11 regno
del cotone in, Messico. La agraria de La Laguna
(1885-1910), Milán, Franco Ángel editores
1984. 7 Sobre los cambios en los cultivos que se
dieron en esta porción del estado de Nuevo
León y sobre el desenvolvimiento de la
citricultura, puede consultarse José Antonio
Olvera Sandoval, 'La citricultura en
Montemorelos. Sus inicios (1890-1910)", en
Mario Cerutti (coord ), Monterrey. Nuevo León,
el Noreste. Siete estudios históricos,
Monterrey, Universidad Autónoma de Nuevo
León,1987:"El Valle del Pilón: riego, producción
e impactos sodoeconómicos (1880-1910)", en
Ceruritti (comp. ),Agua, tierra y capital en el
noreste de México. La región citrícola de Nueva
León (1850-1940), Monterrey, Universidad
Autónoma de Nuevo León, 1991; y "Agricultura,
riego y conflicto social en la región citrícola de
Nuevo León (1880-1910)", Siglo XIX Cuadernos
de Historia. Núm. 5. Universidad Autónoma
de Nuevo León/Instituto de Investigaciones Dr.
José María Luis Mora.
Fue un medio de comunicación y
transporte decisivo para que –pese al
vació demográfico norteño-se constituyera
debajo del Bravo un ágil mercado de
fuerza de trabajo. Monterrey, Torreón,
Gómez Palacio, la comarca algodonera,
zonas como las del carbón (en Coahuila),
vieron crecer de manera sostenida -y en
ciertos casos abrupta- su número de
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
228
habitantes. El ferrocarril poblaba algunas
áreas y vaciaba otras: los estados de San
Luis Potosí, Zacatecas y Durango
quedaron, así, convertidos en satélites por
una periferia más dinámica, y sus
hombres jóvenes partieron para ocuparse
en otras áreas del norte, o en Texas.
Las dos líneas ferroviarias que atravesaron
el norte centro-oriental - el Central y el
Nacional- formaron grandes callejones que
descendían desde los Estados Unidos y
convergían hacia el centro del país. Pero,
junto a ellas, hubo otras dos que, pese a
sus funciones internacionales y
nacionales-, desempeñaron un evidente
papel regional: el Ferrocarril del Golfo,
que unía Monterrey con el puerto de
Tampico, y el Ferrocarril Internacional,
que bajaba desde Piedras Negras a
Torreón y conectaba con la ciudad de
Durango. La última parte de esta síntesis
se dedicará a describir el Ferrocarril
Internacional y sus repercusiones.
EL FERROCARRIL
INTERNACIONAL (1884-1910)
Juan Felipe Leal y Antonio Gálvez
escribieron lo siguiente sobre esta
importante vía:
La ruta concedida al Ferrocarril
Internacional Mexicano es una de las más
estratégicas de la época. Su sección norte
cruza una rica región carbonífera y
metalúrgica; su sección central comunica
una progresista zona agrícola -La Laguna-
con un naciente centro industrial
(Monterrey); su sección sur atraviesa una
comarca minera de primera importancia:
Durango.
febrero de 1993. Véase también Verónica
Sieglin,"la formación de la burguesía citrícola en
Nuevo León (1920-1935)",en Monterrey, Nuevo
León, el Noreste, op. cit., y "Agua,
acumulación de capital y burguesía en la región
citrícola de Nuevo León (1900-1934)", en Agua,
tierra y capital, op. cit. , Una mirada a la
actividad empresarial que sustentó la
producción especializada de cítricos -con el
objetivo de abastecer el mercado
estadounidense- puede encontrarse en Juan
Antonio Vázquez Juárez y Miguel González
Quiroga, "Capitalistas norteamericanos en
Monterrey: Joseph A. Robertson", en
Monterrey, Nuern León, el Noreste, op. cit.
7 Juan Felipe Leal y Antonio Gálvez Guzzy,
"Grupos empresariales en los ferrocarriles
mexicanos: el consorcio Southern Pacific-Union
Pacific (1880-1914)",Revista Mexicana de
Ciencias Políticas y Sociales, vol. 82,
Universidad Nacional Autónoma de México,
1975, p. 93.
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
229
Vinculado al imperio constituido por el
magnate Colis Potter Huntington y a la
poderosa red del Southern Pacific (que
tras descender por California cruzaba todo
el sur de los Estados Unidos hasta tocar
Galveston y Nueva Orleáns), el
Internacional habilitó su primer tramo en
marzo de 1884: casi 240 kilómetros entre
Piedras Negras y Monclova, en pleno
desierto coahuilense. Su evolución queda
indicada en el cuadro VIII. 1.
Para el año de 1909, el total de las líneas
troncales sumaba 985. 9 kilómetros,
mientras que los ramales ascendían a 470.
3, es decir, casi 50% del total de
kilómetros en explotación. De acuerdo con
la división mencionada, se deben de haber
considerado como troncales los trayectos
Piedras Negras-Torreón-Durango (869. 7
kilómetros) y Reata-Monterrey (116. 4).
Por otra parte, entre los ramales (mapa
VIII. 3) se incluían los mencionados en el
cuadro VIII. 2.
Si bien hacia 1886 -cuando sus rieles
apenas cubrían un tramo de Coahuila- la
empresa dijo tener una carga total de
poco más de 55 000 toneladas, para 1902
había superado el millón anual y en
vísperas de la Revolución se aproximaba a
los dos millones de toneladas (véase el
cuadro VIII. 3).
Es interesante remarcar los componentes
básicos de lo que transportaban sus
vagones. El concepto central, en peso,
era -como podría suponerse- el grupo de
minerales. Pero una parte sustantiva de
ese sector era ocupada por el carbón,
destinado centralmente al consumo
interno.
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
230
Destacaban asimismo los productos
agrícolas, la madera y el ganado. Entre
los primeros sobresalían con amplitud los
cereales y el algodón (y su semilla). El
ganado vacuno era el fundamental del
sector pecuario. Una llamativa
participación mostraban artículos que
suponían la transformación industrial:
harina, aceite, azúcar.
Un segmento que requeriría un análisis
particular es el que se denominaba
maquinaria: además de señalar una
participación evidente en el tráfico, podría
indicar transformaciones importantes en el
aparato productivo y en la incorporación
de tecnología que propiciaba el ferrocarril.
Lejos estaba dicha carga de mostrar -o
demostrar- que el Internacional fuera un
simple acopiador de materias primas para
la economía estadounidense. Menos aún,
por cierto, que funcionara corno un simple
generador de enclaves productivos
incomunicados entre sí y con el resto de
una economía que -por el contrario-
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
231
tendía a adoptar un entramado nacional.
Los primeros consumidores del carbón de
Coahuila eran los propios ferrocarriles y
las plantas de función de Monterrey,
Aguascalientes, San Luis Potosí y
Chihuahua.
La Laguna, hacia fines de siglo, no sólo
producía casi 75% del algodón mexicano,
sino que virtualmente la totalidad de la
fibra se destinaba a las fábricas textiles de
Orizaba, Puebla, el valle de México,
Coahuila, Durango y Monterrey.
La semilla de algodón era transformada en
una elevada proporción en aceite, jabón y
glicerina por la Compañía Industrial
Jabonera de La Laguna (Gómez Palacio), a
la que estaban asociados los propios agri-
cultores de la comarca regada por los ríos
Nazas y Aguanaval. Más de 90% de la
producción jabonera (que incluya
alimentos para animales y pasta aceitosa
para transformación industrial) convergía
hacia un mercado interno en pleno
proceso de articulación y desarrollo.
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
232
La totalidad del mineral de hierro que
brotaba del cerro de Mercado, en las
inmediaciones de la ciudad de Durango,
era empleado por la Compañía Fundidora
de Fierro y Acero de Monterrey, la más
grande planta siderúrgica creada por
capitales privados en América Latina hasta
la segunda Guerra Mundial (y que
producía exclusivamente para el mercado
mexicano).
Los minerales plomosos y cupríferos -con
componentes variables de oro y de plata-
eran cargados rumbo a las mismas
plantas de metalurgia, donde después de
ser convertidos en metales marchaban
hacia la exportación.
Las instalaciones mineras, brotes fabriles
como los de Monterrey y Torreón, y el
proceso de urbanización que se vivía en
diferentes estados, por su lado, gestaban
fuertes demandas de maderos y, por ello,
estimulaban la explotación intensiva de la
ladera oriental de la Sierra Madre
Occidental.
En cuanto a pasajeros, su número subió
de unos 10 000 en 1886 a. poco menos de
500 000 en 1907. Obsérvese en el cuadro
VIII. 3 la alta proporción de pasajeros de
tercera clase: podría considerarse un indi-
cador más sobre la circulación de fuerza
de trabajo que se manifestaba en el norte
oriental del país, zona en la que el
mercado de trabajo libre operaba de
manera nítida en los años iniciales del
siglo XX.
COMENTARIOS FINALES
El tendido de ferrocarriles como el
Internacional respondió y -a la vez-activó,
en el norte mexicano, una clara división
del trabajo, que podría manifestarse ya
entre zonas productivas, ya entre
empresas.
Ejemplos de lo primero serían la cuenca
del carbón, en el valle del río Sabinas y
sus alrededores; la comarca algodonera
bañada por ríos que bajaban de la Sierra
Madre Occidental, y la zona citrícola del
sureste de Nuevo León. Casos de
empresas de alta especialización, que
gestaban enormes demandas de materias
primas dentro del mismo norte, eran
las plantas de metalurgia pesada de
Monterrey, la Compañía Jabonera de La
Laguna, la Vidriera Monterrey o Cementos
Hidalgo (ubicada a pocos kilómetros de
Monterrey). Sus productos podían
orientarse hacia el mercado
estadounidense (plomo, cobre, alimentos
para animales) o al nacional (hierro y
acero, cemento, vidrio, jabón, glicerina).
9 Cerutti, 'División capitalista de la producción,
industrias y mercados interior. Un estudio
regional: Monterrey (1890-1910)", en El siglo
XIX en
México. Cinco pesos regionales, México, Claver
Latinoamericanas, 198`
FERROCARRILES Y ACTIVIDAD PRODUCTIVA EN EL NORTE DE MÉXICO, 1880-1910
INVERSIONES EXTRANJERAS Y DIVISIÓN DEL TRABAJO AL SUR DEL RÍO BRAVO__
233
El tendido de los ferrocarriles imprimió
dinamismo y mayor eficacia a estas
relaciones, multiplicó los intercambios (en
especial entre propietarios y dueños del
capital) e hizo crecer de manera abrupta
los multiplicadores y eslabonamientos
productivos. Al unir el gran norte Centro-
oriental con el mercado estadounidense, y
al integrar con mayor solidez espacios
interregionales que pugnaban por
convertirse en mercado nacional, el
ferrocarril propició un conjunto de
transformaciones que habrían de pesar
largamente en la economía mexicana del
siglo XX.
Que la instalación de los ferrocarriles
fuese resultado de inversiones extranjeras
no autorizaría, por lo tanto, a usar -y
menos a imponer- el concepto de enclave
para analizar el comportamiento de buena
parte de la economía mexicana durante
los años previos a la primera Guerra
Mundial.
10 Carlos González Herrera y Ricardo León
describen la repercusión que sobre la actividad
productiva de Chihuahua tuvo el tendido del
Ferrocarril Central (propiciado, por cierto, por
los grupos propietarios más sobresalientes del
estado). "Entre las actividades económicas que
se reactivaron o fueron creadas gracias a la
puesta en marcha del Central", señalan esos
autores, se encontraban: 1) la exportación de
ganado en pie a Chicago, Kansas City y en
general a todo el mercado del Medio Oeste de
los Estados Unidos; 2) la entrada directa al
mercado de la carne en la ciudad de México,
primero con animales en pie, y posteriormente
con carne congelada; 3) integración al mercado
de los cueros de la ciudad guanajuatense, de
León; 4) exportación de minerales y creación
del complejo de fundidoras y refinadoras de la
American Smelting and Refining Co. en
Aguascalientes, Chihuahua y El Paso; 5) venta
de granos provenientes de las haciendas del sur
de Chihuahua en los mercados del centro del
país; 6) especialización creciente de la
producción agrícola (forraje, granos, etc. ); 7)
aprovechamiento intensivo del guayule y su
transporte a Torreón, donde funcionaba la
Continental Mexican Ribber Co. ; 8) creación y
consolidación de las industrias de la cerveza y
las textiles, González y León, "Los sueños de
grandeza viajan en tren", ponencia presentada
en el XI Encuentro sobre la Formación del
Capitalismo en México, Mérida, diciembre de
1992 (mimeografiado).
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
234
Finalmente después de la revolución de
Ayutla, la Ley Juárez del 22 de noviembre
de 1855 repercutió duramente en los
fueros del ejército al mismo tiempo que en
las exenciones de que gozaba la Iglesia,
restando a sus respectivos tribunales lo
esencial de las causas civiles que les
competían. Se preveía la ulterior
supresión de esos tribunales, como lo
acababa de decretar esa misma ley en el
caso de otros tribunales particulares
heredados del virreinato.
Este primer paso fue decisivo -nunca se
volvió atrás- y fue seguido por otros
varios, sobre todo la Ley Lerdo del 25 de
junio de 1856 (que precedía a la
constitución de 1857 y a las leyes de
1859): suprimía los bienes raíces de la
Iglesia que por lo tanto tenía que enajenar
sus bienes -punto esencial-
Vinieron después especialmente las de las
comunidades indígenas que (por
una enmienda) debían repartir sus tierras,
pues se pensaba que con el acceso a la
propiedad individual, los indios se
convertirían en ciudadanos de pleno
derecho. Pero había sin duda también,
consciente o inconscientemente, objetivos
menos confesables en algunos de los
seguidores de los liberales: pequeños y
grandes propietarios de bienes raíces -
¡grandes sobre todo! esperaban poder
adquirir a bajo precio los bienes de la
Iglesia, puestos "en libre circulación" y
eventualmente, obligar a los indígenas a
trabajar para ellos, privándolos de sus
tierras. El hecho es que a pesar de las
demandas del constituyente Arriaga las
leyes no alcanzaron a las grandes propie-
dades de laicos.
Las medidas provocaron una nueva y
terrible guerra civil entre "mochos" y
"chinacos", combatiendo éstos con pasión
por la "Libertad y el Progreso". Mientras
que los primeros, al grito de '"Religión y
fueros". Llevaban una cruzada contra los
impíos. En las filas de unos y otros había
también hombres de presa y hasta
bandidos que, amparados por el color
político, pillaban sea iglesias y conventos,
sea los bienes a la vista de los liberales:
además, comunidades indígenas de los
estados de México, Michoacán, Jalisco.
Querétaro, Puebla y Veracruz (1856) se
sublevaban contra la aplicación de la Ley
Lerdo, mientras que en el estado de
Morelos los peones de hacienda
reclamaban alzas saláriales con las armas
en la mano.
Fuertes con los poderosos recursos de la
Iglesia mexicana, apoyados en el ejército
regular y en las zonas más pobladas y
ricas del centro, parecía que los
conservadores triunfarían. Pero los
liberales contaban con el sostén de los
Estados Unidos del Norte que siempre les
habían sido favorables. El gobierno liberal
de Juárez, reconocido por ellos en 1859
contra su rival, pudo recibir fácilmente las
armas y los fondos que llegaban para los
"chinacos` desde el norte del país y desde
las costas, principalmente. Acosado por el
adversario, Juárez tuvo que embarcarse
"CONSERVADORES Y LIBERALES EN MÉXICO"
Francois Chevalier
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
235
en la costa del Pacífico. A su regreso por
mar a Veracruz, donde se encontraba el
gobierno liberal, sus aliados lo sacaron de
un mal paso al arrestar en aguas
mexicanas, como " piratas ' a los barcos
que los conservadores habían comprado
en la Habana para bloquear la ciudad, ya
sitiada por tierra (6 de marzo de 1869).
Volviendo a tomar la ofensiva, los liberales
dispersaron al adversario en Calpulalpan.
cerca de la ciudad de México, asestando al
ejército de oficio un golpe del cual no se
recuperaría jamás (22 de diciembre
1860). Durante la intervención francesa y
la guerra de Secesión, Juárez se
enfrentaría a la adversidad esperando el
fin de la guerra civil en los Estados
Unidos, para recobrar entonces el terreno
perdido y alcanzar en 1867 la victoria
definitiva del partido de la reforma.
Al margen de este movimiento liberal
clásico que dio origen a las leyes de la
reforma y que iba a triunfar, existían
también en México tendencias que podrían
clasificarse como sociales o preagraristas,
cuya tradición se remontaba hacia el final
de la época española.
Desde 1822 el mexicano Severo
Maldonado. Traductor de Rousseau. podía
escribir: "Americanos, desengañaos, no es
la metafísica de la ciencia social,
consignada en esos fárragos despreciables
llamados constituciones políticas, la que
ha de hacer libres a los pueblos; sino la
repartición de los bienes, que son los
únicos medios con que se conserva,
defiende y sostiene la libertad. Pues el
que carece de ellos, de grado o por fuerza.
. . se arrastra. . . en presencia del rico
que puede socorrerle. La ignorancia. . .
la miseria, ved aquí las dos palancas
indefectibles de que se vale el
despotismo... "Preveía la división de las
grandes propiedades, aun las civiles, y
una ley agraria apoyada por un banco
cuyo capital se constituiría con los bienes
de la Iglesia.
Después de Abad y Queipo, las ideas
contrarias a los latifundios fueron
representadas de diversas maneras por
Maldonado, Mariano Otero, Tadeo Ortiz
etc. , y encontraron en Ponciano Arriaga
su mejor portavoz en las discusiones
sostenidas en el Congreso durante la
redacción de la constitución de 1857, sin
ningún éxito puesto que su intento eran
sin duda prematuro en el medio liberal de
la época. Pero más que a los juristas o a
los teóricos, queremos referirnos aquí a
aquellos mucho menos conocidos que
obtuvieron localmente algunos resultados
prácticos en ese campo.
Tal es el curioso caso de Francisco García.
Discípulo de Maldonado y gobernador
liberal del estado de Zacatecas de 1829 a
1835. Sobre el que M. Chávez Orozco ha
llamado nuestra atención. Apodado
afectuosamente “Tatapachito" por los
campesinos, dividió una serie de
haciendas entre modestos cultivadores y
creó varios municipios libres que parecen
estar en el origen de los grupos de
pequeños propietarios implantados en el
suroeste de esa provincia.
De indigenista se podría calificar a ese
general Álvarez ya citado por sus
chinacos, mulato apodado "el patriarca del
sur", que gozaba de gran influencia entre
los indios y campesinos del suroeste
(actual estado de Guerrero). Denunciaba
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
236
sin descanso los abusos y exacciones que
sufrían las comunidades rurales a manos
de los propietarios y de sus cómplices, las
autoridades locales. Defendía sus tierras
y sus aguas, se esforzaba en que se les
hiciera justicia y a veces se declaraba
directamente en favor de los oprimidos en
un tiempo en que privados de la
protección de las antiguas leyes, las
haciendas despojaban más que nunca a
los indígenas. Así pacífico en esta zona,
especialmente en 1842-43. Los
levantamientos agrarios". Tan frecuentes
en otros lugares y tan severamente
reprimidos en el siglo XIX, aún por
personalidades liberales consideradas
generalmente como las más favorables a
los indios y a la gente humilde.
Se distinguen en México otras iniciativas
de ese género. Olvidadas hoy y quizás
desconocidas en su tiempo, por parte de
algunos hombres cuya residencia o
funciones los ponían en contacto directo
con la triste realidad de las comunidades
campesinas, privadas de tierras en
hombre de los grandes principios -
generalmente proclamados de buena fe-
de la libertad económica y de la igualdad
de las condiciones jurídicas.
¿Quién pues sostenía en México al partido
liberal?
Primero los abogados. Que generalmente
constituían la gran mayoría de los
diputados liberales en la Cámara, en
especial en la que voto las leyes de
reforma y la constitución de 1857. La
mayor parte de los juristas admiraban a
los enciclopedistas, a Rousseau. a Adam
Smith y a sus continuadores del siglo XIX
(sobre todo a Benjamín Constant), así
como casi todos los funcionarios y
burócratas mal pagados, a menudo
también licenciados en derecho; miembros
de las profesiones liberales, periodistas:
sobre todo los profesores y alumnos de los
"institutos" que habían remplazado a los
colegios de jesuitas y que eran rivales de
los antiguos seminarios de enseñanza
obsoleta.
Deberían conocerse mejor esos institutos
ya que muchos eran verdaderos centros
de irradiación de las ideas liberales, como
los de las ciudades mineras de Zacatecas
y Guanajuato: también el de Guadalajara,
fundado en 1827 por el gobernador
Prisciliano Sánchez "oficialmente para
propagar las luces" y a-4 donde en 1830
un profesor francés, admirador de
Rousseau. Ese "Otro Newton" (opuesto a
las glorias “falsas de Luis XIV”) exaltaba
en un discurso al mismo tiempo que la
nueva pedagogía, todos los grandes
principios que serían inspiración del
liberalismo mexicano más avanzado; con
la supresión de los bienes inalienables
preconizaba ya la escuela para todos,
muchachos y muchachas. y la "enseñanza
técnica" que haría retroceder la esclavitud
propiciada por el atraso de la agricultura y
por la ausencia de carreteras. Igualmente.
y sobre todo. El Instituto de Ciencias y
Arte de Oaxaca, por cierto de origen
religioso, del que salieron
10 Francisco Severo Maldonado. El fanal del
imperio mexicano. México. Impr de LLHH
Morán. 1822. Vol II p. 179
" Juan Álvarez. Manifestó que dirige a la nación
el general Juan Álvarez, con motivo de la
representación calumniosa que unos emigrados
de la villa de Chilapa hicieron a la auqusta Cá-
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
237
mara de Diputados en febrero último. México.
1 Cumplido. 1845. 180 p
según recuerda Justo Sierra, promociones
enteras de jóvenes y ardientes liberales,
desde Juárez a Porfirio Díaz, con seis
ministros y ocho diputados constituyentes
de 1857.
Por eso decía el general francés Lorencez.
Del cuerpo expedicionario, que había
venido a combatir a hombres jóvenes que
representaban al porvenir, para defender
a viejos y viejas ideas. De hecho, el
mejor cerebro del partido conservador
Alamán había muerto en 1853 y los
demás representantes influyentes de esta
tendencia eran casi todos gente entrada
en años en tiempos de la reforma y de la
intervención como lo hace notar M.
González Navarro.
Estos jóvenes liberales de tendencias
radicales, calificados entonces como los
"puros" en oposición a los "'moderados'",
pertenecían en su mayoría a la pequeña
burguesía, casi siempre provinciana y
mestiza. ¿Se distinguen de los liberales
de Europa, como creen Reyes Heroles y
Miranda. Por un espíritu particularmente
realista, antidogmático y vuelto hacia lo
concreto? Poniendo aparte a Juárez, por lo
menos nos preguntamos si no fue una
cierta inexperiencia la que llevó a algunos
de esos liberales a aplicar demasiado
literalmente la teoría y las ideas. A ese
respecto, habría que saber exactamente
quien (¿de los librecambistas?) fue
responsable del abandonó en que cayeron
los empeños de Alamán por ayudar a una
industria naciente (cuando en los Estados
Unidos liberales se procedía muy de otra
manera frente a la competencia inglesa).
Habría también que comprobar hasta qué
punto esos hombres de buena fe aplicaron
la legislación en las tierras de las
comunidades indias, cuyo efecto fue sobre
todo el de librarlas a la codicia de los
propietarios. Pero es demasiado fácil, a
posteriori, reconocer los errores; esos
problemas parecían entonces secundarios
junto a los que se referían al poder
temporal de la Iglesia, que eran los
esenciales.
Otra categoría de los liberales estaba
representada por los latifundistas. Criollos
o no, tardíamente influidos por los
enciclopedistas y sus continuadores a
menudo antiespañoles, que seguían la
tradición de los hombres "ilustrados" de la
independencia. El presidente Comonfort
era uno de ellos. Aunque fuera
inconscientemente, sus metas no siempre
eran desinteresadas puesto que tenían
todo por ganar con la secularización de los
codiciados bienes del clero. ¿La
aprovecharon ampliamente, junto con
comerciantes y extranjeros a veces de
origen protestante, menos sensibles a las
excomuniones de la Iglesia? He ahí un
balance que debería hacerse, así como el
de las tierras de las comunidades o de las
cofradías indígenas que, recién repartidas
o puestas en venta, adquirieron ellos y
también sin duda (¿en qué medida?)
pequeños burgueses mestizos, tenderos,
usureros, traficantes de ganado o
ganaderos pueblerinos. Estos últimos eran
por cierto los más peligrosos para las
comunidades porque en lugar de
explotarlos desde el exterior, dejándolos
subsistir mal que bien al margen de las
haciendas, tendían a sustituirlas, a
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
238
desorganizarlas y a destruirlas, como
puede comprobarse a lo largo de la
historia y a veces también en nuestros
días.
De hecho, uno de los jefes "hacheros" más
violento contra el clero fue Rojas.
Comprador de un sencillo rancho situado
en tierras eclesiásticas, en Jalisco. Pero
estos modestos compradores mestizos son
visiblemente una excepción, siendo
seguramente mucho más numerosos
como se verá, cuando se trataba de
adquirir bienes urbanos de la Iglesia y
quizá también cuando eran tierras de
indios.
En tales condiciones, hubiera sido muy
difícil tomar medidas contra los
latifundios, pues es de imaginarse que los
argumentos esgrimidos por pensadores
como Ponciano Arriaga tenían poco peso
junto a los intereses de los hacendados
liberales, algunos de les cuales -según
documentos de M. Chávez Orozco-
recurrieron al ejemplo de los Estados
Unidos esclavistas para justificar el
vasallaje de sus peones indios!.
12 Pedro Lissaute. ' Discurso pronunciado en la
solemnidad del tercer aniversario del Instituto
Jalisco por Guadalajara. 1830
Fuera de esos propietarios dispuestos a
redondear sus tierras, la secularización de
los bienes del clero interesaba también a
todos los que deseaban adquirir inmuebles
a buen precio, en especial edificios
urbanos, y que frecuentemente eran
comerciantes. Según parece. Estos
constituían una clase holgada,
relativamente numerosa que la sociedad
criolla y aristocrática hacia de lado (por lo
menos en la primera generación), en
razón de los prejuicios contra los negocios
que conservaban desde que en 1779
habían perdido sus privilegios. Estos
comerciantes, que a veces también eran
prestamistas, apoyaban el régimen de
libertad económica que les permitía
importar de Inglaterra y Europa
mercancías de excelente calidad a precios
ventajosos, al contrario de los industriales
y propietarios de las fábricas de tejidos,
quienes favorecían el proteccionismo de
los conservadores. En un nivel menor, los
tenderos mestizos mostraban las mismas
simpatías.
Desde la expulsión de los españoles
muchos comerciantes acomodados y
mineros eran extranjeros, generalmente
de tendencias liberales, por lo menos en
relación a los conservadores mexicanos.
En vísperas de la intervención francesa,
México contaba con diecinueve
importantes tiendas de “'novedades”
pertenecientes a franceses y el resto del
país tenía veinticinco, sin contar las otras
categorías de negocios. Se encuentran ya
ahí los apellidos de familias originarias de
la Barcelonette, que poseen aún hoy
grandes establecimientos del mismo
género. Su principal periódico en lengua
francesa, le Trait d’union, era liberal, y es
significativo que todos tomen partido,
según parece, contra la intervención. Por
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
239
eso fueron perseguidos por los conserva-
dores y protegidos por Juárez.
La opinión de los súbditos británicos
aparece igualmente en un manifiesto
dirigido al ministro de Gran Bretaña, que
reproduce entre otras muchas, treinta
firmas de los principales comerciantes
ingleses de México, en el que protestan
por las matanzas de liberales y los malos
tratos de los cuales ellos mismos fueron
víctimas el 11 de abril de 1859, por parte
del jefe conservador Márquez.
En aquel entonces el oficio de comerciante
obligaba al negociante o a sus empleados
a viajar mucho, practicando a veces una
especie de venta ambulante. Sus
relaciones con los puertos eran
frecuentes, sobre todo con el más
importante, Veracruz, donde tenían
agentes que pagaban los derechos adua-
nales y encaminaban las mercancías y
donde las casas de importación -
exportación tenían su sede. Este puerto
que vivía sobre todo del comercio con los
ingleses, y después con los franceses y los
americanos del norte, era por lo mismo la
ciudad liberal por excelencia. En épocas de
disturbios, constituía un notable triunfo
para los liberales a los que acogía
gustosamente al igual que Tampico.
Matamoros y los puertos secundarios que
contaban con los recursos de las aduanas,
cuyos derechos representaron durante
mucho tiempo un ingreso esencial para los
gobiernos, aunque fueran de tendencias
librecambistas.
El partido liberal incluía además mucha
gente humilde que no pertenecía a la
órbita de la iglesia, o que quería salirse de
ella; sobre todo artesanos mestizos,
empleados y miembros de las diversas y
modestas corporaciones de oficios de las
ciudades y pueblos, a los que habría que
añadir en la ciudad de México a algunos
obreros y artesanos franceses, liberales de
avanzada o socialistas expulsados después
de la revolución de 1848. Sería
interesante ver en que medida esta
categoría de ciudadanos fue compradora
de edificios, tiendas, talleres y otros
bienes raíces urbanos de la Iglesia de la
cual algunos eran seguramente
arrendatarios.
Además de Veracruz y de los puertos los
liberales disponían de otro triunfo
importante; los respaldaban las vastas
provincias septentrionales. Estaban
relativamente poco pobladas, cierto, y no
contaban entonces con ciudades
comparables a las del centro, pero su
misma extensión era una salvaguarda en
un tiempo en que todavía no existían los
ferrocarriles. En parte áridas las recorrían
bandas de indios nómadas. Inasimilables
y peligrosos, pero en vías de extinción
desde la mitad del siglo XIX. Los
habitantes casi todos descendientes de
españoles y mestizos, eran rancheros
semindependientes que practicaban la cría
intensiva. Ni siquiera en las grandes
haciendas existía el vasallaje como en el
sur. Tampoco se encontraban ricos con-
ventos, ni curas bien provistas de rentas.
La influencia de la iglesia era escasa y los
hombres del norte eran gustosamente
anticlericales. Debido a la lejanía de la
capital, tenían a veces mayor relación con
los Estados Unidos, cuyo liberalismo
promovía imitadores no obstante las
incomprensiones entre gente tan diferente
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
240
y los resentimientos derivados de las
recientes pérdidas territoriales. En fin los
hombres del norte de carácter
independiente, rechazaban la
centralización preconizada por los
conservadores. Aspiraban a la autonomía
municipal (y provincial), de acuerdo con la
vieja tradición española y siguiendo el
ejemplo de los Estados Unidos: eran
federalistas convencidos, como lo eran los
liberales de la ciudad de México.
En las luchas entre conservadores y
liberales, el apoyo de los puertos y de la
frontera norte representaba para los
segundos una considerable ventaja en el
abastecimiento de armas y municiones,
que Juárez supo aprovechar con la
voluntad de vencer de la que no desistió ni
en los peores momentos de la guerra.
En cuanto a Yucatán, era
mayoritariamente liberal: pero el terrible
levantamiento de las poblaciones mayas,
que por poco barre con los blancos, lo
había hecho extremadamente desconfiado
hacia los indígenas.
13 Representaciones que los súbditos ingleses
hacen al Sr. Ministro de S. M. B en esta capital
a consecuencia de los asesinatos hechos en
Tacubaya el día 11 de abril México,
1859. 14 p.
En este esbozo de la geografía política de
México hay que tener en cuenta,
finalmente, las zonas de influencia de
algunas personalidades fuertes, de
caciques cuya autoridad sustituía a la del
gobierno y que en caso de conflicto ponían
los recursos locales al servicio del campo
escogido por el amo. Habría que conocer
mejor estos pequeños estados dentro del
estado, levantar el mapa no siempre
efímero (algunas veces duradero). En
bastantes ocasiones las luchas entre
"mochos" y "chinacos" aparecerían ahí
como una especie de guerras privadas.
Los partidarios de los segundos no eran
menos numerosos que los que apoyaban a
los primeros (¡parecería natural que un
cacique fuese federalista y no unitario!).
En el norte, estaban Canales, Vidaurri -el
"centauro" que cambió después de campo-
; en el estado de Guanajuato, Doblado; en
el de Guerrero, el viejo General Álvarez,
mulato y defensor de las tierras de
campesinos e indios que lo seguían
ciegamente (como en otras partes seguían
a Lozada, el cacique ' mocho" de Nayarit)
y otros caciques chinacos, apenas
localizados aún, en el sur del estado de
Jalisco, en los de Zacatecas y Sinaloa, en
el de Tabasco. . es decir, en general, en
las zonas de población mestiza.
Un numeroso movimiento liberal cubría
pues la mayor parte del país, pero no la
más poblada ni la más rica del México
central, donde a pesar de la presencia de
partidarios convencidos y activos -la
directiva del partido- encontraba sus
límites en la influencia de la Iglesia, ligada
a la existencia de densas poblaciones
indígenas, las cuales no por ser casi
extrañas a las luchas, gravitaban menos
en su órbita.
El movimiento mestizo, al contrario, era
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
241
muy importante dentro del movimiento
liberal; junto a un sector criollo
numéricamente débil pero influyente:
rancheros y mineros de las vastas
provincias septentrionales, gente de las
tierras calientes y de las zonas costeras
(casi vacías de comunidades indias).
Pequeña burguesía de las ciudades,
modestos comerciantes de los pueblos de
todo el país... que directa o
indirectamente, intervinieron en las
guerras de reforma mucho más que en la
de independencia. De ahí, principalmente
durante "la guerra de tres años" (1858-
60), que existiese una cierta convergencia
hacia el centro en los ataques liberales de
la periferia, y las reacciones en sentido
contrario de los conservadores.
Pero habría que tener cuidado y no pensar
que la creciente participación de los
mestizos creara, por sí sola, una fuerte
tendencia "indigenista" en el movimiento
liberal -con pequeñas excepciones, como
por ejemplo un Álvarez-, pues una
reacción psicológica lleva a menudo al
mestizo a diferenciarse lo más posible del
indio con el se codea de más cerca.
Frente a este último, la "gente de razón"
se solidarizaba habitualmente con el
criollo (envidiado, cierto, pero
frecuentemente imitado). Por lo menos
en un tiempo en que se temían
levantamientos indígenas que los mismos
liberales reprimían severamente.
La intervención francesa y el imperio,
contribuirían por rechazo a modificar
profundamente la geografía y el equilibrio
de las fuerzas políticas presentes. Como
durante cualquier ocupación extranjera
(aun cuando el cuerpo expedicionario no
permaneciera en el país), la francesa no
tardó en provocar reacciones populares
que convirtieron la asistencia liberal en un
verdadero movimiento nacional en contra
de una imposición llegada de fuera. El
partido conservador mexicano, que
parecía haber pactado con el extranjero;
quedó comprometido además por la
política liberal de Maximiliano, y hasta de
sus aliados franceses, que, al reconocer la
secularización de los bienes de la Iglesia
parecía demostrar ante todos la
imposibilidad de volver a la situación an-
terior. La notable tenacidad de Juárez y su
voluntad de vencer, en una situación que
al principio parecía desesperada, le
permitieron esperar el final de la guerra
de secesión, emprender la reconquista del
país y llegar a la victoria final de 1867. El
partido conservador no existía ya en su
forma tradicional. El triunfo de las ideas
liberales sería decisivo para el porvenir de
México.
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242
MEXICO: DEL ANTIGUO REGIMEN
A LA REVOLUCION MEXICANA
FRANCOIS-XAVIER GUERRA
CONCLUSIONES
1. EL PORFIRIATO: EL
REVELADOR DE UNA FICCIÓN
Es evidente que el régimen de Porfirio
Díaz no es una democracia –al menos en
la acepción que se le da a este terminó en
Europa y en Estados Unidos. Cualquier
observador de la vida política mexicana de
primeros de siglo lo hubiera aceptado sin
dificultad. Sin embargo, la reflexión de la
época sobre el porfiriato no cesa de
invocar esa cumbre del liberalismo
mexicano que es la Constitución de 1857.
Siempre en vigor, en lo esencial, bajo el
porfiriato, goza de una autoridad que no
soñaban en impugnar ni los partidarios, ni
los adversarios del régimen.
Sin embargo, ninguna de las disposiciones
que encierra esta Constitución es
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
243
verdaderamente respetada; ni las
libertades fundamentales del ciudadano ni
la libertad de sufragio, ni la separación de
poderes, ni la independencia de los
Estados. . . Surgida de la victoria liberal,
esta Constitución presenta un catálogo de
fines por alcanzar, propone más un
programa de transformaciones de la
sociedad que una reglamentación del
poder político. Esta separación entre la
sociedad y el texto de su ley suprema
engendra, mucho antes, que Díaz, la
"ficción" del régimen político mexicano.
Pasemos revista a algunas de sus
paradojas. La Constitución admite
únicamente la existencia de mexicanos.
Sin embargo, una parte considerable de la
sociedad está constituida por hombres que
se consideran indios y a los que todos los
demás tienen por tales. No admite más
que la propiedad individual, y, sin
embargo, en el campo, una buena parte
de las tierras pertenecen a cuerpos del
Antiguo Régimen, a los pueblos. Sus
disposiciones concernientes a la Iglesia
están marcadas con el sello de un
anticlericalismo patente. ¿Quién ignora,
sin embargo, que los católicos
practicantes constituyen la gran mayoría
de la población?
El sufragio es enteramente ficticio. Por
otra parte, siempre lo había sido. Pero,
en la época de Díaz, lo que se daba antes
en los hechos se convierte en una práctica
pública que todos aceptan. Las elecciones,
sistemáticamente ganadas por las
autoridades en el poder no habían sido
jamás más que la legitimación a posteriori
de un poder conquistado por otros
medios. Únicamente la división de las
élites políticas, o la debilidad del poder
central impedían anteriormente la
unanimidad de los "elegidos".
El federalismo no es menos formal. Es
Porfirio Díaz el que designa al candidato
que debe ser "electo" en cada Estado.
Una vez más, la novedad esta más en el
éxito de Díaz que en la originalidad de la
empresa. Todos los grandes hombres de
Estado mexicanos, expuestos a las
maniobras separatistas de los
gobernadores-caciques regionales, lo
habían intentado. Con resultados poco
concluyentes, por lo demás.
La división de poderes no existe. Los
parlamentarios y los jueces son
designados por el presidente. La docilidad
con la que siguen sus decisiones
personales es el testimonio político de un
poder por fin unificado a nivel nacional.
En la cúspide, constantemente reelegido,
se encuentra el presidente Porfirio Díaz.
Los poderes inmensos que detenta no se
los concede ninguna ley. La función
presidencial se ha repuesto de su
debilidad original. Ha acabado por sustituir
en el inconsciente colectivo la autoridad
de la que antes estaba aureolado el rey.
Esta lenta ascensión se ha concluido
aparentemente de la forma más feliz.
2. EL REGIMEN PORFIRISTA: LAS
ÉLITES LIBERALES EN EL PODER
Una constitución crónicamente violada por
el resurgimiento endémico de una antigua
realidad, tal es el marco en el que
evolucionan los actores visibles de la
política porfirista.
Pertenecen a dos tipos de generaciones;
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
244
por una parte la que participó en las
guerras civiles de mediados del siglo XIX
y, por tanto, en la lucha contra la
intervención extranjera; por otra, la
generación siguiente. En su inmensa ma-
yoría son liberales. Liberales triunfantes
instalados en el poder. Esta clase política
no es, sin embargo, homogénea. Hay una
dualidad de orígenes que coincide
parcialmente con la división de las
generaciones. A la primera pertenecen los
hombres que han comenzado su carrera
con las armas en las manos, como jefes
de guerrillas, generales oficiales de los
ejércitos liberales y republicanos.
Conocen bien el México rural, y las
complejidades de la vida política local les
son familiares. Gobernadores, jefes
militares, jefes políticos, son ellos los que
asumen la realidad del poder en los
Estados. A la segunda pertenecen sobre
todo los que han comenzado su carrera
con puestos civiles, los diputados
principalmente. Sin poder real, solamente
son una representación simbólica del
pueblo, pero representación
perfectamente real de los apoyos del
régimen, como son los clanes regionales,
los fieles, los grupos privilegiados.
Aunque esta dualidad se confirma en el
plan cultural, el nivel muy alto de cultura
de la clase política no deja de llamar la
atención del observador. En una sociedad
que cuenta con más de 80% de iletrados,
84% de los hombres políticos han hecho
estudios superiores. Las lagunas de
nuestra información inducen, ciertamente,
a relativizar un poco esta cifra. Sin
embargo, no deja de ser cierto que esta
calificación cultural es la primera carac-
terística de una clase política procedente
de las élites. El discriminante esencial de
la clase política preporfirista no es ni el
nivel de riqueza ni los orígenes de la
fortuna, sino la ideología. Hacendado no
quiere decir conservador, ni tampoco
liberal. Puesto que liberal, la clase política
porfirista es con apenas algunas
excepciones, católica no practicante o
anticlerical notoria. Son los vínculos y las
clientelas los que aseguran la cohesión del
conjunto. La artrosis progresiva de las
estructuras políticas, cerrando poco a poco
el acceso a los puestos públicos, mina, sin
embargo, esta cohesión. El acceso a estos
mismos puestos de gente surgida en
medios más acomodados y, por tanto,
menos aptos para ejercer los compromisos
necesarios con los actores sociales, actúa
en el mismo sentido.
3. VINCULOS Y SOLIDARIDADES
Nuestro estudio de los actores políticos
conduce a la estructura del poder real en
la sociedad. En las biografías de estos
hombres políticos, las palabras que se
repiten más a menudo, pues ninguna otra
podría convenir, son parentesco, amistad,
fidelidad, favor, desgracia, lealtad.
Palabras que remiten a una realidad que
se podría creer caduca. No deja de tener
analogías con la Roma clásica o con la
Edad Media mediterránea. En todo caso
es muy diferente a las formas políticas
que el mundo moderno supone o postula.
Se trata a veces de vínculos de hecho. Ni
deseados ni escogidos, nacen de la
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
245
pertenencia a una familia vasta, a una
comunidad social, como un pueblo o una
hacienda. En otras ocasiones, resultan de
una elección más o menos libre que
establece una relación permanente entre
dos personas: vínculos militares, amistad,
clientela. En estos dos tipos de relaciones
el poder es siempre personal. Su
extensión está en relación con la persona
que lo ejerce. Las divisiones no
distinguen a los diferentes miembros del
grupo, sino más bien a los diferentes
grupos. La sociedad mexicana de
principios del siglo XX, y a fortiori la del
siglo XIX, sigue siendo una sociedad de
actores colectivos de tipo antiguo. La
acción de estos hombres en el campo
social es una acción unitaria. Cada
conjunto está compuesto por hombres de
todos los orígenes, desde los más altos a
los más bajos.
El problema de la integración de estos
actores en el sistema moderno de poder
es permanente. La igualdad teórica ante
la ley, la distinción entre persona y cargo
fundamentan este sistema moderno. La
laboriosa articulación de estos dos mundos
heterogéneos engendra la mayoría de los
conflictos del Siglo XIX. El éxito de
Porfirio Díaz consiste en tejer un área
unificada en torno a fidelidades de
tiempos de guerra. Integra en ella a los
diferentes actores colectivos antiguos.
Al lado de estas solidaridades
fundamentales, están presentes también
otras, que hemos calificado de
"modernas". Su especificidad es
principalmente la adhesión libre a una
sociedad cuyo fin principal es pensar,
elaborar la opinión. La logia masónica es
indudablemente, su modelo más acabado.
Su peso en el mundo hispánico es
determinante. Antes de los partidos, son
las logias y las "sociedades de
pensamiento" las que definen las
corrientes políticas. En México, después de
la independencia, son las logias
"escocesas" y "yorkinas".
Formadas por individuos, estas sociedades
son teóricamente igualitarias; no hay
ninguna determinación social que
trastorne el trabajo de la razón. Socie-
dades voluntarias, se sitúan en los
antípodas de la sociedad de grupos tradi-
cional. Solitario, el individuo de Rousseau
puede convertirse en solidario. Pero estas
solidaridades, libremente contraídas, son
siempre vínculos revocables. El sentido
de la libertad se encuentra entonces
modificado. En la antigua sociedad, en la
que se empleaba de preferencia en plural
-las libertades-, se identificaba con los
fueros que designaban de hecho las
especificidades de cada actor colectivo.
Las "sociedades de pensamiento"
constituyen la matriz de la política
moderna. La nueva visión que dan de lo
social y de lo político explica, por su
expansión, los ritmos del siglos XIX
mexicano. ¿Debiéramos decir hispánico,
o, incluso, latino? La nueva visión del
hombre-individuo es la que da una o
cohesión profunda a la acción de los
"liberales". Este término designa, a falta
de otro más preciso, a los que han
adoptado este nuevo modelo cultural,
nacido de la Ilustración, que lleva a
término la Revolución francesa. El
hombre antiguo, sumergido en los
vínculos de las sociabilidades antiguas,
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
246
para ellos, no ha llegado todavía a la
dignidad del individuo. La acción que
deben realizar aquellos que lo han logrado
consistirá en romper esos vínculos.
De ahí las etapas que han seguido todos
los regímenes modernos del área latina:
1° la supresión jurídica de todos los fueros
y estatutos particulares;
2° la destrucción de las bases materiales
de todos los actores colectivos existentes:
venta de los bienes raíces, no solo de la
Iglesia, sino de las corporaciones civiles y,
por lo tanto, de los pueblos.
3° la lucha contra el sistema de valores
dominante en la sociedad, valores de los
que la Iglesia era la salvaguardia y la
piedra angular.
Los ministros ilustrados de los Borbones
habían iniciado ya este tipo de acción en
el siglo XVIII, que se conjuga después con
una ruptura política fundamentalmente, la
de legitimidad. La opinión, transmutada
en "Pueblo", se convierte en el principio
revolucionario que legitima los regímenes
políticos modernos. No podemos repetir
nuevamente aquí lo que hemos dicho a lo
largo de esta obra, con toda la prudencia
que requiere la utilización de un modelo
teórico. Éste, sin embargo, nos ha
permitido comprender el choque entre la
sociedad tradicional y las élites culturales,
muy minoritarias, ganadas por el concepto
“moderno” de la política.
La multiplicación de los lugares de
sociabilidad de esta nueva élite y la
ausencia de un modelo teórico rival,
favorecen el surgimiento del "pueblo"; es
decir, de los individuos que se tienen por
ciudadanos y que han abandonado, en
principio, los valores de la sociedad
tradicional. A este "pueblo" pertenece la
mayoría de los hombres políticos de la
primera mitad del siglo XIX. Se
distinguen entre ellos por el grado de
radicalismo con el que buscan la aplicación
de sus principios y por su actitud respecto
a la Iglesia. Esta es considerada como la
piedra angular de la antigua sociedad.
Ser liberal significará entonces haber
abandonado la Iglesia, si no la fe. Son
estos hombres los que, después de sentar
cabeza, forman las élites porfiristas.
Las formas de sociabilidad moderna
continúan, sin embargo, transmitiendo el
modelo social del que han surgido, y
desarrollándolo con ritmos diversos:
positivismo, radicalismo, socialismo,
anarquismo. Los grupos obreros nacientes
sacarán de ellas en ejemplo para su
organización. Esta expansión descendente
de la modernidad hacia el "nuevo pueblo"
es facilitada por el continum social,
todavía poco diferenciado, de las
ciudades.
4. LA DOBLE FICCIÓN: EL "PUEBLO" Y LA "NACÍON"
Hemos evocado hasta ahora algunos de
los problemas que planteaba la
coexistencia de dos mundos
heterogéneos. Con los análisis se
pretende esclarecer los conflictos que
nacen cuando la sociedad y el Estado no
están movidos por los mismos valores.
Toda la política remite a un problema de
legitimidad.
La búsqueda de legitimidad, he ahí la línea
maestra, la tensión constante del siglo XIX
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
247
mexicano. En su origen están las
revueltas de la independencia y la ruptura
con España. Por un lado, revueltas
sociales hechas en nombre de los
derechos tradicionales del reino y, por el
otro, la definición de una "nación". Las
insurrecciones de independencia fueron
progresivamente transformadas por las
élites criollas en revueltas del "pueblo"
contra la tiranía. Transformación lógica, ya
que esas élites eran la prolongación
periférica de las élites culturales europeas.
Pero su drama era que, fuera de ellas, no
había ni pueblo, ni nación, en el sentido
moderno del término.
Lo que existía era una sociedad de Antiguo
régimen con enclaves señoriales,
comunidades campesinas y sus
autoridades tradicionales, una Iglesia que
era, a la vez, el primer cuerpo de una
sociedad de estamentos, y un instrumento
del poder real. ¿Quién es ese "pueblo"
teórico? Aquellos que han adquirido un
baño de cultura moderna, los "elegidos",
las élites ilustradas, las que "piensan" y se
piensan como "la voz de la nación" según
el título de tantos periódicos liberales;
están también los jefes insurrectos,
aquellos que han mostrado con la acción
armada que son el pueblo que actúa. Son
éstos los actores reales del poder político
moderno, el "pueblo" real, aquel para
quien se hacen las constituciones.
No había más que un "pueblo", aquel que
formaban los raros individuos habían
interesado su opinión de ciudadanos. No
había más que una "nación", la que
definían las relaciones de fuerzas locales,
justificadas, después, por el discurso. Esta
doble ficción marca toda la realidad
latinoamericana contemporánea; es la que
asigna a las elites su doble misión:
construir una nación y crear un pueblo.
La construcción de un régimen político
estable no era por eso fácil. Primero,
había que reemplazar los equipos en el
poder. Puesto que la sociedad había sido
identificada con el pueblo, y el poder debía
surgir de la voluntad de este último.
¿Cómo "sacar" de la sociedad antigua,
formada por actores colectivos, el veto
individual y autónomo necesario para
legitimar el poder político? Al ser
necesariamente ficticias las elecciones, no
quedaban más que los mecanismos de
transferencia empleados cuando las
guerras de Independencia son "pueblo" los
que actúan y los que hablan en su
nombre. El mecanismo de los
pronunciamientos se convertía como en la
condición misma del funcionamiento del
régimen.
Soportable al principio en tanto que no
afectaba más que a las élites, este
mecanismo corría el peligro de extenderse
al conjunto de los actores sociales, aun a
los antiguos. Una parte de las elites
culturales estaba formada por los
poderosos de la antigua sociedad ganados
por las nuevas ideas. Estos últimos
estaban expuestos a la tentación de
transformar en voluntad del "pueblo" el
apoyo del que gozaban en fin sector de la
sociedad tradicional. Este caudillo -pues
de ello se trata- no es únicamente un jefe
de guerra poderoso a escala nacional, que
reúne según vínculos antiguos a un
número cada vez más amplio de fieles -
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
248
actores individuales y colectivos, sino
también el “pueblo" que actúa.
Un segundo fenómeno aparece como
necesario en este sistema, el cacicazgo.
El cacique es el intermediario obligado
entre la sociedad tradicional y el Estado
moderno: si su autoridad se funda en la
sociedad antigua, pertenece, por su
cultura política, al pueblo moderno.
Mediación indispensable, pero poder
ilegal, oculto, vergonzante; en él es en
donde se manifiesta mejor la ficción
democrática.
Consecuencia de la ficción, el cacique
contribuye a perpetuarla. Al principio, es
casi siempre una autoridad de la sociedad
tradicional, pero va a ser progresivamente
reemplazado por nuevos notables. Entre
estos últimos, las relaciones con la
sociedad tenderán a colocarse, más en un
plano de dominio que en el de
intermediarios entre la sociedad y el
Estado.
La doble ficción, vivida sin dramas en los
primeros años de los Estados
independientes, se vuelve insoportable a
medida que sus consecuencias prácticas
se hacen sentir: pronunciamientos,
caudillismo, caciquismo, peligros de
disgregación territorial de las nuevas
"naciones". A la etapa, que hemos
llamado de la "fe en la nación" o de la
"ficción oculta", le sigue otra, la de la
crisis moral de las élites o de la "ficción
impugnada". Para unos, los con-
servadores, hay que volver a los valores
tradicionales; para los otros, los liberales,
conviene entregarse resueltamente a la
transformación de la sociedad en ''pueblo
modero''. Esto último implica tanto el
conflicto con la Iglesia como un impulso
de las desamortizaciones civiles y
eclesiásticas.
Las guerras civiles que resultaron de la
división de las élites y de las resistencias
de la sociedad abren entonces el gran
periodo de disturbios de mediados del
siglo XIX. Finaliza en México con el triunfo
de los liberales intransigentes. Este
triunfo no elimina en ninguna parte ni el
problema del reemplazo de los
gobernantes, ni la ambición de los
caudillos, ni el nuevo poderío de los
poderes locales que las guerras no han
dejado de producir. A estos problemas se
añaden los que provoca el contraste entre
el radicalismo de la Constitución de 1857
y el estado de la sociedad. Se manifiestan
con revueltas sociales, agrarias y
religiosas.
Es a esta situación a la que pone fin la
revuelta de Porfirio Díaz. Su régimen
unifica a las élites liberales mediante el
reparto del poder, y concluye un
compromiso de hecho con la sociedad.
Esta "ficción aceptada" constituye la
esencia del régimen de Díaz. Compromiso
con la Iglesia y con los sentimientos
religiosos de la población por el
aplazamiento de las disposiciones
anticlericales de la Constitución; con los
pueblos, por la detención o la disminución
de las desamortizaciones civiles.
Responde, finalmente, a un deseo general
de paz tras un largo periodo de disturbios.
La "ficción aceptada" es el mantenimiento
de todos los principios de la política
moderna y de todas las instituciones de la
Constitución. Ésta está considerada como
una referencia ideal que se aplicará
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
249
cuando lleguen días mejores. Todos los
actores sociales y políticos, antiguos y
modernos, tienen por lo demás la
seguridad de estar incluidos en un sistema
de relaciones que garantizan que su voz
será escuchada, y que obtendrán
arbitrajes.
5. LIBERALISMO Y SOCIEDAD
TRADICIONAL
Ayudado por la paz, México conoce bajo el
porfiriato una de las más profundas
mutaciones de su historia. Al final, esta
mutación pondrá en peligro el compromiso
sobre el que fundaba su existencia el
régimen.
En lo que respecta al campo, pueden
distinguirse dos periodos en el régimen
porfirista. Hasta 1890 se mantiene el
statu quo inicial. Después de esta fecha la
modernización vuelve a poner en marcha
el proyecto liberal. Comunidad aldeana de
tipo antiguo, el pueblo continuaba siendo
el ideal para las poblaciones del campo.
Tiene una personalidad jurídica plena,
instituciones propias y bienes comunales.
El problema de las tierras está
indisolublemente ligado al del estatuto
jurídico. Su posesión es indispensable
para el reconocimiento y para la existencia
misma del pueblo. Partiendo de este
hecho, la reforma social de los ilustrados
primero, la de los liberales después,
apuntaba en primer lugar contra este
cuerpo del antiguo régimen.
Esta ofensiva de larga depuración tuvo
consecuencias cuya amplitud no nos
parece haber sido aún suficientemente
analizada: hundimiento de la educación en
el campo; desaparición de una parte de la
asistencia pública; retorno de muchos
pueblos a una economía casi de auto
consumismo. Señalemos igualmente las
expoliaciones sucesivas de los pueblos,
cuyas propiedades no son ya reconocidas,
al contrario de lo que sucede con la
propiedad individual de bienes raíces.
Las situaciones regionales y locales
vienen, sin embargo, a modificar esta
evolución. La Corona y los Estados han
favorecido a veces a los pueblos para
contrarrestar el poderío de la gran
propiedad. De enemigos del Estado, ahí
en donde eran poderosos, los pueblos se
convierten en aliados para arraigar la
población y constituir clientelas. La
resistencia de los pueblos ante el Estado
fue tenaz y a menudo victoriosa. Muchos
gobiernos regionales pactaron com-
promisos locales con ellos, suspendiendo
de hecho las leyes que les concernían.
A partir del comienzo de los años 1890, la
paz parece asegurada. La modernización
se convierte en objetivo prioritario del
régimen, y la lógica liberal se vuelve a
poner en acción. Se intentó entonces
reactivar la desamortización con nuevas
leyes de colonización y con la
consolidación de la propiedad individual
moderna. Se disminuyó también la
autonomía de los municipios mediante una
serie de reformas constitucionales en los
Estados. Casi en todas partes los jefes
políticos fueron nombrados a partir de
entonces. Esas reformas remiten al ideal
social de las élites, ideal que encuentra su
materialización en la constitución de un
pequeño campesinado individual, a
ejemplo del de Francia, y la
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
250
racionalización de la administración de un
Estado ilustrado.
Cuando aparezca la gran crisis política de
fines del porfiriato, todas las tensiones
engendradas por siglo y medio de política
ilustrada y después liberal, saldrán
progresivamente a la luz del día con su
cortejo de reivindicaciones específicas.
Los pueblos lucharán por sus tierras y por
sus derechos perdidos o en peligro. La
población flotante, que envidia el estatuto
de pueblo, y las rancherías,
proporcionaran tropas a las bandas y a los
ejércitos revolucionarios en muchas
regiones de México. Las élites locales se
batirán, porque habrán visto desaparecer
su autonomía y crecer los privilegios de
las autoridades nombradas por el Estado.
Este conjunto de desequilibrios atizará el
fuego de la Revolución.
5. LA MODERNIZACIÓN
El cambio en el campo se inscribe en el
marco mucho más vasto de la moder-
nización liberal. La palabra liberal no
debe, por otra parte, ocultar la realidad.
Liberal no quiere decir abstencionista
respecto a lo social ni siquiera a lo
económico. La élite liberal se ha
esforzado con tenacidad y con obstinación
en transformar la sociedad de Antiguo
Régimen, de la que era heredera, según
su modelo ideal.
Una vez logrado el orden, el progreso se
convierte en la palabra clave del régimen.
Conviene seguir el ejemplo de los países
más avanzados de la época. Para llegar a
él, la élite liberal refuerza el instrumento
de su poderío, el Estado. El liberalismo
del "dejar hacer" y del "dejar pasar" es
más un sueño que el Estado debe
perseguir para el futuro que una política
que practicar en el presente.
La política porfirista está más cerca, en los
hechos, del "despotismo ilustrado". La
expansión del Estado aparece en todos los
ámbitos, se manifiesta en el aumento de
los gastos públicos y del peso fiscal, en el
paso progresivo de toda la legislación
económica bajo su dependencia; en el
creciente control de la educación. Esta
actitud va a la par con una ausencia
relativa de política social. La intervención
del Estado está destinada a crear actores
económicos modernos. Una vez creados,
toca a ellos reglamentar sus relaciones sin
interferencias exteriores. De esta lógica
del Estado se desprende tanto su
intervención creciente sobre la sociedad,
como su abstencionismo social.
A la sombra del Estado crecen los grupos
sociales de sus servidores: funcionarios,
maestros, jueces y abogados necesarios
para la desamortización, etc. Es entre
ellos donde los hombres en el poder van a
reclutar a sus clientes. La expansión del
Estado es el Paso a la dependencia de un
creciente número de actores sociales.
Los resultados de esta política están a la
altura de los esfuerzos desplegados.
El México de Díaz reanuda la prosperidad
de finales de la Nueva España y pone las
bases para una economía moderna y
diversificada. Las tasas de crecimiento
económico que México tiene entonces no
volverán a ser alcanzadas hasta los años
1940. El México porfirista está,
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
251
indudablemente, a punto de efectuar el
despegue económico en cuyo umbral se
había detenido la Nueva España, frenada
en su impulso por las guerras de
Independencia.
Durante esta época la sociedad
experimenta cambios considerables. La
diversificación social se acrecienta sin
cesar. Entre fines del siglo XVIII y prin-
cipios del XIX el sector agrario pierde casi
20% de sus efectivos. Este fenómeno se
acentúa durante el porfiriato.
Paralelamente se desarrollan los grupos
de obreros de la industria moderna, los
mineros y los grupos intermedios (comer-
ciantes, pequeños empresarios,
empleados municipales, etc. ).
Rompiendo o debilitando las comunidades
tradicionales, se ponen las bases para la
aparición del "pueblo nuevo"; lejos de su
aldea se está menos integrado en los
vínculos tradicionales.
La sociedad mexicana, en vísperas de la
Revolución, está en plena transformación.
Por ello es más frágil. Las crisis modernas
la afectarán plenamente.
En efecto, uno de estos cambios es la
decadencia de los pueblos y la
multiplicación de los trabajadores
temporales. La Revolución encontrara
muchos de sus soldados en este amplio
vivero. Por otro lado, en los años del
porfiriato, la educación comienza a
transmitir a los mexicanos el modelo
cultural de la modernidad.
6. POSITIVISMO Y LIBERALISMO
La gran división de las élites precede al
nacimiento del régimen. Los positivistas
se separan de los otros mantenedores de
la corriente liberal, a los que llaman los
"jacobinos".
Desde 1867 el positivista Gabino Barreda
organiza los estudios preparatorios y
superiores. En esta fuente se alimentan
las generaciones estudiantiles hasta la
víspera de la Revolución. La importancia
de la ciencia, de la observación de los
hechos y de la fe en la modernización
económica gozan de un consenso casi
unánime. En este sentido, el porfiriato,
como muchos otros regímenes de la
época, es positivista. ¿Originalidad
sudamericana? Puede ponerse en duda.
Estos fenómenos no dejan de recordar por
analogía a la Francia de la III República,
modelo absoluto de los positivistas
mexicanos.
En lo que se diferencian los positivistas de
los "jacobinos" es en el terreno de los
principios. La crítica de las "ideas
metafísicas" propias de los "jacobinos" de
la primera mitad del siglo XIX resuena en
los oídos de los liberales clásicos como un
soplo de escepticismo y de materialismo.
Para los positivistas, críticos lúcidos y
acerbos de la "ficción democrática", la
solución a la "esquizofrenia" del país
consiste en reformas constitucionales.
Éstas deberán hacer coincidir al pueblo
político con los individuos. Es decir, con
las personas que tienen conciencia de su
condición de "ciudadanos modernos":
dicho de otra manera, con las personas
que saben leer y escribir. Pero para las
dos tendencias de la corriente liberal es
mejor un sufragio restringido o una
dictadura que un sufragio universal real,
que conduciría a la "teocracia".
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
252
Para los "jacobinos" aunque el régimen
sea ficticio, los principios son sagrados.
La transferencia ficticia de la "voluntad del
pueblo" a la "voluntad del caudillo" es
preferible a un régimen que, al reconocer
la heterogeneidad de la sociedad, minaría
la legitimidad del sistema.
8. LA EDUCACIÓN: TRADICION Y
MODERNIDAD
Convertidos en los poderosos científicos,
los positivistas constituirán progresi-
vamente un circulo restringido de
tecnócratas. Los que no pertenecen a este
medio son poco a poco excluidos. Desde
entonces, su diferencia inicial con los
"jacobinos" se ira enconando. Por lo
pronto, esto no concierne más que a las
élites culturales.
Para el resto de la población, el porfiriato
es el régimen que pone en práctica la
educación liberal. Desde la época de la
Ilustración no ha desfallecido la fe de los
ilustrados, y después de los liberales, en
la eficacia de la instrucción para formar un
hombre nuevo. Tras la independencia de
México se multiplican las declaraciones
sobre la importancia de la educación para
formar al hombre, el ciudadano. Pero, a
causa de las dificultades de los tiempos,
estas declaraciones no habían pasado del
ámbito de la intención. La enseñanza
superior fue, sin embargo, transformada
por el cierre de la universidad, cuerpo de
Antiguo Régimen y, por tanto,
"oscurantista". En su lugar nacieron los
institutos científicos y literarios llamados a
ser, junto con las sociedades, los centros
de la educación moderna
Las demás formas de enseñanza no fueron
modificadas. Las escuelas permanecen a
cargo de los pueblos, de las haciendas y
de múltiples instituciones corporativas.
Pero para las élites culturales de la época
y para numerosos observadores
contemporáneos, esta educación no
existía. Las estadísticas oficiales casi ni las
mencionan; no transmitía según ellos más
que "supersticiones", las imágenes y los
valores de la sociedad de la que había
surgido. Esta educación "nefasta" o
"primitiva" estaba, además, condenada a
languidecer o a desaparecer por la
supresión de los bienes y de la
personalidad jurídica de los cuerpos que la
sostenían. Únicamente estudios precisos
podrán mostrar la amplitud de la
catástrofe cultural provocada más todavía
por la desamortización civil que por la
eclesiástica.
Pero más que la alfabetización o la cultura
elemental, lo que interesa a las élites
modernas es la formación del "ciudadano".
Únicamente una educación proporcionada
por el Estado, que encarna al "pueblo",
puede ser una verdadera educación.
En tanto que la vida política se reducía a
las élites culturales y a los notables
locales, los institutos y las sociedades
podían bastar para generar al "pueblo".
Los vínculos antiguos mantenían la
cohesión de la sociedad. Lógicamente, el
porfiriato se ocupó primero de los estudios
superiores: A continuación se dedicó a la
enseñanza primaria. El camino seguido
fue el de la nacionalización -el término es
de la época- de las escuelas municipales.
La consecuencia lógica de este primer
paso fue la creación y el fuerte desarrollo
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
253
de las escuelas normales de profesores. La
verdadera expansión de la enseñanza
primaria moderna data de finales del siglo
XIX. Alcanzó, sobre todo, como es lógico,
a las ciudades y las regiones modernas
habitadas por "ciudadanos" virtuales. Las
declaraciones inflamadas sobre el atraso
del campo y de los indígenas seguirán
siendo en general letra muerta.
Los congresos pedagógicos de 1889-1891,
convocados a ejemplo de los de Jules
Ferry, confirmarán que la finalidad,
principal de la educación es la formación
del ciudadano. Esta tarea fue confiada a
la historia. A través de ella fue propagada
la versión liberal de la historia de México,
y fueron exaltados los principios de la
Constitución de 1857, “sagrada e
inviolable” a los ojos de todos. El número
de profesores conoce una expansión que
no puede equipararse con la de cualquier
otro grupo social.
Existe un abismo entre los principios
enseñados y la realidad política vivida.
Los profesores y los estudiantes lo
perciben con una decepción teñida de
cólera. No es de extrañar que los nuevos
impugnadores de la ficción política surjan
de sus filas. Movilizarán contra el régimen
al "pueblo" que él mismo ha creado.
9. DEL ANTICLERICALISMO AL
ANARQUÍSMO
La fundación del movimiento de los clubes
liberales marca la entrada en escena del
"nuevo pueblo". Estamos en 1900. Se
cierne un peligro en el horizonte.
Favorecida por el compromiso porfirista la
Iglesia renace en México, y centra su
acción en la recristianización del campo y
en una vasta acción social de tipo
moderno. Las células de la nueva
sociabilidad se ponen
en actividad. Los jóvenes intelectuales de
San Luis llaman a todos los liberales a
movilización contra "los progresos del
clericalismo". En pocas semanas, decenas
de clubes dispersos, nacidos de las
solidaridades estudiantiles y de las logias
masónicas, responden a su llamamiento.
Dejando poco a poco de lado la defensa de
los valores liberales, este movimiento
deriva hacia la impugnación del sistema
político. Aunque completamente
minoritarios, los clubes liberales fueron el
vivero del radicalismo y de una firme
oposición a Díaz.
Desde 1904, el núcleo original de los
clubes se exilia en Estados Unidos. Por la
reconstitución de un partido liberal
mexicano (PLM) este núcleo pone las
bases de un movimiento radical. Le hará
seguir con el inevitable desfase, su propia
evolución: anticlerical, cuando el núcleo
directivo es ya antiporfirista, cuando es ya
radical, radical, cuando el mismo es ya
anarquista. La labor esencial del PLM es la
pedagogía del pueblo, realizada por la
prensa y por intermedio de células
secretas. Comienza a alcanzar a los
grupos sociales intermedios y a las
regiones de la industria textil y minera.
Gracias a esta pedagogía, las múltiples
quejas sociales se integran en una ex-
plicación coherente, que se apoya en una
explicación a dos niveles: el régimen
escarnece a la Constitución, para el nivel
más externo; el clero, el Estado y el
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
254
capital, la "trinidad funesta", cara a los
anarquistas, para los círculos interiores. El
PLM dejará una hermosa herencia
importante: su programa político de 1906
y la justificación teórica de un gobierno
revolucionario porque asume al "pueblo".
Este pueblo ideal del que saca el mandato
de reformar a la sociedad.
10. EL PROBLEMA CLAVE DE LA
DEMOCRACIA FICTICIA: LA
SUCESIÓN
A fines de los años 1890 el régimen
porfirista comienza a dar signos de fatiga.
Su compromiso con los pueblos se vuelve
frágil. El problema de la sucesión
presidencial será el catalizador de la crisis.
Porfirio Díaz era el verdadero soberano,
tanto en la óptica antigua -como
unificador de todos los vínculos
personales-, como en la moderna, en
tanto que beneficiario único de la
transferencia de la "voluntad del pueblo".
Su sucesión se convertía,
indiscutiblemente, en el problema clave.
Dos hombres aparecen a los ojos de todos
como posible sucesores de Díaz: el
general Bernardo Reyes y el ministro de
Hacienda, José Yves Limantour. A través
de estas dos personalidades, se enfrentan
las dos grandes categorías políticas
liberales ya analizadas; por un lado, los
porfiristas clásicos, cuyo rasgo esencial es
la ocupación de puestos políticos que les
permitan controlar los Estados, y por la
otra, los secretarios de Estado y los altos
funcionarios de México formados en gran
parte por los intelectuales positivistas.
Las diferencias entre los dos grupos son
claras. El primero, el de los "revistas",es
más bien una pirámide nacional de
vínculos en camino de formación, análoga
a la que Díaz había formado con sus fieles.
El segundo no llega siquiera a sobrepasar
el marco de un grupo de influencia. Sus
miembros están unidos por su desprecio
común de la política ficticia y de sus
compromisos. Los dos grupos buscan
conquistar la voluntad del "soberano"
Díaz. Conviene no desconocer algunas
constantes. La primera es el apego de
Díaz a Limantour lo que encierra cada vez
más al presidente en decisiones que, sí no
son totalmente favorables a su ministro de
Hacienda, jamás le son hostiles. La
segunda es el temor de Díaz, manifiesto
desde 1902, de ver a Reyes construir una
clientela autónoma semejante a la suya y
capaz de reemplazarla. La competencia
entre los herederos de Díaz pone al día
una paradoja: el presidente ve
estrecharse progresivamente su libertad
de acción. Sus últimas reelecciones
manifiestan más el atolladero en que se
halla que el deseo de mantenerse a toda
costa en el poder.
Inexorablemente, el inmovilismo invade
todo el sistema. La selección del personal
político se hace sistemáticamente en los
medios no hostiles a Limantour. Los
porfiristas clásicos se ven despojados de
aquellos puestos de control político que
ellos solos eran capaces de ocupar. En los
últimos años del régimen todos los
mecanismos de arbitraje son
progresivamente atacados por la parálisis.
La entrevista que Porfirio Díaz concede al
periodista norteamericano Creelman inicia
la crisis final. Las facciones del régimen
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
255
interpretan esta entrevista como la
autorización para movilizar las parcelas de
la sociedad que controlaban. El caudillo
escogería su sucesor en función de su
influencia.
11. LA MOVILIZACIÓN DE LA
SOCIEDAD Y EL RENACIMIENTO
DEL "PUEBLO"
La unidad de la élite liberal, condición
indispensable para la estabilidad del
régimen, desaparece. Se abre así el
camino de la movilización de la sociedad
por las élites políticas modernas. En esta
movilización política del "nuevo
pueblo",era natural que adquirieran un
relieve particular las regiones y los
hombres afectados por la pedagogía
liberal de los clubes.
Olas de movilización social imprimen el
ritmo a los dos últimos años del régimen.
Se ponen en marcha la dinámica de la
"voluntad del pueblo luchando contra la
tiranía" y las transferencias que de ella
resultan. El Partido Democrático no pasa
del proyecto de una democracia real, pero
restringida. La ola reyista desemboca en
un movimiento de tipo plebiscitario, en un
verdadero prepopulismo. La última ola, el
antirreeleccionismo de Madero, asume
enteramente el modelo teórico de la
Constitución.
Madero presenta, sin embargo, una
diferencia esencial con el liberalismo del
siglo XIX y con los movimientos que lo
preceden; su liberalismo no es un
proyecto de reforma de la sociedad, que
hay que realizar si es preciso, incluso
contra ella, sino, antes que nada, la
democracia. Una democracia de las
mayorías y de las minorías opuesta a la
unanimidad de la "democracia de la
voluntad general". Aquí es donde se forja
el éxito de Madero y el carácter de
concentración de todas las tendencias y
medios que tiene el movimiento
antirreeleccionista: desde los católicos a
los antiguos radicales del PLM, desde los
estudiantes a los profesores, desde los
grupos intermedios del "nuevo pueblo" a
los obreros agrupados en las sociedades
mutualistas y en los sindicatos nacientes. .
. este lenguaje transfiere
progresivamente la representación
implícita del "pueblo" a Madero, antes de
toda elección. Hace por esto mismo,
ilegítimo el poder de Díaz.
12. REVUELTAS Y REVOLUCIÓN
La Revolución no ha sido posible más que
por la acumulación excepcional de una
crisis. Una crisis económica moderna,
nacida en Estados Unidos en 1907, afecta
con extremada violencia a un país en
plena expansión. Unas crisis de
subsistencias de tipo antiguo afecta los
grandes sectores tradicionales de México.
Los disturbios y las revueltas que
acompañan siempre a estas crisis van a la
par, en este caso, con una crisis política:
la lucha por la sucesión que acabamos de
mencionar.
Las insurrecciones maderistas triunfan
primero en la zona más moderna de
México, en el norte minero. Se propagan a
continuación por contacto, a causa de la
impotencia militar de un régimen que se
sostenía por la cohesión de su pirámide de
CONSERVADORES Y LIBERALES EN MEXICO _______________________________
256
vínculos, y no por la violencia. Se
transmiten, también, por el abandono de
las élites porfiristas clásicas,
decepcionadas por la exclusión de la que
han sido objeto. Moralmente, en fin, la
inquietud suscitada por Estados Unidos y
amenazas suspendidas sobre la
independencia del país juega un papel
considerable. La enfermedad de Díaz,
piedra angular del sistema, hace de este
poder "tiránico" un poder vacío y fácil de
conquistar.
La conjunción de estos tres elementos es
lo que constituye una Revolución: un
descontento social grave, un lenguaje
político unificador, un vacío de poder.
La legitimidad de Madero se ha vuelto
indiscutible aun antes de que las
elecciones le den la presidencia. Pero los
riesgos que él mismo había analizado
parcialmente están siempre presentes y
amenazantes. El más importante es la
puesta en marcha de los mecanismos de
la transferencia de la voluntad del pueblo
a aquellos que han actuado y van a hablar
en su nombre. Estos "ciudadanos
armados" se consideran los únicos
capaces de serlo. Poderes regionales
antiguos o nacidos de la guerra reivindican
de nuevo la voluntad del pueblo en sus
luchas. Por último, la heterogeneidad de
las tendencias en las, que el
antireeleccionismo ha reclutado sus
miembros lleva en sí misma divisiones
futuras. La más notable es la que opondrá
a los partidarios de la "democracia de la
voluntad general" con los que, como
Madero, trataran de dar prioridad a la
representación de la sociedad tal como es.
Estos peligros y divisiones están todavía
lejos de aparecer claramente en ese día
en que Madero entro triunfalmente en
México el 6 de junio de 1911. Pero se
verán muy pronto en aquel "largo periodo
intermedio" que es la Revolución
mexicana.
Será preciso, entonces, esperar la
reconstitución de un sistema político que
ponga en marcha una nueva "ficción
aceptada": compromiso con la Iglesia y
con los pueblos; cadenas de vínculos y
clientelas; unificación de la élite política.
Una novedad, sin embargo: se habrá
también resuelto entonces el problema de
la sucesión.
Es una forma original y acabada de
resolver el problema esencial de la política
contemporánea: la articulación entre las
sociedades tradicionales y el Estado
moderno.
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
257
ENTRE EL PARADIGMA POLÍTICO
Y LA REALIDAD.
LA DEFINICIÓN DEL PAPEL DE
MÉXICO EN EL ÁMBITO
INTERNACIONAL Y LOS
CONFLICTOS ENTRE LIBERALES Y
CONSERVADORES
Gloria Villegas Moreno
Miguel Ángel Porrúa Venero
(coordinadores)
César Navarro Gallegos
(estudio introductivo)
La mayoría de los liberales que impulsaron
la Revolución de Ayutla pertenecían, en
efecto, a una nueva generación política
integrada fundamentalmente por civiles.
Constituían la generación que se había
educado y forjado a partir de las
experiencias y luchas políticas de las
primeras décadas de vida republicana.
Eran depositarios y a la vez continuadores
de los proyectos reformistas que en los
años precedentes habían intentado poner
en práctica los antiguos yorkinos,
federalistas y hombres del "partido del
progreso". La revolución de Ayutla abrió el
camino para la instauración definitiva de
los principios liberales, reformistas y
secularizantes inscritos en el programa de
esta renovada generación liberal. Sólo que
la victoria final sobre el viejo
conservadurismo no se alcanzaría sino
después de una encarnizada lucha interna
y de haber rechazado una nueva
intervención extranjera.
Siguiendo las premisas fundamentales de
sus antecesores, la nueva generación
liberal reivindico la instauración de
instituciones republicanas y democráticas
más avanzadas; sustentadas en el
derecho a libertad, al trabajo y a la
propiedad, así como en el respeto a las
garantías individuales. Igualmente,
abogaban por la separación de la Iglesia y
el Estado, el fortalecimiento del poder civil
sobre la sociedad, el desmantelamiento de
los bienes y privilegios de las
corporaciones y la consolidación de un
sistema de educación laico. Proponían, así
mismo, reformar la economía del país
mediante la supresión de las trabas
fiscales y arancelarias para el comercio, en
tanto que para el impulso y desarrollo de
las actividades industriales y productivas,
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS
CONSERVADORES
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
258
postulaban el otorgamiento de
"concesiones liberales" para los particu-
lares y por supuesto, con el objetivo de
aumentar la circulación de la propiedad
privada, disponer de los bienes en manos
muertas.
El Plan de Ayutla y su versión reformada se
encuentran antologados en la sección
documental.
Entre los hombres de la nueva generación
liberal e integrantes del gabinete en el
gobierno surgido al triunfo de Ayutla,
presidido por el general Juan Álvarez,
destacaban: Melchor Ocampo, Guillermo
Prieto, Ponciano Arriaga, Sebastián Lerdo
de Tejada, Ignacio Comonfort y Benito
Juárez, algunos de los cuales alcalizarían
gran proyección y significación dentro de
las filas liberales. A este gobierno le
correspondió emitir la convocatoria para la
reunión de un nuevo constituyente, tal
como se había estipulado en el Plan de
Ayutla, así como emprender la reforma
que se habían propuesto llevar a cabo.
Ello dio inicio con la expedición de la
llamada Ley Juárez o Ley de Adminis-
tración de Justicia y Orgánica de los
Tribunales de la Federación mediante la
que se suprimieron los tribunales
especiales y se eximió por consiguiente
del conocimiento de los asuntos de
carácter civil a los tribunales militares y
eclesiásticos.
En tanto el congreso constituyente
desarrollaba sus trabajos para expedir la
nueva constitución, el cual se había
instalado en febrero de 1856, se
emprendió la reorganización de la
administración gubernamental y se fueron
expidiendo nuevas leyes que apuntalaban
el proyecto reformador. Para entonces la
jefatura de gobierno había recaído en
Ignacio Comonfort a causa de la renuncia
del general Álvarez a la primera
magistradura, el cual desarrolló su
gobierno, bajo un Estatuto Orgánico
Provisional(mayo de 1856). Entre las
múltiples leyes y decretos expedidos,
destacaron por su significación reformista;
la Ley Lafragua que restituyo la libertad
de imprenta abolida durante la dictadura
de Santa Anna (diciembre de 1855); el
decreto que suprimió en forma definitiva
el pago del diezmo y la coacción civil para
el cumplimiento de los votos monásticos
(abril de 1856) y, en particular, la Ley
Lerdo o Ley de Desamortización de Fincas
Rústicas y Urbanas Propiedad de las
Corporaciones Civiles y Religiosas (junio
de 1856).
Paralelamente, en el congreso
constituyente se desarrollaban las
deliberaciones en torno a la nueva carta
magna. El debate en el constituyente ad-
quirió desde su inicio un nivel excepcional
y de gran riqueza que reflejaba la
evolución y el grado de maduración del
pensamiento liberal, así como del proyecto
de programa que proponían para la
transformación del país. En muchos
sentidos este fue un congreso innovador,
no sólo por las propuestas que ahí se
debatieron, sino por el perfil y la
capacidad de reflexión política de un buen
número de sus participantes. Integrado
por una amplia mayoría liberal de
tendencias moderadas y radicales,
destacaron en la tribuna y en el debate
parlamentario los partidarios de un cambio
a fondo; entre estos sobresalió el grupo
encabezado por Ignacio Ramírez,
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
259
Francisco Zarco, José María Mata, Melchor
Ocampo, Isidro Olvera y Ponciano Arriaga.
Aun cuando en principio un sector de
moderados en alianza con un reducido
grupo de tendencia conservadora
plantearon que el nuevo constituyente
sólo debía limitarse a reformar la
constitución de 1824, la mayoría liberal y
en especial los radicales ratificaron su
determinación de elaborar una nueva
carta magna. En realidad, la propuesta de
mantener vigente la primera constitución
significaba desechar las leyes reformistas
recién expedidas. Así, en junio de 1856,
luego de intensos y prolongados debates
en el pleno y en las comisiones
respectivas fue presentado el proyecto de
constitución para su discusión y
aprobación.
En el contexto de las discusiones para su
aprobación definitiva, surgieron varias
propuestas o votos particulares que
reflejan la preocupación que algunos
legisladores sostenían en torno a diversas
problemáticas de índole social que de no
ser enfrentadas por el constituyente y
resueltas en la nueva constitución,
señalaban, tenderían a agravarse y a
profundizar las inequidades y
desigualdades existentes en la sociedad
mexicana. Al respecto nos parece
necesario destacar los votos particulares
de Isidro Olvera y Ponciano Arriaga. El
primero propuso que se consagrara el
derecho a la libertad de cultos, así como
llevar a cabo una nueva distribución
territorial del país que implicara
restricciones al acaparamiento de la tierra
y su distribución entre los habitantes del
país. A su vez Ponciano Arriaga hizo un
extenso recuento en torno a la situación
de miseria, pobreza y explotación en la
que vivían la mayoría de los campesinos,
en particular la población indígena y de su
condición de semiesclavos por las deudas
contraídas de generación en generación
con los grandes propietarios y
hacendados; denunciando, asimismo, el
despojo de tierras que habían sufrido gran
número de pueblos y comunidades
indígenas. Por ende, manifestó su
oposición a la fragmentación de los bienes
y propiedades de las comunidades
indígenas y de los ejidos de los pueblos,
en los términos en que se proponía llevar
adelante la desamortización de los bienes
de las corporaciones. Pese a lo congruente
y avanzado de sus propuestas, el
congreso resolvió no aprobarlas.
Cerca de un año después de haber iniciado
sus debates, el congreso dejo finiquitado
el texto de la nueva constitución, a la que
se integraron las leyes Juárez y Lerdo
expedidas con anterioridad. En general, la
constitución incorporó la mayoría de los
planteamientos liberales, sin embargo,
algunos que entrañaban posturas y
medidas más radicales debieron
posponerse para evitar la fractura de los
propios liberales en el congreso y de esta
manera asegurar la aprobación del texto
constitucional. En suma, en la nueva carta
magna se garantizaban los derechos del
hombre, expresados a través de las
garantías individuales, así como la
soberanía y la representación del pueblo.
Igualmente la permanencia de la
federación, mediante la imposición de
restricciones a la autonomía de los
estados y se suprimían las alcabalas y las
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
260
aduanas interiores. Una novedad en la
constitución en relación con el Poder
Legislativo fue la eliminación de la Cámara
de Senadores, por considerar que se había
convertido en un bastión de la reacción y
los conservadores desde el que se había
atentado en forma permanente en contra
de la instituciones de la república.
Su proclamación pública fue acompañada
de un manifiesto en el que se afirmaba:
La igualdad será de hoy en más la gran
ley de la república; no habrá más mérito
que el de las virtudes; no manchará el
territorio nacional la esclavitud, apropio de
la historia humana; el domicilio será
sagrado; la propiedad inviolable: el
trabajo y la industria libres; la
manifestación del pensamiento sin más
trabas que el respeto a la moral, a la paz
pública y a la vida privada; el tránsito, el
movimiento sin dificultades, el comercio,
la agricultura sin obstáculos; los negocios
del Estado examinados por los ciudadanos
todos, no habrá leyes restrictivas, ni
monopolios, ni prisiones arbitrarías, ni
jueces especiales, ni confiscación de
bienes, ni penas infames, ni se pagará por
la justicia negocios del estado examinado
por los ciudadanos todos, nos hablan de
leyes restrictivas, ni monopolio ,ni
prisiones arbitrarias ,ni jueces especiales
,ni confiscación de bienes, ni penas
infamantes, ni se pagará por la justicia…
21 Véase las leyes Juárez y Lerdo en la sección
de documentos.
El 5 de febrero de 1857 se llevo a cabo la
ceremonia de juramento de la
constitución. Como invitado especial
asistió el viejo liberal y federalista Valenín
Gómez Farías. A través de esta
deferencia los liberales reconocían en
Gómez Farías su empecinada lucha de
muchos años a uno de sus más
importantes precursores.
Sin embargo, no todo mundo compartía
los emotivos y promisorios augurios
republicanos de los constituyentes
liberales. En realidad, desde la aparición
de las leyes que antecedieron a la
constitución de 1857 se hizo manifiesta la
inconformidad de las élites conservadoras
y del clero. Luego, con la expedición de la
carta magna, los actor de protesta
instigados por quienes rechazaban los
preceptos constitucionales se
intensificaron y multiplicaron por el país.
Al igual que en circunstancias similares del
pasado, volvió a escucharse la antigua
consigna de "religión y fueros", coreada de
nueva cuenta por quienes
tradicionalmente la habían convertido en
su lema de batalla: el clero, el ejército y
los conservadores. Desde el púlpito se
alzó el anatema de la excomunión para
quienes intentaran jurar la constitución y
la exigencia de retractación pública para
quienes lo hubieran hecho. Poco a poco
los viejos y conocidos actores se fueron
conjuntado, los ensayos preparatorios se
pusieron en marcha, se afinaron las
adaptaciones que reclamaba el guión en
tales circuntancias y el teatro se fue
armando para la puesta en escena de la
representación tantas veces reestrenada
por los fuerzas opositoras a las reformas y
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
261
los cambios: el golpe de estado a manos
de los militares.
En distintos sitios del país se expidieron
las consabidas actas y pronunciamientos
en rechazo a la constitución que sirvieron
de antecedente justificatorio para iniciar el
levantamiento bajo el que se agrupó la
reacción a la constitución y a los liberales.
Éste se produjo en diciembre de 1857, al
proclamar en la capital de la república el
general Félix Zuloaga el Plan de Tacubaya.
Como era obligado, el plan dejó sin
vigencia la constitución, cesó a todos
aquellos funcionarios que no lo
secundaran y convocó a un nuevo
congreso para redactar una nueva
constitución acorde con la "verdadera
voluntad nacional".
Titubeante e inconsecuente como todo
buen moderado en momentos definitorios
y de riesgo, en un inicio el presidente
Comonfort se alió a los insurrectos,
encarceló a varios diputados y ministros
del gobierno no se plegaron a su
defección, luego, al advertir que su
decisión no había sido compartida por la
mayoría liberal y que por el contrario se
aprestaban a resistir el golpe de mano de
los conservadores, dio marcha atrás e
intentó encabezar lucha armada en contra
de los sublevados. En ambos casos
fracasó. Finalmente decidió saltar del
barco y abandonar el país.
32 • Entre el paradigma político y la realidad
Ante el rumbo que toman los
acontecimientos, liberales y conservadores
organizan su respectivo gobierno. En su
carácter de Presidente de la Suprema
Corte de Justicia, Benito Juárez asume el
gobierno constitucional. En tanto que
Zuloaga es reconocido como jefe de la
nación por una junta de representantes
del bando conservador. Así, los campos
quedaban delimitados y los adversarios
definidos. Dos visiones, dos proyectos,
dos perspectivas excluyentes una de la
otra se aprestan para decidir su
permanencia y en la vida del país.
Sobreviene entonces la Guerra de
reforma, tránsito obligado y definitivo para
concretar el triunfo liberal.
Desencadenada la guerra civil el gobierno
constitucional debió abandonar la capital y
resistir bajo la protección de las entidades
dominadas por los liberales. Durante el
primer año guerra el ejército conservador
obtuvo una serie de triunfos militares que
inclinaron la contienda a su favor, lo cual
obligó al gobierno encabezado por Juárez
a desplazarse primeramente a
Guanajuato, más tarde a Guadalajara y de
ahí a Manzanillo en donde se embarcó, vía
Panamá, al Puerto de Veracruz. Mientras
tanto el país se escindía a favor de uno u
otro bando y los escenarios de guerra se
ubicaban en diversas regiones y
entidades. El centro del territorio nacional
pasó a control de los conservadores, en
tanto que los liberales resistían desde los
estados de la periferia .
Tras del asentamiento del gobierno
constitucional en Veracruz, los liberales
reorganizaron sus mandos y lograron
levantar nuevos cuerpos militares lo que
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
262
les permitió equilibrar paulatinamente la
correlación en la guerra ante los
conservadores. A su vez el efecto de la
contra ofensiva liberal más las disputas
internas que surgieron entre las propias
filas conservadoras fueron menguando su
capacidad de respuesta.
22 Vicente Riva Palacio, México a través de los
siglos, México. Editorial Cumbre, 1973, Vol.
IX, 221.
(Edición facsimilar. )
Por otra parte, la actitud adoptada por el
clero durante la guerra convence a los
liberales de la necesidad de llegar a fondo
en la reforma liberal y resolver de manera
definitiva lo concerniente a las relaciones
entre la Iglesia y el Estado, es decir, la
cuestión sobre la separación entre ambas
instancias.
En este contexto, el gobierno de Juárez
retoma los planteamientos hechos por los
liberales radicales en el congreso
constituyente y expiden un conjunto de
leyes conocidas como las leyes de
reforma.
Al calor del verano porteño surgen desde
Veracruz, una a una, las leyes reformistas
de 1859: la ley de la nacionalización de
los bienes eclesiásticos (12 de julio); la ley
del matrimonio civil (23 de julio); la ley
orgánica del registro civil y la ley sobre el
estado civil de las personas ( 28 de julio);
decreto que cesa toda intervención del
clero en los cementerios y camposantos
(31 de julio) y, Decreto que establece los
días festivos y la prohibición de asistencia
oficial a las funciones eclesiásticas (11 de
agosto). A éstas se adicionaría, un año
más tarde, la Ley sobre libertad de cultos,
promulgada el 4 de diciembre de 1860. 23
La expedición de estas leyes represento,
cuando menos en el plano formal, la
culminación de los anhelos y propósitos
que otras generaciones de mexicanos,
habían intentado hacer realidad, casi
medio siglo antes, para instaurar en forma
plena los principios republicanos y
libertarios sobre los que se había
pretendido que la nación mexicana se
rigiera una vez alcanzada su in-
dependencia.
Ello significó, además, la ampliación de los
objetivos y perspectivas de la lucha que
en ese momento sostenían los liberales;
no se trataba ya únicamente de restituir el
orden constitucional violentado por los
conservadores y el clero, sino también
avanzar en la aplicación de las
medidasaprobadas.
El conflicto interno a su vez propició que
distintas potencias extranjeras intentaran
sacar provecho en favor de sus intereses
diplomáticos, económicos y territoriales.
España concertó de acuerdo con los
conservadores a través del Tratado Mon-
Almonte, en el que a cambio del
reconocimiento del gobierno conservador,
se aceptaba el tutelaje y la injerencia
española en los asuntos internos de la
nación mexicana. A su vez, el gobierno
liberal pactó con los Estados Unidos el
tratado McLane-Ocampo, mediante el que
además de ratificarse el reconocimiento al
gobierno de Juárez, permitir que las
tropas liberales se desplazaran por el
territorio fronterizo estadounidense y
vender armas para el ejército
constitucional; los Estados Unidos
obtenían el territorio de Baja California,
así como el derecho de tránsito a
perpetuidad por el Istmo de Tehuantepec,
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
263
entre otros beneficios y concesiones. Por
fortuna para el país, con los cambios
operados en el curso de guerra civil a
favor de los liberales y los diferendos que
los tratados concitaron en las propias
naciones con las que se habían pactado,
ninguno de los dos llegó a entrar en vigor.
Luego de tres años de guerra y enormes
dificultades, las fuerzas liberales
derrotaron al ejército conservador en la
batalla de calpulalpan en el valle de
México, finalizando con ello la guerra de
Reforma. El primero de enero de 1861 el
gobierno constitucional con Juárez al
frente, retornó a la ciudad de México para
iniciar los planes que los liberales habían
dejado en suspenso desde 1858.
LA NACIÓN MEXICANA ENTRE
DOS IMPERIOS
Una de las primeras tareas que debieron
emprender los liberales al recuperar el
control del país fue la de restablecer
formalmente el orden constitucional.
Ello implicaba en primer término
instalar el congreso y elegir presidente de
la república, cargo que Juárez había
asumido en circunstancias especiales al
huir del país Ignacio Comonfort. El
congreso quedó integrado en mayo de
1861 y poco después esté nombró
presidente constitucional al licenciado
Benito Juárez.
34 Entre el paradigma político y la realidad
21 La sección documental incluye el texto de
las leyes y decretos.
En contra de lo que habría de suponerse,
su nominación había sido muy cuestionada
por un sector de congresistas que
impugnaban su actuación política en
relación con el Tratado MacLane-Ocampo,
llegando, incluso, a señalar que ésta había
constituido un acto de traición a la
república. De tal suerte que su elección
se logró por un estrecho margen de
mayoría en las votaciones del legislativo,
lo que implicó que las relaciones entre el
congreso y el gobierno fueran tensas y en
no poco momentos contrapuestas.
Por otra parte, la aplicación de la
constitución y de las leyes reformistas,
resultaba una tarea compleja y difícil
puesto que implicaba tomar deter-
minaciones drásticas que en muchas
ocasiones no eran entendidas o
compartidas por todos los liberales.
Asimismo, el gobierno era objeto de la
constante presión política de los distintos
grupos y tendencias dentro de las propias
filas liberales; algunos reclamaban mayor
celeridad en la aplicación de las reformas,
en tanto que otros consideraban
demasiado radicales los actos del
gobierno. Ello hizo todavía más
complicado la gestión del gobierno liberal
si se toma en cuenta el estado de desastre
en el que había quedado la administración
pública a consecuencia de la guerra. La
hacienda pública pasaba por uno de sus
peores momentos: el virtual derrumbe de
los ingresos había conducido a un enorme
y creciente déficit en el gasto público.
Además, los reducidos fondos que el
gobierno disponía tuvieron que ser
canalizados al ejército para enfrentar a las
partidas de alzados y grupos insurrectos
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
264
promovidos por los conservadores que
operaban en varias regiones del territorio
nacional; estrategia adoptada por la
reacción para entorpecer y obstaculizar la
estabilidad del gobierno liberal.
Ante las dificultades financieras que
enfrentaba la administración pública y con
el objeto de disponer de mayores recursos
para la reorganización del gobierno y
frenar la acción de los grupos insurrectos,
el presidente Juárez presento una
iniciativa de ley ante el congreso,
mediante la que se declaraba la
suspensión del pago de la deuda pública y
las obligaciones extranjeras durante dos
años; la asamblea legislativa aprobó la
iniciativa presidencial en julio de 1861.
La decisión del gobierno mexicano sería
utilizada para desencadenar la añeja
pretensión francesa de extender su
hegemonía de gran potencia hacia el
continente americano e intentar hacer de
la nación mexicana un territorio de
enclave neocolonial sometido a sus
designios e intereses imperiales.
El fallido intento imperialista francés,
como es sabido, debió transitar por una
fallida y costosa intervención militar, así
como por un fallido y patético imperio
mexicano.
36 Entre el paradigma político y la realidad
En cambio para la nación mexicana
significó refrendar el empeño por
mantener su condición de nación soberana
e independiente, no obstante el costo
humano y material que debió pagar a raíz
de la intervención francesa.
La intervención extranjera empezó a
fraguarse desde el momento mismo que
en Europa se recibieron las noticias sobre
la Suspensión de pagos decretada por el
gobierno mexicano. Francia, España e
Inglaterra expresaron su inmediata
condena y declararon rotas las relaciones
diplomáticas con México y, en octubre de
1861 en Londres, Suscribieron un tratado
para enviar en forma conjunta tropas de
sus respectivos países a las costas
mexicanas y exigir la protección de sus
súbditos y de las propiedades de estos, así
como el cumplimiento y pago inmediato
de los adeudos del gobierno mexicano.
Ante la actitud asumida por estas naciones
el gobierno de Juárez propuso establecer
negociaciones para encontrar una solución
al Conflicto por la vía diplomática y, en
muestra de su disposición para allanar las
dificultades derogó la ley mediante la que
se había declarado la suspensión de pagos
de la deuda pública en noviembre de ese
mismo año. Pese a esta postura del
gobierno nacional, entre diciembre de
1861 y enero de 1862, arribaron a
Veracruz los ejércitos de las potencias
coaligadas. No obstante esta Situación, el
gobierno de México volvió a reiterar a los
representantes de las naciones
demandantes su voluntad y disposición
para cubrir los compromisos de la deuda
en cuanto las condiciones financieras del
país lo permitieran; España e Inglaterra
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
265
aceptaron las proposiciones mexicanas y
llegaron a un acuerdo con México al
suscribir los tratados de la soledad y, poco
después sus ejércitos se retiraron del
territorio nacional.
La salida de los españoles y de los
ingleses evidencio con claridad las
verdaderas intenciones que escondían los
franceses detrás de las fachadas de las
reclamaciones sobre la deuda: intervenir
en la nación mexicana para imponer bajo su protección un monarca europeo, aliado
y con los intereses de Francia. Además el
imperio francés y Napoleón III contaban
en México para llevar adelante sus planes
con la anuencia y apoyo del clero, los
conservadores y monárquistas autóctonos.
En efecto, el apoyo al proyecto
monárquico bajo el patrocinio francés
constituyó el postrer recurso del que
echaron mano los conservadores y el clero
para intentar detener el hundimiento y
extinción de los últimos reductos del
sistema bajo el que habían forjado su
poder, sus bienes y privilegios. Y aun
cuando ello demostraba la incapacidad
histórica de los conservadores para
permanecer como alternativa viable y
propia dentro de la vida de política el país,
decidieron jugar su última carta
alejandose con los adversarios de la
independencia y la soberanía mexicana.
Las gestiones de los conservadores para
importar una monarquía extranjera se
habían intensificado luego de su derrota
en la Guerra de Reforma. En 1861
Napoleón III había manifestado a los
promotores mexicanos la intención de
apoyar una intervención en México para
implantar un monarca europeo; desde
entonces se perfilaba como un buen
candidato al trono el archiduque de
Austria, Fernando Maximiliano de
Absburgo.
En abril de 1862 las tropas francesas
avanzaron hacia el centro del país. Al
mismo tiempo y bajo el amparo de las
fuerzas de ocupación el general Juan
Almonte se proclamaba jefe del gobierno
mexicano y formaba un gabinete con
integrantes del partido conservador. Aun
cuando las tropas del gobierno
constitucional opusieron una cerrada
resistencia al ejército francés, como en el
caso de la Batalla de Puebla, con los
refuerzos enviados por Napoleón III las
fuerzas mexicanas se vieron obligadas a
retroceder. Después de numerosos
combates el ejército napoleónico logro
ocupar la ciudad de México en junio de
1863.
Unos días antes, el 31 de mayo de 1862,
frente a la inminente llegada de las tropas
extranjeras el congreso mexicano se había
disuelto, ratificando previamente su apoyo
a Juárez en la tarea de asumir la defensa
de la república y la soberanía del país,
además de concederle facultades
extraordinarias para gobernar mientras
persistiera la intervención francesa. El
presidente en compañía de varios
miembros de su gabinete, unos cuantos
diputados y una pequeña escolta, ese
mismo día salieron de la capital a San Luis
Potosí en donde provisionalmente se
estableció el gobierno de la república.
Posesionados de la ciudad de México los
franceses instalaron una asamblea de
notables integrada por reconocidos
conservadores a la que se encargó
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
266
proponer un gobierno provisional y
sancionar un documento el que se
aceptó, en representación del pueblo de
México la monarquía hereditaria por un
príncipe extranjero al frente y con el título
de emperador de México. Cubierto el
trámite un selecto grupo de conservadores
viajo al castillo de Miramar para ofrecerle
al príncipe austriaco la corona del
flamante imperio mexicano. Mediante los
Tratados de Miramar del 10 de abril de
1864,
Maximiliano fue proclamado Emperador de
México, al mes siguiente el Emperador y
su joven esposa, la Emperatriz Carlota
ponían sus reales pies sobre el suelo de
"su imperio mexicano".
A principios de 1864 las fuerzas francesas
que brindaban protección al gobierno
imperial mexicano habían logrado ocupar
el sur y el centro del país, así como los
principales puertos del Pacífico y del Golfo
de México. El siguiente objetivo militar
era dominar el norte de México que se
había constituido en bastión y refugio para
el gobierno y las fuerzas militares de la
república. El avance de la ofensiva
imperial obligaría al gobierno de Juárez a
moverse cada vez más hacía el norte,
hasta llegar a la zona fronteriza con los
Estados Unidos para establecer su
gobierno en el Paso del Norte en 1865.
38 Entre el paradigma político y la
realidad
La causa republicana atravesaba por su
etapa más crítica; en la contabilidad
militar las derrotas superaban
ampliamente a las victorias alcanzadas y
las defecciones políticas no eran escasas.
Sin embargo, la debilidad en la que se
encontraban las fuerzas de la república no
significó necesariamente la estabilización y
consolidación del imperio mexicano, por el
contrario, pronto empezaron a hacerse
visibles las primeras grietas en la fachada
del edificio imperial. Paulatinamente aflo-
raron las diferencias entre las fuerzas que
habían apoyado la instauración de la
monarquía y el gobierno imperial. El
imperio de Maximiliano empezó a
fracturarse y a debilitarse no solo por la
oposición y resistencia de las fuerzas
republicanas, sino también por sus propios
conflictos y contradicciones internas.
A contracorriente con las expectativas que
el clero, los conservadores se habían
forjado en relación con las medidas
antirreformistas y la orientación
conservadora que adoptaría el gobierno
monárquico, Maximiliano asumió una
política gubernamental de tintes liberales.
En contra de lo esperado por el clero, la
desnacionalización de sus bienes no se
produjo. Cierto es que bajo cuerda esta
postura era apoyada, incluso, por los
muchos conservadores que se habían
beneficiado con la adquisición de bienes
eclesiásticos, sin embargo ello no le resta
valor político a la decisión imperial de
obrar en tal sentido.
A lo anterior habría que sumar la
determinación imperial de clausurar la
universidad por considerarla demasiada
atrasada y reaccionaría; el otorgamiento
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
267
de la libertad de prensa; el control
gubernameltal de las rentas procedentes
de los bienes nacionalizados; el control del
patronato eclesiástico; la autoridad
imperial en el registro de nacimientos,
matrimonios y defunciones, entre otras
disposiciones; que a fin de cuentas no
hacían sino reiterar una buena parte de
las medidas reformistas de de los liberales
mexicanos.
El sesgo tomado por la política imperial
condujo al distanciamiento de varios de
sus iniciales aliados y con ello se erosionó
todavía más el endeble consenso que
había concitado el gobierno de
Maximiliano. Algunos conservadores y el
clero terminaron como opositores políticos
del emperador al que acusaban y tildaban
de liberal. Por supuesto que ello tampoco
le trajo la aceptación o el reconocimiento
de las fuerzas republicanas y liberales,
para éstos Maximiliano y el imperio
encarnaban la intervención extranjera, la
agresión a las instituciones de la república
y la pérdida de la nacionalidad y de la
patria mexicana.
Hacia 1866 la suerte del imperio se
tornaba cada vez más incierta. Al término
de la guerra civil norteamericana, el
gobierno de los Estados Unidos no sólo se
negó a reconocer al imperio de
Maximiliano, sino que demandó a Francia
el retiro de sus tropas de México. Por otra
parte, Napoleón III enfrentaba en Francia
la creciente exigencia de poner fin a su
aventura en México, así como la amenaza
de conflictos con otras potencias
europeas, por lo que finalmente optó por
el retiro de sus tropas en territorio
mexicano.
Sin el apoyo napoleónico y carente de la
protección militar francesa, el imperio de
Maximiliano resultó incapaz para resistir el
embate de las fuerzas republicanas. Hacia
principios de 1867 la iniciativa de la
guerra había pasado al bando del ejército
liberal; la mayoría de las plazas y del
territorio nacional estaban bajo su
control. Finalmente el ejército
conservador capituló en Querétaro. Con
la ejecución de Maximiliano en el Cerro de
las Campanas terminó la aventura
imperial francesa y junto con ésta se
extinguía en forma vergonzante el viejo
partido de los hombres que pretendieron
hacer el bien a costa de cualquier precio,
incluyendo el de la independencia y la
soberanía. En suma, uno más de los
desafíos que debió sortear la nación
mexicana durante el siglo XIX para
salvaguardar su integridad e identidad
nacional.
24 jan Basantt, Los bienes de la Iglesia en
México; 1856-1875, México, el colegio de
México 1884,p. 278.
40 • Entre el paradigma político y la realidad
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
268
DILEMAS DE LOS LIBERALES EN
LA REPÚBLICA RESTAURADA
Con el propósito de restablecer
plenamente la vida republicana, en
agosto de 1867, el gobierno nacional
emitió la convocatoria para elegir
presidente de la república, a los diputados
integrantes del congreso y a los miembros
de la Suprema Corte. El documento
redactado por Juárez incluya una serie de
cláusulas y propuestas que despertaron
una enorme inquietud política entre las
filas liberales y fueron objeto de un
intenso debate a través de múltiples
artículos y editoriales que aparecieron en
los periódicos de la época. Además,
porque de acuerdo con las bases de la
convocatoria, al emitirse el voto en las
elecciones los ciudadanos al mismo tiempo
darían su anuencia para que el congreso
hiciera las reformas constitucionales
derivadas de las propuestas contenidas en
dicho documento.
Entre los puntos más relevantes que
contenía el documento aludido se
encontraban los siguientes: otorgamiento
del derecho del voto a los miembros del
clero y posibilidad de ocupar un escaño en
el congreso; eliminación del requisito de
residencia para los aspirantes al congreso;
depositar el poder legislativo en dos
cámaras, esto es reconstituir la de
senadores; capacidad de veto del
ejecutivo ante resoluciones del poder
legislativo; restricciones a la diputación
que fungiera como permanente para
convocar al congreso; prever lo relativo a
la sustitución del poder ejecutivo, cuando
se diera el caso de faltar al mismo tiempo
los presidentes de la república y de la
Suprema Corte de Justicia. Por último,
introducía el plebiscito popular para
modificar la constitución, con lo cual se le
arrebataba al congreso una de sus
facultades exclusivas.
Desde la óptica de su autor, se
argumentaba en la convocatoria que la
introducción de dichas reformas evitaría la
repetición de una serie de conflictos que
en el pasado habían creado graves
problemas a la república, se establecería
una auténtica división entre los poderes s
de la unión, se fortalecería la institución
presidencial y se garantizaría una mayor
participación y expresión de la voluntad
popular.
Para otros, el otorgamiento del voto al
clero significaba un retroceso y se
acusaba al presidente de pretender
concentrar un excesivo poder en sus
manos. Asimismo, algunos más
señalaban que el poder legislativo se vería
disminuido y consideraban un gran
desacierto la introducción del plebiscito
popular como vía para la reforma de la
constitución.
En medio de la polémica señalada se
llevaron a cabo los comicios electorales,
resultando nuevamente elegido presidente
de la república Benito Juárez. No obstante
los resultados obtenidos, ante la oposición
que se había desatado en
torno a varias de las propuestas ya
señaladas, Juárez debía actuar con cautela
y posponer su aplicación como en el caso
de las restauración del senado.
Más o menos salvado este inicial escollo el
gobierno de la república se dispuso a
reorganizar las cuestiones relativas a la
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
269
administración pública. El principal reto
que enfrentaban ahora los liberales era el
de poner en practica el tantas veces
postergado proyecto de cambiar y
reconstruir al país. La reorganización
administrativa del nuevo gobierno puso
énfasis en el ramo hacendario y militar.
Para aminorar los gastos que implicaban
el sostenimiento del ejército se redujo de
manera considerable su número de
efectivos a la vez que se eximió la
intervención castrense en los asuntos
Fiscales y hacendarios. En relación con
las finanzas públicas se logró renegociar
los plazos del pago de la deuda y esta se
redujo a menos de la mitad. Aun cuando
persistió el déficit en el gasto público
también se registro una tendencia a la
baja. En el campo educativo con la
expedición de la leyes de instrucción
pública (1867 y 1869) se ratificó la
libertad de enseñanza, se hizo obligatoria
la enseñanza en la educación básica, se
reformaron los planes y programas de
estudio y se fundaron nuevas escuelas,
entre estas la Escuela Nacional Pre-
paratoria. Asimismo, el afán
modernizador de los liberales se expreso
en el otorgamiento de concesiones a los
particulares para invertir en el desarrollo
de la infraestructura del país, lo que se
tradujo en la ampliación de las líneas
telegráficas y las vías férreas.
Ciertamente, muchos aspectos de la vida
económica y social se mantuvieron sin
cambio y otros tendieron a agravarse,
como fue el caso de las comunidades
indígenas que al avanzar en su
desamortización, en la práctica se les
usurpó o despojo de sus legítimos y
seculares bienes el proceso de despojo a
los pueblos y comunidades indígenas más
la ancestral explotación a la que se les
había sometido, precipitaron una serie de
rebeliones en distintas zonas del país que
fueron reprimidas sangrientamente, entre
las de los tzotziles y yaquis. Además, en
el plano político no todo había sido paz y
tranquilidad en el gobierno de Juárez,
abundaron los conflictos y disputas
regionales entre los nuevos caciques
liberales, militares o civiles, por el control
del poder político de sus localidades o
estados. Así, el panorama que se
presentaba al finalizar el periodo
constitucional de Juárez, presageaba
enfrentamientos entre los propios grupos
y hombres que formaban parte del
aparato gubernamental.
La prolongada estancia de Juárez al frente
del gobierno y su determinación de
presentarse nuevamente como candidato
a la presidencia de la república en 1871,
avivo las querellas entre los individuos y
grupos políticos que aspiraban a
sustituirlo. Algunos jefes militares y
políticos surgidos en las luchas de
reforma, en la guerra contra los franceses
y el imperio de Maximiliano, sentían que
un nuevo mandato del liberal oaxaqueño
terminaría por crear una nueva división en
el país, a la vez que cerraba el paso a sus
pretensiones políticas.
Así en la elección de 1871, además de
Benito Juárez, surgieron como
contendientes a la silla presidencial
Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz.
Pese a la cerrada campaña política sus
adversarios y los grupos que los apoyaban
la elección favoreció a Benito Juárez.
EL CONGRESO DE LOS LIBERALES Y LA GUERRA DE LOS CONSEVARDORES______
270
Inconformado con la elección presidencial
el general Díaz se sublevo en contra del
gobierno al cobijo del llamado Plan de la
Noria; solo que entonces se produjo el
deceso de Juárez, apenas a unos cuantos
meses de haber iniciado su nueva gestión.
Tocó sucederlo a Lerdo de Tejada, quien
de paso logro apaciguar la insurrección de
Díaz.
Durante el gobierno de Lerdo de Tejada se
restableció la Cámara de Senadores,
permaneciendo desde entonces y hasta el
presente la forma bicameral del Congreso
de la Unión y, además, fueron elevadas a
rango constitucional las Leyes de Reforma,
lo que significó la definitiva secularización
de la sociedad mexicana. Por su parte,
Porfirio Díaz reaparecería en la siguiente
elección presidencial de 1876 y otra vez
sería declarado perdedor; sólo que la
revuelta militar que entonces acaudilló
tuvo mejor suerte. El Plan de Tuxtepec
(reformado en Palo Blanco) lo llevaría a la
silla presidencial por un tiempo que ni
siquiera el mismo alguna vez soñó.
EL LAGO DE PATZCUARO (1897)_________________________________________
271
EN EL MÉXICO INDIO
FREDERICK STARR
MIRADA VIAJERA
México tiene pocos lagos grandes; el
mayor de ellos, el de Chapala, tiene una
superficie de tan sólo 1685 kilómetros
cuadrados. El de Pátzcuaro es mucho más
pequeño, pero infinitamente más
pintoresco. Su forma es parecida a la de
una herradura gruesa. Las colinas lo
rodean por todos lados, y detrás de ellas
se elevan las montañas con picos
dentados. Sus aguas están salpicadas de
bellas islas y en sus orillas se encuentran
veintidós aldeas o pueblos de los indios
tarascos. Los indios de estas aldeas rara
vez usan los caminos de tierra para ir de
pueblo en pueblo; por lo general viajan en
unas canoas muy peculiares. Son embar-
caciones hechas de un solo tronco de
árbol que varían en tamaño, desde las de
una sola persona hasta las que llevan a
diez o doce. Están cortadas en la popa
casi a escuadra; en la proa tienen una
cierta inclinación; el fondo es plano y su
base es considerablemente más ancha que
la parte de más arriba; están ahuecadas
de tal manera que, en su interior, los
lados son delgados y casi verticales. Los
puntales están en el fondo, en dos o tres
lugares, y se extienden a lo ancho de la
canoa, sin duda para reforzar los lados;
también sirven de asiento para los
pasajeros. La proa y las partes inclinadas
se hacen más estrechas y queda un puntal
que funciona como apoyo para los pies del
timonero, quien se sienta en la proa y no
en la popa. Gobierna la canoa con un
remo de mango largo que pasa por una
abrazadera de madera que va sujeta a
uno de los lados de la canoa. Los remos
que usan para la propulsión tienen
mangos de aproximadamente tres o
cuatro pies de largo usan palas redondas.
Algunas veces los remeros dan su palada
en un solo lado de la canoa, y otras veces
en ambos. Cuando reman sólo de un
lado, la palada en el agua es oblicua para
mantener estable el rumbo.
En estas canoas, los tarascos de las aldeas
del lago van de un lugar a otro. En una
de estas canoas, salimos una mañana
antes de las seis, hacia Santa Fe de la
Laguna. Nuestra fuerza de trabajo
constaba de tres personas: un viejo
llamado Felipe, su mujer y un joven. Los
tres llevaban remos, pero únicamente dos
remaban y el tercero gobernaba la
embarcación. El sol salió al poco rato, y
los efectos de la luz de la mañana sobre el
agua y las montañas a nuestro alrededor
eran muy bellos. Aunque habíamos salido
temprano, ya había muchos otros en el
lago, y en la primera parte de la travesía
EL LAGO DE PÁTZCUARO (1897)
EL LAGO DE PATZCUARO (1897)_________________________________________
272
nos encontramos con cantidad de canoas
en dirección de Pátzcuaro. Era algo
maravilloso ver seis u ocho remeros en las
canoas grandes siguiendo un ritmo exacto
en sus movimientos y cantando al mismo
tiempo. Algunas veces competían dos
canoas, y la risa y los gritos de emoción
acompañaban el concurso. Por aquí y por
allá, a la orilla del lago, se veían las
pequeñas chozas de los pescadores con
sus redes secando al sol, o a los grupos de
hombres pescando con sus redes
barrederas o simplemente sumergiendo en
el agua otras redes más pequeñas; en
muchas laderas había pequeños lotes con
cultivos modestos; por todos lados se
veían petates que no hacía mucho habían
terminado o montones de palmas recién
cortadas para usarlas en su fabricación.
Después de cinco horas de remo constante
llegamos a Santa Fe de la Laguna,
precisamente en el lugar opuesto del
mucho más famoso pueblo de
Tzintzuntzan, y a poca distancia de
Quiroga. Santa Fe es un pueblo singular
que se extiende por muchas millas sobre
un terraplén un poco más alto que el nivel
del agua. Las casas están hechas de
ladrillos de adobe café oscuro, más bien
grandes; los muros están cubiertos con
yeso blanco; los techos de todas las casas
son de tejas y las alfardas de sostén se
proyectan más allá del muro del frente de
la casa, protegiendo a los transeúntes,
que van por el sendero, de la lluvia y del
sol del mediodía. Las puntas de estas
alfardas están cortadas para crear un
efecto ornamental. En todas las casas hay
árboles frutales: naranjos, limoneros,
limeros agrios, aguacate y chirimoya. Las
propiedades pequeñas están rodeadas por
un muro de piedra de cierta altura; los
portales de acceso al patio tienen un
pequeño y bonito techo de paja de dos
aguas.
Para cuando terminamos de descargar,
una multitud de indios de raza pura se
había congregado en el lugar de
desembarco. Cuarenta o cincuenta
hombres y mujeres de mediana estatura,
de piel morena oscura y rostros anchos e
inexpresivos, observaban cada
movimiento nuestro con curiosidad, pero
ninguno se prestaba a ayudarnos a llevar
nuestro equipaje al curato. Por el camino
encontramos a un niño a quien le pedimos
que nos guiara hasta la casa. El cura se
había ido a Quiroga y sus suspicaces
trabajadores domésticos se negaron a
recibirnos hasta que el cura regresara,
aunque nos permitieron dejar allí nuestro
equipaje. Fuimos a la plaza y
conseguimos pan y queso en la tienda, y
después de comer vagamos por el pueblo
hasta que, a las dos y media de la tarde,
el padre Ponce apareció. Le mostramos
nuestras cartas y le pedimos su asistencia.
En seguida nos ofreció su casa, llamó a los
oficiales, les leyó en voz alta la carta del
gobernador, y les dijo que era su deber
ayudarnos en lo que se nos ofreciera.
Inmediatamente comenzamos nuestro
trabajo, y antes del anochecer ya
habíamos medido y fotografiado a varios
sujetos.
A la mañana siguiente, que era sábado,
nos levantamos llenos de entusiasmo. Sin
embargo, después del desayuno, el padre
Ponce partió para Quiroga para celebrar la
navidad. En ese instante, el trabajo
EL LAGO DE PATZCUARO (1897)_________________________________________
273
disminuyó, y sólo con gran dificultad
logramos conseguir a unos cuantos
sujetos. A la mañana siguiente, muy
temprano, regresó el padre para decir
misa; al finalizar, pidió a la congregación
que cooperara con nosotros, y de nuevo
pudimos trabajar. Pero en el momento en
que partió nuevamente para Quiroga, el
interés disminuyó. Finalmente, como
nadie llegaba y los oficiales habían
desaparecido, decidimos hacer un
recorrido para investigar lo que sucedía.
Encontramos a todo el pueblo borracho; el
juez, el jefe de la policía, los mayores,
todos estaban demasiado borrachos para
ser medidos. Hicimos el intento con dos o
tres sujetos, pero a los pocos minutos nos
dimos por vencidos. No hubiera sido
necesario que el padre Ponce fuera hasta
Quiroga para celebrar la navidad; en
nuestro pueblo también hubo
celebraciones. Estaban, por ejemplo, "los
viejos". Una tarde, vimos pasar una banda
de media docena de personas que
cantaban por la calle. Todos los
integrantes de la banda, menos uno, eran
hombres o niños con túnicas largas de
color rojo, morado o verde brillante
abotonadas al frente; cubrían sus cabezas
con una tela provista de una pequeña
máscara de barro. El último miembro de
la compañía era una mujer, vestida a la
manera usual, pero descalza y con un
rebozo en que escondía el rostro y un
sombrero de hombre sobre su cabeza.
Dos de los del grupo llevaban guitarras de
manufactura local. La compañía paseaba
por las calles, cantando y bailando
zapateados y el jarabe, un bailable en el
que participan un hombre y una mujer.
Cuando el pueblo advirtió la presencia de
este grupo, comenzó a dirigirse hacia el
corral que estaba conectado a la capilla
detrás de la iglesia. Seguimos a la
multitud y, para cuando llegamos, el
corral ya estaba lleno de gente. Los
hombres estaban sentados en bancas o en
cuclillas contra los muros; las mujeres y
los niños, en el suelo. Advertimos que
todas las mujeres llevaban bultos, que
resultaron ser cazuelas con atole caliente,
montones de tortillas grandes, charolas
llenas de tamales y bolsas con tacitas.
Aparecieron varios grupos de danzantes,
deleitando a la concurrencia con sus
representaciones. El grupo que habíamos
visto al principio resulto ser el menos inte-
resante. Los que realmente
representaban a "los viejos" eran los
mejores. Llevaban grandes y graciosas
máscaras de madera, algunas de las
cuales ya se veían muy usadas; una
representaba una cara larga, verrugosa,
barbada y estaba pintada de morado;
otras eran rojas o cafés, pero la mayoría
eran del color natural de la madera; en la
parte de atrás de la cabeza llevaban
enormes pelucas de hojas de maíz o de
petate; los atuendos estaban raídos y
sucios, y en algunos casos su estilo era
verdaderamente antiguo; las prendas de
algunos eran de piel de tigre. Cada banda
tenía su director, y cada una trataba de
superar a la anterior en lo original de la
música interpretada en el vigor de sus
danzantes y en la vulgaridad de sus
gestos. Sus bufonadas causaban gran
alegría. Mientras tanto los niños y las
jóvenes servían de meseros. A todos -
incluyendo a los extranjeros- nos
EL LAGO DE PATZCUARO (1897)_________________________________________
274
distribuyeron tazas con atole hirviente,
deliciosas tortillas y tamales calientes. No
podíamos empezar hasta que a toda la
compañía le hubieran repartido sus
alimentos; sólo hasta entonces los
oficiales del pueblo dieron el ejemplo y
todos nos unimos en los festejos. Siguió
la música, la risa y la diversión, que
duraron hasta ya entrada la noche.
El segundo día después de navidad, una
banda de pastores de San Jerónimo pasó
de casa en casa, entonando canciones
navideñas. La compañía tenía dos o tres
músicos, un cargador –que era un indio de
alrededor de quince años- y media docena
de otros jóvenes, con sombreros nuevos
de palma y unos bastones largos que
terminaban en un anillo del que brotaban
tiras de papel de seda de colores
brillantes. El cargador llevaba un cojín
sobre el que se encontraba tendida una
figura de Jesús niño. En cada casa pasaba
frente a los espectadores, y les permitía
besar la figura y depositar ofrendas de
flores o dinero para la pequeña iglesia de
San Jerónimo. Más tarde comenzó la
música; el que la dirigía comenzó a cantar
y los pequeños pastores dieron vueltas y
vueltas cantando al unísono.
Perdimos casi dos días enteros por las
borracheras del pueblo. Cuando pasaron,
entre halagos y amenazas logramos
comenzar a trabajar de nuevo, y ya
estábamos por terminar con el hombre
número cien cuando regresó el padre
Ponce, esta vez para quedarse.
Casi nos habíamos muerto de hambre
durante su ausencia; su vieja ama de
llaves había hecho lo posible con lo poco
que le procurábamos, pero lo mejor
posible no había sido suficiente. Con el
padre Ponce llegó al pueblo otro cura, el
padre Torres, de Pátzcuaro, quien antes
había vivido en Santa Fe y era muy
querido por los nativos. Con la ayuda de
ambos padres pudimos conseguir sujetos
femeninos, y en menos de un día
estuvimos listos para decirles adiós a los
padrecitos y dirigimos hacia Tzintzuntzan.
Todos los turistas que van a Pátzcuaro
visitan Tzintzuntzan para ver el cuadro de
Tiziano. El padre Ponce estaba deseoso
de que admiráramos el famoso cuadro y
que lo fotografiáramos. Era ya tarde
cuando llegamos al pueblo formado, en
gran parte, por una población de mestizos
e indios que casi no hablan más que su
tarasco nativo. El cura no estaba en el
pueblo pero nos llevaron al curato. Una
vez allí, descubrimos que el buen hombre
se había llevado las llaves con él. Con
dificultad logramos conseguir alimentos, y,
después de la cena, nos llevaron a un
cuarto abierto, con un techo sin terminar,
sin puerta y sin rastro de cama. En él
compartimos una fogata con dos o tres
jóvenes y padecimos un frío terrible
durante toda la noche. Nos levantamos
muy temprano, ya que era imposible
dormir, y pasamos el tiempo lo mejor que
pudimos, hasta que hubo suficiente luz
para fotografiar el cuadro.
Llevábamos la carta que el padre Ponce le
había escrito al cura, en la que le pedía
que nos permitiera fotografiar el cuadro.
Ya la noche anterior les habíamos
mostrado esta carta junto con la del
gobernador a los oficiales del pueblo y
habíamos solicitado permiso para tomar la
fotografía. Habían respondido que no
EL LAGO DE PATZCUARO (1897)_________________________________________
275
podían darnos este permiso mientras el
padre estuviera ausente. Después del
desayuno, y ya con suficiente luz, nos
dirigimos a la vieja iglesia, frente a la cual
se encuentran unos bellos y antiguos
olivos, rugosos e irregulares, de cuyas
ramas penden viejas campanas.
Entramos a la iglesia, y en seguida
encontramos el Tiziano: un descenso de la
cruz. Las figuras están pintadas con
audacia y están agrupadas con destreza;
la acción y la luz se concentran en la fi-
gura de Cristo. El padre Ponce nos había
dicho que el mejor lugar para tomar la
fotografía era desde el púlpito, y estaba
en lo cierto. El sacristán nos miraba con
recelo; cuando se dio cuenta de nuestros
preparativos para la fotografía, se acercó
corriendo y nos dijo que estaba prohibido
tomar fotografías en ausencia del cura. Le
dijimos que no podíamos esperarlo; que
debíamos regresar a Pátzcuaro ese mismo
día y hacer los arreglos necesarios para
continuar nuestro viaje; le mostramos la
orden del gobernador y la carta del padre
Ponce, pero todo fue en vano. Debíamos
esperar a que regresara el cura. Entonces
se me ocurrió depositar unos cuantos
centavos en su mano y decirle que estaba
seguro que tenía muchos deberes que
atender fuera de la iglesia y que nosotros
no debíamos retenerlo; que nos
quedaríamos un rato para admirar el
cuadro, ya que merecía una inspección
cercana y piadosa. Inmediatamente se
fue, cerrando la puerta tras de sí.
Colocamos la cámara en el púlpito con
rapidez y tomamos la fotografía.
Curiosamente, los deberes de sacristán
terminaron justamente cuando nos
disponíamos a salir de la iglesia y la
puerta se abrió como si hubiéramos dicho
"ábrete, Sésamo".
Para las diez y media ya habíamos
conseguido una canoa y dos remeros, dos
jóvenes y vigorosos indios puros. Aunque
el viento soplaba en nuestra contra,
hicimos buen tiempo. Nos detuvimos en
la isla de Janitzio, que es una pintoresca
aldea de pescadores. Las casas están
amontonadas sobre una pequeña terraza
cerca del pie de la colina que le sirve de
fondo. Los escalones de roca en la ladera
van desde la orilla del agua hasta las
casas. En cada patio hay petates sobre
los que se ponen a secar unos pequeños
pescados blancos. Los hombres del
pueblo siempre están deshilando redes,
cuando caminan por las calles o cuando se
detienen a platicar; van desenrollando
muchas yardas de cordel al borde del
lago; hay cientos de yardas de redes
barrederas colgadas al sol. Las casas, de
bonitas tejas rojas, están amontonadas en
forma irregular por las callecitas angostas
y retorcidas. Los habitantes son indios
puros y llevan sus trajes típicos.
Ningún pueblo de esta región usa tanto el
tsupacua o lanzador; es una varilla de
madera cortada para que quede ajustada
en la mano y soporte el astil de una lanza
o saeta larga, la punta de la cual se apoya
contra una estaquilla cerca del extremo
del lanzador. Con este instrumento se
pueden lanzar las saetas de caña con
punta de hierro, largas y ligeras, más
directamente y con más fuerza que con la
mano. Estas saetas se usan para cazar
patos. Antiguamente esta varilla se usaba
en todo el país; hoy en día permanece en
EL LAGO DE PATZCUARO (1897)_________________________________________
276
uso sólo en unos cuantos lugares, el más
conocido de los cuales es el lago de
Pátzcuaro.
A URUAPAN, ANTES DEL
FERROCARRIL (1898)
Hicimos arreglos en Pátzcuaro para partir
a la mañana siguiente rumbo a Uruapan.
Aunque salimos un poco retrasados, a las
seis de la mañana ya nos encontrábamos
en camino. Se notaba que era temprano,
ya que el aire estaba frío; las hojas y el
pasto estaban cubiertos con abundante
escarcha; a pesar de los pesados sarapes
que llevábamos alrededor del cuerpo,
temblábamos de frío mientras
cabalgábamos.
Sin embargo, era un hermoso paseo a
caballo. Al principio nos pareció haber
dejado atrás el lago; posteriormente
subimos hasta llegar a una cima desde la
que pudimos verlo de nuevo, y durante el
descenso lo vislumbramos
constantemente, con sus orillas sinuosas,
sus maravillosas montañas en el
trasfondo, sus islas y sus bonitas aldeas
indias. Finalmente, volvimos a dejarlo
atrás y llegamos hasta una magnífica
región montañosa, cubierta princi-
palmente por pinos. Al pasar por Ajuno,
que queda en una ladera inclinada,
alcanzamos a un grupo de policías,
montados a caballo, que llevaban a unos
prisioneros a Uruapan. En Escondidas,
una aldea miserable, nos impresionó el
espíritu comercial de los indios. Las casas
de todas estas aldeas están construidas
con troncos o tablones de madera
hábilmente empalmados. Los techos son
de vigas angostas y se inclinan
abruptamente. En cada casa se vendía
algo: comida, bebidas o cigarros. Todas
las casas están construidas a la orilla del
camino, y en la parte central del frente
tienen una pequeña ventana cuadrada,
desde donde se muestra la mercancía.
Cuando no hay quien compre, las
ventanas se cierran con postigos de
madera sólida. No sólo cada casa era una
tienda; también en la carretera, entre los
pueblos, pasamos por muchos lugares en
los que, en algún puesto cercano a los
arbustos, las mujeres ofrecían a la venta
frutas, alimentos o bebidas. Por lo
general, estos puestos están uno junto al
otro, y las vendedoras se divierten
platicando, riéndose y cantando. La venta
desde las casas y los puestos a la orilla del
camino es muy común en toda la región
tarasca.
Poco después de pasar por Escondidas,
comenzamos un descenso que parecía
interminable. En repetidas ocasiones
pensamos que ya habíamos llegado al
fondo, sólo para descubrir que estábamos
en un terraplén desde donde comenzaba
otro descenso más. Y así fuimos bajando
hasta Ziracuarétaro, una ciudad impresio-
nante. Las plantaciones de plátano
rodeaban las casas; los árboles cubiertos
de naranjas, con sus esferas doradas, se
elevaban a una altura poco usual de
treinta o más pies; abundaban los
mameyes, con su fruto exótico, y los
cafetales, cargados de grano hasta el
punto de quebrarse. En medio de la
frondosa vegetación tropical, las casas
eran casi imperceptibles, y sólo pudimos
EL LAGO DE PATZCUARO (1897)_________________________________________
277
verlas hasta que estuvimos directamente
frente a ellas. A pesar del tremendo des-
censo, cuando cruzamos el arroyo y
comenzamos a ascender tuvimos la
sensación de no haber llegado en verdad
al fondo de este gran valle. Durante un
buen trecho cabalgamos a través de un
distrito de cañas de azúcar; más tarde
pasamos por un poblado de pequeñas
chozas primitivas que se extendían a lo
largo de un espacio rojizo; después de un
ascenso sinuoso llegamos a un sendero
escarpado que nos llevó a la cima y a la
orilla de la gran pendiente hacia Uruapan.
Al final del valle y a nuestra izquierda,
entre el verdor del paisaje, pudimos ver el
humo proveniente de las fábricas de
Uruapan. Cruzamos uno de los puentes
característicos del distrito, con su bonito
techo de vigas de cuatro aguas, como los
de las casas, y con bancas a los lados para
que los transeúntes se puedan sentar y
descansar mientras admiran el agua que
salpica, burbujea y hace espuma allá
abajo. Seguimos por un camino plano
entre zarzamoras, rosas salvajes y otros
arbustos, hasta llegar a Uruapan.
No hay pueblo más bello en México que
Uruapan. Es el lugar de la eterna
primavera. Aunque se encuentra a miles
de pies sobre el nivel del mar, esta
situado de tal manera, con referencia a las
pendientes de las montañas y los valles en
forma de túneles, que su clima es
templado, y florecen plantas
características de lugares de menor
altitud. Sus frutos y "el mejor café del
mundo" le han dado fama a este pueblo.
Las casas, encerradas entre densos
arboledas verdes, tienen el pintoresco
estilo tarasco. Los techos de cuatro
aguas, unas veces cubiertos por vigas
largas y estrechas y otras por tejas rojas,
evocan los más bellos cuadros de las
aldeas japonesas. Las calles están
limpias. Por el centro del pueblo pasa un
arroyo de montaña de agua muy clara de
un tono zafiro. Este bello arroyo surte de
energía a los molinos, las fábricas y la
planta de luz, y lo cruzan, en varias
ocasiones, puentes techados, al abrigo de
los cuales puede uno pasarse horas
observando el agua correr, las cascadas
llenas de espuma, las pozas en el lecho
rocoso y a los indios que transitan por allí.
La mayoría de los pueblos mexicanos se
contentan con tener sólo una plaza; éste
tiene tres, una cerca de la otra, separadas
entre sí por una línea de edificios
angostos. Tienen plantas bien arregladas;
y cuentan también con monumentos y con
un estrado para las bandas. El pueblo
tiene luz eléctrica y últimamente se han
acondicionado varios hoteles para recibir a
la multitud de visitantes que esperan
tener cuando llegue hasta allí el
ferrocarril, que será dentro de algunos
meses.
El prefecto de Uruapan y jefe político del
distrito es yerno del gobernador Mercado,
y para el llevamos una carta especial de
parte de su suegro. El viejo caballero nos
había insistido que regresáramos por
Capácuaro y Cherán, dos pueblos indios.
Dijo que en el primero encontraríamos un
mogote (montículo o montón de piedras y
tierra) que todo viajero debía ver, y que el
segundo era donde Lumholtz había
descubierto unos cráneos excepcionales.
Como teníamos poco tiempo, le pedimos
EL LAGO DE PATZCUARO (1897)_________________________________________
278
al-prefecto que mandara un mensajero a
Cherán con órdenes de excavar algunos
cráneos y tenerlos listos para cuando
llegáramos. El oficial se mostró en
cantado de cumplir esta orden, y en
presencia nuestra llamó al mensajero y le
puso la orden en sus manos con todas las
instrucciones necesarias para su entrega.
Mientras tanto, también había objetos de
interés para nosotros en Uruapan. El
pueblo es famoso por su trabajo en laca,
hecho con aje, como el de Chiapa.
Adornan los guajes, pintan las formas
frutales para que se parezcan a las
naturales y decoran los recipientes de la
corteza de algunos frutos de manera muy
parecida a la de Chiapa. Lo que es típico
de Uruapan son las placas y cubiertas de
madera para las mesas; decoradas con
diseños florales en colores brillantes,
sobre un fondo verde oscuro, rosa, azul,
amarillo o negro. Este arte está en manos
de unos cuantos indios puros. Cuando los
visitamos, supimos que traen las placas y
cubiertas de madera de una de las aldeas
tarascas de la montaña. Primero las
cubren con varias capas del color de
fondo; sobre éste, se delinea a lápiz un
patrón que se recorta en la superficie
laqueada; entonces, con las puntas de los
dedos se aplica el color, mezclado con
aceite, aje y otras sustancias, y se
rellenan los patrones recortados; se les da
lustre, tallándolas cuidadosamente. El
trabajo es espléndido y es muy apreciado
en toda la república.
En el mismo barrio del pueblo, en donde
se lleva a cabo esta industria local, hay
muchas personas con bocio. La
enfermedad parece estar confinada a un
distrito, pero allí quizás la mitad de la
población la padece, la mayoría de ellos
en grado mínimo. En ocasiones la
inflamación es visible, y en las familias
afectadas encontramos, como siempre,
sordomudez.
En la mañana del día de año nuevo
salimos para Capácuaro y Cherán. Al
dejar la ciudad nos impresionó aún más el
verdor y lo pintoresco del paisaje. El
camino a Capácuaro era inesperadamente
plano y bueno, y a eso de las nueve ya
habíamos llegado al pueblo, que es
puramente indio. Las mujeres, casi sin
excepción lucían sus trajes nativos. El
bocio era común, y en algunos hombres
las protuberancias eran realmente
enormes. Cabalgamos por el largo
pueblo, llegamos hasta la casa del jefe de
la policía y mandamos llamar a los
oficiales. Cuando llegaron, advertimos
que todos, menos el jefe, estaban
borrachos; el secretario en particular casi
no podía mantenerse en pie. Cuando le
dimos la carta del prefecto no pudo
descifrar su grandilocuencia. La revisó de
manera aturdida y declaró que éramos
"gringos", "como el que estuvo aquí el año
pasado" (probablemente Lumholtz). Con
cierto rigor le dije que se equivocaba al
llamar a los visitantes del pueblo con el
ignominioso nombre de "gringos", y le
ordené que leyera la carta y le refiriera su
contenido al jefe. Hizo un esfuerzo más y
dijo: ¿Quién puede descifrar una carta
como está? Está en un idioma. "Con
firmeza señalé hacia la firma y
respondí:"Esta carta es de su prefecto y
está escrita en su idioma; vea la firma.
"Meneando la cabeza dijo: "Ah, sí, la firma
EL LAGO DE PATZCUARO (1897)_________________________________________
279
es la de Silvano Martínez, pero la carta
está en el idioma de usted. " Al notar que
era totalmente inútil seguir con esta
conversación, le quité la carta y,
dirigiéndome a la multitud allí reunida, los
reprendí por sus borracheras, afirmando
que era vergonzoso que todo el gobierno
del pueblo estuviera intoxicado al mismo
tiempo; que debería de quedar siempre
alguien lo suficientemente sobrio para
hacerse cargo de los asuntos que pudieran
presentarse; que nos habían insultado
llamándonos "gringos", y que no habían
escuchado lo que decía nuestra orden
porque el secretario estaba demasiado
borracho para cumplir con sus
obligaciones; que había dos maneras de
tratar con gobiernos de este tipo y que, a
menos que se hiciera algo rápidamente,
ya veríamos si les gustaría regresar con
nosotros a Uruapan. En ese momento, el
jefe, que en realidad no estaba tan
borracho, pidió que le explicáramos que
era lo que deseábamos; el borracho del
secretario parecía asustado, y el resto del
cuerpo de gobierno expresó su deseo de
ayudarnos en lo que fuera necesario.
Entonces leí la carta del prefecto lo mejor
que pude y agregué que habíamos venido
a Capácuaro sólo porque así lo deseaba el
gobernador; que queríamos visitar su
"mogote", y que deseábamos que alguien
nos guiara sin demora. La reacción
inmediata fue de gran agitación y
alboroto. Se le pidió al desacreditado
secretario que se fuera a su casa y se
quedara allí; el jefe de la policía convoco
al resto de su compañía, llamó al oficial
del estado mayor, se ciño su enorme
machete, y tomó la delantera. Lo
siguieron tres policías con sus machetes y
otros dos sin armas, y con esta escolta
nos dirigimos hacia las ruinas en la
montaña. Resultaron ser dos montones
de escombros que quedaban de unas
construcciones en piedra. Si hubiéramos
tenido más tiempo para llevar a cabo una
investigación seria, quizás hubieran
resultado más interesantes; pero tal como
estaban las cosas, les dedicamos sólo
unos cuantos minutos, nos despedimos de
nuestra escolta de borrachos y seguimos
nuestro camino.
Habíamos planeado ir primero a
Nehuatzen, de allí a Paracho, y, después
de visitar Cherán, de regreso a
Nehuatzen. Sin embargo, cuando vimos
que el "mogote" se encontraba cerca de la
carretera a Paracho, decidimos modificar
nuestros planes. El camino nos llevó por
bosques, principalmente de pinos, con
intervalos de bellos claros. Observamos
que en muchos árboles había una gran
cantidad de racimos de un parásito
parecido a la madreselva, con flores
amarillas. Paracho se encuentra al pie de
las montañas, al final de una larga
extensión plana. Es un pueblo poco
atractivo y el único motivo de nuestra
visita era ver la manufactura de sus
famosos rebozos. Difieren de los demás
por su borde ancho de seda blanca y azul
que está unido a la base de la malla
formando diseños decorativos que
representan pájaros y animales o figuras
geométricas. El trabajo es interesante y,
en mi opinión, hay una imitación, que aún
sobrevive, del antiguo trabajo en plumas
que hizo famosos a los antiguos tarascos.
De Paracho, el camino nos llevó a Cherán,
EL LAGO DE PATZCUARO (1897)_________________________________________
280
pasando por Aranza. Precisamente
después de Aranza nos encontramos con
un deslave impresionante provocado por
algún torrente estival. Durante la época
de lluvias un sólo torrente puede llenar
desfiladeros, cubrir de agua las laderas de
las montañas, arrancar los árboles de
cuajo, desgajar fragmentos de rocas y
arrastrarlos como bloques de madera con
cientos de toneladas de grava fina. Sin
embargo, en ese momento no había ni
trazas de agua; ni siquiera un hilo delgado
en ninguno de los desfiladeros; pero de
sus bocas, ahora secas, se extendían por
muchas millas a la redonda, y en el mayor
de los desórdenes, los sedimentos en
forma de abanico, con cantidad de bloques
de rocas que medían entre cuatro y diez
pies de diámetro y troncos de árbol de
hasta dos pies de grosor; en algunas
panes, éstos llegaban a cubrir por
completo nuestro camino. Podíamos
seguir los residuos de los abanicos de
sedimentos: desde la parte más gruesa y
densa de la base del torrente, hasta su
margen en la planicie; de las masas
rocosas que pesaban toneladas, pasando
por rocas más pequeñas, hasta la arena y
la grava.
El camino a Cherán parecía interminable,
y al atardecer por fin llegamos a este
interesante y magnifico pueblo indio. Era
el año nuevo y, por las calles, se estaba
llevando a cabo la celebración de "los
negritos". Sin embargo, nuestra llegada
llamó tanto la atención que opacó la
representación. Cabalgamos directamente
hasta la casa de gobierno y solicitamos
ver al presidente municipal. Tardó en
aparecer y, mientras tanto, los curiosos
que querían vernos y saber a qué
habíamos venido se amontonaron
alrededor de puertas y ventanas. Cuando
llegó, lo saludamos de la manera más
cordial y le dijimos que habíamos venido
por los cráneos. Nos miró horrorizado.
“¿Los cráneos? ¿Que cráneos, señor?”
“Los cráneos que el prefecto le ordenó que
excavara para nosotros. ”Para entonces, la
multitud que se encontraba afuera, y que
cada vez era mayor, comenzó a mostrarse
inquieta. El presidente municipal declaró
no saber de qué estábamos hablando.
Después de que le explicamos el asunto
con más detalle, nos aseguró que no había
llegado al pueblo ningún mensajero del
prefecto. Primero pensamos que mentía,
pero al verlo realmente asustado, nos
dimos cuenta que era verdad cuanto
decía. Nos rogó que tuviéramos cuidado,
que no fuera que la gente, ignorante, nos
oyera. Nos explicó que el año anterior,
don Carlos (Lumholtz) había estado allí;
que el también había querido ver unos
cráneos, que los oficiales del pueblo le
habían dado permiso de sacar algunos del
cementerio; que había causado tal revuelo
que, ante las amenazas de la gente del
pueblo, los oficiales le habían revocado el
permiso. Nos dijo que temía que la gente
del pueblo nos hubiera escuchado, y, por
la expresión de sus rostros, era probable
que así fuera. Dijo, sin embargo, que don
Carlos había conseguido, más tarde,
algunos cráneos en un antiguo cementerio
cerca de la aldea; que si deseábamos
quedarnos en Cherán hasta la mañana
siguiente–ya que hoy se había hecho
tarde-el nos acompañaría al antiguo
cementerio donde, sin lugar a dudas,
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281
podríamos conseguir los cráneos. Como
aún no sabíamos si era verdad lo que el
hombre decía, le hablamos con dureza,
diciéndole que tendríamos que reportarlo
con el gobernador por no haber obedecido
las órdenes del prefecto. También
exigimos que se redactara un documento
oficial, debidamente sellado y firmado por
él, como presidente municipal, y por el
secretario, en el que se manifestara que
no había llegado al pueblo ningún
mensajero enviado por el prefecto. Para
nuestro asombro, redactaron el
documento de inmediato, y así pudimos
constatar que el prefecto era quien nos
había engañado, fingiendo haber enviado
al mensajero.
Con miles de disculpas y manifestaciones
de pesar por parte de los oficiales, salimos
de Cherán con prisa, para llegar a
Nehuatzen antes del anochecer. La prisa
se debía a que todos los que se habían
enterado que visitaríamos Cherán habían
meneado la cabeza, expresando: "¡Ahí sí
que son frías las noches!" Si es verdad
que hace mas frío en Cherán que en
Nehuatzen, francamente sería lo mismo
que estar en una zona glacial. Nehuatzen
es famoso porque allí se fabrican las
canoas del lago de Pátzcuaro.
Nos costó mucho trabajo conseguir
alimentos y un lugar para dormir en
Nehuatzen. Aunque en el cuarto que nos
asignaron para pasar la noche había un
guardarropa completo de prendas
femeninas que echamos sobre nuestras
cobijas, padecimos el frío penetrante
durante toda la noche. Los dos niños que
nos habían acompañado como guías y
cargadores durmieron en el corredor,
afuera de nuestra puerta. Cuando
amaneció, estaban tan entumecidos y
tiesos por el frío, que tuvieron que
encender cerillos y acercar sus manos
heladas a las llamas para poder mover los
dedos. Habíamos pensado salir a las
cinco, pero hacia demasiado frío para
cabalgar. Cambiamos nuestros planes
para las siete, cuando el sol hubiera
calentado un poco la mañana. Todo
estaba cubierto de cristales de escarcha.
Para que los animales tomaran agua en
los abrevaderos, que en realidad eran
canoas sin terminar, tuvimos que romper
una capa de hielo de media pulgada de
espesor.
Cabalgamos durante diez horas y ni
siquiera nos detuvimos para comer.
Pasamos por Sabina y Pichátaro, San Juan
Tumbio y Ajuno, hasta que por fin
regresamos a la agradable ciudad de
Pátzcuaro.
TLAXCALA (1898)
Siempre nos ha gustado el estado de
Tlaxcala y su pequeña y pintoresca ciudad
capital del mismo nombre. Durante más
de doce años, su gobernador ha sido
Próspero Cahuantzi, un indio de pura
sangre, cuya lengua materna es la
náhuatl. Es un hombre robusto, fuerte y
enérgico, con pequeños ojos negros muy
hundidos. Los habitantes de su pequeño
estado, el más densamente poblado de la
república, son casi todos indios, y le
temen, lo odian y lo respetan
simultáneamente. Ya habíamos visitado
previamente la ciudad en varias ocasiones
y don Próspero siempre nos había recibido
EL LAGO DE PATZCUARO (1897)_________________________________________
282
cordialmente. Por lo tanto, pensamos que
no seria necesario llevar con nosotros las
cartas habituales de recomendación de las
autoridades federales.
Antes de salir para Tlaxcala, mientras
estábamos en la Ciudad de México, nos
enteramos de que el gobernador
Cahuantzi se encontraba allí para atender
algunos asuntos de gobierno. Pensamos
que sería prudente comunicarnos con el,
explicarle el tipo de trabajo que
deseábamos llevar a cabo en Tlaxcala y
pedir su colaboración. Así, nos dirigimos
al Hotel Sanz, en donde acostumbraba
parar en la capital. Lo buscamos dos
veces sin éxito y, a la tercera, cuando
pensábamos que tampoco lo
encontraríamos, nos topamos con él
bajando de su carroza en la puerta del
hotel. Lo interceptamos en lo entrada, le
pedimos una entrevista muy breve, que
nos otorgó, aunque de mala gana. Era
evidente que estaba de pésimo humor.
Pedimos disculpas por nuestra intrusión a
una hora tan avanzada y en un mal
momento, pero aprovechamos para
ponerlo al tanto de nuestro proyecto en
Tlaxcala, de las medidas, las fotografías y
otros datos que necesitábamos, y le
recordamos que hacia dos años ya le
habíamos platicado de nuestros planes y
nos había prometido su asistencia. Ya de
mejor humor, nos reiteró que podíamos
visitar Tlaxcala y que nos brindaría su
apoyo, pero que necesitaría un poco de
tiempo para "preparar el terreno", ya que
su gente vería con recelo nuestro trabajo.
Cuando le preguntamos cuánto tiempo
necesitaría para "preparar el terreno", no
nos dio una respuesta clara. Pensaba salir
hacia Tlaxcala a la mañana siguiente, que
era viernes. Le dijimos que nosotros
podríamos ir primero a Puebla y llegar a
Tlaxcala el lunes por la mañana.
Consideró que era demasiado pronto,
pero, por fin, entre gruñidos, consintió.
Nos fuimos bastante sorprendidos ante el
mal humor y la falta de interés tan poco
característicos en él.
El lunes por la mañana llegamos a
Tlaxcala. Después del desayuno nos
dirigimos al palacio de gobierno. . El
gobernador ya se encontraba en la sala de
recepción, pero, en lugar de que nos hi-
cieran pasar rápidamente como en las
ocasiones anteriores, tuvimos que esperar
durante dos horas en la antesala.
Finalmente, cuando dábamos señales de
impaciencia, le llevaron un mensaje a su
Excelencia, y, unos minutos más tarde, el
jefe político del distrito penetró
apresuradamente en la custodiada sala de
recepción. Permaneció adentro durante
unos cuantos minutos y, al salir, nos
preguntó con brusquedad: “¿son ustedes
las personas que de sean medir cabezas?
Pues ya los están esperando allá afuera en
el pasillo. ¿Por qué no se ponen a
trabajar?". Con nuestros instrumentos y
nuestras cámaras en mano, nos dirigimos
deprisa al pasillo dispuestos a iniciar el
trabajo. Medimos a tres o cuatro sin
problemas, pero cuando grite "otro", los
ojos del jefe político comenzaron a
abultarse. Medimos al quinto sujeto, y al
solicitar que pasara el siguiente, el jefe
comenzó a hacer señas, primero de
distracción y luego de desesperación.
Tímidamente repitió "otro", mientras
buscaba con la mirada a más sujetos. Era
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283
evidente que no había comprendido la
naturaleza de nuestro trabajo, ni lo que
esperábamos de él. Para la hora del
descanso del medio día, habíamos medido
a catorce sujetos, pero el jefe ya no
mostraba ningún interés personal en
nuestro trabajo y había desaparecido de la
escena. Cuando regresamos a las tres de
la tarde, sólo los guardias estaban
presentes para ayudamos. Los sujetos
que invitábamos para ser medidos no
mostraban ningún interés. por el
progreso de la ciencia. Por lo tanto, el
señor Wilson fue a buscar al jefe a su
oficina. . El viejo estaba furioso, y
literalmente salió corriendo, diciendo que
ya bastante tenía con su propio trabajo.
Como vimos que no llegaríamos a ninguna
parte, decidimos adoptar medidas
urgentes. Nos dirigimos a la oficina del
secretario privado del gobernador y le
insistimos que le dijera al jefe del eje-
cutivo que estábamos perdiendo mucho
tiempo, que nadie nos asistía, que los
sujetos eran obstinados y tercos, y que
deseábamos que algo se hiciera con
rapidez. Esperamos durante unos cuantos
minutos. Se envió una orden; el jefe
político apareció muy indignado, converse
a puerta cerrada con el gobernador y,
cuando apareció de nuevo, lo saludamos
cordialmente. Le explicamos que la gente
no se dejaba medir y señalamos a un
sujeto particularmente terco, del que se
encargó en el acto y sin miramientos. Se
quedó el tiempo suficiente para
restablecer el orden, pronunciando en voz
baja maldiciones y amenazas, y
manifestando su descontento a cualquier
oficial que pasara por casualidad. Decía
que este trabajo lo estaba volviendo
materialmente loco; que hacía lo que tenía
que hacer, no por amor a nosotros, sino
por respeto a las órdenes de su jefe. Por
fin, una vez echado a andar el trabajo, se
fue y ya no tuvimos mayores problemas.
Cuando terminamos el trabajo del día, nos
detuvimos en la oficina del jefe para
informarle que al día siguiente
continuaríamos con el trabajo ya que
necesitábamos medir a cien sujetos y
llevábamos menos de la mitad. Le
sugerimos que hiciera algunos arreglos
sistemáticos para facilitar no sólo nuestra
labor sino la suya. El resultado fue
patente. Al día siguiente comenzaron a
llegar delegaciones de seis a doce
personas provenientes de las aldeas
cercanas. En efecto, el jefe había
facilitado nuestra labor. Tlaxcala difiere
de los demás estados de México que
conocemos en que la mayoría de la gente
vive en aldeas muy pequeñas que se
encuentran apiñadas alrededor de lugares
más grandes. Alrededor de la ciudad de
Tlaxcala hay aproximadamente diecisiete
de estos pequeños pueblos.
Como trabajábamos en palacio, casi no
conseguimos sujetos femeninos a quienes
tomarles medidas. Fuimos con el cura
para pedirle su consejo y nos recomendó
que fuéramos a algunas de estas aldeas
indias de los alrededores; que nos daría
una carta para el juez y que, de esta
manera, conseguiríamos a nuestros
sujetos femeninos con facilidad. Sugirió
que nos dirigiéramos a San Esteban y
escribió la carta prometida al juez del
pueblo. San Esteban es una bonita aldea
ubicada cerca de la cima de unas colinas
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284
grises de piedra caliza, detrás de las
cuales se encuentran colinas más altas del
mismo material. En las pendientes hay
terraplenes para las casas, construidas de
adobe y techos planos. En este estado,
más que en ninguna otra parte de la
república, se pueden apreciar las "casas
de tres partes", como las de los antiguos
aztecas -habitación, cocina y granero. El
granero, o cuezcomate, es particu-
larmente típico. Esta construido de barro,
en forma de un gran jarrón, o urna,
abierto en la parte superior; encima tiene
un pequeño techo de paja para proteger
los granos de la lluvia. Por lo general, el
cuezcomate mide diez pies de altura y en
cada casa se puede encontrar uno o más.
El juez vivía en una casa agradable de dos
habitaciones, una de las cuales se usaba,
por el momento, como escuela para va-
rones. Su hijo trabajaba ahí como
maestro. Nos recibió cordialmente y se
mostró complacido por la carta del padre.
Sin embargo, nos explicó claramente que
no era una orden del gobierno y que, en
realidad, la carta no tenía ninguna
autoridad; que si las mujeres deseaban
ser medidas, tanto mejor, pero que si se
negaban, no se podría emplear la fuerza.
Cuando sacamos la cámara, notamos que
su interés aumentaba; manifestó su deseo
de tener una fotografía de un grupo
familiar. Lo llevé a un lado y le hice saber
que era imposible que fotografiáramos a
todas las familias, pero que si podía
ayudarnos a conseguir a las veinticinco
mujeres sin demora, aunque el único
documento que tuviéramos fuera esta
carta del cura, tomaríamos la fotografía
del grupo familiar de su elección. Mi
proposición surtió efecto inmediato.
Llamó a los policías y los envió por las
mujeres de la aldea para que las
pudiéramos medir, por supuesto sin hacer
mención de su derecho a rehusarse.
Al atardecer, cuando regresábamos de
San Esteban, cansados pero satisfechos
del trabajo realizado ese día, nos
encontramos con una delegación de más
de una docena de hombres que nos
esperaba en la plaza. No necesitábamos a
tantos sujetos para terminar nuestro
trabajo, y ya estaba oscureciendo.
Gustosamente los hubiéramos regresado a
sus casas y hubiéramos corrido el riesgo
de conseguir otros sujetos para el día
siguiente, pero no se dejaron convencer,
ni ellos ni el jefe político. Así las cosas,
fuimos hasta el pasillo, encendimos las
velas y nos pusimos a trabajar. Cuando
llegamos al sujeto número cien, dijimos a
los demás que ya podían retirarse, pero
insistieron en que les tomáramos las
medidas, que eran las órdenes del
gobernador. Muertos de hambre y de
cansancio, terminamos de trabajar hasta
muy entrada la noche.
Esta delegación, sin embargo, fue una de
las más atractivas, limpias e inteligentes
de todas. Provenía de Los Reyes, un
pueblo a media legua de distancia. La
encabezaba el juez de la aldea. Después
de terminar de medir a todos, se
quedaron allí de pie, pasándose el
sombrero de una mano a otra, en actitud
de querer decir algo más. Finalmente,
haciendo acopio de valor, el juez y el se-
cretario dieron un paso al frente y
expresaron que era el deseo del pueblo
tener una fotografía de su iglesia, con el
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285
santo y la gente ante la puerta. ¿Sería
posible que la tomáramos y bajo qué con-
diciones?. Les respondimos que nuestro
tiempo era precioso y que si el viaje
representaba una pérdida de tiempo
importante, nos seria imposible acceder;
pero que si ellos proporcionaban a los
cargadores para transportar los
instrumentos hacia la aldea para que todo
estuviera listo antes de las siete de la
mañana, no tendríamos ningún
inconveniente en tomarla. Los oficiales se
mostraron encantados y nos preguntaron
qué desearíamos desayunar.
Respondimos:"Panecillos franceses y vino
tinto!"Cuando, miramos por la ventana, un
poco antes de las siete, ya el juez, el
secretario y otros dos estaban listos y
esperándonos. Uno de ellos cargaba
cuidadosamente una canasta, que
suponíamos contenía nuestro desayuno.
Con los instrumentos sobre sus hombros,
salimos al aire fresco de la mañana y
partimos hacia la aldea a la que llegamos
media hora después. El pueblo, de menos
de cien habitantes está situado sobre una
pequeña montaña y, como queda
escondido detrás de unas colinas, no se
puede ver desde Tlaxcala. Nos recibieron
en la casa de gobierno, que forma parte
del viejo edificio de la iglesia. Como se
estaba oficiando misa, dijimos a los que
nos recibieron que no deseábamos
interferir con sus deberes religiosos; que
aquellos que lo desearan, fueran a misa.
La mayoría entró en la iglesia, pero dos o
tres se quedaron con nosotros como parte
de un comité de hospitalidad. Nos
llevaron a un mirador desde donde la vista
del valle era espléndida, y el eco, uno de
los más impresionantes. Lanzaban
cohetes y el ruido resonaba de colina en
colina alrededor del enorme anfiteatro;
era como la reverberación del trueno, pero
ésta se debilitaba y cobraba fuerza una y
otra vez, hasta que llegamos a pensar que
nunca se detendría. Una vez terminada la
misa, se formó la procesión y sacaron al
"santito" de la iglesia. La gente del pueblo
se acomodó y tomamos la fotografía.
Entonces nos invitaron a desayunar Había
panecillos franceses y vino tinto que
habían traído del pueblo, un platón
enorme de enchiladas, lechuga fresca y
huevos Después de desayunar, pedimos
que nos permitieran escuchar el tambor
del pueblo, un gran huéhuetl. Este
instrumento es una reminiscencia de
épocas antiguas y son pocos los pueblos
indios que lo poseen. Por lo general
permanece guardado y sólo se saca en
ocasiones festivas. El de Los Reyes, que
media alrededor de tres pies de altura, era
un cilindro hueco de madera pintado de
azul, con una membrana retirada sobre la
parte superior. Colocaron en el patio el
mejor sillón del pueblo para mí. Una vez
sentado, tomaron sus lugares los tres
músicos: uno tocaba el enorme huéhuetl,
otro llevaba el ritmo en un tambor
ordinario y el tercero tocaba la chirimía,
una flauta de madera de sonido agudo.
Era la primera vez que escuchábamos un
huéhuetl. El músico golpeaba, el
instrumento con fuerza usando dos
macillos de madera con las puntas
acojinadas, y llevando un excelente ritmo.
Se podía escuchar la resonancia de los
instrumentos a una gran distancia. Todo
el pueblo estaba reunido y, durante un
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breve intermedio, se me ocurrió contarle a
la gente sobre el antiguo use del huéhuetl.
Les dije que Bernal Díaz, en su historia de
la Conquista de México describía los
sentimientos que embargaban a los
españoles cuando oían el gran huéhuetl en
el templo de la antigua ciudad de Tenoch-
titlan. En aquel entonces se tocaba este
instrumento principalmente cuando se
sacrificaban seres humanos a los dioses, y
los soldados sabían que algún
compatriota, o un aliado tlaxcalteca,
estaba muriendo. En ninguna de mis
conferencias he encontrado un público
más atento ni más agradecido.
El día que medimos a las mujeres en San
Esteban, vimos a un albañil, a quien ya
habíamos medido en Tlaxcala y con quien
habíamos platicado en alguna ocasión.
Estaba indignado por la conducta de las
mujeres durante las mediciones, y en la
noche nos dijo: "Señor, es una lástima
que pierdan el tiempo en un pueblo como
éste; estas personas son como animales;
los de mi pueblo sienten gran entusiasmo
por su trabajo, y si fueran allí encontrarían
personas con inteligencia, no bestias. " En
realidad ya habíamos terminado con el
trabajo, pero deseábamos conocer un
pueblo en el que hubiera tal entusiasmo
por nuestras investigaciónes.
Por lo tanto. hicimos los arreglos
necesarios con Ignacio Cempoalteca para
visitar su pueblo, San Nicolás Panotla. La
tarde del día en que fuimos a Los Reyes,
cruzamos el valle hasta Panotla; Ignacio y
su hermano mayor, José, nos encontraron
en el hotel. Ignacio debía regresar a
trabajar a San Esteban, pero nos aseguro
que José se encargaría de nosotros. Esto
resultó ser cierto, como también todo lo
que nos había dicho sobre Panotla.
José nos llevo directamente a su casa.
Las paredes eran de piedra sobre mezcla
de adobe, cubiertas de yeso blanco. Los
muros de contención de la pequeña
terraza sobre la que estaba construida la
casa también estaban muy bien hechos, y
con orgullo José nos dijo que todo el
trabajo lo habían realizado él e Ignacio.
José estaba casado y tenía tres hijos.
Ignacio era soltero; un hermano menor,
Carmen, también soltero, había aprendido
a dibujar solo y a hacer bocetos
arquitectónicos; nos mostró algunos
ejemplos. Sus padres eran los dueños de
la casa y nos recibieron hospitalariamente.
José nos guió por el pueblo.
Fotografiamos lo que quisimos, entramos
en las casas, examinamos lo que nos
pareció más interesante, y en realidad
pudimos advertir que sí había entusiasmo
por nuestro trabajo entre la gente del
pueblo. Frente al patio de la iglesia hay
una vieja cruz -que data de 1728- sobre la
que están representados todos los
símbolos de la pasión de Cristo.
En su base tiene grabada una largo
inscripción en náhuatl. Cerca de la iglesia,
cuando visitamos la escuela de los niños,
vimos a unos cuarenta jóvenes, morenos
y de ojos negros, cuya lengua materna
era el náhuatl. Les dijimos que nos
gustaría fotografiarlos; se agruparon
afuera del colegio no sin antes colocar
sobre el muro, como fondo, un par de
banderas nacionales y el retrato del go-
bernador, Próspero Cahuantzi.
Después de la fotografía, pedimos al
maestro que nos dejara oír cantar a los
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niños. Era evidente que no consideraba el
canto como su fuerte, pero cumplieron
nuestros deseos. Uno de los niños se
puso de pie para llevar el ritmo con una
batuta. Al terminar de cantar, el maestro
dijo que le gustaría que viéramos la clase
de aritmética, si es que teníamos tiempo.
Catorce o quince niños, de diez a catorce
años de edad, se sentaron sobre el piso
de tierra. Nos dijeron que podían realizar
operaciones de porcentajes, intereses,
bonos, hipotecas, aligaciones. ¿Qué
preferíamos? La verdad, habíamos
estudiado las aligaciones hacía tanto
tiempo que ya no nos acordábamos qué
eran; por lo tanto, escogimos estas
operaciones. "Muy bien, señor", dijo el
maestro. ”¿Serían tan amables de dictar
un problema a los muchachos?"De este
aprieto nos salvamos diciendo que no era
necesario, que confiábamos plenamente
en su rectitud y que pensábamos que era
mejor que le planteara el problema, ya
que los niños estaban más acostumbrados
a él. Hemos visitado muchas clases de los
mismos grados escolares con jóvenes de
las mismas edades en Estados Unidos, y
nunca hemos visto una que pudiera
superarlos en rapidez, exactitud y claridad
en su explicación. Después de nuestro
recorrido por San Nicolás Panotla, José
nos llevo de regreso a su casa, en donde
ya se encontraba una cena lista para
nosotros.
Unas semanas más tarde supimos la
causa probable del mal humor del
gobernador. Durante todo este tiempo
habíamos estado desconcertados por este
cambio de actitud, ya que contrastaba
marcadamente con la manera en que nos
había recibido en ocasiones anteriores.
Más o menos durante la época de nuestra
visita, habían arrestado a unos ricos
hacendados del estado de Tlaxcala por fal-
sificar monedas de plata. Su fortuna
provenía de los campos de magueyes.
Cualquiera supondría que se hubieran
contentado con estas fuentes legítimas de
riqueza. Pero no era el caso, y se habían
dedicado a la falsificación en grande. Se
sabía que las monedas falsas estaban
circulando desde hacía ya tiempo, y por
fin se habían coronado con éxito los
esfuerzos para encontrar a los delin-
cuentes. La culpabilidad de estas
personas era indudable y se procedió a
arrestarlas, juzgarlas y sentenciarlas. Se
hicieron todos los intentos posibles para
conseguir su perdón, pero fueron en vano.
El gobernador Cahuantzi es un viejo amigo
del presidente Díaz, y se pensaba que
podría ejercer alguna influencia sobre él.
Otros hombres de dinero, interesados en
que se liberara y se perdonara a estos
criminales, le prometieron a Cahuantzi 10
000 dólares si podía interceder con éxito
ante el presidente Díaz. Estos detalles no
divulgados, los conocimos por una fuente
respetable y confiable, y pensamos que
son ciertos. El viejo gobernador, ansioso
de obtener la recompensa, y
probablemente sintiéndose seguro de su
influencia con Díaz, había ido hasta la
capital. Fue justamente en el momento
en que hicimos nuestro primer contacto
con él. Es probable que la noche de
nuestra visita viniera de ver al presidente,
y se dice que don Porfirio no solo se
rehusó a perdón a los falsificadores, sino
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que mostró una peligrosa inclinación para
investigar los motivos de la intervención
del gobernador. No es de extrañarse que
el viejo estuviera malhumorado y hosco
con sus visitantes, después de haber
perdido los 10 000 dólares que creía tener
asegurados, y ante la incertidumbre del
desenlace final de este desafortunado
negocio.
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(1950-1970)________________________________________________________
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DE LA INSURRECIÓN A LA
REVOLUCIÓN EN MEXICO
JOHN TUTINO
LA POLITICA LIBERAL Y LAS
INSURRECCIONES AGRARIAS,
1855-1880
Las fuerzas políticas que provocaron la
escalada de la violencia agraria en México
empezaron a trabajar a escala nacional en
1855. Una facción que profesaba firmes
principios liberales reivindicó el dominio
del Estado nacional, derribando el último
gobierno conservador de Antonio López de
Santa Anna. El 25 de junio de 1856 el
nuevo régimen proclamó la Ley Lerdo, que
derive su nombre del ministro de Hacienda
Miguel Lerdo de Tejada y abolió en todo el
país los derechos de propiedad de todas
las organizaciones corporativas. En lo
sucesivo sólo las personas físicas podían
poseer propiedades. Se había atendido a
los principio liberales del individualismo
económico. También se expropiaría, y no
por casualidad, la riqueza en tierras de la
Iglesia, destacada defensora de los
conservadores de la oposición. Y se
socavarían las bases terratenientes de la
autonomía y la cohesión comunal
campesina. La Ley Lerdo impondría una
radical reestructuración de la tenencia de
la tierra -y de las relaciones sociales en el
campo- en todo México.
¿Quiénes eran los reformadores liberales?
¿Quiénes apoyaban su ascenso al poder? Y
¿por qué estaban tan empeñados en
desmantelar las comunidades campesinas
de México? Los liberales triunfantes de
1855 estaban dirigidos por Juan Álvarez,
cabecilla político de las regiones
circundantes de Acapulco a lo largo del
Pacífico. Sus aliados más visibles eran el
ministro de Hacienda Lerdo, de Veracruz,
y el ministro de Justicia Benito Juárez, de
Oaxaca. Las pujantes regiones de las
periferias estaban bien representadas en
la jefatura liberal. Por lo general, los
funcionarios liberales eran abogados y
profesionistas de otro tipo. Sus reformas
perseguían la finalidad de consolidar un
Estado nacional coherente y estable.
¿Acaso fue el triunfo liberal de los años
1850 principalmente un movimiento de
dirigentes provinciales y sus aliados de
clase media que buscaban estabilidad
política en tiempos de agitación? Fue eso.
. . y mucho más. Los jefes liberales del
México decimonónico eran provincianos y
profesionistas de clase media que
representaban intereses particulares y
actuaban en pro de una estabilidad
política que favoreciera esos intereses.
Por desgracia, poco sabemos sobre las
bases de apoyo político que tenían los
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1950-1970
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liberales. Pero las metas que perseguían
son evidentes, y podemos considerar sus
cimientos políticos desde esa perspectiva.
Ciertamente, los liberales no
representaban a los restos de la élite
colonial, grupo venido a menos desde
1810 pero todavía poderoso y que en
general era baluarte de los políticos
conservadores.
Su hostilidad a los liberales lo movió, al
igual que a los yaquis, a apoyar en la
década de 1860 el imperio de Maximiliano
respaldado por los franceses. Cuando
Juárez volvió al poder en 1867, Lozada le
ofreció al principio su fidelidad, esperando
a cambio autonomía local. Pero para 1868
se hizo evidente que Juárez y sus aliados
estaban empeñados en privatizar en los
dominios de Lozada las tierras que servían
de apoyo tanto a los gobiernos comunales
como a las actividades religiosas y a la
producción para el sustento campesino.
Enfurecido, Lozada se alzó en armas y
reclutó partidarios entre los aldeanos en
torno de Tepic y entre los indígenas
menos hispanizados de la cercana Sierra
Madre. Con el apoyo de aldeanos que
defendían la autonomía comunal y de
alteños que combatían por conservar su
independencia mas aislada, Lozada tuvo a
raya a las fuerzas del Estado liberal hasta
1873, año en que fue derrotado,
capturado y ejecutado.
Apenas si se habían aplacado los
levantamientos que empezaron a fines de
los 1860 cuando se produjo otra andanada
de insurrecciones agrarias a mediados de
los 1870. La política de los liberales y su
línea de conductor ayudaron una vez más
a provocar rebeliones. Nuevamente una
sequía que fue no sólo extensa sino
intensa complicó los resentimientos
agrarios. Por primera vez se sumó un
programa nacional de desarrollo
económico a las provocaciones que
indujeron a muchos de los pobres del
campo a desafiar a sus gobernantes. Y
fue en aumento la politización de las
protestas agrarias.
En Julio de 1872, poco antes de iniciar un
nuevo periodo presidencial, murió Benito
Juárez. Sucedió en el cargo su
vicepresidente, Sebastián Lerdo de
Tejada, hermano del difunto Miguel, de
tanta fama por sus leyes contra las tierras
de la Iglesia y de las comunidades
campesinas. Pero Porfirio Díaz,
oaxaqueño como Juárez y general famoso
por su actividad contra los franceses,
esperaba hacerse cargo de la jefatura de
los liberales. Se había enfrentado a
Juárez en 1871, sin lograr desalojar del
poder al héroe del liberalismo mexicano.
Sin embargo, cuando Lerdo pretendió
conserva la presidencia en un nuevo
periodo que debía empezar en 1876, Díaz
se rebeló de nuevo, esta vez con éxito.
Las divisiones entre los jefes liberales en
1875 y 1876 ayudaron no sólo a provocar
sino a propiciar insurrecciones. Mientras
las facciones competían en busca de
apoyo político, Díaz lanzó su Plan de
Tuxtepec a principios de 1876. Entre sus
objetivos pedía una democracia efectiva y
la autonomía municipal. En enmiendas
expedidas en Palo Blanco en marzo, Díaz
prometía frenar la centralización del
Estado, las irregularidades judiciales y el
favoritismo hacia los intereses
extranjeros. En esas proclamas formales,
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Díaz no encaró directamente las
cuestiones agrarias. Pero sus
exhortaciones a la autonomía local y a la
honradez en la administración de justicia
hicieron a muchos sacar la conclusión de
que favorecería los intereses comunales.
Según la opinión común, Díaz aseguraba
de manera informal que siempre se
alinearía con los aldeanos en su constante
lucha contra las élites terratenientes.
¿Acaso no se estaba rebelando contra
Sebastián Lerdo y la facción liberal más
identificada con la privatización de las
tierras de los pueblos? Esos hechos
generaron esperanzas de que Díaz
siguiera una política más favorable a los
aldeanos campesinos y a los demás
pobres del campo.
Sin embargo, una vez en el cargo, Díaz no
pudo volverse defensor de la mayoría
agraria. En las mesas de su plan de
acción coincidía en parte con otros
liberales. Siendo comandante militar en
Oaxaca a fines de los años 1860, Díaz
había actuado para apresurar la
privatización de los terrenos comunales.
Díaz no se oponía a la privatización, sino
sólo a los abusos que la tomaban de
pretexto para Las expropiaciones. Díaz
mantuvo las leyes que ordenaban
privatizar los terrenos de los pueblos, y
después de 1885 vigiló el avance de su
puesta en vigor. Actuó para impedir
algunos abusos. . . y se confesó incapaz
de impedir o reparar muchos más .
Entre tanto, los programas de Díaz por
apresurar el desarrollo comercial en
México perjudicaban a muchos aldeanos
campesinos. Una vez que asumió la
presidencia, Díaz impulso la planeación y
construcción de una red ferroviaria que
integrase la economía mexicana y a la vez
la vinculase más estrechamente con los
Estados Unidos. Las élites terratenientes
en prolongada lucha por mejorar
esperaban nuevas oportunidades de
ganancias; pero para obtener esas
utilidades tenían que controlar las tierras
mejor servidas por las nuevas líneas de
transporte. Las tierras ocupadas por
aldeanos y pequeños terratenientes se
volvieron blanco de usurpación. -Y los
tribunales apoyaban una y otra vez las
demandas de los poderosos, sin importar
si eran legítimas o no. Así, la primera
consecuencia de que se ampliara la red
ferroviaria de México fue ayudar a
provocar una más de tantas oleadas de
levantamientos agrarios.
Las divisiones entre los gobernantes
liberales de México en 1875 y 1876, las
aparentes llamadas de Díaz a la justicia
agraria, la simultánea oleada de
usurpaciones de tierras desatada por los
proyectos ferroviarios, así como los dos
años de extensa e intensa sequía de 1875,
repetida en 1877,43 se combinaron para
generar otra andanada de insurrecciones
rurales de gran extensión y con frecuencia
persistentes. Surgieron levantamientos
de nuevo en varias regiones donde habían
ocurrido antes. Desde su derrota en
1868; los yaquis de Sonora habían sido
testigos de la embestida de los regímenes
del Estado liberal con proyectos de desa-
rrollo que les invadían el terruño. José
María Leyva, llamado Cajeme, había
combatido en 1868 al lado de los liberales
sonorenses para someter a su pueblo y
obtuvo como recompensa el puesto de
LAS BASES SOCIALES DE LA VIOLENCIA AGRARIA
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292
agente del Estado entre los yaquis. Para
1875 se había vuelto firme defensor de la
autonomía yaqui. Aprovechando las
divisiones políticas entre las facciones
liberales sonorenses, Cajeme anunció que
los yaquis y el sólo apoyarían a quienes
aceptasen su autonomía y protegiesen sus
tierras. Ninguna de las facciones liberales
aceptó esas condiciones, así es que
Cajeme llevó a su pueblo a otra revuelta
de masas, una violenta protesta contra las
invasiones a la autonomía yaqui que no
pudo ser aplastada hasta que lo
capturaron y ejecutaron en 1887. Y la
protesta guerrillera de los yaquis continuó,
junto con una represión cada vez más
violenta, hasta que Díaz emprendió
deportaciones en masa a Yucatán después
de 1900.
También se produjeron insurrecciones a
partir de 1877 entre los campesinos del
árido Mezquital, así corno de Sierra Gorda,
regiones de repetidos alzamientos desde
la época de la revuelta de Hidalgo. En los
altos que circundaban a Tepic, los pueblos
indígenas aislados que se habían adherido
anteriormente al importante movimiento
agrario de Manuel Lozada volvieron a
levantarse, convirtiendo esta vez sus
agravios en una protesta con forma de
salvación religiosa mesiánica.
En la Huasteca, las tierras bajas del
oriente potosino, los aldeanos tomaron las
armas en una rebelión sostenida por
primera vez en los inicios del periodo de
Díaz. En una región marginal para la
economía comercial, las vías férreas
propuestas condujeron a una ráfaga de
conflictos por tierras. A partir de 1876,
los dirigentes de los pueblos buscaron
títulos de tierras en el archivo de la ciudad
de México mientras un párroco rebelde,
Mauricio Zavala, capitaneaba la protesta
local. Cuando el presidente Díaz intentó
negociar un arreglo reconociendo los
títulos de los aldeanos y ofreciendo una
revisión judicial de todas las quejas, los
funcionarios y tribunales locales
impidieron que se pusiera en práctica
semejante política mediadora. Las élites
locales insistieron en sus demandas de
tierras, dando al traste eficazmente con la
resolución propuesta por el gobierno de
Díaz. Así se extendió el violento conflicto,
que se volvió más ideológico y más
politizado con la renovada actividad del
párroco rebelde en 1881. Entonces hubo
exigencias de que se dividieran entre los
aldeanos las tierras de las haciendas. Tal
levantamiento no podía ser tolerado por el
Estado mexicano, y en 1883 tropas
dirigidas por el general Bernardo Reyes
aplastaron a los rebeldes huastecos por
órdenes del entonces presidente Manuel
González.
Esas insurrecciones de los albores del
periodo de Díaz fueron sólo movimientos
regionales, pero lograron acercar los
conflictos agrarios un paso más hacia los
sucesos políticos nacionales. De 1875 a
1880 hubo una explosión de periodismo
radical y actividad política. Intelectuales
con ideales anarquistas y socialistas
actuaban con miras a vincular las
crecientes protestas campesinas a
ideologías y objetivos políticos. En 1878 y
1879 se reunió en la ciudad de México un
congreso de representantes de
comunidades rurales con muchos
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intelectuales radicales. Algunos de los
participantes pasaron directamente a
organizar revueltas de pueblos en
Huejotzingo y San Martín Texmelucan en
la cuenca de Puebla. Además, por lo
menos un actor político de relieve
nacional, el general Miguel Negrete,
encadenó su revuelta política contra Díaz
con la insurrección agraria en Sierra
Gorda. 47 Los levantamientos de fines de
los 1870 apresuraron la politización de la
violencia agraria que habría de culminar
en la revolución de 1910.
Las recurrentes oleadas de insurrecciones
agrarias de fines de los 1840, mediados
de los 1850, fines de los 1860 y la década
de 1870 se generaron en su totalidad en
respuesta al surgimiento del Estado mexi-
cano, primero en lo regional y luego en lo
nacional, como agente de los intereses de
la clase elitista, aunado a la política de los
liberales de emplear ese instrumento para
atacar los derechos de tenencia de tierras
de las comunidades campesinas. Tarde o
temprano, todos los alzamientos se
derrumbaron ante la fuerza militar. Pero
la derrota militar no siempre significa
fracaso. Los insurrectos de los decenios
centrales del siglo XIX prolongaron las
dificultades económicas de quienes
pretendían gobernar. Demoraron la
consolidación del poder político de los
liberales. Y aplazaron en forma
significativa la puesta en vigor de las leyes
que debían privatizar los terrenos
comunales.
Inmediatamente después de promulgarse
la Ley Lerdo en 1856, hubo una ráfaga de
privatizaciones en comunidades
adyacentes a grandes ciudades. En ellas,
muchos dirigentes comunales consintieron
en rápidas ventas de propiedades de
ingreso, sin duda bajo la presión de
poderosos inquilinos con el respaldo de
políticos. Sin embargo, una vez
negociadas esas primeras ventas, muchas
comunidades tropezaron con continuos
problemas para cobrar los pagos que se
les debían. Los dirigentes liberales
parecían más preocupados por movilizar
las propiedades comunales que por
asegurarse de que los pueblos obtuvieran
los pagos adeudados. Es indudable que la
consiguiente pérdida de riqueza comunal
confirmó la oposición de muchos aldeanos
al programa de privatización.
Lejos de los centros urbanos esa
temprana puesta en vigor fue rara.
Durante el decenio de agitación política de
1858 a 1867 la enajenación de terrenos
comunales se detuvo casi por completo.
En cambio, a partir de 1868 los liberales
aprovecharon su poder político sin
oposición para insistir de nuevo en la
puesta en vigor de la Ley Lerdo. Se
rebelaron los aldeanos en varias regiones,
como hemos visto. En los demás lugares
la puesta en práctica empezó despacio.
En el estado de México, en 1870 hubo
cerca de 65 mil demandantes que
obtuvieron títulos de tierras con valor total
cercano a un millón de pesos,
principalmente alrededor de Tenango del
Valle Y Tenancingo. En otras zonas del
altiplano central hubo pocas
privatizaciones en esa ocasión. Se ha
estudiado en detalle la comunidad de
Ocoyoacac en el valle de Toluca. Allí se
inició la privatización en 1867, cuando
veinticuatro residentes de la localidad
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reclamaron terrenos con valor de unos
sesenta pesos cada uno. En 1875 el
estado de México apremió a los
funcionarios del pueblo a una enajenación
más completa. Respondieron hacienda
notar que el decreto de octubre de 1856
dejaba automáticamente privatizada toda
propiedad con valor inferior a doscientos
pesos. Esa estratagema ayudó a aplazar
la resolución final, y fue apenas en los
años entre 1887 y 1889 cuando las tierras
de sustento de la mayoría de las familias
de Ocoyoacac fueron convertidas en
propiedad privada y titulada. Esa
enajenación tan demo de terrenos
comunales en Ocoyoacac es típica de los
acontecimientos en todo el estado de
México, en el que las propiedades
comunales en su mayor parte, no se
privatizaron sino después de 1885.
La puesta en vigor de la Ley Lerdo se
demoró parecidamente en otros lugares.
En Oaxaca la única actividad en 1856 fue
en la proximidad inmediata de la capital
del estado. A pesar de las continuas
presiones de los gobiernos estatales
liberales -con el respaldo de los
presidentes oaxaqueños liberales Juárez y
Díaz- al principio de los años 1900 las
enajenaciones en Oaxaca estaban todavía
en proceso. En Michoacán la privatización
de terrenos ocupados por el pueblo de
Churumuco también se demoró mucho
tiempo, fue ardorosamente disputada y
produjo un prolongado conflicto local. En
1868, funcionarios estatales liberales
empezaron a apremiar a los dirigentes
locales para que repartieran los terrenos
del pueblo. Los jefes comunales se
negaron previendo la ruina de la
comunidad. Después, en 1872, el
problema dividió a los aldeanos en
facciones. Una minoría local se unió a los
funcionarios estatales liberales pidiendo la
privatización total. El enconado debate
duró hasta 1878, fecha en que se
enajenaron los terrenos de Churumuco.
Más de doscientos residentes de la
localidad recibieron títulos de propiedades
anteriormente comunales. Más tarde los
aldeanos se enteraron de que los
comisionados llamados a poner en
práctica la privatización habían vendido
terrenos por valor de tres mil pesos para
cobrar sus servicios. Entonces la facción
que se había opuesto a la enajenación
tachó de ilegal la venta y trató de cancelar
en los tribunales la operación completa.
Las autoridades, sin embargo, respaldaron
a los comisionados. Siguió un periodo de
conflicto local endémico que hizo erupción
en varios choques violentos, los cuales se
prolongaron hasta el siglo XX.
Parece que la enajenación de propiedades
comunales -discutida en México desde la
década de 1820, sujeta a extensa
legislación por los gobiernos estatales
desde finales de la de 1840 y convertida
en ley nacional en 1856 -sólo se
complementó de manera lenta e
incompleta. Muchos aldeanos se
mantuvieron opuestos a ella en forma
resuelta y a menudo violenta a través de
los años que siguieron a la independencia.
Por último no tuvieron inconveniente en
poseer las parcelas de sustento que
venían cultivando de tiempo atrás. Pero
sintieron profundo enojo por la pérdida de
los pastizales y bosques del pueblo, y se
opusieron con energía a la enajenación de
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propiedades de ingreso comunal, base de
la vida administrativa y religiosa local. Sin
esas propiedades, los aldeanos iban a
tener que pagar los servicios religiosos y
los festivales comunales. Los gobiernos
de los pueblos perderían sus ingresos
independientes y con ello su capacidad
para defender la comunidad contra
presiones externas.
Como los gobiernos locales y la religión
comunal habían estado atenidos al mismo
sistema de propiedad comunal como
labradores campesinos, los notables del
pueblo y los campesinos pobres habían
compartido de tiempo atrás su interés por
defender ese sistema. Los dirigentes
locales empleaban una y otra vez el
ingreso comunal en defensa de los
terrenos del pueblo. La privatización de
las propiedades comunales, incluso si en
su totalidad eran conservadas como
propiedad personal por los aldeanos, ponía
en peligro los vínculos entre los dirigentes
comunales y los campesinos, reducto final
de la autonomía comunal campesina. Los
festivales del pueblo pasarían a ser no
sólo fuente de orgullo y cohesión sino
también gasto. Los funcionarios del
pueblo tendrían pocos motivos para
defender las tierras de sustento de las
familias campesinas. Y a la mayoría de
los aldeanos pobres les sería difícil
defender por sí solos su propiedad; su
autonomía.
Fue la defensa, de los valores campesinos
básicos lo que motivó muchas de las
insurrecciones del México decimonónico.
Y esos levantamientos ayudaron en
muchos casos a demorar o desviar la
privatización de terrenos comunales. La
relación entre la insurrección y la demora
y limitación de la política privatizadora es
evidente en el caso de Tamazunchale y los
cercanos aldeanos de la región Huasteca
del oriente potosino. Después de su largo
y violento alzamiento de 1876 a 1883, no
hubo gran interés en una privatización
inmediata. Apenas en 1894 empezó Díaz
a discutir con el gobernador de San Luis
Potosí la posible puesta en vigor de la Ley
Lerdo en aquellos lugares. Díaz insistió en
que la privatización debería realizarse allí
sin costo ni pérdida de tierras para los
aldeanos.
En lugar de ello, los funcionarios locales,
sin hacer caso, por lo visto, de la orden
del presidente, ofrecieron las tierras en
venta a los aldeanos. Cuando éstos
protestaron que carecían de fondos para
adquirir unos terrenos que ya estaban en
su posesión, los funcionarios empezaron a
ofrecer terrenos al mejor postor. En 1897
los aldeanos protestaron ante Díaz. El
Presidente -recordando la reciente historia
de insurrección en Tamazunchale y
aprovechándose de la división política
entre las élites de San Luis Potosí -impuso
con éxito una privatización que dejó las
tierras en manos de los aldeanos. La
insurrección de Tamazunchale no impidió
la privatización de los terrenos comunales,
pero logró demorarla durante más de una
década e impidió que se convirtiera en
pretexto por una expropiación lisa y llana.
Al intervenir Díaz para proteger los
derechos a la tierra de los campesinos de
Tamazunchale, estaba enterado de que en
otras zonas de la Huasteca y San Luis
Potosí, en Veracruz, en Chiapas y en otros
lugares la privatización había sido un
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pretexto para expropiar tierras de los
pueblos. También estaba enterado de la
larga historia de violencia agraria entre los
aldeanos despojados de su autonomía.
Después de 1900, Díaz empezó a tomar
medidas legales para frenar el ataque a
las tierras de los pueblos. En 1901
reformó el Artículo 27 de la Constitución
de 1857 para permitir que las
corporaciones no ligadas a la Iglesia
poseyeran tierras. Así quedo legalmente
ganada la batalla librada por los aldeanos
campesinos desde las postrimerías de los
años 1840 contra la política de los
liberales de privatizar las tierras. Muchas
propiedades comunales sobrevivieron
hasta 1910 y después. Pero hacia 1900,
la combinación de crecimiento de la
población campesina con las anteriores
privatizaciones y expropiaciones ya había
avanzado un gran trecho en el despojo a
los aldeanos mexicanos de su preciada
autonomía. Como veremos en el capítulo
siguiente, esa pérdida de autonomía se
combinó con los complejos cambios
económicos durante la época de Díaz para
ahondar los resentimientos agrarios
impulsores de los conflictos revolu-
cionarios que se iniciaron en 1910.
Las décadas de los 1840 hasta el inicio de
los 1880 aportaron recurrentes oleadas de
violencia agraria a extensas regiones de
México. Básicamente, las causas de ese
conflicto fueron los intentos de las
apuradas élites por usar sus nuevos
poderes del Estado, a menudo inestables,
para compensar las dificultades
económicas e imponer su voluntad a los
pobres del campo. El faccionalismo de las
élites mantenía inestables sus gobiernos,
y las dificultades económicas mantenían
pobres sus gobiernos. En su
desesperación trataron una y otra vez de
emplear esos pobres e inestables
instrumentos del poder del Estado para
socavar las bases de tierras de las
comunidades agrarias. A un mismo
tiempo provocaron y ofrecieron la ocasión
de insurrecciones en masa. La violencia
se convirtió en norma en las relaciones
entre las élites y los pobres del agro en
México. Y la gente del campo que
arrastraba ataques políticos a su
autonomía empezó a pensar en
respuestas políticas. Desde los años 1840
hasta los 1880 la violencia cada vez más
politizada se volvió endémica en la vida
agraria en México.