Historia Desde Abajo Historia Social y Microhistoria Iris Milan Maillo

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Historia desde abajo, historia social y microhistoria | Iris Milán Maillo –1– A nálisis y resumen de: J. Sharpe, “Historia desde abajo”, dentro de: P. Burke (ed.): Formas de hacer historia . Madrid 1991, pp. 38-58. La Historia desde abajo surge como una contraposición a la historia tradicional del Clasicismo que focaliza en las grandes personalidades de la historia. No será hasta el siglo XX que se producirá un cambio de perspectiva y surgirá el interés por las experiencias históricas de las masas con Edward Thompson, quien dará sentido al término “historia desde abajo”. Esta nueva perspectiva empieza a poner sobre la mesa nuevas cuestiones, como la de intentar dibujar una reconstrucción de la vida y las inquietudes de la clase obrera y la necesidad que tiene la propia población de entenderlas; esto es lo que empuja al historiador a “hacer” historia desde abajo Sharpe destaca dos grandes problemas: el primero se refiere a la cantidad de asuntos expuestos en los análisis históricos y las pruebas que se tienen de ellos. Los historiadores hacen frente a la falta de fuentes, ya que cuanto más atrás se remonte el historiador, más problemas tendrá para localizar una fuente en la que apoyarse. El segundo se refiere a la cuestión ligada a los conceptos e ideología que suscitan este estudio. La conceptualización “desde abajo” es un problema a delimitar plasmado en el estudio de la historia social; ¿dónde lo situamos y cuál es la función de la historia desde abajo? Así pues, definir lo que es el “pueblo” en el siglo XVI se torna una tarea complicada que no admite definición simplista. Sin embargo, los historiadores marxistas han sabido delimitar los bordes de la historia desde abajo, de manera que ésta se centra principalmente en los movimientos en los que las masas y la clase obrera es el agente de una actividad político-económica. Hobsbawm afirma que la historia desde abajo existe en correlación con los episodios que involucran las acciones de las masas, es decir, cuando crece la acción de la clase obrera a partir de la Revolución Francesa. Sharpe dice que es precisamente la tendencia de estudiar el mundo obrero lo que propone el problema limitador de la historia desde abajo, ya que el concepto de clase es de difícil aplicación para ciertas épocas y confina esta tendencia a una época determinada. Como contraposición, Ladurie propone el estudio de comunidades rurales durante la Edad Media mediante aquellos documentos que no fueron registrados deliberadamente para la posteridad para darles validez como prueba histórica, ya que no se dispone de testimonio directo de los campesinos. Ginzburg, sin embargo, no propone la reconstrucción de la forma de vida

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Análisis y resumen de: J. Sharpe, “Historia desde abajo”, dentro de: P.

Burke (ed.): Formas de hacer historia . Madrid 1991, pp. 38-58.

La Historia desde abajo surge como una contraposición a la historia tradicional del

Clasicismo que focaliza en las grandes personalidades de la historia. No será hasta el

siglo XX que se producirá un cambio de perspectiva y surgirá el interés por las

experiencias históricas de las masas con Edward Thompson, quien dará sentido al

término “historia desde abajo”. Esta nueva perspectiva empieza a poner sobre la mesa

nuevas cuestiones, como la de intentar dibujar una reconstrucción de la vida y las

inquietudes de la clase obrera y la necesidad que tiene la propia población de

entenderlas; esto es lo que empuja al historiador a “hacer” historia desde abajo

Sharpe destaca dos grandes problemas: el primero se refiere a la cantidad de

asuntos expuestos en los análisis históricos y las pruebas que se tienen de ellos. Los

historiadores hacen frente a la falta de fuentes, ya que cuanto más atrás se remonte el

historiador, más problemas tendrá para localizar una fuente en la que apoyarse. El

segundo se refiere a la cuestión ligada a los conceptos e ideología que suscitan este

estudio. La conceptualización “desde abajo” es un problema a delimitar plasmado en el

estudio de la historia social; ¿dónde lo situamos y cuál es la función de la historia desde

abajo? Así pues, definir lo que es el “pueblo” en el siglo XVI se torna una tarea

complicada que no admite definición simplista. Sin embargo, los historiadores

marxistas han sabido delimitar los bordes de la historia desde abajo, de manera que ésta

se centra principalmente en los movimientos en los que las masas y la clase obrera es el

agente de una actividad político-económica.

Hobsbawm afirma que la historia desde abajo existe en correlación con los

episodios que involucran las acciones de las masas, es decir, cuando crece la acción de

la clase obrera a partir de la Revolución Francesa. Sharpe dice que es precisamente la

tendencia de estudiar el mundo obrero lo que propone el problema limitador de la

historia desde abajo, ya que el concepto de clase es de difícil aplicación para ciertas

épocas y confina esta tendencia a una época determinada. Como contraposición,

Ladurie propone el estudio de comunidades rurales durante la Edad Media mediante

aquellos documentos que no fueron registrados deliberadamente para la posteridad para

darles validez como prueba histórica, ya que no se dispone de testimonio directo de los

campesinos. Ginzburg, sin embargo, no propone la reconstrucción de la forma de vida

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de una comunidad, sino que expone su voluntad de reconstruir el mundo intelectual y

espiritual del individuo. Estos dos últimos casos provocan una expansión en el ámbito

cronológico, y la escuela francesa de los Annales presentará la cuestión sobre cómo se

puede hacer un uso innovador de las formas de documentación. Tanto la sociología

como la antropología serán dos martillos esenciales que ayudarán a construir los

cimientos de las nuevas formas.

A partir de este debate, surge la cuestión acerca de si la historia desde abajo es

un enfoque o es un tipo diferenciado de historia. Si afirmamos que la historia desde

abajo es un enfoque, vemos como éste actúa como correctivo de la historia tradicional y

aporta una síntesis más adecuada, fusionando la historia tradicional con la historia desde

abajo. Por el contrario, si afirmamos que los problemas existentes para documentarnos

sobre ella y la orientación política de quienes la practican son suficientemente

relevantes, diremos que hacen de esta historia un tipo diferente.

Esta relación simbiótica plantea el peligro sobre la fragmentación historiográfica

mencionado por Judt. Así pues, la historia desde abajo que nos sirve para hacer una

síntesis sobre nuestro pasado e historia nacional, no puede estar mal encajada y falta de

ideología política, sino, la relación establecida desembocaría en micro-historia o en un

tipo de antropología cultural retrospectiva, cayendo en la fragmentación del

conocimiento histórico y la despolitización de ésta. Es necesario abordar la historia más

allá de la anécdota o el caso aislado para dibujar el escenario pasado escapando del

anticuarismo al contextualizar estos episodios.

A modo de conclusión, Sharpe considera la historia desde abajo un salto

conceptual que ayuda al historiador a ampliar su comprensión acerca de las “clases

inferiores” en las sociedades del pasado. Es un medio para restituir grupos sociales,

proporcionar un sentimiento de identidad y para demostrar que esos grupos fueron

agentes históricos activos cuyas acciones tuvieron una gran repercusión en el mundo en

que vivieron. Con todo, la historia desde abajo, que ha tenido poca repercusión en la

corriente principal de la historia tradicional, tiene que servir como corrección y

expansión de ésta, para redefinirla y robustecerla.

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CUESTIONES A RESPONDER:

Para acabar de analizar y relacionar el documento con concepciones más

amplias, como son la relevancia de este tipo de historia y su utilidad a lo largo de la

historia, se formularán dos ejes a analizar. El primero tratará sobre la utilidad y

relevancia que tiene el tipo de historia que propone Sharpe, mientras que el segundo

tratará de descubrir si éste tipo de historia es útil y puede hacerse en todos los periodos.

Para tratar de desentramar el primer eje, habría que considerar que la “historia

desde abajo” que plantea el autor tiene dos brazos que apuntan en direcciones opuestas.

El primer brazo sería la historia social, en que predomina el análisis de clase sobre el

político. El segundo brazo sería la micro-historia, en que predomina el análisis de

pequeños sucesos y la generalización a partir de éstos, proponiéndolos como algo

frecuente y particular de la época. Partiendo de esta base, el hacer historia “desde abajo”

desde una perspectiva social, es necesaria y útil, puesto que nos ayuda a entender el

desarrollo económico y social de la historia de manera más concreta, focalizando en

ciertos sectores de la población. Así pues, intentar analizar un sector de la población en

relación con los medios de producción como bien hace Hobsbawm en su libro

“Bandidos” es un proceso que ayuda a entender el papel que jugaba este sector de la

población en la época, entendemos mejor cómo se compone la sociedad y los grupos

que la constituyen. Este tipo de análisis revela el carácter histórico de ciertos sucesos

enmarcados dentro de la clase social y por lo tanto, de manera transitoria, el desarrollo

de esa clase.

Si no lo hacemos de esta manera, veremos que el tipo de análisis histórico y

social “desde abajo” sin relación con su propio contexto y los medios de producción,

por ejemplo, el análisis de un hecho como producto aislado, no sirve para entender la

sociedad ni la historia. ¿Qué sentido tiene un análisis histórico ejecutado de manera

científica sobre el desarrollo de la capacidad craneal del hombre si no lo relacionamos

con la evolución de los medios de producción, y con los diferentes contextos (véase, la

fauna y flora inclusive) que determinan el desarrollo del ser humano?

En la misma línea, vemos que pasa lo mismo si focalizamos en ciertos

segmentos sociales, puesto que no tiene sentido analizar un segmento social -por

ejemplo el de los mineros- de una determinada localización geográfica (Inglaterra,

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Asturies...) durante vastos períodos temporales, como lo puede ser de 1600 a 1900,

proporcionando en sus estudios datos estadísticos (¡con apariencia científica! como

exclamaría Carlo Cipolla en su libro "Allegro ma non troppo") sin relacionarlo con la

evolución del capitalismo mercantil y su desarrollo hacia el capitalismo monopolista, y

sin mencionar cómo estos influyen directamente en la calidad de vida de los mineros.

Jorge Briones Franco nos dice que para Thompson “la mayoría de los obreros

ingleses adquirieron una identidad de intereses que se oponía a la clase de los

gobernantes y patronos, resultado de experiencias comunes que sintieron y articularon

en un contexto concreto y que tradujeron a términos culturales en tradiciones, sistemas

de valores, ideas y formas institucionales” (Briones Franco, 1993: 77). Por lo tanto, al

analizar un movimiento social haciendo hincapié en cómo los hombres vivieron su

historia y cómo se expresa lo que vivieron -como obra de la conciencia colectiva-

obtenemos respuestas cruciales que vinculan al movimiento obrero de esa época con la

economía y los medios de producción. Por el contrario, el análisis de cualquier grupo o

clase social sin tener en cuenta los medios de producción no tiene sentido, puesto que de

estas tendencias deriva la fragmentación de la historia en puros relatos, y por lo tanto,

en historia acientífica.

Sobre el eje de la validez de este tipo de historia a lo largo de los siglos, diremos

que el análisis de ciertos grupos o clases sociales dentro del marco propiamente social

es posible llevarlo a cabo en cualquier periodo histórico. Si bien es cierto lo que decía

Sharpe en su artículo, es importante tener en cuenta que cuanto más atrás se remonte el

historiador, más difícil será conseguir la información, y cuanta menos documentación,

más se reduce la posibilidad de análisis de situaciones históricas. Las limitaciones que

se darán en el estudio de un sector de la población en la Antigua Roma no serán las

mismas que se darán para hacer un estudio de otro sector de la población durante el

Franquismo, pero en ambos casos será posible desarrollar este tipo de historia. Si existe

documentación, existe la posibilidad de analizar ese periodo en base a la historia social

o historia desde abajo.

Así pues, como ya se ha mencionado, la historia social es un enfoque

metodológico que evidentemente se puede aplicar a todos los ámbitos y periodos

históricos y es posible desarrollarlo de manera acertada siempre y cuando se tengan en

cuenta los medios de producción, su efecto sobre los segmentos sociales y estos dos

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elementos se relacionen entre sí. De todas maneras, es importante tener en cuenta la

propia esencia de este enfoque metodológico, puesto que si se fija en determinados

grupos sociales, la capacidad de análisis no sólo se podrá hacer en dependencia de si

tenemos fuentes o no, sino que también variará dependiendo de la propia información

que se disponga de este sector.

La cuestión es simple, y dos ejemplos bastarán para ejemplificarla. ¿Podemos

analizar desde la historia social el cambio en la sociedad que supuso el descubrimiento

de la agricultura, y con ella el nuevo paso del mesolítico al neolítico? Evidentemente, sí.

Podemos analizar cómo el cambio de producción incide directamente en la forma de

organización de la propia sociedad, puesto que la agricultura fija territorialmente a los

grupos humanos, y ello conlleva, a la larga, a lo que podríamos considerar desde una

óptica marxista el surgimiento del excedente, que daría lugar casi inevitablemente al

surgimiento del Estado como herramienta de seguridad a quien ostenta esa misma

propiedad. Así pues, podemos ver, en líneas generales, cómo ése cambio de producción

incide en los grupos humanos. Lo que no nos permite un análisis más concreto, es la

poca documentación y los pocos rastros arqueológicos existentes de ello en

comparación con otras épocas. De aquí viene, relacionando estas cuestiones, el segundo

ejemplo. ¿Es que acaso se puede analizar "desde abajo" la sublevación de los

campesinos contra el feudalismo servil? La respuesta también es sí, pero lo que

diferencia la capacidad de análisis, que no el enfoque, es la disposición de información

para poder interpretar y analizar los hechos para dotarlos de un argumentario científico

en la medida en que éstos se apoyen en premisas y hechos realizados y contrastados.

A modo de conclusión, decimos que este tipo de enfoque metodológico que los

historiadores utilizan, si bien es más útil en unas épocas que en otras, como hemos

visto, es posible. Por otra parte, analizar la prehistoria desde un punto de vista no-

materialista, o intentar analizar un determinado segmento poblacional por su

documentación sin relacionar diferentes hechos históricos, es casi imposible, mientras

que si disponemos de bibliografía y constancia material que podamos interpretar

relacionándolo con la producción, es factible analizar un proceso o hecho histórico en

cualquier periodo desde este enfoque.

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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Briones Franco, Jorge. “Historia social en Edward P. Thompson”. Clío, nº 9,

Junio/Septiembre 1993: 74-80.

Eley, Geoff. “Historia Social y Cultura Política: La formación histórica de la

clase obrera, 1780-1850”. Historia Social, nº 18, Especial E.P. Thompson, Invierno

1994: 63-75.

González, Román Miguel. “Eric J. Hobsbawm, la Historia desde abajo y el análisis de los agentes históricos”. Rubrica contemporánea, vol. 2, núm 4, Diciembre 2013: 5-22.

Hernández Núñez, Yepsaly. “Hombres corrientes e historia social: ¿una nueva

ortodoxia?”. Procesos históricos [en línea], vol VII, núm 14, Diciembre 2008; [Fecha de consulta: 21 de marzo de 2014] Disponible en: <http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=20071403> ISSN 1690-4818

Hobsbawm, Eric. Marxismo e historia social. Puebla: Universidad Autónoma de

Puebla, 1983.

J. Sharpe, “Historia desde abajo”, dentro de: P. Burke (ed.): Formas de hacer

historia. Madrid 1991, pp. 38-58.